Los Caceristas de la República Aristocrática

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    Los caceristas de la Repblica Aristocrtica:composicin social, intereses y principios

    del Partido Constitucional (1895-1919)*

    IVNE. MILLONESMAREZPontificia Universidad Catlica del Per

    Este artculo examina algunas caractersticas de una agrupacin poltica peruanade tiempos de la Repblica Aristocrtica (1895-1919), el Partido Constitucional,

    y explora su composicin social, funcionamiento e intereses. Asimismo, se la inves-tiga a nivel local, concretamente en el departamento de Ayacucho, donde el parti-do fue importante. Las principales fuentes primarias son la documentacin parti-daria, la correspondencia privada entre sus miembros y la prensa poltica.

    This article examines some characteristics of a Peruvian political party during theAristocratic Republic (1895-1919): the Partido Constitucional. It explores its so-cial composition, how it functioned and its interests. Likewise, it analyzes the

    party on a local level, concretely, in Ayacucho, the department where it wasimportant. The main primary sources are the partys documents, private lettersamong its members, and the political press.

    * Este artculo se basa en Millones, Ivn. El Partido Constitucional: miembros y utili-dad de ser miembro de un partido poltico durante la Repblica Aristocrtica. Tesis de

    licenciatura. Lima: Pontificia Universidad Catlica del Per, 1998. Agradezco el apoyode la doctora Margarita Guerra Martinire a lo largo de esa investigacin.

    HIsTORICA XXVIII.2 (2004): 137-172

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    INTRODUCCIN

    Se afirma con bastante frecuencia que no hay democracia sin parti-dos polticos. Estos, llamados a cumplir funciones como la de servirde vnculo entre el pueblo y el gobierno, pueden ser instrumentospara lograr beneficios colectivos. Precisamente por esas altas expec-tativas que se tiene de ellos, cuando, a ojos de la poblacin, fallan encumplirlas, son duramente criticados. Se les acusa entonces de tener

    motivaciones egostasy la sociedad los censura y rechaza.Una situa-cin de este tipo ocurri en el Per a principios del siglo XX. Lasagrupaciones polticas de esos aos, formadas desde fines del sigloXIX, entraron en crisis y desaparecieron junto con la llamadaRep-blica Aristocrtica(1895-1919), periodo de reconocida estabilidadpoltica. Uno de los partidos ms criticados en aquel tiempo fue elConstitucional, fundado luego de la derrota frente a Chile en la

    Guerra del Pacfico (1879-1883) y dirigido por un hroe de ella, elmariscal Andrs A. Cceres (Ayacucho, 1836-Ancn, 1923). Esegrupo en el poder entre 1886 y 1895 y, al comenzar el siglo XX,aliado del gobernante Partido Civil recibi algunos de los peoreseptetos en la dcada de 1910: oportunista, carente de principios einteresado en satisfacer ambiciones individuales y no las del pas.1

    Cun ciertas fueron esas acusaciones? Quines eran los miembrosde esa agrupacin y qu ganaban con su militancia? Este ensayo va atratar de responder a estas preguntas a partir del estudio de un par-tido poltico. Este trmino puede ser complejo porque posee variosy cambiantes significados, pero se emplear el sentido dado por la

    1 Entre las varias crticas de ese tipo, vanse, por ejemplo, las aparecidas en la revistaVariedades, el 6 de junio de 1914, p. 807, y el 19 de octubre de 1918, pp. 995-996.

    Tambin vase Maritegui, Jos Carlos. La reorganizacin de los grupos polticos.Nuestra poca, 6 de junio de 1918, pp. 1-2.

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    gente de la poca. Es decir, se entiende porpartidosa las agrupacionesque disputaban el poder poltico, sobre todo en el marco electoraltambin hubo los que ocasionalmente conspiraron contra el go-

    bierno o lideraron levantamientos, y que usualmente tenan o tra-taban de tener la mayora de los siguientes elementos: estructuraorganizativa, principios y programa de gobierno.

    Entre las principales fuentes empleadas en este trabajo se encuen-tra la documentacin partidaria, la correspondencia privada entremiembros de esa agrupacin y la prensa poltica. Con ellas, dos sonlos temas centrales y complementarios que se desarrollarn. Uno es

    el anlisis de la composicin social del partido: quines eran los mi-litantes de esa agrupacin, los llamados constitucionaleso caceristas.El otro se refiere a los intereses que representaba y a las gananciasparticulares los llamadosfines egostasde los partidos, tan critica-dos a fines de la Repblica Aristocrtica que reciban sus afiliados.Asimismo, para evitar centrar el anlisis exclusivamente en lo queocurra en Lima, se intentar explorar la vida de la agrupacin en elinterior del pas. Es difcil sealar en qu regiones los caceristas tuvie-ron mayor fuerza. Un indicador puede ser la representacin parla-mentaria, porque, en la poca bajo estudio, los departamentos elegansus senadores y las provincias sus diputados. Pero guiarse solo de eseindicador para conocer la significacin regional de un partido puedeser engaoso. Ello se debe a que dicha representacin era, en variasocasiones, poco real, al estar basada sobre todo en arreglos entre lasdiversas agrupaciones polticas y el gobierno. Sin embargo, por el

    origen y la composicin del partido, es probable que este tuvieraimportancia en aquellas localidades de la sierra central y sur dondesu fundador, Cceres, dirigi dos campaas militares: las llamadasde la Brea(1881-1883) la resistencia contra Chile, protagoniza-da sobre todo por campesinos de la sierra yConstitucional(1884-1885) la guerra civil contra el gobierno de Miguel Iglesias, quefirm la paz con cesin territorial con aquel pas. Esas campaas

    comprendieron departamentos como Apurmac, Huancavelica, Junny Ayacucho, en los cuales el caudillo cuya familia provena de los

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    dos ltimos estableci alianzas con familias y personajes locales.El peso parlamentario del cacerismo en aquellos territorios contri-buye a corroborar esa importancia regional. De esos departamentos,

    esta investigacin se centrar en Ayacucho, del cual, adems, el mariscalera oriundo.2

    Los estudios sobre las agrupaciones polticas en el Per del sigloXIX e inicios del XX producidos a fines de la dcada de 1980 y en lasiguiente han centrado su inters en los elementos modernos que lasarticulaban.3 A esos enfoques se pueden agregar otros, preocupadospor explorar antecedentes y orgenes del populismo, el cual contendra

    elementos tradicionales en la nueva poltica de masas del siglo XX.4

    Cabra aadir tambin un reciente debate en torno al Partido Civil ya la relacin entre sus ideales y su quizs algo distanciada praxis.5 En

    2 Adicionalmente, retomando el criterio de representacin parlamentaria, departamentoscomo Cajamarca, Cuzco y Puno tuvieron un significativo nmero de congresistas cons-titucionales, entre los que destacaron lderes como Arturo Osores, Pablo La Torre y

    Angelino Lizares Quiones, respectivamente.3

    McEvoy, Carmen. Un proyecto nacional del siglo XIX: Manuel Pardo y su visin delPer. Lima: Pontificia Universidad Catlica del Per, 1994; y de la misma autoraLautopa republicana: ideales y realidades en la formacin de la cultura poltica peruana (1871-1919). Lima: Pontificia Universidad Catlica del Per, 1997; tambin Orrego, JuanLuis. Domingo Elas y el Club Progresista: los civiles y el poder hacia 1850. Histrica.

    XIV/2 (1989), pp. 317-353; y Olaechea, Soledad. La dirigencia en el Partido Civil:aproximaciones hacia una mentalidad moderna. Memoria de bachillerato. Lima:Pontificia Universidad Catlica del Per, 1993.4 Para un reciente estudio sobre el populismo en el Per, vase Gonzales, Osmar. El

    gobierno de Guillermo E. Billinghurst: Los orgenes del populismo en el Per, 1912-1914.Lima: Mundo Nuevo, 2005; para un trabajo anterior, Stein, Steve. Populism in Peru:The Emergence of the Masses and the Politics of Social Control. Wisconsin: University of

    Wisconsin Press, 1980.5 Vase Mucke, Ulrich. Utopa republicana o partido poltico? Comentarios sobreuna nueva interpretacin del primer civilismo. Histrica.XXII/2 (1998), pp. 273-288;y McEvoy, Carmen. De plumas, impurezas historiogrficas y democracias bastardas: apropsito de una resea. Histrica. XXIV/1 (2000), pp. 183-195. Vanse tambin losartculos de Mucke: Elecciones y participacin en el Per del siglo XIX: La campaapresidencial de 1871-1872. Investigaciones Sociales. 12 (2004), pp. 133-166; y Los

    patrones de votacin y el surgimiento de los partidos parlamentarios en el Congreso delPer, 1860-1879. Investigaciones Sociales. 13 (2004), pp. 111-133.

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    este contexto historiogrfico resulta de inters examinar con detallela base social y el funcionamiento de agrupaciones del periodoposterior a la fundacin del tan estudiado Partido Civil. Elitistas y

    existentes bajo un sistema electoral que permita grandes dosis demanipulacin y restriccin del voto,todas ellas fueron perdiendoprotagonismo y seran reemplazadas por los partidos de masas de ladcada de 1930 y siguientes, tras el prembulo autoritario yantipartidos del oncenio de Augusto B. Legua (1919-1930). Perovarios de los rasgos criticados a esas agrupaciones perduraran enbuen nmero de las posteriores. Entre ellos, su funcionamiento como

    clubes de amigos, agencias de empleo e instrumentos para obtenerfavores del Estado. Estos ltimos aspectos, por cierto, no eran parti-culares de partidos como el Constitucional. En 1919, por ejemplo,el socilogo alemn Max Weber haba sealado que las agrupacionespolticas podan convertirse en agencias de empleo: una vez en elpoder, una funcin central pasaba a ser la distribucin de cargosestatales entre sus miembros e incluso entre los allegados de es-tos.6 Precisamente, para que un partido fuera aceptado por la so-ciedad deba anteponer, como objetivo, la bsqueda del bien comna la del privado, lo cual se haca mediante su declaracin de princi-pios y su programa de gobierno.7 La compleja relacin entre estos yel accionar poltico ser abordada al examinar la agrupacin cacerista.

    ELCONTEXTO: LOSPARTIDOSDELAREPBLICAARISTOCRTICA

    Fueron varias las agrupaciones polticas de inicios del siglo XX, comola Civil, la Demcrata, la Liberal y la Constitucional. Segn diversosestudios, estas reunan una serie de clientelas locales que, en el mbito

    6 Sardn, Jos Luis. Estado, poltica y gobierno. Lima: Universidad del Pacfico, 1994,p. 87; Weber, Max. El poltico y el cientfico. Madrid: Alianza Editorial, 1972, p. 100.Para el caso peruano, en la dcada de 1930, vase Drinot, Paul. El comit sanchezcerristade Magdalena del Mar, un ensayo de microhistoria poltica. Revista del Archivo General

    de la Nacin. 23 (2001), pp. 333-353.7 Sartori, Giovanni. Partidos y sistemas de partidos. Madrid: Alianza Editorial, 1994, p. 17.

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    nacional, segua a destacadas familias o a lderes prominentes. Lascabezas de esos bandos competan por el poder para favorecer concargos estatales a sus adeptos, quienes de tal manera podan defen-

    der sus intereses locales frente a grupos rivales. Por eso, la poltica deesos aos ha sido considerada una amalgama de lealtades familiarese intereses econmicos8 y la lucha poltica, una competencia porobtener, como favores del Estado, porciones de poder.9

    Este clientelismo, que remite al sistema poltico conocido con elnombre depatronazgo, se basa en las relaciones personales desigualesentre los lderes (patrones) y sus seguidores (clientes). En ellas, los

    primeros dan a los segundos proteccin y dems favores, y estos lesbrindan a aquellos diversas formas de respaldo.10 Esas clientelas, enlas ltimas dcadas del siglo XIX, empezaron a estar organizadas enpartidos.11 Estos, ligados a los clubes electorales asociaciones naci-das anteriormente para luchar por los votos durante el sufragio,permitan acceder al Poder Ejecutivo y al Legislativo, a los cuales sellegaba mediante elecciones.12 En este sentido, los partidos actuaban

    8 Miller, Rory. La oligarqua costea y la Repblica Aristocrtica en el Per, 1895-1919.Revista de Indias. 182 y 183 (1988), pp. 551-566; Stein, Populism in Peru, p. 271.9 Stein, Populism in Peru, p. 28.10 Burke, Peter. Sociologa e historia. Madrid: Alianza Editorial, 1987, pp. 90-92.11 Sobre los orgenes de los partidos en Europa y Estados Unidos en el siglo XIX, vaseDuverger, Maurice. Los partidos polticos. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1994,pp. 14-16. Para una sntesis de algunas teoras sobre el origen de los partidos en AmricaLatina, vase Mir Quesada Rada, Francisco. Partidos polticos: teora y anlisis sistemtico.Lima: Instituto de Investigaciones Jurdicas y Estudios Polticos-Universidad ParticularInca Garcilaso de la Vega, 1984, pp. 101-106. Para una visin panormica del siglo XXen Amrica Latina con referencias al XIX y con alusiones a temas tericos, vaseTella, Torcuato di. Historia de los partidos polticos en Amrica Latina, siglo XX. Buenos

    Aires: Fondo de Cultura Econmica, 1993. Sobre los orgenes concretos de un partidopoltico a fines del siglo XIX en Argentina y el debate sobre el peso de su base sociale ideologa en su conformacin, vase Alonso, Paula, Entre la revolucin y las urnas: losorgenes de la Unin Cvica Radical y la poltica argentina en los aos 90. Buenos Aires:Editorial Sudamericana, Universidad de San Andrs, 2000.12 Sobre los grupos polticos a mediados del siglo XIX, vase Ragas, Jos. Ciudadana,

    cultura poltica y representacin en el Per. La campaa electoral de 1850. Tesis delicenciatura, Lima: Pontificia Universidad Catlica del Per, 2003.

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    como maquinarias electorales,es decir, eran instrumentos con granactividad en tiempos de sufragio parecen haberse dedicado, particu-larmente en un primer momento, a coordinar la accin de los clubes

    electorales, y uno de sus objetivos era hacer ganar a sus candida-tos.Relacionada a esta funcin estaba, adems, la de conformar alian-zas con miras a llegar al poder, para luego distribuirlo a su grupo.13

    Una caracterstica de la poca bajo estudio fue que casi todos susgobiernos surgieron de las urnas. Sin embargo, es difcil precisar siesos resultados electorales eran el autntico reflejo de la voluntadpopular.14 Trminos como Repblica Aristocrtica, Estadooligrquico

    13 Astiz, Carlos. Pressure Groups and Power Elites in Peruvian Politics. Ithaca/Londres:Cornell University Press, 1969, p. 89; Stein, Populism in Peru, p. 28.14 Las elecciones en ese periodo estuvieron marcadas sobre todo por la ley de 1896. Estadeterminaba que el voto era directo y tenan derecho a l los varones mayores de 21 aoso menores, casados que saban leer y escribir. La propiedad y el ingreso determinabanquines conformaban los diversos cuerpos electorales locales, encargados del escrutiniode votos y proclamacin de candidatos, y en ese nivel se daban casos de alteracin de los

    resultados. Un clculo del nmero de electores en 1904 y 1908 indica que era un 4%del total demogrfico; en la actualidad, los electores representan cerca del 55% del totaldemogrfico. Vase, Contreras, Carlos y Marcos Cueto. Historia del Per contemporneo:desde las luchas por la independencia hasta el presente. Lima: Pontificia Universidad Catlicadel Per, Universidad del Pacfico, Instituto de Estudios Peruanos, 2004, p. 201. Elporcentaje de la poblacin masculina que sufragaba en esa poca era bajo. Ello no solopor la exclusin del mayoritario nmero de indgenas analfabetos un 57% de lapoblacin total, segn el censo de 1876 (vase Basadre, Jorge. Historia de la repblica delPer. Lima: Editorial Universitaria, 1983, t. XI, p. 310), sino porque los resultadoselectorales, frecuentemente decididos entre el gobierno y los dirigentes partidarios, y elvoto pblico no secreto propiciaron un significativo abstencionismo en varios mo-mentos. Vase Ley electoral. El Peruano, 1 de diciembre de 1896. Tambin vanseotras leyes electorales de la poca: Texto de la nueva ley electoral nmero 1777. ElPeruano, 27-28 de diciembre de 1912; Ley electoral nmero 2108. En Fallos de laexcelentsima corte (1913-1915). Lima: Empresa Tipogrfica Lrtiga, 1915. Igualmente,Basadre, Jorge. Leyes electorales peruanas, 1890-1917: teora y realidad. Histrica. I/1(1977), pp. 1-36; Villarn, Manuel Vicente. El voto secreto. En Pginas escogidas.Lima: P. L. Villanueva, 1962, p. 228. Sobre el accionar subversivo de un grupo polticode oposicin en el contexto de control gobiernista de las elecciones, vase Peralta, Vctor.

    Reforma electoral, violencia y revolucin en el Per, 1896-1909. En Malamud, Car-los y Carlos Dard (eds.). Violencia y legitimidad. Poltica y revoluciones en Espaa y

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    yRepblica de notables, asignados a ese periodo que coincide conla llamadaedad de oro del proyecto oligrquico en la historia latinoa-mericana15 sugieren que la contienda formal por el poder era elitista

    y poco representativa de la voluntad de las grandes mayoras. Engeneral, se puede afirmar que ganar una eleccin no dependa delacto de sufragio en s, y que la poltica giraba ms en torno a pactosentre partidos que a una competencia real en las urnas. En cambio,tena mayor importancia controlar los cuerpos encargados del escru-tinio de los votos, como las asambleas de mayores contribuyentes formadas en cada provincia y la Junta Electoral Nacional. Esta

    ltima, por ejemplo, fundamental para ganar elecciones durante susaos de existencia (1896-1912), coordinaba la organizacin de losprocesos de votacin desde Lima y pronto cay en manos de losgobiernos de turno, que incluso la disolvieron cuando les fue adver-sa (1899 y 1911).

    En ese contexto, partidos como el Civil y el Constitucional tuvie-ron una estructura desarrollada. El segundo, por ejemplo, contabacon una organizacin que intentaba extenderse a todo el pas. Ladireccin estaba a cargo de una Junta Central Directiva, con sede enLima, y de una coordinadora de una serie de juntas departamenta-les, provinciales y distritales. Estas, a diferencia de aquella central,en ms constante actividad, parece que cobraban vida en tiempos deelecciones presidenciales cada cuatro aos o parlamentarias. Sinembargo, debido precisamente a que el Poder Legislativo se renova-ba por tercios cada dos aos y que, en general, los trabajos electo-

    rales se efectuaban con anticipacin desde varios meses antes, laactividad de esos cuerpos locales tampoco era espordica.16

    De otro lado, los partidos de esa poca no fueron exclusivamentemaquinarias electorales. Ellos tambin intentaron trascender la accin

    Amrica Latina, 1840-1910. Santander: Servicio de Publicaciones de la Universidad deCantabria, 2004, pp. 179-196.15 Carmagnani, Marcello. Estado y sociedad en Amrica Latina, 1850-1930. Barcelona:

    Crtica, 1984, pp. 98-175.16 Millones, El Partido Constitucional, pp. 71-76.

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    puramente ligada a los actos de sufragio. Por ejemplo, varios de ellossolan presentar a la sociedad sus principios y programas de gobier-no, y buscaban actuar luego de la contienda electoral, coordinando

    la toma de decisiones de sus miembros que haban llegado al PoderLegislativo. En realidad, las agrupaciones polticas combinaban esasdiversas facetas, aunque no necesariamente de modo equilibrado.

    ELPARTIDOCONSTITUCIONAL

    Nacimiento y principios. Etapas en su trayectoriadurante la Repblica Aristocrtica

    El Partido Constitucional se cre al terminar la guerra con Chile.Miembros del temporalmente desorganizado civilismo y simpati-zantes de Cceres, quien tena el prestigio de haber liderado la resis-tencia contra el ejrcito invasor, formaron el partido para elevar a esecaudillo a la presidencia de la Repblica en 1886. En el poder hasta1895, cuando fue derrocada tras una guerra civil, la agrupacin lle-g a representar en ese periodo diversos intereses. Entre estos, en el

    mbito socioeconmico, parecen haber destacado los de sectores dehacendados serranos,17 a los cuales estaba vinculado el propio Cceres.Sin embargo, esos intereses se ocultaron tras fines ms amplios, comoel de proteger la Constitucin. Es decir, uno de los objetivos inicialesdel partido haba sido defender la aplicacin plena de la Carta Mag-na de 1860, desconocida por Nicols de Pirola al ejercer la dictadura(diciembre de 1879 a noviembre de 1881)18 y, luego, no puesta en

    vigencia en su totalidad por el rgimen de Miguel Iglesias (1884-1885). Este objetivo haba sido proclamado por el estatuto de la

    17 Manrique, Nelson. Yawar mayu: Sociedades terratenientes serranas, 1879-1910. Lima:Instituto Francs de Estudios Andinos, DESCO (Centro de Estudios y Promocin delDesarrollo), 1988, pp. 142-143.18 Durante esos aos, Pirola sustituy la Constitucin por estatutos provisorios. El

    primero fue dado el 27 de diciembre de 1879 y el segundo, y ltimo, el 12 de septiem-bre de 1881.

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    nueva agrupacin, aprobado en Arequipa en 1884, cuyo artculoprimero deca:

    El Partido Constitucional tiene por objeto sostener y desarrollar en la po-ltica de la Repblica los principios democrticos adoptando los consigna-dos en la Constitucin de 1860 y leyes complementarias; pues considera elafianzamiento de esas instituciones condicin indispensable de orden y deprogreso.19

    No obstante, esa defensa puede ser considerada tambin un pretextopara la lucha por el poder en esos aos. As, se ha afirmado que los

    contenidos de los estatutos con que Pirola reemplaz la Constitu-cin no distaban mucho de los de esta.20

    Posteriormente, durante la Repblica Aristocrtica, el partidocacerista parece no haber tenido mayores aspiraciones doctrinarias,a diferencia de otros, como el Demcrata, de Nicols de Pirola y elLiberal, de Augusto Durand, que publicaron programas y declara-ciones de principios. Los constitucionales, en cambio, aliados desde

    1902 del gobernante civilismo, aparentemente hicieron propios losprogramas y planteamientos de esa agrupacin y esta, a inicios desiglo, se haba declarado contraria a los polticos doctrinarios. Elpropio jefe de ella, Jos Pardo y Barreda, en su discurso-programa de1904, haba sealado que su partido alejaba de su gestin lasdisensiones doctrinales que separan a los hombres, y que quienesiban a hacer la grandeza del Per eran los polticos trabajadores yno aquellos doctrinarios.21

    En general, parece ser que entre las principales agrupaciones pol-ticas de esa poca las diferencias de principios tuvieron poco peso.

    19 Citado en Mir Quesada, Carlos. Autopsia de los partidos polticos. Lima: PginasPeruanas, 1961, p. 173.20 Leiva, Lourdes. Pensamiento poltico de Nicols de Pirola durante su gobiernoconstitucional (1895-1899). Tesis de Magster. Lima: Pontificia Universidad Catlica

    del Per, 1997, pp. 78, 86, 247-249.21 El Comercio, 12 de junio de 1904, edicin de la tarde, p. 1.

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    La explicacin podra encontrarse en que estas existieron en un con-texto en el cual, a grandes rasgos, no hubo las significativas divergen-cias ideolgicas de dcadas atrs, cuando se sucedan varias constitu-

    ciones y polemizaban polticos liberales y conservadores,22 e inclusose ha afirmado que, para ese periodo, los principios generales de lademocracia liberal haban sido aceptados.23 En ese contexto, loscaceristas adoptaron como principio de su agrupacin, y ligado a suorigen, el patriotismo. El elemento de cohesin que daba identidada los miembros del partido, y que como discurso justificaba su exis-tencia, era haber defendido la integridad del territorio patrio. Los

    constitucionales haban secundado a Cceres en la campaa de laBrea (1881-1883) contra los chilenos y en la campaa Constitucio-nal (1884-1885) contra los partidarios de Miguel Iglesias, cuyo rgi-men, a decir de los caceristas, haba sido impuesto por Chile. Las doscampaas militares, que se convirtieron en mticos momentos fun-dadores, sirvieron, adems, para darle los nombres al partido, de laBreao Constitucional.

    Un marcado caudillismo y culto al hroe fundador, Cceres, esotro rasgo derivado del carcter patritico de la agrupacin.24 Estaconsideraba que, en casos de crisis, ese militar, con su nunca desmen-tido patriotismo, era el llamado a levantar el pas de la postracinen que lo haban colocado sus malos hijos.25 Del mismo modo,

    22 Basadre, Historia de la repblica del Per, t. VII, pp. 1, 2.23 Garavito, Hugo. El Per liberal: Partidos e ideologas de la ilustracin a la Repblica

    Aristocrtica. Lima: El Virrey, 1989, pp. 203-209.24 Millones, Ivn. De caudillo militar a hroe nacional: La creacin de la figura heroicadel mariscal Andrs A. Cceres entre la Repblica Aristocrtica y el Tercer Militarismo(1895-1939). Tesis de Magster. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos,2002, pp. 41-48.25 Papeles del Partido Constitucional, Constitucin de la Junta Departamental delPartido Constitucional en Huaraz, Huaraz, 12 de enero de 1903. Biblioteca Nacionaldel Per, seccin manuscritos (en adelante BN-ms), E1491. Es frecuente encontrar estetipo de alusiones en la documentacin partidaria y en un diario cacerista como La

    Opinin Nacional; vase, por ejemplo, el nmero del 31de enero de 1911, edicin querefiere el regreso del caudillo al Per.

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    entre los militantes, sostenan que su partido exista gracias a Cceres,porque sobre los laureles conquistados por el nclito guerrero desdelos campos de Tarapac hasta las breas del Centro haba nacido

    esta agrupacin. Por eso, cuando ella atraves momentos de crisis yalgunos de sus miembros cuestionaron la autoridad del lder funda-dor, se dijo que separar a los constitucionales de su caudillo era tra-tar de hacer que el hijo reniegue de su padre; era desconocer elorigen, antecedentes y tradiciones del brillante partido que habasabido sostener, en toda ocasin, el honor de la Patria y la respetabi-lidad de sus instituciones y de sus leyes.26 Este rasgo personalista

    tambin se reflejaba en el funcionamiento interno de la agrupacin.En sus diversas juntas locales, eran los personajes con mayores vn-culos con Cceres y que tenan el prestigio de haber participado enlas campaas militares fundadoras quienes solan controlar e in-fluir en el partido. Ello, a pesar de que este contaba con una elabora-da organizacin y, adems, realizaba elecciones internas.27 En esesentido, prcticas caudillistas y clientelares tambin generaron ten-siones y conflictos dentro de la agrupacin.28

    El personalismo en este partido se puede comparar con el existenteen otros por la misma poca. El Demcrata, por ejemplo, tambincongreg a su militancia en torno a un lder carismtico, Pirola,aunque a nivel doctrinario esa agrupacin pretenda luchar contra el

    26 Papeles del Partido Constitucional, Carta del presidente del Partido Constitucional

    en Arequipa, Ricardo F. Flrez, a la Junta Central Directiva, Arequipa, 5 de mayo de1911, BN-ms, E1495. La carta fue escrita en una poca de conflictos dentro de laagrupacin, cuando una fraccin antigobiernista, liderada por el general Muiz, amena-zaba dividir el partido. Vanse Mir Quesada,Autopsia de los partidos polticos, pp. 402-405 y la revistaVariedades, 15 de abril de 1911, pp. 435-437; 22 de abril, pp. 467-469;y 6 de mayo, pp. 531-533.27 Millones, El Partido Constitucional, pp. 71-76; Partido Constitucional. Reglamen-to del partido constitucional. Lima, 1916. Para una perspectiva terica sobre el carcterelitista y oligrquico de los partidos con organizacin compleja, vase Michels, Robert.Los partidos polticos: un estudio sociolgico de las tendencias oligrquicas de las democracias

    modernas. Buenos Aires: Amorrortu, 1996.28 Millones, El Partido Constitucional, pp. 63-68.

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    caudillismo en la poltica. Una muestra de ello es la carta circular deese lder a los comits departamentales demcratas, fechada en abrilde 1889. Ella dice: Empeo nuestro [...] ha sido, y es nuestro espe-

    cial intento ahora, trabajar por la educacin poltica del pas, dandoforma definitiva y perdurable a Partidos, no personales ni de cir-cunstancias, sino de ideas.29

    Un ltimo rasgo principista de la agrupacin constitucional a ini-cios del siglo XX es que se autoproclamaba garante del orden. Estorecordaba el carcter autoritario que el partido haba tenido duranteel Segundo Militarismo. Segn los caceristas, ellos eran hombres de

    orden, encargados de conservar la paz y de sostener los gobiernosconstituidos.30 De ese modo, justificaron su larga alianza con losregmenes civilistas. Adems, el ser un partido de orden le servatambin al Constitucional para diferenciarse de otro, el Demcrata,rival que protagoniz sublevaciones en 1909 y 1910.31

    Durante la Repblica Aristocrtica, la historia del Partido Consti-tucional puede dividirse en tres etapas.

    a) 1895-1902. Este periodo comienza para la agrupacin con unrevs: la derrota en la guerra civil antimilitarista de 1894-1895. Enella, los partidos Civil reorganizado y ya separado del Constitucio-nal y Demcrata se aliaron y derrocaron al cacerismo, por lo quevarios lderes de ese grupo debieron permanecer en el extranjero enlos siguientes aos. Sin embargo, no descartaron la idea de regresaral poder. Por ejemplo, Cceres, desde Argentina, donde pas a residir,organiz conspiraciones contra el gobierno.32 Pero en esta poca el

    29 Partido Demcrata. Declaracin de principios. Lima: Tipografa La Voce dItalia, 1912,pp. 1-4. Otro partido de la poca, el Liberal, de Augusto Durand, tambin fue caudillista.El nico grupo poltico de ese periodo cuya trayectoria no gir en torno a la figura de uncaudillo fue el Civil.30 Vase, por ejemplo, el discurso de Cceres en la asamblea del Partido Constitucionaldel 23 de abril de 1911 en el Teatro Olimpo, reproducido en La Opinin Nacional, 24de abril de 1911, p. 2.31 Basadre, Historia de la repblica del Per, t. VIII, p. 317.32 Vanse El Comercio, 11 de julio de 1896; Basadre, Historia de la repblica, t. VII, p. 363.

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    Partido Constitucional tambin intent volver a participar en la ac-tividad poltica legal. La tarea, de escasas posibilidades de xito, dadala reciente derrota, fue emprendida por uno de sus miembros, el

    general Csar Canevaro, quien, elegido en enero de 1897 presidentede la agrupacin, se dedic a reorganizarla.33 Esta labor sera impor-tante porque a fines de esa etapa, con el paulatino distanciamientoentre los civilistas y pierolistas, hasta entonces aliados en el gobier-no, los constitucionales se acercaron a los primeros y establecieronuna alianza formal al terminar 1902.

    La unin de los antiguos rivales de 1894-1895 se explica por di-

    versos motivos. Uno de ellos es que el civilismo, apartado de suantiguo aliado Demcrata, estaba interesado en gestionar un pactocon otro grupo poltico para controlar el gobierno y dejar fuera a lospierolistas.34 Enemigos de ellos eran los caceristas; por eso, se haafirmado que una de las causas del retorno de Cceres al Per, luegode su exilio en 1902, fue la de oponerse a la vuelta de Pirola alpoder.35 En sntesis, como puede percibirse, desde la fundacin delPartido Constitucional hasta el final de esta etapa, se haban produ-cido peculiares cambios de alianzas que suscitaron ms de un co-mentario irnico en la poca: el civilismo y el cacerismo se habanaliado al terminar la Guerra del Pacfico contra sectores polticosligados al pierolismo representados en el gobierno de Miguel Igle-sias; luego el civilismo y el pierolismo se unieron contra el cacerismo(1894-1895); y, finalmente, el civilismo se ali de nuevo al cacerismopara oponerse al pierolismo. Esta ltima alianza dio inicio a una

    nueva etapa de esplendor en la historia del Partido Constitucionalb) 1902-1912. El periodo de apogeo del cacerismo se inicia cuando

    este llega a un acuerdo poltico con el civilismo: sostener en conjuntolas candidaturas a la presidencia y vicepresidencia de la Repblica en

    33 El Comercio, 22 de enero de 1897.34 Basadre, Jorge. Elecciones y centralismo en la historia del Per. Lima: Universidad delPacfico, 1980, pp. 61-66; Belaunde, Vctor Andrs. Mi generacin en la universidad

    (memorias, segunda parte). Lima: Imprenta Lumen, 1961, pp. 193-194.35 Mir Quesada,Autopsia de los partidos polticos, p. 316.

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    las elecciones de 1903. Comenzaba de esa manera una poca que ibaa permitir a los constitucionales llevar a la vicepresidencia de la Re-pblica a varios de sus miembros. Estos fueron el mdico Lino Alarco

    (primer vicepresidente en 1903), el abogado Serapio Caldern (se-gundo vicepresidente entre 1903 y 1908; ocup la presidencia entreabril y septiembre de 1904), el abogado Jos Salvador Cavero (pri-mer vicepresidente entre 1904 y 1908) y el mdico Belisario Sosa(segundo vicepresidente entre 1908 y 1912). En esos aos, adems,fue importante el nmero de representaciones parlamentarias quecorrespondi al Partido Constitucional. Esa situacin reflejaba el

    control gubernamental de la Junta Electoral Nacional, muestra deese predominio fue que, desde los primeros aos del siglo XX y hastainicios de la dcada siguiente, el Parlamento estuvo controlado porcivilistas y constitucionales.36 Como resultado, por ejemplo, la pre-sidencia del Senado fue compartida por los dos partidos aliados. As,en 1903, presidi esa cmara el civilista ntero Aspllaga y la segun-da vicepresidencia la tuvo el constitucional Pedro Jos Ruiz. Al aosiguiente, el presidente fue el civilista Rafael Villanueva y el primervicepresidente, el constitucional Manuel Irigoyen.37 El poder de laalianza civilista-constitucional y el control del gobierno de la JuntaElectoral Nacional impidieron un triunfo del Partido Demcrata ehicieron difcil que candidatos de agrupaciones opuestas aquellay la Liberal llegaran al parlamento. En ese contexto, Pirola seabstuvo de participar en las elecciones presidenciales y contempllas victorias de los dos grupos aliados, as como la reduccin del

    nmero de sus partidarios en el parlamento.Sin embargo, es probable que en esta alianza los caceristas termi-

    naran siendo los socios menoresdel civilismo. Testimonios a lo largode esos aos atestiguan cierto malestar, al menos en algunos sectoresconstitucionales, porque el partido gobernante tenda a acaparar el

    36 Basadre, Historia de la repblica, t. VII, pp. 356-358; Basadre, Elecciones y centralis-mo, pp. 52-57.37 Vase Ayarza, Vctor E. Resea histrica del senado del Per. Lima: Imprenta Torres

    Aguirre, 1921, pp. 81, 85.

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    poder.38 El nmero de parlamentarios constitucionales hacia 190929 frente a 129 civilistas parece revelar esa tendencia.39

    c) 1912-1919. La dcada de 1910 marc un periodo de crisis para

    el Partido Constitucional, el cual vio disminuida su participacin enel gobierno. Uno de los motivos fue la divisin del civilismo, cau-sante de que fracciones ya existentes dentro del grupo cacerista ame-nazaran abiertamente su unidad. En 1911, ao de conflicto entre elcivilismo-leguista o gobiernista y el civilismo-bloquista o pardista,los constitucionales se dividieron entre los simpatizantes de cada unode esos grupos. As, tenemos que se enfrentaron miembros de la

    dirigencia cacerista como el general Csar Canevaro, por el primerbando, y el general Pedro E. Muiz, por el segundo. Pese a que Cceresdej en 1911 sus labores diplomticas en Europa para impedir laescisin del partido, en 1912, eran evidentes fuertes rivalidades quecontinuaban dividindolo.40 Precisamente, en las elecciones presi-denciales de ese ao ya no hubo una poderosa alianza civilista-cons-titucional capaz de imponer candidatos y quien result elegido porpresin popular fue Guillermo Billinghurst, cuya postulacin habasurgido al margen de los partidos.

    Otro factor que explica el declive del cacerismo fue la crecientecompetencia con otras agrupaciones por cuotas de poder. En la dcadade 1910, los liberales, liderados por Durand, dejaron de ubicarse enla oposicin como lo haban estado haciendo desde la fundacindel partido en 1901. En cambio, pactaron con el civilismo leguistaen 191141 y con el civilismo pardista entre 1915 y 1919. Eso ocasion

    que el Constitucional dejara de ser el nico grupo que respaldaba al

    38 El diario antigobiernistaLa Prensadio cobertura a esos descontentos; vase La Prensa,14 de enero de 1906, edicin de la maana, p. 1; 22 de noviembre de 1907, edicin dela maana, p. 1; 9 de febrero de 1908, edicin de la maana, p. 1; 15 de febrero de1908, edicin de la maana, p. 1.39 Para ese ao, el Partido Demcrata tena ocho representantes y el Liberal, dos. Lascifras son proporcionadas por Basadre, Historia de la repblica, t. VIII, p. 274.40 Mir Quesada,Autopsia de los partidos polticos, pp. 404, 405.41 Variedades, 14 de enero de 1911, p. 34.

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    gobierno lo que le haba dado porciones de poder en el periodoanterior. Asimismo, presidentes de aquella dcada, como Billing-hurst (1912-1914) y el general Oscar R. Benavides (1914-1915)

    gobiernos cuyos orgenes, adems, mostraban la crisis poltica deesos momentos, no llegaron al poder mediante una alianza conlos constitucionales, ni contaron con el total respaldo de ellos. Y sibien los caceristas apoyaron por segunda vez la llegada a la presiden-cia de Jos Pardo en 1915, no lo hicieron como aliados nicos. Enesa ocasin, debieron compartir cargos oficiales con los otros gruposque se hicieron pardistas.

    Igualmente, las modificaciones en la legislacin electoral duranteesa dcada afectaron la fuerza del partido, si bien esos cambios de-bieron impactar tambin en las otras agrupaciones. Por ello, cuandola Junta Electoral Nacional dej de existir, el Poder Ejecutivo y lasdirigencias de los partidos vinculados con l tuvieron menor capacidadde dominar desde Lima los procesos electorales, como lo habanvenido haciendo.42 La Junta Central Directiva del Partido Constitu-cional ya no logr controlar sus juntas al interior del pas y, porejemplo, imponer candidaturas, ni asegurar triunfos electorales.43

    Por ltimo, en esos aos tambin contribuy a la crisis de la agru-pacin el que esta perdiera a varios de sus altos dirigentes debido, enmuchos casos, a su avanzada edad. As, fallecieron David Matto (1914),Pedro E. Muiz (1915), Hildebrando Fuentes (1917) y FernandoSeminario (1917). Todos ellos haban sido destacados caceristas entre1881 y 1885, y luego, importantes lderes partidarios.

    Este periodo de declive cacerista, que coincide con la crisis de laRepblica Aristocrtica, concluye en 1919, cuando el Constitucionalfue el nico partido que respald la candidatura presidencial de retricamodernizadora, nacionalista y popular de Legua.44 Eso le permitira

    42 Basadre, Elecciones y centralismo, pp. 67-81.43 Millones, El Partido Constitucional, pp. 96-101.44 Otros partidos, como el Liberal y el Demcrata, no lo hicieron, pero cuando Legua

    lleg al poder, en ellos se evidenciaron fracciones pro-leguistas; vase El Tiempo, 24 dejulio de 1919, p. 1; 25 de julio, p. 1.

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    compartir nuevamente el poder con el gobierno al inicio del Oncenio.Sin embargo, en esa nueva etapa fallecieron otras cabezas de la agrupa-cin, como los generales Csar Canevaro (1922), Juan Norberto

    Elspuru (1923), Augusto Ern Bedoya (1926) y el propio mariscalAndrs A. Cceres (1923), lo cual contribuy a un nuevo proceso dedebilitamiento de la agrupacin. Por lo visto, no se haba dado unaconsistente renovacin de su dirigencia, quizs por las mismas caracte-rsticas caudillistas del partido y sus orgenes vinculados con lazos decamaradera militar producto de hechos histricos concretos.45 A lolargo de la dcada de 1920, bajo un rgimen autoritario, con sus

    lderes histricos en extincin y aun dividido entre una rama leguistay otra anti-leguista esta ltima conspir e incluso se rebel contrael gobierno, la agrupacin cacerista iba a tener cada vez menorprotagonismo.46

    Miembros e intereses del Partido Constitucional

    a) El contexto: caractersticas de la militancia civilista y demcrata

    Por su composicin social, los partidos de la Repblica Aristocrticatenan identidades particulares. Por ejemplo, se puede examinar elcaso del ms poderoso, el Civil. Este, en esa poca, era distinto alfundado por Manuel Pardo en la dcada de 1870, cuando habra

    45 Este declive guarda relacin con el experimentado por los otros partidos caudillistasde la poca: el del Demcrata, con la muerte de Nicols de Pirola (1913), y el delLiberal, con el fallecimiento de Augusto Durand (1923).46 Sobre la rebelin del cacerista Arturo Osores en Cajamarca en 1924, vase Basadre,Historia de la repblica del Per, t. IX, pp. 305-308. El Partido Constitucional continuexistiendo, con poca importancia, luego del Oncenio. En 1935, fusionado con la Coa-licin Nacional organismo que haba surgido en 1931, se convirti en el PartidoConstitucional Renovador (vase Partido Constitucional Renovador. Programa. Lima,1935, p. 3). A fines de la dcada siguiente, an hay referencias de su existencia, bajo lapresidencia de un antiguo leguista: el abogado y parlamentario Celestino ManchegoMuoz. Sobre este personaje, vase Basadre, Elecciones y centralismo, pp. 135-137; para

    revisar alusiones a su cacerismo vase Dulanto Pinillos, Jorge. El proceso Pirola. Lima:Compaa de Impresiones y Publicidad, 1954, pp. 21, 22.

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    tenido un carcter menos elitista, al estar impregnado de utopaspolticas democratizadoras, perdidas luego de la derrota militar anteChile.47 En cambio, en el periodo bajo estudio, el civilismo ha sido

    considerado como expresin de la alianza entre agroexportadorescosteos, latifundistas serranos, y profesionales de la capital y deprovincias.48 Su militancia parece haber estado cohesionada por elhecho de conformar un partido prestigioso por su antigedad y porreunir a lo mejor de la sociedad, es decir, a la elite econmicagrandes fortunas e intelectual el civilismo universitario,constituido por afiliados con destacados cargos en la universidad.

    Ya los contemporneos a ese partido indicaban que este se hallabacompuesto por la gente selecta y rica del pas, por los ms ricos ymuchos de los que se consideraban los ms ilustrados.49 Incluso enel mbito de las provincias se reproduca esa percepcin. En efecto,en una localidad serrana, un observador sealaba que algunos hacen-dados por darse nfulas de grandes seores feudales son civilistas.50

    Es cierto que hubo gente de sectores medios, generalmente abogados,en la dirigencia del partido;51 sin embargo, en esta predominaron yterminaron simbolizando al civilismo adineradas familias comolos Pardo, Prado, Aspllaga y Mir Quesada, con base de poder en lacosta. La mayora de ellas, adems, perteneca a la llamadaneopluto-cracia las nuevas fortunas, aunque sus integrantes poseanalgunos valores y estilo de vida que hicieron que sus contempor-neos los consideraran como aristcratas. 52

    47 McEvoy, La utopa republicana, pp. 249-252, 373-377.48 Basadre, Leyes electorales, p. 15.49 Dvalos, Pedro. La primera centuria, tomo 1. Nuestra actualidad. Lima: Librera eImprenta Gil, 1919, p. 89; Basadre, Historia de la repblica, t. VIII, p. 251.50 Archivo Cceres-Sala de Investigaciones de la Biblioteca Nacional del Per (en ade-lante AC), vol. 29, Carta de M. Samans a A. A. Cceres, Sihuas (Ancash), 29 de mayode 1916.51 Basadre, Jorge. La vida y la historia. Lima: Industrial Grfica, 1981, p. 180.52 guila, Alicia del. Callejones y mansiones: espacios de opinin pblica y redes sociales y

    polticas en la Lima del 900. Lima: Pontificia Universidad Catlica del Per, 1997,pp. 175-176. Sobre los valores de esa elite entendidos como mentalidad oligrquica,

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    En contraste con el caso del Partido Civil, se puede presentar el delDemcrata. Testimonios sugieren que en l estuvieron congregadosdescendientes de la antigua nobleza colonial. Asimismo, esa agrupa-

    cin cont entre sus simpatizantes, por lo menos en la capital, asectores urbano-populares, atrados por el carismtico caudillo Ni-cols de Pirola. Ejemplo del contraste entre el pierolismo y elcivilismo fue la campaa electoral presidencial de 1904 en Lima. Enesa ocasin, mientras el primero tuvo una manifestacin multitu-dinaria, el segundo ya aliado del cacerismo organiz una orde-nada marcha de seores de chistera y levita. De este modo, se habra

    pretendido oponer una supuesta calidad a la cantidad, lo quepara un intelectual de familia pierolista como Vctor Andrs Belaundeera un alarde de carcter econmico.53

    b) Algunos grupos sociales en el Partido Constitucional

    -Los militares: La agrupacin cacerista era identificada por sus con-temporneos como conformada predominantemente por miembros

    de las fuerzas armadas, sobre todo del ejrcito.54 Esta composicin seexplica por el origen del partido: el campo de batalla. En ese sentido,

    vase Flores Galindo, Alberto y Manuel Burga.Apogeo y crisis de la Repblica Aristocrtica.Lima: Rikchay Per, 1991, pp. 91-99.53 Belaunde,Mi generacin en la universidad, pp. 199, 200.54 Arenas, Germn.Algo de una vida. Lima: San Martn, 1941, p. 94; Variedades, 9 de

    enero de 1915, p. 1631. En esa poca, las restricciones al voto militar eran las siguien-tes. Segn la ley electoral de 1896, no podan sufragar los jefes y oficiales del Ejrcito yde la Armada Nacional y los de la Gendarmera y de la Guardia Civil. Tampoco podanhacerlo los individuos de tropa pertenecientes a la Gendarmera, a la Guardia Civil o alEjrcito, y los tripulantes de los buques de la Armada Nacional (artculo 2, incisos 3 y4). En cambio, los jefes y oficiales del Ejrcito y de la Armada Nacional que no estabanen servicio de las armas podan votar en los distritos en que residan. Tambin podanhacerlo los jefes y oficiales e individuos de la Guardia Nacional que no estuvieranacuartelados (artculo 3). Vase Ley electoral. El Peruano, 1 de diciembre de 1896.Una explicacin de esas restricciones puede ser el temor a que los oficiales obligaran a

    sus subalternos a votar por ciertas candidaturas en un contexto en que el voto no erasecreto.

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    no deja de ser sugerente que esas eran fuerzas armadas que cargabancon dos experiencias de derrota la guerra contra Chile y la guerracivil de 1894-1895 y, en consecuencia, su actuacin poltica po-

    da implicar tanto un deseo de legitimacin como de fortalecimien-to institucional.55

    Para la poca de su fundacin y primeros aos de existencia laetapa de fusin del civilismo y el cacerismo, el partido ha sidoconsiderado la ms depurada expresin orgnica de los interesescorporativos de los terratenientes serranos en la historia del Per.56

    Sin embargo, cuando los civilistas reorganizaron su propio partido,

    lo que qued del Constitucional fue un tanto distinto.

    As, a iniciosdel siglo XX, lo ms notorio de su composicin y de sus interesesremita al elemento militar aunque ello no excluye que, en susfilas, sobre todo en la sierra, hubiera familias de hacendados, a lascuales podan pertenecer algunos hombres de armas.

    Durante el periodo que se estudia, personajes de las fuerzas arma-das destacaban en la dirigencia constitucional. Por ejemplo, resaltabanlos generales Csar Canevaro, Juan Norberto Elspuru y Pedro E.Muiz. Ellos, hacia fines de la dcada de 1910, haban ocupadopuestos destacados en la directiva del partido (Canevaro, Elspuru yMuiz) y pasado por importantes cargos pblicos como ministros(Elspuru, Muiz), vicepresidente de la Repblica (Canevaro) y par-lamentarios (Canevaro, Elspuru, Muiz).57 Esta presencia militar yde excombatientes de la dcada de 1880 tambin se reiteraba enprovincias. Por ejemplo, en 1911, en Arequipa la presidencia de la

    55 Sobre los legados de las derrotas militares en las fuerzas armadas peruanas y la conse-cuente probable bsqueda de funciones alternativas en los asuntos nacionales a lo largodel siglo XX, vase Masterson, David. Fuerzas armadas y sociedad en el Per moderno: unestudio sobre relaciones civiles militares, 1930-2000. Lima: Instituto de Estudios Geopo-lticos y Estratgicos, 2001, pp. 26, 3756 Manrique, Yawar mayu, p. 142.57 Sobre las biografas de estos constitucionales, vase Barreto, G. A. y G. de la FuenteChvez. Diccionario biogrfico de figuras contemporneas. Lima: Talleres Grficos de la

    Penitenciara, 1928; y Paz Soldn, Juan Pedro. Diccionario biogrfico de peruanos con-temporneos. Lima: Librera e Imprenta Gil, 1917.

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    junta departamental la tena el coronel Manuel Gmez de la Torre58

    y en Ayacucho, el coronel Pedro Jos Ruiz y, poco despus, elgeneral Gabriel Velarde lvarez, todos ellos combatientes en la

    mencionada dcada. Sin embargo, no todos los miembros de lasfuerzas armadas simpatizaban con la agrupacin constitucional y,entre ellos, hubo distintos bandos. Adems, se viva una etapa deprofesionalizacin del ejrcito con la misin francesa trada en 1896,59

    proceso que, en sus inicios, tambin busc eliminar el carctercacerista adquirido por el ejrcito en la posguerra del Pacfico. Igual-mente, conviene precisar que el partido trat de matizar su imagen

    castrense. As, los vicepresidentes de la Repblica colocados por laagrupacin durante su alianza con el civilismo entre 1902 y 1912fueron figuras civiles, como los abogados Serapio Caldern y JosSalvador Cavero, y los mdicos Lino Alarco y Belisario Sosa. Es muyprobable que ello se debiera al ambiente antimilitarista imperanteluego de la guerra civil de 1895.60

    La cercana relacin entre el partido y los intereses de las fuerzasarmadas se evidenci cuando caceristas miembros de ellas accedieronal Poder Ejecutivo al ocupar ministerios y al Legislativo. En elprimer caso, por ejemplo, el prolongado desempeo como ministrode Guerra y Marina del general Muiz (1903-1907, 1910) permiti,entre otras cosas, una importante mejora en la administracin delejrcito.61 En el segundo caso, se puede mencionar la labor de undiputado constitucional, el general ayacuchano Gabriel Velarde lvarez,de actuacin destacada cuando se debatieron las leyes del retiro y servicio

    militar y el proyecto de reforma del Cdigo de justicia militar.62

    58 Papeles del Partido Constitucional, Junta Directiva de Arequipa, 30 de abril de1911, BN-ms, E1503.59 Basadre, Historia de la repblica, t. VII, pp. 416, 417.60 Basadre, Historia de la repblica, t. VIII, p. 91.61 Ibd., pp. 154-157.62 Cmara de diputados. Diario de los Debates de la H. Cmara de Diputados, Legislatura

    Extraordinaria de 1908. Lima: Imprenta de El Comercio, 1909, pp. 21-37; Barreto, G. A.y G. de la Fuente Chvez, Diccionario biogrfico de figuras contemporneas, t. II, p. 355.

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    La labor de parlamentarios constitucionales entre 1914 y 1915ofrece ms ejemplos de este tipo. En aquellos aos, el gobierno delgeneral scar R. Benavides envi al Congreso un proyecto de ley

    sobre obligaciones y derechos entre los jefes de los institutos arma-dos y el Estado. Este fue aprobado y promulgado en marzo de 1915,luego de que los senadores constitucionales, los mencionados gene-rales Canevaro, Elspuru y Muiz, consiguieran que su cmara hi-ciera una adicin. Esta consista en considerar en actividad, paraalgunos efectos y fuera de los lmites de edad establecidos, a los ge-nerales de divisin y brigada, contralmirantes, militares y marinos

    con ms de treinta aos de servicio, y a los combatientes de 1866 yde las jornadas culminantes de la guerra con Chile.63

    La relacin entre cacerismo e intereses castrenses tambin se evi-dencia en el discurso patritico del Partido Constitucional. Por ejem-plo, este sola proclamar que, dado su origen ligado a la lucha por laintegridad del territorio patrio, su preocupacin central era que ladefensa nacional no fuese descuidada por el Estado. Esta idea sepercibe, por ejemplo, en el informe escrito a Cceres, en agosto de1916, por el abogado Hildebrando Fuentes, diputado constitucio-nal y antiguo secretario del mariscal durante la campaa de la Brea,en el cual este describe su participacin como representante del par-tido en la Comisin Principal de Presupuesto. En l, Fuentes dicehaber firmado el dictamen de dicha comisin luego de asegurarse deque se consignara en el pliego respectivo de gastos una partida res-petable para la defensa nacional, puesto que ese era el fin de su

    grupo poltico sobre cualquier otro propsito.64 Esta partida respe-table para la defensa nacional significaba, evidentemente, que unacantidad importante del presupuesto iba a ser canalizada hacia lasfuerzas armadas.

    Estos intereses de la agrupacin constitucional no deben serdesvinculados de las ganancias individuales de sus miembros. Si era

    63 Basadre, Historia de la repblica, t. IX, p. 87.64 AC, Documentos sueltos, H. Fuentes a A. A. Cceres, Lima, 1 de septiembre de 1916.

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    elevado el presupuesto del Estado destinado a gastos en el ejrcito,este se encontrara bien pagado y se podran solucionar problemasde antiguos caceristas, como la revalidacin de grados militares. Una

    muestra de ello ocurri en 1915, cuando el prominente constitucio-nal de Huanta (departamento de Ayacucho), Carlos Augusto Lazn,pidi a Cceres recomendar a sus amigos parlamentarios que resol-vieran el expediente de revalidacin de su clase de teniente. El caudi-llo le respondi que no era buena poca para reconocimiento declase ni nada que aumente el presupuesto.65

    Tambin la relacin del partido con intereses castrenses ayuda a

    explicar su actuacin poltica. Por ejemplo, haber virado hacia laoposicin bajo el segundo gobierno del civilista Jos Pardo (1915-1919). En aquellos aos, ante los problemas econmicos resultantesde la Primera Guerra Mundial, tales intereses fueron afectados porla disminucin del presupuesto para gastos en armamento y sueldosmilitares.66 Esta situacin llev a los constitucionales a unirse con losotros enemigos del gobierno, los leguistas. Poco despus, el PartidoConstitucional respaldara a este grupo en las elecciones presidencialesde 1919 e incluso parecen haber existido conspiraciones de caceristas,miembros de las fuerzas armadas y leguistas desde meses antes de eseproceso electoral.67

    65 AC, Ayacucho, 255, C. A. Lazn a A. A. Cceres, 15 de agosto de 1915.66

    McEvoy, La utopa republicana, p. 418.67 En agosto de 1918, se haba producido en las cercanas de Lima, en Ancn, unasublevacin militar que, al parecer, tuvo relaciones con el leguismo y el cacerismo(Basadre, Historia de la Repblica, t. IX, p. 139; vanse tambin diversas ediciones de ElTiempo de agosto de 1918). En los meses previos a las elecciones de 1919, el diarioleguistaEl Tiempo destac las simpatas dentro de sectores del ejrcito por Augusto B.Legua. Tambin a inicios de ese ao, dicho peridico critic la represin emprendidapor el gobierno pardista contra grupos militares, acusados de conspirar contra el rgi-men (El Tiempo, 13 y 19 de febrero y 22 y 24 de marzo de 1919). Legua, pese a haberganado las elecciones, dio un golpe de estado el 4 de julio de 1919, antes de ser procla-

    mado mandatario. Tuvo el apoyo de sectores del ejrcito y de la marina (Basadre, Histo-ria de la repblica, t. IX, pp. 229-230).

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    -Los sacerdotes: En las filas constitucionales tambin destac la pre-sencia de sacerdotes. Esta, sobre todo en la dcada de 1910, se vinculacon el inters de la Iglesia por ocupar escaos en el parlamento y

    frenar la legislacin laica que se estaba implementando. Esta militanciafue notoria en el interior del pas, donde juntas locales caceristasllegaron a ser presididas por miembros del clero. Uno de ellos, porejemplo, el bachiller Juan Elviro Quintana, fue elegido presidente dela junta provincial del partido en Huancayo (Junn) en 1916.68 l,diputado por esa localidad entre 1886 y 1889, haba postulado en1914, sin xito pero con el apoyo electoral del cuerpo eclesistico

    de las provincias de Huancayo, Jauja y Yauli, del departamento deJunn, a una senadura en propiedad por ese departamento.69

    Un caso parecido ocurri en la provincia de Tayacaja (Huancavelica)en 1916. All, el rector, cura y vicario de esa circunscripcin, MartnGarca, constitucional y antiguo colaborador de Cceres en la cam-paa de la Brea, recibi de este el encargo de reorganizar el partidoen la zona, influyendo para que se forme all la junta provincial y seconstituyan las distritales. El caudillo solicit, adems, al sacerdoteque apoyara la candidatura del correligionario Jos M. Rodrguez.Este postulaba a una diputacin por Tayacaja, tras la muerte de suanterior representante, el tambin cacerista Pedro Emilio Dancuart.70

    68 Papeles del Partido Constitucional, Acta suscrita por el cuerpo eclesistico de lasprovincias de Huancayo, Jauja y Yauli, 10 de agosto de 1914, BN-ms, E1492; Papelesdel Partido Constitucional, Junta Directiva del Partido Constitucional [recorte perio-dstico], 1916, BN-ms, E1493; Echegaray, Ismael R. La cmara de diputados y los cons-tituyentes del Per, 1822-1965. Lima: Congreso del Per, 1965, pp. 619, 627.69 Conviene precisar que el artculo 51 de la Constitucin de 1860 prohiba que fueranelegidos parlamentarios los arzobispos, obispos, gobernadores eclesisticos, vicarioscapitulares y provisores, por los departamentos o provincias de sus respectivas dicesis.Los curas tampoco podan representar en el Congreso a las provincias que pertenecan asus parroquias; vase Aranda, Ricardo. La constitucin de 1860 con sus reformas hasta1915: leyes orgnicas, decretos, reglamentos y resoluciones frente a ellos. Lima: Librera eImprenta Gil, 1916, pp. 13-14.70 AC, Copiador de cartas, carta a Martn Garca (Pampas-Tayacaja), 2 de agosto de1916.

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    Igualmente, en el departamento de Ayacucho hubo sacerdotes concargos dirigentes en algunas localidades. Tal fue el caso del prrocodoctor Mariano N. Rojas, quien, en 1915, fue designado presidente

    de la junta provincial de Cangallo.71 Asimismo, en la capital de esedepartamento, un destacado sacerdote cacerista era el doctor FranciscoA. Escrcena, director de la Beneficencia de Ayacucho, capelln dela iglesia de Santo Domingo72 y del propio Cceres. En 1905, esereligioso haba contribuido en la eleccin del abogado constitucio-nal doctor Mariano Velarde lvarez como diputado propietario porla provincia de Huamanga.73 Aos ms tarde en 1909 y 1910, y

    entre 1912 y 1914 el doctor Escrcena fue senador suplente porAyacucho. En 1915, se inscribi como delegado constitucional en laconvencin de partidos organizada en Lima. A fines de ese mismoao fue director del bisemanario La Vanguardia, rgano de la agru-pacin cacerista.74

    Por otra parte, en el Cuzco, en 1916, el elemento religioso parecehaber sido ms importante an en la composicin del partido: delos 44 miembros de la junta directiva departamental haba 24sacerdotes frente a 15 militares.75 En este caso particular debe tenerseen cuenta que a mediados de la dcada de 1910 se haba organizadoen ese departamento un Partido Catlico. Este era un tipo de agru-pacin poltica ligada a la Iglesia y fundada por esos aos en otraslocalidades del interior del pas que tena como fin oponerse a lalegislacin laica, en especial a la ley de tolerancia de cultos, debatiday aprobada por entonces.76 El alto nmero de sacerdotes en la

    71 AC, Ayacucho, 211, G. Velarde lvarez a A. A. Cceres, 1 de febrero de 1915.72 La Abeja(Ayacucho), 12 de enero de 1918.73 AC, Ayacucho, 48, carta de F. A. Escrcena a A. A. Cceres, 10 de enero de 1905.74 AC, Ayacucho, 272, carta de M. M. Quintanilla a A. A. Cceres, 3 de enero de 1916;

    Ayarza, Vctor E. Resea histrica del senado, pp. 103-124; Ros, Ricardo. La convencinde partidos de 1915. Lima: Imprenta Torres Aguirre, 1918, pp. 254, 273.75 Papeles del Partido Constitucional, Junta Departamental del Partido Constitucionaldel Cusco, circular mimeografiada, BN-ms, E1493.76 Vase Klaiber, Jeffrey. Los partidos catlicos en el Per. Histrica. VII/2 (1983), pp.157-177, especialmente pp. 159-161. Alusiones al Partido Catlico del Cuzco en Armas,

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    dirigencia constitucional del Cuzco probablemente revela que la agru-pacin catlica de ese departamento no impidi a sus miembrosestar afiliados a otro partido. Quiz, incluso, propici una fusin de

    caceristas y miembros del clero local.En Ayacucho, hacia la misma fecha, no ocurra la misma presencia

    sacerdotal entre los constitucionales, dado que, desde fines de 1915,su obispo organizaba en el departamento, para combatir a los libe-rales, al Partido Catlico. Este, tambin denominado por los contem-porneos indistintamente Partido Conservador y Partido Clerical,estableci que los sacerdotes de la dicesis deban obligatoriamente

    formar parte de l y separarse de las agrupaciones a las que hasta elmomento pertenecan. Por eso, quienes estaban afiliados a los cons-titucionales, como el mencionado doctor Escrcena, fueron obliga-dos a abandonarlos.77

    Pese a esa significativa presencia clerical entre los caceristas, es difcilafirmar que el partido reflejara una alianza entre el clero y los militares.En efecto, el tener sacerdotes como miembros no parece haber sidoexclusivo de esa agrupacin. Por ejemplo, el doctor Jos C. Falcon,cannigo del coro de Ayacucho, vicario general de la dicesis (1905)y senador propietario por esa localidad (1899-1914), fue presidentedel Partido Civil en el departamento.78 Asimismo, una agrupacinpoltica con grandes cercanas a la Iglesia fue la demcrata, cuyolder, Pirola, era conocido por sus posturas clericales.79

    De modo similar a los militares que, por medio del partido, defen-dieron los intereses de su institucin, los sacerdotes constitucionales

    Fernando. Liberales, protestantes y masones: modernidad y tolerancia religiosa. Per, sigloXIX. Lima: Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolom de las Casas, PontificiaUniversidad Catlica del Per, 1998, pp. 227-229.77 AC, Ayacucho, 225, G. Velarde lvarez a A. A. Cceres, 3 de diciembre de 1915; 20de mayo de 1916.78 AC, Ayacucho, 51, Medina a A. A. Cceres, 31de enero de 1905; Ayarza, Reseahistrica del senado, pp. 66-124.79 Mir Quesada,Autopsia de los partidos polticos, p. 161; Basadre, Jorge. Per: proble-ma y posibilidad. Lima: Studium, 1987, p. 147.

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    protegieron a la Iglesia. Por eso, en 1914, los mencionados prrocosde algunas provincias de Junn haban respaldado la candidatura auna senadura del bachiller Quintana. l recordaban sus partida-

    rios del clero, anteriormente en el Parlamento, haba defendidolos derechos de la Iglesia en momentos en que se debata en la C-mara de Diputados el proyecto sobre cementerios laicos.80 En elmismo sentido, el obispado de Hunuco recomendaba esa candida-tura al cuerpo eclesistico del departamento de Junn: era necesarioproteger los intereses de la Iglesia, tan seriamente amenazados deun tiempo a esta parte.81

    Se percibe, as, que el Partido Constitucional intent respaldarobjetivos del clero. Sin embargo, como no eran sacerdotes quienesdominaban la dirigencia central de la agrupacin, ella estuvo lejosde defender, de modo orgnico, a la Iglesia. Esto se evidenci alaprobarse la reforma constitucional que permita la tolerancia decultos en 1915. Si bien una de las personas que lider las protestaspblicas ante el Parlamento contra esa reforma estaba ligada alcacerismo se trataba de la escritora Zoila Aurora Cceres, hija delmariscal y presidenta de la Unin Catlica de Damas,82 entre losdiputados constitucionales hubo diversas posturas. As, cuando enoctubre del ao indicado se aprob esa modificacin legislativa, entrelos constitucionales de la Cmara de Diputados algunos estuvierona favor de ella como el general Augusto Ern Bedoya y el doctorArturo Osores y otros, en contra como Vctor Criado y Tejada.83

    80 Papeles del Partido Constitucional, Acta suscrita por el cuerpo eclesistico de lasprovincias de Huancayo, Jauja y Yauli, 10 de agosto de 1914, BN-ms, E1492; Papelesdel Partido Constitucional, Junta Directiva del Partido Constitucional [recorte perio-dstico], 1916, BN-ms, E1493; Echegaray, La cmara de diputados, pp. 619, 627.81 Papeles del Partido Constitucional, Actas de adhesin suscritas por los vecinos de lospueblos del departamento de Junn en favor del Bachiller Juan E. Quintana, candidatoa una senadura por aquel departamento, 1914, BN-ms, E1487.82 Sobre el incidente, vase Armas, Liberales, protestantes y masones, pp. 200-202.83 Cmara de Diputados. Diario de debates de la cmara de diputados, legislatura ordina-ria de 1915. Lima: Tipografa La Prensa, 1915, p. 903.

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    -Los obreros y artesanos: La participacin poltica de sectores popu-lares urbanos en la Repblica Aristocrtica frecuentemente ha sidoestudiada a partir de temas como el anarquismo y el sindicalismo, y

    las huelgas y protestas que convulsionaron la dcada de 1910. Sinembargo, tambin hubo entre aquellos grupos los que actuaron den-tro de los marcos ofrecidos por los partidos de la poca. En el Cons-titucional, estos sectores figuraban de dos modos.

    Por un lado, los caceristas posean relaciones con cuerpos de obrerosy artesanos, algo ms alejados de la filiacin partidaria. Eso ocurracon asociaciones como la Organizacin Peruana del Trabajo, o la

    Confederacin de Artesanos Unin Universal.84

    Ellas, de carctermutualista y sujetas al paternalismo de algunos gobiernos, al acercarselas elecciones parlamentarias, enviaban circulares a las directivas delos distintos partidos con el fin de solicitar apoyo para sus candidatos.85

    Por otro lado, de una manera ms prxima al partido, los menciona-dos sectores aparecan en listas de afiliados de distintas localidades.86

    Tambin los grupos populares estuvieron relacionados con el parti-do mediante los clubes electorales, de funcionamiento ligado a lalucha por conseguir votos en el proceso electoral en s.87 En general,estos sectores sociales no solan conformar la dirigencia partidaria ysu presencia aparece a raz de manifestaciones pblicas. Ello ocurri,

    84 Papeles del Partido Constitucional, Junta Central Directiva del Partido Constitucio-nal, sesin del 23 de diciembre de 1916, BN-ms, E1493; AC, documentos sueltos,Carta de la confederacin de artesanos Unin Universal solicitando apoyo del PartidoConstitucional para sus candidatos a diputacin por Lima [carta mecanografiada], Lima,10 de febrero de 1917.85 Basadre, Historia de la repblica, t. VII, pp. 168, 169; y Sulmont, Denis. El movimientoobrero en el Per, 1900-1956. Lima: Pontificia Universidad Catlica del Per, 1975,pp. 67-73. Tambin vase el diario aspillaguistaLa Ley, 24 y 31 de enero, y 6 de febrerode 1919; y el leguistaEl Tiempo, 30 de agosto de 1918. Igualmente, guila, Callejones

    y mansiones, pp. 166-175.86 Vase, por ejemplo, Papeles del Partido Constitucional, Gremio de lancheros delCallao, personal disponible y afiliado al Partido Constitucional, 19 de abril de 1911,BN-ms, E1503.87 La Prensa, 20 de marzo de 1912, edicin de la maana, p. 6; La Crnica, 11 denoviembre de 1923, p. 3.

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    por ejemplo, en una provincia como Huamanga (Ayacucho).88 Porlo tanto, esos grupos populares urbanos probablemente estuvieronligados a relaciones clientelares. Adems, ellos no fueron un elemento

    caracterstico de los constitucionales y figuraron en los otros parti-dos de la poca. Por ejemplo, de igual modo que el Constitucional,el Civil contaba en Huamanga con obreros civilistas.89 En esesentido, parece ser que el Partido Demcrata, con una prdicapaternalista de lucha contra quienes tenan el poder econmico, tuvolos ms grandes vnculos con esos grupos, al menos en Lima.90

    c) Las ganancias del militante: llegar al Parlamento y ocuparcargos pblicos

    Durante la Repblica Aristocrtica, uno de los cargos ms impor-tantes que el Partido Constitucional poda conseguirle a sus miem-bros era el de parlamentario. Quien llegaba a serlo, adems de con-tar con evidente poder sobre la localidad que representaba, recibadinero por su labor. Debido a estas ventajas, por esa poca no eran

    raras las crticas al hecho de que ser parlamentario fuera un nego-cio. De ello se culpaba al primer gobierno de Jos Pardo (1904-1908), que haba dado la corruptora ley del pago mensual, y a susegundo mandato (1915-1919), que redonde el negocio dupli-cndole a los congresistas la renta sustrada al Estado. 91

    88 AC, Ayacucho, G. Velarde lvarez a A. A. Cceres, 28 de mayo de 1916.89 Ibd.90 Basadre, Per: problema y posibilidad, p. 385.91 Vase Variedades, 28 de diciembre de 1918, pp. 1209-1210. Artculos costumbristasde la poca tambin reflejan ese sentir: [...] esto de la candidatura es, amigos mos, unode esos filones que durante no pocos aos pueden ser explotados maravillosamente [...].Son unos cuantos meses de sustos y de bulla: un poco de tensin nerviosa, y en seguidacasita propia, callejones, viajecito a Europa, tertulias cuotidianas; la zamba armada a lamodista; los hijos, cada ato con siete amas, coche particular, dedicatorias de todo or-den, dinerito en el banco, acciones aqu y all y en todas partes, el hijo diputado, elsobrino diputado, todos diputados []. Vase Gamarra, Abelardo. Artculos de costum-

    bres de El Tunante. Lima: Rosay, 1910, pp. 6, 10. Sobre esa visin comercialde la polti-ca, vase guila, Callejones y mansiones, pp.166-175.

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    Al Congreso se llegaba mediante sufragio. Sin embargo, por lascaractersticas del sistema electoral de esa poca, el voto de la mayo-ra no necesariamente decida qu candidato iba a ganar. En los pro-

    cesos electorales intervena abierta e ilegalmente el Poder Ejecutivo,que, sobre todo en la primera dcada del siglo XX poca del uni-ficado Partido Civil gobernante y de la Junta Electoral Nacional,poda asegurar triunfos mediante varios medios. Estos iban desde elcontrol de los organismos de sufragio hasta la colocacin de autori-dades polticas locales en especial, prefectos, subprefectos y go-bernadores favorables a la eleccin de candidatos recomendados.

    Conseguir estos ltimos cargos era precisamente otra de las ganan-cias que podan obtener los constitucionales.Esos puestos, enfatizaban los mismos solicitantes, significaban tanto

    beneficios privados varias veces los pedan al atravesar por dificul-tades econmicas como grupales para reorganizar el partido yhacer triunfar a sus candidatos.92 Las abundantes cartas enviadasdesde el departamento de Ayacucho por los constitucionales localesa Cceres muestran la demanda de esos cargos y de una variada gamade favores, que podan ser conseguidos gracias a las vinculaciones dela dirigencia partidaria en especial del caudillo con crculos depoder en Lima. A continuacin se vern algunos casos, de los variosexaminados en esa correspondencia.

    92 Hay testimonios sobre los beneficios econmicos que obtenan estas autoridades po-lticas. Por ejemplo, un artculo costumbrista de 1910 describe la visita de un subprefectoa una localidad de su jurisdiccin como el medio por el cual este funcionario recibaganancias: [...] se ha anunciado la llegada del Subprefecto y es sabido que, para talescasos, las obras de misericordia que practica [el pueblo visitado] son las siguientes: 1-ElConsejo tiene que pagar todo lo que coma el Subprefecto y su comitiva, para lo que serealiza un medio saqueo del vecindario [...] 2-El Consejo tiene que pagar 10 soles porderechos de visita, costumbre arraigada desde ab eterno; 3-No puede pasar elSubprefecto sin enamorarse de algo y sin hacerse obsequiar ese algo (Gamarra,Artcu-los de costumbres, p. 29). De acuerdo con este relato, el subprefecto tambin utilizaba el

    sistema electoral en su provecho: el pretexto de la visita haba sido asegurar la candida-tura de su protector, residente en Lima (Gamarra,Artculos de costumbres, p. 22).

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    i) Jos Octavio Valdivia. El doctor Valdivia, hijo de un antiguo cace-rista y vicepresidente del partido en el departamento durante la d-cada de 1910, debi, al parecer, haber estado especialmente interesa-

    do por llegar al Parlamento. l solicit al fundador de la agrupacinauspiciar su candidatura en las diversas ocasiones que postul a unescao en el Legislativo, pero tambin pidi otros favores. Por ejem-plo, en 1911, luego de perder las elecciones en las que competa poruna diputacin, escribi al caudillo para lograr su reposicin en loscargos de profesor en el Colegio Nacional de San Ramn y en el deNuestra Seora de las Mercedes, los que haba dejado al entrar en la

    contienda electoral. Tiempo despus, en julio de 1914, faltando pocomenos de un ao para unas nuevas elecciones parlamentarias en lasque iba a postular a una senadura, envi una carta a Cceres. All lesolicitaba que influyera ante el gobierno para que se le nombraraprefecto. Ello le permitira iniciar los trabajos electorales con esecargo, que dejara al momento de lanzar oficialmente su candidatu-ra, en diciembre.93 Pero, conciente de lo difcil que poda ser conse-guir tal puesto, le dijo al caudillo que, de lo contrario, se le nombra-ra director del Colegio de San Ramn, porque ese cargo tambin eratil para robustecer nuestro partido.94

    Posteriormente, cuando en 1915 su candidatura fue derrotada,escribi de nuevo a Cceres. En la misiva le sealaba que, comohaba hecho sus gastos para nada, esperaba que influyera en elgobierno para obtener una prefectura, fuera en Ica, Huancavelica oApurmac, porque no vea otra colocacin compatible con su po-

    sicin social y actuacin poltica. En busca de ese cargo, tambinescribi al general Pedro E. Muiz, en aquel tiempo candidato a la

    93 Probablemente, para evitar que prefectos, subprefectos y gobernadores emplearan lasventajas de sus puestos para llegar al parlamento, el artculo cincuenta de la constitucinvigente prohiba que esas autoridades postularan al Legislativo si no haban dejado elcargo dos meses antes de la eleccin; Aranda, La constitucin poltica de 1860, p. 13. Sinembargo, como puede verse, los preparativos electorales comenzaban bastante tiempo

    antes.94 AC, Ayacucho, 148, J. O. Valdivia a A. A. Cceres, 10 de julio de 1914.

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    presidencia de la Repblica por el partido.95 Dos aos ms tarde, enlas elecciones de renovacin del tercio parlamentario, cuando la agru-pacin constitucional se haba convertido en opositora del gobierno,

    Valdivia pidi a Cceres un favor que dependa de los crculos pol-ticos opositores de la capital: el nombramiento como corresponsalde algn diario antigobiernista de Lima, como El Tiempo o El Per.96

    El doctor Valdivia solicitaba, igualmente, favores para miembrosde su familia. En 1911, le pidi al caudillo que recomendara ante elgobierno a su hermano Delfn, que estaba en la capital, para que sele diera trabajo en algn ministerio.97 Asimismo, cuando a fines de

    octubre de ese ao quedaron vacantes los cargos de juez y agentefiscal de Huanta y la judicatura de La Mar (Ayacucho) y la Corte ibaa elevar ternas de candidatos, Jos Octavio se coloc en una de ellasy puso a su hermano Hctor en la otra. Por este motivo, quiso que elfundador del partido comprometiera al presidente Legua para queuno de esos cargos fuera para l o para su hermano.98

    ii) Juan Pablo Villanueva. Adems del caso de Valdivia, resultailustrativo el de Villanueva. l era un abogado miembro del partidoque, en 1911, desempeaba el cargo de secretario de la Corte Superiorde Ayacucho. Haba conocido a Cceres entre 1882 y 1885 en lasestadas que este tuvo en la ciudad de Huamanga durante la campaade la Brea y en la guerra civil contra Miguel Iglesias, y, desde esosaos, se hicieron amigos. Por aquella poca, Juan Pablo publicabalos peridicos El PorveniryEl Condorcunca, dedicados primero arespaldar la resistencia de la Brea y luego el movimiento contra

    Iglesias. A mediados de 1911, Villanueva fue nombrado agente fis-cal en la provincia de Andahuaylas (Apurmac). Sin embargo, pocodespus, una resolucin del supremo gobierno declar nulo ese nom-bramiento. Inmediatamente, el antiguo constitucional envi un

    95 AC, Ayacucho, 205, J. O. Valdivia a A. A. Cceres, 22 de mayo de 1915; 207, 5 dejulio de 1915.96 AC, Ayacucho, 305, J. O. Valdivia a A. A. Cceres, 23 de febrero de 1917.97 AC, Ayacucho, J. O. Valdivia a A. A. Cceres, 9 de octubre de 1911.98 AC, Ayacucho, J. O. Valdivia a A. A. Cceres, 27 de octubre de 1911.

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    memorial al gobierno para que reconsiderase la resolucin. Debidoa aquel problema, Villanueva solicit a Cceres, en repetidas ocasio-nes, que hiciera valer sus influencias y sus buenos oficios ante Legua

    y el ministro de Justicia para el pronto y favorable despacho de lasolicitud a que se contrae el memorial.99

    iii) Manuel N. Ziga. Teniente de infantera en el segundo go-bierno de Cceres (1894-1895). Dcadas ms tarde, hacia 1916,Ziga era presidente de la junta distrital del partido en el Cercadode Ayacucho. Con problemas econmicos, en septiembre de 1915,el antiguo cacerista le haba pedido a su caudillo que intercediera

    para que el gobierno le diera algn cargo, como el de subprefecto.Dos meses despus, Cceres le envi una carta donde le deca haberhecho gestiones a su favor en el ministerio de Gobierno. Ziga lerespondi que, si no se le consegua el puesto solicitado, podrafacilitrsele un empleo en el muelle del Callao, en la CompaaSalinera; en su defecto, en la Compaa Recaudadora como jefeprovincial en Ayacucho; o, en ltimo caso, en alguna comisarade cuartel o rural.100 Al ao siguiente, an no haba obtenido ningunode aquellos empleos. Propuso entonces a Cceres que le consiguierala subprefectura de La Mar y afirm que de esta manera trabajara afavor de los candidatos de nuestra causa poltica.101

    REFLEXIONESFINALES

    Si se busca un proyecto nacional moderno durante la Repblica Aris-

    tocrtica, puede ser poco apropiado escudriar entre los archivos delextinto y olvidado Partido Constitucional. Sus principios parecenlimitarse a una retrica patritica; represent intereses militares y,parcialmente, clericales; y su funcionamiento hace pensar en unainstitucin que fue, en gran medida, una maquinaria electoral y

    99 AC, Ayacucho, 69, J. P. Villanueva a A. A. Cceres, 22 de junio de 1911.100 AC, Ayacucho, 234, M. N. Ziga a A. A. Cceres, 13 de septiembre de 1915; 235,

    13 de diciembre de 1915.101 AC, Ayacucho, vol. 29, M. N. Ziga a A. A. Cceres, 23 de junio de 1916.

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    agencia de empleos. Sin embargo, el estudio de esa agrupacin per-mite conocer varios aspectos de los partidos de la poca, general-mente opacados por la importancia dada al Civil. En primer lugar,

    se percibe que la agrupacin cacerista fue un instrumento medianteel cual los militares tuvieron un espacio en la vida poltica. Estoresulta de especial inters porque usualmente se ha considerado laetapa 1895-1919 como de profesionalizacin del ejrcito y poltica-mente antimilitarista, producto de la guerra civil de 1894-1895. Fren-te a esta perspectiva, la actuacin del Partido Constitucional refleja-ra una alianza de civiles y sectores de las fuerzas armadas que busc

    consolidar un orden, especialmente entre 1902 y 1912, aos del apo-geo de la unin civilista-constitucional, y cuando sectores urbano-populares trataron de ser controlados.

    En segundo lugar, estudiar el funcionamiento del partido ilustra elaccionar de sus redes clientelares. Si bien el tema del clientelismo enlas organizaciones polticas ha sido abordado en diversas ocasiones,examinar esa agrupacin como una maquinaria electoral y explorarla correspondencia de sus militantes con Cceres permite reconstruirla forma en que eran distribuidas cuotas de poder en el interior delpas. Igualmente, se puede establecer que la solidez de las mencionadasredes clientelares dependi, al menos en parte, de un sistema electo-ral centralista que daba peso a las dirigencias partidarias en la capitaly reforzaba formas de caudillismo.

    En tercer lugar, la composicin del partido muestra que en el pe-riodo estudiado no todo en poltica giraba en torno a los aristcratas

    civilistas. Militares, grupos de profesionales, sacerdotes, e inclusoobreros y artesanos, estuvieron involucrados en la vida partidaria.En ella, esos grupos no tuvieron la misma jerarqua y el sector cas-trense fue el que prim en la direccin constitucional, pero eso nosignifica que no existiera esta peculiar articulacin de diversos secto-res sociales para recibir porciones de poder.

    En cuarto lugar, sobre el tema de principios cohesionadores e iden-

    tidad poltica, el cacerismo muestra que una guerra puede marcar lafundacin de un partido y ser, probablemente, la experiencia de mayor

  • 7/22/2019 Los Caceristas de la Repblica Aristocrtica

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    peso al momento de integrar a sus miembros. Asimismo, esa expe-riencia legitim, como discurso, el accionar de la agrupacin: susafiliados se presentaban como los hombres que haban combatido

    por la patria y, por lo tanto, habran de ser buenos patriotas al mo-mento de actuar en poltica. Esta retrica estaba evidentemente re-forzada por el hecho de que su lder fundador, Cceres, fuera consi-derado como el heroico defensor de la integridad territorial en laguerra de 1879.

    Por ltimo, explorar el caso del Constitucional permite conocer lalgica de funcionamiento de un partido en un periodo de relativa

    estabilidad, de frecuentes elecciones y de coexistencia y alianzas entrediversas agrupaciones polticas. Es cierto que persisten las preguntasacerca de cun democrticas y legtimas fueron las elecciones en aque-lla poca y cun representativos eran los partidos que en ellas inter-vinieron. Quizs hasta se pueda pensar que estos eran estructuraspolticas arcaicascondenadas a desaparecer y, por lo tanto, irrelevan-tes como para merecer atencin sobre todo ante los ms moder-nos e ideolgicos partidos de masas que se iban a fundar en las dcadassiguientes. Sin embargo, el inters por construir en el presente unproyecto nacional integrador y formas modernas de participacinpoltica no debe hacernos olvidar que clientelismos, caudillismos, ypartidos como maquinarias electorales y agencias de empleo corres-ponden a prcticas polticas antiguas que se han ido reelaborandocon el paso del tiempo en la historia peruana.