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    OCHO PECADOS CAPITALES DEL HISTORIADORHomenaje a Eric Hobsbawm en sus 90 aos.

    Dr. Luis Eduardo Corts Riera.UCLA-UPEL-IPB-Fundacin [email protected]

    Carora-Barquisimeto, Venezuela, 2007.

    Estamos inmersos en el pasado,como el pez lo est en el agua,y no podemos escapar de l.

    Eric Hobsbawm, 1970.

    INTRODUCCION.

    Varias situaciones y experiencias en mi ya larga trayectoria como docente einvestigador de la historia, as como la lectura de autores clsicos de la historiografa detodos los tiempos y lugares, me han animado a escribir estasreflexiones que bajo el insidioso ttulo que le di, ojal motiven alos jvenes y tambin a los mayores, cultivadores de esta cienciasocial tan nueva y que an se haya en el trnsito hacia suedificacin, a esclarecer algunos conceptos y categoras, a

    plantear nuevas problemticas y a deslastrarse de las viejas yfalaces, pero muy influyentes ideas en torno a la historia que hanhecho carrera desde tiempos de Herdoto o de Polibio hastallegar a Edward Gibbon o Leopold Von Ranke, y que nos hanllegado con fuerza y autoridad inusitada hasta el presente, losalbores del siglo XXI.

    Edward Gibbon1737 - 1794

    La palabra pecadoque aqu empleo se la debo a Eric Hobsbawm, as como alinsigne historiador francs, miembro del Collge de France, Lucien Febvre, quien dicedel anacronismoque es el mayor de los pecados, el ms imperdonable. Desde tiempos

    de mis estudios de pregrado (1972-1976) en la ya bicentenariaUniversidad de Los Andes y su Escuela de Historia, me haballamado la atencin este pecado, el primero y ms daino que puedecometer el historiador. Pero los ojos de aqulla Escuela estaban enotros lados, la enseanza de un marxismo vulgar asociado alestructuralismo, as como el repliegue de la izquierda insurreccional,y poco se atenda a la formacin de los estudiantes en el oficio del

    historiador. Casi no se lea a Marc Bloch, y si ello se haca, aqulprivilegio lo gozbamos, que yo sepa, solamente los estudiantes de laLucien Febvre1878 - 1956

    CONHISREMI, Revista Universitaria de Investigacin y Dilogo Acadmico, Vol. 4, No. 3, 2008.

    mailto:[email protected]:[email protected]
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    especialidad en Historia Universal. Aquello se deba a que leamos los brillantestrabajos de este autor sobre la Europa medieval, La sociedad feudal,entre ellos, y porextensin sus trabajos sobre metodologa de la historia.

    El postulador de la concepcin de la historia total, otro francs, el profesorPierre Vilar me motiv con su obra Iniciacin al vocabulario del anlisis histrico(l980) magnfico trabajo de precisin y de reflexin sobre lo histrico, donde nos dice:Siempre he soado con un tratado de historia. Pues encuentro irritante ver en lasestanteras de nuestra bibliotecas tantos tratados de sociologa, de economa, depolitologa, de antropologa, pero ninguno de historia, como si el conocimientohistrico, que escondicin de todos losdems, ya que todasociedad est situada en eltiempo, fuera capaz de constituirse en ciencia. En este sentido he credo necesarioalertar sobre los errores y las omisiones ms graves y ms comunes que se cometen conla historia.

    De Marc Bloch, creador de la idea del oficio del historiador, me he nutridopermanentemente para ensear e investigar la historia con las aportaciones de todas lasciencias sociales (y a veces las naturales), el empleo del mtodo comparativo como

    propuso con Febvre en la Escuela de los Anales y que se presentamagistralmente en Los reyes taumaturgos (1924) y Lasociedad feudal (1939-1940), pero sobre todo Apologa de lahistoria o el oficio del historiador(1942), llamada por GeorgesDuby la agenda de un artesano, un libro escrito bajo laocupacin nazi de Francia, por lo que ha sido llamado Elmanuscrito interrumpido del Marc Bloch, que trata sobre losmotivos por los que se estudia la historia y sobre el oficio delhistoriador. No es un libro de filosofa de la historia, ni un librode metodologa emprica: ha querido presentarnos los problemas,las dificultades que a un historiador se le presentan en la continuameditacin de las razones de su trabajo; hacernos partcipesdesde adentro de los procesos que stos implican; en suma,guiarnos con su rica sensibilidad y vivacidad cultural a travs delos secretos de su singular oficio. Es mi libro de cabecera.

    Marc Bloch1886 - 1944

    Esta obra ha tenido un xito notable en el mundo de habla castellana y se ha

    reedita

    consecuencia a constituirse en la primera edicin venezolana.

    do unas 19 veces hasta 1994 desde que el Fondo de Cultura Econmica, Mxico,la tradujo y edit por vez primera en 1952 (por Pablo Gonzlez Casanova y Max Aub)con el inapropiado ttulo de Introduccin a la historia. En 1949 llega un alumno deBloch a aqul pas, Francoise Chevalier, y a sus clases asiste un perseguido de ladictadura perejimenista en Venezuela, el profesor Federico Brito Figueroa (+ 2000),quien a su regreso al pas en 1960 funda los estudios de posgrado en historia en laUniversidad Central de Venezuela y que continua despus de su jubilacin en laUniversidad Santa Mara, recinto en donde conoce a un joven profesor recin egresadodel Instituto Pedaggico Barquisimeto, Reinaldo Rojas quien le convence de venir aBarquisimeto. Ac fundan bajo un pomarroso (Mirtcea de la India) la FundacinBura, y en 1986 editan por primera vez y en coedicin con el Fondo Editorial Lola deFuenmayor Apologa de la historia o el oficio del historiador, la que pasa en

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    Y es ac en donde se inserta desde 1989 quien escribe estas lneas en esta frtil

    corriente de pensamiento, pues cuando se acercaba el fin del siglo corto, comosostien

    e, pues, el lector entre sus manos las meditaciones de un docente en variosniveles de la educacin y de un investigador ya curtido en la ciencia de Clo y que, cualsentenc

    po de la ciencia tiene su propio complemento de pseudociencia, nosdice Carl Sagan, quien agrega que: Los geofsicos tienen que enfrentarse a Tierras

    planas,

    e Eric Hobsbawm, inici los estudios de postgrado en historia bajo la gua yconduccin de los doctores Federico Brito Figueroa y Reinaldo

    Rojas e introducido en las posibilidades de mtodo y delconocimiento cientfico de la Escuela de los Anales. En estacomunidad discursiva con sede en Barquisimeto, pero conestrechos vnculos con otras ciudades y grupos de investigacindel pas, como en San Cristbal, Maracaibo, Valencia, Coro,Acarigua, Carora, Guanare, Barinas, San Felipe, Caracas,universidades de Colombia, Canarias, Espaa, Francia, Mxico,y en torno fundamentalmente a las Lneas de investigacin:Historia social e institucional de la educacin en la ReginCentro Occidental de Venezuela, y la de Redes sociales,cultura y mentalidad religiosa, he tenido las ms hermosas y

    edificantes satisfacciones intelectuales y personales de miexistencia.

    ien

    Eric Hobsbawm

    1917

    T

    ia sacada de las Escrituras sagradas, se atreve a dejar entre sus manos estosOchopecados capitales del historiador.Que se puede abultar esta ominosa cantidad?S, es posible y adems necesario, porque recordemos con el hispanista francs, elmaestro Pierre Vilar que la historia es una ciencia que est en permanente construccin.Que la historia -agrega el autor de Crecimiento y desarrolloeHistoriade Espaa- es

    el nico instrumento que puede abrir las puertas a un conocimiento del mundo de unamanera si no cientfica por lo menos razonada. La historia-ciencia todava se estconstruyendo, los pecados seran, pues, la anticiencia o la pseudociencia.

    Cada cam

    Tierras huecas, profetas del terremoto. Los botnicos tienen plantas con vidasemocionales que se pueden seguir con detectores de mentiras, los antroplogos tienenhombres-mono supervivientes, los zologos dinosaurios vivos y los bilogos evolutivos

    a los literalistas bblicos pisndoles los talones. Los arquelogos

    tienen antiguos astronautas, runas falsificadas y estatuas espurias.Los fsicos tienen mquinas de movimiento perpetuo, un ejrcitode aficionados a refutar la relatividad de Einstein y quiz lafusin fra. Los qumicos todava tienen la alquimia. Los

    psiclogos tienen mucho de psicoanlisis y casi toda laparapsicologa. Los economistas tienen las previsioneseconmicas a largo plazo. Los meteorlogos tienen previsionesdel tiempo de largo alcance, almanaques que se guan por lasmanchas solares. La astronoma tiene como pseudocienciaequivalente principal la astrologa, disciplina de la que surgi.Carl Sagan

    1934 - 1996

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    Cul es, entonces, la pseudociencia a la cual debemos enfrentar loshistoria

    n historia abundan los casos de documentos de procedencia dudosa coninform

    Nuestro Marc Bloch, nacido en 1886, perteneca a la ltima generacin del caso

    Dreyfu

    dores cientficos? Yo dira que no es una, sino muchas pseudociencias las quedebemos enfrentar y atacar todos los das, en todo momento y en cualquier oportunidad,

    pues los fenmenos no cartesianos, esto es, los que no obedecen a las normas de laciencia o ni siquiera de la lgica, son innumerables y tienen una capacidad de

    reproduccin y de difusin pasmosa por los llamados media, la TV, el cine, la prensasensacionalista, panfletos y hasta libros poco serios que abundan como insectos despusdel temporal. La historia debe ensearnos, en primer lugar, a leer un peridico, dice elhispanista francs Pierre Vilar (1906-2003).

    Eacin de gran importancia que sostiene con contundencia la argumentacin de los

    que han hecho el descubrimiento, dice Carl Sagan. Examinemos dos de ellos. Uno es ellibro del Deuteronomio (una parte de la Tor): lo descubri el rey Josas (648-609a.C.) en el Templo de Jerusaln y, milagrosamente, en medio de una importante lucha

    de reforma, encontr en l la confirmacin de todos sus puntos de vista. El otro nos esms conocido y lo menciona Marc Bloch en Apologa de la historia o el oficio delhistoriador: la Donacin de Constantino, un documento falso que un polgrafo delrenacimiento italiano, Lorenzo de Valla (1407-1457), puso al descubierto. Concluyque por razones gramaticales, el credo de los apstoles no poda haber sido escritorealmente por los doce apstoles, por lo que la Inquisicin lo declar hereje.Inasequible al desaliento, en 1440 public un tratado demostrando que la Donacin deConstantino era una burda falsificacin. El lenguaje del documento equivale al latncortesano del siglo IV como el cockneyde hoy al ingls normativo. Gracias a Lorenzode Valla, la Iglesia catlica romana ya no reclama el derecho a gobernar las naciones deEuropa por la Donacin de Constantino. Se cree en general que esa obra, cuya

    procedencia tiene un vaco de cinco siglos, fue falsificada por un clrigo adscrito a lacuria de la Iglesia en la poca de Carlomagno (742-814 d. C.), cuando el papado (yespecialmente el papa Adriano I) defenda la unificacin de la Iglesia y el Estado.

    s; se haba formado en una atmsfera marcada profundamente por las vicisitudesde un proceso judicial, el del capitn Alfred Dreyfus, acusado de haber entregado a losalemanes informacin militar reservada, y tras un juicio, apresado en 1893 y condenadoa pasar el resto de su vida en la Isla del Diablo, en el mar Caribe, cercana a Venezuela,

    unas decisiones que apoyaron la derecha, el ejrcito y la Iglesia catlica. Finalmenteexculpado gracias tambin a la intervencin de historiadores y escritores. Seexaminaron con cuidado los documentos que probaban la traicin de este militar deorigen judo, y se lleg al convencimiento de que la bordereau(lista, en francs), unaserie de informaciones militares que Dreyfus haba pasado a los alemanes no haba sidoescrita por su mano, sino por un teniente del ejrcito francs, Marie Charles Esterhzis,ello fue establecido por un teniente coronel, jefe de la inteligencia francesa de nombreGeorge Picquart. Ms adelante, otro teniente coronel, Hubert Joseph Henry, sucesor dePicquart en la jefatura de inteligencia, confes que haba falsificado los bordereauqueimplicaban a Dreyfus, fue arrestado y se suicid en su celda. El caso Dreyfus no quedall, pues se extendi por varios aos ms su enorme impacto en toda Francia y el resto

    del mundo. El escritor mile Zola (1840-1902) public una valiente y exaltada cartatitulada J accuse (Yo acuso) en el diario parisino La Auroraen enero de 1898, en

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    donde acusaba a las autoridades civiles y militares de mentir. Ello le cost el serjuzgado, autoexilarse en Inglaterra, pagar una multa y pasar un ao en prisin. Estedramtico juicio tuvo adems una consecuencia muy importante para Francia, esto es, laseparacin definitiva de la Iglesia y el Estado en 1905 por medio de una legislacin

    profundamente anticlerical propuesta por los sectores liberales.

    El joven Marc Bloch ha debido quedar muy impresionado por el juicio seguidoal capi

    La pseudociencia sera para la historia y los historiadores todo aquello que sesa en

    Es el momento de destacar los prejuicios y las actitudes preconcebidas. Son losmuy fa

    tn Dreyfus, pues cifraba los 19 aos cuando se cerr el caso en 1905, y por losataques a la historia desde diversos frentes que tuvo por escenario los finales del sigloXIX y comienzos del XX, el novelista Pal Valry (1871-1945), entre ellos. Estas dossituaciones desarrollaron su espritu crtrico y una agudeza sin igual para captar ydesmontar las mentiras y el error, como veremos ms adelante. Sobre su condicin de

    judo, pero religiosa y polticamente lejos de los fundamentalismos hebreos, como elsionismo, Bloch sin embargo comparte con este pueblo un rasgo, la paradoja queconstituye la unicidad real de esta comunidad tnica: no existe otro pueblo en particularque haya estado tan constante e inmediatamente implicado e interesado en el destino de

    la humanidad en general; ninguna individualidad de pueblo alguno estuvo tanintrnsecamente entretejida con la autntica universalidad, nos dice Erich Kahler. Porqu razn el pueblo judo ha dado tantos genios a la humanidad? Una de ellas tiene quever con la dispora que sufri esta comunidad que los llev a conocer y a comparardiversas culturas y al enorme respeto que sienten por el aprendizaje. Bloch, sinembargo, era un escptico religioso y antes que hebreo se senta un ciudadano francs.Viva Francia, seores!, fueron sus ltimas palabras antes de ser asesinado, (y nofusilado, como vulgarmente se cree) por los nazis en 1944.

    ba la mentira o en el error. Las mentiras son frecuentes y provienen del amor allucro o a la gloria, al odio, a la amistad, al afn de notoriedad, y una falsedad conduce aotra, dice Bloch. El espritu crtico es la limpieza de la inteligencia, y el primer deber--le recuerda el historiador a los estudiantes- es el de lavarse. La historia, diceHobsbawm, es la materia prima de la que se nutren las ideologas nacionalistas, tnicasy fundamentalistas, del mismo modo en que las adormideras son el elemento que sirvede base a la adiccin a la herona. El pasado es un factor esencial quizs el factor msesencial- de dichas ideologas. Y cuando no hay uno que resulte adecuado, siempre es

    posible inventarlo (La invencin de la tradicin, 2002).

    mosos dolos de los cuales nos advirti hace ya cuatro centurias el pionero delpensamiento cientfico de la modernidad, el filsofo y estadista ingls Francis Bacon(1561-1626) a los cuales clasific as: dolos de la tribu, propiedad comn de la especiedebido a modos comunes de pensamiento, dolos de la caverna, propio de losindividuos, dolosde la plaza del mercadoque se deben a una dependencia excesivadel lenguaje,e dolos del teatro, que se derivan de la tradicin, de los cuales nos hableste filsofo del siglo XVII en su Novum Organon(1620), obra que ech las bases delmtodo inductivo basado en la experimentacin (fuera de la mente), como unaalternativa a las abstracciones de la Escolstica medieval y sus silogismos lgicosaristotlicos que no tocaban la realidad:

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    La comprensin humana no esn

    ecin.

    nciancia

    e reducen las esperanzas;

    iencia,

    erencia

    ces

    .

    acon y el filsofo escocs David Hume han sido el punto de partida de unaactuali

    l historiador, como todo cientfico social, debe saber que no es en modo algunoneutral

    Los prejuicios no son eliminables, y presumir no tener prejuicios significa quesomos

    Los prejuicios son en realidad las condiciones de nuestro encuentro con larealida

    simple luz sino que recibe infuside la voluntad y de los afectos;de donde proceden ciencias que

    pueden llamarse ciencias a discr

    Porque el hombre cree con msdisposicin lo que preferiraque fuera cierto. En consecuerechaza cosas difciles por impacieen la investigacin; silencia cosas, porqulo ms profundo de la naturaleza,

    por supersticin; la luz de la experpor arrogancia y orgullo; cosasno credas comnmente, por defa la opinin del vulgo. Son puesinnumerables los caminos, y a ve

    imperceptible, en que los afectoscolorean e infectan la comprensin

    Bzacin de la crtica de la induccin, principio fundamental del conocimiento

    cientfico formulada por el filsofo de la ciencia, el viens Karl Popper (1902-1994),quien dice que las repetidas observaciones empricas no pueden ser consideradas nuncacomo suficientes para verificar una verdad de hecho. El enunciado todos loscuervosson negros, puede ser falsadopor la comparecencia ocasional de un cuervo de otrocolor. Popper ataca al marxismo y al psicoanlisis porque considera que son sistemasde pensamiento totales y no falsables, y por consiguiente no son ciencias. No sonfalsables argumenta- por que tienden a integrar en ellas mismas todo hecho que

    pudiese contradecirlas, interpretndolo como una confirmacin de sus postulados.Popper nos ense que la prueba de la falsificacin puede hacer que una teora seainsostenible, pero no aporta en s misma otra mejor, nos advierte Hobsbawm.

    E, pues no somos entidades neutrales valoradoras de la realidad. Si Heidegger

    (1889-1976) haba hablado de la precomprensin que anticipa nuestra comprensin dela cosa, Hans-Georg Gadamer (1900-2002) nos habla de prejuiciosque afectan nuestra

    visin de los hechos histricos. El trmino posee una acepcin negativa, aunque esnecesario revalorizarlo, segn Gadamer, porque:

    *todava ms vctimas y prisionero de los mismos: en este caso seramos vctimas

    del ms peligroso de todos, el prejuicio de de neutralidad, el presumir no tenerprejuicios.

    *d, son el pre-juiciar y el pre-ver que orienta nuestro juicio y nuestra mirada.

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    Gadamer nos dice que estamos inmersos en la tradicin: sta es, al contrario delo que pensaban ilustrados del siglo XVIII, el tejido conectivo que permite dialogarentre nosotros y con el pasado, es, por tanto, imposible e ilusorio despreciarla; lanovedad -incluso- tambin se produce siempre sobre un trasfondo de continuidad. Enconsecuencia, sera inoportuno y contraproducente verse privado de la tradicin. Todo

    trabajo de interpretacin consiste en un dilogo con la tradicin y en un procedimientode autocrtica y, al mismo tiempo, de descripcin en funcin de los prejuicios. En elllamado Crculo hermenutico (las partes son comprendidas desde el punto de vista deltodo, segn Dilthey), prejuicios y tradicin, constituyen el marco, las condiciones

    preliminares del trabajo interpretativo.

    Hechas estas consideraciones, que son como un introito de lo que vendr, acontinuacin tiene el lector un florilegio de pecados capitales del historiador que he

    presentado de la forma que sigue:

    Primer pecado: Anacronismo.

    Segundo pecado: Creerse historiador sin serlo.Tercer pecado: Vacilar entre la ciencia y el relato.Cuarto pecado: Determinismo.Quinto pecado: Provincianismo.Sexto pecado: Teoricismo y empirismo (Documentalismo)Sptimo pecado: Acriticismo.Octavo pecado: Cronologismo.

    Debemos aclarar que este orden de presentacin no significa en todo momentoun orden de prioridad o de importancia, salvo en el primer caso, el anacronismo, pecadoque colocamos en primer lugar porque as lo consider Lucien Febvre, historiadorfrancs autor de Combates por la historia (1953), y quien afirma que la historia es laciencia central del hombre. En este sentido debe de extremarse los cuidados con elanacronismo en sus diversas, y a veces sutiles manifestaciones.

    En la tradicin catlica que hemos heredado de Espaa, existen dos tipos depecados, los mortales que destruyen la relacin del individuo con Dios, y los veniales,(que abrieron el camino a la aparicin del purgatorio en el siglo XII, como ha mostradoJacques Le Goff), que aunque graves no significan la separacin del ser humano de

    Dios. Cules seran entonces los pecados mortales y veniales de entre los que aqupresentamos? El lector tiene la potestad de elegir, aunque advertimos que el mtodocrtico es uno de los caminos que conduce a lo verdadero, como se ver en el octavo

    pecado, el acriticismo.

    Al final de este trabajo coloqu la bibliografa bsica consultada para surealizacin. Son trabajos de todo tipo de ciencias,(hasta de fsica cuntica, la literatura ola filosofa) y de todo tipo de autores, de las ms diversas tendencias ideolgicas, desdeMarx a Popper, desde Le Bon a Vidal de la Blanche, o desde Langlois-Seignobos a

    Bloch y Febvre. Con esta apertura creo haberme curado de otros males que corroen a loshistoriadores, el dogmatismo y la ortodoxia, palabras que designan posturas ms

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    cercanas a la religin que a la ciencia. Es que la pasin ideolgica ciega a los mssabios, nos recuerda en su obra Sor Juana Ins de la Cruz o las trampas de la fe(1982) el mexicano Octavio Paz (1914-1998).

    Quiero expresar que muchas de las ideas aqu expuestas las he odo y comentadode labios de los doctores Federico Brito Figueroa y Reinaldo Rojas en las diversasclases que dictan y dictaron en los posgrados de Enseanza de la Historia y de Historiaque tienen por escenarios el Instituto Pedaggico Barquisimeto Luis Beltrn PrietoFigueroa y la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado en convenio con laFundacin Bura, y que se han nutrido con las aportaciones, la contrastacin de ideas yde enfoques con los colegas y amigos M.E Luis Eduardo Mora Santana (Cartografageohistrica), Dra. Dulce Marrufo (Inmigracin), M.Sc. Arnaldo Gudez (fundacin devillas, pueblos y ciudades), Dr. Digenes Molina (Iconologa e imagen), Dr. ManuelCarrero (el problema de la Nacin), M.Sc. Carlos Jimnez (Educacin y

    postmodernidad), Esp. Hctor Torres (Historia de la economa), Dra. Yajaira Frites

    (Historia de la ciencia y de la tcnica), Dr. Pascual Mora (Historia de la educacin y dela pedagoga), Dra. Beln Vzquez (Historia regional), M.E. Yolanda Aris (Historia dela educacin), M.E. Magali Prez (Historia de la educacin), los mdicos M.Sc.Segundo Ceballos y Federico Arteta, (historiadores de las Instituciones mdicas), el

    periodista M.Sc. Larry Camacho (Historia de la sociabilidad y la imagen), veterinarioM.Sc. Naudy Trujillo Mascia (Historia de la sanidad animal), M.E. Neffer Alvarez,(Historia de los institutos educativos religiosos), M.Sc. Armando Gonzlez (Villas,

    pueblos y ciudades), M.E. Jorge Prez (Historia de la enseanza de la historia), M.E.Regina Tavares (Historia de la inmigracin), Dr. Kaldone Nweid (Relacionesinternacionales), Dra. Mara Rodrguez (Historia de la cultura), M.E Luis Saavedra(Filosofa de la educacin), as como a un centenar de participantes de las dos maestrasque han pasado por nuestras manos, de los cuales no trato de mencionar alguno de ellos

    para no cometer el error de olvidar el resto. Como podr inferirse, las opiniones e ideasaqu expuestas no me pertenecen por completo, sino que son patrimonio intelectual dela comunidad discursivaque tiene por asiento la ciudad de Barquisimeto, estado Lara,Venezuela.

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    Primer pecado: Anacronismo.

    La crtica escptica del anacronismo histricoprobablemente es hoy la principal manera en

    que los historiadores pueden

    demostrar su responsabilidad pblica.

    Eric Hobsbawm,1994.

    Que no es otra cosa que ver el pasado con ojos delpresente. El historiador francs Lucien Fevbre nos dio unmagnfico ejemplo para comprender este primer pecado:Anacronismo es darle un paraguas a un Digenes y unametralleta a Marte. O, si se prefiere, es introducir a Offenbach(compositor francs de operetas) y su Belle Hlne en la

    historia de las ideas religiosas o filosficas, donde quiz notuviera nada que hacer. El paraguas, un invento que comosabemos se produjo muchos siglos despus y que tantasignificacin le da al recoleto siglo XIX. Cosa semejantesucedi a quien escribe estas lneas. Una vez inauguraron enCarora, Venezuela, un hotel con el nombre de ElConquistador y alguien realiz en una de sus paredes un muralcon varios de estos personajes a la orilla de una playa. Uno de los conquistadores oteael horizonte con un telescopio, instrumento que, como sabemos, se debe al genio deGalileo Galilei, fsico y astrnomo del siglo XVII. Que un siglo es una diferencia muy

    pequea? Quizs, pero que Galileo lo haya construido en 1609 y los conquistadoresespaoles usado en, digamos, 1569, es poco menos que un verdadero disparate colocaren uso ese instrumento ptico 50 aos antes de su invencin!

    Jacques Offenbach1819 1880)

    Un historiador caroreo, el doctor Ambrosio Perera (1904-1983) sostiene que elrepoblador de la ciudad en 1572, Juan de Salamanca era muy catlico, comodistinguiendo su particular condicin de creyente, cuando en realidad todoslos hombresy mujeres del siglo XVI eran fervientes catlicos, pues otras opciones de pensamientoan no se vislumbraba en el horizonte histrico. No poda ser de otra manera en elsiglo que quiere creer, segn la expresin de Lucien Febvre. Anacronismo es tambin

    llamar a los conquistadores del siglo XVI europeos, pues Europa todava no existacomo entidad poltica; Europa es, segn Eric Hobsbawm (1917), una invencinposterior, el siglo XVII. Este historiador britnico marxista propone dar el nombre decristianos a los europeos del siglo XVI. Sin embargo, Marc Bloch dice que en la EdadMedia se empleaba ya (as lo senta de manera ms o menos oscura un cronista espaol)la palabra europeo para designar a los francos de Carlos Martel, victorioso del Islam enel siglo VIII.

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    El malogrado gelogo, paleontlogo y filsofo de la ciencia Stefan Jay Gould(1941-2002) nos refiere que los paleontlogos reconstruimos de acuerdo a nuestros

    prejuicios y a nuestras imgenes estndares. Lo dijo a propsito de la reconstruccindel escultor londinense Waterhouse Hawkins (1807-1889) de

    Labyrinthodon, un anfibio temprano. Nosotros sabemos ahora,

    dice Gould, que este animal era elongado, con cuatro patasaproximadamente iguales. Pero Hawkins, que tuvo poco ms queun crneo para guiarse en su trabajo, reconstruy el animal segnlos cnones de los anfibios de nuestro tiempo- como una rana, con

    poderosos muslos para saltar y un cuerpo acortado. Por esta razn,nos dice este extraordinario divulgador estadounidense de laciencia, la crnica de las restauraciones cambiantes de las bestiasfsiles se convierte tambin en una representacin fascinante denuestra historia social e intelectual. El juego entre estos dos

    factores el emprico externo y el interno social encierra la dinmica central delcambio en la historia de la ciencia.

    Stephen Jay Gould(1941-2002)

    Hay sin embargo un nuevo tipo de anacronismo que naci casi desde que seescribi la primera novela gtica de ciencia ficcionada (y no ciencia-ficcin, un horribleanglicismo), me refiero a Frankestein o el moderno Prometeo (1818) de MaryShelley. Es un anacronismo de signo inverso, pues no va del presente al pasado, sinoque, por el contrario, despega del presente y se proyecta hacia el futuro. Es tambin elcaso de las novelas 1984 de Georges Orwell y Un mundo feliz de Aldous Huxley,autores que trasladaron las preocupaciones cientficas y polticas de su tiempo: la bombaatmica sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945, el inicio de la Guerra Fra y lostotalitarismos fascista, nazi y comunista, al que yo agregara la enorme manipulacinde las opiniones que tuvo como iniciadoras a las democracias liberales y capitalistas deOccidente, el Reino Unido y los Estados Unidos, como ha establecido el lingistaestadounidense Noam Chomsky (1928). Describen una sociedad de terror, vigilada alextremo (el Gran Hermano), de hombres y mujeres robotizados, sin decisiones, lamuerte del libre albedro. Este anacronismo de signo inverso como que goza de buenasalud, puesto que dos son los componentes del diagnstico de nuestro tiempo que haceel filsofo alemn de la Escuela de Frankfurt Jrgen Habermas: la prdida de sentido yla prdida de la libertad.

    Pero volvamos al anacronismo que nos interesa y dejemosestas reflexiones para otra ocasin. Es Lucien Febvre quien nosilustra mejor este primer pecado de los historiadores cuando afirmaque en el siglo XVI no poda haber atesmo porque tal condicindel espritu humano se la debemos a la Ilustracin, al positivismo(y al marxismo), sistemas de pensamiento que son posteriores alsiglo XVI. Es que en tal siglo no existan las palabras adecuadas

    para expresar la incredulidad. Este gran historiador de lo cultural yde la psicologa colectiva, lo expresa en su magnfica obra Elproblema de la incredulidad en el siglo XVI. La religin deRabelais, (1942): Comenzaremos plantendonos algunas cuestiones de medios,

    condiciones y posibilidades. Para llegar a lo esencial formularemos un problema enapariencia simple, pero cuyos datos no ha podido reunir nadie para el siglo XVI: se trata

    Franois Rabelais1494 -1553

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    del problema del saber qu clarividencia, qu penetracin y qu eficacia (a nuestrojuicio, naturalmente) poda tener el pensamiento de unos hombres, de unos francesesque, para especular, no disponan todava en su lenguaje ninguna de esas palabras tanfrecuentes hoy en nuestras plumas desde que comenzamos a filosofar y cuya ausenciano es slo un inconveniente, sino tambin una deficiencia o una laguna de su

    pensamiento. Y a continuacin el historiador de la sensibilidad del siglo XVI nos dauna lista de las palabras (utillaje mental) que faltaban:

    Ni absoluto, ni relativo, ni concreto niconfuso ni complejo, ni adecuado; nivirtual, que es de los alrededores de 1600, ni indisoluble, intencional, intrnseco,inherente, oculto, primitivo, sensitivo, todas ellas del siglo XVIII; ni transcendental,que adornar hacia 1698 (...) ninguna de estas palabras que he tomado al azar ()

    pertenecen al vocabulario de los hombres del siglo XVI () Y slo hemos hablado deadjetivos. Pero y los sustantivos? Ni causalidad, ni regularidad, ni concepto, nicriterio, ni condicin, tampoco anlisis, ni sntesis () ni deduccin ( que no nacer

    hasta el siglo XIX); niintuicin, que aparecer en Descartes y Leibniz; ni coordinacinni clasificacin (palabra de 1787). Agrega este historiador de las creencias y de lareligin que tampoco exista la palabra sistema, palabra que interesaron a losracionalistas. El Racionalismo no se bautizar como tal hasta el siglo XIX. O el

    Desmo,que no iniciar su camino hasta Bousset (siglo XVIII). O el Tesmo, que tomarprestado el siglo XVIII a los inglesesEl Pantesmo habr que buscarlo, en laRegencia, en Toland (1670-1722). El Materialismo esperar a Voltaire (1734).El

    Naturalismoaparece en 1752. ElFatalismo se encuentra La Mettrie (siglo XVIII), elDeterminismo llegar muy tarde con Kant. El Optimismo, con Trvoux, en 1762, y elPesimismo tambin: pero los pesimistas aparecern hasta 1835. el Escepticismo(conDiderot). El Fidesmo surgir en 1838. Y muchos ms. Estoicismo (La Bruyre),quietismo,puritanismo,etc. Ninguna de esas palabras estuvo, desde luego, a disposicinde los franceses de 1520 a 1550 a la hora de pensar y traducir sus pensamientos alfrancs. Menciona Febvre otro grupo de palabras (utillaje mental) que no era del sigloXVI: conformista, libertino, Espritu fuerte, Librepensador, Tolerancia, tolerantismo,intolerancia, Irreligioso, Controversia. Tampoco tenan palabras para designarobservatorio, telescopio, lupa, lente, microscopio, barmetro, termmetro, motor, nirbita, elipse, parbola, revolucin, rotacin, constelacin o nebulosa. Ahora

    podremos entender la razn por la cual el autor de Lutero. Un destino (1927) escribicon una rotundidad notable: el mayor de los pecados, el ms imperdonable: elanacronismo.

    Nuestro homenajeado, el historiador Eric Hobsbawm, nos advierte que Elanacronismo y el provincianismo son dos de los pecados mortales de la historia, yambos se deben en la misma medida a un desconocimiento absoluto de cmo son lascosas en otros lugares, ignorancia que incluso la lectura ilimitada y el poder de laimaginacin slo pueden superar en ocasiones contadas. El pasado sigue siendo otro

    pas. Sus fronteras nicamente pueden cruzarlas los viajeros.

    Debemos dejar sentado que es muy difcil distanciarse suficientemente de lascategoras por la que una sociedad presenta su experiencia y se sita con respecto a las

    dems. Los historiadores, en particular los que estudian la Revolucin Francesa de1789, saben que en cada poca se nos propone una visin del pasado, que forma parte

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    de las conductas sociales del presente. Un libro extraordinariamente importante paraentender lo que acabo de decir lo constituye Historia y verdad (1974), obra del filsofo

    polaco Adam Schaff. Muchsimo se ha escrito sobre esta enorme conmocin social defines del siglo XVIII desde diversas perspectivas temporales y de pensamiento, por loque Schaff llega a admitir que cada poca recrea a su manera y en una maraa de

    interpretaciones dispares la Revolucin Francesa. El socilogo francs Alain Touraine(1925) plantea, por ejemplo, que a los principios de libertad, igualdad y fraternidadde la Revolucin Francesa de 1789, habra que agregar en el presente un cuarto

    principio: laicidad. Lo que ha sucedido es que tanto la Revolucin francesa de 1789como la rusa de 1917 seguirn por mucho tiempo provocando divisin de opiniones.

    Segundo pecado: Creerse historiador sin serlo.

    Les guste o no les guste, los historiadoresprofesionales producimosla materia prima para que

    los no profesionales la usen bien o mal.

    Eric Hobsbawm, 1994.

    Deca Lucien Febvre, fundador de la Escuela de Los Anales con Marc Bloch en1929, y quien se especializ en la historia cultural del siglo XVI, que: el historiador noes el que sabe. Es el que investiga. Hay personas muy memoriosas que se saben yconocen de cabo a rabo el Diccionario de historia de Venezuela de la FundacinPolar, y esa circunstancia los hace aparecer como historiadores. Estas bienintencionadas personas, si bien pueden impresionar a los inccomprenden que el historiador se fragua en su taller o en subanco de artesano, expresin que muy adecuadamente empleMarc Bloch. Los docentes de aula pasan por ser historiadoressin serlo, pero lo que es ms grave es que leen textos escolaresy muy pocas veces a los verdaderos historiadores en sus obras

    y no refritos o pastillitas de los textos o de internet. El librode texto le ha hecho mucho dao a la enseanza de la cienciade la historia en nuestras escuelas, liceos y universidades. Esla preponderancia del triste manual en nuestra produccin delectura corriente, en que la obsesin de una enseanza malconcebida sustituye a la verdadera sntesis, ha escrito Bloch.El historiador no se hace slo en las bibliotecas, sino tambinen los archivos. En sus viajes, en sus vivencias y en su edad. El bho de Minerva (lasabidura) emprende su vuelo al atardecer (de la vida). As lo comprendi nada ms ynada menos que Emmanuel Kant (1724-1804), filsofo cumbre de la Ilustracin.

    autos, no saben o no

    Emmanuel Kant1724 1804

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    Marc Bloch deca en 1942, al final de su vida: Porque hay una precaucin quelos detractores corrientes de la historia (Paul Vlery deca en 1931 que la historia es el

    producto ms peligroso elaborado por la qumica del intelecto) no han tomado encuenta. Su palabra no carece ni de elocuencia ni de esprit. Pero, por lo general, hanolvidado informarse con exactitud de lo que hablan. La imagen que tienen de nuestros

    estudios no parece haber surgido del taller. Huele ms a oratoria acadmica que agabinete de trabajo. Es que la labor del historiador est cargada de humildes detallesen sus tcnicas, pero la historia no es lo mismo que la relojera o la ebanistera, nosadvierte Bloch, quien agrega: Es un esfuerzo por conocer mejor; por lo tanto una cosaen movimiento. Limitarse a describir tal como se hace ser siempre traicionarla un

    poco. Es mucho ms importante decir cmo espera lograr hacerse progresivamente.

    Los aficionados a la historia -que son legin- creen, como los positivistas delsiglo antepasado, que la historia se remite a establecer cadenas explicativas de causas yefectos, que las hiptesis surgen automticamente del estudio de los hechos, dan porsentado que la erudicin cientfica puede determinar el texto, y que la sujecin de los

    documentos determinan la verdad definitiva de la historia. Una disciplina que, como seve, estaba deliberadamente atrasada, dice Eric Hobsbawm, quien agrega: Susaportaciones a la comprensin de la sociedad humana, pasada y presente, eraninsignificantes y accidentales. Pero es notable que en nuestro pas ni siquiera sellegaron a aplicar tales metodologas sino en el siglo XX, pues la historia romntica,como la cultiv y escribi Eduardo Blanco (1838-1912) en Venezuelaheroica (1881),smbolo literario del culto a la Patria, ha tenido una enorme difusin y ha despertado unentusiasmo colectivo hasta los das que corren. En el primer tercio del siglo XXarremeti el historiador positivista Laureano Vallenilla Lanz (1870-1936) contra lo quellam los viejos conceptos, que no eran otros que los del romanticismo literario,divorciado, a su entender, de la metodologa de la ciencia natural. En Disgregacin eintegracin(1930) sostiene que hay dos constituciones, una de papel, y otra, la real yefectiva del pueblo venezolano, y hace un alegato notable por la construccin de unahistoria cientfica en el pas bajo el paradigma positivo establecido por Ernest Renan,Hippolyte Taine, Charles Seignobos, Gustave Le Bon, Charles Langlois, historiadores alos que conoci e interpret, pues en calidad de oyente asisti en Pars a laUniversidad de la Sorbona y al Collge de France.

    Como habr notado el lector, no conoci Vallenilla Lanz la fisura enorme quese produjo en el positivismo y la enorme revolucin conceptual que tuvo lugar en el

    hacer histrico cuando en 1900 el filsofo Henri Berr(1863-1954) propuso la ampliacin del objeto de lahistoria a la sociedad, a la economa y la cultura.Advirti que los historiadores no reflexionan sobre losfundamentos profundos de su trabajo () problemaque, segn Arstegui, aun sigue de pie. Al historiador -agrega- no se le atribuy nunca la necesidad de unaformacin filosfica, un conocimiento conveniente deotras disciplinas cercanas, ni una formacin cientficaespecfica. El oficio se dirigi siempre hacia la mejoradel tratamiento de los documentos. En Espaa esa

    formacin es absolutamente insuficiente, adems deinadecuada y, desde luego, culposa por parte de quienesLaureano Vallenilla Lanz1870 - 1936

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    disean y toleran los planes de estudios existentes, nos dice este autor. Henri Berr es detal manera una especie de puente entre la historiografa metdico crtica del siglo XIX yla Escuela de los Anales que ser fundada en la Universidad de Estrasburgo, Francia,

    por Marc Bloch y Lucien Febvre en 1929, constituyndose desde entonces en el tercerhito de la historiografa, luego del positivismo y el marxismo.

    Nuestro Marc Bloch recibi una formacin admirable, nos dice Georges Duby,pues fue alumno de Seraglio, disponiendo de todas las ayudas, haba hecho tresdescubrimientos. El de la lingstica, que afinaban entonces sus prcticas y que loorient hacia el mtodo comparativo. El de la ciencia histrica alemana, que Bloch noces de interrogar despus de su estada en Berln y en Leipzig el ao acadmico 1908-1909 y que constituy el campo ms seguro de todas sus confrontaciones. Es enAlemania, sin duda, que Bloch se afirm en su posicin con respecto a las tcnicaseruditas, posicin respetuosa y sin embargo muy distante, establecida sobre laconviccin de que la erudicin no es ms que la mejor de las herramientas que se

    desperdicia cuando gira en el vaco, como lo dice l, y que el verdadero trabajo delhistoriador se sita ms all del simple tratamiento de las fuentes-esta actitud feliz quelo hizo ms tarde confiarse con tanta facilidad- en las investigaciones de otros para sacarde all con qu construir sus propios edificios y fundar, con una sorprendentevirtuosidad, lo ms slido del prodigioso monumento que es La sociedad feudal, a

    partir de algunos indicios recogidos en los archivos de su juventud y a partir delabundante material que haba recopilado Guilhiermoz. El ltimo y mayordescubrimiento: el de la sociologa de Durkheim (El suicidio: un estudio sociolgico,1897, Las formas elementales de la vida religiosa, 1912, una sociologa de laconciencia colectiva, la moralidad y la religin) y de la geografa de Vidal de laBlanche, (Atlas general: historia y geografa, 1898, Cuadro de la geografa deFrancia, 1903, obras en donde adversa el determinismo geogrfico y apoya el

    posibilismo y el historicismo, y que sita el espacio geogrfico en un cuadro histrico-cultural ) quienes dejaron en los estudios histricos de comienzos del siglo XX unahuella incomparablemente ms profunda que la de cualquier otro especialista Estasinfluencias explican la estrecha imbricacin entre geografa, economa y antropologaen la historiografa francesa, una imbricacin que se pone en movimiento, dice Iggers,con la discusin sobre el mtodo, en oposicin a la insistencia en el estado, laadministracin y el derecho, propia de la tradicin alemana, incluso de Max Weber.

    Debe entenderse, en consecuencia, que el verdadero historiador debe sergegrafo, jurista, socilogo, psiclogo, lingista, semilogo, que no debe cerrar losojos ante el gran movimiento que transforma las ciencias del universo fsico, comodeca Febvre, tales como la relatividad, la mecnica cuntica, el Principio deIncertidumbre, la ciencia del caos, los Teoremas de Gdel, las teoras de la complejidad,la ciberntica, la teora de las catstrofes, la clonacin, la telemedicina, las clulasmadres, los fractales, la resonancia mrfica, la teora de los psitrones, la lgica borrosa,la gestalt, el Principio Antrpico, el big bang, la flecha del tiempo, la fuerza dbil, losagujeros negros, los agujeros de gusano, la teora general de sistemas, el principio decomplementaridad, las supercuerdas, los quarks, el Teorema de Bell, entre otros.

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    Tercer pecado: Vacilar entre la ciencia y el relato.

    Si en una novela Napolen volviesevivo de Santa Elena,quiz sera literatura,

    pero no podra ser historia.

    Eric Hobsbawm, 1994.

    Conozco historiadores formados en Europa y con ttulos doctorales que siguenpensando que nuestra disciplina no es ciencia, creacin esta ltima del espritu humanodemasiado prominente y por tanto una condicin a la que no tiene acceso la humilde

    disciplina de la historia, sostienen. Pobre de Leopold Von Ranke(1795-1886) quien ocup buena parte de su larga existencia aconstruirla, y que a ms de 150 aos an se ignoran susesfuerzos. Pero la cosa no es tan simple y por ello se presta aequvocos. Lucien Febvre (1878-1956), por ejemplo, nos dice quela historia es un estudio elaborado cientficamente, y no comociencia. Quiso decir que la historiografa no sera una ciencia

    pero s un estudio cientficamente elaborado. El trabajo delhistoriador, sostiene Julio Arstegui, es un conjunto de

    actividades no arbitrarias, ni meramente empricas, subjetivas yficcionales. Es una actividad tendente a establecer conjeturassujetas a unas reglas o principios reguladores, es decir a un

    mtodo. Ello se debe a que la historia requiere el rigor metodolgico de losprocedimientos de la ciencia. El historiador adems trata de buscar para los procesoshistricos explicaciones demostrables, intersujetivas, contextualizables, como los de laciencia. Sus resultados ni son teoras de valor universal ni puedan establecer

    predicciones. Existen aproximaciones cientficas que concluyen no en leyes o teorassino en el descubrimiento de tendencias probabilsticas. Es una ciencia, pero de otramanera, tal como lo propuso en la Universidad de Berln desde 1810 Ranke y que seexpresa en su Historia de los pueblosromnicos y germnicos, (1824), primera obra

    de la historiografa escrita con criterio cientfico en el tratamiento de los documentos, yen donde apareci por vez primera aquellas palabras que se han hecho clsicas, elespritu con el que se haba escrito el libro: A la historia se le ha asignado la tarea de

    juzgar el pasado, de instruir el presente en beneficio de las edades futuras. Este trabajono aspira a cumplir tan altas funciones. Su objeto es slo mostrar lo que de hechoocurri.

    Leopold von Ranke1795 - 1886

    Como disciplina cientfica, la historia tena desde un principio, mucho encomn con otras ciencias, tambin con las ciencias naturales, tal como venan surgiendodesde el siglo XVII, siglo de las grandes revoluciones cientficas modernas con Galileo,

    Newton, Kepler, Boyle-Mariotte, si bien los historiadores no han dejado nunca desubrayar la diferencia que separa su ciencia de las ciencias naturales Sin embargo Ranke

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    pensaba que la historia no dejaba de ser tambin un arte y no nos sorprenda que elhistoriador alemn Teodor Mommsem se haya hecho merecedor del Premio Nobel deLiteratura en 1902. Soy del criterio de que la ciencia histrica tiene sus inicios cuandoel monje Mabilln, armado de la duda cartesiana, public en 1681 De rediplomtica,verdadero inicio de la crtica del documento en los tiempos modernos. Marc bloch nos

    dice que: Aquel ao-1681, el ao de la publicacin de De rediplomtica, en verdadgran fecha en la historia del espritu humano-, fue definitivamente fundada la crtica delos documentos de archivo.

    En Francia fue la sociologa, dice Iggers, la que conduca el combate contra lainvestigacin histrica universitaria tradicional (positivista). El socilogo EmileDurkheim neg en 1888 a la historia el rango de ciencia social, precisamente porque seocupaba de lo especial y, por ello, no poda llegar a afirmaciones generales,empricamente comprobables, que constituan el ncleo del pensar cientfico. A losumo, la historia poda ser una ciencia auxiliar que proporcionara informacin a la

    sociologa. Pero un gran cambio vendra poco despus cuando se produjo la ampliacindel objeto de la historia a la sociedad, a la economa y el acercamiento de la historia alas ciencias sociales, tal como lo plante desde la revista Revue de synthse historiqueen 1900 el filsofo Henry Berr. Desde este momento se lleg al convencimiento de queuna ciencia histrica moderna deba ocuparse ms de la sociedad, y al mismo tiempo,empezar a intimar ms con los mtodos sociocientficos, dice Iggers.

    Y fue a fines del siglo XIX y comienzos del XX cuando Wilhelm Diltheypropuso un nuevo tipo de ciencias, las que llam ciencias del espritu, distintas enobjetos y mtodos a las ciencias naturales, stas ltimas hoy llamadas ciencias duras.Es por ello que el germano-norteamericano Georg Iggers (1926) dice que la historia seconstituy en el siglo XIX en disciplina y empez a llamarse ciencia histrica,diferencindose del concepto ms antiguo de historiografa. Es cierto que la historia,

    por una parte, se distanciaba del objetivo cognitivo de otras ciencias, esto es, el deformular regularidades -o al menos modelos de explicacin concluyentes- y subrayabalos elementos de lo singular y de lo espontneo, los cuales exigan a la historia, comociencia cultural, una lgica especial de investigacin, encaminada a entender lasintenciones y los valores humanos. Se trata de Geisteswissenchaften: ciencias culturaleso ciencias humanas, que sugieren que es posible el conocimiento intuitivo. Laautodefinicin de la historia como disciplina cientfica, agrega Iggers, significaba para

    el trabajo profesional del historiador una rigurosa separacin entre el discurso cientficoy el literario, entre los historiadores profesionales y los aficionados.

    La historia ha debido enfrentar desde siempre una competencia que no esdesleal, ni mucho menos: el de la literatura. La materia plstica de la literatura, nos diceel autor de El otoo de la Edad MediaJohan Huizinga, (1872-1945) ha sido y es entodos los tiempos un mundo de formas que es, el fondo, un mundo histrico. Lo queocurre es que la literatura puede manejar esa materia sin someterse a los postulados dela ciencia, Vale decir, la odiosa cita a pie de pgina. En Venezuela tenemos a unclebre escritor de ficcin y de historia enemigo declarado de las citas a pie de pgina:

    don Mariano Picn Salas,(1901-1965), a las cuales calific de dolo universitario.Estas son sus palabras: Se llega a escribir- y es un peligro de la Universidad moderna-

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    para otros catedrticos o para llenar aquella hoja de figuracin y merecimientos con quese asciende en la carrera profesoral. Hay por ello cierto idola Universitatis que noconoci Bacon, y hay estudios eruditos que de puro perfectos eliminaron la

    personalidad y sensibilidad del investigador. Por eso ms que el ciego acarreo del datome interes su tipicidad, y a la pgina plagada de citas prefer, de acuerdo con mi

    temperamento, lo que revelaba no slo un esfuerzo de transmitir noticias, sino lo que eshumanamente ms urgente: entenderlas.

    Y el caroreo Guillermo Morn, primer venezolano en conseguir hacerse Doctoren Historia (Madrid,1954) , ahora reconocido autor de ficciones dice: La literatura estodo, solamente que yo diferencio la literatura historiogrfica, donde se amarra laimaginacin y hay que atenerse a los documentos y al estudio

    profundo de la Historia sin mucha imaginacin () en cambioen la literatura de ficcin, el cuento, la novela, la fbula, ah hay

    que soltar la imaginacin () en todo caso la literatura necesitasoltar la imaginacin () Ac disentimos del autor de la novelaEl gallo de las espuelas de oro, pues afirmo que la historiacientfica tambin requiere de mucha imaginacin, como todaslas ciencias. Guillermo Morn cuando se refiere a la historia sehace eco de Ranke, cuando el llamado prncipe de loshistoriadores alemanes cuando descubri por comparacin ladiferencia entre los retratos de Luis XI y de Carlos el Temerarioy que hizo poca en su vida; en su ancianidad dijo Ranke:Descubr por comparacin que la verdad era ms interesante yhermosa que la ficcin. Me desvi de sta (la ficcin) y decid evitar toda invencin eimaginacin en mis trabajos, y sujetarme a los hechos. Por ello es que he afirmado queel Dr. Morn (1926) es un destacado representante en Venezuela del historicismoalemn o tambin llamado historicismo clsico del siglo XIX, que considera lahistoria como una disciplina que estudia lo particular, si bien contina convencido deque la exposicin histrica debe seguir unos criterios literarios, concepcin de lahistoria que tanta acogida y entusiasmo levant en la Espaa de la dictadura deFrancisco Franco (1936-1975). Pero antes de irse de beca a Espaa, el joven profesor dehistoria egresado del Instituto Pedaggico de Caracas haba escrito y publicado cuentos,

    poemas, as como un relato de historia novelada Nuestra Seora de la Madre de Diosde Carora.

    Guillermo Morn08-02-1926

    El medievalista francs George Duby (1919-1996), en su obra Europa en laEdad Media(1979) escribe: Imaginemos. Es lo que siempre estn obligados a hacerlos historiadores. Su papel es el de recoger los vestigios, las huellas dejadas por loshombres del pasado, establecer, criticar escrupulosamente un testimonio. Pero esashuellas, sobre todo las que han dejado los pobres, la vida cotidiana, son ligeras ydiscontinuas. Respecto a tiempos muy lejanos como estos de aqu se trata, sonrarsimas. Sobre ellas se puede construir un armazn, pero muy endeble. No tenemosms remedio que imaginar la Europa del ao mil.

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    Sigamos hablando de la loca de la casa,la imaginacin. Los paleontlogosChristopher Stinger del Museo de Historia Natural de Londres y Peter Andrews delGrupo Orgenes Humanos de ese mismo Museo, por ejemplo, dicen que los hechosmateriales por s solos estn muy desvirtuados por un registro fsil en gran medidadependiente de la casualidad. Gran parte de las caractersticas que parecen distinguirnos

    esencial e irrevocablemente de nuestros parientes primates ms prximos forman partede los patrones de conducta, preservados en el registro fsil con muy poca frecuencia, oincluso nunca. Estas caractersticas deben ser reconstruidas a partir de nuestra pequea,aunque creciente, provisin de material fsico, minuciosamente examinado y descritocon la ayuda de las tecnologas ms sensibles, e interpretando en la movediza fronteradonde se integran un custico escepticismo y una imaginacin abierta. En otroscasos, como en las llamadas ciencias duras como la Teora de la Relatividad y la Fsicacuntica, as como las Supercuerdas o el Teorema de Bell, por ejemplo, son unosalardes de imaginacin. Estos fsicos son ms que cientficos unos filsofos. Y noolvidemos que el socilogo estadounidense Wright Mills (1916-1962), quien nos hablde la inmoralidad superiorde la sociedad estadounidense, escribi en 1959 nada ms y

    nada menos que Laimaginacin sociolgica. Es que la manera de pensar cientfica esimaginativa y disciplinada al mismo tiempo. Esta es la base de su xito, nos recuerdaCarl Sagan, premio de la Academia Nacional de Ciencias de los EEUU.

    La hermenutica o interpretacin de un texto del pasado requiere de muchaimaginacin. El intrprete no puede entender el contenido semntico de un textomientras no sea capaz de representarse las razones que el autor podra haber aducido enlas circunstancias apropiadas, dice Jrgen Habermas. Pero puedeocurrir que entendemos un texto recibido merced a lasexpectativas de sentido que nacen de nuestro propioconocimiento previo de la cosa. Es ac cuando Hans GeorgGadamer (1900-2002), autor de Verdad y mtodo (1960),utiliza la imagen de horizontes que se funden, es decir que en el

    proceso de comprensin, contrafcticamente superador deltiempo, el autor (ubicado en el pasado y que supiera cmo esnuestro proceso de interpretacin ac, en el futuro) tendr queliberarse de su propio horizonte contemporneo, del mismomodo que nosotros ampliamos nuestro propio horizonte cuandocomo intrpretes nos introducimos en su poca. Sin embargo,dice Habermas, Gadamer piensa que el saber encarnado en el

    texto es un principio superior al del intrprete, por lo que permanece prisionero de laexperiencia del fillogo que se ocupa de textos clsicos. Para Gadamer, como para PaulRicoeur (Tiempo y relato, 1983) ningn texto puede ser comprendido tal como fue

    pensado.

    Hans Georg Gadamer1900 2002

    Pero cuando se trata de testimonios, los documentos, an los ms claros enapariencia y los ms complacientes no hablan sino cuando se sabe interrogarlos, diceBloch tomndole la palabra a Droysen, historiador alemn del siglo XIX, y que nuestroMarc Bloch ha debido estudiar durante su pasanta en el pas germano entre 1908 y1909. No todas las preguntas se le pueden hacer a un texto del pasado, pues tienen que

    ser las apropiadas. Una vez un participante de posgrado me dijo que se interesaba en miLnea de investigacin, las mentalidades. Yo le pregunt sobre su tema-problema, a lo

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    que respondi que se interesaba en las ideas y las formas de pensar de los negrosesclavos del Valle del Ro Turbio de Barquisimeto en el siglo XVIII. Medit antes decontestarle que aquello no era posible, porque los esclavos dejaban pocos o casi ningntestimonio escrito de sus inquietudes personales. En todo caso -y en esto me ayud elProfesor M.Sc. Arnaldo Gudez- le dije al joven que los registros de los esclavos se

    remiten a las observaciones de cantidad, peso o estado de salud de la mano de obraesclava que anotaron los blancos criollos esclavistas o sus mayordomos de sushaciendas.

    En un documento de 1585, Constituciones y ordenanzas de laCofrada delSantsimoSacramentode Carora estudiada por quien escribe, encontr repetidamentelas palabras orden y obligacin, las cuales se repiten reiterativamente (y unidas) 14veces en el texto. Aquello no lo pude entender hasta que repas un libro del malogradoAngel Rama (1926-1983) titulado La ciudad letrada, quien nos dice que eran palabrasclaves del discurso del siglo XVI. Se trata de la ciudad escritural, pues el imperioespaol era una gigantesca construccin en escritura basada en el orden y en la

    obligacin. Pero los silencios tambin le dicen mucho al investigador. As entr encuenta que en las Constituciones faltaba una palabra religiosa clave para entender elsiglo XVI, esto es, la palabra sin base bblica Purgatorio(pues naci en el siglo XIII enla Isla de Francia) y que est ligada a la vida de ultratumba, un tercer lugar distinto alcielo y al infierno que modific la geografa del ms all, dice Jacques Le Goff. Todoeste hacer interpretativo y de imaginacin puede recibir un nombre distinto al deciencia? Me resisto a creer que no.

    Pero, con todo, la ciencia debe saber expresarse con elegancia y belleza. Veamosun ejemplo notorio y paradigmtico en los trabajos de Albert Einstein en 1905, queanuncian la llegada triunfal de la teora de la relatividad: su lenguaje es ahorrativo,cauto, claro y sin un pice ms de complicacin que la necesaria. Su aire desinteresado,su circunspeccin y modestia son agradables, dice Sagan. Cada ciencia, escribe Bloch,tiene su propio lenguaje esttico, quien ms adelante agrega: Los hechos humanos sonesencialmente fenmenos muy delicados y muchos de ellos escapan a la medidamatemtica. Para traducirlos bien y, por lo tanto, para comprenderlos bien (acaso es

    posible comprender perfectamente lo que no se sabe decir?) se necesita gran finura dellenguaje, un color adecuado en el tono verbal. All donde es imposible calcular seimpone sugerir. Georges Duby (l919-1996) dice que los escritos terminados de Blochnos parecen hoy demasiado preciosos, demasiados montonos en su preciosidad. En las

    grandes obras de Bloch, Febvre, Fernand Braudel, Georges Duby, Jacques Le Goff,Emmanuel Le Roy Ladurie, Robert Mandrou, Michel Vovelle, Francois Furet y otros,los historiadores de losAnnaleslograron algo que sus colegas alemanes y franceses porlo general no conseguan, a saber, el unir la cientificidad rigurosa con la buena literaturay ganarse la aceptacin de un amplio pblico.

    Lucien Febvre escribi su Martn Lutero. Un destino (1927) casi como unanovela en torno a un personaje atormentado por la duda y el temor a la condenacineterna; en tanto que Los reyes taumaturgos (1924) de Bloch est como atravesado poruna fina irona y de un escepticismo que delata su origen tnico hebreo. Bloch sola

    decir que estos productos (los documentos) de una labor desigual, hay queclasificarlos, ordenarlos, compararlos los unos con los otros, a lo que agrega Duby: y

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    luego construir con ese material las capillas sixtinas de la historia, una de las obras dearte supremas hechas por la humanidad en la que en los que los relatos o escenasindividuales no estn apiladas unas encima de otras hacia lo alto precisamente porque seencuentran en una esfera irreal en lo alto de una arquitectura ficticia. Esta magnificaestratagema (artimaa la llama Gombrich) de Miguel Angel en lo pictrico, sugiero yo,

    ha de constituirse en una bsqueda constante en la manera de presentar el discursohistrico, que es en el fondo una forma de literatura. Es el problema de la expresin.Recordemos con Paul Ricoeur (1913) que las descripciones y redescripciones delmundo y del yo dentro de los cuales habitamos son, de hecho, construcciones de tipoeminentemente artstico.

    El carcter narrativo de la historia desde Tucdides hasta Ranke, desde Csarhasta Churchill, ha sido determinado por tres premisas, dice Georg Iggers. La primera:la exposicin histrica describe a personas que existieron realmente y acciones querealmente tuvieron lugar, y debe corresponder a esa realidad, es decir, debe serverdicas. Segundo: la exposicin sigue estas acciones en su sucesin diacrnica, es

    decir, slo conoce un tiempo unidimensional, en que los sucesos posteriores sigue a losanteriores y se hacen comprensibles gracias a stos (vase el octavo pecado, elcronologismo). Tercero: presupone que las acciones humanas reflejan las intencionesde los que actan (accin intencional). Son precisamente estas premisas las que, en los

    profundos trastornos del siglo XX, se han ido poniendo paulatinamente en tela de juicio.Destaquemos el llamado giro lingstico tal como lo formul Lawrence Stone, el finde la creencia de que sea posible la explicacin cientfica coherente de lastransformaciones del pasado, segn sostiene este representante de la llamada derechahistrica britnica. Otro son las teoras posmodernas que van ms all de Stone, quedefienden la opinin de que toda coherencia es sospechosa. La idea fundamental de lateora historiogrfica posmoderna consiste en negar que la historiografa haga referenciaa la realidad. As, Roland Barthes (1915-1980) y Hayden White subrayan que lahistoriografa no se diferencia de la poesa, sino que ella misma es poesa. Whitesostiene que las fuentes pueden establecer los hechos, pero toda concatenacin de losmismos para obtener una visin global y coherente es determinada por apreciacionesestticas y morales, no cientficas. Las narraciones histricas manifiestamente sonficciones lingsticas (verbal fictions), cuyo contenido resulta tanto de la invencincomo del hallazgo y cuyas formaspresentan ms puntos en comn con sus equivalentesen la literatura que con los que puedan tener con la ciencia. ( Metahistoria. Laimaginacin histrica en laEuropa del siglo XIX, 1990).

    Estas ideas tan polmicas y que han sido el preludio de un intenso debate en lasltimas dcadas que no se ha cerrado, tiene que ver con una preocupacin por lasignificacin de la Historia como forma del lenguaje literario escrito, escribe Arstegui.La Historia, dicen los posmodernistas, no se distinguira sustancialmente del relatoliterario de ficcin. Es White quien la introduce y mantiene fundamentalmente estamanera de ver original del new criticism americano. Para sostener su tesis extraeelementos de la historiografa del siglo XIX y que va de Hegel a Croce, pasando porMichelet, Ranke, Tocqueville, Burckhardt, Marx y Nietzsche, reunidos todos bajo elapelativo de la imaginacin histrica en la Europa del siglo XIX. La elaboracinhistoriogrfica no se diferenciara de la que prepara un relato de ficcin, una novela en

    la que pueden contarse sucesos reales pero donde el criterio de verdad no juegaabsolutamente papel alguno. La escritura de la Historia es una forma ms, por tanto, de

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    la escritura de ficcin. La escritura de la Historia es tanto una ficcin como unhallazgo, dir White. Contar una buena historia y contarla bien, con buen estiloliterario, tal es la clave. Ms importante sera entonces la interpretaciny no la realidadobjetiva, todo lo cual tiene, digo yo, un claro sabor nietzschiano. El llamadodeconstruccionismo sostiene que el texto es un discurso cerrado en s mismo y, en

    consecuencia,no puede tener comoreferencia una realidadexterna a l. Esta idea acaba,como puede verse, con el concepto de documento tal como fue cuidadosamenteelaborado desde la aparicin de la ciencia historiogrfica en el siglo XIX. Estas

    posiciones posmodernistas hay que advertirlo- han derivado en forma de filosofa de lahistoria y, en consecuencia, carecen de cualquier posibilidad de orientar una prcticainvestigadora y ni siquiera la prctica discursiva. Eric Hobsbawm dice que Cuando una

    persona inocente es juzgada por asesinato y desea probar su inocencia, lo que requiereno son tcnicas del terico posmoderno, sino del historiador de la vieja escuela.

    Cuarto pecado: Determinismo.

    El materialismo histrico se calificabahabitualmente

    -a veces incluso por parte de los marxistas-de determinismo econmico

    Eric Hobsbawm, 1994.

    Fueron los positivistas los que empeados en trasladar las leyes de lanaturaleza a la sociedad los que crearon los determinismos de medio fsico (FriderichRatzel, Antropogeografa, 1882, y Carl Ritter, La geografa en relacin con lanaturaleza y el hombre, 1817-1859) y el determinismo de raza (Joseph ArthurGobineau, Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, 1853). El autor deVida de Jess, Auguste Renan declara a menudo que los judos representan la religincomo los griegos el intelecto, una tradicin que se trasmite como los caracteresgenticos en el mundo natural. El escritor e historiador positivista venezolano LaureanoVallenilla Lanz le toma la palabra a Gustave Le Bon para decir Las pasadas

    generaciones han desconocido que ese conjunto de sentimientos que se llama carctery que son los verdaderos mviles de la conducta, el hombre los posee cuando viene almundo; pues como estn compuestos por la herencia de sus antepasados influyen en lcon un peso del cual nadie es capaz de liberarlo, y desde el seno de la tumba todo un

    pueblo de muertos le dicta imperiosamente su conducta.

    La montaa es ms religiosa que la tierra llana, sostenan estos determinismos.Quien escribe estas lneas ha descubierto que una ciudad llanera y del semiridovenezolano, como Carora (430 metros sobre el nivel del mar), es y fue tanto o msreligiosa que Mrida o La Grita, localidades de los Andes de temperamento suave o

    templado conocidas y reconocidas por su acendrado y raigal catolicismo. Gracias aldeterminismo de raza ciertos autores han visto nuestra mezcla de distintas etnicidades,

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    de espaoles, indios y negros como una degeneracin del tipo venezolano, un mestizoproclive a la pereza, la flojera, el alcoholismo, de temperamento proclive a la pendenciay al desorden. De all bien podra interpretarse la expresin merienda de negros.

    No menos grave como daino para la comprensin de la historia, es eldeterminismo econmico en el que militan los malos marxistas. Sostienen que lareligin, el arte y los modos de pensar son meros reflejos de la base econmica. Talteora del reflejo la tom Federico Engels de la ptica del siglo XIX, debo aclarar.Carlos Marx no dijo nunca tal cosa, ms bien lo que hizo fueincorporar lo econmico a la explicacin de los hechos yfenmenos histricos, pues el positivismo de la poca se empeabay centraba su atencin en los grandes jefes de estado y en las

    batallas y los acuerdos internacionales e ignoraba olmpicamente laeconoma. Lo econmico explica muchas cosas, esto es cierto.Pero no todas. Edward Palmer Thompson (1924-1993) escribi

    con genialidad que: Pero la entera sociedad abarca muchasactividades y relaciones (de poder, de consciencia, sexuales,culturales, normativas) que no son el objeto propio de la economa

    poltica, que han sido definidas fuera de la economa poltica ypara los cuales esta disciplina no tiene trminos con qudesignarlas. Se trata este determinismo, pues, de una especie de dualismoacadmico que se expresa en y con la distincin entre base y superestructuraideolgica, como dice el filsofo Alasdair Mac Intyre.

    Edward Palmer T.1924-1993

    Eric Hobsbawm (1917), el mayor historiador vivo en el presente, dice que laEscuela de los Annales no necesit que Marx le llamara la atencin sobre lasdimensiones econmicas y sociales de la historia. Que hay pases en Asia o en AmricaLatina en los cuales la transformacin, cuando no la creacin de la historiografamoderna casi puede identificarse con la penetracin del marxismo. De la influenciamarxista, dice, se ha identificado con unas cuantas ideas relativamente sencillas, aunquedotadas de gran fuerza, pero que en absoluto son necesariamente marxistas, que no sonrepresentativas del pensamiento maduro de Marx. Llamaremos a este tipo de influenciamarxista vulgar y el problema consiste en separar los componentes marxista vulgar ymarxista en el anlisis histrico. El marxismo vulgar segn este historiador marxista

    britnico, comprenda principalmente los siguientes elementos:

    1 La interpretacin econmica de la historia, esto es, la creencia de que elfactor econmico es el factor fundamental del cual dependen los dems; y, de modoms especfico, del cual dependan fenmenos que hasta ahora no se consideraban muyrelacionados con asuntos econmicos.

    2 El modelo base y superestructura (que se usa de la forma ms generalizadapara explicar la historia de las ideas). A pesar de las propias advertencias de Marx yEngels, este modelo sola interpretarse como una simple relacin de dominio ydependencia entre la base econmica y la superestructura, medida a lo sumo por

    3 El inters de clase y la lucha de clases. Uno tiene la impresin de quevarios historiadores marxistas vulgares no leyeron mucho ms all de la primera pgina

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    del Manifiesto comunista, y la frase la historia (escrita) de todas las sociedades que hanexistido hasta ahora es la historia de las luchas de clases.

    4 Las leyes histricas y la inevitabilidad histrica, de la cual se exclua locontingente, en todo caso en el nivel de la generalizacin sobre los movimientos a largo

    plazo. De ah la constante preocupacin de los primeros escritores sobre historiamarxista por problemas como el papel del individuo o de la casualidad en la historia.

    5 Temas especficos de la investigacin histrica que se derivaban de losintereses del propio Marx: por ejemplo, el inters por la historia del desarrollocapitalista y la industrializacin, pero, a veces, tambin de comentarios fortuitos.

    6 Temas especficos de la investigacin que se derivaban no tanto de Marxcomo del inters de los movimientos asociados a su teora: por ejemplo, el inters por laagitacin de las clases oprimidas (campesinos, obreros), o por las revoluciones.

    7 Varias observaciones sobre la naturaleza y los lmites de la historiografa, quese derivan principalmente del nmero 2 y servan para explicar los motivos y losmtodos de los historiadores que afirmaban no ser nada ms que buscadores de laverdad y se enorgullecan de determinar sencillamente wie es eigentlich gewesen(mostrar lo que de hecho ocurri, como escribi Ranke en 1824 en su obra primerizaHistoria de los pueblos romnicos y germnicos)

    Debemos aclarar que Hobsbawm no repudia la etiqueta de marxista, aunque esimprecisa, aclara. Sin Marx, dice, no se hubiera despertado en m ningn intersespecial por la historia. Marx y los campos de actividad de los jvenes radicalesmarxistas me proporcionaron mis temas de investigacin e inspiraron mi manera deescribir sobre ellos. Este gran historiador sufri la pena de constatar que no habanimos para publicar sus libros en la difunta URSS, a pesar de que era miembro delPartido Comunista y de que fue el encargado de publicar las obras completas de Marx yEngels en el Reino Unido, as como tampoco encontr quien editara su Historia delsiglo XX al francs. Dice adems este investigador que tampoco el trabajo de losmarxistas, o el de otros, debera juzgarse segn las etiquetas polticas que, ellos u otros,

    pongan en su solapa.

    Este ha sido el caso de mi tesis de maestra sobre la educacin secundaria en

    Carora en el siglo XIX: Del Colegio La Esperanza al Colegio Federal Carora, 1890-1937 (1997) En nuestros medios acadmicos se concepta casi como un pecado no sermarxista, o en todo caso, serlo. Sucedi que los marxistas vulgares dijeron que mitrabajo careca de lucha de clases, aunque yo descubr que era una educacinminoritaria, slo y casi exclusivamente para una clase social. No es esto, acaso, unamanifestacin de un clasismo excluyente que le negaba el acceso a la educacin algrueso de la poblacin de la ciudad? Haba en los das de la fundacin del Colegio LaEsperanza 8.000 habitantes, de los cuales slo 22 entraron a la institucin, ninguno eramujer! Otros marxistas vulgares, cegados por el odio de clases, exclamaron que yo erademasiado indulgente con la godarria de Carora, y que ella no se mereca los elogiosque les di: haber llevado la imprenta en 1875, fundado un colegio de secundaria en

    1890, un club recreativo (excluyente) en 1898, un diario (que an circula) en 1904, unliceo para seoritas en 1915, la raza de ganado tipo Carora en la dcada del 30, un

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    antecedente de la Teologa de la Liberacin a principios del siglo XX, una plantaelctrica sin ayuda del gobierno, una lite intelectual que comenz a formarse en eseviejo Colegio, aunque remarqu el carcter elitesco de su vida, su endogamia enfermiza,as como su terrofagia sin lmites, su sumisin a las dictaduras de Juan Vicente Gmez(1908-1935) y Prez Jimnez (1952-1958), as como la violenta prdida de su

    hegemona en los ltimos decenios.

    Los no marxistas, por el contrario, adujeron que los fundadores del Colegio noeran ricos, a lo que yo respond que no lo eran para los estndares de comienzos delsiglo XXI, que hasta el financista de aquel instituto particular lleg a ser calificadoprimera riqueza del Distrito por aqul entonces. Creo que existe en esos sectores unacierta vergenza que les impide declararse gente de fortuna, como deca Pierre Vilar.Otros me calificaron de funcionalista porque, segn dijeron, el colegio funcionaba

    para los godos de Carora. Por la televisin, un comentarista dijo el autor, a pesar de ser

    marxista, no es mezquino con el magisterio del doctor Ramn Pompilio Oropeza, elfundador de la institucin. All se deja entrever la percepcin que tienen de este

    pensamiento estos sectores: la misin del marxismo y de los marxistas es la de demolerlo que han construido secularmente las clases dominantes. No han podido entender loscrticos venidos de ambas posiciones que mejor elogio a la burguesa lo escribieronCarlos Marx y Federico Engels en el Manifiesto Comunista de 1848.

    Quien escribe estas lneas se dio cuenta que la endogamiaes un fenmeno queparticipa en el resguardo y evita la dispersin de las fortunas y los linajes, pero que

    quien la logra establecer es la Iglesia catlica a travs de lasdispensas matrimoniales. Las creencias religiosas regulan lavida de la sociedad, la moral, la alimentacin, el sexo y en elcaso que nos ocupa, la propiedad de la tierra en Carora del sigloXVIII. El matrimonio acta como una suerte de juncin de lomaterial y lo espiritual, pues sostiene la infraestructuras, diceDuby. Esta incomprensin se debe a que los malos marxistasson incapaces o no se atreven a leer a Max Weber o alhistoriador marxista de las mentalidades Michel Vovelle o a los

    britnicos Eric Hobsbawm, Edward Thompson, renovadores delmarxismo desde una perspectiva culturalista, cercana, paralela a

    la de los Anales.

    Georges Duby1919 - 1996

    Yo evit a toda costa evitar todo determinismo cuando escrib Llave del Reinode los Cielos. Iglesia catlica, cofradas y mentalidad religiosa en Carora, siglosXVI al XIX. (2002), mi Tesis Doctoral. La investigacin me condujo a pensar queestaba en presencia de una sociedad de creyentes, en donde la religin instituida jugabaun papel central, determinante. El grueso de la poblacin estaba inscrito o perteneca auna hermandad o cofrada a finales del siglo XIX, y que despus de dos siglos deEnciclopedismo y de positivismo, un obispo en visita pastoral en 1898 administr 2.300confirmaciones en una ciudad como Carora que no tena ms de 8.000 almas. De tal

    modo pues, que el marxismo determinista no tena nada que hacer all, pues loeconmico era reglado firmemente por la Iglesia catlica, desde el matrimonio hasta la

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    propiedad de la tierra, hasta la dieta, el trabajo, el descanso, la medida del tiempo y lasfiestas. A tal punto me llev la investigacin archivstica y la reflexin, que al final

    pude afirmar que el producto mejor elaborado por la Iglesia en estos lares ha sido lagodarria carorea. De modo que la superestructura religiosa era tan o msdeterminante que la base econmica de la sociedad!. Vivimos bajo los efectos del

    Concilio de Trento.

    Los determinismos en historia devienen tambin de los determinismos de lalectura. Cierta vez una participante de postgrado en historia me espet duramente

    porque suger emplear las categoras de anlisis del funcionalismo norteamericano,tales como las llamadas Redes sociales. No comprenda aquella dama que la sociedadtiene sus mecanismos para permanecer estable y que el cambio revolucionario esatenuado o postergado por estos mecanismos. De otra forma no se podra entender laextremada estabilidad del rgimen colonial en la Amrica hispana que se extendi por300 aos. Nueva Espaa, dice el mexicano Octavio Paz, era una sociedad para durar, no

    para cambiar. En estas sociedades existieron unas verdaderas redes de sociabilidadcomo las cofradas que satisfacan las necesidades mundanas y extramundanas de loscreyentes a ellas afiliados. Ellas explican, en cierto modo esta tremenda estabilidad detales sociedades, a lo que habra que agregar que tales hermandades sobrevivieron a loshechos iniciados en 1810 y nos llegan hoy hasta alcanzarnos.

    Pero existe un curioso determinismo que yo llamo de signo inverso, y no es otroque el que ha sufrido el autor de Economa y sociedad (1922), el socilogo alemnMax Weber (1864-1920), la creencia vulgar que le atribuye la teora de que el

    protestantismo es la causa del capitalismo. Es unadeformacin que se remonta a fuentes secundarias quesurgieron con un pecado de parcialidad, nos dice Jos MedinaEchavarra, prologuista de la edicin del Fondo de CulturaEconmica en 1944. Creo que ello se debe, digo yo, al ttulode su obra ms polmica, La tica protestante y el espritudel capitalismo (1904-1905), trabajo que al igual que elManifiesto comunistade Marx y Engels, apenas se le leen sus

    portadas y acaso sus primeras pginas de forma apresurada yacrtica, nunca su texto ntegro. En otras ocasiones no se leenlos originales, sino que se conoce a los autores por referencias

    que hacen de ellos terceras personas.

    Max Weber1864 920

    Existe otro tipo de determinismo, digo yo, y no es otro que el determinismo delas fuentes. Los positivistas del siglo XIX, y sus seguidores hasta el presente,consideran un nico tipo de fuentes: las escritas, su majestad el documento (en latndocere, ensear). Raramente indicaban que estos documentos y los procedimientos, (loscriterios empricos para valorarlos), slo eran aplicables, dice Hobsbawm, a una serielimitada de fenmenos histricos, toda vez que aceptaban sin espritu crtico que ciertosfenmenos eran merecedores de estudio especial mientras que otros no lo eran. Unametodologa que se prestaba mucho a la narracin cronolgica. Fue la escuela de

    Anales quien rompi esta tradicin decimonnica al considerar a cualquier rastro omanifestacin dejado por la humanidad como un documento: el arte, las herramientas,

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    las costumbres. En mi tesis doctoral sobre la mentalidad religiosa en Carora desde elsiglo XVI al XIX, hube de revisar decenas de placas mortuorias colocadas en las

    paredes, as como los muy odiados y polmicos muebles de la iglesia de San JuanBautista del Portillo de Carora, los cuales tenan colocados los nombres de sus

    propietarios para que otras personas distintas a los de la godarria no pudiesen sentarse

    en ellos. Fueron retirados estos polmicos mueblesen 1969!. Otro tanto sucedi conla iconografa religiosa, pues hube de establecer por medio del mtodo comparativo lassemejanzas y las diferencias entre la virgen del Rosario de la Chiquinquir de Aregue(localidad cercana a Carora, estado Lara) y la misma virgen en sus variantes enLobatera (estado Tchira), Barinas (en el estado del mismo nombre), Maracaibo (estadoZulia), y por supuesto la Chiquinquir del Nuevo Reino de Santa Fe (Boyac), devocinmariana de las ms antiguas de Amrica y que data del siglo XVI. Fue estedeterminismo de las fuentes el que hizo a los historiadores del siglo XIX expertosinsuperados en documentos escritos, pero los haca desconocedores de la economa, laantropologa o la sociologa, ciencias que por aquellos aos daban sus primeros pasos.Fue el filsofo Henry Berr quien propugn en 1900 una historia que recogiese todos los

    sectores de la actividad social, idea que se materializ cuando Bloch y Febvre fundaronla escuela analista en 1929.

    Quinto pecado: Provincianismo.

    La historia de la identidad no essuficiente.

    Eric Hobsbawm, 1994.

    Es el pecado de suponer que nuestra localidad de nacimiento o de residencia yque nuestra propia formacin acadmica son el centro o el ombligo del mundo, quefuera de ellas nada vale la pena o puede despertar nuestro inters. El principal peligro noes la tentacin de mentir sino la tentacin de aislar la historia de una parte de lahumanidad-la del propio historiador, por haber nacido en ella o haberla elegido-delcontexto ms amplio, nos dice Hobsbawm. No entienden estos pecadores que nuestrareligin catlica es un credo universal o Katolicus, y que nuestra lengua la hablan msde 400 millones de personas en nada ms y nada menos que 23 pases, incluidos losEEUU. Hace unos aos quien escribe estas reflexiones investig los inicios de uncolegio particular de enseanza secundaria en Carora del siglo XIX. En ese humilde yprovinciano instituto llamado La Esperanza, el plan de estudios contemplaba laenseanza de lenguas universales: el latn como una lengua sagrada, lengua que fue

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    universal hasta el siglo XVII , vnculo en la actualidad entre los 1.200 millones depersonas que profesan esta fe milenaria en Cristo, aunque no lo hablen, como sostieneBenedict Andersen. La otra lengua que se enseaba en aqul colegio decimonnico noes menos universal que la del Lacio, nos referimos al griego, vehculo en el cual seconstruy la civilizacin occidental. Palabras tan actuales como ciberntica y clonacin

    derivan de la lengua de Aristfanes. Y qu decir de la Fsica? El bueno del Doctor enMedicina, egresado de la Universidad Central de Venezuela en 1891, Lucio AntonioZubillaga, vicerrector del colegio arrastraba como el resto de la comunidad cientficadel orbe, la creencia en la hoy insostenible existencia del ter que rodeaba todos losfenmenos y que dio lugar a la llamada Fsica del ter, hoy parte del museo del

    pensamiento, como el positivismo.

    Provincianismo es tambin cerrarse a la lingstica, pues muchos cultores deClo desconocen el celebrrimo y controversial giro lingstico que se ha producidoen la comprensin de la historia desde que Lawrence Stone lo propuso en 1979 en la

    revista britnica Past and Present; cerrarse a la semiologa , a la paleontologa o a lafsica cuntica. Creo que desde que el fsico alemn Heinsenberg cre el principio deincertidumbre hace ya exactamente 80 aos, la ciencia de la historia ya no es ni podrser la misma. Y lo mismo podemos decir de la Teora de la Relatividad de Einstein quedespus de 1905 acab con la idea del tiempo en que navegaban Kant, Comte, Spencery el mismsimo Carlos Marx. En todo caso estamos encaminados hacia la teora de lacomplejidad, propuesta entre otros por Ilya Prigogine, premio Nobel de qumica en1977, quien propone que el conocimiento humano se dirige a una gran sntesis de lasciencias naturales y la humanas. Una Nueva Alianza entre las ciencias de la naturaleza ylas ciencias del espritu. La complejidad pide una nueva integracin entre culturacientfica y cultura humanstica. Dice Edgar Morin que esta dicotoma cartesiana

    puede y debe morir. Ya lo adverta don Miguel de Unamuno a fines del siglo XIX ycomienzos del XX: Una de las disociaciones ms hondas y fatales es la que aqu (enEspaa) existe entre la ciencia y el arte y los que respectivamente los cultivan. Carecende arte, de amenidad y de gracia los hombres de ciencia, solemnes, lateros, graves comoun corcho y tomndolo todo en grave, y los literatos viven ayunos de cultura cientficaseria, cuando no desembuchan, y es lo peor, montn de conceptos de ciencia maldigerida. Ciencia mal digerida o pseudociencia como la ha llamado Carl Sagan, que enla actualidad goza de un enorme prestigio. El escepticismo no vende, concluye elastrnomo y divulgador de la ciencia norteamericano, muerto en mala hora en 1996.

    Pascual Mora

    Provincianismo es tambin la tendencia muy del mundo hispnico a laborarindividualmente. Le tememos a las comunidades dediscurso. Jos Pascual Mora Garca, docente einvestigador de la Universidad de Los Andes, Tchira,Venezuela, estudioso investigador de la historia de laeducacin dice que se ha hecho demasiada historia dela educacin y de la pedagoga en el pas bajo este

    pernicioso criterio. La insociabilidad es uno denuestros rasgos caractersticos. Apena el nimo lacontemplacin de los estragos de nuestra

    insociabilidad, de nuestro salvajismo enmascarado,

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    escribe don Miguel de Unamuno. Y agrega el autor de La agonadel cristianismo:Asombra a los que viv