Lo Que Cuentan Las Antología

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hablo en términos “cuantitivos”, en el sentido de que una muestra de doce cuentos hubiera sido igual de repre- sentativa que una de quince; hablo, más bien, del hecho de que, desde mi punto de vista, estos tres relatos no alcanzan a redondear, a ofrecernos una historia plena y literariamente satisfactoria. Pero de la misma forma en que la muestra contiene historias perfecta- mente excluibles, siento que hay tres relatos de excelente factura que por sí solos validan y convalidan esta selec- ción y que, por otro lado, hablan del buen manejo del oficio que han alcan- zado sus autores: “El huérfano”, de Carlos Castán, “La ruleta rusa”, de Juan Bonilla, y “La segunda vida de Antonio Benítez”, de Marta Rivera. A ellos quiero referirme brevemente. “El huérfano”, como su título casi lo indica, es la historia de un joven que está a punto de perder a su madre. Ésta padece una enfermedad que, todo parece indicarlo, la llevará directa- mente a la tumba. La muerte de la madre, con todo, le abre al joven una perspectiva de vida por demás atrac- tiva: dejar el hogar paterno y el pueblo en el que vive y abrir su desarrollo humano al ancho y generoso mundo. El joven parece resignado a asumir su condición de huérfano cuando la cien- cia médica le abre a la madre la posi- bilidad de una cura y, de esa manera, de la salvación. El resto de la historia queda en las hábiles manos de Carlos Castán, quien nos ofrece un final por demás sorprendente y terrible. “La ruleta rusa” explora la natu- raleza humana desde otra vertiente: la de la enajenación y la deshuma - nización en medio de las cuales se debate la sociedad moderna. Estamos aquí ante un descarnado y crudo ejem- plo de menosprecio de la vida humana. Un canal de televisión orga- niza y transmite en vivo (el término no deja de contener cierta carga de ironía) un concurso de ruleta rusa. Frente a las cámaras, los partici- pantes deben jalar, uno tras otro, del gatillo de una pistola cuyo cargador contiene una sola bala. Frente a las cámaras, semana tras semana, los televidentes son testigos de cómo un ser humano (o más de uno) se-vuela- la-tapa-de-los-sesos. El “premio” por salir avante de la prueba no es, por supuesto, nada despreciable: un millón de pesetas para quien, literal- mente, sobreviva a su miseria humana. Por lo demás, el premio es acumulable y en el concurso se puede participar cuantas veces se desee... a condición, por supuesto, de seguir con vida. En determinado momento, uno de los concursantes acumula sesenta y cinco millones, resultado de su partici- pación en doce programas y dejando atrás cincuenta y tres cadáveres. Se convierte, así, en un verdadero ídolo nacional. Su trágico final (que es, tam- bién, el del relato) se convierte, por supuesto, en una tragedia nacional. “La segunda vida de Antonio Benítez” es, tal vez, el mejor de los relatos aquí recogidos. La historia que en él se cuenta es, acaso, tan vieja como vieja es la conciencia que de sí tiene el ser humano: la de aquellos individuos que, conscientes de su medianía y su grisura, buscan a toda costa trascender-y-dejar-huella. Antonio Benítez es un joven pue - blerino. Nada hay en su horizonte que le permita proyectarse. Todo en su entorno y todo en su persona lo con- dena a una vida sin mayores atrac- 171

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Por Agustín del Moral Tejeda

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  • hablo en trminos cuantitivos, en elsentido de que una muestra de docecuentos hubiera sido igual de repre-sentativa que una de quince; hablo,ms bien, del hecho de que, desde mipunto de vista, estos tres relatos noalcanzan a redondear, a ofrecernosuna historia plena y literariamentesatisfactoria.

    Pero de la misma forma en que lamuestra contiene historias perfecta-mente excluibles, siento que hay tresrelatos de excelente factura que por ssolos validan y convalidan esta selec-cin y que, por otro lado, hablan delbuen manejo del oficio que han alcan-zado sus autores: El hurfano, deCarlos Castn, La ruleta rusa, deJuan Bonilla, y La segunda vida deAntonio Bentez, de Marta Rivera. Aellos quiero referirme brevemente.

    El hurfano, como su ttulo casi loindica, es la historia de un joven queest a punto de perder a su madre.sta padece una enfermedad que, todoparece indicarlo, la llevar directa-mente a la tumba. La muerte de lamadre, con todo, le abre al joven unaperspectiva de vida por dems atrac-tiva: dejar el hogar paterno y el puebloen el que vive y abrir su desarrollohumano al ancho y generoso mundo.El joven parece resignado a asumir sucondicin de hurfano cuando la cien-cia mdica le abre a la madre la posi-bilidad de una cura y, de esa manera,de la salvacin. El resto de la historiaqueda en las hbiles manos de CarlosCastn, quien nos ofrece un final pordems sorprendente y terrible.

    La ruleta rusa explora la natu-raleza humana desde otra vertiente:la de la enajenacin y la deshuma -nizacin en medio de las cuales sedebate la sociedad moderna. Estamos

    aqu ante un descarnado y crudo ejem-plo de menosprecio de la vidahumana. Un canal de televisin orga-niza y transmite en vivo (el trminono deja de contener cierta carga deirona) un concurso de ruleta rusa.Frente a las cmaras, los partici-pantes deben jalar, uno tras otro, delgatillo de una pistola cuyo cargadorcontiene una sola bala. Frente a lascmaras, semana tras semana, lostelevidentes son testigos de cmo unser humano (o ms de uno) se-vuela-la-tapa-de-los-sesos. El premiopor salir avante de la prueba no es, porsupuesto, nada despreciable: un milln de pesetas para quien, literal-mente, sobreviva a su miseriahumana. Por lo dems, el premio esacumulable y en el concurso se puedeparticipar cuantas veces se desee... acondicin, por supuesto, de seguir convida. En determinado momento, unode los concursantes acumula sesenta ycinco millones, resultado de su partici-pacin en doce programas y dejandoatrs cincuenta y tres cadveres. Seconvierte, as, en un verdadero dolonacional. Su trgico final (que es, tam-bin, el del relato) se convierte, porsupuesto, en una tragedia nacional.

    La segunda vida de AntonioBentez es, tal vez, el mejor de losrelatos aqu recogidos. La historia queen l se cuenta es, acaso, tan viejacomo vieja es la conciencia que de stiene el ser humano: la de aquellosindividuos que, conscientes de sumediana y su grisura, buscan a todacosta trascender-y-dejar-huella.Antonio Bentez es un joven pue -blerino. Nada hay en su horizonte quele permita proyectarse. Todo en suentorno y todo en su persona lo con-dena a una vida sin mayores atrac-

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  • Las letras espaolas contemporneasatraviesan por un excelente momento.Sin duda alguna, sus principales representantes se han beneficiado delcrecimiento y la expansin que las edi-toriales espaolas han conocido en losltimos aos. Pero, desde mi punto devista, no se trata slo de un boom edi-torial. Cualquiera que haya ledo aautores como Antonio Muoz Molina,Javier Maras o Arturo Prez Reverte(por mencionar a tres de los ms representativos) coincidir conmigo enque, en efecto, las letras espaolasson, hoy en da, unas de las ms ricasy prolficas de nuestra lengua.

    Por fortuna, la lista no se agota enunos cuantos nombres. Por desgraciay no obstante el buen momento quevive la industria editorial espaola,nunca ser posible dar cuenta de todolo que en esas tierras se produce.

    En ese sentido, es de agradecerseque el estudioso espaol PedroDomene haya preparado unaantologa de lo que hoy en da traba-jan los escritores espaoles nacidos enla dcada de los sesenta y en losprimeros aos de los setenta, y queEn, el IVEC y la Universidad Veracru -zana hayan sumado esfuerzos parauna edicin conjunta que hoy aparecebajo el ttulo de Lo que cuentan loscuentos. Cuentos espaoles contem-porneos.

    Toda antologa, ya est visto aestas alturas, es, en resumidas cuen-tas, el producto de los personales enocasiones hasta el exceso criterios delantologador. Por muchos referentes

    objetivos que se manejen o preten-dan manejarse (en este caso la edadde los autores), al final siempreprevalecer o influir algn referentesubjetivo: el gusto, las inclinaciones,las preferencias del antologador o,desde otra perspectiva, sus animad-versiones, sus fobias, los juegos yrejuegos de su capilla. No estoy encondiciones, por supuesto, de alegaren favor o en contra de la inclusin ola exclusin de tal o cual escritor.Como dejo ver al principio de estaslneas, esta es la primera muestra quecae en mis manos de lo que losescritores espaoles que andan entrelos treinta y los cuarenta aos traba-jan hoy en da. Es a partir y slo apartir de esta primera muestra comopuedo emitir un juicio.

    En trminos generales, me pareceque estamos ante una muy buenamuestra de la joven cuentsticaespaola. La variedad de perspectivas,tratamientos y temas habla de una literatura viva y decidida a explorar lanaturaleza humana desde todos losngulos posibles. Desde mi muy per-sonal subjetividad, siento sin embargoque la antologa nada habra perdidosi el seleccionador hubiera dejadofuera dos o , incluso, tres de los relatosfinalmente incluidos (Y por eso hetirado el caf, El futuro de un arcn-gel y El origen de las especies). Y no

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    Lo que cuentan las antologas*

    * Lo que cuentan los cuentos (Cuentos espaolescontemporneos). Seleccin e introduccin de PedroDomene. UV, Xalapa, 2001, 219 pp.

  • tivos. Pero l se rebela a su destino. Ylo hace de una manera por demsinteresante: viajando. Slo que sus via-jes son... imaginarios, Para ello, le pidea su padre que le compre laEnciclopedia Espasa, se encierra apiedra y lodo a estudiarla y luego sededica a enviar postales a su pueblodesde las lejanas tierras a las que suenfermiza imaginacin lo lleva. Porfin, Antonio Bentez crece. Del oscurohijo del oscuro dueo de una funeraria,pasa a ser el hombre ilustrado, conoce-dor de mundo y cosmopolita que todosqueremos ser. Hace entonces su rea-paricin triunfal en el pueblo y se con-vierte en una verdadera celebridad. Lafarsa, para su desgracia, no duramucho tiempo y la trama se resuelvede manera por dems trgica.

    Pero cuando digo que estos tresrelatos son de excelente factura, noquiero decir que los nueve restantes sal-ven apenas los criterios de legibilidad.Por lo contrario. Cuentos como Manosde plata, de Guillermo Busutil;Alguien llama, de Paula Izquierdo;La Miss, de Jos Manuel BentezAriza; Religin, de Carlos Peramo;

    La carretera de Biescas, de IgnacioGarca Valio, y La noche de lasdoscientas estrellas, de NicolsCasariego, alcanzan un nivel, para migusto, ms que aceptable y terminan dedarnos un buen panorama del excelentemomento que vive el cuento espaolentre las nuevas generaciones deescritores.

    Si queremos seguirles la pista alos autores que dentro de muy pocotiempo, con toda seguridad, darn dequ hablar ms all de las fronterasdel Estado espaol, en esta antologatenemos un excelente adelanto. Elvaco que este ttulo cubre es atodas luces valioso: mientras lasgrandes editoriales slo parecenapostar a favor de los autores con-sagrados, editoriales como En, elIvec y la U.V. se desprenden de cri -terios mercantiles, arriesgan y apues-tan a favor de escritores con menosespacio, pero no por ello carentes devala. La calidad de los relatos queconforman Lo que cuentan los cuentosconfirma que, en este caso, la flechadio en el blanco.

    Agustn del Moral*

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    * Es narrador y editor de la UV su novelaNuestra alma melanclica en conserva. Fue edi-tada recientemente por la UV con un prlogo deVicente Leero.