Libro decimo octavo

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Libro decimo octavo La Ciudad Terrena Hasta El Fin Del Mundo

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Libro decimo octavo

La Ciudad Terrena Hasta El Fin Del Mundo

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Prometí escribir el nacimiento, progreso y fin de las dos Ciudades, la

de Dios y la de este siglo, en la cual anda ahora peregrinando el linaje humano; prometí, digo, escribir esto después de haber convencido y refutado, con los auxilios de la divina gracia, a los enemigos de la Ciudad de Dios que prefieren y anteponen sus dioses a Cristo, autor y fundador de esta Ciudad, .

Pero después, desde el padre Abraham hasta el tiempo de los reyes de Israel, donde concluimos el Libro XVI, y desde allí hasta la venida de nuestro Salvador en carne humana, que es hasta donde llega el libro XVII, parece que ha caminado sola, en lo que hemos ido escribiendo, la Ciudad de Dios, siendo así que tampoco en este siglo ha caminado sola la Ciudad de Dios, sino ambas juntas a lo menos, en el linaje humano, como desde el principio;

CAPITULO PRIMERO

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En la sociedad humana (que por más extendida que esté por

toda la tierra, y por muy apartados y diferentes lugares que ocupe, está ligada con la comunión y lazo indisoluble de una misma naturaleza

De aquí provino, no sin alta providencia de Dios, en cuya mano está que cada uno salga, vencido o vencedor en la guerra, que unos tuviesen reinos y , otros viven sujetos a los que reinan.

Así que reinaba ya Nino, segundo rey de los asirios, habiendo sucedido a su padre, Belo, que fue el primero que reinó en aquel reino, cuando nació Abraham en la tierra, de los caldeos

Pero todo esto, antes de la fundación de Roma, en comparación del reino de los asirios, se tuvo por cosa fútil y de poco, momento; aunque confiese también Salustio, historiador romano, que en Grecia florecieron mucho los atenienses,

CAPITULO II

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En estos tiempos, según la divina promesa, le nació a Abraham,

siendo de cien años, su hijo Isaac, de Sara, su esposa, la cual, siendo estéril y anciana, estaba desahuciada de poder tener hijos

El reino de los argivos comenzó juntamente con los nietos de Abraham, y el primero que reinó fue macho

En esta era, reinando en Argos el rey Phoroneo, principió la Grecia a ilustrarse mas con algunos sabios estatutos promulgados en varias pragmáticas y leyes Con todo, habiendo muerto Pego, hermano menor de Phoroneo, le erigieron un templo donde estaba su cadáver y sepulcro, para que le adorasen como a dios y le sacrificasen ,

hija de Inacho, llamándose después Isis, fue adorada y venerada como grande diosa en Egipto; aunque otros escriben que de Etiopía vino a reinar a Egipto, y porque gobernó por muchos años y con justicia, y les enseñó muchas artes y ciencias, luego que falleció la tributaron el honor de tenerla por diosa,

CAPITULO III

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De los tiempos de Jacob y de su hijo José Reinando en Asiria Baleo, su rey décimo un hombre solo tuvo dos

nombres (siendo más verosímil que tomaron un hombre por otro los que sus escritos pusieron otro nombre), y reinando Apis, tercer rey de los argivos, murió Isaac, de ciento y ochenta años, y dejó sus dos gemelos de ciento y veinte. El menor de ellos, que era Jacob, y pertenecía a la Ciudad de Dios, de que vamos escribiendo, habiendo Dios reprobado al mayor, tenía doce hijos entre los cuales, al que se llamó José le vendieron sus hermanos a unos mercaderes que pasaban a Egipto, viviendo aún su abuelo Isaac.

Llegó José a la presencia de Faraón y de los trabajos que sufrió, y de estado humilde en que se vio, fue ensalzado a otro más eminente y distinguido, siendo de edad de treinta años

CAPITULO IV

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De Apis, rey de los argivos, a quien los egipcios llamaron

Serapis, y le veneraron como a Dios Por estos tiempos, Apis rey de los argivos, habiendo

navegando a Egipto y muerto allí, le constituyeron aquellas gentes ilusas por uno de los mayores dioses de Egipto.

Y la razón por que, después de muerto, no se llamó Apis, sino Serapis, la da bien obvia Varrón, pues como el arca o ataúd, dice, en que se coloca al difunto que al presente todos llaman sarcófago

El buey que con tan particular ilusión y engaño criaba Egipto el honor suyo con tan copiosos regalos, le llamaban Apis, y

no Serapis, porque sin el sarcófago o sepultura le reverenciaban vivo

CAPITULO V

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Quién reinaba en Argos y Asiria cuando murió Jacob en

Egipto

Reinando Argo, principió Grecia a usar y gozar de legumbres y frutos de la tierra, y a tener mieses en la agricultura, habiendo conducido de fuera las semillas. También Argo, después de muerto, comenzó a ser venerado por dios, honrándole con templo y sacrificios. Lo mismo hicieron reinando él, y antes de él, con cierto hombre particular que murió tocado de un rayo, llamado Homogiro, por haber sido el primero que unció los bueyes

CAPÍTULO VI

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Reinando Mañito, duodécimo rey de los asirios, y Plemneo,

undécimo de los sicionios, y Argo todavía en Argos, falleció José en Egipto, de edad de ciento y diez años. Después de su muerte, el pueblo de Dios, creciendo maravillosamente, estuvo en Egipto ciento cuarenta y cinco años, viviendo al principio en quietud, hasta que se acabaron y murieron los que conocían a José.

Pasado algún tiempo, envidiando los egipcios su acrecentamiento y temiendo de él funestas consecuencias, hasta que salió libre de este país, padeció innumerables y rigurosas persecuciones, entre las cuales, no obstante, multiplicando Dios sus hijos, crecía, aunque oprimido bajo una intolerable servidumbre.

CAPÍTULO VII

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En tiempo de qué reyes nació Moisés, y la religión de

algunos dioses que se fue introduciendo por aquellos tiempos

Reinando estos reyes, creen algunos que vivió Prometeo, de quien aseguran haber formado hombres del lodo, porque fue de los más científicos que se conocieron, aunque no señalan qué sabios hubiese en su tiempo.

300 años después, reinando ya Foroneo, segundo rey de los argivos. En cualquier tiempo que haya sido, adoraban ya a Minerva como diosa, reinando en Atenas Cecróps, en cuya época aseguran que esta ciudad fue o restaurada o fundada

CAPÍTULO VIII

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¿Cuándo se fundó, la ciudad de Atenas, y la razón que da Varrón

de su nombre? Para explicar que se llamase Atenas, que es nombre

efectivamente tomado de Minerva, la cual en griego se llama Atena, apunta Varrón esta causa

Cecróps, recibido este oráculo, convocó para que dieran su voto a todos los ciudadanos de ambos sexos, por ser entonces costumbre en aquellos países que se hallasen también las mujeres en las consultas y juntas públicas. Consultada, pues, la multitud popular, los hombres votaron por

Neptuno, y las mujeres por Minerva Enojado con esto Neptuno, hizo crecer las olas del mar e inundó y destruyó los campos de los atenienses; porque no es difícil a los demonios el derramar y esparcir algo más de lo regular las aguas.

CAPITULO IX

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Lo que escribe Varrón sobre el nombre de Areópago y

del diluvio de Deucalión Marco Varrón no quiere dar crédito a las fabulosas

ficciones en perjuicio de los dioses. Estas culpas se cantan y celebran entre los aplausos

del teatro, para aplacar con sus fiestas y juegos a los dioses que gustan de ellas, ya sean verdaderas, ya sean falsas.

Esto no lo creyó Varrón, por no dar asenso a cosas incongruentes a la naturaleza o a las costumbres de los dioses; y, con todo, dándonos é la razón, no fabulosa, sino histórica, del nombre de Atenas

CAPITULO X

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En qué tiempo sacó Moisés al pueblo de Israel

dé Egipto; y Jesús Nave, o Josué, que le sucedió, en tiempo de qué reyes murió

Moisés de Egipto al pueblo de Dios en los últimos días de Cecróps, rey de Atenas, reinando en Asiria Estacadas, en Sicionia Marato y en Argos Tropas.

CAPÍTULO XI

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De las solemnidades sagradas que instruyeron a los

falsos dioses, por aquellos tiempos, los reyes de Grecia, las cuales coinciden con los tiempos desde la salida de Israel de Egipto hasta la muerte de Josué

Por estos tiempos, es decir, desde la salida del pueblo de Israel de Egipto hasta la muerte de Josué, por cuyo medio

Con todo, lo que no debe olvidarse es que los más doctos refutan y niegan estas sutilezas de sus dioses, diciendo que esta opinión fabulosa nació de que se halló el muchacho expuesto en un templo que había en Atenas dedicado a Vulcano y Minerva io entró el mismo pueblo.

CAPÍTULO XII

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De las fabulosas ficciones que inventaron al

tiempo que comenzaron los hebreos a gobernarse

Después de la muerte de Josué, el pueblo de Dios comenzó a gobernarse por jueces, en cuyos tiempos gustaron en ocasiones de la adversidad y calamidades por sus pecados, y a veces de la prosperidad en los consuelos por la misericordia de Dios.

CAPITULO XIII

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En este mismo tiempo hubo también poetas

que se llamaron teólogos porque componían versos en honor y elogio de los dioses; pero de unos dioses que, aunque fueron hombres sabios, fueron hombres o eran elementos de este mundo, que hizo y crió el Dios verdadero, o fueron puestos en el orden de algunos principados y potestades, según la voluntad del que los crió y no según sus méritos.

CAPÍTULO XIV

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Del fin del reino de los argivos, que fue cuando entre

los laurentes, Pico, hijo de Saturno, sucedió el primero en el reino de su padre

Por estos tiempos se acabó el reino de los argivos, habiéndose transferido a Micenas, de donde fue Agamenón, y tuvo su origen el reino de los laurentes, donde el primero que reinó fue Pico, hijo de Saturno, siendo juez entre los hebreos Débora, mujer, aunque por su medio gobernaba

CAPÍTULO XV

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De Diomedes, a quien después de la destrucción de Troya pusieron en el número de los dioses, cuyos compañeros dicen que: La ruina de Troya, celebrada y cantada por todo el orbe, tanto que hasta los niños la sabían, por su grandeza y por la excelencia del ingenioso lenguaje de los escritores, se extendió y divulgó. Sucedió, reinando ya Latino hijo de Fauno, de quien tomó nombre el reino de los latinos, cesando ya de llamarse de los laurentes.se convirtieron en aves. los griegos, victoriosos, dejando asolada a Troya y regresando a sus casas, padecieron un fuerte descalabro en el camino, siendo rotos y

CAPÍTULO XVI

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Lo que creyó Varrón de las increíbles transfiguraciones de los

hombres

En confirmación de esto, refiere Varrón otras particularidades no menos increíbles de aquella famosísima maga, llamada Circe, que convirtió los compañeros de Ulises en bestias; y asimismo de los árcades, que, llevados por suerte, atravesaban a nado un estanque donde se transformaban en lobos y con otras fieras semejantes pasaban su vida por los desiertos de aquella región; pero si acontecía que no comiesen carne humana, otra vez al cabo de nueve años, volviendo a pasar a nado el mismo estanque, recobraban su primera forma de hombres.

CAPÍTULO XVII

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Qué es lo que debe creerse de las transformaciones que, por arte o ilusión de los demonios, parece a los hombres que realmente se hacen

Cuanto mayor viésemos que es la potestad de los demonios en estas cosas terrenas, tanto más firmemente debemos estar asidos del Medianero, porque subimos de estas cosas bajas y despreciables a las sumas y necesarias.

CAPÍTULO XVIII

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Por este tiempo, después de entrada a sangre y fuego y

arruinada Troya, vino Eneas con una armada de veinte naves, en las que se habían embarcado las reliquias de los troyanos, a Italia, reinando allí Latino; en Atenas, Menestheo; en Sicionia, Polífices; en Asiria, Tantanes, y siendo juez entre los hebreos Ladón.

Muerto Latino, reinó Eneas tres años, reinando los referidos reyes en los mismos pueblos, a excepción de Sicionia, donde a la sazón reinaba ya Pelasgo, y entre los hebreos era juez Sansón, del que como fue tan fuerte y valeroso, se creyó haber sido Hércules. Como Eneas no pareció cuando murió, le hicieron su dios los latinos.

CAPÍTULO XIX

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Después, reinando los mismos en los insinuados pueblos,

concluido el gobierno republicano de los jueces, principió el reino de los israelitas en Saúl, en cuyo tiempo floreció el profeta Samuel, desde el cual comenzó a haber entre los latinos los reyes que llamaban silvios, por el hijo de Eneas, que se llamó Silvio.

Habiendo, pues, reprobado Dios a Saúl para que no reinase ningún descendiente suyo muerto el sucedió en el reino David, cuarenta años después que empezó a reinar el impío Saúl. Entonces los atenienses, después de la muerte de Cidro, dejaron de tener reyes y comenzaron a tener magistrados para gobernar la república

CAPÍTULO XX

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Cómo entre los reyes del Lacio, el primero, Eneas, y el

duodécimo Aventino, fueron tenidos por dioses Por no detenerme demasiado, diré que se fundó la

ciudad de Roma como otra segunda Babilonia, y como una hija de la primera Babilonia, por medio de la cual fue Dios servido conquistar todo el ámbito de la tierra, y ponerle en paz, reduciéndole todo bajo el gobierno de una sola república y bajo unas mismas leyes.

Cuando el reino de los asirios sujetó a casi toda el Asia, aunque se hizo con las armas, no pudo ser con guerras tan ásperas y dificultosas

CAPÍTULO XXI

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cuyas primeras letras hacen el sentido que he explicado,

del mismo modo que los interpretó un sabio en versos latinos, que existen, contienen lo que sigue: «Sudará la tierra, será señal del juicio. Del Cielo bajará el Rey Sempiterno, vestido como esta de carne, a juzgar a todos los hombres; en cuyo acto verán los fieles y los infieles a Dios al fin del Siglo sentado en un elevado trono, y acompañado de los santos. Delante de cuya presencia se presentarán las almas con sus propios cuerpos para ser juzgadas; estará el orbe inculto con espesos matorrales, desecharán los hombres los simulacros, y todas las riquezas y tesoros escondidos

CAPÍTULO XXII

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Por este tiempo dicen algunos que profetizó la sibila Eritrea. De las Sibilas, escribe Varrón que fueron muchas y una sola. Esta Eritrea escribió, efectivamente, algunas profecías bien claras sobre Jesucristo, las cuales también nosotros las tenemos en el idioma latino en versos mal latinizados; pero no consta si todos ellos son suyos, como después llegué a entender. Porque Flavino, varón esclarecido, que fue también procónsul, persona muy elegante y de una dilatada instrucción en las ciencias, hablando un día conmigo de Cristo, sacó un libro diciendo que eran los versos de la sibila Eritrea, mostrándome un lugar donde en los principios de los versos habla cieno orden de letras dispuestas en tal conformidad.

CAPÍTULO XXIII

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Cómo reinando Rómulo florecieron los siete sabios. Al mismo

tiempo las diez tribus de Israel fueron llevadas en cautiverio por los caldeos. Muerto Rómulo, le honraron como a dios.

Reinando Rómulo, escriben que vivió Tales Milesio, uno de los siete sabios, que después de los teólogos poetas (entre quienes el más famoso e ilustre fue Orfeo) se llamaron sofos, que en latín significa sapientes (sabios). En este mismo tiempo las diez tribus que en la división del pueblo se llamaron Israel fueron sojuzgadas por los caldeos y conducidas en cautiverio a aquel país quedándose en la provincia de Judea las dos tribus que se llamaban de Judá y tenían su corte y capital del reino en Jerusalén.

CAPÍTULO XXIV

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Qué filósofos florecieron reinando en Roma Tarquino Prisco, y entre los

hebreos Sedecías, cuando fue tomada Jerusalén y arruinado el templo

Reinando entre los hebreos Sedecías, y en Roma Tarquino Prisco, que sucedió a Ancó Marció, fue llevado en cautiverio a Babilonia el pueblo judaico, asolada Jerusalén y destruido el famoso templo edificado por Salomón. Porque amonestándolos y reprendiéndolos los profetas por sus abominables pecados y maldades, les anunciaron habían de sobrevenirles estas desdichas, especialmente Jeremías, que les señaló puntualmente hasta el número de los años que habían de vivir en dura servidumbre.

Por aquel tiempo dicen que floreció Pitaco Mitileno, uno de los siete sabios; y los otros cinco restantes (a los cuales, por hacerlos siete, les añaden a Thales,

CAPÍTULO XXV

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Alumnos: Edgar Mendoza. 2 semestre (a) Salvador t. 2 semestre (b) Materia: historia