Las Diferencias Desigualadas. Multiplicidades, Invenciones Políticas y Transdisciplina

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Nómadas (Col) ISSN: 0121-7550 [email protected] Universidad Central Colombia Fernández, Ana María Las diferencias desigualadas: multiplicidades, invenciones políticas y transdisciplina Nómadas (Col), núm. 30, abril, 2009, pp. 22-23 Universidad Central Bogotá, Colombia Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105112060003 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Filosofía política.

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Nómadas (Col)

ISSN: 0121-7550

[email protected]

Universidad Central

Colombia

Fernández, Ana María

Las diferencias desigualadas: multiplicidades, invenciones políticas y transdisciplina

Nómadas (Col), núm. 30, abril, 2009, pp. 22-23

Universidad Central

Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105112060003

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NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIANÓMADAS22

Las diferenciasdesigualadas:

multiplicidades, invencionespolíticas y transdisciplina

Ana María Fernández*

La pregunta por “la diferencia” abre una serie de cuestiones conceptuales. Se distinguen tres dimensiones problemáti-cas: una dimensión política en tanto hoy está puesto en crisis el modo moderno de construcción de la igualdad. Unadimensión epistemológica, al ponerse en discusión las formas unidisciplinarias de construcción de los conocimientos. Y porúltimo, una dimensión filosófica, en relación con el ser de la diferencia, que a su vez, interroga el desfondamiento de laconfiguración de las identidades modernas. Se proponen abordajes desde multiplicidades filosóficas, invenciones colectivasy epistemologías transdisciplinarias.

Palabras clave: identidad, diferencia, multiplicidad, invención política, estudios transdisciplinarios, subjetividad.

A pergunta pela “diferença” abre uma série de questões conceituais. Diferenciam-se três dimensões problemáticas:uma dimensão política tanto que hoje está posto em crise o modo moderno de construção da igualdade. Uma dimensãoepistemológica, colocando em discussão as formas unidisciplinares de construção dos conhecimentos. E, por último, umadimensão filosófica, com relação ao ser da diferença, que, por sua vez, interroga o rompimento da configuração dasidentidades modernas. Propõe-se abordagens desde multiplicidades filosóficas, invenções coletivas e epistemologiatransdisciplinares.

Palavras-chaves: identidade, diferença, multiplicidade, invenção política, estudos transdisciplinares, subjetividade.

The question about “the difference” brings about a series of conceptual issues. Three problematic conceptual dimensionscan be seen here: the political one given that the modern way of construing equality is in crisis, the epistemological dimensionwhich puts under discussion the exclusive forms of producing knowledge, and finally the philosophical one related to thesubject of difference, which at the same time questions the configuration of modern identities. Some approaches aresuggested from multiple philosophical points of view, collective inventions, and cross-disciplinary epistemologies.

Key words: identity, difference, multiplicity, political invention, cross-disciplinary studies, subjectivity.

* Doctora en Psicología. Profesora e investigadora de la Universidad de Bue-nos Aires (Argentina). E-mail: [email protected]

ORIGINAL RECIBIDO: 26-XI-2008 – ACEPTADO: 12-III-2009

[email protected] • PÁGS.: 22-33

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FERNÁNDEZ, A. M.: LAS DIFERENCIAS DESIGUALADAS: MULTIPLICIDADES, INVENCIONES POLÍTICAS Y TRANSDISCIPLINA 23NÓMADAS

La vida se extingue allí donde

existe el empeño

de borrar las diferencias…

Vasili Grossman

I. Multiculturalismoy diferencia

¿Cómo podemos pensar hoy lacuestión del multiculturalismo?Hacia finales de los años ochentaaparecen una serie de es-pacios político-académicosque interesa poner aquí enconsideración. Si bien elartículo no se detendrá encada uno de ellos, en diver-sas manifestaciones abun-dan hoy términos que hacenreferencia a lo “multi”, lo“post” que, desde mi cri-terio, abren una serie decuestiones conceptualesque, sin duda, es interesan-te pensar. Sólo se los men-cionará rápidamente parapoder focalizarse en algu-nas de las tensiones quedespliegan.

Podría decirse que elpropio concepto de multicul-

turalismo aparece a finalesdel siglo XX. Pone el eje enla cuestión de la diversidadcultural. Se despliega en latensión entre la búsquedade una sociedad pluralistay la necesidad de pertenenciasidentitarias, en el mundo globalizadoactual. Apunta a la necesidad de unanueva cultura cívica mundial. Hadado lugar, en el mundo académicoanglosajón –más específicamente enlos EE.UU.– a los estudios multi-

culturales.

A su vez, estos se encuentranemparentados con los llamados es-

tudios poscoloniales, desarrollados enlo que fueron las colonias del Impe-rio Británico. Son estudios queanalizan las nuevas relaciones me-trópolis-colonias, una vez obtenidassus independencias políticas.

Aquí es importante diferenciarlos estudios poscoloniales de los es-

tudios decoloniales, desarrollados enalgunos centros académicos de

América Latina y, fundamentalmen-te, por profesores latinoamericanosestablecidos en universidades deEE.UU. y Europa. Trabajan básica-mente sobre la colonialidad del po-der. Desde allí, se propone laimportancia de visibilizar los rasgoseurocéntricos de la producción deconocimientos y de las categorías po-líticas que habitualmente usamos(Castro-Gómez y Grosfoguel, 2007).

También pueden incluirse enesta sucinta enumeración, los estu-

dios queer o teoría queer. Surgen a

posteriori de los estudios de la mujery los estudios de género, por lo quesuelen denominarse también estudios

posfeministas, y han considerado quetanto los unos como los otros secircunscribían a relaciones de géneroheterosexuales de personas blancasde clase media “europea”. Intentan,

en consecuencia, desnatura-lizar los posicionamientos degénero, clase, etnia y opciónsexual de las corrientes quelos antecedieron. Compren-den estudios y políticas detransexuales, transgene-ristas, travestis, etc., hoy tam-bién llamadas neo sexualidades.Uno de sus postulados másrevulsivos es que consideranque es necesario desnatura-lizar la heterosexualidad.Esta sería una norma, la nor-ma heterosexual, con lo cualintentan poner en cuestiónla categoría misma de dife-

rencia sexual.

Otros grupos que intere-sa mencionar, son los movi-

mientos políticos llamados

post-socialistas. Rechazan lasformas de construcción polí-tica –como también la ideade vanguardia– que ilumina-ron los movimientos revolu-

cionarios de los siglos XIX y XX.Plantean construcciones políticas ho-rizontales, anti jerárquicas y en re-des mundiales. Ya no se trataría decambiar este mundo por otro más jus-to –esto implicaría instalar una nue-va hegemonía– sino un mundo donde

quepan muchos mundos (Zuleta,Cubides y Escobar, 2007). Desde ya,tienden a desdibujar los ejes clasistasy/o nacionales en la composición de sus

Max Ernst (Alemania 1891-1976), de la novela surrealista en collage Una semanade bondad o Los siete elementos capitales, de la edición de Dover, 1976.

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acciones y en sus modalidades de cons-trucción política.

Si bien todos estos grupos pa-recerían una Babel, podemos pre-guntarnos qué pueden presentar encomún. No sólo comparten unaépoca, ya que aparecen en los úl-timos veinte o treinta años, sinoque presentan otra característicaque me interesa subrayar: suelenser movimientos políticos y acadé-micos a la vez.

En lo político, intentan reformu-lar los ejes clásicos de las ideas de de-

mocracia, ciudadanía, nación, pueblo. Enlo académico, desbordan la forma deconstrucción de conocimientos cen-trada en los binarismos sujeto-objetode las territorializaciones unidisci-plinarias; prefieren la idea de campo

más que la de objeto de estudio. Hancomenzado a trabajar desde abordajesmulti e interdisciplinarios, y empiezaa perfilarse en ellos la necesidad deestablecer criterios transdisciplinarios

(Fernández, 2007b); desde estaperspectiva, consideran que en laproducción de conocimientos queemprenden debe darse criteriosepistemológicos propios.

Si bien pueden establecer lina-jes con los movimientos feministas,de derechos civiles, el black power,el orgullo gay, etc. (políticas de la di-

ferencia de los años setenta) o conlos movimientos revolucionarios delos siglos XIX y XX (políticas de la

igualdad), establecen fuertes discon-tinuidades tanto con unos como conotros. Así mismo, podría agregarseque estos grupos mencionados muyrápidamente, si bien pueden elabo-rar linajes con formas de construc-ción política previas, y aún cuandopueden nutrirse de movimientosemancipatorios que los han antece-

dido, presentan importantes discon-tinuidades y rupturas con los mismos.

Con independencia de las dife-rencias de capacidades o voluntadesde pensamiento crítico que puedenpresentar en sus propuestas y/o pro-ducciones conceptuales, estrategiaspolíticas, etc., o las mayores o meno-res simpatías que despierten losmovimientos enunciados, nos con-frontan con nuevas realidades porpensar. Podríamos decir que estamosfrente a un multiproblema.

Se distinguen aquí, en principio,tres dimensiones problemáticas quehoy es necesario indagar. Por unlado, una dimensión política en tantohoy está puesto en crisis el modomoderno de construcción de laigualdad, base de las democraciasrepresentativas. En segundo lugar,está presente una dimensión episte-

mológica, es decir, se ponen en dis-cusión las formas de construcción delos conocimientos interpelando lasformas más clásicas en la investiga-ción académica, apuntando a laconstrucción de saberes más alláde los dominios de objetos uni-disciplinarios. Esta dimensión sub-tiende un problema aun mayor, quees –nada menos que– cómo se cons-truye la verdad. Por último, como ter-cera dimensión de la cuestión,plantearía una dimensión filosófica, enrelación con el ser de la diferencia,que a su vez, pone en cuestión laconfiguración de las identidadesmodernas.

II La diferencia comoproblema

Una vez más, lo que está en dis-cusión –aun hoy– es cómo pensar ladiferencia. Qué hacer con los dife-

rentes, o qué hacer como diferen-tes, según estemos, en una situacióndada, del lado dominante o subal-terno de la diferencia.

Con respecto a qué hacer con losdiferentes, puede observarse cómo enlos últimos decenios las democraciasoccidentales se proponen las llama-das “políticas de la tolerancia”, elrespeto a las diversidades culturales,lo políticamente correcto, etc. Contodos los impasses y complejidadesimaginables, ya que los estilos políti-camente correctos más de una vez nologran más que maquillar políticas ysentimientos racistas de todo tipo.

Al mismo tiempo, a medida quese instalan en el plano discursivo lasvirtudes de las políticas de la tole-rancia, se despliegan diversos dispo-sitivos biopolíticos que sostienen yacrecientan, una y otra vez, las fe-rocidades del hambre, las pandemiasy exclusiones de todo tipo en exten-sas regiones del planeta.

En relación con qué hacer como

diferentes, allí también pueden en-contrarse una serie de problemas porpensar. A partir del genocidio nazise produce un punto de inflexión, omás bien de agotamiento, de lo quehabían sido las políticas de la asimi-lación. Quedan brutalmente mani-fiestas incompletudes, fracasos einviabilidades de estas políticas dela asimilación. A finales de los cin-cuenta, las luchas de otros gruposdiscriminados, particularmente enEE.UU., mujeres y negros en unprincipio, evidencian nuevas posi-ciones de estos grupos “mino-ritarios”1. Al mismo tiempo quecomienzan a desplegarse las políticasmulticulturales, van poniendo demanifiesto un rasgo de antiasimi-lación que abre nuevas dificultades.

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Ahora no serán encerrados enguetos, como los judíos de la Segun-da Guerra, sino que formarán auto-guetos. Posiblemente, quien mejorha mostrado los impasses de estaspolíticas de la diferencia, es SpikeLee y su filmografía.

En esa línea es interesante elaporte del premio Nobel AmartyaSen, cuando habla de “las políticasdel sapo de pozo” (Sen, 2004), esdecir, cada sapo en su pozo. Es muyinteresante su planteamiento. Pode-mos observar que en el movimientohacia la metrópolis (la inmigraciónllamada ilegal siempre es unidi-reccional), los inmigrantes encuen-tran barreras de todo tipo. Una vezinstalados en ella, en el camino le-gítimo de mantener sus culturas,las propias colectividades levantan,ellas mismas, los muros del pozo. Desu pozo, donde logran conservar sushábitos culturales, pero general-mente también sostienen sólo rei-vindicaciones de “su” diferenciasin articularlas con las de otrosdiferentes.

El problema es que las políticasde la tolerancia con las que el libe-ralismo cultural intenta resolver es-tos problemas, hasta ahora noresuelven la desigualdad de los di-ferentes. Sin desmerecer la impor-tancia de avanzar en los márgenesde tolerancia que una sociedad pue-de construir, se abren dilemas éti-cos no sólo difíciles de resolver, sinoaun de pensar. Por ejemplo, laclitoridectomía de las niñas musul-manas que viven en Francia o queya son francesas, ¿es una costumbrecultural por respetar o un delito so-bre el que el Estado debe actuar?

En síntesis, pareciera ser que elnuevo orden mundial, eufemística-

mente llamado “globalizado”, pare-ciera desplegarse en este tema conuna particular tensión entre unmulticulturalismo liberal y unfundamentalismo étnico-religioso.Creo, en realidad, que no sería muyaventurado pensar que ambos se vanconstituyendo uno como síntoma delotro. De ser así, habrá que pensaren estas posiciones extremas, quéimpensados de cada una de estas po-siciones, qué impasses o encerronasde sus supuestos se “resuelven”como síntomas especulares, uno delotro.

Si estas son las sin salidas delmundo liberal, no menores son lasdificultades de los universos eman-cipatorios. La caída del muro deBerlín fue mucho más que la implo-sión de un régimen. Ha implicadoen el mundo occidental el agota-miento de la utopía socialista. Eldesfondamiento de este imaginariolibertario ha dejado, por el momen-to, sin fundamento anhelos y prác-ticas emancipatorios que en los dosúltimos siglos caracterizaron las re-sistencias a las implacables lógicascapitalistas. No sólo eso, también sehan deslegitimado sus modos deconstrucción política.

En un mundo donde el neoli-beralismo ha sido triunfante, desdemediados de los noventa, empiezana registrarse movimientos contesta-tarios y/o insurgentes que presentanen muchos casos modalidades muydiferentes de pensar y accionar susprácticas sociopolíticas y sus modosde construcción política, donde co-mienza a perfilarse otro universo designificaciones y prácticas en rela-ción con la interrogación de quéhacer como diferentes, que refor-mulan las complejidades por pensardentro de esta temática.

Se trata entonces de avanzar unay otra vez en la elucidación de los apriori de la diferencia moderna quehan naturalizado e invisibilizado susdesigualdades concomitantes. Paradicho efecto, en este escrito se tratade establecer la diferencia como pro-

blema. Esta categorización tiene va-rias consecuencias. En primer lugar,es necesario abrir múltiples preguntas,no para ser respondidas una a una sinopara permitir desplegar las diversas di-mensiones implicadas. En segundo lu-gar, es importante tratar de establecerdistinciones y relaciones entre esasdimensiones abiertas de modo que va-yan cobrando visibilidad los en-tramados de discursos y prácticasinvolucrados. En tercer lugar, dis-tinguir las insistencias para que –ensu despliegue recursivo– puedanimplementarse los conceptos comoherramientas de desnaturalización delo capturado, y así abrir a nuevas mo-dalidades de enunciación (Deleuze,1990). Estos procedimientos devisibilización permitirán, como decíaFoucault, pensar de otro modo.

Ante la interrogación ¿cómopensar la diferencia?, se distinguenen este escrito tres dimensiones pro-blemáticas: filosófica, política yepistemológica.

III. La dimensiónfilosófica: de ladiferencia a lamultiplicidad

En la tradición platónico-aristo-télica, la exclusión de lo divergentetiene un basamento epistémico –y noontológico- en el que las representa-ciones que el sujeto construye paraconocer los objetos tienen como refe-rentes no el objeto, sino el modelo.Una vez más, la caverna platónica de

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las esencias, punto de partida del pen-samiento esencialista donde el ser esdeterminado y sólo puede ser pensa-do en lógicas identitarias, constituyeel universo de significaciones al quese ha llamado pensamiento de lo Uno.

Se trata de abrir la interrogación,desnaturalizar –una vez más– el pen-samiento de lo Uno. Desde allí, pode-mos decir que el modo en el que seconstruye “la diferencia” es insepa-rable de cómo se construye “la iden-tidad”. Es necesario remarcar en estepunto tres cuestiones que se entrela-zan en el modo moderno de sostenerla tensión identidad-diferencia:

• La diferencia como lo noidéntico: así, B es no A. La di-ferencia sólo puede ser pen-sada como negativo de loidéntico. Opera aquí elbasamento epistémico parapensar y producir las diferen-cias desigualadas.

• La diferencia como el otro: ladiferencia sólo puede serpensada como alteridad, elotro, lo otro, siempre ex-tranjería; se construye así eldiferente amenazante porinferiorizar o por descalificar.

• La diferencia en el orden delser: ser diferente. A partir delrasgo “diferente”, se constru-ye la identidad. La identidadcon el rasgo, hace del rasgototalidad. Define el ser por elrasgo diferente. A partir deallí, soy anoréxica, soy judío,soy negra, soy homosexual,indígena, sudaca, latino, etc.Se distingue un rasgo de todauna multiplicidad de carac-terísticas o atributos y se to-taliza desigualando.

Ahora bien, la fusión históricadel subjectum –lo que permanece-con el Hombre, no sólo inauguró loshumanismos y las ciencias huma-nas, sino que dio lugar, en la cons-trucción de la verdad moderna, auna idea de sujeto universal, idénti-co a sí mismo, desde donde se hainstituido todo lo que no es “yo”,como “otro”, es decir, alteridad, ex-tranjería, diferencia. En tanto elhombre se constituyó como sujeto yel mundo como imagen, dirá Hei-degger, en su producción represen-tadora, él será medida de todo entey pondrá todas las normas (Heidegger,2002).

La dimensión política de esta pro-

blemática filosófica es inmensa. El “otro”,siempre extranjería, diferencia, com-plemento, suplemento, es decir, mu-jeres, homosexuales, clases, etnias,religiones, culturas y países no hege-mónicos han sido considerados, a lolargo de los siglos, como anomalía.

Desde esta perspectiva, donde ladiferencia es pensada como negati-vo de la identidad, en el mismo movi-

miento en que se distingue la diferencia,

se instituye la desigualdad. No se tratade la mera diferencia, sino de dife-rencias desigualadas. Se sostienenasí muchos siglos de dispositivos dediscriminación, exclusión, estigmati-zación o exterminio.

Hablar de diferencias desigualadas

supone pensar que la construcciónde una diferencia se produce den-tro de dispositivos de poder: de gé-nero, de clase, de etnia, geopolíticos,etc. Esto implica dos cuestiones:

• No se constituye primerouna diferencia y luego unasociedad injusta la desiguala.

• No se trata de describir di-ferencias o desigualdades,sino de realizar el trabajo deelucidación; se trata de laconstrucción de categoríashermenéuticas que puedanvisibilizar y enunciar la pro-ducción-reproducción de losdispositivos biopolíticos queconfiguran en un mismo mo-vimiento esa diferencia y esadesigualdad.

Ya no es cuestión de contar a lospobres y hablar de la pobreza, des-cribir las características culturalesde una comunidad subalterna o re-levar especificidades de las mujeres,sino de elucidar los dispositivosbiopolíticos (Foucault, 2007) queconstruyen esas identidades de esamanera y no de otra. Hacer visibleslas múltiples redes de dominios ysujeciones, y de resistencias e inven-ciones de los subalternos y de losdominantes en las construcciones desus identidades como diferenciasdesigualadas.

¿Cómo pensar categorías con-ceptuales que no operen como fun-damento de desigualdades políticas?¿Cómo operar con una lógica de ladiferencia que no se sostenga en ela priori epistémico de la diferenciacomo anomalía de la identidad? Ensíntesis, ¿cómo pensar lo que no esidéntico ni diferente? (Fernández,2007a).

Una interesante herramientapara pensar alguna de estas cues-tiones puede ser la idea deleuzianade diferencia de diferencias (Deleuze,1988). Se trata de diferencias queno remiten a ningún idéntico, aningún centro, y de repeticionesque no remiten a ningún origen. Setrata de hacer diferencias, más que

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de ser diferente. Es un poder serabierto. Estas diferencias de dife-rencias, en su accionar, más que fi-jar alteridades, generan intensidades

diferenciales. Diferencias de inten-sidades. En este poder ser, activo,abierto, se trata de pensar y actuardevenires más que reproducciones ocopias imposibles, siempre necesa-riamente faltantes, del modelo oesencia.

Desde esta noción de mul-

tiplicidad, en tanto don de lo

diverso, no se trata de negaridentidades ni totaliza-ciones, sino de pensar totali-zaciones que no subsumanlas partes. El todo al lado departes (Deleuze y Guattari,1994).

En realidad, se trata dedos operatorias en una.Cuando pueden ponerse enacción, en el plano del pen-samiento, categorías demultiplicidad y no de dife-rencia, simultáneamente secrean condiciones de posi-bilidad –se habilitan herra-mientas– para hacer visiblesinfinidad de micropolíticasde resistencia de colectivosdesigualados; y lo que esmás importante, puedenevidenciarse las lógicas de multipli-

cidad (Fernández, 2007a) desdedonde se crean las intensidades ne-cesarias que potencian la invenciónde nuevos existenciarios de estoscolectivos cuando entran en ac-ción. En estos casos el accionar –generalmente colectivo– puedeestablecer líneas de fuga (Deleuze yGuattari, 1994) de la captura de laimaginación-acción que las lógicasde la representación-delegacióncercan o impiden2.

IV. La dimensiónpolítica: de larepresentacióna las invencionescolectivas

¿A qué se refiere el prefijo multi

de multiculturalismo? Si tomamos lametáfora de los socialistas utópicos,¿es la nueva utopía de la ciudad fu-tura, ahora de la armonía de la di-versidad de culturas? ¿Desplaza en

una nueva formulación de la ciudadfeliz aquella armonía de los ciuda-danos en igualdad de derechos yoportunidades de los Estados-naciónpor la del respeto, el gusto por ladiversidad cultural del mundoglobalizado?

¿Supone acaso que ya con-quistada la igualdad de derechosy oportunidades para todos, lamulticulturalidad significaría laampliación de la construcción de-

mocrática? Aquí, multi implicaríael muchos de lo Uno, ¿en estaapertura radicaría la ampliacióndemocrática? Así pensado el mul-ticulturalismo, ¿reemplazaría o in-tentaría completar la incompletudde la eurocéntrica modernidad?

¿Es producto de la visibilidad quelograron las políticas de la diferen-cia de diferentes movimientos socia-les –black power, feminismos, orgullo

gay, etc.– en virtud de loscuales pareciera hoy ya nodiscutirse que la Declara-ción de los Derechos delHombre, base fundacionalde las democracias occi-dentales, en rigor, sólo com-prendía a varones blancoseuropeos, heterosexuales,cristianos y propietarios-consumidores?

Tanto los imaginariosde “la ciudad de ciudada-nos en igualdad”, como “laciudad de la armonía delas diferencias culturales”,parecieran no interrogar-se por las razones de lainviabilidad de un espaciopúblico-foro de los parespolíticos, sea que estas “pa-ridades de derecho” sepiensen en clave de ciu-

dadanía clásica nacional o en cla-ves multiculturales mundiales.

Si volvemos al prefijo “multi”,pienso que mientras estemos en pre-sencia de diferencias desigualadas po-dríamos pensar la cuestión desdeotro lugar. Se trata de pensar lo multi

como el análisis de la multiplicidad

de relaciones jerárquicas de las diver-sas diferencias: de clase, de etnia,de género, de opción sexual, etáreas,religiosas, geopolíticas, etc. Implica

Max Ernst (Alemania 1891-1976), de la novela-collageDas Karmelienmädchen Ein Fraum, DuMont, edición de 1971.

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entonces, pensar cómo se produceny reproducen la diversidad de dife-

rencias desigualadas.

Para ello, habrá que trabajar lasmúltiples relaciones de poder queanudan en una situación singular,aquello que se ha llamado el “pa-quete enredado de relaciones de po-der” (Grosfoguel, 2005). En cadasituación, distinguir la pre-dominancia de unos dispo-sitivos de dominio u otros.O su simultaneidad. Igual-mente, elucidar las, a ve-ces invisibles, estrategias deresistencias de colectivosdesigualados. Hacer visi-bles sus lógicas, y desde allí,poder pensar en este nue-vo concierto mundial nue-vas formas y líneas deacción colectiva. Aquí co-bra especial significaciónpolítica el anhelo fou-caultiano de pensar de otromodo, ya que en la crisisactual del capital finan-ciero producida desde loscentros mundiales de lahegemonía neoliberal peroque parece arrastrar a vas-tas regiones del planeta, sevuelve estratégica la pro-ducción de nuevos pensamientosemancipatorios.

Entonces, desde esta perspecti-va, multi ya no se desliza hacia lahomogeneidad en cada diversidad,o hacia nuevos esencialismos de ladiferencia; multi podrá referir a dife-

rencias de diferencias de jerarquías de

relaciones de poder.

Un pensamiento de estas ca-racterísticas implica un pensar si-tuado, pensar en situación. Pensaren situación las múltiples relacio-

nes de dominio y resistencias enuna singularidad colectiva o per-sonal, histórica y no esencial. Des-de allí , se trata de distinguirsingularidades, para configurarcom-posibles en red3. Si múltiplesson los dispositivos de dominio-re-sistencia, habrá que pensar y ha-cer en la construcción permanentede también múltiples estrategias

de emancipación. Pensar en situa-ción supone, asimismo, pensar paraactuar, actuar para pensar.

Frente al desfondamiento de larepresentación y los partidos políti-cos de las democracias liberales (lapolítica), las incipientes modalida-des de “movimientos” sociales yexperiencias comunitarias, por ejem-plo, en América Latina, resitúan laposibilidad de lo político, más alláde la política. Germinales políticosque laten-allí todo-el-tiempo(Fernández, 2008) con independen-

cia de que las grillas conceptualesclásicas capturadas en los universosde la representación los mantenganen invisibilidad.

Experiencias y prácticas colec-tivas que no sólo resisten la barba-rización de los lazos sociales que laslógicas capitalistas instalan, sinoque inventan, despliegan, multipli-

can diversidad de moda-lidades que configuranotros modos de lo común(Blanchot, 1999).

V. La dimensiónepistemológica:hacia losestudiostransdisciplinariosde lasubjetividad

Para quienes hacemuchos años trabajamosen el difícil intento deabrir visibilidad a aquellassubjetivaciones, produc-ciones de subjetividad yprácticas de vida, existen-

ciarios (Fernández, 2008)que el sujeto universal ex-cluye, se vuelve imperio-

so avanzar en las construccionesconceptuales de una modalidad depensar-actuar en diferencias y desdeellas, que no queden apresadas en ela priori moderno que establece que“la” diferencia sólo puede ser pensa-da como negativo de lo idéntico.

Al mismo tiempo, dada la mul-tiplicidad de componentes que for-man parte de la construcción desubjetividades, existenciarios ydevenires de los/as diferentes desi-

gualados concretos, se vuelvenreduccionistas los análisis e investi-

Max Ernst (Alemania 1891-1976), de la novela-collageDas Karmelienmädchen Ein Fraum, DuMont, edición de 1971.

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gaciones que mantienen la ilusiónunidisciplinaria que supone que el“nivel de análisis” del que sussaberes y prácticas pueden dar cuen-ta, podrá “explicar” la totalidad esen-cial de una desigualación específica.Así, variados economicismos, so-ciologismos, psicologismos o psico-analismos no sólo han ido creandoserios impasses de pensamiento, sinoque han contribuido de diversas ma-neras a legitimaciones de un modode construcción de la verdad moder-na que ha naturalizado exclusiones ydiscriminaciones y sólo ha podidopensar al “otro” como extranjería,amenaza u “objeto” sin derechos.

Para ello, es imprescindibleavanzar tanto en la construcciónconceptual-metodológica de crite-rios transdisciplinarios como en laconformación de sus redes globalesde epistemología crítica. Como sedecía líneas arriba, las problemáticasque este planteamiento encierra noson sólo de interés académico, sinoque se sostienen en voluntades po-líticas. Estas búsquedas conceptua-les pueden aportar a aquellosmovimientos sociales animados deanhelos emancipatorios que no ce-san en la búsqueda de la universa-lización de la dignidad humana; setrata también de configurar hábi-tos académicos que puedan nutrir-se de los saberes plebeyos amasadosen largas historias de resistencias yluchas frente a las diversas estra-tegias biopolíticas de dominación yexclusión.

Las propuestas transdisciplinarias

dan cuenta del surgimiento –aun-que incipiente– de formas de abor-daje de la cuestión que implican lanecesidad de utilizar criteriosepistemológicos pluralistas. Habla,asimismo, de la resistencia de cier-

tos procesos a su simplificaciónunidisciplinaria y sugiere la oportu-nidad de los desdibujamientos de“individuos” y “sociedades”, en in-tentos de comprensión que abordenestos problemas en función de mo-dalidades no binarias.

A partir de los criterios deatravesamientos disciplinarios, estatendencia se inscribe en un nuevointento de superación de los re-duccionismos economicistas, psico-logistas, sociologistas, etc. Sinembargo, pareciera abarcar un espec-tro más amplio de cuestiones; por unlado, pone en jaque las configura-ciones hegemónicas de ciertasdisciplinas “reinas”, o saberes ar-quetípicos a los cuales se han su-bordinado otras territorialidadesdisciplinarias; tiene como una de suspremisas más fuertes la imple-mentación de contactos locales y no

globales entre los saberes. De estamanera, los saberes que las discipli-nas “reinas” habían sintetizado re-cobran su libertad de diálogosmultivalentes con otros saberes afi-nes (Benoist, 1982).

Estos atravesamientos que elindisciplinamiento de saberes impli-ca y la interrogación crítica de lasfuertes certezas de una territoriali-dad disciplinar permiten distinguirlos abordajes transdisciplinarios delos criterios interdisciplinarios y delos multidisciplinarios. A su vez, lainvención de los atravesamientosdisciplinarios como transgresión a lasespecialidades, crea las condicionespara hacer salir ciertos “objetos”científicos de su referencialismodogmático e invita a construir unared epistemológica a partir de inter-cambios locales y no globales, don-de las transferencias de saberesestablezcan un estado de vigilancia

epistémica y metodológica y se or-ganicen en una epistemología críti-ca (Benoist, 1982).

Esta epistemología crítica inten-ta localizar los lugares de singulari-dad problemática, el grafo de lascirculaciones locales y particularesque hace que una cuestión, un pro-blema, un thema estremezca losdiversos saberes sin pretender conju-rarlos bajo una forma globalizante.No ya universales empírica o es-peculativamente determinados, ves-tigios de una edad positivista, sinomatrices generativas, problemas enrelación con los cuales un atrave-samiento disciplinario dará cuentatanto de las distancias y diferenciascomo de las aproximaciones y diver-gencias disciplinarias.

Obviamente, este movimientoque desdibuja los objetos teóricos dis-cretos (Kaës, 1977), unívocos, impli-ca no sólo el intercambio entrediferentes áreas de saber, sino la crí-tica interna de variadas regiones deuna disciplina que, al transver-salizarse con otros saberes, pone eninterrogación muchas de sus certe-zas. La interpelación de las certezasque la territorialización unidisci-plinaria posibilita, es uno de los pun-tos centrales de diferenciación entrelos criterios multi o interdisciplinariosy los abordajes transdisciplinarios.

Por otra parte, tal articulaciónno podrá evitar los reduccionismosseñalados en tanto no se abandonela epistemología de las ciencias po-sitivas, en la cual aún hoy se funda-mentan extensos territorios de lashumanidades. Dicha epistemologíasupone un objeto discreto, autóno-mo, reproducible, no contradictorioy unívoco; implica una lógica de loUno, donde la singularidad del

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objeto teórico no debe verse afecta-da, dado su aislamiento territorialmetodológico por las condiciones deposibles aproximaciones con otroscampos disciplinarios.

Ya Foucault había señalado la en-cerrona metodológica que suponíaaplicar estas metodologías “positivas”para investigar una esencia: el hom-bre (Foucault, 1969). Sin duda, la ló-gica del objeto discreto (Fernández,1989) ha demostrado ocasionar pro-blemas para comprender las transfe-rencias mutuas entre los distintosniveles, ya que desde ella no puedepensarse la articulación de las forma-ciones de lo singular y lo colectivo quesupera el pensamiento binario antinó-mico (individuo/sociedad, alma/cuer-po, naturaleza/cultura, etc.).

Un criterio transdisciplinario supo-ne replantear varias cuestiones. Enprimer lugar, un trabajo de elucida-

ción crítica sobre los cuerpos teóricosinvolucrados, que desdibuje una in-tención legitimante de lo que ya sesabe para poder desplegar la inte-rrogación de hasta dónde sería po-sible pensar de otro modo. Implica,como se señalaba líneas arriba, elabandono de cuerpos nocionaleshegemónicos de disciplinas reinas, acuyos postulados, códigos y orden dedeterminaciones se subordinan dis-

ciplinas satelizadas; sobre estos pre-supuestos se crean las condicionespara la articulación de contactoslocales y no globales entre diferen-tes territorios disciplinarios, así comotambién que aquellos saberes quelas disciplinas hegemónicas habíansatelizado, recobren su potencialidadde articulaciones multivalentes conotros saberes afines.

De esta forma, los cuerpos con-ceptuales funcionan como cajas de

herramientas (Foucault, 1980), esdecir, aportan instrumentos y no sis-temas conceptuales; instrumentosque incluyen en su reflexión una di-mensión histórica de las situacionesque analizan; herramientas que jun-to con otras se producen para ser pro-badas en el criterio de su universo,en conexiones múltiples, locales y plu-

rales con otros quehaceres teóricos.

Se hace clara entonces, la dife-rencia con teorías que en realidadoperan como concepciones del mun-do, que se auto-legitiman en elinterior de su universo teórico-institucional, y que por lo mismoexigen que toda conexión con ellasimplique instancias de subordina-ción a la globalidad de su cuerpoteórico.

Por lo antedicho, junto con estaforma de utilización de las produc-ciones conceptuales como cajas deherramientas, un enfoque trans-disciplinario presupone un desdisci-

plinar las disciplinas de objetodiscreto, y en el plano del actuar,cierto desdibujamiento de los perfiles

de profesionalización, por lo menosaquellos más rigidizados (Fernández,2007a).

Los criterios transdisciplinarios sesustentan, justamente, a partir deuna elucidación crítica de este tipode totalizaciones, buscando nuevasformas de articular lo uno y lo múl-tiple. En su propuesta de contactoslocales y no globales, focalizan unthema en su singularidad problemá-tica, y éste es atravesado por dife-rentes saberes disciplinarios. Sinembargo, no pretenden unificarlosen una unidad globalizante. Por lotanto, más que una búsqueda deuniversales, indaga matrices gene-rativas, problemas en relación con

los cuales los entrecruces discipli-narios puedan dar cuenta de las múl-tiples implicaciones del tema encuestión. Esto hace posible elucidartanto las convergencias como las di-vergencias disciplinarias en relacióncon el mismo.

Este movimiento que propone elatravesamiento de diferentes áreasde saberes, a partir de themas porelucidar, sostiene varias y complejasimplicaciones. En primer lugar,cuando cierta región de una disci-plina se transversaliza con otrossaberes, pone en crisis muchas de suszonas de máxima evidencia. En se-gundo lugar, exige la construcciónde redes de epistemología crítica abo-cadas a la elaboración de aquelloscriterios epistémicos que en su ri-gurosidad hagan posible evitar cual-quier tipo de patch-work teórico. Entercer lugar, y ya en el plano de lasprácticas, vuelve necesaria otra for-ma de constitución de los equiposde trabajo: si no hay disciplinas “rei-nas”, tampoco habrá profesioneshegemónicas. Este pluralismo no essencillo de lograr.

Estas tres cuestiones son elemen-tos centrales a la hora de crear losespacios de trabajo, ya que es im-prescindible que amalgamen doscuestiones: la constitución de equi-pos de trabajo en organizacioneshorizontales (condición de las posi-bilidades de invención colectiva) yla disposición para establecer co-nexiones con saberes y experienciasno académicas. Experiencias ysaberes plebeyos interpelan una yotra vez, generando rizomas a partirde conexiones muchas veces impen-sadas o impensables.

Se trata de pensar –entendien-do el pensamiento como un modo de

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experiencia– sabiendo que en el ca-mino de quiebre de sentidos comu-nes disciplinarios, necesariamente setransitarán zonas borrosas tal vez im-posibles de evitar si se intenta elu-dir las comodidades de lo ya sabido.Dado que no se trata de tomar laexperiencia como espacio de com-probación o aplicación de sussaberes instituidos, se intentará ex-perimentar con las nociones, atra-vesando las fronteras de los sentidoscomunes de las territo-rializaciones disciplina-rias, intentando no recaeren los binarismos que hansido base de sustancia-lizaciones y escencialis-mos diversos. Es necesariosubrayar entonces que el

pensamiento como modode experiencia (Morey,2004) supone pensar en el

límite de lo que se sabe. Esen tal sentido, un pensarnecesariamente incómodo,des-disciplinario, que seconstruye y reconstruyepermanentemente, que sedespliega en los límitesmismos de lo que ignora y se sostie-ne en las voluntades colectivas deproducción de libertades.

VI. A modo de in-conclusiones

Desde esta caja de herramien-tas, lo multi no referirá meramente alo diverso, lo post sólo a lo que vie-ne después de la gubernamentalidadcolonial, o de los Estados-nación, ode los socialismos reales, menos ajustificaciones de individualismosconsumistas, sino a las necesariasreorganizaciones estratégicas (político-conceptuales) que el nuevo ordenmundial impone a quienes siguen

resistiendo e inventando nuevos ymás libres modos de vivir.

Elucidar las múltiples institu-cionalizaciones de diferenciasdesigualadas –geopolíticas, cultura-les, étnicas, de clase, de género, deopción sexual– y sus modos de resis-tir, para situarse en la invención deemancipaciones, en la producciónde múltiples, diversas, libertades.Porque de eso se trata, de la multi-

plicidad de estrategias de invencióncolectiva y anónima de libertades.

En esto hemos tenido el privi-legio de ver cómo las fábricas sin

patrón (Fernández, 2008) en Argen-tina, han forzado los límites de loposible en condiciones de borde,absolutamente en el margen. Allíha podido comprobarse con todacontundencia que este forzar loslímites de lo posible es no sólo re-sistir, sino también inventar colec-tivamente, en actualizaciones dedeseo, en invenciones deseantes,unas formas cada vez más libres detrabajar, de pensar, de estar… Eldon de la gratuidad de estar, entrealgunos, entre muchos, a contrama-

no de esa feroz insistencia de las ló-gicas capitalistas en la producciónde soledades.

Ya el joven Marx había explica-do en los primeros tiempos del modo

de producción capitalista, que la alie-

nación que separa al productor de suproducto constituía una estrategiacentral de las lógicas capitalistas parasu reproducción. Así como el Impe-rio hoy “globaliza” la producción y

concentra capitales, los dis-positivos biopolíticos ac-tuales de aislamiento yvulnerabilización tambiénson esenciales para su re-producción. La fábrica de

soledades separa, aísla acada quien de sus poten-cias. Cada vez estoy másseparado de otros. Cada vezpienso que puedo menos,cada vez hago menos, cadavez anhelo menos. De allíla importancia de indagarno sólo los modos de pro-ducción y los diversos mo-

dos históricos de subjetivación

imprescindibles para la re-producción de las lógicas del capital,sino también las lógicas colectivas de la

multiplicidad (Fernández, 2007a) des-de donde los/as desigualados configu-ran sus formas colectivas de inventarotros devenires.

A la hora de dar relevancia a laconfiguración de modos de subje-tivación no hegemónicos, habíamosdicho que nada de lo social es ho-mogéneo (Fernández, 1993). Ahorapodemos agregar que siempre existela posibilidad de líneas de fuga fren-te a los poderes de dominio. Spinozaplanteaba que ante las pasiones tris-

tes, esas que el tirano impone parasometer a sus súbditos, hay que con-figurar pasiones alegres. Y allí es

Max Ernst (Alemania 1891-1976), de la novela-collageDas Karmelienmädchen Ein Fraum, DuMont, edición de 1971.

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central el registro de las propias po-tencias. Este registro no se realizanunca en soledad, se compone conotros, entre-otros, entre-muchos,entre-algunos. Las fábricas sin patrón

son un ejemplo de ello.

Si las relaciones de dominioconstituyen un paquete enredado derelaciones de poder (Grosfoguel,2005) donde operan en multiplici-dad diversas diferencias desigua-ladas –geopolíticas, culturales, declase, étnicas, religiosas, de opciónsexual, de género–, se tratará dearticular multiplicidad de estrategiasde invención colectiva yanónima de emancipacionesy libertades.

Muchas veces puedenpensarse como estrategias sin

tiempo: por fuera de calenda-rios. No es que no haya apu-ro, sino que son estrategiaspermanentes (Fernández,2007c). No se trata del futu-ro, sino siguiendo a Derrida,de lo por venir, de las liberta-

des por venir. Lo por venir, yano como un futuro utópico,sino como existenciarioscom-posibles hoy. Lo com-po-sible lejos está de significaracomodarse a lo posible. Se trata, másbien, de forzar los límites de lo posi-ble. No sólo resistir sino también in-ventar, en actualizaciones de deseo,desde potencias deseantes, formascada vez más libres de amar, de tra-bajar, de estar, de pensar… entre-al-gunos, entre-muchos.

Se busca entonces enfocar nues-tras preocupaciones académicas ha-cia la construcción de un campo deproblemas de la subjetividad, quedesde los criterios que he expuesto,necesita hacerse a partir de abordajes

transdisciplinarios. Habilitar en nues-tros espacios académico-políticosáreas de estudios transdisciplinarios de

la subjetividad donde seguramenteocuparán un lugar estratégico las fre-cuentemente impensadas relacionesentre las formas político-sociales y lasproducciones de subjetividades:aquellas que potencian las invencio-nes colectivas, aquellas que reprodu-cen una y otra vez posicionamientossubalternos, aun en los movimientossociales “alternativos”, etc. Áreas quetrabajen en red con modalidadesorganizativas lo más dúctiles y hori-zontales posibles, guiadas por –otra

vez Derrida– políticas de la amistad

(Derrida, 1998) Áreas que puedanconstruir sus propios criterios episte-mológicos, imprescindibles para ha-cer posibles los atravesamientosdisciplinarios necesarios, articuladospero siempre con el mayor rigorepistémico.

Desde esta perspectiva es queinteresa pensar lo multicultural,como la multiplicidad tanto de dis-positivos de dominio como de inven-ción de libertades en el nuevo ordenmundial. Si es así, me parece que se

Max Ernst (Alemania 1891-1976), de la novela-collageDas Karmelienmädchen Ein Fraum, DuMont, edición de 1971.

presenta un fuerte desafío político,filosófico, académico y fundamental-mente existencial, que es bueno norehusar.

Citas

1 Se utiliza aquí el término minoritario enel sentido deleuziano. No refiere a canti-dad, sino a grupos no hegemónicos.

2 He desplegado más ampliamente estasconsideraciones en Las lógicas colectivas.Imaginarios, cuerpos y multiplicidades.Buenos Aires, Biblos, 2007.

3 La noción de situación emerge en lossituacionistas franceses de los sesen-ta y en el pensamiento sartreano.

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