Las as Culturales - Jesús-Martín Barbero

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- LAS INDUSTRIAS CULTURALES Jesús Martín Barbero En los últimos años las industrias culturales se han convertido en un :ema de moda. Pero no sólo en eso. Este concepto designa un campo :e procesos culturales frente al cual el mundo académico está tomando ...:ramayor concienCia y también, aunque mucho más lentamente, los 3mbitos políticos y económicos. Hqln0p.()~~.l!lg_~.E~IJ§ªIJaarlinámicas : Je atraviesan nuestrasjgeolidadé( 's'in...a~umjLcÓmº. ~~tas__ .se e'lcuel1tranarticuladas, ci~ punta a punta, por las indústrias culturales. \o' P') En marzo de 1999 tuve la oportunidad de participar en un seminario "ternacional sobre 'cultura y desarrollo', organizado por la Asamblea del 3anco Interamericano de Desarrollo (BID), al que además fueron 1vitados los Ministros de Hacienda -quienes a propósito no 3sistieron-, de Cultura y de Educación de los diferentes países de ':'l1érica Latina. En la introducción al seminario, Enrique Iglesias, ::lresidente del BID, nos sorprendió con algunas reflexiones que son ~t¡lespara medir hasta qué punto los economistas y los políticos están :omenzando a tomar conciencia de lo que actualmente pasa por el 3mbito de las industrias culturales. Para el BID es un hecho que 1é:l~ll}~!J.~~[ié:l§~.~ltyral~s -desde el '"'1undoeditorial hasta ¡nternet pasando por el turismo, la música y el JISCo- constituyen .uncampo de desarrollo económico y de creación de . empleo cada vez más importante, inclyso mayor que ciertos ámbitos ~ t" I ndustrialesque no sólo están cada vez más automatizados e nfOrmatizadossino con menos necesidades de mano de obra. Por cierto :¡ue este elemento contiene una importancia estratégica para América _atina, que es un continente donde cada dia se invierte en educación pero la calidad de la educación no se ve por ninguna parte, con lo que la :Jistancia entre el tipo de ciudadano que estamos formando y las ::xioridades de democracia política y competitividad industrial que "equieren estos países, es cada vez más grande. Esto, sin duda, ha ::Jbligadoal-.B1D.a reorientar§lJ§ ..rDarCosdeinterpretación sobre las "elaciones entre educación·~ldesarrºI1ºLJ?tJes también ellos se han dado 11

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En este texto Jesus Martín Barbero revisa la relevancia del concepto de industria cultural, que deriva de tres momentos, un primero representado en la Escuela de Frankfurt, un segundo en Morin, y un tercero en una definición general de la ONU. Todo ello para hablar del papel de las industrias culturales latinoamericanas

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LAS INDUSTRIAS CULTURALES

Jesús Martín Barbero

En los últimos años las industrias culturales se han convertido en un:ema de moda. Pero no sólo en eso. Este concepto designa un campo:e procesos culturales frente al cual el mundo académico está tomando...:ramayor concienCia y también, aunque mucho más lentamente, los3mbitos políticos y económicos. Hqln0p.()~~.l!lg_~.E~IJ§ªIJaarlinámicas: Je atraviesan nuestrasjgeolidadé( 's'in ...a~umjLcÓmº. ~~tas__.see'lcuel1tranarticuladas, ci~ punta a punta, por las indústrias culturales. \o' P')

En marzo de 1999 tuve la oportunidad de participar en un seminario"ternacional sobre 'cultura y desarrollo', organizado por la Asamblea del3anco Interamericano de Desarrollo (BID), al que además fueron1vitados los Ministros de Hacienda -quienes a propósito no3sistieron-, de Cultura y de Educación de los diferentes países de':'l1érica Latina. En la introducción al seminario, Enrique Iglesias,::lresidente del BID, nos sorprendió con algunas reflexiones que son~t¡lespara medir hasta qué punto los economistas y los políticos están:omenzando a tomar conciencia de lo que actualmente pasa por el3mbitode las industrias culturales.

Para el BID es un hecho que 1é:l~ll}~!J.~~[ié:l§~.~ltyral~s-desde el'"'1undoeditorial hasta ¡nternet pasando por el turismo, la música y elJISCo- constituyen .uncampo de desarrollo económico y de creación de .empleo cada vez más importante, inclyso mayor que ciertos ámbitos ~ t"I ndustrialesque no sólo están cada vez más automatizados enfOrmatizadossino con menos necesidades de mano de obra. Por cierto:¡ue este elemento contiene una importancia estratégica para América_atina, que es un continente donde cada dia se invierte en educaciónpero la calidad de la educación no se ve por ninguna parte, con lo que la:Jistancia entre el tipo de ciudadano que estamos formando y las::xioridades de democracia política y competitividad industrial que"equieren estos países, es cada vez más grande. Esto, sin duda, ha::Jbligadoal-.B1D.a reorientar§lJ§ .. rDarCosdeinterpretación sobre las"elaciones entre educación·~ldesarrºI1ºLJ?tJestambién ellos se han dado

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J cuenta de que e'l mundo de nuestras identidades, de nuestras culturasnacionales y regionales, son asuntos prioritarios que hay que ingresaren las agendas políticas y económicas; no de otro modo es posiblepreguntarse ¿por qué en América Latina convivimos con un tipo dedesarrollo y de educación cada vez más lejano del que estos paísesrealmente necesitan?

Me pareció fundamental que los banqueros alcancen a pensar lo que""" significa no haber tenido en cuenta las identidades culturales a la hora

asumir el desarrollo de estos países. En el fondo, la de EnrfEtye-Jglestasera una confesión de un fracaso, de una falta de visióA--pof-~rte~.deunos irlvªrsionistasy de unos gobiernos que, durante.muchos años, no­hanJªntdoen cuenta la dimensión cultura! del desarrollo, es decir, a lacultufa..-COmCLunJugaúuruiamentaLdª~~!..0116.

( Todo esto para afirmar que hoy no podemos asumir separadamente.Llas identidades y las industrias culturales como si fueran asuntos'aislados entre sí. Cualquier intento de separar el mundo de lasidentidades (que llamaríamos nuestras) del mundo de las industrias (quelas sentimos otras, por ser del mercado) nos llevaría a un suicidio.Cualquier pretensión de conservar nuestras culturas, levantandobarreras a los movimientos de internacionalización, transnacionalizacióny globalización, es un acto suicida. Lo que necesitamos no es convertir

I nue.§tra.s.culturas en guetos sino, y ese es el reto, entender cómo

\" aI:1i.~~I~rJnuestras identidades -regionales, locales, sexuales, de!' género, de edad- con las industrias cultural~s..

¡ . ( e \, v. Jt,,) vi +\. v;' tv I '-~ .

Industria cultural e industrias culturales

Antes de continuar con lo aquí planteado, considero que esimportante mencionar brevemente la historia de un concepto, que comoel de 'industria cultural', no ha significado siempre lo mismo. Para estodeseo ubicar la historia de este término a partir de tres momentosfundamentales de su desarrollo, que van desde el pensamiento críticode la escuela de Frankfurt, los aportes del filósofo Edgar Morin,finalizando con las implicaciones del giro que la UNESCO hizo delmencionado concepto al convertirlo en plural, es decir, ya no en industriacultural sino en industrias culturales.

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Como tal, indus.tria-Gultlffales un concepto acuñado por T. W:-AdGmoy M. Horkheimer, dos famosos investigadores alemanes, quienestuvieron que salir exíliados de su país, en tiempos del nazismo, ymarcharse a los Estados Unidos. Ambos pensadores -fundadores,junto con el propio W. Benjamin, H. Marcuse y E. Fromm de la llamadaEscuela de Frankfurt- publicaron un libro que ha sido trascendentalpara las ciencias sociales del mundo: La dialéctica del iluminismo,' endonde acuñan la categoría dV!1dustria cUlfural para denominar cómo en.}<las sociedades capitalistas~~ no se transforma en mercancía,sino que se produce como -mercancía. Desde una concepciónradicalmente crítica de la mercantilización de la cultura, Adorno yHorkheimer afirman que no tenemo~1por un lado, la cultura y, por otrolado, su mercantilización, sino que laigl.lltura de.las mayorías,\esto es, lacultura que pasa por la prensa, la radio, la televisión, por el mundo dellos libros, la música e, incluso, de la plástica, (sobre todo de la plásticamás moderna que tiene mucho que ver con el desarrollo del afiche y elmural) se produce coIJ1<:>mercancía. \J 1::) 1\,

En esto Adorno y Horkheimer son muy claros. Ahora bien, ellostambién tienen conciencia de que históricamente la cultura pudosepararse y obtener autonomía de los Jiominios religiosos y p.aHticos,gracias a la dinámica del mercado. ¿Que quiero decir con esto? Que lacultura no ha vivido nunca en una autonomía completa, pues a lo largo <-'---'-- ­de la historia lo que llamamos cultura, en términos antropológicos ysociológicos: las costumbres, los hábitos mentales, los valores, nuestrasproducciones simbólicas han estadosúbordinada~ tanto al poderreligioso como al poder político. Es a partir del siglO XVII, donde éstainicia un proceso de separación en relación con las iglesias y lospríncipes; y esa autonomía se gana en gran parte porque los libroscomienzan a depender, ya no del mecenas de turno, que pagaba elescritor, sino de la gente del común que comienza a comprar los libros.Esto va a encontrar su figura más clara en el siglo XIX, donde surgen-unos públicos, unas audiencias y un mercado de libros, de música, etc.

Industria cultural significa entonces que la lógica de la producción vaa dominar a la lógica de la creación, o por lo menos la va a subordinarcomo nunca antes lo hizo. Para decirlo en sus propias palabras: é: '.'f' '

«La lógica d~ la mercancía convierte a la cultura en la otracara del trabajo mecanizado (...) Así-~Gmo.JalÓgica de lamercancía-hasubordinado.el. tratlajo humano..de tal maneraque se ha vuelto un trabajo en serie, aslla cultura entra

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tambLéD_.ª_,ª_.I.Ó-9-ica-.cl.aJaserie,sacrificando aquello por locual la lógica de la obra cultural se distinguía de la delsistema social».

Esta concepción de ambos pensadores de la Escuela de Frankfurt va atener, sin embargo, un lastre muy fuerte. A excepción de W. Benjamin,que muy pronto tomó una orientación radicalmente distinta de la de suscolegas, lo que la Escuela de Frankfurt legitimó fue una concepciónradicalmente aristocrática de la cultura: es el arte más erudito,la másalta cultura. De tal manera que para Adorno el cine y el jazz. eransimples reproducciones del capitalismo; a pesar de ser uno de losmusicólogos más importantes del siglo XX, ÍUY.cL.unaabsolutaincapacidad para entender todo lo nuevo que nacía con estas dosexpresiones de la cultura moderna. Para él, la velocidad a la quepasaban las imágenes del cine impedía pensar, así como veía en laimprovisación del jazz la reproducción serial de la fábrica, en su versiónde encadenamiento y de producción en serie.

Esta visión elitista de la cultura les va impedir a los de Frankfurtentender las relaciones complejas y no dicotómicas entre producción ycreación. Años más tarde, un autor francés, Edgar Morin, será quien seencargue de afirmar que en las sociedades-dé hoyes imposible pensaren la creación sin tener en cuenta las lógicas de producción. En unaobra extraordinaria, titulada El espíritu del tiempo, Morin se aparta del

¡pensamiento radicalmente pesimista y negativo de Adorno y Horkheimer-'.cuando sostiene que ningl¿na ol:>ra de.arte en las sociedades

contemporáneas es puramente un ejercicio creativo, ni es solamenteestandarización, ya que en ambos casos hay espacios de intersecciónentre dispositivos .muYucO~efGs¡-4tJe-SOfl-a··ka-vez-.de-creacióny. dee.síandaliz.aciÓJ:l.Incluso en los medios más estandarizados, como elcine, también existen elementos pe creación, pues de lo contrarío nohabría públicos. r~, ! , L J

De tal suerte, quie.o..pensn...prJmere-en-·estaslógfcas--eootradictoriasentre. industria. y . cultura, entre.estand.ªrización y creación, entreproducción y USO. fue justamente'(;,ggar .rv1()ríñ:) De ahí que hablar deindustria cultural es hablar de industria, pero"también de cultura. Y al

. decir cultura estamos mencionando algo,. siempre CQffif)lejo, si~f'!lpredinámico._queseJe.escapapor. muchos laci9s.ª.I¡:¡~.J~.gicªs.pU[ªrl1ente

jl1(:!.l,.,-~triªles.O si no que lo diga el director de cine Francis Ford Coppóla,quien después de rodar ese éxito comercial que fue Apocalypsis now,hizo una película en la que invirtió todo su capital, siguiendo los mismosingredientes de la receta anterior. ¿Qué le sucedió? Que fracasó. Es

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decir, en el campo cultural las lógicas del mercado pesan mucho, perotambién cuentan las dinámicas de la cultura; allí no sólo existen lasestrategias del mercado, sino que también hay lógicas de género, deregiones, de localidades, de generaciones y de gustos, entre otras.

Tiempo después, en la década de los años sesenta,la UNESCO se i

interesó por esta misma problemática,··perO infrodujo una inflecciónlinguistica muy interesante para designar el término: comienza alegitimar el concepto de industrias culturales. A mi modo de ver, estosignificó una ganancia y una pérdida a la vez. La ganancia es que alpluralizar el concepto, I~ UNESCO buscó ampliar el·campo de laproducción cultural para integrar así la industria editorial, la industria dela música, de la plástica, de la danza; lo que a su vez implicó darle uncontenido sociológico plural al término en mención: la perdida tiene quever con la ausencia de una mínima crítica que comenzó a contener elconcepto.

De las industrias culturales a las identidades colectivas

Ubicándonos en el mundo latinoamericano actual, encontramos con

que hoy en día las industrias culturalesison un dispositivo clave en laconstrucción de las identidades colectivas. Estas atraviesan, de punta apunta, la construcción de nuestros sueños, de los imaginarios a partir delos cuales nos sentimos felices o infelices, satisfechos o insatisfechoscon lo que hacemos. En este sentido, hay una definición preciosa de.. "Edgar Morin sobre el concepto de cultura: «cultura~lo·que.media\ /entre lo que somos y lo ql,lª§.ºlj.ª!Dos_~er». Por tanto, no podemos'entender la cultura sin esta tensión creativa entre lo que soñamostenemos derecho a ser, lo que quiSiéramos que fuera nuestra vida y loque en realidad somos, con nuestras tristezas, inercias, rutinas ymediocridades. Es en ~sa_rnediaci9n entre rutina y sueño -sueño, noen el sentido de dormir, s·inode inventar- donde se juega la cultura.

Evidentemente, no me estoy refiriendo a elite cultural de estospaíses, sino a unas mayorías latinoamericanas, para quienes ladimensión fundamental a partir de la cual viven su cultura cotidiana noes el libro ni la cultura letrada, así estas hayan aprendido, como enefecto lo han hecho, a leer. A esto se refiere justamente la investigaciónque Sonia Muñoz realizó en Cali sobre consumos culturales, en donde ala pregunta que ella hacía: -«¿a qué asocias libro, en tu vida?» -, lagente le respondía, en su inmensa mayoría, que libro estaba asociado

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con tareas escolares. Una vez que se sale de la escuela, el libro es algopara exhibir como una muestra representativa de status social.

En unos PaJª~§cionde esto es así, y esto es así en toda AméricaLatina, nos encontramos entonces con que las mayorías nacionalesestán accediendo a la modernidad y a las autonomías que esto conlleva-de la sexualidad, la feminidad, la creatividad, la subjetividad- sindejar su cultura oral. Por más escandaloso que esto suene para la visiónintelectual que tenemos de América Latina, y por más que le debamos alos intelectuales y a los escritores latinoamericanos, es un hechoinnegable que la cultura de las mayorías, desgraciadamente, no hapasado por el libro, y en parte porque la cultura letrada ha sidoexcluyente, profundamente excluyente de las matrices culturales oralesdanuestrªs~pºpJaciol1es.

Hace un año, en un encuentro en Sevilla que estuvo dedicado apensar en los modelos de espacio cultural y de integración europea ylatinoamericana, tuve una discusión con un colega chileno, para quien lahistoria cultural de América Latina sólo pasaba por los intelectuales y laliteratura. Yo le replicaba a este colega: -«¿cómo podemos pensarculturalmente a América Latina sin el bolero, el tango, la ranchera, elcine, sin María Félix o Cantinflas?»-. ¿De qué estamos hablando? Unacosae$Jª~_ciudad letrada, pero otra bien distinta es la cuidad real en laque habitanJosmillones de latinoamericanos.

De ahí que por más escandaloso que suene, por las culturasaudiovisuales están pasando mucho más las matrices culturales de lagente. Yo sigo reprochando al Ministerio de Cultura que lasconvocatorias a los premios de narrativa oral sólo incluya a la narrativaoral de las culturas indígenas, dejando por fuera otro tipo de narrativascomo, por ejemplo, las de los viejos de nuestros pueblos, o aquellasotras que vienen del rap y el rock, que también son orales. Y ademásme parece triste que los relatos orales míticos de nuestras culturasindígenas les llegue a nuestros escolares únicamente en librosoublicados, pero no les llegue, a estas alturas de la vida, ni siquiera en:assette o en disco, de modo que puedan oír la sonoridad de nuestras>ralidadesindígenas y luego la sonoridad de la traducción occidental. Yafue no aprendemos lenguas indígenas sería interesante, por lo menos,lírlas y conocerlas.

Qig()~sto para plantear que en América Latina tenemos un desafíoi')orme: pensar en el vínculo estrecho que hay entre culturas orales yJlturasaudiovisuales/electrónicas. El éxito de la telenovela, pienso que

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~s:á ahí y no sólo en la conexión que siempre hacemos con el mundo de: sentimental, en términos peyorativos. Ef'rlaiefeRoveJase· articula un: :mplejo mundo de las gramáticas audiovisuales que han encontrado_-a enorme empatía con las gramáticas orales, con lo cual el problema~s mucho más de fondo que afirmar si son reaccionarias o no lo son. A- modo de ver, el asunto tiene que ver más con una articulación entre: "alídad y visualidad, que a propósito es una relación histórica en.:.-nérica Latina que va desde las pirámides de los Aztecas, la:Jnografía de los Incas, pasando por todo el barroco latinoamericano de3.S iglesias y de las ciudades hasta llegar a las telenovelas actuales. El: "oblema es que nosotros no estamos empatando esas visualidades- stóricas con las visualidades de hoy.

Puntualizando, l~cD:~)aciónentre identidades e industrias culturales no /~s una relación exterior. Así como Adorno y Horkheimer plantearon que 1

3 relación entre cultura y mercancía no era exterior, en América Latinaa relación entre construcción de identidades, especialmente la de los.:venes y de las mayorías, e industrias culturales no es una relación

::xterior, sino constitutiva; es una relación creativa por más subordinada:;Je parezca.C'J"é',oc.¡ OV'! i cu--¡t( d:::;\dt:::) !

Industrias culturales y transformaciones del mapa cultural

En América Latina hemos vivido una experiencia acelerada de:ambio de mapa cultural. Hasla_.ha.cfLcincuentaaños, el l11apa_9J.1ltural:e nuestros-palses'dera el de cientos de comunidades ..pequeñªs y Ante;:ulturalmente homogéneas. Las personassevestíanjg!§!, creían más o'"'Genos lo mismo, obedecían los mismos' cánones morales, pero:ontradictoriamente estaban muy aisladas entre sí, y muy aisladas de::50 que llamamos nación. Para poner un ejemplo, recuerdo que yo'egué a Bogotá en 1963, y la imagen de ciudad que tengo grabada en,\ memoria es la de una ciudad de colores oscuros. La mitad de la

:oblación vestía ruana y la otra mitad, sobre todo los hombres, vestía de~ris, de negro, con chaleco y con paraguas. La imagen del color de la;ente era enormemente homogénea.

ActuaLmente vivimos en unas ciudades cuyo mapa cultural es el de...na tr-ama~enoImemente heterogénea, desde los colores hasta los:llores. Pero a la vez, ,esa heterogeneidad marca una enorme exposiciónje unas culturas a otras. Al menos, en ese sentido, hay mucha:omunícación entre unas culturas y otras: culturas de viejos y de jóvenesestán hoy expuestas las unas a las otras, lo que por cierto significa la

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existencia de conflíctos sociales, asociados también a los modos en~elas personas viven sus subjetividades. Desde ahí hasta las culturas delos sectores marginales de nuestras ciudades, estamos expuestos aconflictos que no son ajenos a los modos de vivir, de soñar, desobrevivir. De alguna manera esto fue lo que experimentaron loshabitantes de las clases altas de Medellln cuando empezaron a sentirque las culturas periféricas, de los márgenes, de las cuales pensabanestaban liberados, comenzaron a 'bajar' no sólo hasta centro de laciudad, sino hasta los barrios más exclusivos como El Poblado.

Esto me lleva a plantear otra dimensión clave. El mapa de nuestrasculturas nacionales está sufriendo una transformación acelerada por losprocesos de globalización. Esto implica asumir que ya no va a ser lomismo ni lo nacional ni lo local. Quiero desarrollar esta idea, retomandoun concepto del sociólogo inglés, Antony Giddens, cuando plantea quela globalización es, en gran medida, la aceleración de la modernidad.Giddens empleaA~ru;ª-Ptº __de __ºesan91ªje para señalar cómo lascultur-asloc~leª. se desal1clan de su territorio y de su temporalidad parainsertarse en flujos, dinámicas, circuitos y en ritmos de tiempo_muydiversos a sus temporalidades de base, lo cual las empuja a lahibridación con otras culturas.

Prefiero utilizar el término de desanclaje porque la palabradesarraigo, que es la que nosotros usamos continuamente, tiene unacarga romántica de idealización del pasado, como si las raíces fuerantan fuertes que se erigieran en lo único importante. Algo de esto leescuché a un amigo sociólogo europeo en el encuentro sobre cultura yregión celebrado en Medellín en 1999. El decía algo que me pareciócertero: «no podemos vivir sin raíces, pero muchas raíces nos impidencaminar». La globalización, por tanto, desanda nuestras culturas y laspone.en. un proceso de exposición a otras culturas. No es que

, desaparezca lo local -no van a desaparecer las culturas locales- alrevés, lo que hoy vivimos, en parte por efecto de péndulo propio de laglobalización, es una revalorización de las culturas locales, incluso conuna tentación muy fuerte de gueto y de fundamentalismo.

Tenemos entonces el reto de comprender que la globalización debeser negociada desde nuestras identidades, tanto locales comonacionales. A esto apuntaba el discurso de Enrique Iglesias, en el forodel BID al que me referí al principio de esta charla, pues también losbanqueros se han dado cuenta de que las comunidades._culturalesdeAmérica Latina se están encerrando frente a la modernidad, en suversión neoliberal, porque no cuenta con ellas como culturas, sino

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únicamente como recurso de producción. Y las culturas producen en lameaidaen-que' son asumidas como-idé-ntidades,no sólo como recursosproductivos, es decir, si la dimensión identitaria es reconocida comoingrediente de producción y no, al revés, como obstáculo, que fue lo quenos sucedió·en años anteriores con las ilusiones del desarrollismo quenos decía que para ser modernos teníamos que abandonar nuestropasado, porque se asumía que la relación de nuestros campesinos conla tierra era una superstición que había que suprimir.

Hacia un espacio audiovisuallatinoamericano

En América Latina, como decía antes, buena parte de lo quellamamos 'latinoamericano' se ha construido a través de una comunidadde lectores, de audiencias y de espeCtadores. En esto las industriasculturales han jugado,_sobre todo durante las décadas de los añostreinta al cincuenta, un doble papel: nos hicier9n nacionales y nos'hicieron latinoamericanos. Fue a través de Jorge Negrete, Cantinflas,María Félix, así como de la radio, el cine, la ranchera, el tango, entreotras expresiones culturales, como nos reconocimos latinoamericanos:disfrutando y gozando con la misma música, con los mismos héroes,con las mismas historias, con los mismos relatos del cine y laradionovela.

Me refiero a unas industrias culturales que también dieron laposibilidad de reconocemos diferentes. Este ha sido el caso de la radio,que permitió a los colombianos asumir nuestra dimensión costeña, paisao valluna. Y esto aunque le pese a no pocos intelectuales del altiplano,como aquel que decía en los años treinta al escuchar la música decumbia y mapale de la costa, : «-¡qué susto que me produce ese acresabor a selva y sexo!»-. A la vez que nos hizo nacionales, integrando unsentimiento cotidiano de pertenencia a una comunidad, la radio cumpliócon darle expresión a la riqueza cultural de este país, la misma quenemos tardado hasta la Constitución de 1991 para reconocer en su.neterogeneídad.

YJ'bien, de las décadas anteriores hasta las actuales vamos aencontrar un cambió enorme. Las grandes industrias culturales de hoy,en su tendencia más fuerte, son 'desnacionalizadoras' ydeslatinamericanizadoras'. El caso del cine es una muestra palpable deeste movimiento de desanclaje de lo nacional y de lo latinoamericano.[Je.una.hegemQDiª. latinoamerjGªOªL.el1 la que ..Ias. masasacostumbraban·a ver bastantes películas mexicanas y argentinas,

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hemos pasado a una 'norteamericanización' del cine que, por cierto,está ligada a problemas de fondo. Por una parte, es evidente ladisminución de los espectadores de cine en los últimos quince años. EnMéxico, por ejemplo, la cifra de espectadores que asistió a cine durantela década de los años ochenta cayó en 123 millones con respecto alpromedio de espectadores que asistieron a cine en los años sesenta. EnArgentina, la cifra de espectadores por año a las salas de cine cayó de45 millones, que fue el promedio durante los años ochenta, a 22millones de espectadores durante los noventa.

Por otra parte, nos encontramos con que faltos de una mínima ayudaestatal, los cines nacionales se han vuelto no rentables. Asistimos a unacaída brutal en la producción nacional cinematográfica que ha perdido,casi por completo, el apoyo estatal. Este es el caso de Brasil: de unascien películas anuales, que era el número aproximado de produccióncinematográfica brasileña hasta hace unos veinte años, este paísprodujo durante la primera parte de la década de los años noventaapenas doce películas por año. Evidentemente el problema es de fondo,ya que el cine no es rentable en términos de! espacio nacional. SalvoBrasil, que puede hacer rentable una película con espectadoresbrasileños, en América Latina ningún país puede producir hoy unapelícula competitiva de mediano costo. Estamos, por tanto, necesitados::e una mínima industria nacional que sea no sólo capaz de coproducircon otras industrias nacionales, sino de crear un espacio, comúnaudiovisuallatinoamericano.

En la producción de cine, no tendremos futuro sin la creación de un"'Iercado audiovisuallatinoamericano sobre el que se pueda, así mismo,:c'istruir un espacio cultural latinoamericano. Esta es una batalla que:eberían dar los Ministerios de Cultura de nuestros países, de tal~ a:iera que podamos ver el cine chileno, argentino, mexicano, pero el: le que se hace hoy, no el que se hacía hace treinta o cuarenta años.S =" a un gran logro ver toda la trayectoria cinematográfica de un director: : -: el mexicano Arturo Ripstein, y no apenas cuando adapta una obra: =- :; a-cía Márquez. Y que nos llegue cine ecuatoriano, que existe, tan: 7 : _e;:' e como el nuestro, pero tan representativo y expresivo como el- - -. -- ¿Cuánto tiempo hace que se estrenó 'Pantaleón y las

:':: :: -as de Lombardi en el Perú? ¿Cómo es posible que tantas7 _ - : - es de Ministros de Cultura no hayan servido para hacer una

- - -:: - e;ociación contra los 'monstruos' de las distribuidoras-: -=-::-e-:aras que involucre la participación de empresas:-:::-=-:a~as?

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No es posible que haya que ir a Barcelona para ver cinelatinoamericano. No hay derecho. ¿Saben cuántas salas de cine hay er¡Barcelona, una ciudad con tres millones de habitantes? 280 salas. Alláexisten una cantidad de salas chicas donde se puede ver el cine irani,finlandes, latinoamericano que no se ve en las salas más grandes. Tanimportante entonces como producir cine colombiano es ver eLcine delmundo, porque para hacer cine colombiano que se vea en el exterior,necesitamos ver el cine del mundo, de lo contrarib$éguiremosinverltEQd~ el'aguatibia' cada vez que desde Cali, Medellín, Bogotá oBarranquilla se produce, una' película. Necesitamos un cine que nospermita hacemos reconocibles en el mundo y, por supuesto, en nuestropropio país.

Ahora bien, al hablar del espacio audiovisual latinoamericano implica'econocer dos grandes movimientos que están transformando a las:ndustrias culturales: lo tecnológico y lo político. Asistimos a unaacelerada transformación tecnológica que proviene del mundo de la'l1agen y el sonido. Hace algunos meses, un director de una radio:omunítaria de un pueblo de Colombia me contaba lo importante que fue:::Jarasu emisora 'descubrir' la digitªli?:actón_..del_ªºDi~o. Para una radio:omunitaria local la posilillidad.de_.trabajar con este tipo de tecnología::Igital ha signíficadono sólo un, ahorro económico muy grande sino~ambién la '.posibilidad -gracias al internet- de hacer radios: cmunitadas abierta.s.-ª.Loll,J.J]do.

PªIg ,.además de estas transformaciones tecnológicas, que están:Jsibilitando una apropiación de las industriascult.l.!r~Jes, también::sistimos a un cambio de la idea misma de la política. Al fin lasquierdas y las ONGs de América latina están entendiendo que por la'adio y la televisión pasa una enorme posibilidad de creación de espacio: _:::llico.Cierto es que la plaza y la calle son muy importantes en tanto7sDacios públicos, pero definitivamente no son los únicos ni los: ~:'nitivos. Hoy en día, -en-Améfica--L.atina.,Ray-cientos-·de--oomuni~s: - =--..Pan.-encontra..9-º __~Q,,!9~_~~P.§!~J9S_ª.!JdiIDliSIJ a les y mediáticos la: :sibilidad de c¿reació!:L.ge espacio público. Con todos los vicios y:~:ectos, allí hay un ejercicio de lo cíúOadano y una recreación:~ilocrática de las Gomunidades, que es a partir de lo cual podemos7"'sr una mínima renovación democrática de nuestros partidos

:: :iCOS.

_~or que digo esto? Porque, por debajo y por encima, los partidos:: : :05 están haciendo agua en nuestros países. Por favor, que nadie-7 -nalinterprete: no es que no necesitemos los partidos, sino que elloso: : s con sus foros y convenciones, no van a cambiar. Se van a

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transformar si la sociedad les cambia de función y de objetivo, si lestransforma sus agendas 'politiqueras' por las agendas ciudadanas queno están en el Congreso. En este sentido, es importante luchar para quelos tratados de integración subregional (desde Mercosur hasta elTratado de Libre Comercio, pasando por el Grupo de los Tres y el PactoAndino) empiecen a darle la importancia que tienen las industrias

,~ culturales que, dicho sea de paso, no aparecen en la agenda de losdocumentos centrales. Sólo figuran como anexos.

Esto empata con un doble desafío con el que quiero terminar estacharla. Por una parte, tenemos el reto de pensar en unas políticasculturales no sólo para sUbvenc;ionar,sino para dinamizar y posibilitar. Ydigo esto porque no podemos pensar en políticas culturales querestrinjan la complejidad de las industrias culturales al ámbito de los

.decretos y las leyes, que de paso demuestran una concepción de culturabastante anacrónica. Esto es lo que se puede apreciar en la Ley deCultura colombiana, donde de todo el espectro de la industria culturalmediática, solamente figura el cine, porque es arte. En cambio no está laradio ni la televisión. Otra cosa es que en los últimos años, el Ministeriode Cultura -y en esto hay que hacer justicia- haya empezado apreocuparse por la radio, desde la nacional hasta las radios comunitaria,trabajando en proyectos de fondo. Sin embargo, en materia de televisiónestamos en manos de esa perversión que la Constitución de 1991 creó,que es la Comisión Nacional de la Televisión, donde está lo peor de lapolitiquería de este país.

Ya es hora de que el Ministerio de Cultura asuma que la cultura conla que éste tiene que ver no es sólo la cultura que patrocina, sino la delas mayorías de los colombianos, incluidos los empresarioscolombianos. En esto Liliana Bonílla, la directora del entonces InstitutoColombiano de Cultura (COLCULTURA), fue pionera. Ella comenzó adarse cuenta, a principios de la década de los noventa, de querealmente la institución que tenía a su cargo debía preocuparse por lacultura del habitante común de nuestras grandes ciudades, y no sólo dela ópera y el teatro, con todo el respeto que se merecen.

Por otra parte, es-Pteciso una renovación profunda· de.,nuestrosmapas,mentales y cliJiycªles. Una renovación que nos permita entenderque Jas,jndustftas-cultur~les tambiéñ'tienen--m-tffioo·--que---ver-con-~aeCQ!JQ!!lía.En esto es importante que nos digamos las cosas claras. Yofui declarado persona no grata por el Instituto de Colombiano deAntropología (lCAN) porque me atreví a hablar, hace unos años, deindustria cultural y de economía de la cultura. En una ocasión, me

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encontré para mi sorpresa con un documento en el cual se confundiaeconomía de la cultura con mercantilización de la cultura ¡Por favor! Unacosa es la mercantilización de la cultura, y otra bien distinta es saber acuántos colombianos da empleo la industria cultural.

Una renovación que nos permita comprender, así mismo, losprocesos de ..re()[ganízación cultural que estamos viviendo.Anteriormente h'abíaafirmado que la industria cultural 'desnacionaliza' y

'deslatinoamericaníza';.pues bien, también es ,neces,ario,recon?cer quehay procesos nuevos de 'relatinoamericanización'. Estoy pensah'do'en elrack, que está rehaciendo lo latinoamericano, creando incluso unasonoridad múltiple y diversa. Para decirlo en palabras de una 'joveninvestigadora colombiana, el rock es uno de los lugares donde seconstruyen los bordes de la unidad simbólica de América Latina, dondese tejen los bordes de lo latinoamericano, como antes lo ha sido la salsade Rubén Blades, las canciones Mercedes Sosa y la 'nueva trovacubana'.

Asistimos a una renovación de lo latinoamericano, que ademásincluye lugares tan extraños como el canal 'MTV Latino' y sus fuertesdosis de videoclip; desde allí también se está rehaciendo AméricaLatina, con todas las contradicciones y deformaciones que eso significa.A este respecto, acabo de recibir por internet la tesis de grado de unjoven de Santiago del Estero, Argentina, en la que plantea alga que nosdesubica a los adultos. Dice él, que la clave del vídeoclip no es la letra,sino lo sonoro, y hace para mí una reflexión muy interesante sabre esarelación entre oralidad y visualídad que les camentaba al comienzo.NiO.Q-úu.vicfeDc1ip-actuªlilustralo que dice la canción. No es una imagenilustradora, sino otro texto; es un intertexto, dirían hoy los críticos \literarios, cuya gramática la pone la música, lo sonoro y no la letra. l

Finalmente, y aunque nos pese, América Latina también se estárehaciendo a través de los informativas de las naticieros de la CNN y dela CBS. Frente a la precariedad de una información internacional ennuestras diarios y naticieros calambianas, la única posibilidad que nasqueda es enteramos por la CNN o la CBS sobre la que está sucediendoen el Salvador, Argentina, Chile o Ecuadar. NO' hay periódicas conmenos información internacional que los colombianas. Cada vez queviene un colega extranjera a Colombia, me pregunta: ¿qué pasa en estepaís con la infarmación internacional? Recuerda que hace unas meseshubO' un día que en que estaba Caracas anegada, en que estabaEcuadar en explosión, y ¿saben a qué dedicó EL TIEMPO la páginaentera del daminga?, al desarrollo tecnológico que estaba permitiendO'la

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fusión de un empresa norteamericana de internet con la Time Warner.No es por demeritar esta noticia, pero ¡por favorl, había otras muchasnoticias en América Latina, de las cuales sólo terminamos enterándonos

\ a través de los canales internacionales de información.\---1., t/; ~i .•

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