La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

56

description

La Testadura, una literatura de paso no. 14: "La lengua de Arianna" y otros cuentos por Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco.

Transcript of La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

Page 1: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco
Page 2: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

Coordinación editorial: Mario Eduardo Ángeles.

Jefe editorial: Erich Tang.

Textos: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco.

Fotografía: Miguel Escamilla (p.: 2, 7 y 10, Mo. Eduardo Ángeles (p.: 14, 19, 23, 38 y 42) y El San-to Pulpo (p. 31). Diseño: Mo. Eduardo Ángeles. Correctora de estilo: Lizeth Briseño.

Consejo Editorial: Manuel Bañuelos, Miguel Esca-milla, Salvador Huerta, Pedro M. Serrot, Erich Tang, Mo. Eduardo Ángeles, Jesús Reyes.

Contacto: [email protected] [email protected] México, 2012.

Los derechos de los textos publicados pertenecen a sus

autores. Cuida el planeta, no desperdicies papel.

Page 3: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco
Page 4: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco 13/10/91

Chilpancingo, Guerrero Nick: No importa

Ningún reconocimiento Estudio literatura en la UAG

Page 5: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

A lo largo del día

El rescoldo del amanecer

Historia de un hombre

calvo al despertar

Amores que se estiran con el tiempo

La lengua de Arianna

Page 6: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

Imparte: Imparte: FLORENTINO CHÁVEZFLORENTINO CHÁVEZ

Informes: Informes:

al 442 342 2513al 442 342 2513 Con Erich TangCon Erich Tang

o al correo:o al correo: latestaduraliterarialatestaduraliteraria

@[email protected]

Page 7: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

diseño: manuel ortiz

Page 8: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 1

A LO LARGO DEL DÍA

Page 9: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 1

A LO LARGO DEL DÍA

7:15 am

Él es Raúl y ella es Martha; sus relojes circadianos están sincronizados con una precisión tan exacta que ambos se le-vantan todos los días a la misma hora. Hoy es miércoles, el tintineo del móvil de cristal colgado en el pasillo ha llegado hasta la habitación matrimonial, donde ellos, ya despiertos, se encuentran senta-dos en bordes opuestos de la cama, dán-dose la espalda. Luego, una vez de de pie, se encuentran y se abrazan, se be-san y murmuran cosas mirándose con gestos de ternura.

Page 10: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 3

Page 11: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 3

7:20 am “Te amo” dice él en voz alta, mien-

tras se lava los dientes en el baño; en la habitación contigua, donde ella yace desnuda eligiendo el vestido que usará hoy, sólo se escucha un gruñido ininteligi-ble que ella interpreta correctamente y sonríe. “Te amo”, vuelve a pensar Raúl frente al espejo, esta vez sin decir nada, mientras imagina la esbelta figura de Martha; su cabello rizado y sedoso, lar-guísimo; la delicadeza de sus manos y sus pies; la expresión inocente de sus ojos...

8:45 am Entre las ocho en punto y las ocho

veinte ha surgido una fuerte discusión que ha dejado a ambos en medio de un denso y pesado silencio de disgusto. “Voy a hacer huevos, ¿quieres?” pregunta Martha, con el deseo apático de que Raúl no quiera.

Page 12: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 4

“No, gracias. Es muy tarde, mejor me llevo un plátano para el camino” contes-ta Raúl, queriendo; luego, sobre la mesa donde aún reposan los platos utilizados en la cena de la noche anterior, coloca el plátano que acaba de tomar del frutero para poder ajustarse la corbata. Sabe que olvidará recogerlo.

Faltando cinco para las nueve, se marcha dándole la espalda. Hubiera querido darle un beso.

9:17 am Sobre la mesa recién escombrada

Martha sirve los huevos y los come a rit-mo lento y desganado, la mirada baja y ausente; son los huevos con mejor sabor que se hayan cocinado nunca. Nadie lo sabrá jamás, ni siquiera Martha vomi-tándolos a las nueve vein­ticinco.

2:00 pm Martha está acostada sobre la hamaca

La Testadura 5

Page 13: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 4

“No, gracias. Es muy tarde, mejor me llevo un plátano para el camino” contes-ta Raúl, queriendo; luego, sobre la mesa donde aún reposan los platos utilizados en la cena de la noche anterior, coloca el plátano que acaba de tomar del frutero para poder ajustarse la corbata. Sabe que olvidará recogerlo.

Faltando cinco para las nueve, se marcha dándole la espalda. Hubiera querido darle un beso.

9:17 am Sobre la mesa recién escombrada

Martha sirve los huevos y los come a rit-mo lento y desganado, la mirada baja y ausente; son los huevos con mejor sabor que se hayan cocinado nunca. Nadie lo sabrá jamás, ni siquiera Martha vomi-tándolos a las nueve vein­ticinco.

2:00 pm Martha está acostada sobre la hamaca

La Testadura 5

del zaguán; los dedos de su mano iz-quierda cuelgan por un costado y hacen caricias circulares en el piso de duela.

Luego de colgar, tras casi media hora de charla telefónica, despeja su frente cubierta de bucles erizados, mientras suspira larga y hondamente: un exnovio de la preparatoria… dice que aún la ama.

3:45 pm Tus hijos y mis hijos nunca se conocerán,

tus nuevos conocidos no sabrán de mí, y esporádicamente, con la memoria

empañada por la bruma del olvido y la distancia,

yo te recordaré en medio de personas que tampoco se enterarán de tu

existencia…

Martha devuelve al alhajero aquel

Page 14: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 6

papelito roído y arrugado; nota entonces que la pequeña caja está llena de mil chucherías sentimentales entre las que sobresalen apenas unas cuantas de las prendas que le dan el nombre.

5:10 pm Martha sale a la calle; un vestido gris

diametralmente distinto a aquel que había elegido con total seguridad y fir-meza en la mañana, recubre su silueta hasta la mitad de las piernas. El viento de la tarde golpea frescamente su cara empujando el cabello liviano hacia su espalda. Sus tacones resuenan armonio-samente en el asfalto.

Al pasar por un parque se detiene un momento para mirar a una triada de niños que juegan a la pelota, se sienta en una banca para contemplarlos mejor. A su espalda yace el jardín de los jazmines, y frente a ella un chico que la observa

Page 15: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 6

papelito roído y arrugado; nota entonces que la pequeña caja está llena de mil chucherías sentimentales entre las que sobresalen apenas unas cuantas de las prendas que le dan el nombre.

5:10 pm Martha sale a la calle; un vestido gris

diametralmente distinto a aquel que había elegido con total seguridad y fir-meza en la mañana, recubre su silueta hasta la mitad de las piernas. El viento de la tarde golpea frescamente su cara empujando el cabello liviano hacia su espalda. Sus tacones resuenan armonio-samente en el asfalto.

Al pasar por un parque se detiene un momento para mirar a una triada de niños que juegan a la pelota, se sienta en una banca para contemplarlos mejor. A su espalda yace el jardín de los jazmines, y frente a ella un chico que la observa

Page 16: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 8

estupefacto sin que ninguno de los dos se dé cuenta. En su imaginación él la des-nuda como si la conociera: con los tres lunares en la espalda y la pequeña cica-triz detrás de la rodilla izquierda.

5: 37 pm Martha se encuentra en el interior de

una farmacia, una mujer de su edad pero mucho más vieja en apariencia es quien la atiende. Martha tiene la sensa-ción de haberla visto antes y recuerda vagamente un patio de vecindad lleno de charcos y macetas. Es muy extraño –piensa, siendo introspectiva- lo que se experimenta al evocar los recuerdos de la infancia.

“Buenas tardes”, “Buenas tardes, ¿en qué puedo servirle?”, “Deme una prueba de embarazo por favor”. La mujer cami-na hacia el interior del pasillo y al cabo de un rato regresa con lo que Martha le ha

La Testadura 9

Page 17: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 8

estupefacto sin que ninguno de los dos se dé cuenta. En su imaginación él la des-nuda como si la conociera: con los tres lunares en la espalda y la pequeña cica-triz detrás de la rodilla izquierda.

5: 37 pm Martha se encuentra en el interior de

una farmacia, una mujer de su edad pero mucho más vieja en apariencia es quien la atiende. Martha tiene la sensa-ción de haberla visto antes y recuerda vagamente un patio de vecindad lleno de charcos y macetas. Es muy extraño –piensa, siendo introspectiva- lo que se experimenta al evocar los recuerdos de la infancia.

“Buenas tardes”, “Buenas tardes, ¿en qué puedo servirle?”, “Deme una prueba de embarazo por favor”. La mujer cami-na hacia el interior del pasillo y al cabo de un rato regresa con lo que Martha le ha

La Testadura 9

pedido entre las manos. “Aquí tiene”, “¿Cuánto le debo?”, “Cincuenta pesos”, “Tome, muchas gracias”, “De nada, vuel-va pronto...”, “¿Sabe?, su rostro me resul-ta familiar, ¿ya nos hemos visto antes?”, “No lo creo...”, “Usted es Paty ¿verdad?”

7:00 pm

“Buenas noches” dice Raúl, entrando por la misma puerta que cruzó hace varias horas; al llegar al comedor se qui-ta el saco colocándolo sobre la mesa, sobre el plátano, y como su saludo no recibe respuesta decide caminar hacia la sala, donde se encuentra con Martha, que está sentada sobre sus propias pier-nas mientras mira la televisión. Se acer-ca, y postrándose a su lado le dice algu-nas cosas en voz baja, besa su mejilla y luego intenta abrazarla, pero ella no responde. Entonces, Raúl, molesto y frus-

Page 18: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 11

Page 19: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 11

trado, se pone de pie y se marcha rumbo a la habitación: dándoles la espalda.

Page 20: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 13

EL RESCOLDO DEL AMANECER

Page 21: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 13

EL RESCOLDO DEL AMANECER

Está amaneciendo, el cielo conquista paulatinamente su primera claridad, cuatro hombres y tres mujeres yacen acurrucados a mitad del campo en torno a una desfalleciente fogata, un octavo los observa a todos mientras come un elote asado. No ha podido conciliar el sueño en toda la noche, los ojos le arden, también los labios a causa del frío; el simple hecho de estirarlos le hace sentir como si el rescoldo que el viento alboro-ta le cayera sobre la boca.

El aire es heladamente seco, le arde también al respirarlo. Se siente aburri-do, así que toma un buche de mezcal

Page 22: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 15

Page 23: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 15

y lo escupe sobre las brazas, el fuego se reanima y él aprovecha para poner a asar un nuevo elote, mismo que saca del costal etiquetado con las iniciales de su nombre. Nadie despierta aún, si quisiera podría robar algunos cuantos de los otros costales, pero él es un hombre honesto. Apachurra con el huarache un chapulín que andaba por ahí, cerca del hombro de su amada que duerme profunda-mente envuelta en un sarape.

Han anunciado su matrimonio para el mes entrante, los padres de ambos han designado que así sea. Sin embargo, el hecho de que el matrimonio se lleve acabo o no, depende enteramente de don Juan, el hombre que brinda el servi-cio de transporte a las personas del pue-blo, puesto que si ha amanecido con resaca no podrá ir a recoger a tiempo a los diecisiete hombres que ya lo esperan

Page 24: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 16

parados a orilla de la carretera, con bas-timento y herramientas en mano, a ochenta kilómetros de ahí; mismos que la comisaria dispuso para construir la nueva escuela, y uno de los cuales (si la botella de aguardiente no surtió su res-pectivo efecto en el organismo de don Juan), enamorará a la futurible esposa de nuestro amigo y se fugará con ella. Mientras tanto, él yace tranquilo frente a la fogata, comiendo su elote, sin sospe-char nada.

Page 25: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 16

parados a orilla de la carretera, con bas-timento y herramientas en mano, a ochenta kilómetros de ahí; mismos que la comisaria dispuso para construir la nueva escuela, y uno de los cuales (si la botella de aguardiente no surtió su res-pectivo efecto en el organismo de don Juan), enamorará a la futurible esposa de nuestro amigo y se fugará con ella. Mientras tanto, él yace tranquilo frente a la fogata, comiendo su elote, sin sospe-char nada.

HISTORIA DE UN HOMBRE CALVO AL DESPERTAR

Page 26: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 18

HISTORIA DE UN HOMBRE CALVO AL DESPERTAR

Te despiertas una tarde de verano después de haber dormido todo el día, percibes la humedad en el aire y la opa-cidad en las cosas. Afuera está nublado, ¿lloverá o no lloverá? Dudas mientras te rascas el mechón de pelo que aún crees tener en la cabeza. Tatiana, la vieja ga-ta que te regaló Laura, -tu sobrina favo-rita- cuando aún era una niña, yace igual que siempre sobre tu regazo, ella suele ser lo primero que ves, oyes, hueles y sientes cada mañana al despertar, to-dos los días su pelaje pardo acompañán-dote en la cama. Se frota contra ti en cuan-

Page 27: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 18

HISTORIA DE UN HOMBRE CALVO AL DESPERTAR

Te despiertas una tarde de verano después de haber dormido todo el día, percibes la humedad en el aire y la opa-cidad en las cosas. Afuera está nublado, ¿lloverá o no lloverá? Dudas mientras te rascas el mechón de pelo que aún crees tener en la cabeza. Tatiana, la vieja ga-ta que te regaló Laura, -tu sobrina favo-rita- cuando aún era una niña, yace igual que siempre sobre tu regazo, ella suele ser lo primero que ves, oyes, hueles y sientes cada mañana al despertar, to-dos los días su pelaje pardo acompañán-dote en la cama. Se frota contra ti en cuan-

Page 28: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 20

to se da cuenta de que ya te has desper-tado; aunque por otra parte, cabe tam-bién la posibilidad de que sea todo lo contrario, y que seas tú el que se despier-ta al notar su cuerpo friccionando al tu-yo; pero, para qué divagar, si afuera todo está nublado, si afuera va a llover o no, y todo lo gris que hay en el cielo es el preámbulo de una tormenta o una triste pantomima. Hoy has despertado y ella no se frota aún, esa quietud tenía que suceder tarde o temprano en uno de los dos antes que en el otro, y aunque lo sabías perfectamente, no puedes evitar asustarte y arrojarla al suelo reprimiendo un grito de espanto y de dolor, de terri-ble y repentina pérdida. Piensas que más que una muerte fue una huida… un abandono.

Page 29: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 20

to se da cuenta de que ya te has desper-tado; aunque por otra parte, cabe tam-bién la posibilidad de que sea todo lo contrario, y que seas tú el que se despier-ta al notar su cuerpo friccionando al tu-yo; pero, para qué divagar, si afuera todo está nublado, si afuera va a llover o no, y todo lo gris que hay en el cielo es el preámbulo de una tormenta o una triste pantomima. Hoy has despertado y ella no se frota aún, esa quietud tenía que suceder tarde o temprano en uno de los dos antes que en el otro, y aunque lo sabías perfectamente, no puedes evitar asustarte y arrojarla al suelo reprimiendo un grito de espanto y de dolor, de terri-ble y repentina pérdida. Piensas que más que una muerte fue una huida… un abandono.

AMORES QUE SE ESTIRAN CON EL TIEMPO

Page 30: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 22

AMORES QUE SE ESTIRAN CON EL TIEMPO

Has salido a la calle con una blusa de tirantes con la intención de exhibir tus inmaculados brazos, delgados y libres de toda cicatriz, incluso la de las vacunas, que suele empañar los hombros de la generalidad de la gente. Subes al ca-mión cuatro, pasado un rato este se de­tiene ante el llamado femenino de un “bajan”, y frente a ti, a dos asientos de distancia, ves erguirse a una señora que se dispone a bajar con las manos carga-das de bolsas de plástico con el emblema impreso de una cadena de supermerca-dos; la sigues con la mirada hasta el final

Page 31: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 22

AMORES QUE SE ESTIRAN CON EL TIEMPO

Has salido a la calle con una blusa de tirantes con la intención de exhibir tus inmaculados brazos, delgados y libres de toda cicatriz, incluso la de las vacunas, que suele empañar los hombros de la generalidad de la gente. Subes al ca-mión cuatro, pasado un rato este se de­tiene ante el llamado femenino de un “bajan”, y frente a ti, a dos asientos de distancia, ves erguirse a una señora que se dispone a bajar con las manos carga-das de bolsas de plástico con el emblema impreso de una cadena de supermerca-dos; la sigues con la mirada hasta el final

Page 32: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 24

del pasillo, donde desciende la escalera de tres peldaños que tú ya conoces a causa de haberla ascendido previamen-te. En seguida se integra un nuevo pasa-jero, y tú piensas: “¿El chofer se habrá detenido porque la señora dijo bajan, o porque aquél chico dijo suben?”.

El nuevo integrante de la tripulación no rebasa los veinticinco años, es apuesto y de aspecto bastante refinado, entrega al chofer la cuota de su pasaje y le son-ríe. El tintineo de las monedas se escucha hasta la quinta ventanilla, donde tú es-tás y lo miras aproximándose mientras pronuncia un “buenas tardes” general. Se detiene a medio pasillo y aunque ve el lugar vacío que acaba de dejar la señora de las bolsas, opta por no sentarse y viajar parado. Ahora te preguntas: “¿Le darán asco los asientos, o quizá tie-ne hemorroides?”.

La Testadura 25

Page 33: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 24

del pasillo, donde desciende la escalera de tres peldaños que tú ya conoces a causa de haberla ascendido previamen-te. En seguida se integra un nuevo pasa-jero, y tú piensas: “¿El chofer se habrá detenido porque la señora dijo bajan, o porque aquél chico dijo suben?”.

El nuevo integrante de la tripulación no rebasa los veinticinco años, es apuesto y de aspecto bastante refinado, entrega al chofer la cuota de su pasaje y le son-ríe. El tintineo de las monedas se escucha hasta la quinta ventanilla, donde tú es-tás y lo miras aproximándose mientras pronuncia un “buenas tardes” general. Se detiene a medio pasillo y aunque ve el lugar vacío que acaba de dejar la señora de las bolsas, opta por no sentarse y viajar parado. Ahora te preguntas: “¿Le darán asco los asientos, o quizá tie-ne hemorroides?”.

La Testadura 25

Sin que te hayas dado cuenta el ca-mión ya atravesó la cuadra, y a dos es-quinas de distancia alguien más lo abor-da, se trata de otro chico que sin mayo-res atenciones deposita las monedas en las manos del chofer sin mirarle la cara más de dos segundos, luego avanza por el pasillo sin saludar a nadie y hace a un lado al chico que viaja parado; se sienta en el lugar que desocupó hace unos ins-tantes la señora de las bolsas y dice men-talmente refiriéndose al asiento: “todavía está calientito”. Su melena en-marañada repugna a la señora que está sentada a tu lado, pero a ti te excita. Aunque lo miraste muy poco te ha pare-cido guapísimo y te has enamorado de inmediato de su sensualidad vulgar. Mi-ras detenidamente sus manos grandes y delgadas, cuanto desearías ser tocada por esas manos sucias con manchas secas

Page 34: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 26

de pintura acrílica, pasas cinco minutos de tu vida pensando inútilmente en el buen sexo que podrían tener juntos.

Tiempo más tarde, el camión se de-tiene nuevamente, y desde tu lugar mi-ras emerger una cabellera pelirroja, un cuello, un busto, una cintura y todas las partes que lógicamente se suceden de arriba hacia abajo, en el cuerpo de aquella mujer que finalmente ves ergui-da en su totalidad al otro extremo del pasillo, junto al asiento del chofer, del cual sólo divisas el brazo derecho alar-gándose para cobrar. La mujer en cues-tión tiene veintisiete años, cuantos la ven ahí dentro asumen que tiene varios me-nos.

Ella camina hacia el fondo, indelibe-radamente hacia ti, y sin quererlo tam-poco, te mira, casi tan fijamente como hubieras querido que te mirara aquel des-

Page 35: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 26

de pintura acrílica, pasas cinco minutos de tu vida pensando inútilmente en el buen sexo que podrían tener juntos.

Tiempo más tarde, el camión se de-tiene nuevamente, y desde tu lugar mi-ras emerger una cabellera pelirroja, un cuello, un busto, una cintura y todas las partes que lógicamente se suceden de arriba hacia abajo, en el cuerpo de aquella mujer que finalmente ves ergui-da en su totalidad al otro extremo del pasillo, junto al asiento del chofer, del cual sólo divisas el brazo derecho alar-gándose para cobrar. La mujer en cues-tión tiene veintisiete años, cuantos la ven ahí dentro asumen que tiene varios me-nos.

Ella camina hacia el fondo, indelibe-radamente hacia ti, y sin quererlo tam-poco, te mira, casi tan fijamente como hubieras querido que te mirara aquel des-

Page 36: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 28

aliñado que la antecedió; y al contem-plar tu fisonomía con detenimiento, te reconoce como la niña chimuela que leía las efemérides de la semana en los ho-menajes de la escuela. Nunca fueron compañeras de grupo pero se conocieron muy bien a causa de contemplarse cada lunes a primera hora sin falta.

Ahora que la tienes más cerca, la miras de nuevo para juzgar sus senos como ya estás acostumbrada a hacerlo con todas las mujeres con las que te to-pas; es entonces cuando no­tas que ella ya te estaba mirando fijamente, y ante tu reacción -ligeramente brusca-, gira la cabeza hacia otra parte y contrae los labios hacia el interior de su boca en un gesto de mucha vergüenza. Al ver esto, tú la reconoces inmediatamente como la niña de rodillas peladas que todos los lunes durante los homenajes, mientras tú

La Testadura 29

Page 37: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 28

aliñado que la antecedió; y al contem-plar tu fisonomía con detenimiento, te reconoce como la niña chimuela que leía las efemérides de la semana en los ho-menajes de la escuela. Nunca fueron compañeras de grupo pero se conocieron muy bien a causa de contemplarse cada lunes a primera hora sin falta.

Ahora que la tienes más cerca, la miras de nuevo para juzgar sus senos como ya estás acostumbrada a hacerlo con todas las mujeres con las que te to-pas; es entonces cuando no­tas que ella ya te estaba mirando fijamente, y ante tu reacción -ligeramente brusca-, gira la cabeza hacia otra parte y contrae los labios hacia el interior de su boca en un gesto de mucha vergüenza. Al ver esto, tú la reconoces inmediatamente como la niña de rodillas peladas que todos los lunes durante los homenajes, mientras tú

La Testadura 29

leías las efemérides de la semana, hacía exactamente el mismo gesto ruborizado cuando la sorprendías mirándote de arriba abajo como una máquina de es-cáner, y recuerdas, muy a propósito, que a causa de esto solías turbarte en tu lec-tura.

Luego de un rato, mientras tú te pierdes en los recuerdos del colegio su vergüenza se esfuma y vuelve a mirarte sin que te des cuenta, con el mismo mor-bo de cuando tenían diez años. Paralelo a esto, el tipo mugroso con el que te so-ñabas copulando se levanta de su asien-to y extiende la mano frente a tu obser-vadora en señal de cortesía, porque pese a su facha de vagabundo él es todo un caballero. Entonces ella siente como si súbitamente le arrancaran los ojos de tu cuerpo, y lejos de querer agradecerle, se molesta comprendiendo que aquel acto

Page 38: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 30

ha extinguido toda posibilidad de seguir mirándote; sin embargo, accede a la urbanísima oferta sonriendo con una falsedad apenas notable, debido a llevar años practicándola, y se sienta. Al ver esto, el chico educado que abordó salu-dando a todo el mundo, lamenta mucho el padecer hemorroides, pues de no ser así habría sido él quien se sentara tran-quilamente en el lugar que dejó desocu-pado la señora de las bolsas (a la que él mismo ayudo a bajar), y de este modo, al subir la pelirroja también habría sido él quien le cediera el lugar, y no ese ha-rapiento, al que a pesar de todo recono-ce como hombre noble y autentico ca-ballero: un perdedor ante tus ojos a par-tir de este momento.

Dos cuadras más tarde bajas del ca-mión, tu centinela personal vigila tu des-censo desde su sitio; pegada a la ventani-

Page 39: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 30

ha extinguido toda posibilidad de seguir mirándote; sin embargo, accede a la urbanísima oferta sonriendo con una falsedad apenas notable, debido a llevar años practicándola, y se sienta. Al ver esto, el chico educado que abordó salu-dando a todo el mundo, lamenta mucho el padecer hemorroides, pues de no ser así habría sido él quien se sentara tran-quilamente en el lugar que dejó desocu-pado la señora de las bolsas (a la que él mismo ayudo a bajar), y de este modo, al subir la pelirroja también habría sido él quien le cediera el lugar, y no ese ha-rapiento, al que a pesar de todo recono-ce como hombre noble y autentico ca-ballero: un perdedor ante tus ojos a par-tir de este momento.

Dos cuadras más tarde bajas del ca-mión, tu centinela personal vigila tu des-censo desde su sitio; pegada a la ventani-

Page 40: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 32

lla sigue tu andar con la fijación de una ventosa mientras el camión sigue su marcha contraria a la de tus pasos, sus-pira hondamente al ver cómo te pierdes de su vista en medio de la gente que transita esa calle claroscura a las siete cuarenta y cinco de la noche. Mira hacia atrás: el hueco helado que has dejado en el asiento... en su vida.

Page 41: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 32

lla sigue tu andar con la fijación de una ventosa mientras el camión sigue su marcha contraria a la de tus pasos, sus-pira hondamente al ver cómo te pierdes de su vista en medio de la gente que transita esa calle claroscura a las siete cuarenta y cinco de la noche. Mira hacia atrás: el hueco helado que has dejado en el asiento... en su vida.

LA LENGUA DE ARIANNA

Page 42: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 34

LA LENGUA DE ARIANNA Esta tarde, mientras Joaquín exponía

su tema de mitosis frente a la clase de biología, Arianna le sacó la lengua desde la butaca que ocupa en el rincón dere-cho del aula; ante el sorpresivo gesto de su compañera, Joaquín perdió el hilo del discurso que había memorizado la noche anterior. Lo que Arianna hizo fue como atravesarle el pie a alguien que va co-rriendo a toda marcha, y como sucede-ría en tal caso: Joaquín se calló. Se quedó callado, pues el coherente monólogo que hasta ahora había desarrollado se fue al caño por la ocurrencia de una mucha-chita melenuda. ¿Qué más podría sino ir

Page 43: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 34

LA LENGUA DE ARIANNA Esta tarde, mientras Joaquín exponía

su tema de mitosis frente a la clase de biología, Arianna le sacó la lengua desde la butaca que ocupa en el rincón dere-cho del aula; ante el sorpresivo gesto de su compañera, Joaquín perdió el hilo del discurso que había memorizado la noche anterior. Lo que Arianna hizo fue como atravesarle el pie a alguien que va co-rriendo a toda marcha, y como sucede-ría en tal caso: Joaquín se calló. Se quedó callado, pues el coherente monólogo que hasta ahora había desarrollado se fue al caño por la ocurrencia de una mucha-chita melenuda. ¿Qué más podría sino ir

Page 44: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 36

a ocupar su asiento sin decir nada más que el balbuceo de una disculpa? ¿O a caso acusaría a Arianna por haberle sacado la lengua? Eso significaría decirle a la maestra, al resto del grupo y a la misma Arianna que en ningún momento había dejado de mirarla, aunque segu-ramente ella ya estaba enterada.

Todo el grupo se rió a costa de sus nervios, y nadie notó que ella observaba la escena que ella misma había provoca-do, muy a propósito, sentada desde su rincón. Sonó el timbre que anunciaba la hora del receso y rápidamente el salón comenzó a llenarse de ausencias que llegaban con carcajadas que se iban y se escuchaban cada vez más lejos; murmu-llos que se marchaban en grupos de tres y cuatro rumbo a la cafetería. Al cabo de un rato, ahí no hubo nadie además de Joaquín, que yacía tendido de frente

La Testadura 37

Page 45: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 36

a ocupar su asiento sin decir nada más que el balbuceo de una disculpa? ¿O a caso acusaría a Arianna por haberle sacado la lengua? Eso significaría decirle a la maestra, al resto del grupo y a la misma Arianna que en ningún momento había dejado de mirarla, aunque segu-ramente ella ya estaba enterada.

Todo el grupo se rió a costa de sus nervios, y nadie notó que ella observaba la escena que ella misma había provoca-do, muy a propósito, sentada desde su rincón. Sonó el timbre que anunciaba la hora del receso y rápidamente el salón comenzó a llenarse de ausencias que llegaban con carcajadas que se iban y se escuchaban cada vez más lejos; murmu-llos que se marchaban en grupos de tres y cuatro rumbo a la cafetería. Al cabo de un rato, ahí no hubo nadie además de Joaquín, que yacía tendido de frente

La Testadura 37

sobre la paleta de su butaca, empañan-do el hueco que los demás habían deja-do; estaba completamente dormido, esto a causa de haberse desvelado pre-parando la exposición de la cual depen-día su calificación semestral.

El cielo está oscuro, el salón desapa-rece y se vuelve explanada en pleno ho-menaje, todos se encuentran uniforma-dos y dispuestos en hileras, igual cada inicio de mes; la bandera de la serpiente + águila = a Quetzalcóatl ondea en el aire mientras es paseada por la escolta en su pequeño radio, mientras ellos mis-mos, el resto del alumnado e incluso los profesores, piensan en cosas que nada tienen que ver con la patria. Todos mur-muran. La banda de guerra toca su pie-za con tambores y trompetas, los que se encuentran cerca tapan sus oídos para mitigar el dolor, en tanto que los árboles

Page 46: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 39

Page 47: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 39

se interponen a los rayos de la luna con sus esqueléticas ramas para que estos no desciendan sobre nadie más allá de sus vegetales existencias; sin embargo, el esfuerzo es inútil, pues en la frente de Arianna se divisa el plateado, y Joaquín, que también se encuentra formado en-tre el resto, se sirve del favor de la luna para ubicarla; yace parada frente a él del otro lado de la explanada.

Mil ideas se maquinan en la mente de Joaquín, ahora lleno de rabia, con respecto a Arianna, figuran entre ellas la de darle un beso o una puñalada; am-bas, llevadas a la práctica tienen la fina-lidad de consumar una venganza: una para satisfacerse a costa de ella y otra para lastimarla. Piensa que sería justo hacer ambas cosas a la vez, besarla y apuñalarla en el momento preciso para que no pudiera gritar ni oponer resistencia,

Page 48: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 40

o mejor una fusión acrobática y riesgosa: meterse la daga en la boca e ir a besarla y mutilarle la lengua en el acto para que nunca más en ninguna exposición vuelva a sacarla.

Después de varias etapas la idea evoluciona a lo siguiente: sin daga y sin más arma que los propios dientes, ir has-ta Arianna y darle un beso feroz, una mordida que le arranque la lengua. Ya está resuelto, solo hay una docena de puntos en contra que bien pueden resu-mirse en uno solo: los prefectos, ¿cómo cruzar hasta el otro lado sin ser detecta-do por los prefectos? Seguramente en los primeros diez pasos del trayecto seria interceptado por algún hombre calvo que lo tomaría por el brazo con firmeza y lo llevaría a la dirección: otro proble-ma, otro ridículo, y nuevamente por causa de Arianna. Esta suposición no con-

La Testadura 41

Page 49: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 40

o mejor una fusión acrobática y riesgosa: meterse la daga en la boca e ir a besarla y mutilarle la lengua en el acto para que nunca más en ninguna exposición vuelva a sacarla.

Después de varias etapas la idea evoluciona a lo siguiente: sin daga y sin más arma que los propios dientes, ir has-ta Arianna y darle un beso feroz, una mordida que le arranque la lengua. Ya está resuelto, solo hay una docena de puntos en contra que bien pueden resu-mirse en uno solo: los prefectos, ¿cómo cruzar hasta el otro lado sin ser detecta-do por los prefectos? Seguramente en los primeros diez pasos del trayecto seria interceptado por algún hombre calvo que lo tomaría por el brazo con firmeza y lo llevaría a la dirección: otro proble-ma, otro ridículo, y nuevamente por causa de Arianna. Esta suposición no con-

La Testadura 41

sigue otra cosa que incrementar la ira que se revuelve como un enjambre de avispas dentro de Joaquín, quien ahora, más decididamente, camina hacia ella sin pensar en otra cosa que en su lengua y en el vacío que está a punto de dejar en el interior de esa boca. 1, 2, 3, 4, 5… 10 pasos; Joaquín siente la ligera presión de una mano rodeando su brazo, gira la vista hacia un costado, y efectivamente: hay calvicie. De esta forma el osado ven-gador es llevado rumbo a la dirección en medio de la burla de todos, incluso la del águila en el escudo nacional, que soltó tan ominosa carcajada que en el acto dejo caer a la serpiente de su pico, y ésta a su vez, comenzó a deslizarse por el suelo dejando a su paso muecas frías y múltiples desmayos...

Joaquín despierta y nota que todos sus compañeros han regresado del receso;

Page 50: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 43

Page 51: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

La Testadura 43

aún puede percibir la tenue sensación de que le han sujetado el brazo, como si acabaran de soltárselo. “Otra vez por ella”, dice entre ronroneos de somnolen-cia recordando a aquél prefecto onírico, sin sospechar siquiera que quien lo ha sujetado no ha sido un hombre calvo, sino una mujer de abundante cabellera llamada Arianna, quien se ha acercado a él únicamente para despertarlo, pues la clase ya ha iniciado.

Page 52: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

Con textos de: Bastet, Francisco Enríquez Muñoz, Isdra Zu, Mo. Eduardo Ángeles. Fotografía: Francisco Enríquez Muñoz.

Imágenes: Pirateadas de filmes y revistas pornos.

Page 53: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco
Page 54: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco
Page 55: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco
Page 56: La Testadura no. 14: Christopher Guadalupe Sánchez Pacheco

de mano en mano de pantalla en pantalla

¡¡¡Que la voz corra!!! La Testadura. Literatura de paso hecha para olvidarse en lugares

públicos y/o salas de espera

[email protected] [email protected]

blog: latestadura.blogspot.com