La Revolución Haitiana como gran metáfora de la historia ...

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1 Universidad de Chile Facultad de Filosofía y Humanidades Departamento de Literatura La Revolución Haitiana como gran metáfora de la historia del Caribe en The Haitian Trilogy de Derek Walcott. Tesis para optar al grado de Doctora en Literatura. Alumna: Rosario León Pinto. Profesora Guía: Lucía Stecher.

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Universidad de Chile

Facultad de Filosofía y Humanidades

Departamento de Literatura

La Revolución Haitiana como gran metáfora de la

historia del Caribe en The Haitian Trilogy de

Derek Walcott.

Tesis para optar al grado de Doctora en Literatura.

Alumna: Rosario León Pinto.

Profesora Guía: Lucía Stecher.

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Agradecimientos.

Quisiera agradecer a todas las personas quienes a lo largo de este proceso me han

dado su apoyo, consejo y sabiduría. Agradecer en primer lugar a mi profesora guía, Lucía

Stecher, por su gran disposición y generosidad con sus conocimientos, por su paciencia y

empatía, y por supuesto su dedicación y meticulosidad al corregir mis escritos. Por otra parte,

agradecer a Irmtrud König, en lo personal y en lo académico, por su constante apoyo, sobre

todo en los momentos difíciles, por su disposición para conversar sobre esta investigación y

por haber sido mi maestra en muchos sentidos. A Carolina Brncic, a quien debo muchos de

mis conocimientos sobre drama, y particularmente agradecer su ayuda y consejos sobre el

drama isabelino. A Brenda López por las tantas conversaciones cuyas palabras de aliento y

apoyo fueron tan importantes para los momentos en que quise rendirme. También quisiera

agradecer a la profesora Elzbieta Sklodowska, quien muy amablemente me recibió en

Washington University in St. Louis para hacer una pasantía corta de investigación. Su ayuda

para conseguir material, como también su generosidad fueron fundamentales para la

realización de esta tesis. De la misma forma quiero agradecer a la Escuela de Postgrado de

la Facultad de Filosofía y Humanidades por haberme otorgado el beneficio de la Beca de

estadía corta de investigación. Por otra parte, quiero agradecer a CONICYT puesto que la

obtención de esta beca fue fundamental para realizar este Doctorado.

Por último, agradecer infinitamente a mi familia, la que hace que todo sea posible. A

Dinka Dujisin, la super abuela de mis hijos, por la enorme ayuda y apoyo en todo momento,

sin el cual difícilmente podría haber escrito esta tesis. A Ana María Pinto, mi madre, por

ayudarme hasta donde la vida se lo permitió. A quienes son mi hogar y lo más importante de

todo: a mis hijos Santiago y Salvador, por infinitamente todo, por su amor y alegría, y a

Matías Rebolledo, por ser mi compañero incondicional, que me ha apoyado incansablemente

con su sabiduría y consejos, por su paciencia, por darme paz y calma, por ayudarme tantas

veces a desenredar mis pensamientos, por todas las conversaciones acerca de esta

investigación, por sus opiniones y comentarios, por darme fuerzas y confiar en mí.

3

A mis hijos Santiago y Salvador

A ti Ana María y a todas las mujeres que fuiste, entre ellas mi madre

4

Yes, we have rendered to these true cannibals war for war, crime for crime,

outrage for outrage: Yes, I have saved my country; I have avenged America.

Jean Jacques Dessalines

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Índice.

Introducción.

1. Panorama histórico, cultural e intelectual del Caribe.

1.1. Contexto histórico y cultural del Caribe anglófono del siglo XX.

1.2. Derek Walcott y el teatro caribeño.

1.3. La Revolución Haitiana: breve reseña histórica.

2. Historia y teatro: algunas consideraciones teóricas.

2.1. Drama histórico.

2.2. Drama épico.

2.3. Drama postcolonial.

3. The Haitian Trilogy.

3.1 Henri Christophe: una tragedia.

Henri Christophe: un Macbeth negro.

3.2 Drums and Colours: autoconciencia teatral e histórica.

La Revolución Haitiana y sus líderes en Drums and Colours.

Toussaint Louverture: la caída del héroe ilustrado.

3.3 The Haitian Earth: los héroes tiranos y el pueblo haitiano.

La figura de Jean Jacques Dessalines.

Jean Jacques Dessalines: ¿una construcción espejo de Françoise Duvalier?

Conclusiones.

Apéndice: Breve cronología de la historia de Haití.

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Introducción

La Revolución Haitiana, sin duda, fue un hito trascendental en la historia de nuestro

continente; sin embargo, paradójicamente, ha ocupado un lugar bastante secundario dentro

de la narrativa histórica occidental, con lo cual se le ha quitado la relevancia que tuvo este

suceso a nivel regional, continental e incluso a nivel mundial durante las primeras décadas

del siglo XIX, pues este fue el primer gran golpe contra el sistema colonial imperante. Pero

en el contexto caribeño de inicios de siglo XX y de la mano de los movimientos

anticoloniales, esta historia revolucionaria tomará una renovada importancia y cobrará

nuevos sentidos, a través del rescate de sus principales acontecimientos por diversos

intelectuales y artistas de esta época. La investigación que se presenta en esta tesis se enmarca

precisamente dentro del ámbito de la recuperación de la Revolución Haitiana como un hito

importante en la historia del Caribe (y los acontecimientos que siguieron en sus primeros

años como nación independiente) y su elaboración en el drama caribeño durante el siglo XX

en un contexto histórico específico. Tal contexto corresponde al momento de crisis del

sistema colonial en el mundo luego de la Segunda Guerra Mundial, y en este caso específico,

al proceso de descolonización e independencia de las islas del Caribe anglófono, o, como lo

fue en el caso de las colonias francesas en el Caribe, al proceso de revisión del estatus colonial

en vías a una mayor autodeterminación1. Será entonces un momento de formación de nuevas

naciones (o intentos de unificación regional, como lo fue la Federación de las Indias

Occidentales), lo que conlleva un proceso de revisión, discusión y finalmente instalación de

identidades y discursos nacionales y el intento de construcción de un discurso regional

caribeño.

Esta tesis tiene como objetivo estudiar el tratamiento del tema de la Revolución

Haitiana y el periodo posterior a la independencia de Haití en las obras de Derek Walcott

1 En caso del Caribe hispánico claramente hay un contexto histórico diferente, pero que sin embargo resulta

interesante considerar sobre todo en el caso particular de Cuba, con la revolución cubana de mediados de siglo

XX, la cual es a su vez un gran referente continental, ya que el camino de la revolución representó una de las

vías posibles de lucha y liberación, y que fue parte de la reflexión y discusión política e ideológica en las

colonias de las Antillas (como también en África).

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(1930-2017) Henri Christophe (1949), Drums and Colours (1958) y The Haitian Earth

(1984), reunidas más tarde en 2002 en una edición llamada The Haitian Trilogy. Estas obras

serán estudiadas y analizadas estableciendo los diálogos y discrepancias que se observan en

relación con otros textos del período, que constituirán el corpus secundario: Toussaint

L’Ouverture de C.L.R. James (1936), Monsieur Toussaint de Edouard Glissant (1961) y La

tragedia del rey Christophe (1963) de Aimé Césaire.

A partir de la década de los treinta del pasado siglo, surgen en el Caribe una serie de

textos en los que Revolución Haitiana y sus líderes aparecen como temas centrales,

especialmente en el panorama teatral caribeño, partiendo con la obra precursora de C.L.R.

James Toussaint L’Ouverture. La aparición de esta temática fue particularmente relevante

para el mundo intelectual y artístico del Caribe, ya que se produjo una recuperación de este

acontecimiento histórico, que adquirió un carácter simbólico a la luz del contexto político e

ideológico de principios del siglo XX en el Caribe anglófono y francófono. En este sentido,

James fue un precursor no solo en el ámbito del drama, sino que también en el quehacer

intelectual caribeño, con su estudio The Black Jacobins: Toussaint L’ouverture and the San

Domingo Revolution, de 19382, siendo uno de los primeros en realizar una recuperación y

revaloración en términos positivos de la historia de Haití y su revolución, que hasta ese

momento cargaba mayormente con una valoración negativa, principalmente debido a la

versión europea y el posterior silenciamiento de estos hechos, tal como lo plantea Michel-

Rolph Trouillot en su texto Silencing the past (1995). Las obras de Walcott se inscriben,

pues, dentro de un amplio espectro de revisión intelectual de la Revolución Haitiana,

estableciendo diálogos y contrastes con su presente y con diversas obras de este periodo.

La primera de las obras de la trilogía, que además es la primera obra dramática escrita

por el autor, Henri Christophe, trata principalmente de la llegada al poder de Christophe

luego del asesinato de Dessalines. La obra comienza cuando Dessalines toma el poder luego

de la muerte de Toussaint en Francia. Luego se representa la confabulación entre Christophe

y Pétion para asesinar a Dessalines. Christophe es elegido como la máxima autoridad, sin

embargo se genera una crisis política en la que finalmente se divide el país cuando Christophe

2 En esta tesis trabajaré con la edición en español de Fondo de Cultura Económica Los jacobinos negros, del

año 2003.

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se declara rey en el norte y Pétion asume como presidente de la República en el sur. La obra

finaliza con la caída de Christophe y su suicidio. La siguiente obra de la trilogía, Drums and

Colours, toma distintos momentos de la historia del Caribe, los cuales son representados por

una banda de Carnaval. Esta abre el marco para narrar y actuar la historia, a través de varios

cuadros que parten con Colón siendo llevado prisionero de vuelta a Europa, pasando por

varias escenas de la conquista y el colonialismo, como los viajes de Sir Walter Raleigh.

Luego hay una sección que está dedicada a la Revolución Haitiana, y finalmente los últimos

cuadros están dedicados a George William Gordon, un líder opositor a las políticas coloniales

británicas en Jamaica. La última obra, The Haitian Earth, está dedicada a la Revolución

Haitiana y sus primeros gobiernos luego de la independencia, abarcando un amplio marco de

tiempo, desde los inicios de la revuelta hasta finalizar con el reinado de Christophe. Dentro

de los personajes principales de la obra están los líderes revolucionarios, Toussaint

Louverture, Henri Christophe y Jean Jacques Dessalines, sin embargo, los verdaderos

protagonistas son una pareja conformada por un campesino y una mulata que va a vivir al

campo.

En cuanto a los dramas de los otros autores mencionadas, la obra dramática (de

carácter épico) de C.L.R. James, Toussaint L’Ouverture, trata de la Revolución Haitiana y

sus líderes desde los comienzos hasta la declaración de independencia de Haití por parte de

Jean Jaques Dessalines. La tragedia del rey Christophe, de Aimé Césaire, trata del conflicto

interno en Haití entre el reino de Christophe y la república de Pétion. Al igual que el primer

drama de Walcott, esta se centra en la figura de Henri Christophe y su caída. Por último,

Monsieur Toussaint de Edouard Glissant, se centra en la figura de Toussaint Louverture, el

cual aparece en su celda en el monte Jura en Francia. Desde su presente en la prisión

Toussaint entabla un diálogo con varios personajes muertos que lo visitan y, por otra parte,

se presentan ante él varios momentos del pasado, donde de alguna forma él revisa los hechos

ocurridos y su propia acción en ellos. La obra finaliza con la muerte de Toussaint en su celda.

La pregunta que surge frente a esta serie de obras teatrales en este contexto específico

es por qué la recurrencia a la Revolución Haitiana. Claramente, parte de la respuesta es obvia,

pues se trata sin duda de un gran hito en la historia del Caribe; pero más allá de ser un hito

histórico, posee una serie de características que son tremendamente ricas para su elaboración

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dentro del imaginario literario, las que sin duda han inspirado no solo a los autores caribeños

que se abordarán en este estudio, sino también a poetas, dramaturgos, narradores, artistas y

músicos caribeños, latinoamericanos, norteamericanos y europeos. El problema se refiere

entonces al significado de la Revolución Haitiana en el imaginario literario del Caribe en un

contexto marcado por los procesos de descolonización. ¿Cuál es la potencia que guarda este

suceso que sirve para el desarrollo literario y artístico con fines claramente ideológicos?

Para elaborar una respuesta a la pregunta planteada es necesario tener en

consideración dos puntos que finalmente forman una paradoja, y es quizás esta paradoja la

potencia y la riqueza de este tema. En primer lugar, Saint Domingue fue la primera colonia

en abolir la esclavitud, por una parte, e independizarse, por otra. Esta independencia tiene la

particularidad de haber sido liderada y llevada a cabo por esclavos, que constituían la mayoría

de la población de la colonia. Es un hito en tanto fue un levantamiento esclavo que triunfó,

logrando que se declarase la abolición de la esclavitud en la colonia, y más tarde, logrando

la independencia total de Francia, tras una guerra sangrienta que culminó con el triunfo sobre

las tropas de Napoleón. En segundo lugar, es necesario considerar el complejo escenario

posterior, e incluso lo cruento que fue todo el proceso de independencia a nivel local, es decir

las guerras y conflictos internos, y el trágico final de la mayoría de los líderes de la

Revolución. Es importante considerar los acontecimientos posteriores a la independencia, las

guerras civiles, la pobreza, las dictaduras sangrientas, en fin, los distintos desastres que han

azotado a esta nación que hoy en día la tienen en precarias condiciones. También es necesario

considerar que al momento de producción de la mayor parte de estas obras teatrales Haití

pasaba por uno de los momentos más oscuros de su historia bajo la dictadura de François

Duvalier y posteriormente bajo la dictadura de su sucesor, su hijo, Jean-Claude Duvalier. En

pocas palabras, los dos puntos son por una parte el gran éxito de la Revolución Haitiana que

consolida el fin de la esclavitud y logra la independencia y formación de la nación de Haití,

y por otra parte el conflictivo periodo posterior, lo cual se puede leer como un gran fracaso.

Ambos puntos nos ponen frente a una paradoja.

A partir de esta paradoja surgen una serie de preguntas: ¿por qué se recurre a este

proceso histórico tanto en un conjunto de obras dramáticas de distintos autores caribeños,

como en la narrativa y en otros textos no ficcionales de intelectuales de la región?; ¿por qué

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en el ámbito de la creación literaria se revisan y se escribe sobre los grandes personajes, los

grandes héroes de la Revolución Haitiana?; ¿qué lectura o relectura se realiza a la luz del

contexto en que se escribe?; ¿qué diálogos se establecen?; ¿qué paralelos se hacen con el

presente?; ¿qué lecciones de extraen (positivas y negativas)?; ¿qué espejea la Revolución

Haitiana sobre el contexto antillano de la descolonización?; ¿por qué se hace fundamental

mirar este pasado y otros momentos que podríamos llamar fundacionales?; ¿es la Revolución

Haitiana la gran epopeya fundacional del Caribe o es la gran tragedia?

En relación con la serie de preguntas planteadas es necesario considerar la mirada de

distintos intelectuales sobre el contexto político y el proceso de descolonización, donde se

puede apreciar, sobre todo en un primer momento, una postura optimista y fuertemente

comprometida con la formación de nuevas naciones independientes. Pero es importante

señalar que hay diferentes posturas, algunas más radicales que otras, algunas fuertemente

influenciadas por el movimiento de la negritud, por los movimientos panafricanistas y el

Black Power, por los movimientos revolucionarios, etc. En este sentido, se pueden apreciar

estas distintas posturas en las obras escritas sobre el tema de la Revolución Haitiana, donde

no solo cambia la perspectiva según el autor, sino que también según la fecha en que estas se

escriben. Esto es tremendamente significativo para el caso del corpus de obras en el que esta

investigación se centra, The Haitian Trilogy. Estas tres obras fueron escritas en distintos

momentos, con lo cual la mirada que se vuelca en ellas está estrechamente ligada a los

contextos de producción, por lo tanto, es necesario preguntarse cuál es el arco que abarca

esta trilogía y los distintos cambios que se van produciendo a lo largo de este proceso

histórico.

El objetivo de esta investigación es desarrollar y dar respuesta a la serie de preguntas

antes expuestas en las tres obras reunidas en The Haitian Trilogy, de Derek Walcott. Este

estudio intentará establecer cuál es la visión del autor sobre este hecho histórico, los paralelos

que este establece con la historia presente caribeña, la potencia simbólica de la Revolución

Haitiana y cómo el autor la construye estéticamente como una metáfora pesimista de la

historia del Caribe. Al igual que otros autores caribeños del siglo XX, Derek Walcott elabora

dramáticamente el tema de la Revolución Haitiana y de la post independencia, tomándolo

como un hito fundacional de la historia del Caribe del que se extraen lecciones positivas y

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negativas en relación con el presente contextual, que en el caso de este autor claramente se

inclina a destacar los aspectos negativos de este proceso como una advertencia de los peligros

de repetir estos errores del pasado.

La hipótesis desde la cual parte esta investigación es que Walcott presenta

dramáticamente los hechos de la Revolución Haitiana como una historia que advierte

peligrosamente cíclica (al igual que toda la historia del Caribe), y pone en diálogo crítico

estos sucesos con su propio contexto de producción, que va desde el proceso de

descolonización a un momento de asentamiento de las nuevas políticas y nuevas formas de

gobierno en las islas de las Antillas anglófonas, pero también dialoga fuertemente con el

presente de Haití durante la época de producción de sus obras, especialmente con la dictadura

de Françoise Duvalier. Mi planteamiento es que la visión negativa y pesimista que se extrae

de la trilogía busca generar una conciencia crítica en los espectadores en este proceso de

establecimiento de nuevas naciones independientes y de formación de identidades nacionales

y de una identidad regional, invitando a la audiencia a ser actores activos en el devenir

histórico y romper, a través del despertar consciente de un pueblo, el sino trágico de una

historia cíclica. En este sentido, me parece factible plantear, al menos respecto a las dos

primeras obras (Henri Christophe y Drums and Colours), que el autor ve posible la

superación del pasado colonial solo en la medida en que el pueblo caribeño se apodere de su

historia, se haga cargo de ese pasado conflictivo, y solo de esa manera podrá iniciar el

nacimiento de una nación independiente.

Sin embargo, la obra que cierra la trilogía, The Haitian Earth viene a ser la más

pesimista de todas, lo cual se debe a una mirada mucho más crítica y decepcionada de los

procesos de descolonización y los proyectos de independencia. Sumado a esto creo posible

plantear que Walcott realiza aquí una revisión aun más negativa de los sucesos de la

Revolución a la luz del presente de Haití a la hora de escribir esta última pieza teatral, lo cual

termina de reafirmar la idea de una historia trágicamente cíclica. De esta manera considero

que el autor construye The Haitian Earth desde un imaginario estrechamente vinculado con

la situación de Haití bajo el régimen de los Duvalier, y de la imagen estereotipada construida

desde occidente sobre este país y sus líderes.

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El primer capítulo de esta investigación está dedicado a entregar un panorama general

histórico y cultural del Caribe y consta de tres partes. En la primera parte contextualizaré

histórica y culturalmente el Caribe del siglo XX; sin embargo, para ello es necesario hacer

también un pequeño recuento desde la llegada de los europeos a esta región, estableciendo

ciertos puntos relevantes en la conformación de las sociedades caribeñas. Por lo tanto, será

imprescindible revisar el establecimiento del sistema colonial y de la economía de plantación

y la crisis de este sistema durante el siglo XIX. De esta manera, finalmente contextualizaré

la situación política y el desarrollo intelectual y cultural de la región, centrándome en el

Caribe anglófono.

La segunda parte está dedicada en primer lugar al desarrollo del teatro en el Caribe,

donde haré un pequeño recuento histórico centrándome en las primeras décadas del siglo XX,

fecha en que se puede ver el inicio de un teatro propiamente caribeño. En segundo lugar,

ubicaré dentro de este panorama teatral a Derek Walcott, para así luego establecer las

principales características de su dramaturgia y de su quehacer como escritor e intelectual. De

esta manera, es necesario considerar la postura crítica de Walcott frente a los procesos

políticos del presente de producción de cada obra, así como también su visión sobre la

historia del Caribe y del colonialismo, la que, tal como ha señalado la crítica, está cargada de

pesimismo, particularmente respecto a la Revolución de Haití, y al carácter supuestamente

cíclico de la historia caribeña.

La última parte de este capítulo está dedicada especialmente a la Revolución Haitiana,

donde se revisarán varios aspectos planteados por historiadores e intelectuales respecto a

cómo se ha abordado este tema en el ámbito histórico, destacando el hecho de que ha

permanecido en un segundo lugar en los recuentos históricos y aun más, a veces, ha sido

sencillamente olvidado. Luego abordaré los principales sucesos históricos en relación con la

Revolución, considerando sus antecedentes y realizando un breve resumen del proceso

revolucionario de Haití. Finalizaré con un breve recuento de los primeros gobiernos de la

posindependencia, tema sobre el cual volveré con más profundidad en los capítulos de

análisis de las obras3.

3 Al final de la tesis se incluye un apéndice con una cronología las fechas importantes de la historia de Haití.

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El segundo capítulo de esta tesis busca dar un marco teórico respecto a los aspectos

dramáticos y su vinculación con la historia, aspecto central para considerar y analizar las

obras que conforman la trilogía. Para ello divido esta parte en tres subcapítulos, el primero

dedicado al drama histórico, el segundo al drama épico y el tercero al drama postcolonial.

Las dos primeras partes están centradas en aspectos teóricos de drama, en cambio la del

drama postcolonial tiene una mirada centrada en los problemas teóricos de los estudios

postcoloniales.

Por último, el tercer capítulo corresponde al análisis de las obras de la trilogía y está

dividido en tres subcapítulos dedicados a cada una de ellas y dispuestos siguiendo el orden

cronológico de su producción, tal como aparecen en The Haitian Trilogy. Centraré mi análisis

de las obras en uno de los líderes de la Revolución, respectivamente, ya que en cada una de

ellas se puede apreciar que hay mayor protagonismo de un determinado líder. De esta manera,

Henri Christophe se centra en el líder que da nombre a la obra, Drums and Colours en

Toussaint Louverture y The Haitian Earth en Jean Jacques Dessalines. Esto será un elemento

fundamental de análisis, ya que, a partir de cómo el dramaturgo construye las figuras

históricas en sus dramas se establece un vínculo con la mirada del autor sobre la Revolución

misma y la representación pesimista que de ella hace. En el primer capítulo de análisis

propongo el desarrollo de la figura de Christophe como un héroe trágico que sigue el modelo

de los personajes trágicos elaborados por Shakespeare, particularmente su modelo será

Macbeth. Allí analizaré las implicancias de la construcción de Christophe como un Macbeth

negro y a la vez reviso las estrategias que usa en esta construcción, entre las cuales la

manipulación de sucesos históricos es fundamental. En el segundo capítulo trabajo

principalmente la construcción del personaje de Toussaint como un héroe ilustrado,

coincidiendo bastante con las visiones de James y Césaire en ese sentido. En el último

capítulo analizo el personaje de Dessalines configurado por Walcott en términos bastante

negativos (personaje que ya venía desarrollando así en las obras anteriores) y propongo una

interpretación de este personaje estableciendo un vínculo con el dictador Françoise Duvalier.

Allí apunto a que el modelo de este Dessalines es precisamente Duvalier y que la perspectiva

negativa sobre la Revolución Haitiana y sus líderes dialoga principalmente con el contexto

histórico de Haití durante la dictadura de Duvalier padre e hijo. En cada uno de estos capítulos

analizo las figuras de los líderes haitianos y la representación de los hechos históricos, para

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lo cual hago un constante contraste entre los recuentos históricos y lo realizado en la ficción

por Walcott, y de la misma forma pongo en diálogo estas obras con las del corpus secundario

y sus diferencias en la configuración de los personajes históricos. Así, el diálogo establecido

en Henri Christophe es principalmente con La tragedia del rey Christophe, de Césaire, con

respecto a Drums and Colours, el diálogo lo establece tanto con James y la perspectiva sobre

Toussaint desarrollada en Los jacobinos negros; finalmente, The Haitian Earth se pone en

diálogo con Monsieur Toussaint de Glissant y con Toussaint L’Ouverture de James.

A lo largo de este proceso muchas veces se me preguntó por qué había elegido este

tema, y tras esa pregunta también estaba la de cuál era el sentido de escribir sobre un tema

aparentemente tan lejano a nosotros y a mí me parecía que la respuesta a ello estaba en

nuestras calles. El 12 de enero de 2010 Haití fue azotado por un terremoto devastador, la

noticia tuvo bastante divulgación en Chile, tanto por la tragedia misma, como por los vínculos

establecidos con este país a partir del envío de tropas chilenas para colaborar en la misión de

estabilización de Haití llevada a cabo por las Naciones Unidas luego de la crisis política de

2004. Esto generó un contacto entre Chile y Haití que creció aún más luego del terremoto, y

ha llevado a varias organizaciones sociales chilenas a colaborar más allá de la prolongada

estadía de fuerzas militares chilenas que recién el año 2017 se retiraron.

La tragedia del terremoto y sus consecuencias impactaron en Chile y se comenzó a

tener un mayor conocimiento de este país caribeño, que hasta esa época, me atrevo a decir,

era absolutamente desconocido para el nuestro. A partir de entonces comenzaron lentamente

a llegar haitianos a Chile, huyendo del desastre del terremoto que ciertamente venía a

empeorar la ya insostenible crisis de aquel país. La migración haitiana se había dirigido hasta

entonces principalmente hacia países vecinos del Caribe, como Cuba y República

Dominicana, y hacia Norteamérica, Canadá y Estados Unidos. Las razones de la llegada a

Chile luego del terremoto (país bastante más distante geográficamente de Haití) se suelen

relacionar con el contacto a partir del mencionado envío de tropas y las relaciones

establecidas con Haití desde la crisis del 2004, pero también han influido otros aspectos,

como la percepción de los haitianos de Chile como un país económicamente estable y seguro,

y que permitía más facilidades para migrar a diferencia de Estados Unidos, Canadá o

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Francia4. Con los años la migración haitiana a Chile ha ido aumentando de manera creciente,

sobre todo a partir del año 2015, de manera que hoy en día contamos con una gran comunidad

de haitianos en nuestro país.

Haití apareció en nuestro mapa a partir de entonces; sin embargo, somos

absolutamente desconocedores de su historia, sus tradiciones, su idioma. Solo conocemos de

Haití su pobreza, su inestabilidad, sus tragedias medioambientales y el terremoto, pero

ignoramos el porqué de ellas. Solo conocemos su precariedad y su búsqueda por un mejor

destino. Porque de alguna forma Latinoamérica le ha dado la espalda a Haití desde nuestros

inicios como naciones independientes, y olvidamos e ignoramos la importancia de este país

en nuestra historia, en la historia de nuestro continente americano, en el papel que jugó Haití

antes que cualquiera de nuestras naciones independientes. Ignoramos que fue el primer país

latinoamericano en lograr la independencia5 y el fin de la esclavitud; fue la primera y la única

revolución esclava exitosa a nivel mundial. Inspiración de liberación para todos los esclavos

negros de un continente entero. Inspiración de independencia para todas las colonias

latinoamericanas. La naciente nación de Haití prestó apoyo a las luchas independentistas de

Sudamérica, recibiendo y apoyando a líderes como Simón Bolívar, a condición de que se

aboliese la esclavitud. Sin embargo, cuando los recientes estados independientes

latinoamericanos tuvieron su primera reunión en Panamá en 1825, Haití no fue invitado

(Dash Culture and Customs 29).

En Chile la llegada de haitianos ha marcado un hito ya que ahora nos enfrentamos por

primera vez como país a una migración numerosa6, ciertamente no solo de haitianos ya que

en los últimos años la llegada de dominicanos, colombianos y venezolanos se ha

incrementado bastante7. Y gracias a este fenómeno nos hemos enfrentado a temas, problemas

4 Información obtenida de Departamento de Extranjería y Migración. Boletín Informativo N° 1: Migración

Haitiana en Chile. Sitio web: http://www.extranjeria.gob.cl/media/2016/09/boletin-1.pdf. 5 Y el segundo de nuestro continente, después de los Estados Unidos (1776). 6 La primera y quizás la más numerosa fue la de peruanos a partir de los años 90, sin embargo, esta nueva oleada

de migración ha traído gente de varios países latinoamericanos y caracterizada por incorporar un nuevo aspecto,

el de la raza negra, lo cual ha sido significativo ya que Chile contaba con una muy baja población de esta raza,

y con ello hemos enfrentado el problema del racismo y la fuerte discriminación hacia ellos. 7 En los reportes migratorios la tendencia observada entre 2010 y el 2016 es la de un importante crecimiento de

personas con Permanencia Definitiva provenientes de países como Colombia, Venezuela y Haití. Para el año

2010 contaban con 1.081 (Colombia), 333 (Venezuela) y 50 (Haití). El 2016 alcanzaron 12.153, 3.699 y 3.646

respectivamente (he destacado los números correspondientes a Haití).

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y desafíos que antes quizás nos parecían lejanos, como el tema de la integración, la

multiculturalidad, las políticas públicas y la necesidad de reformular la ley de migración, y

un sinfín de otros aspectos entre los cuales los prejuicios frente al otro, la discriminación y

el racismo aflorante son a mi juicio la cara más amarga que ha mostrado parte de nuestra

comunidad. Por ello este trabajo pretende ser un aporte en el camino de abrirnos a conocer

la historia de este pueblo, y no solo ver un país en ruinas, pobreza, inestabilidad política, y

quedarnos con esa imagen, pues la discriminación hacia los haitianos está basada

principalmente en el prejuicio de la pobreza, el color de la piel y también en la diferencia

idiomática, sino preguntarnos a qué se debe que un país como Haití se encuentre en precarias

condiciones y constante crisis. Esta tesis no pretende dar respuesta a esta pregunta ya que sin

duda es un problema sumamente complejo, con diversas aristas que considerar, pero sí

pretende apuntar a reconocer su historia, a intentar entender ciertos procesos históricos, tanto

internos de Haití como en sus relaciones externas. Es necesario mirar ese pasado para

entender el presente del país caribeño, para formarnos una mirada crítica frente a ello y

preguntarnos por los efectos que aquella historia ha tenido en nuestro continente, por lo tanto,

en nuestra propia historia. Es necesario comprender y dimensionar la importancia del rol que

jugaron esos esclavos rebeldes al defender la libertad a cualquier precio al rebelarse contra

sus amos, contra el imperio colonial francés, al enfrentarse y derrotar a las tropas enviadas

por Napoleón. Debemos preguntarnos qué consecuencias trajo internacionalmente, y a qué

se enfrentó Haití luego de la independencia, qué rol jugaron los grandes poderes coloniales

frente a esta nueva nación, cuál fue la situación económica, sus relaciones internacionales y

de comercio, etc. Qué consecuencias tuvo el aislamiento que sufrió, la negativa de muchos

países a reconocer su independencia hasta que Francia accedió solo tras el cobro exigido de

una indemnización, lo cual trajo un enorme costo por décadas a Haití. Qué consecuencias

tuvo esa deuda. Qué rol jugaron el resto de las naciones latinoamericanas durante el siglo

XIX respecto de Haití. Qué rol jugó Estados Unidos con su invasión a principios del siglo

XX. Y luego de preguntarnos todo esto volvamos a pensar en Haití y comenzar a comprender

que la situación actual de esta nación tiene razones y motivos complejos. Un buen comienzo

Entre el 2010 y el 2016 Haití se encuentra entre en 4° lugar de las nacionalidades de las personas a las que se

le ha otorgado visa, con el 5,8%. Información obtenida de: Departamento de Extranjería y Migración. Reportes

Migratorios. Población Migrante en Chile. En sitio web: https:/www.

extranjeria.gob.cl/media/2018/01/RM_PoblaciónMigranteChile2.pdf.

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es rescatar su historia y la grandeza de su hazaña olvidada por muchos. Ese es el aporte que

pretende ser esta tesis para mirar de otra manera a los muchos haitianos que viven con

nosotros y apreciar la grandeza de su pasado y comprender las dificultades que han

enfrentado como nación, desde mi ámbito, la literatura.

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1. Panorama histórico, cultural e intelectual del Caribe.

Para situar las obras dramáticas que son objeto de estudio en esta investigación no

solo es necesario considerar el desarrollo del drama en la región, sino que este se debe poner

en relación con el desarrollo artístico, literario e intelectual, y vincularlo con los procesos

históricos y políticos que se van generando a partir de inicios del siglo XX en el Caribe.

Necesariamente estos sucesos políticos se deben contemplar directamente en relación con el

sistema colonialista implantado en las Antillas a partir de la llegada de los europeos a

América, y su posterior crisis. Es igualmente necesario incorporar a la reflexión antecedentes

históricos importantes que tuvieron lugar durante el siglo XIX, como, evidentemente, la

misma Revolución Haitiana, que tuvo como resultado que Saint-Domingue fuera la primera

colonia en independizarse. En la primera parte de este capítulo solo me referiré de manera

muy acotada al contexto específico de Haití, ya que la tercera parte está dedicada a desarrollar

dicho contexto.

El sistema colonial y la economía de plantación se instalaron en el Caribe poco tiempo

después de la llegada de los españoles a América. Las primeras plantaciones (entre ellas la

más importante fue la de la caña de azúcar) se iniciaron tempranamente en La Española y

luego en la isla de Cuba, pero en una escala menor a la que tendrían a partir del siglo XVII.

La implantación de este sistema en las distintas islas del Caribe se dio de diferentes maneras

y se desarrolló con características particulares, determinadas en gran parte por la potencia

imperialista que colonizó las islas, ya que principalmente a partir de 1630 las otras potencias

europeas comenzaron a participar de la empresa colonialista en el Caribe (Higman 81-95 y

Benítez Rojo 60-64). En unos pocos años ingleses, franceses y holandeses instalaron en la

región colonias basadas en una economía de plantación. Tal como señala Benítez Rojo, la

plantación es un eje central dentro de la tremenda diversidad del Caribe8. La instalación de

8 “Creo que más allá de su naturaleza -azúcar, café, tabaco, algodón, índigo, etc.-, más allá de la potencia

colonialista que la haya fomentado, más allá de la época en que constituyó la economía dominante en una u

otra colonia, la plantación resulta uno de los principales instrumentos para estudiar el área, si no el de mayor

importancia. Esto es así porque el Caribe, en una medida sustancial, fue modelado por Europa para la plantación,

y las coincidencias históricas de tipo general que muestran los distintos territorios de la región aparecen casi

siempre ligadas a ese destino” (Benítez Rojo 61).

19

la plantación en las islas fue una de las características comunes en torno a la cual se formaron

las colonias caribeñas y fue determinante para su conformación: “Puede hablarse, sin

embargo, de una máquina caribeña de tanta o más importancia que la máquina flota. Esa

máquina, esa extraordinaria máquina, existe todavía; esto es, ‘se repite’ sin cesar. Se llama

la plantación” (Benítez Rojo 27). De manera muy general, podemos decir que el sistema

colonial se implantó con las mismas características, teniendo como eje principal la

plantación; sin embargo, el desarrollo económico, político, humano y cultural fue diverso.

Uno de los principales factores de la diversidad caribeña es el cultural y lingüístico, pues la

región del Caribe posee una gran variedad de registros lingüísticos, contando con distintas

lenguas oficiales que fueron impuestas por las diferentes potencias colonizadoras. En esta

diversidad idiomática y cultural confluyen los indígenas de las islas con sus respectivas

lenguas (aunque fueron rápidamente exterminados casi en su totalidad)9, los distintos

colonizadores: españoles, ingleses, holandeses, y los miles y miles de esclavos negros traídos

de diferentes zonas de la parte occidental de África, pertenecientes a diferentes grupos

étnicos. Si bien es cierto que hubo una tendencia general a que ciertas etnias llegaran con

mayor frecuencia a las mismas islas, la mayoría de las veces se producía una gran dispersión;

los esclavos, tanto en los barcos como a la llegada a las plantaciones, se encontraban con

muchos otros que hablaban distintas lenguas y con culturas diferentes, pues más allá de que

compartieran un contexto cultural amplio (como por ejemplo similitudes entre religiones o

idiomas de tronco lingüístico común), también existía entre los esclavos africanos una gran

diversidad. Por ende, son muchísimos y complejos los factores que fueron determinando

distintos desarrollos culturales y diferentes procesos sociales y políticos.

Si bien en las diferentes colonias los procesos políticos y económicos fueron

siguiendo su propio ritmo, podemos establecer en términos generales algunos procesos

fundamentales en el Caribe a tener en consideración. Durante el siglo XVIII se da un

momento de auge en la economía de plantación, sobre todo respecto al comercio de azúcar,

9 “The rate of decline then slowed but the result was equally catastrophic. In 1508, only 60,000 Taíno were

counted in Hispaniola; in 1514, some 30,000; and in 1518, just 11,000 survived. Not all of these people had

been born in the island; perhaps one-third had been brought there as slaves from other islands and even the

mainland” (Higman 76). La devastación de las poblaciones originarias en las islas del Caribe producto de la

llegada de los europeos se dio por varios motivos, siendo uno de los más devastadores las enfermedades que

trajeron consigo los invasores, pero también las matanzas y los duros trabajos forzados a los que fueron

sometidos. La aniquilación de la población indígena fue seguida por el inicio de la trata de esclavos africanos.

20

que implicó un aumento considerable en la trata de esclavos. Luego, durante el siglo XIX,

ocurren algunos de los cambios más importantes en las colonias del Caribe: el fin de la trata

de esclavos y más tarde la abolición de la esclavitud, que afectó tanto la economía de

plantación como la organización colonial y política. Claramente también significó un gran

cambio cultural. Con el fin de la esclavitud comenzó la llegada de nueva mano de obra barata,

con lo cual se produjo la inmigración de indios, chinos, malasios, etc. y con ellos nuevas

variables al conjunto humano y cultural de las colonias caribeñas.

En las últimas décadas del siglo XVIII ocurrieron dos hechos que afectaron al sistema

colonial y que fueron el germen de cambios radicales tanto en el Caribe como en el continente

americano. El primero fue la guerra de independencia de los Estados Unidos contra la Corona

inglesa. La pérdida de estas colonias en Norteamérica y la aparición de una nueva potencia

(EE.UU.) cambió el panorama político de la región. El segundo hecho, aun más relevante

para el Caribe, fue la Revolución Haitiana que se inició en 1791 y finalizó en 1804 con la

independencia de la primera nación latinoamericana, Haití. Esta revolución liderada por

esclavos marcó profundamente el escenario caribeño, principalmente en lo que refiere a la

lucha contra la esclavitud y el cuestionamiento de la supremacía europea, y sentó un gran

antecedente independentista que tuvo ecos en las colonias latinoamericanas que a inicios del

siglo XIX comenzaron sus procesos independentistas. De manera que el siglo XIX en el

Caribe comenzó con un escenario bastante turbulento, de inestabilidad política, rebeliones, y

con grandes pérdidas por parte de las potencias coloniales: Francia pierde St. Domingue y

luego España perderá sus colonias en el continente. Es preciso también considerar la

Revolución Francesa y los efectos que produjo en el escenario político europeo como un

factor importante para la Revolución Haitiana, sin embargo, no lo incluyo aquí ya que solo

estoy considerando los hechos ocurridos dentro del continente americano y el Caribe. Me

referiré a la Revolución Francesa y su relación con la Revolución Haitiana más adelante. Por

lo demás me parece relevante no hablar de la Revolución Haitiana como un efecto de la

francesa. En este sentido, creo importante lo expresado por Higman:

These were the decades labelled by modern historians the ‘age of democratic

revolution’, associated at first with the period 1760–1800 but later broadened to

encompass the hundred years 1750–1850 and simplified to an ‘age of revolution’.

21

The key events of the period initially were identified as the American Revolution

and the French Revolution but the revolution in St Domingue demands an equal

place in this narrative (141).

Claramente el primer hito ocurrido en este siglo en el Caribe es la declaración de

independencia de Haití en 1804, al derrotar a las fuerzas imperiales francesas. El

establecimiento de esta nación liderada por ex esclavos marca un punto fundamental en las

luchas abolicionistas. Si bien la Asamblea de Francia declaró el fin de la esclavitud en las

colonias francesas el año 1794, presionados por los sucesos en la colonia, no fue una

declaración definitiva, ya que Napoleón la reinstauró en 1802. La colonia de Saint Domingue

fue la única que resistió y luchó contra la reinstalación de la esclavitud, por lo tanto conservó

la libertad de los ex esclavos y la abolió definitivamente dentro de su territorio. Entre los

líderes de la Revolución Haitiana estaba la intención de propagar la abolición de la esclavitud

y la liberación nacional de todos los pueblos sometidos en América, lo cual se vio reflejado

en el apoyo dado a líderes latinoamericanos como Simón Bolívar y su ejército libertador.

Si bien antes de la Revolución Haitiana ya existían movimientos abolicionistas,

principalmente en Inglaterra, y también en Francia, recién a principios de siglo XIX se logra

la abolición de la trata de esclavos. Inglaterra fue la primera potencia en declarar el fin del

comercio de esclavos en sus colonias el año 1808 y más tarde, en 1834, se decreta la abolición

de la esclavitud, pero se implementó en las colonias a partir de 1838. En el caso de las

colonias francesas, el fin del comercio de esclavos se produjo en 1830, y recién en 1848 se

decretó definitivamente la abolición de la esclavitud.

Las colonias españolas en el Caribe siguieron un desarrollo distinto a las inglesas y

francesas. Si bien fueron las segundas colonias caribeñas en independizarse (luego de Haití),

fue un proceso de independencia bastante tardío en relación con lo ocurrido en el continente.

La corona española defendió con ímpetu sus posesiones caribeñas, como fue el caso de Cuba,

la cual se transformó en un símbolo para España. República Dominica obtuvo su

independencia en 1821; Puerto Rico se transformó en una provincia de España en 1869 y

recién en 1873 se puso fin a la esclavitud en la isla. En Cuba se puso fin a la esclavitud en

1886 y algunos años después, en 1898, obtuvo la independencia de España, tras el confuso

incidente que provocó la intervención de Estados Unidos en la guerra de independencia. Si

22

bien Cuba logró liberarse de España se inició el dominio de Estados Unidos sobre la isla. El

fin del dominio español permitió la entrada de otra potencia en el escenario caribeño: Estados

Unidos, que tomó el control de Puerto Rico y Cuba.

Como vemos, durante el siglo XIX ocurrieron grandes transformaciones tanto

políticas como económicas y sociales, determinadas principalmente por el fin de la

esclavitud. Por una parte, tras la abolición se generó un cambio social importante dentro de

las colonias con la integración de los ex esclavos en la sociedad y, por otra, esta provocó una

drástica transformación del sistema económico de la plantación, ya que sin la mano de obra

esclava, pilar sobre el cual estaba sostenido el sistema, se comenzó a desmoronar el negocio

de las colonias europeas en el Caribe. En primer lugar, se debía reemplazar la mano de obra

esclava por mano de obra pagada. En este momento se buscan opciones menos costosas para

los dueños de plantaciones y comienzan a traer gente de China, India, Malasia y de diferentes

partes de Asia, bajo la forma de indentured labour, es decir, venían con contratos y deudas

contraídas por concepto del viaje, vivienda, etc., que debían devolver trabajando en las

plantaciones; como se puede ver, era una especie de servidumbre. Esto trajo una nueva oleada

de inmigrantes que se integró al sistema social de las colonias. Sin embargo, a pesar de traer

mano de obra barata a las plantaciones, el interés de los europeos por el Caribe bajó

considerablemente al verse afectado el sistema económico de plantación, el cual resultó

menos rentable. Las potencias europeas a fines del siglo XIX ya habían puesto sus intereses

económicos y colonialistas en nuevos territorios en África y Asia que resultaban atractivos

para la extracción de riquezas. Prueba de este giro en el sistema colonialista es la conferencia

de Berlín del año 1884, en la que las potencias Europas se ‘reparten’ el continente africano.

De la mano de los procesos sociales está el desarrollo intelectual y artístico, con

respecto al cual es fundamental tener en consideración el tema de la esclavitud.

Evidentemente, en la sociedad colonial de la plantación el mundo intelectual, de las artes y

las letras era exclusivo para una pequeña parte de la población de las islas del Caribe, los

blancos. La población de esclavos negros, como señala Raphael Dalleo en Caribbean

Literature and the Public Sphere. From the Plantation to the Postcolonial, quedaba

totalmente excluida de ese ámbito, de la misma manera que estaban excluidos de la vida

política, de la esfera pública y, por lo tanto, fueron otras las prácticas culturales que utilizaron

23

esclavos, libertos y mulatos, como la música, el baile, el carnaval y la religión. Si bien en

esta época existieron ciertos casos de algunos esclavos o ex esclavos que podríamos

considerar que lograron acceder al mundo letrado (como sucede en la llamada narrativa

esclava), ello no ocurre dentro del circuito interno de la sociedad caribeña sino que en Europa.

Es allí donde se publican estos textos, testimonios de esclavos que en la mayoría de los casos

fueron escritos por medio de terceros, a quien ellos contaban o dictaban sus experiencias, y

solo en contados casos fue el mismo autor quien escribió sus memorias. La narrativa esclava

fue parte importante del movimiento abolicionista, que buscaba llegar principalmente al

público europeo, pues solo allí era posible esta discusión (y, por cierto, quienes discuten son

los europeos y las voces esclavas aportan como testimonio a la causa, sin participar del

debate). En el Caribe: “[…] in plantation society slave narratives or other critical forms of

discourse were denied entry into any local literary public sphere, forcing the slave

population’s public expressions into other, nonliterary forms ranging from popular culture to

violent rebellion” (Dalleo pos.657).

Es difícil determinar el comienzo de la literatura del Caribe anglófono; desde el propio

mundo académico se plantean dificultades y diferencias para determinar tal inicio, sin

embargo, siguiendo lo planteado por Elaine Savory (719), se puede establecer tres fases en

su desarrollo: la colonial (hegemonía británica, donde los escritores británicos establecen su

propia visión del Caribe, pero también podríamos considerar la literatura abolicionista y los

testimonios de esclavos recién mencionados arriba); la fase anticolonial, desde mediados de

siglo veinte; y por último la fase postcolonial, que continúa hasta hoy. Se podría discutir la

datación de la fase anticolonial propuesta por Savory, la cual a mi parecer y siguiendo lo

planteado por Dalleo, correspondería más bien a los inicios del siglo XX con antecedentes

importantes en el siglo XIX. Dalleo señala dos etapas del colonialismo en las Antillas; una

primera etapa (y más extensa) sería la del período de la plantación esclava y, luego de los

procesos de abolición, vendría una segunda etapa, la del colonialismo moderno, donde se

instala un nuevo modelo de dominación. Como ya se ha señalado, en el período anterior a la

emancipación, durante el colonialismo de plantación esclava, surge el movimiento

abolicionista que será un antecedente importante, un precursor de la literatura caribeña

anticolonial, la cual tendrá lugar en esta nueva fase, el colonialismo moderno (Dalleo pos.

578).

24

Si se considera la fase colonial en lo que se podría llamar el sistema literario del

Caribe nos enfrentamos al problema de si se deben o no incluir textos producidos por

británicos acerca de las Antillas como parte de este sistema. No obstante, considero que la

producción literaria británica debe considerarse parte del desarrollo literario e intelectual

caribeño, en tanto la visión desplegada en ese corpus textual generó la necesidad de una

respuesta, de un contra-discurso. Los textos de los colonizadores crearon una ‘idea europea’

de las Antillas y sus habitantes y despojaron de las particularidades identitarias y culturales

a los sujetos subyugados, asignándoles una cierta identidad y rol dentro de esa sociedad, a

través de un discurso ideológicamente funcional al dominio colonial británico. Tal como

señala Savory, este discurso provocó la necesidad de refutación, provocó respuestas efectivas

y, en este sentido, la escritura caribeña tuvo el rol de una poderosa refutación a la arrogancia

británica (718).

El sistema colonial cambió en tanto la abolición de la esclavitud desmoronó el sistema

económico de la plantación, pero la dominación sobre la población continuó y se

mantuvieron ciertas estructuras mediante las cuales se ejerce la dominación. Como señala

Savory, lo que persistió después de que la plantación dejara de ser el eje económico central

fue el racismo sistematizado y la inequidad económica, así como el colonialismo formal hasta

mediados del siglo XX (711). Uno de los medios fundamentales para ejercer el control y la

dominación colonial sobre la población es la educación: “Colonial education in the English

Caribbean was designed for, and continued to be promulgated in the service of, colonialist

control” (Tiffin 44). Tal sistema educativo estaba en función del control social, e instaló un

ideal cultural que claramente rechazaba todas las otras formas culturales, como las de origen

africano. Este ideal no solo apela a ciertos patrones culturales y saberes, sino obviamente

también a la lengua, en este caso la lengua inglesa ‘pura’ en oposición a la desarrollada en

las Antillas, el creole, considerado como una corrupción lingüística, al cual se le ha negado

el estatuto de lengua declarándolo un dialecto impuro:

The assumption underlying this language education policy was that those who

entered the education system were in fact, native speakers of English, English-

25

lexicon Creole being no more than a form of ‘broken English’ which had to be

corrected by the education system’10 (Devonish cit. en Tiffin 44).

Junto a la supremacía de la lengua inglesa estaba, por supuesto, la hegemonía de la cultura

letrada en oposición a la tradición oral propia de la mayoría de los grupos traídos al Caribe

como esclavos, o de la herencia cultural dejada por la población indígena.

El fin de la esclavitud no fue el fin de la opresión, con lo que persiste un elemento

cohesionador central, la resistencia, que según Savory es crucial para la génesis de la

literatura caribeña (712). De manera que luego de la abolición de la esclavitud varias formas

de arte verbal que estaban presentes en la cultura popular salen a la luz como medio de

expresión cultural pero también de lucha contra la opresión11. Así también, con la abolición

y establecimiento del sistema colonial moderno, como lo llama Dalleo, se hace posible la

aparición en la esfera pública del escritor caribeño y la consolidación de la escritura

anticolonial (Dalleo pos. 1475- 1479).

Tal como he mencionado anteriormente, la segunda mitad del siglo XIX trajo un

cambio significativo en el orden político y económico del Caribe, que fue la entrada de

Estados Unidos como una nueva potencia12. Sus intereses se centrarán en controlar

principalmente las islas colonizadas por España, pero también pondrá sus ojos en Haití. En

1848 Estados Unidos ofreció comprar Cuba a España, pero esta se negó. Durante la segunda

guerra de independencia cubana, un barco estadounidense, el Maine, se hundió producto de

una fuerte explosión en el puerto de La Habana en febrero de 1898, y aunque nunca se pudo

comprobar las verdaderas causas de su hundimiento, este incidente fue utilizado

políticamente por parte de Estados Unidos creando el ambiente propicio para que la potencia

norteamericana entrara en la guerra contra España. Finalmente, en diciembre de 1898, el

conflicto terminó y España cedió Cuba y Puerto Rico a Estados Unidos. Cuba quedó con un

gobierno propio, pero bajo el protectorado de Estados Unidos, es decir bajo un nuevo

10 Cabe señalar al respecto el trabajo de un importante intelectual del Caribe anglófono, J. J. Thomas y su texto

The Theory and Practice of Creole Grammar (1869), donde el creole es identificado como una lengua. 11 Como por ejemplo el Calypso y el carnaval mismo. 12 “In the first place, the United States replaced the European nations as the hegemonic imperial power in the

region. Secondly, the Caribbean developed increasingly strong economic links with the United States and, to a

lesser extent, Canada in terms of trade, capital flows, and investment. Thirdly, it was in the period after 1870

that Caribbean people began, for the first time, to migrate out of the region in large numbers. Most common

among the destinations of these new emigrants was the United States and its outliers” (Higman 196).

26

dominio imperial con el cual no romperá su dependencia hasta el triunfo de la Revolución

Cubana en 1959. A principio del siglo XX Estados Unidos intervendrá en la región ocupando

República Dominicana (entre 1916 y 1924) y Haití (desde 1915 hasta 1934). Después de la

ocupación estadounidense de estas islas surgen en ellas las figuras de los dictadores Trujillo

(1930), Batista (1940), y Duvalier (1957), con lo cual el panorama en la década de los

cincuenta es bastante similar entre el Caribe hispano y Haití bajo terribles y oscuras

dictaduras, siendo un caso aparte el cubano con su Revolución.

27

1.1. Contexto histórico y cultural en el Caribe anglófono del siglo XX.

Desde fines del siglo XIX se fueron implementando en el Caribe inglés nuevas

políticas y formas de gobierno que debido a los distintos acontecimientos y procesos sociales

debieron ir apuntando cada vez más a la autodeterminación de las islas:

Depression, labour unrest, and unionization, as well as racial consciousness, the

emergence of an educated black and coloured middle class, a growing awareness of

anticolonial movements elsewhere in the empire, and the exposure to a wider world

that came with migration and World War I all combined to contribute to a growing

restlessness in the British colonies (Higman 212).

El proceso de descolonización de las islas británicas comenzó a mediados de siglo,

luego del fin de la Segunda Guerra Mundial, proceso que no solo involucró al Caribe, ya que

se debía a la crisis del sistema colonial a nivel mundial. En Asia y África ya se habían

desatado violentos conflictos por las liberaciones nacionales. A diferencia de lo ocurrido en

otras partes, en el Caribe el proceso se dio de manera más pacífica y con propuestas que

apuntaban a la autodeterminación de las islas. Uno de estos intentos fue la creación de la

Federación de las Indias Occidentales, la cual estaba formada por once posesiones británicas

del Caribe. Esta se formó en el año 1958, pero tuvo una corta vida. Así, a partir de los años

sesenta las islas de las Antillas anglófonas fueron obteniendo su independencia: Barbados en

1961, Jamaica en 1962; Antigua y Barbuda en 1967 se convirtió en Estado Asociado del

Reino Unido y obtuvo la independencia; Trinidad y Tobago en 1962; Dominica en 1978; St.

Lucía en 197913, etc. El proceso que siguió el Caribe francófono fue distinto al convertirse

en Departamentos de Ultramar de la República de Francia en 1946.

Sin duda el contexto intelectual y artístico del Caribe de principios de siglo XX estaba

imbuido por el espíritu de los procesos políticos que derivaron en la descolonización, con un

13 “At the end of World War II, most Caribbean islands remained in some sort of colonial or dependent

relationship. Independent states were uncommon. The balance was quickly reversed, however, and the thirty

years to 1975 brought independence to the majority. By 2010, there were thirteen independent nations in the

Caribbean” (Higman 251).

28

fuerte sentimiento anticolonialista, lo cual implicaba no solo una lucha contra el poder

político, sino que también una reflexión en torno a las posibilidades de constitución de una

nación libre con una cultura caribeña propia. Por lo tanto, la resistencia fue tanto política

como cultural y suponía la consolidación de una identidad caribeña frente a la cultura europea

dominante, liberarse del modelo europeo y buscar fuentes culturales propias. En este sentido,

es de gran importancia la revalorización y la recuperación, que comenzó a gestarse a

principios de siglo XX, de las raíces africanas, de la historia y de los elementos culturales y

artísticos heredados de los antepasados africanos con sus desarrollos propios en diferentes

zonas del Caribe. El tema racial y cultural fue crucial para los intelectuales, artistas y

escritores de este período anticolonial. Pero lo africano, la raza negra, no es el único elemento

(aunque es el mayor) dentro del complejo escenario caribeño, puesto que es necesario

considerar la presencia india, indígena, china, árabe, entre otras. Y es esta complejidad, su

diversidad, su sincretismo, su variedad cultural, racial y lingüística, una de las principales

características del Caribe. Una de las grandes discusiones sobre la región es acerca de la

posibilidad de hablar de una unidad cultural, lo que siempre es problemático debido

precisamente a esta diversidad. Sin embargo, como ya se ha dicho, hay ciertas características

comunes, ciertos procesos similares. La discusión sobre una identidad caribeña, y los intentos

de definir lo caribeño, adquirieron mayor relevancia a partir de los años setenta en adelante,

luego del fracaso de algunos intentos de unificación política. Respecto a la complejidad

cultural, racial y lingüística del Caribe, Savory señala:

Two major theoretical models have been used to describe the racial and ethnic

complexity of the Caribbean: pluralist (M. G. Smith 1965) and creolization

(Brathwaite 1974), though creolization is clearly the most important now, and

applies not only within the region but outside as well (714-715).

Desde sus inicios, el siglo XX vio la emergencia de un número importante de

intelectuales en el Caribe anglófono, quienes desarrollan su labor artística e intelectual de la

mano de su activo rol sociopolítico. El desarrollo artístico irá íntimamente relacionado con

el compromiso político. En este grupo ‘precursor’ se encuentran intelectuales como Marcus

Garvey, C. L. R. James; George Padmore, Eric Williams, Walter Rodney, entre otros. Pero

29

la lucha ideológica anticolonial no solo estaba vinculada al aspecto político respecto a la

situación colonial, sino que, como he señalado anteriormente, el factor de raza fue

fundamental, en tanto se levantó una conciencia racial que se hermana con todos los sujetos

de la diáspora negra.

Muchos intelectuales se vieron en la necesidad de partir del Caribe hacia Europa o

Estados Unidos, debido a la realidad de las islas en aquellos años donde las posibilidades de

desarrollar una carrera intelectual, artística o literaria eran bastante escasas. Es por esto que

muchos optaron por dejar el Caribe, lo cual será a su vez uno de los temas más importantes

en la literatura antillana. En la década de los treinta una generación de intelectuales del Caribe

francés viajó a estudiar a Francia y confluyó allí junto a otros intelectuales africanos, y de

esta confluencia nació el importante movimiento de la “Negritud” de la mano de Aimé

Césaire (Martinica), León Damas (Guayana Francesa) y Léopold Senghor (Senegal); también

en esta línea estarán los haitianos Jean Price-Mars y Jacques Roumain. Entre los años

cincuenta y sesenta muchos intelectuales del Caribe anglófono partieron a Londres, entre

ellos Georges Lamming (Barbados), V.S. Naipaul (Trinidad), Wilson Harris (Guyana),

Samuel Selvon (Trinidad), etc.

Durante el período que va desde inicios a mediados de siglo, la vida intelectual y

artística en el Caribe anglófono (al igual que en el resto de la región) estaba profundamente

comprometida e involucrada en asuntos sociales y políticos. La labor intelectual se dio de la

mano de la búsqueda de la independencia política y económica de la Corona británica, es

decir, fue parte de un proceso de liberación y autoafirmación de las distintas islas, que

buscaban definir por sí mismas la conformación de su historia, su carácter, su identidad (que

no se constituye como un todo homogéneo). Sin embargo, esto resulta un proceso complejo

en el cual se debió enfrentar un gran problema: qué postura se tomaría respecto a la herencia

cultural, lingüística, etc., de la colonia. Frente a esta cuestión hubo distintas posturas; algunos

vieron que el único camino era liberarse de los ideales culturales y artísticos impuestos por

la dominación colonial; por otra parte, hubo otros que consideraron problemático abandonar

ese legado pues veían en este una gran riqueza que no debía simplemente ser rechazada. En

este sentido, una parte del mundo intelectual permaneció apegado a los ideales culturales

británicos con los cuales se identificaba. Una discusión similar se dio en el caso de las

30

colonias en África respecto a la lengua y la literatura: ¿cuál debía ser la lengua de las

literaturas africanas, las impuestas por los países europeos durante el dominio colonial, o las

lenguas africanas? Este fue un interesante debate entre intelectuales y escritores; muchos

fueron férreos defensores de la lengua colonial, como Senghor, quien era parte del

movimiento de la negritud, sin embargo, no consideraba la opción de preferir las lenguas

nativas por sobre el francés, más bien valoraba tremendamente la adquisición de la lengua

francesa. En el ámbito anglófono escritores nigerianos como Chinua Achebe defendieron la

escritura en lengua inglesa, y en la vereda opuesta el keniata Ngugui wa Thiong’o optó por

la escritura en gikuyu y swahili; esto lo determinó luego de muchos años de labor artística e

intelectual donde su lengua fue el inglés y así lo planteó en su libro Descolonizar la mente:

La política lingüística de la literatura africana14.

En el Caribe anglófono, este proceso complejo de independencia política y cultural

significó la búsqueda de lo propio, de lo que había permanecido en las sombras o en los

márgenes de lo que había sido la cultura hegemónica. La recuperación de una historia que

tiene sus inicios en una real tragedia: la invasión violenta y sangrienta de las potencias

coloniales, con sus posteriores genocidios de la población indígena, junto la extracción de

miles de hombres de sus hogares en África, y su llegada como esclavos a las Antillas. Una

historia violenta de desplazamientos, dominación, opresión, abusos y un sinfín de detalles

escabrosos. Era necesario entonces sacar a la luz las historias marginadas y silenciadas y

revitalizar las herencias presentes en la región, africana en su gran mayoría, pero también

indígena, india y china.

Es en este sentido que una fuente riquísima del arte y la cultura estaría precisamente

en la cultura popular, que es donde permaneció esta herencia, donde resistió desde los inicios,

desde las épocas más oscuras de la esclavitud y donde nunca dejó de vivir y recrearse,

14 “[…] la única cuestión que nos preocupaba era cómo hacer que las lenguas extranjeras prestadas fueran

capaces de transmitir el peso de nuestra experiencia africana mediante, por ejemplo, la utilización de proverbios

africanos y otras peculiaridades de nuestra oralidad y folclore. Por lo que se refiere a esta labor, Chinua Achebe

(Todo se desmorona; La flecha del dios), Amos Tutuola (El bebedor de vino de palma; Mi vida en la maleza

de los fantasmas) y Gabriel Okara (The Voice) fueron a menudo considerados como ejemplos de tres modelos

alternativos […]” (Ngugi pos. 323). “¿Por qué, podríamos preguntarnos, debería un escritor africano, o

cualquier escritor, desarrollar tal obsesión por robarle expresiones a su lengua madre para enriquecer otras

lenguas? ¿Por qué debería entenderlo como su misión prioritaria? Nunca nos preguntamos: ¿cómo podemos

enriquecer nuestras lenguas?” (Ngugi pos. 339).

31

creando nuevas expresiones artísticas y culturales que dieron forma a las tradiciones artísticas

más reconocidas de las actuales islas del Caribe. Expresiones como el Carnaval, o la tradición

de los Cuentacuentos, o la música desarrollada en distintas formas como el Calypso, Reggae,

etc. Es principalmente el carácter insumiso de la oralidad lo que da rienda suelta a la

creatividad; así en los cantos en las plantaciones, en las reuniones alrededor del fuego surgían

narraciones orales y proliferaba la creación de expresiones culturales, con un carácter

inestable, modificable, en el que la improvisación era un factor esencial. Allí el lenguaje no

seguía las normas rígidas de la lengua inglesa, sino la libertad del creole. La lengua criolla

rechazada por la cultura oficial, que no tenía espacio en el estricto sistema educacional

británico, busca otros espacios para su expresión. En este sentido Edward Brathwaite, poeta

e intelectual antillano, cuando habla de ‘lenguaje nacional’ no se refiere solo a la oralidad

sino al hecho de que cada nación caribeña tiene su propio continuum lingüístico y formación

del creole (Savory 721). Es por ello que estas expresiones, tanto de las formas orales como

musicales tendrán gran incidencia en la formación de una literatura caribeña, de manera

especial en la poesía y el drama por su cualidad performativa (aunque no por ello deja de

estar presente en la novela).

En una primera instancia, la postura más amplia dentro de la esfera intelectual y

artística buscó principalmente en sus raíces africanas y se vinculó a un movimiento más

amplio, panafricanista, de reivindicación de la población afrodescendiente en el continente

americano y con los pueblos africanos propiamente tales. Edward Brathwaite, uno de los más

importantes poetas e intelectuales del Caribe, es uno de los grandes defensores de esta postura

que se sumerge en la búsqueda de las raíces africanas. Sin embargo, frente a esta posición

surgirán también otras voces, como la del poeta y dramaturgo Derek Walcott, que tendrá a

su vez una visión crítica sobre esta idealización del pasado africano y ante quienes pretenden

buscar solo en las raíces afro la identidad cultural del Caribe. En este sentido, varios artistas

rescatarán precisamente la rica diversidad cultural como algo característico de la

conformación de la cultura caribeña. Otros escritores, como V. S. Naipaul, no han negado su

identificación con la cultura británica (en cierta medida Walcott tampoco), generando a su

vez diferentes miradas sobre las experiencias vitales de la “antillaneidad”. A esto se suma la

experiencia de una generación nacida en Europa o en Estados Unidos, hijos de emigrantes

del Caribe, quienes de manera diferente plasman en sus obras el problema respecto a la

32

identidad y la pertenencia, siendo este uno los principales temas de la literatura caribeña en

general (no solo anglófona), que se reelabora una y otra vez, sumando aun más niveles de

complejidad al problema de la identidad caribeña, un problema que pareciera no tener fin.

33

1.2. Derek Walcott y el teatro caribeño.

Dentro de este marco general cultural y de formación de un sistema literario, es

preciso detenerse en el desarrollo del género al cual está dedicada esta investigación, el

drama, para así finalmente instalar en este panorama al autor Derek Walcott, quien tiene

‘doble militancia’, o triple, como poeta, dramaturgo y ensayista.

El teatro caribeño de factura autóctona, indígena o nacional, tanto en el Caribe

anglófono como francófono tendrá alrededor de los años treinta un gran despegue, sobre todo

en torno al desarrollo de temas y formas propias. Las expresiones teatrales existieron en el

Caribe desde la llegada de los colonizadores, pero aquel era un teatro europeo, en que

mayoritariamente eran compañías europeas que viajaban hacia las colonias para la

entretención de la elite. El teatro en el Caribe siguió siendo principalmente europeo hasta el

fin de la esclavitud en 1834 e incluso durante mucho tiempo más. Compañías británicas,

francesas y ocasionalmente norteamericanas viajaban a las colonias con un repertorio que

incluía Shakespeare, Molière, farsas y melodramas. Claramente surgen obras de dramaturgos

nacidos en las colonias, pero aun así es un teatro de elite, un teatro de blancos y para blancos,

y un teatro totalmente heredero de la tradición occidental europea. Con todos los procesos

sociales que se fueron dando a partir de la abolición, el espacio teatral poco a poco será

ocupado por quienes antes estaban absolutamente marginados de él. Este teatro no podía

seguir bebiendo tan solo de la vieja tradición colonial y abrió paso a otras tradiciones hasta

el momento marginadas del sistema oficial. De esta manera, durante los inicios del siglo XX

el drama se posicionó en la problemática de la descolonización y eso implicaba la

representación de sí mismos desde su propia mirada, la auto representación de la propia

historia y enfrentar con una postura crítica la ‘Historia’, esa gran narración escrita y

protagonizada por Europa.

A partir de la década de los treinta, el teatro caribeño propiamente tal comenzó a

desarrollarse. No solo aparecieron los primeros dramaturgos caribeños importantes, sino que

además los temas tratados eran propios: “In many respects the 1930s represented a

breakthrough for Caribbean theatre. The need to show more local life and history on the stage

34

was recognized; the theatre’s ability not merely to entertain but to address issues of common

concern was accepted […]” (Banham, Hill y Woodyard 148). En Jamaica, en 1930, Marcus

Garvey produjo tres espectáculos dramáticos en un escenario al aire libre en Kingston

acentuando la necesidad del fin del colonialismo. En Londres, el escritor trinitario C.L.R.

James presentó en 1936 una pieza teatral llamada Toussaint L’Ouverture sobre la Revolución

Haitiana (Banham, Hill y Woodyard 142). Podríamos señalar esta obra como uno de los hitos

del nacimiento y conformación de un teatro propiamente caribeño, principalmente por la

elaboración de un drama de carácter histórico sobre un hecho tremendamente relevante para

la historia de la región.

A mediados de siglo, entre los cuarenta y los sesenta, se vivirá un momento de gran

creatividad teatral con la aparición de grandes dramaturgos, grupos y compañías teatrales que

dedicaron su quehacer artístico e intelectual a la búsqueda de un drama impregnado de la

identidad caribeña15, un teatro que respondiera a la representación de la sociedad caribeña

con toda la complejidad que ello implica, que se hiciera cargo de su identidad marcada por

una historia de colonialismo y esclavitud. Un pueblo que tiene un pasado diverso, con una

gran población afrodescendiente por una parte y, por otra, un importante grupo de

descendientes de indios y chinos, que llegaron después de la abolición de la esclavitud. En el

capítulo de introducción al teatro caribeño en The Cambridge Guide to African and

Caribbean Theatre se señalan tres aspectos que ayudaron al desarrollo de este teatro: en

primer lugar, el establecimiento en 1947 de la University (College) of the West Indies,

[…] whose extramural tutors helped to encourage the writing and publication of

local plays throughout the English-speaking Caribbean and to spread the notion of

a popular theatre using the vernacular where appropriate rather than a grammatically

correct but artificial language (Banham, Hill y Woodyard 142).

En segundo lugar, se señalan los movimientos hacia la independencia política y la concesión

del auto gobierno a la mayoría de los territorios, comenzando con Jamaica y Trinidad en

15 Importantes grupos se formaron, entre ellos: The Little Theatre Movement of Jamaica, inaugurado en 1941; Caribbean Thespians (1946); The Whitehall Players (luego renombrado Company of Players) en Trinidad en

1946; Art Guild of St Lucia, fundado por Derek Walcott y su hermano Roddy Walcott en 1950; Theatre Guild

of Guyana (1957).

35

1962: “This led to a deeper sense of belonging to a nation and a search for forms of

presentation in speech, drama, movement, dance, music and rhythm, in verbal and visual

imagery that would free theatre creators from inherited customs and inhibitions of the past”

(Banham, Hill y Woodyard 142). Por último, se señala el movimiento largamente promovido

en Cuba, pero adoptado por muchos territorios hermanos, que usa el teatro como un medio

para aumentar la conciencia social, política y estética del pueblo a través de lo que ha sido

llamado el teatro de creación colectiva (Banham, Hill y Woodyard 142). De esta manera nace

un teatro en un medio sumamente heterogéneo, que debe encontrar su propio lenguaje frente

a la cultura dominante impuesta por la colonia, y dar paso a todo tipo de expresiones de

diversos orígenes que dan forma al sistema cultural caribeño.

Entre los dramaturgos que emergieron en este período están: Barry Reckord, Samuel

Hillary y Cicely Waite-Smith de Jamaica; Douglas Archibald, Errol Hill y Errol John de

Trinidad; Derek Walcott y su hermano Roddy Walcott de St. Lucia: Frank Pilgrim y Sheik

Sadeek de Guyana. Más tarde en la década de los sesenta el poeta Aimé Césaire se volcará

al género dramático, con importantes obras como La tragedia del rey Christophe (1963) y

Una tempestad (1969). Cabe señalar que a principios de los sesenta Edouard Glissant escribe

su primera y única obra dramática: Monsieur Toussaint (1961).

***

Es en este escenario, rico y complejo, en el que se sitúa Derek Walcott, poeta y

dramaturgo, quien comenzó tempranamente su vida en el teatro, con una obra de juventud en

el año 194916, Henri Christophe, donde toma por primera vez el tema de la Revolución

Haitiana. Este autor tuvo una larga y muy productiva trayectoria en el teatro, como

dramaturgo, por supuesto, pero también como fundador en 1959 del Trinidad Theatre

Workshop17, una de las compañías más importantes no solo de Trinidad y Tobago, sino que

de todo el Caribe; junto a esta compañía estuvo por varios años hasta que en 1977 se separó

de esta, aunque años más tarde se reintegró. Dentro de su trayectoria teatral cabe señalar entre

16 Si bien ya había escrito algunos pequeños dramas durante su etapa escolar, esta fue la primera obra que monta. 17 Sobre la trayectoria teatral de Walcott y del Trinidad Theatre Workshop ver Bruce King: Derek Walcott and

West Indian Drama.

36

sus obras más destacables The Sea at Dauphin (1954), Ti- Jean and His Brothers (1958),

Dream on Monkey Mountain (1967), The Joker of Seville (1974), Pantomime (1978), además

de las obras que conforman The Haitian Trilogy. La última producción dramática del autor

fue Oh Starry, Starry Night, estrenada en 2013 y publicada a principios de 2014. Como

señalaba antes, su importancia como escritor no solo se debe a su labor como dramaturgo,

sino que también, y de manera fundamental, a su labor como poeta. En esta área también se

inicia muy tempranamente, siendo un adolescente. A los catorce años publica un poema en

The Voice of St. Lucía. Pronto publica sus primeros libros de poesía: 25 poems (1948) y

Epitaph fot the Young (1949). Entre sus obras poéticas destacan Selected Poems (1964), The

Castaway (1965), The Gulf (1969), Another Life (1973), The Arkansas Testament (1987) y

uno de sus textos más aclamados: el poema épico Omeros (1990). El año 1992 le fue otorgado

el Premio Nobel de Literatura. El 17 de marzo de 2017 murió a los 87 años en su isla natal

Santa Lucía.

Al estudiar en el contexto antes mencionado la dramaturgia de Walcott, así como

también la de otros autores y compañías caribeñas, apreciamos la búsqueda de un teatro de

identidad propia en el que resaltan diversos elementos tales como la incorporación de

tradiciones culturales ‘no oficiales’, especialmente la de raíz africana, la cual tendrá un lugar

claramente protagónico sobre todo de la mano de los movimientos anticolonialistas y

reivindicadores del pueblo de origen africano. Por otra parte, el uso del lenguaje en el teatro

será un elemento de suma relevancia, en tanto se sumará a la lengua oficial, de herencia

colonial, la lengua criolla. Un sinfín de elementos destacarán en este proceso de búsqueda de

un teatro caribeño: el lenguaje, los ritos, antiguas tradiciones orales, y por sobre todo siempre

estará presente el problema de la historia del Caribe y su pueblo, el rescate de la memoria de

esta comunidad, de un pasado demasiado reciente del cual el teatro, así como otras

manifestaciones artísticas e intelectuales, deben hacerse cargo.

En este sentido hay aspectos fundamentales en el drama de Walcott, como la

incorporación de tradiciones propias como el Carnaval del Caribe, especialmente del

Carnaval de Trinidad y Tobago. Aquí no solo pervive una tradición traída por los europeos

(la celebración del carnaval antes del principio de la cuaresma), sino que por sobre todo esta

tradición se mezcla con la africana, estando finalmente profundamente enraizada en sus

37

orígenes africanos. Fue el particular espacio de esta festividad donde la población negra del

Caribe encuentra un lugar del cual apropiarse, transformándolo en función de sus propias

necesidades, incorporando elementos provenientes de festividades religiosas y populares

africanas. Esta herencia cultural encuentra un espacio ideal en el contexto del carnaval para

desarrollar y crear un lenguaje estético propio, a pesar de que este llega de la mano de los

colonizadores, donde en un principio los esclavos no estaban autorizados a participar; sin

embargo, luego del fin de la esclavitud, éstos no solo logran participar de él, sino que hacen

suya esta festividad, lo que será de gran importancia cultural, en tanto era un espacio de

resistencia, de crítica profunda y rebelión contra el sistema colonial dominante, una manera

de protesta contra las jerarquías de clase y de raza. Tal fue el carácter subversivo del carnaval,

que llevó a que en determinados momentos fuese prohibido por las autoridades coloniales.

En las obras de Walcott abundan los elementos provenientes de esta tradición: figuras

típicas como el Coro, los cantantes de Calypso, bandas de carnaval, mascaradas de herencia

africana, parodia, etc. Otra característica de varias obras de Walcott que va de la mano de

esto último es el uso de la metateatralidad, a través de recursos como rituales o ceremonias,

de obras dentro de una obra y de juegos de roles. Así también nos encontramos aspectos del

teatro épico de Brecht: recursos de extrañamiento y metateatrales que permiten por una parte

un distanciamiento crítico y, por otra, el uso privilegiado de la función épica (o narrativa).

Junto a estos elementos el teatro de Walcott mantiene un fuerte nivel de intertextualidad con

otras tradiciones europeas, principalmente con la literatura inglesa y con la literatura griega

antigua.

Relacionado a la búsqueda de un lenguaje propio, mencionada más arriba, es de suma

relevancia la elaboración lingüística en la dramaturgia de Walcott. En su primera obra, por

ejemplo, podemos ver el uso de un lenguaje elevado que busca un modelo en la dramaturgia

inglesa de la época isabelina; de esta manera el dramaturgo utiliza un estilo imitativo del

verso dramático isabelino en su primera obra, para luego, en sus siguientes dramas, ir

buscando una forma propia donde incorporará el registro del creol (Thieme 45).

Constantemente Walcott irá variando sus registros lingüísticos, incluso dentro de una misma

obra, ejemplo de ello es Ti-Jean and His Brothers:

38

The play’s language covers a spectrum of West Indian speech registers, from

Standard English, to Standard English seasoned by a dash of Anglophone creole

whose structure is influenced by French creole, to a somewhat deeper level of

Anglophone creole, to lines of straight French creole accompanied by their

Anglophone translation (Baugh Derek Walcott 79).

Otro punto fundamental que considerar respecto a la obra dramática de Walcott es la

manera en que enfrenta los temas y personajes históricos, como una ‘contra-historia’, es decir

que se plantea críticamente frente a la Historia europea. En sus obras hay una evidente

necesidad de revisitar la historia del Caribe, de este pueblo colonizado, de volver a su pasado

esclavo. Sin embargo, Walcott sostiene que es necesario superar ese pasado colonial, dejarlo

atrás, lo cual podría ser contradictorio. Cuando el autor apela a la gran posibilidad del

nacimiento de una nación, la posibilidad de comenzar todo de nuevo como hombres

“adánicos” en un lugar donde todo está por hacer, pareciera ser un discurso donde el pasado

es algo que no tendría lugar, ni mucho menos la Historia (Walcott “La musa de la historia”).

La existencia adánica no tiene pasado, no tiene memoria, no tiene antepasados, es el punto

inicial, en el que solo existen el presente y el futuro. Sin embargo, Walcott escribe sobre el

pasado y sobre personajes históricos relevantes en la historia de la liberación de la esclavitud,

de la lucha contra la segregación del pueblo afrodescendiente y por los derechos civiles,

personajes importantes en la historia del colonialismo (desde la perspectiva de su

implantación o desde la resistencia), y sobre procesos históricos recientes. ¿Qué sentido tiene

esta revisión tanto de los hechos del pasado como de sus protagonistas frente a un discurso

que apela a la condición del hombre del Caribe como los “nuevos Adanes”? Walcott no

plantea posiciones en blanco y negro, sino que se acerca a los conflictos mostrando distintas

perspectivas y matices, sobre todo en la construcción dramática que realiza de los personajes

históricos, donde difícilmente encontramos héroes en el amplio sentido de término. En este

sentido, el autor ve posible la superación del pasado colonial en la medida de que el pueblo

caribeño se apodere de su historia conflictiva. Su trabajo artístico se orienta a romper la

historia de las polaridades y de anunciar el peligro, dentro del proceso de descolonización,

de seguir atados a las antiguas estructuras del colonialismo, y replicar estas estructuras

dicotómicas: colonizador-colonizado, víctima-victimario, amo-esclavo, explotador-

explotado.

39

Uno de los puntos más controvertidos respecto al autor tiene que ver con su respuesta

crítica a ciertas posturas anticoloniales o reivindicatorias, sobre todo frente al panafricanismo

y movimientos vinculados al Black Power. Walcott considera que estas posiciones radicales

plantean un enfrentamiento y una lucha que solo termina invirtiendo las dicotomías pero

nunca las supera, y con el afán de reivindicar a un pueblo largamente sometido exaltan un

pasado africano tan totalizador y estereotipado como el construido por el colonizador. En

este sentido, la crítica ha situado a Walcott en la posición opuesta a la de Brathwaite, quien

representa una mirada mucho más africanista, reivindicadora de las raíces negras. Pero parte

de la crítica sostiene que en realidad son autores complementarios, como Savory (727) e

Ismond (220). Ambos autores comparten varias características en común como, por ejemplo,

la elección de permanecer en la región la mayor parte de su vida, a diferencia de muchos

artistas e intelectuales que optaron por dejar el Caribe. La oposición entre ambos autores

tiene que ver con sus diferentes posturas, sobre todo en relación a las herencias culturales a

las que cada uno recurrirá. En este sentido Brathwaite, se volcó hacia África y su herencia:

Brathwaite’s rendering of the discovery of Africa, on the continent and in the region,

as a human history full of contradiction, and of the Caribbean, inextricably bound

up with the history of transatlantic slavery, has been constantly original and dynamic

[…] It is the discovery of Africa that eventually marks his departure from the poetic

inheritance of British poetry, most particular the pentameter (Savory 727).

Brathwaite, tal como señala Patricia Ismond, ha sido aclamado como el poeta del

pueblo, que trata temas históricos y sociales. Mientras que con Walcott la crítica ha tenido

más dificultad para situarlo, ya que considera que a veces pareciera poner mucha atención a

estos temas, pero con mayor frecuencia suele leerse como ‘un poeta para poetas’, asumiendo

una postura que evidenciaría su eurocentrismo (Ismond 220).

Walcott siempre incorporó la herencia de los clásicos europeos (Homero, Dante,

Shakespeare, Eliot, etc.), y esto es lo que lo ha llevado a recibir las acusaciones de ser

europeizante; sin embargo, nunca ha dejado de considerar el espacio cultural caribeño como

parte fundamental de su creación. Brian Crow y Chris Banfield señalan respecto al ensayo

de Walcott “La voz del crepúsculo”: “Walcott no doubt includes himself in the category of

writer he calls 'the mulatto of style', whose efforts to purify the language of the tribe

40

inevitably invite accusations of treachery, assimilation, pretentiousness and 'playing white'”

(21). Walcott no niega esa herencia negra, africana, pero no comparte la visión africanista,

ya que acepta e integra su herencia europea. Tal como señala Edward Baugh: “In its

valorizing of hybridity and miscegenation, it signals Walcott’s antipathy to any kind of racial,

ethnic or cultural purism” (14). Baugh cita varios dichos de Walcott al respecto, los cuales

han sido bastantes controversiales, sin embargo, señala que el autor no niega el ‘factor’ de la

raza como relevante y más adelante agrega: “It is not that Walcott altogether denies an

aesthetics of difference, or even of racial difference. The difference of the West Indian writer

lies in his West Indianness, and West Indianness is defined in terms of racial variety and

admixture” (17). La posición racial del escritor en la que rescata el mestizaje negándose a

dar preponderancia a lo africano como aspecto fundamental de la identidad caribeña ha sido

quizás lo más problemático de Walcott para la crítica; sobre todo si consideramos el contexto

que lo rodea, en el que los movimientos políticos y culturales del Black Power habían tomado

mucha fuerza en Estados Unidos y el Caribe a partir de los años sesenta. La postura de

Walcott se debe a una fuerte oposición a ciertos grupos de este movimiento, especialmente

al nacionalismo negro que muchas veces vio el camino de la violencia como un camino

necesario. Esta postura se puede apreciar especialmente en sus ensayos, así lo plantea Víctor

Figueroa:

Walcott’s essays were written during the height of ‘Black Power’ cultural and

literary movements in the Caribbean and the United States, and they reflect his

mistrust, and sometimes open antagonism, to all forms of cultural nationalism

(understood by him as being too often not simply about pride in one’s or nationality,

but rather as an ethnocentric, sometimes racist, unwillingness to be ‘tainted’ by other

cultures, with the implicit claim of the uncontaminated purity of one’s own identity)

(Figueroa 147-148).

De esta manera, Walcott se niega a que el revalorizar la identidad negra signifique la

oposición violenta hacia los blancos y su cultura, considerando que estos grupos radicales

caen en el mismo racismo que los supremacistas blancos. Así expresa su desconfianza de los

nacionalismos negros:

41

Decir que todos los negros son hermosos es una afirmación enervante, que todos los

negros son hermanos es más una reprimenda que un fuero, que el pueblo debe

ostentar el poder es casi un deseo muerto, pues el verdadero poder de estos tiempos

es mudo […] El poder basado en la genética se torna cada vez más dividido y tribal.

Conduce a las guerras secundarias del Tercer Mundo, supuestamente justas, a las

guerras civiles, a las divisiones fronterizas de tercera categoría, a los poderes del

Tercer Mundo, manipulados o animados por los poderes del primero (78 “La musa

de la historia”).18

De la misma forma, ha sido polémica su postura respecto de la cultura popular y sus

representaciones, lo cual llama bastante la atención y pareciera ser hasta una contradicción,

pues en ensayos como el recién citado hace una crítica al arte popular comercializado y

conformista, y sobre todo al uso que ha hecho el Estado de estas formas populares, pues ha

‘vendido’ (especialmente para el turismo) una cierta imagen del Caribe:

Esa imagen lleva grabada la vieja mueca colonial del negro sonriente, del

percusionista caribeño, del hombre enmascarado para el carnaval, del músico de

Calipso y del bailarín del limbo. Estos artistas populares se encuentran prisioneros

del concepto estatal de las formas populares, pues preservan la conducta colonial y

no suponen ninguna amenaza (Walcott, “La voz del crepúsculo” 18).

El desarrollo del teatro caribeño ha surgido de la mano de las representaciones de

origen popular. Es innegable su influencia y la riqueza que ha significado para la formación

de una forma auténticamente caribeña, lo que se puede apreciar en las propias obras

dramáticas de Walcott. Tal como señala Errol Hill, en su estudio sobre el Carnaval de

Trinidad, este puede formar las bases de un ‘teatro nacional’. En este sentido, las palabras de

Walcott pueden ser mal interpretadas, pues además pareciera siempre estar intentando

distanciarse y diferenciarse de aquellas formas populares y destacando su intento de hacer un

‘Teatro’ en las Antillas, que no rechaza tampoco la tradición europea. Los defensores de

18 Más adelante señala como ejemplo de esto a Nigeria, lo cual me parece sumamente relevante, ya que la guerra

civil de Nigeria o guerra de Biafra ocurrió entre 1967 y 1970 y fue un hito dentro de las sanguinarias guerras

en África que se dieron inmediatamente después de la independencia. Esta guerra se generó a partir de los

conflictos entre las etnias igbo y la hausa-fulani. Me parece importante este contexto respecto a esta

desconfianza expresada por Walcott.

42

Walcott señalan que tal postura no tiene que ver con las formas populares propiamente tales,

sino con la utilización que de ellas han hecho intelectuales y políticos que, finalmente, al

igual que respecto al tema anterior (sobre el africanismo), bajo afanes reivindicatorios solo

se ha logrado mantener las antiguas dicotomías:

[Los intelectuales] Hicieron apoteosis de la forma popular insistiendo en que los

calipsos eran poemas. Su programa, pese a su pretendida voluntad de cambio, era

un manual de estasis, pues se proponía educar políticamente al campesino, pero no

sacarlo del analfabetismo […] Sin saberlo, las formas populares se han dejado

corromper por la política. Su comercialización es ya muy superior a la ira, pues

todos se han integrado en el paisaje, en el arte del folleto (Walcott, “La voz del

crepúsculo” 46-48).

Ahora bien, más allá de las controversias al respecto, Walcott ha incorporado las

tradiciones populares, y estas han sido fundamentales para la elaboración histórica realizada

en sus dramas. Un ejemplo claro de ello es su obra Ti-Jean and His Brothers (1958). Aquí el

autor recurre a la tradición oral, tomando un cuento popular típico de raíces africanas. Este

es parte de la tradición de Ananse, la cual viajó al Caribe desde África, con algunas

modificaciones19: “The Ananse stories and performances center on an Everyman character,

named Ananse, whose schemes for getting rich or becoming successful are always thwarted

by his own overactive ambition or greed” (Gilbert y Tompkins 132). Estas historias

transportadas al Caribe y transformadas allí de acuerdo a las particularidades culturales e

históricas enraizadas en la esclavitud son reelaboradas por Walcott, que toma la figura del

‘tramposo’, un héroe ingenioso, como el personaje principal y lo lleva al contexto teatral,

donde dramatiza un cuento folklórico típico de su isla natal (Santa Lucía). En esta obra

Walcott bebe de la tradición del Storyteller, siendo presentada como un cuento para niños,

contado por un sapo y un grillo, quienes narran la historia de estos hermanos. Esta historia

se sitúa en el contexto de la colonia y la esclavitud, donde todos, menos Ti-Jean, sucumben

ante el personaje ‘demoníaco’ vinculado aquí con el dueño blanco de la plantación. En este

sentido, Walcott usa un cuento folklórico como una ‘guerrilla de resistencia’ contra la cultura

19 Una de las primeras manifestaciones la tradición de Ananse en el teatro formal, fue en Kingston, donde la

pantomima anual (iniciada en 1941) originalmente se centraba en la historia de Ananse.

43

hegemónica, no solo porque está fuertemente enraizado en el mito de la comunidad local,

sino también porque deliberadamente evita los valores del centro imperial.

Otro ejemplo de la incorporación de tradiciones populares lo encontramos en la obra

Drums and Colours, parte del corpus principal de esta investigación. En ella Walcott

implementará otras formas de la tradición popular, como la incorporación fundamental en

esta obra del Carnaval, que sirve de marco para la re-presentación de la historia del Caribe.

Aquí aparecen varios personajes de la cultura popular, como los enmascarados de las bandas

del Carnaval, el cantante de Calypso, etc. En cuanto el lenguaje, es fundamental en esta obra,

ya que pasa de un registro ‘elevado’ a un uso coloquial.

44

1.3. La Revolución Haitiana: breve reseña histórica.

Sin lugar a duda, los hechos ocurridos en la colonia de Saint-Domingue a partir de

1791, año en que comienza la insurrección esclava en la colonia, escaparon en muchos

sentidos a las posibilidades imaginadas por las potencias europeas; estos hechos eran

totalmente inauditos, no por ser una rebelión de esclavos, sino por ser la única exitosa, que

acabó con el dominio colonial francés, derrotando a sus tropas en la isla y culminó con la

formación de un nuevo Estado. La Revolución llevada a cabo por estos esclavos negros

remeció las bases del sistema colonial y marca un punto de inflexión en el destino del Caribe

y América Latina, aunque pocas veces se reconoce este lugar en la historia.

La Revolución Haitiana se presenta de manera compleja y paradójica, y sus recuentos

sostienen visiones totalmente opuestas: una negativa, donde se destaca la violencia inaudita,

las masacres, las guerras internas, la barbarie, etc.; otra positiva, en que la Revolución

simboliza la libertad para miles de sujetos bajo la esclavitud y el comienzo de un cambio

profundo en las bases del sistema colonial dominante. Tal como señala Ada Ferrer, se tiende

a pensar en el legado de la Revolución Haitiana en términos binarios, en el terror que produjo

entre los blancos, y la esperanza e inspiración entre esclavos y gente de color libres (21). Por

otra parte, cuando pensamos en estos hechos, la gran victoria se estrella contra el fracaso de

los gobiernos posteriores a la independencia, y más todavía, no se puede pensar en el gran

triunfo de la Revolución sin pensar en los desastres que han azotado a Haití durante el siglo

XX: la invasión de Estados Unidos a principios de siglo, la dictadura de Duvalier, las

violaciones a los derechos humanos, la pobreza, las enfermedades, catástrofes naturales,

golpes de Estado y su actual inestabilidad política. No hay una sola respuesta al por qué de

los fracasos posteriores, son múltiples factores tanto de origen externo como interno al país.

Incluso existen variados análisis que encuentran ya diversos factores en el mismo proceso

revolucionario como origen de conflictos que se perpetúan a lo largo de la historia de esta

nación.

Si bien la Revolución tuvo una gran relevancia a nivel internacional en su época, se

ha observado que el discurso histórico elaborado por Occidente, es decir por las potencias

45

europeas y norteamericanas, fue dejando de lado estos hechos, relegándolos a un segundo

plano y quitándoles relevancia. Esta idea ha sido planteada por Michel-Rolph Trouillot en

Silencing the Past, donde señala que el discurso de las humanidades en occidente ha

desarrollado un fuerte silenciamiento de la Revolución Haitiana, silencio que Trouillot

atribuye: “[…] to the persistence in French and American historiography of formulas of

denial, erasure, and banalization that relegated the Haitian Revolution to the realm of the

‘unthinkable’ in late eighteenth-century Europe” (Garraway 63). Trouillot señala:

In short, ‘the events that shook up Saint-Domingue from 1791 to 1804 constituted a

sequence for which not even the extreme political left in France or in England had

a conceptual frame of reference’. The ostracism of Haiti through most of the

nineteenth century, and the economic and political decay partially caused by that

ostracism, reinforced the initial silencing, so that finally ‘the revolution that was

unthinkable became a non-event’ (cit. en Breslin 232-233, énfasis de Trouillot).

En este sentido es fundamental el estudio realizado por C.L.R. James durante la

década de los 30, Los jacobinos negros, texto que se ha convertido en un clásico a estas

alturas a la hora de revalorizar desde una perspectiva caribeña la Revolución Haitiana. A

partir de este trabajo, podríamos decir, se han elaborado distintos estudios sobre la

Revolución alejándose de la tendencia general de los historiadores europeos y

norteamericanos que habían tendido a tratarla como un subcapítulo de la Revolución

Francesa, despojándola de todas sus particularidades y relevancias; entre ellos cabe señalar

el estudio de Césaire sobre la figura de Toussaint Louverture: Toussaint Louverture: La

Revolución Francesa y el problema colonial, donde el autor insiste en el significado propio

de la Revolución Haitiana más allá de los efectos e influencias de la Revolución Francesa.

Indudablemente, desde la perspectiva caribeñista la revaloración de estos hechos

históricos es fundamental, pero también es necesario volver a pensar en la Revolución de

Haití considerando el tremendo golpe que fue para el sistema colonial mundial, en la medida

en que atacó el corazón de su economía, lo que hacía posible la economía del sistema de

plantación: la esclavitud. Porque es necesario darle el crédito a esos esclavos insurrectos que

exigían libertad de un modo tal que obligó a las autoridades coloniales en la isla a declarar la

abolición de la esclavitud, aun sin la ratificación del gobierno francés. No fue la mera

46

voluntad de las autoridades coloniales, no fue la mera voluntad del gobierno de Francia, fue

la exigencia absoluta de esos hombres y la convicción ciega de defender la libertad ganada.

Solo basta con pensar cuán rápido el gobierno francés al mando de Napoleón volvió a

decretar la esclavitud en todas sus colonias, y la única que no lo permitió fue Saint-Domingue

bajo la resistencia de los ex esclavos negros.

Fue un golpe al corazón de la economía de la plantación, fue un golpe al sistema

colonial imperante entre las grandes potencias europeas, golpe que simbólicamente ocurrió

en el corazón de las colonias del Caribe, en la más rica de todas, Saint-Domingue, que a su

vez fue la primera colonia europea y las más importante durante los primeros años de la

conquista, la isla nombrada por los conquistadores “La Española”. Ahí instaló Colón su

primer asentamiento, y ahí se formaron las primeras plantaciones de caña de azúcar. La

población autóctona de esta isla fue una de las primeras en ser exterminadas. Podríamos decir

que en esta isla nace el sistema colonial y ya desde muy temprano sufrió las trágicas

consecuencias de ello. De esta forma la Revolución Haitiana no golpeaba solamente a la

Francia colonial, sino que a todo un sistema sostenido por las potencias dominantes. Si bien

las sublevaciones de esclavos ocurrieron muchas veces en todas las colonias, ninguna tuvo

el éxito ni el alcance de la haitiana y si bien ya existían voces antiesclavistas, sin duda los

hechos que se desarrollaban en Saint-Domingue aceleraron los procesos abolicionistas y

dieron aun más fuerza a quienes luchaban por ello en otras colonias y en las metrópolis

europeas. El triunfo de la Revolución fue un punto sin retorno para el sistema colonial tal

como se concebía hasta entonces, tal como plantea Laurent Dubois en Avengers of the New

World:

These events represented the most radical political transformation of the “Age of

Revolution” that stretched from the 1770s to the 1830s. They were also the most

concrete expression of the idea that the rights proclaimed in France’s 1789

Declaration of the Rights of Man and Citizen were indeed universal (3).

La declaración de la independencia va de la mano de uno de los gestos simbólicos

más importantes para sellar todo el proceso revolucionario: el nombre de la nueva nación no

47

fue el otorgado por españoles o franceses, sino Haití, nombre indígena de la isla20. La

elección del nombre es un claro gesto de hermandad con la población indígena desaparecida

y con los indígenas de toda América, quienes sufrieron el mismo yugo del colonialismo.

Dubois destaca la importancia de la elección del nombre, ya que esta infunde a la declaración

de independencia de un significado histórico mucho más amplio, y agrega: “Haiti was to be

the negation not only of French colonialism, but of the whole history of European empire in

the Americas” (Duobois 299). Este simbolismo me parece fundamental a la hora de pensar

en las reelaboraciones literarias y dramáticas durante el siglo XX sobre la Revolución

Haitiana por parte de autores caribeños de distintas islas.

Se suele destacar la violencia de los hechos ocurridos durante la insurrección en la

colonia de Saint-Domingue, como ya he señalado anteriormente; pero la violencia estaba

arraigada profundamente en la isla desde la llegada de Colón a ella y la instalación del primer

asentamiento europeo en el “Nuevo Mundo”. Es necesario tener esto en consideración no

como un mero dato anecdótico sino para poder comprender la historia de la colonia de Saint-

Domingue, y entender las raíces profundas de la violencia que durante varios siglos se fue

“cocinando” como en una olla de vapor que a fines del siglo XVIII simplemente reventó. Se

deben comprender los antecedentes que dieron pie a la rebelión esclava y los que permitieron

que se llevara a cabo de la forma en que se llevó. Son múltiples los factores que engendrarían

la particularidad de lo sucedido en Saint-Domingue, y precisamente por la gran complejidad

y multiplicidad de factores en juego, es bastante difícil dar cuenta de ello de manera breve,

sin dejar un sin número de aspectos fuera. En esta breve reseña se tomarán aspectos e hitos

centrales para poder dar un panorama general de los hechos y de las principales problemáticas

a tener en cuenta para el análisis de los textos de esta investigación21.

20 Nombre dado por los Tainos que habitaban la isla y que al parecer significaba tierra montañosa: “The word

Haïti, apparently meaning ‘rugged, mountainous’ in the Taino Arawak language, was assumed to be the

aboriginal term for the island Columbus had christened La Española” (Geggus 207). 21 Las fuentes principales para la elaboración de esta reseña son: James, C.L.R. Los jacobinos negros. De

Laurent.Dubois, Avengers of the New World. The Story of the Haitian Revolution y Haiti. The Aftershocks of

History. De Césaire Toussaint Louverture. La Revolución Francesa y el problema colonial. Del sociólogo

haitiano Jean Casimir Haití de mis amores. Sobre la Revolución Haitiana y sus consecuencias ver: Knight,

Franklin. “The Haitian Revolution”, Doris L. Garraway (Ed.) Tree of Liberty. Cultural Legacies of the Haitian

Revolution in the Atlantic World. Davis Geggus Haitian Revolutionary Studies. Sibylle Fischer Modernity

48

Como se ha mencionado anteriormente Cristóbal Colón llegó a la isla en su primer

viaje, en 1492, e instaló allí el primer asentamiento español y nombró a la isla “La Española”.

Durante los años que siguieron, La Española fue la colonia más importante en la zona y,

como señala Dubois (13), fue el punto cero del colonialismo europeo en las Américas. En

pocos años los españoles redujeron la población indígena en grandes cantidades, ya sea por

efecto de las enfermedades que traían o por las matanzas, malos tratos y duras condiciones

de trabajo a los cuales eran sometidos. Entre estos, el trabajo en las plantaciones de caña de

azúcar implicaba durísimas condiciones laborales, que pocos podían resistir. Colón introdujo

la plantación de caña en 1493 (Dubois 15). La rápida extinción de la población indígena y

las críticas por parte de algunos miembros de la Iglesia, particularmente la defensa de

Bartolomé de Las Casas de los indígenas por su esclavización llevó a que se importaran

esclavos desde África. En estos términos lo plantea C.L.R. James:

Las Casas, abrumado ante la perspectiva de ver con sus propios ojos la destrucción

total de la población al cabo de una generación, dio con la idea de importar los más

robustos negros de la populosa África; en 1517, Carlos V autorizó la exportación de

15.000 esclavos a Santo Domingo, y de este modo el sacerdote y el rey trajeron a

este mundo el comercio de esclavos africanos y la esclavitud (21-22).

De esta forma en el siglo XVI se inició la trata de esclavos negros africanos, sin embargo fue

durante el siglo XVIII en el que la cantidad de africanos traídos a la isla aumentó a grandes

niveles.

Cuando los españoles empezaron a explorar el continente rápidamente sus intereses

se enfocaron más en este que en las islas del Caribe, por lo que La Española perdió la

importancia central que tuvo durante los primeros años de la conquista. A estas alturas las

otras potencias europeas habían llegado al Caribe y varias bandas de piratas rondaban por las

Disavowed: Haiti and the Cultures of Slavery in the Age of Revolution. Michel-Rolph Trouillot. Silencing the

Past. David Nicholls Haiti in Caribbean Context.

49

Antillas. En La Española la colonia española se redujo a una parte de la isla (lo que

actualmente es República Dominicana) y su ciudad principal era Santo Domingo; el lado

occidental de la isla quedó prácticamente abandonado, lo que propició que bandas de piratas

y franceses se asentaran en la isla Tortuga, al noroeste de La Española y prontamente, a

comienzos de 1670, instalaron asentamientos en la costa oeste de esta isla, hasta formar la

colonia que llamaron Saint-Domingue. En 1697, en el Tratado de Ryswick, España le cede

la parte occidental de la isla a Francia. La colonia francesa se convirtió en la más rica del

Caribe, a través de sus plantaciones de caña de azúcar y café principalmente. Se estableció

como la mayor productora de azúcar, siendo su competidora más cercana Jamaica:

By the eve of the revolution Saint-Domingue was ‘the world’s leading producer of

both sugar and coffee.’ It exported ‘as much sugar as Jamaica, Cuba, and Brazil

combined’ and half of the world’s coffee, making it ‘the centerpiece of the Atlantic

slave system’ (Dubois 21).

De la mano del éxito económico del azúcar, aumentó también el comercio de esclavos,

llegando grandes cantidades a Saint-Domingue:

From its founding as an illegal settlement in the 1600s until the abolition of slavery

in 1793, hundreds of thousands of slaves were led off slave trading vessels onto the

shores of French Saint-Domingue. According to the most exhaustive inventory of

slave-trading journeys, 685,000 slaves were brought into Saint-Domingue during

the eighteenth century alone. Over 100,000 slaves were reported to have died during

the middle passage, and many more deaths probably went unrecorded (Dubois 39).

El peak del comercio de esclavos fue en 1790, cuando cerca de 48.000 africanos fueron

llevados a Saint-Domingue. Se estima que en total entre 850.000 a un millón fueron traídos

a la colonia. Estos hombres venían de distintas procedencias y diversos grupos étnicos de

África, entre ellos llegaron congos, ashantis, ibos, mandingas, etc. En el caso de Saint-

Domingue se dio la particularidad de que pocos lograban sobrevivir, dadas las precarias

condiciones a las que eran sometidos, por lo que había una baja población de esclavos nacidos

en la isla, y por ello constantemente era necesario traer nuevos cautivos africanos. Esto dio

una característica particular a este grupo de esclavos, pues al ser mayoritariamente nacidos

50

en África fue prácticamente imposible la criollización y la adaptación a la cultura europea,

por lo que pervivió fuertemente en ellos su cultura africana original:

La peculiaridad histórica de Saint-Domingue y de Haití comparada con las islas

circunvecinas, estriba en el hecho de que Francia no tiene tiempo de crear al negro;

a su negro. No posee los recursos para conseguir la criollización de los bozales y

menos para fomentar un rápido crecimiento de la población de cautivos criollos.

Maneja la colonia sin anular la eficacia de las culturas vigentes; es decir, sin

desmantelar la visión particular del mundo de los recién llegados (Casimir 162).

Cuando la insurrección se desató, la mayoría de la población en la isla eran negros

nacidos en África, llamados bozales (se estima que en ese momento la cantidad de eslavos

era de medio millón, mientras los blancos apenas llegaban a 36.000 y la población de gente

de color libre era de 28.000).

En este encuentro de diversas culturas y lenguas africanas se fue formando una nueva

cultura, propia de estos hombres sometidos a la esclavitud, dando origen a una lengua propia,

el creolé haitiano22. Por otra parte, respecto a este sincretismo cultural, es importante señalar

cómo se desarrolló una religiosidad sincrética con raíces africanas: el Vudú Haitiano. Estas

expresiones religiosas tuvieron un rol central en la medida que permitían formar comunidad

donde el espacio de la reunión religiosa fue también un espacio de resistencia y de

organización revolucionaria:

In a world organized to the production of plantation commodities, where slaves were

meant to be laborers and nothing more, religious ceremonies provided ritual solace,

dance and music, but most importantly a community that extended beyond the

plantation […] Religion was, in some sense, a space of freedom in the midst of a

world of bondage, and helped lay the foundation for the revolt that ultimately

brought complete freedom to the slaves (Dubois 43).

22 “[…] this language emerged through the mingling of dialects of French with African languages. It was forged

over several generations by many speakers: early French settlers and their slaves, free people of color, domestic

and urban slaves, adult Africans brought to plantations during the height of the sugar boom, and especially

children born into slavery in Saint-Domingue” (Dubois 43).

51

Las condiciones de vida de los esclavos fueron terribles en todas partes, sin embargo,

el nivel de atrocidades cometidas en Saint-Domingue alcanza proporciones más grandes que

en otras colonias. Es significativa la gran mortandad entre los esclavos y las bajísimas tasas

de reproducción y la escasa posibilidad de sobrevivencia en los primeros años de vida. Esto

difiere, por ejemplo, de casos como Estados Unidos o Brasil, donde los esclavos se

reprodujeron en las plantaciones, lo que hizo mucho menor la trata de esclavos traídos de

África.

Los esclavos más fuertes eran asignados a los trabajos más duros, entre ellos la

plantación y la cosecha de la caña de azúcar. Pasaban largas jornadas de trabajo en los campos

y el proceso de extraer el jugo de la caña era todavía peor, ya que implicaba un gran peligro,

es donde muchos perdían sus brazos o piernas al procesar la caña. Otros esclavos eran

designados a los trabajos domésticos y tenían un cierto privilegio pues el trabajo allí era

menos duro y podían acceder a ciertas comodidades. Otros esclavos eran cocheros o

alcanzaban puestos de mayor importancia, este fue el caso de varios líderes de la revolución,

como Toussaint Louverture o Henri Christophe.

Los castigos a los cuales eran habitualmente sometidos hacen dudar de la humanidad

de quienes lo aplicaban. Luis XIV promulgó el Código Negro que intentaba establecer ciertas

normas para mantener un trato digno hacia los esclavos, sin embargo, en la práctica, en las

colonias se aplicaba la voluntad de los amos y administradores a cargo de las plantaciones.

Según este código el castigo con el látigo era el único permitido, y claramente era el más

habitual. Sin embargo, todo tipo de torturas y crueldades eran realizadas por sus dueños y

capataces, tales como esparcir ají, sal o limón en las heridas abiertas o incluso quemarlas con

fuego para aumentar el dolor. James se refiere extensamente a las condiciones de vida en las

plantaciones, las jornadas exhaustivas, la carencia de alimentación y todo tipo de torturas y

abusos cometidos:

Las mutilaciones eran habituales, piernas, oídos, y a veces las partes íntimas, para

privarlos de los placeres en que podrían haber incurrido gratuitamente. Los dueños

vertían cera hirviendo sobre sus brazos, manos y hombros, vaciaban el azúcar de

caña hirviente sobre sus cabezas, los quemaban vivos, los asaban a fuego lento, los

rociaban con dinamita antes de encenderlos con una cerilla; los enterraban hasta el

52

cuello y untaban sus cabezas con melaza para que las moscas los devorasen, los

ataban junto a nidos de arañas o de abejas […] (James 28).

En tales condiciones de vida el suicidio y los abortos eran habituales. La muerte

definitivamente no se les presentaba como algo peor a lo que sufrían, más aun, era un

descanso, una liberación. Durante el siglo XVIII, antes de la gran rebelión, hubo varios

levantamientos, los esclavos buscaban distintas formas de resistencia. Sin duda el

cimarronaje fue una de las más importantes y en gran medida colaboró más tarde en la

Revolución. Muchos lograban escapar de las plantaciones y se establecían en comunidades

en las montañas (la geografía de la isla los favorecía). Esta era una constante amenaza para

la colonia, pues estas comunidades constantemente atraían a otros a darse a la fuga, y era

muy difícil combatirlos.

“En 1720, mil esclavos huyeron a las montañas. En 1751 había al menos tres mil”

(James 35). A mediados de siglo XVIII uno de estos cimarrones organizó una gran revuelta,

la más grande que antecedió a la insurrección de 1791. Este hombre llamado Makandal era

un esclavo nacido en África, fue esclavo en el distrito de Limbé, en la provincia del Norte,

donde perdió uno de sus brazos. Tanto él como su rebelión llegaron a convertirse en leyenda.

Makandal reunió a varias bandas cimarronas que atacaban las plantaciones y reunían

seguidores, armando una gran red entre los esclavos de diversos lugares con el plan de acabar

con sus amos y hacer un levantamiento general. Además de los ataques directos a las

plantaciones, su método principal fue el veneno23. Envenenaban el agua y la comida de sus

amos y la de los animales. Makandal dispuso envenenar el agua de cada casa de la capital de

la provincia para iniciar el ataque general contra los blancos (James 36). Este líder formó una

leyenda en torno a su figura, de tal manera que era temido por blancos y admirado por los

esclavos por sus supuestos poderes mágicos:

Makandal era un orador […] Ignoraba el miedo y aunque a causa de un accidente

había quedado manco, poseía una fortaleza de espíritu que sabía preservar en medio

de las torturas más crueles. Se jactaba de predecir el futuro; como Mahoma tenía

revelaciones; persuadió a sus seguidores de que era inmortal y ejercía tanta

23 Lo cual era una práctica habitual entre los esclavos contra sus amos.

53

influencia sobre ellos que consideraban un honor servirle de rodillas; las mujeres

más hermosas competían por el privilegio de acceder a su lecho (James 36).

Su rebelión acabó cuando en 1758 fue capturado en una plantación donde se emborrachó y

fue traicionado. Luego fue quemado vivo en la plaza de Le Cap, lo cual hizo crecer su

leyenda, pues muchos pensaron que con sus poderes mágicos había logrado escapar del

fuego:

He was then tied to a post in the center of the plaza, and a fire was lit underneath

him. As the flames reached his body, he struggled to break free, and the post to

which he was attached gave way. The blacks in the watching crowd shouted,

‘Makandal saved!’ and panic broke out. Soldiers quickly cleared the plaza, and

Makandal was tied to a board and thrown back into the fire (Dubois 51).

Los problemas raciales en la colonia de Saint-Domingue se iban agravando cada vez

más, por una parte estaba la situación de los esclavos negros, pero además estaba el conflicto

racial entre blancos y mulatos, hijos de esclavos y de europeos24. Esos llegaron a convertirse

en una clase bastante poderosa en términos económicos, ya que también eran propietarios;

sin embargo, carecían de los derechos que poseían los blancos, quienes se opusieron

tenazmente a que estos les fueran otorgados a los mulatos, basados nada más que en un

criterio racial, tal como se puede ver en lo mencionado por Dubois:

In 1771 administrators in Saint-Domingue argued that in order to maintain a feeling

of inferiority in the ‘heart of slaves’ it was necessary to maintain racial distinctions

‘even after liberty is granted,’ so that they would understand that their ‘color is

condemned to servitude,’ and that nothing could make them ‘equal’ to their masters

(68).

A tal punto llegó la importancia que se le daba a la cuestión racial que a la gente de color se

les distinguía en varias categorías25. Los blancos despreciaban a todo aquel que no fuera

24 En el código del negro se autorizaba el matrimonio entre un blanco y una esclava que le hubiese dado un hijo,

y así ella y el hijo quedaban en libertad (James 49). 25 “Dividieron a los descendientes de blancos, negro y matices intermedios en 128 divisiones. El verdadero

mulato era el hijo de negro puro y blanco puro. El hijo del blanco y de la mujer mulata era un cuarterón, con 96

partes de blanco y 32 partes de negro. Pero el cuarterón podía descender del blanco y del marabú con una

proporción de 88 a 40, o del blanco y el sacatra, en una proporción de72 a 56, y así hasta llegar a 128 variedades.

54

blanco puro, y evidentemente mientras más negro era peor considerado. Como gran parte de

los mulatos eran libres, propietarios y con gran poder económico, esto causó que las

relaciones de desigualdad respecto a los negros fueran complejas, formándose una odiosidad

de parte de los esclavos negros hacia los mulatos.

Al momento de estallar la Revolución Francesa, como se puede ver, ya existían una

serie de conflictos raciales internos, pero también conflictos entre los plantadores y el

gobierno colonial, pues los primeros se oponían a una serie de políticas económicas

restrictivas impuestas por la administración colonial, como el sistema exclusivista, que

obligaba a los colonos a comerciar solo con Francia. Al producirse la Revolución en Francia

los propietarios blancos vieron la oportunidad de tomar el control local sobre las políticas

económicas y adquirir mayor autonomía política. Por otra parte, los mulatos también vieron

la oportunidad de que sus demandas fueran escuchadas, sobre todo en base a los ideales que

esgrimía la Revolución Francesa: igualdad, libertad, fraternidad. Los hechos ocurridos en la

metrópoli desestabilizaron profundamente la colonia, desatando y agravando más los

conflictos internos entre los distintos grupos. Este clima de inestabilidad política y

administrativa fue ideal para la insurrección de los esclavos.

Los mulatos dieron su lucha en el corazón de la metrópoli, donde la Sociedad de los

Amigos del Negro jugó un gran papel político. El 20 de agosto de 1789 La Asamblea

Nacional declaró los Derechos del Hombre, y en su primer artículo señaló que “los hombres

nacen y permanecen iguales en derechos”, lo cual generaba una tremenda contradicción con

la situación en sus colonias, donde los mulatos no eran considerados iguales, y no tenían los

mismos derechos que los blancos. Peor aun aparecía la contradicción respecto a la situación

de los esclavos. Sin embargo, los propietarios de plantaciones pusieron tal oposición ante

cualquier cambio respecto a los derechos de los mulatos que no se aplicaron los Derechos

del Hombre en las colonias. Durante 1789 los mulatos exigían una y otra vez ser incluidos

en las asambleas políticas locales. En octubre de 1789 una delegación de mulatos (entre ellos

Julien Raimond y Vincent Ogé) buscó apoyo en la Asamblea Nacional:

Mas el sang-mêlé o de sangre mezclada, con 127 partes de blanco y 1 de negro, seguía siendo hombre de color”

(James 51).

55

They presented a petition opining that ‘there still exists in one province of this

Empire a race of men debased and degraded; a class of citizens consigned to

contempt, to all the humiliations of slavery.’ These men, though ‘born citizens and

free,’ lived as ‘foreigners’ in their own land; they were ‘slaves in the land of liberty’

(Dubois 80).

Vincent Ogé cansado de las discusiones en París, toma la determinación de volver a Saint-

Domingue, pero esta vez tomando las armas y exigiendo la aplicación del decreto de marzo

de 1790 que garantizaba los derechos políticos sin distinción. Pero esta rebelión fue

rápidamente aplastada, Ogé fue capturado, torturado y ejecutado. La ejecución de Ogé marcó

un punto importante, pues no hizo más que aumentar el odio entre mulatos y blancos.

En agosto de 1791, en el norte de la colonia, se dieron una serie de reuniones

nocturnas de esclavos en las cuales decidieron organizarse y comenzar una insurrección

masiva. Varias plantaciones fueron atacadas e incendiadas. Durante esta primera etapa se

reconoce como uno de los principales líderes a un hombre llamado Boukman, a quien además

se le identifica como un sacerdote vudú. Antes de la revuelta, probablemente el 21 de agosto

de 1791, un gran número de esclavos se reunieron en los bosques de un lugar llamado Bois-

Caïman y llevaron a cabo una ceremonia religiosa y conspirativa guiada por Boukman, donde

se comprometieron a llevar a cabo esta guerra contra los blancos, una venganza clamada por

los dioses africanos26. Luego de esta ceremonia comenzó la revuelta, los esclavos quemaron

las plantaciones de la provincia del norte, cercanas a Le Cap, asesinaron a sus amos y

sembraron el terror: “Los esclavos se entregaron a una destrucción implacable […] Sabían

que mientras las plantaciones siguiesen en pie su destino consistiría en trabajarlas hasta caer

reventados. No había más opción que destruirlas. Por sus amos habían conocido la violación,

la tortura, la degradación y, a la menor provocación, la muerte. Retribuyeron con creces lo

aprendido” (James 93). Literalmente todo el norte ardió durante días: en los primeros ocho

días de la revuelta 184 plantaciones fueron destruidas (Dubois 113).

26 Luego de beber sangre de un cerdo sacrificado alentó a sus seguidores: “Nuestro buen dios nos ordena vengar

nuestras ofensas. Él dirigirá nuestras armas y nos ayudará. Derribemos el símbolo del dios blanco que tan a

menudo nos ha obligado a llorar, escuchemos la voz de la libertad, que habla en el corazón de todos nosotros”

(James 93).

56

La insurrección pronto atrajo a negros libres y grupos de mulatos para unirse a ella.

En la provincia del Sur, los mulatos liderados por André Rigaud se levantaron en armas y ya

hacia fines de noviembre de 1791 las provincias del Sur y el Oeste, al igual que el Norte se

encontraban sumidas en la insurrección. En este momento los principales líderes en el Norte

eran Jean Fraçois y Biassou, pues Boukman había sido capturado y ejecutado. Al poco tiempo

de iniciada la revuelta se había unido Toussaint, un ex esclavo nacido en la plantación de la

familia Breda donde tuvo ciertos privilegios como haber contado con educación. Trabajó

como cochero y más tarde el administrador de la plantación, Bayon de Libertat, le otorgó la

libertad.

En abril de 1792 la Asamblea General decretó igualdad de derechos a los hombres de

color libres. Pero los esclavos rebeldes no bajarían las armas si no se les otorgaba dos

demandas fundamentales: amnistía general y libertad general para todos los esclavos, lo cual

no les fue concedido. En septiembre de ese año la Asamblea Nacional envió a Saint-

Domingue tres comisionados, entre ellos Léger Félicité Sonthonax para poner orden en la

Colonia.

En tanto en Francia el proceso revolucionario continuaba y pasaba a una nueva etapa.

En enero de 1793 Luis XVI fue ejecutado en París, con ello definitivamente la monarquía

llegó a su fin y el gobierno de Francia se constituyó como una República. Pronto Gran

Bretaña y España le declararon la guerra a Francia y esto tuvo grandes consecuencias en

Saint-Domingue, ya que ambas potencias vieron la oportunidad de tomar posesión de la

colonia, lo cual complicó aun más la situación en la isla. Los españoles establecieron pactos

con esclavos rebeldes, quienes en gran número se pasaron al bando español para luchar contra

el gobierno de la República de Francia. Entre ellos estaba Biassou, Jean François y Toussaint

Louverture27.

La situación en la colonia cada vez se volvía más compleja. Sonthonax hace varios

intentos de negociar con los rebeldes, invitándolos a unírseles a luchar por la República, sin

ningún resultado. Las amenazas venían de distintos frentes, los ingleses y españoles por un

lado y los distintos grupos en conflicto interno. Finalmente, Sonthonax decide ceder ante las

27 Se dice que el nombre Louverture le fue dado por sus hazañas en el ejército español, ya que era famoso porque

siempre “abría” los caminos.

57

exigencias de los rebeldes y el 29 de agosto declara la libertad de los esclavos de la provincia

del Norte, lo cual luego se extendió a toda la colonia. Esta decisión causó gran molestia entre

los plantadores blancos, y no terminó de convencer a todas las tropas de insurgentes, ya que

sabían que esta resolución debía ser refrendada por la metrópoli y los principales líderes

como Jean François, Biassou y Toussaint Louverture se mantuvieron con los españoles. La

Convención Nacional ratificó la abolición de la esclavitud en todo el territorio de la

República. Una vez llegada la noticia Sonthonax fue llamado a volver a París y dejó la colonia

en manos de Etienne Laveaux. Cuando Toussaint, en el mes de mayo, se enteró de la noticia

sobre la abolición, no dudó en comunicarse con Laveaux para unirse a él, quien aceptó y lo

nombró brigadier general (James 142) y pasó a servir a la República en la defensa de la

colonia contra las potencias extranjeras de España e Inglaterra. Desde entonces Toussaint

Louverture comenzó a tomar un rol central como líder, enfrentó a las tropas españolas que

fueron finalmente vencidas, quedando como único peligro las fuerzas británicas que en 1795

invadieron la región de Mirabalis.

Inmediatamente Toussaint se dedicó a la reconstrucción de la colonia y a su

reorganización. Uno de sus principales objetivos fue recuperar las plantaciones y volverlas

productivas nuevamente. Para ello tuvo una actitud benévola frente a los plantadores blancos,

para que volvieran a sus tierras y llamó a los ex esclavos a que volviesen a trabajar en las

plantaciones, ahora con un sueldo. En este proceso Toussaint fue bastante severo e instauró

un régimen autoritario a la hora de imponer a la población el trabajo en las plantaciones como

una obligación, pues todo hombre vago sería castigado: “According to one contemporary,

Louverture’s dictum was: ‘The liberty of the blacks can be consolidated only through the

prosperity of agriculture’” (Dubois 192).

La figura de Toussaint se fue volviendo cada vez más poderosa. En agosto de 1796

le sugiere a Laveaux que vuelva a Francia para ser elegido diputado por la colonia. En 1797

Toussaint es nombrado comandante en jefe y gobernador, pero luego comienzan los

conflictos entre Toussaint y Sonthonax (que había retornado a la colonia), a quien finalmente

logra hacer partir de regreso a Francia. En este momento Toussaint tiene casi el control total

de Saint-Domingue, sin embargo, el sur estaba a cargo de André Rigaud, quien comandaba

sus ejércitos con cierta independencia. Junto a Riguad se enfrentan a los ingleses, quienes

58

son finalmente expulsados de la colonia. Pero la paz no se logra imponer en Saint-Domingue

y se desata una guerra entre la provincia del norte liderada por Toussaint y la provincia del

sur liderada por Rigaud.

Mientras la colonia se encuentra en una guerra civil, en Francia los propietarios

blancos han ido ganando terreno a su favor y constantemente están presionando para

reinstaurar el antiguo régimen. Por otra parte, un nuevo líder iba ganando poder en París:

Napoleón Bonaparte. Si bien Bonaparte ratificó en su puesto a Toussaint ya tenía planes de

mandar un ejército a poner orden en Saint-Domingue que según la nueva constitución debía

regirse por “leyes especiales” para las colonias, lo cual generó una gran sospecha entre los

líderes negros.

Las fuerzas de Toussaint vencen a las de Rigaud en 1800 y este parte a Francia. Luego

Toussaint decide invadir la parte española de la isla, contraviniendo ordenes explícitas de

Bonaparte de no hacerlo, y logra tener toda la isla a su mando (James 223). En 1801 Toussaint

manda elaborar una Constitución para la colonia, sin autorización del gobierno francés,

donde se declara gobernador vitalicio. En esta no se declaraba la independencia, seguían al

alero de Francia pero con una autonomía casi total. Pero Toussaint enfrenta problemas

internos ya que muchos critican sus políticas, principalmente se le criticaba su actitud que

parecía favorecer a los blancos y el régimen autoritario y represivo contra los negros. Incluso

dentro de sus hombres de confianza (sus principales generales eran: Dessalines, Henri

Christophe y su sobrino Moise) comienzan las desavenencias. Muchas voces se levantan en

su contra y en octubre de 1801 se dan una serie de revueltas en la región del Norte donde

cientos de blancos fueron asesinados. Moise, uno de líderes más queridos por el pueblo, se

vio involucrado y se le culpó de haber incitado estas revueltas. Moise negó su participación,

pero Toussaint estaba convencido de ello y lo mandó a ejecutar28. Esto generó en el pueblo

un gran rechazo.

A fines de 1802 Bonaparte envía sus tropas al mando del general Charles Victor

Emmanuel Leclerc (casado con la hermana de Napoleón, Pauline Bonaparte), para tomar el

28 “(…) en varios distritos los negros se habían sumado a la revuelta al grito de ‘¡Larga vida a Moïse!’. Razón

de sobra para que Toussaint lo arrestase y ni siquiera le permitiera argumentar su defensa ante el tribunal

militar” (James 257).

59

poder de la colonia de manos de Toussaint, instaurar el antiguo régimen e imponer

nuevamente la esclavitud. En Saint-Domingue ya se tenían noticias de las políticas de

Bonaparte y era evidente que las tropas enviadas eran hostiles a los generales negros a cargo

de la colonia y el claro objetivo era volver a tomar el control de esta y reinstaurar la

esclavitud. Con la llegada de Leclerc al puerto de Le Cap en febrero de 1802 comienza

entonces un enfrentamiento abierto. Las tropas francesas fueron ganando territorio y

finalmente en abril Henri Christophe se rinde y así varios generales más. Toussaint se ve en

la obligación de rendirse y Dessalines también. El trato era que podía retirarse tranquilamente

a su plantación, sin embargo, el 7 de junio de 1802 el general Brunet le escribe a Toussaint

para citarlo a sus cuarteles generales. Toussaint acudió y ahí fue detenido y más tarde enviado

a Francia como prisionero; al subir al barco señaló las siguientes palabras que han pasado a

la historia: “Al destruirme a mí, no hacéis sino talar en Santo Domingo el tronco del árbol de

la libertad. Volverá a brotar de nuevo, sus raíces son infinitas y profundas” (James 309). Una

vez en Francia el 24 de agosto fue encarcelado en la cárcel de Fort-de-Joux, en las montañas

del Jura, donde fue encontrado muerto una mañana del 7 de abril de 1803.

Luego de la detención de Toussaint los rumores de la reinstauración de la esclavitud

en las otras colonias francesas llegan a la isla. Aquí comienza la última etapa de la Revolución

Haitiana: la guerra de independencia. Varios líderes seguían en rebelión y rápidamente

Dessalines y Christophe vuelven a rebelarse. Leclerc muere en noviembre de 1802 producto

de una enfermedad, al igual que muchos hombres de sus tropas, y lo reemplaza Rochambeau,

quien se caracterizó por su crueldad. Finalmente, las tropas francesas fueron derrotadas

cuando en noviembre de 1803 Dessalines lanzó un último y certero ataque contra ellos.

Rochambeau se rindió y partió a Francia.

El primero de enero de 1804 se declara la independencia y se rebautiza la nueva

nación con el nombre de Haití. Parte de la declaración decía lo siguiente:

‘It’s not enough to have expelled the barbarians who have bloodied our land for two

centuries,’ the declaration began. ‘We must, with one last act of national authority,

forever assure the empire liberty in the country whose birth we have witnessed’ (…)

60

‘swear to posterity, and the entire universe, to renounce France forever, and to die

rather than live under its domination (…) Eternal hatred of France!’ (Dubois 299).

Haití se constituía como una nación negra y así lo establecía la nueva constitución:

The constitution went on to declare that, in the interest of eliminating all distinctions

of “color” in the nation, all Haitians would henceforth be known as “black.” Haiti

was a black nation, but those who embraced its creed of rejecting France and the

slavery it had propagated were welcome to change their official identity and become

a part of it, and therefore of the black race” (Dubois 300).

Durante los primeros tiempos de su gobierno, Dessalines ordenó una serie de

masacres contra los habitantes blancos. Por otra parte, siguió las políticas aplicadas por

Toussaint respecto a la economía y la recuperación de las plantaciones e impuso un estado

militarizado. En 1805 se declaró emperador de Haití, pero su reinado no duró mucho, pues

en 1806 fue asesinado en una conspiración política, llevada a cabo principalmente por Pétion,

pero contando con el apoyo de Christophe. Con su muerte Haití nuevamente se vio en una

guerra civil, pues Henri Christophe, quien se declaró rey de Haití, gobernaba el norte, se

enfrentó al mulato Alexandre Pétion, quien estaba al mando del sur. Así la naciente nación

se dividía en dos y no se volvería a unir hasta la muerte Christophe. En 1818 muere Pétion y

es reemplazado por Jean-Pierre Boyer, un mulato veterano de la Revolución. En 1820

Christophe sufre un derrame cerebral que le provoca una parálisis en gran parte del cuerpo,

y agobiado por su inminente caída del poder se suicida con un disparo. Haití se unifica bajo

el gobierno de Boyer (Girard 63).

Lamentablemente el escenario político y económico no fue propicio para la nueva

nación. Años de guerra, violencia y devastación dejaron una profunda marca difícil de

afrontar; tal como señala Dubois, Haití fue una nación fundada en las cenizas. Las divisiones

internas no lograron ser superadas y persistió la enorme separación entre lo que se llamaba

los antiguos libres (que eran libres antes de la Revolución) y los nuevos libres (quienes

consiguieron la libertad en la Revolución y eran mayoritariamente bozales, nacidos en

África). Esta antigua rivalidad pervivió, generando que los mulatos desconfiaran y se

61

opusieran a Dessalines quien era un nuevo libre29. Además de los conflictos internos se suma

la prácticamente absoluta negación de la existencia de la nación de Haití; por años en el

ámbito internacional no se le reconoció la independencia y muchos se negaron a tener

relaciones diplomáticas y comerciales30. En 1825 el gobierno de Haití aceptó pagar una

indemnización de 150 millones de francos reclamados por Francia por la pérdida de la

colonia, a cambio de reconocer su independencia y retomar las relaciones diplomáticas y

económicas (Dash Culture and Customs 8), pero el costo fue altísimo para Haití: “Unable to

pay, the Haitian government took loans from French banks, entering a cycle of debt that

would last into the twentieth century” (Dubois 303-304). Estados Unidos recién en 1862

reconoció a Haití como un Estado independiente. Los nuevos Estados latinoamericanos

también le dieron la espalda a Haití, a pesar de haber sido un aliado de los líderes de los

movimientos de liberación como Simón Bolivar y Francisco Miranda, quienes recibieron

ayuda del gobierno de Pétion.31

29 Estas diferencias se acentuaron en la medida que la facción mulata se conformó en una elite que predominó

en el poder, en este sentido me parece importante lo que plantea Casimir respecto a cómo se fue conformando

el Estado haitiano: “El Estado es la institucionalización de la explotación de los “nuevos” libres por los

“antiguos”. Ese es su contenido de clase” (44). 30 “[Napoleón decidió] vender la Luisiana, que era un territorio enorme, a los Estados Unidos, con una

condición, una pequeña condición: que el gobierno de los Estados Unidos se sumara al gobierno francés en el

terrible bloqueo que Napoleón iba a imponer a Haití. No tengo que decirles que el gobierno de los Estados

Unidos aceptó jubiloso la propuesta -parece que los bloqueos son muy atractivos para los gobiernos de ese país-

, y se sumaron al bloqueo que Napoleón le hizo a Haití” (Fernández Retamar 25-26). 31 Michael Dash llama la atención sobre el hecho de que cuando los Estados recién independizados de América

Latina hacer su primera reunión en Panamá en 1825, Haití ni siquiera fue invitado (Culture and Customs 29).

62

2. Historia y teatro: algunas consideraciones teóricas.

2.1. Drama histórico.

Las tres obras que son objeto de esta investigación se articulan en torno a, o reelaboran

artísticamente, un determinado evento histórico y sus consecuencias, desarrollando una

reflexión sobre el significado de aquel acontecimiento para la situación contemporánea a la

escritura de las obras. De este modo, una primera pregunta que debemos hacernos en relación

con el género literario en estos textos se refiere a su pertenencia o no –y en qué grado y con

qué nivel de participación– a lo que se conoce como ‘drama histórico’, para lo cual debemos,

primero, discutir y construir una definición aceptable para este subgénero dramático, para

luego, desde allí, reflexionar en torno a las obras de Walcott, y en qué medida esta

identificación (o no) con este tipo de teatro permite iluminar alguna dimensión de los textos

y su posible interpretación.

Como primer aspecto a aclarar en esta discusión, cabe señalar que la mera presencia

de temas o alusiones históricas no es condición suficiente (aunque sí necesaria) para que la

obra sea catalogable dentro de este subgénero. Ahora bien, si hablamos de lo ‘histórico’ en

el género dramático podemos encontrar vínculos desde muy temprana data, pues claramente

el desarrollo de la tragedia griega tiene un fuerte componente relacionado con los procesos

históricos, sociales y políticos que vivía la polis ateniense. En este sentido, se han hecho

numerosas lecturas de las tragedias desde un punto de vista histórico32. Es interesante

destacar la relación que se establece entre contextos históricos de crisis y el surgimiento de

ciertos géneros dramáticos; en el caso recién mencionado, por ejemplo, sería el surgimiento

de la tragedia asociado a profundos cambios sociales en Atenas de fines de siglo IV y siglo

V. Esto tiene sus bases en lo planteado por Hegel sobre el carácter específico del drama como

género:

32 Bachofen plantea una lectura de La Orestíada como la trágica colisión entre el decadente matriarcado con el

naciente patriarcado (Lukács 114).

63

También el drama tiende, según vimos ya, a una elaboración total del proceso vital.

Pero esta totalidad se concentra en torno a un núcleo firme, a una colisión dramática

[…] ‘Por eso –afirma Hegel-, la acción dramática consiste esencialmente en una

actuación de choque, y la verdadera unidad sólo puede tener su fundamento en el

movimiento total para que la determinación de los caracteres, fines y circunstancias

de la colisión resulte ser adecuada a los fines y caracteres y al mismo tiempo anule

su contradicción. Esta solución tendrá que ser simultáneamente subjetiva y objetiva,

al igual que la acción misma’ (Lukács 108-109).

Tal colisión está relacionada con los procesos históricos, en el sentido planteado por

Lukács, es decir, una colisión de fuerzas sociales, cuyo rasgo esencial es la necesidad de la

actuación de las fuerzas en pugna y de un desenlace violento.

Como vemos, el hecho de que el teatro refleje o esté en directa conexión con los

procesos históricos no es condición suficiente para la definición específica de un drama

histórico, pues ello lo encontramos en distintas manifestaciones del género dramático.

Sumando a esto que la bibliografía crítica escasea en la materia, el concepto se muestra

ambiguo, poco delimitado y ni siquiera hay, tal como señalan Grant y Ravelhofer, una

respuesta satisfactoria para la crítica sobre qué es un drama histórico (1). En general el

concepto y las caracterizaciones de este se han dado respecto a momentos específicos del

desarrollo del género, como ocurre en torno a la obra de dramaturgos ingleses del periodo

isabelino y jacobino:

Yet scholars of the early modern period most commonly associate the term with

Shakespeare’s history cycles of the 1590s. G. K. Hunter defined it as ‘a play about

English dynastic politics of the feudal and immediately post-feudal period’, in short,

‘a play about barons’ which appealed to a patriotic audience while also highlighting

governmental weaknesses (Grant y Ravelhofer 1).

El surgimiento del denominado drama histórico lo encontramos, por lo tanto, en

Inglaterra en el período isabelino, una época de esplendor del teatro donde destacan varios

dramaturgos, entre ellos Shakespeare, quien será el referente a la hora de definir el género.

Esto se debe principalmente a la clasificación que se le dio a su obra al ser publicada, donde

un grupo de obras se las reunió bajo el concepto de “históricas”:

64

In 1623 when, seven years after Shakespeare’s death, John Heminges and Henry

Condell, the editors of First Folio (the first collected edition of Shakespeare’s

works), grouped roughly a third of Shakespeare’s plays under the heading of

‘histories’, they confirmed a dramatic genre that Shakespeare himself seems to have

endorsed (Hattaway 3).

Todavía está vigente la discusión sobre la clasificación de las obras de Shakespeare,

y varias de ellas han pasado por distintas categorías según la perspectiva de la crítica, pues

desde ese primer momento la clasificación que hicieron Heminges y Condell presentó

problemas. La dificultad de catalogar algunas obras se debe a que muchas de ellas centran su

acción en el reinado de un monarca que termina con su muerte, por lo cual fue inevitable que

esas obras de tema histórico fueran muy cercanas a la tragedia (Hattaway 3). Lo que parece

ser indiscutible es que un grupo de estas obras toma como temática central hechos y

personajes históricos de Inglaterra (principalmente de la Edad Media). Se puede apreciar en

el autor una fascinación por los procesos históricos como fuente de inspiración para su teatro.

Una de las principales fuentes de Shakespeare fueron las crónicas, y de ellas no sólo sacó el

material para sus obras históricas, sino para muchas de sus tragedias, por ejemplo, Hamlet33.

Entre sus fuentes estaba Plutarco, el historiador griego que legó biografías de grandes figuras

griegas y romanas, centrales para obras como Julio César, Antonio y Cleopatra, etc. Otra

fuente fundamental fueron las Crónicas de Holinshed, donde se narra la historia de los reyes

ingleses, de grandes y pequeños personajes de Inglaterra, desde los tiempos legendarios hasta

el siglo XVI.

Lukács, en el capítulo sobre el drama histórico de su texto La novela histórica34,

propone que no solo las obras que específicamente están basadas en hechos reales tienen ese

carácter histórico, sino que en general, las obras de Shakespeare están cargadas de

33 La fuente de Hamlet está en el texto del cronista danés Saxo Grammaticus Historia Danesa, y en Histoires

Tragiques del cuentista francés Belleforest, donde aparece la historia de un joven príncipe llamado Amleth, que

busca vengar la muerte de su padre Horwendil. Lo más probable es que Shakespeare se basara más bien en

Belleforest (quien escribe a partir del texto de Saxo) (Bloom 498). 34 Es significativo que uno de los pocos textos críticos sobre el drama histórico a los que se recurre

habitualmente sea solo un capítulo dentro de un estudio sobre la novela histórica. Esto revela la poca producción

de estudios sobre el tema.

65

historicidad en un sentido más amplio, en la medida que son representaciones de la crisis

política y social que vive su tiempo, donde la representación de un hecho histórico menor o

incluso ficticio, puede funcionar perfectamente en el drama y da como ejemplo de ello al Rey

Lear y a Hamlet. En resumen, la cualidad específica que encontramos en Shakespeare, tal

como lo plantea Lukács, es que en sus obras se manifiesta el específico carácter dramático

de los cambios históricos, más allá de su contenido específico; sin embargo, a mi juicio,

Lukács no deja claro qué es entonces lo que hace que unas sean tragedias y otras dramas

históricos, pues a mi parecer el objetivo de su análisis es más bien enfocarse precisamente en

el carácter histórico que representan los enfrentamientos de fuerzas sociales.

A partir de las características de las obras inglesas y de obras históricas de fines del

siglo XVIII (de autores como Goethe y Schiller), y su comparación con su género homólogo,

la novela histórica (que sí ha recibido la debida atención teórica), podemos establecer algunos

aspectos generales del género a tener en consideración. En primer lugar, me parece

fundamental el tratamiento de los personajes. En los clásicos de la novela histórica las

grandes figuras de la historia se representaron siempre, o casi siempre, como figuras

secundarias, en torno a las cuales se desarrolla la historia de los protagonistas, propiamente

ficcionales; sin embargo, la peculiaridad del drama exige que esas figuras sean protagonistas

centrales, pues este tiende a subrayar de manera visible e inmediata los rasgos sobresalientes

del hombre y de sus actos. De esta manera, el drama concentra los momentos decisivos de

una crisis histórico-social y debe estar necesariamente compuesto de tal modo que el grado

en que los protagonistas se ven envueltos en la colisión de fuerzas decide cómo será el

agrupamiento de las figuras desde el centro a la periferia (Lukács149-150). Otra característica

importante tiene relación con el apego al ‘detalle histórico’ que se da en la novela

(generalmente bastante documentado), y que no se da de la misma forma en el drama: “La

autenticidad histórica del drama no está en esos detalles de los hechos históricos singulares,

sino en la verdad histórica interna de la colisión” (Lukács 181). Este punto me parece

fundamental, porque responde a la particular forma dramática, a la síntesis necesaria dada

por sus condiciones específicas (tiempo, espacio, escenografía, etc.), que lleva a condensar

este espíritu histórico en lo que Lukács llama la ‘colisión histórica’.

66

Hasta el momento he referido una pequeña historia del género en cuestión y he

señalado algunas características planteadas por la crítica, sin embargo, no he encontrado

ninguna definición que confiera una relativa cohesión a lo que se entiende por drama

histórico. Por ello es necesario establecer, a partir de lo mencionado más arriba, qué se

entenderá por “drama histórico” en función de esta investigación. A grandes rasgos,

consideraré como drama histórico aquel que se base en hechos y personajes históricos (reales)

del pasado lejano y el pasado reciente35, cuyo tema central esté ligado a ese determinado

proceso histórico y sea el hilo conductor del drama y el conflicto dramático. En otras

palabras, que las fuerzas en conflicto sean de carácter histórico. Ahora bien, que la obra se

base en hechos históricos no implica la necesidad de la absoluta veracidad o apego a la

realidad36, ya que el drama no solo representa hechos, sino que los cuestiona, los discute, en

función del presente. Este punto me parece una característica central: el drama histórico

establece un diálogo entre un hecho pasado y las condiciones presentes, recurre a un

momento distante en el tiempo para hablar de su actualidad, de los procesos históricos o

políticos que se están desarrollando en el presente pero que encuentran un eco o un

fundamento en el pasado. Ha sido un lugar común que los dramas históricos sean

considerados más como un comentario sobre los tiempos del propio dramaturgo que sobre

los periodos sobre los que escribe (Lindenberg 5), tal como lo señala Hattaway, respecto a

Shakespeare: “His language, in verse and in prose, tells as it shows, offering not reflections

of the past but reflections on the past. As the Russian director Grigori Kosintsev exclaimed,

‘Who said [Shakespeare] was reflecting history? He was interfering with the present’” (16).

Esta característica central la podemos encontrar desde Shakespeare hasta Brecht.

35 Considero pasado reciente unos cuarenta años de distancia aproximadamente, o, en otras palabras: el sujeto

que escribe se refiere a hechos que fueron vividos por la generación anterior a él, donde hay una distancia

vivencial. No consideraré sucesos contemporáneos, pues me parece que correspondería a otro tipo de géneros

o subgéneros dramáticos, como podría ser el testimonio o el teatro de denuncia. 36 De hecho, como señalaba, por las mismas características del género dramático, el drama histórico supone la

transformación de dichos acontecimientos, particularmente en la condensación de las acciones y la elaboración

de los diálogos dramáticos.

67

2.2. Drama épico.

Otra forma teatral central tanto para pensar en un teatro que trate temas históricos

como particularmente para la dramaturgia desarrollada por Walcott, es el Drama épico. Este

estilo teatral se asocia principalmente a las propuestas estéticas desarrolladas por Bertolt

Brecht y sus teorías sobre el teatro. Sin embargo, es necesario señalar que muchas de las

características del teatro épico ya estaban siendo utilizadas antes de que fueran sistematizadas

y masificadas por el dramaturgo alemán:

‘Epic’ is the description most commonly applied to Brecht’s theatre. We should

realize that the term was in use in German debates before Brecht adapted it,

however, and that for Brecht too it had several sources: the political theatre of Erwin

Piscator and German agitprop; the cabaret of Frank Wedekind and the work of the

music hall comedian Karl Valentin; Charlie Chaplin and American silent film; Asian

and revolutionary Soviet theatre; as well as Shakespeare and Elizabethan chronicle

plays (Brooker 211).

Cabe señalar que a lo largo de su trayectoria Brecht irá cambiando y afinando sus

conceptos, pasando por diferentes etapas. De esta manera, el concepto de teatro épico más

tarde lo reemplazará por el término de teatro dialéctico, pues le pareció más completo para

sus fines.

Me interesa destacar aquí las ideas que toma Brecht y el sentido que les da en función

de su propuesta teatral, fuertemente vinculada a las ideas marxistas, en especial al

materialismo dialéctico37, y la importancia de su mirada respecto a los temas históricos que

usó como material para su teatro.

37 “The most consistent theoretical source for Brecht’s political/artistic project was accordingly Marxism, as is

well known. Significantly, however, this meant more precisely for Brecht the classic tradition in texts by Marx,

Lenin and Mao Tse-tung, of dialectical materialism. ‘Dialectics’ appears consequently as a further key term in

his writings, from the early ‘The dialectical drama’ (1931) to the later essays grouped as ‘Dialectics in the

theatre’ (1948–55)” (Brooker 210).

68

Las propuestas de Brecht sobre lo que él definió como teatro épico, apuntan a un

teatro que rechaza de plano el teatro realista y cualquier teatro de base aristotélica (según su

visión, casi todo el teatro europeo a la fecha). La oposición al teatro realista y aristotélico

tiene que ver principalmente con la ‘ilusión’ del teatro realista, ese teatro burgués que a través

de la ‘ilusión’ y la explotación superflua de las emociones, busca la identificación

individualista del público, llevándolo a un estado donde lo emocional prima e impide el

razonamiento crítico, donde el teatro se vuelve nada más que un artilugio autocomplaciente,

conformista y evasivo. El problema fundamental para Brecht es que este tipo de drama no

lleva a la acción, sino más bien trabaja en pos de un adormecimiento de las masas: “Y hasta

ahora ese teatro ha sido capaz de convertir a nuestros prometedores amigos, a esos hombres

a los que hemos designado ‘hijos de la era científica’, en una masa intimidada, crédula,

hipnotizada” (Brecht 119). De esta forma el teatro realista sería esencialmente estático, pues

pretende mostrar el mundo tal como es, pero no sus cambios y transformaciones.

Lo que propone Brecht es romper las estructuras dramáticas propias del teatro

aristotélico, que prioriza lo dramático como característica del género. Brecht discutirá la

concepción de los géneros épico y dramático, sus distinciones, y dará mayor énfasis a las

formas épicas dentro del drama. Buscará romper con las estructuras clásicas y rígidas del

drama “aristotélico” que ayudan a crear la ilusión y la evasión emocional a través de la

identificación con lo que se está presenciando. Lo que propone el dramaturgo alemán, en

cambio, es romper la ilusión y permitir el distanciamiento del espectador para, de este modo,

provocar en este una mirada crítica sobre lo que se está presenciando:

[El teatro] Tiene que lograr que su público quede atónito, y eso se logra con una

técnica que distancia lo familiar […]. Esta técnica permite al teatro aplicar en sus

representaciones el método de la nueva ciencia de la sociedad, la dialéctica

materialista. Para captar la sociedad en toda su movilidad, este método trata las

situaciones sociales como procesos y analiza las contradicciones que se producen

en ellos (Brecht 125).

La estructura dramática de base aristotélica tenía como norma respetar la unidad de

tiempo, espacio y acción. Esta norma fue establecida en base a las lecturas de la Poética de

Aristóteles a partir de la época del renacimiento; sin embargo, es necesario aclarar que estas

69

famosas tres unidades fueron una interpretación de los traductores y comentaristas de

Aristóteles, ya que la única unidad que se menciona como norma en la Poética es la unidad

de acción (Aristóteles 155-195) y se sugiere que la costumbre es que la unidad de tiempo

corresponda a una revolución solar (Aristóteles 143). No hay ninguna mención a la unidad

de espacio. El clasicismo tomó la Poética como norma rígida y absoluta para el género

dramático y agregó esta última unidad. Por años se le ha atribuido a Aristóteles ciertos

aspectos como la norma rígida de las tres unidades y otras cuestiones que más bien han sido

las interpretaciones posteriores sobre el texto. Brecht se plantea en contra de las convenciones

de la unidad de tiempo y de acción pues las asocia con el teatro aristotélico, como plantea

Brooker, “Brecht associated these conventions with the categories of ‘mimesis’, or imitation,

and ‘catharsis’, the purging of the emotions of pity and fear, first outlined by Aristotle in the

Poetics” (212).

Lo que busca el teatro épico, en cambio, es ‘examinar’ y no solo ‘estimular’

emociones. Para dar paso a una conciencia despierta y crítica por parte del espectador, Brecht

experimenta con varios recursos para evitar que este se vea envuelto en la ‘ilusión’. Para ello

lo ‘épico’ viene a ser un recurso que permite romper la ficción al incluir la función narrativa

explícita o función épica. Las funciones épicas no son ajenas al teatro tradicional; están

presentes incluso en lo que el mismo Brecht llama teatro ‘aristotélico’, siendo fundamental,

por ejemplo, la función del coro, tanto en la tragedia como en la comedia. Las ideas épicas

elaboradas por Brecht, señala Manfred Pfister en The Theory and Analysis of Drama, realzan

el contraste con la norma clásica de ausencia de mediación entre la diégesis dramática y el

público, aun cuando muchas de esas ideas hayan estado presentes, de manera no sistemática,

en tendencias teatrales anteriores:

Theoretical discussion of the validity of this norm and the playwright’s right to

transgress it was stimulated in particular by Bertolt Brecht’s designs for an anti-

Aristotelian, ‘epic theatre’ and this had led to a sharper awareness of epic tendencies

in all kind of drama texts, from classical antiquity to naturalism (Pfister 69).

Pfister plantea tres características fundamentales asociadas al concepto de ‘épico’. En

primer lugar, la abolición de la finalidad, es decir, se busca la independencia de las partes y

no la idea lineal en función de un determinado fin. El drama épico es episódico y las escenas

70

pueden funcionar relativamente independientes unas de otras: “[…] Brecht abolishes finality

in order to imply a model of reality that views the latter as something variable and open to

change” (Pfister 70). En segundo lugar, señala la abolición de la concentración, que es

considerada una característica central del género dramático, incorporando la amplitud propia

de la épica; así la tendencia épica en el drama puede ser descrita como el intento de presentar

la realidad en escena en su totalidad. Por último, se refiere a la abolición de la autonomía

dramática, es decir, la idea de que en el drama no hay mediación de por medio (uno ve y

escucha directamente a los personajes), por lo que el uso de carteles, prólogos, coros, etc.,

opera como mediaciones que ayudan a romper la ilusión dramática.

Respecto a las técnicas de comunicación épica, Pfister señala al autor como narrador

épico, que se manifiesta en el texto secundario (texto acotacional) donde no solo da

direcciones escénicas, sino que describe narrativamente varios asuntos, opina sobre o

interpreta determinados aspectos de la obra. También se puede considerar aquí el uso de

carteles o proyecciones fílmicas. En cuanto a los elementos épicos, estos pueden ser llevados

a cabo por una figura externa a la acción y también por figuras internas, como es el caso de

los prólogos y los epílogos. El coro, al ser realizado por figuras que no son parte de la acción,

funciona a modo de comentario más cercano a la narración, pero también está el coro de la

tragedia griega, que es considerado como un personaje, aunque también cumple con una

función épica porque puede distanciarse y reflexionar sobre la acción dramática. Los músicos

o cantantes (la figura del cantante fue muy usada por Brecht), son figuras independientes a

los personajes del drama y actúan como mediadores entre el nivel dramático interno y la

audiencia (Pfister 71-83).

Como vemos, muchos aspectos de la épica están presentes en el drama clásico o

tradicional, incluso en la tragedia griega pero, sin embargo, no hay un predominio de estos

elementos por sobre lo propiamente dramático. Ahora bien, lo particular en la propuesta de

Brecht es el predominio del elemento épico, sobre todo en relación con el distanciamiento

que se pretende provocar en el espectador para los fines ideológicos que este buscaba, quien

más tarde prefirió el concepto “teatro dialéctico”:

71

He [Brecht] created a form of drama in which the epic element was not just

conceived as an occasional effect, but determined the actual structure of his plays.

As far as the aesthetic of reception is concerned, these epic elements have an anti-

illusionist function which is intended to counter any identification or empathy on

the part of the audience […] (Pfister 71).

Brecht propone un concepto central para buscar la no-identificación emotiva con el

destino de los personajes de las obras: el extrañamiento38. Es decir, a través de diversos

recursos (muchos de los mencionados recién como técnicas de comunicación épica) se busca

romper la linealidad, evitar la ilusión teatral y mostrar su propia artificialidad para generar el

efecto de extrañamiento o distanciamiento, que mantiene al espectador como un observador

crítico. Una de las características entonces del teatro épico, es precisamente dar relevancia a

diversas funciones épicas, a través de diferentes recursos escénicos como la presencia de

coros, músicos, la estructuración en cuadros o escenas, donde cada una se debe sostener por

sí misma (no busca secuencias orgánicas):

‘Epic’ was the general term therefore for all those technical features of a Brecht

production – the use of a spare stage, white lighting, half curtain, masks, emblematic

props, selectively authentic costume, tableaux, and acting style – which contributed

to its analytic narrative perspective (Brooker 213).

El nuevo teatro épico, en concordancia con sus propuestas escénicas y su postura

ideológica, privilegia ciertos temas sociales y muestra preocupación por los procesos

históricos. Brecht se propuso elaborar, en el Berlin Ensemble, a fines de la década de los 40,

un drama que presentara la agenda e historia de la revolución social, además de montar obras

del repertorio clásico y moderno que investiguen críticamente la sociedad de clases, para ser

representadas en nuevas lecturas radicales (Weber 178). Una de las estrategias utilizadas por

38 Se traduce casi siempre como “alienación”, pero prefiero el término extrañamiento o distanciamiento, pues

concuerdo con lo planteado por Brooker respecto al concepto: Brecht’s Verfremdungseffekt is usually

translated as ‘alienation device’, and this suggests a debt to Marxism. Yet in Marx ‘alienation’ describes the

condition of dehumanized labour and social relations under capitalism which Brecht wished precisely to

transcend […]. What this further suggests is that the term ‘alienation’ is an inadequate and even misleading

translation of Brecht’s Verfremdung. The terms ‘defamiliarization’ or ‘estrangement’, when understood as more

than purely formal devices, give a more accurate sense of Brecht’s intentions. A better term still would be ‘de-

alienation’” (216-217).

72

Brecht fue considerar hechos históricos del pasado para usarlos a modo de “paralelos” con el

presente, tal como sucede en Madre Coraje y sus hijos, que se sitúa en el contexto de la

Guerra de los Treinta Años. En esta obra se vuelve sobre un hecho histórico, sobre un

escenario social donde los personajes se desenvuelven en función de presentar al público una

mirada crítica sobre los procesos históricos y sobre el rol de los individuos dentro de la

colectividad, con el objeto de cuestionar sucesos del presente, creando conciencia en el

público de sí mismo como un sujeto histórico, y por ende un sujeto ‘actuante’ y responsable

en el devenir histórico de su sociedad. Como se puede apreciar, esta es una característica

compartida con el drama histórico. Su intención es obligar al público a tomar decisiones,

asumir determinadas posturas, tal como señaló Brecht: “For art to be ‘unpolitical’ means only

to ally itself with the ‘ruling’ group” (cit. en Brooker 210).

73

2.3. Drama postcolonial.

La última línea teórica que es preciso considerar en este capítulo es la teoría

postcolonial sobre la literatura y el drama. La perspectiva poscolonial no responde

meramente al concepto temporal que la sitúa en relación con el periodo de la post-

independencia, sino que es más bien una respuesta frente a los discursos del colonialismo,

las estructuras de poder y las jerarquías sociales (Gilbert y Tompkins 2). Como señala Alan

Lawson “post-colonialism is a ‘politically motivated historical-analytical movement [which]

engages with, resists, and seeks to dismantle the effects of colonialism in the material,

historical, cultural-political, pedagogical, discursive, and textual domains’” (cit. en Gilbert y

Tompkins 2). La crítica postcolonial pretende desmantelar los límites del poder hegemónico

y romper las ideas que crean relaciones de poder desiguales, basadas en oposiciones binarias

tales como ‘nosotros y ellos’, ‘primer mundo y tercer mundo’, ‘blanco y negro’, ‘colonizador

y colonizado’ (Gilbert y Tompkins 3). Claramente, la mirada postcolonial es una postura

política que busca generar cambios en las estructuras discursivas, ideológicas, políticas y

económicas. En este sentido, la literatura que se ha considerado bajo esta denominación

responde a esta línea, se plantea como una respuesta a todo el constructo ideológico heredado

de la colonia, es una contestación política y cultural frente al colonialismo y todo lo que ello

implica.

En ciertos contextos coloniales el teatro ha sido un medio ideal de resistencia,

fundamentalmente por la inmediatez de la representación (y por ende su capacidad de escapar

a la censura), por su masividad, y porque se instala en el espacio público, lo que lo hace

tremendamente subversivo. El teatro ha sido una vía de expresión y resistencia muy

importante en el contexto postcolonial en países de África y el Caribe, por su capacidad de

llegar directamente a un número significativo de espectadores, lo que se hace más difícil a

través de otros géneros como la narrativa y sobre todo en contextos donde la oralidad tiene

mayor predominancia que la escritura. Por otra parte, el teatro tiene infinitos recursos para

resistir o evadir la censura, a diferencia de los textos escritos, pero, a la vez, puede ser también

un acto riesgoso para la compañía de teatro: “While banning books is often an ‘after the fact’

74

action, the more public disruption of a live theater presentation can literally ‘catch’ actors

and playwrights in the act of political subversion” (Gilbert y Tompkins 3).

El drama postcolonial se plantea entonces como un contra-discurso frente al poder

hegemónico representado por la colonia. Y claramente uno de los discursos que va a

cuestionar es el discurso histórico europeo. El desarrollo de la historia como una disciplina

científica en el pensamiento europeo (siglo XIX), coincidió con el surgimiento del

colonialismo moderno. El colonialismo encontró en la construcción discursiva de la historia

un gran instrumento para el control de los pueblos dominados (Ashcroft et al 355). La idea

de la historia como una disciplina científica pretende quitar todo supuesto carácter subjetivo

o interpretación subjetiva respecto a tal o cual hecho. Al consolidar el discurso histórico como

científico se le otorga un valor de veracidad incuestionable que pretende que este es la mera

representación objetiva de hechos, ocultando la insoslayable carga ideológica y por ende no

objetiva del discurso histórico. La Historia39 construida por la disciplina historiográfica,

fundamentalmente durante el siglo XIX, es la Historia europea, escrita desde una visión

eurocéntrica, donde el papel protagónico es el de Europa y sus principales potencias, por lo

que el devenir histórico corre por esa línea central, en la que las historias de otros pueblos

son meras ramas anexas o simplemente estos carecen de una historia.

Así la historiografía, en los términos recién mencionados tiene la capacidad de

construir la realidad del mundo o validar una construcción ideológica de mundo, como lo

plantean Ashcroft et al.: “At base, the myth of a value free, ‘scientific’ view of the past, the

myth of the beauty of order, the myth of the story of history as a simple representation of the

continuity of events, authorized nothing less than the construction of world reality” (355). Si

la historiografía construye realidad, también tiene un valor legitimador pues finalmente frente

a la pregunta de qué significa poseer una historia, la respuesta es poseer una existencia; si

tengo pasado tengo existencia en el presente, y la posibilidad de un futuro: “Clearly, what it

means to have a history is the same as what it means to have legitimate existence: history and

legitimation go hand and hand; history legitimates ‘us’ and not others” (Ashcroft et al 355).

39 Generalmente uso la minúscula, pero para referirme al discurso historiográfico europeo la usaré con

mayúscula.

75

Este concepto de la Historia forjado en el siglo XIX ha sido cuestionado y reelaborado

a lo largo del siglo XX hasta hoy, siendo hoy en día considerada como un discurso que está

abierto a interpretación de la misma forma que cualquier otro discurso narrativo (Gilbert y

Tompkins 106). En este sentido cabe destacar el trabajo realizado por Hayden White al

cuestionar la visión tradicional de la historiografía que pretende esconder su cualidad

retórica40 para mostrarse objetiva. Es decir, es necesario entender la historia fuera del

paradigma de la verdad absoluta, pensándola más bien en su condición discursiva y

dependiente de la visión-posición desde la cual habla el sujeto de la enunciación, y la

ideología subyacente a ese determinado sujeto.

La historia colonial, por lo tanto, bajo el disfraz de ser ‘ideológicamente neutral’,

generalmente desplaza las historias locales, indígenas, excluyéndolas del paradigma histórico

y calificándolas de ‘leyendas’, ‘mitos’, etc., es decir, desplazándolas hacia el ámbito de la

ficción. Aquí además se suma otro elemento distintivo, que es el hecho de que el discurso

histórico europeo está instalado en una sociedad letrada, a diferencia de las historias locales

que son parte de culturas orales. De manera que la Historia, tal como plantean Gilbert y

Thompkins (107), se configura como verdadera, objetiva e inmutable (lo cual está

íntimamente ligado a su carácter letrado), oponiéndose a la ficción: no verdadera, subjetiva

y mutable (sobre todo si es oral).

El problema histórico es parte fundamental de la agenda de los estudios

postcoloniales, ya que parte del proceso de descolonización, es deconstruir la Historia

europea en relación con las colonias. Es necesario intentar contar la historia desde otros

puntos de vistas y rescatar y re-visibilizar las historias propias, y de esta manera también

permitir a otros sujetos apoderarse de la posición de enunciación. En esta línea trabaja el

teatro postcolonial, recuperando no sólo historias locales, sino que usando diversas

estrategias para traer a escena diferentes perspectivas de los hechos históricos, para ser

montados de manera crítica y cuestionadora. Dentro de estas estrategias está el uso de formas

propias de representación, como en el caso de Walcott lo será el uso de recursos

40 “[rhetoric] which can be described as an awareness of the variety of ways of configuring a past which itself

only exists as a chaos of forms” (Ashcroft et al 356).

76

performativos del Carnaval, de la tradición musical y sobre todo de la tradición oral (story-

telling).

Las obras dramáticas se configuran como un contra-discurso histórico. Se

deconstruye y se cuestiona esa supuesta verdad inmutable, mostrando diversas versiones e

intentando llenar los vacíos del pasado anterior al dominio colonial, el cual fue borrado al

momento del contacto europeo. Sin embargo, no se trata simplemente de llenar vacíos o

reelaborar la narrativa histórica europea, sino, como señalan Gilbert y Thompkins, en la

medida que la historia convencional ha determinado el posicionamiento del sujeto

colonizado, tal reelaboración supone el reconstruir el lugar de dicho sujeto en la historia

(109).

En el drama caribeño, una de las obras precursoras de lo que podríamos llamar drama

histórico, es la obra (la versión dramática) de C.L.R. James de 1936 sobre la Revolución

Haitiana, Toussaint Louverture. Como ya se señaló en el capítulo dedicado a la Revolución,

la mirada de James es fundamental en tanto revaloración de este hecho central de la historia

del Caribe. Podemos mencionar otras obras sobre este mismo hecho: La tragedia del rey

Christophe de Aimé Césaire, Monsieur Toussaint de Edouard Glissant en el ámbito

francófono y por supuesto las obras de Walcott que son objeto de esta investigación. Otras

elaboraciones históricas son: George William Gordon (1976), de Roger Mais o Nana Yah

(1980) de Sistren.

Una estrategia recurrente dentro del drama postcolonial es el rescate de figuras

subversivas para hacer de ellos ‘héroes’, líderes de revueltas contra las fuerzas coloniales,

figuras que pueden haber sido generalmente tratadas como ‘villanos’ son reconstruidas por

el teatro postcolonial como personajes destacados en la lucha por la libertad. Esto es

interesante en relación con las obras de Walcott, James, Césaire y Glissant, ya que en ellas

hay varios personajes que responden al proyecto de recuperación de líderes subversivos.

Otra estrategia fundamental para la revisión histórica en las obras es la incorporación

del ‘story-telling’. En las culturas orales, la historia es preservada por los cuentacuentos,

quienes tienen un lugar central para la mantención de la cultura de una comunidad. Esta

tradición se traspasa fácilmente a la escena teatral, ya que sus códigos y convenciones son

altamente teatrales:

77

Adapted for theatre, story-telling can form the structural and -metaphorically- the

epistemological framework of the whole performance event (which thus unfolds at

the behest of the story- teller). Or it can be incorporated in to a more conventional

play, often through one (or more) of the characters (Gilbert y Thompkins 127).

La función dramática del ‘story-teller’ varía, puede tomar el rol de maestro de ceremonias,

narrador imparcial, comentarista social, antagonista, o juez. Una característica importante del

‘story-teller’ es que renuncia a un diálogo naturalista a favor de una apelación directa,

llamando a una respuesta intelectual más que a una mera apreciación estética (Gilbert y

Thompkins 127). La relación directa que se establece con el público en estas obras es

fundamental, pues este no es un mero espectador sino que pasa a ser un actor más. La

performance se va conformando en esta relación entre espectador y ‘storyteller’, de hecho,

este último evalúa su performance por la reacción del público y acorde a esto elabora o

improvisa su narración. La libertad de la improvisación permite cambiar el relato y con ello

cuestiona la idea de una historia inmutable41. Como se puede apreciar, muchos de estos

recursos concuerdan perfectamente con los planteamientos del teatro épico de Brecht.

Derek Walcott se sitúa en esta elaboración histórica postcolonial, tanto por la

perspectiva crítica que sostiene, como por los diversos recursos y estrategias que elabora en

sus dramas, enfrentando el discurso histórico europeo, rescatando la historia de la región y

figuras del pasado, rescatando las propias tradiciones y generando un contra discurso

histórico, pero a la vez fundando una tradición propiamente caribeña, forjada en la diversidad

de tradiciones, identidades e historias. Por otra parte, como ya se ha mencionado, muchas

estrategias de resistencia poscolonial o contra discursivas encuentran concordancia con los

conceptos y recursos del teatro épico, y claramente Walcott ha tomado muchos aspectos del

teatro brechtiano y sobre todo va en la misma línea de utilización de temas históricos que

pretenden fundamentalmente establecer paralelos con la historia reciente, recurrir a hechos

lejanos para cuestionar el presente. En cuanto a la pertinencia de considerar como dramas

históricos las obras que conforman la trilogía, me parece que efectivamente en muchos

aspectos coinciden plenamente con las características del género; sin embargo, en este

41 “[…] suggesting instead that the ‘truth’, if any, is in the telling” (Gilbert y Thompkins 128; el subrayado es

mío).

78

aspecto las tres obras son distintas42. En primer lugar, Henri Christophe es la que se apega

de manera más directa a la definición de un drama histórico, ya que en ella podemos ver la

condensación propia del drama, pues se centra en un determinado momento, a saber, la

postindependencia. La obra trata fundamentalmente del ascenso al poder de Christophe y su

posterior caída. Aquí los personajes principales del drama son los héroes históricos. Sin

embargo, es también una tragedia, lo cual es bastante interesante ya que es evidente la

influencia de Shakespeare en esta obra, y como mencioné al inicio de este capítulo, la

delimitación entre tragedia y drama histórico en las obras de Shakespeare ha sido motivo de

conflicto para la crítica. De la misma forma es difícil inclinarse por clasificarla en solo uno

de estos géneros, lo que por lo demás no es indispensable considerando la evolución del

género dramático a lo largo de todo el siglo XX43. En segundo lugar, lo que prima en Drums

and Colours es el carácter épico con la estructura episódica (abolición de la finalidad como

establecía Pfister), no encontramos la concentración dramática de la obra anterior, y si bien

aparecen muchos personajes históricos estos no tienen un papel protagónico, sino que ese rol

lo tiene “el pueblo”. Además, esta obra posee numerosos recursos épicos, como la figura del

Coro, una banda de carnaval que fluctúa en el nivel externo e interno de la acción. Por lo

tanto esta obra corresponde plenamente a un drama épico con una mirada crítica en torno a

los problemas postcoloniales. Finalmente, Haitian Earth, es la más compleja, ya que en ella

conviven las características de un drama histórico con el predominio de la estructura épica.

En este sentido creo necesario considerar todos los aspectos teóricos, tanto del drama

histórico, el drama épico y el drama poscolonial.

42 Esto lo volveré a tratar más adelante de manera más exhaustiva en los respectivos análisis de las obras de

Walcott. 43 “Despite this evidence, for generations it was common to regard the union of ‘history’ and ‘tragedy’ as an

uneasy one: Aristotle, after all, had contrasted ‘history’ with ‘poetry’ on the grounds that the latter was more

philosophic and universal, an observation endorsed by Sir Philip Sidney […] More recently, however, the

convergence of history and tragedy in Shakespearean texts has been a starting point for critical analysis. Tragedy

has been characterised not just by conflict between a man of high degree and his destiny or read as a tale of a

‘flawed’ protagonist, but has been seen to evolve from political situation” (Hattaway 4).

79

3. The Haitian Trilogy.

Las obras que integran la Trilogía haitiana fueron concebidas de forma separada y

más tarde editadas juntas como trilogía. La primera de ellas, Henri Christophe, fue escrita en

1949 (cuando Walcott contaba con solo 19 años) y llevada a escena en 1950 por St. Lucia

Arts Guild en St. Joseph’s Convent en Castries, Santa Lucía, y fue dirigida por el mismo

Walcott. Luego fue montada con muy buenas críticas en Inglaterra en 1952 bajo la

producción de Errol Hill. Esta era su primera obra montada, a la que le siguieron The Sea at

Dauphin y Ti-Jean and His Brothers. La segunda obra de la trilogía, Drums and Colours,

fue encargada para la ceremonia de apertura de la Federación de las Indias Occidentales en

1958, en Puerto España, Trinidad y Tobago. Haitian Earth fue montada en Castries, Santa

Lucía, en 1984 para la conmemoración del aniversario 150 del fin de la esclavitud. Recién

en el año 2002 fueron publicadas juntas bajo el nombre de The Haitian Trilogy. A pesar de

ser obras independientes, forman perfectamente un todo coherente donde el mismo tema es

reelaborado de forma distinta, manteniendo un diálogo entre ellas, cambiando ciertas

perspectivas o puntos de vista con los años, siempre en relación con la contingencia política

del Caribe, principalmente del Caribe anglófono.

Como he planteado anteriormente, esta investigación tiene como objetivo ahondar en

la reescritura dramática de los hechos de la Revolución Haitiana y sus consecuencias, en

relación al contexto histórico, político e ideológico del Caribe durante el siglo XX,

centrándome en la trilogía de Walcott y por ende enfocándome principalmente en el contexto

del Caribe anglófono, que tal como he desarrollado en capítulos anteriores en el momento de

escritura de estas obras se encuentra en proceso de descolonización, pasando por un hito

importante, que fue la formación de la Federación de las Indias Occidentales. La reaparición

del tema de la Revolución Haitiana en el arte y la literatura no solo tenía relación con la

independencia política de las islas caribeñas, sino que también tuvo una gran repercusión en

un contexto más amplio, ligado a las luchas raciales como la de los derechos civiles en

Estados Unidos o contra el Apartheid en Sudáfrica. La descolonización y las luchas

reivindicatorias de la diáspora africana eran temas que se vinculaban con los ideales de la

Revolución Haitiana, y por ello quienes participaban política y culturalmente de aquellos

80

movimientos vieron en la historia de Haití una fuente de inspiración. Así, para muchos la

historia de estos esclavos negros adquiría un tremendo sentido como símbolo de lucha, y

sobre todo de esperanza.

Otros autores han visto una buena fuente de reflexión en la Revolución Haitiana, pero

con una perspectiva más pesimista y de desconfianza hacia el proceso de descolonización,

por ello ven también en la historia de Haití varias lecciones, positivas y negativas, y enfatizan

en esos aspectos en función de mostrar los peligros de la realidad presente. En este sentido

he planteado mi postura respecto a las obras de Walcott, que evidentemente no comparten el

optimismo de Césaire o James. Para formular mi interpretación he seguido

fundamentalmente las ideas planteadas por Philip Kaisary en The Haitian Revolution in the

Literary Imagination: Radical Horizons, Conservative Constraints. En este texto el autor

divide las obras que analiza en dos posiciones ideológicas respecto a la Revolución Haitiana.

El primer grupo es el de los radicales: quienes mantienen una postura optimista y positiva de

la Revolución, entre los cuales están James y Césaire (Langston Hughes en el ámbito

estadounidense). El segundo grupo es el de los conservadores: quienes mantienes una postura

crítica y pesimista, entre los que están Walcott y Glissant44. Kaisary señala que Walcott

manifiesta un profundo escepticismo respecto a la vía revolucionaria y a cualquier forma

radical de lucha, y que en las obras de la trilogía plasma esta desconfianza y pesimismo

construyendo una imagen negativa de la Revolución Haitiana, que más allá de sus logros

pone en relieve sus fracasos, como una repetición cíclica de horrores y errores:

[…] it is my argument that the trilogy as a whole serves to misrepresent the

achievements and tragic reversals of the Haitian Revolution, and that none of the

three plays is able satisfactorily to map an aesthetic model of cyclical tragedy onto

a version of Haitian history […] the conservatism inherent to the trilogy should be

situated within a wider field of cultural contestation in which some have sought to

negate the value of the Haitian Revolution as a demonstration of the possibility of

self-determination (Kaisary Pos. 2639).

44 Dentro de ese grupo incluye también al autor cubano Alejandro Carpentier y su novela El reino de este mundo.

81

Otro de los autores que siguen esta misma línea respecto a la trilogía de Walcott es Chris

Bongie, en quien de hecho se basa Kaisary para realizar su análisis. Bongie observa:

This melancholy stems from Walcott's insistence on the ways in which the violent

energies that resulted in the defeat of the French colonists and the creation of an

independent Haiti in 1804 led not forward into a more egalitarian future but back

into a repetition of the same old injustices […] This melancholy, which at the time

would have served as a cautionary admonition against the high expectations being

raised by the imminent prospect of decolonization, now lends itself to being read as

a "prescient" commentary on the inadequacies of the decolonization movement as a

whole and its failure to anticipate the notorious ambiguities of the post/colonial

condition (71-72).

Por otra parte, me parece interesante la lectura de Víctor Figueroa en su texto

Prophetic Visions of the Past. Pan Caribbean Representations of the Haitian Revolution.

Aquí Figueroa observa en las obras de Walcott una crítica al heroísmo individualista de los

líderes de las luchas anticoloniales, encarnados, en las obras, en los héroes haitianos, y que

se opone al rescate que realiza el autor del rol del hombre común en medio de estas luchas.

Mi propósito en los siguientes capítulos de análisis es plantear cómo Walcott, desde

su mirada pesimista y maniquea de la historia haitiana, elabora la imagen de la Revolución

Haitiana como una metáfora del Caribe mismo, una metáfora que contiene los aspectos de

este y los concentra en un punto. La Revolución Haitiana configura un todo, contiene el

pasado y refleja como un espejo el presente, es como un punto al cual se vuelve siempre,

conectado profundamente con todo el Caribe, en un tiempo cíclico. Es una metáfora del

Caribe en un sentido mítico, pues en esa isla simbólicamente se encuentra el inicio de la

conformación del Caribe como lo conocemos hoy: como señalé anteriormente, es la primera

isla donde Colón desembarca, es en la zona del actual Haití donde instaló su primer

establecimiento, ahí comenzó la colonia, la esclavitud. Walcott construye una metáfora en la

que todo el devenir del Caribe confluye, y, sin embargo, es una triste metáfora que gira sobre

sí misma sin aparente salida.

82

La postura de Walcott respecto a la historia haitiana la podemos encontrar no solo en

las obras que son parte de la trilogía, sino que también en otros textos, entre ellos en su ensayo

“La voz del crepúsculo” de 1971, del cual hablaré más adelante a propósito de Henri

Christophe, y en el prólogo que Walcott escribe en 2001 para la edición de Haitian Trilogy.

En este el dramaturgo es muy claro respecto a dos puntos: “The Haitian revolution, as

sordidly tyrannical as so many of its subsequent regimes tragically became, was an upheaval,

a necessary rejection of the debasements endured under a civilized empire, that achieved

independence” (viii; la cursiva es mía). Es decir, que la Revolución Haitiana fue una terrible

tiranía, sin embargo, necesaria para lograr la independencia. Me parece que sus palabras están

inundadas de pesimismo, pues en otras palabras percibe la Revolución como un mal

necesario. Lo que me parece más amargamente pesimista es el hecho de que aquí destaque

que fue necesario para lograr la independencia, sin embargo, en las obras que siguen al

prólogo se aprecia que una vez lograda, solo se perpetuó en un ciclo de tiranías que venían a

repetir lo mismo contra lo cual la Revolución luchó. Siguiendo esta lógica me parece que aun

cuando señala la necesidad de este levantamiento, realmente está acentuando el absurdo de

la lucha, planteando una angustiosa desconfianza frente a la posibilidad de un real triunfo

sobre el colonialismo (tanto en el pasado como en el presente), ya que las lógicas de este

dominio son repetidas por los líderes revolucionarios, quienes se vuelven enemigos del

pueblo.

83

3.1. Henri Christophe: una tragedia.

A los 19 años, el joven poeta Derek Walcott escribió su primera obra teatral, Henri

Christophe: A Chronicle in Seven Scenes, tal como él mismo ha señalado, llevado, por una

parte, por la pasión por la lengua inglesa y su admiración por el drama isabelino y jacobiano,

y por otra, inspirado en la historia de los héroes de la Revolución Haitiana, a quienes vio

cargados de la potencia trágica y violenta al igual que los protagonistas de obras de

Shakespeare, Marlowe o Webster. Es interesante cómo describe Walcott retrospectivamente

la creación de esta obra en su ensayo “La voz del crepúsculo”:

Presa de una rabia precoz, me sentí atraído, como un niño por el fuego, por los

maniqueos conflictos de la historia de Haití […]” y más adelante agrega “[…]

surgían de un espíritu empapado de literatura isabelina desde la misma oscuridad

que el Flamineo de Webster, de un parpadeante mundo de la mutilación y herejía

(22).

La influencia de la tragedia isabelina es evidente, sobre todo de la pluma de

Shakespeare. En la obra se pueden apreciar numerosos intertextos con tragedias como

Hamlet, Otelo o El rey Lear, además de su estilo y uso del lenguaje:

While it will recall the blank verse of Marlowe and Shakespeare, it is not blank

verse, but free verse, with a recurring suggestion of iambic pentameter within a

general dissolution of the iambic beat, and often a line that is longer than pentameter.

The language, for all its grandeur, is appropriately modern, the heightening due

partly to Walcott’s characteristic metaphorical energy, which owes something to

Shakespeare (Baugh Derek Walcott 61).

84

Henri Christophe se divide en dos partes, la primera tiene un epígrafe de Hamlet45 y

la segunda uno de Ricardo III46, y en ambas citas ya se percibe el mundo de la monarquía y

la corte representados por el dramaturgo inglés, pero también el destino trágico de los héroes

shakesperianos, tal como lo señala Philip Kaisary:

[…] the play’s first part opens with an epigraph, taken from Hamlet, that is a

meditation on the theme of kingship and social order, and it serves to introduce

Walcott’s major preoccupations in Henri Christophe: History, Time, and the place

of Kingship in the cycles of tragedy that Walcott saw in Haitian history, all reworked

from their Shakespearean sources. (Pos. 2674)

Lo que señala Walcott deja ver que desde muy joven tenía una visión claramente

trágica de la historia de los héroes de la Revolución y del pueblo de Haití. Lo que hay en esa

atracción rabiosa del joven Walcott, son las pulsiones de los héroes trágicos de Shakespeare,

es ese destino trágico producto, la mayor parte de las veces, de la ceguera, la ambición y el

poder. El hecho histórico en sí aparece en un segundo lugar de importancia frente al

desarrollo trágico. Es curioso que el subtítulo sea “A Chronicle in Seven Scenes”, como llama

la atención Kaisary, señalando que tal vez debería haberla subtitulado “tragedia”.

Nuevamente aparece el problema de la definición de género y los límites difusos, lo cual

tiene una tremenda resonancia ya que es precisamente un problema que encontramos en las

obras de Shakespeare, tal como lo desarrollé en el capítulo 2.1, sobre la dificultad de

clasificación entre “tragedia” y “drama histórico” y la amplia discusión crítica al respecto.

Volviendo a la obra de Walcott, esta no pretende una precisión histórica, de hecho, son

muchos los cambios tanto en la cronología de los sucesos como en algunos acontecimientos;

este aspecto lo desarrollaré más adelante, considerando también el casi nulo contexto

histórico mundial que posee. Lo interesante a destacar aquí es el ejercicio que realiza Walcott

45 “The cease of majesty/ Dies not alone but like a gulf doth draw/ What’s near it with it; it is a massy wheel/

Fix’d on the summit of the highest mount,/ To whose huge spokes ten thousand lesser things/ Are mortis’d and

adjoin’d; which, when it falls,/ Each small annexment, petty consequence,/ Attends the boist’rous ruin.” Hamlet

(Acto III, Escena II) 46 “The first that there did greet my stranger soul,/ Was my great father-in-low, renowned Warwick;/ Who cried

aloud ‘What scourge for perjury/ Can this dark monarchy false Clarence?’”. Richard III.

85

al tomar el modelo del drama inglés, específicamente del drama isabelino47, y dotarlo de un

contenido absolutamente propio, lo cual desde una perspectiva poscolonial es un acto

subversivo, un contra discurso, donde el rol heroico del modelo que pertenece al mundo

europeo, a las dinastías de reyes de Inglaterra u otros países de Europa, es ocupado no solo

por sujetos no europeos, sino por ex esclavos negros:

With its high style, its blank verse, and its history-given tragic closure, it

demonstrated that the region’s history could provide the theater with subjects of a

high seriousness, a grandeur that was unfamiliar. The fact that the heroes in question

were slaves who became statesmen meant that they subverted the usual

(Aristotelian) notion of the “great” man as the focus for tragedy (Burnet 164).

Ahora bien, antes de ahondar en la obra, es importante detenerse en el modelo en el

cual Walcott se inspira y establecer en términos generales algunas características y precisar

algunos puntos en función de la obra que aquí se analizará. En numerosas ocasiones hablo

de la influencia en el teatro de Walcott del drama isabelino y del drama jacobino, y quisiera

precisar a qué me refiero con ello. El dramaturgo nombra sus influencias, las que no solo se

reducen a Shakespeare, pues los autores que él menciona corresponden tanto al periodo

isabelino como al periodo jacobino (de este último principalmente John Webster). Si bien

ambos periodos dramáticos poseen diferencias y especificidades, aquí me refiero a ellos en

términos generales considerando sus características compartidas. Por otra parte, para el

análisis de la obra Henri Christophe, me centro específicamente en Shakespeare, como

influencia principal y directa, y por ello es que me detendré en este punto para intentar dar

un pequeño marco de la tragedia shakesperiana, la cual considero como modelo principal

para esta obra.

Cuando se habla de la tragedia renacentista, sobre todo de la italiana, se suele

considerar como una reelaboración de la tragedia griega a partir del redescubrimiento de los

trágicos griegos y de la Poética de Aristóteles. Sin embargo, es necesario considerar el

conocimiento de la tragedia que provenía de la Edad Media a través del teatro romano, donde

47 Es importante recalcar que su modelo de tragedia no es el griego, sino que sigue el modelo desarrollado por

los dramaturgos ingleses de la época isabelina y luego bajo el régimen de Jacobo II, quienes a su vez siguen por

sobre todo el modelo de tragedia de Séneca.

86

las principales fuentes fueron Séneca (en la tragedia), Terencio y Plauto (en la comedia) y el

Ars Poetica de Horacio (Reiss 232). Para el caso de la tragedia renacentista isabelina Séneca

fue una gran influencia. Los dramaturgos isabelinos corrieron caminos distintos al resto de

la tragedia renacentista europea que siguió un modelo bastante más estricto, basados en las

ideas humanistas de la recuperación de la literatura clásica y la subordinación a las “normas”

aristotélicas. En este sentido, la tragedia isabelina tomará aspectos y herencias culturales

propias, y obedecerá en gran parte al gusto popular:

The vernacular drama of Shakespeare and his fellows was, however, a commercial

and pragmatic enterprise, dependent not on the precepts of authority but on the

willingness of a heterogeneous contemporary audience to take delight in what they

were shown. Moreover, the taste of Elizabeth’s court (unlike that of the Italian

princes) did not contradict in essentials that of the common people who found

entertainment in the popular playhouses, and this makes it possible to speak of a

homogeneous taste in English drama, to be set against the theorizing of the

Continent (Hunter 248).

Para determinar las características principales de lo que podemos llamar una tragedia

shakespeariana, recurro a dos textos principalmente: Shakespearean Tragedy de A. C.

Bradley y “What is a Shakespearean tragedy?” de Tom McAlindon. En términos generales,

bajo el concepto renacentista48, la tragedia se consideraba como la experiencia de intenso

sufrimiento en un individuo excepcional, de alto rango. En ella observamos la caída de este

individuo desde la felicidad a la desgracia y posible muerte, ocasionada por el conflicto entre

el personaje trágico y algún poder superior. Dos aspectos centrales se destacan: el cambio de

suerte y el conflicto entre dos fuerzas (McAlindon 2). Bradley establece una diferencia

fundamental en Shakespeare, basada en cómo se considera este conflicto, tal como lo

menciona McAlindon: “He contended [Bradley], however, that the distinguishing feature of

Shakespearean tragedy is not conflict between the tragic hero and someone else, or even

48 Similar al concepto Griego y Romano.

87

between contending groups, but rather conflict within the hero, who is a man divided against

himself” (3).

Bradley señala que la tragedia de Shakespeare nos muestra a un héroe, un hombre

destacado, a quien vemos en un determinado momento de su vida donde se enfrenta a grandes

dificultades, sufrimientos y calamidades que terminan con su muerte49. Esta sería una

característica propia de una tragedia de Shakespeare, que siempre termina con la muerte del

héroe. Bradley plantea que si bien el cambio de fortuna es importante no es lo central, esa

sensación del hombre indefenso frente a un poder superior (destino, fortuna), sometido a sus

caprichos, que un día lo eleva y al otro lo destruye, es parte de la tragedia pero Shakespeare

va más allá. Es una historia de sufrimiento y calamidades que termina con la muerte del

héroe, pero Bradley hace hincapié en el hecho de que esas calamidades no le “acontecen” a

un hombre, no descienden sobre él, sino que proceden de las acciones del hombre: “The

calamities of tragedy do not simply happen, nor are they sent; they proceed mainly from

actions, and those the actions of men” (6). Y más aun, todas las consecuencias catastróficas

y dolorosas son provocadas por el mismo héroe, en tanto son producto de sus propias

acciones, y estas acciones están íntimamente ligadas al carácter, al personaje:

The center of the tragedy, therefore, may be said with equal truth to lie in action

issuing from character, or in character issuing in action […] What we do feel

strongly, as a tragedy advances to its close, is that the calamities and catastrophe

follow inevitably from the deeds of men, and that the main source of these deeds is

character. The dictum that, with Shakespeare, 'character is destiny' is no doubt an

exaggeration, and one that may mislead […] but it is the exaggeration of a vital

truth. (Bradley 7-8)

Si toda la serie de calamidades proviene de las acciones del personaje, el conflicto de fuerzas

se sitúa entonces en un conflicto interno, como mencioné más arriba. Esta lucha interna es

provocada por una serie de fuerzas que actúan en el alma humana: pasiones, deseos,

49 “The suffering and calamity are, moreover, exceptional. They befall a conspicuous person. They are

themselves of some striking kind. They are also, as a rule, unexpected, and contrasted with previous happiness

or glory” (Bradley 3).

88

impulsos, etc. Una serie de impulsos y sentimientos que se desatan en el héroe, siendo las

más comunes: ambición, venganza, codicia, violencia, etc.

Como he señalado anteriormente, Séneca es una gran influencia para Shakespeare,

como se puede apreciar en la construcción de personajes llevados por sus pasiones. Los

protagonistas de Séneca actúan sangrientamente llevados por sus impulsos de venganza, ira,

ambición, lujuria, pero a diferencia de Shakespeare estos personajes están dominados por

fuerzas superiores:

[…] they are driven by passions which seem humanly uncontrollable (ghosts, Furies,

and meddlesome divinities spur them on) and are often cursed by the consequences

of evils rooted in the past; thus despite their energies and their willfulness they seem

more the victims than the responsible agents of their fate (McAlindon 4).

Por último, me referiré a uno de los temas centrales no solo de las tragedias, sino que

también del drama histórico: la trama alrededor del poder, político principalmente, la

usurpación del poder, reyes tiranos y sangrientos, etc. Por supuesto este aspecto es central en

la comparación con la obra de Walcott, y el por qué este elige este referente para escribir

sobre Henri Christophe. Se ha planteado la importancia de este tema en el teatro isabelino en

relación con su contexto político, en este sentido en términos generales se puede establecer

vínculos con la crisis y fin del feudalismo, y el paso a la monarquía absolutista, por lo tanto

una lectura predominante se ha desarrollado siguiendo este punto de vista: “It has been

plausibly argued therefore that Shakespeare’s tragedies reflect ‘a tragic view of the decline

of feudalism’ and that his heroes ‘are all living in a new world and are smashed by it’”

(McAlindon 20).

Volviendo a Henri Christophe, la fuente de la que el dramaturgo extrae su argumento,

al igual que lo hacía Shakespeare para varias de sus tragedias, es un suceso histórico50, pero

este no proviene de la gran narrativa histórica europea, sino que de una gesta propia del

Caribe, que tal como se ha mencionado anteriormente, había permanecido silenciada. La

recuperación histórica de la Revolución Haitiana, como sabemos, fue impulsada por

50 Como por el ejemplo el caso de las tragedias de Hamlet o Macbeth.

89

intelectuales como C.R.L. James y Césaire, que ven en ella una fuente de inspiración en

términos positivos para los procesos de independencia de las islas del Caribe (y en especial

James lo considera en relación con los países africanos bajo el dominio colonial). Walcott

también participó de la recuperación de la Revolución y sus héroes, pero su lectura e

interpretación sobre aquellos difiere bastante de la visión positiva de James o Césaire, aun

coincidiendo con ambos en su consideración sobre el carácter trágico de estos

acontecimientos. Aunque la visión desarrollada por el dramaturgo a través de sus dramas

sobre este tema es pesimista, el gesto que realiza es contra-discursivo en tanto desmiente esa

idea instalada por los europeos de que en el Caribe no hay nada, no hay historia, no hay

creación propia, solo existe una réplica, una mímica de la civilización europea. Idea que

también es tristemente planteada por el escritor nacido en Trinidad y Tobago, V.S. Naipaul,

quien se refiere al pasado de la región como algo imposible de narrar, pues, como plantea en

The Middle Passage, nunca nada fue creado en el Caribe. Todo el devenir del pueblo caribeño

pareciera ser según esta desoladora frase un resultado de las acciones de los hombres

europeos, es decir, la capacidad de acción solo es una cualidad del hombre blanco, occidental.

Por lo tanto, el destino del Nuevo Mundo sería nada más que lo que Occidente decida y la

cultura de esos pueblos, su identidad, todo, es modelado por Europa. Desde esta perspectiva

ni siquiera se ha considerado la capacidad de reacción ni de resistencia. Walcott se opone a

esa visión y reconoce la capacidad de resistencia y de acción en los hombres que se rebelaron

contra la colonia francesa en Saint-Domingue. Estos hombres sí crearon, crearon una nación

independiente y dieron la primera gran batalla contra la esclavitud, sus acciones

transformaron el mundo colonial. Al reconocer a los héroes de la Revolución Haitiana como

héroes trágicos, Walcott ya está subvirtiendo el modelo en el cual se basa, y dando una

respuesta a esa supuesta incapacidad de acción. Desmiente, por una parte, la idea de que no

hay historia y desmiente, a su vez, la idea que nada puede surgir de allí, creativamente, pues

lo que inicia el autor a partir de Henri Christophe es precisamente la búsqueda de la creación

de un teatro propio, de un arte con identidad propia, lo cual se puede apreciar claramente en

la trilogía, pues el estilo de esta primera obra se irá transformando a lo largo de los años y ya

se puede ver esa identidad propia en Drums and Colours. Ahora bien, esta búsqueda de

identidad no deja ser conflictiva, ambigua por momentos y llena de contradicciones, lo que

se puede percibir en la mirada crítica e ideológica del autor en su propia reelaboración de

90

estos sucesos históricos y sus resultados; en este sentido concuerdo con lo planteado por

Kaisary:

Walcott recovers Dessalines and Christophe as protagonists worthy of a

Shakespearean stage without their specific historical context. There is thus a certain

irony to Walcott’s representational tactics: whereas the power of the language in the

play, together with characterization and aesthetic register, illustrate that the

Caribbean’s indigenous history is rich enough to sustain a literary imagination equal

to any European art, Henri Christophe nevertheless demeans the history it enacts by

presenting it in the terms of fatalistic tragedy. (Pos. 2704)

El drama elaborado por Walcott, en pocas palabras, trata de la llegada al poder por

parte de Henri Christophe, a través de la traición, su nombramiento como rey y la disputa del

poder con Pétion (quien es nombrado presidente de la República en el sur del país), y

finalmente su caída51. La obra comienza, según lo señalado por el discurso acotacional,

después de 1803, en Haití, lo cual ya es un cambio significativo, pues Haití no existe como

tal hasta la declaración de independencia en 1804, luego de la expulsión de los franceses. En

escena, los generales Sylla, Pétion y Dessalines (quien aparece al mando en ausencia de

Toussaint), esperan noticias de Toussaint Louverture desde Francia. La línea argumental que

sigue Walcott aquí se enfoca más bien en los cambios de mando y las formas de gobierno

que cada líder impondrá, más que en el desarrollo final de la Revolución, en lo que fue la

guerra de independencia comandada por Dessalines. El enfrentamiento con las fuerzas

napoleónicas y su posterior derrota de estas no aparecen como parte del argumento, quedando

más bien en la ambigüedad, puesto que, por una parte sitúa los acontecimientos en Haití y no

en Saint-Domingue y, por otra, porque una vez recibida la noticia de la muerte de Toussaint

la acción que sigue es el traspaso del mando a manos de Dessalines, e inmediatamente las

escenas subsiguientes tratan de su coronación como rey de Haití ( y no emperador, como

realmente lo hizo) y las conspiraciones en su contra. En la primera escena llega un mensajero

51 Como ya había señalado antes, el tema de las luchas de poder es un motivo central en el drama renacentista,

especialmente en las tragedias y dramas históricos de Shakespeare. Sobre este tema ver el capítulo “Tragedy

and Political Authority” de Michael Hattaway en En: McEachern, Claire. The Cambridge Companion to

Shakespearean Tragedy. Cambridge: Cambridge University Press, 2002.

91

que trae la noticia de la muerte de Toussaint prisionero en Francia. Hay gran expectación en

conocer las noticias, pero, sin embargo, esta parece ser más por quién tomará su puesto, que

por el destino de Louverture. Inmediatamente se puede ver a Dessalines, desde su primera

aparición en escena, como un personaje con rasgos evidentemente negativos, impaciente por

ocupar el lugar de Toussaint, a quien habría traicionado junto a otros generales. El mensajero

llama la atención sobre la frialdad con la cual es recibida la noticia, cuando Dessalines le

pregunta cómo recibió Napoleón la muerte de Toussaint:

Messenger:

Somewhat with courtesy, unlike the court

I see here. I expected to move iron man to tears;

You look as if I had discussed the weather.

Haiti is in the Saturday of honour, she

Is rudderless (11).

Dessalines llama rápidamente a la acción, a saber, su nombramiento en el poder. Se excusa

en la necesidad de actuar efectivamente como una manera de no profanar la memoria de

Toussaint: “We have all loved him/ We must not profane his memory with idleness” (11).

En esta escena nuevamente aparece el intertexto con Hamlet, así lo plantea Kaisary al

referirse al motivo del breve funeral: “Walcott uses the character of Brelle, a priest and later

an archbishop, to drive home the Hamlet comparison, further readying the stage for a tragedy:

This is a cursory mourning; Do tears dry up so very quickly? (12)” (Pos. 2695).

Los guiños hacia el texto de Shakespeare continúan, sobre todo en el llamado a la

acción por parte de Dessalines, donde se establece un claro paralelo con el príncipe Hamlet,

sobre las dudas que lo atormentan y que son expresadas en los más célebres monólogos de la

obra:

Dessalines:

There are no more French:

We have dispersed their broken units, they cannot lift a finger

Against us; the country, now, is ours;

But we must not talk, delay, malinger

92

With words, words, not action (12; la cursiva es mía).

No debe fingirse enfermo con palabras, palabras, palabras52. Hamlet finge su locura frente

a la corte y una de las formas en que lo hace es a través de enigmáticos dichos e incluso

absurdos, carentes de sentido a los ojos del rey Claudio, Polonio y Gertrudis. Hamlet de

alguna forma se disfraza con sus palabras, oculta lo que realmente lo aflige, el deber de

vengar la muerte de su padre, pero también dilata la acción, se demora en tomar una decisión.

En mi opinión, al poner estas palabras alusivas a Hamlet en boca de Dessalines, y conforme

a las características sobre las cuales es construido este personaje por Walcott, manifiesta aquí

que el personaje de Dessalines no seguirá el modelo del príncipe Hamlet sino que el de

Macbeth, en que el héroe trágico pasa rápidamente a la acción, que es llevado por sus

pasiones, por la ambición, y ese es el mismo modelo que seguirá Christophe. Se puede

apreciar que los intertextos se centrarán entonces en estas dos tragedias, Hamlet y Macbeth,

como dos modelos que presentan distintos caminos trágicos, y claro está, dos caracteres

distintos, de los cuales surgen diferentes modos de actuar. De manera que me es posible

afirmar que a lo largo de la obra Henri Christophe, los personajes van a ir decidiendo entre

estos dos modelos de héroes trágicos.

Dessalines toma el poder y decide instaurar una monarquía, lo cual es tomado con

pesar por parte de los otros generales y por el futuro arzobispo Brelle. La imagen de

Dessalines es la de un tirano sangriento, con hambre de venganza contra los blancos. Todos

los otros personajes ven con temor su liderazgo. Mientras que la figura ausente de Toussaint

52 “Lord Polonius [Aside]: How say you by that? Still harping on my daughter: yet he knew me not at first; he

said I was a fishmonger: he is far gone, far gone: and truly in my youth I suffered much extremity for love; very

near this. I’ll speak to him again. What do you read, my lord?

Hamlet: Words, words, words.

Lord Polonius: What is the matter, my lord?

Hamlet: Between who?

Lord Polonius: I mean, the matter that you read, my lord.

Hamlet: Slanders, sir: for the satirical rogue says here that old men have grey beards, that their faces are

wrinkled, their eyes purging thick amber and plum-tree gum and that they have a plentiful lack of wit, together

with most weak hams: all which, sir, though I most powerfully and potently believe, yet I hold it not honesty to

have it thus set down, for yourself, sir, should be old as I am, if like a crab you could go backward.

Lord Polonius [Aside]: Though this be madness, yet there is method in ‘t. Will you walk out of the air, my

lord?” (Shakespeare Hamlet 881-882).

93

se configura positivamente a través de las palabras de los generales, entre ellos Christophe,

a pesar de que todos de alguna manera asumen haberlo traicionado:

Christophe:

These sharp tears that prick my heart are genuine,

And as for betrayal, who has not betrayed?

Mainvielle the archbishop, Ogé, Dessalines, Telemaque,

And I, time, I.

Toussaint…

I cannot list his braveries, I can only tell

Things that the memory shudders to remember […] (25).

El ambiente en la corte de esta nueva monarquía es tenso, las críticas a Dessalines

pasan a abiertas intrigas y confabulaciones contra un rey que es descrito como un lunático.

Los personajes hablan de las decisiones de Dessalines como actos basados nada más que en

la venganza, su amor por el poder, su tiranía y su crueldad, aludiendo tanto a la matanza de

blancos durante su gobierno como a las políticas que apuntaban a la defensa del país. Según

lo que los otros generales expresan, no hay motivos para que su líder actúe de tal manera,

que sus ideas defensivas son inmotivadas, producto de un delirio paranoico:

Christophe:

[…] While the King wastes money like blood,

Slaughtering his ‘enemies.’

Sylla: Who are our enemies?

Not complexions, but times;

The gusts of years, the… (34).

Luego en la misma conversación:

Pétion: To think that for two days now he has been

Martyring children with a tired sword! He is a model

94

Of horror. Dessalines is only a beast;

He goes to blood with the joy that I go to a feast.

There must be some revision

Of his absurd and useless decision (41-42).

Resulta ser bastante curiosa esta insistencia en el delirio persecutorio, ya que en la obra se

omite el contexto histórico de la real amenaza en la que aún permanecía Haití respecto del

posible regreso de los franceses, y se omite, también, la ferocidad de Rochambeau y la

política de exterminio a la cual se enfrentaron las fuerzas revolucionarias en la última parte

de la guerra de independencia. La imagen de Dessalines en el extranjero, a diferencia de la

de Toussaint, tuvo un carácter totalmente negativo, en el que primó por sobre todo la imagen

de los horrores cometidos por aquel en contra de la población blanca:

In the course of the next few weeks, roving groups of soldiers and residents acting

under orders from Dessalines carried out mass killings of most of the French whites

who still lived in Haiti—perhaps as many as several thousand people (Dubois Haiti

pos. 646).

Sin embargo, es importante considerar lo planteado por Dubois respecto a estas matanzas,

las cuales siempre se han considerado como una venganza basada en un odio racial, es decir,

basada nada más que en el color de la piel. Dubois señala que la decisión no era una cuestión

de color, pues a ciertos grupos blancos se cuidó mucho de no tocarlos:

These killings were not, as is often said, indiscriminate massacres of all the whites

in Haiti. Indeed, white North American merchants traded in Haiti undisturbed during

this period; one of them even hosted a large dinner party attended by Haitian officers

while the massacres were under way. Dessalines also placed some French whites

whom he considered to be allies of Haiti, as well as the Polish defectors from the

French army, under his protection. (Haiti pos 651)

¿Por qué hubo esta ‘selección’? James señala un hecho bastante inquietante:

[…] en el mes de diciembre se reunió el Congreso en Gonaïves, contó con la

presencia de tres ingleses, uno de ellos Cathcart, espía. Juraron que Inglaterra

comerciaría con Santo Domingo y protegería su independencia pero sólo cuando

95

hasta el último de los blancos hubiera sido sacrificado. Desde su codicia, el deseo

de estos caníbales civilizados era introducir una cuña entre Haití y Francia que los

desvinculase por completo (314).

Kaisary ve una notoria diferencia entre la reescritura de Walcott sobre este hecho y la versión

de James, que destaca cómo Dessalines fue manipulado por los ingleses, quienes amenazan

con bloquear el comercio con tal extraña condición: “Thus, Dessalines’s massacre was for

James not an ‘example of black savagery,’ but of ‘the calculated savagery of imperialism’”

(Pos. 2712). Sin embargo James no exculpa a Dessalines, viendo en él ese deseo de venganza

que no conduciría a nada: “No era política, sino venganza, y la venganza no tiene ningún

lugar en la política. Los blancos no podían inspirar ya ningún temor, y matanzas sin sentido

y de estas proporciones degradan y animalizan a una población […]” (James 343).

En la obra, Pétion y Christophe acuerdan traicionar a Dessalines tras las matanzas, y

mandan a dos hombres para efectuar el asesinato, lo cual concuerda con los recuentos

históricos53. La elaboración de la escena en la que Dessalines es asesinado nuevamente está

cargada de la influencia de Shakespeare. Estos personajes cumplen el mismo rol que cumplen

los bufones en las tragedia del dramaturgo inglés, o como los sepultureros en Hamlet, donde

típicamente, en medio de la tragedia y entre los diálogos más elevados aparecen personajes

comunes y corrientes que incorporan el elemento cómico:

Shakespeare’s comic element functions as a safety valve forestalling the kind of

inappropriate laughter that scenes of great tension and high passion are likely to

provoke […] functioning always as thematic variation and ironic counterpoint in

relation to the tragic narrative. It may even (as in King Lear) intensify the effect of

heroic suffering (McAlindon 5-6).

Los asesinos de Dessalines parecen estar inspirados en los rufianes que Macbeth manda a

que maten a Banquo y su hijo y claramente desde aquí en adelante el modelo de Macbeth se

53 “Before the ambush was carried out, Pétion also made sure to contact Christophe, whose actions against the

French had secured him a permanent place in the pantheon of Haitian national heroes. Christophe wrote back

that the conspirators could count on him not to interfere in the assassination” (Dubois Haiti pos. 838).

96

impondrá54. La decisión de Christophe de traicionar y matar a Dessalines será equivalente a

la decisión de Macbeth de matar al rey Duncan y de ahí en adelante será permanente el

diálogo con esta tragedia. Es necesario recordar que una vez que Macbeth llega al poder tras

matar al rey, este rápidamente siente el peso de su traición y comienza a debatirse

internamente entre sus bajos impulsos de ambición desmedida y los sentimientos de culpa

que lo atormentan. Se siente débil aun en su posición de poder, pues teme que su traición sea

descubierta y que los otros nobles lo derroquen. Macbeth se siente amenazado y frente a eso

sus impulsos lo llevan a actuar con violencia y volverse un absoluto tirano. Uno de los

primeros actos de tiranía es cuando decide matar a Banquo y a su hijo, pues a pesar de haber

sido un compañero querido, lo atormenta la idea de que este lo descubra, pero por sobre todo

lo atormentan las palabras de las brujas, quienes señalaron que Banquo sería padre de reyes55,

es decir, Macbeth ve la amenaza en el hijo de su amigo, en su descendencia.

Volviendo a la escena de los asesinos de Dessalines, estos esperan en el camino para

emboscar y asesinar a su rey, y mientras esperan tienen un diálogo en el que el lenguaje

cambia totalmente, pasando de un registro elevado a uno coloquial, donde surge el humor e

incluye elementos del creol: “There are, however, a few ‘Creole’ stylistic elements, such as

French patois in the murderers scene and invocations to the gods of Haitian vodun- which

ruffle the ‘classic’ surface of the play” (Thieme 51). Estos hombres conversan sobre el acto

de matar, uno al parecer con experiencia le da consejos al otro, que no tiene experiencia; en

medio de la conversación graciosa se cuestionan su actuar como peones mandados por los

poderosos:

Second Murderer: Sorry, sir. Now, sir, what would you say are the best hints to

become a professional murderer?

54 “Macbeth: Now, If you have a station in the file, / Not i’ the worst rank of manhood, say it; / And I Will put

that business in your bosoms, / Whose execution takes your enemy off, / Grapples you to the heart and love of

us, / Who wear our health but sickly in his life, / Which in his death were perfect.

Second Murderer: I am one, my liege, / Whom the vile blows and buffets of the world / Have so incens’d that

I am reckless what / I do to spite the world.

First Murderer: And I another, / So weary with disasters, tugg’d with fortune, / That I would set my life on any

chance, / To mend it or be rid on’t” (Shakespeare Macbeth 856). 55 “Third Witch [to Banquo]: Thou shalt get kings, though thou be none” (Shakespeare Macbeth 847).

97

First Murderer: First, be a vegetarian; second, be kind to animals; third; keep in

practice. Now you see this King, this Dessalines, watch me handle him […] Keep

quiet… keep quiet, boy, we must not think…

Second Murderer: But to kill a man…

First Murderer: Ask the generals of the wars that are supposed to buy liberty and

peace; ask them why they use ordinary people, workmen, niggers, and smiling boys

with sonnets in their eyes dying like Greece on vulgar cannons; ask the man who

hired us. I am his hand, he is his conscience (52-54).

Víctor Figueroa apunta que ya en esta primera obra de la trilogía se puede apreciar en este

diálogo una crítica a los héroes, para quienes la vida de los hombres comunes es prescindible

dentro de sus grandes planes, y es esta crítica la que Walcott irá profundizando en Drums

and Colours y sobre todo en Haitian Earth.

Aquí comienza Christophe el camino hacia su destino fatídico. Tentado por el poder,

y convenciéndose de que salvará a Haití de un tirano sangriento, horrorizado por las masacres

efectuadas, decide deshacerse de él. El foco de la traición está puesto en Christophe, mientras

que Pétion permanece con un bajo perfil, lo cual luego se acentuará cuando se represente el

reinado de Christophe pues el personaje de Pétion no vuelve a aparecer en escena. Solo se

enfoca en el rey Christophe y su transformación en un tirano semejante a su antecesor, lo

cual es condensado en la obra, representando este tránsito rápidamente, en semejanza a la

vertiginosa transformación de Macbeth en un tirano despiadado.

La segunda parte de la obra comienza con el país ya dividido por la disputa del poder

entre Pétion y Christophe. Incentivado por Vastey56, su secretario, Christophe se corona rey

en el norte. El personaje de Pétion no vuelve a aparecer en escena en toda esta parte de la

obra, solo se habla de él. Esta figura ausente adquiere un valor relativamente positivo, frente

a un rey que se vuelve un tirano; las referencias que se hacen de él y cómo es su República

en el sur son mínimas, sin embargo, la imagen que logra transmitir es la de un presidente

56 Vastey fue secretario de Henri Christophe y un importante intelectual de la época. Más tarde fue nombrado

Barón por Christophe. Murió cuando las fuerzas comandadas por Boyer tomaron el control del Norte. Sobre

este interesante personaje y sus escritos ver Chris Bongie, “‘Monotonies of History’: Baron de Vastey and the

Mulatto Legend of Derek Walcott´s ‘Haitian Trilogy’”; también en Dubois, Haiti.

98

democrático, y de alguna manera la llegada de las fuerzas del sur que acabarían con el reinado

de Christophe se ven como algo esperado, como una nueva liberación de este nuevo tirano.

Respecto a este punto es necesario desarrollar dos aspectos: primero, la construcción de

imagen sobre el gobierno liderado por elites mulatas, y segundo, el nulo contexto histórico

en el cual es situado el reinado de Christophe en la obra.

Sobre el primer aspecto es fundamental referir a lo planteado por Chris Bongie sobre

la Trilogía haitiana en su artículo “‘Monotonies of History’: Baron de Vastey and the

Mulatto Legend of Derek Walcott´s ‘Haitian Trilogy’”. Bongie plantea que las obras de

Walcott despliegan una visión de la historia de Haití como una trágica repetición. La visión

histórica de Walcott, según plantea Bongie, es continuadora de lo que el historiador David

Nicholls llamó la “leyenda mulata”:

[…] a mid-nineteenth-century representational strategy through which Haiti's

revolutionary past was used “as a weapon in the controversies of the present,” as a

way of explaining and justifying “the predominant position enjoyed by the mulatto

elite” in Haiti (74-75).

Recordemos que tras la muerte de Christophe Haití se unió nuevamente bajo el gobierno de

Jean-Pierre Boyer, un mulato del sur, sucesor de Pétion. De ahí en adelante, durante el siglo

XIX, quienes se mantuvieron en el poder fueron las elites mulatas, con muy pocas

excepciones. Los mulatos se afianzaron en el poder, mientras que los líderes políticos negros

fueron quedando de lado bajo la sombra de líderes como Dessalines y Christophe sobre los

cuales se acentuó una cierta imagen ideológicamente cargada:

According to this legend, in Nicholls's words, ‘Dessalines is portrayed as despotic,

barbarous and ignorant; Christophe was also despotic and prejudiced against the

coloureds. Pétion, on the other hand, was everything that is virtuous: liberal,

humane, democratic, mild, civilised, honest, as was Boyer, his lineal successor’

(92)57.

57 Bongie señala que en general se ha tendido a poner énfasis en el conflicto como una cuestión racial, lo cual

él desestima, siguiendo a Nicholls quien argumenta que la lucha no era causada por las diferencias de color, ni

una lucha entre clases económicas, sino simplemente la lucha entre dos facciones de la misma clase social (97).

99

En la obra de Walcott, Pétion vive al momento de la muerte de Christophe y está al mando

de las tropas que están por llegar hasta su reino, lo cual es una libertad ficcional que se toma

el autor, pues Pétion muere antes que Christophe producto de la fiebre amarilla en el año

1818, tomando su lugar Boyer. Pétion aparece en la obra, entonces, como un posible

restaurador del orden y la razón, ya que acabará con la tiranía de una monarquía representada

como absurda. En este sentido, es evidente, tanto en esta obra, como en las que le siguen, que

la perspectiva del dramaturgo es bastante más condescendiente respecto al líder mulato

Pétion, aunque no deje de estar bajo un aura de pesimismo general.

Walcott enfatiza el camino hacia la tiranía de Dessalines y su sucesor, destaca ciertos

sucesos históricos mientras que omite otros. Tal como han apuntado varios críticos, entre

ellos Kaisary, Breslin, Bongie, es bastante relevante lo que Walcott decide dejar fuera de la

obra, y esto se vincula directamente con el segundo aspecto señalado más arriba, el contexto

histórico que el autor decide omitir. En Henri Christophe, es todo el contexto internacional,

es decir: la reacción del resto de las potencias mundiales frente a la declaración de

Independencia de Haití; la postura de Francia frente a la pérdida de su colonia y sus intentos

por recuperarla; cómo se establecen sus relaciones internacionales de comercio y economía,

etc. La amenaza extranjera prácticamente no es representada ni referida en escena, como

señalé anteriormente; la obra comienza con la muerte de Toussaint, pero se da a entender que

ya han expulsado a los ejércitos franceses. Walcott se instala inmediatamente en los

momentos posteriores a la independencia al mando de Dessalines.

No hay una sola alusión a la evidente precariedad en la cual se estaba construyendo

esta Nación, solo algunas menciones a que el país está arruinado por los doce años de guerra;

sin embargo, la presencia de los blancos o los actos realizados por las fuerzas coloniales no

son incorporados. Tampoco se menciona el hecho de que Francia no reconoció su

independencia hasta el año 1825, luego del trato en que Haití se comprometía a pagar una

cuantiosa indemnización, y que además se encargó de que el resto de los países,

principalmente Inglaterra y Estados Unidos, tampoco la reconocieran. Los ex dueños de

plantaciones no cesaban de exigir reparación a sus pérdidas y en el año 1814, Francia planea

seriamente recuperar la Colonia e imponer nuevamente el viejo orden y reinstaurar la

100

esclavitud58. En uno de estos intentos el gobierno francés envió representantes a negociar con

Pétion y Christophe. La delegación enviada a Pétion le pedía que retornara a Haití al control

francés, a lo que este último se negó totalmente, pero sin embargo surge la idea de una

indemnización como contrapropuesta: “What if the Haitian state paid an indemnity to France,

Pétion asked, which they could use to pay damages to former French planters? Having won

its independence through revolt, Haiti could effectively now buy recognition of that

independence once and for all” (Dubois Haiti pos 1238). Cuando el enviado de Francia,

Agostino Franco de Medina, se presentó frente a Christophe, este mandó inspeccionar sus

pertenencias encontrando cartas donde el gobierno francés señala la intención de recuperar

la colonia y restaurar la esclavitud, ante lo cual fue encarcelado y luego ejecutado:

The king found these so shocking, in both tone and content, that he ordered Medina

executed. To justify the act, he published the papers that Medina had carried—a

move that effectively embarrassed not only the French but also Pétion for having

been willing to deal with them. As Medina’s documents made clear, Malouet

envisioned bringing not only colonialism back to Haiti, but also slavery, or

something close to” (Dubois Haiti pos. 1248).

Cabe señalar las grandes diferencias políticas en estos asuntos entre ambos gobiernos,

donde Pétion se mostró mucho más abierto y condescendiente al negociar con Francia,

mientras Christophe tenía una postura mucho más radical y consideraba la actitud de su

contrincante como un acto de debilidad que ponía en serio riesgo la soberanía de Haití. Fue

Pétion quien abrió la posibilidad de pagar una indemnización a Francia, negociación que

finalmente concretó su sucesor Boyer y que trajo enormes repercusiones al país,

consecuencias que arrastró por décadas y que sumadas a otros factores llevaron al país al

desastre económico. Me parece importante señalar aquí que, si bien bajo ningún punto de

vista se puede considerar el pago de la indemnización a Francia como el único origen de la

situación actual de Haití, y que ello es una conjunción de complejos factores, es innegable el

tremendo golpe que esto significó a la economía de un país que ya se forjaba desde las

cenizas. Cuando Boyer aceptó el trato con el gobierno de francés en 1825, aceptó también

58 “The years 1814-15 saw a number of French attempts at negotiating their way back into a position of power

in the former Saint-Domingue. Whereas Pétion's Republic initially was open to the possibility of a return to

French rule, Christophe rejected this out of hand” (Bongie 82).

101

endeudarse pidiendo un préstamo en un banco de Francia: “With the indemnity, Haiti

suddenly became a debtor nation, an unlucky pioneer of the woes of postcolonial economic

dependence” (Dubois Haiti pos. 1621). Este asunto es ampliamente aceptado por

historiadores y especialistas en el tema de Haití, sin embargo, hay quienes niegan la

importancia y las consecuencias de este hecho, como lo plantea Philippe Girard en su libro

Paradise Lost: Haiti's Tumultuous Journey from Pearl of the Caribbean to Third World

Hotspot, donde se refiere a este asunto como una excusa que han usado los políticos para

justificar el fracaso de la nación. Entre otras cosas dice que tal argumento es falso ya que

finalmente no se pagó la indemnización: “The argument is disingenuous. Haiti never paid the

indemnity. The sum was reduced to sixty millions francs in 1838 (payable over thirty years),

and even these payments were made haphazardly, stopping altogether in 1852” (67). Más

allá de las consideraciones éticas sobre el hecho de que Haití debiera pagar una

indemnización59 por su independencia, y por supuesto sobre el hecho mismo de que Francia

la cobrara, no concuerdo con lo señalado por Girard no solo respecto a este asunto, sino en

general estoy en desacuerdo con su postura frente a la situación de Haití. Girard mantiene

una posición bastante condescendiente respecto al papel de las potencias extranjeras en el

país, desmintiendo o minorizando los efectos negativos de la dominación colonial: “Haitian

politicians frequently use theories on the colonial legacy as an excuse to justify their own

inability to implement development policies” (Girard 9).

Volviendo nuevamente al contexto histórico omitido por Walcott en Henri Christophe,

es interesante comparar la elaboración del tema que realiza Césaire en su Tragedia del rey

Christophe, quien al igual que Walcott opta por la idea de representar esta historia a través

de un desarrollo trágico; sin embargo, se pueden apreciar notables diferencias en la

construcción del personaje y la reelaboración de los hechos. A pesar de mostrar a Christophe

como un héroe que cae en la tragedia producto de sus propios excesos, Césaire no abandona

59 Henri Christophe se negó radicalmente al pago de cualquier indemnización pues tal como señala el sociólogo

haitiano Casimir, esto iba totalmente en contra de las bases ideológicas de la Revolución: “Hasta hoy pesa sobre

los hombros del país la aceptación del negro como trabajador colonial, en contra de la filosofía de las luchas

revolucionarias que se desarrollan de 1790 a 1804. El reconocimiento de la deuda de la Independencia es no

sólo un reconocimiento del derecho de Francia sobre Saint-Domingue y sus esclavos, sino ante todo un

reconocimiento de la inferioridad del negro y de su deber de servir a los “blancos” y a los más “blancos” de piel

o de espíritu” (183-184).

102

el contexto histórico, y el enfrentamiento entre ambos gobiernos es presentado en términos

menos maniqueos que en Walcott, con ciertos matices. La obra comienza con un prólogo que

parte con una pelea de gallos, que representa la pelea de ambos líderes haitianos, luego

aparece la figura del Presentador-Comentarista, quien introduce al público en el tema de la

obra, en un estilo brechtiano. Relata brevemente el contexto de la Revolución, la caída de

Toussaint y la de Dessalines, y el estado de las cosas al iniciar el drama, pero también, a

través de la ironía y el humor, deja ver una distancia crítica frente a ello:

El Presentador-Comentarista: Así pues, a la muerte del primer jefe del Estado

haitiano, Dessalines, Dessalines ‘el fundador’, todos los ojos se volvieron

espontáneamente a Christophe, Christophe el epígono. Fue nombrado presidente de

la República. Pero Christophe, como antes dije, era cocinero, es decir, un hábil

político. Y en calidad de cocinero, le pareció que el platillo le faltaba un poco de

picante, que el cargo que le ofrecían era carne desabrida (La tragedia 223).

El primer acto parte con la discusión entre Pétion y Christophe respecto al cargo otorgado a

este último, que Christophe se niega a aceptar:

Christophe: […] En efecto, el cargo me corresponde. Pero lo que la ley fundamental

de la República me otorga, una ley votada en condiciones de dudosa legalidad me

lo retira […] Sí, sí señores míos, ¡ya sé que en su Constitución, Christophe no sería

más que un monigote de ébano […] (La tragedia 225).

Ante lo cual Pétion señala que las modificaciones que el Senado hizo a la Constitución se

deben a un acto para evitar por sobre todo la tiranía luego de haber sufrido a Dessalines. Más

adelante se hacen varias alusiones a lo largo de la obra a las diferencias políticas entre

Christophe y Pétion, como por ejemplo en las negociaciones con Francia:

Segundo Ciudadano: ¡Bien dicho! Un hombre, eso sí, y con los pantalones bien

puestos ese Christophe. ¡No como el culero de Pétion! Dicen que para que lo

reconozca el rey de Francia, ¡ofrece pagar una indemnización a los antiguos

colonizadores! ¡Un Negro ofreciendo una indemnización a quienes los Negros

tuvieron el atrevimiento de arrancar el privilegio de poseer Negros! (La tragedia

230).

103

Césaire también elabora el episodio recién señalado del envío de Medina a negociar y la

reacción de Christophe. Así se puede apreciar que los conflictos del rey de Haití no son meras

paranoias basadas en la nada. Por otro lado, se van mostrando progresivamente los excesos

en los cuales cae Henri, en sus grandiosas construcciones y las leyes laborales cada vez más

duras. Esto el rey lo elaboró en un Código llamado “Código Henri”, el cual es directamente

aludido en la obra en varias ocasiones. La forma en la que se muestran estos excesos, al igual

como se muestra a la corte de manera farsesca, pues la obra de Césaire desde el comienzo en

el discurso acotacional anuncia el tono de farsa pero que por debajo de él aparecerá la

tragedia: “Todo el primer acto es tono bufonesco y paródico, donde lo serio y lo trágico de

pronto relampaguean” (La tragedia 225). En medio de una corte de farsa, el creciente carácter

déspota de Christophe se va volviendo patético, sin embargo, permite esos destellos de

seriedad que le dan el carácter trágico, muy distinto al de Walcott. Lo que realiza Césaire es

una farsa amarga, porque en ella también hay verdad, pero es una farsa, no es una

representación maniquea, que es la base de la perspectiva que propone Walcott y por ello es

posible esa cercanía con una tragedia como Macbeth. El héroe trágico de Césaire cae

producto de un error involuntario, error que comete buscando precisamente lo contrario60.

Aquí Christophe busca por sobre todo la libertad, defender a Haití y su soberanía, busca hacer

grande y rica a Haití, pero fracasa convirtiéndose en lo que rechazaba, se vuelve déspota y

se obsesiona con la grandeza de su reino a costa del sufrimiento de su pueblo. El héroe de

Walcott es pura soberbia y sus actos son excesos que nacen de esa pulsión.

Césaire, más allá del tono farsesco de varias escenas, incluye varios otros aspectos

que permiten a lo menos una visión más amplia y no menos crítica. Si bien la corte de

Christophe ocupa un lugar central, la república de Pétion está presente y de esta manera

Césaire apunta sin ambigüedades que ambos gobiernos caen casi en los mismos errores, solo

que la forma cambia:

Líder de la oposición: […] hay una cosa de la que estoy seguro, de la que estamos

todos seguros: la monarquía de Christophe es una caricatura. Pero me pregunto si

aquí estamos mejor y si nuestra República no es también una caricatura de República

y nuestro Parlamento, una caricatura de Parlamento […] (244)

60 En términos aristotélicos de la Poética, esto sería lo que él llama Hamartía, un error involuntario.

104

Metellus: [En el campo de batalla en la guerra civil]

¡Christophe! ¡Pétion!

Condeno por igual a las dos tiranías

la de la bestia

la del altanero escéptico

¡Ya no se sabe de qué lado quedó la maldad! (241-242)

Walcott, al omitir el contexto en que se desarrollaron los gobiernos de Dessalines y

Christophe, los despoja de motivos y razones que explicarían varias de sus acciones, y esto

no significa justificar o concordar con todas ellas. Al mostrar ciertas actitudes fuera de

contexto, ambos parecen actuar inmotivadamente, respondiendo nada más que a su ambición

y a caprichos antojadizos, o en el caso de Dessalines producto de su ‘salvajismo’ y violencia

innata. Lo que realza en Christophe es su autodestrucción al convertirse en un tirano, que

subyugó a su propio pueblo, enviciado por el poder y obsesionado con la grandeza. La

construcción de su palacio y un enorme e indestructible fuerte, La Citadelle Laferrière, para

la defensa de Haití, son representados como una locura sin sentido. Así va construyendo la

imagen de este gobierno, con un marcado contraste frente a un gobierno democrático. Pero

poco se señala de cómo se constituyó la presidencia de Pétion, ni tampoco se hace alusión a

las diferencias políticas entre ambos, tanto las internas como sus diferentes posturas en

política internacional y sobre cómo defender la soberanía ganada, lo cual era un asunto

central. Al morir Dessalines el sucesor evidente era Henri Christophe, a quien se le ofrece la

presidencia de la república, la cual tendría ahora por capital Puerto Príncipe, cargo que en

principio acepta, sin embargo, una serie de condiciones respecto al modo de gobierno que se

daría lo motivan a separarse y establecer su gobierno en el norte. Principalmente, no estaba

de acuerdo con el papel que le tocaba seguir como presidente, ya que estaría nominalmente

a la cabeza del país pero con una serie de limitaciones que le quitaban el poder, que quedaba

en manos del Senado61. En la obra hay una pequeña alusión a sus razones, pero la idea que

se sostiene es la ambición Christophe:

61 Sobre cómo se da la elección de Christophe como presidente y la posterior división del país ver Laurent

Dubois, Haiti: The Aftershocks of History.

105

Brelle: I see, Henri would prefer us to think

This fight for the presidency against Pétion

Necessary for us to get on;

But not poison is a necessary drink.

But Monsieur Vastey must think differently.

Vastey: Of course, ingratitude.

Who would be President on Pétion’s terms?

He had framed the Senate to a stronger constitutions;

The President would have been the figurehead of an institution

He could not control, no more than I can storms. (59)

Pétion asumió como presidente de Haití el 10 de marzo de 1807, y al poco tiempo intentó

que el Senado renunciara a varios de sus poderes, pero algunos senadores se opusieron. Los

que apoyaban a Pétion presionaron para que el gobierno estuviese enteramente en manos del

presidente:

The president was the only one who could propose a new law, and the Senate was

formed exclusively from candidates nominated by the president. In turn, the

president was selected by the Senate; once chosen, he was to occupy the position

for life, and he had the right to nominate his successor. (Dubois, Haiti Pos.941)

En estas circunstancias la democracia esgrimida por el gobierno del sur no es tan distinta al

criticado gobierno de Christophe. Boyer, quien gobernó el país desde 1818 hasta 1843,

continuó la política poco democrática establecida por Pétion e incluso la profundizó.

106

Henri Christophe: un Macbeth negro.

Walcott pone en escena la caída de los tres principales líderes de la Revolución

Haitiana. La obra parte con la caída de Toussaint, que si bien no es representada directamente

en escena, es un hecho central y determinante para la acción que continúa. Toussaint

Louverture, el líder indiscutible de la Revolución, pero que cae antes del triunfo final, la

independencia, suscitó gran admiración en el resto del mundo, y es quizás quien pasó a la

historia como uno de los más queridos y respetados padres de la patria. De todos los

protagonistas de esta gesta, es hacia quien Walcott guarda más simpatía, lo cual se aprecia

en cada una de las obras de la trilogía. En Henri Christophe la pérdida de Louverture es

lamentada por el pueblo, y se muestra que ha dejado un vacío y pareciera que con él se pierde

el rumbo y la razón. Inmediatamente aparece Dessalines esperando ansioso la muerte de su

compañero para poder ocupar su lugar. Ansioso de poder, sediento de venganza, un tirano

lunático que espanta a todos, incluidos sus generales más cercanos, entre ellos Christophe.

Entonces presenciamos su caída. Finalmente asistimos a la caída de Christophe, el héroe

trágico de esta obra. El personaje de Dessalines no es un héroe trágico, es simplemente un

villano. En cambio el personaje de Christophe está construido como tal. En un principio

vemos sus buenas intenciones, su horror ante los actos perpetrados por Dessalines, su rechazo

a la tiranía. Sin embargo, es tentado por el poder, cual Macbeth frente a las brujas que le

“revelan” su destino; de la misma forma Christophe se siente llamado a tomar el poder, y

también tiene dudas al perpetuar la traición que terminaría con la vida de Dessalines. Pero a

pesar de las dudas internas actúa, y de ahí en adelante se precipita en una serie de conflictos

internos y de actos nefastos que solo van extremando sus errores hasta su definitiva caída.

Pero la fatalidad en esta obra no tiene solo que ver con el héroe, con el carácter del

personaje, sino más bien con una configuración de mundo, de fuerzas poderosas que se

imponen como un destino ineludible, con un mundo corrupto que lleva a la trágica repetición

de las mismas atrocidades. Es decir, los héroes de la Revolución luchan contra un destino

que se impone, pues una vez liberados de sus opresores y una vez en el poder vuelven a

perpetrar el mismo esquema de tiranía, llevados ahora por sus propias acciones nacidas de

impulsos imposibles de refrenar. Así aparecen representados como continuadores de las

107

mismas maldades que el régimen colonial, la “corrupción de esclavos que se transforman en

tiranos” (“La voz…” 24). Y este destino es, al igual que en las tragedias de Shakespeare,

consecuencia de los propios actos llevados a cabo por los hombres. La clave sería la

corruptibilidad.

Mi planteamiento es que solo se puede lograr crear un Macbeth negro, con las

características trágicas antes señaladas, despojando a los líderes haitianos representados en

la obra del contexto histórico que explica sus acciones. Macbeth no luchaba contra un imperio

o contra un sistema político, de hecho, era uno de los hombres más queridos del rey y él lo

quiere como a un segundo padre; su conflicto es interno, es contra sus propios fantasmas,

pues son sus propios deseos irrefrenables de ambición del poder, sumados a la sugerencia de

que puede poseerlo gracias a los dichos de las brujas, más la perversa manipulación de Lady

Macbeth, que lo llevan a traicionar al rey y asesinarlo bajo su propio techo. Christophe actúa

llevado por muchos otros motivos. Kaisary señala respecto a la conformación de los

personajes de Dessalines y Christophe:

[…] their representations are taken out of their macrohistorical context in order to

make the new oppression of their regimes seem as cruel and as contrary to human

rights as the governance of the colonists had been. Instead of providing historical

context, Walcott evokes the internal lives of the characters to find explanation for

their recourse to the same old injustices (Pos. 2607).

De manera que Walcott construye su personaje descontextualizándolo y, a mi modo de ver,

dejando algunos aspectos, como el resentimiento y la ambición, como detonadores de su

acción.

Christophe, luego de sus conversaciones con Pétion, toma la decisión de traicionar a

Dessalines, aunque justifica su actuar en la necesidad de terminar con esa locura de gobierno,

la corrupción va apareciendo en su pensamiento, la ambición comienza a manifestarse

rápidamente:

Christophe: I cannot kill my friend.

But this King is not my friend; our ambitions rub,

They want to sit on an only throne (47)

108

Al ser proclamado rey, en la obra de Walcott, el camino hacia la caída es vertiginosa,

al igual que en Macbeth, una vez cometida la traición, un crimen lleva a otro crimen. Se

desencadena la ambición y rápidamente impondrá su voluntad a cualquier costo:

Christophe: […] I will build a fort

Made out of stone, as befits a soldier,

Magnificent in marble, a king’s comfort.

So high, so bleak […] (72)

[…] This epilogue of Eden, a prosperous Haiti,

My kingdom where I, a king, rule.

Mine, mine, Vastey! Once a slave […] (74)

La construcción del reino, de este modo, es representada como un capricho, haciendo sobre

todo alusión a la construcción del fuerte Laferrière. Dicha construcción ha sido bastante

cuestionada por los historiadores y causa bastante controversia, ya que se sabe que para su

construcción se necesitó, por una parte, gran cantidad de recursos, y por otra, largas jornadas

de trabajo extenuante, el cual fue impuesto a los campesinos como un deber. Se piensa que

prácticamente fue un trabajo forzado, donde se volvió a esclavizar a la población. Esto va de

la mano con políticas y leyes laborales bastante estrictas que tenían por finalidad recuperar

el sistema de plantación y duros y severos castigos a la población.

En la obra, Christophe comienza a verse acorralado por la sublevación en su reino y

por el peligro de Pétion en el sur. No es un error involuntario lo que lleva a Christophe a su

fatal destino, sino que es su soberbia, sus excesos, su arrogancia, su sensación de ser

invencible62, su insolencia:

62 Macbeth, luego de ir nuevamente donde las brujas, cree que jamás será vencido, pues en esta visita le es

revelado que no sería vencido por ningún hombre nacido de mujer, ni hasta que el bosque de Bírnam suba hacia

él. Macbeth interpreta estos vaticinios literalmente y por ende cree que ello es imposible, pero como siempre

los vaticinios son oscuros y tramposos, y Macbeth los interpreta según su voluntad.

109

The failure of Christophe’s kingship, which is caused by his hubris, megalomania,

and corruption, is the fundamental driving force to the play’s tragic end. Because he

is unable to balance the forces of “darkness” and “light” that combine in his

personality and ultimately tear him apart, Christophe’s regime condemns the legacy

of the Haitian Revolution to failure and his obsession with the construction of his

Citadel becomes the most important symbol of his failure [...] (Kaisary Pos. 2753).

Christophe acorralado, al igual que Macbeth, atrincherado en su indestructible

fortaleza, comienza a desconfiar de todo, y fácilmente cae en una intriga realizada por Vastey

contra Brelle, y creyéndose traicionado lo asesina. En la escena del asesinato la imagen que

aparece es la de un reino construido con sangre, y Brelle antes de morir le ruega que detenga

esta cadena de violencia:

You drive the peasants without mercy. Do you consider mercy?

[…] God, what a waste of blood, these cathedrals, castles, built;

Bones in the masonry, skulls in the architraves,

Tired masons falling from the chilly turrets.

Henri, you must stop. [86]

Figueroa observa que la caída de Christophe, al igual que en las tragedias clásicas, es

provocada por demonios internos que casi siempre están relacionados con sus propias

virtudes heroicas: “What makes Christophe (and Haiti) truly tragic is that their tragedies are

not those of defeat (which would be merely sad), but rather brought about by the very

qualities and conditions that made their success possible” (136). Esto lo plantea Figueroa

citando un parlamento de la escena final: antes de que Christophe se dispare, Vastey le dice

“We are finished, Majesty, /We were a tragedy of success” (103). Me parece central el punto

sobre el cual llama la atención Figueroa, ya que en las tragedias de Shakespeare, sobre todo

en Macbeth, es un aspecto de gran relevancia el que sean sus propias características, las

mismas que lo hacen triunfar, que lo hacen excepcional, las que provocan su autodestrucción.

Así lo expresa Bradley sobre los héroes de Shakespeare: “And why is it that a man's virtues

help to destroy him, and that his weakness or defect is so intertwined with everything that is

admirable in him that we can hardly separate them even in imagination?” (21; el subrayado

es mío). En este sentido Walcott capta un profundo carácter trágico en los líderes de la

110

Revolución, pues es difícil no pensar en que son en parte sus cualidades especiales, su

excepcional grandeza (tanto de sus caracteres como de sus acciones) fuente de sus desgracias.

La diferencia a mi modo de ver es que en su caso no podemos olvidar el contexto histórico y

las fuerzas políticas. McAllen señala respecto a la tragedia de Shakespeare:

The causes of suffering in Shakespeare’s tragedies are diffuse and seem to involve

large abstract forces as well as human error, weakness, and malice. His characters

frequently invoke fortune in such a way as to grant her the status of a mysterious

supernatural being with a cruelly unpredictable personality. In addition, his plots are

sometimes informed by a principle of ironic circularity which seems to testify to the

presence of the capricious goddess and her famous wheel […] Shakespeare usually

intimates that the changes which are imputed to treacherous fortune are of human

origin, and more precisely that her inconstancy corresponds with that of mutable

human nature (16)

Claramente Walcott da mucha preponderancia al carácter de los héroes de la Revolución, en

el sentido que he ido desarrollando, como fuente principal de sus desgracias y podríamos ver

al igual que en Shakespeare que la idea de destino (fate) también está incorporada pero

íntimamente ligada al carácter y sus acciones. Sin embargo, lo que a mi modo de ver falla en

la obra de Walcott al pensarla como una reescritura de un hecho histórico, es que resulta

irónico pensar en fuerzas abstractas cuando la realidad histórica es demasiado fuerte y cruda

como para obviarla. Lo que sostengo es que para establecer un modelo intertextual con

Macbeth, Walcott necesita omitir todo el contexto histórico que ‘explica’ el actuar de sus

personajes.

Me parece muy relevante considerar lo señalado por Figueroa a la hora de pensar en

las paradojas de la Revolución Haitiana. Porque la mayor parte de las obras que toman este

tema no representan la Revolución misma, ni el triunfo de la independencia; lo que

principalmente se representa son los gobiernos posteriores, de Dessalines y Christophe.

Excepto la obra de James, Toussaint Louverture, y Glissant en Monsieur Toussaint, las otras

obras tratan del posterior fracaso, y es la tragedia del éxito lo que lleva una y otra vez a

preguntarnos cómo pudo terminar así.

111

3.2 Drums and Colours: autoconciencia teatral e histórica.

Drums and Colours fue escrita casi diez años después de Henri Christophe63, y su

creación tiene un carácter diferente, en la medida que durante estos años se ha vuelto concreta

la posibilidad de independencia, y esto se expresa en la obra en una visión bastante más

esperanzadora sobre el destino del Caribe, que también se relaciona con una maduración de

Walcott como artista. Esta obra responde en gran medida a la ocasión para la que fue

encargada y lleva en ella el espíritu que inspira la formación de la West Indies Federation;

los anhelos de independencia del Caribe y la formación de estados nacionales. La

conformación de esta Federación en 1958 estaba en el marco del proceso de descolonización,

y su idea era que fuese un camino hacia la total independencia de Gran Bretaña. La

Federación reunía a un conjunto de islas de la colonia británica, como Trinidad y Tobago,

Jamaica, Barbados, Santa Lucía, Dominica, etc. Este proyecto no tuvo larga vida pues

terminó en 1962 y, finalmente el proceso de independencia para la mayoría de las islas que

eran parte de la colonia británica se produjo en distintos momentos: Jamaica y Trinidad y

Tobago en 1962, Barbados en 1966, Santa Lucía en 1979, Antigua y Barbuda en 1981, etc.

Claramente, la obra está en directa relación con el contexto inmediato, mostrando una visión

de conjunto más allá de los nacionalismos individuales, en sintonía con el proyecto político

de la Federación, tal como señala Chris Bongie:

Drums and Colours is even more directly linked to the energies of decolonization,

since it was –to quote its original subtitle- ‘an epic drama commissioned for the first

federal parliament of the West Indies, April 23rd 1958’. Written in celebration of

the opening of the West Indian Federation, the play as we read it now is necessarily

haunted by the political hopes and dreams that surrounded its original performance

(70-71).

Walcott se propone representar en Drums and Colours la historia del Caribe en su

conjunto, tomando varios momentos y personajes relevantes a lo largo del tiempo. Estos

63 Luego escribió The Sea at Dauphin (1954) y Ti-Jean and His Brothers (1958).

112

distintos episodios van formando un entramado que permite visualizar la conformación

histórica, cultural y racial del Caribe, desplegando todos los distintos elementos que se

reúnen, mezclan y rechazan, pero de lo cual finalmente surge la cultura caribeña. Es relevante

que Walcott incorpore en la obra sucesos históricos que no solo corresponden al Caribe

anglófono, sino que incluye a otras islas que no forman parte de la Federación, cambio que

destaca Paula Burnett:

[…] Walcott declined the narrow political definition of the region and its history

(always geographically absurd) by including the Spanish and French empires as

well. This play has an obviously epic scope (in the conventional sense), broader than

that of Henri Christophe, its approach to history not nostalgic but representing the

past for the sake of the future (Derek Walcott 224).

Walcott plantea entonces una mirada de conjunto a la región completa, pero situando a la

Revolución Haitiana como un hito central político e histórico para el resto del Caribe. Me

parece que en esta obra la Revolución Haitiana figura como un núcleo convocante de la

historia del Caribe, lo cual me permite reforzar la idea de que la Revolución Haitiana funciona

como metáfora que conecta con todo el Caribe. Esta adquiere simbolismo en Drums and

Colours, puesto que la obra celebra el nacimiento de una nación caribeña y establece el

vínculo con la historia de Haití por ser la primera nación independiente del Caribe, hecho

que destaca Dush: “We could also, somehow, try to look beyond the present back to the ideals

of those C. L. R. James called ‘the first West Indians.’ Haiti is the Caribbean’s and the

hemisphere’s place of memory and origin, and Toussaint arguably the only regional hero”

(“The Theater of Haitian Revolution” 22).

Como vemos, Walcott estaba apelando a una idea pan caribeñista, más que a un

nacionalismo particular de cada una de las islas. Tal como señala Paul Breslin en su artículo

“The First Epic of the New World”, en Drums and Colours se trata de un nacionalismo donde

comunidades locales fragmentadas se unen en un Estado Nación y entran en la historia

universal de la humanidad, opuesto al micro-nacionalismo que finalmente, como sabemos,

fue el destino del caribe anglófono después de la disolución de la Federación (238). Se

muestra una historia de la región, marcada por varios hitos, tales como la conquista y

colonización por parte de varias potencias europeas, la extinción casi absoluta de la población

113

indígena, la implantación del sistema de la plantación y con ello la llegada de miles y miles

de esclavos africanos, la llegada de mano de obra casi esclava (indentured labor) desde India,

China y otros lugares de Asia, luego del fin de la esclavitud. Pero por sobre todo podemos

ver un común denominador que es la historia de violencia ejercida por un sistema de

dominación colonial y esclavista.

Por otra parte, se destaca la inmensa diversidad de las islas caribeñas como producto

de su misma historia. Walcott pone un gran acento en la gran cantidad de culturas que se han

reunido a través de la historia, donde cada una ha ido dejando un legado cultural, es decir

recalca la idea de unidad en la diversidad. Esto lo podemos apreciar desde un comienzo en

el origen racial de los participantes de la banda liderada por Mano, como también en la

variedad de personajes que aparecen en escena, esclavos negros, mestizos, mulatos,

conquistadores españoles, ingleses, franceses, descendientes de chinos e indios, etc. Breslin

señala al respecto:

Federalist ideology, as expounded by such leaders as Norman Manley and Eric

Williams, argued that the West Indies would show the world that people from many

races and many nations could harmoniously combine; it drew on Enlightenment

universalism for its rhetoric. Manly, at the 1947 Caribbean Labour Conference,

hoped that ‘we, with our many strands, from Africa, from India, from China, from

assorted variety of European territories -we are capable of welding the power of that

diversity into a united nation’ (“The First Epic” 238).

Me parece evidente la posición política de Walcott durante estos años, su compromiso

con un proyecto de liberación y de formación de una nación que integra varias islas, tal como

plantea Bruce King:

Drums and Colours might be regarded as a nationalist work. It provides a ‘usable’

past, or history, in an epic manner, about the various ‘races’ and nationalities that

had been at the forefront of Caribbean politics. Colins Laird described it as a

‘symbol… a culmination of the political ambitions of the West Indian as

exemplified in the Federation’ (King 21)

114

No es casual que en varios momentos se hable literalmente del concepto de nación.

Los personajes señalan que representarán el “nacimiento de la nación”, pues detrás está la fe

en un proyecto integrador en el camino a la autodeterminación.

Es tremendamente simbólico que el “nacimiento” de este proyecto se celebre con una

obra que mira el pasado y los orígenes del pueblo caribeño. La obra no pretende simplemente

mirar el pasado, sino apropiarse de este alejándose de la visión europea y colonialista de esta

historia. No se presentará una repetición de un discurso histórico enunciado por el poder

colonial. Esta narrativa será problematizada desde distintas perspectivas y será re-escrita por

los propios protagonistas, como una forma de resistencia frente al dominio no solo político,

sino también cultural. Desde este punto de vista, esta obra responde a lo que se ha señalado

anteriormente respecto al drama poscolonial, en la medida que, tal como señala Alan Lawson,

el poscolonialismo,

[…] is a ‘politically motivated historical-analytical movement [which] engages

with, resists, and seeks to dismantle the effects of colonialism in the material,

historical, cultural-political, pedagogical, discursive, and textual domains’ (cit. en

Gilbert y Tompkins 2).

Como vemos, la idea de una representación histórica en la obra, no es la de meramente

poner en escena una guion preestablecido por la historiografía oficial, repetir gestos y

palabras asignadas por ese gran discurso histórico, sino que busca re-presentarla, volver a

escenificarla con un guion reescrito por sus propios protagonistas y simbólicamente

“actuado” por ellos mismos a través de la estrategia metateatral: el teatro dentro del teatro.

Esto es fundamental en Drums and Colours, ya que en ella los episodios históricos están

enmarcados en la celebración del Carnaval donde sus participantes recrean estos sucesos.

Joanne Tompkins señala respecto a la función del metateatro en el drama poscolonial:

If metatheatre “re-uses” or “re-cycles” theatre, then in the post-colonial context it

should be possible to see metatheatre as a strategy of resistance. While theatre

generally replays the present or the past to celebrate it, remember it, or decipher it,

metatheater in post colonial plays is often a self-conscious method of re-negotiating,

re-working -not just re-playing- the past and the present (“Spectacular

Resistance”42).

115

De esta manera, me parece que la historia oficial funciona aquí como un texto

dramático que un grupo de actores reelabora críticamente, poniendo en escena un nuevo texto

en una performance absolutamente autoconsciente. Esta re-presentación tiene como fin la

autoafirmación de una comunidad caribeña y ser la expresión de una nación independiente,

dueña absoluta de su pasado y por tanto de su futuro como actores activos en su propia

dramaturgia. Las manifestaciones metateatrales que apuntan a la reflexión del problema

histórico a su vez exponen y reflexionan sobre el quehacer dramático del Caribe, sobre sus

propias expresiones teatrales, al incorporar un elemento propio como el Carnaval64. Estos

dos aspectos y el diálogo que mantienen en la obra me parecen fundamentales para la visión

crítica que esta plantea: por una parte la apropiación de la narrativa histórica y por otra la

autoconciencia teatral. Mi propuesta es que la puesta en escena de ambos aspectos está

planteando la pregunta de cómo re-escribir y re-presentar la propia historia a través de un

lenguaje estético y teatral que se afirma como propio y no como una mera imitación o mímica

de las formas narrativas y teatrales heredadas, o más bien, impuestas por las colonias

europeas. Es necesario recordar que Walcott es enteramente consciente de su rol como

dramaturgo, como director, en fin, como hombre de teatro en las Antillas; en palabras del

mismo Walcott: “Cuando uno empezó hace veinte años, partía de la convicción de estar

creando no sólo una obra teatral sino un teatro, y no sólo un teatro sino su entorno” (“La voz”

17). He señalado, en el capítulo anterior, la búsqueda del autor por encontrar un lenguaje

propio, una estética propia, y cómo fue su experimentación en su primera obra de teatro,

Henri Christophe. En ella Walcott toma un modelo europeo, pero lo subvierte al incorporar

temas totalmente propios. Sin embargo, como se puede apreciar en esa primera obra, aún se

debía estéticamente a su admiración por el modelo inglés dado por los dramaturgos

isabelinos. En Drums and Colours, escrita diez años después de su primera obra, Walcott fue

evolucionando en esa búsqueda, y la forma de este drama difiere mucho del primero65. Aquí

destaca la incorporación de formas teatrales propias de la cultura caribeña, elementos de la

cultura popular y de raíces africanas, y la incorporación del creol (lo que ya había comenzado

64 El Carnaval desarrollado en el Caribe, particularmente en Trinidad y Tobago. 65 “The play’s dynamic opening, making use of music, dance, and dialogue that reverberates with resonances

of patois and creole, makes for a powerful contrast with the elevated, sometimes pompous language of the

earlier play Henri Christophe. This suggests Walcott’s attempt to write a drama that is more evidently rooted

in the Caribbean” (Kaisary Pos. 2783).

116

a hacer en otras obras como Sea at Dauphin, de 1954). Por otra parte, destaca la estructura

dramática con la cual construye la obra, donde se puede ver claramente la influencia del teatro

épico de Brecht, tanto desde una postura ideológica como por los distintos recursos teatrales

utilizados.

Drums and Colours está estructurada en pequeñas escenas, cuadros, que como

mencioné anteriormente van en la línea del teatro épico. Estos cuadros están, a su vez,

enmarcados dentro de una representación carnavalesca (teatro dentro del teatro). El marco

entonces es el siguiente: dentro de la realización del Carnaval, una banda, liderada por Mano,

intercepta a los demás enmascarados, participantes del carnaval, y los hace cambiar el rumbo

de esta marcha, llamándolos a realizar una recreación de la historia de la nación. Luego nos

internamos en dicha representación. Es interesante destacar que lo que en un inicio era muy

evidente, el juego carnavalesco y la representación dentro de la representación, al poco andar

se va difuminando, tanto así que en un momento nos olvidamos del marco y podríamos

pensar que solo se trata de un prólogo que no se vincula con la pieza interna. La banda del

carnaval desaparece, hasta que de pronto, bien avanzada la obra, vuelve a aparecer, causando

un claro ‘despertar’ en el espectador que ya había olvidado que esto es un juego teatral y se

vuelve a poner de manifiesto la autoconciencia de los personajes de que están participando

de un juego de roles, se pone en evidencia el carácter teatral y ficticio de la representación,

produciendo notorios quiebres de la ficción. El efecto que esto produce en el espectador bien

podríamos entenderlo en términos brechtianos como un efecto de extrañamiento.

Este marco en que se inserta la representación de la Historia es sumamente relevante.

Como señalaba anteriormente, la obra está proponiendo una reapropiación de la historia y en

este mismo sentido es significativa también la manera en que Walcott se apropia del género

que está utilizando para la representación, tal como señala Baugh:

The idea is of conscious role-playing: the episodes from history, from the stories of

heroes, are to be re-enacted by the common people of the Carnival. By implication,

the people will better understand history by re-enacting it, by “entering” it, and may

be, as a consequence, exorcize its ghosts. At the same time, the performance strategy

implies the appropriation of the grand historical narrative by the grassroots tradition

(Derek Walcott 64-65).

117

El marco carnavalesco es fundamental dado el carácter eminentemente teatral que

conlleva, pero también porque Walcott está incluyendo un elemento escénico propio de la

tradición popular, utilizando especialmente la tradición del Carnaval de Trinidad y Tobago66.

Si bien la celebración del carnaval fue traída por los europeos, los esclavos africanos que

vivían en las islas se reapropiaron de esta festividad, mezclándola con las tradiciones

africanas, y creando así expresiones particulares del Caribe. Fue en el espacio de esta

festividad donde la población negra del Caribe encontró un lugar del cual apropiarse, un lugar

de expresión, incorporando elementos de festividades populares y religiosas africanas: “[…]

the festival evolved from the ex slaves’ appropriation of French planter’s Fêtes to celebrate

Emancipation, and so it provides an excellent correlative for an alternative historiography in

which creolization replaces Eurocentricity” (Thieme 66).

Por otra parte, es necesario considerar el carácter propio del carnaval (tanto en sus

raíces europeas medievales como en cualquier otra de sus manifestaciones), el cual no solo

permite un espacio de liberación, entendido como entretención y esparcimiento, relajamiento

de las costumbres, etc., sino que además tiene en sí un carácter sumamente subversivo. Esto

es altamente relevante si se piensa en una sociedad colonial esclavista como la de las Antillas,

donde las jerarquías sociales están rígidamente establecidas y el carnaval precisamente las

subvierte.

Es por estas mismas razones que el carnaval ocupa un lugar central en el teatro y la

dramaturgia de las Antillas. De hecho, en el momento en que Walcott escribe esta obra, tal

como él está en la búsqueda de un teatro propio, otros autores y artistas están en la misma

tarea; así surge la discusión sobre cómo debe ser el teatro de las Antillas, y dónde están las

raíces de un teatro “nacional”. Errol Hill propone en su estudio sobre el Carnaval de Trinidad

que este último puede formar las bases de un ‘teatro nacional’:

Substantial material exists in the Trinidad Carnival, past and present, for the

creation of a unique form of theatre –a theatre in which music, song, mime, dance,

and speech are fully integrated and exploited; a theatre rooted in the culture of the

66 “The Trinidad Carnival is a paradigmatic example of a secular event which has exerted a strong influence in

the drama of its region” (Gilbert y Tompkins 78).

118

country of its birth; a theater of colorful spectacle; in short, a national theatre (cit.

en Gilbert y Tompkins 82).

Es curioso que Walcott se haya mostrado en varias ocasiones contrario a la posición

de Hill, defendiendo la herencia teatral europea, y por tanto apelando a la idea de la

diversidad, por sobre las ideas africanistas como base de la identidad nacional. El autor

manifiesta preferir una cierta distancia entre el teatro formal y las expresiones dramáticas

surgidas del carnaval, lo cual pareciera ser bastante contradictorio, pues gran parte de sus

obras están tremendamente influenciadas por este:

Walcott, for instance, has attempted to maintain a rigid distinction between festival

enactments and ‘serious art’, arguing that Carnival is not adaptable for the stage, a

curious position given that his works often borrow freely from its forms (Gilbert y

Tompkins 82).

No obstante, hay que considerar cuál es el centro de la crítica de Walcott a ciertas

expresiones populares como el carnaval, y esta en realidad no apunta tanto a las formas

populares en sí, sino más bien al uso comercial que se ha hecho del carnaval y a su vez su

consiguiente transformación en un simple entretenimiento para acrecentar el turismo67. Es

decir, es contrario a la banalización en la cual caen estos espectáculos. De todas formas, no

dejan de ser controversiales ciertas declaraciones que ha realizado:

Esa imagen lleva grabada la vieja mueca colonial del negro sonriente, del

percusionista caribeño, del hombre enmascarado para el carnaval, del músico de

calipso y del bailarín del limbo. Estos artistas populares se encuentran prisioneros

del concepto estatal de las formas populares, pues preservan la conducta colonial y

no suponen ninguna amenaza […] [Los intelectuales] Hicieron apoteosis de la forma

popular insistiendo en que los calipsos eran poemas […] Sin saberlo, las formas

populares se han dejado corromper por la política. Su comercialización es ya muy

67 “The Trinidadian carnival is another public theatrical ritual that Derek Walcott has used on stage, but for him

it is problematized by commercialization and state exploitation, resulting in commodification and debasement”

(Brunet “The Theatre” 160).

119

superior a la ira, pues todos se han integrado en el paisaje, en el arte del folleto (“La

voz” 17-46).

Además del contexto de la festividad en el cual se enmarca la obra, hay figuras típicas

del carnaval como el Coro y la presencia de la tradición del Calypso, un estilo de música

tradicional de Trinidad, que es ejecutada por un cantante (podría emparentarse con la figura

del clásico juglar). En la obra, este tipo de cantor tradicional lo identificamos en el personaje

de Pompey. Este personaje es bastante significativo, ya que trae consigo una rica herencia de

la tradición africana. Al utilizar estos personajes típicos del carnaval, no cumple solo la

función de rescatar una tradición propia, sino que además se va a alimentar de las

características críticas, de choque, de resistencia y subversión que tenía el carnaval desde que

se forja esta tradición. En un principio los esclavos no estaban autorizados para participar en

él, sin embargo, luego de la emancipación los ex esclavos comienzan a participar y

rápidamente hacen suya esta festividad, lo que va a tener una tremenda importancia cultural,

en tanto era un espacio de resistencia, de crítica profunda y rebelión contra el sistema colonial

dominante, una manera de protesta contra las jerarquías de clase y de raza:

Once it had been fully appropriated by the black lower classes (causing the white

and colored classes to withdraw their participation), Carnival became a vehicle for

rebellion against colonial authority. For poor urban blacks in particular, Carnival

represented more than a licensed inversion of accepted norms; it embodies an

ongoing struggle against inequity and oppression. The spirit of protest was evident

not only in the traditional calypso lyrics and the various masquerades which

satirized White society, but also in a pattern of disorderly behavior that culminated

in riots during the 1881 and 1884 Carnivals (Gilbert y Tompkins 79-80).

Como se puede apreciar, la representación que hará la banda de Mano es realizada

por sujetos comunes y corrientes, sujetos populares, los participantes del carnaval. Mano y

su grupo interceptan la marcha del carnaval y señalan su intención de transformar su curso,

convirtiéndola en una obra “seria” apelando a la multitud de enmascarados: “Pompey: […]

This confusion going change to a serious play!” (120).

Pero estamos en una representación carnavalesca, donde lo alto y lo bajo conviven al

mismo tiempo, donde a través de la parodia, el disfraz y la máscara se permite la cruda crítica.

120

Se pierde el límite entre lo serio y lo cómico, entre la broma y el insulto, entre lo trágico y lo

cómico. Y esto es de gran relevancia simbólica, ya que una vez que Mano va llamando entre

la multitud a los personajes históricos que serán traídos a la escena, le entrega a uno de los

enmascarados dos máscaras, una de tragedia y una de comedia, y luego señala:

Mano: […] As the figure of time and the sea, I giving you these two masks, and

speak the best you could, poetry and all. And everybody is going act, every blest

soul going act the history of this nation. (122)

Con estas palabras llama a actuar la Historia, portando ambas máscaras, tragedia y comedia

juntas, las dos caras aparecen permanentemente, y no podemos olvidar nunca que es una

farsa carnavalesca. Después de que Mano finaliza sus palabras aparece el Coro, que cumple

una función narrativa dentro de la obra, así como Mano, quien además funciona como un

director de escena. El Coro se convierte en una especie de maestro de ceremonias, que

introduce la situación, que da el pie para que la representación comience:

Chorus:

Before our actors praise his triumph, Time

Shows his twin faces, farce and tragedy;

Before they march with drums and colours by

He sends me, his mace bearer, Memory […] (122)

Pero antes de entrar en la representación que se lleva a cabo, es necesario detenerse

en otro elemento del preámbulo realizado por la banda. La forma dramática en que los

personajes plantean esta recreación, el cómo llaman a tomar el rol de ciertos personajes, trae

también en sí un aspecto ritual. Cuando los personajes de la banda señalan que escogerán,

casi al azar cuatro “héroes” de la Historia, estos son convocados, llamados a hacerse presente

en el escenario, de la misma manera en que se invocan espíritus, deidades o muertos en

distintos rituales de raíces africanas. En este sentido podría haber una fuerte relación con un

tipo de ceremonia africana donde se llama a los muertos, quienes pueden expresarse y

comunicarse con los vivos68. De esta manera es también un ritual donde los muertos de la

68 Ver Warner-Lewis, Maureen, “Mind-set, myth, and masquerade -From Africa to Trinidad”.

121

Historia, los antepasados de este pueblo que asiste a la representación, son invocados a tomar

cuerpo nuevamente:

Chorus: For your delight, I raise them up again,

Not for your judgement, but remembrance […]

Our action start, the conqueror cracks the whip

A desolate conch sounds from the waiting ship

These ghosts Time raised are given back their speech (122-123).

A través de este acto dramático-ritual, se le devuelve la voz a los muertos, pero más

aun, se le otorga el poder de enunciación a quienes por mucho tiempo permanecieron en

silencio, pues aquí hablan esclavos, indígenas, etc. Se reafirma la necesidad del pueblo

caribeño de tomar para sí la enunciación de su propia historia. La obra de Walcott invita a

reflexionar críticamente sobre los procesos históricos y sobre el rol que cada sujeto debe

asumir con plena conciencia del pasado y los errores cometidos, con miras a jugar un mejor

papel en la futura creación de la historia del Caribe y en el nacimiento de una nueva nación.

Esta reflexión se une a la necesidad de la creación de un teatro nacional que a su vez es

consciente de su rol y la responsabilidad que esto conlleva en el compromiso con una

autoafirmación de un pueblo y una nación independiente.

Este drama de Walcott recoge cuatro momentos distintos en la historia del Caribe69,

y con ello cuatro “héroes”, así son llamados en la obra, cuatro héroes tomados de toda la

historia, tomados como ya señalaba anteriormente, como si fuese al azar, sacados a modo de

“ejemplares”. Lo curioso es que dos de los héroes son lo que realmente a ojos del pueblo

caribeño pueden ser considerados héroes nacionales, pero los otros dos corresponden a

personajes de la colonia, que incluso representan precisamente la parte antagónica, la

opresión, la masacre, el saqueo y el dominio de la población caribeña (indígenas, esclavos,

mulatos, etc.). Estos dos personajes de la colonia son Cristóbal Colón y Sir Walter Raleigh.

De la otra parte están Toussaint Louverture, héroe de la revolución haitiana, y George

69 Es necesario aclarar de antemano que Walcott no se apega estrictamente a los hechos históricos, sobre todo

realizando algunas alteraciones en lo que respecta a la Revolución Haitiana. Es una reapropiación estética de la

Historia.

122

William Gordon, considerado un héroe nacional por su oposición a las políticas del dominio

colonial británico en Jamaica, y quien fue acusado de intervenir en la rebelión de Morant Bay

y luego ejecutado por órdenes del gobernador británico en la isla, en 1865.

Al parecer Walcott ocupa a estos pares de personajes como dobles, reflejos contrarios

que dialogan entre sí. Todos tiene un destino similar, pero los caminos por los cuales transitan

son muy diferentes. Podemos ver entonces un paralelo entre el personaje de Colón y el de

Toussaint, y entre Raleigh y Gordon.

Colón es presentado cuando ya ha caído en desgracia. La escena está situada en 1499,

cuando es llevado de vuelta a Europa, encadenado:

Bobadilla: […] Your Excellency, despite the jurisdiction of our princes

Saw, fit to contradict their majesties’ edicts

Against these Indians who are their native subjects,

Against these add, this province’s indiscipline,

The mounting, step by step, to your great arrogance

And the mishandling of this Christian conquest (124).

Durante el viaje en el navío se nos muestra a un taciturno Colón, que va camino hacia

su último destino, el cual, como sabemos, es el de morir en prisión, en la humillación y el

olvido:

Columbus: […] Let me buried in the backwash of oblivion,

My bones unmarked, my grave a mystery,

And some unlettered sea Stone by my tomb (145).

Muere en Europa, lejos del Caribe. Claramente su paralelo será Toussaint, quien

desde la otra vereda, desde la historia de las víctimas de la conquista y posterior colonización,

fue el gran héroe de la Revolución Haitiana, pero quien terminó sus días preso en un fuerte

en Francia, lejos de Haití, en la humillación y hundiéndose en los peligros del olvido.70 C.L.R.

James advierte que el mismo Toussaint había establecido este paralelo:

70 Al igual que se lamenta Christophe al final de la obra: “Tell Pétion I leave him this dark monarchy,/ The

graves of children, and years of silence…/ And after that…/ Oblivion and silence” (Henri Christophe 107).

123

[Toussaint] Suponía que su fin sería el habitual en los revolucionarios. En respuesta

a una pregunta, un indiscreto español de Santo Domingo le señaló certeramente en

un momento dado el destino de Colón. Toussaint no evitó el paralelismo […] ‘Sé

muy bien que Colón sufrió la ingratitud de España, y que tal es el destino de los que

sirven bien a su país; tienen poderosos enemigos. Por lo que a mí respecta, tal es el

destino que me espera y sé que moriré víctima de la calumnia’ (239-240).

El “gran descubridor” de este “nuevo” continente, termina como acabó la mayoría de

los conquistadores y aventureros, que llevados por la codicia y la oportunidad del nuevo

continente que se abría como un camino a la riqueza, emprendieron la aventura de la

conquista. En este viaje de regreso, vemos a Colón y otros aventureros a través de los

personajes que van en el barco: el conquistador Quadrado, varios marineros y otros hombres,

la peor calaña que llegó hasta estas tierras para obtener ganancias de ellas, y por último un

niño mestizo llamado Paco. Todos ellos nos dan una muestra de aquellos años. Quadrado es

un tipo atormentado por su conciencia, por su participación en la conquista y masacre de los

pueblos indígenas que habitaban el Caribe. Los marineros muestran el espíritu de la época,

la visión deshumanizada respecto a la población indígena, y por sobre todo el hambre por el

oro. Paco es finalmente el triste resultado de este encuentro, hijo de un soldado español y de

una mujer Taína. Una parte de su historia muere para siempre en el exterminio de su pueblo.

Pero por otra parte vemos más adelante en la obra cómo Paco termina siendo la patética

réplica de los otros marineros del barco:

Paco: Oh, the drums, the drums, colours and the fifes.

My father’s profession calls me. Bartolome, here’s a coin.

I’m on the side with the Money still, Quadrado! (165)

Somos testigos en estos cuadros del declive de todos estos personajes, quienes repiten

una misma historia.

La obra se va desarrollando a través de los distintos cuadros relativamente

independientes, que van avanzando cronológicamente, pero siempre se mantienen hilos

conductores, tal como lo será la moneda de oro que Quadrado le regala a Paco. Este símbolo

cruza la obra. Paco, convertido en un vagabundo, le traspasa a un joven Raleigh la leyenda

124

de El Dorado, y le vaticina su destino (finalmente el mismo de todos): su perdición a causa

de la búsqueda del oro:

Paco: (drawing on the sand) Here’s a dead wealth of yellow weed, Sargasso, and

these moss-covered pebbles at my old boots, these are the emeralds which Columbus

christened Salvador, Cuba, Jamaica, Hispaniola, innumerable islands, then the Isle of

Trinity, and there, among the tangle of this seaweed, where I put down a gold coin in

its tangle, there is the city of Manoa, El Dorado (183).

Paco: […] If you go to Manoa, death will find you there (185).

En la obra vemos la perdición de Raleigh en su obsesión por encontrar El Dorado,

simbolizando a una multitud de sujetos que se embarcaron en esta quimera. Pero también

representa la irrupción de Inglaterra en la disputa de este territorio, como también la de otras

potencias europeas que entran en el “negocio” de las Indias Occidentales. Y con ello aparece

la piratería, la trata masiva de esclavos negros, el pillaje, la repartija del Caribe entre

españoles, ingleses, holandeses y franceses.

La última escena en que aparece Raleigh es en el momento de su ejecución en

Inglaterra, por su desobediencia a la corona inglesa. Nuevamente la historia se repite. Y por

contraparte tenemos a Gordon, quien al enfrentarse al gobierno colonial sufre las

consecuencias, siendo también ejecutado. La historia se repite desde el lado opuesto.

Los siguientes cuadros de la obra y que ocupan un lugar central están dedicados a la

Revolución Haitiana, donde sus grandes héroes aparecen bastante cuestionados. La historia

que nos presenta Walcott inquietantemente deja un gran sabor amargo, pues las escenas

correspondientes a los levantamientos esclavos, la Revolución Haitiana y las revueltas en

contra del dominio colonial, están permeadas de la visión pesimista del autor.

Después de las escenas de la Revolución Haitiana, los personajes de la banda vuelven

a aparecer abruptamente en los cuadros correspondientes a las revueltas en Jamaica y a

Gordon, el último héroe de esta puesta en escena, y como mencioné antes, aparecen cuando

ya se ha olvidado el marco del carnaval. Este vuelve a surgir a través de los miembros de la

banda de Mano, quienes además forman un conjunto bastante interesante y representativo de

125

la sociedad caribeña y que destaca la diversidad: afro-descendientes, chinos e indios71. Estos

últimos llegan al Caribe producto del fin del comercio de esclavos, como una nueva mano de

obra barata, que se instala en condiciones miserables. Los personajes de la banda aparecen

actuando estas escenas relativas a los levantamientos en Jamaica. Aquí se presentan de

manera confusa pues están “actuando”, sin embargo, conservan sus nombres, con los que los

hemos identificado como participantes de la banda. Es decir, ellos actúan representándose a

sí mismos. Ese juego que realiza el autor es bastante interesante pues tiende a borrar los

límites de los niveles internos de la ficción, de la obra dentro de la obra, lo cual lleva a

despertar esa conciencia de que lo que estamos viendo es teatro y claramente podemos ver

aquí un efecto de extrañamiento que lleva a tomar distancia crítica sobre lo que vemos.

El héroe de esta sección apenas aparece en escena, ensayando un discurso que

presiente le costará caro. Luego sabemos de su ejecución por las noticias que trae uno de los

rebeldes al campamento cimarrón. Walcott fija estas escenas en 1830, momento en que se

produjeron importantes levantamientos de esclavos, lo cual de alguna manera apuró la

declaración de la abolición de la esclavitud72. Aquí nuevamente hay cambios cronológicos,

pues en la obra se sitúa la ejecución de Gordon en estos años, siendo que esta sucedió en la

realidad histórica en 1865. Quizás lo más relevante en este cambio que realiza Walcott es

que sitúa a Gordon como un líder abolicionista (el decreto de abolición se firmó en 1834).

Llama también la atención lo poco que figura Gordon, y en cambio son los esclavos rebeldes,

los sujetos comunes quienes toman una mayor relevancia. Los personajes que vemos son

rebeldes en un campamento cimarrón liderado por Mano (recordemos que los personajes son

representados por los integrantes de la banda del carnaval). Pompey llega hasta allí huyendo

de los soldados británicos y se une al grupo liderado por Mano. Es ahí cuando se reciben las

noticias de la ejecución de Gordon y más tarde ocurre un enfrentamiento con una tropa

británica, donde hieren a Pompey y muere.

71 Me parece interesante señalar aquí, en relación a este grupo heterogéneo, lo que reflexiona Lamming respecto

a la historia del Caribe británico. Lamming afirma que para él hay solo tres sucesos importantes: el primero, el

descubrimiento y el segundo: “[…] fue la abolición de la esclavitud y la llegada del Oriente –India y China- al

mar Caribe. Aquí se reunió el mundo y fue en todos los niveles, salvo el administrativo, un mundo campesino.”

Y el tercer momento sería el descubrimiento de la novela por parte de los intelectuales antillanos “[…] como

forma de investigar y proyectar las experiencias interiores de la comunidad antillana” (Lamming, 66-68). 72 Sobre las revueltas de esclavos en Jamaica en 1830 ver Gott, Richard. El imperio británico: resistencia,

represión y rebeliones. El otro lado de la historia.

126

La obra finaliza con el entierro de Pompey que funciona a modo de epílogo. El

entierro que realiza el grupo pone nuevamente en cuestión la historia y sus héroes, mostrando

al hombre anónimo, a ese sujeto cualquiera, lejos de las pompas heroicas que en la obra están

desmanteladas, se muestra una heroicidad cotidiana, de un simple hombre que es capaz de

ser símbolo de toda su comunidad. Baugh plantea que en las obras de Walcott, prima más

bien el concepto de heraldic men73 por sobre el concepto de héroe, correspondiendo el

primero al sujeto común, pero que representa al colectivo:

[…] heraldic men would be simple, ordinary persons (‘forester and fishermen’),

closer to the earth, the elements, who, by their experience and integrity, become

icons representative of generality, the common people, just as figures in heraldry,

as on coats of arms, are symbolic, representative of group, in some cases a nation.

The heraldic figure calls attention not to itself but to what it stands for” (“Of men

and Heroes” 46-47).

En este sentido cobran especial relevancia las palabras de Mano, al realizar los

funerales de Pompey:

Mano: […] We are gathered together, before whose eyes there is no

night,

To bury one significant fragment of this earth, no hero,

But Pompey… Corporal Pompey, the hotheaded

shoemaker.

But Pompey was as good as any hero that pass un history […] (289).

73 Concepto que Baugh toma del mismo Walcott quien lo utiliza en su obra poética Another Life, capítulo 12: Christ, to shake off the cerecloths,

to stride from the magnetic sphere of legends.

To change the marble sweat which pebbled

the wave-blow of stone brows

for the sweat-drop on the cedar plank,

for a future without heroes,

to make out of these foresters and fishermen

heraldic men! (cit. en “Of men and Heroes” 46).

127

Cuando la máscara de la tragedia está en primer plano, en el momento en que los

personajes se lamentan por la muerte de Pompey y por el peso de la Historia, la ficción

repentinamente se quiebra y la máscara de la farsa vuelve a aparecer, para poner fin a la obra:

Mano: Is only sometimes I can’t bear our history, our poverty, and the wrangling of

them fellers. And we part of the world, girl? What we could do without power?

Ram: We only a poor barefoot nation, small, a sprinkling of islands […]

Yette: All you taking this too serious, is only a play.

Pompey boy, get off the ground, before you catch cold” (291)

Este quiebre de la ficción funciona como técnica de extrañamiento, que despierta al

espectador, y lo invita a reflexionar críticamente sobre estos procesos históricos y sobre el

rol que cada sujeto debe asumir con plena conciencia del pasado, los errores, con miras a

tener un rol activo en la futura historia del Caribe, y no solo como meros actores sino como

creadores.

128

La Revolución Haitiana y sus líderes en Drums and Colours.

La Revolución Haitiana ocupa un lugar central en esta obra, tal como ya he

mencionado anteriormente. Las escenas que la anteceden tienen relación con el periodo de

conquista y se aprecia ya los resultados de la violenta llegada de los europeos en tierras

americanas: el genocidio de la población indígena del Caribe. Se representa la pérdida de un

pueblo, a través del personaje Paco, hijo de un conquistador español y una mujer taína, quien

a su vez termina repitiendo las conductas de quienes sometieron a su pueblo. De forma muy

melancólica vemos en este personaje cómo un pueblo fue arrasado, vemos la pérdida de

identidad y la corrupción del oro. Esta corrupción del oro se continúa en la obra a través de

varios personajes y especialmente con Raleigh. En otras escenas vemos otro de los grandes

efectos de colonización de América: la trata de esclavos y su duro traslado por mar. La

Revolución Haitiana viene a ser la primera respuesta contundente y efectiva contra toda esta

historia de colonización y esclavitud, la primera rebelión exitosa frente al sistema colonial, y

en gran parte por eso ocupa un lugar central en la obra, y como señalé más arriba, por ser una

metáfora, un punto concéntrico; en este sentido me parece acorde a esta idea lo planteado por

Kaisary:

The Haitian Revolution is the play’s most developed narrative, and it is in the story

of the Haitian Revolution that Walcott seems to try to tie together all the play’s

thematic threads. The message communicated to the audience is that four hundred

years of genocide, exploitation, robbery, and murder all reach an endpoint and a

definitive rejection in the Haitian Revolution (Pos. 2823).

Aunque Walcott al darle este lugar de relevancia a la Revolución le concede la

importancia de ser un hito importante, su representación no la presenta como algo inspirador,

esperanzador o un ejemplo de lucha. La imagen que proyecta está en total sintonía con sus

palabras en el prólogo a The Haitian Trilogy: fue un necesario rechazo al sistema colonial,

pero fue un mal necesario. Y en este sentido intenta mostrar los horrores de ambos lados, el

de la colonia francesa y las fuerzas enviadas al mando de Leclerc, y el lado de los esclavos

insurgentes, pero el problema a mi juicio es lo que Paul Breslin señala: “Although the play

does not absolve the colonizers of their guilt, it refuses to demonize them; indeed, the least

129

sympathetic character in the Haitian episode is probably Dessalines rather than any of the

whites” (“The First Epic” 239). De manera que, de todas formas, nuevamente queda bastante

desequilibrada la balanza74, pues si bien Walcott no desea demonizar a los colonizadores ni

tampoco les quita responsabilidad, no duda en demonizar a Dessalines. Lejos de mitificar a

estos héroes revolucionarios los mostrará en cierto sentido más humanos, es decir, hombres

que fallan, que se equivocan, como sucede con la figura de Toussaint. Pero en algunos casos

va más allá, enfatizando por sobre cualquier logro, o cualquier virtud, el lado macabro del

actuar humano en un contexto de guerra, como lo hace con los personajes de Dessalines y

Christophe. De esta manera la Revolución Haitiana es más bien destacada en sus fallas y son

cuestionadas sus consecuencias.

En cierta medida la obra trata de la liberación colonial y fue escrita con el fin de

celebrar el nacimiento de una nueva nación en un nuevo contexto, y lo que realiza Walcott

es confrontar la forma en que se ha logrado en el Caribe anglófono la conformación de la

Federación (a través de la vía pacífica), con la vía revolucionaria, la cual finalmente aparece

altamente cuestionada, representando un pasado en el que domina la guerra y la rebelión; así

lo expresa cantando Pompey al inicio de la obra, cuando están dando las instrucciones para

la representación de la historia:

Pompey: (Singing)

Now you men of every creed and class,

We know you is brothers when you playing Mass,

White dance with black, black with Indian,

But long time, it was Rebellion.

No matter what you colour now is steel and drums,

We jumping together with open arms,

But if you listen now, you going see

The painful birth of democracy.

For in them days it was… (120).

74 En el mismo sentido en que en Henri Christophe deja afuera todo el contexto histórico y político; en Drums

and Colours si bien no lo deja totalmente fuera, pareciera haber mayor intención por resaltar los excesos de los

revolucionarios que los excesos de los colonizadores.

130

Y el gran hito de la rebelión a la cual refiere Pompey es la Revolución Haitiana.

Kaisary se refiere a este tema en los siguientes términos, aunque difiero en que la

Revolución tenga algún carácter inspirador en la obra:

Yet the play also unambiguously conveys the point that the Haitian Revolution,

inspirational though it was, did not usher in a new era of postcolonial utopianism.

[…] Drums and Colours provides a representation of the revolution that, while

refusing to romanticize the event, encourages us to view it as a foundational

Caribbean happening (Pos. 2826).

A diferencia de Henri Christophe, en esta obra lo que se pone en escena son

momentos que corresponden al periodo de la Revolución misma. Los primeros cuadros

corresponden a los momentos en que el levantamiento estalla. En la primera escena vemos

al general Leclerc en su mansión junto a otro general francés, sus esposas, Calixte-Breda,

dueño de la plantación donde trabajaba Toussaint, y su sobrino Anton. Como se puede

apreciar, Walcott acomoda los hechos con fines prácticos de la dramaturgia y para concentrar

y resumir ciertos sucesos. Leclerc aparece en la obra llegando a Haití (nuevamente no aparece

con el nombre de Saint-Domingue), en el momento en se desata la revolución de los esclavos.

Sabemos que Leclerc llegó a Saint-Domingue recién en la última etapa de la Revolución y

que fue enviado por Napoleón, su cuñado, para sacar a Toussaint Louverture del mando de

la colonia y restaurar la esclavitud. En la obra se le da un mayor protagonismo a Leclerc,

puesto que sitúa su llegada en los inicios de la insurrección; además, su protagonismo es

como personaje “antagónico”, por encarnar a quien reprimirá a los esclavos, y sobre todo por

propiciar la caída del único héroe que Walcott rescata positivamente, Toussaint.

En la escena recién aludida podemos ver la perspectiva colonialista, en una reunión

de blancos: generales franceses y plantadores. Sin embargo, hay una figura disruptiva entre

ellos. El personaje de Anton, un mulato, a quien se le conoce como sobrino de Calixte-Breda,

pero que en realidad es su hijo. Anton viene llegando de París y trae consigo los valores de

la Revolución Francesa y por supuesto defiende los derechos de igualdad. Este personaje no

calza con su entorno, ve las contradicciones de la República respecto a las colonias, tiene una

mirada ácida y crítica, pero también se refleja en él una división interna: no pertenece al

mundo de los blancos pero tampoco al de los negros esclavos. En medio de la conversación

131

Pauline Leclerc se pregunta por las diversiones que hay en la colonia, y Anton le responde

con gran ironía y no menos agresividad:

Anton: Well, quite recently, madame, we have devised a spectacle of epic

proportions […] The Negroes, you know, are punished in public. They are led into

his arena, as in a public circus, and then, with some brief ceremony, the theatre

commences… The most popular scene in this comic spectacle: Gunpowder is

poured into noses, ears, and mouths. Then the actors are fixed into farcical positions,

then the powder is lit, and the victims are exploded. Of course, no one is permitted

to act his role twice. Is that sufficient? (225)

La escena en la mansión de Leclerc es el único momento donde se puede apreciar la

mirada racista y la crueldad del sistema esclavista. Es la única contraparte a la violencia

representada en los rebeldes haitianos en la obra, sobre todo a partir de las palabras de Anton

que abiertamente plantea una crítica al sistema esclavista y los horrores que se cometían en

su interior. El personaje se muestra melancólico y frustrado, y siente que de alguna manera

parte de él sufre las vejaciones y la otra parte de él las inflige: “Because I am torn to pieces

with them, I am myself a division. By the fact that I am half African and half French, I must

become both spectator and victim. It is amusing?” (227) Al final de esta escena, Anton, al ir

caminado por el campo es interceptado y asesinado por tres esclavos fugitivos, que

precisamente castigan la parte de su sangre blanca: “You have the blood of your father, for

that you will die” (233). Lo que viene inmediatamente después es la ceremonia de Bois

Caiman, la mítica reunión donde Boukmann llama a los esclavos a levantarse contra sus amos

y realizan un juramento sellado en un ritual vudú: “Red blood will flow from the white throat,

I say. Burn the canes, kill the enemies, kill everything white in Haití today!” (235).

132

Toussaint Louverture: la caída del héroe ilustrado.

En las primeras escenas, el personaje de Toussaint aparece como el cochero de

Calixte-Breda, y es él quien encuentra el cadáver de Anton. Inmediatamente la figura de

Louverture se muestra en términos bastante humanos, como un hombre que siente un

profundo afecto por sus amos y que lamenta enormemente la muerte de Anton, pero también

entiende que su deber está con los rebeldes y que las circunstancias lo obligan a tomar una

posición que lo hará enfrentarse a sus ex amos. Al igual que en Henri Christophe donde el

recuerdo de Toussaint representaba la mesura y la racionalidad, en Drums and Colours el

personaje es configurado desde una perspectiva positiva en tanto destaca estas mismas

virtudes y presenta una visión de la Revolución bastante más moderada que otros líderes. Sin

ser idealizado, se ve en Toussaint una mentalidad constructiva, es decir, con miras a construir

un país, con las habilidades políticas necesarias para ello, sobre todo por su capacidad de

negociación, de mediador entre ex esclavos y blancos, en oposición a los otros líderes como

Dessalines, que aparecen configurados solo desde la venganza y la destrucción. Figueroa

destaca que la figura de Toussaint aparece en esta obra y en Haitian Earth como un hombre

ilustrado:

As Walcott tries to articulate what intelligent leadership (as opposed to chauvinistic

heroism) might look like in a time of crisis, Dessalines and Christophe recede to the

background as brutal and ambitious generals (Dessalines more so than Christophe,

as usual). Toussaint appears as the enlightened leader anguished by the violence he

is forced to exert, always unwilling to let the struggle for justice and freedom

degenerate into mere revenge (142).

Y en este sentido la construcción de este personaje tiene bastante en común con la visión de

C.L.R. James sobre Louverture, como un gran líder, con muchísimos atributos, con visión

política, como gran estratega militar y, lo que puede sintetizar todo: un hombre ilustrado. En

esta misma línea lo plantea Kaisary:

In Drums and Colours, it is Toussaint alone who articulates a project greater than

revenge, and, as we have seen, this resonates strongly with James’s analysis of

133

Toussaint and Dessalines. Toussaint’s anticolonialism is informed by his knowledge

both of the necessity of driving out the colonists and his sense that the rebuilding

process will be more difficult than the winning of the war (Pos. 2855).

Así lo podemos ver en la obra cuando Toussaint vuelve de haber vencido a las tropas de

Rigaud:

To make this country greater than it was. Revenge is nothing.

Peace, the restoration of the burnt estates, the ultimate rebuilding of those towns war

has destroyed, peace is harder (241).

Estas palabras de Toussaint vienen a contrastar con las de Dessalines quien, un segundo antes

de su llegada dice observando a lo lejos la ciudad devastada: “Yet how I love it, look at it

burn. This is more than war, it is revolt; It is a new age, the black man’s turn to kill” (240).

En este sentido es similar al contraste que realiza James al hablar de la caída de Toussaint:

“Si Dessalines podía ver con tanta claridad y sencillez era porque los vínculos que ligaban a

este iletrado soldado con Francia eran extraordinariamente tenues. Veía con tanta claridad lo

que tenía ante las narices porque no veía nada más allá. El error de Toussaint fue el error de

un hombre ilustrado, no el de alguien en las tinieblas” (267).

Evidentemente la representación de Dessalines es bastante descarnada, mientras que

Christophe aparece en un término medio, coherente con su representación en Henri

Christophe, mostrando que es corruptible al decidir traicionar a Toussaint, y anunciando con

ello lo que puede llegar a ser; sin embargo, no aparece gozando de la guerra y la sangre; se

pueden apreciar sus cuestionamientos internos en varias ocasiones: “Poor country. This is

not a war…You said assault? This butchering of mulattos you call assault? (237-238).

134

A pesar de tener un aspecto más positivo, Toussaint igualmente aparece al mando de

lo que se califica como una carnicería, no contra los blancos sino contra los mulatos75, lo cual

es representado con un gran sentido de la ironía:

Christophe: This is a new age, born like us, in blood…

Toussaint: Yes, yes, but I hate excess. (He washes his hands.)

Dessalines: (Roars with laughter)

Ho, ha! He kills ten thousand or more defenseless citizens

Who did him no harm but that their color was wrong

And shrugs his shoulders and says he hates the excess. Oh, oh

I love, I kiss this hypocrite!

Toussaint: I am not a hypocrite, Jean Jacques,

I hate this now it is al finished […]” (242)

Walcott muestra una faceta cuestionable respecto a algunas decisiones de Toussaint,

pero, a la vez, muestra su lado humano, sus contradicciones, pues el personaje pareciera estar

en una situación que lo obliga a actuar en determinada forma, entre la espada y la pared, se

siente acorralado por lo “tiempos” que corren. Así lo expresa frente a la masacre contra los

mulatos, y así también lo hace frente a su ex amo, quien es detenido por sus soldados y

llevado ante él.

Calixte-Breda: I was never cruel. It was the times, the thought.

75 C.L.R. James al referirse a la guerra entre las fuerzas de Toussaint y las del mulato Rigaud señala lo siguiente:

“Se dice a menudo que Toussaint masacró a miles de mulatos. Esto es maná caído del cielo para historiadores

hostiles a la raza negra. Desgraciadamente para ellos, no es cierto. Si alguien odió con saña a Toussaint fue el

historiador mulato Saint-Remy, que reunió en su biografía sobre él toda la maledicencia a que tuvo acceso”

(354). Me parece importante tomar en cuenta la apreciación de James, ya que varios investigadores sobre la

Revolución Haitiana y sus consecuencias mencionan el hecho de que la mayoría de los recuentos históricos de

la época o cercana, eran la mayor parte escritos por los blancos y por autores mulatos haitianos del siglo XIX

(no siempre simpatizantes de los líderes negros), y coinciden en señalar que varios de estos contribuyeron a

difundir una imagen bastante parcial de los esclavos negros rebeldes y sus principales líderes (imagen negativa

por cierto): “Most of what we know about their actions and ideals comes from the writings of (often quite

hostile) witnesses, whose views about slavery and slaves profoundly influenced what they wrote” (Dubois The

Avengers 6).

135

Toussaint: I am not cruel. It is also in my case the times (244)

Y más adelante se lo vuelve a repetir cuando presionado por Dessalines ordena que

le disparen, y sin embargo llora por su decisión:

Toussaint: Shoot him. Monsieur Calixte, it is the times.

Calixte-Breda: General, blame man and not the times, not God… (249).

Cabe mencionar que este encuentro es totalmente ficcional, ya que de hecho se sabe

que al iniciarse la revuelta Toussaint prestó ayuda a sus amos (James 95). Walcott utiliza este

encuentro ficcional para representar y subrayar el conflicto de Louverture mostrando su

división interna.

De cierta forma el personaje de Toussaint en esta obra no es ni condenado, ni

celebrado, más bien ilustra la situación imposible en la que este se encuentra, tal como un

héroe trágico que no puede escapar de su destino. Muestra en estas escenas su situación

trágica y sus errores, que vienen de alguna manera a simbolizar lo que James llamó el error

trágico (hamartia) de Toussaint; sin embargo, la estructura dramática de Drums and Colours

no nos permite hablar de tragedia, sino claramente de drama épico. C.L.R. James hace un

detallado análisis de los hechos y decisiones tomadas por Louverture, y en su estudio

podemos encontrar puntualizados varios errores cometidos por este, como el haber

condenado a muerte a su sobrino Moise, el haber perdido el favor de las masas por errores

de estrategia, etc. Pero me parece fundamental destacar aquí la lectura trágica que James

realiza:

La derrota de Toussaint en la Guerra de la Independencia, su encarcelamiento y

muerte en Europa son considerados unánimemente una tragedia. Contienen

auténticos elementos trágicos porque aun en el clímax de la guerra Toussaint intentó

preservar el nexo con Francia, esencial para que Haití perseverase en su largo y

difícil camino hacia la civilización (269)

Y más adelante agrega:

136

La hamartia, el flujo trágico que venimos interpretando desde Aristóteles, no se

traducía en Toussaint por una debilidad moral. Era un error específico, una

valoración absolutamente equivocada de los acontecimientos constitutivos. Sin

embargo, la realidad histórica de su dilema viene a expiar hasta cierto punto sus

carencias frente a la libertad imaginativa, la lógica creativa, de los grandes

dramaturgos (271).

Toussaint Louverture, buscando la paz, la libertad y la grandeza de Saint-Domingue y su

pueblo, consigue todo lo contrario; buscando un bien, comete errores que perjudicaron a su

pueblo y a sí mismo. Y como señala James, su error no es moral, ni es soberbia, la cual hemos

visto encarnada en las obras de la Trilogía en los personajes de Dessalines y Christophe. De

la misma forma es elaborado el personaje de Toussaint en Haitian Earth.

137

3.3 The Haitian Earth: los héroes tiranos y el pueblo haitiano.

We see them turn and climb and burn and fall down like stars that tired, and cut my

hand, my head, my tongue if you want, Your Majesty, but my life is one long night. My

country and your kingdom, Majesty. One long, long night.

Walcott, Haitian Earth

Siguiendo la línea ya establecida en su obra anterior de la trilogía, Drums and

Colours, Walcott destaca y realza al héroe común, a los hombres y mujeres del pueblo, y los

encarna aquí en una pareja, Pompey y Yette: él, un ex esclavo negro, un campesino, un

hombre de la tierra, ella, una prostituta mulata que trabaja en la ciudad de Le Cap y que luego

debe irse a rehacer su vida en el campo y aprender a trabajar la tierra, donde conoce a

Pompey. En esta pareja representativa y simbólica del pueblo haitiano Walcott construye lo

que Baugh ha llamado “heraldic man”. Vemos el devenir de estos personajes desde el inicio

de la obra, en los momentos en que se inicia la insurrección de esclavos, hasta el final de esta,

que concluye con el reinado de Christophe. Como se puede apreciar, la obra abarca bastantes

años, desde los inicios de la Revolución, su triunfo, el gobierno de Dessalines y luego el de

Christophe, aunque no se representa directamente el triunfo sobre los franceses y la

declaración de independencia. Los líderes de la revolución también tienen un papel central,

sin embargo, el hilo conductor es la vida de estos sujetos comunes en la cual se centra la

mirada de Walcott. Ambos aparecen intentando vivir en medio de constantes guerras, donde

ellos son “arrastrados” por los hechos históricos llevados a cabos por los líderes (tanto

franceses como negros y mulatos), víctimas de los daños colaterales, podríamos decir:

The Haitian Earth is perhaps even less about the fortunes of the great men than it is

about the common people, who do not appear as individual persons in the historical

record. Pompey and Yette, fictional characters, are carried over (at least the names)

from Drums and are now the true protagonists, perhaps even more so than Toussaint

(Baugh 53).

138

Ellos permanentemente deben seguir reconstruyendo sus vidas, una y otra vez,

dependiendo de los distintos desastres producto de las guerras. Pasan los líderes, pero siempre

ellos aparecen como víctimas de quién sea que detente el poder, siempre intentando

básicamente sobrevivir. Así lo refleja el canto del coro al final de la obra:

Haiti, Haiti, I shall love you,

I shall join the Haitian earth,

Suns shall set and rise above you,

Sunset death and sunrise birth.

They cannot take our faith from us.

We, who suffered many things,

All the soldiers, guns, and drummers,

All the emperor and kings (434).

De este canto se puede extraer la visión pesimista de Walcott sobre la Revolución que

permea toda la obra, aquí desde la perspectiva del pueblo que expresa el descontento, al igual

que la frase de Pompey: “my life is one long night”. El camino hacia la libertad ha sido una

larga noche que nunca trae el amanecer, pues caen en regímenes tiránicos sucesivamente,

acentuando nuevamente el fracaso de los líderes en la formación de la nueva nación y en este

sentido es interesante aquí esta distinción que plantea entre el pueblo y sus líderes, pues su

crítica se concentra en estos últimos; sin embargo, ellos han surgido desde el pueblo también,

pero han sido corrompidos por el poder. Me parece un punto interesante sobre el cual

reflexionar el cómo Walcott construye la idea del pueblo a través de esta pareja, Pompey y

Yette, como víctimas de las acciones de los líderes revolucionarios, dejándolos de alguna

manera como actores al margen de los acontecimientos, es decir no como agentes

participativos en la insurrección, ni en los distintos conflictos que se dieron durante el

periodo. Esto se distancia de lo que realiza en Drums and Colours, donde los personajes

comunes aparecen mucho más activos (como por ejemplo en la sección dedicada al

levantamiento esclavo en Jamaica) pero, más aun ahí se remarca la “acción” de la gente

común en la historia del Caribe; de hecho, ese es el llamado que hace Mano al inicio de la

representación, a que cada uno tome un rol y actúe. En Haitian Earth Pompey y Yette son

protagonistas, pero en un sentido diferente: por una parte, como las víctimas de los conflictos,

139

y por otra, como los que construyen las bases el pueblo haitiano, quienes trabajan la tierra

para sobrevivir. En este sentido es un tanto contradictorio ya que son pasivos dentro de la

gesta revolucionaria, pero son activos en cuanto son ellos quienes construyen el país (una y

otra vez desde las cenizas): “Pompey: Somebody have to plant for people to eat” (356). Ellos

son los que sufren las guerras y a los tiranos, como dice el canto, y ello los deja como actores

pasivos, o más bien receptivos de los efectos de esos acontecimientos. Sin embargo, el logro

de la libertad y de la independencia, más allá de la gestión de sus líderes, fue una gesta que

solo fue posible gracias al pueblo, tal como señala James: “Pero no fueron ni el ejército de

Dessalines ni su ferocidad los que lograron la victoria. La logró el pueblo. Prendió fuego a

Santo Domingo, lo arrasó de tal manera que, concluida la guerra, el país no era más que un

desierto calcinado” (332). Y aquello es algo fundamental para entender que sucediera algo

casi imposible, lo impensable: esclavos de una colonia derrotando a un imperio.

A mi parecer Walcott construye de esta manera a sus personajes para acentuar la

distinción entre los líderes y el pueblo sobre todo en el contexto de la post independencia,

pues si bien la obra abarca un espectro más amplio de tiempo e incorpora temporalmente la

Revolución misma, su foco siempre está en los gobiernos de los primeros años como nación

independiente. Poco se detiene Walcott en describir o contextualizar la colonia de Saint-

Domingue bajo dominio francés. Más aun difumina bastante los límites de los conflictos

bélicos, es decir, no distingue los bandos, quiénes atacan y a quiénes atacan, pues el foco está

puesto en las víctimas (quienes tampoco parecen tener una clara afinidad por ningún bando),

sin importar quienes sean las facciones en disputa, siempre es el pueblo la víctima. Esto se

puede ver perfectamente reflejado en cómo la pareja protagonista percibe la guerra y a

quienes la provocan. Para ellos no habría una distinción relevante, tal como lo destaca

Figueroa:

I have already referred to Pompey’s indictment of Haitian rulers –‘My life is one

long night […] When was I ever free? Under you all’ (432) -in which he does not

even try to make a distinction between the black leaders, the free people of color,

and the French. Earlier in the play he similarly states that ‘they’ are burning down

de country, without making distinctions (164).

140

Yette debe dejar Le Cap pues la ciudad ha sido incendiada; ella y muchos otros deben

irse ya que la mayoría ha perdido todo. No se menciona claramente por qué se ha quemado

la ciudad, solo sabemos que fue luego de la ejecución de los líderes mulatos Ogé y Chavannes

por las autoridades coloniales, y más tarde, cuando Yette y otros dejan la ciudad, un hombre

señala que al parecer han sido los mulatos en venganza por la muerte de sus compañeros

quienes han quemado la ciudad, pero también se sugiere ese incendio como el inicio de la

Revolución76. Esto es muy similar a cuando Pompey más adelante dice “ellos” han quemado

la ciudad (refiriéndose a otra vez en que fue quemada Le Cap).

Una vez lograda la independencia, Yette y Pompey son víctimas de los gobiernos de

Dessalines y Christophe, incluso son víctimas directas de ambos líderes. Primero Yette es

violada por Dessalines y luego muere a causa de Christophe, quien la manda a matar

acusándola de traición y de realizar brujería en su contra.

Otro aspecto importante es la elección que hace Walcott de esta pareja, que simboliza

al pueblo haitiano, a través de la unión racial de un negro con una mulata. La mulata

representa la ciudad y el exesclavo negro representa la vida de los campesinos, del trabajo de

la tierra. Tal como es representado en esta obra, Yette opta por la vida campesina finalmente,

que es desde donde nacerá la nación haitiana a través de la unión racial y el deseo del fin de

las distinciones raciales. Sin embargo, como ya he señalado en el capítulo 3.1, Walcott

representa y comparte esa visión que insiste en que la base de los problemas haitianos está

en la cuestión racial, en la eterna división entre mulatos y negros. Y en este sentido, siguiendo

la lectura planteada por Bongie de que la obra de Walcott hace eco a la llamada “leyenda

mulata”77, es claro con cuál de las dos facciones simpatiza Walcott, al mostrar siempre una

visión más positiva y condescendiente frente a los líderes mulatos de la Revolución Haitiana.

Exceptuando a Toussaint, los líderes negros nuevamente son representados solo como tiranos

e incluso salvajes.

76 Esto se insinúa posiblemente en función de los cambios temporales que hace Walcott de la cronología

histórica de los sucesos, donde junta y reduce varios hechos. 77 En el capítulo 3.1 he desarrollado la idea planteada por Bongie donde señala que la Trilogía haitiana es

continuadora de lo que Nicholls llamó la “leyenda mulata”: “[…] a mid-nineteenth-century representational

strategy through which Haiti's revolutionary past was used ‘as a weapon in the controversies of the present,’ as

a way of explaining and justifying ‘the predominant position enjoyed by the mulatto elite’ in Haiti” (Bongie

74-75).

141

Me parece importante volver sobre este punto tan controversial. Este discurso basado

en la división racial ha sido sostenido y usado como una herramienta ideológica desde el

siglo XIX hasta ahora. David Nicholls desmonta esta idea tan arraigada a la hora de hacer un

diagnóstico de la situación de Haití, señalando que más bien aquello ha sido una construcción

ideológica con fines políticos que han sustentado la permanencia en el poder de una élite u

otra. Efectivamente quienes permanecieron en el poder desde la muerte de Christophe en

adelante fueron las elites mulatas. Nicholls señala que desde el gobierno de Petion surgió

este discurso forjado por los ideólogos mulatos como Beaubrun Ardouin, Joseph Saint-

Remy, Emile Nau y Beauvais Lespinasse (36) para fortalecer su hegemonía:

It was, I suggested, a legend calculated to establish and reinforce the mulatto

hegemony in Haiti. A 'correct' view of Dessalines was particularly important in the

mulatto legend. The black leader was undoubtedly one of the heroes of Haitian

independence and the mulattoes were as nationalistic as the next man- but he was

also seen as a barbarous tyrant whose oppressive rule was deservedly ended by his

assassination (Nichols 36-37).

Desde aquí nace, por ende, una visión tremendamente negativa de los líderes negros,

especialmente en torno a la figura de Dessalines. Desde entonces también permanece la idea

de que en Haití los mulatos han tenido el poder y concentrado la riqueza versus la población

negra oprimida y pobre. El punto es que desde la independencia ha habido dos elites que se

disputan el poder, la elite negra y la elite de origen mulato:

One was black, landowning and rural-based, with its strength in the North and in the

regions around Jeremie and Les Cayes in the South. The other was light-skinned,

commercial and landowning, with its strength in the capital and in the cities of the

South (Nicholls 24).

Ambas elites concentraron sus riquezas entre unos pocos privilegiados, mientras una

gran masa campesina permaneció totalmente abandonada y pobre, pero dentro de esa masa

hay negros y mulatos (sin duda la mayor parte de la población es negra). No solo la elite

mulata hizo uso de este discurso racial para conservar su hegemonía, sino que luego varios

líderes negros se basaron en la misma idea de la diferencia racial con fines políticos, lo cual

se dio de la mano de los movimientos del “negrismo”, y de la revaloración de la cultura y la

142

herencia africana en Haití; entre ellos, Françoise Duvalier, quien surge como un defensor de

la raza negra y de su cultura de raíces africanas. Duvalier utiliza discursos que se basan en

las diferencias raciales para justificar el tipo de gobierno autoritario que implantó, así como

para la manipulación de las masas negras:

Duvalier explicitly accepted part of Gobineau's78 thesis that there are distinct races

in the world, and that the distinction is basically a biological one. […] It is, he went

on, according to the laws of heredity that the specific characteristics of the ancestors

continue to reproduce themselves in an unbroken line in the psychology of their

descendents. He agreed with Gobineau that the black races are distinguished by their

sensibilité, subjectivisme, and rythme, qualities which manifest themselves in

poetry, music, and dancing (Nicholls 53). Duvalier and Denis again accepted the

basic contention of Gobineau that the social, psychological, and cultural

peculiarities of African people implied a different political system from those which

have evolved in a European context (Nicholls 56).

Duvalier concuerda en varios aspectos con Gobineau, aunque no está de acuerdo con

que la raza negra fuera inferior. Pero el uso político que hizo basándose en estas ideas fue

una de las mayores desgracias que cayeron sobre Haití, sin duda.

Mostrando este panorama, Nicholls plantea que, si bien no se pueden negar los

conflictos raciales, no puede simplificarse una situación que ha sido muchísimo más

compleja y sobre todo resalta cómo el asunto racial ha sido más bien manipulado por las

elites en el poder:

From colonial times, however, the overwhelming majority of the blacks were poor.

Attempts, by black politicians of the elite or of the classe intermidiaire, to secure

their support were often made on the basis of colour. […] Unscrupulous politicians,

however, exacerbated the colour issue for their own ends and colour became one of

the factors determining political alignments (218).

78 Arthur de Gobineau (1816-1882), quien en su Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, plantea la

idea de la superioridad de unas razas por sobre otras, por supuesto la superioridad de la raza blanca. “Gobineau

is sometimes called the father of racist ideology. He maintained that whatever the origin of the human race, ‘it

is certain that the different families are today absolutely separate’. The black race is at ‘the foot of the ladder’

and is ‘incapable of civilisation’” (Nicholls 50).

143

En relación con esta problemática racial y la clara simpatía de Walcott por los

mulatos, en Haitian Earth toma mucha relevancia la figura de Toussaint, en tanto encarna

una postura reconciliadora con el mundo blanco, y la figura del mulato Anton, que también

ya había aparecido en escenas de Drums and Colours.

Figueroa plantea que el personaje de Anton representa la visión mulata con la que

Walcott se identifica (152), y que implica una situación compleja, una división interna, el

pertenecer a dos mundos que aparecen como enemigos, una visión que no quiere optar por

una de sus dos partes sino convivir en la unión y aceptación de ambas. Como se ha

mencionado anteriormente, Walcott se identifica con lo que él llama “estilo mulato”, en

respuesta a la posición que muchos intelectuales y artistas caribeños estaban tomando, una

posición que privilegiaba la herencia africana, que se volcaba a las raíces africanas para de

alguna forma dejar atrás la herencia occidental producto del colonialismo. Walcott se niega

a renunciar a la dimensión europea de su identidad cultural y va a apelar a la reconciliación

y aceptación de ambas identidades culturales, la europea y la africana. Figueroa ve

expresados estos dilemas internos del autor en el personaje de Anton, un mulato, hijo de

Calixte- Breda y una mujer negra. Ha sido educado en Francia, y ocupa un lugar de privilegio

económico y cultural dentro de la sociedad de Saint-Domingue, sin embargo no posee

derechos civiles, no pertenece ni al mundo de los blancos ni al de los negros. Presencia la

ejecución de sus amigos mulatos, y se muestra opositor al régimen colonial. Es un personaje

que no encuentra su lugar en el mundo, en ese mundo: “[…] a Young mulatto man who is

torn between his loyalty to the European and African sides of his identity” (Figueroa 152-

153).

Figueroa plantea que en las palabras de Anton se pueden ver reflejados los mismos

asuntos que preocupan a Walcott, entre las dos opciones frente a las cuales pareciera estar

obligado a elegir:

Anton: Perhaps I’m very tired of Western culture

And its privilege of ideas, perhaps,

Except for art, I see the whole technological

Experience as failure, but true or not,

144

I have no wish to go back to the bush,

I think their African nostalgia is rubbish. (306)

Anton señala claramente que no desea volver a los “arbustos” [bush], lo cual es una

clara alusión de su deseo de no volver a África, y al hablar de manera despreciativa sobre la

nostalgia de África, como algo absurdo, más bien está apuntando a la reflexión de Walcott

sobre la situación en el Caribe en el siglo XX, frente a los grupos más radicales que elaboran

una idealización del pasado africano y la necesidad de renegar de todo lo proveniente de

Europa. Sin embargo, Walcott apunta a la convivencia de las múltiples herencias culturales,

no solo africanas, sino de todo un conjunto diverso que conformó el Caribe (Figueroa 153).

Esta idea reconciliadora Walcott la expresa claramente en “La musa de la historia”:

Acepto este archipiélago de las Américas. Al antepasado que me vendió y al

antepasado que me compró les digo: no tengo padre, no quiero a ese padre, aunque

os entiendo, espíritu negro, espíritu blanco, cuando los dos susurráis ‘historia’, pues

si intento perdonaros a ambos caigo en esa idea vuestra de la historia que justifica,

explica, y expía, aunque no soy yo quien ha de perdonar, mi memoria no logra

concitar el amor filial, porque vuestros rasgos son anónimos y han sido borrados, y

yo no tengo fuerza para perdonar (86).

[…] y a todos vosotros, abuelos íntimamente perdonados, yo, como el hombre más

honrado de mi raza, os profeso una extraña gratitud […] porque exiliados de

vuestros propios Edenes me habéis situado en otro Edén prodigioso, y ésa fue mi

herencia y vuestro don (86).

Toussaint, sin ser mulato, enfrenta de alguna manera conflictos similares, en tanto

jamás rechazó la cultura europea y siempre fue una figura mediadora entre blancos, negros y

mulatos. Toussaint había desarrollado una mentalidad totalmente occidental, basada en la

cultural francesa y en los ideales ilustrados y, por cierto, su idea era construir el país a partir

del modelo occidental. En la obra lo vemos forzado a tomar decisiones que lo obligan a

traicionar su alma dividida. Walcott vuelve a elaborar la escena de Drums and Colours en

145

que debe mandar a fusilar a su ex amo Calixte-Breda, con el cual mantiene una dura

conversación.

Llama la atención que en ambas obras opta por destacar esta escena ficticia para

representar las decisiones difíciles y las encrucijadas en las cuales Toussaint se encontró en

la realidad, pues una de las decisiones controversiales fue la de mandar a ejecutar a su propio

sobrino Moise79. Ciertamente esta escena ficticia guarda similitudes con lo ocurrido con su

sobrino en el plano emocional del personaje, que debe tomar la decisión dolorosa de ejecutar

a un ser querido, pues su deber como líder de la Revolución está por encima de sus propios

sentimientos, es decir, prima su deber con el bien común de su pueblo. Sin embargo, hay

diferencias cruciales en las cuales me gustaría ahondar. En Haitian Earth Walcott sí

incorpora el hecho histórico de la ejecución de Moise, sin embargo, su representación es

diferente en cuanto a la emocionalidad en que se ahonda en la escena de Calixte-Breda.

En la obra vemos al personaje de Toussaint furioso frente a la desobediencia de su

sobrino, quien recordemos era uno de los generales más importantes y queridos por el pueblo,

y uno de sus probables sucesores. La escena destaca la ira de Toussaint frente a lo que ve:

más que una desobediencia, una traición de parte de Moise, quien es acusado de ir contra los

blancos contraviniendo los tratos establecidos entre Toussaint y los franceses. Toussaint

aparece en el medio, entre los blancos y el pueblo negro, en una posición bastante compleja.

En esta escena vemos la furia de Louverture por sobre la emocionalidad expresada en la

escena de Calixte-Breda, donde vemos al general llorando e internamente sufriendo y

lamentando las acciones que debe realizar en pos del bien de su pueblo:

Calixte-Breda: Did you kill my son? Answer me that.

(Silence)

Toussaint: Take him Sergeant.

Sergeant: And…

Dessalines: And shoot him, hang him, anything. We have an army waiting for this

ruin.

79 Este nombre se escribe de distintas maneras por lo que en varias citas textuales aparecerá escrito de forma

diferente.

146

(The Sergeant waits. Toussaint in the tent. He is weeping.)

[…] Toussaint: See the body of the white is buried.

Let the priest say what he has to say over it (369).

En esta escena Toussaint sufre, duda y se ve muy presionado por Dessalines, quien lo

apura a terminar con el asunto lo antes posible. En cambio, no parece dubitativo en la

ejecución de su sobrino, con quien obviamente tenía una relación emocional y personal

muchísimo más profunda que con su ex amo. Parece más firme, racional y frío en su

determinación:

Toussaint: …and we made this agreement with the French; I have made it, if you

want, for the good of this new country […] You disobeyed orders, you fought these

dragoons when I ordered a cease-fire. Those men behind me there, those French

dragoons, are our brother soldier now, because I, yes I, moi, Toussaint, made this

agreement with General Leclerc […] But General Moise decided that he would

disobey. Who here does not know that Moise is my own nephew? But I do not love

him more than I love this country […] You will step forward, all of you, to a man,

with your guns loaded, reversed, and you will shoot yourself. Revers arms! One step

forward, march! Prepare to fire! […] Fire! (The soldiers fall. Silence. Moise step

forward, looks Toussaint in the eyes, removes his pistol.)

Moise: I can shoot myself. (He shoots himself.)

Toussaint: Forward, march! (The army moves on) (383-384).

Como se puede apreciar, Toussaint aparece implacable frente a la muerte de Moise,

no muestra debilidad ni emocionalidad, sigue su camino sin mirar a atrás, sin dolor ni culpa,

sigue adelante sin tomarse un momento como lo hace con Calixte-Breda.

Me parece sumamente significativa la reelaboración que hace Walcott de la escena

de Calixte-Breda (que aparece con pequeñas diferencias en Drums and Colours) en

comparación con la de la ejecución de Moise, puesto que esto nos obliga a pensar en los

aspectos o valores que se quieren resaltar en torno al personaje de Toussaint. Me parece

posible afirmar que el autor pretende mostrar la división interna de Louverture, optando por

destacar su conflicto cuando debe actuar contra los blancos, acentuando así su posición

147

favorable frente a los blancos, a quienes en muchas ocasiones defendió, invitando a ser

“hermanos” o “compatriotas”, más que a la expulsión y eliminación de cualquier rastro de la

dominación francesa. Y precisamente en la escena recién citada, el personaje lo dice

claramente, puesto que los llama “our brothers soldiers now”, y el castigo que recibe su

sobrino es por ir en contra de la defensa de los blancos de Toussaint. Esto es reforzado más

adelante, y sobre todo en contraste con la figura de Dessalines, quien es representado como

vengativo, sanguinario y totalmente contrario a los blancos.

Toussaint, pues, apuntaba a la reconciliación, no a la venganza, lo cual se destaca

siempre como uno de los rasgos positivos de su figura. Como ya he señalado, es evidente que

el personaje histórico de Toussaint es al único al que el autor le da un valor positivo. Sin

embargo, sobre lo que quiero llamar a atención aquí es el hecho de que se complejice más y

se cuestionen más sus actos de violencia contra los blancos, que los actos de violencia contra

los suyos, lo cual generalmente ha sido uno de los aspectos que más han problematizado

críticos como C.L.R. James o Césaire, y varios historiadores más. De hecho, se ha señalado

la ejecución de Moise como uno de los grandes errores de Toussaint, junto a, en ciertos

momentos, parecer favorecer a los blancos y oprimir a su pueblo. James señala que una de

las principales equivocaciones de Louverture fue alejarse del pueblo negro y empeñarse

demasiado en mantener buenas relaciones con los blancos, pues básicamente no mantuvo una

buena comunicación con su gente y no fue capaz de dar señales claras para que el pueblo

entendiera su estrategia, creando solo desconfianza:

[Toussaint] excesivamente confiado en sus propios poderes, estaba cometiendo

también un terrible error […] Su error consistió en olvidarse de su propio pueblo.

No entendían lo que estaba pasando, no entendían hacia dónde iba Toussaint.

Toussaint no se molestó en explicárselo (James 226).

Césaire lo expresó en los siguientes términos:

El problema más delicado para un revolucionario es el de la unión con las masas,

para ello hace falta flexibilidad, inventiva, un sentido de lo humano siempre

vigilante. Y es por ahí por donde Toussaint fallaba […] creyó resolverlo todo

militarizándolo todo. Y esa fue su perdición (Toussaint 326).

148

Las cosas empeoraron cuando Louverture decidió imponer una severa legislación

laboral (James 241). Estas leyes oprimían a los trabajadores negros y contemplaban fuertes

castigos a quienes las incumplieran. En ese momento Moise era comandante de la Provincia

del norte, que fue donde comenzaron a generarse revueltas entre los negros en oposición a

esas legislaciones. Moise mostraba apoyo al pueblo negro y no concordaba con estas

políticas, y entre los grupos rebeldes era una opción para sustituir a Toussaint:

Se sabía que el general Moisés, sobrino de Toussaint y que en calidad de inspector

de los cultivos estaba en estrecho contacto con la masa campesina, criticaba la nueva

política de Toussaint. Hostil a los blancos, se le creía partidario de una reforma

agraria inmediata y del parcelamiento de las grandes posesiones. No faltó mucho

para que la rebelión aclamara su nombre. Tampoco faltó más para que Toussaint

hiciera un castigo ejemplar (James 333).

Moise fue culpado de estas revueltas: “[…] en varios distritos los negros se habían

sumado a la revuelta al grito de ‘¡Larga vida a Moïse!’. Razón de sobra para que Toussaint

lo arrestase y ni siquiera le permitiera argumentar su defensa ante el tribunal militar” (James

257). La ejecución de Moise solo empeoró las cosas frente al pueblo; definitivamente

Louverture perdía la confianza del pueblo que solo veía más opresión hacia los negros y más

beneficios para los blancos. Toussaint aumentó la represión demasiado y en las zonas

rebeldes el castigo fue severo:

Al dar la imagen de que optaba por los blancos en contra de los negros, Toussaint

cometió un crimen imperdonable a ojos de una comunidad que responsabilizaba a

los blancos de tantos males. Que se les devolviesen sus propiedades ya era bastante

malo. Que se les otorgasen privilegios era intolerable. Y matar a Moïse, el negro,

por favorecer a los blancos era más que un error, era un crimen (James 264).

Esa decisión fue fatal para el general Louverture y los costos fueron perder la

confianza del pueblo y de alguna forma perder la lealtad de varios de sus generales. La

ejecución de Moise fue el principio de la caída de Toussaint.

Es interesante ver cómo trata Glissant el tema de los errores de Toussaint, más aún

dado el marco de su obra, que se sitúa en la celda de Toussaint en Francia, donde es visitado

149

por una serie de personajes muertos y desde allí recuerda el pasado. De esta manera se podría

decir que Louverture observa su pasado, los acontecimientos de la Revolución, sus propios

actos y a la vez dialoga con distintos personajes, quienes también “juzgan” su actuar. Entre

los espíritus que lo visitan están: Maman Dio, una sacerdotisa vudú, Mackandal, el líder

cimarrón, Macaïa, líder rebelde de la revolución, Delgrés, un coronel de Guadalupe, Moyse,

su sobrino y Bayon-Libertat, encargado de una plantación, ex amo de Toussaint.

Mackandal y Macaïa critican su actuar en tanto muestran la postura más radical entre

los exesclavos negros y con quienes precisamente Toussaint tuvo en varias oportunidades

conflictos, así como con su sobrino Moyse. Ellos representan al pueblo negro, ese con el que,

como señalaba más arriba, Louverture perdió el contacto y perdió su confianza:

Mackandal and Macaïa, in particular, represent the rebellious spirit of the maroons,

always willing to fight to death for freedom. They feel betrayed by Toussaint’s

approach to the Revolutionary War, which always made sure that ties to France were

not permanently severed […] (Figueroa 168).

Así como lo expresa en el prefacio a la obra de la primera edición de 1961, Glissant

comparte la visión de James y la de Césaire sobre considerar como un error fundamental de

Toussaint esta desconexión con el pueblo, y en la obra está representado por los

cuestionamientos que le hacen estos personajes que lo visitan en su celda:

Maman Dio: But your task of weeding is completed, your field has been tilled.

Warrior Ogoun has gone far away from you ever since you began to give commands

as governor, and no longer like brother among brothers (Monsieur Toussaint 48).80

Por otra parte, también comparte la visión trágica sobre Toussaint, pues considera su

caída como un sacrificio necesario para el triunfo de la Revolución. Césaire interpreta como

un sacrificio voluntario la actitud de Toussaint al ser arrestado, en tanto no parecía

sorprendido; esto pues se cree que sabía o sospechaba que iba camino a una trampa. De

alguna manera este había llegado a la conclusión de que para lograr la victoria él tenía que

dar un paso atrás, tenía que desaparecer:

80 Ogoun es una deidad de origen africano, dios de la guerra.

150

Toussaint aceptó este papel de mártir, más aún fue a su encuentro por creerlo en

efecto indispensable.

No llegaré a decir que la rendición de Toussaint fue una manera de devotio a la

antigua: el abandono de una vida, la suya, la de un jefe, en un acto de fe, para

salvación de su pueblo.

Yo veo algo más que un acto místico: un acto político (Césaire Toussaint 380).

En la obra de Glissant, Toussaint percibe a Dessalines como el hombre capaz de llegar

a la independencia e interpreta una posible traición por parte de este como algo necesario

para cumplir con el bien mayor para el pueblo de Haití:

Toussaint: What Dessalines wants is way beyond my own life. What Dessalines

wants, I could not wish for. He needs me. I must recognize his treachery so that his

treachery can become fidelity. I must fall again, and then he must forget me again,

so that my defeat can illuminate his victory (Monsieur Toussaint 98).

Y más adelante señala sobre las traiciones de sus generales:

Toussaint: No, no, not Dessalines, not him. Dessalines does not betray his people

[…] (Monsieur Toussaint 105)

Aquí Glissant representa la confianza de Toussaint en Dessalines, pues este podía

traicionarlo a él, pero estaba seguro de que no traicionaría a su pueblo y así aparece

reafirmado en el texto pues Dessalines aparece cumpliendo su rol y lidera la lucha por la

independencia en nombre de Toussaint.

151

La figura de Jean Jaques Dessalines.

Yes, yes, white man, this is Dessalines,

Who ripped the white heart from the flag of France.

Tell them you see him when you reach in hell.

Walcott, Haitian Earth.

De los tres grandes héroes de la Revolución Haitiana, Dessalines es quien menos ha

gozado de la simpatía de los historiadores, intelectuales y escritores. Internacionalmente,

durante el siglo XIX su figura fue la de un líder de gran ferocidad, implacable y cruel en la

expulsión de los franceses del país y sanguinario al llevar a cabo la masacre de los blancos

luego de la independencia. Por otra parte, la elite mulata fue su gran detractora, por lo que

intelectuales mulatos perpetuaron durante el siglo XIX una imagen tremendamente negativa

de Dessalines, quien, sin embargo, fue el que lideró la independencia y la formación de la

nación de Haití. Sin duda es una figura controvertida, quizás con más sombras que luces, sin

embargo, es necesario tener presente desde dónde se configura la imagen negativa y qué

razones ideológicas están detrás, como también es necesario pensar sus aspectos positivos y

la razón de por qué entre el pueblo negro su nombre sí gozó de admiración y veneración

(aspecto que desarrollaré más adelante).

He señalado respecto a las dos obras anteriores que el personaje de Dessalines es

representado por Walcott de una manera bastante negativa. En Henri Christophe tiene un

papel importante sin ser el protagonista; en esta obra es un personaje execrable, tirano y, tal

como desarrollé, cercano al personaje de Macbeth, tanto en su tiranía despiadada como en su

obcecación por el poder. En esa obra, Macbeth finalmente es encarnado por su sucesor,

Christophe. Sin embargo, aquí también es necesario tener presente el modelo de Macbeth (en

ciertas características compartidas) a la hora de pensar en Dessalines sobre todo en cuanto a

cómo se configura su personaje en Haitian Earth.

Como señalaba antes, en Haitian Earth, sin dejar de lado a los héroes de la

Revolución, Walcott se vuelve sobre el destino del pueblo haitiano, representado en la pareja

152

de Yetté y Pompey como sus principales protagonistas. En este sentido, me parece muy

relevante algo sobre lo cual llama la atención Figueroa: la presencia permanente de

Dessalines a través de la obra, ya que esta comienza con una escena de este personaje, antes

de ser un líder de la Revolución, antes de ser un protagonista de la historia y sin embargo

desde ya anuncia su llegada al poder: “Dessalines: The next time you see me, I will be a

king!/ The hills, the sea, Will echo with my name” (303). Así lo plantea Figueroa agregando

otro factor que tiene que ver con cómo se va construyendo la imagen de Dessalines en la

obra:

From that moment on, Dessalines’s presence in the events that follow is ubiquitous:

sometimes overt, sometimes in the shadows. He finds his way to the initial rebellions

of free people of color: ‘I’m walking to my throne’ (307). Thus, there is a sense of

almost supernatural determinism in Dessalines gradual takeover of Haiti’s destiny

(127).

Esta permanente presencia de Dessalines le da un cierto protagonismo, aunque

negativo. En general no ha sido el personaje central en los recuentos sobre la Revolución

Haitiana, lugar que ha ocupado de manera más relevante sin duda Toussaint Louverture. En

ninguna de las obras que se revisan en esta tesis Dessalines es el protagonista. Sin embargo,

en otros momentos y otros ámbitos se ha recuperado y rehabilitado la figura de este líder

haitiano. En primer lugar, en Haití hubo momentos en los cuales de la mano de un

refortalecimiento de la población negra y la herencia africana ha venido también la

recuperación del personaje de Dessalines, como representante de la gran masa de raza negra

en Haití81. La figura de Dessalines está ligada a un tema del cual he hablado más arriba: el

problema racial, esa tensa división entre mulatos y negros, que como ya desarrollé siguiendo

a Nicholls, tiene que ver con la “leyenda mulata” construida por las elites mulatas en el poder,

donde se ahondó en las diferencias raciales y se instaló esta idea de la superioridad de los

mulatos, quienes aparecían como sujetos civilizados y educados en la cultura europea, frente

81 Thomas Madio, un historiador haitiano de mediados del siglo XIX, recupera la figura de Dessalines, y más

tarde los intelectuales haitianos de principios de siglo XX: “Madiou -He would later be claimed by Haitian

ideologues as the noiriste historian of Haiti. His fiery assessment of Dessalines as a Haitian Robespierre, “this

angel of death,” based on interviews in the 1840s with former revolutionaries, departed from the critical disdain

of the more moderate andelite éclairées. If Dessalines was savage, Madiou countered that he remained the

“Principle incarnate of Independence; he was barbaric against colonial barbarism” (Dayan 68-69).

153

a una gran masa de raza negra, africana, menos civilizada y más africanizada, y por supuesto,

en términos negativos, salvaje, supersticiosa, etc. Por otra parte, los movimientos

panafricanistas fuera de Haití también han recobrado a Dessalines, como por ejemplo

Langston Hughes, en Estados Unidos, quien escribe en 1936 Emperor of Haiti82.

Se puede ver que ni Césaire ni James se dedicaron mayormente a Dessalines y

expresaron una mirada más crítica sobre su figura. Aun así, James, sin quitarle

responsabilidad en los actos sanguinarios que llevó a cabo, estableció un contrapunto para

hacer una pequeña defensa de este al considerar la situación total en la cual se enmarcaron

los acontecimientos, como por ejemplo, en relación con la matanza de los blancos señaló la

intervención de los ingleses en este episodio y la nueva amenaza de ataque de las tropas

francesas a Haití:

[…] cuando el mes de diciembre se reunió el Congreso en Gonaïves, contó con la

presencia de tres ingleses, uno de ellos Cathcart, espía. Juraron que Inglaterra

comerciaría con Santo Domingo y protegería su independencia pero solo cuando

hasta el último de los blancos hubiera sido sacrificado, […] se extendió el rumor de

que otro escuadrón francés se encontraba en el puerto de Gonaïves[…] La

población, aterrada por la proximidad de la contrarrevolución, los mató a todos

apelando a todo tipo de brutalidades imaginables […] Sin embargo, Dessalines se

preocupó mucho de proteger a los blancos británicos y estadounidenses, y dejó

también con vida a los sacerdotes, a los trabajadores cualificados y al personal

sanitario (341- 343).

Joan Dayan señala respecto a esta preferencia de los autores por dejar en segundo

plano la figura de Dessalines:

The two most important twentieth-century poets of Martinique, Aimé Césaire and

Edouard Glissant, do not write about Dessalines. Perhaps they had difficulty (in

spite of their rhetoric or their desire) acknowledging the chief who called his people

82 Otros afroamericanos que escribieron sobre él: William Edgard Easton, quien escribió una obra de teatro

mucho antes, en 1893 llamada Dessalines: A Dramatic Tale; John Matheus escribió un libreto de una ópera

llamada Ouanga: a Haitian Opera en Three Acts (1929).

154

to arms with the command, “Koupe tèt, boule kay” (Cut off their heads, burn their

houses) (75).

Sin embargo, Glissant le concede una gran importancia a Dessalines, y en su obra

Monsieur Toussaint, lo representa en términos positivos, incluso destacando lo necesario de

su acción en el momento en que Toussaint es detenido por Leclerc. Muchos apuntan a la

traición de Dessalines y Christophe contra Toussaint, sin embargo Glissant lo describe como

un acto necesario, no en contra de Louverture, sino para lograr el triunfo, como si Dessalines

tomase la posta entregada por Toussaint quien caminó casi voluntariamente a su sacrificio,

para que Dessalines lograra llevar a cabo la independencia:

Granville: Dessalines pretends to obey. He goes so far as to carry out the tasks of

the capitan-general. His ambitions are grand. The rumor is that his heart is set on

independence.

Toussaint: What Dessalines wants is way beyond my own life. What Dessalines

wants, I could not wish for. He needs me, I must recognize his treachery so that his

treachery can become fidelity. I must fall again, and he must forget me again, so that

my defeat can illuminate his victory (Monsieur Toussaint 98).

Incluso este es representado como un admirador de Louverture y nunca se le muestra

en una actitud hostil hacia él83:

Dessalines (shouting): Here’s the rain! The time has come! […] The roads will be

cut off, fever will overrun the earth, and our children’s children will celebrate the

season of the rains! Those who fall will go to Africa. Those who fall will meet

Toussaint and fight under his command.

Christophe: Why all this idle talk? Freedom is enough to inspire them!

Dessalines: Be quiet. I am in command, you just fight. But it’s Toussaint who leads

us (Glissant Monsieur Toussaint 106).

83 En la obra de teatro de James el personaje de Dessalines siempre muestra respeto y admiración por Toussaint:

“Dessalines: […] But we shall avenge Toussaint. French blood in torrents shall flow. I, Dessalines, swear it.

Toussaint died for liberty. We shall keep that liberty. Let their Consul himself come.... We shall keep it or we

shall die defending it. Liberty! Liberty or death!” (James Toussaint Louverture pos. 1513).

155

En la misma línea James describe a Dessalines en Los jacobinos negros, destacando

sus virtudes, su astucia, su sagacidad y por sobre todo su admiración por Toussaint: “No

simpatizaba en absoluto con la política de reconciliación hacia los blancos que practicaba

Toussaint, pero, deslumbrado por los dones de este último, lo veneraba y le prestaba una

obediencia incuestionable” (240).

Al contrario, Walcott lo representa de tal forma que no muestra respeto ni admiración

por Toussaint y más bien se muestra impaciente por sacarlo del camino y tomar el poder en

sus manos:

Dessalines: [Refiréndose a Toussaint] All this shit comes speaking French like

Frenchmen!

He ‘Thous’s’ me. I’m not his subordinate.

Or his familiar. His tu is too distant.

‘Et toi, Jean Jacques,’ his arms around my shoulders,

Drawing me into his heart. I hate his heart,

I’d rip it from its cage and spit on it (373).

James, de manera similar a como describe a Dessalines en Los jacobinos negros,

construye el personaje de su obra de teatro, mostrando aspectos positivos de Dessalines, su

convicción por la libertad y su convencimiento de que la única manera de mantener la libertad

era la independencia, lo que señala varias veces a lo largo de la obra. Y destaca su imagen

heroica como el libertador de su país, como el que logra la derrota final de los franceses y

declara la independencia. De hecho, es relevante que de todas las obras de este corpus la de

James, Toussaint Louverture, sea la única que representa el momento de la independencia:

Dessalines: To arms, friends! No rest, no sleep till we drive every Frenchman into

the sea. From this minute San Domingo is a free country-no. San Domingo no more.

Haiti! The old name the island had before these Europeans came to bring slavery

and degradation. Haiti! Haiti no colony, but free and independent. Haiti, the first

free and independent Negro state in the new world. Toussaint died for it (James

Toussaint Louverture pos. 1519).

156

La primera escena de Haitian Earth es bastante simbólica, y dibuja y resume al

personaje de Jean Jacques Dessalines que Walcott construye en esta obra. Esta comienza con

Dessalines en una playa, vestido de bucanero y enfrentándose a un cerdo salvaje que lo ataca

y que este mata cortándole la garganta, exclamando: “Nothing can kill me. My name is

Dessalines./ Jean Jacques Dessalines. Nothing can kill me” (302). Luego señala que la

próxima vez que lo veamos será rey. ¿Pero a quién le habla Dessalines? Da la impresión de

que habla al público, a modo de prólogo informativo contándole lo que va a suceder, en un

juego metateatral, donde el personaje entra y sale de la ficción, mostrando poseer conciencia

de su rol y del papel que le toca jugar, aun más, parece conocer su destino y el guion

establecido. En este sentido, es necesario recordar lo señalado en el capítulo 2.2 acerca de lo

épico en el teatro, donde tanto prólogos, epílogos, coros, y otros recursos como carteles

informativos, operan como mediadores que rompen la ilusión dramática:

I will drive the French pigs into that sea,

And when I come back here, on the same beach,

I not going to look like this.

The next time you see me, I will be a king!

The hills, the sea, will echo with my name.

DESSALINES! DESSALINES! (303).

De tal manera que el personaje de Dessalines rompe claramente la ficción al inicio,

anuncia lo que veremos más adelante; y la escena misma simboliza los actos perpetrados por

este como la masacre de los blancos (metafóricamente los cerdos franceses), a quienes

masacra brutalmente, de la misma manera salvaje, con la misma ferocidad con la que degolló

al cerdo salvaje, ahora los lanzará al mar. Como ya he señalado, Dessalines es generalmente

recordado por su ferocidad y sus actos contra los blancos, y bajo esta perspectiva tiene mucho

sentido que en el prólogo de la obra se represente simbólicamente esta matanza, que

representa la sed de venganza de Dessalines. Anteriormente me he referido al contexto en

que estos hechos sucedieron, pero tampoco se puede dejar de lado el tema de la venganza,

sobre todo si se piensa en cómo fue el carácter de la guerra, antes de lograr la independencia,

pues en parte se mostraron esos asesinatos como una auto defensa pero también como una

157

venganza. Leclerc y luego su sucesor Rochambeau determinan aplicar la táctica del total

exterminio:

Facing increasingly steadfast and unified resistance, Leclerc recommended a ‘war

of extermination’ against the population of the colony. ‘Here is my opinion of this

country,’ he wrote to Napoleon in October 1802 after the defection of Dessalines.

‘We must destroy all the blacks of the mountains—men and women—and spare

only children under twelve years of age’ (Dubois Haiti pos. 610).

Dentro de los actos sanguinarios perpetrados por Rochambeau está la matanza de

negros miembros del ejército, lanzándolos al mar:

Fearing that the ever-decreasing number of black troops who remained loyal to

France might join the insurrection, Leclerc’s successor, General Donatien

Rochambeau, began executing them, dumping them into the harbor with weights

around their necks (Dubois Haiti pos. 616) 84.

Nuevamente llama la atención que Walcott omita esta parte, pero que destaque la

aniquilación de los blancos, a través de esta metáfora de los cerdos franceses lanzados al mar.

Otro aspecto que destaca en esta primera escena de Dessalines, es que no solo parece

conocer su destino, sino que también está envuelto en cierta aura sobrenatural, pues pareciera

estar vinculado a poderes mágicos, lo cual se continúa desarrollando en otras ocasiones en la

obra. Dessalines dice tener magia en él y poseer protección pues nada puede matarlo. Este

aspecto es interesante ya que evidentemente se traspasan al personaje de Dessalines

características de Makandal, un cimarrón que lideró una gran revuelta entre los esclavos del

norte entre 1751 y 1758, una de las más grandes conspiraciones de esclavos cuyo principal

método fue implantar el terror en los blancos a través del veneno (ver página). La figura de

Makandal se convierte en una leyenda. Se decía que este tenía poderes mágicos, que tenía la

capacidad de predecir el futuro, era una especie de hechicero y había sembrado fama de ser

84 “Rochambeau ahogó a tantas personas en aguas de la bahía de Le Cap que durante mucho tiempo los

habitantes de la comarca dejaron de consumir pescado. Siguiendo el ejemplo de los españoles en Cuba y de los

ingleses en Jamaica, hizo traer 1.500 perros para dar caza a los negros. La llegada de estos animales fue una

fiesta” (James 330).

158

inmortal (James 36). Tanto fue el poder de esa imagen que cuando fue capturado y quemado

en la plaza de Le Cap, corrieron los rumores de que este realmente no había muerto, pues

tenía el poder de transformarse y revivir. Dubois se refiere a lo sucedido en Le Cap cuando

Makandal fue quemado y cómo esto dio pie a la leyenda: “Makandal had often boasted that

he was able to change form, and before his execution he declared that he would transform

himself into a fly to escape the flames” (Avengers 51).

Todas estas características de Makandal encarnan en Haitian Earth en Dessalines. Su

personaje está construido ligado a esos rebeldes negros que estaban estrechamente

vinculados a aspectos mágicos y religiosos de origen africano, así como Boukman, quien

siempre ha sido identificado como un sacerdote vudú. El claro vínculo con Makandal lo

podemos ver en la siguiente escena cuando se acerca a un esclavo que era llevado encadenado

por unos soldados:

Jacko: Dessalines? What you doing here, my man?

Dessalines: You shut your arse, nigger. Paix chou’ous, garcon!

Jacko: They say you was dead. They say they burn you.

Dessalines: Black magic, boy. Black magic. Keep walking.

What could be safer than this? Don’t worry.

Tonight you’ll be free. I’m walking to my throne (307).

Este aspecto sobrenatural y vinculado a las creencias africanas es interesante si lo

relacionamos al hecho de que Dessalines aparece en esta primera escena como conocedor del

destino. Decía anteriormente que el personaje -al conocer su destino- era autoconsciente de

su rol, y señalaba que esto era un quiebre de la ficción, pues Dessalines traspasa los límites

de la ficción entrando y saliendo de ella, ya que más adelante volverá a aparecer en varias

ocasiones a lo largo de la obra, dejando esa sensación de ser un personaje consciente dentro

de la ficción, del rol que le toca jugar. Si bien nunca más en el resto de la obra es tan evidente

el quiebre de la ficción, el personaje se sigue mostrando en esa aura mágica y como poseedor

de un conocimiento superior de su destino, pues tal como él dice “camina hacia su trono”,

con total seguridad. Así se combinan ambos aspectos creando una ambigüedad, es decir, no

159

sabemos claramente si su conocimiento del destino es por sus poderes mágicos o por ser un

personaje metadrámatico, o ambos factores a la vez.

Aunque Walcott no trata el tema de la inmortalidad de Dessalines y su vinculación a

la religiosidad africana desde una mirada positiva, es bastante significativo si pensamos en

la perspectiva que el pueblo haitiano tuvo sobre él en aquellos años y en el imaginario que se

fue forjando en torno a este héroe de la Revolución. Si la figura de este personaje para los

blancos tuvo una terrible fama, no fue así internamente entre el pueblo negro en Haití. Joan

Dayan señala que, de todos los héroes revolucionarios, entre todos los padres de la patria

haitianos, solo Dessalines trasciende y ocupa un lugar entre las deidades del Vudú, lo cual

refuerza la idea de su vínculo con los poderes sobrenaturales:

Dessalines, the most unregenerate of Haitian leaders, was made into a lwa (god,

image, or spirit) by the Haitian people. The “liberator” with his red silk scarf was

the only “Black Jacobin” to become a god. Neither the radical rationality of

Toussaint nor the sovereign pomp of Christophe led to apotheosis. Yet Dessalines,

so resistant to enlightened heroics, gradually acquired unequaled power in the

Haitian imagination (74).

Evidentemente el convertirlo en Iwa, implica una mirada positiva hacia el libertador

y una manera de resistir a la muerte y al olvido. Figueroa señala dos factores centrales que

influyeron en una consideración positiva por parte del pueblo, por una parte su visión racial,

puesto que fue un férreo defensor de la raza negra que buscó reivindicar la dignidad y el

orgullo de los ex esclavos negros (Figueroa 131), a diferencia de la postura que mantuvieron

los líderes mulatos, quienes constantemente tendieron a rechazar la herencia africana y por

ende mantuvieron una posición de superioridad frente a los negros. El segundo factor habría

sido su política en torno a la repartición de tierras, expropiando las propiedades de los ex

propietarios blancos, las cuales en su visión debían pasar a manos del Estado, incluso

entrando en conflicto con los mulatos que poseían tierras heredadas de los plantadores

franceses: “That approach gained him the enmity of both people of color who claimed

hereditary rights to lands owned by former salve owners, and of military officers who wanted

personal reward for their participation in the Revolutionary War” (Figueroa 133).

160

Las reivindicaciones posteriores de la figura de Dessalines han estado impulsadas

por grupos que buscan revalorizar al pueblo de raza negra, frente a la estigmatización racial

construida desde las elites en el poder como parte de la leyenda mulata señalada por Nicholls.

Así mismo, desde la elite intelectual mulata se construyó una determinada figura de

Dessalines, tal como señala Nicholls.

Frente a esto, y luego del largo gobierno de Boyer, existía un gran descontento

popular entre la gente negra y desde allí surgieron voces en defensa tanto de su raza como de

su líder más icónico: “One aspect of the black revival was an attempt to rehabilitate

Dessalines. A leading spokesman of this movement was Louis Etienne Lysius Felicite

Salomon jeune” (Nicholls 37). Ya en el siglo XX surgen con fuerza en Haití movimientos

que rescatan la herencia africana, el pueblo negro y sus tradiciones. En esta línea se genera

un intenso estudio etnográfico, en el que Jean Price Mars fue una figura central, quien además

fue parte del movimiento del indigenismo haitiano que surgió como respuesta a la invasión

estadounidense, así también surge un movimiento intelectual negrista [noirisme]. Desde esta

ideología se recuperan los grandes líderes negros de la historia haitiana, entre ellos Dessalines

como una figura crucial. Por tanto desde Salomon en adelante se sigue una clara genealogía

negra, que busca sus orígenes en el libertador Jean Jacques Dessalines:

Salomon was, then, instrumental in establishing a revised view of the Haitian past

and of Dessalines in particular – a 'black legend', as we may call it, which was later

to receive elaboration in the writings of Louis Joseph Janvier, Alcius Charmant,

Antoine Michel and, in the modern period, Arthur Holly, Lorimer Denis, Francois

Duvalier and Leslie Manigat (Nicholls 37).

Como se puede ver en esta genealogía el último en declararse heredero de Dessalines

es Françoise Duvalier, una de las peores pesadillas del pueblo haitiano, con su larga dictadura

hereditaria, que pasó a las manos de su hijo Jean Claude Duvalier, permaneciendo en el poder

la “dinastía” Duvalier desde 1957 hasta 1986. Es precisamente la utilización por parte de

Duvalier de la figura de Dessalines la que viene a tender nuevamente una sombra sobre él, la

más oscura de todas. Es precisamente esta sombra la que se tiende, a mi modo de ver, en la

construcción del personaje de Dessalines por parte de Walcott.

161

La reelaboración del pasado de Haití realizada por Walcott apunta a mostrar una

mirada crítica sobre la historia del Caribe, una desconfianza en los procesos de liberación e

independencia, y muestra una clara visión pesimista mostrando la historia del Caribe como

una historia circular, condenada a repetirse una y otra vez. Esto lo simboliza en la Revolución

Haitiana, especialmente en sus líderes, quienes acaban con una tiranía, pero comienzan ellos

mismos otra. Así como en Henri Christophe destaca esta circularidad cuando Christophe se

convierte en exactamente el mismo monstruo que criticaba en Dessalines. Así como muestra

la circularidad de la historia en Drums and Colours, de la misma manera se vuelve a plantear

esta idea en Haitian Earth, donde sus héroes vuelven a fallar en la repetición de tiranías. Así

la figura de Dessalines parece simbolizar la eterna repetición de figuras tiránicas a lo largo

de la historia del Caribe, y especialmente la reaparición de tiranos sangrientos en Haití, donde

la figura de Duvalier es la más reciente (y permanente) al momento en que Walcott elabora

esta obra.

En este sentido concuerdo totalmente con lo que plantea Figueroa respecto a la

inmortalidad de Dessalines en Haitian Earth: “Similary to the narrative of Jesus Christ in the

New Testament, Dessalines is murdered, but what he ‘truly’ is -what he represents in the

play- resurrects almost immediately in Haiti’s long succession of tyrannical regimes” (143).

Siguiendo esta idea propongo que la figura de Dessalines en esta obra está construida en

relación con Duvalier quien podríamos interpretar como la más concreta reencarnación de

Dessalines desde la perspectiva negativa de este mostrada en la obra. Ahora bien, lo que

quiero plantear aquí es que la figura ficcional de Dessalines está basada o al menos inspirada

en la figura histórica de Duvalier, quien a su vez hizo toda una construcción de sí mismo

como un personaje. Duvalier construye una figura enigmática y legendaria, vinculado al

imaginario mágico en torno al vudú.

Es fundamental considerar este vínculo en el caso de Haitian Earth, ya que Duvalier

había llegado al poder en 1957 y al momento en Walcott escribió esta obra, en 1984, Duvalier

hijo seguía en el poder y ya existía una idea bastante afianzada en el imaginario internacional

(principalmente en Estados Unidos) y en el resto del Caribe acerca de esta dictadura: “By the

time François Duvalier began his dictatorial reign in 1957, Haiti’s status as uncivilized and

dangerous was firmly fixed in the Western imagination” (Kaisary pos. 196).

162

163

Jean Jaques Dessalines: ¿una construcción espejo de Françoise Duvalier?

Las diversas críticas sobre las obras de la trilogía haitiana de Walcott han destacado

su carácter pesimista y su mirada crítica sobre la Revolución Haitiana y sus efectos, con

especial acento en los gobiernos de la posindependencia. Todos coinciden en que la mirada

del autor tiene que ver con el fracaso de los gobiernos poscoloniales en Haití y en general se

considera la paradoja del triunfo de la Revolución Haitiana pero el absoluto fracaso en

constituirse como un Estado próspero. En la postura de Walcott se puede apreciar la idea

compartida por muchos sobre Haití como un estado fallido. La misma reflexión se realiza

sobre otras obras que tratan el tema, como las que forman parte del corpus de esta

investigación. Todos concuerdan en la difícil historia de la nación haitiana y su “difícil

presente”, pero en general todos pasan por alto considerar en términos concretos y directos

el contexto de Haití al momento de la producción de las obras y la posibilidad de establecer

vínculos directos con este. En cambio, se tiende a entablar los vínculos con el presente

contextual del resto del Caribe. Es curioso que sobre Haití del siglo XX casi no se hable,

como si ya no existiera más que como un recuerdo de un intento glorioso.

De las obras de teatro que he revisado en esta investigación, la primera es la de C.L.R.

James Toussaint L’Ouverture del año 1936 y que está hermanada con su texto histórico Los

jacobinos negros (1938). La siguiente obra es Henri Christophe de Walcott, estrenada en

1950, luego Drums and Colours del año 1958. Hasta aquí podemos señalar que el presente

de Haití con el cual estaban dialogando las obras recién mencionadas era el de la reciente

crisis de este país producto de la ocupación estadounidense entre los años 1915 y 1934. El

estado de Haití en los años treinta era deplorable, con una enorme crisis económica y una

imagen externa teñida por la mirada estadounidense que transmitió una imagen de un país

tremendamente atrasado, subdesarrollado, con altísimas tasas de analfabetismo, gran

pobreza, una población de bárbaros sumidos en la superstición y la ignorancia. Esta era la

idea que se asentaba sobre Haití. Luego de la ocupación siguen unos años de inestabilidad

política con gobiernos derrocados por golpes de estado, hasta que en 1957 Duvalier es elegido

presidente de Haití (en un proceso electoral de dudosa legalidad y transparencia). Esto sucede

un año antes de que Walcott estrene Drums and Colours y es difícil pensar que tan pronto ya

164

se tuviera una idea en el exterior sobre el tipo de gobierno que estaba implantando Duvalier

en Haití.

Las siguientes obras ya son de los años sesenta, Monsieur Toussaint de Edouard

Glissant (1961) y La tragedia del rey Christophe (1963) de Aimé Césaire. Cuando estas obras

aparecen, lo más posible es que ya se tuviera claridad respecto al tipo de gobierno dictatorial

de Duvalier y sobre quién era este sujeto y cuál era su ideología. Ahora bien, es difícil tener

certeza del nivel real del conocimiento de estos autores sobre lo que sucedía en Haití respecto

a las violaciones de derechos humanos.

The Haitian Earth, la última obra de la trilogía de Walcott, es del año 1984, momento

en cual ya se tiene la perspectiva total de la tiranía de la familia Duvalier, quien en 1964 se

declaró presidente de por vida, como muchos en el pasado, y luego se otorgó el poder de

elegir a su sucesor: su hijo Jean Claude Duvalier85, quien ya por esta época enfrentaba una

crisis que ponía en peligro su permanencia en el poder, el cual debió dejar en 1986 cuando

ya no tenía otra salida. Por entonces ya se conoce bastante bien la figura de Duvalier padre y

su régimen, y se ha producido una gran migración de haitianos hacia otros países del Caribe

y hacia Norteamérica. El régimen de Duvalier ya era conocido internacionalmente, así como

los horrores que se perpetraron, las violaciones a los derechos humanos, la represión ejercida

contra el pueblo. Y todo aquello junto a su extravagante personalidad le dio la fama de ser

uno de los peores dictadores de Latinoamérica y el Caribe del siglo XX.

Claramente todas las obras que conforman el corpus de esta tesis dialogan con su

presente de producción, pero sobre todo con el Caribe en general, tal como ya he señalado

anteriormente, pues principalmente se está reflexionando en torno a los procesos de

independencia en el Caribe anglófono o a la discusión del estatus de las colonias francesas.

Por otra parte, se considera el proceso revolucionario de Cuba en el contexto del Caribe

español. En su trilogía, Walcott está pensando sobre todo en los procesos del Caribe

anglófono. Sin embargo, no deja de ser interesante y relevante un posible diálogo con el

presente contextual de Haití, el país sobre el cual el autor construye su metáfora de la historia

del Caribe y que a mi parecer no se ha tomado en cuenta con la profundidad necesaria.

85 Jean Claude Duvalier lo sucede luego de su muerte en 1971.

165

Señalé muchas veces el hecho de que esta metáfora sirve como advertencia de los

errores del pasado que pueden repetirse en el presente, y en este sentido, Haití representaría

la repetición incesante de errores. Se vuelve sobre este gran hito histórico para destacar

justamente su fracaso a través de los años y la precaria situación actual del país. Es decir,

Walcott recalca el callejón sin salida de la historia de Haití y claramente ve allí un peligro

posible para el resto del Caribe. Por ello veo necesario establecer ciertos vínculos con el

periodo del régimen de Duvalier, y revisar ciertas características de Françoise Duvalier, que

tal como mencioné más arriba, construyó una ideología vinculada al negrismo y conformó

su imagen a partir de la identificación de su persona con importantes líderes negros de la

historia haitiana, donde Dessalines tiene un lugar de vital importancia.

En este sentido me llama la atención que al menos en el gran corpus de críticas que

he investigado sobre estas obras, no encontré ninguna mención que vincule a estas con el

presente contextual de Haití, ni tampoco se señala el paralelo que se puede establecer entre

el personaje de Dessalines, especialmente en The Haitian Earth, y Françoise Duvalier.

Desde aproximadamente los años veinte en Haití surgen movimientos que vuelven su

mirada hacia el pueblo haitiano, a esa gran mayoría campesina negra, a su cultura con fuertes

bases africanas. Esta revalorización de la cultura negra en parte surge con gran fuerza como

una respuesta a la ocupación estadounidense, país que ejerció un nefasto papel en Haití y

sobre todo entre los campesinos. Grupos de escritores e intelectuales vuelven su mirada hacia

la cultura del pueblo reivindicando su base africana. Entre los personajes importantes en este

quehacer estaban el escritor Jacques Roumain y el etnólogo Jean Price Mars, quien se dedica

a estudiar la cultura rural, y fue uno de los impulsores del estilo literario llamado indigenismo

(Dubois Haiti pos. 4869). Comienza a tomar fuerza política el nacionalismo negro vinculado

a estos movimientos. Así surge el noirisme en Haití como movimiento intelectual con

grandes influencias en la política. Françoise Duvalier proviene de este movimiento y como

ya he mencionado anteriormente usa la ideología negrista con fines políticos que lo llevarán

al poder. Estrechamente vinculado con estas ideas y utilizando la cultura negra rural creará

una imagen de sí mismo y buscará afirmar su poder en las grandes masas campesinas,

irguiéndose como el defensor del pueblo negro. Uno de los elementos más importantes en

este sentido es la vinculación de Duvalier con la religiosidad popular de origen africano, el

166

vudú, el cual constantemente fue rechazado por las elites y combatido por la iglesia católica.

Por otra parte, el vínculo del vudú con la política viene desde los inicios de las insurrecciones

esclavas. Price Mars hizo el vínculo entre los sucesos de la Revolución Haitiana con el rol

dominante llevado a cabo por los líderes vudú, y siguiendo esta línea Françoise Duvalier

llega a la misma conclusión. Así lo plantea Laguerre:

Lead Price-Mars went as far as to say that, had it not been for Voodooist

participation in the revolutionary movement, Haiti would not have become an

independent nation in 1804. Francois Duvalier and Lorimer Denis in their celebrated

essay, 'L' Evolution Stadiale du Vodou,' published in 1944, reached a similar

conclusion (101).

Duvalier intenta validar la cultura del folklore campesino y la herencia africana:

With the goal of validating the folk culture of the masses, Duvalier began to study

Voodoo with the intent of showing not only its African roots, but also its influence

on national politics during the period of the wars of independence (Denis and

Duvalier 1944). He came to the conclusion that a religion that served as a catalyst

for national unity and that was part of Haiti's folk culture should not be denigrated,

but maintained (Laguerre 103).

Durante la campaña presidencial de 1957, Duvalier buscó partidarios en los

sacerdotes vudú de Puerto Príncipe, y a través de estos buscó el favor de los sacerdotes vudú

de las zonas rurales, los cuales fueron fundamentales en la red de apoyo que fue creando. Es

dentro de estos grupos de seguidores y sacerdotes vudú donde forma grupos como los

Tontons Macuotes, que fueron una organización armada paramilitar que funcionó en el

régimen de Duvalier, muy temida, a la cual se le llamó con este nombre proveniente del

folklore popular, que hace alusión a la leyenda de un hombre que rapta a los niños y se los

lleva, algo similar a nuestro local “viejo del saco”:

After the victory of Duvalier in the election of September 1957, the tontons

macoutes became a countrywide organisation of volunteers, under Clement Barbot,

pledged to defend la revolution duvaliiriste against its adversaries. The organisation

167

was regularised in a decree of 7 November 1962 as Volontaires de la Sicuriti

Nationale (VSN) (Nicholls 167).

Muchos sacerdotes vudú formaron parte de los Tontons Macoutes, muchos sirvieron

de informantes, espías de los miembros de su comunidad, etc. (Laguerre).86

De esta manera Duvalier se muestra como un seguidor de la religión del pueblo, el

vudú, y busca en las creencias religiosas fuentes para crear su leyenda, a tal punto que se

viste de la misma forma que uno de sus espíritus importantes, Barón Samedí:

Duvalierism certainly encouraged the links between the Tonton Macoutes and

vaudou, and it used the peasant religion to enhance Duvalier’s own aura of

mysticism and infallibility. His very inscrutability, the somber formality of his dress

as well his secretiveness, all encouraged associations with the vaudou god, Baron

Samedi, the keeper of the cemetery. The links with vaudou priest also helped him

to keep abreast of happenings outside the capital (Dash Culture and Customs 17).

Es importante considerar el rol del vudú en la Revolución Haitiana y en general las

reuniones rituales como un espacio de resistencia de los esclavos y desde donde surgieron

también los primeros líderes rebeldes, como Boukman.

De la misma manera Duvalier se identificó con el líder negro Dessalines como el

libertador de la patria, declarándose su heredero (Dubois Haiti pos. 5616). Un gesto

tremendamente simbólico fue el de reestablecer la bandera usada por Dessalines:

Duvalier also remade the Haitian flag, getting rid of the traditional blue and red

horizontal stripes and replacing them with vertical stripes in black and red. The

change was a return to the flag used by Dessalines (Dubois Haiti pos. 5608).

86 “During the administrations of both Duvaliers, many Voodoo priests joined the Tonton Macoute force for the

following reasons: to be able to operate their temple freely without any harassment from the state, to maintain

control over their own domain, to compete with neighbouring priests, to provide security for their own

congregations, to serve as a broker with the government on behalf of their brethren, to become a prominent

figure of authority in the community, to ensure a monthly salary from their job as a Tonton Macoute – or simply

because they did not have any alternative” (Laguerre 116-117).

168

En este sentido, me parece importante recordar la escena de The Haitian Earth en la

que se hace alusión a la bandera de Dessalines:

Dessalines: Yes, yes, white man, this is Dessalines

Who ripped the white heart from the flag of France (368).

Como vemos ese acto fue tremendamente simbólico, pues implicaba arrancar el rastro

colonial blanco y destacar la raza negra. Por supuesto hay que sumar a ello la fama de

Dessalines como el asesino de blancos, la figura más radical en su rechazo a los franceses.

Esto fue cambiado luego del asesinato de Dessalines. Duvalier se muestra como el nuevo

líder negro a la altura de un Dessalines, continuador de los ideales de la Revolución Haitiana

(Dubois Haiti pos. 5226). Esto va de la mano con la idea de restablecer una hegemonía

política de los sectores negros. Así lo veían sus seguidores:

Ulrich Saint-Louis, a duvalierist of long standing, has spoken of Francois Duvalier

as a synthesis of dessalinism and salomonism, and 'Papa Doc' himself frequently

referred to Salomon in his political speeches, seeing himself as continuing the work

of his black predecessor (Nicholls 38).

Duvalier crea esa imagen misteriosa, vinculada a la religiosidad vudú, envuelto en un

aura de poderes mágicos, sobrenaturales, y se muestra como un favorecido de las deidades

vudú (recordemos que Dessalines pasó a formar parte del panteón vudú). De la misma manera

aparece el personaje de Dessalines en la obra de Walcott. Phillipe Girard hace un recuento

de la leyenda formada en torno a Duvalier: “Rumors swirled that he practiced nocturnal

ceremonies on the bodies of his enemies, that he had mastered the art of ubiquity, and that

he was an incarnation of the loa Baron Samedi, who shared Papa Doc’s taste for black suits

and cemeteries” (el subrayado es mío, 98). En este imaginario Duvalier posee la misma

característica que señalaba Figueroa sobre el personaje de Dessalines en Haitian Earth, su

omnipresencia, lo cual está estrechamente ligado a su inmortalidad, pues además el pueblo

de Haití no se liberó de la tiranía con su muerte, pues inmediatamente lo reemplazó su hijo,

una manera de continuar su legado más allá de la muerte. Como señalé anteriormente,

Figueroa plantea que el personaje de Dessalines muestra que este finalmente reencarna en

169

otros tiranos de la historia del Caribe, volviendo a repetir la historia una y otra vez. Siguiendo

esta idea es que planteé la posibilidad de interpretar que la alusión perfecta al tirano que

repite la historia era la figura de Duvalier. De esta manera, Dessalines no está construido

tanto en función de reflejar el personaje histórico, sino más bien el autor acentúa su mala

fama para que sea un perfecto reflejo de Françoise Duvalier.

Por otra parte, creo importante considerar cuál es el imaginario que está detrás de la

construcción del personaje de Dessalines en Haitian Earth, con las características que ya he

señalado y su vínculo con la imagen de Duvalier. El imaginario sobre Haití que se ha creado

en el resto del mundo occidental se podría decir que ha tenido principalmente dos momentos:

el primero, el de la época de la Revolución a través de todos los recuentos históricos por parte

de los franceses y otros europeos, y de los testimonios de los franceses que huyeron de la

isla; y el segundo, a partir de la ocupación estadounidense a principios de siglo XX. Al

imaginario creado a partir de la Revolución Haitiana ya me he referido en bastantes

oportunidades a lo largo de este trabajo, el cual podríamos resumir en: salvajismo, brutalidad,

superstición y brujerías, ignorancia, violencia y crueldad. Si bien ambos imaginarios no son

muy distintos, en el del siglo XX hay, digamos, una intensificación de ciertos aspectos como

el relacionado con la brujería, el vudú y una serie de sus rituales y prácticas que han calado

profundo en la imagen que tenemos de Haití. Esta idea se fue formando a partir de las

experiencias de estadounidenses en el país durante la ocupación y fue fomentada por una

prensa sensacionalista (Dash Culture and Customs 30). Esta imagen termina de tomar forma

con la dictadura de Duvalier, quien con sus características ya mencionadas, alimentaba de

manera perfecta esa leyenda a su alrededor:

‘Foreign journalists and scholars in search of exotic buffoons,’ notes Michel-Rolph

Trouillot, ‘enjoyed painting François Duvalier as an incoherent madman, a black

Ubu87, a tropical Caligula who would spout any amount of nonsense at any time’

(Dubois Haiti pos. 5629).

87 Es significativo para mi lectura e interpretación sobre la construcción de los personajes de Dessalines y

Christophe como unos Macbeth negros el que Trouillot señale respecto al imaginario sobre el personaje de

Duvalier como un Ubú Rey negro, pues Ubú Rey mantiene claros intertextos con Macbeth, siendo de alguna

forma una sátira excesiva y burlesca de esta tragedia.

170

Con ello se termina de generar un imaginario completo de Haití: pobreza, hambre,

ignorancia, tiranías infernales y todo tipo de brutalidades que, tal como señala Dubois, desde

la ocupación estadounidense también ha servido de sustento para justificar sus intervenciones

al mostrar un país incapaz de gobernarse solo:

The logic of such reports was that while Duvalier might be brutal, he was the

inevitable product of Haitian culture. As during the U.S. occupation, depictions of

the supposed religious and cultural backwardness of Haiti conveniently neglected

to consider the effects of America’s massive economic and military involvement in

the country. The exoticizing representations of Haiti and Duvalier both justified U.S.

support of his regime and buttressed his hold on power, legitimizing it by

delegitimizing the idea of Haitian democracy (Haiti pos. 5644).

El imaginario sobre la magia negra y las historias de zombis se instala en gran parte

gracias al libro escrito por el etnobotánico Wade Davis, The Serpent and the Rainbow, que

luego fue convertido en un film de horror que sentó las bases de una larga tradición en el cine

y la cultura popular sobre los zombis (Dash 30) 88. Así también han contribuido a esto otros

textos como el libro de viajes The Magic Island, de William Seabrook, resaltando la idea lo

exótico, misterioso, etc.

Respecto al vudú se ha extendido la idea que principalmente lo relaciona con la magia

negra, fuente de maleficios. El estereotipo respecto a esta práctica religiosa es la de brujos

que hacen rituales oscuros, con sacrificios sangrientos de animales, posesiones “diabólicas”,

zombis y la ya clásica muñeca vudú la cual imita el aspecto de la persona que se quiere dañar

y a través de la cual se hace gran daño al clavar alfileres en ella89. Respecto a la idea del

zombi me parece importante lo que señala Dubois:

By making zombies into generic horror-film monsters, such representations

obscured the fact that in Haitian folklore, the zombi is a powerful symbol with a

88 “The 1934 film White Zombie, starring Bela Lugosi, even advertised itself as a kind of documentary, ‘based

upon personal observations in Haiti by American writers and research workers.’” (Dubois Haiti Pos. 4839) 89 “One of the common beliefs about Haiti is the prevalence of sorcery. The Vaudou doll is a staple of

sensationalist accounts of magic in Haiti” (Dash Culture and Customs 73)

171

specific, haunting point of reference. It is a person devoid of all agency, under the

complete control of a master: that is, a slave (Haiti pos. 4843).

Este conjunto de prejuicios e imaginarios alimentados por la cultura popular

occidental (me refiero al creado por la industria cultural, especialmente proveniente del cine),

más la propia figura construida por Duvalier sobre sí mismo y el inconmensurable horror de

su régimen, conforman una imagen potente y difícil de esquivar.

La idea de este Duvalier representado en el imaginario extranjero como un Ubú negro

que señalaba Dubois, como ya mencioné anteriormente, calza perfectamente con la

construcción del personaje de Dessalines en Haitian Earth. En esta obra los vínculos con la

magia, negra por cierto, con los rituales vudú y los tiranos sanguinarios están fuertemente

ligados a este imaginario. El vínculo entre el tirano sangriento, el vudú y la magia ya lo he

explicado a partir de las similitudes entre el personaje de Dessalines y Duvalier. Sin embargo,

este imaginario es constante en la obra, por ejemplo, en los momentos donde se describen

rituales vudú durante la insurrección. Y por último me gustaría señalar un momento en

especial que llamó fuertemente mi atención. Al final de la obra Yette aparece haciendo

brujería con un muñeco vudú, el cual es descrito como un muñeco con la forma de

Christophe, y al cual Yette apuñala con unas agujas en sus piernas. Como se sabe Christophe

en la realidad sufrió un tipo de parálisis durante su último tiempo. En la obra, Yette es

sorprendida con este muñeco y es acusada de brujería contra Christophe y culpada de la

enfermedad que este padece, y por ello Christophe la manda a matar.

Como he mencionado antes, dentro de las ideas exageradas o simplemente

deformadas de la religión vudú y sus prácticas está la famosa brujería con la muñeca vudú

para dañar a alguien. En varios textos críticos aquí utilizados se habla de estas deformaciones

de prácticas del vudú, una de las más claras es respecto a los zombis, pero también están las

posesiones, los sacrificios y la muñeca vudú. Respecto a este tema, en un texto sobre el vudú

haitiano Haitian Vodou. An Introduction to Haiti’s Indigenous Spiritual Traditions, escrito

por un sacerdote vudú llamado Mambo Chita Tann, se señala que la utilización de figuras

humanas para causar daño ha sido una práctica de muchas culturas desde la antigüedad, y

señala a los egipcios como unos de los primeros pueblos en usarlas. Esto habría pasado a

través de la cultura greco-romana a Europa y seguido su camino a través de los años hasta

172

llegar a la brujería moderna. Mambo Chita Tann menciona que, de las naciones del Congo

de África occidental y central, se sabe del uso de figuras humanas talladas en madera y

perforadas con uñas, llamadas nkisi; sin embargo, estas son usadas principalmente como

objetos de protección y no como objetos para hacer daño (73):

The modern belief that Haitian Vodou uses dolls in a specific manner to cause injury

or harm to human beings owes more to an exaggeration of existing European

magical practices than anything from Africa, though the first use of human figures

in execration (cursing/harm) rituals is known from certain ritual practices of the

ancient Egyptians (73).

Mambo Chita Tann termina señalando que algunos practicantes de vudú

ocasionalmente usan toscas figuras humanas como parte de varias formas de magia

individual, pero no es una práctica común: “[…] and the entire notion of ‘sticking dolls with

pins’ come more from horrors films than from the actual Haitian Vodou (73).90

En este sentido creo importante tener en cuenta desde dónde se construyen ciertos

imaginarios que, de manera a veces casi imperceptible, calan profundo y me parece que

muchos aspectos de la representación que realiza Walcott de la Revolución Haitiana y sus

líderes están sutilmente impregnados de este imaginario sobre Haití y su cultura formado

durante el siglo XX:

Yette places a crucifix next to the doll King. She dips the pin in the paste. She heats

and turns the long, sharp pin slowly in the flame […]

[…] Belle Maison. For stab of the heated pin in to the doll’s leg, Christophe

wrenches and twists in agony. Yette keeps stabbing.

Yette: No more kings. No more kings. No more kings. (427-428).

90 Cuando era pequeña en mi casa trabajaba una señora que venía de la zona de Lota y ella me contaba historias

de brujas que hacían males a la gente a través de varias formas y una de esas era pinchar con agujas una muñeca

para hacerte sufrir. Refiero a esta anécdota personal pues me hace concordar con la idea de que es una práctica

seguramente extendida por muchas culturas y no necesariamente propia del vudú haitiano.

173

A lo largo de este capítulo he analizado el personaje de Dessalines elaborado por

Walcott en The Haitian Earth ahondando en sus características negativas y considerando sus

elaboraciones anteriores en las otras obras de la trilogía. Sin duda este líder no goza de la

admiración del dramaturgo, quien incluso parecería sentir odiosidad hacia él. He señalado

que esta perspectiva negativa sobre Dessalines es compartida por muchos historiadores,

intelectuales y escritores, pero además he destacado el hecho de que también esa construcción

histórica obedece a ciertos contextos y perspectivas ideológicas. En este sentido, la

configuración del personaje de Dessalines como un espejo de Françoise Duvalier me parece

sumamente compleja, ya que con ese vínculo su figura se termina de enterrar en el

desprestigio, injusto a mi parecer. El claro uso ideológico de la figura de Dessalines que

realizó Françoise Duvalier sin duda fue nefasto. Sin embargo, cargar con ello al líder

revolucionario y libertador de Haití carece de justicia y lo despoja de su grandeza. La

configuración que elabora Walcott no permite ver al personaje histórico en su total dimensión

y solo nos entrega un personaje en blanco y negro, lo cual termina siendo una contradicción

en el pensamiento del autor, que, precisamente se planteaba contrario a caer en ese tipo de

polaridades que criticaba tanto del mundo occidental que colonizó y esclavizó al pueblo

africano, como de los movimientos nacionalistas negros.

El personaje que nos muestra el dramaturgo es una caricatura de maldad, tiranía y

crueldad y esto lo logra descontextualizando históricamente sus actos, omitiendo bastantes

sucesos de esta historia y exagerando su carácter al hacerlo un reflejo de Duvalier. De esta

manera más que un Macbeth negro, como el personaje trágico de Christophe, al volverlo una

caricatura lo transforma en un Ubú negro. Y con ello es continuador de la misma perspectiva

en la que el blanco europeo representa la civilización y la razón y el esclavo africano lo

salvaje y violento, pues la figura positiva en estas obras es Toussaint, el líder ilustrado, es

decir, casi europeo, cercano a los blancos, y por el contrario sitúa a Dessalines como negro

africano, salvaje y brutal.

174

Conclusiones.

Investigar sobre las reescrituras dramáticas de la Revolución Haitiana implica revisar

el imaginario presente en el Caribe y en el mundo sobre Haití y estos sucesos. Un imaginario

creado de diversas formas pero principalmente forjado desde dos polos opuestos: uno nacido

desde el miedo y otro nacido desde la admiración. Es desde las primeras noticias de la

insurrección en la colonia de Saint-Domingue que la leyenda de Haití fue tomando forma a

partir de las historias que llevaban los blancos que huían de la isla, como por ejemplo a Cuba

u otras islas vecinas. Mientras por una parte se sembró el pánico ante la posibilidad de que

tales hechos se esparcieran por el resto del Caribe, por otro fue el primer destello de libertad

para miles de hombres esclavizados. Las reescrituras sobre la Revolución Haitiana son

numerosas y no están limitadas al ámbito caribeño; han proliferado en muchos lugares y en

distintas épocas, tal como señala Elzbieta Sklodowska, usando la metáfora de Benítez Rojo:

“Fuente de inspiración y esperanza, por un lado, y objeto de temor, por el otro, Haití es «una

isla que se repite» en el imaginario de otras culturas, pero con inversiones y variantes

inesperadas” (pos. 109).

Esta investigación tuvo como propósito estudiar los dramas escritos durante el siglo

XX sobre el tema de la Revolución y sus héroes, considerando la situación histórica desde la

cual se escriben, a saber, los procesos de descolonización o autodeterminación de las colonias

del Caribe. En este contexto parecía fundamental la elección del género dramático como una

herramienta política en la medida que el teatro siempre ha sido un lugar privilegiado para

mostrar o divulgar ideas de manera más directa y por ser un espacio colectivo que puede

reunir y atraer a un gran número de personas. En este mismo sentido, la elección de mi objeto

de estudio, The Haitian Trilogy, respondió en parte a que permitía extender la mirada en tres

momentos distintos del siglo XX, pero a manos de un mismo autor, quien además escribió

dos de estas obras en relación con sucesos específicos, como la inauguración de la Federación

de las Indias Occidentales y la conmemoración de los 150 años de la emancipación de la

esclavitud en las colonias británicas. Por ello era fundamental estudiar cómo dialogaban estos

175

momentos del presente escritural con los diversos sucesos de la Revolución Haitiana, lo que,

como dije al inicio, implicaba estudiar un extenso y complejo imaginario sobre esta.

Desde un inicio me planteé frente a la trilogía de Walcott como una obra de carácter

moderadamente pesimista y desencantada respecto de los resultados del proceso de la

Revolución, que presentaba, también, una desconfianza de los procesos independentistas de

la época. Sin embargo, durante el proceso tanto de la investigación como de la escritura de

la tesis, las obras de Walcott se me fueron re-presentando ante los ojos de manera diferente

a mis primeras lecturas, sobre todo respecto de la última de ellas, The Haitian Earth, en la

que destaca su rotundo pesimismo, con lo que la trilogía se vuelve así, a mi modo de ver, una

representación radicalmente negativa de la Revolución. Las dos primeras obras claramente

poseen una mirada crítica, sin embargo, están permeadas de las esperanzas propias de

mediados de siglos XX y de las expectativas en torno a la descolonización; están impregnadas

del ímpetu y del arrojo de cuando se está partiendo, creando, gestando algo: una nueva

nación, un nuevo teatro. Estas obras están empapadas de expectativas positivas, que si bien

miran el pasado de manera crítica lo hacen justamente con el fin de no repetir los mismos

errores en el presente. Esta crítica que hacía Walcott se orientaba hacia una historia cíclica,

que no dejaba de repetirse constantemente, tal como lo representa en Drums and Colours,

pero mostrando la posibilidad de romper con este círculo a través de la capacidad de acción

del pueblo, que debe permanecer activo y no permitir la aparición de tiranos que vengan a

repetir el ciclo.

La perspectiva de Walcott muestra un punto crítico esencial: la corruptibilidad de los

líderes. Sus obras están construidas básicamente en torno a los héroes de la Revolución y en

ellos recae todo el pesimismo, exceptuando a Toussaint, quien encarna la moderación y la

razón, lo cual está representado en las obras por su carácter ilustrado, reconciliador y cercano

a los blancos. La esperanza está simbolizada en el hombre común, en el pueblo, en el

pescador, en el campesino. Esta perspectiva sobre los héroes revolucionarios dialoga con la

posición de desconfianza política de Walcott frente a los líderes que dominaban la política

en aquellos años de producción de estas obras.

La última obra de la trilogía finalmente nos lleva de lleno a un profundo pesimismo,

pues debemos considerar que es bastante posterior a las anteriores y que es una re-

176

presentación o reelaboración del tema, que supone una mirada con distancia crítica de lo que

ha sido el proceso de descolonización. Walcott claramente apoyaba el espíritu de la

Federación, que fracasó, y con ello quizás fracasa la idea de una gran nación de las Antillas

inglesas, la idea de unidad cultural y política, de la unidad en la diversidad (cultural y racial)

que tanto aprecia Walcott. Por otra parte, este drama conlleva de manera mucho más marcada

la crítica de ciertas perspectivas políticas y culturales que, como he desarrollado

anteriormente, tienen que ver con su distancia respecto de los movimientos nacionalistas

negros, el Black Power, y cualquier tendencia radical tanto en lo racial como en lo político.

De manera que The Haitian Earth, profundiza mucho más en la mirada crítica sobre

los procesos revolucionarios, mostrando una imagen absolutamente negativa de la

Revolución Haitiana y sus líderes. Allí destaca la construcción del personaje de Dessalines

como la encarnación de todos los males de los movimientos radicales negros, y por supuesto

de sus líderes. La obra despliega un imaginario marcadamente vinculado a los estereotipos

de un Haití brutal y salvaje, que como he desarrollado, se ha ido configurando desde la

Revolución en adelante y que durante el siglo XX revive de manera aún más estereotipada

desde la mirada extranjera, luego de la ocupación de Haití por parte de los Estados Unidos.

Esta obra cierra la trilogía y es significativo que el dramaturgo haya decidido en el

2002 reunirlas todas en una sola edición. La más amarga y oscura de sus obras viene a cerrar

todo un proceso que se inicia en 1949 con Henri Christophe, y que abarca más de cincuenta

años (toda la segunda mitad del siglo XX), volviendo una y otra vez sobre el tema de Haití

como hito histórico y cultural, que vuelve a significarse según los procesos históricos del

presente. De esta manera, Walcott cierra su ciclo, con una última mirada en que solo se nos

permite ver la historia de Haití como una eterna repetición de ciclos de tiranía: de la colonia

a la tiranía de los esclavos rebeldes, de gobernantes dictatoriales a la invasión estadounidense,

para terminar con la fatídica dictadura de Françoise Duvalier y su hijo. Así, con este

contundente cierre solo se viene a reafirmar lo que en un principio se presentaba como una

desconfianza y un cierto pesimismo, la confirmación de que la historia de Haití es como una

serpiente que se come la cola: una gran esperanza de libertad y del fin de la tiranía de la

colonización, una gran gesta que sin embargo termina auto aniquilándose. De esta forma, la

lectura esperanzadora de las dos obras anteriores se destruye.

177

Y, la verdad, la trilogía termina cerrando el círculo de manera tal que no puedo dejar

de ver en ello el talento dramático de Walcott, pues esta obra muestra esa auto destrucción

llevándonos de vuelta a donde comenzamos, de vuelta a la tragedia de Henri Christophe, al

héroe trágico que posee una grandeza y una virtud que lo lleva a triunfar, pero que a la vez

es esa misma virtud la que lo hace caer. Así también construye Walcott su versión de la

Revolución Haitiana, como una gran gesta que lleva en sí misma su triunfo y su fracaso. Los

personajes de Henri Christophe vuelven a renacer en The Haitian Earth, y el autor profundiza

en el carácter de Dessalines quien se muestra conocedor de su destino, y es tan similar al

personaje que aparece en esa primera obra que me pregunto si este no es más que una

reescritura del mismo, es decir, no es una nueva construcción, no es un personaje nuevo, es

el mismo carácter reelaborado que transita de una obra a otra, con la diferencia que en esta

última es autoconsciente de su rol.

Como decía, volvemos al mismo punto en que termina Henri Christophe, el desastre

de los líderes revolucionarios, su tiranía y su fracaso, pero ahora lo vemos desde el punto de

vista del pueblo, representado en Pompey y Yette, que terminan siendo víctimas de sus

libertadores; nada más significativo que las palabras de Pompey para ilustrar este eterno

círculo: “[…] mi life is one long night. My country and your kingdom, Majesty. One long,

long night. Is kings who do us that” (431; el subrayado es mío). Esa noche interminable que

es la historia de Haití es producto de los líderes que olvidan al pueblo. ¿No fue ese el error

de Toussaint también? Este es el error trágico de Toussaint en la lectura de James. Las

palabras de Pompey quedan resonando y vuelvo a pensar en el tirano protagonista:

Dessalines, la figura del tirano inmortal, que se reencarna una y otra vez. Y de esta manera

todo vuelve a tener un nuevo sentido, un sentido absolutamente trágico si pensamos en la

larga noche interminable de Pompey y la unimos con la frase de Vastey al final de Henri

Christophe: “We were a tragedy of success” (103).

Todo esto me lleva a contestar una de las preguntas iniciales de esta tesis, donde me

cuestionaba si la Revolución Haitiana es la gran epopeya fundacional del Caribe o es la gran

tragedia. Mi conclusión es que por lo menos desde la representación dramática de Walcott es

las dos cosas al mismo tiempo, e indisolublemente unidas: epopeya y tragedia. En el mismo

sentido que planteaba más arriba, lo mismo que hace posible la epopeya, es decir la gesta de

178

la Revolución, es lo que la lleva a la tragedia. Tal como lo desarrollé respecto del héroe

trágico shakesperiano, la grandeza de la hazaña lleva consigo su autodestrucción.

De esta manera planteo que la representación de Walcott de este momento

fundacional trae consigo su final, este nacimiento sangriento anuncia su destino y el ciclo

que confirma ese fin es la dictadura de Françoise Duvalier, figura que tiene un evidente

paralelo con el personaje de Dessalines. En esta obra se aprecia cómo se unen pasado y

presente para cerrar el círculo, recordando que en el presente escritural de The Haitian Earth

todavía no terminaba la dictadura de Jean Claude Duvalier. De esta manera, el personaje de

Jean Jacques Dessalines, con todas las características que he mencionado, nos está hablando

mucho más de Françoise Duvalier que del sujeto histórico Dessalines.

Como planteé anteriormente esta unión con el presente contextual tiene relación con

la mirada negativa del autor sobre los movimientos nacionalistas negros, donde Duvalier

representa lo peor de ellos. Así, la misma Revolución Haitiana, y especialmente Jean Jacques

Dessalines, aparecen representados desde esta perspectiva racial negativa, en que los esclavos

negros rebeldes han quedado bajo el estereotipo de lo salvaje y primitivo. Y ese es a mi juicio

el problema de esta obra, que precisamente termina construyendo un personaje que

finalmente persiste en la mirada estereotipada y prejuiciosa que recae sobre la raza negra, de

manera que tanto sus personajes como los hechos representados aparecen tergiversados en

relación con sus referentes históricos.

Uno de los aspectos que me parecen más paradójicos o desconcertantes es que The

Haitian Earth fue escrita para conmemorar la abolición de la esclavitud en las colonias

británicas. No puedo dejar de preguntarme qué celebra realmente esta obra, pues si es para

conmemorar el fin de la esclavitud, ¿por qué utilizar la Revolución Haitiana si va a ser puesta

en función de sus fracasos? Me pregunto si, tal vez, lo que celebra Walcott es el proceso

pacífico que siguió el Caribe anglófono hacia la emancipación, pero me resulta difícil de

creer, considerando que dicho proceso tardó tantos años más. O quizás a la vez está

comparando los procesos de independencia de las islas anglófonas y sus consecuencias,

frente a la temprana abolición e independencia de Haití, pero sumergida en aquellos años en

el régimen de Duvalier.

179

Es contradictorio poner en escena el hito de la emancipación esclava de manera tan

negativa para celebrar el fin de la esclavitud, pues lo hace destacando sus fracasos, señalando

incluso el fracaso mismo de la libertad al insistir en la dominación abusiva por parte de sus

líderes, como le reclama Pompey a Christophe: “Free? When I was ever free? Under you al?”

(432). Esto está en concordancia con el prólogo escrito por Walcott a la edición de la trilogía:

“The Haitian revolution, as sordidly tyrannical as so of its subsequent regimes tragically

became, was an upheaval, a necessary rejection of the debasement endured under a civilized

empire, that achieved independence” (viii). De estas palabras se puede entender que

considera la Revolución Haitiana como un suceso necesario; sin embargo, en la oración

completa lo que más destaca es su característica de ser sórdidamente tiránica.

En la construcción dramática que Walcott realiza de la Revolución en esta última obra

efectivamente la representa como una tiranía sórdida, sin embargo, su sordidez está elaborada

casi absolutamente sobre hechos ficticios, creados por Walcott y no extraídos de la realidad

histórica, partiendo por la creación de Dessalines como un lunático vinculado con la

hechicería y un sádico tirano. Por otro lado, vimos que la exageración, que raya en la

tergiversación histórica de los actos cometidos por los personajes de Christophe y Dessalines,

solo era posible omitiendo gran parte del contexto histórico que explica estas mismas

acciones. Este es un punto central en la elaboración de Walcott, puesto que la manipulación

de ciertos sucesos históricos está al servicio de la elaboración de una determinada imagen de

sus líderes, imagen que, a su vez, está construida en función de representar a los líderes del

presente, como en el caso de Duvalier.

A partir de esto último es que finalmente desecho la posibilidad de leer estas obras

como dramas históricos en propiedad, dado su poco apego a los sucesos reales y por no poseer

la intención de representar fidedignamente los hechos; de esta manera me inclino, como

señalé antes, a verlas desde su carácter épico y trágico.

180

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187

Apéndice

Breve cronología de la historia de Haití.

1492 Cristobal Colón llega a la isla de Santo Domingo y la nombra La Española, e instala

ahí el primer asentamiento español.

1697 Tratado de Ryswick en que España cede la parte occidental de La Española a Francia.

1758 El líder cimarrón Makandal es capturado y quemado.

1776 Declaración de independencia de los Estados Unidos de América.

1789 Revolución Francesa.

1790 Vincent Ogé lidera una rebelión mulata en Saint-Domingue.

1791 Febrero: Ogé es ejecutado.

Agosto: Comienza la insurrección de esclavos en el norte de Saint-Domingue.

Ceremonia de Bois Caiman.

1793 Alianza entre ejército de esclavos rebeldes y españoles.

1794 La Asamblea Nacional en Francia declara la abolición de la esclavitud.

Toussaint Louverture se cambia al bando francés.

1797 Sonthonax nombra a Toussaint Louverture Comandante en Jefe.

1801 Toussaint manda a elaborar una Constitución; en ella es nombrado gobernador de por

vida.

1802 Napoleón envía a Saint-Domingue una expedición al mando de Leclerc para sacar del

poder a Toussaint.

Napoleón reinstaura la esclavitud.

188

Toussaint es arrestado y enviado a Francia.

1803 Toussaint muere en prisión en Francia.

1804 Dessalines declara la independencia de Haití.

1806 Dessalines es asesinado.

1807 Haití se divide en el reino de Christophe en el norte y el gobierno de Pétion en el sur.

1818 Muerte de Pétion.

1820 Muerte de Christophe.

Haití se une bajo el gobierno de Boyer.

1825 Bajo el gobierno de Boyer, Haití accede a pagar a Francia una indemnización a

cambio de que se reconociera su independencia.

1834 Abolición de la esclavitud en las colonias británicas.

1848 Abolición de la esclavitud en Francia.

1915 Ocupación de Estados Unidos en Haití.

1930 Nace en Santa Lucía Derek Walcott.

1934 Fin de la ocupación estadounidense en Haití.

1946 Las colonias francesas del Caribe pasan a ser Departamentos de Ultramar de la

República de Francia.

1949 Estreno de Henri Christophe.

1957 Françoise Duvalier llega al poder.

1958 Formación de la Federación de las Indias Occidentales.

Estreno de Drums and Colours.

1959 Triunfo de la Revolución Cubana.

1962 Independencia de Jamaica y Trinidad y Tobago.

189

1979 Independencia de Santa Lucía.

1964 Françoise Duvalier es declarado presidente vitalicio y con derecho a elegir a su

sucesor.

1971 Muere Françoise Duvalier y es sucedido por su hijo Jean Claude Duvalier.

1984 Estreno de The Haitian Earth.

1986 Jean Claude Duvalier parte al exilio.