La poesía

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42 Literatura S in renunciar a la historia de los primeros hombres que, sorprendidos por las irre- mediables bellezas y cosas amorfas de la vida, hicieron de sus días una actividad creativa que socavaba la entrañable pasión por registrar las imágenes del mundo. La mano del escritor no descansa por eviden- ciar lo que sucede en el aquí y ahora. Frente a sus ojos se marchita la única esperanza que tie- nen las personas por entender su espacio que es la quietud absoluta y que el poeta quiere combatirla a través de su lenguaje para resistir juntos a la penumbra hostilidad. CONSTRUIR UN POEMA Como el cuerpo, un poema es una forma de expresión (un vehículo) para que el poeta pue- da verbalizar en un universo de subjetividades, emociones y pensamientos. En su interior, existe una acumulación de vivencias, de experiencias y de lecturas que ha presenciado durante su estadía. Todo este cúmulo evidencia al artista que construye una manera de ser, de estar y de escribir. Esa forma es el poema, un área que está compuesta de varias cosas que lo hacen especial: exige cierto estado de ánimo para leer y para enfrentarse con la palabra viva, cuya edi- ficación demanda un ritmo más distendido, an- gustioso y de mucha placidez. Proceso que no da tregua a lo tópico y que, para la poeta ecuatoriana, Aleyda Quevedo Ro- jas, es un territorio en donde el escritor tiene que no solamente hacer un trabajo muy depurado con el lenguaje y con las imágenes que quiere construir, sino que el poema exige una serie de resortes importantes como el ritmo, el tono, la velocidad y los silencios que guarda. EL ENCUENTRO CON LA PALABRA VIVA Quien abre el libro descubrirá los secretos que allí reposan y las respuestas necesarias para de- sarmar la gramática de la vida. Leer poesía LA VIGENCIA DE LA Los años maduran y el ser humano no vuelve la mirada hacia lo que perenniza con su voz porque su creación artística es testimonio honesto del tiempo que no cesa. palabra

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Literatura

Sin renunciar a la historia de los primeros hombres que, sorprendidos por las irre-mediables bellezas y cosas amorfas de la

vida, hicieron de sus días una actividad creativa que socavaba la entrañable pasión por registrar las imágenes del mundo.

La mano del escritor no descansa por eviden-ciar lo que sucede en el aquí y ahora. Frente a sus ojos se marchita la única esperanza que tie-nen las personas por entender su espacio que es la quietud absoluta y que el poeta quiere combatirla a través de su lenguaje para resistir juntos a la penumbra hostilidad.

Construir un poema

Como el cuerpo, un poema es una forma de expresión (un vehículo) para que el poeta pue-da verbalizar en un universo de subjetividades, emociones y pensamientos. En su interior, existe una acumulación de vivencias, de experiencias y de lecturas que ha presenciado durante su

estadía. Todo este cúmulo evidencia al artista que construye una manera de ser, de estar y de escribir. Esa forma es el poema, un área que está compuesta de varias cosas que lo hacen especial: exige cierto estado de ánimo para leer y para enfrentarse con la palabra viva, cuya edi-ficación demanda un ritmo más distendido, an-gustioso y de mucha placidez.

Proceso que no da tregua a lo tópico y que, para la poeta ecuatoriana, Aleyda Quevedo Ro-jas, es un territorio en donde el escritor tiene que no solamente hacer un trabajo muy depurado con el lenguaje y con las imágenes que quiere construir, sino que el poema exige una serie de resortes importantes como el ritmo, el tono, la velocidad y los silencios que guarda.

el enCuentro Con la palabra viva

Quien abre el libro descubrirá los secretos que allí reposan y las respuestas necesarias para de- sarmar la gramática de la vida. Leer poesía

La vigencia de La

Los años maduran y el ser humano no vuelve la mirada hacia lo que perenniza con su voz porque su creación artística es testimonio honesto del tiempo que no cesa.

palabra

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constituye una etapa de soledad, de confrontamien-

to y de reflejo que desnudan al hombre. A la poesía siempre se la

ha vinculado con el tema de la angustia, de lo trágico, del dolor y el abandono que

habitan en el ser. Eso tiene mucho de sintonía porque cuando se está solo es probable encon-trarse con uno mismo y acercarse a otras aristas de la emoción… a una espiritualidad distinta a la que se siente en tiempos de amor o de plaga.

Tan viva es la palabra que al escuchar a un poeta leer su obra transmite emociones, sen-saciones y reflexiones. Cuando la página acom-paña, leer en voz alta o en silencio concede una perspectiva diferente de lo que se vive y eso le otorga un misterio a la poesía, y hace que leer sus escritos sea un reto para cualquier humano que le huye. La gente no tiene la tradición de leer poesía. Cuando adolescentes nos mataron la pasión lectora con poemas aburridos, asin-crónicos de la realidad que acontece, provocó el desencanto para abrir una grieta en su inte-rior. Luego, se piensa que la poesía es aburrida, melodramática o tremendista, siendo un idioma por su belleza y dramaticidad.

Mucha de la formación de un lector empieza desde muy joven, en la escuela, cuando llegan a nuestras manos poetas adecuados que inicien esa pasión y amor por la poesía para cambiar la visión del mundo por siempre.

Lo cierto es, asegura la poeta ecuatoriana, que en un libro de poesía se encuentran muchas res-puestas. A pesar que en la primera lectura se lo-calizan códigos, metáforas e imágenes -a veces- indescifrables, lo interesante es que estas formas que, aparentemente, son casi herméticas arrojan contestaciones del mundo porque, primero, es una de las formas más exactas de la literatura y, también, tiene conexiones en las dos dimen-siones del mundo: la realidad real y la realidad subjetiva de la voz poética. La poesía permite sintetizar con códigos menos exactos que los científicos, menos dogmáticos que los políticos y menos cerrados que los religiosos. Uno de los géneros del arte que más está conectado con la

raíz del ser, como decía Goethe, es la poesía. La actividad poética no tiene un espacio en el

mercado que requiere novedad y sorpresa de lo que existe. Su campo de acción es ‘marginal’. Los poetas están utilizando otros mecanismos para difundir su obra. Por eso, la necesidad de escri-bir poesía conlleva a los escritores a estar muy alejados de cualquier canon de superventas de mercado. Su compromiso temporal es con la gente en un recital, donde aflore su sensibilidad creadora. La clave es tener experiencia perso-nal, alimentarse de nuevas lecturas, necesidad de reflexión de qué es lo que se quiere pensar y, de acuerdo a eso, la poesía ayuda a tener una posición frente al cosmos. Es una forma válida y vigente de entender el mundo y quedarse con muchas interrogantes que pueden exasperar o desaparecer esa angustia por los problemas.

la responsabilidad poétiCa

Quevedo Rojas siente que hay un regresar a la lectura de poesía porque se agotaron los có-digos de lectura comercial y, ahora, los jóvenes están retomando los libros de poetas como Rim-baud, Prevet o García Lorca porque la poesía es muy intuitiva y se adelanta al tiempo, en donde no están caducos los temas imperativos para las personas, como el amor, la familia, la amistad o el odio y que hacen retornar a una esencia que ha sido apremiada por la tecnología o por los nuevos ethos (deber ser) del mundo.

Quien está detrás de la pluma, se responsabili-za con mucho ímpeto y honestidad. Una poesía debe ser consecuente con la vida del poeta, es una obra autobiográfica que permite ser muy real con lo que más se puede. Ningún escritor puede dejarse llevar por alguna corriente de moda. La poesía obliga, por esa necesidad de expresar, a que su autor sea transparente.

El lector de poesía se sintonizará con otras cul-turas, realidades y sueños dirigidos que lo com-prometerán a buscar otras cosas. Para cultivar esta tradición lectora en las personas, es impor-tante, sostiene Aleyda Quevedo, el desarrollo de políticas culturales muy fuertes que le apuesten

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al fomento de la literatura, de la escritura, de la lectura y que vaya acompañado al tejido de re-des en guarderías, escuelas, colegios, universida-des, desde que estamos en brazos de nuestras madres y en librerías, donde no existe una clasi-ficación de la poesía que se produce en el país. La falta de un sistema de distribución interna de la literatura ecuatoriana (Carrera Andrade, César Dávila, Gangotena, Eliana Espinel y más) inhibe el acceso a la poesía ecuatoriana y a su difusión.

Soñar un país distinto es reflexionar sobre su creación artística. La maravilla de leer permite en-frentarse con otras voces artísticas como el cine o la música. Eso permite un registro diferente y se vuelve un producto cultural que sensibilizará a los jóvenes. Hay que retornar a esa vieja tradición, cuando los abuelos nos leían o el ser amado, en voz alta, ensordecía el cielo con sus confesiones.

libertad y silenCio

La poesía no limita a nada. El ejercicio de la escritura tiene dos cualidades para ejercerla: la libertad mental, espiritual y física; e indepen-dencia de todo, en donde nada se realiza por pedido. Los poetas también son etiquetados por su forma de pintar el mundo. La escritura seria (como el periodismo o la crónica literaria) permiten ejercer esa plenitud responsable con las palabras, con el personaje, con el ambiente, con el lector y con uno mismo.

Caminos abiertos que a veces son nidos de vo-ces silenciosas, en donde un poeta calla cuando hay demasiados momentos difíciles. No decir nada, a veces, da paso a desarrollar ideas y voces más oportunas, considera Quevedo Rojas.

La poesía tiene la potencia de comunicar, de conmover, de hacer reflexionar, de no dejar igual a la gente, de causar una explosión de sensacio-nes, de afectos y de rechazos (nunca indiferen-tes). La tarea del poeta es no dejar estática a la gente para que pueda desentrañar los misterios que encierra (y que nadie conoce ni necesita saber) cada palabra y mantener con armonía la vida de cada imagen. Un compromiso ético y estético que es necesario emprender para la re-flexión del mundo, del hombre y de sus ruegos.

Literatura

anaquel1. Hojas de Hierba: preguntas arrancadas de

las entrañas para aproximarse a las cosas.2. Microgramas: imágenes vivas que deve-

lan secretos y que constituyen una estili-zación emocional para el lector.

3. Árbol de Diana: es el arrepentimiento de una voz que desmiente y amordaza.