La parada edición 1

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Revista de esudiantes de ciencias sociales de la Universidad de los Andes

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COMI

TÉ ED

ITORI

AL Salomé Cohen Felipe Moreno Laura Sánchez

Santiago Sánchez (Gráfico)

Agradecimientos:Facultad de Ciencias

SocialesHugo Fazio

Decanatura de Estudiantes

Colaborador:Juan Sebastián Salinas

Infografía histórica

Infografía estadística

Opinión expertos

Proyectos uniandinos

Crónicas y vivencias

Cultura

Eventos

Variedades

Opinión estudiantil

Cada autor es responsable por el contenido de su artículo, el cual no refleja necesariamente la posición de La Parada ni compromete a los miembors de su consejo editorial ni a la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes

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COMI

TÉ ED

ITORI

AL Salomé Cohen Felipe Moreno Laura Sánchez

Santiago Sánchez (Gráfico)

Agradecimientos:Facultad de Ciencias

SocialesHugo Fazio

Decanatura de Estudiantes

Colaborador:Juan Sebastián Salinas

Infografía histórica

Infografía estadística

Opinión expertos

Proyectos uniandinos

Crónicas y vivencias

Cultura

Eventos

Variedades

Opinión estudiantil

Al sentarnos y leer la defini-ción de la Real Academia nos queda un vacío. Con tan

solo evocar las situaciones de la vida cotidiana en las que la palabra DROGA es mencionada, sabemos que ésta sugiere mucho más; una sonrisa picarona, una mirada altiva, un ceño fruncido, un sonido de desaprobación. Nunca falta el parcero del alma que saca un porro de la manga… Tanto es así que en la actualidad nos encon-tramos en medio de una guerra de largo aliento contra las drogas que cuesta alrededor de 100 mil millones de dólares anuales ¿Por qué?

No es una respuesta fácil y tampoco nos proponemos respon-derla con esta primera edición de La Parada; es una tarea titánica que está muy lejos de ser cumplida. Son varias las tensiones que entran a jugar cuando tratamos de dar respuestas. Estamos frente a un Estado liberal que surge, en teoría, para garantizar las libertades personales pero cuya intervención en la sociedad se ha vuelto cada vez más incisiva. Esta está justificada en aras de garantizar un mayor bien: el bien común. Con la masi-ficación del consumo en los años 60’s, tanto por los hippies como los soldados en Vietnam, los Estados Unidos impulsaron la guerra contra las drogas. ¿Pero realmente comenzó aquí?

Otro posible punto de partida es el fructífero comercio del Opio en China a finales del Siglo XIX. Este era controlado por los ingleses, cuya fuente de producción era la India, quienes exportaban la sustancia hacia otros países del Oriente, no a Occidente. Así pues, el problema del Opio era asociado a los chinos, “raza” moralmente inferior a la “raza” blanca de las naciones desarrolladas. En Occi-dente, el imaginario público que se tenía de las drogas era el sustento de este tipo de políticas: además del estigma hacia los trabajadores chinos, se asociaba la cocaína con los negros y la marihuana con los mexicanos, todos inmigrantes. Así, la droga era percibida como un problema que provenía de “razas” y minorías extranjeras conside-radas peligrosas y subversivas y por esto debía ser controlado para evitar perjuicios en la sociedad. Estados Unidos, siempre implica-do en el debate, había comenzado a prohibir la venta y consumo de algunas drogas psicoactivas y comenzaba a promover este imaginario en el mundo dado su liderazgo internacional. Al respecto, se organizaron una serie de convenciones y estudios internacionales que, como conclusión, siempre llegaban a lo mismo: ciertas drogas1 hacen a la gente proclive a realizar acciones delincuenciales y a tomar compor-tamientos tipo getho y de bajos estratos sociales.

Así, la imagen comienza a tener más elementos que nos permiten entender cómo las drogas no solo involucran un dilema teórico-el de las libertades de los individuos y el Estado- sino que hay prejuicios raciales y sociales que el pasar del

tiempo ha permitido su olvido; lo consideramos hoy como algo inmutable: las drogas son malas. Los conceptos e ideas tienen signi-ficados cargados de contexto y de política que se transforman en refuerzos de nuestros prejuicios. Prejuicios que no cuestionamos dando por sentado que tienen una base inamovible.

No es algo ajeno a nuestra realidad. El Bronx está atado al abandono de la sociedad que lo considera un espacio de maldad y podredumbre. No nos pregunta-mos qué pasa allá, cuáles son sus dinámicas y su contexto, es tan solo un antro de perdidos y escorias. Por esto rescatamos la interven-ción del Distrito en el Bronx. Esta demuestra cómo el abandono solo recrudece y refuerza los esencialis-mos de personas que tienen mucho más detrás. Que no son solo droga-dictos sino también personas con vidas tan distintas que no hay homogeneidad en las razones por las que han llegado al Bronx. Vale la pena repensar nuestros imagi-narios y nuestro contexto.

La Parada surge como una iniciativa estudiantil que busca generar un debate amplio sobre temas controversiales que invo-lucran nuestros espacios. Temas que generalmente se nos dificulta cuestionar, dada su pretensión de esencialidad y el tabú que hay alre-dedor de ellos en la sociedad. Es así que queremos proveer elementos y perspectivas que puedan generar duda y reflexión. Así, damos por inicio a una nueva trayectoria de debates parados y frenteros, damos por inaugurada La Parada.

1 Decimos “ciertas” porque las drogas psiquiá-tricas no son contempladas dentro de este mismo panorama.

Droga: 1. Sustancia mineral, vegetal

o animal, que se emplea en la medicina, en la industria o en las bellas artes.

2. Sustancia o preparado medicamentoso de efecto esti-mulante, deprimente, narcótico o alucinógeno.

3. Medicamento.

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1906Pure food and Drug Act:

Regulación del marcaje de comidas que contengan cocaína y heroína

1909Convención del Opio (Shangai) Primer Tratado Internacional para el control de las drogas

(promovido por EEUU)

1912Convención del Opio

de la Haya Tratado para restringir la producción

y tráfico de Opio

1914Harrison Act:

Prohibición del opio y la cocaína

1931Convención para limitar la manufactura y regular la

distribución de drogas narcóticas Primera clasificación de las

drogas para su prohibición y control

1937Marihuana Tax Act: Impuesto a la venta

del Cannabis (se caería en 1961)

1948Protocolo de control sobre Drogas

no incluidas en la Convención de 1931Inclusión de drogas que evadían el control

internacional como la Petidina y la Metadona.

1961Convención Única sobre Estupefacientes: Regulación de las drogas narcóticas como la marihuana, cocaína y heroína y otras

con efectos similares; permisos para tratamiento médico e investigación

1970Controlled Substance Act:

Prohíbe la manufactura, importación, posesión y uso de narcóticos, estimulantes,

depresivos, alucinógenos, esteroides anabólicos y químicos usados para

la producción de estas.

1972Convención sobre Sustancia Psicotrópicas:

Incluyo la regulación de drogas psicotrópicas como los son las anfetaminas, los barbitúricos

y los psicodélicos. Adopto nuevas normas para facilitar la actualización

de la lista de drogas.

1974Decreto 1188 Penaliza el

Tráfico y dosis mínima de sustancias

1986Ley 30 de 1986 (Estatuto Nacional

de Estupefacientes); art. 20, 51 y 87 que contempla el porte y consumo de la

dosis mínima (Sentencia C-221/1994 despenaliza el porte y consumo

de la dosis mínima)

1988Convención contra el Tráfico Ilícito de Narcóticos y Sustancias Psicoactivas: Se generan nuevos mecanismos para

el control de la producción, distribución y consumo de drogas que ha venido en aumento.

2009Reforma Art. 49 de la Constitución

Política (promovida por Álvaro Uribe):“El porte y el consumo de sustancias estupefacientes o sicotrópicas está prohibido, salvo prescripción médica”

2011Sentencia C-574: Se aclara que la reforma al art. 49 de la Constitución Política

no implica la penalización de la dosis mínima.

2013Estatuto Nacional de

Drogas (Anteproyecto de ley para presentar al Congreso) Cambio de la dosis mínima

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1906Pure food and Drug Act:

Regulación del marcaje de comidas que contengan cocaína y heroína

1909Convención del Opio (Shangai) Primer Tratado Internacional para el control de las drogas

(promovido por EEUU)

1912Convención del Opio

de la Haya Tratado para restringir la producción

y tráfico de Opio

1914Harrison Act:

Prohibición del opio y la cocaína

1931Convención para limitar la manufactura y regular la

distribución de drogas narcóticas Primera clasificación de las

drogas para su prohibición y control

1937Marihuana Tax Act: Impuesto a la venta

del Cannabis (se caería en 1961)

1948Protocolo de control sobre Drogas

no incluidas en la Convención de 1931Inclusión de drogas que evadían el control

internacional como la Petidina y la Metadona.

1961Convención Única sobre Estupefacientes: Regulación de las drogas narcóticas como la marihuana, cocaína y heroína y otras

con efectos similares; permisos para tratamiento médico e investigación

1970Controlled Substance Act:

Prohíbe la manufactura, importación, posesión y uso de narcóticos, estimulantes,

depresivos, alucinógenos, esteroides anabólicos y químicos usados para

la producción de estas.

1972Convención sobre Sustancia Psicotrópicas:

Incluyo la regulación de drogas psicotrópicas como los son las anfetaminas, los barbitúricos

y los psicodélicos. Adopto nuevas normas para facilitar la actualización

de la lista de drogas.

1974Decreto 1188 Penaliza el

Tráfico y dosis mínima de sustancias

1986Ley 30 de 1986 (Estatuto Nacional

de Estupefacientes); art. 20, 51 y 87 que contempla el porte y consumo de la

dosis mínima (Sentencia C-221/1994 despenaliza el porte y consumo

de la dosis mínima)

1988Convención contra el Tráfico Ilícito de Narcóticos y Sustancias Psicoactivas: Se generan nuevos mecanismos para

el control de la producción, distribución y consumo de drogas que ha venido en aumento.

2009Reforma Art. 49 de la Constitución

Política (promovida por Álvaro Uribe):“El porte y el consumo de sustancias estupefacientes o sicotrópicas está prohibido, salvo prescripción médica”

2011Sentencia C-574: Se aclara que la reforma al art. 49 de la Constitución Política

no implica la penalización de la dosis mínima.

2013Estatuto Nacional de

Drogas (Anteproyecto de ley para presentar al Congreso) Cambio de la dosis mínima

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Es difícil pensar en el asunto de las drogas sin reportarse inmediatamente al debate que se ha venido dando en

varias sociedades alrededor del globo acerca de las bondades y males de su legalización. Este es un tema aún más complejo y sensible en Colombia, cuya agenda gubernamental en materia de relaciones exteriores ha estableci-do como prioridad el combate a la producción de drogas, y cuya historia desafortunada en torno al tema ha dejado una herida abierta, aún por sanar.

Vale la pena aclarar que la dosis personal de marihuana y cocaína para uso recreativo ya se encuentra despenalizada en el país, por lo que el debate tiene que ver, por un lado, con la iniciativa de sumar a esta categoría las drogas sintéticas; y por otro, con la posi-bilidad de una legalización de la producción, consumo y suministro de drogas. En esta última perspectiva subyace la asunción de que existe una realidad innegable frente al consumo de drogas, y que la mejor estrategia para abordarla sería el establecimiento de un marco legal capaz de regularlo, en contra-posición al carácter punitivo que se ha adelantado hasta ahora.

La apertura del debate es sin duda reveladora del fracaso de la estrategia prohi-bicionista en que se ha incurrido, así como del estatuto de actividad ilícita otorgado a

la producción y distribución de narcóticos, desde inicios del siglo XX en todo el mundo. La conclusión de varios informes es que la estrategia empleada hasta ahora sólo ha permitido fortalecer las bandas criminales, brindando en ocasiones un terreno fértil para su propagación. Dadas las condiciones óptimas, estas han logrado armarse como verdaderos ejércitos y arremeter con acti-tudes de intimidación a la sociedad civil y a los mismos gobiernos (cuya capacidad de respuesta ha estado, en unos casos, debi-litada; y en otros, influenciada por estas mismas fuerzas oscuras).

Así dadas las cosas, el punto de vista liberal aboga por la necesidad de mirar la problemática con otros lentes, propios de las demandas actuales y capaz de acom-pañar los cambios acelerados en materia económica, social y política a que obligan nuestros tiempos. Sobretodo, esto debe estar libre de presiones de índole mora-lista, religioso, ideológico o partidario, e ir anclada de la evidencia científica tanto cuanto sea posible.

Otros pensadores interceden por los derechos individuales; el premio Nobel de Economía, Milton Friedman, se ha adscrito al slogan “es prohibido prohibir” para dar cuenta de la inconstitucionalidad que representa la prohibición, toda vez que esta

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suprime la libre elección de las personas sobre qué hacer con su cuerpo, sus convic-ciones, voluntad, etc. Así, una sociedad democrática implicaría, forzosamente, la legalización total de las drogas. En Colombia, personajes tan destacados como Gabriel García Márquez o Antanas Mockus han propuesto un paradigma de reducción de daños con un énfasis en salud pública, donde la alternativa a la imposición dogmática pasaría por legalizar y reglamentar, con la puesta en marcha de un trabajo en paralelo de educación y prevención.

Ahora bien, quedan algunas preguntas difíciles de responder. En dicho caso que primen los argumentos más sensatos: ¿estará nuestra sociedad preparada para la auto-administración de sustancias? Aún no tengo tan clara una posición acerca de la adopción de un sistema de legalización total vs. legalización regulada, si no, veamos las implicaciones que tiene cada una de ellas. La legalización total descartaría cual-quier forma de intervención o control por entidades gubernamentales respecto a las características de la producción, venta o consumo, quedando así sometida a las leyes del mercado. En la legalización regulada esos aspectos se verían restringidos por iniciati-vas estatales, de carácter normalizador. Esta última opción es la que menos garantiza las aspiraciones de libertad individual porque estarían todavía implicadas sanciones siempre que existan actividades por fuera de la estructura legal ratificada.

Convicciones personales me llevan a defender el derecho a la autorrealización, aunque la insuficiente evidencia empírica acerca de las implicaciones de una liberali-zación total deja algunos temores frente al pronóstico. Por otra parte, creo que la distin-ción entre los tipos de legalización puede ser poco realista, toda vez que drogas como el alcohol o el tabaco, tienen ya su produc-ción y consumo regularizados. ¿Qué podría resultar distinto para las demás sustancias?

Otro aspecto importante tiene que ver con las dinámicas de la distribución. En caso

de una legalización regulada, ¿En manos de quién quedaría la labor? El ejemplo del tabaco y alcohol haría adivinar que esta estaría en manos de multinacionales, lo que no me deja particularmente tranquila.

Volviendo al asunto de la libertad individual, es posible que esta no se vea necesariamente mermada por la intervención estatal. En este sentido, Karl Popper en “La sociedad abierta y sus enemigos” ha argumentado que la intervención del Estado es una condición posibilitadora de esa libertad individual, debido a lo que él llama la paradoja de la libertad. Esta paradoja parte de la idea de que las acciones de algunos individuos pueden llegar a privar la libertad de otros, y por eso sugiere que si se desea la propia libertad, habría que aceptar que el Estado la limite hasta cierto punto. En el caso de las drogas, esto significaría entender y aceptar la legali-zación como “regulación y control” en la cuál se daría la revocación de la prohibición, pero no una legalización en la íntegra.

Desde luego que todas estas ideas son refu-tables, dependiendo del paradigma desde el cuál uno se posicione. De hecho, el cierre del debate no remata la cuestión, por el contrario, apenas daría inicio a un proceso de cambio social que sólo sería posible a través de la mancomunación sectorial, institucional y demás agentes sociales. Adicionalmente, la puesta en marcha de una metodología evaluativa temprana, que permitiera apurar oportunamente los avances y retrocesos en esta materia, sería un prerrequisito básico.

Los convencionalismos monolíticos se encuentran en decadencia y en esta, como en muchas otras materias contemporáneas, debemos hacer valer el ejercicio de la razón pública, ampliando el debate y co-constru-yendo nuevas orientaciones. Porque si no somos nosotros, ¿Quién? Y si no es ahora, ¿Cuándo?

Susana BarradasCandidata a Doctora en Psicología

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En un lugar conocido como El Bronx (si el Bronx en Bogotá, no en EE.UU, ¿lo recuerdan?), habitan un número

incierto de personas. Algunos medios como El Tiempo  dicen que son casi 2500 en algunas publicaciones y 5000 en otras. Por su parte, las cifras de  Semana  varían entre 5000 y 8000 habitantes. Y finalmente, opciones alternativas como La Silla Vacía o Razón Publica, la que se lee “Para saber en serio lo que pasa en Colombia”, no tienen artículos referentes a este mísero rincón de la “Atenas suramericana”.

El 12 de septiembre de 2012 Semana publicó un reportaje gráfico sobre los habitantes de este sector que logró transmitir la desesperanza y podredumbre casi dantesca en la cual sobrevi-ven estas personas. Las alarmas de la alcaldía se encendieron y el Alcalde Mayor de Bogotá, Gustavo Petro, respondió con los Centros de atención médica para adictos (CAMAD). El objetivo de estos centros móviles es brindarles atención médica y sicológica a los habitantes del sector y, eventualmente, controlar el consumo de droga buscando así la reducción del índice de criminalidad.

¿Y qué pasó con el Bronx? La actual adminis-tración tiene calculado pavimentar las calles,

seguir con el programa de los CAMAD y recons-truir siete edificios que sirvan como hogares de paso y comedores comunales. No obstante, después de casi seis meses en donde han sido múltiples las intervenciones de las autoridades, la criminalidad y el consumo persiste en un lugar donde hasta las paredes son raspadas para fumar bazuco.

Lo que llama la atención es el hecho de que son más las intervenciones policiales que buscan

“limpiar” la calle del Bronx, que aquellas que se enfocan en atacar el problema de forma estruc-tural. El que hayan sido más de 300 policías los que se tomaron este sector el año pasado y solo dos los CAMAD que iniciaron sus labores en el mismo período de tiempo, lo comprueba.

Y no solo es el Distrito el que opta por medidas contingentes. La comunidad mediática también procura hacer de vez en cuando un reportaje o publicar una noticia acerca de lo que sucede en esta calle: parece como si el Bronx simple-mente fuera origen de noticias de criminalidad e indigencia, nada más. Fue precisamente el intento de apuñalamiento por parte de un habitante de la calle hacia un agente policial, lo que volvió a llamar la atención de los medios. Esto lo publicó El Espectador el viernes 22, y sin

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hacerse esperar, Semana volvió a difundir una foto galería titulada La tempestad y la calma en el ‘Bronx’ el mismo día.

La galería es muy impactante, e impulsa al lector para que quiera saber más sobre lo que pasó con esta política del distrito. Sin embargo, al mirar el archivo de varios medios de comu-nicación (El Tiempo, El Espectador, Semana, La Silla Vacía y Razón Pública) encontré informa-ción sobre este tema a partir del 2003 – 2004. Si bien El Cartucho, antecesor del Bronx, empezó a transformarse en “la quinta paila del infierno” a finales de los setentas y mediados de los ochentas con el auge de la droga, la construc-ción del Parque Tercer Milenio fue lo único que hizo llamar la atención de los medios sobre la condición de “vida” en este olvidado sector de la ciudad.

Las intervenciones policiales y el escaso material periodístico sobre el Bronx reflejan el desinterés hacia estas personas que viven en condiciones infrahumanas. No por menos, el Bronx está ubicado “en pleno corazón de la capital, entre la Casa de Nariño, el Batallón Guardia Presidencial y el comando de la Policía Metropolitana” (Semana.com, 2012). Eviden-temente la “presencia” del Estado tiene un

impacto mínimo, casi nulo sobre esta proble-mática.

Entonces, ¿qué es lo que tiene (o no tiene) el Bronx para ser casi un fantasma? Este sector de la ciudad lo tiene todo para llamar la atención: es la “olla” más grande de Bogotá, los índices de criminalidad son altísimos, la cantidad de niños que viven en la indigencia es espeluznan-te, las aceras no solo tienen que ser limpiadas sino desinfectadas, hay operativos policiales a diario y está ubicado en el corazón de las institu-ciones políticas más importantes del país. Más aún, en el marco de las negociaciones de paz, la Ley de Víctimas y el programa de vivienda, en donde la reivindicación de los derechos de los menos favorecidos es el punto central, llama la atención que los más pobres de los pobres, aquellos que no poseen ni a su propio ser, sean los más olvidados.

María Camila Pérez B.Estudiante Ciencia Política.

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¿Para qué molestarnos con el café? ¡Inyectémonos cafeína directamente

en nuestra sangre! (Zizek)

El problema del conocimiento ha estado latente en la historia de la humanidad. En el marco de un espacio temporal incierto,

algunos dirían post-modernidad, otros aún modernidad y unos cuantos incluso

sobre-modernidad, el conocimiento quedó subyugado al lenguaje. Aun así algunos

conceptos se piensan desde paradigmas epistemológicos anteriores. La droga, al

igual que muchos otros conceptos, implica una carga política/ideológica/cultural y sin embargo, constituye un imaginario que da

cuenta de la tiranía del concepto/idea. Es un término cuyo sentido pasa por la dimensión

discursiva del lenguaje. El reto es intentar des-naturalizar el concepto para pensarlo

como un discurso y no como una verdad “en sí”. Lo que propongo, entonces, es entender

la droga como parte de un discurso para después poder salirse de esas líneas discur-

sivas, y lograr verla desde afuera o incluso desde más adentro.

El concepto “droga” da cuenta de la historia y las posiciones de poder que lo han pensado y

re-producido. Significa porque es parte de un discurso hegemónico, que, como cualquier

otro, dice sólo lo que debe ser dicho para su supervivencia y, además, lo dice de una

manera específica. La droga se entiende ya desde la tiranía de la hegemonía, esa misma

dictadura que impone pensar el mundo fuera del lenguaje. Aun así, el sentido, los sentidos

siempre latentes nunca dejaron de amenazar con salir a la superficie. Se pudo naturalizar

lo que se entiende por “droga” pero nunca silenciar las posibilidades de re-pensarla.

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¿Para qué molestarnos con el café? ¡Inyectémonos cafeína directamente

en nuestra sangre! (Zizek)

Los “pequeños discursos”, esos que ya no hablan de Cultura y Poder sino de culturas con “c” minúscula y re-sistencia, son una prueba efectiva de codificaciones concep-tuales diferentes alrededor de las drogas. Me refiero a diferentes formas de entender el mundo y en consecuencia de significar conceptos, dar sentido. Por ejemplo: La cultura Rasta, los campesinos latinoame-ricanos e incluso algunos movimientos musicales y artísticos. ¿Por qué se asume que un discurso es legítimo y se invisibilizan muchos otros? El hecho de que exista esta re-sistencia a la hegemonía no legitima en ninguna medida el paradigma impuesto. Por el contrario, demuestra que no hay una “verdad absoluta” sino pequeñas verdades que se sobreponen una a la otra. Es decir que la legitimidad de los discursos no es un deber ser sino un proyecto de silenciar todo aquello que amenaza al status quo.

¿Por qué se priorizan unos discursos sobre otros? ¿Por qué decidimos ignorar las amenazas a la forma hegemónica de signifi-car el mundo? La dimensión discursiva del lenguaje hace visible la torsión epistemológi-ca y política que silencia todo aquello que se oponga a la hegemonía. La amenaza al orden es el lenguaje que no puede permanecer callado por siempre. “Lo alterno” da cuenta del poder de lo no-legitimo, ese poder que intimida a la tiranía desde el silencio y que va conformando poco a poco la revolución de lo que no se puede decir.

Alexandra DuarteEstudiante de Lenguajes y Estudios

Socioculturales

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Estudiante de Sociología Universidad de los Andes

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La cultura actual es cada día más consciente de la salud mental, a tal punto que se ha llamado una psicología “del sentido común”(Gergen, 1996). Se ha popularizado tanto el saber que, si alguien cercano o nosotros mismos llevamos tristes algunos días, es casi inmediato que nos digan que tenemos un episodio depresivo y debemos ir donde un psiquiatra o psicólogo para sentirnos mejor. Cuando se cumplen una serie de criterios, con las mejores intenciones el psicólogo muchas veces decide remitir a su paciente al psiquiatra. Este evalúa el diagnóstico y decide el tratamiento farmacológico que ayudará a superar la proble-mática, en conjunto con la psicoterapia. Sin embargo, ¿Son igualmente conocidos los riesgos y consecuencias que implica un tratamiento psicofarmacológico frente al saber común de tratar la tristeza con este? ¿Se ha popularizado de la misma manera la relación psiquiátrica con las

industrias farmacéuticas?En el ámbito de la psicología, los psicofármacos se entienden como las sustancias externas que, cuando se consumen, afectan o modifican los procesos mentales. En este sentido, conviene dife-renciar las drogas recreacionales comúnmente consumidas por la población (marihuana, LSD, éxtasis, entre otros) de aquellas que son prescritas a las personas por psiquiatras con el fin de aliviar síntomas producto de algún “trastorno mental” (Prozac, Zoloft, Seroquel, o Lamictal). Momentos de depresión o de ansiedad son muchas veces la razón por la cual acudimos a los “expertos” psicólogos o psiquiatras, quienes desde su saber remiten al paciente con un diagnóstico de algún trastorno mental; lo tratan con “pastillas de la felicidad”. Probablemente el lector haya escucha-do de este escenario antes, ya sea porque conoce a alguna persona con un trastorno, porque en su familia hay historia de padecerlos, o porque incluso él mismo va al psiquiatra y toma medica-

mentos por su “condición”.

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A propósito, desde la disciplina psicológica están exponiendo cada vez más los efectos de la lógica poder-saber-verdad foucaultiana en la relación entre psiquiatras, compañías farmacéuticas y personas que acuden a este servicio (pacientes). ¿De dónde viene el conocimiento de estos psiquia-tras? Las compañías farmacéuticas tienen, desde hace más de 20 años, una relación estrecha con los médicos. Algunos psiquiatras asisten varias veces al año a conferencias y simposios sobre trastor-nos y salud mental patrocinados por la industria farmacéutica. Adicionalmente, los representan-tes de estas farmacéuticas visitan a los psiquiatras, varias veces, para promocionar los medicamen-tos que “mejor funcionan” y en una dinámica de competencia por el mercado. Por otro lado, son las compañías farmacéuticas las que, en muchos casos, escriben y publican estudios (“artícu-los fantasma”), pero piden a los psiquiatras su nombre y su autoría para que parezcan legítimos dentro de la academia (Warner, 2009). Por ejemplo, un psiquiatra en una prestigiosa universidad de EEUU recibió 1.2 millones de dólares en 1 año por parte de una farmacéutica para que firmara las investigaciones de ésta a favor de un medicamen-

to para un trastorno específico. Resulta muy fácil ir a que nos “curen” nuestros pesares del alma en el psiquiatra, pero, ¿realmen-te podemos confiar en el conocimiento que éste tiene sobre el medicamento que nos prescribe para sentirnos mejor? Ojalá el lector recuerde que, si bien temporalmente puede sentirse bien, la industria farmacéutica también es un aparato de

poder y dominación.

Valeria ReyesEstudiante de Psicología

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¡bienvenidos almambeadero!

Escribo este pequeño artículo sobre el mambe porque he tenido el gusto de compar-tirlo con algunas personas en la universidad y me he dado cuenta de lo poco que la gente sabe sobre las medicinas indígenas.

La curiosidad de la gente se despierta inme-diatamente cuando lo ven a uno meterse una cucharada de polvo verde a la boca acompaña-da de una jalea oscura. Desafortunadamente, lo primero que piensan cuando uno les explica cuáles son los ingredientes principales es en la cocaína, e inmediatamente lo catalogan como una droga más. Es por esta asociación común que aparece este artículo en esta revista, pero quiero dejar claro que el mambe no es una droga.

El mambe es un polvo, producto del triturar y cernir hojas de coca tostadas y mezcladas con la ceniza de hojas de yarumo. Lo hacen con propósitos espirituales y medicinales los indígenas de la Amazonía desde tiempos inmemoriales. El acto de mambear envuelve generalmente todas las formas de consumir hoja de coca, que son varias: en la sierra se consume la hoja entera, mezclada con cal obtenida de la trituración en un poporo de conchas marinas. En el Perú y en Bolivia se consume en té o masticada con lejía, y en la Amazonía, mambe.

Para los pueblos indígenas sur americanos, la coca es una madre, una planta sagrada que alimenta y da vida, una medicina que cura cuerpo y espíritu, y de esta forma debemos tratarla también nosotros. Porque cuando se utiliza con otros fines, cuando se descon-textualiza el uso de las plantas medicinales, entonces ellas pierden todas sus bondades y pueden llegar a hacer daño. Aunque creo que es importante compartir y dar a conocer el mambe en nuestra sociedad, también quiero advertir del peligro que hay de que sea mal interpretado, de que sea mezquinado y conver-tido en una droga.

Si hablamos de mambe, hablamos también desde lo indígena. Para los indígenas todas las drogas son malas, porque la “droga” no es una sustancia como tal, sino el uso que de ella se hace. La marihuana, la amapola, el yagé, el tabaco, la coca, todas estas plantas encierran un gran poder, son herramientas para el enten-dimiento, la salud y la evolución espiritual, pero sólo cuando son utilizadas correctamente. Uno se fuma un porro en la calle y cree que se está liberando, que es un gran beneficio porque causa placer, risa, diversión, pero en realidad se está irrespetando el cuerpo y se está irrespe-tando la planta. Por eso, tanto a corto como a mediano plazo estas plantas nos hacen daño: nos causan enfermedad, depresión, fatiga, adicción. Todos estos males no están en la planta, sino en nosotros mismos y en la natura-leza de nuestras acciones ¿Estamos actuando desde el corazón, desde una verdadera añoranza de Dios, de crecimiento? ¿O estamos actuando desde el miedo, desde el egoísmo y el hedonismo, desde el irrespeto? No estoy diciendo que debemos dejar de consumir, es solo una invitación a pensar por qué y para qué consumimos, una invitación a abrir la mente a la sabiduría de nuestros hermanos amerindios, quienes nos proponen una relación diferente con estas plantas maravillosas para transfor-marlas de drogas a medicinas, para pasar de drogadictos a sanadores.

Luciano MejíaEstudiante de Lenguajes y Estudios

Socioculturales

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YY qué importa cómo luces, qué importa tu ropa, tu “estilo”, tu tono de voz y lo que sea que eso represen-

te en el contexto social. No, en este contexto, en mí contexto, eso ya no importa.

Lo importante es que compartimos este momento, tienes mi atención y yo tengo la tuya. Lo importante es lo que sentimos en conjunto, fundiéndonos el uno con el otro como gotas de tinta explorando un vaso de agua.

En este momento, mirando al fuego, danzando con él, la corporalidad se difumina, mis límites se expanden más allá de mis poros, para fundirse con la tota-lidad, con el uno primordial.

En una especie de juego infantil reímos y sonreímos sin saber por qué (¿acaso se necesita un por qué para reír?), siento como si fuéramos espíritus puros nadando en un vasto océano lleno de otros espíritus.

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Y

Me paro, contemplo los árboles, el agua, la brisa, comprendo que en realidad abso-lutamente todo lo que me rodea está vivo y lleno de energía, energía de la que yo mismo estoy compuesto. La siento dentro de mí, como un río caudaloso queriendo romper mis límites corporales. Trato de impedírselo moviéndome, danzando con ella, pero a veces es simplemente demasia-da.

Ahora siento una levedad muy extraña y deliciosa, toda mi energía interior quiere escapar, alguien me jala desde arriba, pero no jala mi cuerpo, jala mi vida (¿mi alma?).

Junto con todos estos sentimientos que si quiera apenas alcanzo a esbozar (ya que son infinitamente más vastos que estas palabras, las cuales sirven únicamen-te para limitarlos y determinarlos, para hacerlos “inteligibles”) viene una gran euforia, manifiesta principalmente en la

energía de la que les hablaba unas palabras antes. Es una euforia desinteresada e incondicional, es simplemente la felicidad de estar vivo, de contemplar lo hermosa que es la vida y lo hermoso que es poder compartirla con otros seres vivos.

Esta euforia no necesita ego, por el contra-rio, se alcanza cuando logro desprenderme por un rato de este fastidioso compañero; cuando quito mis barreras, mis muros, y dejo al descubierto mi núcleo, la parte más vulnerable de mi ser. Lo imagino como un fruto, escondido dentro de muchas capas exteriores, suave, blando y húmedo quizás.

Para llegar a esta euforia es necesario olvidarlo todo, hay que vivir el presente en su máxima expresión, expandir tu ser en cada momento, en cada vibración, y morir junto con ella, para nacer de nuevo en la siguiente.

Santiago Llano Estudiante de Filosofía

Page 20: La parada edición 1

De dosisy rituales

Siento mucha relajación y cada nada pasan nuevas ideas e imágenes. La cabeza se

relaja y las cosas se ponen más lentas. La inquietud por cualquier cosa se altera mil veces, supongo que es por la sensibilidad de todo el cuerpo y hasta la cabeza. No sé, a veces simplemente me quedo pensando y pensando, aparecen muchas cosas que pensar. El pasado, futuro y no sé qué, tantas cosas. O espere, también una canción o una película. Eso siempre pasa, mucho más con la música, con una guitarra o una gaita. También pasa que el mundo se olvida un segundo y el cuerpo empieza a hablar. Bailar es lo mejor. Aunque claro, depende del género, una buena salsa o escuchar un poco de cumbia es total satisfac-ción. Es eso, es un estado de satisfacción, el sabor de la comida o los olores se sienten por todo el cuerpo. Pero eso sí, no le niego que en un comienzo era mucho mejor, me dejaba llevar mucho más profundamente por todo eso que uno siente. Todo era amor y felici-dad. Bueno todavía lo es, aunque diferente. Como que uno con el tiempo deja de saborear profundamente las cosas. O bueno, no sé, tal vez es respeto que hay que darle. Últimamente lo he visto como un ritual, como un momento de pensar sobre mi vida y tranquilizar proble-mas. Es una forma de darse tiempo, que su cuerpo y mente se conecten por un rato. Yo por eso creo que no pueden prohibirla, cada quien debería explorar ese rato a su manera ¿no le

parece? (María Clara, una amiga a la cual le pregunté el por qué fumaba cannabis y

qué sentía)

El consumo de esta planta no es algo nuevo; los hallazgos más antiguos datan del 2700 A.C. en China y en India.

También se han encontrado datos sobre el uso de la marihuana entre los vikingos, celtas, egipcios, greco-romanos y tibetanos. Desde entonces, el consumo se ha extendido a todos los rincones del planeta. Cabe resaltar que se extiende hasta sus ramas y semillas. La fibra de marihuana o cáñamo ha sido utilizada para la producción de tejidos, ropa, libros, mapas, alpargatas, cuerdas, papel, etc. Asimismo, con las semillas se han producido aceites para usar como tinturas y jabones. Los cogollos son y han sido consumidos por vía oral o fumándo-los (algunas sociedades la inhalan en forma de polvo).

La cannabis sativa (nombre científico) ha servido para la producción de distintos produc-tos, y también ha hecho parte de rituales, festejos y ceremonias. Ha sido usada de manera recreativa, pero también médica. Tanto lo terapéutico como lo místico han estado rela-

Page 21: La parada edición 1

De dosisy rituales

cionados en su consumo. Brujos, chamanes y médicos han recurrido a ella para calmar todo tipo de malestares tanto físicos como espirituales. Actualmente, la ciencia occiden-tal ha descubierto que cura enfermedades y dolencias como dolores de cáncer, ansiedad, anorexia, falta de apetito, esclerosis múltiple, artritis, asma, etc.

Conociendo todo lo expuesto anteriormen-te y considerando lo que mi amiga me dijo esa noche, hay varios elementos a pensar. Es una planta que tiene muchos beneficios tanto físicos como espirituales y es por esto que reflexiono como mi amiga. Cada quien necesita de esos “ratos” de los que ella habla, ya sean por medio de oraciones, meditaciones o con productos de la misma naturaleza. Como en su relato, para ella es de gran importancia la relajación, la sensación y el pensamiento que le produce. Es un momento individual, donde ese montón de ideas genera reflexiones y sensi-bilidades sobre su vida y experiencias. Tener un momento de placer consigo misma es parte

de sí y tanto ella como mucha gente necesitan de ese “rato” del que habla. La ilegalidad de esta planta y su estigmatización es un asunto ridículo. El consumo de marihuana no es un fenómeno contemporáneo; científicamente se conocen sus beneficios y debería ser legal el uso de otros tipos de medicinas. Es así que estoy de acuerdo cuando María Clara dice “Yo por eso creo que no pueden prohibirla, cada quien debería explorar ese rato a su manera ¿no le parece?”. Considero que cada quien debería tener derecho a explorar su propia conciencia. Por esto, no debería ser ilegal su porte, ni su consumo. Al contrario, se debería incentivar el uso de otros tipos de medicinas y formas recreativas que actualmente son penalizadas y estigmatizadas, y que científicamente se consi-deran como no negativas para la salud de las personas.

Luis Felipe MorenoEstudiante de Antropología

Page 22: La parada edición 1

Dañosocial

ysanitario

espectroPolíticade drogasultra

prohibición prohibición conreducción de dañosdecriminalización

narcotráfico

mercadolegal

no regulado

Representación gráfica del argumento pragmático haciauna política sobre legalización de las drogas

legalizaciónregulada

promoción comercial

regulaciónleve delmercado

El consumo mundial de drogas ilícitas está entre el 3,4% y el 6,6% de la población adulta; entre un 10% y un 13% de los usuarios de drogas sufren de drogodependenciay/o trastornos relacionados con el consumo de drogas.

La aplicación de la prohibición de las drogas a nivel global cuesta al menos $100 mil millones de dólares al año; se estima que la industria ilegal mueve más de $330 mil millones de dólares al año.

Datos Mundiales

Datos ColombiaCambios en el perfil del consumidor

según estrato socioeconómico

Porc

enta

je

024681012

1996 2008

3.0

7.8

3.1

8.6

5.3

12.6

14

MedioBajo Alto

Relación proporción/media con el consumo dedrogas, cigarrillo y alcohol.

Consumo de una droga tradicional

en su vida

Fumaron 6 o más cigarrillos en

el mes anterior

Bebieron 5 tragos o más en la semana

anterior

prop

orci

ón/m

edia

1996 199619962008 2008 2008

246 5

8.7

6.9 6.3

3.2

5.98

En Colombia el apoyo a la legalización de la droga por parte de los estratos más altos y bajos es del 35% y 16% respectivamente.

La proporción de dependencia a la marihuana en Colombia es uno de cadados consumidores aproximadamente.

Una de cada 100 personas abusa del uso de sustancias psicoactivas y aproximadamente uno de 200 personas sufre dependencia, situación aun más crítica en los hombres en Colombia.

La ocurrencia de trastornos asociados con el uso de sustancias psicoactivas en la vida ocupa el tercer lugar de frecuencia en la población (10,6%) después de los trastornos de ánimo (15%).

Datos estudiantes

Consumo universitario en Colombia

lsd

heroína

porcentaje de consumo (por lo menos una vez) del último año

0.07

0.08

0.09

0.75

0.98

1.01

1.43

2.12

3.13

15.01

29.37

84.76

Basucoketaminaéxtasis

inhalableshongos

cocaína

marihuanatabaco

alcohol

drogasfarmacológicas

Edad promedio de inicio de consumo

15

alcohol

tabaco16

17

inhalables18

drogasfarmacológicas

18

cocaína

19

extasis

19basuco

19

LSD

marihuana18

1 de cada 3 estudiantes universitarios colombianos declaran haber usado alguna droga ilícita o lícita de uso indebido algunavez en la vida (41,9% de los hombres y 27% de las mujeres).

Entre los consumidores de alguna droga ilícita en el último año, 29,0% de ellos presentan signos de abuso o dependencia asociados al consumo de estas drogas

Page 23: La parada edición 1

Dañosocial

ysanitario

espectroPolíticade drogasultra

prohibición prohibición conreducción de dañosdecriminalización

narcotráfico

mercadolegal

no regulado

Representación gráfica del argumento pragmático haciauna política sobre legalización de las drogas

legalizaciónregulada

promoción comercial

regulaciónleve delmercado

El consumo mundial de drogas ilícitas está entre el 3,4% y el 6,6% de la población adulta; entre un 10% y un 13% de los usuarios de drogas sufren de drogodependenciay/o trastornos relacionados con el consumo de drogas.

La aplicación de la prohibición de las drogas a nivel global cuesta al menos $100 mil millones de dólares al año; se estima que la industria ilegal mueve más de $330 mil millones de dólares al año.

Datos Mundiales

Datos ColombiaCambios en el perfil del consumidor

según estrato socioeconómico

Porc

enta

je

024681012

1996 2008

3.0

7.8

3.1

8.6

5.3

12.6

14

MedioBajo Alto

Relación proporción/media con el consumo dedrogas, cigarrillo y alcohol.

Consumo de una droga tradicional

en su vida

Fumaron 6 o más cigarrillos en

el mes anterior

Bebieron 5 tragos o más en la semana

anterior

prop

orci

ón/m

edia

1996 199619962008 2008 2008

246 5

8.7

6.9 6.3

3.2

5.98

En Colombia el apoyo a la legalización de la droga por parte de los estratos más altos y bajos es del 35% y 16% respectivamente.

La proporción de dependencia a la marihuana en Colombia es uno de cadados consumidores aproximadamente.

Una de cada 100 personas abusa del uso de sustancias psicoactivas y aproximadamente uno de 200 personas sufre dependencia, situación aun más crítica en los hombres en Colombia.

La ocurrencia de trastornos asociados con el uso de sustancias psicoactivas en la vida ocupa el tercer lugar de frecuencia en la población (10,6%) después de los trastornos de ánimo (15%).

Datos estudiantes

Consumo universitario en Colombia

lsd

heroína

porcentaje de consumo (por lo menos una vez) del último año

0.07

0.08

0.09

0.75

0.98

1.01

1.43

2.12

3.13

15.01

29.37

84.76

Basucoketaminaéxtasis

inhalableshongos

cocaína

marihuanatabaco

alcohol

drogasfarmacológicas

Edad promedio de inicio de consumo

15

alcohol

tabaco16

17

inhalables18

drogasfarmacológicas

18

cocaína

19

extasis

19basuco

19

LSD

marihuana18

1 de cada 3 estudiantes universitarios colombianos declaran haber usado alguna droga ilícita o lícita de uso indebido algunavez en la vida (41,9% de los hombres y 27% de las mujeres).

Entre los consumidores de alguna droga ilícita en el último año, 29,0% de ellos presentan signos de abuso o dependencia asociados al consumo de estas drogas

Page 24: La parada edición 1

Adicción a la droga… y a más

Todo lo que es limitado es causado por otro.

Para ser, se necesita cierto orden o perfección.

Si el caos es la ausencia de orden, no es su causa, que necesariamente es un ser personal porque el orden –la perfecta proporción de cada una de todas las partes en la totalidad– requiere

capacidad prospectiva.

Cada cual determina el sentido, razón de ser o finalidad de lo que causa: quien

da el ser, da el fin.

Lo causado tiene una riqueza de ser menor que su causante.

Si te inventas tu fin, en tu momento de crisis te será insuficiente.

El fin o sentido de la propia existencia, requiere la acertada gestión de los

medios.

¡Eh!,hoy no te drogues, para que subamos una escalera de ideas que conduce a los placeres plenos. Pero te advierto: da una libertad de vértigo, ya solo querrás más. Cada frase es un escalón –tal vez te empines en alguno– que tiene un precio innegociable, una moneda que tiene por cara, ser desgarra-damente transparente consigo mismo; y, por sello, coherencia. ¿Vamos?

Page 25: La parada edición 1

La libertad es la perfección de quien ha sabido superar todo riesgo de atadura

distinta a la consecución del fin.

Hay cuatro clases de bienes o perfecciones posibles: la que corresponde a cada ser según sus rasgos constitutivos, con que logra su fin, la ética o acierto de la perfección adquirida libremente, el placer y la técnica. Los tres últimos valen

según aporten al logro del primero.

La adicción al placer distancia de los mayores bienes.

El adicto pierde la visión de su fin real como razón de su ser y de su valor o

bien en cuanto reconocido como tal.

Cada repetición de su vicio tiene, en cierto sentido, el efecto del desprecio del fin, como si este le pareciera mero medio o, incluso, como si se tratara de un obstáculo o atadura, o de una opción más, del orden de la simple apetencia: no se percata que la respuesta a su razón de

ser o fin no es un invento suyo.

Desde este escalón ya se vislumbra un nuevo horizonte: cultivando seriamente el conocimiento, se promueve la supe-ración de las adicciones y su remplazo por opciones que sí contribuyen al desa-rrollo armónico de cada ser humano, la sociedad y la naturaleza.

Nubia Posada GonzálezPh. D. Filosofía

Esp. Bioética Mg. Educación

EnfermeraProfesora Universidad de la Sabana

“El adicto pierde la visión de su fin real como razón de su ser y de su valor o bien en cuanto

reconocido como tal.”

Page 26: La parada edición 1

Entre la prevención y la guerraConversación con María Fernanda Vence*

La Parada: En el artículo del libro Políticas antidroga en Colombia: éxitos, fracasos y extravíos, del cual eres coautora, se plantea el problema de las drogas como drama ¿A qué te refieres con esto y cuál es el contexto en el que se enmarca?María F. Vence: Básicamente, la gente tiene unas percepciones muy particulares y una cultura general específica sobre el adicto. Este es visto como alguien incapaz, que se provocó lo que le pasa, alguien que no merece otra cosa que el desprecio. Además, se tiene la idea de que el adicto está en la calle, debajo de los puentes y en el Bronx cuando la mayoría de los adictos aún pueden ser funcionales. Es ver el drama que es ser adicto en esta sociedad. LP: ¿Cuáles han sido las políticas del gobierno colombiano enfocadas en la demanda de la droga?MFV: Para empezar debemos hablar de la política mundial al respecto. Cuando se da la famosa “Guerra contra las drogas” se contempla el paradigma de controlar la oferta y no la demanda; es quitarle la sustancia al consumidor. Todo esto hizo que fuéramos protagonistas y victimarios donde éramos percibidos como los que dañábamos a “pobres gringos que solo toman leche”. Hemos llegado al punto donde ponemos la guerra y ellos ponen la fiesta. Así, podemos ver cómo las estadísticas muestran que muere más gente en el mundo por la guerra del narcotráfico que por sobredosis. Por esto, dicho paradigma se ha venido cuestionando trayendo el enfoque de la demanda, que implica la prevención y el tratamiento.Por otro lado, la prevención es una tarea llena de dificultades. Para empezar, se creía que prevenir era informar y no es así. Podríamos preguntarle a cualquier persona sobre las formas de infección de VIH y probablemente la mayoría lo sabe;

pero si les pregunto si ellos utilizan el condón la cuestión puede ser bien distinta. La información por sí sola no produce cambio. Además, la información siempre ha estado ligada a la prohibición como ejercicio de control social de la conducta. Por esto, la información tiene la finalidad de evitar el consumo, no decirle al consumidor que se haga el menor daño posible. No se han logrado estudios y claridades sobre la prevención. Este es un tema que aún está muy crudo. LP: Dentro de los modelos de prevención se menciona el epidemiológico que plantea el manejo de factores riesgo asociados al consumo. Entre estos se tratan temas del individuo como la ansiedad o la autoestima y, en temas sociales, se mencionan condiciones familiares y la presión social. Entonces, ¿podrían estos modelos de prevención llegar a estigmatizar ciertas formas o condiciones de vida de los individuos?MFV: El trabajo fue el de hacer una evaluación de las diferentes prácticas que se han realizado para prevenir y rehabilitar y, de esta forma, presentar un estado del arte sobre las políticas más exitosas. En este sentido, los factores de riesgo y protección han sido algunos de los elementos que han ayudado a entender ciertas poblaciones para saber cómo abordarlos y manejarlos, ya que pueden influir fuertemente en el consumo. Sin embargo, estos no son en blanco y negro; no buscan decir que son los únicos factores que determinan a un consumidor. La pregunta es importante ya que, aunque no se puede negar que hay circunstancias que pueden tener mayor influencia al momento de tomar ese tipo de decisiones, estas han creado estigmatizaciones. Por ejemplo, la creencia de que la persona que consume es alguien que ha tenido muchos problemas, como una vida difícil

*Coautora del capítulo La demanda como drama: la prevención y el tratamiento del uso de drogas en Colombia del libro Políticas

antidroga en Colombia: éxitos, fracasos y extravios.

Page 27: La parada edición 1

llena de sufrimientos, ha sido desmentida por la experiencia empírica. El consumo muchas veces se da también por diversión y gusto. En este sentido, la utilidad de los factores recae en el conocimiento que transmiten y facilita la creación de políticas públicas. LP: Santos ha sido uno de los presidentes que ha buscado cambiar el paradigma de las drogas, ¿qué tanto crees que esto se ha reflejado en la formulación de políticas públicas frente al consumo y el tratamiento?MFV: Se ha planteado un cambio que no es una iniciativa de Santos pero que si la comparte. Las primeras reflexiones al respecto fueron presentadas por los expresidentes Cesar Gaviria (Colombia), Ernesto Zedillo (México) y Fernando Cardoso (Brasil). Los expresidentes señalan que “La guerra contra las drogas” no funciona por dos aspectos fundamentales: la guerra en los países productores se recrudece mientras que el consumo aumenta. En este sentido, el aporte de Santos ha sido cuestionar la percepción de Colombia en el mundo. De acuerdo a esto, se cuestiona la corresponsabilidad de los países consumidores frente al problema, en cuanto no recae únicamente en los países productores, es decir, se pregunta qué han hecho estos países para disminuir la demanda. En relación con la situación de Colombia, nos damos cuenta de que nuestro país no se ha pensado como consumidor sino solo como productor lo cual es bastante problemático. El país tiene altos índices de consumo gracias a los bajos precios. Según la Comunidad Andina de Naciones (CAN), Colombia es el país que más riesgo tiene en aumentar el consumo de drogas sintéticas en América Latina. Hay mucha expe-rimentación y poca información.El único avance que se puede notar es la regla-mentación de la dosis personal, la cual permite generar una identidad diferente del consumidor frente a la ley. En nuestro país, el consumidor no es un criminal, se asume más como un problema de salud pública que como un tema de seguridad. En este sentido, considero que Petro ha realizado más avances que el Estado mismo, en cuanto a la prevención, al tratamiento y al cambio de perspectiva del consumidor. LP: ¿Qué relación existe entre la dosis mínima y el consumo, la prevención y el tratamiento de consumidores?MFV: La dosis personal está estigmatizada por un amplio sector de la población en tanto se

considera al consumidor un “sin vergüenza” que se cree con el derecho a consumir lo que quiera, aunque la ley diga lo contrario. En Colombia, la dosis personal no pretende tener consecuencias en el consumo, ya que solo determina que el consumidor no es un criminal, el criminal es el productor o el vendedor.Hay factores que influyen más en el aumento del consumo que no están relacionados con la dosis personal, y la prohibición tampoco ha sido la respuesta. Esta genera más inquietud frente al quebrantamiento de la ley. La discusión, a mi parecer, no debe definirse en si las sustancias deben prohibirse o no; la prevención debe darse desde el autocontrol del consumo, parafrasean-do al abogado José L. Díez Ripólles “no debería haber sustancias controladas, sino personas controladas“. Por lo tanto, algo que sería fundamental es enseñar a tener autocontrol desde pequeños. En general, seguimos culpando a las drogas de lo que pasa, como culpar al cuchillo de asesinar, cuando el problema no es el cuchillo, no es la cosa, es la conducta lo que lo hace bueno o malo. Es en el control en lo que se debe trabajar, ese es el dilema. LP: ¿Cuál es su perspectiva frente al tratamiento en Colombia? ¿Quiénes lo hacen y cuáles son las consecuencias?MFV: En Colombia hay un problema muy grande frente al tratamiento. A pesar de estar reglamentado por el Estado no se cumple. Por ejemplo, se puede construir un centro con 4 camas y ya. No hay manera de regular ni definir qué centro es bueno o no. Se pueden identificar por lo menos cuatro tipos de centros: los cristianos, las comunidades terapéuticas, los que se basan en los doce pasos de alcohólicos anónimos y los eclípticos que trabajan con teorías psicológicas como la Logoterapia y el Análisis Existencial del famoso psiquiatra Victor Frankl, para dar un ejemplo. En Colombia no hay límites al respecto y, además, los precios son bastante altos, por lo tanto el paciente está a merced de la oferta. Se necesita regulación estatal.

María Fernanda VencePsicóloga, profesora asociada a la Universidad de los Andes. Actual-

mente cursa un Master en Historia

Page 28: La parada edición 1

Equipo TécnicoLa Asociación Campesina del Valle del

Río Cimitarra (ACVC) es una organiza-ción campesina no gubernamental fundada por los campesinos y campesinas que sobrevivieron al fuerte conflicto armado que se desarrolló en la región del Magda-lena Medio a principios de los años 80. La ACVC nace como una iniciativa de paz en la región que busca, a partir del fortalecimien-to organizativo y político del campesinado, desarrollar proyectos que permitan acabar con los desequilibrios sociales y económi-cos, de la región. Esto, ha erigido a la ACVC como una de las organizaciones líderes en la apuesta por la paz con justicia social. La ACVC se constituyó como Zona de Reserva Campesina, lo cual les ha permitido sobre-vivir como comunidad y proteger sus territorios.

Dentro de su estructura organizativa la ACVC cuenta con un Equipo Técnico confor-mado por estudiantes y profesionales volun-tarios que tiene como función hacer asesoría, planificación, ejecución, evaluación y segui-miento de los proyectos que ha planteado la comunidad a partir de sus necesidades y que están inscritos dentro del Plan de Desarrollo de la Zona de Reserva Campesina del Valle del Río Cimitarra.

El Equipo funciona a nivel regional y local, y se divide entre los diferentes sectores del plan de desarrollo: sectores como cultura, agroecología, territorio, derechos humanos, infraestructura, entre otros. Este semestre se constituyó el Equipo Técnico de la Universi-dad de los Andes con la intención de llevar a la práctica los diferentes conocimientos y así aportar en este proceso por la paz. Si tienen algún interés en el tema pueden contactar-nos al siguiente correo:

[email protected] Sánchez Torres.

AmalgamaAmalgama nace a partir de la necesidad

de una revolución de pensamiento en todos nosotros en cuanto individuos, que nos lleve a entendernos como miembros activos de una sociedad. Somos un grupo de jóvenes con muchas ganas de empezar un proceso de transformación a través de la confrontación de diferentes puntos de vista, para llegar a acuerdos que no permitan pasar de encontrarnos en un espacio virtual, a intervenir el espacio real con acciones efectivas y contundentes. Pretendemos que sea un sitio en el cual personas de las más diversas perspectivas e ideologías políti-cas puedan exponer sus análisis acerca de situaciones actuales y coyunturales, para así lograr, a través del diálogo, una visión más amplia y completa de la realidad y comprender mejor el momento histórico en el que nos encontramos. Es importante aclarar que para esta comunidad, la idea y la acción política se entenderán más allá de la simple relación con la burocracia estatalizada y el poder que ésta tiene, para poder comprender la manera en la que esta dimensión se encuentra atravesando innu-merables ámbitos de nuestra cotidianidad. Desde el trancón diario, hasta las eleccio-nes de un país, serán temas abordados en busca de diferentes matices que nos ayuden a vislumbrar soluciones a las problemáticas que como humanidad nos hallamos enfren-tando.

Por último, es fundamental tener en cuen-ta que, aunque muchas veces pueda ser uti-lizada la denuncia como herramienta, en Amalgama creemos que el propósito del es-pacio no se cumpliría si de esta denuncia no se desprenden propuestas que nos inviten a creer en la posibilidad de la construcción de un mundo nuevo y diferente.Los invitamos a que nos envíen sus reflexio-nes, fotos, críticas, ensayos, cuentos, noti-cias a:

redacció[email protected]

Page 29: La parada edición 1

PolitikónPOLITIKON es una iniciativa colectiva de

estudiantes del departamento de Ciencia Política cuyo objetivo principal es crear espacios de discusión y participación que permitan enriquecer la formación académica y profesional de los estudiantes, desarrollar un mayor sentido de pertenencia hacia la disciplina y fomentar el diálogo e integración con otros departamentos y facultades de la universidad. Es un espacio abierto donde pueden participar todos los estudiantes del departamento y que busca complementar su formación con diferentes actividades extra-curriculares como:

* Muestra de Estudiantes de Ciencia Política: un foro donde se discuten las investigaciones en Relaciones Internacionales, Política Co-lombiana, Política Comparada o Teoría Políti-ca realizadas por los estudiantes. El próximo 2 de Mayo tendrá lugar la muestra de este se-mestre y están invitados todos los estudiantes de la facultad.

* Semillero de Investigación en Teoría Po-lítica: un espacio abierto a la facultad cuyo objetivo es construir algunas herramientas teóricas para el análisis político. Durante este semestre el tema central es Hannah Arendt: política y acción.

* Cineclub POLITIKON: un lugar de espar-cimiento que permita trazar relaciones entre la política y el arte. Esperamos organizar este espacio a partir del segundo semestre de este año.Si deseas participar en POLITIKON escríbe-nos a:

[email protected]

Camión CámaraAl entrar en la oscuridad todo es desco-

nocido; después de unos minutos poco a poco los ojos se acostumbran y empeza-mos a reconocer imágenes confusas. Dentro del Camión-Video-Cámara se encuentra un espacio oscuro donde lo único que se divisa es el camino invertido que se va reco-rriendo. El camión se va transportando a aquellos lugares escondidos en los recuerdos para fusionarlos con el presente, haciendo de esto un momento irrepetible, cargado de memoria y emociones. Son horas de luz y oscuridad donde las palabras expresan buenos y amargos recuerdos de historias de vidas invisibles.

En el marco de la violencia colombiana, existe un grupo de hombres y mujeres que son estigmatizados y silenciados –los des-movilizados- sujetos que se encuentran en la ciudad, un entorno para camuflar sus pasados entre una sociedad que los rechaza. Entrando a la dinámica visual del Camión-Video-Cámara se rescata la experiencia de vida de estos sujetos a través de sus relatos y las imágenes de sueño de la ciudad que los acogió: Bogotá, boca abajo.

Grupo de trabajo:Alex Fattal, María Luna Chaparro, Luis

Felipe Moreno, Juan Felipe Forero y Lizethe Rojas.

Para saber más sobre el proyecto entrar a http://www.facebook.com/camioncamara

Page 30: La parada edición 1

Mesa Amplia Estudiantil Uniandina (MAEU)

La Mesa Amplia Nacional Estudiantil viene hacia la plaza de Bolívar voci-

ferándole a los poderes públicos desde distintos hospitales donde hay un enfermo terminal, la Educación Nacional. Espere-mos que no tengamos que marchar hacia el cementerio para enterrarla. ¿De quién depende su vitalidad? Si bien depende de la voluntad política de la clase dirigente, en este momento también depende del movi-miento estudiantil. Pero no cualquiera. La idea de crear la Mesa Amplia Estudiantil Uniandina se recoge en una frase de los fundadores de los Andes: “Crear un centro de actividad educativa y cultural que estuviera directamente bajo el control de los ciudadanos para quienes el problema de la educación representa un interés permanente de la sociedad en que viven,

y quienes estarían dispuestos a dedicar este problema sus esfuerzos, su tiempo y, dentro de sus posibilidades, su ayuda económica”. Eso es la MAEU, un espacio abierto a toda la comunidad. Creado para discutir el problema de la Educación en Colombia y en el mundo. Como se ref leja en los eventos que llevamos a cabo, buscamos ofrecer debates con argumentos de todas las ideologías para que las personas de la comunidad tengan un menú amplio para tomar posiciones, las cuales esperamos se lleven a la mesa a las discusiones.  Los y las invitamos a participar, dentro de los límites del diálogo respetuoso, en la cons-trucción de una ley de Educación Superior.

Contacto:Felipe Guerra

[email protected] mesaampliaestudiantiluniandina@

gmail.com

Fotografía: Aura María Patiño

Page 31: La parada edición 1

Etnógrafo“Ahora que poseo el secreto, podría enunciarlo de cien mo-dos distintos y aun contradictorios. No sé muy bien cómo decirle que el secreto es precioso y que ahora la ciencia, nuestra ciencia, me parece una mera frivolidad. ” (Borges,) El Etnógrafo es un espacio para la antropología. Para la exposición y difusión de los trabajos y posturas que tenemos desde nuestra posición como estudiantes. Igualmente es un medio de difusión para los seminarios, grupos de investigación y otros aspectos concernientes al departamento. Los invitamos a la revisión de ésta -nuestra disciplina- y a participar en la conformación de la misma.

La Cicuta RevistaEl trabajo de La Cicuta Revista está encaminado a la apertura de un espacio, tanto para estudiantes de filosofía en general como para es-tudiantes de otra áreas, en el que la reflexión filosófica encuentre un momento personal y colectivo importante.Nuestra propuesta surge porque no existe, actualmente, ningún me-canismo que permita la difusión efectiva de las producciones del pen-samiento filosófico estudiantil en la Universidad de los Andes. En co-herencia con lo anterior, no queremos que la manera de dar a conocer estas reflexiones se restrinja única y exclusivamente a los proyectos académicos; comprende entonces tanto éste tipo de producciones, como acercamientos y expresiones diferentes en relación con el quehacer filosófico.Busca entonces, actualizar el papel de la filosofía al buscar un público que no se reduzca únicamente a los filósofos, sino la integración de la filosofía con otras disciplinas como el arte, la literatura, la pedagogía, la psicología, la física, entre muchas otras.Será una revista virtual, que anualmente imprimirá un número conmemorativo con el me-jor material recolectado en las dos ediciones virtuales anteriores.

Periódico SinCorbataPeriódico estudiantil de Ciencia Política de la Universidad de los Andes. Nuestro trabajo es informar a la comunidad uni-versitaria, no sólo a la uniandina sino también a las de otros claustros y hasta donde detentemos alcance con nuestras ediciones, sobre el debate y las distintas eventualidades del mundo político. Artículos académicos y de opinión, realizados tanto por profesores como estudiantes, serán siempre bien recibidos.

Page 32: La parada edición 1

tar que estuviera en verde el semáforo. Así iba llegando paso a paso a la Plaza de los Mártires donde se encuentra la Basílica Menor del Voto Nacional, la Dirección de Reclutamiento y Con-trol de Reservas de las Fuerzas Armadas y el Bronx.La plaza estaba repleta de indigentes que esta-ban haciendo colas para los servicios ofrecidos por el Distrito. Otros simplemente estaban ti-rados en el piso con sus trapos, embalados con el bazuco consumido, en una pose moribunda y compleja. Creo que la primera entrada fue di-fícil, no sabía bien a dónde dirigirme ni a quién hablarle, por lo cual fui a comprar otro cigarrillo. La intervención efectivamente había sacado los trapos al aire y de pronto la plaza adquiría otra tonalidad. Decidí caminar hacia la zona concu-rrida al lado de las instalaciones militares don-de se encontraban dos carpas-peluquería del Distrito, dos ambulancias y un camión que traía el refrigerio de la mañana a los habitantes. Ya había una cola de al menos 30 personas para po-der recibir una comida ligera y así seguir en sus andanzas recurrentes. Días antes, en el ir y venir de la fila, algo había acontecido, unas palabras habían golpeado un costado y otras se habían devuelto; un arma punzante había reflejado la luz de la tarde y se había hundido sigilosamente en la piel de un miembro de aquel tugurio. Esa anécdota, que me había contado una chica del Distrito, entre tantas otras que recibí, me de-tuvo, me planteó el valor de la vida y esta se fue,

Como todo buen domingo por la tarde, la-mentaba ya la llegada de una nueva se-mana y las responsabilidades académicas

implícitas a ésta. Debía leer y hacer un trabajo pero aquella falta de motivación dominguera me llevo a distraerme como raro, en la revista Semana. En la primera pasada, leyendo titula-res y mirando fotos que llamaran mi atención, me encontré con el foto-reportaje del Bronx. Auténticas caras y espacios marcados por el vi-cio que suelen sugerir un debate moral siempre asociado a esencialismos. Tiempo después, y a raíz de la política pública del Distrito, decidí que debía ir al Bronx. Partí desde las Aguas bajando por todo el eje ambiental hasta la Caracas. Pasaba por San Victorino lleno de dudas, pensando cómo evitar dar mucha “boleta” y cómo intentar acercarme a la gente. Cruce la Caracas fumándome un ci-garrillo de ansiedad y moralismos en una ciu-dad donde relacionarse con otros siempre está mediado por el individualismo y la desconfian-za. Los indigentes andaban como siempre en el rebusque entre las grandes hordas de personas que llegan al centro, y que solo se inmutan si es-tos se acercan, los tocan o les piden algo. Pare-ciera que tuvieran otro color que no permitiera que fueran percibidos por la sociedad que los condena con su silencio implacable. Cruzando la Caracas, desperté de mis dilemas al ver pasar a una mujer indigente que se cruzaba la Jiménez, enrolada en el impulso del pegante, sin impor-

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como muchas otras, en una nación de grandes olvidos. Los indigentes llevaban 5, 15 y hasta 25 años viviendo entre el cartucho y el Bronx. Muchos estaban alterados con la intervención que modificaba incisivamente sus rutinas, que sentían que la grúa del Distrito había quitado su hogar de tantos años. Algunos que se encontra-ban cerca de las ambulancias estaban tendidos sin camisas y sin ánimos, alterados e inocuos después de tantos embales y tantos rollos. La piel era un fiel retrato de una vida de guerra y de consumo reflejado en las heridas, viejas y nue-vas, que dibujaban de forma sincera las pericias de una vida en la calle. Parecía una zona de atención a los heridos de un conflicto armado, lo pensé dos veces… Uno de ellos, ante mi ino-cente pregunta sobre la situación del Bronx, me respondió con una sonrisa que podría ser más reflejo de la costumbre que de un impacto seve-ro - “esto está puteado”.Las personas del Distrito llevaban planillas de identificación de los habitantes en aras de poder ubicar a sus familias y fomentar reencuentros, que si bien deben ser dolorosos, logran romper la cadena de desinformación que conlleva la vida en la calle. Muchos familiares se habían acercado a la Secretaria de Integración Social ante las noticias de la intervención; tenían el simple deseo de encontrar a sus seres queridos. Así se formaba una suerte de vínculo sentimen-tal entre indigentes, personal del Distrito y las familias. Eso sí, los vínculos no son ajenos a los problemas y las garras del contexto. Y son ga-rras porque las bandas de microtráfico también dependen de los habitantes de la calle para su negocio. Muchos indigentes me contaron que los tenían amenazados con quemarlos y matar-los si cooperaban con el Distrito. Tanto era así que hablar con los indigentes o los miembros del Distrito estaba sujeto a la constante pre-sencia de los sayayines, la mano armada de las bandas en la calle, con su inalterable amenaza de actuar ante algún disgusto. Después de dos horas de presenciar la movida del Distrito en el Bronx y sus alrededores, ya tenía un cierto sentimiento de que me debía largar. Fui por un cigarrillo y vi a un policía pa-rado en frente de su moto, uniformado y con el casco puesto por si las moscas ¿Por qué no? Di unos pasos al frente y me fui acercando sigilo-samente pensando que no sacaría nada de él; y así fue. Intenté desmenuzarlo con palabras y fui sacando algunos frutos paso a paso. Me

confesó que la dirección de comunicaciones de la Policía había impuesto a los soldados rasos la ley del silencio con los periodistas. Y ya cuando estaba a punto de soltarse por completo, note la presencia de otro agente pasando por mi lado izquierdo. Pisaba fuerte con sus botas pero era lento en su proceder. Solo fue hasta que estaba al lado nuestro que vi su brazo moverse ágil-mente, casco en mano, para pegarle a su com-pañero; Casco contra casco. “Si ve por qué no le puedo decir nada” fue la respuesta que me dio. Decidí al instante evacuar la zona para no cau-sarle problemas al hombre. Así decidí salir de la zona, impulsado por mo-mentos, relatos y ocasiones que ya me comenza-ban a dar vueltas en la cabeza. Los indigentes no son personas que gratuitamente llegaron a ese estado, pero tampoco son personas que la socie-dad debe dejar abandonadas a su amparo. Efec-tivamente, las drogas tienen un riesgo como lo tienen muchas otras sustancias que consumi-mos, y es necesario tener un consumo respon-sable sobre estas. Eso sí, el tabú sobre el tema, como muchos otros, imposibilita una discusión amplia y sincera; imposibilita investigaciones profundas sobre sus efectos en la gente. Así pues, no tendremos el valor juvenil de decirle a un pa-dre la verdad y no nos tendremos que afrontar a nosotros mismos y pensar en las consecuencias del consumo. Dentro de estas vueltas, me quede hablando con dos indigentes en la plaza y fui a comprarles un pan. Cuando salía de la panadería, como por arte de magia, me cruzo un sayayin con su bici-cleta y blandieron dos chuzos de las manos de los indigentes. Me sacaron el celular y la grabadora y me amenazaron, supongo por “periodista”. Así terminaron mis meditaciones, con una dosis de realidad de un contexto difícil, donde las críticas y los comentarios a mano alzada son fáciles de hacer; pero que contienen grandes falacias al no poder leer un mundo que finalmente, estamos entrando a conocer.

Felipe MorenoEstudiante de Ciencia Política

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El camino que conduce desde el Carmen de Bolívar hasta El Salado es una trocha seca y polvorienta. Las huellas de los carros y motos,

que siguen marcadas desde el lodoso invierno pasado, son un monumento a la corrupción e inefi-ciencia de la clase política local, que siempre les ha prometido un mejoramiento en la vía, y siempre ha utilizado los contratos para enriquecerse. Comentar en los pueblos cercanos que uno piensa irse por esa vía, sigue siendo motivo de estupefac-ción e incluso preocupación para la mayoría de la gente, incluso cuando han pasado ya 13 años desde la masacre que hizo tristemente célebre a este pueblo en la conciencia colectiva. Personalmente, debo aceptar que aun habiendo ido ya hace un par de años antes, y sabiendo que la zona está pacifi-cada, no deja de producir una sensación extraña transitar esa trocha solitaria.

Y es que fue a lo largo de una trocha como esta que los paramilitares dejaron una terrible estela de muerte antes de entrar al pueblo y cometer uno de los actos de barbarie y crueldad más grotescos de nuestro conflicto armado. Por esta misma trocha salieron despavoridos los sobrevivientes con los pocos bienes y animales que pudieron salvar, dejando atrás sus casas, sus ranchos, sus tierras y sus muertos. Los que no abandonaron el pueblo ese día es porque ya lo habían hecho en el 97, debido a una masacre anterior. Este camino de tierra, que se interna entre los cientos de laderas de los Montes de María, ya era desde mucho tiempo antes de la masacre, un corredor utilizado por los diferentes grupos armados que, en medio de sus disputas territoriales, transformaron para siempre la vida de un pueblo anteriormente próspero, y que en la típica estigmatización que produce la guerra sobre la población civil, terminó condenado a ser un “nido de guerrilleros”. Este estigma fue tanto el producto

de la presencia guerrillera en la zona, como de la necesidad de los paramilitares y sus auspiciadores de legitimar la violencia en su contra.

Por esa misma trocha regresaron a los dos años los primeros pobladores, hartos de la miseria y la explotación en la ciudad, y quienes a pesar de que la amenaza del conflicto seguía viva, preferían arries-gar sus vidas a vivirlas precariamente en otro lado. Los campesinos que habían podido llevar animales consigo a la ciudad habían tenido que venderlos a precios irrisorios. La falta de atención por parte del Estado generó un desorganizado proceso de desplazamiento hacia diferentes partes del país, sin acompañamientos, sin ayudas, sin veeduría de sus derechos. Los relatos de la gente que retornó sobre la condición en que se encontraba el pueblo a su regreso, parecerían sacados de una novela de realismo mágico, si no estuvieran las fotos o la seriedad y el dolor en sus miradas para confir-marlos. Al pueblo se lo había tragado el monte, los ranchos los habían quemado, arboles crecían sobre los muros de las casas abandonadas. Durante los primeros años todavía tenían lugar combates y se vivía bajo el miedo permanente a nuevas represa-lias. Extensiones enormes de lo que fueron fincas se mantuvieron enmontadas por años (y muchas permanecen así), pues tanto la presencia de grupos armados como las minas “quiebrapata” disua-dían a los campesinos de alejarse del pueblo, por lo cual una lideresa del pueblo dice que la historia del retorno “es una historia de resistencia, de aguante y de amor al pueblo.”

Sin embargo, de este lúgubre panorama poco queda, y por sus calles hay un permanente desfile de instituciones, ONG’s, políticos (incluidos presi-dentes) y celebridades que ofrecen ayudas, dan subsidios, financian proyectos, hacen conciertos y dan discursos. Paradójicamente, fue la violencia

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desmedida que sufrió el pueblo lo que hace que pueda disfrutar de la visibilidad, los beneficios y derechos que las demás comunidades de la zona -que vivieron cosas parecidas- solo pueden soñar. En muchos sentidos, El Salado es la “cara bonita” de la reparación que muestra el Estado ante la comunidad nacional e internacional. Proyectos de compra de tierras, subsidios de vivienda, proyectos productivos, etc., son algunas de los privilegios de los que gozan los Saladeros. Esto ha generado un masivo retorno de personas buscando los bene-ficios que ningún otro lugar de la región ofrece, pero a medida que llegan las personas parece que se olvida el sudor y las lágrimas que costó llegar a ese punto. La organización y unidad de los líderes, que se había construido en una lucha común para exigir sus derechos, se ha ido resquebrajando, entre rumores de clientelismo y politiquería de parte de algunos, y en un panorama de sobre-intervención en la unidad colectiva ya no es un requisito para conquistar los derechos: la gente se ha acostum-brado a que los beneficios llegan a ellos por arte de magia. Incluso los niños que retornaron al princi-pio, dicen que añoran con nostalgia la época en que el pueblo estaba solo, pero estaba unido. Y aunque nadie puede decir que las víctimas no se merecen las ayudas y programas que les llegan, siempre queda la pregunta de, si a costa de la manera asis-tencialista y mediática en que están llegando, no se estará perdiendo la unidad del pueblo: “lo único bueno que nos dejó la violencia”, como dice un joven campesino.

No obstante, el mismo camino por el que entraron los paramilitares, salieron los despla-zados y retornaron, tiene expuestas también las heridas abiertas del conflicto que ninguna ayuda puede ocultar: a lado y lado del camino, las antiguas parcelas de pequeños y medianos campe-sinos, hoy son enormes latifundios sembrados en teca y en pasto para ganadería extensiva, cuyos dueños son hombres sin cara y sin nombre, inver-sionistas del interior del país, o “Los Cachacos”, como los llaman por toda la región. Y es que detrás de los paramilitares llegaron los compradores, y al igual que con los animales, los campesinos no vieron otra opción que venderles al precio que les ofrecieran. “Aquí compraban la hectárea de tierra a 200 mil pesos, (…) y uno en medio de ese terror, a mí ya me habían matado tres hermanos, ¿Qué iba a hacer?, pues venderles… Al fin y al cabo la tierra vuelve y se compra, pero la vida no”, cuenta Rosa, una líder de la región, pero como ella misma dice,

miles de campesinos estaban tristemente equivo-cados: hoy no hay tierra a la cual retornar.

Los nuevos dueños de la tierra han cercado los pozos de agua de los que depende la comunidad en el verano, e incluso dicen que traen mano de obra de afuera. Nunca aparecen, nadie los conoce, son los fantasmas que trajo la violencia. Como en toda la región, la seguridad alimentaria peligra en un modelo que ha transformado completamente la vocación productiva de la región y la identidad campesina. Tanto así que Rafael, un desplazado que vive en San Jacinto, cuenta triste que hoy en día la leche se consigue solo en bolsa. Todo esto hace pensar en el precio que implica para el campe-sinado, como propone el Plan de Desarrollo del gobierno, pasar a tener 12 millones de hectáreas sembradas en maderables en los próximos años. Y es que la masacre de aquel día de Febrero fue única-mente la culminación grotesca y cruel de un largo proceso de luchas violentas y no-violentas por el control del territorio, y la constatación de la manera violenta y des- institucionalizada por la cual se han acostumbrado a ejercer el poder las élites en la región. Sin embargo, no ha habido ni el espacio ni la voluntad política para hacer un ejercicio reflexivo en torno a la memoria de lo vivido, y comprender mejor la naturaleza de la violencia que golpeó la región y las estructuras que la alimentaron. Es por esto que, a pesar de que todos conocen la historia del Salado, en la plaza del Carmen de Bolívar la gente mira indiferente la publicidad a favor de la libertad e inocencia de Enilce López, “La Gata”, una de las autoras intelectuales de la masacre.

A pesar de que la Ley de restitución de tierras ha puesto el tema del despojo en el debate de algunos, sobretodo ha agitado el avispero de quienes se beneficiaron de este. Y a medida que asesinatos selectivos acaban con las cabezas de los movimien-tos campesinos en otros puntos del país, y la sombra de lo que hubo alguna vez parece empezar a revivir, acá tocar el tema de la restitución se vuelve cada vez más incómodo. Puesto que, -como en las guerras de la antigüedad, en la que el vencedor rociaba con sal la tierra del vencido para que nada pudiera volver a crecer allí jamás-, los que desataron la violencia en los Montes de María rociaron la tierra con sangre, para asegurarse por medio del terror que nadie se atreviera jamás a cuestionar su control sobre su botín de guerra: la tierra.

Pablo Mejía TrujilloEstudiante de Ciencia Política

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Huxley lo lleva con él a un viaje dentro de los mundos inexplorados de su mente. Publica-

do en 1954, Las puertas de la percepción cuenta la primera vez que Huxley ingiere mescalina-alcaloide derivado del peyote, un cactus usado por culturas indígenas ancestrales en sus rituales cosmogónicos. Mientras va describiendo todo aquello que experimentó estando bajo los efectos de la droga (poco estudiada para la época) hace un recorrido a través de la experiencia humana rela-cionada con los estados a los que se llega cuando se abren otras puertas de la percepción que las habituales de la sobriedad. A partir del arte, la lite-ratura, la música, la religión y la espiritualidad, el autor crea nexos con los otros mundos dentro de la mente humana, a los que se puede llegar bien sea con mescalina u otras drogas capaces de causar efectos parecidos, como el LSD, o con otras prác-ticas como la meditación. Estos esbozos los hace a partir de una historia del hombre que, en su alma, siempre ha tenido el apetito de escapar de sí para lograr una vivencia trascendental.

Leer este libro es una experiencia de enten-dimiento profundo y una invitación a explorar dentro de sí para alcanzar una espiritualidad antes desconocida. Sobre todo en épocas donde esta última parece estar en crisis. Como siempre, la magnífica capacidad que tiene Huxley con las palabras hace que el lector sienta en carne propia este primer viaje del autor en el mundo de la psico-delia. Y, si el lector ya ha entrado en este mundo, se encontrará con explicaciones y comprensiones que le harán poner sus propias experiencias en pers-pectiva y reflexionar al respecto. Si la psicodelia y sus visiones espirituales le interesan, encontrará en “El cielo y el infierno” (1956), ensayo que comple-menta “Las puertas de la percepción”, un recorrido muy completo de lo que ha sido para el ser humano el contacto con ese más allá, esos otros mundos descritos por Huxley, a los que usted puede llegar y en donde encontrará el cielo o el infierno.

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Teatro experimental: �e Forest Experimental es un colectivo que nace del resultado de búsqueda,

investigación y exploración de sus miembros alrededor de la luz. Llegan a Bogotá brindando un espectáculo donde la música es apreciada

de la mano del videoarte. Crean una historia donde el espectador es llevado a otro espacio, un mundo de ensueño.

En todos y cada uno de los programas, los miembros de �e Forest Experimental utilizan una máscara diferente.

La ocultación de las caras simboliza una pérdida de la identidad, por lo que, por un momento, se convierten en un ser diferente.

Este nuevo ser se caracteriza desde el principio, dejando la puerta abierta a la imaginación.

Mayo 18 - 6pm Casa La Corte

Calle 53 A # 16 - 43 AFORO LIMITADO

Boletería: 10lk incluye bono consumible

me / moi / yo Coctel de Inauguración. Jueves Mayo 16, 2013 6 PM

Exposición de Pamela Calero, Luisa Mariño y Diana Carolina Guerrero.

Galeria Neebex | Cr. 3 12-42. Bogotá, Colombia. Exposición de Mayo 16 - 24, 2013.

CINETORO Film Festival Convocatoria AbiertaHasta el próximo 5 de Julio estarán abiertas las

inscripciones para participar en la 6ª edición del Festival Internacional de Experimentación CINETORO,

el festival de cine alternativo y experimental pionero en América Latina.

Más Info: http://cinetoro.com/?p=817

Porque encontramos lo que nadie busca y hallamos lo que nadie encuentra: ¡Nexus Conexus!

¿Estás en Bogotá y quieres encontrar actividades interesantes y la mayoría gratuitas en las cuales participar?

¡Te conectamos!

Con 23 años, Nicolás lleva casi una década siendo músico. Su vida de artista

empezó con la ilusión del estilo de vida de rockstar y con un profundo amor por la música que, desde entonces, no ha hecho si no crecer. Ratón Pérez fue la banda con la que inició su trayectoria, estando en el colegio. Cuando este llegó a su fin, cada integrante siguió su camino por diferen-tes lugares del mundo. Buenos Aires fue el lugar que Nicolás escogió para seguir formándose como músico.

Mientras aprendía sobre todos los géneros musicales, Nicolás seguía siendo músico de escenario. Pero además de la música, nuestro músico siempre ha sido aficionado a las películas: “desde hace muchos años de mi vida, no ha pasado un solo día sin que yo me vea una película”. En Argentina tuvo la oportunidad de ver clase con Eric Kutchevasky, un profesor que ha trabajado en varias ocasiones en Hollywood y que enseñaba “film scoring”. Mientras cursaba esta materia, Nicolás cuenta que algo hizo

“click”; se había dado cuenta que eso era lo que él quería hacer en su vida.

El trabajar en un proyecto “más grande que la música en sí misma” era algo que lo seducía. Se trataba de imaginar ser parte de una de esas películas que son capaces de cambiar vidas. Para Nicolás, hacer música en una banda es trabajo en equipo; todos aportan desde su instrumento para crear una pieza de arte completa, es una. Trabajar en la producción de una película es trabajar en una banda, muchísimo más

grande, que aglutina todas las artes. Ya no solo se trata de guitarras, voces, bajos, percusiones que confluyen en uno, sino de la unión de artes visuales, actuación, literatura, fotografía y música, unión que resulta en lo que, contemporáneamente, podríamos llamar una obra de arte total. El último ingrediente, la música, tiene el poder crear sentimientos. Si no, cómo olvidar El Resplandor y la maestría con que su música, mezclada con los colores en la escenografía y un Jack Nicholson demente, pone a temblar al espectador.

Así es como Nicolás entró a trabajar en una producción colombiana que da señales de cómo se está avanzando en el país en esta materia. Esta serie policial, que se estrenará en noviembre en una cadena nacional, graba con la sinfónica nacional bajo la dirección de Alejandro Ramírez.

¿Alguna vez se preguntó por quiénes están detrás de la música en las películas que más le gustan? La Parada habló con Nicolás Pacheco, un músico que empieza a entrar en el mundo de la música audiovisual.

Nicolás Pacheco

Nicolás recomienda:Compositores para cine

Carter Burwell(No Country For Old Men, Fargo)

Scoring:Michael Giachino(Up, Lost, Fringe)

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Teatro experimental: �e Forest Experimental es un colectivo que nace del resultado de búsqueda,

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Page 40: La parada edición 1

EL NOMBRE, De Jon FosseAdaptada y dirigado por Ricardo CamachoLa obra más importante del dramaturgo contemporáneo más representado a nivel mundial. Dónde: Teatro Libre, Centro: Cll 13 No 2-44Temporada: Mayo 23-Junio 15Funciones: Jueves a Sábado 7:30pm. Taquilla: 22lk

III Festival Impulsos 2013: Danza y cuerpo hoyDel 22 de Mayo al 1 de junio

Serán 7 países, 10 compañías en sala, 7 compañías en la muestra perfomática, casi 100 artistas invitados, 3 salas, más de 20 funciones, talleres y conferencias

especializadas en distintas regiones del país, y Medellín como Invitado de Honor.Once días de movimiento que presentarán lo más arriesgado, las nuevas

propuestas y lo más innovador de las artes coreográ�cas.Más información: http://www.teatronacional.com.co/impulsos/

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“Paisajes internos” en Fotográfica Bogotá, V Encuentro Internacional

de Fotografía: Países Nórdicos como invitados de honor. Encuentre talleres teóricos,

exposiciones de sala y ciclos de cine la bienal organizada por Fotomuseo.

4 de mayo-15 de junioLa Parada recomienda:

Exposición de Sala: MAMBO (Museo de Arte Moderno de Bogotá) Paisajes del

Norte, Región NórdicaPara más información y consulta de

términos para talleres y conferencias: www.fotomuseo.org

Espacio Cultural La AldeaArte, cultura y educación.

Un espacio en construcción, versátil, dinámico, no convencional, pensado para

el encuentro humano y cálido y la imagi-nación creativa; un tiempo y un lugar para

cada sueño y para cada propuesta. Se realizan: talleres, exposiciones, conciertos,

debates, tertulias, encuentros, ensayos, teatro, música, presentaciones de libros,…

[email protected] 17 No. 2-77, Las Aguas.

III Festival de Video DocumentalesConvocatoria abierta hasta el 15 de

junio Globale Bogotá, 2013-04-29

Temas: Militarismo, seguridad y represión

Arte como propuesta de transformación, racismo y políticas migratorias

www.globalebogota.wordpress.com

16 Festival Blues y Jazz Libélula Dorada

31 grupos4 de abril-1 de junio

Cra. 19 no 51-69www.libeluladorada.com

Page 41: La parada edición 1

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Serán 7 países, 10 compañías en sala, 7 compañías en la muestra perfomática, casi 100 artistas invitados, 3 salas, más de 20 funciones, talleres y conferencias

especializadas en distintas regiones del país, y Medellín como Invitado de Honor.Once días de movimiento que presentarán lo más arriesgado, las nuevas

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A lo largo de mis años universitarios compilé un catálogo de insultos a algunos

estudiantes: “Usted es un arrogante”, aúlla un profesor; “qué vergüenza que no sepan esto y aquello”, se lamenta otro; “¡Usted es un molusco!”, desenconcha otro; y aún más repugnante y no tan submarino: “¡Esto lo que me demuestra es que usted no sabe pensar!”. El lector podrá encontrar un título, pero la sola compilación demuestra que hay algo esencialmente malo en el mundo: la figura del “maestro-educador” se ha ido esfumando de la universidad. “Hoy sobre-viven formas prestigiosas de la ignorancia como lo son el investigador con maestría y doctorado”, me dijo un maestro ante mis quejas. Esta corta confesión quiere ser un adiós a todo eso y un pequeño remedio para tanto veneno.

En primer lugar, la educación es un asunto de amor. Algunos profesores no son patrióti-cos; a lo sumo son malos optimistas y buenos pesimistas. “A Roma no la quisieron porque fue grande, al contrario, fue grande porque la quisi-eron”, dijo un poeta inglés. A los ojos del profesor, la clase debe ser como esa Roma, y tiene que haber lugar para ella en su corazón tanto como hubo para Roma en el corazón de los romanos. Enamorar no es una aventura libre de avatares imprevisibles y dificultades. Las clases de cien personas son una monstruosidad académica, pero el talento del maestro hablará por su capa-cidad de interesar a todos sus espectadores. La

historia no sólo apasiona a los historiadores o la arquitectura sólo a los arquitectos. ¿Puede uno imaginar una aventura de vida más romántica que enamorar diariamente a cien jóvenes? Los malos profesores, los traficantes de sueños, parecen no reparar en su delicada suerte cotidi-ana: cuidar de la edad espiritual de la juventud, aquella edad de las aventuras, los sueños, y las epopeyas.

La conquista deberá ser diaria porque el estu-diante es exigente en su amor: el prestigio del maestro depende de ese rasgo circunstancial -no sólo de sus investigaciones debidamente excelen-tes- así como la vida de Sherazade dependía de enamorar con sus cuentos al Sultán noche tras noche. Es verdad que el estudiante puede ser exigente en su amor y sus afectos codicia-dos; lo que hoy lo enamoraba, mañana puede encontrarlo marchito, pálido y sin encanto. ¡La brevedad es propia de la vida y la juventud está llena de vida! Pero si el profesor es incapaz de demostrar amor y pasión por su tema, ¿cómo podrá despertarlo en sus estudiantes? A un profesor que declare su ignorancia, su visión incompleta y conjetural sobre un problema me le quito el sombrero. Pero a un profesor que declare su apatía, animosidad, y falta de amor por la clase, me encargaría de poner el sombrero de moda en el salón. Los vagos no son ovejitas negras por voluntad propia. Les ha faltado un buen pastor. Corregir el fracaso de los profesores

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de colegio quizás sea pedirle mucho al profesor universitario, pero no se le debería exigir menos. Cuando las ovejitas estén dispersas en clase, el profesor debería preguntarse qué está haciendo mal.

El profesor debe querer a su clase con pacien-cia, fidelidad, y locura. La paciencia para interesarla en los temas, corregir sus trabajos, y atenderla en horas de oficina (¿cuántos de nosotros recibimos como recompensa a nuestros esfuerzos, miserables y lacónicos chulitos?); la fidelidad para tener el coraje de nunca mentirle o subestimarla (él más que nadie sabe que su conocimiento es parcial y proviso-rio); y la locura para recordarle la comedia de la vida (el buen humor es una forma de asumirla). Estos dones me parecen importantes, pero hay otros innegociables: nunca obrará el profesor con ira, así se le cuestione su formación o inves-tigación; jamás humillará a su clase, así vea que falten aquí y allá algunos conocimientos; jamás será injusto en sus calificaciones, así disienta de algunos puntos de vista presenta-dos en ensayos; jamás verá en la clase la manera de dar vida a su dogmática elocuencia, así vea fácilmente impresionable a su auditorio. Es un falso lugar común dejar la formación humana para las casas y el colegio, o reducirla a una mera transmisión de conocimientos. La ética y el aprendizaje no concluyen con la universi-dad sino con la vida misma. Si el estudiante se

permite pequeñas vanidades o una eventual soberbia, algo tan natural de los primeros bríos impetuosos y desbocados de un joven espíritu, el profesor debe estar a la altura, comprenderlo, y dejarle con humor una lección a un carácter que aún está en formación. Amor al estudio, hábitos de reflexión, de pensamiento, y de modestia, es el repertorio de virtudes que también debe transmitir a sus estudiantes.

Al final de la jornada, el verdadero maestro sólo podrá aspirar a un noble ideal: al término de cada clase, deberá haber despedido sus apasionadas palabras como chispas sopladas de una fogata, siendo él mismo la fogata. Habrá prendido un fuego. Que el estudiante tenga a bien cuidarlo de los vientos durante el resto de la jornada no le concierne: él ya está preparando la clase de mañana, él ya está practicando sus hechizos. Y si la chispa permanece encendida a la mañana siguiente, buscará acrecentarla; y si ha sido apagada, buscará revivirla sin odios o recelos. Una chispa, cierto, pero una chispa nada despreciable. Dice el coro de científicos modernos que las fuerzas más inconmensu-rables, inconcebibles, y fantásticas precisaron nada más que de una chispa infinitesimal para llegar a ser el universo. Más sería impertinente decir.

Luis Gabriel GalánEstudiante de Historia y Ciencia Política

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Esta serie fotográfica busca retratar la esencia de person-

ajes bogotanos que se han fundido entre el acero y el concreto. Lo común y cotidiano de las imágenes no implican su normalidad. Por esto, la serie aplica al rostro más humano de ambos lados de la cámara, tanto de quien observa y retrata como de quien es retratado y olvidado. Este trabajo reivindica un pensamiento empático e invita a la solidaridad y el actuar compa-sivo. Bogotá en Almas tocara las fibras que hacen al humano demasiado humano, por ponerlo

en palabras de Nietzsche.

Sergio DuránEstudiante de diseño

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Aunque el voto es secreto, les confieso que votaré por el Puro Centro Democrático en las

elecciones de 2014. Es la única alternativa viable que le queda a este país. Me parece que como movimiento de Centro se adapta a las necesi-dades de nuestra patria que por estos días anda tan polarizada; además no soy una persona que tiende a los extremos. Como su nombre lo dice es Puro, lo que quiere decir que no tiene vínculos con políticos tradicionales, como su líder. Y es Democrático, lo cual me parece una maravilla, eso hace falta. Pero la principal razón por la que votaré  ciegamente por el PCD es por su líder, ese prócer de la patria llamado Álvaro Uribe Vélez. Según Roy Barreras, el ex presidente Uribe es de la talla histórica de Bolívar, y estoy completa-mente de acuerdo. Pues es difícil encontrar una talla que se acomode al ex presidente, recuerden como le quedaba el traje en su visita a los Reyes de España.

Creo que el PCD es una alternativa que se distancia de los partidos tradicionales, no me gustaría seguir teniendo congresistas que no leen las reformas, ni dos partidos iguales: Cambio Radical se parece cada vez más al partido Liberal y dentro de poco sus represent-antes en el legislativo tampoco sabrán leer, lo que deja ver que el sistema educativo está de capa caída. Los miembros de la U pronto estarán renunciando a su curul para evitar ser investigados por la Corte y uno que otro se habrá auto-extraditado. Aunque eso sería una excep-ción, pues la mayoría de delitos que cometen no trascienden las fronteras nacionales (la ropa sucia se lava en casa); hay pocos arriesgados -o emprendedores- que extienden su red de apoyo electoral (y financiero) a Estados Unidos.

Y ni qué decir del partido Conservador. Sabiendo que un familiar de uno de sus dirigen-tes tenia a cargo la administración de un Motel (si, con M) de la DNE. Será que se les olvidó la importancia de la familia y el buen ejemplo que dejó el ex presidente Pastrana, en donde quedaba claro que la familia era muy impor-

tante al afirmar que tenía conversaciones con “Nohra, [Tirofijo], los niños y yo”  sobre la situ-ación del país. Como si fuera poco, uno de sus congresistas estrella y ex presidente del Senado pedía limosna ante los medios de comunicación para echarle gasolina al carro; lo que me parece aún más increíble -y me ratifica que vivimos en una Banana Republic- es que fue considerado el mejor congresista del año (¿será que le dieron esa distinción por pedir las cosas de frente y no por debajo de la mesa?). Para mí es un partido en franca decadencia.

Como dije, no soy una persona de extremos, por lo que votar por un partido como el Polo o el movimiento Progresista me parece inconce-bible. El movimiento Progresista es el vampiro de la izquierda, y no lo digo porque se esté apro-piando del erario público (cosa que al parecer sí hacía el Polo), sino porque le chupó toda la sangre al Polo y lo dejo anémico, es decir, sin gente. Pero en general no simpatizo con la izqui-erda, pues algunos de sus exponentes lo único que tienen en la izquierda es el Rolex, aunque uno de ellos (pidió total confidencialidad) me confesó que ya ni siquiera el Rolex va a la izqui-erda porque la inseguridad en Bogotá esta tenaz y ellos -que son gente del común- no andan en carro blindado. Y si lo hacen prefieren que les maneje su esposa, como el burgomaestre bogotano, lo cual ilustra que no es machista, o que no sabe manejar ni un carro.

Y si nos ponemos hablar de los “partidos chiq-uitos” hay que sacar una baraja de cartas (o más bien un Tarot) para entender de dónde vienen, qué quieren y para dónde van; además con la reforma política en curso y con el cambio del umbral van a desaparecer, entonces mejor no gastarle tiempo ni espacio a eso. Mejor votar por el PCD.

Diego BenavidesEstudiante de Ciencia Política

Mi confesión

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Mediante el presente escrito comparto con ustedes unos temas sin importancia que envié adjuntos a mi hoja de vida al Ministerio de

Asuntos Sin Importancia para mostrar mis capacidades. Cuando me acerqué al Ministro de Asuntos Sin Importancia, él me dijo, “la verdad, no me importaría verle por aquí”. El secretario actual le ha dado mucha importancia que a mí no me importe si combina o no mi camisa con mis pantalones, a lo que le respondí que yo ni siquiera llevaba pantalones y que debería ocuparse de cosas que no le importen. “Mire, la verdad es que ya le estoy empezando a dar importancia a su petición, por lo que no me importa si lo veo mañana sentado encima o debajo del escritorio del secretario”. A continuación, los asuntos sin importancia, los cuales probablemente si son encontrados en años posteriores por un arqueólogo o por la comisión de verdad, si es que algún día se hace, no serán exhibi-dos como patrimonio nacional en un museo ni harán parte de la memoria histórica del país, a menos de que haya un museo de asuntos sin impor-tancia o un fallo judicial del mismo talante.

1. Siempre he pensado, desde que recuerdo que cogí la sinimportancia como doctrina de vida, que el lugar perfecto para un asunto sin impor-

tancia es una valla publicitaria. Si la gente siempre mira pa’bajo y mira poco hacia el frente, ¿cómo esperan que miren hacia arriba? Pues bien, yo que soy un hombre perspicaz, que siempre miro hacia arriba en búsqueda de ese huequito en el cielo por donde debería bajar el carruaje del dios sol, ocupado por Laureano Gómez, dirigiéndose a los democráticos conversa-torios en el centro más puro de la derecha para preguntarles, “¿y por qué no le pusieron Escuadrilla de Carapintadas a Caballo Hacia la Derecha?”. Yo siempre tan precavido mirando para el cielo encontré una valla public-itaria del Doctor Francisco Santos. Oh, Francisco, me preguntaba, ¿desde cuándo piensas en la impunidad como un problema social con impor-tancia? ¿Te trasnocha lo suficiente como para legalizar la dosis mínima y dormir tranquilo? ¿Le estás dando importancia a la impunidad durante aquellos 8 años en donde las organizaciones no gubernamentales que hablaban de impunidad eran planilladas, chuzadas y asesinadas gracias a la información de estas? Porque si estás pensando en lustros pasados, llama al Ministerio de Asuntos Sin Importancia y te asesoraremos para que aprendas que los Gobiernos que ya pasaron, es porque ya pasaron mijito. Como dice la canción, lema oficial del Ministerio, “olvídala, mejor olvídala”, despréndete de la Seguridad Democrática Pachito.

Felipe Guerra Estudiante de Maestría en Ciencia Política

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