La Opinión Nº2

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Resvista trimestral político-cultural de la asamblea de IU Almensilla

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EDITORIAL

Nace este nº 2 de LA OPINIÓN mediatizado por uno de los acontecimientos democráticos más importantes: la celebra-ción de unos comicios; en este caso se trata de la “décima edición” de las elecciones municipales. Por tanto, esta revista que representa a un partido político no podía pasar de largo ante un hecho tan crucial para los demócratas. En este sentido queremos expresar nuestro deseo de que se dé una amplia participación de los electores en las urnas, por-que no cabe duda de que una alta participación electoral for-talece el sistema democrático. Al mismo tiempo manifestamos nuestro profundo respeto por todos los grupos que se presenten a los comicios, así como nuestra exigencia de que actúen siempre con honradez y al servicio del vecindario. Y, finalmente, esperamos que con el apoyo del electorado po-damos gobernar durante el próximo mandato; si esto se di-era, nos comprometeríamos a contar con la participación de toda la corporación.

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El 14 de abril de 1931, hace 80 años, tras la celebración de unas elecciones muni-cipales, se proclama en España, de forma pacífica, la Segunda República. El Comité revolucionario surgido unos meses antes del Pacto de San Sebastián, presidido por Nice-to Alcalá Zamora, se convirtió en Gobierno Provisional, cuyo programa de actuación (Reforma Agraria, libertad de culto, respeto a la propiedad privada…) estaba basado en lo acordado en dicho Pacto. Inmediatamen-te se convocaron elecciones a Cortes Cons-tituyentes, Votó el 65% del electorado que dio como triunfadores a los partidos de cen-tro y de Izquierda.

1. Partidos políticos y sindicatos

• El Partido Socialista Obrero Español,

obtuvo 117 escaños en las elecciones a Cortes Constituyentes, contaba con un poderoso sindicato, la Unión General de Trabajadores y sus dirigentes más reputa-dos eran Indalecio Prieto, Besteiro y Lar-go Caballero.

• Acción Republicana, (que posteriormente

se fusionó con el radical-socialista y adoptó el nombre de Izquierda Republi-cana) Fundado por Manuel Azaña, escri-tor y abogado de gran prestigio entre los republicanos. Consiguió 27 escaño en 1931.

• El Partido radical Socialista, creado por

Marcelino Domingo. Fue una escisión del partido radical y consiguió 59 escaños en las constituyentes.

• El Partido Comunista de España, escin-

dido del PSOE en 1921, no Consiguió ningún escaño.

• Esquerra Republicana, partido autono-

mista liderado por Maciá y Companys, consiguió 32 escaños.

• En el Centro se encontraba el Partido Radical, creado por Alejandro Lerroux. Demagogo impenitente, consiguió 93 escaños en las elecciones de 1931.

• Entre las figuras del republicanismo mo-

derado se encontraba Niceto Alcalá Za-mora, terrateniente andaluz y abogado católico, fue el primer presidente la Re-pública.

• En la derecha estaban los monárquicos,

que no aceptaban la República. El parti-do agrario, con implantación en las dos Castillas y Acción Popular de ideología social-católica; Liderado por Gil Robles, fue la columna vertebral de la Confede-ración Española de Derechas Autóno-mas (CEDA). Finalmente en 1933 Primo de Rivera fundó Falange Española, parti-do de corte fascista.

2. Los grandes problemas que hubo de

afrontar la Segunda República Educación y cultura: La España

que heredó la República se caracterizaba por un elevado porcentaje de analfabetismo y casi la mitad de la población infantil sin escolarizar. La Institución Libre de Ense-ñanza se convirtió en el modelo universita-rio y de enseñanzas medias, pero la escuela primaria suponía un problema mayor. Aun-que se construyeron más de 13.000 aulas nuevas, hacían falta mucho más, así como también se precisaban de más maestros. En cualquier caso los logros conseguidos en este campo fueron ciertamente encomia-bles.

La cuestión religiosa: Era éste un

asunto muy delicado. Los católicos libera-les aceptaban la división entre Iglesia y Es-tado, pero sin tocar el poder eclesiástico, por el contrario los republicanos dictaron leyes tendentes a acabar con este poder: di-solución de los jesuitas y confiscación de

LA SEGUNDA REPÚBLICA (1)

Juan J. Díaz

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sus bienes, prohibición de la enseñanza a las ordenes religiosa, matrimonio civil, divor-cio...

El problema militar: Muchos milita-

res de alta graduación siguieron fieles a la monarquía y aunque se les permitió retirarse con el sueldo integro el fantasma del pro-nunciamiento siguió latente. Otro caso espi-noso fue el de la Guardia Civil. Temida por su fuerza, el Gobierno no se atrevió a disol-verla, se limito a crear un cuerpo paralelo leal a la república (la Guardia de Asalto)

El problema regional: Maciá había proclamado el 14 de abril la República Ca-talana, lo que no estaba contemplado en el Pacto de San Sebastián. Mediante un acuer-do político los partidos catalanes resucitaron el viejo término de Geralidat Catalana. Ca-taluña voto casi unánimemente su estatuto, sin embargo su aprobación por las Cortes resulto bastante dificultosa. El Estatuto daba a Cataluña gobierno, parlamento, adminis-tración, presupuesto y cultura En el caso del estatuto vasco hubo discrepancias entre el Gobierno y PNV y no se aprobó hasta 1936.

La reforma agraria: Establecía la

expropiación con indemnización de las

grandes fincas que no fuesen cultivadas di-rectamente por sus dueños. Se creó el Insti-tuto de Reforma Agraria (IRA), del que de-pendían las juntas provinciales y las comu-nidades de campesinos. La excesiva buro-cratización del IRA y la oposición de los terratenientes, así como la impaciencia de los campesinos ralentizaron la puesta en funcionamiento de la reforma convirtiéndo-se en un problema de difícil solución.

El movimiento obrero: La legisla-

ción laboral alcanzó gran amplitud durante los dos primeros años de gobierno de la Re-pública, siendo ministro de trabajo Largo Caballero: se aprobaron leyes de jornada máxima, de contratación laboral, de jurados mixtos, de accidentes en la agricultura, de regulación del derecho a la huelga, etc.

La actitud de los grandes sindicatos frente a la cuestión social no siguió una línea única. En la UGT se advierten dos tendencias: una, partidaria de desarrollo social pausado y otra partidaria de un pro-ceso rápido que evitara que los obreros se afiliaran a la CNT. También se advierten dos tendencias entre los anarquistas: la más radical, dirigida por Durruti y la de corte más sindicalistas liderada por Ángel Pesta-ña y Juan Peiró. En general la oposición de los anarquistas fue muy violenta.

3. El bienio reformista (1931 – 1933)

Las primeras medidas del Gobierno

Provisional

• Convoca elecciones para una Asamblea constituyente (junio de 1931)

• Comienzan las reformas aprobadas en el

Pacto de San Sebastián: � Se cierra la Academia General Mili-

tar. � Se suprimen los ascensos por méritos

de guerra. � Se deroga la ley de jurisdicciones.

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� Se crea la guardia de asalto. � La enseñanza religiosa deja de ser

obligatoria. � Se crean cerca de 6.000 nuevas escue-

las. � Se sube el salario de los maestros.

• En cuanto a las reformas laborales: � Se crean los jurados mixtos del trabajo

rural. � Se establece la obligatoriedad de con-

tratar a los jornaleros locales.

La Constitución de diciembre de 1931 • Proclama a España como “República de

Trabajadores • Se reconoce una amplísima declaración

de derechos. • Sufragio universal (incluido soldados y

mujeres). • Cámara única. • Separación entre Iglesia y Estado. • Abre la posibilidad de desarrollar un Es-

tado autonómico.

La crisis del bienio reformista

Desde 1931 gobierna en España una coalición republicana socialista liderada por Azaña. A medida que van pasando los me-ses la oposición contra Azaña va aumentan-do. De una parte están los republicanos conservadores liderados por el partido radi-cal y su líder Lerroux. De otra parte la opo-sición de derechas pronto demostró su in-adaptación al parlamentarismo.

El 10 de agosto de 1932, Sanjurjo se sublevó a la guarnición de Sevilla; el golpe fracasó y sirvió para consolidar a Azaña, aunque fue por poco tiempo. A mediados de 1933, eran evidentes los síntomas de in-estabilidad, a pesar de los logros consegui-dos en los dos años de su existencia. Espe-cialmente complicada resultó la Reforma Agraria, pues su lentitud originó levanta-mientos de cariz anarquista, sobre todo el de Casas Viejas (Cádiz), donde se llevó a cabo una represión brutal por parte de la Guardia de Asalto, lo que colocó a Azaña en una situación muy delicada. Al punto que tuvo que dimitir en septiembre de 1933. Con todo, El presidente de la Re-pública Alcalá Zamora prefirió convocar elecciones antes de dar la Jefatura del go-bierno a Lerroux.

Un ayuntamiento, por su cercanía con sus habitantes, debe ser ejemplo y modelo en cuanto a participación, información, ges-tión y transparencia. Cuando el votante confía en unos o en otros para que se les re-presente y se les gobierne durante 4 años, seguro que están en la certeza de que todos trabajarán por defender sus intereses.

El equipo de gobierno tiene la respon-sabilidad de gobernar y gestionar los recur-

sos; dar información, opinión, participación y cuantas herramientas sean necesarias a la oposición, para que estos fiscalicen, corri-jan, añadan, aporten o asientan lo que crean oportuno.

La oposición tiene la obligación de usar estas herramientas para alcanzar la me-jor defensa del ciudadano y que así queden representados todos, difundir todo lo con-cerniente a la gestión y acercar la política al

CÓMO DESDEMOCRATIZAR UN AYUNTAMIENTO EN VARIOS AÑOS

José Carlos López (Candidato a alcalde por Izquierda Unida)

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votante.

Cuando un alcalde se cree que, por el simple hecho de haber ganado, no tiene que dar explicaciones a nadie, se guarda la in-formación como si de una carta personal se tratase, ignora las aportaciones que se le hacen por los demás concejales y desprecia las preguntas que por el interés del pueblo se les formalizan, hace un flaco favor a la democracia, a la participación y al colecti-vo. Si este comportamiento del alcalde no es corregido por su equipo de gobierno y, muy por el contrario, favorece aún más esa opa-cidad, ese oscurantismo, los miembros de dicho equipo son tanto o más responsables que su corregidor.

Pero no solo es culpable un Ayunta-miento. Es el sistema el que permite que se produzcan estas barbaridades. No nos vale de nada que exista una teórica democracia, si no nos dan armas (leyes) para defenderla. La oposición de cualquier municipio está al libre albedrío de quien ostenta la mayoría. Se convocan los plenos con 48 horas (y a veces sólo con 24) de antelación, sin tener en cuenta que los que no están “liberados” y cobran por el ayuntamiento tienen sus traba-jos y no pueden asistir por las mañanas para recoger la documentación, despejar dudas, o contactar con los afectados.

A menudo faltan informes que puedan asegurar una buena defensa de lo que se tra-te. Los plenos se realizan por la mañana con la intención de que no pueda asistir público. No se contesta a las preguntas que se hacen, aprovechando que el último turno de pala-bra es del alcalde, que se permite el lujo de terminar hablando de lo que quiere aunque no venga a cuento.

Todo esto con la complicidad de la justicia. Si denuncias unos presupuestos (no

solo por no coincidir donde gastamos), sim-plemente porque están descuadrados, no se especifican gastos producidos… tienes que empezar buscándote abogado, procurador y, al cabo de dos años, dictan sentencia. Si denuncias una convocatoria por no cumplir lo que la misma ley dice, ni te contestan. Si se gasta más de lo que se ingresa, tienes que denunciarlo en la cámara de cuentas que, con algo de suerte, resolverá pasados varios ejercicios. El secretario-interventor, representante del Gobierno de la Nación en la corporación, cobra de los presupuestos municipales y no directamente del estado, por lo que es juez y parte.

No se hace la democracia así, de esta manera solo se debilita e incluso se destru-ye. Pero eso sí, en los libros de texto que les enseñan a nuestros hijos, se alardea de una democracia consolidada, se dan clases de ciudadanía y se celebra con varios actos el Día de la Constitución.

No habría mayor placer que gobernar con la implicación de todos. Que la oposi-ción te revise, critique y aporte lo que crea oportuno. Que te certifiquen tus oponentes que tu trabajo es limpio, sin ocultismos y que lo valoren desde su punto de vista, enri-quece la política. Demandar participación, colaboración, debería ser un valor y no un obstáculo.

Cambiemos esta forma de gobernar. Démosles fuerza a la democracia. Volva-mos a democratizar las instituciones, reto-memos el papel social que nos corresponde. Hagamos no sentirnos inútiles, que no solo servimos para que nos engañen cada cuatro años.

Todos sabemos de qué pueblo habla-mos.

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En 1962 Anthony Burgess, un oficial de educación inglés que pocos años antes se había visto prácticamente impulsado a la escritura debido a un tumor cerebral inope-rable –que luego no se confirmó- que ape-nas si le concedía pocos meses de vida, es-cribió una novela que tuvo por título A clockwork orange (La naranja mecánica),

una novela de estilo ciertamente original que, por suerte o por desgracia, hubiera pa-sado poco menos que por una más de no haber sido porque, nueve años más tarde, el genial y polémico maestro del cine Sir Stan-ley Kubrick filmó una adaptación de la mis-ma que no sólo provocó sentimientos radi-calmente dispares hacia la misma y hacia su persona, sino que también hizo pasar a la posteridad tanto a la novela como a su autor. Una película mítica de la que en 2011 se cumplen cuarenta años –a España llegó en 1974, aunque por las particularidades de la historia no se estrenó hasta un año más tarde- y que, hoy en día, además de estar consi-derada con todas las de la ley como de cul-to, todavía da que hablar. No pretende ser este artículo, ni por razones de espacio ni por los conocimientos de quien suscribe, una clase magistral sobre la historia de esta obra maestra del cine ni

un recopilatorio de las miles de opiniones y de los debates que ha generado a lo largo de todo este tiempo –no acabaría el artículo en la vida-, aunque sí que haré alusión a ellos. Mi objetivo principal no es otro que expo-ner, de forma breve y somera, mis impre-siones particulares sobre este film que, además, hizo renacer para el público la que, para “vuestro humilde narrador” –como di-ría Alex, el protagonista-, es la mejor obra de toda la historia de la música clásica: la Novena Sinfonía de Beethoven. Un bello homenaje de Kubrick, toda vez que en la novela de Burgess el joven criminal Alex hace gala de un exquisito gusto por la músi-ca en general, no sólo por la del genial compositor alemán. Ésta, sin embargo, no es ni mucho menos la principal diferencia entre la pelí-cula y el libro. Si examinamos el texto ori-ginal, observamos que hay un capítulo, el 21º y último, que Kubrick decide omitir; un capítulo en el que se descubre el verdadero final y el sentido último de la historia –no lo contaré por si hay alguien que no sepa absolutamente nada de la misma y se deci-da con ello a leer la novela-, y del que el cineasta “pasa” olímpicamente según pare-ce ser porque, por exceso de moralina, no se incluyó en la versión para Estados Uni-dos. Todo el que haya visto la película co-incidirá conmigo en que no deja indiferente a nadie. A la hora de calibrar la gran canti-dad de opiniones vertidas se pueden obser-var dos grupos radicalmente diferenciados: los que creen que la “naranja de Kubrick” es una clarísima apología de la violencia; y los que piensan que es uno de los mejores films jamás hechos en la historia del cine. Teniendo en cuenta que, objetivamente, creo que los primeros tienen razones para pensar así –la omisión del capítulo 21º les ampara en cierto modo-, yo me alineo con los del segundo bando. La calidad de las

CUATRO DÉCADAS DE LA “NARANJA DE KUBRICK”

Víctor Díaz

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imágenes, la magnífica banda sonora –perfecta elección de las piezas de música clásica, no sólo de la Novena-, y la extraor-dinaria interpretación de los actores –sobre todo de un Malcom McDowell, el protago-nista, que nunca más ha vuelto a actuar así en el cine- me hacen pensar de esa manera prácticamente desde la primera vez que la vi, hace 15 años en clase de Ética de 3º de BUP. Por no hablar también de las múltiples reflexiones que desfilan por nuestra mente, aunque el “padre” de éstas no sea Kubrick, sino Burgess. Reflexiones que van desde la condena más absoluta de la ultraviolencia que, cada noche, ponen en práctica Alex y su banda; hasta la dudosa moralidad que lleva implíci-ta la anulación de la voluntad del individuo –el tema del libre albedrío- con la llamada “técnica Ludovico”; pasando también por la falta de escrúpulos de la clase política para hacer lo que sea por arrimar el ascua a su sardina –incluso a fuerza casi de desdecirse a sí mismos-; y por la reivindicación que, en plena aplicación de la técnica Ludovico, hace Alex del “divino Ludwig Van” como

alguien que se dedicó simplemente a hacer música. Y tampoco me quiero olvidar del “nadsat”, la particular jerga que hablan tan-to Alex como sus “drugos”, inventada por el propio Burgess y que parece ser que es una mezcla de varias lenguas eslavas –sobre todo el ruso-, el inglés estándar y el dialecto de los cockney, habitantes del Este de Londres. Podría extenderme mucho más porque tanto película como el libro dan para ello, pero aquí lo vamos a dejar. Sólo quiero de-cir que, a quienes todavía no hayan tenido la ocasión, le recomiendo –advirtiendo, eso sí, de la dureza de muchas de sus imágenes- tanto el visionado de un film que tuve el placer de ver en una sala de cine (Avenida) en las navidades de 2009, como la lectura de la novela… para la que aviso de antema-no que, en los primeros capítulos, no se van a poder separar del necesario “glosario es-pañol-nadsat” que suelen incluir las últimas ediciones de la misma. Mas reitero que me-recerá la pena.

Soy de los que piensan que la EDU-CACIÓN, en todos sus aspectos, es la base de una sociedad. Y que mucho de los males de los que adolece la nuestra se debe en gran medida a que no gozamos de una edu-cación, podríamos decir, “adecuada”. Y no me refiero solamente a que nuestros escola-res alcancen o no el mínimo de eso que nuestros políticos del sector han dado en lla-mar “competencias básicas”. Me refiero fundamentalmente a la transmisión de unos valores que nos permitan ir cambiando pro-fundamente los esquemas que dominan ac-tualmente nuestra sociedad y que hacen de ella un entramado zafio, espurio y funda-

mentalmente materialista en el sentido más capitalista del término. Todos nos quejamos de una u otra for-ma de la educación que nos asiste y al final se termina echando las culpas a los profe-sionales, muchas veces incitados a ello por los políticos “del ramo”. Sin embargo con-sidero, y no por un sentido corporativista, que con esta actitud se está cometiendo una gran injusticia. No es menos cierto que, mirado desde un aspecto general, las prime-ras responsables serían las Consejerías de Educación y sus respectivas Delegaciones Provinciales, y, desde un aspecto más con-

LOS AYUNTAMIENTOS ANTE LA PROBLEMÁTICA EDUCATIVA

Paco Díaz

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creto, los profesionales encargados de im-partirla, así como las familias en cuyos se-nos se van desarrollando los infantes.

Pero existen otros estamentos y orga-nismos, otras instituciones que no están ex-entos ni mucho menos de esta responsabili-dad. Entre ellos se hallan, sin ningún género de dudas, los ayuntamientos.

¿Cómo podría implicarse un ayunta-miento de una manera seria en la problemá-tica educativa de su municipio?

He aquí una serie de sugerencias, puestas ya en práctica –por vez primera- por Izquierda Unida en Almensilla durante el mandato de 1987 a 1991:

a) Organizar el ÁREA MUNICIPAL DE EDUCACIÓN dotándola de recursos y con una estructura democrática y participati-va que posibiliten un funcionamiento diná-mico y eficaz. b) Realizar con diligencia las tareas que legalmente competen a una corporación local, tales como el mantenimiento continuo de las dependencias escolares así como la participación activa en los consejos escola-res a través del representante municipal. c) Llevar a cabo una gestión eficaz an-te la consejería y la delegación correspon-dientes en el caso de necesidad de nuevas dotaciones

d) Crear, mantener y potenciar una comisión mixta formada por el propio ayuntamiento, padres, profesores y perso-nas competentes interesadas en este menes-ter que nos ocupa, uno de cuyos cometidos fundamentales podría ser el de cultivar y dinamizar a través de formas variadas la conexión entre las familias de los alumnos y el profesorado, cuya coordinación es bási-ca para la consecución de una educación más completa y de mayor calidad. e) Establecer unas vías de relación di-recta con las asociaciones de madres y pa-dres de alumnos (AMPAS). f) Introducir en el presupuesto munici-pal una partida según posibilidades, desti-nada a subvencionar actividades extraesco-lares. g) Otros cometidos y actividades que vayan dimanando de la comisión recogida en el apartado d).

En definitiva, nadie puede dudar a es-tas alturas de que un ayuntamiento tiene la obligación política, más allá de las compe-tencias legales de obligado cumplimiento, de implicarse a fondo en las tareas educati-vas de su municipio porque, en palabras del insigne maestro y pedagogo francés Celes-tin Frèinet, ¿qué puede haber más impor-tante que la educación de un niño?

En los tiempos que corren es muy difí-cil ser optimista con el futuro que nos espe-ra a la clase trabajadora. Ministros que de-fienden a ultranza el rescate de entidades bancarias, entierro definitivo del llamado estado del bienestar. O lo que es lo mismo, el Estado no está al servicio de los más des-

favorecidos (que somos mayoría), sino al servicio de las grandes empresas y del capi-tal transnacional. Ante este desolador panorama empie-zo a escuchar una pregunta: ¿qué pasa en Islandia?. Hoy, en marzo de 2011, buscas

¿QUÉ PASA EN ISLANDIA?

Engracia Rivera

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en Internet noticias de Islandia y es un de-sierto de información ya que los grandes medios no se han hecho eco de las noticias que llegaban de Islandia. Pero es que en el año 2008 (¡hace casi tres años!) Islandia tomó un camino diferente para solucionar la crisis que nos asola. Los ciudadanos de este pequeño país decidieron en el año 2008 que iban a ejercer su soberanía nacional y su derecho a inter-venir en los asuntos públicos como ciudada-nos. Esa soberanía nacional que, para noso-

tros, es un cascarón vacío sin significado práctico. Estos ciudadanos, de forma pacífi-ca y con cacerolas, obligaron al gobierno electo a dimitir convocando nuevas eleccio-nes. El nuevo gobierno nacionalizó dos ban-cos que estaban en quiebra por haber reali-zado inversiones en productos financieros “basura”, pero también decidieron, llevan ya dos referéndums, por mayoría absolutísima no nacionalizar las deudas que tenían esos bancos con inversores extranjeros y, acto seguido, pidieron responsabilidades y detu-vieron y juzgaron a directivos de esos ban-cos y a los gobernantes que habían permiti-do el crecimiento de aquella burbuja que explotó. Y, milagros de la economía, con las decisiones colectivas y democráticas que

han tomado están emergiendo de la crisis en la que nosotros seguimos naufragando. Habrá a quién no le gusten los térmi-nos “clase trabajadora”, “capital”, “transnacional”, etc... pero esa es la reali-dad que nos alumbra: la mayoría somos de la clase trabajadora y esclavos del capital transnacional que nos ha hurtado nuestra soberanía nacional con la connivencia de nuestros sucesivos gobernantes. Nunca hemos sido ciudadanos de primera, somos esclavos de intereses económicos que no

son los nuestros. Da igual que votes a cualquiera de los partidos mayori-tarios de este país, porque ambos defenderán los intereses de las gran-des multinacionales (incluiremos ahí a las grandes entidades financie-ras) y los dictados de las organiza-ciones internacionales como el Fon-do Monetario Internacional y el Banco Mundial que se crearon para defender esos mismos intereses económicos y que representan la negación de la democracia, ya que ninguno de nosotros hemos elegido a los dirigen esas organizaciones. Y nuestros gobernantes nos

hablan de cumplir lo que mandan esas orga-nizaciones foráneas que condicionan nues-tros Presupuestos Generales del Estado y, por tanto, se inmiscuyen en nuestras vidas y en nuestro futuro. Y no explican que no existe otro ca-mino, pero la terca Islandia nos demuestra, a pesar del silencio mediático, que sí existe otro camino y que se puede ignorar al FMI y al Banco Mundial. Se puede tomar el con-trol del Estado y decidir nuestro futuro co-mo ciudadanos de un estado soberano (que, al fin y al cabo, es lo que nos han vendido que somos). Por todo esto, creo y creeré que OTRO MUNDO ES POSIBLE.

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“YESTERDAY”

“Sólo con dar de vez en cuando algún tranquilo paseo por nuestro entorno, nos da-remos cuenta de que nuestro municipio ha cambiado. Aún están ahí (esperemos que por siempre) muchos de los referentes rurales que han dado entidad a nuestros parajes. Pero junto al casco antiguo, con sus plazas, calles y rincones entrañables, ya sea en sus alrededores o incluso en su mismo corazón, hay ya otros componen-tes urbanísticos que hacen que nuestro pueblo se esté transformando. Y eso es bue-no. Porque la mixtura de culturas, de ideas, de formas de vivir, siempre es bueno para una comunidad, y todos los que queramos hacer de este municipio nuestra ca-sa tenemos la obligación de trabajar por ello: el casco antiguo, La Hispalense, Los Gordales, Miro… En definitiva. ALMENSILLA”

(“LA OPINIÓN” / abril de 1999)

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Y la tórtola no se va, encaramada en lo más alto de la antena arrulla, una y otra vez, anunciando su presencia a cualquier congé-nere, supongo. Se da la vuelta hacia el otro lado, sigue el gorgojeo. Descansa y se acicala las plumas. Vuelve el canto. Se cruza una golondrina. Ahora un gorrión. Voló la tórto-la. Estoy en el cuarto de la azotea de mi casa intentando escribir el artículo prometido. Ya he desechado dos páginas de otro que, sim-plemente, no me sale. Otro gorrión a la pal-mera. Si nos paramos. Y es un ejercicio que recomiendo. Podemos ver la vida fluir a nuestro alrededor. Donde quiera que estés. Pero mi estancia obligada hoy aquí, donde estoy y escribo, tiene un motivo. No es otro que el compromiso adquirido con aquellos que, con tesón, siguen moviendo la rueda del inconformismo, la justicia y la libertad. Tam-bién de la cultura. La rueda de la vida. Tal cual la entendemos nosotros. Lo pienso y sólo me acude la palabra agradecimiento, hacia ellos. Y por qué. Fácil. Hacía ya algún tiempo que no me paraba. Simplemente el hecho de intentar escribir algo te hace re-flexionar, mirar, escuchar, oler. Hoy, por ejemplo, al recoger a mi hija tuve la suerte de pasar por donde el olor a azahar de los naran-jos lo inundaba todo. Ahora, allá al fondo, unas tenues nubes violáceas por la luz en fuga del sol pintan el cielo azul, rayado por la línea recta y blanca que deja un avión. Y los pájaros cantan. O chillan. Las golondrinas revolotean por mi patio, barruntando ya la caída de la noche y buscando el refugio del nido, reconstruido año tras año. Ya creo que han puesto los huevos. Ahora me viene al recuerdo una foto que les hice, el año pasado, no sé si recién llegadas o antes de partir, pero lo seguro es que fue un día y una noche in-fernal de frío, agua y viento. Hasta siete go-londrinas había aquella noche en el nido, to-das cabeza adentro y, con perdón, culo afue-ra. En mi casa hay dos nidos, uno a la entra-da, en la terraza, y otro en el patio. Este año, por ahora sólo han ocupado el del patio. En febrero, cuando volvieron a su nido, a su ca-sa, yo pensé, hay que ver, han hecho un viaje

de cinco mil kilómetros y han sido capaces de encontrar el hogar que dejaron seis meses atrás. Sólo por eso merecen mi respeto. Aun-que lo pongan todo perdido. Aunque por las mañanas nos despierten, las tengo a tres me-tros del cabecero de mi cama, todos los días con su sencillo canto. En fin qué hablar de ellas, simplemente que están en su casa, igual que nosotros. Me bajo. Se me ha hecho tarde. Mañana seguiré. Ya hoy es el mañana de ayer. Y aquí estoy de nuevo. Me llaman. Sé quién es. Hoy a las doce de la noche se cierra la redac-ción. A lo más tardar mañana cuando me ponga delante del ordenador tiene que estar el artículo aquí. Es Victor. El director. Qué hacer si no acabarlo. Lo mejor que se pueda. Aunque no se diga nada. Bueno, contar esto ya es decir algo. Es rigurosamente cierto, ahora, por un lado los ladridos de Roco, un perro, por el otro el melodioso canto de un mirlo. Éste tiene los dos extremos, porque a veces lanza un grito de lo más estridente del mundo. La ropa blanca cuelga del tendero aguardando a la noche, hoy la espera despe-jada y sabe que volverá a mojarse con la blandura, soñando quizás, con el reluciente sol de mañana. Las ramas de la palmera, esas del gorrión de ayer, mueven sus delica-das puntas delatando a la suave brisa del atardecer. Me parece oír el canto de los ven-cejos, me levanto, salgo y miro al cielo. No los veo. Sólo golondrinas. De todas formas ya va siendo tarde y la visibilidad no es la mejor. Ellos vuelan alto. Y si ya están aquí, a estas horas seguro que buscan la corriente de aire que los suba y les sirva de cuna para pasar la noche. Los vencejos son los astro-nautas. Hombre, todo no van a ser aves, aca-ba de pasar un murciélago. La noche ya está aquí. Sólo la silueta negra de la palmera rompe la difusa línea del horizonte que sepa-ra a la tierra del cielo. Se oye la charla pau-sada de los vecinos en el patio. Hablan de los mosquitos y sus picaduras. Se ríen. En-cienden la luz. Se preparan para la cena. Es primavera. Estamos en un pueblo.

EL “PLAN B”

Pepe Díaz

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LAS ILUSIONES PERDIDAS… Ignacio Boza .

Meses más tarde del 6 de diciembre de 1978, en plena orgía democrática, con-templé en las tapias de un colegio sevillano la reproducción, a tamaño natural, de una viñeta que, pasados los años, tenía casi olvi-dada. Pese a estar descascarillada, se podía reconocer a un niño regando una plantita coronada por una flor de pétalos rojos y, junto a la raíz, la palabra constitución. A su alrededor, un corro de compañeros con ca-ras sonrientes sobre cuyas cabezas aparecía la siguiente leyenda: “Y cuando crezca, la llamaremos libertad”.

Curiosamente, sólo la flor y la regadera mantenían vivos sus colores. Aquella flor era la viva imagen de “la flor del camino” de Juan Ramón Jiménez que, en palabras del poeta, se mantenía “al pie del camino… sin contaminarse de impureza alguna.” ¿Qué habrá sido de aquella flor –he pensado en ella en estos días de convulsión polí-tica y social- símbolo de la alegría y la esperanza de un pueblo que empezaba a recorrer ilusionado la senda de la libertad recién conquistada?

Ya, mucho antes, Bécquer dejó escrito:

“Hojas del árbol caídas juguetes del viento son. Las ilusiones perdidas

¡ay!, son hojas desprendidas del árbol del corazón.

Los que luchamos en primera línea para derribar la dictadura, pensábamos que, cum-plidos de largo los 60 años, disfrutaríamos de una patria en paz, de una sociedad cohesio-nada y solidaria, con una juventud comprometida y responsable ocupando las instituciones con renovado ímpetu y un pueblo vigilante celoso de sus derechos y deberes cívicos. Algo ha fallado. Tal vez olvidamos que la libertad -la democracia- no es una meta si-no un largo camino que hay que recorrer, un impulso vital que debemos renovar día a día. Estas reflexiones, ciertamente transidas de melancolía, no son una invitación a la re-signación ni al pesimismo. Muy al contrario, pretenden ser un acicate, un estímulo y, en cierto modo, una llamada a la rebeldía. Si nuestra sociedad requiere un proceso de regene-ración empeñémonos todos, y yo el primero, en la tarea.

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“Todo aquel que os diga que no hagáis política es

porque piensa hacerla sin vosotros y en contra vuestra…”

Me viene de sopetón, mientras masti-

co indolente la golosina de mi soledad, el recuerdo de esta frase de Antonio Machado, creo que en su Juan de Mairena aunque no se lo podría asegurar, pues mi memoria ya va haciendo aguas por todas partes. No sé que les parecerá a ustedes, pero en lo que a mí respecta, estas escuetas palabras, esta breve sentencia, tan estricta, tan rotunda y tan lapidaria, me resulta aún igual de escla-recedora que cuando la leí por primera vez hace ya cerca de treinta años.

Porque, efectivamente, yo, al igual que otros muchos, he participado en la polí-tica que se ha hecho en este pueblo, para bien o para mal, que esa es otra, desde el posfranquismo a la actualidad. Ni me aver-güenzo, ni me enorgullezco. Creo que me limité a vivir la vida lo más intensamente que pude y supe, conforme mis principios y mis ideales. Y como yo un buen puñado de personas de las cuales podíamos decir que, independientemente de que ocuparan cargos políticos o no, accedieron a la escena públi-ca con el marchamo de honestidad escrito de forma indeleble en sus conciencias.

Sin embargo, de nada sirvió nuestra honestidad, nuestro trabajo denodado al ser-vicio no sólo de una ética que diera funda-mento al cambio que preconizábamos, sino también a una concepción estética que año tras año fuimos perfilando, hasta conseguir nuestro propósito. Y no es que fue tarea fácil, ni mucho menos. Así, que los grupos sociales más conservadores de este refitole-ro, y si me tiráis algo más de la lengua, pu-ñetero pueblo, se percataron del “peligro” inminente que suponía aquella especie de “avanzadilla judeomasónica” en su confort y en su poder, se juntaron, todavía más, en conciliábulo permanente para presentar ba-talla a los enemigos, que en esencia no eran más de dos: el demonio y nosotros o el de-

monio con nosotros, lo que a fin de cuenta venía a ser lo mismo.

Resulta obvio que el concepto de política, y por ende de político, dista mucho del de sus inventores; allá en la Antigua Grecia, a los ciudadanos de la Atenas de Solón y de Pericles y, por qué no, a la Es-parta de Leónidas, que, seguro les sonará más por ser el protagonista de Trescientos, película y cómic exhibidos y/o publicados no hace mucho tiempo. La ciudad griega, la polis, era el ámbito donde se desarrollaba la vida de los griegos, al punto de que no había blasón más preciado para un griego que la defensa de su polis, y, por el contra-rio, uno de los baldones más oprobiosos que ser condenado al ostracismo, es decir, a ser expulsado de su ciudad.

Ni que decir tiene que el cacique, el alcalde y el cura, todos franquistas en aquel entonces, estaban muy lejos de comprender esta concepción de la política. Pues, para ellos, el político era sinónimo de comunista rabioso, y los comunistas eran el origen de todos los males. Fue aquella una época dura presidida por una especie de guerra sucia, abyecta, navajera, sin cuartel, la que mar-caría la pauta en los años venideros. Lo pri-mero que hicieron estos personajes fue til-dar de “político” a todo aquel que se le en-frentaba, confiriéndole a esta palabra su acepción más vil para, a partir de ahí, en campañas tan soterradas como sistemáticas, tan sistemáticas como mezquinas, tan mez-quinas como maldicientes, tratar por todos los medios de destruir nuestro prestigio y nuestra dignidad y nuestra integridad mo-ral.

Pero en fin, dejemos de especular con memorias, memoriales y desmemoriados y volvamos de nuevo a Machado y a su aseve-ración sobre la política. O sea que todo aquel que os diga que no debéis hacer políti-ca es porque piensa hacerla, sin vosotros y en contra vuestra… y concluía el poeta re-publicano con algo parecido a esto: “…Sólo os pido que la hagáis a cara descubierta.”

SOBRE LA POLÍTICA Y LOS POLÍTICOS

Juan J. Díaz

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Ernesto Díaz

It always seems impossible until its done.

“Todo parece imposible hasta que se hace” Cada vez que le cuento a alguien, la mayoría de la veces a amigos, mi militancia en Izquierda Unida de Almensilla me dicen más o menos lo mismo, “¿para qué te metes ahí?” “no vas a cambiar nada” “eso es IMPOSIBLE”. A lo que yo suelo contestar con las palabras que Nelson Mandela dejó grabadas en la memoria histórica de su país y encabeza este articu-lo. No es la única vez que he oído esta palabra tan rotunda, restrictiva y cuadrada. Cada vez que se hace una propuesta distinta, que se sale de la norma, que dan una idea discorde a cómo es o como podría ser el mundo en que vivimos y sobre todo si se enfrenta a los inte- reses de la minoría que realmente gobierna en gran parte de este mundo, se impone esta pala-bra. O simplemente se omite la idea. En este sentido existen dos tipos de personas: Las primeras son aquellas que al ver algo que al parecer no puede ser o le dicen que es imposible, se cierran a cualquier otra alternativa y chocan con un muro que les es insalvable. Las otras, que al ver que el camino está obstruido automáticamente se les enciende algo en sus cabezas y deciden buscar una vía alternativa o directamente trepar, picar o esca-var por debajo de ese muro. Personas como Nelson Mandela, Mahmud Darwish, el Che, Wright, Da Vinci, Marcelino, Mélies, Neil Gaiman, el pueblo de Islandia … todos ellos, de-cidieron seguir adelante y cambiar lo establecido, hicieron que lo que no era fuera, supieron desde un principio que la palabra imposible esta formada por la palabra posible. De este modo acabo con unas frases del escritor Eduardo Galeano que expresa de la mejor manera la idea que quiero transmitir con estas líneas: “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el hori-zonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve pa-ra caminar”.

DE CAJA SAN FERNANDO A BANCA CÍVICA: BREVE REPASO A LA HISTORIA DEL C.D. BALONCESTO SEVILLA

Víctor Díaz

El Cajasol, como se le conoce actualmen-te al equipo de baloncesto de Sevilla, ha alcan-zado un hito histórico al clasificarse para la “Final Four” o “Final a Cuatro” de la Eurocup, la segunda competición de clubes del “básket” continental; incluso cuando el presente ejemplar

de La Opinión esté en sus manos, puede que haya conseguido alzar el título, algo que en la fecha en la que escribo este artículo está en el aire al tener que disputarse la mencionada fase final. Creo, pues, que es el momento de dedi-carle unas líneas a este equipo que en 2012

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cumplirá su primer cuarto de siglo, y al que, desde hace un par de temporadas, vengo si-guiendo para el periódico digital Diario Siglo XXI. En 1983, la recientemente creada Asocia-ción de Clubes de Baloncesto (ACB) tomó las riendas del campeonato nacional de liga del de-porte de la canasta, que pasó a llamarse Liga ACB y que, a diferencia de la antigua liga na-cional, adoptó un formato similar al de los de-portes norteamericanos, con temporada regular y temporada de play-offs. Cuatro años más tar-de, en 1987, junto a localidades señeras como Badalona (Joventut) o Vitoria (Baskonia, ya sea Caja Álava, TAU o Caja Laboral, como se le conoce ahora) prácticamente todas las grandes ciudades españolas tenían equipo de baloncesto profesional: Madrid, con el Real Madrid y el Estudiantes; Barcelona, con el Barça y el Espa-ñol; Bilbao, con el Cajabilbao; Zaragoza, con el CAI (que, pese a compartir ciudad y patrocina-dor, no tiene nada que ver con el CAI actual); Málaga, con el Caja de Ronda; Valladolid, con el Fórum Filatélico (actual Blancos de Rueda) o Valencia, con el Valencia Basket (el posterior Pamesa y actual Power Electronics), que no es-taba en la ACB pero sí luchaba por subir. No obstante, faltaba una, que no era otra que la nuestra. Los tiempos del Sevilla F.C. co-mo equipo de la liga nacional (primer conjunto sevillano en la élite del baloncesto), allá por los sesenta, quedaban tan remotos como casi olvi-dados para la memoria del deporte de la canas-ta, y Sevilla necesitaba un club profesional para impulsar el baloncesto como era debido en una de las cinco ciudades más importantes de Espa-ña. Por ello se creó el Club Deportivo Balonces-to Sevilla, y por ello no se dudó en comprar los derechos de participación en Primera División B (así se llamaba la segunda categoría del básquet nacional) del Dribling de Madrid (no se sorprendan, el baloncesto en ocasiones funciona así). De esta forma, bajo la denominación de Caja San Fernando por el patrocinio de la, por entonces, gran caja de ahorros sevillana, nació el actual Cajasol. En su temporada inicial, la 87-88, el Caja San Fernando alcanzó el play-off final por el

ascenso, pero cayó ante el segundo equipo de Málaga, el Mayoral Maristas. Hubo que esperar hasta 1989 para conseguir el ansiado ascenso a la ACB, tras derrotar en la última ronda de play-offs al Syrius Patronato de Mallorca. La estre-lla de aquel equipo dirigido por el histórico José Alberto Pesquera y que jugaba en el pa-bellón de Amate era el norteamericano Abdul Jeelani, al que acompañaban otros jugadores como Chus Llano, Vicente Lafuente o Manu

Rodríguez. Y para empezar su andadura en la élite, una estupenda 12ª plaza (de un total de 24 equipos) en su debut en la ACB, con jugadores como los americanos Darrell Lockart y Dan “Bingo” Bingenheimer, así como nacionales como el ya mencionado Llano, Javier “Chinche” Lafuente y el que hoy en día es la principal imagen del club, Raúl Pérez. En la dirección técnica continuaba Pesquera, que se-guiría en el club hasta 1995. El primer logro notable del Caja San Fer-nando tuvo lugar en la temporada 92-93. El equipo se reforzó con jugadores veteranos de gran calidad como el ex madridista Brian Jack-son y el ex barcelonista Steve Trumbo, a los que acompañó uno de los mejores jugadores de la anterior campaña, Darryl Middleton. Y como los nacionales (el contrastado escolta Carlos Montes o Raúl Pérez) no les fueron a la zaga, el resultado fue un brillante quinto puesto tras perder en un disputado play-off de cuartos de final frente al Estudiantes por 2 victorias a 1. Ello le dio derecho a disputar competiciones europeas, en este caso la Copa Korac, por pri-

Plantilla del Caja San Fernando que logró el as-censo a la liga ACB en 1989

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mera vez en su historia, éxito que repitió el año siguiente con su sexto puesto. Pero el gran “boom” del baloncesto en Sevilla no llegó hasta la segunda mitad de la década. En el verano de 1995 el Caja San Fer-nando se hizo con los servicios de tres grandes jugadores norteamericanos: el base Michael An-derson y los pívots Warren Kidd y Richard Scott. Este último comenzó la temporada en el primer filial, pero una vez comenzada la tempo-rada ocupó la plaza de extranjero de Marvin Alexander, que tuvo que dejar el equipo por le-sión. Además, los nacionales como Raúl Pérez y el también canterano Benito Doblado estaban llegando a su plenitud deportiva; mientras que para la dirección técnica se fichó a Alexander “Aza” Petrovic, el hermano del gran y malogra-do Drazen. Entre todos colaboraron para que el equipo terminara como subcampeón de liga, únicamente superado por el Barcelona. Lógicamente esto fue toda una sorpresa porque, pese a que el equipo era bueno, el sépti-mo puesto de la temporada regular no hacía al-bergar demasiadas esperanzas puesto que en cuartos de final, al mejor de tres partidos, espe-raba ni más ni menos que el Real Madrid, se-gundo clasificado. Pero el Caja San Fernando destrozó los pronósticos y ganó tanto en Madrid como en San Pablo –sede oficial desde 1991-, haciendo innecesario el tercer y definitivo cho-que que se habría celebrado de nuevo en la ca-pital de España. El segundo partido supuso la primera vez que se llenó a reventar el Palacio de los Deportes sevillano, que vibró con un emo-cionante encuentro en el que el Caja ganó por 90-86, metiéndose en semifinales. Y como los cajistas querían más, su rival en la penúltima ronda, el TDK Manresa, vigente campeón por entonces de la Copa del Rey, tam-bién sufrió la mordida de “Aza” Petrovic y sus jugadores, quienes decantaron definitivamente la serie a su favor en el quinto y decisivo parti-do, jugado en el Nou Congost de la ciudad cata-lana. Liderados, como en casi todo el año, por Anderson, aquella victoria del Caja San Fernan-do no fue una más dentro de la historia de la ACB, pues no sólo supuso la primera final para ellos y la primera vez que se clasificaban para la

Euroliga –máxima competición continental-, sino también la primera vez que un equipo ga-naba fuera de casa el quinto partido de una eli-minatoria de play-off por el título. En la final, el Barça impuso su ley y ganó por la vía rápida, tres victorias a cero. No importó en absoluto, porque el subcampeonato se celebró como lo que fue, un verdadero éxito. Los dos años siguientes fueron más gri-ses. En la temporada 96-97 continuaron los dos principales artífices del éxito del 96, Petrovic desde el banquillo y Anderson desde la cancha; así como Raúl Pérez y Doblado, mas no el re-sto. Entre los relevos destacó un joven pívot cordobés procedente del Real Madrid que, con el tiempo, se convertiría en una de las piezas claves, Juan Ignacio Romero. El equipo no era

malo, pero alternar dos competiciones tan du-ras como la ACB y la Euroliga acabó pasando factura. En la competición continental el papel fue muy bueno, superando las dos primeras li-guillas y cayendo en el play-off de octavos de final ante el Teamsystem Bolonia; mas en la ACB se fue a menos y se acabó fuera de la fase por el título. En el verano Petrovic, Anderson y Raúl Pérez abandonaron el club, preludio de una temporada, la 97-98, en la que se sufrió por mantener la categoría. Sin embargo, en la campaña 98-99 se volvió a dar un nuevo golpe de efecto, comple-tando el que todavía es el mejor y más glorioso año de la entidad. El Caja consiguió “captar”

El Caja San Fernando –con Salva Díez alzado– cele-brando por todo lo alto el pase a su segunda final de

la liga ACB, en la temporada 98-99

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para su banquillo al prestigioso Javier Imbroda, y para la dirección a todo un veterano que había hecho disfrutar de lo lindo a las aficiones de Orense, Zaragoza y Badalona, el genial base de Memphis (Estados Unidos) André Turner. Además Scott, uno de los grandes artífices del éxito de 1996, retornó tras un período de dos años en Granada y Turquía; y los refuerzos se completaron con otro gran veterano de la ACB, Mike Smith (ex de Mayoral Maristas, Unicaja, Joventut y Real Madrid, y también internacional con España), así como con Chuck Kornegay, un joven y poderoso pívot norteamericano, proce-dente de la liga australiana. Con estos mimbres, más el nuevo capitán Romero, el germano-brasileño Anderson Schut-te y dos históricos nacionales como Salva Díez y Manel Bosch, el equipo se disparó desde las primeras jornadas, hasta terminar en tercera po-sición de la fase regular, con 25 victorias y nue-ve derrotas, a sólo una de los líderes Barça y Madrid. Entre medias, el Caja tuvo su gran oportunidad de ganar un título en la fase final de la Copa del Rey, celebrada en Valencia, y a la que el Caja llegó desde la primera posición provisional en la ACB. Los chicos de Imbroda hicieron la macha-da de “cargarse” al anfitrión Pamesa en cuartos –con un canastón “in extremis” de Turner- y al gran favorito Barça en semifinales, pero en la final, pese a que comenzaron como un tiro, ter-minaron cayendo por 70-61 frente al TAU Cerámica Baskonia, el actual Caja Laboral. Una lesión momentánea de Turner lastró al Caja en un instante clave del partido, y Elmer Bennett –que años más tarde vestiría la elástica cajista- aprovechó para decantar el choque a favor del TAU. Fue el primero de los dos subcampeonatos de aquel año, ya que en la ACB se consiguió repetir la misma posición de privilegio de tres años antes. El play-off de cuartos ante el Pame-sa, resuelto en el quinto y decisivo encuentro, dio paso a otra histórica eliminatoria frente al Real Madrid, a la que el Caja acudía con el fac-tor cancha en contra. Pero los de Imbroda die-ron la “campanada” en los dos primeros parti-dos de la capital de España –histórico triple fi-

nal el de Nacho Romero en el encuentro inicial- y, tras perder el tercero en San Pablo, volvie-ron a dar buena cuenta de los “merengues” en un apoteósico cuarto partido. Con San Pablo igual de abarrotado que en el 96, y bajo el lide-razgo de Turner y Scott, el Caja San Fernando dio toda una lección de juego al Madrid, ga-nando por 72-58 y celebrando por todo lo alto su segundo pase a una final de la ACB, en la que, como en el 96, el Barça les acabó ganando por 3 victorias a 0.

Lamentablemente, el proyecto de Imbro-da acabó quedándose a medias. La campaña siguiente se cerró con un cuarto puesto en la temporada regular, una eliminación en cuartos por parte del TAU y una digna participación en la Euroliga; pero el tremendo bajón acusado por el Caja en la recta final –lo que propició que el TAU le ganara en el play-off cuando los vitorianos no eran favoritos- dejó un sabor agridulce. Y en la 2000-2001, los primeros síntomas de la decadencia de Turner y una ma-la planificación desde el inicio dieron con los huesos de Imbroda en la calle, y con el equipo fuera tanto de la Copa como de los play-offs. Comenzaba la travesía del desierto.

Pancarta exhibida recientemente en el Palacio de los Deportes de San Pablo

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Porque luego llegaron años de medianías y mediocridad, en los que apenas hay que desta-car alguna que otra participación en la Copa y el cambio de patrocinador en 2007, fruto de la co-nocida fusión entre la Caja San Fernando y la Caja de Ahorros El Monte de Piedad. Como Cajasol, los sevillanos tuvieron dos primeros años realmente malos, en los que pasaron técni-cos y jugadores de todo tipo, y en los que llegó a peligrar de verdad la presencia en la ACB; hasta que hace dos veranos se dio un nuevo gol-pe de timón con la contratación de Joan Plaza, técnico campeón de liga y de la Copa ULEB con el Real Madrid en 2007. De la mano de Plaza la afición sevillana ha vuelto a ilusionarse de verdad con el balon-cesto, gracias también a jugadores comprometi-dos y pundonorosos como el nuevo capitán, Ta-

riq Kirksay; “figurones” como Louis Bullock; nacionales consagrados como Txemi Urtasun o Juanjo Triguero; y jóvenes con extraordinaria proyección como el base checo Tomas Sato-ransky. Así en 2010, una década más tarde de la última vez, el ahora Cajasol volvió a meterse, desde la sexta plaza, en los play-offs de la ACB; y en 2011, pese a que repetir presencia está sumamente difícil, el equipo ya ha conse-guido su gran hazaña entrando en la “Final Four” de la Eurocup. La temporada próxima se volverá a cambiar el nombre del patrocinador: Banca Cívica, de nuevo, como en 2007, por mor de las fusiones bancarias; veremos cómo continúa progresando la evolución del C.D. Baloncesto Sevilla.

PROSAS DE PEÑALUNA (Tranco segundo) Paco Díaz

“La cuchufleta”

Desde que Víctor Ollero entró en aquella extraña habitación, notó una sensa-ción que le pareció desconocida. Si alguien le hubiere pedido que definiera la naturaleza de esa sensación, le habría planteado de gol-pe un serio problema. De hecho, sólo con pensarlo se le encajó en el cuerpo una in-quietud molesta y desestabilizadora que le cambió el ánimo. Hacía unos meses que le había llegado la jubilación, después de estar cuarenta años en la brecha y aún andaba en el inevitable menester de reubicarse en la vida. Pero es que aquella habitación no de-jaba indiferente a nadie. Era destartalada y de mediana superficie. Sólo había en ella algunos muebles: una mesa, enorme, de an-cho y de alto, absolutamente carcomida por la polilla y con tal cantidad de polvo incrus-tado en su vieja y raída madera que parecía haber formado parte de aquella estructura desde el momento mismo que la hiciera el carpintero. A primera vista, y si no se fijaba uno en el trozo que le faltaba a una de sus patas, la del fondo a la derecha, para llegar

al suelo, podría pensarse que estaba perfec-tamente equilibrada, pero si se acercaba uno a ella y trataba de apoyarse o de sentar-se a la jineta, seguramente se llevaría un buen susto y una desagradable sorpresa; aquella mesa era coja, irremediablemente coja, absoluta y rematadamente coja. El segundo mueble era una vetusta poltrona, -“sillón de época”, pensó el señor Ollero con una leve sonrisa- que lucía un desmesurado espaldar de estilo aparente-mente barroco, a la que le faltaba uno de los cuatro barrotes que unían la parte supe-rior con la inferior. El asiento estaba forma-do por un complicado trenzado de gruesas eneas, que en otro tiempo hubieron de ser esplendorosas, pero que ahora añadían a su dolorosa vejez más de un agujero que ofrecían su oscuridad junto a ciertas hila-chas que ponían de manifiesto con exacti-tud el abandono y la desidia (o viceversa). Aparentemente se trataba de un mueble an-tiguo envejecido, abandonado pero sólido. Sin embargo, si cualquiera de los que estén leyendo esta hipérbole cometiera la impru-

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dencia de dejar caer su humanidad en los antiquísimos brazos de la singular butaca, sufriría un mareo tan violento cual si se tra-tase de una zozobra en medio de cualquier marejadilla del estrecho, ¡tan descangayado estaba el pobre! Había también, y era el tercero de los muebles, una silla. Al igual que la mesa la

silla era de madera, completamente de ma-dera. Incluso el asiento estaba formado por tres tablas modélicamente ensambladas; tal era la cosa, que, si no se prestaba mucha atención, era muy difícil cerciorarse de las dos imperceptibles líneas, consecuencia de la unión. Probablemente con el objeto de paliar la dureza de una discreta sentada, luc-ía, a modo de silencioso y visible eufemis-mo, un pequeño cojín adosado en el que re-sultaba muy complicado distinguir un her-

moso bordado de flores casi difuminado por la mugre crónica que se lo comía. El cuarto mueble era un armario. Un armario que, en su juventud, tuvo que ser – gloria al carpintero que lo creó- derecho como una espada toledana, pero que ahora, muy lejos ya de aquellos años gozosos, ofrecía una dolorosa imagen, medio de-rrumbado sobre uno de los muros que soli-dariamente le servía de apoyo. De todos los muebles hasta ahora mencionados, el arma-rio era el más dañado: su estado era lamen-table. Su posición, ya descrita, las dos puer-tas, descolgadas y semiabiertas, los latera-les con sus baldas encorvadas, abombadas, infinitamente rayadas y agujereadas… pero sobre todo lo que más pena, profunda pena, producía eran los dos espejos verticales y oblongos que adornaban las puertas. Después de dudar unos segundos se sentó, casi con mimo, sobre la vetusta silla que dejó oír un leve chirrido, cual liviana queja, y una vez garantizada la seguridad se entregó con armas y bagajes a los recuer-dos. Como si se tratara de una imagen real , frente a él apareció aposentada en el majes-toso sillón la menuda figura de su tía abue-la doña Dolores que empezó a entonar, igual que aquella típica tarde de otoño, una cuchufleta carnavalesca que le había ense-ñado cuando niño para distraerlo mientras esperaba con su habitual impaciencia que empezara la transmisión radiofónica de “Las aventuras de Diego Valor”: “A la gran feria de abril / vino este año un inglés, / se puso a tomar café, é é / en un puesto que había allí, / cuando la cuenta pi-dió, o, o / mucho se asustó el inglés / por-que tuvo que pagar, ar, ar / dos duros por un café. / Tríquili qui mánguili qui mángui-li qui mánguili very very güel, / dijo el inglés. / Tríquili qui sánguili qui sánguili qui sánguili / muti muti ñaqui muti ñe”. Esbozó una sonrisa casi impercepti-ble, y sintió en lo más profundo de su alma que la nostalgia le había ganado otra bata-lla.

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“¡Aquella mirada!”

Cuando su rostro aparecía en pantalla ocupando todo el espacio del centro, si tenías la suerte de estar acomodado en el patio de butacas recibías de súbito una descarga de incontenible erotismo que te producía una emoción indescrip-tible, y te entregabas a ella sin remisión. Ya no podías sosegarte en tu asiento, y cuando más insoportable era la inquietud que hervía en tu cuerpo te atrapa-ban las redes de sus bellos ojos lilas. Una dulce serenidad se iba extendiendo por todas tus venas sin que tú, pobre mortal, pudieras llegar siquiera a expli-carte qué es lo que te pasaba. Porque aquella mirada de LIZ TAYLOR, quizás la más hermosa de todas las que han cautivado en el cine te conquistaba con una suavidad desconocida por singular y quedabas ya para siempre atrapado en aquella incomparable luminosidad violeta, con la ilusa seguridad de que sólo a ti te miraba. (Liz Taylor murió el pasado 23 de marzo de 2011)

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