La Odisea de Vivir Sin Agua

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Ver página en pdf Derechos Humanos La odisea de vivir sin agua potable Más de 5 millones de argentinos destinan varias horas de su día a conseguir acceder a este recurso vital; cómo impacta esto es su salud, su calidad de vida y sus posibilidades de futuro Por Micaela Urdinez | LA NACION Comentá597Facebook8039Twitter470 Bocas secas que piden a gritos que alguien -el que sea responsable, el que se conmueva- deje circular más agua por las venas terrenales, pero no son escuchadas. O lo que es peor son ignoradas. Sólo reclaman lo que para la mayoría es tan natural como respirar: abrir la canilla de su casa y poder calmar la sed. Para ellos, una utopía. Ciencia ficción. Algunos jamás vieron una ducha. Presos de las inequidades sociales sobreviven con costos altísimos. Son más de 6,4 millones de argentinos (16% de la población total)que pierden gran parte de su día hurgando en cada pozo, cargando hasta el último balde. Mulas humanas a las que cada sol les trae la misma desesperación: conseguir lo más urgente y vital, agua potable. Algunos tanto y otros tan poco en este país de extremos. Comunidades rurales aisladas tienen la misma mala suerte que personas que viven en las villas porteñas o los asentamientos informales del conurbano bonaerense. Se sofocan, se enferman más, van menos a la escuela, pierden sus trabajos... Pero el primer premio de los contrastes -tan grotesco que duele- se lo lleva sin lugar a dudas la villa Rodrigo Bueno, en la Costanera Sur de la ciudad de Buenos Aires. A pasitos nomás del lujoso Puerto Madero que pavonea un exceso de recursos.

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La odisea de vivir sin agua potableMás de 5 millones de argentinos destinan varias horas de su día a conseguir acceder a este recurso vital; cómo impacta esto es su salud, su calidad de vida y sus posibilidades de futuro

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Derechos Humanos

La odisea de vivir sin agua potable Más de 5 millones de argentinos destinan varias horas de su día a conseguir

acceder a este recurso vital; cómo impacta esto es su salud, su calidad de vida y

sus posibilidades de futuro

Por Micaela Urdinez | LA NACION

Comentá597Facebook8039Twitter470 Bocas secas que piden a gritos que alguien -el que sea responsable, el que se conmueva- deje

circular más agua por las venas terrenales, pero no son escuchadas. O lo que es peor son

ignoradas. Sólo reclaman lo que para la mayoría es tan natural como respirar: abrir la canilla de

su casa y poder calmar la sed. Para ellos, una utopía. Ciencia ficción. Algunos jamás vieron una

ducha.

Presos de las inequidades sociales sobreviven con costos altísimos. Son más de 6,4 millones de

argentinos (16% de la población total)que pierden gran parte de su día hurgando en cada pozo,

cargando hasta el último balde. Mulas humanas a las que cada sol les trae la misma

desesperación: conseguir lo más urgente y vital, agua potable.

Algunos tanto y otros tan poco en este país de extremos. Comunidades rurales aisladas tienen la

misma mala suerte que personas que viven en las villas porteñas o los asentamientos informales

del conurbano bonaerense. Se sofocan, se enferman más, van menos a la escuela, pierden sus

trabajos...

Pero el primer premio de los contrastes -tan grotesco que duele- se lo lleva sin lugar a dudas la

villa Rodrigo Bueno, en la Costanera Sur de la ciudad de Buenos Aires. A pasitos nomás del

lujoso Puerto Madero que pavonea un exceso de recursos.

"Agua", dice una voz a la vez que golpea la puerta de la casa de Liz Cardoso. Una mano

aparece por la ventana del primer piso que agarra la manguera de un camión contratado por el

gobierno porteño para llevar agua a la 3ª y 4ª manzana de la villa Rodrigo Bueno. Así de

precario es este ritual que se repite todas las mañanas. Es esto o el desierto. O tener que

caminar a una canilla comunitaria en la 3ª manzana o a otra en la plaza de Lola Mora.

"La usamos para lavar la ropa, los platos, el inodoro y para bañarnos. Cuando viene muy

marrón ni siquiera para bañarnos. Para tomar compramos un bidón de 20 litros de agua mineral

de Cimes que sale $ 55. Igual todos los días voy a la canilla de la 3ª manzana y traigo sólo dos

baldes porque no puedo cargar más", explica Liz, mientras le terminan de cargar el segundo

bidón azul de 100 litros que tiene en su casa. Allí vive con su marido y sus dos hijos de 3 y 5

años. En el piso de abajo están sus padres y a la derecha vive su hermana, embarazada, y su

pareja.

La familia llegó al barrio allá por 2001, cuando la crisis los echó a patadas de un alquiler que

tenían en Caballito y terminaron comprando un terreno por US$ 1500. "Como estamos muy

cerca del río mi mamá sufre dolor de huesos por la humedad, tenemos muchas alergias y mis

hijos tienen broncoespasmos. Lo único que nos hace falta es el agua y las cloacas", dice Liz,

empleada de limpieza, que cobra la Asignación Universal por Hijo (AUH). A la vez que

agrega: "Tenemos ducha, pero no la podemos usar porque no sale agua. Por eso nos bañamos

en palangana, con tachitos, y calentamos el agua con una pava eléctrica. Nosotros no nos

vamos a ir de acá. Trabajamos todos los días para poder construir y mantener esta casa. Lo

único que queremos es que nos den la escritura y nos pongan los servicios".

Son 1200 las familias que viven en este barrio que se creó a principios de la década del 80 sin

acceso al agua potable. Obreros de la construcción que levantaron los altos edificios de Puerto

Madero y que hoy todavía trabajan para ellos: son empleadas de limpieza, de vigilancia,

niñeras, que todos los días reciben la cachetada de la opulencia.

El predio está dividido en 4 manzanas, y sus límites delimitados por la Reserva Ecológica, la ex

Ciudad Deportiva del Club Boca Juniors y la Av. España al 1800. Existe una conexión irregular

a la red de Aysa que llega hasta la 3ª manzana, la cual se realiza mediante una cañería de

polipropileno que cruza por debajo del puente sobre la Av. España. Este caño toca el agua en

las crecientes filtrándose aguas contaminadas y de cloacas en su interior.

Según el informe realizado por la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA en abril de

2015 de este suministro de agua, el recuento de coliformes totales (grupo de especies

bacterianas con características comunes que sirven como indicadores fundamentales de la

contaminación del agua) es de 9,1, cuando el límite permitido por el Código Alimentario

Argentino establece que debe ser menor a 3.

"Los vecinos nos decían que creían que el agua no era potable. Y por eso hicimos este estudio

que mostró que el agua no es apta para consumo humano", dice Cecilia González de los Santos,

defensora del Ministerio Público de la Defensa de la ciudad de Buenos Aires.

Blanca Brizuela Duarte, delegada de la manzana 3, se queja por problemas en la presión del

agua. "De día llega poca agua y a la noche un poco más. Tenemos que arreglarnos con lo que

hay. Para tomar compramos agua mineral porque creemos que no es segura. Ni para el mate.

Pero los que no saben la toman igual. Algunos compraron filtros que son carísimos. Hoy hace

rato que quiero tirar la cadena del baño y se ve que no carga desde anoche", explica.

Las cañerías llegan hasta la manzana 3 y por dicho motivo el agua es provista diariamente por

camiones cisterna contratados por el GCBA. Las familias, acorde a sus posibilidades, contienen

el agua en tanques de reserva elevados, tambores a nivel del piso o baldes.

"A pesar de estar rodeados de agua, paradójicamente su mayor problema es el agua. Acá el

problema es la cantidad de camiones que es irregular y los fines de semana, que es cuando hay

más gente en las casas van menos. Va un camión por día y los vecinos tienen que cargar la

mayor cantidad de bidones posibles", agrega Fernando Lodeiro, también del Ministerio Público

de la Defensa de la ciudad de Buenos Aires.

Casas de ladrillo, techos de chapa, bidones azules con agua estancada en los pasillos, son la

postal más preocupante de este barrio que lucha por acceder a los servicios básicos. Viven en la

zona más cara de la ciudad y sus manos están vacías. Cientos de perros desfilan por sus calles,

las cañerías sobresalen por los pisos, los chicos caminan en ojotas incluso cuando el invierno ya

dijo presente.

El gobierno porteño se niega a urbanizar el lugar y sólo asiste a los habitantes en caso de

emergencias. Argumentan que son terrenos pertenecientes a la reserva y que allí no puede haber

residentes. Aunque los intentos de relocalizaciones comenzaron en 2005, no prosperaron. En

2011 la justicia en primera instancia ordenó urbanizar el asentamiento; sin embargo, en

segunda instancia, con voto dividido, le dio la razón al gobierno. El caso es analizado hoy en el

Tribunal Superior de Justicia.

* * *

Pobreza y falta de agua van de la mano. No hacen distinciones de zonas rurales o urbanas. Su

escasez se debe a múltiples factores: la reducción del agua de lluvia con relación a la que se

evapora, las grandes fluctuaciones interanuales en el agua de lluvia, la degradación de la

permeabilidad de la tierra a causa de una mala gestión, entre otros. En Santiago del Estero, 4 de

cada 10 hogares (41%) carecen de conexión de agua corriente y deben buscarla fuera del hogar.

Lo mismo pasa en el 35% de los hogares de Formosa y de Chaco. Cuando el agua no se hace

presente en el hogar, la única salida es ir a su encuentro. Caminando, en bici, en burro, en moto,

en camioneta. Como sea. Incluso hay casos en los que las personas tienen que caminar entre

cuatro y seis horas para conseguir el recurso.

En el otro extremo, según un relevamiento de la organización Techo, el 95% de los 1834

asentamientos precarios relevados en 8 provincias no cuenta con acceso regular a la red cloacal

y en el 90% las familias no tiene acceso al agua corriente. En el 15% de los asentamientos

informales las familias beben agua de pozo y simultáneamente eliminan sus excretas a través de

un pozo ciego sin cámara séptica, lo cual genera un riesgo sanitario alto. Este dato, además,

muestra que la deficiencia al acceso en más de un servicio básico acrecienta la vulnerabilidad.

Porque el agua es la materia prima de actividades cotidianas como lavar y preparar alimentos,

bañarse, lavar ropa, uso del sanitario, actividades de limpieza, el riego de plantas y el cuidado

de animales. Se estima que una familia de cuatro miembros gasta en promedio mil litros de

agua cada día.

"Según datos del censo 2010 son 5 millones de personas en el Gran Chaco que no tienen red de

agua o es de mala calidad, y un millón de éstas se encuentran en la Argentina. Si te metés en el

saneamiento, esa cifra se duplica. Que tengan red de agua no significa que sea agua potable ni

agua segura. Agua segura se refiere a que está dentro de los parámetros normales sin estar

procesada, como el agua de lluvia o de pozo", explica Paula Juárez, coordinadora de SedCero,

una red de organizaciones sociales que llevan adelante proyectos sustentables en el Gran Chaco

Americano y buscan soluciones mediante sistemas tecnológicos como la construcción de

cisternas y la capacitación de las comunidades rurales.

Para Juárez, las principales trabas para tener un acceso generalizado al agua potable en el país

son un marco normativo débil y poco claro; un diseño de política que no es complementario y

no llega a todos; que los órganos de control del suministro, cuando existen, tienen funciones

limitadas, y que no es clara la gestión administrativa del agua.

Hay que diferenciar la escasez de agua (coyuntural o crónica) de la falta de acceso a la misma.

"Casi siempre en ambos casos tiene mucho que ver la gestión que se hace de este recurso. Mala

gestión en el control de la oferta y demanda, y mala gestión en cuanto a mantener en buen

estado el agua. Esta última cuestión nos está haciendo perder mucho recurso, puesto que la

contaminación de acuíferos y aguas superficiales hace que en muchas ocasiones no podamos

usar este agua ni siquiera para el riego", cuenta Julio Barea, responsable de campaña de

Greenpeace España.

"Lo que hay que definir son las prioridades éticas. No se puede aceptar que haya comunidades

sin agua. Es un problema de definición política atado a una cuestión de costos económicos", se

queja Gonzalo del Castillo, coordinador de Agua y Juventud. "Como consumen agua en mal

estado tienen problemas de salud evitables como diarrea o los efectos producidos por la

concentración de metales pesados. Cada agua tiene diferentes tipos de problemas y por eso hay

que analizar caso por caso", agrega del Castillo, a la vez que cuenta que están trabajando en

proyectos en 10 comunidades en Santiago del Estero y Misiones.

Agua, fuente de vida, impacta directamente en la calidad de vida de las personas y limita otros

derechos como a la salud, a la educación y al trabajo. Los más afectados por su carencia, como

siempre, son los niños. Según Unicef, la combinación entre falta de agua potable y falta de

alimento produce dieciocho mil muertes de niños por día. No hay ningún tipo de mal en el

planeta que produzca tal cantidad de víctimas silenciosas.

Es que las enfermedades de origen hídrico aumentan las tasas de morbilidad y mortalidad

infantil, así como causan problemas de desnutrición. Estas enfermedades pueden ser

contagiadas por múltiples vías: al beber o tener contacto con agua contaminada, así como

mediante la ingesta de alimentos regados con aguas servidas, y falta de higiene personal

(lavado de manos) y de los alimentos. Asimismo se consideran las enfermedades transmitidas

por vectores proliferados en el agua (dengue, por ejemplo) y los trastornos ocasionados por la

presencia de determinadas sustancias como nitratos, cadmio, mercurio, arsénico y plomo.

Según un informe realizado por Greenpeace, "las enfermedades transmitidas por el agua son

enfermedades producidas por el agua sucia, como puede ser el cólera. En las enfermedades con

base en el agua, los causantes son organismos acuáticos que pasan parte de su ciclo vital en el

agua y otra parte como parásitos de animales. Estos organismos pueden prosperar tanto en

aguas contaminadas como no contaminadas. Como parásitos, generalmente toman forma de

gusanos y se valen de vectores animales intermediarios como los caracoles para prosperar, y

luego infectan directamente al hombre, penetrando a través de la piel o al ser ingeridos por éste.

Se considera que muchas otras enfermedades -incluso tracoma, lepra, tuberculosis, tos ferina,

tétanos y difteria- están vinculadas a la escasez de agua porque prosperan en condiciones de

escasez de agua y saneamiento deficiente".

Según estimaciones realizadas a nivel mundial, progresos en el suministro de agua pueden

reducir la morbilidad por diarrea en un 21%, el saneamiento mejorado en un 37,5%, el lavado

de las manos hasta un 35% y mejoras adicionales en la calidad del agua potable, como la

desinfección en el punto de consumo, pueden reducir los episodios diarreicos hasta un 45 por

ciento.

Foto 1 de 5

Son cerca de las 11 en Pampa del Zorro -Chaco- y Alicia Ávila junta fuerzas para encarar su

peregrinaje cotidiano. "Tenemos que baldear", dice mientras le hace señas a su hija Valentina

(4 años), compañera fiel, para que se aliste.

El destino les jugó una mala pasada y descubren que la zorra (carro de madera tirado por un

burro) tiene una goma pinchada. Hay que esperar unas horas a que su marido la arregle.

Mientras tanto van cargando los 16 bidones de 20 litros de glifosato en el carro. Con el rodado

en condiciones, Alicia recorre los 5 kilómetros que separan su casa del pozo de agua potable

más cercano. El del Cordobés. Un vecino solidario que deja que los lugareños accedan a este

recurso. "Siempre voy bien temprano por el calor, cada 3 o 4 días. En verano es casi todos los

días. Usamos el agua para tomarla, lavarnos y para los animales", dice Alicia, mientras junto a

Valentina -mamadera con agua en la mano- empiezan a bajar los bidones al pie del aljibe.

Con balde y soga en mano, Alicia tensa sus 51 kilos para levantar el balde lleno por los 10

metros que tiene el pozo. Con una técnica de gimnasta olímpica, sus brazos musculosos

entrenan más de la cuenta. Transpira, protegida por un gorro con la inscripción Buzios, Brasil.

El sol ya pega. Valentina le sostiene el embudo para que pueda embocar el chorro en el primer

bidón. Así, con 16 bidones. Así, durante más de una hora.

"Los bidones los sacamos del campo donde trabaja mi suegro. Sé que antes tenían veneno, pero

si no no tenemos con qué cargar", dice Alicia, haciendo referencia al glifosato, un fertilizante

utilizado en los campos de la zona.

Dos horas son las que destina para la tarea. A bajar y subir los 16 bidones cargados de 20 kilos

y rezar para no romperse la cintura. O sufrir por ya tenerla rota. No puede esquivar la tarea

porque su marido trabaja en el monte haciendo carbón, y no está durante el día. En su casa de

barro y techo de chapa, la esperan sus 10 chivas y 7 chanchos. Su otra hija, la de 17 años, vive

con su pareja y dejó la escuela.

Polvo, polvo y más polvo. Una tierra donde todo sucede a la sombra. Para llegar a Pampa del

Zorro hay que transitar 280 kilómetros desde Resistencia y después hacer otros 60 de camino

de tierra. Allí, unas 65 casas desperdigadas se pierden entre la inmensidad. Allí, 400 personas

no saben de agua potable en sus casas.

Este es uno de los parajes elegidos para trabajar por el proyecto Derecho de Acceso a Bienes:

Agua para el Desarrollo (Daped), una iniciativa impulsada por la Universidad Nacional de

Quilmes (a través del Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología) y el Instituto

Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Cuenta con la participación del Ministerio de

Desarrollo Social y miembros de la Red de Tecnologías para la Inclusión Social como

Ingeniería Sin Fronteras Argentina.

"El proyecto tiene por objetivo generar una nueva forma de intervención estatal que impulse la

colaboración y articulación de capacidades institucionales de innovación tecnológica para el

desarrollo comunitario, haciendo énfasis en el acceso a agua segura. Actualmente se trabaja en

cuatro comunidades rurales de la provincia del Chaco, desde un abordaje sistémico denominado

Sistemas Tecnológicos Sociales, que no sólo aborda el problema de falta de agua, sino también

un conjunto de problemas vinculados -de salud, de provisión de servicios básicos, alimentarios

y productivos-. Los resultados del proyecto preevén empoderar a las comunidades y mejorar

sus condiciones de vida y desarrollo", cuenta Hernán Thomas, director de Daped.

También forma parte de esta iniciativa el Programa SedCero la línea de agua de REDES Chaco,

una iniciativa apoyada por más de 700 organizaciones públicas y privadas en la Argentina,

Bolivia, y Paraguay. Este programa tiene como objetivo incidir en las políticas públicas para

garantizar el derecho de acceso a agua segura para consumo y para autoproducción, gestionar

conocimiento y aprendizajes sobre iniciativas de acceso a agua segura y sobre la gestión de los

recursos hídricos en la región e impulsar proyectos de gestión comunitaria de acceso a agua

segura. Actualmente, numerosos proyectos se unen al Programa SedCero tanto para aprender

colaborativamente como para generar conocimiento e insumos de política pública.

"Somos una red colaborativa que tiene como objetivo poner la región de Gran Chaco en la

agenda pública. Cuando empezamos en 2013 como la línea de agua de Redes Chaco vimos que

hay un gran cementerio de obras de OSC y otras instituciones vinculadas al agua, y decidimos

analizar y mejorar la forma de construir las iniciativas. La tasa de fracaso de estos proyectos es

sumamente alta y por eso queríamos armar una guía de lo que no se tiene que hacer y lo que sí

se tiene que hacer. Lo que aprendimos es que siempre la comunidad tiene que participar de la

elaboración e implementación del proyecto. Nuestra meta es construir capacidades

comunitarias para que la gente pueda resolver sus propios problemas de manera sustentable",

sostiene Paula Juárez, coordinadora de SedCero, durante un viaje a Pampa del Zorro, que tiene

como objetivo realizar una capacitación teórico-técnica en la comunidad para seguir avanzando

con el proyecto Daped.

SedCero trabaja en Chaco, Córdoba, Santfalta textofalta textoa, Santiago del Estero, Catamarca

y La Rioja, y ya tiene 30 obras en ejecución. Todos sus proyectos están articulados con el

Estado, organizaciones sociales, universidades y escuelas.

La agenda del día consiste en la reparación de la cisterna de la Escuela EEP N° 286 Eva Iris

Serra de Pampa del Zorro junto a padres de los alumnos e integrantes de la asociación de

pobladores. Son las 9 y un grupo se empieza a formar en la escuela. Una ingeniera les empieza

a explicar cómo se van a organizar las siguientes horas: primero descender en el pozo para

analizar los pasos a seguir para arreglarlo y después mejorar toda la instalación.

"Las primeras en acercarse fueron las madres y abuelas por temas de maltrato, duelos"

"Casi todos los parajes tienen cisternas en las escuelas, pero muchas veces dejan de funcionan.

Esta escuela, por ejemplo, tiene la infraestructura rota, y los análisis bacteriológicos y de

arsénico en el agua dieron mal. A su vez, el proyecto no es solamente de agua, sino que

buscamos ver de qué manera podemos poner en marcha dinámicas de desarrollo local, que

también incluyen cría y cuidado de caprinos o la prevención del Chagas", agrega Juárez.

Los alumnos, 66 entre inicial y primaria, terminan de izar la bandera y se reparten en sus aulas.

Los pobladores escuchan la capacitación de la ingeniera y ponen manos a la obra en el pozo.

Elida Sandra Acosta Gómez, la directora, cuenta que ya están empezando a sufrir la época de

sequía, que va de abril a agosto. "Nuestra principal fuente es el agua de lluvia que guardamos

en el aljibe, pero salió que no es apta para consumo por bacterias y gérmenes de materia fecal.

Como está rajado se filtran las napas. Entonces la hervimos o le agregamos lavandina. Le pedí

a Nación que nos dieran un tanquecito de agua por día, pero todavía no lo pude conseguir",

sostiene Acosta Gómez, a la vez que agrega que el tener poca agua influye en la higiene. "Los

chicos viven con problemas estomacales. Dejamos de usar las letrinas por la gran cantidad de

murciélagos e hicimos baños adentro, que usamos con el agua del aljibe", dice.

Pampa del Zorro es la tierra del no. No tienen agua. No tienen bacha ni canillas. No tienen gas.

No tienen cloacas. No tienen teléfono ni señal de celular. Recién les pusieron luz eléctrica hace

2 años. Antes se las arreglaban con lámpara de vela y mechero. Usan cocina con leña y tienen

letrina.

Dependen del agua de lluvia. Esa que esperan con los brazos y todos los recipientes que

encuentran a mano abiertos para almacenarla: baldes, bidones, tachos, tachitos y hasta mitades

de gomas de tractores. El resto lo tienen que ir a buscar a los pocos pozos comunitarios.

"Es una lucha diaria con el agua. Nos bañamos con un fuentón de agua en la cocina o la

habitación. En invierno la calentamos en el fuego de leña. También lavamos los platos en un

fuentón. Hace 10 años que vivo acá y no mejoró nada. Está peor. De tanto usar uno de los

pozos el agua se puso fea, como amarga", cuenta Cristina Landriel, que vive a 500 metros de la

escuela, junto a su pareja, sus 4 hijos y su nieto. Su marido trabaja de maquinista en una

cosechadora. Ella es ama de casa, cría chivas, ovejas, cerdos, gallinas y patos para consumo

personal. "Si vivís en el campo tenés que tener animales para poder sobrevivir. No podemos

tener huerta por falta de agua. Hasta el año pasado iba con la zorra a cargar 22 bidones porque

junto para mi familia, mis suegros y mi cuñada. Ahora, por suerte, pudimos comprarnos una

camioneta vieja y lo hacemos con eso."

"Te transformás en una oreja que los escucha y trata de asesorarlos"

"El principal problema es que estas comunidades están aisladas, lejos del tejido urbano

tradicional y eso encarece mucho que el Estado les pueda llevar el agua a sólo 100 personas.

Como son comunidades a las que les cuesta mucho visibilizar este problema, es difícil que les

lleguen las políticas públicas. Hay una falta de presencia del Estado porque no es políticamente

interesante y redituable en forma de votos directos", sostiene del Castillo, quien desde Agua y

Juventud se concentra en trabajar con las escuelas, centros neurálgicos de los parajes alejados.

Se diseñan los proyectos en forma modular: identificación del problema, contacto con la

comunidad y planteo de una posible solución. "Llevamos el agua a la escuela y la elevamos a

través de un tanque. Después la tratamos para purificarla. Una vez que terminamos esa segunda

etapa aprovechamos que el agua llegó a la escuela para hacer mejoras en el ámbito de la escuela

en temas de higiene o haciendo huertas orgánicas. Lo más importante es que trabajamos

siempre promoviendo la participación de la comunidad. La tercera etapa consiste en tratar de

distribuir el agua a toda la comunidad, bombeando el agua del colegio a las casas", dice del

Castillo.

¿Qué se puede hacer para mejorar el acceso al agua potable en todas las comunidades? Para

Julio Barea, de Greenpeace, lo más importante es mantener el suministro del agua en manos

públicas, racionalizar el uso del agua castigando los usos innecesarios de agua y premiando las

iniciativas encaminadas a racionalizar el uso del agua (regadíos, industria, abastecimiento

urbano). "En todos los casos es necesario realizar campañas de concientización para que todo el

mundo y los sectores que usan agua racionalicen y ahorren agua. También llevar a cabo buenas

prácticas que impidan la contaminación de la misma. Logrado esto es obligación de las

administraciones proporcionar agua en cantidad y calidad suficiente para el abastecimiento de

las poblaciones", concluye.

Más que una cuenta pendiente, una obligación moral. Los habitantes de la villa Rodrigo Bueno,

de Pampa del Zorro y otros tantos millones de argentinos esperan poder tener agua potable en

sus casas.

EL MAPA DE ACCESO AL AGUA El Movimiento Agua y Juventud desarrolló la plataforma Mapa del Agua, herramienta que

permitirá la sistematización de las condiciones de vida en comunidades y escuelas rurales

con el fin de intervenir en dichas realidades para garantizar el acceso a agua segura. Es la

primera plataforma virtual que permite mapear la situación real de acceso al agua en las

escuelas y comunidades rurales.

Sus objetivos son relevar y sistematizar la condición de las comunidades que se encuentran

en situación de vulnerabilidad hídrica; identificar los requerimientos técnico-económicos

para el desarrollo de proyectos de acceso al agua segura, y mostrar la evolución de los proyectos desarrollados en curso.

La plataforma permite visualizar la cantidad de escuelas rurales con o sin acceso al agua, la

cantidad de alumnos y familias beneficiarias y los proyectos desarrollados por tipo de obra.

www.mapadelagua.org . Ver página en pdf

Derechos Humanos

La odisea de vivir sin agua potable Más de 5 millones de argentinos destinan varias horas de su día a conseguir

acceder a este recurso vital; cómo impacta esto es su salud, su calidad de vida y

sus posibilidades de futuro

Por Micaela Urdinez | LA NACION

Comentá597Facebook8039Twitter470 Bocas secas que piden a gritos que alguien -el que sea responsable, el que se conmueva- deje

circular más agua por las venas terrenales, pero no son escuchadas. O lo que es peor son

ignoradas. Sólo reclaman lo que para la mayoría es tan natural como respirar: abrir la canilla de

su casa y poder calmar la sed. Para ellos, una utopía. Ciencia ficción. Algunos jamás vieron una

ducha.

Presos de las inequidades sociales sobreviven con costos altísimos. Son más de 6,4 millones de

argentinos (16% de la población total)que pierden gran parte de su día hurgando en cada pozo,

cargando hasta el último balde. Mulas humanas a las que cada sol les trae la misma

desesperación: conseguir lo más urgente y vital, agua potable.

Algunos tanto y otros tan poco en este país de extremos. Comunidades rurales aisladas tienen la

misma mala suerte que personas que viven en las villas porteñas o los asentamientos informales

del conurbano bonaerense. Se sofocan, se enferman más, van menos a la escuela, pierden sus

trabajos...

Pero el primer premio de los contrastes -tan grotesco que duele- se lo lleva sin lugar a dudas la

villa Rodrigo Bueno, en la Costanera Sur de la ciudad de Buenos Aires. A pasitos nomás del

lujoso Puerto Madero que pavonea un exceso de recursos.

"Agua", dice una voz a la vez que golpea la puerta de la casa de Liz Cardoso. Una mano

aparece por la ventana del primer piso que agarra la manguera de un camión contratado por el

gobierno porteño para llevar agua a la 3ª y 4ª manzana de la villa Rodrigo Bueno. Así de

precario es este ritual que se repite todas las mañanas. Es esto o el desierto. O tener que

caminar a una canilla comunitaria en la 3ª manzana o a otra en la plaza de Lola Mora.

"La usamos para lavar la ropa, los platos, el inodoro y para bañarnos. Cuando viene muy

marrón ni siquiera para bañarnos. Para tomar compramos un bidón de 20 litros de agua mineral

de Cimes que sale $ 55. Igual todos los días voy a la canilla de la 3ª manzana y traigo sólo dos

baldes porque no puedo cargar más", explica Liz, mientras le terminan de cargar el segundo

bidón azul de 100 litros que tiene en su casa. Allí vive con su marido y sus dos hijos de 3 y 5

años. En el piso de abajo están sus padres y a la derecha vive su hermana, embarazada, y su

pareja.

La familia llegó al barrio allá por 2001, cuando la crisis los echó a patadas de un alquiler que

tenían en Caballito y terminaron comprando un terreno por US$ 1500. "Como estamos muy

cerca del río mi mamá sufre dolor de huesos por la humedad, tenemos muchas alergias y mis

hijos tienen broncoespasmos. Lo único que nos hace falta es el agua y las cloacas", dice Liz,

empleada de limpieza, que cobra la Asignación Universal por Hijo (AUH). A la vez que

agrega: "Tenemos ducha, pero no la podemos usar porque no sale agua. Por eso nos bañamos

en palangana, con tachitos, y calentamos el agua con una pava eléctrica. Nosotros no nos

vamos a ir de acá. Trabajamos todos los días para poder construir y mantener esta casa. Lo

único que queremos es que nos den la escritura y nos pongan los servicios".

Son 1200 las familias que viven en este barrio que se creó a principios de la década del 80 sin

acceso al agua potable. Obreros de la construcción que levantaron los altos edificios de Puerto

Madero y que hoy todavía trabajan para ellos: son empleadas de limpieza, de vigilancia,

niñeras, que todos los días reciben la cachetada de la opulencia.

El predio está dividido en 4 manzanas, y sus límites delimitados por la Reserva Ecológica, la ex

Ciudad Deportiva del Club Boca Juniors y la Av. España al 1800. Existe una conexión irregular

a la red de Aysa que llega hasta la 3ª manzana, la cual se realiza mediante una cañería de

polipropileno que cruza por debajo del puente sobre la Av. España. Este caño toca el agua en

las crecientes filtrándose aguas contaminadas y de cloacas en su interior.

Según el informe realizado por la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA en abril de

2015 de este suministro de agua, el recuento de coliformes totales (grupo de especies

bacterianas con características comunes que sirven como indicadores fundamentales de la

contaminación del agua) es de 9,1, cuando el límite permitido por el Código Alimentario

Argentino establece que debe ser menor a 3.

"Los vecinos nos decían que creían que el agua no era potable. Y por eso hicimos este estudio

que mostró que el agua no es apta para consumo humano", dice Cecilia González de los Santos,

defensora del Ministerio Público de la Defensa de la ciudad de Buenos Aires.

Blanca Brizuela Duarte, delegada de la manzana 3, se queja por problemas en la presión del

agua. "De día llega poca agua y a la noche un poco más. Tenemos que arreglarnos con lo que

hay. Para tomar compramos agua mineral porque creemos que no es segura. Ni para el mate.

Pero los que no saben la toman igual. Algunos compraron filtros que son carísimos. Hoy hace

rato que quiero tirar la cadena del baño y se ve que no carga desde anoche", explica.

Las cañerías llegan hasta la manzana 3 y por dicho motivo el agua es provista diariamente por

camiones cisterna contratados por el GCBA. Las familias, acorde a sus posibilidades, contienen

el agua en tanques de reserva elevados, tambores a nivel del piso o baldes.

"A pesar de estar rodeados de agua, paradójicamente su mayor problema es el agua. Acá el

problema es la cantidad de camiones que es irregular y los fines de semana, que es cuando hay

más gente en las casas van menos. Va un camión por día y los vecinos tienen que cargar la

mayor cantidad de bidones posibles", agrega Fernando Lodeiro, también del Ministerio Público

de la Defensa de la ciudad de Buenos Aires.

Casas de ladrillo, techos de chapa, bidones azules con agua estancada en los pasillos, son la

postal más preocupante de este barrio que lucha por acceder a los servicios básicos. Viven en la

zona más cara de la ciudad y sus manos están vacías. Cientos de perros desfilan por sus calles,

las cañerías sobresalen por los pisos, los chicos caminan en ojotas incluso cuando el invierno ya

dijo presente.

El gobierno porteño se niega a urbanizar el lugar y sólo asiste a los habitantes en caso de

emergencias. Argumentan que son terrenos pertenecientes a la reserva y que allí no puede haber

residentes. Aunque los intentos de relocalizaciones comenzaron en 2005, no prosperaron. En

2011 la justicia en primera instancia ordenó urbanizar el asentamiento; sin embargo, en

segunda instancia, con voto dividido, le dio la razón al gobierno. El caso es analizado hoy en el

Tribunal Superior de Justicia.

* * *

Pobreza y falta de agua van de la mano. No hacen distinciones de zonas rurales o urbanas. Su

escasez se debe a múltiples factores: la reducción del agua de lluvia con relación a la que se

evapora, las grandes fluctuaciones interanuales en el agua de lluvia, la degradación de la

permeabilidad de la tierra a causa de una mala gestión, entre otros. En Santiago del Estero, 4 de

cada 10 hogares (41%) carecen de conexión de agua corriente y deben buscarla fuera del hogar.

Lo mismo pasa en el 35% de los hogares de Formosa y de Chaco. Cuando el agua no se hace

presente en el hogar, la única salida es ir a su encuentro. Caminando, en bici, en burro, en moto,

en camioneta. Como sea. Incluso hay casos en los que las personas tienen que caminar entre

cuatro y seis horas para conseguir el recurso.

En el otro extremo, según un relevamiento de la organización Techo, el 95% de los 1834

asentamientos precarios relevados en 8 provincias no cuenta con acceso regular a la red cloacal

y en el 90% las familias no tiene acceso al agua corriente. En el 15% de los asentamientos

informales las familias beben agua de pozo y simultáneamente eliminan sus excretas a través de

un pozo ciego sin cámara séptica, lo cual genera un riesgo sanitario alto. Este dato, además,

muestra que la deficiencia al acceso en más de un servicio básico acrecienta la vulnerabilidad.

Porque el agua es la materia prima de actividades cotidianas como lavar y preparar alimentos,

bañarse, lavar ropa, uso del sanitario, actividades de limpieza, el riego de plantas y el cuidado

de animales. Se estima que una familia de cuatro miembros gasta en promedio mil litros de

agua cada día.

"Según datos del censo 2010 son 5 millones de personas en el Gran Chaco que no tienen red de

agua o es de mala calidad, y un millón de éstas se encuentran en la Argentina. Si te metés en el

saneamiento, esa cifra se duplica. Que tengan red de agua no significa que sea agua potable ni

agua segura. Agua segura se refiere a que está dentro de los parámetros normales sin estar

procesada, como el agua de lluvia o de pozo", explica Paula Juárez, coordinadora de SedCero,

una red de organizaciones sociales que llevan adelante proyectos sustentables en el Gran Chaco

Americano y buscan soluciones mediante sistemas tecnológicos como la construcción de

cisternas y la capacitación de las comunidades rurales.

Para Juárez, las principales trabas para tener un acceso generalizado al agua potable en el país

son un marco normativo débil y poco claro; un diseño de política que no es complementario y

no llega a todos; que los órganos de control del suministro, cuando existen, tienen funciones

limitadas, y que no es clara la gestión administrativa del agua.

Hay que diferenciar la escasez de agua (coyuntural o crónica) de la falta de acceso a la misma.

"Casi siempre en ambos casos tiene mucho que ver la gestión que se hace de este recurso. Mala

gestión en el control de la oferta y demanda, y mala gestión en cuanto a mantener en buen

estado el agua. Esta última cuestión nos está haciendo perder mucho recurso, puesto que la

contaminación de acuíferos y aguas superficiales hace que en muchas ocasiones no podamos

usar este agua ni siquiera para el riego", cuenta Julio Barea, responsable de campaña de

Greenpeace España.

"Lo que hay que definir son las prioridades éticas. No se puede aceptar que haya comunidades

sin agua. Es un problema de definición política atado a una cuestión de costos económicos", se

queja Gonzalo del Castillo, coordinador de Agua y Juventud. "Como consumen agua en mal

estado tienen problemas de salud evitables como diarrea o los efectos producidos por la

concentración de metales pesados. Cada agua tiene diferentes tipos de problemas y por eso hay

que analizar caso por caso", agrega del Castillo, a la vez que cuenta que están trabajando en

proyectos en 10 comunidades en Santiago del Estero y Misiones.

Agua, fuente de vida, impacta directamente en la calidad de vida de las personas y limita otros

derechos como a la salud, a la educación y al trabajo. Los más afectados por su carencia, como

siempre, son los niños. Según Unicef, la combinación entre falta de agua potable y falta de

alimento produce dieciocho mil muertes de niños por día. No hay ningún tipo de mal en el

planeta que produzca tal cantidad de víctimas silenciosas.

Es que las enfermedades de origen hídrico aumentan las tasas de morbilidad y mortalidad

infantil, así como causan problemas de desnutrición. Estas enfermedades pueden ser

contagiadas por múltiples vías: al beber o tener contacto con agua contaminada, así como

mediante la ingesta de alimentos regados con aguas servidas, y falta de higiene personal

(lavado de manos) y de los alimentos. Asimismo se consideran las enfermedades transmitidas

por vectores proliferados en el agua (dengue, por ejemplo) y los trastornos ocasionados por la

presencia de determinadas sustancias como nitratos, cadmio, mercurio, arsénico y plomo.

Según un informe realizado por Greenpeace, "las enfermedades transmitidas por el agua son

enfermedades producidas por el agua sucia, como puede ser el cólera. En las enfermedades con

base en el agua, los causantes son organismos acuáticos que pasan parte de su ciclo vital en el

agua y otra parte como parásitos de animales. Estos organismos pueden prosperar tanto en

aguas contaminadas como no contaminadas. Como parásitos, generalmente toman forma de

gusanos y se valen de vectores animales intermediarios como los caracoles para prosperar, y

luego infectan directamente al hombre, penetrando a través de la piel o al ser ingeridos por éste.

Se considera que muchas otras enfermedades -incluso tracoma, lepra, tuberculosis, tos ferina,

tétanos y difteria- están vinculadas a la escasez de agua porque prosperan en condiciones de

escasez de agua y saneamiento deficiente".

Según estimaciones realizadas a nivel mundial, progresos en el suministro de agua pueden

reducir la morbilidad por diarrea en un 21%, el saneamiento mejorado en un 37,5%, el lavado

de las manos hasta un 35% y mejoras adicionales en la calidad del agua potable, como la

desinfección en el punto de consumo, pueden reducir los episodios diarreicos hasta un 45 por

ciento.

Foto 1 de 5

Son cerca de las 11 en Pampa del Zorro -Chaco- y Alicia Ávila junta fuerzas para encarar su

peregrinaje cotidiano. "Tenemos que baldear", dice mientras le hace señas a su hija Valentina

(4 años), compañera fiel, para que se aliste.

El destino les jugó una mala pasada y descubren que la zorra (carro de madera tirado por un

burro) tiene una goma pinchada. Hay que esperar unas horas a que su marido la arregle.

Mientras tanto van cargando los 16 bidones de 20 litros de glifosato en el carro. Con el rodado

en condiciones, Alicia recorre los 5 kilómetros que separan su casa del pozo de agua potable

más cercano. El del Cordobés. Un vecino solidario que deja que los lugareños accedan a este

recurso. "Siempre voy bien temprano por el calor, cada 3 o 4 días. En verano es casi todos los

días. Usamos el agua para tomarla, lavarnos y para los animales", dice Alicia, mientras junto a

Valentina -mamadera con agua en la mano- empiezan a bajar los bidones al pie del aljibe.

Con balde y soga en mano, Alicia tensa sus 51 kilos para levantar el balde lleno por los 10

metros que tiene el pozo. Con una técnica de gimnasta olímpica, sus brazos musculosos

entrenan más de la cuenta. Transpira, protegida por un gorro con la inscripción Buzios, Brasil.

El sol ya pega. Valentina le sostiene el embudo para que pueda embocar el chorro en el primer

bidón. Así, con 16 bidones. Así, durante más de una hora.

"Los bidones los sacamos del campo donde trabaja mi suegro. Sé que antes tenían veneno, pero

si no no tenemos con qué cargar", dice Alicia, haciendo referencia al glifosato, un fertilizante

utilizado en los campos de la zona.

Dos horas son las que destina para la tarea. A bajar y subir los 16 bidones cargados de 20 kilos

y rezar para no romperse la cintura. O sufrir por ya tenerla rota. No puede esquivar la tarea

porque su marido trabaja en el monte haciendo carbón, y no está durante el día. En su casa de

barro y techo de chapa, la esperan sus 10 chivas y 7 chanchos. Su otra hija, la de 17 años, vive

con su pareja y dejó la escuela.

Polvo, polvo y más polvo. Una tierra donde todo sucede a la sombra. Para llegar a Pampa del

Zorro hay que transitar 280 kilómetros desde Resistencia y después hacer otros 60 de camino

de tierra. Allí, unas 65 casas desperdigadas se pierden entre la inmensidad. Allí, 400 personas

no saben de agua potable en sus casas.

Este es uno de los parajes elegidos para trabajar por el proyecto Derecho de Acceso a Bienes:

Agua para el Desarrollo (Daped), una iniciativa impulsada por la Universidad Nacional de

Quilmes (a través del Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología) y el Instituto

Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Cuenta con la participación del Ministerio de

Desarrollo Social y miembros de la Red de Tecnologías para la Inclusión Social como

Ingeniería Sin Fronteras Argentina.

"El proyecto tiene por objetivo generar una nueva forma de intervención estatal que impulse la

colaboración y articulación de capacidades institucionales de innovación tecnológica para el

desarrollo comunitario, haciendo énfasis en el acceso a agua segura. Actualmente se trabaja en

cuatro comunidades rurales de la provincia del Chaco, desde un abordaje sistémico denominado

Sistemas Tecnológicos Sociales, que no sólo aborda el problema de falta de agua, sino también

un conjunto de problemas vinculados -de salud, de provisión de servicios básicos, alimentarios

y productivos-. Los resultados del proyecto preevén empoderar a las comunidades y mejorar

sus condiciones de vida y desarrollo", cuenta Hernán Thomas, director de Daped.

También forma parte de esta iniciativa el Programa SedCero la línea de agua de REDES Chaco,

una iniciativa apoyada por más de 700 organizaciones públicas y privadas en la Argentina,

Bolivia, y Paraguay. Este programa tiene como objetivo incidir en las políticas públicas para

garantizar el derecho de acceso a agua segura para consumo y para autoproducción, gestionar

conocimiento y aprendizajes sobre iniciativas de acceso a agua segura y sobre la gestión de los

recursos hídricos en la región e impulsar proyectos de gestión comunitaria de acceso a agua

segura. Actualmente, numerosos proyectos se unen al Programa SedCero tanto para aprender

colaborativamente como para generar conocimiento e insumos de política pública.

"Somos una red colaborativa que tiene como objetivo poner la región de Gran Chaco en la

agenda pública. Cuando empezamos en 2013 como la línea de agua de Redes Chaco vimos que

hay un gran cementerio de obras de OSC y otras instituciones vinculadas al agua, y decidimos

analizar y mejorar la forma de construir las iniciativas. La tasa de fracaso de estos proyectos es

sumamente alta y por eso queríamos armar una guía de lo que no se tiene que hacer y lo que sí

se tiene que hacer. Lo que aprendimos es que siempre la comunidad tiene que participar de la

elaboración e implementación del proyecto. Nuestra meta es construir capacidades

comunitarias para que la gente pueda resolver sus propios problemas de manera sustentable",

sostiene Paula Juárez, coordinadora de SedCero, durante un viaje a Pampa del Zorro, que tiene

como objetivo realizar una capacitación teórico-técnica en la comunidad para seguir avanzando

con el proyecto Daped.

SedCero trabaja en Chaco, Córdoba, Santfalta textofalta textoa, Santiago del Estero, Catamarca

y La Rioja, y ya tiene 30 obras en ejecución. Todos sus proyectos están articulados con el

Estado, organizaciones sociales, universidades y escuelas.

La agenda del día consiste en la reparación de la cisterna de la Escuela EEP N° 286 Eva Iris

Serra de Pampa del Zorro junto a padres de los alumnos e integrantes de la asociación de

pobladores. Son las 9 y un grupo se empieza a formar en la escuela. Una ingeniera les empieza

a explicar cómo se van a organizar las siguientes horas: primero descender en el pozo para

analizar los pasos a seguir para arreglarlo y después mejorar toda la instalación.

"Las primeras en acercarse fueron las madres y abuelas por temas de maltrato, duelos"

"Casi todos los parajes tienen cisternas en las escuelas, pero muchas veces dejan de funcionan.

Esta escuela, por ejemplo, tiene la infraestructura rota, y los análisis bacteriológicos y de

arsénico en el agua dieron mal. A su vez, el proyecto no es solamente de agua, sino que

buscamos ver de qué manera podemos poner en marcha dinámicas de desarrollo local, que

también incluyen cría y cuidado de caprinos o la prevención del Chagas", agrega Juárez.

Los alumnos, 66 entre inicial y primaria, terminan de izar la bandera y se reparten en sus aulas.

Los pobladores escuchan la capacitación de la ingeniera y ponen manos a la obra en el pozo.

Elida Sandra Acosta Gómez, la directora, cuenta que ya están empezando a sufrir la época de

sequía, que va de abril a agosto. "Nuestra principal fuente es el agua de lluvia que guardamos

en el aljibe, pero salió que no es apta para consumo por bacterias y gérmenes de materia fecal.

Como está rajado se filtran las napas. Entonces la hervimos o le agregamos lavandina. Le pedí

a Nación que nos dieran un tanquecito de agua por día, pero todavía no lo pude conseguir",

sostiene Acosta Gómez, a la vez que agrega que el tener poca agua influye en la higiene. "Los

chicos viven con problemas estomacales. Dejamos de usar las letrinas por la gran cantidad de

murciélagos e hicimos baños adentro, que usamos con el agua del aljibe", dice.

Pampa del Zorro es la tierra del no. No tienen agua. No tienen bacha ni canillas. No tienen gas.

No tienen cloacas. No tienen teléfono ni señal de celular. Recién les pusieron luz eléctrica hace

2 años. Antes se las arreglaban con lámpara de vela y mechero. Usan cocina con leña y tienen

letrina.

Dependen del agua de lluvia. Esa que esperan con los brazos y todos los recipientes que

encuentran a mano abiertos para almacenarla: baldes, bidones, tachos, tachitos y hasta mitades

de gomas de tractores. El resto lo tienen que ir a buscar a los pocos pozos comunitarios.

"Es una lucha diaria con el agua. Nos bañamos con un fuentón de agua en la cocina o la

habitación. En invierno la calentamos en el fuego de leña. También lavamos los platos en un

fuentón. Hace 10 años que vivo acá y no mejoró nada. Está peor. De tanto usar uno de los

pozos el agua se puso fea, como amarga", cuenta Cristina Landriel, que vive a 500 metros de la

escuela, junto a su pareja, sus 4 hijos y su nieto. Su marido trabaja de maquinista en una

cosechadora. Ella es ama de casa, cría chivas, ovejas, cerdos, gallinas y patos para consumo

personal. "Si vivís en el campo tenés que tener animales para poder sobrevivir. No podemos

tener huerta por falta de agua. Hasta el año pasado iba con la zorra a cargar 22 bidones porque

junto para mi familia, mis suegros y mi cuñada. Ahora, por suerte, pudimos comprarnos una

camioneta vieja y lo hacemos con eso."

"Te transformás en una oreja que los escucha y trata de asesorarlos"

"El principal problema es que estas comunidades están aisladas, lejos del tejido urbano

tradicional y eso encarece mucho que el Estado les pueda llevar el agua a sólo 100 personas.

Como son comunidades a las que les cuesta mucho visibilizar este problema, es difícil que les

lleguen las políticas públicas. Hay una falta de presencia del Estado porque no es políticamente

interesante y redituable en forma de votos directos", sostiene del Castillo, quien desde Agua y

Juventud se concentra en trabajar con las escuelas, centros neurálgicos de los parajes alejados.

Se diseñan los proyectos en forma modular: identificación del problema, contacto con la

comunidad y planteo de una posible solución. "Llevamos el agua a la escuela y la elevamos a

través de un tanque. Después la tratamos para purificarla. Una vez que terminamos esa segunda

etapa aprovechamos que el agua llegó a la escuela para hacer mejoras en el ámbito de la escuela

en temas de higiene o haciendo huertas orgánicas. Lo más importante es que trabajamos

siempre promoviendo la participación de la comunidad. La tercera etapa consiste en tratar de

distribuir el agua a toda la comunidad, bombeando el agua del colegio a las casas", dice del

Castillo.

¿Qué se puede hacer para mejorar el acceso al agua potable en todas las comunidades? Para

Julio Barea, de Greenpeace, lo más importante es mantener el suministro del agua en manos

públicas, racionalizar el uso del agua castigando los usos innecesarios de agua y premiando las

iniciativas encaminadas a racionalizar el uso del agua (regadíos, industria, abastecimiento

urbano). "En todos los casos es necesario realizar campañas de concientización para que todo el

mundo y los sectores que usan agua racionalicen y ahorren agua. También llevar a cabo buenas

prácticas que impidan la contaminación de la misma. Logrado esto es obligación de las

administraciones proporcionar agua en cantidad y calidad suficiente para el abastecimiento de

las poblaciones", concluye.

Más que una cuenta pendiente, una obligación moral. Los habitantes de la villa Rodrigo Bueno,

de Pampa del Zorro y otros tantos millones de argentinos esperan poder tener agua potable en

sus casas.

EL MAPA DE ACCESO AL AGUA El Movimiento Agua y Juventud desarrolló la plataforma Mapa del Agua, herramienta que

permitirá la sistematización de las condiciones de vida en comunidades y escuelas rurales

con el fin de intervenir en dichas realidades para garantizar el acceso a agua segura. Es la

primera plataforma virtual que permite mapear la situación real de acceso al agua en las

escuelas y comunidades rurales.

Sus objetivos son relevar y sistematizar la condición de las comunidades que se encuentran

en situación de vulnerabilidad hídrica; identificar los requerimientos técnico-económicos

para el desarrollo de proyectos de acceso al agua segura, y mostrar la evolución de los proyectos desarrollados en curso.

La plataforma permite visualizar la cantidad de escuelas rurales con o sin acceso al agua, la

cantidad de alumnos y familias beneficiarias y los proyectos desarrollados por tipo de obra.

www.mapadelagua.org .