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Índice Fragmentos de una novelita crítica (Grasso) La derecha borgeana o la puerilización de Pierre Menard (Moyano) ¡Ningún libro de poesía me gustará? (Dallatorre) Vidrio molido (Zalazar) Finca de Tomás Fadel (Arabena) Un día de José Bianchi (Taglia) Una lectura a estudio voyeur o esa sombra donde duerme Patricia Rodón (Rosales) Dossier Nación e imaginación: Cucurto y el “colectivo descontrolado” (1° parte) (Ortiz Bandes) www.revistalaleónidas.blogspot.com revistalaleonidasgmail.com Diseño y corrección: P.G. Idea editorial: P. A. Diseño virtual: P.G. Mza, 2012. Revista La Leónidas, nº2

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Índice

Fragmentos de una novelita crítica (Grasso)

La derecha borgeana o la puerilización de Pierre Menard (Moyano)

¡Ningún libro de poesía me gustará? (Dallatorre)

Vidrio molido (Zalazar)

Finca de Tomás Fadel (Arabena)

Un día de José Bianchi (Taglia)

Una lectura a estudio voyeur o esa sombra donde duerme Patricia Rodón (Rosales)

Dossier Nación e imaginación: Cucurto y el “colectivo

descontrolado” (1° parte) (Ortiz Bandes)

www.revistalaleónidas.blogspot.com

revistalaleonidasgmail.com

Diseño y corrección: P.G. Idea editorial: P. A. Diseño virtual: P.G.

Mza, 2012.

Revista La

Leónidas, nº2

Editorial

Fragmentos de una novelita crítica1

por Pablo Grasso

El crítico es un estratega en el campo de batalla.

Walter Benjamin,

La técnica del crítico en trece tesis.

Sentados en círculo bajo la parca irradiación de un foco de 45 watts, los hombres descansan tras una dura faena. En un rincón oscuro del cuarto, envuelto en papel de diario, yace el cuerpo sanguinolento de un libro. Por sus márgenes, a través de ciertos hematomas y cortes superficiales, puede divisarse (como si se tratara de una puntual estratigrafía) el discurrir de la literatura mendocina contemporánea.

Como en el mito griego de la castración uránica, las gotas de esa hemorragia, de ese flujo oscuro y de densidad siempre variable, caen hasta mezclarse con las infinitas inmundicias (semen, lágrimas, premios estatales) que pueblan el otrora impoluto suelo de la habitación.

Estamos en el Fin del Mundo, antes del Gran Estallido, en el Último Rincón Posible.2

1 Inédita. 2 La peste había arrasado con buena parte de la población cortando sus racimos

putrefactos. Sólo habían sobrevivido escasos núcleos habitados entre los cerros y más allá,

en el amplio desierto. La peste, ahora que lo pienso, contribuyó de manera sorpresiva con

nuestro trabajo. Los organismos encargados de la preservación de la Cultura, al verse

superados y agotadas finalmente sus instancias defensivas, se diluyeron de la noche a la

mañana. Bibliotecas, museos, librerías, archivos y las universidades fueron a partir de

entonces nuestro festivo coto de caza. (Recuerdo la larga lista de “elementos patógenos”

-así los llamábamos- empleados para hacer colapsar, en acciones espontáneas que ahora

nadie recuerda, el interior del Gran Mausoleo de las Ideas: ratas, gusanos, cucarachas,

vinchucas, arañas, culebras, perros sarnosos, fetos, excrementos, gatos en celo, gorriones

degollados [sin ojos, of course], termitas, hongos, alacranes, cactus, estampitas,

escapularios, cenizas, juguetes, banderines, fotos, alpargatas, huesos, desechos

recolectados en nuestras andanzas frenéticas por geriátricos, albergues transitorios,

* Dramatis personae

Humo. Cigarrillos. Botellas. Ladridos lejanos (¿a quién le ladrarán?).

La noche está poblada de pequeños incidentes sin relevancia. Autos que aceleran, disparos aislados, gritos perdidos. La habitación es un hueco tranquilo en medio de la oscuridad. Mirálo, parece un sacristán. Sí. ¿Y el otro? Baila sin meterse del todo en el asunto, perdiéndose en lo desértico. Eso dicen. Hizo del inodoro un trono y ahora lanza dicterios trasnochados. ¿Verdad? Es lo que todo el mundo comenta. ¡Cuidado que lleva un sable cargado de luz mala! […] ¿Venderá el Éxtasis en cómodas cuotas? ¿Sobrevivirá al estallido hormonal que la atraviesa? No lo sé, no está sola, ni perdida, ni hambrienta. Lleva una pesada mochila. A veces se detiene; otras, no. ¿Sueña?

* Contrainteligencia

Yo digo que él dice que aquellos dicen lo prácticamente dicho por todos.

Lo que demuestra, a la luz de ciertas constancias hermenéuticas que, en pleno vértigo circulatorio, en pleno furor proliferante de las doxas, los relatos emitidos por el Sistema Nervioso Central del Último Rincón Posible, son eso: una pura y contumaz nebulosa.

Leer los mensajes que emite el Último Rincón Posible, a un nivel estrictamente literario aunque sin descuidar el aspecto político, supone

boliches, estadios, bares, escuelas, comisarías, mataderos, comercios, wisquerías, jardines

maternales y demás dependencias del Estado; además de panfletos políticos

[ambidextros], diarios, revistas, diccionarios, enciclopedias, manuales, partituras,

ordenanzas, papers, reglamentos, expedientes, guías telefónicas, mapas, páginas de La

Biblia y El Corán, etc.)

entrar a giorno en el difuso terreno de las blasfemias, la mala leche y la erudición.

(Es por eso que estos hombres están muertos; nadie podría reclamar la estela deleble de unas sombras descolocadas.)

* El Escritor Local3 tiene una personalidad ciertamente sensible; por

eso –en función a ese dato anecdótico- sabemos que en algunas noches de luna llena, y si la situación así lo amerita, suele llorar. Y que esa reacción, por otra parte natural en un cuerpo joven (?), sano y voluntarioso, es la materia insustituible con la que está hecho el espesor4 de su obra.

Todo en un mismo y único movimiento, como enseña la práctica rigurosa de la caligrafía china. Todo de una vez y para siempre y sin mirar atrás –en eso consiste la eficacia de su método. Es por eso que el escritor de estos pagos traza desde muy temprano la que será, si el viento de la historia y su propia capacidad de adaptación al medio se lo permiten, la impronta de una economía futura, a cuyo rigor y criterio totalizador sacrificará el merecido fruto de su trabajo y la relativa verdad de sus ideales.

En fin.

* Ha visto a las mejores mentes de su generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas, arrastrándose por las alamedas al amanecer en busca de un colérico virulazo…

En la mente de Él las palabras circulan como fragmentos dispersos de un asteroide verbal, caído en algún lugar inhóspito –suponemos- del desierto lavallino. Es todo lo que puede llegar a saberse sobre tan mítico origen. Pero alcanza (y cómo) para suscitar la emergencia de una tradición propia (de puro arraigo telúrico o, por el contrario, conjeturalmente extraterrestre) y sentirse a la fuerza –y por la fuerza misma de esa poderosa definición- legitimado. A partir de ahí, a partir de

3 A partir de ahora: Él. 4 Gravedad como metástasis textual.

ese posicionamiento crucial en el organigrama cósmico, el Centro4 será el lugar elegido para llevar a cabo una serie de disputas simbólicas. (Y a ese horizonte agonal irán a morir, breves y melancólicas, las poluciones nocturnas de varias generaciones de autores.) Pasado el tiempo, nuestro héroe suplirá sus carencias afectivas, políticas y culturales, con el halo instrumental de la diplomacia. Será un hombre recto, adulto, sin resentimientos, que mirará su pasado sin mácula de nostalgia o pena. Habrá adquirido las mañas de un animal doméstico, agradecido de la vida y de las sólidas migajas que, con una premeditación rayana en la astucia, ha sabido recoger de su época.

É.L.

*

aquello que se creía perdido vuelve ahora a urgirnos como una oscura llamarada qué es lo que creímos esconder bajo el ropaje sencillo de nuestros gestos bajo el ala estúpida de los pensamientos aislados qué es lo que supimos leer sobre la superficie averiada de las cosas como si un rayo una satori fulminante y desdeñosa nos hubiera revelado algo un sentido una senda o una dirección confiable por la cual transitar a ciegas y sin brújula ni miedos qué sucedió después días meses años después para que reaccionáramos de tal forma (¡el horror! ¡el horror!) cierto que había que salir y vagar por las calles desmantelando el frente enemigo esconderse –dirías- entre la gris muchedumbre planificando nuestros tímidos atentados

* Lo consiguió en una mesa de saldos. Viejo, amarillento, con las marcas que el paso del tiempo imprime en todos los seres, vivos y no. Luego lo llevó al cuarto dejándolo abierto sobre la mesa de trabajo. Subió el

4 la Plaza Mayor, la Cátedra, el Medio, la Revista Independiente o el Blog Sumarísimo. (Persiste la opinión de que el Centro no existe y que su constante nominación en bares, celdas y redacciones sería el producto trasnochado de alguna primitiva mentalidad paranoica. Fieles de un culto incorpóreo, los habitantes del margen serían, desde este punto de vista, abstractacciones carentes de una identidad reconocible. So[m]bras nada más…)

volumen de la radio. Captó el leve vaivén sonoro de la Emisora Oficial. Constató la existencia de las herramientas necesarias; operó.

Sobó. Cortajeó. Perforó. Leyó; hizo crítica literaria y, ay, eyaculó.

*

Sobre la crítica literaria como canoping.5 Imaginemos un texto cualquiera al cual se le asigna, v. gr., el valor de un paisaje: un paisaje montañoso. Imaginemos asimismo una línea ficticia que atravesara de punta a punta (como un cable de acero) la totalidad de la página escrita. Imaginemos: lo que hay abajo, lo que hay arriba, lo que se escurre vertiginosamente a los costados... El crítico, suspendido de su arnés teórico, se desliza a la cuenta de tres... La sombra de su figura proyectada bajo el será el único testimonio de su paso fugaz por el texto.

*

y estaba sobre todo el asco la repugnancia el odio inflexible al protocolo intelectual al mandarinato servil de la época esa resistencia autodestructiva por otra parte tan previsible (siempre el envión la cornada fatal dirigida hacia lo mejor/peor de nosotros mismos) que nos llevaría días meses años después a morir encerrados en baños malolientes consumiéndonos en espasmos de éxtasis sin goce ni vértigo

* Dramatis personae

¿Por qué tan cristiano, tan oscuramente curial, el sur nuestro? ¿Por

qué tan austero? ¿Por fatalidad? ¿Por latitud? ¿Los “collones eternos”?6 En su tumba hay flores, flores secas. Las placas están de más; son

devoradas por el (lento) silencio villero.

5 Deporte extremo consistente en desplazarse de un árbol a otro (piénsese, por ejemplo, en la ecuación árbol = tradición literaria) a través de un cable de acero, con la ayuda de un arnés de cintura y una polea. Actualmente se ha extendido su práctica sobre distintos accidentes geográficos, en especial en aquellos particularmente sensibles a las prácticas predatorias humanas. 6 Ver Apéndice.

Pienso que ahí está el comienzo de todo, el origen íntimo de nuestro malestar. ¿El cinturón bíblico?... ¿El asteroide?... […] Reina en el agua pura y, ávida, no se mancha. Fue sin duda la impronta indubitable del video clip, su malogrado vértigo. ¡Les hacharon la mesita!

* La cotidianidad de un grupo de tareas no es fácil y suele producirse

todo tipo de roces. Nada se sabe: ni qué pasará mañana ni quién dejará –por muerte, enfermedad, premiación o fuga imprevista de alguno de sus integrantes- la muelle seguridad del aguantadero.

Es inherente a este tipo peculiar de ilegalidad la sensación7 de que se está parado la mayor parte del tiempo sobre terreno inestable (“en lo barroso” como dice, creyéndose muy culto, el chistoso de siempre). Y eso produce verdaderas sobredosis de nerviosismo, borbotones de ansiedad... Sucede que estos hombres (los Leónidos), además de pasarse muchas horas encerrados entre las cuatro paredes de una casa en un barrio periférico, consumen ingente cantidad de drogas: alucinan rizando el fragor del rizo.8 Con cada ingesta, con cada paquetito encontrado al azar, nace la maravilla: un texto cortajeado se vincula con otro manchado de vino u orina, el nombre de un autor murmurado por alguien que no pudo o no quiso llegar al baño –METELE TIZA- con otro citado por quien cree haber hablado pero no (todo esto sucede dentro del ámbito marginal de sus cráneos).

Así van, dueños de sí, tramando las hilachas afiligranadas de su conjura.

*

Los muros de la habitación están forrados con cientos de vestigios de la cultura escrita (importan las fechas, las genealogías, los contextos, las fuentes; importan las diferentes estéticas en pugna). Sobre la pared que da unos los cerros nevados y con una caligrafía algo titubeante, alguien escribió:

7 facciones neorrománticas en el seno del grupo así lo atestiguan (en verdad les choca llamar “cárcel del pueblo” a un viejo arcón oxidado). 8 Salomé, Carlos. Mágnum, Bs. AS., Ocnos, p. 93.

PROMOVER UNA REVOLUCIÓN QUE DERRIBE EL MONOPOLIO

DE LA LITERATURA LOCAL/ UTILIZAREMOS PARA ELLO A AUTORES QUE CARGUEN EN SI LA SUPREMA IMPIEDAD DEL

RESENTIMIENTO Y LA PARANOIA/ ASQUEADOS POR LAS CONDICIONES DE UNA ÉPOCA INFAME, ÉSTOS HABRAN DE

ENTRAR A SACO EN EL PALACIO DE ¿INVIERNO? PROCLAMANDO A LOS CUATRO RUMBOS CONSIGNAS QUE RESONARÁN COMO

GRITOS DE COMBATE/

* Los hechos

Hubo un verdadero trabajo de inteligencia. Se planeó la acción en

tres partes bien diferenciadas. Primero: observación directa del material. Segundo: secuestro. Tercero: huida.

Hubo también especial cuidado de no dejar huellas. Entonces borramos las marcas, los posibles elementos incriminantes. Y nadie dijo nada. La prensa no dijo nada. La televisión no dijo nada. Los intelectuales

estaban en otra. Dormían de cara al sol. Las redes sociales, antes tan alertas y en pie de guerra contra

cualquier forma de injusticia, continuaron con su particular atonía, desentendiéndose del asunto.

Sólo son libros, dijeron. Papeluchos de una pobre feria, dijeron. Mientras los novelistas miraban el techo. Mientras los cuentistas miraban el suelo. Mientras los poetas miraban un objeto (un jarrón) al cual no podían

(ni querían) definir. El grupo avanzó como un virus programado para aprovechar las

condiciones de una época desatenta. Se leyeron detenidamente los informes, las propuestas

metodológicas, las estrategias a seguir. Y el trabajo se hizo. Limpiamente y hasta con una inusitada

delicadeza. Fue una acción directa. Luego, dos días después del último operativo, el cuarto de la vivienda

del barrio periférico se llenó de ruido. El humo desdoblaba confusamente

las perspectivas. Todo formaba parte de un tópico contracultural al cual creíamos pertenecer. Éramos los continuadores, los epígonos de una larga y alucinante tradición de cuyos padres fundadores solíamos olvidarnos con demasiada frecuencia.

Sin embargo la cocaína existía (de hecho, la fraccionábamos utilizando nuestros propios panfletos).

La marihuana existía. La ketamina llegó a ser una realidad tangible.9 El alcohol garantizaba cierto grado de lucidez. El alcohol era una

brújula. Una boya imprescindible colgando del horizonte. Nadie dijo: está mal lo que hacemos. Nadie dijo: no tiene sentido, es absurdo… Nadie preguntó: ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Con qué objetivo? Pero siempre es poco. A decir verdad, todo nos resulta poco

últimamente. Hay que esmerarse más, salir de la modorra. Planificar el próximo golpe. Hacer sobre la pared desnuda tantos

cálculos como sean necesarios. Ordenar el cuarto de trabajo. Recoger las herramientas. Levantar los pedazos. Desaparecerlos.10

9 El primer mártir del grupo quedó atrapado en el interior de un Hoyo K. Sirva este pie de

página a modo de sentido homenaje. 10 El futuro:

No voy a mentir (¿quién habla cuando habla?). No voy a seguir con el plan

prefijado. Olvidar y proseguir. Recolectar y quemar. Leer y acumular. Rápido. Se acaba el

tiempo. Mi salud está que arde. Es la fiebre de la peste y el color dorado que todo lo tiñe y

desdibuja. Mis pies. Mis dedos. Mi pene es un arbusto lleno de vida. Amén. El aguantadero

ahora es mi tumba, mi mausoleo privado. (¿A quiénes le ladrarán?) Una pirámide negra

erigida a modo de homenaje por mis súbditos barriales, quienes, humildemente y sin que se

los pida, se desnudan y abren sus nalgas para que yo, rey de este infierno, me vacíe... ¡Qué

más puedo hacer! Horror de haber nacido hombre y de haber respirado el aire del mundo

como una esponja obsesiva…Horror de haber perdurado aunque sea por un solo minuto en

la memoria percudida de seres tan inmundos como yo. Asco y bardeo sobre toda la

humanidad.

Apéndice

Los collones eternos 11 I

lelo litio lameculos a lamidos limpios linajudos

inaugurando piezas por- centuales

en plan panorámico (editado) panóptico acanalado

dentre la siembra serviles sanadores

de cuyo seno separábanse luengas

lágrimas alegres alertas siempre siempre

como la almohada roída de ya no ver verse la en-

trepierna en globosos glúteos gobelinos

entonces de escritores sureros sin suerte

apergaminados por pliegues académicos

o formales hallazgos de la uretra

en redacciones cada vez más pulpas

enormesdeformes omisiones

del pasado atroz benedictino

a diario lémures floridos despe- lotados

en la estatal covacha

11 Salomé, Carlos. Opus cit.

que estambran superficies mediáticas

sin paz ni tino ni

justicia pente costal del niño rubio amorado

/un puntazo/ nunca adosado a la martingala

furiosa decadente que

o simulase o gira a grados menta/mente

oh suplicio mayor meta- lúrgico artesanal

de lamas manyando en el cafetal de la hosca carbónica

lumínica ambrosía popular

y lo que dícese por amorío turbio apijado

en ese rincón ahumado qué fumo enervante plagiara

en zoco ritual de extrarradio? como si la carcajada

mayor ubicua de todas las zalemas posibles

terminar pudiera con la cultura curvada

del círculo de acequia encendida

en el empeine que entre- ve esa posibilidad de la retina rancia

antojolizada raudamente rígida de bombar-

dearse mutuamente las quijadas

II

persiguiendo el estilo que ayer nomás

royeran en esa escapada furiosa drogada diagonal

a Oriente horizontalmente encendido

como la paz que no lle- gara enyugada

por silabáricas meretrices pautadas radiando

una tuca de contemporaneidad

perdedora predecible pero jamás

nunca desaguada ni vertida

que los poetas (escriben)

sobre poetas ahí nomás

en el salitre ambiguo mal lenguado que lamióse

solo solísimo por años ciego

los huesos de Lorenzo

cual exvoto axial de una futura Cruzada

III

para exportar perdedoras

deshechas ideaciones envueltas en radiaciones

elucubradas en un sur crístico

homeopático que en arenales

desiertos metafísicas

verdades regalara cuarenta

eternidades sin baluarte eyaculan

la limpia vox del pueta

2001

La derecha borgeana

o la puerilización de Pierre Menard por Gastón Moyano

Este artículo, aclaro, no es una crítica orientada a la obra borgeana

que siempre me ha parecido monstruosa por su mágica variedad. Tampoco va dirigido contra algún grupete de derecha que aún levanta la obra de Borges como pabellón poético. ¡No! La gracia de esta lecturilla, queridísimos botelleros, amadísimos cuchilleros, amabilísimos delincuentes, porque es a ustedes a quienes consagro los frutos finales de esta cosecha1, no es otra que la de desmenuzar Los falsificadores de Borgesde Jaime Correas, conocido paladín del periodismo local crudo y aburrido...

La gracia de esta lecturilla, decía, mis excelcísimos borrachines, etc., es ¡la desnudez! ¡Sí!... La limpia, clara y desagradable desnudez... Desnudez que en el caso de un ser humano está compuesta por pelos, grasitud, piel, pellejos, granos, impurezas y demás imperfecciones que hacen a toda desnudez humana… Los proyectos y las obras del ser humano muestran, al desnudarlos, también las mismas imperfecciones… Pueden llegar a ser tan feas como el peor de los cuerpos palpitantes… En las obras literarias de las desamparadas criaturas no habrá pelos, pero sí palabras superfluas, altisonantes, solemnes y ridículas… Vamos a desnudar esta novelilla que, en su intento de legitimizarse como una parte del tejido ficcional del genial Georgy, acaba por puerilizarlo.2

Esta novelita se conecta con Las traiciones de la memoria de Héctor Abad Faciolince, donde un muchachote colombiano trata de determinar la autenticidad de unos sonetos inéditos de Borges hallados en el bolsillo del cadáver paterno… Héctor Abad padre era un médico de la ONU, próspero y bien alimentado, enemigo declarado del desorden político y la guerrilla… ¡Y hay que ver cómo los paramilitares colombianos a tiros de pistola tiñen de sangre la impecable y blanca camisuli del bueno del doctor!...

Finalmente, el hijo escribe un libro afirmando la autenticidad de dichos sonetos. Tal afirmación lo hace entrar en controversia con un gordo y lujurioso escritor llamado Harold Alvarado Tenorio. Luego, Abad

1 borgeana 2 Esta trama escrita de forma impecable (?) suena más a jugarreta editorial destinada a

elevar ventas o promocionar no se sabe bien qué.

Faciolince se comunica con Correas vía teléfono… Así entra en escena nuestro paladín quien, por cierto, hace de ilota del primer amador de Borges (el ya aludido Abad Faciolince).

Desde ese momento, los sonetos borgeanos se enturbian perdiéndose en un ir y venir exasperante.3 Todo esto intercalado con una hermosa exhibición varonil de anécdotas igualmente varoniles y poéticas… Como aquella que narra las andanzas de unos muchachotes mendocinos en un Congreso de Literatura en San Juan… donde logran escandalizar a los académicos que, a su vez, tenían que honrar con otro doctorado al fallecido en Ginebra… Esos letrados por la universidad local… esos poetas universitarios viajando frenéticos a San Juan... ¡poetizando en el medio del camino dentro de una destartalada camioneta que, obviamente, conducía Correas!... El argumento de la novela se agota en un adormecedor viaje través de Internet... Surgen una serie de personajes anónimos de las entrañas de Mendoza: un librero gordo, evanescente y judío, don Coco con sus verduleros “amistosos” instalados en la entrada de su casa, familias ricas y oli(garcas) de la más alta alcurnia mendocina… Personajes compuestos con los colores más burdos que podrían imaginarse… Además de lugares como un laberinto construido en San Rafael y en donde presumiblemente se encuentra la verdad oculta de los sonetos del autor de El aleph… Y ciudades de nombres célebres y rimbombantes como París, Bogotá, Buenos Aires, Medellín… ¡Sin olvidarse de la omnipresente New York! La novela de Jaime Correas es una perezosa carrera narrativa que nada tiene que ver con la carrera de Aquiles y la tortuga… ¿Hay espacio, se preguntará el lector de este artículo, para la introspección filosófica

3 Por ejemplo, en la primera parte los alegres jovenzuelos llegan bajo el ala de Juarroz al

encuentro académico sanjuanino. Correas propone a sus condiscípulos publicar poemas

anónimos: “fue entonces antes de volver de las agitadas sesiones del encuentro académico

cuando les propuse a los demás, lo recuerdo con precisión aunque otros detalles se han

borrado, publicar nuestros poemas sin firma, en forma anónima. Nosotros mismos

pugnábamos un interés puro por la poesía […]. Sentíamos desazón al comprobar el peso

asfixiante de la crítica literaria en la universidad sobre la propia creación literaria. Esa

primera chispa encendió el fuego de la polémica y Juarroz contó en la principal mesa

redonda del congreso su experiencia con un grupo de alumnos atribulados por sus cuitas

estudiantiles. Ésos éramos nosotros, que revolvíamos orgullosos en nuestras butacas del

teatro Sarmiento escuchándolo. Relató nuestro malestar […] Hubo tumultos, gritos y

hasta acusaciones radiales de que un grupo izquierdista había intentado copar el

congreso, en una insólita cadena de disparates mediáticos.”

planteada por aquel discípulo de Schopenhauer en esa prosa derechista tan mal disimulada?... ¡¡No!!... He tratado de pintar con alegres y beatíficos colores aunque con torpe pincel, para regocijo de ustedes mis amadísimos botelleros, mis queridísimos cuchilleros, mis graciosísimos borrachines… Arrojo el guante de seda contra todos los cachetes literarios… ¿Quién lo recogerá?...

¡Ningún libro de poesía me gustará? por Gabriel Dalla Torre

Virgen aunque violada1 es en principio un libro para colorear. Me

seduce ese objeto. Los dibujos del autor son especiales para pintar con fibras o crayones, pero no hay mucho para pintar, hay más espacio para dibujar y eso está bueno también, los espacios. Adentro dice que se trata de un libro de poesía argentina.

Entre el origen y el final siempre prefiero el origen. Primeras palabras de VAV: viste con qué tranquilidad escuchan los

demás tu tema favorito? Tiempos de posteos, heredera del bobbyflorismo de los ´90 la segunda persona marca el pulso de muchas voces hoy. Esa segunda persona canchera y monocorde, falsa interpelación. Entre las dos formas de ruptura que conozco prefiero el alejamiento, porque el exceso de proximidad siempre quema y sólo puede tener lugar bajo la forma de simulación. La segunda persona es el intento por alcanzar un exceso de proximidad, que traspasa el cuerpo como un fantasma.

Con la poesía ocurre lo mismo que con los acontecimientos históricos: se presentan una primera vez en nuestra vida como acontecimiento y tienen derecho a una segunda existencia como farsa.

Voy a interpretar un libro de poemas. También podría escribir o interpretar un partido de fútbol. Un libro de poesía o un partido de fútbol me dan exactamente lo mismo. Ambas artes o crafts me resultan indiferentes. No se nada sobre poesía. Virgen aunque violada. ¿Se trata –como todo hoy- de crear imágenes? ¿Se trata de complejizar los símbolos o de llevarlos a un nivel biográfico?

Un buen DJ no es el que me puede hacer llorar/ Un buen DJ es el que me dice qué quiero escuchar. ¿El DJ es símbolo de algo o simplemente estamos ante un personaje que se describe a sí mismo? Un universo de Adolescencias raras, de ser uno mismo, de ser distinto a los demás, este soy yo, esto hago. ¿Qué significa su propio libro para el poeta hoy (cuando puede escribir con aerosol en las paredes, en la virtualidad, cuando puede ser leído en nuevos idiomas)?

No hay verdades absolutas/ pero las hay irrefutables/ y si no comieras carne te haría el amor. ¿No es la verdad algo de lo que ya nos desprendimos? ¿O yo soy viejo? ¿Se escucha algo más claro/ Que el clamor de lo mundano?/ ¿Entonces por que no bailas, culiado? ¿En serio, culiado? ¿Puedo poner la palabra fotosíntesis en un poema?

1 Gavril Alone, Virgen aunque violada, Bs. As.: Nulú Bonsái, 2010.

¿Somos capaces de disfrutar de la poesía como antes? Ya no disfrutamos de la apariencia ni de la razón, ¿aún nos conmueven los poemas? ¿Es la última forma de ocio que encuentran los talentosos eremitas, los que están más allá del blanco y del negro?

Merece la poesía una reformulación estructural de género, una evolución frente a las nuevas formas de escritura como TW. Este poema publicado en papel en VAV: Tu y yo/ sin la y que nos separa/ sería tuyo. ¿Es un twit mediocre, es un espléndido poema, es un grafitti más? Virgen aunque violada no es un símbolo de nada, en la contratapa: VAV habla de una chica que ha sido violada por el ano, en tanto conserva su himen sano. Relata el suceso de un jarrón que se cae, se rompe y es arreglado.

He sido tan maleducado (y el término maleducado trasciende a la mala educación, ¿cierto?) en términos poéticos. ¿Es ella un jarrón roto que vuelve a ser virgen al final?

Ha caído el signo en desuso, ¿la poesía ha caído en desuso también? Igual que el proletariado, la dialéctica y el inconsciente, conceptos que ni siquiera llegaron a ver el año 2000.

Yo, de poesía, nada.

Vidrio molido por Tony Zalazar

Al leer Vidrio Molido1 en la portada de este lindo librito malicié que

se trataba de un poeta insidioso, de esos que muelen palabras y las esparcen y encubren en la pulpa del poema para que una vez ingerido haga estragos en el interior del lector, cortando los signos vitales de su razón cartesiana y produciendo una agonía patética. Encantador título, me dije y me dispuse a tragar el libro en digna actitud suicida.

Que corte o incomode es una fuerza que busco en la poesía. Mas luego de ingerir sus 20 poemas, que me resultaron breves, filosos y casi transparentes -capaces de cortar las venas del tedio y de abrir como sonrisas cicatrices en la carne-, las acechanzas intuidas no fueron las previstas; el vidrio molido del título no se refería al método cruel con que vecinos asesinan mascotas de vecinos rebozando la carne con vidrio curuvica, sino a otro método cruel-persuasivo -más político, más social-, el de coronar muros con culos de botellas, vasos rotos y demás, que impiden el salto de los románticos vividores del antes o el avance sobre la propiedad privada. Esto es lo bueno de intuir poéticas a partir del título: liberar prejuicios y cortarlos con la experiencia del sentido que sugiere el autor. Lo que era acechanza, con el correr de los poemas y el fluir de su humor irónico y tierno se transformó, y los textos demostraron que Gabriel no sólo acecha sino que también hace chanzas, poemas como chanzas certeras e inteligentes.

Este poeta se para sobre el límite –poesía en la medianera- y descalzo hace equilibrio en ese erizado muro de vidrio molido, transitándolo con actitud temeraria vincula ambos lados de la divisoria. Se para sobre el límite y separa experiencias para luego ponerlas en diálogo, va y viene sobre la línea oscura que se forma en el pecho del libro abierto y desde ahí otea al vecino y también a su interior: el pasado El Poeta y el futuro, el afuera El Poeta y el adentro; tiempo y distancia, fenómenos que la poesía conjura desde siempre, y que Gabriel reescribe en Vidrio molido para repasar sus relaciones familiares, amorosas y sociales. El poeta está entre el gato y el perro, el hijo y el padre, el amor y el desamor, la destrucción y la reconstrucción, se para en medio de estas experiencias y las proyecta con una potencia visual permanente: poesía visual o caligramas que estallan los sentidos de la palabra, imágenes que de inmediato acuden a la retina y quedan boyando hasta hundirnos en un

1 Gabriel Jiménez, Vidrio molido, Mza.: Carbónico ediciones, 2009.

pensamiento profundo y destellante, el de la poesía: cucarachas patasarriba como aleph, perro de basura/ lleva bolsa rota/ entre dientes callejeros o frases antológicas que debieran pintar en los muros de la ciudad: sos como el pan de ayer/ todavía creo que tenés posibilidad. Gabriel se nos muestra ahí, parado en la medianera de la vida, mediando la lógica del dolor con los desbarajustes del corazón, reviviendo el consejo del Leónidas Escudero que dice Si te hiere un amor agudizá la herida/ con vinagre, sal, vidrio molido, algo/ que aumente la importancia de tu dolor./ Las penas mediocres no hacen huellas en la historia/ como decir un callo te molesta,/ un piojo te habita o cosas menores propias/ de la mezquindad. Y Gabriel no se nos mezquina y lo tenemos ahí, aquí, en vidrio molido, entregándose alegremente al destino que nos despedaza: y/ mu/ rió.

Finca de Tomás Fadel por Pablo Arabena

Las impresiones de un joven poeta sobre su imagen en la distancia y

en el tiempo, unas distancias y unos tiempos alterados, superpuestos, en la actividad poética de un espíritu semi-científico y semi-supersticioso. Esto es lo que a mi entender ha logrado Tomás Fadel en su poema Finca1, publicado por la colección editorial Chapita, 23 de septiembre 2011; Buenos Aires, probablemente en el Once.

Una sensibilidad súper activada por una multiplicidad de estímulos poéticos, ha dejado ha Tomás entre una lucha de diversas voces que pugnan por apoderarse de él.

Pero Tomás es joven y es prudente. En esa peligrosidad de perder su propia imagen, sólo se deja asistir por las voces para nombrar su entorno, como instrumentos de exploración, y para mirarse así mismo desde afuera: no deja que las voces se metan dentro de él. Es la persona indicada para hacer ese tipo de viajes, para dejar por escrito esa experiencia de registro.

…Y si estuviese muy equivocado, y todas estas elucubraciones fuesen solamente producto de la marihuana, habría algo más que decir sobre el poderío bélico de las diversas voces: habría que decir que aunque intentasen entrar en el poeta, no tendrían lugar. Existe algo muy propio y único en el poema de Fadel, y es eso mismo lo que ocupa el lugar disolviendo la pugna de las voces externas. Y qué es eso que ha logrado algo tan extraordinario: El miedo y el Amor. Un amor a lo Whitman, y un miedo a lo Edgar Allan Poe.

Amor: La miré se espanta las moscas que pululan sobre las ancas firmes Su boca mastica pasto seco se abre un poco y mea hace un pozo en la tierra seca que ahora es barro nitrógeno nitrógeno nitrógeno

1 Tomás Fadel, Finca, Bs.As, Colección Chapita, 2011.

Temor: Llego a la casa me bajo y activo la alarma entro, prendo las luces, pongo música tengo miedo tengo miedo del jinete el jinete no existe, me repito no existe

Estas dos substancias de su sensibilidad son manipuladas con los instrumentos de su indagación poética. Pero de pronto podemos llegar a sentir una ausencia total de esas dos cosas. Entonces qué sucede. Es como si fuésemos caminando a su lado, en una especie de visita planetaria, somos guiados por la finca, en un ensueño que por momentos deriva en el mar. Y nos encontramos viendo una imagen documental sub oceánica: Documental:

En el fondo del océano la capa abisal se recubre de bichos de colores Ahí si que no hay comida ni luz si no hay luz, no hay fotosíntesis si no hay fotosíntesis, no hay producción de oxígeno a través de dióxido de carbono, que tampoco hay el único oxígeno es la O del H2O Sin embargo hay vida cerca de las fuentes hidrotermales ahí el magma que corre a seis mil metros bajo el nivel del mar da calor al agua Las mictofidáseas prenden su lucecita iluminan para ver si un pez afortunado deja caer alguna miga

la gravedad les lleva algunas sobras y de eso viven esperando en la oscuridad la comida vomitada de otro pez Los peces grandes mueren quedan panza arriba en el medio del océano Los primeros carroñeros rompen la quilla caudal, la panza y por decantación bajan algunas escamas, algún órgano vital Mientras la micto come el fotósforo titila

Un documental semi-científico con imágenes expresionistas. Pero a la

vez también ha introducido una imagen alucinatoria, a una tradición de poemas telúricos, escritos por los propietarios de las tierras. De ser así, en verdad, estaría asociado a una tradición telúrica por una sola cosa, el Mito del Jinete.

Mito:

El jinete colabora con la labor nocturna de hacer crecer las plantas sanas y fuertes La protección creada por este mito es la magia del arroyo las tunas Su capa y su herencia medieval recorren los arados don Sandoval lo ve, se queda loco sobre el tractor del juan cuando el jinete negro cruza su aparato nocturno que sulfura la madrugada Junto al temor, el mito, atraviesa hasta las estructuras semi-

científicas del poema:

Abajo del puente hay un auto oxidado por la corriente Entre la palanca de cambios y el freno de mano

la espuma cuántica produce una turbulencia en el tejido espacio temporal generadora de oxígeno, por lo tanto burbujas El jinete rompe las burbujas

Y por momentos vemos también la reconciliación de las fuerzas en

un amor de residuo estelar:

La mañana nueva está nublada y el verde brilla reflejado en el gris de las nubes que traen polvo solar y rayos cósmicos

Detrás de las palabras clorofila, peronóspora, cloroplasto, botritis,

fotosíntesis, hidrotermales, fotósforo, mictofidáseas, dióxido y oxígeno se cruza la vida de los seres como la yegua, el sapo, los obreros, el tero, la tijereta, el aguilucho, el gorrión, el zorro, la víbora, la liebre, la isoca, los perros, los sauces, los álamos, las montañas. Creí ver encendidos, tras el tejido del poema, en un radiante temblor, al miedo y al amor. Sin embargo, acercándonos hacia el final, surgen unos versos extraños, escépticos tal vez, pero de una determinante digresión teológica:

Los bodhisattvas salvan a los chinos Khrishna a los hindúes Jesucristo a los cristianos Los bodhisattvas no existen Khrishna tampoco Jesucristo menos La salvación es impensable El jinete no existe El jinete no viene a salvarnos La salvación es inmanente

Finca, como habíamos dicho, es un poema de exploración asistido de

diferentes voces controladas por una sensibilidad que abre el juego más allá de un mero recuerdo (registro) de provincia. Puede que sea un poema de indagación físico cuántico; puede que sea un extrañísimo poema rural; o un poema de consejos para la producción, en definitivas, es uno de esos poemas cargados de sentidos donde el poeta ha manipulado con prudencia el poderío bélico de las voces en los versos, y

sobre todo ha tenido la delicadeza de abandonar el poema, de salirse de él.

Salgo a caminar por la nieve fría con los pies mojados La tela de los bolsillos tiene bolitas de algodón Las plantas raquíticas y marrones esperan nevadas la llegada de la primavera las hojas, las flores, las frutas esperan flacas y quietas mientras pasa el invierno.

Corredor del oeste

Invierno 2012

Un día de José Bianchi por Sergio Taglia

El libro Un día1 de José Bianchi fue impreso por carbónico ediciones,

de Mendoza, Argentina, en el año 2011. Este es el primer libro o la primera impresión del autor. De tapas amarillas con una foto de José de San Martín, el libro tiene una cita en la primera página: “Sólo los tontos querrían evitar ser su canto”. No se sabe de quién es la cita porque no está firmada, pero ella pinta bastante bien el temperamento de José Bianchi. El asume que lo que alguien escribe tiene que estar en concordancia con su manera de vivir. Así son los poemas del libro; ingenuos en gran parte, lúcidos en otras pocas

Los poetas tienen ideas originales y sobre ellas, que suelen ser muy pocas, unas diez como mucho, construyen su mundo particular. Este mundo está hecho de palabras. Venidas de cualquier idioma. Pero si no tienen esas ideas originales, entonces tratan de escribirlas de forma única y personal. Los poetas conocen muy bien los diccionarios. Son sus fanáticos usuarios. Ellos quieren conocer la lengua, quieren manejar con fluidez el lenguaje y si es posible, romper la sintaxis. Saben que comprender el lenguaje ayuda a organizar las reflexiones. Miren, ahí va un poeta que piensa claramente. José Bianchi va en ese camino. Todavía no lo logra, pero ya encontró la huella.

Quisiera desarrollar ciertos aspectos que tienen que ver con la escritura y que surgieron a partir de la lectura de este libro de poemas. Estos aspectos son: 1- El uso del diccionario. 2- El anacronismo de ciertas palabras o expresiones. 3- La ambigüedad. 4- El respeto o la ruptura de la sintaxis. 5- El humor. 6- Lo que se debe saber callar.

Pero antes quiero compartir unas palabras de Pessoa a propósito de los poetas y la poesía: “El poeta superior dice lo que efectivamente siente. El poeta medio dice lo que decide sentir. El poeta inferior dice lo que cree que debe sentir”.2

Suponiendo que la cita de la primera página pertenezca a José, podría decir que en ella él logra expresar lo que efectivamente siente. Es una idea un poco trillada ¿no?, pero me parece que tiene su valor. Todas las ideas esconden algo obvio.

1 José Bianchi, Un día, Mza. Carbónico Ediciones, 2011. 2 Fernando Pessoa, Crítica: ensayos, artículos y entrevistas, Barcelona, Ed. Acantilado, 2003.

1- Uso del diccionario: José Bianchi no usa demasiado el

diccionario. Si lo hiciera no diría que mira “al presente convertirse silenciosa, inevitablemente, en pasado”. Porque el paso silencioso e inevitable del tiempo es su cualidad, su propiedad esencial. Si José hubiera pensado esto o lo hubiera corregido, hubiera escrito otra cosa. Le hubiera agregado al tiempo dos adjetivos sorprendentes, dos adjetivos que no tuvieran mucho que ver con él, o no le hubiera agregado adjetivos. Para esto lo hubiera ayudado el uso del diccionario, sobretodo, de un diccionario de sinónimos y antónimos.

Pero no todo se aprende consultando los diccionarios. El lo sabe. Ahí está la cita del principio del libro. El diccionario sólo puede ayudar. A no repetir palabras, por ejemplo.

Hay algunos versos del libro que me gustaron: “Los autos soportan como yo, la vida en el aire sucio” (Mediodía). “De nada sirve guardarse nada: el mar, tarde o temprano, vomita sobre la arena, los cadáveres, de sus muertos” (La soledad del silencio).

2- Anacronismo de ciertas palabras o expresiones: José Bianchi

escribe de una manera tradicional, como se escribía en la década del ’60. Esto no es ni un defecto ni una virtud. Pero pareciera que él quiere ser un poeta moderno. Intenta romper con la forma del poema, quiere ser novedoso. Lo que expresa es antiguo, los temas que trata también lo son. Sin embargo, tiene algo muy valioso: es honesto. No trata de disfrazar lo que piensa. Es sólo que cree que los lectores no lo van a entender. Entonces usa demasiadas palabras, quiere ser didáctico. Debería aceptar que el pensamiento y lo que se siente al pensar es algo conciso, claro y directo. Que él es honesto lo demuestra el hecho de que no usa palabras anacrónicas. Creo que lo anacrónico en él es el conjunto de lo que dice y su forma de expresarlo.

Todo esto lo puede corregir. Ahí está lo bueno. Lo que no se puede corregir es lo otro, el querer engañar al que lee sólo porque no se tiene nada para decir. Puede que José haya visto la marca del zapato en la vereda y quiera ponerse los lentes infrarrojos que usa San Martín en la tapa de su libro.

3- Ambigüedad: Así como José tiene miedo de que no lo entiendan,

un miedo adolescente, también teme ser ambiguo. Los dos temores se relacionan. Lo propio de un mal pedagogo es su falta de respeto por los alumnos. Lo propio de un escritor que comienza es creer que debe enseñar algo.

En el poema Una vez, de la página 5, hay un ejemplo de este temor a ser ambiguo. José tiene que aclarar todo: “Era de tarde, se sentó junto a mí, en la parada del micro, era una mujer, habremos intercambiado, quizás, un par de palabras, sobre alguna que otra, injusticia en el mundo…”.

El nos dice que era de tarde, que era una mujer, que quizás hablaron poco, pero que seguro hablaron de injusticias. Todo son temores a que entendamos que era de mañana, que con quien hablaba era con un hombre, que seguro hablaron sin hablar, sin interesarse por lo que la otra persona decía, que él entiende que hay injusticias en el mundo, pero que no les presta demasiada atención.

Seguramente fue una mujer con quien habló, me doy cuenta después, al seguir el poema, que es un ella y no un él, pero a quién puede interesarle todo esto, si ocurrió así o no.

Este es un pequeño ejemplo, pero puede aplicarse a todos los versos y a todos los poetas. A veces alguien que escribe no se da cuenta que está siendo poco ambiguo.

La ambigüedad desarrolla la inteligencia del lector. 4- Respeto y ruptura de la sintaxis: Esto se relaciona con el primer

punto, con el uso que puede hacerse del diccionario. Para romper la sintaxis uno tiene que aprender a usarla. José dice en el comienzo del poema La soledad del silencio de la página 20: “Los sentimientos es, como cuando, nos damos cuenta, que está empezando a llover, y se despierta, en nuestro pecho, un niño…”

El hecho de decir los sentimientos fue lo que más me enojó inmediatamente del poema y del libro. Pero después me di cuenta que todo esto se podría haber evitado, no diciendo los sentimientos son, que también suena feo, sino empezando el poema directamente: “Está empezando a llover o empieza a llover, y se despierta en nuestro pecho…”. Lo demás está precisamente de más x D+. Uno entiende que está hablando de un sentimiento que se despierta cuando empieza a llover. Esto se relaciona con lo que ya dije sobre el temor de José a no ser entendido y su inconsciencia de que es mejor ser ambiguo.

La ruptura de la sintaxis tiene que tener una función clara. En este caso no nos ayuda a desarrollar ninguna cuestión, no nos ayuda a resolver ningún problema y nuestra existencia como lectores se empobrece.

5- Humor: El humor es indispensable en los poemas. Cuando uno es

ambiguo inmediatamente comienza a agregarle humor a lo que escribe, porque precisamente no se preocupa de más por lo que puedan

interpretar los lectores, sino que disfruta dejándolos libres para interpretar lo que quieran; es un gesto de respeto por la libertad. Pero quizás el humor sea lo más difícil de conseguir para un escritor. Hay muchos poetas con humor. Parra, Beckett, Villon. Hay muchos poetas que tratan sus temas seriamente pero que en el fondo nos hacen dar una carcajada, nos hacen felices. Hay que leer a Rodrigo Lira.

6- Lo que se debe saber callar: No voy a decir nada sobre esto.

una lectura a estudio voyeur o esa sombra donde

duerme Patricia Rodón por Claudio Rosales

Then the theatre was changed

To something else. Its past was a

souvenir.

Wallace Stevens,

of the modern poetry. escrito bajo la luz global neoliberal, justo en el cambio de siglo, en un país sudamericano arrasado por la desocupación laboral; saqueos, piquetes, muertos por la policía, miseria hacia la población; y donde la clase media aguzó la moralina sobre la seguridad. junto al retraso cultural de una ciudad de provincia latinoamericana (sumamente reaccionaria desde sus orígenes) las clases dominantes (poseedoras de los medios de comunicación) propiciaron el consumo tilingo; que en lo cultural vio el cierre de suplementos culturales y la rostreada de artistas que parecían contentísimos de aparecer en las páginas donde estrictamente se retrataba “la sociedad”. premiado por el organismo de cultura del estado con el premio vendimia de poesía 2001, estudio voyeur de P. R. (Mza.; 1961) fue editado por e. c. m. en el año 2002. en fin: nada de lo anterior es reflejado en el libro. se dice que para ser periodista basta con leer y escribir; P. R. trabajó escribiendo en los diarios (1) durante el menemato, cuando la poesía (para esto es que existe) fue un reservorio (aún hoy la poesía se aleja de los mercados y acampa en los márgenes del discurso cultural) para la resistencia, la libertad y la memoria. P.R. desde allí no sólo presenció que una mentalidad doblegada por normas falsas se derrumbaba en el terreno de las prácticas sociales, sino también en el de la belleza (que sólo banca a la poesía). es más: lo propició y cantó de esta manera: el resplandor que sale de la voz de los cantantes la confusión del adn de los muertos la canción de una niña a su muñeca los poemas que se llevan como amuletos las cosas que se mueven en el final del viento la asamblea que discute en el insomnio...(2)

o: palabras otra vez pero todo a cambiado (3) P.R. antojada de ir más allá, de allanar con la poesía la frontera de lo conservado: no intuía; experimentaba. para esto le servía todo un palo de la música: el rock. se escapaba del tango. la diferencia de P. R. con respecto a poetas de su generación y de esta ciudad, que entre apolíneos e intimistas sólo descansan en Juarróz-Ramponi-Molina, está en reconocer que su yeite moderno, de video-clip-barroco en el contenido, y discursivo, de sello neorromántico en la forma, había sido superado. en una nota advierte que “estudio voyeur” es más sintético…. más preciso en el lenguaje, más escueto en la cantidad de imágenes (4) vemos cómo esa síntesis de la acción poética de P. R. es equivalente a pasar cintas de video a cd.; o dicho de otro modo: cómo los poemas de la parte dos del libro (titulados: “la última romántica”), de clarísima impronta pizarnikeana, adscriben a su declaración. me izo como una bandera de seda. (5) muy lentamente los días no pasaron pero pasaron tantas cosas. (6)

como si dentro mío sólo hubiera un sótano lleno de palomas. (7) cualquiera que lea el anterior libro(8) de P. R. puede llegar a la conclusión más o menos certera de un listado de situaciones o alternativas que saltan del mundo de la poeta a la página en metafóricas combinaciones, interminables y neorrománticas hasta la disolución. a mí en particular los neorrománticos me aburren, por pretenciosos (como lo son en su gran mayoría los poetas de provincia) en su ritmo inteligente, o ñoños en sus delirios con dragones y demonios, o visionando una misericordia... para sí mismos. en el caso de P. R. no es tan así: los poemas de estudio voyeur

parecen querer objetar al mundo y sin embargo rebelan su pertenencia. los hombres recogen señales siluetas gestos de mi (9) sé que ayer fue sólo un día más (10) una vez te vi en una foto (11) P. R. no quiere pudrirse en vida, quiere oler a sexo y droga, quiere el encanto de ser la última romántica. no le interesa que su género la condicione a ser una cortesana más en el palco de la poesía o una militante del último reino. ... se me nota la noche. (12) me alza los senos se los come (13) su trabajo en sus únicos dos libros de poesía editados (tango rock y estudio voyeur) es una forma de la memoria, no de la confesión. no hay en su poesía valores, ni pretensiones de decir cosas importantes o notables, eso lo deja a las plumas amaneradas, catastróficas y tradicionales. dame la risa de un hombre y una mujer en la mañana (14) la parte acumuladora de su poesía no busca profetizar. se desmarca P. R. del destino que generaciones de poetas han creído tener por vivir cerca del desierto: ser profetas. el rock le ha habilitado otra sensibilidad. su mente discurre en frecuencias moduladas que van a modificar el lacrimógeno deleite del amor herido con que poetas de su generación (Olga Ballarini, Adelina Lo Bue) han hecho dulce. P. R. va a escribir para recordarse como era. canto canciones para verme (15) yo fui bruja cultive el cielo (16) esa epifanía puesta en relieve por los neorrománticos argentinos del siglo xx: Olga Orozco, Vicente Barbieri, Enrique Molina en los años

cuarenta; o más cerca Daniel Chirón, Víctor Redondo, Liliana Lukin a mediados de la década del ‘80. está en su ojo verbal, en su onda . estar loco es en la voz (17) y aun cuando muera continuaré adelante...(18) P. R. repite cierto proceso escritural de Enrique Ramponi. lo que Ramponi visiona con esa vocación intelectual/mística de neorromántico, P. R. lo presencia “en directo” a la luz de las pantallas: lo desea y administra, pasando esos valores líricos-místicos a imágenes vhf de su época. el estilo murmullo enredado de los poetas neorrománticos se parece a los de los borrachines; el de P. R., a una interferencia en la transmisión. a la sombrita de la copa del árbol que plantó Ramponi y regaron Fernando Lorenzo y Alfonso Solá González, Rodón escucha rock progresivo y escribe. es decir: al aliciente cotidiano de vivir no más le suma un registro (escritural) que propicia cierta síntesis en un imaginario social pos menemato frulero en una ciudad de conservadurismo con doble moral. ante la incertidumbre amorosa, P. R. busca la redención en el rock (como en el gnosticismo Ramponi) repitiendo en esa experiencia el éxtasis escritural. se trata del cuerpo del alma(19) así la experiencia P. R. es (también) un mapeo de nuevos límites y a comienzos del siglo xxi la poeta, sin los agentes restrictivos de la construcción de profecías, da a su lector, descartando el “bello dolor teocrático” de los líricos provinciales latinoamericanos, que como testigos sin prueba muestran (la hilacha) la imposibilidad y el desaliento, un comprender que la vida es el solo tributo que se paga con vida (experiencia). Mendoza.12 abril 2012

-------------*------------------*---------------- 1 redactora revista “primera fila”, colaboradora del suplemento juvenil “zapping” y editora

del suplemento cultural “el altillo”: medios gráficos del grupo uno. 2 los misterios que merecen ser salvados 3 el cielo adónde 4 nota-entrevista en diario los andes - 01/07/2001. 5 poema 6 6 poema 25

7 poema 36 8 tango-rock, editorial diógenes, 1998. 9 el cielo adónde 10 s. o. s. 11 la purísima 12 poema 32 13 poema 31 14 s. o. s. 15 el cielo adonde 16 la purísima 17 poema 17 18 siete vidas 19

poema 32

Dossier

Nación e imaginación: Cucurto y el “colectivo descontrolado” (1° parte)

por Gastón Ortiz Bandes

Zelarayán, los sin-estado y “la Gran Empresa de los Mendes”

A Ricardo Zelarayán una vez le robaron su nombre para dárselo a otro sustantivo también propio: el libro debut de un tal Washington Cucurto, publicado por Ediciones Deldiego en 1998 pero escrito, según el autor, en “el año 96-7”. Zelarayán-libro era pues un poemario y también quizá una novela hecha de capítulo-poemas, una “mezcla de televisión, cómic y poesía”1 que empezaba así:

A las diez de la mañana recitando sus mejores poemas asustando a cajeras y viejas con su aullido Ricardo Zelarayán era arrastrado de los pelos por los guardias de seguridad por tirar las espinacas al piso, las bandejas de los kiwis, al piso por destapar los yogures de litro, Este “Zelarayán”-personaje, que anda “como un demonio”,

personifica la nueva poesía salvaje. El poeta es en esa década un “monstruo” que imprime “temor / en niños y niñas”, un ente no (del todo) humano, un híbrido de naturaleza y cultura que profana el lugar sagrado por antonomasia del consumismo global: el supermercado. “Zelarayán” en efecto es “desalojado” de allí con violencia, “por tener malos hábitos / y ser improductivo / para la Sociedad / para la Gran Empresa Nacional / de los Mendes”.

En nuestra habla, Mendes -¿comprendes?- aún alitera el nombre

propio y público (y yeta, impronunciable) de la cara del poder estatal que

consolidó el modelo económico neoliberal en la Argentina. La “Gran Empresa Nacional” representada en la imaginación pública –que es el lugar teórico a dónde fui a traer escritas estas notas2- como el “colmo del afano”. Fiesta de corrupción y derroche, con la ferrari de Carlos Saúl y un coro de yomas, mariajulias, cavallos, modelos, locutores, senadores, zulemitas, cuentachistes, empresarios, futbolistas, manzanos, sindicalistas, escritores… flashes de memoria mediática, televisión registrada que nos deshoja (mal de ojo) viejas Caras, Gente.

La política pues, obediente de entidades bancarias y financieras transnacionales, se montó como espectáculo para vaciar de representatividad democrática al Estado, mientras éste siguió no obstante operando en calles y rutas a través de sus instituciones de disciplinamiento, control y represión, representados en este texto inaugural de Cucurto por los “guardias de seguridad” que encierran al poeta en “una jaula de grueso espesor” por atentar contra la mercancía y los valores del libre comercio. Los “hábitos” de “Zela” son “malos” porque cortan –método piquetero- la ruta prevista para la mercancía (espinaca para ser fuerte, yogur para ser sano, kiwis que son importados) en el supermercado o el shopping, ese otro (no-)lugar sagrado del nuevo orden imperial que los medios académicos y de comunicación llamaron con la vieja palabra globalización3

Programados por las corporaciones del capital financiero internacional en articulación con el terror milico-empresarial local en los 70, los nuevos buenos valores y “hábitos” se fosilizaron en dispositivos de homogeneización subjetiva en los 90. Chips de control cognitivo-conductual variables según segmentos poblacionales: la importación de frutas como el kiwi hace que entre góndolas algunos clientes se sientan en el primer mundo, mientras otras grandes cantidades de ciudadanos, por el contrario, siguen sin poder ejercer su propia voluntad sobre la forma en que la globalización y sus democracias en conformidad con los mercados afectan su vida.

El “heladero del Once”, “Changarín Músculo”, el “llenagóndolas”, las tickis que detrás de tablones de saldo “quisieran ser modelos o estudiantes de Agronomía / y los sábados a la noche sacan a relucir su alma cumbiantera”, obreros, colectiveros, putas, vendedores ambulantes, cartoneros, repositores, cajeras, padres enloquecidos, madres niñas, abuelas con muchos nietos, máquinas de hacer paraguayitos luego ebrios y celosos de sus hermanas, negras dominicanas, bolitas, perucas, gurises del norte argentino y la Mesopotamia… Voces de la diáspora rural posterior a la invasión del libre juego competitivo del mercado internacional sobre las pequeñas economías locales. Voces de los

hombres y mujeres atrapados laboralmente en un circuito rutinario y, paradoja, inestable: “El Kiosco es tan duro como / la intemperie”.

La jaula ya no es de hierro (como Max Weber caracterizó al espacio-tiempo inamovible del estado de bienestar) sino más flexible, aunque no de menos “grueso espesor” histórico-social: la progresiva desregulación del mercado de trabajo (que se hará ley con el nombre de flexibilización laboral durante la presidencia de de la Rúa en la “Gran Empresa Nacional”, continuidad de “los Mendes”) unida a la estafa de la jubilación privada, la convertibilidad deficitaria, el desmantelamiento de fábricas y la pauperización de la política social. El título de un poema de Hatuchay, poemario homenaje al “Once y sus trabajadores” publicado en 2005 pero escrito –según el autor- el 30 de diciembre de 2002, sintetiza la sensación de la mitad más mil de la población: “Antes se trataba de conservar el fiado, ahora se trata de conservar el trabajo”. Sin-estado: así Judy Butler nombrará años después a esa

humanidad espectral, privada de peso ontológico, que no pasa las

pruebas de inteligibilidad social requeridas para ser mínimamente reconocida (…) aquellos cuya edad, género, raza, nacionalidad y estatus laboral, no sólo los descalifica para la ciudadanía, sino que los califica activamente para convertirse en… desposeídos y desplazados. 4 En fin, son las voces de los sin-estado en la Argentina, desde los 90

hasta los años posteriores a la crisis del 2001, las que toman la palabra y hacen en grupo la obra temprana de Cucurto. Porque “no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”, como dice la cita bíblica del epígrafe que abre Zelarayán.

Encerrado en su jaula post-keynesiana, el poeta-“monstruo”5 con “su terrible pene” ve pasar a “clientas y empleadas” de “los Mendes”, la empresa ubicua en todo el territorio nacional y en la que “el ano se difunde / cuanto más sube / la escalera mecánica”. Tinelización de la vida, ascenso terrible de la libido en proporción a la híper-difusión del objeto de deseo, cosificación de los sujetos subalternos en sus metonimias de género, metaforización sexual de la opresión estatal-empresarial sobre un colectivo social para goce (plusvalía) imperial: mientras “¡todas hacen propaganda del ano!”, a los monstruos como “Zela” (o el Sebas de El fiord, de Osvaldo Lamborghini, por ejemplo) se los condena forzosamente a la represión.

“Niños y niñas” no deben contemplar el mal ejemplo de la poesía

salvaje al destruir los únicos espacios de ciudadanía avalados por el

nuevo modelo de estado: los del consumo y los del espectáculo. Pero, aunque se los oculte, encierre o mate, las palabras de monstruos como “Zela” resucitan dialéctica y materialmente (Hechos 4-20). Poiesis es performance: los “mejores poemas” son aquellos en los que cantar algo y hacerlo son lo mismo. La voz del “monstruo” –y sus multitudes de demonios- evidencia el descontrol inherente al conjunto de fuerzas erótico-tanáticas que gobiernan los cuerpos y ritmos de un territorio, más allá de su demarcación nacional (neocolonial) y la imposición de un final para la historia y el estado. Los “niños y niñas” de esas décadas sabemos lo que significa tener “el sexo y el hurto / en los ojos”.

Lo nacional como sátira y la “superbanda” que huye de los ratis

Me interesa saber qué significa lo nacional, qué formas adquiere,

cómo ha funcionado –o dejado de hacerlo- históricamente, sobre todo en la reciente América Latina. Leo a Benedict Anderson, Comunidades imaginadas: los nacionalismos son artefactos culturales particulares creados en el siglo XVIII y vueltos modulares, y se trasplantaron en grados variables de autoconciencia a diversos terrenos sociales, mezclándose con grandes constelaciones políticas e ideológicas. Si los nacionalismos fueron para la teoría crítica una “anomalía” o “patología, fue –leo- porque a las ciencias sociales y políticas les faltó un análisis de las raíces culturales del fenómeno. Y se me queda esta idea: al nacionalismo no hay que ubicarlo en las mismas categorías (ideológicas) que el fascismo o el liberalismo sino entre las (antropológicas) del parentesco o la religión6.

En el poema-capítulo “Apocalíptico rescate de Zelarayán”, tras un “formidable derechazo en la jeta / del guardia petiso”, una banda logra liberar al poeta-“monstruo” justo cuando empieza el tiroteo y…

Del supermercado viene saliendo Carlitos Juniors con una sirvientita empujando un carrito lleno de comidas ¡Está preciosa la sirvientita del Juniors!” (…) Nos subimos a un camión de cerveza que estaba descargando, lo más campante; pusimos al Juniors al volante y la paragua al medio. (…) ¡Ese mi pollo de Aniyaco! ¡Carlitos corría el Rally Agüero! ¡Hiupi! Cruzamos Córdoba a toda veocidá

¡con toda la prefectura atrás! ¡Y siete, siete patrulleros de la 21! ¡Los patrulleros despertaron al barrio! ¡Hiupi! ¡El colmo del afano! ¡Qué superbanda! Para el “96-7” –recordemos- “Jr” ha muerto ya en el episodio del

helicóptero y su novia modelo top es ahora sustituida por una mucama paraguaya también “preciosa”, ya que cumple el papel de la chica durante esta escena de persecución policial protagonizada junto a una “superbanda” internacional. Sátira del cómic, las series y los realities tipo “Policías en acción”, que estigmatizan como delincuentes y drogadictos (en el mejor de los casos potenciales) a inmigrantes, trabajadores informales y jóvenes pobres, cosa de negros (“veocidá”), contracara del glamur susanesco de la política y el show business en pantalla. Una banda eso es el yo lírico (si lo hay) de estos poemas (si lo son) se enuncia anónimo y plural, un nosotros, un colectivo. En estas nuevas versiones satíricas de nuestra realidad consiste lo que Santiago Vega, albacea de Cucurto, llama el “realismo atolondrado”7.

El espacio de lo político aún hoy está constituido, para amplios

sectores civiles, por imágenes asociadas a la naturaleza mítica (léase mediática) del poder: fuerza, dominación, ambición, lujuria e inescrupulosidad animadas por una mezcla (tele)novelesca de azar y destino. Así, resucitado o zombi, “Carlitos” corre un rally urbano y en camión repartidor de birra, junto a un rescatado Zelarayán que

…tira a dos manos, fanático. ¡Tomen, botones! ¡Beban la leche de mi palo! ¡Lame pijas de la Cía! ¡Lame conchas de la Fortabat! Y así perdimos a los ratis, bajo el sol de la tarde calurosa Merced al excedente performativo propio de la poesía y la sátira,

“Zela” y la “superbanda” (víctimas todos, incluso “Jr”, de la “Gran Empresa Nacional de los Mendes”) parecen querer resistir al control y la represión del estado, efectuada en concreto por la policía, oponiéndose desde la violencia descontrolada (“tira a dos manos, fanático”) y lo televisivamente burdo (“¡Beban la leche de mi palo!”) incluso a Estados Unidos (“Cía”) y las multinacionales (“la Fortabat”). O al menos ese nosotros se fuga de “los ratis”, en el sentido –otra vez satírico, paródico, quizás hasta infantil- de burlarse de. 8

Las diferencias culturales en torno al eje capital-laburo y otra

vez la muerte y violación de una nenita

Todos nos ponemos para el orto cuando muere una nenita.

W.C., Hatuchay “¡Otra vez en la caye! / ¡Y sin un mango!”: en otro poema-capítulo de

Zelarayán, otro yo plural, preso del cierre sistemático de fábricas firmado por “los Mendes”, canta y cuenta cómo “entramos a trabajar en un tallercito / de cortar tela, en la calle Paso, / pleno Once” y cómo, terminado el “infierno” de esa jornada, el jefe “coreanito” no quiere pagarle a uno hasta fin de mes:

Fue lo último que dijo: El salteñito lo cazó de las mechas y le enseñó toda la furia salteño-boliviana, le puso la cabeza bajo la plancha de tintorería, la cabeza del amariyo humeaba, humeaba... ¡Era de ver y no creer! ¡Era de ver y eyacular! ¡Payo de mierda! ¡Ojo de concha inclinada! ¡te guai a volvé a Shangai! Pero hay más: el yo que canta/cuenta sigue desquitándose “hecho la

piel de Judas” con la hija de 13 años del “coreanito”, a quien viola y prende fuego:

¡Viva Tailandia! ¡Asiática hepatítica! ¡Hija de Li Po! ¡Pindapoy! (…)-¡Yamanochuqui ando! -¡Yamanochuqui ando! -decía. ¡Me están culeando! ¡Me están culeando!

Verborrea de violencia ingenua y ternura inaceptable, eficaz y revulsiva contra todo bien decir y toda corrección política9, devela de última el backstage de cualquier historia diaria de la prensa amariya. Extremando el tono irónico (“¡Era de ver y no creer!) y cómplice (“¡Era de ver y eyaculear!”) de la opinión pública, el pulp de Zelarayán lleva a la imagen del acto lo que late en potencia en cada interacción social mediada por una relación de poder10.

Esta vez no hay ningún representante del estado (los “botones”), sino del capital. “Se le derretían las orejas al amariyo / cuando veía cómo la culeaban a su hija”: de nuevo aparece esa suerte de revancha del oprimido contra algún representante del capital (la hija-prole como mercancía) del –digamos- opresor. El llanto del dueño del supermercado coreano saqueado durante diciembre de 2001 reverbera desde unos años antes en la vis imaginativa cucurtiana. Ambas imágenes asiáticas se nos superponen (literatura y medios) en tanto fenómeno medular para pensar lo político y lo nacional. Son los rostros ¿de un “coreanito” o una “ponja”, de “Shangai” o “Tailandia” (y qué hace acá Li Po)?

En esos orientalismos de la lengua (y la mirada) argentina, se puede leer que la tragedia y el conflicto entre grupos sociales subalternos es la contracara de una construcción histórica del otro que parece operar descontroladamente en contextos de dependencia y necesidad. La xenofobia (no sé si es correcto el término en este caso) se agazapa en gran parte de la clase trabajadora que se siente –entrecomillemos- más argentina (más latinoamericana inclusive: “furia salteño-boliviana”) con respecto a los dueños –entrecomillemos de nuevo- no argentinos del capital: de ahí que entre la “fauna onceana” aparezca también cierto antisemitismo cuando por ahí “alguien toma la palabra”, como Romina, 18 años, que está de “8 a 10 corrido” en una vidriera del Once: “Sí, me encanta que les pongan bombas a estos / judíos platudos”11.

Pero cuando se trata de sujetos masculinos, el desquite toma la forma de una fuerza sexual descontrolada –un demonio- que asesina (goza) en articulación con el capital instrumental ajeno: “la plancha de tintorería”. Pero hay acá involucradas además problemáticas de género y edad en relación al eje raza-estatus laboral. En definitiva, lo que está a punto de estallar –y estalla– son las tensiones eróticas-tanáticas en juego en cada situación social.12 Así, una temática central en Cucurto, el femicidio y la violencia contra la mujer, se fusiona perfectamente con el eje laboral en este verso: “Con los pelos púberes de la concha se conserva el trabajo en este país”.

Cucurto aprendió a leer esos choques letales de devenires minoritarios leyendo a Zelarayán y los Lamborghini, y también a “los

grandes putos”: Perlongher, Arenas, Copi, Sarduy, Puig y Lezama, sus “musas”. Pero no me interesan las genealogías literarias, sino ver cómo trabajan en la lengua la literatura y los medios de comunicación en relación a las construcciones imaginarias –discriminatorias, excluyentes, violentas- sobre lo nacional (y popular), la política y la realidad (no lo real). Cómo se forman, operan y transmutan, en relación al eje del status laboral, y cómo, al entrar en tensión con otras diferencias, sobre todo las de género, terminan entrando –violenta, sexual y mortalmente a veces- en lo real. Ese será nuestro trabajo.

Porque si en Zelarayán “Zelarayán” personifica la poesía salvaje, el personaje llamado “papá” simboliza el trabajo en negro13. Este vendedor callejero que “cuando suena cumbia nadie / la baila como él”, en su deseo de transmitir el evangelio, se pone a montar un escenario sobre el techo del Abasto y

…se cuelga del cartel de Coto, le agarra

la electricidad y cae sobre el asfalto mugroso. Papá pierde el conocimiento, y cree que es Ricardo Zelarayán. Si no estoy mintiendo un poco, ya no odia A Enzo Francescoli. Es más, cree que es Enzo Francescoli Y anda haciendo chilenas por el aire. Papá pisa un cable de su escenario y se incendia, (…) y sale corriendo (¡envuelto en llamas!) hasta Tucumán y Agüero, para el 46 hace bajar a toda la gente y se va con el colectivo. ¡Y el colectivero de rehén! Papá maneja el colectivo descontrolado, el 46 da vueltas como un trompo hasta que se mete en el Rancho A y B donde los bolitas bailan cumbia.

Confusión pues, tensión entre lo que se es y lo que se cree (o quiere)

ser14. Descontrol individual y colectivo en el que intervienen componentes religiosos, deportivos, publicitarios, todos ligados al espectáculo, o bien a las empresas y los bienes públicos (la electricidad, el transporte público,

el “abasto”). Imposibilidad de hacer experiencia (“pierde el conocimiento”), pérdida de la propia identidad y voluntad, extrañamiento del propio lugar. Este “padre” que incluye –al menos como creencia- a la poesía salvaje (Zelarayán) y los objetos de identificación colectiva (Francescoli, en otros poemas Maradona, o cantantes de cumbia como Gilda), conduce un “colectivo descontrolado”. Representa a la clase trabajadora nacional que se estrella en la miseria planificada (“Rancho A y B”) por el imperialismo global para todas las plurinacionalidades sin-estado de América Latina. Abriendo, en la lengua y la imaginación, las fronteras del estado-nación neocolonial, otro posible espacio propio (y performativo, aliado de la poesía, el trabajo y la solidaridad) aparece entonces, en medio de la violencia, la servidumbre y la desesperación, como promesa acá de música, baile, alegría, erotismo, arte, amor, incluso sentido de pertenencia y hogar: la cumbia.

1 Todas las citas de poemas e incluso comentarios y aclaraciones de Cucurto vienen de:

Cucurto, W. (2007), 1999; Poemas de siempre, poemas nuevos y nuevas versiones, Eloísa Cartonera, Bs. As 2 Cfr. J. Ludmer (2007), Literaturas postautónomas 2.0, originalmente en www.loescrito.net 3 Guy Debord definió en 1967 al espectáculo como “el capital en un grado tal de

acumulación que se transforma en imagen”: las teorías sobre y de la globalización y la

2 Cfr. J. Ludmer (2007), Literaturas postautónomas 2.0, originalmente en www.loescrito.net 3 Guy Debord definió en 1967 al espectáculo como “el capital en un grado tal de

acumulación que se transforma en imagen”: las teorías sobre y de la globalización y la posmodernidad solo vinieron a constatar ese diagnóstico hoy profético a escala intersticial y planetaria. Más allá de las tecnologías informáticas en comunicación y

transportes y un supuesto multiculturalismo democrático, la compresión espacio-tiempo propia de la experiencia de los sujetos de la era digital se corresponde con el estadio actual del devenir del capital, donde la acumulación se efectúa por la desposesión directa de los últimos recursos de la Madre Tierra y otros bienes colectivos de la población mundial: empresas públicas y de servicios, ahorros, jubilaciones, seguridad social, etc. 4 Butler, J. y Spivak G. (2009), ¿Quién le canta al estado-nación? Lenguaje, política, pertenencia. Paidós, Bs As. pp. 53-54. 5 “…la palabra monstruo quiere decir no sólo ‘mostrar’ sino ‘mostrar espectacularmente’. (…) lo que se exhibe más allá de la norma (monstrum)”, Carrera Arturo (ed.) (2001), “Prólogo” a Monstruos, Antología de la joven poesía argentina, Bs. As., FCE, p 11. 6 Anderson, B. (1993), Comunidades Imaginadas. FCE, México, pp. 21 y 46. Este excelente libro dice además que para el surgimiento moderno de la comunidad imaginada de la nación, se necesitaron “dos formas de la imaginación”: la novela y el periódico. Buscando sumarle la radio, el cine y, sobre todo, la tele (Internet en los 90 aún no se propagaba como habitus) a la cuestión imaginaria-nacional, leo un clarificador trabajo de campo hecho desde comienzos 90, sobre medios de comunicación en relación a lo local y la nación. Según su informe, lo nacional aparece como una construcción ideológica que la gente vincula abstractamente con la sociedad en general e imaginariamente con el Estado o el gobierno, aunque en los ’90, los entrevistados se aproximaban al concepto entreviéndolo como un ente desdibujado o ausente, una noción borrosa entre los mitos escolares de la Patria como esencia ahistórica -destino de gloria, eternos laureles- y cierto sentimiento masivo de haber sido burlados en esa creencia colectiva. Apenas pasada la crisis del 2001, habrá un mayor escepticismo social en relación a las posibilidades de poder comprender la realidad, Eso en relación a lo nacional. Y en relación al poder, casi siempre partir de fragmentos informativos provenientes de los oligopolios mediáticos, son dos las dimensiones del poder (y por lo tanto del gobierno hasta en sus más remotos representantes institucionales y burocráticos) que más se reiteran en los entrevistados, al vincularlo con la situación del país: la dimensión de la violencia y la de lo televisivamente burdo o chabacano, ambas tramadas, con tono entre irónico y cómplice, como una sátira bizarra y delirante. (¿la escritura de Cucurto no va acaso a producir por los mismos años los mismos efectos satíricos de superficie: violencia grotesca y espectacularización irónica de todo lo que está pasando?). Por otro lado, más allá de las fronteras argentinas, el del poder suele ser imaginado como un espacio históricamente indefinido, borroso, ocupado por Estados Unidos o las multinacionales. En correspondencia con las ideas (hegemónicas entonces en la academia) sobre el fin de la Historia y los grandes relatos, los consultados, en general, afirman que contra ese poder internacional no hay posibilidades de acción: a su dominio este país sólo puede someterse. dice el informe de Grillo, M. (2007), "Medios de comunicación, lo local y la nación. Itinerarios de una investigación de campo realizada en Córdoba", en Boletín de la Biblioteca del Congreso de la Nación, Bs. As. pp. 5-8. 7 Washington Cucurto, se sabe, nacido en San Juan de la Maguana en República Dominicana y llegado a Buenos Aires en los ‘70, es un autor ficcional, alter ego de Santiago Vega (nacido en Quilmes en 1973) compilador y editor de la obra de su heterónimo, en un juego de prólogos, contratapas, entrevistas, etc. 8 Pero ¿es este gesto políticamente suficiente, cómo incide esta nueva poesía en lo real? La pregunta quedará sin responder, aunque podemos empezar a reflexionar sobre el potens performativo de la lengua del canto y la poesía a partir del libro-diálogo ya citado de

Butler y Spivak y del ensayo de T. Kamenszain (2007), “Testimoniar sin metáfora”, en La boca del testimonio, Norma, Bs. As. 9 Zelarayán fue seleccionado por la Secretaría de Cultura y Medios de Comunicación (gestión de Darío Lopérfido) como material de lectura para colegios. Años después, el 23 de marzo de 2002, La Capital de Santa Fe titulaba “La Nación repartió material xenófobo y pornográfico en bibliotecas escolares”: se refería a la censura, seguida de quema pública, de más ejemplares hallados en una escuela de Cuatro esquinas, a 35 kms. de Rosario. 10 Dice David Harvey que "diferencia” y “otredad” son producidas en el espacio a través de la simple lógica de la inversión de capital y en la proliferación geográfica de la división del trabajo. Y dice Richard Sennet que el sujeto del nuevo capitalismo vive en un constante temor a la dependencia laboral: al concretarse, produce un sentimiento de vergüenza por el sometimiento a otros, que suele derivar en una pérdida del control de uno mismo (“Una de las grandes ironías del modelo de la nueva economía es que, al desmontar la jaula de hierro, sólo ha conseguido reinstalar traumas sociales y emocionales”). Harvey, D. (1995), "From space to place and back again: reflections on the condition of postmodernity", en John Bird, Mapping the futures: local cultures, global change. Routledge; Londres-Nueva York, p. 3; y Sennet, R. (2008), La cultura del nuevo capitalismo, Anagrama, Barcelona, p. 45. 11 Eduardo Grüner dice que no puede haber plena circulación multidireccional de bienes, mensajes y sujetos, ya que el capital financiero no tolera la libre circulación de la fuerza de trabajo, y que esa es “la verdad oculta del capitalismo global”, lo que Wallerstein y Balibar llaman el nuevo racismo laboral, venido a sobreimprimirse, en nuestra América, a los viejos racismos de la Modernidad eurocéntrica. (“Prologo; Sobre el estado-bifurcación y otras perplejidades dialogantes”, en Butler-Spivak 2009: 31). Cfr. también Quijano A. (2000) “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”, en Lander, E. (2003), La colonialidad del saber. Perspectivas latinoamericanas. Bs. As., UNESCO-CLACSO, pp. 201-246. 12 Las de Cucurto son las imágenes tradicionales de la literatura argentina desde El matadero, las del cuerpo sexualmente torturado y muerto de un individuo que metaforiza con su diferencia la violencia política en el colectivo social. En los textos de Historia, Filosofía y ciencias esa diferencia solía coincidir con un lugar de otredad o exterioridad respecto de lo nacional, siempre ocupado por negros, indios, gauchos e inmigrantes europeos. Hoy, en radio, tele y prensa, adjudicándose la doxa del ciudadano medio, suele posicionarse como no argentinos a delincuentes, inmigrantes latinoamericanos (o de otras zonas periféricas del sistema-mundo) y pobres en general. 13 La imbricación de la firma-Cucurto con el mundo del trabajo excede sus propios textos y se abre a la circulación del libro como mercancía artesanal, a través del proyecto colectivo social y artístico, la editorial Eloísa Cartonera. 14 En este sentido, es posible darle razón a J. Martín Barbero cuando dice que la televisión” fue, en algunos contextos, el “único dispositivo de comunicación capaz de contrarrestar el aislamiento de poblaciones marginales y de establecer vínculos culturales comunes a la mayoría de la población”, Barbero J.M. (2001), “Mediaciones urbanas y nuevos escenarios de comunicación”, Impreso Universidad de Cali, p. 4.