Diario Íntimo - Leonidas Morales

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  • 7/23/2019 Diario ntimo - Leonidas Morales

    1/16

    Leonidas

    Morales T

    1

    Tnivrrsida

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    l s

    investigaciones en archivos, con prohables Iiallazgos d e cliarios

    inti-

    mas inditos. Pero cualquiera sea el rendimiento de estas pesquisas e

    investigaciones,no modificar, creo, la ejiclencia

    del

    dismiii~iiclolesarro-

    110 del gnero a nivel hispaiioamericaiio.

    n

    la literatura chilena modcrna, los gneros d r la intimidad (rncino-

    rias, diarios ntimos, cartas, autobiografias) se hallan dominados en

    trminos apabullantes por el d e las memorias. Desde cl siglo XIX hasta

    hoy, escritores y polticas se han turnado paramantener viva su tradicin.

    Por la facilidad con qiie proliferan. dan la impresin de ser la otra cara.

    la privada

    e

    informal, de la pasin chilena por la Iiistot-iograiia. Sospecho-

    sa pasin: habra base p a n levantar la hiprtesis cle qrrc las memorias y el

    ensayo h i s t ~ n o g r ~ c ocaban siendo, cii la mayora de los casos, porta-

    dores de discursos cmplices del poder: articulados a

    l,

    absorbidos por

    l. Interesante sera,en el campo de la hip6tesis. estudiar el diario intimo

    y

    la atitohiografia como clisciir~os erifiicos. d e margen. elaborados en

    un espacio de riiptura

    y

    resistencia.

    Tal

    vez fuera posihle constniir as

    un

    cuadro donde los generos cle la iiitimidacl se ordenaran de aciierclo al

    modo en que sus disciirsos responden a las estrategias clel poder, plegn-

    dose a eiias o quebrndolas.

    Una tarea para otra oportiinidad. Ahora

    sOlo

    me ociipar de esta pieza

    mayor d e Ia literatura chilena que es el

    Dit~?.io

    e Luis Oyarzui. Ti-atar

    de precisar su forma, aislando alguiios rasgos,y de establecer el marco tle

    una propuesta

    de

    salvaciri espiritiial clrl hombre qiie contiene, iiiscrita

    en una experiencia de la nioderniclad. Pero antes es iiccesario

    jar la

    breve

    y

    magra trayectoria chilena del gnero, qiie descinboca en el

    inrin

    de Oyarzhi, una realizaciri siii aritereclciitcs coniparaliles, ni cii Cliile

    ni en el mbito hispaiioamericano, desde el punto dc vista de sil volumeii

    y

    d e los efectos de verdad del lenguaje (poticos y cle pensamietito).

    Del siglo xix no se conocen diarios in timos. Hay s textos publicados

    con el ttulo de diario , pero son, casi toclos, diarios de viajc , proclives

    por lo tanto a dar cuenta cle sorpresas o asombros en escenarios gcoff;i-

    ficos

    y

    culturales recorridos por primera vez, lo qiic los pone a meiiiiclo

    en la perspectiva de la avenhira . Por ejemplo. el de Vicente Prez

    Rosales,

    Dz nnn

    de

    ~ n

    iaje

    n

    Cu?ifmnicq

    oi1 anotaciones desde cliciembre

    d e 1848hasta m ano del ario siguiente. O el d e Benjamn Vicuiia Macken-

    na,

    Phfiinas

    de mi diario dz irnnt~res

    os

    ~vinjr

    (1853 1855}

    por Amrica

    y Eiiropa4.

    O

    el Diario d e Isidoro Errmiriz sobre los cinco alios 1851-

    entre las paginas

    1

    1 31; 95-101: 903-212.

    y

    28S288.

    ti

    ~iendientc l esnidio cle la hincin

    de

    stos

    Diariosm=nla esrnirtiua de la novela.

    Sa ntia go, Sociedad

    de

    Biblifilo9

    de

    Cliile, 1949. Segunda edicin ,

    Biienos

    AiresSan-

    tiago de Cliile. Editorial Francisco de iinr.

    197 1

    Obras

    Complrtas. \rols.

    i y

    1 1 Santiago, Universitlacl

    de

    Chile. 1936.

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    1855)

    de su permanencia como estiidiatite en Estados Uiiirios luego

    Alema~iia.~.ambien Jos Victoriiio Lastarria llev u11 Diario desde

    junio de

    1849

    hasta inarzo de

    1852,

    pero iio de viaje: el stivo recoge la

    actividad poltica de esos arios eli Chile, las pugnas parlaineiitwias cntrc

    liberales

    y

    coiiservaclores, en las quc cl aiitor r s figura ~r ot ag hn ic a~ .

    Si bien todos estos textos registran y comentan rxperiericias del da. se

    cierran a la dimensin propia dcl diario ntimo: 1a rcflexiii interior, el

    autoaniisis, los confliclos de la personalidad, las tensiones de orden

    moral, 10s fantasmas de la memoria h i ~ g ~ c a .l diario intimo,

    y

    el tono

    inconfundible con que se aniuicia. aparece en las primeras clcada del

    siglo

    xx.

    Quienes comienzaii a escribir10 son mujeres:

    Lilv

    Ifiiguez

    y

    Teresa Wilms. Amhas mueren jvenes. v eii Eiuopa: tina a los

    24

    anos, de

    tiiberculosis, y la otra a los 28 siiiciclada.

    Las anotaciones del Diario de Lilv Iigucz raii desde abril dc

    1913

    hasla agosto de 1926, ao en quc rnucre. Lo escrihe en francs, lengua

    de uso entonces ritiializado entre esci-itoresy artistas de diversas naciona-

    lidades, eco todava dc aqiiel status de Pars como capital cultural del

    siglo

    xix

    Intercala pas.jcs cn ingles e italiano,

    y

    frascs en alemn, gesto

    que se repetir en Oyarz~n oi1 cilas en fraiics, inglEsy latn.

    e

    familia

    rica, Lily

    Ifiiguez vive en un medio de ol?ictos

    y

    gustos refinados. Los

    viajes y el placer de

    vivir

    nitiy en el estilo helle ipoqiic , marcan los

    ritmos cotidianos que la palabra de1 Diario retiene.

    Su

    iritimirlad ni)

    conoce las sequedades de la coiiuciicia uisatisfcclia,

    o

    los desajustes

    perturbadores del sentimicnto, ni siqiiiera cua~ldoe entera de sil enfer-

    medad. Una reaccin piadosa, d c dulziira, disuelve en aceptaciii tran-

    quila lo que podra haber sido una crisis descstabilizadora. Poi- lo mismo,

    el Diario, escrito con finura

    y

    sentido del cletallc, tainpoco da Iii~ar

    grandes iluminacio~ies~.

    El mismo aiio del suicidio de TercsaUrilnis en Pars, ii 1921, la revista

    argentina

    Nosotros,

    eii la que haba colaborado, publica sus Pginas de

    diario '. Las anotaciones, enmarcadas por tina iiitroduccin y una con-

    clusi6n, no son regulares (saltan de un mes a otro)

    y

    coiicieriien nada

    ms

    que a dos aos:

    1919

    (Londres, Liverpool, Madrid)

    y

    192

    (Madrid).

    Las pginas seran parte cle uii Diario ins extenso, indito hasta ahora,

    jsantiago, Sociedacl de Biblifilos de Cliile, Nasinrnto. 1947.

    1

    'Wano

    de

    Lasrama lo piiblic porcnn.eg;ir la

    h ~ i t l n l i i l~nnSantiago),

    partir del

    N ho l Tomo

    1

    de abril de 1917.

    'kpi t% le

    la

    miierte

    de

    la autora, lo p~iblicaron i19parlres ron el

    titzilo

    d i

    I I I * ~

    i ~ r r

    jnuntnl

    La tradiirrin raqrellana

    r

    de 1954 (Santiago, Editorial del Pacifirn. Prlogo de

    .Joaqun

    Ed\varrLq

    Relln).

    i Ao xv N 151

    diciembre de

    1921. pp.

    458165.

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    cuya escritura se habra iniciado en Chite en 1916 Pero las publicadas

    (apenas ocho) son suficientes para percibir una existencia muy distinia a

    la de Lily Iiguez. No hay aqu a la vista nitigiin contexto familiar: ni

    rutinas ni la nitidez segura de los objetos domsticos para apoyar la

    mirada. Lo que leemos es iun Diario de la soledad, de lenguaje alucinado

    y emotividad deshidratada No he podido tlormir. la tina de la madni-

    gada cuando iba a entregarme al sueco, mc di cuenta de qtie estaba

    rodeada de espejos , escribe el 16 de octubre de 1911) en Iiverpool,

    probablemente en un hotel. Son los espqjos cIe la irrealidad clc una

    conciencia que parece suspendida en el vaco, sin pasado ni futuro,

    veladora impotente de la angustia. Me siento

    mal

    sicamente

    ...)

    Sufr

    y es el nico bagaje que admite la barca que lleva al olvido , dice en la

    conclusin, ya en la vspera de sil muerte.

    Despus de las pginas inaiipirales de estas dos mujeres. es Luis

    Oyarzn, un escritor homosexiial, quien asume a continuaciii el gnero.

    (El estatuto de la mujer

    y

    el homosexrial eii la sociedad chileiia, e

    hispanoamericana, es un indicio, claro por lo menos en Teresa Wilms y

    Oyarzn, que refuerza la hipotesis segn la cual el diario ntimo seria un

    discurso enunciado, dentro de las relaciones dc poder, desde un margen

    y

    una resistencia). Oyarzri saca el gnero del mundo clauso de sus

    predecesoras,

    y

    lo abre a Ea prof~~sine estmulos de la vida cotidiana

    contempornea. Comienza su

    Diario

    hacia fines de la dcada del 30. No

    lo interrumpe sino un da antes de morir eii 1072 (haba nacido en 1920).

    Lo escribe con talento y recursos (de lerigiiaje y cultura) inencontrables

    en Lily Iriiguez

    y

    Teresa Wilms.

    Ixv

    sus Diarios? No tengo noticias que

    lo confirmen. S ley la poesa de Teresa Wilms, de mritos literarios para

    l menores. Pero se interes en ella por su valor de testimonio indirecto.

    del fin d e un orden social y cultural: el constntido a lo largo de la Coloiiia

    por la aristocracia chilena, a la que la autora perteneca. A este problema

    le dedico un ensayo, que sipie siendo

    10

    mejor que se ha escrito sobre

    Teresa Wilms lo.

    Oyarziiii fue profesor universitario (de Filosofia Esttica), Decano

    adems por tres pcodos (en la Faciiltad de Bellas Artes dc

    la

    Universi-

    dad d e Chile). Pero, (cundo hara clases? Porqiie las anotaciones de su

    iario no son, para fortuna

    del

    lector,

    las

    de acadCmico sedentario,

    preso en la parcela de su saber, que acepta la aridez de una discipliila de

    trabajo continuado como condicin por la que pasa la expectativa de

    ittli

    Canzlez

    V e p r ,

    7 m r i

    Mlilmt

    irntlL

    Santiago, Edito~ialG.jal lm.

    1993. pp.

    1

    In Lo ue n o s dijo Terefa Wilms . En

    7 r i~rt . \

    r r rr ntlli rcc r ilmn Santiago, Editoiinl

    Universiiaria.

    1967.

    pp.

    101-111.

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    rio, abrogai la identidad del gnero y deslizan la escntiii-a Iiacia el

    tenitorio de un gnero distinto, si bien veciiio: cl cle la autobiografai2.

    Pero al diario ntimo, aparte de iiiia icleiitidad coino gnero, le corres-

    ponde tambin iin status como producci6ii literaria diferenciada. Es fk i l

    inferirlo de las siguientes palabras de Amicl. tornadas de su Diario ntimo:

    El Diario es una almohacla para la pereza; dispeiisa de profutidizx los

    temas, se acomoda a todas las repeticiones, acnnipatia todos los capriclios

    y vueltas d e la v i d a interior y tio sc propone objeto alg~iiio ...) Es

    engana-dolor, uii derivativo, una escapatoria. Pero ese acttiun qiie

    reemplaza todo, no representa, clebidatnen te, nada . (26 de iilio, 1876).

    Dos frases, de significado convergeiite, resulta11 claves eii la cita: no se

    propone objeto alguno y no represciita, ctebirlamcnte, nada . La

    vrr-

    dad del pensamiento formulado iiegativamciitc en estas frascs, ticrle sil

    fundamento en algo que aqu Amiel no dice, pero que es el siipiiesto

    dc

    lo que dice: el heclio de qiie el diario intimo no cs n17rai3.

    Y

    rs ello

    justamente lo que define su status particttlar. Esta ms ac o miis al15 rIc

    la obra, pero no pariicipa de su esqxicio porqiie carccc de siis atribiitos.

    a

    aittCnljca obra es creacin libertad: se delimita dcsde dentro de si

    misma. No conoce ms dependencia que la clel pri~icipio uya energa la

    despliega y constituye. El diario ntuno eii cambio es dependiente: del

    calendario, d e los estimuIos de cacla da. Es, en este sentido, escritura

    parasitaria. O mejor: residual. No habr algo cle iiiraritil eii quiciies,

    como Oyarziii, o Amiel, sc han dciaclo sedticir,

    y

    atrapar, por este

    gnero?

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    colecciones de ensayos:

    Lewlnrdo da Vincn yotros cnrnyos 1964)

    y Temas

    de

    la cufiurn

    cJ~i/mn1967),fireron primero anotaciones clel

    Dintio

    El primer

    libro que publica, La

    hfirncia 1940),

    a los 20 aos (aiiiique terminado a

    los 18). pretende ser una ficcin bajo la forma de la novela. Pero el

    carcter autobiogrco de la narracin, y su proximidad por lo taiito al

    gnero del diario ntimo, apenas lo disfrazaii el cambio de nombre de los

    personajes y el liso de la tercera persona. En Los das ocultos

    ( 1 9 5 5 )

    Oyanin

    retoma, ahora desde la primera persona, el tema aiitohiogrT~co

    del libro anterior. El tono d e intimidad, el espacio cotidiano

    y

    las telis id

    nes del mundo clel niiio protagonisw,

    qiie

    oscila eiitre sentimientos de

    beatitud

    y

    d e miedo (con la madre como centro lumiiioso, pero

    fi5gd,

    de

    un paraso corrodo por la incertidumbre), son los mismos. Incluso el

    final de ambas evocaciones es texttialmentr casi coi~iciclente.

    De manera pues que estos libros. o son publicaciones parciales del

    Diario,

    o estn armaclos con trozos stiyos,

    o

    reelaboran algiinas cle sus

    anotacioiies, o remiten a1 mbito de las constantes de su pensamiento, o,

    por el contenido aiitobiofifico, se sitila11 en la vecindad del gnero.

    Pero es importante aislar

    y

    considerar las proyeccioiies de

    iin

    procedi-

    miento coiistructivo consustancial al diario ntimo: la formacin

    dc

    conjuntos textuales mediante fragmeiitos. OprzUti parece haberlo apli-

    cado a la composicin de la mayora de sus libros. No me refiero desde

    luego a aquellos que son pginas despre~idiclasdel

    Diario,

    donde hl

    procedirnieiito es obvio, sino a los dems.

    D ~ f m s nir

    fiem por ejeinplo,

    no es sino

    un

    rnor~taje

    partir

    cle fragmeiitos cuyo Iiigai

    de

    origen,

    va

    se

    dijo, se halla en el

    Diario,

    y

    qiie eii el naslado conservan la fonna primitiva

    o sufrcil reescrihiras.

    Una

    va-iantc de esta inaniptdaciii de textos

    previos la ofrece

    Los

    dair

    on~l tos:

    ii sil tot;alidarl es una reescritura de la

    novela La n

    nncin).

    Pero la

    marca

    del fragrneiitarismo de la composiciii sigrte siendo

    perceptible aun cuando no se advierta incoiporaciii clc textos previos,

    o sean de hlcliisin ocasional. as pgiiias de los libros

    er

    y

    Los

    da

    o ult~~sestii

    lenas, como las de cualquier

    diario

    ntimo. de los intersticios

    derivados d e una composicin que opera articulando lixpien tos. Cau-

    san la impresin. inseparable cle u ~ i p o

    e

    composiciii semejante, de

    corte suave en las juiihiras hteriorcs de os textos (entre prrafos) y

    abrupto en sus fronteras extenias (entre separaciones mayores). Una

    impresin similar producc la lectura de aIgiiiins ensayos de crtica cirltu-

    ral o artstica. Quizs cl

    ms

    notorio cn este sentido sea el que encabeza

    los reunidos en

    T m q le I ~ I l u r nlril~nn:

    Resumen de Chile .

    Los

    seis

    iiltimos de la colecciii

    mnnrdo

    {In Vinr olroi aumlos, mily

    breves,

    semejan, cada una d e ellos, redacciones de

    un

    todo inconcluso, o partes

    desgajaclas de algn conjunto ausente. De paso: este fragmentarismo

    de

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    la escritzm de Oyanin.no es, ji~stamerite.uiio de los rasgos del pensa-

    miento moderno ms vivo, menos ohseciiente, y ligado sin duda a la

    disolucin de mtm de visiones organizadas alredetlor de ejes metafisi-

    cos, que el movimiento histrico de la modernidad ha trado coiisigo?'".

    La misma personalidad de Oyarzn se iios revela atrapada dentro d e

    un campo de fuerzas dispersoras, centrfugas. Fuerzas que conspiran

    contra iina continuidad disciplinada de propsitos

    y

    tarcas de ordeii

    intelectual, urdiendo rupturas, fugas. Oyarziii cede: se va clc excursin,

    o de viaje; se entrega a la lectura de libros diversos, viejos

    y

    nuevos; se

    reine con amigos a beber, a derrochar ingenio, ciiltiira. simpatia; se

    enamora una

    y

    otra vez, siempre con el saldo de

    1111

    sentimieiilo de

    pecado. Pero liiego censura su incapacidad para resistir. Se acusa de

    "debilidad de car,?cterw, e "avidez por rotlo lo iiisustiliiciai", de "tenden-

    cia al goce y al escepticismo" (S

    1

    de diciembre, 1961). Viiehre eri otra

    oportiinidad a esta querella secreta, nunca restielta. que mantiene consi-

    go mismo, y dice: "No puedo elegir. or eso todo se me desordena

    y

    tiende a aplastarme. Yo rio elijo. Soy elegido.

    Mc

    I evaii y me traen, y a

    veces

    me

    canso"

    (20

    de marzo,

    1964 .

    "Yo

    no

    elijo. Soy elegido". Esas palabras podraii ser tambiri la divisa

    de la relaci6ri de Oyarzn con el gnero del diaiio iiiimo, al que le iiie

    fiel por tantos afios, prcticamente los cle toda su vida de escritor. Si se

    tiene en cuenta la funcin deteimiiiante cle sil Dlnriocomo cantera de la

    mayor parte de su produccin y modelo origiiario del procedimiento

    constructivo al que ella responde,

    v

    por otra parte. las iiicontrolables

    tendencias d e la personalidad del autor, solirlarias coi1 la idiosincrasia del

    diario intimo, habra qiie coiicliiir eii que la obstinada acIhesiii al

    gnero esta lejos de corresponder a una verrladera elecci6ii. Idocierro

    sera lo contrario: que el gnero lo eligi

    a l.

    Aiiota el 28 de agosto de

    1954,

    despus de ms de un mes qiie 110 lo haca: "He vuelto a este Diario

    como a una patria perclida". La imageii hace visible la direcciii del

    Vncido, puesto que nadie elige a a pah-ia, sino a1 revs. Algo muy

    parecido a lo que le ociirri6 a Amiel, con qriien Oyninn tiene adems

    muchas otras zoiias comunes.

    Pero esta entrega al gnero del rliario ~itimo, ara escriior como

    Oyarslin, que sofiaba con una

    o lm

    rio se dio siii dejar tras de s sombras

    de insatisfacciiii, de desvalor. Eii una o rn cle verdatl (la de uri iiarrador.

    un poeta, iin mGsico, uii pintor), el y del autor se borra. Desaparece e11

    el orden artstico libremente creado'? SSlo as se accede a la meclida

    lSSobre

    estas

    disoliiciones.

    wr por r j rm ~ i l o . a i ~ l ~ i l l~ r m a n .

    i n b 1

    ~4brlr~wrlrs~~ns~r~

    m

    dnrw Buenos

    Aires Siglo

    xxr

    dc Espaa Erlitnrc=s IRO.

    erl.

    1q . 1-27.

    uih4attt ice

    Blancliot.

    r > ~rrt. 11 209 s.

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    profunda d e si mismo y

    a

    una salvacion espirittial. El yo de Oyarzn, en

    cambio, permanece intacto en sus libros, sin

    que

    el espacio de una obra

    lo transfigure, con sil carga b i o e f i c a no liberada, coi1 los niidos ciegos

    que retornan, siempre los mismos. I'or eso deca: Me he dejado llevar.

    Soy mi propio descotiocido. He huido d e mi propia medida (1.5 dejunio,

    1959).

    Termina pensando que cuanto ha escrito, al no estar recubierto

    por los privilegios de la ohn , lo reduca a uiia condicin d e aiitor menor:

    habla de s mismo como de un autor inactiial e iiisigiiificante 11 cie

    septiembre, 1967).Un juicio a todas luces iiliiisto. Porque ha de llegar el

    momento en que sil

    Dinm o

    sea reconocido como uiia de las graritEes

    configuraciones de la literatura cliilcna moclcnia.

    Al

    revs de lo que pasa coii el resto de los gneros literarios, el diario

    ntimo obedece al proyecto de uiia escritirra replegada sobre s misma,

    sin destinatario, que se cotistihiye como

    secreto

    Dentro

    de

    un mo~iinieiito

    circular, el d e una siierte de grado cero cle la comutiicacin. el autor se

    desdobla en sil lector: en giiardin del secreto. Es cieno: algunos diarios

    incluyen riarratarios. es decir, destinatarios inscritos en el texto, pero

    stos son parte de1 secreto. Ahora hieii, coii la iiiren-eiiciii de un lectoi-

    externo, ?se desbarata el proyecto? No: simplemei-ite cl secreto qiieda

    expuesto a la mirada. De ah que la lectura de diario titinio sea

    distinta a la de los dems textos: esti inai-cada por las coiinotaciones d e

    lo clm~destiiio.del voyerismo. Apartr

    dc

    las piililicacioiies pshiinas

    decididas por los herederos del autor,

    u

    otros, la historia del gnero

    revela tambin participacioiies del propio aiitor en Ia exposici6ii del

    secreto a la mirada. del lector. A veces se lo cla a leer a lector privado

    (es el caso de Nais Niii).

    O

    resilelve, eii una iniciativa de iiii~iina

    aperhira, compartir su secreto col1 el lector institiicionaiimdo: aiitoriza

    la publicacin pshima del diario (Amiel), o El inisino lo publica

    (Gide) 7

    El secreto del diario iititno se cni7a, eii Oyaniiri, con la coii\iccin de

    que 11 puede renunciar

    al

    lector, porqiic es e11 C cloiide la palbiq

    escrita, al ser acogida y suscitar uiia i-espuesbi, cumple si1 deslliiin vincii-

    Iante, eminentemente comunitario.

    Dicc:

    Si esiiiviein el1 iiiia isla dcsier-

    ta seguira pcnsando en el lector. Ai~ti litniices iiecesitaria iin eco, por

    s

    remoto o qiiimrico que fuesen 26 de febrero,

    1956 .

    Por el cierre

    d e su escritura, tilo es el diario intinio iiiia ''isla dc signos, y ciesici-ti\

    asimismo eii la medida en que el proyecto del gnero iio contempla

    al

    lector, el Unico qiic podn'a animarlos, dncloles vida? 2C:ino salc p a r -

    I5Sol>reI ~~rolilemadrlestinatarioen el rliruio niiiiici

    v

    los di\.ersm

    grados

    rle apertriix

    del sernro. \,.ase ean ROIIWL.

    Le

    oiirnal iniiine. iextt. sans ~Irsrinatairri n I1tUil/trr

    Par .

    N

    M

    no\wnhre 1943

    pp. 4554213

  • 7/23/2019 Diario ntimo - Leonidas Morales

    10/16

    ziin del atolladero? Pone en prctica dos estrategias supletoria~ e aper-

    tura. En la primera, hacia el lector institucioiializado: publica aquellas

    pginas del Dimio que no comprometen los pliegues ms interiores de la

    intimidad. En ellas se leen los encantamienros de una sensibilidad

    y

    las

    aprensiones de iina conciencia moral en su trnsito por escenarios del

    mundo contemporlieo. Se trata de descripciones de la naturdeza

    y

    reflexiones sobre tpicos cidtiirales y polticos. D h i o de Orimitey Mudan

    zas d d tiempo se originaron

    as.Y

    adems varios artculos aparecidos en

    peridicos.

    La segunda estrategia tiene en la mira receptor comparable al de

    Nak Nin, que le daba

    a

    leer

    su

    Diarin

    a

    lector privado (Hciiry Miller).

    S610 que en Oyarziin no es un lector sitio oyente privado,y no cs imo

    sino una multitiid. Los oyentes perteiiccimi a l gnipo numeroso de sus

    amigos, formado por escritores y artistas de la geiieraciii del

    50

    pero

    tambin anteriores posteriores. Sola leerles, de cuadernos o ageiidas

    del Diario que acostumbraba a llevar consigo, pasajes cliversos: descripti-

    vos, humorsticos, de irona, y otros rlrmoleclores sobre persotiajes cono-

    cidos del medio cuihiral. Porqiie el carcter privado del oyente,

    la

    rela-

    cin cle amistad, la informalidad cle los encuentros (en bares, paseos

    piiblicos, alguna casa particiilar. en cxcursioiies), permitai relajar la

    autoccnsiira, pero

    sin

    abolira. Sin duda con estas lecturas ~ ~ r z i

    ganaba para la palabra del Diano uii receptor cmplicc de su secreto, le

    devolva la fiincin comiinitaria, ~tiriculaiite '~,iiiito con patificarse d e su

    probada eficacia literaria. De la impresiii imhorrablc qiie clejml los

    textos odos, de la curiosidad con rcspecto a las pgiiias no reveladas al

    oyente y dentro de st secreto, se sospecha. aquellas asociadas a la

    homosexualidad del autor), se f i~ereando en ese grupo d e amistad, con

    filtraciones al exterior, uiia verdadera Iryencla sobre el Diario de Oyar-

    zii11 .

    De

    todos los estimulos del mritidn cotidiaiio a los que estc

    Diovio

    Ics

    presta atencin, ~iingpinoetonla coi1 ni5s insistencia, ii es al>orchtlocon

    ms riqueza de conexiones de seritido,

    qi i

    el d e la iiatiiraleza. Qtarnii

    nunca deja de responder a

    Cl

    iio importa drnde se eiicuentre, si eii Cliile

    O

    en tiaje por el extranjero. Pern es

    Iii

    riahinieza cliiielia el oi?jeto

    principal d e su iriiers. Soii escasos los riiicoi~es el pas donde no estiivo,

    ' v a l

    v z

    por eso , desprlPs d e

    ctn

    enniennr,

    con

    el poeta Nicanor Parra. aniigo siiy i

    asimismo. anota con rtn sm titn irn to r ritsitacihn. qiiiz is clr disgi i~ to: A Nim nor le tei

    algiinos trozos

    rl

    estr D iario y ra pir nto s d e pcwnias. N o dijo nada

    7 e abril.

    1958 .

  • 7/23/2019 Diario ntimo - Leonidas Morales

    11/16

    atento a las formas, la liiz, los colores. olores, sonidos, movimientos, para

    traducirlos mediante la palabra. algunos lugares de la zona central.

    hacia la costa, regresa regularmente, como si fiiera el oficiante de un rito:

    Caleu, Ti1 Til, Lo Gallardo, Horcii. El lengiiaje de sus descripciones, con

    inserciones ocasionales de nornenclatiira cientfica (la del botnico), es

    el lenguaje del entusiasmo, a ratos el del arrobo,

    y

    tambien el d e la elega,

    cuando el qiie escribe se enfrenta al espectculo sombro de especies ya

    exterminadas o prxima5 a estarlo. Los procesos moderiiizarlores causaii-

    tes cle la depredacin, la misma en todo el planeta, eiicilentran en Chile.

    demuestra Oyanin, terreno abollado: tina actitud crbnica de indifereii-

    cia, cercana al odio. ante la nahiraieza. Ya lo dije en otra parte' ': ese

    pequefio libro de amor y dolor. D ensn

    d~

    la fiprrn

    debera ser tenido por

    los ecologistas chilenos como su manifiesto fiindacioiial.

    En el cuento

    y

    la novela de la fitcratiira chilena mocleriia, la presencia

    de la naturaleza ha sido desde luego constante, sobre todo entre los

    narradores "regionalistas", que adems hicieron cle ella iina instancia

    determinante d e los personajes. Sin embargo. Oyarziii iios sorprende

    con una descripcin frente

    a

    Ia cual

    las

    an

    tenores resultan casi ol\.idablcs.

    Nos era por completo desconocida esta iiatiimleza que surge ddel

    DJmio.

    El despliegue de su beIleza es iina conqiiista inesperada en la prosa

    literaria cle nuestro pas.

  • 7/23/2019 Diario ntimo - Leonidas Morales

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    (6dejunio, 1959).Dos, el recurso a la sinesfesia. Se tiene la impresin en

    estos casos de que la riqueza de uii determinado estimiilo rebasara la

    capacidad d e registro del sentido al qiie por sir iidole

    va

    dirigido.

    s

    ocurre con el olor d e iinas flores, las de la acacia, qiie termina exigiendo

    el conciirso de la vista y el odo: los iaciinos opiilentos de las acacias, con

    su olor silencioso. sooliento, envolvetite, i r i olor de atenuada blancura

    21

    de octubre, 1961).Tres, el uso de las comparaciones. Son infinitas.

    El

    termino d e Ia comparacion proviene de variados mbitos: el arte, la

    literatiira, la historia, la vida cotidiana. Uii rbol nativo, el coigiie, iio

    pierde su identidad real al comparrselo con

    iiii

    hergantri

    y

    tina telarai'a,

    pero de la comparacin sale misfigurado poticamente: Nada ms

    fino

    ms areo ni ms firme en la tierra que iin coige. Tiene la elegancia

    de un bergantn, la nervadiira sutil de iiiia telaraiia. Cuando lo 1-eincceii

    los vientos, l se estremece entero. tiembla coino iiii velamen y no suelta

    una sola amarra, elstico, tenso y clcil

    ( 1

    cle iioviemhre. 1965).

    Los efectos estticos en las comparaciories y en otras figuras) sireleii

    ir acompaados d e connotaciones h~imorsticas, in compoiieiite eseii-

    cial del lenguaje clel

    Dimio

    (y qiie cii anotaciones ajenas al tema de la

    naturaleza puede derivar en irona o abierta morclacidacl). a descrip-

    ci n

    del moscardn iiicliiye. ms de una vez, estas connotaciones: Un

    moscardn sali recamado clel interior d e uiia digital, como un sacerdote

    qiie se dispone a iniciar el rito 2 de eiiero. 3959 . En otra anotaciri el

    mismo insecto queda aprehendido en una imagen

    cle

    graciosa sensuali-

    dad por sil comparacin con 1111 personaje histbrico coriocido: Un

    moscardn chupaba con avidez el iiectar de cacla penriiica, colgado d c la

    corola como

    ti

    Enrique V al seno d e iina doiicellaw(10 de ochibre,

    1954).El mismo da, mientras escribe tendido sobre el pasto, ve pasar uiia

    cuncuna: De dOnde saldra uiia ciiiicuiia gris aiiaranjacla qtie acaba

    de pasar al lado d e mi pluma. miiy puracla. eqiiilibrnclose sobre lo alto

    de los trboles? Va taii decidida como si hiera a misa . Rodrigo de Triana

    aparece sorpresimmeiite evocado por el trmino con qiic compara el

    grito de 11110s tiiiques: Los tiuques paziiaii dc proiito como si hiibieseii

    descubierto Amrica (21 de fehrcro. 1958).Eii o-a d e las anotacio~ies

    de ese da. el circo le presta iino de sus persoiiajes para compai-m-el

    ajelreo de los choroyes en la rama seca cle uti h.bol: iban y venia11coino

    tonies de circo sobre una rama seca cle pellii. Si algiiiio perda pie se

    sostena con el pico .

    Es necesario, por ltimo, referirse al marco d e pensamiento e11 el qiie

    se inscribe la representacin de la natiiraleza eii el

    Diario

    Ella se cla

    dentro d e una visin qiie acoge tracliciones espiritiialistz.

    y

    ncleos del

    pensamiento bblico y cristiano. La visi011 se articula, en la base, a una

    percepcin desolada de la vida moderiia: la de iiiia sociedad de niasas

  • 7/23/2019 Diario ntimo - Leonidas Morales

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    vaca de todo ideal de trascendencia, rota eii su iitiidad interior, sometida

    a racionalizaciones que imto con rigidimrla, la plaiiificaii para el consii-

    mo d e bienes materiales e imgenes hedoiisticas, siii lograr erradicar la

    miseria, ms bien coritaiido con ella. Pero esta coi~cieiiciano se c i e m

    alrededor de Ias certezas qiie la pertiirbail o angustian: en direccin

    contraria, la de las aiiseitcias. Ia atraviesa una permanente aspiracin a

    restituir en el Iiombre los eqiiilihrios rotos, a reandar los pasos perdidos

    de la unidad. En resiirneii, a religar la ciiltiira cle la vida cotidiana a

    experiencias de trascendencia en sentido religioso.

    Frente a la tradicin cristiana para la ciial la imitaciii rle Ciisto es el

    modelo de salvacin, Oprzin apuesta. taml-iin.

    a

    la va de la contempla-

    cin

    de

    la naturaleza como fuente de una culhira renovada. Le parece la

    salida a tina sitiiacin que condiice al empohreciinieiito extremo de la

    vida, si no a su final destnicciri. El suyo no reiiitrodiice exactamente el

    gesto rom.htico. porque no le nielve las espalclas al inundo histrico:

    mediatiza su transformaci6ii. Ni tampoco escoiide una idealizaciii de la

    natiiraleza. Oyarzin pareciera concebir el paraso hildico como uii esta-

    do iinitivo , d e fiisiii clel hombre coi1 la ilahiraieza. Despus del peca-

    do , que lo rompe, ambos quedan igu lmente coiitamiiiados . La raz

    del mal no reconoce pues fronteras: Carla cosa tieiie su sombra. Cada

    rbol, su

    peqiieia serpiente viva en el iiilerior

    (1

    7

    de

    septiembre, 1951).

    Hay

    que aceptarlo, dice: el mal forma parte del iiivenurio rle lo real. Pero

    s en l la natiiraleza n o es un paraso hollywoorleiise, s es un paradigma:

    desde su foiiclo osciiro, cruel , se evanm, en ritmos cclicos, desplegaii-

    do los signos que llaman a la salvacin. al reeiicueritro del ser consigo

    mismo, trazados en el vuelo de los pjjaros, las Ioriiias perfectas de flores

    y rboles, las combiiiaciones felices

    de

    colores, los milagros de la

    liiz

    los

    sonidos y miumitllos.

    Contemplar amoi-osamente estos sigiios. penetrar en ellos hasta qiic

    la ulecl~~raileiiciosa dc la mirada los samrc coiistitiiye 1111 acto espiri-

    tualmente liberador: nos descarga del lastre de la temporalidad biogrfi-

    ca (la del yo), nos reconcilia con el todo, nos d e~~ ie lv cin momento de

    unidad y, en la medirla en que su ordcii rija la cuihira de la vida cotidiana

    en los diversos grupos socialcs. nos liar eii definitiva iiiiia hiiinaiiiclad

    mejor. Oyarnn n o cesa de afirmarlo. Quieii lo afinna es alpiieii coiis-

    cieiite de sil propia iiicapacidad para resistir los iinpiilsos qiie lo precipi-

    tan en el mero goce de los sentidos, en la proiitiscuiclad sexiial, en el

    alcohol. Pero estas cadas , en

    vcz de baiialirar la afirmacin, de volverla

    espuria, acentian su verdad n ole iiiia dimeiisin d e dramatismo. Es

    una de las tantas tensiones que recorrcii la escritura del ll nr o

    y

    la

    entregan a un jiicgo dialctico rloiide los rlestellos dc verclad surgen

    de

    la friccin, del tiroiieo d e los coiitiarios.

  • 7/23/2019 Diario ntimo - Leonidas Morales

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    Oyarzri es iin escritor moderno, en l se reitera ini constante dc

    todos los grandes artistas y escritores desdc el Romanticismo: la de vivir

    la moderriidad como una camisa de fiiei-za. En su caso particiilar, el

    conflicto adopta la forma de uiia coiitradicciii cntre dos propuestas: de

    un lado la suva. es decir, la de la con ternplacin de la iiaturnleza, y del

    otro la de la sociedad moderna. La segunda no slo se mueve en direc-

    cin

    opiiesta a la primera: l~ loquea il clesairollo

    y

    cii defi~iititta a hace

    inviable. Porque ella es portadora de un proyecto ciiltiiral cuya realiia-

    cin pasa jiistameiite por la horraclirn de la natiiraleza como texto ,

    cancelando as el horizonte de trasceiideiicia a qiie nos abre sil lectura ,

    y

    al mismo tiempo de un provecto econmico que la condeiia cada da a

    su destmcciii material. Pero a pesar dc las evirleiicias histhricas eli

    contra, Oyarzn no cree inhabiliiada su propuepta. Ms an: desdc cl

    paradigma de la iiaturaleza liace la crticii dc las estrategias. sofisinas

    y

    eslragos de la modernidad. Una crtica sienipi-e iliiminadora y niirica

    suspendida a lo largo del

    Dinnio

    Los escei~arios uihiraies eii qiie opera

    so11 mltiples

    y

    eritrecnizados. Me limitar a tocar alpinos aspectos de la

    crtica referida

    l

    arte

    y

    la literatiira,

    y

    a las relacioiies enh-e los espacios

    urbanos y la natiiraleza.

    Oyann nos recuerda que el homhre el protozoo comparten uria

    misma condiciii: soii animales. Pero l protozoo vitive en fusin con el

    cosmos. y si tiiviei-a concieiicia gozark , dice, de la coritemplacin

    unitiva . El Iioinhre en cambio es iiri animal degeiierado v loco qiie se

    obstina en renegar de ese gozo salvador: coiistriiye rieiir6ticamente

    murallas y diques para apartarse de

    la

    iia~iiraleza clevorai-se

    a

    s misino

    remojado eti su propia salsa (28 de diciemhrc. 1961). Las graiides

    ciudades del siglo

    xx

    all donde el espritu de la modcrnidacl se exhibe,

    se recrea y profundiza, soii la cncariiaci~ii leliraiite de esos diques y

    murallas de scparaciii. Una anotaciii hecha en Ntiew York nos deja

    ver, coii asordinadas vibraciones apocalpiicas, el corte radical entre las

    ciudades modernas y la iiatur-aleza: Bandadas dc aves tnigratorias se

    estrellan coii Ia torre clel Eiiipire State Biiildiiig y caen muertas o agoni-

    zantes en plena ciudad (28 clc septicmlire, 1970). La imagen es todo

    un

    emblema de la relaciti de ruphira qu expiilsa a la natiiraleza. Como

    objeto de contemplacin ronfiqiradora de tina conciencia cultural, ella

    est auscrite de estos espdcios urbanos. la \ida cotidiana que alojan la

    gobierna uiia cultura

    der-nnt~rtnliznn d,

    ajena a las experiencias de la

    iinidad del ser. Una cultura mercantil. tec~iiolgica,ragmentadora cle la

    conciencia. n vez de absorber la soledad y la violeiicia, las iiiduce

    exacerba. Hasta el vicio

    y

    la miseria resiiltati ins rlesamparados dentro

    del paisaje urbaiistico. El rascacielos, qiie domiiia ese paisaje, supera al

    rbol en altura, en moniiineiitalidad, pero carece de su aura humatiitaria:

  • 7/23/2019 Diario ntimo - Leonidas Morales

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    Un borracho al pie de un rascacielos est peor que al pie d e un rbol. i

    rbol siempre tiene algo de misericordioso" (9 clc marzo, 1968).

    El juicio critico de Oyarziin sobre la literatura el arte c s ~ etermiiia-

    do por u11 concepto d e obra d e crcaci011, segiii el cual esta sena "hila

    tentativa para imponer un orclen al sii'rirniento metafisico del hornbre"

    (7de agosto, 1959).Se trata de un orderi

    espiritual,

    aascenclente, sintiii-

    mo

    para l

    d e "belleza". Pardelo, y semejaiitr en

    n fi~~iciri

    iberadora,

    a

    aquel otro orden al qiie se accede a trav6s de la contemplaciri de la

    naturaleza. Aun ciiando en el

    Dini-in

    se comenta ti11 vastsirno coi juiiio

    de producciones literarias

    y

    artsticas de \%riada procedericia (europea,

    norteamericana, latinoamericana, chileiia, o de culturas pi-emoderilas),

    quiero circunscribirme al juicio sobre dos poetas chilenos: Gal>rieIa

    Mistrd

    y

    Pablo Neruda. Estos nombres regwsaii con regiilaridad a las

    anotaciones del

    Diario

    Y con razri: el concepto de obra de creacin cle

    yarzn

    encuentra en la .Wstral una racificaciii,

    y

    en Neriida, una

    provocacin.

    on

    la poesa cle la Mistral Oyai-zui esmlilcce desde el comieiizo una

    identificacibri esencial. Porque ella "no cici-ra cl iniindo". No lo cierra

    alrededor de nipura materialidacl, o dcl sufriinie~ito metaTsico" qiie lo

    habita. Por el contrario, "transfigura las visioiics de la tierra eii exaltaciii

    ultraterrena"

    (15

    dejunio,

    1939).

    Es dccir: abre el mundo hacia ordeii

    trascendente

    y,

    al abrirlo, lo rediine. Bashra con invertir

    el

    sentido de

    las afirmacioiies anteriores para teiiei- la lcctura que @al-nn Iiace de

    Neruda. Su poesa cierra el mundo, no lo abre

    ningn

    ordcii trasceii-

    dente,

    y

    cuando lo abre, lo hace cn una clirccciii qu e l considera uiio

    de 10s sofisma5 de la moclernidad: la de la revoluci611social. Su lectiira cle

    Nenida cs ambivalente, o ambipia. No piiedc llegarle el taleiito potico.

    Pero el marco de pensamiento desde cloiide lee, lo lleva

    a

    rechazar eii l

    la dimensin ideolgica como error: la revoluciii

    no

    supriine, dice.

    la enfermedad, el dolor,

    la

    miicrte. Eii cste piiilto Oywziii revela una

    afinidad con Nicanor Parra. Ambos pi-oiagotiizaii cii la litcratcira chilena

    el mismo gesto generacional: la crtica dci las ideo lo~ias omo tisioncs

    distorsionantes.

    Y

    la posici.n de Parra freri te a la pr>esa

    y

    la pewoiia

    de

    Neruda no es menos ambigua que la de Oy an l~ i- ~.

    ziVacemi

    libro

    hnt~mnrirnul npi h51.li~irn.

    rirrrr. Snnriago. Erlitorial tTni\.ersitnrinn,

    1991

    (2 ed.

    1993 .

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