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    Revista Lindaraja. La iluminacin y el conocimiento mstico.

    Marco Antonio de la Rosa Ruiz Esparza.

    2010

    Revista Lindaraja. Nmero 28, mayo de 2010. www.realidadyficcion.eshttp://www.realidadyficcion.es/Revista_Lindaraja/revistalindaraja.htmRevista de estudios interdisciplinares. ISSN: 1698 - 2169Marco Antonio de la Rosa Ruiz Esparza.

    LA ILUMINACIN Y EL CONOCIMIENTO MSTICO EN SAN PABLO

    1. Un acercamiento desde el budismo Zen

    Un hombre que es dueo de s mismo, dondequiera que se encuentre, se comporta con fidelidad as mismo. A este hombre yo llamo maestro de lavida (Uno de los grandes maestros Zen de la pocaTan).1

    T E M A R I O

    INTRODUCCIN

    1. Un mstico cristiano judo2. La experiencia de la conversin3. La experiencia de Damasco como experiencia de Iluminacin

    a) El significado y el alcance de la experiencia de Damasco

    b) Pablo y la espiritualidad del fariseo (Lc 18, 9-14: el publicano y elfariseo)

    c) La experiencia de la muerte y la resurreccin de Jess como inversin detodos los criterios humanos

    d) La conversin de San Pablo. - La experiencia mstica de Damasco d)1. Zazen como conversin.-

    4. Conocimiento y msticaa) El conocimiento mstico es por experienciab) Nuevo conocimiento por la experiencia mstica

    b)1. La luz de la realidadc) La visin cristianad) La experiencia mstica como sabidura divina

    1 Citado por REDONDO BARBA R. Callejn sin salida. (Perspectivas de nuestra juventud). Col. A losCuatro Vientos 3. Descle De Brouwer. Bilbao 1995, pg. 145. El Dr. Redondo es Maestro Zen espaol.

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    5. La mstica en el budismoa) El conocimiento en el Zen

    a)1. Actitudes necesarias para acceder al conocimiento mstico:1. El silencio, 2. El desapego y 3. La atencin.

    1. El silencio como actitud necesaria para acceder al conocimientocompleto

    2. El desapego como actitud necesaria para acceder al conocimientocompleto

    3. La atencin como actitud necesaria para acceder al conocimientocompleto

    4o. El silencio de la Iluminacin

    a)2. El camino budista es el camino al Conocimiento2yla gnosis budistaa)2.1. El Tercer Ojo, o el conocimiento mstico

    b) La Iluminacin (satori) en el Zenb)1. El valor cognoscitivo delsatori

    b)2. Un nuevo tipo de conocimiento delsatorib)3. Repercusiones en la vida cotidiana

    b)3.1. Doble criterio de la autenticidad del despertar del Zen(Iluminacin)

    b)3.2. La Gran Muerte

    b)3.3. La Iluminacin como despertarb)3.4. La Iluminacin como experiencia del Vaco

    b)4. Valoracin religiosa del satorib)5. Elsatori y el regreso a la fuente

    6. El conocimiento mstico en San Pablo.a) El conocimiento de Cristo resucitadob) Iluminacin o conversin?

    7. El satori(Iluminacin) de San Pablo y nosotros

    2 HUMPHREYS C., Conocimiento y meditacin, pg. 100. Citado por Idem pg. 107 nota 278.

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    8. Qu nos ensea San Pablo a los que llevamos un caminooriental de meditacin, como discpulo del Zen y como maestro de Sadhana

    (contemplacin en snscrito), mtodo del P. Anthony de Mello, S.J.?a) Ver la propia naturaleza verdadera (kensh)b) Analoga con el sentimiento de la experiencia de Dios

    c) Un nuevo acceso a las Sagradas Escriturasc)1. Un camino hacia delante

    d) Cmo pueden el mtodo Zen y la Iluminacin ayudar a hacer progresosen el campo de la Asctica cristiana.

    CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS

    BIBLIOGRAFA

    INTRODUCCIN

    Pablo es el prototipo del mstico cristiano. Los que vienen detrs cantan el mismocanto de amor. Tambin ellos aman a Cristo hasta la locura; tambin ellos desean lamuerte y se gloran en la cruz por la que pueden conseguir la resurreccin. Tambinellos fascinados por la mirada divina, lo arrojan todo y se lanzan desnudos hacia la metaen la que son vestidos en Cristo. Tambin ellos ven su curacin en su resurreccin. staes la doctrina de los grandes msticos cristianos. Pero el pueblo bajo, los escritores defolletos y los autores de tratados piadosos ven con frecuencia a Pablo gloriarse en lacruz y se olvidan de su mayor gloria: la resurreccin. As es como ha surgido dentro delmensaje cristiano una doctrina un tanto mrbida del sufrimiento y del amor a la cruz.Mrbida, porque gloriarse en la cruz mientras se olvida la resurreccin es la estupidezde las estupideces. Si solamente en esta vida esperamos en Cristo, somos los msmiserables de los hombres (1 Cor 15, 19).

    Todos los extremos llevan a reacciones peligrosas. Por esta comprensin mrbida delsufrimiento, de la renuncia, etc., ciertos modernos tienden a rechazarlo todo. Renunciarse ha convertido en algo desagradable y el sufrimiento ha dejado de ser algodesagradable y el sufrimiento ha dejado de ser algo en que nos podamos gloriar. Nodeja de ser una pena. En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo, que cae en

    tierra, no muere, queda solo, pero si muere produce mucho fruto (Jn 12, 24).La curacin dentro del cristianismo es un proceso de muerte y resurreccin en que el

    hombre, angustiado por su separacin existencial de Cristo, de otros hombres y delcosmos, vuelve a unirse con el nico que ama y anhela. En el budismo se da un procesosimilar. Precisamente porque el yo separa al hombre de todo lo dems, por eso tiene

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    que morir. Por la muerte y la prdida del yo ( iga) el hombre entra en el nirvana o unincon el cosmos. Un sacerdote catlico, amigo mo (nos cuenta el P. William Johnston, S.J.),que practicaba un poco de Zen, me contaba que su maestro de Zen le haba dicho en

    cierta ocasin con cierta severidad: Dios envi a su Hijo nico al mundo para morir. YUd. debe morir tambin. As, pues, murase. Es un ejemplo ms de la habilidad budistapara ver la importancia del dogma cristiano para la vida diaria. Qu bien comprendaque as como Cristo muri deben tambin morir sus seguidores si han de entrar en laresurreccin.

    Pero en ambas religiones, previo a la muerte est el desasimiento o renunciainevitable. En el budismo el deseo egosta levanta el ego ilusorio y ensancha la zanja quesepara al hombre de todo lo dems. Por eso se ha de rechazar todo deseo y apego, noslo a las comodidades, lujos y placeres de la vida sino tambin al conocimiento y alprogreso de pensar. La renuncia ms rigurosa es la exigida en la misma prctica del Zen:

    constantemente se nos pide que renunciemos al deseo natural del conocimientointelectual. Y el proceso de la meditacin cristiana es bastante similar. Quien norenuncia a todas esas cosas no puedes ser mi discpulo (Lc 14, 33). Y aqu todassignifica todo. San Juan de la Cruz exige renuncia, desasimiento, nunca de Dios, es cierto,sino de los pensamientos, ideas y sentimientos sobre Dios. La justificacin de esto sebasa en la Escritura. Dios est por encima de todo: ideas, dolos, imgenes y palabras detodo tipo. La perenne tentacin del hombre (como la de Israel) ha sido siempre meter aDios en una caja o en una categora y as poder controlarlo. El saber conceptual es unaforma de domesticacin que se ha de abandonar a favor del conocimiento noconceptual, una nueva manera de conocer y de amar que penetra en el silencio de lanube del no-saber o de la noche oscura (de san Juan de la Cruz). ste es el

    conocimiento mstico que trataremos de explicar en el siguiente trabajo.3

    Quisiera agradecer a los Misioneros de Guadalupe, al Instituto misionero al quepertenezco, el haberme facilitado en el ao 2008 un tiempo sabtico para el estudio delMster Mstica y Ciencias Humanas de la Universidad de la Mstica de los padrescarmelitas en vila, Espaa. Y al estudiar la Noche Oscura de San Juan de la Cruz ypoderla comparar con el Zen. Agradezco tambin a los padres carmelitas tanto deEspaa como a mis maestros de muchas partes del mundo. Lo mismo quiero agradecera mis maestros Zen Dres. Sato Kenko de la secta Soto Zen , del templo budista Erinji deAizu Wakamatsu y al P. Klaus Riesenhuber, S.J. del Centro para la meditacin Zen deAkikawa Shinmeikutsu (La cueva de la oscuridad divina) de Tokio; por su orientacin y

    ayuda en estos diez aos de prctica del zazen.Hay que tener en cuenta que cualquiera puede tener la Iluminacin si marcha por el

    camino correcto. No es budista ni cristiana, ni est absolutamente aliada con ninguna

    3 JOHNSTON W., La msica callada. La ciencia de la meditacin. Col. Betania 49. Paulinas. Madrid 1988,4. ed., pgs. 210-213.

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    confesin religiosa. El fenmeno de la Iluminacin se encuentra en la India ya antes delbudismo. Tambin se encuentra en el Islam, lo mismo en la religin cristiana, auncuando no tan exclusiva y metdicamente pretendida como en el Yoga y el Zen.

    En el sentido conceptual la Iluminacin es la posesin de un poder espiritual, que desuyo tiene todo hombre, pero estaba escondido, y por tanto no se poda disponer de l.Que existe un tal poder en el hombre, se puede comprobar tambin por la experienciade otros. Pero la toma de posesin de ese poder debe realizarlo cada uno por s mismo.De otro modo, el conocimiento de ese poder permanece en teora nicamente y noayuda nada. El poder recin descubierto no descansa en el plano sicolgico de laconciencia, sino ms all de l. Este descubrimiento es directo y experimentable. Entodo caso, se trata de un descubrimiento y activacin de un poder espiritual, que antesno se conoca, ni con el cual se poda contar. Esta concepcin de la Iluminacin laaceptar ciertamente todo aqul que tenga una experiencia de Zen.

    Cuando se le pregunt a un bonzo experimentado, si la Iluminacin es unconocimiento supraconsciente, intuitivo, respondi que la Iluminacin no es unconocimiento intuitivo, sino el perfeccionamiento continuo del hombre.

    La Iluminacin es la impresin que recibe es tal como si descorriera un velo y seabriera un horizonte. No existe aqu una exacta comprensin de cuestiones particulares,pero se entiende, de pronto, el nuevo orden csmico.

    El hombre palpa al creador en sus criaturas, comprende en un instante lo que haestudiado tanto tiempo y no haba entendido todava. En ningn caso se extingue esterelmpago demasiado pronto. Deja a uno tiempo para analizar su experiencia en surealizacin viva. El alma se siente en el centro de este movimiento. Ella posee ahora loanhelado. En los que comienzan se obra una conversin y se cambian la norma y estilo

    de vida. El fuerte impulso que proviene de un plano superior, suele encontrar suresonancia en el plano inferior y ordinariamente en forma de perceptibles cuadrospticos o acompaada de seales acsticas

    Sin embargo la intuicin metafsica del ser y sus cualidades trascendentales es algoimportante. No se le puede alcanzar sin una cierta limpieza moral, y bajo su influjonatural del alma se fortalece y favorece su liberacin de ataduras peligrosas.

    Parece que hay parecido en la concepcin cristiana de la Iluminacin (Merton yStaehlin) con la Iluminacin del Zen (sho-kensh, la pequea visin del ser y el dai-kensh o la gran visin del ser). Por el peligro de engaarse y engaar a otros estvigente en el Zen una especie de precepto, de hacer verificar la propia Iluminacin por

    otro ya iluminado.Permanece una cierta tranquilidad en el hombre. En el sentido moral, porque el

    hombre a travs de la Iluminacin llegar a ser moralmente ms perfecto. Se recibe algoparecido a una gracia mstica sobrenatural. En el estado de la Iluminacin desaparecen

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    la duda y el miedo, la envidia y el odio, o cualquier otro sentimiento contrario a la fe.Porque la Iluminacin es unidad: aquellos sentimientos al contrario dividen.4

    Encontramos acertada la distincin budista entre el pequeo yo y el gran yo. El

    pequeo yo (shoga) es el yo separado, aislado, el ego. El yo que usamos cuandoimaginamos que estamos separados de Dios, del universo y de otras personas. Estepequeo yo es ilusorio. El cristianismo llama orgullo, vanidad a la formacin del mismo.Nos servimos de este pequeo yo cuando ponemos la confianza en el dinero, la fama yel poder. Tal confianza nos coloca en un ego engaoso, nos hace olvidar de Dios y nosdestruimos a nosotros mismos. El gran yo (taiga) es el yo no separado, abierto aluniverso, a todos los hombres y mujeres y a Dios. Se le puede llamar el yo universal o elyo csmico. Es el yo con una conciencia extensa, que abarca todo. Cuando perdemos laconciencia de separacin y aislamiento, es para abrazar la conciencia del todo. Estamosalcanzando un estado que el budismo llama vaco, y el cristianismo humildad. Ambas

    espiritualidades defienden que el vaco o humildad es la primera piedra y el fundamentode todo el edificio. Si alcanzamos la Iluminacin, tenemos que estar vacos y humildes.As el desafo de la vida es perder el pequeo yo y encontrar el gran yo, que es elverdadero yo: la muerte. Al final, por supuesto, llega la muerte biolgica, pero antes deella la muerte psicolgica y espiritual. Las pginas del Nuevo Testamento estn llenas dela necesidad de la muerte. Os aseguro que si el grano de trigo que cae en tierra nomuere, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto (Jn 12, 24). La muertesignifica perder todo. As la vida contemplativa que se elige es un proceso de perderlotodo, incluso hasta la muerte. El todo y la nada. La filosofa china lo expresa bien cuandohabla de una doble va: el camino del esfuerzo personal y el de la no-accin o wu-wei.

    El esfuerzo personal significa que nos hemos liberado de las adicciones. Utilizamos la

    palabra adiccin en vez de los trminos tradicionales de vinculacin o apego porquevemos que Gerald May defiende que todos nosotros estamos llenos de adicciones onecesidades coactivas. La adiccin qumica es en verdad un aspecto de la persona, quepuede ser adicta al tabaco, al alcohol, al dinero, al poder, a la fama, al xito, a unarelacin o experiencia religiosa o a cualquier otra cosa. Todas la adicciones nosesclavizan, nos alienan de nuestro verdadero yo, apartndonos del amor autntico deDios y el prjimo. San Juan de la Cruz en su lucha feroz contra las adicciones en Lasubida alMonte Carmelo, es muy radical cuando habla de la adiccin a las experiencias religiosas,tales como visiones, revelaciones, locaciones y consuelos de cualquier clase. Nada,

    nada, nada y nada sobre el monte.No suena esto como algo terrible? Pero este es el camino real para la paz, el jbilo, la

    Iluminacin y el verdadero yo. Ahora que yo menos las deseo, escribe el mstico

    4 ENOMIYA LASSALLE, Zen, un camino hacia la propia identidad. Una ayuda para entender laIluminacin. Introduccin a la meditacin-. Mensajero. Bilbao 1998, pgs. 40-67.

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    espaol, tengo todas ellas sin desearlas. Es un eco de San Pablo: Teniendo nada, peroposeyendo todo.

    Sin embargo, el esfuerzo humano solo no nos liberar, particularmente si las

    adicciones estn profundamente alojadas en el entendimiento inconsciente y en elcorazn. Cuando somos empujados violentamente por la pasin inconsciente, el yoquiero y yo no quiero, son singularmente ineficaces y hasta contraproducentes.

    El pequeo yo separado est muerto, y el nuevo yo, el yo real, viene a la vida en elEspritu. Como dice Pablo, el Espritu mismo se une a nuestro espritu y exclama Abba,Padre. De este modo, ahora has encontrado tu verdadero yo en el Espritu. La accindel Espritu puede ser amedrentadora, perturbadora y hasta violenta. Trae la memorialas palabras de Jess. Desde los tiempos de Juan Bautista hasta ahora el reino de Diossufre violencia y los violentos lo arrebatan. La accin del Espritu puede tenerrepercusiones algo desordenadas sobre el cuerpo San Juan de la Cruz habla de

    dislocacin de los huesos- y repercusiones an ms violentas sobre la psique.Por supuesto que la pregunta clave cristiana es: Qu relacin existe entre elverdadero yo y Dios? El budismo parece pararse en el verdadero yo sin preguntar sobrela realidad misteriosa del ms all. Pero los cristianos tienen que preguntar acerca deDios.5

    La esencia del Zen es la Iluminacin. Se puede decir quiz que la Iluminacin es lo mselevado que el hombre puede alcanzar con sus fuerzas naturales.6

    Vaya este trabajo en honor del Bimilenio de San Pablo y el reconocimiento por sugran aporte que dio a la humanidad y al cristianismo. Tambin quisiera honrarlo comoun gran misionero que supo hacer el puente entre el cristianismo judo y el mundogriego y romano. Y de ser uno de los primeros msticos iluminados de la cristiandad. Este

    trabajo es gracias a los apuntes del curso de La experiencia mstica de San Pablo, elMstico: Encuentro con Jess del P. Francisco Brndle, O.C.D., proporcionados por elmaestro en el curso de Mster mencionado arriba.

    Lo mismo parte de este trabajo fue utilizado como materia de un retiro espiritual enJapn en fechas recientes.

    1. Un mstico cristiano judoComencemos con la palabra mstico (sustantivo) y sus parientes mstico (adjetivo) y

    misticismo. Por la diversidad y ambigedad que estos trminos poseen en nuestracultura contempornea. En la lengua comn, estas palabras tienen una connotacin

    desdeosa. Decir que algo suena a mstico o suena a misticismo significa que nodebemos tomarlo con seriedad. Se trata de algo que es impreciso, confuso, carente defundamento, de otro mundo e irrelevante. En el mbito acadmico, el trmino no es

    5 JOHNSTON W., Cartas a contemplativos. Col. Tabor 15. Paulinas. Madrid 1992, pgs. 92-96.6 Idem pgs. 74 y 76.

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    desdeoso pero s ambiguo. Es decir, algunos especialistas lo usan en sentidorestringido y preciso, mientras que otros lo entienden en un sentido ms amplio.Quienes lo definen de forma restringida consideran que lo mstico es un fenmeno

    especficamente religioso poco habitual y piensan que en el caso del judasmo y delcristianismo se trata de un desarrollo posterior a la poca bblica, por lo que no usaranlos trminos mstico o misticismo para calificar algo que pertenezca al perodo bblico.

    Sin embargo, existe una definicin ms amplia, de la que nosotros somos partidarios.Dicho en cinco palabras, que, por supuesto requieren explicacin, misticismo es unincon Dios. Un mstico es aquel que vive en unin o comunin con Dios. La diferenciaentre unin y comunin es relativamente pequea: la primera implica un sentido deuni-cidad con Dios y la segunda un sentido de relacin con lo sagrado que es profunda,cercana e ntima, aun cuando se mantiene un sentido de dupli-cidad.

    La mayora de los msticos tienen experiencias msticas, que entendemos como

    xtasis en los que se produce una sensacin muy real de la presencia de Dios o de loSagrado o de lo Real (trminos que usamos como sinnimos en este caso). Laexperiencia de xtasis, como sugiere la raz del vocablo griego, no es el estado habitualde consciencia. Con el xtasis nos encontramos fuera de o ms all de laconsciencia habitual en un estado en el que se siente abrumadoramente la experienciade Dios, es decir, que Dios se convierte en una realidad de la experiencia. En estesentido, los msticos conocen a Dios. No simplemente creen en l, sino que dan el pasodel creer al conocer.

    El trmino Iluminacin tiene ms de un sentido en el contexto de las experienciasmsticas. Frecuentemente, en estas experiencias aparece la luz. En ocasiones, susprotagonistas ven una luz o un ser luminoso. Pero la Iluminacin tiene otra connotacin

    en el contexto de las experiencias msticas. Se trata de la Iluminacin comoilustracin; es decir, como una experiencia que posibilita ver con una claridad que

    jams se haba tenido antes. Y lo que se ve es el modo en que son las cosas. Por usarun trmino de W. James, tienen una dimensin notica, es decir, implican un sentidointenso de conocimiento que va ms all del puro sentimiento exttico. Los que tienenestas experiencias sufren un cambio radical de percepcin; ven de formacompletamente diferente.

    La ilustracin, entendida como un modo transformado de ver la realidad, no sloforma parte de la propia experiencia mstica, sino que se mantiene posteriormente. Lasimgenes en que se expresa esta consecuencia nos hablan de un paso de la oscuridad a

    la luz, de la ceguera a la visin, del dormir al despertar.As, por ejemplo, tras su experiencia mstica bajo el rbol bodhi, Buda se transform

    en el iluminado, el despierto. En el Nuevo Testamento se nos habla del mismoefecto con la imagen de la ceguera y la visin en un versculo que nos resulta familiarpor el himno Amazing Grace (Gracia sublime): Fui ciego pero ahora veo (vase

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    tambin Jn 9). El ver se transforma: los msticos ven de forma radicalmente diferentegracias a lo que han visto en su experiencia.

    En el sentido amplio de la palabra, los textos de Hechos y de las cartas paulinas nos

    muestran que Pablo era realmente un mstico. Tanto Hechos como el mismo Pabloestn de acuerdo en este aspecto esencial. Segn Hechos, Pablo tuvo una experienciamstica de Jess, una experiencia que fue el acontecimiento que cambi radicalmente suvida: el Saulo perseguidor de Jess se transform en el Pablo que anuncia a Jess. SegnHechos, esto sucedi en el camino de Damasco, una frase que se ha popularizado paraexpresar una experiencia que cambia radicalmente la vida. Nos referimos a ella deforma sinttica denominndola la experiencia de Damasco (de Pablo).

    Tan determinante fue esta experiencia, que dividi la vida de Pablo en dos partes: elPablo anterior a Damasco y el Pablo posterior a Damasco. En general, se llama a estesuceso experiencia de conversin, que lo es pero no lo es al mismo tiempo, pues

    depende de lo que entendamos por conversin. En un contexto religioso, el trminotiene tres significados, y no todos pueden aplicarse a Pablo. El primero se refiere alcambio de no ser religioso a ser religioso; el segundo, al cambio de una religin a otra; yel tercero se refiere a la conversin dentro de una tradicin religiosa.

    La experiencia de Pablo no fue ninguna de las dos primeras. Es evidente que eraprofundamente religioso antes de su experiencia de Damasco. Segn su propiaspalabras, senta una autntica pasin religiosa: celoso por las tradiciones de misantepasados; en cuanto a Ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; encuanto a la justicia de la Ley, intachable (Gl 1, 14; Flp 3, 5-6). Adems, tampoco seconvirti de una religin a otra. No solamente porque no exista un cristianismoindependiente del judasmo, sino tambin porque Pablo continu sintindose judo

    despus de su conversin y durante el resto de su vida. Lo que s se produjo en l fue laconversin dentro de su tradicin: es decir, el cambio de un modo de ser judo a otromodo de ser judo, de ser un judo fariseo a ser un judo cristiano. Actualmente algunosrabinos especialistas en la Biblia Hebrea dicen que Pablo nunca dej de ser judo, quenunca dej la religin del Judasmo, aunque muriera dentro del Cristianismo. Ahora bien,Pablo no era un simple mstico, o dicho con mayor precisin, era un mstico cristiano

    judo. Judo porque, como ya hemos comentado, Pablo era judo nunca dej deconsiderarse como tal, y mstico cristiano porque el contenido de sus experienciasmsticas era Jess como Cristo resucitado y Seor. Posteriormente, Pablo definira suidentidad como una identidad en Cristo. Y en cuanto mstico cristiano, vea su

    judasmo bajo la nueva luz de Jess.7

    2. La experiencia de la conversin

    7 BORG J.M., CROSSAN J.D., El primer Pablo. La recuperacin de un visionario radical-. Col. gora24. Verbo Divino. Estella 2009, pgs. 27-34.

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    El miedo a la novedad que los cristianos anunciaban empuj a Pablo a perseguirles:tema que el edificio de su vida se viniera abajo si dejaba que los cristianos lecontagiaran su libertad respecto a la ley. Persiguiendo a los cristianos pretenda superar

    su miedo, pero no lo consigui. Un sucesor exterior se le cruz en el camino y leconvirti en el predicador ms enrgico de la nueva libertad. El propio Pablo describe suconversin con estas palabras: Pero cuando Dios, que me eligi desde el seno de mimadre y me llam por pura benevolencia, tuvo a bien revelarme a su Hijo y hacerme sumensajero entre los paganos, no consult a hombre alguno (Gl 1, 15s). Pablo se veescogido y llamado por Dios desde el principio. Considera su conversin como obra deDios. Dios mismo le revel a su Hijo, y esto transform su vida. As, describe suconversin como la revelacin del Hijo por parte del Padre. Su conversin fue obra deDios, obra de su gracia. Para Pablo no fue una ruptura radical en su vida (segn nos diceel P. Anselm Grn), sino la expresin de la eleccin por parte de Dios. Ya desde el seno

    materno, Dios lo apart para s y lo escogi como instrumento especial de su gracia.Pablo se senta llamado por Dios desde siempre. Lo nico que cambi para elpersonalmente con su conversin fue el modo de vivir su vocacin. Cuando Dios lerevel a su Hijo, qued patente para l su verdadera vocacin. Para hablar de esarevelacin Pablo utiliza la palabra apolakyptein, que significa que Dios destapa ydesvela algo escondido (cfr. Schlier 55). Dios ha hecho visible algo que estaba escondidoy tapado en el alma de Pablo. Con esa palabra se expresa que Pablo mismo, en su furordesmesurado contra los cristianos, estaba tocado por Cristo en su alma, pero no eraconsciente de ello. En virtud de la revelacin entr en contacto con su anhelo msprofundo.

    C.G. Jung intent explicar la conversin de Pablo con sus conceptos psicolgicos:

    Saulo era cristiano, sin saberlo, desde haca tiempo, y de este modo se explica su odiofantico a los cristianos, pues el fanatismo se encuentra siempre en las personas quetienen que acallar una duda interior (Jung, Ges. Werke VIII 248, cit. en Theissen 237).Gerd Theissen explica esta interpretacin as: En los cristianos [Pablo] se perseguainconscientemente a s mismo. Cristo se convirti para l en el smbolo de su identidadnegativa, es decir, de aquellos aspectos que no quera percibir en s mismo y de los quedeseaba distanciarse conscientemente. En lugar de ver en s mismo la reprimidaincapacidad para cumplir la ley o el miedo a la exigencia de la ley y ocuparse de ello, lospersigue en un pequeo grupo que se aparta de la ley (Theissen 245). La conversacintiene un componente psicolgico. Desde luego, acontece en la psique, pero Pablo ve

    adems en ella una intervencin de Dios en su vida.Lucas nos describe en los Hechos de los Apstoles cmo se produjo esta intervencin.

    Se podra decir que la triple descripcin que Lucas hace de la conversin es el intento dedescribir, con los medios de su poca, dos cosas: por un lado, la actividad de Dios y, porotro, los procesos internos del alma de Pablo que condujeron a dicha conversin. Para

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    Lucas, lo que transforma a Pablo es el encuentro con Jess. Este encuentro acontece enuna visin. En ella, Pablo vivi algo que le volvi del revs y le transformcompletamente. Lucas describi esta visin tres veces con los recursos estilsticos de la

    retrica griega. Esto pone de manifiesto lo importante que es para l. Lucas hacehincapi no tanto en la vocacin del apstol como en su conversin. Es una vivenciaespiritual, y al mismo tiempo psquica, que transforma al que aborreca a los cristianosen el mayor apstol de la cristiandad. En medio del camino, de repente lo envolvi unresplandor del cielo, cay a tierra y oy una voz que deca: Sal, Sal, por qu mepersigues?. Saulo pregunt: Quin eres Seor?. La voz respondi: Yo soy Jess, aquien t persigues. Levntate, entra en la ciudad y all te dirn lo que debes hacer (Hch9, 3-6).

    En realidad, Saulo no persegua a Jess, sino a los cristianos, pero en ese momento seencuentra con aquel en el que creen los cristianos. Y esta experiencia lo derriba

    completamente por tierra. Los acompaantes oan la voz, pero no vean nada. Y dePablo se dice: Saulo se levant del suelo, pero, aunque tena los ojos abiertos, no veanada. Todo el edificio de su vida se haba derrumbado. Esto pasa tambin en el Zen.Este encuentro con el Resucitado le cambi completamente.

    Los primeros monjes interpretaron esta frase de Hechos de los Apstoles de lasiguiente manera: Cuando Pablo no vio nada, vio a Dios. Entonces se le rompierontodas las imgenes de Dios. No le qued nocin alguna. Y precisamente al romprseletodas las imgenes de Dios, qued abierto al Dios verdadero, al Padre de Jesucristo. Y sepodra decir que tambin quedaron todas las imgenes que tena de s mismo, como esen el satori (Iluminacin) del Zen. La imagen del hombre lleno de celo se disip comouna ilusin. Se vio implacablemente enfrentado a s mismo y a su verdad. Esto lo derrib

    por tierra. Y ah derribado reconoci su propia impotencia: con sus propias fuerzasnunca ser capaz de cumplir la ley ni de estar a la altura de la voluntad de Dios.

    A las puertas de Damasco, Saulo tuvo la experiencia decisiva de su vida. All reconocique todo su afn de observar la ley y su celo por la fe pura eran absolutamentebienintencionados pero iban en la direccin equivocada. Pablo haba credo que podallegar a merecer la justicia en virtud de su celo y su esfuerzo personales. En estemomento le sucede algo que no ha merecido. En este momento, todo le queda claro degolpe, pero al principio todo se oscurece para l. Se oscurece la interpretacin que hastaentonces haba hecho de la vida y tiene que soportar esta oscuridad durante tres daspara poder empezar a ver una manera nueva. En esos tres das de oscuridad,

    acompaados por un ayuno absoluto, Saulo se ve enfrentado a s mismo. En ellos quedapuesto en tela de juicio todo cuanto hasta ese momento ha hecho de buena fe: su celopor la ley, sus esfuerzos por guardarla, su ira contra los cristianos, contra los judos queinterpretan la ley de manera diferente, como por ejemplo Esteban. Hermann Hesse dijoen una ocasin: Lo que no est en nosotros tampoco nos altera. Pablo se haba

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    alterado tanto por el nuevo camino porque dentro de l algo le haca presentir que en lainterpretacin hecha por Esteban de la tradicin juda haba algo autntico. Pablo habaobservado y visto la muerte de Esteban, cmo en ella haba muerto alguien que,

    exactamente igual que Jess, es capaz de pedir por sus perseguidores y asesinos y deperdonarlos. Lucas describe a Esteban como una figura luminosa. A todos cuantosestaban en el sanedrn les pareci que su rostro era como el de un ngel (Hch 6, 15).Esto se qued grabado en el alma de Pablo. En este momento se despierta en virtud dela experiencia que acaba de tener. En este momento siente adnde se encaminabadesde el principio su anhelo ms profundo. Su celo era autntico, pero ciego. En estemomento empieza a ver, pero al principio an debe vivir dolorosamente su ceguera.

    Luego Ananas le impone las manos y Pablo queda lleno del Espritu Santo. En el actose le cayeron de los ojos una especie de escamas y recuper la vista, y a continuacinfue bautizado (Hch 9, 18). El tierno contacto de una persona que le otorga e infunde el

    Espritu Santo en nombre de Jess lo transforma. En ese momento se le caen de los ojosuna especie de escamas. En ese momento ve con claridad. En ese momento se dacuenta de lo que en realidad ha anhelado a lo largo de su vida. En ese momento puedeponerse en pie. Y se bautiza. Con el bautismo queda admitido en la comunin conJesucristo, que se ha encontrado con l en el camino. Con el bautismo quedan limpiastodas las nociones que enturbiaban su imagen de s mismo: la imagen del ser humanoperfecto, la imagen que corresponda a las expectativas de su maestro, la imagen quecorresponda a las expectativas de su maestro, la imagen que se haba hecho de smismo. Y en el bautismo queda lleno del Espritu Santo. La experiencia del Espritu Santo,que en lo sucesivo va a actuar en l, se convierte en la experiencia central desde la queformula su doctrina sobre la ley y desde la que sale al ancho mundo para anunciar el

    Evangelio de Jesucristo.8 Esto nos recuerda la experiencia de satori (iluminacin) okensho (jap. despertar) es parecida a lo que escribi el P. Thomas Merton en Ascensina la verdad, acerca de la entrada en la Mstica:

    En este momento cae la conciencia de nuestro falso yo y cotidiano, comoun vestido sucio y cargado de humedad y lodo. El yo ms profundo, queyace demasiado profundamente, para ser sometido a reflexin y anlisis, selibera y hunde en el abismo de la libertad y paz divinas. No permaneceninguna alusin a lo que acaece a nuestro alrededor. Estamos muy

    profundamente debajo de la superficie en donde ocurre la reflexin.Estoy lejos de identificar la iluminacin con la unin mstica en sentido

    sobrenatural. Pero hombres que tienen mucha experiencia en el Zen y quehan llegado a la iluminacin me han dicho nos narra el P. Enomiya-Lassalle, S.J., Maestro Zen- que las palabras de Merton reproducen muy

    8 GRN A., Pablo y la experiencia de lo cristiano. Col. Surcos 90. Verbo Divino. Estella. 2009, 2. reimpr.,pgs. 35-40.

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    bien su propia experiencia.9

    Este fruto del Zen, la Iluminacin o visin esencial trasciende todos los conceptos; nopuede comprenderse por medio de ninguna filosofa ni visn del mundo, como tampoco

    va ligada a ninguna de ellas. Es un hecho puro, y sin embargo tiene la fuerza de poderliberar al hombre de todos los miedos y angustias. Se le caen como trapos suciosempapados de humedad10.

    Lucas nos cuenta en el captulo 9 de los Hechos de los Apstoles la conversin deSaulo. Y hace que Pablo relate dos veces la escena de manera diferente: la primera en elatrio del templo ante los judos que quieren matarle; la segunda ante Agripa, el ltimorey judo, y su hermana Berenice y ante Festo, el gobernador romano. En estasversiones, Lucas parece contradecirse, pues en el primero de estos relatos Pablo cuentaque sus acompaantes haban visto la luz pero no haban odo la voz (Hch 22, 9). En su

    evangelio, Lucas lo haba contado de otra manera: haban odo la voz, pero no habanvisto nada. Para los judos, el odo es el sentido decisivo que nos abre a Dios, pero losacompaantes judos no oyen la voz que Pablo oye. Tampoco escuchan las palabras deste. Presumen de escuchar la Palabra de Dios, pero su odo est cerrado. As pues, almenos deberan ver los hechos. Y los han visto: la luz y la ceguera de Pablo. Ante los

    judos, Pablo cuenta que Jess le encomend la tarea de ir a los paganos para dartestimonio de l. Los judos no pueden aceptar esto. Y gritan: Quita de en medio a esteindividuo, porque no es digno de vivir! (Hch 22, 22).

    En su segundo discurso sobre su experiencia de conversin, pronunciado ante el reyjudo Agripa, lo importante no es la reaccin de los circunstantes, sino las palabras de

    Jess a Pablo. En este punto, Pablo aade estas palabras de Jess: Es intil que descoces contra el aguijn (Hch 26, 14). Jess le hace una interpretacin psicolgica de supersecucin. No est luchando contra Jess, sino contra su propia conviccin. En loprofundo de s mismo, Saulo sabe cul es la verdad, pero no quiere admitirla; sinembargo, a la larga no puede luchar contra su propio ser. Con esta frase, Lucas nos diceque la fe cristiana guarda correspondencia con el ser de la persona espiritual. Nadie quebusque honradamente puede enfurecerse de manera duradera contra el sentido de suaparicin: Me ha aparecido a ti para hacerte mi servidor y para que des testimonio deque me has visto y de lo que an te mostrar. Yo te librar de tu pueblo y tambin delos paganos a los que he de enviarte para que les abras los ojos y se conviertan de las

    9 ENOMIYA-LASSALLE H.M., Zen, un camino, op. cit., pgs. 30-31, 33-34. Citado en nuestro trabajo:Mi experiencia Zen. Nueva poca Nos. 9-10. Enero-Junio 2005. www.zendodigital.net. Espaa.10 ENOMIYA-LASSALLE H.M., Vivir en la nueva conciencia. Textos escogidos sobre cuestiones denuestro tiempo-. Col. Betania 41. Paulinas. Madrid 1990, 2. ed., pg.124. Cita su libro: La prctica del Zen,transforma la conciencia religiosa?, 1983.

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    tinieblas a la luz, y del poder de Satans a Dios, y para que reciban, por la fe en m, elperdn de los pecados y la herencia que corresponde a los consagrados (Hch 26, 16-18).

    Aqu, ante personas de formacin griega, Pablo acenta el ver y la apertura de los ojos.

    Su vocacin es dar testimonio de lo que ha visto en persona. Ha experimentado algo, yeso es lo que testimonia. No se trata de una doctrina, sino de algo vivido, contemplado,personalmente. Ha contemplado la esencia de las cosas. Ha contemplado la esencia delas cosas. Ha contemplado a Cristo y, en l, a Dios mismo. Y, en lo sucesivo, su tarea esabrir los ojos a los judos y los gentiles para que la vida de unos y otros se ilumine, paraque se den cuenta de lo que se esconde en la vida real.11 En el Zen diramos que Pablotuvo la experiencia de la muerte del falso yo y se abre a su verdadero yo y a Dios. AhoraPablo se convertir en un mistagogo que conduce a todos a Cristo.

    Para Pablo, el verdadero objetivo de abrir los ojos es explicar a los judos que laresurreccin de Jess es conforme a las Escrituras y que Jess, el Resucitado, va a

    anunciar una luz tanto al pueblo judo como a los gentiles. Por consiguiente, la fe seentiende en este pasaje como una luz. Y la resurreccin es la luz ms clara que ilumina alos seres humanos y que convierte en luminosa incluso la oscuridad de la muerte. Agripaentiende lo que Pablo dice: Por poco me convences para que me haga cristiano (Hch26, 28). Festo, por el contrario, como representante tpico del griego escptico,reacciona con esta exclamacin: Ests loco, Pablo; de tanto estudiar te has vuelto loco(Hch 26, 24).12

    3. La experiencia de Damasco como experiencia de IluminacinTres relatos de lo acontecido en Damasco segn Hechos difieren sensiblemente en los

    detalles de los sucesos, aunque coinciden en la finalidad de la exposicin: el perseguidorfue encandilado por una luz celestial e interpelado por la voz del Crucificado Resucitado,que estaba siendo perseguido por l. Los acompaantes quedaron asombrados y oyeronla voz, pero sin ver la luz (9,7); vieron la luz pero no oyeron nada (22,9); cayeron portierra junto con Pablo (26,14). Tienen todos en comn el querer presentar una teofana.En realidad, la luz se hizo dentro de Pablo. Sus ojos se abrieron y el designio de Diosapareci ante l de un modo nuevo. Aos despus l mismo describira esta experienciade Iluminacin: "El mismo Dios que dijo: De las tinieblas brille la luz, ha hecho brillar laluz en nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que est enel rostro del Mesas" (2 Co 4,6). Su percepcin de Jess cambi; se le manifest como elenviado del Dios de los padres, como el Mesas prometido a su pueblo, resucitado por

    Dios de entre los muertos. Qued claro para l que no deba hacer cambiar a loscompaeros de Esteban por la cuestin de la Ley, sino que era l quien deba adquiriruna nueva comprensin de Dios, frente a su postura legalista, y cambiar de mentalidad.

    11 GRN A., Pablo, op. cit., pgs. 40-42.12 Idem pg. 42.

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    Porque el Jess al que apelaban los judos perseguidos para justificar sus infracciones ala Ley estaba vivo por el poder y la voluntad de Dios. As se sinti enviado (apstol) paraanunciar esa Buena Noticia de la salvacin tambin a los paganos, al margen de la Ley.

    Pablo ms tarde no se preocupar en narrar su conversin, sino que interpretar comotelogo el profundo significado de su cambio de vida, aclarando su profundo significadoen su vida de creyente y de misionero. Obviamente que, escribiendo muchos aosdespus, proyecte una visin sobre el llamado divino madurada mediante unaexperiencia misionera de casi veinte aos.

    As, frente a los corintios que se jactaban diciendo "yo soy de Cefas" (1 Co 1,12) yponan en duda su autoridad apostlica, Pablo no dudar en colocarse en un plano deigualdad con los testigos privilegiados del Resucitado: "No soy libre? No soy apstol?Es que no he visto a Jess Seor nuestro?" (1 Co 9,1). Y si no slo Pedro y los Doce, sinotambin Santiago y los apstoles de Jerusalem gozaron del Mesas, tambin l!: "Por

    ltimo, se me apareci tambin a m, como al nacido a destiempo" (1 Co 15,8). Pablointerpret, pues, su experiencia, en continuidad con las manifestaciones pascuales deJess.

    Tambin frente a los filipenses debi defender Pablo el valor de su experienciadamascena, comparada a los motivos de orgullo de sus crticos, motivos que a l, lejosde faltarle, posea en mayor medida (circunciso, israelita de raza, perteneciente a laantiqusima tribu de Benjamn como su homnimo el rey Sal): "Pero lo que para m eraganancia, lo he juzgado una prdida a causa de Cristo. Y ms an: juzgo que todo esprdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jess, mi Seor, por quien perdtodas las cosas, y las tengo por excremento para ganar a Cristo y ser hallado en l, nocon mi justicia, la que viene de la Ley, sino la que viene por la fe en Cristo, la justicia que

    viene de Dios, apoyada en la fe" (Flp 3,7-9). El cambio de Pablo no poda ser mscompleto: la altura que crea haber alcanzado se le transform en un abismo en el quese reconoci hundido, su seguridad se volvi perdicin, y la claridad no result ser msque tinieblas. La muerte de Jess y su resurreccin de entre los muertos revelaba antelos ojos de Pablo la verdadera plenitud de vida que ni el culto a la Ley divina, ni laconfianza en su fidelidad a las prcticas religiosas, ticas y rituales podan alcanzar. Todoeso, ms bien, era como escamas interpuestas delante de sus ojos que no le permitanver el verdadero camino de salvacin.

    En resumen, Dios le abri a Pablo los ojos para comprender el mensaje de la parboladel fariseo y del publicano (Lc 18,10-14). En ella terminaba justificado el publicano quereconoca humildemente sus deudas ante Dios, y no el fariseo que le recordaba a Dioslas deudas que haba contrado con l en concepto de servicio religioso. La conversinpara Pablo no supuso un paso del agnosticismo a la aceptacin de la existencia de Dios,ni un cambio de conducta del libertinaje a la rectitud moral, sino un cambio religioso delesquema de lo debido a una visin de la gracia como oferta de vida hecha por Dios acada hombre. La salvacin dej de ser para l conquista y motivo de jactancia o

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    menosprecio hacia los dems, y pas a ser gratuidad y, por tanto, motivo de gratitudpara con Dios. Cmo lleg Pablo a esta transformacin? Fue un hecho fulminante,como dara la impresin a partir del relato de Hech, o un camino de maduracin? l nonos dice nada al respecto. Pero de algo se puede estar seguro. Pablo evidencia en sucomportamiento la psicologa propia del convertido: adhesin totalizante a la nuevacausa y denuncia polmica de la falsedad de la causa que antes haba abrazado. En estesentido Pablo denuncia el farisesmo con la misma energa que Agustn el maniquesmoque antes haba profesado. Tambin muestra una conciencia inquebrantable de haberhecho una opcin acertada, y un coraje y tenacidad que va creciendoproporcionalmente a las adversidades y crticas que se le presentan. Finalmente una feapasionada y llena de frescura, no exenta de una cierta dosis de intolerancia. Laexperiencia mstica de Damasco le dio a Pablo una conciencia nueva de s mismo y unapercepcin profunda del sentido de la historia humana. Pero es a las primerascomunidades creyentes de Siria a las que hay que atribuir el mrito de haber creado lascondiciones ambientales y concretas de su integracin activa en el movimiento de Jess.La apelacin a la llamada de Dios y a la manifestacin del Resucitado no debe hacernos

    desistir de una bsqueda de aquel contexto histrico en que Pablo se convirti en elmayor misionero del cristianismo de los orgenes. Y no reducimos en nada laoriginalidad de su accin si decimos que le debi mucho a la vanguardia de los creyenteshelenistas.13

    a) El significado y el alcance de la experiencia de Damasco

    La entrada de Jess fue el parteaguas. La vida de Pablo se divide en antes ydespus de la experiencia en el camino de Damasco. Los fenmenos extremos queacompaaron el proceso interno de la conversin y los trminos y comparacionesusados para descubrirla sugieren que la entrada de Jess en la vida de Pablo no fue unabrisa leve y tranquila, sino una tempestad violenta, repentina. Esa experiencia lo sacudi

    todo y atac los fundamentos de su existencia. Hizo que todo se desmoronara: todo unmundo, una tradicin antigua y secular, para hacer aparecer un nuevo comienzo. 14

    Todo le ha sido dado en el conocimiento de Jess. Pablo describe la conversin entrminos de encuentro (1 Cor 15, 8). Cristo es la revelacin de la iniciativa divina ymisericordiosa para m. Cristo es el encuentro entre Pablo y Dios.15

    Dios no pidi permiso. Entr sin ms y dej a Pablo en el suelo (Hch 9,4; 22,7; 26,14).Cuando Pablo se levant, estaba ciego, y as qued durante tres das (Hch 9,8-9). A pesarde ser el gua del grupo, Pablo tuvo que ser guiado por los propios sbditos (Hch 9,8). Elmismo dice que su nacimiento para Cristo no fue normal. Dios lo hizo nacer de manera

    13 COSENZA Domingo OP, Pablo de Tarso http://www.geocities.com/domingocosenza/pg. 11.

    14 MESTERS Carlos, Una entrevista con el apstol Pablo. Traduccin: Carlos Cervantes S.J., pg. 11.15 MARTINI C., El Evangelio de Pablo. Col Surcos. Verbo Divino. Estella 2009, pg. 20. Tomado dewww.verbodivino.es/cafe.../libro_temporada.aspxel 11 de Febrero de 2010.

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    forzada y violenta, como si fuera un aborto (1 Cor 15,8). Pablo no lo esperaba: "Fuiemboscado!" (Flp 3,12). Aun as, despus de que todo sucedi, tuvo que reconocer queesto era lo que estuvo esperando desde siempre. Para esto fue para lo que Dios lo

    separ y lo puso aparte, desde el seno materno (Gl 1,15). El vivi eso como su destino,su vocacin, su misin; casi una fatalidad de la que no poda escapar: su destino, ahora,es anunciar al Hijo de Dios entre los paganos (Gl 1,16). Es una necesidad para l: "Ayde m si no anuncio el evangelio!" (1 Cor 9,16). Al mismo tiempo l vivi aquella horacomo un momento de misericordia de parte de Dios. Dios lo acogi cuando l mismoera insolente y perseguidor (1 Tim 1,13). Fue el momento en que sobreabund en l lagracia de Dios (1 Tim 1,14). Fue as como Cristo lo form para su servicio (1 Tim 1,12).Ahora, para Pablo, el vivir es Cristo (Flp 1,21). Ya no es l el que vive, sino es Cristo elque vive en l (Gl 2,20). Pablo sabe que es amado: "El me am y se entreg por m"(Gl 2,20). De ahora en adelante l ya no quiere saber otra cosa sino a Jess crucificado

    (1 Cor 2,2). Quiere completar en su propia carne lo que falta a la pasin de Cristo (Col1,24). Por amor a Jess lo dej todo para poder poseerlo a l y ser encontrado en l (Flp3,8-9). Participa de la pasin de Cristo para poder experimentar su resurreccin (Flp3,10-11). Trae la agona de Jess en su cuerpo para que se manifieste en l la vida (2 Cor4,10-12; Gl 6,17). Pablo vive una total identificacin con Jess muerto y resucitado. Poresta experiencia de Cristo muerto y resucitado, la vida de Pablo cambi en todo: de lalite cambi a la periferia, de libre pas a ser esclavo, de honrado acab expulsado, derico se volvi pobre. Por la causa de Cristo soport todo y vivi entregado da y noche (1Cor 13,4-6). Un nuevo criterio invadi su vida: la gracia liberadora de Dios tom formaconcreta en Jess, "que me am y se entreg por m" (Gl 2,20).16

    b) Pablo y la espiritualidad del ariseo (Lc 18, 9-14: el publicano y el fariseo)Pablo, el fariseo, afirma de s mismo: Haca carrera en el judasmo ms que muchos

    compaeros de mi generacin, por ser mucho ms fantico de mis tradicionesancestrales (Gal 1, 14). Valoraba mucho los ideales fariseos, haba cumplidominuciosamente todos los preceptos y prescripciones de la ley pensando cumplir conello la voluntad de Dios. Sin embargo, camino de Damasco cae en tierra y con la cada sederrumba al mismo tiempo todo el edificio de su vida. Es en esa postura yacente, cadoen tierra, cuando se ve en confrontacin con la espiritualidad de abajo. Yace en tierraslo e impotente. En esa situacin cae en la cuenta de que es Cristo mismo el que estactuando sobre l y transformndolo. Su posterior doctrina sobre la justificacin como

    obra exclusiva de la fe es un testimonio de esta experiencia. Demuestra la incapacidadde llegar a Dios por la prctica de las virtudes y el entrenamiento de la asctica; slo sellega por el sincero reconocimiento de la propia impotencia. En esa impotencia llega a la

    16 Idem nota 5.

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    experiencia de la gracia. Incluso despus de su conversin no es Pablo un hombretotalmente nuevo, completamente sanado y transformado. Padece una enfermedadque evidentemente le humilla y de la que dice: Para que no me engra por mis

    revelaciones, me han metido una espina en la carne, un emisario de Satans que meabofetea (2 Cor 12, 7). Sin embargo, esta enfermedad no impide a Pablo anunciar elmensaje. El peso del dolor que tiene que soportar es, segn la interpretacin mscomn, una enfermedad que le humilla en su persona y le debilita en su dinamismo(Schkel). O tal vez se trate de un estructura neurtica que no desapareci con laconversin y de la cual Dios se sirvi para anunciar la doctrina de la liberacin ysalvacin. Pablo, en efecto, se glora en sus debilidades porque sabe que le basta lagracia de Dios. La humillacin de su manifiesta y dolorosa enfermedad sirve para abrirsea la gracia de Dios, lo nico de que se trata. l anuncia la salvacin liberadora en Cristocomo nadie lo ha hecho. Por eso no le libr Dios de esa enfermedad limitndose a

    responderle: Te basta mi gracia; ella demuestra mejor su fuerza en la debilidad (2 Cor12, 9).Cuanto mayor sea la debilidad humana ms queda de manifiesto la eficacia de la

    gracia. Nuestros deseos consisten y tienden a hacernos fuertes en Dios, ser ms tiles alos hombres, crecer en perfeccin moral por el ejercicio de una vida segn el Espritu.Sin embargo y por extraa paradoja, es en medio de la desorientacin de nuestrasdebilidades, en los momentos en que Satans nos acosa y no sabemos qudeterminacin tomar, cuando ms abiertos estamos a Dios y a los influjos de su gracia.Por eso acepta Pablo sus debilidades y flaqueza. Porque cuando soy dbil entonces soyfuerte. (2 Cor 12, 10). Cuando es consciente de su debilidad se siente ms libre deorgullo y de pensar poder llegar a Dios por sus propias fuerzas. Entonces se pone en

    manos de Dios, seguro de ser sostenido y dirigido por su gracia. 17

    Para el cristiano, la impotencia pertenece esencialmente a su existir. El que cree enCristo, el Crucificado, y le contempla, ve representada en l la impotencia de Dios. Jesstermina en la impotencia de la cruz. El predicador de la cruz, el apstol San Pablo, tuvoque experimentar en su propia vida que l era impotente frente al aguijn que haba ensu propia carne. Ese aguijn era evidentemente una penosa enfermedad, que impeda aPablo predicar. Pablo pidi tres veces al Seor que le liberara de ese aguijn. Pero Cristole introdujo en el misterio de su gracia, que precisamente se perfecciona en sudebilidad: Te basta mi gracia, ya que la fuerza se pone de manifiesto en la debilidad (2Cor 12, 9). Pablo era de la opinin de que l slo podra ser un buen proclamador del

    mensaje de Cristo, si era capaz de actuar bien y presentarse sano ante los corintios. PeroCristo le hizo ver que no slo poda utilizar su fuerza, sino tambin precisamente sudebilidad y su impotencia. Cuando nos sentimos quebrantados, entonces nos hallamos

    17 GRN A., DFNER M., Una espiritualidad desde abajo. El dilogo con Dios desde el fondo de lapersona. NARCEA, S.A. DE EDICIONES. Madrid 2002, 2. ed., pgs. 21-29

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    precisamente en camino hacia el amor de Dios, porque en ese caso el propio querer nosirve ya de obstculo a la accin de Dios.

    Seguramente, cada persona experimenta una vez en el curso de su vida lo que Pablo

    sinti en su propio cuerpo, a saber, que el poder de Dios se experimenta precisamentecuando la persona llega al punto cero, cuando todo se le ha ido de las manos, cuandotiene que confesar con dolor que jams podr garantizar nada por s misma. Es evidenteque tenemos que experimentar constantemente que nuestra fuerza viene de Dios y node nosotros mismos. Nuestra suprema impotencia la encontraremos en la muerte.Entonces se nos arrebata todo, entonces no podemos retener ya nada en nuestrasmanos. Entonces lo nico que podemos hacer es dejarnos caer, impotentes, en lasmanos bondadosas de Dios. En la impotencia que vamos experimentando da tras da, setransparente ya la impotencia de la muerte. As que toda impotencia que vamosexperimentando, nos invita a reconciliarnos con nuestra naturaleza mortal, con nuestra

    caducidad y con la debilidad de nuestra existencia carnal. Pero, al mismo tiempo, laimpotencia nos invita a creer en el poder de Dios, en el poder de la resurreccin, en lacual se ha de revelar victoriosamente en nosotros el poder de Dios. Es una experiencialiberadora que brota de nuestra impotencia: la experiencia de que nosotros no tenemosque hacerlo todo con nosotros mismos; que podemos ser dbiles; que en medio denuestra debilidad nos vemos rodeados y protegidos por el poder de Dios. Si nosprohibimos a nosotros mismos cualquier debilidad, entonces tendremos que vivirconstantemente en la angustia de fracasar. Pero si sabemos que la gracia de Dios sepuede mostrar tanto en nuestra fuerza como en nuestra debilidad, entonces llenos deconsuelo- podemos abrir nuestras manos vacas y extenderlas hacia Dios. Entoncesexperimentaremos una profunda paz interior y nos veremos libres de la compulsin de

    tener que perfeccionarnos a nosotros mismos.18

    San Pablo le escribe a los Romanos hablndoles de su propia impotencia y dicindolesque su vida se ha vuelto ingobernable. Mi proceder no lo comprendo; pues no hago loque quiero, sino que hago lo que aborrezco (Rom 7, 15). Para enfatizar este sentido deabsoluta impotencia San Pablo, repite: Querer el bien lo tengo a mi alcance, mas no elrealizarlo, puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero(Rom 7, 18-19). Pobre Pablo! Qu le habr sucedido? Pero cualquiera que estfamiliarizado con A.A. lo entender.

    Dentro de San Pablo se desencadena un conflicto entre un s mismo interior, un smismo verdadero que se complace en la ley de Dios, y un s mismo pequeo, un yo que

    le desgarra hacia uno y otro lado, y le esclaviza. Pues me complazco en la ley de Diossegn el hombre interior, pero advierto otra ley en mis miembros que lucha contra laley de mi razn y me esclaviza a la ley del pecado que est en mis miembros (Rom 7,

    18 GRN A., Cmo estar en armona consigo mismo. Caminos espirituales hacia el espacio interior. Col.Surcos 42. Verbo Divino. Estella 1997, pgs. 153-155.

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    22-23). Es por ello que clama pidiendo ayuda: Pobre de m! Quin me librar de estecuerpo que me lleva a la muerte? (Rom 7, 24). Con su conmovedor grito dirigido a unpoder superior sobreviene la arrolladora alegra de la Iluminacin:

    Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo nuestro Seor! (Rom 7, 25).19

    Para Andr Louf, a estos fariseos, tendrn que ocurrir muchas cosas fuera de nuestravoluntad o de nuestra generosidad natural. Esta vuelta total no implica tan slo queseamos heridos interiormente, sino tambin que se cuarteen nuestros cimientos. Habrrotura y pedazos. Algo en nosotros tiene que venirse abajo. Como una construccin dehormign en la que hubiramos trabajado muchos aos con gran cuidado, y que en unmomento dado, funciona como una adarga con nuestro yo ms profundo, y contra losdems, corriendo as el peligro de protegernos como la misma gracia de Dios.

    Este hundimiento no es ms que un comienzo, aunque lleno ya de esperanza. No hayque tratar de volver a edificar lo que la gracia ha destruido. Hay en ello algo quetenemos que aprender, pues es grande la tentacin de construir un andamio ante lafachada que se bambolea y volver al trabajo. Tenemos que aprender a permanecer

    junto a nuestras ruinas, a sentarnos ante los escombros, sin amargura, sin dirigirnosreproches y sin acusar tampoco a Dios. Tendremos que apoyarnos sobre estos muros enruina, llenos de esperanza y de abandono, con la confianza de un nio que suea conque su padre lo arreglar todo, porque sabe que todo puede reedificarse de otramanera, mucho mejor que antes. Como el hijo prdigo para quien tantas cosas se habahecho jirones: dinero, honor, corazn; que haba perdido todo lo que poda esperar delas criaturas y que, sin embargo, lleno de confianza, toma la resolucin de volver a casa

    de su padre. Por adelantado senta instintivamente que adems del criado que esperaballegar a ser, podra tambin seguir siendo hijo. El que ha sido hijo una vez, lo siguesiendo siempre. En el mismo momento en que el hijo perdido se reconcilia con susescombros, est ya en su casa, en casa junto a su padre. Por el contrario, el que luchacontra sus propios escombros, lucha contra su padre y contra su Dios; sigue estandoexpuesto a la clera: no es capaz de reconocer el amor. El que abandona hasta el puntode alegrarse y de permanecer con su propia miseria, est ya rendido al amor liberador. 20

    La tradicin cristiana, comenzando con Pablo y Juan, nos dice que morimos a nosotrosmismos para vivir en Cristo: Si os lo aseguro, si el grano de trigo no cae en tierra y nomuere, queda infecundo; en cambio si muere da fruto abundante. Quien tiene apego a

    la propia existencia, la pierde; quien desprecia la propia existencia en el mundo, ste la

    19 JOHNSTON W., Mstica para una nueva era. Col. Caminos 44. Descle De Brouwer. Bilbao 2003, pg.204.20 LOUF Andr, A merced de su gracia. Propuestas de oracin- . NARCEA, S.A. DE EDICIONES.Madrid 1991, pgs. 19-24.

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    conserva para una vida sin trmino (Jn 12, 24-25). Y as perdemos nuestro propiocentro para caer en ese centro ms profundo que es la Palabra de Dios que vive ennosotros. Cuando esto sucede podemos decir con Pablo: Y ya no vivo yo, viven en m

    Cristo (Gal 2, 20). El misticismo cristiano es una transformacin en Cristo.Obviamente los budistas no aceptarn esta interpretacin cristiana de la experiencia

    mstica. Pero tambin para ellos, segn creemos, hay una muerte y una resurreccin.Recordemos que ese hombre mstico que va buscando el buey, al final se pierdecompletamente. No queda ningn hombre ni ningn buey. Slo el gran crculo de lanada.

    Pero el gran crculo no es el fin. El hombre vuelve de nuevo a la vida. Transformado eiluminado, el viejo sabio compasivo vuelve al lugar del mercado a salvar a todos losseres sensibles. Ahora su amor es un nuevo amor y l es un hombre nuevo, una nuevacreacin. Algo ha muerto y algo nuevo ha nacido.21

    c) La experiencia de la muerte y la resurreccin de Jess como inversin de todoslos criterios humanos

    La experiencia fundamental que Pablo tuvo en el encuentro con Jesucristo fue que lamuerte en la cruz trastocaba completamente el edificio de su propia vida, su perspectivade la vida espiritual. En lo sucesivo, la cruz es para l un smbolo de que el mundo estanulado y desprovisto de poder. Los criterios del mundo, segn los cuales uno debepagar por su vala ante Dios y ante los dems, quedaron contradichos. Pablo expresaesto con las siguientes palabras: Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino quees Cristo quien vive en m. Ahora, en mi vida mortal, vivo creyendo en el Hijo de Diosque me am y se entreg por m (Gl 2, 19s).

    En estas palabras se expresa la experiencia fundamental de Pablo. No cabe entenderese ser crucificado con Cristo en sentido asctico, como si Pablo hubiera padecido

    juntamente con Cristo. Ser crucificado es ms bien verse contradicho, experimentar unaanulacin de los criterios hasta el momento. Como pasa en la gran muerte del Zen. En lacruz queda patente para Pablo que no es importante acreditarse mediante elrendimiento religioso o la observancia de la ley. Y la espiritualidad no se pone demanifiesto principalmente en que uno est sano y tenga xito. Tambin estos criteriosque aplicamos a la imagen que tenemos de nosotros mismos han quedado abolidos porla cruz.

    Ser crucificado es, al mismo tiempo, quedar libre del mundo. El mundo, que qued

    anulado en la cruz de Cristo, no tiene ya ningn poder sobre m. Soy libre. Pertenezco aDios. Ser crucificado entraa un cambio de identidad. El viejo Saulo que se distinguipor la observancia rigurosa de la ley, ha sido crucificado. Ya no tiene importancia alguna.Ahora vive un Pablo nuevo, que entiende su existencia enteramente desde Cristo. En lo

    21 JOHNSTON W., El ojo interior del amor. Col. Betania 6. Madrid 1987, 2. ed., pgs. 119-120.

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    sucesivo, Pablo no vive ya de su propio rendimiento, ni con la expectativa de serrecompensado por Dios a causa de su fiel cumplimiento de la ley. Por el contrario, viveslo de la fe en Jesucristo, que se entreg por l. En Jesucristo, Pablo experimenta que

    es amado incondicionalmente. No tiene que cumplir ninguna condicin para ser amado:ni rendir, ni adaptarse, ni carecer de faltas, ni ser piadoso. El amor de Cristo, que seexpresa en su entrega en la incondicional que se le manifiesta en la cruz de Jess es elnuevo cimiento sobre el cual Pablo construye el edificio de su vida. Ya no cuenta lareputacin de la persona, sino el ser amado por Jesucristo.

    La nueva existencia que vive en lo sucesivo, Pablo la describe como vida en Cristo. Loque nos interesa es el cambio de identidad. Vivir en Jesucristo significa tambin vivir conuna nueva manera de entenderse a s mismo. A menudo encontramos nuestra identidadacentuando nuestras capacidades y peculiaridades, acreditndonos y afirmndonosante los dems, sabiendo quines somos, lo que podemos hacer y lo que hemos

    aprendido. Para Pablo, esta identidad queda rota, o se manifiesta como totalmenteirrelevante, en la cruz de Jess. Lo importante ahora es entenderse como Jesucristo nosentiende. Este Jess que termina en la cruz nos libera de la presin de que con nuestrapiedad tengamos tambin que ocupar una buena posicin en este mundo.

    Para algunos actualmente la espiritualidad es para llegar a una mayor serenidad, perose rigen por criterios mundanos: utilizan lo espiritual para ocupar una posicin mejorante los dems. Para Pablo, esta forma de espiritualidad queda anulada por la cruz.Naturalmente, no hemos de considerar esta idea de Pablo como un absoluto. Tampocosera coherente que alguien pensara que su espiritualidad no tiene nada que ver con sumadurez humana. En este caso, la espiritualidad se entendera errneamente como unahuida de la realidad de la propia vida. Sabemos por experiencia que las palabras e ideas

    de Pablo tambin se toman a veces como justificacin del propio punto de vista.Nosotros nos elaboramos, entonces, una nocin de espiritualidad que ya no tiene nadaque ver con la vida concreta. Esto se ve contradicho no slo por san Benito, sino por elpropio apstol Pablo, quien a continuacin de sus explicaciones teolgicas se ocupa dela conducta concreta que los cristianos han de observar entre s y con respecto almundo.

    En la carta a los Filipenses, Pablo expresa de la siguiente manera la experiencia dehaber encontrado su identidad en Jesucristo: No busco mi propia justicia, que procedede la ley, sino la que viene por la fe en Cristo, la justicia que Dios da en virtud de la fe(Flp 3, 9). Ya no tiene que acreditarse mediante la observancia minuciosa de la ley.

    Desde el punto de vista psicolgico, este deber de acreditarse es un intento desuperar el miedo, profundamente asentado en nosotros, a la falta de vala propia, perocuanto ms nos esforzamos por ser correctos en nuestro trabajo, en nuestrocomportamiento ante los dems, en nuestra piedad ante Dios, ms fuerza cobra ennosotros el miedo a no ser, pese a todo, suficientemente buenos.

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    En Jesucristo, Pablo experiment una situacin de correccin que no proceda delpropio rendimiento, sino de la gracia, de la confianza en Jesucristo, que se entreg porl, que en la muerte en la cruz lo am hasta el extremo. Cuando medita sobre la muerte

    de Jess y se pone mentalmente en su lugar, queda libre de toda presin de tener queacreditarse, se siente amado por Dios en lo ms ntimo de su ser. Entonces experimentala justicia que viene de Dios. sta es para l otra manera de expresar la situacin desalvacin, de integridad, de rectitud, la autorizacin a ser, la vida desde la gracia, desdeel amor incondicional de Dios, que en la cruz desborda incluso todo fracaso humano ytodo pecado y se graba profundamente en nuestro confuso corazn que se inculpa a smismo. Quien se deja meter en la cruz de Jess empieza a reflexionar sobre Dios de unamanera nueva. Lo que en l realmente importa es la comprensin de ese Dios tantotalmente otro que se ha revelado en la cruz de Jesucristo. Quien acoge esta doctrinalo hace slo porque le sobreviene una transformacin interior. En la cruz y resurreccin

    de Jess se decide todo. All se decide si deseo utilizar a Dios en mi provecho para teneruna buena posicin ante los sabios de este mundo, o si estoy dispuesto a entregarme alDios totalmente otro que se revela precisamente all donde no lo esperamos: en el lugarde la soledad, de la impotencia y de la desesperacin. No se puede creer en estemensaje sin sufrir un proceso interior de cambio. Pablo pas por este proceso en suvivencia de la conversin. Y cree que tambin sus oyentes son capaces de dejarse tocary transformar interiormente por las palabras, tan diferentes, del mensaje. Cuandodejamos penetrar su mensaje en nosotros y en nuestro anhelo ms profundo, sentimosque podemos dejar de asirnos a nosotros mismos y a todos nuestros esfuerzosespirituales y humanos por llegar a ser unas personas completas, equilibradas,transformadas y espirituales. Esto nos libera. Lo sentimos fsicamente, pues nos

    abandona toda presin encaminada al rendimiento. Entonces nos dejamos caer en elfundamento del amor que nos encuentra en la cruz de Jess. Y confiamos en que, aldejarnos caer en ese fundamento, el amor de Dios nos impregnar y transformar, y enque el anhelo de llegar a ser una persona completa y espiritual se realizar de unamanera nueva e inaudita. No tenemos necesidad de andar controlando en qu puntodel camino espiritual estamos. Nos abrimos a la sabidura escondida de Dios y al amordivino que resplandece en la cruz. Esto nos transforma profundamente. Nos otorgalibertad interior y un amor mayor que el que entraa amar a una persona y ser amadopor ella. 22

    Tambin las afirmaciones msticas de las cartas de Pablo se podran expresar en

    lenguaje psicolgico. Entonces seran una descripcin exacta del proceso por el cual elser humano llega a ser l mismo. El ser humano slo se encuentra con su verdadero yocuando integra en s la imagen de Dios. Slo llega a ser verdaderamente completo,ntegro y sano cuando se abre a Dios en lo ms ntimo de s. Es verdad que con el

    22 GRN A., Pablo y la experiencia de lo cristiano, op. cit., pgs. 57-61, 65, 68, 74-75.

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    lenguaje psicolgico no hacemos justicia a la profundidad del razonamiento paulino,pero es perfectamente legtimo prestar atencin a la dimensin psicolgica de esasexperiencias msticas. C.G. Jung entendi en este sentido algunas afirmaciones de Pablo.

    Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en m (Gl 2, 20) es para l la cumbre de laindividuacin, del proceso de llegar a ser uno mismo. Para Jung, Cristo es, por un lado,una personalidad histrica, pero por otro es tambin el arquetipo del s mismo . En Cristo,el ser humano descubre su verdadero s mismo. Al mencionar a Jung en este punto nopretendemos reducir la afirmacin de Pablo a un plano meramente psicolgico, perouna experiencia espiritual siempre marca la psique. Se puede descubrir tambin desdeun punto de vista psicolgico. Segn Jung, el Cristo interior nos conduce, desde el ego,hasta el verdadero s mismo. El s mismo no es algo puramente humano, sino al mismotiempo algo que nos supera. En l se unen lo divino y lo humano. Puesto que el serhumano slo se conoce como un yo, el s mismo como totalidad es indescriptible e

    imposible de distinguir de una imagen divina, la autorrealizacin entraa, en unlenguaje religioso-metafsico, la encarnacin de Dios (Jung, volumen 11, pg. 171).Si ponemos en relacin estos pensamientos con las afirmaciones de Pablo, podemos

    imaginarnos que, en virtud de su experiencia de Jesucristo, Pablo qued liberado de sudesgarro interior. El ego, que con la observancia minuciosa de la ley pretendaimpresionar a Dios y a los dems, qued derrocado. Y Pablo vivi en s a Cristo comouna realidad sanadora y liberadora. En el encuentro con Jesucristo qued libre del ego,que gira constantemente en torno a s, y abierto a su verdadera esencia y, al mismotiempo, abierto a Dios y a los dems. En el Zen diramos que es la Gran Muerte dai shi-el ego jiga- muere y aparece el verdadero yo, para los cristianos que practicamos Zen,al mismo tiempo nos encontramos con Cristo y ste nos remite a los dems. Para Pablo

    fue una experiencia que se le regal, una experiencia espiritual de Jesucristo que, sinembargo, tambin transform su psique. El ego qued para l crucificado en Cristo, demanera que Pablo encontr acceso a su verdadero s mismo, a la imagen autntica eintacta de Dios en l. En el Zen se dice al rostro original del hombre. Experiment enlo ms ntimo una sanacin que no poda quedar destruida ni siquiera por lasenfermedades y flaquezas exteriores.

    Cuando una persona no vive ya desde el exterior, sino desde su centro interior, desdesu verdadero s mismo, difcilmente podr expresarlo mejor que con esas palabras dePablo. En el Zen sera la persona iluminada o en camino de la iluminacin boddhisattva,snscrito-, en japons se dice muga no hito o persona del no-yo, sin ego o falso yo.

    Cristo es imagen del verdadero s mismo, del ncleo ms ntimo del ser humano. ParaJung, el camino de la humanacin va del ego al s mismo. El ego es el ncleo conscientede la persona. El s mismo es, sin embargo, su esencia ms ntima; el s mismo encierratanto lo consciente como lo inconsciente, tanto lo humano como lo divino.

    Para llegar hasta el s mismo hay distintos caminos. Uno es la va mstica, como el Zen

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    tambin. Cuando ms miremos dentro de nosotros, ms penetraremos lo superficial yms adivinaremos, por debajo de todo lo observable, el s mismo, que en ltimainstancia no es ya visible ni palpable. El camino de la meditacin, de detenerse y tomar

    conciencia, nos conduce a nuestra verdadera esencia. Y esta esencia no es ya humana.Ni siquiera la psicologa puede expresarlo de otro modo que con estas palabras: Ya novivo yo, sino que es Cristo quien vive en m (Gl 2, 20). El que pierde el yo en estesentido se encuentra constantemente y con gran compasin hacia los no privilegiados,los pobres, los enfermos y los encarcelados. Entonces, el ojo del amor ya no es mi ojo,sino el ojo de Cristo, que ve a travs de mis ojos y mira con compasin al mundo. Elmisticismo cristiano es una transformacin en Cristo.23

    El segundo camino, segn Pablo, consiste en que pongamos nuestro desgarramientoen manos de Cristo y ample el dilogo entre los dos yos a un dilogo a tres con Cristo.Delante de l podemos reconocer nuestro desgarramiento sin que tengamos que

    despedazarnos en sentimientos de culpabilidad ni colocarnos bajo una presin tanfuerte que debamos matar a nuestro yo malo cueste lo que cueste. Pablo cree que mirara Jesucristo nos conducir a nuestra propia manera de ser y a nuestra persona total. Sino hacemos ms que mirar a mi desdoblamiento, jams nos libraremos de l. Ya nospodemos cansar todo lo que queramos, que con nuestra voluntad no conseguiremoshacer todo lo que hemos reconocido como bueno. Tampoco podemos utilizar a Cristocomo una fuente de energa que me d las fuerzas suficientes para superar nuestradivisin interior. Entonces sentiremos en medio de nuestra dualidad que puede sercomo soy y que tambin con nuestros lados sombros, con nuestra inutilidad, podemoshacer el bien. La mirada a Jesucristo nos conduce a nosotros mismos, al verdaderoncleo de nuestra persona. Entonces experimentamos la plenitud, pues el amor de

    Cristo abarca en nosotros a las dos partes: la del justo y la del pecador; abraza al que hareconocido la ley como algo bueno y tambin al que una y otra vez cae en el pecado yacta en contra de la ley.

    Cuando ms luchemos contra nuestro desgarramiento, menos lo conseguiremos.Todo lo contrario: si actuamos frontalmente contra nuestra dualidad interior,despertar una fuerza contraria para la que no estamos preparados y que no podremosresistir. Al entregarse a Dios se siente una profunda paz interior. El poder ponerse enmanos de Cristo tal como somos. Ser completamente amados por l, somos totalmenteaceptados por l. Esto nos libera de nuestro desgarramiento interior. De pronto,sentimos claridad interior y armona conmigo mismo. Nos podemos dejar caer en los

    brazos misericordiosos de Dios y ah encontramos nuestra plenitud, nuestra salvacin, ladesaparicin de nuestro desgarramiento.

    El mirar a Cristo no debe ser como un desviar la mirada de la propia sombra. Eso seraabusar de la fe para huir de la propia verdad. Con sus palabras, Pablo nos conmina

    23 JOHNSTON W., El ojo interior del amor, op. cit., pgs. 28, 55 y 119.

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    precisamente a enfrentarnos con nuestra propia realidad. Slo cuando ponemosnuestra verdad en manos de Cristo podemos reconciliarnos poco a poco con todasaquellas facetas nuestras que no nos gustan nuestra inutilidad, nuestra impotencia- y

    podemos hacer el bien con nuestros lados sombros.Pablo nos previene para que no nos precipitemos con un ingenuo entusiasmo en la

    inspiracin y la experiencia de Cristo. Sabe que, pese a al proximidad de Cristo, amenudo no hace lo que l quiere. Las sombras son activas incluso despus de laconversin. A veces, personas que gracias a un movimiento espiritual hanexperimentado la conversin quieren dejar demasiado pronto atrs la historia de suaccidentada vida. Pero esto no conduce a una verdadera transformacin. Ms bien,volvern a seguir sus viejas tendencias tambin en su nuevo camino espiritual. El Zenayuda a desaparecer esas viejas tendencias o manchas del pecado que se decaantiguamente.

    Nos despedazamos con sentimientos de culpabilidad. La falta de confianza en unomismo determina tambin la relacin con un acompaante espiritual. Solamente seatiende a lo que l dice y se pasan por alto los propios sentimientos. O la escasaconfianza en nosotros mismos propia de la niez se compensa con la exageradaconviccin de ser escogido para una misin especial, en el sentido de colocarse porencima de los dems, porque despus de todo se pertenece al grupo de los pocoscristianos convencidos, decididos y seguros. Las sobrias frases de san Pablo deberanprevenirnos para no ver con demasiado optimismo nuestra conversin y salvacin,como si ya no tuviramos nada que ver con la historia de nuestra vida. Slo cuandoponemos nuestra propia historia, con sus infracciones, injurias y vejaciones, en relacincon Jesucristo, l puede curar de la divisin en la que siempre nos encontraremos,

    tambin despus de intensas experiencias de Dios y de grandes vivencias espirituales.Por esto, Jesucristo es no slo nuestro modelo, sino al mismo tiempo, segn Jung, lasolucin segura de todo desconcierto interior: desde cualquier duda e incertidumbrehasta el ms cruel desgarramiento.24

    Para James Hillman, lo que puede curar las sombras es, por una parte, elconocimiento sincero de aquello que hemos reprimido y, por otra, el amor de las facetasmutiladas en nosotros. La pregunta ms crucial es si podemos aportar tanto amor comopara amar tambin nuestros rasgos ms bajos, esas debilidades fijas, obstinadas ycongnitas de la terquedad y de la ceguera, de la vileza y de la crueldad, de laampulosidad y del engao (Schatten Sombras., 220). Amarse a s mismo no es tan fcil,

    pues significa que hay que amar todo lo que hay en uno, tambin los lados sombros,donde se es tan inferior e inaceptable. En aceptarse cuidadosamente en estos frentesvergonzosos y humillantes est la curacin (Ibd., 220).

    Pero el trabajo con las sombras es al mismo tiempo un problema moral. No nos

    24 GRN A., Incertidumbre. Col. Renovacin 6. Verbo Divino. Estella 2003, pgs. 66-71, 14.

  • 8/3/2019 la iluminacin y el conocimiento mstico

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    Revista Lindaraja. La iluminacin y el conocimiento mstico.

    Marco Antonio de la Rosa Ruiz Esparza.

    2010

    Revista Lindaraja. Nmero 28, mayo de 2010. www.realidadyficcion.eshttp://www.realidadyficcion.es/Revista_Lindaraja/revistalindaraja.htmRevista de estudios interdisciplinares. ISSN: 1698 - 2169Marco Antonio de la Rosa Ruiz Esparza.

    podemos influir por la sombra y desahogar lo que en nosotros ha sido reprimido. Setrata, ms bien, de la integracin de la sombra en lo que ha sido hasta ahora el edificiode nuestra vida. Se trata de ser justo ahora el edificio de mi vida. Se trata de ser justo

    con ambos polos, el consciente y el inconsciente. En la sombra puede hablarnos Dios,pero tambin el demonio. Por eso, no se debe confiar demasiado en el demonio alcaminar. Se trata sobre todo de aceptar los lados sombros, pero sin olvidar lo buenoque uno ha realizado y ha ambicionado en su vida. Algunos piensan que el maldesaparecer cuando la sombra llegue a ser consciente. Pero sucede todo lo contrario:El conocimiento de la sombra personal es la condicin previa para borrar la tinieblamoral del mundo. (Ibd., 246). El que conoce sus sombras se cuidar con mayoratencin y analizar ms crticamente sus propias motivaciones. Dejar de proyectar suspropias sombras sobre pueblos extraos o sobre su vecino de al lado y ser msmisericordioso con las personas de entorno.

    Otro camino sera reforzar los sntomas causados por la sombra. Si no luchamos, si nocombatimos nuestra depresin, nuestro miedo o nuestro sentimiento de culpabilidad,sino que lo intensificamos, lo reforzamos, entonces conocemos ms claramente nuestrasombra. Cuando ms consciente sea nuestra sombra, menos influencia ejercer sobrenosotros y en cualquier momento desaparecer por s misma, pero cuanto msluchemos contra ella ms se resistir. En lugar de eliminar nuestra sombra, hemos dehacernos amigos de ella e invitarla a que sea una parte de nuestra identidad. Entoncesse ampliarn tanto nuestro horizonte como nuestra identidad. Slo podemos superar eldesgarramiento si nos reconciliamos con nuestra sombra, con nuestros rinconesestriles, con nuestras grietas.25

    Tambin hay otro camino hasta este verdadero s mismo, es el camino del

    sufrimiento. Dice Pablo: Aun cuando nuestra condicin fsica se vaya deteriorando,nuestro ser interior se renueva de da en da (2 Cor 4, 16). No hemos de escoger elsufrimiento. Pero si lo aceptamos de Dios como Pablo, puede convertirse en un caminode transformacin. El mayor enemigo de la transformacin dijo en una ocasin C.G.Jung- es una vida de xito. Cuando todo va como la seda, con frecuencia nos quedamostambin en la superficie de nosotros mismos y no penetramos ms hondo en nuestrointerior. El sufrimiento deteriora slo lo exterior. Lo interior no puede ser destruido. Alcontrario: cuanto ms mbito superficial quede abierto por la fuerza, msprofundamente entraremos en contacto con nuestra esencia interior.

    A Pablo le gusta hablar estableciendo contraposicion