Un Místico en la Ciudad

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En esta obra, que es una forma de autobiografía, Fráter Santiago Aranegui nos relata algunos aspectos de su vida y de su búsqueda espiritual

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M stico / 7 en Ia C iu d a d(?uin es Santiago Aranegui? Para los que no le cono cen, digamos algunas cosas que puedan avalar su derecho a opinar sobre tan trada y llevada c uestin, la del mistic is mo; confianza que necesitar el lector para estudiar su tesis con objetividad, sin defensas, sin suspicacias. Abier to a la nueva experiencia que Un Mstico en la Ciudad presenta. Santiago Aranegui en un mstico. Sin la vestimenta blanca, sin barbas, sin aire de guru, sin aspecto de santi dad, sin sandalias de cuero. Su aspecto es todo lo contrario de esa imagen estereotipada: viste al estilo occidental, su cara est rasurada y si lo viese el lector caminando por Wall Street, por ejemplo, lo confundiran con los dems ejecutivos que transitan por esa seccin financiera de New York. Quiero decir que Aranegui se parece a cualquiera de nosotros, exteriormente. Donde comienzan las diferen cias es en el mbito de su ser interno, as como en su conducta. Bien acomodado para vivir en la vida social gracias a su carrera triunfal de arquitecto y profesor universitario, Aranegui no ha ido ms lejos en la ascen sin econmica para dedicarse, como lo viene haciendo desde sus aos mozos, a servir a sus semejantes orientn dolos en el camino hacia la armonizacin espiritual, la conducta trascendente y la comunicacin con el creador. Aranegui es un ejemplo viviente de lo mismo que ensea a sus alumnos; predica con su propia vida. Es incapaz de sugerir algo que l mismo no haga.S o c ie d a d D a n ie l R o m n P r e sid e n t e I n t e r n a c io n a l d e P sic o lo g a H u m a n is ta

ISBN: 0-018901-83-9

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Diseo de cubierta: Juan Guerra Foto de cubierta: Alberto J. Martnez Diseo grfico: Juan Guerra

Primera edicin: octubre de 1991

1991: Santiago Aranegui

Este libro est dedicado a mi esposa Mirisela, a m is hijos, a mis estudiantes, y a todos aquellos que estn preparados para el C onocim iento Secreto.

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2230 South West Calle Ocho Miami, Florida 33135 (305) 643-6893

ISBN: 0-918901-83-9 Library of Congress Catalog Card Number: 91-076221P r NTKD IN THH UNITHD S t A'HS Of; Am HRICA

Ninguna parle de esta publicacin incluyendo el diseo de la portada puede ser reproducida de manera alguna ni por ningn m edio, sin permiso previo del autor.

I UN EXTRAO ENCUENTROLa intencin de lo bueno lleva al hombre a encontrarse con su ms noble destino

.R ecuerdo perfectamente la experiencia que me aguardaba aquel da. Caminaba con paso rpido para alcanzar el autobs que me llevaba a mis clases en la Universidad de La Habana. Me encon traba a slo dos cuadras del apartamento en el barrio residencial del Vedado donde viva con mi familia. En esos momentos mi mente estaba enfoca da en la prueba acadmica que me esperaba en el recinto universitario aquella clida tarde de junio de 1957. De pronto, casi llegando a la esquina donde tomaba el autobs sent una fuerte corriente elc trica que recorra mi columna vertebral desde abajo hacia arriba. Inmediatamente, como un resorte, me volv para enfrentarme con un hombre que me miraba fijamente. Aquel hombre, de unos cuarenta aos, corpulento y que vesta guayabera de color blanco y pantalones oscuros, con una amplia sonrisa como sabiendo lo que en mi interior ocurra y sin ms reparos, me

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dijo: Sentiste el toque de la hermandad? sola mente me quedaba responderle lo que era obvio para l; asent con mi cabeza en gesto afirmativo. Era la primera vez que vea aquel individuo quien, a claras v stas, posea un poder superior y l lo saba. Con un absoluto control de s mismo me dijo algo que ya otras veces me haba sido dicho, y sto que me estaba ocurriendo era como una pai u. ms del plan de redescubrimiento de un propsito superior que yo mismo me haba impuesto en algn momento del pasado y del que, en aquel instante, an no estaba completamente claro en mi mente conciente. La presencia de este hombre volva nue vamente a recordrmelo. Eres un ser con una misin muy especial, pronto empezars a darte cuenta. Sus palabras eran firmes y dulces a la vez, pero me turbaban. Era como si alguien me estuviera vigilando, sin yo saberlo. Me dijo su nombre y su profesin, pero detrs de su sonrisa yo poda entre ver que saba ms, pero mucho ms de m, que yo mismo. Saba adems que an yo no tena la sufi ciente capacidad y comprensin para confiarme lo que algn da tena que descubrir por m mismo. Contaba yo a la sazn dieciocho aos y no haba sido sta mi primera experiencia con eso que los hombres corrientemente llaman lo sobrenatural

razn por la que este encuentro no me caus gran sorpresa. Al menos la que le hubiera producido a alguien que por vez primera se enfrenta a estas manifestaciones extraas. Son muchas de estas experiencias las que relatar en este libro que me he decidido a escribir para despertar en muchos de ustedes el conocimiento dormido. Aquel hombre especial era una clave ms en el sendero del conocimiento secreto que me esperaba. Se apellidaba Torras, era un Ingeniero que trabaja ba en la compaa telefnica cuando no estaba ocupado en lo que para l era lo ms importante, su misin espiritual. Brevemente me dijo que mi aura (o el campo magntico espiritual) que me circunda ba haba hecho contacto con el suyo, el cual era muy fuerte y debido a que haba una condicin especial de armona mutua que estaba ocurriendo en otros planos, so me haba manifestado en mi cuerpo, al igual que en el suyo, a travs del sistema simptico como una corriente elctrica. Al da siguiente lo ms pronto que pude fui a visitar a mi querida amiga y vecina Bertha Soldevilla, con quien me una un fuerte lazo, de esos que los humanos que viven solamente en lo m ate rial, no comprenden. Algo as, como si viniese de otras vidas anteriores. Debido que ya habamos sostenido anteriormente varias conversaciones so bre el tema, le cont mi experiencia con aquel extrao hombre. Bertha me dijo inmediatamente

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que lo conoca bien, que saba de sus grandes poderes squicos y sanativos y sobre todo de su habilidad de transmitirlos a distancia. Ella misma haba podido experimentarlos durante el difcil embarazo de su hijo Frank. Bertha Soldevilla es una de las mujeres ms valientes que hemos conocido, pues a pesar de que sufri de nia de una poliomeltis muy fuerte y que tuvo que ser sometida a dolorosas operaciones y largos tratamientos, logr formar una familia con su esposo Francisco Gonzlez y pudo tener su hijo, a pesar de las recomendaciones de mdicos y fa miliares que estimaban que ese parto pona en peligro su vida. Aquel da mi amiga Bertha me cont algo sobre el extrao personaje de mi encuentro, que an se me tornaba ms enigmtico. Su nombre completo e r a : Rogelio Torras y se dedicaba a curar a distancia cuando no le era posible hacerlo personalmente. Bertha que tambin haba sentido en muchas opor tunidades aquella fuerza poderosa proyectada so bre ella, me dijo: La razn por la que tu sentiste esa fuerte corriente por tu columna vertebral es porque all reside el sistema simptico, el cual funciona como si fuera un cuadro telefnico o de comunicaciones entre las fuerzas que se manifiestan y que provie nen del mundo que podemos llamar espiritual. Es sta su expresin en el mundo fsico y el ser humano es como el mediador entre estos dos mundos.

Nosotros podemos tambin existir y movernos conscientemente en el mundo del espritu cuando logramos desarrollar las facultades necesarias. Muchas de las impresiones internas que nosotros sentimos y que no sabemos de dnde nos llegan, provienen de ese otro mundo y es precisamente a travs del nervio llamado simptico que hacen contacto con nuestra mente subconciente que es nuestra gran mente oculta. Ese da Bertha tambin me mencion a otra persona que igualmente tena grandes poderes o an mayores. Se refera a George E. Lord, a quien yo conocera meses ms tarde y quien se convertira en mi maestro. Ella al referirse a Lord me dijo: l posee un gran poder curativo y adems grandes poderes squicos. Poco a poco alguien estaba poniendo claves ante m y stas comenzaban a sealar hacia una direc cin. Aos ms tarde sabra toda la verdad que an en ese instante se encontraba oculta. As tena que ser. La paciencia sera una de las llaves hacia la maestra.N O TA S (1) Se sabe que sobre la columna vertebral se encuentran tocios los centros squicos y universales del ser hum ano. Es all por donde pasa cualquier fuerza que proviene de los m undos del espritu

II MI ENCUENTRO CON LA MAGIA BLANCA OPERATIVA

Toda la vida es una magia , pero slo unos pocos pueden detectarla.

N o s precisamente cuando comenz todo en la presente vida, pues desde muy pequeo tena como la certeza de tener un conocimiento que era intrn seco y parte de mi propio ser. A los diez aos y durante una sencilla enfermedad juvenil, me atac una fiebre alta, que me hizo delirar. Lo recuerdo perfectamente, como si hubiese sido ayer inisrno. No s cmo, ni de dnde le ped a mi padre que me trajese un libro sobre los Rosacruces. Mi padre que ignoraba el contenido del tema, simplemente fue a una librera que le quedaba junto a la oficina donde trabajaba en aquella poca (en la compaa de electricidad), y como quien satisface el capricho de un nio me trajo un libro sobre el tema. Cabe anotar que este libro fue una de las pocas posesiones que traje conmigo de Cuba, al emigrar a los Estados Unidos, unos cuantos aos ms tarde. El libro se titulaba Cartas a los estudiantes del autor Max Heinde, viejo mstico de origen alemn.

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Lo cierto es que me esconda para leerlo y releerlo con gran temor de que alguien en mi familia descu briese su verdadero contenido. No crea que una familia tpica y tradicionalmente catlica pudiera entender que temas filosficos tan profundos, como eran el alma, su misin y contenido, se encontraran en las manos de un nio de diez aos. Haba descu bierto un lugar apartado en la vieja casona (ubicada en la parte ms antigua de la ciudad) en la cual haba nacido. Era en la azotea donde slo se tenda la ropa lavada. All, en dos habitaciones que alguna vez haban sido dormitorio de un pariente que ya no viva con nosotros, encontr el sitio ideal para retirarme, En los cuatro aos que siguieron, divida mi tiempo entre mi trabajo escolar, y la lectura de otros muchos libros sobre el mismo tema. Estos libros los haba ido comprando poco a poco con mis pequeos ahorros del dinero que me daban para mis gastos o como regalo de cumpleaos. Esta fecha yo la espe raba con gran entusiasmo por los obsequios mone tarios, por pequeos que fueran, que me hacan algunos de mis muchos tos. Todo aquel conocimiento que adquira de los libros no era nuevo para m, era como si lo reviviese de un pasado verdadero y remoto. Pero no todo estaba tranquilo a m alrededor; desde haca algu nos meses mi seora madre haba enfermado de un padecimiento que le haca entrar y salir constante

mente del hospital. Se ha) a sometido a una larga y peligrosa operacin y de la cual todos en la casa hablaban en secreto. Muchas veces me quedaba en el hospital das enteros, teniendo que ir de* colegio al hospital y viceversa. All buscaba refug' i en mis libros y aprend a entrar en el silencio de mi propia alma, buscando una explicacin a todo aquello. Fue precisamente durante esos meses, al cumplir yo quince aos, cuando un vecino me cont acerca de aquella seora ya muy viejita, que viva sola en un sitio distante y apartado. Mi vecino me dijo que ella posea grandes facultades squicas y que tal vez poda ayudarme. Decid ir a visitarla por mi cuenta, sin decrselo a nadie. All me esperaban grandes experiencias. Aquella anciana no era ni remotamente lo que yo esperaba encontrar. Pensaba que en el mejor de los casos se trataba do una n ir ndem do las muchas qu e abundaban o posiblemente a l gu i e n adentrado en l a santena ei espiritismo o en la nt,gia. No fue as. Teresa Hernndez era una mujer de aproxi madamente setenta aos, delgada, muy erguida para su edad, de unos cinco pies cuatro pulgadas, y de piel tersa y blanca que no representaba aquellos aos. S u pelo estaba completamente blanco y sus ojos de un azul muy claro. El da que la conoc vesta toda con una sencilla bata blanca, y zapatos bajos del mismo color. Pero lo que me impresion tremen damente fue lo que sent al acercarme a ^lia C omo un mareo ligero me envolvi, (era la poteuci.