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    EL SENDERO MSTISCO1 Raymond Andrea

    AMORCGRAN LOGIA ESPAOLA

    C/ Flor de la Viola 16 Urb. El Farell.08140 Caldes de Montbui

    (Barcelona) ESPAA

    Tlf: 93 865 55 22Fax: 93 865 55 24

    www.amorc.es

    COLECCIN ROSACRUZ

    Las opiniones expresadas en este libro corresponden al pensamiento desu autor y pueden no representar la postura oficial de la AMORC.

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    EL SENDERO MSTISCO2 Raymond Andrea

    Esta obra ha sido publicada por la Gran Logia de Lengua Espaola para Europa, frica y Australa-sia de la Antigua y Mstica Orden de la Rosa-Cruz, mundialmente conocida bajo las siglas deAMORC. Est reconocida en todos los pases donde tiene libertad para ejercer sus actividades co-mo una Orden filosfica, inicitica y tradicional que desde hace siglos, perpeta bajo forma escrita yoral, el Conocimiento que le han transmitido los sabios del antiguo Egipto, los filsofos de la Greciaantigua, los alquimistas, los templarios, los pensadores iluminados del Renacimiento y los espiritua-listas ms eminentes de la poca moderna. Tambin conocida bajo la denominacin Orden de la Ro-sa-Cruz AMORC, no es una religin ni constituye un movimiento socio-poltico. Tampoco es unasecta.

    Siguiendo su lema La mayor tolerancia dentro de la ms estricta independencia, la AMORC

    no impone ningn dogma, sino que propone sus enseanzas a todos los que se interesan por lo mejorque ofrece a la humanidad el misticismo, la filosofa, la religin, la ciencia y el arte, a fin de que pue-da alcanzar su reintegracin fsica, mental y espiritual. Entre todas las organizaciones filosficas ymsticas, es la nica que tiene derecho a utilizar la Rosa-Cruz como smbolo. En este smbolo, queno tiene ninguna connotacin religiosa, la cruz representa el cuerpo del hombre y la rosa, su almaque evoluciona al contacto con el mundo terrenal.

    Si desea obtener informacin ms concreta sobre la tradicin, la historia y las enseanzas de laAMORC puede escribir a la siguiente direccin y solicitar el envo del folleto titulado El Dominiode la Vida.

    Antigua y Mstica Orden de la Rosa-CruzC/ Flor de la Viola 16 Urb. El Farell

    08140 Caldes de Montbui(Barcelona)

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    COLECCIN ROSACRUZ GRAN LOGIA ESPAOLA

    Apdo. de Correos 19908140 Caldes de Montbui (Barcelona) Tlf: 93 865 55 22

    Fax: 93 865 55 24 www.edicionesrosacruces.es

    Publicado por primera vez con el ttulo The mystic Wayen 1937 y posteriormente con el ttulo The Mystic Path.

    Traduccin al castellano: Sofa Rodrguez

    ISBN: 84-922111-1-3Depsito legal: Impresin: Publidisa Edicin 2000

    de la Orden Rosacruz AMORC

    No est permitida la reproduccin total o parcial de este libro ni su tratamiento informtico ni la

    transmisin de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrnico, mecnico, por fotocopia,por registro u otros mtodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.

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    El Sendero Mstico

    Raymond Andrea

    Antiguo Gran Maestro de laAMORC en Gran Bretaa

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    ndice

    CAPITULO 1EL CONOCIMIENTO MSTICO: SU IMPORTANTE VALOR........... 6

    CAPITULO 2LA MEDITACIN MSTICA ....................................................................10

    CAPITULO 3

    LA MENTE CONTEMPLATIVA..............................................................15CAPITULO 4

    LA INSPIRACIN MSTICA.....................................................................21

    CAPITULO 5EL DESPERTAR DEL FUEGO................................................................26

    CAPITULO 6LA NOCHE OSCURA ............................................................................ 31

    CAPITULO 7EL AMOR MSTICO ..................................................................................35

    CAPITULO 8LA PARTICIPACIN MSTICA................................................................40

    CAPITULO 9EL DISCPULO MILITANTE.....................................................................45

    CAPITULO 10LA SANTIDAD DEL SERVICIO...................................................... 50

    CAPITULO 11LA QUIETUD MSTICA..................................................................... 55

    CAPITULO 12EL DESAFO MSTICO....................................................................... 60

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    CAPITULO 1

    EL CONOCIMIENTO MSTICO: SU IMPORTATEVALOR

    El misticismo ha estado de tal manera presente en la vida de la humanidad que puede ser tratadojustificadamente como un hecho histrico. Por tanto, ya no es considerado como la creencia desva-riada de unos pocos fanticos de mente errtica y comportamiento irresponsable. El misticismo esreconocido como una rama del conocimiento y como una forma de vida. De ser, durante siglos, el es-tudio y la prctica reservada a un crculo privilegiado, cuyos miembros se hallaban dispersos pormuchos pases, ha llegado a convertirse en tema de ardiente bsqueda para, estudiantes de cualquierclase social, que son atrados por la cultura ms elevada del momento presente. Hace medio siglo (1)los libros acerca de esta materia eran, para el gran pblico, comparativamente escasos en Occidente.Hoy, no le faltan a ningn estudiante interesado. Los recnditos tratados de los antiguos maestros hansido rescatados y re-editados, existen en abundancia obras que los comentan, y aquellos que se han

    especializado en el tema, aaden su testimonio personal al creciente corpus de literatura mstica. Elrenacimiento mstico est en alza.

    Aunque pueda parecer paradjico, la Iglesia ha sido una de las primeras instituciones pblicas enreconocer este renacimiento. Reconocemos rpidamente aquello que est destinado a disminuir o areemplazar nuestro valor. Por eso la Iglesia ha reconocido al misticismo. La institucin que, por en-cima de todas las dems, debera haber sido el mismo templo del misticismo, el vigilante guardin ycapaz exponente de su ciencia y de su prctica, lo ha reconocido y lo ha ignorado. De ah la gran pa-radoja de los tiempos modernos: la Iglesia mstica de Cristo est desplazada del mundo; y el bloquede religin institucional que la rechaz, se lamenta de que ha perdido influencia sobre la mente avan-zada que se ha despedido para siempre de credos y dogmas.

    La mente evolucionada siempre se ha desembarazado con rapidez de las instituciones. El mismoMaestro lo hizo, porque l fue el mstico supremo. Y el mstico de hoy osa seguir su ejemplo. Anti-guamente tambin lo hizo, pero la persecucin le acuciaba, y tena que esconder su luz y su saber, operder ambos en una muerte ignominiosa. Hoy no es as. Existe un mayor equilibrio de fuerzas. Lamente despierta est afirmando sus libertades y sus prerrogativas, y ni la Iglesia ni el Estado puedenhacerle imposiciones o ponerle trabas. El Estado, a travs de la instrumentalizacin de sus leyes, sa-biamente no intenta ir en contra de la libertad de pensamiento del sujeto. Por otro lado, la Iglesia,consciente de estar sometida pblicamente al juicio que de ella hace el mundo intelectual, se resiente deesta posicin indigna y rehsa hacer una discriminacin justa: denuncia, tachando de irreligiosos, atodos y cada uno de los que se sitan fuera de su marco, a pesar de darse cuenta de que ello consti-tuye una tergiversacin.

    Es necesario decir todo esto, una vez ms, aunque slo sea para destacar el hecho de que la Igle-sia ha perdido su influencia sobre la mente moderna. Es necesario decirlo para animar a aquellos quetienen la confianza de seguir la luz de sus propias almas anhelantes, y de manifestar sin temor laConsciencia Crstica a travs de sus propias vidas. Esa es la clave de la nueva era. El misticismo nocontempla ningn credo, no reconoce ninguno de los amaados artculos de la religin, no se sujeta aninguna iglesia o teologa, ignora la autoridad impuesta de hombres y sacerdotes, y guarda humildeobediencia ante una sola cosa: el espritu energetizante y vivificador que reside en el interior deltemplo del alma.

    El renacimiento del misticismo comenz a manifestarse en los primeros aos del presente siglo.Surgi bastante repentinamente. La Psychic Research Company y el movimiento New Thought lanza-

    ron al mundo un torrente de publicaciones que abri las puertas al desarrollo individual a travs de laaplicacin del poder mental a los negocios y a la vida cotidiana y capt en todas partes la atencin y elinters de la gente reflexiva. El hipnotismo y el magnetismo, la sanacin, la magia y la influencia

    1.Este texto fue escrito en 1938.

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    personal, y muchos otros temas relacionados con estos, eran abarcados por una amplia seccin de estaliteratura, gran parte de la cual ha sido, sin duda, aplicada a fines cuestionables. No obstante, la publi-cacin de estas obras marc una poca definitiva en la evolucin de la mente.

    Puso el acento en la libertad mental individual frente al dominio de la Iglesia, las escuelas y laciencia, y cualquier otra abotargada autoridad. Volvi los ojos del individuo hacia s mismo, enfati-zando su responsabilidad y sus posibilidades frente a la realidad, e hizo hincapi en la tan necesitadaverdad de que aqul debe buscar la evolucin de sus capacidades innatas, el logro y el xito en elmundo por s mismo.

    Una gran parte de esta literatura, como se ha dicho, abarcaba especficamente los mecanismos ymtodos para obtener xito mundano. Ello le bast para asegurarse una instantnea y ardiente acogi-da; y se le dio un buen uso. Sin embargo, otra parte de estas publicaciones tena un carcter muy diferen-te: se ocupaba directamente de las posibilidades de evolucin espiritual del individuo. Fue entoncescuando el misticismo comenz a definir su propio mbito. Para miles de personas ello signific nadamenos que un renacimiento en su consciencia. En pocos aos, asociaciones y grupos de cultura espiri-

    tual proliferaron por todas partes. Fueron fundados por quienes, hallndose a la vanguardia de la evo-lucin general, y ayudados por el privilegio krmico, ya se encontraban suficientemente adelantadosen el sendero mstico. A travs de la enseanza directa o de la palabra escrita, diseminaron la antiguaverdad de una manera aceptable para miles de dignos buscadores que se hallaban literalmente ham-brientos de una verdadera gua para su vida espiritual; algo de lo cual haban carecido hasta enton-ces.

    Veo a esta hueste de buscadores tal y como eran: hombres y mujeres, en su mayora de una sli-da cultura general y con buenos conocimientos de msica, literatura y ciencia, quienes haban son-deado las profundidades de las filosofas de Occidente y haban sido repelidos, a pesar de sus maravi-llas, por la crudeza materialista de los descubrimientos de una ciencia glorificada. Gentes que, aburri-das de los montonos discursos de teologas estancadas, dirigan sus miradas hacia el lejano horizonte,sintiendo en el fondo de sus corazones que deba haber un modo de salir fuera y ms all de los lmi-tes dentro de los cuales discurran sus pensamientos, sueos y aspiraciones. Haba otros, innumera-bles, que se hallaban por detrs de stos, no siendo tan privilegiados en logros y en cultura, pero que,firmes y anhelantes en su corazn y en su mente, soportaban la misma carga en la vida y esperaban lavenida de una nueva luz y una direccin, hacia no saban muy bien dnde, que proporcionara un sen-tido a su vida y un mejor conocimiento de s mismos, siendo al mismo tiempo conscientes de quealgo les empujaba hacia aquel desconocido objetivo.

    Entonces lleg el alba mstica y, como si la puerta del Templo hubiera sido abierta para ellos, lahueste completa se adelant hasta los portales hacia los que haban sido dirigidos inconscientementea travs de los aos. Como viniendo de otro mundo, una luz irrumpi sobre estos buscadores; y en

    verdad era de otro mundo, un mundo ante cuyo umbral haban estado esperando largo tiempo. Nin-guno haba osado hasta el momento hablar de ello en la iglesia, la facultad o la sala de lecturas. Al-gunos saban que hablar hubiera arruinado su reputacin. Recuerdo a un pastor del Evangelio a quienregal algo de la literatura mencionada, esperando que le fuera til en el ejercicio de su ministerio. Mela devolvi hacindome notar que l era demasiado racional y, sobre todo, que aquellas ideas estabanen Platn. Quiz s lo estaban, y tambin estaban encubiertas, o enigmticamente reveladas, en las es-crituras de la India o Egipto. Y all permanecan, para ser objeto de los especulativos malabarismosacadmicos, y tambin para ser demostradas por aislados adeptos. Los acadmicos todava siguenhaciendo juegos malabares con ellas, los eclesisticos por su parte se distancian; mientras que delas avanzadas huestes de buscadores emergen potenciales adeptos para anunciar la nueva era.

    Cuando una idea nueva impacta y toma posesin de la mente que espera, nunca se pierde, y lamente avanza. As sucedi cuando la idea de la aventura mstica como modo de vida penetr en elcampo del pensamiento. La espera haba sido demasiado larga e intensa como para aceptarla pasi-vamente y despus dejarla en el olvido. Fue observada con extraordinario celo e inmediatamente seconvirti en un principio para la conciencia y en un tema para la contemplacin profunda. Fue com-

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    parada a la filosofa y a la creencia ortodoxa, fue investigada profundamente y tenazmente aplicada,y se encontr que colmaba una necesidad humana donde aquellas haban fracasado profundamente.

    Por lo que respecta a los intelectuales y cientficos, que mientras tanto haban ocupado sus cte-dras de autoridad, emitan sus poco inspirados orculos con medida retrica ante sus seguidores be-neplcitos. El advenimiento de la nueva idea constituy una prueba dolorosa para ellos. Tenan raznhasta cierto punto, y dentro de una esfera muy limitada: ellos han sido agentes de la educacin. Perose equivocan en la medida en que rehsan reconocer cualquier posibilidad para la humanidad msall de su propia visin mundana -a pesar de que una idea ms grandiosa que la que ellos haban con-cebido con todos sus potentes accesorios, ha atravesado su terreno y ha trastocado, desde la basehasta la cima, su cuidadosamente erigido edificio de teora y descubrimiento. Adems, la nueva ideaasest un duro golpe al orgullo intelectual de estas autoridades eminentes. Sin embargo, hasta que es-te orgullo no se disipe constituye una fase de la ilusin mundana que debe desaparecer para que laliberacin espiritual sea posible. La evolucin ms all del plano mental est paralizada. De modoque, como estas autoridades intelectuales continan aferradas a su orgullo de lgica y perspicaciamental, temerosas de la prdida de reputacin que les ocasionara cambiar sus fundamentos y dar suaprobacin a innovaciones de los no profesionales, resulta que el buscador impersonal e indepen-

    diente se halla, en verdad, un mundo por delante de ellas, en lo que se refiere a teora y prctica.

    Las ideas nuevas que impactan la consciencia pblica difieren considerablemente unas de otras enlo que se refiere a fuerza y desarrollo. Por ejemplo, las nuevas ideas histricas y polticas a menudo seaceptan tardamente y crecen con lentitud, pues penetran un campo de principios y experiencias yaasentados y aceptados, e inmediatamente se someten al tribunal de la autoridad. Estando sujetas aexamen y a un celoso escrutinio, eventualmente pueden recibir una violenta oposicin por haberamenazado el juicio, o haber aadido algo al conocimiento de aquellos que haban dicho la ltimapalabra en sus respectivas competencias.

    Quienes son responsables de las innovaciones saben lo que les espera y estn preparados para ello.Sobreviene una fiera controversia, pero la idea resiste all, a plena luz del da, y no hay forma de derribar-

    la; hija, como es, de una mente que ha osado cuestionar los cnones de la ortodoxia o ha tenido elvigor de dar un impulso inesperado a la causa de la humanidad. Hemos visto muchos ejemplos de es-ta ndole, y ello nos proporciona fe en la secreta omnisciencia del Hombre y en la intrnseca bondadde su corazn.

    De no ser por la existencia en el planeta de estos osados innovadores, las costumbres, las institu-ciones de los hombres, las filosofas materialistas y las decadentes teologas, incluso la ciencia y losestatutos y leyes civiles, crucificaran y condenaran el mismo espritu del Hombre. Estos innovado-res no desprecian lo que hay; reconocen el valor de lo que ha sido; pero no estn dispuestos a permi-tir que las cosas continen como estn. Son enemigos, desde su nacimiento, del estancamiento quedetiene el desarrollo y dificulta el progreso. Se rebelan contra todo aquello que constria, detenga o

    mate el poder innato del pensamiento. En otros tiempos, tuvieron que pagar cara su originalidad; fue-ron sometidos a los tribunales o condenados a la hoguera. Hoy asustan y despiertan gran oposicin;pero tan pronto como se han pronunciado, generan un conjunto de partidarios ms potente que el dequienes se les oponen, e incluso son respetados, an cuando no completamente comprendidos. Estosucede porque traen lo que se necesita y es esperado. La nueva idea penetra como un rayo de luz enla conciencia pblica, y all permanece para germinar y crecer. Y tarde o temprano, dependiendo desu valor especfico y su energa, se despliega hacia un fresco horizonte de descubrimiento y esperan-za.

    El resurgir del presente ciclo mstico fue parecido a esto. La idea era realmente muy antigua y es-taba destinada a emerger en una forma nueva. Apareci conformada de un modo que satisfizo exacta-mente las exigencias de las gentes a las que iba dirigida. La poca era propicia, pues haba miles que

    la esperaban. En su presentacin ms simple anunciaba la urgente verdad de que haba un camino devida en el interior del Hombre que haba sido absolutamente ignorado en una poca materialista.Haca hincapi en la verdad de que aqu y ahora, en el corazn sufriente de una humanidad anhelante,exista la lmpara mstica del espritu que, siendo cuidadosamente nutrida, iluminara el templo oscu-

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    ro del dolor y la tristeza, dispersara las sombras de la perplejidad y el error, y elevara al ser mortal alrango de lo divino. La idea encontr oposicin, pero de un carcter templado y providente, princi-palmente, de los defensores de la ortodoxia religiosa. Estos la desacreditaron porque asegurabanque apartaba al hombre de la adoracin y la confianza en Dios y buscaba hacerle autosuficiente ypresuntuosamente su propio salvador. Un argumento bastante tosco sobre el que no merece la penadiscutir. Sin embargo, la idea redentora creci aprisa y prendi en todos los estratos de la sociedad.Incluso algn instructor religioso, aqu y all, no pudo resistir su atractivo y su enriquecedora influen-cia, y en vez de en un exponente de la palabra, se convirti en un orculo del espritu. Pero la leyeclesistica no se anula impunemente, y pronto desapareci. La idea gan mpetu a travs de los aos y,poseyendo una vida enrgica e inmortal, se expandi a travs de una literatura de gran cobertura einfluencia. Oriente, sede durante siglos del saber mstico y de su prctica, consciente del despertar deOccidente a la ciencia del alma, dio amplias muestras de su inters y cooperacin aumentando laspublicaciones que enseaban el camino mstico y ensanchando los canales de mutuo entendimientoentre ambos. Es por ello por lo que hoy ningn buscador con inters se encontrar falto de gua einstruccin. El misticismo ha dejado su indeleble insignia en el pensamiento occidental, ha desa-fiado la fortaleza de la ortodoxia, y se ha situado a la vanguardia de la cultura y el avance espiritual.

    Se dice que el misticismo es un hecho en la historia del mundo. Para acercarnos ms a este hecho,digamos que el misticismo es la que est dentro del Hombre. La filosofa materialista consiste enel estudio de la interconexin entre las ciencias y sus ramificaciones como partes de un todo orgnico,tambin es una teora del conocimiento. El misticismo penetra en el mundo de las causas espiritualessubyacentes a los fenmenos revelando las razones profundas de los mismos y de todo conocimiento.La diferencia esencial entre estas interpretaciones objetivas y especulativas y el mtodo del misticismose resume en una luminosa frase de Mundaka-Upanishad:

    No es aprehendido por el ojo, ni por el discurso, ni por los sentidos, ni a travs de ritos y devo-

    cin, sino que aqul cuyo intelecto est purificado por la luz del conocimiento, contempla aquello

    que no tiene partes, a travs de la meditacin.

    Esta simple declaracin conduce nuestra mente la consideracin del mtodo bsico del misticismo:la meditacin espiritual. sta revela la naturaleza interior del alma y permite desarrollar ese conoci-miento de s mismo que descubre al Hombre como entidad espiritual perteneciente a un mundo desilenciosas y potentes fuerzas espirituales en el que l vive, se desenvuelve y tiene su ser; el nicomundo ante el cual l es responsable y a travs del cuya sola ayuda puede alcanzar la estatura y la

    plenitud de Cristo.

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    CAPITULO 2

    LA MEDITACIN MSTICA

    La meditacin es definida desde diferentes ngulos como una extensin de la concentracin,una profunda y continua reflexin acerca de algn tema religioso y, quiz, de modo ms adecuado,como un proceso de creacin en el silencio. El tema presenta abundantes tecnicismos, si es queelegimos complicarlo a travs de una elaborada consideracin de los mismos. Sin embargo, por

    ahora ello es completamente innecesario. No creo que haya un estudiante entre mil de quienes seinician en este tema que tenga dudas sobre el hecho o el acto de la meditacin, o acerca de su va-lor, o la considere como una prctica misteriosa o excepcional. A la edad en la que la mayora de

    nosotros llegamos al estado adulto, hemos sido llevados a meditar con la frecuencia y la profundi-dad necesarias para alcanzar cualquier objetivo importante, o simplemente para desenvolvernosen la vida. Tal es mi experiencia; y como escribo esto dirigindome al buscador y al aspirante en el

    intento de ofrecerle ayuda, ser mi propia experiencia, sea el que fuere su valor, lo que me sirva de

    gua.

    Recuerdo que la primera enseanza sobre la vida mstica con la que me encontr tuvo un carc-ter muy simple. No hubo ni tecnicismos, ni misterios. Se sealaron los hechos fundamentales sobrela mente y el alma; el objetivo era educar a la primera para que llegara a ser capaz de un reconoci-miento de la ltima, a travs de un proceso de alineamiento con la misma. Diariamente se propon-

    a la visualizacin de una cualidad en el carcter, o de una condicin en la vida que fueran suma-

    mente necesarias para el estudiante, quien desarrollaba as la capacidad de concentrar su pensa-miento fijamente sobre un tema especfico. De ah el estudiante pasaba, en su momento, a la sus-

    pensin de toda ideacin durante breves intervalos de tiempo, o lo que es lo mismo, a la pura con-

    centracin; es decir, al detenimiento del discurrir de la actividad mental con el propsito de produ-cir una situacin de calma y quietud interior. A esto le segua el proceso meditativo en el que la

    mente dirige su atencin interiormente, sin interrupciones y reconoce la naturaleza del alma, quees amor.

    El resultado acumulado de esta prctica hizo tanto, o quiz bastante ms, como lo que se hubie-ra podido alcanzar con los varios procedimientos tcnicos ofrecidos por muchos maestros. No me-nosprecio las formas elaboradas de meditacin para fines especficos; conozco su valor, pero per-

    tenecen a un estado ms avanzado del tema. Aqu pretendemos allanar el camino al aspirante paraque le sea posible ascender desde la conciencia objetiva cotidiana hasta una condicin de mayor

    interiorizacin. Este es el objetivo de toda meditacin. El aspirante necesita realizar un cambio en

    su corazn para recorrer el camino mstico y los primeros pasos consisten en una transformacinde la actividad mental. Hay muchos otros pasos, pues la meditacin es un proceso de ascenso hacia

    la vida inspirada de la Conciencia Crstica, la cual constituye la culminacin del sendero mstico.

    El objetivo de la meditacin consiste en realizar un contacto consciente con la vida del alma. El

    alma ha sido definida como un ente fruto de la unin del Espritu y la Materia (es decir, un ente quees hijo de Dios y ha tomado un cuerpo) que se ha encarnado con el propsito de manifestar la cua-

    lidad que expresa la naturaleza de la esencia divina, la cual es amor. A partir de esta definicin, se

    ve claramente el valor especfico de la meditacin anteriormente descrita como tcnica preliminarpara conseguir la liberacin de la naturaleza esencial del alma. Se elimina todo lo innecesario, to-dos los tecnicismos, toda la parafernalia terica y especulativa y se dirige la mente, concentrada y

    entregada, hacia el reconocimiento y la consciencia del alma, de modo que aquella se sature, en lameditacin, de esa cualidad presente en el corazn de todos: luminoso amor impersonal. En el Va-gaba Gita, las Upanisadas y otros libros sagrados, se exhorta al aspirante, aunque ms ceremonio-samente y con profusin de detalles y referencias tcnicas, a que medite constantemente sobre el

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    alma como camino mstico para alcanzar la iluminacin y como modo de liberacin ante el imperio

    de la ilusin mental y el dominio de los sentidos. La toma de consciencia de la naturaleza del almaes objeto de constante referencia en los temas inspirados de todos estos clsicos.

    El ascenso del aspirante en el sendero mstico consiste en un doble proceso de destruccin y

    construccin de formas; hasta que consigue penetrar en la vida del alma, la cual carece de forma. Elaspirante se encuentra aprisionado en el interior de una forma mental y emocional que ha sido

    creada por su propia experiencia en la vida: su objetivo es transcenderla. Es un alma cautiva en elinterior de una forma que, con dolor y quizs demasiado conscientemente, l ha construido para su

    propio uso: se trata de la compleja forma de la personalidad que batalla en el ruedo de la vida. Si es

    firme, estable y est bien capacitada, entonces es afortunado; pues ser un vehculo de estudiadasproporciones y resultar eficiente para los usos y los logros propios del mundo de la forma en con-

    tacto con personas de tipo similar. Es en ese contacto en el que se encuentra su propio modo devibracin especfica y el mbito de su respuesta, mediante los cuales acta y reacciona ante otros.

    Pero todo avance, incluso dentro del mundo de la forma, se realiza mediante una serie de imper-ceptibles destrucciones y construcciones de formas. As es en la vida mental y en la vida material. El

    cambio continuo es la ley. En lo que se refiere a la vida material, continuamente un modo de res-puesta mejor y ms complejo est reemplazando a otro de menor capacidad, igual que en la vidamental, hasta que el ciclo termina por causa de la vejez o de la enfermedad. Para la mayora de laspersonas esto tiene lugar sin que se realice por su parte ninguna especulacin acerca de la vida del

    alma, de modo que la forma mental y emocional les constrie hasta la muerte. En verdad, no esque esta completa dominacin a que est sometida el alma pueda detener la evolucin en un ciclode vida. Pero puede alterarla de modo insospechado. As pues, el alma puede atravesar el ciclo de

    una vida y permanecer cautiva de la forma para el siguiente ciclo; o, por el contrario, el aspirantepuede proponerse la tarea de emprender el camino mstico y, a travs de un aumento de su cons-ciencia, de su frecuencia vibratoria y de su capacidad de apaciguamiento, transcender la forma que

    le aprisiona en el plano mental y emocional. De este modo construir una nueva forma, mejor y de

    un carcter ms idneo que permitir al alma establecer un camino de contacto con la personali-dad tripartita.

    Meditar en el espritu que mora en el interior de nuestra alma, el Hijo del amor, constituye elproceso de construccin de la forma que permite el ascenso en el sendero mstico. Hablamos dedestruccin y construccin de formas. Estos trminos sugieren algo duro y drstico; y no es esta la

    impresin ms afortunada, pero no tenemos ms remedio que acudir a palabras comunes en el in-tento de definir y describir las sutiles transformaciones de la vida interior. Sin embargo, el procesode cambio en este mbito no es menos imperceptible que en el caso de los procesos fsicos y men-

    tales. Consiste realmente en una repolarizacin de la consciencia; se trata de dirigir la energa vital

    hacia dentro, hasta llegar a los estratos ms profundos del ser, en lugar de dirigirla hacia el planopuramente mental y objetivo del pensamiento y de la accin. No hay nada misterioso en esta idea

    de la repolarizacin d la consciencia. A poco que reflexione, el aspirante quedar convencido decuan firmemente est atrapado en el interior de la forma de su yo personal, de su mente con susopiniones y puntos de vista, de sus razonamientos y de su continua sujecin a la influencia y la agi-

    tacin de la vida sensorial. Se dar cuenta de todo ello especialmente al recordar esos raros mo-mentos que ocurren cuando la mente es llevada, ms all de s misma, hacia un contacto mo-mentneo con la vida del alma, cuando se halla bajo la influencia de la palabra o la obra de los ge-

    nios del mundo de la literatura, la msica o el arte. En ese momento, el alma habla al alma, recono-ce su verdadera naturaleza expresada en otros y comprende cules son sus propias posibilidades.

    En este caso se tratara de una repolarizacin de la consciencia realizada involuntariamente, en la

    que, repentinamente, se transciende la forma personal, la amplitud de su respuesta se extiende ysu frecuencia normal de vibracin se eleva hasta una dimensin ms amplia, como consecuencia de

    la influencia y la inspiracin que emanan de una mente que funciona en una esfera ms elevada ycon la que se entra de alguna manera en contacto. Todo esto es un anticipo de lo que la tcnica del

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    camino mstico permitir realizar al aspirante a voluntad, de manera consciente y por s mismo.

    Tambin constituye una prueba concluyente para l de que la consciencia mental y la conscienciadel alma son dos organismos distintos, con valores y posibilidades enormemente diferenciados.Una funciona en el interior de la forma que se ha impuesto a s misma y est circunscrita por ella; la

    otra no tiene forma y es fuente de amor divino y de toda inspiracin. A travs de la meditacin, el

    aspirante debe construir una nueva forma que sirva de puente entre ambas, hasta que la forma delyo personal quede sobrepasada y sea posible el libre acceso a la esfera del alma. Cuando, ms ade-

    lante en el camino, el alma domine verdaderamente e inspire completamente la vida personal,aquella nueva y mejor forma ya no ser necesaria por ms tiempo y desaparecer; porque enton-

    ces existe una constante interaccin entre la mente y el alma; y la inspiracin que adscribimos al

    genio, llega a ser en el mstico una funcin normal de la comunin con el alma.

    Vctor Hugo expresa muy fecundamente este contacto con el alma a travs de la meditacin.Siendo l mismo un escritor inspirado y de notable capacidad y lucidez, describe en el siguiente pa-

    saje, con singular claridad y verdad, el paso ms all de la forma mental hacia la esfera del alma, atravs de una repolarizacin de la consciencia y del duradero efecto que este proceso ejerce en la

    mente:

    Todo hombre lleva en su interior su Patmos. Es libre de subir o no hasta ese temible promonto-

    rio del pensamiento desde donde uno percibe la sombra. Si no sube, entonces permanece en la vida

    corriente, con una consciencia comn, con la virtud comn, la fe comn, o la duda comn; y est

    bien. Para preservar la paz interna es, evidentemente, lo mejor. Si, por el contrario, alcanza aquellas

    alturas, queda cautivo. Las profundas olas de lo maravilloso se muestran ante l. Pero nadie vis-

    lumbra impunemente ese ocano, en lo sucesivo l ser el pensador; dilatado, engrandecido, pero

    flotante; es decir, el soador. Tendr algo de poeta y de profeta. Desde ese momento, una parte de

    l pertenece a la sombra. Algn elemento de lo ilimitado penetra en su vida, en su consciencia, en

    su virtud, en su filosofa.

    Poseyendo una estatura diferente a otros hombres, parece extraordinario ante los ojos de estos.

    Tiene deberes que ellos no tienen. Vive inmerso en una especie de oracin difusa y, de modo verda-

    deramente singular, se aferra a una indeterminada certeza que l llama Dios. En ese crepsculo dis-

    tingue bastante de lo que pertenece a la vida anterior y suficiente de lo que pertenece a la vida fu-

    tura, como para asir estos dos extremos de oscura hebra y con ellos ligar su alma a la vida. Aqul

    que ha bebido, beber; aqul que ha soado, soar. No abandonar ese fascinante abismo, ese

    sonido de lo insondable, esa indiferencia hacia el mundo y hacia la vida, esa incursin en lo prohibi-

    do, ese esfuerzo por tocar lo impalpable y ver lo invisible; sino que de nuevo volver, se acercar y

    se inclinar hacia ello; dar un paso, luego otro y, de este modo, penetrar en lo impenetrable y as

    encontrar la ilimitada liberacin en la meditacin infinita.

    En verdad cada aspirante posee dentro de s su propia Patmos. Lo que puede implicar su deci-sin de descubrirla, explorarla y habitarla, puede ser considerado ms adelante. Hasta aqu hemosestado reflexionando sobre la forma que l debe transcender y sobre la forma que debe construir

    con el fin de realizar aqul descubrimiento. Hemos planteado esto de la manera ms simple posi-ble. Aunque se puede convertir este asunto, y a menudo as ocurre, en una materia abstrusa ycomplicada introduciendo frmulas tcnicas, u oscureciendo el tema mediante observaciones y re-

    ferencias simblicas y ritualsticas; todo ello conduce, al final, a la perplejidad y al desconcierto tan-to al estudiante prctico como al no iniciado. Pero la cuestin que se presenta ante el aspirante es

    simple. O bien elige permanecer prisionero pues un prisionero es en el interior de la forma mental

    y emocional que la experiencia en el mundo objetivo le ha compelido a construir para sus mltiplescontactos y usos, o bien va ms all de la frontera de esa existencia limitada y penetra en el reino

    mstico del alma que est esperando ser descubierto. Su decisin en favor de lo ltimo implica queacepta y asume la verdad bsica del misticismo: que l no es un ser mental en busca de una especie

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    EL SENDERO MSTISCO13 Raymond Andrea

    de nebulosa y evasiva entidad conocida con el nombre de alma; sino que, por el contrario, l es una

    entidad espiritual, una fuerza que, a pesar de no ser reconocida, siendo el centro de su mismo ser,mantiene, nutre y dota de energa su vida mental, emocional y corporal. Es este cambio de pers-pectiva desde la periferia al centro lo que inaugura la edificacin de la nueva forma, la lnea de co-

    municacin y transmisin, que su meditacin debe construir, estabilizar y poner en uso cotidiana-

    mente.

    Un ejemplo de construccin de una forma en la vida mental, puede ofrecer posterior clarifica-cin del tema al aspirante que comienza el camino. Tambin puede mostrarle cmo se establece y

    dota de vida la lnea de comunicacin con el alma, de manera que llega a ser un vehculo de trans-

    misin de las potencialidades del alma hacia la vida personal. Por poner un caso hipottico, un as-pirante siente una gran aficin por la msica y alberga el deseo de emular a un gran maestro de la

    misma. La obra de este maestro es un ideal de transcendental influencia para el aspirante y consti-tuye una fuente de continua meditacin para l. Reflexiona sobre ella y de alguna manera puede

    decirse que vive en ella. Pues ella constituye una fuerza de atraccin mayor que cualquier otra cosaen su vida. Siempre que su mente est libre de ocupaciones mundanas, automticamente retorna a

    su mundo ideal de ciencia y expresin artsticas. Ejerce una influencia tan poderosa sobre l, que supropio carcter musical y su ejecucin artstica manifiestan ms y ms la forma y caractersticas delo que constituye su ideal. Verdaderamente l construye, con una materia emocional y mental, lalnea de comunicacin entre s mismo y su ideal. Se proyecta a s mismo hacia l y piensa con y en

    l. Su intenso amor por l le abre un camino de respuesta mediante el cual su comprensin se en-sancha, sus capacidades conceptuales se expanden, su habilidad para componer e interpretar sedesarrolla y su vida musical entera se realza a consecuencia de este proceso de relacin emptica

    entre su propio mundo y el de su maestro artista.

    Lo mismo ocurre en la construccin de la nueva forma en la meditacin. El aspirante parte de la

    concepcin, fundamental para todo su trabajo, de que l es una entidad espiritual, de que un alma

    de amor constituye el centro de su ser; a partir de ah, el aspirante mora constantemente en elpensamiento de esa naturaleza esencial de amor, al mismo tiempo que busca expresarla en un

    proceso tridico de actividad en los planos fsico, emocional y mental. Realizando esto, se hallarintroducido en un mtodo con gran potencia y de demostrada precisin. El alma, que es un reflejodel Amor Impersonal fuente de la existencia humana, responder a aqul reconocimiento. Y este esel primer descubrimiento que habr realizado: el alma estaba esperando que la mente la recono-

    ciese. El alma espera ser liberada del ocultamiento y el silencio que la forma establecida de la per-sonalidad le impone. Y tan pronto como se construye la lnea de comunicacin mediante el recono-cimiento y la meditacin en la naturaleza del alma, se produce un efecto en el ser personal: la vi-

    bracin de ste se va elevando imperceptiblemente, se cultiva y adquiere el tono y el color de

    aquella augusta influencia. Practicando la meditacin de manera habitual, se fortalece aquella lneade comunicacin y se ensancha el canal de transmisin, hasta que la forma mental resulta insufi-

    ciente y el tono del alma resuena permanentemente en la personalidad.

    No supone esto una renuncia a la forma de la personalidad, un abandono de los valores menta-

    les? De ningn modo. Con seguridad no ms que el abandono de valores que pueda decirse queest realizando el aspirante a msico cuando se supera a s mismo mediante la construccin de unaforma de devocin, para acceder a la obra del maestro que constituye su ideal. Antes al contrario,

    aqul reconoce a cada paso el efecto reflejo que produce su devocin y sabe que sale fortalecidocon nuevas ideas e inspiracin, convirtindose en el centro de atraccin para todos aquellos que

    son sensibles a su tono mental en el mundo de su arte. Lo mismo ocurre con el estudiante de la

    meditacin que se instala en el amor mstico y luminoso del alma. La influencia de esa comunin noqueda restringida a su personalidad, sino que se irradia hasta los confines del mundo y, como una

    luz poderosa, atrae hacia s todo lo que enaltece y es beneficioso en los hombres y en las circuns-tancias. Todo lo que es abandonado, o lo que automticamente desaparece en l, no mereca la

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    pena conservarse. Todo lo que viene a l tiene un valor eterno y eleva todo lo que l posee hacia

    un nuevo nivel de vida y accin. Es una verdad simple, pero muy difcil de aceptar por parte de lamente dominante de Occidente. Es difcil darse cuenta de que la naturaleza inofensiva y compasivadel alma puede mantenerse firme frente al tono dominante y agresivo de la vida mental; y ms

    difcil todava pensar que puede transcenderla y comprender para qu sirve esto. El aspirante debe

    experimentarlo y ponerlo a prueba. Quienes lo han hecho, pueden dar fe de los nuevos valores quehan descubierto.

    As pues, como ya se ha dicho, cuando se construye la nueva y mejor forma, el alma responde

    ante ello, la vibracin de la personalidad se eleva y tiene lugar paulatinamente la repolarizacin de

    la consciencia. La personalidad siente la fuerza energetizante y vitalizante del alma. Adems, la in-fluencia de esa forma ms sutil, incide silenciosamente en otras almas y atrae el bien hacia ellas.

    Este es uno de los hechos ms impresionantes que observa el aspirante cuando sigue el caminomstico: aquellos con quienes contacta reaccionan sensiblemente ante el tono de la vida del alma.

    Esto sucede porque l ya no les considera meramente como personalidades, sino como almas queestn evolucionando; es esa actitud al aproximarse hacia ellos lo que despierta un tono determina-

    do en su respuesta. Esto no nos debe resultar extrao si recordamos que el alma es la misma entodos y est sujeta en todos a las mismas leyes de evolucin y expresin. Por otra parte, la nuevaforma que sirve de enlace entre el alma y la personalidad, est ntimamente asociada y en unidadcon la jerarqua invisible de Maestros y Poderes, quienes conocen su vida y velan por su progreso y

    por el sincero aprovechamiento de cada oportunidad que se le ofrece para recorrer el camino de lacomunin consciente con Ellos. Es por esto por lo que aquella forma, no slo asegura al aspirante lacontinua cooperacin del alma interior en todas sus actividades, sino que tambin le acercar ms

    y ms al ntimo conocimiento de estos Altos Poderes, quienes permanecen preparados para ayu-darle en todo el proceso y eventualmente equiparle como aspirante entrenado y experimentadocon ulteriores facultades y sentidos para que los use en alguna forma de servicio al mundo.

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    CAPTULO 3

    LA MENTE CONTEMPLATIVA

    A travs de la meditacin el aspirante realiza la experiencia de entrar en contacto con la natura-leza del alma. Establece una lnea directa de comunicacin entre la personalidad y la entidad espiri-tual que es el fundamento y la causa de su manifestacin tridica en los planos fsico, emocional ymental. Hasta entonces haba estado polarizado firmemente en el interior de esta forma tridica; a

    partir de ahora, traslada imperceptiblemente la polaridad de su consciencia y vive conscientemen-te desde una condicin ms interiorizada y ms elevada en la que confluyen potentes fuerzas espi-

    rituales. El hbito de la meditacin acrecienta en l la consciencia de la intencionada influencia - y

    de la realidad - del centro espiritual que constituye el corazn de la vida. Por ello, incluso la mejorde las formas de enlace entre la personalidad y la naturaleza del alma construida en la meditacin,acaba perdiendo definicin y es finalmente desechada, en la medida en que el aspirante permane-

    ce en un estado de contemplacin de la vida del alma.

    Del mismo modo que la meditacin constituye una extensin de la concentracin, as la con-templacin puede ser considerada como una intensificacin de la meditacin. Muchos manuales

    establecen una clara distincin entre meditacin y contemplacin. En el contexto presente esta esuna distincin que implica muy pocas diferencias. La definicin ms simple de meditacin es:seria contemplacin de un tema u objeto; y la de contemplacin, accin meditativa. De

    modo que son trminos intercambiables. As, la meditacin, en lo que se refiere a su aplicacin es-piritual, se define como una minuciosa investigacin y anlisis de la vida interior; y la contempla-cin como una profunda y reposada recepcin de lo que esa vida interior proporciona. Pero ya

    hemos definido la meditacin como el proceso en el que se establece una forma de contacto cons-ciente con la naturaleza del alma. En la contemplacin, sin embargo, se dice que la forma no nosconcierne, sino el alma o la vida. Como quiera que tal es nuestro propsito conocer la naturaleza

    del alma la contemplacin puede ser justamente considerada como una forma intensificada demeditacin.

    Es interesante sealar que en los famosos Ejercicios Espirituales de San Ignacio, los trminosmeditacin y contemplacin se usan de manera intercambiable, entendindose como una exhaus-tiva exploracin y toma de conciencia de las materias que se presentan a quien realiza dichos ejer-

    cicios. Este recibe una serie de temas para la contemplacin diaria acerca del Reino de Cristo y se leordena meditar de acuerdo con determinadas lneas de pensamiento que apuntan a la vida y el mi-

    nisterio de Cristo; todo ello con el fin de recrear y experimentar en su interior, en el acto de su de-

    vocin, la belleza, el poder y la pasin del Hombre Ideal. Se observar que esto es de alguna mane-ra anlogo a lo que el aspirante tiene que hacer mientras construye una mejor forma de enlace en-

    tre la personalidad y el alma; con la excepcin de que quien sigue los Ejercicios Espirituales estobligado en su tarea por unas creencias eclesisticas y teolgicas, y por unas aplicaciones de carc-

    ter personal, que an cuando ennoblecen la vida, sin embargo fracasan a la hora de permitir la libre

    expresin del alma. De cualquier forma, el hecho es que este manual, que ha sido durante siglosuno de los sistemas ms apreciados de disciplina espiritual en la Comunin Romana y entre quienes

    pertenecen a la vida monstica, ordena en sus contemplaciones que el ejercitante medite puntopor punto sobre los acontecimientos histricos de la vida del Maestro, tal y como se describen enlas escrituras, hasta que el significado y el contenido emocional de dichos acontecimientos cobren

    vida en la mente y en el corazn del meditador. Este recibe entonces la indicacin de preguntarse a

    s mismo: Quin es Cristo? Por qu realiza esto? Por qu evita aquello? Qu suponen osugieren sus mandatos y su ejemplo? Dicho de otro modo, se le empuja a realizar una profundareflexin personal, quizs la primera que lleva a cabo en su vida, al menos acerca de temas tantranscendentales. Inevitablemente sus pensamientos le conducirn a la introspeccin y se pregun-

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    tar por qu la paciencia, la humildad, la mansedumbre, la obediencia y otras virtudes que se en-

    cuentran de manera tan vivida en la personalidad del Hombre Ideal, son sin embargo tan dbiles ocarecen de existencia en su propio espritu. El escrutinio de la conciencia, el cual no consiste sinoen autoconocimiento, es uno de los ejercicios ms importantes, pues nos ayuda a descubrir aquello

    en lo que quizs nunca antes habamos parado mientes, a saber: que en la profundidad de nuestras

    naturalezas hay tendencias, inclinaciones, gustos, aversiones, afectos, pasiones, que constituyenfuerzas que, por lo general, controlan prcticamente todos nuestros actos; y que algunas de estas

    tendencias o inclinaciones benefician, mientras que otras perjudican, nuestro crecimiento en vir-tud. Aquellas que no ayudan, sino que impiden nuestro progreso espiritual o nos previenen contra

    l, son llamadas por San Ignacio afectos desordenados; esto es, tendencias que no estn en orden,

    que no estn directamente ordenadas a la consecucin de la plenitud y la perfeccin del carcterhumano, sino que, por el contrario, conducen en la direccin opuesta. La mente bien equilibrada

    luchar contra dichas tendencias de tal manera que pueda realizar sus propios juicios y decidir supropio curso de accin tanto en las cosas importantes como en las de menor transcendencia sin

    estar movida por la presin, el sometimiento o el peso de las pasiones. Considerar los hechos deacuerdo con la fra luz de la razn y la verdad revelada, y as emplear toda energa en llevar a cabo

    su propsito de avance espiritual.

    No he citado la anterior autoridad con el objeto de hacer una advocacin de los Ejercicios Espiri-tuales como un mtodo adecuado para el aspirante en el sendero, sino como un ejemplo de la lgi-

    ca y de la tcnica de investigacin que el ejercitante emplea en su vida contemplativa. Su inadecua-cin para el aspirante estriba en que el procedimiento adoptado es morbosamente introspectivo yfija la atencin continua y minuciosamente en las imperfecciones de la mente y el corazn; y en lu-

    gar de establecer la consciencia sobre el alma, tiende a confinarla en el interior de la forma triparti-ta de la cual precisamente el aspirante tiene la intencin de liberarse. Pues aunque es cierto que lavida contemplativa es obstaculizada por las imperfecciones de naturaleza moral, sin embargo las

    virtudes morales no pertenecen a la vida contemplativa de manera esencial, dado que el fin de la

    vida contemplativa es la consideracin de la verdad. La vida contemplativa implica un solo acto,que es la contemplacin de la verdad. Y debe recordarse que el aspirante no pasa de golpe desde la

    fase meditativa, durante la cual est construyendo una mejor forma para penetrar en la naturalezadel alma, a la vida contemplativa. En el transcurso de esa fase en la que tiene lugar la repolariza-cin gradual de la consciencia, hay una vida que vivir, y mucho que hacer de una importancia y unaprofundidad nada despreciables. Es entonces cuando el aspirante est desarrollando las virtudes

    morales, las cualidades msticas esenciales sobre las que podr descansar, de modo seguro, la vidacontemplativa. No se espera que, la vida personal tripartita que trae con l, para la tarea est yamodelada, lista y a mano para enfrentarse a las exigencias de una vibracin tan intensa sin necesi-

    dad de disciplina. Ello nunca ocurre, no importa cul sea el estatus intelectual o la preparacin mo-

    ral del aspirante. De hecho, cuanto ms eficientes y estables son estos factores, a menudo es ma-yor la necesidad de destruir la forma normal establecida de ambos. Y aunque pueda parecer her-

    tico e imperdonable, el hombre notoriamente bueno puede que sea quien ms tenga que hacer enaqul sentido. Ha pensado alguna vez el aspirante cmo puede estorbarle y cegarle una virtud? Sepercatar de ello en el sendero mstico mejor que de ningn otro modo. La introspeccin es til y

    puede ensearle cosas; pero tambin puede conducirle a poner tal nfasis en sus virtudes de ma-nera que llegue a pasar por alto, no ya sus vicios, sino su propio egocentrismo. La fase meditativa leensear que el amor del alma est ms all de la virtud y la no-virtud; que es compasin en la ac-

    cin, y demanda un nuevo cdigo de valores y un modelo tico diferente.

    El aspirante apreciar este bello apunte mstico: La mente contemplativa sobrepasa toda zozo-

    bra y slo anhela admirar el rostro de su Creador. Tambin est escrito que al contemplar, o in-cluso en el mero intento de contemplar el misterio de su propia naturaleza ms elevada, uno mismoprovoca que la prueba inicial se precipite sobre l. La prueba sobreviene a consecuencia de la in-fluencia que el alma ejerce, cada vez ms intensamente, sobre la vida personal. El aspirante ha so-

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    brepasado la forma de sta ltima y reconoce las limitaciones inherentes a ella. Se ha situado un

    poco ms adelante que su ego anterior y se convierte en un crtico de ese ego. Esto mismo consti-tuye una prueba, pues no hay nada tan desconcertante como llegar a darnos cuenta de quienessomos. A veces el estudiante se siente tan enojosamente humillado ante lo que descubre en su

    primer intento de observar la realidad de s mismo, que nada le induce a proseguir en l, y de ese

    modo el buen trabajo queda interrumpido. No puede soportar la contemplacin de su propia debi-lidad su fuerza lo es todo y se retira a la forma en la que se siente a salvo de estas perturbaciones,

    hasta que alguna feliz catstrofe en la vida le ayuda a destruir esa ilusin. En los casos de este tipo,el aspirante, por lo general, ha emprendido la bsqueda llevado por la mera curiosidad, o arrastra-

    do por la persuasin de otros, sin esa cierta preparacin mental que es necesaria para pagar el pre-

    cio del avance y el conocimiento. Pero en cualquier rea de la vida de que se trate, dice muy pocoen favor de un alumno el que no est preparado para aceptar las incomodidades inherentes al re-

    ajuste que, necesariamente, implica cualquier disciplina. Es un rasgo curioso de la naturalezahumana que un estudiante de un arte o una ciencia trabaje, se sacrifique y sufra cualquier priva-

    cin, para alcanzar resultados excelentes en ellos; para que su vida personal se enriquezca y res-plandezca con un lustre prestado; y sin embargo se cuestione el valor, o se retire, ante una discipli-

    na ms ntima que le conducir hasta la misma fuente de la inspiracin y del genio en su propio in-terior. Pues nada menos que esto constituye el objetivo y el fin de la vida contemplativa. Pero ellotiene su precio y exige una disciplina no menos decisiva y laboriosa, aunque s mucho ms sutil ydelicada, que la que demanda cualquier adquisicin intelectual. Un aspirante, por lo general, no

    emprende este camino de manera incondicionalmente resuelta, y raramente alcanza la verdaderacontemplacin hasta haber agotado sus recursos mentales. Considrese el asunto, se requiere unasingular fortaleza que tiene que haber sido generada en la personalidad, antes de que un estudian-

    te est preparado para buscar la paz y el reposo del alma y pueda soportar esa fuerza, esa tensin yesa dominacin inspiradora. La vida contemplativa es dulzura extremadamente amable. Estosuena muy contradictorio respecto de la vida activa que se exige al mstico prctico. Pero ntese lo

    siguiente:

    Aquellos que deseen ocupar la fortaleza de la contemplacin tienen primero que entrenarse enel campo de la accin. Esta afirmacin complementa la anterior. Es la intensa vida de accin, loque equipa al aspirante para pagar el precio de la disciplina que, le capacita para ocupar la fortale-za de la contemplacin. Y es justamente porque algunos aspirantes comienzan el camino con gran-des esperanzas de adentrarse en lo misterioso y lo mgico sin un slido bagaje moral y mental en el

    que apoyarse, e intentan asaltar los precintos sagrados del alma sin estar preparados, por lo queson arrojados fuera hacia su propia impericia, como por una mano invisible y violenta, y de esemodo se les muestra que no pueden invocar impunemente al sagrado guardin de su propio ser

    inmortal.

    Al construir una mejor forma de acceso al alma a travs de la meditacin se invoca al guardin

    de la entrada. La voz de la conciencia resuena en la vida personal con un nfasis sorprendente. In-dica un nuevo cdigo de valores incongruente con la vida que, se desenvuelve en el interior de laforma tripartita que, el aspirante busca trascender. La meditacin ejecuta un acorde disonante en-

    tre uno y otra. Es la vida contemplativa la que resuelve esa disonancia y la convierte en afinamientoarmnico. El alma posee una vibracin, un tempo, desproporcionado respecto al de la personali-dad. No es posible hacer que los dos sean uno, de lo contrario seramos trasladados ms all de

    cualquier contacto con la realidad del mundo. Pero la vida contemplativa exige una aproximacin,una reorientacin de la vida personal. Exige cierto grado de fineza y cultura espirituales, una vi-

    brante y bsica bondad de corazn y de mente, para poder soportar y usar sana y no egostamente

    la poderosa vibracin del alma. Si no es este el caso, entonces la situacin se torna peligrosa, puesla forma meditativa atrae la energa del alma hacia la personalidad y si sta no se eleva a travs de

    la fuerza de la aspiracin, la correcta interpretacin y el adecuado ajuste, y no emplea su vida y susfacultades en los justos trminos y de acuerdo con la ley propia de esa energa vivificante que ma-

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    na a borbotones del alma, la creciente estimulacin acentuar la expresin mental y emocional de

    manera indeseable en la vieja forma personal. Y de este modo tendremos el ejemplo de un aspi-rante comprometido, s, en el noviciado mstico, pero que proporciona la desagradable impresinde ser una persona sobreexcitada, fuera de control, errtica, orgullosa y egosta, autocrtica y do-

    minante; con todos los elementos de una personalidad no preparada e inculta expresndose en su

    peor forma. Es por ello por lo que la edad y la experiencia de la vida juegan un papel de mucha ma-yor importancia en la preparacin para el camino mstico de lo que muchos pueden pensar. He co-

    nocido aspirantes en la treintena que se lamentaban de no haber comprendido ni haber sido capa-ces de aplicar la tcnica de los estadios superiores del camino. Mejor para ellos, pues ni tenan el

    juicio, ni la amplitud de entendimiento, ni el sentido comn necesarios para aplicar lo que ya sab-

    an. Se encontraban construyendo la forma meditativa, el alma estaba transmitiendo sus impresio-nes a la mente, pero el cerebro careca de la fortaleza y la flexibilidad, que slo una variada activi-

    dad y una amplia experiencia pueden proporcionar, para interpretar y aplicar correctamente lo quese les imparta.

    La historia de prcticamente todos los msticos notables revela que han sido individuos de

    carcter fuerte y con una extensa experiencia, que han sondeado las profundidades de la vida yhan alcanzado una madurez constitutiva. An as, a menudo se piensa que se trata de almas elegi-das a quien Dios ha mantenido apartadas y protegidas de la vida comn para desempear una ta-rea especial. Que estuvieran destinados a realizar un trabajo especial puede ser cierto, pero no es

    cierto que se salvaran de una profunda inmersin en la experiencia de la vida corriente. Al contra-rio, se trat prominentemente de aquellos que fueron empujados al horno de la vida y sufrieronintensamente. Por ello, cuando el fuego hubo terminado su trabajo, la luz del amor del alma pudo

    brillar tan radiantemente a travs de ellos. Con ambas manos pusieron sus vidas sobre el altar,siendo plenamente conscientes de su propsito, y el fuego purificador separ el oro de la escoria.Reflexione el aspirante sobre esto. Le pregunto si alguna vez se le ha ocurrido que sus virtudes

    pueden estorbarle y cegarle. Pues bien, cuando se introduce en la forma meditativa trae con l to-

    dos sus principios y virtudes establecidos, los patrones de su vida mental y emocional; pero el almaposee una serie de valores diferentes, que no desaprueban sus patrones morales ni se oponen a su

    integridad mental, pero que le ensean que estos pueden limitarle. No es difcil comprender porqu. La forma de la personalidad es una estructura auto-erigida en la que se es y se acta deacuerdo con unos determinados patrones de correccin y expresin. Es una estructura de vida, decreencias y opiniones, construidas bsicamente sobre la influencia familiar, religiosa, profesional y

    de otras relaciones humanas, y se conforma de acuerdo con unos rituales de respetabilidad y bue-na reputacin. Pero el alma carece de forma, ignora la respetabilidad o la sumisin a las normas ydirectamente repele las opiniones, las creencias y los formalismos. La escritura mstica dice que el

    discpulo debe renunciar a toda idea relacionada con sus derechos individuales y con la agradable

    conciencia de la propia respetabilidad y la propia virtud. Esta es una profunda verdad que se mos-trar al aspirante en la vida contemplativa. Una verdad que trastocar de tal manera los estrechos

    esquemas de su vida anterior, que si no posee la fortaleza que proporciona una experiencia ampliay bien fundada y la altura de una firme resolucin en la aventura espiritual, creer que est per-diendo su alma en lugar de encontrarla. Piensen de qu modo estamos atrapados por lo que cree-

    mos, por lo que somos, por lo que otros piensan que deberamos ser, por cmo debemos preservarnuestro buen nombre y reputacin a causa de que otros nos los han otorgado, y con qu animalferocidad disputamos por marcarnos un tanto, piensen hasta dnde llegamos para ganar un poco

    de prestigio y, sobre todo, con qu orgullo hacemos alarde de nuestra probidad. Todo esto nosmantiene completamente alejados del alma que se encumbra muy por encima de nosotros. El

    amor del alma que despierta en la vida contemplativa es una espada de fuego que destruye todo

    esto. Y si algo de ello se encuentra en nuestra forma cuando llega el despertar, entonces tiene quedesaparecer.

    La forma meditativa abre el camino para ello; y durante la construccin de la misma el aspirante

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    tendr largo tiempo para estudiar la direccin hacia la que ella le encamina. No es un proceso es-

    pectacular ni repentino. La forma de la personalidad no abandona fcilmente su vida y su carcter;por tanto habr tiempo suficiente para comprobar el coste antes de ser llamado a pagar. No obs-tante, la ley consiste en que aquello en lo que el aspirante medita seriamente y en lo que incide

    contemplativamente, actuar sobre l de manera proporcional a la intensidad de su esfuerzo. Si

    evoca al alma, la influencia del mundo suprafsico en el que ella reside repercutir en la personali-dad y buscar dominar en la misma, y el grado en el que sta se halle fuera de tono, sea por la

    afirmacin de la virtud, sea por la no-virtud, determinar la extensin y el rigor que conlleve la ta-rea de superar la forma que estorba al estudiante.

    Por tanto, hay tres fases principales que conducen al aspirante desde lo personal hasta lo im-personal, desde la forma de vida de la personalidad hasta la vida sin forma del alma, desde una

    conciencia estabilizada y confinada en el interior del ego mental y emocional hasta una conscienciatrasladada y repolarizada, impregnada e inspirada, por la vida del alma. En primer lugar, la concen-

    tracin permite al aspirante focalizar las fuerzas del pensamiento con intensidad y propsito; ensegundo lugar, la meditacin construye una mejor forma y establece una lnea de comunicacin

    entre la mente y el alma; y por ltimo, la emergencia de la fuerza del amor del alma como conse-cuencia de todo lo anterior, induce una actitud de contemplacin en la conciencia anhelante quebusca trascender los lmites de la forma. Estos mismos estadios tambin son interpretados msti-camente como concentracin, meditacin y contemplacin. La concentracin abarca tanto las per-

    cepciones sensoriales al tomar conocimiento de las impresiones, como las visualizaciones de laimaginacin y el discurso racional que conduce a la verdad; en una palabra, es cualquier operacinllevada a cabo por el intelecto, por ello ha sido apropiadamente llamada la ojeada de la mentepropensa a divagar. La meditacin es la investigacin realizada por la mente mientras est ocu-

    pada en la bsqueda de la verdad. La contemplacin consiste en el simple acto de observacin dela verdad, es la consideracin clara y libre del objeto de su mirada por parte del alma. En el se-

    gundo estadio es en el que el aspirante comienza a ser probado y en el que se determina su ade-

    cuacin para el camino mstico. Es el estadio en el que el alma, la mente y el cerebro son llevados aconfluir y armonizarse. La mente responde a la vibracin del alma la cual se vivifica a s misma a

    travs del torrente de fuerza e impresiones procedentes de una vida ms amplia y espiritual, por loque el cerebro, acostumbrado a un modo establecido de accin y respuesta, tiene muchos obstcu-los que vencer. Si la mente puede aceptar la verdad liberada desde el alma, un cerebro flexiblepronto se armonizar en la misma lnea y se convertir en un instrumento de expresin de esta.

    Pero esto ocurre raramente, excepto en aquellos que poseen un desarrollo interior muy maduro.Gran parte de la dificultad del camino se encuentra justamente entonces, cuando la poderosa vidadel alma est conduciendo a la consciencia mental alzndola desde su acostumbrado lugar de

    asiento, origen y operacin hasta una visin ms elevada y ms completa de los hombres y las cir-

    cunstancias. Es justamente entonces cuando surge el lamento de la soledad, la separacin y la in-comprensin en la historia de quienes se han convertido en contemplativos. Tuvieron mucho que

    dejar atrs, mucho que entonces les pareci muy valioso, gran parte de lo cual hubieran retenido sihubieran podido, pues fue fuente de un gozo legtimo y de confort, y proporcion relaciones armo-niosas en su entorno, gran parte de lo cual era ortodoxo y bueno a su modo y les haba proporcio-

    nado la reputacin de buen juicio y sentido de la comunicacin y de la camaradera. Pero los valo-res del alma no residen en estas cosas. Sino que emanan de la ley del alma que es indiferente a labondad relativa, a las relaciones y a la reputacin personal. Admitimos que estas son duras pala-

    bras. Pero el influjo inspirador del inmenso amor impersonal del alma altera todas las cosas. Traenuevas ideas que se contraponen a las viejas, diferentes ideales que empujan hacia nuevos campos

    de accin, proporciona un conocimiento espiritual que pone severamente a prueba las viejas amis-

    tades y a menudo conduce al extraamiento. Aleja simpatas que con el paso de los aos se habanhecho queridas para nosotros. Nos revela debilidad donde creamos ser fuertes. El equilibrio estti-

    co de toda la vida que se desarrollaba en el interior de los lmites de la forma es alterado y tieneque encontrar un nuevo aplomo. La mente contemplativa atrae todo esto sobre s misma a travs

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    de la fuerza de su propia aspiracin. Es el acompaamiento inevitable que trae la liberacin de la

    forma y la introduccin en la vida del alma. Si la aspiracin es fuerte y la voluntad firme, nada msimporta; y ni el sufrimiento, ni la prdida, ni la decepcin, ni el ridculo, o cualquier otro obstculoo estorbo, desviarn el paso firme del aspirante de su progreso en el camino mstico.

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    CAPITULO 4

    LA INSPIRACIN MSTICA

    Cuando sabemos que la vida contemplativa es dulzura extremadamente amable, entonces

    tenemos conocimiento experimental de la naturaleza del alma. Se trata de un estado de paz y degozo tranquilo del amor espiritual en el que la voz de la personalidad es silenciada y la vida de laforma trascendida. Tambin puede sugerir una condicin tan ajena y remota respecto de la exis-

    tencia moderna que, salvo unos pocos privilegiados en cuanto a circunstancias y desarrollo, todoslos dems la consideren con recelo. An as, tal es la condicin contemplativa y el camino msticoinvita a ella. Si es considerada con recelo por la mayora de los humanos se debe a que estn in-

    mersos en el interior de la vida de la forma puede que de manera inevitable y necesaria, pero estono viene al caso y slo pueden pensar y actuar de acuerdo con el ritmo establecido en ella. Conse-cuentemente, cualquier idea que sugiera un ritmo ms amplio, ms all de la forma, que est fun-

    dada en el amor y el sosiego y cuyo mayor poder resida en la ntima quietud, es tenida como unanegacin de la vida o como una renuncia a sus valores ms importantes. No se puede esperar una

    actitud diferente hasta que esos valores pierdan su atraccin compulsiva para ellos cuando, enalgn momento crtico de la vida, tales valores les fallen y entonces, sabiamente tornen su re-

    flexin hacia la consideracin del nico factor estable en la existencia: el alma y el significado y

    propsito de su encarnacin.

    Mientras tanto, en el interior del Hombre dijo Emerson, se halla el alma de la totalidad; elsabio silencio; la belleza universal con la que cada parte y cada partcula estn igualmente relacio-

    nadas; el Uno eterno. Al comprender esto se alcanza la dulzura extremadamente amable que

    impregna al aspirante en la contemplacin mstica. Y es entonces cuando puede surgir la inspira-cin mstica. Este trmino generalmente denota la accin del impulso creativo tal y como se mani-fiesta en los logros artsticos; pero en la aplicacin presente estaramos refirindonos, en particu-

    lar, a la inspiracin mstica. En momentos especiales de la vida contemplativa, en el camino mstico,se goza de esta peculiar, distintiva y urgente influencia del alma. No es poca la curiosidad y la espe-

    culacin que se despiertan en aquellos que observan los resultados de este contacto suprafsico enun iniciado en el misticismo. Pero aquel que lo experimenta es generalmente incapaz de definirlo.Por qu? No slo porque la expresin espontnea del alma desafa cualquier definicin adecuada,

    sino porque, a menos que el alma hable al alma, son inevitables los malentendidos. Si preguntamosa un gran artista cmo produjo los grandiosos efectos que l realiza con la mgica facilidad y segu-ridad con que lo hace, y aparentemente sin ningn esfuerzo, sera incapaz de darnos la frmula. No

    existe ninguna frmula. Indudablemente l podra remitirnos a una infatigable labor y un sacrifica-do estudio de la tcnica ms detallada en el pasado; pero ese es nicamente el camino de prepara-

    cin, como lo es la tcnica del camino mstico para el aspirante que expresa con abandono la vida

    del alma. En ambos casos est operando el mismo proceso. Los vehculos de expresin se preparanpara el objetivo con afn infatigable; despus la forma alcanzada en la preparacin es sobrepasada

    y la inspiracin del alma domina el trabajo del artista de la misma manera que la inspiracin mstica

    desciende sobre el entregado aspirante y le urge a ser y obrar mejor de lo que l sabe. Desde esecompleto abandono de s mismo en la vida del Dios interior, desde el silencio en el que vive cuandoel ser personal ha perdido su carcter y su voz, surge la gua infalible y la conmovedora influenciadel motor divino que impregna con su genio la obra de su mano.

    Esta creatividad divina es la funcin ms elevada del alma. Existen muchos estados y gracias enla vida mstica, cada uno con su valor individual y su belleza en su propio campo, que dan testimo-

    nio del despertar y de la supremaca del alma en el Hombre; pero es evidente que no hay ningunoque sobrepase en divinidad y dignidad al atributo creativo que imbuye la mente contemplativa de

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    smbolos representativos de la sabidura divina con el fin de contribuir a la iluminacin y la inspira-

    cin de la humanidad. Pero es necesario que el aspirante realice una cuidadosa discriminacin en loque respecta a esta materia. Es cierto que los temperamentos ardientes a menudo llegan muy le-

    jos; tambin pagan caro su entusiasmo. Algunos aspirantes estn tan posedos de su propio sentido

    de la eficiencia una vez que han emprendido el camino mstico, que pierden tanto el juicio como el

    discernimiento y la discrecin que le son propios en la vida ordinaria, por lo que hacen afirmacio-nes de carcter inspirado sumamente extravagantes. Nunca se insiste demasiado en que para que

    la vida creativa del alma se exprese a travs del aspirante y sea realmente til para realizar un ser-vicio a la humanidad, debe contar con una mente bien ordenada a su disposicin.

    Sin embargo, existe una creencia muy comn, incluso cuando se piensa en los Maestros delsendero, que atribuye la brillante tcnica que estos demuestran a un acto de gracia fruto de la evo-

    lucin o de algn privilegio especial. Se piensa que no requieren una funcin tan comn como elintelecto y el ejercicio de sus varias facultades, que en realidad no es necesaria, sino que mediante

    una prerrogativa celestial, ejercen sus polifacticas habilidades espontneamente, contando esca-samente con los vehculos de expresin con los que los dems tenemos que contar. Nada ms lejos

    de la verdad. Si el aspirante logra alcanzar el estadio de pupilaje bajo la tutela de un Maestro, reci-bir una de las lecciones ms impresionantes que el camino mstico tiene que ensearle. Presen-ciar una demostracin de lo intrincado de la tcnica de la personalidad aplicada a la vida tripartitafsica, mental y emocional, que le dejar atnito. No slo en lo que respecta a la exaltacin espiri-

    tual, la intuicin y la presciencia, sino tambin respecto del conocimiento y el ejercicio de las facul-tades y poderes en el mbito puramente mental, el aspirante ver un ejemplo de fuerzas tan orga-nizadas y desarrolladas que bien podra descorazonarle, pero en el mero hecho de tal contempla-

    cin reside la promesa de recibir tutela para alcanzar una maestra semejante. Tal demostracin dela inspiracin del Maestro es obra de la dialctica del alma, pero est basada en la lgica de unamente bien organizada. Esta ltima debe conquistarse primero. Para que la verdad del alma sea

    correctamente percibida y transmitida para el beneficio de la humanidad, debe haber orden arqui-

    tectnico y simetra en la vida mental, debe haber lgica y profundidad, precisin y visin clara, lascuales seran garanta contra la ilusin y la seduccin. Pues dada la acelerada vibracin a la que

    ahora est sometido el aspirante, si la subestructura de la vida mental no es profunda, fuerte yequilibrada, y no est bien conformada no podemos evitar la forma; nicamente la transcendemospara volver a ella y utilizarla desde un nivel ms elevado con una visin y un poder ms alto enton-ces se puede atribuir un valor importante a los fenmenos ms insignificantes. A menudo as ocu-

    rre. Y por ello, se puede ver entre los aspirantes de escasa preparacin, muchos ejemplos de explo-siones de una efusividad sentimental e incoherente, fruto de acumulaciones subconscientes en unamente pasiva y mal regulada, que son tenidas nada menos que por revelaciones divinas. La historia

    del espiritualismo muestra muchos ejemplos de ello, tambin la del pseudomisticismo. He tenido el

    privilegio de leer algunas de esas revelaciones, an no publicadas, y verdaderamente no se podrahaber imaginado una tergiversacin mayor de lo que constituye la autntica inspiracin mstica. El

    verdadero misticismo est absolutamente disociado de estos escritos automticos de oscuro y du-doso origen.

    La inspiracin mstica es la voz de la intensidad espiritual y de la verdad, la voz del alma mismaen momentos de elevada exaltacin y su pronunciamiento lleva la impronta de la originalidad y lacerteza. No se deriva de un estado de pasividad, sino de la altitud de una receptividad positiva en la

    que el organismo vivo entero se halla sometido a una alta tensin, en el punto de madurez y desa-rrollo de todas sus funciones. Se trata, si alguien osara decirlo, de la accin refleja del fuego interno

    que resulta de un premeditado asalto al Reino del Dios interior y que dota al aspirante de la habili-

    dad para traducir los caracteres divinos a un lenguaje y una accin puestos al servicio del mundo.Ntense las implicaciones de este hecho. Cosas de menor envergadura pueden suceder en el cami-

    no, pero son slo la articulacin alfabtica del lenguaje del fuego. Es perdonable que el aspiranteconfunda esos indicios con la inspiracin mstica misma.

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    Haber penetrado en los primeros frutos de la vida contemplativa ya es algo, no deseamos me-nospreciar su mrito. Pero estos primeros frutos tienen apenas mayor valor que los momentoscumbre del intelecto, cuando ste se halla en su mejor estado. An permanecen en el mbito de la

    forma. Sin embargo, el aspirante busca la creatividad divina que emana del fuego interior de su al-

    ma, dominante y activa en su propio reino carente de formas. Comparativamente, son slo unospocos los que la alcanzan, porque la fase de disciplina previa es larga y exige mucho. Por ello mu-

    chos se sienten tentados de elegir el camino fcil del abandono pasivo y la mediumnidad, y se con-tentan con las comunicaciones automticas con otras mentes que no estn ms evolucionadas -

    quiz lo estn menos que ellos mismos. Esto es algo que ni si quiera alcanza el rango de caricatura

    de la inspiracin mstica, algo que, desde luego, nunca convirti a un aspirante en un maestro de lahumanidad.

    Es obvio que durante el proceso de penetracin en el estadio contemplativo sobrevendrn cier-

    tas reacciones como consecuencia del ensanchamiento de la conciencia logrado, y el despertar delalma se anunciar de maneras distintas, de acuerdo con el tipo de aspirante. De este modo, en al-

    gunos se hacen evidentes tensiones emocionales acompaadas de voces o visiones. Estos fenme-nos son comunes entre los aspirantes. Si las voces provienen del exterior o del interior y cul es lainterpretacin precisa de lo que se experimenta, suele ser frecuentemente materia de especula-cin; en el caso de las visiones de varios tipos, como luces y colores, figuras geomtricas y formas

    huidizas, aparentemente no tienen conexin con el mundo objetivo del individuo y llegan a ser unafuente comn de perplejidad al carecer de cualquier relacin lgica o interpretacin. Otros experi-mentan fenmenos como la telepata, la psicometra y la escritura automtica; mientras las dos

    primeras estn sujetas a una explicacin razonable y son susceptibles de someterse a una compro-bacin experimental en cuanto a la exactitud de los resultados obtenidos, la ltima es generalmen-te un sntoma de mediumnidad que requiere una efectiva interposicin mental para producirse. Al

    igual que los fenmenos psquicos anteriores, el don de lenguas y la gracia de la profeca se consi-

    dera de importancia secundaria, de poco valor objetivo; sntomas de desorden enfermizo y de neu-ropatas y, por tanto, han sido rechazados por parte del verdadero misticismo. No obstante, esta

    afirmacin puede estar sujeta a alguna objecin. Aquellos fenmenos psquicos extraordinariospueden clasificarse, desde luego, como posibles obstculos en el camino y como dones inferiores aese estado de conciencia mstica en el que la vida objetiva es transcendida y olvidada, y en el que elmstico recibe la bendicin del alma y mora en la paz de su resplandor. En la vida superior son mo-

    mentos excepcionales que se producen cuando an no hemos alcanzado la dignidad de poseer lascosas ms altas que conocemos o podemos concebir. Si aparecen, est bien; pero si inclinan al as-pirante a descartar los instrumentos de servicio activo al mundo, entonces no deberan ser fre-

    cuentes. Por otra parte, el don de lenguas y la gracia de la profeca son, en verdad, recursos posi-

    bles de la inspiracin mstica del alma ante emergencias; siendo as, se producen mucho ms ex-cepcionalmente que la verdadera inspiracin y probablemente emergern slo con el propsito de

    un servicio especial.

    Por tanto, dejando a un lado tanto los fenmenos psquicos extraordinarios del peregrinaje

    mstico, como el excepcional don de lenguas y la gracia de la profeca, consideremos el hecho bsi-co de la inspiracin, respecto de la cual el primero puede ser un paso previo y el ltimo, un recursoante emergencias en la realizacin de algn servicio extraordinario. Algunas autoridades afirman

    que esa condicin inspirada del camino mstico raramente se consigue, y que la mayora de los as-pirantes genuinos slo alcanza esos estadios, anteriormente mencionados, en los que se producen

    ciertos fenmenos extraordinarios, o a lo sumo se logra una condicin de xtasis. Creo que esto

    est fuera de toda duda. Quienes tienen experiencia en el conocimiento de varios tipos de aspiran-tes en el sendero probablemente lo confirmaran. Pueden considerarse dos factores para avalar

    dicha afirmacin. Uno consiste en que se requieren unas circunstancias especiales y una atmsferaadecuada en las que pueda seguirse un entrenamiento diario que invite a la inspiracin mstica. Es-

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    to no implica tanto retirarse del mundo cuanto un ambiente en el que se den ciertas condiciones

    favorables que son particularmente beneficiosas para aislar el aura y hacerla imperturbable frentea las molestas vibraciones provenientes del mundo de la forma. Si se duda de la necesidad de esterequisito, simplemente recurdese cuanta prevencin frente a elementos intrusos es necesaria en

    la fase meditativa con el fin de alcanzar la quietud y la no-resistencia imprescindibles para que el

    estadio contemplativo pueda dar algn fruto. Sin embargo, el segundo factor es an de mayor im-portancia; una importancia tal, que puede minimizar considerablemente el factor de las circunstan-

    cias y convertirlo en algo insignificante. Me refiero al grado de evolucin interior del aspirante. Y enverdad, a este respecto, abordamos muy de cerca el secreto de la inspiracin mstica.

    Consideremos dos tipos de aspirante. Uno est siguiendo metdicamente los distintos estadiosnecesarios en el recorrido del camino mstico, y cada paso es, para l, una dura conquista. Se halla

    en un terreno desconocido, no trae consigo ninguna reserva de desarrollo previo. Es su primera in-cursin en la vida del alma, e incluso aos de estudio y meditacin dirigidos a lograr un mayor de-

    sarrollo le han valido tan slo para cambiar en cierto modo el ritmo establecido de la personalidady permitirle reconocer alguna reaccin del alma como fuerza operativa en su vida. Puede habrsele

    concedido experimentar ciertos aspectos extraordinarios de este desarrollo, lo cual es indicativo deque algn centro psquico est funcionando. Pero, en cuanto a dones msticos o gracias, es posibleque no vaya ms lejos de ese estadio en el presente ciclo. Se ha de producir una adaptacin de lapropia constitucin para obtener resultados fiables de ese nuevo aspecto de la consciencia. El aspi-

    rante no puede experimentar, uno tras otro, fenmenos psquicos extraordinarios a gran velocidad.Afortunadamente no puede, porque es de primordial importancia poseer equilibrio mental y saludfsica, y ningn aspirante sabio forzara el desarrollo a expensas de estos factores. Por tanto, si este

    estadio en el que se experimentan fenmenos psquicos extraordinarios ha sido alcanzado por pri-mera vez en el curso de su evolucin, es obvio que el aspirante -teniendo en cuenta lo lentos queson los procesos de la naturaleza cuando se trata de consolidar una funcin extraordinaria en la

    propia constitucin no superar esa condicin muy rpidamente ni en una sola vida. Tampoco creo

    que estuviera ansioso por hacerlo, ya que la apertura de los canales psquicos de contacto e infor-macin resultara demasiado extensa y exigira toda su capacidad de adaptacin. Por ello, es cier-

    tamente mejor que el aspirante procure comprender profundamente lo que recibe y se esfuerce enadaptar su vida personal a ello, utilizndolo de una manera tan legtima como pueda para aumen-tar su comprensin tcnica del entramado psquico de su naturaleza, a medida que ste va emer-giendo. As pues, respecto a un tipo de aspirante como este y datos autnticos demuestran que la

    mayora de los estudiantes se encuentra dentro de esta categora se puede muy bien dudar quealcance el florecimiento de la vida mstica, que confiere gracias superiores y, entre ellas, la especialfuncin creativa de la inspiracin.

    En contraste con el anterior, est un tipo de aspirante menos frecuente, pero del que existen al-gunos ejemplos en la actualidad, de la misma manera que han existido muchos en el pasado. Se

    trata del aspirante que emprende el camino mstico contando con el bagaje de un conocimientoanterior y un desarrollo previo, y ha atravesado los estadios preliminares en un ciclo precedente.Tecnicismos aparte, puede decirse en breve que su naturaleza psquica est bien desarrollada, que

    su corazn y su mente funcionan correcta y armnicamente. En este caso el aspecto fenomnicoextraordinario ser rpidamente restablecido y revivido, o ser transcendido completamente sinque exista recuerdo ni memoria consciente de l, y la vida ms alta del alma emerger con preste-

    za. Entonces podemos estar ante el maestro inspirado que expresa diferentes tipos de sabiduradivina en la forma de algn comentario artstico o accin prctica para el beneficio de la humani-

    dad. Pero no siempre es este el caso. De la madurez en el desarrollo y la rpida armonizacin con la

    vida del alma no se deriva necesariamente que la inspiracin mstica forme parte del equipamientodel aspirante. En mi opinin la verdadera inspiracin mstica es probable que aparezca slo en co-

    nexin con la madurez en el desarrollo interior y con un propsito muy especial, como en el casode alguna forma de liderazgo o de expresin literaria. Pero los estadios ms altos del camino con-

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    fieren diversos dones, aqul que es recibido ser, para quien lo recibe, el ms apropiado y el que

    mejor puede aplicar. He conocido a muchos receptores de dones msticos, pero escasamente a unoque pudiera pretender para s el incomparable don de la inspiracin mstica. Prcticamente todosellos eran contemplativos y manifestaban uno u otro don o gracia, sin embargo ninguno mostraba

    el don especial de la expresin inspirada.

    Qu es lo que revela este hecho? Por qu incluso en aquellos que han permanecido largo

    tiempo en el camino, que se han introducido en la vida del alma y, ms an, que han recibido ex-traordinarias gracias y dones de lucidez, visin y amor divinos, est ausente este sumo don de la

    palabra inspirada que arde en las almas de los hombres con una fuerza y una persuasin irresisti-

    bles que dan prueba de su validez? Porque la vida personal no ha sido an entregada al obligadofuego del alma interior de manera tan completa como para que olvide su expresin formal y recla-

    me con suma urgencia que la voz de la verdad viva que se halla tras el velo ocupe su lugar. Si el as-pirante desea conocer un ejemplo de cmo la inspiracin mstica utiliza una personalidad prepara-

    da y santificada para el beneficio de la Humanidad, hara bien en leer con atencin la Imitacin deCristo. Es un ejemplo clsico de mente contemplativa que se halla en el punto mximo de exalta-

    cin y en la que el fuego de la inspiracin mstica ha tomado posesin absoluta de su instrumento yha expresado a travs de l el tema de la exhortacin y la instruccin. Obra de elevada y bella con-cepcin, sencilla, no obstante, en su expresin, el fervor contenido en su cadencia espiritual con-mueve y motiva al corazn y a la mente como lo hacen las palabras del propio Cristo. Reflexione el

    aspirante de manera profunda sobre el cuarto captulo de este libro, Sobre el real camino de lasanta cruz, y note cmo en su breve, completo y devoto comentario, se examina y describe convisin inspirada y como por fat divino, el camino mstico de ascensin hacia la unin y comunin

    con Cristo. Qu revela este hecho? Que el discpulo lleg a ser como su Maestro y manifest lasabidura de Su presencia. En esto reside el secreto de la inspiracin mstica. Por eso raramente seencuentra, incluso entre quienes se hallan en el camino de misticismo. Lo que escasea es la simpli-

    cidad, el abandono y la pasin divina del alma que ha resucitado de la oscura tumba del egosmo,

    como consecuencia de haberse hecho consciente en su corazn de la pesada carga que supone lahumanidad, incluso hoy, en el corazn de Cristo. Hasta que no aparezca esa consciencia, el aspiran-

    te puede ser contemplativo y morar en la dulzura extremadamente amable, pero el fuego deltemplo oculto no se articular con la gracia del pronunciamiento inspirado para iluminar y benefi-ciar a quienes esperan fuera.

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    CAPITULO 5

    EL DESPERTAR DEL FUEGO

    Se ha escrito mucho, y en buena parte de manera indiscriminada, acerca del fuego espiritual yde su despertar en los estudiantes del sendero como un modo de lograr poderes paranormales e

    intuicin de la vida extrasensorial. Algunos escritores se refieren a l brevemente y advierten congran nfasis sobre los efectos perniciosos que probablemente pueden producirse si se intenta for-

    zar el avivamiento del fuego. Otros escritores, indiscriminadamente