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Lecciones en el arte de vivir La ética de Fernando Savater refractada por sus obras juveniles A rienda suelta y El gran laberinto M.H. de Meijere Lecciones en el arte de vivir 1

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Lecciones en el arte de vivir

La ética de Fernando Savater refractada por sus obras juveniles

A rienda suelta y El gran laberinto

M.H. de Meijere

Tesina final del master Literatura y Cultura OccidentalesUniversiteit Utrecht

Número de estudiante: 9803904Profesora: Dr. S.I.M. Herpoel

Lecciones en el arte de vivir 1

Julio del 2006

Lecciones en el arte de vivir 2

Índice1 Introducción 3

La paradoja de la posmodernidad 3Savater demócrata 4Savater escritor 5Savater filósofo 7Estructura e hipótesis del presente trabajo 8

2 La ética según Fernando Savater 10 2.1 Contexto socio-político 102.2 Definición ‘Savateriana’ de la ética 122.3 Aplicaciones principales de la ética 15

La verdad 16El placer 17La política 18La educación cívica 19La humanidad 20Lo contingente 21

3 A rienda suelta como refractor de la ética 23 3.1 Contenido del relato 233.2 El tema de la libertad 243.3 Análisis a lo largo de las seis elecciones recomendadas 25

Actitud crítica ante la mentira 25El juego como arma 26Mensaje político 27Falta de elementos educativos 29Lo humano frente a lo animal 29No acento sobre lo contingente 31

4 El gran laberinto como refractor de la ética 32 4.1 Resumen y estructura de las aventuras 324.2 Libertad de ser, pensar y expresar 334.3 Análisis a lo largo de las seis elecciones recomendadas 35

Buscando la verdad: razón contra miedo y prejuicio 35El placer como arma contra el destino 37Luchar por una política basada en libertad y verdad 38Educar a los lectores: estimular a leer y pensar 39Humanizar y humanizarse 41Bello y significativo es lo contingente 42

5 Conclusiones 44 El mensaje moral en los diferentes libros 44El desarrollo de las ideas 47Las técnicas de comunicar las ideas 48

Bibliografía 50

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1 Introducción

La paradoja de la posmodernidadVivimos una época curiosa en Occidente. Mientras los mass media nos exponen a una corriente infinita de noticias, modas, tendencias e imágenes y la nueva tecnología nos permite comunicarnos las 24 horas por día con contactos conocidos y desconocidos en cualquier lugar del mundo, mientras nuestro bienestar económico y político lleva a nuestro alcance la realización de los proyectos más fantásticos como viajes a medida a la Antártida, y la ciencia casi ha resuelto el misterio de la vida humana, o sea, en una época en que hasta lo más absurdo se ha convertido en posibilidad, se habla de la decadencia de la cultura occidental1. Y no sin razón, concluimos, tras hacer una breve excursión mental por la esfera familiar en los domicilios donde generaciones de niños crecen frente a la tele y donde padres no saben enseñarles a sus hijos el significado de la palabra respeto. Añadimos que ‘el 40% de los progenitores reconoce no saber manejar los conflictos de convivencia familiar’, como revela El País a partir de una encuesta de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, y que para colmo el planeta se precipita hacia el ocaso por nuestro descuido y perturbación del sistema ecológica de que formamos parte, y ya entendemos por qué el ensayista Luis Racionero puso El progreso decadente como título a su libro sobre el siglo veinte2.

¿Cuál es la causa de tal paradoja? Y, más importante, ¿cómo podríamos mejorar la situación? ¿Acaso tengamos demasiadas libertades? Por cierto no es fácil vivir con tantas libertades, con tantas posibles elecciones, y además, aunque los derechos andan en boca de todo el mundo, no sabemos muy bien cuáles son los deberes que estos mismos derechos implican. Buscamos valores, una guía, una norma, una barandilla al lado de nuestro camino, en esta época de las posibilidades infinitas más que nunca: he aquí el papel primordial que podría y debería desempeñar la ética, y sobre todo

1 Eso no es nuevo: ya en 1918 anuncia el histórico alemán Oswald Spengler la decadencia de la civilización occidental en su obra famosa Der Untergang des Abendlandes. Causa y desarrollo de tales sentimientos de crisis podrían ser tema interesante de otro trabajo.2 Racionero, Luis. El progreso decadente. Repaso al siglo XX. Madrid: Espasa Calpe, 2000.

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una ética que arraiga en concienciación, compromiso y educación, como la de Fernando Savater, filósofo y escritor de la escena pública española de hoy.

En este escrito intentaré explicar en qué consisten según Savater la ética y sus aplicaciones para vivir mejor. Pero sobre todo quiero investigar a lo largo de estas páginas qué mensaje ético lleva su narrativa para los jóvenes, y cómo emplea o utiliza el autor esos textos narrativos juveniles como medio de comunicación para establecer un diálogo con una generación que necesita aprender cómo vivir y convivir lo mejor posible en nuestra sociedad actual y multicultural, asumiendo las responsabilidades que implica la ciudadanía en una democracia posmoderna.

Savater demócrataYa desde la transición surge el nombre de Fernando Savater en los debates y polémicas de la vida pública española. Durante años contribuía en el País, y nunca duda a opinar sobre cualquier asunto de interés general, siempre con una buena dosis de humor y acompañado por su sonrisa. Gracias a su autobiografía Mira por dónde. Autobiografía razonada3 conocemos las respuestas a numerosas preguntas en torno a quién es ese hombre alegre y agudo. En San Sebastián, donde nació Fernando Fernández-Savater Martín en 1947, se despliega su infancia feliz, entre las peripecias de aventuras reales y sobre todo imaginarias, a través de los numerosos tebeos y libros de aventuras que leía. ‘No podría contar mi vida sin hablar de lo que he leído. La lectura ha sido mucho más importante que otras muchas cosas’, afirma el autor (Pereda:25). Ya en el bachillerato soltó su mejor conclusión filosófica: que veníamos al mundo para ser felices (López:67), y él mismo interpreta este meta ganándose la vida con lo que más le apasiona, es decir leer, escribir y hablar.

Viviendo en el País Vasco, primero oprimido bajo el franquismo y después aterrorizado por ETA, era imprescindible que despertara su interés por el tema político. Aunque siempre ha sido ‘free floating intellectual’ (Smith:95), es decir que nunca formaba parte de grupos políticos, sus modestas acciones subversivas en su época universitaria, cuando fue ‘un

3 Madrid: Taurus, 2003.

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antifranquista declarado y confeso’ (López:65), resultaron en que le mandaron tres veces a la cárcel. Esperando que el País Vasco adelantara en la democratización de España, colaboró con Euskadiko Ezkerra, Herri Batasuna y el diario Egin, pero pronto el nacionalismo de los vascos empezó a molestarle. Savater era uno de los primeros que advertía en los años setenta para el carácter terrorista de ETA. Los artículos que fue publicando se volvieron cada vez más polémicos, y por lo tanto su posición en la Universidad del País Vasco fue insostenible, y se fue a Madrid, donde ahora es catedrático de filosofía en la Complutense. Miembro del foro de Ermua y de la plataforma ¡Basta ya! sigue luchando contra el nacionalismo (López:66), sobre el que tiene las ideas claras. ‘One caracteristic of Savater is the privileging of geographical place over genealogical identity’, dice Smith, basándose en Contra las patrias, ‘for Savater identity (…) should be (…) based not on the fossilized past but on the unpredictable future’ (Smith:96,100). En efecto, sin sangre vasca el autor se siente plenamente donostiarra.

Según Savater, no basta condenar la violencia de ETA, sino también apoyar inequívocamente el Estatuto, la Constitución y el Estado de derecho español (Posada:2). En 2001 publicó Perdonen las molestias. Crónica de una batalla sin armas contra las armas4, en que Savater reflexiona sobre el problema de los crímenes etarras e intenta movilizar la sociedad contra ellos. El libro es un conjunto de escritos publicados originalmente en El País entre 1999 y 2000, que no sólo constituye ‘un lúdico discurso contra el terrorismo’ (Posada:2), sino que también forma una invitación universal a defender la democracia que ‘no se circunscribe a la realidad española’ (Posada:1).

Savater escritorDesde la edición de su tesis doctoral sobre el filósofo rumano Cioran en 1974, quien ganó fama en España por las traducciones de Savater, Savater ha publicado decenos de libros. Más conocidas son sus obras filosóficas sobre la ética, como La tarea del héroe, Ética como amor propio, Invitación a la ética, El valor de educar y El valor de elegir, pero también escribió novelas detectivescas y psicológicas, cuentos, teatro, ensayos, escritos periodísticos y un gran número de textos difíciles de clasificar. Curioso es

4 Madrid: Ediciones El País, 2001

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por ejemplo el librito La infancia recuperada, algo entre narración, recuerdo y ensayo, que trata de hacer volver la sensación gozosa que le provocaron las novelas de aventuras de su juventud. Otro libro ‘ex-género’ es Criaturas del aire, que consiste en una serie de monólogos de personajes ficticios de la literatura. Cada voz habla desde su condición de personaje novelesco sobre temas como el destino, la muerte y el amor. Pese a su gran productividad, el autor ‘no duda a reconocer que le cuesta la creación literaria’ y es consciente de que ‘la mayoría de sus libros llevan fecha urgente de caducidad’ (López:66).

El constante en toda la obra tan diversa de Savater es su estilo claro y abierto. ‘Steeds getuigen zijn boeken van een resoluut anti-dogmatisme, een uitbundige vitaliteit, een politiek anarchisme en een groot zwak voor de negatieve keerzijde van de filosofische traditie’, escribe Crego (Crego:36). Y Espada añade que precisamente ese estilo ‘ha hecho de Savater uno de los modelos literarios del castellano contemporáneo’. En la opción estilística de Savater, que describe como ‘vivísima, limpia, toda fibra’, dice Espada que ‘hay también una ética.’ (Espada:9).

Para alguien que afirma la importancia impar que han tenido su infancia y primera juventud en cuanto a su formación personal, y cuyos recuerdos más felices están relacionados con la lectura en esa fase, parece inevitable que se dedique más tarde o más temprano a la escritura para jóvenes. De hecho, Savater ha publicado varios libros juveniles e infantiles, entre ellos A rienda suelta y El gran laberinto. También cabe mencionar aquí dos libros de tipo ensayo que dedicó a su joven hijo Amador, y con que dijo querer estimular el desarrollo de ‘librepensadores’. Ética para Amador y Política para Amador son destinados para lectores en la edad entre trece y diecisiete años, y forman una especie de manual para aprender a pensar y valorar independientemente.

Savater filósofoSavater mismo no se considera filósofo de verdad, porque le repelan el lenguaje opaco y los textos académicos rellenos de notas a pie de página: ‘Acabé siendo un simple profesor de Filosofía; no un creador ni un verdadero filósofo como Spinoza y Nietzsche. No sé alemán ni griego… me

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aburren las tesis y las notas eruditas’ (Mira por donde:66). Por lo tanto, no escribe para una elite de intelectuales, sino que intenta hacer la ética accesible para un público más amplio. Siempre ha ocupado una posición más bien ambigua entre el mundo académico y el gran público: ‘Savater is conspicuous not only for his contribution to philosophy proper (…), but for his ambiguous position as a professional intellectual, charting and creating a contested space between the university and the more general public sphere’ (Smith:94). Aunque diga: ‘no tengo ninguna propuesta revolucionaria’ y ‘tampoco he inventado nada’ (Savater, en Argueta:5), su gran mérito en cuanto a la ética es la claridad con que explica el tema. Dice por ejemplo en una entrevista: ‘Moral es nuestros valores y ética es la reflexión de esos valores, la comparación con otros o con el pasado’ (Argueta:5). Es ‘esa agudeza crítica fascinante y aclaradora, que ha convertido a Fernando en una referencia irrenunciable de la vida civil española’ (Pereda:20).

Nuestras sociedades occidentales son sociedades de consumo, no sólo de cosas, sino también de ideas, dogmas, eslóganes etc. Para contrarrestar eso, Savater se dedica a introducir la filosofía en la sociedad, que hace precisamente el contrario. Es decir, la filosofía estimula a la gente a preguntarse cosas en vez de ofrecerles respuestas de tipo take-away. ‘Lo que trato es de (…) despertar el interés en la reflexión de esos temas [moral, ética] en los jóvenes,’ afirma Savater. ‘No darle a los jóvenes unas normas o dogmas de lo que deben pensar, sino decirles que (…) es importante valorar; que no es importante vivir de un modo o de otro, sino que es importante buscar un arte de vivir’ (Argueta:5). La educación de los ciudadanos, y no sólo de los jóvenes, le parece de una importancia fundamental, ya que ‘la educación (...) es preparar a la gente para vivir en sociedades que cambian y que desconciertan’ (Savater, en Pereda:28). Nuestro mundo es cada vez más un mundo urbano, ‘un mundo de desarraigados, de gente que ha venido’ (Savater, en Pereda:28), y esta convivencia no es fácil.

Estructura e hipótesis del presente trabajoEl presente trabajo trata por un lado de exponer las ideas de Savater respecto al ‘arte de vivir’, o ¿cómo vivir lo mejor posible? Al explicar su

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filosofía me basaré sobre todo en El valor de elegir, uno de sus ensayos filosóficos. Elijo esta obra por que es el más reciente ensayo sobre la ética y por tanto contendrá la visión más completa y up-to-date del autor sobre este tema. De hecho, Savater comentó que El valor de elegir forma ‘el núcleo en cuanto [ha] escrito’5. Adornaré las teorías éticas con ejemplos que ha mencionado el autor con respecto al tema durante entrevistas o en otros libros o artículos.

Tras trazar el mensaje ético de Savater, investigaré hasta qué punto y cómo este mismo mensaje se exhibe también en dos de sus libros destinados para un público juvenil: el relato infantil A rienda suelta y la novela juvenil El gran laberinto. La opción por estas dos obras arraiga en el hecho de que las dos son textos narrativos de ficción que cuentan una historia desde el principio hasta el final, y son, en este respecto, comparables. Y más, como se trata de un libro bastante temprano –A rienda suelta se publicó en 1987- y del más reciente, podría presentarse un cierto desarrollo temporal de las ideas éticas, lo cual puede interesarnos.

Las hipótesis de este trabajo de investigación son: Primero, los dos libros narrativos juveniles ‘refractan’ la ética de

Savater, es decir, el relato y la novela forman un medio para transmitir y concretizar su filosofía

Segundo, comparando las dos obras, se ve un desarrollo de dichas ideas; en el relato encontramos el esbozo de ciertas ideas, que vemos más elaboradas y más reconocibles en la novela.

El método que utilizaré para analizar los libros, será buscar en ellos, aparte de una moraleja o un tema principal morales, los seis elementos de la ética de Savater que explicaré en el siguiente capítulo.

5 En el forro de la edición de VE antes mencionada.

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2 La ética según Fernando Savater

2.1 Contexto socio-filosófico

Para interpretar mejor la filosofía de Savater, y para entender que su filosofía es tanto producto de como reacción a su tiempo, es útil considerar el campo filosófico y sociológico actual en que el filósofo actúa. Aproximadamente alrededor del 1980 el mundo del consumo entra en la llamada era posmoderna, época que el sociólogo francés Gilles Lipovetsky designa como ‘la era del vacío’6 y que se caracteriza por una ‘seducción continua’ cuya estrategia ‘se identifica con la sobremultiplicación de elecciones que la abundancia hace posible con la latitud de los individuos sumergidos en un universo transparente, abierto, que ofrece cada vez más opciones y selecciones libres’ (Lipovetsky:18). Esta seducción lleva a cabo un proceso de individualización, ya que convence a cada individuo que sea agente libre de su tiempo y que pueda modular su propia vida sin ‘imperativo categórico’ (Lipovetsky:19), eligiendo libremente las combinaciones de la oferta infinita que mejor le convengan en la realización de sus deseos. La seducción ‘construye nuestro mundo y lo remodela según un proceso sistemático de personalización’ (Lipovetsky:19). Como veremos en este capítulo, la ética de Savater precisamente tiene previsto tender una mano a cada uno en su incesante confrontación individual con aquello torbellino de opciones.

El propio yo, entonces, ha ganado mucha importancia a lo largo de las últimas décadas: la moda es ser más uno mismo. Como afirma Lipovetsky, Narciso ha llegado a ser el ‘símbolo de nuestro tiempo’, con el resultado de que ‘la sensibilidad política de los años setenta ha dado paso a una ‘sensibilidad terapéutica’’ (Lipovetsky:49,53), que se manifiesta en un entusiasmo por el conocimiento personal, ejemplos de lo cual son ‘la proliferación de los organismos psi, técnicas de expresión y de comunicación, meditaciones y gimnasias orientales’ (Lipovetsky:53). No sólo se trata de un protagonismo del yo psicológico, sino también del cuerpo. ‘Su cuerpo es usted, existe para cuidarlo, amarlo, exhibirlo, nada que ver con la 6 Título del ensayo que publicó en 1983 con el título original de L’ère du vide. Lipovetsky, Gilles. La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Barcelona: Editorial Anagrama, 2002.

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máquina’ (Lipovetsky:30), dice Lipovetsky, describiendo ese fenómeno. El ensayista Luis Racionero escribe:

‘Creo que el bienestar económico que han traído los noventa no tiene sentido si no se usa como trampolín para el desarrollo de la persona total. Cada cual sabe lo que le piden el cuerpo, la inteligencia, los sentidos, el alma, y, lo más importante, todos ellos juntos. La economía y la política no sirven para nada si no están al servicio del desarrollo del potencial humano, y no de las masas, sino de cada uno en exclusiva. Particularizar la libertad, individualizar la democracia es el uso civilizado del ocio que se nos viene encima’ (Racionero:177).

Esa tendencia, que acentúa el cuidado del propio cuerpo y el desarrollo personal de cada uno, también se reconoce en la filosofía de Savater.

Surgen voces que advierten para los peligros de tal individualismo. Vicente Verdú describe en su introducción de Síndromes modernos7 nuestra sociedad como una que, ‘perdido su destino, se disgrega en un archipiélago de individuos’ (Verdú, en Pérez:10). ‘¿Encontrar una razón que vuelva a cohesionar la sociedad, que anime el porvenir, que conceda sentido a las vidas? El autor [Pérez Jiménez] se inquieta ante la ausencia de ideas capaces de sacar a la colectividad del armario, de dar vigor a la solidaridad y la razón’ (Verdú, en Pérez:10). Parece que la sociedad actual ha perdido la moral. Racionero afirma que en el siglo XX ‘hemos sufrido –o gozado- ambas cosas simultáneamente: progreso en lo tecnológico, decadencia en lo moral’ (Racionero:13).

También se nota en la sociedad contemporánea la tendencia a una indiferencia, o hasta una apatía. ‘Dios ha muerto, las grandes finalidades se apagan, pero a nadie le importa un bledo’ (Lipovetsky:36). Él lo explica por el exceso de opciones: ‘Nuestra sociedad no conoce prelación, codificaciones definitivas, centro, sólo estimulaciones y opciones equivalentes en cadena. De ello proviene la indiferencia posmoderna, indiferencia por exceso, no por defecto’ (Lipovetsky:39). Pérez Jiménez comparte la misma opinión: ‘No es extraño que el proceso de llevar a los hogares más que quinientos canales de televisión se haya frustrado a la vista del desinterés de los posibles consumidores’ (Pérez:68). Con la desaparición de los grandes ‘métarecits’’8 han desaparecido también la 7 Pérez Jiménez, Juan Carlos. Síndromes modernos. Tendencias de la sociedad actual. Madrid: Espasa Calpe, 2002.8 Término de Lyotard. Lyotard, J.-F. La condition postmoderne. Paris: Les éditions de minuit, 1979.

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autoridad del cuerpo docente en la enseñanza, donde ‘los jóvenes vegetan sin grandes motivaciones ni intereses’ (Lipovetsky:39), y el interés auténtico en la política que, según Lipovetsky, hoy en día se puede comparar con el interés por las apuestas, el parte meteorológico y los resultados del fútbol. Esta es una tendencia a que Savater se opone, con una filosofía que sugiere despertar intereses, sobre todo en los jóvenes, y evocar una conciencia de la responsabilidad política de cada ciudadano. Algo típico de Savater es que no recomienda comprometerse con el mundo para un mundo mejor, sino para una vida mejor. La ‘contradicción cultural del capitalismo’, que Racionero plantea en la forma de las preguntas existenciales ‘a qué hemos venido, a trabajar o a pasarlo bien, a sufrir o a ser felices?; ¿quién quiere mortificarse si puede disfrutar?’ (Racionero:163), a Savater no le lleva lugar a dudas.

2.2 Definición ‘Savateriana’ de la ética

El diccionario de la RAE define la ética como ‘parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre’. Si fuese unívoco qué es la moral y en qué consisten esas obligaciones, la misma ética no existiría. Durante miles de años los hombres han procurado dar su parecer sobre el asunto, trabajando sobre las obras filosóficas de predecesores y dándole el toque personal de sus propios ingenios. Sin lugar a duda, hay que considerar la ética de Savater un eslabón en una cadena de pensamiento filosófico, arraizado en la tradición occidental. Si escribo ‘según Savater’, en muchas ocasiones seguramente no es sólo según Savater sino también según Cioran, Heidegger, Nietsche, Voltaire, Platón y muchísimos más pensadores renombrados o desconocidos; sin embargo, como este capítulo trata meramente de exponer el contenido de las ideas filosóficas de Savater y no de indagar sus orígenes, me baso sólo en la obra de él, sin referir a los filósofos que sin duda le han inspirado.

El núcleo de la ética según Savater es la noción de la libertad humana. En su ensayo El valor de elegir9 explica este planteamiento partiendo de la observación que las teorías sobre nuestros orígenes suelen presentar al 9 Savater, Fernando. El valor de elegir. Barcelona: Editorial Ariel, 2003. Todas las referencias a esta obra, abreviada como VE, se refieren a esta misma edición.

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hombre como ‘sub-dios’ o ‘super-animal’, porque resulta difícil definir el hombre a partir de un concepto que le sea específicamente propio. Al comparar el hombre con los animales llama la atención la ausencia de una especialización. Cada animal está perfectamente equipado para llevar a cabo el comportamiento específico de su especie; el hombre sin embargo no tiene un comportamiento específico. Estamos programados en cuanto la parte biológica de nuestra vida, es decir, comemos y nos multiplicamos (aunque incluso ahí influye la voluntad), pero la mayor parte de nuestras acciones las hacemos sin cumplir ningún programa determinado. Ellas brotan simplemente de nuestro libre albedrío. Esta libertad de elección es precisamente lo que especifica el género humano frente a los animales. El humano es el único animal que no sólo actúa a causa de la realidad, sino que es pro-creador de la realidad misma, en que inventa proyectos teniendo en cuenta posibles futuros. Basta considerar la mera existencia del condicional y del subjuntivo en nuestra lengua para ver como los seres humanos intentamos ‘prever jugando con lo imprevisible’. (VE:19)

La parte no-biológica de nuestra vida es el componente clave de la vida humana que Savater llama ‘la vida simbólica’. Vivimos entre y a través de símbolos, cuyo ejemplo más importante es nuestro uso del lenguaje. Pretendemos preservar la vida no sólo en el sentido de perpetuar la especie, sino también en el sentido de transmitir a las nuevas generaciones el lenguaje y a través de él los logros de generaciones anteriores: leyes, valores, conocimiento científico etc. En otras palabras, queremos perpetuar también nuestra existencia simbólica, muestra de nuestra libertad. Con este fin dejamos rastro en el mundo. Savater clasifica como obras maestras de la libertad humana la norma social, la técnica y el lenguaje. La norma social se refiere al conjunto de leyes y costumbres con que construimos un ámbito en el que vivimos de modo protegidos y donde podemos por lo tanto ‘desarrollar elecciones que no sean siempre a vida o muerte’ (VE:90). La cultura es entonces tanto el producto de nuestra condición de seres activos como el requisito de la misma, ya que permite que reservemos nuestra capacidad cerebral para libremente elegir y inventar acciones. La sociedad es ‘nuestra prótesis básica para luchar desde la libertad contra el destino’ (VE:90), donde el destino se define como nuestra temporalidad, o sea el hecho de que vamos a morir. La técnica sirve la misma causa: es ‘un

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conjunto de prótesis libremente elegidas e inventadas para resistirse al menos parcialmente a nuestro destino’ (VE:96). El lenguaje, por fin, es la institución que lo hace todo posible.

Para poder vivir esa vida simbólica hace falta aprender un arte de vivir, o sea una ética, que según Savater consiste en dos partes: el cuidado de nuestro organismo, y el reconocimiento de la humanidad de nuestros semejantes para que ellos confirmen la nuestra. Los humanos, como no estamos completamente programados, tenemos que proponernos fórmulas, estilos y planes de vida, y eso continuamente exige decisiones entre ‘los proyectos del menú’ (VE:35). Por lo tanto hemos inventado la ética como una especie de guía: elegimos (por lo menos hasta cierto punto) lo que nos parece ‘ético’, o sea ‘bueno’ para nosotros mismos y para el prójimo, ya que el premio más grande que la vida puede ofrecernos es la alegría que viene de relaciones afectivas con nuestros semejantes. Queda claro que esa ética no determina por completo cómo hay que vivir: ‘las pautas del arte de vivir, como las de cualquier otro, ofrecen un esquema orientativo y evaluativo que, sin embargo, nunca podrá sustituir la proairesis del sujeto y – por llamarlo así – el ‘toque personal’ con que afronta en ese preciso instante la irrepetible y frágil singularidad de su existencia.’ (VE:61)

Sin embargo, pese a la existencia de tal ética, los humanos hemos optado en innumerables ocasiones por ‘lo malo’. Volvamos al término ‘la moral’ de la definición de la ética en el diccionario. Según Savater la moral podría definirse como el conjunto de comportamientos y normas que aceptamos como válidos; la ética es la reflexión sobre por qué los consideramos válidos. Como no existen un Bien y un Mal absolutos, pero quedan lo bueno y lo malo según qué y según para qué, la ética exige aprender a valorar. Y la incertidumbre respecto al resultado de nuestras decisiones, no hay otro remedio que aceptarla. La libertad de elegir acciones implica responsabilidad para los resultados, aunque no podamos conocerlos completamente en el momento de la decisión. Los humanos sufrimos con esta fatalidad y siempre hemos querido sólo ser responsables en caso de mérito, pero aliviar la responsabilidad en casos de culpa, diciendo que eran las circunstancias que nos forzaron a optar por el mal. Este ‘determinismo parcial’ ya lo encontramos en los escritos de Sócrates, que sostiene que la

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esencia de la maldad reside en la ignorancia. Cuando el humano conoce lo bueno, siempre lo prefiere a lo malo. Savater tiene una idea del hombre menos inocente y opina que el sujeto humano, por una especie de debilidad de la voluntad, opta conscientemente por lo malo, aunque sepa que hay otra opción mejor. Él explica eso a partir de nuestra ‘existencia simbólica’ que nos somete a la venganza, la envidia, la ambición etc. como motivaciones de actuar. ‘Nosotros no sólo deseamos, sino que también deseamos desear ciertas cosas y no otras.’ (VE:79)

Con todo, la ética según Savater es un concepto bastante individualista, que procura ayudarnos en asumir ‘la responsabilidad creadora de escoger [nuestro] camino’ (EA:71)10, con el fin de ser felices. La ética, dice él, ‘no es más que el intento racional de averiguar cómo vivir mejor’ (EA:76).

2.3 Aplicaciones principales de la ética

En este párrafo procuro destacar en qué consiste según Savater vivir lo mejor posible, en práctica. Él nos lo enseña en El valor de elegir por medio de seis ‘elecciones recomendadas’ (VE:101): seis ‘opciones libres argumentadas’ (VE:12) con que explica cómo aplicar la ética en el mundo que nos rodea. Esas elecciones recomendadas son la verdad, el placer, la política, la educación cívica, la humanidad y lo contingente. Éstas constituirán después la base de los análisis de las dos obras narrativas.

La verdadLa verdad, argumenta Savater, tiene adversarios de varios tipos: hay por ejemplo quienes dicen que la verdad es una construcción social que, sujeto al poder y al discurso predominante, cambia cuando éstos cambian de mano; otros apoyan la opinión que no tenemos las medidas como para jamás decir algo razonable sobre lo que es la verdad. Pero estos argumentos sólo valen si el punto de partido es una Verdad Absoluta. Savater se opone a ellos, explicando la noción de verdad como una posición: ‘la verdad es siempre verdad aquí y ahora, respecto a algo’ (VE:108), y añade que el que una supuesta verdad puede resultar 10 Savater, Fernando. Ética para Amador. Barcelona: Ariel,1991. Todas las referencias a esta obra, abreviada como EA, se refieren a esta misma edición.

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equivocada no quiere decir que ‘la pretensión de verdad sea siempre infundada’ (VE:115); todo lo contrario: ‘la posibilidad misma de equivocarnos implica también que es posible acertar: si nada fuese verdad, tampoco nada podría ser falso.’ (VE:116) Su consejo, entonces, se puede resumir como: rechaza la mentira y elige la verdad.

Lo verdadero, según Savater, es lo real; es decir, lo que coincide o corresponde con la realidad. Eso implica que, para poder hablar sobre ‘elegir la verdad’, hay que aceptar ‘algún tipo de realidad objetiva’ (VE:110), lo cual no quiere decir que sólo haya una. Al contrario, como existen realidades distintas, hay varios ‘campos de verdad’ (VE:112). Algunos de estos son muy estrechos, como por ejemplo el campo de verdad de los datos históricos, los hechos físicos, cuyas ocurrencias pueden verificarse. ‘Lope de Vega nació en Madrid en 1562’ (VE:111) es un ejemplo de esa categoría. Lo verdadero de hechos de este tipo es casi indudable. Un poco más impreciso ya es el campo de verdad a que pertenecen frases como: ‘Lope de Vega es el autor de Fuenteovejuna’ (VE:111). Aquí hace falta un consenso sobre lo que significa (o significaba en sus días) ‘ser autor’; sin embargo, también en este caso podemos satisfacer el campo de verdad con bastante nitidez. Un tercer campo que menciona Savater es el de las emociones y opiniones. La frase ‘Lope de Vega es el mejor dramaturgo de su época en España’ (VE:113) puede o no puede ser verdad, pero incluso en casos como éste, un dictamen puede resultar ‘verosímil o inverosímil’ (VE:113). Podemos, entonces siempre acercarnos a una verdad, aunque sea optando por lo que menos falso nos resulta. A Savater le molesta y hasta indigna el interés por los fenómenos paranormales que últimamente rellenan la pantalla a base diario. No entiende la necesidad de buscar milagros, lo sobrenormal y el rechazo de la física que estos fenómenos implican, cuando, como dice él, el mundo tal como es ‘debería bastar para mantener activo, asombrado y curiosa el espíritu cuerdo’ (VE:106).

El placerRecomienda entregarse al placer, no para conseguir o huir de algo, sino simplemente para disfrutar y así ahondar la vida. La noción del placer que empleamos aquí es una muy amplia: Savater se refiere tanto a los placeres ‘intelectuales’ como el arte, el humor, la conversación, como a los placeres

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‘corporales’11 como los efectos gozosos del alcohol, del tabaco, de las drogas, del sexo, de la buena comida, etc. Incluso Séneca, dice, recomendaba la ‘conveniencia ocasional del exceso’ (VE:128). Se opone con fervor a los puritanos que temen el placer como algo inculto, culpable o indecente, refiriéndose no sólo a la iglesia que, según el autor, hasta hace poco prescribía y sancionaba los placeres respectivamente aceptados y considerados groseros o perversos. También hoy en día, dice, existe la tendencia de contrabalancear los goces con sus connotaciones negativas, aunque vivimos ‘la institucionalización del hedonismo por vía del consumo’ (VE:132). Los ‘inquisidores’ de hoy son las instancias que promocionan las dietas para siempre permanecer joven y delgado, las campañas contra el tabaco, la guerra contra las drogas, y Savater menciona incluso algunos de los remedios preventivos indicados contra el sida. Él, en cambio, promociona el carpe diem, es decir la habilidad de encontrar todos los placeres de hoy, sin olvidar que ‘lo placentero no es el huevo, ni la hamburguesa, ni la salsa, sino lo bien que tú sepas disfrutar con lo que te rodea.’ (EA:154)

Lo que le molesta en este sentido es el estado clínico, es decir, un estado que nos impide tomar drogas y nos advierte constantemente de los efectos peligrosos de tabaco, alcohol, grasas, la vida licenciosa etc., y que así quiere garantizar la felicidad de los ciudadanos. Según Savater, eso sólo sería preciso si la sociedad fuese una máquina que debe funcionar bien. Entonces los particulares ‘cuerpos-máquinas’ tendrían que funcionar lo mejor posible, por un período de tiempo más largo posible. Pero si consideramos, como Savater, la vida como una aventura, un experimento, cada uno puede hacer de su vida lo que quiera. Ensayista y crítica Charo Crego dice: ‘Dat is een leven vol risico’s en zonder gegarandeerd resultaat, maar juist aan die inzet ontleent het zijn waarde, en die gaat verloren zodra het individu zijn vrijheid wordt ontnomen, of –erger nog- het zijn vrijheid overdraagt aan een allesbedisselende, koesterende staat’ (Crego:38). Ese estado clínico, opina Savater, ‘is gestoeld op de angst voor de vrijheid en een geringschatting van de menselijke wil’ (Crego:39).

La política11 Si es que se puede categorizar los diferentes placeres, ya que al final todo se trata de péptidos.

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Recomienda elegir la política, para aprovechar lo máximo de nuestra libertad activa y para aumentar la libertad de más gente posible. En cada sociedad libre se defienden ideas políticas que podemos suscribir o rechazar, y ambas opciones implican intervención. Si nos sometemos a la situación sociocultural en que hemos llegado favorecemos su consolidación; si no, tomamos parte en su renovación. Savater estimula despabilarse y optar por ‘aumentar lo más posible el consenso sobre las instituciones sociales’ (VE:144) con la meta de ‘ciudadanía’: integración social basada en compartir los mismos derechos. Él antepone esta noción con lo que considera una tendencia actual peligrosa, la ‘etnomanía’. Es de opinión que los diferentes grupos sociales sólo pueden convivir si reconocen la humanidad como vínculo social común más fuerte que él de los lazos de sangre o de una tradición cultural. No cabe dudar que el caso vasco haya influido en esa convicción. Con todo, aconseja optar por un sistema político que se empeña por globalizar la humanidad.

El sistema apto para conseguir eso es la democracia. ‘La democracia (…) es un instrumento de la comunidad para defenderse de (…) los que quieren volver a convertirnos en tribus a los que ya somos ciudadanos’ dice Savater en una entrevista (Pereda:21). Mientras por todo el mundo los pueblos luchan como para convertirles a los indígenas en ciudadanos con todos los derechos que merecen, ‘en el País Vasco pasa un fenómeno verdaderamente notable:(…) a los ciudadanos de pleno derecho se los quiere convertir en indígenas’ (Savater, en Pereda:21). Y este fenómeno no se confine al País Vasco sólo. También en otras regiones del país pasan cosas parecidas, como ‘esos reconvertidos del bolchevismo, que se han hecho musulmanes integristas y cosas así, porque en Andalucía te encuentras muchos de estos defensores de las gilipolleces étnicas más patéticas. Esa es la gente que luego tiene que educar…’ (Savater, en Pereda:21). Con todo, es precisa defender la democracia contra esas tendencias.

La educación cívicaPara conseguir lo anterior, o sea para ser y crear reformadores de modo más eficaz posible, recomienda elegir la educación cívica. En la sociedad democrática, todos practicamos política, somos todos gobernantes, y por

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eso es imprescindible una educación cívica que prepare al ciudadano para vivir con los demás en una democracia y que le enseñe poder distinguir entre lo justo y lo injusto y deliberar sobre el rumbo político a seguir. Así se combate y resuelve la ignorancia, que Savater considera la amenaza más peligrosa de la democracia. Los ignorantes son aquellos que no saben argumentar ni comprender los argumentos o demandas sociales de otros; aquellos que carecen de ‘un mínimo sentido de los derechos y deberes que supone – e impone – la vida en sociedad más allá de las adhesiones patológicas a la tribu o la etnia.’ (VE:153-154) El peligro reside en que ellos, con su derecho a voto, se opondrán a renovaciones que secundaran algunos intereses o deseos de su grupo a los derechos humanos. Tolerancia es una palabra clave en la sociedad democrática, pero no debe significar que todas las opiniones son igualmente respetables. Lo que precisamente tendría que procurar la educación es conseguir que los ciudadanos tengan ‘la capacidad de elegir, preferir y desechar.’ (VE:162) El objetivo de la educación es la ‘reproducción social consciente’ (VE:158), para establecer sólo lo mejor de la cultura democrática.

‘La educación’, dice Savater, ‘es preparar a la gente para vivir en sociedades que cambian y que desconciertan’ (Pereda:28). Nuestro mundo es cada vez más un mundo urbano, ‘un mundo de desarraigados, de gente que ha venido’ (Pereda:28), y según Savater lo importante no es de dónde hemos venido, sino a dónde vamos a ir juntos, y ‘con qué reglamento’. Por eso, la mentalidad ‘etnicista’ a que nos referíamos antes le parece lo peor que puede ocurrir en cuanto a la educación. ‘La educación hace falta porque esa convivencia es difícil. Todos los niños y todos los seres humanos somos racistas espontáneos. El racismo no es una cosa inhumana y monstruosa, es lo normal. (…) ‘La educación es, precisamente, ir en contra de una serie de espontaneidades incompatibles con la vida civilizada y suscitar otras, sobre todo, en un mundo que cada vez es un mundo menos obviamente natural’ (Pereda:29). Por lo tanto, la educación cívica tiene un papel primordial en nuestra sociedad actual.

La humanidadEn el párrafo anterior ya refería a la reciprocidad de las relaciones humanas: Savater plantea que nos hacemos humanos los unos a los otros, y por tanto

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recomienda elegir la humanidad. La noción de humanidad, que en el siglo pasado ha llevado a la proclamación de los derechos humanos, a finales del siglo parece encontrarse en crisis. Surgen objeciones contra el concepto de humanidad. Algunos críticos le atribuyen una ‘fijación tradicionalista’, indicando la tendencia de llamar humano aquello que se consideraba humano antes. Según esta opinión la humanidad sería nada más que un fósil cultural de tiempos pasados. Otros, digamos los ecologistas radicales, tienen dificultad con el ‘antropocentrismo’ que implica el término, y abogan por una visión más modesta de los humanos como animales entre los demás. Savater no tiene demasiado respeto para esta opinión, y destaca en varias ocasiones que precisamente la pequeña diferencia genética entre los humanos y los animales, muestra cuánto dista el hombre de ser un animal como los demás. Elegir la humanidad significa para Savater optar por la solidaridad ante el sufrimiento de semejantes, el respeto ante el enigma de lo humano y su libertad de elección, y tercero la ‘autolimitación’ en cuanto a la tecnología. No deberíamos querer construir todo sólo porque podemos, ya que la técnica ‘debe estar al servicio de nuestros valores, no dictarlos.’ (VE:175) La tecnología siempre nos ha ido desplazando, pero nunca debería eso llevar a que nos consideramos ‘meros remedos de nuestros propios simulacros’ (VE:167). Recomienda ‘que lo humano busque la humanidad bajo la pluralidad de sus manifestaciones (…), que nunca los unos sean artificial manifactura de los otros’ (VE:177).

Con respecto a la tecnología, son sobre todo algunos aspectos de la biotecnología a que el autor se opone, porque chocan con el misterio de lo humano. Rechaza la clonación, ya que, según él, crea ‘una disimetría fundamental entre los seres humanos, porque hay unos que programan y otros que nacen programados’ (Savater, en Pereda:25), y eso ‘no tiene nada que ver ni con el progresismo, ni con una sociedad mejor, ni con nada’, según Savater. En general, no está de acuerdo con la tendencia de realizar los deseos de cada uno – hay gente que quiere casarse con su perro, hay quien come cadáveres de niños y quiere hacer un show en la tele, hay lesbianas sordas que quieren tener un hijo sordo por clonación (Pereda:24) – sólo por que no hay una ley que lo impide. Todo eso le parece ‘un disparate y una aberración absoluta’ (Savater, en Pereda:24). Aunque es verdad que no hay leyes sobre la permisión de cada acción imaginable, debería haber

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una conciencia ética en cada humano sobre la conveniencia de ciertas acciones.

Lo contingenteRecomienda, por fin, elegir lo contingente en vez de buscar lo absoluto. Explica el afán por lo absoluto como una nostalgia, propia de nuestra época posmoderna, a los grandes relatos de antes. ‘Despertamos de las religiones, descreemos de los dogmas pero no perdemos su énfasis, la nostalgia lacerante de su énfasis.’ (VE:179) Tendemos a hacer trascendental aquello (el Amor, la Verdad, el Sentido etc.) cuyo encanto justamente reside en su contingencia. Lo eterno no puede amarse, lo irremediable no puede celebrarse. Si buscamos siempre el Sentido sin llegar a conocerlo nunca, bloqueamos justamente la satisfacción de ‘las cosas que aportan sentido limitado pero auténtico a la vida.’ (VE:183)

¿Cuáles son entonces esas cosas? Se trata precisamente de lo contingente, de los disfrutes y retos a nuestro alcance. Para ilustrar cómo el hombre suele imposibilitar su disfrute y boicotear los sentidos de la vida, Savater cita a Odo Marquard, quien escribe que el hombre que busca el Sentido con mayúsculo

‘no quiere leer, sino que quiere sentido, no quiere escribir, sino que quiere sentido, tampoco quiere trabajar, sino que quiere sentido, ni quiere holgazanear, sino que quiere sentido, ni quiere ayudar, sino que quiere sentido, no quiere cumplir obligaciones, sino que quiere sentido, (…) no quiere familia, sino sentido, no quiere Estado, sino sentido, no quiere arte, sino sentido, no quiere economía, sino sentido, no quiere compasión, sino sentido, etc.’ (Marquard)12.

Está claro que semejante actitud nunca llevará a ningún sentido.

12 Marquard, O. Apología de lo contingente. Valencia: Institució Alfons el Magnànim, 2000.

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3 A rienda suelta como refractor de la ética

A rienda suelta13 es un relato para niños desde los diez años, que se publicó en 1987. Como suele ocurrir con libros infantiles, poca atención ha sido prestada a su publicación y no existe material secundario. Sin embargo, el relato nos interesa precisamente por su condición de libro infantil, dirigido a un público abierto y receptivo. En este capítulo voy a investigar, tras dar un breve resumen del contenido, si y cómo el cuento funciona como refractor de la ética de Savater, a lo largo de su definición general de la ética y las seis elecciones recomendadas.

3.1 Contenido del relato

El relato cuenta la historia del pueblo Nubelejos, cuyos habitantes viven sus vidas tranquilamente sin preocuparse de lo que ocurre por el mundo. Después de esbozar a dos personajes principales, el caballo perezoso Alcornoque y su jinete Samuelín, Savater presenta al pueblo de Nubelejos del Mar atendiendo su gran afición común, es decir unas carreras de caballos. Virtuosamente dibuja en pocas páginas el ambiente entre los espectadores y en los cuadros, presentando un par de neologismos típicos del habla de los nubelejanos para poder citar mejor sus gritos de ánimo durante la carrera. Todo esto se puede considerar como introducción de la historia y los personajes. Luego viene otro capítulo de talante diferente, que interrumpe un poco la trama, aunque ésta aún no haya empezado de verdad. Se trata de una descripción del sistema político de Nubelejos, y cuenta un incidente que ocurrió cuando el alcalde quería introducir un tipo de nacionalismo entre los municipales. Volveré a este tema más adelante.

Después comienza la verdadera historia, con la llegada de invasores desconocidos, ‘los Fantasmas Azules’, que aterrizan en Nubelejos con una especie de OVNI negro de forma mariposa. Ellos anuncian que los nubelejanos serán desde entonces su cómplice en la guerra contra ‘los Fantasmas Verdes’, y además apresan a cinco jóvenes que tendrán que

13 Savater, Fernando. A rienda suelta. Madrid: Anaya, 1987. Todas las referencias de la obra, abreviada como RS, se refieren a esta edición.

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luchar. Tras este planteamiento de la situación problemática y la primera reacción del pueblo sorprendido, lo que queda es la solución. El pueblo se alza, aturde a los enemigos para salvar a los prisioneros y sabotea la mariposa enorme. El gran final consiste en una carrera entre uno de los invasores que ha logrado escapar con el mejor caballo del pueblo, y Samuelín que, montado en Alcornoque, le persigue y derrota para así devolverle la libertad al pueblo de Nubelejos del Mar.

3.2 El tema de la libertad

El fondo claramente ético del relato se advierte en el tema de la libertad. El planteamiento principal es el de recuperar la libertad del pueblo, superando el miedo. A través de un par de contrastes entre el pueblo antes y después de la llegada del opresor, Savater destaca en qué consiste esta libertad. Es decir, primero, en poder elegir quién es su líder en vez de aceptar a un desconocido quien impone su poder por medio de la amenaza. El alcalde de Nubelejos es ‘elegido cada año por votación’ en la que participan ‘todos los nubelejanos mayores de edad’ (RS:25). El ‘coup’ de los desconocidos consiste en aparecer de sorpresa con un objeto volante impresionante y gritar en voz ‘enérgica y dominante’: ‘Quiero ver a todos aquí en seguida. Si no, será peor…’ (RS:43-44), o sea que se trata de un poder impuesto.

En segundo lugar, la libertad consiste en tener una política que tiene previsto el bienestar, el beneficio y la libertad misma de la gente, en vez de una política que se dedica a mandarles a luchar en las guerras desconocidas de otros pueblos desconocidos. O sea, una política que respete la libre voluntad y la libre elección. Del alcalde los vecinos esperan en primer lugar ‘que organice relinchonamente las carreras de caballos de ese año’ (RS:27), y el mismo alcalde se siente motivado de facilitarle a su pueblo lo que le agrada, pensando que ‘si lograba inventar cualquier cosa realmente genial, a lo mejor hasta volvían a elegirle alcalde al año siguiente’ (RS:29). El comandante de los ‘Fantasmas Azules’, en cambio, utiliza su poder para forzar al pueblo a servir su causa:

‘Oíd bien, oídme sobre todo los jóvenes que estáis en edad de empuñar armas: os traigo la oportunidad de alistaros en el ejército de los invencibles Fantasmas

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Azules. No desaprovechéis la ocasión. No os atreváis a desaprovecharla ¿entendido?’ (RS:52).

Aquí los deseos y gustos del pueblo no juegan ningún papel.

Y, tercero, la libertad del pueblo significa poder expresar sin miedo a castigo una opinión, en vez de seguir órdenes. Aquí cabe mencionar el ejemplo de la reacción del pueblo a la propuesta del alcalde de introducir una bandera nubelejana. En vez de aceptar esa idea, que le parece equívoca, la gente aparece el día siguiente con tantas diferentes banderas ‘como nubelejanos hay en este mundo’ (RS:36). Este acontecimiento resulta en que se aceptan todas las banderas como banderas de Nubelejos y por lo demás queda sin consecuencias. Precisamente lo opuesto ocurre bajo el poder de los Fantasmas. Un joven que expresa su disgusto sobre una decisión de éstos, recibe el filo de una cimitarra bajo la barbilla y apenas se salva la vida. Por medio de estas antítesis entre lo que se puede llamar una democracia y una dictadura, A rienda suelta despierta en los jóvenes lectores una percepción de lo que es la libertad.

3.3 Análisis a lo largo de las seis elecciones recomendadas

Actitud crítica ante la mentiraAunque el libro no estimula directamente a elegir la verdad, lo que sí predica es una actitud crítica ante la mentira, y sobre todo la mentira política. Los vecinos de Nubelejos, los héroes o ‘buenos’ del relato, obviamente no aceptan las mentiras con que los intrusos justifican sus acciones, como la siguiente serie: ‘no tenéis nada que temer de nosotros. Al contrario. ¡Os traemos la gloria y la fama!’ (RS:46), ‘habéis tenido la gran fortuna de que os hayamos encontrado’ (RS:48), ‘hay que estar con ellos [los Fantasmas Verdes] o con nosotros. ¡Y los que no están con nosotros están con ellos, y recibirán también su merecido!’ (RS:51) , ‘¿verdad que queréis conquistar el mundo?’ (RS:49) y ‘ganaréis la fama inmortal’ (RS:49). El hecho de que desde el principio la gente expresa su disgusto, con silbidos reprobatorios (RS:50,56-57) o intentando dialogar (RS:50-52), muestra que nadie resulta ser persuadido por esas palabras mentirosas. Por lo demás, al relato le falta la profundidad como para contener o iniciar una búsqueda de verdades.

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El juego como armaRecordemos que para Savater elegir el placer significa saber disfrutar con lo que nos rodea, para aumentar la calidad de vida. Esto lo vemos reflejado en A rienda suelta en un tipo de placer específico, es decir la transformación de la realidad en juego, que desempeña en el relato el papel de un arma contra todo lo desagradable. En el retrato del pueblo antes de la llegada de los enemigos el elemento de juego está siempre presente y eso es lo que más caracteriza el ambiente agradable. Varios ejemplos ilustran eso. La afición del pueblo son las carreras de caballos, un juego en sí, que ‘juguetizan’ incluso más, haciendo apuestas. Juegan también con el lenguaje, haciendo bromas de palabras y adornándolo con neologismos derivados del mundillo hípico, como ‘relinchón’ y ‘coz’ (RS:16). Samuelín, que antes había cruzado el mundo y montado en los mejores hipódromos, ‘cuando llegó a Nubelejos se sintió a gusto y decidió quedarse para siempre’ (RS:12), ya que el ambiente apacible y jugador del pueblo correspondía bien con su carácter: ‘prefería sonreír amablemente a fruncir el ceño’ (RS:12). En el proceso de votación para elegir al nuevo alcalde los pueblerinos participan ‘con más ganas de juerga que de redención’ (RS:25), y además hay una extensa descripción de un grupo de niños jugando ‘cazadores y tigre’ con un perro pastor, que sirve para ilustrar que ‘todos lo pasaban el mar de bien, empezando por Bocazas [el perro]’ (RS:40).

También se ve entre los nubelejanos la tendencia de trabajar lo menos posible y disfrutar más, una filosofía que Savater en varias ocasiones ha afirmado apoyar. Sobre el caballo Alcornoque se comenta por ejemplo que

‘a menudo, en pleno entrenamiento para las carreras, se dejaba caer lánguidamente al césped y se estiraba a su placer; el entrenador corría hacia él, preocupado, pensando si se había roto una pata, y se lo encontraba haciendo la siesta’ (RS:10).

Las enfermedades que los que sospechan ser nombrados para el cargo de alcalde se inventan es otro ejemplo de la misma tendencia, y le parece absolutamente comprensible al narrador que ‘la mayoría prefieran disfrutar como espectadores en el hipódromo que verse obligados a sudar y penar para que todo funcione como es debido’ (RS:27).

Más preciso, para este pueblo sin armas ni ejército el juego resulta ser el arma adecuada contra el nacionalismo y la violencia. El acontecimiento con

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las banderas, que ya he mencionado antes, es la respuesta jugosa al lema propuesto ‘unidos bajo nuestra bandera’ (RS:34) del alcalde. En vez de expresar seriamente su desaprobación, la gente se reúne en una especie de fiesta, con bandoleras de todos los colores y formas imaginables ‘que se agitaban como bailando, mientras la gente gritaba: ‘¡Viva, viva! ¡Bravo, bravo!’’ (RS:36). Más adelante en el relato no es la violencia la que derrota los intrusos, sino el juego libre del ingenio: una niña lista pretende colaborar en el juego del enemigo antes de lograr dormirle por medio de la tentación irresistible del disfrute de una buena comida. Al final de la historia, ganar una carrera de caballos, que no es más que un juego, resulta ser suficiente como para desconcentrar al enemigo, que pierde el control sobre el caballo y se cae del acantilado. En efecto, el elemento de juego en la vida cotidiana no sólo enriquece la vida de los personajes, sino que también les sirve como herramienta defensiva.

Mensaje políticoAunque pueda que los lectores de este libro sean demasiado jóvenes como para estimularles a través de la lectura a preocuparse por asuntos políticos, A rienda suelta les explica un par de principios fundamentales. El mensaje político que el libro dirige a los jóvenes lectores es, primero, que la democracia es preferible sobre la dictadura, a juzgar por la manera en que se describe el pueblo antes del desastre - es decir, con el acento sobre las cosas alegres, ejemplos de las cuales hemos visto algunas en el párrafo anterior - en comparación con la descripción de los desconocidos desde su primera aparición. Véase por ejemplo la siguiente serie de palabras que elige Savater para describir el acercamiento del OVNI: ‘una peligrosa sombra en el cielo’ (RS:37) que hace aullar a los perros ‘con tristeza de muerte’ (RS:40), ‘algo oscuro y amenazador’ (RS:41), la ‘hoja desprendida de algún ciclópeo árbol siniestro’ (RS:42), ‘de color tan negro como la desesperación de un condenado a muerte’ (RS:42), ‘el monstruoso lepidóptero’ (RS:42) con calaveras en las alas. Ya está claro que aquí se trata del mal en persona.

El libro además enseña que cada uno tiene la responsabilidad de defender la democracia contra cualquier dogma que limita la libertad de la gente. Aunque al pueblo de Nubelejos no le interesa mucho meterse en política,

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como muestran citas como éstas: ‘siento decir que en Nubelejos del Mar hay muy poca preocupación política’ (RS:25) y ‘el mayor problema que presenta esa elección [del alcalde] es que nadie quiere ser elegido’ (RS:25), en cuanto se trate de recuperar su libertad se rebelan en masa, jóvenes y mayores: ‘les cerró el paso una multitud de nubelejanos, encabezados por don Fructuoso’ (RS:77), y con éxito. También contra la doctrina del nacionalismo, representado como la introducción de una bandera y un eslogan, se resisten (RS:34). Y aún más, en la lucha contra el enemigo resulta que el hecho de que tienen miles de banderas diferentes no quita nada de la unidad que forman cuando se trata de recuperar la libertad.

Al otro lado, es curioso que cuando todo va bien y no hay peligros amenazando su sistema política, los pueblerinos no tomen muy en serio la responsabilidad que implica vivir en una democracia. Nadie quiere ser alcalde, por que

‘el alcalde de Nubelejos no tiene demasiadas ocasiones de ejercer su autoridad. No puede meter a nadie en la cárcel, porque no hay cárcel; no puede presidir desfiles con lujo de bayonetas y trompetas, porque no hay ejército; no puede ganar o robar mucho dinero, pues durante su año de alcalde no cobra ni un duro’ (RS:27).

Eso será un toque irónico del autor, ya que por supuesto las cosas mencionadas no son motivos válidos para ser alcalde. La sensación de responsabilidad para llevar a cabo lo que el pueblo desea y para vigilar el bienestar del pueblo, esta vocación sólo la tiene don Fructuoso, cuyos amigos se burlan de él por esa razón… Con todo, un mensaje dudoso para los niños lectores.

También cabe dudar de si los nubelejanos han aprendido una lección de los acontecimientos, que les pillaban tan ‘desprevenidos e indefensos (…) como la entrada de la zorra en el gallinero dormido’ (RS:53). Savater comenta que siguieron viviendo como si nada, ya que ‘temieron que el recuerdo de acontecimientos tan heróicos trastornase para siempre sus sabias rutinas’ (RS:37). Todo indica entonces que el pueblo no se va a preocupar más por la política tras lo que ha pasado. Se podría decir, por un lado, que en efecto la política nubelejana mostró funcionar impecablemente, pero en realidad el pueblo estaba muy cerca de estar anexado. Por tanto es sorprendente que

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Savater no indique un cambio de actitud entre los personajes en cuanto al cargo de alcalde o con respecto a lo que ocurre en el mundo exterior.

Falta de elementos educativosAl analizar el libro en busca de elementos que promocionen o muestren la educación cívica, no encontramos mucho. Se podría pensar en lecciones claramente educativas dirigidas al joven lector o a uno o varios de los personajes; lo único que podríamos destacar, sin embargo, es la lección de que existen otros sistemas políticas que la democracia y que ésta es preferible. El relato además no contiene mensajes de tipo educativo. Los personajes no se desarrollan a lo largo de las peripecias, y tampoco aparecen personajes en la escena que expresan palabras educativas o sabias de cualquier tipo.

Lo humano frente a lo animalAntes de que nos metamos a investigar hasta qué punto A rienda suelta promociona elegir la humanidad, hagamos una breve excursión sobre cómo destaca en el libro lo humano en comparación con lo animal, ya que los protagonistas son tanto hombres como caballos. Aunque se subscriben calidades humanas al caballo (Alcornoque es ‘vago’ (RS:20), de ‘carácter apacible’ (RS:12) y hace la siesta (RS:10)), la diferencia enorme entre humano y animal, que acentúa Savater en El valor de elegir (VE:174), permanece intacta durante la historia, algo que en un libro infantil no es tan lógico como podría parecer. Los caballos son propiedad de la gente y sirven para su placer. Ningún elemento del libro implica lastima ante la falta de libertad de los caballos y el hecho que les dan con la fusta o que a veces cruzan la meta medio cojos. Al contrario, Savater presenta el trabajo de los caballos como si fuese la cosa más natural del mundo. Sobre Samuelín comenta por ejemplo que ‘nunca pegaba demasiado con ella [la fusta], sólo la hacía oscilar enseñándosela al animal, para que supiera lo que le esperaba si no se esforzaba como era debido’ (mis itálicas) (RS:11-12). A la muerte del mejor caballo de Nubelejos, que es el precio de la libertad de la gente, el relato no gasta ni una palabra de pena.

Cabe mencionar aquí que Savater mismo siempre ha sido gran aficionado tanto de carreras de caballos como de corridas de toros, y por tanto

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adversario de los que encuentran esos espectáculos bárbaros. ‘Keert Savaters humanismo zich tegen de kneveling van de persoonlijke rechten en vrijheid door de klinische staat,’ escribe Charo Crego, ‘evenveel bezwaar tekent hij aan tegen de toekenning van deze rechten aan wezens die geen rechtssubject zijn of kunnen zijn: de dieren’ (Crego:39). Según Savater, él que quiere ver a un caballo ganar el Gran Premio Nacional, manifiesta más amor hacia el animal que él que quiere ahorrarlo la carrera por miedo de que rompa una pata (Crego:40).

Recordemos que, según el autor, ‘elegir la humanidad’ significa entre otras cosas el respeto ante la libertad de elección y que nadie sea una copia de los otros. El respeto ante la libertad de elección lo vemos reflejado en el libro no sólo a través del rechazo de un poder que restringe las posibles elecciones, sino también en la libre elección de banderas en vez de aceptar una como la única válida (RS:36). Acerca del ente de que nadie sea manifactura artificial de otra persona, no llegamos a saber mucho a lo largo del relato. Lo que sí nos cuenta Savater es que en Nubelejos personas de varios diferentes ‘fondos’ viven juntas sin que eso provoque problemas. Sobre estos fondos no encontramos más información de que hay nubelejanos de toda la vida, nubelejanos recién llegados y todo lo que hay entre esas extremas de la escala, (RS:29) y que la gente no da mucha importancia al hecho de ser nubelejano. Les parece trivial, y no les hace falta verlo confirmado a través de eslóganes nacionalistas como (RS:29-31) para sentirse comprometidos con el lugar geográfico que comparten. Aquí vemos la idea de Savater de que lo importante no es (o no debería ser) de dónde venimos, sino el que estamos aquí juntos y tenemos un reto común que es la convivencia pacífica hoy y en el futuro (Pereda:29). Ilustrativo en cuanto a eso es que el personaje que a final de cuentas salva el pueblo, Samuelín, es un chino, y que no se presta ninguna atención a esta información tras mencionarla una vez al principio. Lo importante, obviamente, es el hecho de que Samuelín sentía la responsabilidad de salvar el pueblo.

No acento sobre lo contingenteLa idea de Savater de elegir lo contingente para vivir mejor, no se encuentra específicamente en A rienda suelta. No hay ejemplos de las vidas de

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personajes que ilustran esa convicción, y el relato como tal tampoco expresa un mensaje de este tipo.

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4 El gran laberinto como refractor de la ética

El libro que más recientemente14 brotó de la inspiración de Savater es El gran laberinto15, un libro juvenil que a primera vista se clasifica como novela de aventuras, pero que esconde niveles significativos de diferente profundidad. Veremos más acerca de este planteamiento a lo largo del presente capítulo; por ahora hace falta un breve resumen del contenido y unos apuntes sobre la estructura del texto.

4.1 Resumen y estructura de las aventuras

La trama principal se despliega en un ‘setting’ urbano en la España de hoy. Los jóvenes Fisco y Jaiko se preocupan por la suerte de sus familiares que llevan una semana sin salir del estadio de fútbol donde por lo visto están completamente metidos en seguir el ‘partido del siglo’. Al entrar en el estadio para echar un vistazo los chicos encuentran una situación alarmante: en vez de jugadores el campo está ocupado por ‘psicófagos’, seres monstruosos cuya meta es devorar las almas de la gente. El público sin embargo ve un partido corriente aunque excepcionalmente enganchador e, inconsciente del peligro, no está dispuesto a salir de su encarcelamiento voluntario. Los chicos apenas logran salir del estadio, tras haber recibido una indicación acerca de cómo liberar a los prisioneros, una cajita en que encajan ocho letras, que los jóvenes tendrán que buscar. Para llevar a cabo esta tarea los dos, en compañía de otra joven Sara y su hermano pequeño Arno, se dirigen a la librería ‘El pozo y el péndulo’, cuyo dueño don Pantaleón es un viejo amigo suyo que les ayudará en la búsqueda. En la librería se halla un pequeño cuarto que resulta ser un medio para entrar en los innumerables mundos de los libros, o sea una especie de máquina del tiempo y de realidad. A través de ese cuarto los niños emprenden ocho viajes a diferentes mundos para buscar respectivamente las ocho letras.

A partir de ahí, la novela se divide en ocho capítulos que corresponden con los viajes, y que constituyen cada uno un cuento en sí, con el planteamiento 14 En el momento de escribir esto, es decir marzo 2006.15 Savater, Fernando. El gran laberinto. Barcelona: Editorial Ariel, 2005. Todas las referencias a esta obra, abreviada como GL, se refieren a esta misma edición.

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de una situación problemática a cuya solución los jóvenes deben contribuir. El esquema narrativo de entretejer varias historias en una narración principal no sólo está inspirado por la larga tradición literaria que existe de este modelo sino también, comenta Savater en el apéndice de la novela,

‘en el planteamiento de los juegos de rol para videoconsola. En éstos, un personaje o personajes se proponen alcanzar un objetivo final y para ello deben emprender aventuras parciales, en las que conseguirán armas, herramientas o instrucciones, a través de peligros y de la relación con figuras adversas o protectoras.’ (GL:326)

En cada cuento los chicos se ven enfrentados con un peligro que logran superar con su propio ingenio y con la ayuda y los consejos de personajes literarios e históricos. Conocen respectivamente a ‘un Don Quijote modernizado que los salvará de los ogros; a Diderot y Sophie Volland haciendo la Enciclopedia; a Simbad y Shanti Andía luchando contra la esclavitud; a Leonardo da Vinci y César Borgia enfrentando la polémica de la ciencia al servicio de la guerra; a Lao Zi y su parábola sobre la esencia de la vida; a Otelo y su opresión de la mujer y al usurero Shylock; al Golem combinado con Frankenstein y al filósofo-mártir Jan Patocka asesinado por los comunistas en Checoslovaquia’ (Fuentes:1).16 Después de cada desafío vuelven a la librería con la letra requerida, y con un trocito de sabiduría vital.

4.2 Libertad de ser, pensar y expresar

La convicción de Savater que la ética radica en la noción de libertad humana se encuentra en El gran laberinto en varios niveles. Primero, la narración principal del relato trata de la libertad tanto física como psicológica de la gente en el estadio. Significativo es el hecho que están encerrados voluntariamente, no quieren ser salvados, y por tanto cuando lo son, ni siquiera se dan cuenta. Savater advierte así a sus lectores que a veces el encierro puede parecer una opción agradable y mucho más segura que la libertad, y reconoce la existencia, ligada con nuestra condición social, de una fuerte tentación de formar parte de la masa en vez de ser librepensador. Sin embargo, queda claro al leer el libro que el autor motiva

16 Si en este trabajo refiero o cito a uno de esas personas, me refiero siempre al personaje de El gran laberinto, y no a la persona histórica o al personaje novelesca en su libro original.

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a su público que siempre procure liberar a un número más grande posible de personas de la ignorancia. El peligro que enlaza con el deseo de ser miembro de un grupo que piensa para ti es la pérdida de la propia alma, un peligro muy literalmente representado por los ‘psicófagos’, que devoran las almas de aquellos que les invitan, es decir los que no se han hecho un alma sino que tienen una ‘prestada o imitada’ (GL:283). Al final de la novela resulta que las ocho letras reunidas forman la palabra ‘libertad’, con que la gente es salvada, pero el lector entiende que el peligro siempre estará presente mientras cada uno no tome en serio su propia libertad y no asuma la responsabilidad que ésta implica.

Además que la historia principal, también cada una de las ocho ‘subnarraciones’ proclama un mensaje más o menos directo sobre la libertad. Se trata casi siempre de la libertad en el sentido más literal del movimiento libre, pero muchas veces pasa algo más. Diderot afirma que los psicófagos ‘aparecen siempre entre las sombras del Miedo y del Prejuicio,’ (GL:100) y son precisamente de estos dos obstáculos que los protagonistas tienen que liberarse en sus aventuras. En las peripecias de la primera acción, superar el miedo resulta ser la clave para salvar con ayuda de Don Quijote y Sancho Pancha a Jaiko y Fisco de los gigantes, cuyo poder se base únicamente en el miedo que inspiran por su tamaño. También en otros casos el miedo es lo que causa el peor encierro: defensor de la libertad Jan Patocka se siente más libre denunciando la injusticia desde la cárcel checoslovaca que viviendo en un sistema social basado en el miedo, ‘sea el miedo a la policía política o el miedo a la pobreza.’ (GL:285)

El prejuicio, otro gran enemigo de la libertad contra que luchan los protagonistas, no sólo es causa del encierro de un grupo de africanos en el barco negrero, sino también del secuestro de algunas niñas por parte del fantasma rencoroso de una mujer que fue asesinada por su marido celoso tras ver una actuación de Otelo. Ella piensa salvar a las niñas del poder de los hombres, mientras en realidad les roba su libertad. Savater advierte con esto que a menudo la instancia o la persona que reduce la libertad de la gente, intenta justificar eso con el falso premiso de que está protegiendo a la gente contra algún peligro. Se advierte la semejanza con la opinión de

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Savater sobre el ‘estado clínico’ que subestima la capacidad de los ciudadanos de valorar y elegir por su propia cuenta.

La libertad de pensamiento y de expresión es otro motivo principal en varias de las aventuras. A los personajes que defienden su propia filosofía razonada contra la corriente, o más bien que defienden la razón contra la doctrina mentirosa de las autoridades, Savater les presenta en la novela como héroes. Ejemplos son por supuesto Jan Patocka en su celda carcelaria en Praga bajo el comunismo, y Diderot y d’Alembert que, contra la voluntad de los poderosos puritanos de la iglesia, logran editar su enciclopedia para dispersar conocimiento y razón crítica entre el pueblo francés del siglo XVIII, como afirma don Pantaleón al volver los jóvenes de su aventura parisiena: ‘¡Ahí la tenéis, muchachos! (…) Ésa es la Enciclopedia completa de Diderot y d’Alembert. ¡El mayor esfuerzo intelectual de su tiempo, gracias al cual los hombres se hicieron más sabios y más libres!’ (GL:106).

4.3 Análisis a lo largo de las seis elecciones recomendadas

Buscando la verdad: razón contra miedo y prejuicioA los jóvenes protagonistas el autor atribuye un afán por conocer la verdad, aunque sea a veces decepcionante o alarmante. Todos los personajes sabios que aparecen en la novela para su ayuda les estimulan en ese afán, como Don Pantaleón, que les aconseja entrar en el estadio para enterarse de la situación pese al peligro y el miedo, porque ‘siempre es preciso que alguien se atreva o todos estamos perdidos.’ (GL:26) Durante sólo un breve momento se manifiesta en los chicos la tentación de huir de la verdad diciéndose contra toda lógica que a lo mejor no hace falta actuar: ‘si ellos decían que se lo estaban pasando muy bien, ¿por qué no creerles y se acabó?’ (GL:25). Pero su afán por la verdad derrota el miedo.

Sentados alrededor de un fuego en la China del siglo VI a.C. escuchan las palabras de Lao Zi: ‘No os dejéis aterrorizar.’ (GL:182) A lo largo de la novela queda cada vez más claro que es preciso superar el miedo para poder hacerse una persona única, con carácter y alma propios. Aunque la solidaridad y el trabajo en equipo han demostrado ser fundamentales, a fin

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de cuentas ‘hacerse un alma’ es algo que tiene que hacer cada persona por su cuenta. Son aquellas palabras del filósofo Jan Patocka que le dan el valor a Fisco al final de la historia para decirle a Jaiko la verdad sobre sus sentimientos.

Otra lección que aprenden los muchachos de sus experiencias es que aunque la verdad no siempre se encuentre, nunca hay que dejar de buscarla. Sigue buscando, eso puede ser la moraleja del relato. Al abordar la búsqueda los muchachos no saben si el método elegido - es decir, el método de los viajes con el ‘laberinto’ para buscar las letras - resultará eficaz y aunque al cabo de un par de viajes parecen hallarse en el buen camino, nunca saben si su teoría seguirá irrefutada: ‘Lo malo de esta teoría es que, como tantas otras y tantos mitos que los hombres cultivamos para ir tirando, no se basaba en ninguna certeza fiable sino sólo en la urgencia psicológica de librarnos de la cruel incertidumbre…’ (GL:183) Sin embargo, eso no debe implicar dejar de creer en la posibilidad de teorizar. Seguid buscando y no dejéis de amarla, es el único consejo que reciben de Sherlock Holmes tras perder a Sara en otro mundo anterior, y aunque esa respuesta les desilusiona al principio, el ingenio del detective les inspira a buscar más racionalmente y en efecto es el amor que resulta ser la clave para la reunión.

También en sus travesías por iluminada Paris y Praga sometida al soviet comunismo, los jóvenes aprenden lecciones de valor acerca de la elección de la verdad, es decir cómo poder distinguirla. Aprenden que la razón crítica es la única herramienta que los humanos poseemos con este respecto: ‘Para movernos por la oscuridad de la vida los seres humanos sólo tenemos la luz de la razón, que es como una pequeña candela, una vela temblorosa que trata de iluminar las tinieblas…’ (GL:97), les explica Diderot. Y Patocka afirma que, aunque pueda ocurrir que no sepamos qué es la verdad, ‘siempre hay una verdad a nuestro alcance: llamar mentira a la mentira. Es mentira que haya razas humanas superiores a otras (…) Es mentira que para instaurar justicia sea preciso abolir la libertad…’ (GL:281)

El placer como arma contra el destino

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Elegir el placer para vivir mejor, otro de los pilares de la ética de Savater que ya hemos descrito en el segundo capítulo, es un arte que los protagonistas ya parecen dominar muy bien, quizás por su condición de jóvenes, sin que ningún filósofo tuviera que enseñárselo. En cada situación buscan elementos de juego y la posibilidad de reírse, sobre todo cuando las circunstancias en que se encuentran no son de todo preferibles. Al entrar por primera vez en ‘el Laberinto’ por ejemplo, aún ignorantes de qué sucederá, ‘no dejaban de hacer comentarios jocosos para animarse,’ (GL:56) y al llegar en un desierto y una época desconocidos ‘se intercambiaron bromas sobre el aspecto más bien maltrecho que presentaba cada uno’ (GL:59). Las bromas y la risa son en esos casos un arma contra el miedo, la seriedad y la muerte, ‘porque cuanto más se reían Fisco y Jaiko más vivos estaban.’ (GL:14) Además disfrutan concientemente de los pequeños goces que ofrece la vida, como una buena comida, una manta calida después de sufrir frío, la cercanía de un cuerpo querido, un paisaje precioso adornado con canto de pájaros, una vista impresionante, la belleza de dibujos esbozados con talento, etc.

Espabilados y muy comprometidos con la vida, los protagonistas, con su entusiasmo inagotable, experimentan en ningún momento del relato pereza, pasividad o desinterés por lo que les rodea o con lo que les enfrenta. Él o ella a quien toca quedarse en la librería mientras los otros emprenden otro viaje (en el laberinto sólo caben tres) siempre protesta, porque todos tienen ganas de la aventura. Esa actitud tiene fama de ser típico para jóvenes y desaparecer con la edad, porque como dice la anciana al final: ‘como os falta experiencia para temer lo probable, aún sois capaces de creer en lo posible’ (GL:320). Y por haber hecho eso los héroes por fin reciben su recompensa. Puede que, con el ejemplo de estos jóvenes comprometidos, Savater quiere estimular a los lectores de adoptar o no perder una actitud parecida.

Los hedonistas que aparecen en la novela se retratan de manera muy positiva, como por ejemplo Oscar Wilde con su alegría y generosidad, y Pantaleón con sus historias apasionadas sobre amores y viajes. Se nota un gran contraste con los que no saben disfrutar, personificado por don Hilarión, el hermano cínico de Pantaleón, quien con sus comentarios

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amargos inspira más lástima que coraje. A él se le presenta como un pobre hombre, y por lo tanto no sorprende que caiga en manos de los psicófagos. Un pique dirigido a los adversarios del placer lo da Pantaleón, al explicar que a Oscar Wilde le encarcelaron17: ‘Los intolerantes, los puritanos, esos que no consienten que alguien pueda disfrutar con placeres que ellos no comparten…’ (GL:229); otro ejemplo de la convicción de Savater que sobre la conveniencia o la ética de placeres, cada uno debería poder decidir por su cuenta.

Luchar por una política basada en libertad y verdadLo que pasa en el estadio se puede considerar un modelo de cualquier sistema político en que las autoridades, con el pretexto de hacer feliz al pueblo, le roban toda su libertad. El poder está completamente en manos de los ‘tipos de traje azul’, es decir, los psicófagos en figura humana que toman decisiones sin que la gente tenga la mínima participación en ellas. El uso de teléfonos móviles por ejemplo se impide de un instante al otro, una medida supuestamente en beneficio del público qué así podría concentrarse mejor en el partido, pero que en realidad sirve para reducir la posibilidad de que la gente se organice y se oponga al poder.

El mensaje está claro: pese a que la gente misma, sea por ignorancia, miedo o tedio, no se da cuenta del encierro y hasta se cree pasándolo bien, lo único moralmente correcto que se puede hacer es oponerse a tal dictadura. Porque según el autor, como hemos mencionado antes, el único sistema político que merece apoyo es el que aumente las libertades de la gente en vez de reducirlas: ‘el sentido de la política es la libertad humana’ (GL:288), y que además se basa en verdades. Precisamente por eso se opone Diderot a los gobernantes de su sociedad que quieren atontar y dependizar al pueblo dejándolo en las tinieblas de la ignorancia: ‘No hay peor tiranía que la que imponen los que se aprovechan con fábulas y dogmas de la ignorancia ajena.’ (GL:96) Al argumento obvio de Fisco que meterse en política no parece tener buenas consecuencias, refiriéndose a la encarcelación, le contesta Patocka que si no lo hiciese, la política se metería con él: ‘para salvarse de ellas [las mentiras políticas como el nazismo y el comunismo] no basta desentenderse y esconder la cabeza. Contra la 17 El ‘verdadero’ Oscar Wilde, casado y padre de dos hijos, fue condenado en 1895 por tener una relación amorosa con un adolescente.

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mentira política no hay más remedio que intentar defender la política de la verdad.’ (GL:281)

Mientras Savater recomienda así a sus lectores oponerse a la política si ésta no merece su apoyo, también les advierte que eso no será fácil y que no cuenten siempre con el agradecimiento de sus semejantes. ‘Hijo, por favor, que vas a despeinarme,’ (GL:35) es la reacción de la madre al intento del hijo de salvarla, y cuando al final todos salen del estadio Sara nota que ‘no parecen sentirse salvados.’ (GL:320) La explicación viene por parte de la anciana: ‘si a una bestia de carga le quitas de pronto las alforjas que tanto le pesan, a lo mejor no te lo agradece. ¡Quizá suponga que le estás robando…! En cualquier caso, vosotros habéis hecho lo que debíais hacer. Porque tú sí que te sientes más libre, ¿verdad?’ (GL:321) Vemos aquí un punto muy significativo: la justificación de lo que han hecho los jóvenes se encuentra en su propia sensación de libertad.

Educar a los lectores: estimular a leer y pensarEl gran laberinto es sin duda un libro moral: según escritor Mikel Azurmendi incluso ‘uno de libros más morales que haya yo leído nunca de Savater’ (Azurmendi:78)18. Seguramente, al optar por un público joven, Savater pretendía contribuir a la educación de esa generación. Lo que ahora nos interesa es averiguar cómo educa el autor a sus jóvenes lectores por medio de la novela.

En primer lugar les estimula a leer, atribuyendo a los héroes del relato una pasión por los libros, explicando que ‘leyendo multiplicaban su vida y descubrían con la imaginación nuevos sentimientos, aventuras y escalofríos. Para ellos abrir un volumen era como beberse un elixir mágico que les transformaba en seres desconocidos.’ (GL:16) Igual esta metáfora recuerda a los jóvenes de hoy los videojuegos, en que también el jugador ‘cambia de alma’ y explora ‘selvas inexploradas y mares tenebrosos’; queda claro sin embargo que Savater recomienda leer como ocupación preferible. No es por casualidad que incita la curiosidad de los lectores con retazos de obras

18 Azurmendi, Mikel. ‘Savater te lleva de viaje.’ En: Claves de razón práctica. 2005, 154.

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maestras, y si se fija en que todas las sabidurías y buenas lecciones que aprenden los muchachos a lo largo del relato vienen de personajes literarios, autores y filósofos, es cierto que Savater promociona la lectura como fuente imprescindible de conocimiento y formación personal.

Segundo, estimula pensar, o mejor dicho, invita a pensar, sobre todo a través de los temas que tocan los personajes ayudantes. Son temas como la religión (habla Diderot):

‘A vos que lo tenéis todo tan claro me gustaría preguntaros si realmente creéis que Dios detesta más a quienes dudan de su existencia que a los que le describen como una especie de tirano celestial. Porque yo, perdonad la inmodestia, preferiría que se dijese ‘Diderot no existe’ a que alguien me describiera como injusto, colérico, violento, caprichoso o vengativo.’ (GL:93-94)

y la tolerancia (habla Sherlock Holmes):‘Yo no creo que todas las opiniones sean respetables: sólo las personas lo son. En cuanto a las opiniones, lo mejor es discutirlas y zarandearlas a fondo, para saber si están bien fundadas. Es la única forma de aumentar nuestro conocimiento sobre la realidad.’ (GL:205)

Esta última cita aparece casi literalmente en El valor de elegir.

Aparte de las palabras filosóficas o agudas de los personajes, también invitan a pensar un gran número de observaciones aparentemente de menor importancia para el despliegue de la historia. Véase por ejemplo una frase como ésta, sobre el estadio: ‘Estaba adornado con muchas banderitas de países reales e imaginarios (es decir, aún más imaginarios que los corrientes)’ (GL:27), o la siguiente descripción de unos anuncios:

‘automóviles que volaban por el cañón del Colorado pilotados por rubias impresionantes, televisores del tamaño de la fachada de un ministerio, frigoríficos llenos de alegres pingüinos, teléfonos móviles con más botones que la cabina de un cazabombardero, salsas de colores chillones derramadas sobre montañas de patatas fritas, detergentes capaces de volver fosforescente la ropa más guarra…’ (GL:27)

Mientras el autor ridiculiza así un poco la sociedad del hombre, en otras ocasiones subraya su esplendor, como en el caso de Venecia: ‘¡Qué cosas tan extrañas, tan imprescindibles y admirables pueden hacer los hombres cuando se lo proponen!’ (GL:244) De esta manera Savater casi exige de sus lectores un momento de reflexión sobre el mundo que habitamos.

Humanizar y humanizarse

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En la novela destacan claramente tres elementos de las reflexiones de Savater sobre elegir la humanidad’: la noción de que los humanos nos humanizamos a nosotros (o sea, que nos hacemos humanos unos a otros), la necesidad de solidaridad ante el sufrimiento de semejantes, y el afán de nunca ser ‘artificial manifactura de los otros’ (VE:177). La idea de la humanidad recíproca la pone literalmente en boca de Pantaleón: ‘A mí me parece que todas las relaciones humanas tienen siempre algo de recíproco. Los adultos cuidan de los más pequeños, pero también los pequeños protegen a sus protectores a su manera: además, nadie es adulto del todo…’ (GL:24) La capitana del barco negrero, que durante su vida ha tratado a hombres como si fuesen mercancías, se da cuenta en su lecho de muerte que ha perdido su humanidad, al enterarse de que ya nadie conoce su nombre de pila, sino que la llaman ‘la Leona Negra’.

La solidaridad con los semejantes se encuentra claramente en oponerse a la discriminación, un tema a que pasa revista en varias de las ocho etapas. La muestra más directa de la filosofía de Savater con este respecto, forman las palabras sobre la humanidad del judío Shylock y el moro Danilo, que proclaman fijarse en las razones que tenemos los humanos para vivir juntos.

‘-¿Extranjeros?- Shylock pareció a punto de enfadarse-. ¿Qué quiere decir eso? Los seres humanos nunca somos extranjeros unos para otros. (…) Lo importante no es aquello en que los hombres somos diferentes, sino lo que nos hace semejantes: nuestras necesidades y nuestro miedo, nuestra búsqueda de amistad.’ (GL:246-247)

La idea de no ser una imitación de otros es una de las moralejas del relato y se refleja a lo largo de toda la novela. Para los protagonistas, el sentido de las aventuras es construir un propio yo: ‘su yo se fabrica como toma de conciencia de la libertad en la peripecia de la acción’ (Azurmendi:78). Siendo personas originales con almas propias serán a salvo, ya que, como explica Patocka, ‘si el alma es verdaderamente tuya, nadie podrá quitártela. Pero si llevas una prestada o imitada…’ (GL:283) Y precisamente esto es el caso de las victimas de los psicófagos en el estadio.

Bello y significativo es lo contingenteLos jóvenes ya están concientes de un elemento fundamental de la filosofía de Savater, es decir que el verdadero deleite de lo bello reside en su

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contingencia. El calor acogedor de la hoguera y las mantas no les parecería tan agradable si no hubiesen pasado miedo y frío antes, y si no les esperara otros desafíos después. El caldo no estaría tan exquisito si nunca hubiese hambre. Un buen partido de fútbol que cabe en una tarde les parece preferible sobre uno que dura una semana o más, por mucho que les gusta el fútbol. Contesta el enemigo: ‘Eso no es lógico. Piénsalo bien: si algo te gusta, cuánto más tengas mejor. (…) ¡Lo importante es divertirse sin parar!’ (GL:28-29), pero los protagonistas entienden que la esencia del placer está en su duración limitada. Si fuese eterno, se acabaría lo placentero. También lo han entendido Oscar Wilde: ‘Creo que el cigarrillo es el placer perfecto: delicioso y deja insatisfecho’ (GL:222), y Lady Arundel: ‘Basta que lo poseído esté en peligro para que nos apeguemos a ello con renovado entusiasmo…’ (GL:208).

La idea de que lo contingente aporta sentido a la vida se refleja en las palabras del sabio chino Lao Zi:

‘actúa sin acción, ocúpate de desocuparte, saborea lo que no tiene sabor, ten por grande lo pequeño, ten por mucho lo poco, paga agravio con virtud. (…) emprende lo difícil partiendo de donde es más fácil, haz lo grande partiendo de donde es más menudo.’ (GL:181-182)

En vez de esperar el Sentido o la Solución, esta lección aconseja ver lo que hay, aunque parezca que no haya gran cosa, para cobrar conciencia sobre lo que nos rodea. Así, nunca dejando de percibir y razonar, podemos analizar mejor nuestros supuestos problemas y deseos; y a lo mejor descubrimos que en realidad no existen.

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5 Conclusión

El mensaje moral en los diferentes librosEn El valor de elegir Savater nos explica que la noción de la ética se basa en la libertad de elección de los seres humanos. Como no estamos completamente programados para llevar a cabo acciones específicas, necesitamos elegir acciones. Este hecho, que nos define como especie, exige valorar las diferentes opciones, estimar, reflexionar, ya que lo que procuramos es elegir bien. Simplemente, porque queremos ser felices, vivir lo mejor posible. El arte de vivir, como llama el autor la ética, es la guía que nos ayuda en este proceso interminable. La condición fundamental para poder ocuparnos de ese arte de vivir, es que seamos de verdad libres para elegir. El miedo, el prejuicio, la política que reduce libertades en vez de aumentarlas, la mentira; estos son sólo algunos ejemplos de los muchos factores que existen y que obstaculizan nuestra libertad de acción, expresión y pensamiento.

Precisamente eso es el tema principal de ambos libros que hemos estudiado: conseguir o recuperar la libertad, luchando contra estos factores impedimentos. La libertad de desarrollar nuestros propios artes de vivir, la libertad de ser libre, la libertad entonces de ser humano. Este tema destaca en A rienda suelta de manera muy básica y parcial. En el relato, Savater sólo presenta el valor de la libertad comparándola con la opresión política, es decir la libertad de optar por una política democrática y a la libertad de expresión. Motivos como librarse del miedo y del prejuicio no o apenas se plantean. En El gran laberinto el tema se ahonda mucho más. Aquí también se trata de la libertad política, pero el autor además presenta la libertad como algo personal, individual, que cada uno debe conseguir por su propia cuenta. El peor obstáculo de la libertad lo somos las personas mismas, con nuestros miedos, prejuicios y nuestra pereza, que nos impide hacernos personas auténticas con un alma propia.

En la primera de sus seis elecciones recomendadas, Savater explica que el hecho de que una verdad, como es siempre una posición, puede resultar equívoca, no quiere decir que nunca sea posible acertar. La posibilidad misma de equivocarnos implica que sí es posible. En A rienda suelta

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encontramos la semilla de esta idea, en el mensaje que hay que ser crítico ante la posible mentira. En El gran laberinto vemos lo mismo, que siempre hay que oponerse a la mentira. Aquí, además, se trata de la verdad como meta de una búsqueda individualista, para conocerse a sí mismo y al mundo en que vivimos. Hay que buscarla siempre, aunque no sepas si la encuentras jamás, y aunque te dé miedo conocerla. Por más miedo que te dé, no vas a cambiarla, y para poder cambiarla, o activamente influirla, es preciso conocerla.

La ética según Savater no es sólo el vivir bien con los demás, sino también contigo mismo. Para cuidar el propio organismo, disfrutar y así vivir mejor, optar por el placer es imprescindible. El disfrute es algo personal que tú mismo valoras, y hay que vigilar esta libertad contra las instituciones que procuran prescribir o sancionar placeres. En A rienda suelta el tema apenas tiene puntos de contacto con esa idea; el placer no se elabora como algo individual. De cierta manera lo que sí expresa el relato es el ‘carpe diem’. ‘Juguetizan’ lo que les rodea, para disfrutar más con lo que hay y además como arma contra el mal. También en El gran laberinto el juego desempeña el papel de herramienta contra el mal, sobretodo contra la incertidumbre y el miedo. Además el libro retrata los hedonistas como mejores seres humanos. No es ético impedir alma y cuerpo de disfrutar.

El tema de la política en los dos libros es el que más específicamente coincide con el ensayo filosófico, en el cual Savater recomienda, primero, preocuparse por la política, ya que pasividad implica suscribir las ideas del poder en ejercicio; segundo, optar por una política que aumenta las libertades de la gente, y, por último, oponerse a la ‘etnomanía’. En A rienda suelta la tendencia es de hecho oponerse a la política que reduce las libertades y optar por una democracia. También se opone al nacionalismo que, aunque no es lo mismo que la ‘etnomanía’, puede considerarse un peligro parecido. Luchar contra la dictadura para recuperar la libertad también es uno de los temas principales de El gran laberinto. En esta novela aparecen frases, enunciadas por personajes, que hubiera podido decir Savater en su ensayo, como las de Patocka: ‘el sentido de la política es la libertad humana’ (GL:288) y ‘Si tú no quieres meterte en política, ya se

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encargará la política de meterse contigo’ (GL:280). Las tendencias ‘etnicistas’ no aparecen en la novela como tales.

En una sociedad democrática, dice Savater, como somos todos gobernantes, es imprescindible una educación cívica que enseña la capacidad de valorar y elegir. Mientras en A rienda suelta apenas encontramos elementos relacionados con la educación cívica, en El gran laberinto la correspondencia con su filosofía es llamativa. Lo que hace la novela es estimular tanto a los jóvenes protagonistas como a los lectores a valorar y elegir, a través de (o por medio de) lectura, pensamiento y reflexión sobre el mundo. Otra vez se encuentran frases que son copias casi exactas de frases del ensayo, como ‘yo no creo que todas las opiniones sean respetables: sólo las personas lo son’ (GL:205).

Como hemos visto, elegir la humanidad según la filosofía de Savater, consiste en tres núcleos: la solidaridad ante el sufrimiento de semejantes, el respeto ante la elección libre e individual de cada uno y el nunca ser ‘artificial manifactura’ (VE:177) ni de los demás ni de nuestros propios desenfrenos tecnológicos. Relacionados con el tema de la humanidad, Savater menciona además el tratar como humanos a los humanos, para sentirse humano, y el no dar derechos humanos a los animales. Podemos concluir que la solidaridad y el respeto para la libre elección son temas bastante visibles en A rienda suelta. Los pueblerinos, pese a sus diferentes ‘backgrounds’, son solidarios como grupo ante la amenaza de los opresores y respetan el derecho a voto y expresión libres. Otro parecido con la filosofía de Savater es el acento sobre la enorme diferencia entre la vida humana y la vida animal. Lo que en A rienda suelta permanece una cosa más o menos superficial, en El gran laberinto se explica y ahonda. Se explica la reciprocidad de las relaciones humanas por medio de varios ejemplos, y se trata extensamente cada uno de los tres puntos, solidaridad, respeto y no ser una imitación.

En vez de hacer trascendentales los grandes temas y buscar la Verdad, el Amor, el Sentido con mayúscula, y vivir amargados porque nunca los hallamos, deberíamos ser concientes, según Savater, que es lo contingente que nos ofrece el verdadero sentido de estos temas. El contingente, como

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nuestra vida misma. O sea, su consejo puede resumirse como ‘no descuides lo verdadero bello y bueno en tu alcance’. En A rienda suelta no hay ninguna semejanza con esta idea; en El gran laberinto, en cambio, muy claramente. Los jóvenes tanto como algunos de los personajes históricos entienden que la esencia del placer reside en su duración limitada. Son precisamente los malos de la historia, los viles comecocos, que ofrecen el placer eterno, lo cual los protagonistas rechazan sin dudar. Hay varios ejemplos en que disfrutan justamente por que saben que el lujo de que están disfrutando es un lujo y no estuvo ni estará siempre presente.

El desarrollo de las ideasPodemos concluir que hay un desarrollo en cuanto a las ideas refractadas por los dos libros. Varios temas de la ética de Savater que en A rienda suelta sólo se toca superficialmente, como las ideas sobre la verdad y el placer, en El gran laberinto están elaborados mucho más profundamente. Otros temas, como los de la libertad y de la humanidad, juegan un papel importante en ambas obras, con la diferencia importante que en el primer libro sólo se explica una parte del tema, y que el segundo libro todas las facetas mencionadas en la filosofía pasan revista. Además, hemos visto que hay elementos de la ética que en el relato no aparecen del todo, como la educación y lo contingente, y que en la novela sí resplandecen, a veces incluso casi literalmente. El tema de la política, por último, importante en ambos libros, también expresa más literalmente las ideas del autor en El gran laberinto que en el relato.

No sólo aparecen los temas de manera más reconocible y más elaborada en El gran laberinto, además vemos que el acento en esta novela está sobre la experiencia y la reflexión personales de los temas, lo cual corresponde con la idea de Savater que formar una filosofía de la buena vida es algo que cada uno tiene que hacer individualmente. Cuando reflexionamos un momento sobre el título ya queda claro que éste refiere a mucho más que el pequeño cuarto mágico en la librería: refiere a nada menos que la parte no programada de la vida misma. Léanse como ilustración las siguientes palabras de don Pantaleón:

‘Yo creo que los seres humanos vivimos dentro de un gran laberinto, donde se entrecruzan en vueltas y revueltas el presente y el pasado, el mal y el bien, la

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nostalgia y la esperanza… Un laberinto de palabras, sensaciones, emociones y recuerdos… pero sobre todo de palabras’ (GL:52).

La trama puede considerarse una búsqueda personal e individual del arte de vivir esa compleja vida simbólica. ‘Estamos aquí pero no sabemos por qué ni para qué’ (GL:180), anota Fisco, refiriéndose al mundo donde el viaje en curso le ha llevado; sin embargo, tras pensarlo un poco mejor se da cuenta de que no sólo se refiere al respectivo viaje , sino al viaje que es la vida entera, y añade: ‘Lo que quisiéramos saber es cómo salvarnos. Y cómo salvar a quienes amamos’ (GL:180-181), o sea: cómo vivir lo mejor posible. Lo que los jóvenes protagonistas buscan, entonces, aparte de unas letras para formar una palabra, es una ética. No es sorprendente, con todo, que varios críticos han calificado el libro como manual de la ética. ‘El gran laberinto de Savater, sembrado de ideas y valores admirables, es otro excelente curso de ética’ (Fuentes:1), dice Fuentes, y Azurmendi afirma: ‘El laberinto se ha convertido en un manual de ética para el amador de aventuras’ (Azurmendi:79).

Las técnicas de comunicar las ideasLas técnicas que aplica Savater para que los libros transmitan sus ideas filosóficas, en A rienda suelta se limitan a sólo una: crear oposiciones entre lo recomendable o bueno por un lado, y lo condenable o malo por otro. Es decir, mientras los malos beligerentes mienten, los buenos disfrutan y conviven pacíficamente, una actitud que recibe retribución al final de la historia y así sirve como ejemplo. El gran laberinto implementa otras técnicas. Aquí el autor pone su filosofía directamente en boca de los sabios personajes que aparecen en la novela como ayudantes de los protagonistas, y cuyos consejos además ganan fuerza de persuasión por el estatus que tienen esos personajes, siendo héroes conocidos. También, como ya hemos mencionado antes, los protagonistas pasan por su propia búsqueda de la libertad y de la ética. Si suponemos que la actitud de los héroes de cualquier historia, representada de manera tan positiva, les parece a los jóvenes lectores una actitud atractiva, esa búsqueda constituye un buen ejemplo o estímulo para hacer lo mismo.

A pesar de que los dos libros juveniles obviamente reflejan las ideas del autor, no podemos concluir que de tal modo también las concretizan. Eso no se debe a que las ideas no estén inteligiblemente presentadas en las dos

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obras juveniles, sino más bien a que Savater ya las explica tan profundamente y de manera tan transparente en su ensayo, que no queda nada que concretizar. Se puede incluso sostener que a un filósofo popular como Savater no le hace falta escribir novelas si el fin de éstas es igual que el de los ensayos: presentarle al lector su filosofía. Tanto el relato como la novela, pues, ‘estripados’ del cargo moral, ya no son gran cosa. Las tramas demasiadas inverosímiles de ambos libros son superficiales y no logran despertar interés verdadero ni crear tensión. Los personajes no se desatan de su representación plana, lo cual, sobre todo en El gran laberinto, es un fallo. Ningún personaje de A rienda suelta logra resucitar o evocar cualquier sentimiento, y en El gran laberinto los únicos personajes que sí superan la condición dúo dimensional de las páginas, son los que no son creaciones de Savater. Los cuatro protagonistas son tan obviamente herramientas para transmitir el mensaje del libro, que su credibilidad como personajes novelescos falla. Las escasas observaciones del autor o narrador sobre los pensamientos o comportamientos de los cuatro, como el flechazo adolescente de Jaiko y la preocupación maternal de Sara por los chicos, resultan artificiosos.

Pese a todo eso, yo creo que deberíamos celebrar cada intento de convencer al prójimo de la necesidad de reflexionar sobre temas morales. Sin lugar a dudas, la literatura – y por cierto la narrativa dirigida a jóvenes - desempeña un papel imprescindible en este sentido. Quizás en el caso de Savater, cuyo mayor talento no se halla en la creación literaria, el mensaje moral llegue al lector con más fuerza de convicción cuando no está envuelto en las tramas inverosímiles de un relato infantil o una novela juvenil… Pero para asegurar tales especulaciones hará falta una investigación de otro tipo.

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Bibliografía

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Marleen de Meijere, Sevilla, Marzo - Mayo 2006

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