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La evaluación de políticas en América Latina y los procesos de integración regional. El caso ALBA

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La evaluación de políticas en América Latina y

los procesos de integración regional. El caso

ALBA

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La evaluación de políticas en América

Latina y los procesos de integración

regional. El caso ALBA

Edgardo R. Romero Fernández

Coordinador

Santa Clara, 2021

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Edición y corrección: Anabel Amil Portal

© Edgardo R. Romero Fernández y otros, 2020

© Sobre la presente edición:

Editorial Feijóo, 2020

ISBN: 978-959-312-321-1

Editorial Feijóo:

Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas

Carretera a Camajuaní km 5½, Santa Clara, Villa Clara, Cuba. CP: 54830

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ÍNDICE

Presentación…………………………………………………………………………….7

Dr. C. Edgardo R. Romero Fernández

Capítulo I Democracia, participación ciudadana y supranacionalidad como

potenciadores de los procesos de integración regional. El caso ALBA-TCP……...13

Dr. C. Edgardo R. Romero Fernández

Capítulo II Los retos de la integración para el desarrollo de la región latino-

caribeña en el actual escenario económico mundial. El caso ALBA-TCP………...44

Dra. C. Zulma D. Ramírez Cruz

Capítulo III Políticas migratorias: Una asignatura pendiente en la integración

latinoamericana……………………………………………………………………….58

MSc. Yaiset G. Arias Santos

Capítulo IV El fortalecimiento de la cooperación sobre seguridad alimentario-

nutricional entre Cuba y América Latina. Una proyección estratégica…………...87

Dra. C. Zulma D. Ramírez Cruz

MSc. Cintia González León

Capítulo V El ALBA-TCP como forma de integración necesaria y alternativa. Sus

condicionamientos, limitaciones y la apuesta al futuro……………………………109

Dr. C. Edgardo R. Romero Fernández

Sobre los autores……………………………………………………………………..143

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PRESENTACIÓN

Este libro constituye la cuarta entrega pactada del proyecto La Alianza Bolivariana para

las Américas (ALBA), sus políticas públicas y los valores fundacionales de la

integración latinoamericana y caribeña, que ha funcionado bajo nuestra coordinación

entre 2017 y 2020.

El presente texto constituye una especie de síntesis de los cuatro años del proyecto,

que tenía como uno de sus propósitos fundamentales el desarrollo de estudios que

propiciaran el fortalecimiento del proyecto ALBA-TCP, no solo desde lo teórico, sino

además desde el ámbito político práctico. La materialización de dicho fortalecimiento

puede concretarse alcanzando o contribuyendo a alcanzar algunos de los objetivos

planteados por el Programa Nacional al que tributábamos: Sociedad cubana. Retos y

perspectivas en el proceso de actualización del modelo económico y social. Estos

objetivos eran:

1. Contribuir a la conceptualización del proyecto sociopolítico de la sociedad a

construir en el marco latinoamericano y caribeño.

2. Fundamentar propuestas de políticas que garanticen un bienestar y desarrollo

social equitativo y sostenible, en correspondencia con las transformaciones y el

diseño del modelo económico y social.

3. Evaluar políticas y/o formular propuestas de políticas encaminadas al

fortalecimiento de la identidad cultural de la nación.

Dichos objetivos y los planteados en nuestra propuesta de investigación tributan a la

línea del programa denominada El modelo sociopolítico. Su funcionamiento se resume

particularmente en los acápites siguientes:

El papel económico del Estado, sus expresiones, límites y contradicciones, en las

condiciones actuales de Cuba. Dimensión e influencia de los aparatos

burocráticos en los procesos productivos y de reproducción social.

El sistema político de la sociedad cubana y los modelos de participación

ciudadana en los procesos de toma de decisiones y de control social.

Institucionalidad e instituciones, funciones y disfunciones. Los espacios de

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participación social formales e informales. Sus características y limitaciones en

la etapa actual.

Por ello, nos planteamos la indagatoria sobre las políticas públicas en torno a la

integración del ALBA-TCP, entendiendo que los resultados que se obtuviesen

constituirían un marco referencial fundamental para impulsar el desarrollo del modelo

sociopolítico y económico cubano en las actuales circunstancias.

Los objetivos de nuestro proyecto de investigación se formularon de la siguiente

forma:

Objetivo general:

Evaluar políticas públicas integracionistas del proyecto ALBA en los ámbitos

social, cultural, científico-tecnológico, educacional, etc.

Objetivos específicos:

1. Criticar las visiones y prácticas estadocéntricas en el diseño e instrumentación

de políticas públicas integracionistas.

2. Argumentar el procedimiento metodológico para evaluar políticas públicas

integracionistas en el escenario ALBA.

3. Aplicar los procedimientos de evaluación argumentados a políticas diseñadas,

implementadas y/o utilizadas en los marcos del proyecto de integración ALBA

en los ámbitos social, cultural, científico-tecnológico y educacional.

En el proceso investigativo estos objetivos se rebasaron, pues como explicamos en

otros textos ya publicados, nos percatamos de que era imposible indagar sobre los

procesos que acontecían respecto al funcionamiento del ALBA-TCP y su pérdida de

aliento en los últimos años, sin pesquisar el escenario integracionista latinoamericano

con sus condicionantes externos e internos.

El proceso investigativo de estos cuatro años propició varios resultados que deberán

tener desarrollo y aplicación en las ciencias sociales cubanas contemporáneas, si

realmente queremos dar un salto de calidad en los procesos de desarrollo del país.

Dichos resultados pueden resumirse así:

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1. Argumentación teórica de las diferencias entre política estadocéntrica, política

social y política pública.

2. Determinación de los indicadores a tener en cuenta para definir una política

pública.

3. Referentes teóricos para la evaluación de la orientación adecuada de las políticas

públicas en América Latina.

4. Balance de las aproximaciones a la evaluación de políticas públicas en América

Latina en el siglo XXI.

5. Evaluaciones y aproximaciones a la evaluación de políticas públicas concretas

en Cuba y América Latina respecto a diversos aspectos como: la educación, la

cultura, la soberanía alimentaria, el envejecimiento poblacional, el trabajo por

cuenta propia, la renovación de la administración pública, la ley de inversión

extranjera y la ciencia y la tecnología.

6. La argumentación de un marco teórico-metodológico para el diseño y la

evaluación de diseño de políticas públicas.

7. La fundamentación del vínculo entre un diseño apropiado de política pública, su

evaluación, los procesos democráticos y el desarrollo desde el ámbito local hasta

el supranacional.

8. Argumentación acerca de la necesidad de coherencia y del carácter sistémico en

el diseño e implementación de las políticas públicas en el marco del ALBA-

TCP, y de esta propia necesidad al interior de los territorios que se reúnen bajo

esta plataforma integracionista.

9. Argumentación acerca del relanzamiento de la integración regional

latinoamericana, retomando la orientación de los valores fundacionales de la

misma y utilizando la metodología de diseño, implementación y evaluación de

las políticas públicas integracionistas que fue argumentada y aplicada durante la

indagación del presente proyecto de investigación.

Dichos resultados aparecen expuestos en los siguientes libros (producidos de manera

colectiva en el marco del proyecto):

1. Edgardo Romero (coord.): Políticas públicas. Teoría y práctica en el escenario

latinoamericano, Editorial Feijóo, Santa Clara, 2018. ISBN: 978-959-312-175-0.

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2. Edgardo Romero (coord.): Evaluación de políticas públicas en América Latina,

Editorial Feijóo, Santa Clara, 2019. ISBN: 978-959-312-319-8.

3. Edgardo Romero (coord.): Evaluación y diseño de políticas públicas.

Democratización y desarrollo, Editorial Feijóo, Santa Clara, 2020. ISBN:

978-959-312-320-4.

4. Edgardo Romero (coord.): La evaluación de políticas en América Latina y los

procesos de integración regional. El caso ALBA, Editorial Feijóo, Santa Clara,

2021. ISBN: 978-959-312-321-1.

Sobre el último texto, que es el que hoy presentamos, hay que destacar que en él se

puede apreciar que el tratamiento de diferentes temas, como la evaluación de políticas,

se ha hecho más desde visiones estadocéntricas y asistencialistas que desde visiones

integracionistas, y ello ha repercutido negativamente en los procesos de cooperación

para el desarrollo en la región.

En el primero de los trabajos que se exponen, se profundiza en cuestiones esenciales

para potenciar la integración regional en América Latina y en el ALBA-TCP

específicamente. Entre estos temas destacan: la democracia como forma de gobierno

imprescindible, la participación ciudadana protagónica como elemento central de esa

forma de gobierno, y la supranacionalidad como mecanismo necesario para la

estabilidad regional.

En el segundo trabajo se abordan los retos de la integración para el desarrollo de la

región latino-caribeña en el actual escenario económico mundial; en este se destaca la

coexistencia con otras plataformas integracionistas en la región que van prácticamente

en una dirección contraria a la del ALBA-TCP, pero con las que hay que procurar vías

de comunicación.

En un análisis aparte, se plantea otro de los retos de la integración regional y de la

integración del ALBA-TCP en particular: la elaboración de una política integrada para

la migración, en una región que por excelencia es emisora de migrantes hacia los

Estados Unidos.

El cuarto trabajo puesto a disposición de los lectores parte del reconocimiento de

algunos avances y desafíos en el programa de soberanía alimentaria y nutricional (SAN)

para Cuba, los países del ALBA y el resto de Latinoamérica y el Caribe, destacándose

las líneas estratégicas para el fortalecimiento de la cooperación en materia de seguridad

alimentaria y nutricional entre Cuba y el resto de América Latina y el Caribe.

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Por último, se concluye con un análisis crítico del funcionamiento del ALBA-TCP y

las circunstancias que lo han condicionado, así como las reflexiones que pueden

extraerse de ello y las acciones que es preciso asumir en diferentes dimensiones para

lograr el avance de los países que integran este bloque con el conjunto de la región y el

máximo bienestar posible de sus ciudadanos.

Esperemos que estos aportes sean de utilidad a la comunidad académica cubana y a

la internacional, y que propicien nuevos acercamientos y reflexiones sobre los asuntos

aquí abordados.

DR. C. EDGARDO R. ROMERO FERNÁNDEZ

Santa Clara, 18 de octubre de 2020

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Capítulo I Democracia, participación ciudadana y supranacionalidad

como potenciadores de los procesos de integración regional. El caso

ALBA-TCP

Dr. C. Edgardo R. Romero Fernández

En el I Congreso Latinoamericano de integración regional y desarrollo sostenible,

celebrado en Bogotá entre el 21 y el 22 de junio de 2018, al hacer el balance del estado

de los procesos de integración en la región, se afirmaba:

[…] la integración latinoamericana y caribeña, pasó en la década de los

noventa de un regionalismo cerrado y proteccionista de décadas anteriores, a

un regionalismo abierto de economía de mercado y de inserción en la

economía global, fundamentado en acuerdos regionales y organizaciones

multilaterales […] Pero el regionalismo abierto implicó un freno a la

armonización de políticas y a la construcción de mercados comunes

previstos en los procesos de integración.

Los ajustes a comienzos del siglo XXI hechos por los gobiernos denominados

progresistas, de un regionalismo postliberal o posthegemónico; no sólo

reorientó los procesos de integración hacia lo político y lo social, sino que en

casos como el ALBA y algunos integrantes del MERCOSUR, planteó un

modelo neoproteccionista, de desarrollo endógeno y antiimperialista, que

dividió ideológicamente la integración en América Latina.1

Con dicha afirmación se estigmatizaba el proceso de integración iniciado por Cuba y

Venezuela en 2004 y continuado por otros países de la región, que si bien no es un

modelo totalmente exitoso, es una alternativa necesaria y posible en el escenario

latinoamericano. Al estigmatizarlo como proceso divisor, lo marginaba, pero no solo lo

1 Edgar Vieira: «Reflexiones del coordinador general del GRIDALE en la instalación del I Congreso

Latinoamericano de Integración», Derecho y Economía de la Integración (6): 15-19, dossier del Primer

Congreso de GRIDALE, España, 2018.

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marginaba a él, sino también a todo el esfuerzo unionista o integracionista que en un

sentido amplio se ha venido realizando en América Latina y el Caribe desde los

procesos independentistas del siglo XIX, fundamentado no solo en el valor de

independencia, sino además en el de justicia social.2

Este tipo de perspectiva es muy peligroso, pues los juicios que se hacen desde ella

terminan, aun sin proponérselo, tergiversando la realidad a transformar, como ocurrió en

la cita ya señalada. Luego de hacer una acertada observación sobre las dificultades

actuales de la integración latinoamericana en sentido general, uno de los coordinadores

de los grupos de trabajo del citado evento, ofreció una apreciación para atenuar las

dificultades, planteando como algo meritorio lo siguiente: «Se debe señalar, no

obstante, que la posición de Ecuador frente al ALBA se ha modificado durante el

gobierno de Lenin Moreno, que ha optado por alejarse del bloque bolivariano».3

Y es que ese tipo de análisis presentista o cortoplacista sobre la integración

latinoamericana no ayuda a avanzar en su consecución, pues si lo no es, parece

políticamente motivado, y desde el punto de vista teórico-metodológico se torna

improcedente respecto a la integración latinoamericana y caribeña, pues supone que ella

es solamente medio y no fin. Sin embargo, el proceso unionista de Miranda, Bolívar,

Martí y otros tantos, tenía el propósito histórico de salvar a la «América nuestra» de los

voraces apetitos de las potencias imperiales de la época, que pretendían someter nuestra

región según sus necesidades de desarrollo, desconociendo las nuestras.

Por tanto, hacer valoraciones de suma y resta de países en el multivariado y

fraccionado entorno regional latino-caribeño, no propicia la integración regional en su

doble carácter de fin y de medio, que es lo que puede realmente salvar el proceso

integracionista regional de la crisis en que se encuentra. Ello se debe a que existen

demasiadas plataformas integracionistas y desde el punto de vista técnico la

fragmentación o desunión de los procesos integracionistas latinoamericanos y caribeños

se manifiesta en primer lugar a través de un contrasentido: a más intentos

2 Edgar Romero: «La evolución de la idea de justicia en el pensamiento político del movimiento

emancipador americano», JURIS, 29 (1), Universidade Federal de Rio Grande do Sul, Rio Grande do Sul,

2019.

3 José Briceño: «Razón de ser de la integración y conceptualización de un nuevo marco teórico de la

integración de América Latina y el Caribe», Derecho y Economía de la Integración (6): 21-33, dossier del

Primer Congreso de GRIDALE, España, 2018.

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integracionistas, menos integración, pues como sostienen algunos autores, el exceso de

plataformas integracionistas ha perjudicado una real integración en el subcontinente.4

Por eso no puede ser un alivio o darnos satisfacción el hecho de que un país abandone

una plataforma para unirse a otra, pues con ello no se logra la unidad estratégica del

subcontinente, no se logra la integración que hace valer lo latino-caribeño, la que

realmente lo promueve y desarrolla. Asimismo, no permite lograr una integración que

provea de sentido identitario la vida de los pueblos que habitan en la región, que

permita preservar y desarrollar sus raíces culturales y enfrentar con éxito los procesos

de colonialismo y neocolonialismo cultural, político y económico.

La integración constituye además un instrumento para el desarrollo económico, y

lógicamente será entendida como exitosa, cuando además de lograr la unidad estratégica

ante injerencias foráneas, permita la solución de necesidades concretas en el ámbito

económico y social de las poblaciones que habitan la región. El bienestar material de las

personas es fundamento para su desarrollo pleno.

De tal forma, si la integración regional la asumimos dialécticamente, es decir, como

fin y medio al mismo tiempo, tenemos que plantearnos como cuestionamientos

centrales a dicho proceso las siguientes interrogantes: ¿cuáles y/o cómo son los

mecanismos que pueden hacerlo funcionar? y ¿cuál es el estado de esos mecanismos

hoy?

Como hipótesis de trabajo se defenderá la idea de que esos mecanismos son, al

menos, tres: la democracia, la participación ciudadana y la supranacionalidad. Estos tres

mecanismos deben actuar transversalmente y de manera sistemática respecto al proceso

de integración regional en su doble sentido: como fin y como medio.

Por ello se abordará el estado de estas cuestiones en la América Latina actual, con una

mención especial acerca del caso ALBA-TCP, ya que esta es una plataforma

integracionista que ha sido tildada de divisionista por razones ideológicas.

4 Ver: Roberto Bouzas, Pedro Da Motta Veiga y Sandra Ríos: «Crisis y perspectivas de la integración en

América del Sur», en Ricardo Lagos (comp.), América Latina: ¿integración o fragmentación?, pp. 319-

347, Edhasa, Argentina, 2008; Peter Birle: «Las dificultades de América Latina para convertirse en un

verdadero actor internacional», Nueva Sociedad (214): 143-151, Venezuela, mar.-abr., 2008 (disponible

en: https://nuso.org/articulo/las-dificultades-de-america-latina-para-convertirse-en-un-verdadero-actor-

internacional/).

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1. La democracia como mecanismo necesario a la integración y al ser

nuestroamericano

Como dice Giovanni Sartori (1989), existen definiciones y tipos de democracia muy

diversos, y para lograr una evaluación del funcionamiento de esta forma de gobierno, se

hace necesario consensuar las definiciones y luego contrastarlas con la práctica concreta

del ejercicio democrático.

El presente texto no hurgará en las definiciones de democracia, ya que este concepto

posee un sustrato clasista que en el plano teórico se ha expresado en las diversas teorías

sobre democracia, y en el ámbito de la práctica se ha manifestado en disímiles formas

del ejercicio del poder desde el gobierno, supuestamente en nombre del pueblo. Se

tratará, eso sí, de vincular la democracia a las necesidades de las grandes mayorías,

tomando como inspiración la famosa frase de Abraham Lincoln en su discurso de

Gettysburg en 1851 (incluso con la crítica que sobre la misma ha hecho el propio

Sartori). Sin embargo, si obviamos que la democracia es «para el pueblo», o sea, en

función de resolver las necesidades del mismo, ¿por qué estarían interesados los

miembros de ese pueblo en elegir a unos gobernantes que no los apoyarán?

La argumentación sobre los puntos de vista que proponemos para analizar la

democracia en América Latina estará dividida en dos partes: una que abordará la

necesidad del ejercicio democrático, y otra que abordará su posibilidad en el

subcontinente latinoamericano en pleno siglo XXI.

La categoría necesidad alude a carencias materiales o espirituales de los seres

humanos. Las formas de explotación, marginación y segregación son fuentes

generadoras de insatisfacción respecto a necesidades humanas fundamentales como: la

subsistencia, la protección, el reconocimiento, el afecto, etc.5 Dichas insatisfacciones

poseen como base causal la desigualdad y la inequidad social, por lo que en un análisis

sobre la democracia, habría que referirse naturalmente a su relación con el grado de

desigualdad existente en un escenario histórico-concreto. El escenario concreto que se

analizará es el de Latinoamérica en el siglo XXI, por lo que se abordará la relación

democracia-desigualdad en dicho escenario.

5 Manfred Max-Neef: Desarrollo a escala humana. Conceptos, aplicaciones y algunas reflexiones, pp.

41 y 54, Editorial Nordan-Comunidad, Montevideo, 1994.

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Según OXFAM (2016) y CEPAL-OPS (2020), América Latina sigue siendo la

región más desigual del mundo en ingresos y activos. En otras palabras: es la región

donde la brecha entre la minoría rica y la mayoría pobre es más extrema, situación que,

tal y como señala un articulista del País Internacional, genera amplios movimientos de

protesta, pedidos de renuncia a gobernantes y rechazo a las políticas del FMI para la

región.6 Región que, según las previsiones de CEPAL, aún decrecerá en más del 9 %

del PIB en lo que resta de 2020.7 Además, el informe de OXFAM señalaba, ya en 2016,

que la desigualdad en la región latinoamericana «[…] es endémica y aparece en

prácticamente todas las dimensiones».8

La desigualdad no solo es un problema por sí misma, sino que también aumenta sus

efectos negativos porque interactúa con otros fenómenos. Los altos niveles de

desigualdad agudizan la pobreza y reducen la calidad de vida de la población. Además,

afectan la cohesión social, porque en unión de otros males como la corrupción y la

violencia reducen la calidad institucional y aumentan la conflictividad social.

Como plantea Atilio Borón (2003), la distribución desigual de la riqueza es un

problema antiguo en Latinoamérica y el Caribe, ya que su origen está dado por la forma

de explotación colonial impuesta al subcontinente. Sin embargo, hay evidencias que

indican que desde los años setenta ese fenómeno se ha agudizado en toda la región,

como consecuencia de la crisis de la deuda de los años ochenta y de las políticas

neoliberales implicadas por los planes de ajuste estructural.

Las políticas neoliberales de ajuste estructural implican una depauperación de la vida

cotidiana de las personas y se orientan por un lado a precarizar cada vez más unas

condiciones desiguales de existencia que destruyen literalmente la vida humana y su

entorno,9 mientras que por otro lado necesitan mantener un statu quo que permita a las

clases acomodadas continuar explotando a placer al resto de la sociedad en función de

seguir incrementando sus ganancias.

6 Javier de la Fuente: «La desigualdad moviliza a América Latina», El País Internacional, 27 de octubre

de 2019, disponible en: https://elpais.com/internacional/2019/10/26/america/1572112346_368643.html

7 Ibídem, p. 3.

8 Ibídem, p. 4.

9 Camilo Valqui Cachi y otros: Nuestra América: complejidad y unidad dialéctica de la humanidad y la

naturaleza en el siglo XXI, Editorial Eón, México, 2016.

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El segundo elemento mencionado para el sustento de las políticas neoliberales

implica un modelo de conducción de los asuntos sociales que se denomina

«democrático» por los teóricos y políticos de derecha, e incluso por autores y políticos

que se autodenominan de izquierda, pero que entienden la democracia como una

técnica, es decir, como el acatamiento de ciertos mecanismos establecidos por el

mainstream occidental acerca de la democracia, sin importar si esa forma de gobierno

responde o no a las necesidades de los más pobres, de los grupos marginados, de las

regiones más desfavorecidas del país, etc.

Aun así, notables autores (a los que no puede tildarse de marxistas, ni izquierdistas o

revolucionarios) asumen que la democracia como expresión de la organización del

poder político y como forma de gobierno, está en crisis. A partir de ello, la primera

parte de nuestro análisis se orientará a valorar si lo que se considera crisis por estos

especialistas tiene lugar en la Latinoamérica contemporánea.

Para Ralf Dahrendorf (2008), no hay dudas acerca de que la democracia que

conocemos como expresión del Estado liberal, está sujeta a serios cuestionamientos que

hacen necesario repensar su concepción: «Yo diría que ya hemos entrado en una fase

que podría definirse como post democracia, pero esto no nos exime de trabajar en la

construcción de una “nueva democracia”, sino más bien nos obliga a ello».10

Por su parte, Sheldon Wolin (2004) considera la democracia como una condición

efímera, y señala que el problema de la misma es que sucumbe a las redes corporativas

en sectores organizados que representan los intereses de grupos que son protegidos por

encima del pueblo. Por eso denomina al Estado burgués contemporáneo como Estado

posdemocrático y posrepresentativo.11 Evidentemente, la diferenciación entre grupos de

intereses antagónicos hace imposible el funcionamiento de mecanismos que tienen el

propósito de la búsqueda del bien común, lo cual, según Wolin, es el objetivo de la

democracia.

Según Norberto Bobbio (1985), la democracia en crisis se nos plantea como un

modelo en el que los mecanismos tradicionales se muestran débiles para garantizar el

equilibrio de sus estructuras. «El método democrático es el sustituto funcional del uso

10 Ralf Dahrendorf: Después de la democracia: Entrevistado por Antonio Polito, p. 8, Editorial Crítica,

Barcelona, 2002.

11 Sheldon Wolin: Politics and Vision. Continuity and Innovation in Western Political Thought, p. 601,

Princeton University Press, New Jersey, 2004.

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de la fuerza para la solución de los conflictos sociales».12 Por tanto, si no funciona así,

hay que hablar de un quiebre de la democracia, de la institucionalidad democrática. El

politólogo italiano insiste asimismo, estableciendo una pauta metodológica, en que las

amenazas a la democracia provienen de tres causas fundamentales: la ingobernabilidad,

la privatización de los espacios públicos y el poder oculto.13

Si aplicamos estas observaciones a la situación actual del subcontinente

latinoamericano y caribeño, veremos reflejada la crisis de la democracia en su máxima

expresión, pues como plantea Gauchet (2008), se puede hablar de crisis de la

democracia cuando hay resistencia de los sectores de abajo a los gobiernos establecidos,

resistencia que puede llegar a situaciones extremas.14

En la actualidad, la región latinoamericana y caribeña se ha tornado la más inestable a

nivel mundial. La receta neoliberal de privatizaciones y endeudamiento indicada por el

FMI y asumida sin rechistar por varios gobiernos de la región, desató en el segundo

semestre de 2019 una ola de estallidos sociales con movilizaciones sin precedentes en

países como Chile o Colombia, y el relanzamiento de la protesta social en países como

Argentina, Panamá o Ecuador. A eso habría que agregar la anterior movilización

popular en Honduras o Haití, y las movilizaciones más esporádicas, pero

fundamentales, en Brasil, y más recientemente, las movilizaciones ante el golpe de

Estado en Bolivia.15

En todos los casos, la ingobernabilidad de la que nos habla Bobbio, la provocaron

«los de arriba» cuando intentaron aumentar el nivel de explotación al que ya estaban

12 Norberto Bobbio: «La crisis de la democracia y la lección de los clásicos», en Norberto Bobbio,

Giuliano Pontara y Salvatore Veca, Crisis de la Democracia, p. 12, Editorial Ariel S.A, Barcelona, 1985.

13 Ibídem, p. 14.

14 Por ejemplo, durante las protestas sociales de este año en Chile, miles de personas han recibido heridas

y más de doscientas han perdido (al menos parcialmente) la visión por las heridas recibidas en sus ojos,

debido a los balines disparados por carabineros. (Ver: «Chile. Superan los 2 mil 800 heridos por la

represión durante las protestas», Resumen Latinoamericano, disponible en:

http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/11/26).

15 Sobre todos estos casos existe abundante material en: Resumen Latinoamericano

(http://www.resumenlatinoamericano.org/2019 y http://www.resumenlatinoamericano.org/2020) y en La

Jornada, disponible en: https://www.jornada.com.mx/2019 y https://www.jornada.com.mx/2020.

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sometidas las masas populares.16 En el caso del año 2019, los gobiernos entreguistas de

la región, además de ampliar impuestos y recortes fiscales, fueron directamente a los

bolsillos de los trabajadores, promoviendo reformas laborales que perjudicaban

ampliamente a las grandes mayorías17 y hacían caer los efectos de la crisis sobre los

trabajadores asalariados del campo y la ciudad y sobre los pequeños y muy pequeños

empresarios. Consecuentemente, estos protestaron de forma espontánea y masiva, pero

como la respuesta de la clase dominante no fue el diálogo (y donde hubo algo semejante

consistió en un intento de aplacar las masas a través de la manipulación), la reacción

espontánea comenzó a tomar cuerpo y a convertirse en una lucha clasista a través de la

cual quedó claramente establecida la contradicción entre explotados y explotadores, sin

oportunidad para la reconciliación o el compromiso de clases.

Dicha situación expresa la aparición en nuestra América, de manera simultánea, de lo

que Vladimir I. Lenin llamó «situación revolucionaria» (1973).

Para Lenin, la situación revolucionaria se compone de tres elementos objetivos:

1. La «crisis de las alturas».

2. La «crisis de los de abajo».

3. El incremento del activismo político de las masas.18

En el primero de los casos, Lenin enfatiza en que no basta con que los de abajo no

quieran seguir viviendo como hasta entonces, es preciso que los de arriba no puedan

seguir dominando del modo en que lo han estado haciendo. «Una crisis de la política de

la clase dominante [dice Lenin] abre una grieta por la que irrumpen el descontento y la

indignación de las clases oprimidas».19

El segundo de los elementos argumentados por Lenin también responde

fehacientemente a los acontecimientos de rebeldía popular que tienen lugar en

16 Ver, por ejemplo: «Argentina. Un sondeo revela que la mitad de la población no tiene acceso al agua,

gas o cloacas», Resumen Latinoamericano, disponible en:

http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/11/08.

17 Manuela d’Ávila: «El Gobierno de Bolsonaro es un Gobierno de muerte», Resumen Latinoamericano,

disponible en: http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/06/08.

18 Vladimir I. Lenin: «La bancarrota de la II Internacional», en Selección de textos de Carlos Marx,

Federico Engels y Vladimir I. Lenin, t. III, pp. 107-108, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1973.

19 Ibídem, p. 108.

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Latinoamérica en 2019 y se extienden a 2020. Así lo define el revolucionario ruso:

«Una agravación superior a lo habitual de la miseria y las penalidades de las clases

oprimidas».20

Por último, el tercer elemento se refiere directamente a la protesta social, a la

participación en el campo de la política de aquellos que habitualmente no participan:

Una intensificación considerable por las razones antes indicadas de la

actividad de las masas, que en tiempos «pacíficos» se dejan expoliar

tranquilamente, pero que en épocas turbulentas son empujadas tanto por la

situación de crisis en su conjunto, como por las «alturas» mismas a una

acción histórica independiente.21

Las «alturas» dieron una respuesta antidemocrática a las demandas sociales, porque

no son demócratas, porque el sistema capitalista transnacionalizado y su modelo

económico de moda, el neoliberalismo, no están diseñados para la participación de las

mayorías ni en beneficio de las mayorías. La democracia como simple aplicación

técnica es insuficiente para la búsqueda del bien común. La democracia solo puede ser

funcional en nuestro tiempo si se organiza en torno a valores que privilegien una

conducción de los procesos sociales de manera compartida y corresponsable.

Por eso, para algunos autores es preciso hablar de democracia desde abajo.22 Del

mismo modo, se necesita una redefinición de la democracia donde se encuentren

concebidos como parte, más que representados, los de abajo, con lo cual se plantea la

participación popular como condición necesaria para una democracia posible.

2. La participación popular y la posibilidad de la democracia en América Latina

El elemento central de cualquier democracia es la participación popular. Esta idea es

recalcada por Bobbio (1986) cuando afirma que: «Un régimen democrático es un

20 Ídem.

21 Ídem.

22 Carlos Alonso y Jorge Alonso: En busca de la libertad de los de abajo: la demoeleuthería, Universidad

de Guadalajara, Guadalajara, 2015.

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conjunto de reglas procesales para la toma de decisiones colectivas en el que está

prevista y propiciada la más amplia participación posible de los interesados».23

Las posibilidades del cambio democrático participativo en nuestras sociedades se

sustentan en varios elementos que tienen que funcionar como sistema.

En tal sentido habría que remontarse al pensamiento político de algunos de nuestros

próceres que de manera clara, aun sin utilizar directamente la denominación de

democracia, sí argumentaron los fundamentos de la gobernabilidad en nuestra América.

Entre ellos uno de los más significativos para la práctica política latinoamericana es

José Martí.

El pensamiento de Martí no solo posee una clara intención independentista, sino que

tuvo un alcance latinoamericanista y por tanto universal; su comprensión y

recomendaciones sobre el ejercicio de gobierno para nuestros pueblos de América

constituye un sólido núcleo metodológico para la construcción y la convivencia

democrática en nuestra América.

[…] el buen gobernante en América no es el que sabe cómo se gobierna el

alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su país, y

cómo puede ir guiándolos en junto, para llegar, por métodos e instituciones

nacidas del país mismo, a aquel estado apetecible donde cada hombre se

conoce y ejerce, y disfrutan todos de la abundancia que la Naturaleza puso

para todos en el pueblo que fecundan con su trabajo y defienden con sus

vidas. El gobierno ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser del

país. La forma del gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país.

El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país.24

En este pensamiento martiano podemos constatar la necesidad que le atribuye al

conocimiento del pueblo y a la construcción conjunta y equilibrada de la nueva

sociedad. Asimismo, es constatable en este pequeño fragmento del contundente ensayo

«Nuestra América» la negativa a importar modelos, el rechazo a implantar modelos que

no se ajusten a las características de cada país.

23 Norberto Bobbio: El futuro de la democracia, p. 9, Fondo de Cultura Económica, México, 1986.

24 José Martí: «Nuestra América», Obras Completas, t. 6, p. 17, Editorial Ciencias Sociales, La Habana,

1975.

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Por otra parte, en ese propio texto Martí hace referencia a los peligros externos para la

consolidación de las repúblicas latinoamericanas. Dichas amenazas se aprovechan de

males que hoy, según Bobbio, serían la «ingobernabilidad» y la «privatización del

espacio público», a lo que habría que añadir el manejo corrupto de los gobiernos.

Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él

quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan

en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de

los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota

encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire

dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de

despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza,

sino con las armas de almohada, como los varones de Juan de Castellanos:

las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más

que trincheras de piedra.25

Por eso, como elemento adicional Martí insiste en la unidad latinoamericana para

poder consolidar ese mundo nuevo, deseado y favorable para todos.

Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa

cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la

luz, o la tundan y talen las tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila,

para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de

la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las

raíces de los Andes.26

También insiste Martí en la necesidad de cultivar las mentes para la conducción

científica de los procesos de edificación de la sociedad nueva, y así lo expresa:

En pueblos compuestos de elementos cultos e incultos, los incultos

gobernarán por su hábito de agredir y resolver las dudas con su mano allí

25 Ibídem, p. 15.

26 Ibídem, p. 16.

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donde los cultos no aprendan el arte de gobierno. La masa inculta es, y

tímida en las cosas de la inteligencia, y quiere que la gobiernen bien; pero si

el gobierno le lastima, se lo sacude y gobierna ella. ¿Cómo han de salir de

las universidades los gobernantes, si no hay universidades en América donde

se enseñe lo rudimentario del arte del gobierno, que es el análisis de los

elementos peculiares de los pueblos de América? A adivinar salen los

jóvenes al mundo, con antiparras yanquis o francesas, y aspiran a dirigir un

pueblo que no conocen. En la carrera de la política habría la entrada a los

que desconocen los rudimentos de la política. El premio de los certámenes

no ha de ser para la mejor oda, sino para el mejor estudio de los factores del

país en que se vive. En el periódico, en la cátedra, en la academia, debe

llevarse adelante el estudio de los factores reales del país. Conocerlos basta,

sin vendas ni ambages; porque el que pone de lado, por voluntad u olvido,

una parte de la verdad, cae a la larga por la verdad que le faltó, que crece en

la negligencia, y derriba lo que se levanta sin ella. Resolver el problema

después de conocer sus elementos, es más fácil que resolver el problema sin

conocerlos. Viene el hombre natural, indignado y fuerte, y derriba la justicia

acumulada de los libros, porque no se la administra en acuerdo con las

necesidades patentes del país. Conocer es resolver. Conocer el país, y

gobernarlo conforme al conocimiento, es el único modo de librarlo de

tiranías.27

De tal modo, siguiendo a Martí, educarse y conocer para participar, y participar en

unión y respeto para prevenir las amenazas que provienen del exterior, son elementos

esenciales para la construcción en democracia de las sociedades latinoamericanas y

caribeñas.

¿Pero hasta dónde estos requerimientos martianos se han cumplido en la América

Latina y el Caribe contemporáneos?

27 Ibídem, p. 19.

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2.1 Democracia, participación y políticas públicas

El concepto de participación auténtica ampliamente difundido, propuesto por Gary

Anderson (2002), pone el acento en:

[...] el resultado visible y verificable de procesos, mecanismos e instancias

de participación que tienen efectos directos e indirectos, previstos y no

buscados, en la esfera de toma de decisiones relativas a la determinación de

prioridades de política; el diseño, desarrollo y gestión de programas de

política; el seguimiento y monitoreo de una política determinada; y/o el

control del proceso y la evaluación de los resultados de la implementación de

una política dada.28

¿La mayor eficacia en el combate a la desigualdad está asociada a la participación

directa de la ciudadanía en todo el proceso de las políticas públicas? ¿Qué tan amplia es

o puede llegar a ser esta participación y cómo puede impulsarse? ¿Cuál debe ser el

papel y qué podemos esperar de los partidos políticos, los movimientos sociales o las

organizaciones de la sociedad civil? ¿Qué podemos esperar también de los mecanismos

de representación institucional, como las diputaciones o legislaturas, o de una amplia

variedad de nuevos mecanismos de representación social que han surgido en varios

países latinoamericanos, como los concejos de salud y educación, los presupuestos

participativos o la «silla vacía»? ¿Cómo traducir y agregar las reivindicaciones locales

en grandes reivindicaciones nacionales y en políticas públicas coherentes con la

dialéctica de lo nacional, lo regional y lo local por una parte, y con la dialéctica que

entraña la relación Estado-sociedad civil por otra?

Al enfrentar estas interrogantes se parte de la convicción de que en América Latina

se debe aplicar la máxima del maestro Simón Rodríguez: «O inventamos o erramos»,

pues los modelos foráneos en la gran mayoría de los casos no son aplicables a nuestras

realidades, ya que no responden a nuestras necesidades.29 Por otra parte dichos modelos

28 Gary Anderson: «Hacia una participación auténtica: de-construcción de los discursos de las reformas

participativas en la educación», en Mariano Narodowski, Milagros Nores y Myrian Andrada, Nuevas

tendencias en políticas educativas: Estado, Mercado y Escuela, p. 147, Granica, Buenos Aires, 2002.

29 Edgar Romero: Desafíos de la ciencia política en América Latina. Contribuciones al debate, pp. 25-27,

Editorial Feijóo, Santa Clara, 2018.

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ya están rebasados históricamente, incluso en el ámbito internacional,30 y apenas son

funcionales para la minoritaria élite plutocrática del capitalismo transnacionalizado

actual.

Las políticas públicas, en la acepción de lo público como lo transparente, lo que es de

dominio de todos y en donde se es parte, permitirían avanzar y consolidar, a través de

procesos de amplia participación popular, la construcción de mecanismos de regulación

social más «democráticos». Sin embargo, al igual que en lo concerniente a la

democracia, no existe en América Latina y en el mundo en general un consenso sobre

qué entender por política pública.

Amén del asunto de las traducciones equívocas desde la lengua inglesa, que han

originado muchas dificultades para diferenciar y expresar correctamente el quehacer

político de los gobiernos,31 las políticas públicas (policy) se originan porque las formas

de hacer política aparecidas con el Estado burgués moderno ya estaban rebasadas.

Habitualmente se identifica lo público con lo estatal, pero eso es incorrecto al menos

en dos sentidos.

Lo estatal puede ser no público (no publicable, secreto, cuando se trata de actividades

relacionadas con la seguridad del Estado, cuando se responde a cierta «razón de

Estado»).

Por su parte, lo local es público en la medida en que para su sustento y preservación

se apela a mecanismos de construcción colectiva y de participación de actores diversos,

interesados en el progreso de un territorio específico.

Ya los griegos entendieron lo público como el escenario para actuar y argumentar en

colectivo. Todo aquello que no fuese colectivo, eran asuntos que no trascendían a lo

público, y por tanto estaban reservados a otra esfera, llámese privada o familiar.

Dando continuidad a estas ideas, ya en Roma el espacio público, común o estatal, se

diferenciaba de la acción pública (política) y aparece una distinción respecto a lo

público, referente a la distinción entre lo común y lo compartido. Lo común está, lo

compartido se construye. El espacio público no significa nada sin la acción pública.

30 Edgar Romero: «Los movimientos sociales y la crisis de la forma tradicionalista de hacer política.

Consideraciones críticas», Perspectiva, 17 (3): 267-273, Universidad Guillermo Urrielo, Perú, 2016.

31 Cfr.: André Noel Roth: Políticas públicas: Formulación, implementación y evaluación, Ediciones

Aurora, Bogotá, 2017.

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Lo público entendido como acción colectiva de los interesados en un proceso, en un

proyecto, posee un claro basamento político al ser la política actividad discrecional de

actores sociales en defensa de sus propios intereses. Por tanto, desde una dimensión

etimológica y en el ámbito práctico, política pública es una resultante de la acción

colectiva y supone la participación de los involucrados.

Es por ello que la política pública no es cualquier política de Estado o de gobierno.

Las políticas de Estado, o basadas en la «razón de Estado», aluden a la necesidad de

sobrevivencia ante amenazas externas, catástrofes, etc. Son políticas estatales, pero sería

mucho mejor llamarle estatistas, pues se orientan a la preservación del cuerpo político

llamado Estado y no a territorios o grupos de población concretos.

Por otro lado, la llegada al poder de la burguesía en la modernidad capitalista condujo

a la aparición de políticas sociales con el objetivo de mantener y salvaguardar el orden

de cosas burgués.

Las políticas sociales, para lograr su objetivo de control e integración, no podían ser

de otra forma que asistencialistas, y al igual que las políticas de Estado, verticalistas.

Asimismo, el objetivo de la integración social no era integrar la sociedad en su

conjunto, sino que los individuos tuvieran que integrarse a un orden social

preestablecido de índole burgués-capitalista, lo que condicionó que las políticas sociales

fueran además diferenciadoras (marginadoras).

La noción de política pública surge en Estados Unidos en los años cincuenta en busca

de eficacia y eficiencia para el gasto gubernamental, para lo cual, al menos en teoría, se

hacía imprescindible la participación de expertos y beneficiarios en el diseño e

implementación de la política.

Muchos cultores de la teoría y/o la práctica de las políticas públicas no hacen caso de

los dos elementos arriba señalados. Según el experto mexicano Luis Aguilar Villanueva

(1997), ello conduce a la siguiente reflexión:

No se puede calificar estrictamente como pública una política gubernamental

que de entrada se descalifique o boicotee por el conjunto o la mayoría de los

ciudadanos, debido a que no están convencidos de los medios, agentes y

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fines del curso de acción decidido por el gobierno con el propósito de

resolver los problemas y las demandas planteados por ellos.32

En correspondencia con la afirmación anterior, no tiene sentido ninguno plantear que

es pública una política que dé la espalda a las necesidades e intereses de la población en

función de quien ejerce el gobierno.

Lamentablemente, los gobernantes latinoamericanos del siglo XXI no se orientan

hacia la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales de los pueblos para

quienes gobiernan, lo que se hace especialmente evidente en la ola de protestas sociales

desatada en la región contra los paquetazos neoliberales; o bien se orientan hacia ellas,

pero sin los conocimientos necesarios para el cumplimiento de su gestión y sin tener en

cuenta la advertencia martiana acerca del cultivo y educación de las mentes para ejercer

el buen gobierno.33

Hay un largo camino que recorrer aún para lograr procesos de participación social

efectivos y eficientes que legitimen de manera sólida los procesos democráticos. Por

supuesto, no todos los países del subcontinente están en la misma situación, pero

ninguno tiene nada garantizado aún, sino que transitan y avanzan por los derroteros de

la democracia popular participativa.

32 Luis F. Aguilar: «Estudio Introductorio», en Giandomenico Majone, Evidencia, argumentación y

persuasión en la formulación de políticas, p. 22, Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración

Pública A. C., Fondo de Cultura Económica, México, 1997.

33 Un caso sintomático actual de este proceder es el de Evo Morales y el grupo dirigente que lo acompañó

en el proceso boliviano. Hicieron un enorme esfuerzo para sacar al país de la pobreza, consiguieron

altísimos niveles de crecimiento económico en poco tiempo, pero descuidaron la destrucción de la

maquinaria estatal burguesa, dejando intactos al ejército y a la policía y a sus altos mandos de formación

proyanqui; no regularon los medios de comunicación masiva al servicio de las clases explotadoras y no

trabajaron consecuentemente con las bases populares en el plano ideológico, para que se hicieran

corresponsables de los asuntos de la conducción del país y se potenciaran nuevos líderes; no supieron

aquilatar el nivel de las críticas que estaban recibiendo desde diversas organizaciones de la sociedad civil

boliviana e intelectuales y además confiaron en la OEA —el ministerio de Colonias yanqui, como la

bautizó el Che Guevara— como árbitro del proceso electoral para garantizar su transparencia. Un análisis

interesante que muestra la complejidad de este conflicto puede encontrarse en: «La polémica suscitada

entre algunos intelectuales y feministas por el golpe de Estado en Bolivia (todas las voces)», Resumen

latinoamericano, dossier especial, 23 de noviembre de 2019, disponible en:

http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/11/23

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Pero además, tal y como decía José Martí, en el plano externo también existen serias

amenazas para las democracias latinoamericanas y caribeñas.

3. La supranacionalidad como necesidad para un proceso de integración regional

asediado

Un condicionamiento fundamental para los procesos democráticos es el respeto de estos

por la comunidad internacional y particularmente por las grandes potencias

hegemónicas. En el caso latinoamericano y caribeño, los Estados Unidos de América,

en su condición de potencia hegemónica regional, han dejado muy claro, desde el

pronunciamiento de la Doctrina Monroe, su interés de dominar en la región, en el que

destaca, asimismo, la consideración de Latinoamérica como su «patio trasero». Dado

ese telón de fondo, es preciso repensar la integración regional latino-caribeña.

La integración, para ser eficaz, requiere de una base institucional que le permita la

construcción de unos elementos mínimos de soberanía compartida para superar la

tendencia reciente de pretender construir los proyectos integracionistas latinoamericanos

desde las posiciones soberanas de cada país.34

La integración latinoamericana no se debería analizar en los marcos conceptuales

restrictivos de un regionalismo abierto centrado en lo económico-comercial, o de un

regionalismo posliberal orientado a lo político-social, pues la integración es un proceso

multidimensional. Se necesita aceptar que una verdadera integración implica algún

grado de institucionalidad de soberanía compartida y que no es responsabilidad

solamente de los gobiernos centrales, sino que debería ser una gobernanza multinivel

que permitiera no solo la participación de los órganos responsables de manejar el

proceso, sino la participación efectiva de lo regional, lo municipal y lo local en una

integración que facilite la distribución de los beneficios en los diferentes niveles

territoriales.35

34 Edgar Vieira: «La integración de América Latina desde soberanías nacionales o en soberanía

compartida», en José Briceño y Edgar Vieira (eds.), Repensar la integración en América Latina: Los

casos de Mercosur y la Alianza del Pacífico, p. 273, Universidad Cooperativa de Colombia, Bogotá,

2019.

35 Edgar Vieira: «Reflexiones del coordinador general del GRIDALE en la instalación del I Congreso

Latinoamericano de Integración», Derecho y Economía de la Integración (6): 15-19, dossier del Primer

Congreso de GRIDALE, España, 2018.

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Y es que no se pueden entender los proyectos latinoamericanos y caribeños de

inserción internacional e integración regional, que son por esencia económica y

socioculturalmente diversos y a veces antagónicos, sin un profundo análisis de los

patrones de geopolítica del poder, especialmente del capitalismo occidental expresado

en Estados Unidos y Europa, o desde los nuevos actores como Rusia y China, en sus

disímiles conjugaciones, políticas e intereses respecto a nuestra América.

Hay que prestar especial atención al influjo hegemónico de la élite de poder

dominante en los Estados Unidos de América respecto a la región latino-caribeña, pues

los intereses de dicha élite, vinculados al complejo militar industrial, son los que

muchas veces deciden en las relaciones hemisféricas y no el gobierno electo de ese

país,36 lo cual parte de una política de sometimiento respecto al subcontinente

latinoamericano, practicada desde hace decenios.37

Por ello, sin estar en contra del planteamiento técnico sobre «gobernanza multinivel»,

reafirmamos la necesidad de la soberanía compartida para preservar las soberanías

nacionales y hacer funcionar el conjunto de la economía y la sociedad latinoamericanas

y caribeñas en un ambiente signado por divisiones internas y desacuerdos que son

anteriores a la colonización, pero que se acentuaron con la misma y no se resolvieron

con el proceso independentista ni en el escenario republicano posterior, y aún muestran

sus efectos en el siglo XXI.38

Teniendo en cuenta esta visión geopolítica, se puede afirmar que en América Latina y

el Caribe siempre aparecieron relaciones Sur-Sur, que buscaron otra forma de

interacción, de diálogo, cooperación y acción de actores del Sur, lo que ha representado

un cuestionamiento a la teoría del desarrollo eurocéntrico o simplemente centrista,

diseñada sobre la base del sometimiento de unos para el enriquecimiento de otros. Sin

embargo, en este Sur geopolítico también perduraron bloques de poder cimentados

sobre sociedades excluyentes donde aún se reproducen males como la dependencia, la

liberalización, mercantilización y desciudadanización. En el contexto histórico posterior

36 Cfr.: Mark Weisbrot: «¿Quién manda en la política exterior de Obama?», América Latina en

Movimiento (ALAI), 21 de julio de 2009, disponible en: http://alianet.org/active/31844.

37 Cfr.: Howard Zinn: La otra historia de los Estados Unidos, Editorial Ciencias Sociales, La Habana,

2004.

38 Cfr.: Rafael Rojas: Las repúblicas de aire. Utopía y desencanto en la revolución de Hispanoamérica,

Taurus, Madrid, 2009.

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a la Segunda Guerra Mundial, motivados por el rechazo al sistema internacional

impuesto, los países del Sur llegaron a construir un proyecto político denominado

Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI), que aunque nunca tuvo una

materialización efectiva, sí permitió expandir la reconfiguración de la dimensión Sur-

Sur en las relaciones internacionales, que incluían los procesos de integración regional.

A partir de este momento, este largo camino de emancipación, diálogo, integración,

autonomía y cooperación entre los países del Sur desde Bandung39 procuró enfrentar en

buena medida la instauración y reproducción de la herencia, los dispositivos y la razón

colonial.

Así, el propio regionalismo latinoamericano y caribeño convivió siempre con semillas

que el colonialismo interno había sembrado en las sociedades, grupos de poder,

universidades e incluso en las tecnoburocracias y diplomacias de los Estados nación del

subcontinente.40 Estas siguieron reproduciendo estructuras sociales, económicas,

políticas, culturales y epistémicas que se mantuvieron en la epidermis de las sociedades

desde el periodo colonial hasta la actualidad.41

Consecuentemente, la supranacionalidad es una condición necesaria para el proceso

de integración regional latinoamericano y caribeño, pues existe un entramado

institucional internacional que soporta un modelo de funcionamiento que está diseñado

para evitar alianzas y modelos alternativos a la acumulación sin límites que impone el

capitalismo neoliberal transnacionalizado.

Dicho entramado ha sido denunciado por protagonistas del mismo, como John

Perkins (2005). Este autor ha explicado cómo a través de los diagnósticos de inversión

financiera, realizados para «ayudar al desarrollo» de los países tercermundistas en

general y latinoamericanos en particular, se crean vínculos de dependencia y

sometimiento al gran capital a través de las deudas generadas por préstamos, los que

39 Javier Surasky: «La cooperación sur-sur en América Latina como herramienta decolonial», Serie

Documentos de Trabajo, Instituto de Relaciones Internacionales, Facultad de Ciencias Jurídicas y

Sociales, Universidad Nacional de La Plata, La Plata, 2014.

40 Cfr.: Gonzalo Basile: «Salud Internacional Sur-Sur: hacia un giro decolonial y epistemológico», en II

Dossier de Salud Internacional Sur-Sur, Ediciones GT Salud Internacional CLACSO, La Plata,

diciembre, 2018.

41 Tahina Ojeda: «Las naciones oscuras: Una historia del Tercer Mundo», Revista Española de Desarrollo

y Cooperación (34): 188-189, Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperación, Universidad

Complutense de Madrid, Madrid, 2014.

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mayormente son utilizados en beneficio de empresas transnacionales. Del mismo modo,

los gobiernos de los países centrales suelen «cobrar con favores» o prebendas políticas

dichas deudas.

En pleno año 2020 y en medio de la pandemia de la Covid-19, es notoria la denuncia

de Luis Arizmendi al respecto:

El planetary management conforma la administración tecnocrática neo-

autoritaria, desde muchos Estados y diversos organismos internacionales

(por delante el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial), de la

multiplicación de los contagios y los muertos admisibles en tanto la

prioridad inamovible se encuentra cargada hacia la canalización de los

máximos recursos para la acumulación capitalista global, no hacia la

seguridad vital de la sociedad mundializada. En función de sus jerarquías

corto-placistas, sin generación programada o intencional, el planetary

management admitió la potencialidad de una pandemia que, finalmente, se

concretó. Externalizó hacia un futuro que ya es nuestro presente, el peligro

de una pandemia admitido dentro de la tendencia hacia el estado de

excepción planetario. El planetary management ha puesto al descubierto que

está dispuesto a manejar así todos los peligros contenidos en la crisis epocal

del capitalismo.42

Por su parte la supranacionalidad, como explican los especialistas, posee diferencias

respecto al derecho internacional que la hacen funcional para el resguardo de la

soberanía que han decidido compartir los Estados:

[…] supranacionalidad no es cualquier tipo de construcción internacional,

sino un nuevo orden jurídico que no se agota en la traslación de funciones,

aunque la implica, cuando se hace referencia a la institución burocrático-

administrativa; no culmina con esta funcionalidad por cuanto responde a una

lógica de derecho que, como ordenamiento jurídico asume un conjunto de

principios que lo diferencian del derecho internacional: eficacia directa,

42 Luis Arizmendi: «La crisis epidemiológica global en el marco de la crisis epocal», Migración y

Desarrollo, 18 (34): p. 13, Red Internacional de Migración y Desarrollo, Zacatecas, ene.-jun., 2020.

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aplicabilidad inmediata, primacía del Derecho Comunitario, responsabilidad

estatal por incumplimiento, tutela judicial efectiva y respeto de los derechos

humanos.43

Por ello no se comprende el abandono de este tipo de construcciones comunitarias en

América Latina, cuando está claro que:

La euforia del aperturismo, tan puesta de moda a partir de la culminación, en

Marruecos, de la Ronda Uruguay del GATT de 1994 impuso el

arrinconamiento de las instituciones supranacionales y la exaltación del

bilateralismo económico, el multilateralismo y las institucionalidades

intergubernamentales.44

Y eso solo ha propiciado que: «En todos estos esquemas, la conducta hegemónica

pretende mayores espacios de dominación: coacción y veto. En ambos casos, la

soberanía nacional de las partes débiles de la relación queda rezagada y las naciones

entonces, al margen de la historia, como lo enunciara con todo cinismo Hegel».45

3.1 La supranacionalidad como necesidad para el ALBA-TCP

El ALBA-TCP surgió como propuesta contrahegemónica y de integración alternativa,

pues por una parte existía una presión enorme por parte de Estados Unidos hacia

Latinoamérica y el Caribe para adoptar el ALCA, que representaba una especie de

nueva «Alianza para el Progreso», y una incitación a integrarse de manera

absolutamente subordinada al esquema económico estadounidense. Por otra parte, ya

existía una noción clara del fracaso de los modelos de integración basados en el libre

mercado y de las relaciones directas de subordinación respecto a Estados Unidos, tal y

como explica Atilio Borón sobre el caso de México. Señala el politólogo argentino que

43 Enrique Ulate: Integración regional y derecho comunitario europeo y centroamericano, t. I, p. 285,

Eds. Chico, San José, 2004.

44 Jaime Delgado: «Integración y Supranacionalidad en América Latina», en Rodrigo Páez y Mario

Vázquez (coords.), Integración latinoamericana. Raíces y Perspectivas, p. 196, CIALC, UNAM, México,

2008.

45 Ídem.

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ese país, luego de su adscripción al Tratado de Libre Comercio de América del Norte

(TLCAN), pasó de autosuficiente y exportador de granos a importador de más del 40 %

de lo que necesitaba para el consumo interno.46

El enfrentamiento al hegemonismo yanqui y el fracaso confirmado de los

mecanismos de integración basados en el mercado fueron y son condición necesaria

para el surgimiento del ALBA-TCP, pero no resultaron ser condición suficiente, aunque

debe reconocerse que en el plano económico el bloque integracionista fue innovador y

eliminó totalmente los aranceles a todas las mercancías y no solo a determinados

productos seleccionados, como se hacía en el TLCAN o en MERCOSUR. Asimismo,

las economías procuraron una complementariedad económica a partir de iniciativas

estatales,47 mediante la creación de empresas binacionales primero y grannacionales

después. Estas alternativas estimularon una «integración positiva», que poseía como

novedad el contemplar entre sus mecanismos e instrumentos de cooperación un nuevo

tipo de agenda social.48 En un análisis crítico constructivo, hay que decir que no se

asumió o que se tardó en reconocer el «trilema de la integración latinoamericana»49

como cuestión a encarar para avanzar en una verdadera integración regional latino-

caribeña.

Como plantea Sanahuja: «[…] la región se enfrenta al ineludible “trilema” entre

nacionalismo, integración y autonomía internacional».50 Ello implica que por una parte

cada Estado nación, por pequeño que sea, quiere preservar su soberanía. Por otro lado,

la reinserción de estos Estados en el mundo político internacional, luego de la Segunda

Guerra Mundial, tiene lugar a través del «sistema interamericano» diseñado desde los

46 Atilio Borón: «ALBA y TCP: posibilidades y perspectivas», en Osvaldo Martínez, La integración en

América Latina: De la retórica a la realidad, p. 104, Ruth Casa Editorial-Editorial de Ciencias Sociales,

La Habana, 2008.

47 Atilio Borón: ob. cit., pp. 108-109.

48 Carmen Rosa Schaposnik y Eugenia Candelaria Pardo: «ALBA-TCP: Hacia nuevos mecanismos de

participación de la economía social y solidaria», Cooperativismo y Desarrollo, 23 (106): 35-44,

Universidad Cooperativa de Colombia, Medellín, ene.-jun., 2015.

49 José A. Sanahuja: «Regionalismo post-liberal y multilateralismo en Sudamérica: El caso de

UNASUR», en Andrés Serbin, Laneydi Martínez y Haroldo Ramanzini (coords.), El regionalismo «post-

liberal» en América Latina y el Caribe: Nuevos actores, nuevos temas, nuevos desafíos. Anuario de la

Integración Regional de América Latina y el Gran Caribe 2012, pp. 19-72, Coordinadora Regional de

Investigaciones Económicas y Sociales (CRIES), Buenos Aires, 2012.

50 Ibídem, p. 22.

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Estados Unidos, y este sistema de alguna forma siempre ha sido enfocado como

plataforma del hegemonismo yanqui y, por tanto, como elemento contrario al

multilateralismo. Por último, como tercera parte del trilema, se plantea que la inserción

en el mundo globalizado de los Estados latino-caribeños no se ha producido y no se

produce soberanamente.

En tal sentido, las plataformas de integración regional latinoamericanas y caribeñas

que no deseen ser absorbidas o destruidas por el llamado «sistema interamericano» en

su condición de vehículo del panamericanismo, deben consolidarse como entes

supranacionales.

El ALBA-TCP inició un camino alternativo; el mismo propendía a una inserción

soberana en el concierto de las naciones y de las diversas plataformas de integración y

organismos multilaterales a partir de una ruptura de carácter revolucionario con el

capitalismo neoliberal transnacionalizado. Este proyecto se basó desde su momento

fundacional en la experiencia de la Revolución cubana y en las necesidades e intereses

del proceso venezolano, centrados en ejercer plenamente la soberanía sobre su territorio

y recursos, y en potenciar el desarrollo pleno de todos los sectores de su población.

Las sucesivas incorporaciones al ALBA-TCP no permitieron, por la diversidad

económica y política de los países que se iban integrando,51 avanzar en la construcción

de sistemas y mecanismos para preservar lo alcanzado en materia de integración

regional alternativa y poshegemónica. Del mismo modo, al no tratarse de una

plataforma supranacional donde ya estuviesen dictadas unas normas de obligatorio

cumplimiento y mutua influencia, cualquier cambio de gobierno en los países miembros

hacía muy fácil destruir el entramado integracionista, que solo se basaba en la

conciliación de las soberanías nacionales y en la voluntad de los gobiernos de turno.

Como plantea Delgado (2008), el ALBA luego de su constitución en 2004 «[…] no se

apura hacia la clásica supranacionalidad». Entretanto, su funcionamiento se basó en:

51 En su momento clímax (2015), el ALBA-TCP llegó a agrupar a doce naciones: Cuba y Venezuela

(socios fundadores en 2004), Bolivia (2006), Nicaragua (2007), Mancomunidad de Dominica (2008),

Ecuador (2009), San Vicente y las Granadinas (2009), Antigua y Barbuda (2009), Surinam (2012), Santa

Lucía (2013), Granada y San Cristóbal y Nieves (2014), los que en conjunto representaban una población

heterogénea de más de 70 millones de habitantes y un PIB que superaba los 460 mil millones de dólares.

El ALBA extendido como PetroCaribe llegó a agrupar a dieciocho naciones, pues incluía además a

Bahamas, Belice, El Salvador, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, República Dominicana y

Venezuela. Se excluían Ecuador y Bolivia por ser países andinos.

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[…] una propuesta de institucionalización intergubernamental con un

Secretariado, un Consejo de Movimientos Sociales del ALBA y un Consejo

de Ministros de los países del ALBA. Sobre estos tres organismos estaría,

como órgano máximo, el Concejo de Presidentes y en la base siete

comisiones de trabajo: Política, Social, Económica, Inversión y Finanzas,

Energética, Ambiental y Juventud. Pero, por sobre todo, los más llamativos

son los proyectos en cooperación que se impulsan, con el nombre de

proyectos Grannacionales en Educación, Cultura, Comercio Justo, Finanzas,

Alimentación, Salud, Transporte, Turismo, Minería, Industria y Energía.52

Así, tal y como se puede apreciar, el ALBA-TCP era una plataforma integracionista

en construcción, que buscaba el desarrollo integral y pleno de sus miembros sobre la

base del respeto, la cooperación, la complementariedad y la solidaridad, que no impuso

de ningún modo un rumbo político-ideológico a sus miembros y que no estaba

consolidada como ente supranacional.

En respuesta a ello, la reacción agresiva del imperio yanqui contra el ALBA-TCP se

basó en la arcaica estrategia de destruir la cadena por sus eslabones más débiles,

utilizando intrigas, presiones, manipulaciones, golpes de Estado, noticias falsas y

judicialización de la política. Del mismo modo, aprovecharon el hecho de que la

plataforma integracionista ALBA-TCP no era una supranacionalidad constituida y podía

desintegrarse país por país, tal y como se hizo comenzando por Honduras, cuando el

presidente electo Manuel Zelaya intentó adherir su país al bloque regional, táctica que

continuó aplicándose posteriormente con las desvinculaciones condicionadas de

Ecuador y Bolivia, y que incluso ha sido utilizada para desintegrar otra plataforma

alternativa como UNASUR y atacar a los gobiernos progresistas y de izquierda de la

región latino-caribeña.

52 ALBA-TCP: «Hacia la unidad latinoamericana y caribeña. Declaración política de la V Cumbre del

ALBA-TCP», Tintorero, Estado Lara, 29 de abril de 2007, disponible en:

http://www.alternativabolivariana.org/modules.php?name=News&new_topic=29

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Consideraciones finales

La democracia es necesaria en una sociedad diversa en la que todos deben poder

expresarse y realizarse a plenitud. La diversidad de las personas y las sociedades niega

la idea de un modelo democrático único, ya que eso constituiría la imposición de formas

de pensar y hacer a diversos grupos humanos, privándolos de la posibilidad de elegir

libremente la forma en que quieren conducirse y expresarse.

Pero la democracia también posee una determinación universal, pues recoge lo mejor

del acervo cultural de la historia de la humanidad, representado en unos valores

humanos fundamentales que son a su vez satisfactores de necesidades humanas

fundamentales. De tal manera, la democracia es una construcción concreta de la forma

en que se regula la sociedad humana en cada momento histórico y escenario geográfico

desde el momento de la aparición de la noción de democracia, para expresar una de las

maneras en que acontecía o podía acontecer la relación entre dirigentes y dirigidos y/o

entre explotadores y explotados.

La tendencia a la imposición de un único modelo o paradigma de democracia, desde

la construcción del modelo liberal burgués representativo, ha ocasionado una severa

crisis de la democracia como concepto y de la institucionalidad democrática como

práctica. América Latina vive con mucha fuerza dicha crisis en la actualidad y necesita

reformular con urgencia su paradigma de democracia, tanto en el plano teórico como

práctico.

Las posibilidades de reformulación teórica y práctica de las democracias

latinoamericanas tendrán que estar asociadas necesariamente a la participación

ciudadana (especialmente de las mayorías más desfavorecidas) en cuanto al diseño,

implementación y evaluación de las políticas públicas, ya que estas son por excelencia

la bisagra articuladora entre el Estado y la sociedad civil.

Por otra parte, los procesos democráticos tienen que ser una clara expresión de

soberanía nacional, por lo que la preservación y cultivo de procesos y sociedades

democráticas pasa necesariamente por diseñar mecanismos para impedir la injerencia

externa en los asuntos de cada Estado o en asociaciones de Estados.

El panamericanismo como forma preponderante de doctrina política exterior

implementada por Estados Unidos, es uno de los principales obstáculos para el

desarrollo de procesos de democracia participativa en Latinoamérica y el Caribe.

Además, esta región no ha estado exenta de dificultades internas que gravitan sobre los

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procesos democráticos que se emprenden en ella, entre las que destacan: la desigualdad

social, que genera grandes contradicciones de todo tipo; las prácticas centralizadoras del

poder heredadas del colonialismo, así como otras prácticas marginadoras de seres

humanos, endosadas por el sistema colonial o heredadas de los modos de vida

patriarcales de las culturas ancestrales de los pueblos originarios.

El proceso de construcción democrática en la región es necesario y posible, pero

conlleva una transformación vigorosa y radical de nuestros modos actuales de pensar y

hacer.

La idea de supranacionalidad es funcional para la integración regional

latinoamericana, pues la misma ha estado torpedeada interna y externamente, y al no

existir mecanismos de control y cohesión por encima de las soberanías que ejercen los

gobiernos de turno de los Estados nación latinoamericanos, es muy fácil revertir

cualquier esfuerzo unitario de cooperación y conciliación en el subcontinente. Esta

realidad marca la mayor dificultad para el desarrollo pleno de los ciudadanos

latinoamericanos.

Una integración efectiva presupone la necesidad de una voluntad política por parte de

los países miembros para co-construir sus objetivos de integración desde las

necesidades de sus respectivos pueblos. Esto no supone la renuncia a la soberanía

nacional, sino la necesidad de diseñar e implementar una soberanía compartida

alrededor de los objetivos y metas establecidos de integración, enfatizando en la

pertinencia de una normatividad comunitaria de aplicación directa que no tenga que

pasar por trámites nacionales en cada país para su aplicación, y que tenga preeminencia

sobre normas internas que le sean contrarias y que blinde el proceso integracionista

contra los intentos externos de destruirlo.

El relanzamiento y replanteamiento del bloque integracionista ALBA-TCP 53 tiene

que orientarse hacia ese planteamiento estratégico; de lo contrario, otros eslabones de la

cadena serán destruidos hasta que no quede nada de la misma.

53 Cfr.: Miguel Díaz-Canel: «Intervención en la Conferencia virtual de alto nivel: Economía pospandemia

del ALBA-TCP el 10 de junio de 2020», Granma, pp. 2-3, La Habana, 11 de junio de 2020.

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Capítulo II Los retos de la integración para el desarrollo de la región

latino-caribeña en el actual escenario económico mundial. El caso

ALBA-TCP

Dra. C. Zulma D. Ramírez Cruz

Si bien la necesidad de la cooperación y la integración latinoamericana ha sido abordada

ampliamente desde disímiles perspectivas teóricas, la actual crisis mundial pone

nuevamente en evidencia la relevancia de estos procesos para el desarrollo regional y,

por tanto, la necesidad de profundizar desde la ciencia en aspectos fundamentales de su

estructura. En este sentido, la reflexión crítica acerca de las amenazas y debilidades del

modelo de integración que representa el ALBA-TCP promueve la construcción de

posibles escenarios en los cuales se conciban estrategias y mecanismos para avanzar y

solidificar su construcción.

1. El escenario global contemporáneo

Desde que la Organización Mundial de la Salud declarara en el mes de marzo de 2020 a

la COVID-19 como pandemia, se hizo evidente que sus impactos no eran solamente de

carácter sanitario sino también económicos y sociales. Dichos impactos han llegado a

ser sumamente complejos en todo el mundo, pero es en aquellos países subdesarrollados

y más atrasados donde las consecuencias han sido más devastadoras, debido

principalmente a la implementación de políticas públicas poco efectivas que forman

parte de modelos de desarrollo que responden en lo fundamental a intereses

transnacionales, y asimismo por causa de las profundas desigualdades estructurales del

sistema económico internacional.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su

informe sobre el impacto económico de la enfermedad en América Latina y el Caribe

(2020), la región sufrirá la mayor contracción de la actividad económica en su historia.

Este organismo prevé una caída del producto interno bruto de 5,3 % en 2020, mientras

que la contracción del PIB mundial estará en torno al 2 %. Por contraste, se estima que

la economía china tendrá un crecimiento del 1,9 %.

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La Organización Mundial del Comercio pronostica asimismo que el intercambio

comercial global caerá entre el 13 y el 32 % en este año, al mismo tiempo que los

precios de productos primarios y agrícolas tienden a bajar, lo que conlleva serias

consecuencias para las economías de la región que se insertan de forma dependiente y

desventajosa. La caída de economías como la estadounidense o la desaceleración de

China afectan la participación de importantes sectores productivos de países

latinoamericanos en las cadenas globales de valor en las que dichas economías

desempeñan un rol fundamental, lo que afecta las exportaciones regionales. Asimismo,

en este retroceso de la economía regional inciden la interrupción de cadenas de

suministro, la disminución de la demanda del turismo y de activos financieros, así como

la caída de la inversión extranjera directa, que se proyecta que sea hasta de un 40 % en

2020.54

Por otra parte, teniendo en cuenta que América Latina y el Caribe es una de las

regiones con mayores niveles de desigualdad, los impactos de la COVID-19 agravan la

situación. De acuerdo con el Informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)

en 2020, se estima que la tasa de desempleo pasará de 8,1 % en 2019 a 13,5 % en este

año. La tasa de pobreza aumentará en un 7 % hasta llegar a 37,2 %. Por otra parte, se

prevé que la pobreza extrema alcance un aumento de 4,5 % hasta llegar a 15,5 %, lo que

representa un incremento de 28 millones de personas, que llegarían en total a 96

millones. Estos impactos conducen a un grave escenario de inseguridad alimentaria que

podría llegar a afectar a 16 millones de personas que en la actualidad se encuentran en

estado de alta vulnerabilidad, así como a la profundización de otras problemáticas

sociales relacionadas con el acceso a la atención de salud y a la educación, y con la

violencia de género, por mencionar solo algunas.

2. La cooperación e integración como respuesta

La situación de la región refleja que una respuesta efectiva contra la COVID-19

requiere del fortalecimiento de sus relaciones de cooperación internacional mediante las

54 Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo: World Investment Report. 2020,

United Nations, Geneva, 2019 (disponible en:

http://unctad.org/es/paginas/newsdetails.aspx?OriginalVersionID=2396).

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alianzas estratégicas que es capaz de promover. La cooperación favorece el trabajo

mancomunado en torno a un problema común, aunque es indispensable tener claro cuál

es el tipo de cooperación que verdaderamente puede tributar al propósito que se

persigue.

Es cierto que los esquemas de integración y cooperación en la región han realizado

algunas acciones para trabajar de modo conjunto en el enfrentamiento a la COVID-19.

Por ejemplo, MERCOSUR aprobó 16 millones de dólares para un programa de

investigación, educación y biotecnologías aplicadas a la salud; el Sistema de Integración

Centroamericano suscribió un plan regional contra el coronavirus; la Comunidad

Andina reconoció la necesidad de actuar conjuntamente contra la propagación del virus;

la CEPAL creó el Observatorio COVID-19 y la Corporación Andina de Fomento y el

Banco Interamericano de Desarrollo han atendido las demandas de los gobiernos

regionales. Por su parte, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe

(CELAC) estableció en enero de este año la cooperación para el análisis y monitoreo de

virus y bacterias como objetivo prioritario.55

Sin embargo, los problemas estructurales que persisten en la región latinoamericana,

agravados por la aparición de la pandemia de la COVID-19 y sus impactos económico-

sociales, ilustran la necesidad de abordar el tema con un enfoque más integral y

sistémico que contribuya a una mayor efectividad de las políticas públicas. Se trata de

dar soluciones rápidas a las problemáticas coyunturales derivadas de la expansión del

nuevo coronavirus, al mismo tiempo que se conciben e implementan políticas de

desarrollo a mediano y largo plazo que vayan superando las deformaciones de las

economías y disminuyendo las brechas de desigualdad tanto internas como externas.

En este orden de ideas, la cooperación y la integración en sí mismas constituyen un

complemento necesario de las políticas económicas nacionales para el desarrollo. En

este sentido, Puerta señala que:

La heterogeneidad de los países exige políticas económicas nacionales de

acuerdo a las características específicas, pero estas deben estar acompañadas

de estrategias comunes para dar solución a problemas comunes e incluso

55 Yesenia Flórez: «La integración latinoamericana frente al COVID-19», 30 de mayo de 2020, disponible

en: www.bitacorainternacional.com (consultado el 10 de septiembre de 2020).

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para contribuir a resolver dichas problemáticas individuales de las demás

partes integradas.56

La integración tiene un rol estratégico en el proceso de acumulación. Para los países

de menor desarrollo relativo es un mecanismo de las políticas económicas a largo plazo

o de carácter estructural, que pretenden transformar los problemas del subdesarrollo

mediante la actuación en el ámbito de las relaciones económicas internacionales.

Ante la complejidad de esta problemática, la integración como vía para enfrentarla no

puede seguir limitándose a las esferas comercial y económico-financiera sobre la base

de la liberalización y desregulación, sin distinción para los países subdesarrollados,

como promueven los centros de la economía mundial a través de organismos

internacionales. Es fundamental crear mecanismos que estimulen el avance de fuerzas

productivas a partir de las cuales se establezca una nueva forma más equitativa de

relación entre países y cuya dialéctica genere una mayor complementariedad de las

economías en función del desarrollo económico-social.

La cooperación sur-sur sobre la filosofía de la complementariedad y la no

condicionalidad de la implementación de política alguna es una manifestación de

nuevas relaciones y de la reconfiguración de la economía mundial; como ejemplos de

ello se pueden señalar los casos de China y Rusia.

En Latinoamérica y el Caribe, el ALBA-TCP es expresión de un modelo de

integración con base en dicha filosofía. Los mecanismos en que se estructura el

esquema significan de algún modo una ruptura con los modelos tradicionales, al intentar

aproximarse a las verdaderas prioridades del desarrollo regional a partir de los recursos

naturales, capacidades y potencialidades de los países miembros (ver figura No. 1). Los

logros obtenidos, principalmente en el ámbito social, son bien conocidos no solamente

en las naciones signatarias, sino también en otras de la región que han sido beneficiadas

del mismo modo.

56 Hilda Puerta: «Principales aspectos teóricos que sustentan las tendencias actuales a la regionalización y

la integración económica», Journal Vlaams Marxistisch Tijdschrift. (Flemish Marxist Review), 40 (2): p.

65, Bruselas, 2006 (disponible en: http://www.marxists.org/nederlans/tijdschriften/vmt.htm).

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Figura No. 1 Modelo de integración y desarrollo ALBA-TCP

Fuente: Zulma D. Ramírez: «La grannacional en el sector médico-farmacéutico como mecanismo del

nuevo tipo de integración para el desarrollo ALBA-TCP en la región latino-caribeña», tesis doctoral,

Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas, Santa Clara, 2013.

En la XVII Cumbre realizada en La Habana el 14 de diciembre de 2019, con motivo

del 15 aniversario de la Alianza, se dio a conocer que como resultado de la misión Yo sí

puedo fueron declarados como territorios libres de analfabetismo a Venezuela (2005),

Bolivia (2008) y Nicaragua (2009). Por su parte, la misión Milagro había devuelto de

forma gratuita, hasta ese momento, la visión a más de seis millones de personas y había

ofrecido más de veintisiete millones de consultas oftalmológicas. Se han entregado

ayudas técnicas como prótesis a casi un millón de personas con discapacidad, y se han

ofrecido más de dos millones de consultas. También se reconocen los resultados de la

Escuela Latinoamericana de Medicina con sedes en Cuba y Venezuela, del Programa

Cardiológico Infantil Latinoamericano, las Casas Culturales del ALBA y el canal

TeleSur.57

57 ALBA-TCP: «Declaración de la XVII Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del ALBA-TCP», La

Habana, 2019, disponible en: http://www.cubadebate.cu

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Por otra parte, mecanismos como PetroCaribe, el Banco del ALBA y el Sistema

Unitario de Compensación Regional de Pagos SUCRE se han encaminado a la

conformación de un espacio de interdependencia, soberanía y solidaridad económica.

En el contexto actual de la pandemia por COVID-19, en el mes de junio de 2020 el

ALBA-TCP aprobó el Plan de Contingencia Económica, que prevé la creación de un

Fondo Humanitario para brindar asistencia en cualquier situación de riesgo sanitario o

humanitario. Igualmente acordó la coordinación de mecanismos de asesoramiento en el

campo epidemiológico para diagnosticar y aislar rápidamente presuntos casos de

infección, así como generar y compartir capacidades para el diagnóstico de

enfermedades que requieran laboratorios con un nivel adecuado de bioseguridad y que

permita retomar la implementación de un sistema armonizado para la producción,

regulación y permisos de distribución de medicamentos.

Dicho plan también abarca medidas para ajustar y crear mecanismos en diversos

ámbitos. De este modo, para el Fondo ALBA Alimentos, contempla el fomento de

esquemas para la reactivación agrícola que comprende desde la producción de semillas

hasta la garantía de fertilizantes, distribución de alimentos y precios. Del mismo modo,

en el Banco del ALBA se establecerán mecanismos de compensación de pagos,

financiamiento y acompañamiento técnico, que contribuyan a establecer un sistema

financiero regional basado en el empleo de la criptomoneda; y para PetroCaribe concibe

renovar su esquema de funcionamiento y cooperación para consolidar una nueva

arquitectura energética.58

No obstante, la construcción de nuevas relaciones en el marco de un modelo de

integración alternativo a la lógica del capital supone considerar la realidad objetiva en la

cual se desenvuelve, ya que impone límites entre lo necesario y lo que resulta posible

hacer. En este sentido, es preciso acentuar que a pesar de que algunos esquemas

integracionistas han encaminado sus pasos hacia la deconstrucción del subdesarrollo,

principalmente en la primera década del siglo XXI como parte de las políticas

implementadas por gobiernos progresistas en la región latinoamericana y caribeña, no

58 Jorge V. Jaime, Loraine Bosch y Juana Carrasco: «Cobertura especial: Reunión conjunta del Consejo

Político y el Consejo Económico del ALBA-TCP», 29 de junio de 2020, disponible en:

www.juventudrebelde.cu.

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han podido garantizar la distribución equitativa de este nuevo modelo a escala

internacional; por el contrario, se ha debilitado ante la fuerte ofensiva neoliberal.59

La integración es entendida según Ramírez y Muñoz como un proceso complejo de

conformación de: «Un sistema de relaciones de cooperación y complementariedad de

recursos, capacidades y potencialidades en distintas esferas, de un grupo de países, con

el objetivo común de formar una estructura económica integrada, armónica y sistémica

que estimule el desarrollo equitativo, multifacético y sostenible».60

Dicho proceso está mediado también por factores extraeconómicos que no pueden

ignorarse incluso en las condiciones de un proyecto ideal. Cualquier modelo de

integración que signifique una desconexión con la lógica del sistema capitalista

mundial, constituye un proyecto geoestratégico de magnitudes significativas y eso

repercute en el modelo económico que lo caracteriza. Ello genera tensiones y amenazas

porque la inserción económica internacional no es un componente aislado del sistema,

sino que se interconecta con todos los elementos que lo conforman e impactan.

3. Debilidades del modelo de integración ALBA-TCP y las amenazas del entorno

internacional

La reflexión crítica acerca de las debilidades del modelo de integración que representa

el ALBA-TCP, así como de las amenazas que enfrenta, permite elaborar posibles

escenarios futuros de una integración que continúa en proceso de construcción. Este

puede constituir un tipo de integración de transición hacia un enfoque socialista en un

momento histórico dado, que podrá dar paso a otra etapa cuando esta haya alcanzado los

objetivos que se propone.

Las amenazas que enfrenta este tipo de integración giran en torno a los siguientes

aspectos:

59 En materia de integración pueden señalarse el retiro del ALBA-TCP de países como Honduras (2010),

Ecuador (2018) y Bolivia (2019), la desarticulación de UNASUR, el surgimiento de otros proyectos que

se contraponen como la Alianza del Pacífico, PROSUR e incluso el Grupo de Lima. El análisis de esta

cuestión se amplía más adelante.

60 Zulma Ramírez y Roberto Muñoz: «Consideraciones teóricas acerca de un nuevo modelo de

integración y desarrollo en América Latina y el Caribe», Encrucijada Americana, 5 (2): p. 2, Universidad

Alberto Hurtado, Santiago de Chile, 2013 (disponible en:

http://encrucijadaamericana.uahurtado.cl/index.php/ea/issue/view/12).

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La existencia de estructuras de poder político y económico al interior de las

economías nacionales que responden a intereses transnacionales y se oponen a

un nuevo modelo de integración y desarrollo que se halla desconectado de la

lógica de acumulación capitalista.

Las hegemonías mundiales y sus principales instrumentos a escala internacional

como el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del

Comercio, junto a las empresas transnacionales, se oponen asimismo a estos

procesos integracionistas y actúan a través de diversas estrategias económicas,

políticas y militares junto a las estructuras nacionales de poder. Entre las

estrategias que se pueden destacar en la región se encuentran:

- La creación de alianzas estratégicas regionales como la Alianza del

Pacífico en 2012 y el Foro para el Progreso de América del Sur

PROSUR en 2019, con base en gobiernos neoliberales que se

contraponen a la filosofía de integración del ALBA-TCP y que

constituyen instrumentos de las hegemonías mundiales, principalmente

Estados Unidos, contra las economías que son motor impulsor de un

modelo alternativo de desarrollo.

La Alianza del Pacífico nace con el propósito de mejorar las condiciones de los países

miembros a través de la integración subregional, con el propósito de alcanzar un mayor

acercamiento con la región asiática. En este sentido, se pueden identificar dos puntos

divergentes con el modelo ALBA-TCP: el primero tiene que ver con el énfasis que hace

en la profundización de las relaciones comerciales y económicas con Asia antes que con

la región latinoamericana, para mejorar el desempeño económico de los países

participantes; el segundo radica en la marcada naturaleza subregional del acuerdo. Por

el contrario, ALBA-TCP se sustenta en el principio de la no subregionalidad, es decir,

se basa en la cooperación y complementariedad con otros países que no son miembros

plenos del acuerdo y que también aportan recursos y se benefician de los mecanismos

integracionistas. La intención principal ha sido la construcción de una estructura

económica basada en nexos e interdependencias que conformen encadenamientos

socioproductivos complementarios en toda América Latina, para a partir de ello crear

sinergias con otros esquemas de la región y del mundo, que también considera

esenciales.

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En tanto, PROSUR surge con el objetivo de sustituir a la Unión de Naciones

Sudamericanas (UNASUR) creada en 2008, como parte de la estrategia de su

desarticulación, ya que esta constituía un componente del sistema de cooperación

regional junto al ALBA-TCP y CELAC, que había sido impulsado por los gobiernos

progresistas de la región en el período 2000-2013, principalmente.

- Las bases militares estadounidenses en la región, principalmente en

Colombia, Panamá y Perú, amenazan la estabilidad del proceso de la

Revolución Bolivariana en Venezuela y la seguridad y soberanía

nacionales en toda la región. En los años del gobierno de Donald Trump,

se produjo una integración cada vez mayor del ejército estadounidense en

las estructuras militares de varios países suramericanos con el fin de

defender los intereses del país norteamericano y de las diferentes

industrias y grupos de poder que controlan su aparato político-

económico-cultural en América Latina.

- La guerra económica, comercial y financiera contra Venezuela como

núcleo vital de la integración junto a Cuba, con fines ideológicos,

políticos y culturales que buscan deslegitimar los procesos

revolucionarios y las fuerzas progresistas. Entre los principales impactos

económicos de dicha confrontación se encuentra la disminución del 99 %

del ingreso de divisas al país suramericano en los últimos seis años, al

pasar de 56 mil millones de dólares a menos de 400 millones en 2019. El

ingreso no percibido por las sanciones a la actividad petrolera asciende a

65 mil millones de dólares entre 2015 y 2019.61

- Por otra parte, la creación del Grupo de Lima en 2017 como instancia

multilateral para dar seguimiento y buscar una aparente salida pacífica a

lo que denominan crisis en Venezuela, ha constituido un instrumento de

intervención y violación de la soberanía de este país.

- Los golpes de Estado, tanto tradicionales como los llamados «suaves»,

organizados en contra de los gobiernos progresistas de la región que

promovían este tipo de integración, como es el caso de Honduras,

61 Banca & Negocios: «Venezuela perdió 99 % de sus ingresos en divisas “por el bloqueo”», 30 de

septiembre de 2020, disponible en: http://www.bancaynegocios.com

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Paraguay, Brasil, Ecuador, o más recientemente Bolivia. Es importante

destacar que dichos golpes de Estado incluyen una fuerte campaña

mediática en contra de los principales líderes y del proceso de

transformación que dirigen, así como estrategias de judicialización de la

política o lawfare, con el propósito de descaracterizar políticamente a

dichas personalidades con la bandera de la anticorrupción.

- Los modelos neoliberales de gran parte de los países latinoamericanos

que orientan su política externa hacia el afianzamiento de las relaciones

de dependencia en el sistema económico mundial y desconocen la

necesidad de profundizar las interconexiones sistémicas intrarregionales.

Es preciso destacar que de la amenaza que representa el propio sistema capitalista en

el contexto de las relaciones económicas internacionales, derivan algunas de las

principales debilidades del esquema analizado como modelo de integración. El

subdesarrollo capitalista, con sus estructuras económico-productivas y sociales,

condiciona el carácter histórico-dependiente y subordinado de los países

latinoamericanos dentro del sistema internacional. Al mismo tiempo, algunas de sus

debilidades vienen determinadas por múltiples factores internos de los países miembros,

unos abordables a corto plazo y otros a mediano y largo plazo. Las debilidades se

ilustran, entre otros factores, a través de:

- La heterogeneidad de las economías integradas en el esquema dificulta la

creación de nuevas complementariedades a partir del desarrollo de la ciencia, la

tecnología y la innovación, que resultan insuficientes para lograr un mayor valor

agregado de la producción. Esta característica propia de países subdesarrollados

genera, entre otros, los siguientes males: bajos niveles de productividad,

infraestructuras deficientes, deformación del comercio exterior y asincronía de

los ciclos productivos.

- Elevado grado de extranjerización de las economías: A través de la inversión

extranjera directa, que ha sido utilizada principalmente en función de la

apropiación privada de recursos naturales y de empresas nacionales, aspecto que

dificulta el aprovechamiento de las potencialidades de la base económica

existente. Si bien ocurrieron avances en este sentido en los primeros años del

presente siglo, debido fundamentalmente a la implementación de políticas

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económicas que rescataron y protegieron los patrimonios nacionales,

posteriormente se ha producido un retroceso debido al accionar de los nuevos

gobiernos neoliberales.

- En general, la dependencia económica de los países de la región y en particular

de los miembros del ALBA-TCP aumenta la volatilidad de las economías

nacionales en las esferas económica, comercial, monetaria y financiera. Esta

condición se hace evidente con los impactos de la COVID-19. Por ejemplo,

según el Grupo del Alto Nivel de Expertos en Seguridad Alimentaria y

Nutrición (GANESAN-FAO), y de acuerdo con estimaciones del Banco

Mundial, la obtención de productos básicos agrícolas puede verse afectada en

2020 y 2021 a causa de las perturbaciones provocadas por la pandemia en el

comercio de insumos como fertilizantes y plaguicidas, debido a las restricciones

impuestas a las exportaciones y al incremento de costos comerciales y de

transporte, cuestiones que inciden en problemáticas vitales como la inseguridad

alimentaria y nutricional. Por otra parte, la Conferencia de las Naciones Unidas

sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD por sus siglas en inglés) prevé que la

inversión extranjera directa para América Latina y el Caribe tenga una caída de

50 % en 2020, al mismo tiempo que la sitúa como una de las regiones que se

verán más afectadas por el desplome de la demanda, la oferta y las políticas

restrictivas de flujo de capitales adoptadas tras la pandemia de COVID-19.

Sistémicamente vinculado con lo anterior, el análisis de las debilidades del ALBA-

TCP, desde la perspectiva del esquema institucional que representa como nueva forma

de integración regional, origina otros aspectos a tener en cuenta:

- El motor impulsor del proceso integrador se ha concentrado principalmente en

Venezuela acompañado por Cuba. Ello ha obedecido, a consideración de la

autora, a dos elementos fundamentales:

a) Se ha señalado que el ALBA-TCP es un modelo de integración aún en

construcción, lo cual significa que el país, o los países con recursos

estratégicos o de mayor desarrollo relativo, deben contribuir al progreso

equitativo y multifacético de los demás países miembros, porque ello

significa el avance de la integración como totalidad, según la dialéctica

complementariedad-desarrollo-interconexión. En este sentido, el sector

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energético ha sido estratégico, pues por medio de este la Alianza

Bolivariana ha pretendido lograr mayores cuotas de independencia

económica. Ser el país con mayores reservas petroleras del mundo

proporciona recursos para financiar proyectos productivos, por lo que

dicho sector se ha constituido en un pivote del proceso de desarrollo, del

cual se deriva el rol protagónico de Venezuela.62

b) En relación con lo anterior, se halla el liderazgo político del país andino,

especialmente durante la presidencia de Hugo Chávez desde los primeros

años del siglo XXI en pos de la promoción de un modelo de integración

autóctono en la región.

Este alto grado de concentración del liderazgo económico y político hace del ALBA-

TCP un esquema muy vulnerable a las medidas aplicadas por las hegemonías mundiales

para debilitar los procesos revolucionarios nacionales. La guerra económica llevada a

cabo contra Venezuela, nación valorada como amenaza, se concreta ante la debilidad

del acuerdo.

- Los diferentes grados de maduración de los procesos de transformación

económica, política y social en otros países miembros con un rol relevante en el

acuerdo, como Ecuador y Bolivia, a la larga demostró ser una grieta en la

estructura del esquema. La toma del poder por parte de gobiernos neoliberales

en estos países significó la salida inmediata del ALBA-TCP y el consecuente

debilitamiento del acuerdo.

- Implementación de políticas económicas nacionales que contrarrestan los

esfuerzos integracionistas. Determinados aspectos como la coordinación y

armonización entre las políticas de desarrollo y las legislaciones nacionales

asociadas para dar viabilidad a los mecanismos creados por la integración, han

sido insuficientes y en muchas ocasiones han constituido un obstáculo. Esto

obedece a los intereses privados de las estructuras nacionales de poder político y

económico, pero también tiene que ver con el carácter intergubernamental del

proyecto, más que interestatal, lo que implica acuerdos no vinculantes. 62 La riqueza petrolera y energética en general, la biodiversidad, el agua, como expresión de los

abundantes recursos naturales que poseen América Latina y el Caribe, pueden representar para la región

lo que el carbón y el acero fueron para el arranque de la Unión Europea.

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La integración como vía necesaria para un verdadero desarrollo de la región se

construye en coexistencia con otros esquemas clásicos, al constituir un proceso que se

inserta en el entorno de una economía mundial transnacionalizada. De hecho, esta

realidad objetiva conduce a la necesidad de intervinculación con dichos esquemas para

lograr un mejor aprovechamiento de los recursos y el fortalecimiento regional. Para

alcanzar este propósito, Álvarez (2016) explica que es necesario mejorar los canales

institucionales que conectan los sistemas productivos y las iniciativas de cooperación

entre países. En este sentido, la CELAC es un espacio de concertación apropiado por

sus bases fundacionales para la exploración y creación de sinergias y para lograr una

mayor convergencia entre acuerdos e iniciativas de cooperación.

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Capítulo III Políticas migratorias: Una asignatura pendiente en la

integración latinoamericana

MSc. Yaiset G. Arias Santos

Las migraciones internacionales en pleno siglo XXI

Las migraciones internacionales constituyen hoy un fenómeno creciente a escala global,

hasta el punto de alcanzar niveles impensados en la historia de la humanidad, que se

desarrolló, en buena medida, a partir de los desplazamientos humanos por geografías

diversas. Es exponencial el incremento numérico de los seres humanos que se desplazan

de una nación a otra, así como la cantidad de países implicados en condición de

emisores, receptores, de tránsito y de retorno. Según datos del Departamento de Asuntos

Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (ONU DAES), de los más de 7 300

millones de personas que constituían la población mundial en 2019, 276,6 millones eran

migrantes internacionales, lo que equivale al 3,5 %.63 La Organización Mundial para las

Migraciones (OIM) plantea que una de cada treinta personas en el planeta forman parte

de los flujos migratorios. El 52 % de los migrantes internacionales son hombres y el

48 % son mujeres. La mayoría de los migrantes internacionales (72 %) se encuentran en

edad laboral (20-64 años), por lo que la búsqueda de trabajo constituye una de las

principales causas de la decisión de emigrar.64

Es válido señalar que se trata de un proceso multicausal: las personas se desplazan a

través de las fronteras por múltiples razones, entre las que destacan la pobreza y las

desigualdades de acceso al mercado laboral, de salarios y de calidad de vida, que

persisten entre los países desarrollados y subdesarrollados. Recientemente se han

incrementado también los flujos migratorios internos y transnacionales, debido a la

violencia y el incremento de la conflictividad a nivel nacional e internacional. Los datos 63 Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas: «Inmigración y emigración.

Portal de datos mundiales sobre migración», 2019, disponible en:

https://migrationdataportal.org/es?i=stock_abs_&t=2019

64 Organización Internacional para las Migraciones: Informe sobre las migraciones en el mundo 2018,

disponible en: https://publications.iom.int/system/files/pdf/wmr_2018_sp.pdf

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actuales indican que en 2016 existían 40,3 millones de desplazados internos en todo el

mundo y 22,5 millones de refugiados.65

Las migraciones se catalogan como un fenómeno social complejo, tanto por sus

causas y consecuencias como por sus orígenes y destinos, y por los desafíos que

plantean a las sociedades de donde proceden los migrantes y a aquellas a las que

arriban. Poseen un carácter histórico-concreto y están sujetas a las leyes de la dialéctica,

por lo que han sufrido transformaciones significativas tanto cuantitativas como

cualitativas, a través del decursar histórico, en dependencia del proceso de desarrollo de

la humanidad. Se encuentran estrechamente relacionadas con múltiples aspectos

económicos, demográficos, jurídicos, culturales, medioambientales, políticos,

geopolíticos, comerciales, etc., lo que incentiva el interés de la comunidad científica

internacional. En el mundo contemporáneo, cada vez más globalizado e interconectado,

ningún país o persona escapa a la influencia de los desplazamientos migratorios, lo que

le garantiza un lugar privilegiado entre las cuestiones prioritarias para el futuro de la

humanidad.

El estudio de los desplazamientos humanos en sus diversas interrelaciones constituye

un factor fundamental para responder adecuadamente a procesos que tienden al

descontrol e influyen notablemente en la preservación del género humano. Se trata de

una problemática que carece, hasta el momento, de una respuesta política determinada,

aún en proceso de negociación.

Resulta imposible, dadas sus características y manifestaciones, pensar en un proceso

pleno de evaluación, comprensión, y mucho menos regulación de la dinámica

migratoria. En general, esta es entendida y analizada desde dos perspectivas esenciales:

a partir de los beneficios que genera y desde las amenazas que entraña. Asimismo, dicho

fenómeno se halla estrechamente relacionado y ejerce una gran influencia sobre la

prosperidad económica y el desarrollo humano en sentido general.

65 Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados: Sitio web oficial de la

organización, disponible en: http://www.acnur.org/

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El fenómeno migratorio en América Latina y el Caribe

América Latina, en su condición de región en vías de desarrollo, no escapa a las

complicaciones suscitadas por los desplazamientos migratorios, que adquieren

características peculiares en nuestros países.

El fortalecimiento del neoliberalismo en la región latinoamericana y a nivel mundial

ha promovido un desorden en términos migratorios, que se revierte en una mayor

irregularidad, en el incremento del tráfico de personas, el aumento de los peligros y

vicisitudes que afectan a los migrantes en sus rutas de desplazamiento, la deficiencia o

inexistencia de procesos de inclusión en las sociedades de acogida, la desigualdad,

precariedad, discriminación y la alta vulnerabilidad para los ciudadanos

latinoamericanos.

Según datos del último Informe sobre las migraciones en el mundo, elaborado por la

OIM, la característica más llamativa de los principales corredores migratorios dentro y

desde la región es el predominio de los Estados Unidos como principal país de destino.

La mayoría de los corredores en América Latina se dirigen hacia este país, mientras que

el resto discurre dentro de la región.66

Entre los principales países emisores de migrantes hacia el norte destaca México.

Según la OIM (2018), en 2015 más de 12,5 millones de personas nacidas en México

vivían en el extranjero, lo que convertía a esta nación en el segundo país de origen de

migrantes más importante del mundo después de la India. En esta lista, la nación

mexicana era seguida por Colombia con aproximadamente 1,4 millones, Brasil con 1,3

millones y Ecuador con más de un millón de migrantes extrarregionales en ese mismo

año, a partir de los datos aportados por el Departamento de Asuntos Económicos y

Sociales de las Naciones Unidas en 2015.

Aunque Estados Unidos concentra las tres cuartas partes de los migrantes de la

región, se percibe un nuevo patrón de carácter extrarregional, en el que España y Japón

constituyen los destinos más dinámicos. Así, en la actualidad la región está exportando

capital humano en condiciones de gran vulnerabilidad, con una creciente participación

66 Organización Internacional para las Migraciones: ob. cit.

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femenina, y con la generación de un importante flujo económico proveniente de las

remesas.67

Por otra parte, el tránsito de personas entre países de la región es sustancial e

histórico, destacándose como principales receptores: Argentina, destino predilecto de

los paraguayos y bolivianos; la República Bolivariana de Venezuela,68 hacia donde se

dirigen principalmente los colombianos y ecuatorianos; así como México y Brasil.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) plantea que los corredores

migratorios intrarregionales más importantes son: el corredor de migrantes de

Nicaragua, Panamá y otros países de América Central hacia Costa Rica con fines de

trabajo temporal o permanente, y el de migrantes de países de América Central

(principalmente Honduras, Guatemala y El Salvador) hacia Belice, debido a la situación

de inestabilidad y la falta de oportunidades laborales en sus países de origen. En el

Caribe, el corredor intrarregional más importante es el que se extiende desde Haití hasta

la República Dominicana.69

La región, signada por conflictos internos, muestra un creciente número de migrantes

que adquieren la condición de refugiados, como es el caso de los colombianos,

haitianos, mexicanos, salvadoreños, guatemaltecos, venezolanos y hondureños,

esencialmente.

Otro elemento que caracteriza el panorama migratorio latinoamericano es el

incremento y diversificación de los flujos migratorios irregulares, lo que ha conllevado

a un incremento del control y de la protección fronteriza en los principales países de

destino intrarregional.

67 Jorge Martínez Pizarro: El mapa migratorio de América Latina y el Caribe, las mujeres y el género,

Proyecto Regional de Población CELADE, Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA),

Santiago de Chile, 2003 (disponible en:

http://www.cepal.cl/publicaciones/Poblacion/4/LCL1974P/lcl1974_P.pdf).

68 En la República Bolivariana de Venezuela, producto de su situación económica, política y social actual,

se han modificado los patrones de migración de los últimos años. En este sentido, se ha producido un

incremento de las migraciones de retorno de los colombianos allí establecidos, al propio tiempo que se ha

incrementado la emigración de nacionales hacia el exterior y hacia otros países de la región

latinoamericana. Para profundizar en esta cuestión, ver: Oficina del Alto Comisionado de las Naciones

Unidas para los Refugiados: Sitio web oficial de la organización, disponible en: http://www.acnur.org/

69 Organización Internacional del Trabajo: Sitio web oficial de la organización, disponible en:

http://www.oit.org.pe/portal/index.php

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Ante el aumento de la migración intrarregional, algunos bloques subregionales como

el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y la Comunidad Andina (CAN) han hecho

notables esfuerzos para liberalizar este tipo de migración. Por ejemplo, los acuerdos

sobre residencia del MERCOSUR han fomentado la migración laboral y frenado la

migración irregular dentro de la región.70

Como se puede apreciar, este convulso panorama migratorio regional se desarrolla en

el marco de otro proceso histórico importante, como es el de la integración de los países

latinoamericanos en bloques económicos y políticos. Se trata entonces de analizar la

interrelación que se genera entre los desplazamientos humanos y los procesos

integracionistas en América Latina y el Caribe, lo que puede constituir una oportunidad

para la generación de políticas migratorias que contribuyan a una más efectiva gestión

de la migración en y desde la región.

Relación entre migraciones y procesos de integración en América Latina. De la

teoría a la práctica política

Son múltiples y acuciantes las interrogantes que genera el análisis de esta interrelación

entre dos procesos de tanta importancia para el desarrollo endógeno y posible de la

región, a saber: ¿cuáles son los vínculos reales que existen entre los procesos

migratorios y la integración regional? ¿Cómo impactó el proceso de integración de

nuestros países sobre los desplazamientos humanos y viceversa? ¿Cómo se manifiestan

las interrelaciones entre los flujos migratorios, el proceso de integración regional que se

desarrolla hoy en América Latina y el Caribe y las políticas públicas elaboradas para la

regulación de estos desplazamientos humanos?

A contestar estas interrogantes se dedica el presente artículo, en aras de contribuir a la

comprensión de estos procesos a partir de las particularidades que adquieren en nuestra

región. Se inicia con el análisis del estado actual de la integración en la región y sus

vínculos con la migración internacional, reconociendo que son dos fenómenos que se

influyen mutuamente. Posteriormente, se pasa a analizar las principales políticas que en

materia de migración se han desarrollado en el marco de acuerdos integracionistas con

70 Diego Acosta: «Free Movement in South America: The Emergence of an Alternative Model?», 2016

(disponible en: www.migrationpolicy.org/article/free-movement-south-america-emergencealternative-

model).

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mayor solidez en este ámbito, como es el caso de MERCOSUR, así como en otros más

recientes, de menor grado de profundización y desarrollo en estos temas, como es el

caso del ALBA-TCP.

La integración de América Latina y el Caribe en una sola comunidad de naciones es

una aspiración que nació hace ya casi dos siglos como uno de los grandes anhelos de los

pueblos de este continente, que se liberaban del dominio colonial español. En la

actualidad, aunque es un proceso que se desarrolla lentamente, se dan pasos sostenidos

para la unión de los países latinoamericanos.

Muchas décadas tuvieron que transcurrir para que la vocación integracionista de

nuestros pueblos renaciera con renovado vigor a partir de la segunda mitad del siglo XX,

hasta llegar a los acuerdos actuales y esquemas de integración existentes. Por solo

mencionar algunos, en el plano económico han emergido la Comunidad Andina de

Naciones (CAN), el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), el Mercado Común

Centroamericano (MCCA) y la Comunidad del Caribe (CARICOM). Concebidas para

negociaciones políticas como la Organización de Estados Americanos (OEA), el Grupo

de Río, el Parlamento Latinoamericano, el Andino y el Amazónico; de basamento

jurídico como la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), entre otras, son

organizaciones que dan cuenta de la red de pactos de la integración y que con propiedad

sitúan estos procesos en un marco de diversidad.

Más recientemente, se puede mencionar la Alianza Bolivariana para la América y el

Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), la Unión de Naciones del Sur

(UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos (CELAC), pasos sólidos para

la conformación de una verdadera comunidad latinoamericana de naciones.

Nunca antes como hoy fue tan urgente la necesidad de integración de nuestros países

en la llamada época de la globalización, donde tienen lugar grandes procesos mundiales

caracterizados por dinámicas complejas, como lo es el surgimiento de gigantescos

bloques comerciales, cuya avanzada la marca la integración de la Unión Europea. En

este contexto complejo, cambiante y dinámico se originan nuevos retos y oportunidades.

Es un mundo donde se profundizan las asimetrías entre países desarrollados y los

llamados «en vías de desarrollo». Por una parte crece la tendencia hacia la liberalización

económica y la competencia entre países y bloques comerciales, y por otra, se refuerza

el proteccionismo de los ya desarrollados. A todo ello se suma la crisis generada por la

pandemia de COVID-19, el enemigo más feroz de la humanidad en la actualidad, que ha

puesto a prueba el sistema de salud de las 185 naciones que la padecen. Aunque ya se

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perciben las afectaciones impuestas por esta enfermedad en el plano demográfico,

económico, social, jurídico, institucional, cultural y político, aún están por

sistematizarse sus transformaciones reales en la vida de la humanidad a largo plazo.

Dentro del marco descrito, la integración y la cooperación regional en América Latina

y el Caribe mantienen especificidades que las distinguen de otras experiencias. El

campo social y la migración internacional son temas relativamente ausentes en los

debates sobre la integración en la región, lo que se acentúa al apreciar la escasa

literatura sustantiva existente en torno a ellos.

A pesar de que la discusión sobre esta temática no es incipiente, el reconocimiento de

la interrelación continúa siendo difuso, pues se trata de una tarea complicada que invoca

diferentes percepciones. Sin embargo, existe consenso en cuanto al reconocimiento de

que los procesos de integración desarrollados a partir de una homogeneidad social y

económica relativa tienden a fomentar los flujos migratorios, en la misma medida en

que dichos desplazamientos migratorios propiciarán un fortalecimiento de la

integración. Al respecto, Susana Novick plantea:

Los movimientos migratorios dentro del proceso de integración regional

emergen como un aspecto sociocultural clave que posibilitará una

profundización de la unión, dado que existe una fecunda cultura compartida,

intercambio de bienes y desplazamientos poblacionales en nuestros

territorios aun antes de la conquista española.71

La amplia reconsideración de las relaciones entre la migración internacional y el

desarrollo es una oportunidad propicia para la búsqueda mancomunada de respuestas

que hagan frente a los problemas y destaquen las potencialidades y beneficios de una

conducción apropiada de la migración internacional.

El interés cada vez mayor por la integración de nuestros países pudiera asimilarse a

una problemática común, pero también a un conjunto de oportunidades compartidas. No

se trata en este caso de una región sometida a intensos movimientos intrarregionales, a

los que se podría asociar un sinnúmero de connotaciones negativas; más bien, las

naciones latinoamericanas y caribeñas han intercambiado históricamente trabajadores, 71 Susana Novick (comp.): Migración y MERCOSUR: una relación inconclusa, p. 10, Catálogos, Buenos

Aires, 2010 (disponible en:

http://biblioteca.clacso.edu.ar/Argentina/iigguba/20110322112540/migraymercosur.pdf).

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han constituido mercados de trabajo y comunidades transnacionales en numerosos

territorios y han fortalecido sus lazos culturales gracias a los movimientos migratorios,

incluyendo los de retorno.72 Esto configura una condición de base que no puede

desconocerse y que se complementa con una retórica dispersa, pero significativa, frente

a la migración y la integración en el discurso de algunos representantes de gobiernos

que con creciente frecuencia declaran reconocer en la migración un componente vital de

todo proyecto integracionista.

En estos planteamientos queda implícita la necesidad de otorgar atención a las

relaciones entre la integración y los fenómenos migratorios en el marco de la

especificidad, trayectoria, profundización y perspectivas de los acuerdos subregionales.

En América Latina y el Caribe, junto con los avances que se detectan en los planos

económicos y políticos de la integración, estos temas se han abordado progresivamente,

si bien, como ya se ha planteado, no se adopta aún una posición orientadora y aún no

reciben la atención debida en muchos espacios institucionales de los esquemas de

integración existentes.

Se concuerda con especialistas en la temática como Martínez Pizarro y Susana

Novick, en cuanto a que no se puede hablar de una relación única y particular entre los

procesos migratorios y la integración regional, sino que se trata de relaciones múltiples

y variadas, que incluyen temas disímiles y complejos como: política migratoria común,

circulación de la fuerza de trabajo, libre circulación de bienes, servicios y personas,

migración y comercio, protección e integración de migrantes, ciudadanía comunitaria,

derechos humanos, etc., en un contexto caracterizado por la coexistencia de políticas,

normas y prácticas heterogéneas.

En sus trabajos reconocen que:

Si bien en términos generales los acuerdos no han incluido la temática de la

movilidad, se han observado avances (especialmente en el MERCOSUR y

en la Comunidad Andina de Naciones) que manifiestan una voluntad política

72 Jorge Martínez Pizarro: Migración internacional de jóvenes latinoamericanos y caribeños:

protagonismo y vulnerabilidad, CELADE, serie Población y Desarrollo, Santiago de Chile, 2000.

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de consolidar formas de cooperación que «faciliten la integración facilitando

la movilidad».73

En el presente, las teorías y prácticas que dan cuenta y manifiestan la relación de los

procesos de integración regional y movilidad territorial, privilegian la dimensión

económica, o sea, la libre circulación del factor productivo trabajo y sus consecuencias

económicas en primer lugar. La necesidad radica en avanzar un poco más hacia el goce

de derechos y libertades para la libre circulación de personas, ya que en la medida en

que los ciudadanos puedan desplazarse con mayor facilidad, seguridad y

reconocimiento de sus derechos en los países de acogida de la región, integrándose

económica, cultural, política y socialmente, mayor será el impacto y profundización de

esa integración y sus beneficios.

La ausencia de políticas migratorias coherentes e integrales en los espacios de

integración, es decir, de principios comunes de gestión migratoria encaminados a

facilitar la movilidad, implica que las personas migrantes enfrenten riesgos como la

trata y tráfico de personas, xenofobia, discriminación y la desprotección laboral, social y

política. Ello se revertirá a su vez en afectaciones a las poblaciones receptoras, donde se

percibirán las secuelas del arribo de migrantes indocumentados, irregulares, víctimas de

la trata o el tráfico de personas.

En este punto se concuerda plenamente con lo planteado por Di Filippo: «La premisa

fundamental que debe aceptarse es la de reconocer a la migración como un componente

indisoluble, visible y relevante de los procesos de integración, especialmente cuando

éstos se posicionan en etapas que buscan ir más allá del intercambio comercial».74

Ese reconocimiento a partir de la consideración de los desplazamientos en el contexto

de la integración debe permitir una adecuada conducción de la misma en función de

aprovechar sus beneficios, tanto por los migrantes como por las naciones, ya sean

emisoras, receptoras, de tránsito o de retorno.

73 Jorge Martínez y María Fernanda Stang: «Lógica y paradoja: libre comercio, migración limitada», en

Memorias del Taller sobre Migración, CEPAL, Santiago de Chile, 2005 (citado por Susana Novick

(comp.): Migración y MERCOSUR: una relación inconclusa, p. 15, Catálogos, Buenos Aires, 2010

(disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/Argentina/iigguba/20110322112540/migraymercosur.pdf).

74 Armando di Filippo: «VI Globalización y comercio sur-sur», 1998 (disponible en:

http://www.eclac.org/publicaciones/xml/5/4235/capvi.htm)

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Por tanto, se hace ineludible abordar el tema de los compromisos y la cooperación

regional, ya que el compromiso consustancial a todo proceso de integración constituye,

sin duda, uno de los pilares cuya preservación garantizará su éxito sostenido y dará

poder a la adopción de instrumentos de carácter vinculante, con derechos y obligaciones

para las partes.

En América Latina y el Caribe, la progresiva intensificación de subsistemas

regionales permite augurar avances en la creación de una conciencia y voluntad

negociadoras, expresada tanto en términos bilaterales y multilaterales como

internacionales. Los dos elementos (compromisos y cooperación) resultan claramente

inseparables del tratamiento de la migración internacional, y así se reconoce cada vez

más frecuentemente, como destaca Castles (1999).

Entre las experiencias que obligadamente deben considerarse, el caso de la Unión

Europea reúne un conjunto de principios insoslayables cuando se trata de procesos de

integración profunda; al respecto se puede señalar que el tema de la circulación de las

personas constituye una piedra angular en las negociaciones sobre la constitución del

espacio comunitario europeo.

En un plano muy diferente, y a partir de la experiencia particular de México y los

Estados Unidos, se postula que la ausencia del tema de la circulación de personas no es

un obstáculo para la integración económica regional.

El caso del binomio Estados Unidos-México es insuficiente para renunciar a la

discusión general acerca de la libre circulación en un proceso de integración. Se trata de

una situación de integración comercial y vertical, en la que intervienen dos países de

marcadas diferencias en múltiples dimensiones, caso excepcional en el mundo. Las

relaciones históricas y migratorias entre ambas naciones revisten grandes

particularidades como la unidireccionalidad y diversidad de los flujos, la existencia de

mercados laborales y comunidades binacionales y la presencia de actividades

económicas en zonas fronterizas, en cuyo caso la implementación del acuerdo comercial

constituye un intento explícito de promover la creación de condiciones para el

crecimiento económico estable en el país emisor, que transformen la base productiva y

cambien las condiciones estructurales que incitan a la emigración, en particular la

indocumentada.

Distinta parece ser la situación de otros países de la región. Se concuerda con Lelio

Mármora, quien plantea conjuntamente con otros autores que una restricción al flujo de

trabajadores extranjeros entre países en desarrollo no se corresponde con los procesos

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de integración en marcha y profundización, es más, los debilita y torna incompletos,

porque los intercambios migratorios intrarregionales espontáneos han permitido que

ciertas economías dispongan de un componente complementario de mano de obra en

sectores estratégicos. Las medidas restrictivas solo han potenciado la ilegalidad y la

competencia desleal en el mercado laboral.75 Si se considera el efecto de la

globalización sobre las propensiones migratorias en los países de origen, parece

evidente que es imposible desconocer que los intercambios migratorios intrarregionales

seguirán presentándose, adquirirán nuevas expresiones y muy probablemente se

diversificarán.

En esta perspectiva, la observación sobre el eventual éxito económico de la

integración en ausencia de la libertad de circulación de los trabajadores pierde

significado para los países latinoamericanos y caribeños empeñados en avanzar a

estadios más avanzados de aquel proceso.

Como se ha podido corroborar, la libertad de circulación de las personas es un tema

controvertido que exige su delimitación contextual dentro del proceso de integración y

una aproximación teórica como objeto de estudio. Supone, además, en una situación

ideal, la libertad de residencia. Si la convergencia económica estimula la reducción de la

movilidad de trabajadores a largo plazo, aun cuando no se cuente con evidencias

unívocas de que ocurra así en todo espacio de integración, y si esta en sus expresiones

avanzadas no puede prescindir de los históricos intercambios sucesivos de trabajadores,

es lícito abogar por formas progresivas de liberalización de la movilidad.

Salta a la vista que aun cuando existan avances asimétricos en la región en los

múltiples aspectos involucrados en la circulación de personas, la omisión de su

profundización gradual y la sistematización de las discusiones y negociaciones

inherentes puede tener más de algún costo para el progreso de la integración

intrarregional.

La ausencia de acuerdos migratorios vinculantes en los procesos integracionistas

regionales atenta de manera directa y sensible contra la gobernanza y gestión de las

migraciones intrarregionales. La creación de políticas migratorias nacionales inclusivas

75 Lelio Mármora: «Desarrollo sostenido y políticas migratorias: su tratamiento en los espacios

latinoamericanos de integración», Seminario Regional Latinoamericano, Organización Internacional para

las Migraciones (OIM), Punta del Este, 22 al 26 de marzo, 1993.

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y eficientes, como es a nuestro parecer la política migratoria76 generada en Ecuador bajo

el gobierno de Rafael Correa, resulta insuficiente y reviste un carácter efímero en la

medida en que un cambio de gobierno puede incidir directamente en el mantenimiento y

desarrollo de las prácticas implementadas.

El actual contexto internacional presenta fundamentos vigorosos para considerar la

movilidad de las personas como parte de los procesos de integración, y así queda

demostrado en la contribución de los migrantes a la absorción de progreso técnico, ya

que las tecnologías y la estructuración de mercados globales exigen la disponibilidad de

capital humano y de mayores niveles de educación y conocimiento; asimismo,

favorecen el aumento de la productividad, la reducción de costos unitarios de

producción y la competitividad sistémica, según alerta la Comisión Económica para

América Latina.77

Pero tal omisión llevaría fundamentalmente a abandonar otras importantes

dimensiones asociadas a la migración internacional. En palabras de Mármora:

[…] además de las reglas que aseguran el libre intercambio económico, es

necesario tener en cuenta otro tipo de principios que aseguren la genuina

integración, y que sólo se pueden lograr ejerciendo una verdadera justicia

social para el migrante, sepultando los prejuicios xenófobos, asumiendo la

76 La política migratoria ecuatoriana, desarrollada a partir de la Revolución Ciudadana de 2006, mediante

la aprobación de una nueva Constitución en 2008, se reconoce como una política inclusiva, que tiene

como sujeto y beneficiario al migrante. Se sustenta en los principios siguientes: 1. Respeto irrestricto de

los derechos humanos; 2. Responsabilidad compartida; 3. Codesarrollo; 4. Derecho a migrar/derecho a no

migrar; 5. Remesas; y 6. Ámbito internacional. Promueve la ciudadanía universal, la libre movilidad

como pilar fundamental de la integración latinoamericana y el progresivo fin de la condición de

extranjero. Entre las acciones implementadas se destacan: la creación de la Secretaría del Migrante

(SENAMI), el Plan Nacional de ecuatorianos en el extranjero, el Plan Bienvenidos a Casa, la creación del

Banco del Emigrante, etc., con significativos resultados. En la actualidad, Ecuador ya no participa en el

ALBA-TCP y bajo el gobierno de Lenin Moreno se promueven nuevas políticas migratorias y reformas a

las ya existentes, en aras de crear facilidades para la deportación de inmigrantes.

77 Ver: CEPAL: «Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Publicaciones», disponible en :

http://www.eclac.cl/publications/; Armando di Filippo y Rolando Franco: Aspectos Sociales de la

Integración Regional, CEPAL, serie Políticas Sociales 14, Santiago de Chile, 1997 (disponible en:

http://www.eclac.cl/celade/proyectos/migracion/DiFilippo.doc).

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solidaridad, y respetando los derechos humanos de todas las personas sin

importar de qué lado de la frontera tuvo la suerte de haber nacido.78

La práctica política en la región latino-caribeña cuenta ya con un significativo arsenal

de normas y políticas migratorias emanadas de las dimensiones sociales desarrolladas

en los principales bloques de integración. Desde la ya lejana década de los noventa, se

desarrolla con fuerza un tratamiento bi y multilateral79 de las migraciones en la región,

que superan la concepción tradicional de la política como un asunto exclusivo de

soberanía nacional. Esta interrelación obliga a repensar categorías tradicionalmente

asociadas al Estado nación como territorio nacional, soberanía, ciudadanía, así como la

necesidad de incluir nuevos actores sociales; en este caso, los beneficiarios en el

proceso de formulación de políticas migratorias, a partir de determinados cambios en las

visiones gubernamentales de los flujos.

Indiscutiblemente, el proceso de integración influye en la definición de las políticas

migratorias nacionales80 para llevarlas de forma incipiente a la concepción de un

espacio más amplio que el nacional. Los vínculos entre ambos procesos son esenciales

no solo por la larga tradición de movimientos poblacionales en la región, sino porque

ellos mismos configuran la cristalización de la integración.81

Los movimientos migratorios intrarregionales crecientes han obligado a que en el

marco de la integración los gobiernos adopten decisiones puntuales y hasta coyunturales

78 Lelio Mármora: ob. cit.

79 Se trata de un proceso que ha ido generando la creación de espacios intergubernamentales de encuentro

y consulta, con un carácter regional y global, lo que ha propiciado la participación creciente de los

beneficiarios en los mismos para la formulación de las políticas migratorias. Entre estas destacan: la

Conferencia Sudamericana sobre Migraciones (CSM), la Conferencia Regional sobre Migración (CRM),

el Foro Iberoamericano sobre Migración y Desarrollo (FIBEMyD), el Foro Mundial sobre Migración y

Desarrollo (FMMD), y más recientemente, en 2018, la Conferencia Intergubernamental donde se aprobó

el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular o Pacto de Marrakech sobre la

Migración, como también se le ha denominado.

80 Varios países latinoamericanos han renovado sus Constituciones en el ámbito del MERCOSUR y el

ALBA, lo que genera un nuevo marco ideológico y jurídico para la comprensión y regulación de los

flujos migratorios, mediante la suscripción de acuerdos y convenios internacionales en materia migratoria

por parte de los Estados. Para un análisis más pormenorizado, ver: Susana Novick (comp.): Migración y

MERCOSUR: una relación inconclusa, Catálogos, Buenos Aires, 2010 (disponible en:

http://biblioteca.clacso.edu.ar/Argentina/iigguba/20110322112540/migraymercosur.pdf).

81 Susana Novick: ob. cit.

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(amnistías, planes y programas, proyectos de leyes, nuevas leyes migratorias, etc.), que

comienzan a reconocer al inmigrante como ciudadano de un país con el que se

comparten estrategias económicas, culturales, científicas y políticas. Sin embargo, debe

señalarse que aún no se ha logrado que estas decisiones y estrategias se adopten desde la

supranacionalidad.

El tratamiento de los asuntos vinculados a la movilidad de la población en general, y

de los trabajadores en particular, exige considerar una perspectiva legitimadora de la

integración. Es necesario que se avance, más allá de los logros económicos, al

establecimiento de normas y políticas homologadas, inclusivas y vinculantes, que

tengan en cuenta las relaciones de los flujos migratorios internacionales con los

derechos ciudadanos, la equidad social, la sustentabilidad medioambiental, etc.

En sentido general, la región se encuentra inmersa en un proceso lento,

contradictorio, y con diversos niveles de desarrollo, pero que sin lugar a duda implica

un estadio superior en la consideración de las migraciones como elemento trascendental

para la realización exitosa de la integración.

Para corroborar este planteamiento, se analizarán las principales normativas que en

materia de migración se han concebido en algunos de los principales bloques

integracionistas que actualmente se concretan en el escenario latinoamericano y

caribeño.

Política migratoria en los acuerdos de integración regional

Por cuestiones de espacio e intereses específicos, se abordan exclusivamente dos de los

procesos de integración regional anteriormente mencionados: el Mercado Común del

Sur (MERCOSUR), que inicialmente incluyó a los países atlánticos o del Cono Sur de

América, y la Alianza Bolivariana para la América-Tratado de Comercio de los Pueblos

(ALBA-TCP), de más reciente conformación y menor grado de desarrollo en cuanto a la

inclusión de las cuestiones migratorias, que incluye a países del continente como

Venezuela y otros del Caribe como Cuba.

El MERCOSUR, en lo formal, ha configurado una unión aduanera que aspira a

estructurarse como mercado común y a conformarse como una entidad de carácter

comunitario. Como persigue constituir un mercado común, ha ido incorporando

progresivamente las dimensiones sociales de la integración, aunque debe señalarse que

esto ha ocurrido de manera desigual y, hasta ahora, en forma más bien reactiva. Se

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puede hablar de avances importantes en materia migratoria, con diferentes grados de

implementación. Por otra parte, el ALBA-TCP es un acuerdo integracionista de más

reciente creación, que aún está definiendo el camino a seguir, basándose en los valores

fundacionales del anhelo integracionista de los próceres de la independencia

latinoamericana.

MERCOSUR

Las negociaciones para constituir el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) tienen su

origen en el Tratado de Asunción de 1991, suscrito por Argentina, Brasil, Paraguay y

Uruguay. Cuenta además con Estados asociados como Chile (1996), Bolivia (1996),

Perú (2003), Colombia (2004), Ecuador (2004), Venezuela (2004), mediante acuerdos

de complementación económica.

El volumen del producto y el tamaño de los mercados, principalmente de sus dos más

poblados países, constituye una razón básica para reconocer en el MERCOSUR uno de

los espacios de integración más importantes de la región. Asimismo, su vertiginoso

desarrollo como zona de libre comercio y unión aduanera le han valido cobrar

prestancia externa como entidad unitaria frente a otros bloques subregionales o países

individuales, lo que le ha permitido posicionarse en una condición de vanguardia en el

flujo del comercio intrarregional.

En general, no existen opiniones unívocas sobre la evaluación de la trayectoria social

del acuerdo, lo que se complica en vista de la enorme dinámica institucional

encaminada a la estructuración de un ámbito supranacional. Algunos observadores82

sostienen que hasta fines de los años noventa, el MERCOSUR no había desarrollado

una dimensión social proporcional a la observada en el plano comercial. Los derechos

sociales y la ciudadanía no aparecen en los tratados constitutivos del bloque, salvo

algunas menciones referidas a asuntos laborales y al reconocimiento de la gestación de

un espacio social mercosureño.

82 Entre estos autores se destacan Lelio Mármora, Susana Novick y Nora Pérez Vichich, quien en su

artículo «El MERCOSUR y la migración internacional», de 2005, plantea que: «[…] en los orígenes del

MERCOSUR la cuestión sociolaboral y la libertad de circulación de personas, esencialmente de

trabajadores, no fue explicitada en esos términos ni establecida como objetivo programático e

institucional del bloque en formación. En el Acta de Asunción aparecía subsumida en la expresión

circulación de factores de producción».

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Para otros analistas, el Tratado de Asunción y el Protocolo de Ouro Preto de 1994

abordan los asuntos sociales de la integración, aunque tal vez de manera tangencial. Lo

importante es que las referencias no han estado ausentes, y muchas iniciativas, entre

ellas algunas concernientes a la migración, han venido desarrollándose

progresivamente.

Los aspectos laborales parecen ser los más sensibles entre los temas sociales, y por

ello se reconoce que se ha creado una institucionalidad para asumir su problemática.

Los componentes sociolaborales del acuerdo han estado impulsados por la acción

sindical (Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur), las actividades de los

ministerios del Trabajo, la creación de subgrupos de trabajo y del llamado Foro

Consultivo Económico Social, creado con el Protocolo de Ouro Preto. Estos son los

principales órganos especializados en materia sociolaboral.

En la primera etapa de constitución, que duró hasta mediados de la década de los

noventa, el tratamiento al tema de las migraciones se desarrolló en dos subgrupos de

trabajo: el No. 2 (SGT2) de Asuntos Aduaneros, y el No. 11 (SGT11) de Relaciones

Laborales, Empleo y Seguridad Social.

En el subgrupo No. 2, que reunía a los especialistas en migraciones, los trabajos

permitieron importantes avances en la agilización operacional en la frontera, en cuanto

al establecimiento de un Sistema de Control integrado. Asimismo, se avanzó

notablemente en lo referente a la circulación de las personas y en las facilidades para el

paso en las fronteras terrestres y fluviales, con la confección de formularios únicos de

control en frontera, Tarjetas de Entrada y Salida (TES)83 y documentos de viaje, entre

otros instrumentos, en el marco del denominado Acuerdo de Recife84 y de su Protocolo

Adicional (Decisión CMC 12/93).

En el subgrupo No. 11, si bien se planteó entre los objetivos el de la libre circulación

de los trabajadores, no se alcanzó a plasmar avances en esta dirección. En 1995, con el

cambio en la estructura orgánica y la elaboración de nuevos objetivos, este fue

reemplazado por el subgrupo No. 10 sobre Asuntos Laborales, Empleo y Seguridad

Social, para el tratamiento de la cuestión sociolaboral. De esta manera, la movilidad de

83 MERCOSUR/GMC/RES No. 74/96 Tarjeta Entrada/Salida (TES) XXII GMC, Buenos

Aires, 21/VI/1996. También aparece como MERCOSUR/GMC/RES No. 58/96.

84 MERCOSUR/CMC/DEC No. 5/93 Acuerdo de Recife para la aplicación de los Controles Integrados de

Fronteras entre los Países del MERCOSUR.

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la mano de obra cambiará su enfoque, excluyendo la concepción de la libre circulación

de la misma y reemplazándola por el concepto de migraciones laborales.

El tema de las migraciones laborales está institucionalizado en la Comisión temática

No. II, donde se ha avanzado en el conocimiento de los trabajadores migrantes y en

particular sobre las condiciones de trabajo en zonas fronterizas. La problemática

fronteriza en una forma totalizadora, ya que incluye los aspectos migratorios, ha sido

una preocupación importante, y ha sido tomada por el Foro Consultivo Económico y

Social (FCES),85 que acordó en 1999 el Entendimiento sobre tránsito vecinal fronterizo

entre los estados parte de MERCOSUR, Bolivia y Chile.86 Posteriormente, un año

después, se aprobó la Reglamentación del Régimen.

En 1996 se crea la Reunión de Ministros del Interior dentro de la estructura del

MERCOSUR, ámbito donde se debatirán los temas de migraciones, seguridad, y otros

de competencia de estos ministerios. En los primeros años, el tratamiento de los temas

migratorios estuvo vinculado a las cuestiones de seguridad. Pero en los últimos años se

han producido avances significativos a partir de propuestas de la Reunión de Ministros,

entre los que merecen destacarse el Acuerdo contra el Tráfico ilícito de migrantes entre

los Estados partes del MERCOSUR, la República de Bolivia y la República de Chile,87

basado en el Protocolo de la ONU contra el Tráfico ilícito de migrantes por tierra, mar y

aire (2000),88 y la propuesta que promueve un Acuerdo de libre residencia para los

nacionales de los países miembros del MERCOSUR.

85 El Foro Consultivo Económico y Social (FCES) desarrolló su reunión constitutiva el 31 de mayo de

1996. Este es un órgano de representación de los sectores económicos y sociales de los Estados partes,

para la promoción del progreso social y económico dentro del MERCOSUR, y orientado a la promoción

del mercado común. Su función primordial es generar condiciones para la participación de la sociedad

civil en el proceso de integración.

86 MERCOSUR/CMC/DEC No. 19/99 Entendimiento sobre Tránsito Vecinal Fronterizo entre los Estados

partes del MERCOSUR, Bolivia y Chile XVII CMC, Montevideo, 7/XII/99.

87 MERCOSUR/CMC/DEC No. 37/04 Proyectos de Acuerdos contra el Tráfico ilícito de migrantes, entre

los Estados partes del MERCOSUR, la República de Bolivia y la República de Chile.

88 El Protocolo contra el Tráfico ilícito de migrantes por tierra, mar y aire complementa la Convención de

las Naciones Unidas contra la delincuencia organizada transnacional, suscrito el 15 de noviembre de 2000

en Nueva York. El propósito del presente Protocolo es prevenir y combatir el tráfico ilícito de migrantes,

así como promover la cooperación entre los Estados partes con ese fin, protegiendo al mismo tiempo los

derechos de los migrantes objeto de dicho tráfico.

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Este Acuerdo sobre Residencia para nacionales de los Estados partes del

MERCOSUR, Bolivia y Chile (CMC Acta 02/02), firmado por la Cumbre de

Presidentes en diciembre de 2002, es considerado un verdadero hito en la historia de la

integración regional, ya que da sustento a la gobernabilidad de los flujos migratorios,

bajo el precepto de que la legalidad constituye la base de toda sociedad democrática y

que permite la inserción de los migrantes en la sociedad receptora.

Este instrumento establece que un nacional de un país miembro del MERCOSUR

podrá regularizar su situación migratoria en otro país miembro por el solo hecho de su

nacionalidad, mediante el establecimiento del criterio de la nacionalidad y el

otorgamiento de una residencia temporaria de dos años a través de un trámite sencillo

basado en la nacionalidad del beneficiario. Lamentablemente, el Acuerdo aún no ha sido

ratificado por los países del MERCOSUR.

Finalmente, cabe destacar la creación, en el primer semestre de 2004, de un ámbito

exclusivamente relacionado con la problemática migratoria: el Foro Especializado

Migratorio,89 dependiente de la Reunión de Ministros. Uno de los primeros documentos

emanados de este Foro fue la Declaración de Santiago sobre Principios Migratorios,90

que constituye un valioso documento que plantea el espíritu con que los gobiernos

encaran la política migratoria.

Esta exposición sobre algunas de las normativas mercosureñas en materia de

migraciones muestra los progresos realizados y la voluntad política creciente de avanzar

hacia la efectividad de la libre circulación de personas. En la práctica social y política

queda mucho por avanzar y concretar, ya que todavía prevalecen concepciones

restrictivas y particulares, que analizan las migraciones como cuestión de seguridad

nacional, cuando urge la gobernabilidad mancomunada y la creación de normas que

contribuyan a la idea de la libre circulación.

Existen pasos de avance, como se ha podido apreciar, en relación con la inclusión del

tema de las migraciones en los procesos integracionistas en nuestra región, pero resulta

todavía poco profundo e insuficiente el tratamiento que se le da a la relación entre estos

dos factores en la práctica de los bloques de integración. A continuación se analizan

89 MERCOSUR/RMI/FEM/ACTA No. 1/04.

90 Declaración de Santiago sobre Principios Migratorios, suscrita el 17 de mayo de 2004 en los marcos de

la Reunión Extraordinaria de Ministros del Interior del MERCOSUR, celebrada en Santiago de Chile.

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estas temáticas en el marco de otro de los bloques integracionistas que se desarrolla en

el área latino-caribeña.

ALBA-TCP

El proceso integracionista Alianza Bolivariana para las Américas-Tratado de Comercio

de los Pueblos (ALBA-TCP) surgió como un prometedor proyecto de unidad para el

desarrollo regional. El mismo encarna, a nuestro parecer, el ideal de modelo

integracionista para nuestra región, y fue fundado en 2004 por los presidentes Hugo

Rafael Chávez Frías y Fidel Castro, como alternativa frente al Área de Libre Comercio

para las Américas (ALCA), propuesta por Estados Unidos.

En la actualidad, forman parte del ALBA-TCP los siguientes Estados: Venezuela

(2004), Cuba (2004), Bolivia (2006), Ecuador (2009), Nicaragua (2007), Dominica

(2008), Antigua y Barbuda (2009), San Vicente y las Granadinas (2009), Surinam

(2012), Santa Lucía (2013), Granada (2014) y San Cristóbal y Nieves (2014).

En el año 2009, como medida de desaprobación y protesta ante el golpe de Estado

contra Manuel Zelaya, Honduras fue suspendida por tiempo indefinido del acuerdo

integracionista, al cual renuncia en 2010. En 2018, el Estado de Ecuador se retira

oficialmente, justificándose y criticando el manejo del gobierno venezolano respecto a

la creciente emigración de sus nacionales hacia otros países de la región, muestra

fehaciente del empleo de la migración intrarregional como arma política para

desacreditar a países miembros. Más recientemente, en 2019, el Estado Plurinacional de

Bolivia se retiró del ALBA, bajo el mandato de la administración interina que sustituyó

al presidente Evo Morales tras el golpe de Estado perpetrado en la nación andina.

Estas salidas de miembros debilitaron el desarrollo del proceso integracionista y han

agudizado el debate en torno al mismo. A casi veinte años de su creación, la discusión

sobre sus aciertos y desaciertos continúa y se fortalece. Con el ánimo de contribuir a

este debate para el relanzamiento o fortalecimiento de la implementación de dicha

alianza se realiza, desde la crítica constructiva, esta reflexión.

Los principios fundacionales del ALBA-TCP se oponen de manera directa a las

pretensiones hegemónicas del imperialismo norteamericano en la región, al poner el

énfasis en la complementariedad, la justicia y la cooperación. Creada con el propósito

histórico de luchar contra la pobreza, las desigualdades y la exclusión social, mediante

la unión de las capacidades y fortalezas de los países que la integran, este proyecto se

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afianza en la perspectiva de producir transformaciones estructurales y constituir el

sistema de relaciones necesario para alcanzar un desarrollo integral. Esta plataforma

surgió, además, como una alianza en defensa de la independencia, la autodeterminación

y la identidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños. Estos propósitos conllevaron

a un enfrentamiento frontal y a agresiones por parte de Estados Unidos contra las

naciones miembros, especialmente Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Nos encontramos ante una propuesta de integración diferente. Mientras el ALCA

responde a los intereses del capital transnacional y persigue la liberalización absoluta

del comercio de bienes y servicios e inversiones, el ALBA pone el énfasis en la lucha

contra la pobreza y la exclusión social y expresa por tanto los intereses de los pueblos

latinoamericanos. Es una propuesta enfocada a la construcción de consensos que

conlleven a repensar los acuerdos de integración en función de alcanzar un desarrollo

endógeno nacional y regional que erradique la pobreza, corrija las desigualdades

sociales y asegure una creciente calidad de vida para los pueblos.

El ALBA presenta importantes logros y resultados en los ámbitos económico y social,

aun con un funcionamiento incoherente y deficiente, signado por las ya mencionadas

agresiones externas y las debilidades internas, propias de su nivel de desarrollo e

implementación.

Entre los logros en el ámbito económico es válido destacar los avances en la creación

de estrategias de integración energética, a partir de iniciativas como Petrosur,

Petroamérica y PetroCaribe. Del mismo modo, debe señalarse la creación de

instituciones crediticias y regulatorias para la compensación de las asimetrías entre los

países miembros, tales como: el Banco del Sur, Banco del ALBA, el Fondo

latinoamericano de reservas, los proyectos y empresas grannacionales.

Desde la perspectiva social, ha apostado por el desarrollo de las misiones,

esencialmente en materia de salud, alfabetización, educación, cultura y deportes. Estos

logros han sido posibles gracias a los acuerdos conciliados con Cuba. Entre los

programas sociales impulsados cabe destacar el programa ¡Yo, sí puedo! y la Misión

Robinson en el ámbito de la educación, y los siguientes programas en el área de salud:

Barrio Adentro, la Operación Milagro, la Brigada Henry Reeve y la Escuela

Latinoamericana de Medicina (ELAM), mediante los cuales se ha incidido en la

reducción de la pobreza y la desigualdad.

Aun cuando se reconoce que son amplios los logros sociales del ALBA-TCP, es

necesario hacer alusión a un aspecto social que ha demostrado su relevancia para la

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cristalización y legitimación de los procesos de integración. Se trata, por supuesto, de

una política migratoria común. Es decir, el ALBA-TCP, como acuerdo de integración,

no ha desarrollado una política migratoria concreta para la regulación y gestión de los

flujos migratorios intra y extrarregionales. A lo sumo, se han logrado cambios y

actualizaciones de las leyes migratorias nacionales de algunos de sus países miembros,

y la firma de acuerdos, tratados, programas y pactos internacionales para la protección

de los derechos de la población migrante.

No obstante, el bloque integracionista sí ha establecido con claridad su postura en

torno a esta problemática regional y global. Para ilustrar lo planteado, se alude a la

Declaración de la VII Cumbre del acuerdo, celebrada en Cochabamba, Bolivia, el 19 de

octubre de 2009, donde se aboga por el reconocimiento de la migración como derecho

humano y no como un delito. Se rechaza la discriminación y penalización de las

personas migrantes y se plantea la urgencia de reformar las políticas migratorias del

gobierno de los Estados Unidos y la revocatoria de la Directiva de retorno de la Unión

Europea. Aboga por el cese de las deportaciones, la reunificación familiar y la

eliminación del muro en la frontera de Estados Unidos-México. Solicita la derogación

de leyes y políticas discriminatorias y selectivas como la Ley de Ajuste cubano y la

política «pies secos, pies mojados», que aplica el gobierno de Estados Unidos a los

inmigrantes irregulares cubanos.

Del mismo modo, reconoce la necesidad del diálogo y la realización de acciones

conjuntas entre los países de origen, tránsito y destino, para un abordaje integral y de

respeto a los derechos humanos de los migrantes.

Se manifiesta a favor del fortalecimiento y creación de mecanismos comunes y

prácticas efectivas en el enfrentamiento a flagelos como la trata y tráfico de personas, la

explotación sexual y laboral, etc. Condenan el ofrecimiento de refugio o asilo a

terroristas y criminales. Asimismo, ha confirmado la decisión de ratificar el Convenio

de Reconocimiento de títulos universitarios en los países miembros del ALBA-TCP, lo

que garantizaría una migración basada en los derechos ciudadanos y en la inclusión.

Lamentablemente, la política migratoria común constituye una asignatura pendiente

en el ALBA-TCP, hecho que contradice los valores fundacionales y la postura

expresada por el bloque. De acuerdo con lo analizado, esta falta de desarrollo de normas

migratorias atenta contra la profundización de la integración, la protección y

observancia de los derechos humanos de los migrantes latinoamericanos.

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A nuestro entender, una de las causas principales de este estancamiento en la gestión

y regulación de los flujos migratorios en el marco del ALBA se debe esencialmente al

hecho de que no se ha logrado establecer como un ente supranacional real mediante la

cesión de una parte de la soberanía nacional de los Estados miembros en función de la

generación de acuerdos supranacionales de carácter vinculante. En este sentido, Aponte

asegura que:

El ALBA-TCP es un acuerdo intergubernamental. La ventaja de estos

acuerdos es que bajo un liderato eficaz de un país eje (en este caso

Venezuela) dentro del contexto del boom de los commodities, los países

avanzan en una estrategia común. Pero una debilidad de estos acuerdos es la

falta de mecanismos para el cumplimiento obligatorio que aseguren que los

Estados acaten las reglas comunes. Además, cuando crece el número de

participantes, puede ser más difícil lograr acuerdos y ejecutar la

implementación de las acciones para profundizar la integración.91

Ello, entre otras causas, ha provocado un lento y pobre desarrollo en la creación e

implementación de una política migratoria supranacional para la gestión de las

migraciones inter e intrarregionales de los países miembros. La inexistencia de un

marco jurídico común, fuerte, impidió el reconocimiento y la efectividad de la libre

circulación de connacionales en el marco de los países miembros. Ello constituye una

tarea pendiente y urgente en las actuales condiciones de descontrol, cierre de fronteras,

emergencias migratorias, aumento de los flujos intrarregionales y de su irregularidad.

Tampoco se puede desconocer que el giro político que ha sufrido la región en los

últimos años ha impactado también de manera negativa en los logros y avances del

ALBA-TCP. Sin embargo, aun con sus complejidades, avances y retrocesos, el nuevo

regionalismo estratégico que impulsa este bloque integracionista se presenta como una

alternativa mejor frente al multilateralismo y el proteccionismo bilateral del ALCA.92

En tal sentido, se hace necesario transformar la realidad actual; para ello se

recomienda propositivamente:

91 Maribel Aponte: «El ALBA-TCP. Entre los regionalismos y la geopolítica», 2019 (disponible en:

https://www.vocesenelfenix.com/content/el-alba-tcp-entre-los-regionalismos-y-la-geopol%C3%ADtica).

92 Ídem.

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La evaluación crítica de los avances logrados y los retos que persisten en materia

de política migratoria en el ALBA-TCP.

La implementación de nuevas formas de participación de la sociedad civil,

especialmente los beneficiarios, en la construcción, implementación y

evaluación de las políticas migratorias en el marco de la integración ALBA.

La creación de una política migratoria común en los marcos del ALBA-TCP.

Una política migratoria para el ALBA debe tener un carácter integral e inclusivo, que

refleje los valores fundacionales del anhelo integracionista de la región, mediante la

asunción de nuevas concepciones en torno a la relación de los flujos migratorios y los

procesos de integración, y la superación de las visiones negativas y limitadas sobre

estos vínculos. Una legislación migratoria en pos de la integración tipo ALBA debe

superar concepciones nacionales restrictivas y proteccionistas, para acceder a

concepciones comunitarias, incluyentes, plurales, al servicio del bienestar colectivo, es

decir, del migrante y su familia, pero también de las naciones emisoras, receptoras, de

tránsito y de retorno. Esta política debe fomentar en los individuos una visión más

amplia del ser latinoamericano desde los valores fundacionales de la integración, debe

tener como base la justicia social, manifestada en valores como la equidad, la tolerancia

étnica, la justicia e integración social, los derechos humanos inalienables, la

multiculturalidad, el respeto a las mujeres y las niñas, la salvaguarda de lo autóctono y

la participación e inclusión popular. En la medida en que se logre avanzar en este

imperativo, se logrará una mayor y mejor integración de nuestros países.

A modo de conclusiones

En pleno siglo XXI se asiste a una fase distinta a la que se conoció en décadas pasadas.

La estructura de tensiones y contradicciones que atraviesan los flujos migratorios a nivel

internacional y en la región latinoamericana en específico se ha acrecentado en los

últimos años. Pero conjuntamente con esta realidad se muestran avances en la

integración regional entre los Estados, sociedades civiles y organizaciones

internacionales. Asimismo, comienza a establecerse un incipiente consenso en torno a la

necesidad de identificar retos y beneficios de la migración internacional en el marco de

los procesos de integración regional en marcha.

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En el análisis de estos vínculos, son múltiples las interrogantes e inquietudes que

persisten y que corroboran la necesidad de monitorear, regular y gestionar los

movimientos migratorios en su sentido amplio, más allá de cantidades y composición.

Se sabe que la integración económica supone inevitablemente facilidades para la

movilidad de las personas, lo que exige redoblar los esfuerzos en la consideración de la

movilidad en los acuerdos de integración vigentes actualmente en América Latina y el

Caribe. Esta condición establecería un piso de negociaciones en la perspectiva de la

integración hemisférica.

Se asiste a un escenario contradictorio: por un lado se visualiza la voluntad de superar

concepciones restrictivas en materia de política migratoria, pero por otro, dichas

concepciones se hallan tan arraigadas en nuestras sociedades, que persisten en las

prácticas culturales, sociales, jurídicas e institucionales. Por eso resulta indispensable

profundizar debates y reflexionar sobre la necesidad de generar nuevas concepciones

que se traduzcan en prácticas diferentes.

Hasta ahora, la normativa elaborada en los acuerdos integracionistas estudiados pone

de manifiesto que mucho de lo que se ha considerado un avance en materia de inclusión

del tema migratorio en los acuerdos integracionistas no pasa de ser, en muchos casos,

un conjunto de manifestaciones discursivas, cargadas de buenas intenciones, pero sin

una concreción real y visible en la práctica política y social.

El estado actual de la inclusión de la problemática migratoria en los acuerdos

integracionistas comienza a consolidarse, pero aún es insuficiente, como se ha planteado

en este documento. No es exagerado afirmar que el tratamiento de los fenómenos

migratorios, que sigue mostrando el legado de la lógica del control, continúa

asociándose predominantemente con asuntos administrativos y es unilateralmente

asumido por quienes se encargan de adoptar decisiones en cada país.

La inclusión sistemática de la migración internacional y de las diversas formas de

movilidad en los acuerdos de integración sigue siendo una asignatura pendiente, a pesar

del reconocimiento de sus estrechas relaciones con el desarrollo y del mantenimiento de

las propensiones migratorias en diversas regiones, aunque debe señalarse que ha habido

señales de avance en procesos subregionales de integración como MERCOSUR.

Es necesario revisar dichas experiencias y fortalecer la cooperación entre países y

entre los bloques de integración, aprovechando la conformación de agendas sociales y la

armonización de políticas en materias de mutuo interés para los países como: el tránsito

fronterizo, la circulación de trabajadores, la seguridad social, el reconocimiento de

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calificaciones y el acceso a servicios sociales, entre otros. La experiencia del Acuerdo

sobre la Movilidad de Personas del MERCOSUR, conjuntamente con las que se

desarrollan en otros espacios de integración, son promisorias. La revisión de

experiencias como la de la Unión Europea es imprescindible.

En el caso del ALBA-TCP el reto es mayor, ya que los avances hacia la

conformación de una política migratoria integral y común, de carácter vinculante, son

aún muy incipientes. Sin embargo, debe tenerse presente que se trata de un proceso

integracionista en formación, con muchos de sus derroteros por definir.

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Capítulo IV El fortalecimiento de la cooperación sobre seguridad

alimentario-nutricional entre Cuba y América Latina. Una proyección

estratégica

Dra. C. Zulma D. Ramírez Cruz

MSc. Cintia González León

El escenario regional de la cooperación sobre seguridad alimentario-nutricional

Las políticas públicas sobre seguridad alimentario-nutricional (SAN) en América Latina

y el Caribe han evolucionado considerablemente, pasando de un enfoque basado en la

producción de alimentos a uno más sistémico, que reconoce aspectos fundamentales

sobre la accesibilidad, la estabilidad y el uso biológico de los alimentos.

La necesidad de mantener dicho enfoque se renueva por los impactos económico-

sociales de la Covid-19. La caída del PIB en la región a causa de la pandemia está

marcada, entre otros aspectos, por el descenso de los precios de los productos primarios,

uno de los principales renglones exportadores de estos países; la interrupción de cadenas

de suministro, la disminución de la demanda del turismo y de activos financieros, así

como por la caída de la Inversión Extranjera Directa (IED), que se proyecta hasta en un

50 % interanual en 2020,93 y una importante depreciación de las monedas nacionales.

Igualmente, los impactos sociales amplían la complejidad de la problemática. Junto al

aumento de los índices de pobreza y extrema pobreza, tienen lugar repercusiones

negativas sobre la alimentación, la salud, la educación y el empleo.94

93 La caída de la IED en la región afectará principalmente los sectores turísticos, de transporte y materias

primas (ver: Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo: World Investment Report.

2020, Naciones Unidas, Geneva, 2020 (disponible en:

http://unctad.org/es/paginas/newsdetails.aspx?OriginalVersionID=2396).

94 CEPAL: Los efectos del COVID-19 en el comercio internacional y la logística. Informe Especial No. 6,

CEPAL, Santiago de Chile, 2020 (disponible en: https://www.cepal.org/es/publicaciones/45877-efecto-

covid-19-comercio-internacional).

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En 2018, el 6,5 % de la población latinoamericana vivía con hambre, ascendiendo a

42,5 millones de personas.95 En 2020, según explica la Organización de las Naciones

Unidas (ONU), la pandemia ha provocado que se haya casi triplicado la cantidad de

personas con necesidades de asistencia alimentaria y que el número de personas en

situación de inseguridad alimentaria aguda pueda pasar de 11,7 millones a 16 millones.

Esta situación contrasta con el hecho de que los países de América Latina y el Caribe en

su conjunto producen la cantidad de alimentos suficientes para cubrir los requerimientos

mínimos de calorías, además de ser exportadores netos.96 Ello indica que de modo

individual no todos cuentan con la cantidad y diversidad de alimentos necesarios para

garantizar una alimentación adecuada a su población y que sus políticas no han sido lo

suficientemente efectivas para garantizar el acceso y uso adecuados de los mismos.

Sobresalen como productores: Brasil, México, Argentina y Uruguay, mientras que entre

los principales exportadores de cereales se encuentran Brasil y Argentina.

CEPAL, FAO y ALADI (2016) explican que varios países latinoamericanos registran

importantes exportaciones mundiales de algunos productos alimenticios. Brasil y

Argentina representaron en conjunto el 31 % de las exportaciones mundiales de maíz en

el año 2015. Estos dos países, junto a Paraguay y Uruguay, representaron en este año el

55 % de las exportaciones mundiales de porotos de soja, mientras que Argentina, Brasil,

Paraguay y Bolivia representaron el 65 % de las exportaciones mundiales de tortas de

soja.

En este contexto, la cooperación internacional tiene un rol estratégico, no solo como

financiador de proyectos de desarrollo agropecuario y rural en áreas de extrema pobreza

(función muchas veces tradicional), sino también como mecanismo promotor de

procesos de innovación en el sector. En este sentido, la cooperación regional debe ser

vista como una oportunidad a partir de la cual se pueden generar procesos de

aprendizaje, intercambio de experiencias y desencadenar proyectos de desarrollo,

capaces de contribuir a revertir problemas de seguridad alimentario-nutricional en Cuba,

sobre la base de avances logrados en distintos países de la región latino-caribeña.

95 FAO: Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe. 2019. Hacia

entornos alimentarios más saludables que hagan frente a todas las formas de malnutrición, disponible

en: https://es.wfp.org/panorama-2019-america-latina-y-el-caribe.

96 CEPAL, FAO y ALADI: Seguridad alimentaria, nutrición y erradicación del hambre. CELAC 2025,

CEPAL, FAO y ALADI, Santiago de Chile, 2016 (disponible en: www.cepal.org/fr/node/37928).

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Los abundantes recursos naturales que posee la región, la diversidad climática, la

amplitud geográfica, el avance biotecnológico en algunos países, entre otros aspectos,

abre oportunidades para el desarrollo productivo y del comercio agroalimentario

intrarregional. Mientras que algunos países tienen capacidades y ventajas para producir

alimentos básicos, otros las tienen para proveer productos y servicios específicos con un

determinado valor agregado para favorecer la agricultura.

En 2005, los gobiernos latinoamericanos y caribeños se propusieron erradicar el

hambre antes del año 2025 a través de la Iniciativa América Latina y el Caribe sin

Hambre, por medio de la implementación de políticas públicas y proyectos

multisectoriales, aunque los espacios de cooperación en torno a la problemática son

diversos. La Organización de Estados Americanos (OEA) en el 42° período de sesiones

de su Asamblea General en Cochabamba en el año 2012, la Comunidad de Estados

Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en la I Cumbre en Santiago de Chile en 2013 y

la Cumbre de Ministros de Desarrollo Social y Erradicación del Hambre y la Pobreza en

Caracas en 2013, así como la Ley Marco de Parlatino sobre Derecho a la Alimentación,

Seguridad y Soberanía Alimentaria, aprobada en diciembre de 2012, son una muestra

del impulso a la seguridad alimentario-nutricional a nivel nacional y subregional.

MERCOSUR aprobó en 2011 el Plan Estratégico de Acción Social (PEAS), cuyo

primer eje de acciones fue «[…] erradicar el hambre, la pobreza y combatir las

desigualdades sociales». Del mismo modo, la Comunidad Andina de Naciones (CAN)

estableció los Principios Orientadores, la Agenda Estratégica y el Programa Andino

para Garantizar la Seguridad y Soberanía Alimentaria y Nutricional. En Centroamérica

se desarrolla la Estrategia Regional Agro-Ambiental y de Salud 2009-2024 (ERAS).

Asimismo, la Comunidad del Caribe (CARICOM) estableció en el año 2010 su Política

de Seguridad Alimentaria y Nutrición y un Plan de Acción (2011) para su

implementación en el período 2012-2026.

Las iniciativas regionales se consolidaron en la primera década del siglo XXI con la

creación de esquemas de cooperación y/o integración como la Alianza Bolivariana para

las Américas (ALBA), PetroCaribe y la CELAC. En el marco del ALBA, fueron

creados mecanismos como el Fondo ALBA Alimentos y el Banco del ALBA. El propio

PetroCaribe ha estado vinculado desde un inicio a proyectos de inversión y desarrollo

de los países miembros. En relación con los impactos generados por la actual crisis

sanitaria, el ALBA aprobó en junio del presente año el Plan de Contingencia

Económica, que prevé el fortalecimiento de dichos mecanismos y la creación de un

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Fondo Humanitario que brindará asistencia frente a cualquier situación de riesgo. Por

otra parte, la CELAC aprobó en enero de 2015 el Plan para la Seguridad Alimentaria, la

Nutrición y Erradicación del Hambre de la CELAC 2025.

A pesar de este escenario, el aumento de la subalimentación en la región, dado

principalmente por el incremento en Sudamérica, que entre 2014 y 2018 pasó de 19

millones a 23,7 millones de personas, que representan un incremento del 4,6 % a 5,5 %

de la población,97 junto a los impactos de la COVID-19 en los sistemas alimentarios,

explican en gran parte la necesidad de profundizar en la cooperación para la seguridad

alimentario-nutricional en la región. La proyección de alianzas estratégicas entre Cuba y

América Latina y el Caribe, a partir de la identificación de fortalezas y limitantes en su

estructura agro-alimentaria, puede contribuir a la resolución de dicha problemática.

Estado de la seguridad alimentario-nutricional en Cuba. Principales problemáticas

y capacidades para la cooperación

A diferencia de otros países de la región, Cuba, junto a Brasil y Uruguay, lidera la lucha

contra el hambre, con un índice de prevalencia de subalimentación inferior al 2,5 %,

según señala el informe de la FAO (2018). Sin embargo, a pesar de los avances en esta

materia, persisten un conjunto de limitaciones como: dependencia económica,

dificultades con las cadenas productivas y los mecanismos de comercialización, baja

eficiencia productiva, inexistencia de una política integral que articule todas las

dimensiones de la seguridad alimentario-nutricional, entre otras. Sobre esta última

cuestión, en marzo de 2020 fue presentada una propuesta de la Política de Soberanía

Alimentaria y Educación Nutricional por Elisabeth Peña Turruellas, jefa del Grupo

Nacional de la Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar, del Ministerio de la

Agricultura. Dicha propuesta contiene el diagnóstico, la metodología, el plan de acción

y los temas estratégicos vinculados con la problemática en el país, lo que significa un

avance en la institucionalización respecto a esta materia en el país.

Actualmente, la COVID-19 ha provocado desequilibrios en el sector agrícola y

alimentario en general. Sin embargo, durante el período epidémico y pospandemia se

97 FAO: Seguridad alimentaria bajo la pandemia de COVID-19, Organización de las Naciones Unidas

para la Alimentación y la Agricultura en México, 2020 (disponible en: https://ondarural.org/seguridad-

alimentaria-bajo-la-pandemia-de-covid-19/).

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establecieron en el país prioridades como: incrementar la siembra, el acopio, la

producción nacional para disminuir la dependencia de las importaciones, aumentar las

exportaciones de productos como carbón, miel y sus derivados, entre otros, como

principal fuente de divisas. También se llevan a cabo políticas de estímulo a la

agricultura urbana, suburbana y familiar, la cual cuenta con 808 microindustrias

familiares y 56 574 familias con parcelas y patios productivos.98

La disponibilidad alimentaria en Cuba alcanzó las 3 594 Kcal/día/persona como valor

promedio en el trienio 2015-2017, hecho positivo si se tiene en cuenta que las

necesidades promedio de energía para las personas que realizan actividad física intensa

son de 3 800 (si esta pesa 80 kg). Existe un grupo de alimentos esenciales en el país que

conforman la disponibilidad calórica: cereales con un 38 %, azúcares (16 %), frutas y

verduras (8,4 %) y productos cárnicos (8 %), entre los principales.99

El problema de la disponibilidad depende en gran medida de la producción nacional

de alimentos, por eso se debe tener en cuenta la distribución de la tierra en el país y su

utilización según formas de tenencia (ver gráfico No. 1).

Gráfico No. 1 Distribución de la tierra del país y su utilización según formas de tenencia,

2018 (miles de hectáreas)

Fuente: Elaboración propia en base al Anuario Estadístico de Cuba 2018, Oficina Nacional de Estadística

e Información (ONEI), La Habana, 2019.

98 Informaciones y datos ofrecidos por el Ministro de Agricultura de Cuba, Gustavo Rodríguez Rollero,

en el programa Mesa Redonda del día 23 de junio de 2020.

99 Yeneidi Carrazana y Zulma Ramírez: «Procedimiento para la medición integral de la seguridad

alimentaria y nutricional en Villa Clara», tesis de diploma, Universidad Central «Marta Abreu» de Las

Villas, Santa Clara, 2019.

0

2000

4000

6000

8000

10000

12000

Total Superficie Agrícola Superficie Cultivada Superficie noAgrícola

Estatal UBPC CPA CSS y Privados

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El gráfico muestra un nivel de desuso del 50 % de la tierra agrícola disponible. Una

de las consecuencias de este desaprovechamiento es que no se eleva la productividad en

la producción agrícola, especialmente por parte del sector estatal.

El PIB del sector de la agricultura, ganadería y silvicultura ascendió de 2 920

millones de pesos en 2013 a 3 655 millones de pesos en 2018, de acuerdo con los datos

ofrecidos por el Anuario Estadístico de Cuba para este propio año. Su evolución

muestra una tasa de crecimiento promedio de 4,61 % en el período comprendido entre

2013 y 2018. Sin embargo, al realizar el análisis por años, se observa que en 2016

ocurre el crecimiento más alto, con una tasa aproximada de 8 % respecto a 2015,

mientras que en los años 2017 y 2018 se desacelera con tasas de crecimiento de 2,4 % y

2,7 % respectivamente. La industria azucarera, por su parte, para este mismo período

tuvo un crecimiento promedio de apenas 2,8 %, al pasar de 235 a 256 millones de pesos,

incidido principalmente por la caída de su PIB en 2016 en un 10 % respecto a 2015.100

No obstante, la producción medida por cantidades nos muestra con mayor precisión la

disponibilidad de alimentos en el país. De acuerdo con el gráfico No. 2, en el período

2013-2018 la producción de viandas alcanzó la cifra de 2 471 956 toneladas en el último

año de ese quinquenio, con una tasa de crecimiento de un 20 % respecto a 2013,

mientras que la producción de hortalizas alcanzó en 2018 las 2 007 901 toneladas con

una tasa de decrecimiento de 1 % como promedio en el período, mientras que las

leguminosas solo se incrementaron en un 16 %. Sin embargo, otras producciones como

los cereales, disminuyeron en un 28 % en 2018 respecto a 2013, las frutas decrecieron

en un 9 % y los cítricos un 21 %.

100 Oficina Nacional de Estadísticas e Información: Anuario Estadístico de Cuba 2018, Oficina Nacional

de Estadísticas e Información (ONEI), La Habana, 2019.

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Gráfico No. 2 Producción agrícola por cultivos seleccionados en Cuba 2013-2018 (en

toneladas)

Fuente: Elaboración propia en base al Anuario Estadístico de Cuba 2018, Oficina Nacional de

Estadísticas e Información (ONEI), La Habana, 2019.

De los lácteos, la producción de leche de vaca decreció en un 3 %, en tanto los

cárnicos como el pollo decrecieron en un 12 %, pero la carne de cerdo creció

considerablemente en un 21 % en 2018 respecto a 2013. La producción de huevos solo

creció en un 4 %, alcanzando 2 779 MMU. Dado el elevado grado de dependencia de

las importaciones de alimentos para garantizar su disponibilidad, su dinámica resulta de

gran relevancia en el análisis. De acuerdo con el Anuario Estadístico de Cuba 2018, las

importaciones de productos alimenticios y animales vivos aumentaron de 1 848 051

miles de pesos en 2013 a 1 929 447 miles de pesos en 2018, mientras que las

exportaciones pasaron de 549 367 miles de pesos a 295 036 miles de pesos, con un

saldo comercial alimentario negativo de –1 634 411 miles de pesos en este último año.

El mayor peso porcentual de las importaciones sobre la disponibilidad de alimentos

corresponde a productos como carnes y sus preparados (pollo y cerdo), pescado, arroz,

trigo, maíz y leche en polvo. Las exportaciones corresponden principalmente al azúcar,

miel, pescados, mariscos y café.101 Las cantidades importadas de algunos productos

alimenticios pueden apreciarse en el gráfico No. 3.

101 Ídem.

0

50000

100000

150000

200000

250000

300000

350000

400000

Viandas Hortalizas Cereales Leguminosas Cítricos Otras Frutas

2013 2014 2015 2016 2017 2018

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Gráfico No. 3 Importaciones de productos alimenticios en Cuba del 2015-2018 (en

toneladas)

Fuente: Elaboración propia en base al Anuario Estadístico de Cuba 2018, Oficina Nacional de

Estadísticas e Información (ONEI), La Habana, 2019.

Escalona (2013) considera que aún resulta insuficiente la cantidad, calidad y variedad

de alimentos producidos para satisfacer la demanda nacional de Cuba, que tiene el

imperativo de reducir las importaciones. Se hace necesario además producir estos

alimentos con alta eficiencia y mínima utilización de insumos externos. A estos

problemas se suman las dificultades con las cadenas productivas y los mecanismos de

comercialización. Una parte considerable de los alimentos que se producen se

desperdicia debido a los aún deficientes mecanismos de transportación, conservación,

procesamiento y almacenamiento. En sentido general, hay una falta de coherencia entre

los modelos agrícolas diversificados, descentralizados y autosuficientes y la

infraestructura de apoyo disponible a diferentes escalas. Los retos en la producción y

comercialización de alimentos en el contexto local son muy grandes: en Cuba existe la

necesidad de disminuir la dependencia externa en la disponibilidad de alimentos a partir

de la diversificación, la integración de actores en redes con el conocimiento, la

tecnología y la innovación, así como el aprovechamiento de los recursos endógenos,102

aspectos que en el contexto actual de la pandemia de COVID-19 se han hecho más

evidentes.

102 José C. Escalona Ponce: «Estrategia para la gestión de la seguridad alimentaria en el municipio de

Majibacoa, Provincia Las Tunas», disertación doctoral, Centro de Estudios de Desarrollo Agrario y Rural,

Facultad de Agronomía, Universidad de Mayabeque, Mayabeque, 2013.

0

200000

400000

600000

800000

1000000

1200000

Carne y sus…

Leche enPolvo

Pescado Trigo Arroz Maíz

2015 2016 2017 2018

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El Programa Mundial de Alimentos (PMA) en Cuba (2015) señala otros problemas

relacionados con la disponibilidad de alimentos en el país:

Acceso limitado al mercado internacional.

Degradación de los recursos naturales para la producción de alimentos y la

pérdida de biodiversidad.

Insuficiente suministro de energía para garantizar la seguridad alimentaria.

En junio de 2020, el PMA, junto con el gobierno cubano, acordaron la movilización

de nuevos recursos para fortalecer la capacidad productiva y contribuir a la seguridad

alimentario-nutricional de los grupos poblacionales más vulnerables en el contexto de la

pandemia de COVID-19. El programa incluye la entrega de 562 toneladas de frijol

negro para su distribución en bodegas y comedores sociales en 54 municipios de las

cinco provincias orientales. Además, comprende la implementación de un proyecto de

resiliencia climática por un monto de 119 millones de dólares.103

Por otra parte, según el perfil nacional de seguridad alimentaria y nutricional de Cuba

de la Plataforma SAN de la CELAC, en el año 2018 el 42 % de la población presentaba

sobrepeso, mientras que el 26 % presentaba obesidad. La población con acceso al

suministro de agua aumentó de un 89,5 % a un 97,7 % de 1994 a 2018, mientras que la

población con acceso a instalaciones sanitarias creció de un 81,5 % a un 97,8 % entre

1990 y 2018. Asimismo, el país se destaca por logros en la reducción de la mortalidad

infantil y la malnutrición.104

La carencia de micronutrientes, específicamente la de hierro, es el principal trastorno

alimentario y nutricional identificado en Cuba. De acuerdo con Rodríguez (2016), la

anemia por deficiencia de hierro constituye un problema de salud pública en niños de

seis meses a dos años de edad, aun cuando predominan los casos con anemia ligera o

moderada, según la clasificación de la Organización Mundial de la Salud. La

prevalencia en este grupo de edad es de 31,4 % en las cinco provincias orientales y

103 Inter Press Service: «Cooperación internacional apoya la alimentación en Cuba», 9 de junio de 2020

(disponible en: https://www.ipscuba.net/economía/cooperación-internacional-apoya-la-alimentacion-en-

cuba/).

104 Armando Rodríguez: Análisis de situación de país para la fortificación del arroz: Cuba, informe

preparado para el Programa Mundial de Alimentos, Guatemala, 2016.

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Pinar del Río, consideradas las más vulnerables del país. La situación más crítica la

presentan los niños de seis a once meses, con una prevalencia de 41,4 %.

López (2019) declara que es necesario destacar que a pesar de los esfuerzos

gubernamentales y de la puesta en marcha de las políticas sobre seguridad alimentario-

nutricional en el Marco de Prioridades de País 2013-2018, que establece las líneas

prioritarias de cooperación entre Cuba y FAO, se reconocen varias deficiencias en el

uso biológico de los alimentos que aún requieren de un tratamiento a profundidad en la

búsqueda de alternativas que garantice la mejora en la población. Entre ellas pueden

mencionarse:

Salarios (o pensiones de jubilación) insuficientes para cubrir el aumento de

precios de los alimentos.

Aumento de la obesidad.

Deficiencia de micronutrientes.

Falta de hábitos alimentarios saludables.

Baja prevalencia de la lactancia materna exclusiva y la alimentación inadecuada

en menores de dos años.

Inadecuada calidad e inocuidad de los alimentos.

Sistema de vigilancia alimentaria y nutricional desactualizado.

De acuerdo con el PMA (2015), Cuba trabaja para el mejoramiento de esta dimensión

con el apoyo a los programas de protección social relacionados con la seguridad

alimentario-nutricional (en 34 municipios del país la tasa de prevalencia de anemia

supera el 35 % entre niños de 6 a 23 años). Entre las principales acciones en este sentido

se encuentran:

Brindar asistencia alimentaria a los grupos vulnerables.

Complementar la alimentación escolar nacional en escuelas primarias con

frijoles.

Mejorar la evaluación y vigilancia de la seguridad alimentaria y nutricional y

realizar estudios sobre esta cuestión.

Mejorar la educación nutricional.

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A partir de los elementos explicados, en la tabla No. 1 se presentan algunas de las

capacidades y necesidades de cooperación de Cuba para favorecer la seguridad

alimentario-nutricional en el país.

Tabla No. 1 Capacidades y necesidades de cooperación en materia de SAN de

Cuba

Capacidades Necesidades

Voluntad política del gobierno, claramente

expresada respecto a la importancia del

sector agroalimentario. De las 313

directrices contenidas en los

Lineamientos, un total de 38 están

directamente dedicados a la Política

Agroindustrial, mientras que 138 de otros

capítulos se relacionan con el sector.

Capital humano calificado.

Cuba es miembro de esquemas de

integración en ALC y de los organismos y

organizaciones internacionales (FAO,

PNUD, UNICEF, OPS/OMS, OMC), etc.

Presencia en el país de ONG (nacionales e

internacionales) que trabajan en el ámbito

de la Seguridad Alimentaria y Nutricional.

Procesos inversionistas en la Zona

Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM).

Desarrollo biotecnológico.

Ampliación del fondo de tierra

agropecuaria en explotación a partir de la

entrega de tierras en usufructo.

Disminuir los efectos del bloqueo

económico impuesto por Estados Unidos

en cuanto a la importación y exportación

de productos agroalimentarios.

Afrontar fenómenos climatológicos

(huracanes y sequías) que provocan daños

en la economía nacional, incidiendo en

mayor medida en el sector

agroalimentario.

Incrementar la eficiencia.

Capitalizar la base productiva.

Elevar la productividad en el campo.

Diversificar las fuentes de

financiamiento.

Crear un Marco Legal consolidado e

integral.

Fortalecer sus capacidades

locales/regionales en función de la

estabilidad y autonomía alimentaria.

Fuente: Elaboración propia en base a Escalona (2013), Botella (2018) y Padrón (2018)

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Determinación de oportunidades para el fortalecimiento de la cooperación sobre

seguridad alimentario-nutricional entre Cuba y América Latina y el Caribe

La determinación de oportunidades de cooperación implica relacionar sinérgicamente

las capacidades y necesidades de los potenciales socios y para ello es fundamental el

estudio del estado de las relaciones de cooperación. Este análisis muestra la presencia de

un conjunto de factores que inciden en la efectividad de la cooperación, ya que toma en

cuenta no solo la cantidad de interconexiones existentes, sino también el tipo de vínculo

que se establece, cuestión que deviene fundamental para trazar líneas estratégicas en pos

del fortalecimiento de esta materia en Cuba.

El intercambio comercial alimentario en la región mantiene un significativo grado

proteccionista: las tarifas arancelarias aplicables a los productos agrícolas son más

elevadas que para los demás productos. Quince países de la región aplican un arancel

medio de Nación más Favorecida (NMF) igual o superior a 15 % para este tipo de

productos. En esa misma cantidad de países, más del 40 % del total de líneas

arancelarias agrícolas está sujeto a un arancel NMF superior a 15 %.105

Los productos con mayor grado de protección son las carnes, los lácteos, el arroz y

algunas legumbres. Entre los países más proteccionistas se encuentran Ecuador, México

y los países del Caribe. Los dos primeros aplican tarifas superiores a 15 %, al 58 % y

42 % de las líneas arancelarias agrícolas, respectivamente. En los países del Caribe

estas tarifas se aplican entre 42 % y 55 %. Cuba no es particularmente de los más

proteccionistas, las líneas arancelarias más protegidas en el país llegan al 18 % del

total.106

La cooperación sobre comercio alimentario en América Latina y el Caribe muestra

ciertos avances. En el documento elaborado en conjunto por la CEPAL, FAO y ALADI

(2015), se explica que en la región el 35 % del total de relaciones bilaterales se realiza

amparado por acuerdos de libre comercio. La desgravación más profunda se concentra

en los diferentes bloques regionales: 52 de las 78 relaciones bilaterales entre los países

miembros de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) se encuentran

bajo acuerdos de libre comercio.

105 CEPAL, FAO y ALADI: ob. cit.

106 Ídem.

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En el gráfico No. 4 se puede observar que la mayoría de los países de la región se

beneficia de preferencias arancelarias para un porcentaje importante de los alimentos, a

excepción de Cuba y Panamá, ya que los acuerdos en los que participan son

generalmente de tipo selectivo. La preferencia arancelaria promedio en los acuerdos de

la ALADI alcanza el 92 % en los productos alimenticios.

Gráfico No. 4 Cobertura promedio de los acuerdos sobre alimentos de la ALADI, por

países beneficiarios, 2016 (en porcentajes del número de productos alimenticios)

Fuente: CEPAL, FAO y ALADI: Seguridad alimentaria, nutrición y erradicación del hambre. CELAC

2025, CEPAL, FAO y ALADI, Santiago de Chile, 2016 (disponible en: www.cepal.org/fr/node/37928).

Las relaciones de cooperación sobre seguridad alimentario-nutricional entre Cuba y la

región latinoamericana y caribeña, según los Acuerdos de Alcance Parcial (AAP) y los

Acuerdos de Complementación Económica vigentes en el período 2016-2019, suscritos

en el marco de la ALADI (2020), se clasifican de la siguiente manera:

Comerciales.

Tecnológicos y de innovación.

Intercambio y capacitación.

Inversión y financiamiento.

Complementariedad.

Cuba tiene un total de 90 acuerdos de cooperación con dieciocho países y esquemas

integracionistas en la región: el 45 % corresponde a convenios de carácter comercial,

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suscritos con diecisiete actores, cuestión que refleja un significativo nivel de

concentración en este tipo de acuerdos. Los objetivos que persiguen principalmente son:

el otorgamiento de preferencias arancelarias, la eliminación de obstáculos no

arancelarios, la facilitación aduanera y el fortalecimiento de las relaciones comerciales

existentes entre las partes.

Se destacan países como Bolivia, Ecuador y Uruguay, con los que Cuba posee cuatro

acuerdos por cada uno. A través de ellos se comercializan productos como: cereales,

bebidas, leche, carnes, entre otros, en sus diversas formas, así como las preparaciones

alimenticias, según la base de datos Trade Map, del Centro de Comercio Internacional

(2020).

Los acuerdos tecnológicos y de innovación que favorecen el intercambio de nuevas

tecnologías y conocimientos para promover la competitividad y el desarrollo concentran

el 26 % del total. Cuba mantiene este tipo de acuerdos con quince actores; trece de ellos

con dos acuerdos cada uno. Dentro de este grupo se encuentran: Argentina, Brasil,

Chile, México, ALBA y CARICOM. Con MERCOSUR no existe un convenio en

materia tecnológica y de innovación; no obstante, se han suscrito acuerdos bilaterales

con todos los países miembros del esquema integracionista. Ello está relacionado con la

deformación estructural de las economías latinoamericanas y caribeñas, que dificulta la

complementariedad entre ellas en el campo de la tecnología y la innovación.

Por otro lado, el país ha reconocido la importancia de la inversión extranjera para

fomentar el crecimiento económico y la sustitución de importaciones, así como para

aumentar las exportaciones, y para ello resulta pertinente la cooperación en inversión y

financiamiento. En este sentido, con CARICOM y ALBA se han logrado avances

importantes, aunque solo se identifican cinco acuerdos de este tipo (incluyendo Bolivia,

Ecuador y Panamá). Ello puede estar relacionado con las condiciones y dinámica

propias de los flujos financieros internacionales y con el bloqueo económico, comercial

y financiero impuesto por Estados Unidos al país.

Según destaca la CEPAL (2019),107 en la región las entradas de IED crecieron 13,2 %

en 2018, al ascender a 184 287 millones de dólares. Sin embargo, el incremento se

explica, según CEPAL (2019), por la actividad de unos pocos países receptores (Brasil,

107 CEPAL (2019) explica que la inversión extranjera directa (IED) disminuyó a nivel global en 2018 por

tercer año consecutivo, afectada, entre otros aspectos, por la confrontación comercial entre China y

Estados Unidos, así como por la política económica del gobierno norteamericano para que las empresas

transnacionales estadounidenses repatriaran sus utilidades.

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México y en menor medida Panamá, Ecuador y Argentina), y por componentes de

inversión extranjera que no necesariamente reflejan un creciente interés de los capitales

externos en la región, al tiempo que los principales sectores son la minería (12 %), las

telecomunicaciones (11 %), la energía renovable (10 %) y hoteles y turismo (9 %). La

inversión extranjera en el sector de alimentos, bebidas y tabaco alcanza solo un 7 % del

total.

Es importante tener en cuenta que gran parte de los movimientos de IED se realizan

en el marco de acuerdos y medidas de liberalización y desregulación financiera que

generalmente tienden a disminuir el papel del Estado como regulador de dicha actividad

y facilitan la orientación de las inversiones hacia sectores que no necesariamente

benefician las prioridades de desarrollo de los países de destino, sino principalmente a

los intereses del capital.108 Lo anterior refleja un escenario en cierto modo adverso a los

intereses de Cuba en torno a los acuerdos de inversión en el ámbito de la agricultura y la

industria alimentaria, agravado por los impactos negativos de la COVID-19 en la

dinámica de la IED para los años 2020 y 2021.

Los acuerdos de intercambio y capacitación llegan a ser solo el 14 % del total, con

trece países de la región: Argentina, Bolivia, Chile, Brasil, Colombia, México, entre

otros. Este tipo de cooperación promueve el conocimiento y aprendizaje de experiencias

novedosas que pueden incrementar la productividad, así como brindar a otros países las

potencialidades de los recursos humanos altamente calificados, de modo que debe ser

parte de la estrategia de cooperación de Cuba incrementar estos acuerdos con países que

presenten potencialidades en este sentido que promuevan el fortalecimiento de los

vínculos.

La multidimensionalidad de los acuerdos resulta indispensable para una cooperación

más efectiva, de ahí la relevancia de aquellos que promueven la complementariedad, ya

que no solo abarcan aspectos económicos sino también sociales, ambientales y políticos.

En este tipo de alianzas, aunque destacan los acuerdos con ALBA, CARICOM,

MERCOSUR y México, solo se encuentran dos acuerdos con el primero y uno con cada

uno de los actores restantes. En dichos convenios se vincula lo relativo a la eliminación

de barreras arancelarias y no arancelarias al comercio con proyectos de innovación

108 El Informe sobre las inversiones en el mundo 2018, de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre

Comercio y Desarrollo (UNCTAD) explica que en 2017 65 países adoptaron 126 políticas de inversión,

de las cuales 93 fueron de liberalización y promoción de las inversiones.

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tecnológica, con el fin de propiciar una mayor productividad; además, se realizan

acuerdos de intercambio de experiencias o de capacitación.

Líneas estratégicas para el fortalecimiento de la cooperación sobre seguridad

alimentario-nutricional entre Cuba y América Latina

A continuación, se exponen algunas líneas estratégicas definidas según los ámbitos de

cooperación hacia los que se considera que Cuba debe direccionar las acciones para el

afianzamiento de la misma. Las líneas estratégicas se proponen de acuerdo con el Plan

SAN-CELAC 2025, suscrito por los países latinoamericanos y cuyos objetivos se

corresponden con las prioridades de cooperación. Asimismo, toman en consideración

los programas y proyectos desarrollados por la FAO en el país y constan de un objetivo

general, un eje estratégico, objetivos específicos y un conjunto de acciones.

Objetivo general:

Contribuir al fortalecimiento de la cooperación en torno a la seguridad

alimentario-nutricional entre Cuba y América Latina y el Caribe, a partir del

mejoramiento de los vínculos entre los socios.

Eje de las líneas estratégicas:

El fortalecimiento de la institucionalidad para la cooperación en materia de

seguridad alimentaria-nutricional como una manera coordinada para su

efectividad. Promover un marco legal e institucional apropiado facilita la

implementación de los acuerdos de cooperación y de los programas y/o

proyectos que se deriven de estos.

Líneas estratégicas:

a. Comercial: Para que el comercio agroalimentario intrarregional tenga efectos

sobre la seguridad alimentario-nutricional deben reducirse o eliminarse los

obstáculos a dicho comercio, aunque siempre sobre el principio de la equidad en

correspondencia con las necesidades y capacidades de cooperación de cada una

de las partes, identificadas previamente.

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Objetivo específico

Promover el intercambio comercial de forma complementaria, considerando las

capacidades y necesidades de cada país no solo en la esfera comercial sino también

productiva, en función de intensificar las interconexiones entre países.

Acciones

Abordar o revisar en los acuerdos comerciales:

Las tasas arancelarias aplicadas al intercambio comercial entre los países socios, de

acuerdo con el estado de la seguridad alimentario-nutricional en cada uno, lo que

genera nuevas necesidades y potencialidades.

Las medidas de estímulo al comercio sobre: información sobre las oportunidades

de mercado, reducción de las formalidades fronterizas, reconocimiento de la

equivalencia mutua de los controles sanitarios y fitosanitarios, etc.

Trabajar hacia la armonización de los sistemas de regulación y certificación de productos

alimenticios para el intercambio comercial, sobre la base de evidencias científicas y

técnicas suficientes para la evaluación del riesgo, según el acuerdo de la OMC sobre

Medidas sanitarias y fitosanitarias (MSF), de modo que simultáneamente proteja de riesgos

a los importadores y promueva el intercambio.

b. Capacitación e intercambio: Para avanzar en materia de seguridad alimentario-

nutricional es fundamental el fortalecimiento de la capacitación de las personas e

instituciones en temas diversos que pueden abarcar las cuatro dimensiones de la

seguridad alimentario-nutricional. Al mismo tiempo, dicha capacitación vincula

a los demás ámbitos de la cooperación con el propósito de generar sinergias

entre los diferentes actores.

Objetivo específico

Fortalecer los intercambios sobre capacitación entre los actores que participan tanto en el

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proceso de cooperación como en el sistema agroalimentario nacional.

Acciones

Capacitación a productores y centros de investigación en temas diversos como:

- Financiamiento.

- Tecnologías informáticas.

- Sistemas de riego.

- Agricultura familiar, urbana y suburbana.

- Calidad e inocuidad de los alimentos.

Capacitación a instituciones gubernamentales acerca de:

- Formulación, ejecución y evaluación de proyectos.

- Gestión local de políticas públicas de seguridad alimentario-nutricional.

- Sistemas de medición de la seguridad alimentario-nutricional.

Capacitación para el fortalecimiento de la capacidad negociadora de acuerdos de

cooperación en temas agroalimentarios (Ministerio de Comercio Exterior [MINCEX],

Ministerio de la Agricultura [MINAG], Ministerio de la Industria Alimentaria

[MINAL], Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente [CITMA]).

Creación de una red o plataforma de información, comunicación y seguimiento del

estado de la seguridad alimentaria-nutricional en cada uno de los países, que además

contenga programas y proyectos en esta materia y diversos actores, principalmente

instituciones públicas de agricultura, salud, educación, así como centros de

investigación.

c. Tecnológico o de innovación: La investigación científica y el desarrollo

tecnológico es un pilar fundamental para el avance de la seguridad alimentario-

nutricional, por lo que debe ser un área priorizada en los esfuerzos de la

cooperación, ya que contribuye a elevar la producción, la formación de cadenas

productivas y a incrementar la calidad nutricional e inocuidad de los alimentos.

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Objetivo específico

Promover un sistema de innovación y desarrollo conjunto.

Acciones

Desarrollar una cartera de instituciones de investigación que se actualice

periódicamente, con sus corresponsales, programas, proyectos y temas específicos de

investigación, que promueva las sinergias entre los centros de investigación y

universidades de los países socios.

Trabajar hacia la coordinación del diseño y desarrollo de investigaciones conjuntas

focalizadas en áreas estratégicas.

d. Inversión o financiamiento: Puede contribuir al desarrollo de la infraestructura

productiva, de distribución y logística y entrega de créditos a agricultores

familiares para financiar sus producciones e inversiones y para crear y poner en

marcha medidas que hagan frente al cambio climático.

Objetivo específico

Diversificar las fuentes y destinos del financiamiento para la seguridad alimentario-

nutricional.

Acciones

Desarrollar una cartera conjunta de inversiones en áreas estratégicas del sector

agroalimentario.

Explorar nuevos mercados (países, empresas, instituciones), según las capacidades y

necesidades de los socios.

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La voluntad política de los gobiernos que puede concretarse en políticas públicas es

esencial para el fortalecimiento de la cooperación. La pertinencia del trabajo conjunto

radica en la posibilidad de disminuir la posición de dependencia, favoreciendo el

intercambio mutuo en los diferentes ámbitos de cooperación. En Cuba constituye una

prioridad la sustitución de importaciones y el incremento de la eficiencia productiva

alimentaria. La cooperación en este sentido puede contribuir con la diversificación y

afianzamiento de los vínculos a partir de las líneas estratégicas concebidas para el

avance equitativo en materia de seguridad alimentario-nutricional de todos los socios.

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Capítulo V El ALBA-TCP como forma de integración necesaria y

alternativa. Sus condicionamientos, limitaciones y la apuesta por el

futuro

Dr. C. Edgardo R. Romero Fernández

En la contemporaneidad, el proceso de globalización de la economía mundial como

etapa del desarrollo del capitalismo, se caracteriza por el aumento de los lazos de

interconexión e interdependencia, matizado asimismo por una revolución científico-

técnica que se manifiesta a través del desarrollo de las telecomunicaciones, la

informática y el transporte, así como de las biotecnologías y bioingenierías.

El proceso de globalización está muy relacionado con el de regionalización de la

economía o formación de bloques regionales, que responden a la lucha por la

hegemonía en el comercio internacional, o al menos por la obtención de un espacio vital

en el mercado internacional que permita el intercambio sistemático de los productos y

servicios. El fenómeno de regionalización contrasta con el proceso de globalización,

pero ambos constituyen expresión contemporánea del desarrollo del sistema de la

economía internacional; son dos tendencias de un mismo proceso que desembocan en la

economía mundial «integrada» globalmente.

La integración económica regional ha ido adquiriendo mayor complejidad e

importancia en la economía mundial. En el contexto regional los procesos de

integración entre países desarrollados, como la Unión Europea, o el Tratado de Libre

Comercio de América del Norte (TLCAN), manifiestan ser consecuencia del desarrollo

de las fuerzas productivas, cuando en realidad son expresiones del «afán de lucro» que

caracteriza al sistema capitalista,109 pues la necesidad de un espacio económico

ampliado para incrementar la valorización del capital acumulado da lugar a la

promoción de esquemas de integración basados en el libre comercio para las naciones

de la periferia del sistema, mientras que los Estados tradicionales, para mantener su

posición hegemónica, asumen una forma sumamente proteccionista respecto al sistema

de la economía mundial.

109 Max Weber: La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Ediciones Península, Barcelona, 1994.

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Las formas y mecanismos de integración regional responden a diversas necesidades y

dinámicas económicas, pero responden además a necesidades geopolíticas.

En el caso de América Latina, además de las bondades que puede ofrecer la

cooperación regional, la necesidad de integración regional estuvo y está acicateada por

la defensa de las soberanías nacionales de los países del conglomerado latinoamericano

y caribeño ante la voracidad imperial de los Estados Unidos respecto a los territorios

que se extienden al sur del Río Bravo. Es por ello que José Martí, durante el siglo XIX,

llamó insistentemente a la unidad continental en aras de alcanzar la segunda

independencia.

Lógicamente, en el ámbito económico la integración latinoamericana y caribeña

entrañaba además desarrollo, ya que la naturaleza cooperativa de las interacciones

económicas en el marco de la integración regional debe propiciar a su vez el logro de

este objetivo.110 Pero la cualificación de la interacción o la interdependencia que

generan los procesos integracionistas como formas de cooperación son importantes,

porque el simple hecho de pertenecer a uno u otro bloque regional no es en absoluto una

premisa segura de desarrollo.

Si bien la premisa de la que parten los procesos de integración como generadores de

desarrollo, es la liberalización del comercio y la eliminación de barreras de los factores

de producción, ¿ello realmente tributa a la creación de mercados ampliados en países de

la periferia, desarrolla sus fuerzas productivas y depara bienestar a sus poblaciones?, ¿o

simplemente beneficia la valorización del capital acumulado en los Estados que ocupan

el centro del sistema capitalista mundial, acentuando la posición de desventaja de los

menos avanzados? Por tanto, el asunto no consiste simplemente en integrarse, sino en

tener claridad en cuanto a la cuestión de: ¿con quién me integro?, ¿para qué me integro?

y ¿cómo me integro?

En tal sentido, el análisis de la plataforma integracionista ALBA-TCP puede ser útil

para entender y ofrecer posibles respuestas a la siguiente interrogante: ¿Por qué, a pesar

de las declaraciones formales de integración emitidas por los actores políticos

latinoamericanos y de la afirmación de los académicos de la región acerca del espíritu

110 Zulma Ramírez: «La grannacional en el sector médico-farmacéutico como mecanismo del nuevo tipo

de integración para el desarrollo ALBA-TCP en la región latino-caribeña», tesis doctoral, Universidad

Central «Marta Abreu» de Las Villas, Santa Clara, 2013.

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integracionista en el subcontinente, la integración regional latino-caribeña está

estancada?

1. Contexto y necesidad de la plataforma integracionista ALBA-TCP

El ALBA-TCP, más que analizarse como institucionalidad propiciadora de división en

la región latinoamericana y caribeña, como se ha planteado algunas veces de manera

intencionada o no,111 debe entenderse como muestra del espíritu integracionista que

predomina en la región, aun con todos los desaciertos que en este sentido puedan

señalarse,112 pues este nuevo regionalismo, llamado también «poshegemónico»,113 ha

significado el intento de integrar a los que en un momento determinado estaban fuera

(como Cuba y Venezuela), o débilmente integrados, como ocurre con los países

caribeños miembros del ALBA. Esto se ha estado construyendo desde una agenda de

«integración positiva», que se concentra en el establecimiento de políticas comunes y

construcción de instituciones, y que difiere de la «integración negativa» que ha

predominado en la región,114 pero eso no significa que pueda verse como plataforma de

integración regional excluyente, sino más bien que ha sido excluida.

Sin embargo, para entender mejor el carácter y objetivos de la plataforma

integracionista ALBA-TCP, se explicará lo expuesto anteriormente en sus dos partes,

pues aunque ambas representan causas fundamentales de la aparición del ALBA, son de

índole diferente, y sin ser excluyentes, son suficientes por sí mismas para entender la

aparición del mecanismo alternativo de integración regional. Además, al comprender la

111 Ver el primer capítulo de este propio libro: «Democracia, participación ciudadana y supranacionalidad

como potenciadores de los procesos de integración regional. El caso ALBA-TCP», de Edgardo R.

Romero Fernández.

112 Pía Riggirozzi: «Coronavirus y el desafío para la gobernanza regional en América Latina», Análisis

Carolina (12): 1-13, Fundación Carolina, Madrid, mar., 2020 (disponible en:

https://doi.org/10.33960/AC_12.2020, consultado el 11 de junio de 2020).

113 Pía Riggirozzi y Diana Tussie (eds.): The Rise of Post-Hegemonic Regionalism: The Case of Latin

America, Dordrecht, Springer UNU/CRIS, 2012.

114 José A. Sanahuja: «Regionalismo post-liberal y multilateralismo en Sudamérica: El caso de

UNASUR», en Andrés Serbin, Laneydi Martínez y Haroldo Ramanzini (coords.), El regionalismo «post-

liberal» en América Latina y el Caribe: Nuevos actores, nuevos temas, nuevos desafíos. Anuario de la

Integración Regional de América Latina y el Gran Caribe 2012, p, 27, Coordinadora Regional de

Investigaciones Económicas y Sociales (CRIES), Buenos Aires, 2012.

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irrupción del ALBA-TCP a partir de sus necesidades, queda sin efecto la acusación de

que constituye un mecanismo divisionista en el escenario latinoamericano y caribeño.

Como bien señala Osvaldo Martínez (2011), el ALBA surge en medio de un debate

regional que giraba en torno al ALCA o contra el ALCA. El proyecto de construir una

zona de libre comercio panamericana: el ALCA, proyecto neoliberal basado en la

competencia y liderado por los Estados Unidos, surge desde la Cumbre de las Américas

celebrada en Miami en 1994. El mismo había recibido el rechazo organizado de los

movimientos sociales latinoamericanos,115 y fue acogido con poco entusiasmo por

varios gobiernos que estaban muy preocupados en cómo lograr cierta estabilidad para

gobernar una zona convulsa e insegura como lo es América Latina, convertida en la

región más violenta del planeta,116 o en cómo mantener su cuota de soberanía en los

marcos del Sistema Interamericano de dominación hemisférica, como había demostrado

México al abandonar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) en

2002,117 y además el ALCA no había recibido el impulso necesario desde el gobierno de

Estados Unidos.

Respecto a este último factor, hay que decir que el gobierno norteamericano no había

otorgado un gran impulso a la iniciativa, pues consideraba que estaba ante un mercado

cautivo, ya que Latinoamérica se sometía desde la posguerra a través de «la doctrina

militar de seguridad nacional» como eje fundamental de dominación.118 Dicha doctrina

se convirtió en «la ideología contemporánea de mayor impacto político en la región».119

Por otra parte, la guerra contra el terrorismo declarada por el gobierno yanqui luego de

los sucesos del 11 de septiembre de 2001 desvió hasta cierto punto su atención hacia

otras cuestiones del ámbito geopolítico internacional.

115 Thomas Fritz: ALBA contra ALCA. La Alternativa Bolivariana para las Américas: una nueva vía para

la integración regional en Latinoamérica, Centro de Investigación y Documentación Chile-

Latinoamérica, Berlín, 2007.

116 United Nations Office on Drugs and Crime: Global Study on Homicide, UNODC, Viena, 2013

(disponible en: https://www.unodc.org/documents

/gsh/pdfs/2014_GLOBAL_HOMICIDE_BOOK_web.pdf).

117 José C. Sanahuja: ob. cit.

118 Lars Schoultz: National Security and United States Policy toward Latin America, Princeton University

Press, Princeton, 1987.

119 Francisco Leal: «La doctrina de la seguridad nacional: Materialización de la guerra fría en América

del Sur», Revista de Estudios Sociales (15): p. 75, Universidad de los Andes, Bogotá, jun., 2003.

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De este modo, la despreocupación (por arrogancia) del gobierno norteamericano, la

resistencia de los movimientos sociales a la iniciativa, y la preocupación de varios

gobiernos que apenas habían dejado atrás varios años de dictaduras militares y

ensayaban el modelo de «regionalismo abierto», de inspiración cepalina,120 confluyeron

para que se fuera dilatando el momento de la confrontación continental acerca de la

propuesta de Estados Unidos para la región.

Aquí se debe destacar que el enfrentamiento al ALCA en la Cumbre de las Américas

en Mar del Plata en 2005 y su consecuente derrota (al menos en términos de estrategia

continental) no ocurrió solamente debido a la presencia de algunos gobiernos

progresistas en la región, pues ellos no eran mayoría. Ocurrió porque estaba demostrado

que la propuesta de una integración en términos neoliberales era incompatible, aun con

el modelo de integración abierta que se practicaba por la mayoría de los países en ese

momento, a pesar de que el mismo era insuficiente para contrarrestar a las políticas

neoliberales que se imponían desde el FMI o el Banco Mundial y que no permitían el

desarrollo nacional y regional.

El propio Prebisch había sido muy crítico con la práctica de los modelos de

integración basados simplemente en el libre comercio, y así lo planteaba refiriéndose a

la experiencia del Mercado Común Centroamericano (MCCA):

Pero ¿por qué no avanzó el MCCA en los acuerdos de complementación? La

CEPAL luchó a brazo partido para introducir esta modalidad. Pero hubo

factores exógenos de considerable significación que desbarataron los

esfuerzos de la oficina de la CEPAL en México, alegando aquello de que el

capital privado, librado a sus impulsos espontáneos, distribuye las industrias

en la forma más conveniente desde el punto de vista de todos. Claro que esto

se refería especialmente al capital privado extranjero que no tenía interés en

120 Miriam Gomes Saravia: «Variedade de motivações e regionalismos na América Latina (1960-2018)»,

en Martha Ardila y Edgar Vieira Posada (eds.), Geopolítica y nuevos actores de la integración

latinoamericana, pp. 137-156, Ediciones Universidad Cooperativa de Colombia, Bogotá, 2019

(disponible en: https://dx.doi.org/10.16925/9789587601992).

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que los gobiernos intervinieran en forma alguna con respecto a lo que se

fuera a producir. Como consecuencia de ello se impuso el desequilibrio.121

No obstante, la CEPAL y los gobiernos latinoamericanos continuaron favoreciendo la

inversión extranjera con regulaciones mínimas (como en el caso del Pacto Andino, que

duró poco a raíz de la salida de Chile), o sin ninguna regulación. Son numerosos los

estudios que muestran y demuestran evidencias del efecto desintegrador del capital

extranjero, las empresas transnacionales y de sus Estados de origen, sin regulaciones

claras de desempeño.

La propuesta del ALCA incidía directamente en la capacidad reguladora de los

países,122 por eso la resistencia se fue haciendo cada vez más fuerte, y cuando Chávez

encabezó la rebelión en 2005 contra el ALCA fue secundado por Lula y Kirchner, entre

otros asistentes a la cumbre. Pero decir que el enfrentamiento tenía solo o

fundamentalmente un matiz ideológico es totalmente inexacto. El propio asesor

presidencial de Lula en ese momento, Marco Aurelio García, se expresó del siguiente

modo acerca de la no firma del tratado: «[…] no fue firmado porque no atendía al

interés nacional. No tiene nada de ideología […] Fue un momento importante desde el

punto de vista del afinamiento de las relaciones entre Argentina y Brasil».123

Esto se corroboró posteriormente cuando varios de los gobiernos que se pronunciaron

contra el ALCA, como Brasil y Argentina, no se adscribieron a la iniciativa bolivariana

del ALBA, e intentaron sortear la variante de «regionalismo abierto» por una más

política,124 y con esa acción terminó estableciéndose un abanico de opciones de

integración regional, que si bien mantenían vivo el espíritu de las plataformas

integracionistas, configuraron un panorama tan variado que propendía a la no

integración latinoamericana y caribeña en el sentido unitario continental, pues como

121 Raúl Prebisch: «La integración latinoamericana en una etapa de decisiones», intervención de Raúl

Prebisch en el Simposio sobre el Uruguay y la ALALC, 1972. En: Eugenio Espinosa, Integración en el

CARICOM, Cuadernos de Pensamiento Propio, INIES/CRIES, Managua, 1982.

122 Sebastião Velasco Cruz: «Mudando de Rumo: a política externa do governo Lula», en O Brasil no

mundo, pp. 71-86, Universidade Estadual Paulista, São Paulo, 2010.

123 Roberto Goulart: «La alianza del Pacífico y la estrategia de integración sudamericana del Brasil», en

Willi Soto, Política Internacional e Integración Regional Comparada en América Latina, p. 85,

Universidad Nacional de Costa Rica, UNA/Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO,

San José, 2014.

124 Ídem.

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sostienen algunos autores, el exceso de plataformas integracionistas ha perjudicado el

logro de una integración real en el subcontinente.125

En ese contexto surge y se desarrolla el ALBA-TCP, que no es solo una

contrapropuesta respecto al ALCA, sino también al llamado regionalismo abierto,

basado en acuerdos regionales de comercio con bajos aranceles externos y barreras al

comercio y con una más amplia liberalización intragrupo, con el propósito de dar a los

mercados un mayor rol en la promoción de la eficiencia y la competitividad

internacional.126 Sin embargo, dicho modelo, ya a mediados de los 2000, hacía aguas

debido a las limitaciones inherentes a su estrategia de liberalización comercial.127

Como enfatizan otros autores a escala latinoamericana, se puede hablar de un

agotamiento del referencial legitimador del modelo liberal.128 Este agotamiento dio paso

a diversas alternativas, entre ellas el ALBA (Alternativa Bolivariana para los Pueblos de

América). La propuesta del ALBA de 2004 a 2009 y ALBA-TCP (Alianza Bolivariana-

Tratado de Comercio de los Pueblos) comenzó con intercambios entre Venezuela y

Cuba (petróleo a cambio de servicios médicos y de educación), o entre Bolivia y Cuba

(apoyo técnico). Desde 2009, el ALBA estuvo compuesto por nueve miembros:

República Bolivariana de Venezuela, República de Cuba, República de Bolivia,

República de Nicaragua, la Mancomunidad de Dominica, República de Honduras,

República de Ecuador, San Vicente y las Granadinas y Antigua y Barbuda, hasta la

salida del bloque de Honduras luego del golpe de Estado.

De tal manera, el surgimiento del ALBA-TCP estuvo condicionado por la ineficiente

respuesta de los modelos de integración regional latino-caribeños para incluir a todos

125 Roberto Bouzas, Pedro Da Motta Veiga y Sandra Ríos: «Crisis y perspectivas de la integración en

América del Sur», en Ricardo Lagos (comp.), América Latina: ¿integración o fragmentación?, pp. 319-

347, Edhasa, Argentina, 2008.

126 Shahid Javed Burki, Guillermo E. Perry and Sara Calvo: «Trade: Towards Open Regionalism. Annual

Bank Conference on Development in Latin America and the Caribbean 1997», World Bank, Washington,

1998.

127 José Antonio Sanahuja: «Regionalismo e integración en América Latina: balance y perspectivas»,

Pensamiento Iberoamericano, nueva época (0): 75-106, special issue «La nueva agenda de desarrollo en

América Latina», Secretaría General Iberoamericana, feb., 2007.

128 Alexis Saludjian y Marcelo Carcanholo: «Integración latinoamericana, dependencia a China y Sub-

imperialismo brasileño en América Latina», Mundo Siglo XXI, VIII (29): 43-62, Dirección de

Publicaciones del Instituto Politécnico Nacional, México, 2013.

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los Estados de la región (Cuba, por ejemplo, era un caso aparte desde su salida de la

OEA en la reunión de Punta del Este y no estaba contemplada en los diversos

mecanismos de integración regional, aunque tenía acuerdos comerciales con casi todos

los países de la región). El surgimiento de esta nueva propuesta de integración estuvo

condicionado además por la respuesta ineficiente para alcanzar el desarrollo propuesto,

así como por la imposibilidad de mantener una cuota de soberanía imprescindible luego

de que se avanzara en la firma de un tratado como el ALCA.

2. El funcionamiento del ALBA-TCP. Condicionamientos y limitaciones

Para algunos estudiosos del tema de la integración regional en América Latina, la

integración que se promovía por los gobiernos progresistas del primer decenio del siglo

XXI dejó mucho que desear.129 El tipo de integración económica predominante en el

período comprendido entre 2000 y 2010, que promovieron los gobiernos «progresistas»,

usaba la retórica alternativa al desarrollo capitalista de los años noventa, pero se

caracterizó, de hecho, por ser una continuación del tipo de integración basada en el

regionalismo abierto.130 La «nueva integración latinoamericana» a partir de la

Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), propuesta en 2014, y

en menor escala la Alianza Bolivariana para los pueblos de América (ALBA a

comienzos de los años 2000) representaron diplomáticamente la voluntad política de los

dirigentes de la época para repensar la integración regional. Pero faltó mucho para que

esa propuesta se transformase realmente en una vía de desarrollo alternativo al

capitalismo y no en una simple declaración de buenas intenciones, fundamentalmente

por su fragilidad institucional.131

Incluso para algunos autores, el llamado regionalismo posliberal o poshegemónico

era solo la expresión del extensionismo de la agenda de política exterior de Venezuela

129 Daniele Benzi: «El exitoso ocaso del ALBA. Réquiem para el último vals tercermundista», Nueva

Sociedad (261): 77-91, Venezuela, ene.-feb., 2016 (disponible en: www.nuso.org).

130 Alexis Saludjian: «O capitalismo nasceu e permanece mundial. Lições para UE e América Latina»,

Argumentum (Vitória), 5 (2): 38-43, Universidade Federal do Espírito Santo, Brasil, 2014.

131 Thomas Legler y Arturo Santa Cruz: «El patrón contemporáneo del multilateralismo latinoamericano»,

Pensamiento Propio (16): 11-34, Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales,

Nicaragua, 2011.

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en el caso del ALBA132 y de Brasil en el caso de UNASUR.133 No obstante, como

reconoce en un trabajo posterior la propia Giacalone:

[…] la existencia de gobiernos de izquierda en Brasil y Venezuela no

alcanza por sí sola a explicar por qué esta agrupó a una constelación de

naciones pequeñas en un primer círculo ideológico (ALBA) y a naciones del

Caribe y Centroamérica en otro mayor y transaccional (Petrocaribe),

mientras Brasil creaba la Comunidad Suramericana de Naciones (CSN)

(2004), que en 2008 se convirtió en UNASUR.134

El análisis que se propone no es acerca de si el ALBA es o no una entidad

supranacional, o si es o no una plataforma con fuerte matiz ideológico. Lo que interesa

es cómo funcionó el ALBA-TCP en materia de construir y constituir una alternativa en

el proceso de integración regional en América Latina, el cual está condicionado por los

asedios externos de Estados Unidos135 y China fundamentalmente,136 y por los intereses

nacionalistas internos, por demás conflictivos, entre Brasil y México, principalmente.137

132 Rut Diamint: «Regionalismo y posicionamiento suramericano: UNASUR y ALBA», CIDOB d´Áfers

Internacionals (101): 55-79, Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), Barcelona, 2013

(disponible en: www.raco.cat/index.php/Revistacidob/article/).

133 Rita Giacalone: «Cambios en el regionalismo sudamericano por la proyección global de Brasil», Aldea

Mundo (36): 9-21, Centro de Estudios sobre Fronteras e Integración, Universidad de los Andes, Táchira,

2013.

134 Ibídem, p. 19.

135 Cfr.: Alberto Rocha y Daniel Morales: «Poder, posición estructural y política exterior de los estados de

América Latina y el Caribe, 1990-2013. Los roles geopolíticos de México y Brasil», en Alberto Rocha y

Jaime Preciado (coord.), El proceso de integración en América Latina en el siglo XXI .La competencia

cooperación entre México y Brasil, con la presencia de Estados Unidos y China, pp. 23-60, Universidad

de Guadalajara, México, 2016.

136 Jaime Preciado y Pablo Uc: «Integración latinoamericana y caribeña. ¿Entre Washington y Pekín?», en

Alberto Rocha y Jaime Preciado (coord.), El proceso de integración en América Latina en el siglo XXI .La

competencia cooperación entre México y Brasil, con la presencia de Estados Unidos y China, pp. 173-

192, Universidad de Guadalajara, México, 2016.

137 Alberto Rocha y Jaime Preciado: «Introducción», en Alberto Rocha y Jaime Preciado (coord.), El

proceso de integración en América Latina en el siglo XXI. La competencia cooperación entre México y

Brasil, con la presencia de Estados Unidos y China, pp. 9-22, Universidad de Guadalajara, México, 2016.

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Es decir, de inicio estamos planteando que el proceso de integración ALBA-TCP

estaba condicionado por un contexto adverso que examinamos en el epígrafe anterior y

que continuó ejerciendo su influencia en cierto modo, pero en el cual estaban aún

presentes las problemáticas que generaron la necesidad de la aparición de la plataforma

integracionista ALBA.

Estos condicionamientos externos e internos (respecto a la región) tenían que haber

llevado a planteamientos más comprometidos respecto a la nueva plataforma que se

creaba y a aprovechar el ciclo virtuoso del alza de precios de las materias primas para

consolidar relaciones económicas cada vez menos dependientes, invirtiendo en procesos

productivos eficientes y sustituyendo importaciones. Al no lograr hacer estos

movimientos por diversas y múltiples causas, la dependencia económica del bloque

regional fue cada vez mayor y ello condicionó drásticamente su funcionamiento.

La dependencia externa del bloque en el adverso escenario ya descrito comenzó a

vincularse, además, a la relación con China. El papel actual de China y el tipo de

relación económica y política con América Latina cambió de forma radical si se

compara con la década de los noventa. En el presente siglo, China se convirtió en el

primer socio de América Latina en flujos comerciales e inversiones, habiéndose

demostrado que esa relación comercial y económica no puede ser considerada

plenamente favorable para la construcción de un modelo de sociedad menos

dependiente y alternativo en América Latina.138

La dependencia de América Latina en relación con China es muy elevada y aumentó

en gran proporción desde los años 2000. El fin del commodities super cycle y la reciente

desaceleración de la economía china elevan todavía más el riesgo de dependencia

respecto a la nación asiática y aumentan la vulnerabilidad de las economías de la

región.139

Por otra parte, la plataforma integracionista ALBA-TCP ha estado muy afectada en

los últimos años por injerencias externas clásicas (especialmente de Estados Unidos,

cuyo gobierno se ha dedicado a perseguir y boicotear las acciones de cooperación que se

138 Alexis Saludjian y Marcelo Carcanholo: ob. cit.

139 Alexis Saludjian: «De nuevo la integración latinoamericana en la encrucijada», en La integración

regional. Una mirada crítica, Grupo de trabajo CLACSO Integración y unión latinoamericana y caribeña,

2017 (disponible en:

https://eulacfoundation.org/es/system/files/integracion_regional_n1_4_ene_2018.pdf).

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gestionan a través de los miembros de este bloque de integración regional), lo que la

llevó a perder miembros plenos (Ecuador y Bolivia), a frustrar la incorporación plena de

otros como Honduras, y a desmontar redes de cooperación en materia de salud

establecidas con otros países de la región como Brasil y los mencionados Ecuador y

Bolivia, además de inhabilitar prácticamente mecanismos creados como el Banco del

ALBA o PetroCaribe.

El ALBA-TCP tenía que haber accionado con tiempo mecanismos que robustecieran

su conexión de manera legal y haber pasado de la simple coordinación de políticas

desde la soberanía nacional de cada Estado, a la creación de mecanismos colectivos de

dirección que estuviesen por encima de las decisiones nacionales, pues el entramado de

integración creado por los gobiernos progresistas no resultó ser escudo suficiente ante la

hostilidad externa e interna en la región.140 Y es que el problema no reside solamente en

la agresividad del gobierno norteamericano y sus cómplices en la región; hubo varias

acciones de política nacional que debilitaron mucho al organismo integracionista, que

por demás era muy dependiente de la ejecutoria venezolana.

Precisamente por ser Venezuela el motor impulsor del ALBA-TCP, dada la fortaleza

relativa de su economía, las acciones desacertadas del gobierno del hermano país

incidían inmediatamente de manera negativa en el funcionamiento de la colectividad

que asumía el principio de integración bajo la denominación ALBA. Venezuela se

desfinanció, como explica Martins (2017), y ello implicó que se dejara de contar con

recursos para impulsar el ALBA:

En Venezuela, la contradicción entre la extraordinaria fuga de capitales y el

bajo nivel de reservas que se produjo principalmente en el gobierno de

Chávez y financiada sin mayores problemas durante el auge de los

«commodities», se quedó evidente cuando se vino abajo y demostró la

necesidad de nacionalización del sistema financiero y del monopolio del

140 Héctor Constant: «Integración regional y MERCOSUR. Desencuentros que no deben ser», en La

integración regional. Una mirada crítica, Grupo de trabajo CLACSO Integración y unión

latinoamericana y caribeña, 2017 (disponible en:

https://eulacfoundation.org/es/system/files/integracion_regional_n1_4_ene_2018.pdf).

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comercio exterior para la prevención eficaz de la hemorragia de divisas y la

importancia del capital evadido a una economía sujeta a la escasez.141

El eje social del ALBA-TCP se organizó alrededor de la ayuda brindada por

Venezuela a los demás integrantes y a terceros, y en la internacionalización de las

misiones y programas inspirados en la experiencia llevada a cabo en territorio

venezolano con la colaboración cubana en los sectores médico y educativo. Luego, con

la incorporación de Bolivia y otros países, estos mecanismos se extendieron, muchas

veces con Venezuela como pivote, utilizando mecanismos financieros empleados con

regularidad por los gobiernos venezolanos desde los años setenta. Se trata de

donaciones financieras y en especie, cooperación técnica, becas, apoyo presupuestario,

ayuda humanitaria y de emergencia, cancelaciones de deudas y préstamos otorgados por

diferentes instituciones del país. Hubo mucho relacionamiento bilateral, pero poco

relacionamiento articulado, proactivo y decisorio por parte de toda la colectividad del

ALBA-TCP.

En este sentido, adviértase que mientras Cuba se hallaba considerada entre los

primeros oferentes de acciones y proyectos por país en la cooperación regional en

América Latina, ocupando el número 1 de los oferentes con 1 900 acciones entre 2007 y

2016, Venezuela se encontraba entre los terceros oferentes en ese mismo período con

482 acciones. Ecuador también se encontraba entre los terceros con 247, Bolivia estaba

entre los primeros receptores con 764 acciones, en tanto que Nicaragua (473) y

Honduras (393), aparecían entre los segundos receptores. Aunque este es un indicador

muy general de la cooperación entre países del ALBA-TCP, deja clara la idea de que

este era y es un bloque asimétrico que aún debe recorrer un largo camino en su proceso

de construcción y consolidación; de lo contrario, tendrá muy pocas posibilidades de

perdurar como plataforma integracionista.

Por otra parte, la idea del desarrollo alternativo o del posdesarrollo,142 planteado

desde la filosofía del Buen Vivir,143 y reflejado en las constituciones de Ecuador y

141 Carlos E. Martins: «La integración regional en tiempos de crisis: Notas para un balance del siglo XXI»,

en La integración regional. Una mirada crítica, p. 5, Grupo de trabajo CLACSO Integración y unión

latinoamericana y caribeña, 2017 (disponible en:

https://eulacfoundation.org/es/system/files/integracion_regional_n1_4_ene_2018.pdf).

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Bolivia, no trascendió al resto de los países del ALBA-TCP. Había visiones diferentes

respecto a cómo alcanzar el desarrollo entre los países del bloque y las mismas no se

consensuaron a tiempo.

Asimismo, la teoría de la política pública como «bisagra» entre el Estado y la

sociedad civil144 no se hizo práctica habitual en los procesos de desarrollo nacionales y

mucho menos en el de la colectividad de los países que integraban el ALBA. En este

caso nos referimos principalmente a la necesidad de la participación de las masas, los

pueblos, en la toma real de decisiones, ya que el proceso político de construcción de la

nueva sociedad, tanto en el plano nacional como en el escenario integracionista, se hizo

en la inmensa mayoría de los casos apelando a políticas estatistas o políticas sociales

asistencialistas,145 que procuraban reducir la deuda social con los más desfavorecidos.

La construcción de nuevos mecanismos económicos que alterasen la base estructural

liberal de una simple política de intercambio económico y de la dependencia histórica

del imperialismo norteamericano, tuvo algunos avances, pero fue totalmente

insuficiente para poder proyectar otro tipo de mecanismo integracionista, diferente de

los promovidos por el pensamiento cepalino, que poseen un grado de racionalidad

económica indiscutible, pero no consiguen integrar procesos autónomos en los ámbitos

de la política exterior,146 de la política de cooperación para el desarrollo,147 de la política

142 Cfr.: Gustavo Endara (coord.): Post-crecimiento y Buen Vivir. Propuestas globales para la

construcción de sociedades equitativas y sustentables, Friedrich Ebert Stifung, ILDIS, Quito, 2014.

143 Patricio Carpio: Buen Vivir. Utopía para el siglo XXI, FUHEM, Madrid, 2019.

144 Alicia Kirchner: La bisagra, Ministerio de Desarrollo Social, Buenos Aires, 2007.

145 Edgardo Romero y Lidia Cano: «Balance de las aproximaciones a la evaluación de políticas públicas

en América Latina en el siglo XXI», en Evaluación de políticas públicas en América Latina, Editorial

Feijóo, Santa Clara, 2019.

146 Cfr.: Peter Birle: «Las dificultades de América Latina para convertirse en un verdadero actor

internacional», Nueva Sociedad (214): 143-151, Venezuela, mar.-abr., 2008 (disponible en:

https://nuso.org/articulo/las-dificultades-de-america-latina-para-convertirse-en-un-verdadero-actor-

internacional/); Marcelo Carcanholo: «Desafios e perspectivas para a América Latina do século XXI»,

Argumentum (Vitória) 6 (2): 6-25, Universidade Federale do Espírito Santo, Brasil, 2014.

147 Cfr.: José Francisco Puello-Socarrás y María Angélica Gunturiz: «¿Social-neoliberalismo?

Organismos multilaterales, crisis global y programas de transferencia monetaria condicionada», Política y

Cultura (40): 29-54, Universidad Autónoma Metropolitana, México, 2013; João Márcio Pereira y

Marcela Pronko (eds.): A demolição de direitos: um exame das políticas do Banco Mundial para a

educação e a saúde (1980-2013), Escola Politécnica de Saúde Joaquim Venâncio, Rio de Janeiro, 2014.

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de seguridad nacional y seguridad ciudadana148 o de las políticas migratorias,149 para

situar solo algunos ejemplos sensibles.

Un analista crítico de la plataforma integracionista ALBA, como Daniele Benzi,150

señala con exactitud varios problemas respecto a su desempeño, tales como: la excesiva

dependencia de la economía venezolana, que por demás era dependiente de la renta

petrolera; la desfinanciación de los proyectos y mecanismos del ALBA por esa misma

causa; la no transferencia con eficiencia del modelo y la actuación de los colaboradores

cubanos de la salud o de otras misiones, por los diferentes miembros de la alianza, entre

otros. Pero tanto Benzi como otros de postura crítica151 obvian los dos

condicionamientos situados al inicio de nuestro análisis:

1. La persecución implacable de Estados Unidos a este mecanismo de integración

regional como a ningún otro (especialmente a los mecanismos económicos

venezolanos y a la colaboración cubana hacia los países del bloque y hacia el

mundo en general).

2. La falta de solidaridad o cuando menos de cooperación racional que prima en el

escenario integracionista latinoamericano.

Como ejemplos más recientes respecto a ambas cuestiones, baste recordar todas las

maniobras para impedir que Venezuela fuese miembro efectivo de MERCOSUR; el

robo descarado de la refinería venezolana CITGO en Estados Unidos, la incautación del

oro venezolano en el Banco de Reino Unido, la campaña internacional de descrédito a la

colaboración médica cubana internacional,152 el ocultamiento, por parte de los medios

148 Cfr.: Ana Esther Ceceña: «Estratégias de construção de uma hegemonia sem limites», en Ana Esther

Ceceña (ed.), Hegemonias e emancipações no século XXI, pp. 35-55, Consejo Latinoamericano de

Ciencias Sociales, Buenos Aires, 2005; M. Palau (ed.): La dimensión represiva y militar del modelo de

desarrollo, BASE IS, Asunción, 2011; Atilio Borón: América Latina en la geopolítica imperial, Ciencias

Sociales, La Habana, 2014.

149 Véase el trabajo de Yaiset Arias Santos en este propio libro. Cfr.: Diego Acosta: «Free Movement in

South America: The Emergence of an Alternative Model?», 2016 (disponible en:

www.migrationpolicy.org/article/free-movement-south-america-emergencealternative-model).

150 Cfr.: Daniele Benzi: ob. cit.

151 Ver: Thomas Legler y Arturo Santa Cruz: ob. cit.; Rut Diamint: ob. cit.

152 Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba: «Estados Unidos arrecia su campaña contra la

cooperación médica internacional de Cuba», declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de la

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de prensa hegemónicos y las redes sociales al servicio del gran capital transnacional, de

los avances en el campo de la salud médica en Cuba y del proceso de elaboración de la

única vacuna latinoamericana contra la COVID-19: Soberana 01 y la existencia de al

menos otros dos candidatos vacunales antes de finalizar 2020, que pondrían a Cuba en

condición de ser el primer país en ofrecer la vacuna según las características de los

grupos etarios.153 La mencionada agresión ocurre incluso conociendo que los protocolos

cubanos han demostrado ser más eficientes que los del resto del mundo, pues cuando en

el mundo solo se ha recuperado el 75 % de los pacientes infectados de COVID-19 y en

América solo el 65 %, en Cuba se ha recuperado el 91 %. Del mismo modo, cuando

en el mundo el por ciento de casos activos es de 21,8 % y en las Américas de 31,4 %, en

Cuba es apenas de 7 %,154 gracias a la forma de medicina preventiva que se practica. Sin

embargo, todo ello se intenta invisibilizar por los más poderosos y es asumido

servilmente por los gobiernos lacayos del subcontinente, a pesar de hallarse inmersos en

una crisis de descrédito e ingobernabilidad.

Por eso algunos autores, al valorar las estrategias de relaciones internacionales y de

cooperación regional en América Latina, las denominan aquiescentes o proclives a la

dependencia respecto a los grandes centros de poder,155 mientras que otros plantean que

la política pública latinoamericana, incluso la orientada hacia el desarrollo y efectuada

en el período de los gobiernos progresistas es heterónoma,156 es decir, condicionada

desde fuera.

Dadas estas circunstancias, no basta plantear las razones del fracaso del ALBA-TCP

o de su débil funcionamiento, o del fracaso en general de la práctica de la integración

República de Cuba, Granma, p. 3, La Habana, 1 de octubre de 2020 (disponible en:

https://www.granma.cu).

153 Orfilio Peláez: «Soberana I no es obra de la casualidad», Granma, p. 8, La Habana, 10 de octubre de

2020 (disponible en: https://www.granma.cu).

154 Yudy Castro: «Díaz-Canel: En Cuba, la vida es el principal tesoro», Granma, suplemento especial, La

Habana, 9 de octubre de 2020 (disponible en: https://www.granma.cu).

155 Roberto Russell y Juan Gabriel Tokatlian: «América Latina y su gran estrategia: entre la aquiescencia

y la autonomía», CIDOB d’Afers Internacionals (104), Centre for International Affairs (CIDOB),

Barcelona, 2013. 156 Guillermo Alfredo Johnson y Marcos Antonio da Silva: «Heteronomía, progresismo y políticas

públicas en América Latina», Sociedad y Economía (37): 71-86, Facultad de Ciencias Sociales y

Económicas, Universidad del Valle, Cali, 2019 (disponible en: https://doi.org/10.25100/sye.v0i37.7822).

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regional en América Latina en busca del desarrollo, sino que es imprescindible

plantearse la integración en términos positivos, constructivos, creativos, y visualizar y

actuar en función de rectificar los errores y superar lo alcanzado.

3. La actuación del ALBA-TCP ante la COVID-19 y la nueva visión

pospandemia de la integración regional latinoamericana

Como plantea Ríos (2020), en los últimos años, producto de la agresividad hacia la

plataforma ALBA-TCP, el funcionamiento de la misma ha terminado siendo

testimonial, tal y como se pudo observar en su XVIII Cumbre, celebrada en La Habana

en diciembre de 2019.

En ese ya difícil escenario, el impacto de la pandemia de la COVID-19 fue tal, que el

bloque solo reaccionó como entidad unitaria en el mes de junio, con la convocatoria a la

Conferencia virtual de alto nivel «Economía Pospandemia del ALBA-TCP» el 10 de

junio de 2020.157 Los enfoques de los discursantes en la reunión, aun en su

diversidad,158 insistieron en la unidad ante la adversidad,159 y además algunos

expusieron puntos de vista críticos, especialmente el del mandatario cubano Miguel

Díaz-Canel, quien expresó:

[…] la solidaridad es indispensable y no ha faltado estos años, pero urge

perfeccionar las estructuras institucionales del frente económico del ALBA-

TCP para establecer una agenda económica a corto y mediano plazos,

diseñar incentivos y trabajar con mayor agilidad y flexibilidad en la

identificación de oportunidades y proyectos conjuntos […] la nueva

economía real precisa de un enfoque más productivo y menos inclinado a la

actividad financiera. Los financiamientos han de canalizarse hacia la

157 Enrique Moreno: «ALBA-TCP, en cuadro apretado frente a la COVID-19», Granma, p. 1, La Habana,

11 de junio de 2020 (disponible en: https://www.granma.cu).

158 Los discursos de los asistentes se pueden consultar en la página del Banco del ALBA:

https://bancodelalba.org/

159 Enrique Moreno: ob. cit.

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generación de bienes y servicios, propiciando que se gane más produciendo

que moviendo dinero.160

Estas ideas del presidente cubano están en sintonía con las propuestas de la CEPAL

para la región latinoamericana y caribeña respecto a la creación de un nuevo tipo de

integración, con la visión puesta en un nuevo modelo de desarrollo.161 En tal sentido

Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, en su intervención en la citada

Cumbre insistía que en el corto plazo hay que: «[…] evitar la destrucción de

capacidades productivas con subsidios diferenciando por tamaño de empresas con

compromiso de conservar la relación de trabajo», en tanto que a mediano plazo se

requerirá un nuevo pacto social «[…] que incluya la universalización de acceso a los

derechos, ingreso básico universal y un sistema de cuidados» más equitativo y

sostenible, y un nuevo modelo de integración, pues será una «[…] integración en una

nueva geografía económica».162

Las propuestas de actuación ante la COVID-19 del presidente Díaz-Canel tuvieron

presente esta última idea, insistiendo en la necesidad de la «concertación global» y «el

multilateralismo» signado por la cooperación con los organismos internacionales como

la OPS y la OMS, y la colaboración y solidaridad de Cuba con sus misiones médicas, la

cual había enviado 34 brigadas médicas a las 26 naciones que en ese momento lo habían

solicitado, sin descuidar la atención a los propios ciudadanos cubanos.163

Del mismo modo, Díaz-Canel enfatizó en la actuación inhumana e incoherente ante

la situación de pandemia en general, y hacia la región latinoamericana y caribeña en

particular, por parte del gobierno de los Estados Unidos, «[…] recrudeciendo el bloqueo

económico, comercial y financiero contra Cuba», dedicando recursos y energías a sus

maquiavélicos planes de intervención en nuestra América, persiguiendo y hostigando

160 Miguel Díaz-Canel: «Intervención en la Conferencia virtual de alto nivel: Economía Pospandemia del

ALBA-TCP el 10 de junio de 2020», Granma, pp. 2-3, La Habana, 11 de junio de 2020.

161 CEPAL: «La pandemia de la COVID-19 llama a construir un nuevo modelo de desarrollo y reforzar la

integración», 2020 (disponible en: https://www.cepal.org/es/comunicados/pandemia-covid-19-llama-

construir-un-nuevo-modelo-desarrollo-reforzar-la-integracion, consultado el 22 de agosto de 2020).

162 Alicia Bárcena: «Intervención en la Conferencia virtual de alto nivel: Economía Pospandemia del

ALBA-TCP el 10 de junio de 2020», disponible en: https://www.cepal.org/es (consultado el 20 de agosto

de 2020).

163 Miguel Díaz-Canel: ob. cit., p. 3.

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las acciones de sobrevivencia de los pueblos de Venezuela y Nicaragua,164 con lo que

deja bien establecido que lejos de ser un factor propiciador de desarrollo y mucho

menos de integración regional, Estados Unidos es en realidad el principal obstáculo para

la misma.

Por último, hay que destacar que el presidente cubano no insistió simplemente en el

pedido de solidaridad internacional y de cooperación para la región latino-caribeña,

especialmente para los países que integran el ALBA-TCP, sino que planteó

concretamente los apoyos que podía ofrecer Cuba en medio de la crisis y explicó la

necesidad de fomentar producciones locales, especialmente en el sector alimentario,

mediante la búsqueda de la complementariedad económica entre los países miembros.

Además, instó a «[…] dejar a un lado las diferencias políticas y unidos, buscar

soluciones mancomunadas mediante la cooperación internacional y la imprescindible

solidaridad».165

Es necesario destacar dos cuestiones respecto a la postura cubana en el marco de la

convocatoria del ALBA-TCP:

1. La primera es que Cuba se ha mantenido y se mantendrá como un Estado

respetuoso del derecho internacional, de la autodeterminación de los pueblos, del

multilateralismo y la cooperación internacional, siendo, como ya se ha

destacado, el país que más colaboración ofrece en el área de América Latina y el

Caribe. Además, está dispuesta a negociar en un plano de igualdad respecto a

cualquier asunto de interés de la comunidad internacional.

2. La segunda es que Cuba reconoce que no se ha hecho lo suficiente en el marco

de la colaboración ALBA-TCP y llama a redoblar esfuerzos, desde los recursos

propios del bloque, para construir un más adecuado planteamiento estratégico

que permita el desarrollo presente y futuro de los países signatarios de esta

plataforma de integración regional.

Infelizmente, con esta postura contrastan otras que a raíz de la señalada convocatoria

se producen como eco de la misma y de cierta manera se tornan declaraciones vacías o

utópicas, respecto al quehacer del ALBA-TCP.

164 Ídem.

165 Ibídem, p. 2.

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Entre dichas manifestaciones pueden señalarse las que se produjeron en el Foro

Virtual ALBA-TCP: Solidaridad internacional y recuperación económica en tiempos de

pandemia, organizado y realizado por la publicación argentina Pulso de los pueblos, y

moderado por el periodista y analista internacional Jorge Kreyness junto con el ex

presidente boliviano Evo Morales, el viceministro para América Latina del Ministerio

del Poder Popular para Relaciones Exteriores de Venezuela, Rander Peña, y el político

sandinista Carlos Fonseca Terán.

En dicho foro, Morales reiteró su propuesta de que la Organización Mundial de la

Salud (OMS) y los Estados se hagan cargo de la industria mundial de los medicamentos,

que no puede estar en manos de empresas privadas o transnacionales. Del mismo modo,

expresó su apoyo frente a la propuesta del presidente Nicolás Maduro de asumir como

bloque la vacuna y los tratamientos médicos contra la COVID-19 como prioridad del

ALBA-TCP, de la mano de la OMS y de países como Rusia y China, para garantizar el

acceso inmediato y la distribución a los pueblos de la región.166

Entre tanto, el viceministro Rander Peña insistió en que la apuesta del ALBA y demás

mecanismos de integración para afrontar los desafíos mundiales debe hacerse a través

del fortalecimiento del multilateralismo.167

En la jornada de reflexión, el político sandinista Carlos Fonseca reflexionó sobre el

fracaso que ha demostrado ser el modelo neoliberal, al no poder responder a los grandes

problemas de la humanidad. Enfatizó que pese a la actual crisis económico-social,

existen condiciones favorables para el fortalecimiento de los modelos populares, los

únicos capacitados para dar respuesta a las necesidades y expectativas de los seres

humanos.168

Antes etiquetamos algunas declaraciones como utópicas; a modo de ejemplo,

hagamos el análisis de algunas de estas ideas. Propuestas como las de Morales son poco

realistas, pues estamos en un escenario donde, según el criterio de especialistas como

Pablo M. García, director del Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe

(INTAL), del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se prevé que: «[…] los países,

en especial los desarrollados, mirarán más hacia adentro, preservando la seguridad de

166 Cfr.: Banco del ALBA: «Foro virtual analiza acuerdos de la reciente Conferencia de Alto Nivel

Economía Pospandemia en el ALBA-TCP», disponible en: https://bancodelalba.org/foro-virtual-analiza-

acuerdos-de-la-reciente-conferencia-de-alto-nivel-economia-post-pandemia-en-el-alba-tcp).

167 Ídem.

168 Ídem.

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suministro y descansando en la autosuficiencia, posiblemente con una dosis mayor de

proteccionismo y menos colaboración, al menos por un tiempo».169

Al propio tiempo, el sistema interamericano, diseñado por Estados Unidos junto con

la OEA, el TIAR, la doctrina de seguridad nacional, la OPS,170 etc., responden a los

intereses del imperio y aun cuando no se dispongan a hacerlo del todo, son presionados

y hasta forzados en la dirección deseada por el gobierno de los Estados Unidos, tal

como está pretendiendo hacer ahora con la inspección externa impuesta a la OPS sobre

el Programa Mais médicos en Brasil.171 Además, el ex presidente boliviano tal vez

olvida cómo la OEA se prestó para certificar el golpe de Estado en su contra. Los

organismos internacionales multilaterales también están condicionados por el imperio,

la guerra a la OMS y la salida de dicha organización por parte de Estados Unidos

indican que si bien el apoyo a los organismos multilaterales es necesario, dichos

organismos deben ser modificados, el orden internacional debe ser modificado y eso

solo es posible a través de una revolución social. Por tanto, en el escenario concreto en

que nos encontramos hay que diseñar y apostar por mecanismos concretos, hay que

moverse con sentido táctico sin perder de vista lo estratégico posible, pues la industria

mundial de medicamentos es una de las mayores productoras de lucro para el sistema

capitalista mundial y este no la va a entregar sin luchar, por lo que una invocación para

que la OMS controle la industria mundial de medicamentos carece en estos momentos

de cualquier posibilidad de realización.

Por otra parte, en un orden más realista y concreto, durante su intervención en la

Conferencia de Alto Nivel: Economía Pospandemia en el ALBA-TCP, celebrada el 10

de junio de 2020, Vijay Prashad, director del Instituto Tricontinental de Investigación

Social, expuso una agenda de 10 puntos para el mundo en desarrollo después de la

COVID-19. Prashad (2020) abordó cuestiones concretas para recuperar el

funcionamiento de la integración regional, relacionadas con el desempeño posible del 169 Pablo M. García: «La integración de América Latina, una necesidad frente al coronavirus», Más allá

de las fronteras, 23 de abril de 2020 (disponible en: https://blogs.iadb.org/integracion-

comercio/es/integracion-america-latina-coronavirus/).

170 Sobre la subordinación de la OPS, por ejemplo, ver: Gonzalo Basile: «Salud Internacional Sur-Sur:

hacia un giro decolonial y epistemológico», en II Dossier de Salud Internacional Sur-Sur, Ediciones GT

Salud Internacional CLACSO, La Plata, diciembre, 2018; y «La Salud del proceso de integración

regional: el caso UNASUR. Salud ¿soberanía o dependencia sanitaria?», en III Dossier de Salud

Internacional Sur-Sur, Ediciones GT Salud Internacional CLACSO, La Plata, agosto, 2019.

171 Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba: ob. cit.

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ALBA-TCP en el escenario actual y en el período pospandemia, destacándose entre

ellas:

1. Nacionalizar el sistema público de salud, abandonar el subsidio para el cuidado

médico privado, capacitar al personal de la salud.

2. Invertir en la soberanía agroindustrial y en la distribución universal de alimentos

para la gente.

3. Salir de la dependencia del dólar, desempolvar el Sistema Unitario de

Compensación Regional (SUCRE) y los medios de pago alternativos para los

intercambios de bienes y servicios.

4. Fortalecimiento de la acción pública y el poder central mediante mecanismos de

participación y planificación centralizada, así como la nacionalización y control

por parte del Estado de los recursos esenciales de los países, sin dejar a un lado

el aumento del autogobierno local y de la producción cooperativa, así como de

las asociaciones y sindicatos populares, a fin de permitir una vida social cada

vez más democrática.

Como se puede apreciar, hay mecanismos que recuperar, otros que afinar y algunos

que definitivamente deben desarrollarse con más intensidad, sobre todo aquellos que

están a nuestro alcance, como son los relacionados con el asunto del despliegue de

verdaderas políticas públicas en los países del ALBA-TCP.

Los mecanismos del ALBA-TCP, para profundizarse y robustecerse, tienen que

provenir de gobiernos con alto grado de legitimidad y gobernabilidad, y eso solo lo

permite la participación ciudadana protagónica. Es necesario desplegar verdaderos

mecanismos de democracia participativa en nuestras sociedades, para que realmente se

pueda vincular el desarrollo local con el territorial y el nacional, y que este por su parte

pueda articularse con el de otros países, que como los del ALBA-TCP, no buscan

crecimiento a toda costa, sino el bienestar y la felicidad de sus respectivas poblaciones.

La práctica de políticas públicas que hemos evaluado a través de estos años en los

países del ALBA-TCP ha sido cuando menos insuficiente,172 cuando no totalmente

172 Ver los siguientes artículos publicados en Evaluación de políticas públicas en América Latina,

Editorial Feijóo, Santa Clara, 2019: Pascual Valdés: «La política educativa del ALBA-TCP: Un análisis

desde la normatividad»; Zulma D. Ramírez: «Políticas públicas para la seguridad alimentaria y

nutricional (SAN) en Bolivia: Apuntes para la evaluación del diseño del PSARDI 2016-2020»; Maritza

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asistencialista.173 Esas políticas, aunque con buenas intenciones, no se tradujeron en el

apoyo político ampliamente mayoritario que necesitaban los gobiernos progresistas para

continuar su gestión, los cuales debieron enfrentar las más disímiles y cruentas formas

de agresión de la derecha neoliberal internacional y de sus émulos regionales.

Por otra parte, la estructura del ALBA-TCP sin la supranacionalidad necesaria, la

dependencia excesiva de Cuba y Venezuela en su accionar, y la pobre concertación en

cuanto a planes nacionales de desarrollo y los basamentos económico-filosóficos de los

mismos llevó a un estancamiento significativo de los avances del bloque. Esta situación

aún perdura por la imperiosa necesidad que plantean las actuales circunstancias del

mundo contemporáneo respecto a la cooperación económica, financiera, política,

sanitaria, medioambiental, cultural y social en todos los sentidos. Es hora de una

refundación del ALBA-TCP y para eso hay que comenzar desde abajo e incorporar

como protagonistas a nuestros pueblos.

Consideraciones finales

Estas consideraciones no pueden ser conclusiones en el sentido estricto del término,

porque la integración latinoamericana, aunque imperfecta, es un proyecto inacabado, y

como se ha demostrado en este propio capítulo, la plataforma integracionista ALBA-

TCP es un proyecto necesario, que ha marcado una pauta distintiva en el proceso de

integración latino-caribeño y que tiene aún mucho que aportar.

A través de varios años y asentada en diversas publicaciones, se ha argumentado la

relación desarrollo social-integración latinoamericana, y se ha establecido la necesidad

V. Martínez: «La ley de inversión extranjera en Cuba desde el enfoque de la política pública»; y Mignelys

García: «Envejecimiento poblacional en Cuba: Retos para la política pública».

173 Ver los siguientes artículos publicados en Evaluación de políticas públicas en América Latina,

Editorial Feijóo, Santa Clara, 2019: Lisandra Lefont: «El diseño de políticas públicas educativas en

Venezuela: entre quijotismos y desaciertos»; Juan Carlos Ramírez Sierra: «Apuntes para la evaluación de

diseño de la política en torno a la erradicación del trabajo infantil en Nicaragua en el último período del

gobierno sandinista»; y Edgardo Romero y Lidia Cano: «Balance de las aproximaciones a la evaluación

de políticas públicas en América Latina en el siglo XXI».

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de hacer una política integracionista explícita en función del desarrollo regional

integrado.174

Uno de los elementos de diagnóstico sobre la insuficiencia del funcionamiento de los

mecanismos y plataformas de integración regional como el Convenio Andrés Bello, la

Comunidad Andina de Naciones (CAN) y MERCOSUR fue que desatendieron la

dimensión axiológica de los proyectos integracionistas que pretendían impulsar. Las

causas de dicha desatención son muchas, pero acá expondremos solamente una, que ha

sido objeto de nuestro trabajo en los últimos cuatro años en los marcos del proyecto La

Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA), sus políticas públicas y los valores

fundacionales de la integración latinoamericana y caribeña: Existe un insuficiente

conocimiento acerca del proceso de diseño, implementación y evaluación de políticas

públicas integracionistas, y como está suficientemente argumentado que las políticas

públicas son el elemento clave de articulación entre el Estado y la sociedad civil, no

podrá realizarse plenamente ningún proyecto de integración regional sin su utilización

eficiente, lo cual ha quedado demostrado en el contexto de la pandemia de

COVID-19.175

En función de ello se proponen algunas consideraciones a manera de síntesis de lo

avanzado en estos cuatro años de investigación del proyecto anteriormente mencionado:

1. La visión y prácticas estadocéntricas de la política confunden lo estatal con lo

público, con lo cual se pierde la posibilidad de la participación protagónica del

pueblo y con ello la posibilidad de legitimación de los proyectos sociales.

2. En el mundo entero, y obviamente en América Latina, desde finales del siglo pasado

y con mucho énfasis en el presente siglo, se ha comenzado a hablar de política

pública, y muy particularmente de evaluación de política pública.

174 Ver: Edgardo Romero: «Valores de la posibilidad real de la integración latinoamericana», en Siete

cátedras para la integración, Convenio Andrés Bello, Bogotá, 2005; Edgardo Romero y otros: «La

dimensión axiológica de la integración latinoamericana, a través de las políticas de ciencia, cultura y

educación en la CAN y MERCOSUR», en Colectivo de autores: Cátedras de Integración. Convenio

Andrés Bello 2, Convenio Andrés Bello, serie La Universidad y los procesos de integración social,

Bogotá, 2006; Edgardo Romero: «Los valores fundacionales de la integración latinoamericana», OIKOS

(7): 143-148, Universidade Federal do Rio de Janeiro, Rio de Janeiro, 2007.

175 Edgardo Romero, Lidia Cano y Eduardo Romero: «Las plataformas integracionistas en América

Latina ante la COVID-19: Una cuestión de valores», Actas del Congreso Internacional Virtual sobre la

COVID-19, pp. 129 -147, Eumed.net, Málaga, 2020.

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3. Se ha establecido, al menos teóricamente, la importancia y necesidad de hacer

evaluaciones de políticas públicas, y se han podido establecer los avances

acontecidos en América Latina en este ámbito.

4. Ha quedado claro que los avances teóricos no se corresponden con una práctica de

evaluación de políticas públicas en América Latina, particularmente en los países

del ALBA.

5. En el inicio de cualquier estudio sobre política pública, lo primero es dejar

claramente establecido qué se corresponde con una política pública, según los

elementos definidos en la primera conclusión.

6. Los procedimientos de la evaluación de diseño se pueden centrar inicialmente en la

búsqueda de la argumentación de la política a evaluar, la claridad de sus objetivos,

la precisión de sus indicadores y la coherencia de su formulación general.

Posteriormente debe analizarse si esos indicadores son pesquisables, o sea, medibles

cualitativa o cuantitativamente.

7. En el orden metodológico evaluamos según el paradigma de la evaluación

pluralista,176 o al menos es a lo que se aspiró, mientras que en el orden axiológico

partimos de valores auténticos que se originan en las necesidades de los pueblos

latinoamericanos, entre las que se cuenta el imprescindible vínculo

integracionista.177

8. Luego de realizar un estudio longitudinal sobre el asunto de las políticas públicas en

América Latina, tomando en cuenta su divulgación y formas de aplicación, y

enfocados fundamentalmente en el asunto de la evaluación de las políticas públicas,

se han constatado al menos cuatro elementos que inciden negativamente en la

utilización del herramental teórico-práctico de las políticas públicas para el

desarrollo progresista e integrado de los pueblos de nuestra América, lo que también

atañe al caso cubano:

a. Su desacertado manejo teórico-conceptual.

b. La incidencia externa en su diseño e implementación, fundamentalmente

por parte de gobiernos e instituciones extrarregionales.

176 André Noel Roth: Políticas públicas: Formulación, implementación y evaluación, Ediciones Aurora,

Bogotá, 2017.

177 Edgardo Romero y otros: «Valores de la posibilidad real de la integración latinoamericana», en Siete

cátedras para la integración, Convenio Andrés Bello, Bogotá, 2005.

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c. La falta de participación protagónica de la población a lo largo de todo el

proceso de diseño, implementación y evaluación de las políticas

públicas.

d. La falta de coordinación, y en sentido más general, de unidad entre

actores y gobiernos nacionales o locales, y entre gobiernos nacionales en

aras de la imprescindible integración regional.

9. Respecto a la política pública en un escenario de integración regional, la puja

entre el panamericanismo y el latinoamericanismo no acepta espectadores. Si se

opta por el primero, las políticas públicas serán inexistentes, pues responderán a

la «razón de Estado», pero de un Estado imperial, que desde la Doctrina Monroe

trata a América Latina como extensión suya, y a sus gobernantes como simples

marionetas que deben someterse a los intereses imperiales. Ahora bien, si se opta

por el latinoamericanismo, hay que entender y además actuar consecuentemente

con el hecho de que la unidad no es una cuestión de simple voluntad política,

sino que hay que construirla a partir de la diversidad, hay que consensuar

permanentemente posturas y construir políticas que integren. No se puede pensar

en integrar simplemente a partir de las políticas nacionales, aun cuando estas

cumplan con los requerimientos de la política pública en el ámbito nacional,

pues los procesos integracionistas desbordan el escenario de lo público-nacional,

sin llegar a lo público-global. Nuestra América martiana tiene que ser construida

en términos concretos, pues las declaraciones no son herramientas suficientes

para construir y transformar la vida cotidiana de los pueblos.

10. Coincidiendo con estudiosos actuales del tema integracionista en América

Latina,178 se entiende que hay que trabajar en la convergencia y pertinencia de la

integración latinoamericana y caribeña, y por supuesto de la integración ALBA-

TCP.

11. Las debilidades o insuficiencias señaladas en el punto 8 conllevan un replanteo

en la forma de diseñar y gestionar las políticas para la integración y el desarrollo

regional.

178 Alberto J. Hurtado y Edgar Vieira (eds.): Pertinencia y convergencia de la integración

latinoamericana en un contexto de cambios mundiales, vol. 5, Ediciones Universidad Cooperativa de

Colombia, Bogotá, 2020 (disponible en: https://doi.org/10.16925/9789587602364).

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12. Una consideración muy importante para trabajar en el futuro en la convergencia

de la integración latinoamericana es la necesidad de dar respuestas comunitarias

(supranacionales) y no solo nacionales, a la situación de malestar y frustración

en que se encuentran varios sectores de la sociedad. Se requiere un

replanteamiento de la integración latinoamericana en un continente

convulsionado por violentas protestas sociales, principalmente ante el despliegue

de las políticas neoliberales en la región, el entreguismo de la mayoría de los

gobiernos de turno a los intereses imperiales del gobierno de Estados Unidos y

los desaciertos en el manejo de las políticas públicas para el desarrollo local,

nacional y/o regional de varios de los gobiernos progresistas, cuando estuvieron

en el ejercicio del poder en el presente siglo.

13. La responsabilidad es, entonces, muy grande: la integración debe ser una de las

cartas importantes en la recuperación de la paz social en el continente y uno de

los instrumentos para reducir la extrema inequidad con un mejor reparto de los

beneficios de la integración en América Latina. Para ello se debe reorientar,

reestructurar, refundar, reflexionar, profundizar —los calificativos pueden ser

muchos— en la situación actual de estancamiento y parálisis de los procesos de

integración latinoamericanos, en los cuales no es posible continuar con el

fraccionamiento existente, pues es hora de que América Latina reflexione y se

decida a trabajar por una convergencia en el tiempo hacia un bloque

latinoamericano integrado, que se pueda articular adecuadamente con los demás

bloques que dominan la escena mundial.

14. En función de ello se debe utilizar el herramental de las políticas públicas sin

descuidar sus dos componentes fundamentales: la participación protagónica de

los beneficiarios y la participación protagónica de los especialistas. En su

gestión en los diferentes escenarios territoriales, hay que orientarse hacia la

concertación y ello no se consigue por decreto, sino a través del diálogo

permanente y sistémico, para evitar superposiciones jerárquicas que funcionan

cuando se aplican el tipo de políticas denominadas estatistas o sociales, pero que

no funcionan cuando se trata de lo público.

Recomendaciones a la academia cubana e internacional a partir de la presente

síntesis:

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1. Esclarecer los sentidos de lo público, particularmente en el escenario de

construcción socialista en que vivimos y en el entorno de desorientación

axiológica y manipulación ideológica que predomina a nivel global.

2. Construir y/o potenciar mecanismos e instrumentos concretos para avanzar en el

diseño e implementación de políticas públicas para el desarrollo local/territorial

y nacional/regional.

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Sobre los autores

Edgardo Ricardo Romero Fernández. Cubano. Politólogo y Doctor en Ciencias

Filosóficas por el Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias de Cuba.

Posdoctorado en Pensamiento político latinoamericano en la Universidad Autónoma de

Madrid. Profesor Titular de Filosofía política y Ciencia política y coordinador de la

Maestría en Ciencias Políticas de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas

(UCLV). E-mail: [email protected]

Zulma Donelly Ramírez Cruz. Colombiana. Licenciada en Economía por la

Universidad Autónoma de Colombia. Doctora en Ciencias económicas. Especialista en

relaciones económicas internacionales, comercio exterior y soberanía alimentaria.

Profesora Titular de la Facultad de Economía de la Universidad Central «Marta Abreu»

de Las Villas y profesora de la Maestría en Ciencias Políticas perteneciente a dicha

institución. E-mail: [email protected]

Yaiset Georgina Arias Santos. Cubana. Máster en Pensamiento integracionista

latinoamericano por la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas, Santa Clara,

Cuba. Profesora Auxiliar de Teoría sociopolítica del Departamento de Historia y Teoría

Marxista de la citada universidad. E-mail: [email protected]; [email protected]

Cintia González León. Cubana. Licenciada en Economía por la Universidad Central

«Marta Abreu» de Las Villas. Máster en Ciencias económicas. Profesora Asistente de la

Facultad de Economía de la citada universidad. E-mail: [email protected]