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En este artículo nos proponemos analizar críticamente la cooperación Sur-Sur que están desarrollando los gobiernos locales latinoamericanos. Así, a partir de la evolución de la cooperación al desarrollo, la irrupción con fuerza de ciertos países emergentes, el rol que están jugando las ciudades y las opciones que ofrece la cooperación descentralizada pública veremos si realmente estamos ante un fenómeno novedoso o si por el contrario se están repitiendo parámetros del pasado pero desde una perspectiva geográfica diferente. Dada la infinidad de denominaciones y situaciones jurídico-administrativas, a lo largo de este artículo utilizaremos el concepto de gobierno local en su acepción más amplia para referirnos a todos aquellos niveles de gobierno y administración que están por debajo del nivel nacional o central.

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LA COOPERACIÓN SUR-SUR DE LOS GOBIERNOS LOCALES

LATINOAMERICANOS: ¿NUEVAS MODALIDADES DE COOPERACIÓ N?∗∗∗∗

(Sandra Bustamante y Octavi de la Varga)

En este artículo nos proponemos analizar críticamente la cooperación Sur-Sur que están desarrollando los gobiernos locales latinoamericanos. Así, a partir de la evolución de la cooperación al desarrollo, la irrupción con fuerza de ciertos países emergentes, el rol que están jugando las ciudades y las opciones que ofrece la cooperación descentralizada pública veremos si realmente estamos ante un fenómeno novedoso o si por el contrario se están repitiendo parámetros del pasado pero desde una perspectiva geográfica diferente.

Dada la infinidad de denominaciones y situaciones jurídico-administrativas, a lo largo de este artículo utilizaremos el concepto de gobierno local en su acepción más amplia para referirnos a todos aquellos niveles de gobierno y administración que están por debajo del nivel nacional o central.

1.- Agenda internacional, la cooperación y los tema s actuales de agenda.

Las relaciones internacionales han dejado de ser competencia exclusiva de los Estados Nacionales y han dado paso a otros actores. Esto ha generado debates desde lo teórico respecto a la disciplina en sí, y al ejercicio de las mismas así como a otras cuestiones como la cooperación. Para el Diccionario de la Real Academia Española la cooperación, (Del lat. cooperatĭo, -ōnis) es la acción y efecto de cooperar y cooperar (Del lat. cooperāri), es obrar juntamente con otro u otros para un mismo fin.

Indudablemente la cooperación internacional ha generado un debate con voces a favor y en contra desde el momento mismo en que fue concebida. Sobre todo, el debate se planteó al pensar si existía coincidencia acerca de cuál era el fin buscado a través de la cooperación entre donante y beneficiario.

∗ Sandra Bustamante - [email protected], Directora Equitá Urbe (equitaurbe.com). Politóloga (UNR). Lic. Relaciones Internacionales (UNR) - Formadora de Formadores en Cooperación Descentralizada (Observatorio de Cooperación Descentralizada UE- AL). Egresada del Instituto del Servicio Exterior de la Nación Argentina (MRECIC). Docente Universitaria e Investigadora. Consultora de OIT y Banco Mundial. Y Octavi de la Varga Mas - [email protected], Jefe de la Oficina de Cooperación al Desarrollo de la Diputación de Barcelona y Director Ejecutivo de la Oficina de Coordinación y Orientación del Programa URB-AL III. Licenciado en Derecho, Máster en Estudios Europeos (U.A.B.) Máster en Ayuda Humanitaria (U. de Deusto) y Post-grado en Relaciones Internacionales

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En los últimos años, los cambios en el sistema internacional han traído nuevas formas de asociación y alianza. Destacan dos aspectos básicos: por una parte, los equilibrios geoestratégicos y la irrupción con fuerza de los denominados estados emergentes (especialmente en el continente americano) o los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sur África), y por otro, la propia evolución de la agenda internacional de la cooperación al desarrollo (Agenda de París, Plan de Acción de Accra, Busán, Rio+10, Objetivos de Desarrollo del Mileno Post-2015, etc…) Ya hace varias décadas Schumpeter hablaba de la existencia de una destrucción creativa, que implicaba la destrucción de viejos y menos efectivos procesos y la sustitución por procesos nuevos y más efectivos, que son consecuencia del mundo globalizado (García Segura, 1996, pp. 235-264 y Friedman, 1999, pp. 3- 8). Respecto a la cooperación internacional, el modelo de Estado a Estado o de Organismo internacional a Estado/s se ha agotado. El modelo “colonial” de envío de fondos o de know-how del centro a la periferia parece agotado. Recordamos los principios de la eficacia de la ayuda al desarrollo que surgieron de la Agenda de París del año 2005, donde se reafirmaban los compromisos realizados en Roma de armonizar y alinear el suministro de la ayuda al desarrollo. Las conclusiones son consecuencia de considerar que muchos actores estaban haciendo de la eficacia de la ayuda al desarrollo una prioridad de primer orden, por lo que los participantes reafirmaban su compromiso de acelerar el progreso en su aplicación, especialmente en las áreas siguientes:

i. Reforzar las estrategias de desarrollo nacional de los países socios y sus marcos operativos (por ejemplo: planificación, presupuesto y marcos de evaluación del desempeño).

ii. Aumentar la alineación de la ayuda al desarrollo con las prioridades, sistemas y procedimientos de los países socios, ayudando a incrementar sus capacidades.

iii. Intensificar la mutua responsabilidad de donantes y países socios hacia sus ciudadanos y parlamentos, en cuanto a sus políticas, estrategias y desempeño en materia de desarrollo.

iv. Eliminar la duplicación de esfuerzos y racionalizar las actividades de donantes, para alcanzar el máximo rendimiento posible.

Es justamente en esta conferencia donde se adoptan algunos indicadores de resultados para verificar la apropiación, la alineación, la armonización, la gestión orientada a resultados y la mutua responsabilidad de las metas conseguidas. Miden principalmente la conducta colectiva a escala nacional, en colaboración estrecha entre países socios y donantes, aunque muchos argumentan que se hizo básicamente desde el punto de vista del donante tradicional En el año 2008, los ministros de los países en desarrollo y los países donantes responsables de la promoción del desarrollo, junto con los directores de instituciones

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multilaterales y bilaterales de desarrollo, suscribieron una declaración en Accra (Ghana), con el objetivo de acelerar y profundizar la aplicación de la Declaración de París sobre la Eficacia de la Ayuda. Aunque reconocen que se está ante una oportunidad, reconocen que el compromiso con la erradicación de la pobreza y la promoción de la paz, a través de la construcción de asociaciones más fuertes y más eficaces que permitan que los países en desarrollo cumplan con sus objetivos de desarrollo, no se ha cumplido totalmente. Es interesante que en esta declaración se sostenga que se debe lograr mucho más si se pretende que todos los países cumplan con los objetivos de desarrollo del milenio (ODM). La asistencia no es más que una parte en el panorama general del desarrollo. La democracia, el crecimiento económico, el progreso social y el cuidado del medio ambiente eran los principales factores que impulsaban el desarrollo en todos los países. La propuesta es concentrarse en lograr resultados, por un lado fortaleciendo la calidad del diseño, la implementación y la evaluación de políticas y por otro aumentando el nivel de transparencia y rendición de cuentas ante nuestro público en relación con los resultados. Por último, la reunión de Busán, en el año 2011, permitió que entre todos los participantes se evaluara el progreso realizado desde la Declaración de París, a la hora de proporcionar ayuda y ampliar las actividades de desarrollo en todo el mundo y se planificara colectivamente el futuro de la cooperación al desarrollo, aceptando como principal criterio su efectividad. Estas deliberaciones produjeron el Documento de Resultados de Busán (BOD, en sus siglas en inglés) y la suscripción del Busan Partnership for Effective Development Cooperation, declaración que por primera vez establece un marco común para la cooperación al desarrollo que involucra a donantes tradicionales, cooperantes Sur-Sur, los países emergentes del BRIC, organizaciones de la sociedad civil (OSC) y donantes privados. ¿Pero qué ocurre en este momento? ¿A qué responde la crisis de la cooperación internacional? No es solo consecuencia de la crisis global (particularmente en Europa) que impide el envío de fondos y préstamos, que responde al agotamiento de los donantes tradicionales, sino también a la aparición de Estados como China con una modalidad diferente de cooperación y de “intervención”. Han surgido otros modos de cooperación. En este sentido es interesantes destacar como el Informe sobre Desarrollo Humano 2013 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), pone de manifiesto explícitamente la existencia de un “Sur más global”. El ascenso del Sur, de la “periferia” se muestra a través de la transformación sufrida por un gran número de países del Sur en economías dinámicas, con grandes perspectivas de desarrollo y mayor protagonismo internacional. Entre el año 2000 y el 2010, el intercambio comercial Sur-Sur se duplicó, y el Sur aumentó su aportación al PIB global más de 10% en estos 10 años. En 2010, casi la mitad de los inmigrantes de primera generación vivían en países en vías de desarrollo; y se proyecta que hacia 2020 el 75% de los flujos turísticos mundiales sean interregionales.

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2.- La cooperación Sur/Sur en América Latina Guillermo Santander, reconociendo que no es algo nuevo, sitúa la cooperación Sur-Sur como uno de los fenómenos más destacables del sistema internacional y pone de manifiesto el renovado impulso que ha adoptado a partir de países que eran netos receptores de ayuda pasan a ser donantes y/o a transferir recursos de todo tipo (Santander, 2011, p.5). La cooperación Sur-Sur surgió como el concepto que define las relaciones de la cooperación al desarrollo entre países ubicados geográficamente en el “Sur”. Las relaciones pueden ser políticas, culturales, sociales y económicas, entre actores estatales, empresas y la sociedad civil.

Este tipo de cooperación ha existido por más de seis décadas (podemos mencionar la Conferencia de Bandung; el Plan de Acción de Buenos Aires (1978) en el marco de la Conferencia sobre Cooperación Técnica entre Países en Desarrollo; las acciones del grupo de los 77, la Comunidad Andina (CAN), la Comunidad del Caribe (CARICOM), el Sistema de Integración de Centro América (SICA) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR). Pero todas estas iniciativas han ido incrementando la cooperación en América latina y el Caribe con el objetivo central de la integración regional, ya sea en sus aspectos políticos, económicos y/o culturales. La disminución de los flujos de ayuda a la región debido a la focalización en países más pobres o en estados frágiles y el cumplimiento de los estándares de desarrollo fijados por los organismos internacionales, han significado un reto para la región y en particular para los países de renta media. Para estos países asumir responsabilidades en la cooperación intrarregional e interregional, en la medida de sus capacidades, ha permitido que la Cooperación triangular sea una nueva respuesta. Ésta es definida como la cooperación realizada entre países en desarrollo (socio y beneficiario) con la participación de un tercer socio (donante). Beneficiario y socio comparten características culturales, lingüísticas y económicas; experiencias similares en lo que respecta a problemas de desarrollo, que les da una mayor cercanía. Además, los costos de la asistencia técnica son menores cuando provienen de los países cooperantes en relación a los que vienen de los países desarrollados.

Los desafíos se encuentran principalmente en la coordinación de actores, en los presupuestos, la división de responsabilidades y roles, liderazgos y rendición de cuentas.

Es interesante constatar que en los últimos años, varios estados latinoamericanos han establecido estrategias y estructuras de cooperación lo que pone de manifiesto la importancia de este fenómeno. En algunos países forma parte directa de las estructuras administrativas del Estado o dependiente de otras áreas. A título de ejemplo destacan la Secretaría de Coordinación y Cooperación Internacional (Argentina), el Vice-ministerio de Inversión Pública y Financiamiento Externo (Bolivia), la Secretaría Técnica de

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Cooperación Internacional (Ecuador), la Dirección de Cooperación Internacional dependiente de la Dirección General de Políticas Multilaterales (Paraguay), el Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores (Venezuela)

Más recientemente, destaca la creación por parte de un número de estados cada vez mayor de agencias específicas para abordar la temática ya no solo desde una perspectiva de atraer donantes sino de gestionar hacia fuera su propia cooperación. En este sentido cabe citar la ABC (Agência Brasileira de Cooperaçao), la APCI (Agencia Peruana de Cooperación Internacional), la AUCI (Agencia Uruguaya de Cooperación Internacional), la AGCI (Agencia de Cooperación Internacional de Chile). Caso paradigmático el de Colombia en donde la Agencia Presidencial para la Acción Social y la Cooperación ha pasado a denominarse Agencia Presidencial para la Cooperación Internacional de Colombia (APC) con tres objetivos claros: gestionar la demanda de cooperación por parte de los diversos actores colombianos, gestionar la oferta de cooperación colombiana hacia terceros países y posicionar a Colombia en el mundo.

Un punto de inflexión importante es el Programa Iberoamericano para el Fortalecimiento de la Cooperación Sur-Sur que tiene su origen en un mandato del Programa de Acción de la XVII Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile, en el año 2007. Su aprobación se efectuó en el marco de la XVIII Cumbre de San Salvador, en noviembre del 2008. Su puesta en marcha se realizó durante el primer trimestre de 2010. El Programa cuenta con 19 países adheridos y su máximo órgano de gobernanza es el Comité Técnico Intergubernamental conformado por los Responsables de Cooperación de los 19 países.

La definición más completa de cooperación Sur–Sur aparece en la página web del PNUD, a través de la Unidad Especial de Cooperación Sur-Sur del PNUD. Según ésta, estaríamos hablando de la cooperación técnica entre países en desarrollo entendida como todo aquel “proceso” por el cual “dos o más países en desarrollo adquieren capacidades individuales o colectivas a través de intercambios cooperativos en conocimiento, cualificación, recursos y Know How tecnológico”.

Conforme a ello, este tipo de cooperación tiende a instrumentalizarse sobre asistencias técnicas (consultorías, asesorías y cursos de formación, entre otros). Su resultado más inmediato es la potenciación mutua de determinadas capacidades sectoriales (por ejemplo en educación, salud, infraestructura y turismo) con impactos sobre algún aspecto del desarrollo económico y social de los países implicados.

La cooperación Sur-Sur constituye por lo tanto una opción viable para apoyar el desarrollo a partir de los recursos y la experiencia que cada país puede compartir con otros de igual o menor desarrollo relativo, en un proceso de cooperación mutua. En la práctica se presenta como una forma de cooperación independiente, que no se basa en criterios económicos y que ofrece asociaciones estratégicas entre iguales para lograr objetivos comunes.

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Siguiendo los principios básicos establecidos por el PNUD los rasgos característicos de la cooperación Sur/Sur podrían resumirse en tres:

- Horizontalidad entendida como una colaboración libre de condicionamientos. - Consenso entendido como el trabajo interno en cada país para determinar las

prioridades. - Equidad en el reparto de los beneficios para todas las partes interesadas.

En este sentido y si fuera cierto, lo que efectivamente identificaría y diferenciaría a la cooperación Sur-Sur es su asociación con unos principios de funcionamiento básicos. Sin embargo, nos preguntamos entonces, si hay alguna diferencia en el fondo entre lo que es la cooperación Sur – Sur y lo que tendría que ser la cooperación de todo tipo. De cualquier forma, sin subestimar las ventajas que este rasgo puede conllevar, no debe pensarse que la cooperación Sur - Sur, por el mero hecho de serlo, se vaya a articular automáticamente como una relación simétrica y exenta de la interferencia de otras agendas e intereses que son ajenos a la promoción del desarrollo (especialmente cuando se incorporan transferencias de fondos o entre los objetivos de la cooperación como en el caso colombiano por ejemplo se busque también posicionarse en la esfera internacional).

Por otra parte, tampoco podemos olvidar que la cooperación Sur–Sur ha sido, es y será un elemento de integración regional en el caso de América Latina.

3.- La cooperación descentralizada pública

La Cooperación Descentralizada Pública Directa (CDP), entendida como conjunto de las acciones de cooperación internacional que realizan o promueven los gobiernos locales y regionales, se ha venido realizando de forma espontánea desde hace unas décadas, poniendo en relación a autoridades locales europeas y latinoamericanas. Se trata siguiendo la definición del Observatorio de la Cooperación Descentralizada UE-AL (OCDUEAL) de un modelo de cooperación basado en el parternariado y el intercambio entre instituciones homólogas que trabajan desde la proximidad para transformar y mejorar su entorno.

En palabras de Jean-Pierre Malé, “la Cooperación Descentralizada Pública es un fenómeno complejo y multifacético, que se sitúa a caballo entre el campo de las relaciones internacionales –donde prima la simetría, al menos en términos jurídicos y formales, ente los agentes implicados- y el campo de la cooperación al desarrollo, que parte de un paradigma de asimetría económica y social que pretende paliar” (Malé, 2006, p. 3).

La especificidad de la cooperación local se apoya en algunos principios básicos y, en particular, en: relaciones directas entre instituciones públicas del Norte y del Sur; centrado en el fortalecimiento institucional y el apoyo a las políticas públicas locales y al ejercicio del poder local; cooperación de tipo horizontal que intenta poner en evidencia el interés mutuo de las instituciones implicadas; la movilización de los actores locales (ONGD,

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empresas, universidades, escuelas, etc.) bajo la iniciativa de los gobiernos locales elegidos; la dinamización y profundización de la democracia local, y una capacidad de control cercano de las actividades, mediante la implicación de la ciudadanía y de la sociedad civil en general. Actualmente, la diversidad de fundamentos, enfoques y dimensiones (Fernández de Losada, 2010, pp. 11-34) nos permite afirmar que la diferencian en gran medida de las características típicas de la cooperación tradicional multilateral o bilateral. En este sentido, entendemos que lo que determinaría este modelo de cooperación no son tanto los niveles de desarrollo de los actores e intervienen sino su misma especificidad compartida en tanto que actores políticos y de gobierno próximos al territorio y a los ciudadanos.

4.- Los gobiernos locales latinoamericanos frente a la cooperación descentralizada pública y la cooperación Sur-Sur:

La globalización es un proceso que genera espacios contradictorios, caracterizados por los conflictos, la diferenciación interna y los continuos cruces de límites. Esto facilitó en América Latina por un lado, la aparición de ciudades globales que concentran una parte desproporcionada del poder corporativo global a la par que son algunos de los sitios con mayor cantidad de desfavorecidos. Por el otro, la mayoría de las ciudades se mantienen al margen, requiriéndose un análisis microsocial para lograr comprender su dinámica, y los problemas e intereses de sus habitantes.

Los gobiernos locales latinoamericanos ha tomado conciencia de su valor añadido dado su representatividad, su proximidad a la ciudadanía y al territorio, y el papel que están en la posible apertura de un camino de diálogo y consenso entre actores públicos y privados. Además, están asumiendo más responsabilidades; en este sentido, la salud, el medio ambiente, la educación, comenzaron a aparecer en las nuevas agendas locales unidas al desarrollo económico.

Pero creemos que aún se necesita elaborar una nueva conciencia crítica y pensar que presenciamos una apertura del gobierno local al mundo, y que éste es parte de una “nueva geografía”, un espacio único pero de múltiples territorios relevantes y singulares.

Cada día crece el número de ciudades que hacen de la acción exterior una línea de actuación importante, incluso llegando a convertirla en prioridad e incluyéndola en sus programas de gobierno. Pero la experiencia demuestra que, para internacionalizar la ciudad, la práctica del gobierno local ha estado sujeta en gran medida a la prueba y al error o a las vicisitudes políticas del momento.

Dentro de las estrategias de internacionalización de la ciudad, la práctica de la cooperación descentralizada ha sido vital. Cada estrategia y práctica de cooperación descentralizada, debe surgir de la especificidad de sus protagonistas, las ciudades y las autoridades locales, aprovechando todo el potencial y el valor añadido que esta modalidad de cooperación puede ofrecer a los mismos.

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Como analiza Eugene Zapata “con el tiempo y de manera muy marcada en años recientes, la cooperación descentralizada favorece el establecimiento de relaciones más equilibradas basadas en el intercambio de experiencias. La horizontalidad de los hermanamientos da lugar al desarrollo de redes multilaterales alrededor de las cuales se asocian un mayor número de gobiernos locales con objetivos comunes. Con las redes, la cooperación descentralizada se dota de una visión más amplia, menos asistencial y más enfocada en la reciprocidad y el interés mutuo” (Zapata, 2008, p. 4).

La CDP se caracterizaría por (Zapata, 2007, pp. 99-103):

- El arraigo territorial de los actores participantes. - La horizontalidad como garante de la apropiación de las acciones y sostenibilidad. - El intercambio de experiencias en el marco de un diálogo y colaboración continúo

más allá de la mera transferencia de fondos. - La reciprocidad que pone en el centro de la colaboración el interés y los beneficios

para ambas partes.

Como puede observarse las similitudes con los aspectos clave de la cooperación Sur-Sur son plenas. Ahora bien, la CDP ha evolucionado desde que se comenzó a hablar de ella muchos años atrás, y se ha consolidado como una política pública local focalizada en el estímulo de las capacidades y potencialidades de los actores locales. Es fundamental para su puesta en marcha esa noción multi-actor y multinivel: de territorio a territorio, articulando diversos tipos de actores y distintos niveles. Así, algunas de las temáticas abordadas por la CDP son:

- Refuerzo de las políticas de desarrollo local; - Refuerzo de las instituciones locales; - Presión política a favor de los poderes locales; - Cambio cultural y relación con la ciudadanía

Otra característica importante es el fomento de las relaciones directas con la ciudadanía para un mejor control, una mayor implicación y participación desde abajo.

En los últimos tiempos y en el contexto de la nueva agenda internacional, así como con la emergencia de nuevos países, han aparecido nuevas dinámicas en relación a la cooperación al desarrollo que también se reflejan en los nuevos modelos de cooperación descentralizada pública. Entre ellas destacan los fenómenos de la llamada cooperación Sur/Sur entendida como la cooperación entre países en desarrollo y la cooperación triangular o Sur-Sur-Norte.

En este sentido cabe destacar tres dinámicas o iniciativas diferenciadas pero que en clave latinoamericana han facilitado y, en cierta medida impulsado estos procesos. Por una parte, todo el trabajo realizado desde la red Mercociudades. Actualmente cuenta con más de 272 ciudades socias y fue fundada en 1995 por iniciativa de los principales alcaldes, intendentes y prefectos de la región del Cono Sur, con el objetivo de favorecer la

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participación de los municipios en el proceso de integración regional, promover un ámbito institucional para las ciudades que están dentro de Mercosur y desarrollar el intercambio y la cooperación horizontal entre municipios de la región.

En segundo lugar también desde principios de los años noventa a través de las diferentes fases del Programa URB-AL y en particular su tercera edición que definitivamente a situado a gran número de gobiernos locales latinoamericanos frente a la cooperación internacional en general y a la cooperación Sur-Sur; como se está viendo en las estrategias de sostenibilidad de los proyectos y sus resultados que los diversos territorios participantes están implementando al cierre del programa.

Y finalmente, las redes de cooperación entre ciudades latinoamericanas (ya sean por ámbitos geográficos o por temáticas) que cada día toman más fuerza a nivel global, que permiten la superación del nivel “micro” propio de las relaciones de carácter bilateral, y el planteo de acciones multinivel.

Hoy en día se debate entre los países latinoamericanos en torno a estos conceptos; sus rasgos fundamentales y como afecta a la cooperación descentralizada pública y a la acción exterior de las ciudades latinoamericanas. ¿Existe suficiente solidaridad para emprender este modelo? ¿Cuál es el tipo de cooperación que implica? ¿Una cooperación entre territorios del espacio de MERCOSUR o entre estos territorios y otros de terceros países? ¿Volverán los países latinoamericanos a repetir los errores de la cooperación tradicional? ¿Cuáles son los valores subyacentes? ¿Cuál es la vigencia de los parámetros Sur y Norte/centro y periferia en la actualidad?. Esta última pregunta es particularmente interesante si se piensa en los BRICS y en la crisis europea. ¿Cuánto de Sur hay en el Norte y cuántos nortes en el Sur (sobre todo si hablamos de ciudades)?

Así pues, tomando en cuenta todo lo anterior podríamos apuntar como rasgos diferenciales de esta modalidad de cooperación descentralizada pública sur-sur latinoamericana, los siguientes:

- El punto de partida es una comprensión común de los procesos históricos del desarrollo;

- Contribuye a los procesos de integración regional desde los territorios y permite crear una identidad compartida.

- Da más protagonismo a los procesos de desarrollo del espacio latinoamericano.

- Permite introducir nuevos paradigmas de desarrollo.

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- Se plantea entre territorios con niveles de desarrollo diferentes pero con realidades sociales y problemáticas muy similares.

- Permite un mejor aprovechamiento de los recursos propios y una mejor potenciación de las capacidades de los territorios participantes.

Restaría plantearse cómo se podrá implementar un fortalecimiento institucional que mejore las capacidades de las autoridades locales para una mejor puesta en marcha y en valor de las políticas de cooperación descentralizada y de cooperación Sur–Sur, el fortalecimiento de la dimensión estratégica y política, de profundización de los arreglos democráticos locales, de articulación con los diferentes actores económicos y sociales, de mejora de la participación y concertación ciudadanas, etc. Así como, cuáles deberían ser las acciones en red que podrán permitir que se fortalezcan las decisiones de los gobiernos locales latinoamericanos en un escenario global.

A modo de conclusión podemos afirmar que la cooperación descentralizada pública Sur-Sur en América Latina entendida como la cooperación que llevan a cabo los gobiernos locales latinoamericanos entre ellos y con terceros no supone necesariamente un cambio radical en el modelo cooperación en si mismo. Los riesgos que se plantean son los mismos que en los de otros modelos de cooperación. Ahora bien, si que podemos hablar de una evolución del modelo que por su enfoque, su magnitud y dinamismo y potencialidades puede aportar nuevas dinámicas de desarrollo, de relacionamiento y de entender la cooperación.

Bibliografía:

Fernández de Losada, Agustí. 2010. “Revisión de los fundamentos de la Cooperación Descentralizada Pública Local”, en: Anuario de la Cooperación Descentralizada, n. 5, Montevideo: Observatorio de la Cooperación Descentralizada UE-AL.

Friedman, Thomas L. 1999. “The Lexus and the Olive Tree”. Farrar, Straus and Giroux.

García Segura, Caterina 1996. "La actividad exterior de las entidades políticas subestatales" en: Revista de Estudios Políticos, nº 91. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales . Enero-Marzo.

Malé, Jean Pierre. 2006. “Especificidades de la cooperación descentralizada pública: actores, contenidos y modelos”. Montevideo: Observatorio de la Cooperación Descentralizada UE-AL.

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PNUD. 2013. “Informe de Desarrollo Humano 2013. El ascenso del Sur: progreso humano en un mundo diverso”. Nueva Cork: PNUD.

Santander, Guillermo. 2011. “Nuevos donantes y cooperación Sur-Sur: estudios de caso”, en: ICEEI Estudios e Informes. Madrid: UCM-ICEE.

Shalma, Cristina 2012. “Informe de la cooperación Sur-Sur en Iberomérica 2012”. Madrid: SGIB. Noviembre.

Zapata, Eugène. 2007. “Manual práctico para internacionalizar la ciudad - Guía para la acción exterior de los gobiernos locales y la cooperación descentralizada Unión Europea-América Latina”, Volumen 1. Montevideo: Observatorio de la Cooperación Descentralizada UE-AL / Diputación de Barcelona.

Zapata, Eugène. 2008. “Dinámicas de articulación internacional a iniciativa de los gobiernos locales: panorama actual y retos a futuro”, en: 3ª Conferencia Anual del Observatorio de la Cooperación Descentralizada Unión Europea – América Latina. Barcelona: Observatorio de la Cooperació Descentralizada UE-AL

Equita Urbe 2013

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