La amígdala

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La amígdala, centinela de nuestras emociones La amígdala forma parte del llamado cerebro profundo, ese donde priman las emociones básicas tales como la rabia o el miedo, también el instinto de supervivencia, básico sin duda para la evolución de cualquier especie. De ahí, que la amígdala, esta estructura en forma de almendra sea propia de todos los vertebrados y se halle en la profundidad de los lóbulos temporales, formando parte del sistema límbico y procesando todo lo relativo a nuestras reacciones emocionales. En neurobiología es casi imposible asociar una sola emoción o una sola función a cualquier estructura, pero cuando hablamos de la amígdala podemos decir sin equivocarnos que es una de las más importantes asociadas al mundo de las emociones, es lo que hace por ejemplo que seamos más variables que cualquier pariente evolutivo cercano, ella la responsable de que podamos escapar de situaciones de riesgo o peligro, pero ella también la que nos obliga a recordar nuestros traumas infantiles, y todo aquello que nos ha hecho sufrir en algún momento. LA AMÍGDALA Y EL APRENDIZAJE EMOCIONAL Pongamos un sencillo ejemplo. Acabamos de trabajar y nos dirigimos a nuestro coche, aparcado en una calle cercana, es de noche y no hay apenas iluminación, esa penumbra nos pone en aviso, la oscuridad es un escenario que evolutivamente hemos asociado como indicador de riesgo y peligro, de ahí que apresuremos nuestros pasos para encontrar el coche. Pero ocurre algo, alguien se nos acerca y nuestra reacción lógica es empezar a correr para huir. Mediante esta sencilla escena podemos deducir muchas de las funciones instaladas en la amígdala: ella es quien nos pone en aviso de que la oscuridad es un riesgo y de que esa persona que se acerca también lo es , y más aún, habremos creado un aprendizaje nuevo al deducir mediante el miedo que al día siguiente, no aparcaremos el coche en esa zona.

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La amígdala, centinela de nuestras emocionesLa amígdala forma parte del llamado cerebro profundo, ese donde priman las emociones básicas tales como la rabia o el miedo, también el instinto de supervivencia, básico sin duda para la evolución de cualquier especie. De ahí, que la amígdala, esta estructura en forma de almendra sea propia de todos los vertebrados y se halle en la profundidad de los lóbulos temporales, formando parte del sistema límbico y procesando todo lo relativo a nuestras reacciones emocionales.

En neurobiología es casi imposible asociar una sola emoción o una sola función a cualquier estructura, pero cuando hablamos de la amígdala podemos decir sin equivocarnos que es una de las más importantes asociadas al mundo de las emociones, es lo que hace por ejemplo que seamos más variables que cualquier pariente evolutivo cercano, ella la responsable de que podamos escapar de situaciones de riesgo o peligro, pero ella también la que nos obliga a recordar nuestros traumas infantiles, y todo aquello que nos ha hecho sufrir en algún momento.

LA AMÍGDALA Y EL APRENDIZAJE EMOCIONAL

Pongamos un sencillo ejemplo. Acabamos de trabajar  y nos dirigimos a nuestro coche, aparcado en una calle cercana, es de noche y no hay apenas iluminación, esa penumbra nos pone en aviso, la oscuridad es un escenario que evolutivamente hemos asociado como indicador de riesgo y peligro, de ahí que apresuremos nuestros pasos para encontrar el coche. Pero ocurre algo, alguien se nos acerca y nuestra reacción lógica es empezar a correr para huir.

Mediante esta sencilla escena podemos deducir muchas de las funciones instaladas en la amígdala: ella es quien nos pone en aviso de que la oscuridad es un riesgo y de que esa persona que se acerca también lo es, y más aún, habremos creado un aprendizaje nuevo al deducir mediante el miedo que al día siguiente, no aparcaremos el coche en esa zona.

Los recuerdos y experiencias con mucha carga emocional, hacen que nuestras conexiones sinápticas estén asociadas a esta estructura, provocándonos efectos tales como taquicardias, aumento de la respiración, liberación de hormonas del estrés… Personas que por ejemplo tienen la amígdala dañada, serían incapaces de detectar situaciones de riesgo o peligro.

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La amígdala nos ayuda a buscar una estrategia adecuada después de haber identificado un estímulo negativo, pero ¿Cómo identificamos que ese estímulo nos puede hacer daño? Por aprendizaje, por condicionamiento, por esos conceptos básicos que como especie reconocemos como dañinos.Daniel Coleman por ejemplo, introdujo el concepto de “secuestro amigdalar”  para referirse a esas situaciones en las que nos dejamos llevar por el miedo y o la angustia de un modo que no es adaptativo, qué no es lógico y donde la desesperación, nos impide encontrar la respuesta adecuada.

LA AMÍGDALA Y LA MEMORIA

La amígdala está asociada en asentar nuestros recuerdos y nuestra memoria, son muchas las ocasiones en las que determinados hechos están asociados a una emoción muy intensa: una escena de infancia, una pérdida, un instante en que hemos sentido inquietud o miedo…cuando nuestros sentimientos son más afilados más conexiones neuronales se suceden alrededor del sistema límbico y la amígdala, es más, muchos científicos están estudiando determinar qué tipo de detalles bioquímicos afectan a esta estructura para aplicarlos a posibles tratamientos terapéuticos y farmacológicos con los que minimizar los traumas infantiles.

Pero no debemos limitarnos a asociar al miedo con a una pulsión negativa capaz de causarnos traumas y problemas psicológicos, al contrario, es un interruptor que nos avisa y que nos protege, es el centinela que ha permitido generación tras generación que podamos evolucionar teniendo como base nuestra protección y la de los nuestros. La amígdala es una fascinante estructura primitiva de nuestro cerebro que cuida de nosotros y que nos da una visión equilibrada de los riesgos; el miedo, como el placer es esencial en nuestra riqueza emocional como seres vivos. - See more at: http://lamenteesmaravillosa.com/la-amigdala-centinela-de-nuestras-emociones#sthash.8Rno4U9K.dpuf

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LA AMÍGDALA, EL CENTRO DE CONTROL EMOCIONAL

Es sabido que las emociones se generan en el sistema nervioso: las de miedo o de rabia se originan en la amígdala cerebral, aunque las de alegría o de felicidad no se sabe bien dónde se producen. La amígdala es una pequeña estructura situada en el interior de los lóbulos temporales de cerebro y su actividad es fundamental para la supervivencia del individuo.

Cuando está lesionada desaparece la agresividad del individuo y su capacidad para mostrar miedo. Es una especie de síndrome de “Juan sin miedo”, que impide valorar si un estímulo es amenazador, y cómo se debe responder a él. Una vez que ha analizado el estímulo decide si la respuesta debe ser de agresividad o de miedo y envía señales al hipotálamo para que ponga en marcha los mecanismos de defensa. Por ejemplo, cuando un gato siente miedo, se le eriza el pelo y los músculos se tensan para preparar una posible huída. Los humanos también reaccionamos de forma involuntaria ante una situación de pánico: se nos acelera el ritmo cardíaco, se nos pone carne de gallina, sudamos, etc.

Un experimento reciente   aporta nueva información sobre el papel de la amígdala ante la toma de decisiones arriesgadas. El experimento viene a ser una especie de “Quién quiere ser millonario” en ese momento clave en que hay que decidir si apostar por el premio gordo con el riesgo de perderlo casi todo, o plantarse con la mitad de ese premio gordo. El grupo de control, formado por personas con la amígdala sana, optaron por las opciones más conservadoras, mientras que los pacientes con la amígdala dañada eran mucho más propensos a las apuestas arriesgadas.

La conclusión es que la amígdala es el origen de las respuestas emocionales inconscientes y nos ayuda a ser más cautos. No solo está implicada en el procesamiento del miedo ante un peligro físico, sino que parece que también nos hace ser prudentes ante la posible pérdida de dinero. Es decir, la amígdala activa mecanismos para inhibir cualquier actuación cuyo resultado pueda ser adverso.

Sin embargo, no resulta fácil hacer extensible esta conclusión a otras actuaciones inconscientes de la amígdala, como cuando limita la respuesta sexual de una mujer. Según la neuropsiquiatra Louann Brizendine, autora del libro El cerebro femenino, “la mujer, para tener un orgasmo, debe desconectar la amígdala”, y añade: “Tienes que apagar la amígdala, que es el centro del temor y la ansiedad en el cerebro. La desactivas, es algo inconsciente, y tienes un orgasmo. Ayuda mucho apagar el móvil.”

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MUSICOTERAPIA PARA PACIENTES CON TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA

Autores

Monika Geretsegger, Cochavit Elefant, Karin A Mössler, Christian Gold

Cómo citar la revisión: Geretsegger M, Elefant C, Mössler K, Gold C. Musicoterapia para pacientes con trastorno del espectro autista. Cochrane Database of Systematic Reviews 2014 Issue 6. Art. No.: CD004381. DOI: 10.1002/14651858.CD004381

Versión reducida de la revisión. Puede consultar la versión completa en inglés PULSANDO AQUÍ

RESUMEN

Antecedentes

Las deficiencias fundamentales de los pacientes con trastorno del espectro autista (TEA) afectan la interacción social y la comunicación. La musicoterapia emplea las experiencias musicales y las relaciones que se desarrollan a través de ellas para permitir la comunicación y la expresión, por lo que intenta abordar algunos de los problemas fundamentales de los pacientes con TEA. La presente versión de esta revisión sobre musicoterapia para los TEA es una actualización de la revisión Cochrane original publicada en 2006.

Objetivos

Evaluar los efectos de la musicoterapia en pacientes con TEA.

Estrategia de búsqueda

Se realizaron búsquedas en las siguientes bases de datos en julio de 2013: CENTRAL, Ovid MEDLINE, EMBASE, LILACS, PsycINFO, CINAHL, ERIC, ASSIA, Sociological Abstracts y Dissertation Abstracts International. También se verificaron las listas de referencias de los estudios relevantes y se estableció contacto con los investigadores en persona.

Criterios de selección

Se consideraron para inclusión todos los ensayos controlados aleatorios (ECA) o los ensayos clínicos controlados que compararan la musicoterapia o la musicoterapia agregada a la atención estándar con terapia "placebo", ningún tratamiento o atención estándar en pacientes con TEA.

Obtención y análisis de los datos

Dos autores de forma independiente seleccionaron los estudios, evaluaron el riesgo de sesgo y extrajeron los datos de todos los estudios incluidos. Se calculó la diferencia de medias estandarizada (DME) agrupada y el intervalo de confianza (IC) del 95% correspondiente para los resultados continuos para permitir la combinación de los datos de diferentes escalas y facilitar la interpretación de los tamaños del efecto. La heterogeneidad se evaluó mediante la estadística I².

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En caso de heterogeneidad estadística dentro de los subgrupos de resultado, se examinó la edad de los pacientes, la intensidad de la terapia (número y frecuencia de las sesiones de terapia) y el enfoque terapéutico como posibles fuentes de heterogeneidad.

Resultados principales

Se incluyeron diez estudios (165 participantes) que examinaron el efecto a corto y medio plazo de las intervenciones con musicoterapia (de una semana a siete meses) en niños con TEA. La música fue superior a la terapia "placebo" o la atención estándar con respecto a los resultados primarios interacción social dentro del contexto de la terapia (DME 1,06; IC del 95%: 0,02 a 2,10; un ECA, n = 10); interacción social generalizada fuera del contexto de la terapia (DME 0,71; IC del 95%: 0,18 a 1,25; tres ECA, n = 57, pruebas de calidad moderada), capacidad de comunicación no verbal dentro del contexto de la terapia (DME 0,57; IC del 95%: 0,29 a 0,85; tres ECA, n = 30), capacidad de comunicación verbal (DME 0,33; IC del 95%: 0,16 a 0,49; seis ECA, n = 139), comportamiento iniciador (DME 0,73; IC del 95%: 0,36 a 1,11; tres ECA, n = 22, pruebas de calidad moderada) y reciprocidad social-emocional (DME 2,28; IC del 95%: 0,73 a 3,83; un ECA, n = 10, pruebas de baja calidad). No hubo diferencias estadísticamente significativas en la capacidad de comunicación no verbal fuera del contexto de la terapia (DME 0,48; IC del 95%: -0,02 a 0,98; tres ECA, n = 57, pruebas de baja calidad). La musicoterapia también fue superior a la terapia "placebo" o la atención estándar en las áreas secundarias de resultado, incluida la adaptación social (DME 0,41; IC del 95%: 0,21 a 0,60; cuatro ECA, n = 26), la alegría (DME 0,96; IC del 95%: 0,04 a 1,88; un ECA, n = 10), y la calidad de las relaciones entre padres e hijos (DME 0,82; IC del 95%: 0,13 a 1,52; dos ECA, n = 33, pruebas de calidad moderada). Ninguno de los estudios informó efectos adversos. Los tamaños de la muestra pequeños de los estudios limitan la fuerza metodológica de estos resultados.

Conclusiones de los autores

Los resultados de esta revisión actualizada aportan pruebas de que la musicoterapia puede ayudar a los niños con TEA a mejorar sus capacidades en áreas primarias de resultado que constituyen el núcleo de la afección e incluyen la interacción social, la comunicación verbal, el comportamiento iniciador y la reciprocidad social-emocional. La musicoterapia también puede ayudar a mejorar la capacidad de comunicación no verbal dentro del contexto de la terapia. Además, en las áreas secundarias de resultado, la musicoterapia puede contribuir a aumentar las capacidades de adaptación social en los niños con TEA y a promover la calidad de las relaciones entre padres e hijos. A diferencia de los estudios incluidos en una versión anterior de esta revisión publicada en 2006, los nuevos estudios incluidos en esta actualización mejoraron la aplicabilidad de los resultados en la práctica clínica. Se necesitan más estudios que utilicen muestras más grandes y medidas de resultado generalizadas para corroborar estos resultados y examinar si los efectos de la musicoterapia son duraderos. Cuando se apliquen los resultados de esta revisión a la práctica, es importante señalar que la aplicación de la musicoterapia requiere adiestramiento académico y clínico especializado.

RESUMEN EN TÉRMINOS SENCILLOS

Musicoterapia para pacientes con trastorno del espectro autista

Pregunta de la revisión

Se examinaron las pruebas acerca del efecto de la musicoterapia en los pacientes con trastorno del espectro autista (TEA). Se comparó la musicoterapia o la musicoterapia además de atención estándar con ninguna terapia, terapia similar sin música (terapia "placebo") o atención estándar.

Antecedentes

Los pacientes con TEA tienen dificultades con la interacción social y la comunicación. La musicoterapia emplea las experiencias musicales y las relaciones que se desarrollan a través de

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ellas para permitirles a los pacientes relacionarse con otros, comunicarse y compartir sus sentimientos. Así, la musicoterapia aborda algunos de los problemas fundamentales de los pacientes con TEA. Se planificó determinar si la musicoterapia ayuda a los pacientes con TEA, en comparación con otras opciones.

Características de los estudios

Se incluyeron diez estudios con un número total de 165 participantes. Los estudios examinaron el efecto a corto y medio plazo de las intervenciones con musicoterapia (de una semana a siete meses) en niños con TEA.

Resultados clave

La musicoterapia fue superior a la terapia "placebo" o la atención estándar con respecto a la interacción social, la capacidad de comunicación no verbal y verbal, el comportamiento iniciador y la reciprocidad social-emocional. La musicoterapia también fue superior a la terapia "placebo" o la atención estándar en las áreas de adaptación social, alegría y calidad de las relaciones entre padres e hijos. Ninguno de los estudios incluidos informó cualquier efecto secundario causado por la musicoterapia.

Calidad de la evidencia

La calidad de las pruebas fue moderada para la interacción social fuera del contexto de la terapia, el comportamiento iniciador, la adaptación social y la calidad de la relación entre padres e hijos, y baja para los otros tres resultados principales (capacidad de comunicación no verbal fuera del contexto de la terapia, capacidad de comunicación verbal fuera del contexto de la terapia y reciprocidad social-emocional). Los motivos de la calidad limitada de las pruebas fueron los problemas con el diseño de los estudios y el escaso número de pacientes que participó en los estudios.

Conclusiones de los autores

La musicoterapia puede ayudar a los niños con TEA a mejorar sus capacidades en áreas importantes como la interacción social y la comunicación. La musicoterapia también puede contribuir a aumentar las capacidades de adaptación social en los niños con TEA y a promover la calidad de las relaciones entre padres e hijos. Algunos de los estudios incluidos presentaron intervenciones que se corresponden bien con las terapias en la práctica clínica. Se necesitan más estudios de investigación con diseño adecuado y que utilicen un número mayor de pacientes. Es importante examinar específicamente cuánto tiempo duran los efectos de la musicoterapia. La aplicación de la musicoterapia requiere adiestramiento académico y clínico especializado. Lo anterior es importante cuando se apliquen los resultados de esta revisión a la práctica.