Kenneth Robeson - Doc Savage 96, Herencia diabólica

download Kenneth Robeson - Doc Savage 96, Herencia diabólica

of 70

Transcript of Kenneth Robeson - Doc Savage 96, Herencia diabólica

  • 1

    Herencia diablica Kenneth Robeson

    http://www.librodot.com

  • 2

    Doc Savage/96

    CAPTULO I LOS SECUESTRADORES

    El automvil era muy largo, bajo de carrocera y veloz. Su conductor, casi tan ancho como alto, ocupaba la mayor parte del asiento delantero. Y el elegante sujeto que le acompaaba, iba estrujado contra la portezuela derecha. El coche emergi de una calle transversal y penetr en la Quinta Avenida, casi arrancando los parachoques de otro coche que estaba parado cerca de la esquina. En el rostro del achaparrado conductor dibujse una sonrisa al contemplar la anchurosa avenida. -Est desierta! -exclam alborozado-. Fjate! Era cierto En aquella avenida, la de mayor trnsito de Manhattan, no se vea un solo vehculo. Y sin embargo debiera estar imposible de tanto trnsito en esa hora de la maana. Al conductor aquello le pareci una cosa increble. Pis el acelerador a fondo y el coche se desliz, a toda velocidad, por el centro de la avenida. El automvil era un modelo abierto y el sujeto elegantemente vestido que iba sentado junto al conductor tuvo que agarrar su sombrero gris con una mano mientras con la otra asa un delgado bastn negro. -Quieres que nos rompamos la crisma? -grit iracundo. EL conductor estaba preocupado. -No olvides -replic-, que debemos encontrarnos con Doc- Consultando su reloj, aadi:-Llevamos diez minutos de retraso. Un agente de trnsito desde el centro de la avenida agit una mano. El conductor moder la marcha, pero no par; pas velozmente el cruce. El elegante compaero del conductor mugi: -Ese agente te hizo seal de parar! -Que se vaya al diablo!-grit el conductor-. El disco verde indica paso libre, segn las ordenanzas. A santo de qu haba de parar? En la esquina siguiente la luz del disco tambin era verde, otro polica agit un brazo ordenando al conductor que parase. Tampoco ahora obedeci ste: continu su vertiginosa marcha. Ms adelante, las luces eran tambin verdes. A pesar de ello en todas las esquinas haba el agente de trnsito que intentaba hacer parar al coche. El hombre del bastn se ahogaba de rabia. Dirigiendo una mirada homicida al conductor, chill: -Esos agentes nos quieren parar! Es extrao que no haya trnsito! -Mucho mejor!-repuso el chaparroso conductor-. Qu suerte! Tenemos toda la calle para nosotros! Y... De pronto contuvo el aliento, alarmado. Su compaero tambin se sobresalt. -Mira!-exclam. En el cruce de la calle Cincuenta y nueve, un grupo de agentes de trnsito formaban una infranqueable barrera, de acera a acera, interceptando el paso. Por fuerza haba que parar, si no quera atropellar a alguno de los agentes.

  • 3

    Uno de stos luca galones - era un sargento- y dirigi una mirada amenazadora al conductor. -No sabe leer?- rugi. -Leer? - pregunt el interpelado-. Leer, qu? . . . -Las seales, idiota!-explic el polica. Agitando un brazo, indic los carteles atados a los faroles. Las seales decan: "Prohibido el estacionamiento en esta manzana" -Qu dice?-tron el sargento. -Qu digo?-replic el conductor. Su compaero le hurg las costillas, al tiempo que le susurraba: -Calla, estpido! -Saque de la Avenida ese cacharro!-aull el sargento-. Hay un desfile, y la Avenida ha de quedar despejada de trnsito. Lrguese inmediatamente! Iba a girar hacia la derecha, pero el sargento le orden que lo hiciese hacia la izquierda. El conductor encogindose de hombros, obedeci las instrucciones. Pero cuando se retiraba, pregunt a su elegante compaero: -Qu hacemos? Tenemos que encontrarnos con Doc en ese edificio de la Avenida. -Baja por Madison y estaciona cerca de la Cuarenta y Ocho. Probablemente tendremos que caminar. -Y llegaremos tarde-aadi el conductor, preocupado. A ambos lados de la calle, que conduca a la Quinta Avenida, haba docenas de agentes de trnsito. -Parece que todos les agentes de Nueva York estn de servicio para este desfile!-rezong el conductor-. Que ser? -Ahora recuerdo-dijo su compaero-. Slo que me imaginaba que se celebraba en Broadway. Se trata de un desfile en honor de cierto sujeto que ha volado alrededor del mundo. Los que trabajan en esta zona de Nueva York hacen fiesta. El conductor intentaba doblar en todas las esquinas que conducan a la Quinta Avenida. Pero al instante un ejrcito de policas le sala al encuentro ordenndole que siguiera adelante. En la calle Cuarenta y ocho encontr un sitio para estacionar su coche. -Vamos-dijo. -Vamos-repiti su elegante compaero. Los dos hombres saltaron a tierra.. Formaban una extraa pareja y los transentes les miraban, con curiosidad. Uno era esbelto, de cintura tan delgada como una avispa. Vesta traje de maana, que sin duda sali de una de las mejores sastreras de Nueva York. Pareca un figurn. Llevaba el bastn de caa negra y fina, un bastn-estoque. Tena la nariz larga, los ojos brillantes, boca grande y labios fciles de orador. En cambio, su compaero, el conductor, era grueso y achaparrado. Pareca ser el sucesor inmediato de un gorila, y como un gorila caminaba. Las enormes manos velludas le colgaban hasta ms abajo de las rodillas. Sus ojos, pequesimos y hundidos, semejaban brillantes estrellas incrustadas, muy hondo, en un cartlago. Tena la piel cubierta de una capa de vello, slo ligeramente ms suave que el de alambre de pas.

  • 4

    Una de sus orejas- estaba agujereada como para llevar pendientes, con la diferencia de que la perforacin tena el tamao de un agujero abierto por una bala de rifle. Los dos amigos discutan acaloradamente mientras se aproximaban a la Quinta Avenida. -Oso peludo!-gritaba el dandy, asiendo con ambas manos el bastn de caa negra y fina, pues pretenda, por lo visto, agredir a su simiesco compaero-. Frustrado orangutn! Bala perdida! -Picapleitos del demonio!-chillaba el conductor, con su vocecilla dbil y dulce, en contraste con su cuerpo de simio. -Engendro de la Naturaleza! -vociferaba estentreamente el abogado-. No debiste abandonar la jungla! Monk iba a replicar airadamente, pero se contuvo: las aceras estaban atestadas de gente y haba que abrirse paso. Los escaparates estaban protegidos para evitar que la gente los rompiera cuando pasase el desfile. Imperturbable, el peludo conductor abrise paso a codazos entre la multitud. Y por el hueco que l abra, seguale su compaero. Pero, al aproximarse al bordillo, les fue ms difcil avanzar. La gente les daba fuertes empujones. -Hum!-gru el peludo conductor a su compaero-. Quieres hacer el favor de no pisarme? Su elegante compaero encogise de hombros. -Probar-prometi-. Pero este paseo resulta pesado. Esto reanud la acalorada discusin. -Cundo dejars de hacer chistes estpidos?-le increp el simiesco conductor. -Me adapto a la compaa, Monk-repuso el dandy. El peludo Monk quiso asestar un puetazo a su compaero, y por poco derriba a un espectador. Procedente del fondo de la Avenida, no muy lejos, oanse ya los acordes de la banda, y el paso tumultuoso de los hombres que desfilaban. EL espectador, a quien por poco derribara Monk, protest violentamente, y Monk le dio un fuerte empujn. Ham intervino para apaciguar los nimos, acallando las frases de amenaza y maldiciones. Inmediatamente acudieron al lugar del tumulto varios policas que asieron del brazo al peludo Monk. -Hey!-grit un agente-. Atrs! No puede usted salir de la acera! Monk le dirigi una mirada colrica. -Tenemos que cruzar! chill-. Un amigo nos espera al otro lado! Uno de los policas le mir con asombro. -Qu gracioso!-exclam. Y le amonest, ordenando:-Nadie puede cruzar. Monk intent pasar por el lado del agente que le haba amonestado; ms, de pronto, detvose en seco, sorprendido. A lo largo del bordillo haba alineados docenas de agentes, uno junto a otro. Era imposible pasar. Monk gru malhumorado: -Ya es tarde! Probablemente Doc nos est esperando. Pero el hombre del traje marrn no aguardaba: dirigase al piso doce del edificio de oficinas.

  • 5

    El ascensorista dio un respingo al verle entrar en la jaula. Era un gigante de lneas bien proporcionadas. El rostro, de amplia frente, nariz recta y boca firme, denotaba una fuerza extraordinaria. Los tendones del cuello, semejantes a cables de acero, indicaban una fuerza herclea. Sali del ascensor al llegar al piso doce; cruz el pasillo y detvose delante de una puerta donde, en letras doradas, lease: JAMES ADDISON Ingeniero James Addison era, sin duda, el ms famoso constructor de puentes de toda Amrica, y tal vez del mundo entero. Era multimillonario. Haba sido l quien telefoneara a Doc Savage, rogndole que fuese a su oficina a las diez de la maana de aquel da. Doc Savage era el hombre del traje marrn. Tena sus razones para disfrazarse. Con motivo del desfile, grandes multitudes desfilaran por la Quinta Avenida; corra, por esa circunstancia, el riesgo de ser reconocido por alguien. Y a Doc le desagradaba la publicidad. Para evitar que le reconocieran, habase puesto el traje marrn y una peluca negra. Abri la puerta y penetr en una espaciosa oficina, lujosamente amueblada. El lugar pareca ms bien un hall de Hotel que la entrada a un despacho. No haba nadie detrs del pupitre de la recepcionista. Cruz la amplia oficina, hacia la abierta puerta de una habitacin contigua. Detvose en el umbral. En el interior, en esta antesala que era la oficina exterior, haba dos o tres mesas evidentemente utilizadas por las taquimecangrafas. La habitacin estaba desierta. En ese momento, por las abiertas ventanas penetraban los acordes marciales de una banda de msica. Un tremendo alarido, lanzado por la multitud que llenaba las calles, apag los acordes de las trompetas. Son tambin un grito desde el pasillo que conduca a la oficina. Doc Savage volvi al pasillo; vi a varios empleados y mecangrafas asomadas en las ventanas. Mirando por encima de los hombros de stos, haba dos ascensoristas. Pareca como si todo el mundo mirase el desfile. Hasta los ascensoristas se asomaban; al parecer, crean que, durante unos minutos, nadie requerira un ascensor. Doc Savage acercse al grupo de mirones y se dirigi a una mujer de mediana edad, que l recordaba era la secretaria particular de James Addison. Ella miraba en torno suyo cuando l se aproximaba, y dio un respingo al ver su gigantesca figura. Llevando a la mujer a un lado, Doc dijo: -Es usted la secretaria de James Addison, verdad? La mujer asinti con la cabeza. -Mister Addison-sigui diciendo Doc, -me cit por telfono para las diez de esta maana. La secretaria mirle asombrada. -Imposible!-exclam. No haba reconocido al hombre de bronce. -Haba dado cita a Clark Savage, jnior- explic Doc. Esta vez la secretaria lanz una exclamacin de asombro. Reconoci a Doc Savage. -Eso es! -exclam-. Me pareci extrao. Usted es Doc Savage!

  • 6

    Doc asinti. -Debe ser una equivocacin-continu la secretaria-. Mster Addison est fuera de Nueva York desde hace tres das, y no regresar hasta maana. De haberle citado, yo lo sabra... -Gracias-dijo Doc. Y desapareci por el fondo del pasillo. La secretaria le sigui con la mirada; luego, atrada por el ruido de la calle, volvi presurosa a la ventana. Doc regres a las oficinas de James Addison. Cruz la sala de recepcin y la antesala y asi el pomo de la puerta del despacho interior. No estaba cerrada con llave. Entr. Era una habitacin amueblada con extraordinario lujo. Una maciza mesa de escritorio estaba en un rincn; detrs de ella no haba nadie. De pronto, el cuerpo de Doc Savage se tens. Era extrao que no hubiese tal cita. Seria una emboscada? Al girar sobre sus talones, se encontr con un hombretn que empuaba una pistola. Oy rumor de cuchicheo procedente del otro lado del despacho, y dio media vuelta rpida. Dos hombres, que haban estado ocultos detrs de la mesa de escritorio, se haban incorporado. Empuaban sendas pistolas. Otro individuo surgi de lo que pareca ser la puerta de un armario, situado a un lado del despacho. Tambin ste encaon a Doc Savage. Rein mortal silencio durante unos segundos. Cerrando la puerta tras de s, Doc haba impedido que el ruido del desfile callejero llegase al despacho. Un reloj tictaqueaba quedamente; era el nico ruido que se oa. Uno de los hombres que estaba detrs de la mesa, exclam: -Lo calculamos al minuto! Indic una puerta que haba al otro lado del despacho, y que evidentemente conduca a un pasillo. -Andando! - exclam el jefe de la pandilla-. No baje las manos! Y recuerde que, con el ruido de la calle, nadie oira el estampido de un tiro. Doc Savage haba cado en la trampa. Los cuatro pistoleros se situaron en lugares desde donde no pudiesen errar el tiro. Le ordenaron salir al pasillo. Frente a la puerta, a la vuelta de un recodo, haba abierto, un espacioso montacargas. Seguido de dos pistoleros, que le encaonaban por la espalda, Doc Savage penetr en la jaula. Un quinto pistolero aguardaba dentro, y sonri al entrar el hombre de bronce. El ascensorista, atado y amordazado, yaca en el suelo de la jaula. Inmediatamente cerrronse las puertas, y el quinto pistolero oprimi un botn. El montacargas descendi en direccin al stano. Alguien dijo: -Menudo secuestro! Y otro aadi: -Este personaje ser una mina! Menudo secuestro!-confirm.

  • 7

    CAPTULO II

    LA AMENAZA EXPLICADA La jaula del montacargas descendi lentamente. Era lo bastante espaciosa para que los cinco pistoleros estuviesen apartados de Doc Savage, y al mismo tiempo le pudiesen encaonar con sus armas. -Fue una brillante idea la de atrapar a este hombre de bronce mientras pasaba el desfile-coment uno de los bandidos. Doc Savage segua inmvil con las manos en alto. Cosa extraa: no intent escapar. Tena sus motivos para comportarse as. Por el momento, ni Doc ni ninguno de sus ayudantes trabajaban en el esclarecimiento de ningn misterio, ni tenan confiado la solucin de caso alguno. El hombre de bronce no haba recibido ninguna amenaza, ni siquiera de que iba a ser vctima de un secuestro. La altura de la jaula del montacargas sera de unos dos metros y medio. Doc segua con las manos en alto. Nadie observ que lenta e imperceptiblemente, aumentaba de estatura, cosa que consegua estirando los msculos de su cuerpo. Esta habilidad de Doc Savage es cosa que todos podemos conseguir, con tiempo. En cotidiano entrenamiento, Doc Savage cuidaba de la flexibilidad de sus msculos. La luz del techo del montacargas penda por encima de sus manos y sus dedos tocaron la bombilla. Son un ruido de cristales rotos y el montacargas qued sumido en la oscuridad. La pelea empez. Los cinco pistoleros haban estado encaonando a Doc Savage. Dos cayeron al suelo, lanzando gritos de espanto. Los tres restantes avanzaron. Un pistolero top con otro. Comprendieron, entonces, sobresaltados, que exista el peligro de tirotearse entre ellos. Mientras pensaban en tales riesgos, el hombre de bronce agarr con presa de acero a dos y, obligndoles a soltar las pistolas de las manos, hizo chocar la cabeza de uno contra la del otro. Crujieron las cabezas y los dos pistoleros cayeron sin sentido. Alguien grit: -Encended una luz! Atrapad a Doc Savage! Dos de los pistoleros llevaban lmparas de bolsillo, pero no pudieron encenderlas. Dos fuertes porrazos les derribaron y cayeron inconscientes por el suelo del montacargas. El quinto bandido, el que se hallaba cerca del botn del aparato, crey que una bala de can le haba dado en la cabeza: top con el acero de uno de los costados de la jaula y cay privado de conocimiento EL montacargas prosigui su descenso hasta el stano, donde se detuvo automticamente. El hombre de bronce abri las puertas, dejando entrar la luz. Tres enmascarados estaban all. Empuando sendas pistolas, encaonaron a Doc Savage antes de que ste pudiera moverse. -Te dije que algo haba ocurrido!-exclam uno.

  • 8

    Mientras encaonaban a Doc Savage, uno de los tres enmascarados entr en el montacargas, y empez a levantar a los inconscientes compinches, al tiempo que les asestaba fuertes bofetadas. Mientras volvan en s, refunfu: -Idiotas! Ya os advert que este hombre de bronce era de cuidado!-Los pistoleros recogieron sus armas y, saliendo de la jaula, dirigieron miradas asesinas a Doc Savage, como dndole a entender que no les volvera a pillar desprevenidos. Le ordenaron que se echase al suelo. Se hallaban en un ancho pasillo que, al parecer, era para la entrada de las mercancias. Este pasillo parta de un espacio que haba a la espalda del edificio. Cerca de la puerta de salida, en un lugar de estacionamiento de camiones, un vigilante yaca inconsciente en el suelo. Era fcil adivinar lo que haba sucedido. La banda de pistoleros haba penetrado mientras los empleados del edificio estaban en la Quinta Avenida, viendo el desfile. Por el momento nada tenan que hacer en la entrada receptora de mercancas. La calle lateral haba quedado bloqueada temporalmente. No se permita que los camiones entraran, hasta terminado el desfile. Ataron las manos de Doc a su espalda. Luego le amarraron los pies, tobillos y piernas. As qued reducido a la impotencia. Llevronle en vilo por el pasillo al lugar de estacionamiento de los camiones, detrs del desierto stano. El vehculo que estaba estacionado all era negro y cerrado, sin una sola ventanilla; idntico al que suelen usar las empresas de pompas fnebres para recoger los muertos. All metieron a Doc Savage cerrando, luego, la puerta. Era posible entrar en el interior del camin por la parte trasera del mismo. Mientras el chfer conduca el vehculo, los otros subieron y entraron en la parte donde iba Doc Savage. El camin sali de la calle transversal. Par un momento. Un agente habl al chfer, con el que cruz unas palabras. -Llevo un muerto, guardia -inform el chfer-. Un hombre muri repentinamente en el edificio Chalmers. -No puede cruzar la avenida-advirti el polica. -Lo s. Pero s puedo volver a la Sexta Avenida. -Muy bien. Pero vaya despacio. Hay mucha gente en la calle. Perfectamente. EL camin reanud la marcha. Los pistoleros estaban agazapados en la oscuridad del interior del vehculo; junto al hombre de bronce. Nadie deca una sola palabra que diese una idea del motivo del secuestro. La oscuridad favoreca a Doc Savage, quien se mova cautelosamente. De haberle visto habran credo que el ligero movimiento de hombros de Doc era producido por los brincos del camin durante la marcha. Doc Savage, tendido de lado, segua atado de pies y manos. Logr que cierta parte de su cuerpo tocase el suelo. Los saltos del camin aflojaron lo que, en el bolsillo del chaleco especial, Doc Savage llevaba debajo de la americana. Los pistoleros fueron poco cautos cuando, al apresar al hombre de bronce, pasaron por alto el chaleco especial. En sus diversos bolsillos llevaba varios diminutos dispositivos, inventados por l.

  • 9

    De un bolsillo se deslizaron unas bolitas que rodaron por el suelo. Inmediatamente Doc Savage rod encima de ellas, y se rompieron en medio de pequeas explosiones. Una luz blanca y cegadora inund el interior del vehculo Los pistoleros parpadearon, cegados, lanzando gritos de alarma para avisar al conductor. Cada resplandor era producido por una pequea cantidad de magnesio que haba en el suelo. Doc Savage rod y meti las atadas manos en las diminutas llamas, que rpidamente quemaron las ligaduras. As librse de las cuerdas que le aprisionaban las piernas y los tobillos. Todo esto fue cuestin de segundos. Doc, siempre alerta, tuvo los ojos cerrados cuando la luz cegadora inund el interior del vehculo. Y, mientras los pistoleros estaban cegados, se liber. Antes de que uno de ellos advirtiera lo que suceda, ya Doc Savage se haba incorporado. El individuo iba a gritar al tiempo que levantaba una pistola. Pero Doc le asest un formidable puetazo, lanzndole contra los otros bandidos. Los dems bandidos avanzaron hacia Doc. El conductor, sobresaltado, abri la puerta que daba acceso al interior del vehculo. Ciegos los ojos de tanta luz, dirigi frenticamente la mirada hacia la calle. Pero no poda ver. Antes de recuperar el sentido de la vista, el camin se haba lanzado sobre la acera, chocando con el escaparate de una tienda. Los cristales, hechos aicos, cayeron sobre el coche y el pavimento. La gente chill despavorida. Son el silbato de un polica. Los pistoleros abrieron las puertas traseras del vehculo para escapar. Doc Savage vi entonces que el camin cruzaba Times Square, en direccin a North River. Un inmenso gento ocupaba aquel lugar. Los pistoleros se dispersaron en distintas direcciones y pronto desaparecieron entre la multitud. Doc Savage haba recogido un arma. No poda usarla sin riesgo de herir a alguno de los curiosos reunidos all para presenciar el desfile. Salt del camin, pero le interceptaron el paso tres corpulentos agentes que acudan, corriendo, al lugar. -Uy! Qu es esto?... - empez a gritar un polica que empuaba un revlver. Doc Savage se quit la peluca que le cubra la cabeza. Un agente exclam, sorprendido: -Doc Savage! Otro le mir, estupefacto; as como tambin los peatones que haba en la acera. Doc explic lo sucedido. Dos policas abrironse paso a travs de la gente. El tercero fue a telefonear a Jefatura. Pronto varias patrullas convergan hacia el lugar del choque. Doc Savage dijo: -El conductor... Y se acerc, corriendo, a la puerta delantera del vehculo. Haba huido. Media hora despus se comprob que los pistoleros tambin haban escapado. No era difcil en Times Square. Haba entradas al metro, cine, hoteles, multitudes en las aceras: docenas de lugares donde ocultarse rpidamente.

  • 10

    Doc Savage logr escabullirse aprovechando momentos de excitacin. Telefone a la oficina de Matrculas de Vehculos rodados e inquiri acerca del nmero. Le contestaron que el camin perteneca a un buhonero de Flatbush. Ya lo sospechaba Doc. Haban robado la placa. Regres a su cuartel general, sito en un rascacielos. Monk y Ham haban regresado y, como de costumbre, se haban enzarzado en una discusin acalorada. Rara vez hacan otra cosa. Monk exhal un suspiro de alivio. -Doc!-exclam con su aguda vocecilla-. Creamos que te haba ocurrido algo. Estuvimos esperando ms de una hora en aquel edificio Chalmers. El pulido y aristocrtico Ham apart rudamente a su peludo compaero. -Monk quiere decir - explic -, que preguntamos a los ascensoristas del edificio... -As es-corrobor Monk. -No me interrumpas -exclam Ham iracundo-. Uno recordaba haber subido al piso duodcimo a un caballero vestido como t. Pero nadie recordaba haberle bajado. Te ocurri algo desagradable? Doc Savage neg con la cabeza. -No-contest, echando a andar hacia una biblioteca que estaba contigua a la sala de recepcin del cuartel general instalado en el piso ochenta y seis-. Sal del edificio por la parte trasera.

    CAPTULO III EL CONDE DE CHESTER

    El brigadier general. Por mal nombre Ham, uno de los ms famosos jurisconsultos salidos de la Universidad de Harvard, y ayudante de Doc Savage, pasebase de un lado a otro de la biblioteca del cuartel general del hombre de bronce, cuando el peludo Monk regres de su paseo matutino. El elegante abogado tena un sobre en la mano. Monk llevaba otra cosa entre las manos. Algo parecido a un cerdo, un animalito esmirriado, todo orejas, patas y hocico. Era, en realidad, un cerdo, y le llamaban extraamente, Habeas Corpus. Era el animal favorito de Monk y motivo de constantes discusiones entre los dos ayudantes de Doc Savage. Una correa colgaba del cuello del animalejo. Ham pregunt con aire ceudo: -Dnde diablos has estado? De excursin por el campo? Hace horas que saliste, sin decir nada. Monk sonri y sus ojillos chispearon traviesamente. Nada le gustaba tanto como hacer rabiar a su compaero. -"Habeas" tenia que hacer unas visitas de cumplido-explic. -Bien-dijo Ham en tono glacial-. Preguntaron por ti hace ms de una hora. -Quin? -No lo s. Monk frunci el ceo. -Por qu no preguntaste qu queran? EL elegante abogado se sonroj. -Se lo pregunt -repuso, enojado-. No quisieron dejar ningn recado.

  • 11

    Mostrando el sobre amarillo, agreg: -Pero acaba de llegar esto. Sospecho que est relacionado con las llamadas telefnicas Entreg el sobre a Monk. Era un telegrama. Monk dej el cerdito en el suelo y ley el mensaje. Frunci el ceo pensativamente. A pesar de su simiesco aspecto y sus constantes payasadas, Monk era un individuo muy inteligente y uno de los ms famosos qumicos del mundo, hecho que su aspecto desmenta. Pareca que Monk dorma siempre con las ropas puestas. El nombre y apellido del peludo qumico era Andrew Blodgett Mayfair, pero nadie le llamaba por dicho nombre, pues Monk se enfureca. Monk mir a Ham y de nuevo volvi a leer el telegrama. Despus exclam: -No lo creo! -No crees qu?-interrog el atildado abogado. -Lo que dice este telegrama. -Qu dice? -Imagnate que soy un conde-inform Monk. -Un... qu? -Parece ser-explic finalmente Monk -,que he heredado cinco millones de dlares. Ham le mir, estupefacto. -Y -aadi el peludo qumico-, un condado. Soy el conde de No-s-qu... Ham, aturdido, sentse en una silla. Monk tuvo la amabilidad de dejarle leer el telegrama. Ham lo ley varias veces. Monk interpel: -Qu significa eso, picapleitos? El peludo qumico desconfiaba: tal vez era una broma de su compaero. Pero el rostro de Ham estaba muy serio al decir: -Un primo o pariente tuyo ha muerto en Inglaterra. Eres evidentemente un rico heredero: conde de Chester, de Essex y de Cornwall La herencia te hace propietario de fincas valoradas en cinco millones de dlares, y tambin lord de Mayfair, Canad. Mencion cierta localidad del dominio. -El telegrama dice que te presentes en las oficinas de Mason, Smith y Mason, sitas en Wall Street y Broadway. Monk segua dudando. -Llama a Long Tom y a Renny-dijo. Arrebat el telegrama de manos de su compaero y lo agit en su cara-. Voy a averiguar si se trata de una broma! Los encontraron en el laboratorio. Monk entreg primeramente el telegrama a Renny. El coronel Renny Johnny Renwick, era un gigante de rostro lgubre y manos enormes; Ingeniero famoso y ayudante de Doc Savage. Long Tom, el mayor Thomas J. Roberts, era el ingeniero electricista de la organizacin de Doc Savage. Hombre delgadsimo, de facciones cetrinas, daba la impresin de que no gozaba de muy buena salud; a pesar de ello, jams haba estado enfermo, ni un solo da en toda su vida. Peleaba como un gato monts a la primera ocasin. Tena un genio de mil demonios. El gigantn Renny pas el telegrama a Long Tom, dicindole con su retumbante voz: -Mira. Monk se nos ha convertido en un conde!

  • 12

    Renny mir al velludo qumico y aadi: -Hola, honorable conde de Chester y otras hierbas! Monk gru entre dientes: -Tonteras! Long Tom ley el mensaje y mir a sus compaeros. -Apuesto a que se trata de una estafa-opin. Long Tom era muy desconfiado-. Una de estas herencias ficticias para desplumar a los primos. Una Compaa escribe diciendo que uno ha heredado una cuantiosa fortuna. Luego informan que, para los primeros trmites y gastos de investigacin, ser necesario adelantar unos dlares. Luego... adis dinero! Esas Compaas de estafadores andan siempre buscando primos. Monk refunfu: -Quin es el primo? -T-repuso Long Tom,-si te dejas enredar. Ham intervino: -Pero el mensaje procede de Mason; Smith y Mason son, probablemente, una de las firmas de abogados y procuradores ms antiguas y solventes de Amrica. No se dedican a negocios turbios. -Repito que debe ser un engao-insisti Long Tom. Monk cogi el telegrama y ech a andar hacia el laboratorio. -Voy a consultar a Doc-anunci. Poco despus el hombre de bronce volva acompaado del simiesco Monk. Doc ley el mensaje. No se pudo advertir en su rostro lo que pensaba del telegrama, y finalmente sugiri: -Podemos telefonear a Mason, Smith y Mason. Llam personalmente a los abogados. Habl con el director de la firma y discuti el telegrama recibido por Monk. Los compaeros esperaban impacientes mientras Doc Savage murmuraba de vez en cuando "s" o "no", dirigindose al hombre que se hallaba al otro extremo del hilo. Finalmente Doc colg y, mirando a Monk, anunci: -La herencia es cierta. Han depositado ya en el Banco cinco mil dlares en cuenta corriente para este asunto. Puedes echar mano de ese dinero para ir inmediatamente al Canad. Eres el propietario de Mayfair, donde te espera una fortuna en fincas y otros bienes. Monk continuaba escptico. Fue Ham, que haba estudiado leyes en la Universidad de Harvard y que se cuidaba de todos los asuntos legales de la organizacin de Doc Savage, quien finalmente convenci al velludo qumico ofrecindose a acompaarle a las oficinas de Mason, Smith y Mason. Ham tuvo dificultad para convencer a Monk de que no era conveniente llevarse al cerdito "Habeas". La entrevista se celebr con el seor a quien Doc Savage hablara: Jonathan Mason, director de la firma. Mster Mason era un hombrecillo vivaracho de ojos negros y brillantes. Extendi unos documentos ante Ham. Haba recibido varios comunicados de Canad. Ham los comprob cuidadosamente. Jonathan Mason sac de un cajn una fotografa, y la entreg a Ham. -Me la enviaron de Inglaterra-dijo-. Aunque las propiedades estn en el Canad, el to de mster Mayfair, Chester Mayfair, falleci repentinamente en Inglaterra. Este retrato, sacado de su amigo en su tierna infancia, presenta un notable parecido.

  • 13

    AL entregar el retrato a Ham, sus ojos chispearon. -Yo dira, por la foto-aadi,-que no puede haber duda. Era el retrato de un muchacho de unos seis aos. Pareca el de un mono joven vestido con pantalones cortos y blusa marinera. Aun a esa edad, el rostro tena un notable parecido con el de Monk. Ham sonri: -No cabe duda de que es l. No puede haber en el mundo dos caras como sa. Monk haba estado mirando por encima del hombro de su compaero. De repente exclam: -Escucha, picapleitos fullero... ! Ham pis con fuerza el pie de Monk al tiempo que le diriga una mirada glacial. Monk call. Acordaron los detalles finales. Entregaron a Monk un talonario de cheques. Para su cuenta corriente, y el dinero haba de usarse para los gastos de viaje a las posesiones de Mayfair, en el Canad. Mason explic: -Segn las instrucciones que hemos recibido, debe usted partir inmediatamente. All ultimarn los detalles de la herencia que le ser entregada.-Monk sonrea beatficamente. Dio las gracias al director de la firma, y hasta se volvi hacia Ham para estrecharle la mano. Pero al instante retir la suya, mirndole con furia. Empezaron a despedirse. Pero Mason dijo unas palabras a Ham. -Oh, mster Brooks, quisiera decirle algo... Yo... es decir... Ham se detuvo un momento, esperando. Jonathan Mason sigui hablando. -Pensaba.. .-balbuci. Indic el traje a cuadritos, de confeccin, que llevaba Monk, su chaleco chilln y los zapatos de puntera cuadrada. -El atuendo no est en consonancia -aadi,-con... la posicin... de Su Seora... Ham asinti. -Comprendo murmur-. Nos cuidaremos de eso inmediatamente. En la calle, Ham abri la marcha hacia la Quinta Avenida. Monk protest: -Hey, un momento! Por aqu no vamos al Banco. Crea que bamos a cobrar los cinco mil dlares. Ham se mostr inflexible. -Tenemos que ocuparnos de algo ms importante-dijo. La primera parada fue en una tienda, que no tenia escaparate ni dependientes que intentaran venderle gneros, y que jams anunciaba en la prensa. En realidad, se telefoneaba pidiendo hora para que le probasen a uno una cosa tan vulgar como una camisa. Pero Ham no necesitaba fijar hora: probablemente era el mejor cliente del establecimiento. Y estas camisas no tenan nada de vulgar. El dependiente dijo: -Llevarn las iniciales de Su Seora en satn azul. Puedo tener listas una docena maana. El precio es tan slo treinta y cinco dlares por camisa. Pareca que el simiesco Monk haba tragado alguna cosa muy desagradable. -Solamente!-aull-. Puedo comprar dos trajes por ese.. Ham le dio con el pie y sonri cortsmente al dependiente. -Hagan dos docenas-orden.

  • 14

    Cuando salan, Monk exhal un suspiro de alivio. -De todos modos-murmur entre dientes,-me alegro de que no tenga que ser un conde todos los das de la semana. Ham le mir, sorprendido. -Todava no has empezado-le advirti-. Tendrs que comprar trajes, zapatos, corbatas, smokings... Monk gimi. -Para ser un conde?-inquiri. -Naturalmente -confirm Ham-. Vamos... Pasaron delante del escaparate de una librera y Ham dijo: -Espera un momento... Monk rabiaba mientras aguardaba. Finalmente Ham sali con un grueso paquete. -Qu es eso?-pregunt Monk. -Despus lo vers-prometi Ham. Pero cuando bajaban por la Quinta Avenida, observ: -Tus modales son abominables. Habr que hacer algo al respecto. Monk estaba receloso, pero no dijo nada, aunque trataba de adivinar qu se propona Ham.

    CAPTULO IV MONK DESAPARECE, PERO VUELVE

    El ruido que sala del cuarto tocador pareca como si alguien hubiera atado una lata a la cola de un perro. Se volc una silla, y se oyeron frases gruesas de las que no se encuentran en los diccionarios. Monk sali del cuarto seguido del atildado Ham, y de Long Tom y Renny, que parecan estar preocupados. Monk llevaba pantalones listados, americana de corte elegantsimo, chaleco color perla, y una flor en el ojal. Arrancse la flor que tir al suelo y pisote con furia. -Que me cuelguen si llevo eso en el ojal!-aull-. Llevar este traje ridculo, me pondr las camisas. Pero no esa flor! Ham suspir cansadamente. Estaba exhausto. Encogise de hombros. -Muy bien-asinti. Examinando la figura achaparrada del simiesco Monk, murmur: -No est mal. Pero si pudisemos alterar sus facciones... Monk se le abalanz. -Escucha, picapleitos fullero!-rugi-. No creas que porque ahora sea un conde no pueda arrancarte las orejas! Ham se dirigi apresuradamente a la biblioteca del cuartel general. Las palabras de Monk le haban recordado una cosa. Poco despus volvi con el paquete que comprara la tarde anterior en la librera. Depositlo encima de la mesa y rpidamente lo abri. Todos pudieron leer los titulares del grueso volumen: "Diez Mil Frases Correctas para otras tantas Ocasiones". Monk mir recelosamente el titulo y luego a Ham. -No lo leer!-chill.

  • 15

    Ham puso el volumen sobre la mesa, fue a una silla y se sent. Long Tom y Renny le observaban. -Muy bien-dijo el atildado abogado-. Olvidemos este asunto. Prescindamos de que se trata de cinco millones de dlares. Queramos ayudarte, Monk. Psose en pie, volvi a la mesa y asest un puetazo al libro. -Cmo saludaras si te presentasen a una dama, en el Canad, en tu finca? -Pero habr mujeres? - pregunt Monk, alarmado. Ham se estremeci. -Seoras, dije replic-. No comprendes que si el esposo tuvo un ttulo, la esposa es "condesa", "vizcondesa", "marquesa", "duquesa" o "Su Seora" Luego, para saludar, hay que aadir una frase, corta s, pero cariosa, corts y bonita... Este libro est indicado para estos casos. Despus de lo dicho, Monk, bruscamente, sin decir una palabra, con cara lgubre y sombra, cogi el volumen y sali de la habitacin. Los preparativos del viaje a la finca canadiense progresaron satisfactoriamente. AL da siguiente, todo estaba casi listo. Ham, Renny y Long Tom terminaban de arreglar las maletas cuando Monk penetr en el cuarto. El velludo qumico llevaba a "Habeas", el cerdito, debajo de un brazo, y tenia en la otra mano su Tratado de Urbanidad: "Mil Frases Correctas". Vesta pantalones bombachos y medias de golf, que le llegaban a las rodillas. Destacaban sus piernas cortas y musculosas. Llevaba chaqueta de deportista, color chocolate. Long Tom haca grandes esfuerzos para no troncharse de risa. Renny exclam con su voz retumbante: -Por la vaca sagrada! El simiesco qumico aproximse a Ham, hizo una profunda reverencia y dijo, con su vocecilla: -Espero que Su Seora disfrute placenteramente de Mayfair. Monk exhal un suspiro cuando, con los ojos en blanco, mir hacia el otro lado de donde se hallaba Ham. -Desde el patio, la divina aurora siempre me recuerda aquellas famosas lneas: "Como las lgrimas de una doncella, las gotas de roco se adhieren a las frgiles hojas de la hierba". Long Tom se enderez, exclamando: -Cielos! Seor, nunca me imagin... -Pues s!-rugi Monk-. Eso dice la frase nmero novecientos treinta y cinco del libro. Esa es la cita... -S? -resopl Renny-. Bailamos baile siguiente? Lanzando un resoplido de rabia, el peludo Monk tir el grueso libro contra la pared, y se dirigi a la puerta. "Habeas", el cerdito, sali precipitadamente del cuarto contiguo y ech a correr en pos de su dueo. En la puerta, Monk volvise y tron: -Idos al infierno! Cosa extraa, Ham era el que ms preocupado estaba. En ocasiones, estos dos singulares individuos eran difciles de comprender.

  • 16

    Por regla general, siempre estaban dispuestos a arremeterse. Pero si uno de ellos estaba en peligro o era objeto de una amenaza, el otro no regateaba prenda ni sacrificio para protegerle. Renny, el ingeniero, y Long Tom, el mago de la electricidad, estaban con Ham. Este dijo con aire preocupado:-Algo le ha ocurrido a Monk. Los otros compaeros eran de la misma opinin. Buscaron a Doc Savage. Desde hacia varios das, Doc estaba trabajando en el laboratorio del rascacielos. -Podemos intentar un ardid para hacerle volver-dijo el hombre de bronce. -Un ardid?-pregunt Ham. Doc explic: -Si Monk creyera que alguien intenta arrebatarle la herencia, tal vez volviera. Seguidamente telefone al director de un importante peridico. Y le dio un mensaje, que fue retransmitido a otros diarios. Cuando finalmente colg, anunci: -Los peridicos de la tarde traern algo muy interesante. Ms tarde, Renny y los otros compraron la prensa. En los diversos rotativos y en la primera pgina, leyeron la siguiente noticia

    FAMOSO QUIMICO RECIBE UNA HERENCIA "Nueva York, Agosto. - Andrew Blodgett Mayfair, el famoso qumico y aventurero, acaba de recibir la noticia de que ha heredado un condado ingls, con numerosas propiedades en el Canad, valoradas en unos cinco millones de dlares." El artculo detallaba la herencia de Monk. Pero en la misma columna, poco ms abajo, haba un prrafo que deca: "Se han presentado varias personas para protestar contra la buena suerte de mster Mayfair. Como suele ocurrir en las herencias de importancia, no falta quien trate de demostrar su parentesco con..." Los otros peridicos daban la noticia en trminos semejantes. Media hora despus de haber salido a la calle las ediciones de la tarde, Monk entr como una tromba en el cuartel general. Lo primero que dijo fue: -Ser mejor que nos pongamos en marcha! Ham suspir, aliviado. Maletas y bales estaban listos. Un aeroplano esperaba en el hangar de Doc Savage, situado en los muelles del ro Hudson. Pregunt Renny: -Ests, pues, decidido a partir? -Desde luego!-grit Monk-. Ningn pillo me despojara de mi herencia! -As me gusta!-aprob Ham. Monk emiti un gruido. Doc les acompa hasta el hangar. Monk llevaba a "Habeas", el raqutico cerdito. Su compaero Ham, tenia tambin un animalejo: un chimpanc que, cosa extraa, se pareca a Monk. -Es tu hermano gemelo-habiale dicho muchas veces Ham. Muchos crean que el abogado tenia al simio llamado "Qumica", pues, como sabemos, el velludo Monk era qumico, slo para hacer rabiar a Monk. Sin embargo, Ham tenia mucho aprecio al animalejo, que era motivo de grandes peleas entre los dos ayudantes de Doc Savage. En el hangar encontraron dos aviones en vez de uno.

  • 17

    Un hidroplano de alas plateadas, y otro, similar, ms grande; ste era uno de los aparatos particulares del hombre de bronce. Monk inquiri: -No vienes con nosotros, Doc? EL gigante de bronce neg con la cabeza. Respondi: -No es necesario. Pero si me necesitis para algo, me encontraris en la Fortaleza de la Soledad. Los ayudantes asintieron con un movimiento de cabeza. La Fortaleza de la Soledad era un extrao lugar de retiro, situado en el Crculo rtico. All sola retirarse el hombre de bronce para meditar cuando tena que resolver un problema difcil. Todos observaron que el avin de Doc Savage estaba bien aprovisionado y contena varias cajas con diversos instrumentos y aparatos. Long Tom coment pensativamente: -Es extrao. Doc nada nos haba dicho de su proyectado viaje a la Fortaleza de la Soledad. Debe haberse decidido rpidamente a realizar este viaje. Esto opinaban los ayudantes cuando, momentos despus, partan rumbo al Canad. No sospecharon la verdad, porque Doc Savage no se dirigi al Norte. Rpidamente se remont y pronto desapareci en el horizonte. Fue entonces cuando, trazando un circulo, regres a Manhattan. Monk y sus compaeros haban partido ya rumbo al Canad, cuando Doc Savage divis de nuevo Nueva York. Pero localiz, por medio de un detector, el aparato de sus ayudantes. Y luego le fue fcil seguir el sonido del motor. Doc Savage se hallara a unas diez millas de distancia de sus ayudantes. Volaban en direccin a Albany. El sol se hunda en el Oeste y las montaas del otro lado de West Point arrojaban sus sombras sobre el ro. Fue por estos lugares donde el detector del hidroplano de Doc Savage comenz a escupir y luego enmudeci. Al cabo de un rato, empez a orse un sonido. Era el motor de un aeroplano, el que Doc Savage haba estado siguiendo. Mas, al parecer, el motor de dicho aparato funcionaba defectuosamente. Sin duda por avera. Doc haba estado volando a velocidad de crucero. Dio gas para aumentar la velocidad del vuelo. Momentos despus, distingui un puntito a la luz del crepsculo: un aeroplano. Este habase desviado de la ruta del ro, y se diriga hacia el interior. Doc Savage comprendi el motivo: el aeroplano perda rpidamente altura y trazaba un circulo sobre un espacio abierto, que estaba rodeado de terrenos boscosos. All, a un lado del espacio abierto, haba lo que pareca ser una granja solitaria. Si el aparato de Monk y sus compaeros sufra avera, aterrizaran en algn lugar escogido en vez de amarar, cosa que el aparato poda hacer, tambin, en el ro. En tierra era ms fcil reparar. El hombre de bronce dej que su aparato descendiese en un largo planeo. Comenz a trazar un circulo alrededor del campo. El primer aparato haba aterrizado.

  • 18

    La oscuridad oblig a que Doc Savage utilizara las luces de aterrizaje al posarse su hidroplano sobre el campo. Necesitaba mucha pista donde aterrizar, debido a los rboles que rodeaban el campo. Unos instantes despus saltaba del aeroplano y cruzaba, corriendo, el campo en direccin al avin de sus ayudantes. Habra recorrido unos cien metros cuando varios hombres surgieron de la oscuridad. Haban estado agazapados en el suelo; sus ropas negras les confundan con las tinieblas. Era una trampa!

    CAPTULO V EL SIMIESCO MONK

    Doc Savage tena declarada guerra sin cuartel a todo malhechor. Estos le teman y odiaban a muerte. Por esto la vida de Doc Savage haba estado muchas veces en peligro. Contra su vida atentaron en muchas ocasiones los bandidos. Pero, esta vez, pronto se descubri que, en la lucha que se libraba en el provisional campo de aterrizaje, no intentaban matar al gigante de bronce. No se dispararon tiros, ni se utilizaron armas de ninguna clase. La media docena de bandidos atacaron simplemente a Doc Savage con la intencin de derribarle y capturarle. Esta fue la equivocacin de los gangsters. Doc Savage contraatac con rapidez. Lanz golpes a diestra y siniestra y sus adversarios, uno tras otro, rodaron por el suelo, en la oscuridad. Tan slo uno, pudo, por suerte escapar. Huy, a campo traviesa, como alma que persigue el diablo, en direccin a la granja. Sus cinco compinches quedaron, gimiendo, sobre el terreno. Doc Savage emprendi la persecucin del fugitivo. El ataque era misterioso; pareca guardar relacin con el intento de secuestrarle la semana anterior. En aquella ocasin tampoco intentaron matar al hombre de bronce. AL parecer, slo quisieron secuestrarle, como ahora. A Doc le interesaba saber la razn y se preguntaba: por qu? Doc cruz diagonalmente el campo con el propsito de interceptar el paso al individuo antes de que llegara a la granja que, al parecer, estaba desierta. Amparado en la oscuridad, el sujeto desapareci tras unos rboles que bordeaban un costado del viejo casern. El hombre de bronce avanz con mayor cautela; sospechaba que el bandido estaba escondido, esperando. As lleg a unos metros de la casa. Pudo ver que las ventanas estaban rotas y que los postigos colgaban de las tablas. El bandido haba desaparecido. Acercse sigilosamente al porche de la casa, cuya puerta frontal estaba abierta. Detvose a escuchar. Percibi un ruido, como el crujir del suelo de madera, procedente del primer piso. Doc penetr en la casa y de nuevo oy crujir de tablas en el primer piso. Cautelosamente, pegado a la pared, subi la escalera y lleg al primer piso.

  • 19

    El sentido del odo de Doc Savage era tan extraordinario como el resto de sus facultades sensoriales. Decase que oa el tictac de un reloj a cincuenta metros de distancia. Y ahora perciba la respiracin del hombre antes de llegar al pasillo. EL rumor de la respiracin proceda de una habitacin situada a la derecha. Una mancha vaga y rectangular indicaba el lugar donde una puerta estaba abierta. Un fantasma no poda haberse movido ms silenciosamente que Doc Savage. Penetrando en el cuarto, arrimse a la pared, sin que el menor ruido delatara sus pisadas. Detect el lugar de donde provena la respiracin: de un rincn, a no ms de dos metros de distancia. Por una ventana, la luz nocturna se filtraba revelando la figura de alguien agazapado cerca del suelo, en el rincn. Doc se lanz sobre el individuo, levantlo asindole de un brazo y fue a asestarle un golpe con la derecha. No lleg a pegarle. El hombre tartamude, espantado: -Eh!... Qu pasa? Sin soltar su presa, el hombre de bronce sac del bolsillo una lmpara elctrica y proyect la luz sobre su rostro y cuerpo vestido de harapos. Haba apresado a un vagabundo, que sin duda penetr en la abandonada casa para pasar la noche. Los ojos soolientos del hombre indicaban que dorma y Doc Savage le haba despertado. Doc solt al aterrado sujeto y sali del cuarto. AL llegar a la escalera, el zumbido de un motor lleg a sus odos. Era el del aeroplano que se pona en marcha. Doc ech a correr hacia el campo cercano. Demasiado tarde. El aeroplano, el que aterrizara antes que el suyo, se remontaba, desapareciendo rpidamente en la oscuridad de la noche. La explicacin era obvia. Mientras el hombre de bronce estuvo en la granja, el fugitivo haba regresado al campo, ayudando a volver en s a sus compinches, y escapando. De nuevo los secuestradores haban sido ahuyentados, pero ellos lograban ponerse a salvo. Qu significaban estas tentativas de secuestro? Quin era el cerebro director de tales fechoras? Doc quera averiguarlo y sigui al aparato que hua. Volvi al suyo y momentos despus se remontaba. Por medio del detector, localizara al enemigo. Alarg el brazo hacia el cuadro de mandos. Fue entonces cuando advirti que el detector estaba averiado. Haban destrozado la antena. Poda repararse en una hora, pero entretanto... Doc sabia que era intil pretender seguir al otro aparato enemigo. Vir hacia el Norte, hacia el otro lado de la frontera canadiense. Evidentemente no le haba ocurrido ningn percance al avin que conduca a Monk y a sus compaeros. Los secuestradores haban intentado una hbil estratagema. Haban pilotado su aparato entre el de Doc y el de sus ayudantes. Esto explicaba el que dejara de or el aparato de Monk, y luego oyera, en cambio, el de los secuestradores. As los bandidos interceptaron el vuelo de Doc, desvindole de la ruta del de sus ayudantes. Qu motivo haba para ello? Estaran Monk y sus compaeros en un grave aprieto?

  • 20

    El rostro del hombre de bronce se ensombreci mientras volaba rumbo al Canad. Pero a Monk no le haba ocurrido nada aquella noche: tan slo discuta acaloradamente con Ham. Durante el ltimo cuarto de hora haban estado volando. Monk se cuidaba del cuadro de mandos, sobre una zona boscosa sembrada de pequeos lagos. Era una regin de Qubec, al otro lado de las montaas Lauentian. Ham estaba sentado junto al velludo qumico, con un mapa sobre las rodillas. Hacia anotaciones con un lpiz mientras Monk pilotaba el aparato. Ham deca vivamente: -Esa ciudad que acabamos de pasar es la que buscamos. Apunt hacia la ventanilla y luego indic el mapa. -Y ese es el lago San Jos, a la izquierda. Tus propiedades estn en esa zona boscosa, debajo nuestro-Indic otro lago que haba en el mapa-. Se hallan entre este lago San Jos y ese otro que est a cinco millas, a la derecha. Podrs aterrizar ah? Monk perda altura. Haba salido la luna, y debajo de ellos, la tierra apareca baada por una luz lechosa. En un espacio de varias millas, entre los dos lagos, no haba ms que terrenos boscosos. -Yo encontrar dnde aterrizar-murmur Monk. Long Tom se hallaba en la puerta. -No seas estpido! refunfu-. Nos van a matar! El aparato se hallaba ya a unos mil pies de altura. Hasta el gigante Renny exclam, preocupado: -Por la Vaca Sagrada! No hay un sitio, a dos millas de esta casa, donde aterrizar. Era verdad. Todos distinguan la casa, visible a la luz de la luna. Era un enorme edificio. -Cielos!-exclam Monk-. Es un edificio colosal! Rodeada de bosque, la casa, los establos y dependencias parecan un pequeo reino que se alzaba en la selva. De pronto los ojillos de Monk centellearon de jbilo. -Hay una carretera-exclam-,donde podremos aterrizar. EL aeroplano casi rozaba las copas de los rboles. Ham rugi: -Espera, orangutn del demonio! Esa carretera es demasiado estrecha; no puede pasar por ella ni siquiera un automvil. Es imposible aterrizar ah. -Cmo no te calles-rugi Monk-,te voy a dar un porrazo con la cantimplora! Renny terci para cortar, unos instantes, la discusin. -Un momento-dijo.-Dos o tres millas atrs, este caminillo cruzaba una carretera bastante ancha. Y me pareci ver un garaje. Tal vez podamos alquilar un automvil. Pareca ser una excelente idea la propuesta por Renny, pues no se poda llegar a la finca sino por aquel caminillo. Monk vir. Pocos momentos despus distinguieron el garaje que mencionara Renny. Se alzaba en un punto donde el caminillo de la finca salta de las colinas para unirse con la carretera real que atravesaba la provincia de Qubec. Dicha carretera era bastante ancha, y a un lado haba un espacio libre de una media milla de anchura. Monk dijo: -Despus de todo, es probable que esos terrenos sean mos. Y se dispuso a aterrizar rpidamente. Pic casi en vertical.

  • 21

    Detrs, en la cabina, "Habeas Corpus", el cerdito, y el esmirriado chimpanc rodaron, cayendo uno encima del otro. El cerdito mordi una oreja del simio y la pelea empez. Cuando el aeroplano par, Ham suspir, aliviado, y salt hacia la puerta de la cabina. En la puerta se detuvo diciendo: -Imaginaos a un idiota de nacimiento como ste heredando cinco millones! Monk sali del puesto de pilotaje. Todava llevaba los pantalones bombachos y las medias de golf. Puso cara grotesca. -No me gusta esa observacin, picapleitos!-exclam enojado. -Entonces sal y te lo dir de otra manera!-grit Ham, saltando a tierra. Pero el que pareca dispuesto a pelearse era un joven alto y delgado que en ese momento saltaba la valla que separaba el campo de la carretera. Lleg corriendo. AL parecer, era el propietario del garaje. Vesta mono viejo y sucio; le estaba corto, seguramente haba encogido por tantas veces como haba sido lavado. Lanz un grito mientras corra en direccin a los ayudantes de Doc Savage. -Hey! Qu diablos es eso de aterrizar aqu? Me dan ganas de... Ham le sali al encuentro y empez a hablar. Siendo un abogado y muy elocuente, pronto convenci al propietario del garaje de que un personaje como Monk le honraba al aterrizar en sus terrenos. Ham dio media vuelta, hizo una versallesca reverencia, indic al peludo Monk y dijo: -Su seora, el conde de Chester, de Essex y Cornwall, el nuevo dueo de Mayfair. Volvise hacia el hombre del mono. -Tal vez est ya enterado?-preguntle. Evidentemente el hombre lo saba. Silb entre dientes, luego se cuadr marcialmente: -Es un honor...-balbuce. Si Monk le oy, no prest atencin, pues avanz con aire beligerante, gritando: -Voy a hacer picadillo a alguien!-rugi. El propietario del garaje le mir, estupefacto. Ham terci rpidamente. -Son cosas de su seora, joven! No haga caso. Mientras Renny y Long Tom apartaban a Monk, Ham tom la palabra. Explic que no haban podido aterrizar en la finca. Y sugiri que posiblemente podran alquilar un automvil. El joven asinti. -Desde luego -dijo servicialmente-.Tengo un automvil en el garaje. Y rara vez nos lo piden. Est a disposicin del seor conde. Lo sacaron; era un Ford. Ham mir hacia el aeroplano. -Tenemos nuestro equipaje en el aeroplano...-dijo. El del garaje interrumpi: -No se preocupen; se lo mandar por la maana a Mayfair. Ham ofreci un billete, pero el joven lo rehus. -Pueden pagar cuando vuelvan a recoger el aeroplano-dijo. Monk, Renny, Long Tom y el abogado subieron al automvil. El dueo del garaje se puso a hablar con Ham, que estaba detrs del volante. Los dos animalejos, que llenos de curiosidad, por el momento estaban quietos, se acomodaron en el asiento trasero con Renny y Long Tom.

  • 22

    Monk hablase sentado junto a Ham, y tenia aire ceudo, como si quisiera pelear con alguien. -Suba por este caminillo-indic el dueo del garaje-. La finca est a dos o tres millas de aqu. No hay otro camino; no pueden extraviarse. Ham agit una mano y el Ford arranc seguidamente. El hombre del mono entr en el garaje y fue a una oficina que haba en la parte posterior. Encendi una luz e inmediatamente empez a cambiarse de ropas. Varios hombres se levantaron de las sillas donde haban estado sentados en la oscuridad. Eran siete u ocho, de faz patibularia. Uno era bajo y rechoncho, de vulgares facciones. -Sali bien la cosa?-pregunt. El dueo del garaje tir el mono en direccin a un individuo que yaca, atado y amordazado, en un rincn de la oficina. Manos y rostro del cautivo estaban cubiertos de grasa. -!Ya lo creo!-dijo el que se haba despojado del mono-. Hay bastante gasolina en el coche para correr milla y media y entonces se encontrarn en los bosques. -En marcha, pues-sugiri el sujeto bajo y rechoncho. Cosa extraa, ste poda haber pasado por el peludo Monk Mayfair! Pareca tambin un orangutn!

    CAPTULO VI DESAPARICIN

    El joven que dijera que el Ford parara por falta de gasolina a mitad de camino, en pleno bosque, se equivocaba. Se quedaron sin combustible a cosa de una milla de distancia. Suban una cuesta y el motor empez a escupir y a jadear; finalmente se par. No hubo manera de volver a ponerlo en marcha. Monk, refunfuando, salt a tierra, encontr un palo y prob el depsito de la gasolina. Comenz a jurar. Todos saltaron a tierra. Los dos animales estaban dormidos. El simiesco Monk exclam: -Parece que habremos de ir a pie. Pero a Ham se le ocurri otra idea. -A pie! rugi-. En absoluto. Esta cafetera no sirve para gran cosa, pero es mejor que llegar a Mayfair a pie. Uno de nosotros tendr que ir a buscar un par de bidones de gasolina. Se lo jugaron a cara y cruz. Long Tom perdi y fue el elegido para ir al garaje a buscar la gasolina. Gruendo, el mago de la electricidad dio media vuelta y ech a andar cuesta abajo, en direccin al garaje. La idea de volver con dos bidones de gasolina y con ellos subir la cuesta no le seduca. Habra andado cosa de un cuarto de milla cuando varios hombres emergieron de los bosques circundantes y le apresaron. Uno de los asaltantes llevaba una luz, y Long Tom le reconoci: era el joven de elevada estatura que se hiciera pasar por dueo del garaje. Evidentemente era el jefe de la pandilla de cuatro que le acompaaban.

  • 23

    Este sujeto exclam: -Es el sietemesino! Me alegro de que no mandaran al gigante! Referase a Renny, el ingeniero. Pero cometi un error al llamar sietemesino a Long Tom, pues hizo que ste luchara con mayor furia. Lo que los cinco bandidos creyeron sera una fcil captura, result ser algo as como intentar sujetar a un gato monts. Long Tom luch con fiereza. Se deshizo de los sujetos. El polvo levantado por la pelea les cegaba; de nada serva la luz de la antorcha elctrica. Todos peleaban dentro del teln de polvo. Sonaron gritos de:-Eh! Soy yo! -Ay! -No lo sueltes! Los cinco gangsters descubrieron que Long Tom era un hueso duro de roer. Uno de los atacantes encontr una rama de un rbol cado, larga y gruesa. Con ella dio a Long Tom un fuerte porrazo en la cabeza, derribndole. Lo sujetaron y ataron al tronco de un rbol. -Ahora averiguaremos algunas cosas -dijo el jefe de la pandilla. Interpel a Long Tom: -Quin es ese sujeto que parece un orangutn? Long Tom no respondi. -Por qu va ese sujeto a la finca Mayfair? Esta vez Long Tom replic: -Porque la finca es suya. -No es verdad! -S es verdad! Una palabra llev a otra y de repente el jefe de la pandilla asest un fuerte puetazo a la mandbula de Long Tom. -Dnde est Doc Savage?-pregunt. -Aunque lo supiera, no lo dira-repuso Long Tom. El bandido volvi a golpearle. -Habla!-rugi. Pronto se convencieron de que Long Tom encajaba perfectamente los golpes, y se retiraron a corta distancia para celebrar una conferencia. Mientras discutan, el peludo Monk bajaba por el camino. Alguien corri al sitio donde Long Tom estaba atado y le puso una mano en la boca para que no gritara avisando a su compaero. Los otros bandidos empezaron a hablar en voz baja. Long Tom capt algunas de las palabras cuchicheadas. -Encontramos esa caja de instrumentos en su aeroplano-deca uno al jefe de los gangsters-. Contena, tambin, estas extraas granadas de mano. Vamos a probarlas. Dicen que este otro sujeto es de cuidado. -Muy bien -dijo el cabecilla-. Date prisa. Long Tom reconoci el puado de pelotitas que uno de los bandidos tena en la mano, y se qued rgido. Las pelotitas eran pequeas bombas de gases que el hombre de bronce haba inventado. Contenan un gas anestsico sumamente eficaz, que a los pocos segundos haca perder el conocimiento a una persona. Y Long Tom oy que Monk estaba ya muy cerca. Era, sin duda, el simiesco qumico.

  • 24

    Monk grua quejndose a alguien. -Habeas"-deca el peludo qumico,-esto de ser un conde es insoportable... Monk y el cerdito! Sin sospecharlo, iban a caer en la emboscada! Uno de los bandidos arroj el puado de bolitas al polvo del camino. Pesaban tan poco, que al caer, no hicieron ruido. Pero "Habeas", el raqutico cerdito, vi algo. De repente se fue a un lado del camino apartndose del lugar donde haban cado las pelotitas. Monk no haba observado la accin de "Habeas". Demasiado tarde, detvose para mirarle. -Qu diablos te pasa?-le pregunt. Ya el vapor blanco haba rodeado al qumico. Tosi y, poco despus, cay desvanecido. Los gases se extendieron rpidamente. "Habeas" ech a correr, chillando, hacia el bosque. Los hombres que sujetaban a Long Tom, y los que estaban escondidos por all cerca, huyeron tambin. Long Tom no haba visto que Monk caa y grit: -Cuidado, Monk! Estn usando las bombas de gases... No pudo continuar; los gases le rodearon. Antes de desvanecerse oy decir: -Esto es mejor que intentar capturar a todos los ayudantes de Doc Savage a la vez! El automvil era largo y potente, y estaba lleno de pasajeros. Par a veinte metros detrs del lugar donde Renny y Ham estaban sentados en el estribo del anticuado Ford. Lo que los dos ayudantes decan de Monk y de Long Tom no era nada agradable. Estaban furiosos por el retraso. Ham psose en pie de un salto al reconocer al peludo Monk que se aproximaba al resplandor de las luces del otro coche. Monk grit: -Eh, venid a darme una mano! Ham y Renny fueron all. No vieron a los otros sentados en el potente coche, porque los dos ayudantes estaban casi cegados por las luces. Ham interpel: -Por qu has tardado tanto? Dnde est Long Tom? Pues... Hizo una pausa, mirando el atuendo de Monk. Este no llevaba ya los pantalones bombachos ni las medias de golf. Vesta traje cheviot. Ham resopl. -Mientras nosotros nos cansamos de esperar-grit-,t te has entretenido en cambiar de ropas! Por qu? Monk se excus. -Lo siento-dijo-. No crea que tardara tanto. EL abogado contuvo el aliento. Dirigi una mirada al gigante Renny. Este no se pareca al peludo Monk. El belicoso qumico no se habra excusado nunca, especialmente con su compaero Ham. Desconcertado, Ham empez a decir: -Qu demonios... En ese momento, "Habeas", el cerdito, sala del bosque y ech a correr hacia su simiesco amo. Sin embargo, a un metro de Monk detvose en seco y lanz un espantoso chillido. Luego huy velozmente de nuevo al bosque.

  • 25

    De repente Ham asi un brazo de Renny. -Cuidado! advirti-. Ese no es Monk! Uno de los bandidos sac una pistola y grit: -No, no lo es! Y dispar. Los ayudantes de Doc Savage, que con frecuencia se enfrentaban con el peligro, llevaban chalecos de malla de acero imperforables por las balas. Este chaleco salv la vida de Ham. Fue lanzado hacia atrs cuando la bala le dio en el pecho, pero recobr el equilibrio y salt al otro lado del viejo Ford. Renny estaba, ya a, su lado cuando la pistola tron de nuevo y una bala pas rozndoles la cabeza. "Qumica", el chimpanc, despert y, saltando del coche, huy al bosque. Varios pistoleros saltaron del coche que estaba parado poco ms all en el camino y se unieron al sujeto que tanto se pareca a Monk. Alguien grit: -Acribilladlos! Empez un fuerte tiroteo. Renny haba sacado algo que llevaba debajo de la americana. Pareca una pistola de desusado tamao, que tena lo que pareca ser una cmara cilndrica. Era una de las pistolas automticas usadas por los ayudantes de Doc. EL arma disparaba lo mismo balas corrientes que proyectiles demoledores y tambin balas "compasivas" que tan slo privaban del conocimiento a sus vctimas. Renny utiliz una de las balas demoledoras. Dispar una sola rfaga. Los pistoleros, al avanzar, hacanlo por el borde del bosque. Pero el gigante Renny no dispar hacia all, sino sobre el potente coche de los bandidos. La parte delantera del automvil salt hecho pedazos, los neumticos reventaron en medio de grandes explosiones y el coche al saltar cay de costado, medio deshecho. Los pistoleros lanzaron un grito de terror. Dejaron de avanzar, huyendo despavoridos. Para espantarlos ms, Renny dispar otra de las balas demoledoras. Apareci un hoyo en cl camino, y el estruendo fue lo bastante grande para orse a dos millas de distancia. Ham mir al ingeniero. -Ese bandido se pareca a Monk-exclam. -Por la Vaca Sagrada!-exclam su compaero-. Eso quiere decir... -Qu Monk y Long Tom estn en un aprieto!-termin el abogado. Subieron al viejo Ford y Ham llam a los animalejos, que, asustados todava, salieron corriendo del bosque y saltaron al asiento trasero. Renny empuj el vehculo por el terreno que bordeaba el camino. Logr pasarlo, aunque rozando, por el lado del destruido automvil y bajarlo por la cuesta. Habran recorrido unos quinientos metros cuando "Habeas" lanz un penetrante chillido. Ham grit: -Para un momento! "Habeas" quiere decirnos algo. Renny par el Ford. Pareca que el coche iba a caerse a pedazos. "Habeas" brinc a tierra y ech a andar por el camino que haban dejado atrs. Detvose un momento, mirando a los dos ayudantes, como para revelarles lo que l saba. Renny y Ham siguieron al cerdito. "Qumica" se neg a moverse.

  • 26

    Llegaron al lugar donde explotaran las granadas de mano. Ham utiliz una antorcha elctrica y reconoci los fragmentos de cristal que formaban las pelotitas que contenan los gases. Mostr unos cuantos al gigante Renny y ste asinti ceudo. "Habeas" empez a correr alrededor del tronco de un rbol. Renny se aproxim a investigar y encontr trozos de cuerda que haba sido cortada y que haba rodeado el tronco. Entonces dijo: -Monk o Long Tom, uno de los dos, estuvo atado en este lugar! Ham asinti. -Qu opinas de esto?-pregunt. -Qu quieres decir?-susurr Renny. -Me refiero al sujeto parecido a Monk -respondi Ham-. Ese individuo tena intenciones homicidas! Tras breve pausa, aadi: -Tal vez Monk y Long Tom han sido vctimas de esos malhechores. Este asunto es muy misterioso. Pero encontrar a los dos ayudantes desaparecidos constitua otro problema. No haba el menor rastro que indicara adnde los haban llevado.

    CAPTULO VII ASESINATO EN MAYFAIR

    El sol brillaba sobre las aguas tranquilas del lago interior, hiriendo los ojos de Monk, mientras ste yaca en el fondo de la canoa. Dos sujetos que se hallaban a ambos extremos de la canoa, haban estado paleando desde haca horas. Monk intent volverse y dijo furioso: -Retorcer el pescuezo a alguien en cuanto salga de aqu! Rise uno de ellos, sin dejar de pelear. Oanse cerca los sonidos de otros remos. Por algunas palabras sueltas cruzadas entre las dos canoas, y que Monk captara, supo ste que Long Tom iba cautivo en el otro bote. -Adnde nos llevarn? -preguntse el velludo qumico. Recordaba que se desvaneci cuando los gases le envolvieron. Luego, le despertaron al romper el da y, amarrado, lo metieron en una canoa. Recordaba haber visto, en esos momentos, una tablilla, fijada en un rbol, con el siguiente aviso

    MAYFAIR Propiedad particular

    PROHIBIDO EL PASO! Monk lanz un aullido al ver aquel aviso. Su propiedad... y estaba cautivo! No lo comprenda... Monk rumiaba una estratagema para librarse de las ligaduras cuando oy que el sujeto que iba a proa lanzaba una exclamacin de sorpresa. -Quin es aqul que viene por all? -quiso saber el bandido.

  • 27

    Monk, que yaca en el fondo de la canoa, no poda ver nada. Un segundo despus el individuo que iba a popa contest preocupado: -No lo s. Pero no me gusta nada. Tiene una gasolinera! De repente, uno de los secuestradores de la segunda canoa lanz un grito: -Rumbo a la costa! Evidentemente era una buena idea, pero las instrucciones llegaron tarde. Monk oy el ronroneo del motor de la gasolinera que se aproximaba. De repente son un tableteo. Monk dio un respingo. Era el tableteo de una ametralladora! EL hombre que iba a popa se incorpor y al instante profiri un grito de terror. -Vamos! chill-. Nademos hasta la costa! Lanzse al agua. La canoa se balance violentamente, pero al final conserv el equilibrio. Monk not que el corazn se le paralizaba. Exhal un suspiro de alivio cuando la canoa recobr el equilibrio. Pens en que Long Tom se hallaba en el mismo aprieto. Se oy un fuerte chapoteo cuando los otros secuestradores saltaron por la borda. Por el ruido del motor de la gasolinera, sta trazaba un crculo. Luego se oy la orden: -Acribilladlos! La ametralladora tablete de nuevo. Un hombre lanz un grito de agona; otros gritos de terror indicaban que unos hombres se enfrentaban con una muerte violenta. Monk se estremeci. Los gritos cesaron y el ruido del motor de la gasolinera fue amortigundose hasta que al fin se oy un lejano murmullo en el lago. Rein un silencio de muerte. Monk llam: -Long Tom! Ests bien? Durante unos segundos no hubo respuesta y Monk se asust. Luego oy la voz dbil de Long Tom, como si ste se hallara lejos. -Monk! El simiesco qumico rugi: -Qu les ha pasado a esos sujetos? -Estn muertos! Hemos tenido suerte. Sin duda los de la ametralladora no saban que estbamos en el fondo de las canoas! -Cielos!-exhal Monk. Long Tom volvi a gritar: -Lo has notado?-pregunt. -El qu?-respondi Monk. -Vamos a la deriva y demasiado de prisa. La corriente es muy impetuosa aqu! Monk reflexion y de repente le asalt una idea terrible. -Tal vez la corriente los arrastraba hacia un dique! Alarmado, chill, preguntando: -Cmo saldremos de estas malditas canoas? -A ver si se te ocurre una idea!-replic Long Tom-. Pero mejor ser que empieces a rezar. Monk not que era mayor la fuerza de la corriente y que la canoa derivaba ms velozmente. Si estaban en el centro del lago, no iran a la deriva con tal velocidad. Entonces... Aunque estaba medio cegado por los rayos del sol, dio de repente un respingo. -Ey, Long Tom!-chill-. Mira hacia arriba! Lo ves?

  • 28

    No pudo or la respuesta de su compaero. El puntito que haba visto en el cielo iba agrandndose rpidamente. Pareca descender como un cometa. AL fin vi el color: plateado y continuaba descendiendo vertiginosamente. Un aeroplano! Monk empez a gritar, preso de gran excitacin. Vi que el aeroplano se posaba, al fin, con la gracia de un pjaro, sobre la superficie de las aguas del gran lago. Era el hidroplano de Doc Savage. Un momento despus, Monk observ que se hallaba cerca y que Doc echaba un ancla para impedir que el aparato fuese arrastrado por la corriente. AL instante, el hombre de bronce lanzse al agua y empez a nadar con extraordinaria velocidad hacia la canoa de Monk. Un cuchillo brillaba en la boca de Doc Savage. Unas manos bronceadas tocaron el costado de la canoa, que se lade ligeramente. Segundos despus Doc Savage deca: -En cuanto te desate, lnzate al agua y nada hacia el aeroplano. El cuchillo cort las ligaduras de Monk, quien al instante lanzse al agua. Empez a nadar vigorosamente y, al volver una vez la cabeza, vi que Long Tom se tiraba al agua. Doc Savage le haba liberado. Monk subi primero al hidroplano; poco despus llegaban Doc y Long Tom. El gigante de bronce pregunt: -Dnde estn Ham y Renny? Monk explic: -Los dejamos en un auto que alquilamos en un garaje para llegar a la finca. Pero se nos acab la gasolina. Yo volva al garaje para buscar un par de bidones cuando, de pronto, alguien tir en el camino nuestras granadas de gases. Long Tom agreg: -Fue el propietario quien nos enga al alquilarnos el coche con insuficiente gasolina... Y l era el jefe de la pandilla que nos secuestr! Los dos ayudantes miraron al gigante de bronce. -Cmo nos encontraste? - pregunt Long Tom. Doc Savage respondi tranquilamente: -Vuestro aeroplano, que dejasteis cerca del garaje, indicaba adnde fuisteis. Pero haba dos automviles en el camino de Mayfair. Uno, destrozado; y ambos, abandonados. -Dos coches!-exclam Monk-. Entonces secuestraron tambin a Ham y a Renny! Pareca estar ms preocupado por otra cosa, y aadi: -Y "Habeas"! -Trataremos de localizarlos!-sugiri Doc Savage. Monk iz el ancla mientras el hombre de bronce penetraba en el puesto de pilotaje. Poco despus volaban sobre la zona boscosa que rodeaba al lago. Una vez Doc vol sobre el lago, despus de mencionarle Monk la gasolinera con la ametralladora. No vieron ni rastro de una lancha a motor en la gran extensin del lago. Doc Savage observ, ceudo: -Mi detector de sonidos capt el ruido de los disparos. De lo contrario, no os habra encontrado. -Pero esos cuatro bandidos que nos llevaban cautivos.. -empez a decir Long Tom. Doc Savage indic el lago.

  • 29

    -Estn muertos contest-. Flotaban en direccin a los rpidos, poco antes de amarar yo. Monk estaba intrigado. -No lo entiendo, Doc!-chill-. Primero unos sujetos nos secuestran, a m y a Long Tom; luego alguien los mata. Qu relacin puede haber entre una cosa y otra? Los ojos dorados de Doc Savage aparecan pensativos. Finalmente contest: -Hay algo en este misterio que no est claro. Monk mir interrogativamente a Long Tom, como preguntndole qu quera decir el gigante de bronce. Doc explic. Les habl de la tentativa de secuestrarle en Nueva York, cmo despus le desviaron, con un engao, de su ruta cuando segua a Monk en el vuelo al Canad. -Entonces no te dirigas a la Fortaleza de la Soledad?-pregunt Monk. Doc neg con la cabeza. -Todava no-respondi. -Pero por qu intentaron matarte?-pregunt Long Tom. La respuesta del gigante de bronce sorprendi a sus ayudantes. -No intentaron matarme repuso-. Slo queran secuestrarme. Por el momento, no veo la explicacin de este misterio. -Pero quin?... - empez a decir Monk. -Es otro misterio-dijo Doc Savage. -Ahora-continu Monk-, unos bandidos intentan quitarnos de en medio y ellos, a su vez, a lo menos algunos, son asesinados. -Eso parece-admiti Doc. Sucedi un silencio y poco despus sobrevolaban el lugar donde dejaron el otro aeroplano. Aterrizaron cerca. Saltando a tierra, Doc Savage explic: -Han cerrado el garaje. Evidentemente ahuyentaron al verdadero dueo. Es el nico edificio que hay en varias millas a la redonda de esta desierta carretera. Indic el aparato que Monk y sus compaeros dejaron en el campo la noche anterior. -Deberas haber tomado precauciones antes de abandonar el aeroplano-dijo-. Faltan una maleta y una caja con instrumentos y accesorios. Monk parpade. -Cielos!-chill-. No se me ocurri! Ser mejor que lo cerremos con llave. -Ya lo he hecho-dijo el hombre de bronce. Ech a andar en direccin al camino que Monk y sus amigos recorrieron con el Ford la noche anterior. El hombre de bronce llevaba un electroscopio sper sensitivo. Mir a Long Tom. -Orden a Renny que llevase las suelas interiores especiales, antes de salir de Nueva York dijo-. Lleva an los mismos zapatos? El mago de la electricidad asinti, comprendiendo el propsito de Doc. Pues las suelas interiores invisibles eran de un metal que, aunque no lo bastante radioactivo para producir una lesin, eran lo suficiente para que el electroscopio sper sensitivo registrase su presencia a considerable distancia. As, el electroscopio indicara la presencia de Renny en las cercanas. En efecto, lo seal. Una aguja sensitiva apunt hacia el Norte, en direccin del camino de Mayfair. Preso de viva excitacin, Long Tom mencion el rbol al cual estuvo atado la noche anterior. Abri la marcha.

  • 30

    A lo largo del camino, la aguja vir rpidamente hacia la derecha. -Por aqu-dijo Doc Savage, echando a andar. Reinaba profundo silencio en el bosque mientras avanzaban sigilosamente. Observaron que la aguja volva a apuntar en direccin Norte. Sealaba que Renny y Ham haban estado all, para luego tomar de nuevo el camino que conduca a las fincas de Mayfair. Estaban cautivos o seguan un rastro? Pues de repente salieron a un camino que cruzaba la extensa finca. Siguindolo, pronto llegaron a un edificio de dos pisos que se alzaba en el fondo. Haba, en la parte frontal, a lo menos una docena de puertas de garajes. Monk silb entre dientes, murmurando luego: -Es eso un garaje o una casa? -El garaje-asegur Long Tom. Una de las puertas estaba abierta y oyeron voces procedentes del interior del edificio. Una retumbaba como un trueno. -Renny!-exclam Monk. Aceleraron el paso, y pronto vieron al gigante Renny, a Ham y a otro hombre alrededor de algo que haba en el garaje. Ham acaba de enderezarse despus de recoger algo del suelo. Pareca un trozo de papel blanco. Monk frunci el ceo y dirigi una mirada homicida a su atildado y pulido compaero. -Y yo crea que estabais en un aprieto! Dnde est "Habeas"?... El simiesco Monk se interrumpi, y su cuerpo se qued rgido. Sigui la mirada de Doc Savage. El hombre que yaca en el suelo haba sido asesinado brutalmente, matado de una paliza. Era un anciano. Ham pas el papel al hombre de bronce y dijo: -Encontramos esto en su mano. La nota deca:

    LA MUERTE ESPERA A CUANTOS VIVEN EN MAYFAIR

    CAPITITULO VIII NICKERSON CONOCE A MONK

    Nadie poda explicar el motivo u origen del mensaje amenazador encontrado en la mano del muerto; ni siquiera el hombre que estaba con Renny y Ham. El abogado indic a Doc que el hombre que estaba con ellos era Charlie Nickerson, el nuevo administrador de las posesiones de Mayfair, joven agraciado, de mediana estatura, ojos y cabellos negros y mandbula enrgica. Doc Savage llev a Ham a un lado. -Qu me dices de Charlie Nickerson? -le pregunt-. Hay manera de conocer sus antecedentes? -Ya los tengo-respondi el abogado-.Telefone a Montreal cuando Nickerson no andaba por aqu. No es hombre sospechoso, Doc. La firma de abogados ingleses lo mand para hacerse cargo de la finca, recientemente. Dichos abogados tienen oficinas, tambin, en Montreal y les telefone. Responden de l. Doc asinti. -Quin es el viejo?-inquiri, sealando hacia el muerto.

  • 31

    Nickerson se les aproxim. -Se llamaba Sandy-explic. Guardse la pipa que estaba fumando y prosigui: -Era un guardin de la finca desde hace muchos aos. Su asesinato es lo ms criminal que he odo en mi vida. -Tiene idea de quin pudo matarle?-pregunt Doc. Los ojos negros de Nickerson centellearon. -Puede haber una explicacin-repuso. -Cul? -Sabra alguna cosa que alguien tema lo pudiese revelar. Doc Savage no hizo ningn comentario. Charlie Nickerson sugiri que fuesen a la casa, que se vea a travs de la espesa arboleda. Rodeada de hermosos jardines, en uno de los cuales haba una inmensa piscina, la mansin pareca un castillo que se alzara en medio de las soledades canadienses. El pecho de Monk se infl. -Y todo esto es mo!-dijo orgullosamente. Nickerson asinti. -As es, seor conde-confirm. Doc y Long Tom se enteraron de que Ham haba presentado ya los documentos de identidad facilitados por los abogados neoyorquinos. Nickerson haba estado esperando la llegada de Monk, es decir, del conde de Mayfair. Ham susurr a Long Tom: -Ese engendro de la Naturaleza parece un vagabundo y no un conde! Monk gir sobre sus talones. -Te he odo, picapleitos fullero!- murmur entre dientes-. Has encontrado a tus antecesores? Ham sonri. -S-confes-. Pero eran tan listos que no pudieron atraparlos... Monk emiti un gruido furioso. Tena aspecto grotesco. Los pantalones bombachos, que se le mojaron en el lago, estaban ya secos, pero le colgaban de una manera risible. Las medias de golf se le haban cado. Pareca un jugador de golf al que le haba pillado no un chaparrn sino un diluvio de agua. Renny haba estado hablando a Doc Savage y, al reunirse con los otros, dijo a Ham: -Les hablaste de los bandidos que se nos escaparon anoche? El abogado relat el incidente. Mencion que los pistoleros huyeron, asustados, al bosque. Mir con recelo a Monk, que estaba escuchando. -Esto me recuerda -dijo, - que debe haber dos orangutanes. Si alguna vez le pongo las manos encima al otro... Monk se irgui altivamente. -Escucha, abogado de secano-chill: -no me llames orangutn! La discusin dur unos momentos, pues de repente Monk record lo que antes dijera Ham, y pregunt: -Qu es eso de que haba un doble mo? Ham mene la cabeza, desconcertado, mientras escrutaba las facciones del simiesco Monk. -Se te pareca, y hablaba como t-asegur-. Pero cmo es posible que haya en el mundo alguien que se te parezca? No lo entiendo...

  • 32

    Doc haba estado escuchando, pensativo. Sus ojos dorados observaron algo que pas inadvertido para los otros. Fue una expresin que apareciera en los ojos del canadiense, Charlie Nickerson, cuando Ham mencion al sujeto parecido a Monk Mayfair. Haban llegado a la entrada de la mansin. Una vez dentro, Monk detvose en seco, asombrado. Hallbanse en una enorme habitacin circular, de alto techo y vigas de madera, en donde media docena de puertas muy grandes daban acceso a varias alas de la casa. Enfrente, una escalera de caracol conduca a otro piso. Los muebles del vestbulo estaban tapados. Era evidente que la casa haba estado cerrada durante algn tiempo. Charlie Nickerson dijo: -Bien venido al Manor de Mayfair, seor conde. Perdone el estado de la casa; no ha habido tiempo de poner las cosas en orden. Monk asinti. Con aire condescendiente, dijo: -No se preocupe, buen hombre. Muchos reyes han vivido rodeados de inmundicias. Por el momento, este castillo nos bastar. El velludo qumico fue al centro del inmenso hall y pase la mirada, en torno suyo. Ham estuvo a punto de desmayarse de vergenza. -Por qu se me ocurri comprar aquel libro?-murmur entre dientes, lamentndose. Pero Monk haba ya olvidado que era un noble conde y habl en voz alta, mirando al centro del techo del aposento. -Cmo est usted?-pregunt. Las palabras repercutieron y sus ecos parecieron responder. -Cmo est usted? -Estupendo!-dijo el qumico, alborozado, como un chico con zapatos nuevos. Ham resopl: -Dejadle en paz; est contento. Sigui a los otros, a quienes Charlie Nickerson conduca a travs de la mansin. Las cocinas eran una maravilla. "Habeas" y "Qumica", los dos animalejos, estaban sentados en sendas sillas ante una larga mesa que habra servido para una docena de criados. Devoraban exquisitos manjares. Nickerson indic a varias personas que trabajaban en la cocina, y dijo: -Ayer tom varios sirvientes. Llegarn unos cuantos ms hoy. Y dentro de una semana el servicio ir como una seda. Continuaron viendo la casa que Nickerson les iba enseando. Estuvieron cerca de una hora admirando salas, aposentos, biblioteca y otras habitaciones. Cuando volvieron al lugar donde dejaran a Monk, ste haba desaparecido. Fue el pulido y atildado Ham quien encontr la hoja de papel sobre la mesa. La nota deca: Mayfair est maldecida Ham, cosa sorprendente, fue quien palideci. -Monk!-exclam-. Le ha ocurrido algo! Inmediatamente se inici la bsqueda. Registraron todas las habitaciones del castillo. Una hora ms tarde todos tenan la misma impresin: algo le haba ocurrido a Monk. Los pocos criados que estaban ya en la finca tomaron parte en la bsqueda.

  • 33

    Registraron palmo a palmo los terrenos, a excepcin de los bosques. Pero al anochecer no haban encontrado an a Monk. Doc Savage estuvo ausente la mayor parte de la noche. Poco despus de romper el da, se encontr con los compaeros en la mansin. El gigante de bronce anunci: -Existe la posibilidad de que Monk haya sido secuestrado. -Por qu?-pregunt uno. -Todava ignoramos el motivo-repuso Doc Savage. Los compaeros tenan la impresin de que Doc Savage no les deca todo cuanto haba averiguado. Era una caracterstica de Doc Savage: jams daba una explicacin final hasta haber esclarecido por completo el misterio; y ste iba complicndose ms y ms. Charlie Nickerson, el administrador canadiense de la finca, se les reuni poco despus; haba estado fuera. Preso de viva excitacin, dijo: -Tengo la pista del paradero de Su Seora! Si algunos de ustedes quieren acompaarme... Doc Savage orden: -Ham, t y Long Tom; acompaad a Nickerson. Renny puede quedarse en la casa. -Con un aeroplano llegaramos ms rpidamente-prosigui Nickerson-. Si la informacin que me han facilitado es verdica, el seor conde est a ms de cien millas de distancia. Ham y Long Tom le miraron, sorprendidos. -Est seguro de lo que dice?-inquiri Ham. -S-afirm Nickerson y sus ojos chispearon. Ham mir a Doc Savage, quien asinti sugiriendo: -Tomad el aeroplano pequeo. Doc no mencion lo que l se propona hacer, pero Ham tena la impresin de que el gigante de bronce haba trazado un plan. Breves instantes despus, Nickerson sacaba un coche del garaje. Atravesaron los bosques en direccin al campo donde dejaran los aeroplanos. Los encontraron intactos. Con Nickerson en el puesto de pilotaje, y dando instrucciones, Ham sobrevol la zona indicada por el administrador. Era un lugar de la costa muy solitario, en un punto donde el ro San Lorenzo se ensancha para desembocar en el Golfo del mismo nombre. Nickerson indic un pueblecito pesquero; se hallaban a unos mil quinientos metros de altura. -Ponga rumbo hacia el Nordeste, al Este de aquel pueblo-dijo-. A diez millas de distancia, en pleno golfo, est la isla. Tendremos que observar con cuidado; de lo contrario, no daremos con ella. Ham verific los instrumentos indicadores de la velocidad con relacin al aire, mientras Long Tom observaba las aguas del golfo. Al fin, el mago de la electricidad lanz un grito. -Ah est, enfrente mismo! La islita pareci surgir de las aguas. Ham perdi rpidamente altitud y sigui descendiendo en amplios crculos hasta que rozaron las copas de los rboles de un bosquecillo. Haba pequeas calas a lo largo de la costa rocosa del islote, que tendra, a lo sumo, unas seis millas. Veanse trozos aislados de playa arenosa.

  • 34

    Ham pregunt: -Cmo averigu el paradero de Monk? Nickerson explic rpidamente: -El verdadero dueo del garaje oy que unos hombres hablaban, en un restaurante, de un pueblo cercano. Discutan acerca del seor conde; y hablaron, tambin, de este islote. Dijeron que haban llevado al conde a un muelle pesquero, el cual fue abandonado hace aos. Ham localiz el muelle y los viejos edificios. No haba seales de que la islita estuviese habitada. Pronto el hidroplano amar y empez a deslizarse hacia la costa. Saltaron a la playa donde el agua les llegaba a los tobillos. Vieron un edificio que antao fuera una factora de conservas de pescado. Estaba en ruinas. Haba tambin una casa para botes. Long Tom gru: -No se ve ni un alma! -Investigaremos-sugiri Ham. Haba puertas giratorias dobles en el viejo edificio. Ham, preocupado por su peludo compaero, fue el primero que entr en el interior. Siguile Long Tom. Un instante despus, el abogado grit: -Cuidado! Es una emboscada! Varios hombres gritaron y empez un tumulto de mil demonios. Ham y Long Tom fueron a sacar sus pistolas automticas. Pero algo cay sobre ellos, y los brazos se les enredaron en lo que parecan ser cuerdas. Intilmente trataron de liberarse. Tan pronto como se habituaron a la oscuridad que reinaba en el edificio que no tena ventanas, vieron que haban cado en una trampa. Les haban echado encima varios metros de red de pesca. Y al mismo tiempo varios hombres armados con estacas, les pegaban. Long Tom gritaba frenticamente en varios idiomas, mientras intentaba esgrimir su pistola ametralladora. Ham maldijo su suerte: Haba dejado su bastn-estoque en el aeroplano. Con l hubiera podido cortar las mallas de la red. De repente son un ensordecedor estruendo. La pistola automtica de Long Tom dispar una rfaga. Se oyeron gritos de espanto y el ruido de hombres que corran, despavoridos, hacia la puerta. Ham, todava enredado, logr sacar tambin su pistola automtica. El estruendo aument. El y Long Tom utilizaban las balas "compasivas', con las que las armas estaban cargadas. Al cabo de un rato, Long Tom dej de disparar. Ham le imit. Long Tom murmur: -Maldicin! Los ecos de su voz repercutieron por todo el viejo edificio. Los ayudantes vieron lo que haba ocurrido. Los bandidos haban huido; y ellos, Ham y Long Tom, quedaron enredados en las mallas de las redes de pesca. De sbito oyeron el ronroneo del motor de un aeroplano. Ham escuch atentamente. El sonido era distinto al del avin que ellos haban usado.

  • 35

    Entonces exclam: -La casa de botes! Tenan escondido un aeroplano ah! AL cabo de un largo cuarto de hora, lograron librarse de las redes. Salieron del edificio y de pronto se detuvieron, asombrados. El aeroplano que usaran haba sido abandonado a la deriva, y estaba ya bastante distanciado de la costa. El otro aparato se haba marchado! Tambin haba desaparecido Charlie Nickerson. Una rpida bsqueda les convenci de este hecho. Long Tom grit furioso: -Nos enga como a chinos! -Y yo crea que ese Nickerson era un hombre honrado!-murmur el abogado, lgubremente. Era evidente que los dos ayudantes haban sido vctimas de un engao. Y sin duda Monk iba cautivo en el aeroplano que haba desaparecido.

    CAPTULO IX ANNABELLE

    El aeroplano iba a la deriva cuando Ham y Long Tom hallaron el bote. Lo encontraron en la playa, a corta distancia de la factora de conservas de pescado. Era viejo y tenia una va de agua, pero a lo menos flotaba. Utilizando una vieja lata que encontr en tierra, Ham fue sacando el agua mientras Long Tom remaba. El mago de la electricidad era muy fuerte y sus brazos parecan de acero. Remaba con tanta fuerza que amenazaba con romper los viejos remos. Ham estaba metido hasta los tobillos en el agua que medio llenaba el bote. Navegaban lentamente pues iba hundindose poco a poco. Mientras achicaba el agua, Ham mir al rostro sudoroso de Long Tom, preguntando: -Crees que Charlie Nickerson fue el autor de la muerte de Sandy, el viejo guardin de la finca? Long Tom reflexion mientras segua remando. AL fin contest: -No lo creo. -Por qu no?-inquiri Ham-.Es evidente que Nickerson nos condujo a esta trampa de la isla. Forma parte de la banda y apuesto a que tienen prisionero a Monk. Lo han utilizado como cebo para capturarnos! Long Tom contest: -En este misterio hay algo que se nos ha pasado por alto. -No te entiendo-confes Ham. -Vers-dio Long Tom-. Fjate en esos sujetos que nos apresaron a m y a Monk anoche. No eran canadienses, y dos de ellos hablaron con acento extranjero. Creo que los otros eran pistoleros de Nueva York. -Y qu?-pregunt Ham. -Nickerson no me pareci un criminal. Los canadienses son gente franca y leal, y Nickerson me