Joan Tugores (2006) Economia Internacional

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En esta primera década del siglo XXI ya no es necesario tratar de justificar la relevancia ola utilidad de entender, interpretar o analizar la economía internacional. No sólo losespecialistas sino el conjunto de la ciudadanía y de la opinión pública son perfectamenteconscientes de la importancia de la dimensión internacional de la actividad económica. Nosólo de las vertientes comerciales o financieras más tradicionales, sino también de lasimplicaciones sociales y políticas, que frecuentemente plantean aspectos conflictivos, desdelos temas de deslocalización de empresas y empleos o la sostenibilidad del Estado delBienestar en los países industrializados, hasta el impacto sobre las posibilidades de progresode los países emergentes o en desarrollo.

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sa a menudo a los economistas de acogerse excesivamente a esta máxima. Nada más lejos de nuestro ánimo: he tratado de hacer exactamente lo contrario. Y también apelo a otro conocido principio, recomendándoselo al lector en los casos (espero que escasos) en que le parezca que la comprensión de los fenómenos internacionales requiere una inversión en conceptos algo abstracta -desbordándose su impaciencia por obtener resultados «operativos»- recuerde entonces que, «a la hora de la verdad, no hay nada más práctico que una buena teoría».

Quiero expresar mi agradecimiento al equipo editorial de McGraw-Hill, en especial a mis editores en las sucesivas ediciones: Juan Stumpf, Andrés Otero, Mariano Norte, David Fayerman y -en esta edición y la anterior- Ana Navarro; así como a Andreu Serrano y Amelia Nieva. Y recalcar que dedicar este libro a mi esposa Rocío y a Celia (que se incorporó entre la tercera y la cuarta edición) y Juanito (que llegó justo a tiempo para la quinta) es testimonio de mi amor ... y de mi mala conciencia de que sobre ellos haya recaído el «coste de oportunidad» de su elaboración.

Juan Tugores Ques Barcelona, noviembre de 2005

1 La economía internacional

en un mundo global

1.1 DE LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LA ECONOMÍA A LA GLOBALIZACIÓN

En esta primera década del siglo XXI ya no es necesario tratar de justificar la relevancia o la utilidad de entender, interpretar o analizar la economía internacional. No sólo los especialistas sino el conjunto de la ciudadanía y de la opinión pública son perfectamente conscientes de la importancia de la dimensión internacional de la actividad económica. No sólo de las vertientes comerciales o financieras más tradicionales, sino también de las implicaciones sociales y políticas, que frecuentemente plantean aspectos conflictivos, des­de los temas de deslocalización de empresas y empleos o la sostenibilidad del Estado del Bienestar en los países industrializados, hasta el impacto sobre las posibilidades de pro­greso de los países emergentes o en desarrollo.

Los debates acerca de las causas y consecuencias de esta creciente internacionaliza­ción de la actividad económica han alcanzado, con la problemática de la denominada glo­balización -aunque seguramente «mundialización» sería un término más adecuado en nuestro ámbito lingüístico- un grado de controversia que desborda los libros de economía para convertirse en uno de los temas de referencia ineludibles -desde muchos puntos de vista «el» tema de referencia- para analizar y valorar la época histórica en que vivimos.

Ciertamente, la globalización supone un grado de internacionalización de la actividad económica -en el comercio internacional, en las finanzas internacionales, en la movilidad de inversiones, en las posibilidades de difusión tecnológica, etc., que realmente superan cualquier precedente histórico. Pero también los debates sobre globalización se refieren a las amplias consecuencias que esta internacionalización económica tiene sobre todos los ámbitos de la vida de las personas y de los países, cuyas «reglas del juego» sociales y políticas se ven alteradas con profundidad.

Este capítulo primero pretende resumir las razones por las cuales es a la vez impor­tante y fuente de debates y preocupaciones la economía internacional en la actualidad. Repasaremos algunos rasgos básicos de la economía global y las transacciones interna­cionales, tratando de dotamos de una perspectiva sistemática e histórica acerca de qué supone la globalización. La multinacionalización de la actividad productiva, la globali­zación financiera, la creciente red de acuerdos regionales y el peso de las economías emergentes y en desarrollo en la economía mundial merecen epígrafe aparte.

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La globalización incluye la constatación de que en nuestra vida cotidiana las trans­acciones internacionales están muy presentes. Un sencillo experimento doméstico se lo confirmará: piense en los diversos artículos que tiene usted en su hogar (electrodomésti­cos, ropa, muebles, servicios de Internet, etc.) y trate de calcular qué porcentaje repre­sentan los artículos fabricados o procedentes del extranjero -es decir, lo que han llegado a su domicilio a través del comercio internacional-. ¿Qué cifra obtiene? ¿El 40 ó el 50 por 100? ¿incluso más? Le sorprenderá este indicador «personal» de apertura, especialmente si lo compara con el que se habría obtenido en promedio en un hogar de su país hace ape­nas una o dos generaciones.

También los flujos de inversión hacen que un paseo por cualquier zona industrial -o también de forma cada vez más importante de servicios, incluidos los financieros y de seguros- de cualquier país del mundo revele una creciente presencia de inversiones extranjeras. Y por otra parte, cualquier persona o familia con una hipoteca a tipo de interés variable sabe ya que el coste de esta importante partida del gasto familiar se ve afectada por decisiones sobre tipos de interés que se adoptan a menudo fuera de las fronteras nacionales.

Nuestra generación viaja al extranjero más que nunca, ya sea por turismo de placer, ya sea por negocios. Vemos noticias en directo -desde acontecimientos políticos a retrans­misiones deportivas- que nos suministran operadores internacionales. Y accedemos a Internet con creciente fluidez para estar conectados «on line» con informaciones, datos y opiniones procedentes de todo el mundo.

Estas realidades se pueden traducir a indicadores más o menos objetivos, como la evolución del «grado de apertura» de diversas economías, que constatan esta creciente internacionalización y ratifican las intuiciones de las líneas anteriores. Según datos de la Organización Mundial de Comercio, entre 1950 y 2003, mientras el PIB mundial se habría multiplicado por 7, el volumen de comercio internacional (medido por las expor­taciones) lo habría hecho por 25, de modo que el ritmo de crecimiento del comercio vie­ne triplicando, desde mediados del pasado siglo xx, al de la producción mundial. En España el «grado de apertura>> -definido como la suma de exportaciones e importaciones respecto al Producto Interior Bruto (PIB) se ha más que duplicado en los últimos 25 años, pasando de cifras en tomo al 30% en 1980 a cerca del 60% desde principios del siglo XXI.

Similares pautas experimentan los países de América Latina. La actividad 1 al final de este capítulo le invita a buscar los datos que concreten estas evidencias

También en el ámbito financiero la internacionalización ha sido notable. La globali­zación e integración de los mercados financieros internacionales y la liberalización de los movimientos internacionales de capital ha adquirido niveles espectaculares. Cuando se constata, por ejemplo, que un día considerado «normal» los mercados financieros inter­nacionales giran un volumen de recursos equivalente a tres veces el PIB anual de España, es más fácil entender por qué realidades cómo las vicisitudes de los mercados de divisas, las decisiones del Banco Central Europeo, sus interacciones con la Reserva Federal de Estados Unidos, la evolución del euro frente al dólar USA forman ya parte integrante de la «cultura (o al menos la información) económica general» con amplia difusión en la opi­nión pública.

Además se ha avanzado en la globalización de la producción mundial no sólo por la consideración supranacional de los mercados, sino por el flujo de inversiones extranjeras y las estrategias de las empresas multinacionales. De hecho, las innovaciones en materia de transportes, comunicaciones y telecomunicaciones, junto con una creciente difusión

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tecnológica, está conduciendo a una segmentación de los proce'>os de producción la denominada «partición de la cadena de valor»- que posibilita locahzar las d1stmtas partes del proceso de producción en distintos países, en función de los requerimientos de cada una de las etapas del proceso. Con ello, se ve impulsada aún más la «transnacionaliza­ción» de la actividad económica. o por decirlo en una (afortunada) expresión de Robert Feenstra ( 1998), la integración del comercio interactúa con la «desintegración de la pro­ducción». El mismo autor menciona visibles ejemplos, entre los que se ha convertido casi en un clásico el de las muñecas «Barb1e»: se venden al publico en cualqmer lugar del mundo por l O dólares. incorporan mano de obra china por valor de 35 centavos, plástico y pelo de Japón y Taiwan. tejido de lana asimismo de China (en total, maten al es por valor de 65 centavos); se monta en Filipinas, Indonesia, Malasia o China. Se envía desde Hong-Kong hacia Estados Unidos, donde se queda el grueso del valor añadido en térmi­nos de marketing, distribución, diseño y beneficios de la empresa. Si repasarnos la «geo­grafía>> de la producción de muchos automóviles, productos informáticos o de telecomu­nicaciones o de material deportivo obtendríamos descripciones similares.

En este escenario de crecientes interdependencias, que configuran la globalización o mundialización, se están produciendo cambios rápidos y profundos en la división inter­nacional del trabajo, en la distribución territorial de la actividad económica, alterando pau­tas a veces establecidas desde hace bastante tiempo, y que provocan cierta alarma o incertidumbre. La aparición en la economía mundial de nuevos agentes (millones de personas, centenares de multinacionales, decenas países y varios bloques regionales) que emergen con fuerza -desde posiciones en ocasiones relativamente «marginales>>- bus­cando un lugar significativo en la nueva división internacional del trabajo, en un marco de transnacionalización de la actividad económica (financiera, productiva, comercial, etc.), todo ello afecta a las pautas de especialización, al lugar que cada país o territorio puede obtener en la redefinición de la división del trabajo. Y del lugar que se alcance va a depen­der en buena medida el nivel de renta y bienestar, la calidad de vida, de cada territorio o país en un horizonte en los próximos años o décadas. Es, por tanto, comprensible que las incertidumbres en la evolución de este proceso originen preocupaciones y reticencias sociales y políticas. Son especialmente relevantes los casos de «relocalización» de empre­sas, que cambian las pautas de ubicación o localización de partes de sus procesos pro­ductivos, a menudo reorientando hacia países de bajos salarios actividades que venían desarrollando en países industrializados -que por ello perciben estos episodios como casos preocupantes de «deslocalización»-.

Y es que además estos cambios están teniendo lugar en un entorno en el que «las reglas del juego» también están cambiando. Las empresas pueden «multinacionalizar» su actividad con más facilidad que nunca en la historia, por las crecientes posibilidades tec­nológicas y políticas de inversión en países que a menudo pugnan por atraer la localiza­ción de actividades o procesos productivos, de modo que las tradicionales barreras pro­teccionistas o restrictivas de inversiones exteriores están dando ahora paso a un marco de competencia mucho más activa. Por otra parte, los Estados, los gobiernos nacionales, constatan que la internacionalización de la actividad económica a menudo desborda su capacidad de articular con efectividad unas políticas que siguen siendo esencialmente nacionales. Así, por ejemplo, tratar de reducir los tipos de interés puede en algunas cir­cunstancias deteriorar tan seriamente la financiación exterior que un país se encuentre con las manos atadas; o pretender gravar con impuestos los rendimientos del capital puede conducir a una salida de capitales hacia lugares con tratamiento más favorable. En estos

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nuevos escenarios de movilidad empresarial y (des )localización también parecen más fáciles de evadir rigurosas normativas nacionales de índole fiscal. socio-laboral y medioambiental.

Pero por otro lado, la internacionalización de la economía no se ha visto acompa­ñada en general por la emergencia de nuevas instituciones supranacionales de la efec­tividad suficiente para corregir desequilibrios o inestabilidades. De esta forma, se con­figura una situación híbrida aparentemente sin precedentes en que la internacionalización de la actividad económica parece carecer de las «estructuras de gobierno» o de regulación al nivel adecuado. Este desequilibrio entre lo económico y lo político también está en la base de algunas de las reticencias o los recelos que genera la actual configuración de la economía internacional. Por un lado, las economías nacio­nales se ven desprovistas -o ven mermar la eficacia- de herramientas tradicionales de «protección», desde las políticas comerciales restrictivas a los márgenes de autonomía en política monetaria y la utilización de los tipos de cambio como forma de ganar o recuperar competitividad. La menor efectividad de estos instrumentos parece estar obligando a los agentes económicos y sociales a asumir unas reglas del juego más com­plejas y estrictas, sin posibilidades de «mecanismos de recuperación» como los aran­celes o las devaluaciones efectivas. Y ello con unos Estados que pierden margen de maniobra cuando tal vez les llegan más demandas de amparo o respuesta ante los eventuales impactos de estas nuevas reglas del juego.

Con una perspectiva a medio y largo plazo, debemos asimismo plantearnos en esta especial situación de la economía internacional una de las cuestiones más tradicionales en economía: ¿hasta qué punto la estrategia de inserción en la economía internacional es recomendable como forma de conseguir los ritmos deseables de crecimiento y desarrollo? Ya Adam Smith en 1776 se refería -en contraposición al mercantilismo de la época- al libre comercio (interno e internacional) como vía de conseguir la «riqueza de las nacio­nes». Pero también existe en economía internacional una larga tradición de recelos y opi­niones contrapuestas: desde los enfoques del imperialismo, de la dependencia, de centro­periferia, de sustitución de importaciones, hasta quienes preconizan «desconexiones» del sistema económico internacional. Pero las dificultades que han experimentado en diver­sos momentos países que han asumido opciones más abiertas (desde los del sudeste asiático a «conversos» más recientes) matizan el debate. En todo caso, se estudian las razones de las diferencias en los niveles y ritmos de crecimiento de las rentas per cápita y bienestar, se examinan los mecanismos de convergencia o divergencia entre países y regiones, se aprende de la experiencia para conocer las medidas necesarias para sacar par­tido de las oportunidades que ofrece una inserción en los mecanismos de esta compleja economía internacional.

En los últimos tiempos muchos de los países en desarrollo han optado por estrate­gias de más inserción en la economía internaconal. Es cierto que pueden haber estado más o menos influidos por las «recomendaciones» de organismos internacionales, pero tampoco puede ignorarse el valor de «ejemplo» de algunos casos de éxito de las últimas décadas, como los de Japón, Corea del Sur y otros países del sudeste asiático. Por su parte, los países del Este de Europa se han incorporado ampliamente al comercio internacional desde 1990 -accediendo algunos de ellos ya como miembros de pleno derecho de la UE en 2004- mientras que desde 1978 China había iniciado un camino de reformas con unos grados crecientes de inserción internacional y con resultados espec­taculares. Ciertamente el papel creciente de muchas de estas economías en desarrollo o

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emergentes es uno de los rasgo-. que caracerizan la actual etapa de la globalización. Ello se traduce en un ma¡or papel en las negociaciones comerciales -China. India, Brasil. México y otros países, a veces, con iniciativas conjuntas como el nuevo G-20 creado el 2003 ante los problemas de negociación en la Organización Mundial de Comercio- y una situación en las finanzas internacionales en que algunos de esos países emergentes están asumiendo un papel de «acreedores» frente a Eqados Unidos y otras economías industrializadas.

Además, en el ámbito de «lo internacional» aparecen preocupaciones que ha~ta hace poco no parecían tener un papel central. Por un lado, el tema de las migraciones. de los desplazamientos de personas, vuelve a estar en primer plano. Cuando se han alcanzado niveles muy importantes en la movilidad internacional de mercancías, de capitales, inclu­so de conocimientos tecnológicos, parece que las principales restricciones -y reticencias­se aplican a la movilidad de las personas o del factor trabajo, es decir, de las personas, con políticas restrictivas sobre todo en Estados Unidos y la Unión Europea. Naturalmente, las cuestiones políticas, sociales y éticas que acompañan a las meramente económicas, son especialmente relevantes para este problema. Por otro lado, también aparece como obje­to de preocupación las dimensiones internacionales del medio ambiente, dadas las gran­des interdependencias en el ecosistema mundial, que no reconocen fronteras (como han puesto de relieve los problemas de la capa de ozono, de la lluvia ácida, las catástrofes que se asocian al cambio climático, las externalidades asociadas a la deforestación amazóni­ca), así como una creciente sensibilidad por el lastre inmenso que enfermedades como la malaria o el VIH pueden estar suponiendo para áreas enteras del planeta. La «Declaración del Milenio» de Naciones Unidas (2000) plantea objetivos cuantificados a medio plazo sobre varios de estos temas más amplios, cuyo seguimiento se encuentra con dificultades, como veremos en el capítulo 8.

Volveremos enseguida a los problemas más generales de la configuración actual de la economía internacional, pero antes centrémonos un momento en algunos aspectos básicos de la caracterización de las actividades internacionales.

1.2 LAS TRANSACCIONES INTERNACIONALES

Una pregunta básica para entender la problemática de la economía internacional es pre­cisamente qué tienen de especial las transacciones internacionales ¿Por qué existen dife­rentes cuestiones e implicaciones, por ejemplo, si un barcelonés adquiere un coche fabri­cado en Cataluña o Navarra, o si lo compra a una empresa que lo haya fabricado en Estados Unidos o Japón? ¿Qué diferencia la adquisición por parte de un ciudadano de México D.F. de un automóvil fabricado en Puebla (México) o de uno producido en Rio Grande do Sul (Brasil)? ¿Qué caracteriza a una transacción como internacional o no, y por qué es relevante esa distinción?

En última instancia, como ya señalaba hace mucho tiempo Graham, el comercio tiene lugar habitualmente entre agentes económicos (consumidores, empresas) y no entre países en sí, por lo que la «nacionalidad» podría parecer a priori que no es un rasgo esen­cial para caracterizar una determinada transacción. Pero como veremos, además de unas diferencias «técnicas» importantes, existen unas diferencias políticas que no pueden ignorarse para un cabal entendimiento de los problemas esenciales de la economía inter-nacional.

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6 Economía intemacional

Técnicamente, a lo largo de la historia una transacción internacional se diferencia de la que no lo es en pri ncipio por dos causas:

1. Una transacción internacional implica que la mercancía atraviese una «frontera», no (sólo) en sentido político, sino en sentido económico, a la que históricamente han estado vinculadas algunas trabas o dificultades, que originaban una asimetría entre productos según su origen nac ional, que tendía siempre a discriminar en contra de los productos de fabncac1ón extranjera (y correlativamente a favor de los de producción nacional): esta dificultad podía ir desde la más radical prohi­bición a la más frecuente vía de los aranceles, pasando por limitaciones cuanti­tativas (cuotas o contingentes), barreras sanitarias, técnicas y un arsenal de otras «barreras no-arancelarias».

2. Una transacción internacional implica generalmente una pluralidad de mone­das , lo que requiere algún mecanismo o mercado en que se establezca una rela­ción de intercambio entre monedas, denominada tipo de cambio. En una trans­acción en que una empresa española adquiere un producto fabricado en Estados Unidos por una empresa de esa nacionalidad, el comprador está habituado a operar en euros, mientras que el vendedor en dólares USA: de hecho es lo que necesitará para pagar sus nóminas, sus impuestos, buena parte de sus proveedo­res, etc. Por eso, o el vendedor acepta el pago en euros y luego las convierte en dólares, o el comprador ha de transformar sus euros en dólares para poder efec­tuar el pago a satisfacción del vendedor. En ambos casos es necesario algún sis­tema que permita «transformar>> una moneda en otra, generalmente a través de los mercados de divisas, unos mercados específicos en los que a menudo los poderes públicos han intervenido o interferido de múltiples formas -por ejemplo, median­te mecanismos de «fijación de paridades» (tratando de controlar o mantener un determinado tipo de cambio o paridad de la moneda nacional frente a alguna extranjera) o a través de limitaciones o «controles de cambios» a las operaciones en monedas extranjeras.

Pero además de estas especificidades, las transacciones internacionales tienen una lec­tura política a menudo diferente que las transacciones similares domésticas o nacionales. Charles Kindleberger apuntó a esta dimensión al recordar la aparentemente inusual -pero intuitivamente certera- respuesta que obtuvo al preguntar una vez: ¿De qué trata la eco­nomía internacional? Además de las respuestas típicas relativas a las barreras al comercio y pluralidad de monedas, aranceles y tipos de cambio, etc., se encontró con la caracteri­zación de la economía internacional como la que se refería a las relaciones entre «los nuestros y los otros». Aparece aquí una interpretación antropológica, casi «tribal» de la economía internacional como la que trata de las relaciones marcadas por la divisoria entre «los nuestros y los otros».

Por ejemplo, a las mercancías de «los otros» se les podrían imponer restricciones y discriminaciones, que redunden en un trato preferencial para las mercancías de «los nuestros». En el capítulo 2 la denominada «parábola de Ingram» describe como una ganancia de eficiencia que permite a los consumidores de un país acceder a un mayor dis­frute de bienes es percibida como positiva si se percibe como originada por una innova­ción tecnológica doméstica -aunque ello perjudique a otros fabricantes nacionales se tra­ta de un progreso debido a «los nuestros»- pero puede pasar a ser percibida como

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negativa o incluso agresiva si se detecta que su origen es una colaboración comercial con «los otros». No debe ignorarse este sentido «tribal». que se pone de manifiesto especial­mente en épocas de dificultades, cuando los competidores c.,e convierten en «enemigos». y a nuestro Estado se le solicitan las medidas de protección frente a «los otros» Efecti­vamente las recesiones y crisis económicas. con las urgencias de industrias y sectores en dificultades. son terreno abonado para presiones o prácticas proteccionistas. que creen encontrar en «los otros»-ya sean las (des)localizaciones hacia el «extranjero» o la com­petencia percibida como inadecuada de «los productos de importación»- los culpables a

quienes exorcizar. Entre los efectos más nocivos de esta interpretación se encuentra la consideración de

las relaciones económicas internacionales como un «juego de suma cero» en que sólo se pueden obtener ganancias a expensas de alguien que salga perdiendo, por lo que estaría justificado tratar de desplazar las pérdidas hacia «los otros» para obtener beneficios «los nuestros», en vez de la más constructiva - y como trataremos de mostrar en los capítulos siguientes, más adecuada- conceptualización de las relaciones económicas internaciona­les como un «juego de suma positiva» en que hay margen para fijar cooperativamente las reglas y obtener beneficios recíprocos debería ser la regla.

En todo caso, no puede ignorarse esta dimensión política con que son percibidas las relaciones económicas internacionales si se quiere entender cómo funciona la Economía Internacional. Por eso uno de los rasgos que resaltaremos en este libro es precisamente la interacción entre los aspectos de racionalidad económica y las percepciones políticas -que abundan en mecanismos psicológicos y «tribales» casi siempre en beneficio de determi­nados intereses domésticos que no dudan en azuzar tales mecanismos.

Pese a la característica 1 («trabas asociadas a las fronteras en sentido económico»), la tendencia hacia la liberalización del comercio internacional ha sido uno de los logros más significados de las últiinas décadas. Esta tendencia no ha sido uniforme ni fácil. Responde básicamente a la idea de que la especialización y el intercambio internacional, al igual que entre personas o empresas, aumenta la eficiencia y permite obtener ganancias que aumen­tan el bienestar. Pero en los países, estas ganancias no se distribuyen de manera uniforme: no quiere decir que todos ganen y es una larga evidencia que las presiones de quienes tie­nen que perder pesan más que las de quienes pueden salir ganando, sobre todo si éstos están divididos (y cada uno gana poco en comparación con lo que pierden los pocos que pierden): ello ayuda a explicar por qué las limitaciones o restricciones al comercio tienen una tradición ancestral.

A partir de estas dos especificidades se ha generado la tradicional división de la economía internacional en una parte de «comercio internacional» y otra de «finanzas internacionales» --0 economía monetaria y financiera internacional. No deja de ser un arti­ficio pedagógico útil, aunque nunca hay que perder de vista sus íntimas conexiones, y no sólo en algunos momentos en que éstas pasan a primer plano. Por ejemplo, cuando se dis­cute acerca de la «competitividad» de los productos de un país respecto a los del resto del mundo hay que comparar tanto los costes de producción como considerar la evolución de los tipos de cambio. Y los tipos de cambio afectan no sólo a los precios relativos de los bienes de un país en relación a los extranjeros, sino a los de los activos y pasivos (accio­nes u obligaciones de empresas, títulos de deuda pública, etc.) denominados en distintas monedas. O cuando se formulan preguntas cómo: ¿Pueden unas excesivas fluctuaciones de las monedas hacer más incierto el comercio internacional? ¿Son efectivas las deva­luaciones para ganar o recuperar competitividad? ¿Qué «coste» estamos pagando los paí-

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ses de la zona euro por no disponer ya de nuestra propia moneda para recuperar compe­titividad? ¿Requería un Mercado Único una moneda única? ¿Cómo afectan a la efectivi­dad de las políticas fiscales, monetarias y de tipo de cambio los hechos de que en el comercio internacional tengan gran peso las empresas multinacionales o que en las deci­siones de producción, localización y comercialización los aspectos estratégicos sean predominantes?

Los flujos comerciales y financieros internacionales de un país se registran sistemá­ticamente en su balanza de pagos. En el Apéndice a este Capítulo 1 examinamos su for­mulación e interpretación, utilizando como referencia el caso de España.

--------~--------------------------------------------------------------------· Recuadro 1.1 ¿Es la Tierra plana?

En un libro publicado en 2005, Thomas Friedman -columnista del New York Times- da forma bajo el título «The World is Flat» a las argumentaciones, intui­ciones y recelos acerca de las realidades de un mundo global en que las innova­ciones tecnológicas y los cambios en las orientaciones económicas han «aplanado» el campo de competencia para un número creciente de actividades. Friedman ilus­tra de forma prolija cómo la incorporación al mercado global de muchos países y muchos millones de personas -con inteligencia y ganas- afecta no sólo a la «divi­sión internacional del trabajo» entre países, sino a Ja competencia entre empresas ... y entre personas. Asímismo, expresa su convicción de que, pese a las tentaciones proteccionistas, continúan vigentes los argumentos a favor de aprovechar las opor­tunidades de estas nuevas realidades ... pero su efectividad requiere que se den las condiciones de creatividad y adaptabilidad a las nuevas «reglas del juego». Como ello no está garantizado aparecen dificultades y tensiones. Ésa es una importante, pero no la única, fuente de «fricciones» que dificultan hablar de un mundo «total-mente aplanado».

Ciertamente con el transcurso de las décadas la inserción internacional en materia comercial, financiera, productiva, tecnológica, ha aumentado de forma espectacular, pero el aislamiento o la «insularidad» de las economías nacionales no ha sido reemplazada por una perfecta eliminación de las fronteras. Periódicamente estudios sobre el papel de la distancia y de Jos costes de transporte y otros costes asociados a la comercialización (dentro y fuera de las fronteras) nos recuerdan esta dimensión espacial de la economía internacional. Anderson-van Wincorp (2004) cuantifican entre el 40 y el 80% el «sobrecoste» asociado a cruzar fronteras, siendo muy difícil estimar los obstáculos adicionales derivados de la desinformación o dificultad para conocer los «componentes tácitos» del funcionamiento de mercados más lejanos. Iremos viendo en este libro determinados «sesgos» en la canalización internacional del ahorro, en la presencia de bienes y servicios fuera de la compe­tencia internacional, contratos «incompletos» que dificultan la seguridad jurídica y económica necesaria para las transacciones. etc. Como resumen Anderson y van Wincorp, incluso en este mundo globalizado -<<aplanado»- si los costes de comer­ciar (transporte, fronteras, distribución, etc.) hablasen podrían, parafrasear a Mark Twain, afirmar que «las noticias de mi muerte se han exagerado mucho» ...

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1.3 GLOBALIZACIÓN: UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA Y SISTEMÁTICA

1.3.1 La parábola de Samuelson ampliada

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Hace varias décadas Paul Samuelson acuñó una conocida «parábola» para plantear de for­ma ilustrativa y pedagógica el debate acerca de las potenciales ganancias asociadas al libre comercio. Krugman ha retomado este planteamiento y nosotros vamos a extenderlo a la actual etapa de globalización.

La parábola de Samuelson parte de una situación puramente teórica inicial -la etapa !­denominada «economía integrada» en la que no existe restricción alguna a la movilidad mundial de mercancías y factores de producción, sin traba alguna adjudicable a fronteras nacionales o a políticas restrictivas de tipo alguno. De hecho la economía mundial confor­ma un único espacio económico a Ja que son aplicables los criterios de asignación eficien­te de recursos que establecen los manuales de economía. La distinción entre economía inter­nacional y economía nacional carece de sentido en este escenario de perfecta integración.

En la etapa 2 aparecen las fronteras nacionales, inicialmente con efectos muy res­trictivos, impidiendo en esta etapa tanto la movilidad de mercancías -sólo se podrían con­sumir en un estado las mercancías producidas en el mismo, es decir, no existiría comercio internacional- como la movilidad de factores -sólo se podrían combinar en el proceso productivo los factores que hubiesen quedado ubicados en el interior de cada una de las fronteras nacionales-. La economía mundial se habría convertido en una mera yuxtapo­sición de n economías nacionales autárquicas sin relaciones económicas entre ellas. Las ineficiencias que emergerían en esta etapa 2 en comparación con la etapa 1 de economía integrada se vincularían al hecho de que, en ausencia de fronteras, es más que probable que las combinaciones productivas óptimas implicasen a factores productivos que ahora quedarían adjudicados a diferentes estados, con lo que dejarían de ser posibles, debiendo los procesos productivos pasar a llevarse a cabo con combinaciones subóptimas pero que satisficiesen el requisito de que sus inputs sí hubiesen quedado dentro del mismo estado. El mismo razonamiento sería aplicable a la satisfacción de las necesidades de los consu­midores, que con gran probabilidad en la economía integrada implicaba acceder a mer­cancías producidas en lugares que ahora quedaban fuera de las fronteras del estado del consumidor, obligando a éstos a aceptar consumos nacionales subóptimos.

En la etapa 3 -la última que formula Samuelson en su versión inicial de la parábola­se introduce una relajación en las fronteras: aparece el comercio internacional. Ahora los factores productivos siguen sin poder traspasar las fronteras nacionales -es decir, continúa la inmovilidad de los factores de producción- pero en cambio las mercancías ya produ­cidas sí pueden desplazarse por encima de las fronteras en forma de exportaciones e importaciones que conforman el comercio internacional clásico. La pregunta que plantea Samuelson es bajo qué condiciones y en qué medida la aparición de este comercio inter­nacional permite restablecer la asignación de recursos existente en la (ideal) economía integrada de la etapa 1. En ese caso, y en esa medida, podríamos efectuar una medición de los beneficios asociados al comercio internacional en términos de recuperación de la asig­nación eficiente de recursos de la economía mundial en su conjunto. Una lectura extraor­dinariamente importante de esta parte de la parábola de Samuelson es que a pesar de que los factores productivos no se pueden desplazar internacionalmente sí lo pueden hacer las

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mercancías producidas con esos factores, lo que equivale a una «movilidad indirecta» de los propios factores de producción. Por ejemplo, si un consumidor español adquiere un producto fabricado en China intensivo en mano de obra barata (factor trabajo de baja cua­lificación), por ejemplo una camisa o un juguete, la importación española de esa camisa o juguete chinos equivale a la importación indirecta del trabajo chino poco cualificado. La movilidad de mercancías actuaría como «sustitutivo» de la movilidad de factores.

En la nueva etapa de globalización -que en nuestra extensión de la parábola deno­minaremos etapa 4- aparece la economía globalizada actual. Ésta añade a la etapa 3 de comercio internacional dos nuevas realidades interrelacionadas, ambas en la línea de relajar la efectividad de las restricciones asociadas a las fronteras nacionales: a) por un lado, una movilidad «asimétrica>> de factores de producción, más amplia para el capital financiero y el capital físico -por ejemplo, inversiones en el extranjero- y muy limitada para las personas; b) por otra parte, la posibilidad de fragmentar los procesos productivos mediante la «desintegración de la producción» o la «partición de la cadena de valoD> que permite que cada fase del proceso de producción se ubique territorialmente en un lugar o país diferente, a efectos de minimizar costes. Ambos efectos favorecen la «multinacio­nalización» de la actividad empresarial. Y, en la línea argumental de la parábola de Samuelson, estos cambios tienden a aproximar la asignación de recursos a la de la eco­nomía integrada de la etapa 1, al suponer relajaciones del papel restrictivo de las fronte­ras establecidas en la etapa 2. De hecho, el principal argumento en favor de la globaliza­ción sería, teóricamente, que permite aproximarnos de forma creciente a la asignación (ideal) de recursos de la economía integrada, minimizando el impacto distorsionador deri­vado de la existencia de fronteras nacionales.

El cuadro 1.1 muestra un resumen de estas etapas de la parábola de Samuelson ampliada.

Cuadro 1.1 Etapas de la parábola de Samuelson ampliada

Etapa 1 Econonúa integrada Movilidad de factores Movilidad de mercancías

Etapa 2 Autarquías Inmovilidad de factores Inmovilidad de mercancías

Etapa3 Comercio internacional Inmovilidad de factores Movilidad de mercancías

Etapa 4 Globalización Movilidad parcial de factores Movilidad de mercancías + desintegración producción

Puestos a completar la parábola de Samuelson y extenderla a la globalización es importante incorporar uno de los principales elementos de costes o eventuales perjuicios atribuibles a la globalización, que tiene más relevancia en la actualidad que cuando Samuelson expuso las tres primeras etapas de esta parábola. Se trata de la creciente asunción por parte de los poderes públicos de los estados nacionales de compromisos con sus ciudadanos en materia de estabilidad económica y protección social, lo que en Euro­pa se denomina el Estado del Bienestar. Gran parte de estos compromisos están diseñados para contrarrestar los efectos negativos del funcionamiento de las economías de mercado, en términos de inestabilidad cíclica o de efectos colaterales negativos sobre parte de sus actores, en términos de pobreza, desempleo u otras situaciones de necesidad, además

La l'( onomía ill[enwcional en 1111 111w1do global 11

de alcanzar a la provisión de algunos bienes públicos o estratégicos como sanidad o educación. Ahora la mayor movilidad de algunos factores dificulta gravarlos fiscalmente lo que no sólo mermaría el margen de maniobra fiscal del Estado de Bienestar, sino podría originar una tendencia a que la financiación de las cargas públicas se desplace a los fac tores menos móviles internacionalmente -singularmente el trabajo-. o adopte formas menos progresivas, como la imposición sobre el consumo. La~ consecuencias redistri­butivas de estos cambios son uno de los objetos de debate y preocupación.

Por su parte los países en desarrollo expresan asimismo quejas acerca de la asimetría que supone que la teórica liberalización de mercancías encuentre sus principales excep­ciones en aquellas -como los productos agrícolas- en que son estos países los que tiene claras ventajas, al tiempo que la asimetría entre el poder negociador creciente de las empresas y el menguante poder de los estados se traduzca asimismo en condiciones en que tales países acaben recibiendo una parte menor de las eventuales ganancias de efi­ciencia de la globalización.

r~-------------------P-------

Recuadro 1.2 La globalización en perspectiva histórica

En una perspectiva histórica más amplia, la globalización tiene su punto de partida , más conocido en la consecución de un grado de internacionalización de la actividad

económica notable en términos históricos. Pero hace un siglo, desde finales del siglo XIX hasta la primera guerra mundial, se vivió una etapa asimismo de elevada internacionalización que a veces se presenta como un precedente de la actual glo­balización. La figura 1.1 presenta un resumen estilizado -explicitado por Obs­tfeld y Taylor- de lo que sería un «indicador medio» del grado de internacionali-ación de la actividad económica en el último siglo y medio.

Las consideraciones del texto también son relevantes para comparar la actual etapa de globalización con una situación de hace un siglo. En esa época se alcanzó un nivel de apertura comercial y financiera muy notable que - habida cuenta de las diferencias en los medios de transporte y comunicaciones- serían razonablemente homologables a las actuales desde bastantes puntos de vista. Por ejemplo, los flujos netos de capitales medidos por los valores (absolutos) del saldo de la balanza por cuenta corriente, muestran niveles promedio similares (entre el 3 y 4 por 100 del PIB para una muestra de países relevantes presentada por Obstfeld y Taylor 2004). Las cifras del comercio exterior son asimismo reveladoras: así, cuando se muestra (como hace Feenstra, 1998) la proporción que representa el comercio en mercancías (promedio de exportaciones e importaciones) respecto al producto interior bruto (PIB), obtenemos que para países como Japón, Reino Unido, Australia o incluso Dinamarca las cifras de 1913 son incluso algo mayores que las de 1990. Pero cabe apuntar tres diferencias significativas:

a) El mayor grado de movilidad de personas por el factor trabajo, se produjo hace, aproximadamente, un siglo. Tanto en términos relativos como absolu­tos, las migraciones de entonces desempeñaron un papel mucho más rele­vante. Wtlliamson (1998) muestra cómo entre 1870 y 1910 las migraciones

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12 Economía internacional

1914

1900

1929

1980 1860

1918

1860 1880 1900 1920 1940 1960 1980 2000

Fueme: Obstfeld-Taylor (2004), pág. 28.

Figura 1.1 Evolución histórica de la internacionalización (medida a través del grado de movilidad de capitales).

supusieron un incremento de la población activa del entonces «Nuevo Mun­do» (principalmente Estados Unidos, Canadá, Argentina y Australia) del 49%, mientras que reducían la población activa en la «vieja Europa>> en un 13% (especialmente en Italia, Irlanda y Escandinavia).

b) El diferente papel de la potencia hegemónica en el mecanismo de captación de ahorro y canalización a la inversión. Gran Bretaña hace un siglo era un prestamista neto de fondos muy importante. Entre un 25 y un 40% del aho­rro británico se exportaba al exterior. Por el contrario, en la actualidad Esta­dos Unidos absorbe un volumen importante de recursos financieros del sis­tema internacional para cubrir sus déficits comerciales.

c) Pero, sobre todo, hace un siglo no existía el «pacto social» que se traduce en Estado del bienestar y políticas de estabilización macroeconómicas. Por eso las consecuencias políticas y sociales de la globalización de entonces eran más fácilmente asumibles (junto a Ja válvula de escape de la movilidad de las per­sonas). Ciertamente una de las cuestiones más debatidas en la actualidad es cómo la «nueva>> globalización afecta a la sostenibilidad del Estado del Bien­estar construido en Europa occidental y otros países en las últimas décadas, así como al impacto de las nuevas realidades globales sobre los márgenes de maniobra de las políticas económicas nacionales.

Una primera moraleja: hace un siglo muchos veían la «globalización» de entonces como irreversible: no lo fue. Segunda moraleja: que el colapso de esa mundialización se asoció a un período que incluyó dos guerras mundiales, la ines­tabilidad financiera de los años veinte y la Gran Depresión de los años treinta, con una enorme contracción en el comercio y las finanzas internacionales.

'------------------------·---------·----------------------·---·----------------------------------·

La economía internacional en un mundo global 13

1.3.2 Economía y política: el «trilema» de la globalización

Análogamente a cómo un dilema es la situación en que dos opciones deseables son incompatibles y por tanto se debe renunciar a una de ellas. se denomina «trilema» a los casos en que tres rasgos inicialmente deseables resultan ser imposibles simultáneamente. por lo que. al menos. uno de ellos debe ser abandonado o relajado. En Economía Inter­nacional alguno de estos trilemas tiene tradición (especialmente el que examinaremos en el capítulo 5 acerca de los márgenes de maniobra de los gobiernos en política económica en economías abiertas). Una formulación de esta índole podría aplicarse al análisis -y pedagogía- de cuáles son los márgenes de maniobra u opciones estratégicas en un mun­do globalizado. En los últimos tiempos varios economistas como Rodrik y Summers plan­tean un «trilema de la globalización» que se resume en la figura 1.2

Los tres rasgos que conforman los vértices de este tri.lema serían:

a) Por una parte el propio proceso de globalización económica o integración de las economías nacionales (podemos utilizar el término integración siempre que no origine confusión con los procesos de integración regional como contrapuestos a los multilaterales). Es el mecanismo a través del cual aumentan las intercone­xiones e interdependencias entre las diversas economías nacionales.

b) Por otra parte, tenemos la soberanía de los estados-nación. Se refiere a la pre­tensión de que la base política tradicional de la soberanía política de los Estados tradicionales radica en otorgar a las autoridades nacionales -elegidas democráti­camente, aunque históricamente ha habido muchas «excepciones»- la facultad de adoptar las decisiones relevantes para conformar la vida política y económica. La noción de «soberanía nacional» es la contrapartida política de la repetida distin­ción entre «los nuestros y los otros» y da lugar a la idea de que <<nuestros asun­tos» los decidimos «nosotros» a través de nuestro proceso político.

c) El tercer vértice lo denominaremos, en nuestra presentación, «Estado del Bien­estar», para recoger los compromisos que los poderes públicos tienen asumidos con sus ciudadanías en materia de protección social y estabilización económica. Naturalmente tiene lecturas y dimensiones diferentes según los países, pero en Europa Occidental refleja el compromiso o «pacto social» en vigor al menos en la

Neoliberalismo ~

Integración o internacionalización

~ Federalismo global

Soberanía nacional -------------------- Estado del bienestar

1 Antiglobalización-Proteccionismo

Figura 1.2 El «trilema» de la globalización

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14 Economía internacional

segunda mitad del siglo xx mediante el cual los poderes públicos asumían unas funciones amplias en materia económica y social (pensiones, cobertura de des­empleo, sanidad y educación públicas, etc.). Forma parte del «acervo» de la Unión Europea y en otros países en la medida que se hayan alcanzado determi­nadas metas al respecto tienden a considerarse «derechos adquiridos» difícilmente renunciables.

La dificultad radica en alcanzar simultáneamente los tres vértices del trilema y deri­va, como vimos en la sección anterior, del hecho de que la dimensión o jurisdicción rele­vante para las decisiones económicas (en sentido amplio, incluyendo las comerciales, financieras, de localización, etc.) pasa a ser superior al ámbito nacional y frecuente­mente son ya de ámbito global mundial, mientras que por el contrario las decisiones sociopolíticas, diseñadas en principio para ordenar la economía y eventualmente corregir o compensar las imperfecciones o fallos de los mercados, siguen teniendo en su mayor parte alcance nacional. La consecuencia ya conocida es la creciente inefectividad de estas políticas y la creciente visibilidad de que determinados aspectos importantes de la vida económica dependen de decisiones que o bien se adoptan fuera de las fronteras nacionales (por ejemplo, una multinacional que traslada total o parcialmente su produc­ción a lugares de más bajos salarios o regulaciones medioambientales más laxas) o bien se adoptan con estrategia y alcance supranacional (por ejemplo, una empresa nacional que decida «deslocalizar» total o parcialmente su producción en el extranjero).

Tal como muestra la figura 1.2 podrían apuntarse inicialmente tres «vías de escape» o soluciones alternativas al trilema de la globalización.

Por una parte podría abandonarse o relajarse el propio proceso de integración inter­nacional. Las propuestas antiglobalización que preconizan por ejemplo mecanismos de «desconexión» de las economías nacionales de los flujos comerciales o financieros inter­nacionales, irían por este camino. Versiones más «suaves» de este enfoque preconizan aplicaciones más o menos selectivas o amplias de medidas proteccionistas comerciales (como las que examinamos en el capítulo 3) o medidas restrictivas de los movimientos financieros internacionales (como las que se mencionan en el capítulo 6).

Un segundo enfoque para afrontar el trilema va en la línea de «relajar» los compro­misos públicos en materia de protección social y estabilización macroeconómica. Es lo que trasluce en el fondo de debates acerca de la «sostenibilidad del estado del bienestar» tan frecuentes en los últimos tiempos. Se debaten los efectos de una creciente compe­tencia internacional -transformada frecuentemente en la retórica de la competitividad­que traduce la presión de los bajos salarios -y otras condiciones de trabajo en materia de jornada o jubilación- con que se produce en muchas economías emergentes de creciente presencia en la economía internacional. Veremos -desde el capítulo 2- que es posible tener salarios más altos y seguir manteniendo la competitividad ... siempre que el dife­rencial de productividad compense el diferencial salarial, por lo cual la verdadera preo­cupación se centra en los efectos de una creciente absorción de tecnología que permite acceder a economías emergentes a producir el rango de bienes en que sus diferenciales de salarios contrarrestan las iniciales divergencias de productividad.

Los cambios en la división internacional del trabajo (DIT) ya mencionados repetida­mente son una de las consecuencias. Una manera ciertamente cruda de resumir el fenó­meno fue el título que dio Richard Freeman a un conocido artículo de 1999 -refiriéndo­se al trabajador estadounidense que fabrica artículos parecidos a los que, de forma cada

La ec 01wmía i11temacional e11 u11 mu11do global 15

vez más masiva, se producen en China- «¿Se fijan tus salarios en Beijing (Pekín) ?». Naturalmente se contestaría que los países industrializados deben reorientar su producción a sectores más intensivos en trabajo cualificado, pero ello no es ni tan fácil ni tan rápido

La cuestión que emerge es pues la sostenibilidad de unas condiciones laborales y socia­les que encarecen el coste del factor trabajo cuando al mismo tiempo las presiones compeu­tivas de salarios y condiciones mucho más bajas son más grandes que nunca. A largo plazo actuaría el mecanismo de competencia y emulación en ambos sentidos y en las economías emergentes es probable que surjan fuerzas -smdicales, sociales, políucas, culturales- que actúen en dirección de una mejora de las condiciones que les vaya acercando a los estánda­res de los países desarrollados. De hecho es lo que ha sucedido a medida que países como España o Irlanda se han ido incorporando en las últimas décadas a la UE a partir de salarios bastante más bajos. Pero no puede negarse «en el interim» una importante presión.

Algunas propuestas irían en la línea de reconocer pasiva y resignadamente estas presiones y actuar en consecuencia mediante «recortes» en el Estado del Bienestar. Otro aspecto de esta problemática se refiere a los problemas fiscales de sostener el Estado del Bienestar, especialmente en momentos en que las perturbaciones o «shocks» que sufren las economías nacionales son especialmente importantes -en cantidad e intensidad­como consecuencia de los cambios en la DIT, que obligan a reajustarse a empresas, sec­tores o regiones. Ello se combina con el hecho de que las bases fiscales del Estado de Bienestar en términos de impuestos sobre los rendimientos de los factores productivos (trabajo, intereses, beneficios, etc.) ve alterada su distribución en la medida que la asi­métrico movilidad entre trabajo y capital (en sentido físico y financiero) aumenta, con lo que también aumenta la facilidad de estos factores móviles para eludir el pago de impues­tos en el Estado en que tradicionalmente lo hacían y cuyo Estado del Bienestar contri­buían a financiar. Además del problema de equidad en la distribución de las cargas fis­cales, aparece el problema del límite sociopolítico al aumento de la presión fiscal.

En los debates sociales a veces parece que las opciones ante las nuevas realidades glo­bales se polarizan en las dos familias hasta ahora mencionadas: antiglobalización por un lado y neoliberalismo por otro, seóa la (incorrecta pero popular) versión maniquea de la alternativa. Pero de entrada ello supone ignorar un tercer vértice en el trilema de la glo­balización.

Ello abre una «tercera vía» delicada, ya que lo que se tendría que relajar es el propio concepto de «soberanía nacional». Los europeos tenemos experiencia ya que el propio proceso de construcción europea nos ha enseñado cómo avanzar en la transferencia de parcelas de soberanía a instituciones supranacionales -como veremos en los capítulos 4 y 7- pero también hemos aprendido lo difícil que son las negociaciones al respecto, inclu­so entre un grupo de países de historia y cultura cercanas, geográficamente vecinos, y con voluntad (en principio) de profundizar en intereses comunes.

Pero la argumentación esencial para esta tercera alternativa parte de la sencilla cons­tatación -ya repetida- de que la pérdida de efectividad de las decisiones nacionales se debe al ámbito global o internacional de muchas decisiones económicas. Se trataría aho­ra simplemente de desplazar las decisiones sociopolíticas desde el ámbito nacional al ámbito global -mediante lo que Rodrik denomina «federalismo global», no un gobierno mundial- a través de una red de reglas o acuerdos multilaterales globales efectivos en esos ámbitos «globalizados». Por ejemplo, la Organización Internacional del Trabajo debeóa poder tener más efectividad para establecer y modular mínimos -y aplicarlos- en materia laboral y social. O las reglas comerciales de la OMC/WTO debeóan adquirir aún más

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16 Economía internacional

vigor y ejecutividad. Y en general, los organismos internacionales deberían mejorar su legitimidad en términos democráticos y de efectividad, lo que no parece fácil en tiempos de unilateralismo de la principal potencia económica y política mundial.

En la sección 1.1 señalábamos como rasgo destacado de la economía internacional en la actualidad la peculiar situación consistente en unas relaciones comerciales, financieras, tecnológicas, empresariales, etc., cada vez más internacionalizadas, al tiempo que no aca­baban de surgir unas instituciones internacionales efectivas, más allá de unos limitados ámbitos, y los gobiernos nacionales veían cómo ese creciente grado de internacionaliza­ción escapaba a su control y/o disminuía la efectividad de sus actuaciones. Ahora se plan­tea el «trilema de la globalización» como un mecanismo que reflejaba las dificultades de «gobierno» del proceso de globalización. Actualmente el debate sobre la «gobernabilidad» ( «governance») de la globalización es la denominación que se da a los análisis y discu­siones acerca de cómo tratar esta asimetría notable entre una economía internacionaliza­da y unas decisiones sociopolíticas que siguen teniendo en los gobiernos nacionales sus principales actores, pese a la emergencia de empresas multinacionales por un lado, y de organismos internacionales que a veces parecen tratar de establecer unas reglas mínimas mientras que por otra parte son criticados como representantes de los intereses de sólo una minoría de países o grupos. Volverenos sobre estas cuestiones a lo largo de diversas partes del libro.

1.4 MULTINACIONALIZACIÓN

En las últimas décadas las empresas multinacionales o transnacionales han adquirido una indiscutible relevancia en la economía internacional, que se ha acentuado en los últimos tiempos. La progresiva eliminación de barreras a la movilidad del factor capital (finan­ciero y físico) así como los avances en materia de transporte y comunicaciones, permiten nuevas fórmulas de organizar la producción facilitando la coordinación entre factorías diversas, ubicadas en diferentes países, de modo que todo ello facilita la «multinaciona­lización» de la actividad productiva de un número creciente de empresas. Dicho de otro modo, las empresas tienen más facilidades que nunca para «organizar la producción a una escala global» o «compartir la producción globalmente».

Este fenómeno tiene amplias consecuencias, que afectan de forma decisiva a la dis­tribución territorial de la actividad productiva o «división internacional del trabajo». Asimismo incrementa las interrelaciones e interdependencias en la economía global. Y, como vimos al comentar el «trilema de la globalización», se le adjudica un papel rele­vante en su impacto sobre la capacidad de influencia de los poderes públicos respecto a unas empresas que pueden «cambiar de jurisdicción» con más facilidad que nunca.

La multinacionalización implica a menudo fragmentar procesos productivos en los que tradicionalmente todas las etapas o fases de la producción -desde la obtención de los inputs iniciales, sucesivas transformaciones en inputs intermedios, las tareas de «ensam­blaje» para conformar el producto final y su venta al cliente- tenían lugar en un único lugar (o país), distribuyéndolo en varias localizaciones en el territorio de la economía glo­bal, en función del atractivo de cada ubicación para cada fase del proceso productivo. Ahora es más fácil, pues, lo que a veces se denomina «partición de la cadena de valor» (Krugman) y en otras «desintegración de la producción» (Feenstra) en varias ubicaciones situadas en países diferentes, lo que permite sacar partido de diferencias de costes o

Lu econonull internacional en un mundo glohal 17

regulaciones. Hasta hace poco era común hablar de artículos de fabricación íntegramen­te nacional a los que se aplicaba literal e íntegramente el «made in Spain» o «made in USA». Hoy en día es muy frecuente encontrar artículos en cuyo proceso productivo, en cuya «cadena de valor», han estado presentes varios países, incorporando con ello a los mercados mundiales a muchos más territorios y muchas más personas que probablemente nunca en la Historia. Es uno de los ingredientes y efectos del «aplanamiento del mundo» a que se refiere el recuadro 1.1.

Este proceso recibe asimismo otras denominaciones que resaltan algunos de sus múltiples vertientes. Por ejemplo Hummels-Ishii-Yi (2001) lo califican de «especializa­ción vertical», acentuando cómo cada país acaba recibiendo una etapa del proceso pro­ductivo, con entradas y/o salidas de inputs intermedios -además de los inputs básicos y de los productos acabados. Ello incrementa las cifras de transacciones comerciales interna­cionales, contribuyendo a un peso creciente del comercio en inputs intermedios -además del tradicional comercio en bienes únales- que en una cuantía importante daría lugar al denominado «comercio intrafirma» 'o «transacciones entre filiales de la misma empresa o grupo empresarial» que según algunas estimaciones podrían suponer cerca de una terce­ra parte de los flujos comerciales internacionales.

Un primer enfoque de la multinacionalización -elaborado por Dunning- identificaba tres características relevantes a estudiar: las ventajas relativas de posibles fórmulas de pre­sencia transnacional: «propiedad, localización e internalización» (OLI en siglas inglesas).

La ventaja de propiedad se refiere, por ejemplo, a una patente o una reputación o «imagen de marca», que confiere una ventaja capaz de superar los costes adicionales de fabricar en el extranjero. Los factores de localización, por su parte, se refieren tanto a los ahorros de barreras arancelarias y otros obstáculos comerciales que se pueden obtener fabricando en el país en el que se quiere vender, además de ventajas de costes de los fac­tores de producción y de cercanía al mercado en que se ubican los clientes. La cuestión más «clásica» al respecto ha sido si es mejor abastecer un mercado extranjero simple­mente por la vía comercial mediante exportaciones desde el país de origen, o si es prefe­rible la alternativa de instalar una filial para producir «in situ» en el país extranjero mediante Inversión Directa Extranjera (FDI en siglas inglesas). Por su lado, las conside­raciones de internalización explicarían por qué puede ser mejor aprovechar internamente vía la propia empresa cualquier ventaja (de conocimiento, de tecnología, de organización, etc.) en vez de ofrecerla a otras empresas locales, con los riesgos de comportamientos des­leales como la «imitación» tras una primera etapa de cooperación, y en general las difi­cultades de implementar y hacer efectivos contratos -por ejemplo bajo fórmulas como concesiones o «franquicias» -para que una empresa local del país extranjero produzca y/o comercialice «bajo licencia».

Otra distinción clásica es entre multinacionales horizontales y verticales. Se habla de «multinacionales horizontales» cuando diversifican actividades similares a menudo entre países similares, frecuentemente para obtener mejor acceso a los mercados, incluido por tanto el motivo de «eludir aranceles» - «tariff jumping»- u otras trabas comerciales, además de sintonizar mejor con las especificidades de los consumidores. Y de «multina­cionales verticales» cuando tratan de aprovechar diferencias de costes, normalmente mediante unos «Servicios centrales» con los departamentos estratégicos (dirección gene­ral, R+D+I, estrategia comercial, etc.) en un país desarrollado y unas «actividades de pro­ducción» en países con más bajo nivel de desarrollo ... y salarios, o más abundantes en determinados recursos.

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18 Economía internacional

Actualmente se constata la multiplicidad de motivaciones y fórmulas de multinacio­nalización, que evidencian las interrelaciones entre decisiones comerciales, inversoras y organizativas de las empresas. En el recuadro 1.3 se dan algunos ejemplos, que serán completados en la sección 2.5

---------------------------------------------------------------------------~---------------·

Recuadro 1.3 «Global Sourcing»

Siguiendo el planteamiento de «Global Sourcing» de Antrás-Helpman (2004), cabe distinguir entre formas de aprovisionarse de inputs intermedios entre las transacciones que se efectúan en el seno de una misma empresa «integrada» -y que caso de realizarse en el extranjero mediante una filial establecida a través de un pro­ceso de Inversión Directa Extranjera (FDI) da lugar a transacciones internacionales en el seno de una empresa o «comercio intrafirma». La alternativa sería aprovisio­narse de los inputs intermedios de forma «desintegrada» a través de empresas diferentes con las que se establecerían los correspondientes contratos, generando el «outsourcing internacional» cuando tales empresas proveedoras de inputs se ubi­casen en el extranjero (pero pudiendo darse también un «outsourcing» o «externa­lización» doméstica o nacional). El cuadro 1.2 muestra esta cruce entre los «fron­teras de la empresa» y las «fronteras nacionales»

Cuadro 1.2 Formas organizativas de la empresa

Empresa integrada

Outsourcing

Nacional

Fonna "tradicional"

Proveedores externos

Extranjera

Filial , controlada, vía FDI

Outsourcing internacional

Los factores relevantes para elegir entre estas opciones tienen que ver con las diferencias salariales, la importancia de contar con unos «servicios centrales», o las ventajas de contar con la ventaja de la propiedad (entre ellas superar las imperfec­ciones de los «contratos incompletos», en que es prácticamente imposible prever y resolver por anticipado todas las contingencias que puedan darse entre las «partes contratantes», dejando unos márgenes a la interpretación o al «oportunismo» que puede lastrar las relaciones mercantiles ... haciendo preferibles fórmulas en que el titular de un activo estratégico mantiene la «propiedad» y el «control» del proceso en vez de cederlo contractualmente a un tercero).

En el caso de que se mantenga la «empresa integrada» las transacciones dan lugar al denominado «comercio intrafirma». Los autores citan a Intel como refe­rencia. Aunque a veces -como en el famoso caso de «Nike>>- que los proveedores sean jurídicamente empresas independientes no significa que la multinacional no ejerza un control muy activo. Según los casos esta «independencia jurídica» puede traducirse en casos de franquicia o en contratos de aprovisionamiento.

1

La eco11on11á intemacwnal en u11 mu11do (!,loba/

Más ampliamente, la articulación de «supply chains» es objeto de amplio tra­tamiento. Por ejemplo, Feenstra-Hanson (2005) analizan los criterios para confor­mar «supply chains» en muchos países, articulando en cada caso los mecanismos de propiedad o control más adecuados para incentivar los comportamientos ade-

"" cuados y proteger las «inversiones específicas» de cada una dé'las partes implica-das (multinacional titular del producto final, que puede ser un producto físico o «la marca>>; proveedores de inputs con mayor o menos libertad de gestión, etc.).

19

-~--------------------------------------~~-~~~-~---~-~-------------------------~----~

Asimismo, recientemente se han popularizado otras denominaciones que se refieren a aspectos concretos, pero especialmente relevantes, de este proceso. A menudo se habla de «deslocalizaciones» para referir$e al desplazamiento de unas plantas productivas des­de ubicaciones más o menos tradÍ9ionales a otras que, en un momento dado , ofrecen algunas ventajas significativas de costes. Son especial objeto de debate las que suponen abandonar países o regiones de tradicional tejido industrial para «relocalizarse» en países de mano de obra más baratos -en Asia o Este de Europa. A veces se utiliza la expresión «offshoring» para referirse al fenómeno de pasar a producir y/o adquirir determinados inputs en el extranjero, tratando de englobar la FDI y el «outsourcing» internacional mediante proveedores externos ubicados en países extranjeros. Aunque para hacerla algo más compleja, asimismo se habla de «outsourcing (internacional) de servicios» para referirse a los casos en los que aprovechando las tecnologías de la información y comunicación determinados servicios se «deslocalizan» a empresas ubi­cadas en el extranjero, de modo que en ese caso lo que se mueve a través de las fron­teras no es el capital -como en el caso de las inversiones extranjeras- ni las mercancí­as -como en el caso de las exportaciones/importaciones de productos finales o intermedios- sino servicios como los de atención telefónica ( «call centers» ), rutinas de contabilidad, análisis de resultados médicos, etc., configurándose en ocasiones «equipos internacionales» cuya unidad de actuación se establece a través de las TIC.

1.5 GLOBALIZACIÓN FINANCIERA

Una de las características más decisivas de la configuración de la economía internacional en las últimas décadas ha sido un grado creciente de movilidad internacional de capitales. Ello supone volúmenes impresionantes de flujos financieros deslazándose cada día entre los mercados financieros internacionales, constituye la «globalización financiera», tal vez la vertiente más visible y debatida de la mundialización. El título de un artículo de Obs­tfeld en 1998, «El mercado global de capitales, ¿benefactor o amenaza?» resume las visio­nes y posiciones contrapuestas ante este fenómeno.

Ciertamente las razones a favor de un sistema financiero internacional son esencial­mente las mismas que para cualquier sistema financiero: captar el ahorro y canalizarlo efi­cazmente hacia la inversión. Ésta es la razón que legitima social y económicamente a cualquier sistema financiero: la constatación de las dificultades para que los ahorradores individualmente canalicen su ahorro hacia las oportunidades más rentables de inver­sión, y las subsiguientes ganancias que pueden proporcionar entidades especializadas en

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20 Economía internacional

captar el ahorro de manera agregada o colectiva y dirigirse hacia las opciones más inte­resantes de inversión. Ello permite tanto una mejor retribución al ahorro, como una mejor accesibilidad a la financiación de la inversión.

Más concretamente, la figura 1.3 plantea dos posibles configuraciones extremas de las finanzas internacionales.

Por un lado podrían existir prohibitivas restricciones a la movilidad internacional de capitales que impidiesen «trasvases» entre países, como muestra la parte izquierda de la figura 1.3. No se podría hablar de un verdadero «sistema financiero internacional» más allá de una mera «yuxtaposición» de varios mercados financieros nacionales separados, con la básica consecuencia sería que la inversión en cada país estaría limitada por el aho­rro doméstico. Ello sería ineficiente al menos en estos dos casos: a) un país con elevadas oportunidades de inversión rentable, cuyo aprovechamiento se ve restringido por el limi­tado ahorro doméstico (en términos de la figura 1.3, SA < IA); b) un país con abundante ahorro, pero ya «maduro», en el que las oportunidades de inversión rentable son relati­vamente reducidas (en términos de la figura 1.3, Sb > lb). Estas ineficiencias se verían superadas si funcionase un verdadero sistema financiero internacional, que captase el aho­rro mundial cualquiera que fuese su lugar de origen y lo canalizase a las inversiones más rentables estén situadas donde estén situadas.

SA IA SA IA

Ss Is Ss -- Is

Se le Se le

Yuxtaposición de Internacionalización sistemas financieros nacionales financiera

Figura 1.3 Configuraciones alternativas extremas del sistema.financiero internacional.

El caso extremo de perfecta integración financiera internacional lo muestra la parte derecha de la figura 1.3 en que el sistema financiero internacional aúna el ahorro mundial y lo distribuye o canaliza a las utilizaciones más eficientes de inversión mundial, cual­quiera que sea su ubicación. Desde el punto de vista colectivo, la ganancia de la libre cir­culación de capitales es esencialmente la mejora en la eficiencia que supone que los recur­sos financieros puedan dirigirse a los destinos que, por ser más productivos, el mercado valora como potencialmente más rentables. Si los mercados globalizados facilitan esto, aportarían una contribución positiva.

Como ampliaremos en el capítulo 5, esta posibilidad de «desconectar» el origen nacional del ahorro del destino nacional es la base del denominado «componente de financiación del desarrollo» del sistema financiero internacional, adicional al de «diver­sificación» internacional. Obstfeld-Taylor (2004) han mostrado cómo los flujos finan­cieros están dominados por este componente de diversificación, teniendo el «componen­te financiación del desarrollo» un papel incluso algo menor que en la etapa de globalización de hace un siglo -comentada en el recuadro 1.2. Los recursos transferidos

La economía 111ternacw11al en 1111 mundo global 21

hacia las economías entonces «emergentes» eran proporcionalmente mayores que en la etapa actual. Y en los últimos años incluso las economías emergentes en su conjunto han sido prestamistas netas de recursos, siendo los países más desarrollados receptores netos. La financiación del déficit de Estados Unidos por China. otros países asiáticos y algunos exportadores de petróleo explica una buena parte de esta singularidad histórica y econó­mica, cuya sostenibilidad y deseabilidad es ampliamente debatida. como veremos en el

capítulo 6. En todo caso, la dimensión internacional de un sistema financiero añade algunas con-

sideraciones específicas, siendo las más relevantes. a las que nos referiremos en las

páginas siguientes:

a) Los problemas de supervisión de la inversión y cumplimiento forzoso de los tér­minos de los préstamos son más complicados en la esfera internacional. espe­cialmente cuando el deudo¡ es «soberano».

b) La inexistencia de un regulador y/o «prestamista de última instancia» a nivel internacional -que desempeñe un papel análogo al de los bancos centrales en las economías nacionales- complica la detección y superación de dificultades finan-

c)

d)

cieras internacionales. Los condicionamientos que puede suponer para un país un elevado grado de endeudamiento o dependencia del crédito exterior, o en su caso, la necesidad de negociar ayudas de organismos internacionales, tienen impacto sobre los márge­nes de maniobra de las políticas económicas de los países. El papel «disciplinador» de los mercados financieros internacionales sobre las «tentaciones» de heterodoxia o irresponsabilidad de determinadas políticas nacio­nales. Aunque las estimaciones difieren, se apunta a las dificultades de financia­ción que las entidades públicas y privadas de un país pueden experimentar si empeora su «calificación» en los «ratings» de las agencias internacionales de eva­luación de riesgos. En todo caso, este ingrediente también puede tener la lectura opuesta de una «injerencia excesiva» en las decisiones «soberanas» de un país.

e) Los problemas económicos y sociopolíticos asociados a los casos de «deten­ción súbita>> ( «sudden stop» en la expresión acuñada -al parecer- por Dorn­busch y popularizada por Calvo) de las entradas de capitales, dando lugar a reversiones -salidas netas- importantes. Y asimismo los casos de «contagio» de crisis a países que aisladamente parecían razonablemente sólidos.

1.6 REGIONALIZACIÓN EN LA ECONOMÍA MUNDIAL

Los dos rasgos señalados en la sección 1.2 para caracterizar a una transacción como inter­nacional (superar una frontera e implicar una pluralidad de monedas) a lo largo del tiem­po se han ido aplicando en ámbitos distintos, de modo que transacciones entre dos luga­res han pasado de internacionales a nacionales o viceversa. Por ejemplo, entre las ciudades italianas del siglo xrn había múltiples monedas y controles de mercancías, así como «fronteras interiores» entre los reinos de España en el siglo xv. Los «Estados ale­manes» sólo en 1834 eliminaron sus restricciones comerciales, y sólo en 1876 tuvieron una moneda única. En la Unión Europea (UE), el Mercado Único debería haber supues­to desde 1993 la eliminación de la característica 1 («fronteras») señalada anteriormente,

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22 Economía internacional

al tiempo que la implantación del euro como moneda común de la VE eliminó la segun­da característica («pluralidad de monedas»). Y por ello en el seno de la VE se han pasado a denominar «expediciones y adquisiciones» a los flujos de mercancías entre países de la Unión Europea que tradicionalmente eran «exportaciones e importaciones».

En una economía mundial cada vez más internacionalizada ha ido avanzando un fenómeno cuyo alcance es objeto de debate: se trata -como detallaremos en el capítulo 4- de los procesos de integración regional, es decir, la formación de grupos o bloques de países, normalmente geográficamente próximos, que eliminan entre sí las trabas al comercio al tiempo que mantienen las restricciones asociadas a las políticas comercia­les internacionales frente al resto del mundo. La Unión Europea es el caso más asenta­do, en el aspecto comercial, y ahora trata de ampliar la integración a los ámbitos monetarios, financieros y eventualmente políticos. En América funcionan desde media­dos de los 90 el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA!TLC) y el Mercado Común del Sur (Mercosur). ASEAN, en el Sudeste Asiático, incluye ya a 10 países y anuncia un acuerdo con China (y eventualmente Corea del Sur e incluso Japón: ASEAN+ 3) que lo convertiría en el bloque regional con más población de la economía mundial. APEC por su parte pretende establecer lazos más estrechos entre los países del Pacífico, percibidos de forma creciente como el nuevo centro de gravedad de la economía internacional.

La actividad 3 al final de este capítulo le conduce a buscar datos acerca del peso de las transacciones en el seno de «bloques regionales». Si se comparan en varios casos los componentes intra-regional y extra-regional en algunos de los principales acuerdos regio­nales, cabe observar cómo en la VE-15 en la última década el comercio extra-regional ha ido recuperando peso, mientras que en los demás acuerdos regionales se acentúa el com­ponente intra-regional.

¿Son compatibles estas formas de acuerdos regionales comerciales con los funda­mentos del sistema multilateral de comercio, o sistema GATI/OMC, establecido desde los Acuerdos de 1947 acerca del multilateralismo y la no-discriminación como bases del comercio mundial, y ratificados con la creación de la Organización Mundial de Comercio en 1995? El debate de fondo es qué tipo de economía mundial podrían llegar a configurar, de consolidarse, estos bloques regionales. Para unos, lo importante es la liberalización comercial en el interior de las regiones, sin que el carácter restringido a los miembros de cada bloque desvirtúe las esenciales ventajas del libre comercio. Para otros, se trata de un progresivo abandono del ideal de comercio mundial globalmente liberalizado, definién­dose los bloques regionales no sólo por a quiénes agrupa sino por la exclusión de todos los demás, la imagen de los bloques como «fortalezas» comerciales es motivo de preo­cupación, una nueva forma de separar «los nuestros» de «los demás». Examinaremos estas cuestiones en el capítulo 4.

1.7 ECONOMÍA INTERNACIONAL Y DESARROLLO

Una de las preguntas más antiguas en Economía se refiere a las conexiones entre apertu­ra internacional y crecimiento. Como es conocido, uno de los temas de fondo del clásico de Adam Smith «Investigación sobre la Naturaleza y las Causas de la Riqueza de las Naciones» (1776) es precisamente evaluar cómo la aplicación de criterios de libertad de mercado, tanto en el ámbito interno como en el internacional, promovían lo que se deno-

La economía internacwnal en 1111 mundo global 23

minaba «la riqueza de las naciones» y que hoy calificaríamos de crecimiento o desarrollo. Buena parte de la argumentación de Adam Smith se contraponía a la concepción deno­minada «mercantilismo» vigente en su época, que propiciaba actitudes que hoy denomi­naríamos «proteccionistas» o de «sustitución de importaciones» para promover las indus­trias nacionales a expensas de la libertad de mercado y competencia con el resto del mundo. Este debate se ha mantenido con diversos formatos a.lo largo de los últimos siglos. Mientras Alfred Marshall recordaba que «el estudio del crecimiento económico encuentra sus raíces en el comercio internacional» surgían las concepciones del imperia­lismo según las cuales el sistema económico internacional generaba mecanismos de explotación de unos países por otros, de modo que la recomendación para los países pobres era más bien de «desconexión» que de inserción en los mecanismos de la econo­mía mundial; más recientemente enfoques como los de centro-periferia o intercambio des-igual han abundado en estas nociones.

Actualmente tiene presencia mediática el debate entre una globalización a la que se etiqueta a veces de «neoliberal» ctmtrapuesta a unos planteamientos «antiglobalización» en la que conviven reivindicaciones de más acceso de los productos de los países emer­gentes a los mercados de los países más ricos junto con planteamientos restrictivos o pro­teccionistas por parte de sectores de países industrializados bajo nuevas coartadas como el dumping social o medioambiental.

El hecho de que en los últimos tiempos muchos países hayan cambiado de orien-tación en su estrategia económica, en general en el sentido de más inserción en la economía internacional en comparación a las situaciones preexistentes -lo que a veces se denomina el cambio de estrategias «inward» a estrategias «outward»-, pero que ello en ocasiones haya conducido a crisis o dificultades más o menos severas incluso en algunos casos planteados como emblemáticos -como las dificultades de México a mediados de los 90, tras protagonizar entre 1985 y 1994 una de las aperturas más notables a la economía mundial, o la crisis de Argentina de 2001-2002, tras ser pre­sentada como ejemplo del denominado «consenso de Washington» (basado en la rece­ta de «mercados abiertos más moneda estable»), o incluso las dificultades en 1997 de los países del sudeste asiático, presentado como modelos de orientación «outward» con­trapuestos a la sustituciones de importaciones de América Latina, etc., todo ello con­tribuye a reavivar la polémica.

Por ello vuelve a estar en el centro del debate la pregunta acerca de las relaciones entre inserción en la economía global por un lado y crecimiento o desarrollo por otro. Los argumentos a favor de la inserción en la economía internacional se basan inicialmente en los presentados a favor del libre comercio, empezando por la mejora en la eficiencia en la asignación de los recursos. Además de los bienes de consumo, cobra especial relevancia el acceso a importaciones de bienes de capital o inputs intermedios que -al incorporar más innovación y mejor tecnología- permiten una mejora en la eficiencia o productividad del proceso productivo del país. También se destacan las denominadas «ganancias dinámicas» asociadas al revulsivo que supone para una economía -y para una sociedad- la apertura internacional, en forma de potenciar el dinamismo innovador, la creatividad necesaria para sobrevivir y prosperar en un contexto más competitivo, el espíritu emprendedor para bus­car nuevas formas de satisfacer viejas o nuevas necesidades, etc. Por el contrario voces críticas señalan que las cosas no son tan sencillas, y que el entramado socio-político-ins­titucional para que un país inicie y consolide un proceso de crecimiento o desarrollo tie­ne requerimientos más complejos que la mera inserción en la economía internacional.

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24 Economía internacional

Desde hace años han proliferado los estudios analíticos y empíricos que han tratado de diseccionar y evaluar las relaciones estadísticas -y las eventuales relaciones causales- entre globalización o apertura y crecimiento o desarrollo. Recientemente se han dedicado estudios a intentar discernir el impacto comparativo de otros factores sobre el crecimiento económico, desde la transferencia de tecnología, la geografía económica, y de modo muy especial el papel de las instituciones. En varios capítulos haremos referencia a estos desarrollos, de manera especial en el 8, donde examinaremos la relación entre internacionalización, creci­miento, pobreza y desigualdad, es decir no sólo el impacto de la internacionalización sobre el nivel «promedio» de renta o bienestar, sino sobre su distribución, tanto entre países como en el interior de los países. Asimismo analizaremos cómo se van incluyendo en las preocupa­ciones de la opinión pública y en las agendas de problemas de desarrollo cuestiones tan importantes como los temas de migraciones, salud y medio ambiente (desde el acceso al agua potable hasta soluciones para la malaria o el Vlli). Al respecto los objetivos explícitos y cuan­tificados asumidos por Naciones Unidas en 2000, conocidos como «Objetivos de la Decla­ración del Milenio» siguen siendo un referente con fechas precisas, especialmente 2015, pese a la evidencias de muy notables dificultades para alcanzarlos.

El creciente papel de las economías emergentes es uno de los rasgos de la economía mundial actual. Ya se ha mencionado su peso comercial creciente, su papel negociador más articulado, su lugar como destino de inversiones y contratos que les dan un papel cada vez más relevante en la división internacional del trabajo, e incluso el reciente papel de algunos de ellos en el sistema financiero como acreedores de países avanzados. Para concretarlo la actividad 3 le sugiere obtener algunos de esos indicadores, para cons­tatar cómo el peso creciente de los países asiáticos emerge con fuerza, así como las difi­cultades de África y el desigual comportamiento en América Latina. Pero antes de sacar conclusiones precipitadas de nuevo debemos recordar que plantear la economía interna­cional como un <<juego de suma cero» -en que lo que unos ganan sería necesariamente a expensas de otros que pierden- es un grave error que trabajar con indicadores, a menudo muy ilustrativos, de porcentajes o «cuotas de mercado mundial» -que por definición suman 1 O~ no debería inducirnos a cometer.

1.8 CARACTERÍSTICAS Y CONTENIDO DE ESTE LIBRO

Por todo ello este libro pretende ofrecer un repaso de los principales ingredientes de aná­lisis de la economía internacional. Explícitamente no se trata (sólo) de analizar economías nacionales más o menos abiertas a relaciones internacionales, sino de situar en el punto de partida la realidad de la globalización, y cómo afecta a las «reglas del juego», alteradas en profundidad. Ciertamente, alguien que gestionara la política económica de una empresa o un país partiendo de lo que decían (o dicen) los textos que estudian economías cerradas -pretendiendo que la apertura internacional supone algunos «ligeros retoques>>- se encon­traría rápidamente en serias dificultades.

Este libro trata de exponer los fundamentos de la Economía Internacional de for­ma que compatibilice la claridad y el rigor, presentando los aspectos realmente cen­trales sin formalizaciones que dificulten seguir los argumentos básicos. También intenta exponer las consecuencias de los mecanismos que se explican para entender o interpretar los principales temas en debate, presentando los principales argumentos de las posiciones en debate en los numerosos casos de polémica sobre cuestiones analí-

La eu1110111w i11tenwc1011al e11 un 111111ufo «loba! 25

ticas o de política. Está e'>cnto desde la perspectiva de países pequeños o medianos que participan tanto en el proceso de globalización como. e\ entualmente. en meca-nismos de integración regional.

Otra característica de este libro es la continua referencia a la-, implicacione"i sociales y políticas de los fenómenos económicos internacionales. La Economía es una ciencia sociaL que intenta explicar una realidad que sólo se puede comprender constatando la interacción de las dimensiones económicas. sociales. políticas. cultu­rales, tecnológicas, ideológicas. Por ello además. el énfasis en el binomio eficien­cia/equidad es mayor que en los textos al uso. ya que la interacción entre los requeri­mientos de la famosa «competitividad» y los de la cohesión social desempeñan un papel central en las realidades actuales y los debates que suscitan. También por ello los temas de crecimiento y desarrollo y el papel de las instituciones tienen un peso mayor que en otros textos.

Tras este capítulo 1 panorártlico e introductorio, los capítulos 2 a 4 engloban la vertiente comercial de la economía internacional. El capítulo 2 resume los funda­mentos del comercio internacional: tanto los planteamientos más clásicos, basados en aprovechar diferencias como los más modernos enfoques de aprovechamiento de eco­nomías de escala, así como las nuevas formas de multinacionalización. El capítulo 3 resume los debates entre posiciones proteccionistas y los defensores del libre comer­cio, examinando las razones y efectos de las políticas restrictivas de la libertad de comercio, así como un resumen de las reglas del sistema comercial mundial. El capí­tulo 4 presenta los ingredientes básicos de los procesos de integración comercial.

Los capítulos 5 a 7 contienen los aspectos monetarios, financieros y, en general, macroeconómicos de la economía internacional. Los conceptos y relaciones básicas se plantean en el capítulo 5, mientras que el capítulo 6 sistematiza los principales mecanis­mos de transmisión en la macroeconomía internacional y el funcionamiento del sistema financiero internacional. El capítulo 7 se centra en la integración monetaria, con especial

atención al caso del euro. El capítulo 8 está dedicado a las complejas relaciones entre economía internacional y

crecimiento en un mundo globalizado, analizando si y cómo la apertura a la economía internacional puede (o no) promover el crecimiento, presentando tanto los enfoques ana­líticos como las experiencias de países en desarrollo y los resultados sobre el conjunto de la economía mundial global.

Cuadro 1.3 Contenido de este libro

Explicaciones del comercio internacional 2

Políticas comerciales 3

Integración comercial 4

Introducción l

Conceptos y relaciones macroeconómicas internacionales 5

Interdependencias internacionales 6

Integración monetaria 7

Crecimiento y globalización 8

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26 Economía internacional

APÉNDICE AL CAPÍTULO 1

La balanza de pagos: el caso de España

La Balanza de Pagos es el documento que refleja de manera sistemática todas las transacciones de una economía con el resto del mundo. Para ilustrar su estructura e interpretación utilizaremos como referencia la Balanza de Pagos de España para 2004. tal como la presenta el Banco de España, siguiendo la metodología internacionalmente aceptada de la 5ª edición del Manual de Balanza de Pagos del Fondo Monetario Inter­nacional. Se recomienda a los lectores extrapolar los comentarios que siguen a las ediciones más recientes de su balanza de pagos nacional, así como aplicarla a otros ámbitos relevantes.

La Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos tiene como primer ingrediente la Balan­za Comercial, que recoge los ingresos por exportaciones de bienes y los pagos por importaciones de bienes. En 2004 esta balanza experimenta un «déficit comercial» de 52 mil millones de euros -equivalente al 6,3% del PIB, una cifra de cierta importancia en tér­minos comparados- ampliándose la cifra negativa respecto al año anterior, como resul­tante de un crecimiento de las importaciones superior al de las exportaciones. La debilidad de la economía europea, principal destino de las exportaciones españolas, la apreciación del euro, así como el mantenimiento de un diferencial de inflación que hace que los pro­ductos españoles continúen progresivamente encareciéndose algo más que los de la zona euro, pueden ser los principales factores explicativos de esta evolución de la balanza comercial.

La balanza de servicios alcanzó un superávit de 22 mil millones de euros -un 2,7 del PIB, un nivel apreciable pero el más bajo desde 1997- resultado, como siempre en el caso español, del superávit en la partida de turismo y viajes (3,2% del PIB) que compensa los déficits en otros servicios.

La balanza de rentas recoge las retribuciones de factores productivos nacionales en el extranjero y extranjeros en España, tanto del factor trabajo como las rentas de inversión. En los países que son destino neto de inversión extranjera, como España, los pagos por rentas de inversión dominan esta balanza, aunque en los últimos tiempos la posición inversora de algunas empresas españolas -especialmente en América Latina- ha hecho que también los ingresos por este concepto alcancen niveles relevantes.

Las transferencias corrientes recogen principalmente los ingresos y contribuciones corrientes de España a la UE -como las transferencias del Fondo Social Europeo y del FEOGA- garantía, es decir, del mecanismo de ejecución de la Política Agrícola Común -así como las remesas de los inmigrantes a sus familias en el extranjero, de creciente peso dado el papel de la inmigración que llega a España en los últimos tiempos. Las mayores contribuciones a la UE y las mayores remesas enviadas por los inmigrantes a sus países de origen han convertido esta partida por primera vez en deficitaria en 2004.

La suma de estas cuatro balanzas (comercial, servicios, rentas y transferencias corrientes) configura la posición o balanza por cuenta corriente, que fue en España en 2004 negativa por más de 44 mil millones de euros, un 5,3% del PIB.

Por su parte, la cuenta de capital recoge la evolución de las transferencias de capital, que en el caso de España principalmente son los flujos de transferencias de la UE englo­badas por Fondos como el de Desarrollo Regional (PEDER) o los Fondos de Cohesión, de los que España ha sido el principal perceptor, suponiendo esa partida el 1 % del PIB en

La econmn(a internacwna/ en un mundo g/ohal 27

2004. Como es sabido, uno de los problemas que plantea la ampliación de la CE de 200.+ es que España pierde buena parte de su posición relativa para tener derecho a tales fondos.

Para evitar alguna confusión conviene explicitar que anteriormente se denominaba cuenta de capital al registro de las transacciones financieras internacionales. lo que aho­ra se denomina «cuenta financiera» .

Cuadro 1.4 Balan-;a de Pagos de Esparza 200.J (cifras en millones de euros 1

Cuenta corriente Balanza Comercial Servicios

Turismo y viajes Otros servicios

Rentas Del trabajo De la inversión

Transferencias corrientes

Cuenta de capital

Cuentas corriente+capital

Cuenta Financiera Excluido Banco de España Inversiones directas

De España en el exterior Del exterior en España

Inversiones de cartera De España en el exterior Del exterior en España

Otras inversiones De España en el exterior

IFM Administraciones públicas Otros sectores residentes

Del exterior en España IFM Adm. Públicas Otros sectores residentes

Derivados financieros Banco de España

Reservas Activos frente al eurosistema Otros activos netos

Errores u omisiones

J

¡...

'

Ingresos Pagos ---

256.692 301.142 148.105 201 .042 68.387 46.156 36.376 9.772 32.011 36.384 24.747 38.448

469 527 24.278 37.920 15.451 15.495

9.350 803

266.042 301.945

Variación Variación Neta de neta de Pasivos Activos

VNP VNA

39.825 13.480

24.981 110.785

27.309 15.815

l.206 10.287

17.753 13.559 5.040

-l.067

Saldo

--W.450 -52.937 22.230 26.604 --U73

-13 .700 -58

-13.642 -43

8.547

-35.903

Saldos

VNP-VNA

36.843 50.844

-26.345

85.804

-9.776 -27.309

17.533

1.161 -14.010

5.147 -13.760

-5 .397

-931

Fuente: Banco de España, Balanza de Pagos y Posición de Inversión Internacional de España 2004, p. 173. Banco de España, 2005.

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28 Economía internacional

La suma de las balanzas por cuenta corriente y de capital es económicamente impor­tante porque configura, si es positiva, la capacidad de financiación de un país frente al res­to del mundo, y si es negativa, la necesidad de financiación que el país tiene ante el resto del mundo. En el caso de España en 2004 tuvo una necesidad de financiación de 35 mil millones de euros, un 4,3% del PIB -cifra no sólo superior a la del año anterior (2,5% del PIB) sino un máximo desde principios de la década de los 1990.

La forma de cubrir esta necesidad de financiación -o en caso de capacidad de financiación lo que sería la forma de aplicarla- se recoge en la cuenta financiera de la Balanza de Pagos. Se presentan sus ingredientes bien como variaciones de activos de la economía española frente al exterior (VNA) resultantes de las inversiones españolas en el exterior o en general incremento de la posición acreedora de residentes sobre el res­to del mundo (inversiones de empresas españolas en el extranjero, adquisiciones por fondos de inversión españoles de valores extranjeros, etc.), o bien como variación de pasivos frente al exterior (VNP), asociados a inversiones extranjeras que adquieren directamente o a través de participaciones financieras propiedades o derechos sobre la economía española.

Un aspecto técnico que requiere comentario es que las variaciones de activos fren­te al exterior figuran con signo negativo en la columna «saldos» (incluyendo los casos de aumento de reservas del Banco de España) ya que son «salidas o exportaciones» de capitales o financiación, en la medida que desde España la acumulación de activos netos frente al resto del mundo (divisas, acciones, bonos, etc.) supone «prestar recur­sos». Análogamente las entradas de capitales o la recepción de financiación (incluida la reducción de reservas del Banco de España, que disminuye la posición activa frente al resto del mundo) aparecen con signo positivo en el «saldo» de la cuenta financiera, aun­que suponen incrementar los pasivos netos de la economía española frente al resto del mundo.

En la cuenta financiera se distingue entre inversiones directas, inversiones en cartera y otras inversiones, primordialmente préstamos, depósitos y otros instrumentos finan­cieros. Los datos de España para 2004 muestran un papel especialmente importante de las entradas en formas de inversión de cartera (que alcanzan un máximo histórico del 13% del PIB), especialmente en valores de deuda a largo plazo (destacando títulos hipotecarios y deuda pública). Por su parte se redujo sustancialmente en 2004 el papel de la «otra inversión» canalizada a través de las Instituciones Financieras Monetarias (IFM), esen­cialmente bancos y cajas de ahorro, que en los años anteriores había tenido un papel más destacado, especialmente en las «entradas de capitales» por esta vía -mediante captación de depósitos por parte de las IFM españolas- frente a otras entidades de la zona euro y a los mayores depósitos de no residentes.

RESUMEN

1. La internacionalización de la actividad económica es uno de los rasgos más omni­presentes del mundo actual, con implicaciones de toda índole, no sólo económicas sino también sociales y políticas importantes.

2. Las transacciones internacionales tienen una vertiente comercial -superar fronteras donde históricamente se han practicado frecuentes discriminaciones a los productos extranjeros- y otra financiera -al implicar una pluralidad de monedas-.

Lo economía llltemacio11al en 1111 mwuio glohol 29

3. La globalización o mundiahzación supone cambios en las reglas del juego con nota­ble impacto en la división internacional del trabajo, en la que inciden el papel cre­ciente de economías emergentes y en de<>arrollo. así como la creciente multinaciona lización de la actividad económica.

4. La globalización supone que para muchas decisiones económicas el marco de actua­ción relevante supera los marcos estatales o nacionales. en los que en cambio siguen confinadas buena parte de las decisiones sociales y polític:.{s. que \en así mermar su efectividad. La «gobernabihdad» de la globaliLación aparece así como un tema de creciente análisis y debates

5. La globalización financiera y la configuración de bloques regionales conforman otras características relevantes de la economía global.

6. El impacto de la creciente internacionalización en la economía global sobre el creci­miento o desarrollo es uno de los ámbitos más activos de análisis y debate.

ACTIVIDADES

1. Obtenga datos de inserción en la economía global de su país y de otros países o áreas relevantes. Por ejemplo, en la web del Banco Mundial (www.worldbank.org o www.bancomundial.org) acceda a los «World Development lndicators», especial­mente a los del ámbito «Global links» para obtener datos acerca de la evolución de indicadores comerciales y financieros .

2. Acceda a la presentación de la Balanza de Pagos de España, en www.bde.es (Informes y Publicaciones, Balanza de Pagos y Posición de Inversión Internacional de España) o la del país que sea relevante para V d., así como a las cifras agregadas para áreas como la ona euro (en los Informes del Banco Central Europeo) o América Latina y el Caribe (en

los Informes Cepal). Siga la evolución de las principales partidas y sus relaciones. 3. En la web de la Organización Mundial de Comercio (www.wto.org) acceda a las Esta­

dísticas de Comercio Internacional más recientes y examine: a) el peso de los acuer­dos regionales; b) el papel de las economías emergentes; c) el comercio en inputs

intermedios.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Tugores (2000) es un breve resumen de las interacciones entre hechos e ideas en Econo­mía Internacional durante el siglo xx. El libro de Obstfeld-Taylor (2004)analiza el papel e impacto de los mercados financieros internacionales. El «trilema de la glo­balización» se formula en varios trabajos de Rodrik, entre ellos Rodrik (2005), y en Summers (1999). Krugman ( 1995) actualiza la «parábola de Samuelson» y es el punto de partida de la versión ampliada que se presenta en este capítulo.

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30 Economía internacional

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2 Comercio internacional

2.1 INTRODUCCIÓN

¿Por qué se da el comercio internacional? En principio parece razonable pensar que por razones análogas a las que explican los intercambios entre personas. Para tratar de obte­ner y disfrutar de un adecuado conjunto de bienes y servicios, las sociedades conocen las ventajas de la especialización y el intercambio respecto de las opciones de autosuficien­cia. Por tanto, nuestra primera cuestión es comparar a nivel internacional las alternativas de «especialización + comercio» frente a la autarquía, que es como se denomina en eco­nomía internacional a la situación de autosuficiencia, o autoabastecimiento. Veremos en este capítulo cómo existen una multiplicidad de explicaciones -complementarias más que contrapuestas- para explicar el amplio volumen de flujos comerciales internacionales

actuales. Una primera razón para los intercambios interpersonales o internacionales radica

en las diferencias en las capacidades o habilidades de las personas o países. Se trata de sacar partido de estas diferencias induciendo a cada persona o país a producir especiali­zadamente aquello que mejor sea capaz de hacer, aquello en lo que tiene alguna ventaja. Naturalmente, luego se intercambian las respectivas producciones a fin de que todas las partes implicadas puedan consumir (disfrutar) del amplio abanico de bienes y servicios que las personas solemos apreciar. Las explicaciones más básicas -y clásicas- de la sec­ción 2 se centran básicamente en diferencias de productividad mientras que las de la sec­ción 3 parten de diferencias en dotaciones de factores, incorporando explícitamente los problemas de distribución de la renta.

Otra posible razón para la especialización e intercambio es el hecho ampliamente constatado de que a veces es más eficiente concentrar la producción en un lugar y/o empresa: por ejemplo, saldría más caro, a las personas y a la sociedad, que cada uno de nosotros tuviese que hacerse su propio pan (y no digamos sus propios automóviles u orde­n adores) en vez de acudir a unos establecimientos especializados que hacen el de todos. No se trata (sólo) de que unas personas tengan una habilidad especial en fabricar pan, sino que la maquinaria e instalaciones utilizadas para producir permiten hacerlo de forma más barata si se utilizan a gran escala. Esta reducción del coste por unidad que se obtiene cuando el nivel de producción es elevado se denomina aprovechamiento de las economías de escala. Ello permite acceder también a una gama o variedad más amplia de productos. Ya señalaba Adam Smith cómo el tamaño del mercado actuaba como un límite a la

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32 Economía internacional

especialización. Mercados más amplios que combinen más economías de escala y acceso a una mayor variedad de productos conforman el comercio intraindustrial que examina­mos en la sección 4.

La multinacionalización de la actividad económica, como ya vimos en el capítu lo l, ha generado nuevas formas de intercambios comerciales -entre ellas el «comercio intra­firma», entre fil iales de la misma empresa o entidades del mismo grupo empresarial. Asi­mismo obliga a plantear las interrelaciones entre flujos comerciales e inversores y otras modalidades de internacionalización que repasamos en la sección 5. Unas consideracio­nes finales en la sección 6 resumen algunos mensajes del capítulo y enlazan con las res­tricciones comerciales que se examinan en el siguiente.

2.2 LAS GANANCIAS DEL INTERCAMBIO: VENTAJA ABSOLUTA Y VENTAJA COMPARATIVA

La primera fuente de incentivos a especializarse e intercambiar radica en la posibilidad de sacar partido de las diferencias entre países. Si hay varias personas con capacidades o habilidades distintas, la experiencia nos enseña que una organización de las tareas que aproveche esas diferencias es mejor solución que tratar que todo el mundo sepa y haga de todo. De hecho, éste es el motivo por el cual en las sociedades existen profesiones, eli­giendo cada persona especializarse para dedicarse profesionalmente a aquello para lo que parece o se considera mejor capacitada. En economía fue Adam Smith quien en 1776 pre­sentó una descripción clásica de las ventajas de la división del trabajo, de la especializa­ción. Naturalmente, las personas y los países estarán dispuestos a especializarse si luego pueden acceder, mediante intercambios o comercio, a todos los demás bienes que desean consumir. De ahí el binomio inseparable «especialización+intercambio» (o «división del trabajo + comercio»), contrapuesto a la autosuficiencia o autarquía. Analicemos las diferencias entre esas dos formas de organización.

2.2.1 Ventajas absolutas

En pocos casos como éste es tan útil apoyarse en un ejemplo numérico. Supongamos una economía mundial compuesta por dos áreas , A y B (que podemos llamar «países»), cada una de los cuales puede producir los dos bienes, X e Y, que desean consumir los

Cuadro 2.1 Ventaja absoluta

Recursos (horas de trabajo) necesarios para obtener una unidad de cada bien en cada país

Países

A B

Bienes X 3 5 y 6 4

Comercw intemacional 33

ciudadanos de ambos países. Cada país dispone de una cantidad dada de recursos. que de momento podemos equiparar, por ejemplo. a horas de trabajo. Los países difie­ren en los recursos (horas de trabajo) que han de destinar para producir cada uno de los bienes. El cuadro 2.1 recoge la situación inicial. Observamos que para producir el bien X el país A requiere dedicar tres horas de trabajo, frente a las cinco que son necesarias en el país B. En cambio, para producir el bien Y. ha~en falta menos recursos en el país B que en A (cuatro horas de trabajo frente a seis). En esta situación se dice que el país A tiene ventaja absoluta en la producc1on de X y el país B posee ventaja

absoluta en la producción de Y. La virtualidad del criterio de la ventaja absoluta como pauta para la especialización de

cada país parece robusta. Pero conduce a dificultades en los casos en que los datos reales muestren que un país tiene ventaja absoluta en ambos bienes. El cuadro 2.2 representa una de esas posibles situaciones, con el país A siendo más eficiente que B en ambos bienes, es decir, teniendo el país A ventaja a~soluta en ambos bienes y careciendo el país B de cual­quier ventaja absoluta. En ese marco, creer que la especialización internacional debe seguir la pauta de la ventaja absoluta eliminaría la posibilidad de comercio internacional, ya que algún país «acapararía» las ventajas en detrimento del resto. En algunas épocas se pensaba que la ventaja tecnológica de determinados p'aíses les confería este tipo de ven­tajas en prácticamente todos los bienes. Más recientemente se expresa el temor de que algunos países con bajos salarios -y creciente acceso de buenas tecnologías- les permiten producir de forma más eficiente y/o barata prácticamente todos los bienes, lo que amenaza al sistema comercial mundial. ¿Es realmente así?

-------------------- --------------------------------------------------· 1

Recuadro 2.1 ¿Reactiva la globalización la ventaja absoluta?

Como indica el texto el criterio de la ventaja absoluta se ha considerado limitado y discutible en economía internacional, ocupando el de ventaja comparativa el lugar más relevante. Pero, como se explica a continuación, ello se debe a que el análisis clásico del comercio internacional se ha hecho bajo el doble supuesto de movilidad de mercancías e inmovilidad de factores de producción. (Recuerde la etapa 3 de la «parábola de Samuelson» de la sección 1.3). Y esta restricción de que los factores no podían traspasar los límites nacionales la que convierte en cuestión central de la explicación de las ventajas comparativas las asignaciones de los recursos -factores­entre industrias en el interior de cada país. El resultado «políticamente tranquili-

ador» es que cada país tiene «algo que hacer» bajo el criterio de ventajas compa-rativas en la división internacional del trabajo. En el actual marco de la globaliza­ción a la movilidad de mercancías se le añade la mayor movilidad (asimétrica) de factores de producción. Para algunos, ello «reintroduce» un posible papel de las ventajas absolutas en la medida que los factores puedan desplazarse -por encima de las fronteras nacionales- hacia dónde su productividad sea más alta. ¿Tienden a ello las facilidades crecientes de flujos de inversión, o -aunque sea de forma más limi­tada- las migraciones? La cuestión dista de estar analizada en profundidad y menos resuelta. Pero para algunos el resultado anterior «políticamente tranquiliza­

dor» puede verse amenazado.

1 1 1 1

1 ·------------------------------------------------·--------------------------------------------·

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34 Economía internacional

La respuesta negativa a esa pregunta es la primera parte de una de las proposiciones más interesantes en economía, formulada por David Ricardo en 1817 (y calificada por Paul Samuelson como una de las pocas ideas en economía que es verdadera sin ser obvia); la segunda parte es la posibilidad de obtener ventajas del comercio internacional si los países se especializan e intercambian de acuerdo con la pauta de la ventaja comparativa, no la absoluta.

2.2.2 Ventajas comparativas

Como decíamos, el sentido común parecería indicamos que cada país debería especiali­zarse en el bien en que es más eficiente, es decir, en aquel que tiene ventaja absoluta. Pero éste es un criterio limitado y discutible. Limitado porque lo que nos dice viene a ser lo siguiente: si para formar un equipo de fútbol tienes un jugador con buenas dotes de por­tero pero que es una nulidad como delantero, y otro que es un gran atacante, pero un cola­dero como guardameta, pon al primero en la portería y al segundo para marcar goles. De la misma forma que nadie se atribuiría mayor mérito (en principio) por esta «conclusión», tampoco los economistas merecerían mayor consideración por traducir al terreno econó­mico tal obviedad. Los problemas para el entrenador del equipo surgen cuando hay un jugador superior a otros en ambos puestos y hay que decidir dónde juega. El sentido común indica que para tomar una decisión no basta examinar las habilidades de ese gran jugador, hay que considerar qué saben hacer los demás jugadores disponibles en cada puesto: por ejemplo, si hay algún otro que es casi tan buen guardameta como nuestra figu­ra, pero ninguno se le asemeja en sus dotes goleadoras, la estrella del equipo debería situarse en el ataque y otro compañero bajo los palos. Si estamos de acuerdo con este razonamiento acabamos de descubrir la ventaja comparativa: la especialización debe hacerse atendiendo a aquello que cada país (jugador) es capaz de hacer comparativamente mejor, es decir, analizando en qué actividad su ventaja es mayor o su desventaja menor.

Cuadro 2.2 Ventaja comparativa

Recursos (horas de trabajo) necesarios para obtener una unidad de cada bien en cada país

País

A B

Bien ~ 1 nT Veamos esa situación. En el cuadro 2.2, el país A ha mejorado su eficiencia en el sen­

tido de que ahora puede producir cada uno de los bienes con un tercio de los recursos que antes en el cuadro 2.1. ¿Qué observarnos al comparar ahora ambos países? Básicamente estas dos cosas:

1. En el país A se pueden producir ambos bienes utilizando menos recursos que en el B. Por tanto, el país A tiene ventaja absoluta en la producción de ambos bienes.

Comercio mternacional ~ ·"

2. Pero, en lo que respecta al bien X, el país A puede producirlo con cmco veces menos recursos que el país B, mientras que el bien Y «sólo» puede produclflo con la mitad de recursos. Diremos entonces que A sólo tiene ventaja comparativa en la pro­ducción del bien X, mientras que el país B tendría ventaja comparativa en la pro­ducción de Y.

Ciertamente puede llamar la atención -y la expenencia pedagógica es que sorprende mucho en los primeros contactos del lector con esta jerga- que a esta posición del país B se la denomine «ventaja», aunque sea comparativa, cuando es un productor más inefi­ciente que A incluso en la producción de Y. Pero las definiciones son útiles como baw; de recomendaciones, y en este caso la prueba crítica de la virtualidad del concepto de ventaja comparativa así definido será ver -como haremos a continuación- que proporciona una base adecuada para una especialización internacional ventajosa para todos.

Otra forma de interpretar esta situación consiste en deducir, a partir del cuadro 2.2, qué cantidad de cada uno de los biene6 es posible producir en cada país con una unidad de recursos: por ejemplo, si para producir una unidad del bien Y en el país A son precisas dos unidades de recursos (y efectuamos el supuesto de que la relación entre recursos y pro­ducción mantiene siempre la proporcionalidad, lo que más adelante denominaremos ren­dimientos constantes a escala), podemos deducir que con una unidad de recursos sería posible en A producir 0,5 unidades de Y. Esta cuantía nos indica la productividad del recurso en ese país y en ese bien. Ahora la ventaja absoluta en la producción de un bien se corresponde a una mayor productividad, mientras que la ventaja comparativa depende de en qué bien la ventaja de productividad es mayor o la desventaja de productividad es menor. El cuadro 2.3 muestra las productividades así deducidas para cada bien en cada país, a partir de los datos del cuadro 2.2. Esta formulación permite expresar la pauta de ventaja comparativa como la tendencia de cada país a especializarse en aquel bien en que es comparativamente más productivo. Pero retenga el lector que en la producción del bien X la productividad del país A es cinco veces mayor que la de B, mientras que en la pro­ducción de Y tal ventaja de productividad es «sólo» de dos veces.

Cuadro 2.3 Ventaja comparativa y productividades

Cantidad producida de cada bien en cada país utilizando una unidad de recurso:

Bien X

y

País

A B

1 0,2

0,5 0,25

2.2.3 Las ganancias de la especialización según la ventaja comparativa

Debemos comprobar ahora la fundamental afurnación de que si cada país se especializa de acuerdo con las pautas de la ventaja comparativa y luego participa en el comercio internacional, el resultado es una mejora tanto para la economía internacional en su con­junto como para cada uno de los países implicados en el comercio.

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36 Economía internacional

l. La economía mundial sale ganando

Para verlo supongamos que inicialmente cada uno de los países dedica una parte de sus recursos a producir cada uno de los bienes, obteniéndose en el conjunto de la economía mundial unas determinadas cantidades de X e Y. Veamos ahora cuáles serían los efectos de desplazar recursos en cada uno de los países en el sentido indicado por la ventaja com­parativa: en el país A se dedican más recursos a producir X, detrayéndolos de la produc­ción de Y, mientras que en el país B se actúa en sentido opuesto. En concreto hacemos las siguientes modificaciones:

• En el país A se retiran cuatro unidades de recursos de la producción de Y, con lo que ésta se reduce en dos unidades, y se destinan a la producción de X, por lo que ésta aumenta en cuatro unidades.

• En el país B se retiran diez unidades de recursos de la producción de X, redu­ciéndose ésta en dos unidades, destinándose a aumentar la producción de Y en 2,5 unidades.

El balance global es:

País A País B Total mundial

Producción de X +4 -2 +2

Producción de Y -2 +2,5 +0,5

Por tanto, la economía mundial puede salir ganando si los recursos se reasignan de esta forma, manifestándose visiblemente la ganancia en forma de mayor producción de ambos bienes, si cada país tiende a especializarse según la pauta de la ventaja compara­tiva. (Si se repitiese el ejemplo con los países tendiendo a especializarse en el sentido con­trario a la ventaja comparativa no se podría lograr nunca un incremento simultáneo en la producción mundial de ambos bienes).

Pero ello no basta para inducir a los países voluntariamente al comercio internacional; es necesario que cada uno de ellos pueda obtener una ganancia mediante tal especializa­ción (el país A tiende a especializarse en el bien X y el país B en Y) y el subsiguiente intercambio (el país A exporta X e importa Y, mientras el país B exporta Y e importa X).

Supondremos ahora que en un hipotético «mercado internacional» se intercambian los bienes en la relación IX por 1 Y. Es decir, el precio de X en términos de Y es 1, y el precio de Y en términos de X, asímismo, es 1. La justificación de esta concreta relación de intercambio se verá algo más adelante.

2. El país A sale ganando

La pauta de la ventaja comparativa indica que el país A debería tender a especializarse en el bien X a expensas del bien Y. El punto importante es cómo conseguir la cantidad del bien Y que los habitantes del país A requieren. No todos pueden tener claro que confiar en el comercio intem~cional para conseguirlo sea una vía eficiente, habida cuenta de que, en principio, el país A podría obtener su propia producción de Y. Se trata, pues, de comparar dos vías para conseguir, por ejemplo, una unidad del bien Y:

Comercio internacional 37

a) La autárquica: dedicar dos umdades de recursos de acuerdo con el cuadro 2.2. b) La «internacionalista»: dedicar una unidad de recursos a producir X e intercam

biarlo por una unidad del bien Y.

La vía de especialización+ comercio permite, pues, al país A obtener la unidad del bien Y con un ahorro de 2-1=1 unidad de recursos. ~

Otra forma de ver la superioridad de esta segunda vía consiste en tomar las dos unidades de recursos que serian precisos en autarquía para producir una unidad de Y, destinarlos a pro­ducir X obteniendo dos unidades de X ( cuadro2.3) que pueden ser intercambiadas por dos unidades de Y, una más de la que se obtendría de los mismos recursos en autarquía.

3. El país B sale ganando

El punto más comprometido y delicado es la demostración de que el país B, el que tiene «desventaja absoluta» en ambos 6ienes, también sale ganando. No sólo porque está en juego la propia significación de ló que es ventaja comparativa, sino que además podria pensarse que la ganancia de A se debe a una relación de precios en el intercambio que «prima» al producto que exporta (X), pero que perjudicaría al exportador del otro pro­

ducto, Y, es decir, el país B. De nuevo la comparación puede plantearse en términos del coste en recursos (horas de

trabajo) necesarios para conseguir una unidad de X, para lo que el país B tiene dos vías:

a) La autárquica: destinar cinco unidades de recursos (cuadro 2.2).

-------------------------------------------------------------------------· 1

Recuadro 2.2 La parábola de Ingram

James Ingram ha elaborado la denominada «parábola de Ingram» profundamente reveladora de cómo los aspectos sociopolíticos pueden afectar a la valoración de resultados técnicamente similares. Supongamos que el bien Y son automóviles y el X trigo. Ahora en el país A -una economía oficialmente cerrada al comercio- un empresario anuncia que ha descubierto una técnica sorprendente, que guarda en secreto que permite obtener automóviles mucho más barato que antes, de forma que está dispuesto a vender automóviles más barato que las empresas nacionales que hasta entonces los producían en el país. Probablemente el empresario será saludado como un innovador benefactor de la sociedad, y aunque los anteriores fabricantes de autos se vean abocados al cierre, será visto como el precio normal del progreso. Al cabo de un tiempo un audaz reportero descubre la «sorprendente técnica>>: el empre­sario «innovador» lo que hace es llevar el trigo a otro país donde lo intercambia por automóviles más baratos que los nacionales. Dos preguntas: 1) ¿altera esta revelación la esencia económica de lo que está pasando? Respuesta: no. 2) Pese a ello, ¿originará las mismas reacciones en la sociedad? Parece claro que ahora nuestro «innovador» será criticado como un «traidor» a la patria, insolidario con «nuestros» empresarios, etc. Ahora emergerá la diferencia entre «los nuestros» y «los otros». Se asomarán las vertientes conflictivas del comercio internacional.

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

1 1 1 1

·-------------------------------------------------------------------------------------------4

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38 Economía internacional

b) La internacionalista: dedicar cuatro unidades de recursos a producir una unidad de Y, e intercambiarla por cuatro unidades de X, ahorrando una unidad de recurso.

Otra forma de ver las ganancias para el país B es constatar como con las mismas cin­co unidades de recursos precisos en autarquía se podrían obtener 1,25 unidades de Y que podrían intercambiarse por 1,25 unidades de X, obteniendo un 25 por 100 más del bien X que con los mismos recursos en autarquía. La especialización + intercambio es una vía indirecta de acceder al bien Y más eficiente para el país B que producir ese bien directa­mente.

En este sentido, la especialización + comercio internacional tiene para el país B los mismos efectos que un progreso técnico que permitiese que cada unidad de recursos des­tinada a la producción del bien Y aumentase su productividad en un 25 por 100. Pero el recuadro 2.2 comenta algunas posibles diferencias no atribuibles a la esencia económica sino a su «lectura» sociopolítica.

Una manera de expresar la esencia de las ganancias del comercio internacional sería, pues, que permite consumir unas cantidades de bienes que el país no sería capaz de pro­ducir. (No interprete esta afirmación en el sentido que habitualmente se atribuye a la expresión: «El país vive por encima de sus posibilidades»; por el contrario, piense en la cantidad de bienes que usted consume diariamente y que probablemente sería incapaz de producir.) El recuadro 2.3 ofrece una representación gráfica de estas ganancias en térmi­nos de la ampliación de las posibilidades de consumo. (El recuadro 3.1, en el capítulo siguiente, ofrece otra forma de presentar gráficamente las ganancias derivadas del comer­cio internacional).

Es importante efectuar varias consideraciones importantes en este punto:

Cuando se pasa de una situación de autarquía en la que cada país se autoabastece de los diversos bienes a otra en que los países tienden a especializarse y comerciar, el ejemplo anterior muestra que el país globalmente considerado sale ganando. Pero ello no debe hacemos ignorar que esta apertura al comercio internacional puede tener importantes costes: los recursos existentes se han de reasignar, reduciéndose los destinados a productos en los que el país carece de ventaja comparativa y aumentando los asignados a las industrias en que sí se tiene ventaja comparativa. Este proceso de reasignación implica «reconversiones» con los problemas huma­nos, sociales, sindicales y políticos asociados. (Esta reasignación de recursos mues­tra también que el problema no es sólo la competencia por los mercados entre paí­ses, sino la competencia por los recursos entre industrias de un mismo país). ¿En qué se traduce la mayor productividad de A, su ventaja absoluta en ambos bienes? Como dicta el sentido común, un país más eficiente, más productivo, debería tener un mayor nivel de bienestar. En el caso de que la especialización sea completa (el país A sólo produce X y el país B se concentra exclusivamente en Y) podemos dar una respuesta nítida a la conflictiva cuestión de las comparaciones internacionales de bienestar. Los ciudadanos de cada país acaban pagando los mismos precios por ambos bienes, pero los residentes en A producen «SU» bien (X) con una hora de trabajo mientras que los residentes en B producen Y con cua­tro horas de trabajo. Cuesta así cuatro veces más en B obtener un bien de igual valor que en A. Por tanto, los habitantes de A tienen un nivel de consumo por

Comercio intemacwnal

Recuadro 2.3 Las ganancias del comercio internacional

La argumentación del texto puede presentarse gráficamente. Supongamos que el país A dispone de 1.000 unidades de recursos que puede distrib~ir (asignar) entre la producción de X o la de Y. Sus posibilidades vienen dadas por la línea MN de la figura 2. la: el punto N indic~ que si destinase íntegramente sus 1.000 horas de tra­bajo a producir el bien X obtendría 1.000 unidades de X, mientras el punto M muestra que si los recursos ~e destinasen íntegramente al bien Y la producción máxima sería 500 (1.000/2). Si destinase la mitad de los recursos a cada uno de los bienes se situaría en el punto medio, P, del segmento MN, y así para cualquier for­ma de distribuir las 1.000 horas de trabajo entre ambos bienes. La línea MN es, pues, la frontera de posibilidades de producción (FPP) del país A. Si el país vive en autarquía, su consumo está limi~~o a lo que produce y, por tanto, MN es asímismo, su frontera de posibilidades de ·~onsumo en autarquía.

Si el país se especializa segú'la pauuta de la ventaja comparativa en el bien X y la especialización es completa, su producción se situaría en el punto N. El comercio inter­nacional a la relación de IX J 1 Y le permitiría ir vendiendo unidades de X a cambio de unidades de Y a lo largo de la recta NM', convertida así en la frontera de posibili­dades de consumo con comercio internacional: que se sitúe por encima de la FPP muestra la superioridad de la especialización según ventaja comparativa + comercio sobre la autarquía. La ampliación de las combinaciones de bienes X e Y disponibles para el consumo es una interpretación práctica de las ganancias que propicia el inter­cambio. Por ejemplo, si en autarquía se consumía en la combinación de X e Y dada por P, el intercambio permite consurrúr más de ambos bienes: esto es válido siempre que la relación de intercambio sea P /Py > 1/2.

La figura 2. lb) muestra la FPP (línea FG) del país B, suponiendo que éste dis­pone de 4.000 unidades de recursos. De nuevo la especialización en Y, según la ventaja comparativa, y el comercio a la relación 1 Y J IX permite acceder a la fron­tera de posibilidades de consumo con comercio (FPC) FG', que permite ampliar las combinaciones de X e Y accesibles para el consumo. Este resulado se obtiene siempre que P /Py < 1,25.

El país A está dispuesto a vender X a cambio de Y siempre que P/Py sea mayor que 0,5, y el país B está dispuesto a vender Y a cambio de X siempre que P /Py sea menor que 1,25: cualquier relación de precios en este intervalo, como la elegida en un principio, P fPv = 1, permite ganancias recíprocas. Cuanto más se acerca la relación de precios á 0,5 más se aproxima para el país A la FPC (comer­cio) a la FPP y, por tanto, menores son sus ganancias, mientras que más se aleja para el país B su FPC (comercio) respecto a su FPP, siendo por tanto mayores las ganancias que obtiene B. A medida que P /Py se acerca a 1,25, los beneficios son cada vez mayores para A y menores para B. Las ganancias del comercio derivan, pues, de poder efectuar intercambios a precios que difieren de los costes de opor­tunidad de cada país, que marcan los límites del intercambio.

En todo caso, el intercambio permite obtener el bien importado con un coste de oportunidad (precio relativo) inferior (no-superior) al que hubiese sido en autarquía.

39

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40 Economía internacional

Una posible situación de equilibrio internacional sería la representada por los puntos E y E' en la figura 2.1:

País A: Produce 1.000 X País B: Produce 1.000 Y

Consume 500 X + 500 Y Consume 500 X + 500 Y

Comercio: A exporta 500 X a cambio de importar 500 Y B exporta 500 Y a cambio de importar 500 X

Relación de intercambio: IX J 1 Y

En este equilibrio, el consumo en ambos países es el mismo, pesea a que en el país B los recursos (horas de trabajo) son cuatro veces superiores. Ello implica que el consumo obtenido por hora trabajada, o nivel de vida o renta per cápita, es cua­tro veces superior en A que en B. Éste es el principal reflejo de la mayor producti­vidad del país A.

y 1.000

500

250

·-.. ~·

M -·~ E PaísA ---- f' .. ,

: p······ ....

~ ',,',,N X

500 1.000

(a)

y 1.000

500

F

----- ~-~~(· .. ' .. ' ..

País B

: \:>··,G' X . ·. 500 800 1.000

(b)

Figura 2.1 Ganancias del comercio: acceso a FPC superior a la FPP

~------------------------------------

hora trabajada cuatro veces superior a los habitantes de B. (En este caso el con­sumo por hora trabajada mide tanto el nivel de bienestar como la retribución o salario por hora). El cuadro 2.4 muestra la comparación internacional de costes de producción en A y en B cuando se multiplica el número de horas de trabajo por el salario de cada país, suponiendo en este caso que el salario de A es 4 veces el salario de B (que tomamos como unidad). Cabe observar dos aspectos cruciales: a) que ahora aparecen diferencias de costes monetarios que permiten que el país A sea el productor más barato en el bien X mientras que el país B sea el produc­tor más barato en Y; y 2) que este resultado, que asegura a cada país una pauta de especialización, se cumple para cada nivel de salario de A respecto a B com­prendido entre cinco veces (el margen de ventaja de productividad en X) y dos veces (el margen de ventaja de productividad en Y).

Co111crcw intcmacwnal .+ 1

Cuadro 2.4 Comparación de costes de producción con el solano en A cuatro i·eces superior al de B, resultado de multiplicar el número de horas de trabajo necesarios en cada paú · según el cuadro 2.2- por el salario it" = .J en el país A y por el sala no H'h= I en el ¡w1s B. (Se indica con * el menor coste resultante para cada bien).

Bien X y

País

A B .+*

8

5

.+*

Se ha supuestó en todo Jo anterior que los bienes producidos en un país pueden ser consumidos en el otro sin coste adicional alguno, es decir, hemos ignorado hasta ahora los costes dettransporte internacional. En la práctica estos costes -dejando aparte los «costes artificiales» asociados a medidas proteccionistas como las que veremos en el capítulo 3 - pueden ser mínimos para algunos tipos de bienes, pero muy significativos para otros. Algunas mercancías no pueden ser «transportadas», sino que han de consumirse «in situ», por ejemplo muchos ser­vicios: son los llamados bienes no-comerciables, sobre los que volveremos en el capítulo 5.

2.2.4 Límites del intercambio

Hasta ahora hemos supuesto que la relación de intercambio entre los bienes X e Y era de 1: 1. ¿Por qué elegimos ese valor? El autor del libro sabía que con esta relación de inter­cambio podría mostrar efectivamente cómo la especialización según la ventaja compara­tiva podía conducir a ganancias recíprocas de los países implicados en el comercio inter­nacional. No se habría obtenido este resultado si la relación de intercambio hubiese sido muy distinta de la elegida. ¿Por qué?

La forma más precisa de verlo consiste en reformular los datos de los cuadros 2.2 y 2.3 en términos de coste de oportunidad. El coste de oportunidad de «algo» es sim­plemente a cuánto hay que renunciar de otra cosa para conseguir ese algo. Para el lec­tor, el coste de oportunidad de estar leyendo en este momento este libro es sencilla­mente aquello que podría estar haciendo con su tiempo si no lo estuviese leyendo (si tuviese varias opciones alternativas, el coste de oportunidad sería la mejor de las opciones a la que renuncia por estar ahora leyendo este libro). En nuestro ejemplo, si los recursos pueden destinarse a dos opciones alternativas, producir X o producir Y, el coste de oportunidad de producir una unidad de X (Y) son las unidades de Y (X) que podrían haberse generado con los mismos recursos. Por ejemplo, con las dos unidades de recursos que hacen falta en el país A para producir una unidad del bien Y podrían haberse producido en el mismo país dos unidades de X (ya que cada unidad de X requiere sólo una unidad de recursos): por eso el coste de oportunidad de producir una unidad de Y en el país A es de dos unidades de X. Así se incorpora al cuadro 2.5, jun­to con los demás valores.

Obtenemos así una nueva forma de expresar las ventajas comparativas: en cada bien tiene ventaja comparativa aquel país cuyo coste de oportunidad sea menor. Nos va a ser

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42 Economía internacional

útil para establecer las relaciones de intercambio que hacen el comercio internacional recí­procamente ventajoso para ambos países.

Cuadro 2.5 Ventaja comparativa y coste de oportunidad

Coste de oportunidad de producir una unidad de cada bien en cada uno de los países

Bien X y

País

A

0,5 unidades de Y 2 unidades de X

B

l~ uni~d9~Y 0Junid~9~X

En términos de coste de oportunidad, para el país A obtener una unidad de X domés­ticamente implica renunciar a 0,5 unidades de Y, mientras que para obtener una unidad de Y domésticamente es preciso renunciar a dos unidades de X. Ello significa que si el país A se especializa en X:

a) Saldrá ganando si consigue obtener el bien Y renunciando a menos de dos uni­dades de X por unidad de Y.

b) Estará dispuesto a exportar X si el precio de X en términos de Y, P/Py > 0,5. c) Sus ganancias serán mayores cuanto más «caro» sea el bien X, el artículo que

exporta, respecto al bien Y, el producto que importa.

Se denomina relación (real) de intercambio ( «terms of trade») precisamente a esta relación o cociente:

Precio(s) de exportación

Precio(s) de importación

Y, por tanto, la conclusión c) significa que un país obtiene mayores ganancias del comercio internacional cuanto más favorable sea su relación de intercambio en el comer­cio internacional.

El país B, análogamente, saldrá ganando si consigue obtener el bien X renunciando a menos de 1,25 unidades del bien Y, es decir, exportará Y si P /Py < 1,25, y naturalmente será de su interés que esta relación sea lo más baja posible, o, lo que es lo mismo, que P /Px• su relación de intercambio (ya que B exporta el bien Y e importa el bien X) le sea lo más favorable posible.

Por tanto, para que se dé el comercio internacional, ambos países han de estar dis­puestos a intercambiar, lo que requiere que se cumpla simultáneamente:

1,25 > P/Py > 0,5

El valor P/Py = 1 utilizado en la sección anterior está en el intervalo que posibilita el comercio internacional mutuamente ventajoso.

Dentro de este intervalo, la relación efectiva se determina por consideraciones más amplias que tienen que ver con las demandas de cada uno de los productos a nivel

Comer( io intcmacional .+3

mundial, los tamaños de los países, el carácter competitivo o no de Jos mercados mundiales, la capacidad o habilidad negociadora, etc. Observe que al país A Je «inte­resa» que la relación P/Py tienda a su límite superior, mientras que a B le «interesa» precisamente lo contrario. El valor que finalmente surja determinará la distribución de las ganancias del comercio internacional. Desplazar a favor de un país la relación de intercambio está, como veremos en el capítulo 3, en la base d~,, algunos argumentos proteccionistas.

La sección anterior y ésta han puesto de relieve desde un principio dos elementos omnipresentes en las relaciones económicas. sociales y políticas, y, por tanto. en el aná­lisis económico: la cooperación y el conflicto. La idea de cooperación ha aparecido al mostrarse cómo mediante la especialización y el comercio los diversos países podían todos mejorar, obtener ganancias de una organización que implica abandonar la autar­quía para participar en el comercio internacional. La idea de conflicto aparece a la hora de distribuir o repartir esas gananúas. Los países tienen, por tanto, intereses parcial­mente paralelos (existencia del coiÍtercio internacional) pero parcialmente contrapues­tos (tratar de apropiarse al máximo de las ganancias que derivan del comercio interna­cional). Esta situación se reproduce en muchos otros ámbitos. Refleja los dos grandes temas que ha de resolver cualquier organización social, nacional o internacional: efi­ciencia y equidad.

El conflicto acerca de la distribución entre los países participantes en el comercio de los beneficios resultantes es pues un primer e importante ejemplo de esta dinámica coo­peración/conflicto. Un segundo caso, asimismo muy relevante en la práctica, hace refe­rencia a los problemas internos que genera la apertura al comercio internacional. En el ejemplo utilizado alcanzábamos la conclusión de que el efecto neto para cada país de optar por la vía especialización+ comercio era superior a la alternativa de autarquía. Pero la transición de una situación de economía cerrada a otra de economía abierta al comercio internacional plantea problemas de ajuste, en la medida en que el país ve modificar sus pautas de producción (por ejemplo, en la parte izquierda de la figura 2.1 se pasaría de pro­ducir en el punto P a producir -en el caso de especialización completa- a producir en el punto N). Ello implica una reasignación de recursos que puede conllevar costes: desin­vertir en un sector e invertir en otro, perder empleos en un sector y reciclarse para empleos en otro, etc. La propia explicación del comercio internacional basada en la ven­taja comparativa anuncia estos costes de adaptación, de ajuste, de transición, de forma que llama la atención sobre las medidas de política que pueden contribuir a suavizarlo y a reducir su coste social, especialmente en el caso de países que cambian su orientación de política económica de una forma significativa.

En formulaciones más sofisticadas los conflictos en materia de distribución de la ren­ta generados por el comercio internacional se harán más visibles, como veremos en la sec­ción siguiente.