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El homenaje póstumo que se le ha rendi- do a Jacob Heller Stolman en el Centro Cultural Isidro Fabela, del 11 de mayo al 6 de junio de 2010, merece el mayor reco- nocimiento y elogio, pues este recinto artístico del Estado de México —ubicado en el barrio de San Ángel de la Ciudad de México— ha subrayado atinadamen- te, con la exposición de 61 notables pie- zas pictóricas y escultóricas y una museografía impecable, la aportación a la historia de nuestra plástica de un artista singular que, aparte del intrínseco e inne- gable valor de su obra, sobre todo mos- tró la importancia de haber logrado proyectar en su producción tridimensio- nal una aguda comprensión del arte pre- hispánico, con base en el estudio continuo de las fuentes primigenias y en la previa asimilación de las tendencias vanguardistas que expresaron lo mejor de la escultura del siglo XX a nivel mundial. Así, sobre todo su obra tridimensional puede citarse por mérito propio entre la de los precursores del arte escultórico que, desde los treinta y en la época en que Heller llegó a nuestro país (1953), volvie- ron la vista al pasado estético primordial para recobrar logros ancestrales en la concepción plástica contemporánea. Pintor y escultor norteamericano naci- do en Nueva York el 5 de agosto de 1914 y muerto en octubre de 2002, Jacob Heller Stolman fue desde sus inicios ex- celente dibujante, como lo corrobora el dato de haber ilustrado, en 1934, la por- tada del número de invierno de la hoy inconseguible revista neoyorquina Bedlam, con una tinta sobre papel titula- da The Farm. Entre 1939 y 1941 expone obra plástica en el Washington Square Outdoor Art Exhibit y otras gale- rías de Nueva York bajo los auspicios de la misma ins- titución, y en el Instituto de Arte de Chicago muestra la obra titulada New England Town, que también ex- puso en el Museo Whitney. Después, en 1942, ingresa a la 4th Armed Division del ejército norteamericano; es luego trasladado a Eu- ropa como parte de la 24th Armed Division, con el cargo de diseñar y supervisar la realización de las in- signias para los vehículos de guerra y transporte. Durante su estancia europea produce múltiples bo- cetos, con base en los cuales luego pintaría al óleo una vasta serie en la que representa el horror de la devasta- ción sufrida a causa de la guerra mundial. Algunas de estas obras fueron expuestas recientemente en el Mu- seo Taller Luis Nishizawa. 5 EstePaís cultura Jacob Heller Stolman: mexicano por elección LILY KASSNER

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El homenaje póstumo que se le ha rendi-do a Jacob Heller Stolman en el CentroCultural Isidro Fabela, del 11 de mayo al6 de junio de 2010, merece el mayor reco-nocimiento y elogio, pues este recintoartístico del Estado de México —ubicadoen el barrio de San Ángel de la Ciudadde México— ha subrayado atinadamen-te, con la exposición de 61 notables pie-zas pictóricas y escultóricas y unamuseografía impecable, la aportación a lahistoria de nuestra plástica de un artistasingular que, aparte del intrínseco e inne-gable valor de su obra, sobre todo mos-tró la importancia de haber logradoproyectar en su producción tridimensio-nal una aguda comprensión del arte pre-hispánico, con base en el estudiocontinuo de las fuentes primigenias y enla previa asimilación de las tendenciasvanguardistas que expresaron lo mejor dela escultura del siglo XX a nivel mundial.

Así, sobre todo su obra tridimensionalpuede citarse por mérito propio entre lade los precursores del arte escultóricoque, desde los treinta y en la época en queHeller llegó a nuestro país (1953), volvie-ron la vista al pasado estético primordialpara recobrar logros ancestrales en laconcepción plástica contemporánea.

Pintor y escultor norteamericano naci-do en Nueva York el 5 de agosto de 1914y muerto en octubre de 2002, JacobHeller Stolman fue desde sus inicios ex-celente dibujante, como lo corrobora eldato de haber ilustrado, en 1934, la por-tada del número de invierno de la hoyinconseguible revista neoyorquinaBedlam, con una tinta sobre papel titula-da The Farm.

Entre 1939 y 1941 expone obra plástica en elWashington Square Outdoor Art Exhibit y otras gale-rías de Nueva York bajo los auspicios de la misma ins-titución, y en el Instituto de Arte de Chicago muestrala obra titulada New England Town, que también ex-puso en el Museo Whitney.

Después, en 1942, ingresa a la 4th Armed Divisiondel ejército norteamericano; es luego trasladado a Eu-ropa como parte de la 24th Armed Division, con elcargo de diseñar y supervisar la realización de las in-signias para los vehículos de guerra y transporte.

Durante su estancia europea produce múltiples bo-cetos, con base en los cuales luego pintaría al óleo unavasta serie en la que representa el horror de la devasta-ción sufrida a causa de la guerra mundial. Algunas deestas obras fueron expuestas recientemente en el Mu-seo Taller Luis Nishizawa.

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En 1945 vuelve a Nueva York, donde se inscribe enel Centro de las Artes para los Veteranos de la Gue-rra, y sigue desarrollando la amplia capacidad de tra-bajo que le fue característica.

En 1951 viaja a París donde estudia durante dosaños en L’Académie de la Grand Chaumière con Os-sip Zadkine, uno de los máximos exponentes en esaépoca de la Escuela de París, quien declaró pública-mente que “Heller tenía un espíritu extraordinaria-mente fértil”, opinión cuya certeza se veríacomprobada durante la vasta estancia en México delartista. Heller hace su aparición como artista “mexi-cano” en 1954, en la exposición titulada Contempo-rary Sculptors’ Drawings, donde muestra tallas demadera, dibujos y grabados de paisajes mexicanos yparisinos, bajo el patrocinio de la Escuela de BellasArtes de la Universidad de Ohio. Aparte de su traba-jo, dicha muestra incluyó obra de Pablo Picasso,Henry Moore, Henri Matisse, Marino Marini, Ber-nard Rosenthal, Richard Lippold, Jacques Lipchitz,Jean de Marco, Alexander Archipenko, Louise Bour-geois, Alexander Calder, Aristide Maillol y DavidSmith, entre otros.

Con la humildad que caracteriza a todo gran crea-dor y pese a su consolidada trayectoria, ingresa a laEscuela Nacional de Pintura y Escultura “La Esme-ralda”, del INBA, donde recibió clases de talla de ma-

dera del maestro José Luis Ruiz, quien lo condujocon seguridad y sabiduría en el ámbito artístico.Heller eligió la escultura desde sus primeros días ennuestro país, debido a su admiración por las antiguasobras maestras del arte prehispánico, principalmenteescultóricas, si bien se interesó de manera igualmenteprofunda por el arte dibujístico de los tlacuilos plas-mado en los códices, los llamados “libros dibujados”,que tan lúcidamente estudiara y explicara el insignemaestro Alfonso Caso.

Éstos últimos fueron fuente de inspiración predi-lecta de Heller, quien titula varias de sus creaciones hechas en nuestro país en diversas maderas y enbajorrelieve con los términos códice (codex) y símbo-los prehispánicos.

Otra parte de su producción la conforma un bagajenumeroso de obra pictórica realizada en México, enóleo sobre madera y técnica mixta con materiales co-mo polvo de mármol y aserrín, de tendencia abstractay geometrizante o con cualidades cubistas, y plasma-da con una variada y armoniosa gama de colores, sibien notoriamente influenciada por las vanguardiasque conoció en Europa.

Salvo algunos —pocos— paisajes campiranos rea-listas, que desde luego evitan el rampante folclorismocaracterístico de esta temática en nuestro país, la ex-posición contuvo además extraordinarias y vigentes

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esculturas; destacó entre ellas la titu-lada Hombre (99 x 22 x 15 cm), enmadera de encino, con un estilo deorgánica abstracción, de formas apa-recidas durante el cubismo y algunareminiscencia expresionista, que ob-tuvo mención honorífica en la Prime-ra Bienal Nacional de Esculturaconvocada por el INBA en 1962.

Con esta obra, Heller evoca ciertasreminiscencias de Formas internas yexternas, obra de Henry Moore reali-zada entre 1953 y 1954. Una y otraescultura fueron ejecutadas a partirde la premisa geométrica del huecointerior. Hace años hice hincapié enque la obra de Heller tuvo tendenciacubista. Practicó el cóncavo-convexosin apegarse a este principio de ma-nera doctrinaria, por lo que usó laconcavidad con moderación para noafectar el volumen, y poco a poco fueinteresándose más por la penetraciónde la superficie así como por la trans-parencia, que fueron elementos origi-nados por el cubismo. También hizoconstrucciones figurativas barrocasque correspondieron a su naturalezaemocional, lo que derivó en una ex-presión dramática y tormentosa.

Pero las indiscutiblemente expre-sionistas, por su exacerbado drama-tismo, son las que integran unaestupenda serie de nueve originales eimpresionantes cabezas humanoides—en bronce patinado de diversa pig-mentación y tamaño y escala semejan-tes a las reales—, sobre todo si nosatenemos a la definición de expresio-nismo que propuso el connotado crí-tico alemán Paul Westheim, tambiénavecinado en México en la etapa finalde su vida. La inclusión de esta obraen el movimiento artístico surgido enla entreguerra en Alemania es inevita-ble. Dice Westheim:

¿Qué es lo que se quiere expre-sar? No los sucesos de la vida ex-terior, sino las vivencias internasen que se refleja el encuentro delindividuo con el mundo. Ante lasapocalípticas de una época estre-mecida en sus fundamentos, elhombre llega a ser un problemapara sí mismo y busca angustiadoel sentido de su existencia […].Atormentado por las disonanciasde la vida moderna, busca la ar-monía en lo trascendental.

En una de las piezas de esta serie, ti-tulada Dos caras en una, el autor re-curre a una conformación querecuerda algunas cabezas de las lla-madas Venus de Tlatilco, en las cualestambién encontramos dos rostros enuna sola testa, lo que nos lleva a con-firmar la evidente admiración e incli-nación del autor por el arte de losantiguos mexicanos.

Mención aparte merecen varios ba-jorrelieves donde el escultor recreadiversos pasos dancísticos propios

del ballet contemporáneo. Recuér-dese que en aquella época de orode la danza mexicana, el llamadocariñosamente “Chamaco”, MiguelCovarrubias, fue director de la Aca-demia de la Danza, cargo que luegoocupara el maestro Santos Balmori,ambos artistas plásticos de faustamemoria.

También encontramos en estabrillante exposición algunas crea-ciones de estructuras paralelas enmediano y pequeño formatos y envariadas maderas mexicanas de ma-gistral y notable realización a la ta-lla directa. Entre éstas últimas haydiez de erguida y enhiesta confor-mación cuya belleza presenta unavigencia estética a toda prueba.

Todo ello corrobora la atingenciay tino con que se ha realizado estemerecido homenaje a la memoriade un escultor que, nacido en el ex-tranjero, es por elección propia ypor la excelencia de su obra parterelevante de nuestra historia plásti-ca: Jacob Heller Stolman. ~

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