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Antonio Eiras Roe1 Editor

314.7(7@)

ASOCIACI ernigraci

216670000003

La emigración española a Ultramar, 1492-1914

t a b a p r e s s -Gnipo Tabacalera-

Esta obra recoge los trabajos de investigación presentados y discutidos en la 1 Reunión Científica de la Asociación Española de Historia Moderna, que tuvo lugar en Madrid, del 11 al 13 de diciembre de 1989. La misma se desarrolló en torno a dos secciones:

1. La España de Carlos N , que coordinó Pere Molas Ribalta. 11. La emigración española a Ultramar, 1492-1914, que

coordinó Antonio Eiras Roel. La organización de la Reunión estuvo a cargo del Departamento de Historia Moderna, Centro de Estudios Históricos, CSIC; y de la Asociación Española de Historia Modema, actuando como Cecretario Agustín Guimerá. La Reunión contó con el patrocinio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y del Ministerio de Educación.

El Grupo Tabacalera ha patrocinado una parte de la edición de los dos volúmenes que recogen los trabajos de dicha Reunión.

@ 1991, ACOCIACI~N EsPAÑoLA DE HISTORIA MODERNA O 1991, EDICIONES TABAPRESS

Barquillo, 38 28004 Madrid T. (91) 319 9457 Fax: (91) 410 5260

O 1991, cada uno de los AUTORES para sus respectivos trabajos

ISBN: 84-86938-98-8 .

Depósito legal: M-9461-1991

Edición al cuidado de Maite MARTÍN FARALDO Procesamiento de textos: Maruxa BERMEJO Diseño y gráficos: Cristina ORTEGA y Luis PULGAR

Impresión: Fareso, S.A. Encuadernación: Ramos, S.A.

Portada: Sofía Reina, Inquietudes de Dulcinea, Grabado, 355 x 24,5 cm, 1991. Expuesto en Patio de la Cultura del Grupo Tabacalera, abril 1991, en Exposición a beneficio de la Fundación Reina Sofía.

RITMO, CAtJSAC Y CONSECUENCIIAC DE LA EMTGMCICjN ASTURIANA A AMERICA,

1700-1850

Uno de los problemas más seiios con los que nos encontramos a la hora de estudiar la emigracióii anterior a 1882 es el de las fuentes. Existe un sistema de aproxiniación relativamente fácil y globalmente válido que se basa en el análisis de la estructura de los censos de población que cubren el periodo de 1752 a 1900, comprobando sus diferentes grupos de edades, sexos y csbdo civil. Ciii embargo, los resultados así obtenidos son dudosos e ii\completos; dudosos, en el sentido de que, auii procedimdo a hacer ese análisis tanto glo- balmente como por concejos, es preciso tener en cuenta que algurios de éstos eran emisores y receptores al mismo tiempo, por cuya razón los censos no reflejan los movimientos migratorios, silla los excedentes netos. bicompletos, porque aclaran muy pocos aspectos del gran fenómeno migratorio, pues se limitan a los ritmos y grupos de edad de los emigrantes, ignorando el lugar de destino, trabajo, éxito o fracaso, etcétera.

Las fuentes existen, incluso abundantemente, a partir de 1830, y permiten abordar el feiiómeno rnigratorio desde todas sus veriientes. Con escasas, sin embargo, para el periodo anterior, a pesar de lo cual creemos que, tomadas conjuntamente, hacen posible llegar a descubrir al menos los aspectos funda- mentales de la emigración.

En nuestro caso, para el periodo previo a 1830, Iiemosutilizado los "padrones de moneda forcra", o de hidalguía, y las escriharas notariales. Los padrones reflejan únicamente la realidad de la población masculina y, aunque no en todos los años ni err todos los concejos declaraban sistemáticamente a quienes estaban ausentes, sí lo hicieron en suficientes casos para servinios de baremo del éxodo, sin enhar en obas pormenorizacioiies como destino, edades, dedicación, etc. Estos otros aspectos los cubre perfectamente la documentación notarial, de la que, de momento, hemos vaciado unas 900 escrituras, a la espera de prolun- dizar más en ese tema'.

Por el contrario, el siglo XTX, tal como ya se ha ccfialado, dispone de abundantes recursos infor- mativos: a) vecindarios de base en diversos concejos, que ofrecen información similar a los padrones actuales -nombre, vecindad, edad, situación socio-familiar-; b) expediente de quintas, ya existentes, pero poco útiles para el siglo XVIII, son en el XIX de una exhaordiriaria riqueza; c ) "contratos con pasajeros" y registros

idad, que constituyeti verdaderos listados de emigrantes, con su lugar de procedencia, destino, tipo rco, relación de alimentos almacenados y de la dieta conkatada, así como de los productos medicinales otiquín, etc.; d) escrituras notariales, que mantieiieli el. mismo interés que tenían en el s. XVIII; e)

.-.,--a--A

Esta donlinentación proccde íntegramente del Archivo Hist6rico Provincial de Oviedo

comentarios e información de la prensa y, en general, de tipo literario2. Las Iuentesparroquiales no aportan, en nuestro caso, algo realmente útil, salvo en facelas complementarias, como es el caso de las consecuencias demográficas de la emigración.

Objetivos y Resultados: Ritmos de la emigración

Hemos de advertir que este trabajo se limita a! área central de Asturias desde la costa al interior montañoso, eludiendo, de momento, la comarca orienta2 así como la occidental, de la que aún no hemos logrado descubrir todas las bases documentales. Dicho esto, podemos acercarnos al fenómeno migratorio comprobando el resultado de los censos a nivel de toda la región y tos de un concejo especialmente representativo. Estos son los datos, expresados en porcentajes:

Cuadro 1 Asturias

Hasta 15 años Var. Hem.

De 16 a 40 ~ á s de 40 Var Hem. Var. Hem.

A la vista de esta tabla concluimos que la emigración no tuvo importancia cuantitativa antes del siglo actual a nivel del conjunto asturiano; en cambio, en el concejo semicostero de Fravia, que participó con un 5,8% en las salidas de mediados del XIX desde el puerto de Avilés, la población femenina entre 16 y 40 años dobla a la masculina, desequilibrio más acusado aún entre los 16 y los 25 -5% de varones y 11,5% de mujeres-, prueba de las grandes diferencias zonales que hubo en el proceso emigratorio4. Pur otra parte, !as mismas cifras globales parecen indicar que, a partir de 1860, el movimiento emigratorio no se intensificó, sino que mantuvo un comportamiento regularizado, llegando incluso a remitir a fines de siglo, salvo que se haya producido un importante éxodo de mujeres, inaceptable a la luz de !a documeiitación con la que contamos.

Una bonita visión de la problemática del emigrante proyectada en las fuentes literarias puede verse en Anes, R.: "Asturias y América: la emigración", Bidea, 1987, pág. 587 y SS.; del mismo autor, su aportación en Espnwoles hncia AmMcn, ln migrncióil en masa, 1880-1930, ed. de N . Sánchez-Albornoz, Madrid, 1988.

Sobre esia área trabaja actualmente A.M. Fernándcz Romero, y los primeros resultados de su investigación están a punto de salir de la imprenta.

Un estudio de la emigración asturiana a partir del análisis de los censos fue realizado por Ojeda-San Migucl tanto en su monografía de Ayalga como en la aportación a número monográfico dedicado a "Indianos" por C~cadernos 'fe1 Nurte, 1984, bab el titulo "La emigración asturiana a América".

Podemos, sin embargo, aproximamos más al ritmo de la emigración. A lo largo del XVIII comprobamos que las salidas fueron porcentualmente pocas y circunscritasa las áreas costeras y a los valles bien comunicados y socioeconómicamente mmás desarrollados. Veamos algunos comportamientos extraídos de los padrones de Moneda Forera:

Cuadro 11

AvnÉs L u ~ ~ c o G o z ó x CANDAC-CARRUÚO Años Vecinos % ausentes Vecinos % ausentes Vecinos % ausentes

VALDES OVIEDO Años Vecinos % ausentes Años Vecinos % ausentes

2832 0,7 1751 Ciud. 1377 14,6 2694 1,4 1831 Ciud. 2467 12,2 2570 3,4 Alfoz 3498 8,6 2684 4,1 2788 8,l CACTRILL~N 2774 8,1 Años Vecinos % ausente 2778 7,2 2759 8,4 1751 473 2,9 2786 7,6 1787 781 0,7

* Datos parciales

A través de estos prcentars se observa que el movimiento emigratorio, globalmente débil, se acentuó en algunos casos por las dificultades generadas por la crisis de 1708 a 1711, atenuándose ya antes de mediados de siglo. Desde entonces volvió a elevarse, justo cuando Asturias reinició una fase de crecimiento económicodemográfico. Sin embargo, sólo excepcionalmente el 18% de los hogares de un concejo -Gijón 1950/90, llegó a contar con un emigrante, cuando la media se situaba por debajo del 10%~. Por otra parte,

5 Justamente veremos que entre 1780 y 1790 las propias autoridades centrales organizaron expediciones familiares para

poblar el Río de la Plata, mientras que las del Principado expresaron su inquietud ante la pérdida de labradores y colonos.

la tendencia al alza de la *gunda mitad de este siglo no fue general, produciéndose incluso uiia clara regresión a fines del mismo y durante las primeras décadas del XIX, como podemos observar tanto a travts cielos porcentajes de ausentes -caco de Oviedo ciudad que pasó del 14,6% de 1751 al 12,2% de 1831-, como a través de las relaciones de masculinidad:

Cuadro lIí. Concejo de Valdés .-

Años 1768 1787 1797

0-7 7-15 16-25 26-39 40-49 50 y más

En ninguno de los dos grupos tcóricamcnte más implicados en la emigración -16 a 25 y 25 a 40 arios-, puede hablarse de una reducción progresiva de la relación de masculinidad, sino, al contrario, de una cierta recuperación, lo que se confirma a la luz de las tasas de masculinidad eii los ~iacimientos y defunciones:

Cuadro IV

Costa Nac. Del

1710-9 113 1720-9 115 1730-9 113 1740-9 112 1750-9 104 1760-9 109 1770-9 106 17m-9 110 1790-9 101 1800-9 109 1810-9 108 1820-9 101

Datos facilitados por M.A. Fcrnández Ochoa.

Interior Nac. Dcf.

A lo largo del siglo XTX, la combinación de las distiiitas fuentes -expedientes de quintas, vecindarios, conkatos con pasajeros- prueba fehacientemente que al parón emigratorio de las cuatro primeras décadas siguió un despegue detectable hacia 1844-46, que se consolidó en torno a las feclias claves de 1853-56,

coincidente con la clarificación del marco legal y con graves crisis eco~iómico-dcrnopáficas. El último tiró se produjo hacia 1880, a partir de cuyo momento se dispara la corriente emigraloria, multiplicando p cuatro las cifras medias anteriores. Los expedientes de quintas y los vecindarios son bastante expresivo

EWGRACIÓN ASTURIANA A AMÉRICA 45

Cuadro V. Avilés -

Ausentes Total % ausentes % auseritcs Años Vecinos Habii. Indias auscntcs sobre vec. sobre habit.

.. .- -

N.B.: A partir de este momento los vecindarios carecen de habilidad en esta materia.

Coto del Barco

Años Habitantes

~p

% ausentes % ausentes Años Vecinos Habitantes Ausentes sobrc vcc. sobre habit.

EXPEDIENTES DE QUiNTAS Avilés

N" Ausentes Total d e Años quintos América % ausentes %

-- -

1824 194 7 2 41,7 1871 64 39,O - 1872 80 36,O

- 1874 287 64,8 70,7 1881 76 63,1 -

Soto del Barco

1823 273 32.2 1837 129 53,4 1838 205 51,2 1839 215 37,O 1840 246 42,2 1841 249 44,l 1842 239 38,O 1843 257 43,1 1844 245 52,6 1845 257 52,5 1847 260 46,3 1856 153 85,6 1872 49 71,4 1892 4 1 78,O

CONCEJOS DE MONTANA Pola de Allande

Años N-uintos % auseiites América

C a r r e ñ o P

Años N-uintos % ausentes

.-

Gozón

Pravia

Princ. XIX 1853 1854 1855 1856

Castrillón

-- Quirós

1393 47 6 5 4,O 1899 70 1,4 1,4

- - Canto Adriaiio

129 8,s 127 12,s 114 5,8

10,o

Coiisidcramos probada la periodización antes enunciada. Por ejemplo, el porcentaje de quintos ntes de Avilés en el reemplazo de 1824 era del dl%, pero en el de 1874 ya ascendía al 7,7% y, más retamente, el número de emiqados a Amfrica había sido del 7,2% y 64,8% respeclivamentc; Pravia a principios de siglo el 15% de ausentes, 36% cn 1852 y 50,9% en 1853, proporción que se mantendrá

C estos años. Hubo concejos, además, en los que no sólo se adelantó el fxodo, sino que además fue

más intenso, tal es el caso de Coto del Barco, que del 32% de 1823, pasó al 53% en 1837,85% en 1856 y 71% en 18'72. Esta diferencia de comportamiento, incluso en concejos bastante similares, indica, a nuestro entender, que la diversidad de ritmos tiene más de una razón explicativa y no puede reducirse a problemas

socio-económicos. Tal vez sea conveniente, en este momento, proceder a una primera aproximación al niamero bruto

de emigrantes. Las cifras anuales que se suelen manejar para Ashirias son de 850 entre 1835-60,1.000 entre 1861-77,1.100 entre 1877 y 1878 y 4.600 desde 1888 a 1900. Creemos que deben corresponderse bastante con la realidad, a tenor de las salidas que se produjeron desde la zona centro, sobre las que podemos hacer algunas precisiones: desde 1846 a 1853, salió una snedia de 390 personas ariuales sólo desde del puerto de fIvilés6; desde 1860 a 1865 lo hizo una media de 433 desde Avilés y Gijón7, es decir, algo más de la mitad de lo calculado para el Principado, lo que se corresponde con los niveles zonales de población.

Procedencin geoginfica de los emigrantes

Hemos visto que la emigración fue territorialmente muy desigual según indican las relaciones de masculinidad de los grupos de edad en los diferentes censos. Esta conclusión, sin embargo, puede ser engañosa en el caso de producirse movimientos interiores de población, como de heclio hubo; un ejemplo: el concejo de Castrillón aportó el 117% de los emigrantes que salieron por el puerto de Avilés entre 1846 y 1876, equivalentes al 6,3% de su población en 1860, sin embargo, desde que en 1852 se puso eii marcha la Real Compaciía de Cinc y se potenciaron sus minas de carbón, 8 de cada 10 varones que contraen matrimonio en la parroquia de Can Martín de Laspra eran forasteros procedentes de las cuencas mineras asiurianas; dicho de otro modo, el concejo expulsaba a sus hombres, pero atraia a otros para atender a la demanda especializada de la mina y de la fundición, circunstaiicia que ignoran los censos generales. De la misma forma, Gijón participó con el 15.25% de las salidas por su puerto enhe 1858 y 1870, a pesar de lo cual su población pasó de un índice 100 ea1 1857 a 191 en 1900, mientras que la media asiuriana se sitúa en 100 y 116 eii las misinas fechas, lo que significa que el gran éxodo que sufrió no supuso sino un ligerísiino alivio a su Iiaerte crecimiento provocado por intensas corrientes inmigratorias.

Hemos visto asiinisn?o que el porcentaje de ausentes en América entre los quintos de los concejos de montaha era prácticamente nulo. En realidad, ni Pola de Allande, ni Quirós, ni Canto Adriano tenían emigrantes definitivos a fines del XIX, destacando el caso extremo del concejo de Quirós, en el que en 1893 y 1899 sólo uno de sus 83 y '70 mozos, respectivamente, faltó a la cita; los ausentes regisirados eran eii su mayoría temporeros cuyo regreso se esperaba en breve.

Estas cosiclusiones se confirman a través de una fuente de gran riqueza informativa como soii contratos con pasajeros; nuestro control abarca 4.358 embarcados desde el puerto de Avilés y 3.559 des el puerto de Gijón. Pues bien, los que salieron de Avilés procedían en un 70% de concejos costeros, e

-- Las cikas están tomadas de los fondos de sanidad del Aichjvo Municipal de Avtlés, cjue recogen el nombre y númer

dc h.~~, .<~~. l \~~.et~t , ,$ i i> i i y ..tlici<iii lioi ~nir.iti>, v.¡ ;<.i i ir l < 1 .l.. 1t.8' ,;. CUII III.I,. i:iiiii I i I Iiihl. I i I,i.i.t,.li ii,. ! l liii,

il..l i i.. l i, i. l i l<t.i ('<>r,i.,rI i,l l i,l i i~.'I,iic I!i.!ii\, l . i , l . , o l i ~ i l l . . > < < ~ i ,\,,,;:, .i L I i i ..i,.iI i< r l I . 'UII .:> i',.,, . i i t i , . t l.'. por los siguientes barcos: Eusebia (6 viajes), Eo (4), Kicarda (S ) , I'atriota Ashiriano (4), Juliana, Amadora, Jesús y otro d nombre desconocido, con un viaje en cada caso. La documcrrtación de los viajes posteriores se ha extraído de los fond de Protocolos del Archivo Histúrico Provincial de Oviedo.

EMIGRACION ASTURIANA A AMFRICA 49

de Avilés, Castrillón, Cudillero, Pravia, Corvera y Coto del Barco; según nos aderikamoc en el interior asleariario, las cifras absolutas y relativas caen fortisimamente8. Aquellos que eligieron Gijón como salida procedian en un 63,5% de la costa y, &S concretamente, en& Gijón, Villaviciosa y Carrciio aportaron más de la rnikad de los embarcados9. No tiay duda, pues, de que la emigracióin hacia América en 18'10

aian un problema circuriscrito a la costa y valles próximos. Lo rpe no nos parece tan claro es que esta emigración fuese prioritariarnente un Eenómeno del mundo

rural, covno habitualtnciite se viene dicierido. No cabe duda de que en una sociedad ernineiitemcnte rural la emig.ación tenía que proceder del campo, sin embargo, el proceso re inició e11 los iiíicleos de poblacióii

más destacados, sobre todo en las cabezas de concejo; veámoslo a través del comportamiento de Avilés:

Cuadro VI

Habitantes % ausentes 70 ausentes en America

1834 Zona ceiltro Barrio d e Saburo Otras áreas

1845 Zona centro Barrio de Sabugo Otras áreas

1856 Zona centro Barrio de Sabugo Otras áreas

1860 Zona centro Barrio de Sabugo Otras áreas

~.oseiniFaiiteceiiibnrcadosenelpuerto de Aviléscntre 1846 y 1:176proccdíanpor-cenh1alrii~iitedelossi~ieiiteccnnccjos- sobre un total de 4.350 casos-:

O/. sobre total % sobre su población de einigraiiics cn 1860

11,D 6 3 3,Y 53 5 , ~ 4 3 5,7 4,s 11,s 3,9 13,O 3,5 52 2,o s,a 2,o 3,2 1,6 4 6 0,6 297 70,O -

sp6ún los datos dc M. Llorden, Gijón y Villaviciosa habríair aportado entre el 15 y cl 2570; Cai-reíin, Pd~rcs, Poiiga, Cier-o iloña. cribe el 5 y e! 7% cada una de elios; Colunga, Valdés, Oviedn y Nava, cnhe el 3 y el 5%; Zlaiiera y Kivadcsclla,

cl 2 y el 3%, y un elevado número de concejos, alrededor del 1%.

Sin enhar ahora en la explicación de este comportamiento, no podemos olvidar que la emigración

del siglo XVIIT se concenhaba más en las villas y ciudades1: y estos pioneros fueroir los qite crearon los canales de transporte posteriormente potenciados por empresarios armadores, a los que tenian más fácil acceso los Iiahitantes niás próximos a los mismos, es decir, los de la capital del concejo y lugares circuii- dantes. Poco a poco, el movimiento se ir i ampliando a sectores cada vez más extensos de la ruralía.

Condiciones farnilinre.; y edad de los m i p a n l e c

Ambos aspectos deberán permitir la confimación, matización o negación de viejas verdades absolutas teriidas como causas estrraclurales o coyuiihirales de la eini-ación. En cuaiito a las coiidiciones familiares, destaca el hecho de hatarse de familias especialmente amplias, tanto por el número de hermanos que teiiía el emigrante, como por el de otros miembros que formaban parte del hogar y que colrfiguraban grupos domésticos bastante cornptejos. Cobre estos aspectos contamos con sobrada información para el siglo XIX, pero escasa y menos homogénea para el XVITI, aunque creemos que lo suficientemente indicativa para enbeven. algunos coniportamientos; concretamente, hemos cubierto el siglo XVTII con 55 escrihiras iiotariales y un total de 73 emigrantes conocidos, que dan estos resultados:

Cuadro VI1

Núni. %

Hijos únicos Hijo mayor Otros No consta Total

Númcro de hijos/familia Familias Hijos

Dc hijo único De hijo mayor De otros Total

Faaa el siglo >UX, el níamcro de casos de la muestra podría acumularse notablemente, pc acumulación en sí no haráa otra cosa que ratificar estos resultados, por lo que hemos optado por re el muestreo a los 152 prirneros extraídos de los correspondientes censos:

'O Dos ejemplos toimdos del trabajo de A.M. Feiiiández Romero: de los 208 emigrairtcs controlados notarialmente corrcejo de Llaries, 57 corrcspondía u la villa, y de los 26 del concejo de Coluiiga, 17 correspondían a la villa de Last

~ ~

Emigrante NQasos % sobrc famil.

Hijo único Hilo mayor Hijo segundo sólo otros, sin el mayor

Tamaño y composición familiar

N" Cifra mcdia de Familias cmigrairies c~iiigranies/fainil.

Emigran 2 o más hermanos 46 NQde hermanos/farnil. de emig. 152 Mieinbros/6amil. emigrante 152

El coiitrastc entre los siglos XVIII y XIX resulta bastante evideiile, toda vez qiae en el XVIII la ~iiarciia del hijo mayor, aun iio siendo despreciable, 33%, no era comparable al 74,3% del X X . Este dalo indica que se produjo un cambio cn los comportamientos, más acentuado si se tiene en cuenta que el 21% de los emigranites del XVIIl eran hombrcs casados eii Asiurias, mientras que la presencia del cmignante casado era prácticamente nula durairte el XIX.

Otro aspccto sumamente iiidicativo de las tablas anteriores es la media de 4,6 hijos supcrvivicaites en las familias de emigrantes y de 6,7 componentes por familia, cifras realmeirte altas, sobre todo si las leemos a la luz de las siguientes precisiones: nos movemos e un área en la que tanto en el siglo XVXTT coano en el XIX predomina la familia nuclear, aunque la media global de habitantes por hogar sea de 4,ú -Carrelio, 860- o de 4,1 -Avilés en la misma fecha-, lo que vierre a deciriios que las hinilias de ernigrarites son un

% mis amplias que la media de la zona". A la espera dc rcsultados más sólidos, podemos concluir que el hecho de que emigre el hijo r-riiiyor

e familias amplias y con la suficiente (ierra para habajar, descarta el móvil de la urgencia econóii-iica y aCtn descarta el del sistema de herencia como elemento instigador de la emigración. A rriayor abiirida- ito, kiemos de advertir que en un1 buen número de las fa r~ l i as de emigrantes enkari criados a cublir huecos de éstos.

El oho aspecto de este problema es la edad del emigrante asitariario. Las difcrericias soii n»iahles he el XVlIf y el XIX; en el primero de estos siglos sólo podernos hablar de la edad aproxirrrada de los

mérica, pero no de la edad a la que emigraroni; sabernos que uri "/.% eslalbari ya casados an, por consiguiente, una edad media presiimiblemcnle superior a los 25.-30 alias, adeinis, el 28%

olleros superaban asirnismo los 25 anos, quedando, pon lo taniio, uai 50% menores de 75. Por su el siglo XIX presenta un cambio notable, rebajando espectacularmente la edad riiedia del el-iiigrariie,

e deduce de cnizar la siguiente información: edad de los emigrados --que no dc los ernigi.antes- omento de realizarse los censos, edad de los quintos y tiempo de iesiiie~icia en Arrikrica ei! el mti-

de ser llamados a filas, edad exacta de aquellos emigrantes localizados en los libros pari.ocluia!<is

-.

odflo costero de la familia asturiana representado por el coiicejo de Aviiés eii el Cntastrn dc Eriscnada, siipei-a el familias monanucleares. Harreiro, B.: "Ln saciedad asturiana", e n Hisioiin Gcrie?.nl ile Asl,iriiis, 1984).

a partir de las listas de embarque del periodo 1850-70 y a partir de las escrituras notariales correspondientes.

Toda esta información1 concuerda casi matemáticamente:

Cuadro IX --

NQasos Edad media

Edad emigrados de Cariefio, 1838 y ss. Tiempo de residencia media eir América a los 20 años. Soto del Barco Edad media conocida

Concluyendo, la edad media, de unos 25 anos es1 el siglo )<VI11, se ha reducido a 5,7% en el siglo

XIX12, al mismo tiempo que se ha modificado la ubicación y circunstancias del emigaiitc en el grupo

doméstico. Algo ha cambiado y habrá que buscarle explicación a este cambio.

Viaje y declino

Los emigrantes d e la zona cenffal asturiana anteriores a 1870 embarcaron en su mayor parte en Avilés y

Gijón, si bien un número significativo parece haberlo lieclio en La Coruiia, Cantander e incluso en puertos

andaluces. Por ejemplo, en 18~47 salieron de Avilés 92 barcos, eii su mayor parte hacia el puerto de La Corulia

y en menor número hacia el País Vasco y Andalucía; también zarparon la corbeta Juliana y el bergantín

Eo d e 167 y 150 toneladas respectivamente, iratisportand« entre ambos 284 pasajeros, que se dirigían a

Cuba; de aquellos 92 barcos de cabotaje, en los que viajaban 56 pasajeros, destacan tres, uno con 10, otro

con 7 pasajeros "con sus familias", y coi1 8 pasajeros "comprendidos en dos pasaportes" el tercero, y todos

ellos con desti~io a La Co~ufia, d e lo que se colige que se ffataba d e una escala en e1 camino hacia AmCnc

La lista de barcos que hacian la ruta americana es bastanie corta y en su casi totalidad se trataba

de veleros, que todavía seguían consffuyéndose en la dCcada de 1860': Su tonelaje oscilaba entre las 110

y las 305 toneladas para los veleros, llegando a las 1.050 para los primeros vapores, caso del "Marqués de Niáñez", primer vapor documentado que hizo el viaje desde ~ i jón ' l . La carga se destiiiaba en su mayor

parte al consumo de los pasajeros, mieiitras que, de retorno, estos barcos se coiivertían en simples cargueros

I Z El resultado concuerda con el obtenido por J. Martinez Fernindez, "Navia remota y actual: datos y referencias para historia, la emigración a las Américas (1870-1970)", Bidea, 105-106. Dice este autor: "eii la última decada del siglo pasa seemigraba tenipianamentc, constiluyendo los 14-17 aiios la edad mayoritariamente representada (...l. Enla primera init del novecientos se retraió a los 17-20 años la edad de la partida. En un principio se anticipaba a los 20 para evadir obligacion oficiales; posterlorrnente, las marchas se produjcron tras el cumplinuento d 2 servicio militar" (págs. 504-507).

l 3 En un registro de barcos de la zona de Gijón, efectuado en 1861, figuran, entre otros, los sig~iieiites dedicados al tráfic con América: Eucebia y el Veloz Ricarda, que estaban en activo ya por los años 40; Casilda, de 305 toneladas, que acabab, de salir de los astilleros de Plencia y por el que pagaron 20.500 pesos fuertes dos socios de Avilés y un terccro de Gijhn finalmente el Villa de Avilés, de másde 300 toneladas recientemente construido en Viavelez por encargo de Uango y Carbaj' del comercio avilesino, quienes pagaron 22.000 pesos fucrtcs. A.H.P.O., Escribano Alvarez, caja 2150.

l 4 El r,aporMnqirisdcN~irín figura repetidas vcccs en las referencias de los emigrantes de la década de 1870 y, en efect el 3-IY-IR75 se sabe que zarpó de Gifin, nunbo a La Habana, con carga general, 51 tripulantes y 177 pasajeros. Su tonela era de 1.050 toneladas, Archivo de la Diputación de Oviedo, Fondos de Sanidad Marítima y Emigración.

Corno pruebac sirvan estas mueshac: en 1852 enban en Avilés tres barcos procedentes de Annéfica, con 38 tripulantes, carga diversa y sin pasajeros; en 1853 lo hacen 4, y en 1854 arriban dos coii tres pasajeros, azúcar, cacao, tabaco y "otros efectos"; todos ellos proceden de La FTabana15.

El precio del pasaje en tercera clase osciló poco y, al menos antes de 1890, no le afectó susta~icialmen~e la entrada del vapor. Colia moverse entre los 600 y los 7u0 reales, mientras que el de 2 9 Ii- clases osciló enkre 1.000 y 1.400 reales, respectivamente, alcaiuando en 1880 los 2.400 e incluso los 3.000 reales los de P, a pesar de haberse acortado la duración del viaje1'. Estas notables difereucias de precios se justifican por el diferente coufort de las cimaras de los viajeros y en el menú contratado enhe el armador y los pa~ajeros'~. Por supuesto que a este gasto habrá que sumarle el del traslado liasta el puerto de embarque, la espera, a veces larga, hasta la aparición de vientos favorables, y el equipaje; sobre una muestra de %1 expedientes con sus fachrras y declaraciones testificales, localizados entre 1849 y 1860, la media de esos gastos se sitúa en 1505, con un mínimo de 1.304 y u n máximo de 1.814, iiicluyéndose en ellos el pasaje, ropa, calzado y algían dinero para los primeros días en América18.

-- - .,

l5 Archivo Municipal d e Avilés, fondos d e Sanidad, s.r.

1.03 precios del pasajc que ofrece R. Anes con de 600 reales cn 1868, 700 reales en 1876 y 1.000 reales en 1900. Por su parte, M. Uorden, ofrece unos precios en 3"lase d e 600 a 700 reales hasta 1870; d e 700 a 800 entre 1870 y 1880 y de 35 pesetas a partir d e este momcnto. Los d e 1"habi-ían pasado de 1.200-1.400 reales a 2.400-3.000 reales; op~ts cit.

" Como sintesis del trato acordado por el armador con rada gnlpo de pasajeros y dc los víveres y fármacos almacenados para el viaje, veamos el compromiso finnado notarialmeiite por D. Josi. García Sanmiguel en 1876. Los d e 1"clase "van en la cámara y se les dará el trato de cliocolate o café por la maíiana; al almuerzo, sopa, u n cocido y u n principio; a la comida, sopa, un cocido y dos principios, con vino; y por la noche, chocolate o café. Los d e 2", "van en la antecámara" y s u comida se diferencia en que sólo se les sirve "un principio" en lugar d e dos. Los de 3"'ocupaii el sollado y se les dará por la mañana abwardicnte o café; para el almuerzo, sopa y u n cocido; a la conida sopa y un cocido abundante d e patata, habichueki, tocino y carne, variándole, y por la noche, café ooguardiente, y los jueves y domingos de cada semana, ración d e vino extraordinario; el pan y agua a discrecióii a las horas que les acomode". Para "rancho de la tripulación y pasajeros" se habían embarcado los siguie~ites víveres: "80 pipas d e agua, 4.140 id. d e galleta, 4.600 d e habichuela, 2.300 d e garbanzo, 1.380 de arroz, 2.760 de carne salada en 18 barriles, 966 d e tocino en 5 cajas, 184 de jamones, 6.900 d e patata, 552 d e bacalao, una pipa de sidra, tres de vino, media d e aguardiente, media d e v i n a ~ e , 138 kilogramos d e vuios generosos, media pipa con 184 kg. d e aceite, 115 de manteca d e vaca y cerdo, 115 de pastas para sopa, 276 de cebollas y aios, 92 d e café, 184 d e azúcar, 2 d e té, 115 d e . . embutido de cerdo, 115 d e pimiento dulce, 2 d e azdráii y especias, 4 docenas de latas de conservas alimenticias, 4 botellas de licores.54 ke. d c chocolate. 54 d e dulce en caias. 12 d e dulces secos. 30 auesos de bola. 92 ke. de nasac. 2 cacos dc avellana. . " , . . . , c , , .

2 sacos d e nueces, 69 kg. d c velas esteáricas, 132 de cal, 12 de jabón, 220 docenas d e huevos, 140 gallinas y 6 gallos, 25 carneros, 8 cerdos, 4 fanegas d e mak y una vaca". En lo que al botiquín, se compone d e los siguientes fámacoc: "cuatro onzas de ácido sulfúrico, 2 libras d e alcohol alcanforado, 3 libras de manzanilla, 3 d e flor de malva, una de salvia, dos d e extracto d e saturno, seis onzas d e nitro purificado, dos libras d e hojas de sen, una d e sal higueras, dos d e cremor tártaro, dos de aceite d e ricino, media d e jalapas en polvo, una y niedia d e goma arábiga en polvo, inedia d e polvos de hasta d e ciervo, media onza d e sulfato d e quinina, cuatro onzas de láudano líquido ... dos libras de quina corteza conhmdidn, cuatro libras d e linaza en polvo, una d e linaza en grano, 6 onzas d c ungüento ainarillo, 10 d e cerato, dos libras d e niostaza en grano. 4 onzas d e mercurio terciado, ernplasto aglutinante, 6 dnceius de sanguijuelas, dos libras d e polvo desinfectante, cuatro adarmes d e piedra infernal", d e todo lo cual da fe el interventor de la Aduana.

Tal vez resulte d e interés detallar el gasto (en reales) de algún en~igruiite: Eniigmnte A Ernigrnrite B

700 700 110 1 o0 100 240 26 342 (6 cainisas,2 pantalones,% chaquetas,2 chalecos, 2 sábanas,

1 al~irohnda, 2 pañucios de bolsillo y 2 sombrcrus) 20 30 10 de un cortaplumas y unos tirantes 10 50 de 5 años dc escucla

En general, el sisterria de pago del pasaje fue al coiitado, bien antes de salir, bien a la llegada a La Habana, lugar de destino de todos los barcos que salieron de Avilés y Gijóii -de otras áreas se dirigian a México y Bucrios Aires-, pero tampoco era raro e1 compromiso de pago aplazado, previa liipoteca de Iiemis y casas como garantía, e incluso sc encuentran casos de pago niixto, acordándose una parte en rticiálico y otra en especie a mordo de ia~teri-s por demora1'.

Resulta xnuy expresivo al@ contrato de salarios y s e ~ c i o s entre amadores y tripulación. Engeneral se trataba de una 'nipulacióri de entre 23 y 47 personas, responsables de atender a los pasajeros en el viaje de ida y la cargo eii el de retorno; nomialmente se estipulaba con los tripulantes un salano mensual, pero se contemplaba con frecuencia la posibilidad de introducir participaciones en los bcnelicios en caso de nuevos

íaetes y escalas d e interés2'. Cobre el destino y trabajo de los emigrantes no podemos profundizar mucho. La mayoría se dirigía

a una ciudad y calle detcrrunadas, que parecen ser las del reclamante; sin embargo, el papel de este personaje no solía pasar de ofrecer una carta de presentación, por lo que el emigrante se veía abandonado a su suerte, con s6lo 15 arios y urra precaria formación. Su habajo más kecuente va a ser el de empleado ~zrbano, en tiendas, bares o alrnaceries, o empleado rural en ingenios de azúcar y plaritaciones de tabaco. iNo faltan casos, de todos modos, de quiencs adquirieron esclavos para alquilar su trabajo2' o crearon pcquefias ernpresas de transportez2, pero son excepciones deiitro de la irirnensa mayoría de asalariados, que se dictribuáa fundamentalmeirte entre La Habana, Cienfuegos, Finar del Río, Mataiizac y Puerto Príncipe.

Tela para jergúni y sábanas 52 7 de un libro de arihn6tica 3 paiiueios bolsiUo 30 30 de gastos a la espera del barco Comestibles 40 Dincro para gastos 200 50 Total 1,658 1.304

ilrnbos eran vecirios de Coto del Barco, de 14 y 15 aiios respectivamente en el momento de emigrar (A M. de Soto del Barc 1849)

" E! lieimario y la cuiida de Ramón Pérez, veciiio de Luarra, se comprometieron a pagar 700 reales, tan prorito com éste llegase a La Flabana en e! bcrgantínPatrioia, o bien 800 reales en el plazo de unaiio, Iiipotecando tierras de su propieda (A.1-I.P.O., Iiscrihano Inclán, f. 5 de 1846), por su parte, D. José García, vecino de Gozón, se obligó a pagar 700 reales e rnekálico y una fariega de pan en g a n o al cabo de uii año, garantizados de 6 días de bueyes, por el pasaje de su hijo ha Ida Habana, en e! caso de que el pago no se hiciese a la llegada de Este a aquella ciudad (A.H.P.O., Escribano B. Miran Carrerio, caja 684, año 1847). 20 1.a tripulación y sus salarios más frecuentes responden a la siguieiite tipología: piloto, 30 pesos por mes; contramaest

10; despnsero y carpiriieru, 16 cada una; cocinero, 20; 6 marincroc a 14 pesos por cabeza y 4 niozos entre 8 y 12 pesos cad uno (A. FI.P.O., Escribano Narañago, caja 16, 22 y otras).

No es raro eeiicontrar docurncnkos referentes a la venta de esclavos y testamentos en !os que se les concede la li cjeiiiplo, Gijón, 94-1815: Toribio Cifuentes da poirr ?ara quc pueda venderse uir esclavo n e g o de sil propiedad; 3-1-1650, verifa de iin esclavo negro; Gijón, 1856, Eusebio Alvarez hace testamento dejarido en libertad a varios esc av ricgxos(A.H.P.O., caja 2.034, L. 6 y 2126, f. 781). También M. L,LORDEN advierte de esta dedicación cri alguixos enugra~it op. cit.

"2 Cln eje~nplo cle iumdacióii de pequeiias empresas es e! de! Liceiiciado JuanNúiiez, quien en 1060 afirma Iiaber dado pode a O. Felipe 'Tejii, vecino de La I-labanu, para que admiriictrase allí siis bienes, en especial sus derechos en la "sociedad carretones noniinadn La Especulación". Ante e! iricnrnplimicnto del anterior apoderado ahora se lo concede a D. Juari Nica Alvar~z, vecino tambieii de T,a 1-Iabuna. A.1-I.P.O., Escribano Baramgo, caja 30 de 23-11-1860.

El emigrante y S14 familia en Astnrias

f al vez la imagen tópica del "indiano" anterior al siglo XIX, correspondiente a uai tipo de emigrante raro y más cualificado social y profesionalmente, haya dado origen1 a un espejismo. Auii descartando que la mayor parte fueran eritonces triunfadores, si parece que lo fueroii en proporciolies superiores que los del siglo XX, al amparo de su propia cualificación. Pero lo que está claro es que la figura del "americano" rico y filántropo concuerda poco con la realidad. Los expedientes de quiiitas permiten una aproximacióai bastante ajustada a esk realidad, y de sus datos deducimos que un 38% de los emigrados, con unia estancia media en América de 4 afios, no ha tenido contacto con su familia desde el iaistanke de sir partida y muy pocos lo tuvieron a lo largo del último ano, circunstancia de la que se liacen eco las fuenies literarias de la época. Orro 30%, compuesto de solteros residentes en Cuba, remitía pequeñas cantidades de dinero a sus familias mediante letras giradas contra comerciantes-banqufroc de Avilés y Pravia, pero también por manos de vecinos que regresaban a su tierra; el nivel de estos enm'os ha sido estimado por R. AWEC en 39.988.700 pesetas, giradas entre 1888 y 1911 a través del Banco Herrero y Cia.I3, lo que equivale a 380 pesetas por emigrante. Teariendo en cuenta que dicho banco es la entidad financiera más importante de la rcgióii, la cifra total de envios no debió de ser muy superior a la indicada. Por nuestra parte, hemos realizado una muestra sistemática de las remesas de la década de 1890 y la media resultó ser de 177,8 pesetas por giro. En resumen, se trataba de emigrantes modestos, que no pobres, de los cuales sólo una reducida proporción remitia dinero a Astunias en cantidades pequefias, que aquí se destinaron a sanear las economías familiares y, sobre todo, a la compra de tierras y a la conskucción de vivieiidas rurales, y más raramente a la connpra o constmcción de edificios urbaiios; todo lo que se salga de este nivel no era siiio una excepcióri en la Asturias de la época.

Aproximación a las causas y consecuencias de la emigración

Lo niás fácil es explicar la emigracióri por factores económico-demogrificos -problemática de baldíos, tendencia a la expansión ganadera, sistema de herencia, etc:, todo ello fundido en determinadas coyuiituras regativas que deteminarían éxodos masivos. De hecho, los mismos emigrantes liablan de "mejorar forbiia", 'buscar la vida", ... Sin embargo, no parece que las cosas liayan sido tan sencillas. TJna primera realidad

que emigrarori de las zonas más desarrolladas y en menor proporción de las áreas más atrasadas, lo [le, sin descartar la problemática económica, indica que iio se kata tanto de aieccsidades vitales corno de

ejorar fortuna". Eir segundo lugar sabernos que emigran incluso desde áreas con una fuerte iiimigración, ' lo que se desprende y se cabe que a partir de 1850, en estas tierras, Iiabia una importaiite oferta laboral

as y fundiciones. No emigraron, eii cambio, desde las cuencas mineras: no cabe duda, pues, de que 0s ante dos áreas con unos canales de información muy distintos sobre las posibilidades americanas, la convetiieiicia de emigrar y sobre la facilidad de conectar con ernpresarios-armado-, lo que aba diferentes actitudes colectivas ante el mismo liecho emigratorio.

Finalmente, nos encontranios con una realidad casi i~iliumaaia: durantc el siglo X X emigraban desde sas áreas los jóvenes varones de 15 a 16 anos para eludir el servicio militan.. De no hacerlo se veiian

- Los dalos están toiriados del estudio en colaboración realizado sobre la historia del Baiico Hcncro,

obligados a incorporarse a la milicia, con todos los riesgos inherentes a la misma, o bien "redimirse", salvo que fuesen "coitos" o claramente "inútiles"; de iro encontrarse en una de estas categorías era práclicamelite imposible evita el servicio de las arrnac. La redención resultaba prohibitiva para la casi totalidad de la población, porque su costo estaba entre 4.000 y 6.000 reales hacia 1860-7d4, en cuyo rnomento el precio

" .

del pasaje, equipajc irictuido, nosuperaba los 1.500 reales, y con él se abriala esperanza de mejorar fortuna. La elección, presuiniblewiente adoptada pos los padres, no ofrecia dudas, porque la emigración siempre seria inn vnal rnerior.

La realidad había sido diferente en el siglo XVTII, en el que la presiiíii del servicio militar era rnuy inferior y la emigración estaba formada por Iiornbres más maduros y coir un amplio camporiente de casados. Hubo un momento, en el siglo XVIII, especialmente significativo en la dfcada de 1780 a 1790, en la que el propio gobieriio organizó expediciones de asentamieiito en el Río de la Plata; los expedicionarios debian de ser labradores que voluntariameirte solicitasen su traslado a América, bajo cuya forma el iiúmero de asturianos que consiguieron marchar fue de 657, distribuidos en 90 familiaszs: la procedericia gco~á f i ca iio difería en nada d e la del siglo XIX, puesto que el 34% era de Villaviciosa y el 26% de Gijóii y Siero, distribuyéndose el resto en un sinfín de concejos costeros y de los valles próximos. Este éxodo llegó a preocupar a las autoridades regionales, que adoptaron una postura dubitaliva, aunque al filial se impus la idea del peligro que suponia para la agíicultura la emigracióii de gentes no sólo pobres sino tambifl "labradores" que abandonaban las lierrac y dejaban "desiertas sus casasNz6; indudablemente, detrás d esta protesta de la Junta Grrreral del Priiicipado estaba la sensación de peligro que sentían los poderoso ashrrianos ante la pérdida de coloiios para sus liaciendas, aunque básicamente las motivaciones ecoirómi de aquel grupo de ex~~edicioirarios tuvieron un gran peso en su decisión.

En cualquier caso, esta problemitica no es ex&apolable a la emigración ashariana del siglo XI

Para terminar, convieaie hacer unas precisiones acerca de las consecueiicias que tuvo esta emi-aciól para Asturias.

La poblaci6n ast-urianaeritre 1057 y 1877 creció a una tasa anual acumulativa del O,5%, pero ent aquella primera fecha y 1900 sólo pasó de un índice 100 a 116, auiique con desigualdades rnuy fucrt que van desde la caída del Boal, que bajó de 100 a 90, hasta la aparición del gran Gijón, que subió del 1 al 191.

Pero lo importante es comprobar que aquella subida global se produjo a base de reducir la mortali infaníil y de aumentar la media de hijos por matrimoiiio, por extraiio que resulte; veamos dos ejelnp Agones (Psavla), con emigracióir y Santa María del Mar (Castrillóii) con emigración e inmigración:

28 Las cantidades a pagar a un sustituto n inediados del XIX podían ser d e 3.000 reales pagados por D. Manuel L6 1847; d e 4.000 m5s "un yunque, un martillo, unas tenazas y uii porrón, todo en estado servible"; de 4.500, que p. I-leri~ieiiegildo Collndo en 1648. En ninguno de los contratos localizados a inediados de siglo se superaron los 4.500 re TarnbiPii se situúa en 4.500 reales la que se debería pagar a Flacicnda en el caso de próhigos con bienes propios (A. Soto del Baira, y A.H.P.O., Escribano Garrizi Bakona, cajns 216, 217 y 218; Esciibairo Miranda Caneiio, cajas 604 y Sobre eclo es interesante el eshidio deJ.M. Muro Barreiíada,"La ciintiibución de sangreen Asturias: servicio militar, trafica y sustitutos d e quintos", Astura, 2, 1984.

" La donimeritacióii se mnsexva, auiiquc parcialmente, eii el Archivo Municipal de La Coniiia, s.r.

-~

EMIGRACIÓN ASTURIANA A AMÉ~<ICA 57

Cuadro X

WilOS POR MATRIMONIO M O R T A L ~ A D INFANTK Agones Sta. M* del Mar Pravia Sta. MWar Sabugo

??o 70 %

~p --

$,S 3 3 Sobre defunciones 19,O 57,O 1 S p

4,7 4,O Cobre nacidos 14,O 29,O -

5,3 7,2 .-

Resultan sorprendentes las tasas de Santa María del Mar, pero se deben precisamente a la fuerte imigación cobre un área de reciente iiiduskiali~icióii. lo que provocó un grave deterioro de las condiciones

laborales y de habitabilidad. Sin embargo, la diierencia de las tasas de fecundidad entre 1860-80 hizo que la media de Iiijos supervivientes fuese de 3,s eni Pravia y de 5,5 en Santa María del Mar, con lo que se ompensaba la emigración local.

Mientras esto sticedía, la estructura por scxos SL' mantuvo muy estable durante la segunda mitad el siglo, o, dicho de otro modo, la emigración, con su ritmo homogCneo, no hizo sino liberar excedentes , lo que es lo mismo, quienes permanecieron en sus pueblos se esforzaron en compensar las pérdidas cniográficas ocasionadas por el éxodo.