Interculturalidades del imaginario caribeño · navegantes a la memoria histórica, la poética,...

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121 Revista HumanArtes N° 18, enero – junio 2021 Recibido: 5/10/2020 – Aprobado: 17/11/2020 https://revista-humanartes.webnode.es/ Interculturalidades del imaginario caribeño Isaura Montaño Andrádez Universidad Politécnica Territorial del Oeste de Sucre ―Clodosbaldo Russián‖ Cumaná- Estado Sucre- Venezuela montanoisaura @gmail.com Resumen Los complejos procesos de pérdida de identidad caribeña abren el repertorio de la reflexión para escuchar el pensamiento y poética de cultores populares peninsulares con toda la intensidad de sus turbulencias emotivas. De allí el compromiso ético- histórico de tejer un espacio de resonancia socio-simbólica para recrear sus vivencias, sus interculturalidades y sus historias de vidas colectivas; desde una simbiosis poética- narrativa donde confluya la significación que construye identidades y memorias colectivas. En este contexto, se crean itinerarios categoriales como memoria histórica, identidad, transculturación, diversidad que exploran el espacio caribeño; desde dos campos conceptuales: histórico-cultural y lo socio-simbólico; imbricados en un ejercicio etnográfico- hermenéutico. Es tarea esencial de nuestro tiempo rescatar esos testimonios cargados de tanta simbología, que han quedado vacíos de contenido, para que permanezcan en la conciencia colectiva venezolana y nos ayuden a comprender porque actuamos de una manera y no de otra. Se concluye que estos discursos íntimos, reveladores tienen la propiedad de mover esquemas de pensamiento y de sentimiento porque son portadores de una gran carga expresiva y emotiva, capaces de recrear vivencias y fortalecer lazos de identidad. Palabras Clave: interculturalidades, imaginario caribeño, identidad colectiva. Interculturalities of the caribbean imaginary Summary The complex processes of loss of Caribbean identity open the repertoire of reflection to listen to the thought and poetics of popular worshippers peninsulars with all the intensity of their emotional turbulence. From there the ethical- historical commitment to weave a space of socio-symbolic resonance to recreate their experiences, their interculturalities and their stories collective lives; from a poetic- narrative symbiosis where the significance that builds collective identities and memories converges. In this context, categorial itineraries such as historical memory, identity, transculturation, diversity that explore the Caribbean space; from two conceptual fields: historical-cultural and and the socio-symbolic; imbricated in an ethnographic-hermeneutic exercise. It is essential task of our time to rescue those testimonies laden with so much symbology, which have been left empty of content, so that they remain in Venezuela's collective consciousness and help us

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    Revista HumanArtes N° 18, enero – junio 2021

    Recibido: 5/10/2020 – Aprobado: 17/11/2020 https://revista-humanartes.webnode.es/

    Interculturalidades del imaginario caribeño Isaura Montaño Andrádez Universidad Politécnica Territorial del Oeste de Sucre ―Clodosbaldo Russián‖ Cumaná- Estado Sucre- Venezuela montanoisaura @gmail.com Resumen Los complejos procesos de pérdida de identidad caribeña abren el repertorio de la reflexión para escuchar el pensamiento y poética de cultores populares peninsulares con toda la intensidad de sus turbulencias emotivas. De allí el compromiso ético- histórico de tejer un espacio de resonancia socio-simbólica para recrear sus vivencias, sus interculturalidades y sus historias de vidas colectivas; desde una simbiosis poética- narrativa donde confluya la significación que construye identidades y memorias colectivas. En este contexto, se crean itinerarios categoriales como memoria histórica, identidad, transculturación, diversidad que exploran el espacio caribeño; desde dos campos conceptuales: histórico-cultural y lo socio-simbólico; imbricados en un ejercicio etnográfico- hermenéutico. Es tarea esencial de nuestro tiempo rescatar esos testimonios cargados de tanta simbología, que han quedado vacíos de contenido, para que permanezcan en la conciencia colectiva venezolana y nos ayuden a comprender porque actuamos de una manera y no de otra. Se concluye que estos discursos íntimos, reveladores tienen la propiedad de mover esquemas de pensamiento y de sentimiento porque son portadores de una gran carga expresiva y emotiva, capaces de recrear vivencias y fortalecer lazos de identidad. Palabras Clave: interculturalidades, imaginario caribeño, identidad colectiva. Interculturalities of the caribbean imaginary Summary The complex processes of loss of Caribbean identity open the repertoire of reflection to listen to the thought and poetics of popular worshippers peninsulars with all the intensity of their emotional turbulence. From there the ethical- historical commitment to weave a space of socio-symbolic resonance to recreate their experiences, their interculturalities and their stories collective lives; from a poetic-narrative symbiosis where the significance that builds collective identities and memories converges. In this context, categorial itineraries such as historical memory, identity, transculturation, diversity that explore the Caribbean space; from two conceptual fields: historical-cultural and and the socio-symbolic; imbricated in an ethnographic-hermeneutic exercise. It is essential task of our time to rescue those testimonies laden with so much symbology, which have been left empty of content, so that they remain in Venezuela's collective consciousness and help us

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    understand why we act on a way and not another. It is concluded that these intimate, revealing speeches have the property of moving thought schemes and because they are carriers of a great expressive and emotional burden, capable of recreating experiences and strengthening identity ties. Key Words: interculturalities, Caribbean imaginary, collective identity Proemio El clima cultural del presente está impregnado del histórico rescate de la memoria simbólica de los pueblos. Allí donde germina la rica cantera de la compleja realidad social, anecdótica, íntima, estética y valorativa; elementos que configuran la esencia de la vida. Es por ello que esta investigación que se desliza por la ribera caribeña de la Península de Araya- Estado Sucre - Venezuela lleva como navegantes a la memoria histórica, la poética, los mitos, las leyendas, creaciones musicales, diversiones, tradiciones y toda la magia ancestral caribeña en un intento de atarrayar la presencia socio-simbólica del Caribe, sus diversos tiempos y espacios, desde un abordaje al imaginario social de los peninsulares de Araya. Es una travesía geo- histórica que pretende reconstruir la imagen geo-poética del Caribe que la historia colonial nos presenta como piragua sumergida, desgarrada por tanta indiferencia. Dentro de este contexto, emerge este ejercicio etnográfico, entrelazado con hilos hermenéuticos para comprender la complejidad de las voces y sus poéticas en narrativa; ya que esta investigación se propone redescubrir en el mismo contexto donde interaccionan los imaginarios- algunas aristas que nos permitan acceder a la memoria socio-simbólica e histórica del Caribe desde la óptica de su polifonía discursiva; así como dar a conocer la construcción de conceptos experienciales que permitan comprender cómo los evocadores simbólicos que se trenzan en este estudio, conciben su identidad caribeña, en aras de reconstruir las interculturalidades del espacio caribeño peninsular desde la geografía imaginaria de sus poéticas y narrativas integradas en lo vivido y lo soñado. Este caudal abre el repertorio de la reflexión para escuchar el pensamiento y poética de cultores populares con toda la intensidad de sus turbulencias emotivas. Los veremos, pues, como seres simbólicos recreando sus vivencias y sus historias de vidas. De este modo, emerge Araya, como una caribeña tejida de múltiples historias y diversas miradas. El patrimonio socio-simbólico de esta península es de una riqueza sin igual, pero muestra signos de fragilidad en su memoria colectiva. Sus amuletos y mitos permanecen en un lugar recóndito, íntimo e inaccesible. Será una tarea interesante descifrar sus códigos para penetrar en las energías inéditas de un pensamiento mágico y simbólico que tiene su fuente espiritual en sus raíces ancestrales. Intentaremos pues, en esta investigación, responder Cómo se expresa y percibe la presencia socio-simbólica del Caribe en el imaginario social de los peninsulares de Araya, como ámbito privilegiado para el abordaje de sus procesos interculturales desde la geografía imaginaria de sus poéticas y narrativas.

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    En función de ello, se organizó un Foro intitulado: Presencia socio-simbólica del Caribe peninsular (2017) en aras de abrir sus espacios emocionales para albergar a cultores populares, cronistas e imaginarios del deseo para que cuenten las leyendas de sí mismos y nos muestren la riqueza de sus saberes, epopeyas y tradiciones. El lugar de la tertulia fue la Casa Cultural de Araya. En ella se dieron cita la poesía, la leyenda y la música. La invitación estuvo encaminada a construir pinceles de arena y dibujar; junto a nosotros, la sonoridad de las aguas, las gaviotas de espuma, la intensidad del azul, la majestuosidad de sus formas de vida, el canto épico de sus hechos históricos; atendiendo al llamado de los siguientes ejes problematizadores: ¿Qué es el Caribe?, ¿Se siente caribeño? ¿Por qué?, ¿Cuáles son los rasgos caribeños presentes en el peninsular?, ¿Qué legado caribeño aún encontramos en el peninsular? ¿Tiene alguna reseña poética de alguna mitología o leyenda caribeña? Nárrela. Espacios de revelación Iniciemos, pues, esta tertulia dialógica signada por los hilos de la imaginación discursiva. Solo he re-creado el escenario para la reflexión y la discusión afectiva en un intento porque aflore todo lo que se esconde en su sociología de lo vivido. Esta tertulia se concibe como un concierto, una galería, una poética del encuentro, ese algo que aún puede sorprendernos, donde solo se exhibe como punto de agenda relatar sus mundos creativos y sensibles. En aras de crear las condiciones para que la memoria histórica pueda dar sus frutos, se recrearán los discursos entrelazados de las entrevistas y de los participantes del foro, bajo la modalidad de una coral. Con esta agenda metafórica, comenzaremos este compartir: Inicia este coloquio el poeta e historiador Alejandro Millán quien expresa que el Caribe ―es una raza, una etnia de Caribe mezclada con Arawacos y con el Mar Caribe. Es una raza pura, indómita‖ Este peregrino de la cultura, expresa su preocupación por lo que ocurre en el ámbito venezolano e insta a que todos los sectores involucrados se integren al diálogo… para recrear los vínculos de una convivencia y solidaridad más humana: esta concepción es suscrita por casi todos los asistentes. Interviene el Poeta Aníbal Núñez y nos dice que ―el Caribe es todo: Raza indómita, mar, costumbres‖, visión que es compartida ampliamente por el Cronista Ramón Badaracco, quien relata que ―el Caribe es todo: los cerros, el mar, la raza, las costumbres. Los Caribes ocuparon todo el territorio. Ellos eran los dueños. Los arawacos vinieron hace 2000 años y los Caribes hace 4000 años.‖ Continúa alegando, que los Caribes quedaron depositados en las mujeres. Ellas conservaron el idioma y ese idioma es general en toda América. Los españoles comenzaron a educar a los indígenas en su idioma y en el español. Los Caribes debieron llegar por oleadas. Hay necesidad de estudiar el origen de los Caribes en forma más profunda. No hay estudios serios al respecto. Los Caribes se formaron y establecieron al margen de los ríos, acabaron con todos los pueblos que estaban a sus alrededores. El Caribe nace en el río Uruguay, de esos grandes ríos que desembocan en el Gran Río de Plata, en ese centro extraordinario había una población sorprendente que encontraron este continente despoblado.

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    Para cerrar este primer eje problematizador, el Cronista Ramón Badaracco, recitó de manera magistral un poema de Aníbal Núñez, intitulado Araya. Escuchémoslo:

    Araya Allá donde la brisa nace Allá donde todo es oscuro Allá donde la sal es lo puro Allá donde lo nuestro se acaba Araya, oh Araya Cuantos te aman Acaso no te das cuenta Que te explotan sin dejarnos nada Nadie sabe que lloras sola Cuando en tus senos saltan Tus bellas olas Se burlan y se ríen Para buscar las salidas Pero ya van alegres Se llevan tus salinas Es lo tuyo que todos admiran Explotar, explotar, Es lo que todos aspiran Ya Araya, no llores más Que ya pronto todo acabará

    Para dar inicio al segundo eje reflexivo, se leyó el enunciado referido al Caribe. Acto seguido, intervino Alejandro Millán y expreso:

    Yo soy caribeño, somos descendientes de los Caribes. En este suelo peninsular primero estuvieron Los Caribes, luego los Guaiqueríes. Somos la misma raza. Pura gente blanca boca pelada. Somos descendientes de los indígenas, por eso somos indómitos. Me siento caribeño porque tenemos dos legados económicos: la pesca artesanal y las salinas. También por la idiosincrasia de nuestras etnias‖. Concepción que complementa Aníbal Núñez: ―Todos tenemos raíces caribeñas‖. Posición que también es asumida por Ramón Badaracco: ―Por supuesto que sí. Todos tenemos un linaje mezclado con los Caribes.

    Continúa, a pesar de que en Araya emergieron los personajes más notables de Venezuela. Araya fue una ciudad itálica. Los hombres ilustres descendieron de Araya, En esta tierra habitaron Virreyes, Duques, Marqueses, etc. Todo el poderío español estaba asentado en Araya. Por eso digo que los vástagos hay que buscarlos en Araya. Ella fue la madre de todas las familias de Venezuela. Nuestros troncos y raíces están aquí, en Araya: los Rojas, Rivero, Urbaneja, los Arellanos de donde descendió el Gran Mariscal de Ayacucho… Araya fue la cuna de tantos barones insignes. Mi tío Dionisio Rivero dejó 70 hijos reconocidos en

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    Araya. Por eso enfatizo que el hombre debe vivir de los recuerdos para que no se olviden. Rasgos caribeños Al abordar el tercer eje problematizador, las intervenciones no se hacen esperar y emergen aquellos rasgos identitarios que nos definen: Toma la iniciativa Alejandro Millán:

    En el aspecto de modo de vida: la pesca artesanal y en la fisonomía tenemos los rasgos de nuestra raza aborigen que se han mantenido a través del tiempo. Nosotros tenemos mucho de ese gran cacique olvidado que fue Cayaurima. De él tenemos lo templado. Le echó broma a su vaina‖.(risas).

    Aníbal Núñez- por su lado, reitera que ―hay muchos rasgos físicos que aún se mantienen y los modos de vida‖. En este punto de la agenda hace su intervención Ramón Badaracco para hacer la siguiente referencia:

    Cuando nosotros estudiábamos, íbamos al cuartel para apreciar la fisonomía de los reclutas y ellos eran la mezcla perfecta de los indígenas con los españoles y esta mezcla fue posible gracias a que Bartolomé de las Casas narra en ―el reino de vahío‖ que en Santo Domingo mataron a todo el reino y se quedaron con las mujeres. En los hombres no se aprecia muy claro los rasgos caribeños, en cambio en las mujeres sí. Mi tipología es como la de Sucre.

    Todos los venezolanos tenemos rasgos caribeños. Por varias generaciones los Caribes se mimetizan con los blancos y aunque en algunas poblaciones de la península no se tengan rasgos físicos de los indígenas, conservan sus costumbres y su forma de ser. El negro no forma parte de la fisonomía arayera. El Padre Las Casas dibuja un reino en santo Domingo donde vivió: el reino del Vahío. El convivió con estos indígenas más o menos por el año 1510. En este reino se mataban a los hombres. Él regresó después de 20 años y se encontró con que las indias pasaron a ser las mujeres de los españoles y que estas tenían el mismo porte y conducta de las mujeres españolas. El reino se mantenía bien. A través del cruce se mimetizaron. Aquí ha pasado exactamente lo mismo. En esta oportunidad, me correspondió conducir la discusión y se abrió el derecho de palabra. La pregunta generadora giró en torno al legado caribeño que nos dejaron nuestros ancestros. Alejandro, asume la iniciativa del coloquio y expresa: esa raza indómita nos dejó como legado el anzuelo, el arpón y el Palangre que es nuestra razón caribeña. Además, tenemos cuatro elementos esenciales que son nuestro gran legado: La

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    gran salina de Araya, la pesca artesanal, las loceras y Cruz Salmerón. También nos dejó el trueque. Primero tuvimos contacto con el Golfo de Paria, de aquí llevábamos sal, conejos, cuero de chivo y ellos nos lo cambiaban por sillas y alpargatas. Ramón, re- abre un espacio retrospectivo para comentar que: Bartolomé de Las Casas decía: que los indígenas tenían voces muy bellas y utilizaban con mucha gracia numerosos instrumentos como las maracas. Los arawacos nos dejaron las raíces del idioma. No mataban a las mujeres. Las mujeres se mezclaron con los Kariña y se apoderaron de todos los pueblos. Luego se unieron las lenguas de los Arawacos con los Caribes. Después de la liberación de Cumaná se produce una inmensa mezcla de saberes y en Araya los holandeses dejaron esa cepa de los manicuareros de tez blanca y ojos azules para quienes el sol era inclemente. Las costumbres indígenas, éstas se mantienen muy bien. La erepa indígena todavía se conserva. En muchas partes se pila el maíz, el pescado ahumado también es una costumbre netamente indígena…También el arayero conserva la viveza del Caribe y su espíritu infatigable. Aníbal, concluye que nuestros ancestros nos dejaron como legado la forma de ser, los modos de vida: pesca artesanal, las salinas y también su folklore. Interesados en extraer toda esa riqueza mitológica que aún puebla con su magia los rincones peninsulares, hemos abierto un espacio o eje reflexivo- narrativo denominado ―mitología Caribeña‖ Escuchar las leyendas en las voces de estos cultores populares, es toda una experiencia indescriptible y vitalizadora; ya que la construcción de los eventos cotidianos de su vida, de su historia, constituye una experiencia similar a una lectura poética, ellos mismos construyen imágenes poéticas, justamente nos brinda la posibilidad de vivenciar hechos insólitos y sorprendentes por la vía de la palabra, y con ello la posibilidad de reinventarnos a cada paso. Ramón, con tono profético nos dice: hay que crear los resortes en Araya y realizar la gran cruzada del granito de mostaza. Hoy se aprecia un renacimiento. Les comento que era toda una tradición y leyenda la forma como se preparaba al niño de las tribus caribeñas para la vida. Se preparaban tomando en consideración su afición e inclinaciones. Por ejemplo, a los que se identificaban con los caimanes se les enseñaba a nadar, los que sentían afinidad por los monos se les enseñaba a trepar árboles, los que simpatizaban con los leopardos, les enseñaban a destacarse como corredores- cazadores, etc. También se preparaban a los que paraban flechas. Era algo impresionante. Los capitanes de las tribus transmitían las órdenes con silbidos: atacar, replegarse, defender. Ellos crearon sus propios códigos. En este instante, Alejandro nos hace referencia a algunas anécdotas de su juventud y comenta que aquí en Araya es muy famosa la leyenda de ―El abuelón de las salinas de Araya‖. Esta alusión es compartida por otros cultores presentes. Aníbal, nos sorprende – entonces- con la lectura de esa leyenda caribeña narrada por él.

    El abuelón de las salinas de Araya.

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    Esta leyenda trata de hace muchos años, cuando la gente empezó por primera vez a sacar y explotar sal de las ricas salinas de Araya, la sal la extraían durante el día y algunos se atrevían a introducirse al agua en medio de la oscuridad reinante, completamente desnudos, estos hombres con sus propias manos, iban sacando puño a puño la sal, la cual era muy apreciada e importante, la llamaban el oro blanco, y también les era útil para el salado de pescado y carnes. Cuentan que los que trabajaban en medio de la noche, hacían pequeñas fogatas para medio alumbrar las tinieblas ya que se veían algunas bolas de fuego que salían del agua y se perdían en el firmamento, pero era tanta la necesidad de sacar el oro blanco que los hombres se lanzaban como locos por toda la laguna, exponiendo sus vidas si era necesario.

    Nos narra la leyenda que la laguna estaba esa noche completamente llena de hombres sacando sal y sintieron que el agua empezó a temblar, se agitaba fuertemente y pudieron ver salir desde el centro de la salina a un hombre alto, totalmente blanco, con barbas largas que caminaba sobre las aguas y se mezclaba con ellos, de pronto en el silencio, aquel hombre salió enfurecido, haciendo gestos de muerte y gritando palabras en un idioma nuevo y todos los hombres que estaban dentro de la salina corrían despavoridos llegando a las orillas, dispersándose por caminos distintos. Quedando en el agua el extraño hombre que al ver que ya no había nadie dentro de la Laguna, se tranquilizaba y se sumergía de nuevo en las espesas aguas salinas donde desaparecía por siempre.

    La gente de Araya empezó a llamarlo el abuelón de las salinas, así que los hombres decidieron extraer la sal durante las horas del día y respetaban la noche por el temor de no encontrarse con el abuelón de las salinas. Los ancianos narraban, que a este ser misterioso le había sido encomendado y dado la misión de cuidar y proteger por siempre intactas las salinas para que no fueran violadas, quedando su espíritu como el protector eterno de las rosadas y ricas salinas de Araya.

    Entre sutilezas y matices ficcionales, se incorporan a este conversatorio dos Cronistas Peninsulares: Carlos Isaba (Araya) y Julio Hernández (Manicuare). Recreamos las subjetividades que se despliegan en la construcción de ese otro discurso, bajo la modalidad de la entrevista semiestructurada; Hurgaremos ahí, donde la diversidad es un símbolo crucial de nuestra identidad como pueblo. Carlos Isaba: Cronista de Araya

    El Caribe es todo, porque abarca desde nuestra forma de vivir hasta la penetración de la nueva cultura impuesta con la llegada de ―Colón‖ y los diferentes países europeos, entre comillas porque esta llegada colombina está en entredicho. Hay indicios de que nosotros fuimos

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    visitados por otras culturas europeas antes de que llegara Colón a estas tierras y se ha mantenido oculto en los diferentes estratos de la sociedad. Fuimos incluso visitados por chinos. Hay indicios de mapas, razas que así lo demuestran. Todavía hay un misterio con respecto a nuestros orígenes y este sólo puede ser respondido por los avances tecnológicos que nos sitúen en esa época y mediante los avances científicos a través del genoma humano. Solo de este modo, podemos confirmar de dónde vinieron las primeras etnias de Araya porque hay poco material al respecto y las etnias como tal han desaparecido por el proceso de transculturación, impuesta por los españoles…Incluso hay dudas de que Colón haya penetrado por Macuro. Hay serias contradicciones y desacuerdos al respecto porque Araya no tiene aún una partida de nacimiento. Nuestra historia oficial está plagada de muchas contradicciones, es un proceso que tenemos que transitar para recuperarla porque ésta reposa fuera de Cumaná, en España.

    Julio Hernández (Cultor popular y Cronista de Manicuare)

    El Caribe encierra todo un concepto hermosísimo de los que han habitado esas costas caribeñas. A parte de islas debe ser el enlace unificador de los que habitamos las costas del Caribe. Más allá de que en todas las raíces culturales nos parecemos, el hábitat nos constituye. A parte de ser mar, un espacio geográfico. Es un sitio de encuentro donde se mezclan las identidades caribeñas. Hoy el Caribe representa una identidad propia y diversa, de mezclas, de culturas, es la esencia misma del ser latinoamericano caribeño que tiene una producción propia, cultural, económica, social que ha sido abordada por muchos presidentes interesados en la unificación del Mar Caribe. En síntesis, el Caribe somos todos.

    Carlos Isaba: Cronista de Araya

    Ante la pregunta ¿Se siente caribeño? Alega: no es sentirse caribeño. Todos tenemos esa cultura y fenotipo Caribeño impreso en nuestra sangre: Tengo sangre caribeña. Tú eres Caribe. No es que me siento, soy Caribe. Algunos pobladores- sobre todo de Manicuare, Merito, quieren desconocer que tienen sangre caribeña posiblemente porque le han inculcado el racismo. Todos estos pueblos fueron pueblos pescadores en sus inicios. Quizás por su tez blanca, se les inculcó que eran descendientes solo de europeos y se fue generando el racismo. Todos somos descendientes del Caribe. Es falso que solo tengamos sangre europea porque las expediciones de España-Holanda- Francia, e ingleses no traían mujeres. Eran expediciones netamente de hombres. ¿Cómo se explica –por ejemplo- que durante 50 años de presencia holandesa en Araya no hayan tenido relaciones maritales con nuestras indígenas? ¿Con quiénes procrearon entonces?

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    Por otro lado, la península abarca desde Punta de Araya hasta más allá de Chacopata y los negros fueron empleados como mano de obra esclava en las plantaciones de Cariaco y Campoma que limitan con nuestro municipio. Muchos de ellos huyeron hacia la península para evadir el duro trabajo en las plantaciones y otros fueron usados como esclavos para extraer y transportar la sal hasta el muelle porque éste era un trabajo muy laborioso, y había que llenar grandes cantidades de navíos que debían partir hacia Europa. Es más, la gente blanca de Araya tenía sus dos o tres esclavos y vivían en la Colina de los Ángeles, también llamada Agua Santa, donde actualmente se ubican los Pitillos que son pobladores de El Rincón y que residen en esta zona…Por lo tanto, si hubo penetración de gente negra en la península.

    Julio Hernández (Cultor popular y Cronista de Manicuare)

    Sí, es que todos somos hijos de los Caribes, estamos cercados por el Mar Caribe. Nuestra raíz es de origen caribeño. Una mezcla de etnias los Caribes, los Chaimas, Cumanagotos y Guaiqueríes. Nosotros somos caribeños porque fueron los Caribes quienes nos poblaron. El nombre de Manicuare tiene relación con dos vocablos indígenas: Mene que significa Petróleo, resina y cua que significa sitio, riachuelo. Por lo tanto Manicuare se conoce como el lugar donde hay petróleo. Nuestro pueblo se llamó Manicuari (ese era el nombre dado por nuestras tribus) pero para hacerlo más colonizante, los españoles le quitaban la i y la sustituían por la e. Araya también tiene origen indígena, nuestros indios la llamaron Araía. Es una cuestión de lógica. Todos tenemos raíces aborígenes, incluyendo a Tacarigua y Merito, aunque ellos se jacten de decir que tienen rasgos europeos, todos tenemos rasgos caribeños. Claro que hubo una penetración cultural europea, holandesa; pero los primeros que se radicaron aquí fueron los indígenas.

    Cuando los españoles derribaron el Castillo de Araya, muchos de ellos se vinieron a Manicuare y aquí tuvieron relaciones con nuestras aborígenes que pertenecían a las etnias Caribes… Ese es nuestro pasado, negarlo o ignorarlo es renegar a la identidad de uno. No negamos que hubo una transculturación, de hecho a nosotros nos catalogaban como los manicuareros bocas pelas porque aquí comulgaron españoles, holandeses, franceses etc… Nuestro poeta Cruz María decía que él era un indio, que esa era su raza. Los indígenas estaban asentados aquí, pero los europeos nos invadieron nuestros espacios.

    Carlos Isaba: Cronista de Araya

    ¿Cuáles son los rasgos caribeños presentes en el peninsular? Nos inculcaron el racismo. Manicuare, Araya y Merito fueron poblaciones de pescadores en sus inicios y se quedaron ahí, fueron de blanca tez y a

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    ellos se les inculcó el racismo; por lo que te comentaba, las expediciones europeas España- Holanda no traían mujeres, eran netamente expediciones de hombres. Por lo tanto, sí tenemos descendencia caribeña, Porque estos expedicionarios europeos tuvieron presencia en Araya durante 50 años. Mi pregunta es ¿Con quiénes procrearon entonces?

    Hay rasgos que indudablemente no vemos que es el genotipo, pero el fenotipo si lo percibimos a través del rostro, color de la piel, la forma de los ojos, el pelo… Si empezamos a visualizar notamos que la mayor presencia indígena está en el Guamache y Punta de Araya. Yo manejo una tesis que estoy fundamentando donde sostengo que nosotros somos descendientes del Japón. Mucha gente de Araya tiene rasgos asiáticos, su fisonomía es asiática. En Araya, hubo presencia del verdadero caribeño. Punta Colorada es una población que tiene esas características. Mi abuela Catalina era una india con facciones de gente asiática, y estos rasgos se mantienen en mi mamá y mi hija.

    Julio Hernández (Cultor popular y Cronista de Manicuare)

    Los rasgos caribeños presentes son muy parecidos porque el Caribe se parece tanto. Por ejemplo, en sus modos de vida; la pesca. Es esencial los elementos que los identifica: la pesca, la misma forma de ser la persona; aunque tengan diferentes formas dialécticas, tenemos las mismas costumbres y creencias. Con todos los cambios culturales somos una población creyente igual que Jamaica, Puerto Rico, variadas, pero con el mismo clima tropical. Casi todos los países caribeños conservan sus diferentes ritmos musicales, pero con igual matices caribeños. Por ejemplo, nuestra expresión llanera: el joropo; la cumbia de Colombia, Puerto Rico con su samba se mezcla de ritmos, cantos y música. La décima espinela venezolana es diferente a la cubana, pero lleva la misma tendencia del galerón. Tenemos una confluencia de culturas que lo podemos palpar en el mismo grupo cazuela de aquí de Manicuare: ellos tocan música oriental, pero igual cantan la cumbia. También lo ve uno en las danzas, en las mismas expresiones del ser humano. Somos una sola familia: venimos de los Caribes. Los guerreros que lucharon y dieron su vida por sus ideales.

    Carlos Isaba: Cronista de Araya

    ¿Qué legado caribeño aún encontramos en el peninsular? Nosotros vemos el legado desde acá, lo cual es una visión etnocentrista. El centro de todo era Europa, la cruda realidad nuestra es que el legado de nuestros aborígenes fue el que permitió la penetración europea. Nuestros indios los enseñaron a pescar, recolectar los vegetales que se podían comer, la siembra, cómo cazar y hasta el lenguaje. Los europeos se vieron en la imperiosa necesidad de aprender nuestros

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    dialectos, nuestros conocimientos ancestrales. Uno de los legados caribeños fue nuestra forma particular de hablar. Y esta peculiaridad la vemos en Chacopata, Guayacán porque allí hubo poca presencia europea, ésta se acentúo más en Araya y Manicuare. También en Tacarigua y Merito. Ellos nos dejaron su forma y modos de vivir y de pensar. La gente de Manicuare acaba con la Presencia indígena del lugar. Allí hay un cerro llamado el indismo donde se han encontrado vasijas que a nivel arqueológico data de más de 1500 años.

    Julio Hernández (Cultor popular y Cronista de Manicuare)

    Sus formas de trabajo, sus prédicas, sus herramientas, sus formas de elaborar las nasas, de pescar, de sobrevivir. Nos dejaron la rebeldía como uno defiende a su territorio, a su patrimonio tangible que tenemos, en contra de cualquier abuso de someter al pueblo. Cruz María fue un Caribe nato, se enfrentó a la dictadura gomecista. Fuimos el único pueblo peninsular que mostró su resistencia cultural a través de la pluma de Cruz María Salmerón en defensa del territorio nuestro. Somos rebeldes por naturaleza en la defensa de nuestros hijos y pertenencias.

    Carlos Isaba: Cronista de Araya

    ¿Tiene alguna reseña poética de alguna mitología o leyenda caribeña? Ante esta interrogante, responde: La historia caribeña no existe, se ha perdido en el tiempo. Nuestros indígenas transmitían sus conocimientos y cultura en forma oral y cuando llegan los españoles desaparece… Punta de Araya la tenemos que tomar a nivel histórico con sutileza. Si analizamos los mapas de la época, aparece Punta de Araya y no Araya. Los cartógrafos de la época lo que venían dibujando era la costa. Punta de Araya era el puente para entrar a América del Sur, de allí la importancia de este eje estratégico. Los barcos que llegaban de Europa atracaban era en Punta de Araya, las piedras más preciosas eran extraídas de esta aldea. Lo que pasa es que no hay material histórico que corrobore esta afirmación, pero Punta de Araya tenía más importancia para el mundo que Araya y Manicuare, sobre todo cuando el poder residía en Cubagua. De las Casas, hace alusión de que los barcos europeos llegaban a Punta de Araya y que éste se convirtió en el puerto más importante del oriente por su gran auge comercial derivado de las perlas.

    Julio Hernández (Cultor popular y Cronista de Manicuare)

    Tengo anécdotas que han marcado etapas: En el puerto de Santa Fe, Cruz María, su hermano Antonio y otros compañeros echaban a pelear a los gallos. Ellos fueron a la gallera y allí llegó López Contreras, quien era para ese entonces Presidente de las salinas de Araya y los

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    manicuareros llevaron un gallo que iba a pelear con el de López Contreras. Antes de la pelea, se acostumbraba a desinfectar las espuelas de los gallos con limón y alcohol. Desinfectaron las espuelas del gallo del manicuarero Ismael López, pero no al gallo de López contreras. En ese momento intervino Cruz María y le preguntó Por qué no se desinfectó el otro gallo y López Contreras responde a ese gallo no porque es del presidente. Usted puede ser presidente, pero la justicia social es igual para todos. Si eso es así, el gallo de mi amigo no va a la pelea. La historia hay que buscarla debajo de las piedras.

    Otra anécdota fue cuando un funcionario de Gómez le pidió que escribiera algo para el dictador en víspera de su cumpleaños y éste respondió: ¿usted no ha escuchado hablar del Cisne negro, el barco que carga a los leprosos y los echa en alta mar? pues dígale a su presidente que en Manicuare hay un bardo enfermo porque mi pluma no se prestará para escribirle a un tirano. Cruz María es para nosotros un guía espiritual, su pensamiento filosófico, cultural, social, político está vivo por eso queremos que incorporen en el currículo de bachillerato la cátedra salmeroneana.

    Himno rizomático Esta travesía se emprende con espíritu bohemio, por ello se dejan a flor de piel esencias y savias de un Caribe vivo, estetizante que emerge de las transversalidades que emana de las miradas y poética de los imaginarios peninsulares y que armonizan en la entonación de un himno lleno de experiencias estéticas por contar. En este himno rizomático confluyen cinco categorías de análisis: percepción del Caribe, rasgos caribeños, arraigo caribeño, legado caribeño y mitología caribeña, los cuales - a su vez- despliegan varios núcleos temáticos. Todos los imaginarios en interacción se expresan entrelazados, visualicemos, entonces, esta atarraya, construida con los hilos de la imaginación de los participantes en el foro y los imaginarios de las entrevistas: Percepción del Caribe Entre los elementos caracterizadores de la percepción del Caribe destacan:

    Es una unidad geográfica extensa donde una raza indómita nos dejó un legado cultural interesante. (Núñez, J). Es una raza pura, indómita. (Millán) Fue un legado que Dios nos dejó, una reliquia.( Vásquez), Tiene dos connotaciones: una geográfica que es el Mar Caribe que baña estas costas y la otra es la de nuestra raza ( Fuentes) Es donde pernotan las etnias generacionales(Rivero), Es todo: Raza indómita, mar, costumbres (Núñez, A), el Caribe es todo: mar, raza, costumbre, (Badaracco), raza indómita, guerrera (Fernández), raza aguerrida (Marval), es raza bravía (Marín) El Caribe es todo, porque abarca desde nuestra forma de vivir hasta la penetración de la nueva cultura impuesta

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    con la llegada de ―Colón‖,( Isaba), Es un sitio de encuentro donde se mezclan las identidades caribeñas. Hoy el Caribe representa una identidad propia y diversa, de mezclas, de culturas, es la esencia misma del ser latinoamericano caribeño…En síntesis, el Caribe somos todos. (Hernández)

    En esta confluencia de voces entre evocadores de las parroquias Araya y Manicuare se percibe una gama de policromía en torno de la percepción del Caribe. Destacándose múltiples vertientes que intentan conceptualizar al Caribe. Es así como se despliega en estas apreciaciones un abanico de caracterizaciones religiosas, geográficas, étnicas, económicas, afectivas y como totalidad. Las distintas corrientes marinas y mareas verbales nos llevan al reencuentro con nuestra espuma primigenia y perfilan al Caribe como transmutado, en trayecto aventurero, deseoso de exaltar la belleza de nuestros paisajes y el idilio de una raza indómita, bravía, aguerrida, luchadora que se mimetiza con el mar Caribe y con el otro, integrando todas las siluetas étnicas, sus múltiples matices, flujos estelares, diversas órbitas, desiguales velocidades de rotación y se concretiza en un único portador de todo lo que somos en esta policromía geohistórica. Todas estas conceptualizaciones llevan impresas una fuerte carga valorativa de un ser y un estar en la vida. Son construcciones socio- simbólicas que tocan los linderos de la personificación e idealización del Caribe. Se evidencia una percepción religiosa casi mística del Caribe cuando se concibe como santuario, creación maravillosa, obra natural de un creador, idea grandiosa del creador. Enlazada con la valoración del Caribe con ese matiz afectivo al compararlo con un amigo, un padre, una herencia ancestral. También se aprecia una concepción utilitaria de tipo económica cuando se afirma que el Caribe es fuente de riqueza, fuente de trabajo, fuente de provecho fuente de vida, etc. Concatenada con una concepción geográfica del Caribe como territorio marino, costa caribeña, mar… Lo cual se sintetiza en la expresión integradora del Caribe cuando los imaginarios simbólicos concluyen que el Caribe es todo: nuestros ancestros, raíces culturales, mar, mezcla de identidades… En síntesis, el Caribe es ese reino natural y sobrenatural que abarca el sincretismo de los sentimientos, pensamientos, presentimientos hasta desbordar nuestra imaginación. Lo cual se sintetiza en la expresión integradora del Caribe cuando uno de los imaginarios simbólicos concluye que el Caribe es todo: nuestros ancestros, raíces culturales, mar, mezcla de identidades…Estas claves nos convocan a instaurar nuevas realidades, una nueva visión que permita un tejido de interacciones, de emociones, afinidades estéticas, de hallazgos. Hay en este afán crear esa mixtura propuesta por Lárez (2014) que funciona como‖ acercamientos de subjetividades diversas, nuevos saberes, diálogos, formas de leer, de sentir, y estar…Nuevos lenguajes, signos y códigos representacionales que vendrían a ser reconocidos por sus formas sociales y culturales.‖ Para crear esos nuevos territorios de relaciones estéticas entre los imaginarios socio- simbólicos del Caribe peninsular.

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    Rasgos caribeños: Como elementos identitarios caribeños, manifiestan:

    Modos de vida, formas de ser (Núñez, J), rasgos físicos: pelo lacio, contextura fuerte (Rivero), sentido del humor, amor y humildad. En el aspecto de modo de vida: la pesca artesanal y en la fisonomía tenemos los rasgos de nuestra raza aborigen que se han mantenido a través del tiempo. (Millán), En cuanto a la fisonomía, hay rasgos netamente indígenas (Vásquez), hay muchos rasgos físicos que aún se mantiene y los modos de vida (Núñez, A), Todos los venezolanos tenemos rasgos caribeños. Por varias generaciones los Caribes se mimetizan con los blancos y aunque en algunas poblaciones de la península no se tengan rasgos físicos de los indígenas, conservan sus costumbres y su forma de ser. El negro no forma parte de la fisonomía arayera. (Badaracco), conservamos sus rasgos físicos y formas de ser ( Marval), lo que tenemos de los indígenas es su gusto musical (Marín)

    Lo que aún conservamos de los Caribes son algunos rasgos físicos y formas de ser (Fuentes) Nos inculcaron el racismo. Sí tenemos descendencia caribeña, las expediciones europeas España- Holanda no traían mujeres, eran netamente expediciones de hombres. ¿Cómo se explica, entonces los 50 años de presencia europea en Araya? ¿Con quienes procrearon? Hay rasgos que indudablemente no vemos que es el genotipo, pero el fenotipo si lo percibimos a través del rostro, color de la piel, la forma de los ojos, el pelo… (Isaba). Los rasgos caribeños presentes son muy parecidos porque el Caribe se parece tanto. Por ejemplo, en sus modos de vida; la pesca. Es esencial los elementos que los identifica: la pesca, la misma forma de ser la persona, aunque tengan diferentes formas dialécticas, tenemos las mismas costumbres y creencias… Casi todos los países caribeños conservan sus diferentes ritmos musicales, pero con igual matices caribeños. (Hernández)

    Se interconectan en este eje categorial una epifanía de voces que presentan diferentes tonalidades e intensidades en su decir ya que evocan y re-evocan incesantemente esos rasgos inherentes que esconden nuestra esencia. Confluyen en este espacio varias caracterizaciones vitales y expresivas que precisan en su pluralidad el don de inventar y habitar la melodía de lo que somos. Emergen como espacios de resonancias y sugerencias de nuestra identidad caribeña que se bifurcan en seis direcciones bien demarcadas: Una primera línea se identifica con una fisonomía colectiva: rasgos físicos, pelo indio, color de piel, forma de ojos, rostro de pescadores, raza injertada; una segunda asociada al concepto de valores y costumbres: el compartir, la familiaridad, lo unido, etc. Una tercera dirección se orienta hacia la forma de ser: el trato, lo pila que somos, aventureros, trabajadores, guerreros, responsables, buen

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    humor, alegre; una cuarta afiliada con los modos de vida: el arte de pescar, la artesanía; la quinta ruta está marcada por una negación de lo que somos: no se aprecian rasgos indígenas, nuestros rasgos son españoles y holandeses, esta concepción se engarza con un concepto de racismo. Ellos conceptualizan el espacio como un dispositivo en el que fundamentan su identidad caribeña por eso es que el mar alcanza el plano metafórico; imprimiéndole una gran carga imaginaria de significaciones. En este sentido, Benítez, a (1998) sostiene que todo caribeño, percibe su piel como un territorio en continuo conflicto; una trinchera que hay que ganar y legitimar para el Yo, o ceder incondicionalmente al Otro. (p.185). Hay toda una reafirmación de su espacio caribeño en la voz de la mirada de cada imaginario socio-simbólico. El centro donde gravita su creación es el Mar Caribe con sus escudos protectores que son sus modos de vida. Apreciamos en este coloquio una constelación de rasgos caribeños que se traducen en aspectos físicos, culturales, étnicos, de actuación y ritmo, Son perfiles que dicen y muestran nuestra fisonomía, cultura, modo de ser y las diversas formaciones étnicas de una arquitectura de nuestro ser, en posesión de tantas historias y sueños como puedan contarse. Se señala una ruta marcada por la negación de lo que somos: cuando en el color de la piel y los ojos no se aprecian rasgos indígenas, sino los españoles y holandeses y muchos se asumen como netamente de descendencia europea. Esta concepción se engarza con un concepto de racismo. Sin duda, el ser caribeño se construye de múltiples identidades. Tal como lo expresa Benítez, A (1998) ―somos islas que se repiten incesantemente —cada copia distinta—‖, Es decir, cada copia trae impresa un sello personal, un código genético que nos hace distinto a los demás. Arraigo caribeño: Escuchemos los ecos de este diálogo de intersubjetividades:

    Sí. Me siento caribeño porque es la idiosincrasia que tenemos y por el Mar Caribe. (Rivero), yo soy caribeño, somos descendientes de los Caribes… Somos descendientes de los indígenas, por eso somos indómitos… Me siento caribeño porque tenemos dos legados económicos: la pesca artesanal y las salinas. También por la idiosincrasia de nuestras etnias. (Millán), Particularmente creo que nos queda muy poco de ello. Ahorita se habla de los indígenas de manera despectiva. (Fuentes) Yo me siento caribeño porque nací de ese mar, soy descendiente de los españoles y holandeses. Siento ese mar que me cobija y me incita a la inspiración (Vásquez)

    Por supuesto que sí. Todos tenemos un linaje mezclado con los Caribes. A pesar de que en Araya emergieron los personajes más notables de Venezuela. Araya fue una ciudad itálica. Los hombres ilustres descendieron de Araya, ya había Duques, Marqueses, etc.

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    (Badaracco), Soy caribeña, basta con mirar el mar y el cielo para sentir nuestra raza. (Fernández), Todos tenemos ese espíritu caribeño, además vivimos a orillas del Mar Caribe. (Marval), sí somos caribeños por nuestra costa Caribe e idiosincrasia (Núñez, J), Si, somos caribeños por nuestra cercanía al mar (Marín) Todos tenemos raíces caribeñas (Núñez, A) No es sentirse caribeño. Todos tenemos esa cultura y fenotipo caribeño en nuestra sangre. Tengo sangre Caribe. Tú eres Caribe. No es lo que siento, es lo que soy: Soy Caribe. (Isaba), Sí, es que todos somos hijos de los Caribes, estamos cercados por el Mar Caribe. Nuestra raíz es de origen caribeño. Una mezcla de etnias los Caribes, los Chaimas, Cumanagotos y Guaiqueríes. Nosotros somos caribeños porque fueron los Caribes quienes nos poblaron. (Hernández).

    En este escenario de percepciones, relaciones y sensibilidades, intentamos remar hacia las estancias y pasadizos secretos de una memoria histórica en aras de redescubrir los hilos que unen el entramado narrativo del arraigo caribeño. En esta proxemia de compartir juntos, encontramos que el grito del arraigo caribeño del peninsular viene dado en primera instancia por su ámbito geográfico: el mar se ha convertido en su leitmotiv. Es así como: orilla de playa, cercanía con el mar, nací en una playa, orilla del mar, rodeado de aguas caribeñas, caribeño, marinero, pescador son variantes de un mismo núcleo temático que reitera su sentido de pertenencia. La memoria se manifiesta como una interfase para hilvanar relatos que permanecen adormecidos. En este contexto, la historia se construye como un entramado de recuerdos y olvidos, tal como lo expresa Jelín, E (2002:17) Abordar la memoria involucra referirse a recuerdos y olvidos, narrativas y actos, silencios y gestos. Hay en juego saberes, pero también hay emociones. Y hay también huecos y fracturas. Es por ello que se percibe una especie de ansiedad por encontrar formas de mantener viva la memoria, y activos los hilos de la evocación a través de una gran variedad de elementos: monumentos, íconos, documentales, etc. De este modo, la memoria histórica funge como hilo conductor para acceder a esos espacios olvidados. Otro elemento que irrumpe con gran fuerza en esta caracterización es el étnico- afectivo que se aprecia en su lenguaje testimonial: Somos Caribe mezclados con europeos, aquí se fundaron mis raíces, tengo sangre indígena, 100% caribeño, siento la sazón caribeña, el Caribe lo llevo en la sangre, no es lo que siento es lo que soy, soy Caribe. Esta redefinición del arraigo por nuestras raíces confluye en un debate que traspasa los linderos de un diálogo de saberes para ubicarnos en un diálogo de intersubjetividades. Esta confluencia de visiones constituye un desafío: el de encontrarnos, mirarnos, descubrirnos, reconocer quiénes realmente somos y de este modo, construir el alma de nuestra cultura caribeña. También se escuchan voces disonantes como la de Asdrúbal fuentes que exalta la mentalidad despectiva que algunos tienen con respecto al indígena.

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    En medio de un desfile mestizo de referencias históricas, geográficas y en lenguaje sugerente, emerge el arraigo caribeño como un referente identitario que eleva la fantasía de estos imaginarios simbólicos peninsulares a dimensiones inusitadas que se enmarcan en la personificación del pescador y del salinero como indómitos, de linaje mestizo, inspiradores, descendientes de hombres ilustres, es la idiosincrasia de una nueva raza que se forja en esta costa caribeña y que reconoce sus raíces indoamericanas de una estirpe bravía. De allí que se hace necesario recurrir a las bases geohistóricas del Caribe peninsular arayero para entender esta diversidad multicultural y sincretismo caribeño, que originó las más hermosas mezclas étnicas, religiosas, culturales de distintas latitudes y que tienen presencia en los rincones más apartados de la geografía peninsular. Hasta el término «caribeño», resulta confuso y es objeto de debate. Por ello, coincido con Ortiz (1940) que el sincretismo cultural, debe ser entendido como formas de pensamiento «mágico», «mitológico», «simbólico», «poético», etc. Hoy más que nunca debemos indagar en esos fragmentos dispersos de la historia que se conectan con múltiples líneas de vida para que afloren la gran diversidad que nos caracteriza, de tal modo, que podamos fortalecer el espíritu arraigado de una raza que no debemos dejar morir. Legado Caribeño:

    Esa raza indómita nos dejó como legado el anzuelo, el arpón y el Palangre que es nuestra razón caribeña. Además, tenemos cuatro elementos esenciales que son nuestro gran legado: La gran salina de Araya, la pesca artesanal, las loceras y nuestro poeta Cruz Salmerón Acosta. También nos dejó el trueque (Millán), A los peninsulares nos dejó el chasquear cultural de la paraulata. Ese canto caribeño que se manifiesta en todo momento. (Marín) En la parte norte de la península aún se mantiene la cultura del trueque… También está presente la cultura de la atarraya como tradición y modo de vida. Aún esas culturas se mantienen. Esa es una herencia que nos han dejado nuestros ancestros. (Rivero), El legado fueron las diversiones, la música caribeña y los instrumentos musicales rudimentarios. (Vásquez),

    Todos los sonidos nos vinieron de los indígenas. El sonido nuestro es caribeño, la comparsa, las diversiones. (Fuentes), nos dejaron las salinas y la pesca artesanal (Núñez, J), Bartolomé de Las Casas decía: que los indígenas tenían voces muy bellas y utilizaban con mucha gracia numerosos instrumentos como las maracas. Las costumbres indígenas estas se mantienen muy bien. El Caribe se puede estudiar más a través de la lengua y la cultura que de la antropología. También el arayero conserva la viveza del Caribe y su espíritu infatigable. (Badaracco), Considero que nos dejaron su carácter aguerrido, de no dejarnos vencer por las adversidades, por hacer de tripas corazones. (Fernández).

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    A mi modo de ver nuestros indígenas nos dejaron su forma de vida: la pesca y la música (Marval), nos dejaron los cantos caribeños (Marín) Nuestros ancestros nos dejaron como legado la forma de ser, los modos de vida: pesca artesanal, las salinas y también su folklore. (Núñez, A) la cruda realidad nuestra es que el legado de nuestros aborígenes fue el que permitió la penetración europea. Nuestros indios los enseñaron a pescar, recolectar los vegetales que se podían comer, la siembra, cómo cazar y hasta el lenguaje… Uno de los legados caribeños fue nuestra forma particular de hablar… Ellos nos dejaron su forma y modos de vivir y de pensar. (Isaba). Sus formas de trabajo, sus prédicas, sus herramientas, sus formas de elaborar las nasas, de pescar, de sobrevivir. Nos dejaron la rebeldía como uno defiende a su territorio (Hernández).

    En este juego de aproximaciones, los evocadores en referencia, abogan por la creación de puentes dialogantes, narrativos, sensibles, intuitivos para restablecer o recrear la conexión emocional con su legado caribeño. Sin esta revalorización emocional no es posible comprender que la riqueza simbólica del Caribe, germina en la diversidad. De allí la necesidad de fortalecer lo emocional como una alternativa que permita el reconocimiento de un legado que viene dado por diferentes vertientes. De este modo, un grupo significativo de imaginarios socio-simbólicos sostienen que el mayor legado del Caribe reside en sus valores, entre los cuales resalta: su espíritu dado, el amor, la humildad, la unidad, los modos distintos de pensar, la forma de hablar, lo natural, lo espontáneo, las buenas costumbres, amor por su tierra, amor al trabajo y se sintetiza en la siguiente expresión: somos creadores. Otra conceptualización que cabalga pareja con la anterior son los modos y formas de vida del peninsular, destacándose: el arte de la pesca, las formas de trabajo, las herramientas utilizadas, como formas de sobrevivencia que nos legaron nuestros ancestros. También destaca como legado el espíritu festivo; ya que nos dejaron sus tradiciones, diversiones, música. Mientras que para el pueblo manicuarero dejó el cerro indismo como señal de una raza que construía con sus manos el arte de la arcilla y le dejó como legado sentimental al poeta Cruz Salmerón Acosta. Innumerables acontecimientos revelan que asistimos a transformaciones sustanciales en nuestros modos de vivir, de ver, de sentir, de mirar, de decir y representar la realidad. Todo convoca a pensar y actuar en una nueva solialidad intercultural de lo vivido, al mejor estilo de Lárez (2014) una nueva forma de vivir socialmente, en un escenario de proximidad emocional como lo replantea Maffesoli (1997). Inmersos en esta complejidad, se ha insistido mucho en la necesidad de promover otras discursividades enlazadas con la interculturalidad. Sin duda, esta herencia ancestral dejó un legado unificador importante en el peninsular y profundo matiz indoamericano que fue edificando poco a poco nuestra forma de ser, de vivir, de sentir: la atarraya, la pesca artesanal, el trueque,

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    la salina, las diversiones, el chasquear de la paraulata, todo habla de un nosotros. Estos imaginarios en interacción, abrazan, profesan, recrean y enaltecen en su diario vivir el ser caribeño y el estar en el Caribe como una ética y una estética de su legado identitario. Hoy se nos exhorta a ensayar nuevos lenguajes de vitalidad para impulsar esa potencia subterránea que dé lugar a la comunión indoamericana. Es esa dimensión afectiva, ese sustrato sensitivo, simbólico y emblemático lo que hay que construir. Mitología caribeña:

    En la cabecera de Cubagua había un cerco de coralito ya desgastada y allí supuestamente estaba un fósil de una india que fue asesinada. Ella usualmente viajaba de Cubagua a la Península. (Rivero), Yo también tengo una leyenda caribeña que narra un día de diversión. Me fui a bañar al castillo y aproveché de echar una pescaíta. Resulta que yo tenía un botecito y estaba pescando en el castillo y allí me salió una sirena, la seguí hasta Margarita. (Vásquez), Nosotros también tenemos una leyenda muy representativa llamada ―El abuelón de las salinas de Araya‖ (Núñez, A), La forma como se preparaba al niño de las tribus caribeñas para la vida. Se preparaban tomando en consideración su afición e inclinaciones. Por ejemplo, a los que se identificaban con los caimanes se les enseñaba a nadar, los que sentían afinidad por los monos se les enseñaba a trepar árboles, los que simpatizaban con los leopardos, les enseñaban a destacarse como corredores- cazadores, etc. (Badaracco)

    Aquí en Araya es muy famosa la leyenda de ―El abuelón de las salinas de Araya‖ (Millán), sí aquí todos hablan de ese cuidador que tuvo las salinas y la gente lo llamó ―El abuelón de las salinas de Araya‖ (Núñez, J) Sí esa es la leyenda que yo conozco. (Fuentes), sí la más nombrada es la de ―El abuelón de las salinas de Araya‖ (Marín) en estos momentos no recuerdo ninguna (Fernández),Yo tengo una distinta…Una tarde, como a eso de las cinco, yo fui con Pelayo y Julián (dos compañeros) al monte a cazar conejos y ya cuando iba cayendo la estela de la noche, oí en el firmamento el canto de un gallo que decía KiKiriKi, KiKiriKi, pero fue un canto melodioso, sonó como un canto celestial. (Marval). La historia caribeña no existe, se ha perdido en el tiempo. Nuestros indígenas transmitían sus conocimientos y cultura en forma oral y cuando llegan los españoles desaparece… La memoria histórica de Araya se ha perdido por la no presencia de un cronista en el Municipio para dejarla como legado a las nuevas generaciones… (Isaba). Tengo anécdotas de Cruz María que han marcado etapas… Cruz María es para nosotros un guía espiritual, su pensamiento filosófico, cultural, social, político está vivo por eso estamos solicitando a la zona educativa que incorporen en el currículo de bachillerato la cátedra salmeroneana. (Hernández)

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    Entramos de este modo, al territorio signado por la omnipresencia espiritual simbólica de la mitología caribeña. Los sentimientos que los imaginarios dejan traslucir en este momento son de misterio. Resalta la presencia íntima de quien devela un secreto. Sus narraciones establecen líneas divisorias entre la razón sensible y la intuición mitológica porque están llenas de resonancias ancestrales y proféticas. Ubicándonos en estas ficciones narrativas, resalta en estas leyendas el encanto que habita en las aguas, lo cual viene dado por la fertilidad imaginativa del inconsciente colectivo o de la revelación. Entre los diferentes cultores que participaron en este foro, se escucha el eco altisonante de una voz que reafirma la inexistencia de la historia caribeña en territorio peninsular. En términos generales, hay mucha afinidad simbólica alrededor de la mitología caribeña ―El abuelón de las salinas de Araya‖. Se percibe una especie de misterioso aire de magia oculto en esta leyenda. No cabe duda que Araya fue el epicentro de toda una vasta y trascendental cultura caribeña. Ella fue la cuna de las encrucijadas de razas donde se fusionaron la espiritualidad, el misterio, la leyenda, la poesía, lo humano y lo divino. En ésta, como en otras tantas leyendas caribeñas peninsulares conviven épocas distintas en un mismo momento, y por tanto las categorías temporales se desintegran o desmoronan en la dimensión real de esta península. Por ello, podemos afirmar que la categoría de lo real maravilloso permea todas estas leyendas. Al sumergirnos en este juego simbólico de lo real maravilloso, percibimos la capacidad de asombrar que encierran estas leyendas y la capacidad de tender puentes entre el ayer y el presente. Por ello, podemos decir que en estas mitologías se desdibujan las identidades reales y emergen identidades subjetivas. Imbricada en la tarea de una nueva antología caribeña, nos suscribimos a la poética de la relación de Édouard Glissant para diseñar un espacio de conexión emocional compartida que aperture sus espacios emocionales a esas pequeñas historias vividas que sintetizan lo social frente a la gran historia continental ya que este estudio aboga por el reconocimiento de la diferencia y por la unidad y diversidad en el Caribe. De manera que el emplazamiento de los imaginarios peninsulares, coinciden con Édouard Glissant (1985:39) cuando plantea Una Poética de la Relación, una poética de cruzamientos culturales; enfatizando en las pluralidades como resultado de vicisitudes históricas y sociales que hoy permean la identidad caribeña. Reitera la necesidad de concebir la construcción de una identidad y nacionalidad diversa, en movimiento, híbrida y rizomática. Este rico caudal socio-simbólico de resignificaciones planteadas establece un arsenal de posibilidades y de nuevas búsquedas que dejan entreabierto el menú para la irrupción de una nueva sensibilidad socio-cultural. Epílogo inconcluso Esta travesía socio-simbólica caribeña recrea todo un mundo mágico- mítico donde la realidad de los sentidos y la imaginación se entrecruzan. Fue toda una expedición a los orígenes, al mito precolombino, a lo primigenio del ser caribeño,

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    por ello a veces sentimos que se quebrantan las fronteras entre lo real y lo irreal, ubicando cada una de estas dimensiones en el lugar del otro. Todos estos imaginarios abogan por la cultura del encuentro, por ese ser colectivo que se gesta en cada espacio de la cotidianeidad, rescatando su caudal simbólico y mitológico para recrear los nuevos hilos de una identidad caribeña emergente que dé paso a una sociedad pluralista y multiétnica con diversidad de actores e ideas. En este ejercicio de re-encuentro con lo humano y lo divino se combinaron aspectos socio-culturales con mitologías, creencias religiosas, magia y tradiciones populares, creando una familiaridad colectiva que son propias del sentir caribeño. Por ello a lo largo de esta expedición, los imaginarios que nos acompañaron mostraron a través de sus voces narrativas y poéticas que son parte de un transitar polisémico donde sus acciones y discursos se bifurcan, se funden, se extravían en un juego simbólico que trasciende los órdenes del pensamiento, de la imaginación, de la memoria; impregnados de mucha sensibilidad. En esta ruta identitaria, comenzamos a unir los hilos accionales para redescubrir esa nueva dimensión humana del ser caribeño y la concebimos como una construcción étnica, geográfica, cultural, afectiva, poética que parte de un ideal representado en la memoria colectiva de los cultores populares e imaginarios de esta travesía. En tal sentido, emerge un imaginario alrededor de la silueta de lo que debe ser un caribeño peninsular. Cuando la memoria hace acto de presencia salen a flote sentimientos, actitudes, creencias, recuerdos que confirman o niegan ese imaginario en proceso de construcción. Al proyectar las visiones del imaginario caribeño, en el intento de develar las vertientes socio-simbólicas del Caribe que construyen los imaginarios sociales y poéticos que pueblan el territorio peninsular, nos encontramos con la tesis de que el Caribe desde su génesis es una región de migraciones y transculturaciones. A lo largo de esta investigación, afloraron significativos elementos fusionados con las diferentes herencias española y africana, aunque haya alguna tendencia a negar la presencia del africano en nuestra cultura peninsular. Comparsas de carnaval, festividades de vírgenes, resonancias mitológicas, sus poéticas y danzas son apenas un muestrario cultural de la influencia europea y africana que aún ronda en los relatos y espacios del Caribe peninsular, como signo innegable de una transculturación que no solo dio como resultado uno de los rasgos más permanentes de nuestra alma indoamericana: el mestizaje; sino también nuestro sello de identidad caribeña como seres de invención. Al recrear las interculturalidades del imaginario peninsular caribeño, buceando en los orígenes de su identidad mestiza, brotó algo nuevo en sus oralidades y es precisamente inmerso en este sincretismo que la poetización, sus creaciones musicales y sus ecos en narrativa pueden integrar al pueblo caribeño que hoy luce disperso, difuso y efímero. Para el cronista Carlos Isaba ―la historia caribeña no existe, se ha perdido‖. ¿No existe o está sumergida? ¿Entonces qué cosa es esta magia seductora que envuelve cada narración, cada poética, cada tecla musical y toca las fibras más íntimas de nuestro ser?

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    Síntesis curricular

    Postdoctorado en Educación, Doctora en Educación, Magíster: Docencia en Educación Superior, Licda. en

    Educación: Castellano y Literatura. Profesora Titular UPTOS “Clodosbaldo Russián”. Docente Doctorado de

    Estudios Sociales (UDO). Coordinadora de los Grupos de Investigación: Simbiosis y Rizomas Emergentes de

    Formación. Ponente, tallerista, conferencista, guionista, árbitro, relatora y organizadora de eventos

    académicos. Investigadora, PEI. Becario CELFI, Argentina, 2019: Finalista del II Certamen Autobiográfico,

    2019, Red de Narrativa Latinoamericana A.C. México, 2019

    Referencias Badaracco, R. (2017) Foro: Presencia socio-simbólica del Caribe Peninsular.

    UPTOS ―Clodosbaldo Russián‖ Araya, Venezuela. Benítez, A (1998) La isla que se repite. Barcelona, España. Colección Ceiba.

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    UPTOS ―Clodosbaldo Russián‖ Araya, Venezuela. Fuentes, A. (2017) Foro: Presencia socio-simbólica del Caribe Peninsular.

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    experiencia de vida. Faro, Portugal. Maffesoli, M (1997) Elogio de Razón sensible. Una visión intuitiva del mundo

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    ―Clodosbaldo Russián‖ Araya, Venezuela.