INKA Arquitectura Historia Urbanismo

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Obra de Raffino sobre la influencia inka en el NOA

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  • R o d o l f o A . R a f f in o

    I N K AARQUEOLOGA, HISTORIA

    Y URBANISMO DEL ALTIPLANO ANDINO

    PA R T IC IPA N :

    Axel E . N ielsen

    R ic a rd o J . Alvis

    Jo rg e R . P a lm a

    A d r i n I gu ez R od rguez

    M arce lo M anassero

    C e lin a M . M adero

    A n ah I co n a

  • Diseo de Tapa: D a n ie l V i l l a l b a

    Ediciones Corregidor, 1993 Rodrguez Pea 452 (1020) Bs. As. I.S.B.N.: 950-05-0745-5 Hecho el depsito de ley Impreso en la Argentina

  • NMINA DE PARTICIPANTES

    Dr. Rodolfo Raffno Departamento de Arqueologa del Museo de La Plata. Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET).

    Dr. Axel E. Nielsen Departament of Anthropology. University of Arizona. Tucson,U.S.A.

    Arq. Ricardo Alvis Departamento de Arqueologa del Museo de La Plata. CONICET.

    Dr. Jorge Palma Facultad de Filosofa y Letras, Universidad Nacional de Buenos Aires. Museo Luis Perlotti, Buenos Aires.

    Dr. Adrin M . Iguez Rodrguez Centro de Investigaciones Geolgicas.CONICET. Universidad Nacional de La Plata.

    Dr. M arcelo Manassero Centro de Investigaciones Geolgicas. CONI-

    Lic. Celina M adero

    CET. Universidad Nacional de La Plata.

    Instituto de Ciencias Antropolgicas. Universidad Nacional de Buenos Aires. CONICET.

    Lic. Anah Icona Departamento de Arqueologa del Museo de La Plata. CONICET.

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  • NDICE

    Prlogo del director de la obra 13

    Captulo I

    El Universo Humahuaca y los Andes del Kollasuyu,p o r R o d o lfo R a ffin o y A xe l N ielsen .......................................... 21

    Los ecosistemas andinos. El altiplano de Bolivia y el Noroeste argentino. La Quebrada de Humahuaca, rasgos geogrficos y ecolgicos: la Yunga, la Q,eshwa. La quebrada troncal y sus tributarias, paisaje, flora, fauna. Situacin estratgica en tiempos del Tawantinsuyu y duiante la invasin europea. Bibliogiaf.

    Captulo II

    Las ciudades Inka en Argentina: arqueologa de la Hnerta de Humahuaca,Parte primera: El sistema de poblamiento prehispnico.por Roddlfo Raffino y Ricardd Alvis.......................................... 37

    El uso del espacio a intramuros y la estrategia de muestreo arqueolgico. Datos estadsticos del rea de instalacin. Clasificacin morfofuncional de la arquitectura por unidades de superficie. Arquitectura y Urbanismo de La Huerta. El rea Norte. Los basurales y el proceso de formacin del sitio. Los edificios Inka. Tumbas o almacenes estatales. El camino Inka a intramuros. Bibliografa.

    Parte segunda: La funebria de La Huerta de Humahuaca. por Rodolfo Raffino, Victoria Garca Montes y Alberto Manso.. 77

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  • El registro funerario, ubicacin, clasificacin, inclusin y contenido. Muestreo y estratificacin estadstica. Datos e hiptesis sobre la conducta funeraria en La Huerta.

    Parte tercera: L o s artefactos. Rodolfo Raffino yJorge Palma...................................................................................... 93La alfarera, los artefactos de madera, la textilera, armas, lapidaria y la metalurgia. Los metales, maderas, piedras semipreciosas y ecofactos en los adornos corporales. Utensilios de uso ordinario. Los instrumentos musicales. Distribucin espacial de los artefactos, estilos y diversificacin tnica de la poblacin. Estilo Inka Provincial, Chicha, Famabalasto. Hispnico Humahuaca y Poma. Los artefactos de madera y metal como indicadores de actividad y prestigio social, cumbiscamayos y sutee en los edificios Inka. Relaciones estadsticas de los estilos cermicos. Bibliografa

    Parte cuarta: Petrografa y difractometra de la cermica Inka del Kollasuyu. Rodolfo Raffino, Adrin Iguezy Marcelo Manassero................................................................ .... 131Una batera de hiptesis a contrastar por exmenes petrogr- ficos comparados. Tcnicas analticas. Anlisis difractom- trico, metodologa. Anlisis cualitativo y semicuantitativo, resultados. Anlisis petrogrficos. Bibliografa

    Captulo III

    Explotacin faunstica, tafonom a y economa en Humahuacaantes y despus de los Yupanki, por Celina Madero ..... .......... 145El anlisis faunstico de La Huerta y Papachacra de Humahuaca. Metodologa. Unidades de anlisis. Composicin de la muestra analtica. Tafonoma. Anlisis econmico. Estudio de las partes esqueletarias. Composicin del rebao. Conclusiones. Bibliografa.

    Captulo IV

    El dominio Inka en el A ltiplano de Bolivia,por Rodolfo Ra ffino......................................................................... . 169El escenario. La documentacin histrica. Arqueologa Inka en

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  • Potos, Oruro y Chuquisaca. Tupiza y Talina: los portales dd Norte argentino. Tupiza, el dominio Inka y la entrada de Diego de Almagro. El Valle de Suipacha tres siglos antes de la revolucin de mayo. De Tupiza al Norte, del Lago Aullagas o Poop al Sur. El Salar de Uyuni y Aullagas. La alfarera de los sitios Inka altiplnicos. Bibliogiafa.

    Captulo V

    Al Este del paraso, por Rodolf o Raffino.............................._ 213

    Desde Humahuaca al Gran Chaco Gualamba. Tres regiones bajo el dominio Inka. Santa Victoria Oeste, Iruya y Valle- grande. Guarniciones fronterizas, santuarios de altura, tambos y caminos. Los primeros datos arqueolgicos de un mundo casi desconocido. Bibliografa.

    Captulo VI

    De Titicaca a Omaguaca durante el siglo XVI.por Anah Icona y Rodolfo Raffino ..................................... 235

    Introduccin. El mundo Omaguaca, situacin y diversidad tnica. Quipildora , seor de seores? Sobre territorios y fronteras. La provincia Inka de Omaguaca, definicin y lim ites. Amrica para los americanos. La frontera oriental de Omaguaca. El interrogante Churumata, los Ocloyas. Llegan los colonos. Las etnias de la Quebrada de Humahuaca: Omaguacas, Chichas potosinos y Atacamas, viejas hiptesis a contrastar. Omaguacas y Atacamas, nuevas hiptesis. En tomo a la estructura social de los Omaguacas. El Kollasuyu al Norte de Humahuaca a mediados del S. XVI Los Charcas, Caracara, Chichas, Chuyes, Carangas, Quillacas, Asanaques y Sotas. Los Yupanki y los cambios tenitoriales. Apndice: aproximaciones a la filiacin lingstica de la toponimia de Humahuaca.

    Captulo VII

    Sobre conquistadores y conquistados, por Rodoffo Raffino ............ 299Humahuaca a fines del siglo XV. El mundo oriental. El

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  • altiplano a fines del siglo XV. Dominio territorial, movilidad tnica, frecuencia estilstica, arquitectnica y planeamiento urbano. La conducta del sistema Inka. Los pueblos altiplnicos bajo su dominio. La Huerta de Humahuaca, Oma Porco de Aullagas y Chuquiago de Suipacha, nuevas evidencias sobre las ciudades Inka. Bibliografa.

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  • Prlogo del director de la obra

    En el verano de 1918 Salvador Debenedetti, por entonces flamante director del Museo Etnogrfico de la ciudad de Buenos Aires, inicia la XIV Expedicin Arqueolgica de la Facultad de Filosofa y Letras por tierras de Humahuaca. Sus propsitos eran realizar excavaciones en varios sitios, entre los que se contaba una antigua poblacin, sin nombre conocido, situada a 6 kilmetros al oriente de Huacalera. Para estos trabajos contaba con numerosos peones y aparentemente con buenos recursos financieros, aunque parte de los mismos ya haban sido consumidos en excavaciones practicadas en Campo Morado y Perchel.

    Esa antigua poblacin, ignorada hasta entonces en la literatura arqueo- lgica, se levantaba al naciente de la histrica Huacalera de Juan Lavalle. Casi a tiro de fusil de donde, en febrero de 1815, Rondeau y Gemes insta- laron su cuartel general en vsperas de la tercera campaa rioplatense al Alto Per. Recibir su bautismo por simple extensin del nombre de la quebrada donde se alojaba: La Huerta.

    Los escritos de su puo y letra nos muestran un Debenedetti contradic- torio. Entusiasmado por la fertilidad cultural de Campo Morado y La Huerta, pero a la vez deprimido ante las contingencias de un clima duro y de las alimaas que lo azotaban:" .... La vida en el rancho se estvolviendo un poco dura, especialmente durante la noche... Si pudiera unovolverse miripodo! Con todo no sucedera lo que con mis penas. Estas, ay, no tienen trmino. ..; esto escribi don Salvador en su diario de viaje el atardecer del 28 de enero de 1918.

    Ese mismo ao publicar un informe preliminar donde puntualiza el pretendido carcter metdico de sus trabajos. Sin embargo, las cicatrices dejadas en el suelo de La Huerta hacen inocultable que sus jornaleros excavaron a pala limpia en los ngulos de las habitaciones en busca de las codiciadas tumbas. Una vez ms su circunstancial jefe haba ignorado la tcnica estratigrfica que ya 17 aos antes Max Uhle inaugurara con

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  • singular xito en la costa peruana. Bajo estas circunstancias Debenedetti explora 6 7 yacim ientos en La Huerta y levanta 692 artefactos y l69 esqueletos humanos. Realiza adems un croquis a mano alzada de dos sectores muy reducidos de las ruinas. A excepcin de ese lacnico informe, los resultados de sus investigaciones nunca sern publicados y esa antigua poblacin sin nombre queda sumerg ida en el olvido para la arqueologa cientfica, no as para los desconocidos de siempre, que profanarn una y otra vez sus polvorientas entraas, saqueando sus tumbas y reutilizando sus piedras en obras modernas.

    Entre aquel lejano verano de 1918. y nuestros trabajos iniciados en 1983, se interponen los intentos de Ciro Ren Lafn> en una tesis doctoral concebida y editada a mediados de la dcada de 1950. Absorbido por los inefables trahajos de restauracin del Pucar de Tilcara, Lafn apenas cont con transitorios permisos de su je fe , Eduardo Casanova. ante lo cual realiza una tarea que lejos estuvo de completar las observacione5 iniciadas por Debenedetti. Una tenue descripcin del sitio , con especial inters por la funebria, una ortodoxa analtica de los artefactos y conclusiones donde, entre otros puntos, se insiste en que no hay restos que prueben la influencia Inka, son las expresiones sobresalientes de su discurso.

    Junto a una decena de instalaciones prehispnicas del universo Humahuaca. La Huerta fue otra de las vctimas de una extraa incompren- sin. No solamente la falta de una estrategia arqueolgica adecuada, sino tambin la seduccin del falso paradigma de que el Tawantisuyu no seore en sus conlomos, arrastr a Debenedetti y a Lafn. Ambos repitieron el error cometido por ilustres antecesores, como Pedro Lozano y Juan B. Ambrosetti. Paradigma caprichosamente persistente, que no cejara en capturar a calificados investigadores sucesivos.

    * * *

    El 31 de mayo de 1543 el entonces Capitn General y Gobernador de los Reinos de Nueva Castilla y Nuevo To ledo. eso que llaman Pir..... el licenciado Christobal Vaca de Castro, desde el mismsimo C u z c o le escribe a S.M. Don Carlos V de Espaa lo sigu ien te:

    . . . l a causa principal porque reciben los indios dao, mueres y disminucin en el cargar los es por no esta r los Tambos antiguos de l tiempo de Guaynacaba (w ayna Kapac) y sus antepasadospoblados como estaban cuando es tos Reynos se ganaron y redusieron al servicio y obediencia de S.M ...

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  • Los tiempos de Wayna aorados por el capitn espaol corresponden al ltimo tercio del siglo XV y primer cuarto del XVL Unos 60 aos durante los cuales el llamado Kollasuyu estnvo dominado por los Yupanki cuzqueos.

    Un Kollasuyu que abarc los actuales lerritorios de Argntina, mitad boreal de Chile y las tierras andinas de Bolivia. All, entre 1470 y 1535. Pachakuti, Thupa Inka y el aludido Wayna, los tres monarcas ms desta- cados de ese tiempo, dejaron una impronta arqueolgica que hemos decidido examinar.

    Por similares tribulaciones a las de Vaca de Castro transita 23 aos despus otro funcionario de la Corona, Juan de Matienzo, magistrado de la Audiencia de Charcas (actual Sucre, en Chuquisaca) quien, el 2 de eneio de 1566 informa:

    ".... no tengo que dejar de avisar a V.E...__ que desde esta ciudad ala de Santiago del Estero hay pueblos de indios chichas y de otras naciones, y tamberas del Inga , de que no se ha hecho mencin, todas con agua, yerba y lea, y casas y pareddnes descubiertos; porque todas las jornadas del Inga son de tres leguas, y las que ms de cuatro; y en los tambos que no se ha dicho que hay indios, apaci- guada la tierra, podran salir los indios comarcanos a servir, como se hace en Per y lo hacan ellos mismos en tiempos del Inga,porquestn sus pueblos cercanos del camino, dos, y tres, y seis leguas el que ms lejos...

    Junto a esas expresiones de deseos de ambos funcionarios, empeadas en agilizar el drenaje de las riquezas de Potos hacia Sevilla, aparecen centenares de referencias sobre poblaciones indgenas, topnimos, tambe- ras reales del Inka y un sinnmero de posiciones geogrficas de valor incalculable. Verdaderos lazarillos en nuestros trabajas de contrastacin o verificacin arqueolgica por el altiplano andino.

    * * *

    Lo que sigue en estas pginas tiene destinos concretos: se injcia con una presentacin geogrfica y ecolgica del universo andino. Prosigue con un anlisis del patrn de poblamiento, artefactos y ecofactos recuperados en La Huerta de Humahuaca y finaliza con una visin explicativa de las caracteris- ticas, grado de intensidad y transfiguraciones culturales que gener el Horizonte Inka en al altiplano de Bolivia y extremo boreal argentino.

  • La informacin que manejaremos ser fundamentalmente arqueolgica aunque procuraremos adherir fuentes documentales aportadas por la lingstica y la etnohistoria no pocas de ellas fueron obtenidas en el propio terreno por nuestros antecesores o por nosotros.

    El registro arqueolgico tomado en La Huerta demand cinco misiones en el terreno. La primera tuvo lugar en marzo de 1983 y signific el redes- cubrimiento de la instalacin, un simple muestreo al azar en transecta de los fragmentos cermicos de superficie y un reconocimiento de su arquitec- tura. Estas tcticas perm itieron observar que la instalac in posea dos eventos de ocupacin principales. Uno seguramente local o Humahuaca y otro de factura Inka y limitada al Capacan o cam ino real y a un grupo de edificios ubicados en un sector definido en su parte central. Naturalmente durante esa fase exploratoria no sabamos si ambos eventos eran coetneos o si la ocupacin Humahuaca hab sido previa a la entrada de los Yupanki.

    El inters que despert el sitio nos llev a los depsitos y archivos del Museo Etnogrfico, lugar donde se hallaba parte del registro arqueolgico obtenido por Debenedetti en 1918 y que permaneca indito. El hallazgo del diario de viaje de su expedic in y de un centenar de artefactos fue determinante para los pasos siguientes. As fue que decidimos investigar el uso del espacio, la naturaleza y las alternativas de la ocupacin Inka dentro de una gran instalacin de Humahuaca, un sitio casi olvidado por la arqueo- loga cientfica.

    Sin embargo, esta decisin estuvo un par de aos demorada. Antes debmos cumplir con una serie de misiones arqueolgicas en el altiplano de Potos, Chuquisaca y Oruro. Pactadas para buscar los histricos tambos del Inga mencionados en las crnicas de Vaca de Castro y M atienzo y patrocinadas por un Grant de National Geographic Society de Washington. A estas le seguirn tres viajes ms, esta vez con destino al terreno situado al oriente de Humahuaca: Iruya, Santa Victoria Oeste y Vallegrande.

    No obstante el compromiso, el tema de uno u otro modo era el mismo: el Tawantinsuyu. Los resultados de esas misiones al terreno son ofrecidos a lo largo de esta obra.

    La segunda campaa hacia las ruinas de La Huerta se produjo en agosto de 1985. Estuvo dirigida hacia dos objetivos esenciales. El primero confeccionar la planimetra total de las ruinas, los perfiles y varios planos detallados de sectores especiales. El arquitecto Ricardo A lv is y Axel Nielsen fueron los encargados de esas tareas. M ientras tanto, otro grupo comenzaba la excavacin de una estructura monticular que se mostraba como un probable depsito de basura. Durante esos trabajos logramos profundizar 9 capas artificiales frtiles de 0,10m. Paralelamente la instala-

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  • cin se fue revelando como mucho ms grande de lo estimado en la fase exploratoria, ante lo cual decidimos regresar al laboratorio para evaluar los resultados parciales logrados y planear una estrategia ms afinada.

    Mientras Alvis procesaba decenas de hojas con planos parciales de las ruinas tarea que le llev a componer una rea intramuros ocupada por ms de 250 recintos, pero que apenas significaba la mitad de la extensin total del sitio , Jorge Palma, Daniel Olivera, Adriana Callegari y quien esto escribe se dedicaron a las tipologas de artefactos tomados de los mustreos superficiales y por excavacin. Estos trabajos fueron coordinados con una muestra de alrededor de 25.000 fragmentos de cermica provenientes de sitios Inka reconocidos en el extremo boreal de Argentina y altiplano Centro-Sur de Bolivia.

    A ellos se sumaran, posteriormente, los alumnos de la carrera de antropologa de la Universidad Nacional de La Plata, Victoria Garca Montes y Alberto Manso. En vista de que an faltaba realizar la mitad del plano y que, sin dudas, en nuestra excavacin exploratoria no habamos llegado a la base del basural, la decisin fue que ios prximos pasos en el terreno seran:

    1 concluir la planimetra del sitio,2 realizar mustreos dirigidos sobre el interior y exterior de recintos

    seleccionados por sus rasgos arquitectnicos de superficie,3 fecha por C 14 las capas artificiales N III, VI y IX del basural antes

    de proseguir con su excavacin.

    Los fechados fueron procesados con antelacin a la tercera campaa, con lo cual tenamos una idea muy precisa del comportamiento temporal del depsito y de la variacin frecuencial que ofrecan los tipos cermicos y dems artefactos obtenidos.

    Durante la tercera misin al terreno (mayo de 1986) ampliamos y profundizamos la excavacin de P.S.I., concluimos los relevamientos planimtricos y excavamos los recintos N 190,359 y 360. A la par de estos trabajos realizamos pruebas de la profundidad del sedimento cultural, por medio de una transecta N-S y con pequeos sondeos en el interior y exterior de los recintos, con el fin de registrar las posibles diferencias de espesor vestigios de la ocupacin humana a lo largo del rea intramuros.

    Durante esa campaa, la ms larga de las cinco emprendidas en La Huerta, tuvimos la fortuna de reubicar 26 de las 67 tumbas excavadas por Salvador Debenedetti en 1918. Con ello estbamos en magnficas perspectivas de coordinar aquel registro funerario a bajo nivel con la informacin recuperada en nuestros propios trabajos.

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  • A esta altura del proceso, la informacin obtenida era francamente prdiga, por lo que la prudencia indicaba regresar nuevamente al laboratorio para examinarla y clasificarla. Una parte del registro recogido demandaba anlisis especficos, con lo cual convocamos a Mario A. Iguez Rodrguez y Marcelo Manassero para la realizacin de difraccin por Rayos X y cortes delgados en la cermica.

    Por razones similares, pero en este caso sobre los ecofactos recogidos en el basural, se unieron espordicamente al equipo Hugo Yacobaccio y Celina Madero. Ambas intervenciones resultaron en extremo valiosas y han generado un par de captulos especiales de esta obra.

    Las dos ltimas campaas al terreno de Humahuaca se realizaron en diciembre de 1989 y mayo de 1990. Fueron programados en ellas los siguientes trabajos:

    1 recoger muestras de sedimentos para futuros anlisis polnicos;2 realizar nuevos mustreos en superficie de artefactos sobre edificios

    incluidos en el estrato N 1 (los de mayores dimensiones) para contrastar hiptesis a partir de informacin obtenida en las misiones anteriores sobre sus alternativas funcionales;

    3 profundizar las observaciones sobre la arquitectura de superficie en los sectores ms perturbados o de ms baja visibilidad. Este trabajo se decidi para intentar eliminar los factores de error en la estrategia observacional desarrollada en las tres primeras campaas. Especialmente en el reconocimiento de partes arquitectnicas especficas, como vanos, jambas, tabiques interiores, techumbres en tumbas, calzadas secundarias, etc.;

    4 muestrear en superficie los sectores N9 341, 356, 390 y 541/546 para contrastar hiptesis a partir de informacin obtenida en anteriores trabajos. Esto nos perm itira discernir sobre un uso diferencial del espacio intramuros por etnias hacedoras de estilos cermicos especficos, con los del grupo Chicha de Potos, Inka Provincial y Famabalasto Negro sobre Rojo.

    Para estos tiempos uno de los miembros del equipo, Axel Nielsen, desarrollaba intensas investigaciones en la regin oriental de Humahuaca, las cuales dieron la base documental de su Tesis Doctoral, aprobada con honores en la Universidad Nacional de Crdoba (1989). A la par proseguan los estudios dedicados a rescatar la informacin histrica sobre contactos intertnicos, dominio Inka y colonizacin europea en el altiplano andino, con el propsito de recomponer los procesos etnohistricos y antro-

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  • polgicos regionales entre los siglos XV a XVII. Esta tarea estuvo compartida con la Lic . Anah Icona y ha demandado un extenso captulo.

    Como siempre, deseamos testimoniar nuestra gratitud a las instituciones y personas que han hecho posible esta obra:

    A la NATIONAL GEOGRAPHIC SOCIETY de Washington y al CONSEJO NACIONAL DE INVESTIGACIONES CIENTFICAS Y TECNICAS de Argentina, por sus apoyos financieros para las investigaciones en el terreno.

    A A lberto Rex Gonzlez, director del Museo Etnogrfico de la Universidad Nacional de Buenos Aires, por permitimos estudiar las colecciones y libretas de campo de Salvador Debenedetti. A Betty J. Meggers de la Smithsonian Institution. por sus apoyos materiales y afectivos.

    A los laboratorios LATYR e INGEIS del Museo de La Plata y CONICET, respectivamente, por los procesamientos y anlisis de las muestras radiocarbnicas que se ofrecen.

    A los autores que firman este volumen, quienes de una u otra forma desviaron parte de su tiempo y talento para acompaarme en el proyecto.

    A Hugo Yacobaccio, Carlos Aschero, Adriana Callegari y Daniel Olivera, por su colaboracin en los trabajos de muestreo de artefactos en La Huerta. Especialmente a los dos primeros, quienes por ayudamos abandonaron transitoriamente la causa precermica.

    A los alumnos de la Carrera de Antropologa de la Universidad Nacional de La Plata, Victoria Garca Montes, Mara Marta Toddere y Alberto Manso, quienes participaron en las ltimas fases de composicin de esta obra.

    A Rodolfo Merlino y Diana Rolandi, con quienes redescubr La Huerta de Humahuaca una maana de Otoo de 1983.

    R. A.R. Museo de La Plata Primavera de 1992

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  • Captulo I

    E l Universo Humahuaca y los Andes del Kollasuyu

    R o d o l f o A . R a f f i n o - A x e l E . N i e l s e n

    Las ruinas de La Huerta se levantan en el rin de la legendaria Quebrada de Humahuaca, un singular valle mesotrmico de recorrido longitudinal enmarcado entre la Puna jujea y los bosques que rodean el Valle Grande de la actual San Salvador de Jujuy. Estn enclavadas dentro de un paisaje de singular riqueza geogrfica, histrica y antropolgica. Junto a la seccin meridional del altiplano de Potos y el N.O. argentino, Humahuaca form parte del antiguo Tucumn de la colonia. Desde mediados del s. XVI recibi profundas transfiguraciones por obra de la corriente colonizadora proveniente de Per y, poco antes de esos tiempos, form parte del Kollasuyu de los Inkas del Cusco.

    Integrando una seccin de los Andes Sudamericanos, esta parte del antiguo universo Inka ofrece singulares variets paisajsticas que ameritan su descripcin y clasificacin. Con estos propsitos puntualizaremos en primer trmino los lugares que ocupa dentro de la clasificacin de ecosistemas, desarrollada en los ltimos aos para el anlisis de la ecologa cultural del Area Andina Central (Pulgar Vidal, 1948), con las modificaciones resultantes de su aplicacin al sector meridional de dicha rea (R.A.Raffino; 1975. R. Merlino y M. Rabey; 1981).

    Esta es la antesala de otras relaciones, que describirn las caractersticas ecolgicas de la Quebrada de Humahuaca y las de otros valles mesotrm icos similares situados en los actuales territorios bolivianos de Potos, Chuquisaca, Oruro y Tarija.

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  • 1. Los ecosistemas andinos

    Una caracterstica sobresaliente de la geografa andina es la extremada diversidad medioambiental que presenta dentro de reas relativamente restringidas. Esta diversidad est determinada fundamentalmente por las variaciones en la altitud, por lo que se puede hablar de una verdadera geografa vertical. Cabe diferenciar en tal estructura, cierto nmero de regiones ecolgicas o ecosistemas que se desarrollan dentro de determinadas franjas en la escala altitudinal.

    Los pueblos indgenas percibieron esta estructura vertical de su territorio, y buscaron adaptarse a ella a travs de diversas respuestas culturales (agricultura pedemontana, pastoreo, complementacin, intercambio, colonias en diferentes pisos, movilidad giratoria) que les permitieron acceder a los recursos de la mayor cantidad posible de ecosistemas. A pesar de inevitables variaciones en esas respuestas culturales (tcticas adapta- tivas), el ideal de complementacin vertical como estrategia de adaptacin de las culturas andinas persiste en parte hasta la actualidad.

    La mayor parte de la superficie del universo que nos ocupa est absorbida por las llamadas tierras altas de Bolivia y extremo boreal argentino. La monotona de este paisaje es fracturada discontinuamente por la presencia de un puado de valles frtiles de menor altitud que la Puna y con pendientes hacia la cuenca del Ro de la P lata . Estos bo lsones frtiles pueden situarse tambin a la vera oriental del altiplano; los ms caracterizados son los de Talina, Tupiza, Suipacha, San Juan Mayo (Oro), Iruya, Vallegrande, Santa Victoria Oeste, y por supuesto Humahuaca.

    Los niveles altitudinales o pisos determ inan en esta seccin del Kollasuyu a cinco regiones ecolgicas diferentes: JANCA , SUNI, PUNA, Q'ESHWA Y YUNGAS, trminos que recibieron su bautismo por obra de la lingstica aborigen y que an persisten en la toponimia andina.

    a.- La Janca: Est situada por encima de los 4 .600 m ., pudiendo alcanzar alturas prximas a los 6.000 m. Incluye, como lo indica su nombre (janca= blanco), las zonas cubiertas de hielo y nieve de las cumbres monta osas. El clima en este ecosistema es riguroso y extremo. Las precipita ciones, en forma de llovizna, nieve o granizada, alcanzan unos 500 mm. anuales y se producen durante todo el ao. En consecuencia, la humedad es relativamente elevada y constante, formndose en las hondonadas grandes vegas de altura donde crecen pastos en abundancia.

    La estepa herbcea es la formacin vegetal que cubre las laderas (matas bajas de gramneas), siendo de gran importancia la yareta, arbusto22

  • que proporciona la nica lea existente. La disponibilidad de pasturas durante todo el ao permite la subsistencia de camlidos salvajes (vicua y guanaco) y domsticos (llama y alpaca), cuya explotacin, junto con la caza, constituyen prcticamente las nicas actividades econmicas que admite este ecosistema. Otras especies comunes son la vizcacha, el zorro y algunas aves acuticas.

    b.- La Puna: Este ecosistema se ubica entre los 3.800 y los 4.600 m. y por lo tanto comprende la mayor parte del altiplano sudamericano que nace en Puno, sobre los 16 grados al S. del Ecuador al N.O. del Lago Titicaca y culmina en la Catamarquea Villavil, sobre el paralelo 27. En su prolongacin meridional (Puna Argentina) adquiere mayor heterogeneidad fisiogrfica, lo que genera cierta diversidad ambiental dentro del mismo ecosistema. Las precipitaciones son ms escasas que en la janea (menos de 150 mm. al ao) y se concentran en los meses de verano. Los arroyos, formados por el agua que se escurre desde la janea, son por lo comn de rgimen permanente.

    Predomina la estepa arbustiva en las zonas ms bajas y la estepa herbcea en las ms elevadas. Aparece una nica especie arbrea: la queoa. Junto a los arroyos y ojos de agua crecen diversas gramneas que favorecen el pastoreo, siendo este ecosistema el eje de la ganader de camlidos. A los animales mencionados para la janea, se puede agregar el suri, que habita en las planicies de este piso" y de la Suni.

    c. - La Suni: Ocupa las zonas comprendidas entre los 3.200 y los 3.600 m., abarcando las partes ms bajas de la Puna, como las cuencas de sedimentacin, depresiones entre cordones montaosos y quebradas que los atraviesan. Tambin la porcin superior de las quebradas que la comunican con las tierras bajas. Las precipitaciones son escasas y exclusivamente estivales (diciembre-marzo). Los cursos de agua que descienden por las quebradas desaparecen de la superficie por infiltracin al desembocaren las planicies arenosas, alimentando en ltima instancia los salares y lagunas que ocupan las cuencas de sedimentacin.

    En las planicies y cuencas salino-lacustres la comunidad bitica se compone fundamentalmente de gramneas que sirven de sustento a los camlidos, adems de diversos roedores y aves palmpedas. En las quebradas, ms protegidas, se desarrolla la estepa arbustiva, con algunas cactceas, montes de churqui y queoa entre otras especies. Este ecosistema admite el desarrollo de la agricultura, basada principalmente en los cultivos de altura: tubrculos (papa, oca, ulluco) y quinoa, a los que se pueden agregar habas, arvejas y algunas forrajeras (alfalfa y cebada).

    d. - La Qeshwa: Se ubica entre los 2.000 y 3.200 m. Comprende las

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  • Mapa I. Instalaciones Inka o con componentes Inka en el altiplano de Bolivia y extremo boreal de Argentina y Chile (los nmeros indican el que les cupo en R. Raffino 1981; 1986 y 1991)A Sitios de Bolivia: 278 Chagua; 279 Chipihuaico; 280 A lameda Tupiza; 281 Chuquiago; 282 Ramadas; 285 Mochar, Paniri; 286 Charaja; 258 Laguna Ramaditas; 287 Ro Mrquez; 288 Oma Porco; 289 Jaruma; 290 Soraya; 291 Khapa Kheri; 292 Quillacas; 293 Sirapata; 294 Moxuna.B Extremo boreal de Argentina: 1 Calahoyo; 3 Pozuelos; 5 Queta, E l Moreno; 6 Casabindo Chico; 7 Rincn Salinas, Las Cuevas IV; 8 Toroara; 9 Cangrejillos; 10 Puerta Cangrejo, La Fortuna; 410 Alto Zapagua; 414 Homadita; 415 Coctaca; 16 Punta Cinaga; 17 Rodero; 18 Las Zorras (Morohuasi); 19 Peas Blancas; 20 Yacoraite; 21 La Huerta; 22 Tilcara, Los Amarillos; 23 Cinaga Grande; 24 Acay; 28 Socompa; 29 Pular, Len; 31 Juriquez; 35 Llullaillaco; 117 Aracar, Agua Hedionda; 138 Chivilne.C Frontera oriental de Humahuaca: 425 El Barit; 14 Arcayo de huya; 16 Cerro Morado; 419 Chasquillas; 11 Papachacra; 421 Pueblito Calilegua; 424 Cerro Bravo; 15 Zapallar de Iruya; 13 Titiconte; 418 Puerta Zenta; 420 Cerro Chasquillas; 422 Cerro Amarillo; 423 E l Durazno.D Sitios de Chile: 131 Chungara; 132 Rosario/Pea Blanca; 134 A lto Ram rez; 140 Camarones, Hacienda Camarones, Pachica, Quiguatama II, Taruguire, Sabaipugro; 145 El Tojo; 146 Caserones (Tarapac); 147 Pica, Kona Kona, Cerro Colorado, Katisuna (Inacaliri i); 150 Turi, Cerro Verde; 160 Catarpe, Volcn Colorado, Zapahuira; 163 Peine; 139 Saguara, Beln (Incahullo); 161 Quitor, 162 Zapar; 164 Quimal; 32 Licancabur, Pircas Paralelas, Estructura "L", El Crter, Chasquiwasi, El Meteorito, Chasquiwasi, Refugios Subcirculares, T . Portezuelo, T. Neurara, Aguada de Puquios; 156 Volcn Mio.24

  • grandes quebradas que, corriendo longitudinalmente entre cordones montaosos, comunican el altiplano con las tierras bajas, as como las quebradas subsidiarias que desembocan en ellas. Dentro de este sector ecolgico se ubican las aludidas bolsones de Talina, Tupiza, San Juan Mayo, Suipacha, Iruya, Vallegrande y Humahuaca. Por ser mbitos ms protegidos, poseen temperaturas medias superiores a los ecosistemas de mayor altura, adems de una menor amplitud trmica. Las precipitaciones son escasas (menos de 200 mm. anuales).

    La vegetacin predominante es la estepa arbustiva xerfila, con ciertas especies arbreas que permiten la recoleccin de frutos del algarrobo y chaar. El relieve es escarpado, sobre todo en la porcin inferior, con suelos sujetos a una intensa erosin. Por consiguiente, fuera de los fondos de valle, la agricultura actividad econmica central de este ecosistema- requiere construcciones especiales de irrigacin y para la proteccin y nivelacin del terreno. El maz fue a lo largo de los tiempos la especie cultivada de mayor importancia econmica, a la que se agregan el zapallo, calabaza, man, papa, algunas hortalizas y en menor medida, leguminosas (poroto, pallar). La fauna ofrece algunas aves y roedores aptos para la caza.

    e.- La Yunga: Situada por debajo de los 2.000 m. hasta aproximadamente los 1.000 m. este mbito abarca el sistema de las Sierras Subandinas, as como los valles ubicados en la desembocadura de las quebradas longitudinales que descienden del Altiplano (Valles Grande de Tarija, de Jujuy y de Lerma o Salta). El clima es clido-hmedo, con precipitaciones anuales superiores a los 750 mm.

    La vegetacin dominante es el bosque subtropical, que ofrece madera en abundancia y un gran potencial para la recoleccin (miel, nogal, algarrobo, mistol, chaar, cebil, etc.) y la caza. Entre los cultivos propios de este ecosistema se destacan el aj, coca y frutas tropicales. Los numerosos cursos fluviales brindan buenas posibilidades para la pesca.

    2. La Quebrada de Humahuaca:Rasgos geogrficos y ecolgicos

    El extremo noroccidental del territorio argentino est formado, desde el punto de vista geomorfolgico, por el bloque de la Puna, que constituye la prolongacin meridional del altiplano peruano boliviano. En su borde oriental y sudoriental, la Puna est limitada por el sistema orogrfco de la Cordillera Oriental. A esta ltima la forman en conjunto de elevadas cadenas montaosas que, soldndose en sus extremos septentrionales al

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  • macizo puneo. se desprenden del mismo corriendo en direccin predominante N.S. Estos cordones montaosos son los de Santa Victoria-Zenta- Tilcara: Aguilar-Chai Acay y Cachi. Estn separados por profundos valles mesotrmicos de posicin longitudinales o bolsones paralelos (de N.E. a S.O.: Quebradas de Iruya, la Cueva, Valle Grande. Humahuaca. del Toro y Valle Calchaqu Norte, que constituyen las vas naturales de comunicacin entre el Altiplano y los valles meridionales y tierras bajas. Hacia el oriente, este conjunto de sierras y quebradas est limitado por el sistema de las Sienas Subandinas que lo separa de la gran planicie del Chaco.

    La de Humahuaca es la mayor de las quebradas mencionadas. Situada en el actual territorio poltico de la provincia de Jujuy, posee unos 150 Km. de longitud, extendindose desde la ciudad de San Salvador de Jujuy (2410' Lat.S.) hasta las proximidades de Iturbe (Negra Muerta: 2255 lat.S.) donde se unen el ro del Cndor con el ro de la Cueva para formar el Ro Grande de Jujuy. Este ltimo atraviesa la Quebrada en toda su longitud aumentando considerablemente su caudal por el aporte de los numerosos afluentes que descienden por las quebradas laterales. Es tributario del Bermejo y pertenece por lo tanto a la cuenca del Plata. En su recorrido, el ro ha ido cortando una serie de terrazas en sus propios acarreos y en los enormes conos de deyeccin depositados por las quebradas laterales, lo que brinda al paisaje un aspecto caracterstico.

    Delimitan la Quebrada dos grandes cordones montaosos paralelos pertenecientes a la Cordillera Oriental. Ambos presentan una morfologa semejante en cuanto a la asimetra de sus laderas: mientras que las faldas del oriente descienden suave y paulatinamente, las que dan al occidente, que constituyen lneas de falla, caen abruptamente sobre el valle.

    As, la ladera occidental de la Quebrada de Humahuaca es en general de menor pendiente y ms accidentada, albergando quebradas laterales ms largas (Yacoraite, Juella, Guichaira, Purmamarca), en tanto que su ladera oriental conespondiente a la falla presenta una fuerte inclinacin, con cursos de agua rpidos, particularmente agresivos durante el esto y quebradas subsidiarias ms cortas y empinadas (Calete, Capia y La Huerta).

    Flanqueando la Quebrada por el O. se encadenan de N. a S. la Sierra de Aguilar. la de Malpaso y la de Chai que constituyen la divisoria de aguas entre la cuenca cerrada de la Puna y la cuenca alta del Bermejo. El filo de esta serrana oscila entre los 5.000 y 5.200 m., superando los 6.000 m. en sus picos ms elevados (Nevados de Aguilar y de Chai). Por el E., corren la serrana de Zenta y Tilcara, con una altura media de 4.000 a 4.500 m. Las abras que la atraviesan (abras de Zenta, Colorada, Yala, etc.) conducen a las Yungas de las Sienas Subandinas.

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  • U n r a s g o s o b r e s a l ie n te de la Q u e b r a d a d e H u m a h u a c a e s s u g r a n d e s n iv e l M ie n tra s q u e S a n S a lv a d o r d e Jujuy s e e n c u e n t r a a 1 .2 5 8 m . su c ab e c e ra s e p te n tr io n a l . I tu rb e , e s t a 3 .3 4 3 m , lo q u e a r r o j a u n a c a d a d e 2 .085 m . (u n d e sn iv e l m e d io d e c a s i 3 1 ,7 m . p o r k m .) . E s ta v a r ia c i n e n la a lti tu d , d e f in e la e x is te n c ia d e d o s p is o s e c o l g ic o s b ie n d i f e r e n c i a d o s : la yunga, c o r re s p o n d ie n te a la p o r c i n in f e r i o r d e la Q u e b r a d a , d e s d e S a n S a lv a d o r h a s ta el p ie d e l v o lc n (2.000 msnm. a p r o x im a d a m e n te ) , y la q'eshwa, d e sd e la lo c a l id a d d e V o lc n (2 .0 7 8 m .) h a s ta I tu rb e .

    A d em s d e lo s e fe c to s p ro p io s d e la a l t i tu d s o b re e l m e d io a m b ie n te , h a y un c o n ju n to d e fa c to re s o ro g r f ic o s y c l im t ic o s q u e c o n c u r r e n a d i f e r e n c i a r n e tam en te am b o s e c o s is tem a s y q u e s e r n m e n c io n a d o s m s a d e l a n t e . V a le la p e n a u n a d e s c r ip c i n m s p u n tu a l d e e s to s d o s p i s o s e c o l g i c o s ta l c o m o se p re sen ta n en e l m b ito e s p e c f ic o d e la Q u e b r a d a d e H u m a h u a c a .

    a ) La Yunga:S e c o r r e s p o n d e c o n l a s e c c i n i n f e r i o r d e l a d i v i s i n q u e h a c e e l

    g e g ra fo F . K h n (1 9 2 3 ) d e la Q u e b r a d a y q u e s ig u e n la m a y o r a d e lo s a u to re s . E s t re p re s e n ta d a p o r e l a m p l io v a l le d e J u ju y , l im i ta d o a l O e s t e p o r la S ie r ra d e C h a i q u e lo s e p a ra d e la Q u e b r a d a d e l T o ro , m ie n t r a s q u e a l E . y S . s e a b re h a c ia la l la n u ra i n te rm o n ta n a q u e lo c o m u n i c a c o n lo s

    e c o s is te m a s y u n g a d e la s S i e r r a s S u b a n d in a s ( L e d e s m a , V a l l e G r a n d e , v a lle d e l R o S an F ra n c is c o ) y d e l V a l le d e L e rm a .

    L a la d e ra d e l v a lle d e J u ju y s e e n s a n c h a h a c i a e l S u r c o m o u n g i g a n te s co em b u d o . P re s e n ta e n s u s e n o n u m e ro s a s c o l in a s y t e r r a z a s d e v a r io s p iso s q u e e s t n c o n s t i tu id a s p o r la s m a s a s d e a c a r r e o a c u m u la d a s p o r lo s

    a lu v io n e s f l u v ia l e s a l p i e d e l a s m o n ta a s . S u s s u e l o s , t a p i z a d o s p o r s e d im en to s , n o d e ja n a f lo r a r p r c t ic am e n te l a r o c a m a d r e , f a v o r e c i e n d o e n c am b io e l d e s a r ro l lo d e u n a e s p e s a c u b ie r ta v e g e ta l .

    E l R o G ra n d e e s d e c a u c e a n c h o y c u b ie r to d e r o d a d o s . S u c a u d a l t ie n e n o ta b le s f lu c tu a c io n e s e n t r e e l in v ie r n o y e l v e r a n o , e s t a c i n e n l a q u e s e p ro d u c e n la g ra n m a y o r a d e l a s l lu v ia s (9 5% e n t r e o c tu b r e y a b r i l i n c l u s iv e ) . L a o r i e n t a c i n N O -S E q u e p r e s e n t a e l v a l l e e n e s t e s e c t o r ( e n c o n tr a s te c o n e l e s t r ic to r u m b o N -S . d e l a p o r c i n s u p e r i o r ) , l e p e rm i t e c a p ta r lo s v ie n to s h m e d o s p r e d o m in a n te s d e l S . y E . ( a l i s i o s ) . L a s p r e c i p i ta c io n e s s o n . e n to n c e s , a b u n d a n te s ( 8 0 0 a 1 .0 0 0 m m . a n u a l e s ) . E n c u a n t o a la t em p e ra tu ra , la m e d ia a n u a l e n l a c iu d a d d e J u ju y e s d e 1 7 ,2 C .

    L a s fa v o ra b le s c o n d ic io n e s d e c l im a y s u e lo p o s ib i l i t a n e l d e s a r r o l l o d e u n b o s q u e s u b tro p ic a l e n e l fo n d o d e l v a l l e y e n l a p o r c i n i n f e r i o r d e l a s

    la d e ra s , q u e lu e g o e s su b s ti tu id o p o r u n m o n te b a jo h a s t a l o s 1 .7 0 0 m . d e a l t i tu d . P o r e n c im a d e e s t a c o ta s e e n c u e n t r a n p r a d e r a s d e g r a m n e a s y h ie rb a s a lta s . L a s e s p e c ie s m s a b u n d a n te s a c tu a lm e n te s o n e l c e i b o , l a u r e l .

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  • aliso, sauce, eucalipto, algarrobo, mistol, ciprs y lamo entre los rboles, y la chilca, jume y churqui entre los arbustos. Prosperan una gran variedad de cultivos: maz, trigo, porotos, zapallo, man, vid. duraznos, alfalfa, por mencionar slo algunos. El valle proporciona la casi totalidad de las frutas y legumbres que consume hoy en da la ciudad de Jujuy.

    b) La Qeshwa.Ocupa las secciones media y superior de la Quebrada, lo que significa

    la mayor parte del universo Humahuaca, incluyendo la Quebrada de La Huerta. El valle se toma ms estrecho y profundo (sobre todo en la porcin media) al aumentar el desnivel entre el fondo y la cumbre de las serranas que lo flanquean. En algunos puntos (Perchel, Chico y Chorrillos) afloramientos de rocas paleozoicas, ms duras y resistentes a la erosin, provocan agudos estrechamientos en el valle. Estos accidentes, entre los que quedan pocos metros separando ambas laderas, son denominados angostos.

    La asimetra ya mencionada entre las faldas ha motivado que la mayor parte de las actuales poblaciones se asienten sobre la margen derecha del Ro Grande, entre ellas las de Humahuaca, Iturbe, Udqua. Huacalera, Maimara, Tumbaya y Volcn. Escapa a esta generalizacin la pintoresca Tilcra. asentada sobre la margen oriental.

    Los macizos montaosos presentan en su porcin superior un relieve suave y con formas montonas de penillanuras, caractersticas de los paisajes en su madurez cuando prcticamente han llegado a la nivelacin de su relieve. Por debajo de estas formaciones, las serranas muestran una estructura orogrfica ms reciente (Terciaria), aflorando estratos mesozoicos de vivos colores. En la porcin inferior, formas accidentadas, cortadas en barrancas y rajadas por torrenteras, testimonian una intensa accin erosiva sobre los sedimentos cuaternarios.

    Durante el verano, las lluvias torrenciales arrastran ladera abajo grandes masas de barro y ripio, que se depositan en las desembocaduras de torrentes y quebradas formando abanicos y conoides aluviales. Estas formaciones son conocidas en la zona como volcanes" y constituyen uno de los rasgos tpicos del paisaje. El fenmeno parece haberse producido durante todo el pleisto- ceno, como lo demuestran los numerosos conoides que se encuentran en toda la extensin de la Quebrada y valles laterales, escalonndose a diferentes niveles sobre los actuales cursos de agua. Algunos de ellos los geolgicamente ms antiguos se sitan a gran altura respecto al nivel actual de las vaguadas, las que generalmente han cortado profundas barrancas en su masa

    En la parte ms alta de la Quebrada, al Norte de Udqua. domina el relieve de penillanura antes mencionado. Las montaas, de formas ms

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  • redondeadas, se elevan menos sobre el nivel del valle dejando entre ellas planicies sedimentarias cubiertas de cantos rodados.

    El clima de la q eshwa contrasta notablemente con el de la yunga, siendo lo ms notable la brusca cada de las precipitaciones y un aumento en la amplitud trmica diaria. Este cambio no es solamente resultado de la altura. Como se dijo anteriormente, las lluvias en la regin son provocadas por los vientos alisios que soplan desde la regin tropical (vientos del E. y SE.). El brusco ascenso del cordn montaoso que flanquea la Quebrada por el Este en esta seccin (Sierras de Tilcara y Zenta) interpone una barrera infranqueable a las masas hmedas, que se precipitan totalmente sobre su falda oriental, generando una cubierta de vegetacin subtropical y alimentando los numerosos cursos de agua del sistema de las Sierras Subandinas.

    En efecto, la cumbre de la Sierra se eleva de 1.500 m. a la altura de Len (ltima localidad en la parte ms alta de la yunga) a 3.600 m. a la altura de Tumbaya, una de las primeras poblaciones de la qeshwa, situada slo 23 km. al norte de la anterior. A esto hay que agregar un cambio de nivel igualmente brusco, en el mismo fondo del valle: Len se sita a 1.628 m., mientras que Volcn est a 2.078 m, arrojando una diferencia de altitud de 450 m. en los escasos 15 km. que separan ambas localidades.

    Este verdadero escaln est rematado por un gigantesco cono de deyeccin (el volcn de donde toma su nombre la localidad) formado por el acarreo del arroyo del Medio, un tributario occidental del Ro Grande. Presenta un borde frontal de 12 km. y se eleva 500 m. sobre el fondo del valle, constituyendo as una barrera topogrfica y climatrica significativa, sobre todo si consideramos que a esta altura la Quebrada ya comienza a encajonarse. Las masas de lluvia que ingresan a la yunga en verano desde el SE. no superan este accidente y normalmente se precipitan por debajo de los 2.000 m. As, las precipitaciones disminuyen de 828 mm. anuales en Len, a 221 mm. en Tumbaya.

    Como consecuencia, domina en la q eshwa un clima desrtico de altura, con lluvias que oscilan entre casi 270 mm. anuales (Iturbe) y poco ms de 100 mm. (Tilcara). Estas se producen exclusivamente en los meses de verano lo que hace que los cultivos dependan totalmente del riego.

    Dominan los vientos del Sur, especialmente en verano, lo que se refleja en la tendencia de las viviendas tradicionales a orientar sus puertas hacia cuadrantes opuestos a este rumbo.

    Las variaciones diarias de la temperatura son bastante grandes (15C. en enero, 23C. en julio), lo que muestra un clima sujeto a intensa radiacin solar. Este rasgo, sumado a la accin de los vientos que soplan desde la yunga, hace que la temperatura sea bastante ms elevada en el interior de la

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  • Quebrada, si se la compara con la temperatura de la atmsfera libre a la misma altura sobre la llanura. En invierno, por ejemplo, durante la tarde reina prcticamente la misma temperatura en la mayor parte de la Quebrada a pesar de las grandes diferencias de altura (Combetto y Da Vera, 1967). La media anual es de 12,3 en Humahuaca, siendo diciembre el mes ms caluroso (17,2C. de media) y julio el ms fro (8C.).

    La disminucin de las precipitaciones en la q eshwa provoca un cambio notable en la navegacin, que se toma ms xerfla, con abundantes cactceas. En las laderas domina la estepa arbustiva, con algunos cardones aislados. Los principales arbustos son la chilca, tola, aagua, chachacoma y la rica-rica. El estrato herbceo, poco desarrollado, est formado fundamentalmente por paja amarilla.

    En los suelos pedregosos de la parte baja de las laderas, y sobre todo en los conos de deyeccin y terrazas altas, aparecen los cardonales que son la formacin vegetal tpica del paisaje quebradeo.

    En el fondo del valle se encuentran matorrales de molle, chilca y jume junto con algunos churqui. En el sector ms bajo del ecosistema hay bosquecillos de arca y algarrobo, y en las zonas anegadas del fondo del valle crecen juntos, totoras, cortaderas y cojines de gramneas.

    En la parte ms alta de la Quebrada (por encima de los 2.900 m.) los cambios en la vegetacin acusan la transicin hacia el ecosistema Suni. Los cardones son ms escasos, en las planicies sedimentarias aparecen bosques y matorrales de churqui. y en las laderas nuevas especies de arbustos (bromeliceas) que les confieren un color gris caracterstico.

    Tanto en la quebrada troncal, como en las laterales, los cultivos se concentran en los suelos cuaternarios del fondo de valle terrazas naturales y bancos aluviales lugares donde resulta ms fcil la irrigacin y no son necesarios trabajos de nivelacin del terreno. En la etapa prehispnica se aprovecharon adems las laderas y conos de deyeccin pedemontanos, sobre todo en las quebradas subsidiarias orientales. As lo testimonian los restos de canchones, terrazas y andenes de cultivo que en ocasiones (A lfarcito, Cosmate, Rodero y Coctaca) cubren grandes extensiones, debiendo haber representado verdaderos centros de produccin regional. En la actualidad esta vieja infraestructura agrcola prcticamente no es utilizada.

    Las especies cultivadas ms importantes son el maz, trigo, vid, forrajeras (cebada, alfalfa), hortalizas varas (tomates, zanahoria, lechuga, cebolla), legumbres, frutales (durazno, manzano) y rboles que actan como proteccin contra el viento (lamo, sauce, aguaribay). Tambin se cultivan tubrculos propios de los ecosistemas superiores (papa, oca).

    Entre los principales animales silvestres que sobreviven se cuentan

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  • especies de roedores (ratn, chinchilla, vizcacha, y cuy), reptiles terrestres (lagartijas y culebras), carnvoros (puma, zorro y hurn), mamferos desdentados (armadillos) y varias especies de aves, entre las que sobresalen el ya mencionado suri, patos, perdices y el cndor, dominando las alturas andinas.

    La ganadera tiene importancia mnima comparada con la agricultura, y se ocupa exclusivamente de especies europeas: cabras, ovejas, caballos, muas y unos pocos vacunos. El pastoreo de camlidos, hoy confinado a los ecosistemas superiores, ocup un lugar destacado en la subsistencia de los pueblos indgenas que habitaron la Quebrada. As lo evidencian los corrales contiguos a las plantas urbanas de los asentamientos prehispnicos ms importantes (Tilcara, Juella, La Huerta y Volcn) y la superlativa abundancia de restos seos de estos animales depositados en las entraas de sus basurales.

    Adems de su gran potencialidad econmica, la importancia de la q'eshwa reside en que ha operado en todas las pocas como intermediaria entre los pisos ecolgicos situados a mayor altura (suni, puna, y janca) y las yungas. Esta funcin vinculadora es especialmente significativa, tanto para Humahuaca como para otros valles mesotrmicos de esta asignacin como Talina, Cotagaita, Tupiza, Tarija, San Juan Mayo, Suipacha, en el S. de Bolivia; e Iruya, Santa Victoria y Valle Grande en el Norte Argentino. Esos han configurado un doble eje de circulacin de informacin y materia. Un eje meridiano representado por las quebradas troncales que fueron tradicionales vs de circulacin entre el altiplano circuntiticaca o cuzqueo y el antiguo Tucumn. Esta es la antigua y clebre red caminera, an existente, construida y utilizada por los Inka como ruta hacia el sector meridional del Kollasuyu.

    Por estas sendas transitarn luego las expediciones descubridoras del Tucumn, como las comandadas por Diego de A lmagro (1535), Diego de Rojas (1543), Nuez del Prado (1551). Talina, Suipacha y Humahuaca sern particularmente propicias para el trfico colonial entre Potos, el Ro de la Plata y Espaa. Por ellas drenarn hacia Sevilla, la plata y el oro de Porco y Potos desde los tiempos y mandatos de Felipe EL

    Las expediciones libertadoras rioplatenses de Balcarce (1810), Belgrano (1813) y Rondcau (1814) las usarn obligadamente en sus misiones desde la recin liberada Buenos Aires hacia el alto Per. Nueve invasiones realistas la tendrn como va obligada, entre 1813 y 1822, con el objetivo de recuperar los territorios liberados de Tucumn y Ro de la Plata.

    Este eje meridiano fue en definitiva el mbito donde se produjo por ms de 4 siglos todo el flujo de informacin, materia y energa entre los Andes y el Ro de la Plata. Un sistema histrico que recin a principios del siglo XX fue suplantado en parte por la ferrova y la ruta Panamericana. Aunque no

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  • pocos segmentos de estas an atraviesan estos valles mesotrmicos de traza longitudinal.

    Una serie de ejes de circulacin, trazados en sentido E-O, estn conformados por las quebradas laterales que desembocan en los valles mesotrmicos troncales. Por entre las quebradas occidentales, con cabecera en la Puna, circulan tradicionalmente los productos de los ecosistemas superiores, como la carne, cueros, lana, tejidos, sal, etc. Por las orientales, que conducen a la regin subandina, ingresan los frutos de las yungas, el bosque tropical lluvioso del Chaco Gualamba, como el tabaco, aj y hojas de coca, entre otras especies.

    A lo largo de los tiempos la q eshwa de Humahuaca y los restantes valles mesotrmicos de esta seccin del Kollasuyu han ofrecido jugosos potenciales ecolgicos para el asentamiento y desarrollo de las poblaciones cualquiera haya sido su estrategia de subsistencia. En este escenario supieron instalarse los cazadores y recolectores paleoindios varios milenios atrs y posteriormente las sociedades agrcolas productoras de energa que precedieron al Tawantinsuyu primero y a la corona despus.

    Estas particularidades se encuentran potenciadas por una situacin estratgica en los trasvasamientos de energa y cultura entre los ecosistemas del altiplano circuntiticaca y potosino con los valles templados del N.O. Argentino; y entre las yungas de las selvas y bosques del naciente amaznico, con los valles transversales y oasis aledaos de la costa del Pacfico chileno.

    En el caso particular de Humahuaca, esta situacin de privilegio le facilit el acceso a todos los ecosistemas del espectro vertical andino, otorgndole matices protagnicos a la estructura y conducta de las sociedades aborgenes que la poblaron.

    As se explican las caractersticas simbiticas y los modelos econmicos, mixtos de las culturas que se implantaron, las que a menudo combinan rasgos altiplnicos con elementos provenientes de las florestas tropicales del oriente.

    No en vano el territorio Humahuaca es uno de los ms ricos y densamente poblado de todo el N.O. Argentino, con recursos naturales y humanos apetecidos a su tumo por el Tawantinsuyu, ya en el filo del tiempo prehispnico y por los espaoles a partir de la segunda mitad del siglo XVI.

    Humahuaca es dueo a la vez de una prdiga tradicin cultural local que impuls estos imperios a ocuparla y administrarla, produciendo en ella profundas transfiguraciones culturales segn veremos en las prximas secciones de esta obra.

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  • BIBLIOGRAFA

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  • Captu lo II

    Las ciudades Inka en Argentina Arqueologa de La Huerta de Humahuaca

    R o d o l f o A . R a f f i n o - R i c a r d o J . A l v i s

    Primera Parte: El sistema de Poblam iento

    El rea intramuros de L a H uerta se lev an ta a 6 Km . a l o rien te d e Huacalera de Humahuaca, sobre la confluencia de las quebradas de S isilera y Mudana, bajo una posicin horaria de 65Q 17 Lat. S. y 23 2 8 a l W . de Greenwich y una altitud de 2.700 m .s.n.m . Un contrafuerte a terrazado que baja del Co. Sisilera fue el lugar elegido para la fundacin del poblado. L a pendiente promedio de este espoln es de 7-10 % y su altu ra po r sobre e l nivel de base de los ros Mudana y Sisilera oscila en 10 m. en su parte m s baja hasta 50 m. en la ms alta.

    La eleccin del lugar para la instalacin no deja dudas en cuanto a que sus fundadores renegaron de las comodidades de los fondos de valle com o los de Sisilera y Mudana, o la del propio Humahuaca, para op tar po r a ltu ras pedemontanas como las de este cerro spero situado a ms de una docena de metros por encima del punto ms cercano con agua po tab le . E s ta eleccin del medio natural para asentar una parte vital del s istem a de pobla miento, como lo es el rea residencial, ha sido un rasgo estratgico reite rado a partir del Perodo de Desarrollos Regionales (900 d .C . 1470 d.C .).

    Atenindonos a la fecha inicial del proceso de formacin de l basural P.S.I. de La Huerta (1150 80 A.P.) ubicamos en el 800 d.C. al mom ento de la toma de decisiones sobre la eleccin del lugar y fundacin de los primeros edificios del sitio.

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  • Para estos tiempos cercanos al siglo X se produjo un foco de crecimiento de partes arquitectnicas en el sector E2S26, el que mira hacia la Quebrada Sisilera. Este foco produjo la edificacin de los recintos identificados con los nmeros 50 a 60 del plano.

    Al parecer un puado de gente bas su decisin en capturar el cerro, ms protegido que el fondo del Valle, y que a la vez no distaba a ms de unos minutos de marcha de la fuente de agua permanente ms cercana, aportada por el ro Sisilera.

    Las pruebas de sedimentos practicadas en una transecta N-S, a lo largo de rea de instalacin, comparando entre s potencias de ocupacin evidenciaron mayor calibre (vg. antigedad) de este sector por sobre los restantes del rea intramuros. Esta circunstancia, unida al hecho de que no fueron hallados rasgos arquitectnicos Inka o ms tardos, contrastaron favorablemente la hiptesis.(1)

    2. El uso del espacio intramuros y la estrategia de muestreo arqueolgico

    El punto de partida para una recomposicin de la conducta urbana pautada dentro del rea intramuros de La Huerta fue la ejecucin del plano integral del sitio y la diferenciacin morfolgica de los edificios que la componan. La estrategia de muestreo arqueolgico fue diseada y perfeccionada en las 5 misiones al terreno y en gabinete. Para su construccin y replanteos hemos volcado nuestras experiencias sobre sistemas de pobla- miento aborigen y aportes sobre procedimiento arqueolgico aplicados por arquelogos norteamericanos en instalaciones con registro arquitectnico.

    1 Los resultados que se obtienen con esta prueba son relativos, aunque van adquiriendo significacin a medida que crecen en nmero. Lo mismo sucede con otras pruebas estadsticas, como los clculos de densidad de fragmentos en el relleno (fill sherd density); los de densidad de tiestos por m2. en los episodios de un basural como el P.S.I. de La Huerta, o la densidad de fragmentos por m2 en los mustreos de superficie. Estos procedimientos fueron aplicados en La Huerta con diferente suceso. En el caso de los espesores de los sedimentos, 5 pruebas realizadas en el sector E2S26 arrojaron un promedio de 30 cm. Mientras que en los edificios Inka N8 185 y 190 apenas alcanzaron 12 a 15 cm. Uno de ellos, el N 202, careca de sedimentos de ocupacin. Prcticamente estbamos pisando el mismo nivel del tiempo Inka. Otros recintos excavados, los N 359 y 360, ubicados en N8E28, posean 15 cm. de promedio en sus rellenos de ocupacin. Con estas pruebas estamos transitando por los mltiples senderos que intentan explicar el proceso de formacin de La Huerta como sitio arqueolgico, siguiendo estrategias analticas inditas en el N.O. argentino, pero que tienen valiosos antecedentes en la arqueologa del SW. de los Estados Unidos de Norteamrica, segn veremos en el punto siguiente.

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  • Nos referimos a los trabajos en Broken K y Joint Site del SW. de Arizona (N. Hill; 1966 y 1970. Ch. (Redman; 1974. M. Schiffer; 1976 y 1989. R. Raffino: 1987 y 1988). Bsicamente su estructuracin responda a los siguientes objetivos:

    a obtener muestras artefactuales que fueran representativas de toda el rea intramuros.

    b que la estratificacin abarcara todo el espectro arquitectnico, sea en superficie o a bajo nivel.

    c que a partir de esa diversificacin del dato arquitectnico pudieran ser aisladas diferentes reas de actividad humana.

    Para concretar estos objetivos la estrategia de muestreo arqueolgico fue de 3 tipos:

    1 muestreo de superficie dirigido y estratificado en el interior de estructuras/recintos. Donde la estratificacin dependi de la forma, dimensiones y cualidad arquitectnica. Esta estrategia se aplic en los recintos N 1/53/54/185/414/415/422/472/475/582/ 341/390/540/541/542/543/544/545/546 y 356.

    2 muestreo de superficie al azar y estratificado sobre estructuras o recintos y en calzadas intramuros. Las partes de la instalacin que recibieron este tratamiento fueron los recintos Nc 217/219/572/573 y una seccin del camino Inka ubicado en E12N14 (Calzada N.O.).

    3 muestreo por excavacin total o parcial, dirigido sobre estructuras ubicadas dentro del sector Inka y por fuera de l. Esta se aplic a los recintos N 190 y 202 del sector de edificios Inka, y los 359 y 360 fuera de l.

    Cada recinto fue considerado como una unidad potencial de muestreo, para lo cual fueron numerados correlativamente todos los incluidos dentro del rea de instalacin. As quedaron contabilizados 614 estructuras en superficie que pasaron a dividirse en 4 estratos.

    La arquitectura subterrnea, compuesta por 69 estructuras, fue a su vez dividida en 2 estratos, segn estuvieran incluidos en recintos mayores, o por fuera de ellos y alineados. El registro funerario mereci una clasificacin especial, mientras que el restante, supuestamente depsitos o collcas, por su posicin y caractersticas arquitectnicas, fueron evaluadas en su potencial volumen de almacenaje.

    Un sistema de cuadrantes o coordenadas fue trazado por sobre el plano

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  • total; de modo que cada estructura, o parte de ella, o calzada; o cualquier accidente del terreno, remodelacin arquitectnica, basural, etc. tena su posicin exacta a partir del punto 0 de las coordenadas en relacin a los 4 puntos cardinales y con intervalos de superficie acotados cada 5 m etro s(2).

    Las recolecciones de superficie son muestras sesgadas en tanto se recogieron todos los fragmentos, pero de la parte visible a nivel del piso actual dentro de los recintos. Una rpida comparacin entre la cantidad de fragmentos por m2 entre los mustreos de superficie y de excavacin, y sobre el tamao de los tiestos del segundo caso, visiblemente superior, as lo proponen.

    Seguramente volver a llover y soplar el viento sobre las ruinas de La Huerta, con lo cual emergern a superficie fragmentos de cerm ica y artefactos dentro de los m ismos recintos que fueron objeto de nuestras recolecciones. Con el tiempo esos fragmentos se irn rompiendo en partes y meteorizando por obra de fenmenos naturales o culturales, con lo cual aportan sus variables en el proceso de formacin del sitio, as como relatividad al espectro estadstico.

    Considerando los tres tipos de recoleccin se alcanz una fraccin de muestreo del orden del 5% de las 614 estructuras arquitectnicas de super ficie.

    3. La Huerta. rea de instalacin: Estadstica

    La ficha tcnica sobre las dimensiones, superficie, densidades relativas arquitectnicas y demogrficas. As como la variacin y distribucin de los edificios que forman el trazado de La Huerta conjuga in teresantes relaciones sobre el uso del espacio urbano, a saber:

    1 Tipo de trazado urbano: concentrado, en damero regular en los sectores N y O y damero irregular en la seccin S.

    2 Sup. total a intramuros: 81.225 m23 Sup. ocupada por recintos: 72.725 m24 Sup. intramuros libres: 7.625 m25 Sup. de calzadas (350m x 2,5m): 875 m26 Sup. kancha S. (R -l): 2.300 m27 Sup. kancha central (coord. 0): 2.400 m2

    2 Esta equivalencia seguramente deber adaptarse cuando se efecten las reducciones de los planos que acompaan esta obra.

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  • 8 ___ Sup. edificios Inka (sector 0 ) : 1.000 m29 __ Pendiente media: 7%

    10 FOS 72.725 x 100 = 89.5% 81.225

    11 Arquitectura de superficie: 614 recintos12 " a bajo nivel registrada: 6913 " funeraria: 6414 " " localizada (Debenedetti): 2615 " " de almacenaje inferida: 516 Volumen relativo de almacenaje: 60 m317 ESTRATIFICACIN DE PARTES ARQU ITECTN ICAS

    POR INTERVALOS DE SUPERFIC IE (por tamao y plano vertical)

    A. Arquitectura a nivel:

    Estrato 1: sup. > de 150 m2 19 recintos 3%2: sup. entre 150-25 m2 276 " 45%3: Sup. entre 25-10 m2 239 " 39%

    " 4: sup. < de 10 m2 80 13%

    totales 614 "B. Arquitectura a bajo nivel:

    Estrato 5: sup. hasta 2 m2(incluida/debajo de pisos estratos E-2/E-3): 64 recintos 9%

    Estrato 6: sup. hasta 5 m2(depsitos sin inclusin en otros mayores): 5 recintos 1%

    totales 69 "

    18 Recintos potencialmente techables (E-4): 80 " 13%

    19 Sup. relativa mnima de recintos techables: 800 m2

    20 Sup. relativa mxima de recintostechables (estrato E-4 + 50% de E-3):800 + 2.040 = 2.840 m2

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  • 21 Sup. ocupada por recintos del estratoE-1 (19 construcciones): 9.800 m2

    22 % de sup. intramuros ocupada por E -l: 13,5% de 72.725 m223 DEMOGRAFA RELATIVA:

    a -1 hab. x 4 m2 techable: 2.840 m2: 4 = 710 hab.24 DENSIDAD DEMOGRFICA RELATIVA:

    a - a partir de 3/23-a: 710 hab. = 98,6 hab/ha.7,2 ha.

    4. Clasificacin morfofunconal por intervalos de superficie

    Estrato 1. Est integrado por un lote de 19 grandes construcciones a nivel de superficie y con plantas de formas rectangulares. Se trata de las estructuras N 1/29/30/38/22/15/97/98/101/102/153/154/341/356/368/390/ 391/375 y 479 del plano. Todas superan los 150 m2 de superficie y representan 9800 m2 del rea de instalacin ocupada por recintos, lo que significa el 13,5% de ella.

    Cuando han sido registrados, los accesos suelen estas indicados por dos grandes bloques a la manera de jambas que limitan vanos de mayores medidas que los usuales en los restantes estratos. Por estas partes articula- doras se comunican con el camino Inka a intramuros de La Huerta (como los recintos N 1/15/22/32/97/102/153/341/462 y 469) o con calzadas internas secundarias que van a conducir al Inkaam como el N 341. El plano especialmente confeccionado para demostrar esta cuestin es bastante elocuente, adems de ilustrar sobre otros aspectos de la traza urbana de La Huerta; por ejemplo:

    1 el severo geometrismo ortogonal de las construcciones.2 su estratgica distribucin dentro del rea intramuros.3 una articulacin planeada y de fcil visualizacin en el terreno

    entre ellas y los componentes urbanos funcionalmente vinculados con la movilidad interna. Con grandes vanos indicados con jambas. Privilegiando las actividades de transporte comunicacin y depsito/cautiverio.

    4 una comunicacin fcil a extramuros, con entradas y salidas decamino Inka en direccin a Tilcara por el S. y Yacoraite por el N. Reiterando las funciones que debi cubrir durante su etapa Inka:

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  • movilidad, comunicacin y transporte: esta vez con otras instalaciones coetneas.

    La atribucin funcional de las estructuras que componen este estrato recala en tres alternativas:

    a corrales o lugares de encierro ocasional de camlidos.b sitios usados para carga y descarga de materia transportada a

    lomo de camlido.c sitios donde se practicaban actividades de matanza de camlidos

    para el consumo de su carne.Los elementos que sostienen estas hiptesis son:

    1 su posicin, distribucin y articulacin explicada en los puntosanteriores.

    2 la ausencia de artefactos vinculados con actividades de molienda,como los grandes morteros que sugeriran su funcin como molinos comunales.

    3 la elevada frecuencia con relacin a los restantes tipos, de lascermicas ordinarias, con formas de grandes vasijas globulares de boca restringida, seguramente utilizadas como contenedores de la materia que se transportaba.

    4 un sostenido consumo de carnes de camlidos domsticosevidenciado en los anlisis especficos sobre el basural.

    5 la existencia de elevadas cantidades de horquetas de atalaje comocomponentes vinculados con actividades de transporte de cargas sobre camlidos.

    Sea cual fuere la actividad ms frecuente de las tres mencionadas una cosa es incuestionable, las construcciones del estrato E -l son ambientes de participacin comunitaria o pblica, de fc il entrada y salida, conectados con el camino del Inka, con el que se integran en un sistema de pobla- miento.

    Estrato 2. Est formado por 276 recintos rectangulares y superficies entre 25 a 150 m2. Sus pisos de ocupacin se sitan a unos 0,20m. por debajo del nivel de superficie. Se trata del grupo ms numeroso del rea intramuros, que absorbe el 45% del total de las edificaciones. Sus dimensiones, con lados mayores a los 5 m. no ofrecen alternativas de que hayan sido techados, a menos que para tales fines se hayan importado maderas de las yungas orientales como el aliso. Esta posibilidad nos parece improbable en el lapso pre-Inka de La Huerta.

    Los recintos de este estrato aparecen frecuentemente conectados con calzadas internas, formando una especie de ambiente integrador y comuni- cador entre stas y el gido del espacio techado, representado este ltimo

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  • por los recintos de los estratos E-3 y E-4. La alternativa de encontramos frente a patios incorporados a unidades domsticas es tangible y ser considerada en los puntos siguientes.

    Otra vinculacin funcional de estos patios es hacia el captulo funerario. El 80% de las tumbas realizadas con arquitectura en piedra formando cmaras subterrneas, se hallan por debajo de los pisos de los recintos pertenecientes a este estrato.

    Estrato 3. Se integra por un grupo de 239 estructuras construidas apenas a bajo nivel de superficie, con plantas rectangulares y superficies medias entre 10 a 25 m2. Hasta estas dimensiones las posibilidades de techumbres con maderas de cardn, aliso o algarrobo son probables. Tanto si stas se hicieron totalmente sobre el recinto, o como lo indican observaciones y analogas etnoarqueolgicas, se trat de techumbres parciales, formando una galera interior apoyada en horcones.

    Esta alternativa de cerramientos parciales, por techumbres apoyadas en horcones fue sealada oportunamente por C. Lafn (1969) en la instalacin coetnea de Tilcara. A nivel etnogrfico los cerramientos parciales sobre recintos de similares dimensiones son muy frecuentes en el S. de Potos. En La Huerta las estructuras de este tipo aparecen articuladas con las del E-4, repitiendo una combinacin que es reflejo de una ocupacin del tipo de unidad de actividades domsticas, la cual recibir mayores atenciones en los puntos siguientes.

    De ser correcta esta inferencia por analoga, el rea potencialmente techable de La Huerta crecera de 800 m2, cifra estimada por proyeccin de los 80 recintos del E-4, hasta aproximadamente 2840 m2. Esto significa el 4% del total del rea ocupada por construcciones, conformando una relacin ms razonable que la primera.

    La excavacin parcial de uno de estos recintos, el N 360, evidenci locus de actividades domsticas, restos de ceniza y fragmentos de alfarera utilitaria. Resta consignar que dentro de este tipo de ambiente se registran apenas tres casos de tumbas subterrneas con arquitectura en piedra; con lo cual quedan significados como ambientes no preferidos para las prcticas funerarias.

    Estrato 4. Aglutina a un grupo de 80 pequeos recintos construidos apenas a bajo nivel de los tres estratos anteriores (0,20 m. por debajo). Poseen invariablemente plantas rectangulares y superficies de hasta 10 m2, con poco ms de 4 m. de lado mayor. Las 80 unidades configuran la superficie relativa mnima de recintos potencialmente techables, lo que significa apenas 800 m o el 1,1 % del rea ocupada por recintos.

    Dos de estas unidades, las N 190 y 359 fueron excavadas. Presentan

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  • vanos de acceso construidos sobre uno de los lados mayores; estos se comunicaban con otros recintos de mayores dimensiones, (el 190 con uno del estrato E-3, el 359 con el estrato E-2). (Fig. 2.6 y 2.7).

    Tres de estos ambientes ofrecieron sedimentos culturales de 10 a 15 cm. de espesor y fogones asociados a huesos de camlidos y alfarera fragmentada. La posicin de los fogones es central en el 190 y sobre la pared W. en el 359. Un pequeo umbral o escaln separa estos pequeos recintos de sus vecinos, con los cuales guardan un desnivel de poco menos de 0,20 m.

    El cuarto NQ 190, ubicado dentro del grupo de edificios con arquitectura Inka, proporcion la mayor frecuencia de tiestos de los estilos Chicha e Inka Provincial, 41% y 7% respectivamente. A lcanz asim ismo una densidad de 8,5 fragmentos por m2 en el relleno. En trm inos de M. Schiffer (1989; 56), este recinto sera un rea de desecho primario , con lo cual esta presencia indica utilizacin de alfarera de tradicin cuzquea y potosina dentro de un rea de actividad especficamente orientada hacia la cocina de alimentos y probablemente el albergue nocturno.

    Los locus de actividad registrados, sus pequeas dimensiones y su alta probabilidad de techumbre deriva la adscripcin de estos ambientes como cocinas y albergues nocturnos. Los tiestos recogidos son de mayor tamao mayores que los del basural P.S.I., lo cual concuerda con la adscripcin acordada, como reas de desecho primarias, a la vez que indican actividades de preparacin de alimentos y almacenaje en el espacio intramuros ms pequeo de cada unidad domstica.

    No obstante la presencia de cermicas Inka Provincial y Chicha en las dos unidades excavadas, este tipo de estructura es Pre-Inka en Humahuaca. Los exmenes realizados por E. Cigliano en Juella, con registros radiocar- bnicos anteriores a 1470 as lo prueban (1967). Su presencia dentro de la tradicin arquitectnica local debi perdurar hasta tiempos histricos.

    Los recintos del estrato E.4 representan la contraparte de los del E .l. Son los lugares ms exclusivos, los ms separados de las reas de participacin comunitaria. Para acceder a ellos hay que trasponer los pertenecientes a los estratos 2 y 3. Estos ambientes, conjuntamente con la mitad de la superficie de los pertenecientes al estrato E.3, componen el rea relativa mxima potencialmente techable de La Huerta y permiten una aproximacin relativa de su poblacin media en un momento ideal: 710 hab. o bien 98,6 hab. por hectrea. Estimacin que involucra los datos urbansticos aqu examinados y analogas que parten de observaciones etnoarqueol- gicas en comunidades folklricas de Potos y Oruro.

    Esto significa una relacin de 1 hab. por cada 4 m2. de superficie

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  • techada e incluye tanto la poblacin adulta como infantil. Una segunda estimacin relativa se desprende de la relacin habitantes por rea total a intramuros (1 hab. por 10 m2.) y significara una poblacin relativa de 812 hab. ocupando los 81.225 m2 de La Huerta. La primera aproximacin demogrfica nos parece ms adaptable a esta regin y momento que las de J. Hill (1966) para Broken K Pueblo (4,5 m2. techable por persona) y las de Berberin-Nielsen (1988) para el formativo de Taf (4 a 5 m2.).

    5. Arquitectura y urbanismo de La Huerta

    Los rasgos arquitectnicos y urbansticos pueden ser extractados en base a los cdigos elaborados para estos fines (R. A. Raffino; 1988, 158; matriz de datos V). La instalacin fue construida con paredes dobles con piedras irregulares con rellenos de ripio y barro. Las plantas de los edificios son ortogonales y sus techumbres fueron hechas en leosas tipo hichu(3). Ofrece alternadamente arquitectura a nivel y subterrnea. La primera con 4 tamaos diferentes de ambientes con implicancias funcionales y que dieron lugar a la estratificacin para el muestreo arqueolgico.

    Las construcciones subterrneas son de dos tipos; tumbas incluidas dentro de los recintos tipo E-2,o bien adosadas a los muros, o bien en el interior del mismo. Siempre por debajo del nivel del piso de ocupacin o del de los cimientos del recinto que la incluye. El restante tipo de construccin subterrnea no se halla incluido dentro de edificios mayores, sino sobre el faldeo de la Quebrada Mudana o alineadas dentro del gran sector libre de recintos, ubicado en coordenadas 0 del rea intramuros. En base a analoga de partes con construcciones similares en otras instalaciones Inka podran ser adscriptas como almacenes o cllcas.

    Los recintos se hallan articulados en grupos de 2 a 3 formando unidades compuestas y es frecuente que estas asociaciones se produzcan entre recintos de diferentes dimensiones. Los ms pequeos (E-4 rectangulares de hasta 10 m2 de superficie) ofrecieron locus de actividad que evidencian usos como cocinas (N 190 y 359 de los excavados) con fogones que incluan lentes de carbn, huesos de camlidos quemados junto a grandes ollas globulares, cntaros y pelikes confeccionados en alfarera de los tipos Humahuaca ordinario y moncromo rojo.

    3 Vanas referencias arqueolgicas y etnogrficas regionales dan cuenta de esta forma de resolucin de las techumbres con intervencin de leosas como cardn, aliso y algarrobo;caas, paja cortadera y

    torteado con barro. Entre estas rescatamos a S. Debcnedetti (1930); E. Salas (1945) y E. Casanova (1950).

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  • Fig. 2.5. Fachada de los edificios Inka 185/187 de La Huerta. Construidos con piedras canteadas y con una banqueta exterior

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  • Un gran empirista del territorio Humahuaca, E.Casanova, seal esta recurrente articulacin entre recintos con diferentes usos: en Tilcara las habitaciones dan a patios, casi todos rectangulares como ellas... Tampoco faltan viviendas con una serie de patios intercomunicados. Las unidades ms simples tienen un recinto techado o dormitorio y un patio; las ms complejas tres o cuatro recintos techados y varios patios (Casanova, 1984; 24).

    Esta atribucin funcional a recintos de diferentes tamaos articulados por vanos haba sido tambin advertida por el recordado E. Cigliano en Juella, sitio vecino a La Huerta y que comparte varios rasgos arquitectnicos con el lapso de ocupacin pre-Inka de esta ltima: ... Vemos en Juella recintos donde hemos hallado instrumentos para la molienda y fogones; mientras que en otras viviendas, donde hay ausencia de aquellos elementos, hemos encontrado cermica o enterratorios. Esto nos demuestra que exista una distribucin en la funcin de las habitaciones que formaban la unidad de vivienda... (1967). Los recintos ms pequeos de Juella, coincidentes en sus tamaos con los del estrato E-4 de La Huerta (los N 6 y 29 excavados por Cigliano) presentan justamente fogones, morteros pequeos, restos de comida y otros elementos probatorios de su uso como cocinas.

    El lapso de ocupacin pre-Inka ostenta precisamente esa articulacin elemental de un recinto pequeo (usado como albergue y cocina) con otro ms grande utilizado como pequeo patio. Esta asociacin involucra alternativamente recintos de los estratos E-2, E-3 y E-4 y perdura durante la ocupacin Inka, en la cual se le suman otros tipos de articulacin entre recintos, como el del sector A, y los grandes barrios ubicados en la seccin N. de la instalacin.

    El ambiente E-4 aparece conectado por vanos internos y pequeos pasillos con recintos de los estratos E-2 y E-3, pero nunca con los del E-l. Esto significa que los ambientes con arquitectura de superficie de mayor y menor dimensiones del sitio (E-l y E-4) han contenido reas de actividad especficas y diferentes y que no se comunican entre s directamente, sino por medio de recintos intermedios (E-2 y E-3) y por las propias calzadas intramuros. Una sola y aparente similitud comparten los ambientes E -l y E- 4: dentro de ellos no fueron construidas partes arquitectnicas destinadas a prcticas funerarias.

    Podemos concluir que los recintos de los tipos 2 ,3 y 4 conformaron las unidades domsticas compuestas. El menor (E-4) fue techado y cumpli alternativamente las funciones de cocina, depsito y albergue nocturno. Los del E-3 pudieron ser recintos parcial o totalmente techados (de 10 a 25 m252

  • de superficie, como el N 360 parcialmente excavado). M ientras que las construcciones del E-2 (con superficies oscilantes entre 25 a 150 m2) han sido patios interiores o exteriores a la unidad domstica, segn la ubicacin que guardan con los dos estratos restantes. Estos ambientes fueron reser vados para las prcticas funerarias tanto en cmaras subterrneas como en urnas o directas.

    Esta discriminacin morfofuncional se plantea bajo dos sospechas. La primera que las actividades reservadas a cada tipo de am biente de los estratos 3 y 4 no son excluyentes (p.e. cocina/depsito/albergue nocturno) comparten usos reservados al E-4 con los recintos parcialmente techados del E-3. Pero se observa una marcada tendencia hacia estas diversifica ciones. La articulacin de los recin tos de La Huerta respondi a una concepcin de planeamiento donde as unidades domsticas tuvieron usos explcitos de acuerdo a su tamao, posicin y relacin sobre los planos verticales. Con los muertos y como depsitos a nivel subterrneo, con los vivos y su movilidad y comunicacin en superficie.

    Los datos etnoarqueolgicos plantean inform acin sobre algunas excepciones a estas reglas morfofuncionales. Las comunidades criollas de la regin de Humahuaca y V alle G rande u tilizan recin tos sim ilares a nuestros estratos 2 y 3 como cocinas al aire libre durante el da o cuando hace buen tiempo; mientras que otro ms pequeo es usado con idnticos propsitos cuando el tiempo no es favorable o durante la noche.

    La segunda sospecha reside en que las unidades domsticas estaran compuestas por partes arquitectnicas con un rango de variacin en cuanto a la cantidad. El nmero mnimo estara compuesto por un conjunto E-1.E- 2, o E-l.E-3 (por ejemplo las combinaciones N 359-360, o 190-188 entre los excavados, aunque existen otras combinaciones posibles.

    Los ambientes enrolados en el estrato 2 fueron patios cerrados, comunicados con las cocinas y probablemente sin techar. En ellos se realizaron las inhumaciones humanas, dentro de estructuras ad hoc ubicadas por debajo del piso de ocupacin domstico. E sta circunstancia implica la ausencia de actividades funerarias en el interior de los estratos 1 y 4 de la clasificacin.

    Sin embargo esta regularizacin del trazado urbano de La Huerta, con una recurrente presencia de unidades compuestas integradas por grupos de 2 a 3 recintos articulados no ocupa toda el rea intramuros.

    Hay tres grandes sectores que rompen este patrn, uno de ellos es el conjunto de 12 recintos que componen los edificios Inka situados en el centro del rea intramuros (sector A, edificios 181 a 192). De ellos nos ocuparemos en renglones aparte. Otros dos sectores que tampoco

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  • concuerdan con aquellas caractersticas son los ubicados en N18 a 25 E /l a 7 (un grupo de 40 recintos, N 425 a 466, y en N16 a 19 E l 1 a 17 (grupo de 14 recintos, N 485 a 498). En estos sectores, ubicados a ambos lados del cam ino Inka, se observa una notable reiteracin de construcciones en damero regularizado, de casi idnticas dimensiones y adosadas unas con otras; formando series rtmicas en largas lneas. Esos edificios pertenecen a los estratos 2 y 3 y han ofrecido los mayores ndices de alfarera del grupo Chicha del rea intramuros. La perturbacin con que se hallan estos sectores impidi la determinacin de algunos vanos de comunicacin entre ellos, aunque s son visibles los tabiques ptreos que los separan.

    6. El rea norte de la instalacin

    Se sita al N. de las coordenadas 0 y entre otros edificios contiene tres componentes que merecen consideracin:

    1 __ Un gran espacio libre de recintos de 2400 m2 situado en NO a 11W4 a E5; a espaldas de los edificios Inka y parcialmente cruzadopor el camino real. . , . . .

    2 __ Unos conjuntos de recintos construidos en serie, similares yadosados rtmicamente entre s. Pertenecen a los estratos 3 y 4 y parecen formar verdaderos barrios dispuestos a ambos lados del Capacan. La posicin de dos de estas series es N18 a 25 E l a7 para el grupo occidental y N16 a 19 E l 1 a 17 para el oriental.

    3 __ La salida directa del camino real hacia el N por una seccinrecta, de poco ms de 100 m. y rodeada por muros.

    El reconocimiento en el terreno del p r im e r componente llev a suponer la presencia de una plaza o aukaipata Inka. Con la potencial alternativa de que dentro de ella pudieran hallarse otras estructuras de poder, como el usnu, algn torren o edificio redondo, e incluso un galpn o Kallanka, repitiendo un clsico patrn imperial varias veces reconocido dentro del Kollasuyu; y que tiene sobrados antecedentes en los Andes Centrales alguna vez controlados por el Cuzco. Sin embargo esta alternativa qued descartada ante la ausencia de estos edificios.

    Por alguna razn este amplio espacio qued vaco de arquitectura a nivel, a pesar de ofrecer excelentes condiciones para la edificacin, como un nivel parejo y casi plano de su superficie. Por su flanco occidental transcurre el camino Inka y es advertible la presencia de pequeos muros que delimitan su derrotero.

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  • Las nicas construcciones registradas en este espacio fueron 5 cmaras subterrneas de planta circular y techo ptreo en saledizo. Estas construcciones ofrecen rasgos que las adscribiran como tumbas; se hallan totalmente saqueadas y no presentan fcil acceso dada su profundidad.

    De la observacin del plano general no escapa una inmediata relacin con el imponente Hunuco Pampa, investigado durante ms de dos dcadas por C. Morris (1974, 1980,1981 y 1985). Esto significa que la construccin de La Huerta pudo responder a un modelo o diseo urbanstico planeado, un centro administrativo, dividido en cuatro grandes zonas alrededor de una gran plaza central y con diversificacin de actividades en cada sector.

    Sin embargo esta regla se confirma slo en parte, por ejemplo por los edificios Inka ubicados a la vera meridional de la plaza" y por el Camino Real que la cruza. Aparte de estos dos componentes esta frustrada aukai- pata carece de estructuras que simbolicen el poder cuzqueo. la existencia de un real centro administrativo con usnu, acllahuasi (o casa de tejedoras), kallankas, almacenes o collcas agrupadas y alineadas, o cualquier edificio que exprese con claridad los sntomas arqueolgicos de ese poder. Aunque repetidas veces nos dio la sensacin que todo estaba preparado para que ello ocurriera. Ser que fue la cada del Cuzco de 1532 lo que lo impidi?.

    7. Los basurales P.S.I.; P.S.2 y el proceso de formacin del sitio La Huerta

    La perspectiva diacrnica, derivada del examen de estos basurales conduce a explicaciones sobre el proceso de formacin de La Huerta y permite recomponer parte de los principales eventos que sufri el sitio. El modelo de flujo con el cual hemos esquematizado la naturaleza del dato arqueolgico arquitectnico, desde el momento de su concepcin hasta su captacin como registro, transcurre por fases acotadas por diferentes sucesos, episodios o eventos culturales diacrnicos.

    Estas fases son: eleccin del lugar para el emplazamiento, construccin de los primeros edificios luego de la captura de los materiales, uso, remodelaciones, ampliaciones, destrucciones parciales o totales y abandono del sitio.

    El registro arqueolgico contiene en sus entraas una buena parte de esos eventos. Su recomposicin y transformacin en informacin explicativa depender de la capacidad y estrategia puesta en terreno y laboratorio.

    Para el caso La Huerta algunos de estos episodios pueden ser captados y coordinados con los principales eventos registrados en la columna estrati- grfica del basural P.S.I. y en menor medida en el P.S.2. Estos rescates

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  • involucran tanto evidencias artefactuales como ecofcticas. Su coordinacin puede ser diagramada en forma esquemtica y sobre la base que La Huerta es una instalacin multicomponente, es decir que sostuvo su ocupacin durante tres momentos o perodos culturales: Humahuaca, lnka, e Hispano-Indgena.

    El basural P.S.I. es