Inconsciente Colectivo 2da Ed

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NICARAGUA, UNA REINTERPRETACIÓN EL INCONSCIENTE COLECTIVO 1 Nicaragua, una reinterpretación El inconsciente colectivo

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NICARAGUA, UNA REINTERPRETACIÓNEL INCONSCIENTE COLECTIVO 1

Nicaragua, una reinterpretaciónEl inconsciente colectivo

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2 ALDO DÍAZ LACAYONICARAGUA, UNA REINTERPRETACIÓNEL INCONSCIENTE COLECTIVO 3

ALDO DÍAZ LACAYO

NICARAGUAUNA REINTERPRETACIÓN

EL INCONSCIENTE COLECTIVOENSAYO

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A la juventud nicaragüense

A los nicaragüenses de la diáspora

© Aldilà editorDiseño gráfico del texto y de la portada: Aldilà editorDigitalización: Flory Luz Martínez Rivas

Ilustraciones:

Portada: «Códice Mendocino» o Colección de MendozaManuscrito mexicano del siglo XVIque se conserva en laBiblioteca Bodleiana de OxfordEditado por José Ignacio Echeagaray, MéxicoSan Angel Ediciones, S.A. 1979Lám. LXI (F. 60, recto) página 171

Contraportada: detalle de la ilustración de la portadadel libro de Alfonso Caso, Reyes y reinos de la Mixteca,Fondo de Cultura Económica, primera edición, México 1977.A manera de recreación del encuentro Nicarao-Diriangén.

Primera edición: septiembre de 2004Segunda edición revisada: abril de 2007

Producto centroamericanoimpreso y hecho en Nicaragua

Aldilà editor,Centro Comercial Managua, Módulos A 35/[email protected]

N972.85D542 Díaz Lacayo, Aldo

Nicaragua una reinterpretación. Elinconsciente colectivo / Aldo Díaz Lacayo. --2a ed. revisada. -- Managua : Aldilá, 2007

80 p

ISBN : 978-99924-0-585-7

1.DÍAZ LACAYO, ALDO-ENSAYOS 2.NICARAGUA-HISTORIA 3. ENSAYOSHISTÓRICOS

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Primeramente los toltecas, que en romance se pueden llamar oficialesprimos, según se dice, fueron los primeros pobladores de esta tierra, y losprimeros que vinieron a estas partes que llaman tierras de México, o tie-rras de chichimecas; y vivieron primero muchos años en el pueblo deTullantzinco, en testimonio de lo cual dejaron muchas antigüallas allí, y uncu que llamaban en indio Uapalcalli el cual está hasta ahora, y por sertajado en piedra y peña ha durado tanto tiempo.

Y de allí fueron a poblar a la ribera de un río junto al pueblo deXicotitlan, el cual ahora tiene nombre de Tulla, y de haber morado y vivi-do allí juntos hay señales de las muchas obras que allí hicieron, entre lascuales dejaron una obra que está allí y hoy en día se ve, aunque no laacabaron, que llaman coatlaquetzalli, que son unos pilares de la hechurade culebra, que tienen la cabeza en el suelo, por pie, y la cola y los casca-beles de ella tienen arriba. Dejaron también una sierra o un cerro, que losdichos toltecas comenzaron a hacer y no lo acabaron, y los edificios viejosde sus casas, y el encalado parece hoy día (...)

Estos dichos toltecas todos se nombraban chichimecas, y no teníanotro nombre en particular sino el que tomaron de la curiosidad y primorde las obras que hacían, que se llamaron toltecas que es tanto como sidijiésemos oficiales pulidos y curiosos como ahora los de Flandes, y conrazón, porque eran sutiles y primos en cuanto ellos ponían la mano quetodo era muy bueno, curioso y gracioso, como las casas que hacían muycuriosas, que estaban de dentro muy adornadas de cierto género de pie-dras preciosas, muy verdes, por encalado; y las otras que no estaban asíadornadas tenían un encalado muy pulido que era de ver, y piedras deque estaban hechas, tan bien labradas y tan bien pegadas que parecía sercosa de mosaico; y así con razón se llamaron cosas de primos y curiososoficiales, por tener tanta lindeza de primor y labor.

(...) Allí hay muchas casas edificadas debajo de tierra, donde dejaronmuchas cosas enterradas los dichos toltecas, y no solamente en el pueblode Tullan, y Xicotitlan, se han hallado las cosas tan curiosas y primas quedejaron hechas, así de edificios viejos, como de otras cosas, etcétera, peroen todas partes de la Nueva España donde se han hallado sus obras, asíollas, como pedazos de tejeulas de barro, de todo género de servicio, ymuñecas de niños, y joyas y otras muchas cosas por ellos hechas; y lacausa de esto es, porque casi por todas partes estuvieron derramados losdichos toltecas.

(...) obedeciendo a lo que el dicho Quetzalcóatl les mandaba, hubie-ron de llevar por delante aunque con trabajo sus mujeres e hijos, y enfer-mos, y viejos y viejas, (...) todos se mudaron cual él salió del pueblo deTulla para irse a la región que llaman Tlapallan, donde nunca más parecióel dicho Quetzalcóatl.

Fray Bernardino de SahagunHistoria General de las cosas de Nueva España

Tomo III, contiene los libros X y XIEditorial Pedro Robredo, México D.F, 1938

Páginas 109-115

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Por diversas razones, desde 1955 hasta 1979 recorríMéxico, Cuba y Centroamérica incluyendo Panamá. Entodos estos países me sentí diferente. Al principio atribuílas causas de esta diferencia a razones de personalidad,pero con el tiempo me fui percatando que se debían a mipropia nacionalidad.

En México, donde pasé mi primera juventud y realmenteme formé en términos culturales, descubrí, con asombro,el orgullo, la pasión, y hasta la reverencia de los mexicanospor sus ancestros nativos, indios como los mal llamaron losespañoles. Y me identifiqué emotivamente con esta acti-tud proindigenista de los mexicanos. Pronto descubrí queesta identificación había sido de naturaleza ideológica, enrechazo a la casi exclusiva identidad de los otros puebloscon los ancestros españoles, donde aún prevalece la visiónantiindigenista de la Colonia.

En la medida que fui cobrando conciencia de las dife-rencias entre los nicaragüenses y los demás pueblos de lospaíses que me tocó recorrer, traté, infructuosamente, deencontrar las causas de estas diferencias. Fue una búsque-da sin asideros teóricos de ninguna especie. Más bien fueuna inquietud, jamás colmada.

Con mi regreso definitivo a Nicaragua tuve la oportuni-dad de iniciarme en la lectura sistemática de la historia de

Los náhuas eran los que hablaban la lengua mexicana, aunque no lahablaban ni pronunciaban tan clara como los perfectos mexicanos; y aun-que eran náhuas, también se llamaban chichimecas, y decían ser de lageneración de los toltecas que quedaron cuando los demás toltecas salie-ron de su pueblo y se despoblaron, que fue en tiempo cuando el dichoQuetzacóatl se fue a la región de Tlapallan.

Y no eran inhábiles estos náhuas porque tenían su república con se-ñor y caciques y principales, que los regían y gobernaban y procuraban deengrandecer y aumentar su república.

Tenían su manera de regocijo de cantar y bailar, con que regocijabansu república, y toda la gente tenía bien de comer y beber; tenían oficios,eran prósperos y ricos en tener ropas, joyas, plumas ricas y otras riquezas,y casas, y sementeras, y trojes llenas.

Tenían (un) dios a quien adoraban, invocaban y rogaban, pidiendolo que les convenía y le llamaban Yoalli Ehécatl, que quiere decir noche yaire, o opu, invisible, y le eran devotos y grandes oradores; y la noche quele velaban se pasaban en cantar con un atamboril, que llaman teponaztly,y hacíanle sacrificio, punzando y cortando con espinas o puntas de ma-guey, con que se sangraban, y para ello tocaban un caracol grande enlugar de trompeta, porque sonaba muy lejos; lávabanse también a la me-dia noche, por más que hiciese frío. Hacían fiesta cada veinte días, y sacri-ficio a su dios.

Eran habilísimos, de grandes trazas, sutiles y curiosos mecánicos,porque eran oficiales de plumas, pintores, encaladores, plateros, doradores,herreros, carpinteros, albañiles, lapidarios, muy primos en desbastar y pulirpiedras preciosas; hiladores, tejedores; prácticos y elegantes en su habla;curiosos en su comer y en su traje; muy aficionados a ser devotos y aofrecer a su dios, e incensarle en sus templos. Valientes en las guerras,animosos, de muchas ardides y que hacían grandes presas.

Esto solamente, en suma, se dice de estos náhuas, porque había muchoque decir de su república y manera de vivir.

Fray Bernardino de SahagunHistoria General de las cosas de Nueva España

Tomo III, contiene los libros X y XIEditorial Pedro Robredo, México D.F, 1938

Páginas 109-115

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Por otra parte, por razones estrictamente personales —más bien familiares—, desde muy joven me dediqué enforma autodidacta al estudio de la psicología, derivandodespués a la psicología social. Posteriormente empecé aunirla con los procesos históricos, de tal manera que amedida que fui profundizando mis lecturas sobre la histo-ria de Nicaragua siempre me asaltó la idea de interpretarlaa la luz de la psicología social.

Con motivo del 25 aniversario de la Revolución San-dinista, y para un proyecto editorial aparentemente sus-pendido —pues no he vuelto a tener noticias acerca de surealización—, recibí una invitación para reflexionar, en ob-sequio de la juventud, sobre el tema de la «dignidad na-

cional» en el contexto político actual, nacional e interna-cional.

Cavilando sobre este tema caí inconscientemente enmi antigua preocupación por las diferencias entre los nica-ragüenses con las otras nacionalidades, rescatando tam-bién mi posición proindigenista. El resultado es este ensa-yo que trata de explicar estas diferencias con base en el«inconsciente colectivo» a partir del nicaragüense origina-rio —que, desde luego, no se corresponde plenamente conla solicitud que se me hizo pero sí con mi antigua inquietudsobre las diferencias entre el nicaragüense y los otros pue-blos.

Y como la sugerencia de reflexionar en favor de los jó-venes coincide con mi juvenil precupación, la dedicatoria«a la juventud nicaragüense» me resulta natural, quizás por-que le traslado a ella mis propias inquietudes juveniles.

Finalmente, como es natural, en el presente ensayo re-produzco algunas expresiones mías de obras anteriores,adaptándolas, obviamente, al enfoque psico-social de lahistoria.

Nicaragua, que anteriormente había hecho en términos in-formativos, aunque vocacionalmente. Entonces retomé labúsqueda de las causas que hacen del nicaragüense unanacionalidad diferente a las demás, encontrándome con elhallazgo del poeta Ernesto Mejía Sánchez acerca de la inexis-tencia del fonema «r» en el idioma náhuatl, que sí existe enlos idiomas nativos del Sur.

El poeta Ernesto Cardenal va mucho más lejos, hastala raíz. Para él NICARAGUA es un nombre compuesto deorigen arahuaco, formado por el prefijo NICAN, que signfica«aquí», y por el sustantivo ARAUAC, que quiere decir «hom-

bre», es decir, «arahuaco», conforme a la tradición univer-sal de todos los pueblos primitivos de la tierra de conside-rarse a sí mimos como originarios. En otras palabras, se-gún la etimología del idioma arahuaco el nombre correctodel país es NICARAUAC, castellanizado como NICARAGUA,que quiere decir «aquí los hombres», «aquí los arahuacos».*

A partir de este hallazgo, me atreví a esbozar la hipóte-sis del triple mestizaje, que nunca he desarrollado y queprobablemente jamás lo haré porque no tengo los recursosmateriales para lograrlo, y quizás tampoco el tiempo. Eltriple mestizaje implica que el nicaragüense desciende dedos ancestros mestizos: el Conquistador, mestizo de espa-ñol y árabe, y el nativo nicaragüense, mestizo de náhuatlsy arahuacos.

* Aquí conviene recordar que después de subir desde el Chaco, enParaguay, los arahuacos se fincaron al norte de Venezuela, precisa-mente en el Estado de ARAGUA, cuya capital Maracay está situada ala orilla del lago de Valencia, igual que en el caso de la tierra prometi-da en Nicaragua. Tal identidad me sorprendió tanto que estando enfunciones diplomáticas en Caracas aproveché una disertación que hiceen la Escuela de Antropología de la Universidad Central de Venezuelapara instar a los estudiantes a investigar la relación histórico-

antropológica entre el Estado de Aragua y Nicaragua

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Esta segunda edición revisada, tanto en la redaccióncomo en los errores advertidos, también la dedico a la diás-pora nicaragüense: más de un millón de personas literal-mente expulsadas de su Patria durante los últimos diecisie-te años por la despiadada pauperización a que ha sido so-metida por la aplicación rampante de las políticas neolibe-rales impuestas por el Norte, obsecuentemente aplicadaspor tres gobiernos sucesivos habidos en el país desde laderrota electoral de Frente Sandinista, en 1990.

Sin duda ellos sufren las consecuencias de las diferen-cias de su propia nacionalidad con las de las naciones enlas que se han afincado —tal como me sucedió a mí a lolargo de veinticinco años de exilio político—, con el agra-vante de que ellos son discriminados además por razonessocioeconómicas, pues la inmensa mayoría proviene delas clases sociales marginadas, despreciadas y excluidas porel sistema neoliberal.

Y aunque estoy seguro que muy pocos de estos nicara-güenses leerán este ensayo, me parece válido dedicárseloscon la lejana esperanza de que algunos lo lean y colmen almenos en parte su nostalgia.

Para finalizar, quiero dejar constancia de mi más senti-do reconocimiento a mi amigo Franz Galich, intelectual deorigen guatemalteco estudioso del tema indigenismo-mes-

tizaje, por su valoración crítica del presente ensayo. Unavaloración publicada originalmente en la página de Opi-nión de EL NUEVO DIARIO, el domingo 13 de febrero de2005, y posteriormente en la revista de la ACADEMIA DE

GEOGRAFÍA E HISTORIA DE NICARAGUA (Tomo LX, de la se-gunda época, correspondiente a mayo 2005).

Managua, septiembre de 2006

Post scriptum: Pospuesta por múltiples razones la im-presión de esta segunda edición revisada, tuve la oportuni-

dad de informar a Franz Galich que utilizaría su valoracióncomo prólogo de la misma, invitándolo al mismo tiempopara que él hiciera la presentación correspondiente. Lo cualcomo de costumbre aceptó.

Algo que agradecí de manera especial porque enton-ces Franz convalecía de una delicada intervención quirúr-gica. Un cáncer prostático avanzado, extirpado aparente-mente con éxito.

Con muy buen ánimo y con su tradicional espíritu fra-ternal accedió a releer su valoración sobre dos temas queen mi opinión movían a duda. El primero, relativo al triplemestizaje a que hago referencia en mi ensayo. Y el segun-do con relación a la exclusión de la población caribeña deNicaragua en el inconsciente colectivo nacional.

Lamentablemente no le alcanzó la vida. Franz Galichmurió en Managua en la madrugada del sábado 3 de fe-brero de 2007, produciendo una profunda pena en el mun-do académico e intelectual de Nicaragua y de Centroamé-rica, pues su obra es reconocida en toda la región.

Sintiéndome pues autorizado por su aceptación a revi-sar los dos temas mencionados más arriba, me tomo lalibertad de reproducir las observaciones que le hiciera so-bre el párrafo en que él los señala, que es el siguiente:

«Para Aldo Díaz Lacayo, el inconsciente colectivo

nica tiene tres vertientes: el indígena (que a la vez

tiene dos: Nicarao y Diriangén); el español, que a la

vez venía mestizado, con árabe; el norteamericano

en sucesivas oleadas (de la Guerra nacional a la in-

tervención contra la revolución sandinista. Dejando

por fuera (inexplicablemente), lo afrocaribeño, y lo

inglés. Una buena ilustración de lo afrocaribeño la

encontramos en Columpio al aire novela de Lizan-

dro Chávez Alfaro».

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En realidad —le explicaba a Franz—, el párrafo ante-rior puede interpretarse como relativo a mi hipótesis deltriple mestizaje. Es esto precisamente lo que quiero aclarar.Según mi hipótesis los nicaragüenses posconquista somosmestizos de dos troncos étnicos a su vez mestizos: de losConquistadores, mestizos de españoles y árabes, y de losnativos nicaragüenses, mestizos de náhuatl y arahuacos.

Además también le decía que la mención a los norte-americanos siempre la hago en el contexto de la transcul-turización, y no en el ámbito del mestizaje.

En cuanto a la exclusión de la población afrocaribeñale recordé que desde el principio de mi ensayo hago laaclaración de que éste trata exclusivamente de la pobla-ción de la gran meseta del Pacífico del país. Una omisiónhistórica, «baldón para el estado-nación», como digo en eltexto. Parte de las limitaciones culturales nacionales.

Franz estuvo de acuerdo y aceptó hacer la revisión desu valoración sobre esta base. Y aunque no pudo hacerlo,la reproduzco a continuación a manera de prólogo.

Managua, febrero de 2007

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«… aparte somos nosotros

y aparte los naturales...»

Recordación florida

Fuentes y Guzmán

El trabajo de Aldo Díaz Lacayo por reinterpretar al ni-caragüense, utilizando la teoría del inconsciente colectivojungiano es lo suficientemente atractivo como para gene-rar el debate. Esto es lo que suscita todo trabajo profundo.Pero en un país donde la discusión teórica es poco frecuen-te, no será tomado en cuenta. Ese es el destino de las ideasen los países donde a los que gobiernan no les importamás que sus intereses económicos. Los problemas trascen-dentales para la vida de los pueblos nada importan. Mejorque no se preocupen de nada que no sea el estómago, elhígado y la bolsa.

El trabajo de Díaz Lacayo va encaminado a dotar alnicaragüense de una explicación de su identidad, la quepermanentemente se metamorfosea y escapa por los in-tersticios de los escasos escritos que abordan el tema.

Su ensayo es, por un lado, una prolongación y por otro,un alegato, de y en contra de aquella otra tesis, la delgüegüensismo, elaborada por el patriarca de las letrasgranadinas, Pablo Antonio Cuadra, en su famosa colec-ción de ensayos El nicaragüense (1970). Es esta intención

Se informó de la tierra de un gran rey llamado Nicaragua, que estabaa cincuenta leguas, y se encaminó allí. Le envió una embajada, quesumariamente contenía que fuese su amigo, pues no iba por hacerle malsino servidor del emperador, que era Monarca del Mundo y cristiano, quemucho le interesaba, y sino, que le haría guerra. Nicaragua, comprendien-do la forma de ser de aquellos nuevos hombres, su resuelta petición, lafuerza de sus espadas, y la bravura de los caballos, respondió por mediode cuatro caballeros de su corte que aceptaba la amistad por el bien de lapaz, y aceptaría la fe si le parecía tan buena como se la elogiaban. Y así,cogió pacíficamente a los españoles en su pueblo y casa, y le dio veinticin-co mil pesos de oro bajo, y mucha ropa y plumajes. Gil Gonzáles le recom-pensó aquel presente con una camisa de lienzo, un sayo de seda, unagorra de grana y otras cosas de rescate que le contentaron. Y le predicó enunión de un fraile de la Merced, la fe de Cristo (...)

Nicaragua, que era agudo, y sabio en sus ritos y antigüedades, tuvograndes pláticas y discusiones con Gil Gonzáles y los religiosos. Preguntósi tenían noticias los cristianos del gran diluvio que anegó la tierra, hom-bres y animales, y si había de haber otro; si la tierra se habría de trastornaro caer el cielo; cuándo y cómo perderían su claridad y curso el sol, la lunay las estrellas; por qué eran tan grandes; quién las movía y tenía. Preguntóla causa de la oscuridad de las noches y del frío, tachando a la naturaleza,que no hacía siempre claro y calor, pues era mejor; qué honra y gracias sedebía al Dios trino de los cristianos, que hizo los cielos y el sol, a quienadoraban por Dios en aquellas tierra, el mar, la tierra, el hombre, queseñorea en las aves que vuelan, peces que nadan y en todo el resto delmundo. Dónde habían de estar las almas, y que habían de hacer una vezfuera del cuerpo, pues vivían tan poco, siendo inmortales. Preguntó asi-mismo si moría el santo padre de Roma, vicario de Cristo, Dios de cristia-nos; y cómo Jesús, siendo Dios, es hombre, y su madre, virgen pariendo;y si el emperador o rey de Castilla de quien tantas proezas, virtudes ypoderío contaban, era mortal; y para qué tan pocos hombres querían tan-to oro como buscaban. Gil González y todos los suyos estuvieron atentosy maravillados oyendo tales preguntas y palabras a un hombre mediodesnudo, bárbaro y sin letras, y ciertamente fue un admirable razona-miento el de Nicaragua, y nunca indio alguno, a lo que alcanzó, hablócomo él a nuestros españoles. Le respondió Gil González como cristiano,y lo más filosóficamente que supo, y le satisfizo a cuanto preguntó bastan-te bien. No pongo las razones, que sería fastidioso, pues todo aquel quesea cristiano las sabe y las puede considerar, y con la respuesta lo convir-tió. Nicaragua que estuvo atentísimo al sermón y diálogo, preguntó aloído al faraute si aquella gente de España tan sutil y avisada venía delcielo, y si bajó en nubes o volando, y pidió enseguida el bautismo, consin-tiendo en derribar a los ídolos.

Francisco López de Gomara(Nicaragua en los Cronistas de Indias, Serie Cronista No. 1

Compilador Jorge Eduardo ArellanoPromoción Cultural-Banco de América-1975

Páginas 113-115)

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la que le otorga mayor relevancia al ensayo.

De manera, pues, que esta reinterpretación no es otracosa que un escalón más en la construcción, vía la reflexión,de la identidad nicaragüense. ¿Y por qué no, del centro-americano y latinoamericano?

El esfuerzo va encaminado, nada más y nada menos,que a explicar por qué el nicaragüense es como es, porquepareciera que nunca logra la unificación entre las ideas ylas acciones, entre teoría y praxis. Esto también es lo queintenta hacer Pablo Antonio Cuadra, sólo que con una vi-sión bifurcada. Es decir, el nicaragüense mestizo, descen-diente más de indio que de español, es taimado, mentiro-so, picado, vivo, etcétera, mientras que los menos indios ymás españoles, lo contrario. De allí la visión dual que ex-presa PAC. Es decir, el nica parece ser permanentementedos al mismo tiempo. Existen varios antecedentes en estadirección.

Los intentos por parte de los colonialistas por dotarsede una conciencia de su nuevo ser, se inician en la regióncentroamericana y mesoamericana con La recordación flo-

rida, de Fuentes y Guzmán (1642 ó 1643-1699 ó 1700). Setrata, claro está, del inicio de la conciencia criolla («... crio-llos, como nos llaman…», Fuentes y Guzmán. SeveroMartínez Peláez, Patria del criollo. P. 23)

Más recientemente, fue Octavio Paz quien más hondocaló en la interrogante de qué es ser mexicano: El Laberin-

to de la soledad (1950). Cinco años más tarde y en circuns-tancias diferentes, Luis Cardoza y Aragón, iniciaba el peri-plo en búsqueda del ser guatemalteco con su Guatemala,

las líneas de su mano. En 1970, Pablo Antonio Cuadra in-dagaba por el nicaragüense en la colección de ensayos yaaludida. Sin embargo, iba a ser Severo Martínez Peláezquien lograra calar en forma más profunda, no solamente

en las raíces del guatemalteco, sino en ese fruto de la colo-nia: el criollo, como paso inicial y de allí a la realidad ac-tual: el mestizo. Sin embargo, Severo Martínez Peláez, ensu excesivo celo cientificista materialista, intentó negar alindígena guatemalteco (y por ende al americano), comoentidad histórica, como sujeto de la historia, reduciéndoloa entelequia para ser historizada. A éste, Cardoza lo llamaindígena arqueológico, en contraposición al actual, al quelos grupos de poder le han usurpado todo: lo material, cul-tural y espiritual; el que vive y muere, resistiendo a aque-llos que lo quieren meter en los museos y los cementerios.

Ahora, varios años después, Aldo Díaz Lacayo empren-de nuevamente los caminos casi quijotescos, para desen-trañar la identidad del nicaragüense, valga decir, latinoame-ricano.

Para Aldo Díaz Lacayo, el quid del problema radica enel inconsciente colectivo, categoría jungiana que, según elteórico suizo Carl Gustav Jung (1875-1961), (el incons-ciente individual), emerge del colectivo cuyos contenidosesenciales son los arquetipos que se manifiestan en los mi-tos y creencias de los pueblos, vivencias de leyendas primi-tivas, etcétera.

Díaz Lacayo, para levantar su edificio teórico, parte delmismo punto del que partiera Pablo Antonio Cuadra en elescrito (perteneciente a El Nicaragüense), «Los hijos de sep-

tiembre», en alusión a su poema del mismo nombre. En elescrito ya menciona el (supuesto) diálogo entre Gil GonzálezDávila y el cacique Nicaragua, en 1523. Es decir, parte delsubstrato indígena, aunque no lo enjuicia ni lo categoriza,pero se percibe que se identifica con él. Lógico es suponerque PAC se apoya en el cronista Gomara, quien narra eldiálogo. No está demás recordar que Gomara nunca estu-vo en América y su Historia, dio como resultado el texto de

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Bernal Díaz del Castillo: La verdadera Historia.

Dice Aldo Díaz Lacayo en la Introducción, que «En la

medida que fui cobrando conciencia de las diferencias en-

tre los nicaragüenses y los demás pueblos...» se propusoeste estudio, para explicárselo. Realmente, todos los pue-blos son diferentes más o menos, entre ellos. Lo interesan-te resulta, insisto, en la explicación ensayada para nuestrahistoria e identidad.

Según el autor, esa forma de ser se tiene varios oríge-nes. El primero en una serie de alianzas y componendasentre los caciques Diriangén y Nicarao para enfrentar alinvasor español. Surge, apoyándose en la leyenda o el mitodel cacique filósofo Nicarao, y el guerrero, Diriangén. Lacaracterística dual del nicaragüense relatada por algunoscronistas surge de las condiciones propias de la historia dela resistencia a la conquista. (Lo pongo entre paréntesisdado que es sabido que los cronistas inventaron y/o falsea-ron muchas cosas de las que dicen haber visto. (Cf. BeatrizPastor, 1983, Discurso narrativo de la conquista de Améri-

ca, Casa de las Américas, Cuba). De la actitud del caciquefilósofo, Nicarao, se infiere a los malinchistas, mientras quede la actitud de Diriangén, vienen los que no se dobleganante la presencia extranjera. No es ocioso recordar que eldualismo ya había sido pensado por los filósofos griegos,por lo que tampoco es exclusividad nuestra.

Como decía, resulta interesante el intento o la búsque-da de explicación, agobiado, obviamente por el intrincadolaberinto de la historia nicaragüense. Sin embargo, deberecordarse que en toda la América indígena, al momentode la invasión hubo actitudes semejantes. Resistencia yentreguismo. El término «malinchista» es el resultado deuna de esas actitudes, según muchos autores. Mientras lafrase «¿Acaso estoy en un lecho de rosas?», refleja la otra

(atribuída al cacique Cuauhtemoc muerto por HernánCortés). Otro acierto de Aldo Díaz Lacayo es el señala-miento de la dicotomía entre los que resistieron y los quese entregaron a los extranjeros, que más tarde dará las ca-tegorías históricas y sociológicas de, patriotas y entreguistas(en Nicaragua se acuñaron o se usaron otras, como vende-patria y la más reciente y graciosa: «gringos caitudos»). Porello, sus reflexiones se pueden aplicar, perfectamente, a laAmérica Latina toda, y no sólo a Nicaragua. La historialatinoamericana, pasada y actual, es similar, y en todo surecorrido ha habido traidores y patriotas.

Otro aspecto importante es la enumeración de los he-chos históricos acaecidos en Nicaragua, siendo, me atreve-ría a decir, sí, un tanto más, en Centroamérica, exclusivi-dad nicaragüense. Baste mencionar la constante de las in-vasiones norteamericanas y la resistencia: Emanuel Mon-galo, Cleto Ordóñez, Benjamín Zeledón, pero sobre todo,la presencia inmensa y solitaria de Sandino. Por último, larevolución sandinista, para mencionar no más que algu-nos.

Para Aldo Díaz Lacayo, el inconsciente colectivo nicatiene tres vertientes: el indígena (que a la vez tiene dos:Nicarao y Diriangén); el español, que a la vez veníamestizado, con árabe; el norteamericano en sucesivas olea-das (de la Guerra nacional a la intervención contra la revo-lución sandinista. Dejando por fuera (inexplicablemente),lo afrocaribeño, y lo inglés. Una buena ilustración de loafrocaribeño la encontramos en Columpio al aire novelade Lizandro Chávez Alfaro.

Ojalá que el mismo autor del ensayo Nicaragua una

reinterpretación el inconsciente colectivo, pueda continuaren su profundización, o a lo mejor, algún joven investiga-dor se interese.

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Decimos esto porque el ensayo cumple su cometido:plantear nuevos derroteros al pensamiento histórico-socialnicaragüense. Además, despierta dudas que empiezan aser respondidas por inquietas mentes. Ojalá, pues, no que-de truncada esta teoría, como suele suceder en este paísnuestro donde lo que se valora de manera especial es lacapacidad para metamorfosearse hasta el infinito en ser«vivos».

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Todos los pueblos nacen a la vida con una improntacolectiva indeleble, aunque difusa, presentida, inconscien-te. Una suerte de equipamiento psico-social de los pue-blos primitivos para afrontar la lucha cotidiana por susobrevivencia. Un equipamiento desarrollado a la largo desu también larga prehistoria.

La sobrevivencia de cada pueblo primitivo empieza pordominar el entorno territorial asignado a cada uno por lanaturaleza, contra las fuerzas telúricas, siempre afrontadasa través de la magia, que es la expresión primitiva de lasreligiones.

Magia que inevitablemente —en forma concatenadapero sin orden predeterminado—, proviene y deviene enla creación de mitos, de su propia mitología, incluyendo alas fuerzas de la naturaleza, y que finalmente terminan enla elaboración estructurada más o menos consciente de unacosmogonía propia, con la cual cada uno interpreta y ex-plica el universo, su universo particular, y desde luego elorigen del hombre, entendido éste en el sentido restringidode su propio pueblo.

Los pueblos, pues, entran a la historia cuando logransobrevivir a su propia prehistoria. Entonces se conviertenen una nacionalidad y más tarde en estado-nación, contodos los atributos jurídico-políticos desarrollados por la

Según se platica entre los naturales de esta tierra, mayormente losViejos, dicen que los Indios de Nicaragua y los de Nicoya (que por otronombre se dicen Mangues) antiguamente tuvieron su habitación en el des-poblado de Xoconocho, que es de la gobernación de México (...)

En aquel tiempo vino sobre ellos una grande exército de gente que sedecían Olmecas (...) estos Olmecas dieron guerra, vencieron y sujetaron alos naturales y pusieronle grandes tributos (...) demandaron consejo a susAlfaquíes (...) entonces los Alfaquíes demandaron términos de ocho díaspara responder y consultar a sus dioses (...)

A los de Nicaragua dijo el Alfaquí: Vosotros poblaréis cerca de unaMar Dulce que tiene a vista una isla, en la cual ai dos Sierras altas redon-das, y también les dijo: que servirían a la gente barbuda, que de todaaquella tierra se avia de enseñorear y los tratarían como a los de Nicoya...

También se dice, que de esta Generación de Indios, fueron algunosde ellos atravesando, y aportaron a la Mar del Norte, y cerca del Desagua-dero, está un Pueblo de ellos, y hablan en lengua Mexicana no tan correc-ta como esta otra de los Pipiles. Y asimismo dicen, que fueron por la Costadel Mar del Norte, al Nombre de Dios, que es muy lejos del Desaguaderoy de allí tornaron atravesar la tierra, en busca de la Mar Dulce, y hallaronpoblados a los de Nicoya, cerca del Sitio que les había dicho el Alfaquí.Los que ya estaban poblados dijeron a los otros, que más arriba, tres, ocuatro jornadas estaba otra Laguna dulce, y se fueron allí a poblar, y es adonde está ahora la Ciudad de León, o muy cerca a donde se llamaXolotlán, en la Lengua de los naturales Pipiles y en Lengua de Mangues,se llama Nagarando.

Y como no estuviesen allí contentos por no ser aquel el lugar que suAlfaquí les había dicho, vinieron a Nicaragua, que son veinte y siete Le-guas, alli estuvieron algunos días como Huéspedes, y pensaron una trai-ción, para poderse quedar, con aquella Tierra; y fué, que demandaronTamenes (esto es muchos Indios de carga) para que les ayudasen a llevarsu Recuaje, o hacienda, y ellos por quitarse de la pesadumbre que lesdaban, diéronle mucho indios, y salieron aquel día y asentaron aquellasnoches no más de una Legua de alli, al Río, que se dice de las Piedras, yendurmiéndose los Tamenes, matáronlos, y luego volvieron de Guerra, ymataron también a los que quedaban en el Pueblo; y los que se escapa-ron, fueron huyendo, a donde ahora se dice Nicoya y a donde aquellosTraidores quedaron, se dice Nicaragua.

Juan de Torquemada(Nicaragua en los Cronistas de Indias, Serie Cronistas No. 2

Compilador Jorge Eduardo ArellanoPromoción Cultural-Banco de América-1975

Páginas 107-110)

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heroicas, tanto más heroicas cuanto más débiles resultanfrente al agresor.

Prehistoria e historia, inconsciente colectivo y memoriacolectiva, son, pues, categorías inseparables que finalmen-te se funden en una sola, la «identidad nacional». Y ésta, amedida que se va consolidando, se sublima en «dignidad

nacional», tanto más altiva cuanto más heroica es la histo-ria de los pueblos, siempre presente en las leyendas popu-lares, en el folklore, en los símbolos patrios, y en todas lasdemás expresiones culturales, el arte en todas sus manifes-taciones, y la literatura.

La dignidad nacional se convierte, entonces, en el va-lor subjetivo por excelencia de cada pueblo, causa y efectode su historia subsecuente, hasta el infinito, a menos queen una de tantas agresiones externas sucumba frente alagresor y éste lo anule frente a la historia. Aún así, sin em-bargo, inevitablemente el inconsciente colectivo actuarácomo voz de la conciencia demandando, a cada individuode la comunidad y a todos ellos colectivamente, nuevosheroísmos para restablecer la nacionalidad, la identidadnacional, la cultura propia, la dignidad nacional, el estado-

nación.

Cosmogonía nicaragüense

Algo se ha escrito pero todavía se sabe muy poco, de-masiado poco, sobre la cosmogonía de la población nativade Nicaragua. Las hipótesis que sobre este tema se handesarrollado provienen de la tradición oral, rescatada porlos Cronistas de Indias, sin duda como una forma incons-ciente de mitigar el complejo de culpa desarrollado cuan-do se percataron de la acción de sus antepasados, princi-palmente de los colonizadores, que se encargaron de ladestrucción despiadada y sistemática de los libros históri-

co-religiosos, los Códices —no sólo de Nicaragua sino a lo

heroísmoshumanidad en su conjunto —producto, desde luego de lasluchas de cada pueblo recogidas por la historia, su «me-

moria colectiva». Nunca, sin embargo, los pueblos superansu equipamiento psico-social particular, sus mitos, sucosmogonía.

Pues si bien la historia se desarrolla a nivel consciente—tanto más consciente cuanto más difícil—, los mitos y lacosmogonía permanecen inalterables, sumidos en lo másprofundo de la conciencia colectiva —siempre difusos, pre-sentidos, inconscientes—, desarrollándose así el «incons-

ciente colectivo» de cada nación. Y aunque en la mayoríade los casos los individuos no se percatan de ello, es elinconsciente colectivo el que orienta e ilumina las accioneshistóricas de cada pueblo.

Porque la historia no es otra cosa que el registro más omenos objetivo y sistemático de las luchas de cada pueblopor superar las contradicciones propias y las que desarrollafrente a terceros estados, siempre planteadas estas últimasen términos de amenaza o de uso de la fuerza. Y cadapueblo las enfrenta con las armas de la razón, racional-mente, pero también con el equipamiento psico-social ori-ginario, enriquecido por la asimilación de otros mitos ycosmogonías, distintos para cada región del mundo, aun-que cada vez menos ajenos entre sí gracias al desarrollointegral de la humanidad, hasta que probablemente a lar-go plazo se llegue al reconocimiento de una mitología-

cosmogonía universal.

La historia de cada pueblo es, pues, tan rica como lafrecuencia con que enfrenta y supera las contradiccionesexternas. O más bien, tan rica como la frecuencia en quese ve sometido a agresiones de otros pueblos —más desa-rrollados y poderosos o que se perciben a sí mismos comotales—, logrando salir airoso, siempre a través de acciones

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con el espacio infinito.

Asimismo, resulta determinante para la cosmogoníanativa que, a la pregunta de Bobadilla acerca de a dóndeiban los militares muertos en guerra, en defensa de su pro-pio pueblo, los pobladores le respondieron que iban direc-tamente —como quien dice sin ningún trámite—, haciaarriba, compensando así su entrega y heroísmo.

Por otra parte —también recogiendo la tradición oral—,otro fraile, Juan de Torquemada afirma que los pobladoresoriginarios de Nicaragua llegaron de México, huyendo delos Olmecas que los tenían esclavizados. Y que en el tra-yecto de su huída dos de sus sacerdotes que murieron enel camino les profetizaron que finalmente poblarían «cerca

de una Mar Dulce que tiene a vista una isla, en la cual ai

dos Sierras altas redondas y también les dijo: que servirían

a la gente barbuda»; es decir, que se asentarían en la riberadel lago Cocibolca, en la costa frente a la isla de Ometepe,y que serían dominados posteriormente por los coloniza-dores españoles. Desde entonces, así lo recoge la tradición.

Que la ribera de la Mar Dulce, frente a la isla con dossierras altas era el territorio apetecido por las migracionesprecolombinas que llegaron al territorio originario de Nica-ragua no puede ponerse en duda: por un largo período,tan largo que les permitió dejar huella indeleble en múlti-ples toponimias con el fonema «r» esparcidas en un vastoterritorio, allí se asentaron primero los nativos de origenchibcha-arahuaco que luego fueron desplazados por loschorotegas, y estos a su vez sufrieron el mismo destino cuan-do fueron desplazados posteriormente por los nagrandos.

En otras palabras, los nicaragüenses originarios llega-ron a la orilla de la Mar Dulce frente a la isla con dos volca-nes huyendo de la esclavitud, en busca de la libertad, dis-puestos a conservarla con sus propias vidas mediante la

largo y ancho de la América precolombina.

Recogida esta tradición oral por fray Francisco deBobadilla el 28 de septiembre de 1538, y reproducida mástarde por el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, los tes-timonios de algunos de los pobladores de la Nicaraguapostconquista dicen que el mundo, la naturaleza y el hom-bre fueron creados por Tamagastad y Cipaltonal, diosesdistintos a los occidentales, pues también eran hombre ymujer, con la particularidad de que ambos tenían la mismajerarquía. No era, pues, el hombre Tamagastad superior ala mujer Cipaltonal.

Según estos relatos cuando morían los buenos iban«arriba», adonde moran Tamagastad y Cipaltonal. Pero estearriba no estaba orientado hacia el cenit sino hacia dondesale el sol —parte del inconsciente colectivo de los primiti-vos náhuatls mexicanos que tenían a Huitzilopochtli comodios del sol, que diariamente luchaba en favor de la vida; ode un inconsciente colectivo mucho más arcaico, relacio-nado con las primeras migraciones de Asia que llegaron aAmérica. Es probable.* Los otros —que los conquistado-res asimilaron por oposición a los malos—, obviamente,quedaban enterrados en la tierra, sin ir a ninguna parte,sin el mérito de encontrarse con los dioses creadores.

Igualmente, conforme a la tradición oral de los nicara-güenses primitivos el centro de la vida humana estaba enel corazón, y la expiración —al momento de la muerte—se hacía por el aliento. Una forma de relacionar la vida conla raíz más profunda del sentimiento humano, y la muerte

* La tesis de que el inconsciente colectivo nicaragüense recoge el deotros pueblos muchos más arcaicos, no americanos precolombinos, lodemuestra el hecho de que los pobladores originarios de la Nicaraguapreconquista manejaban como parte de su cosmogonía la existenciade un diluvio que devastó la tierra en tiempos inmemoriales.

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miento de nacionalidad, virtualmente reducida en ese mo-mento a la larga planicie del Pacífico, entonces mucho másextensa porque abarcaba Nicoya —segregado de Nicara-gua en los primeros años de la Independencia.

La naturaleza también dejó huellas en el inconscientecolectivo nicaragüense: el impacto de los grandes lagos yde la cordillera volcánica que literalmente colman la geo-grafía de la vertiente del Pacífico, forman parte indisolubledel espíritu primitivo nacional.

Las grandes masas de agua de los lagos —entonces deconfín a confín— funcionaron como un inmenso e inter-minable espejo del firmamento apacible e infinito; más,todavía, cuando tenían que atravesarlos en frágiles embar-caciones, en largas jornadas, solos entre el verdeazul delagua —siempre amenazante— y el azulceleste del firma-mento —también amenazante—, símbolos, además, estoscolores, de la esperanza y de la ilusión desde los albores dela humanidad. Incidiendo esta relación hombre-agua-fir-

mamento en el espíritu intimista, religioso, reflexivo, medi-tabundo, soñador del nicaragüense.

Los volcanes también hicieron lo propio. Las erupcio-nes más o menos frecuentes y los terremotos a ellas asocia-dos —porque la población originaria desconocían los pro-vocados por los choques de las placas tectónicas—, produ-jeron en el nicaragüense primitivo un espíritu de riesgo, detemeridad, de solidaridad, y de organización social frente alas catástrofes naturales. Y, aunque parezca paradójico, tam-bién un espíritu jocoso e irreverente, y en cierta manerahasta irresponsable, como un inconsciente mecanismo dedefensa frente a la adversidad connatural, siempre latentepero siempre impredecible, para mitigar la inmensa penaproducida por las cruentas desgracias colectivas.

Igualmente produjo huellas en el inconsciente colecti-

defensa frente a otros pueblos, y a premiar a sus guerrerosmuertos en combate con la compañía de los padres funda-dores, Tamagastad y Cipaltonal.

Inconsciente colectivo nacional

Igual que en el caso de la cosmogonía, casi nada sesabe de la conformación del inconsciente colectivo nicara-güense. Sí se conoce que el pedazo de tierra identificadacomo Nicaragua fue originalmente una ruta de tránsito delas migraciones náhuatls, primero hacia el sur, y luego deregreso hacia el norte;* y más tarde, como destino de nue-vas migraciones, del sur y del norte, distintas entre sí, lasdel sur de origen chibcha-arahuaco y las del norte, otra veznáhuatl pero entonces decadentes.

Lo primero que se puede afirmar, en consecuencia, esque el territorio de la Nicaragua primitiva primero sirvió de«tránsito» y después de «destino». Dos características querespectivamente imprimieron en los pobladores originariosuna actitud abierta hacia el resto del mundo americanoprecolombino, y un impulso guerrero para conservar el te-rritorio y/o desplazarse unos a otros.

También se sabe que hubo contradicciones entrechibchas-arahuacos y la primera migración de náhuatls tar-díos, que sólo se superaron con el desplazamiento de losprimeros hacia el noreste, hacia el territorio selvático e in-expugnable de la Costa Caribe; produciendo en loschibchas-arahuacos un sentimiento de reclusión y una dis-posición hacia la defensa de las potenciales agresiones delos náhuatls —incluyendo alianzas con terceros—, y en és-tos, en los náhuatls, un sentimiento de victoria, de apro-piación territorial, sin duda el origen del posterior senti-

* De esta primera migración no hay registro acerca de asentamientosen Nicaragua.

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héroes y mártires, con paradigmas humanos en

igualdad entre hombre y mujer, profundamente

humano y sin temores al más allá, en actitud filosó-

fico-religiosa frente a la vida, arriesgado, temerario,

solidario, orientado a la organización social, jocoso,

irreverente, cuasi irresponsable, fraccionado en dos

mitades confrontadas pero que tienden a la unidad.

Características que se encuentran siempre presentes endistinta proporción en cada nicaragüense y en cada con-glomerado poblacional, pudiendo variar la mezcla y el én-fasis dependiendo de la coyuntura. Así es la psicología hu-mana.

La tradición oral postconquista atribuye a los nicara-güenses de origen chorotega la característica de «guerrero»y a los de origen nagrando la de «filósofo», tanto que seacostumbra decir que los españoles se encontraron con «un

cacique que era filósofo y poeta, y con otro que era guerre-

ro», encarnando al primero en Nicarao y al otro en Dirian-gén —con el tiempo subjetivamente identificados como dederecha e izquierda, respectivamente, en términos ideoló-gicos actuales. En realidad ambos defendían mediante laguerra su espacio territorial.

Sin duda esta caracterización de dos pueblos enfrenta-dos por la guerra viene de los colonizadores, que la reco-gieron de la tradición oral de ambos pueblos nativos, con-siderando además a los chorotegas luchando contra losnagrandos por la sede del poder que éstos controlaban,entendida esta sede como la tierra prometida en la riberadel Cocibolca frente a la isla de Ometepe. Es probable queasí haya sido. Pero todo esto terminó con la Conquista.

Historia fundamental

La historia de Nicaragua, en efecto, empieza con la Con-quista. Un cataclismo social para los pobladores origina-

vo nicaragüense el hecho de que los náhuatls decadentesse establecieran en el territorio original de Nicaragua endos momentos diferentes. Los chorotegas, que llegaronprimero (800 d.c), fueron desplazados posteriormente (1200d.c) por los nagrandos o nicaraos, produciéndose entre ellosuna enemistad irreconciliable a nivel de nacionalidad, asu-mida en consecuencia por los dos estados-tribales, que per-duró hasta la Conquista.

Una enemistad que naturalmente se tradujo en diferen-cias que abarcaron desde las particulares maneras de con-cebirse a sí mismos frente a terceros —identificadas hoycomo diferencias político-ideológicas—, hasta los aspectosterritoriales, pues los chorotegas terminaron fincándose enla región noroccidental y los nicaraos se quedaron en elterritorio verdaderamente originario, la región suroriental,de la gran planicie del Pacífico; resolviéndose estas dife-rencias las más de las veces a través de la guerra, cuyainiciativa se la concede la tradición a los chorotegas, y quetermina con la fallida unificación provocada por la agre-sión de los conquistadores.

A nivel de hipótesis razonable, en consecuencia, puededefinirse así el inconsciente colectivo del nicaragüense na-tivo, preconquista, de origen náhuatl, de la vertiente delpacífico:

Abierto hacia el mundo americano precolombi-

no, guerrero en defensa de su territorio, huyendo

de la esclavitud y empeñado en la defensa de su

libertad inclusive con las armas, respetuoso de sus

* Obviamente, la huida de la esclavitud, el objetivo natural de la liber-tad y la decisión de conservarla al precio de la propia vida son caracte-rísticas comunes a todos los pueblos de la tierra, forman parte delinconsciente colectivo de la humanidad, aunque la cosmogonía decada uno las presenta en forma diferente.

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No hubo tal traición ni tal patriotismo aislado. Frente ala agresión de seres extraños, ambos actuaron concerta-damente en defensa de sus respectivos estados-tribales, con-siderándose como un solo pueblo, como un estado-tribal

unificado. Los hechos históricos así lo demuestran.

En efecto, probablemente en la historia de la conquistade América, el encuentro de Nicarao con Gil González deÁvila (Dávila) fue uno de los pocos o quizá el único con-certado previamente, a solicitud del Conquistador, a travésde una delegación —que ahora se llamaría diplomática—enviada por Nicoya, otro de los fundadores nativos olvida-dos por la historia. De tal manera que Nicarao tuvo queprepararse política y militarmente para esta entrevista, por-que el enviado de Nicoya le puso al tanto de los objetivospolíticos y del poder militar destructor del Conquistador,absoluto comparado con los medios nativos.

Es precisamente esta entrevista la que motiva a Nicaraoa buscar la unidad, en defensa de ambos pueblos, a despe-cho de su enemistad ancestral.

El primer acuerdo nacional se concertó, entonces, en-tre los padres nativos, entre Nicarao y Diriangén, a solici-tud del primero que recibió la delegación diplomática deNicoya. Un pacto de orden militar pero de naturaleza polí-tica: para garantizar la seguridad de sus respectivos esta-

dos-tribales, partes sin duda de un estado mayor, cuyonombre no fue registrado por el Conquistador ni por losCronistas. Nicarao dirigiendo la estrategia ideológica —porque la información que recibió de los enviados deNicoya acerca del activismo religioso del conquistadorGonzález Dávila encajaba perfectamente con su personali-dad y su formación religioso-filosófica— y Diriangén ha-ciéndose cargo de la estrategia militar, tal como correspon-día a su formación y experiencia.

rios. No es que éstos no tuvieran historia o que no la hu-biesen registrado, sino que, como ya se dijo, los coloniza-dores se encargaron de destruir sus Códices y todo cuantoencontraron al respecto, y luego de escamotear y falsificarlo que quedaba, inclusive la tradición oral. Es casi seguroque los relatos de los Cronistas de Indias estén sesgadospor esta actitud de los colonizadores contra la historia delos pobladores originarios, la prehistoria de Nicaragua —incluido este sesgo tanto en las preguntas de la encuesta deBobadilla, como sin duda en las respuestas de los nativos,dadas con los temores e inhibiciones propios de los venci-dos.

Pero la conquista unió a la población nativa, a la deorigen chorotega y a la de origen nagrando —aunque no ala de origen chibcha-arahuaco, que siempre permanecióaislada, uniéndose a otras culturas para garantizar susobrevivencia, y que virtualmente continúa estándolo hoydía, a principios del siglo XXI, como baldón para el estado-

nación.

En cuanto a la unidad de ambas ramas de la poblaciónoriginaria de la planicie del Pacífico, aquí, en este trabajo,se maneja una hipótesis contraria a la historia oficial queconsidera a Diriangén, iluso, arrebatado, coyunturalista; ya Nicarao, visionario, abierto al desarrollo de la humani-dad, a la historia. Y también contraria a la historia alterna-tiva que es igualmente mala o quizá peor, que afirma queNicarao fue un traidor y Diriangén un patriota —acepta-das además estas hipótesis acríticamente por la mayoría sino por toda la población postindependentista, de todas lasépocas, al margen de las diferencias ideológicas; tanto quela derecha reivindica a Nicarao y estigmatiza a Diriangén,y la izquierda hace exactamente lo contrario, aunque enambos casos, sin embargo, cada vez de manera más dis-creta.

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tar al otro, como fue el caso de otros estados-tribales ame-ricanos precolombinos, por ejemplo México, origen dechorotegas y nagrandos. Tampoco, como en otros casos,Nicarao y Diriangén entraron a formar parte de la vidacotidiana de la Conquista: nunca más sus nombres fueronmencionados después de la guerra contra González Dávila.Sin duda fueron asesinados.*

Sin embargo, así como la inmediatez y la contundenciade la derrota de las fuerzas nativas no anularon la intensi-dad de la necesidad por la unidad, tampoco ésta permitióla superación definitiva de la contradicción ancestral entreambos estados tribales. Una contradicción que quedó gra-bada en el inconsciente colectivo originario y que casi in-mediatamente reaparecería en el del mestizo en forma re-currente a lo largo de la historia nacional.

Derrotada pues la alianza entre los fundadores nativosde la nacionalidad nicaragüense inmediatamente se dio elacuerdo entre Nicarao y Gil González Dávila, el fundadorespañol, probablemente con la venia de Diriangén. Fue unacuerdo de sometimiento, como todo tratado entre vence-dores y vencidos, con altísimos costos para la nueva na-ción —hasta hoy día irreversibles y aún no saldados porEspaña quinientos años después, ni siquiera en términosmorales, por mucho que se falsifiquen las causas del mesti-zaje, reducidas históricamente al impulso vital de la uniónhombre-mujer, del hombre Conquistador, que llegó sinmujer a América, con la nativa del Nuevo Mundo.

El mestizaje, entonces fue el resultado de la unión cir-cunstancial del Conquistador con lo que quedaba de la

* Se desconoce igualmente la suerte de Nicoya, pero, a juzgar por suactitud inicial, es probable que haya marcado distancia de Nicarao yDiriangén, uniéndose al Conquistador, lo cual explicaría la posteriorseparación de sus descendientes —de Nicaragua, su patria originaria.

Gil González Dávila y los religiosos que lo acompaña-ron al encuentro previamente concertado con el caciqueNicarao probablemente nunca superaron el asombro queles causó su sabiduría. Las reflexiones de Nicarao iban desdela contradicción insalvable de la inmortalidad del génerohumano y la mortalidad del hombre, hasta la preocupa-ción acerca de la posibilidad de que un trastorno interpla-netario terminara con el universo y con el hombre.

A pesar de la rivalidad entre nagrandos y chorotegas, elacuerdo entre Nicarao y Diriangén habría sentado las ba-ses de la unidad entre sus respectivos estados-tribales decara a ésta y posteriores invasiones de seres extraños ypoderosos, pues estaba de por medio la sobrevivencia deambos. Y aunque es difícil imaginar bajo qué condicionesni cuál habría sido la estructura de poder del nuevo esta-

do-tribal resultante, en el caso de haber triunfado, sí sepuede deducir la estrategia defensiva frente al Conquista-dor: Nicarao lo recibiría en paz —tal como lo hizo enQuatzapolca, su ciudad, el 5 de abril de 1523— y Dirian-gén llegaría a su encuentro, también en paz, pero con elobjetivo de valorar la capacidad militar del invasor paraatacarlo después en unión de Nicarao.

Así fue, Diriangén inició el ataque en Nochari —fronte-ra entre ambos estados-tribales y donde acampaba el Con-quistador— el sábado 17 de abril de 1523, y el combateconcluye en Quatzapolca, sede de los nagrandos —adon-de el Conquistador buscaba refugio en su retirada— con laintervención de las fuerzas de Nicarao, habiendo termina-do la guerra de conquista con la derrota de las fuerzas na-tivas. ¿Cómo explicar la participación militar de Nicarao, sino por la concertación previa con Diriangén?

Pero, además, en la Nicaragua primitiva ninguno de losdos estados-tribales se asoció al Conquistador para derro-

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clase en particular, por mucho que se acentúe en una deellas.

Quienes reivindicaban la ascendencia española termi-naron reivindicando a Nicarao, una forma de justificarmoralmente su decisión —ahora se dice ideológicamen-te— en la supuesta traición del Cacique filósofo, reafirman-do así su identificación inconsciente con el Conquistador.Contrario sensu, el otro sector que reivindicaba la ascen-dencia indígena hizo lo mismo con Diriangén, atribuyén-dole la decisión heroica de combatir por sí solo al Conquis-tador. Por extensión, los primeros ahora se identifican conel poderoso extranjero, agresor-invasor, los nuevos agreso-res conquistadores, hasta hoy día blancos del Norte, arras-trando consigo a Nicarao; mientras que los segundos losrechazan, abanderando la nacionalidad y defendiendo ladignidad nacional en nombre del supuesto patriotismo ais-lado de Diriangén.

En otras palabras, a partir del mestizaje la contradic-ción fundamental en torno al poder es de naturaleza so-cioeconómica, con la particularidad de que la identifica-ción con el Conquistador español, que es casi plena en lasclases altas, disminuye, en forma más que proporcional, amedida que desciende el nivel socioeconómico. Los miem-bros de los estratos sociales más bajos identificados con elancestro español reflejan en general la institución colonialde las Encomiendas, devenida en la del «hijo de casa» apartir de la independencia. Y posteriormente, a nivel cons-ciente, como un pretendido medio de movilización socialy/o por oportunismo político.

El mestizaje explica, entonces, porqué algunas de lascaracterísticas del inconsciente colectivo originario se en-cuentran soterradas o trastocadas por la transculturizacióncastellana, como el arquetipo humano y la correspondien-

población originaria, virtualmente aniquilada por la explo-tación despiadada como mano de obra cautiva en Nicara-gua, y esclavizándola para utilizarla como «carne de ca-

ñón» en la conquista de otros pueblos, por ejemplo Perú.

Pero el mestizaje se fue multiplicando, cada vez conmayor aceptación social, hasta dar origen a una nueva ca-tegoría racial que se impuso en toda América, completa-mente distinta a sus dos ramas étnicas ancestrales, identifi-cada en cada país por sus respectivas nacionalidades —eneste caso la nicaragüense—, y hoy día reconocida univer-salmente con distintas denominaciones, dependiendo dequien la utilice: desde hispano-ibero-americano hastaindoamericano, pero autodenominada como latinoameri-

cano, a pesar del origen francés de esta denominación.

A partir de entonces, dos nuevas características entrana formar parte del inconsciente colectivo nacional, del nuevonicaragüense, del nicaragüense mestizo. Por la rama nati-va: la tendencia al acuerdo político en aras de la defensanacional —que por lo demás coincide con la tendenciauniversal desde los albores de la humanidad, también, sinduda, otra característica del inconsciente colectivo univer-sal. Y por la rama española: la división social, separando alpueblo otra vez en dos partes: una mayoritaria, identificán-dose con su ascendencia nativa —potenciando el rechazoal Conquistador, a la esclavitud—, y la otra haciéndolo consu ascendencia española, que la impulsa exactamente a locontrario, a identificarse con el Conquistador y con su vo-racidad por el oro, la riqueza como tesoro, para justificar laopresión social.

Nuevas características del inconsciente colectivo del ni-caragüense mestizo presentes desde entonces en toda lapoblación, atravesándola transversal y horizontalmente, endistinta proporción, obviamente; que no es propia de una

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te igualdad hombre-mujer, desplazado por el machismo; oporqué la división tribal es trastocada por la división so-cioeconómica, dando paso a la opresión social.

Asimismo, explica la introducción de algunas de las ca-racterísticas del inconsciente colectivo español en el incons-ciente colectivo del nicaragüense mestizo, como por ejem-plo, la arrogancia y la altanería, entre las más negativas, yla de trotamundos, que eso fueron los conquistadores y loscolonizadores. Y la peor de todas, el miedo-pánico al másallá, producto de una cosmogonía que promueve el biencon la amenaza del sufrimiento eterno, proscribiendo ypenalizando, a discreción, hasta las acciones más trivialesde la vida cotidiana, para conservar su hegemonía; y aun-que oficialmente ya no existe el «fuego eterno» pasaránmuchísimos años, quizás cientos, para que este miedo-pá-

nico se desarraigue del inconsciente colectivo.

Aclaración obligada

Aunque razonable, la anterior definición del inconscientecolectivo del nicaragüense primitivo es incompleta, limita-dísima. Para lograr una definición más acabada hace faltaconocer e interpretar —entre otros elementos— la simbo-logía arcaica de los pobladores nativos, haciéndolo con elauxilio de otras ciencias afines a la historia como la arqueo-logía y la antropología, tan desasistidas en Nicaragua, des-de siempre ¿Cuánto tiempo hará falta para lograrla?

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Aunque el estado-tribal fue una especie de protonación,nunca se realizó como tal, menos aun como estado-nación.Pero quedó viva la aspiración de serlo en el inconscientecolectivo de los sobrevivientes del cataclismo social de laConquista, presente en el mestizo, hasta desarrollarse ple-namente como nacionalidad a lo largo de los trescientosaños de la Colonia; germen a su vez de la realización de laaspiración inconsciente del estado-nación, potenciada des-pués esta aspiración por la lucha de los criollos —los hijosde los españoles nacidos en América— por un Estado pro-pio.

La Independencia fue, pues, el momentum para la vie-ja aspiración inconsciente de la parte nativa y de la luchamás reciente de la parte española, ambas encarnadas en elmestizo. Los criollos queriendo para sí la exclusividad delos privilegios del poder, que la generación de sus padresles negaban, y los mestizos tratando de reivindicarse comoverdaderos nacionales de Nicaragua —igual que en el res-to de América—, con independencia de la proporcionali-dad sanguínea de sus dos ramas ancestrales.

Es decir, la historia nacional de Nicaragua empieza conla Independencia. Entonces, en efecto, empieza la verda-dera lucha, la que da pie al estado-nación, a la identidadnacional y a su sublimación, la dignidad nacional.

P— ¿Quién crió el cielo y la tierra y las estrellas y las lunas y al hombre y todo lo demás?R— Tamagastad y Cipattoval; y Tamagastad es hombre y Cipattoval es mujer.P— ¿Quién crió a ese hombre y esa mujer?R— No: nadie, antes descienden de ellos toda la generación de los hombres y mujeres.(...)P— ¿Esos dioses que dices son de carne o de palo o de cuál materia son?R— De carne son, y hombre y mujer, y mozos, y siempre están de una manera y son morenos de la color que nosotros los indios, y anda- ban por la tierra vestidos y comían de lo que los indios comían.(...)P— ¿Dónde están esos vuestros dioses?R— Mis antepasados me dijeron que están donde sale el sol.(...)P— Cuando los indios mueren ¿a dónde van?R— Van debajo de la tierra, y los que mueren en la guerra de los que han vivido bien, van arriba donde están Tamagastad y Cipattoval.P— Primero dijiste que no sabías donde aquellos estaban ¿cómo dices ahora que los que mueren en la guerra de los que viven bien van arriba con ellos?R— Donde sale el sol llamamos nosotros arriba.P— Los que van arriba, ¿están allá como acá con el mismo cuerpo y cara y lo demás?R— No va más del corazón.(...)P— Si se saca el corazón ¿se va arriba?R— No se va el corazón, si no aquello que acá los tenía vivos y el aire que les sale por la boca que le llaman yulio.P— Los indios que van abajo ¿qué vida tienen allá?R— Entiérranlos y no hay más.(...)P— ¿De qué tierra vinieron vuestros antepasados y cómo se llama vues- tra tierra natural donde vivían, y por qué se vinieron y la dejaron?R— La tierra, de donde vinieron nuestros progenitores, se dice Ticomega y Maguatega, y es hacia donde se pone el sol: y viniéronse porque en aquella tierra tenían amos a quien servían y los trataban mal.(...)P— ¿Cuál tienen por mayor señor, al padre o a la madre o al hijo?R— Todos son iguales.

De la encuesta de Fray Francisco de BobadillaGónzalo Fernández de Oviedo

(Nicaragua en los Cronistas de Indias, Serie Cronistas No. 3Compilador Eduardo Pérez-Valle

Promoción Cultural-Banco de América-1976Páginas 312-337

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Inspector General de las Fuerzas Armadas de la República

Federal de Centroamérica.

Trescientos años después de la agresión del conquista-dor, en 1823 Cleto Ordóñez decidió reivindicarlo todo: laindependencia absoluta, de México, de España, y de cual-quier otra potencia; la nacionalidad basada en el mestiza-je, contra la pretendida pureza racial de los también pre-tendidos descendientes de españoles; y la organización delEstado conforme al republicanismo, entonces la tesis másmoderna, revolucionaria, en contra del sistema monárqui-co imperante —reivindicado éste por algunas de las fuer-zas independentistas de las nacientes naciones americanas,y realizado plena aunque brevemente en México, a cuyoimperio se unió Centroamérica (1821-23), unión que él re-chazó.

Y Cleto Ordóñez tuvo éxito. Sus tesis fueron recogidasen la primera Constitución del Estado de Nicaragua, del 8de abril de 1826, que lo define como un «estado popular,

republicano y representativo», y que consigna derechospolíticos importantes, muy avanzados para la época, comola libertad de prensa, de reunión, de asociación política, yde fiscalización de los ciudadanos sobre los actos del go-bierno y sus funcionarios.

Pero fue un éxito fugaz porque el estado-nación deCentroamérica, al cual Nicaragua pertenecía, no estabapreparado: los criollos promonárquicos, según ellos des-cendientes de la nobleza española y en consecuencia iden-tificados con el Imperio español, lo controlaban; y no sehabía formado aún en los otros estados centroamericanos—mucho menos en Guatemala, sede del poder federal yanterior sede del poder español— una conciencia político-

ideológica tan adelantada como la que había prendido enNicaragua, que, orientada por su inconsciente colectivo,

Una lucha que pronto, como la de todos los Estadosnacientes, deviene en dos frentes: el interno, entre criollos—y sus descendientes mestizos mayormente españoles oque así se percibían a sí mismos— y mestizos propiamentedicho, alrededor de la organización del Estado en funciónde los objetivos político-ideológicos de cada uno. Y el fren-te externo, para preservar la soberanía en todas sus dimen-siones, principalmente política y territorial, amenazada porotros estados.

En el marco de la afirmación de la Independencia —cuando la nacionalidad de hecho estaba consolidada y elestado-nación era todavía una quimera—, la lucha fue in-tegral: mestizos contra criollos y contra la imposición exter-na, no propiamente extranjera pues venía de un país her-mano, México; y además con un proyecto político-ideoló-

gico concreto, revolucionario, adelantadísimo para las con-diciones de la época.

Concebido y llevado adelante este proyecto por CletoOrdóñez, hijo bastardo de un militar español de alta gra-duación y de una «mujer del pueblo» —es decir, también«hombre del pueblo», como se califica despectivamente alos marginados y excluidos—, execrada socialmente estamujer hasta el grado de que los historiadores de la época,todos identificados con la ascendencia española, borraronsu nombre de la historia, simplemente no lo registraron.

Y Cleto Ordóñez concibió este proyecto no por su bas-tardía, como algunos pretenden —que atraviesa además atodas las familias nicaragüenses, sin distingos sociales, des-de la Colonia—, sino por la orientación e iluminación delinconsciente colectivo originario, y por la propia formaciónde este mestizo nicaragüense que de criado pasó a solda-do, recorriendo todo el escalafón militar, hasta llegar a ge-neral, ocupando en la cúspide de su carrera el cargo de

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la primera y más profunda contradicción mestizo-criollo,devenida muy pronto en liberal-conservador cuando losmestizos propiamente dicho empiezan a actuar en funcióndel impulso del inconsciente colectivo, inclinándose respec-tivamente a cada una de sus ramas ancestrales: los libera-les conforme a la parte nativa y los conservadores confor-me a la parte española. Entre 1821 y 1823, los conservado-res apoyaban a la federación porque la controlaban, perodesde entonces, hasta 1839, la combatieron porque hacíanlo propio los liberales.*

Las luchas alrededor de la federación se desplazaronen consecuencia a los Estados, retroalimentándose mutua-mente, produciendo en cada uno de ellos cruentas guerrasciviles entre liberales y conservadores, que terminaron sien-do tardías guerras de independencia y en adelantadas re-voluciones liberales, porque los conservadores insistían enpreservar el viejo orden. Guerras que continuaron con igualo mayor intensidad después de que todos los estados sedeclararan República Independiente (1838), de Centroamé-rica y de cualquier otra potencia extranjera.

Y en el caso de Nicaragua, que es la primera en dareste paso (30 de abril de 1838), estas guerras civiles fueronpermanentes y brutales, potenciando la ancestral rivalidadtribal por la tierra prometida con los nuevos patrones cul-turales acerca del poder político, con el agravante de queentonces todas las instituciones estaban por hacerse, lite-ralmente, derivando así en la creación casi espontánea de

* Francisco Morazán, líder de la República Federal y hasta su muerteen 1842 del liberalismo centroamericano, no era criollo ni mestizo enel sentido estricto, es decir, hijo de español y de nativa. Pero sí lo era deitaliano y de mestiza hondureña. Lo interesante es que los ancestros deMorazán venían de la histórica confrontación de Italia contra España,iniciada a principios de 1700. Arraigado sentimiento antiespañol quese potenció por la parte mestiza del inconsciente colectivo de la madre.

desde entonces se separa definitivamente del resto de lasnacientes naciones centroamericanas en la búsqueda deuna organización social propia, que todavía no encuentra,y que la mantiene viva en medio de la adversidad interna-cional.

Cleto Ordóñez, pues, dejó huella. Y profunda. Porqueaunque fugazmente y sin tomar el poder, él logró reivindi-car la parte indígena del inconsciente colectivo. Nada vol-vió a ser igual en Nicaragua. Sus banderas lo fueron tam-bién de las luchas posteriores. Y continúan siéndolo.

Historia moderna

La aspiración por el estado-nación, sin embargo, aúnno se concretaba en Nicaragua, continuaba pendiente. Alo largo de los primeros diecisiete años (1821-1838) virtual-mente se mantuvo en el limbo jurídico-político, como esta-do miembro de una Federación con pocas posibilidadesde realizarse pero con suficiente fortaleza moral para im-ponerse como poder central a las distintas nacionalidadesde sus estados miembros —que como en Nicaragua sehabían desarrollado a lo largo de la Colonia.

Porque, producto de las contradicciones con los esta-dos —que tenían su origen en el propio inconsciente co-lectivo—, la República Federal de Centroamérica desde sufundación se debatió en contradicciones estructurales quele negaban su realización, recogidas estas contradiccionesen su propia Constitución Política; concediéndole obliga-damente a cada estado, como una forma de mitigar la con-tradicción estado-federación, tal nivel de autonomía, in-clusive el desarrollo de su propia fuerza militar, que termi-nó potenciando el sentimiento nacionalista de cada unode ellos, causando una contradicción mayor, a la postreinsuperable.

Esta contradicción entonces alimentó y se alimentó de

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«five or non» (los cinco o ninguno).

El sometimiento político de Nicaragua y la amenaza deextenderlo a las demás naciones del Istmo produjeron si-multáneamente la unidad política nicaragüense y centro-americana, que finalmente desembocó en la Guerra Na-

cional. Una guerra llamada así no por serlo de Nicaraguasino de Centroamérica, reflejando de esta manera el pesoque aún conservaba el objetivo de la Federación.*

En realidad la Guerra Nacional estuvo precedida por elplanteamiento de una guerra civil centroamericana** en-tre liberales y conservadores, que termina frustrándose ydando pie a la nicaraguanización de la Guerra Nacional,ambos fenómenos en beneficio neto de los conservadores,en Centroamérica y en Nicaragua. La frustración de la gue-rra civil centroamericana liquidó para siempre el restable-cimiento de la República Federal, mientras que la nicara-

* Sobre la unidad político-jurídica de Centroamérica, como un soloestado-nación, hace falta todavía mucha reflexión: ¿Cuánto pesa en laimposibilidad de lograrla 1) el inconsciente colectivo de los náhuatlstardíos de Nicaragua, 2) las contradicciones de los náhuatls de Nicara-gua con los asentados en El Salvador y la costa pacífica de Guatema-la, 3) las contradicciones de los náhuatls con los mayas del norte deGuatemala y de Honduras, 4) el sometimiento de Nicoya al Conquis-tador y la ya mencionada separación de sus descendientes, y 5) elinconsciente colectivo costarricense, mayormente orientado hacia laascendencia española?** No hay que olvidar que esta guerra actúa como factor exponencialdel ansiado objetivo de su reunificación, apenas recién reactivado unpar de años atrás. Porque, como es unánimemente aceptado, el origenmás próximo de la GUERRA NACIONAL es el fortalecimiento quepara el poderoso gobierno conservador de Guatemala significó lallegada de Fruto Chamorro a la Jefatura del Estado de Nicaragua,cambiando la correlación de fuerzas en la región. Un cambio queestimuló a los gobiernos liberales de El Salvador y de Honduras aapoyar militarmente a sus correligionarios nicaragüenses levantadosen armas.

la institución del caudillismo, como en el resto de las na-cientes naciones de América, para compensar precisamen-te la falta de institucionalidad jurídico-política.

Guerras con pequeños interregnos de paz inestable,precaria, fugaz. Sin duda, en Nicaragua, el precio de lainterrupción del cambio revolucionario iniciado por CletoOrdóñez —porque la historia siempre se cobra con crecesestas interrupciones—, llegando los liberales al extremo decontratar a mercenarios extranjeros; a la usanza de la épo-ca, es verdad, pero también actuando conforme a la ver-tiente española del nuevo inconsciente colectivo del nica-ragüense mestizo, identificándose ideológicamente con elnaciente imperio norteamericano, el nuevo conquistador,al cual ni siquiera presintieron. Un paso históricamente enfalso de los liberales, que sólo se explica porque a medidaque fueron enriqueciéndose con los valores de la culturaoccidental fueron soterrando, en una proporción mayor,los impulsos correspondientes a la rama nativa del incons-ciente colectivo.

En tales condiciones los mercenarios terminaron final-mente enfrentados con sus propios contratistas en una nue-va guerra, la primera de liberación nacional, que por findaría pie a la consolidación de la nacionalidad, del estado-

nación plenamente republicano, de la identidad nacional,emergiendo también por primera vez nítidamente y en for-ma magnificada la dignidad nacional. Porque con el apo-yo del Gobierno de Los Estados Unidos, el filibustero nor-teamericano William Walker terminó apoderándose no sólodel poder político en Nicaragua —avasallando a liberales yconservadores, con quienes se alió después— sino tam-bién de la tierra prometida, esta vez con una nueva impor-tancia económica, la ruta canalera, y amenazando ademása los otro cuatro países centroamericanos con su tesis de

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ciendo sin duda la idea del nuevo estado tribal que imagi-naron Nicarao y Diriangén, Nicaragua se anticipa en másde sesenta años a la constitución del Partido de Estado, enMéxico, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), quese inicia en 1923 —que en eso derivó el Partido Conserva-dor, beneficiario neto del acuerdo.

Un acuerdo político, el Jerez/Martínez, también insóli-to, pues el Partido Conservador se había caracterizado porsu militancia antirrepublicana. Un cambio que sólo se ex-plica porque la mayoría de sus dirigentes —también ac-tuando bajo el impulso del inconsciente colectivo del mes-

tizo-español, pero en sentido contrario a los liberales— erande formación intelectual liberal; pero europea, más identi-ficados con el liberalismo doctrinario de Europa que con elpragmático de Los Estados Unidos, aunque casi todos ellosterminaron en la extrema derecha, identificados con eloscurantismo de la iglesia católica —entonces y por mu-cho tiempo, y en parte hoy día, símbolo de la dominaciónespañola y en consecuencia caraterística medular de estaparte del inconsciente colectivo del mestizo.

Y si bien es cierto que Máximo Jerez y Tomás Martínez,actores del segundo acuerdo, jamás se percataron de quehabían actuado conforme al inconsciente colectivo, reivin-dicando la unidad Nicarao-Diriangén frente al Conquista-dor español, para sentar las bases de un nuevo estado, tam-bién lo es que tampoco se dieron cuenta de que con esteacuerdo consolidaron la Cultura Pactista de Nicaragua, ini-ciada, por la misma razón, desde los albores de la Indepen-dencia.

Una consolidación importante, porque, a partir de losacuerdos Jerez/Martínez, el «acuerdo político» se imponeen la cultura política nacional como instrumento político-

jurídico para la aceptación consensuada ex post facto de

guanización, permitió, paradójicamente, echar andar, porfin, el republicanismo en Nicaragua.

La unidad política nicaragüense, entre liberales y con-servadores, se dio en dos momentos diferentes: el primero,con la mediación de los gobiernos de Guatemala y El Sal-vador, estrictamente en el marco de la defensa centroame-ricana contra el filibustero, y el segundo, una vez vencidoWilliam Walker, terminada la Guerra Nacional; éste últimotuvo la virtud de darse directamente entre las partes nica-ragüenses, los partidos Liberal y Conservador —sin me-diación de ninguna especie—, en medio de acelerados pre-parativos para el reinicio de la guerra civil y frente al per-manente amago de reconquista de Nicaragua por parte deWalker.

Otra vez la excepcionalidad: reproduciendo quizá lo quepudo haber sido el fundamento del acuerdo unitarioNicarao-Diriangén, para preservar la soberanía territorial ypolítica frente al agresor extranjero, sorprendiéndose a símisma y al resto de las naciones de América —que enton-ces no cobran conciencia de este asombro porque tambiénla mayoría de ellas estaban sumidas en cruentas guerrasciviles—, Nicaragua se da mediante el acuerdo político ungobierno binario, con dos Presidentes, cada uno exacta-mente con las mismas facultades.

Este experimento histórico, que la sabiduría popularcalificó automáticamente como «gobierno chachagua», conuna duración predeterminada —«hasta que reorganicemos

al país», como dijeron sus actores—, funciona sin tropiezos(junio-noviembre 1857) y termina en un proyecto deuniadad nacional operativo, aunque con una presencia dis-minuida de los liberales, que dura más de treinta años. Otraexcepcionalidad para la época: en la búsqueda del quimé-rico modelo propio de organización del estado, reprodu-

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período se extiende mucho más allá, hasta que se consoli-da económicamente y retoma su papel imperial en Améri-ca a partir de 1890, inaugurando entonces el movimientodel Panamericanismo. En otras palabras desde el inicio dela Guerra de Secesión hasta la inauguración del Panameri-

canismo el resto de las naciones del Continente disfrutanun período de presión disminuida de parte de Los EstadosUnidos, autoproclamado su protector y tutor desde 1823con la Doctrina Monroe —coincidiendo con el reinicio dela independencia de Centroamérica.

Una «presión disminuida» que los conservadores noasumieron y dejan pasar sin visión histórica, tal vez porquesus dirigentes no tuvieron plena conciencia de ella, quizásporque se aislaron tanto que terminaron reprimiendo losvalores culturales adquiridos inicialmente. Y en vez de lan-zarse hacia la modernidad, hacia el liberalismo pleno, plas-mándolo en una nueva Constitución Política, saltaron mor-talmente hacia atrás, se conservadurizaron al extremo, sus-tituyeron su liberalismo inicial por una actitud social pater-nalista y por la exclusión política territorial —otra vez latierra prometida—, reduciéndose a la oligarquía de Gra-nada en perjuicio real y objetivo del resto del país; reivindi-cando las encomiendas y la más reciente institución del«hijo de casa», conforme a la parte española del incons-ciente colectivo, considerándose españoles, abominandodel mestizo de las clases inferiores y desde luego del indí-gena.

Entonces, no resultó nada excepcional que se iniciara yse consolidara en forma virtualmente incruenta la revolu-

ción liberal en Nicaragua, coincidiendo con el agresivorelanzamiento del imperialismo norteamericano a través delPanamericanismo. Y quizás por tardía —a caballo entre lossiglos XIX y XX, cuando en los otros países de la región se

los procesos de cambio, como hechos consumados, conmayor profundidad en los de naturaleza social que hastahoy día se han dado a través de guerras civiles más o me-nos cruentas.

En otras palabras, como en todas las naciones, el «acuer-

do político» ha tenido la virtud de lograr la pacificación delpaís y al mismo tiempo la aceptación de un nuevo modelode organización social —o si se prefiere de modificacionesen el modelo vigente, porque los cambios radicales, revo-lucionarios, son eventuales y la mayor de las veces efíme-ros, debido principalmente a la intervencuión extranjera.

La Guerra Nacional y los acuerdos Jerez/Martínez mar-can el fin de la «prehistoria», si se permite la expresión, deesa etapa caracterizada por acciones impulsivas más queracionales, estimuladas más por el inconsciente colectivoque por los valores culturales, que a partir de entoncesempiezan a imponerse y a conformar la historia nacional.

Historia actual

Reafirmándose como nación y sentando las bases desu independencia definitiva y de su soberanía plena, des-pués de vencer al filibustero, Nicaragua emerge altiva, conplena conciencia de su dignidad nacional, orgullosa de sudesempeño como nacionalidad, con una autoimagen has-ta entonces insospechada: capaz de acordar internamentela paz firme y duradera, de desarrollarse como Estado enestabilidad política, de entrar, por fin, en la historia políticauniversal, inaugurando así su historia actual.

Pero hay un elemento externo que le resulta favorable.La patria del filibustero entra en crisis, pierde el consensopolítico interno y se debate en una cruenta guerra civil pararecuperarlo: la Guerra de Secesión que empieza en 1861 ytermina hasta 1874, después del llamado período de re-construcción (1865/1874). En la práctica, sin embargo, este

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ragua, el canal alternativo por el río San Juan, y conocien-do la amenaza norteamericana de desembarcar tropas enNicaragua para deponerlo del gobierno, José Santos Zela-ya decide arriar las banderas de la soberanía y de la digni-dad nacional «por evitar a Nicaragua humillaciones y ul-

trajes de un poder extraño y colosal, empeñado en ejercer

una influencia decisiva en los destinos del país, cosa que

no he podido ni he debido tolerar permaneciendo al frente

del gobierno», según reza su renuncia, expedida como Ma-nifiesto al Pueblo de Nicaragua —«humillaciones y ultrajes

(…) e influencias decisivas en los destinos el país», que detodas maneras se dieron en forma desproporcionada a partirde su renuncia.

En efecto, los dirigentes de la revolución liberal se ba-tieron en retirada sin confrontar al agresor-interventor, alnuevo Colonizador. José Santos Zelaya, renunció. JoséMadriz, renunció. Ninguno confió ni en los principios libe-rales que defendían, de naturaleza cultural, ni en la fortale-za del pueblo, orientada por el inconsciente colectivo. Porel contrario, sobre todo Zelaya —actuando conforme a lospatrones culturales occidentales, represores del inconscien-te colectivo, pero impulsado además por la vertiente espa-ñola del inconsciente colectivo del mestizo—, confiaronplenamente en el liberalismo norteamericano, en los pos-tulados humanistas de la Constitución de Los Estados Uni-dos, convencidos que estos postulados obligarían a Was-hington a ceñirse al derecho internacional y respetar la so-beranía plena de Nicaragua. Se equivocaron. El liberalis-mo, como partido político, terminó domesticado en Nica-ragua. Ésta es también una tesis contraria a la tradicional y,en algún sentido, a la oficial acerca de la actuación históri-ca de José Santos Zelaya.

Entonces, con el apoyo de la intervención militar direc-

dio entre mediados y los dos tercios del siglo de la Inde-pendencia—, aprovechando experiencias acumuladas dela humanidad, se institucionaliza y desarrolla con ímpetusinusitados, otra vez replanteándolo todo: la definición polí-

tico-jurídica del estado-nación, la unificación del país, in-cluyendo la reunificación centroamericana, el rechazo a lahegemonía de la tierra prometida.

Una revolución que a pesar de su corta vida, de apenasdiecisiete años, lanza al país definitivamente a la moderni-dad, poniéndolo en contacto con el mundo, dándole a Ni-caragua nuevos instrumentos jurídicos fundamentales, quecontiene los principios político-jurídicos entonces arraiga-dos en la mayoría de las naciones del Continente y desdeluego del llamado Mundo Occidental, plasmados en laConstitución Política de 1893, La Libérrima, como se leconoció desde su inicio. Nicaragua pues entra de lleno a lacultura occidental con la revolución liberal.

Sin embargo, esta revolución se frustra porque terminaenfrentada a los otros cuatro países centroamericanos, azu-zados por Washington,* cuando su dirigencia no encuen-tra la forma efectiva de enfrentarse a Los Estados Unidos,país con el cual estaba identificada ideológicamente, porrazones culturales, impidiéndole cobrar conciencia de lanaturaleza imperialista de la Doctrina Monroe. De nuevolos políticos liberales provenientes de las clases superiorescultas identificándose con el extranjero, actuando al impul-so de la parte española del inconsciente colectivo del mes-tizaje.

Entrando en contradicciones con Washington, en laparte más sensible de la política norteamericana hacia Nica-

* La tradicional confrontación de los otros cuatros países con Nicara-gua probablemente también obedecen a las contradicciones de susrespectivos inconscientes colectivos originarios.

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ta de Los Estados Unidos,* sin duda su único soporte, losconservadores restauran su poder en Nicaragua. Y pormandato norteamericano, que en verdad ellos asumen ideo-lógicamente y esta vez conscientes de su regresión históri-ca; renunciando a la nacionalidad y a la soberanía, másbien identificándolas con la de Los Estados Unidos; y asu-miendo la dignidad nacional del estado interventor, execrany proscriben a los liberales y al liberalismo, a Zelaya y alzelayismo, a pesar de su renuncia.

A partir de este momento se hace evidente que los va-lores culturales norteamericanos se han integrado a la par-te española del inconsciente del mestizo, desplazándola in-clusive en una buena proporción, y profundizando la con-tradicción con la parte indígena, que también desplaza surechazo al poder español, dirigiéndolo desde entonces alnuevo imperio, a Los Estados Unidos.

Así se explica la entrega total de Nicaragua que hicie-ron los nuevos criollos transculturizados a Los Estados Uni-dos, a través de los Pactos Dawson. Una forma de reivindi-car en el nuevo Conquistador al desaparecido imperio es-pañol a pesar de las infinitas diferencias culturales, empe-zando por el idioma, y a pesar también de las agresionesdel nuevo imperio contra el decadente español, que su-cumbe definitivamente en la guerra hispano-americana de1898.

* El argumento de Washington sería la ruta interoceánica: la seguri-dad del Canal de Panamá y la anulación definitiva de uno alternativopor la ruta de Nicaragua —argumento que da pie a la dominaciónmilitar norteamericana de las naciones de la región, de Centroaméricay El Caribe, su Mar Mediterráneo, su frontera de seguridad nacional enel Continente Americano.

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Claro, hubo resistencia a la intervención norteamerica-na. Otra vez el inconsciente colectivo le demandó al pue-blo nuevos heroísmos, dando origen a la Gesta de Zeledón

(1912), casi al momento de la inauguración de la llamadaRestauración Conservadora. En una cortísima, cruenta, perohistórica acción militar contra el interventor extranjero, Ben-jamín Zeledón reivindica de nuevo la nacionalidad, la so-beranía plena, y la dignidad nacional de Nicaragua. Fuevencido por el desproporcionado poder militar de las fuer-zas norteamericanas —que por primera vez hollaba suelonacional—, pero como Cleto Ordóñez, dejó una nueva eimborrable huella en la historia patria. Nada volvió a serigual después de Zeledón.

Porque, paradójicamente, al mismo tiempo que LosEstados Unidos sienta sus reales en Nicaragua provoca elafloramiento automático del «rechazo a la esclavitud», arrai-gado en el inconsciente colectivo, convirtiéndolo ademásen «antiimperialismo militante» a nivel consciente. Un nue-vo momento histórico en el cual el inconsciente colectivoorienta la acción política del pueblo.

Pero la resistencia mayor y además efectiva se da alfinal de la Restauración Conservadora. Se inicia en 1924cuando, otra vez, en la búsqueda del reencuentro de lasdos mitades ancestrales y del hallazgo del modelo propio

Pareciendo á Gil Gonzalez, que allí era recibido con amor, quiso entender losSecretos de la Tierra: i porque iá se tenia mucha noticia de Nueva-España, pensóen saber hasta donde alcanzaba lo que Hernando Cortés havia pacificado. Anduvopor la Tierra, i halló muchos Lugares, que aunque no grandes, eran buenos, i bienpoblados: Salian infinitos Indios á los Caminos, maravillandose de ver las Barbas,i trages de los Castellanos, i los Caballos. Animal tan nuevo para ellos: El princi-pal, que hallaron, fue Diriangen, Cacique Guerrero, que fue acompañado de qui-nientos Hombres, i diez i siete Mugeres, cubiertas de Patenas de Oro, todos enOrdenanca de Guerra, aunque sin Armas: con diez Vanderas, i con Trompetas, á sumodo: i quando llegó cerca, desplegaron las Vanderas, tocó la Mano á Gil Gonzales:i lo mismo hicieron todos los quinientos, ofreciendole vn Gallipabo cada vno, ialgunos le daban dos, las mugeres le dieron cada vna veinte hachas de Oro, decatorce quilates, que pesaban á diez i ocho pesos, i algunas mas. Preguntóles, á quéiban, i qué buscaban? Dixo el Cacique: Qué á ver quienes eran; porque le haviandicho, que era Gente con Barbas, i que andaban encima de Animales. Gil Gonzálezse lo agradeció: dióle cosillas de Castilla: rógole, que se hiciese Christiano: pidiótres días de termino, para comunicarlo con sus Mugeres, i Sacerdotes: i supose,que era para juntar Gente, i robar á los Christianos, menospreciando el poco nume-ro de ellos, i diciendo, que no eran mas valientes, que él: Y haviendo ido vn Clerigocon el mejor Caballo, que tenían, i dos Compañeros, á Predicar á vnos Pueblosvecinos, Sabado á diez i siete de abril, con la meior fiesta del mundo, dieron sobrelos Castellanos tres, ó quatro mil Indios, armados á su manera, de Jubones basteadosde Algodón, i armaduras á su cabeza, Rodelas, i Espadas, Arcos, Flechas, i Dardosarrojadicos: pero quiso Dios, que siendo sentidos de vn Indio Amigo, avisó á losCastellanos, que luego salieron á la Plaza: Allí acometieron los Indios, pensandovencerlos, i comerlos. Dieronse los vnos á los otros buenos golpes, por gran rato, iderribaron siete Castellanos heridos, i se llevaban otro en peso, sin quererle matar:i haviendo arremetidos con los Caballos, i andando entre ellos, se pusieron enhuida, dexando el que llevaban, porque si los indios bolvían, no los hallasen des-cuidados, i la demasiada confianza les hiciese daño: no lo hicieron, por recoger losmuertos, i heridos, porque vsaban, quando peleaban, no dexar ninguno en el Cam-po: i en esto volvió el Clerigo, i los Compañeros, sacando del cuidado, á los quepensaban, que los Indios los havian muerto.

Pareció á todos, que por ser pocos, andaban en gran peligro, i con la mejororden, que pudieron, se fueron retirando á la Mar, i al pasar por el Pueblo deNicaragua, salieron á ellos grandisimo numero de Indios: quedaron de retaguardiados Caballos, quatro Arcabuceros, i trece Ballesteros, porque no havia mas Tira-dores en toda la Compañía, iá pasando arroios, y caminando, dandoles muchotrabajo los Indios, que dexaban las Cargas, i se huian: Fueron peleando, i caminan-do, hasta que llegó la Noche, que pidieron Paz, diciendo: Que Nicaragua no haviahecho aquello, sino otro Cacique su vecino.

Antonio de Herrera(Nicaragua en los Cronistas de Indias, Serie Cronista No. 2

Compilador Jorge Eduardo ArellanoPromoción Cultural-Banco de América-1975

Páginas 22 y 23)

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sión de los padres fundadores nativos de oponerse alConquistador, respondiendo, en fin, al ímpetu del incons-ciente colectivo nacional por preservar el territorio y la na-cionalidad, Augusto C. Sandino decide combatir al inter-ventor norteamericano, igual que lo hicieron Nicarao yDiriangén cuatrocientos años antes —con la particularidadde que Sandino alegó la necesidad de consultar con susallegados, tal como en su momento lo hizo Diriangén.

Pero, además, también por primera vez en la historiade Nicaragua, cobrando conciencia de que la intervenciónnorteamericana anulaba la nacionalidad y el estado-nación

con todos sus atributos jurídico-políticos, Augusto C. San-dino eleva a categoría política la lucha por la «dignidad

nacional», llamándola «honor nacional», y la defiende du-rante siete años en guerra absolutamente desigual, en hom-bres y en técnica militar, contra el ejército norteamericano—la segunda guerra de liberación nacional, pero la prime-ra contra un Estado extranjero y además imperial.

Que Sandino actuó conforme al inconsciente colectivonacional no se puede poner en duda. En él la huída de laesclavitud y la defensa de la libertad se expresa en la de-fensa territorial, del estado-nación, de la soberanía nacio-nal «con las armas en la mano», en el antiimperialismo mi-litante; el respeto a los héroes y mártires; asumiendo a lamujer en las filas de su ejército, reivindicando así la igual-dad hombre-mujer de la población originaria; el espíritufilosófico en la mística política y en la búsqueda del másallá, y el mestizaje en la reivindicación del indohispanismo.

Igual que los padres nativos Sandino también reivindi-ca el acuerdo político entre las fuerzas nacionales contra elagresor —una vez vencido el ejército interventor norteame-ricano—, para sentar las bases, y luego desarrollar plena-mente el ansiado modelo propio, nicaragüense, de orga-

de organización social, que sin duda buscaban los padresnativos, Bartolomé Martínez, presidente saliente, de origencampirano, del profundo norte del país —lejos del territo-rio originario de la vertiente pacífica—, que no pudo reele-girse aunque lo quiso, actuando conforme al inconscientecolectivo nacional más primitivo, propone una fórmula pre-sidencial de conciliación, transaccional, según él la llamó,entre conservadores y liberales.

Un acuerdo, probablemente inspirado en el Jerez/

Martínez, que los conservadores rechazan y finalmente danal traste con él mediante el golpe de estado históricamenteconocido como El Lomazo, un intento desesperado porretornar el poder a la tierra prometida, que a su vez da piea una nueva guerra civil, la Guerra Constitucionalista, con-ducida por los liberales.*

Augusto C. Sandino

Entonces, cuando el gobierno norteamericano decideponer fin a su intervención en 1927 —después de quinceaños—, procurando al mismo tiempo la pacificación inter-na en Nicaragua, pactando políticamente con los liberalesalzados en armas, que otra vez actúan identificándose conel Colonizador, se encuentra con el rechazo más organiza-do, mejor conducido, y por primera vez en la historia deNicaragua verdaderamente efectivo.

Recogiendo las banderas de Cleto Ordóñez y de Ben-jamín Zeledón, consciente de la inutilidad de la rendición-

concesión-retirada de José Santos Zelaya, pero reivindi-cando la organización liberal del estado, asumiendo la deci-

* Este frustrado acuerdo de transacción, es en realidad otra excep-cionalidad de Nicaragua, que se adelanta en treinta años al Pacto deSigses firmado en Colombia entre el Partido Liberal y el PartidoConservador el 26 de julio de 1957.

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62 ALDO DÍAZ LACAYONICARAGUA, UNA REINTERPRETACIÓNEL INCONSCIENTE COLECTIVO 63

petu de la parte española del inconsciente colectivo se expre-só en la asociación orgánica y también militante con el in-vasor extranjero, con el nuevo Conquistador, con las tro-pas del ejército de Los Estados Unidos, el United States

Marine Corps; y finalmente, vencidas estas tropas, en elsometimiento al poder extranjero, convirtiendo a Nicara-gua en protectorado norteamericano y obedeciendo las ór-denes del procónsul, su Ministro en Managua, porque pa-radójicamente, el triunfo de Sandino no implicó la tomadel poder político. Siete años después esta rama de losmestizos, que persisten en justificarse moralmente en lasupuesta traición de Nicarao, asesinaron a Augusto C. San-dino, como probablemente antes los conquistadores espa-ñoles asesinaron a Nicarao y Diriangén.

Luego, se consolidaría la nueva larga «noche negra» dela nueva Colonia, que se había iniciado en 1909, con la«caída» de Zelaya, y que duraría hasta la derrota de la dic-

tadura-dinastía de los Somoza, setenta años después; to-dos marcados por la desigual resistencia del pueblo —siem-pre rechazando la esclavitud y buscando su libertad—, ycuya reversión sólo empieza cuando éste, el pueblo, deci-de enarbolar las banderas de Augusto C. Sandino, hastalograr el reconocimiento de la inmortalidad del héroe me-diante la toma del poder político después de una nueva,cruenta, y también prolongada guerra de liberación, la ter-cera en la historia moderna de Nicaragua.

Haciendo la historia

Porque los valores culturales occidentales alternativosque reivindica Sandino, para cuestionar a los imperantes,igual que en el caso de Cleto Ordóñez, resultaron adelan-tados para Nicaragua; dominada entonces absolutamentepor el imperio norteamericano, con el agravante de que lasclases altas, y los sectores de las medias y bajas a ellas aso-

nización del Estado.

Pero Sandino también actúa conforme a los nuevospatrones culturales de la época, distintos a los propiamenteoccidentales, aunque provenientes de ellos, pero cuestio-nándolos de raíz, para enriquecer la búsqueda del aún qui-mérico sistema de organización social que buscan los nica-ragüenses desde su nacimiento a la historia occidental. Prin-cipalmente los nuevos patrones de la revolución social, quereivindican la justicia como valor concomitante de la liber-tad, que asumen a la sociedad como medio natural delindividuo con la cual ha entrado y permanece en contra-dicción. Patrones culturales que habían llegado a Américaprincipalmente de la mano de los mestizos identificadoscon su ascendencia indígena, que desde siempre han an-dado en búsqueda del reencuentro consigo mismo y conla naturaleza.

En Augusto C. Sandino convergieron, entonces, el ím-petu del inconsciente colectivo originario con los nuevospatrones culturales adquiridos durante su periplo centro-americano, donde cobra conciencia de las contradiccionescon los intereses norteamericanos de las compañías bana-neras; y durante su estadía en México, donde asume lospostulados político-ideológicos de la revolución mexicana,la primera revolución social en América.

Porque, como Cleto Ordóñez, Sandino también era hijode una «mujer del pueblo», igualmente ilegítimo conformea la convención heredada de la Colonia. Pero, con la ma-yor legitimidad identitaria nicaragüense, reivindica parasiempre la «dignidad nacional», elevándola, como ya sedijo, a categoría política y evidenciado de nuevo el fraccio-namiento en dos de los nicaragüenses: una minoría reivin-dicando al Conquistador y la gran mayoría rechazándolo.

En los primeros, la parte negativa del mestizaje, el ím-

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64 ALDO DÍAZ LACAYONICARAGUA, UNA REINTERPRETACIÓNEL INCONSCIENTE COLECTIVO 65

a lo largo de aproximadamente ciento cincuenta años, des-de los albores de la revolución francesa hasta la declara-ción de la política oficial del Panamericanismo por parte deLos Estados Unidos, en 1890. Y a partir de esta fecha seintroduce la cultura del pragmatismo norteamericano que,además, da un salto espectacular al finalizar la segundaguerra mundial.

Pero existe un agravante: toda transculturización con-duce inevitablemente a una ideologización de las posicio-nes políticas nacionales —potenciada esta ideologizaciónen el caso de Nicaragua por la división ancestral en dosmitades, recogida en el inconsciente colectivo originario, yluego reafirmada, y sin duda magnificada, con la divisiónsocioeconómica introducida por la transculturización es-pañola.

La ideologización de las luchas políticas nacionales, ni-caragüenses, para cada una de las culturas mencionadases evidente: la castellana dividió ideológicamente al paísentre promonárquicos y republicanos, durante las guerrasindependentistas y en los primeros años de la independen-cia; el liberalismo europeo, que es tardío en Nicaragua,enfrentó a liberales doctrinarios, jacobinos, y conservado-res confesionales, entregados al oscurantismo católico dela época; y el liberalismo pragmático norteamericano divi-dió al país entre nacionalistas y pro-imperialistas, estos últi-mos en realidad buscando una relación orgánica de de-pendencia a Los Estados Unidos, con el agravante, paraellos, de que Washington rechaza este tipo de dependen-cia, prefiriendo en cambio el protectorado de hecho.

La revolución sandinista

El problema de la ideologización impuesta por elpragmatismo norteamericano es que se expresa en térmi-nos imperialistas, mediante el uso o la amenaza de uso de

ciadas, estaban ya plenamente identificadas con los valo-res norteamericanos.

Y es que, una nueva transculturización, la norteameri-cana, había prendido en el inconsciente colectivo del nica-ragüense mestizo, introduciendo nuevas características, osustituyendo o ampliando las negativas adquiridas por latransculturización castellana; principalmente el individua-lismo, que desplaza a la solidaridad, y la persecución des-enfrenada de la riqueza, que amplía la obsesión españolapor el atesoramiento del oro; características que se arrai-gan con mayor facilidad en las clases y sectores socialesidentificados con el conquistador español, y por extensióncon cualquier otro.

Obviamente, la introducción por transculturización denuevas características en el inconsciente colectivo es unproceso, tan lento o tan rápido como el peso específico, laintensidad con que se presenta la nueva cultura en el am-biente nacional. Aunque siempre resulta difícil precisar cuán-do los valores de una cultura extranjera se asimilan al in-consciente colectivo nacional.

En realidad, aunque sin anular el originario, cada pro-ceso de transculturización acerca más el descubrimiento delinconsciente colectivo universal, porque despierta y haceaflorar en el inconsciente colectivo nacional los mitos ycosmogonías de otras regiones y culturas del mundo. Por-que sin duda las nuevas características corresponden a mitosy cosmogonías arcaicos, de otras culturas originarias, noamericanas precolombinas, muchas de ellas comunes a to-das las culturas, es decir, propias de la humanidad.

El impacto de la cultura española se dio a lo largo delos trescientos años de la Colonia, una larga noche,sobreadormecida por la lentitud en el desarrollo científico-

técnico de la época. La cultura liberal europea se introduce

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vo cuando la derrota del fascismo rompe la alianza de LosEstados Unidos con la Unión Soviética.

El socialismo, entonces, se enarbola como bandera delas luchas populares en toda América Latina, cobrando fuer-za a raíz del triunfo de la revolución cubana (1959) —sobretodo después de que ésta se declarara socialista (1961)—,y encajando en el arcaico objetivo nicaragüense de un mo-delo propio para la organización social de estado, pero pro-fundizando, al mismo tiempo, la también arcaica divisióndel país en dos mitades.

La idea socialista fue asumida como orientación ideo-lógica por la revolución popular sandinista, que logra for-mular un proyecto de nación, es decir, de organización so-cial del estado, logrando también el consenso nacional.Actuando conforme al inconsciente colectivo originario, larevolución vuelve a replantearlo todo: la independencia yla soberanía nacional, el reencuentro de las dos mitadesancestrales, y la formulación del ansiado modelo propiode organización del estado, formulado en términos senci-llos pero precisos:

Economía mixta, pluralismo político e ideológi-

co, no alineamiento internacional, promoción y pro-

tección integral de los Derechos Humanos, ejerci-

cio pleno de la democracia, representativa y

participativa.

Pronto, sin embargo, demasiado pronto, este proyectoes frustrado por Los Estados Unidos, con el apoyo de quie-nes actúan conforme a la parte española del inconscientecolectivo. A partir de 1981 Nicaragua entra de nuevo enuna confrontación militar directa con el gobierno norte-americano, esta vez actuando por interpósita mano, porfuerzas irregulares nacionales, armadas y dirigidas por agen-cias oficiales de Los Estados Unidos, y con el apoyo de los

la fuerza, en todas las naciones, con énfasis desde luego enlas del continente americano, donde, en términos genera-les, actúa como poder absoluto, subrogándolo a protecto-rados de hecho.

Simultáneamente, sin embargo, a lo largo del siglo XX,ésta imposición imperialista coincide con el desarrollo yconsolidación de la ideología socialista, una idea europeaalternativa que triunfa en los países de la Europa del Este—extendiéndose a otros países orientales— reivindicandoa la sociedad y la justicia social. Una reivindicación que enla práctica el socialismo hecho poder terminó colocándolaencima del individuo y de la libertad individual, como in-deseables y quizá hasta inevitables medidas de seguridadfrente a la agresión externa.

Y esta idea europea alternativa prende en los pueblosde los países marginados y explotados, incluyendo desdeluego a los de América, con mayor atractivo en los paísesdominados por dictaduras militares, todas ellas productode la relación dominación-dependencia con Los EstadosUnidos; produciendo automáticamente la orientación delas luchas populares hacia el socialismo, paradójicamentelegitimadas estas luchas por la alianza de Los Estados Uni-dos con la Unión Soviética contra Alemania, en la segundaGuerra Mundial —en todos los países americanos, inclui-do Los Estados Unidos.

Y a pesar de que Sandino, en su oportunidad (1927-34)—apegándose a la revolución mexicana— desechó la ideasocialista por considerarla inoportuna en el momento desu lucha, para evitar que se frustrara su objetivo antiim-perialista de expulsar al invasor norteamericano de Nica-ragua, posteriormente se hace presente, como en el restode la naciones americanas, como idea alternativa a la capi-talista impuesta por Washington, dando un salto cualitati-

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mos financieros internacionales, que ha elevado a nivelesinusitados los índices de miseria en los países del Sur, au-mentando también al máximo su dependencia externa. Ycon todos los pueblos de la tierra, incluyendo los ricos delNorte, enfrentándose a la unilateralidad, a la tesis de laguerra preventiva, al desconocimiento del derecho inter-nacional, a la abolición de hecho del estado-nación, pro-movidos por el imperialismo norteamericano que preten-de erigirse, de hecho, en un nuevo y espurio estado-uni-

verso; es decir, una lucha en defensa de la multilateralidady reivindicando el sistema de Naciones Unidas.

Porque, después de todo, es tan rica la historia de Nica-ragua, tan heroica, tan extraordinaria, como la frecuenciacon que ha sido agredida desde el exterior. Pues, paradóji-camente, estas agresiones han permitido la permanencia,inclusive la magnificación después de cada agresión, delinconsciente colectivo originario, incluido el ampliado conel español; manteniendo viva la esperanza en el éxito de lalucha, tantas veces postergado, y convirtiéndose así estasluchas en un doble e interminable círculo histórico: perver-so para la guerra de dominación y virtuoso para la guerrade liberación.

Desafíos

En estas circunstancias, el problema fundamental paraNicaragua continúa siendo la imposibilidad de cristalizar elacuerdo Nicarao-Diriangén en la búsqueda del nuevo es-tado, con una organización social propia. Excepto el perío-do originado en los acuerdos Jerez/Martínez, todos losdemás esfuerzos han resultado infructuosos, siempre frus-trados por la intervención directa, abierta o encubierta, deLos Estados Unidos en los asuntos internos de Nicaragua—provocando la radicalización de cada nuevo proyecto ylogrando su objetivo de la profecía autocumplida: la con-

otro cuatro países centroamericanos, igual que lo habíanhecho contra la revolución liberal.

Otra vez el país se divide y la guerra profundiza la divi-sión. Y a pesar de que para todos, propios y extraños, laguerra resultaba una imposición evidente de Washingtoncontra la revolución sandinista, quienes actuaban al impul-so de la rama española del inconsciente colectivo, orgáni-camente asociados al nuevo colonizador, terminaron des-plazando del gobierno a la revolución. Pero —también apesar de que este desplazamiento coincide con la caída delbloque socialista—, en más de un sentido, la revoluciónquedó viva, gracias a quienes actuaron y continúan ha-ciéndolo conforme a la parte nativa del mismo inconscien-te colectivo.

Quince años después de la derrota electoral, a veinti-cinco del triunfo de la revolución, en efecto, el Frente San-dinista está vivo, vigoroso, como una fuerza formidable aúndespués de haber sido desplazado del gobierno. Una situa-ción intolerable para el gobierno norteamericano que in-siste en liquidarlo a través de medios siempre ilegítimos,destinados a profundizar sus propias contradicciones inter-nas o a propiciar el desarrollo de otras nuevas, con el deli-berado objetivo de desestabilizar al país, responsabili-zandode ello al sandinismo.

En consecuencia, desde 1990 Nicaragua esta viviendoun impasse de no-guerra/no-paz, de estabilidad/inestabili-dad, de confrontación-polarización/democratización, quede nuevo involucra las dos vertientes del inconsciente co-lectivo: el español asociado, instigado y sobreprotegido porWashington, conforme a sus intereses, y el nativo actuan-do al unísono con las luchas de otros pueblos. Con los delSur, enfrentados a la voracidad del capital financiero, prin-cipalmente norteamericano, representado por los organis-

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70 ALDO DÍAZ LACAYONICARAGUA, UNA REINTERPRETACIÓNEL INCONSCIENTE COLECTIVO 71

vida norteamericana se ha convertido en una inconscientedemanda ciudadana en medio de un ambiente de extremapobreza, de miseria, que lleva hasta la degradación moralpara colmarlo y que funciona como lastre de las luchas porla identidad nacional, la dignidad nacional, la soberanía eindependencia plena del estado-nación, la búsqueda delmodelo propio de organización social.

El primer desafío, entonces, es controlar primero y lue-go dominar y revertir el ambiente de degradación moral,de desmoralización, que propicia la domesticación nacio-nal. Evitar el error de Zelaya que con su retirada permitióla domesticación del Partido Liberal a partir de José MaríaMoncada, porque, como éste dijera, intentando justificarseante la historia, no es posible actuar en «desconocimiento

del poder de Estados Unidos». Evitar, en consecuencia, quede nuevo se imponga la parte española sobre la nativa delinconsciente colectivo del mestizo.

Porque la domesticación también permite la anulaciónel estado-nación, pero manteniendo su ficción a través dela tesis de la «soberanía limitada», desarrollada por las na-ciones ricas del Norte, concediendo la soberanía real al go-bierno de Los Estados Unidos, convertido, como ya se dijo,por la fuerza de las armas, en un espurio estado-universo.

Pero, además, por muy impetuoso que sea el incons-ciente colectivo originario, la realización del modelo pro-pio, nicaragüense, de organización social del Estado, sóloserá posible si también se logra la unidad nacional plantea-da desde Nicarao y Diriangén. Nada será posible sin con-senso nacional. Y éste, a su vez, dependerá en muy altogrado de la recomposición de la unidad centroamericana,replanteándola como unión de repúblicas, como sugeríaSimón Bolívar, lo cual necesariamente lleva a replantearsela unidad latinoamericana. La situación internacional ac-

frontación con el imperio.

En otras palabras, hasta hoy día, la búsqueda de esemodelo propio de organización social y la intervenciónnorteamericana en Nicaragua han corrido a la par. Siem-pre en contra de la voluntad del pueblo, que actúa al im-pulso de la parte nativa del inconsciente colectivo, y siem-pre con el apoyo de las clases y sectores que lo hacen alimpulso de la parte española —desplazada hace rato porla del nuevo colonizador. Terminando esta intervención enla ruptura interna, en una nueva profundización de las dosmitades ancestrales, y dando pie además a la perpetuacióndel ya mencionado círculo perverso-virtuoso alrededor delcual se mueve la historia de Nicaragua.

Y, hoy día, esta lucha se complica aún más por los pro-cesos de transculturización, con mayor peso el norteameri-cano, la cultura del liberalismo pragmático de Los EstadosUnidos: hay demasiadas nuevas características arraigadasen el inconsciente colectivo, tanto que se ha desarrolladouno nuevo, que, aunque no anula del todo ni al primitivoni al mestizo, lo mediatiza.

Porque, a través de un proceso acrítico, por lo demásinconsciente, gracias al desarrollo vertiginoso de la cienciay la tecnología —la mayoría de manufactura norteameri-cana—, el pragmatismo norteamericano, el american way

of life, se ha vuelto un modelo paradigmático para la in-mensa mayoría de la población, no sólo de Nicaragua sinodel mundo. La cultura del confort, de la abundancia, deldesperdicio, del consumismo, con todas las consecuenciasnegativas que conlleva, principalmente en el ecosistema,ha calado hondo, tanto que no se escapan de ella ni lossectores progresistas y revolucionarios, que terminan ra-cionalizando su aceptación.

Todo esto agravado por el hecho de que este tipo de

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72 ALDO DÍAZ LACAYO

tual es favorable.

A pesar del agravante de la transculturización norte-americana, en efecto, estos desafíos no son objetivos im-posibles, por el contrario, parecen superables: hoy día, elimperio ha entrado en crisis, nuevamente ha perdido elconsenso interno, dividido entre quienes propugnan unimperialismo descarnado —actualmente en el gobierno—,y quienes lo demandan apegándose a las formas de lasconvenciones internacionales. Y aún en el escenario posi-tivo de que estos últimos lograran recuperar el poder enLos Estados Unidos, nada volverá a ser igual en el mundo.

La actual crisis del imperio ha provocado tal nivel decontradicciones estructurales con las naciones ricas del Nor-te, Europa Occidental y Japón, así como con Rusia, quemantiene una importante cuota de poder en el mundo; yalertado tanto a las potencias nacientes, China, India,Sudáfrica, Brasil, que obligadamente un nuevo orden mun-dial está por nacer en el marco de la Organización de lasNaciones Unidas. Quizás todavía con la hegemonía norte-americana, pero con mayores contrapesos en favor de lalegalidad internacional.

Y, salvo un indeseable desbordamiento de la ilegal gue-rra preventiva en el Medio Oriente —que trastocaría la si-tuación mundial actual—, los países del Sur están en capa-cidad de incidir en el diseño y conformación de ese nuevoorden: sólo requieren concertar sus posiciones en el con-cierto internacional; hasta ahora, por cierto, una condicióndifícil, siempre frustrada por Washington.

Y las naciones latinoamericanas tienen un peso especí-fico importante entre los países del Sur, quizás preponde-rante.

Managua, 19 de julio de 2004

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74 ALDO DÍAZ LACAYONICARAGUA, UNA REINTERPRETACIÓNEL INCONSCIENTE COLECTIVO 75

TUTECOTZIMI

Al cavar en el suelo de la ciudad antigua,

la metálica punta de la piqueta choca

con una joya de oro, una labrada roca,

una flecha, un fetiche, un dios de forma ambigua,

o los muros enormes de un templo. Mi piqueta

trabaja en el terreno de América ignota.

—¡Suene armoniosa mi piqueta de poeta!

¡Y descubra oro y ópalos y rica piedra fina,

templo o estatua rota!

Y el misterio jeroglífico adivina

la Musa.

De la temporal bruma surge la vida extraña

de pueblos abolidos; la leyenda confusa

se ilumina; revela secretos la montaña

en que se alza la ruina.

Los centenarios árboles saben de procesiones,

de luchas y de ritos inmemoriales. Canta

un zenzontle. ¿Qué canta? ¿Un canto nunca oído?

(...)

RUBÉN DARÍO(1890)

Para el hombre moderno, acostumbrado a actuar sobre la naturalezainanimada o viva con los recusos que le proporcionan las ciencias y lastécnicas derivadas del conocimiento científico, es dificil concebir que ha-yan existido otros modos de resolver o tratar de resolver el problema deldominio del mundo. Estamos acostumbrados, dentro de nuestra civiliza-ción científica, a considerar que para actuar sobre las fuerzas naturales notenemos más camino que conocerlas primero —y a esto llamamos cien-cia—, y utilizarlas después —a esto llamamos industria o técnica— deri-vando las normas de nuestra acción a las leyes que hemos descubiertocomo generalizaciones de los fenómenos naturales.

Ahora bien, no siempre ha sido así. El hombre se ha encontrado anteel mismo problema que nosotros, pero ha buscado otras soluciones; yestas soluciones no científicas pueden condensarse en dos grandes pala-bras, que tienen la respetabilidad de las cosas que son tan viejas como lahumanidad misma: magia y religión.

El temor y la esperanza son los padres de los dioses, se ha dicho congran verdad. El hombre, colocado ante la naturaleza, que le asombra yanonada, al sentir la propia pequeñez ante fuerzas que no entiende nipuede dominar, pero cuyos efectos dañosos o propicios sufre, proyecta suasombro, su temor y su esperanza fuera de su alma y, como no puedeentender ni mandar, teme y ama, es decir, adora.

Por eso los dioses han sido hechos a imagen y semejanza del hombre.Cada imperfección humana se transforma en un dios capaz de vencerla;cada cualidad humana se proyecta en una divinidad en la que adquiereporporciones sobrehumanas o ideales.

Pero los hombres nunca se han conformado con pedir. Antes que sedescubrieran las reglas técnicas, derivadas de las ciencias, que nos permi-ten ahora dominar algunas fuerzas naturales con relativa precisión, loshombres de todos los países y de todas las épocas han creído encontrar enla magia el conocimiento de las fórmulas que les permiten convertirse enlos amos del mundo. Han creído que las fuerzas están sujetas necesaria-mente a las palabras o actos mágicos, y tienen que obedecer al conjurodel que las pronuncia y ejecuta.

Desde este punto de vista, magia y ciencia son semejantes; ambasson disciplinas que tienen por objeto dominar el mundo.

Alfonso CasoEl pueblo del sol

(Magia y religión)páginas 11/12

Fondo de Cultura EconómicaMéxico D.F, cuarta reimpresión , 1978

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76 ALDO DÍAZ LACAYONICARAGUA, UNA REINTERPRETACIÓNEL INCONSCIENTE COLECTIVO 77

(...) Descubre el tesoro sepultado del que la humanidadha ido sacando sus dioses y demonios y todos suspensamientos, sin los cuales el hombre deja de ser hombre.

CARL GUSTAV JUNG

Lo inconsciente

Editorial Losada S.A, Buenos AiresQuinta edición, junio de 1974

Página 83-85EL INCONSCIENTE COLECTIVO

(...) En cada individuo, aparte de las reminiscenciaspersonales, existen las grandes imágenes «primordiales»,(...) son posibilidades de humana representación, heredadasen la estructura del cerebro, y que producen remotísimosmodos de ver. El hecho de esta herencia explica el increíblefenómeno de que ciertas leyendas estén repetidas por todala tierra en forma idénticas.

(...) Este descubrimiento conduce a la cuarta etapa dela nueva interpretación, a saber: el conocimiento de dos

capas en lo inconsciente. Debemos, en efecto, distinguir uninconsciente personal y un inconsciente impersonal osobrepersonal. Designamos también a este último con elnombre de inconsciente colectivo, precisamente porque estádesprendido del personal y es completamente general,puesto que sus contenidos pueden encontrarse en todaslas cabezas, cosa que no sucede, naturalmente, con loscontenidos personales.

Las imágenes primordiales son los pensamientos másantiguos, generales y profundos de la humanidad. Tienentanto de sentimientos como de pensamientos; es más,poseen algo así como una vida propia e independiente,como aquella especie de alma parcial, que podemos verfácilmente en todos los sistemas filosóficos o gnósticos quese basan en la percepción de lo inconsciente comomanantial de conocimiento.

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78 ALDO DÍAZ LACAYONICARAGUA, UNA REINTERPRETACIÓNEL INCONSCIENTE COLECTIVO 79

ÍNDICE

Introducción 7Prólogo por Franz Galich 15

1 El inconsciente colectivo 23

Cosmogonía nicaragüense 27Inconsciente colectivo nacional 30Historia fundamental 33Aclaración obligada 40

2 Historia Nacional 41

Historia moderna 46Historia actual 52

3 El antiimperalismo 57Augusto C. Sandino 60Haciendo la historia 63La Revolución Sandinista 65Desafíos 69

4 A manera de epílogo 73

Rubén Darío:Tutecotzimi 74

Carl Gustav Jung: El inconsciente colectivo 76

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80 ALDO DÍAZ LACAYO

Este libro se terminó de imprimiren los talleres de

Impresiones y Troqueles, S. A.de Managua, Nicaragua

en el mes de abril de 2007La edición consta de 500 ejemplaresEn su composición se utilizó el tipo

Souvenir de 12 puntos