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    Imitacin de Mara

    Toms de Kempis

    Preparada porNuestro sitio Web

    Oraciones y Devociones Catlicasttt

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    INTRODUCCIN

    Entre los muy numerosos y considerables escritos de Toms Hemerken, msconocido como Toms de Kempis (1380-1471), se han tenido en cuenta sobretodo aquellos que, armnicamente completados en cuatro libros, ostentan elttulo de Imitacin de Cristo. De esta obra nos han quedado innumerables ver-siones en varias lenguas en el transcurso de los siglos, dado que, despus de laSagrada Escritura, ha sido siempre el ms ledo y es considerado, con todo de-recho, la gua espiritual de quien se propone cultivar en serio su propia vida in-terior. Bossuet lo defini como "el quinto Evangelio" y el padre Olivet: "el mshermoso libro salido de las manos del hombre, ya que el Evangelio ha salido delas manos de Dios.

    Con este libro de oro se form un contingente de santos, como surge de la bio-

    grafa de no pocos de ellos. Causa extraeza, sin embargo, que al ordenar losescritos de Toms de Kempis, no se haya advertido la oportunidad de recopilaren un volumen aqullos, igualmente preciosos, de contenido mariano. Fue unagrave omisin. En efecto, por una parte se descuid todo lo que el autor habaescrito, magnficamente por cierto, acerca de la Virgen como "providencial ca-mino a Cristo y Dios y por otra parte se mantuvo prcticamente oculto a mu-chas almas, durante siglos, el providencial camino mariano, trazado por los es-critos del autntico maestro de espiritualidad. No faltaron por cierto otrosautores que hablaran, incluso de modo eximio, sobre la importancia de la Virgen

    en nuestra vida interior. Pero el punto en cuestin es que, al presentar esacumbre de asctica cristiana que es la Imitacin de Cristo, se dejo en silenciootra cumbre de la misma: la referida a Mara, tan bien ilustrada por Toms.Cumbre que mantiene su condicin de tal porque ha sido querida por Dios.

    En suma, parece que de esta manera casi se ha mutilado desconsideradamenteun maravilloso magisterio. Mientras lea los siete tomos en los que M. J.Pohl hareproducido, en forma crtica, los escritos de Toms de Kempis, me quedaba yocada vez ms encantado frente a las bellsimas pginas acerca de la Virgen,preguntndome cmo era posible que nos hayan presentado una Imitacin deCristo, excelsa pero prcticamente incompleta ya que no habla de Mara, la cualen los escritos y en el pensamiento del autor resulta inseparable de Cristo. Noha faltado quien, antes de m, haya procurado interesarse por estos escritosmarianos en tiempo relativamente cercano, pero no de manera sistemtica y

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    orgnica. Sin embargo, slo con los padres monfortianos Locatelli y Ferragamose intent recientemente una primera sistematizacin orgnica con la respecti-va versin en italiano.

    Ordenaron oportunamente el trabajo en cuatro libros y lo titularon Imitacinde Mara en analoga con la Imitacin de Cristo. Pero el trabajo, salvo para losque tuvieron la suerte de conocerlo, no parece haber roto la cortina de silencioque rodeaba los mencionados escritos. Deb afrontar una doble dificultad en laseleccin y en la organizacin de todos los escritos marianos de Toms deKempis y en su traduccin al Italiano. La primera era inevitable, puesto que elautor no haba concebido ni ordenado tales escritos con la intencionalidad deconstituir un trabajo unitario. La segunda nos aconsej respetar la plenitudsemntica del texto latino y las mismas preferencias del xito que lo valorizan,evitando lo que lamentaba Francesco D 'Ovidio, segn el cual todo traductor essiempre un poco traidor.

    Con respecto al texto publicado por los padres Locatelli y Ferragamo, conside-r til conservar la divisin en cuatro libros, distribuidos en captulos y subdi-vididos en prrafos enumerados. Pero me he servido de un criterio personal,que he juzgado ms idneo para la compilacin de todos los textos marianos delautor; sin omitir ninguno, como tambin para su ms adecuada organizacin ydistribucin en atencin a un desarrollo lgico y consecuente. Adems, me pa-reci til ponerle a cada libro un ttulo que indicase su contenido. Para la tra-duccin al italiano, he seguido la edicin crtica de las obras latinas del autor

    realizado por Pohl.Este trabajo, que he procurado presentar con sistemtica organizacin la pre-ciosa enseanza de Toms de Kempis acerca de la Virgen, resultar una nove-dad para la mayor parte de los lectores, como ya se ha dicho.Tambin lo ser para no pocos cultores de teologa y de espiritualidad y puestoque a Cristo se va a travs de Mara, la Imitacin de Mara se presenta comoun precioso itinerario hacia l. Junto con la Imitacin de Cristo, constituir uninseparable binomio. Algo as como una va providencial para cuantos deseancomprometerse seriamente en la vida espiritual. Todo esto nos ayudar a com-prender mejor la .funcin maternal de Mara para con nosotros y su inseparabi-lidad de la de Cristo, como afirma el cardenal Anastasio Ballestrero en su her-moso volumen titulado II misterio di Maria (Piemme, 1995). "No soy yo quienbusca a Mara, sino que es Dios quien me la ofrece; no soy yo quien la ama, sino

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    que es el Seor quien me indica que la ame". Somos llamados para amar a Maracomo ha sido amada por Cristo y; antes an, por Dios Padre. Qu suscita ennosotros esta fe? Qu significa llevar adelante una relacin personal con laVirgen, conscientes de que no somos nosotros quienes buscamos a Mara, sinoque es el mismo Dios el que la pone en nuestro camino, el que la pone en nuestravida del mismo modo como puso en ella el misterio de la encarnacin?

    En un mundo en el que el sentido del pecado ha desaparecido, el sentido delbien se encuentra por lo menos apocado por el relativismo, y la transparenciade la vida es una utopa; en un mundo que ya no cree en la pureza de la conduc-ta, contemplar a Mara puede ser un vitico para nosotros, puede dar a nuestravida profundas aspiraciones.

    ROMOLO SBROCCHI

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    LIBRO PRIMEROENCONTRAR A MARA

    Captulo ICmo saludar a la gloriosa Virgen.

    1) Aunque yo no tenga mrito alguno y, al contrario, sea consciente de mis muynumerosos pecados, tengo sin embargo grandsima confianza en tu pasin, Se-or Jess, y en los mritos de la gloriosa santa Virgen Mara, Madre tuya. Apropsito de ella quisiera detenerme un poco, rogando llegar a ser digno, ya queno puedo atreverme a acercarme a su persona sin haber obtenido antes supermiso. Bien s que mi indignidad no debera presentarse ante la excelsa dig-nidad de aquella a quien los mismos ngeles veneran con admiracin, exclaman-do: "Quin es sta que se eleva sobre el desierto del mundo y rebosa de las

    delicias del paraso?".

    2) Por eso, dulcsima Mara, es inconveniente que yo, polvo y ceniza, mejor di-cho ms vil que el polvo por ser pecador y muy propenso a toda perversidad, meatreva a detenerme para considerar tu belleza y tu magnificencia. T, en cam-bio, encumbrada sobre el cielo, tienes el mundo bajo los pies y eres digna dehonor y reverencia por el honor de tu Hijo. Tu inefable bondad, que sobrepasatoda imaginacin, con frecuencia me fascina y atrae mi afecto, porque eres elconsuelo de los afligidos y ests siempre dispuesta a socorrer a los miserables

    pecadores.3) Estoy necesitado de gran consuelo, sobre todo de la gracia de tu Hijo, puesno me encuentro en absoluto en condiciones de ayudarme a m mismo. Pero t,Madre misericordiossima, si te dignaras considerar mi pequeez, de muchasmaneras podras socorrerme y confortarme con abundantes consuelos. Por eso,apenas me sienta oprimido por las dificultades o por las tentaciones, inmedia-tamente recurrir a ti, puesto que donde sobreabunda la gracia es ms solcitala misericordia.

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    4) Luego, si quiero realizar el intento de comprender tu gloria excelsa y salu-darte dignamente desde lo ntimo del corazn, debo proceder con espritu mu-cho ms puro, porque los que pretenden acercarse sin respeto a tu puerta, noobtienen gloria sino justa vergenza. Por lo tanto, quien se aproxima a ti debecomportarse con grandsima reverencia y humildad y, sin embargo, con granesperanza de ser admitido en virtud de tu misericordiosa clemencia.

    5) Por consiguiente, voy hacia ti con humildad y, reverencia, con devocin yconfianza, llevando en los labios el saludo de Gabriel, que te dirijo suplicante:saludo que repito con alegra, con la cabeza inclinada por respeto y los brazosabiertos con gran devocin, rogando que sea repetido en mi lugar cien, mil yms veces todava por todos los espritus celestiales. No s realmente qupueda haber ms dulce y ms digno para ofrecerte.

    6) Y ahora escucha tambin al devoto enamorado de tu nombre: "El cielo se

    regocija y la tierra se asombra, cuando digo: Ave Mara. Satans huye, el in-fierno tiembla, cuando digo: Ave Mara. El mundo se vuelve despreciable, lacarne repugnante, cuando digo: Ave Mara. Desaparece la tristeza y vuelve laalegra, cuando digo: Salve Mara. Se disipa la tibieza y el corazn se inflamade amor, cuando digo: Salve Mara. Aumenta la devocin, nace la compuncin, seacrecienta la esperanza, se intensifica el consuelo, cuando digo: Salve Mara. Elnimo se renueva y se refuerza el empeo en el bien, cuando digo: Ave Mara".

    7) Es tan grande la dulzura de este bendito saludo, que no admite explicacin

    con palabras humanas. Resulta en efecto siempre ms elevado y profundo de loque pueda comprender toda criatura. Por eso doblo una vez ms las rodillas de-lante de ti, Santsima Virgen Mara, y digo: "Ave Mara llena de gracia". Cle-mentsima Seora ma, Santa Mara, acepta este tan devoto saludo y, con l,acptame tambin a m, para que pueda yo tener algo que sea de tu agrado, quefortalezca mi confianza en ti, que encienda en m un amor cada vez ms grande

    y me conserve por siempre devoto a tu santo nombre.

    8) Quiera el cielo que, para satisfacer mi deseo de honrarte y de saludarteeternamente desde lo profundo del corazn, todos mis miembros se transfor-men en lenguas y las lenguas en voces de fuego. Madre de Dios, quisiera poderdirigirte este saludo como pura y santa ofrenda de oracin, en expiacin detodas mis culpas, por las cuales he merecido la ira divina, he entristecido gra-

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    vemente a tu Hijo, he deshonrado y ofendido muy a menudo a ti y a toda la cor-te celestial.

    9) Dado que mi vida es frgil y caduca a causa de todos mis excesos, de todasmis negligencias, de todos los pensamientos vanos, inmundos y perversos, quie-ra el cielo que todos los espritus bienaventurados y las almas de los justos, conpursima devocin y muy ardiente plegaria, te dirijan, OH Beatsima Virgen Ma-ra, y repitan cien veces en tu honor el altsimo saludo con que el Padre, el Hijo

    y el Espritu Santo fueron los primeros en querer saludarte por medio del n-gel. De alguna manera, hallara as un digno incienso de suave fragancia, ya queen m nada hay de bueno ni nada que merezca recompensa.

    10) Pero ahora me postro ante ti, impulsado por sincera devocin; y totalmenteencendido en veneracin hacia tu suave nombre, te repito el gozo de aquel sa-ludo nuevo, jams odo hasta entonces, cuando el arcngel Gabriel, enviado por

    Dios, entr en la intimidad de tu morada y, doblando reverente las rodillas, terindi honor al decirte: "Ave, llena de gracia, el Seor es contigo". Yo deseo, enconsonancia con la preciosa costumbre de los fieles y, en todo lo posible, conlabios puros, dirigirte este saludo, como tambin deseo, desde lo profundo delcorazn, que te lo dirijan del mismo modo todas las criaturas: "Ave, Mara, lle-na de gracia. El Seor es contigo. Bendita t eres entre todas las mujeres ybendito es, el fruto de tu vientre, Jesucristo. Amn".

    11) Este es el saludo anglico, compuesto por inspiracin del Espritu Santo, deltodo adecuado a tu dignidad y a tu santidad. Es una oracin pobre en palabras,pero rica en misterios. Breve como discurso, pero profunda como contenido;ms dulce que la miel y ms preciosa que el oro, digna de repetirse con muchafrecuencia de todo corazn, devotamente y con labios puros, porque, aunquesea el resultado de muy pocas palabras, se esparce en un vastsimo torrente decelestial suavidad.

    12) Pero ay de aquellos que se aburren, que la rezan sin devocin, que no re-flexionan sobre sus palabras ms valiosas que el oro, que no saborean sus copasde miel, que tantas veces recitan el Avemara sin atencin ni respeto. Oh dulc-sima Virgen Mara, presrvame de una tan grave negligencia y falta de aten-cin, perdona mi pasado desempeo. Ser ms devoto, ms fervoroso y msatento al recitar el Avemara, cualquiera sea el lugar en que pudiera hallarme.

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    13) Ahora, despus de estas consideraciones, qu te pedir, mi muy queridaSeora? Para m, indigno pecador, hay algo mejor, ms til, ms necesario quehallar gracia delante de ti y de tu amadsimo Hijo? Por lo tanto, pido la graciade Dios por tu intercesin, ya que, como afirma el ngel, t has encontrado laplenitud de la gracia ante Dios.

    14) Nada de lo que pida es ms precioso que la gracia, ni tengo necesidad deninguna otra cosa fuera de ella y de la misericordia de Dios. Me basta su gracia

    y no necesito nada ms: sin la gracia, en efecto, qu resultado tendra cual-quier esfuerzo mo? En cambio, qu puede ser para m imposible, si me asiste

    y me ayuda la gracia? Tengo muchos y diversos defectos espirituales, pero lagracia de Dios es una medicina eficaz contra todas las pasiones y si l se digna-ra socorrerme, las atenuar a todas.

    15) Adolezco asimismo de pobreza en sabidura y en ciencia espiritual, pero lagracia de Dios es suprema maestra y dispensadora de la disciplina celestial. Porconsiguiente, ella me basta para instruirme en todos los asuntos necesarios, yme disuade de buscar cualquier cosa fuera de lo imprescindible, y de quererconocer temas ms all de lo lcito. Pero amonesta y ensea a humillarse y acontentarse solamente con ella.

    16) Por lo mismo, Oh clemente Virgen Mara, consgueme con tus ruegos estagracia, que es tan noble y preciosa: que yo no desee ni pida nada ms que la

    gracia por la gracia.

    Captulo IIEl consuelo de la Virgen Mara

    1) El hijo: Ahora, Seora ma, te ruego que hables un poco conmigo. Abre tuslabios en nombre de tu Hijo, que te ha colmado de toda gracia espiritual.

    2) La Madre: Yo soy la Madre de la misericordia, llena de caridad y de dulzura.Soy la escalera de los pecadores, la esperanza y el perdn de los culpables, elconsuelo de los afligidos y el gozo particular de los santos. Vengan a m todosustedes que me aman, y quedarn satisfechos en medio de mis consuelos, por-que soy buena y misericordiosa para con todos los que me invocan.

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    3) Vengan todos, justos y pecadores, y yo rogar al Padre por ustedes. Rogartambin al Hijo para que se reconcilie con ustedes en el Espritu Santo. Losinvito a todos, los espero a todos, deseo que todos vengan a m. No desprecio aningn pecador; sino, al contrario, por un pecador que se convierte, me regocijocon gran afecto junto con los ngeles de Dios en el cielo. Porque no en vano hasido derramada por el mundo la sangre de mi Hijo.

    4) Acrquense entonces a m, hijos de los hombres: observen mi celo para conustedes ante Dios y ante mi Hijo Jesucristo. Est claro: cargar sobre m suira y aplacar con mis fervorosas plegarias a aquel que, como ustedes saben,han ofendido.

    5) Convirtanse y vengan; hagan penitencia, y yo invocar el perdn para uste-des. No lo olviden: yo estoy situada entre el cielo y la tierra, entre Dios y el

    pecador; y obtengo con mis ruegos que este mundo no perezca. Pero no quieranabusar de la misericordia de Dios ni de mi clemencia; ms bien mantngansealejados de todo pecado, para que no descienda sobre ustedes su ira ni su te-mible venganza.

    6) Exhorto a mis hijos, insto a los que tanto amo: sean imitadores de mi Hijo yde la que es Madre de ustedes. Acurdense de m, que no puedo olvidarme deustedes, porque siento compasin de todos los desdichados y soy una muy mi-sericordiosa abogada de todos los fieles.

    7) El hijo: Palabras maravillosas, rebosantes de toda dulzura celestial. Sublimevoz que desciende de lo alto como roco sobrenatural, trayendo aliento a lospecadores y alegra a los justos; meloda del cielo que se derrama en la con-ciencia de los desesperados. Y quin soy yo para que la Madre de mi Seor mehable a m? Bendita seas, Madre Santsima, y sean benditas tus palabras. Ellasson leche y miel sobre tu lengua, y su aroma es superior a todos los dems aro-mas.

    8) Mi alma ha quedado profundamente conmovida por tus palabras, OH Mara.Por cierto, apenas tu voz consoladora lleg a mis odos, mi alma se ha estreme-cido de alegra, mi espritu ha recuperado vigor y todo mi corazn ha sido inun-dado de nuevo gozo, puesto que hoy me has anunciado cosas buenas y jubilosas.Estaba triste, pero ahora estoy feliz por tus palabras. Tu voz es suave a mis

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    odos: yo estaba oprimido y desalentado, pero ahora me encuentro alegre yverdaderamente confortado.

    9) Me tendiste la mano desde arriba y me tocaste; as qued curado de mis mi-serias. Con mucha dificultad poda hablar, mientras que ahora tengo ansias decantar y de agradecerte. Se me haba vuelto tediosa la vida, ahora en cambiono tengo miedo ni siquiera de la muerte, porque s que t eres mi abogada antetu Hijo, a cuya misericordia me encomiendo desde este momento y para cadainstante de mi vida venidera. Desde que hablaste al corazn de tu desoladohurfano, de inmediato he cambiado para mejor y me siento profundamentetransformado en mi interior. Estaba postrado como quien no tiene esperanza,pero t te has acercado a m, me has infundido consuelo y aliento, hablndomecon gran amor.

    10) La Madre: Qu te pasa, hijo? , Quin quiere hacerte dao? No temas; yo

    me har cargo de eso. Para el caso, cuenta conmigo y con mi Hijo, tu hermano,quien est a la derecha del Padre y es fiel mediador e intercesor por tus peca-dos. Debes tener total confianza en l, porque es l quien da la vida, es l quienvence a la muerte. Habiendo asumido carne de m en el tiempo, engendrado porel Padre desde la eternidad, ha sido enviado para la salvacin de todo el mundo.De l proceden la esperanza y el consuelo, la fe y la victoria. Por eso, acurda-te siempre de Jess y de Mara, y no sentirs miedo de ningn enemigo.

    11) El hijo: Feliz ese momento en que te dignas acercarte a mi corazn domi-

    nado por el desconsuelo, misericordiosa Virgen Mara. Ojal fuese ms prolon-gado, para poder escuchar tus palabras de aliento, que con tanta intensidad meenardecen y purifican, tan pronto entran en contacto con mi interior y me re-nuevan profundamente. Feliz tu seno, oh Mara, que no cesa de brindar la dulc-sima leche del consuelo. Por la abundancia de gracia del Nio Jess, al que tamamantaste, no puedes negar tu innata misericordia a quien te la pide y msbien, concedes a menudo gracia incluso a los grandes pecadores.

    12) Oh Madre de inmensa piedad, de grandsima misericordia y caridad; Virgenincomparable, amab1e y venerable para todos; Madre singular del Hijo de Dios,que naci de ti, como tambin Madre universal de todos los cristianos y Madreparticular y especial en relacin con el grado de devocin que abrigamos haciati; Virgen Reina del mundo y Seora de los ngeles, atreme a ti, para que nopermanezca bajo el peso de mis pecados. Distribuye la gracia, salvfico roco

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    del cielo, de la que eres Medianera, a fin de que yo merezca experimentar queeres la Madre de la gracia y la fuente de la misericordia.

    13) La Madre: Yo soy la Madre del noble amor, del casto y santo temor, delpiadoso alivio y del suavsimo consuelo. Por lo cual, al or mi nombre, regocjatede todo corazn. Inclnate con respeto y saldame con alegra, porque al honrara la Madre honras tambin al Hijo, que tiene a Dios por Padre. Yo soy Mara, laMadre de Jess, y este ser por siempre mi nombre. Y quin es Jess? Es elCristo, el Hijo del Dios vivo, el Salvador del mundo, el Rey del cielo y de la tie-rra, el Seor de los ngeles y el Redentor de los fieles, el Juez de vivos ymuertos.

    14) El es la esperanza de las almas buenas, el consuelo de los devotos, la paz delos mansos, la riqueza de los pobres, la gloria de los humildes, la fortaleza delos dbiles, el camino de los extraviados, la luz de los ciegos, el bastn de los

    lisiados, el alivio de los oprimidos, la ayuda de los atribulados y el refugio par-ticular de todos los buenos. Bendice al Hijo con la Madre, y sers amado por elPadre. Toda vez que me hagas una atencin, rndele honor y gloria a l, porquesu gloria es mi alegra, y el homenaje tributado a l es una alabanza dirigida am. Ponme a m y a Jess como sello sobre tu corazn, como sello sobre tu bra-zo. Si ests de pie o sentado, si ruegas, lees, escribes o trabajas, que Jess yMara estn con frecuencia en tus labios y siempre en tu corazn.

    15) El hijo: Que te sirvan todos los pueblos, todas las naciones y todas las len-

    guas. Que todas las criaturas se arrodillen ante ti. Que el cielo diga: "Algrate,oh Mara". Responda la tierra: "Ave para siempre y... ms all". Que todos lossantos glorifiquen tu nombre, y que todos los devotos vibren de jbilo delantede ti y del Cordero, Jesucristo, tu Hijo y Seor nuestro. Amn.

    Captulo IIIEl recuerdo y la invocacin de la Santsima Virgen Mara

    1) Es justo acordarse siempre de la gloriosa Virgen Mara, la Madre Bendita deJess, a cuyos mritos y oraciones debes encomendarte cada da, y a la cualtienes que recurrir en todas tus necesidades, como recurre a su querida mamun hijo golpeado y herido. Es dulce el nombre de Mara: infunde confianza aquien la llama y la invoca. Ella, por su parte, est siempre dispuesta a pronun-

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    ciar una buena palabra a su Hijo Jess a favor de un alma atribulada, que sehalla en la necesidad. Si Mara, junto con todos los ngeles del cielo, no rogase,diariamente por el mundo, cmo podra subsistir este mundo que ofende aDios con tan graves pecados y se enmienda tan poco? Por consiguiente, todoshan de invocar a Mara: los justos y los pecadores, sobre todo los religiosos ylas personas devotas, que han hecho el voto de castidad y aspiran con santosdeseos a los bienes celestiales, pero no quieren tener nada que ver con el mun-do.

    2) Qu cosa debes pedirle? En primer lugar el perdn de tus pecados, despusla virtud de la castidad, como tambin el don, sobremanera grato a Dios, de lahumildad, para que seas ante l siempre humilde y deseoso de ser tenido por vil

    y abyecto. Finalmente, debes pedir la gracia de no gloriarte jams de cosa al-guna, para no perder todo lo que te parece que posees.

    3) Adems, debes afligirte por estar tan alejado de las verdaderas virtudes:de la profunda humildad, de la santa pobreza, de la perfecta obediencia, de lapursima castidad, de la devotsima oracin, de la muy ferviente caridad. Virtu-des todas ellas que habitan en Mara, Madre de Jess. Por lo mismo, arrjate asus pies como un pobre mendigo, para que puedas obtener, por lo menos, el m-nimo grado de esas virtudes, ya que no eres capaz de alcanzar el ms alto acausa de tu indolencia.

    4) Sea cual fuere la que deseas, ruega humildemente a fin de conseguirlo por

    mano de Mara. Por sus mritos gloriosos son socorridos los que se encuentranen el purgatorio y sobre la tierra. Grande es su gracia y grande su gloria enJess su Salvador, por encima de todos los santos del cielo. Pero todo es enbeneficio de nosotros, que nos hallamos en la tierra. Confate totalmente en sufidelidad. Sus oraciones son agradables a Dios, y Mara no pide ni desea sino loque es grato a ella y a su querido Hijo, y lo que es provechoso para tu salvacin,segn los planes de la voluntad divina.

    5) Agrada mucho a Dios y a la Bienaventurada Virgen que se rece para evitarlos pecados y para resguardar el corazn en la humildad. Ella, en efecto, se glo-ri ante Dios slo de la humildad, guardando silencio sobre lo dems; y, no obs-tante su inagotable riqueza de gracia, jams se desprendi de la humildad. Quela Virgen Mara ruegue por nosotros, con tono misericordioso, para que seamosdignos de la gracia de Dios.

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    LIBRO SEGUNDOCONOCER A MARA

    Captulo IMara y el misterio de la encarnacin

    1) Te bendigo y te agradezco, Seor Dios mo, creador y redentor del gnerohumano, por la inmensa bondad que te indujo a redimir al hombre de modo aunms maravilloso que el que ya habas desplegado al crearlo. Por cierto, mientrasramos todava enemigos tuyos y la muerte antigua ejerca su inicua dominacinsobre todo el gnero humano, te acordaste de tu infinita misericordia, y desdeel trono sublime de tu gloria dirigiste la mirada a este valle de llanto y de mise-ria.

    2) Observaste la enorme afliccin de tu pueblo sobre la tierra y la graveherencia de los hijos de Adn. Y, en virtud de un profundo impulso de amor,comenzaste a tener pensamientos de paz y de redencin. As, cuando lleg laplenitud de los tiempos, viniste a visitamos, bajando del cielo, y mediante laencarnacin apareciste entre los hombres en tu condicin de verdadero Dios yverdadero hombre, llevando a cabo las expectativas de los profetas.

    3) Te bendigo y te alabo, Salvador nuestro, Jesucristo, por la inmensa humil-dad con que te dignaste elegir como Madre a una doncella pobre que hiciste

    desposar con un pobre carpintero: Jos, hombre santo y justo.4) Te bendigo por el anuncio de la dignsima encarnacin y por el reverente sa-ludo anglico, con que el ngel Gabriel, embargado de muy intensa devocin, seencontr con la santsima Virgen Mara, para anunciarle el divino misterio delHijo de Dios, que iba a encarnarse en ella.

    5) Te alabo y te rindo homenaje por la grandeza de la fe de la Virgen Mara,por su decidido consentimiento, por su humildsima respuesta y por todas susvirtudes, confirmadas cuando, al arcngel que traa el gozoso anuncio, respon-di con dcil sumisin: "Yo soy la servidora del Seor, que se cumpla en m loque has dicho" (Lc 1,38).

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    6) Te alabo y te glorifico, Oh eterna Sabidura del Padre, por haberse intere-sado tu inaccesible alteza en la msera crcel de nuestra naturaleza mortal, ypor tu pursima concepcin que tuvo lugar en Mara por obra del Espritu Santo(Lc 1,35): en su seno virginal, el inefable poder del Altsimo, al descender sobreella, form de su carne inmaculada tu carne sacrosanta. Por consiguiente, tque eres verdadero Dios, consubstancial con el Eterno Padre, pasaste a ser unasola carne con nosotros, pero sin contagio de pecado, para transformarnos enun solo espritu contigo, mediante la adopcin como hijos de Dios (Gl 4,4).

    7) Te alabo y te glorifico por haber querido vaciarte de tu grandeza, asumien-do nuestra pasibilidad, la pobreza, las penas y la mortalidad abrazadas conamor, para colmarnos con tu vaciamiento, para salvarnos con tu pasin, paraenaltecernos con tu humillacin, para robustecernos con tu debilidad y paraconducirnos a la gloria de la inmortalidad con tu mortalidad.

    8) Te alabo y te glorifico por esos interminables nueve meses durante los cua-les te escondiste como nio en la estrechez de un seno virginal, esperando tutiempo para nacer. T que, como Dios, no tienes tiempo ni tienes edad, peroordenaste todas las cosas en el tiempo con admirable armona.

    9) Oh admirable y maravillosa dignacin, Dios de inmensa gloria, que no te des-deaste de hacerte despreciable y de asumir, para salvarnos, nuestros sufri-mientos, t, que creaste todas las cosas sin esfuerzo. Oh dulcsimo Jess, es-plendor de la gloria, eterna, cuanto ms te has humillado en la humanidad, tanto

    ms me has demostrado tu bondad; cuanto ms te has vuelto despreciable porm, tanto ms te amo.

    10) Te bendigo y te agradezco, Seor Jess, Hijo unignito del Padre, nicoengendrado antes de la existencia del mundo, porque, de modo inefable y acausa de tu grandsima humildad, te dignaste nacer en un sucio establo y sercolocado por amor a la santa pobreza en un rstico pesebre. Te alabo, amadsi-mo Jess, por tu advenimiento coronado de luz, por tu glorioso nacimiento de lainmaculada Virgen Mara, por tu pobreza y por tu humilde acomodo en un pese-bre tan pequeo y vil. Quin podra imaginar al Dios Altsimo reducido a tantapequeez por amor a los hombres? Cuntas gracias no debe tributarte todo elgnero humano, porque has elegido la estrechez de un pesebre para redimirlo?

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    11) Qu inmensa ternura, admirable dulzura y delicadsimo amor nos invaden alver a Dios hecho nio, envuelto en pobres paales y acostado en un estrechopesebre frente a animales! Qu incomprensible humildad, que el Seor de to-dos los seores se digne convertirse en servidor de servidores! Y esto, Seor yDios mo, te pareci todava poco, ya que quisiste llegar a ser mi Padre, t queeres mi Creador. Hasta te dignaste ser mi Hermano y mi carne en la realidadde tu naturaleza humana, aunque sin contraer en lo ms mnimo la antigua co-rrupcin.

    12) Tu nacimiento es superior a las leyes de la naturaleza; pero como este de-ba precisamente reparar la naturaleza, con un gran milagro supera el modo enque nacen los hombres y conforta con divino poder nuestros dificultosos naci-mientos. Cun feliz y amable es tu nacimiento, dulcsimo Jess, Hijo de unaVirgen excelsa, o sea, de nuestra excelente Madre Mara, el cual renueva elnacimiento de todos, mejora su condicin, disipa sus prejuicios y desgarra el

    decreto condenatorio de la naturaleza. Y, de esta manera, el que se avergenzade formar parte de la estirpe pecadora de Adn, puede alegrarse por tu naci-miento incontaminado, seguro de haber renacido felizmente por tu gracia.

    13) Oh Jess, Hijo unignito de Dios, agradezco tu milagroso e ilustre naci-miento, en virtud del cual tenemos acceso a esta gracia en la que vivimos, yconfiamos en la esperanza de la gloria de los hijos de Dios, que el cielo ha pro-metido. T eres la prenda de nuestra redencin; t eres la eterna esperanza detodos nosotros los fieles. A ti recurrimos, humildes pecadores, a ti que fuiste

    el primer en buscarnos, cuando an no te conocamos.14) Oh santa y dulce infancia, que infunde en el corazn de los hombres la ver-dadera inocencia, por la cual toda edad retorna a ti dichosa y se vuelve seme-

    jante a ti, no por debilidad de los miembros, sino por la humildad de los senti-mientos y por la bondad de las costumbres. Concdeme seguir tus santas hue-llas, clementsimo Jess, que para dar a todos los hombres ejemplo de virtud yde eterna salvacin, quisiste nacer de la Virgen Mara a medianoche. Permte-me, pues, que pueda darte gracias y cantar tus alabanzas con los ngeles y contoda la milicia celestial, a los que quisiste como felices mensajeros de tu sa-grado nacimiento.

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    Captulo IIMara durante la infancia de Jess

    1) Te bendigo y te agradezco, Seor Jesucristo, autor de la pureza, por tuhumilde presentacin en el Templo de Dios donde, con vctimas y ofrendas, co-mo uno de los hijos de Adn, fuiste presentado por tus padres y fuiste resca-tado mediante cinco monedas, igual que un pobre esclavo que se compra en elmercado. Te bendigo, Santsimo Redentor del mundo, por tu humilde obedienciaa la ley de Dios. Aunque estabas sin deuda de pecado, para darnos ejemplo deprofunda sumisin, quisiste sujetarte a las prescripciones legales.

    2) Te bendigo, adems, por la inmensa humildad de tu Santsima Madre y por suespontnea sumisin a los preceptos de la ley. En efecto, aun siendo VirgenSanta en el parto y despus del parto, no rehus someterse al rito de la purifi-cacin. Ofrenda maravillosa y reparacin gratsima, porque era libre y ajena a

    cualquier culpa.

    3) Qu podra ofrecerte o entregarte, mi Seor, para retribuirte todo lo queme has dado? En cambio, qu til sera que expiase debidamente mis pecados,manchado como estoy por tantas culpas y por tantas torpezas. Por lo cual medirijo a ti, benignsimo Seor Jesucristo, y te ruego que des satisfaccin en milugar y que laves con tu pursima oblacin todos mis pecados, para que puedaentrar en el templo limpio y purificado, a fin de alabar por siempre tu santonombre.

    4) T tambin ruega por m, gran Madre de Dios, gloriosa Virgen Mara, paraque me sean perdonados los pecados y se me conceda el tiempo para expiarlos,

    y para tener el firme propsito de merecer la ayuda de la gracia divina y por loque me falta para agradecer a DIOS, de todos sus beneficios, spleme t, pia-dossima Madre, ofrecindote a ti misma con tu amadsimo Hijo en presenciade la gloria del Padre. Que tu integridad virginal excuse mi impureza, sea de lamente como del corazn; que tu caridad inflame mi tibieza; que tu humildadrebaje mi soberbia, que tu espontnea obediencia quebrante la dureza de miperversa voluntad.

    5) Ya lo he decidido: me ofrezco a m mismo en tus manos y en las de tu amadoHijo, y cualquier cosa que yo pueda hacer, la realizar siempre al servicio deustedes. Ofrezco un par de trtolas: la compuncin por mis pecados y por mis

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    negligencias y asimismo el deseo de los gozos eternos. Ofrezco tambin dospichones de paloma: el doble deseo de guardar en mi corazn la simple dupla deno devolver a nadie mal por mal, y de vencer siempre al mal con el bien.

    6) Dgnate concederme todo esto, Oh buen Jess, que hoy fuiste presentadoen el Templo por tu humilde Madre Virgen, y fuiste tomado con alegra entresus brazos por el justo y timorato Simen.

    Captulo IIILa prdida y el hallazgo de Jess

    1) El hijo. No siempre se encuentra Jess donde se lo busca; pero con fre-cuencia se lo encuentra donde menos se cree. Por eso, que nadie presuma deser el nico en poseer a Jess; que nadie desprecie a otro, porque ignora en

    qu medida puede agradar internamente a Dios, realidad esta que escapa a loshombres, aun cuando por su exterior pueda l parecer un individuo insignifican-te.

    2) Por consiguiente, no debe parecerme una cosa extraa ni una novedad que yopierda a Jess. Pero s que esto sera daino para m y muy doloroso para micorazn. Confieso que soy culpable y digno de graves castigos, porque no heguardado bien mi corazn y me he portado con mucha tibieza y negligencia. De-bido a lo cual he perdido la gracia de Jess y no s quin me la podr restituir,

    si l mismo no se dignara una vez ms tener compasin de m que soy un pobre-cito.

    3) Clementsima Madre de Dios, socrreme en esta desgracia; aydame, Seorama; protgeme, amadsima Virgen Mara, puerta de la vida y de la misericordia.Te pido aliento y ayuda. T conoces mejor que ninguno qu gran dolor causa laprdida de Jess y cuanta alegra reporta su hallazgo. Santsima Virgen, si es-to sucedi contigo, que no tenas ninguna culpa, qu puede haber de tan extra-ordinario, si la gracia de Jess no atiende las esperanzas de un pecador, que loofende de tantas maneras?

    4) Qu debo hacer para hallar la gracia de Jess? Si hay alguna esperanza derecuperarla, depender de tu consejo, se llevar a efecto por tus mritos. Da-do que t eres la que est ms cerca de Jess, qudate a mi lado hasta que lo

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    encuentre. Despus de haberlo visto y encontrado, cantar jubiloso en tu com-paa: "Algrense todos conmigo, porque he hallado a aquel a quien ama mi al-ma". El es el mismo que t diste a luz, Oh castsima Virgen Mara.

    5) La Madre. Escucha mi consejo: imita mi ejemplo, y tu alma ser consolada. Sihubieras extraviado a Jess, no te desesperes ni te turbes en exceso. No tequedes de brazos cruzados, no dejes de rezar, no te distraigas en consuelosterrenales, busca ms bien la soledad. Llora por ti mismo, y en el templo de tucorazn hallars a Jess, que has extraviado con tus pecados, y con la compla-cencia en las vanidades.

    6) A Jess no se lo encuentra en las plazas de la ciudad, en compaa de juga-dores o de los que llevan vida regalada, sino en compaa de los justos y de lossantos. Se debe buscar, gimiendo de dolor, a quien ha perdido por culpa delpropio desenfreno; se debe mantener con mucha precaucin a quien se ha per-

    dido por negligencia; hay que suplicar con temor y reverencia al que detesta alos perezosos y a los ingratos, hay que hacer volver con suma humildad a quiense ha apartado por orgullo; debe serenarse con frecuentes y sinceras oracio-nes aqul que, absorto en ftiles pensamientos no escucha a quien habla en vozbaja. Pero tambin hay que alabar, con gran agradecimiento, al que siempre es-t dispuesto a conceder su gracia; hay que abrazar con muy encendido amor aquien perdona a todos, a quien tiene compasin de todos, a quien da gratuita-mente sus dones y no los niega a ninguno de los que se lo piden.

    7) Aunque a veces se demora, Dios no abandona al que persevera en la oracin,sino que vuelve a menudo sin que l lo sepa, lo ilumina ms claramente y lo ins-truye con mayor cuidado, a fin de que nunca presuma de s pero confe humilde

    y devotamente en l.

    8) Si, pues, presta mucha atencin a estas cosas, aplacars fcilmente a Jess.Lo encontrars en Jerusaln, porque ese lugar est destinado a la paz. Jess,en el templo de tu corazn, repetir sus sagradas palabras. Estar contigo elda entero; te ensear todo lo que concierne a la salvacin, todo lo que atae ala gracia y a la virtud, que resplandecen en los ngeles y en los hombres; todolo que de bueno reluce en las criaturas.

    9) Por eso tienes que invocar siempre a Jess; lo debes siempre buscar; lo de-bes siempre desear, recordar, alabar, venerar y amar. No tienes que ofenderlo

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    en nada; tienes que adorarlo con santidad y pureza, porque es bendito por en-cima de todas las cosas en los siglos de los siglos. Amn.

    Captulo IVMujer, aqu tienes a tu hijo

    1) Te bendigo y te agradezco, Seor Jesucristo, consolador de todos los afligi-dos, por el doloroso respeto con que miraste a tu amadsima Madre al pie de lacruz, presa de angustia mortal. La inmensidad de su dolor la conocas bien so-lamente t, que eras profundo conocedor de su corazn y no tuviste en la tie-rra un ser ms querido que tu Virgen Madre. Pero tampoco ella am a nadie msque a ti, su divino Hijo, a quien, apenas nacido de su seno, reconoci como Se-or de todas las cosas y su Creador. Por lo cual, al verte pendiente de la cruz ati, a ti quien amaba infinitamente, viva ms en ti que en s; y casi totalmente

    abstrada de s, estaba tambin ella pendiente de la cruz: "crucificada" en es-pritu contigo, aunque con el cuerpo estuviese todava al lado de la cruz, baadaen lgrimas.

    2) Te alabo y te glorifico por tu infinita compasin, por la que eras filialmente"con-sufriente" con tu dolorossima Madre, que en verdad sufra tus pesarescomo suyos en tus heridas como propias, toda vez que se repetan tus espasmosde atroz dolor, y con maternales ojos vea escurrirse la sangre de tu cuerpo, yoa tu voz que le hablaba a ella.

    3) Te alabo y glorifico por las bellsimas palabras con que te dirigiste breve-mente a tu Madre desolada, al encomendarla a tu predilecto discpulo Juan,como a un fidelsimo sustituto. Y uniste a la Virgen con el virgen Juan medianteel vnculo de la indisoluble caridad, diciendo: "Mujer, aqu tienes a tu hijo!" (Jn19, 26); y al discpulo: "Aqu tienes a tu Madre!" (Jn 19, 27).

    4) Feliz comunin y grato encargo, que uni y te consagr una integridad virgi-nal. Con esta expresin, efectivamente, te mostraste inclinado a una cariosapreocupacin por la honorabilidad de tu Madre, a la que confiaste la misin dealentar a un casto discpulo, y le ofreciste, de algn modo, otro hijo en armonacon la pureza de sus costumbres y capaz de proveer a las necesidades de suvida. Era justo que tu filial providencia obrase de esta manera, para que unaMadre santa y Virgen sin mancilla no careciese de un fidelsimo servidor; y

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    porque ella, que estaba a punto de quedar privada de tu dulcsima presencia, nopoda aparecer como abandonada y extranjera entre los judos.

    5) Acepta, pues, Oh Mara, dulcsima Madre de Dios, esta disposicin de tuHijo y esta decisin tan dulce. Acepta afectuosamente a este discpulo, que teha dado tu Hijo Jess. Es el apstol Juan, virgen descollante; el ms amado deJess, de modales delicados. l es de semblante verecundo, modesto en el tra-to, sobrio en la comida, humilde en el vestir, obsecuente, dispuesto a obedecer.Es el discpulo ms amado, muy unido a ti, estimado, puro en la mente y virgende cuerpo, grato a Dios y querido por todos. Por lo tanto, totalmente digno devivir contigo, Madre de Dios. Bien s, adems, que a ti siempre agrad y siem-pre agrada lo que place a tu Hijo y que deseas la realizacin de cuanto l dispo-ne, ya que en todos sus actos no ha llevado a cabo jams la propia voluntad, sinoque siempre ha buscado la gloria del Padre. Por eso no dudo que fue de tu agra-do cuando, a punto de morir, te dej a Juan como sustituto suyo.

    6) Y t, san Juan, acepta el deseable tesoro que te ha sido confiado, acepta ala venerable Madre de Jess, la Reina del cielo, la Seora del universo, tu ama-da pariente, hermana de tu madre: la Virgen Santa. Hasta este momento, ellaera slo tu pariente, por derecho de sangre. Ahora, en cambio, ser tu Madrecon un vnculo ms sagrado y por derecho divino, confiada a ti por una graciaespecial. Tambin t, que antes eras hijo de Zebedeo segn la carne, hermanode Santiago el Mayor y pariente del Salvador, y que en lo sucesivo pasaste aser discpulo de Jess, sers designado con un nombre nuevo: "hijo adoptivo de

    Mara", a la que obedecers con amor filial durante todo el resto de tu vida.Ejecuta, entonces, cuanto Jess te manda, pon en prctica la orden del sagradocompromiso y obtendrs el honor y el reconocimiento de todo el mundo.

    7) Juan puso en obra con suma alegra lo que Jess le dijo desde lo alto de lacruz. Efectivamente "desde aquel momento la recibi en su casa" (Jn 19, 27),cuid de ella, la sirvi con solicitud, la obedeci de modo incondicional y la amde todo corazn. Goza, pues, y algrate, dichossimo Juan, por el don que te hasido confiado: ya que Jess, lo que posea de ms caro en el mundo, lo depositconfiadamente en tus manos. Te enriqueci sin medida, al legarte como en tes-tamento a Mara, a quien los santos ngeles no estn en condiciones de alabardignamente.

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    8) Cristo entreg a san Pedro las llaves del Reino celestial; pero te estableci ati como sustituto suyo para la Madre. Un da Mara se comprometi con Jos,pero fue confiada a ti. A l le dijo un ngel: "No temas recibir a Mara, tu es-posa" (Mt I, 20). Ahora el Seor de los ngeles te dice a ti: "Aqu tienes a tuMadre" (Jn 19,27); y as como Jos estuvo cerca de la Virgen en el nacimientodel Hijo, tambin t debes estar a su lado en la pasin de Cristo, y durante lar-go tiempo despus de su ascensin al cielo. "

    9) Si san Juan Bautista hubiera estado todava vivo, habra sido muy idneo,por derecho de parentesco y en virtud de su castidad, para ponerse a su servi-cio y ser su insigne custodio. En cuanto a Jos, no est, o por lo menos no sesabe si est todava vivo o bien est muerto. Juan, preso durante largo tiempo,ha sido asesinado. Jess ahora se encuentra prximo a morir y a desaparecerde la vista de su Madre. Y entonces t tienes que hacer las veces de todas es-tas personas queridas por ella; y debes hacer las veces de Cristo, a modo de

    prenda del Hijo que le es arrebatado. Confo en Cristo nuestro Seor, que estole sea muy grato a tu hermano Santiago y a todos los otros apstoles; que nin-guno de tus amigos te tenga envidia y que todo el que te estima se alegre sin-ceramente de ello. La riqueza de tus virtudes ha merecido este gran premioellas son un perfecto "desprecio del mundo", el amor a Jess, la dulzura de losmodales, la integridad virginal, la serenidad de la mente, la libertad del alma, lapureza del corazn y la honradez de la vida.

    10) Toma, pues, bajo tu guarda a la Madre de Cristo, y obtendrs con eso una

    gracia inmensa. Junto a ella realizars muchos y grandes progresos espiritua-les, sers instruido por sus palabras, edificado por sus ejemplos, ayudado porsus plegarias, estimulado por sus exhortaciones, enardecido por su amor,atrado por su devocin, elevado por su contemplacin, colmado de alegra, hen-chido de celestiales deleites. Escuchars de su boca los misterios de Dios, co-nocers temas secretos, aprenders cosas admirables y comprenders realida-des indecibles.

    11) Por su presencia te hars ms casto, te hars ms puro, te hars ms santoy progresars aun ms en tu devocin. La mirada de ella es pudor, prudencia suhablar, justicia sus acciones. Jess es su lectura, Cristo su meditacin, Dios sucontemplacin. La dignidad de su rostro brilla como la luz, su figura respetablea nadie ofende, su comportamiento vuelve casto a quien la mira. Su palabraahuyenta todo mal.

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    12) Es tan grande la dignidad de Mara, que supera a todos los santos en purezay gracia. T tendrs su cuidado, que te ha sido encomendado por el Sumo Reydel cielo. Por lo tanto, ofrcele con diligencia tus servicios, rndele homenaje,prstale inmediata atencin. Permanece junto a la cruz, vela por la Virgen, sos-tenla, abrzala, reanmala si desfallece, consulala si rompe en llanto. Llora conella que llora, gime con ella que gime, sguela si camina, detente si se detiene ysintate con ella, si decide sentarse.

    13) Si llora, no te alejes; si sufre, haz una obra de misericordia. Finalmentepreprate para las exequias de Jess que se est muriendo; acompaa a la Ma-dre al lugar de la sepultura, llvala de vuelta a la ciudad, a casa, y consuela a laconsoladora de todos los afligidos. S t su angelical servidor, e incluso en estafuncin podrs ofrecer alivio a quien ostenta mayor dignidad que la tuya. Dehecho, Cristo fue confortado por un ngel en su agona. Aun que no tuviese ne-

    cesidad, quiso ser visitado por un subalterno y no rehus ser consolado por l.

    14) He aqu, carsimo Juan, a qu excelsa misin ests llamado, qu Virgen te esencomendada, de quin es Madre aquella a la que debes proporcionar tus cuida-dos. En fin, te conjuro humildemente a que ruegues mucho por m, que soy pe-cador, para que tambin sea fervoroso en el amor de Cristo y sea hallado dignode alabar a la Santa Virgen y de participar en sus dolores.

    Captulo VLa comunin de Mara con Jess

    1) Te bendigo, te alabo y te doy gracias, Santa Madre de Dios, Virgen Mara,por todos los bienes y los dones que el Seor te ha concedido en abundancia;por tus innumerables virtudes y por los extraordinarios privilegios de gracia,en virtud de los cuales de manera muy insigne y por encima de todos los santosresplandeciste en la tierra; por ser digna Madre de Dios y alimentar en tu se-no, levantar en tus brazos, apretar contra el corazn y llevar al Verbo de Diosque se encarn en ti.

    2) Te bendigo, te alabo y te honro, elegida Madre de Dios y humilde "servidoradel Seor" (Lc 1, 38), por todos los cariosos servicios y las necesarias ayudasque prestaste a Cristo hecho hombre, tu Hijo; por las mltiples persecuciones,

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    por las privaciones, por los trabajos y las fatigas que soportaste pacientemen-te con l.

    3) Te bendigo, te alabo y te rindo homenaje, gloriosa Virgen Mara, Madre eHija del eterno Rey, por los apacibles y frecuentes coloquios con Jess; por lasdivinas palabras que con tanta diligencia escuchaste de su boca y que puntual-mente conservaste y meditaste en lo ntimo del corazn (Lc 3, 51); por los mag-nficos consuelos que con frecuencia recibiste de l; por los inconmensurablesgozos y las divinas alegras proporcionados por su presencia, suscitados por lagracia del Espritu Santo y largamente fomentados en tu corazn.

    4) Te bendigo, te alabo y te ensalzo, Santa Mara y mi venerada Seora, por tuvida rebosante de pureza y santidad, tan grata a Dios y a los ngeles, quetranscurriste en compaa de Jess a lo largo de muchos aos en pobreza y ensilencio, probada por muchos padecimientos y adversidades, ofrecida a todos

    los seguidores de Cristo como ejemplo para imitar devotamente y ofrendada demodo admirable hasta el final de los siglos a la Iglesia universal como apoyo ensus pruebas.

    5) Te bendigo, te alabo y te glorifico, oh benignsima y piadossima Madre deDios, Mara, por todos tus ejercicios de devocin y tus sagradas meditacionesacerca de la ley de Dios, a los que te dedicabas da y noche; por tus muy fervo-rosas oraciones, por las lgrimas y los ayunos que ofreciste a Dios con tantoempeo por la conversin de los pecadores y la perseverancia de los justos; por

    tu gran compasin hacia los pobres y los enfermos, hacia los tentados y losoprimidos de angustia; por tu intenso deseo de la salvacin del gnero humano,del que sabas que tena que ser redimido por la muerte de tu Hijo.

    6) Adems, aunque abrigabas un inmenso amor a tu Hijo unignito, sin embargono lo arrancaste del horrible suplicio de la cruz, sino que te sometiste total-mente a la voluntad del Padre. Por otro lado, en todos tus sufrimientos, "con-sufriste" junto con l; y, hasta llegar a la ignominia de la cruz, seguiste con pa-so firme a Jess que marchaba adelante, sin reparar en la huida de los apsto-les (Mt 26, 56) y sin temer la crueldad de los judos. Estabas dispuesta a so-portar la muerte con l, antes que abandonarlo en un trance tan extremo.

    7) Te bendigo, te alabo y te ensalzo con todas mis fuerzas, oh fidelsima yamadsima Madre de Dios, celestial Mara, por tu perseverancia en la fe firme

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    y en la caridad perfecta, cuando t sola mientras los apstoles huan por miedoy mientras tambin los pocos que seguan a Jess se avergonzaban, con extre-ma constancia mantuviste en alto la antorcha encendida de la fe en la pasindel Hijo, sin dudar de su futura resurreccin al tercer da, como l haba pre-dicho con bastante claridad.

    8) Mientras todos los amigos de Jess se haban dispersado, t, afligidsimaMadre, con un pequeo grupo de mujeres te trasladaste impvida al Calvario,abrindote paso a travs de una muchedumbre amenazante, para acercarte loms rpido posible al Hijo, al que estaban por crucificar. Queras verlo mien-tras estaba todava vivo, a fin de poder recibir de l, antes de que muriera, lapalabra de su amorosa donacin.

    9) Te bendigo, te alabo y con todas mis fuerzas me encomiendo a ti, Santa elnmaculada Virgen, por tu dolorosa presencia junto a la cruz de Jess, donde

    abrumada y afligida te detuviste por largo tiempo, atravesada por una espadade dolor, segn la profeca de Simen (Lc 2, 35); por las abundantes lgrimasderramadas; por la gran fidelidad e inefable coherencia que demostraste a tuHijo en su extrema necesidad, cuando estaba por morir; por el inmenso dolorde tu corazn; por el sufrimiento ms lacerante en el momento de su muerte;por la palidez de su aspecto, cuando lo viste pender muerto delante de ti.

    10) Te bendigo y te alabo por el piadoso abrazo con que lo estrechaste entretus maternales brazos; por el triste trayecto hacia el lugar de su sepultura,

    cuando baada en lgrimas seguas a los que llevaban el santo cadver, y lloran-do fijaste la mirada en tu Hijo depositado en el sepulcro y encerrado bajo unagran lpida; por el doloroso regreso desde el sepulcro a la casa en que te hos-pedabas, donde acompaada de muchos fieles all reunidos te deshiciste en l-grimas por la muerte del amado Hijo, con repetidos lamentos, y fue tan copiosotu llanto que hiciste tambin llorar a los que estaban a tu lado.

    11) Compadece ahora, alma ma, a la Virgen dolorosa, a la Madre lacrimosa, aMara amorosa. Si amas a Mara, debes compadecerla por sus dolores numero-sos, para que te socorra en tus penas. Qu cuadro!: la Santa Madre llora a sunico Hijo; llora Mara de Cleofs a su querido pariente; llora Mara Magdalenaal mdico de su salud; llora Juan a su dulcsimo Maestro; lloran todos los aps-toles a su Seor que han perdido. Y quin no llorara entre tantos amigos quelloran juntos?

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    12) Es verdaderamente grande este llanto en Jerusaln. Detente, pues, ttambin un poco, y aprende a llorar de la Virgen Mara: sus amargas lgrimaspodrn conmover tu corazn en lo ms profundo. Hela ah de pie junto a la cruz,atormentada por intensos dolores, a aquella que un lejano da, frente al pese-bre, estaba colmada de celestiales armonas. Se siente oprimida por el clamorde los judos, ella que en otro tiempo fue honrada por los reyes magos; esttoda salpicada de sangre de su Hijo, ella que haba experimentado la caricia desu cndido aspecto.

    13) Ve pender de la cruz, entre dos ladrones, al que tantas veces haba vistoobrar milagros en medio del pueblo; contempla, vuelto casi como un leproso porel estrago de las heridas, al que haba concedido la curacin a muchos leprosos;mira, oprimido por innumerables dolores, al que haba expulsado el dolor de losenfermos; contempla, vencido por la muerte, al que haba hecho retornar a la

    vida al difunto Lzaro. Todas las alegras se trocaron en tristezas, y todas lascosas dulces en amarguras.

    14) La rutilante Estrella del mar es sacudida por numerosas y angustiantestempestades; pero su mente, que permanece fija en Dios, no es vencida por lasperversidades humanas. Est pues erguida junto a la cruz, con constancia y pa-ciencia, con fidelidad y amor, sin temer a los que la amenazan de muerte y sinevadirse de quienes la maldicen. Todo lo soporta con tranquilidad de espritu, yse esfuerza por competir con su Hijo humillado, no respondiendo nada a sus tan

    crueles enemigos. No utiliza expresiones de desdn ni hace gestos de indigna-cin. Solamente emite profundos gemidos, llora con amargura, se apesadumbracon ansiedad, se compadece en lo ntimo y experimenta una inmensa afliccin.No se irrita con los crucifixores, ruega empero por los calumniadores, se en-tristece y se lamenta a causa de los que se burlan y blasfeman de Cristo. Portanto, est de pie junto a la cruz en un mar de lgrimas, y con su ejemplo demansedumbre ofrece el consuelo de la paciencia a todos los atribulados.

    15) Oh, todos ustedes, los que pasan por el camino del Calvario, miren la dolo-rosa presencia de la Santsima Virgen Mara: dirijan la vista hacia la derechade la cruz y observen a Mara, Madre de Cristo. No puede haber un dolor se-mejante al suyo; no hubo jams en el mundo una madre que se haya compadeci-do de su propio hijo con tanto amor, ya que por cuantas heridas reciban los

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    miembros de Jess, otras tantas se producan en su alma; tantas veces volva aser mrtir, cuantas veces contemplaba las cruentas llagas del Hijo.

    16) Intenta por consiguiente, alma devota, grabar estas cosas en tu corazn.S tranquilo y fuerte cuando venga el momento de la tentacin. No te turbes nidesesperes, si llega a faltarte aquello que tanto amas o si se te niega lo queconsideras que es necesario para ti. Los amigos de Jess son a menudo proba-dos con gravsimas aflicciones, porque, si Dios no escatim penas ni siquiera asu Hijo sino que por todos nosotros lo abandon en gravsimos tormentos, c-mo pretendes un trato mejor? Si Cristo no se busc a s mismo, pero fue obe-diente y propenso a soportar incluso hechos sumamente viles y dolorosos, porqu t temes tanto la fatiga y el dolor, y en cambio, por amor al Crucificado, noabrazas las realidades speras y duras? Si l reserv a su Santsima Madrenumerosas contrariedades en la tierra; si permiti que con frecuencia pasasepor muchas tribulaciones y sufrimientos, cmo se entiende que t podras vi-

    vir sin pruebas?

    17) Si observas a todos los amigos de Dios, no encontrars ninguno que hayanavegado por el mar de esta vida sin duras pruebas. Por lo tanto, recoge de laimagen del Crucificado y de su bendita Madre el ejemplo de una incansable pa-ciencia, y no temers ms soportar sacrificios por tu salvacin y por la recom-pensa de la infinita bondad de Jess. Obrando as, podrs gozar de la visin desu rostro por toda la eternidad.

    18) La benignsima Madre de Jess sabe bien compadecerse del que sufre.Aprendi de lo que ha sufrido a tener afectuosa compasin de los afligidos. Nose olvidar de sus pobres devotos, acudir al encuentro de sus oraciones, ayu-dar a los que la invocan con perseverancia y ser propicia para con los que lasirven.

    19) Misericordiossimo Jess, Hijo de Mara, te ruego que me concedas el donde lgrimas y que hieras mi corazn con un profundo y compasivo afecto, con elque bien sabes que estuvo acongojada tu piadosa Madre. Mrame con los ojoscompasivos con que miraste a tu Madre y al discpulo Juan, que estaban junto ala cruz entre sollozos, en el momento en que encomendaste sucesivamente eluno al otro, dndoles este ltimo adis: "Aqu tienes a tu hijo, aqu tienes a tuMadre". Te ruego que me visites con tu gracia cuando est a punto de morir; yhazme sentir tambin a m las palabras que Juan oy desde la cruz: "Aqu tie-

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    nes a tu Madre", para que al or estas palabras, mi alma no tema al enemigo ru-giente" (1 Ped 5, 8)

    20) Oh Clementsima Santa Mara, mi Seora, abogada de los cristianos, teruego por todos tus altsimos mritos, con los cuales complaciste a Dios en su-mo grado; por todas las atenciones que con gran afecto tuviste hacia tu Hijo, ypor todas las lgrimas que derramaste en su tan dolorosa pasin: dgnate tenercompasin de m, tomarme bajo tu cuidado con maternal amor y ponerme en elnmero de tus servidores, que de modo particular forman tu entorno y son losms amados por ti.

    21) Oh nica esperanza, gloriosa Virgen Mara, ven a mostrarme tu rostro, an-tes que mi alma abandone mi cuerpo; y "vuelve a m tus ojos misericordiosos",con los que miraste muy a menudo con intensa alegra a Jess, "el fruto benditode tu vientre": ojos marcados por tantas lgrimas durante su pasin.

    22) Assteme en ese momento Santsima Madre de Jess, con la dulce comitivade tus vrgenes y con la sagrada congregacin de todos los santos, como asis-tiste hasta el final a tu amorossimo Hijo que estaba por morir en la cruz, dadoque, despus de tu Hijo unignito y Seor mo Jesucristo, no encuentro en misnecesidades un alivio ms grande y solcito que el tuyo, oh benignsima Madrede todos los afligidos.

    Captulo VIOraciones a Mara que llora junto a la cruz

    1) Oh, piadosas, santas y dolorossimas lgrimas de la bienaventurada, pura ysiempre Virgen Mara, que brotaron de sus ojos, el da Viernes santo, debido asu ntima "con-pasin" con Cristo y su amadsima pasin y muerte en cruz;cuando se deslizaron copiosamente a lo largo de sus mejillas y de su pecho has-ta el ruedo del vestido y empaparon el velo de su sagrada cabeza; y, al caersobre sus santos pies, rociaron el polvoriento suelo!

    2) Ah, si yo hubiese podido seguir entonces las huellas de los pies de mi Seo-ra y hubiese podido en secreto recoger en un recipiente sus clidas lgrimas,no para lavar mis pies, que a menudo he manchado en pos de malos pensamien-tos y de afectos indecentes, sino para lavarme las manos y la cabeza, esto es,

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    las palabras y las acciones malas, para el perdn de todos mis pecados cometi-dos cada da!

    3) Oh piadosa Madre de Dios!, Virgen Mara, te ruego me seas propicia: cance-la todos mis vicios con tus dolores y con tu devotsima intercesin. CarsimaMara, socorre mi alma en la ltima hora de mi vida, y acude con la multitud delos ngeles y de los santos a defenderme contra los terrores del enemigo y lossufrimientos del infierno. Acurdate de la sangre preciosa e inocente en lamuerte de tu amado Hijo Jesucristo, sufrida a causa de m, pecador; de sucostado herido y de todas las lgrimas que derramaste en tu entera vida; y tencompasin de m. A ti suspiro, en tus mritos confo, "oh clemente, oh piadosa,oh dulce Virgen Mara", Amn.

    Captulo VII

    Mara y el misterio de la resurreccin

    1) Te bendigo y te doy gracias, Seor Jesucristo, Hijo unignito de Dios que teencarnaste por nuestra salvacin en el seno de la Virgen Mara por tu gloriosa yverdadera resurreccin, que hoy ha tenido lugar; y sobre todo por tu aparicinsumamente jubilosa y secreta, que te dignaste conceder a tu Santsima MadreMara, mientras se hallaba en oracin en su solitario cuartito. Te estaba espe-rando con inmenso deseo, y con la confianza de que te apareceras a ella antesque a todos tus piadosos amigos y a las santas mujeres que eran dignas de tu

    afecto y familiares, a fin de consolarla con incomparable dulzura y confortarlamediante tu presencia corporal en el ropaje de la alegra y en la gloria de tuinmortalidad.

    2) Es piadoso y justo pensar en ello a causa de tu piedad filial, y creerlo por elhonor de tu Santsima Madre, dado que en todas tus obras eres bueno y mise-ricordioso. Es lo que deben creer devotamente tambin todos los fieles, porquet has ordenado honrar a los padres y consolarlos cuando estn tristes. Poreso, antes que a ningn otro, visitaste a tu Santsima Madre, afligida por tupasin; y con tu presencia la recreaste alivindola de todo dolor y tristeza, y lahiciste gozar indeciblemente.

    3) Ella no fue con las otras mujeres a visitar tu sepulcro, no por debilidad, pormiedo o por la intensidad del dolor, sino porque abrigaba la total certeza de

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    que ibas a resucitar al tercer da. Por lo cual, esperanzada en que acudiras a suencuentro, se qued en casa, para rezar y aguardar tu llegada con enorme de-seo. Precisamente por eso mereci ser la primera en verte: porque te amaba yte deseaba, haba credo en ti y no haba dudado jams de tus palabras.

    4) Por consiguiente, si Mara es llamada Bienaventurada y recibe alabanzas, porhaber credo en las palabras del ngel Gabriel, cuando le anunci el sagradomisterio de la encarnacin, tanto ms debe ser digna de ese ttulo y mereceralabanzas, por haber credo en ti, el Hijo nacido de ella, y en todas tus obras. Ymientras los otros todava dudaban, se mantuvo firme en la fe y no vacil en loms mnimo.

    5) De qu inefable gozo se sinti inundada en ese momento Mara, tu Madre,cuando te vio a ti, su Hijo, adornado de claro resplandor, con el cuerpo glorioso,ms esplndido que la luminosidad del sol y ms hermoso que todas las estre-

    llas! Qu indecible y jubilosamente exult su espritu en ti, Jess, Dios, su Sal-vador: ms que nunca en todos los das de su vida terrenal.

    6) Con cunta atencin fij sus ojos en tu cuerpo glorioso, que antes haba vis-to duramente llagado por crueles azotes, clavado en el madero de la cruz,atrozmente horadado en el costado derecho por la lanza de Longino y, a conti-nuacin, muerto y depositado en el sepulcro.

    7) Por lo cual, es justo que en el da de hoy, mientras est delante de ti, que te

    apareciste a ella en el fulgor de tu gloria, Mara se haya vuelto ms feliz de loacostumbrado y se sienta colmada de nuevos consuelos, despus de haber su-frido ms cruelmente y llorado con ms amargura que los otros, durante eltranscurso de la pasin. Ahora, Seor, has cumplido tu promesa, que hiciste enla ltima cena a los apstoles para consolarlos; y la cumpliste de la forma msverdadera para con tu afligida Madre: "No los dejar hurfanos, volver a us-tedes" (Jn 14, 18); "Yo los volver a ver, y tendrn una alegra que nadie lespodr quitar" (Jn 16,22).

    8) Obraste perfectamente, ptimo Jess, cuando visitaste con sentimientofilial a tu amadsima Madre, la saludaste con respeto, le hablaste con dulzura,la consolaste cordialmente y, al mostrarle la felicidad de tu rostro, hicistedesvanecer toda su tristeza y las dolorosas lgrimas de sus ojos. Tan prontocomo lleg a verte, desaparecieron el dolor y los gemidos; cuando hablaste a su

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    corazn, descendi en ella el Espritu Santo ms que en los apstoles, embria-gando de alegra su alma.

    9) T que en las bodas de Can, por exhortacin de ella, cambiaste el agua enexcelente vino, cuando regresaste del lugar de los muertos y despus de habervencido a los enemigos con mayor poder y ms eficaz milagro cambiaste lamuerte en vida, la cruz en gloria, el llanto materno en alegra y el miedo de losdiscpulos en sempiterno gozo.

    10) No enviaste un ngel, no un arcngel, no a Miguel, ni a Gabriel, ni a Rafael,tus mensajeros oficiales, ni a ninguno de los dignatarios terrenales, distingui-dos, adornados de oro, plata y piedras preciosas, a visitar a tu Madre, Reinadel cielo, nuestra amada Seora; sino que acudiste t mismo, Rey de la gloria,Jesucristo. Acudiste personalmente de madrugada, sin que nadie lo supiese ysin ningn aviso previo, para visitar y consolar a tu Santsima Madre. Ella esta-

    ba en oracin y rebosaba de fe, en la expectativa de tu retorno del sepulcrocon el cuerpo glorioso. Saba, efectivamente, que acerca de tu pasin y resu-rreccin, todo tena que suceder como t mismo lo habas dicho y segn muchotiempo antes lo anunciaron los profetas. Pero este, que t has querido, es unda de alegra y que debe mantenerse como el ms santo y el ms jubiloso entretodos los das ms sagrados.

    11) Te alabo y te honro, con todos tus santos y con todos los fieles devotos delmundo, por el dulce coloquio y por el ntimo encuentro que tuviste con tu ama-

    dsima Madre Mara en su aposento, a su lado, de todo bullicio exterior, duran-te el cual conversaste con ella de los sobrenaturales misterios del Reino deDios, de los goces del paraso, de los coros de los ngeles, de las almas santassacadas del lugar de la espera y conducidas a las alegras del cielo, junto conEnoc y Elas.

    12) Oh, si yo tambin hubiese podido estar presente, si hubiese podido or tusdulces palabras, si junto a la ventana hubiese podido escuchar disimuladamente

    y captar con diligencia las palabras que mi Seor Jesucristo diriga a su Madreacerca de las alegras de los ciudadanos del cielo, sin que ningn otro escuchaseconmigo! Cmo se habra estremecido de gozo mi corazn, en el Seor, si yohubiese podido conservar algunas de aquellas palabras, qu aliciente me habranaportado en el peligroso destierro de este mundo. Probablemente se trataba

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    de palabras que a ninguna persona le est permitido repetir, pues deben serconservadas en lo profundo del corazn y meditadas con jubilosa intimidad.

    13) Dichoso el que conoce este jbilo y, mediante la contemplacin, se eleva delos temas terrenales y transcurre todo el da con Jess y con Mara, desinte-resndose de las cosas de este mundo. Creo que ningn mortal fue digno de es-tar presente en ese coloquio: solamente los santos ngeles y las almas de los

    justos, que seguan a su Seor por todos lados con gran reverencia y enormealegra.

    14) Tal vez esta visita y esta intimidad eran tan elevadas y celestiales en lacasita de Mara, que ni siquiera a los apstoles se les permiti entrar y escu-char las excelsas palabras que Jess, purificado por el Padre, pronunci paraMara, su bendita Madre, llena de gracia. Por lo cual, Seor Jess, creo que esmejor de mi parte dejarlas confiadas a tus ngeles y, en vista de todos mis pe-

    cados y negligencias, pedirte humildemente perdn a ti que revelas tus secre-tos a los humildes y alimentas a los hambrientos con el manjar celestial.

    15) Oh benignsimo Jesucristo que despus de tu amarga pasin y de la gloriosaresurreccin te apareciste a la afligida Santsima Madre Mara, con gran es-plendor, y la colmaste de inefable y nueva alegra, ten piedad de m, pobre yenfermo, con frecuencia gravemente atribulado en el exilio de este mundo. Mepostro profundamente delante de ti, y con intenso afecto golpeo con insisten-cia a la puerta de tu piadosa Madre, para que te dignes visitarme interiormente

    tambin a m en el tiempo de mi afliccin, para consolarme, alentarme y libe-rarme de toda maligna tristeza y vana alegra.

    16) Enciende, pues, mi corazn con nuevo fervor, con ms grande y perseveran-te devocin al alabarte, para que aprenda a rechazar los bienes terrenales y abuscar los celestiales, a gustar y contemplar con Mara las realidades divinas,regocijndome solamente en ti. Quin podr ayudarme a m, pobre criatura, ameditar profunda e intensamente en estas cosas y a vivir aqu junto con Jess,mi Seor, de tal manera que el mundo entero, con todos sus amantes, pierdatodo significado y cuanto antes desaparezca de mi memoria?

    17) Te ruego, amabilsimo Jess, en unin con tu dulcsima Madre Mara y consus ngeles y santos, haz que mi corazn sea conquistado por ti, enardecido

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    profundamente, visitado ms a menudo y conservado en la devocin. Y que, des-pus de los sufrimientos de esta vida, sea conducido a los goces celestiales.

    Captulo VIIIMara medianera de la gracia

    1) Queridos hermanos, sean fieles servidores de Jesucristo y amantes devotosde su Madre Santsima, la Virgen Mara, si quieren ser eternamente felices conellos en el cielo. Ustedes sern gratos a Dios y a su bendita Madre, mientrassean humildes de corazn y castos de cuerpo; mientras sean modestos en elhablar, prudentes, timoratos, controlados y con la condicin de que no den anadie ocasin de escndalo o de justas quejas.

    2) Es muy til para su salvacin, para la honra de Dios y para la alabanza de la

    Bienaventurada Virgen, que ustedes sean devotos en la oracin, empeosos enel estudio y en el trabajo, mansos frente a los reproches, sobrios en la comida,irreprensibles en sus miradas y correctos en todo su comportamiento. Por con-siguiente, si desean alabar de modo digno y venerar adecuadamente a la VirgenSanta, comprtense como hijos de Dios: con sencillez, sin malicia, sin perversi-dad, sin mentiras, sin ira, sin rias, sin murmuraciones, sin sospechas; sopor-tando por Jess y Mara cualquier contrariedad con caridad fraterna, conhumildad y paciencia a imitacin de la vida de los santos, para la misma paz deustedes y para la edificacin de los dems. Pero, sobre todo, para disfrutar la

    gloria de la Santsima Trinidad. Efectivamente, todas las cosas amargas sevuelven dulces y las pesadas livianas, cuando el amor a Jess y el recuerdo desu Santa Madre penetran en lo ntimo del corazn. Si alguien lo quiere experi-mentar basta con que ambos sean el frecuente objeto de su pensamiento, quehable y lea acerca de ellos y que a ellos dirija sus cantos y sus ruegos.

    3) Para que puedan luego conocer un poco la excelentsima dignidad de la muyBienaventurada Virgen Mara, escuchen algunos de los tantos dones y privile-gios, con los que Dios la ha bendecido y ensalzado, por encima de todos los san-tos ngeles y arcngeles en el cielo, y por encima de todos los hombres en latierra. Mara es la Virgen Santsima y la muy querida Madre de Dios, de quiense canta en la Iglesia, ampliamente difundida en todo el mundo: "La Santa Ma-dre de Dios ha sido ensalzada por encima de los coros de los ngeles". Re-flexionen atentamente sobre los antiguos episodios concernientes a los pa-

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    triarcas, de cuya estirpe naci Mara como rosa sin espinas entre las espinas.Efectivamente, as como un da muchos santos hombres: patriarcas, profetas,

    jueces, reyes, sacerdotes, levitas, doctores y escribas, anunciaron con pala-bras, signos y figuras que Cristo, Hijo de Dios, nacera de una Virgen para laredencin del mundo y morira en la cruz, de igual modo, en perfecta armona yde acuerdo con el plan divino de la salvacin, la muy Bienaventurada y devotaVirgen Mara fue prefigurada y preconizada por medio de las sagradas vrgenesde aquel tiempo, a travs de mujeres ilustres, castas viudas, devotas profeti-sas, y mediante honestas matronas, que vivan castamente, y que, para guardarsu pureza, llevaban vida de clausura en sus propias casas junto con sus criadas,lejos de las miradas de los hombres.

    4) Mara, como dice la Sagrada Escritura, es verdaderamente la Virgen msprudente de todas las vrgenes, la ms pdica de todas las mujeres, la mshermosa de todas las muchachas, la ms honesta de todas las seoras, la ms

    graciosa de todas las doncellas y la reina mas noble de todas las reinas. En ellarefulgen todo el decoro de la virgen, toda virtud moral, toda especulacin teo-lgica, toda amorosa devocin, todo ejercicio de virtud, toda perfeccin desantidad. Adems, todas estas cualidades se acumulan, residen y resplandecenen ella de modo tan perfecto que nadie se le asemej antes de su aparicin, ninadie fue, es o ser semejante a ella despus de su venida. Como alguna vez eltemplo material de Salomn fue el ms majestuoso de todos los templos de latierra, por mucho el ms famoso y el ms ornamentado, y era magnficamentevenerado por los reyes y los pueblos, as tambin el templo espiritual de Dios,

    la Bienaventurada Virgen Mara, limpia de toda mancha, es superior a todos lostemplos de los santos, y, por lo mismo, ms que todos debe ser inmensamentehonrada y amada.

    5) Mara es una muy ilustre hija, noblemente procreada de la insigne estirpe delos patriarcas, descendiente de la nclita casta sacerdotal, preanunciada por elcoro de los profetas, vstago de estirpe real, descendiente en lnea recta deDavid, de la tribu de Jud, hija del pueblo de Israel y nacida, por disposicindivina, de padres santos y gratos a Dios.

    6) Feliz e inmaculada Virgen Mara, dignsima de toda alabanza y honor, con laque cada uno debe sentir la necesidad de abrazarse con todo amor y respeto!Esplndida piedra preciosa de las vrgenes, predestinada por Dios desde elprincipio y antes de todos los siglos para dar a luz en la plenitud de los tiempos

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    al Redentor del mundo! Deseada de los patriarcas, preanunciada por los profe-tas, elegida de muchos reyes y de muchos justos, fuiste largo tiempo esperadapor el devotsimo pueblo de Israel y, por fin, visiblemente donada al mundo en-fermo por la misericordia de Dios.

    7) Sagrada e ilustrsima Virgen Mara, cun maravilloso y alabado en todo elmundo es tu nombre! Del Oriente al Occidente, en todas las zonas del orbe, les proclamado a judos y gentiles, a griegos y romanos, a latinos y germanos

    junto con el evangelio de Jesucristo tu Hijo, y asimismo es proclamado sin inte-rrupcin alguna en todas las iglesias cristianas, en las capillas y en los claus-tros, en los campos y en las selvas consagradas a Dios, de parte de pequeos ygrandes, de sacerdotes y doctores, de los predicadores de todas las rdenesreligiosas, que al unsono se complacen en alabarte y darte a conocer. Adems,todos los justos desean y gozan inmensamente el poder ensalzarte hasta lasestrellas, y exaltar tu santidad y tu belleza por encima de cualquier anglica

    dignidad. Ellos, aunque canten, recen, mediten y celebren solemnemente tusfiestas, no se cansan nunca, de acuerdo con el dicho de la sabidura que pro-clama: "Quien se alimenta de m, tendr todava ms hambre; y quien me bebe,tendr todava ms sed".

    8) Alabanza y gloria, pues, al Dios Altsimo, que aqu en la tierra te concedi, ohMara, las gracias ms grandes entre todas las hijas de los hombres, y que aho-ra ha puesto tu trono al lado del de tu Hijo en el Reino de los cielos, en el lugarms alto y ms encantador, por encima de los coros de los ngeles y de los san-

    tos, preparado para ti desde toda la eternidad y destinado a durar con felici-dad por siempre.

    9) A ti que eres digna de suma veneracin, oh Virgen Mara, Madre e Hija deleterno Rey, te tribute alabanza toda boca, venerndote con los ms altos hono-res, porque eres la ms pura de las vrgenes, la ms humilde, la ms caritativa,la ms paciente, la ms misericordiosa, la ms fervorosa en la oracin, la msprofunda en la meditacin, la ms excelsa en la contemplacin, la ms prdigade consejos, la ms poderosa para prestar socorro. Eres el palacio real de Dios,la puerta del cielo, el paraso de las delicias, el pozo de las gracias, la gloria delos ngeles, la alegra de los hombres, el modelo de las costumbres, el esplen-dor de las virtudes, el faro de la vida, la esperanza de los necesitados, la saludde los enfermos y la madre de los hurfanos.

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    10) Eres la Virgen de las vrgenes, toda suave y hermosa, resplandeciente comouna estrella, dulce como una rosa, blanca como una margarita, luminosa como elsol y la luna en el cielo y en la tierra. Eres Virgen mansa, inocente como unacorderita, simple como una paloma, prudente como una noble matrona, servicialcomo una humilde criada. Eres santa raz, cedro excelso, vid fecunda, frutodulcsimo, majestuosa palmera. En ti se encuentran todos los bienes y por tumedio se nos conceden los premios eternos. Por consiguiente, mientras vivamos,todos debemos recurrir a ti, como hijos al regazo de la madre y como hurfa-nos a la casa del padre, a fin de ser protegidos de todo mal por tus gloriososmritos y tus oraciones.

    11) Oigan lo que afirma cierto escritor sobre las doce estrellas que adornan lacorona de la Bienaventurada Virgen, por la cual Mara resplandece en el cielopor encima de todos los santos. Estas doce estrellas son las doce caractersti-cas de su esplndida realeza. Respecto de la Iglesia militante, ella posee cuatro

    caractersticas, que redundan en obras de misericordia: atiende ms benigna-mente que todos los otros y se inclina con ms humildad; obra con firmeza, pe-ro socorre con frecuencia, como nos ensea la experiencia en las difciles ne-cesidades de la Iglesia. En relacin con la Iglesia triunfante, Mara poseeigualmente cuatro caractersticas: su trono en el cielo est colocado ms arri-ba que todos los otros y resplandece con ms intensa luz; es amada con msfervor y honrada con mayor difusin, como corresponde a sus gloriosos mri-tos. Con respecto a la Santsima Trinidad posee tambin cuatro caractersti-cas, o sea, cuatro estrellas que brillan ms que todas: entre los que contemplan

    la gloria de la eterna Trinidad, ningn otro la intuye con mayor limpidez, la amacon ms profunda alegra, la contempla ms ntimamente y disfruta de ella conms felicidad en el cielo. No hay ninguna duda al respecto.

    12) Escuchen tambin lo que, a propsito de estas doce estrellas, dice Bernar-do, el ardoroso amante de la Bienaventurada Virgen, el doctor "melifluo" y eldevoto educador de monjes: "Sobre su cabeza una corona de doce estrellas...Quin podr jams estimar el valor de estas piedras preciosas? Quin podr

    jams contar las estrellas de que se compone la corona regia de Mara? Es im-posible que el hombre pueda explicar cmo est compuesta esta corona".

    13) En mi modesta opinin y lejos del peligroso sondeo de los misterios divinos,me parece que puedo identificar en estas doce estrellas quiz sin incongruencialas doce prerrogativas con que est adornada Mara: prerrogativas del cielo,

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    prerrogativas de la carne y prerrogativas del corazn. Si este nmero tres lomultiplicamos por cuatro, probablemente tendremos las doce estrellas, quehacen brillar la corona de nuestra Reina a los ojos de todos. Para m, el fulgorresplandece en la natividad de Mara, en la anunciacin, en la intervencin delEspritu Santo, en la inefable concepcin del Hijo de Dios. Ustedes, en la medi-da de su diligencia, podrn profundizar mejor el tema. A m me basta habersealado tan slo algunas consideraciones. Pero, si se quiere ahondar ms en elsignificado mstico de las doce estrellas, lase el discurso de san Bernardo, quecomienza as: "Un gran signo apareci en el cielo".

    14) Queridos hermanos, por el singular respeto y amor que ustedes le tienen ala Santsima Virgen Mara, evoquen a menudo en su mente estos temas, e inclu-so saborenlos con sus labios. En agradecimiento, entonen con fervor himnos ycantos de alegra en sus fiestas y en sus solemnidades. Pero sobre todo desc-branse la cabeza y hagan una inclinacin delante del altar de Dios y de la ima-

    gen de la Virgen Bienaventurada; doblen las rodillas humildemente, como si enla realidad viesen a Mara dialogar con el ngel y llevar en brazos a su Hijo.Luego, levantando los ojos con gran confianza de ser salvados, imploren conmucho afecto la ayuda compasiva de la Madre de la misericordia, y recen la si-guiente oracin.

    15) "Clementsima Madre de Dios, Virgen Mara, Reina del cielo, Seora delmundo, alegra de los santos, aliento de los que delinquen, escucha los gemidos

    de los pecadores arrepentidos; atiende los deseos de los devotos; socorre lasnecesidades de los enfermos; reanima el corazn de los atribulados; asiste alos agonizantes; protege a tus suplicantes servidores de los asaltos de los de-monios; lleva contigo a los que te aman al premio de la eterna bienaventuranza,donde con tu amadsimo Hijo Jesucristo reinas con felicidad por siempre.Amn".

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    LIBRO TERCEROAMAR A MARA

    Captulo IA Jess con Mara

    1) Es justo y lgico que, despus del recuerdo de la santa cruz, se tenga tam-bin un especial recuerdo de los dolores de la Santsima siempre Virgen Mara,Madre de Dios, la cual estuvo fielmente al lado de su querido Hijo Jess, quependa de la cruz y mora por la salvacin de todo el mundo. Espectculo desga-rrador, el de la Madre y el del Hijo crucificado: el de la Madre que llora y eldel Hijo que sufre por ella; de la Madre anonadada de dolor y del Hijo que lehabla; de la Madre que est al pie de la cruz y del Hijo que pende de la cruz, dela Madre que suspira y del Hijo que expira. Abismo de inmenso dolor, que no

    debe olvidarse nunca, sino que debe conservarse fuertemente grabado en elcorazn de los fieles.

    2) Pilato hizo escribir sobre la tablilla fijada en la cruz: "Jess Nazareno, reyde los judos" (Jn 19, 19). Escrbelo t tambin con letras de oro en tu corazn,contra los escarnios de los hombres y el terror de los demonios, y Jesucristo,Rey del cielo, te librar de toda persecucin de los malvados. Si as lo hicieres,tambin estar a tu lado con sus oraciones Mara, la Madre de Jess, para queno te desesperes en las angustias y en los ltimos instantes de tu vida.

    3) Ninguna madre experiment tanta alegra ni tanto consuelo en el nacimientodel propio hijo, como los que experiment esta Santsima Madre, que mereciconcebir y dar a luz al Hijo de Dios. De igual modo, ninguna madre sufri y so-port tanto abatimiento y tan desgarrante dolor por la muerte del propio hijo,como esta amantsima Madre en la pasin de su querido Hijo, al participar ensus dolores. Se mantuvo firme aliado de su cruz y, transida por la espada deldolor, llor con inmensa amargura.

    4) Al observar tamaos sufrimientos en el Hijo, al que amaba de manera singu-lar y por encima de todo, se debi a un verdadero milagro el que haya podidoseguir viviendo todava en el cuerpo, mientras su alma era traspasada por laespada del dolor todas las veces que vio y oy al Hijo lamentarse, dilacerado yescarnecido. Martirio realmente nico para la Madre desolada y para la Virgen

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    tierna, con el corazn atormentado y sufriendo con el Hijo ms atrozmente queun mrtir tendido sobre el caballete de tortura.

    5) Si ustedes, hermanos, aman a nuestra Seora, y si desean su ayuda en todaslas tribulaciones, detnganse con ella junto a la cruz de Jess, tomando partede todo corazn en los padecimientos de ambos, para que ella, en la hora de sumuerte, ruegue solcitamente a fin de que se les perdonen sus pecados y susfaltas. Efectivamente, el que ruega, recuerda y medita con devocin y frecuen-cia la pasin del Seor y las lagrimas de su dolorossima Madre, bien puede es-perar en la misericordia de Dios y en la bondad de la Madre y del Hijo, queellos estn presentes en sus necesidades y lo conforten al momento de morir.Qu dichosa aquella alma que am en vida a Jess y a Mara, y medit diaria-mente la dolorosa presencia de ella al lado de la cruz de Jess! Feliz el religio-so que desprecia todos los placeres mundanos y ha elegido a nuestra Seoracomo Madre consoladora, guardiana y protectora de toda su vida.

    6) Nadie puede dudar que la buena y misericordiosa Madre, consoladora de lospobres y auxiliadora de los hurfanos, gustosamente pronunciar una palabradulce y bondadosa a favor del fiel servidor que est por salir de este mundo.Apaciguar con sus santas oraciones el rostro de su amado Hijo y nuestro Re-dentor, diciendo: "Amorossimo Hijo mo, ten piedad de tu siervo que me ama yme alaba, como t mismo has visto y conoces. Los santos ngeles me anunciabanlos frecuentes saludos que brotaban con devocin de sus labios, al recordar misgozos, y cmo sola invitar a numerosos hermanos para alabar con l tu santo

    nombre. El es nuestro secretario, y escribe libros de devocin. Yendo por lacalle y al ver de lejos una cruz, se acuerda de tu pasin y te demuestra suatencin, inclinndose delante de ella. Se trata del mismo que, al ver en unaiglesia o en otro lado una imagen que te representa descansando sobre mis ro-dillas o muerto entre mis brazos, se pona triste, derramaba lgrimas, solloza-ba, rezaba doblando las rodillas y te adoraba. El no se alej nunca de nosotrossin darnos un beso de amor; y ms bien, todos los das y todas las noches man-tuvo vivo en su corazn el sentimiento compasivo por tus santas llagas y por laslgrimas de mis ojos, procurando efusivamente compadecerse de m. Acurda-te, pues, de todo esto, mi muy querido Hijo, y concdele hallar misericordiaante ti. Te suplico fuertemente en su favor, junto con todos tus ngeles y san-tos".

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    7) Obren as, hermanos, mientras estn bien y tienen todava tiempo para en-mendarse. Procrense amigos y abogados tales, que puedan decir una buenapalabra, grata a Dios, para disculpar sus ofensas y sus deudas; y que los puedanrecibir en sus eternas moradas, despus de los peligros y las fatigosas luchasde este mundo, ya que es imposible que ustedes encuentren amigos ms fieles ypoderosos en el cielo y sobre la tierra que Jess, Rey de los ngeles, y que Ma-ra, nuestra Seora y Reina del cielo. Si aman a Jess, tomen su cruz, sigan sucruz, permanezcan al lado de su cruz, abrcenla y no la abandonen hasta que noestn junto a Jess, verdadera luz, quien dijo: "El que me sigue no camina enlas tinieblas". Si desean ser consolados en cualquier tribulacin, acrquense aMara, Madre de Jess, que est de pie junto a la cruz, dolorida y baada enlgrimas, y todo lo que los oprime se disipar o se volver ms soportable. An-tes de morir, elijan a esta benignsima Madre de Jess por encima de todos losparientes y de todos los amigos, como su Madre y Abogada; y saldenla fre-cuentemente con el Ave Mara, que tan grata le es.

    8) Si el enemigo maligno los tienta y les impide invocar a Dios y a Mara, no sepreocupen y no dejen de alabarlos y de rezar; pero con ms fervor invoquen aMara, saluden a Mara, piensen en Mara, nombren a Mara, honren a Mara,inclnense ante Mara, recomindense a Mara. Permanezcan en casa con Mara;guarden silencio con Mara, disfruten con Mara; sufran con Mara, trabajencon Mara; velen con Mara, oren con Mara; caminen con Mara, estn sentadoscon Mara; busquen a Jess con Mara, estrechen entre sus brazos a Jess conMara. Vivan en Nazaret con Jess y Mara, vayan a Jerusaln con Mara, estn

    junto a la cruz de Jess con Mara, lloren con Mara; sepulten a Jess con Ma-ra, resuciten con Jess y con Mara, suban al cielo con Jess y con Mara; an-helen vivir con Jess y con Mara.

    9) Si meditan bien estos temas, hermanos, y si deciden ponerlos en prctica, eldiablo huir a la vista de ustedes, que progresarn en la vida espiritual. Mara,en su clemencia, rogar gustosamente por ustedes; y Jess la escuchar demuy buena gana, por el respeto que tiene por la Madre. Es muy poca cosa lo quellevamos a cabo. Pero si nos acercamos al Padre por medio de Mara y de suHijo Jess, obtendremos misericordia y gracia en la tierra, y tambin gloria sinfin con ellos en el cielo. Amn.

    10) Feliz el alma devota que en esta tierra tenga a Jess y a Mara como nti-mos amigos: comensales a la hora de comer, compaeros en los viajes, solcitos

  • 7/28/2019 Imitacion de Maria

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    en la necesidad, consoladores en los sufrimientos, consejeros en las incerti-dumbres, auxiliadores en los peligros y en el momento de la muerte. Dichoso elque se considera peregrino en esta tierra y estima como la mxima alegra te-ner de huspedes a Jess y Mara en lo profundo de su corazn.

    Captulo IIEficacia del Ave Mara

    1) Primer ejemplo. Un hermano haba extraviado en su celda un librito y, a pe-sar de prolongadas y cuidadosas bsquedas no logr encontrarlo. Estaba muyentristecido por esta prdida y se desvaneca su esperanza, hasta que se refu-gi en la oracin e invoc a la Bienaventurada Virgen con el Ave