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Holahan, Ch. J. (2000). Psicología ambiental. Un enfoque general. México: Limusa. Pp. 312-316, 323- 325, 356-359, 391-393.

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Holahan, Ch. J. (2000). Psicología ambiental. Un

enfoque general. México: Limusa. Pp. 312-316, 323-

325, 356-359, 391-393.

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, PSICOLOGIA AMBIENTAL

UN ENFOQUE GENERAL

Charles J. Holahan Universidad de Texas, en Austin

12:) LIMUSA NORIEGA EDITORES

MÉXICO • Espatla • Venezuela • Colombia

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VERSIÓN AUTORIZADA EN ESPAÑOL DE LA OBRA PUBLICADA EN INGL~S CON EL TITULO: ENVIRONMENTAL PSICHOLOGY e RANOOM H ousE, INC.

ColABORADOR EN LA "ffiAOUCCIÓN: MIGUEL ÁNGEL VALLEJO VIZCARRA •

REVISIÓN: CI-RLOS CASTAÑO ASMITIA LicENCIADO EN SOCIOLOGIA. PROFESOR EN LA FA· CULTAO DE INGENIERIA Y EN LA FACULTAD DE CiENCIAS P OlíTICAS y SociALES DE LA U NIVERSIDAD NACIONAl Al!TóiiiOMA LE M8c.ICO.

lA PRESENTACIÓt Y OISPOSIClÓN EN COI'UJNTO DE

PSICOLOGfAAMBIENTAL UN ENFOQUE GENERAL

SON PROPIEDAD DEL EDITOR. NiNGUNA PARTE DE ESTA OBRA PUEDE SER REPRODUCIDA O TRANSMITIDA, MEDIANTE NINGÚN SISTEMA O M~TODO, ELECTRó· NICO O MECÁNICO (INCLUYENDO EL FOTOCOPIADO, LA GRABACIÓN O CUALQUIER SISTEMA DE RECUPERA· CIÓN Y ALMACENAMIENTO DE INFORMACIÓN), SIN CONSENTIMIENTO POR ESCRITO DEL EDITOR.

DERECHOS RESERVADOS:

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CANIEM N ú M. 121

S~PTIMA REIMPRESIÓN

HecHO EN Mt!x1co ISBN 968-18-3767-3

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Contenido

NATURALEZA E HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA AMBIENTAL 19

Definición de psicología ambiental 21 Características de la psicoiogía ambiental 21

Enfoque adaptativo 22 Participación interdisciplinaria 25 Orien­tación aplicada 25 Diversos métodos de investigación 27

Historia de la psicología ambiental 27 Midwest y sus niños 27 Investigación sobre diseño ambiental 29 Formulación de teorías 33

Métodos de investigación de la psicología ambiental 34 Validez interna 34 Validez externa 36 Experimentación en el laboratorio 36 Estudios correlacionales de campo 37 Experimen­tación de campo 38

PERCEPCIÓN DEL AMBIENTE 43

Naturaleza de la percepción del al'llbiente 44 Singularidad de la perceBtión ambiental 45 Dimensiones de la estimuladón ambiental 47/ Medición de la percepción ambiental 48

Funciones psicológicas de la percepción ambiental 51 Orientación de las actividades del individuo 51 Adaptación a nuevos ambientes 52 Influencias del contexto ambiental en la percepción 53

Teorías sobre la percepción del ambiente 55 Teoría de la Gestalt 56 Teoría ecológica 57 Teoría probabilista 58

Aplicaciones en la planeación del ambiente 61 Claridad perceptual 62 Complejidad visual óptima 62 Planeación para casos de desastres naturales 64

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Contenido

CONOCIMIENTO AMBIENTAL 69

Naturaleza del conocimiento ambiental 70 La imagen de la ciudad 70 Elaboración de mapas cognoscitivos 76 Escala de mapas cognoscitivos 78

Medición de mapas cognoscitivos 80 Funciones psicológicas del conocimiento ambiental 82

Solución a los problemas de espacio 82 Comunicación 85 Iden­tidad personal 87

Perspectivas teóricas del conocimiento ambiental 90 Cómo influye la conducta espacial en los mapas cognoscitivos 90 Teorías del desarrollo relativas al conocimiento ambiental 94 Teo­rías de la psicología experimental 100

Aplicaciones en la planeación ambiental 103 Diseño de un panorama urbano legible 103 Complejidad ambien­tal 107 Un planteamiento cognoscitivo con respecto a la partici­pación del usuario 109

ACTITUDES AMBIENTALES 113

Naturaleza de las actitudes ambientales 114 ¿Qué es una actitud? 114 Actitudes ambientales 115 Índices de la calidad ambiental percibida 118

Funciones psicológicas de las actitudes ambientales 122 Elección residencial 123 Protección del ambiente 125

Perspectivas teóricas de las actitudes ambientales 130 Cómo se aprenden las actitudes ambientales 130 Cómo influyen las actitudes en la conducta 133 Predicción de la preferencia es­tética 135

Aplicaciones en la planeación del ambiente 136 Las preferencias del usuario en el diseño residencial 137 Las actitudes del usuario y el desarrollo de los recursos naturales 140 Actitudes ambientales y programas de conservación 143

RENDIMIENTO ESCOLAR Y LABORAL 149

Naturaleza del rendimiento ambiental 150 Identificación de las variables ambientales 150 Definición de las variables del rendimiento 152 Métodos de medición del ren­dimiento 156

Efectos del ambiente en el rendimiento 159 Los efectos de la luz 159 Los efectos del ruido 161 Los efectos de la temperatura 164 Los efectos de la disposición espacial 166

Perspectivas teóricas del ambiente y el rendimiento 167 Teoría de la excitación 168 Teoría del enmascaramiento audi­tivo 171 Un modelo unificador 172

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Contenido 15

Aplicaciones en la planeación ambiental 173 Objetivos generales de planeación 173 Problemas de diseño específicos 174

STRESS AMBIENTAL 185

Naturaleza del stress ambiental 186 Definición de stress ambiental186 Identificación de los productores de stress ambiental 189 Medición del stress ambiental 192

Efectos psicológicos del stress ambiental 194 Los efectos del ruido 194 Los efectos de la temperatura extrema y de la contaminación atmosférica 198 Los efectos de los produc­tores de stress ambiental en los ancianos 203

Perspectivas teóricas del stress ambiental 206 Predicibilidad del ruido y stress ambiental 207 Control personal y stress ambiental 207 Impotencia aprendida y stress ambiental 211 Modelo atributivo de la impotencia 213 Sobrecarga de informa­ción y stress ambiental 215

Aplicaciones en la planeación ambiental 216 Reducción del ruido urbano 216 Diseño de ambientes para el anciano 219

AGLOMERACIÓN 22í

Naturaleza de la aglomeración 230 Definición de aglomeración 230 La aglomeración como productor de stress 233 Técnicas de investigación para el estudio de la aglomeración 236

Efectos psicológicos de la densidad 240 Enfermedades y patología social en animales 240 Enfermedades físicas y patología social en los seres humanos 240 Conducta so­cial 243 Rendimiento en el desempeño de tareas y estado de ánimo 246

Perspectivas teóricas de la aglomeración 248 Aglomeración y sobrecarga de información 248 Aglomeración y limitación de conducta 251 Modelos ecológicos sobre la aglome­ración 255 Aglomeración y control personal 257

Aplicaciones en la planeación ambiental 261 Diseño de ambientes residenciales sin aglomeración 261 Técnicas de diseño para ambientes densos 263 Programación de los am­bientes de alta densidad 267

PRIV ACÍA Y TERRITORIALIDAD 271

Privada 271 La privada y sus significados cotidianos 272 Perspectiva legal de

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16 Contenido

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la privada 27 4 Consideraciones de las ciencias de la conducta sobre la privada 275 Definición básica de privada 275 Métodos de investigación para el estudio de la privada 276

funciones psicológicas de la privada 277 Interacción social 277 Identidad personal 279

Perspectivas teóricas de la privada 282 Modelo dinámico sobre la privada 282 Procesos de regulación de límites 284

Aplicaciones en la planeación ambiental 286 La privada como un objetivo de diseño 286 Privada ocupacional 287 Privada residencial 288 Privada en las instituciones 289

Territorialidad 291 Definición de territorialidad 291 Tipos de territorio 292 Métodos de investigación para el estudio de la territorialidad 293

Funciones psicológicas de la territorialidad 295 Actividades cotidianas 295 Organización social 296 Identidad personal y de grupo 297

Perspectivas teóricas de la territorialidad 299 Teorías sociobiológicas 299 Teorías socioculturales 301

Aplicaciones en la planeación ambiental 305 Diseños que satisfagan las necesidades de territorialidad 305 Te­rritorialidad residencial 306 Territorialidad en los ambientes ins­titucionales 306

o ESPACIO PERSONAL 311

Naturaleza del espacio personal 312 Definición de espacio personal 312 Diferencias culturales del espacio personaf 316 Otras diferencias individuales del espacio personal 318 Técnica de medición del espacio personal 320

-¡Funciones psicológicas del espacio personal 323 Autoprotección 323 Atracción interpersonal 330

Perspectivas teóricas del espacio personal 334 El espacio personal como instrumento de la comunicación 334 Modelo de stress del espacio personal 337 Modelos de sistemas del espacio personal 339

Aplicaciones en la planeación ambiental 341 Arquitectura e interacción social 341 Diseño de ambientes tera­péuticos 344 Diseño de ambientes educativos 345

10 AFILIACIÓN Y SOLIDARIDAD EN EL AMBIENTE URBANO 349

Naturaleza de la afiliación y la solidaridad en el ambiente urbano 350 Cuadro cualitativo de la vida social urbana 350 Elementos de la vida social urbana 352 Carácter informal de la vida social ur-

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Contenido 17

bana 355 ~ importancia del ambiente en la vida social urbana 356 ¿Qué es un barrio bajo? 357 Métodos de investigación para el estudio de la vida social urbana 358

Funciones psicológicas de las redes sociales del vecindario 359 Conservación del orden social 359 Establecimiento de la identidad personal 362 Apoyo a la salud mental 363

Perspectivas teóricas de las redes sociales del vecindario 365 Proximidad física y elección de amistades 365 Teoría del espacio defendible 369 Teoría de apoyo social 373

Aplicaciones en la planeación ambiental 375 Diseño de espacios exteriores multifuncionales 375 Humanización del diseño de viviendas en edificios altos 378 Reducción de los costos personales de la renovación urbana 381 Participación ciu­dadana en la planeación urbana 382

AMBIENTE Y CONDUCTA: UN MARCO UNIFICADOR 389

Un punto de vista adaptativo 390 -.::¡Modelo holístico del ambiente 391

La persona total 393 Paradigma de la personalidad 393 Modelo de la persona total 394

Transacción persona-ambiente 396 Interaccionismo 396 Modelo transaccional398 Estudios transac­cionales de la psicología ambiental 399

Aplicaciones en la planeación ambiental 402 Participación interdisciplinaria 402 Planeación pluralista 404 Participación del usuario 405

Bibliografía 409 lndice 459

RECUADROS

Ética de la experimentación de campo 39 Laboratorio de simulación ambiental 50 Algunos problemas de diseño en hospitales psiquiátricos 63 El prototipo de Las Vegas 65 Trazado del mapa cognoscitivo propio 81 Conocimiento ambiental en hombres y mujeres 96 Elaboración del mapa del metro de Nueva York 106 Preferencias de panorama en el ambiente de las orillas de las carreteras 118 Elección residencial y sistemas de transporte rápido 126 Autoevaluación de las actitudes ambientales 128 Cómo evalúan los estudiantes las oficinas escolares 139 Elaboración de un mapa conductual 154 El ruido en los departamentos y la destreza de los niños para leer 163 Remodelación de un salón de clases de plano abierto 180

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18 Contenido

Consecuencias a largo plazo del stress ambiental 190 Diferencias en la sensibilidad al ruido entre los estudiantes 19~

Víctimas del calor: los pobres y los ancianos 204 Efectos no intencionales del control personal 208 Omnipresencia de las "colas" 228 Impresionantes efectos de la densidad en ratas de laboratorio 238 Un estudio de campo del anonimato social 250 Residencias universitarias de baja densidad construidas por estudiantes 264 Una experiencia personal de privada y territorialidad 280 Falta de privada en un pabellón psiquiátrico 290 Territorialidad en un buque de guerra de la Marina de los Estados Unidos 294 Inscripciones en las bardas del territorio de las pandillas juveniles 298 La forma del espacio personal 315 El espacio personal de los prisioneros violentos 329 Cuándo puede servir una invasión del espacio personal para obtener ayuda 335 Soledad en los aeropuertos 343 Costos personales de la reubicación 365 Terror en los edificios altos de las viviendas públicas 370 Diseño innovador en las calles de Nueva York 378 Simulación de toma de decisiones sobre planeación urbana 383

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312 Espacio personal

En este capítulo se demostrará que este complejo conjunto de movimientos y gestos no es aleatorio ni accidental. Representa una dimensión predecible, sis­tematizada y significativa de las relaciones interpersonales. De hecho, el uso del espacio en las relaciones sociales sirve a diversas funciones y necesidade& coti­dianas. La manera en que se utiliza el espacio varía según la edad, los anteceden­tes culturales, el sexo y, en algunos casos, de acuerdo con la personalidad.

Es sorprendente saber que, por lo general, el individuo no se da cuenta del importante rol que desempeña el espacio en sus relaciones sociales. Hasta hace unas décadas, los psicólogos de la conducta también tenían en un olvido casi to­tal a las variadas e interesantes formas en que el individuo utiliza el espacio cuando se relaciona con otras personas. En la actualidad, sin embargo, el uso del espacio en el intercambio social se ha convertido en una de las áreas de la psicología am­biental que más se ha investigado. Literalmente, se han realizado cientos de es­tudios sobre este tema.

NATURALEZA DEL ESPACIO PERSONAL

Definición de espacio personal

Proxémica El interés que se tiene en la actualidad por las formas en que el indi­viduo utiliza el espacio en sus relaciones interpersonales parte de las observacio­nes y especulaciones innovadoras de Edward Hall, antropólogo. En 1966 Hall publicó The Hídden Dímension (La dimensión oculta), un libro que resume y am­plía ~u trabajo anterior en esta área (Hall, 1955, 1959, 1960, 1963a, 1963b). Inven­tó el término proxémica para definir el estudio científico del espacio como medio de comunicación interpersonal.

Las observaciones de Hall se basan en un trabajo previo realizado en el campo de la etología , rama de la biología que estudia la conducta de adaptación de los ani­males. Heini Hediger (1950, 1955, 1961), un psicólogo suizo que estudia los anima­les, ha identificado una serie de zonas espaciales que rodean a cada animal de una especie particular, que regulan sistemáticamente la interacción con otros ani­males de la misma o de otras especies. Dos tipos de distancia controlan la inte­racción con miembros de otras especies. La distancia de evasión es el punto en que el animal se alejará de otro animal de una especie diferente; la distancia crítica es la zona estrecha que se localiza entre la distancia de evasión y el punto en el cual el animal acechado volteará y atacará al intruso. Por ejemplo, un león cautivo se alejará de una persona que se aproxima hasta que el león encuentra una barrera. Si la persona continúa acercándose y se encuentra en la zona de distancia crítica de león, éste se volverá y comenzará a atacarla (Hall, 1966).

Existen dos tipos adicionales de distancia que regulan la interacción entre ani­males de la misma especie. La distancia personal es el espacio que se mantiene normalmente entre animales que no tienen una relación íntima. La distancia so­cial es el punto en el que el animal comienza a sentirse inquieto debido a que no tiene contacto con su propio grupo. De esta manera, la distancia personal se basa en la separación, y la distancia social, en la idea de pertenecer a un grupo. Hall sugiere que aunque la distancia de evasión y la distancia crítica han sido

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Naturaleza del espacio personal 313

Figura 9-1 Las personas regulan cuidadosamente la distancia espacial entre ellas y los demás.

© Mike Mazzashi/Stock, Boston.

eliminadas de la interacción entre los humanos, la distancia personal y la social ejercen aún una influencia reguladora sobre la interacción humana.

Distancias de interacci6n humana Una de las principales contribuciones de Hall al estudio psicológico de la conducta espacial es el haber identificado y descrito cuatro zonas de distancia (cada una con una fase cercana y una lejana) que regu­lan la interacción entre los seres humanos (figura 9-1). La distancia íntima es la zona que va desde el contacto físico hasta 42 cms. de un individuo; es el área reservada para las prácticas amorosas, las confidencias y los deportes de contacto físico, como son las luchas. La distancia personal es el área desde los 42 cms. hasta 1.20 m. de una persona; es la distancia propia para la interacción entre amigos muy íntimos y las conversaciones personales entre conocidos. (Este concepto se relaciona con la idea de Hediger sobre la distancia personal entre los animales). La distancia social, que se extiende desde 1.20 m . hasta 3.60 m. alrededor del individuo, se utiliza para contactos de negocios, con asuntos más formales y dis­tantes, restringidos a la fase lejana. Por último, la distancia pública es la zona que comprende desde los 3.60 m. hasta 7.20 m. o más de una persona, y se reserva para contactos muy superficiales , tales como los que se dan entre un orador o un actor y el público.

Espacio personal A partir de los clásicos estudios de Hall sobre proxémica, se ha desarrollado un extenso cuerpo de investigación y de conocimientos sobre el área denominada "espacio personal" . El espacio personal se define como la zona que rodea a un individuo, en donde no puede entrar otra persona sin autorización. Se ha comparado esto con una burbuja alrededor del individuo, lo que crea un lími­te invisible entre la persona y los posibles intrusos. A diferencia de una burbuja de verdad, la del espacio personal es altamente variable, y se estrechará o ensan­chará de acuerdo con las diferencias individuales, las circunstancias cambiantes y la naturaleza particular de las relaciones interpersonales.

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314 Espacio personal

Aunque el espacio personal a menudo se considera como circular, algunos estudios (Hayduk, 1975) indican que no es un círculo perfecto (véase recuadro: "La forma del espacio personal"). Y aunque la idea de la burbuja pone énfasis en la distancia espacial entre las personas, se descubrirá que la conducta de dis­tanciamiento, además de otras, que incluyen el contacto visual y la orientación del cuerpo, también se emplean para mantener el espacio personal. Es importan­te reconocer que el espacio personal es el resultado de fuerzas que tienden hacia el acercamiento y la evasión y que, como tal, comprende una apropiada gama de tipos de interacción específicos, de modo que no es una simple defensa contra las intromisiones. Robert Sommer comentó al respecto: "Al igual que los puer­cos espín de la fábula de Schopenhauer, las personas gustan de estar lo suficien­temente cerca para obtener calor y amistad pero también alejarse lo suficiente para no pincharse unos a otros"(1969:26).

Los modelos más aceptados contemplan el espacio personal como un com­plejo patrón de conductas relacionadas que se ajustan sistemáticamente a las cir­cunstancias cambiantes. Esta posición teórica refuerza la idea de que el espacio personal se mantiene mediante una gama de conductas interrelacionadas, ade­más de la distancia interpersonal, las cuales incluyen el contacto visual, la posi­ción de la cabeza y la orientación del cuerpo. Al tratar acerca de las invasiones del espacio personal, se verá que una persona cuyo espacio es invadido responde con una compleja variedad de patrones de conducta.

Estos modelos de sistemas del espacio personal (y de conducta espacial en general) han partido de un marco teórico más amplio de las ciencias físicas y hu­manas conocido como teoría general de sistemas (véase Boulding, 1968; von Berta­lanffy, 1968). En los modelos de sistemas es esencial la idea de que tanto los sistemas biológicos como sociales (por ejemplo, una organización industrial, el cuerpo humano, un ecosistema forestal) están compuestos por diversas variables que funcionan entrelazadas para mantener un estado general de equilibrio en el sistema a través del tiempo. Por ejemplo, los distintos órganos del cuerpo huma­no funcionan en conjunto en una compleja interacción de influencias mutuas pa­ra mantener una temperatura estable a pesar de que las condiciones externas de temperatura y humedad varíen considerablemente.

Espacio personal, privada y territorialidad Se debe distinguir entre espacio per­sonal y dos conceptos relacionados, aunque distintos, que se examinaron en el capítulo 8 (privada y territorialidad). Para esto, cabe recordar que el espacio per­sonal siempre tiene un referente espacial (la distancia entre dos personas). Aun­que, como se verá, la distancia física puede ser menos importante en sí que la manera en que las personas regulan las señales en la comunicación interperso­nal, el referente espacial es una parte invariable en la definición del espacio personal.

La privada, por el contrario, se refiere más ampliamente al control del acceso entre uno y los otros, e implica mecanismos múltiples tales como mensajes ver­bales y el tipo de ropa, además de señales espaciales. No obstante, existe una im­portante relación entre espacio personal y privada: el espacio personal es un mecanismo que puede utilizarse para lograr el nivel deseado de privada (véase Altman, 1975). Por ejemplo, una persona que quiere evitar que otros distraigan su atención mientras estudia en la biblioteca del colegio (desea un alto grado de

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Naturaleza del espacio personal 315

La forma del espacio personal

Los mvestigadores, por Jo general, se han referido al espacio personal como un círculo, sin embargo, Leslie Hayduk (1978) ha señalado que el espacio personal pro­bablemente es más complejo de lo que sugiere la imagen de un círculo. La idea de que el espacio personal es circular está basada en un enfoque de la zona del espacio personal hecho desde arriba de la cabeza del individuo; el espacio personal se con­sidera como un círculo con el individuo en el centro. Este planteamiento explica só­lo dos dimensiones espaciales pero desatiende por completo la tercera.

Hayduk propone un modelo tridimensional del espacio personal, como se mues­tra en la figura de abajo. Los ejes X y Y en la base de la figura definen el plano hori­zontal en que se representa típicamente el planteamiento circular. El eje Z añade una tercera dimensión vertical a la zona del espacio personal. Lo que originalmente parecía un círculo desde una vista superior ahora parece un cilindro de la altura del individuo.

La zona del espacio personal tridimensional puede no tener una forma regular. Por ejemplo, las líneas punteadas de la figura 9-2 muestran una zona de espacio personal que es circular en toda su altura , y de tamaño uniforme de la cintura hacia arriba, pero que se estrecha hacia abajo. El modelo tridimensional del espacio per­sonal_de Hayduk sigue siendo hipotético; es necesario realizar investigaciones em­píricas sistemáticas para poder entender por completo la forma del espacio personal. No obstante, la idea de que el espacio personal es tridimensional es comprometedo­ra, y las investigaciones futuras deberán examinar sus dimensiones, tanto las verti-cales como las horizontales. z

Modelo Tridimensional del espacio personal. L. A. Hayduk, " Personal Space: An Evaluative and Orienting Overview", Psychological Bu­lletin, 1978, 85:1 17-34. © American Psycholo­gical Association, 1978. Reimpreso con penniso 1el editor y del autor.

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316 Espacio personal

privada) eligirá sentarse a cierta distancia de las personas que se encuentran allí (para aumentar la zona de su espacio personal).

Se debe distinguir entre espacio personal y territorialidad. Sornmer (1969) hace notar que la defensa del espacio personal está tan relacionada con la defensa del territorio inmediato que los dos procesos pueden parecer idénticos. Sin embar­go, debe recordarse que el espacio personal es un límite invisible que se mueve junto con el individuo cuando éste cambia de lugar. El territorio, por el contra­rio, es un área visible, que tiene una locación estacionaria. Por ejemplo, la burbu­ja del espacio personal del individuo se mueve con él cuando va de su casa o departamento (su territorio) a la casa de un amigo (el territorio de ese amigo).

Diferencias culturales del espacio personal

Nacionalidad Uno de los hallazgos más interesantes en el campo del espacio personal consiste en la observación de que la manera de utilizar el espacio perso­nal varía según el medio ambiente del individuo. Entre los hallazgos más ilustra­tivos se encuentra la evidencia de que las diferencias de nacionalidad influyen considerablemente en el espacio personal. La principal contribución del clásico trabajo de Hall (1966) en este campo fue explicar cómo utilizan el espacio perso­nal los individuos de diferentes naciones. De hecho, tales diferencias algunas ve­ces son causa de que las personas de diferentes medios culturales se sienten ofendidas mutuamente por parecer frías y reservadas o agresivas (fig. 9-2).

Basado en sus propias observaciones, Hall identifica varias diferencias este­reotípicas del espacio personal entre las culturas del norte de Europa y la británi­ca, por una parte, y las culturas mediterránea y árabe, por la otra. Los alemanes son característicamente más formales y distantes en el uso del espacio personal, y se sienten más ofendidos que los estadounidenses cuando perciben violacio­nes en las normas espaciales. Estas diferencias culturales se reflejan incluso en las puertas de los edificios públicos y privados, que son a prueba de ruido y con­siderablemente más sólidas en Alemania. Y mientras en los Estados Unidos no se considera inconveniente que una persona cambie su silla de lugar, según las necesidades de una situación particular, en Alemania es visto como una falta de etiqueta.

Los británicos también muestran mayor reserva y formalidad que los esta­dounidenses en el uso del espacio personal. Sin embargo, los primeros recurren mucho a la orientación del cuerpo, el contacto visual y el nivel de la voz, para mantener la distancia personal. Hall señala que los británicos consideran una gro­sería alzar la voz durante una conversación, así que modulan sus voces tan cui­dadosamente en público que a los estadounidenses les parece algunas veces que están "conspirando" . Con reserva similar, el británico sigue el hilo de una con­versación con un parpadeo más que con un movimiento de cabeza o una expre­sión verbal.

En gran contraste, en las culturas mediterráneas las personas interactúan más estrechamente que los estadounidenses, con un nivel más alto de intervención de los sentidos. Por ejemplo, las aglomeraciones en las calles y en el transporte público en el sur de Francia implican más contacto físico de lo que es característi­co en los Estados Unidos. Más impresionante aún es el uso del espacio en el mun-

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Funciones psicológicas 323

personal real es más baja de lo que se pensaba. Después de una extensa revisión de estudios acerca del espacio personal, Leslie Hayduk (1978) concluye que los métodos de simulación no proporcionan un índice lo suficientemente sólido de la forma en que el individuo utiliza el espacio personal en situaciones sociales reales . El problema principal es que las técnicas de simulación dependen de la capacidad cognoscitiva de los sujetos. Es decir, para utilizar figuras que repre­senten conductas interpersonales reales , los sujetos deben ser capaces de imagi­nar un ambiente social y físico determinado, contemplarse a sí mismos en interacción desde la perspectiva de una tercera persona y convertir la escala de las relaciones sociales reales a la escala de las pequeñas figuras. La influencia de la capacidad cognoscitiva en las mediciones del espacio personal es de interés particular en las pruebas que se realizan con niños, en las que el rango de la ca­pacidad cognoscitiva puede ser considerable.

Un estudio dirigido por Kathleen Lave y John Aiello (1980) apoya la posición de Hayduk. Estos dos investigadores pidieron a parejas de mujeres universita­rias sostener un debate sobre un tema previamente arreglado, en una situación experimental. Durante el debate se registró la distancia interpersonal sin inte­rrumpir su curso. Luego se les presentaron a los sujetos mediciones tradiciona­les del espacio personal dos mediciones por simulación (colocación de figuras de fieltro y colocación de muñecos) y el procedimiento de "aproximación-alto". Después, Lave y Aiello pidieron a los sujetos que colocaran sus figuras o detuvieran el acercamiento para reproducir la distancia interpersonal que habían mantenido durante la discusión. Los investigadores encontraron que las dos me­diciones por simulación y el procedimiento de aproximación-alto tuvieron una escasa correlación con las distancias interpersonales reales mantenidas durante la discusión. Concluyeron que debido a que la conducta de espacio personal ocu­rre sin que el individuo se dé cuenta, le resulta difícil reproducir las distancias interpersonales reales cuando es sometido a una medición por simulación o por el procedimiento de "aproximación-alto" aun cuando se le pide explícitamente que haga eso.

Con base en las pruebas de investigación acumuladas relacionadas con la va­lidez de los métodos de simulación de las mediciones del espacio personal, se puede concluir 1) que Jos psicólogos ambientales interesados en el estudio del espacio personal deben utilizar métodos de observación naturalista siempre que sea posible; 2) que cuando no es posible la observación naturalista es preferible utilizar el procedimiento de "aproximación-alto" que las técnicas de simulación (Hayduk, 1978); y 3) que cuando deba utilizarse la simulación (como cuando se trabaja con una amplia muestra de sujetos), los hallazgos obtenidos deben consi­derarse con un valor relativamente menor que los obtenidos por medio de la ob­servación naturalista.

FUNCIONES PSICOLÓGICAS DEL ESPACIO PERSONAL

Autoprotección

Los psicólogos ambientales opinan que una importante función del espacio per­sonal es la autoprotección. El espacio personal opera como un amortiguador contra

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324 Espacio personal

amenazas físicas y emocionales provenientes de otras personas. De hecho, algu­nos investigadores (Dosey y Meisels, 1969; Horowitz, Duff y Stratton, 1964) se han referido al espacio personal corno una "zona de protección del cuerpo" , por lo tanto, reconocen explícitamente la función autoprotectora del límite del espa­cio personal. Los investigadores han observado que cuando el individuo se en­cuentra en una situación amenazante, automáticamente extiende su zona de espacio personal en defensa propia. Por ejemplo, las personas se mantuvieron a una distancia irtterpersonal mayor cuando se les indicó que se estaba evaluando su atractivo físico y sexual (Dosey y Meisels, 1969), así corno cuando se les dio una retroalimentación negativa referente a su rendimiento en el desempeño de una tarea (Karabenick y Meisels, 1972).

Invasiones al espacio personal Ahora, cabe considerar cómo se podría estudiar experimentalmente la función protectora del espacio personal. Un procedimien­to sería invadir la zona del espacio personal de alg.uien y observar sistemática­mente sus reacciones . De hecho, la técnica más común y viable, empleada por los psicólogos ambientales para investigar la función protectora del espacio per­sonal, ha sido la invasión experimental del espacio personal de otro individuo. Robert Sornrner y sus colaboradores (Sornrner, 1969; Felipe y Sornrner, 1966, 1972) han utilizado esta técnica de invasión con muy buenos resultados.

En uno de sus estudios, Sornrner invadió el espacio personal de pacientes psiquiátricos de un hospital mental con capacidad de 1,500 camas, en Mendoci­no, California. Sornrner seleccionó a hombres que estaban sentados solos en las bancas y que no participaban en ninguna actividad particular. Para invadir el es­pacio personal del paciente, Sornrner se le acercaba y se sentaba a su lado, sin decir una palabra. Se situaba a sólo 15 crns. del paciente y si éste se recorría lige­ramente hacía el otro lado, Sornrner también se movía para mantener la misma distancia entre ambos. Con el objeto de estimar sistemáticamente las reacciones de los pacientes ante la invasión de su espacio personal, Sornrner seleccionó un grupo de control de pacientes que también se sentaban solos en la misma área general, pero cuyo espacio no era invadido. En su informe declara que las reac­ciones de los pacientes frente a la invasión fueron impresionantes . En un térmi­no de dos minutos, un tercio de los pacientes que sufrieron la invasión habían huido de sus asientos, mientras que ningún paciente del grupo de control se ale­jó. Después de nueve minutos, la mitad de los pacientes invadidos se habían mar­chado del lugar, mientras que sólo un 8 por ciento de los del grupo de control había dejado su asiento (figura 9-4).

En un segundo estudio, Nancy Felipe invadió el espacio personal de estu­diantes mujeres que estaban sentadas solas, leyendo o estudiando, en la sala de estudio de una biblioteca universitaria. Aquí también las sujetos para control fue­ron seleccionadas entre las estudiantes que estaban sentadas solas en la sala. En la situación de invasión más directa, Felipe se sentó exactamente aliado y acercó su silla lo más posible a la silla de la sujeto sin causar un contacto físico. Después de treinta minutos, el 70 por ciento de las sujetos que habían sufrido una inva­sión se habían retirado de su lugar, mientras que sólo 13 por ciento del grupo de control había dejado sus asientos. En una invasión menos seria, sin embargo, cuando había otra silla o una mesa entre el invasor y el sujeto hubo poca reacción por parte de los sujetos hacia el invasor.

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Funciones psicológicas 325

Figura 9-4 Porcentaje de pacientes psiquiá­tricos, en condiciones experimentales, que huyeron cuando su espacio personal fue in­vadido, y de sujetos de control que cambia­ron de asiento, por minutos transcurridos.

De R. Sommer, Personal Space: The Behavioral Basis of Design, p. 33. © Prentice-Hall, Inc., 1969. Publicado por Prentice-Hall, Inc., Englewood Cliffs, NT 07632. Reimpreso con permiso.

Cabe preguntarse si existen otras formas de enfrentar la invasión del espacio personal, además de abandonar el área. De hecho, Sommer informa que en am­bos estudios, los sujetos al principio intentaron enfrentar la invasión con su con­ducta antes de retirarse. Estos ajustes de conducta ante. la invasión fueron bastante complejos, y en general variaron de un individuo a otro. Algunos sujetos volvie­ron la cara hacia otro lado o cambiaron sutilmente la posición de sus sillas. Otros sujetos también adoptaron una postura defensiva, como encoger los hombros, mover los codos hacia los lados o poner la barbilla sobre las manos . Otros utiliza­ron libros y diversos objetos como barreras contra el intruso. Si estas maniobras defensivas resultaban infructuosas, el sujeto recurría entonces a abandonar el lu­gar, Miles Patterson y sus colaboradores (Patterson, Mullens y Romano, 1971) reportaron un patrón similar de respuestas de conducta complejas frente a la in­vasión espacial en una biblioteca. Cuando se discutan las teorías sobre el espacio personal, se verá que los complejos ajustes de conducta que hace el individuo ante tales invasiones son un aspecto central en los modelos del espacio personal.

Características del invasor Algunos estudios han examinado cómo influyen las características del individuo que invade el espacio personal de otro en la respuesta de éste ante la invasión. Las evidencias obtenidas en las investigaciones indican que el sexo, la edad y nivel social del intruso influyen en la reacción de un indivi­duo ante la invasión de su espacio personal. Los intrusos de sexo masculino cau­san más movimientos por parte del invadido que los intrusos de sexo femenino (Bleda y Bleda, 1976, Dabbs, 1971). Resulta interesante saber que las investiga­ciones demuestran que los hombres se sienten más perturbados que las mujeres cuando su espacio personal es invadido (Garfinkel, 1964; Patterson, Mullens y Romano, 1971).

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356 Afiliación y solidaridad

sobre todo en la calle. Elegir la calle como área de recreación es un acto delibera­do de los habitantes; se congregan allí aun cuando dispongan de otros espacios, como patios, parques o campos de juego.

Holahan (1976b) dirigió otro estudio empírico de la vida social en exteriores en una zona de bajos recursos del Lower East Side de la ciudad de Nueva York. Mediante una estrategia de observación naturalista, Holahan hizo un registro sistemático de la actividad social exterior de los habitantes de un vecindario de treinta y seis cuadras, muy semejante al ambiente del área estudiada por Brower y Williamson en Baltimore. El vecindario era multiétnico, con una gran cantidad de hispanos, negros y blancos. El 86 por ciento de la actividad exterior era social y muy variada (gente que trabajaba o hacía compras, niños que jugaban activa­mente en las aceras, conversaciones casuales, bromas y murmuraciones entre adultos) . Como en los vecindarios de Baltimore, la mayor parte de las relaciones sociales en exteriores ocurrió en las aceras, en espacios públicos i~ormales. De hecho, el noventa por ciento de la conducta en exteriores se dio en las calles, prin­cipalmente cerca de la entrada de las casas o de los establecimientos comerciales.

Otras evidencias, basadas en la observación participante y en encuestas de reconocimiento, han mostrado que la interacción social entre familiares y amigos ocurrida en interiores también es informal en su mayor parte. La exposición de Gans acerca de la sociabilidad del grupo de coetáneos, en The Urban Villagers (1962), subraya que la vida social de los habitantes del West End consiste esen­cialmente en conversaciones informales, en gran contraste con los pasatiempos y las reuniones más formales de clase media. Aunque las personas del grupo de coetáneos asistían regularmente a las reuniones, nunca recibían invitaciones for­males o avisos anticipados. La conversación se centraba en murmuraciones casuales acerca de las personas conocidas, mientras que otros miembros del grupo entraban y salían constantemente. En forma similar, Marc Fried (1963) sostiene que la cohesión de la estructura social del W est End residía en la disposición de los habitantes para reunirse en forma casual, sin formulismos ni avisos anticipados.

La importancia del ambiente en la vida social urbana

Conforme los psicólogos ambientales han ido percatándose de las características positivas de la vida urbana, han llegado a reconocer la importancia del ambiente en la vida social del centro de la ciudad. En la revisión de los estudios realizados en Boston, Londres, Baltimore y Nueva York, está implícita la hipótesis de que las características físicas de estos distritos urbanos han contribuido a conformar el carácter de su vida social.

El diseño de las casas de vecindad en estas áreas era especialmente congruente con el carácter informal de su vida social. La contigüidad de estos edificios y su poca altura (de tres a cinco pisos) permitían a sus habitantes desplazarse fá­cilmente entre los departamentos y el exterior. Gans (1962) señala que las personas que salían a hacer sus mandados diarios eran abordadas por sus veci­nos cuando pasaban frente a sus puertas o ventanas. Además, los zaguanes de las vecindades proporcionaban un lugar natural para que los residentes participaran casualmente en la actividad de la calle (Hartman, 1963).

La mezcla de ámbitos residenciales y comerciales de estos distritos también ayudó a fomentar un carácter social positivo. Jacobs (1961) subraya que los ámbitos

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Naturaleza de la afiliación 357

comerciales, como tiendas de abarrotes, tintorerías y pequeños restaurantes, en­treverados con edificios de departamentos, atraen a los residentes a la actividad del exterior. La presencia de personas en la calle impulsa naturalmente a otras a usar el ambiente exterior, y estos " vigilantes de la calle" contribuyen a evitar que se cometan crímenes. Las entradas de los establecimientos comerciales del centro de las ciudades también proporcionan lugares donde los parroquianos pueden encontrarse accidentalmente en sus salidas diarias y detenerse a charlar un poco (Holahan, 1976).

Las calles relativamente estrechas de la mayoría de los vecindarios del centro de las ciudades también estimulan la sociabilidad en la calle. El reducido y lento trán­sito de automóviles permite a los niños y adolescentes usar las calles para propósitos recreativos, como jugar a la pelota, pasear en bicicleta o andar en patines (Brower y Williamson, 1974). La actividad callejera de niños y adolescentes a veces resulta tan atractiva a los adultos que se sientan junto a las ventanas o en la entrada de las vecindades para observar los juegos callejeros (Jacobs, 1961). Las calles y callejones estrechos también permiten la comunicación casual a través de las ventanas abiertas, de edificio a edificio (Gans, 1962).

¿Qué es un barrio bajo?

Según se ha descubierto, los sectores urbanos centrales pueden fomentar una vida social intensa y significativa a pesar de que se encuentren muy deteriora­dos, y esto hace necesario distinguir entre un barrio bajo físico y un barrio bajo social. No todos los ambientes urbanos deteriorados tienen inevitablemente un bajo nivel sociopsicológico. Existen pruebas suficientes para apoyar el argumento de que aunque el West End de Boston y el East End de Londres mostraban signos de deterioro físico, tenían una vida social positiva y benéfica, digna de ser conservada.

Gans (1962) reporta que los habitantes de West End no consideraban su área como un barrio bajo y se sentían ofendidos cuando alguien se refería a ella como tal. Aunque las fachadas de las vecindades evidenciaban deterioro físico, los departamentos estaban bien cuidados, limpios y modernos. En forma siriúlar, Marc Fried y Peggy Gleicher (1961), después de estudiar las fuentes potenciales de satisfacción residencial del West End, concluyeron que para la gran mayoría de sus habitantes, el West End era objeto de sentimientos muy positivos. La perma­nencia en el área era altamente estable, con mínimo movimiento hacia adentro y hacia afuera del área y poco movimiento interno en las unidades habitaciona­les. Young y Willmott (1957:44) proporcionan el siguiente comentario hecho por un residente del East End de Londres, que resulta muy apropiado: "Supongo que los edificios en el East End no son tan buenos, pero esta área no nos parece un montón de piedras. No son los edificios lo que importa. Nos gusta la gente de aquí".

Una actitud realista Al hacer la distinción entre un barrio bajo físico y un barrio bajo social, no se debe perder de vista el hecho de que no todos los ambientes con deterioros físicos son necesariamente sanos. En realidad, muchos ambientes ur­banos que tienen deterioros físicos también padecen una grave patología social, en especial si en el área existe un alto índice de desempleo (Rainwater, 1966). Como se verá, un ambiente residencial moderno y atractivo puede funcionar realmente

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358 Afiliación y solidaridad

como un barrio bajo si sus características de diseño no son congruentes con los patrones sociales de sus residentes. El hecho de que el ambiente del centro de las ciudades presente una vida social vigorosa tampoco justifica que no se hagan las reparaciones materiales necesarias. Pero estas renovaciones físicas deberán ser planeadas y realizadas en tal forma que no se rompa la estructura de la vida social. Una renovación urbana bien planeada debe favorecer la vitalidad socio­psicológica. Gans (1962:16) hace un elocuente resumen de este asunto:

Aunque está de moda romantizar a los barrios bajos, éste no es mi propósito. El West End no era un vecindario encantador de " nobles labradores" que vivían en una forma exótica, resistiéndose a la homogeneidad de la producción en serie de la cultu­ra norteamericana, y rebosando sentimientos de concordia. Era un área ruinosa, en donde la gente luchaba contra los problemas causados por sus escasos recursos, una educación inadecuada, y muchas otras dificultades. Aun así, en general era un buen lugar para vivir.

Método de investigación para el estudio de la vida social urbana

Las perspectivas de Jane Jacobs han alentado a los investigadores a examinar las fuerzas sociales positivas que intervienen en el ambiente urbano. Sin embargo, el psicólogo ambiental necesita, además, datos empíricos recopilados sistemáti­camente que le permitan explicar, con bases científicas, el sentido de afiliación en el ambiente urbano.

La gran complejidad de la vida social urbana ha obligado a utilizar una variada serie de técnicas de investigación de campo. Hasta ahora se han expuesto tres de estas estrategias, que han sido usadas para estudiar la vida social de la ciudad: observación naturalista, encuestas y observación participante. El conocimiento que los psicólogos ambientales han adquirido acerca de la naturaleza de la afiliación y la solidaridad en el ambiente urbano, refleja la utilidad de combinar estas tres estrategias. Cada una con sus ventajas y limitaciones particulares (véase también "Métodos de investigación de la psicología ambiental", capítulo 1).

La observación naturalista se ha utilizado cuando el investigador desea elaborar un cuadro de conducta de la vida social de un lugar sin intervenir directamente en las actividades sociales que observa. El psicólogo ambiental registra sistemáti­camente la conducta de las actividades públicas y la interacción social de un lugar. Debido a que la observación naturalista implica mínimas restricciones experimentales y se realiza en contextos reales, su validez externa es elevada. Al mismo tiempo, su falta de control experimental y la naturaleza correlacional de sus hallazgos reducen su validez interna.

La técnica de encuestas se ha empleado cuando el investigador se interesa por saber cómo perciben y evalúan los usuarios de un ambiente ciertos aspectos de la vida social del lugar que se estudia. El investigador hace una serie de pregun­tas específicas, ya sea oralmente o por escrito, que están diseñadas de modo que los habitantes manifiesten sus impresiones subjetivas acerca de la vida social del área. Al igual que en la observación naturalista, la validez externa de la técnica de encuestas generalmente es más alta (se realiza en contextos reales) que su validez interna (sus hallazgos son correlacionados más que experimentales). Sin embargo, su validez externa también se reduce cuando las preguntas no corres­ponden a las experiencias reales de los encuestados o cuando están formuladas de

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Funciones psicológicas 359

tal modo que resultan confusas y parecen artificiales o muy forma:les a los en­cuestados.

La estrategia de obseroaci6n participante se aplica cuando al investigador le interesa obtener un cuadro cualitativo real y muy detallado de la vida social de la comunidad en estudio. De hecho, el observador participante vive allí y lleva un registro sistemático de la vida interior del lugar. También en este caso, la validez externa es más alta que la validez interna. La alta subjetividad de la observación participante limita su validez interna (es tanto correlaciona! como especulativa), e incluso puede amenazar la validez externa si las tendencias personales del obser­vador participante influyen en su percepción y no se establecen en forma honesta y directa.

FUNCIONES PSICOLÓGICAS DE LAS REDES SOCIALES DEL VECINDARIO

Conservación del orden social

Sociedad de la esquina de la calle Una importante función psicosocial de las redes sociales basadas en las relaciones de los vecindarios urbanos consiste en establecer y mantener un sentido de organización y de control social en el área. Los primeros sociólogos que investigaron el carácter social del centro de las ciudades no advirtieron la importancia de la vida social informal de los vecindarios de clase trabajadora y concluyeron que estos vecindarios estaban socialmente desorgani­zados (Michelson, 1976). Los críticos sociales consideraban que la criminalidad y la patología social que se daban en las ciudades eran producto de una " desviada subcultural" que se habría desarrollado a raíz de la carencia de formas de organi­zación y control social, tradicionales en la clase media.

Un libro excepcional, escrito por William F. Whyte, Street Corner Society (So­ciedad de la esquina de la calle) (1943), ayudó a revertir estas actitudes n~gativas acerca de los sectores centrales de la ciudad. El libro de Whyte se basó en una observación participante que duró tres años, en un distrito de barrios bajos al que llamó Cornerville. Durante mucho tiempo, Cornerville, en donde se habían es­tablecido inmigrantes italianos principalmente, estuvo considerado como un vecindario conflictivo, sin organización social, en pugna con el resto de la comuni­dad. Cornerville era conocido como guarida de estafadores y políticos corruptos, donde prevalecían la miseria y el crimen.

Las profundas observaciones de Whyte lo llevaron a concluir que Cornerville era una sociedad estrechamente unida, con una jerarquía de status bien defi­nidos, normas de conducta personal y tradiciones culturales bien establecidas y duraderas. Por supuesto, las reglas sociales de Cornerville eran informarles. Nadie las había escrito; no había necesidad de hacerlo . Whyte describe en forma deta­llada la pandilla que se reunía en una esquina de la calle Norton. La pandilla no tenía reglas internas ni constitución, ni dependía nunca de un procedimiento par­lamentario, sin embargo, sus reuniones y rituales eran altamente estables y pre­decibles, y las decisiones del grupo y el funcionamiento del mismo no presentaban problemas (figura 10-3).

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Modelo holístico 391

orientación adaptativa servirá para unificar los diversos procesos psicológicos que permiten al individuo enfrentar el ambiente físico. Por último, se contemplará la relación transaccional que se da entre las personas y el ambiente. Esta perspec­tiva transaccional servirá de enlace entre las variables ambientales y personales que se han considerado dentro de un único y amplio marco.

MODELO HOLÍSTICO DEL AMBIENTE

Para estudiar las influencias del ambiente físico en la conducta y la experiencia humana, este libro enfoca diversas características físicas del ambiente (diseño interior, estructura y configuración de edificios, regiones geográficas, tamaño de un vecindario o de una ciudad entera). A lo largo de esta obra se describe cada nivel o aspecto del ambiente separado de otras características ambientales. Por ejemplo, al revisar los diseños interiores no se incluye la configuración del edifi­cio, ni los vecindarios o regiones circundantes cuando se examinan los edificios. Este planteamiento ha facilitado la tarea de acumular y organizar la vasta infor­mación que existe en este campo. Sin embargo, la exposición separada de cada característica ambiental podría dar la impresión de que cada uno de estos aspectos opera en forma independiente y aislada de los demás. De hecho, los diversos aspec­tos de ambiente ejercen influencias traslapadas, simultáneas e interrelacionadas, en la conducta del individuo. Para lograr un cabal conocimiento acerca del papel que desempeña el ambiente físico en la conformación de la conducta humana, es necesario tener presente que los ambientes físicos están inmersos en un amplio contexto social y cultural. Se considerará aquí el modelo holístico que incorpora las influencias simultáneas de todos los aspectos del ambiente físico junto con su contexto sociocultural.

Contextos concéntricos Urie Bronfenbrenner (1976, 1977) propuso un marco con­ceptual, apropiado especialmente para este análisis. Contempla el ambiente como una serie de contextos concéntricos que rodean al individuo. Se les puede ima­ginar como anillos que abarcan contextos más pequeños y que están rodeados por otros más grandes. El microsistema está constituido por los ámbitos físicos inmediatos dentro de los cuales se desenvuelve el individuo, tales como el hogar, la escuela y el trabajo. El exosistema consiste en las estructuras sociales más amplias, tanto las formales como las informales, que abarcan los ámbitos inmediatos en donde los individuos realizan sus funciones (el vecindario, dependencia de gobierno, ser­vicios de comunicación y de transporte). El macrosistema es algo más abstracto que los otros sistema y representa los patrones culturales y subculturales generales de los cuales el microsistema y el exosistema son manifestaciones concretas. Por ejemplo, el macrosistema incluye el plano arquitectónico y cultural de un salón de clases de una escuela, de manera que los salones dentro de una cultura par­ticular tienden a parecer y a funcionar en forma similar.

El modelo de Bronfenbrenner puede adaptarse a los propósitos de este libro según se aprecia en la figura 11-1. Primero, el ambiente físico mismo puede con­templarse como una serie de círculos concéntricos. Por ejemplo, el aspecto más inmediato del ambiente físico que afecta al individuo es el diseño interior de un ámbito arquitectónico, como son el color de las paredes, los muebles y la tempe-

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392 Ambiente y conducta

Patrones culturales Figura 11-1 Un modelo holístico del ambiente.

Estructuras sociales

Ambiente físico

Diseño interior

Edificios

Regiones geográficas

ratura de una habitación. Después se encuentra la estructura del edificio, que forma la cubierta física de los diversos aspectos del diseño interior. El edificio y el diseño interior son en cierta forma similares al microsistema de Bronfenbrenner. En el siguiente nivel, el edificio queda incluido dentro de una región geográfica más amplia, como es un distrito urbano o un paisaje natural.

Todos estos aspectos del ambiente físico, a su vez, están rodeados por estruc­turas sociales formales e informales, como por ejemplo, los reglamentos de una organización, una asociación vecinal o una familia extensa. Estas estructuras sociales informales son comparables al exosistema de Bronfenbrenner. Por último, los am­bientes físicos y sociales están rodeados por los patrones culturales y subculturales que dictán los valores personales y los estilos de vida, las tendencias arquitectónicas y la estructura de los grupos sociales y las organizaciones dentro de sociedades particulares. Estos patrones culturales son similares al macrosistema de Bron­fenbrenner.

A continuación se ejemplifica la operación simultánea de los dominios fí­sicos, sociales y culturales del ambiente total. Un universitario que estudia en una biblioteca puede verse afectado simultáneamente por el nivel de iluminación del área de estudio (diseño interior), el ruido distrayente del piso superior (di­seño del edificio) y la tentación de salir a las colinas cercanas (región geográfica). El estudiante también puede estar respondiendo a un estricto sistema de evalua­ción en la universidad (estructura social) y a un estereotipo del estudiante uni­versitario modelo (patrón cultural). La conducta de estudio real que manifiesta el estudiante refleja la compleja interacción de estas diversas influencias.

El cuadro del ambiente que surge de este modelo holístico es complejo. Sin embargo, este modelo desalienta una concepción simplista de la psicología ambiental que pudiera sugerir, en forma bastante errónea, que la influencia de los ámbitos físicos en la conducta del individuo puede entenderse fácilmente en función de un simple modelo causal en el cual causas simples producen efectos simples. Como propuso Rudolf Moos (1973, 1976), una adecuada conceptualización del rol del ambiente como conformador del comportamiento humano debe contemplar una compleja combinación de variables organizacionales y sociales, así como también físicas.

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Persona total 393

Aunque la investigación en la psicología ambiental ha tendido a enfocar las variables del ambiente físico abstraídas del contexto sociocultural, algunos psicó­logos ambientales han señalado la necesidad de incorporar análisis del nivel social y cultural cuando se estudian los efectos del ambiente físico en los huma­nos. Robert Bechtel (1976) recomienda que al evaluar la percepción del individuo en cuanto a la calidad del ambiente natural (por ejemplo, de la contaminación del aire o de la pureza del agua) se consideren las influencias traslapadas de los factores socioculturales y del ambiente construido. En forma semejante, Moos (1980) propone un marco conceptual general para comprender la conducta y la experiencia de los ancianos que viven en asilos, que explica los efectos simultáneos de las características arquitectónicas, los factores institucionales y organizacionales, y las características del ambiente social.

LA PERSONA TOTAL

Esta revisión de las investigaciones realizadas en el campo de la psicología am­biental, incluye el estudio de los diversos procesos psicológicos que determinan las actitudes del individuo hacia el ambiente físico. Se describe la forma en que los individuos perciben, evalúan y forman imágenes mentales del mundo físico; cómo funcionan en ambientes normales y en ambientes de stress; cómo logran y mantienen el espacio personal y la privada, cómo controlan su territorio y cómo conforman su conducta social. Al estudiar la relación entre el ambiente y la con­ducta se ha enfocado cada proceso psicológico por separado. Por ejemplo, cuando se examina la percepción del ambiente, no se considera la forma en que la per­cepción de un área podría afectar el nivel de pirvacía que un individuo busca lograr ahí. Cuando se aborda el tema de la territorialidad, no se contempla la forma en que la conducta territorial en un ambiente podría verse alterada por el mapa mental que las personas se forman de esa área. Aunque este procedimiento ha facilitado la presentación de cada uno de estos complejos procesos psicológicos, también pudo haber sugerido que cada proceso funciona en forma indepen­diente. De hecho, los procesos psicológicos que intervienen cuando el individuo enfrenta el ambiente físico mantienen una estrecha interrelación y funcionan apoyándose y complementándose mutuamente.

Paradigma de la personalidad

El planteamiento adaptativo de la psicología ambiental subraya que la persona funciona como una entidad total e integrada en la ecuación ambiente-conducta. En este sentido, la perspectiva adaptativa es similar a lo que Kenneth Craik (1976, 1977) denominó el "paradigma de la personalidad". El paradigma de la persona­lidad considera a la persona total como la unidad básica de análisis. En contraste con muchas escuelas del pensamiento que examinan aisladamente los procesos psicológicos, el paradigma de la personalidad trata a la persona total como una entidad dinámicamente organizada. El planteamiento de la personalidad reconoce que en las relaciones persona-ambiente intervienen muchos procesos psicológicos complejos y cambiantes, pero subraya la unidad e integración que el indiviudo participante aporta a estos procesos.