HIJAR, Alberto - Arte, multitud, contrapoder (ensayo completo, 2005)

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Referencia: HÍJAR, Alberto, Arte, multitud y contrapoder. Coedición del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, el Centro Nacional de las Artes, el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (Cenidiap), y Estampa Artes Gráficas S.A. de C.V. Colección Abrevian Ensayos, Ciudad de México, 2005. ISBN 970-9703-S8-7. Este y otros ensayos se encuentran en línea en la página web de la Colección Abrevian Ensayos: http://www.cenidiap.net/index.php/biblioteca-digital?id=245[Una versión anterior con el mismo título y tema está publicada en la revista Foro Universitario, del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM), número 04, época IV, marzo de 2005, disponible en: http://www.stunam.org.mx/8prensa/8forouniver1/forouniver4/8fu4-1arteycultura.htm]

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  • IMAGEN Df CUBIERTA Daniel Lezama, El velo de Maya (el rn de lo Historio), 'f197

    D~EO DE CUBIERTA Yolanda Prez Sandoval

    Abrevian

    Primera edicin, 7ftfJ

    Coedicin: Inst~uto Nacional de Bel las Artes y uteratura

    Centro Nacional de las Artes Centro Nacional de Irwestigacin, Documentacin e

    Informacin de Artes Plsticas (Cenidiap) Estampa Artes Grficas SA de C.V,

    Alberto HJar

    D,R. Instituto Nacional de Bellas Artes y Uteratura Paseo de la Reforma y Campo Marte, c.p, 11560, Mxico, D.F.

    ISBN 970-9703-S8-7

    Impreso y hecho en Mxico

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    e ultitud es el sujeto histrico y social de la globalizacin, segn Antonio Negri. En l estn la sociedad civil decimonnica, cuidadosa de sus derechos y su vigi-lancia moral del Estado, el proletariado de aquella fase industrial del capitalismo, y el pueblo con sus luchas de autodefensa heredadas de un pasado heroico. El ser, aquel ser trascendente y metafisico, queda como ser ah sin la retrica heideggeriana, como un presente catico, cuando mucho, complejo. El zapping es la metfora que lo define en un vertiginoso cambio de canal opuesto a toda reflexin. Un espantoso igualitarismo ha sustituido a la democracia y a toda efi-cacia sindical. Los trabajadores, subsumidos en este vrtigo, no son ms clase obrera porque la clase en s y para s naufrag "en las aguas heladas del clculo egosta" sintetizadas en el Manifesto Comunista.

    El arte ha quedado definitivamente despojado de su aura. La Escuela de Frankfurt queda corta en su advertencia de la relacin de necesidad de la razn y el autoritarismo, ahora asimilados en la globalizacin gracias a la superficialidad meditica. 'Todo lo slido se desvanece en el aire", sentenci Marx para satis-faccin de Marshall Berman, esa especie de hippie posmoderno, actualizado por su tino en el centro del debate post.

    Por qu ocuparse de Negri? Porque evita la instalacin en las metforas post y propone una transformacin del marxismo desde dentro. Porque ha logrado una influencia importante en los crculos crticos de la izquierda radical, cierta-mente reducida por los pragmatismos oportunistas dominantes. Si no, la multitud no existiera. Pero vayamos a las referencias reconocidas por Negri en eso que los acadmicos taxidermistas llaman posestructuralismo. Foucault, por supuesto: cmo reconocer, cmo acercarse al individualismo de nuevo tipo propio de la multitud avasallante?, cmo dar cuenta de la contradiccin dominadora del igualitarismo con la tenaz reproduccin del solitario haciendo zapping? Sin la micropsica del poder, sin la crtica histrica de las instituciones capitalistas, sin las genealogas como recursos abiertos de comprensin, nada quedara claro. Todo lo slido de ayer est en proceso de deconstruccin que, o se vuelve crtica o conduce al pesimismo del posdeber, finalmente cmodo porque instala el nihi-lismo dbil como dispositivo descriptivo. Derrid resulta as como Deleuze y Guattari, tan activantes en su anlisis del comprometimiento y en sus descubri-

  • mientos del antiEdipo como raz cultural. Por estas influencias Negri rechaza a Habermas, vestigio tardo de la Escuela de Frankfurt.

    Nada de lo anterior explica el xito de Negri. Quiz habra que descubrirlo en su militancia distinta a la del extinto Partido Comunista Italiano. Es, para decirlo con palabras de Jos Revueltas, un "comunista sin partido", lo cual pareca un disparate cuando la democracia cognoscitivo y la praxis eran inconcebibles sin el Partido, as con mayscula. Los dems eran correas de transmisin y compaeros de viaje. Ahora parece todo lo contrario ante las debacles partidarias, no slo en el seno de los Estados que financian e impulsan a las fuerzas necesarias para la simulacin democrtica parlamentaria. Si ha de haber comunismo ahora, tendra que ser el de los fantasmas conspirativos, clandestinos a veces por su decisin de lucha armada, que, en todo caso, aspiran a lo que Salvador Cayetano Carpio -el legendario Comandante Marcial de las Fuerzas Populares de Liberacin de El Salvador- llamara "partido de nuevo tipo". Pero no, porque ste tendra que ser marxista-leninista Yo por tanto, practicante del centralismo democrtico de a de veras, con mandos y militantes dispuestos a vencer o morir. No es para tanto ahora, segn deca aquel sandinista sintetizador en una broma del oportu-nismo de la tercera va, opuesto al lema de combate de: "Patria libre o morir". Deca el hermano nica que ya no seamos tan radicales y gritemos Patria libre!, para responder "o salir heridos", cuando mucho en la liberacin nacional, cada da ms improbable. Esta rpida descripcin del relato dbil de la poltica actual es tambin problema de la produccin artstica, tan carente de sentidos tdscendentes, que la recomendacin posmodernista transforma la historia de los estilos en un men al gusto del creador, ms parecido a un gourmet que a un creador. De aquellos "ingenieros del alma" del realismo sovitico no queda nada.

    Por esto, los comunistas sin partido son los interlocutores principales de Negri. Algunos de ellos respetan su pasado de organizador de autonomas y, sobre todo, sus prisiones resistidas a punta de reflexiones escritas, su exilio inte-rrumpido voluntariamente para ofrecerse como vctima propiciatoria del Esta-do italiano empeado en mantener presente el tiempo de las Brigadas Rojas como pretexto para reprimir a combatientes y autores intelectuales. Hay quie-nes se resisten a utilizar esta pica como argumento de verdad y admiran, en

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    cambio, la puesta al da del marxismo. Si la verdad ha sucumbido con el bien y lo bello en las aras de la globalizacin, mal se hara si no se procede asumiendo el discurso de Negri como si fuera el teorema de Pitgoras, vlido independiente-mente del esciavismo y la magia numerolgica.

    La celeridad editorial cuenta en la inevitable subsuncin (Marx dixit, captulo VI indito de El Capita0. La globalizacin hay que asumirla para estos tiempos cuando el imperialismo, como tendencia del capital financiero, ha cedido el paso al Imperio como estructura mundial y, para ser mecnicos, con superestructura reproductiva solidaria en la fase de la robtica y la digitalizacin, donde poco y casi nada tiene que hacer el obrero de la correa de transmisin fordiana o el de los tiempos y movimientos del taylorismo. Cuando se dice calidad total, ya sabe-mos que se habla de otra cosa. T oyotismo, la llaman los crticos.

    Todo esto tiene un ingrediente esttico. Asombra que Negri y sus interlocu-tores ignoren al buen Marcuse, que propuso " la dimensin esttica" como algo ms que la artisticidad, todo subordinado a la "sublimacin represiva", ese re-curso ideolgico descrito por el Che como "jaula invisible": los artistas creen liberar por y con sus acciones, y slo consiguen man en respuesta, dentro de los barrotes que no se notan pero se sienten en lo efimero de las famas y los pres-tigios. En la tradicin de Kant y Hegel, atendidos por el clan Negri, "el libre juego de las facultades de la Crtico del juicio" resulta representacin de lo sublime como desmesura libertaria. Ciertamente, Negri se cuida de trminos anarquis-tas pero, en rigor, ms que relacionar lo sublime con la libertad como ideal de superacin de toda necesidad, habra que discutir lo libertario, en tanto la ac-cin artstica concreta sin dios ni amo, en los mejores casos, lo sublime que nada tiene que ver con lo fisico-matemtico tan caro para el astrnomo Kant.

    Los casos del cinetismo como ruptura con la contemplacin y por una espe-cie de democracia plena son pertinentes, pero se quedan en el umbral de la frase de Fannon: 'Todo espectador es un cobarde o un traidor". Quiz de esto se trata con la prctica artstica, porque nada pasar el umbral del acceso a la plenitud mientras el Imperio exista y se reproduzca.

    T oni Negri no es un terico del arte ni de la esttica, esa gelatinosa ideologa cada vez ms elusiva. Pero Ral Snchez, dice en la solapa del libro Arte y multi-

    A R TE. MULTITU D CONTRAPODE RO

  • tud, ocho cartas (Mnima Trotta, Madrid, 2000), de 91 pginas media carta, "ras-trea las huellas de un materialismo adecuado a la corporeidad colectiva posmoderna". Las cartas a un filosofo consciente de la necesidad poltica procu-ran no extraviarse en trivialidades. La crcel educa para encontrar en la abstrac-cin, reconoce Negri, un recurso de distanciamiento de la infamia cotidiana. Habemos quienes redactamos nuestra tesis de filosofa bajo los efectos fsicos de la tortura y su convalecencia. Algunos consiguen superar la catarsis para trans-formar la inmediatez con el recurso de la abstraccin, hasta hacerla invisible en beneficio de la construccin de un discurso terico con la concurrencia abstrac-ta de todo lo prohibido por censuras y autocensuras, sin ms sentido en la pri-sin que las trayectorias del juicio penal y la seguridad personal. La derivacin esttica suele ser recurrente en estas condiciones: de aqu los poemas, las pintu-ras, las narraciones carcelarias, usualmente deplorables fuera de los lmites de la compasin y la autocompasin. No es poco el mrito de Negri al superar todo esto con un poder de abstraccin concretado en un repudio a la dialctica me-cnica de la tesis, anttesis y sntesis, con sus leyes de manual sovitico, para esfor-zarse en deconstruir al mundo con una dialctica compleja y no lineal, tal como hace ver en sus dilogos con Michael Hardt y Danilo Zolo (Guas, cinco lecciones en tomo a Imperio, Paids, Barcelona, 2004).

    La biopoltica es el punto donde se articula el Imperio. Cuerpo social y cuer-po individual son construidos de tal manera que parece que no hay poder hu-mano distinto a ellos. Pero ah est el cinetismo como principio de una activacin imaginaria, con los antecedentes del puro cuadro en el impresionismo decimonnico, harto de cnones acadmicos y por una sensoriedad activa, cuan-do el capitalismo consolidaba los Estados-nacin garantes de su poder. El expre-sionismo fue un trnsito de afirmacin subjetiva a la abstraccin. La tesis de Worringer dio sentido a este trnsito, aunque no la reconozcan los amigos de Negri, en esta periodizacin de los movimientos artsticos europeos, slo europeos. Lstima, porque de ampliar la dialctica histrica ms all de la equi-valencia entre las fases de la acumulacin capitalista y los movimientos artsticos, tendra que tocar el desarrollo desigual y combinado, esa suprema ley que exige advertir las desconexiones sociales de resistencia a los dominios coloniales y la

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    crtica prctica a los paradigmas y cnones acadmicos, ah donde la premodernidad es sistmica y el arte no se autonomiza entre la artesana y la danza-teatro de ndole religiosa rural. Negri y sus amigos Gianmarco, Cario, Giorgio, Manfredo, Massimo, Nanni, Silvano y Ral y su entraable compae-ro reflexivo Hardt, ciertamente apuntan el carcter histrico del arte, pero no logran ir ms all de los equivalentes, a la manera de Plejanov, y contra Marx cuando propone como problema principal el valor de ciertas obras independizadas de sus determinaciones histricas y sociales, como en el caso de las de Grecia clsica, citadas al final del texto introductorio en la Contribucin a la crtica de la economa poltica, ese gran esquema casi realizado en El Capital. Y dnde qued la dialctica compleja y no lineal?

    Lo cierto es que el cinetismo rompe con el espectador contemplativo. Julio LeParc y el Grupo de Investigacin Visual de los aos sesenta, citados en una de las cartas, no slo concretan un colectivo como respuesta al individualismo extre-mo de los artistas, sino que lo politizan con propuestas conceptuales, como la instalacin de un colchn en una banqueta de Pars, en 1968, para obligar al transente a la participacin ldica. En 1970, la exposicin de juegos de feria de LeParc en La Habana, acompaada de un manifiesto propositivamente libera-dor, dio sentido poltico al tiro al blanco y tiro al negro (siempre el negro!), con los rostros de criminales de Estado, como Bush padre. Y, en un encuentro interna-cional de artistas y crticos, LeParc, Emilio Vedova (un cintico comunista de Italia), Roberto Matta (el chileno-parisino autodefinido en oposicin al ser surrealista como realista del Sur) y el que esto escribe, rompimos con la cerra-da reunin para abrirla a los estudiantes envueltos en un pequeo escndalo en el Saln, donde un grupo reprodujo un boho con su choza de cartn y anun-cios de Coca-Cola como paredes, su altar con un ratn muerto, como testimonio de un pasado que agredi la memoria de los olvidadizos. El cinetismo politizado, el realismo del Sur, no slo rompieron el protocolo de un coloquio, sino abrieron las puertas de la reflexin social. Son estas rplicas que se inician como los movi-mientos telricos, a resultas de la gran conmocin, las que pueden aspirar a la resistencia, as sean al principio procesos intuitivos e instintivos concretados en el caso, en la especie de danza de Matta cuando llam en el escenario a abrirse

    A RTE. MULTITUD y CONT R APODERO

  • al amor y a la fraternidad. Son esos modos de rechazo del racionalismo institucionalizado los recursos no racionales, distintos a la irracionalidad, los que suelen no lograr continuidad. Pero tambin, en el sentido performativo de las acciones conceptuales de los aos setenta y hasta ahora, hay una apertura no concretada contra el despotismo y la represin sistmica institucional.

    "Simultaneidad en la simultaneidad", llam el terico argentino scar Masotta a las conexiones sin sentido aparente, propias del happening. La liberacin resulta un trnsito por el caos, sustituto del orden, con la esperanza de descu-brirse como dador de un sentido que no puede ser ms que colectivo para individual izarse, o no pasa de ser arbitrariedad subjetiva extrema. Tiempo transgredido, el acto artstico colectivo tendra que ser como el ttulo de la revista de Negri, Futuro anterior, deconstruccin del no lugar de la utopa para hacerla viable. La utopa sirve para eso, para caminar. dice Eduardo Galeano, y Franz Hinkelammert precisa la ardua construccin del lugar que pareca imposible.

    De la biopoltica hay las experiencias dad, eternas como sentenciara Tzara. Fluxus y sus juegos, sus burlas a la acumulacin ordenada de posesiones, montn de maletas en carro de supermercado cuyo espectador es sorprendido por la activacin de un televisor con su sola presencia, como cuando, en un plcido ho-gar de la multitud, alguien pregunta sobre la programacin en zapping, "qu hay?", para recibir la respuesta de "nada" y, sin embargo, el aparato se enciende y perma-nece. Cuerpo social-cuerpo individualizado, roto por Iris Mxico que se empea en jugar con el erotismo incluyente, ms all de la red electrnica, con su cuerpo voluptuoso y su timbre aniado de voz, su cabellera de colorido intenso inusual, sus provocaciones sobre los smbolos patrios en plena Cmara de Diputados, donde el presidente de la Comisin de Cultura y cantante de Los Joao, Constitucin Poltica en mano, impidi la exhibicin. Su exhibicin, la de l, de la Cmara, de la Comisin de Cultura; la censura como exigencia cvica triunf, gracias al afn de los fotgrafos de prensa trampeados por las exuberantes formas de Iris. La liberacin como denuncia de los cuerpos represivos enfrentados a usos liberadores del cuer-po activador de la denuncia biopoltica no explcita.

    Emma Villanueva, auxi liada por su compaero Eduardo Flores hasta formar Edema, se desnud en la salida de una estacin del metro, para invitar a los

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    transentes a escribir en su cuerpo comentarios sobre la represin en mar-cha en 2000 contra el Movimiento estudiantil. En el ao uno del nuevo milenio, las amenazas policiacas no impidieron la marcha, explicada todo el tiempo, hasta la Ciudad Universitaria ocupada por la polica, de donde rpido se desprendi un filmador del desnudo para ser respondido por Emma, cmara en mano, ante la estupefaccin del cuerpo represivo. Edema, ofreciendo leccin de dibujo de desnudo en las plazas pblicas, incluida la del centro histrico de la ciudad de Mxico durante el tradicional plantn de profesores en defensa de la educacin pblica y gratuita, con el beneplcito de los nios y sus padres atentos a las explicaciones del profesor Eduardo; Melquiades Herrera, presentando los mil objetos de kitsch involuntario para los usuarios de la multitud, conseguidos con el no proletariado de la economa informal, transformados en detonadores cul-turales profundos, con toda la carga del ingenioso performancero de sartriana mirada y cuerpo adiposo, comn a la mayora mexicana, usado tambin desnu-do cuando rompi con el protocolo de autocomplacencia en un curioso espa-cio oficial, donde todo se vale, siempre y cuando nada salga de ah. La liberacin en acto, la multitud contradicha por un sujeto colectivo construido a partir de acciones individuales como detonantes universales, la cotidianeidad avasallante rota por el acontecimiento a partir de la nimiedad aparente, la reflexin como principio de crtica por vas no racionales, la propuesta de seales indiciarias, como las reflexionadas por Cario Ginsburg (por qu no es interlocutor de Negri?), como fundamento de un conocimiento distinto al de la lgica formal, a su vez distinta a la performatividad, tal y como plantea Vattimo: enfrentamiento a la complejidad realmente existente para penetrar en ella por donde sea, t rans-formar lo habitual en acontecimiento y romper as con el dominio de las lecturas programadas por la mano invisible del mercado semitico.

    Seguir los conceptos de Negri para ilustrarlos, resulta distinto a proponer-se la dialctica compleja y no lineal como mtodo abstracto. La articulacin entre lo abstracto y lo concreto exige ocuparse de casos donde la complejidad es punto de partida del descubrimiento subjetivo, activo, de dominios y deter-minaciones. Un caso ms es necesario para ilustrar la pertinencia del concepto de multitud, no como entidad esttica, sino como proceso contradictorio con la

    A R T E, MULTITUD CONTRAPODERO

  • formacin de la sociedad civil cumplidora de derechos y exigente de solucio-nes de Estado. Pero la autoridad moral frente a ste slo puede realizarse ms all del mero cumplimiento del contrato social, esto es, con la perspec-tiva no constitucionalista ni parlamentaria de otro Estado. De aqu el efecto de verdad conseguido por significantes colectivos con recursos estticos. Verdad, belleza y justicia resultan as constitutivos de un ideal inconcreto en su existencia pero real como orientacin. Los valores no existen pero valen, dicen los neokantianos. Utopas necesarias para caminar, segn registra Eduardo Galeano, ese gran idelogo de la resistencia popular cuando narra cmo Fer-nando Birri, el cineasta argentino, describe las utopas -que se alejan cuando se cree que se las alcanza- para exigir la continuacin de la marcha; para eso sirven las utopas, para caminar, concluye. El mismo Birri, autor, antes del 68, de Tire die, registra una riesgosa carrera de nios en un angosto paso del tren, mirando a los espantados viajeros a quienes imploran una moneda. De manera ms que sim-blica, el cortometraje de Birri est incluido en La hora de los hornos, pelcula emblemtica de Fernando Solanas y Octavio Getino inspirada por la frase de Fannon sobre el espectador. Nada teleolgica resulta la cuestin del valor como anticipo de la crtica de la economa poltica, detenida en el umbral de la utopa que el terico ecumnico Hinkelammert teoriza desde Costa Rica para contri-buir a darle lugar. Nada de esto consideran los eurocentristas.

    Negri plantea, en cambio, la dialctica entre la resistencia, la insurreccin y "la potencia constituyente del nuevo poder". Aqu, en la articulacin de sus ex-periencias prcticas por el poder obrero y las autonomas, es donde la teora deja de ser narracin dbil. Aquel fantasma que recorra Europa en 1848, deja de serlo no slo por la indiferencia de la multitud, contradicha, sino por su realizacin emprica en lo que James Haig -jefe del Comando Sur del ejrcito yanqui en Amrica- llama "populismo radical", se que no logr derrotar en la Repblica Bolivariana de Venezuela, que est bajo control globalizador en el Brasil de Lula estremecido por los Sin Tierra, y en la Argentina de Kirchner, con la unidad imposible entre piqueteros, pequeos ahorradores rentistas y los obre-ros autogestivos que gritaron que se vayan todos!, para luego ver impotentes cmo se quedaron todos, lo cual no impide las autonomas productivas de em-

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    presas recuperadas por los trabajadores ni la asombrosa organizacin del true-que. Populismo radical, el que logr deponer presidentes en Ecuador y Bolivia sin saber qu hacer despus. Pero he ah la evidencia del pueblo en lucha irreductible a sociedad civil o multitud, a pueblo a secas, como masa de explota-dos sin ms historia que las gestas patrias ordenadas por el Estado y las epope-yas de la industria del espectculo. Afirmar que todo esto es pura ideologa retardataria en el fin de los Estados-nacin, es seguir al Negri eurocentrista, para llevarlo a firmar la muerte sin fin de los pueblos sin historia, como llamaron los filsofos de la historia decimonnicos a los Estados-nacin dbiles, como el de Mxico que le pareci a Engels tan irredento que bien mereca la invasin yanqui, mientras Bakunin soaba una federacin de pueblos eslavos que no prosper.

    La cuestin nacionat actualizada parece punto a tratar en los asuntos gene-rales sin consideracin de Negri y sus compaeros de ruta. En este punto con-creto se anudan las contradicciones del desarrollo desigual y combinado para exigir un tratamiento no lineal, como si no quedara ms que el progreso positivista, la evolucin de estadios sucesivos con rezagos superables y despreciables. Car-los Salinas de Gortari llam "rezago histrico" a los indios de Chiapas en 1994, cuando deba empezar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canad. Tuvo que corregir para no volver a usar el trmino, esperanzado en la extincin natural de los excluidos de siempre.

    De todo y con todo esto, Toni Negri conmociona los rancios y renacentistas paradigmas del Arte para procurar una dimensin esttica absolutamente nece-saria. Absolutamente necesaria por universal. Entremos al caso ilustrativo: la obra musical y visual de Len Chvez Teixeiro. Mucho ms conocido como msico desde 1%8, gan en 1966 una mencin en la fallidamente histrica Confronta-cin 66, donde el Estado acogi a un grupo intelectual cosmopolita, para en-frentar el nacionalismo socializante a la no figuracin y el expresionismo de la llamada Generacin de la Ruptura, empeada en tapar el sol con un dedo. Len Chvez, en los lmites de su resistencia a ser usado por partidos para optar por su animacin de movimientos, ha producido un repertorio, aparentemente ce-rrado, como "potencia constituyente de nuevo poder". Sus canciones recurren a dar nombre y apellido a los protagonistas de historias cotidianas de los traba-

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  • jadores explotados, con una estrategia semejante a la de Carlos Meja Godoy y los de Palacagina, intelectuales orgnicos de la Revolucin Popular Sandinista. Canta Len: "Andrea Fernndez, viuda de un infeliz, su abrigo verde rado, con su hija y su veliz", en una descripcin biopoltica como punto de partida de la narracin de microfsicas del poder. "Julia Snchez, hay que rerle al patrn y tragarse lo ofendida! este mundo es un mercado y no le encuentras salida"; "Lenides viejo correoso/ sesenta aos explotado/ pero el viejo no ha nota-do/ que en dos aos lo jubilan/ que as lo manda la ley/ que el patrn lo des-amarra! porque ya no da ganancia! le van a dar un dinero/ que se cuenta con los dedos/ ni pa' pagar el agujero ... " La resistencia acompaa la construccin del sujeto necesario para la alternativa histrica y social: "tuvo dos hijos Lenides, uno vicioso y cretino, el otro un asalariado, con ese tengan cuidado". La clase obrera no existe?, insina Len al mostrar cmo se extravan los trabajadores en la miseria extrema, en una vida cotidiana como la de "Ponciano Flores! cinco hijos/ su mujer y la miseria! en un cuarto amontonado/ todo en el mismo lugar/ recmaras! comedor/ sala, cocina y un bao/ un cuarto para los nios y un saln para estudiar! lo mismo se toma un trago que se planchan los hilachos/ se tiene que fornicar/ qu educacin de los Flores/ todo en el mismo lugar!" Vida circu-lar y redundante, como en la clebre descripcin del da habitual de las mujeres ms pobres: "abri los ojos, cogi un vestido, se fue despacio pa' la cocina", para seguir con la sucesin de tareas slo interrumpida con el comentario de "se va la vida, se va al ahujero , como la mugre en el lavadero", y terminar gritando en medio de duros acordes de guitarra: "se va, se va, se va, se va", y concluir cortan-te: "se fue". Las letras de alto nivel potico, sin concesiones romnticas, son todas sobre los trabajadores, sobre su historia, sobre sus lugares y objetos tan concretos como la lmina de "15 metros, 3 pulgadas, 8 octavos, diecisis", que se desliza y corta al operador distrado por un cortn amoroso. El objeto triunf al castigar la subjetividad. El trabajo improductivo est prohibido, pero de otro modo construye el cuerpo social con los cuerpos, como el de Julia Snchez con sus "ilusiones sacadas de magazines". En la "ciudad despellejada, ciudad abier-ta como herida", las apariencias improductivas se comparten con el "compa-ero de agujero/ esto se est terminando/ derrumbando/ acbalo de tirar".

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    Un mundo donde la conciencia de clase se perdi en el no lugar de los traba-jadores manufactureros y de cadenas productivas, todava necesarias pero fuera del poder de la robtica, y el Imperio concretado en las comunicaciones electrnicas de alta velocidad para permitir transacciones de mercanca-dinero-mercanca inimaginables para los explotados reducidos a su mnima expresin humana. Todo esto sera retrica si no se comunicara con un canto grave acom-paado de acordes complejos, y una voz que sube de tono para prolongar la nota y casi volver grito los acentos discursivos. El tiempo concreta una dimen-sin interpeladora con nombres, lugares y situaciones de los explotados, dichos por un cantor sin ms atavos que los de un trabajador cualquiera, con sus ma-nos grandes y su rostro oculto por una gorra o un sombrero, que se mueven al comps del acompaamiento. "La potencia constituyente del nuevo poder" llama a la resistencia, a la insurreccin, pero lo hace en los lmites de audiencias no organizadas, solidarias con luchas obreras, campesinas, estudiantiles y magisteriales, integrantes de la multitud interpelada por quien es como ellos pero se distingue por decirles la verdad, para sufrirla como necesidad cumplida de que alguien se ocupe, al fin , de sus desgracias. La "patria fosa, patria de obre-ros en barata", confirma la inexistencia de patria que no sea "el odio al opresor", el dolor, el rencor compartido con el amigo para llamar al prjimo y decirle: "amigo ven, amigo ven, te voy a dar mi parecer". La interpelacin dura ms que el espectculo y se queda como discurso memorizado y reproducido sorprendentemente por jvenes cantores, narradores orales, coregrafos y bai-larinas, cineastas capaces de reproducir el profundo sentido del sujeto en cons-truccin, que no se insurrecciona ni resiste ms que con su corporeidad, al fin reconocida como ser social, como ser ah.

    Len Chvez Teixeiro pinta y dibuja. A brochazos, a golpes y escurrimientos, con gestos que representan a la multitud como lneas sintetizadoras de cuerpos trazados a manera de los nios. Grandes cuadros donde la zona industrial de Xalostoc, por ejemplo, es una sucia complejidad de humos, paredes maltrata-das y caminos en estado de desastre. El cuerpo yerto de una violada con los acentos rojos de su desgracia, la serie de camas en cuartos estrechos, los utensi-lios de cocina como soportes de dibujos alusivos al trabajo domstico, tneles

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  • reducidos a sus entradas o salidas oscuras, muros con caligrafas rabiosas, un espejo roto y viejo como ira testimoniada, en fin, el expresionismo como grito de una humanidad doliente y desesperada por la explotacin extrema. Nada de consigna polftica, nada que convoque a algo ms que la solidaridad en resistencia y, quiz, para la improbable insurreccin en todo caso efmera. Len Chvez Teixeiro dedic a Lo chovo de lo Mortn Correro, una joven prostituta, su exposi-cin retrospectiva de 2004, con una clave invisible referente a la colonia de explotados donde vivi y organiz lo que debi alcanzar dimensin partidaria y ahora es futuro que no cuaj. Queda el poder significante como seal de la clase, utopa presente en la multitud.

    Hay una contradiccin evidente en los medios enajenantes. El caso Michael Moore es el ms destacado entre los miles de videoastas que han encontrado en esta tecnologa el recurso testimonial necesario para alentar el contrapoder, mientras la mano invisible del mercado es incapaz de contener lo socializacin espontnea del copiado pirata de discos y videos. La frase-consigna de Marx del consumo como "un objeto para un sujeto y un sujeto para un objeto", adquiere un sentido liberador de la ley del valor, suprema ley de conversin de mercan-ca-dinero-mercanca. El que Moore, excelente conductor de la serie Awfu/l Truth , se haya enriquecido con sus pelculas no les resta contrapoder, a pesar de su reduccin electorera ms que electoral. Su impacto no deconstruye la multitud, la afirma y quiz igual ocurre con los testimonios de tantas y tantas luchas de resistencia contra la globalizacin incapaces de superar el fetichismo del Estado. Las autonomas crecen as como alternativa, no pueden oponer ms que solida-ridad comunitaria contra el imperio, pero la dimensin esttica contribuye, de tiempo atrs, a liquidar los artecentrismos y esteticismos que Juan Acha repudiara como reduccin de la artisticidad a lo sublime inefable sin ms. Un contrapoder nada silencioso deja de ser alharaca civilista y se politiza en el umbral de la critica de la economa polftica, obstaculizada por el civilismo y el comunitarismo, acechanza no slo para los colectivos artsticos, acosados tam-bin por la autocomplacencia. Toni Negri y compaa han lanzado un alerta mxima, con alcance ms all del arte y los artistas que ya forman legin libertaria en y por la alternativa histrica y social, ms social que histrica, al Imperio.

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  • Arte, multitud y eontrapoder, de Alberto Hijar, se termin de imprimir en agosto de m en los talleres de Estampa Artes Grficas,

    Privada de Doctor Mrquez 53, Col. Doctores, Mxico D. E, tel. 5530 5289 Y 5530 5526, e-mail: [email protected]

    Concepto de la serie: Erndira Melndez Torres y Marco Vinieio Barrera Castillo Coordinacin: Erndira Melndez Torres

    Edicin: Gordana Segota, Carlos Martinez Gordillo Diseo: Yolanda Prez SandCNal