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Henry Alan Ironside 

Desde un principio, era obvio que Dios tenía planes especiales para la vida de Henry A. Ironside. En el mismo día de sunacimiento, el 14 de octubre de 1876, Dios obró un milagro.

El médico que atendió en el parto a la madre de Henry, creyó quela criatura había nacido muerta. Por consiguiente, se dedicó aatender de manera especial a la madre, la cual se encontraba engrave peligro por su enfermedad. Cuarenta minutos después, unaenfermera descubrió un leve pulso en el nene. De inmediato elmédico dio su atención al pequeñuelo, hasta que pudo declararlofuera de peligro.

Dos años más tarde, Henry, aunque se le conocería más tarde conel diminutivo Harry, llegó a tener un hermanito, al cual llamaronJohn William Ironside, hijo. Cuando el pequeño John teníasolamente tres semanas de vida, falleció el padre de la familia,víctima de fiebre tifoidea.

Henry Ironside procedía de un hogar piadoso. Desde tempranaedad aprendió lo que era confiar completamente en Dios para la provisión de cada necesidad. Las Escrituras empezaron a ocupar un lugar de importancia en su vida. Su padre había sido conocidocon el mote de "don Eternidad". Se había ganado tal nominativo por cuanto a menudo detenía a la gente por la calle, y les

 pregunta: "¿En dónde pasará usted la eternidad?."

Habiendo enviudado a los veintiséis años de edad, Sofía deIronside se vio en la necesidad de trabajar como costurera parasostener a su familia. Dios bendijo sus esfuerzos, y al pocotiempo ella tenía tanto trabajo que se vio obligada a emplear avarias personas más en su negocio.

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Al principio, sin embargo, hubo días en que la familia carecía decomida suficiente. En cierta ocasión les dijo a sus hijos que sesentaran a la mesa para pedirle la bendición de Dios sobre losalimentos. ¿Los alimentos?. No lo había. Tenían solamente agua.Así que la Sra. de Ironside dio gracias a Dios por el agua, y le pidió que les proveyera un poco de pan. No bien acababa de pronunciar el "Amen", cuando oyeron que alguien tocaba la puerta. Un señor, cuya esposa le debía dinero por unas obras decostura, traía dos arrobas de papas en pago del trabajo. La Sra. deIronside solo necesito dos minutos para poner las papas en la olla.¡Dios había provisto comida para la familia!. H. A. Ironside viomuchos milagros de esta índole mientras el negocio de su madre

se iniciaba e iba creciendo.

A la edad de tres años, Harry empezó a aprender de memoria pasajes bíblicos. A los catorce años, había leído la Biblia entera por decimocuarta vez, aunque todavía no había aceptado a Cristocomo su Salvador personal.

Harry Ironside nació en la ciudad de Toronto, Canadá. Cuandotenía diez años, toda la familia, es decir Harry, su hermanito John,su madre y su tío, se trasladaron a la ciudad de los Ángeles, enCalifornia. Allí Harry quedó sorprendido al darse cuenta de quemuchas personas no respetaban el domingo como el Día delSeñor. Vio muchos borrachos; vio que la gente jugaba el azar, yque había muchos vicios en la ciudad. Como resultado de estas

observaciones, el joven Ironside decidió reunir a los niños y niñasdel vecindario, y organizar una escuela dominical para ello. Envióa los varones para que recogieran todos los sacos y costales decáñamo que pudiera encontrar. Con las niñas organizó un club decostura. Ellas cosieron los costales unos con otros, uniéndoles para formar una gran carpa, en lo que cabían holgadamente unascien personas.

 No había otro maestro, así que Harry daba las clases. Durante el

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delante del caballo?". Cuando Harry le preguntó que es lo quequería decir con ello, el ministro le explicó que Harry estabaenseñando la Biblia, y haciendo una obra religiosa, sin siquierahaber aceptado a Cristo como su Salvador. Harry cayó en cuenta,como nunca antes, de su gran culpa delante de Dios, de la negrurade sus pecados, y de la dureza de su corazón al haber rehusadoconfiar en Cristo. En cuanto le fue posible, regresó a toda prisa asu casa, porque quería estar en su habitación a solas. Allí, a laedad de catorce años, en su propio cuarto, oró diciendo. "¡Señor,sálvame!".

Desde el momento de su conversión fue impulsado por el deseode hablar de ello a otras personas. Harry Ironside dio su primer testimonio tres días después, en un culto al aire libre, celebrado por el Ejército de Salvación. Mientras escuchaba a un capitán dar su testimonio, Harry no veía la hora en que el hombre terminarade hablar. No bien éste hubo concluido, Harry se le acercó, y le preguntó: "Sr. Capitán, ¿me permite dar mi testimonio?".

El capitán le preguntó si era salvo."Sí" respondió Ironside."¿Cómo lo sabes?", volvió a preguntar el oficial."Porque he aceptado al Señor Jesucristo como mi salvador"."¿Desde cuando?""¡Desde hace tres días!"

"¡Adelante, pues!" le dijo el capitán, y H. A. Ironside hizo precisamente eso.

Leyendo en Isaías 53:6: "todos nosotros nos descarriamos comoovejas", y partiendo de tal texto, Harry Ironside predicó su primer sermón después de haberse convertido. Al día siguiente trajo a su primer converso al señor. El hombre convertido era un señor 

negro, de unos sesenta años de edad, y que había escuchado eltestimonio del joven. Después le había hecho varias preguntas, lo

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que el joven cristiano usó como punto de partida para hablar alanciano sobre la necesidad de su alma, y lo trajo a los pies deCristo. El anciano nunca olvidó esta experiencia. Con el paso deltiempo, hizo costumbre seguir a Harry a dondequiera que éste predicaba, y decía con orgullo: "Amigos, este muchacho es mi padre espiritual".

A pesar de que ya había transcurrido cuatro días desde suconversión, Harry Ironside todavía no había contado a su madreacerca de su experiencia. Una noche, yendo ella a un culto en unamisión, en la cual tocaba el órgano, le preguntó a un hombre siquería conocer a Cristo como su salvador. El hombre le respondió

que estaba en camino para escuchar al "predicadorcito", queestaba predicando calle arriba. Cuando la Sra. de Ironside supoque el "predicadorcito" era su propio hijo, se inquietó. Esa mismanoche habló con el joven, y él le contestó: "Sólo di mitestimonio".

"Pero nadie tiene derecho de hacer eso si no es salvo", objetó la

Sra. de Ironside.

"Es que ya soy salvo, mamá", respondió el muchacho, y luego procedió a contarle su experiencia de conversión.

Por aquellos días, la Sra. de Ironside se casó de nuevo. William

D. Watson se convirtió así en el padrastro de Harry y JohnIronside, y siempre trató con suma bondad a los jóvenes. Hizotodo esfuerzo posible para animar a Harry a continuar a susestudios, instándoles a completar no solamente la escuelasecundaria, sino también a estudiar en la universidad.

Sin embargo, Harry estaba convencido de que debería hallar 

algún empleo y, al mismo tiempo, predicar. Aunque nunca asistióformalmente a una universidad, siguió instruyéndose a sí mismo

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 por medio de la lectura de muchos libros. Leía ávidamente, y atemprana edad contaba ya con una apreciable biblioteca.

Un ejemplo de su energía y diligencia mentales durante aquellosaños juveniles, puede ser visto en el arreglo que hizo con unmédico chino. Se reunían semanalmente durante dos horas, elmédico le enseñaba el idioma chino, y Harry, a su vez, leenseñaba el inglés.

Poco tiempo después de su conversión, Harry se unió al Ejército

de Salvación. Dentro de poco le fue otorgado el grado de sargentocomandante segundo, y fue hecho responsable de la obra delgrupo entre la niñez. Cuando Harry cumplió los dieciséis años, leanimaron a asistir al instituto de adiestramiento del Ejército deSalvación, a fin de que se preparara adecuadamente, y así pudieraser promovido plenamente al grado de oficial. Por consiguiente,dejó su trabajo como fotógrafo, para matricularse en el Institutode Ejército de Salvación, en San Diego, California; y después de

haber completado sus estudios fue comisionado como teniente, endicha organización. Después de servir con ellos durante unos seisaños, se unió a Los Hermanos Plymouth.

El 5 de enero de 1898, Harry Alan Ironside se casó con la señoritaElena Georgina Schofield, la cual había sido capitana en elejército de Salvación, y había tocado el piano en muchos de los

servicios en los cuales Ironside había tomado parte. Harry y Elena pasaron días muy difíciles, pues tenían muy poco dinero. Elena noestaba acostumbrada a tal vida. Se había criado en un hogar declase media, y estaba habituada a tener muchas de las cosas queHarry no podía conseguir para ella. Una y otra vez tuvieron queejercer fe en Dios para la provisión del pan cotidiano. La vida nole era fácil, y hubo ocasiones en que la despensa estaba totalmentevacía.

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Cierto día, estando visitándoles la madre de Elena, notó queservían frijoles tres veces al día. La joven recién casada trató deexplicar, diciendo: "Es que a Harry le gustan mucho los frijoles".Para no ofender a su suegra, Harry Ironside empezó a pedirle alSeñor que "rompiera la monotonía," y que le proveyera algunaotra cosa para comer. Ese mismo día, un anciano escocés le regalóa Harry un dólar de plata. Sin tardanza, Harry salió a comprar comida, ¡y esa vez no compró frijoles!.

Los problemas y las dificultades se le amontonaron a Harry aquelaño. Se enteró de que su madre estaba gravemente enferma, por lo

cual decidió mudarse, para vivir con ella, a fin de ayudarle acuidar a Lilian, su pequeña media hermana. La madre de HarryIronside pronto se fue para estar con el Señor. Fue una pérdidaque Harry sintió profundamente.

Al año siguiente Dios bendijo el hogar de Harry y Elena con unhijo, al que llamaron Edmundo Enrique. Ya había tomado a su

cargo a Lilian, la cual tenía para entonces cinco años, así quehabía por lo tanto dos niños en el hogar. Sin embargo, al pocotiempo, otro joven matrimonio cristiano se hizo cargo de lacrianza de la pequeña Lilian.

 No mucho tiempo después, les llegó la noticia de que el padre deElena había fallecido. Ironside y su esposa decidieron viajar a la

casa de su madre lo más pronto posible, pero se enfrentaban a unserio problema: no tenían dinero para los pasajes. Pocosmomentos antes de que partiera el tren, un amigo que había oídode la muerte del padre de Elena, les dio el dinero para los boletos,con el fin de que ambos pudieran realizar el viaje para asistir alentierro.

En 1905 Dios bendijo el hogar con un segundo hijo, al que

llamaron John Schofield. Hasta ese entonces, Elena había viajadocon su esposo en sus giras evangelizadoras; pero ahora se veía

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obligada a quedarse en casa con los niños. Harry estabarecibiendo más y más invitaciones para llevar a cabo reuniones deevangelización, de manera que su ministerio de viajar y predicar iba creciendo.

Además del ministerio de la predicación, también se dedicaba aescribir, y Dios bendijo abundantemente este ministerio deliteratura. La venta de sus libros era admirable. El dinero que percibía por concepto de regalías lo volvía a invertir en la producción de más libros. De esta manera podía regalar algunosejemplares de sus libros a misioneros, ministros y estudiantes, y a

la vez, contribuir con cierta cantidad al fondo de literatura pararegalar, producida por la Compañía Occidental de Libros ytratados, de la cual era presidente. Nunca aceptó para sí mismoregalías o ganancia alguna de la venta de sus obras.

En 1911, otra puerta para testificar de Cristo se abrió para H.Ironside. Esta fue la obra entre los indígenas de Norteamérica.

Durante unos doce años, o quizá más, pasó dos meses de verano,cada año, entre los nativos en Arizona, en el sureste de Californiay en Nuevo México. En dicho lugar encontró a un pueblo listo para aceptar el evangelio; y tuvo la oportunidad de visitar aldeasnativas y asentamientos de muchas tribus diferentes.

En 1924 Ironside aceptó pronunciar una conferencia, auspiciada

 por el Instituto Bíblico Moody. A poco, ocupaba gran parte de sutiempo en esta tarea, yendo de una región de los estados Unidos aotra, para dictar estas conferencias bíblicas.

Durante aquellos años ocurrieron grandes cambios en la familiaIronside. Edmundo entró en el ejército durante la primera guerramundial, y por el mismo tiempo se casó con Mabel Guthrie. En

1920 les nació una hija, que llamaron Lilian. Pero la joven madreenfermó de gravedad. Por consiguiente, después de nacida, la

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 pequeña fue recibida en el hogar de Harry Ironside. Algún tiempodespués, los abuelos la adoptaron legalmente. La esposa deEdmundo murió poco después, victima de tuberculosis.

Mientras tanto John, que hasta entonces había sido un buencristiano, sufrió un resbalón espiritual durante su último año deestudios en la universidad de California. Su padre y su madre sesentían muy apesadumbrados, a acusa de las dudas que John teníaen relación a las realidades. Tiempo después, John y su esposa seentregaron al Señor, y luego fueron al Instituto Bíblico Moody,graduándose en 1941.

En tres distintas ocasiones Harry A. Ironside celebró servicios enla bien conocida Iglesia Memorial Moody, de Chicago, la cualllegaría a pastorear posteriormente. El pastor, el Dr. P. W.Philpott, había presentado su renuncia, y la iglesia pidió a H.Ironside que aceptara el pastorado. Asumió dicha responsabilidaden marzo de 1930.

Para entonces la universidad de Wheaton, Illinois, le habíaconferido el grado honorario de doctor. Ironside estuvo como pastor en la iglesia de Moody durante dieciocho años, presentando su renuncia en 1948. Durante su largo pastoradoviajaba mucho, predicando en los estados Unidos, en el Canadá, yen las Islas Británicas.

Harry A. Ironside, cuyo aliento era un milagro de Dios, fue uninstrumento muy eficaz en las manos de Él, para predicar, enseñar y escribir a muchos hombres y mujeres en todo el mundo.Después de dejar su iglesia, viajaba de un país a otro, de unaciudad a otra y de una iglesia a otra, predicando el evangelio deCristo con toda fidelidad. Escribió más de sesenta libros; algunos

de los cuales eran sus mensajes desde el púlpito, otros sus notas,sus conferencias, o comentarios sobre los libros de la Biblia.

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Muchas de sus obras están ya traducidas al español.

Henry (Harry) A. Ironside murió en Cambridge, Nueva Zelandia,en 1951, mientras realizaba una gira de predicación. Tal como élmismo lo pidiera, sus restos fueron sepultados en aquel mismo país.