Gramatica Historica Espanol 1eas Págs

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RALPH PENNY GRAMÁTICA HISTÓRICA del ESPAÑOL Edición actualizada

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las primeras págs del libro de penny

Transcript of Gramatica Historica Espanol 1eas Págs

  • CMYK Lomo 24 mm 16 x 24 cm

    PVP 23,90 e 10039530

    Imagen de cubierta: Grabado coloreado de Elio Antonio de Nebrija

    (Lebrija, 1441 Alcal, 1522) Album / Prisma

    Diseo de cubierta: Mauricio Restrepo

    OTROS TTULOS

    Manual de fontica espaolaEUGENIO MARTNEZ CELDRN

    ANA M. FERNNDEZ PLANAS

    Las pocas de la literatura espaolaFELIPE B. PEDRAZA JIMNEZ

    MILAGROS RODRGUEZ CCERES

    El ro de la literaturaFRANCISCO RODRGUEZ ADRADOS

    El latn vulgarJZSEF HERMAN

    Mtrica espaolaANTONIO QUILIS

    Diccionario de retrica, crtica y terminologa literariaANGELO MARCHESE

    JOAQUN FORRADELLAS

    Introduccin a la LingsticaMILAGROS FERNNDEZ PREZ

    Las claves de la argumentacinANTHONY WESTON

    La cultura del BarrocoJOS ANTONIO MARAVALL

    Teora literaria y literatura comparadaVV.AA.

    Historia de la Crtica LiterariaDAVID VIAS PIQUER

    Gra

    mt

    ica

    hist

    rica

    del e

    spa

    olRALPH PENNY

    www.espacioculturalyacademico.com

    En esta nueva edicin, el profesor Penny ha aadido un nuevo captulo donde plantea la naturaleza de la historia de la lingstica, el concepto del mundo hispnico, los procesos de convergencia y divergencia del espaol y las interacciones con el ingls. Esta edicin tambin contiene un glosario de trminos tcnicos, guas para lectura y temas centrales para la discusin.

    Obra de significativa contribucin al conocimiento de la historia y desarrollo de la lengua espaola.Society for Spanish and Portuguese Historical Studies Bulletin

    Segunda edicin revisada, ampliada y actualizada del texto original de Ralph Penny, publicado en 1991.

    RALPH PENNY

    GRAMTICAHISTRICAdel ESPAOL

    Edicin actualizada

    RALPH PENNY

    Profesor de Filologa Romnica en el

    Queen Mary, Universidad de Londres.

    Es tambin autor de Variation and

    Change in Spanish (Cambridge).

    Adems publica habitualmente en el

    Bulletin of Hispanic Studies, Romane

    Philology y Modern Language Review.

  • Gramatica historica del espan?ol (portadillas):Maquetacin 1 29/1/14 13:18 Pgina 3

  • SUMARIO

    Prlogo

    Prlogo a la 2. edicin

    Abreviaturas y signos

    Cronologa histrica

    CAPTULO 1. Introduccin1.1. Indoeuropeo, latn y romance1.2. El latn de Hispania1.3. Conquista y Reconquista1.4. El espaol estndar1.5. El espaol extrapeninsular1.6. Castellano y espaol

    CAPTULO 2. Fonologa2.1. El cambio fonolgico2.2. Transmisin2.3. Rasgos suprasegmentales2.4. Evolucin del sistema voclico2.5. Evolucin del sistema consonntico2.6. El cambio fonolgico desde la Edad Media2.7. Cronologa del cambio fonolgico

    CAPTULO 3. Morfosintaxis3.1. Conceptos generales3.2. El sustantivo3.3. El adjetivo3.4. El adverbio3.5. El pronombre3.6. Los numerales3.7. El verbo

  • 3.8. Otras clases de palabras3.9. Oraciones condicionales

    CAPTULO 4. Lxico4.1. Vocabulario heredado del latn4.2. Palabras de origen prerromano4.3. Latinismos4.4. Helenismos4.5. Germanismos4.6. Arabismos4.7. Mozarabismos4.8. Galicismos y occitanismos4.9. Voces amerindias

    4.10. Anglicismos4.11. Catalanismos4.12. Lusismos4.13. Italianismos4.14. Formacin de palabras

    CAPTULO 5. Semntica5.1. Causas del cambio semntico5.2. Tipos de cambio semntico5.3. Consecuencias del cambio semntico

    Bibliografa

    ndice de palabras espaolas y latinas

    ndice temtico

    6 GRAMTICA HISTRICA DEL ESPAOL

  • CAPTULO 1

    INTRODUCCIN

    Esta historia del espaol ha sido concebida como una descripcin del desarro-llo interno de la lengua, con el fin de mostrar cmo ha evolucionado en el planofonolgico y morfosintctico, sin desatender por ello el modo en que ha adquiridosu vocabulario ni los cambios semnticos que ha sufrido; se ha intentado inclusoexplicar, en la medida de lo posible, las razones de los cambios producidos. Se tra-ta, por tanto, de lo que tradicionalmente se conoce como una gramtica histricade la lengua espaola.

    Aunque este volumen no se centra en el estudio de los contextos sociales enlos que se utiliza y se ha utilizado el espaol, nos ha parecido oportuno, sin embar-go, dar cuenta brevemente de ellos, a modo de introduccin. Existen descripcionesms detalladas de la historia externa de esta lengua accesibles al lector (espe-cialmente Lapesa, 1980; Penny, 2000); exponemos aqu un breve esbozo de las cir-cunstancias que han rodeado al castellano a travs de los siglos, un esquema cuyanica pretensin es servir de marco a los aspectos cronolgicos y sociales a que ha-bremos de referirnos en los captulos siguientes.

    1.1. Indoeuropeo, latn y romance

    El espaol es miembro de la familia de las lenguas indoeuropeas, cuyo ante-pasado ms remoto conocido se hablaba hace unos 5.000 aos en el rea del marNegro (o, para ser fieles al punto de vista tradicional, al norte de ese mar, en las es-tepas del sur de Rusia o, segn una opinin ms reciente [por ej., Renfrew, 1998],al sur de esta, en lo que hoy es Turqua). Los hablantes indoeuropeos gradualmentese fueron extendiendo (quiz a la par que la agricultura) en varias direcciones y lasvariedades de su habla llegaron a utilizarse en reas enormemente extensas: casitoda Europa (donde solo el vasco, el finlands, el sami [lapn] y el magiar [hnga-ro] no derivan de l), la mayor parte del subcontinente indio llegando muy al este,

  • hasta Bangladesh y Assam, y a muchos territorios intermedios (por ej., Armenia,Irn y gran parte de Afganistn). Durante este proceso de migracin, cada grupo dehablantes indoeuropeos inevitablemente perda el contacto con los restantes gru-pos, de forma que las innovaciones y prdidas que se originaban en un grupo no seextenda a los otros y el resultado lgico era la fragmentacin. Sin embargo, la si-militud de la familia ha pervivido durante milenios y los miembros supervivientesconservan muchas similitudes estructurales y una proporcin significativa de suvocabulario bsico en comn. Los eruditos reconocen en general nueve ramas su-pervivientes de la familia indoeuropea (indoiran, eslavo, germnico, itlico, blti-co, helnico, armenio, albano y celta), aunque dos ramas (el tocario y el hitita) handejado un sustancioso corpus escrito, pero ya no se hablan.

    El miembro ms prominente de la rama itlica del indoeuropeo es el latn. Sinembargo, otros miembros de esta rama se hablaron durante siglos en Italia ademsdel latn. Entre estos se incluan el osco (en gran parte del centro y el sur de la pe-nnsula itlica), el umbro (en el rea al noreste de Roma) y el falisco (inmediata-mente al norte de Roma) y fueron gradualmente sustituidos por el latn, a medidaque el poder poltico y cultural de Roma se extenda desde el Lacio hasta abarcar elresto de la pennsula itlica. Este proceso de asimilacin fue, naturalmente, pro-longado, comenzando en el siglo IV a.C. y no se complet hasta al menos el siglo Id.C. Por ejemplo, algunos de los graffiti conservados en los muros de Pompeya (y,por tanto, escritos poco antes de la erupcin del Vesuvio en el ao 79 d.C.) reflejanms bien el habla osca que el latn.

    La extensin del latn a partir de Roma no se limit a la pennsula itlica,sino que continu en zonas adyacentes y finalmente distantes del mundo medite-rrneo y su interior. Como resultado del desarrollo variable en las diferentes par-tes de este territorio, el latn evolucion en una familia de dialectos relacionados(algunos de los cuales alcanzaron el estatus de lenguas estndar) conocida comofamilia de lenguas romnicas. Ninguna clasificacin de las lenguas romnicasresulta totalmente satisfactoria porque forman un continuum de variedades quese entrelazan, que solo se rompe en los Balcanes occidentales, donde el vnculoentre las variedades italianas y las rumanas fue interrumpido por la incursin delas hablas eslavas (el moderno serbo-croata, etc.) y en los Alpes, donde las varie-dades del norte de Italia estn separadas del rtico por la expansin del alemn.Los miembros ms sobresalientes de la familia (los que llegaron a escribirse y aconstituir lenguas estndar dentro del grupo) son el francs, el occitano (que enun tiempo fue la lengua literaria de la sociedad gala meridional y ahora est redu-cido a una serie de variedades rurales), el italiano, el rumano, el romanche (lacuarta lengua nacional en Suiza, hablada en el cantn suroriental de los Graubn-den), el cataln, el portugus y el espaol. El dlmata, hablado en la costa adriti-ca oriental, se extingui en el siglo XIX.

    El latn es la madre del espaol (y, por definicin, de todas las lenguas ro-mnicas), en el sentido de que los hispanohablantes representan el ltimo eslabn

    18 GRAMTICA HISTRICA DEL ESPAOL

  • de una cadena ininterrumpida de personas, cada una de las cuales ha aprendido sulengua de sus padres y coetneos; esta cadena se ha prolongado sin quebrarse des-de que Roma conquist la Pennsula Ibrica hace dos mil aos.

    Podra mostrarse grficamente la relacin entre latn y espaol afirmando que elespaol es latn: la variedad de latn que se ha llegado a hablar en determinadas zonasde Europa, frica y Amrica; no obstante, sera lcito afirmar exactamente lo mismodel gallego, portugus, cataln, francs, italiano, rumano, etc. Si no se denomina la-tn a todas esas maneras de hablar y escribir es porque las diferentes formas en que sepresenta el latn contemporneo (esto es, las lenguas romnicas) han llegado a ser mu-tuamente ininteligibles; resultara inadecuado emplear una sola etiqueta para idiomasentre los que no es posible la comprensin. Otro motivo, ms importante, que explicael empleo de etiquetas distintivas tales como espaol, francs, etc., es la creacinde los estados europeos medievales y modernos: tal desarrollo tuvo como consecuen-cia la elaboracin de distintas lenguas estndares e impuso una identidad lingsticapropia de cada estado, como expresin de su identidad cultural y poltica.

    Esta lengua latina contempornea (con el valor que damos aqu a lo que se de-signa corrientemente como lenguas romnicas) no es uniforme, pero tampoco lofue nunca el latn. Todos los idiomas presentan variedades y el de Roma no pudoser una excepcin desde tres ngulos: diatpicamente (en el espacio), diacrnica-mente (en el tiempo) y sociolgicamente (en un mismo lugar y tiempo, a causa de ladiferente edad, sexo, educacin, ocupacin, etc., de sus hablantes). La variacin esinherente incluso al propio individuo, por cuanto dispone de diversos registros quele permiten adaptar su expresin a las distintas situaciones. El hecho de que general-mente carezcamos de la oportunidad de observar tales variaciones en el latn, nodebe hacernos creer que hace dos mil aos era sta una modalidad homognea.

    Son escasas las pruebas de la diversificacin diatpica del latn, debido a quelos que escriban haban aprendido a hacerlo en una variedad (culta, literaria, deno-minada tradicionalmente latn clsico) que, por su naturaleza, careca de rasgospuramente locales; no obstante, disponemos de algunos datos, a los que nos referi-remos en el apartado que dedicamos al latn de Hispania (1.2). Son ms fciles depercibir, en cambio, las diferencias diacrnicas, producto de la evolucin que ex-periment el propio latn; podemos apreciarlas mediante la comparacin de la len-gua que utilizan los escritores de los diferentes perodos, as como a travs de loscomentarios que redactan los gramticos latinos acerca del carcter anticuado o ar-caico de ciertos rasgos lingsticos.

    Sin embargo, es la variacin social la que ha recibido ms atencin por partede los estudiosos de las lenguas romnicas, aunque tradicionalmente no es descritacomo tal. Sabemos bien, por lo menos desde el siglo XIX, que los romances no pro-ceden del latn clsico (esto es, literario), sino de un tipo de latn no literario, desig-nado generalmente como latn vulgar. Por poner un ejemplo lxico sencillo ymuy conocido, EQUUS significaba caballo en latn clsico, forma de la que nopueden proceder las voces romnicas que designan este concepto (esp. caballo,

    INTRODUCCIN 19

  • port. cavalo, fr. cheval, it. cavallo, rum. cal, etc.); stas descienden de CABALLUS,que significaba caballo de carga en el latn literario, si bien adquiri el sentidogenrico de caballo en la lengua coloquial.

    Son muy abundantes las definiciones que se han dado de latn vulgar, ymuchas se han apoyado en modelos histricos que hoy nos parecen errneos. Es elcaso de la concepcin del latn vulgar como un estadio ms tardo de latn que lavariedad clsica; los romanistas la han rechazado hace ya bastante tiempo, aunquela mayor parte de los vestigios latinovulgares procedan de los ltimos siglos delImperio y un buen nmero de sus rasgos semejen ms avanzados que los corres-pondientes al clsico.

    Es ms difcil, en cambio, que desaparezca la idea de que el latn vulgar y el cl-sico son cdigos radicalmente diferentes y representan conceptos mutuamente ex-cluyentes; tal interpretacin no se puede sostener, ya que todas las variedades del la-tn de las que tenemos conocimiento comparten la mayor parte de su vocabulario,rasgos morfolgicos y reglas sintcticas. Nuestro punto de partida es que el latn,como cualquier otra lengua, presenta una gama de registros lingsticos que van des-de el literario, cuidadosamente codificado, en un extremo, hasta el argot, en constan-te ebullicin, en el otro; adems, habra una suave gradacin de registros interme-dios. En este modelo, el latn clsico ocupa un polo del espectro, y se encuentrarepresentado esencialmente por registros escritos (no hablados, a no ser en represen-taciones o en lecturas en voz alta). El latn vulgar comprende prcticamente el restodel espectro con la posible excepcin de la lengua hablada por las clases cultas.Tambin queda excluido, claro est, el otro polo, en el que deberamos colocar lasjergas de los grupos marginales, inestables y efmeras, que difcilmente influiran deforma coherente en la manera de hablar de la mayora de la poblacin.

    Esta concepcin del latn vulgar, aunque expresada de forma diferente, coin-cide plenamente con una de las definiciones ms satisfactorias que ahora se en-cuentran; nos referimos a la adoptada por Herman (2000: 7) y algunos de sus pre-decesores: ese conjunto de innovaciones y tendencias que se han observado en eluso, especialmente aunque no de modo exclusivo en el uso hablado, de la pobla-cin latinohablante que recibi escasa o nula influencia de las enseanzas escola-res y los modelos literario. Sin embargo, es importante dejar claros ciertos corola-rios que se deducen de esta definicin.

    En primer lugar, el latn vulgar carece de lmites cronolgicos absolutos.Existe paralelamente al latn clsico, de manera que en cualquier momento (sobretodo a partir del siglo I a.C.) es posible referirse tanto al latn clsico como allatn vulgar, a pesar de que la mayora de los datos referentes a este ltimo pro-ceden de siglos posteriores. Ahora bien, el trmino latn vulgar deja de resultartil cuando, con el paso del tiempo, comienza a escribirse en las formas locales dela lengua (siglo IX d.C. en el norte de Francia); a partir de ese momento es la vozromance la que se aplica a todas las variedades vernculas, habladas o escritas,descendientes del latn. No obstante, algunos estudiosos designan tambin como

    20 GRAMTICA HISTRICA DEL ESPAOL

  • romance a la lengua hablada en siglos anteriores; otros prefieren el trminoprotorromance para denominar aquellas modalidades de habla que constituyenel antecedente de los idiomas romnicos y que por definicin pertenecen a un pe-riodo anterior a la aparicin de textos escritos en romance.

    En segundo lugar, no puede haber textos en latn vulgar. Las diferentes clasesde escritos fueron redactados, por definicin, por gente culta, que lgicamente sesirvi de la variedad codificada o estndar del latn, en la que inevitablemente eraneducados los escritores; ahora bien, esto no quiere decir que no dispongamos demuestras de los registros hablados del latn (lo researemos ms adelante). Contodo, y a pesar de que cierto tipo de textos contienen, en mayor o menor propor-cin, formas (grafas, palabras, construcciones, etc.) que difieren de la variedad es-tndar y revelan rasgos propios del latn hablado, tal informacin resulta insufi-ciente y no puede llegar a proporcionarnos una visin completa del latn vulgar.

    En tercer lugar, al igual que el latn considerado en su conjunto, el latn vulgares en s mismo variable. De hecho, este trmino engloba todas las variedades cro-nolgicas, dialectales y sociales del latn tal como era hablado por la mayor partede las gentes que lo empleaban. Por tanto, no puede describirse su gramtica dela misma forma que la de las variedades codificadas o la estndar de una lengua.

    Cules son las fuentes de informacin donde podemos descubrir los rasgosdel latn vulgar? No resultara apropiado ofrecer aqu un catlogo exhaustivo desus fuentes (que figura en trabajos sobre el latn vulgar, como por ej. Vnnen,1968: 39-49; un completo elenco de textos latinovulgares en Daz y Daz, 1974),pero s parece prudente proporcionar algunas referencias:

    Escritos literarios redactados con intencin de reflejar el habla popular [dra-maturgos como Plauto (c. 254-184 a.C.), Ennio (239-169 a.C). o Terencio (c.195-159? a.C.), escritores satricos como Petronio (m. 66 d.C.)].

    Cartas informales, como las escritas por Claudio Terenciano a su padre en elEgipto del siglo II d.C. (vase Adams, 1977).

    Escritos cristianos, de autores que generalmente rechazaban el elitismo del len-guaje estndar y buscaban, en contrapartida, un estilo ms apropiado a una religin pro-selitista, especialmente en obras dirigidas a un pblico nada refinado (tal ocurre, porejemplo, con el relato de una monja espaola del siglo IV d.C., que narra su peregrina-cin a los Santos Lugares en la Peregrinatio ad loca sancta o Peregrinatio Etheriae).

    Escritos tcnicos que, debido a su finalidad prctica y a la modesta educacin delos lectores a quienes estaban destinados, no solan presentar un estilo pretencioso,sino que permitan el empleo de palabras y expresiones propias de la lengua coloquial;son textos referentes a la cocina, agricultura, construccin, medicina, veterinaria, etc.

    Documentos diversos, literarios y no literarios, redactados en el ltimo periododel Imperio (siglos III-V d.C.) y durante los siglos siguientes, cuando haba descendi-do notablemente el nivel educativo y cultural de los letrados y, en consecuencia, losescritores se servan de formas de expresin ajenas ya al latn clsico.

    Inscripciones no oficiales, entre las que se cuentan epitafios y, sobre todo,graffiti (como los de Pompeya y Herculaneo, que conservan anuncios, avisos, esl-

    INTRODUCCIN 21

  • ganes, obscenidades, etc.) y las defixionum tabellae (lminas metlicas en las que segrababan conjuros mgicos).

    Escritos de gramticos, redactados para censurar formas incorrectas, que re-presentan la mejor prueba de la existencia de estas desviaciones en la lengua habla-da. Debe destacarse particularmente el llamado Appendix Probi, una lista del sigloVI o VII (vase Robson, 1963); en l se sealan doscientas veintisiete formas que de-ben ser evitadas al escribir, a la vez que se proporciona en cada caso la que se consi-dera ms apropiada (por ejemplo: BACULUS NON VACLUS, AURIS NON ORICLA, GRUS NONGRUIS, TRISTIS NON TRISTUS). De importancia casi similar, especialmente para Espa-a, son las observaciones lingsticas de Isidoro, obispo de Sevilla (c. 570-636), ensu Origines sive etymologiae.

    Glosas de distintas fechas desde el siglo I d.C. Algn lector ha insertado entrelneas o en el margen de un texto palabras o expresiones equivalentes a otras que, pordesusadas, le suponan alguna dificultad; estas glosas procedan a veces de registroshablados.

    Prstamos latinos a otras lenguas y viceversa. El modo en que se adaptan algu-nos de ellos en la lengua de recepcin revela rasgos de la pronunciacin latina (as,por ejemplo, la palabra alemana Kaiser pone de manifiesto que, cuando el germni-co tom del latn la voz CAESAR la consonante inicial se pronunciaba como [k].

    Junto con estos testimonios, en gran parte tomados de textos antiguos, hayque contar con la posibilidad de extraer alguna informacin acerca del latn delexamen de las propias lenguas romnicas. Ya hemos visto que, al comparar ciertasformas romances, es posible deducir que en latn vulgar la palabra CABALLUS ten-dra el sentido genrico de caballo; es ste un procedimiento aplicable a cual-quier hecho lingstico si aceptamos que, cuando un mismo rasgo aparece en lamayora de las lenguas romnicas, lo probable es que perteneciese al latn hablado.De este modo, comparando las denominaciones para verde (por ej. esp., port.,it., rum. verde, fr., cat. vert), podemos llegar a suponer, como mnimo, que la pala-bra utilizada en latn hablado, de la que proceden las anteriores voces, no tena msde dos slabas, a pesar de que la denominacin latina que conocemos por los textosescritos tuviera tres: VIRIDIS. En esta ocasin, el autor del Appendix Probi confirmanuestra deduccin, pues advierte que se debe emplear VIRIDIS NON VIRDIS. Sin em-bargo, en un gran nmero de casos, las fuentes escritas no nos proporcionarn talconfirmacin, de manera que muchas formas del latn hablado han sido estableci-das por medio de la comparacin entre los testimonios romnicos, sin que su exis-tencia haya sido refrendada por ninguna fuente escrita. As, cuando comparamoslos verbos romances que significan ser (por ej., esp., port., gall., ser, cat. s-ser/ser, fr. tre, it. essere) podemos presumir que la palabra latina en la que se ori-ginan tendra tres slabas y que la ltima sera -RE, frente a la forma clsica ESSEser; basndonos en hechos conocidos de la evolucin de las lenguas romnicas,llegaremos a una forma latinovulgar *ESSERE. Anteponemos un asterisco a aque-llos vocablos que nos vemos obligados a reconstruir sin encontrar apoyo en docu-mentacin latina (lo que no significa que estas formas hipotticas sean dudosas).

    22 GRAMTICA HISTRICA DEL ESPAOL

  • 1.2. El latn de Hispania

    El latn empez a usarse en Hispania como resultado de su gradual incorpora-cin al Imperio Romano y de la romanizacin consiguiente de los distintos pueblosprerromanos. La romanizacin comenz en el 218 a.C., durante la Segunda GuerraPnica, cuando las tropas romanas desembarcaron en el nordeste peninsular paraimpedir nuevos ataques cartagineses a travs de los Pirineos y los Alpes, similaresal que haba realizado Anbal en su famosa marcha contra Roma.

    Tras la derrota de los cartagineses y la conquista en el ao 106 a.C. de su capi-tal peninsular, Cdiz, la inicial empresa militar se transform en un proceso de co-lonizacin y asentamiento. Fue un fenmeno relativamente lento, que avanz endireccin oeste y noroeste durante los dos siglos siguientes y que culmin con laconquista, en el ao 19 a.C., de la costa cantbrica (las actuales Galicia, Asturias,Santander y parte del Pas Vasco; vase mapa 1.1).

    La fase de conquista y asentamiento dio paso a la latinizacin. Ahora bien, eluso del latn no fue impuesto (y apenas podra haberlo sido): las poblaciones loca-les lo aprendieron por conveniencia y por el prestigio del idioma de los colo-nos romanos, administradores, soldados, comerciantes, etc. El proceso fue rpidoen algunas zonas (este y sur), ms lento en otras (centro, oeste y norte) y no lleg acompletarse en un rea (el Pas Vasco).

    INTRODUCCIN 23

    MAPA 1.1. La Hispania romana del siglo I d.C.

  • Cualquier cambio de lengua como ste implica un perodo de bilingismoque se prolonga durante varias generaciones; en las zonas septentrional y occi-dental, alejadas de las ciudades romanas ms importantes, debi de producirseuna situacin similar a la que persiste hoy en los Pirineos Occidentales, al menoshasta el final de la poca romana esto es, hasta el siglo V y probablementehasta ms tarde en los lugares ms aislados. Este bilingismo, entre el vasco y ellatn o entre ste y el celta, ha sido aducido a menudo como causa de ciertos cam-bios que se produjeron en los romances peninsulares (vase para su estudio2.5.3.2, 2.5.6, etc.); en efecto, semejante estado de cosas facilitaba que el latntomase en prstamo numerosas palabras de las lenguas con las que coexista(vase 4.2). La latinizacin fue mucho ms rpida en el este y sur, donde el beroy griego (en las actuales Catalua y Valencia) y el tarteso (en Andaluca y el surde Portugal) parecen haber sido desplazados totalmente antes del siglo I de nues-tra era.

    El ritmo de latinizacin est probablemente en correlacin con la distanciageogrfica existente entre el estndar culto y el latn medio hablado en un si-tio y en una fecha determinados, pues sern precisamente los mismos factores queestimularon la rpida romanizacin (estrecho contacto con la Italia central, apari-cin de las grandes urbes, buenas comunicaciones por carretera, consiguiente de-sarrollo del comercio, etc.), los que propicien el uso de formas latinas prximas alextremo ms prestigiado del espectro sociolingstico (vase 1.1). Por tanto, resul-ta probable que el latn hablado en las reas ms remotas y menos desarrolladas dela Pennsula se encontrase considerablemente ms alejado de la norma de prestigio(la de la clase alta de Roma) que el latn de las ciudades orientales y meridionales.

    Es ste un factor de gran relevancia para la historia del espaol, ya que dichoidioma hunde sus races en la geografa de lo que hoy es la zona norte de la provin-cia de Burgos, rea de la meseta septentrional muy apartada de los centros de acti-vidad econmica y de relieve cultural de la Hispania romana, que fue latinizadabastante tarde y donde, en consecuencia, el latn hablado debi de estar bastante le-jos de la norma prestigiosa o, lo que es lo mismo, sera particularmente inco-rrecto en la poca de la decadencia de Roma. Adems, hay que tener en cuentaque, con el fin del Imperio Romano, las propias condiciones histricas favorecanel alejamiento del patrn lingstico hacia el que los hablantes haban procuradotender; de este modo, muy probablemente se perpetuaba cualquier rasgo inco-rrecto del habla local (a no ser que fuera puesto en tela de juicio por algn otromodelo de prestigio, cosa que no sucedera en la meseta norte). Lo cierto es quefrecuentemente se ha descrito el espaol como una forma bastante particular de ro-mance peninsular (incluso de romance tout court); se trata, en realidad, de una ideadebida a R. Menndez Pidal (1964a: 472-488), que puede sostenerse, por lo me-nos, en cuanto a la fonologa del consonantismo castellano: su idiosincrasia lin-gstica puede explicarse convincentemente, en parte, por las condiciones de la la-tinizacin de la meseta septentrional.

    24 GRAMTICA HISTRICA DEL ESPAOL

  • Tambin es oportuno considerar aqu la manera en que el latn hablado enHispania difera del hablado en otras provincias. Tal consideracin no implica su-poner que el latn de Hispania fuese, en algn sentido, uniforme; acabamos de verque estaba probablemente lejos de serlo. Pero es al menos defendible la idea de quehay algunas caractersticas compartidas por todas o la mayor parte de las varieda-des supervivientes del romance peninsular (y que, en consecuencia, pertenecan allatn hablado en la mayor parte, si no en toda la Pennsula) que contrastan con loscorrespondientes rasgos del galorromance, italorromance, etc. Distintos investiga-dores, en diferentes pocas, han caracterizado al latn hispnico por su arcasmo,su conservadurismo y el dialectalismo osco-umbro que lo condiciona; paradjica-mente, existe un cierto nmero de particularidades que nos permiten calificar al la-tn de Hispania como innovador. A todo ello vamos a referirnos.

    1.2.1. ARCASMO

    La fecha tan temprana en que comenz la romanizacin de Hispania (final delsiglo III a.C.) hizo que, desde el punto de vista de su evolucin, el latn se encontra-se en una etapa anterior a la que habra de alcanzar cuando se llev a otras reas.As, por ejemplo, la romanizacin del norte de Italia y sur de la Galia no empiezahasta el siglo II a.C., una poca en que ya toda la Pennsula se encontraba sometidaal dominio romano (con la excepcin del noroeste); la romanizacin del resto de laGalia se inicia en el siglo I a.C., y la de la Dacia (aproximadamente la actual Ruma-na) en el siglo II d.C. Si se admite la hiptesis de que las reas colonizadas suelenser ms conservadoras que los propios lugares de los que procede la lengua impor-tada hiptesis que encuentra sustento en la historia del ingls y espaol de Am-rica, y aun en otros lugares, se puede suponer que el hispanorromance debi deconservar algunos rasgos del latn de los siglos III y II a.C. que se perdieron en elhabla de Roma y de otras provincias latinizadas con posterioridad.

    Tal explicacin puede ser pertinente al hecho de que en el habla peninsularest ms extendida la bilabial [] (sonido que se representa con la grafa F; vase2.5.6) que su sucesora, la labiodental [f], que se emplea en la mayor parte de la Ro-mania. Sin embargo, es en el campo del vocabulario donde se ha estudiado ms de-talladamente el arcasmo. Los ejemplos siguientes reflejan el uso de los escritorespreclsicos (Plauto, Ennio, Terencio, etc.) y no aparecen en quienes escribieron apartir del siglo I a.C.; ello sugiere que estas palabras, que continuaban vivas en ellatn hispnico, habran dejado de utilizarse en Roma:

    Esp., port. cansar < CAMPASRE doblar, pasar un promontorio, prstamo tempranodel griego que no se documenta en la literatura despus del siglo II a.C.

    Esp. cueva, port. cova < COVA hueco, adjetivo preclsico, en contraste con el latnclsico CAVA id., de donde procede el fr. cave cueva, etc.

    INTRODUCCIN 25

  • Esp. cuyo, -a, port. cujo, -a < CIUS, -A, -UM id., forma que ya haba cado en desu-so en el siglo I a.C.

    Esp. (a)dems, port. demais < DMAGIS, forma que no se registra en escritos poste-riores al siglo II a.C.

    Esp. hablar, port. falar < preclsico FABULR conversar.Esp., port. querer, voz que probablemente refleja el sentido preclsico de QUAERERE,

    tal como testimonia Terencio (principios del siglo II a.C.); con posterioridad pasa significar buscar.

    1.2.2. CONSERVADURISMO

    No existe una distincin precisa entre conservadurismo y arcasmo, ya queambos trminos se refieren a la pervivencia de formas que han desaparecido enotras zonas. Cuando hablamos del conservadurismo del latn hispnico, nos referi-mos a que aqu se mantuvieron algunas formas del latn clsico (presumiblementede uso corriente no slo en el latn hablado en Hispania sino en otros lugares) quese vieron, en cambio, rechazadas en las reas que constituan el epicentro culturaldel Imperio Romano durante su ltima etapa (centro y norte de Italia y la Galia).As, los numerales latinos QUADRGINT ... NNGINT cuarenta ... noventa,mantienen el acento sobre la penltima vocal I (ms tarde > /e/) en sus descendien-tes espaoles y portugueses: cuarenta quarenta ... noventa (vase 3.6.1), en tantoque en otras zonas romnicas se ha desplazado a la slaba precedente y sus resulta-dos ofrecen una /a/ tnica: fr. quarante, it. cinquanta, etc.

    Pero es de nuevo en el vocabulario donde encontramos los ejemplos ms cla-ros de conservadurismo. En los casos que a continuacin se consignan el espaolpreserva (generalmente junto con el portugus) formas corrientes en el latn clsi-co que no se registran hoy fuera de la Pennsula, salvo en otras reas igualmentealejadas de los centros de irradiacin cultural (por ej., la zona alpina, el sur de Ita-lia, Sicilia, Cerdea, Rumana):

    Esp. arena, gall., port. area, rum. arin < lat. cl. ARNA (cf fr. sable, it. sabbia).Esp. ciego, gall., port. cego, cat. cec, centroit. cieco < lat. cl. CAECU (cf. fr. aveugle,

    norteit. orbo).Esp. med., sard. cras, sudit. crai maana < CRS id. (cf. fr. demain, it. domani,

    rum. mine).Esp. hervir, gall., port. ferver, rum. fierbe < lat. cl. FERVERE (cfr. fr. bouillir, it. bollire,

    cat. bullir).Esp. hombro, gall., port. ombro, rum. umr < lat. cl. UMERU (cf. fr. paule, it. spalla,

    cat. espatlla).Esp., gall., port. ir, esp. med., port. med., gall. mod. imos, sudit., sic. immu, esp.

    med., port. mod., gall. mod. ides, esp., gall., port. ido, formas que proceden delclsico RE (cf. fr. aller, allons, it. andare, andiamo, cat. anar, anem, etc.).

    Esp., gall., port.mesa, rum. mas < lat. cl. MNSA (cf. fr. table, it. tvola, cat. taula).

    26 GRAMTICA HISTRICA DEL ESPAOL

  • Esp. queso, gall. queixo, port. queijo, centroit. cacio, sudit. caso, rum. ca < lat. cl.CSEU (cf. fr. fromage, it. formaggio, cat. formatge).

    Esp., gall., port. rogar, rum. ruga < lat. cl. ROGRE (cf. fr. prier, it. pregare, cat. pregar).Esp., gall., port. sanar, sudit., sard. sanare < lat. cl. SNRE (cf. fr. gurir, it. guarire,

    cat. guarir).Esp. yegua, gall. egua, port. goa, cat. egua, rum. iap < lat. cl. EQUA (cf. fr. jument,

    it. cavalla).

    Se puede ver por estos ejemplos que hay una fuerte correlacin entre las va-riedades del romance que conservan formas ms antiguas y las que estn situadasen las partes perifricas de la zona que habla romance, es decir, las partes ms ale-jadas de los centros de innovacin en la etapa tarda del imperio romano. Ahorabien, esta correlacin no slo aparece claramente en la conservacin y distribucinde las formas que ya estaban presentes en el latn clsico, sino tambin en la distri-bucin de las innovaciones del latn vulgar; aqu tambin las innovaciones mstempranas se localizan caractersticamente en las regiones perifricas, mientrasque las innovaciones tardas pueden observarse en los territorios centrales de laEuropa romance. Tal es el caso de la sustitucin en el latn vulgar de las formas sin-tticas de los adjetivos comparativos (vase 3.3.2; la innovacin ms antiguaMAGIS (+ adj.) se conserva en esp. ms, port. mais, cat. ms, rum. mai, en contrastecon el tipo posterior PLS (+ adj.) que podemos observar en el fr. plus, it. pi). Estemodelo se repite con frecuencia en el vocabulario; por ejemplo:

    Esp. hallar, gall., port. achar, sudit. acchiare, rum. afla < AFFLRE resoplar (vase5.3.1) (cf. fr. trouver, it. trovare, cat. trobar < *TROPRE)

    Esp. hermoso, gall. fermoso, port. formoso, rum. frumos < FRMSU (cf. fr. beau, bel,it. bello < BELLU).

    Esp. pjaro, gall. paxaro, port. pssaro, rum. pasere < lat. vg. PASSAR (lat. cl. PASSER)gorrin (cf. fr. oiseau, it. ucello, cat. aucell < AVICELLU).

    Para ms detalles, vase Rohlfs (1960).

    1.2.3. DIALECTISMO

    Cuando, a finales del siglo III a.C., dio comienzo la latinizacin de Espaa,pervivan an el osco y umbro, competidores itlicos del latn que se hablaban enel centro y sur de Italia; en concreto, hay evidencias que nos permiten suponer queel uso del osco se mantuvo, por lo menos, hasta el siglo I d.C. Como parece proba-ble que muchos de los soldados y colonos romanos llegados a Espaa procedierande zonas donde exista una situacin de bilingismo entre la lengua de Roma yosco o umbro, se ha querido demostrar que el latn de estos hablantes estaba im-pregnado de rasgos producto del contacto de lenguas.

    INTRODUCCIN 27

  • Un ejemplo detallado de esta hiptesis se puede examinar en Menndez Pidal1960, quien atribuye a este origen cambios fonolgicos como MB > /m/ (vase2.5.3.2) y -LL-, -NN-, -RR- > / /, //, /r/ (vase 2.5.3.2 [9]). De modo semejante, lasvocales tnicas de nudo, octubre y cierzo han sido explicadas en alguna ocasincomo producto de la interferencia entre el latn NDU, OCTBER y CIRCIU y las for-mas emparentadas oscas y umbras con y E tnicas (a saber, los hbridos *NDU,*OCTBER, *CE RCIU); tal interferencia no se refleja ms que en los resultados de es-tas palabras en el sur de Italia y en Espaa (cf. NDU > fr. noeud).Tambin la distri-bucin de formas afines al espaol dejar (gall., port., cat. deixar, gasc. dech, sic.dassari, sudit. dassare, sard. med. dassare), en contraste con los descendientes deLAXRE (esp. med. lexar, fr. laisser, it. lasciare), se ha justificado a veces partiendode una forma latina dialectal *DAXRE cuya D- habra aparecido por interferenciadel osco. Asimismo se aduce, como muestra de la naturaleza dialectal del latn his-pnico, la asociacin del significado llegar con los descendientes de PLICRE(lat. cl. doblar); este fenmeno sucede en el espaol llegar (gall. y port. chegar),frente a las formas romnicas que conservan el sentido latino (ej. fr. plier, it. plega-re, al igual que el semicultismo esp. plegar).

    Sin embargo, ninguno de los ejemplos aportados puede considerarse pruebainequvoca de la supuesta influencia osco-umbra, ya que no existe un acuerdo ge-neral sobre su origen.

    1.2.4. INNOVACIN

    A pesar de la caracterizacin que hemos hecho del latn hispnico como arcai-co y conservador, sus descendientes poseen una serie de rasgos que revelan la exis-tencia de cambios innovadores que se circunscriben de modo exclusivo a la Penn-sula. Entre estas innovaciones debemos incluir la fusin total de la segunda y ter-cera conjugacin latina (vase 3.7.6.), lo cual provoc que los modelos de infiniti-vos como DBRE y VENDE RE, originariamente distintos, se hicieran idnticos (esp.deber, vender, port. dever, vender), en lugar de permanecer separados como enotras variedades romnicas (por ej. fr. devoir, vendre).

    Algunas innovaciones hispnicas consisten en la formacin de derivados;as en:

    CIBU comida CIBRIA > cibera, ahora solamente en el uso rural.CIBU comida CIBTA > cebada esp. med. alimento, ms tarde cebada.AMRU amargo AMRELLU amarillento > amarillo.ARGENTU plata ARGENTEU de plata > esp. med. arieno tipo de moneda, uni-

    dad de peso.CATNA cadena CATNTU encadenado > candado.CENTNI cntuplo CENTNU centeno > centeno.

    28 GRAMTICA HISTRICA DEL ESPAOL

  • COLUMNA columna COLUMELLU (diente) canino > colmillo.FRMA forma, molde FRMCEU muro de ladrillo y barro > hormazo, hoy an-

    ticuado.PCRE pacificar *ADPCRE extinguir, apagar > apagar.

    En otras ocasiones, la innovacin radica en un cambio de significado propiodel latn de Hispania y de sus descendientes:

    CAPTRE asir, coger > catar mirar.FRTRE GERMNU hermano verdadero (esto es, el que comparte ambos padres) >

    GERMNU hermano > hermano; as tambin GERMNA > hermana.

    Otras veces la novedad viene determinada por la introduccin de prstamosde las lenguas prerromanas de la Pennsula (vase 4.2).

    1.3. Conquista y Reconquista

    1.3.1. LOS VISIGODOS

    Desde el siglo V y hasta principios del siglo VIII, la mayor parte de la Pennsu-la se encontraba sometida al dominio de la monarqua visigtica y de su aristocra-cia. Este pueblo se haba abierto paso a travs del Imperio Romano durante los lti-mos aos del siglo IV y, despus de saquear Roma en el 410, estableci (en calidadde foederati) un reino semiautnomo en el sudoeste de la Galia, con su capital enTolosa. Sbditos an del estado romano, expandieron sus dominios hasta anexio-narse gran parte de la Pennsula, que, junto con las tierras situadas al otro lado delos Pirineos, se convirti en un reino independiente a la cada de la administracinromana en Occidente (vase mapa 1.2).

    Expulsados de la Galia por los francos (primeros aos del siglo VI), lograronenseorearse de toda la Pennsula, gracias a la absorcin en el 585 d.C. del reinosuevo del noroeste (lo que hoy es Galicia, el norte de Portugal y las provincias deAsturias y Len) y a la expulsin posterior (a principios del siglo VII) de las fuerzasbizantinas que ocupaban algunas reas del este y sur de Espaa en nombre delEmperador Romano de Oriente.

    Los visigodos estaban ya parcialmente romanizados antes de entrar en la Pe-nnsula y es muy probable que mantuviesen desde el principio una situacin de bi-lingismo entre el latn y su lengua nativa, una variedad del germnico oriental.Esta ltima no alcanz en su etapa hispnica estatus de cdigo escrito, por lo que ellatn continu siendo la lengua de cultura y de la administracin durante el perodovisigtico; la influencia que ejercieron sobre el latn de Hispania fue, por tanto, pe-quea. Dejando a un lado un determinado nmero de prstamos lxicos (vase4.5), su aportacin se limita a unos cuantos rasgos morfolgicos:

    INTRODUCCIN 29

  • La introduccin de un nuevo modelo de declinacin de sustantivos con nomi-nativo -, caso oblicuo -NE (plur. -NES), junto a los tres tipos ya existentes en ellatn hablado tardo (vase 3.2.3). Su uso se reduca fundamentalmente a nombrespropios de origen germnico (por ej. esp. med. Froiln < FROILANE, junto a Fruela< FROILA, ambos nombres referidos a un mismo monarca visigodo), pero se aplica-ba ocasionalmente a nombres comunes. Podemos indicar, como ejemplo, los des-cendientes que el espaol conserva procedentes de ambas formas de este paradig-ma, el nominativo y oblicuo: guardia < WARDJA guarda, guardin < *WARDJANEid..

    La adopcin del sufijo -engo (< germco. -ING) para adjetivos denominales.Este sufijo, que ha sido siempre escasamente rentable, es el que aparece en abaden-go, realengo y, ahora slo sustantivado, abolengo.

    La posible introduccin del sufijo -ez, -oz, etc., de algunas voces que una vez

    30 GRAMTICA HISTRICA DEL ESPAOL

    Territorio perdido aprincipios del siglo VI d.C.

    Tolosa(Independiente)

    Reinosuevo

    ToledoLa Espaa visigtica

    en 526 d.C.

    MAPA 1.2. El reino visigtico en los aos 476 d.C. y 526 d.C.

  • fueron patronmicos y ahora son apellidos (por ej. Rodrguez, Fernndez, Muoz).En ese sentido, el genitivo latinizado de ciertos nombres germnicos en -IKS, comoRODERC (hijo) de Rodrigo, puede explicar la formacin de algunos apellidos (porej. RODERC > Rodriz > Ruiz); comparando con sta la forma del nombre correspon-diente no incrementado con el sufijo (por ej. Ruy), era posible fijar el valor patron-mico del elemento -z, que podra entonces aplicarse a otros elementos, incluidas lasformas plenas: Rodrigo Rodrguez, Fernando Fernndez, etc.

    La clase dirigente visigoda constitua un pequeo porcentaje del total de lapoblacin peninsular; a pesar de su supremaca poltica, termin por renunciar albilingismo y adoptar completamente la lengua de sus sbditos, que no slo eransuperiores en nmero, sino que, incluso en la Alta Edad Media, posean una cultu-ra ms prestigiosa que la de sus gobernantes. A lo largo de este perodo, la mayorade la poblacin de la Pennsula continu hablando latn, sin duda con una conside-rable y creciente diferenciacin entre las distintas zonas.

    Fue probablemente esta quiebra existente entre el poder poltico y el prestigiocultural la que propici el triunfo de las fuerzas centrfugas, diversificadoras lin-gsticamente, frente a las fuerzas centralizadoras y, desde el punto de vista lin-gstico, unificadoras. Ciertamente, los visigodos llegaron a regir toda la Pennsu-la, pero ello no impidi que, en lugar de disminuir, creciera la variacin diatpicaen el uso del latn.

    Con todo, en este perodo se produce un hecho poltico que va a tener ungran significado lingstico: el establecimiento del gobierno en Toledo. Por pri-mera vez en la historia peninsular, la sede del poder poltico se sita en la mesetacentral; ello tiene tal relevancia que, despus del hundimiento de la Espaa visi-goda y la conquista rabe a principios del siglo VIII, Toledo se convirti en unsmbolo para los cristianos del norte, que consideran su misin el restablecimien-to de la Espaa cristiana visigtica. El hecho de que la ciudad fuese reconquista-da por el reino de Castilla (en 1085), reforz el prestigio del castellano, de formaque pudo ser un factor ms en el ascenso de ste al rango de lengua nacional (va-se 1.4).

    1.3.2. MUSULMANES Y CRISTIANOS

    La invasin islmica del 711 tuvo enormes consecuencias lingsticas, puesno slo provoc el contacto entre el latn hispnico y sus descendientes con el idio-ma de otra cultura que pronto se desarrollara ms y lograra mayor prestigio quela propia de la Europa cristiana, sino que cre adems las condiciones para laaparicin de un nmero importante de prstamos lxicos y semnticos procedentesdel rabe (vase 4.6, 5.1.5), para la modificacin del romance hispnico en su sin-taxis y fraseologa (vase Galms, 1956; tambin Lapesa, 1980: 156-157 sobre el

    INTRODUCCIN 31

  • origen arbigo de frases como que Dios guarde/que Dios mantenga, si Dios quie-re, Dios le ampare, bendita sea la madre que te pari, etc.) y para ocasionalesprstamos morfolgicos (por ej. el sufijo -; vase 4.14.2.1).

    Los efectos lingsticos de la conquista fueron ms profundos todava, ya quetransform completamente el mapa dialectal de Espaa e hizo cobrar importanciaa unas variedades romances que, de no haber tenido lugar esta gran alteracin, hu-bieran quedado marginadas y relegadas a la periferia. Esto se debe a que los ejrci-tos rabes no llegaron a conquistar de toda la Pennsula: entre el 711 y el 718 esta-blecieron su control sobre aproximadamente las tres cuartas partes del territorio,pero permitieron la supervivencia de ncleos cristianos en el extremo norte y nor-oeste (vase mapa 1.3). stas eran, precisamente, las reas que haban permaneci-do ms alejadas de las influencias estandarizantes durante el periodo romano y delos procesos de uniformizacin lingstica durante el dominio visigodo; era ah,por tanto, donde la lengua se encontraba ms distanciada de la norma hispano-rromance del siglo VIII: tal debi de ser la situacin de Cantabria (actual Santander,norte de Burgos y reas adyacentes), en el sur de la cual tuvo su cuna el castellano.Se trataba, pues, de una zona que haba resistido de una manera especial al domi-nio romano y visigodo y cuya lengua se encontraba bastante apartada de la normageneral en el siglo VIII. (Empleamos el trmino norma para hacer referencia aesos rasgos lingsticos comunes a la mayor parte de las variedades del habla ro-

    32 GRAMTICA HISTRICA DEL ESPAOL

    MAPA 1.3. Espaa a finales del siglo VIII d.C.

  • mnica hispana, dado que no es posible que en ese siglo existiese una nica normaprestigiada entre los hablantes hispanos.)

    Fueron igualmente importantes las consecuencias lingsticas de la Recon-quista cristiana de la Pennsula. Las modalidades hispanorromances de habla queeran hasta entonces marginales (en trminos geogrficos y lingsticos) se ex-tienden hacia el sur, a expensas de esas otras que suponemos haban sido an-teriormente las ms prestigiosas y las ms acordes con el romance hablado fuerade la Pennsula. Entre estas variedades perifricas del romance hispnico figura-ba una de las ms anmalas, el castellano, que se iba a convertir despus en lalengua ms extendida y en el vehculo habitual de expresin de la cultura penin-sular.

    Al principio, las caractersticas propias de la zona de Burgos y sur de Canta-bria se difundieron hacia el sur, sureste y suroeste, debido, en parte, al estableci-miento de castellanos en los territorios reconquistados y, en parte, merced a quegentes de otra procedencia lingstica adoptaron rasgos castellanos. La creacindel reino de Castilla (1035) aviv, sin duda, la conciencia de la identidad indi-vidual del habla castellana; asimismo, la conquista de Toledo en 1085 (por Alfon-so VI, rey de Castilla y Len), como ya hemos apuntado, tuvo una significacinlingstica notable, dado el prestigio que este triunfo aportaba a Castilla y a suvehculo de expresin, el castellano (vase mapa 1.4).

    INTRODUCCIN 33

    MAPA 1.4. Espaa en 1150 d.C.