Gealittera 4 diciembre

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GEALITTERA REVISTA DIGITAL

Tierra de letras, tierra de otros; aquellos que se dan cita

para escribir.

Coeditada por Cecilia Ortiz (Argentina) y Carmen

Membrilla Olea (España). Bajo la infinita ilusión de unir

voces literarias pertenecientes a países y continentes

distintos.

[email protected]

http://revistagealittera.blogspot.com.es/

IBSN: 14-08-2014-55

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SUMARIO EDITORIAL

Cecilia Ortiz Diciembre 7

Carmen Membrilla Olea Mi primer desencanto 11

POESÍA

Mercedes Eleine González Es diciembre 16

Elisabet Cincotta Mi casa diciembre 18

Mar Blanco Larrosa Diciembre 20

Isabel Pérez Aranda Diciembre 22

Isabel Pisani Dos cielos 24

Ma. José Riazuelo Diciembre 27

Isabel Rezmo Pérez Era 29

Inma I. Ferrero Ruido afilado 31

Carmen Membrilla Olea Cartografía y vísperas de fiesta 34

Gloria Marecos Rodas Pesebre y flor de coco 36

Chía Giraldez Tinoco Siempre me gustó diciembre 38

Milagro Haack Será así 40

Maritta Ragozza de Mandrini Diciembre me recorre 42

Lázara Nancy Díaz Dónde la luz 45

Emilia Marcano Quijada Mi lista de promesas para

ser feliz 47

Säo Gonçalves Aferrada 50

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Alicia Epp Por un momento 53

Ana Maritza de Schwatl Diciembre 55

Tomás Soler Borja A las puertas del invierno 58

Alicia Corrado Mélin Diciembre mudo 60

Mariette Mounier Preces en diciembre 62

Tomás Sánchez Rubio Vida 65

Marisa Bermúdez Malagón Confidencias de diciembre 67

Aleqs Garrigóz Diciembre 69

Fernando Sarría 71

Mar de Fondo De nuevo diciembre 73

Miriam Álvarez Dibújame un cielo 75

Adri Delfini Fuiste un error 77

Pura Fernández Invierno & diciembre 79

Rita Bedia Lizcano Diciembre de fuego 81

Magda Robles de león Diciembre y otros fríos 83

Mabel Coronel Cuenca El último vagón 86

Genaro Riera Hunter Qué somos 88

Victoria Falcón Aguila Nostálgico invierno 90

FOTO

POEMA

Cecilia Ortiz 93

RELATO

Daniel Montoly El tiempo emparentado 95

Graciela Amalfi Kumiko, entre rayuelas

y cronopios 97

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Juan Carlos Vecchi Ochenta y ocho 100

Pablo Pérez Santiesteban La Nochebuena, el frío y

la Misa de Gallo 102

Juan Carlos Cárdenas El regalo 104

Mía Péman Diciembre se va último 107

Issa Martínez Llongueras El luto precoz de la nada 109

Adrián González de Luis El rey pobre 111

Ana Saavedra La casa paterna 114

Roxana Rosado Bienvenida 116

EVENTO

Encuentro en Guadix (España) con el escritor argentino Carlos Caposio

colaborador de Gealittera 123

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EDITORIAL

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DICIEMBRE

Imagen: Alexander Jansson

Dicen que el último mes del año espera impaciente al costado del

calendario. Observa el paso de de sus compañeros y nos observa.

Crea espacios invisibles y los colma de árboles, pájaros, flores, suspiros,

sueños. Guarda, vaya a saber dónde, los malos momentos y dibuja, en

todas las paredes, esas alegrías que olvidamos segundos después que

suceden.

Ilustra en un minúsculo libro sus creaciones exóticas. Y espera para

soltarlas el momento en que comienza a caminar los últimos treinta y un

días del año.

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Curioso nos visita y guarda en su memoria cada segundo que dejamos

pasar sin darnos cuenta. Y aunque no es su territorio, nos toca la espalda

levemente. Entonces pensamos en él y seguimos nuestro día. Falta

mucho, pensamos. Y él sonríe.

Inquieto, abre sus armarios. Elije la vestimenta que usará cada día. Le

exige un trabajo intenso. Cuando él sea rey, el mundo, con sus dos

hemisferios, estará uno en invierno y el otro en verano. Se consuela

pensando que a sus compañeros les ocurre lo mismo. A todos no. Y como

solo él puede ver, desfilan ante sus ojos los paisajes: desiertos, selvas,

bosques, ciudades cambiando de aspecto a lo largo del año.

El paso del tiempo no lo afecta, es siempre el mismo. Por eso no

comprende cuando nos mira que cambiamos año tras año. Sé que se

pregunta: ¿y ésta que está escribiendo es la misma que vi el año pasado?

Y, por qué me delata, por qué cuenta de mí. Son mis intimidades. Yo sé

más de ella y de todos que lo que ella y todos saben de mí.

Molesto, mira hacia otro lugar. Los días que se alargaban se hacen

tranparentes y los que se acortaban se cubren de luciérnagas. Cae nieve

de colores y el sol se derrama sobre todo cubriéndolo de azul. Llueve a

cántaros y nada se moja. El mar se ha vuelto blanco. Los volcanes echan

flores hacia el cielo. ¿Por qué este año lo ve todo diferente?

(Todavía no se ha dado cuenta que aguarda en la Tierra de Letras, donde

todos nos damos cita para escribir)

Busca una causa. No la encuentra. Decide observar con más atención.

Árboles rojos. Tierra de un raro color, como una alfombra. Cielo

entrelazado con voces de distintos lugares. Es rey y lo sabe, qué importa

que todo haya cambiado. Su pequeño libro de ilustraciones, lo atrae y

observa que sus creaciones son parecidas al sitio donde está. Asombrado

y feliz, comienza a contar los días. Y sonríe como jamás lo hizo.

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Ríe, ahora ríe. Está cubierto de palabras escritas. No necesita vestimenta.

Ya no importa el frío o el calor. Las palabras son cálidas o frías, pero

cambian de temperatura. Se amoldan a sus necesidades. Nota que los días

se han esfumado y ya está a unos pasos de comenzar su reinado.

Está inquieto. Las paredes que ha dibujado en los meses anteriores no

lucen bien. Hay que cambiar las imágenes. ¿Qué hago? pregunta a la que

está escribiendo.

Dibujemos juntos, contesta. Y allá vamos. Aparecen rondas de niños,

árboles llenos de luces de colores que se encienden y apagan

alternadamente, salpicando el follaje. Pesebres enternecedores. Hombres

y mujeres con sus vestimentas tradicionales abrazándose. Familias o

amigos alrededor de una mesa expresando buenos deseos. Y paredes y

más paredes se cubren con el deseo más potente: Paz en el Mundo.

Y lo que dicen es cierto, aguarda impaciente al borde del calendario.

Cubierto de palabras se asoma a las últimas horas del mes número once.

Sabe que es rey. Durante su reinado, nos toca la espalda, rumorea en

nuestros oídos y nos hace apurar para llegar a tiempo…

Por sus venas corren las celebraciones más importantes de gran parte del

mundo humano.

Y celebramos con él.

¡Felices Fiestas para todos!

¡Gracias por acompañarnos!

Cecilia Ortiz- Buenos Aires- Argentina

30 de noviembre de 2014

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Aunque se recibe el nuevo año con fuegos artificiales en buena parte del

planeta, no estamos de acuerdo. Hay seres que sufren mucho por eso.

En nuestra tierra despedimos a Diciembre arrojando flores y soltando

globos de colores.

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MI PRIMER DESENCANTO

Imagen: Alexander Rampazo

Ya desde pequeña me gustaban las historias. Al principio, cuando aún no sabía leer, me las contaba mamá antes de dormir. Luchaba contra el sueño para no perderme el desenlace de aquellos cuentos fantásticos, conmovedores, terribles, reconfortantes. Las impresiones eran tan variadas que ir a dormir sin la presencia de alguien que me relatara un cuento, se convirtió en un imposible.

Pero, de todas las personas que ejercían esta labor, era la tía Lales mi

contadora de cuentos favorita. Además de narrar estupendamente, lo

interpretaba todo a la perfección, imitando las voces de los personajes, de

tal manera que, dependiendo de la historia, me hacía reír a carcajadas o

sentir muchísimo miedo; a veces incluso me hacía llorar. Me contaba los

cuentos de memoria y ahora sé que los inventaba para mí. Yo me quedaba

ensimismada, con los cinco sentidos puestos en lo que estaba escuchando

y con la respiración entrecortada temía (sobre todo en la oscuridad) el

cambio de tono en su voz que implicaba la entrada del personaje malvado.

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Acabé dando color y animando mentalmente ese mundo mágico de hadas

y brujas, de príncipes y princesas, de animalitos buenos, de ogros salvajes

y devoradores. Todos se convirtieron en mis aliados y ya para siempre

quedaron ahí, ordenando mis momentos de terror y de felicidad.

Sin embargo, nunca existió una narración que a mí me resultase más

maravillosa que la de los Reyes Magos. Los excesos imaginativos de la tía

Lales me hicieron soñar, incluso obsesionarme con la fantástica historia de

tres hombres que vivían en un Palacio lleno de juguetes. Cuando llegaba la

Navidad todos los niños escribían una carta a esos señores y a cambio de

haber sido buenos durante todo el año podían pedirles regalos. Esta era

una época de muchísimo trabajo para ellos y ayudados por sus pajes

atendían las cartas de todos los niños del mundo y en una sola noche los

visitaban para dejar en sus casas los regalos que habían sido solicitados.

Era una historia que me volvía loca. Los Reyes viajaban desde un lejano

país de Oriente; era muy difícil poder verlos porque siempre llegaban

cuando los niños estaban dormidos; pero como señal de agradecimiento

estaba permitido dejar para los camellos de Sus Majestades, agua y

comida en los balcones y ventanas. Sin embargo, si un niño no se había

portado bien, era probable que los Reyes sólo le dejasen carbón. ¡Qué

emoción! A pesar de la gran cantidad de dudas que me asaltaban (la

magia lo justificaba todo), la voluntad se me disparaba y todas,

absolutamente todas mis acciones diarias estaban enfocadas a llegar a ser

la niña más buena del mundo. Evitar que me regañaran era el único

objetivo que me mantenía con vida desde que me levantaba hasta que me

acostaba.

Creía firmemente que ellos lo sabían; que todo lo que yo hiciera sería

tenido en cuenta; sobre todo cuando sólo faltaban tres o cuatro días para

la gran noche.

Así llegaba año tras año la noche de la cabalgata. Verlos en vivo y en

directo, saludando, sonriendo, con sus trajes fastuosos, era para mí como

una especie de “shock emocional”. La espera había merecido la pena sin

duda alguna, porque allí, justo pasando por delante de mí estaban ellos:

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Melchor, Gaspar y Baltasar, alimentando la ilusión de miles de niños y

protagonizando una historia real en la que no había nadie malvado.

La vuelta a casa me ponía muy nerviosa, todos los años me proponía lo

mismo: no quedarme dormida para poder verlos y hablar con ellos, sin

embargo el agotamiento caía sobre mí y recuerdo que en algunas

ocasiones mi padre tenía que llevarme hasta la cama desde el sofá, desde

el balcón, desde la puerta de entrada a casa, desde cualquier lugar que

pudiera darles acceso. Vestida con mi pijama esperaba pacientemente

tratando de levantar los párpados una vez más por si ese era el momento.

Entonces (como decía) papá me cogía en brazos y me acostaba. Mientras

me acostaba yo notaba la presencia de mi madre en el umbral de la

puerta de mi dormitorio y era en ese momento cuando les rogaba, cuando

les suplicaba que si ellos escuchaban entrar a los Reyes que me avisaran.

Ellos me convencían de que así sería y entonces, ya algo más tranquila, me

abandonaba por fin al más dulce, infantil e inocente de los sueños.

A la mañana siguiente muy temprano estallaba la alegría; mis padres en

mi habitación insistiendo para que me despertase, gritos efusivos. Los

Reyes ya habían pasado por allí. La tía Lales también solía estar y los

abuelos. Mi cama estaba rodeada de juguetes que no siempre coincidían

con los que yo había pedido. Incluso podía darse el caso de que

aparecieran “cosas prácticas” que no me apasionaban en exceso como

braguitas, pañuelos, colonia, guantes, una bufanda... Pero era tal la

satisfacción de abrir los paquetes pensando que ellos habían estado en mi

habitación colocando todas aquellas cosas, que ya no me parecía

importante recordar exactamente la interminable lista de regalos que yo

había pedido, dado el esfuerzo que me costaba ser tan buena durante

toda la Navidad. Era tan mágico, tan increíble, tan comprensible (porque

los niños pobres también merecían aquella felicidad; era lo justo aunque

se hubieran saltado cosas de mi lista) que todo era expresividad en mi

rostro y en mi cuerpo.

No podía dejar de reír, de besar a todo el mundo, de saltar, de sentirme

feliz, inmensamente feliz, porque ya lo que importaba de verdad era que

el temor de todos los años se había vuelto a disipar: los Reyes Magos no

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me habían dejado carbón, y es que en mi intención de ser buena siempre,

se me escapaban algunas cosillas como pegarle a mi hermano, romper

alguna figura de porcelana, llegar tarde a comer... cosas sin importancia,

en definitiva, puesto que ellos no las habían tenido en cuenta.

Todo adquiría su último sentido al abrir aquellos regalos. Después,

chocolate caliente con churros y algunos días libres para jugar antes de

que empezara el colegio.

Pasaron algunos años más y descubrí la verdad. Alguien un poco mayor

que yo me lo contó. Yo no me lo creía y el consejo fue que lo comprobara

por mí misma. Revolví toda la casa y en el armario de la habitación de mis

padres encontré una caja enorme con la muñeca que había pedido aquel

año.

Aún estaba sin envolver.

Me quedé allí, sentada, frente al armario abierto, seria, recordando los

detalles de aquella historia tan envolvente. Comencé a comprender todo

lo que me creaba confusión: cómo les daba tiempo a visitar a todos los

niños del mundo, cómo no se cansaban siendo tan mayores, cómo en la

tele llevaban camellos y en la cabalgata que yo veía caballos...

Me enfadé, me sentí estúpida, se me quedó cara de boba, lloré, quería vengarme, pensé en largarme de allí, juré que nunca más me volvería a ocurrir, pataleé, blasfemé...

Y así llegó a mi vida mi primer desencanto. Esta fue la primera vez que me

sentí estafada y esta fue la primera vez que de forma consciente quise

perder parte de mi absurda inocencia.

Después, no sé cuántas veces más me he enfadado, me he sentido

estúpida, se me ha quedado cara de boba, he llorado, he querido

vengarme, he pensado en largarme, he jurado que nunca más, he

pataleado y he blasfemado.

Carmen Membrilla Olea. Guadix. Granada. España.

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POESÍA

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MERCEDES ELEINE GONZÁLEZ

ES DICIEMBRE

Imagen: Tina Klitgaard Eriksen

Es diciembre,

amado mío,

es el mes de los amores,

de los besos,

de tu cuerpo,

del exceso y de las flores.

Es el mes de las bondades

y las cenas familiares

en un mes de invitaciones,

es un tiempo bendecido.

Es un mes donde las rosas

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palidecen ante el roce de tu pelo

o la luna se avergüenza

de salir alguna noche,

opacada, mutilada

por el prístino destello

en tu cabello.

Es diciembre,

mes de amor y desatinos,

donde surgen o se esfuman las pasiones,

y se cruzan los destinos

olvidando los rencores

de otros tiempos anteriores,

donde yo busqué tus huellas

por senderos y caminos

y quedé como la luna,

totalmente obnubilada,

sin la brújula certera

de tu sino.

Es diciembre,

una dulce resonancia

en la distancia,

una suave melodía

que en mi oído

rememora día a día

la cadencia que te envuelve

en la tenue soledad

que me acompaña

por tu olvido.

Es diciembre,

amado mío.

Mercedes Eleine González- Cuba/ Miami

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ELISABET CINCOTTA

MI CASA DICIEMBRE

Imagen: Georgi Pretov

el sol de antaño/ lentitud de caminante

brisa de diciembre con perfume a festejo

y sabor a pan dulce/ pasas de uva/ licor de huevo

esa era mi casa en diciembre

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leudo de masa/ tomate relleno

y mi madre endulzando cada momento

luego los primos cantos/ villancicos

jardín florecido

brindis y bullicio

esa era mi casa/ caricia de hogar

con sonido a amor y cascabeles niños

esa era mi casa diciembre

recuerdo que oprime el pecho

por los que no están/ por los que se fueron/

por los que quedamos

diciembre es festejo

©Elisabet Cincotta- Buenos Aires- Argentina

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MAR BLANCO LARROSA

DICIEMBRE

Imagen: Patrice Murciano

Vienes diciembre y traes pasos de ausencias

- bajo un ramaje de lluvia-

Refuerzo los cerrojos de tus puertas,

quedas al otro lado del mundo.

Bendecidos tus hijos dentro de ti.

Me detengo y puedo oír los cantos de los pájaros.

Voy a saciarme con flor de harina

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y espacios celestes.

Aguas que cuelgan del cielo

llaman a pedazos que guardo dentro

- aún tibios, creen en la vida-

Porque hablo y existieron.

Porque todo ser que alienta

canta alguna vez.

Mar Blanco. Zuera. Zaragoza. España

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ISABEL PÉREZ ARANDA

DICIEMBRE

Imagen: Alexis Zaitsev

Tengo Diciembre a mis pies abrigados de lana y cuero,

apartando con cada pasó las ultimas hojas

amontonadas en este parque.

Con mis manos Diciembre se frota

se quiere y se acopla.

Y en esos días de sonidos reiterados

los árboles escriben los primeros poemas.

Tengo a Diciembre tatuado en las pupilas de la niñez,

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en los rasguños diminutos que me hicieron crecer.

Mi Diciembre se resiste, se mantiene,

se perpetúa en ese aroma de cortezas protectoras

y musgos verdes.

Se enraíza Diciembre en la memoria

en cada mirada,

con cada pisada,

en cada gota de vida,

y se hace Diciembre en este parque.

Isabel Pérez Aranda. Guadix/ Benidorm. España.

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ISABEL PISANI DOS CIELOS

Imagen: Mai Bashtova Art

Noche,

nigérrimo océano,

donde moran los náufragos estelares,

poetas de la duda,

el afán

o la magia perdida.

Luna,

olvidado abrevadero de damiselas

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huérfanas de amor,

madama de sarcástico destino

que el homínido soberbio

aún neófito admira.

Estrellas,

milenarias pupilas

proveedoras del oro sideral de los magos

que sospechan

el destino superior del barro humano.

Noche ,

luna,

estrellas…

sólo huellas del misterio,

del divino misterio colosal

que nos acecha.

Cual vigías fronterizos,

sutilmente

fragmentan ambos cielos:

el de aquí, páramo existencial,

pequeño,

iracundo,

parásito sensual

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de la traición y la ignorancia;

y el de allá,

acaso valle esquivo,

paciente,

magnánimo,

sabio de toda sabiduría

real,

perenne.

Isabel Pisani. Buenos Aires. Argentina

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Mª JOSÉ RIAZUELO

DICIEMBRE

Imagen: Mª José Riazuelo

Como anciano con bastón

Reloj de arena en la mano

Y gesto un poco burlón

Así nos viene diciembre

De nuestro tiempo censor.

¿Qué hay de aquel “yo querría…

Con tiempo yo debería…

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No, puedo, pero yo haría...”?

¿Qué pasó con los proyectos

Los objetivos, las metas…?

El año está acabando

Y ahora toca revisión.

¿Aprendí a estar con gente

A dar sin escatimar

A escuchar con más paciencia

A vivir..., a disfrutar?

Diciembre viene y la agenda

Llena de citas y objetos

Nos recuerda que el camino

No se detiene y exige

Usar los buenos consejos.

Mª José Riazuelo. Huesca. España.

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ISABEL REZMO PÉREZ

ERA

Imagen: Patrice Murciano

Era hermoso amarte.

Era un cielo sin moradas.

Era bello acariciar tu pelo sin mis manos.

Aparecía un velero en la memoria que me hacía sonreír.

Y nunca me cansaba de dar cuerda al reloj de mis impulsos.

Era.

Simplemente un era que ya no es.

Latía mis sentimientos como mariposas

que anhelaban tu compañía.

Me hacía poseer lo bello de las flores,

mis flores.

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Pero...

Era.

Ahora tengo un escondite sagrado

con un Dios que me habla y me permite tenerte

en un fondo sin abismos. Solo para mí.

Y ese secreto inconfesable será muerto en mis párpados

para no caer en el olvido de mi propia miseria.

Allá donde quedan los sueños borrados por el dolor

estarás para mí en una silueta de mil encantos.

Con una danza solo para mis oídos

y sólo para tus silencios.

(Poema extraído del poemario Paisajes de Una Dama,

El Taller del Poeta, S.L-2013)

Isabel Rezmo Pérez. Úbeda. Jaén. España.

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INMA J. FERRERO

RUIDO AFILADO

Imagen: Jeanette Woitzik

Me mata este silencio. El ruido afilado de tu indiferencia.

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Quiero verte, ¡Te necesito! Mi alma no se rinde. Te busca. Grita tu nombre sin que tú contestes. Camino entre espinas a latidos de sangre. Mi paso es cansado. Arduo. Pero soy valiente. La soledad no me aflige. La noche no podrá doblegarme. Mi corazón me defiende, luchará hasta besarte.

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Inma J. Ferrero. Madrid. España Luna en pétalos que amor me llamas

© 2013 Inma J. Ferrero Nº de Asiento Registral 16/2013/6759 Copyright © Todos los Derechos Reservados

Imagen: Photopin Copyright © Todos los Derechos Reservados

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CARMEN MEMBRILLA OLEA

CARTOGRAFÍA Y VÍSPERAS DE FIESTA

Imagen: Google

Nosotros

que adornamos el árbol de Navidad

con todos los signos de interrogación.

Andamos como fantasmas…

devolviendo impaciencia a la oscuridad de los espejos.

Nosotros:

Siluetas por descubrir,

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imágenes de lluvia,

cuerpos desnudos que guardan besos y recuerdos,

formas exactas que dominan cicatrices y reinos inexistentes.

Buscamos la complicidad de la noche

y los sueños perdidos

y la humedad de los labios.

Rozamos distancias infinitas

Y casi siempre derramamos lágrimas.

Sin embargo, todavía somos capaces

de levantar los brazos,

de habilitar este ámbito privado,

de hacer posible que estallen rumores nuevos sobre la almohada.

Carmen Membrilla Olea. Guadix. Granada. España.

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GLORIA MARECOS RODAS

PESEBRE Y FLOR DE COCO

Imagen: A. Curnetta

En el crepúsculo de los meses

asoma diciembre

con su ardor de semilunios.

Con su lengua encarnada

de sandías maduras

va hurgando en los ojos agrietados

de la tierra en vigilia.

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Con boca sedienta

de veranos desmesurados,

va esparciendo su aliento amarillo

hasta inflamar el canto taciturno

de las cigarras en retorno.

Y con la palabra engendrada

que es verbo concebido,

asoma diciembre

(pesebre y flor de coco)

ardiendo en su garganta

la sed inaplacada

del amor renaciente

y la justicia reverdecida.

Gloria Marecos. Lambaré. Paraguay.

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CHÍA GIRÁLDEZ TINOCO

SIEMPRE ME GUSTÓ DICIEMBRE

Imagen: Carrie Vielle

Siempre me gustó diciembre,

la amabilidad gratuita, que antes fue cobrada,

es dada sin pensar, nos divierte el juego.

Siempre me tentó la sonrisa del niño

al que le enseñan a ser feliz sólo treinta días

después, a esconderse para esperar un año más.

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Me cautiva el arsenal de paciencia con el dinero

la publicidad de caros juguetes tras la miseria de África,

todos nuestras ilusiones detrás de un cristal.

Siempre me gustó diciembre,

las sillas vacías en la cena del veinti-qué

entre las burbujas del champán y lo amargo del café.

Siempre me interesó la idea de ser humano un mes

de envolverme en tristeza todo el tiempo restante

y ver pasar la vida que se nos va, como el humo de ese tren.

©Chía Giráldez Tinoco.Huelva- España

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MILAGRO HAACK

SERÁ ASÍ

Imagen: Catherine Haack

Será así

será todos los días

así

se busca una puerta / un punto neutro

saliendo de la nada

con juegos artificiales alumbrando

este distráigase

observando la piedra

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que te hace caer

no ver / el final del tendedero

Así será

cada minuto para no pensar / en el otro

así

saliendo del supermercado / farmacia

llegando los pies hinchados

necesitando un poco de remojo con tibia sal

y no encontrar / gotera

Será así

el subsuelo de la vida con garganta

seca

perdiendo un destello de azúcar

malogrando

el recoger agua

el recoger luz vela araña

cuando toda trama

se confunde entre los ladrillos

de una - /pared / para amarla-

Milagro Haack .Valencia .Venezuela

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MARITA RAGOZZA DE MANDRINI

DICIEMBRE ME RECORRE

Imagen: Carrie Vielle

Me recorre Diciembre

entre los dedos

ojos

vientre

pies

y me moja de magia y de nostalgia.

Me susurra

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aliento

milagro

luz

dios niño

pan ázimo para un hambre

de más de dos mil años.

Diciembre me recorre

con un poco de luto en los huesos

y quiere despertarme

en mi estar sola gris poniente.

Entonces voy de inventario

silabeo mi ser

desde mi pecho de bruma y fruto

rememoro alguna navidad pasada sin cántico

y camino en amistad y aire

quiere limpiarme de invierno y besos viejos

de flores secas y lentos perros

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quiere abrirme en canto

para que entienda el desamor con más amor.

Diciembre entra en mis venas

y me clava un sueño virgen

es gracia de ángel que anuncia paz

con jazmines en la boca

y destila cielo de tierra en las pupilas.

Me recorren las lunas diciembrinas

siembran hierbabuena

entre mis dedos

ojos

vientre

pies

y me hechiza durante treinta y un días…

alucinadamente.

Marita Ragozza de Mandrini. Buenos Aires. Argentina.

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LÁZARA NANCY DÍAZ

DÓNDE LA LUZ

Imagen: Olga Minardo

Te espero, alcemos la copa

brindemos vino o champaña

la parte que de ti -me toca-

a esta hora me acompaña.

Las luces de los caminos

se abren al mes más hermoso

y se unen los destinos

en un minuto amoroso.

Bésame bajo este cielo

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que conmovido -nos mira-

abrazando el mismo anhelo

aunque parezca mentira.

Diciembre esta en cada verso

de las más lindas canciones

por eso sobran razones

para cantarle a la vida

plegarias bien merecidas

de mucho agradecimiento

para bendecir la vida

y a Jesús su nacimiento.

Lázara Nancy Díaz- Cuba-/Nueva York. EE. UU.

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EMILIA MARCANO QUIJADA

MI LISTA DE PROMESAS PARA SER

FELIZ

Imagen: Katarina Jung

Voy a celebrar

mi absoluta esclavitud a la vida,

voy a cauterizar cizañas,

voy a hacer un listado de promesas

que cumpliré fielmente.

Prometo no mirar atrás

ni siquiera para recordar los teléfonos

que he perdido,

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la gente que se ha marchado

y las decepciones que no me han sorprendido.

Prometo ser tolerante

con quien no entienda mis poemas

y de forma aplanada asuma

que estoy hablando de mi vida

cuando estoy hablando de la tierra,

de una hoja en el suelo,

o de un recuerdo que se ha clavado

involuntariamente entre mis dientes.

Prometo no ser promiscua,

prometo colocarme limites

con la gente ruidosa y prepotente,

prometo mantener mi correcta ortografía

y descartar desde ya

todo el sartal de horrores

que abundan en el castellano digital.

Prometo escribir

con absoluta fidelidad a mí misma,

seguir bajando de peso,

seguir oyendo a Chopin,

seguir leyendo poesía,

seguir lavando mi ropa,

seguir caminando

hasta que mis músculos protesten,

seguir ignorando lo que no me interesa.

Prometo ser tan honesta

como las circunstancias me lo exijan

y cuando ya esté muy vieja,

igual de sola, igual de pobre, igual de poetisa,

prometo sentarme a la orilla del mar

a tejer una red,

un atrapasueños hecho de mi cabellera

para salir a la puesta del sol

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a cantar canciones que he olvidado,

a buscar silencios que me han dicho

que yo soy y seré feliz

porque no me ha quedado

otra salida.

Emilia Marcano Quijada- Isla de Margarita- Venezuela

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SÄO GONÇALVES

AFERRADA

Imagen: Angie Rucker

Aferrada a los silencios imponentes del alma

a las paredes, invisibles abstractas,

recorro muchas veces los colores que me rodean

ahora legibles a mis ojos mundanos

ahora codificadas en colores y trazos

el marrón de la puesta de sol

que apenas eleva mis sentidos.

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Camino por los tumultuosos colores

que se agitan en la pantalla de mi corazón

embriagan la mirada de movimientos

cuidadosamente diseñados

por las manos de la artista.

Siento el tiempo pasar en este mes de Diciembre

y temo las palabras que puedan surgir

de mis dedos tímidamente inquietos.

Una turbulencia de color

describe un mundo interior

la paz definitivamente basada en puntos

estratégicos en el centro de la vida

en la temporada de lluvias y los recuerdos,

la luz que emerge del alma

perforando un inmenso lago en llamas,

hogueras ardiendo en varios sentidos

caminos de aventura audaces

llamas silenciosas

quemando en varias direcciones.

Procuro la calma de una chimenea

o abrazando una brisa fresca

en los intervalos del tiempo

donde despierto de la turbulencia del invierno

el tiempo de la búsqueda intensa

de un fuego de llamas calmas.

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Camino

me acerco a la intensidad del color

me duermo en una cama blanca

de recuerdos albergados en alguna parte

en el tiempo de las grandes luchas.

São Gonçalves- Portugal/ Luxemburgo.

Traducción del portugués: Cecilia Ortiz

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ALICIA EPP

POR UN MOMENTO

Imagen: Julián Verdin De Anda

Péndulo dorado que oscila

entre la verdad y la fabula.

Mirada que se va al lugar vacío,

suspiro de la ausencia

ilusión que huele a pino y a pan dulce.

Estrella desprendida del tiempo

que ha quedado enredada

en la rama más alta del arbolito.

Distancias que se recogen

54

para que se hagan posible

los abrazos.

Soledades que se sienten

un poquito más solas

y desde un Belén lejano

rueda el llanto de la esperanza

recién nacida,

se escucha su eco de siglo a siglo

y el péndulo dorado que oscila

entre la verdad y la fabula

por un momento parece detenerse

en el lado de la verdad.

Por un momento azul

una gota de paz

cae sobre la sed del mundo

el corazón se inclina

hacia la generosidad

Y Diciembre se justifica.

Alicia de León Epp- Uruguay- British Columbia- Canadá

55

ANA MARITZA DE SCHWARZL

DICIEMBRE

Imagen: Carrie Vielle

Diciembre debe ser alegre,

con imagen de fiesta,

con sonrisa de amigos,

con calor de familia,

sin noticias de guerras,

sin pobrezas de nadie,

ni de enfermos que sufren,

ni sucesos de muerte.

56

En Diciembre también

la gente se va y otros llegan,

yo nací en este mes,

como muchos de ustedes,

y mis días se han ido,

y el sol aún calienta.

Diciembre,

es esperar la Noche Buena,

en ambiente de familia, velas rojas,

olor a limón, canela, vainilla,

chocolate, turrón

y una apetitosa cena.

En la última noche de Diciembre,

Yo hago lo que sea,

salto, grito, canto, bailo,

me pinto la mejor sonrisa,

para empezar Enero.

Realmente Diciembre,

es una escena de teatro con sorpresas,

con fuertes abrazos, besos,

y muchos te quiero.

57

Por supuesto,

hay ciertos comediantes

que no actúan en esas fechas.

Ana Maritza de Schwarzl, peruana-española./ Alemania

58

TOMÁS SOLER BORJA

A LAS PUERTAS DEL INVIERNO

Imagen: Mike&Madelaine Bülow

Nada de frío.

Ni gota de lluvia.

La mañana

como una madre

abrazando a sus hijos.

59

Y el sol un amor

luciendo

amarillo, amarillo.

Mar en calma.

Una ligera brisa

que acaricia cabellos

y rostro.

Cielo despejado

y el día

azul

allá donde pongas los ojos.

Ya estamos en diciembre

quién lo diría.

Ojalá así mi invierno.

Va a ser difícil

no lo creo.

Tomás Soler Borja. Águilas. Murcia. España.

60

ALICIA CORRADO MÉLIN

DICIEMBRE MUDO

Imagen: Thomas Leuthard

El sol no tiene apuro

se estira en la vereda

donde tus pasos

gritan.

Y la voz

tan silencio

tan vísceras

61

se ahoga

en la baldosa

de este mediodía.

Aroma a navidad

calle hervida de ajenos

apenas

tu sonrisa

sin sonido

agazapado

esperando una lluvia

que demora.

Y la voz

tan desnutrida

tan soledad

parece noche nicho

acunando

palabras.

Alicia Corrado Mélin- Buenos Aires- Argentina

62

MARIETTE MOUNIER

PRECES EN DICIEMBRE

Imagen: Mike & Madelaine Bülow

Oh, pescador,

tus manos cantan

la memoria de los siglos.

Tu presencia es la inmensidad misma

63

en el mar de la sabiduría.

Oh, humilde gigante,

sin que lo percibas

y ondulando los límites

se manifiesta en tu caña de paciencia

la vejez maestra de tu intención;

en la infinita tanza de tu amor

se dilata y se expande

el abrazo de tus pupilas

que buscan... Esperan.

Oh, manso,

llegarán a tu costa

las criaturas que deseas abrigar;

es en la profundidad de la inocencia

donde se deslizan y crecen.

Allá, en lo más profundo,

donde llega el anzuelo de tu voz,

comienza a burbujear

el sabor de tus mensajes.

Oh, pescador,

que te alimentas de fe y coraje,

una paciente boya de luz

marca la distancia,

pero a tu costado y sobre ti,

una paloma besa tu alma

64

y ama a tus jóvenes

y agitados peces.

-Mariette Mounier- Mendoza- Argentina

65

TOMÁS SÁNCHEZ RUBIO

VIDA

Imagen: Ahmet Turan Kural

Empezaba diciembre con el frío,

con las anginas arrastradas desde principios del otoño,

con San Francisco Javier y la Inmaculada.

El trece, Santa Lucía, mi cumpleaños.

Venía, como quien no quiere la cosa,

el anís con agua fresca sobre la mesa de camilla,

66

la calentura del radiador,

el olor a zapatos mojados del chaparrón que me cayó

acompañándote a tu casa, después de clase,

aquel martes maravilloso.

Y mis hermanas metiéndose conmigo

porque era un año más viejo,

más alto,

más niño…

La lotería a voces por la radio del vecino de patio.

La gran compra de mis padres en el economato: peladillas, mazapán

y polvorones que no se acababan hasta el verano.

Vacaciones frente a la tele recién comprada, la luz en la calle.

Fin de año, Reyes. Nuevos días o no.

Tú siempre ahí, a mi lado.

Lo mejor, la vida.

Tomás Sánchez Rubio- Sevilla- España

67

MARISA BERMÚDEZ MALAGÓN

CONFIDENCIAS DE DICIEMBRE

Imagen: Marisa Bermúdez Malagón

Podría sin duda

airear mis silencios.

Tenderlos al sol de invierno

y esperar que los rayos

se dignen a secar la trama

empapada de emociones.

Volver a escribir versos…

Compararme a la estrella

68

que viaja sola hasta que muere,

hacia ese caos liberador

que espero exista,

pero tanto me asusta

si llegara sin avisar…

Podría…

¡Claro que podría!

… Mas perdí la fe en la palabra

por tanto discurso inútil

y la inclinación de la escritura

a la metáfora individual.

¡Dejadme en paz, vocablos!

Sólo preciso

un lienzo en blanco

y los colores primarios de la luz

para mis poemas.

¡Y tus ojos que los lean, amor!

Marisa Bermúdez Malagón, 2014- España

69

ALEQS GARRIGÓZ DICIEMBRE

Imagen: Kasia Derwinska

Las hojuelas de nieve, juntadas por su propio frío,

han formado grandes jorobas, dunas

que tapiaron cada puerta para salir a ver la hermosura

que el aire desenvuelve como a un regalo.

Leeremos junto a la chimenea, beberemos

exóticos tés guardados especialmente para Navidad.

Y las manos se calientan con mitones

y en cada ventana se han colocado papeles de color.

El abuelo levanta, como anunciando a un príncipe,

al pequeño niño arropado en felpa.

70

¿Qué buenas noticias traerán las cartas,

los periódicos cuando llegue Primavera?

Por la inclemente montaña se desliza ya,

arrastrando postes de luz, cercos, mujeres, tractores,

la estruendosa avalancha. ¡Oraremos!

Oraremos por la gracia de Dios para salvarnos.

Haciendo una ronda con las manos enlazadas,

los ojos de la familia aún entera, cerrados por la fe,

van coagulando una extrañeza más frágil que las lágrimas.

Aleqs Garrigóz- Puerto Vallarta- México

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FERNANDO SARRÍA

Imagen: Kristen KML

Suelto las nubes. Paro el tiempo.

Tú sabes cómo desembalar

este silencio que me ahoga.

Haces que abra mis manos,

que suelte los pájaros,

que apague los incendios,

y que cruce, con los párpados cerrados,

todos los bosques de la noche.

Contemplarte trae desde el Norte

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una lluvia impensable,

una lluvia que deshace la luz de los astros,

cambia la ruta de los planetas,

arquea la línea del horizonte...

consigues que el mar se calme

y espere en la sombra tu voz y tu palabra.

Del poemario inédito "Las noches y los días"

Fernando Sarría- Zaragoza- España

73

MAR DE FONDO

DE NUEVO DICIEMBRE

Imagen: Kristen KML

Vuelve empeñado en traer de nuevo el frío.

Pretende helarme los pies, le pregunto por qué insiste.

De puntillas sopla en mi oído, es tímido y susurra.

Parece cansado, está triste de repetirse.

Le cojo por la barbilla y le beso la frente.

Veo el brillo en sus ojos, una luz desconocida.

Sonriendo le confieso que no es el mismo.

Cubre de olvido mis penas, ha barrido desesperanzas:

aquel sentimiento inútil quedó enterrado en el pasado.

Diciembre huele a fresco, me abriga y ofrece renovados sueños.

74

Segura de mí misma, de lo que valgo y poseo,

le invito a hospedarse en mi casa.

Ten cuidado, diciembre, antes eras nieve y escarcha,

ahora soy yo la que te congela los pies.

Mas soy amiga de almas perdidas,

no guardo rencor, sólo cariño.

Siéntate a mi mesa sin miedo,

te prepararé un beso caliente, un vino de mi tierra,

una caricia al amanecer.

Mar de Fondo (Mar García Treviño). Murcia, España.

75

MIRIAM ÁLVAREZ

DIBUJARME UN CIELO

Imagen: Emerico Toth

La poesía trabaja:

me nombra sobreviviente.

Historia entretejida

entre el fracaso

de nombrar

y el lenguaje

76

imperfecto.

Te dije:

no acerques

el fuego.

Tres veces

se paga

el infierno.

Te dije:

no abraces

el instante.

Es un tiempo

clandestino.

Atravesé

corredores de otoño,

desengaño de invierno,

empeño de primavera,

diciembre áspero.

Soy mascarón de proa.

Puedo unir puntos

y dibujarme un cielo. Miriam Álvarez- Clorinda- Formosa- Argentina

77

ADRI DELFINI

FUISTE UN ERROR

Imagen: Bryce Cameron Liston. Art Pinturas

Fuiste un error

estuve a la intemperie

de tu amor

desnuda de vanidades.

Fregando con tibieza

tus dualidades

me perdí…

78

en Diciembre

cuando te retiraste.

Quiso el destino

que tú igual que yo

te perdieras

en tu pasado

sin tiempo de quimeras.

Agradezco a Dios

porque gocé de tu cuerpo

disfruté tu efímero amor

y fui mejorando.

Fuiste un error

y de cada uno

aprendo.

Adri Delfin- Buenos Aires- Argentina

79

PURA FERNÁNDEZ SEGURA

INVIERNO&DICIEMBRE

Imagen: Ginette Beaulieu

Presentías que el invierno,

llegaba urgente aquella noche

Porque el viento arrastraba enloquecido

la lluvia debajo de las puertas.

Aterida detrás de los cristales,

contemplabas a ráfagas tu vida,

viendo estrellarse

las gotas de agua más hermosas.

80

Resbalaban frágiles, mudas

igual que líquidos suspiros

para fundirse sin remedio,

en la tierra absorta e inhóspita,

en la tierra más sombría de los siglos.

Sentías llegar inminente el invierno

aquella noche.

Del poemario, Zona Próxima. Ed Dauro.

Pura Fernández Segura. Guadix. Granada. España.

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RITA BEDIA LIZCANO

DICIEMBRE DE FUEGO

Imagen: Michael Bilotta

Erradiquen el malestar

ocasionado por tu recuerdo

Eliminen el olor a nicotina permanente

Que me arranquen

cada uno de tus verbos que habito

Destruyan la admiración y la jactancia de amarte

82

Que me despojen del latido

cauce de sangre congelada

que mantiene el llanto en los ojos

deambula por las calles

y finge permanencia

mientras el pensamiento divaga

Que me arranquen de la cama cuando humedezco al pensarte

pues en mi fantasía me acompañas

y el abrazo que imagino es el tuyo

Que arranquen la memoria de tus dedos

tu sabor

y que no exista sal que me recuerde a ti

¡Que me arranquen el delirio que avivaste!

Arranquen

aquel diciembre de fuego

y los ojos para no mirarte jamás.

Rita Bedia Lizcano- Apodaca- México

83

MAGDA ROBLES LEÓN

DICIEMBRE Y OTROS FRÍOS

Imagen: Michael Bilotta

Cuando el alma amenaza tormenta

se templa el aire, y son los ojos

la coraza que protege al espíritu

de aquello que el cuerpo no puede.

Porque hay recuerdos

con sabor a noche que duran

84

mientras el día renace

y se deshacen los cuerpos

buscando un puñado de harapos

con que cubrirse.

En horas intempestivas

percibo seres de niebla.

Caminantes blancos sin rumbo fijo,

cegados por luces que no sirven de guía.

Criaturas hechas de piel y barro

que cargan en las espaldas

los trozos y destrozos que componen

su extraña apariencia de vida.

Caen las horas

de golpe sobre mis huesos,

cansadas de esperar

siempre en el mismo orden

el reencuentro con la imagen

fría y opaca

en este espejo mudo

que ahora nos contempla.

Mirarte en él

85

es caer

en un pozo bruñido.

(de Pequeño muestrario de relojes y silencios)

Magda Robles León. Granada. España.

86

MABEL CORONEL CUENCA

EL ÚLTIMO VAGÓN

Imagen: Michael Bilotta

En el último vagón de cada año

encapsuladas ya vienen llegando

los alborotos, las risas y el llanto

de seres que por prisa ya se fueron.

En el último vagón de cada año

suben sin su ticket el desengaño,

puñaladas certeras recibidas

87

en esos días sombríos del año.

En el último vagón de cada año

vienen atados en un mismo fardo

el cansancio de aquel obraje ciego

y las campanadas mudas, sin eco.

En el último vagón de cada año,

de nombre diciembre según algunos,

vienen también la alegría y el gozo

de gritar -estoy vivo- para el mundo.

©Mabel Coronel Cuenca- Hernandarias- Paraguay

88

GENARO RIERA HUNTE

¿QUÉ SOMOS?

Imagen: Emerico Toth

De diciembre a diciembre

la mano es feliz.

Alcanza lo que toma,

se apropia de lo inmediato,

nunca pide socorro.

89

La mano no es inteligente,

no es ladina,

no seduce.

No somos mano,

pero compartimos

los mismos diciembres.

Genaro Riera Hunter- Paraguay

90

VICTORIA FALCÓN ÁGUILA

NOSTÁLGICO INVIERNO

Imagen: Bryce Cameron Liston. Art Pinturas

El invierno trae consigo

adorno grácil de la nieve.

Nostálgico el poeta

mira como los campos

aguardan a la verde floresta

donde se pasea bajo el sol

sin abrigo, ni nubarrones

91

más, sabedor que también en el frío se calienta,

busca musa en “Diciembre”

que le dé calor a sus letras

e intensidad a sus rimas

para olvidar dulcemente a la nostalgia

y convertir al invierno en primavera.

Victoria Falcón Aguila . México. D.F

92

FOTO-

POEMAS

93

94

RELATO

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DANIEL MONTOLY EL TIEMPO EMPARENTADO

Imagen: Mihai Oltenau

“Diciembre me parece hermoso

se me hace perfecto para hacer una fiesta

de sentimientos.” Marc Anthony

Me confundo con sus interpretaciones sicológicas, con esos buenos días

emparentados con mis malas noches ejemplificadas por un prójimo

tranquilo que sube al taxi de sus pies cuando me ausento. Y aunque le

enciendo un cigarrillo cósmico y observo cómo el humo abraza su figura

con la envidia de un cuerpo ajeno que recorre clandestino el poniente de

96

los deseos, se excusa por la levedad del bolero de su blusa de

framboyanes apagados.

Me pone a pensar justo en el agobio nocturno revelado de antemano por

la angustia del día anterior, pero ahora saco provechos inmediatos a la

mansedumbre de sus corpiños rojos y como mosquito zángano, clavo mi

aguijón en la vastedad de ese cuerpo moldeado por mis manos. La inoculo

con mi veneno azul tunecino. Y ella, arropada por el silencio de un busto

de mármol prestado deja que mis labios rueden por la cadena montañosa

de sus caderas.

Incólume, el zen de su jardín se abre. Hurgo en su arena de misteriosos

arcos iris para que la noche no se ponga entre nosotros. Vuelvo a entrar

en sí; la oscuridad es similar a la viudez de mis ventanas, las lágrimas

vertidas por las mentiras me lloran que estuvo a la hora en punto, miro a

los ojos del reloj, y sus agujas fundidas por el bronce de la melancolía

niegan que hayamos asesinado al tiempo en vano como aseguran los

chismes de esos tantos diciembres envidiosos...

Daniel Montoly – República Dominicana/ Columbus / EE. UU.

97

GRACIELA AMALFI

KUMIKO, ENTRE RAYUELAS Y

CRONOPIOS

Imagen: Dragan llic Di Vogo

(Extraído de la novela “Kumiko, mujer sin tiempo”)

Era diciembre. Tomé el colectivo que me dejaba a dos cuadras de su casa.

Cuando llegué no podía creerlo. Me detuve frente a esa enorme puerta de

madera con un picaporte de bronce. Quedé petrificada en un lugar

desconocido. Atónita, ciega, muda. La fachada de color amarillo claro y los

dos escalones, me abrían sus paredes para empujarme a entrar.

98

Miré mi reloj- el último regalo de mis padres- la hora de la cita había

llegado. Cuando llamé a la puerta, una señora me invitó a pasar a un

pequeño cuarto: su despacho. Encima del escritorio se destacaba una

máquina de escribir rodeada de papeles escritos, otros en blanco y

algunos hechos bollos.

La biblioteca me dio la bienvenida con esos autores a los que una y otra

vez Cortázar había leído: Poe, Hawthorne, Saki, Jacobs, Foster, Lugones,

Quiroga y por supuesto Borges.

Un cuadro, con un dibujo que delineaba la casa más famosa de sus

historias, estaba recostado cerca de la ventana. Me llamó la atención, esa

cantidad de habitaciones estampadas arquitectónicamente, nunca hubiera

imaginado una casa tan grande para un cuento. Sólo para un cuento.

Estaba dentro de su mundo, de ese mundo de vuelos. Vuelos

imaginados y vuelos reales. Los personajes de sus cuentos me abrazaban,

algunos chocaban contra mi ignorancia de escritora y otros me invitaban a

tomar su mano para entrar en ese hemisferio distinto y nuevo. Quise

tomar cada página de sus libros, leerlas, releerlas, aprenderlas de

memoria.

Un olor a consejos de cómo se hace para reír o llorar, llegó con aroma a

tinta y papel gastado.

Si dijera, que me sentía estar bailando el vals en mi fiesta de bodas, no

estaría mintiendo. La sensación que había experimentado, a mis diecisiete

años, cuando me imaginé en el escenario interpretando “La Traviata”, se

derrumbaba ante ese presente.

Otro cuadro con color a rayuela, un rostro que bien podría ser el de la

Maga, un suicidio, una locura, un número olvidado, una tragedia.

Un montón de conejos blancos y suaves, pero vomitados desde un

hombre asqueado de tanta soledad, en una Buenos Aires repleta de gente

y hundida en una miseria de mugre y hastío.

99

Un tigre agazapado esperando mi más mínima distracción para aparecer

y atacarme.

Esos monstruitos verdes, amorfos, locos y chiflados como el tango, que

no dejan de girar en una milonga triste y pobre, que se burla de amores

ajenos.

Ese raro azteca que corre sin parar y sueña y suda y recuerda y muere

enloqueciendo al lector distraído.

Su mundo me atrapó, me dio vueltas, me hizo despegar hacia un lugar

nunca imaginado: como un globo gigante me llevaba de un rincón a otro

de la habitación.

Puf… el globo explotó y entró el escritor, Julio, el mismísimo Cortázar.

Alto, flaco, y con una “r” caída del renglón se dirigió hacia mí y me saludó

con un gesto dulce y paternal.

Aterricé de golpe en el escritorio y me sentí como un papel hecho un

bollo, para jugar en sus manos… o ser tirado para siempre en el cesto de

basura.

Graciela Amalfi- Buenos Aires- Argentina

100

JUAN CARLOS VECCHI

OCHENTA Y OCHO

Imagen: André Varela

"Quien diciembre salva, la vida hará larga."

(Anónimo Pérez).

Ayer fue el cumpleaños número ochenta y ocho de Greco Bola. A cinco

minutos de la visita de otra medianoche perfecta, sonó el teléfono por

primera vez en el día (y primera vez en la semana, en el mes, en el…).

-Ring. Ring. ¿Ri…? -el todavía cumpleañero, hambriento de voz alguna

por favor, levantó el tubo del teléfono.

101

-¡Hola! ¡Sí! ¡¿Que quién?! ¡Ah, no no y nonó! ¡Número equivocado

entonces!

Greco colgó el tubo y miró la puerta del baño calculando la distancia

pero le pareció más lejana que la sucursal de China estacionada en planeta

Urano. Al no poder entrar al baño, decide entrar al estado de pánico y es

entonces cuando le sucede el fatal sincronismo cenestésico, a saber en

este orden: corrida de toros friolentos por la espalda, nudo sin corbata

amarilla con lunares negros en la garganta, taquicardia sinusal y al toque

un ritmo cardíaco de 199 latidos por minuto (1), y finalmente ese hervor

necesario de su caudal sanguíneo para darle el mortal “toquecito final” al

osobuco interno de Greco.

Luego son los ojos de Greco que se abren redondos como si enfocaran

once millones de dólares sobre la cama y en el siguiente luego te cuento

que Greco cae al suelo como un mimo que ha recibido once balazos en la

frente (un balazo por cada millón de dólares).

Pero qué manga de porquerías son los verbos de la muerte cuando salen

de joda cada 20 de diciembre.

N. del A.: En esos momentos, Greco bate el récord que ostentaba el uruguayo Wenceslao Heriberto Luis Juan Roberto Masitayleche con 197 latidos por minuto cuando es sorprendido en plena madrugada por su esposa bailando abrazado a una pata de cordero sobreviviente de la cena mientras le canta suavemente: “Besaaameee, beeesameee muuuchooo/como si fuera esta noche, la última vezzz/¡besame, beeesaaameee muuucho…!/”.

© 2014, Juan Carlos Vecchi – Olavarría- Argentina

102

PEDRO PABLO PÉREZ SANTIESTEBAN

LA NOCHEBUENA, EL FRÍO Y LA MISA

DEL GALLO

Imagen: Dariusz Klimczak

Del libro inédito “La virginidad de los recuerdos”

Servido el puerco asado sobre la mesa, alrededor los abuelos, mis padres,

mi hermano y los amigos. Un olor a turrones se desprende en la cocina.

Ha llegado la Nochebuena y con ella el árbol de navidad, los camellos y los

villancicos.

103

Campanas de iglesias llaman redondas y audaces a la Misa del Gallo.

Un frío se cuela por la ventana húmeda de la lluvia recién caída. En el

patio algarabías de críos rompen el silencio a la espera de un lejano Santa

Claus, que nunca llega. Tampoco asoman las coronas de los Reyes Magos…

Allí estoy, junto al trino del sinzonte y bajo el pino con estrella,

saboreando los buñuelos de la abuela… la mesa es larga y alegre, la risa

cuelga en los manteles.

Se ha ido el tiempo y junto a él galopan los años, dejando solamente los

recuerdos…

Pedro Pablo Pérez Santiesteban- Cuba/ Miami- EE.UU.

104

JUAN CARLOS CÁRDENAS

EL REGALO

Imagen: Cosey Kaba

Nunca antes había escuchado una historia tan fascinante. El recién llegado

al barrio, que vivía a mitad de cuadra de mi casa, me lo contó una tarde.

Minutos después de la medianoche, un hombre llamado Papá Noel,

pasaría por cada una de nuestras casas dejándonos regalos.

¿Cómo sabe lo que quiero?, ¿tendré que atar al perro para que no lo

muerda?, ¿y si me duermo?, ¿cómo sabremos que se trata de ese tal Papá

Noel, y no de un ladrón?. Si yo estaba intrigado por la historia, el otro

chico quedó desconcertado: —¿No conoces a Papá Noel?—.

105

Hasta ese entonces, había oído algo de unos Reyes Magos que no habían

podido pasar por casa porque habían extraviado la dirección, o se les

había hecho tarde. Hasta ese entonces, a punto de cumplir los diez, no

había recibido la visita de personas, que viniendo de tan lejos, pudieran

dar con mi casa.

Cuando se lo conté a mis viejos, tan desbordado de entusiasmo que ni

siquiera quise comer, ellos me miraron con ternura, pero fueron

lapidarios: —Querido, no es posible que el hombre pueda volar y menos

con un carruaje... Además, no vamos a estar en casa—.

Ya me había imaginado al hombre barbudo preguntándole a algún vecino

por mi nombre. Me lo había imaginado abrazándome y trayendo mi regalo

Ya se me había instalado la expectativa de encontrarme con un

desconocido que lo sabía todo de mí.

Llegué a mitad de cuadra llorando, con una sola pregunta: —¿Cómo hace

ese tal Papá Noel para volar en un carro tirado por animales que tampoco

tienen alas?...—.

No conservo ningún recuerdo de lo que me respondieron ni de lo que

sucedió aquella medianoche. Lo cierto es que desde entonces, aunque ya

sepa la verdad, estoy esperando a que alguien atraviese el mundo

trayendo mi regalo.

Juan Carlos Cárdenas. Rio Negro/ Neuquén/ Mar del Plata- Argentina

106

MÍA PEMÁN

DICIEMBRE SE VA EL ÚLTIMO

Imagen elaborada por Mía Pemán

Respirándole los días, las semanas, los momentos, las horas, los minutos y

los segundos, lo hacen todos los demás, con muchos días de antelación.

Y, ahora mismo, ya le está tocando a él, salirse poco a poco de su tiesto,

para en nada dar paso al siguiente, el que espera y desespera, el que ya

pronto vendrá...

Acabamos de empezarle y ni a medias le vamos a dejar, que se vaya

afianzando él solito, con la ayuda de las gentes que le van viendo pasar, a

su vera, nada más, qué unas veces, lento se va y otras, corriendo se

adelanta.

En cero uno, le estrenamos hace tan solo unas horas y ya le ves, que las

prisas le llevan de la mano, a pesar de no sentirle decir nada.

¡¡Los días corren y a diciembre, le toman el pulso!!

107

Le vamos tomando el pulso, para ver sus constantes vitales, no sea que se

nos desmaye y a medias nos deje en el alto del camino.

Diciembre, este mes que joven es aún, viene con garbos frioleros y ni las

mantas trae a cuestas, altanero es él, el que marcha siempre en dirección

contraria, cuando se le van preparando los días, que más del medio, ya se

perfilan las fiestas y las vacaciones se divisan algunas veces, se da de lleno

en sus últimos instantes… con el que le sigue los pasos y no le da la vez,

que se la quita de inmediato.

Trae regalos, caramelos, tartas, dulces de pan y moldeados con pescados y

carnes, al cual se le adosan las verduras frescas y los majares frutales, para

saborearle más despacio sin avisarle ni nada, ya de por sí, cada año le

tocan los pies, y las manos se le vuelven escogidas, cuando el gordo sale

tocón y remolón del bombo dorado de la surte echada y pagada.

Cargados los sueños de júbilos y realidades, a cumplirse algunos, y otros

en medio se quedarán, como globos de espuma y abrazos de algodón,

para suavizar los contornos del sentir intranquilo, aquél, que se quedó

desaliñado en el camino de las añoranzas, esas que se despegan de vez en

cuando de las parrillas en las cuales están tendidas, como si fuesen sacos

de dormir, que luego se pegan con goma de mascar a las hojas del saber y

no te olvides, de ver llegar a los bombones, cargados de cremas y soles,

que revoltones andan, y cada cual… con su tema, salta y salta, jugando a la

comba y al escondite del revés inexacto, dándole la vuelta al derechas y de

lado, para no caerse al completo, del taburete ni ver los recodos que del

sendero se han caído como por arte de magia.

Los días se han vuelto corretones, juegan al salto y medio, y a la raya

cuadrada y rectangular, a las gomas elásticas, a las tabas, a las ranas y sus

monedas, subiendo los toboganes, encontrados tras los días que se van

marchando, aunque no quieran hacerlo, se les ve, remolones y

despabilados… salen silbando la canción del adiós y del buen decir…

Las noches más frías del año, se visten de DICIEMBRE, entre estrellas y

luces que le visitan y le animan a sentirse mejor. Así le dará más gana de

seguir vistiéndose de noche en las largas estancias del invierno que él nos

108

traerá un próximo equinoccio nos visitará, el último del año, justo como el

mes, nuestro diciembre albergará dos épocas, la otoñal y la invernal, con

sus ocasos bien diferentes, se despertará y se irá a dormir con la luna a sus

espaldas y las estrellas a su alrededor.

Ya terminamos el año con este mes enrevesado de ilusiones y plagado de

suspiros y lágrimas, que la lluvia se va llevando para que los niños y los

viejecitos no se den cuenta que los días van cambiando como los

pompones de los fines de semana.

¡Hasta luego don Diciembre, que usted lo pase muy bien, ya le

encontremos de nuevo, al año próximo, no se olvide que le seguiremos

esperando, con las ansias de terminar el nuevo año… o quizás no, pero,

trate de ser bueno… estaremos pensando en usted… besos a millones, le

deseamos y por favor, le voy a pedir una última cosa, bien importante,

también lo es… “Qué seas… muy Feliz”…!

©Mía Pemán. Palencia. España.

109

ISSA MARTÍNEZ LLONGUERAS

EL LUTO PRECOZ DE LA NADA

Imagen: So Hyeon-Kim

Ella ha sacado, como cada año, su abriguito de diciembre con cuello de

heno y los bolsillos volteados. Su mirada de pesebre enlunado acompaña

a la levedad de sus arrugas y a la madrugada aún oscura. Las farolas

atestiguan el frío estremecido de sus huesos y el hueco de su seno

extirpado, mientras sus pasos buscan, casi a tientas, el trayecto más firme

110

y plano de la acera. La parada del autobús está vacía. La banca de aluminio

con su techito de neones navideños sostiene cristales de rocío que dejó la

helada nocturna. Ella se queda a solas con su cuerpo seco de

quimioterapia y sus pensamientos. Sabe que pronto el frío ya no será un

problema y que sus días de trabajo dejarán de ser una rutina.

El gato callejero también lo sabe. Por eso se le acerca y se restriega en sus

piernas flacas una y otra vez. La mujer se agacha con dificultad y lo

acaricia, disfrutando la peluda tibieza. Un motor le anuncia la llegada del

autobús. Ya la claridad empieza a descollar. Ella sube los escalones del

vehículo, paga su pasaje y se sienta con la cabeza recargada en el cristal,

mientras su anonimidad anuncia el luto precoz de la nada.

Issa Martínez Llongueras-D.F. México

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ADRIÁN GONZÁLEZ DE LUIS

EL REY POBRE

Imagen: Michael Bilotta

Cada día, a la salida de la misma estación de cercanías, cruzabas tu

tímida mirada conmigo tan solo durante una décima de segundo, en un

vago intento por no verte comprometida por ella. La misma medio

sonrisa, cargada de amabilidad, y que yo agradecía más de lo que pudieras

suponer por aquel entonces. Son pocos los gestos de complicidad que

reciben los que se ven abocados a pedir limosna.

Hace dos años que perdí mi hogar a causa de un aval. Mi hijo lo

necesitaba, y ahora ambos lo pagaremos para siempre. Él más que yo,

pues ha de vivir mucho más tiempo. El caso es que el alquiler y la

112

supervivencia de dos familias no se sostiene tan solo con una pensión de

seiscientos euros, y recurrí a la solidaridad de la gente. Tú misma me

dabas algo algunos días, acompañando el donativo con timidez. Y con tu

sonrisa.

Pero esa mirada apocada dejó de pasar cada mañana y las tempranas

horas del invierno se hicieron más oscuras. Comprendí que ya no acudirías

a tu cita con el trabajo y me entristecí por ti. ¿Qué otra cosa podía hacer?

Pregunté a los que pasaban a la misma hora por allí, pero la mayoría me

evitaban asustados, quizá pensando que les abordaba desesperado

pidiéndoles limosna. Cada día intenté hablar con una persona distinta, y

así llegaron los primeros copos de nieve y el frío extremo de diciembre. Mi

cuerpo se reveló contra mí justo a las puertas de la navidad haciéndome

caer en un profundo sueño.

Y te vi junto a mi cama con un libro abierto. Quise hablarte, pero tu dedo

índice me lo impidió sobre mis labios. “Voy a contarte un cuento”- me

dijiste. Y yo sonreí. Aquellos ojos negros eran los de un ángel, y se posaron

sobre sus propias manos abiertas boca arriba como si sostuvieran un libro

invisible. Sus labios se movieron...

“ Había una vez un rey cuya falta de ambición le relegó a reinar tan solo

sobre un pequeño pueblo que rodeaba el castillo en el que vivía. Aunque

poseía grandes riquezas, todos le llamaban El rey pobre, porque era feliz a

pesar de sus pocas posesiones. Pero, como siempre ocurre, llegaron

momentos de escasez para los habitantes del reino, y él decidió que, como

sus súbditos eran escasos, podría mantenerlos repartiendo la riqueza que

atesoraba.

Así se sucedieron los años y las reservas se fueron agotando, pero el rey,

a pesar de cuanto le advirtieron su familia y consejeros, valoraba las

miradas agradecidas y la felicidad del pueblo por encima de sus propios

intereses, hasta que el dinero se acabó. Su mujer e hijos se marcharon a

vivir con su suegro y el pueblo emigró poco a poco. En la más absoluta

soledad paseó durante semanas rodeado de casas vacías y, un día, el

113

hambre también le obligó a huir a través del bosque en busca de comida y

compañía humana.

Vestido con una capa y una capucha roída llegó a una gran población. Allí

pidió limosna para poder comer siendo rechazado por la mayoría. Una

mañana, rendido, cayó acurrucado contra la pared con las piernas

encogidas, sin apenas fuerzas para sacar la mano derecha del viejo jubón,

cuando notó que una mano enguantada se la cogía con delicadeza,

forzándole a levantarse.

- Yo sé por qué esa mano no recibe donativo alguno. Durante demasiado

tiempo estuvo acostumbrada a repartir sin pedir nada a cambio.

El hombre cuya voz escuchaba se arrodilló ante él.

- Majestad. Dejadme devolveos tan solo una pequeña parte de lo que tú

diste.

Y así fue como, el rico mercader, antiguo súbdito del pequeño reino,

ayudó al rey pobre a recuperar su dignidad, pues pronto corrió la voz de

quién era por la ciudad, donde muchos de sus súbditos habitaban.”

Escuché lejanos villancicos en la oscuridad que anunciaban esperanza.

Desperté en una fría habitación de hospital, rodeado de mi familia. Todos

sonreían de felicidad al verme, y supe en aquel preciso momento que

nada era más valioso que una mirada feliz y el cariño de los que te rodean.

Entendí al pobre rey, quien ganó mucho más de los que otros podrían

pensar que perdían.

Mi hijo había encontrado trabajo gracias a una chica joven que había

acudido al hospital y que me había dejado una carta en mi mesilla. En ella

me daba las gracias por mi interés y me confesaba ser la hija del dueño de

la empresa en la que trabajaba, de la que se había ausentado para

preparar unos exámenes. Alguien le había dicho que, cada mañana,

preguntaba por ella. Prometía volver a verme algún día, y firmaba:

Su súbdita agradecida.

Adrián González de Luis- Madrid- España

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ANA SAAVEDRA

LA CASA PATERNA

Imagen: Michael Bilotta

Siempre es complicado volver. Todos mis recuerdos están arropados entre

esas viejas paredes que los guardan con cariño, cubriéndolos con una capa

de polvo, descansando en el olvido. Sin embargo solo esperan mi

presencia para despertar de su letargo.

Enfrentarse a ellos es algo reconfortante en un primer instante. Apenas

entro puedo ver a mi madre en la cocina con varios platos a medio hacer y

la promesa de una comida deliciosa. La sala guarda años de mi vida, que

en cuanto pongo un pie allí comienzan a desfilar sin detenerse,

apretujándose en mi memoria y pidiendo atención uno por encima de

115

otro.

Al subir a mi antiguo cuarto, la coraza del tiempo se rompe. Estoy

sumiendo mi presente en un sueño y me enfrento al frágil pasado que

tentador me llama diciendo "ven, nunca me fui, estoy aquí por siempre".

Su promesa me entusiasma y recorro las pocas fotos que siguen

adornando los tapices, testigo de mis tristezas y alegrías. Abro los cajones

por curiosidad y, objetos que ya solo existían en mi imaginación están allí.

Punzando recuerdos, promesas, sueños estudiantiles.

Cierro los ojos y percibo un olor familiar, casi puedo escuchar una canción

de moda en aquella época y a mi padre gritando que baje el volumen.

Quisiera poder regresar a esa etapa tan fácil en que todo me parecía tan

difícil.

Ahora estoy aquí. Después de recibir la llamada insistente de mi padre

para que lo acompañáramos en las fiestas de diciembre. El choque de mi

pasado y presente es tan fuerte que siento vértigo al cruzar el dintel de la

puerta de entrada. Mi madre ya no estará nunca más preparando algo en

esa cocina. Por más que mis recuerdos me la muestren allí, por más que

pueda incluso oler sus guisos y escuchar su trajín desde lejos.

En esta ocasión mi propia familia me acompaña, mi esposa carga a mi

bebé Adolfo. Ellos parecen tan ajenos a este lugar. Como seres de otro

mundo que nunca comprenderán el valor de los objetos, grandes y

pequeños, que el tiempo quiso inmovilizar en este espacio llamado casa.

Mi padre, guardián de este archivo en mi mente está allí. Debilitado por la

carga de acumular tantos sentimientos en un mismo lugar.

Ahora me doy cuenta que mi propia casa es joven y ligera. Apenas

comienza a atesorar sus primeras memorias y la huella del tiempo pasa

lenta y atenta a cada acontecimiento. Pero algún día estará cargada de

recuerdos, rebosante de presencias hasta que su ciclo termine y se

prepare para sumirse en el olvido. Algún día mi hijo cruzará su puerta y

sentirá que sus paredes guardan secretos, historias y momentos que con

el paso del tiempo le pertenecerán más a ella que a nosotros, a la añorada

casa paterna. Ana Saavedra. Querétaro, México.

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ROXANA ROSADO

BIENVENIDA

Imagen: Ginette Beaulieu

I

-Diciembre me gustó pá que te vayas- dice la canción de José Alfredo

Jiménez. Eso precisamente es lo que quiero, despertar y ya sea enero. Que

no me entere si llegaron Santa Claus o los Reyes Magos, ver un

nacimiento y cualquier decoración navideña.

Esta época para mí era la más bonita y alegre del año. Conforme se

acercaba me entraba una sensación de alegría que no sentía en otra

temporada del año. Y digo era porque tiene algún tiempo que todo

cambió drásticamente. Desde que caí en este pozo, lo que antes me

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gustaba ahora me da miedo. Las primeras semanas tenía la sensación de

estar atrapada en mí misma, como si no fuera yo, como si mi cuerpo

pensara una cosa y mi mente otra. El tiempo aún parece detenerse,

caminar lento, sobre todo por las noches interminablemente largas y

terribles. Ese no dormir o hacerlo a ratos, despertar y ver por la ventana

que aún no amanece, es insoportable.

Los negocios y las casas han comenzado a decorar sus fachadas con

motivos navideños. Antes los disfrutaba. Ahora no. Todos los colores

fuertes me lastiman la retina. Siento cómo se contraen mis pupilas y me

da una sensación de querer alejarme de ahí. Mis músculos se constriñen

de pies a cabeza y me mareo. ¡Quiero que termine!

Si nunca has sentido algo como esto seguramente pensarás que estoy

loca. No lo estoy. Lucho las veinticuatro horas con todas mis fuerzas para

conservar la cordura.

¿Me dejas platicarte? Te voy a describir lo que siento para que te des una

idea de cómo funciona ahora mi mente.

Estoy en un pozo oscuro y frío. Miro hacia arriba y ahí está la luz. Me

estiro para llegar a ella y cuando mi mano parece tocar la orilla del pozo

me aterro. Regreso a donde estaba, me quedo quieta y la oscuridad me

envuelve.

El diagnóstico –síndrome de ansiedad- fue nuevo para mí. Había sentido

muchas cosas, pero nunca algo tan fuerte y tan incapacitante como esto.

No tolero la música ni la televisión, he dejado de leer –antes solía

apasionarme-, las luces fuertes me lastiman, hasta la ropa la tengo que

elegir según el color. Ahora uso tonos neutros que no me generan ningún

malestar. Camino bien, pero siento como si apenas estuviese dando mis

primeros pasos, con las piernas temblorosas. He leído que los circuitos del

cerebro se interrumpen y la melatonina –sustancia que produce el cerebro

para controlar las emociones- se pierde generando un caos. Se presentan

una serie de cambios químicos en el cerebro y malestares físicos que no

puedo controlar. Aquí la pinche voluntad no existe. Vale una pura y dos

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con sal. Al principio intentaba controlarlo, pero solamente terminaba

agotada.

Recuerdo con nostalgia que me encantaba poner el árbol con las esferas

más queridas, aquellas que tenían su historia y preparar la cena.

Ahora…no lo sé. No quiero ni pensar en ello. Siento que me amenaza

porque recuerdo mi casa, mis cosas, mi perro, mi familia y siento que hoy

no tengo nada de eso. Ni siquiera puedo confiar en mí misma. Ojalá ya

fuera enero, en verdad. ¿Existirá una cámara del tiempo? Tal vez si

adelanto el reloj no tenga que soportar el mes completo. Quizás mañana

de despierte y sea año nuevo.

II

El único lugar en el que me siento a salvo es mi habitación. Bueno, no me

siento segura en ningún lado pero por lo menos aquí no es navidad.

III

Como he estado hablando de todo esto en la terapia he decidido

enfrentarme a ello. No puedo encerrarme en mi cuarto un mes y hacer de

cuenta que nada pasa. Estoy en una tienda buscando un arbolito lo

suficientemente pequeño para que no me aterre. Ya lo encontré. Ahora

las esferas.

Pinches esferas. Rojas, plateadas, verdes, azules… Las veo detenidamente

y las dejo en el anaquel. Mis ojos son como un termómetro. Pupila

contraída, esfera no bienvenida. Llevo una hora intentando escoger las

adecuadas. ¡Una hora! Los que controlan las cámaras han de pensar que

me quiero robar todas. Pero no sé cuál comprar. Tal vez lo mejor sea no

llevar ninguna.

119

Las de color magenta no se ven tan mal. Llevaré un paquete. Traen una

tira de perlitas y una estrella para la punta. Creo que éstas me sientan

bien.

Por fin salí de la tienda. Tantos colores, tantas luces, barullo… con razón la

doctora me dijo que hasta la cosa más simple (esperar en la fila para pagar

por ejemplo) en mi condición se volvería algo extraordinariamente difícil

de aguantar.

Estoy en mi cuarto ahora. Puse el árbol sobre el escritorio y junto a él

como si fueran regalos lo que más extraño, un muñequito y un perro, o

sea mi hijo y mi perro-.

IV

Le he ayudado a un familiar con la decoración del árbol y no me ha sido

tan difícil. Estuve alerta a todas las sensaciones de mi cuerpo. La más

significativa ha sido un leve mareo. El miedo –como siempre- atisbó entre

las ramas esperando saltar sobre mí. Pero no lo hizo.

Mi terapeuta me ha dicho que se tomará dos semanas de vacaciones pero

que puedo llamarle si algo pasa. ¡Cómo se atreve el cabrón a irse y

dejarme así, en plena época navideña! Por supuesto que le voy a llamar.

No pienso cargar con todo esto sin ayuda. Habrase visto, tomar

vacaciones…

V

He preparado la cena, hemos convivido largo rato y todo bien. La verdad

es que no hubo ataques de pánico. Por supuesto tomé mis medicamentos.

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No puedo suspenderlos. Controlan la melatonina y mi cerebro. ¿Drogada?

No, para nada. Solamente desaparece la ansiedad, eso es todo.

VI

Faltan unos días para que el año termine. Hoy me he sentido mal, como si

algo me faltase y he salido a dar una vuelta. Es domingo y la ciudad está

en calma. No me gusta el gentío pero tampoco tanto silencio. ¿Dónde

están todos?

Día treinta y uno de diciembre

Me he animado a venir a cenar con mi mejor amiga. Con ella siempre me

siento amada y protegida. Su familia es linda y aunque tal vez no

entiendan lo que me sucede no me critican.

Estoy bien, mejor de lo que esperaba. Solo tengo mucho sueño –efecto

secundario de los medicamentos- así que no creo que me desvele.

Tamales, pozole, pavo, cerveza, una cena rica, muchas risas y un poco de

baile.

Ya nos vamos a dormir. Son las dos de la mañana.

VII

Ha pasado la primera semana del año nuevo sin contratiempos. El

próximo jueves reinicio la terapia. Estoy contenta. Sobreviví.

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VIII

El árbol luce hermoso. Es grande y lo adornan esferas doradas, plateadas,

cobrizas y cafés. Una hermosa punta dorada lo corona (la puso mi hijo

como siempre lo había hecho). La casa está a oscuras. Estoy sentada

tranquilamente en el sofá mientras contemplo cómo la luz de los foquitos

se refleja en las esferas.

Mi perro me mira tratando de leer mis pensamientos.

No tengo prisa porque termine el año. Aún hay algunos colores que me

molestan los ojos pero son más los que tolero. Tiene bastante tiempo que

no sufro un ataque de pánico. He salido del pozo.

¿La oscuridad? Aún acecha. A veces temo volver a ella, pero el trabajo que

hemos realizado mi terapeuta y yo ha valido la pena.

-Diciembre me gustó pá que te vayas- dice la canción. Pero ya no se la

dedico a nadie.

Bienvenida la Navidad.

Muchas personas alrededor del mundo padecen algún trastorno emocional

ignorando que su vida está en riesgo. Es muy importante recibir la

atención adecuada y oportuna para salir adelante, además de estar bien

informado. El ignorar el problema no lo cura, lo agrava.

Roxana Rosado- México

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EVENTO

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ENCUENTRO

El pasado día 5 de diciembre,

nuestro colaborador argentino

Carlos Caposio, que viaja por

Europa, visitó la ciudad de

Guadix en la que tuvo lugar un

encuentro literario con los

alumnos de Carmen Membrilla

Olea (Directora y editora de la

Revista Gealittera, junto con la

escritora argentina Cecilia

Ortiz).

En esta actividad preparada

para alumnos de Bachillerato y

segundo ciclo de Secundaria, el

escritor argentino presentó su

libro de poemas, relatos y

fotografías: Cajita de Cartón.

Fue una experiencia

enriquecedora desde el punto

de vista didáctico y sobre todo

literario. Los límites virtuales

establecidos por una revista

digital se han trascendido, convirtiéndose en una realidad tangible a

través de la cual, una vez más se activa EL PODER DE LAS PALABRAS. Sin

fronteras. Con la clara intención de compartir, de enseñar, de aprender.

Encontráis toda la información en nuestro blog:

http://revistagealittera.blogspot.com.es/

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En una nueva etiqueta que queda inaugurada con el nombre: EVENTOS.

Porque esperamos que este sea el primero de muchos más. Confiemos en

la MAGIA GEALITTERA.

Además podréis leer la entrevista que Caposio le concede a Carmen

Membrilla antes de salir de Argentina y que será publicada por el

semanario cultural Wadi-as.

Jairo García Jaramillo( Profesor de Literatura en el IES Padre Poveda), Carlos Caposio y Carmen

Membrilla Olea.

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