Gealittera 13. el tiempo

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GEALITTERA REVISTA DIGITAL

Tierra de letras, tierra de otros; aquellos que se dan cita para escribir.

Coeditada por Cecilia Ortiz (Argentina) y Carmen Membrilla Olea (España). Bajo la infinita ilusión de unir voces literarias pertenecientes a países y continentes distintos.

[email protected]

http://revistagealittera.blogspot.com.es/

IBSN: 14-08-2014-55

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INDICE EDITORIAL Carmen Membrilla Olea 7

Cecilia Ortiz 9

POESÍA

Carmen Membrilla Olea 12

Aleqs Garrigóz El tiempo 14

Mercedes Eleine González El tiempo 16

Mayte Álvarez Tiempos 18

María Cormorera 20

Elisabet Cincotta Cuándo VI 22

Gloria Marecos Temporalismo 24

Rita Bedia Lizcano Rojo 26

Isabel Pérez Aranda El tiempo 29

Juan Idiazabal 48 horas 31

Rolando Revagliatti En cinco tiempos 38

M. José Riazuelo El tiempo 41

Cecilia Ortiz 44

Fernando Sarría 46

Amalia Abaria Enigma para hoy 48

Luis López Quiñones Ruiz Sobre el tiempo 49

Anamaría Mayol El tiempo 51

María Elena Espinosa Mata Huellas 53

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Tomás Rubio Sánchez Hoy sin ti 55

Alicia de León Epp Una ilusión 57

Isabel Rezmo Tumulto 60

Säo Gonçalves El paso del tiempo 62

Genaro Riera Hunter La voz presente que aceptamos 64

Marita Ragozza Tiempo fugaz 66

Bernardita Maldonado El tiempo 68

Luci Garcés Relatividad: desgranando el tiempo 71

Miriam Álvarez Recuerdos 74

Isabel Pisani Cronos 76

Emilia Marcano Quijada Longevidad 78

Jorge Eduardo Lacuadra Time Machine 80

José R. Castaño Diez Vaivenes 82

Custodio Tejada Cruz Porta coelli 84

Adri Delfini Un reloj me dijo… 86

Isabel San José Mellado Parece que fue ayer 88

Esneyder Álvarez Que el tiempo pase 90

Julia del Prado El tiempo detenido 92

Mar de Fondo Infinito 94

Nati Alena Cali Pineros Mi tiempo con ellos 97

Araceli García Martín Quedaron aquí 100

Amanda Gamero Los zapatos del tiempo 102

Sandra Gudiño Espera 104

Carlos Norberto Carbone Recuerdo 107

Ivana Szac 109

Laura Vera En torno a “Lugares de la noche” 111

Alejandro Drewes Tiempo atrás 114

Ada Hayes El tiempo de los imposibles 116

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Roxana Rosado Tiempo 118

Pura Fernández Segura Tiempo 122

Ana Lucía Montoya Rendón Incoherencias II 124

Raquel Jaduszliwer Árboles 127

Inma Ferrero Tiempo 129

Julián Gómez de Maya Postrimerías 132

Gema Bocardo Arenas movedizas 134

Mabel Coronel Cuenca Aprendí 136

RELATO

Enrique A. Meitín El tiempo de Dios es perfecto 140

Mía Pemán El tiempo vuela que corre, se adelanta 143

o se pierde, no se espanta

Gloria Gayoso De los relojes 150

J. Javier Terán Y… el tiempo se detuvo 152

María Teresa Fandiño Toda una vida queriéndote 156

Milagro Haack La puerta permanece abierta 161

Edgardo Benítez Un ligero retraso… 165

Sara Brussa 167

Margarita Polo Viamontes Mi tiempo, en Mi amigo Nicolás 169

Juan Disante El duermevela 174

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EDITORIAL

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Imagen: Jaroslaw Jasnikowak

En Gealittera: Reflexiones sobre el tiempo.

El tiempo permanece y confluye sobre el borde de la aceras, cruzando gestos insignificantes, desbordándose sobre las turbulencias azuladas que jamás se disipan. A veces cruza túneles de oscuridad y otras, atraviesa las calles en las que es imposible calcular los garajes que se disponen quietos en una sola dirección. El tiempo puede ser uniforme y puede ser insuficiente. En ocasiones amaina en su vertiente tormentosa, cuando ya se ha integrado en la esfera de lo temible.

La ciudad constituye el eje principal y cuando parece que nadie es capaz de sobreponerse ante las leyes de un mundo tan breve, triunfan de nuevo los INSTANTES y la VERDAD; tan frágiles como un reloj de arena.

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De nuevo el tiempo, con su rostro que nunca imagino pálido ni deforme.

Rostro de aire, piel feroz, labios aislados que besan con todas sus fuerzas e inspiran los colores más brillantes, los relieves más visibles, los sudores más penosos.

El tiempo siempre gana porque sabe esperar, porque nunca se rinde, porque mira sentado la colección de recuerdos que triunfará mañana; la suerte que se dirige siempre hacia el norte, los sufrimientos que se estrellaron sobre un bordillo, el dolor que hace triunfar la soledad.

Se atreve a ser inverso, a abrir las vidas lineales, a preguntar dónde se sitúa el epicentro para levantarse sobre él como un tornado que no deja rastro ni manchas visibles, para engullir las pocas fuerzas que quedan a su alrededor.

Quiero escapar, pero mi carrera es precaria. Corro sobre la tierra violeta y sobre el cielo marrón.

Es breve la paz.

La confianza es lo contrario.

No puedo elegir lo que me conviene.

El tiempo descansa tumbado sobre un banco del parque, quizá porque siempre es demasiado tarde.

Carmen Membrilla Olea. Guadix. Granada. España.

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Imagen: Melina Litauer

Preciso tiempo necesito ese tiempo que otros dejan abandonado porque les sobra o ya no saben qué hacer con él

Mario Benedetti

El poema de Benedetti tiene el título “Tiempo sin tiempo” y al intentar escribir sobre el tema me encuentro dentro de un tiempo de escritura que es distinto al que me rodea.

¿Me rodea?

Al menos me parece que me rodea un tiempo diferente al que estoy usando para escribir. Y pienso en el tiempo de lectura, el de nuestros lectores. Tendría que ser el mismo y no será.

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Estoy en tiempo presente, y ellos estarán también en tiempo presente. Para mí será pasado y lo estoy escribiendo para un futuro.

Qué sucede con el tiempo.

Nada, no pasa nada. Es así. O lo usas o lo dejas pasar.

Y si lo dejas pasar, no regresa.

Pero sé que cada acción que hacemos tiene un tiempo y otro al recordarla.

Y así el tiempo nos subyuga con su paso silencioso, dejando huellas imperceptibles o marcas imborrables.

Necesitaríamos un tiempo sin tiempo, como dice Benedetti.

Pero es una utopía. Tal vez no lo sea.

Fluye, sigue su rueda, gira en el mismo eje, se traslada, no se detiene, noche y día, invierno o verano, norte o sur…

En nuestra revista digital hemos comprobado el paso del tiempo. Un año como si fuera de agua o de aire.

El tiempo pasa o pasamos por él sin que haya testimonios.

Creo que sí los hay.

Poemas, relatos, imágenes que acompañan esta edición serán tiempo sin tiempo.

Un tema que está dando mucho que decir.

Ya lo verán.

Gracias por acompañarnos.

Feliz Primer Aniversario para todos.

Cecilia Ortiz- Olivos- Buenos Aires- Argentina

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POESÍA

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CARMEN MEMBRILLA OLEA

Imagen: Mario Sánchez

Hace una hora creía ser poeta.

Es una hora desnuda

que baila al compás de esta brisa real,

que se escurre lentamente como los relojes de Dalí,

que finge verdades ciertas.

Me enfrento a ella atravesando emociones,

cruzando puentes brillantes,

soñando horizontes azules.

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Mi corazón no miente.

La ley de la ironía lanza todos los momentos fragmentados

que se estrellan contra los instintos,

contra las leyendas.

Siento el tiempo que se escapa.

Miro a mi alrededor.

Solo veo un dolor que pasa.

Los secretos siguen siendo dolores mudos.

Las flores inspiran fuerzas extrañas…

Sigo estando vivo.

Todo parece posible.

El sol no luce por error.

La música se eleva hacia la luna.

Sigo estando aquí.

Y una hora más tarde

ignoro casi todo lo que se filtra entre los claros de luz.

Continúo escribiendo.

Y agotados los instantes,

mantengo ilusiones que no sé de dónde proceden.

Carmen Membrilla Olea. Guadix. Granada. España. Del poemario recientemente publicado: Canto en sepia. Dairea Ediciones.

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ALEQS GARRIGÓZ

EL TIEMPO

Imagen: Melina Litauer

No sabemos si asciende del fondo de la creación, si viene de una dirección o de todas. Ni siquiera sabemos qué es, qué partículas lo forman, qué recipiente lo contiene. No sabemos tampoco si no es una ilusión más de esta farsa fantástica que llamamos realidad. Pero es inútil, inútil escondernos en el armario

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o atender los asuntos dándole la espalda, como si no importara. Inútil atrasar desesperadamente las manecillas del reloj, quebrarlo como a un juguete diabólico. Nada podemos contra la horripilante neurosis, la vejez, la ruina, la ineludible enfermedad. Nada hay contra el tiempo.

Algún día moriremos. – ¿Cómo podremos ganar?– Oh, Dios mío… ¿Qué has hecho?

Aleqs Garrigóz- Puerto Vallarta- México

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MERCEDES ELEINE GONZÁLEZ El TIEMPO

Imagen: Shanii Renay Art Digital Vino como la lluvia dentro de un mar de amores, Me abrazó fuertemente

y me miró a los ojos sin ningún aliciente sin dar explicaciones. Me quedé sin aliento, como muñeca inerte, carente de emociones.

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¿Fue un sueño o fue la gloria de aquellos tristes días? ¿O tal vez la ilusión de un enorme deseo

Que desaparecía? ¿Fue el roce de tu pelo cuando me acariciaste

que así me estremecía?

Las hojas de los árboles se mecían con el viento

Y tú me susurrabas al oído palabras como soles, dulces, resplandecientes que hasta me confundían. Sucede algunas veces y en raras ocasiones, Se atropellan las voces

de lo que más temía, y yo te encuentro lejos más allá de las cosas, después de los murmullos, luego de las pasiones

de aquel pasado tiempo en que tanto me amaste

mientras yo te quería. Mercedes Eleine González Miami, 08/16/2015. Copyright

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MAYTE ÁLVAREZ

TIEMPOS

Imagen: Melina Litauer

Hay un tiempo de reír y uno de llorar,

hay un tiempo para respirar y otro para bramar,

tiempos de gritos de dolor y otros de gritos de clímax,

un tiempo para nacer y otro para morir,

un tiempo para morirte tú, y antes

para ver la muerte de otros,

tiempos de ver y entender,

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tiempos de cegarse y perderse,

hay tiempos de paz y tiempos de empuñar un arma.

Hay tiempos de curar las heridas a otros y tiempos de coserte el alma,

tiempos de dar y tiempos de suplicar,

tiempos de ser y estar, y tiempos invisibles,

tiempos de alzarse en pie y ningún tiempo de arrodillarse,

hay tiempos de movimientos suaves y tiempos de danzas frenéticas;

tiempos de Venus, y tiempos de Plutón.

Hay tiempos de abrazos a la Luna y tiempos de orgasmos con Marte.

Marte, Marte, Marte,

donde arde el mezcal y embriaga el fuego

que no solo quema,

también da calor;

me quedo en Marte

ahora que sé que es mi verdadero hogar.

Agur.

Mayte Álvarez. Alcoy. Alicante. España.

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MARÍA COMORERA

Imagen: Melina Litauer

El tiempo anda despacio, a veces llega

corriendo, pero casi siempre parece que

va pausado, cuándo lo necesitas rápido.

El tiempo me deja huellas que quedan en

el sendero, las vas pisando con pena, otras

contenta, a veces la rabia me puede y me llega.

No puedes medir el tiempo, se escurre entre el

viento, cuentas las horas que tienes para sentir

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que vuelan esos momentos.

El tiempo me tiene presa entre sus dedos, me

aprieta el alma y el pecho, y percibo que me ahoga,

y me desconcierta, saber que me tiene prisionera

de sus feroces maneras.

María Comorera, Tarragona (Cataluña)-España

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ELISABET CINCOTTA CUANDO VI

Imagen: Melina Litauer

Cuando muerdas los labios sangrante victoria del grito arremeterás laureles quebrarás el aire con el llanto tardío y la palabra exacta para exigir del tiempo más tiempo del viento el eco de la vida del surco la semilla y de la vid el vino

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Cuando ningún pedido sea otorgado saldrás por el sendero serás huella de huellas tus pies alados girarán historias y al borde del precipicio la existencia tendrá sentido Elisabet Cincotta Hudson-Argentina

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GLORIA MARECOS

TEMPORALISMO

Imagen: Melina Litauer

Tiempo….

Usurpador implacable

que profanas la alquimia de los siglos

desfigurando la perfección de la vida.

(Siempre… siempre….)

¿Cómo esquivar los agravios

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de tu consciencia destructora?

(Nunca… nunca….)

Cierro los ojos para no verte

y te asomas desde la oscuridad

de mis entrañas

(Ahora… ahora…)

Me lanzo en vuelo encubierto

como pájaro fugitivo

y te descubres viento sarcástico

entre los pliegues de mis alas

(Ayer… mañana….)

Detengo la palabra para no pronunciarte

y enuncias tu prédica

desde la memoria del sonido.

(Efímero… efímero….)

Tirano de cambio perpetuo,

sin tu inconsulta invasión,

sería yo piedra sin tiempo

Eterna… eterna.

Gloria Marecos. Lambaré – Paraguay

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RITA BEDIA LIZCANO

ROJO

Imagen: Melina Litauer

Rosas, azules y enigmáticos rojos colorean nuestro cielo al besar la noche

Rojo, los pétalos deshojados que muestran el camino hacia ti

Rojo, color de mis labios que esperan el roce de los

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tuyos

Rojo, como la caricia de mis uñas cuando desgarro tu piel

Rojo, las velas perfumadas que iluminan la habitación

Rojo, la sábana de seda que cubre nuestro

lecho

Rojo, locura que producen tus manos al tocarme

Rojo, agonía de nuestra piel al estar separados

Rojo, labial, marco como blanco mis pezones

Rojo, la alegría que me provocas al mirarte

Rojo, noche del deseo bañado en sudor

Rojo, el tiempo que hacemos el amor

Rojo, melodía que me invita a bailar

Rojo, labios carmesí enardecidos

Rojo, la pasión hecha mujer

Rojo, orquídea encendida

Rojo, fuerza de mi vientre

Rojo, fuego de tus ojos

Rojo, pecado, lujuria

Rojo, tu corazón

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Rojo tú para mí

Rojo, beso

Rojo

Rita Bedia Lizcano.- Apodaca, N.L. México.

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ISABEL PÉREZ ARANDA

EL TIEMPO

Imagen: Isabel Pérez Aranda

Inexorable el tiempo,

inmutable ante tanto desacierto,

liberando sombras, liberando sueños,

fluyéndose a destiempo.

En las prisiones humanas,

en él vacío destierro,

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enmarcando los segundos,

insoportable tormento.

Parafernalia mundana minúscula cayendo,

del infinito incierto que reduce y exaspera,

socavando todo intento.

Engañoso, cierto e incierto

infatigable y cuerdo,

con su crudeza, el tiempo.

Isabel Pérez Aranda / Guadix / Benidorm – España

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JUAN IDIAZABAL

48 HORAS

Imagen: Melina Litauer

Hora 0

Se cierne una tormenta en mi corazón

albatros carroñeros en los cables de luz

felicidad transmutada en temor

vida truncada bajo la estricta vigilancia del

perro muerto

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en la seccional me dijeron que tengo que

ir al hospital

ella desapareció

la denuncia no me la quieren tomar

el mate les quema las almas

el infierno es frío

luminoso

en comparación.

Hora 6

Vida

muerte

salones atestados

pobres apestados que suspiran

su última voluntad.

Mi mundo sigue su declive,

maratón a contra reloj,

nadie la vio

busco en los clasificados

que me escupen su incertidumbre,

las células de su vida viajan

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buscan

preguntan

-nada-

Nudos en el estómago

corazón

cabeza

alma

la desesperación mueve, tierra

el cielo muta

pero no se le cae un milagro.

El agente me dice que siga buscando,

pizza champán marchas funestas

corro desesperada

ella sigue sin aparecer.

Hora 12

Exploto,

ya no sé en quién confiar,

lloro desconsolada

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no me deprimo

siempre hay un rayo de luz

una esperanza/ciega

duermo intranquila

me asaltan pesadillas

el barrio tampoco descansa

sabuesos cazando una presa hundida

gritos

silencio

Hora 23

Siguen sin reconocer mi reclamo

salió el sol en todos lados

menos en mi calle

llueve, con relámpagos y truenos,

el arco iris se retrotrae.

Todos se enferman

mi llanto desesperado no es “la” noticia,

si lo son los comentarios boludos

de la campaña

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todos quieren gobernar pero en otro momento,

solidaridad política

mis quejas siguen pisoteadas bajo el barro y la inmundicia.

Hora 36

Doy vueltas en la vereda,

siguen sin ayudarme en la seccional,

dicen que las 1º 48 horas son cruciales en un secuestro, pero como tan sólo no aparece, nadie se mueve,

excepto los chicos

las amigas

la familia

los conocidos

estamos inmersos en un baile horrorífico,

como miles de argentinos

argentinas

necesito 48 horas

el inventario de la Jelinek es más noticia que mi niña.

La lenta máquina chirría,

la sangre del piso del matadero,

los albatros juegan muy bien sus fichas,

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espina psicodélica

María es penetrada por el Espíritu Santo una y otra vez,

el llanto se vuelve música de fondo

el grunge de la vida normal

torna en black metal

para niñas empastilladas de sufrimiento.

Hora 48:01

Arañas anidan en mis ojos, inyectados de sangre,

el llanto tornó gris mis días

no reconozco mi ronca voz,

tomo coraje,

arremeto contra el mostrador una última vez,

ella ya no es mía,

una sombra la engulló

hace 48 horas que nadie me

nos oye,

me piensan loca,

más estoy desesperada.

Anotan

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mi denuncia,

sorbe su café

sonríe

imagen cruel

vuelvo cansada al asfalto

a seguir buscando mi arco iris en el gris cielo,

a seguir buscando a mi hija.

Epílogo

Araceli desapareció hace 11 días. En la tele y diarios nos anestesian con boludeces. Como ella miles de jóvenes y niñas desaparecieron/desaparecen. 7 días después de sucedido fue noticia. La melancólica desesperación transita las calles argentinas a sus ojos. Cada puerta es una tumba. Hubo que esperar 48 horas, críticas, cínicas, agónicas. Si crees ver a alguno de los miles de sin nombre mediático no esperes a ver su espíritu como una banshee recorriendo las calles. Subite los pantalones y denúncialo.

Juan Idiazabal-Argentino en LiuShi, Zhejiang, China.

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ROLANDO REVAGLIATTI

EN CINCO TIEMPOS

Imagen: Melina Litauer

1

Los tiempos

ya no corren

y entonces

no se agitan.

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2

Fui de todos los tiempos

que morí.

3

Nos pasamos el cuerpo

buscando el tiempo.

4

El tiempo vuela

Así

la mayoría de las plumas

de las aves del tiempo.

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5

El tiempo es una bomba

(de tiempo).

Rolando Revagliatti- Buenos Aires- Argentina

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M. JOSÉ RIAZUELO

EL TIEMPO

Imagen seleccionada por la autora

Tic, tac, tic, tac, ¡corre, corre, date prisa!

Es la cantinela que oigo sin cesar

Se premia lo raudo, el llegar primero

¿a dónde? ¡no importa!

El caso es otros se queden detrás.

No duermo, mal como, estoy ojerosa

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y frecuentemente de muy mal humor,

me olvido de cosas

siempre estoy cansada…

Dicen los expertos: “ansiedad,

sin duda,

un cambio de aires será lo mejor”

Y para curarla me mandan al pueblo…

¿al pueblo y qué hago?

¿perder allí el tiempo?

¡no quiero, me niego!

¡con todas las cosas que tengo que hacer!

Sin embargo dicen: “no hay otro remedio,

te amenaza, en serio, una depresión”

A un pueblo pequeño, perdido en un valle…

Al salir del coche no oigo nada ¡horror!

¿Me habré vuelto sorda?

No, no, tranquila

que no es la razón.

Nadie está en la calle…

Ni coches, ni motos, ni obras ruidosas…

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Solo un gran silencio hay alrededor.

La calle empinada y al final la casa

La puerta está abierta,

Me esperan…, lo sé.

Entro en la cocina

allí una mujer trajina con calma.

Hace la comida, arrima la leña

Corta la verdura y limpia sus manos al verme entrar.

Sonríe. ¿has desayunado?

Y acerca la silla, la fruta, la leche..

¿o prefieres té?..., y sin contestar

me siento a la mesa.

Se respira calma en esa cocina

las tareas se hacen con puro placer

es lugar de encuentro

y la charla surge sin ninguna prisa

¿para qué? Hay tiempo hasta el anochecer.

Allí la vida fluye serena, tranquila…

el tiempo ¿qué importa?

Vivir el momento, saberlo aprehender.

M. José Riazuelo. Huesca, España

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CECILIA ORTIZ

Imagen: Melina Litauer

Por el cauce de todas la sangres

navega el tiempo

trae burbujas de memoria

mira mis labriegas manos

en el instante

que las barreras sobran

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y el minuto olvida surcos

hasta que el anochecer

clausura

el eclipse de mis flores

la voz descalza

el grito sin ausencias.

Las horas se anudan

para cubrirme

con la piel de esta noche

y fugarme del mandato

repetido en la lluvia

Regresaré a tiempo

para dibujar en el horizonte

un río en el nuevo día.

© Cecilia Ortiz- Olivos- Buenos Aires- Argentina

Zona de fuego

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FERNANDO SARRÍA

Imagen: Melina Litauer

De nuevo el silencio llena el cáliz donde beben los bárbaros.

Morirás entre las islas y el fluir del tiempo,

lo sabes me digo a mi mismo,

y cruzo mis manos desnudas

junto al quehacer de la vieja soledad.

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Un ejército de sombras me murmura dentro,

raíces que sujetan mis pasos a la tierra,

lo sabes repito varias veces,

dándome valor en medio de la oscuridad,

mientras siento un escalofrío ahora,

cuando llega la noche.

Fernando Sarría- Saragoza- España

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AMALIA ABARIA

ENIGMA PARA HOY

El futuro es un sueño que nos come la carne

o toda la sangre para el comienzo.

Todo depende de este instante

Y del próximo.

Alguna luz debe brillar mañana.

Amalia Mercedes Abaria. Buenos Aires. Argentina

Antonio Aliberti, lo tradujo al italiano para un concurso en Sicilia y obtuvo una Distinción al poema extranjero

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LUIZ LÓPEZ QUIÑONES RUIZ

SOBRE EL TIEMPO

Imagen: Melina Litauer

Mi infancia yace enterrada dentro de un reloj de arena y las campanas del campanario por mi juventud tocan a duelo. El tiempo que se dice que devuelve todo a su sitio, me huye si quiero atraparlo y se esconde si lo persigo. Memoria, caprichosa y frágil que nos sirve de testigo, en la muñeca llevo verdugo que me recuerda que sigo vivo, los momentos ya pasados

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al instante los sopla el viento y los contenedores reciclan las esquelas y diarios. El Dios Cronos nos aguanta mientras las Parcas juegan y abandonamos la partida cuando la alarma suena, fingimos que creemos en reencarnación y vida eterna pero la duda nos consume entre fugaces y tormentos. Lo que falta, lo que viene, lo que anuncian las calendas, las estaciones que se suceden y las arrugas que traen los años, se encierran en una esfera y se enumeran en romanos deja huella en mis cabellos y se escapa entre mis manos.

Luis López Quiñones Ruiz –Munich- Alemania

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ANAMARÍA MAYOL

EL TIEMPO

Imagen: Melina Litauer

El tiempo

sin rostro en este espejo

va borrando formas

brillos

ayeres

permuta aromas en el viento

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cambia sus máscaras

el tiempo sin rostro en el espejo

sacude su melena

asesina el amor sobre mi vaso

donde sacia su sed

sepulta el llanto

lentamente

me lleva hacia otra muerte

Anamaría Mayol- San Martín de los Andes- Argentina

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MARÍA ELENA ESPINOSA MATA

HUELLAS

Imagen: Melina Litauer

Abre la luz el tiempo que no cesa.

Intangible

goteo

sobre

las

rosas.

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Desde un pétalo mustio

el amarillo vuelve a sobornarnos.

Las flores han dejado de contar los minutos

/despacio se deshojan/

Las miro marchitarse y me toco la piel,

escudriño las líneas de mi rostro y digo:

el tiempo deja huellas imborrables,

hace los frutos madurar tan pronto.

En el viejo reloj

el minutero archiva los recuerdos.

María Elena Espinosa Mata. San Nicolás de los Garza- Estado de Nuevo León- México

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Revista Digital Gealittera. Especial aniversario. Año I

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TOMÁS SÁNCHEZ RUBIO HOY SIN TI

Imagen: Melina Litauer

Se acabaron las horas tras de ti. Se esparcieron, incrédulos, los días como cenizas en el aire tierno de esta mañana que fue ayer. No hay espacio para darle tiempo al tiempo, para el sin ti no soy nada,

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para ese madrugar en el amanecer temprano del amor. La soledad no corre, sino vuela espantando a voz en grito las miradas ausentes que, como indefensos guijarros, son arrastrados por la corriente de una vida que nunca -realmente- será más que un puro tránsito. Tomás Sánchez Rubio –Sevilla-España

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ALICIA DE LEÓN EPP

UNA ILUSIÓN

Imagen: Melina Litauer

Rosa eterna de pétalos efímeros

que caen sin silencios.

Puntos suspensivos entre paréntesis

entre el primer hálito y el último,

solamente un suspiro.

Reyes y mendigos al igual se inclinan

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a su paso ,

dueño de los que creen ser sus dueños

se deja devorar y los devora

solo el alma se evade.

Invalorable es, y sin embargo

se vende y se compra

mercancía codiciada

y siempre escasa.

Si se da, es quizás la mejor dádiva

y si se roba, es quizás la peor pérdida.

Le damos muchos nombres

a través de la vida

muchos disfraces,

vestido de pasado es la nostalgia

vestido de presente, las oportunidades

vestido de futuro es la utopía.

nos enamora

pero siempre nos deja

no es amante de nadie

rosa eterna de pétalos efímeros

que caen sin silencios

escultor de las generaciones

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entre hola y adiós solo un suspiro

una ilusión quizás, llamada tiempo.

Alicia De León Epp

Uruguay/Canadá

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ISABEL REZMO

TUMULTO

Imagen: Melina Litauer

Si puedes miénteme,

si puedes.

Un segundo,

a lo mejor un disparo.

La sien está caliente.

Si puedes.

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Si debes.

Los amargos dones

están escribiendo pausas.

Esperan.

¿Soy yo que adolezco

en la penumbra?

¿Soy yo que no admite la réplica?

¿Soy yo que no admite el pausado dictamen

de la evidencia?

¿Soy yo?

Soy yo...

Soy yo.

Isabel Rezmo- Úbeda- España

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SÄO GONÇALVES

EL PASO DEL TIEMPO

Imagen: Melina Litauer

Siento el vértigo del tiempo pasar en el cuerpo

este silencio que habita la casa

lo deshabitado de los objetos

de sentimientos

El vacío que el tiempo dejó desde tu ausencia

el temblor en las manos

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la ausencia de perfume

en mi piel

Siento la suavidad de la brisa de la mañana

el tacto de lo efímero

la vibración de un reloj que no se interrumpe

en un cuerpo a la deriva

Säo Gonçalves- Portugal/ Luxemburgo

Traducción del portugués Cecilia Ortiz

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GENARO RIERA HUNTER

LA VOZ PRESENTE QUE ACEPTAMOS

Imagen: Melina Litauer

En la vorágine del tiempo,

con el ojo agudo de todos los ayeres,

quiso ver su vida actual

y escuchó resonar su voz.

Una voz que oponiéndose al sol,

se apagaba sin relucir.

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Revista Digital Gealittera. Especial aniversario. Año I

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Una voz silenciosa y pendenciera

que inventaba una guerra íntima

para aprisionar un retazo ínfimo

del mañana ilusorio e inalcanzable.

Genaro Riera Hunter – Asunción, Paraguay

(Del poemario “Capítulos de agua” - adaptación)

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MARITA RAGOZZA

TIEMPO FUGAZ

Imagen: Melina Litauer

Hablarán por mí

las que no fui

fantasmas nonatos

jazmines herrumbrados

las islas que en ellas sepulté

mis poemas inútiles.

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Ahora sé

que es hora de regreso

quiero sentir el primer deseo

hallar mi ser-niña

tras el muro de niebla

conocer los pájaros de la brisa

los duendes del fuego

y la bruja que custodia

campanas y truenos.

Debo desnudarme

de las cáscaras que me cubren

quitar las capas

hasta llegar al corazón verde.

¿Qué edad tengo?

Aún siento

hambre de auroras y tiempo.

Marita Ragozza de Mandrini- Pehuajó- Argentina

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BERNARDITA MALDONADO

EL TIEMPO

Imagen: Melina Litauer

Es cierto

el tiempo enrolla sus pergaminos

indolentemente.

El tiempo ha hecho

de tu cuerpo su pan

y de tus sueños

la piedra de sacrificio.

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El tiempo

muchacho cruel

pobló de alambradas tu recinto de anhelos

puso fronteras en tus días

y desde afuera te enseña burlonamente su risa

sus cifras

la dicha que no sabías

que no sabes todavía.

El tiempo viejo y cansado

volverá otra vez

para ratificar tu destino

de semilla pasajera

en el desmoronamiento del laberinto

sin mapas para la escapatoria

ni trampas para ganarle la partida.

El tiempo ganándose tus sobresaltos

todo para encontrarte

en tu solar de palabras

fraguando silencio y sílabas

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ofrendas innecesarias

que ni salvan, ni redimen.

Bernardita Maldonado- Loja-Ecuador

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LUCI GARCÉS

RELATIVIDAD: DESGRANANDO EL TIEMPO

Imagen: Melina Litauer

Cuando el tiempo se detiene,

me pierdo en tu mirada.

O, quizás,

cuando me pierdo en tu mirada,

el tiempo se detiene.

O, quizás,

detengo el tiempo

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y me pierdo en tu mirada.

O, quizás,

me pierdo en tu mirada

y detienes el tiempo.

Los lunes enderezo el almanaque

prometiéndome días felices, ociosos.

El martes anoto los desaciertos

y empujo unas horas más el aburrimiento.

Los miércoles recuerdo que falta poco

tiempo para llegar a la mitad de siete.

El jueves es y será singular y precioso,

santo, santo, santo con olor a incienso.

Los viernes lloro por todos aquellos

que carecen de lágrimas amantes.

El sábado me retiro a mi huerto,

vendimio mis viñas, corto espigas.

Los domingos están llenos de sueños,

de largos silencios rotos por repiques.

Y así pasan los días

En los que no hay orgasmos en el pajar,

sensualidad húmeda en la alberca

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donde nos bañábamos antaño,

y así,

desdoblo y doblo tus ropas,

leo y recito tus cartas, tus poemas,

mido segundo a segundo el tiempo que nos desune.

Pasan los días.

Pasan,

Sin tu regreso.

Luci Garcés- A Coruña- Galicia- España

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MIRIAM ÁLVAREZ

RECUERDOS

Imagen: Melina Litauer

Porcelana

agrietada

por el tiempo.

Cada hebra de té

bordando dibujos

transparentes.

Olor a azahar:

agua bendita

los últimos días

de diciembre.

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Una puntada larga

se acompasa

a la radio encendida.

Los botones

juegan

a ser tesoros secretos.

Entonces,

me dice que me vaya,

porque es inútil

romper en cristales

los recuerdos.

Miriam Álvarez (Clorinda-Formosa-Argentina)

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ISABEL PISANI

CRONOS

Imagen: Melina Litauer

El abrazo fatal de Cronos

arrasa las hojas muertas,

ahoga las vanas voces,

y ciega los fríos ojos.

Reloj del trotamundos

para la infancia amiga.

Minutero del deseo

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para los amantes del fuego.

Segundos en sepia

para la luna envejecida.

Romanza y réquiem en tules

van al trote con el tiempo

de aquellas tardes azules,

llenas de arrullos o cierzos.

Isabel Pisani- Buenos Aires- Argentina © Todos los derechos reservados

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EMILIA MARCANO QUIJADA

LONGEVIDAD

Imagen: Melina Litauer

La eternidad,

al igual que los almanaques

pasados

ha llegado al término de la distancia.

El siempre es la obsesión

de los aterrorizados,

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de los altares, de los brujos,

de la médula espinal de muchos funcionarios,

de los amantes de la mitología.

No divaguemos,

no existe más tiempo

que el estrictamente necesario

para perderlo todo,

para meter en la bolsa

algún deseo de contrabando

cuando la longevidad nos eluda.

Solo podemos vivir una vez

y morirnos demasiadas.

Emilia Marcano Quijada- Isla de Margarita- Venezuela

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JORGE EDUARDO LACUADRA TIME MACHINE

Imagen: Melina Litauer

Te invito hoy a conocer, la máquina del tiempo, la construí solo para ti en este día lluvioso y gris. Un engranaje sepia sin carmín, como una sonrisa sin un diente, y el solenoide de un tallo de trébol que escondí en tu libro de poesías. Un disco de bronce de un faro, el que vimos en la foto aquella tarde, y la bobina tesla de tus pestañas

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resonando sobre los azules de mi piel. Un reloj con bigotes de ébano, un núcleo ámbar latiendo como el tuyo, y un bimetálico con la temperatura justa, del beso aquel que más recuerdo. Hay quien dice que la maquina esta activa, un segundo por segundo hacia el futuro, un segundo por segundo sosegado, es también, el viaje al pasado sin escalas. Jorge Eduardo Lacuadra – Córdoba, Argentina

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JOSÉ R. CASTAÑO DIEZ

VAIVENES

Imagen: Melina Litauer

El tiempo pasa,

entre vaivén y vaivén

se pone en marcha

el carrusel de la vida

y, a veces, deja un sabor agrio,

cortos duelos y, hasta, pequeños

raptos de locura.

Viajando hacia la noche,

un luminoso néctar

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se desprende de la luna

embriagando tu corazón,

donde aún se atisba

una llama encendida.

Una esperanza se asoma,

entonces, a tus ojos,

transidos de noche,

deseosos de amanecida.

José R. Castaño Diez - Oviedo (España)

"Arena en los bolsillos" (2015)

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CUSTODIO TEJADA CRUZ

PORTA COELLI

Imagen: Melina Litauer

Muere la luz

cansada de viajar

a través del tiempo.

Muere la voz, las hormigas mueren.

Muere todo lo que se mueve,

lo que se detiene también muere.

Aunque nos pese, la muerte

regula el orden del caos.

Incluso la fe

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también se pierde, aunque

sea lo último que muere.

Muere el tiempo

en lenta agonía mientras tritura

lo que a su paso envejece.

Sin distinciones muere lo sano

y lo enfermo muere. Todo muere,

incluso la muerte.

Porta Coelli, poema del libro “Urna de cristal”. Editorial Port-royal, de Custodio Tejada. Guadix-Granada. ESPAÑA

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ADRI DELFINI

UN RELOJ ME DIJO…

Imagen: Melina Litauer

Y en las arenas del tiempo,

he guardado esperanzas

un reloj me ha comentado,

de mis antiguas añoranzas.

Me contó que en mi pasado

todo ha sido saboreado,

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porque el paso del tiempo,

te ha conservado a mi lado.

También me dijo un tic tac

que el tiempo no es en vano,

aprendemos a amarnos,

porque vamos de la mano.

Hoy le quité las manecillas

para que al fin se detenga

el mundo tome conciencia

y en el amor se mantenga.

Adri Delfini- Buenos Aires- Argentina

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ISABEL SAN JOSÉ MELLADO

PARECE QUE FUE AYER

Imagen: Melina Litauer

Hoy hace casi un año

que te besé por primera vez

y todavía mis labios

de los tuyos tienen sed.

Maravillosos recuerdos.

¡Haberte podido tener!

No los voy a olvidar,

aunque no te vuelva a ver.

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Hoy hace casi un año

que te tuve en mis brazos

y la calidez de tu cuerpo

aún la siento en mi regazo.

Hoy hace casi un año

de nuestro último beso,

¡vivirá en mi recuerdo!,

a mi corazón dejó preso.

Nunca podré olvidar

nuestro último encuentro,

no sé si sabrás perdonar

que te lleve tan dentro.

El tiempo, ¡cómo ha pasado!

y casi siempre hace un año.

¿Será que mis recuerdos

nunca hayan trasnochado?

Isabel San José Mellado

Derechos de autor – España

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ESNEYDER ÁLVAREZ

QUE EL TIEMPO PASE

Imagen: Melina Litauer

Hoy veo como el tiempo pasa,

como el libro de nuestro amor cada día aumente sus historias,

y mis suspiros se vuelven inimitables.

No sé si es mucho o tal vez poco,

solo puedo asegurar que tus besos convierten las horas en segundos,

y tu distancia convierte las horas en días interminables.

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Hoy quiero sentarme a tu lado,

dejar que el tiempo pase,

y que las hojas de ese libro sean incontables.

Esneyder Álvarez

Medellín – Colombia

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JULIA DEL PRADO

El TIEMPO DETENIDO

Imagen: Melina Litauer

La plazuela permanece

quieta,

es como si el tiempo se hubiera

detenido.

Los hombres conversan, platican

en las bancas perennes.

Son los mismos de antes y

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los otros de ahora.

Unos están ahí pensando

quién sabe rememoran historias

con son y sin son.

Y los niños sólo pasan,

alegres, despreocupados.

Son los mismos de antes y

los otros de ahora.

Se siente a plenitud el ulular del

Viento.

Los árboles se mueven hoy,

lentamente.

La plazuela permanece quieta, callada

aunque hay voces a lo lejos.

Son los mismos de antes y

los otros de ahora. (En: Tendido de sol maduro. Poemario publicado. P.45) Julia del Prado- Lima- Perú

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MAR DE FONDO

INFINITO

Imagen: Melina Litauer

Estabilidades quebrantadas

en un jardín de invierno,

el tiempo es una fuente

de la que manan horas,

infinitos, leyes continuas,

aguas cristalinas, cada gota

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es un segundo, cada trago

un día nuevo.

Es la sed saciada,

intangible y refrescante,

no es un comienzo, ni una meta,

es el misterio de una noria

que da vueltas removiendo

con energía la magia

de eternidad. El eco

que regresa a mis cuerdas vocales, el sonido

y la distancia yaciendo

sobre el mismo lecho. Es la certeza

de una oportunidad, las dudas

de un futuro, un pez que se muerde

la cola, nadando contra corriente.

Creemos

que el tiempo desemboca

en la muerte, mas es un espejismo,

un reflejo de unos minutos ahogados.

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Si mantienes la calma, si esperas...

los minutos,

tras una pausa,

nadan,

no se detienen.

Mar de Fondo (Mar García Treviño). Murcia, España.

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NATY ALENA CALI PINEROS

MI TIEMPO CON ELLOS

Imagen: Melina Litauer

Pasaban los minutos, se hacían horas, luego ansiedades...

Pero nada de lo conocido, de eso que siempre esperaba, sucedía...

Pasó sin querer una semana, y una semana más,

sin noticias y sin que pudiera sumar los días.

Luego una intriga me abordó (Sí, la sospecha era su nombre)

y alojada sobre mi nuca hizo un pequeño nido...

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me susurraba con dulzura y tibieza bellas palabras

emociones únicas, vibrantes y mil cosas bonitas al oído...

Lo supe, supe que era aquello tan deseado

aquello que mi alma soñaba con anhelo inmenso,

lo supe en tres ocasiones cada una muy diferente y única

pero infinitamente especial, que me enorgullecen cada vez que los pienso...

Fue pasando el tiempo, mi corazón se llenó de ilusión,

supe que existía otro concepto de lo que los demás llaman "vida"...

supe lo que era tener de mí una esperanza infinita, un motivo de orgullo,

supe lo que era albergarlos a ellos en mi vientre...él, y ellas; mi fuente eterna e inagotable de alegría...

El tiempo se convirtió en aliado Y en un temido enemigo...

Ansiar verlos crecer, jugar o correr, decir las primeras palabras y comenzar a escribir...

Pensar que algún día caminaran lejos de mí por su propio camino

se formaran a sí mismos, decidirán y comenzarán a vivir...

Veo el tiempo pasar a través de sus ojos

veo el tiempo valioso e irrepetible dándome la razón,

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sabiendo que serán siempre mi príncipe y mis princesas

siempre cerca aunque estén lejos, siempre valorando el tiempo a su lado

amándolos y cuidándolos con todo mi corazón.

Naty Alena Cali Pineros

Mar de Ajó-Buenos Aires-Argentina.

Dedicado a mis hermosos hijos,

Facundo, Abril y Naomi…

Gracias por ser mi luz en todo momento.

Los amo con mi alma.

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ARACELI GARCÍA MARTÍN

QUEDARON AQUÍ

Imagen seleccionada por la autora

Tengo un recuerdo de una tarde la luz, aquella que en el crepúsculo por el jardín de primavera los jilgueros, vencejos, el rumor del rio recordando dos cuerpos gozando, soñando con el futuro, el amor se sella en el instante en sombrío jardín, lentamente

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con sonido de la fuente y el tiempo sigue.

Siguen las huellas en ese banco de un paso por el alma de adolescente que quedaron aquí hace un tiempo y ya con arrugas en la frente, te sientas en el relente de otoño, el mismo jardín, el mismo banco recién regado por la lluvia. Alguien se acerca y aunque parece historia diferente los ojos se cruzan se sonríen, te llega, te toma de la mano y con unos pájaros cerca, ella lo mira y le dice: De ti hablamos amor, cuando has llegado.

Araceli García Martín- Granada- España

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AMANDA GAMERO LOS ZAPATOS DEL TIEMPO

Imagen: Melina Litauer

Transitar esta vida, recorrer mil parajes en los zapatos del tiempo que abrillantan mis pasos. Viajeros intrépidos, paseantes del cuerpo, vagabundos sin cordura. Singulares carceleros de tobillos errantes y pies asediados. Fieros relojes de paso

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como ogros sin alma cincelando el destino. Nómadas de asfalto mojado, encharcados de lluvia y de lágrimas indulgentes, que en el camino me asoman al precipicio del olvido. Mientras vivo me sujetan de la costumbre y el hábito, o delirio de los días que volatizan las metas. Irremisibles me llevan los zapatos del tiempo por adoquines pasajeros, abandonándome en la tierra y circundando la oscuridad. Soplará el viento mañana, el minutero doblegado vencerá al corazón latiendo, y nadie llorará, moriré solo un poco, para seguir muriendo. Inmaculada Jiménez Gamero-(Amanda Gamero)- Barcelona- España

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SANDRA GUDIÑO ESPERA

Imagen: Melina Litauer

A Elsa Hufschmid*

Es tiempo de espera tiempo sin voz. La palabra se hace nube pero no llueve del otro lado

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del espejo. La máscara sin tu nombre lo sabe: no llora espera. Se te hiela la boca en alaridos no logras parir ni un solo grito. Desnuda tu silencio la contraluz final procesiona por dentro el yo poético y una metáfora se pregunta dónde quedó esa mirada envuelta para regalo y sin moño: dónde. ¿Qué hace ahora la lluvia sin tus manos? Es tiempo de espera. Huellas condenadas a la contemplación. Un pájaro ojos nudo bebe tu poema antes de pronunciarlo y grita: vuelve al recuerdo

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siempre hallarás el verbo que te salve.

Sandra Gudiño- Santa Fe. Argentina

*Poeta santafesina de 82 años, es un poema que cuenta de sus "tiempos de espera" porque al morir su hijo, hace un tiempo, no podía escribir. Se trata de un tiempo de espera en la palabra. Ahora Elsa comparte un taller de expresión corporal y palabra con Sandra y otras poetas santafesinas y ha podido escribir.

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CARLOS NORBERTO CARBONE

RECUERDO

Imagen: Melina Litauer

Ella

me dijo que quería mostrarme algo

y mordiendo sus labios

desabrochó su blusa.

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Hace cuarenta años

que todos los días

recuerdo

su sonrisa.

Carlos Norberto Carbone- Buenos Aires- Argentina

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IVANA SZAK

Imagen: Melina Litauer

Duele llegar temprano a casa

y ver

persianas cerradas

baldosas sucias

las manos ásperas

llorando toda la noche.

Duele apoyar la vida

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en un vaso de agua

y sentir que el tiempo

se rompe

en mil p e d a z o s.

Ivana Szac- Buenos Aires- Argentina

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LAURA VERA

EN TORNO A “LUGARES DE LA NOCHE”*

Imagen: Melina Litauer

Más allá de la noche

de la noche

donde el rizo ha cortado

toda amarra

sin la rama de luz

que hace camino

caldo proteico

o misterio y nada.

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Revista Digital Gealittera. Especial aniversario. Año I

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Un corazón de luna

desgarrado

sin Dios padre

sin Dios hermano

sin Dios amante

abismal soledad

puro vacío

el silbido de un viento

en las últimas hojas

de este tiempo siniestro

a punto de acabar.

Otros tiempos vendrán

de oros traslúcidos

irán de mano en mano

como racimos de uvas

y colmarán la sed

aquietarán la furia

que estremece de

pestilencia el hoy.

Lo anuncian

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tres rosas azules

brotadas

de otros cielos.

Laura Vera- Ushuaia- Argentina

Reside en Buenos Aires- Argentina

*”Lugares de la noche”: título del poemario de Alejandro Drewes

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ALEJANDRO DREWES

TIEMPO ATRÁS

Imagen: Melina Litauer

I

Luz, pura luz, rolido suave por sobre el inmenso mar de la tarde, sus lentísimas olas que más allá de toda mirada acaso convergen a un horizonte posible. Y estos ojos que evocan tu niebla en la intuición del oscuro retorno al país de estrellas azules y heladas. Extremar la voz para el canto acaso en espera del dios que vendrá.

II

Noche, siempre refugio de los tristes actos del día. Con piedad de mujer me recibe la diosa en horas propicias, y hacemos tres con mi sombra. Ni

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otro sol hay ni el alto hierro del alba te mata. Y antes y después gira la Rueda.

III

Al filo mismo del espejo, amarga sombra en los rincones ciegos de la Casa. Sopesar cada pregunta y temer de toda pavura respuesta, el viento que llegue hasta el fondo.

Saberse solo como el tronco y la hoja, como aquel peregrino que una vez se atrevió a iniciar un camino en la tierra. Un rumor hay que ha dejado y que aún aterido cruza el blanco erial de los siglos.

Alejandro Drewes- Buenos Aires- Argentina

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ADA HAYES

EL TIEMPO DE LOS IMPOSIBLES

Imagen: Melina Litauer

El tiempo de los imposibles

me mira desde la distancia

que crece… y nos separa

Se toma de la mano

de mi juventud

y ambos me miran con recelo,

murmurando un reproche.

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Entorna sus ojitos seductores

una vez más,

con la esperanza de encontrar respuesta

… pero yo, que he aprendido

a sonreír forzosamente,

les brindo un guiño no exento de tristezas

y me dejo ir.

©Vita Hayes. República Dominicana

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ROXANA ROSADO

TIEMPO

Imagen: Melina Litauer

El tiempo me formó de dos pequeñas células en el vientre de mi madre

cuando llegó el minuto adecuado, salí y respiré este aire profano

no recuerdo cómo fue que comencé a andar, ni lo primero que miré

salvo una urgencia por salir, un plazo sin cumplir.

Mis manitas pequeñas soñaban con ser mariposas al viento

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unos gajos naranjas lastimaban mis pies

quería correr, quería volar

deseaba crecer y entender esa tormenta que guardaba en mi vestido a cuadros gris.

A veces, cuando pasaban los años

le preguntaba a la luna hacia dónde irían mis pasos

quedándome dormida escuchando el tic-tac de la noche

en su blanco regazo.

El reloj giró y giró sus manecillas

y de ser jóvenes, de pronto se volvieron viejas

mi cuerpo se transformó en una princesa

con zapatillas de cristal, mirar incierto y preguntas constantes.

Caminé mirando el reloj ciego que me decía la hora

mintiéndome, haciéndome creer en algo que yo creía que existía

pero que solo vivía en forma de polvo

escondido en los engranes de mi mente.

Ahora todo ha cambiado

al mirarme al espejo veo que me he vuelto casi igual que aquél reloj

mis manos vacías aún sueñan con ser mariposas

y en mi mente descubro secretos que antes no existían.

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¡Rasga trueno en el viento mi vientre!

Irrumpe en mi sangre como partes el cielo

ilumina a esta alma perdida sin tiempo

antes de que su tiempo le llegue.

¡Lluvia cae! Lava cualquier huella que pudiera haber quedado

Las lágrimas se han secado y con mis manos cavo otros cimientos.

¡Tiempo, dame tiempo! quiero otra oportunidad para hacerlo

Para sentarme conmigo y bailar en el regazo de la luna, contándole mis historias de oro y cuna.

Quizás en esta vida me tocó aprender a olvidar el tiempo pasado

perdonando a esas manos que arrancaron las flores de mis rizos castaños

enterrándolas con los sueños en lo profundo de aquél inmenso y negro mar,

dejando sus pétalos flotando sobre el reloj de arena y sal.

No sé si despertaré mañana

pero estiro mis manos para abrazar al minutero

escucho el cucú, veo a esas pequeñas manitas que soñaban con ser mariposas

sobre mis manos grandes de cuyas palmas aún brota agua.

Tiempo, quédate un instante, un segundo eterno, un beso efímero

bailemos al compás del violín que suena en la nube

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retrasa tu parada inexorable, deja que mi alma baile despierta

y cuando sea tiempo, besaré mi recuerdo y regresaré contigo a tu calmo vientre.

Roxana Rosado- D. F.- México

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PURA FERNÁNDEZ SEGURA

TIEMPO

Imagen: Melina Litauer

Varado el tiempo,

como un dique expuesto al naufragio,

voy haciendo mella en el horizonte abierto

y mojo mis pies en la nostalgia.

Desde el postigo, lo veo manso

pasar junto a septiembre.

Y señalo de rojo el calendario

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donde las fechas son plazos

que quieren olvidar la muerte.

Sostener la vida sin mucho ruido,

bajo la narcótica luz de los sueños.

Pura Fernández Segura. Guadix-Granada-España

Inédito

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ANA LUCÍA MONTOYA RENDÓN INCOHERENCIAS II

Imagen: Melina Litauer

1. ¿se puede morir degustando el frío de la muerte? ¿puede haber consciencia cuando se está en pleno filo? duermo pensando que hoy es el mañana que mías son todas las sombras sin umbral a la intemperie sin reboso sin abrazo infecunda

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no puedo recordar qué son recuerdos ni cómo se rizan las arenas y miran sus ojeras en los oasis las palmeras —qué fuerte deseo de apoyar en espejismos realidades— mas un día oiré el ulular de mi memoria porque misma asistiré a mi sepelio 2. no sé cuánto vivo o si hace tiempo he muerto y si la vida que vivo es mía no sé si mis dedos describen sobre mí el mapa de mi angustia mas sonrío pues para carnaval es la careta vivo y muero sentada en la sonrisa declino mi estro y yergo mi pecho y los apuntalo en mis sueños entendí que nada he aprendido que fui marcada con dolor y celo que debo mirarme alejada de mi tiempo 3. un día y otro hacen la sarta uno detrás del otro a paso lento muy lento martes y miércoles y pasa raudo el jueves y ya es viernes y sábado y la angustia de la tarde y domingo muda ir de compras

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y otro amodorrado lunes y mil veces lunes de zapatero ¡desgraciados lunes! y la mirada remendando días mas duermen las semanas en alforja rota amancebando meses entre las piernas de la espera 4. cantos muertos de pleno tiempo muerto como ramo de rosas secas como éste… Ana Lucía Montoya Rendón- Colombia

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RAQUEL JADUSZLIWER ÁRBOLES

Imagen: Melina Litauer

Volví después de un tiempo por esa calle

los árboles habían alcanzado una altura increíble

aún así yo los veía seguir creciendo

subían y subían ante mi asombro de recién llegada

pensé (y llevaba todavía un reflejo de pasado en

/el pensamiento)

que ya no podrían volver a mirarse la punta de las ramas

así que cada vez sabrían menos de sí mismos

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y en eso se irían pareciendo más y más a mí

ahora es otro tiempo

sigo sin regresar a ese lugar del que todavía espero

/una respuesta

aquellas copas casi en vuelo

tan pero tan únicas

solas entre planetas olvidados y elevándose

subiendo como globos sueltos con este mismo viento que hoy

/me ronda

me recuerdan tenaces en su aire

cuánto dejé atrás

Raquel Jaduszliwer. Buenos Aires. Argentina.

“Persistencia de lo imposible” ed. Ruinas Circulares, Bs As, 2015

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INMA FERRERO

TEMPUS

Imagen: Melina Litauer

El cielo ha callado

Que amargo

son,

el viento

canta.

Que cruel

mirada

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de reloj

que al terminar

empieza,

y nunca

acaba.

Pregunté

al calendario,

descontando

los rasgos

de su cara.

Y al sonreír

me hirió

el tiempo,

con su

implacable

espada.

Me pregunto

mientras

cuento.

si cuento

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yo

o

mi alma,

este

sin fin

de

acordes

que

Luna

y

Sol

me marcan.

Inma Ferrero- Madrid- España

Poemario: Polifonía: Antología poética (Como pluma al tiempo)

Autor: Inma J. Ferrero

ISBN-10: 1515192873

ISBN-13: 978-1515192879Copyright © Todos los Derechos Reservados

Copyright © Todos los Derechos Reservados

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JULIÁN GÓMEZ DE MAYA

POSTRIMERÍAS

Imagen: Melina Litauer

Mediados los trabajos y los días

y el sendero que lleva hacia las fosas

comunes donde el verme se entretiene,

salgo amante a la mar sin tercerías

con mi alforja de blancas mariposas,

mi alimento ideal, mi carga lene…

Cae la noche: olvidado de bujías,

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si consigo apartarme, cavilosas

horas paso al acecho de Selene,

prendiéndose en su luz las sombras mías,

los ecos y otras cuentas vanidosas,

clarividente de cuanto conviene…

Puntual me avisa un río de elegías,

con fugaz gala adviértenme las rosas

y el tictac segundero me previene

que me aparte a pensar postrimerías,

que habite cuerpo adentro y no ame cosas,

que, en fin, a bien morir mi vida ordene.

Julián Gómez de Maya. Cehegín, España.

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GEMA BOCARDO

ARENAS MOVEDIZAS

Imagen: Melina Litauer

El tiempo no se detiene,

avanza inexorable

y tu vida se desliza

entre los dedos,

reloj de arena

mientras, cobarde,

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permites

que el miedo te atenace

y enmudezca tu boca

que arde

por besarme.

Gema Bocardo (Madrid)- España

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MABEL CORONEL CUENCA

APRENDÍ

Imagen seleccionada por la autora. Tomada de la red

Las manecillas del reloj de la vida no detendrán sus pasos, ni lo harán más despacio ni de prisa, siempre irán marcando el tiempo presente, en un parpadeo de ojos ya no estarán ahí, habrán recorrido un palmo más,

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dejando los recuerdos de aquel instante.

Habrá gente intentando una especie de trampa, incluso a golpe del ímpetu y voluntad intentado quebrar el reloj para detener un momento mágico, pero el reloj de la vida no se detiene, es perfecto, diseñado para cada pulso, ligado a cada corazón, puesto a funcionar con el primer soplo de vida en cada uno.

Entonces, qué hacéis,

¡oh tontos! intentando vender relojes al RELOJERO, no sabéis que de sus manos laboriosas salieron todos…

Al detenerme a observar las manecillas en su movimiento constante, aprendí que la clave está en la armonía,

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dar pasos a un mismo compás, sintonía perfecta entre espacio y tiempo, cada manecilla en su lugar.

© Mabel Coronel Cuenca-Hernandarias- Paraguay

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RELATO

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ENRIQUE A. MEITÍN

EL TIEMPO DE DIOS ES PERFECTO

Imagen: Melina Litauer

Hoy es sábado en la tarde, no hay mucho sol y le he jurado a mi mujer que dejaré de escribir…, al menos por un momento y llevaré a lavar el auto, pues tengo todo el tiempo para ello, y pondré en práctica lo que ella dice continuamente…, eso de que “el tiempo de Dios es perfecto, y no hay que apurarse”. Seguiré su consigna….

Tomo mis llaves y al llegar a la puerta de la calle veo en un clavito colgado la correa del perro y recuerdo que no lo he sacado hoy a hacer sus necesidades como hago todas las tardes, y voy por él. Decido pasar antes por el buzón de correo a ver si llegó algo más importante que las cuentas pendientes y la propaganda de desperdicio.

Abro el buzón y entre las cartas hay varias facturas…, no por indeseadas menos exigentes. Regreso a la casa a dejar la correspondencia en la mesita que hay en la sala de estar y tirar a la basura los sobres vacíos y los

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anuncios, cuando me doy cuenta de que el cubo está lleno. Por lo que debo llevar el cubo a vaciar al contenedor, que está fuera de la casa. Ya que voy al contenedor de la basura, puedo llevar al perro conmigo para que pueda distraerse un rato y hacer sus cosas, y de paso llenar un cheque para pagar la factura, y echarlo al buzón.

Saco del bolsillo mi chequera…, y cuál sorpresa, solo me queda un cheque. Vuelvo atrás, esta vez al estudio en busca de otra chequera y encuentro sobre la mesa la Coca Cola que me estaba bebiendo mientras escribía el cuentecito de hoy. ¡Ay! No recuerdo en que archivo lo salvé…, ya se me había olvidado. Pongo las llaves del auto sobre el buró y retiro la lata, pensando en llevarla al refrigerador, pues todavía está medio llena, no vaya a ser que se derrame sobre el buró y los papeles y me busque una refriega de mi querida gordita. Todavía hay tiempo para sacar el perro y fregar el auto. No debo preocuparme…, lo haré antes de que ella regrese.

Al ir hacia la cocina me fijo que el ramo de flores que le regalé ayer a mi mujer…, creo que fue ayer. Además no sé porque se lo regalé, pero el caso es que está allí en la mesita del pasillo de la entrada, y tiene algunas flores marchitas. Dejo la Coca Cola sobre la mesita y descubro allí los espejuelos para ver de lejos que estuve buscando ayer cuando íbamos a salir, y que finalmente salí sin ellos, y a su lado la correa del perro. Los tomo conmigo. Después retirar las flores ya marchitas, llevo los espejuelos al estudio, lleno una jarra de agua en la cocina y de repente, veo el control remoto del televisor. Anoche lo estuve buscando como loco y estuve peleando por él media hora.

Decido que una vez que arregle el ramo de flores, lo llevaré a su lugar en la sala. Echo un poquito de agua en el jarrón donde está el ramo y la mayor parte se derrama en el suelo. Por lo tanto vuelvo a la cocina, dejo el control remoto sobre la mesa y cojo un paño para secar el agua. De regreso atravieso el lobby tratando de recordar qué coño es lo que quería hacer con el paño, y con la correa del perro que llevo conmigo.

“El tiempo de Dios será perfecto”, pero el mío…, más imperfecto o podía ser. A oscurecido, y el auto está sin lavar..., será mañana, ya es muy tarde;

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no he sacado el perro, ni mandado a pagar la factura; solo tengo un cheque en mi chequera; el cubo de la basura está lleno; hay una lata de Coca Cola caliente en la mesa de la cocina; el ramo sigue teniendo flores ya marchitas y con poca agua; no consigo encontrar en ninguna parte el bendito control remoto de la tele, mucho menos mis espejuelos de ver de lejos con los que manejo. Pero lo más preocupante, es que hay dos feas mancha en la alfombra de la entrada…, una parece agua, otra tal vez del orine de perro; y no tengo la maldita idea dónde dejé las llaves del auto.

Me quedo pensando cómo he perdido todo ese tiempo y sin haber hecho ni un carajo en todo el día, andando de aquí para allá por la casa, este más cansado que si hubiera fregado el auto y corriera como lo hace el perro cuando sale conmigo, y que además, después me atreva a afirmar que por tener mi mente ocupada soy inmune a ese alemán llamado Alzheimer.

Enrique A. Meitín Duluth, Georgia.USA

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MÍA PÉMAN

EL TIEMPO VUELA QUE CORRE, SE ADELANTA O SE PIERDE, NO SE ESPANTA

Imagen: Melina Litauer

Y, corre que se las pela, pero no siempre es así, unas veces se detiene unos instantes para hacerte reflexionar sobre su eterno destino... el hoy o el mañana, y nunca en el pasado... Entonces, el número 13, también es mágico... me trae recuerdos de un ayer, todavía quizás, en un hoy...

Desde un tiempo muy lejano ya, tantos años qué aún hoy, me acuerdo el mes, pero, no el día, en el cual pude llegar a ese número 13, qué durante muchos… muchos años, pudo albergar mi estilizada figura por muchos años. Décadas diría yo.

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No muchas, solo tres de otras tantas, que le pude albergar, no completas, pero sí eternas.

Travesuras, nunca hice… o quizás sí, ¡ya no las recuerdo!

Sí en el tiempo han ido quedándose, como pizcas que han ido cayéndose de un pedestal, por ser meras pequeñeces, las qué hice y no merecía la pena poner en una buchaca o baúl.

¿Cómo es posible, que el tiempo haya corrido tanto y tantos años se han ido añadiendo? ¡Qué barbaridad, y yo, sin darme ni cuenta de todo ello, por dios!

Aunque, con los años que se han pasado, si no te das cuenta de ello, es qué en realidad, no has estado enteramente en este mundo, viviéndolo, sintiéndolo y sabiendo que la realidad, supera muchas veces a la irrealidad de los días.

Todos y cada uno de mis personajes verdaderos, ha pasado por lo suyo, pero, sería banal, no recordar, qué también, nos ha tocado un punto a cada uno.

La vida, es una seriedad de mucho cuidado, y no nos da el tiempo debido a cada ser que la podemos morar, por qué, en sí… es imposible saber, cuánto tenemos designado a cada uno de nosotros. ¡Solo, lo sabemos, el mismo día que nos vamos! Entonces, nos enteramos de cuánto hemos perdido y no sabido aprovechar…

Los años han ido pasando, galopando, a lomos sin descripción, ni quizás nunca se podrá llegar hasta los antaños de un día concreto.

Mis recuerdos en el tiempo, en esa era del destino incierto, no se pueden fijar en fechas ni meses ni años, no los pude ver, no tenía esencias finas para poderlo hacer, incluso, mi niñez se queda obsoleta, solo vivos recuerdos, no hay imágenes para poderlas ni tan siquiera dibujar. Hay algunas pizcas, que se quisieron cobijar entre mis retinas, pero, son tan escasas, qué no se saben mostrar con la nitidez de un cuadro, tan solo,

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pueden ser vistas, por el soñar de las cosas habladas o explicadas, que han ido llegando hasta mis infantiles y jóvenes auriculares naturales.

Y, el tiempo, se esfuma a la más mínima, se aísla, cuando menos, se te escapa, y no se congela de frío, por qué le das un abrazo, cada vez que le tiembla el semblante.

Le tiramos tantas veces de la nariz, qué ni sé, cómo no le duele el amanecer de sus extensos días junto a nosotros… Sabe muy bien, lo que el destino nos deparará un día de estos, pero, no le da la real gana, de advertirnos y darnos un “hola, buenos días, pasabas por aquí, hay que alegría, ni tan siguiera te conocía, y te voy siguiendo todo el rato”. Es un descarado de mucho cuidado, que ni se para a darnos las buenas noches, solo cuando se está yendo de puntillas, es cuando nos damos cuenta, que la vida, se nos va, en esos momentos principales de algunos días, que gansos, podríamos llamarlos.

Podría yo recordar, cuando alguienes me han contado, cómo lo han pasado, en momentos cruciales de su corta vida, trascendentales sus pasatiempos o venidas a un mundo que quisieron dejar, y cuando el momento les llegó, que no era el suyo, quisieron dejarse de lado la vida, mientras el tiempo, el muy osado, les quiso jugar esa mala pasada, de darles la opción más primordial… Escoger de nuevo, y seguir en este mundo endiablado. Por las tantas veces, que les pudo avisar y le siguieron, por qué, no era el lugar idóneo ni el momento absoluto para su marcha.

Las vivencias del tiempo, son tan inmensas y distanciables, qué semejan instantes de un proceder erróneo, al querer irse sin decir un adiós, a quién nunca les quiso o quizás, a esas personas que un día significaron mucho en sus vidas, y luego, por nimiedades, les abandonaron a su suerte, sin más nada, ni pensar tan siquiera, que un día les echarían a faltar o quizás, en toda su cara les dirían todo lo que nunca llegaron a sentir ese tiempo muerto que se encontraron tras las puertas de un destino, que unas bombas a la Enpetrol, les llevaron fuera de la ciudad, para no regresar nunca, pero, volvieron y dijeron las mil y una, en incansables momentos

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duros de pelar y no se derritió ni el más frío tempano existente. Y, nadie osa decir la verdad, a una esperanza olvidada por el tiempo, le siguieron las incertidumbres del no saber de un existir, que ya no importaba lo más mínimo, ni humano ni racional.

Un cielo inmenso, rojo en todo su enorme contorno, dio mucho que llegar a pensar y meditar, pero, las informaciones y las televisiones, nulas estaban, por la labor, no se fijaron, en qué, los lugareños necesitaban saber lo que en ese momento estaba aconteciendo. A la mañana siguiente, una enorme humareda el cielo tenía en su firmamento, tan negra y desfiguraba se apreciaba, que daba miedo seguir, los rodantes neumáticos, por una autovía, llena de encastres rudimentarios. Todo está desmoronado y no sabes nada a ciencia cierta. Las conjeturas son inciertas y más vale no inventarse lo que no se ha visto. Pero, las horas pasando iban, y los destinos modificados fueron siguiéndose, hasta las distancias magnas, con zarpazos de mal cuidado, se llegaron a vencer los malos modales de instancias que no supieron comprender la osadía que el día llevaba en su interior y propinaron bocinazos de mucho cuidado y las estampidas, eran parte del material desechable.

Veinticinco años largos han pasado ya, que están muy cerca de llegarse a los treinta. Y, las explicaciones, aún las estás esperando, como si fuesen rodajas de una mezcla rara de postre venido de un norte, empecinado en destruir lo que suyo no es.

Sube escaleras de largo alcance, para luego, bajarlas corriendo, sin dejar un rastro, porqué de eso sabe muy bien, al despiste suele jugar, en muchas ocasiones, y le gana la partida a cualquier intruso que quiera ser más ágil que él mismo.

Es una verdadera quimera vivir a su lado y no saber morir en el intento. El tiempo, ese incierto instrumental, que sabe su momento crucial y sigue dando quehacer a los que a su lado moran.

El mundo, ese enjambre rutinario, lleno de lianas de larga longitud, se arriman a las distancias como pueden y no saben luego salir solas, que han

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de irse a ver desde donde han iniciado la ascensión, desde su único abismo incontrolado, que decimos “el mundo exterior”, el que nos alberga por todo el período que queramos quedarnos en su órbita terrestre.

Donde nunca está, debería de estar. Es un galimatías y no sabes, dónde poder encontrarlo a veces, aunque, eso parezca una mentira piadosa.

Cuando nos deja sumidos en la incógnita, no tiene precio. Porqué, luego, es una amargura salir de las dudas.

Por eso mismo, le damos tanto tiempo al tiempo, para que sepa aprovecharse con nuestro beneplácito, qué en sí, lo quisiéramos ver y no lo podemos conseguir, por qué, su efímera estela, tiene humo en su perfil, lo cual, se diría, que es visible, cuando las humaredas levantan sus líneas al llenarse de caminos que algún día se hicieron invisibles y ahora mismo, no sabemos o no queremos darle el alcance debido, pues, si lo hiciésemos en los instantes seguidos de este relato, no podríamos seguir contando los minutos, ni los segundos, ni los días, ni tampoco los años que nos puedan venir siguiendo en este caminar diario de lo imposible a descifrar una nueva, que puede estar por venir en nuestros mejores días de sosiego y paz, o de vacaciones eternas, esas que nos regalaron, sin saber qué la vida es un viaje diario al cada día ver pasar…

Musitando despacio, se deja ver en ocasiones, cuando le pedimos que nos dé otra pequeña oportunidad.

¡¡Por favor… por favor, concédeme unos tiempos más, pero, que no sean tan ajustados, quiero que dure mucho más, hasta que mis días, te digan adiós por última vez, por favor… por favor, hazme este regalito, te lo pido de corazón, no creo que antes te lo haya solicitado, entonces, ¿qué te cuesta concederme algo que pueda parecer un imposible?, siendo una pura y llana realidad, ansiada, desde el momento que te vi partir, con el rumbo fijado en una ciudad concreta, pero con ganas de venir a saber y conocer…!!

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Se nos antojan tantas gracias, para conseguir su mediación entre nuestros anhelados días, qué a veces, le debemos aburrir, aunque, si en verdad, lo hiciésemos, ya nos habría mandado a darnos un larguísimo paseo, con vuelta y media.

Vuela el TIEMPO, que da gloria, aunque no tiene alas, ni es un avión, ni tampoco un pájaro, ni un árbol, que con su ramas en movimiento, trata de esparcir esos momentos que a destiempo solemos ver pasar, entre las hojas del acontecer diario, son solapas de nuestros hombros, los que se van deslizando entre tanto movimiento, pero, es muy libre, y se deja abrazar, entre nuestros achuchones, por qué, necesita le demos de vez en cuando un apretón de manos y brazos.

No tiene aspas, solo está delineado por arena, que vemos moverse de un lado al otro, cuando le damos la vuelta a ese pequeño o gran reloj, que lleva las finísimas cuentas que van pasando por un fino y delicado tamiz, el qué se da cuenta de todo lo que va pasando a su alrededor y el que delimita su retorno a lomos del momento de cada ración de su tiempo exacto o meditado o sentido o pensado o a punto de ser un hilo que se acaba en darse cuenta de lo que irá a acontecer, así es el Tiempo, el nuestro, el de cada uno, el que nos mira, con detenimiento y sentido común.

Por todo ello, yo creo más bien, qué es recatado, metódico, espabilado, sensato, resultón, algunas veces despeñado en sus funciones, pues a la media vuelta que se da, nos vamos haciendo el 13 y medio, por quedarnos un ratillo más junto a él.

Al final de todo o al principio, como lo quieras mirar, podríamos decir, que tiene siete departamentos bien definidos, como son:

Cosecha, Estación, Época, Turno, Lapso, Período y Espacio

Si los sabemos conjugar en diferentes momentos, resulta, qué todos caben en su mismo nombre, El Tiempo.

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Cada uno de estos nombres, son las orillas, en las que existen distintas paradas con apeaderos y andenes, los que nos permiten coger los trenes de ida y vuelta, autobuses, coches, caminos, veredas, senderos. Subir y bajar escaleras, abrir y entornar puertas. Asomarnos a las vueltas de las esquinas para ver lo que podemos encontrar. Mirar por los espejos, si estamos bien o regular. Trabajar las tierras, y así obtener los productos adecuados a cada una de nuestras vivencias. Pasar los turnos que nos han podido tocar. No dar margen a los cambios de lugar, con los despistes, y hacer lo posible tener salpimentados los orígenes de método más estacionario que existe, como lo es El Tiempo.

No mirar hacia atrás y ver en cada esquina un 13, al que llegar, si no es algo de verdadera bondad.

Es un granuja descarado, de mucho cuidado, nos deja sin el mejor remedio que nos ayuda a subsistir en nuestro bagaje por el mundo diario, cuando nos quita lo más preciado que muchos poseemos, la inteligencia de saber razonar, y es un despropósito que nos hace padecer más de la cuenta, sin pensar tan siquiera, que es algo por lo que muchos hemos luchado en nuestras veredas del saber incomprensible, que a muchos, ni les va ni les viene.

©Mía Pemán – Palencia – España

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GLORIA GAYOSO

DE LOS RELOJES

Imagen: Melina Litauer

Y un buen día descubrimos que había que contar las horas, los minutos, los segundos. Había que inventar relojes de todas formas y tamaños. El sol y la sombra nos dejaron dar los primeros pasos.

Seguimos con arena, que es efímera, pero por lo menos no hacía ruido. Más tarde vino el tic tac fatal encerrado en esferas y hasta tuvimos péndulos lapidarios que apresuraban el paso de la Parca, con sólo mirarlos ir en vaivén.

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Y aunque hubo relojeros expertos en engarzar mecanismos no pudimos retener la juventud porque la piel, a tiempo o a destiempo, se frunce en arrugas perversas y los números se suman burlándose de todo afán de eternidad.

Los monos, ya evolucionados, ahora miramos pantallas táctiles, donde las horas transcurren luminosas escondiendo el inevitable final. El tiempo es amo de la vida como lo es de la muerte; sin embargo festejamos los años y le hacemos guiños burlescos como si no supiéramos que alguna vez se detendrá. ¡Hay días felices y noches destempladas!!

La memoria es amiga de Cronos, le lame las sandalias y él consiente el placer salvajemente, sin ofrecer resistencia. Algunas veces cuando falla la sinapsis, ya no hay segundos que contar y entonces todo es espacio lineal e incomprensible.

Más allá del ritmo monocorde de los minutos suponemos que ya nadie se rendirá a su obtusa tiranía; no habrá citas a ciegas, ni esperas inconclusas. ¡Sólo un inmenso campo de luz!!

Gloria Gayoso- Buenos Aires- Argentina

Derechos reservados

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J. JAVIER TERÁN Y… EL TIEMPO SE DETUVO AQUEL DÍA

Imagen: Melina Litauer

El tiempo pasa y pasa veloz... Veloz cual golondrina que cada tarde surca una y otra vez, en interminables vuelos casi, el trozo de cielo que cobija a mi pequeño pueblo, donde ahora me encuentro. Y en especial, los entornos de la iglesia, con su esbelta torre, refugio de otros varios pájaros más; y la que fuera casa del maestro donde, en su prominente alero, aquellas avecillas tan veloces y chillonas han ido construyendo con los años sus impecables nidos colgados de los salientes de madera. Y que nadie ha destruido desde años, porque a nadie perjudican, la casa lleva deshabitada desde tiempo casi inmemorial, ningún niño las molesta en sus

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correrías de calle –ni incluso durante el verano, que es cuando el pueblo vuelve a llenarse de ellos-; y, de otro lado, su presencia en el entorno, nos advierte de que el pueblo está todavía habitado. Eso sí, no sé por cuánto tiempo más, dada la escasez actual de habitantes que en él residen de manera habitual.

Pero aquel día, ese tiempo pareció detenerse de golpe tras haber regresado muchos años atrás en el recuerdo; porque un grupo de antiguos alumnos de la escuela del pueblo quisimos homenajear, en el mismo lugar que nos viera nacer y crecer, a nuestra maestra de aquel ayer. Y nos reunimos en torno a ella y a nuestra escuela, en nuestro pueblo, y con un coro de inquietas golondrinas alegrando la mañana en los entornos de la iglesia y de la casa del maestro, como si alguien las hubiese avisado del evento y quisieran contribuir al buen desarrollo del mismo con sus alegres chillidos y sus veloces y constantes carreras sobre nuestras cabezas.

No pasó inadvertido el hecho para muchos de nosotros y en algún momento de la mañana comentamos la coincidencia, como una anécdota más de la jornada.

Pero el tiempo pareció detenerse por unas horas, en efecto; y todos y cada uno de nosotros parecimos regresar por un día a nuestros orígenes.

Nuestra escuela, la escuela de aquel ayer, un tanto lejano ya pero seguro que feliz para todos nosotros en aquel entonces, nuestra vieja escuela que a pesar de los años, seguía todavía en pie; aunque ahora, sacudida también por el signo de los tiempos, reformada y convertida en cómodo y agradable Teleclub, nos volvió a acoger aquel día a un grupo de antiguos usuarios e inquilinos de la misma en el ayer cuando, como escolares que éramos, a ella acudíamos día tras día para recibir la enseñanza y la formación propias de la edad.

Pero en esta ocasión, el motivo que nos convocaba en tan emblemático lugar, pasados un buen “pellizco” de años, era el cumplir casi con una obligación adquirida durante aquel período de tiempo de formación, y

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realizar un merecido y emotivo homenaje a nuestra maestra de aquel entonces.

Así que, surgida la idea y buscada la fecha, fue fácil conseguir el sí de muchos de los que formáramos aquel particular plantel de alumnos aventajados a nuestro tiempo, en el marco de aquellos míticos años 60 de feliz recuerdo.

El día amaneció radiante y pleno de sol, como queriendo contribuir al acto aportando su granito de arena, porque la parte principal la pusimos quienes nos citamos en el pueblo con un motivo tan fascinante como sugestivo.

La emoción por el reencuentro, después de tantos años, recorría el ambiente del lugar desde primera hora del día y se palpaba tras cada esquina. Subiendo el tono, particularmente, en el momento de la ceremonia religiosa, tanto por el marco que nos acogía -su iglesia-, referente en tantos y tantos acontecimientos del pasado -unos alegres y otros no tanto al igual que la vida-, como por las palabras que se escucharon en su interior, llenas de emotividad y afecto.

Y hasta creímos intuir que, en el exterior, los pájaros que revoloteaban en torno a la torre de la iglesia, lo hacían con más vigor y se esforzaban un tanto en sus cantos mañaneros.

Al igual que sucedería luego cuando, tras el pequeño paseo por el pueblo recordando cada uno de sus rincones y erizada la piel por la emoción del momento, los próximos minutos fueron de confraternización en el recinto de la propia escuela en torno a un vino español; donde el recuerdo se desbordó ya sin control en infinidad de vivencias y anécdotas de aquel ayer un tanto lejano.

El almuerzo posterior, que discurriría en parecidos términos, y donde a los postres se volverían a escuchar sentidas palabras de agradecimiento hacia nuestra maestra, puso punto y final a este reencuentro de feliz evocación.

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El tiempo volvería a ponerse en marcha y seguir su camino, damos fe de ello los allí presentes, tras las consabidas despedidas y comenzar a desaparecer la magia que pareció envolver a la jornada desde primera hora…

©J. Javier Terán Palencia (España).

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MARÍA TERESA FANDIÑO TODA UNA VIDA QUERIÉNDOTE

Imagen: Melina Litauer

De niño me visitaban las brujas, se reían de mí y cuando pasaban por delante de mi habitación me gritaban, no, mejor dicho me chillaban, porque sus sonidos eran agudos y entraban por mis oídos ensordeciéndome. Desde mi cama las veía reflejadas en la pared, me miraban con sus ojos negros grandes y sus caras feas; cuatro pelos en la cabeza, largos y disparados. Apenas tenían cuerpo, eran pequeñitas con cuatro dientes muy afilados que parecían los de los lobos.

Después llegaban los fantasmas y las echaban, ellos querían pasear por la casa y fisgarlo todo. Paseaban toda lo noche por las habitaciones, sin embargo cuando me levantaba de la cama, ya se habían ido. Me había

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acostumbrado a que estuvieran por mi casa, y ya sabía por qué mis padres no me creían.

Mi profesora me dijo que sólo les ven los niños y que los mayores no pueden verles ni sentirles, y que por eso no creían en su existencia. No se lo conté nunca a ellos porque no me creerían. Eran tan mayores que ya no se acordaban y esas historias de los fantasmas les parecía una tontería; con el tiempo les habían olvidado, cambiándolos por otras cosas que les parecían mejores, les quitaban más el sueño y les daban mucho más miedo. A ella, mi profe, no le parecía mentira porque se acordaba todavía de ellos aunque hubieran pasado muchos años. Me dijo que ella no había tenido la ocasión de olvidarlos porque cada año se lo recordaban los niños. Entonces escribí sobre ellos en mi libreta, para que cuando fuera mayor no se me olvidara que existen de verdad y que los niños son los únicos que pueden verlos.

Todavía la conservo.

Me miro al espejo y ya no soy el niño que veía fantasmas. Se refleja mi cara con ojeras, y algunas arrugas que debería ocultar, mi cara me recuerda a la de mi padre. Mirándome en ese espejo, recuerdo cuando él me decía aquello de “yo ya tengo pelos en las orejas”. No sé en qué momento me han salido canas, no lo recuerdo. Después de observarme detenidamente, le resto importancia a todas esas pequeñas cosas que se producen con el paso del tiempo y pienso en Rosita, pensar en ella me relaja. Me visto y salgo a la calle silbando una canción antes de subirme al coche, sujeto el volante con las dos manos y le digo

—Otro día más, enano.

Caen hojas secas en el jardín delante de casa, el verano nuevamente se acaba, parece que se va definitivamente, pero siempre regresa para casi todo el mundo. Paseando por las tardes, a lo largo de la playa, todas las farolas comienzan a iluminar muy temprano. Siento frío en mis pies, y en el horizonte el sol se acuesta tras el mar. Como cada día se esconde para

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dejarla salir a ella, la reina de la noche. Quiere ser la única en el cielo, él, el sol, siempre se reclina a sus pies.

Cada año, en esta época caen castañas de los árboles, las recogemos en un pequeño cesto y las asamos. Todos los años hacemos lo mismo, nos gusta pasar el tiempo haciéndolo, Rosa y yo llenamos un buen cesto. Comienza a ser rutinario.

Me gusta salir a la calle a dar un paseo con sombreo, me lo he comprado para cubrirme de la lluvia; comer castañas, las que recojo, no me hace gracia comprarlas; dormir profundamente por las noches, no me gustan los nuevos fantasmas así que no les hago ni caso, y cuando llega el invierno siempre me compro un paraguas nuevo. Rosita siempre se compra uno de colores, porque a ella también le encanta sentir esa sensación de estrenar paraguas. El de este año es verde.

Pronto llegará Navidad y, como cada año nos reuniremos todos los que podamos, y disfrutaremos de los que estamos. El tiempo transcurre como girando en una noria, cada vez que llegas abajo vuelves a subir y a bajar, sólo que cada vez que bajas tienes que volver a pagar. Vuelta a vuelta, voy conociendo gente nueva, unos creen todavía en las brujas, otros ya no, y otros, como yo, lo llevamos anotado en un papel para que no se nos olvide que son reales.

Hay un lugar en la montaña en el que existe una cabaña de cazadores abandonada, de niños solíamos jugar allí durante el verano. Cuando llegaba el otoño encendíamos el fuego de la chimenea. Enseguida refrescaba, allí pasábamos largas horas jugando a las cartas. En invierno nos acercábamos todos juntos al fuego y contábamos historias de miedo. Recuerdo lo bien que lo pasábamos, se nos pasaba el tiempo enseguida y alguna vez se nos hacía de noche, muchas veces tuvimos que dormir allí.

Todavía me gusta ir de vez en cuando, esta noche pasada me quedé en la cabaña, se me hizo tarde y me dormí mirando el fuego. Suelo burlarme de las brujas que habitan en él. Me divierte. La cabaña es conocida en todo el pueblo. Cuando la gente se siente sola, coge una manta y llega, sin más.

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A veces somos más de seis, otras veces sólo Rosita y yo, aunque ella viene pocas veces. Rosita tiene cosas escondidas bajo una tabla, chocolate, agua, galletas…una baraja para jugar al mus, ahora se pone gafas para poder ver las cartas. Las ha comprado de varios colores. Desde hace unos meses le gusta que le llamen Rosa.

El médico me ha dicho que el tiempo no perdona y que pasa factura. Ha pasado ¡tan rápido!…Ni siquiera tuve tiempo de casarme, estuve ocupado con mis otros fantasmas, debí de habérselo pedido a Rosa. Tal vez no sea demasiado tarde.

—Hola Javier, ¿has dormido aquí toda la noche?

—Hola Rosa, buenos días, ¿qué traes en ese bolsa?

—He pensado en subirte el desayuno

— ¿Por qué? ¿Cómo sabías que estaba aquí? ¿Has pasado por mi casa?

—Si, y tu hermana me ha dicho que no fuiste a dormir esta noche, que estarías aquí. Te he traído café en un termo, y un trozo de bizcocho.

— Mi hermana no tiene un pelo de tonta…Casi nunca desayuno.

—Lo sé, pero ahora debes cuidarte. Me han dicho que estás enfermo…Lo siento.

—Rosa, tú nunca te casaste, ¿por qué?

—No sé decirte, se fue pasando el tiempo y…Supongo que estaba ocupada con otras cosas, cuando me di cuenta ya tenía una edad para ser abuela.

— ¿Crees que el tiempo se ha ido para nosotros dos, que ya no volverá? Dime Rosa, tal vez no…

—No, pero el tiempo no es infinito, hay que disfrutar de cada tramo, Javier.

—Estamos en el tramo de la madurez feliz, la barriguita y esas cosas.

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—Se trata de disfrutar cada ocasión, ésta por ejemplo. Aquí, contigo desayunando parece que no pasan las horas.

—A los dos nos gusta este sitio, nos trae recuerdos. Estamos a gusto.

—Siempre estoy a gusto contigo, Javier. ¿Otro trocito de bizcocho?

—No apuesta mucho por mí el médico, me preocupa

— El médico puede estar equivocado, tendrás que visitar a otro, otra opinión no viene mal.

—Tengo poco tiempo, Rosa, ¿querrías pasarlo conmigo?

—Acaso no ves que ya lo hago…No me separaré de ti ni un minuto más. Ahora el tiempo es oro.

—Ya lo era antes, Rosa.

—Pero no lo sabíamos.

María Teresa Fandiño La Coruña, España

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MILAGRO HAACK

LA PUERTA PERMANECE ABIERTA

Imagen: Catherine Haack

La puerta permanece abierta,

mirando los días que van pasando

en el espejo de todos.

Martha, comienza su día con ese pensamiento, mientras trata de escribir una carta a su amiga que está viviendo en Inglaterra. Se detiene por un instante para percibir de dónde proviene tal constante fragmento, si la había leído en algunos de los libros que permanecen sobre su cama,

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esperando ser olvidados en un tramo de la biblioteca. Piensa en la visita de algún amigo, sin embargo, no encuentra nada en su pensamiento, así que continúa escribiendo:

Muy querida amiga

Aquí todo parece el espejo del día anterior, siempre hay novedades pero son tan iguales que ya pasan por encima de uno como una visión repetida de una película o un comercial. Con esto no te digo que me estoy aburriendo, sólo que algunos días, dejo de existir para entrar en otro espacio y mirarme atenta, libre de todo juicio externo. Quizás no comprendas, pero algunas veces creo estar haciendo algo bien o estoy abriendo puertas a personas con un futuro muy evidente en las artes, aún así, no duermo, pienso que se elevan sus alas como el mito de Ícaro y pienso que aunque se los diga continúan volando y no me agrada la caída. Entonces, me digo, esa puerta está abierta; claro que sí no faltaba más, para todos no hay nada diferente entre uno y el otro, sólo la reflexión de la bondad del don recibido, bien no me hagas caso, ya sabes que tengo la bendita costumbre de responderme. Por otro lado te cuento, que nada es igual al otro día, ya que hay un nuevo azulejo, ahora me estoy comiendo una arepa, mas, todo por saber que existen muchos caminos para dejar una lágrima recostada en la puerta, que todos los días miro para saber cuándo pasa la luciérnaga de Gerbasi, diciéndome ven conmigo, recorre estos senderos, devuélvele a la niña su danza en el parque.

Martha, ventila la hoja sobre su escritorio, se va a la sala, comienza con su fascinación desde adentro hacia el cerro del café; siente el hojear de los arbustos en el patio, allí se queda saboreando lo calmado del reflejo de la hoja, hasta que el sonido de la voz del jardinero hace presencia. Sale, lo saluda, echa un vistazo al patio del frente de la casa, está tan verde, tal

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alto el monte, que cualquier ser humano lo renovaría con un corte del buen jardinero. Pasan unos segundos antes que Martha le diga, no, hoy no, pase el sábado siguiente; el señor le responde, le costará más caro, por el tiempo de lluvia y lo hará crecer mucho más. Martha, sonríe, le expresa, no importa lo bueno es que nunca llegan hasta las ventanas. El jardinero, un poco sorprendido, observa de nuevo el patio sin entender, bueno, entonces pasaré el sábado. Se va por la misma ruta cotidiana buscando el pan diario, en podar el monte de una vecina que vive al doblar la calle, lo más probable es que Mery le diga, por qué tarda tanto no ve que las culebras pueden estar allí escondidas. Martha, permanece un rato en espera del olor a monte mojado, recién cortado que tanto le gusta y le llega con sabor a santo.

Entra a la casa, toma un cigarro de la caja que está sobre la mesa de la sala, lo enciende con el placer de volver la mirada por la ventana, esta vez desde el sofá, cerca de la puerta de entrada, continua su danza por los verdes empapelados de mariposas entrando por lo ancho preñado de velas, mientras lo nublado se mezcla con la poca luz que subsiste del día. Deja al monte en lugar de cortarlo, piensa, se ríe de sí misma, mientras se va con el humo del cigarro, se va hasta tocar el techo de la casa, allí se detiene, se vuelve un círculo y regresa al piso con la ceniza que cae. Cae es la palabra, cae, y vuelve al escritorio.

Querida amiga

Te escribo esta breve carta, ya la que otra, por la lluvia con fuerte viento voló como el dual laberinto del espacio de afuera, escuchando el mediodía en el mecer de la hamaca de la vecina, sé que está allá, frente a su televisor, sabiendo las dos que sólo una pared nos bifurca, igual, compartimos el canto de los pájaros en hileras mojados. En mi casa el

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monte aún no toca las ventanas, me pierdo en lo que observo hasta el próximo sábado que llega el jardinero. Los hijos están bien, luchando por mantenerse de pie en su rol de vida. En lo personal te cuento que, estoy escribiendo unos textos breves de tanto mirar la ceniza que cae al suelo. Por eso, amiga, más lágrimas no puede haber sobre este cielo, mientras tengamos un plato de espaguetis que comer, sin salsa, pero así, son más sabrosos. Espero que no lo tomes a mal, yo disfruto todo, no es carencia, es aceptación de vida, es la única puerta por donde veo muy bien ese reflejo de todos. Entretanto caen, caen, traspapelados en nuestro pueblo, y sé que comprendes.

Milagro Haack- Valencia- Venezuela

Del libro La carta de pasar en silencio (Pretextos)

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EDGARDO BENÍTEZ UN LIGERO RETRASO…

Imagen: Melina Litauer

Tomó el Tiempo sus alas y apresuró la marcha para no llegar tarde a la oficina. Se quitó el sombrero para saludar al pasar frente al Sol, frente a la Luna, pasó por indetenibles ríos, por estáticas montañas, por extensas filas de ágiles hormigas, saludó a una pareja de ancianos que platicaban en el parque y después sonrió ante dos críos que terminaban de nacer. También platicó un instante con un policía de tráfico, luego con un árbol caído y con otro sin hojas. Saludó al viento del Norte, guardó silencio ante un repartidor de pan en bicicleta, tendió la mano a las corrientes marinas, a los peces y sus nuevas generaciones. Después corrió y se sentó a platicar con las células de una patata fermentada, le habló a un parvo de tierra

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negra y a un campesino que la trabajaba, vio los bueyes y el arado. Después charló un instante con el espermatozoide del poeta asesinado y también le habló a los ovarios de una monja. Sus alas revoloteaban con avidez, a su paso removía el polvo, removía la hojarasca, las mentiras, las verdades, las pasiones, los arrepentimientos banales. Removía las pláticas triviales de la población. La culpa y el pecado venían a su encuentro para saludarlo, pero él se ocultaba, un sacerdote lo vio pasar sin decirle adiós. Hasta que llegó a su oficina. Era larga la fila de humanos, desesperados por entrar, vociferaban inmundicias, vociferaban groserías, lo buscaban a él, esperaban por él y enternecido agachaba la cabeza en silencio, pues repartir alas nunca fue de su agrado, menos hoy que conmemoraba dos mil quince años de retraso. Edgardo Benítez- Santa Ana. El Salvador. Centro América.

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SARA BRUSSA

Imagen: Melina Litauer

No fue intencional, Samuel nos quiso mostrar la sortija, la quitó de su mano la sostuvo entre sus dedos. El animal pensó que era un juego, se abalanzó, sobre él.

Brilló en el aire y cayó.

Sabíamos que existía una pequeña salida. Había que contar hasta tres, pero nadie tenía paciencia, por lo tanto se quedaban inmóviles esperando y nadie hacía, nada.

Hasta que ella habló, su voz se diluyó con el tiempo, esperamos, contamos hasta tres. Vimos asomar la mano, luego nuevamente se hundió en el laberinto.

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Samuel, no quiso esperar, le pareció que había pasado una eternidad, la eternidad, no sabía contar…lo vimos antes de terminar de contar.

La gente comenzó a murmurar a nuestro alrededor, algunos corrían, otros, se quedaron mirando.

Una sirena se escuchó a lo lejos…oscureció.

No nos dimos cuenta de que el tiempo había transcurrido y no era una eternidad.

Sara Brussa- San Carlos- Santa Fe-Argentina

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MARGARITA POLO VIAMONTES

EL TIEMPO EN MI AMIGO NICOLÁS

Imagen seleccionada por la autora

Nicolás y Margarita Polo. Enero 1979-Camaguey

El tiempo pasa nos vamos poniendo viejos… dice una canción del cantautor cubano Pablito Milanés, y me recuerda las veces que hablamos el Poeta Nacional de Cuba Nicolás Guillén y yo, de ese tema tan inflexible en su trayectoria. La vida transcurre entre meta y meta. Los años pasan, las siembras de hoy serán el futuro del mañana, pero apenas nos percatamos como la flor del árbol se convierte en fruto, como la crisálida se vuelve mariposa.

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Casi nada vemos, aparentemente es largo el trayecto de los años juveniles, el primer amor, y tantos estrenos de nuestra vida. Pero en un abrir y cerrar de ojos el tiempo pasa como el viento, y un día, de pronto nos percatamos lo finita que es la vida.

Durante mi amistad con Nicolás Guillén comprendí cómo el impacto del tiempo en la psiquis es variable. Durante la niñez, cuando los padres dicen: ¡Mañana! Parece que las horas no pasan… ¿Cómo asimilar entonces una semana, un mes, un año…? ¡Imposible en nuestra mente infantil! Adolescentes el compás de espera, lo determinan las etapas de estudios y las vacaciones, período que representa un tiempo enorme. Solo la adultez nos lleva a tomar conciencia exacta del tiempo y sobre el tema expresé estas ideas en mi libro testimonio:

Mi amigo Nicolás

Cada visita a su comarca de pastores y sombreros le sirve Nicolás Guillén para encontrarse con los viejos amigos camagüeyanos, ríe con ellos entre abrazos y jarana, los observa atento y se repite para sí: el tiempo es inflexible, al ver el proceso desastroso de los años sobre los rostros y cuerpos de sus compañeros de hazañas juveniles, uno postrado en sillón de ruedas, otro sin vista «para leer tus versos». Al barbero le tiemblan las manos. Algunos se han ido de este mundo con su mente, y otros viajaron al más allá.

Pocos lograron los sueños mozos, quedaron allí estacionados en el mismo barrio, entre iguales zozobras, se convirtieron en seres sombríos, de rostros surcados de arrugas y ojos faltos de la chispa alegre de antaño. Pero siguen siendo para el poeta los amigos, límpidas almas cotidianas/

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héroes no, fondo de historia… Por eso, mientras él camina solo acompañado por sus recuerdos, de regreso al hotel, no detalla el entorno, y su pensamiento se sintetiza en una frase: el tiempo, el tiempo es del cará.

Envejecer no es de poetas

Cada 10 de julio recuerdo el cumpleaños de Nicolás. Un día, parados en el balcón de la biblioteca provincial, al mirar las nubes blancas pasar por las más diversas formas sobre las palmeras del parque camagüeyano, donde el Mayor Ignacio Agramonte alza su espada hacia el cielo azul, me habla del tiempo: cómo pasan los años tan veloces como la variación de aquellas figuras, semejante a cúmulos de algodón en el firmamento. Recuerda que en breve quedará atrás su 74 aniversario y me pregunta:

- ¿Cuál es tu fecha de nacimiento, Margarita? - El 10 de junio, Nicolás, ¿por qué? - Para saber, ahora veo... Eres más vieja que yo un mes completo. Y se

ríe fuerte –siempre me dice que soy una «vieja peleona». En realidad a veces parece más joven que yo.

¿Quién puede decir que Guillén va a cumplir 75 años de edad? Se siente joven y busca nuestra compañía para seguir juvenil. Al menos así lo recuerdo ahora, cuando repaso aquellos días juntos. En la década de los setenta, paulatinamente voy conociendo a Nicolás, en su obra y personalidad, su manera de ser, sus gustos, su gente más cercana.

Cien años son un relámpago

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Miro en la televisión a Nicolás Guillén que dice los versos dedicados a Juan Marinello, con intenso sentimiento de pérdida, por el amigo y compañero inseparable de años. Y siento una angustia enorme:

El tiempo, Juan, con su fluir callado,

gota a gota desgrana nuestra vida

y deja siempre en su impalpable huida

a golpe y golpe el corazón marcado.

Nunca había pensado en que también el poeta nos dejaría alguna vez sin su compañía. Aunque ese tema no era nuevo en su mente. Muchas veces hablamos de la durabilidad de la vida humana, pero yo lo veía posible en otras personas, no con él. ¿Para qué negarlo? La muerte de un ser querido todavía me era ajena.

Yo creía entonces que el poeta podría llegar a su centenario vivo no solo espiritualmente. Lo veía con tan buen ánimo, poseía innumerables proyectos para realizar en breve plazo. No me percataba de su envejecimiento, porque era muy juvenil a mi lado. Además, el propio Nicolás decía: En términos geológicos, cien años son un relámpago, una gota de agua en el Amazonas... ¿Por qué no creer también que su vitalidad le permitiría llegar a la centuria. Por eso, sigo pensando que Nicolás puede durar entre nosotros mucho más. Cien años son un relámpago para la intensidad de su vivir…

Nadie puede suponer que este hombre lleno de vigor juvenil en sus setenta y cuatro años enferme de algo común en otros mortales, máxime cuando los análisis médicos confirman su buena salud. Guillén detesta

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hablar de enfermedades y se preserva de ellas. Si alguien tiene catarro, mejor le habla por teléfono, no trate de visitarlo en la oficina. Quien no lo sepa se entera, pues lo comenta en sus conversaciones con carácter preventivo. Incluso deja impresa su poca devoción por la medicina: “Reconozco su benemérita importancia, pero me repugna hasta la náusea todo ese mundo visceral que es el cuerpo humano y el conocimiento o la sospecha de cuanto falla o puede fallar en esa máquina, que con todo y su alabada perfección raramente puede cumplir cien años: menos que un castillo, menos que una torre, menos que una tortuga de carey...”

(Fragmentos de mi libro: Mi amigo Nicolás, ahora publicado por la editorial Entre Líneas, en su segunda edición)

Margarita Polo Viamontes- Cuba/ Miami- U.S.A.

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JUAN DISANTE

EL DUERMEVELA

Imagen: Melina Litauer

Acabo de leer esa maravilla literaria que escribió Bram Stoker y me acuesto a dormir. Es medianoche del 31 de agosto de 2015 y no puedo pegar los ojos. Todos los comienzos de septiembre me sucede algo parecido. Siento un escozor que recorre todo mi cuerpo. Pero este año acierto al decir que se agravó. Creo observar desde la ventana un excesivo deslumbrar de las estrellas. Tal vez esté buscando la mía, en pocos días cumplo años y lo supongo una prolongación sin objeto, sin resolución de continuidad, un vergonzante estrépito de desafío a Mercurio. El tiempo es un picaporte. El tiempo es echar suertes. El tiempo es sujeción. Es siempre juego y final.

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Ahora sí, me viene la cabezada, el amodorramiento del carnero, que creo que va a terminar en el duermevela, ese sin fin soporoso, ese no saber si estás en la soñera o en la vigilia. De repente, la oscuridad de mi cuarto es invadida por un extraño y ácido olor a no sé qué. En seguida vino a mi mente la figura de algo horrendo, una figura sin rostro, seguida por varios roedores. Un olor fétido, persistente, se filtra por las aberturas de la casa. Creo que viene del exterior. Desnudo como estoy, me precipito hacia la puerta de entrada y descubro que nadie transita por las veredas. Todo es un irreconocible páramo en una noche pintada de ocres. Sólo hay una excesiva polarización de la amarillada luz de la luna y un vaho denso y pegajoso que se eleva desde la calzada. Pero, abajo, toda la tierra huele como si le hubieran destripado el vientre. Desde la profundidad cloacal de cada sumidero se eleva el vapor de un gorgoteo pútrido. Los adoquines traspiran. Todas las paredes destilan un fermento gelatinoso, descompuesto. Desde el fondo de la calle, avanza sobre el empedrado, un barrizal aguanoso que anega todo y se mueve de una vereda a la otra. Lo que domina es un olor tan mefítico y ofensivo que parece producirse por una especie de amalgama de todos los descalabrados olores del mundo. Está lleno de humedales por donde se mire. Mis pies descalzos pisan las resbalosas fibras del moho que a veces despunta, como un libidinoso fasto genital. Soportando ese olor que penetra la nariz, lo oídos y hasta la sesera, se termina por no saber a qué huele y me rodea la vaga pregunta de a qué viene esta pestilencia.

Y cuando el moho empieza a fermentar se filtra por las hendijas de las casas un áspero barrunto a semen, a jugos de placenta, a entraña recién fecundada. Vuelvo a mirar mi cuerpo y no entiendo por qué estoy completamente desnudo. El aire va saturándose de una especie de invasión fetalmente imperial que veo traspirar por todos mis poros y va depositándose en mi memoria la ignota extranjería de los olores. Todo huele a moho, a cebollas putrefactas, a venenosos ácaros, a cosas antiguas, a vértigo, a cianuro, a ovario fúnebre. Puedo intuir el tufillo esperanzador de una colosal tormenta que arrasará con todo. Puedo también sentir el retemblor de un nacimiento incierto. Pero ya comienzan

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a estallar fogatas por todos lados, lo que agrega el endemoniado azufre a la hediondez global. Desde los desechos de la quema se levanta una enloquecida algarabía de alzados cuervos del tizne que vienen a posarse sobre el fétido paridero de la tierra que nunca hubiéramos querido conocer.

En el fondo de la brumosa penumbra veo al corrompedor Nosferatu adorando a su amada y esperando la llegada de sus vástagos antes que el sol asome. Su presencia es dominante, apestada, victoriosa. Nunca asistí a un alumbramiento contra la vida, contra la rosa. Como el Rey, me veo desnudo y siento unos vagos escrúpulos de conciencia. No sé por qué.

Juan Disante- Buenos Aires - Argentina