Garagalza, La Interpretación de Los Símbolos. Hermenéutica y Lenguaje en La Filosof

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    AUTORES,TEXTOS Y TEMASHERMENEUSISColeccin dirigida por Andrs Ortiz-Oss

    R. Sq{-?os-.,.,*sT ''-,^""o

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    LA INTERPRETACIONDE LOS SIMBOLOSHermenuti ca y lenguajeen La filos ofa actual

    Presentacin de A. Ortiz-Oss

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    La interpretacin de los smbolos : Hermenutica y lenguaje enla filosofa actual / Luis Garagalza ; presentacin de A.Ortiz-Oss. - Barcelona : Anthropos, 1990. - 206 p. ;20 cm.- (Autores, Textos y Temas/Flermeneusis ; 7)Incluye: El patriarcado y su simblica / Jos Beriain. - Aproximacinhermenutica a la antropologa vasca / Andrs Ortiz-Oss. -ibliografa p. 123-126rsBN 84-7658-202-rI. Beriain, Jos. El patriarcado y su simblica II. Ortiz-Oss, Andrs.Aproximacin hermenutica a la antropologa vasca III. Ortiz-Oss,Andrs (pres.) IV. Ttulo V. Coleccin l. Hermenutica 2. Filosofadel lenguaje 3. Durand, Gilbert - Filosofa 4. Cassirer, Ernst -ilosofa 5. Gadamer, Hans George - Filosofat30.2800. r

    Primera edicin: febrero 1990@ Luis Garagalza, 1990@ Editorial Anthropos, 1990Edita: Editorial Anthropos. Promat, S. Coop. Ltda.Va Augusta, &,08006 BarcelonaISBN: 84-7658-202-lDepsito legal: B .454-1990Fotocomposicin: SETED. Sant Cugat del VallsImpresin: Novagrfik. Puigcerd, 127 . BarcelonaImpreso en Espaa - Printed in SpainTodos los derechos reservados. Esta publicacin no puede ser reproducida, ni en todo nien parte, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperacin de informacin,en ninguna forma ni por ningn medio, sea mecnico, fotoqumico, electrnico, magnti-co, electroptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de laeditorial.

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    PRESENTACIN

    El presente trabajo procede de una tesis doctoral* intitula-da >. Hemos sonsacado fundamentalmente la parte en torno aG. Durand y la Escuela Eranos, situando la hermenutica deCassirer y Gadamer al final del texto y de un modo abreviado.El Prof. Garagalza ha sabido articular, org anizar y ordenarsutilmente el entramado que configura una metodologa inter-pretativa de los smbolos, exponiendo asimismo la importan-cia del lenguaje simblico. Se trata de un estudio esclarecedory pedaggico, claro y profundo: una exposicin que se preci-saba en nuestro mbito cultural hispano.Le INTERPRETAcIN DE Los sMsolos ha sido complemen-tada con una Apdosis de mi discpulo y colega Jos Beriainstrbre la simblica patriarcal en nuestra cultura. Finalmente,cierra el texto el trabajo con el que realic mi primera aproxi-tnacin hermenutica a la antropologa vasca, y ello con el finde verific ar la simbol oga subyacente, con especial nfasis enI a dialctica matriarcaUpatriarcal.

    ANons Onrz-Ossl)custo-Bilbao, /,988' La tesis, dirigida por m mismo, obtuvo la mxima calificacin en laIJrriversidad de Deusto, 1987. Actualmente su autor es profesor en la Universi-rlrrl del Pas Vasco.

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    PnIOGO P INTRODUCCINLA FILOSOFA Y EL LENGUAJE

    El tema de la tesis que vamos a exponer a continuacin es,segn reza su ttulo, el lenguaje. A lo largo de las pginas quesiguen vamos a hablar de este oscuro sujeto-objeto del deseofilosfico, ante cuyos enigmas y problemas se sinti fascinadala reflexin filosfica ya desde sus inicios. Esta preocupacinpor el lenguaje, aun cuando ha sido una constante a lo largo detoda la historia del pensamiento occidental, ha encontradociertos puntos culminantes coincidiendo con los momentos es-pecialmente crticos de la cultura europea. Tales seran el pe-rfodo de los sofistas y escpticos griegos, la ltima parte de laescolstica medieval, la epistemologa del siglo xvm y, final-mente, nuestro siglo XX, en el que el inters por el lenguaje seha acentuado hasta tal punto que su problemtica ha pasado aconvertirse en el centro de la reflexin filosfica, suscitandoadems una cierta inquietud en todo el saber cientfico. Enefecto, durante nuestro siglo la problemtica del lenguaje hasido propuesta casi unnimemente para sustituir a la proble-rntica de la conciencia como punto de mira privilegiado sobreel que se concentran todas las miradas filosficas, de tal modoque la consideracin de cualquier otra problemtica particularl*e encuentra obligada a pasar por ella. Resulta as algo gene-ralmente aceptado el gue, aun cuan{q no _pqg_4n efitmarse qg_e_

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    lo que no es expresable no sea , ciertamente slo aquelloque puede expresarse pede clifilarse de verdadero o falso.lAhora bien, dentro de este

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    puede ser una mera relacin (externa) del discurso con la reali-dad, sino que comparece como inmanente a un discurso en elque se revela con sentido (o sin sentido).4 A este respecto sehace necesario poner en conexin la afirmacin hermenuticade la inmanencia lingstico-discursiva de la verdad comosentido con la corriente de filosofa > inspirada eneI dilogo socrtico como arte-ciencia que ayuda en el surgi-miento (parto) de la verdad (cfr. la mayutica descubierta porScrates, como 1 mismo afirma, bajo el influjo de la actividadde su madre, comadrona de profesin).s Frente a la verbalista> sofstica, el dilogo socrtico se ofrece como un au-tntico proceso cognoscitivo, y no meramente retrico, queacontece en eI intercambio lingstico mismo, eo la comunica-cin interhumana. En este contexto, Gadamer ha podido inter-pretar el lenguaje como mbito en el que emerge la verdad, detal modo que la verdad no comparece ya como absoluta, en-so de-suyo, sino como nuestra verdad, siempre en correlacincon la comunidad de sujetos que la apalabra y dice (dejndo-se, a su vez, apalabrar y decir por ella). As, frente a realismos(objetivismos) e idealismos (subjetivismos), la hermenuticaabre una posicin intermedia fundada sobre la co-relacionali-dad lingstica de subjetividad y objetividad.6 Pero vayamos ala presentacin ms en concreto de los tres autores en los quese va a centrar nuestra investigacin sobre la hermenutica dellenguaje.

    Ernst Cassirer naci en Breslau (Alemania) en 1874. FuePrivatdozent en Berln (1906) y trabaj posteriormente en laUniversidad de Hamburgo ( 19 l9), donde permaneci hastaque con la ascensin al poder de Hitler se vio obligado a exi-liarse por su ascendencia juda. Tras una breve estancia en Ox-ford (1933-1935), se traslada a Gteborg (Suecia) y, finalmen-te, emigra a Estados Unidos en 1941, muriendo en Princeton(1945). Cassirer es uno de los m'ximos representantes delpensamiento neokantiano contemporneo, al cual imprime unsello propio. Pertenece, junto,a H. Cohen y P. Natorp, a la Es-cuela de Marburgo, si bien su polifac tica obra desborda lasrestricciones cienticistas que caract erizan a esta escuela.T Sulectura de Kant desde una perspectiva no dogmtica le permitet2

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    umpliur el mbito de aplicacin de la crtica trascendentalItasta hacerla extensiva a la totalidad de la cultura, reentendi-tlt por l como un lenguaje simblico. Surge as su Filosofadc las formas simblicas como una interpretacin simblica delu cultura (o, lo que es lo mismo, de nuestros lenguajes), inter-pretacin que queda anclada en vn punto de vista antropolgi-('o por cuanto que Cassirer considera que el sentido de losrliversos lenguajes no es posible comprenderlo en abstracto,sitto ponindolo en relacin con la experiencia antropolgico-vital, e. d., con la actiuidad (praxis) humana de la que surgeny a la que configutan.8 La universalidad de los intereses quetflueven a Cassirer se refleja en la amplitud y diversidad de suobra. Su escrito fundamental ,la Filosofa de las formas simb-licas (3 volmenes: l, El lenguaje, 1923; II, El mito, 1925; III,La ,f'enomenologa del reconocimiento, 1929), eS una monu-ntental obra filosfica que se edifica sobre una amplia investi-gacin interdisciplinar (afectando a Ia mitolo ga, la historia delrs religiones, la esttica, la lingstica, las ciencias humanas ylts ciencias de la naturaleza -especialmente la fsica subat-rnica-). En la perspectiva unitaria que se desprende de.estaobra vienen a integrarse una serie de estudios filosficos par-t iculares entre los que cabe destacar Substancia y funcin( l9l0), Lenguaje y mito (1925), Las ciencias de la cultura(1942), Antropologa filosfica (19a5) y El mito del Estado(1947). Todo este trabajo sistemtico queda a su vez engloba-do y fundamentado con una extensa investigacin sobre la his-Ioria del pensamiento, especialmente de la filosofa griega ytle la tradicin platnico-idealista (4 volmenes dedicados allroblema del conocimiento en la filosofa moderna; estudiosrnonogrficos sobre Descartes , LeTbniz, Kant, Nicols de Cu-st, Goethe, etc.). La influencia del pensamiento cassireriano,tun sin haber creado propiamente una escuela, se deja sentirltnto en el movimiento estructuralista como en Ia hermenuti-('rr,Timblica inspirada en la Escuela de Eranos (y en particularr:rt G. Durand, quien considera a Cassirer como uno de los fun-tltdores del

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    de la tradicin del humanismo clsico. Trabaj en Leipzig y enFrankfurt, instalndose definitivamente en Heidelberg (1949).Fundador de la Escuela de Heidegger, reinterpreta el pensa-miento heideggeriano desde un cierto hegelianismo por cuanto que desprovisto del > (a esterespecto, hay que tener en cuenta que en los aos sesentaconstituy la Deutsche Hegel Vereinung -Asociacin Hege-liana Alemana-), es asimismo el promotor de la revista Phi-losophische Rundschau e iniciador de la neo-hermenutica. Sureflexin sobre el lenguaje como medium de la experienciahermenutica (interpretacin) se sita en el ms clsico nivelfilosfico-general, y significa un esfuerzo por elaborar una ganada en dilogo con losgrandes hitos de la filosofa occidental (Scrates-Platn, Aris-tteles, Kant, Hegel, Dilthey, Heidegger...). Gadamer ha dedi-cado varias de sus obras al estudio filolgico-filosfico de losclsicos, especialmente Platn (cfr. Das Wesen der Lust in denplatonischen Dialogen, 1922; Platos dialektische Ethik, I93I;Idee und Wirklichkeit in Platos , I974), as como elpensamiento de Hegel (cfr . H egels Dialektik, I97 I). Su escritocumbre, elaborado durante ms de veinte aos y en el que seperfilan las lneas maestras de la neohermenutic t, as Wahreitund Methode, publicado en 1960 y traducido al castellano en1977. A esta obra le sirven de eplogo los K/eine Schrffien (4volmenes , 1967 y ss.) y otros trabajos menores.

    Gilbert Durand, bretn, nacido en 1921, es profesor titularde Sociol oga y Antropologa Cultural en la Universidad Gre-noble II (1962). Su habilidad como estrate ga al servicio de laResistencia francesa contra los nazis, que le condujo a loscampos de concentracin, le hizo merecedor de ser nombradoOficial de la Legin de Honor, una de las mximas distincio-nes que concede la Repblica francesa. Discpulo de G. Ba-chelard, es fundador junto con L. Cellier y P. Deschamps delCentre de Recherches sur I'Imaginaire (CRI), dependiente delCNRS (Centre National de la Recherche Scientifique), er elque colaboran casi trescientos investigadores de varias nacio-nes especializados en diversas disciplinas cientficas (filoso-fa, antropologa, mitol oga, literatura, sociolo ga, psicolo Ea;t4

    etc')'e Et asimismo miembro destacado de la Escuela de Era-,nos, un centro interdisciplinar de investigaciones antropolgi-cas cofundado por c G. Jung en rg33. Esta Escuela agrupa aimportantes personalidades del campo antropolgico-herme-nutico como M. Eliade, K. Kernyi, H. corbin, E. Neumann,J' Hillman y A. Gehlen, entre otros, en un intento de integrarlos avances y descubrimientos de las distintas ciencias huma-nas en una perspectiva unitaria, en un conocimiento integraldel hombre a medio camino entre la abst racta especulacin fi-losfica y la concreta investigacin emprica.to f1usomura deesta Escuela, G. Durand ha elaborado una hermenutica sim-blica que queda firmemente anclada en las ciencias humanas,

    presidido por la figura mtica de Hermes, el > re-conciliador de los contrarios e intermediario entre lo humanoy lo divino. A nivel terico-filosfico este estructuralismo fi-gurativo se presenta como una arquetipologa general del len-guaie simblico, en la que el esquematis- ffascendental kan-tiano queda concretamente reinterpretado a travs de las im-Senes arquetpicas. Pero, adems, es mrito de Durand elhaber elaborado a partir de esta visin terica una metodologa(o en su propia terminologa, una ) para la inter-pretacin simblica, actualmente en curso de aplicacin por lmismo y por su grupo' a textos y contextos de la ms diversandole. En su produccin escrita cabe destacar como funda-mentales Les structures anthropologiques de l', imaginaire( 1960), profusamente reeditada y traducida, y L' imaginationsymbolique (1964), que se ha convertido en una especie de> de la hermenutica simblica. Ha publiado asi-mrsmo sus reflexiones epistemolgicas y metodolOgicas (Mito,,rimbolo e mitologia, l9g 1 ; L' me tig:re, l9g0) y diversoscstudios aplicatorios de su hermenutic a a la literatu ra (La d-(or mythique de la Chartreuse de Parffi, 196l; Figures mythi-ques et visages de l'oeuvre,l97g) y a la antropologa (Sciencetl( l'homme et tradition, lgTg; La foie du cordonnier,lgg3).15

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    (Para una resea ms detallada de sus publicaciones, cfr. Bi-bliografa.)La diversidad de procedencia y de mbito de trabajo denuestros autores no puede menos de traducirse tambin enciertas diferencias entre sus respectivos pensamientos, las cua-les se ftn destacando a lo largo de nuestra investigacin. Jun-to a la coincidencia fundamental sealada ms arriba respecto

    al lenguaje como mediador de la experiencia hermenutica,podemos adelantar ahora cierta discrepancia metdica entreellos. As, mientras que E. Cassirer se especi aliza ms en ellenguaje cientfico, en cuya reflexin se inici como filsofo,dedicndole adems la mayor parte de su obra, H.G. Gadamerse concentra especialmente sobre el lenguaje natural-ordina-rio, en el que descubre un de la historia y una de la experiencia vital de la comunidad que lohabla; G. Durand, por su parte, adopta una actitud mitologistaprivilegiando el lenguaje mtico, el cual es presentado por lcomo el suelo nutricio del que procede y al que finalmente re-torna todo otro lenguaje.Ahora bien, aun cuando de ningn modo pretendemos mi-nimizar estas diferencias, consideramos ms interesante paranuestros propsitos observar aquello que tienen en comn,descubrir en ellos una cierta , lacual, como ya hemos indicado, radicara fundamentalmente enque los tres coinciden en destacar la importancia del lenguajecomo hermeneusis: el lenguaje, en las diversas concepcionesde nuestros autores, aparece siempre revestido con una poten-cia propia de interpretacin, como el Medium de la compren-sin del sentido, como mediacin (Vermittlung) de la signifi-cacin. Adems, todos ellos operan en general con un esquemaplural (tripartito) que podemos poner en correlacin del si-

    guiente modo: MitoPre-juiciosEstructurasantifrsicas(o msticas)

    LenguajeLenguajeEstructurassintticas(o hermenuticas)

    Cassirer:Gadamer:Durand:LogosMetalenguajeEstructurasesquizomorfas

    A lo largo de los cuatro aos que hemos dedicado en ex-clusiva a la realizacin de esta investigacin, hemos ledo,trabajado y tenido en cuenta todas las obras de nuestros tresrutores, as como otras obras secundarias y el propio contextohermenutico contemporne o,r2 si bien nos hemos concentra-do especialmente para nuestra redaccin en los textos espec-ficos o clave ms arriba sealados, que circunscriben nuestraproblemtica en torno a una hermenutica del lenguaje. Du-rante este tiempo hemos podido profun dizar, creemos queconvenientemente, etr las diversas perspectivas que nos ofre-cen nuestros tres hermeneutas sobre la problemtica del len-guaje. Y de esta profun dizacin parece ir emergiendo unaperspectiva propia, nuestra propia interpretacin, que impreg-na toda nuestra exposicin. Ello est de acuerdo con una fun-damental tesis hermenutica: no hay conocimiento sin inter--pretacin. De todas formas, t para explicitar nuestra falsillainterpretativa, hemos concluido la obra con un captulo finalen el que presentamos nuestra posicin en referencia a nues-t ra interpretacin.Consideramos que uno de los hipotticos mritos de estainvestigacin radica en su actualidad y aun novedad. Por pri-mera vez se pone en correlacin crtica el pensamiento de es-tos tres grandes maestros, cuyas obras marcan una de las di-recciones ms fecundas de la filosofa actual y, en nuestra opi-nin, sin duda la ms vigente en estos momentos y acaso larns interesante por su reinterpretacin del pensamiento clsi-co. Cabe sealar aqu que hemos tenido ocasin de entablar uncnriquecedor conocimiento personal con el profesor G. Du-rand. Recordamos especialmente el > celebrado en la Universidadde Barcelona en 1985, as como la visita que en su hermeneu-lizadora compafa realizamos al monumental Museo de ArteRomnico de Barcelona. Al salir de dicho Museo al Jardn Bo-lrnico ra una primaveral maana de marzo- nuestro cice-r

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    puesto que los son como las . O la simbo-loga como botnica: una curiosa metfora que podra servirpara caracterizar e ilustrar su obra y su pensamiento hoy engran predicamento y difusin.Junto a la consideracin de Cassirer, Gadamer y Duranden interrelacin hermenutica, acaso el otro aspecto novedosode nuestro trabajo est en la presentacin en nuestro pas dela filosofa hermenutica que la Escuela de Eranos est junto al lago Mayor en Ascona (Suiza). Se trata deuna filosofa de signo hermtico gnstico que, sin renunciar ala cientificidad, propugna un recurso metodolgico ltimo alos modelos mito-simblicos tradicionales, er un intento deevitar el agnosticismo y el etnocentrismo dominantes en laciencia y en la filosofa occidentales. Dicho pensamientognstico emerge en el dilogo interdisciplinar entre un grupode importantes especialistas en diversos campos del saber (fi-losofa, historia de las religiones, psicologa, etnologa, mito-loga, simbologa, etc.). El punto de coincidencia entre estosinvestigadores es, ms que un dogma o una disciplina deter-minados, su inters y por el mundo de los smbo-los, a cuyo travs intentan penetrar en la comprensin profun-da del ser humano en su integridad. La necesidad de una talinvestigacin > del sentido que los smbolos en suinmediatez ocultan al hombre actual se plantea en Eranoscomo una necesidad vital para las sociedades y para el pensa-miento occidentales. Es la necesidad de que nuestra desg arra-da conciencia colectiva, nuestro lenguaje cultural que obligaal hombre occidental a vivir separado o alienado de una granparte de s mismo, se amplifique y se abra a esa ,asumiendo y recuperando los fragmentos de la historia espiri-tual del hombre que han quedado plasmados y condensadosen los smbolos. Dichos smbolos comparecen as como docu-mentos dotados de una dignidad humana y de una significa-cin filosfica, que son capaces de revelar ciertas dimensio-nes de la vida humana olvidadas o desfiguradas en las socie-dades modernas. t 3Queremos finalmente dar las gracias al profesor GilbertDurand en persond, t Andrs Ortiz-Oss, inspirador de esta in-vestigacin y amigo, y a N. I-Irsua, R.F. Lomana y J. Petrina.18

    Especialmente agradezco la paciencia de mis allegados: a Ana,que padeci esta tesis con entusiasmo; a mis padres y herma-nas, que aceptaron el proyecto; a mis madrinas y amigos.

    NOTASl. Para una presentacin sistemtica de la problemtica filosfica del len-guaje, cfr. W.M. Urban, Lenguaje y realidad, Fondo Cultura Econmica. Res-pecto a la historia de la filosofa del lenguaje, una de las escasas consideracio-nes sistemticas que existen ha sido elaborada por E. Cassirer, en Filosofa delas formas simblicas, Fondo Cultura Econmica, t. I, pp. 63-133.2. ltimamente se han dado varios intentos de mediar entre la filosofaanaltica y la hermenutica. As, por ejemplo, K.O. Apel ha desarrollado supensamiento inspirndose en Wittgenstein y en Heidegger (cfr. K.O. Apel, Latransformacin de la filosofa). En general sobre esta problemtica, cfr. el ar-tculo de F.K. Mayr, , en VV.AA.,Smbolos, mitos y arquetipos, pp.249 y ss.3. En esta tesis de la primaca del smbolo sobre el signo se deja ver uncierto fondo idealista que subyace, bien que mitigado y suavizado, tras la filo-sofa hermenutica.4. Como ha sealado Ortiz-Oss, el lenguaje sera, en este sentido, msabarcante queel ser: , cfr. M. Buber,Yo y t.En nuestro contexto hermenutico un tal dilogo con el otro, o con ,cn el que emerge la verdad, comporta una renovacin de los clichs o esque-mas propios de interpretacin y, consecuentemente, la ampliacin del horizon-te en el que se mueve el hermeneuta.6. Sobre esta falsilla lingstica, y partiendo del elementar-corcelativismode A. Amor Ruibal, Ortiz-Oss ha elaborado una interpretacin del actual pa-norama filosfico-cientfico (cfr. A. Ortiz-Oss, Comunicacin y experiencia

    i nt er humana) .7. La Escuela de Marburgo ha representado, dentro del neokantismo, lacorriente ms conceptualista, racionalista y objetivista, tomando a las cienciasde la naturaleza, y en particular a la fsica matemtica, como modelo o para-cligma del conocimiento. Se contrapone, en este sentido, a la Escuela de Ba-den, orientada msbien hacia la filosofa de la cultura y de los valores (cfr.W. Windelband y H. Rickert). Pero Cassirer siendo uno de sus ms destacadosmiembros, muestra un talante notablementeabierto que contrasta con el carc-ter casi cientificista de su Escuela. Tras haber dedicado la primera parte de su

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    vida profesional a la investigacin de los fundamentos de las ciencias natura-les, y especialmente de la naciete fsica subatmica (cfr. su obra de 1910,Substanzbegriff und Funktionsbegrtff), comenz a interesarse posteriormentepor las ciencias de la cultura; por la antropologa, la mitologa, la historia delas religiones, la lingstica, etc. A este respecto habra que tener en cuentaque a partir de 1914 el predominio que la Escuela de Marburgo haba alcanza-do en toda Alemania comenz a decaer, mientras que la obra fundamental deCassirer (La filosofa de las formos simblicas) hay que situarla en la dcadade 1920. En cualquier caso, ya en este momento nuestro autor rechaza la ten-dencia a sobrevalorar la importancia de la ciencia fsico-matemtica conside-rndola como nico paradigma del conocimiento humano.8. Se podra hablar a este respecto de una cierta paralelidad con la concep-cin del segundo Wittgenstein del lenguaje como en el sentido burdo acuado por Occidente y(lue toma por ttulo de credibilidad el atenimiento a los

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    conceptos sin atender exclusivamente a las generalzacionesde la observacin, puesto que son precisamente estos concep-tos los que posibilitan la organi zacin de los datos en expe-riencias.r En este sentido, el lenguaje observacional no es vis-to como algo previo y fundante del lenguaje terico, sino queambos son contemplados en su mutua exigencia y en su gene-racin recproca. Tampoco pretende Bachelard con esta acti-tud abandonarse aIa irracionalidad (aperspectividad) del acon-tecimiento individual. Ms bien, lo que intenta es llevar a cabouna ampliacin del marco y de la estructura de la razn, exce-sivamente constreida en la versin occidental, para que stase abra y ample su horizonte, extendindolo por campos quetradicionalmente se han considerado arracionales, cuando noirracionales.El epistemlogo formado en la reflexin sobre las cienciasde la naturaleza, ante cuyas pretensiones absolutistas adoptauna actitud desconfiada, sealando la conveniencia de una re-lativizacin de sus patrones basada en al yen el lingsticoespritu cientfico y el espritu potico descubre Bachelard unaruptura, en virtud de la cual cada uno de ellos se mueve en supropio marco de referencia y se rige segn su propio modelo,iin qu. sean estrictamente comparables. Conocimiento cient-fico y saber potico, as separados, son presentados como dos de la vida psquica, como dos mtodos para transfor-mar la realidad (noumenotecnias):22

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    Por un lado la objetivacin de la ciencia, que poco. a pocodomina la naturaleza, por el otro la subjetivizacin de la poesaque, por medio del poema, del mito y de la religin, asimila elmundo al ideal humano, a la felicidad tica de la especie hu--ana.oLa ciencia, empleando conceptos, lleva a cabo un anlisis yrnedicin de lo real, que tiende a o depurar el objeto

    tlc toda investicin afectiva o sentimental (psicoanlisis objeti-vo). La expresin potica, por el contrario, exalta la subjetivi-rlad , dejndose conducir por ella y explotando el poder de suges-tirin de las imgenes. Media, por tanto, entre ambos una tensin,un conflicto permanente que, si bien no se puede resolver, sluede quedar articulado en lo que Bachelard denomina un , dentro del cual el sector potico (la ima-,ginacin) disfruta, en su opinin, de una primaca tica y heu-rstica que lo convierte en precursor y rector de los descubri-rrtientos cientficos. La actividad cientfica es concebida ascomo desplegndose en un terreno ya anteriormente acotado einterpretado por la imaginacio, y_ reaccionando contra el acuer-tkl imaginario establecido entre efyo y el mundo, eo un intentotle las metforas inductoras de la investigacin.l)ero, a fin de cuentas, toda autntica invencin se muestra comorrn ejercicio de la imaginacin creadora.De este modo el epistemlogo ha abierto las puertas al es-ludio de lo imaginario en y desde s mismo. Olvidando la rigu-rosa ascesis del >, Bachelard se proponeirbordar la comprensin de lo simblico con un mtodo apro- 'piado, la fenomenologa dinmica,s en la que lo imaginario'

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    sonancias>>, por las afinidades ocultasnido semntico, material.La importancia que Bachelard conced a la potencia poti-ca de las imgenes, a la palabra humana\como lenguaje queemerge del inconsciente colectivo, siendo\ a la vez lengua y, pensamiento, le lleva a ubicar en este sector'los grandes temasgtafsica (Mundo, Yo, Dios), con lo''cual,elabora unaOhtologib.{;r?? blica. As, por ejemplo, la cosmologiq es arran-qada del diminio de la ciencia objetiva, siendo estqhiada porBd ms como una expresin del sujeto hufiano (e. d.,como una potica filosfica) que como una visin objetiva delmundo.Pues bien, G. Durand se declara discpulo de Bachelard, sibien habra que puntualizar que se trata de un discpulo conti-nuador, que se sirve de su obra, especialmente de la parte noestrictamente cientfico-filosfica, como de una plataforma apartir de la cual, por ampliacin reinterpretativ a, Ianza su pro-yecto de integracin y comprensin de la totalidad del univer-so del discurso humano (no slo la poesa, sino tambin losmitos, los ritos, la sociedades, las neurosis, etc.) en una teoraantr op ot gica unitaria.sEl segundo eje de G. Durand es la Escuela de Eranos. LaEscuela de Eranos fue fundada por C.G. Jung (1875-1961) en, 1933 para promover y proseguir el estudio de las partes del sa-ber marginales en referencia al ncleo psicolgico-cientficode su obra, dando lugar a lo que en la actualidad es un puntode convergencia de amplias investigaciones interdisciplinaressobre el hombre, que rene a mitlogos, socilogos, antroplo-- gos, psiclogos, filsofos, etc. Esta Escuela se caracteriza porsu talante cientfico-gnstico, enfrentado al positivismo agns-tico triunfante en la ciencia occidental que, siguiendo el plan-teamiento kantiano (ms o menos remodelado), se limita a unconocimiento , medido'r y correlacionador de fe-nmenos, tabuizando el numeno como incognoscible.e Un talconocimiento gnstico persigue, por el contrario , la captacindel sentido, el cual emerge no ya en el puro logos, en la refle-xin racional y objetiva, sino en el nivel ms primario delmito, de la experiencia vivida y sentida (consentida). Con elloel smbolo comparece como el nic o medio (medium) a travs24

    quq residen en su conte- dcl cual el sentido puede manifestarse y realizarse, e. ( ceimorutntica mediacin de la verdad, puesto que la verdad s/,?ho-ra concebida como sentido. ''" r ' ""El acercamiento de Jung al estudio de la mitologa de lacultura puede comprenderse en tanto que motivado por la apa-ricin en los sueos y en los delirios de sus pacientes de tem-licas y smbolos arcaicos, pertenecientes muchas veces a mi-Iologas extinguidas, que los mismos pacientes desconocanctrmpletamente.l0 Jung vea estos hechos psicolgicos, que lellevaron a postular el carcter comunal o colectivo del incons-ciente, como productos espontneos de la naturaleza, como re-sultados de un pensamiento no dirigido racionalmente, e. d.,tle la autnoma actividad inconsciente. Pero el inters y la fas-cinacin de Jung por la mitologa desborda el estudio y la con-sideracin de sta en vistas a Ia prctica psicoteraputica, con-virtindose, sobre todo en la ltima parte de su vida, en un fincn s mismo: Jung ve la necesidad de recuperar y reganar algu-nas tradiciones sumergidas (entre las que ocupa un lugar privi-legiado la tradicin hermtico-gnstica), ahogadas y sofoca-tlas por la conciencia colectiva occidental, para compensar elcxcesivo predominio de lo racional-diurro, para revitalizar yhumanizar el robotizado mundo tecnolgico a que estamosrbocados. En este sentido, sus investigaciones sobre la alqui-rnia rechazan la interpretacin que hace de ella una mera pre-historia de la qumica cientfica, paa abordarla como una im-portantsima fuente de smbolos, eD la que las manipulacionesy transformaciones de la materia estn en correlacin con lastransformaciones que tienen lugar en el interior, en el alma delllquimista.l ILa Escuela de Eranos, presidida por el espritu de este JungInaduro, est integrada por una serie de investigadores que, singuardar ninguna disciplina terminolgica ni sistem tica, pre-sentan una indudable coherencia de fondo. A pesar de la dis-raridad de las parcelas del saber a las que se dedican, conser-van una cierta unidad, que aspira a la superacin de la disper-sin e incomunicacin que en la actualidad existe entre por medio de la reconstruccin de (unitaria), basada en una antropologa funda-tla en una arquetipologa general.

    ii\r\\ \25

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    G. Durand se encuentra integrado en esta Escuela, y tomacomo punto de partida la teora del simbolismo elaborada porJung, eo la que el smbolo aparece, por su carcter dual, comoun mediador o intermediario que complementa y totaliza laconciencia y lo inconsciente, Ia subjetividad y la objetividad,el pasado y el futuro.t2 Pero, por otro lado, Durand desconfadel optimismo jungiano que ve la imaginacin simblica ex-clusivamente en su actividad sinttica, en cuanto encaminadahacia el proceso de individuacin, confundiendo la concienciasimblica creadora del arte y de la religin con la concienciasimblica que crea los fantasmas del delirio y de la enferme-dad. Impregnado de este mitologismo, Durand abandona elcampo de la interpretacin teraputica para dedicarse a la in-terpretacin cultural de lenguajes simblicos concretos (mitos,ritos, leyendas, textos literarios...) con un inters antropolgi-co-filosfico que le lleva a formular una teora general de loImaginario, por l calificada como un

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    tI'lh

    rand mediante dos postulados (que se coimplican mutuamen-te): el postulado del uso y el postulado de la apertura en pro-fundidad. Con el primero Durand viene a relativizar la absolu-ta primaca de la comunicacin, del intercambio de infor-macin, como funcin esencial del lenguaje, aproximndose ala concepcin wittgenstiniana del lenguaje como

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    Ill

    rand mediante dos postulados (que se coimplican mutuamen-te): el postulado del uso y el postulado de la apertura en pro-fundidad. Con el primero Durand viene a relativizar la absolu-ta primaca de la comunicacin, del intercambio de infor-macin, como funcin esencial del lenguaje, aproximndose ala concepcin wittgenstiniana del lenguaje como

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    l-namento ocasional, recubriese una significacin positiva y ob-jetivamente dada. Ahora el smbolo es Io originario,la mattizde la que Se derivan, entre otras cosas, todo nombre y todoconcepto abstracto.Con estos dos postulados, Durand imprime a la nocin deestructura una transformacin radical, despojndola del carc-ter cerrado que le atribua el estructuralismo al definirla comouna forma "rtti.a y vac a (vaciada de sentido):33Todo sucede como si la estructura fuera un sistema de ten-sin antagonista [...] pero en el que la tensin energtica pro-viene de fuera del sistema.3a

    Frente a la estructura formal, Durand afirma ahora una s-tructura diatctica, transformacional, dinmica, incompleta,que est constitutivamente abierta al contenido vivido, al se-mantismo simblico-arquetpico, no pudiendo, por tanto, des-pegarse del o absoluta condicin detodo pensamiento humano), con su dinmico en elque un significado latente no puede manifestarse ms que pormedio de un significante que es siempre una distorsin, unatraduccin, una > .36 La estructura de un determinadofenmeno no coincide con el fenmeno mismo en su integri-dad e individualidad, sino que es un extracto, una figura ope-ratoria que introduce un quiebro, una difraccin, una equi-vocidad (interpretativa). Entre el fenmeno y su modelo es-tructural media una diferencia similar a la existente entre elsimbolizante y el simbolizado. Como dice Durand:

    En la raz del acto mental que constituye la estructura hayuna interpretacin, una hermenutica, es decir, una lectura delfenmeno que represe nta.37Ahora la figura, el sentido figurado, es el que organiza lasestructuras, como dice casi programticamente Durand:

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    lil lutluu.j' Iiene ventaja sobre la lengua, Ia palabra sobrelr sirtaxis. La significacin orienta el signo. El dinamismo del /r'r 'lura promueve la escritura.38+lrl lcnguaje, as concebido como

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    minolgica, hasta un antagonismo profundo o simblico en elque aparece la contraposicin entre dos regmenes de la ima-gen Con ello hemos ofrecido una escueta ejemplificacin delmtodo propugnado por el propio Durand, que consiste en lareconduccin del sentido literal hasta el sentido profundo, enentresacar el'fundamento mtico-simblico de cualquier logos.Las cuestiones terminolgicas se presentan as como circuns-tanciales y secundarias en relacin a los problemas de fondo(problemas arquetpicos), que se van planteando casi repetiti-vamente a lo largo de toda la historia. Pues si la polmica es-tructuralismo-hermenutica se da, con estos trminos, en unmomento definido del siglo XX, el antagonismo de lo diurno ylo nocturno, por el contrario, es universal, est presente en to-dos los momentos de la cultura y del pensamiento humanos.Pero veamos a continuacin cmo ilustra nuestro autor esteantagonismo dinmico en el caso concreto de la Filosofa Oc-cidental.3. Filosofa y Tradicin

    La diferencia entre la actitud estructuralista y la actitudhermenutica durandiana ante el lenguaje nos remite a dosWeltanschauungen o (y del hom-bre) contrapuestas: el estructuralismo se enraiza en el troncode la Filosofa Occidental formalista y la hermenutica de Du-rand se presenta como una recuperacin y actualizacin de lasumergida Tradic in.42 Filosofa y Tradicin quedan as en-frentadas por Durand como dos sistemas contrarios de totali-zacin del saber, difcilmente reductibles entre s, si bien elprimero procede de la deformacin y desfiguracin del segun-do.a3 La Tradicin representa ahora el pensamiento ms anti-guo, que funciona bajo el rgimen nocturno y est basado enel conocimiento simblico y en la no-distincin entre el hom-bre y el cosmos. La filosofa es una forma de pensamiento pos-terior, nacida de la reaccin contra la Tradicin, y que seconsuma como tal (como lo que Durand denomina >) con la represin y desligacin total del mito tradi-cional.44 Su mayor esfuerzo consiste en eliminar los smbolos,32

    urltltt.y(ittlolos por signos, y en establecer una rupturo o sepa-lrlr lt'rll ('lttrc el y las cosas pensadas, entre subjeti-vlrltrl y ohjetividad, con lo que instaura un dualismo de basef'n ('l trrr:, en opinin de nuestro autor, queda atrapada.asI i I ntc im iento de la filosofa, histricamente situado en( ltt'r't, (:s clsicamente caracterizado como eI paso de mythostt lt,,(f,,f. Pcro este paso no se da de una vez por todas, pues enlrrr l,t't',ro('rticos ambos se encuentran an coimplicados. Ent'l tttislno Platn es posible observar, como destaca cuidadosa-tttcnlt' l)urand, una cierta connivencia de la filosofa con susntllt'n(:s mticos de los que no se llega a desprender totalmen-It' Atk:lttts, el inicial planteamiento dualista entre sensacin eitlt't, ('nlre el mundo material y el mundo ideal, es finalmenteulut'iotttdo en trminos tridicos, con el establecimiento derrrrn it'r'ltrqua axiolgica y ontolgica intermedia (eros, dai-nrnr, tlctniurgo, procesin) que garantiza la coincidencia de/rrt t,l,tt('sLrs.a6 El problema de la separacin entre las cosas ylrlr lrlt'its cs todava visto como un , al cuallrtlt tlc dar respuesta la teora de la reminiscencia como una

    rrf rlrlltlir:t > o va para la reconduccintlt' lo scnsible a lo inteligible, para la intercomunicacin delrllrrr lrumana con el Supremo Bien.47 Por el contrario, ya enAl tslr'ilclcs el lenguaje es desvinculado de sus orgenes, que-rlutrlrr rcducido a de lo simblico, con su funcin esencialrlt' t'oilnplicacin de los contrarios, v4 a acarrear a Aristteles,y t orr ('l a toda la filosofa occidental, un dualismo mecanicis-ttt lrrr cf'ecto, Aristteles, tratando de evitar el inicial plantea-ltrlt'rtlo dualista de Platn, elimina el y sita alrtr trlt's en el mismo plano inmanente que las cosas, cayendonrrl cn lul dualismo en sentido estricto. Pues, aun cuando entrenttttt't itt y .forma (y sus homlogos: potencia y acto; cuerpo yrrlrttt: s(:nsibilidad y razn...) no se da ya una separacin onto-lnr,rcir, lampoco hay una autntica mediacin, sino una meraIttt lusitirt o mezcla mecnica.a8 La filosofa deja as de ser un\nnlrr'rlico itinerario perfeccionante del alma en busca del Ser-

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    Sentido.l$ra convertirse en una abstraccin cientfica de la de las cosas, quedando el Ser reducido a , (o sustancia celes-te-racional).Tras un perodo en que aristotelismo y platonismo se com-plementan y equilibran mutuamente, culminando en la asom-brosa armona que el siglo xtt (al que Durand denomina ) alcanza entre las y las , el siglo xIIIva a dar lugar a la de la conversin de la cristian-dad al aristotelismo vehiculizado por Averroer.4e Tal con-versin elimina de raz el mensaje platnico de Avicena queofreca otra solucin, dentro de la ortodoxia monotesta, alproblema de la reminiscencia con su basada en una

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    de la ciencia positiva y volvamos a la hermenutica de Du-rand, que se presenta como una anti-filosofa en tanto que sub-versora de los valores de la modernidad. Esta subversin, re-versin o transmutacirS se lleva a cabo en nombre de la tra-dicin, inscribindose as en la lnea de la filosofa ocultada oacallada tras la derrota de Avicena, y que emerge ahora denuevo por los cauces abiertos por Jung, Cassirer, Bachelard y,en general, la Escuela de Eranos. Durand defiende la tesis deque en el seno de las ciencias ha surgido, & modo de respuestaa su crisis, una serie de tendencias vanguardistas que conver-gen hacia la recuperacin del tradicional principio de la simili-tud.s6 Alindose as con la ciencia ms vanguardista, nuestroautor esboza un ambicioso proyecto: elaborar una interpreta-cin totalizadora de la realidad acorde con la imagen tradicio-nal (hermtica) del hombre y del mundo, en la que queden im-plicados y reintegrados los atomizados conocimientos alc anza-dos por las .ciencias.As pues, cuando Durand habla de la Tradicin se refiere alpensamiento hermtico, si bien en ltima instancia descubreuna convergencia de todas las tradiciones en una especie de, como diversas expresiones oderivaciones de la misma naturaleza humana, de los deseos yestructuras afectivas comunes a la humanidad; se trata deltrasfondo hermtico-gnstico que, curiosamente, est siendoactualmente recuperado por la hermenuti ca.57Podramos decir que la tradicin hermtica, a la que Du-rand se refiere como de su interpretacin, esla corriente de pensamiento que procede de una u otra manerade la figura mtica del dios Hermes, sucesor del egipcio Tot yprecursor de Mercurio. He aqu cmo presenta nuestro autor elmito de Hermes, estructurado en torno a tres temas fundamen-tales que lo configuran:s8

    La potencia de lo pequeo: Hermes es un

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    It,I'l"lrl

    vamente, es por el trabajo y por la transformacin de la mate-ria como el alquimista logra transmutarse a s mismo, en vir-tud ahora de la similitud entre lo exterior y lo interior. Mitolo-ga y alquimia, a las que se aaden la astrologa y la medicina,comparecen as como los pilares de una sabidura tradicionalque no es conocimiento directo objetivo de una realidad exte-rior y ajena al hombre (como han querido hacer ver los moder-nos presentando, por ejemplo, la alquimia como una prehisto-ria de la qumica cientfica), sino conocimiento simblico que,cual Hermes, media y rene lo exterior y lo interior, lo inma-nente y lo trascendente, la figura y el sentido.Para el hombre moderno la figura mtica de Hermes repre-senta, segn Durand y Jung , la nica posibilidad de tener . La nocin de causali-il,r,l rrrt.tlu cle este modo reemplazada por la de sincronicidad,rf ur. r(.1)r'cscnta un principio de coherencia a-causal.68 A estetr,\pr.r't{), l)urand considera que toda la obra de O. Spengler re-prr.,rt.rrtr rnr prueba de la ruptura de las filosofas continuistasI tr rt I i trr l'irs de la historia en base a las nociones de homolo-{trr y t'tutlt,mpot'aneidad, que Surgen de una rigurosa aplica-r tnrr rlt.l rriltcipio de similitud. Dos acontecimientos separados, r,l ltt.ntpo por mil aos pueden presentarse como contempo-rrtrrr.rr\. lx)r cuanto que cada uno en su momento se manifiestar' lr rrisrr1 situacin (relativa) y tiene vn sentido exactamen-tt, t ttt tt,,\'l)(tntlicnte. La concepcin lineal de la historia deja as

    f rrr,rn r unir concepcrn cclica o repetitiva en la que el tiempof fn r,,, vr unr forma a priori de la sensibilidad junto al espacio,q tr rr r f r (.('tsunente una antinomia del espacio.69

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    tIl

    vamente, es por el trabajo y por la transformacin de la mate-ria como el alquimista logra transmutarse a s mismo, en vir-tud ahora de la similitud entre lo exterior y 1o interior. Mitolo-ga y alquimia, a las que se aaden la astrologa y la medicina,comparecen as como los pilares de una sabidura tradicionalque no es conocimiento directo objetivo de una realidad exte-rior y ajena al hombre (como han querido hacer ver los moder-nos presentando, por ejemplo, la alquimia como una prehisto-ria de la qumica cientfica), sino conocimiento simblico que,cual Hermes, media y rene lo exterior y lo interior, lo inma-nente y lo trascendente, la figura y el sentido.Para el hombre moderno la figura mtica de Hermes repre-senta, segn Durand y Jung, la nica posibilidad de tener . La nocin de causali-il,r,l (f (.(lir cle este modo reemplazada por la de sincronicidad,,rf ur. r (.1)r'cscnta un principio de coherencia a-causal.68 A estetr,rrrt.t.tr), l)urand considera que toda la obra de O. Spengler re-f nr,.rt.ntir r,rnr prueba de la ruptura de las filosofas continuistasy tr rt;r I i tn l'ias de la historia en base a las nociones de homolo-{trr V t't)ttlgmporaneidad, que Surgen de una rigurosa aplica-r tn rlt.l lrincipio de similitud. Dos acontecimientos separadosr'n r,l lit.ntpo por mil aos pueden presentarse como contempo-Irlrlr.o\. lx)r cuanto que cada uno en su momento se manifiestarr lr rrrisrrra situacin (relativa) y tiene vn sentido exactamen-tt, t t,t t(,,\1,(tntlicnte. La concepcin lineal de la historia deja as

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    el tiempo (concebido por la epistemologa totalitaria de occi-dente como un determinismo causal) en destino.3. En tercer lugar, el postulado del no-agnosticismo recha-zala prohibicin formulada por Kant en la Crtica de la raznpura de todo intento de penetrar ms all, del fenmeno encua-drado por la subjetividad trascendental, so pena de caer en lasfamosas antinomias. Pues el conocimiento que pone en juegola similitud desborda ya de entrada esta ruptura entre fenme-no y numeno, revelando las secretas vinculaciones que se es-tablecen entre las cosas en virtud de su sentido (vinculacionesque escapan a un conocimiento directo). El trnsito de la cosa(fenmeno) al sentido (numeno este conocimiento gnstico haencontrado refugio en la metodologa de lasciencias humanas (hermenutica). En stas, la coincidencia delsujeto y el objeto de la investigacin (el hombre) hace posibleun conocimiento sin restricciones ni limitaciones, utr conoci-miento que se autofundamenta en la (Erlebnis) yque tiene acceso a la intuicin directa de su objeto, a la gnosisde la ( de la lgica he-geliana que en ltima instancia no es, en su opinin ms queun redoblamiento del primero, una sntesis que se convierte entesis.73 El tertium datum es, por el contrario, mediacin que noresuelve (supera) las contradicciones, sino que las mantienevivas, las padece, conservando reunidos a los contrarios. En40

    r'.,1r t'ttittt'idt'ntia oppositOrum lO nO Se reduCe A lO,,\r(),), pues la diferenciA Se Sigue manteniendO en el SenOrlr un,. ll trralismo cohere nterr.74Alr1l'r bien, al establecer estos cuatro postulados G. Du-r(l rrs c:st renegando sin ms de la para bus-

    r r rt.l'rrgio y seguridad en los contenidos de una tradicin,lr rr r r rit ic:rmente acep tada, pues como l mismo seala >.7s ly'rs bien lo que persigue es una revita'It .,tt'ttitt rlc la tradicin por su interpretacin desde el presente,r n lrr tue tambin el presente quedar, a su vez., r-orientadof rrr Irs cxigencias y dignidad del pasado.

    r'ursicin: el lenguaje simblicol'r:rs csta presentacin de las coordenadas intelectuales enlrrr (lr(. sc ubica la obra de G. Durand y la red de simpatas yrttt rt 1s sobre la que se construye su pensamiento, tratare-

    nrr\ r r.ontinuacin de ceirnos a su hermenutica del lengua-It,,ltt.viurdo a cabo un recorrido a su travs. En este recorridor.Vtl(.los, en la medida de lo posible, el adentrarnos en cues-t.ri cspecficas de las diversas disciplinas cientficas regio-rtlr.s (.o las que nuestro autor dialoga, para centrarnos en sur f rr,t.rcirin general del lenguaje, que nos servir as de hilor r rrrltt'ltlr.

    I , ocin de lenguaje, reentendida por Durand fundamen-trrlrrrt.tc como lenguaje simblico (hasta hacerse equiparablerr l, (lr: Cassirer denomin

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    za y cultura se encuentran as inextricablemente reunidas en elhombre, pues si bien hay una naturaleza biolgica del homosapiens, dicha naturaleza no exrste como algo dado, sino querepresenta ms bien un cmulo de potencialidades (e. d., un) que slo se reahza y aplica en la multiplicidad deactualizaciones o derivaciones culturales.TT Est. puro de la na-turaleza ala cultura, que est siempre ya dado en el hombre (sibien no de una manera unvoca y unidireccional, como mues-tra el hecho de la diftrencia entre las culturas), se lleva a caboen y por la mediacin del lenguaj, ese complejo aparato sim-blico que se enraiza en los refteios dominantes de la especie,prolongndolos en un hasta conferir-les una configuracin precisa y delimitada. De esta mane ra, laruptura que la concepcin moderna (occidental) postulaba en-tre el hombre (o la cultura) y el cosmos (natura leza) desapare-ce, o queda difuminada: el supues to hiatu.r se encuentra ahoracolmado por la realidad intermedia det lenguaje.Ahora bien , al mismo tiempo que interpreta al hombre, ellenguaje lleva tambin a cabo la interpretacin de la realidad(exterior) en sus diversas simbolizaciones. Para Durand, comopara Cassirer, no hay un acceso directo o inmediato a lo real,sino que todo conocimiento es simbtico, pasa por el lenguaje,que es el que conforma el caos de sensaciones en una ex-periencia. Adems, este proceso de conformacin o de confi-guracin (proceso de objetivacin, lo denomina Cassirer) noes nico y cerrado, como pretenda un cierto kantismo cien-ticista proponiendo la ciencia como modelo de todo conoci-miento, sino plural y abierto: cada nivel estratgico del len-guaje (mito, lenguaje y logos en Cassirer, rgimen nocturno yrgimen diurno en Durand) lleva a cabo este proceso, esta in-terpretacin, de una manera especfica e inconmensurable.T8/La simbolizacin no es, por tanto, algo ulterior y secundario,como un aadido con el que se recubriera la experiencia, sinoque es constitutiua de la experiencia misma. Tan simblico es,en este sentido, ur mito de emergencla como una teora astro-fsica, radicando la diferencia entre ambos en el rgimen de laimagen en que cada uno se ubica (pues mientras que el discur-so cientfico funciona bajo el rgimen diurno, el discurso mti-co lo hace bajo el rgimen nocturno).42 43

    l',1 l)t'oyccto de Durand va a consistir en la interpretacinrlr'f lt'rrguaje segn el modelo del smbolo, e. d., tomandor nnro nrodelo la similitud que, en el seno del smbolo, se ins-lnnl e ntrc la imagen y el sentido, entre lo visible y lo invisi-l,l,'. /" As interpretado, el lenguaje aparece configurando unt,tutttlt) lingstico (simblico o imaginario) en el que la sub-t'tn'itltttl y la objetividad estn mutuamente coimplicadas, yrf ut' jur:ga el papel de una realidad intermedia entre res cogi-ltut,\ y t'("t extenso.S0llrr.jo csta concepcin simblica, el lenguaje revela una vir-Ir,rlirlrrrl no meramente gnoseolgica, sino tambin propiamen-tr ttttolgic:a: el acceso del sentido a la configuracin lings-trt r lcpresenta un trnsito a la existencia, una encarnacint'l't ltittit'r, .rtVcrcrnos a continuacin cmo delimita nuestro autor larrot'iorr nuclear del smbolo, cosa nada sencilla pues no se tra-t,r rlt'un concepto que posea una definicin precisa y unvoca,',rn(r (f uc se encuentra siempre rodeada por un halo evanescen-

    t t' ( | r t(' n o se dej a fij ar totalmente. Tras ello abordaremos la,lt,tlt't'tit'u que el smbolo establece entre la naturaleza y lar ultul'r entrelazndolas en un y >, enI t ,tt t'nttt, l/3 ( 197 l), as como R. Gmez,

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    2' Tambin esta nocin ha tenido fortuna, siendo fecunda en interpretacio-es posteriores como la de Ia episteme foucaultiana, la del paradigma (T.s.uhn) y la del corte (Althusser). Cfr. al respecto, M. Foucaur t, Las parabras y';r;:'; . k;f,l:H:':,} .La revotucin terica de Marx, Sigro xxi, Mxico,1;,*,',L:.1':-*"1"cin althusseriana de Marx que posrura unau" ;n,f, *.1_": yT*, romntico, y .l rvrur*;oJ,;, .ffii[,:J. O 3::_".nd, l,imagination symbotique, p.73.i ,'oi Bacherardarl^-^ ^:,::,'"T:i'".::,,'j1"::-Tjiiru".i,,;il;;,i,,ilffi;;:':i: en el sentidodefini como;.','"::::.0-',1-1-':1'-'l:niad:ru.;;;;;.';':;i"'#::": G. Bachelard,

    Pagels, Los evan-l3;,r.i::r"3:::::,T:-r11 lonnoraciones mitorgicas que revisren a ras en_';n;lf::;:,':::?:,?:;:':::'*'Fffi ,'il;"i::;:i;:::r:::,i;;"::::,T::{?:^:i:i":^:?:'?;'^"^?T}:?o::0.,,ing';";ffi :":::::{,?;T:;:entacin de Ch. Badouin, La obra de Jung.I l. Cfr. C.G. Jung, psicologa y alquimia, astransferencia. como La psicologa de la12' Durand afirma que para Jung >, Eranos'.:::r"i,,:;t;,"i,j:u:lj"i:::_"^f;;";;;;;,;;,,.'i",:il.1".,1,11,1",;fri,jidealismo sin sujeto fascendental>.l,?;..3,S;ro[1*:i::i:g:]_',lqu: et mtaransases>>, pp. 34e y 3s2.En es_f.rlll[.?,::T*r:ru j::.,1.",: j,Tl,,e""r"",i;,""_i#i;Ifi ;,lll,';L:H::?:':J;:::i:'::r,:::it;;'#ilffi ;1'#:':ll"xJ.':';;.*:.'.r"n. "fl: T, {. ::: : o: : | " . g o. e s t a b l. l r, " " "J l# ;"" " Hff ,'. ::, l3: S: ::r: T, : HTj : :i _-r " e" r,,r q ".',,-,".e," *";;l:, 37 z.nur'|,ffi 3"'1,:1ll3::,::'^1':":.q", ;;;;:q ;;:';i'"'i;i; ,1"1,i,,,^ismo,

    6. G. Duran , L,imagination symbolique, p.76.7. G. Bachelard, La potique ;, , ;verie, p. 46.8. G. Durand, L,imagination symbolique,pp. g4_g5.9. Para una presentacin general del gnosticismo, cfr. E.elios gnsticos.

    44;il;..'Til:?"; ('()rno lo vivido y

    tal >, p. 338). Tambin valora positivamente Durand la nocinl vrtr urssiana de bricolage; cfr. G. Durand, ibd., pp. 336.,t l, ('fr. G. Durand, >, p. 352.,)'1. " [-a reduccin completa de lo discursivo a lo formal no parece ser rea-llrtlrlc',: (i. Durand, >, p.380. Cfr. al respectorl trt', (tttu de la incompletitud de Gdel, segn el cual el proyecto de axioma-llrrtr lrirt tlc un lenguaje (una teora cientfica, por ejemplo) no se puede reali-,rrr ( rrtttrletamente, existiendo siempre la necesidad de recurrir a un meta-len-ttttttlt' lttndante (sobre esta cuestin se puede consultar A. Ladrire, La limita-t tttnt',\ intcrnas de los formalismos, Madrid, Tecnos, 1972).,'1, Stlbre la nocin de Lebensform en Wittgenstein, cfr. V. Camps, prag-nttttt tt tlcl lenguaje y filosofa analtica, pp.l43-151..'lr, Sobre la subjetividad trascendental como intersubjetividad cfr. G. Du-rnlrrl, ,,l,iltguistique et mtalangages>>, p. 365..t I . ('f'r. G. Durand, ibd., pp. 366 y 374..'l{ lrn esta nocin de resuenan tanto el inconsciente psi-r trrrrrrrlticcl, como la infraestructur marxista, la base semntica chomskyanav lrr I'n't'tt(ia diltheyana..trr, ( i. Durand, , pp. 367 y 397 .l,) l:s de notar, por otro lado, el paralelismo de este esquema de Durandrnff ('lcsquemacassireriano segn el cual el lenguaje se ubica entre mito y lo-lll ri I l, ('fr. G. Durand, Les structures anthropologiques de I'imaginaire, p.'l ll Nur:stro autor utiliza el trmino al margen de la moda es-lrttr ltrrlista, en su acepcin comn procedente del mbito de la arquitecturaltttttr'rr'i cotlstruir), en la que la estructura se refiere primariamente a

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    principio actit'o que, por transformacin, origina las formas [cfr. H. ,corbin,> , Eranos Jahrbuch, rr.e35 ( 1966),. I l9l.4r. cfr. G. Durand, >, pp. 3g2 y ss.42' con el trmino >, p. 32r.1 ' , p.28' Dichas tendenclas se podran inscribir.n to que Bachelard denomin (cfr. el artculo con el mismo ttulo en G. Bachelard,'engagement rationaliste, pars, pUF, lg72), que Durand concreta en un.57 ' Para R' Gunon la tradicin hermtica se refiere a un conocimiento noe orden metafsico, sino' solamen te cosmolgico, entendindolo en su dobleplicacin macrocsmrca y microcsmica.58' sobre Hermes se puede consultar el nmero monogrfico de Eranosahrbuch' n'q 12 (1942), titulado , en el que se encuentra el artculo deI rr'r',1 Mt''curius>. Jung, evoca, a nivel qumico, el fenmeno del t tttttlt'ttt'iritt de una reaccin por influjo de una sustancia ajena a la misma yrlilr' llrlt'r'vrcne en pequeas dosis.lro. ('l'r'. G. Durand, >, p. 474.lll. (i. Durand, Science de I'homme et tradition, p.74.ll. ('l'r. al respecto la obra de W. Dilthey, fundamentalmente su Introduc-t tt'u tt ltt,s ciencias del espritu, as como la nocin scheleriana de simpata

    r ltl St'lrc lcr, Nature et forme de la sympathie , Pars, Payot, 1950).l.t ('l'r. al respecto E. Cassirer, Las ciencias de la cultura, as comoI irrrlrfn('r', Verdad y mtodo.lt. Sobre la problemtica de la identidad y la diferencia en la filosofalrrnt csr rlcl siglo xx, cfr. V. Descombes, Lo mismo y lo otro, Madrid, Cte-r lr rr . I ()l(2. Sobre la alteridad desde la perspectiva hegeliana, cfr. V. GmezI'rr, /" ttlorucin de la alteridad, Barcelona, La Gaya Ciencia, 1977.l,l ('l'r. G. Durand, Science de l'homme et tradition,p. 169. Cfr. asimismoI a I )u urtl , L' me tigre, p. 90.1",' ( i. Durand, La foi du cordonnier, p. 180.Itt l'r'a una introduccin a la antropobiologa, cfr. A. Ortiz-Oss, Mundo,lt,,tttltt t' \' lutguoje crtico, pp. 182 y ss.I I ('lr'. G. Durand, Figures mythiques et visages de I'oeuvre, p. 26, asr .,nrf r ,\r'rr'l('c de l'homme et tradition, p.79.

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    78. El trmino nivel estratgico lo toma prestado nuestro autor de Lvi-Strauss (cfr. su Antropologa estructural). Sobre el cassireriano proceso de ob-jetivacin, cfr. La filosofa de las formas simblicas, t.I, p. lg.79. cfr. G. Durand, science de l'homme et tradition,p. lgz.80. A este mundo imaginario o configurado por el lengua-je lo denomina H. Corbin lo imaginal (cfr. H. Corbin, ,.Mundus imaginalis oul'Imaginaire et I'Imaginal>>, en cahiers Int. de symbolisme,n.e 6 (1g64). So-bre este , cfr. A. Ortiz-Oss, El inconsciente coleci:tivo vasco,pp. 17,55 y 107.81. Obsrvese la similitud en este punto con la afirmacin heideggerianade que

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    significante_ y qignificado es at'bitrat'io, convencionalmente esta---b-lesidp,, pero ambos (seal y signo) coinciden en que exigen yse apoyan sobre un conocimiento directo previo.2Del signo arbitrario pasamos ala.qleg.gra cuando lo que segurere significar es algo que no puede presentarse directamen-te por tratarse de abstracciones, cualidades morales o espiri-tuales, etc. Aqu desaparece la arbitrariedad, figurando en elsignificante algn elemento > o del sig-nificado. Se trata, en realidad, de un proceso en el que unaidea conocida previamente y al margen de dicho proceso seejemplifica o traduce en una figura. En virtud de esto, nuestroautor define la alegora como un .: - El smbolo sera precisamente el inverso de la alegora., Mientras que la alegora parte de una idea para llegar a ilus-: trarla en una figura, el smbolo es 3^Se cara cteriza funda-mentalmente por la imposibilidad para el pensamiento directode captar su significado de una manera exterior al proceso simblico mismo. Ahora la imagen sensible se encuentra vin-culada a un sentido, y no a una cosa.

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    meneuta el lugar de manifestacin de esta realidad simblica9ue, en cuanto tal, no es meramente objetiva, por cuanto queno es independiente ni existe separadamente del yo que la me-dita.e Se revela as el papel profundo que juega ei smbolo, pa-pel que no se reduce a la transmisin o comunicacin de unsaber preestablecido, objetivo o social, sino que, como afirmaDurand, consiste en

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    El significante, por ser de naturaleza auditiva, se desen-vuelve en el tiempo nicamente y tiene los caracteres que tomadel tiempo: a) representa una extensin, y ) esa extensin esmensurable en una sola dimensin.t6Para Durand, por el contrario, estos caracteresran invertidos en el smbolo: la arbitrariedad sela naturaldad o semanticidad y el carcter linealcepcin p luridime ns io nal.El smbolo no se cara cteriza ya porque el significante sus-tituya a un significado previamente delimitado y conocido, si-no pQrque a travs de la figura se manifiesta vn sentido. Entreel significante y el significado hay ahora una pregnancia, unahomogeneidad o un cierto

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    ejemplo, no descubre ms que un sinsentido: slo un mtodobasado en la convergencia de los smbolos en torno a ciertosncleos organizadores consigue captar su significaci n.27El espacio comparece as como la

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    jetivo slo surge ulteriormente, como consecuencia de un es-fuerzo especfico del sujeto para mantenerse >. Po-dern ste sentido y de acuerdo con la psicologacont

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    parte de felicidad o de angustia que experimenta la concienciatotal frente a la inevitable instancia de la temporalidad.aaAs pues, siguiendo la concepcincaracterizar mejor al smbolo como un

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    ' Entre el Ser y el mundo material que se pierde en el no-sersin forma, se encuentra colocado un Mundo intermedio: el queconstituye la naturaleza de la Imaginacin misma. Mundo en elque eI Imperativo del Ser se configura, se transcribe en smbo-los que lo velan a su propia transparencia pero que lo desvelana nuestra opacidad.slEsta

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    estrecha concomitancia entre los gestos del cue{po, los centrosnervio,so,s y las representaciones simblicasrr.6rLas matrices sensomotoras son presentadas as como el lu-gar o el nivel en el que las representaciones vienen a integrar-se naturalmente, como el nivel en el que se forman los grandessmbolos. Como dice nuestro autor:El acuerdo entre las pulsiones reflejas del sujeto y su me-dio es el que enraiza de una manera tan imperativa las grandes

    imgenes en la representacin y las carga con una felicidad quebasta para perpetuarlas.62Este acuerdo entre los reflejos dominantes y su prolon ga-miento o confirmacin cultural es ejemplificado por Durandcon un anlisis del entorno tecnolgico, en el que viene a mos-trar que Ios utensilios no son proyectados por la pura reflexinintelectual, sino que la iniciativa que dirige su configuracinrecae sobre los gestos dominantes y sobre la propia materia:

    El primer gesto, la dominante postural, exige las materiaslumino,ta,s, visuales, y las tcnicas de separacin, de purtfrca-cin, de las que las.armas, las flechas y las espadas son smbo-los frecuentes. El segundo gesto, ligado al descenso digestivo,llama a las materias de la profundidad (el agua o la tierra ca-vernosa), suscita los utensilios continentes, las copas y los co-fres, e inclina a las ensoaciones tcnicas del brebaje y delalimento. Finalmente los gestos rtmicos, de los cuales la se-xualidad es el perfecto modelo, se proyectan sobre los ritmosde las estaciones y su cortejo astral aadindoles todos los sus-titutos tcnicos del ciclo (la rueda y el torno, la mantequera yel yesquero), y finalmente sobredetermina todo frotamientotecnolgico por la rtmica sexual.63

    Entre el nivel psicobiolgico y el nivel propiamente cultu-ral o sintemtico, Durand seala el nivel pedaggico, en el queel nio es educado por su ambiente inmediato que viene atransmitir y justificar una determinada organizacin social.Del estudio de este nivel en sus dos fases, la ldica y la paren-tal, se desprende que tambin la pedagoga es bipolar. As, ladiversidad de juegos acepta una clasificacin en dos series in-64

    ('onciliables: la serie agonstica (de la competencia reglamen-lirtla) y la serie ilnxica (ilinx: torbellino), pasando por los tr-rrrirros medios de la alea (suerte) y la mimicry (simulacro). PorIo que respecta ala pedagoga del sistema parental, nos encon-tl'rnos con un abanico que abarca todos los matices compren-tlirkrs entre el preejercicio ldico de la vida adulta, sexual y('onyugal (por ejemplo en los muria y los trobriandeses) y laIrris estricta prohibicin, propia entre otras de la pedagoga ju-tlcrocristiana.6aComo conclusin de esta breve referencia al nivel pedag-gico podramos sealar que los juegos ilnxicos y simuladores,y ol libertarismo en la educacin sexual sobredeterminan el r-gimen nocturno de la imagen, mientras que las reglas ldicas,Ios juegos agonsticos, la represin y la coercin social formanlir pedagoga que sobredetermina el rgimen diurno.Tambin en el nivel cultural es posible confirmar la polaridadnrtural de los smbolos, pese a la arbitrariedad que parece domi-lrirr en la diversidad de actitudes corporales o gestos habituales(:n una sociedad (costumbres, ritos, comportamientos colecti-vos...) y de las representaciones (Weltbil, que se manifiestanrnediante la lengua, las artes, los sistemas de conocimiento, losrnitos, etc. Son numerosos los investigadores que han elaboradoclasificaciones de las culturas en base a dos patrones, dividindo-las en dos grandes grupos: ideacionales y visualistas, apolneas yd ionisacas , occidentales y orientales, etc.:

    De esta manera se llega a seriar los smbolos en dos'gran-des clases culiurales > y a reagrupar estas estructurasculturales no por reduccin a una infraestructura ltima, y portanto ontolgica, sino ms modestamente en un duolismo anta-gonista.6sAdems, en el interior de cada cultura determinada se da

    una ausencia de homologa, una dialctica que anima su sim-bolismo, no quedando nunca totalmente integrada en un tipo.Cluanto mayores son las contradicciones y compensaciones en-tre los diversos planos culturales (entre mito y rito, por ejem-plo) y entre los diversos simbolismos, ms se posibilita latransformacin de la sociedad.65

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    Tras la aparente convencionalidad y determinacin socio-lgica de los sintemas, que hace que un mismo comportamien-to adquiera significaciones diversas y hasta contradictorias se-gn la sociedad en la que se lleve a cabo, el mitlogo vislum-bra ciertas constantes, algunas grandes imgenes (

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    4. Funciones de la imaginacinDurand concibe ltimamente la imaginacin como el factorgeneral de equilibramienlo. No se trata propiamente de una fa-cultad de producir imgenes, y mucho menos de una facultad>, limitada a un papel secundario. Tampoco se trata,como quera Jung, de un xito excepcional alcanzado en unmomento privilegiado, sino de un factor omnipresente en laactividad y en la vida humana en general, como un dinamismoque tiende a equilibrar los polos opuestos, a establecer unacuerdo entre las tendencias contrapuestas.T3 La imaginacinjuega, por tanto, el papel de mediador, papel que se basa en ladualidad misma del smbolo, en su naturaleza dialctica., el pensamiento simblico se ma--alfiesta fundamentalmente en cuatro sectores: el vital, el psi-c__o_.s_gcial, el antropolgico y el csmico.a) Ya Bergson destac el papel biolgico de la funcinfabuladora, presentndola como . 'o La ima-ginacin sera, para 1, una fuerza de la vida que pugna cons-

    tantemente contra la brutal constatacin racional de la inevi-tabilidad de la muerte. Pues bien, en esta misma lnea, perodesde una perspectiva ms antropolgica que biolgica, Du-rand establece que la imaginacin es una funcin de eufemi-zacin:La eufemizacin es un procedimiento que todos los antro-plogos han destacado, y cuyo caso extremo sera la antfrasis,en la que una representacin se debilita disfrazndose con elnombre o el atributo de su contraria.Ts

    La eufemizacin imaginaria se levanta frente al horrendorostro de la muerte, de la temporalidad, del destino, pero nocomo un negativo, etr el sentido marxista aplicado a Iareligin, no como una mscara que oculta hipcritamente loque todos saben pero no se atreven a decir, sino como un po-der de mejore del mundo:

    La realidad que emerge a su nivel (el de la imaginacin) esla creacin, la transformacin del mundo de la muerte y de lascosas por su asimilacin ala verdad y la vida.76La, eufemizacin imaginaria de la realidad deja de ser aho-rr un puro engao, yt que permite seguir viviendo, permite(.xorcizar el mal , la muerte, el absurdo, la , inyectan-rlo una dosis de esperanza. Sin un mnimo de eufemizacin nos(. rodra soportar la mayor des gracia del hombre que, etr pala-lr rs de la sabidura trgica del viejo Sileno, consiste en habernnciclo, y se seguira su consejo: morir pronto.77 Se puede de-t'i' que eufemizar eS

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    lica, pero en los casos intermedios es ms bien un predominioexagerado ,la hipertrofia de un rgimen de la imaginacin:La salud mental es siempre, y hasta los lmites de la postra-cin catatnica, una tentativa de equilibrar un rgimen por elotro.8l

    Ms en general, tambin en la historia de las culturas apa-rece una dialctica equilibradora, vital para la sociedad. El de-sarrollo de las artes, la evolucin de los sistemas religiosos, delos sistemas de conocimiento y de valores, se realiza con unaregularidad alternante, movido por el dinamismo antagnicode la imagen que persigue la compensacin de los excesos ydesarreglos del momento anterior.

    c) En tercer lugar, la imaginacin aparece restableciendo elequilibrio antropolgico de la especie, el equilibrio humanista:La razn y la ciencia slo vinculan a los hombres con lascosas, pero lo que une a los hombres entre s, en el humilde ni-vel de las dichas y penas cotidianas de la especie humana, esesta representacin afectiva por ser vivida, y que constituye elreino de las imgenes.tt

    La antropolo ga de lo imaginario permite reconocer el mis-mo funcionamiento de la mente humana en el pensamiento sal-vaje y en el pensamiento civilizado, evitando as el racismocultural en el que ha cado, por orgullo , la civilizacin occi-dental. sta, guiada por Ia razn instrumental, no ha tenido re-paro en despreciar, al igual que los griegos que denominaban> a todas las culturas exteriores a la suya, el atraso ysubdesarrollo tcnico de las culturas civilizadascomo algo a extinguir, llegando en muchos casos al etnocidio.Porque no es la Razn la que nos hace sentirnos solidarios conel otro. La posibilidad de comunicacin y de comprensin sebasa, ms bien, etr la comn naturaleza humana, en el incons-ciente colectivo que todos compartimos en cuanto hijos de lamisma Madre Naturaleza, y en sus expresiones ms directas,Ias imgenes:70

    Hay que contrapesar nuestro pensamiento crtico, nuestraimaginacin desmitificada, con el inalienable pensamiento sal-vaje que tiende la mano fraternal de la especie a nuestro orgu-lloso desvalimiento civilizado.s3(t) Finalmente, la antropologa simblica, sin llegar a in-t.oclucirse en disputas teolgicas, tro puede evitar la constata-t.itin de que, en ltima instancia, todo simbolismo apunta hacia

    unr teofana:Tanto el rgimen diurno de la imaginacin como el noc-turno organ\zan los smbolos en series que siempre recondu-cen hacia una trascendencia infinita que se erige como valor

    s upremo. toDe esta manera, la imaginacin es presentada por Durand(.orno un supremo esfuerzo homeosttico, que pretende equili'ltrur el mundo material, temporal, la vida fugaz mediante unscr intemporal, sin principio ni fin, que permanece eternamen-tc, con lo que el smbolo se convierte en teofana. Detrs de la

    v itla biolgica, que coimplica irremediablemente la muerte, lairrraginacin proyecta una . El buen sentidotlc conciencia, contrapuesto a la locura y a la inadaptacin, eS-lreza en ltimo extremo un tipo del Justo, compendio del h-r'oc, del sabio y del santo. La ciudad de los hombres se proyec-tr cn el cielo utpico bajo la forma simblica de una inmuta-blc Ciudad de Dios (ciudad ideal):En esta ltima dialctica, en la que por ltima vez la ima-gen (Bild) persigue el sentido (Sinn) , la epifana busca una re-presentacin suprema con la que investir esta misma actividadespiritual, y busca una Madre y un Padre para la vida espiri-tual, un Justo de los Justos, un Rey de la Jerusaln celestial, unHermano divino [...].tt

    Pero pasemos a presentar ms concretamente el modo en(luo Durand estructura y clasifica esta realidad simblica, esterrundo imaginario que, interponindose entre el hombre y lacrlidad, lleva a cabo su mutua interpretacin (), tratando de establecer un acuerdo entre los deseos y7r

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    necesidades del sujeto (quetoda la especie humana) yaqul se desenvuelve.

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    en el fondo son los mismos paralas condiciones objetivas en que

    5. Morfologa de lo imaginarioLa dualidad (bipolaridad) que hemos constatado en el senomismo del smbolo (e. d., la dialctica entre la imagen y elsentido) y que atraviesa todo el trayecto antropolgico, sirvede base a nuestro autor para elaborar un sistema doble de cla-sificacin de los smbolos. Este plan doble , a la vez bipartito ytripartito no contradice, sino que recubre y asume (engloba)las diferentes motivaciones antropolgicas establecidas por in-vestigadores tan diferentes y tan separados entre s como Du-mzil, Leroi-Gourhan, Piganiol, Eliade y Krappe, o los refle-xlogos y psicoanalistas, a la vez que es recubierto por el pa-radigma mtico del espacio simblico:86

    El dinamismo equilibrante que es lo imaginario se presen-ta como la tensin de dos >, de dos que('ngloba tanto al instinto de vida (eros) como al instinto detttuerte (thanatos), respectivamente tematizados como

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    5.1. El rgimen diurno y las estructuras esquizomorfaso heroicasLas imgenes que funcionan en el rgimen diurno estn po-larizadas o dirigidas en su cristalizacin por la dominante pos-tural, mediante los grandes esquemas ascensional y diairtico,y los arquetipos, fundamentalmente el de la luz y el del hroe,enraizados ambos en dicha domlnante.Ya en el sentido puramente reflexolgico parece que el er-

    guirse, la conquista de la posicin vertical, est dirigida a po-sibilitar la facultad de separar mejor, de discernir a distanciapor la vista, as como a liberar las manos para las manipulacio-nes analticas. Todo el rgimen diurno quedar marcado poreste poder de distincin y de anlisis que queda simbolizadoclsicamente en la , viniendo a desembocar ltima-mente en el conocimiento objetivo, racional y cientfico. Aqula imaginacin funciona , sirvindose de la como figura retrica fundamental que establece, enun intento de eufemizacin, una interpretacin dualista, basa-da en el juego de figuras y de imgenes antagnicas.La instancia de la temporalidad y de la muerte, de por sambivalente, es afrontada por este rgimen con una actitud> o distinguidora, que extrae y separa los aspectospositivos (o que atraen la libido) y los proyecta en un ms allintemporal o atemporal, quedando lo negativo (la angustia) co-mo la significacin propia del devenir y del destino. Dichainstancia queda ahora representada bajo tres facetas imagina-rias, mediante los smbolos teriomorfos (de la animalidad),nictomorfos (de las tinieblas) y catamorfos (la cada o el abis-mo), cargados todos ellos de connotaciones femeninas. La libi-do viene personificada por la figura luminosa y ascensionaldel hroe que, espada en mano, combate al monstruo hastadarle muerte. Dicho proceso de figuracin se encuentra regidopor un principio constitutivo de la imaginacin, segn el cual

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    este sentido, Durand considera que al rgimen diurno de laimagen le corresponde en el nivel filosfico un tipo de expre-sin y razonamiento radicalmente dualista y formalista al quecalifica de . Tanto el sistemaSmkhia, con su distincin entre purusa y prakriti, como elVedanta y el Yoga, decididos a separar el > de la (> accidental, as como el eleatismo par-mendeo, que opone la trascendencia esttica del Ser al deve-nir temporal, o el platonismo y el cartesianismo, con su dua-lismo, claridad y distincin, vendran a inscribirse en el mismolecho de las estructuras mentales de tipo esquizomorfo.Concretamente, Durand distingue cuatro estructuras esqui-zomorfas fundamentales con las que pretende dar cuenta delfuncionamiento del rgimen diurno de la imagen. Dichas es-tructuras han sido elaboradas por nuestro autor a partir de lasrepresentaciones simblicas propias de la esquizofrenia, dondees posible detectarlas con ms facilidad que en las por encontrarse en estado (>, e. d., sin compensacin oequilibramiento alguno (precisamente la enfermedad radic araen este desequilibrio o carencia de compensacin).

    a) La primera estructura esquizomorfa o heroica sealadapor Durand consiste en el retroceso autstico en relacin a laactitud reflexiva normal: esta estructura se manifiesta en el en-fermo como una prdida del con la realidad.Se trata de

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    La persecucin exclusiva de la trascendencia, con el dua-lismo que ello comporta,, presenta una dificultad fundamentalsimbol izada en la figura de caro, el cual quiere volar tan altoque finalmente sus alas de cera se derretirn por el calor delsol. Ya hemos visto cmo el predominio exclusivo del Rgi-men Diurno en la representacin desembocara en la esquizo-frenia. El propio Platn saba que la fuerza para la ascensinse consegua en la oscuridad de la c'averna, e. d., en la condi-cin material y mortal. A este respecto seala Durand que:

    Se perfila ahora otra actitud imaginativa frente a las facetasdel Tiempo, que consiste en captar las fuerzas vitales del deve-nir, en exorcizar los dolos asesinos de Cronos, /r'Asmutndolosen talismanes benficos, en incorpora a la ineluctable depen-dencia del tiempo las tranquilizadoras figuras de las constan-tes, de los ciclos que en el seno mismo del devenir parecenreal izar un designio eterno.e8El antdoto contra el devenir ya no se busca en el ms all,

    en la pureza de las esencias. Ahora la misma materia, la natu-raleza, se ofrece como tranquilizador y clido refugio contralas inclemencias del Tiempo; las tinieblas se eufemizan en no-che serena, abriendo las puertas al rgimen nocturno de laimagen . La negacin de la temporalidad establecida por el r-gimen diurno se prolonga ahora en una > (antfrasis). Podramos presentar esta doble negacincontrastndola con la Verneinung freudiana. Mientras que staes un procedimiento para contactar con lo reprimido que con-siste en presentar lo que se es bajo el aspecto de no serlo, efluna especie de Aufhebung $uperacin) de la represin quedeja la expresin pero reprime el afecto subyacente,por el contrario la doble negacin seeufemiza en y el en , mientras queen el otro caso la noche no es ms que propedutica necesariadel da, una indudable promesa de la aurora.tot5 .2.I . Las e structuras msticasAs como anteriormente Durand haba puesto en relacin

    lrs estructuras esquizomorfas con la esquizofrenia, sin llegar a('onfundirlas, las estructuras msticas del rgimen nocturno('onfinan a menudo con los sntomas de la epilepsia y de latttcloncola, si bien no recubren una misma tipologa. El adjeti-vo > es utilizado aqu por nuestro autor en su sentido

    ms corriente,

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    un crerto gusto por la secreta intimidadrr.r02 En el universoconfigurado por estas estructuras, el valor ( simbli-co) no se encuentraya en una cima elevada ala que sera pre-ciso ascender, sino en las profundidades a las que hay que. El abismo transformado en aparece en el nivel de la imagen comouna primera tentativa de domesticacin de las vicisitudes tem-porales y mortales al servicio de la vocacin extratemporal dela representacin. I05a) Segn nuestro autor, la primera estructura que ejempli-fica los susodichos smbolos de la inversin y de la intimidadviene caracterizada por la tendencia al redoblamiento de lossmbolos, estableciendo entre ellos una relacin de continentea contenido (encajamiento o inclusin), as como por la perse-veracin (persistencia en la repeticin). Dicha estructura semanifiesta a travs de los procesos en los que dos (o ms) im-

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    ,g,u (e. d., una simetra que no es meramente formal-oposicio-rrirl, sino que se basa en una similitud), e inspira un pensamien-Io construido por variaciones confusionistas sobre un mismoIt'ftra. l 06Psicolgicamente, se puede ilustrar esta rcdiante el test Rorschard realizado por pacientes epilpticos,Ios cuales precisamente manifiestan una construccin de por un isomorfismo en la interpretacin de las varia-t'iones temticas: en una primera interpretacin cierto detalletlc una lmina es visto como , luego siguenotras interpretaciones de las lminas siguientes en las que sevc

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    versin, sta parece contradecir la definicin jungiana de la in-troversin:Esta estructura consiste en un apego al aspecto concreto,coloreado e ntimo de las cosas, al movimiento vital , a la Er-lebnis (vivencia) de los seres.ton

    La intuicin no describe las cosas, sino que las

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    b) Pero junto a la armona aparece la segunda estructurade la mentalidad sintti ca, caacterizada por Durand com o dia-lctica o contrastante: l19 En la msica encontramos esta segundaestructura como un que libera de la mo-notona,y en el drama teatral (o en la novela y el cine) aparececonstituyendo la trama de la obra, eD la que siempre se da laconfrontacin entre las ilusiones y esperanzas humanas y eldestino inhumano o infrahumano. A este respecto Durand apli-ca la teora catrtica que elabor Aristteles para la compren-sin de la traged ia:I2o

    El drama temporal representado, es decir, transformado enimgenes musicales, teatrales o novelescas, est privado de suspoderes malficos, pues por la conciencia y la representacinel hombre vive realmente la domestificacin del tiempo.tttc) La tercera estructura, la estructura historiadora, resultade la aplicacin de las dos anteriores a la totalidad de los fen-menos humanos y csmicos, comprendidos ahora desde la

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    238). Sobre la homogeneidad, cfr. G. Durand, Les structures antht'opologiquesde l'imaginaire ,, p. 25.18. Cfr. al respecto el estudio realizado por Eibl-Eibesfeldt sobre una seriede gestos y comportamientos que aparecen y son comprendidos en todas lasculturas, lo que le lleva a defender su carcter natural o innato (que en estecontexto viene a significar tanto como ). Porejemplo, los movimientos expresivos del rostro, como la sonrisa, el llanto o elgesto de enfado, se han descubierto no slo en las ms variadas culturas, sinoincluso en el estudio de nios ciegos y sordos de nacimiento. Cfr. I. Eibl-Eibesfeldt, El hombre preprogramado, Madrid, Alianza Universidad, 1976.Que esta es smbolo por antonoma-sia de la paz porque rene una serie de connotaciones (resonancias) afectivasy mticas que la hacen especialmente adecuada para evocar no tanto la idea depaz como su vivencia. Pero esto no excluye que la paz pueda simbolizarse deotras mil formas diferentes, ni que la paloma pueda adquirir otros sentidos di-ferentes (as, por ejemplo, entre los eslavos, la paloma simboliza el alma).20. Ricoeur habla de la > (Einbildungskraft), hace posible y constituye la unificacin objeti-v (sntesis) de lo dado en la percepcin; el otro, lo imaginario o imaginal(('orbin), lleva a cabo otra reunificacin del mundo ms all de las antinomiasrlc la razn pura, re-encontrando (anmnesis) su sentido (cfr. al respecto, G.I )rrrand, La foie du cordonnier, p. 30).31. G. Durand, L'imagination symbolique, p. 88.32. Sobre la fundamentacin metafrica del lenguaje, cfr. P. Ricoeur, Latttctfora viva.

    33. Cfr. F. Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral.34. G. Durand, ibd., p. 88.35. G. Durand, Les structures anthropologiques de I'imaginaire, p. 458.36. G. Durand, ibd.,p.26.37 . Esto es lo que Cassirer denomina la (cfr. E.('rssirer, La filosofa de las formas simblicas, t. III, pp. 196 y ss.).38. G. Durand, ibd.,p.459.39 . G. Durand, ibd., p. 26.40. Vase al respecto La metfora viva de P. Ricoeur, donde presenta larliccin metafrica como un autntico que coimplica ser (tal cosa)y tto-ser (lo). Dicha fundamentacin metafrica ha sido sealada tambin porll.G. Gadamer cuando habla del carcter especulativo del lenguaje (cfr. Ver-rlutl y mtodo, especialmente la tercera parte).41. G. Durand, ibd.,,p.37.42. G. Durand, L'imagination symbolique, p. 45.43. G. Durand, ibd., p. 45.44. G..Durand, Les structures anthropologiques de l' imaginaire, p. 457 .45. Cfr. R. Hostie, Del mito a la religin,p. 127.46. Psicologismo y sociologismo representan dos reacciones contrarias an-lc un mismo dilema: est la significacin en el hombre o el hombre en la sig-nil'icacin? (o, dicho heideggerianamente: pertenece el lenguaje al hombre oc:l hombre al lenguaje?). Durand adopta una solucin dialctica que defiende

    lr existencia de un en tanto que en las ciencias huma-nts >, habiendo, por tanto,. (G. Durand, Figures mythiques et visages de l'oeuvre, p. I l4; dellcidegger, vase su Carta sobre el humanismo; para el crculo hermenutico,t'f'r. G.H. Gadamer,Verdad y mtodo,, pp. 331 y ss.). Unatal ciencia del hom-bl'c no encontrar, por tanto, estructuras objetivas y formales, sino .

    4l . G. Durand, Les structures anthropologiques de l'imaginaire, p. 458.48. G. Durand, ibd., p. 38.49. G. Durand, ibd., p. 38.50. G. Durand, ibd., p. 52.51. G. Durand, , p. 323.52. G. Durand, ibd., p. 347 .

    53. G. Durand,, ibt[., p.342. Sobre la polmica mantenida entre el histori-cismo hermenutico de P. Ricoeur y el estructuralismo formal (Lvi-Strauss), tl6. Cfr. al respecto, G. Durand, Les structures anthropologiques de l'ima-re,, pp. 54, 5 8 y 48 I .

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    cfr. ibd., pp. 327 y ss.54. G. Durand, ibd., p.343.55. G. Durand, Les structures anthropologiques de I'imaginaire, p. 438.56. G. Durand, Simbolo, mito e mitodologia, p. 59.57. G. Durand, , p. 350.58. G. Durand, Les structures anthropoloqiques de I'imaginaire, p. 476.59 . G. Durand, ibd., p. 4J .60. G. Durand, ibd.,p. 50.61. G. Durand, ibd., p. 51.62. G. Durand, ibd.,p.52.63. G. Durand, ibd, p. 55.64. En esta bipolardad se ha basado Malinowski para cuestionar la pre-tendida universalidad del complejo de Edipo, as como la tesis freudiana de lanecesidad de la represin de la pulsin incestuosa (y sexual) en el nio, comocondicin de acceso al mbito de la cultura (cfr. B. Malinowski, La vie sexue-lle des sauvages du NO de la Mlansie, as como La sexualit et sa repres-sion dans les societs primitives; cfr. tambin, H. Marcuse, Eros y civiliza-cin, donde plantea la posibilidad de una sublimacin no represiva).65. G. Durand, L'imagination symbolique, p. 105.66. En este sentido, Eibl-Eibesfeldt habla de

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    EL MITo Y SU INTERPRETACIN.MrrocnucA Y MrrnxLrsrs

    Tras la consideracin esttica del smbolo que da lugar a Ia del mundo imaginario (arquetipologa), pasaremosa continuacin a presentar su dimensin dinmica, e. d., el dina-mismo en virtud del cual las grandes imgenes tienden a organi-zarse en relatos tpicos, dando origen al lenguaje mtico.Parala concise