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Carátula: fotografía del frente del templo de Nuestra Señora de Belén.“Sección Fotocinematográfica del Ministerio de Instrucción Pública”. Archivo Nacional de la Imagen. SODRE. Año aproximado: 1930.(Gentileza: Geymonat y Orrego).

Arte de carátula: Pablo D. Ferrari.

Volutas internas: Revista de la Sociedad Amigos de la Arqueología. Tomo VI. Año 1932.

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TABLA DE CONTENIDOS

1. INTRODUCCIÓN ............................................................................................................. 3

2. CONSIDERACIONES INICIALES ................................................................................... 5

3. OBJETIVOS ....................................................................................................................... 7

4. ASPECTOS METODÓLOGICOS ..................................................................................... 7

5. UBICACIÓN GEOGRÁFICA DE LA CAPILLA DE NUESTRA SEÑORA DE BELÉN ................................................................................................................................ 8

6. LA MUERTE Y LAS PRÁCTICAS FUNERARIAS....................................................... 10

7. ANTECEDENTES ............................................................................................................ 12 7.1. Antecedentes generales sobre el universo mortuorio ................................................. 12 7.2. Antecedentes particulares sobre excavaciones en contextos de inhumación en el

interior de templos católicos y áreas contiguas .......................................................... 17 7.3. Otros antecedentes en Uruguay que abordan la temática .......................................... 22

8. LA IGLESIA CATÓLICA EN LA AMÉRICA ESPAÑOLA. SIGLOS XV AL XIX (GENERALIDADES) ....................................................................................................... 24

9. APROXIMACIÓN AL CONTEXTO GENERAL EN EL RÍO DE LA PLATA. SIGLOS XVI AL XVIII ................................................................................................................... 34

10. EL CRISTIANISMO, EL CATOLICISMO Y SUS RITUALES ..................................... 40 10.1. El Arte de Morir y generalidades del ritual funerario católico ............................ 42 10.2. Auxilios y sacramentos en Toque de Agonía y Artículo de Muerte .................... 47

10.2.1. La Confesión y Absolución ............................................................................. 48 10.2.2. El Viático ......................................................................................................... 49 10.2.3. La Extremaunción ........................................................................................... 51

10.3. El Testamento ....................................................................................................... 53 10.4. Expiración, funeral y luto. .................................................................................... 58

10.4.1. Preparación del cadáver .................................................................................. 59 10.4.2. El cajón y el ataúd ........................................................................................... 61 10.4.3. Velación del muerto ........................................................................................ 62 10.4.4. Procesión ......................................................................................................... 66 10.4.5. Entierro ............................................................................................................ 69 10.4.6. Costes de los entierros ..................................................................................... 76 10.4.7. El luto .............................................................................................................. 80 10.4.8. Las misas ......................................................................................................... 82

11. EL SUROESTE DEL ACTUAL TERRITORIO URUGUAYO Y EL ÁREA DE EMPLAZAMIENTO DE LA FUTURA ESTANCIA JESUÍTICA DE NUESTRA SEÑORA DE BELÉN ....................................................................................................... 83

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12. LA CAPILLA DE NUESTRA SEÑORA DE BELÉN Y LA ESTANCIA DE LAS VACAS ............................................................................................................................. 90 12.1. Sus comien�os ...................................................................................................... 90 12.2. La expulsión de los Jesuitas. El extra�amiento de sus bienes y la Administración

de Juan de San Martín ................................................................................................ 98 12.3. La Administración de Pedro Manuel de �uiroga. 1774 � 1778 (1780). ............ 106 12.4. La Estancia de Las Vacas pasa a manos de la �ermandad de la Santa Caridad de

Nuestro Se�or Jesucristo. �La Calera de las �u�rfanas�. 1778 � 1827. .................. 108 12.5. Deslindes posteriores de los terrenos de la Estancia y el destino de las

edificaciones ............................................................................................................. 127

13. �POR �UÉ SE ABANDONA LA PRÁCTICA DE IN�UMACIÓN DENTRO DEL TEMPLO� ................................................................................................................... 131 13.1. La Seculari�ación ............................................................................................... 131 13.2. El �igienismo ..................................................................................................... 132 13.3. �Barbarie� vs. �Civili�ación� ............................................................................. 138 13.4. El surgimiento de los Cementerios y el caso del actual territorio del Uruguay . 139

14. LA �CALERA DE LAS �UÉRFANAS�. LAS EDIFICACIONES DURANTE EL SIGLO XX A LA ACTUALIDAD ................................................................................. 144

15. LAS ACTAS DE DEFUNCIÓN ..................................................................................... 156

15.1. Actas de defunción de los Libros Parroquiales de Las Víboras ......................... 160

16. EL TEMPLO. SUS PARTICULARIDADES ................................................................. 172

17. ALTERACIONES DEL SUTRATO DEL TEMPLO DURANTE EL SIGLO XX NO DOCUMENTADAS ....................................................................................................... 180

18. TRABAJOS AR�UEOLÓGICOS .................................................................................. 182

19. RESULTADOS Y REFLEXIONES ............................................................................... 202

AGRADECIMIENTOS .................................................................................................. 208

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS, FUENTES Y ARC�IVOS CONSULTADOS . 210

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1. INTRODUCCIÓN

La presente Monografía ha sido elaborada como trabajo final de la asignatura �istoria del Uruguay 1, materia curricular de la Licenciatura en Ciencias �istóricas, que conforma el corpus de materias optativas del Plan de Estudio del autor para la Licenciatura en Ciencias Antropológicas de la Universidad de la República.

En la misma se aborda la Funebria en territorio Oriental1 hacia la segunda mitad del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX, a trav�s del estudio de las inhumaciones en la Capilla de Nuestra Se�ora de Bel�n, templo cuyos actuales relictos en pie datarían de la d�cada de 1760 y que fuera erigido por los religiosos de la Compa�ía de Jesús en el actual Departamento de Colonia.

La Capilla, popularmente conocida en el presente como Calera de las �u�rfanas, fue construida en lo que en ese entonces se consideraba campaña bonaerense, formando parte en sus inicios de la Estancia de Nuestra Se�ora de Bel�n o de Las Vacas, Establecimiento con el que los religiosos mantenían el funcionamiento y la infraestructura del Colegio e Iglesia de Bel�n en los Altos de San Pedro Telmo, en Buenos Aires. Dicho templo, pasó por diferentes administraciones y usos, por su abandono y deterioro, hasta el punto de ser considerado una ruina con peligro de derrumbe durante la primera mitad del siglo XX.

La práctica de entierros humanos dentro de los templos, atrios, criptas, colegios y claustros, con ciertas variantes, fue una práctica extendida en buena parte de Am�rica para ese período.

Durante el siglo XX, en diferentes ocasiones y de manera fortuita y�o en actuaciones dirigidas de carácter asistemático, fueron ubicados dentro de este recinto y posiblemente en lo que fuera el Atrio del mismo, diversos restos óseos humanos. La existencia de enterramientos, fue plenamente confirmada durante la reali�ación del proyecto �Parque arqueológico Estancia de Belén, Proyecto de investigación arqueológica en la antigua estancia de Belén�2 (a�os 1999 a 2001).

Si bien, desde el punto de vista histórico y arqueológico, las modalidades y costumbres funerarias del período en cuestión han sido objeto de diversas investigaciones3, existen escasos antecedentes que atiendan el Suroeste del actual territorio uruguayo, siendo más exigua aun, la

1 En el presente trabajo nos referimos como territorio Oriental, al ubicado al Este del río Uruguay y Norte del Río de la Plata en territorio semejante al ocupado por la actual República Oriental del Uruguay, si bien, desde el punto de vista histórico y de acuerdo a diversos documentos de la �poca colonial, esta denominación se utili�aba comúnmente para definir un área más amplia, que abarcaba territorios actualmente ubicados en parte del Delta del Paraná, la actual Provincia de Entre Ríos y porción de Río Grande do Sul. 2 Geymonat, 1998. 3 Los Antecedentes se tratan particularmente en el Capítulo 7.

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producción científica que aborde las particularidades de los entierros humanos practicados en la Capilla de Bel�n.

Fue en el marco del proyecto ya mencionado, en que se conjugaron por primera ve� para este sitio, las fuentes históricas y los remanentes arqueológicos, acercamiento que profundi�amos en el presente trabajo. El contexto de halla�go y el estado de conservación de los restos descritos, sumados a la existencia y análisis de fuentes documentales primarias, han promovido diversas inferencias que nos permiten ahondar en el estudio de las prácticas mortuorias para los últimos a�os de la colonia hasta los primeros a�os del Estado Oriental.

Profundi�ando hacia el pasado y al decir de Jos� Pedro Barrán, intentaremos adentramos en ese Uruguay que �… no tenía casi puentes, ni un solo kilómetro de vías férreas, los ríos separaban las regiones en el invierno durante meses ( ) La noche era invencible. Las velas alumbraban poco� (1998a�17).

Pensamos que el estudio de este caso concreto, contribuye a la caracteri�ación, la comprensión y el conocimiento de diversos aspectos de la Funebria para ese período histórico en el Río de la Plata.

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2. CONSIDERACIONES INICIALES

El ser humano es el único animal que busca sentido y otorga significado a la Muerte, instituyendo a trav�s de la configuración de dispositivos simbólicos, una relación de continuidad entre los vivos y los muertos, constituy�ndose en la única especie reconocida que tiene capacidad de simboli�ar (Gianotti, 1998�3).

Siguiendo a Asunción Bordach (2006�2), en toda sociedad humana, el fenómeno de la Muerte ocasiona el despliegue de una variedad de comportamientos de naturale�a tanto colectiva como individual, y tales respuestas o reacciones, se canali�an y manifiestan a trav�s de un conjunto de pautas socialmente especificadas. En el abordaje de las formas de pensar, sentir y actuar del ser humano en relación a �sta, la cultura material vinculada a los contextos funerarios y las representaciones simbólicas contenidas en �l, poseen una posición privilegiada para la investigación.

Entendiendo por Funebria aquellas manifestaciones de naturale�a material, inmaterial o simbólica que se ponen en práctica al momento de afrontar la Muerte, pretendemos abordar su estudio desde una perspectiva integral, focali�ándonos para ello, en conceptos y herramientas de las ciencias del pasado del Hombre como lo son la �istoria y la Arqueología. Tanto el abordaje de las fuentes documentales escritas, gráficas y fotográficas, la información y tradición oral, como los vestigios que se recuperan durante los trabajos arqueológicos y la consecuente generación de información a trav�s de la interpretación de los datos obtenidos, nos permiten aproximarnos �aunque sea de manera parcial� a los valores, actitudes y modos de percepción que poseían los integrantes de la sociedad que los produjo. Apostamos entonces al concepto de registro global, que se construye a partir de un análisis crítico de diferentes vías de información posibles (Geymonat y Bracco, 1999�2).

En la búsqueda de conocer y comprender aspectos del sistema sociocultural del período que afrontamos, trataremos de indagar en las costumbres del fenómeno social que representa la Muerte, a trav�s del estudio del ritual4 funerario católico y algunas prácticas vinculadas algo más indirectamente al mismo.

Como lo hace notar María Rodrígue� (2001�35), la visión Occidental de la Muerte en su devenir histórico, está integrada al sistema de creencias religiosas sustentadas por la Iglesia Católica, de ahí, que el análisis del modelo que se hace corresponda a un proceso denominado cristianización de la muerte.

La religión Católica, se constituyó en un elemento superlativo en la sociedad colonial. Iglesia y Monarquía se mixturaban en lo que conocemos por Monarquía católica, y en el marco de la misma, la Iglesia se estableció como un supremo censor moral imponiendo sus modelos de conducta sobre toda la sociedad� mediante su control de la caridad y la educación ejercía una función social destacable, y como terrateniente y receptora de die�mos, poseía los recursos financieros necesarios para mantener una compleja organi�ación eclesiástica que alcan�aba a todos. Por ello Callahan (1989�12) se atreve a decir que la Iglesia del siglo XVIII era omnipresente y nadie escapaba a su influencia. 4 �Los rituales constituyen una secuencia de prácticas regladas en forma explícita o implícita y que afirman de manera simbólica las creencias fundamentales de una sociedad� (Cosse, 1997�1�2). En este caso hace alusión al conjunto de ritos (acciones prescritas o reglas establecidas para el culto o ceremonias) de la religión Católica (RAE, 2001).

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Refor�ando esta idea, Bentancor et al. (2008�16) expresan que �Bajo ningún punto de vista podemos dejar al margen la influencia y los efectos que los fenómenos religiosos tenían para aquella sociedad tradicional. Nadie puede eludir el peso que el cristianismo ha tenido en la forma de organizar la familia, las relaciones entre las clases sociales, la política y la administración del cuerpo de los vivos, tanto como de los muertos�.

Justamente, dentro de las ciudades, pueblos y asentamientos hispanos en Am�rica, uno de los elementos arquitectónicos claves lo constituían los templos católicos, que daban el perfil y definían en gran medida la identidad ciudadana. �oracio Chiava��a (2007�228) citando a �outart, menciona que estos espacios eclesiales tuvieron una singular relevancia, considerando el rol histórico que tuvo la Iglesia en el proceso de coloni�ación y organi�ación de la emergente sociedad multi�tnica y pluricultural americana, constituy�ndose en la iniciadora de un proyecto global de búsqueda de unificación ideológica. Avan�ado el siglo XIX y ya existente el Estado Oriental, la impronta de la Iglesia Católica seguirá siendo fuerte, pero comen�ará a sufrir con mayor �nfasis el impulso seculari�ador cuyo punto más evidente se concreta en la separación de la Iglesia del Estado.

Para el Catolicismo, el ritual funerario para el período que afrontamos �e incluso en el presente�, incluía actos prescritos, formales y reiterados� con su dogma, cultos eclesiásticos, ritos y liturgia, tomó aspectos claramente reconocibles y documentados que permiten un abordaje desde múltiples ópticas. Así, el ritual funerario católico durante el siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX en el Río de la Plata, desencadenó diferentes operaciones materiales e inmateriales, vinculadas a la preparación en cuerpo y alma de la persona ante su mediato o inmediato deceso, la purificación del moribundo o el recientemente fallecido, la preparación del cadáver, su transporte y acompa�amiento, lugares para exponer el cuerpo, excavación de la tumba, misas y posible recolocación de los restos mortales� todo ello, generó la puesta en práctica de diferentes actitudes y roles de distintos actores sociales, entre los que se contaban familiares, amigos, vecinos, anunciadores, limpiadores, portadores, sepultureros, religiosos y notarios, solo por nombrar algunos.

No obstante el fenómeno homogeni�ador del Cristianismo en relación a la Muerte, hay que tener en cuenta que en Am�rica, nos estamos enfrentando a procesos que pretendieron ser universales y que se intentaron imponer con similares características, pero que fueron desarrollados con una diversidad de dinámicas, ya que los diferentes grupos humanos reaccionaron de manera diversa, asimilando o no pautas y conductas, adaptándose, transformándose o resisti�ndose a estas influencias (Rivera, 2006�141�143). Esta malla de religiosidad institucional que se impuso con altibajos en casi todo el Continente, debió adaptarse a entornos geográficos particulares, imágenes e historias locales, prácticas cotidianas populares, mitos, creencias, leyendas, supersticiones y gestos mágicos, de una base heterog�nea y multicultural conformada por europeos, indígenas, negros esclavos y libres, criollos, y toda la división estamental en que se organi�aba o pretendían organi�ar estas sociedades.

Consideramos, en un plano general, que el estudio de las prácticas funerarias durante este período, entendido dentro de un contexto amplio, integral y sist�mico de la sociedad, reviste relevante inter�s para el entendimiento de este momento histórico.

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3. OBJETIVOS

Definiendo las circunstancias espacio�temporales, nos tra�amos como objetivo general de la presente Monografía, contribuir al conocimiento de la Funebria en la Banda Oriental hasta los primeros a�os del Estado Oriental, para la segunda mitad del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX, a trav�s del caso particular de las inhumaciones en el templo de Nuestra Se�ora de Bel�n.

Por otra parte, con los objetivos particulares buscamos� conocer quiénes fueron inhumados en la Capilla� reconocer las modalidades de enterramiento� visuali�ar �de existir� las posibles diferencias en el procedimiento mortuorio y ubicación diferencial5 dentro del recinto en relación a la consideración social de los individuos u otras variables� explorar aquellos sucesos que pudieron fomentar el abandono de la práctica de enterramiento en el mismo y contextuali�ar a Nuestra Se�ora de Bel�n en un marco general y particular de la región.

4. ASPECTOS METODOLOGICOS

Para lograr los objetivos planteados, nos valemos del estudio y complementación de fuentes documentales primarias y secundarias, información oral y de los resultados de los trabajos arqueológicos y bioantropológicos practicados durante el proyecto �Parque arqueológico Estancia de Belén, Proyecto de investigación arqueológica en la antigua estancia de Belén�.

La información histórica corresponde a�

� Partidas de defunción contenidas en los Libros Parroquiales del Partido de Las Víboras, donde constan �entre otras� las inhumaciones practicadas en la Parroquia Nuestra Se�ora de los Remedios y en la Capilla de Nuestra Se�ora de Bel�n. Los originales, se conservan actualmente en la Parroquia, Archivo y Museo del Carmen en la ciudad de Carmelo, Departamento de Colonia (a�os 1779 a 1841), y han sido parcialmente microfilmadas por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los �ltimos Días (a�os 1800 a 1841).

� Transcripciones de testamentos de �poca (siglo XVIII y primera mitad del XIX)

reali�ados en Buenos Aires y Montevideo, con la finalidad de conocer a trav�s de estos documentos de carácter notarial, diversas particularidades sobre las creencias y disposiciones que arrojan lu� sobre la concepción de la Muerte y la Funebria para ese período.

� Bibliografía y cartografía� fotografías históricas y actuales, e información oral.

La información arqueológica y bioantropológica corresponde a�

� Informes reali�ados en el marco del Proyecto arqueológico� Diario de campo del Proyecto, fotografías e información oral.

5 Estratificación del espacio.

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5. UBICACIÓN GEOGRÁFICA DE LA CAPILLA DE NUESTRA SEÑORA DE BELÉN

El templo de lo que fuera la Estancia Jesuítica (Figura 1), se locali�a en la �ona Oeste del actual departamento de Colonia, próximo al arroyo Juan Gon�ále�, ubicándose en las coordenadas 34� 01�33. 04� latitud Sur y 58� 10�36. 81� longitud Oeste.

Empla�ada a escasos diecis�is �ilómetros de la actual ciudad de Carmelo, esta estructura conservada mayormente en pie y con orientación longitudinal Sureste�Noroeste, está acompa�ada por relictos de edificaciones tanto superficiales como soterradas, que junto a �sta, conformaban el casco6 de la antigua Estancia de Nuestra Se�ora de Bel�n.

6 En el Capítulo 12 se ahonda particularmente el tema.

Figura 1 � Capilla de Nuestra Se�ora de Bel�n o Calera de las �u�rfanas, en su vista Noreste. Fotografía� Adrián Escofet. Archivo del autor. A�o 1999.

Figura 2 � (I�quierda arriba) Vista Sureste del templo. Figura 3 � (I�quierda abajo) La Capilla en su vista Sur. Figura 4 � (Derecha) Frente del templo y enladrillado del Atrio (reconstrucción). Fotografías� Alejandro C. Ferrari. A�o 2010.

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En la actualidad, el edificio y el predio circundante, son propiedad del Ministerio de Turismo y Deporte y están bajo la órbita del Consejo Ejecutivo �onorario de las Obras de Preservación y Reconstrucción de la Antigua Colonia del Sacramento (MEC) y la Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación (MEC), siendo protegidos por la Ley 14.040 bajo la figura de �Monumento �istórico Nacional�.

Figura 7 � Vista superior de las edificaciones en pie y vestigios de los muros soterrados. El camino �San Martín� atravesó el área del casco principal da�ando severamente varias estructuras. Tomado de� Google Earth (acceso� agosto de 2009).

Figuras 5 y 6 � En celeste, ubicación del casco principal de la Estancia de Nuestra Se�ora de Bel�n. Imágenes Satelitales del área. Tomadas de� Google Earth (acceso� agosto de 2009).

Arroyo Juan Gon�ále�

Arroyo de Las Vacas

Río de la Plata

República Argentina

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6. LA MUERTE Y LAS PRÁCTICAS FUNERARIAS

Como principio universal de nuestra especie, todas las sociedades emplean algún procedimiento o conjunto de procedimientos regulares en el tratamiento de un cadáver, pero en el momento en que las diversas agrupaciones humanas se enfrentan a este fenómeno, se involucra la dimensión social y la variabilidad en la costumbre funeraria, surgiendo múltiples variantes, constituy�ndose por tal motivo en un marcador del comportamiento humano (O�Shea, 1984�33).

Asunción Bordach (2006�3) nos comenta que Bro�n ha llamado a estos procedimientos diferenciados Programa Mortuorio, entendiendo por tal al conjunto coherente y estructurado de comportamientos sociales que organi�a lo que el colectivo considera una disposición apropiada de los muertos. En estos procedimientos mortuorios, pueden incluirse tanto a las personas que conforman el grupo de pertenencia �sea cual fuere� como ajenos, como ser� víctimas de guerra o desastres naturales, canibalismo intergrupal o restos humanos pertenecientes a un contexto socio�cultural diacrónico.

Sin pretender agotar su variabilidad, los vestigios relacionados a la práctica funeraria pueden ser observados en muy diversos sitios, por ejemplo� áreas dom�sticas de habitación, recintos militares, campos de batalla, templos, cementerios, hitos geográficos u otros espacios de connotación sagrada o profana. Desde el punto de vista cultural un cadáver puede permanecer completo, parcial, ser cremado, digerido, etc. El destino de los restos mortales puede ser variado� al aire libre, en el mar, enterrados, sepultados, colocados en una gruta o cueva, etc. Las depositaciones pueden ser de diferentes características� individuales, múltiples, primarias7, secundarias8, parciales, etc. y depender a su ve� del continente en que serán colocados los restos (urna, cajón, en fosa, etc.). A todas �stas decisiones tomadas en su contexto sist�mico de generación9 hay que a�adirle los eventos ocurridos que dan lugar al contexto arqueológico10

(sensu Schiffer, 1972), hecho que nos lleva a manejar con cautela la interpretación de la situación en que son hallados los restos y sus contextos.

Dentro de las pautas culturales comunes a un grupo o la imposición de pautas de un grupo hegemónico o dominante ajeno, la proximidad entre vivos y muertos es visuali�ada y experimentada de diferentes maneras. La salida de un individuo de su contexto sist�mico en tanto ser vivo, no implica la eliminación de sus restos mortales del espacio cotidiano de los vivos, hecho observable por ejemplo en la conservación de segmentos corporales y�o sangre entre sus deudos, la conservación de cabe�as trofeo entre enemigos, o el entierro en el sustrato de un templo donde se desarrollan diferentes pasajes de la vida cotidiana de los feligreses.

Para el desarrollo de nuestro trabajo, adherimos al concepto incorporado por Ragon y retomado por Gáme� Bast�n (2004�2), de espacio de la muerte, en el entendido que pueden existir múltiples espacios con mayor o menor explicitación o visibilidad, que la comunidad puede 7 El entierro primario refiere a un cuerpo que ha sido inhumado de forma articulada y sin mayores modificaciones a su anatomía al momento de la Muerte, más allá de que pueden existir múltiples formas de hacerlo. 8 El t�rmino entierro secundario en este caso, refiere al tratamiento ex profeso del cuerpo luego de la Muerte (sincrónico o diacrónico) produciendo alteraciones a su anatomía original. Incluye la depositación de elementos corporales desarticulados o escasamente articulados. En este caso tambi�n existen múltiples variantes, pudiendo incluir a más de un individuo. Un ejemplo del mismo, corresponde a la extracción y acumulación de huesos para practicar nuevas inhumaciones en el lugar donde se encontraban estos restos. 9 Contexto sist�mico� donde los elementos participan en un sistema de comportamiento en un tiempo concreto. 10 Contexto arqueológico� describe los materiales que pasaron a trav�s de un sistema cultural o varios, y que hoy conforman un sitio arqueológico. Se suman a estos los procesos de transformación naturales.

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transformar en sitios sagrados o dotados de significados religiosos o simbólicos, otorgando una identidad cultural al lugar� �Este concepto incluye lugares de sepultación de cadáveres (oficiales y segregados), lugares de culto de los antepasados, lugares marcados por un acontecimiento trágico, y también destacaremos, lugares urbanos transformados por los ritos y prácticas sociales ligadas al fenómeno de la muerte” (Gáme� Bast�n, 2004�2). El concepto de espacio de la Muerte, nos permite aproximarnos a la comprensión del fenómeno mortuorio, ampliando su cobertura a aquellos lugares donde se desarrollan actividades vinculadas con la Muerte, pero donde no necesariamente se expresa una materialidad de remanentes bioantropológicos.

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7. ANTECEDENTES 7. 1. Antecedentes generales sobre el universo mortuorio

Una de las referencias más tempranas para nuestro actual territorio, la encontramos en el espa�ol F�lix de A�ara11, quien durante sus tareas como Comisario en la demarcación de límites entre Espa�a y Portugal en relación al Tratado de San Idelfonso del a�o 1777, tuvo la oportunidad de observar y describir costumbres religiosas y funerarias de los pobladores de la Banda Oriental12

(A�ara, A. 1847a).

�acia finales del siglo XIX, Isidoro de María (1957a y 1957b �1885�1895�) abordaba en su obra �Montevideo Antiguo� diversas particularidades sobre la Funebria, donde trataba los entierros, la Iglesia Matri� vieja y la nueva, el Convento y la Iglesia de San Francisco, el Campo Santo montevideano, los honores fúnebres y el cajón, por nombrar algunos tópicos. Sus relatos de variada índole �que abarcan los siglos XVIII y XIX�, son retomados por diversos investigadores y son incorporados en diferentes pasajes de este trabajo.

Rómulo Rossi (1980 �1897�) por su parte, retomando el trabajo de Isidoro De María o coincidiendo en algunos datos con �ste, en sus �Crónicas sabrosas del Viejo Montevideo� describía algunas características de los velorios, el luto, el entierro de adultos y los velatorios deangelitos13 hacia los siglos XVIII y XIX. En edición ampliada, luego de una descripción de los cementerios y campos santos de Montevideo y de un traslado de restos en el a�o 1913 del Cementerio de Peñarol Viejo, al retrotraerse hasta el período colonial y al hablar de los franciscanos, Rossi comentaba que �…habían habilitado una parte del corralón para sepultar a sus compañeros de comunidad y a los menesterosos; como asimismo el interior de la iglesia, el corredor del Norte y el atrio, para gente de posición ( ) Los militares eran inhumados dentro del Fuerte ( ) y los que fallecían en el Hospital de Caridad, no exigían tampoco mayores molestias para encontrarles el descanso eterno, puesto que sus restos hallaban fácil acomodo en un terreno baldío contiguo ( ) Conviene decir igualmente, que dentro del reducido recinto de la Matriz Vieja ( ) se siguió sepultado a personas de distinción social hasta 1791, en cuya fecha el cura de dicho Templo, muy atinadamente hizo construir un “campo santo” contiguo y hacia el Sud, resguardado por un cerco de piedra, no permitiendo “más enterratorios dentro de la iglesia”, lo que dio lugar a que su conducta fuera injustamente censurada por los feligreses� (Rossi, 1980�75).

A principios del siglo XX, Orestes Araújo (1906�267) refiri�ndose al Montevideo colonial, tambi�n coincidiendo o retomando el trabajo de Isidoro De María, se�alaba que a falta de necrópolis �…se enterraba en las iglesias, hasta que los padres franciscanos destinaron para cementerio una parte del extenso terreno de que disponían junto a su convento, ejemplo que siguió el Cura Párroco de la Iglesia Matriz. En estos cementerios eran sepultados los pobres, porque la gente de viso continuó siendo enterrada en los Templos, menos los militares para quienes estaba reservada la capilla de la Ciudadela, y en un terreno contiguo al Hospital de Caridad los enfermos que sucumbían en este humanitario establecimiento�. Luego anali�a el origen de los cementerios desde 1808 hasta la construcción del Cementerio Central y describe las características de las mortajas utili�adas habitualmente.

11 F�lix de A�ara. 1742�1821. Militar, ingeniero, cartógrafo y naturalista nacido en Barbu�ales, Provincia de �uesca. Espa�a. 12 Se ofrece un detalle específico de sus observaciones en el Capítulo 10 y el Capítulo 18. 13 Se aborda la temática en el Capítulo 10 (Apartado 10.4.3).

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Estudios posteriores, han permitido relativi�ar algunas de estas afirmaciones (ver Bentancor et al. 2008).

Aproximaciones desde la Historia

La corriente historiográfica moderna surgida a principios del siglo XX, al incorporar de manera más cabal el estudio de las prácticas cotidianas, dio lugar a la aparición de lo que se conoce por �istoria de las Mentalidades14, área temática que surge con posterioridad a la Primera Guerra Mundial entre los que destacan los franceses Lucien Febvre, Marc Bloch15 y �enry Pirenne, el holand�s Johan �ui�inga y el alemán Norbert Elías. Tambi�n conocida en sus variantes como Historia de la sensibilidad, con ella, los clásicos estudios históricos (�istoria Tradicional) que apuntaban a la reconstrucción macrohistórica de grandes hechos, períodos reales o presidenciales, fechas de batallas u otros acontecimientos concretos, basados generalmente en el estudio de documentos e historia de grupos hegemónicos, elites y vencedores, dieron paso al estudio de las prácticas culturales que abarcan a la sociedad desde una perspectiva más amplia, global y cotidiana, dando origen a campos de estudio conocidos como Historia cultural, Microhistoria e Historia de la vida privada.

De acuerdo a Soledad Góme� (1990�261), el rasgo definitorio de la �istoria de las Mentalidades, es su vocación por los humildes, su atracción por lo colectivo y su preocupación por los hombres sin historia en la larga duración. Muy relacionada a una historia socioeconómica en sus orígenes, se fue diversificando en las sucesivas generaciones de historiadores. Temas como infancia, familia, sexualidad, criminalidad, sociabilidad, fiestas, piedad popular, creencias y Muerte, descuellan en el escenario historiográfico sobretodo hacia la d�cada de 1970, cuya efervescencia e impacto promovieron que se conociera esta producción por el nombre de Nueva Historia(Góme�, 1990�265).

En este marco, y tal como lo menciona Andrade Lima (1994�3), el universo funerario viene siendo considerablemente estudiado por autores como Alberto Tenenti, Michelle Vovelle y Philippe Ari�s, entre muchos otros. De acuerdo al análisis historiográfico de dicha autora, estos investigadores han profundi�ado en las Artes del Bien Morir16, la actitud ante el moribundo, los rituales de enterramiento y las ceremonias fúnebres, privilegiando las actitudes hacia la Muerte, preocupados por histori�ar y relativi�ar cuestiones naturali�adas por la �sociedad� occidental, centrando la mirada en la actitud ante el moribundo y la ritualidad, �…con la expectativa de conocer diferentes aspectos de la sociedad y de los cambios producidos en la larga duración. Así, estos estudios se encuentran signados por la idea de la existencia relativamente generalizada de una única sensibilidad mortuoria�, en un enfoque universalista y uniformi�ador (Caretta y Zacca, 2007�1).

Los estudios de Philippe Ari�s sobre la Muerte en el mundo Occidental, profundi�an sobre la postura y la ritualidad del ser humano ante la misma, a las que suma investigaciones relacionadas

14 De acuerdo a Res�nde� (2007�7), Michelle Vovelle define a la �istoria de las Mentalidades como �…el estudio de las mediaciones y de la relación dialéctica entre las condiciones objetivas de la vida humana y de las formas en que la gente la narra y la vive ( ) El trasladarse de las estructuras sociales a las actitudes y representaciones colectivas involucra todo el problema de los mediadores complejos entre la vida humana real y las imágenes, incluso las representaciones fantásticas, que la gente construye y que son esenciales para abordar la Historia de las Mentalidades�. 15 Promotor junto a Lucien Febvre de la revista Annales en el a�o 1929. 16 Ver Capítulo 10 (Apartado 10.1).

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a la iconografía religiosa. Este autor, investigó los cambios de larga duración, privilegiando la noción de inconsciente colectivo �…zona liminar entre lo biológico y lo cultural, sobre los sistemas culturales y religiosos� (Cosse, 1997�3).

Por su parte, las obras de Michelle Vovelle, marcaron una línea de trabajo pionera al incorporar el estudio de las fuentes notariales y de su metodología, con el reconocimiento del testamento como documento estrella (Góme�, 1990� 267). Anali�ando aproximadamente 18.000 testamentos dictados en Proven�a durante el siglo XVIII, la obra vovelliana descubrió el uso en masa y serial de esta fuente a la que interrogaba con un variado cuestionario que permitía la cuantificación. Este investigador planteó además, la idea de temperamentos regionales donde lo geográfico era un posible condicionante del comportamiento, y de esa manera postulaba lugares conservadores (lo rural) y lugares innovadores o de apertura (lo urbano), que hacía que ciertas pautas fueran más o menos fáciles de implementar, mantener o erradicar, y todo ello podía ser visuali�ado en el análisis documental.

Pese a todas las bondades de estas fuentes, Vovelle fue muy crítico con su propio trabajo, reconociendo que la mitificación del testamento tenía sus riesgos, ya que la práctica testamentaria no era extensible a todos los grupos sociales y a todos los niveles económicos17. Esto motivó que a posteriori, los historiadores sintieran la ineludible necesidad de abrirse a otras fuentes, como �…las epigráficas (inscripciones funerarias de cementerios, distribución arquitectónica de las tumbas y nichos), las artísticas y arqueológicas (análisis de multitud de exvotos, altares de ánimas, imágenes, cuadros de contenido religioso), literarias (libros de piedad, manuales de confesores, obras morales, especialmente sermones), municipales (expedientes sobre apertura y control de cementerios locales, disputas entre órdenes religiosas y cabildo…) y, sobre todo, parroquiales� como los �libros sacramentales, de colecturía, de fábrica, libros de aranceles y tarifas�, etc. (Góme�, 1990�275�276).

Obras destacadas en Uruguay

Dentro de las investigaciones nacionales se destacan las obras de Jos� Pedro Barrán �Historia de la Sensibilidad en el Uruguay” (1998a �1989�) y la �Espiritualización de la riqueza, catolicismo y economía en Uruguay 1730-1900” (1998b). En la primera de ellas (Tomo 1) condensa varias d�cadas de cambios culturales de larga duración, donde trata �entre otros temas� el fenómeno de la Muerte en lo que caracteri�ó como sociedad bárbara, en la que existían altos índices de mortalidad y una expresión pomposa barroca de la Muerte. En el segundo de los trabajos, anali�a el cambio de mentalidad desde la colonia hasta finales del siglo XIX, y el proceso de secularización en territorio oriental. En dicha obra, se examinan 229 testamentos pertenecientes a 233 testadores y una Capellanía. Por sus particularidades, pasajes de ambos trabajos se intercalan en la presente Monografía.

Por su parte, Isabella Cosse (1997) en su trabajo de aprobación de las asignaturas Americana I y Americana II (F�CE�UdelaR) titulada �De la Iglesia del Cementerio Público. Ritos Fúnebres Porteños”, estudia los ritos fúnebres en Buenos Aires desde el período colonial hasta el gobierno del General Martín Rodrígue�, con un �nfasis particular en los últimos a�os del coloniaje y el período independentista� allí anali�a los ceremoniales públicos (cortejos, procesiones, túmulos,

17 Se calcula en diferentes trabajos, que solo un 25 � aproximado de la población adulta generaba un documento de estas características (Góme�, 1990�274), porcentaje que incluso se redujo entrado el siglo XIX.

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etc.), los trabajos por el alma, las pompas fúnebres, los entierros de personalidades y de los pobres, y la creación de los cementerios públicos.

Otro antecedente igualmente relevante, lo constituye la obra de Bentancor et al. (2008) �Muerte y religiosidad en el Montevideo Colonial, una historia de temores y esperanzas”, donde los autores tratan el fenómeno de la Muerte para el último cuarto de siglo del Montevideo espa�ol. Para ello se valen de la información contenida en 1.017 testamentos que constituyen el total de los registrados por la Escribanía Pública de Montevideo para el período de 1790 a 1814, 3.221 actas de defunción registradas en los Fondos Eclesiásticos de la Iglesia Matri� y anotaciones breves y parciales correspondientes a la Parroquia Nuestra Se�ora del Carmen la Mayor, la llamada Capilla de Maciel y el Regimiento de Infantería de Buenos Aires que fuera destacado de manera temporal en Montevideo.

Mirada desde la Arqueología

Desde la Arqueología, el estudio de la Muerte y particularmente las manifestaciones materiales en los lugares de inhumación ha sido uno de los objetos de estudio más frecuentes, habiendo contribuido decisivamente para ello, el hecho de presentarse habitualmente como contextos cerrados, con notable grado de conservación tanto de las estructuras funerarias como de los ajuares hallados en su interior (Castro et al� 1995�129). Otras bondades del estudio de inhumaciones, lo constituyen� una alta concentración de restos en espacios reducidos� materiales que suelen conformar un repertorio escogido� el permitir el establecimiento de sincronías, cronologías relativas y secuencias tipológicas (Chapa, 1990�13). Estas condiciones favorecieron tempranos estudios cuya sistemati�ación en series y agrupaciones regionales permitió definir muchas de las primeras entidades arqueológicas de la Prehistoria como la de Montelius (1885), Siret y Siret (1890) y Reinec�e (1911) (Castro et al� 1995).

En su devenir, el cambio de enfoque conceptual y la modificación de los fines perseguidos por esta disciplina durante el siglo XX, ha propiciado un alejamiento gradual del coleccionismo y la descripción de objetos exóticos y llamativos recuperados de manera selectiva, para transformarse en una disciplina holística a trav�s de la que se intenta comprender y explicar fenómenos socio�culturales de los diferentes grupos humanos y sus interacciones y transformaciones a trav�s del tiempo, a partir de los vestigios materiales, en una perspectiva global y comparativa. De esta manera, el fetichismo sobre las pie�as y el carácter descriptivo y tipológico de la antigua tradición decimonónica, ha ido dejando paso a una recuperación e interpretación de entidades arqueológicas, contextos y procesos de formación del registro arqueológico18 (sensu Schiffer, 1993), con la finalidad de establecer nexos directos y puentes con realidades culturales. Así, los remanentes no se definirán por su tama�o, composición ni grado de complejidad, sino por su participación en un contexto social, contexto �que siguiendo a Chiava��a� no está dado per se, sino que la dimensión histórica deviene de la dial�ctica generada entre el pasado y nuestra propia visión de ese pasado (Chiava��a, 2007�6).

�acia la segunda mitad del siglo XX se profundi�an los cambios, los nuevos marcos teóricos en su proceso de renovación teórica�metodológica, mostraron insatisfacción con las propuestas de la denominada Arqueología tradicional, esto es arqueologías evolucionistas e histórico-culturales

18 �Los procesos de formación se definen como todos los eventos, actividades y procesos que afectan a los artefactos después de su uso inicial en un tipo particular de actividad, y estos procesos pueden ser tanto culturales como no culturales� (Schiffer, 1993�40).

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(Abad Mir, 2006�2), que se focali�aban en estudios clasificatorios de las sociedades y sus costumbres, y en la difusión de pautas, dando lugar entonces a una Arqueología Antropológica.

Si bien entendemos que las bases teóricas y metodológicas para los últimos cincuenta a�os son muy diversas, tomamos de distintos autores aquellos elementos que consideramos de utilidad para nuestro trabajo y que nos permitan reflexionar sobre el particular. Así, y desde un nivel explicativo, diferentes arqueólogos han abordado el comportamiento mortuorio desde los alcances de la Arqueología de la Muerte19 o Arqueología Funeraria, a partir de la cual el registro arqueológico es interpelado tanto en sus componentes biológicos como culturales, considerando el acto funerario como condensador de conductas sociales significativas (Chapa, 1990�15). El análisis de contextos funerarios va a permitir abordar aspectos vinculados al análisis del estilo de vida, estado de salud (estudios epidemiológicos, patologías, etc.), dieta y nutrición, índices de natalidad y morbilidad, patrones de locali�ación de entierros, áreas formales de inhumación, entre otros tópicos.

Desde algunos abordajes materialistas, se ha intentado afrontar el estudio de los contextos arqueológicos mortuorios, en la búsqueda de reconocer la persona social. Así �En el nivel individual, varios autores ( ) han sostenido que el conjunto de identidades sociales mantenidas durante la vida de un individuo (correspondientes con las diferentes categorías sociales reconocidas, sexo, edad, posición social, filiación social, condiciones de la muerte); aparecen representadas en forma de elementos dentro del contexto funerario. De esta forma podría establecerse una correspondencia entre las características funerarias contextuales (riqueza de ajuar, inversión de energía en el entierro, diversidad de elementos de ajuar) con la posición y categorías que ocupó el individuo en vida� (Gianotti, 1998�11).

En esta línea y de acuerdo a María Cabrera (1995�14), desde la corriente denominada Nueva Arqueología, Luis Binford trató de demostrar regularidades en el universo mortuorio, proponiendo en sus trabajos que la posición del individuo y el tama�o y la composición de los atavíos que obligaba su estatus, constituían el principal vehículo para identificar la diferenciación mortuoria. Se�aló además la existencia de un vínculo sistemático entre la diferenciación mortuoria y la posición social� para probarla, relacionó las facetas que contenían la posición social del individuo al morir con las diversas interconexiones que tenía con otros miembros de la sociedad. De acuerdo a este autor, habría identidades sociales mantenidas en vida y reconocidas en la Muerte. �Con esto trató de explicar las facetas de la “persona social” reconocida simbólicamente en el ritual mortuorio, las cuales se reflejan en el tratamiento diferencial que recibe el individuo al morir; esto varía directamente de acuerdo con el rango social que tuvo en vida dentro de su comunidad� (Op cit.).

Este tipo de posiciones20 ha sido fuertemente criticada por otros autores por considerarla reduccionista� por ejemplo Zapatero y Chapa (1990�364) nos recuerdan que Joseph Tainter ha se�alado en un estudio comparativo sobre una muestra de noventa y tres sociedades, que menos del cinco por ciento de las mismas emplean los ajuares funerarios para simboli�ar diferencias de

19 El t�rmino �Arqueología de la Muerte� es un campo de investigación arqueológico nacido en el seno de la Arqueología Procesual anglo�americana de los a�os 60� (Abad Mir, 2006). La misma se populari�a a partir de la edición del libro �Arqueología de la Muerte” (The Archaeology of death. 1981. C�APMAN, Robert� �INNES, Ian y �laus RENDSBORG (Editores)� Universidad de Cambridge, Inglaterra), que compila trabajos de diferentes autores sobre la temática (De La Pena, 1997�152). 20 De acuerdo a Chapman, hoy se le conoce como el �enfoque Binford�Saxe� (Zapatero y Chapa, 1990� 368).

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estatus, y otros han sugerido �entre ellos Ian �odder� que la relación entre el estatus individual en vida y la manera en que se refleja �ste en el ritual funerario está lejos de ser clara.

La materialidad del ritual funerario, �…puede disfrazar, distorsionar o invertir la realidad social más que ser un reflejo directo de ella, y por tanto hay que procurar atravesar la mera evidencia material para apreciar la ideología y los principios simbólicos que informan esas actuaciones� (Zapatero y Chapa, 1990�369).

Un estudio concreto sobre el particular, traído a colación por Abad Mir (2006�17) lo constituye el del antropólogo Maurice Bloch sobre comunidades de Madagascar, quien llama la atención sobre los errores en que puede incurrir cierto tipo de interpretación. �Bloch observó que mientras entre los Merina los individuos de mayor estatus social son enterrados en determinados lugares y el ritual funerario corresponde a su actividad desarrollada en vida, el tipo de tumba es similar a las del resto de miembros de la comunidad. En contraposición, entre los Sakalava las tumbas de los individuos con un estatus social elevado pueden ser de peor calidad que las de otros integrantes del grupo”. Otro ejemplo interesante, investigado por Par�er Pearson, lo constituye el caso de uno de los cementerios de Cambridge (siglos XVIII al XX) donde los mausoleos y tumbas más costosas, pertenecen a las minorías marginadas (Zapatero y Chapa, 1990� 364).

Esta perspectiva, compartida por otros investigadores, ha sostenido que la posición de un individuo no necesariamente tiene que quedar reflejada por ejemplo en la inhumación, siendo posible verla reflejada en otras manifestaciones y actitudes culturales de los vivos (Gianotti, 1998�11).

Indudablemente el contexto que anali�amos en este trabajo posee ciertas características (templo, modalidad de entierro católica), sin embargo nos parece conveniente el visuali�ar y reiterar que la matri� homogeni�adora católica operó sobre una diversidad sociocultural que le dio ciertas características particulares.

7.2 Antecedentes particulares sobre excavaciones en contextos de inhumación en el interior de templos católicos y áreas contiguas.

Son numerosos los antecedentes sobre los trabajos históricos y arqueológicos relacionados a inhumaciones en templos y áreas inmediatas contiguas. En la presente Monografía ofreceremos solo algunos ejemplos de nuestro Continente y nuestro país.

Para el caso mexicano, los trabajos de �umberto Besso�Oberto en Míxquic en una Iglesia del siglo XVI, durante la d�cada de 1970, dejaron al descubierto la planta primitiva del recinto, �…localizando una serie de piedras con una colocación ordenada sistemáticamente y con alineación paralela, las cuales correspondieron a una serie de entierros� (Rodrígue� M� 2001�63). Allí, documentó treinta y siete entierros y huesos aislados, que indicarían una reutili�ación de fosas. Todos los enterramientos tenían posición Oeste�Este, misma orientación que guarda la Iglesia y todos estaban dispuestos mirando hacia el Altar.

En esa oportunidad, se anali�aron quince de los entierros, de los cuales die� eran primarios, uno secundario y cuatro no comprobables, todos enterrados en fosa. En las inhumaciones predominó la posición decúbito dorsal extendido y varios cráneos presentaron deformación craneal. Se ubicó además material asociado como cerámica colonial, cuentas de coral, monedas y otros metales. En estas excavaciones, los investigadores resaltan varios aspectos, entre ellos, la

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utili�ación de la nave de la Iglesia para el enterramiento de indígenas además de otras personas de origen europeo. �En estos entierros se repite el patrón de orientación (oeste-este) de los esqueletos y en posición decúbito dorsal extendido con las manos cruzadas sobre el pecho, características todas ellas de un entierro cristiano� (Rodrígue� M� 2001�63).

Al tratar los entierros secundarios, los investigadores agregan que �…puede tratarse de un uso temprano de la vieja costumbre europea de traslado de huesos para desocupar los sitios de entierro. A este sistema se le denomina “monda de cadáveres� (Rodrígue� M� 2001�63). En este caso mexicano y de acuerdo a diversos documentos, la remoción de los cuerpos podía hacerse rutinariamente cada determinado número de a�os� algunas fuentes se�alan una periodicidad de siete a�os, o bien, cuando se consideraba ya demasiado saturado el piso de restos óseos y se hacía necesario renovar el suelo completamente (Rodrígue� M� 2001�64).

Tambi�n para el caso mexicano, contamos con el trabajo de Tiesler et al. (2000) sobre los enterramientos en el Atrio de la Catedral de M�rida. Las excavaciones practicadas durante el a�o 1999, tenían por motivo registrar y rescatar una serie de osamentas humanas que habían aparecido durante una excavación de �anjas para un cableado subterráneo. Para los autores, algunos resultados confirmaron las expectativas iniciales que se tenían como lo era el �…patrón funerario cristiano o las condiciones de vida adversas observadas en la muestra�� sin embargo, otros datos les parecieron novedosos, como ser la presencia de individuos de ascendencia africana junto a descendientes de europeos e indígenas.

El equipo de investigadores, reali�ó una serie de excavaciones y un análisis del contexto y los restos óseos, que se encontraban en muy mal estado de conservación. Los restos recuperados pertenecían al menos a once personas, la mayoría adolescentes e infantes que� �Evaluados culturalmente, los enterramientos evidencian un patrón funerario común, producto de una secuencia de inhumaciones directas sucesivas. La distribución de los elementos anatómicos en los entierros primarios sugiere que los cuerpos fueron introducidos directamente en estrechos pozos, excavados para este fin. Allí, los difuntos fueron acomodados en dirección W-E y posición decúbito dorsal extendido con los brazos cruzados sobre el abdomen. No fueron ocupados ataúdes como vehículos de deposición pero tenemos elementos ( ) para pensar en que estaban envueltos en algún material perecedero� (Tiesler et al� 2000�2). Los autores agregan que el espacio manifiesta un patrón de inhumación sucesiva y densa, en función de las remociones observadas.

�acia nuestra región, para la República Argentina, diferentes investigadores han abordado las inhumaciones en templos católicos coloniales, destacándose los trabajos iniciados por el arqueólogo Agustín Zapata Gollán21, desde el a�o 1949 en Santa Fe la Vieja22. Diferentes estudios posteriores han profundi�ado el conocimiento sobre esta ciudad y sus templos, dentro de los que destacan los trabajos de María Teresa Carrara. En los últimos a�os, en lo que fuera el templo de San Francisco, se practicaron nuevos estudios bajo la coordinación de la arqueóloga Silvia Cornero, entre cuyos resultados se llevó a cabo la museali�ación de r�plicas de los enterramientos y cuyos restos originales fueron trasladados al creado Memorial de los Fundadores. Los remanentes óseos relevados en este templo, junto al de La Merced y el de

21 Agustín Zapata Gollán. 1895�1986. Arqueólogo argentino, que inició las excavaciones de Santa Fe la Vieja y quien comen�ó las tareas de excavación en la Iglesia de San Francisco. En 1953 publica �Las ruinas de la primitiva ciudad de Santa Fe. Las tres iglesias”. Imprenta de la Universidad. Santa Fe. 22 Fundada por Juan de Garay en el a�o 1573 y trasladada hacia la d�cada de 1660.

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Santo Domingo � los tres ubicados en esa ciudad�, corresponden a ciento noventa y dos sepulturas23 y cuyo número mínimo de individuos se estimó en doscientos cuarenta y cinco24.

Diferentes autores han abordado las particularidades de los enterramientos de la Iglesia de San Francisco, entre ellos Luis María Calvo (2008), quien anali�ó los testamentos y partidas de defunción, dando un panorama sobre los oficios de entierro, las características de los entierros mayores y menores, las sepulturas, la elección de la sepultura, la mortaja, el acompa�amiento y las posas25, relacionados a algunas de las personas allí inhumadas.

Nidia Areces, por su parte, de acuerdo a Cornero (2008�96), considera que en Santa Fe la Vieja �…se constituyó una sociedad altamente jerarquizada utilizando una estrategia de poder basada en la manipulación de la situación colonial y la regulación de los mecanismos de inclusión/exclusión social�. De acuerdo a la interpretación de Silvia Cornero (2008�96) �Esta situación social jerarquizada, también puede ser visible en la importancia dada a las prácticas funerarias y a la ubicación de los cuerpos en el templo-cementerio San Francisco, así mismo en la presencia y cantidad de ajuar. Estos elementos ponían al resguardo la identidad y el linaje de los difuntos y a la vez extendían el poder y prestigio de los mismos dentro de la sociedad más allá de sus propias desapariciones físicas�.

Por su parte, tambi�n en el templo de San Francisco, Arelovich et al. (2008) anali�an aquellos elementos que conforman el contexto funerario de los entierros, a trav�s del estudio de ajuares, ornamentos y elementos asociados. Según describen estos investigadores, fueron recuperados crucifijos metálicos, cuentas de vidrio, clavos de hierro forjado y tachuelas que se interpretan como pertenecientes a cajones o urnas mortuorias.

Otro antecedente para la República Argentina, corresponde a los estudios de las ruinas de la Iglesia Jesuítica de San Francisco en la actual Provincia de Mendo�a, practicados desde el a�o 1995. Las excavaciones arqueológicas permitieron vislumbrar etapas prehispánicas tardías y aclarar las etapas constructivas de los templos católicos, dejando al descubierto enterramientos reali�ados desde el a�o 1608 hasta el a�o 1861 (los últimos, víctimas del terremoto que sufrió Mendo�a ese a�o y que fueron enterrados de forma expeditiva). Las excavaciones de la Nave, el Crucero y el Atrio de la última construcción, permitieron recuperar, además de huesos humanos, cuentas de colgantes (vidrio y hueso), hebillas, medallas, crucifijos, tachuelas, clavos de sección

23 La Merced (48 personas estimadas)� Santo Domingo (99 personas estimadas) y San Francisco (98 personas estimadas) (Cornero, 2008). 24 De acuerdo a estudios de Jane Bui�stra en el a�o 1980 (Cornero, 2008) 25 Varios de los t�rminos empleados en este párrafo se explican en el Capítulo 10.

Figura 8 � Templo de San Francisco. Santa Fe la Vieja. Representación de los entierros. Tomada de� http������.cfired.org.ar�Default.aspx�nId�1572 (acceso� mayo de 2010).

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cuadrada y circular, entre otros. En este caso, el estado de conservación de los restos óseos no era bueno, y aquellos entierros que se encontraban en mejor estado, fueron registrados en posición hori�ontal decúbito dorsal, extendidos y primarios, habiendo sido orientados Este�Oeste� la mayoría de estos entierros se documentaron con los bra�os cru�ados sobre el pecho, el vientre o la pelvis, reconoci�ndose además cientos de huesos dispersos, producto de diferentes remociones (Chiava��a, 2005).

Antecedentes particulares para Uruguay

Para nuestro país, además de los trabajos que trata en particular esta Monografía, contamos con escasos antecedentes de excavaciones arqueológicas en contextos de inhumaciones cristianascoloniales, como lo son el caso de las inhumaciones próximas a la Iglesia Matri� de Colonia de Sacramento y los enterramientos en el Pueblo de Las Víboras, ambas en el departamento de Colonia.

El primero de los casos, se desarrolló hacia el a�o 1987, cuando el Consejo Ejecutivo �onorario de Preservación y Recuperación de las Obras de la antigua Colonia del Sacramento, promovió diferentes obras de remodelación de la Pla�a de Armas Manuel de Lobo� en esa oportunidad y durante los movimientos de sedimentos de obra, quedaron al descubierto �entre otros�, muros, objetos de madera, metal, cerámicas y huesos humanos (Fusco, 1994). El material recuperado por los obreros, fue colocado en una bolsa y entregado a integrantes de la Comisión de Patrimonio �istórico, Artístico y Cultural de la Nación26 (en adelante CPCN), quienes derivaron el material a la antropóloga Mónica Sans27 para su estudio bioantropológico.

Con fecha 27 de junio del a�o 1988, dicha investigadora elevó a la CPCN el �Informe acerca de los restos esqueletarios humanos hallados por obreros en el Cementerio de la Iglesia Matriz de Colonia del Sacramento�28, en el que hace una descripción del análisis practicado. El estado general del material es fragmentario, no encontrándose ningún cráneo completo� Sans apunta que �…los individuos no fueron recogidos en forma separada, o se mezclaron posteriormente en las bolsas que los contenían, lo que hace imposible saber que huesos corresponden a qué individuo�� esta investigadora determina un número mínimo de once personas, nueve adultos, un subadulto de 13 a 14 a�os de edad estimada y un ni�o de aproximadamente 7 a�os, con un número semejante de hombres y mujeres, aunque probablemente los restos se correspondan en mayor porcentaje a individuos femeninos. Las estaturas calculadas varían entre 1,53 m y 1,59 m para las mujeres y 1,65 m y 1,76 m para los hombres.

Sans apunta además, que ninguna característica indica claramente a qu� tipo racial pertenecen los huesos anali�ados, no pudi�ndose descartar ninguno, aunque por ausencia de diente en pala aduce que es probable que no sean amerindios. Por último, dos de los individuos podrían estar asociados a botones y a un collar de perlas artesanal hallados durante las obras.

Lamentablemente, si bien existe un croquis elaborado por uno de los obreros actuantes durante la extracción y otros pormenores de la intervención, no se pueden establecer las características de las inhumaciones (posición, orientación, características generales). Sin embargo, poco despu�s de estos halla�gos, se logra la actuación del Departamento de Arqueología de la CPCN, quienes

26 Ministerio de Educación y Cultura. 27 Área de Antropología Biológica. Facultad de �umanidades y Ciencias. Universidad de la República. 28 Expediente de la Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación.

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identifican dos áreas diferenciadas en el espacio que abarcaron las obras de remodelación, una planta de construcción hacia el Sur del perímetro definido y otra a escasos metros de la Iglesia Matri� hacia el Norte, con enterramientos humanos y muros (Fusco, 1994).

Relevada documentación histórica por el equipo de investigación, surgió información relacionada al uso del área donde habría vestigios de las sucesivas edificaciones de la Iglesia, evidencias de un cementerio y del Palacio del Gobernador portugu�s. Las excavaciones en el área Norte (Iglesia y áreas próximas), permitieron establecer la funcionalidad de los muros y su vinculación temporal con la Iglesia Matri� del Santísimo Sacramento.

Fusco (1994) apunta que la presencia de once enterramientos humanos y sus características generales, testimoniaron y comprobaron el uso del área como cementerio por un prolongado periodo de tiempo, actividad que se desarrolló en la �ona más cercana a las edificaciones de la Iglesia� sin embargo, a nuestro parecer, la aparición de diferentes muros en el área de los enterramientos impiden �al menos hasta el momento� descartar la posibilidad de que las inhumaciones se correspondan con el interior de antiguas construcciones de la Iglesia o con espacios externos como el Atrio.

Otro antecedente lo constituyen las investigaciones en el marco del Proyecto Víboras (a�o 2002) a cargo de Antonio Le�ama. En este proyecto de extensión universitaria29, se propuso hacer participar a estudiantes y docentes liceales de la Ciudad de Carmelo, aficionados a la Arqueología e investigadores de historia local, para así sumarlos a la investigación sobre el extinto poblado de Las Víboras. Se buscó a trav�s del mismo, difundir los conocimientos adquiridos y sensibili�ar a la población local sobre la importancia del patrimonio arqueológico (Le�ama, 2002�2003�83).

El pueblo de Las Víboras se ubicaba en una lomada próxima al arroyo homónimo, en el actual departamento de Colonia y existió desde mediados del siglo XVIII30 hasta 1862, en que fueron incendiadas las últimas casas por orden judicial. Se empla�ó aproximadamente, a escasos �ilómetros del casco de la Estancia donde se encuentra el templo motivo de este trabajo y tuvo mucho que ver con la historia de la Estancia de Nuestra Se�ora de Bel�n, ya que su Iglesia Nuestra Se�ora de los Remedios, fue cabe�a de parroquia en la �ona, y el pueblo de Víboras, sede de las autoridades judiciales y civiles, siendo cabe�a del Partido de Las Víboras31, junto a Colonia del Sacramento y Santo Domingo de Soriano �entre otras�, una de las primeras divisiones administrativas de nuestro actual territorio. El proyecto arqueológico dirigido por

29 Le�ama, Antonio. Participación de las comunidades locales en la recuperación del patrimonio arqueológico. Comisión Sectorial de Extensión y Actividades en el Medio (CSEAM) � Universidad de la República. Bienio 2002�2003. 30 En general, se acepta el a�o 1758 como a�o de su fundación. Previamente, hacia 1746, habría existido en el lugar una congregación y asentamiento de indígenas guaraníes, incentivado por el Obispo de Buenos Aires, fray Jos� de Peralta Barnuebo y Rocha, cuando dispuso que el fraile Sebastián Mareco (o Marecos), pasara a adoctrinar y atender las necesidades espirituales de los guaraníes, y su evangeli�ación debía reali�arse en su propio hidioma (Vadell, 1955�48� Gon�ále� y Rodrígue�, 1990�33). 31 Antigua división administrativa que ocupaba parte del actual Departamento de Colonia y porción del Departamento de Soriano, totali�ando unos 5.000 �m 2 (Tomado de documento electrónico� http������.fhuce.edu.uy�antrop�extension�viboras� (acceso� febrero de 2010).

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Le�ama, se fijo entre otros objetivos locali�ar la pla�a que marcaba el centro de la población32 e identificar el empla�amiento de la capilla.

Durante los trabajos de campo y luego de reali�ar un grillado de la �ona de estudio, se practicaron recolecciones superficiales33, sondeos y trincheras arqueológicas. Pese al importante deterioro superficial por el arado constante de la �ona y otras prácticas agrícolas, la recolección superficial evidenció la presencia de pie�as dentales humanas lo que motivó la elaboración de un sondeo a partir del cual se halló un enterramiento humano, un beb� de aproximadamente seis meses.�Como consecuencia de dicho descubrimiento se realizaron en la zona, con el objetivo de delimitar el área de emplazamiento de la capilla y el cementerio, veinticinco sondeos más, registrándose en varios de ellos enterramientos humanos o restos humanos aislados� (Le�ama, 2009�71).

Le�ama comenta que algunos �…de los enterramientos se encontraban en posición anatómica, articulados y otros en una posición secundaria. Es el caso de los sondeos en la parte más baja del terreno, en que aparecen paquetes de restos óseos, mezclados, removidos de su posición original y redepositados en este sitio� (Op cit.). Estos enterramientos no fueron extraídos ya que no era un objetivo del proyecto, sino reconocer y delimitar áreas� su excavación por tanto fue parcial ya que se hi�o a trav�s de peque�os sondeos, lo que no permitió observar �en esta instancia de aproximación exploratoria� características más concretas que nos permitan obtener datos más relevantes para nuestro estudio.

7.3 Otros antecedentes en Uruguay que abordan la temática.

Otro proyecto que por su coincidencia geográfica, cultural y temporal, constituye otro antecedente para nuestro trabajo, es �Muerte, clase social y grupos étnicos en la sociedad rural-colonial: ritual fúnebre y distribución espacial de los entierros al interior de las iglesias�34

(Barreto, 2005)� en el mismo, Isabel Barreto considera las modalidades de enterramiento en dos poblaciones de la campa�a oriental� Villa Soriano y Las Víboras, entre los a�os 1770 y 1810.

A trav�s del relevamiento de fuentes eclesiásticas y civiles, y luego de anali�ar mil setecientas defunciones, constata que la complejidad y heterogeneidad del ritual fúnebre podría estar asociada a dos factores principales como lo son� la disponibilidad económica del difunto o la devoción que �ste tuviera en vida� además aprecia que la distribución espacial de los entierros parecería indicar la existencia de �onas con mayor concentración, como así tambi�n sectores de mayor significancia social � más requeridos � no observando diferencias en cuanto a sexo.

La autora concluye que las poblaciones estudiadas, no presentan diferencias importantes entre sus pobladores al momento de la Muerte, ni durante el tratamiento post mortem, resaltando que �Si en el proceso de la muerte se reflejan las condicionantes sociales y étnicas de los individuos, se podría concluir que tales diferencias de existir, serían poco relevantes� (Barreto, 2005�68).

32 El área ya había sido excavada parcialmente por el investigador aficionado a la Arqueología Lucas Roselli, hacia la d�cada de 1970, quien documenta la existencia de piedras, tejuelas y otros objetos, suponiendo la existencia de un fortín en el lugar. En documento electrónico� http������.fhuce.edu.uy�antrop�extension�viboras�csicx.htm)

33 Se abarcaron 14.000 m2. 34 En �Actas de Resúmenes del X Congreso Nacional de Arqueología, Salto, Uruguay�. A�o 2005. Lamentablemente este trabajo no fue presentado para su publicación, y, pese a gestiones directas con la autora, no hemos podido acceder a ningún dato del mismo.

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Otro antecedente que nos parece importante destacar, aunque no aborda concretamente los entierros en los templos, lo encontramos en el trabajo �Monumentos funerarios: una perspectiva desde el Cementerio Central” (2001�1997�), en el que Andrea Bieli y Carina Erchini, a trav�s del estudio de los monumentos funerarios, buscaron visuali�ar �entre otros� los cambios y modificaciones de la sociedad montevideana en relación a las representaciones de la Muerte. Al entender de las autoras, la necesidad de la creación de este Cementerio hacia el a�o 1835, habría surgido en un proceso caracteri�ado por la inadecuación de los antiguos espacios funerarios como ser el interior de las Iglesias y sus Campos Santos contiguos, por� un constante crecimiento poblacional� una mayor preocupación por la higiene que llevó a alejar estos espacios funerarios de los lugares habitacionales y una desvinculación paulatina de los cementerios públicos con la Iglesia (Bieli y Erchini, 2001�9).

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8. LA IGLESIA CATÓLICA EN LA AMÉRICA ESPAÑOLA. SIGLOS XV AL XIX (GENERALIDADES)

La historia de la presencia de la Iglesia Católica en Am�rica, se remonta al descubrimiento para Europa del Continente americano. No debemos perder de vista que estamos ante Monarquías católicas, en las que los reyes lo eran por la gracia de Dios, donde Iglesia y Monarquía se mixturaban sin límites evidentes. �acia el a�o 1493, los reyes de las Españas35 y sus sucesores, recibían del papa Alejandro VI36, la donación de las tierras conquistadas y aquellas por conquistar hacia el occidente europeo con la encargatura de evangeli�arlas.

Escasos a�os despu�s, a comien�os del siglo XVI, a trav�s de lo que se dio en llamar el Patronato Regio o Derecho de Patronato, los sucesivos papas privilegiaron con facultades especiales a los reyes de �Espa�a� y �Portugal� a cambio de que �stos apoyaran la evangeli�ación y el establecimiento de la Iglesia Católica en Am�rica.

El Patronato se derivó de las bulas papales Romanus Pontífex (1455) y las Bulas Alejandrinas37

(1493) y se confirmó hacia el a�o 1508, cuando el Papa Julio II38, por medio de la Bula Universalis Ecclesiae, concedió al rey Fernando II de Aragón39 el Patronato Universal sobre la Iglesia en la Am�rica espa�ola, con el derecho de elegir directamente a los obispos y altos dignatarios eclesiásticos que cumplirían funciones en el Nuevo Mundo (De Grandis, 2008�17).

Para Am�rica, el ejercicio del Real Patronato era llevado adelante por el Real y Supremo Consejo de Indias40, con residencia en Espa�a. Con la implantación europea, se asientan las concepciones católicas acerca de la Muerte y sus rituales asociados. La Iglesia tomará el control de las prácticas funerarias, fomentando ciertas modalidades y prohibiendo otras, algunas de las cuales serán combatidas como herejías.

Desde el punto de vista organi�acional, la Iglesia irá tejiendo una red en el continente, creándose hacia el a�o 1545 los Ar�obispados de Santo Domingo, Lima y M�xico� en 1547 se crea el Obispado de Asunción o del Río de la Plata y en 1570 el de Tucumán, fecha que coincide con la implantación en Lima y M�xico del Tribunal de la Santa Inquisición41.

El Patronato Regio se va a consolidar hacia el a�o 1574, cuando se expedía la Real C�dula del Patronato de Indias. En ese documento, labrado en San Loren�o del Escorial y rubricado con fecha 1 de junio, Felipe II42 le escribía al Virrey de la Nueva Espa�a, Martín Enríque� de

35 Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Nombrados Reyes Católicos en 1496 por el Papa Alejandro VI. 36 Rodrigo de Borja. 1431�1503. Fue Papa desde el a�o 1492 hasta su Muerte en 1503. 37 Conjunto conformado por cuatro documentos pontificios (breve Inter caetera, Inter caetera, Eximiae devotionis y Dudum siquidem). 38 Giulliano della Rovere. 1443�1513. Fue Papa desde el a�o 1503 hasta su Muerte en el a�o 1513. 39 II de Aragón o Fernando el Católico. 1452�1516. Fue Rey de Aragón entre los a�os 1479 y 1516� además se desempe�ó como Rey de Castilla, de Sicilia y de Nápoles. 40 Órgano creado en el a�o 1524, que asesoraba al Rey en las funciones ejecutivas, legislativas y judiciales, en la administración de Am�rica y las Filipinas. 41 El Consejo de la Suprema y General Inquisición o del Santo Oficio, fue fundado en 1478 (o 1480) y establecido por decreto papal (Callahan, 1989�38� Ots, 1945�71). 42 Felipe II de Austria. 1527�1598. Llamado tambi�n �El Prudente�. Rey de Espa�a desde 1556 hasta su Muerte acaecida en el a�o 1598.

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Almansa43� �Como sabeis, el derecho de patronazgo eclesiástico nos pertenece en todo el Estado de las Indias, así por haberse descubierto, adquirido aquel nuevo orden y edificado en él, y dotado las iglesias y monasterios a nuestra costa y de los Reyes Católicos, nuestros antecesores, como por habérsenos concedido por bulas de los sumos Pontífices, concedidas de su propio motuo, y para conservación de el y de la justicia que a el tenemos, ordenamos y mandamos que el dicho derecho de patronazgo único e in solidum en todos los estados de las Indias siempre sea reservado a Nos y a nuestra corona real, sin que en todo ni en parte pueda salir della�44.

�uedaba así bajo la autori�ación real, el financiamiento y vigilia, la organi�ación de la Iglesia que incluía la construcción de templos, hospitales, colegios y la planificación de la tarea misional. El Patronato Regio permitió que la Iglesia Católica contara con gran cantidad de misioneros, así como de importantes recursos económicos y facilidades de movili�ación, estableci�ndose rápidamente a partir de las principales rutas conquistadoras, orientando su acción hacia el campo educativo y la evangeli�ación de las sociedades nativas (De Grandis, 2008�17�18).

Pero esta expansión europea, estuvo acompa�ada en líneas generales, por abusos cometidos sobre la población originaria, hecho que se repitió en casi toda Am�rica, y que impactaron en los miembros de estas comunidades causando una fuerte declinación demográfica, donde las enfermedades, la mala alimentación y los rigurosos ritmos de trabajo, fueron algunos de los factores desencadenantes.

De Grandis (2008�18), se�ala que la Corona espa�ola adoptó entonces una política dirigida a reducir el poder de algunos grupos y controlar la explotación. Así, entre los a�os 1570 y 1580, el Virrey Francisco de Toledo45 establecía en lo que fuera el Virreinato del Perú46, la creación de pueblos llamados misiones o reducciones con el fin de proteger a los miembros de esas comunidades� �stos estarían a cargo de religiosos, prohibi�ndose en teoría la entrada a espa�oles o extranjeros. Desde otra óptica, �ste sistema se constituía con el objetivo de lograr la concentración de la mano de obra, ya que básicamente el sistema conocido como toledano�…reorganizó la población tributaria, generando una modalidad de asentamiento –la reducción- que tenía como objetivo garantizar la mano de obra para mineros y hacendados, además de velar por su evangelización� (�uiroga, 1999�278).

Para tales efectos, el gobierno espa�ol recurrió a las Ordenes Mendicantes47 para impartir el cristianismo� se establecían así los franciscanos, dominicos, agustinos, mercedarios, jerónimos y jesuitas.

La estructura eclesial, al igual que en otras partes del mundo, fue adquiriendo una complejidad mayor con la creación de las jurisdicciones episcopales, los curatos rurales, las misiones, y la distribución de los conventos y residencias de los religiosos (Maeder y Guti�rre�, 1995�42). Además de la evangeli�ación, los temas de incumbencia de la Iglesia y las diversas Órdenes

43 Martín Enríque� de Almansa. 1510�1583. Se desempe�ó como cuarto Virrey de la Nueva Espa�a entre los a�os 1568 y 1580. 44 Real C�dula expedida el 1 de junio del a�o 1574. Tomada de Documento electrónico� http���usuarios.advance.com.ar�pfernando�DocsIglLA�FelipeII�cedula�patronal.htm (acceso� agosto de 2009). 45 Francisco de Toledo. 1515�1584. Virrey del Perú entre los a�os 1569 y 1581. 46 Conformado en 1542. 47 Tipo de Orden religiosa católica cuyos miembros hacen voto de pobre�a, y por �ste, en teoría, renuncian a todo tipo de propiedades o bienes, sean personales o comunes. Vivirían en la pobre�a, mantenidos sólo por la caridad.

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religiosas, fueron los asuntos referentes al estado civil, como ser, llevar el registro de los nacimientos, los bautismos, los matrimonios y las defunciones, información que se hacía constar en los registros parroquiales. �uedaba tambi�n bajo la �gida de las Órdenes, la ense�an�a, tanto primaria, secundaria como la universitaria.

Para los a�os 1620�1621, la primitiva diócesis rioplatense se dividía en dos, al igual que las provincias civiles lo habían hecho a�os antes� surgirán así la diócesis de Buenos Aires48 con sede en la ciudad homónima, y la de Paraguay con cabecera en Asunción (Maeder y Guti�rre�, 1995).

En líneas generales, es indiscutible que el modelo espa�ol en Am�rica tuvo una fuerte impronta religiosa. Espa�a desde la Metrópoli consideraba a Am�rica como una extensión de su territorio aplicando su ley, justicia, costumbres y creencias en buena parte del Continente bajo un modelo unificador. La presencia de la Iglesia Católica en la moral, vida y Muerte de las personas, adquirirá una presencia excepcional con el ritual barroco49, en el que se van a fomentar la piedad colectiva y los rituales pomposos, con la frecuente participación de cofradías50, hermandades y terceras órdenes. Los indicadores observables del ritual barroco en relación a la Muerte, fueron la magnificencia del cortejo funerario, la eclosión de las sepulturas eclesiásticas, el gran número de misas ordinarias y el esplendor en la fundación de capillas y memorias perpetuas (Góme�, 1990� 282).

Para mediados del siglo XVII, los medios que empleaba la Iglesia para llevar su mensaje a una población diversa, eran numerosos y convivían de manera más o menos conflictiva con otras prácticas religiosas y mágicas locales, generando diversos sincretismos.

Para ese entonces, existía una abundante bibliografía religiosa, dedicada a una exposición detallada de la doctrina y las normas de conducta moral. Para Espa�a, Callahan (1989�67) nos plantea que obras como �La familia regulada� del franciscano Antonio Arbiol o el �Promptuario de la theología moral� del dominico Francisco Larraga, se podían encontrar hasta en las bibliotecas privadas más peque�as� �Estas obras no buscaban el fomento de la espiritualidad, según la gran tradición de la literatura religiosa española; eran poco más que manuales que marcaban, de una manera estricta y legalista, las obligaciones del cristiano y las diversas formas en que podía desviarse del camino que se le exigía�.

El caso de la obra de Larraga era un ejemplo de la moral que deseaba implantarse, tanto en Espa�a como en sus territorios extra�peninsulares� así, dicho autor, en �…una exposición

48 Por Bula de Paulo V (Camilo Borghese. 1550�1621� Papa entre los a�os 1605 y 1621). 49 La palabra Barroco significa en portugu�s �su idioma original� perla cuneiforme. El t�rmino, tambi�n conocido como joya falsa, fue muy utili�ado a mediados del siglo XVIII de forma peyorativa para hacer referencia a la arquitectura alejada de las normas clásicas y que se calificaban como recargadas, abundantes en ornamentación, desmesuradas e irracionales. En el presente, se conoce por Barroco al conjunto de manifestaciones culturales que se produjeron en Occidente en diferentes campos como la pintura, la literatura, la arquitectura, la escultura, la dan�a, la música y las demostraciones públicas vinculadas a la Funebria, entre otros, entre los a�os 1600 y 1750 aproximadamente. 50 �Congregación o hermandad que forman algunos devotos, con autorización competente, para ejercitarse en obras de piedad� (RAE, 2001). Corresponde a una asociación de fieles católicos que se reúnen en torno a una advocación de Cristo, la Virgen o un santo, un momento de la pasión o una reliquia. Con fines devocionales y asistenciales (mejora espiritual y económica, con carácter mutualista), el solo hecho de integrar estas corporaciones garanti�aba a cada cofrade o hermano que sus compa�eros ordenarían diferentes celebraciones litúrgicas por su alma. Una persona podía ser miembro de una o más asociaciones de estas características (ver Bentancor et al. 2008�183). Estas ocuparon un lugar destacado en el proceso de cristiani�ación.

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general de los sacramentos ( ) dedicó más páginas a la penitencia (ochenta y seis) y al matrimonio (cuarenta y ocho) que a los sacramentos, igualmente importantes, de la eucaristía (veintitrés) y el bautismo (dieciocho); por añadidura, asignó cerca de doscientas páginas a los numerosos pecados que podían cometerse contra cada uno de los diez mandamientos� (Op cit.).

En el marco de un r�gimen monárquico y en una sociedad jerárquica dominada por la noble�a, �… estos autores acentuaran la sumisión y obediencia a la autoridad�. Larraga por ejemplo, insistía en el respeto a los padres, a las autoridades eclesiásticas y a �…todos los demás superiores que nos gobiernan�, desde los reyes a los maestros. �Este deber estaba estrechamente ligado a la estructura de la sociedad, en la que cada individuo tenía que cumplir “las obligaciones que cada uno tiene en su estado y oficio� (Callahan, 1989�67�68).

Buena parte de los manuales religiosos que circulaban en ese entonces, dedicaban una considerable atención a la vida familiar, donde tambi�n se mantenía rigurosamente el principio de autoridad. Por ejemplo, Antonio Arbiol afirmaba que �…las mugeres casadas estén sujetas a sus esposos ( ) porque el varón es la cabeza de su muger, como Christo Señor nuestro es Cabeza de su Santa Iglesia; así las mugeres han de estar sujetas a sus maridos en todas las cosas� (Callahan, 1989�68).

Estas obras exhortaban tambi�n a sus lectores y a la grey a practicar la caridad tanto para salvar sus almas como para preservar una sociedad jerarqui�ada, que se concebía como una sociedad sustentada por vínculos orgánicos basados en las obligaciones mutuas de todos sus miembros, desde el Rey hasta el último mendigo (Op cit.).

Desde el Concilio de Trento51, la Iglesia contaba con grupos de sacerdotes para reavivar el fervor religioso y generali�ar el conocimiento de la doctrina, básicamente mediante la predicación en las misiones populares. �Las misiones del siglo XVII y XVIII dieron lugar a un conjunto de figuras extraordinarias, cuyo dominio instintivo de la psicología de masas y de las técnicas de comunicación les hacían predicadores extraordinariamente eficaces� (Callahan, 1989�68). Las campa�as misioneras llevadas adelante por las órdenes, especialmente jesuitas y capuchinos, fueron ejemplos de evangeli�ación de masas. Los misioneros daban mucha importancia a la comunicación de las verdades básicas de la Fe en sus sermones y se esfor�aban por establecer devociones y asociaciones pías donde predicaban� en el caso de los jesuitas, fundaron congregaciones del Sagrado Corazón52 (Callahan, 1989�69).

51 Concilio ecum�nico de la Iglesia Católica, reunido por el Papa Paulo III (Papa entre los a�os 1534�1549) luego de varios intentos fallidos, y finali�ado bajo el papado de Pío IV (Papa entre los a�os 1559�1565). Fue llevado adelante en la ciudad de Trento (ciudad en el Norte de la actual Italia)� se desarrolló de forma discontinua en veinticinco reuniones entre los a�os 1545 y 1563. Como hechos a destacar del mismo, los santos fueron reivindicados al igual que la misa, afirmándose la existencia del Purgatorio. 52 Acompa�ando el nuevo estilo devocional que surge durante el siglo XVIII, hacia 1730, el jesuita Bernardo de �oyos (1711�1735) introduce en Espa�a el culto al Sagrado Cora�ón que disfrutaba de gran popularidad en Francia, gracias a los esfuer�os de Francisco de Sales (1567�1622), Juan Eudes (1601�1680) y Margarita Alaconque (1647�1690), todos ellos posteriormente canoni�ados. �Para el nuevo culto, lo importante era el amor de Cristo hacia el hombre y la necesidad de un desarrollo espiritual personal; difería en muchos aspectos de la piedad colectiva, orientada comunitariamente, que fomentaban las cofradías religiosas tradicionales. Los jesuitas hicieron del culto del Sagrado Corazón “cosa propia” y se esforzaron para difundirlo por todo el reino� (Callahan, 1989�66).

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Tanto las autoridades civiles como las eclesiásticas consideraron a estas misiones, necesarias para el mantenimiento de la fe y de ahí que les dieran apoyo moral y financiero necesario (Callahan, 1989�70).

Pocos a�os despu�s de la Muerte de Felipe V53 y durante el reinado de Fernando VI54, la segunda mitad del siglo XVIII verá surgir en Europa un movimiento reformador que �entre otros aspectos� será contrario a prácticas empleadas frecuentemente en la propia Iglesia Católica� con un fuerte contenido anti�escolástico, intentaba purificar al catolicismo de todo lo que podía considerarse supersticioso e iconoc�ntrico, haciendo �nfasis en una �…mayor independencia de la Iglesia, el episcopado y el clero secular nacional español a expensas de la jerarquía romana, específicamente de la curia y del clero regular� (Smitd, 2002�2). Sus promotores y defensores, mantenían que la dificultad de la grey a acceder a las básicas de la fe, fomentaba el mantenimiento de prácticas populares ajenas a la religión oficial cristiana. Estas prácticas atiborraban las distintas regiones tanto en la Metrópoli como en sus territorios de ultramar� por ejemplo, en el a�o 1758, se produjo en Andalucía una invasión destructiva para la agricultura de hormigas y langostas� esto provocó que se llevara a las regiones afectadas desde la entonces distante Pamplona, la cabe�a de San Gregorio de Ostense, a quien se tenía por protector contra las plagas naturales. Representantes �…de los pueblos rurales llenaron la catedral de Sevilla, para venerar la sagrada reliquia y para obtener el agua bendita que había tocado la cabeza del santo con el fin de rociar los campos a su regreso�� hechos que generaron diversas reacciones encontradas en el seno de la Iglesia (Callahan, 1989�71).

Ya desde la Edad Media, �…la muerte y la enfermedad, las plagas, las sequías, tormentas y otras tantas catástrofes naturales hacían que todos tuvieran una sensación muy inmediata de la precariedad de la existencia humana y de la vida misma�55. Por ello, se desarrolló un mundo de promesas, relicarios e imágenes religiosas destinado �…a proteger al hombre de los desastres terrenales, a traerle buena fortuna en su vida y asegurarle intercesores en el más allá� (Op cit.).

El movimiento reformista contará entre sus filas con obispos como Felipe Bertrán56 y Josep Climent57, e intentará aproximar de forma más efectiva las verdades de la fe a la población. Catalogados de jansenistas58 por quienes disentían con ellos �entre �stos los jesuitas� y de católicos ilustrados por sus recientes admiradores historiográficos, no constituían un grupo cohesionado (Callahan, 1989�73) pero tendrán la suficiente fuer�a para incidir entre otras cosas, en la expulsión de la Compa�ía de Jesús del territorio americano.

El movimiento adquirirá mayor fuer�a hacia los a�os setenta y ochenta de aquel siglo, cuando fomentó hacer más efica� la oratoria mediante la simplificación de gestos y lenguaje (Callahan, 1989�74). Sus promotores, hicieron poco uso de las nuevas prácticas religiosas incorporadas al culto, como la del Sagrado Cora�ón y la de la Virgen Pastora de Almas e incidieron en la necesidad de la labor pastoral como medio para �…reeducar a los españoles en la fe�. Para estos reformadores �…el seminario, el sermón y las Escrituras eran las armas en la lucha por reavivar la fe sencilla del cristianismo� (Callahan, 1989�83). 53 Felipe d�Anjou o Felipe V de Borbón. 1683�1746. Llamado tambi�n �El Animoso�. Fue el primer monarca de la Dinastía Borbón, desempe�ándose como Rey de Espa�a entre los a�os 1700 y 1746. 54 Fernando VI de Borbón. 1713�1759. Llamado �El Justo�� fue Rey de Espa�a entre los a�os 1746 y 1759. 55 Se profundi�a en esta temática en el Apartado 10.1. 56 Felipe Bertrán y Casanova. 1704�1783. Obispo de Salamanca. 57 Josep Climent i Avinent. 1706�1781. Obispo de Barcelona. 58 Jansenismo� movimiento religioso católico, cuyo nombre proviene del teólogo y Obispo Cornelio Jansen.

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Las órdenes religiosas, fueron objeto de críticas por este movimiento. Si bien algunas de estas críticas ya figuraban desde hacía tiempo en el programa de los reformadores eclesiásticos, las propuestas del último tercio del siglo XVIII a favor del cambio, se centraron en �…reducir su número, dirigir a los religiosos hacia ocupaciones socialmente útiles, tales como la educación y la caridad, y fomentar la calidad de la vida religiosa en monasterios y conventos� (Callahan, 1989�102).

El �xito de esta reforma, estuvo vinculado estrechamente al apoyo que recibió del gobierno espa�ol durante el reinado de Carlos III59. Es durante el reinado de este monarca que se estableció una estrecha alian�a entre reforma y regalismo. No sin inconvenientes, los cl�rigos interesados en promover los cambios, respaldaron la expansión del intervencionismo real en los asuntos de la Iglesia.

Sin embargo y visto en perspectiva, �…el movimiento reformista no consiguió producir la transformación tan ardientemente predicada por sus partidarios ( ), el interés por una religión interior y más personal, por el conocimiento de las verdades de la fe y por la sencillez de la práctica de la liturgia�, no resultaban atractivas a una población barroquizada para la que la religión significaba emoción y ceremonia60 (Callahan, 1989�76).

Pese a los diferentes conflictos surgidos en la Iglesia para ese período, para la d�cada de 1770, la compleja organi�ación de esta Institución descansaba sobre fundamentos económicos sólidos. �Por medio de legados, donaciones y compras, había adquirido, a lo largo del tiempo, la tierra y las rentas agrarias necesarias para hacer próspera a cualquier institución secular o religiosa� (Callahan, 1989�45). Tanto para Espa�a �como para sus territorios americanos�, al decir de Callahan (1989�58), para el observador accidental, la influencia de la Iglesia continuaba impregnando en ese entonces, todos los aspectos de la vida, los �…campesinos y habitantes de la ciudad establecían sus horarios al toque de las campanas de sus iglesias�� los momentos básicos de la vida como ser el nacimiento, el matrimonio y la Muerte, estaban rodeados de un ritual sacramental, incluso las normas que regían el tiempo dedicado al ocio. La ense�an�a de la doctrina cristiana, apuntaba a la organi�ación de la vida social, al aprendi�aje de nuevas tareas, al control de las prácticas idolátricas, la adquisición de nuevos hábitos en el comer, vestir y pensar acordes al modelo europeo de la vida en las ciudades (De Grandis, 2008�18).

Para ese entonces, continuando bajo la Monarquía borbónica y el Despotismo Ilustrado, se generaban importantes cambios coyunturales entre los que se contaban� la centrali�ación burocrática� las transformaciones en materia fiscal entre los que se buscaba reducir las fugas fiscales� la producción de bienes� cambios en el ámbito del comercio� cambios en cuestiones militares� mayor relación de la Europa católica y la Europa protestante� traducciones bíblicas y de diversas obras religiosas� la valoración del cristianismo primitivo� cambios en el relacionamiento Monarquía�Iglesia Católica, siendo esta última �a la larga� una de las instituciones más afectadas en el proceso seculari�ador. Estos cambios procuraban aumentar la recaudación impositiva en beneficio de la Corona, reducir el poder de las elites locales y aumentar el control directo de la burocracia imperial sobre la vida económica. Las reformas intentaron redefinir la relación entre Espa�a y sus colonias, pero su �xito fue limitado,

59 Carlos III de Borbón. 1716�1788. Llamado tambi�n �El Político�� fue Rey de Nápoles y Sicilia como Carlos VII desde 1734 a 1759, y Rey de Espa�a entre los a�os 1759 y 1788. 60 El devenir del siglo XIX y particularmente el siglo XX con el Concilio Vaticano II (1962�1965), serán claves para producir estos cambios.

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promoviendo en pocos a�os, un descontento generali�ado entre las elites criollas locales que aceleró el proceso de emancipación, por el que Espa�a iba a perder la mayor parte de sus posesiones americanas en las primeras d�cadas del siglo XIX.

Entre los a�os 1783 y 1793, a la par que las reformas borbónicas impulsaban el desarrollo de las fuer�as productivas peninsulares y extrapeninsulares hasta un grado hasta entonces desconocido, la Iglesia española va a sufrir un �… período de decadencia institucional que finalizaría con la destrucción de su riqueza y la limitación de sus privilegios� (Callahan, 1989�77).

Para ese entonces Gran Breta�a, pese a la p�rdida de sus colonias norteamericanas (producida entre los a�os 1775 y 1883), asistía a profundas transformaciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales en plena Revolución Industrial, cambios que van a fomentar �entre otros� la revolución agrícola, el desarrollo del capital comercial y cambios en los mercados a nivel mundial, mediante una política fuertemente expansionista.

Mientras tanto Francia, asistía a la revolución que ponía fin a la Monarquía Absoluta en sus territorios, con el puntapi� más evidente en la toma de la Bastilla (1789) que daba origen a la Revolución Francesa. La inmediata proclamación de la República eliminaba las bases económicas y sociales del Antiguo R�gimen franc�s y generaba transformaciones profundas, potenciadas hacia 1799 con la llegada de Napoleón Bonaparte61 al poder como primer cónsul.

Los últimos a�os del Siglo de las Luces, serán testigo de la p�rdida de preponderancia de Espa�a como potencia, sobretodo luego del a�o 1796 en que se reinician las hostilidades con Inglaterra. Esa última d�cada del siglo XVIII verá surgir la �…contradicción entre los grandes países europeos, principalmente Inglaterra y Francia, en su lucha por el apoderamiento del mercado europeo y mundial, que ( ) arrastró en su vorágine a las demás naciones� (Sala de Tourón et al. 1967b�52). Estos profundos cambios sacudirán las bases de la Monarquía e Iglesia espa�olas en un período de adhesiones y disidencias.

Ya la Muerte de Carlos III (1788) había promovido la profundi�ación de las diferencias en la Metrópoli. El ascenso de su hijo y sucesor Carlos IV62 no provocaba cambios sustanciales en la Monarquía Absoluta Ilustrada (Callahan, 1989�78)� si bien Carlos IV mantuvo a buena parte de la Corte anterior, la estabilidad ministerial no duraría mucho tiempo. Al decir de Callahan (1989�79), para ese entonces, los prelados que se atrevían a cuestionar el creciente dominio del gobierno espa�ol sobre la Iglesia, particularmente sobre las finan�as eclesiásticas, provocaban una violenta reacción en Madrid. Por ejemplo, Francisco Fabián y Fuero63, Ar�obispo de Valencia (1773�1794), Obispo modelo de Carlos III, quien como Obispo de Puebla en M�xico (1765�1773) había apoyado fervientemente la expulsión de los jesuitas y apoyado la gestión del anterior monarca, fue obligado a dimitir.

Pero la d�cada de 1790 será testigo de una fuerte campa�a tradicionalista opositora a la reforma y así nos lo hace saber Callahan (1989�83)� �Durante los años noventa surgió por primera vez una oposición decidida al movimiento reformista. Las expresiones de apoyo a los cambios organizativos dentro de la Iglesia, particularmente a los destinados a incrementar el estatus de los párrocos y a reducir la influencia de las órdenes religiosas, despertaron las sospechas de 61 Napoleón Bonaparte. 1769�1821. Militar y gobernante franc�s que llegó a desempe�arse como Emperador de Francia y rey de Italia. 62 Carlos IV de Borbón� 1748�1819. Rey de Espa�a desde el a�o 1788 al a�o 1808. 63 Francisco Fabián y Fuero. 1719�1801.

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algunos clérigos que veían amenazada la Iglesia tradicional. La reacción religiosa de los años noventa, aunque no fue ni inesperada ni inexplicable, supuso la primera acometida contra el movimiento reformista�. Para algunos cl�rigos, no se trataba de educar como lo proponían los reformistas, sino de �…desarraigar los vicios responsables de la decadencia del reino�. La restructuración de la fe a trav�s del trabajo pastoral era secundaria a la hora de extirpar lo que consideraban libertinaje, la indulgencia de las pasiones individuales. Para ello �…no había razones de más peso que las de un despertar emocional y espiritual predicado con el fuego de los profetas del Antiguo Testamento� (Callaham, 1989�83).

Esta coyuntura aparejaba múltiples posturas e intereses en territorios espa�oles, por lo que no estamos solo ante dos posiciones enfrentadas� a esta situación problemática debemos sumarle las dificultadas en la comunicación. El curso radical que tomó la Revolución Francesa, sobre todo luego de la ejecución de Luis XVI64 el 21 de enero de 1793, pareció a muchos eclesiásticos un signo claro del triunfo del libertinaje en el extranjero, que había derribado al Trono y al Altar, baluartes de la sociedad cristiana. El espíritu vengativo con el que los predicadores despertaban los sentimientos populares contra los franceses, los enemigos de Dios y de su Rey, significó una nueva fase de la campa�a tradicionalista. Las epidemias devastadoras de fiebre amarilla, fundamentalmente en el Sur espa�ol, ayudaron a completar el cuadro de �…un mundo amenazado de destrucción por una deidad impaciente, cansada de la disolución moral de la nación� (Callahan, 1989.84).

Avan�ada la d�cada de 1790 y hacia 1808, la Iglesia en Espa�a y sus colonias sufría de manera muy importante la erosión de sus recursos financieros, perdiendo su cómoda situación previa. Como manifiesta Callahan (1989�80), la precaria situación internacional de Espa�a en esos a�os, dio lugar a un continuo drenaje del tesoro para gastos militares y llevó al Estado casi a la bancarrota. Por ejemplo, en 1795, la escase� de recursos hi�o que el Rey ordenara a los cabildos catedráticos que enviasen a las casas de la moneda de Sevilla y Madrid los ornamentos de oro y plata que no se usaran en los servicios litúrgicos (Callahan, 1989�81).

Para empeorar la situación, en setiembre de 1798, Carlos IV ordenaba la venta en subasta pública de los bienes de instituciones caritativas, hospitales, orfanatos y algunas fundaciones piadosas. Esto, en teoría, no equivalía a una expropiación, sino que los fondos resultantes de la venta serían depositados en la Caja de Amorti�ación de Vales reales a cambio de un inter�s anual, que en los hechos �las más de las veces� no se pagaban. La venta de propiedades de instituciones caritativas avan�ó lentamente en un principio, pero progresó con rapide� en un nuevo reinicio de la guerra con Inglaterra desde el a�o 1805 y alcan�ó proporciones considerables hacia 1808 (Callahan, 1989�82). Las leyes de secularización y de desamortización de los bienes del clero, movili�ó a obispos y cabildos catedralicios, quienes expresaban su enojo ante las acciones de Carlos IV, quien atacó frontalmente a las fundaciones piadosas y caritativas en las que la Iglesia tenía un gran inter�s (Callahan, 1989�95).

La intensificación de la controversia hacia finales del siglo, reveló que las divisiones dentro de la Iglesia estaban extendidas. �Para los tradicionalistas, la supervivencia de una sociedad católica dependía de la conservación de las instituciones y privilegios de la Iglesia ente las amenazas de sus enemigos internos y externos. Para los reformadores, que dudaban incluso de la capacidad

64 Luis XVI de Francia. 1754�1793. Rey de Francia y de Navarra y Co�príncipe de Andorra entre los a�os 1774 y 1789, y Rey de los franceses entre 1789 y 1793, a�o en que muere en la guillotina luego de ser ju�gado por la Convención Nacional francesa.

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de la España católica para sobrevivir, la Iglesia necesitaban adaptar su organización y métodos a las nuevas realidades� (Callahan, 1989�85).

Ya para 1800, el sistema tradicional de caridad estaba en crisis y a la Iglesia le resultaba cada ve� más difícil cumplir los t�rminos de su contrato social. El agresivo regalismo del Estado y sus apremiantes exigencias financieras habían tensado hasta límites insospechados la relación entre Trono y Altar.

Esta controversia grave, Callahan (1989�87) la califica como una guerra civil dentro de la Iglesia y considera que el agresivo regalismo del Estado, las exigencias financieras con respecto a las instituciones eclesiásticas y la mentalidad militante y teocrática alentada por la revolución Francesa, alteraron el equilibrio que Carlos III había impuesto en su momento sobre la Iglesia. �La fórmula carolina, basada en un alto grado de control estatal destinado a promover los objetivos ilustrados de la monarquía absoluta, demostró su creciente incapacidad para ser puesta en práctica al entrar el reino en un período de crisis política, económica y militar y diplomática� (Op cit.).

La Iglesia Real sobrevivió hasta la gran sacudida producida por la intervención napoleónica de 180865 (Callahan, 1989�82). �acia dicho a�o, la monarquía de Carlos IV entraba en su fase final, llegando a su crisis definitiva lo que se conoce como el Antiguo R�gimen. El motín de Aranjue�66 en mar�o de ese a�o, obligó al Rey a abdicar a favor de su hijo coronado como Fernando VII67, cuyo reinado durará escasos meses, cuando Napoleón eleve al trono a su hermano Jos� Bonaparte68, obligando a los anteriores a renunciar a sus derechos.

Asumido el poder por Bonaparte, el monarca se cuidó de entablar un conflicto frontal con la Iglesia, reconociendo la importancia de no provocarla. La Constitución de Bayona69 de julio de 1808, el documento fundamental de la monarquía bonapartista en Espa�a, proclamaba que el catolicismo era la religión oficial del Estado. Pese a ello, se desarrolló una política hostil contra el clero regular, provocando que el mismo se dividiera a favor y en contra de la nueva situación. Algunos obispos renunciaron a sus diócesis, y monjes y frailes tomaron parte activa en la resistencia a los franceses. Muchos religiosos �…desataron una corriente retórica violenta que pintaba al emperador con tintas tan cargadas como las empleadas antaño contra infieles y herejes� (Callahan, 1989�92).

65 El ingreso de las fuer�as de Napoleón Bonaparte a Espa�a, se produjo el 18 de octubre de 1807, a cargo del General Junot, planteando como objetivo inicial, ocupar el Reino de Portugal que se negaba a implementar el bloqueo continental a Inglaterra. Pocos días despu�s, Espa�a comprometía su apoyo a Francia. 66 Levantamiento popular ocurrido en las calles madrile�as el 18 de mar�o de 1808. Tuvo entre sus causas inmediatas� la derrota espa�ola en Trafalgar (1805)� la presencia de las fuer�as de Bonaparte que con 65.000 soldados habían tomado varias ciudades espa�olas� el temor del clero a las medidas desamorti�adoras� el descontento generali�ado popular y las intrigas en la Corte. Ante el rumor de la inminente partida de miembros de la reale�a espa�ola hacia Am�rica, �rumor fundamentado en igual estrategia implementada por la Corte Portuguesa en su traslado al territorio brasilero en noviembre de 1807�, una multitud tomó el Palacio Real, donde luego de varios sucesos, asume como Rey Fernando VII luego de la abdicación de su padre. 67 Fernando VII de Borbón. 1784�1833. Llamado �El Deseado�� fue Rey de Espa�a en el a�o 1808. Expulsado Jos� Bonaparte, continuó su reinado desde 1814 a 1833, con un breve intervalo. 68 Jos� Bonaparte. 1768�1844. Político, diplomático y abogado de origen franc�s, fue Rey de Nápoles entre 1806 y 1808 y Rey de Espa�a entre 1808 y 1813. 69 Llamada tambi�n Carta o Estatuto de Bayona o Carta Constitucional de España, fue una carta Otorgada, aprobada en la ciudad francesa de Bayona el 8 de julio de 1808 y jurada por Jos� I de Espa�a (Jos� Bonaparte).

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La posterior convocatoria de la primera Asamblea Parlamentaria moderna en Espa�a, reunida en Cádi� entre 1810 y 1813, acabó de hecho con la Monarquía Absoluta (Callahan, 1989�77). Pero las Cortes de Cádi� no pusieron en duda la existencia de la monarquía en sí mismas y pronto se reconoció a Fernando VII como legítimo soberano del reino. �Las Cortes proclamaron la doctrina de la soberanía nacional, abolieron los privilegios señoriales y jurisdiccionales detentados por la nobleza y la Iglesia, establecieron el principio de igualdad ante la ley y acabaron con los privilegios legales basados en la pertenencia a una clase social� (Callahan, 1989�96).

La situación caótica europea, el descontento y expectativas en Am�rica, las dificultades en la comunicación y las diversas posturas generadas en este marco, crearán un clima de suma complejidad en territorios americanos. Para nuestra región, la Revolución de Mayo iniciada en la capital virreinal, que entre otras cosas deponía a Baltasar Cisneros70 y establecía a la Primera Junta, trajo aparejada profundos cambios, en los que la participación del personal eclesiástico será muy activa tanto a favor como en contra del movimiento independentista.

De acuerdo a Callahan (1989�77) para 1840, la Iglesia �…había perdido gran parte de sus propiedades ( ); había sufrido la supresión de las órdenes religiosas masculinas y se enfrentaba al cuestionamiento de su interpretación del modelo social y de la cultura por la revolución secularizadora del siglo XIX, asociada al ascenso del liberalismo�. Para nuestros objetivos, el paso de una Muerte barroca a una Muerte ilustrada estaba siendo dado.

70 Baltasar �idalgo de Cisneros. 1755�1829. Marino y administrador colonial de origen espa�ol. Penúltimo Virrey del Río de la Plata, pero el último en ejercer el poder efectivo en todo el Virreinato.

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9. APROXIMACIÓN AL CONTEXTO GENERAL EN EL RÍO DE LA PLATA. SIGLOS XVI AL XVIII.

Escaso tiempo despu�s de que el marinero Rodrigo de Triana divisara el continente americano, el Nuevo Mundo era dividido mediante una línea imaginaria por el Tratado de Tordesillas71. Más tarde, el territorio sudamericano era dividido en adelanta�gos y capitanías. En tal sentido, las capitulaciones firmadas por el rey Carlos I72 entre el 4 y el 21 de mayo de 1534 con Francisco Pi�arro, Diego de Almagro, Pedro de Mendo�a y Simón de Alca�aba dividieron la Am�rica del Sur espa�ola en cuatro grandes jurisdicciones, quedando nuestro actual territorio enmarcado en el área adjudicada a Adelantado Pedro de Mendo�a73 (Maeder y Guti�rre�, 1995�38).

Desde el punto de vista del Derecho, estos territorios descubiertos bajo la �gida espa�ola fueron incorporados políticamente a la Corona de Castilla, siendo el Derecho Castellano �…y no otros vigentes en el territorio peninsular, el que rigiese, desde los primeros momentos, la vida jurídica de los que se llamaron las Indias Occidentales� (Ots, 1945�77). Sin embargo, la intención de los monarcas espa�oles de organi�ar los nuevos territorios bajo las mismas normas jurídicas peninsulares, tuvo que ceder, ante las nuevas circunstancias sociales, económicas, �tnicas y geográficas, en territorios extensos y distantes que tuvieron que afrontar. Las nuevas situaciones promovieron el desarrollo de un marco jurídico específico, surgiendo el Derecho Indiano, pasando a tener el Derecho Castellano un carácter supletorio, aunque se apeló a �l de forma frecuente (Op cit.). Aparecerán así, Reales C�dulas, Provisiones, Cartas Reales, Instrucciones y Ordenan�as, entre otros, que se complementarán en algunos casos de con las Leyes de Toro74.

Muchas de estas regulaciones y mandatos, leyes y pragmáticas serán compendiadas más tarde en la Recopilación de las Leyes de los Reynos de Indias, en el marco jurídico más importante aplicado durante la �poca colonial en territorios espa�oles, si bien la aplicación y sus alcances en territorio americano serán discutidos.

En el contexto general, se podría decir que para las autoridades metropolitanas, el Río de la Plata75, era considerado durante el siglo XVI, como área marginal en relación a la consideración del conjunto imperial. El centro de desarrollo económico y actividad política de la región sudamericana se había ido consolidando en Lima (Asdrúbal, 2004�1)� la Ciudad de los Reyes, había sido fundada en el a�o 1535 y era la cabe�a del Virreinato del Perú (1542), cuya máxima extensión abarcaba buena parte de Sudam�rica, incluyendo el actual territorio uruguayo.

La preponderancia del área andina estaba dada por su rique�a metalífera y desde los principales yacimientos, como los de Potosí en el actual territorio boliviano, �...los valiosos cargamentos de metal precioso se remitían desde sus ricas minas a Arica a lomo de mulas; luego se embarcaban con rumbo a Lima �Puerto del Callao�, ampliando la carga en Paita, de donde se transportaban a Panamá y de allí a Puerto Bello y luego a Cartagena de Indias, sobre el Mar Caribe, y a La 71 Tratado de Tordesillas (1494). Compromiso suscrito entre los Reyes de Castilla y Aragón y el Rey Juan II de Portugal, por el cual se establecía el reparto de las �onas de conquista. 72 Carlos de Austria o �asburgo. 1500�1558. Primer Rey que une en su persona las coronas de Castilla y Aragón. Rey de Espa�a con el nombre de Carlos I (1516�1556) y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico como Carlos V (1520�1558). 73 Pedro de Mendo�a y Luján. 1487 � 1537. Militar, almirante y conquistador espa�ol. Primer Adelantado del Río de la Plata. Fundador de la primera ciudad de �Buenos Aires� en el a�o 1536. 74 Conjunto de ochenta y tres leyes que proceden de una reunión de Cortes, celebradas en la ciudad castellana de Toro en el a�o 1505, durante el reinado de Juana I de Castilla (�Juana La Loca�) (Ots, 1945�86). 75 O Mar Dulce o Mar de Solís.

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Habana, de donde se dirigían a España� (Barrios Pintos, 1971�200). Este importante corredor, opacará �desde el punto de vista coloni�ador� otras regiones americanas durante buena parte del siglo XVI.

Durante esa centuria, el asentamiento europeo en el actual territorio uruguayo será discreto, y se verá reflejado en la creación del Real de San Lá�aro76 (1527)� el fuerte de San Salvador77 (1527), San Juan78 (1542) y otros asentamientos de carácter precario y efímero, ahora, bajo la Gobernación de Alvar Nú�e� Cabe�a de Vaca79, cuyo distrito le había sido confiado en el a�o 1540.

En relación a la coloni�ación del área rioplatense, varios planes y proyectos como los de Juan Sánche� de Vi�caya (1553), Martíne� de Irala (1556) y Jaime Rasquin (1557) quedarían en el tintero por diversas dificultades. Parte de los fracasos, fueron ocasionados por la presión ejercida desde el Perú, en contra del establecimiento de puestos en el Río de la Plata que facilitaran el acceso al continente. Por ejemplo Rabanal hacia el a�o 1563 escribía que �…combiene se quite el paso para el Río de la Plata desde España�, como así tambi�n el Virrey Diego Lópe� de Zú�iga y Velasco80, conde de Nieva, solicitaba a Espa�a se vedara la entrada de gente por dicho río (Barrios Pintos, 1971�166�170).

Sin embargo, la situación estrat�gica que posteriormente adquirirá el área, comen�ará a pesar en las propuestas y decisiones de la Metrópoli. En lo que concierne al poblamiento efectivo hacia el sur de la creada Nuestra Se�ora Santa María de la Asunción81 (1537), la expansión comien�a con el plan de Juan de Garay82, buscando afian�ar el corredor Paranaense, desplegando un dispositivo de seguridad en la consolidación de territorios. De esta manera, se fundan los primeros centros urbanos estables� Santa Fe83 (1573), Buenos Aires84 (1580), Concepción del Bermejo (1585) y Corrientes (1588) (De Grandis, 2008�19).

Por su parte en territorio oriental, casi a la par de Santa Fe (La Vieja), se fundará la ciudad Zaratina (1574) de San Salvador, por Juan Ortí� de Zárate85, que durante su existencia será un importante punto de recalada, hasta su abandono tres a�os más tarde.

76 Fundado por Sebastián Gaboto el 6 de abril de 1527. No se conoce su ubicación exacta. Barrios Pintos (1971�144) de acuerdo a documentación lo sitúa próximo o en la desembocadura del arroyo de Las Vacas. El abandono se produce en agosto, luego de sobrellevar situaciones penosas, entre ellas hambruna. El personal es rescatado desde Sancti Spíritu en tierras santafesinas. 77 Fundado por Antón de Grajeda de la armada de Sebastián Gaboto. 78 Fundada por el capitán Juan Romero en junio de 1542, en cumplimiento de órdenes de Domingo de Irala. Esta población se mantuvo hasta el 18 de octubre del mismo a�o, aproximadamente por cuatro meses (Guiria, 1955). El pueblo estaba constituido por �…soldados, sacerdotes y algunas pocas mujeres españolas, tuvo autoridades, lo que prueba que hubo intención de que perdurara� (Barrios Pintos, 1971�162). 79 Alvar Nú�e� Cabe�a de Vaca. 1490 (aproximado) � 1557 (aproximado). Conquistador espa�ol explorador del Golfo de M�xico y Adelantado del Río de la Plata. Fue expulsado a Espa�a en el a�o 1544. 80 Diego Lópe� de Zú�iga y Velasco. 1500�1564. Se desempe�ó como Virrey del Perú entre los a�os 1561 y 1564. 81 Fundada por Juan de Sala�ar y Espinosa de los Monteros hacia el a�o 1537, Asunción había sido elegida como centro de coloni�ación por el teniente de gobernador Domingo Martíne� de Irala hacia 1541, cuando ordenaba trasladar la población de Buenos Aires hacia allí (Barrios Pintos, 1971�158). 82 Juan de Garay. 1528�1583. Explorador y conquistador de origen espa�ol. 83 �oy conocida como Santa Fe La Vieja� luego fue trasladada a su empla�amiento hacia la d�cada de 1660. 84 En su segunda y definitiva fundación. 85 �uien firmara una nueva capitulación el 10 de julio de 1569, que le asignaba la jurisdicción sobre los territorios adjudicados anteriormente a Mendo�a y Cabe�a de Vaca (Maeder y Guti�rre�, 2005�38).

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Estos centros y otros asentamientos menores, sirvieron para sostener la coloni�ación agrícola y ganadera, como puestos de abastecimiento de las rutas comerciales y como enclaves para la pacificación de la tierra. Esta pacificación era la última etapa de la tríada propuesta por Felipe II86 en sus Ordenan�as del a�o 1573, además de descubrir y poblar, demostrando estar de �asiento y no de paso� (Ots, 1945�174). Muerto Orti� de Zárate en el a�o 1576, �…su obra de poblamiento fue llevada a cabo por su yerno Juan Torres de Vera y Aragón87 y sus capitanes� (Maeder y Guti�rre�, 1995�38).

�acia el a�o 1579, el Tesorero �ernando de Montalvo ponía de relieve la instalación efectiva de Nuestra Se�ora Santa María del Buen Aire, luego de la primer fundación malograda de Pedro de Mendo�a del a�o 1536, �…haciendo hincapié en los servicios que podría prestar como puerto a las provincias del Perú, de Tucumán y Río de la Plata� (Asdrúbal, 2004�2), facilitando la�os con el exterior, particularmente las costas del actual Brasil. �Repoblada Buenos Aires por Juan de Garay en 1580, se abrió un nuevo camino por San Miguel de Tucumán, Santiago del Estero y Córdoba, ruta más económica que aseguraba la comunicación con el famoso emporio de riqueza potosino� (Barrios Pintos, 1971�201).

La coloni�ación del territorio sudamericano, se verá favorecida por la unión dinástica de Espa�a con Portugal y los Algarves, producida en el a�o 1580, que va a permitir más de medio siglo de pa� entre las potencias peninsulares.

La figura del adelanta�go rioplatense subsistió hasta la última d�cada del siglo XVI, en que se desestimaron los derechos de Torres de Vera y Aragón� en 1593 se nombró un gobernador para ese distrito88 y a partir de esa fecha el Río de la Plata �…se constituyó en una provincia menor, subordinada en lo político al virrey del Perú, y en lo judicial a la Audiencia de Charcas� (Maeder y Guti�rre�, 1995�38).

La apertura del área platina, el Paraná y el Uruguay, para ese entonces tendrá apoyo, pero tambi�n seguirá teniendo detractores, fundamentalmente por la invasión de personas y productos extranjeros, que ocasionaron por ejemplo la promulgación de Reales C�dulas como la librada el 28 de enero de 1594 por la que se prohibía la entrada al Río de la Plata de efectos provenientes de cualquier región perteneciente a la corona de Portugal, sin que los productos fuesen embarcados de Sevilla y otra de noviembre de 1595 por la que se ordenaba al gobernador del Río de la Plata que no permitiera pasar extranjeros al Perú, ni a otra parte (Asdrúbal, 2004�4).

En sus gestiones como Gobernador, �ernando Arias de Saavedra89, criollo nacido en Asunción, completa el plan de conquista y coloni�ación en ambas márgenes del Paraná, aumenta el control sobre la Mesopotamia argentina e incursiona en el actual territorio uruguayo ingresando ganado, que conjuntamente al introducido desde las misiones jesuíticas, constituirán los primeros ingresos relevantes en esta banda del Plata, más tarde convertida en Vaquería del Mar.

86 Felipe II de Espa�a o �asburgo. 1527�1598. Rey de Nápoles y Sicilia desde 1554� Rey de Espa�a entre los a�os 1556 y 1598� Rey de Portugal y los Algarves como Felipe I desde 1580� Rey de Inglaterra entre 1554 y 1558. 87 Juan Torres de Vera y Aragón. 1527�1613. Conquistador y coloni�ador de origen espa�ol. Casado con Juana de Zárate se convierte en sucesor de Orti� de Zárate. 88 Gobernación del Río de la Plata o Gobernación del Paraguay. A�os 1593 a 1617. 89 �ernando Arias de Saavedra o �ernando Suáre� de Sanabria. 1561�1634. Conocido como �ernandarias, fue militar, político y primer criollo en acceder al puesto de Gobernador de una región colonial americana.

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La consolidación de estos centros y de las diferentes misiones religiosas, promoverán el advenimiento de europeos y criollos al actual territorio uruguayo. Paulatinamente, esta ocupación liberará �stas importantes vías de navegación integradoras ya en �pocas prehispánicas, permitiendo la comerciali�ación de productos de la región, bienes de la Metrópoli y otras mercaderías europeas, lo que redundará en el aumento de las transacciones comerciales.

De acuerdo a dos Santos (2004�4) Alice Canabrava90 plantea que para ese período, la región platina fue un área de intenso comercio, donde eran intercambiados �entre otros� metales preciosos del interior (oro y plata), cuero y a�úcar, por esclavos y artículos de origen europeo como tejidos, hierro, sal, especias y g�neros alimenticios. Pero el aumento del comercio legal, fue acompa�ado del acrecentamiento de actividades ilegales� en este período, son frecuentes los ataques de piratas, filibusteros, bucaneros y corsarios, los que significarán un importante problema para la Península Ib�rica y sus territorios de ultramar. Las actividades ilegales aumentarán aun más, luego de la independencia de las siete provincias protestantes del norte de los Países Bajos91.

�acia el a�o 1617, por Real C�dula, la Gobernación del Río de la Plata o del Paraguay, era dividida en dos provincias� una de ellas fue la Provincia del Guayrá o Paraguay con capital en Asunción y la otra, la Provincia de Buenos Aires, con capital en la ciudad homónima (Maeder y Guti�rre�, 1995�38). En este período eclosiona el poblamiento en la región fundándose diferentes centros poblados, estancias y Misiones.

�acia el a�o 1667, ya existente Santo Domingo de Soriano en sus anteriores empla�amientos, afian�adas las Misiones Jesuíticas y ya de manera más organi�ada, contingentes misioneros implementan “…al Norte del Río Negro en la Banda Oriental, sus aprovisionamientos. Comienza una planeada empresa social, religiosa, militar y económica, considerándose ( )nuestro actual territorio como reserva y fuente de alimentación provincial” (Cabrera L� 1999�157). Según Mayo (1995�37), de acuerdo a � edovoy este sistema de explotación ganadera inicial, �…se fundaba en la tendencia natural del ganado a reunirse en un lugar determinado y a volver a él�.

Así, estas vastas regiones, comien�an a ser entrela�adas por caminos de comunicación interna y de penetración, que cubren incluso hasta el actual departamento de Maldonado, teniendo en esa �ona Sureste y Este, más precisamente en la cuenca del río Cebollatí, su centro principal (Cabrera L� 1999�158).

Luego del Tratado de Lisboa (1668) por el que Espa�a reconocía la independencia de Portugal con la intermediación de Inglaterra, se profundi�an nuevamente los problemas de límites. Para ese entonces el contrabando se convertirá en una preocupación mayúscula para las autoridades metropolitanas espa�olas. En este contexto y por orden del futuro rey de Portugal Pedro II92,

90 Canabrava, Alice. 1984. O Com�rcio Portugu�s no Rio da Prata (1580�1640). Belo �ori�onte (Itatiaia).Brasil. 91 Sobre el particular, luego de que la �Unión� proclamara hacia 1581 el fin del reinado de Felipe II en los Países Bajos, y lo confirmaran los Estados Generales hacia 1587 con la creación de la República de los Sietes Países Bajos Unidos, hacia el a�o 1594, el monarca espa�ol lan�ó medidas prohibitivas hacia el tráfico con �stos �fundamentalmente con �olanda�, lo que redundó en una invasión de los mares por sus flotas, que en lo que quede del siglo XVI y durante todo el siglo XVII serán �junto a los franceses e ingleses� un problema frecuente para las autoridades espa�olas.92 Pedro II de Portugal. 1648 � 1706. Regente de Portugal desde 1668 y Rey desde 1683.

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Manuel Lobo93 fundaba la Nova Colonia do Sacramento (1680), en los territorios disputados por las Coronas Ib�ricas y sus imprecisos tratados de límites.

Tres a�os despu�s, en el intento de contrarrestar la ocupación lusitana y marcar la presencia armada espa�ola en el área, el Cabildo de Buenos Aires creaba la Guardia de San Juan94, refor�ando paulatinamente un cinturón de contención de la Colonia del Sacramento.

En otro orden, Inglaterra que a trav�s del Tratado de Cron�ell (1654), se había convertido en el gran aliado de Portugal, fomentará junto a la segunda el comercio clandestino en el área, haciendo incluso sentir su fuerte influencia en Alto Perú, aumentando la preocupación de las autoridades espa�olas por poblar y controlar el territorio platense. Espa�a intentó mantener la banda septentrional del Plata libre de las influencias portuguesas y de otras potencias, constituyendo patrullas de vigilancia a efectos de evitar desembarcos extranjeros �…ya fuera con fines de dominio territorial o de mero aprovisionamiento de cueros� (Cabrera L� 1999�156). Para este fin, recurrirá �entre otros� a la Compa�ía de Jesús, Orden que prestará su concurso en varias ocasiones con contingentes de indígenas misioneros. Para nuestra área de estudio, Leonel Cabrera (1999�558) retomando a Riveros Tula, menciona que los guaraníes misioneros en �…repetidas oportunidades y muchas veces con motivos estratégicos, a pedido del Gobierno de Buenos Aires �van a retirar� los ganados de las cercanías de la Colonia del Sacramento como ocurrió en 1690, 1692 y 1717�.

La Colonia del Sacramento, por otro lado, significará ayuda clandestina y vital para muchos habitantes y comerciantes bonaerenses y de la región, ya que permitía eludir el r�gimen prohibitivo espa�ol �elaborado en beneficio de la Metrópoli, de la Nueva Espa�a y la Nueva Castilla�, bajo la estricta vigilancia de Sevilla (García F� 1953).

Para comien�os del siglo XVIII, al ascenso de los borbones al poder con Felipe V, el área donde se empla�ará la Estancia de Nuestra Se�ora de Bel�n, integra la extensión de terrenos correspondientes al Campo de Bloqueo militar espa�ol de la Colonia del Sacramento, que se extendía desde el arroyo Cufr� hasta Santo Domingo de Soriano (Geymonat y Bracco, 1999�2). Si bien para ese entonces se estimulaba la presencia espa�ola en este campo de bloqueo, el asentamiento efectivo seguirá teniendo algunas oposiciones, como la de algunos grupos bonaerenses que pretendían �…una Banda Oriental sin vecindario, para mejor explotarla� (Sala de Tourón et al. 1967b�15).

Para 1730 estos terrenos continuaban figurando bajo la �gida directa de Buenos Aires, ya que las tierras que no pertenecían a la jurisdicción de la reci�n creada Montevideo, a Colonia del Sacramento o a las Misiones, eran subordinadas a esta (Barrios Pintos, 1971�364).

El aumento poblacional y comercial de la �ona Suroeste del actual Uruguay, se verá fomentado por la paulatina expansión de la explotación ganadera, por la salida de las rique�as metalíferas altoperuanas y la valori�ación de la ruta del Cabo de �ornos95 (Asdrúbal, 2004�13). Se promoverá entonces una �…ampliación del comercio y una “limpieza” de los campos ( )mediante la progresiva expulsión de los indios y la persecución de las partidas portuguesas� (Sala de Touron et al. 1967b�24).

93 Manuel Lobo. 1635�1683. Administrador colonial portugu�s, Gobernador de la Capitanía de Río de Janeiro. 94 Esta guardia habría sido la primera del territorio Oriental. 95 El cabo más austral del Archipi�lago de Tierra del Fuego.

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Para Maeder y Guti�rre� (1995�54) el siglo XVIII se caracteri�ó por una fiebre pobladora, resultado de la acción de gobernadores, intendentes, militares y frailes. Esto se hace patente en la Banda Oriental luego de la fundación de San Felipe y Santiago de Montevideo (1723�1726) con la fundación de varios pueblos� San Fernando de Maldonado96 (1757)� San Carlos97 (1762�1763)� Santa Teresa (1762)� Paysandú (1772)� Santa Tecla (1773)� Colla (1777)� Capilla del Pintado (1779)� Piedras (1780)� San Jos� (1781)� Santa Lucía (1781)� Capilla Nueva de las Mercedes98

(1781)� Nuestra Se�ora de Guadalupe99 (1783)� San Francisco de Minas (1783)� San Pedro del Dura�no (1787)� Pando (1787)� Nuestra Se�ora de los Remedios de Rocha (1793)� Villa de Melo (1795) y San Gabriel de Batoví (1800) (García F� 1953�21).

A la par, en la otra orilla de los ríos de la Plata y Uruguay, y fundamentalmente desde el a�o 1740 a finales del siglo XVIII, la campa�a bonaerense experimentará un rápido crecimiento poblacional, que se calcula en un ritmo del 9,2 � anual. De acuerdo a diferentes documentos �y con los recaudos necesarios�, parecería ser que esa �ona del Plata habría pasado de las 6.035 personas en el a�o 1744 a las 32.168 en el a�o 1797 (Mayo, 1995�29).

96 Fundado por Jos� Joaquín de Viana. 97 Fundado por Pedro de Ceballos (o Cevallos). 98 Conformada por un grupo de vecinos procedentes de Santo Domingo de Soriano. 99 �oy Canelones. Conformada por familias traídas de la Patagonia.

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10. EL CRISTIANISMO, EL CATOLICISMO Y SUS RITUALES.

El estudio de la práctica funeraria en este contexto, no puede emprenderse desatendiendo conceptos básicos del Cristianismo, y particularmente del Catolicismo. El Cristianismo, es una religión monoteísta basada en el reconocimiento de Jesús de Na�aret como su fundador, cuyos seguidores consideran que Jesús es el hijo de Dios y es el Mesías o Cristo, profeti�ado en el Antiguo Testamento. De forma muy simplificada, dentro del Cristianismo, el Catolicismo en particular, abarca al conjunto de Iglesias que se declaran en comunión con la autoridad papal, considerada la cabe�a del Colegio de los Obispos y sucesor de San Pedro� sus dogmas se basan en la Biblia, la tradición Apostólica y ense�an�as de quienes han sido considerados Santos.

Nos parece oportuno y de orden preguntarnos en este punto� �cómo entendían y entienden, cómo vivían y viven la Muerte los seguidores de Jesucristo, los cristianos� Y para el objeto de estudio de este trabajo� �qu� le ense�aba y ense�a la Iglesia Católica sobre la Muerte a sus sacerdotes y fieles, en tanto depositaria y maestra de las ense�an�as de su fundador Jesucristo�

Según la visión de Mántaras100, antes de contestar esta cuestión, son necesarias unas puntuali�aciones que se desprenden de la literatura católica (revisada y autori�ada por la Iglesia) de varios siglos, hecha con el objetivo de avivar y fortalecer la fe de los fieles y ahuyentar los errores en materia de doctrina.

Para un católico con conocimientos vastos �prosigue�, la religión es todo lo que debe creer, saber y hacer para re�unirse con Dios su Creador. Viniendo de un Dios único (aunque trino) �Todo Poder, Toda Verdad y Todo Amor� la religión Católica es UNA y contiene una verdad ÚNICA, La Verdad revelada por Dios. Y lo que debe creer, saber y hacer es lo que la Iglesia Católica le ense�a, ya que retransmite la palabra viva de Jesucristo, verdadero Hombre y verdadero Dios, Dios Redentor (�ijo), uno con Dios Creador (Padre) y con Dios Santificador (Espíritu Santo).

Para el católico �mantiene� existe La Verdad, la palabra viva que atraviesa sin menoscabo el Antiguo Testamento, los Evangelios, los comentarios de los Doctores de la Iglesia de muy diversos siglos, las heroicamente humildes vidas de Santos a lo largo de veinte siglos, trasuntando una ÚNICA interpretación armónica en diversos colores, perfectamente equilibrada, conceptualmente precisa y rigurosa, sin sombra de ambigüedades, coherente y total� tal debe ser La Verdad, la que se guarda de quienes no la buscan realmente sino con vana y trivial curiosidad� Verdad que se regala a quienes la anhelan con el corazón humillado.

Para el católico, cada ser humano es en esencia un alma creada por Dios, encarnada en un cuerpo para vivir esta vida terrenal, y desatada del cuerpo por la Muerte para continuar existiendo eternamente. Nada destruye al alma, en el sentido de una aniquilación de la conciencia. El creyente es consciente de su existencia y lo será mucho más aún despu�s de la Muerte por toda la eternidad.

100 Nos pareció oportuno, para develar estas cuestiones, contar con la colaboración de un creyente y entendido en la materia, con la finalidad de tener una visión desde dentro. La colaboración del Sr. Sebastián Mántaras Antonoff en este sentido ha sido de gran ayuda. Sin embargo, puntuali�amos que no deja de ser una visión particular de un creyente, y que no pretende ser extensiva a todas las vertientes del Catolicismo.

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Detengámonos en un punto doctrinal muy ligado al tratamiento dado al cuerpo de quien muere. �Creo en la resurrección de la carne�101 dice el artículo 11 (de 12) del credo cristiano (Catecismo de la Iglesia Católica).

Siguiendo en la línea del pensamiento católico, desde los inicios, la Fe cristiana en la Resurrección ha encontrado incomprensiones y oposiciones. Se acepta muy comúnmente que, despu�s de la Muerte, la vida de la persona humana continúa de una forma espiritual. Pero, �cómo creer que este cuerpo tan manifiestamente mortal pueda resucitar a la vida eterna� En la Muerte el alma y el cuerpo se separan� el cuerpo cae en la corrupción (se descompone) mientras que el alma va al encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Dios, en su omnipotencia, dará definitivamente a los cuerpos la vida incorruptible, uni�ndolos a las almas por la virtud de la resurrección de Jesús.

Todos los hombres, una ve� muertos, resucitarán en el último día, al fin de los tiempos. Los que hayan hecho el bien (los que amaron a Dios) resucitarán para la vida (vivirán eternamente en su presencia)� los que hayan hecho el mal (los que pecaron, los que negaron, odiaron a Dios) resucitarán para la condenación (vivirán eternamente apartados de su presencia).

De acuerdo al pensamiento católico, Cristo resucitó con su propio cuerpo, pero �l no volvió a una vida terrenal, aunque haya vuelto a reunirse con sus más inmediatos allegados para mostrarles el hecho de su resurrección y para unas últimas indicaciones antes de ascender al Cielo y sentarse a la diestra de su Padre. Es un concepto�guía muy importante el que Jesús vino a mostrar el camino� todo lo que a Él le sucedió, sucederá a los creyentes si cumplen fielmente con lo que Él y su Padre indicaron. Si se deja todo (no se ama ni adora nada por encima de Dios, no se ocupa el corazón con cosas que impidan amarlo a Él, se toma su Cru� (padeciendo de buen grado todas la tribulaciones que se pongan en el camino) y lo siguen (imitándolo lo mejor posible), el fiel podrá esperar con total seguridad ir al Cielo al final de esta vida a reinar con Él. Así, el cuerpo del resucitado se transfigura en cuerpo de gloria, en cuerpo espiritual.

El cómo (cómo resucita un cuerpo que se descompone luego de muerto) sobrepasa la imaginación y entendimiento del creyente� no es accesible más que por la Fe. Pero la participación en la Eucaristía (la Comunión durante la misa o el Viático) da ya un anticipo de la transfiguración del cuerpo por Cristo� así como el pan que viene de la tierra, despu�s de haber recibido la invocación de Dios ya no es pan ordinario sino Eucaristía, constituida por dos cosas, una terrena y otra celestial, así los cuerpos que participan en la Eucaristía ya no son corruptibles, ya que tienen la esperan�a de la resurrección (esto según San Ireneo de Lyon, citado en el Catecismo de la Iglesia Católica).

�Cuándo resucitarán los cuerpos� En el último día, al final del mundo. Cuando El Se�or (Cristo) baje del Cielo (en su segunda venida), los que murieron en Cristo, resucitarán en primer lugar y serán los únicos que lo acompa�en. Y, ya para responder a la pregunta inicial� �cómo entendían y entienden la Muerte los cristianos�, el Catecismo puntuali�a estos conceptos�

� La Muerte es el final de la vida terrena� lo que da urgencia a la vida, es el precioso tiempo del que se dispone para morir en gracia y no en pecado mortal, padecer por amor a Dios y cosechar frutos de vida eterna, para morir a esta vida y vivir a la vida eterna.

101 Catecismo de la Iglesia Católica. Tomado de Documento electrónico� http������.vatican.va�archive�catechism

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� La Muerte es consecuencia del pecado� la Muerte fue contraria a los designios de Dios Creadory entró en el mundo como consecuencia del pecado (desobediencia de quienes serían �al entender cristiano� los primeros padres, Adán y Eva).

� La Muerte fue transformada por Cristo. Cristo�Dios murió como criatura, sacrificándose ante sí mismo para satisfacer su Justicia Divina, resignándose ante la voluntad de Dios, transformando la maldición de la Muerte en bendición, en umbral hacia la vida eterna de los bienaventurados. En la Muerte, Dios llama al hombre hacia sí, por eso, el cristiano puede experimentar hacia la Muerte un deseo semejante al de San Pablo� deseo partir y estar con Cristo. La propia Liturgia de la Iglesia (prefacio de Difuntos) lo expresa así� �…la vida de los que en Ti creemos, Señor, no termina, se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el Cielo�102. La Muerte es el fin de la peregrinación terrena del hombre (su destierro en un valle de lágrimas), pero al mismo tiempo del tiempo de gracia y de misericordia que Dios le ofrece para reali�ar su vida terrena según el designio divino y para decidir (libremente, con el libre albedrío que Dios dio, porque el amor debe ser libre) su último destino (estar eternamente con el divino objeto del amor del alma Dios, o eternamente apartado de Él).

Dicho todo esto, podemos agregar en líneas generales, que convertido en religión oficial del Imperio Romano, el Cristianismo va a influir de manera significativa en Occidente, incorporando de forma eficiente en el imaginario colectivo sus preceptos generales, teniendo un importante peso en la administración del cuerpo de los vivos como de los muertos (Bentancor et al. 2008�16). Como ya lo notaran Bentancor et al (2008�17), no debemos olvidar �…el influjo que la Iglesia Católica asumía sobre los bienes destinados a la salvación del alma, vehículo por excelencia en la realización del viaje al más allá. Ese monopolio se vio favorecido por la creencia de que nadie podría salvarse por sí mismo, sino en comunión con la colectividad eclesiástica�.

10.1 El Arte de Morir y generalidades del ritual funerario católico

�acia finales de la Edad Media, aparece en Europa una amplia bibliografía relacionada con la Muerte y el morir, a la que se le suele denominar Ars moriendi o el Arte de morir (Grof, 1994�23). Las altas tasas de mortalidad en la �poca, hicieron que a los sacerdotes les resultara imposible visitar a todos los enfermos y prepararlos para la Muerte� se sostenía que muchas personas por esta causa morían en el pecado. Esto provocó una preocupación en el seno de la Iglesia Católica por difundir textos y ense�an�as, lo que motivó una traducción a lenguas vernáculas que facilitó el acceso a su lectura. De esta manera, este g�nero �… figuraba entre las formas literarias más populares y difundidas en muchos países europeos, sobre todo en Austria, Alemania, Francia e Italia� (Grof, 1994�25).

Los siglos XV y XVI serán muy prolíficos en tal sentido, apareciendo obras como �Ars Moriendi�103 (1415�1450), �Preparatio ad mortem� de Erasmo104 (1549) y �Agonía del tránsito de la muerte con los avisos y consuelos que cerca de ella son provechosos�, de Alejo Venegas

102 Documento electrónico� http����ebcache.googleusercontent.com� 103 Nombre dado a dos textos anónimos escritos en latín en la primera mitad del siglo XV. Originalmente llamado Tractatus Artis bene Moriendi, fue traducido a diversas lenguas go�ando de gran popularidad. Para el a�o 1500 ya existían más de cien ediciones. 104 Desiderius Erasmus Rotterdamus. 1466 � 1536. Filósofo, teólogo y filólogo holand�s.

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de Busto105 (1538), obras que en algunos casos, eran acompa�adas por sugerentes grabados que mostraban la mejor forma de sortear diversas tentaciones ofreciendo una guía para morir.

Este inter�s por la Muerte y el morir, se vio inmensamente fomentado por la incertidumbre de la vida en el medioevo. El Arte medieval europeo generó una intensa iconografía vinculada a la Muerte� ya en el siglo XIII, se populari�aban en Francia las obras relacionadas a la Danse Macabre o Danza de la Muerte (Figura 9). La Muerte, era omnipresente, igualitaria y formaba parte de la cotidianeidad� miles morían por hambrunas, guerras o epidemias� las personas estaban acostumbradas a ser testigos de la Muerte de parientes, amigos y vecinos, de los cortejos fúnebres, las procesiones, los entierros en masa, la quema de cadáveres, las ejecuciones públicas y la inmolación de herejes y presuntas brujas (Grof, 1994�23).

Los mensajes de este g�nero escatológico106, bajo la forma de múltiples imágenes simbólicas, metáforas y parábolas, no solo se limitaron a guiar y dar apoyo emocional y espiritual a los enfermos, ancianos o moribundos en sus preparativos ante una inminente defunción biológica, sino que además trataba sobre las actitudes correctas durante la vida hacia la Muerte107.

Grof (1994�23�24) plantea que en estas obras, hay temas repetidos como la Contemplatio mortis, es decir, la contemplación de la Muerte que conduce al desapego material� estos textos recuerdan de variadas maneras que la existencia orientada exclusivamente hacia los objetos materiales, es inútil y vacua� el mundo material es finito y la Muerte rige absolutamente la vida.

Siguiendo al mismo autor, otra de las expresiones utili�adas fue la de Mors certa, hora incerta(la Muerte es cierta, pero incierta su hora), que introduce una vigilancia constante en la vida a fin de evitar una conducta perjudicial. �Nuestro principal interés no debe consistir en vivir mucho, en prolongar nuestra vida al precio que sea y por todos los medios posibles, sino en vivir justamente, de acuerdo con la ley divina. Puesto que nadie sabe en qué momento nos alcanzará la Muerte, deberíamos vivir cada segundo de nuestra vida como si fuera el postrero� (Grof, 1994�24).

Memento mori (recuerda la Muerte), fue otra de las expresiones utili�adas� el argumento más firme a favor del desprecio de la carne era la contemplación de la fealdad de la Muerte e incluía descripciones sumamente realistas del cuerpo humano en diferentes estados de descomposición. Así, los mensajes de estas obras apuntaban a que no debemos vivir exclusivamente de placeres,

105 Alejo o Alexio Venegas de Busto. 1497�1562. Escritor, lexicógrafo y ortógrafo nacido en Toledo, Espa�a. 106 Escatológico� perteneciente o relativo a las postrimerías de ultratumba (RAE, 2001). 107 Stanislav Grof prefiere denominar a estos mensajes y actitudes Ars vivendis o el Arte de vivir (Grof, 1994�23).

Figura 9 � �Crónica de Nüremberg�, Dan�a Macabra. Xolografía de Michael � olgemut. A�o� 1493. Editada por �artam Shedel. Tomado de documento electrónico� ���.artehistoria.jcyl.es�genios�cuadros�4382.htm

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el poder y las rique�as terrenales, debiendo centrar nuestra atención en realidades trascendentes (Op cit.).

En el caso de personas en agonía, se daban instrucciones a �stas y a sus acompa�antes para guiarlos en las últimas horas, ya que había que prestar todo el apoyo posible al moribundo para que afrontara la Muerte y la aceptase (Grof, 1994�26).

Los textos contenían modelos de oraciones dirigidas a Cristo, a la Virgen María y al arcángel Gabriel, como así tambi�n prevenciones en contra de los llamados ataques de Satán, por los cuales el demonio, hacía denodados esfuer�os por desviar en ese momento crítico a las almas que se dirigían al Cielo (Figura 10). �Los ataques se consideraban dudas profundas con respecto a la fe, desesperación y terribles remordimientos de conciencia, impaciencia e irritabilidad debidas al sufrimiento, engreimiento, vanidad, orgullo, codicia, avaricia y otros intereses y adhesiones de carácter mundano� (Grof, 1994�83).

�acia mediados del siglo XVI se producía un mati� entre el fatalismo que solo preveía para el alma del difunto la Salvación o el Infierno, surgiendo un espacio intermedio, el Purgatorio. En tal sentido, en el Concilio de Trento (1545�1563), se expresaba lo siguiente� �Habiendo la Iglesia católica, instruida por el Espíritu santo, según la doctrina de la sagrada Escritura y de la antigua tradición de los Padres, enseñando en los sagrados Concilios, y últimamente en este general de Trento, que hay Purgatorio; y que las almas detenidas en él reciben alivio con los sufragios de los fieles, y en especial con el aceptable sacrificio de la misa; manda el santo Concilio a los obispos que cuiden con suma diligencia que la sana doctrina del Purgatorio, recibida de los santos Padres y sagrados Concilios, se enseñe y predique en todas partes, y se crea y conserve por los fieles cristianos [ ] Más cuiden los obispos que los sufragios de los fieles, es a saber, los sacrificios de las misas, las oraciones, las limosnas y otras obras de piedad, que se acostumbran hacer por los fieles difuntos, se ejecuten piadosa y devotamente según lo establecido por la Iglesia; y que se satisfaga con diligencia y exactitud cuánto se debe hacer por los difuntos, según exijan las fundaciones de los testadores”108 (Bentancor et al� 2008�200)

Con estas bases, para el siglo XVIII, la Iglesia, había establecido un complejo ritual funerario que posibilitaría garanti�ar o facilitar el acceso del alma al Cielo, conocido como Estrategias de Salvación o Formas de Bien Morir (Galv�o, 1995�1). La Salvación, que en cuanto acepción común, hace alusión a la liberación de un estado o condición indeseable, en el caso del Catolicismo refiere a la Salvación del Alma por la cual se libraría a la misma de un castigo eterno. Para lograr el Cielo, la �…conducta en la vida debe ser constante sacrificio y castigo para poder obtener la gloria y felicidad eternas� (Rodrígue� M� 2001�45)� pero además de estas

108 Sacrosanto y Ecum�nico Concilio de Trento, Sesión XXV. Págs. 354�355 (Bentancor et al� 2008�200).

Figura 10� �Tentación de la falta de Fe�. Grabado de Maestro E.S. A�o� 1450. Tomado de� http���es.�i�ipedia.org��i�i�Ars�moriendi

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acciones personales, el individuo era asistido antes y luego de su Muerte por un conjunto de personas, resultando de ello un complejo aparato social, que apuntaba a la preparación para el momento de la Muerte, los ritos funerarios y el conjunto de misas, oraciones, penitencias, ayunos y obras de caridad posteriores al deceso.

Fue frecuente para este momento, la existencia de instituciones especiales que entre sus funciones primordiales, figuraba la de ayudar al Bien Morir. Colón Lamas (1999�4) menciona que de acuerdo a Ana Lu� Rodrígue� �Precisamente, las cofradías y capellanías que en territorio americano se habían establecido desde el siglo XVI, a imagen y semejanza de las que existían en Europa, eran congregaciones que tenían por objeto acompañar a sus asociados a la hora de la muerte y garantizar la oración constante por las almas de sus fundadores después de ella�. Tales asociaciones pías eran corrientes en la Europa medieval, pero el período de su mayor crecimiento para Espa�a y sus colonias se dio en los siglos XVI, XVII y XVIII.

En el Río de la Plata �región no ajena a esta realidad�, la Muerte tambi�n era un evento cotidiano y siempre presente. Siguiendo a Bentancor et al. (2008�126) para el caso del Montevideo colonial resulta ilustrativo ejemplificar esta proximidad entre vivos y muertos, en la existencia de áreas de inhumación en templos, conventos y campos santos, diseminados en áreas pobladas y muy cercanos a los centros de sociali�ación como las pla�as, mercados, ferias y comercios. Como ya lo observaran estos mismos autores (2008�20), esta �poca se inscribía �…dentro del tiempo en que la mortalidad golpeaba a los grupos familiares con mucho mayor frecuencia que hoy y era culturalmente mejor aceptada� y por eso �colige María Rodrígue� (2001�74)� la sociedad colonial, y en especial el clero, van a proporcionar constantemente imágenes que muestren la brevedad de la vida. Como notan Bentancor et al. (2008�20) esta sociedad aparecía constantemente amena�ada e inestabili�ada por el peligro que atacaba con particular �nfasis a ni�os109, mujeres en sus primeros a�os de matrimonio y hombres al final de la vida conyugal.

El momento exacto de la Muerte es desconocido por todos, y por lo tanto un buen cristiano debía estar siempre preparado. En ese sentido, �…se recomendaba pensar en ella, disponiéndose “en cuerpo y alma” para el momento de su llegada, pensamiento considerado “necesario, útil y provechoso”, sencillo, nada triste y cuyo olvido voluntario resultaría “funestísimo”� (Bentancor et al� 2008�19).

Una Buena Muerte entonces, era representada por la previsión de los días finales, para que la persona así pudiese preparar los mínimos detalles para un pasaje tranquilo en compa�ía de ángeles y santos (�olanda Coe, 2006�100). Tanto las partidas de defunción como la testamentaria utili�ada en este trabajo, dan cuenta de un sinnúmero de acciones que apuntan al logro de este objetivo. Por ejemplo, de acuerdo a Bentancor et al. (2008�18) los testamentos relevados para Montevideo colonial, muestran que ante la inminencia de la llegada de la Muerte, las verdaderas preocupaciones del moribundo, fueron �…el juicio divino y los castigos que aguardaban a los pecadores en el infierno o en el purgatorio�.

109 Según Bentancor et al. (2008�21), de acuerdo a Moreno, una de las principales causas de Muerte, fue la falta de asepsia y de conocimientos acerca de las enfermedades� por ejemplo había verdaderos estragos a partir del momento en que se cortaba el cordón umbilical con instrumentos inadecuados y sucios que provocaron frecuentemente la aparición del T�tanos. Además de los ni�os, muchas mujeres jóvenes morían por las infecciones, los desgarros y otras complicaciones del parto.

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Siguiendo a Isabella Cosse (1997�40), diferentes publicaciones que circularon en el Río de la Plata hacia la d�cada de 1780, ofrecían ayudas en tal sentido, como el �Devocionario de Animas� (1781), el �Ofrecimiento devotísimo de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo por las benditas Almas del Purgatorio� (1782) y la �Novena para rogar a Dios Nuestro Señor por las Benditas Animas del Purgatorio, devoción muy útil para aliviarse su pena y conseguir su intercesión para remedio de nuestras aficciones, necesidades, trabajos y pretenciones honestas y convenientes a nuestra salvación. Compuesta por un devoto de las Benditas Animas, que les desea su descanso y glorificación (1785)�.

Durante la segunda mitad del siglo XVIII y primeros a�os del siglo XIX, el ritual funerario católico tanto en Espa�a como para sus colonias, era un mandato litúrgico de la Iglesia Católica que presentaba situaciones especiales que le confirieron cierta originalidad (Rodrígue� M� 2001�44). De acuerdo a María Rodrígue� (2001�97) �y de forma ideal agregamos nosotros� implicaba los siguientes pasos�

Para ese entonces, en su expresión barroca y siguiendo a Barrán (1998a�169) la Muerte �…era anunciada, a los deudos y a toda la comunidad, con bombos y platillos, escandalosamente, y al moribundo, con ceremonial e indicaciones inequívocas�. En las primeras d�cadas del siglo XIX y de manera gradual, el ritual funerario en el Río de la Plata y sus manifestaciones pomposas, colectivas y exteriori�adas, van a ir sufriendo diversas modificaciones, abri�ndose paso una nueva forma de piedad ilustrada que cuestionaba a la primera. Así, al �…iniciarse el siglo XIX aparecen continuas alusiones de prelados rioplatenses a “lo ridículo” de ciertas ceremonias y a la necesidad de sustituirlas por otras prácticas� (Bentancor et al. 2008�89).

A continuación, ahondaremos en algunos de los pasos mencionados por María Rodrígue� para el ritual funerario católico, a los que intercalamos la elaboración del testamento, con la finalidad de comprender y contextuali�ar, la información que se refleja en las fuentes primarias que se manejarán más adelante.

Figura 11 � Implicancias del ritual funerario católico. Tomado de� María Rodrígue� (2001�97).

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10.2 Auxilios y sacramentos en Toque de Agonía y Artículo de Muerte

Cuando no ocurría una Muerte repentina o violenta, la agonía permitía el despliegue en vida de una serie de acciones. Cuando el tiempo lo admitía, los últimos días y horas de la vida tenían que ser vividos en la colectividad, en compa�ía de parientes, vecinos, amigos y �de haberlos� hermanos de congregación, sacerdote�s o especialista�s religioso�s, a los que podía sumarse un notario y �albaceas� en caso de testar (�olanda Coe, 2006�100� Rodrígue� M� 2001�44).

Esta imagen fue frecuente en el Montevideo colonial� según Bentancor et al. (2008�31), solía reiterarse un cuadro habitual de la Espa�a dieciochesca� sacerdote y moribundo en el centro focal de la escena, rodeados de sus familiares, m�dico, y de ser posible un escribano ante quien testar. Este entorno queda reflejado en el relato del accidentado otorgamiento testamentario del comerciante vi�caíno Loren�o de Ulibarri, el que ha permitido conocer a los integrantes del s�quito que rodeaba su lecho de Muerte, compuesto por dos sacerdotes, un m�dico, varios colegas, criados, vecinos y un escribano (Op cit.).

Bentancor et al. (2008�30) retomando a Ari�s, refieren que la Muerte súbita o repentina por el contrario, era considerada �…fea y villana, daba miedo, parecía cosa extraña y monstruosa de la que no se osaba hablar�. En el M�xico110 colonial, por ejemplo, María Rodrígue� (2001�79) plantea que la Muerte repentina se consideraba infamante, y por eso se trataba de evitar por medio de oraciones que se traían en las ropas, porque quienes las portaran no sufrirían Muerte súbita, ni Muerte por fuego, agua o desmayos del corazón111.

Para nuestro actual territorio, Jos� Pedro Barrán (1998a�176) plantea que� �Lo innegable es la muerte en familia y aún dentro de conjuntos sociales más amplios. No se muere solo o, más bien, no se debe morir solo. Las muertes en familia son mostradas por las cartas privadas, los periódicos y la literatura como modelos a imitar, y la muerte a solas como un hecho, ese sí, innsubsanable, desgarrador y sin esperanzas�� lo que consuela �prosigue� �…es acompañar al agonizante, lo que no se perdona es que haya elegido morir sin compañía�.

La agonía, se incluye dentro de lo que se conoce como estar en artículo de muerte. Se está en esa situación cuando se está próximo a la Muerte y se le estima inminente. Además de los enfermos terminales, heridos graves o ancianos moribundos, se incluyen en esta circunstancia según La�cano a �…los sentenciados a morir y los que amenazan con volverse locos, los que entran en batalla, los que emprenden viajes arriesgados, los que sirven a los apestados, la mujer en parto, que ha estado en peligro o si es primeriza, y los que están en peligro de cautiverio o destierro� (Rodrígue� M� 2001�77).

María Rodrígue� (2001�73) aclara que dentro de las acciones a reali�ar en este momento para ayudar al Bien Morir, se encuentran los auxilios y sacramentos tales como la Confesión, el Viático112, la Extremaunción, y, de ser posible y viable, la elaboración del Testamento. �La oración que se dice en ese momento absuelve al fiel de toda censura de excomunión mayor o menor, suspensión o entredicho, y de todas las censuras, aunque esté reservada a la Santa Sede Apostólica. Asimismo, absuelve de todos los pecados que confiese o confesaría si a su memoria

110 Sociedad con rituales fuertemente barroquizados. 111 Documentos relevados por la autora en el Archivo General de la Nación Mexicana, Ramo Inquisición. 112 Ver página 49.

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acudiesen y otorga indulgencia plenaria y remisión de todos sus pecados� (Rodrígue� M� 2001�77).

Tambi�n existen según La�cano �…otros actos que pueden realizarse en artículo de muerte: el bautismo y el matrimonio. Todos los abortos, aunque no tengan una forma definida pero se muevan, deben ser bautizados. Si se duda de haber sido ya bautizado, el sacramento se le da condicionado. Si el bautizado es adulto, debe dársele también el viático y la extremaunción ( ) Respecto al matrimonio en artículo de muerte, se debe esperar a administrarlo hasta que la muerte sea inminente. Cuando sea necesario, porque hay que legitimar los hijos o por otras circunstancias, éste se realiza después de saber que no hay impedimento� (Rodrígue� M� 2001�78).

10.2.1 La Confesión y Absolución

La Confesión es el sacramento por el cual, por medio de la absolución de un sacerdote, se recibe el perdón de los pecados si uno se dice arrepentido. La importancia que se le daba a la Confesión queda patente ya en el siglo XIV, cuando Alfonso XI113 y Enrique III114, reyes de Castilla, ordenaban que todo fiel cristiano al momento de su Muerte debía confesarse devotamente so pena de perder la mitad de sus bienes (Rodrígue� M� 2001�79). Igualmente los Concilios de Burdeos (1583), el de Bourges (1584), el de Aix (1585) y el de Narbona (1609), ordenaban a los m�dicos que al visitar a un enfermo le obligasen a confesarse y que dejasen de verlos a la tercera visita, si notasen que no se había cumplido con ese deber (Diccionario de Derecho Canónico, 1854�493)

Se pensaba que por medio de la Confesión el alma podía vencer y desterrar a los demonios� María Rodrígue� (2001�79) citando a Alonso de Molina, nos dice que �…ella es verdaderamente consolación y medicina ( ) y cierra de todo en todo la boca del infierno y abre, de par en par, todas las puertas de la gloria�.

Cuando el tiempo lo permitía115, el moribundo podía confesarse de manera normal y cuando el tiempo apremiaba se le brindaba el Sacramento de la Penitencia. Para el caso montevideano, muchos fieles llegaron a esa instancia sin haber sido bauti�ados, recibiendo el sacramento fundacional. Igualmente en el caso de los párvulos, este sacramento podía adelantarse116 cuando presentaran riesgo de Muerte (Bentancor et al� 2008�33).

Cuando la Confesión se brindaba en artículo de muerte, podía ser reali�ada por cualquier sacerdote, pero �ste, debía adaptarse a las condiciones y el estado del enfermo, haciendo el examen lo más ligero que pudiera. �Si el enfermo no podía continuar, el confesor podía absolverlo; bastaba con que dijera uno u otro pecado ( ) El sacerdote daba la absolución absoluta siempre que tenía seguridad del valor del sacramento, si no, la daba condicionada. Podía darse la absolución condicionada cuando el moribundo se encontraba privado de los sentidos y no se sabía si había pedido la confesión; igualmente se podía hacer si ya había muerto pero antes de que pasaran dos horas� (Rodrígue� M� 2001�79�80).

113 Alfonso XI de Castilla. 1311�1350. Llamado tambi�n �El Justiciero�. Rey de Castilla y de León desde 1325 hasta su muerte, provocada por la peste en el sitio que estaba manteniendo a Gibraltar. 114 Enrique III de Castilla. 1379�1406. Llamado tambi�n �El Doliente�. Rey de Castilla entre 1390 y 1406. 115 Es decir, no era una Muerte repentina o violenta. 116 En condiciones normales, y por lo común, este sacramento se brindaba en los primeros die� días de vida.

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Cuando el caso era extremadamente grave, la penitencia que se daba a los moribundos debía ser ligera, como decir el nombre de Jesús, y si el penitente tenía bienes, lo más acertado era hacer dar limosnas (Rodrígue� M� 2001�80).

Tambi�n �siguiendo a María Rodrígue� (2001�80)� se podía dar la absolución al �…penitente distante siempre que se pudiera percibir su presencia física por algún sentido, como la vista, hasta veinte pasos; se podía dar la absolución al loco, si alguna vez había tenido uso de razón; podía darse al niño moribundo, condicionada; se podía dar al hereje moribundo se respondía que sí, sobre la religión; se podían dar varias absoluciones, por uno o por muchos sacerdotes�.

La proximidad de la Muerte y la situación angustiante, provocó a veces que los �…confesores, a veces, aprovecharon la circunstancia de estar cerca de los moribundos en los momentos más difíciles cuando la lucha de conciencia era terrible para sacar jugosos beneficios. Por eso fue expedida la Real Cédula, del 18 de agosto de 1771, en la cual se decretó que no valgan las mandas, que fueren hechas en la enfermedad, de que uno muere, a su confesor, sea clérigo o religioso, ni adeudo de ellos, ni a su iglesia o religión� (Rodrígue� M� 2001�81).

10.2.2 El Viático

Se denomina Viático al sacramento de la Eucaristía117, que se lleva a los enfermos en peligro de Muerte. Proviene del latin via, o sea camino, y significa provisiones para el viaje que se va a emprender. �Debido a que esta sagrada forma tiene que transportarse de un lugar sagrado a uno profano, es necesario rodear a esta ceremonia de peculiar solemnidad, lo que demuestre la importancia del hecho� (Rodrígue� M� 2001�81).

Al menos en los papeles, se instaló de forma obligatoria para todos los cristianos en la Am�rica espa�ola en el a�o 1631, a partir de una Real C�dula de Felipe IV118 que mandaba que los curas y doctrineros acudiesen a la casa de los indios enfermos a aplicarlo, pues muchos indígenas morían sin recibirlo, por los grandes inconvenientes que representaba llegar a la iglesia desde grandes distancias (Rodrígue� M� 2001�82).

Su aplicación no habría sido sencilla ya que no todos los religiosos podían brindarlo. Así, cuando en el a�o 1769 el Obispo de Buenos Aires, Manuel de la Torre119, reali�aba una nueva división en Parroquias y Curatos de su Diócesis, esbo�aba entre sus motivos la dificultad para atender las necesidades de la feligresía cada ve� más numerosa, anotando entre otros problemas, que los párrocos se conformaban con enviar a sus tenientes a suministrar el Viático, �…procediendo en todo contra el uso y práctica de la Iglesia�� sus responsables debían turnarse “...en la confesión de los enfermos y la administración del Santo viático y de la extremaunción procurando, en quanto pueda, consolarles con sus visitas, invitándoles a la conformidad con los actos de fe,

117 Uno de los principales ritos cristianos, llamada tambi�n Comunión. De acuerdo a los preceptos católicos, es el sacramento del Sacrificio del Cuerpo y de la Sangre de Jesús, instituido por Él mismo para perpetuar en los tiempos venideros, hasta su segunda venida, el sacrificio de la Cru�. Este acto solo lo reali�a un sacerdote utili�ando pan de trigo y vino de vid. 118 Felipe IV de Austria o �asburgo. 1605�1665. Llamado tambi�n �El Grande� o �El Rey Planeta�. Fue Rey de Espa�a desde 1621 hasta su Muerte. 119 Manuel Antonio de la Torre. 1705�1776. Se desempe�ó como Obispo de Paraguay y como und�cimo Obispo de Buenos Aires, en este último cargo entre los a�os 1765 y 1776.

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esperanza y caridad y auxiliándoles (como dispone el ritual) en los últimos apuros120� (Cosse, 1997�32�33).

La importancia de este sacramento en el Río de la Plata, quedaba patente en el a�o 1802, cuando en el Tel�grafo Mercantil de Buenos Aires, se recordaba que �…todo fiel cristiano (al) tiempo de su finamiento sea tenido de confesar devotamente sus pecados, y recibir comunión del Sacramento Santo de la eucaristía […] y el que no lo hiciere y finare sin confesión é comunión pudiéndolo hacer, que pierda la mitad de sus bienes, y sean para la nuestra Cámara� (Cosse, 1997�32).

María Rodrígue� (2001�82) nos ofrece un detalladísimo ejemplo mexicano de Viático donde en primera instancia se convocaba a una cofradía repicando las campanas. Luego se preparaban las velas que se usarían en el acompa�amiento, y el palio que iba a cubrir al ministro. �La habitación del enfermo se prevenía colocando un altar en una mesa con manteles limpios y sobre ésta, un crucifijo y unos corporales sobre los que se ponía el vaso del Santísimo Sacramento, una ampolla con agua y un paño para purificar los dedos del sacerdote, un vaso de vidrio en un plato para dar la absolución al enfermo, una toalla limpia para su pecho, otro crucifijo chico para que después se le diera al enfermo a adorarlo, y lo que hiciera falta para ornato y decencia del lugar ( ) Cuando todo estaba listo el sacerdote sacaba del sagrario las formas necesarias, y con un paño largo en los hombros tomaba en ambas manos el píxide, y descubierta la cabeza debajo del palio comenzaba a andar. Durante todo el trayecto no había de hablar con ninguna persona manteniendo todo el tiempo la vista en el Santísimo, e iría por el camino rezando el salmo Miserere mei y otros ( ) La procesión se iniciaba con un acólito u otro ministro con linterna; después, los eclesiásticos, uno con el agua bendita con hisopo y la bolsa de los corporales y los objetos ya descritos, otro con el libro y una campanilla con la que hacía la señal al pueblo, al que seguían los que llevaban las luces; después venía el sacerdote con el Santísimo levantado del pecho (si el camino era largo podía ir a caballo con el vaso pendiente del cuello) ( ) Al llegar a la casa del enfermo, ponía el Santísimo en un altar o mesa provista para este fin, y después de hincarse tomaba el hisopo con el agua bendita y rociaba al enfermo y a los asistentes diciendo una oración ( ) Después tomaba la cruz y se la acercaba al enfermo preguntándole si tenía algo que confesar, si éste respondía que sí, le oía; si no, le hacía decir la confesión. Más tarde le preguntaba si creía en todo aquello que era la Iglesia Católica Romana� (Op cit.).

Isabella Cosse (1997�35) nos transcribe un ejemplo más próximo de Viático para la ciudad de Buenos Aires, observado por un viajero ingl�s hacia el a�o 1820� así nos cuenta que un sacerdote con monaguillo se dirigían desde la iglesia hasta la casa del moribundo, �…ricamente vestidos van sentados en un coche

120 AGNA, Sala IX�15�1�25, Capellanías y patrimonios 1660�1805, Arancel del obispo Manuel Antonio redactado en 1769, aprobado por Real C�dula del 8�7�1770, fol. 92�94 (Cosse, 1997�32�33).

Figura 12 � El Viático. Por Claudio Gay (1800�1873). Escena que muestra el Viático llevado por las calles de Santiago de Chile. A�o 1854. Tomado de Documento Electrónico� ���.�ocalo.cl�(acceso� febrero de 2010).

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tirado por mulas blancas. Avanzan acompañados por negros, chicos y otras personas que llevan linternas encendidas, tanto de día como de noche. Una campana anuncia a los transeúntes que la procesión está cerca. Cuando se aproxima, éstos deben descubrirse, y al llegar el coche, ponerse de rodillas. Como esta última operación es muy enojosa en las calles sucias, los extranjeros suelen huir al toque de las campanas. Los jinetes descienden de sus caballos y se arrodillan. Cuando el Sacramento pasa de noche se iluminan las casas y sus habitantes se ponen de rodilla […] Al pasar frente a los cuerpos de guardia, los soldados se hacen visibles y se oye el toque de los tambores […] Cuando el cortejo pasa frente a los cafés y casas de juegos los ocupantes cesan sus diversiones y salen a arrodillarse. En el teatro la interpretación se interrumpe; actores y actrices se arrodillan en el escenario y el público sobre sus asientos�.

En el caso del territorio peninsular espa�ol, igualmente el Viático, �…recibía un tratamiento muy respetuoso, ya que era obligado arrodillarse al paso de éste. En casos extremos se le confería tal solemnidad, que el sacerdote que portaba la Sagrada Forma era transportado en una silla de manos y su paso se anunciaba con una campanilla; cuando se encontraba con ella, la gente debía arrodillarse donde se encontrara y no moverse hasta que el sacerdote hubiera pasado� (Rodrígue� M� 2001�44).

Parecería ser sin embargo, que la utili�ación de coches no habría sido bien vista en los a�os precedentes para el Río de la Plata, y así, en 1780, el presbítero Jos� Gon�ále�, capellán de la �ermandad de la Caridad, reprochaba a los curas parroquiales de San Nicolás, en el actual territorio de la República Argentina, el uso de un coche para atender a los convalecientes ya que �…buelven sus mercedes con la cruz dentro del coche. Buen ejemplo para los fieles! Y qué gran Caridad p.ra el difunto que se les [niega] azer un pater noster o responso por los [transeúntes] que no ven la cruz a su regreso!�121 (Cosse, 1997�36).

Jos� Pedro Barrán (1998�169) comenta para Montevideo, que el Viático era llevado a la casa de los enfermos graves con toda pompa. Las campanadas pla�ideras anunciaban la salida del sacerdote de la Iglesia y este aparecía en el Atrio precedido por un monaguillo que agitaba una campanilla anunciando la aproximación de lo que ya era una comitiva, pues siempre había público que lo seguía y una archicofradía, la de los Esclavos del Santísimo Sacramento, especiali�ada en su acompa�amiento con velas y hachas encendidas. La multitud, muy numerosa si el enfermo era socialmente importante, penetraba luego en su dormitorio o llenaba los �aguanes, patios y aceras, acompa�ando al sacerdote en sus re�os y cánticos.

10.2.3 La Extremaunción

Es en la agonía, y cuando la Muerte es inminente, que puede aplicarse el Sacramento de la Extremaunción o última unción con oleos sagrados reali�ada por un sacerdote. Según el dogma, para otorgarla era necesario que la persona haya sido bauti�ada y confirmada como miembro de la Iglesia Católica (Cosse, 1997�34).

Siguiendo a Bentancor et al. (2008�33), este sacramento adquirió en estos escenarios la mayor importancia para el logro de una Buena Muerte. Antiguamente se dudó si podía reiterarse, llegándose a la conclusión que no podía darse nuevamente en una misma enfermedad, pero sí en otras y cuantas veces fuese necesario (Diccionario de Derecho Canónico, 1854�532).

121 AGNA, Sala IX�6�7�9 �ermandad de la Caridad, 1740�1790. Nota al gobernador general del capellán del Colegio de las Ni�as �u�rfanas, Jos� Gon�ále�, 4�12�1780, fol.54 (Cosse, 1997�36).

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Considerado uno de los siete sacramentos instituidos por Jesús, su doctrina se explica en la sesión XVI del Concilio de Trento. La traducción del latín al castellano ofrece el siguiente texto� �Por esta santa unción y su piadosísima misericordia, te perdone el Señor todo cuanto has pecado por la vista, olfato, gusto, tacto y palabra� (Bentancor et al� 2008�33).

De acuerdo a lo expresado por Santiago �aretche hacia comien�os del siglo XX, quien se desempe�aba como Vicario General del Ar�obispado de Montevideo, la Extremaunción es �…un sacramento que purifica y alivia y fortalece al alma del enfermo y devuelve la salud al cuerpo, cuando conviene a la del alma ( ) Purifica, perdonando al enfermo los pecados que aún tuviese que expiar y alivia, excitando en él la confianza en la misericordia de Dios ( ) Fortalece, dando al enfermo fuerzas para llevar con paciencia sus penas y dolores y resistir más fácilmente a las tentaciones del demonio ( ) Tienen grave obligación de recibir la extremaunción todos los cristianos que han llegado al uso de la razón y se hallan enfermos de peligro. Debe recibirse en gracia de Dios ( ) El que está en pecado mortal y ha de recibir la extremaunción debe confesarse antes y, no pudiendo, debe hacer un acto de constricción perfecta� (Bentancor et al� 2008�33�34).

Desde el punto de vista litúrgico �Si se preveía que el momento de la muerte estaba a punto de sobrevenir, se podía administrar sin sobrepelliz ni estola ungiendo brevemente los sentidos. Si el enfermo sobrevivía, se repetían las unciones como las marcaba el rito completo� (Rodrígue� M� 2001�85).

La Extremaunción, además de aplicada a personas en condiciones normales, podía �…darse a los viejos o locos que alguna vez tuvieron uso de razón, aunque no lo pidieran, porque basta la voluntad interpretativa�. Además, a �…los ebrios moribundos se les daba, siempre que la embriaguez no la hubieran cogido en pecado mortal�. Este Sacramento, de �…ordinario, debía aplicarse después de la confesión y el viático pero, en circunstancias especiales, como la peste, se podía hacer antes� (Rodrígue� M� 2001�85).

María Rodrígue� (2001�86) nos detalla los pasos dados en el M�xico colonial para la aplicación del mismo� �Primero, era necesario prevenir en la sacristía amito, alba, cíngulo y estola morada para el sacerdote, una patena, un crucifijo sin astil, dos candeleros con velas blancas y el acetre del agua bendita con el hisopo ( ) En el cuarto del enfermo ( ) se preparaba una mesa cubierta con una “sabanilla” o toalla limpia, con un crucifijo para darle a besar al enfermo y dos candeleros con las velas blancas. También se proveía un plato con seis pequeñas bolas de estopa, lino o algodón, para limpiar las partes ungidas y otro vacío, en el cual se echaban las bolas ya usadas, otro plato con una miga de pan, para que el sacerdote se limpiara, y una ampolla de agua para que se lavara las manos, con su respectiva toalla y, finalmente, una candela de cera en su palmatoria para que alumbrara al enfermo durante su unción ( ) Las unciones se hacían en ojos, oídos, nariz, boca y manos, regularmente, aunque podían hacerse, además, en pies y riñones. La unción de las manos se hacía en las palmas ( ) Si el enfermo moría antes de que se acabara la unción, no se seguiría adelante; entonces era cantado el responso Subvenite Sancti Dei�.

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Especialmente para este momento, y siguiendo el caso mexicano, se elaboraban objetos como escapularios, oraciones o la Bula de la Santa Cru�ada122 entre los más conocidos y frecuentes, para que quienes los tuviesen o portasen, pudiesen asegurar la obtención de una Buena Muerte (Rodrígue� M� 2001�74). De acuerdo a María Rodrígue� (Op cit.), se apelaba frecuentemente al santo protector de la agonía que es San Jos�, refugio de agonizantes� �…él será a quien se encomiende endulzar “el más amargo momento� �� por lo tanto, este santo será tambi�n el abogado�protector del moribundo para obtener una Buena Muerte. De acuerdo a esta misma autora, en la ocasión, se colocaban en cada ángulo del lecho del moribundo grandes velas o cirios (2001�44).

Al igual que el Viático, la administración de la Extremaunción, no debía ser reali�ada por cualquier religioso, y así, hacia la d�cada de 1790 surgían problemas entre el párroco Gregorio Tadeo Llanos de la Parroquia Nuestra Se�ora de los Remedios de Las Víboras y el capellán de la Calera de las �u�rfanas Christóbal Ibá�e�, ya que el segundo, habría aplicado el sacramento de la Penitencia y el Viático (aunque no la Extremaunción), generando la reacción de Llanos, quien dejaba asentado en las partidas de defunción, que habría repetido en varias ocasiones que en las �u�rfanas no se hiciera función Parroquia ,�… tanto a el Administrado y Capellán de la Casa, y como conociesen que no havía de dar permiso para cosa alguna, han dejado morir sin la Santa Unción a la referida finada�, llamada Margarita, esclava del Establecimiento (Libros Parroquiales de Las Víboras, a�o 1792).

10.3 El Testamento

El hecho de testar, tambi�n formaba parte de los preparativos para morir, constituía uno de los actos más trascendentes de la existencia y tambi�n se vivía en el ámbito público (Zapico, 2006�4). El testamento es un testimonio de voluntad. De acuerdo a la definición de la Real Academia Espa�ola, consiste en una �Declaración de que de su última voluntad hace alguien, disponiendo de bienes y de asuntos que le atañen para después de su muerte.�, materiali�ándose en un �Documento donde consta en forma legal la voluntad del testador� (RAE, 2001).

Fue definido por la Ley 2, Título 1, Partida 6, de las Leyes de Indias como una �…voluntad ordenada en que uno establece su heredero, o departe lo suyo en aquella manera que quiere quede lo suyo después de su muerte�� en la ley anterior de este mismo título y partida, se decía del testamento que �…es una de las cosas del mundo en que más deben los hombres haber cordura, cuando lo facen, por dos razones. La una porque en ellos muestran cual es su postrimera voluntad, e la otra porque después que los han fecho si murieren, no pueden tornar otra vez a enderezarlos� (Ots, 1945�112).

Su importancia en la Edad Media fue tal que la Iglesia llegó a excomulgar a quienes morían sin otorgarlo (Bentancor et al� 2008� 37), como así tampoco a hacerse cargo de su entierro. De acuerdo a Góme� Navarro, para la �poca colonial, se incluía entre los asuntos espirituales y temporales que el m�dico estaba obligado a recomendar en su primera visita al enfermo y �…su no otorgamiento al tercer día posterior a la advertencia podía merecer sanciones pecuniarias� (Op cit.).

122 Bula de la Santa Cruzada de Vivos, Difuntos, Composición y Lacticinios, con la que el papado decidió recompensar a todos los que libremente contribuyeran con sus bienes para la guerra en defensa de la religión (Bentancor et al� 2008�196).

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Se puede decir que los testamentos, eran el compendio de una existencia, el resumen entrecortado de una vida, entrela�ando el pasado, el presente y el futuro, con una fuerte impronta religiosa. �Los testamentos son un registro patente de la plena convicción y seguridad en la existencia del más allá, alimentada por la religión, que constituía el vínculo interpretativo para entrelazar dos realidades bien diferentes que convivían en completa promiscuidad: la vida y la muerte� (Bentacor et al� 2008�20).

Como anotan Bentancor et al. (2008�39) constituyó una efica� herramienta para documentar la alian�a entre las cuestiones materiales y las espirituales, revelando con nitide� el nivel de imbricación a que llegaban entonces lo religioso y lo económico.

En el mundo Católico, al morir un individuo se enfrenta a un juicio donde se evalúa la bondad o maldad de sus acciones, y por ello, todas aquellas disposiciones testamentarias encaminadas a prolongar y perpetuar las buenas acciones de un individuo por la salvación de su alma podían librarlo de la Muerte eterna (Peinado, 2005�2). �La circunstancia de testar mayoritariamente al hallarse enfermos, muchas veces de gravedad, aumentaba en los otorgantes la angustia por la salvación y acentuaba por tanto el carácter religioso-espiritual del documento, preparatorio de la “buena muerte� (Bentancor et al� 2008�41).

Este documento notarial, formaba parte de la red de gestos que procuraban evitar la condena eterna del sujeto o buscaban mitigar los castigos del Purgatorio (Barrán, 1998b�28). La presión eclesial y social en pro del morir dejando hecho el testamento era muy fuerte y �…se hacía sentir en las circunstancias precisamente en que más peligro corría la vida; tanto antes del azaroso viaje en los veleros de la época como ante el más cierto riesgo que provocaba la enfermedad grave. El sano que hacía testamento podía, tal vez, gozar del placer de trascenderse, ordenando su más allá� (Barrán, 1998a�171).

Siguiendo a Bentancor et al. (2008), según Ari�s era un instrumento a partir del cual �…al final de su vida el fiel confiesa su fe, reconoce sus pecados y los redime mediante un acto público, escrito ad pías causas. Recíprocamente, la Iglesia, por obligación del testamento, controla la reconciliación del pecador, y coge de su herencia un diezmo del muerto, que alimenta a la vez su riqueza material y su tesoro material�. El testador quería entre otras cosas, que al morir, se le guardara memoria, �…bien con unas velas encendidas al santo de su devoción, con una misa el día de su onomástico, con el auxilio a los estudios de algún estudiante pobre, o con suerte, con el recuerdo agradecido de parientes beneficiados con una porción de su herencia� (Rodrígue� P� 1996�1).

De acuerdo a la Fórmula de los asientos de defunción contenida en los Libros Parroquiales de Las Víboras, al menos en el Río de la Plata, podían ser expedidos por un Escrivano público,Comissionario o Juez diputado por la Governación. Se requería para su validación, una serie de formalidades que buscaban asegurar que la voluntad que reflejaba el documento era la del fallecido y que no se ha falsificado, por ello fue habitual la participación de testigos.

La enfermedad o condición del otorgante generaba a veces inconvenientes. Por ejemplo, muchas veces el estado de salud impedía expresarse con mínima claridad lo que generaba dificultad al momento de percibir e interpretar lo que sentían los otorgantes. En este punto, era importante la intervención de los testigos, que llegaron a transformarse en auxiliares del escribano o autoridad actuante e incluso hasta inducían respuestas (Bentancor et al� 2008�46). Para la segunda mitad del siglo XVIII, la presencia de los testigos fue fundamental, sin los cuales, no podía

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convalidarse el documento. Bentancor et al. (2008�50) citando a Seoane, mencionan que los testigos eran �…indispensables en número de tres para un otorgamiento corriente ante un escribano, revestido como depositario de la última voluntad e intermediario del testador. La propia intervención notarial podía ser inclusive sustituida en el acto con cinco testigos o bien por tres vecinos del lugar. En testamentos cerrados se exigían siete que, como en todos los demás casos, deberían ratificar y justificar su participación ulteriormente ante la justicia�.

Las disposiciones testamentarias comprendían fórmulas estereotipadas con procedimientos estandari�ados, donde se plasmaban elementos recurrentes como� la declaración de Fe (y manifestación de devoción por la virgen o una santidad)� la situación en que se encontraba la persona (por ejemplo si su cuerpo se hallaba enfermo o envejecido)� el temor y la necesidad de encomendar el alma en la creencia de alcan�ar la redención de los pecados para lograr la Salvación eterna, como así tambi�n la necesidad de alcan�ar la pa� espiritual en los instantes postreros de la vida� el nombramiento de intercesores� las esperan�as depositadas despu�s de la Muerte� la forma de entierro o sepultura� la mortaja� las misas por el alma� la distribución de la herencia y asignación de partidas de dinero para familiares, pobres e instituciones de caridad, a trav�s de mandas, legados y obras pías� etc. (Rodrígue� P. 1996� Cosse, 1997� Barrán, 1998b� Peinado, 2005� Zapico, 2006).

La Muerte y lo inherente a este fenómeno en la testamentaria colonial desnuda una imbricada red de relaciones, intereses y flujo económico que se desatan una ve� producidos los decesos (De la Pena, 1997�147), convirtiendo a este documento notarial en una figura legal de gran peso. El testamento es �…capaz de decidir el futuro individual del alma y del cuerpo, a propósito del certero viaje sin retorno: se disponen las características del entierro, se reparten los bienes, se dan a conocer hasta los más íntimos deseos, se manumiten los esclavos y se expían los propios pecados, se aconseja a los hijos, se hace referencia a los estados de cuentas, deudas o deudores y hasta se permiten sus autores alguna que otra libertad de contenidos que escapan a la rigurosidad de la formula notarial� (Bentancor et al� 2008�40). Bentancor et al. (2008�38), resumen los objetivos de un buen testador de la siguiente manera� dar los bienes materiales a los herederos, lo adeudado a los acreedores, la limosna a los pobres, el cuerpo a la tierra y el alma a Dios.

En los testamentos podía ordenarse gastar sumas importantes en misas, donaciones a la Iglesia, financiamiento de vocaciones sacerdotales y devolución de bienes mal habidos� inversión cuyo objetivo primario consistía en liberar el alma del testador y a menudo la de sus familiares directos de las penas del Purgatorio y�o acercarla a la Salvación mediante el descargo de la conciencia (Barrán, 1998b�16). Con frecuencia, el testador solicitaba que a su Muerte, su cuerpo fuese acompa�ado de pobres, porque según María Rodrígue� (2001�44) el pobre ejercía una función social pues daba al rico la posibilidad de practicar buenas obras.

Para el siglo XVIII, el hábito de testar no era exclusivo de la gente con bienes, sino que tambi�n la gente modesta y aun aquellos que se reconocían como pobres de toda solemnidad, se esmeraban en hacer sus testamentos (Rodrígue� P� 1996). Sin embargo, el testar no era universal existiendo diversas prohibiciones, como por ejemplo� no podían testar varones menores de 14 a�os ni mujeres menores de 12 a�os� los desmemoriados (locos y mentecatos)� el desgastador o pródigo� los mudos o sordos que no pudieren hablar ni supieren escribir� los religiosos profesos� los condenados a Muerte o deportación, así como posibles hijos que �stos tuvieren (Ots, 1945�113).

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Pese a su pluralidad que abarcaba a ricos y pobres, Bentancor et al. (2008�21) interpretan que para el caso montevideano, los testamentos constituyen una verdadera guía necrológica de la elite medio�alta de la ciudad.

Barrán (1998a�171) nos acerca un ejemplo montevideano de elaboración testamentaria. En el a�o 1802, Antonio Vásque� disponía con que hábito quería ser enterrado, la clase de funerales que deseaba, las misas, limosnas a los pobres y fundaciones pías que por su salvación, se re�arían, pagarían y establecerían, la legitimación reparadora de los hijos naturales y, por fin, la cuantía de las deudas a pagar, los cr�ditos a cobrar y los bienes a repartir.

Tambi�n para Montevideo, Bentancor et al. (2008�18) relevan diversos testamentos que comprenden donaciones destinadas de forma explícita a la salvación de sus almas y otras causas piadosas como �…la fundación de capellanías, las misas por el alma, los sacrificios y las limosnas, que los vivos ofrecían en pro de los difuntos con la intención de abreviarles sus sufrimientos�.

Estos mismos autores plantean que en el caso montevideano, el 79� de 721 otorgantes de documentos de este tipo en el período 1800�1814 se hallaban enfermos� de ellos se declaraban graves el 31� y simplemente en cama el 52�, con lo cual el 83� de los afectados por quebrantos de salud presentaban diferentes grados de riesgo. Entre tanto sólo el 12� manifestaban hallarse sanos, 6,6� achacosos y 2� postrados. Esta proporción de enfermos es casi coincidente con el 88� relevado por Jos� Pedro Barrán para el período comprendido entre 1730 y 1825 tambi�n para Montevideo, el de 67� para el período 1701 a 1800 relevado por María Seoane para Buenos Aires y el 78� relevado para Mendo�a (Bentancor et al� 2008�44).

En los Libros Parroquiales de Las Víboras, con fecha 14 de diciembre de 1784, constan dentro de las partidas de defunción, las solicitudes reali�adas en su testamento por Nicolás P�re� de Vela�co, soltero, natural de la ciudad de Buenos Aires, y vecino de la feligresía de Las Víboras. �abiendo recibido los Santos Sacramentos, expresa su voluntad de ser enterrado con entierro Mayor, misa de cuerpo presente, die� posas123, sepultura en el segundo lance de Nuestra Se�ora de los Remedios de Las Víboras, misas re�adas, que se celebre Novenario, Misa de �onras y Cabo de A�o, para cuyo efecto pagó la suma elevadísima y nada común en este Partido de trescientos pesos.

Poco despu�s en las mismas partidas, con fecha 27 de febrero de 1787, consta el fallecimiento de Andr�s de Via�a vecino de Las Víboras quien recibió los Santos Sacramentos. �abía otorgado su testamento en Buenos Aires, ante un escribano público de apellido Zamorano, y de la ra�ón dada a su Albacea Don Josef de �ui�ones Flores, consta haber sido voluntad del difunto enterrarse con entierro Mayor Cantado, cuatro posas, y misa de cuerpo presente, vigilia y dos Novenarios de misas re�adas. Tambi�n fundaba una Capellanía para la Iglesia Parroquial de su Patria. Fue enterrado en el Presbiterio de la Iglesia de Nuestra Se�ora de los Remedios de Las Víboras, siendo los testigos Francisco de Albín, Jos� Antonio Solano y Jos� de �ui�ones Flores. Consta el pago de 57 pesos por derechos parroquiales, rubricando el documento Antonio Mariano Alonso.

Jos� Pedro Barrán, observa que luego de 1815�1820, los pobres �al menos en Montevideo� comen�aron a dejar de testar, descendiendo drásticamente escasos a�os despu�s. Además, luego del a�o 1825 �…el número de testadores analfabetos tendió a no ser ya mayoritario, y a

123 Posas� altos o paradas en el camino cuando se lleva a enterrar al cadáver (ver página 69).

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posteriori de 1830 empezó a disminuir el porcentaje de los que testaban enfermos y a incrementarse el de los que lo hacían sanos� (Barrán, 1998b�207), momento en que comen�aría a imponerse la práctica de que sólo los poseedores de fortuna reali�aran tales mandas (Bentancor et al� 2008�43). Avan�ado el siglo XIX, la laici�ación testamentaria fue ganando terreno.

A continuación y a manera de ejemplo, transcribimos el testamento de Antonio Albare� generado en Montevideo el 19 de mar�o del a�o 1732 (AGN. Protocolos. 1732�1749)124�

�En el nombre de Dios Amén (…) Como yo Antonio Albarez natural de la Ciudad de Paraguay y vecino de esta Ciudad de San Felipe de Montevideo estando enfermo en cama del Cuerpo y Sano de la voluntad y en mi sano juicio y entendimiento tal cual Dios Nuestro Señor ha sido servido darme creciendo como Católico Cristiano (…) en el Misterio de la Santísima Trinidad Padre Hijo y Espíritu Santo tres personas distintas y un solo Dios Verdadero y en todos los demás misterios que cree y confiesa nuestra Virgen María Nuestra Señora a quien ruego sea mi abogada e intercesora en la hora de mi muerte y me alcance a Dios Nuestro Señor Su Santísima Gracia para que mi alma se salve y dirija este mi testamento que en su nombre lo ordeno para tener acierto y sea para el servicio de Dios Nuestro Señor que es el de las cláusulas siguientes...�

�Primeramente encomiendo mi alma a Dios Nuestro Señor que la crió de la nada y la redimió con el Preciosísimo tesoro de su Preciosísima Sangre y el Cuerpo a la tierra de la cual fue formado y a ella sea reducido (Ytt) quiero y es mi voluntad que si Dios Nuestro Señor fuere servido de llevarme para sí de esta enfermedad quiero mi Cuerpo sea amortajado en mortaja de lienzo…�

Posteriormente, Albare� aclara su voluntad de que su cuerpo sea enterrado dentro de la Parroquial�

�…quiero que mi cuerpo sea sepultado en la Capilla que al presente (…) Parroquial en la Sepultura que por el Padre Vicario se me señala en dicha Capilla pagando (…) la limosna que fuere acostumbrada ….�

“(Ytt) luego que mi alma salga de mi Cuerpo el primero día (si) fuera hora de poderse haber sufragio de misa la aplique el (…) Vicario por mi alma por medio de sufragio por las ánimas con (advertencia) que sea cantada se pagará de mis bienes la limosna acostumbrada. El día de mi entierro se me dirá otra misa cantada con su oficio y (…) acostumbrada así de Cuerpo Presente como el Segundo día pagándose la limosna de mis bienes….�.

�(Ytt) quiero que el día de mi entierro venga a mi Cuerpo el Padre Vicario con cruz alta y (…) tres [posas] con sus responsos y se pague la limosna acostumbrada…�

�(Ytt) declaro que soy casado (…) según la orden de Ntra. Santa Madre (…) con Doña Francisca Durán (…) y al tiempo y cuando contraje dicho matrimonio trajo por bienes dotales una estancia en que tenía 300 vacas más o menos con algunas bestias caballadas las cuales se perdieron con la invasión de los indios…�

124 Este testamento fue relevado y transcripto con ortografía actuali�ada por Mónica Maronna. Lamentablemente nuestra búsqueda de testamentaria específica de las personas enterradas en la Capilla de Nuestra Se�ora de Bel�n no arrojó hasta el momento de confeccionar esta Monografía, resultados positivos.

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Seguidamente hace mención a dos hijos que fallecieron, dejando abierta la posibilidad de que si su esposa estuviere embara�ada, declara heredero o herederos al o los posibles hijos, y si no a su esposa �…después de pagadas mis mandas y legados�. Luego hace la declaración de sus bienes, incluyendo a deudores para con �l, cuyos montos deberán ser cobrados sus albaceas. Asimismo, sus albaceas deberán pagar las deudas del testador para con sus acreedores.

Posteriormente hace alusión a sus difuntos padres, nombrando a los herederos mencionados como beneficiarios de posibles bienes que hubieren dejado, definiendo a continuación a sus albaceas que serán el padre Vicario Barrales y su propia esposa. �Cumplido y pagado este mi testamento� anula todos los testamentos que hubiere hecho antes, delante del Alcalde de Primer Voto y otros testigos.

10.4 Expiración, funeral y luto.

Para el caso mexicano, llegado el momento de la Muerte, fue frecuente además de las velas en la pie�a, la colocación de una vela en una mano del moribundo y un crucifijo en la otra, y al cuello, reliquias y escapularios (Rodrígue� M� 2001�44).

El último suspiro, daba paso al conjunto de prácticas que hacían concretamente al funeral. La Real Academia Espa�ola define a este último como �…perteneciente o relativo al entierro y las exequias� y �como pompa y solemnidad con que se hace un entierro o unas exequias� (2001). De acuerdo al Diccionario de Derecho Canónico (1854) comprende a los últimos obsequios que se tributan al difunto, conjuntamente con la pompa y la solemnidad que rodea al entierro, las exequias o sufragios.

Aquí se daba paso al anuncio de la Muerte a la comunidad, que en la Antigua Roma se reali�aba por medio de pregoneros e incluso de medios escritos como carteles públicos o correspondencia privada. El anuncio por pregoneros habría sido común tambi�n en pueblos, villas y ciudades del Río de la Plata para nuestro período de inter�s, quienes recorrían las calles y asentamientos haciendo sonar un cencerro anunciando la Muerte, hora y lugar de las exequias, repartiendo esquelas con una invitación personali�ada, que en algunos casos llegaban a trescientas (Cosse, 1997�75).

Sin embargo, el m�todo más empleado en nuestro medio, fue el redoble de campanas, recurso sonoro que se utili�ó para el anuncio de una Muerte próxima, la expiración y acciones posteriores como el entierro (Bentancor et al� 2008�74). De acuerdo a Isabella Cosse (1997�72) su ta�ir variaba según la condición del moribundo, lo que contribuía a identificarlo por la comunidad. Un documento del Obispado de Buenos Aires del a�o 1740 establecía los �dobles como los ay en toda cristiandad�, ordenando que si el moribundo fuese un sacerdote se hicieran cuatro toques de las dos campanas juntas, prosiguiendo con el doble ordinario y finalmente otra ve� dos campanadas (Op cit.).

Parecería ser que este recurso sonoro era utili�ado de forma abusiva, y así, la reducción de los toques de campanas, habría sido una de las primeras modificaciones en las costumbres tradicionales. �acia el a�o 1794 la Monarquía Iustrada instruía mediante una Real C�dula a los gobiernos civiles y eclesiásticos, para el combate del �abuso intolerable� en la �duración de los toques, repique, y campanas� (Cosse, 1997�73). Su alcance, será de difícil medición, ya que a posteriori se reiterarán instrucciones tratando de regular esta práctica.

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10.4.1 Preparación del cadáver

De acuerdo a Bentancor et al. (2008�59) el tratamiento del cadáver, hasta ponerlo presentablepara ser exhibido, se daba tempranamente en Espa�a con su lavado y decoro, a manos de un familiar o un particular contratado. Establecido como costumbre, seguía a esto el amortajamiento, operación reali�ada generalmente por personas especiali�adas (Rodrígue� M� 2001�44).

La mortaja, que es entendida como vestidura con que se envuelve un cadáver para el sepulcro, tenía un fuerte valor sacramental ya que representaba �…una de las “seguridades” de salvación, potencialmente remisoras de culpas y proveedoras de virtudes, indulgencias, gracias y perdones, a modo de “crédito eclesiástico” o “póliza de seguros” espiritual, capaz de reducir o aun evitar la temida permanencia en el purgatorio� (Bentancor et al� 2008�59).

La mortaja fue un rasgo típico del período colonial hispánico, fundamentalmente durante la segunda mitad del siglo XVIII, siendo la indumentaria religiosa el ideal de mortaja por excelencia (Bentancor et al� 2008�60).

Para Montevideo, el 88,3� de los autores de un total de 1.017 testamentos anali�ados por Bentacor et al. (2008�62) hicieron referencia a algún tipo de atuendo que envolviera el cadáver. El más solicitado fue el hábito de Nuestro Seráfico Padre San Francisco125 (Figura 13) con un 54,4�126, mientras que con porcentajes menores aparecen los de Nuestra Señora del Carmen(10,1�), Nuestra Señora de los Dolores (4,8�), el santo negro San Benito de Palermo (0,68�), siendo la elección de lienzos o similares de 12,2�. Este último no sólo era pedido por quienes en vida declaraban su falta de medios, sino por aquellos que al tenerlos, lo utili�aban tambi�n en memoria del Santo Sepulcrocomo signo de pure�a, pobre�a, abnegación y renuncia (Op cit.).

La información del uso extendido de la mortaja religiosa en Montevideo, es reafirmada por Isidoro de María y Orestes Araújo. El primero de ellos menciona que para el Montevideo de las primeras d�cadas del siglo XIX, �...era costumbre amortajar de hábito del Carmen, de Dolores y de San Francisco, a las personas pudientes, y a las demás de tela blanca. Se pagaban hasta 25�127�

pesos por un hábito franciscano de los Padres Conventuales, que 125 Giovanni di Bernardone o Francisco de Asís. 1181�1226. Fundador de la Orden Franciscana. Se sostiene que es el primer caso conocido de estigmati�aciones visibles. Fue canoni�ado en el a�o 1228 por el Papa Gregorio IX. Uno de los principales artículos de la regla franciscana es la pobre�a absoluta, o el voto de no poseer nada ni individual ni colectivamente, sino vivir de limosnas (Diccionario de Derecho Canónico, 1854�558). 126 El relevamiento de Jos� Pedro Barrán para el período 1730 a 1825, en Montevideo, constató la preeminencia de este atuendo con un 61 � de los testadores (Bentancor et al. 2008�64). Guarismos semejantes observa Góme� Navarro para mediados del siglo XVIII en Salta (64 �), y poco menor en Mendo�a (48 �), lo que no deja de ser sustantivo (Bentancor et al� 2008�64). 127 Bentancor et al. (2008�146), dan cuenta de un costo similar (25 pesos por una mortaja) que consta en un recibo extendido en el a�o 1794 por el párroco de la Villa de la Concepción de Minas, fray Antonio Moras, a María Gertrudes Vá�que�, esposa de un comerciante montevideano.

Figura 13 � San Francisco de Asís. Pintura de Francisco de Zurbarán. Siglo XVII. Tomado de� http���es.�i�ipedia.org��i�i�Francisco�de�As.

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cuanto más viejo era, más caro costaba, por las indulgencias que se le atribuían� (De María, 1957a�46).

Orestes Araujo (1906�268) por su parte, retoma a De María o coincide en la apreciación de que la �….persona que fallecía era inmediatamente amortajada envolviendo su cadáver con alguna sábana, pero si el muerto pertenecía al orden de los desheredados de la fortuna, de los humildes ó de los desgraciados, sus deudos tenían que conformarse con envolverlo con lo que buenamente pudiesen, si bien se procuraba siempre que la mortaja fuese blanca. Si la familia del muerto contaba con medios para ello, se le vestía de hábito religioso, que lo mismo podía ser mercedario, carmelita, jerónimo, etc., pues se tenía la creencia que así vestido el fallecido, con más facilidad su alma llegaría al cielo, ó mayores serían las indulgencias que obtendría en el otro mundo. Pero como no era siempre fácil obtener hábitos de aquellas comunidades religiosas, se recurría á los Padres franciscanos quienes no oponían reparo en vender sus hábitos telares, por uno de los cuales llegaba á pagarse hasta 25 pesos; con la circunstancia de que mientras más usado y viejo era un hábito religioso, más servía para mortaja. Si no se podía conseguir un traje eclesiástico legítimo, había que conformarse con uno cortado de ex profeso�.

Por otra parte, �siguiendo a Araújo (1906�268).� las �…mujeres no eran tan afortunadas como los hombres, pues, no existiendo en el Uruguay ningún convento de monjas, no era posible amortajarlas con hábitos sagrados, debiendo entonces la familia de la muerta vestirla con hábito de la Virgen del Carmen ó la de los Dolores, siempre que la difunta no hubiese, en vida, expresado su voluntad respecto de asunto tan delicado�.

A estas vestiduras tambi�n se agregaron en contadas ocasiones otros adornos espiritualmente muy valorados� por ejemplo, entre las personas que solicitaron el vestuario de la Orden de San Francisco de Asís en Montevideo, nueve lo prefirieron acompa�ado de cuerda, seis de ellas hacia fines del a�o 1794, mientras que en cuatro oportunidades fue pedido un escapulario. Los g�neros más comunes que se utili�aban para la mortaja fueron ponteví, bretaña, platilla y lamparilla (Bentancor et al� 2008�60�61).

En el caso de que el fallecido fuese religioso, fue común el entierro“...con sus ornamentos, entendidos estos en el sentido de sus vestiduras, símbolos y adornos usados en las ceremonias del culto�. Incluso en tiempos más remotos se estilaba colocarles en sus manos un cáli� y un misal abierto, lo que posteriormente fue desautori�ado por la liturgia (Bentancor et al� 2008�65). Para Buenos Aires, por ejemplo, Cosse (1997�7) relata que a la Muerte del Obispo Manuel de A�amor y Ramíre�128 en el a�o 1796, su cuerpo fue embalsamado y vestido con el atuendo correspondiente a su dignidad.

Para el caso de los militares129, en Montevideo muchos solicitaron en sus testamentos el empleo de sus propios trajes e instrumentos distintivos de su actividad� esto podía incluir el uniforme, sombrero o gorra del cuartel y espada. Esto no quitaba, que igualmente se colocara un hábito religioso, como lo demuestra el caso del teniente coronel del Regimiento de Infantería de Buenos

128 Manuel de A�amor y Ramíre�. 1733�1796. Se desempe�ó entre otros cargos, como canónigo tesorero de la Catedral de Cádi� y como Obispo de Buenos Aires entre los a�os 1788 y 1796. 129 Esta era una profesión de servicio público con alto reconocimiento en la �poca, mereciendo la especial atención �...de que se les conservase en la muerte los privilegios y excepciones que conseguían a costa de su sangre, haciéndose aún más acreedores cuando fallecían que aun cuando vivían� (Real C�dula. Buen Retiro. A�o 1762. Reformado de� Bentancor et al� 2008�100).

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Aires Domingo Chauri, cuyo hábito de San Francisco debería ser colocado por debajo del uniforme (Bentancor et al� 2008�66).

Por relevamiento practicado por Carlos Lu�uriaga, sabemos que la utili�ación de mortajas, fue practicada incluso bajo situaciones apremiantes como el entierro apresurado de caídos durante las invasiones inglesas a Montevideo, enterrándose �stos luego de aplicárseles un ba�o de cal, envueltos en g�neros y fra�adas (Bentancor et al� 2008�134).

Avan�ado el siglo XIX, la ropa de uso fue sustituyendo progresivamente a la mortaja religiosa, en parte por el coste de esta última, pero tambi�n por el efecto seculari�ador o como reflejo de ideas católicas ilustradas y jansenistas (Bentancor et al� 2008�68). En tal sentido, Barrán (1998b�207) ya planteaba que para 1830, las formas religiosas de entierro se habrían simplificado, dejándose de se�alar en los testamentos el hábito religioso como vestidura mortuoria.

10.4.2 El cajón y el ataúd

No habría sido frecuente en el período colonial la utili�ación de cajones o ataúdes para el entierro, pero sí para el velorio y el transporte durante la procesión hasta el lugar de inhumación. De acuerdo a Bentancor et al. (2008�138) hasta principios del siglo XIX, la mayoría de los cuerpos eran depositados en fosas, cubiertos únicamente por las mortajas. Esto no significa que el cajón, haya sido un implemento escasamente usado en el Sur del continente para el entierro, ya que en casos como el templo de San Francisco en Mendo�a (Argentina), las excavaciones arqueológicas permitieron documentar estos receptáculos para varias inhumaciones de los siglos XVII y XVIII (Chiava��a, 2005).

Por Real C�dula expedida por Felipe V, repetida por bandos y retomada en la Novísima Recopilación de las Leyes de Espa�a en el Libro I, Título III, Ley III, se estipulaba que �…los atahudes o caxas en que se llevaren á enterrar los difuntos no sean de telas ni colores sobresalientes de seda, sino de bayeta, paño ú olandilla negra, clavazón negra pavonada, y galón negro ó morado, por ser sumamente impropio poner colores sobresalientes en el instrumento donde está el origen de la mayor tristeza: y solo permito, que puedan ser de color de tafetán doble y no mas los atahudes o caxas de los niños hasta salir de la infancia�. Este mandato era retomado en el a�o 1752 por Jos� de Andonaegui130, Gobernador de Buenos Aires, quien expresaba que los ataúdes sólo podían ser forrados de bayeta o pa�o de lanilla negra y clara, con galón negro o morado� se exceptuaba allí a los ataúdes de los párvulos que podían decorarse con otros colores y de tela de tafetán (Cosse, 1997�66). Las disposiciones para los adultos �según De María� se habrían visto modificadas durante la dominación portuguesa en �…que se alternaba con tela de más valor, tachonado amarillo y galón de oro para los ataúdes de los pudientes� (De María, 1957a�45).

De María (1957a� 201), plantea que habría sido el alto costo del ataúd lo que habría evitado su uso más extendido ya que no �...todos tenían como costearse ese mueble en previsión, y gracias que los llevasen en camilla del convento por obra de misericordia ( ) Antiguamente, y hasta muchos años del presente siglo �XIX�, no había como ahora depósitos de cajones mortuorios� como así tampoco muchos maestros carpinteros, ya que eran contados. De acuerdo a este memorialista, en el Montevideo colonial, algunos estilaban incluso a mandar construirse el cajón

130 Jos� de Andonaegui. 1685�1761. Gobernador de Buenos Aires entre los a�os 1745 y 1758.

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antes de su Muerte, ya que si no, era muy difícil su obtención. Por ejemplo Roberto Boutón, comentaba ya avan�ado el siglo XIX, que en las estancias ricas era costumbre que cuando llegaba un carpintero se aprovechara la oportunidad para encargarle algunos ataúdes (Barrán, 1998a�189)

Para el Montevideo colonial, existen escasas referencias documentales de su uso� Bentancor et al. (2008�137) encuentran dentro de la testamentaria relevada la mención de estos en algo más de una docena de casos. Por dos casos en concreto, de finales del siglo XVIII, parecería ser que se establecía una diferencia entre ataúd (elemento rentado de forma transitoria) y cajón (como elemento definitivo). Estos autores, comprueban además, ex profeso, la negativa de algunos testadores al uso de �stos.

El escaso uso de este tipo de continente, parece no haber sido patrimonio exclusivo rioplatense ya que del relevamiento practicado Juan del Arco Moya para Ja�n, y por Jos� Antonio Rivas para Sevilla, no se desprende un uso generali�ado de los mismos� “...lo corriente, era que también allí se la alquilara en parroquias, conventos o hermandades al sólo efecto del traslado hasta el lugar de enterramiento, sin que se inhumase al muerto depositado en ella� (Bentancor et al� 2008�138).

Probablemente, la existencia de un ataúd de madera con su paño negro, que figura en el Inventario practicado en el a�o 1767 para la Estancia de Nuestra Se�ora de Bel�n, se corresponda con el único continente de estas características utili�ado en este Establecimiento.

10.4.3 Velación del muerto

Luego del deceso y la preparación del cadáver, era costumbre velar a la persona fallecida. Velar en este contexto hace alusión a pasar la noche al cuidado de un difunto (RAE, 2001). Por citar un antecedente directo para las costumbres Occidentales, la exposición del cadáver ya era frecuente en la antigua Grecia constituyendo uno de los ritos pre�depositacionales. Mediante la llamada Prothesis, se cumplía una triple función� asegurarse que el individuo estuviese realmente muerto� ofrecer la oportunidad para el duelo y lamentaciones de los deudos, y por último, honrar al difunto (�uesada, 1990�48�49). Durante la Prothesis, �…se realizaba la manifestación de dolor por la defunción, expresada mediante cantos fúnebres y gestos de lamento ritualizados. A veces estos cantos se realizaban con acompañamiento musical, y podían ir unidos a movimientos alrededor del lecho fúnebre, con cánticos y gestos ritualizados, a veces reforzados con la actuación de plañideras profesionales� (�uesada, 1990�50).

Para el caso montevideano, por lo común, se intentaba vigilar el cadáver al menos por venticuatro horas, estando uno siempre a la vista, con el objetivo de confirmar si efectivamente se hallaba sin vida (Bentancor et al� 2008�78). Los funerales de la elite reali�ados en la Iglesia Matri� y en la de San Francisco de Montevideo, podían tomar habitualmente dos días, mientras que las personas adultas de menores o sin ningún recurso, eran sepultadas en forma más o menos inmediata (Bentancor et al� 2008�73)� por su parte el velatorio de los ni�os tenía ciertas características particulares y por ello lo tratamos con particular �nfasis más adelante.

Por Real C�dula de octubre del a�o 1752 se decía que �En cuanto a las velas en los entierros, se ordenaba que sólo podrían ponerse doce hachas o cirios en el túmulo, y cuatro velas en la tumba� (De María, 1957a�45). Sin embargo, dicha disposición fue violada tanto en tiempos de la colonia como en momentos posteriores, tal cual lo demuestran los casos para Buenos Aires de

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Manuel Sain� de Ma�, quien pagó 12 achones, 12 blandones y 32 velas, y el de Isidora Ar�e, quien en 1824 contó con 12 hacheros, 12 candelabros, 6 hachas de tres reales, 8 de dos reales y 58 velas (Cosse, 1997�68).

De acuerdo a Isidorio de María (1957a�46), hubo situaciones en Montevideo, donde se llegó a enlutar la casa del fallecido, tales los casos de Dolores Oribe (1824) y el jefe de la familia Bustamante. De acuerdo a este memorialista, parecería ser que todo el g�nero utili�ado en el velorio de este último, fue empleado en el tapizado a los pobres.

Se puede decir que en general, la expresión de los velorios para el período tratado tomaba un cari� festivo. De acuerdo a Barrán (1998a�197) Mateo Magari�o describe que en �…los velorios, los amigos y parientes eran invitados con mates amargos y dulces, chocolate con bizcochuelo, puchero, etc., todo regado, sobre todo en campaña, con “libaciones” de caña�. Este carácter festivo, no necesariamente era bien visto por las autoridades eclesiásticas del momento, y de esto quedaba constancia en los Libros Parroquiales de Las Víboras, que nos ofrecen un dato interesante contenido en las Fórmulas de asientos de defunciones� �Prohíbense los Juegos, y Clásicas Borracheras, agenas de Nra Christiana Religión, en los que llaman Velorios de Difuntos bajo �pena� de Excomunión maior contra los dueños de las Casas e inmediatos interesados de el Difunto�� prohibición cuyos alcances �al igual que otras� son discutidos.

Capillas ardientes

Fue usual en este período la elaboración de las llamadas capillas ardientes. De acuerdo al Diccionario de la real Academia Espa�ola, se denomina así a� el túmulo erigido en una Iglesia en el que se celebran honras solemnes por algún difunto� al oratorio fúnebre provisional donde se celebran las primeras exequias por una persona en la misma casa en que ha fallecido o a una cámara donde se vela un cadáver o se tributan honras (RAE, 2001). La elaboración de capillas ardientes con profusión de velas, fue habitual para el ámbito rural uruguayo al menos hasta la d�cada de 1940131.

En estas capillas ardientes, se podía exhibir al cadáver dentro de un cajón o ataúd, sobre una cama, tarima o mesa �...destinada a ser sustento principal de la precaria construcción, que podía comprender también altares, túmulos, cruces, velas, cirios y candeleros con qué iluminar el ambiente� (Bentancor et al� 2008�78).

En el caso de los religiosos, ejemplos montevideanos indican que el Altar de los templos eran adornados con velas, �...levantándose túmulos o colocándose en su defecto un paño negro rodeado por cuatro o seis cirios� (Bentancor et al� 2008�97).

Al igual que otras manifestaciones consideradas pomposas, los túmulos funerarios tambi�n fueron objeto de prohibiciones. De acuerdo a Cosse (1997�69) hacia finales de la d�cada de 1780, parecería que existía una Ordenan�a que establecía que no podían superar las tres varas. Según el Obispo Ambrosio Zerdán y Pontero, al limitarse su tama�o, los feligreses lo sustituyeron por una profusa decoración, pudiendo observarse �…los mañosos arbitristas de su mayor costo, la extensión por lo bajo con tarimas levantadas, que ocupan un crecido trecho, añadiéndose á las veces en cada ángulo mogotes, ó pirámides ridículos, que se idean para

131 Información oral brindada por la Sra. Gladys Taberna (nacida en el a�o 1933) para la �ona de �Cerro de las Armas� en el Departamento de Colonia.

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disponer un aspecto armónico á vista del espectáculo horrible de la muerte […]”. Por tal motivo, el Obispo disponía que los túmulos no podían superar las �…tres varas desde el suelo sin colocar tarimas ni otras invenciones pueriles, como, Ala de pichón, Paseo de agua y Chicotes, al contorno del pavimento” so pena de confiscación para beneficio de los presos(Cosse, 1997�69�70).

Los túmulos y capillas ardientes seguirán go�ando de popularidad por muchos a�os más� Beruti describe un túmulo erigido en Buenos Aires hacia 1807, para personas muertas en la defensa de la ciudad el día 5 de julio, con motivo de los enfrentamientos con los ingleses� �…los sombreros con sus plumas de los cuerpos voluntarios que defendieron la patria, dentro del tabernáculo estaba una tumba cubierta con un paño de terciopelo negro bordado de oro, y en la cabeza del ataúd sobre el paño una gorra, una espada, un uniforme, y un bastón del cuerpo de artillería del Cabildo, y a los pies de dicho ataúd, un sombrero con su pluma del cuerpo de patricios; y alrededor del túmulo en la parte de abajo, todas las banderas de los cuerpos y estandartes voluntarios que sobresaltan desde dicho túmulo y caían sus paños y escudos por abajo en términos que parecían, que estaban puestas sobre un sitial� (Cosse, 1997�21�22).

Otro caso a destacar, descrito por Beruti y tambi�n referido a los fallecidos durante las invasiones inglesas en la misma ciudad porte�a, corresponde a los funerales costeados por el cuerpo de catalanes, que comen�aron en la víspera de la ceremonia religiosa en el propio cuartel militar, donde se erigieron varias pirámides pintadas con trofeos militares �…en el medio de huesos y calaveras de los muertos; todo lo cual era transparente por estar con luces por detrás del aparato, que era de lienzos pintados, pendiendo del balcón colgaduras y paños negros, que todo manifestaba una profunda tristeza; mayormente cuando acompañaba a la vista fúnebre, una orquesta de música militar toda ella tocada fúnebremente y destemplada� (Cosse, 1997�25).

Un nuevo ejemplo corresponde al a�o 1820, cuando un viajero ingl�s era testigo tambi�n en la ciudad de Buenos Aires, del fasto de la sala donde se exponía un cadáver iluminado con grandes cirios y las paredes y espejos se recubrían con tela negra y en las mesas se colocaron adornos blancos y cruces. Las ventanas se mantenían abiertas para que los �…transeúntes vieran la lúgubre escena y reflexionacen sobre la fugacidad de la existencia. Recuerdo mi sorpresa cuando vi por primera vez un espectáculo de esta naturaleza. El cadáver de una mujer de treinta años yacía en el ataúd; la tapa había sido retirada, las manos estaban cruzadas sobre el pecho y entre ellas se veía una cruz. El brillo del ataúd y las luces le daban el aspecto de una figura de cera� (Cosse, 1997�70).

Velorios de “angelitos”

En relación a los párvulos, fue práctica frecuente el llamado velorio del angelito, muy extendido en Espa�a y Am�rica en los siglos XVIII y XIX, y que se practicó hasta las primeros a�os del siglo XX en nuestro país132 y en algunas regiones de Espa�a y Am�rica133. Bentancor et al. (2008�108) reafirman esta costumbre tardíamente al mencionar que Roberto Bouton (1961) captó la pervivencia de la misma en el Uruguay rural para inicios de 1900, agregando que si alguna persona lloraba en medio de la fiesta, era reprendida por los demás participantes, pues se creía que las lágrimas humedecerían las alas del angelito impidiendo su viaje al Cielo.

132 Información oral, brindada por el Sr. Carlos Luaces (1901�1984) para el actual Departamento de Colonia. 133 Incluso registros de esta costumbre llegan hasta la d�cada de 1970 para Chile y Argentina.

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En Espa�a, el fenómeno habría tenido lejanos antecedentes y alcan�ó sobre todo a las clases populares de Canarias, Castilla, Levante, Andalucía y La Mancha, donde tenían lugar bailes y cantos. �Los caracteres de “inocente” y de “ángel” atribuidos al difunto de corta vida ameritaron la festividad� (Bentancor et al� 2008�108). A estos entierros se les denomina de angelitos, porque además de tener este carácter los ni�os, por su inocencia, en ellos se decía una misa llamada de los angelitos antes del oficio de sepultura. La peculiaridad más destacada de estos funerales es la alegría que debía conducirlos� en el caso mexicano generalmente había fuegos artificiales, muy solemnes repiques y música, donde además era el único caso en que se permitía decorar el ataúd con colores y tafetán (Rodrígue� M� 2001�95). María Rodrígue� (2001�94) menciona además, que durante �…el entierro de los niños, el sacerdote usaba vestiduras blancas, a diferencia del adulto, que las llevaba negra ( ). Los cuerpos de los niños podían ser vestidos según el uso de su edad, y se les ponía en la cabeza una guirnalda de flores o de hierbas aromáticas en señal de su virginidad�.

Ciertamente, queda constancia en los Libros Parroquiales de Las Víboras, que esta práctica era frecuente en el Río de la Plata, sin embargo, no era bien vista por las autoridades eclesiásticas del momento, ya que en la Fórmula elaborada para el asiento de los entierros firmada por el Obispo de Buenos Aires hacia el a�o 1771, se penaba con excomunión este tipo de ceremonia. Así, se reprobaba �…el introducido abuso y desarreglo con que suelen colocarse vana y tontamente en Altarillos los Cadáveres con multitud de luces, y se encarga á los Curas soliciten con los Padres de Familia la reforma�, prohibi�ndose �…bajo �pena� de Excomunión Mayor los Bayles, y vanas glorias, que en la muerte de los Niños se acostumbran en estas Partes con graves escándalos�.

�acia el a�o 1792, el Obispo del Paraguay Luis de Vela�co, daba una Pastoral se�alando los abusos y perjuicios que se seguían en los velorios, donde en presencia del cadáver, unos tomaban refrescos, otros aguardiente y otros licores en demasía, mientras otros jugaban con naipes o fumaban sin respeto (Guti�rre� R� 1985�63)� en este embate, incluía su negativa a la forma en que se velaban a los párvulos, ya que aduciendo eran angelitos, se adornaban los cadáveres en exceso, erigiendo altares donde se tenía al ni�o de cuerpo presente �durante varios días� (Op cit.).

Para Montevideo, Bentancor et al. (2008�108) indican que han hallado �...huellas escasas pero firmes de esta práctica� en los sectores populares� relevaron dos relatos incorporados a expedientes judiciales relacionados a los padrinos de los ni�os fallecidos, a quienes correspondía tradicionalmente iniciar el llamado baile de los muertos, con que solía abrirse la ceremonia festiva de los ni�os velados, ya que la creencia popular sostenía que cuando un ni�o moría era motivo de un baile para festejar su entrada en la Gloria (Barrán, 1998�199), baile que en Chile era conocido como Balambo.

El marino Boutcher �alloran que visitó Montevideo en el a�o 1823, describía un funeral de ni�o frente a la Catedral Montevideana� �(La criatura) estaba sobre andas funerales, sin ataúd, vestida con túnica de muselina, rodeada de flores. Mi buen amigo el doctor (otro inglés), estaba más bien indignado por la aparente alegría y regocijo que reinaba entre el grupo fúnebre; ciertamente todo tenía una apariencia censurable, pero aquí se piensa en la muerte de un niño como un motivo de congratulación y no de pesar� (Barrán, 1998�200).

Aunque tardío en relación al período que afrontamos, transcribimos el relato del ingeniero franc�s Alfredo Ebelot (Ebelot, 1961) que pinta de una manera vistosa un evento de estas características para el actual territorio argentino. Convocado por el Ministro de Guerra y Marina

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Adolfo Alsina hacia 1870 en la campa�a de conquista del desierto en territorio argentino, y luego bajo las órdenes de su sucesor el general Julio Roca, describe diversas experiencias que tuvo durante un lustro. En dicha oportunidad puede observar diversos velorios pero deja una descripción del primero de ellos, el de un ni�o de unos cuatro a�os y que le causó una fuerte impresión� �Penetré en la sala principal alumbrada por una multitud de candiles ( ) fabricados en la misma casa con el sebo de los animales carneados ( ). Un pesado olor a sebo, a cigarro y a ginebra cargaba la atmósfera. Un humo denso, tan denso como en la cocina, pero más desabrido, lo envolvía todo ( ). En el fondo, al centro de un nimbo de candiles, aparecía el cadáver del niño ataviado con sus mejores ropas, sentado en una sillita, sobre unos cajones de ginebra arreglados encima de la mesa a manera de pedestal, fijos los ojos, caídos los brazos, colgando las piernas, horroroso y enternecedor. Esta era la segunda noche que estaba en exhibición. Una ligera sombra verdosa, como un toque de esfumino, asomaba en la comisura de los labios, y se me hacía, no sé si fue una ilusión de mi imaginación, que las jaspeaduras de las carnes reblandecidas no dejaban de contribuir al husmo que impregnaba los olores flotantes en el aire�. El cuadro se completaba con un guitarrista y gente bailando de manera muy apasionada (Figura 14) en un ambiente festivo� �…el brazo de los mozos envolvía estrechamente el corpiño de las muchachas, y les hablaban de cerca, demasiado de cerca, algo encendidos por la bebida� (Ebelot, 1961�13).

Pero el relato de Ebelot nos ofrece otros datos destacables� �Algunos pulperos, nada propensos a la sensibilidad e inaccesibles a preocupaciones, alquilan a tanto por noche los pequeños cadáveres con el fin de exponerlos en un galpón contiguo a su esquina, y de organizar sesiones de beberaje, de baile y de música ( ), [el pulpero] prolonga tanto como puede la funeraria fiesta. De día, deposita cuidadosamente el cadáver en un cuatro fresco, lo resguarda de las moscas, a fin de que se conserve intacto por más tiempo� (Ebelot, 1961�15�16).

Daniel Granada da cuenta que a finales del siglo XIX, los vecinos y amigos solicitaban a los padres o deudos, el cuerpo de la criatura para celebrar en sus casas la fiesta� �Andaba a ese intento el cadáver putrefacto de casa en casa, dando motivo a que la juventud se divertirse, jugando, bailando, chacoteando, comiendo y bebiendo� (Bentancor et al� 2008�109). Esta realidad es reafirmada en la obra �La vida rural en el Uruguay�, donde el m�dico Roberto Bouton describía que� �Cuarenta años atrás subsistía la diabólica (esta es la palabra que se me ocurre) costumbre, de que al morir una criatura ( ), se le velara unos cuantos días, pues el difunto se prestaba a las relaciones, para ello pasaban a veces días y días en este préstamo…� (Bouton y Ayestarán, 1961�437).

10.4.4 Procesión

De acuerdo al Diccionario de la Real Academia Espa�ola (2001), la procesión constituye el �...acto de ir ordenadamente de un lugar a otro muchas personas con algún fin público y

Figura 14 � El velorio del angelito. Dibujo de Enrique Policastro. Ilustración tomada de� EBELOT, A. La Pampa. A�o 1961.

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solemne, por lo común religioso�. El Ritual Romano vigente desde el a�o 1614, mandaba que quienes iban a participar de esta ceremonia se reunieran en la iglesia y desde allí partieran, con un orden que debía observarse� primero �de haberlas� iban las cofradías, detrás de una sola cru�134 el cura revestido con sobrepelli� y estola negra, el clero secular y regular invitado a formar parte del acompa�amiento y el ataúd en que sería conducido el cadáver. Ya en la casa mortuoria se encendían los cirios como símbolo de la esperan�a en la Resurrección y el cura asperjaba135 el cadáver mientras recitaba el salmo De Profundis136� reci�n entonces se levantaba el cadáver y se lo colocaba en el ataúd o caja para ser transportado (Calvo L� 2008� 33).

María Rodrígue� (2001�91) describe el ejemplo mexicano colonial, en el que el oficio de entierro se iniciaba cuando el sacerdote salía de la iglesia revestido de sobrepelliz, estola y capa negra, en procesión con las velas encendidas, la cru� por delante, y el agua bendita, momento en que doblaban las campanas. Llegando a casa del difunto, lo primero era asperjar el cadáver con agua bendita, luego encender las candelas y decir los salmos de Profundis y el de Requiem137. �Después se iniciaba la procesión (generalmente rezando un responso�138� al salir, en la puerta de la casa). Hasta adelante se portaba la cruz con los ciriales, luego seguían las cofradías (si las había), los cantores, los eclesiásticos, el sacerdote y, detrás de éste, el cuerpo en el ataúd; finalmente, los acompañantes. Durante el trayecto se cantaban salmos hasta la iglesia, si el camino era largo se decía el oficio de difuntos con Requiem Aiternan� (Op cit.).

Por lo general, y como ya vimos, en las ciudades coloniales no se acostumbraba el enterrar a los difuntos dentro de los cajones o ataúdes, pero sí el colocar al fallecido en �stos para el traslado a su morada final, existiendo por ejemplo, cajas o ataúdes pertenecientes a los conventos o cofradías cuya función era servir para transportar el cadáver hasta el lugar de enterramiento.

La procesión se reali�aba de acuerdo a la capacidad económica del difunto y�o la consideración social� para Bentancor et al. (2008�73), además de las creencias religiosas implicadas, �sta podía constituir la última oportunidad de lucimiento social y signo de promoción y ostentación. Los vecinos de menor capacidad económica, eran acompa�ados generalmente por un cura, un sacristán y unos pocos particulares. Como nos lo hace saber Sánchi� Ochoa, las procesiones más pomposas, por su parte, podían reunir a numerosos sacerdotes, cantores y jerarquías parroquiales o catedralicias (Bentancor et al� 2008� 73).

Bentancor et al. (2008�73) plantean que en el Montevideo colonial, no nos encontraríamos ante una colectividad muy diferenciada en torno a la práctica de cómo cortejar a los muertos, surgiendo una desproporción no muy relevante en torno a los rituales. En esta ciudad, el acompa�amiento del cuerpo en algunos casos podía incluir solo al cura y al sacristán, en otros, a varios cl�rigos (cuya tendencia ligeramente mayoritaria fue menos de die�), mientras que el 40,1� de quienes testaron rondaron la decena, siendo de veinticinco la cifra más elevada (Bentancor et al� 2008�83).

134 El más universal y totali�ante de los símbolos católicos� podía se alta o baja, de acuerdo a la situación (Bentancor et al� 2008�75). La cru� baja aparece asociada en general a funerales de menor jerarquía y la alta para personas más pudientes, destacadas y�o de mayor consideración social. 135 Implica el rociado o esparcimiento en forma de peque�as gotas de agua u otro líquido. 136 Salmo penitencial que suele emplearse en la liturgia de difuntos expresado bajo la forma de un motete(composición polifónica), generalmente a capella. 137 R�quiem o Misa de R�quiem� conocida en latín como Missa pro defunctis o Missa defunctorum, en la que se ruega por el alma del difunto. 138 Responso� re�os que se dicen por los difuntos.

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En las procesiones más pomposas, fue común la participación de pobres� “...ellos fueron a un tiempo actores principales en el cortejo e instrumentos recipientes de la piedad que se creía indispensable para librar al espíritu del extinto� (Bentancor et al, 2008�95). La presencia de los pobres en la escolta, revestía tanta importancia como la presencia de los cl�rigos. A veces, se explicitó la presencia de doce de ellos, a los que se les daba un pantalón y una chapona de pa�o ordinario� el número de doce no era al a�ar, ya que representaban el número de las tribus de Israel y el de los bíblicos apóstoles� de igual modo en algunos casos se llegó a solicitar treinta y tres con semejante carga simbólica (Op cit.).

La participación de las cofradías, hermandades y terceras órdenes139�140 para los casos bonaerense y montevideano fue habitual. Una persona podía estar afiliada a varias de ellas� por ejemplo el gallego Juan Ruedas en Montevideo, se declaraba merecedor del acompa�amiento de la Tercera Orden y demás cofradías establecidas en ese momento en la ciudad, pues de todas ellas era cofrade (Bentancor et al� 2008�91). Igualmente numeroso fue el cortejo en la misma ciudad, del Presbítero Juan Ibá�e� quien pertenecía a seis cofradías (Bentancor et al� 2008�97).

En Buenos Aires, en el caso del Obispo Manuel de A�amor y Ramíre� fallecido en el a�o 1796, la procesión se reali�ó de la siguiente manera� primero las personas particulares que asistieron por invitación, luego las Cofradías, las �ermandades y Terceras Órdenes con sus Pendones y Estandartes re�ando el rosario, despu�s del Real Colegio de San Carlos, las comunidades religiosas, las cruces parroquiales y todo el clero de sobrepelli� y estola, dentro cuyas filas iban cuatro pajes del Virrey Pedro Melo de Portugal con hachas en la mano� seguido iba el f�retro y cadáver en hombros de sacerdotes revestidos con casullas rodeado de doce sacerdotes seculares con sobrepelli� y estola con hachas encendidas en las manos� delante iba �…el S.or Dean D.n Pedro Ignacio Picasarri que hacía el oficio vestido de capa negra y los dos Beneficiados con dalmatitas, acompañándole en ala los prelados de las religiones Igualm.te de capa y con Dalmaticas�� detrás del cadáver iban miembros del Cabildo Eclesiástico haciendo duelo con manto capitular, calada la capucha y suelta la cauda, que guardaban cuatro ni�os pajes vestidos de sotana y luto, para cerrar la procesión el Cabildo Secular, dentro del cual iba toda la familia del Obispo fallecido141(Cosse, 1997�16�17).

F�lix de A�ara nos brinda una riquísima descripción de una procesión en la campa�a oriental colonial que habría sido una imagen frecuente en nuestro medio rural, en la que se transportaba al fallecido a caballo��Para esto si la distancia no pasa de veinte leguas, visten al difunto, le

139 Ver Cosse (1997) y Bentancor et al. (2008). 140 Las primeras congregaciones de Buenos Aires fueron fundadas en el a�o 1609 (la de San Martín y Animas del Purgatorio)� ya para 1613 la ciudad contaba con varias de estas agrupaciones� además de las mencionadas, figuraban la del Santísimo Sacramento, San Sebastián, Nuestra Se�ora del Carmen, Nuestra Se�ora del Rosario, La Limpia Concepción, La Santa Cru�, San Antonio de Padua, San Telmo, Nuestra Se�ora de la Soledad, Nuestra Se�ora de Guía, el Nombre de Jesús, y los Esclavos del Santísimo Sacramento (Cosse, 1997�42), a las que se sumaban más tarde las de Santo Cristo de Buenos Aires (1671), San Baltasar (1785), llamada luego morenos de Guinea (1791), la de nación Conga (1795) y la Camundá, entre otras (Cosse, 1997�43). En Montevideo por su parte, la ciudad verá surgir las siguientes� Orden Tercera de Penitencia de San Francisco de Asís� Cofradía de San Benito� �ermandad del Santísimo Sacramento� �ermandad de la Santísima Caridad� Cofradía de las Benditas Animas del Purgatorio� Cofradía de Nuestra Se�ora del Rosario (o Virgen del Rosario o Santo Rosario)� Nuestra Se�ora del Carmen (o Nuestra Madre y Se�ora del Carmen)� �ermandad del Patriarca Bendito Se�or San Jos�� �ermandad de los Santos Lugares de Jerusalem (o Casa Santa de Jerusalem), entre otras. 141 AGNA� Culto, Obispado, Capellanías, patrimonio, 1660�1805, X�6�6�6, Noticia de la enfermedad, muerte y funerales del obispo Manuel de A�amor y Ramíre�, fol.123 (Cosse, 1997�16�17).

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ponen a caballo con estribos, etc., le aseguran atado a dos palos en aspa, y así le llevan a la parroquia� (A�ara, A. 1847b�303).

La procesión, podía incluir lo que se conocía por posas o estaciones� �stas eran altos o paradas en el camino cuando se llevaba a enterrar al cadáver. En el caso mexicano, en estas paradas se colocaba el cuerpo sobre una mesa cubierta con un pa�o de luto, con seis velas ardiendo en sus candelabros y cuatro cirios sobre unos baldones, donde se cantaba un responso. El número de estas paradas dependería de la calidad y rique�a del difunto (Rodrígue� M� 2001�91). De acuerdo a Bentancor et al. (2008�80) en el caso montevideano, se trataba de pausas en las que se depositaba sucesivamente el ataúd o caja sobre el piso, en medio de cantos litúrgicos y quemas de inciensos.

En relación a las posas, contamos con varios ejemplos asentados en los Libros Parroquiales de Las Víboras. Así, el 22 de mar�o de 1800, la procesión de Juan Soca contaba con tres posas� la de María Dionisia Sosa con fecha 11 de setiembre de 1805 (esposa de Jos� Antonio de la Fuente), contó con la concreción nada común para este Partido de doce posas� mientras que la procesión de Vicente Nieto, el día 16 de mar�o de 1808, llevó seis posas142.

10.4.5 Entierro

Lugar sagrado

Como menciona Colón Lamas (2004�3), de acuerdo Philippe Ari�s, para los espa�oles llegados al Nuevo Mundo, el rito de despedida con la sepultura en un terreno que no fuera considerado sagrado era impensable, y esa connotación de espacio de entierro como algo sacro y público, fue la idea que prevaleció tanto en Am�rica como en el Viejo Mundo. Puede encontrarse sus antecedentes e influencias para la Espa�a dieciochesca en tempranos documentos de origen hel�nico, en los que se observa que para los griegos era de la mayor importancia recibir un funeral digno, y para los atenienses, lo era además el ser enterrados en su tierra, ya que uno de los mayores castigos que el estado podía imponer era negar el enterramiento en el Ática (�uesada, 1990�47).

Ari�s sostiene además, que la trascendencia que se le daba al sepultar el cuerpo del difunto en un lugar sagrado, protegido del vandalismo y de los animales carro�eros, responde en parte, al valor que fue adquiriendo en la escatología cristiana popular la idea de la Resurrección, �…idea según la cual muchos estaban convencidos de que sólo resucitarían, para asistir al juicio final, aquellos que hubieran recibido sepultura conveniente e inviolada� (Colón Lamas, 2004�3).

Esta particularidad de ser enterrado en suelo santificado, trató de imponerse como uno de los requisitos de la Iglesia Católica, exigencia que en Am�rica, pretendió ser extensiva a todos los cristianos cuando en el a�o 1546, Carlos I, en su Ordenan�a de Entierros, pedía que en el Nuevo Mundo, los indios cristianos que fallecieran, fueran enterrados en sagrado.

Al mismo tiempo, el derecho canónico disponía la prohibición de enterramiento en sagrado a una amplia gama de fallecidos y cuando esto sucedía se le negaba además� la misa exequial, los aniversarios, ritos y ceremonias religiosas� no podía procederse al levantamiento del cadáver ni

142 Los tres casos mencionados �entre muchos otros� corresponden a inhumaciones en Nuestra Se�ora de los Remedios.

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ser conducido a la iglesia, campo santo o al cementerio, ni esperarlo junto al sepulcro para darle la bendición (Bentancor et al� 2008�35).

Entre las personas privadas de este derecho se encontraban� los ni�os muertos sin bautismo (aunque fueran hijos de padres católicos)� adultos fallecidos sin haber dado se�ales de arrepentimiento� apóstatas143 de la fe cristiana� personas adheridas a una secta considerada her�tica, cismática o masónica� excomulgados� suicidas salvo alguna excepción� los que hubieren muerto en duelo� los que hubieren mandado cremar su cuerpo y los pecadores manifiestos (Bentancor et al� 2008�36). Para territorios lusitanos, Reis menciona que el entierro eclesiástico era prohibido para los judíos, herejes, cismáticos, apóstatas, blasfemos, suicidas, duelistas, usureros, ladrones de bienes de la Iglesia, excomulgados, religiosos enriquecidos, quienes negaran confesarse y aceptar la extremaunción, los infieles, ni�os y adultos paganos. Solo si había muestras de arrepentimiento o conversión, esta decisión podía cambiar (�olanda Coe, 2006�104).

La práctica de entierro dentro de las iglesias, se remonta a las �pocas del Cristianismo temprano� las iglesias primitivas solían contener las tumbas de los mártires cristianos o las reliquias junto a los altares y alrededor de �stas se empla�aban las sepulturas (Bielli y Erchini, 2009�34)� al comien�o, �…sólo se permitió inhumar en edificios de culto a patronos y fundadores, después a obispos y eclesiásticos distinguidos, pero hacia el siglo X la posibilidad se extendió a toda clase de personas (Bentancor et al� 2008�114).

Para finales de la Edad Media, ya existía en Europa la costumbre extendida de enterrar a los muertos dentro de las iglesias, conventos y en sus atrios o lugares próximos, costumbre que se extendió a Am�rica. Siguiendo a María Rodrígue� (2001�56) las �…primeras iglesias que se construyen durante la Colonia son los conventos, que forman una unidad o conjunto constituido por convento-iglesia-atrio. El sitio más preciado para ser enterrado era la iglesia y, en segundo lugar, sus anexos, como los atrios, capillas o posas�.

Para el a�o 1559, el Rey Carlos I daba la siguiente indicación que formaría posteriormente la Recopilación de las Leyes de Indias� �Encargamos a los Arzobispos y Obispos de nuestras Indias, que en sus Diócesis provean y den orden, como los vecinos y naturales de ellas se puedan enterrar y entierren libremente en las Iglesias, ó Monasterios que quisieren, y por bien tuvieren, estando benditos el Monasterio, ó Iglesia, y no se les ponga impedimento�144. El Derecho Canónico, retomaba esta singularidad y establecía que era un deber de los curas párrocos y al mismo tiempo un derecho, el hacer enterrar a todos sus feligreses en la iglesia o el cementerio de la parroquia, cuando estos no han elegido su sepultura en otra parte (Diccionario de Derecho Canónico, 1854�1039).

Chiava��a (2005�44) retomando a Martíne� Gil, expresa que en las constituciones sinodales de Valladolid (1607) y de Cuenca (1626) se preveía el lugar de entierro, legislándose que había que reservar �…cuarenta pasos en circuyto de las Catedrales, y Colegiales, y treynta de las Parroquiales, que es lugar sagrado, y religioso bendito por Obispo� debiendo otorgarse este 143 Apóstata� de acuerdo a la Real Academia Espa�ola, corresponde a la negación, renuncia o abjuración a la Fe en una religión, así como a la salida o abandono irregular de una Orden religiosa o sacerdotal (RAE, 2001). 144 Recopilación de Leyes de los Reynos de Indias (1681). Libro 1. Título XVIII. De las sepulturas y derechos eclesiásticos. Ley primera� �ue los vecinos y naturales de las Indias se puedan enterrar en los Monasterios, o Iglesias que quisieren. El Emperador Don Carlos en Madrid a 18 de julio de 1559. Madrid. La actuali�ación idiomática es nuestra.

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terreno para enterramientos cristianos. De acuerdo a Rodrígue� (2001�65), George �ubler destaca que es �…interesante anotar que el tamaño de la iglesia podía depender del número de sepulcros que requería la población: “según Rodrigo Gil de Hontañon, arquitecto español del siglo XVI, la capacidad de la iglesia se calculaba de acuerdo con la población disponible ( ) se hacía un cómputo del área de la iglesia en términos de un número estimado de los entierros que se necesitarían”. La mayoría de estas construcciones “…tenían pavimento o suelo especial que permitía la rápida excavación de la fosa, en ocasiones, sólo tierra apisonada, lápidas o losas de piedra, o pisos de madera� (Op cit).

El enterrar a las personas en las iglesias o áreas próximas, estaba fundamentado en la creencia extendida de que solamente las personas enterradas en estos territorios sagrados, podrían conseguir un pasaje tranquilo al Paraíso, ya que recibirían diariamente oraciones de los fieles, parientes y amigos (�olanda Coe, 2006�101).

No privativo de estos lugares, los espacios de inhumación tambi�n se extendieron a otras áreas como campos santos anexos a hospitales, ya que cuando se fundaba un hospital, se debía habilitar un espacio para lugar de enterramiento (Tiesler et al� 2002�7), siendo solemnemente santificado por medio de la bendición. Igualmente, en la Recopilación de las Leyes de Indias se preveía que ante la lejanía geográfica a estos lugares se hiciera lo siguiente� �Rogamos y encargamos a los Prelados, que bendigan un sitio en el campo donde se entierren los indios cristianos y esclavos, y otras personas pobres y miserables, que hubieren muerto tan distantes de las Iglesias, que gravoso llevarlos a enterrar a ellas, porque los fieles no carezcan de sepultura eclesiástica�145. Lo significativo, era que estas áreas destinadas para las inhumaciones y sus ceremonias sagradas, fueran percibidas como lugares sacros en contraposición a aquellos lugares de índole profana.

La importancia de la elección del lugar sagrado para el entierro en el período colonial oriental, tenía un lugar destacado dentro de las manifestaciones religiosas� queda patente cuando Antonio Le�ama (2009�36) anali�a la relación entre la población rural y sus capillas, considerando que parece centrarse esencialmente en los ritos mortuorios. De acuerdo al relevamiento del mismo autor, el propio F�lix de A�ara se�alaba la despreocupación religiosa de los españoles campestres por un lado, y por otro, jamás omiten el entierro de sus muertos en terreno sagrado� �Como las capillas ó parroquias distan algunas veces, cuatro, diez, treinta o mas leguas, rara vez oyen misa, y muchos que van, la oyen a caballo desde el campo, estando la puerta abierta. Los bautismos se dilatan a veces muchos años; pero jamás omiten el enterrar los muertos en el cementerio ( ) si la distancia es mayor o temen corrupción, dejan podrir al cadáver cubierto de ramas o piedras, o le hacen pedazos descarnando con el cuchillo la carne, y llevan los huesos para que el cura los entierre, metidos en un saco de cuero� (A�ara, A� 1847b�303).

La populari�ación en la utili�ación de estos lugares de entierro durante el siglo XVIII, hi�o que el acceso al espacio disponible para ser inhumado, debiera administrarse jerárquicamente. Como lo se�alara Er�in Panofs�y, primero se instaló un orden jerárquico en el empla�amiento de las tumbas dentro de los recintos y luego un orden jerárquico para la admisión de cuerpos a ser enterrados en dichos lugares (Bielli y Erchini, 2009�34).

145 Recopilación de Leyes de los Reynos de Indias (1681). Libro 1. Título XVIII. De las sepulturas y derechos eclesiásticos Ley XI. �ue donde estuviere lejos de la Iglesia, se bendiga un campo para enterrar los muertos. El Emperador Don Carlos y la princesa gobernadora en Valladolid a 10 de mayo de 1554. Y Don Felipe IV en esta Recopilación. Madrid. La actuali�ación idiomática es nuestra.

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En el caso concreto de los templos mexicanos, María Rodrígue� (2001�64) nos se�ala que existía una idea de jerarquía en la nave de las iglesias y que la �…cercanía o lejanía del altar determinaba la importancia y rango social del entierro, por eso la nave de la Iglesia va a ser dividida en tramos, que generalmente parten desde la grada de la capilla mayor o presbiterio hasta la puerta�.

Esta situación es clara en las partidas de defunción relevadas por nosotros para el caso de la Parroquia de Nuestra Se�ora de los Remedios del pueblo de Las Víboras, donde se hace mención a esta división cuando se habla de entierros en los diferentes tirantes o lances (en número de cuatro), el primero de ellos sobre la puerta del templo y el cuarto próximo al Altar. En este templo, se menciona además� el cuerpo146 del recinto� al lado de la Baranda del Comulgatorio� y el Presbítero, como áreas de entierro� este último, queda ilustrado en el caso ya mencionado de María Dionisia Sosa, esposa de Jos� Antonio de la Fuente, cuyo entierro se reali�aba el 11 de setiembre del a�o 1805, recibiendo vigilias solemnes, misa cantada de cuerpo presente y la sepultura en el Presbítero de dicha parroquial. Pocos a�os antes, en mayo de 1796, era enterrado en el mismo templo, Manuel Robledo, quien luego de obtener un entierro mayor cantado solemne, con cru� alta, seis posas, misa cantada, vigilias y honras, era inhumado junto a la Baranda del Comulgatorio, pagando por todo ello 64 pesos por derechos parroquiales y 6 pesos de fábrica.

Otros espacios de los templos tambi�n eran elegidos por las personas para su morada final, como ser cerca del Altar o el lugar donde se ubicaba la Pila de Agua Bendita, �ste último caso ejemplificado en Tomás Galloso, escribano de Gobierno en Buenos Aires, quien solicitaba en sus testamentos del a�o 1697 y 1705, ser inhumado en ese lugar de la Iglesia de San Francisco (en Buenos Aires), para que los fieles pisaran simbólicamente sus restos, al mismo tiempo que las gotas que cayeran sobre �l lo bendijeran permanentemente (Siegrist, 2005�541). Ejemplo similar, sucedía con Catalina Ca�arri en el a�o 1790, quien pedía en su testamento, ser sepultada en la Iglesia Matri� de Montevideo debajo de la pila de agua bendita.

En el caso montevideano, se dan otros ejemplos a destacar, como las solicitudes testamentarias de inhumación en la Catedral próximos al altar del Patriarca y Señor San José, al altar de Nuestra Señora del Pilar, el altar de Santa Catalina y delante del Altar del Señor� igualmente en la Iglesia y Convento de San Francisco se solicitaba la salida de la Sacristía al frente del altar de Nuestra Señora de Aranzazu y en el Atrio, por poner algunos ejemplos (Bentancor et al� 2008�116� De María, 1957a�45).

El espectáculo público del entierro mostraba en los territorios espa�oles diferentes variantes� para la provincia de Córdoba en territorio peninsular, se utili�aron expresiones como� entierro mayor, medio y menor, de una capa, sin oficio y de limosna� para el territorio alicantino, se utili�aba tambi�n las denominaciones de entierro general y de cura y cruz, mientras que en Montevideo sólo se distinguieron los conceptos de mayor y menor (Bentancor et al. 2008�78). Los Libros Parroquiales de Las Víboras por su parte, distinguen entre entierro menor, entierro mayor y entierro de limosna.

Si bien las variantes de entierro mayor se asocian principalmente a personas pudientes y los menores a aquellas menos agraciadas económicamente, los entierros menores fueron solicitados de manera ex�profesa en los testamentos por algunas personas de importantes recursos,

146 En el particular, desconocemos si los tirantes o lances y el cuerpo son excluyentes.

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asumiendo el papel de pobres voluntarios que �…así como quisieron austeros funerales, también reclamaron espacios por el estilo� demostrando humildad cristiana (Bentancor et al� 2008�117).

Barrán (1998b�16) indica que para ese período, a veces se advierte en las prácticas testamentarias montevideanas, una me�cla de práctica de la virtud y de pragmatismo� �…ser enterrado en el lugar más oscuro de la Iglesia o aun fuera de ella, como testimonio de humildad, era una virtud dolorosa de practicar pues implicaba renunciar a ciertos beneficios espirituales que recibiría el alma de ser enterrado el cuerpo en la Iglesia, pero era también una virtud que se premiaba con su salvación�.

Pese a lo expuesto, aunque en la moral católica se censuraba que un cristiano no fuese enterrado e inhumado en lugar bendecido, parecería ser que el entierro de algunas personas creyentes y pobres de solemnidad o conocidamente pobres, siguió siendo objeto de inconvenientes. Avan�ado el siglo XVIII, se indica que a veces quedaban cuerpos sin inhumar a merced de animales carro�eros, en la espera que algunos religiosos hacían para juntar la limosna que creían correspondiente, o se producía el abandono definitivo de los cuerpos por no contar con la misma. Esta situación fue una preocupación de base para la �ermandad de Caridad de Buenos Aires, cuyos integrantes lucharon por más de cuarenta a�os con integrantes de Catedral bonaerense y la parroquia de San Nicolás por tal motivo, posición que será apoyada por C�dula Real hacia el a�o 1760 (Cosse, 1997�81). Esta sensibilidad expresada por la �ermandad de Caridad, nos motiva a pensar que durante su administración de la Calera de las �u�rfanas, tuvo una especial preocupación por la inhumación correcta de su feligresía.

La inhumación

La palabra inhumación proviene del latín in (en) y humus (tierra), y corresponde a la acción de enterrar a un cadáver, que es la forma más aceptada por la Iglesia Católica para la depositación de un cuerpo. Parecería ser que en general en el Catolicismo, la reali�ación de la inhumación estaba prevista para las primeras horas de día, y particularmente a partir del amanecer, ya que desde el punto de vista religioso se asociaba el resplandor del día con la luz divina (ver Bentancor et al� 2008�80�81).

En esta instancia, tanto en Europa como en Am�rica, fue frecuente la participación de mujeres pla�ideras o lloronas. Algunas prohibiciones documentadas en los Libros Parroquiales de Las Víboras, nos permiten tomar conocimiento que la participación de las mismas tampoco estaba muy bien vista para las autoridades eclesiales� �No se permitirá en los Entierros a los interesados de los Difuntos, entrar, ni estar con sombreros puestos en las Iglesias; ni menos Mugeres lloronas o lamentatrices, prohividas en las Leyes de Partida�.

Existen diferentes ejemplos europeos y americanos del continente donde sería colocado un cuerpo dentro los templos� excavación de fosa, existencia de cubículos p�treos dentro del sustrato elaborados ex profeso, criptas, nichos y panteones, etc. La frecuente movili�ación de sedimentos, estaba facilitada en general, por la ausencia de mobiliario (como bancos) ya que no era común su uso en la �poca, como así tambi�n por las características del piso, ya que a veces no existía un solado en materiales sólidos como el ladrillo o la baldosa, y cuando existía su desmonte era parcial o fácil de llevar a cabo.

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Sabemos por otra parte como ya lo hici�ramos notar anteriormente, que la utili�ación de cajón o ataúd no era frecuente por lo que �En algunos casos sacaban el cuerpo del ataúd y lo ponían directo en la tierra; entonces se tapaba el rostro del difunto� (Rodrígue� M� 2001�93). En esta instancia, el cuerpo podía ser acompa�ado por diferentes elementos como rosarios, cruces, medallas y textos religiosos� en el caso colonial mexicano fue frecuente colocar la bula de la Santa Cru�ada (Rodrígue� M� 2001�89).

En relación a la orientación dada al cuerpo, una obra impresa en Venecia bajo la protección de Gregorio XVI147, cuyo autor era oficial de la curia romana, suministraba la siguiente particularidad� �En la sepultura, solamente los cadáveres de los presbíteros se colocan con la cabeza hacia el altar mayor: los de los demás eclesiásticos y los de los legos con los pies hacia el mismo altar� (Diccionario de Derecho Canónico, 1854�571).

Como regla general, la disposición del cuerpo en los entierros católicos de carácter primario, se reali�aban en posición decúbito supino, y para el período en cuestión, era frecuente que guardasen el paralelismo al eje mayor del recinto sagrado. En el caso espa�ol, la orientación general de los templos católicos guardan una orientación Este�Oeste, con el ábside o cabecera en el Este y orientado hacia la ciudad de Jerusal�n. Esto explica que en diferentes partes del mundo, los templos guarden la orientación hacia esta ciudad Santa. En el caso de la Capilla de Nuestra Se�ora de Bel�n, la orientación dada al recinto fue Noroeste�Sureste, orientación que podría responder justamente a la búsqueda de una alineación al Occidente hacia dicha ciudad.

Si bien intentamos buscar en este trabajo, una explicación simbólica concreta a cada una de las diferentes posiciones de los bra�os, las manos y las piernas, relevadas en la bibliografía y en los trabajos arqueológicos en Nuestra Se�ora de Bel�n, parecería ser que existió una disposición general establecida, pero una inter�variabilidad considerable, no comprobándose que hubiera una diferenciación perseguida en tal sentido (ver Figura 15).

147 Bartolomeo Alberto Cappellari. 1765�1846. Fue Papa entre los a�os 1831 y 1846.

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Al momento del entierro podía decirse una misa (misa de cuerpo presente)� esta ceremonia no necesariamente requería de la presencia del cuerpo de una persona recientemente fallecida. En los Libros Parroquiales de Las Víboras hemos encontrado diversos ejemplos a destacar. Con fecha 3 de octubre del a�o 1827, Felipe Santiago Torres de Leyva enterraba en el Cimenterio de Las Víboras y con sepultura eclesiástica, al cadáver de Pablo Rodrígue�, natural del Paraguay, su cuerpo fue exhumado de la costa del Uruguay practicándosele un entierro menor re�ado con misa de cuerpo presente, pagándose 6 pesos. Otro ejemplo, corresponde al día 18 de diciembre del a�o 1830, donde el mismo religioso inhumaba en el primer lance de la Iglesia de Nuestra Se�ora de los Remedios a Francisco Benítes, que fuera exhumado por Dña Manuela Ruidias de la otra parte de San Salvador, donde fue muerto violentamente en el mes de agosto de 1829. El

Figura 15 � En esta figura se aprecian las diferentes posiciones relevadas para distintos templos católicos espa�oles, que indican que si bien existía una disposición principal (primario, extendido, hori�ontal) tenían una importante variabilidad. Imagen para la base de datos de gestión de enterramientos. Autores� Alberto Plata Montero, Jos� Manuel Martíne� Torrecilla. �ar�. Arqueología y Gestión Integral del Patrimonio Construido. País Vasco. Espa�a.

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difunto, que era casado con la finada Ana Carriso y de cuyo matrimonio quedaron die� hijos, tuvo un entierro menor re�ado y una misa de cuerpo presente, pagándose a los efectos 8 pesos.

Siguiendo a María Rodrígue� (2001�93), en el caso mexicano una ve� terminado el entierro �…los concurrentes apagaban las velas que llevaban en las manos y los cantores entonaban el Miserere mei Deus� (Rodrígue� M� 2001�93).

10.4.6 Costes de los entierros

El entierro en los templos y sus costes, estaban estipulados por disposiciones canónicas en que se autori�aba el cobro de honorarios por parte de la Iglesia, como contrapartida de los diferentes servicios, como� abrir la sepultura, el gasto de cera, las bayetas o colgaduras, etc. (Bentancor et al� 2008�141)148.

Isabela Cosse (1997�102) menciona que en el caso bonaerense, el arancel aprobado por el Obispo Pedro Miguel149 en el a�o 1769 para la Iglesia Catedral, disponía que las sepulturas más costosas �en virtud de su ubicación al pie del Presbiterio� fueran cobradas 250 pesos, en tanto seguían en orden de importancia los 150 pesos previstos en el espacio denominado vía sacra, desde las gradas hasta la puerta del coro. Un tercer lugar correspondía a las tumbas comprendidas dentro del crucero formado por las capillas, con un valor de 80 pesos, mientras se solicitaban 12 pesos por la inhumación en las capillas laterales y cuatro a espaldas del coro. Otros datos de este arancel, se resumen en el cuadro siguiente�

Español Mestizo Mulato o Negro Libre

Mulato o Negro

Esclavo

Entierro Mayor 40 40 40 14

Cruz Alta Oficio Cantado Vigilia Misa Cantada

Dos responsos cantados

Entierro Mayor 16 16 16 9 Cruz Baja Oficio rezado 6 Vigilia 10 Misa rezada

Ídem sin solemnidad 10

148 Si bien a continuación ofrecemos diferentes ejemplos, al igual que los casos anteriores, deben interpretarse dentro de sus contextos específicos de tiempo y espacio, ya que las situaciones para los diferentes momentos históricos fue diferente.149 Pedro Miguel de Argandoña Pastene y Salazar. 1697-1775. Entre otros cargos, se desempeñó como Obispo de Tucumán y como Arzobispo de Chuquisaca.

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Entierro Menor 1� 1� 1� � Cruz Alta Oficio Cantado Entierro Menor 1� Cruz Baja Oficio rezado �

Ídem sin solemnidad �

Entierro Mayor � Misa rezada Cementerio Entierro Menor 4 Cruz Alta Oficio cantado Cementerio Entierro �anta�o Mayor � � � �

Cruz�Campana��ncienso

Ídem sin �ncienso �

Entierro �eza�o Mayor 4

Cruz�Campana��ncienso �

Ídem sin �ncienso � 1

Entierro �anta�o Menor �

Cruz�Campana��ncienso �

Ídem sin �ncienso � 1

Entierro �eza�o Menor � � � 1

Cruz�Campana Entierro Menor� � años � � �

Misa cantada � �igilia

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�unebria en territorio Oriental� Alejandro �errari �uaces

78 de ��5

Entierro Menor� � años 4 4 4

Misa cantada sin �igilia

Misa canta�a sin �i�cono 4

Misa reza�a 1�� Misa �e �i�untos 14 14 14 14

�entancor et al. ����8�14�� mencionan que la testamentaria rele�ada para Monte�ideo colonial no ha permitido captar las disparidades obser�adas para �uenos Aires, planteando que podría tener que �er con la categoría secundaria de los templos monte�ideanos y las fortunas pri�adas de la a�n incipiente ciudad-puerto. Estos autores obser�an que los conceptos por los cuales se abonaban sumas a la �glesia de Monte�ideo, eran básicamente dos� los derechos parroquiales y los de sepultura o fábrica15�, los mismos obser�ados en las partidas de defunción de los �ibros Parroquiales de �as �íboras.

�e acuerdo a �entancor et al. �Op cit.�, estos �ariaban en sus cantidades de base y por �ía de excepción podían modificarse generalmente a la baja. A estos podían agregarse los ser�icios suplementarios que se solicitaran, �...fundamentalmente misas (un peso las rezadas, nueve las cantadas) y, en mucho menor medida, posas (dos pesos cada una) o responsos (el mismo valor)�. Mencionan además, que las cantidades básicas percibidas por derechos parroquiales en los entierros mayores eran de 11 pesos por los pár�ulos y �� pesos por los adultos. �acia el año 181�, progresi�amente habría de omitirse la desagregación de los derechos incluy�ndose sólo cifras globales.

Para los entierros más ostentosos, los costes más ele�ados de la Matriz monte�ideana llegaron a superar el centenar de pesos, siendo el de 154 pesos el precio más alto abonado, en el que se celebraron nue�e misas cantadas ��entancor et al� ���8�14��. En general, el precio pagado a la �glesia monte�ideana por entierros mayores fue de 41 pesos, mientras que en los entierros menores el desembolso era por lo general inferior, siendo aproximadamente de �� pesos en los adultos y 8 pesos en los pár�ulos ��entancor et al� ���8�144�.

Para tomar conocimiento de algunos costes en el Partido de �as �íboras, tenemos que con fecha �1 de marzo de 18��, Casimiro �os� de la �uente enterraba en �uestra Señora de los �emedios, a Cándido �amos, cuyo entierro mayor, �igilia solemne, misa cantada de cuerpo presente y ocho posas, costaron �� pesos por derechos parroquiales y 1� pesos de fábrica� el 16 de junio del mismo año, el mismo párroco inhumaba en el primer tirante de la misma Capilla a �os� de los �íos, con entierro mayor cantado, misa de cuerpo presente y �igilia, cobrando �� pesos y 4 pesos respecti�amente.

15� �erechos de fábrica� la expresión de fábrica de las iglesias tomada en sentido literal, significaba antiguamente la construcción de las iglesias. Pero en sentido amplio �En general, es la renta o temporal afecto para la conservación de una iglesia parroquial, tanto para las reparaciones como para la celebración del servicio divino� ��iccionario de �erecho Canónico, 1854�5�4�.

Tabla � Arancel aprobado por el Obispo Pedro Miguel en �uenos Aires para el año 1769 �Tomado y modificado de� Cosse, 1997�57-59�.

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Pocos años despu�s, con fecha � de junio de 18�4, se pagaba por �rancisco Miranda la suma de �5 pesos por derechos parroquiales y 14 pesos de fábrica� consta en su acta de defunción que recibió los santos sacramentos de Penitencia, Eucaristía por �iático y Extremaunción, fue su entierro mayor cantado con 4 posas, �igilias solemnes y misa de cuerpo presente tambi�n cantada y su sepultura adentro en el cuarto tirante, es decir en el lance más próximo al Altar.

En el caso de los entierros menores monte�ideanos, 16� de las inhumaciones de pár�ulos rele�ados por �entancor et al. ����8�146� en actas de defunción, rondaron los � y � pesos. �guales montos se obser�an en �as �íboras� por ejemplo, el � de no�iembre del año 18��, Casimiro �os� de la �uente daba sepultura eclesiástica al cadá�er de un pár�ulo bautizado pri�adamente esposito en Casa de Antonio �eguisamo, hijo de padres no maridos, siendo su sepultura adentro del templo, con entierro menor recibido, cobrándose la suma de � pesos.

En los diferentes templos no faltaron los casos de rebajas y exoneraciones. Obser�amos di�ersos ejemplos en los �ibros Parroquiales de �as �íboras, como el caso de Sipriano Monte de Oca de sesenta años de edad, que con fecha 19 de enero del año 1818, en entierro oficiado por �elipe Santiago Torres de �ey�a y realizado en el cuerpo de la Capilla de �uestra Señora de los �emedios, era inhumado gratis, pese a que se le hizo entierro mayor cantado, con posas, �igilias y misa de cuerpo presente.

Para Monte�ideo, �entancor et al. ����8�145� calculan en �1� los usuarios que nada pagaron, figurando t�rminos como entierros de limosna, gratuitos, gratis, de gracia, de pobres y gratis por los muchos servicios que hizo a esta iglesia y pueblo. Algunos de estos correspondían a niños hu�rfanos a cargo de sacerdotes. �n ejemplo interesante y que figura como entierro mayor de limosna, es el del organista de la �glesia Matriz, quien por las tareas especiales que desarrollaba, mereció honras especiales en el seno de la comunidad católica ��entancor et al� ���8�158�.

�os entierros de limosna, no faltaron en el pueblo de �as �íboras, y así, entre otros, contamos con el caso de una pár�ula bautizada privadamente en caso de necesidad por la partera Teresa �ilches, hija legítima de Santiago �illalba y de María �onzález, siendo su entierro menor rezado, de limosna, y su sepultura en el campo santo, efectuada el día �8 de agosto del año 18��. Podríamos decir, que sal�o rarísimas ocasiones151, casi todos los entierros que figuran como de limosna, fueron practicados fuera del recinto de los templos de �uestra Señora de �el�n y de los �emedios.

Parece que existían quienes pese a contar con recursos, no querían abonar precio alguno por su entierro. Así, en la �órmula de los asientos de defunciones de �os �ibros Parroquiales de �as �íboras, se estipulaba que �� los Curas deben enterrar gratis a los verdaderamente pobres o de su Parroquial ministerio � � Que debe tener presente el Cura, que se suele fingir pobreza, y pedir de limosna sepultura, y Entierro; teniendo en realidad bienes de que testar el Difunto. Que por pobres miserables son entendidos los que en esta vida no dejaron bienes; ni quien de Justicia deba Enterrarles, como son los hijos, respecto de los Padres; y estos respecto de aquellos�.

151 Por ejemplo el caso de �uis Esteban Cuallado, inhumado en el tercer tirante del templo de �uestra Señora de los �emedios el día �� de marzo de 18�4, por el párroco Casimiro �os� de la �uente. �uego de recibir todos los sacramentos, su entierro fue menor rezado, figurando los derechos parroquiales como de limosna, aunque pagando � pesos de fábrica.

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En otro orden, el hecho que no figure un monto en metálico en las actas de defunción no significa que no se haya aportado a la �glesia. Por ejemplo �entancor et al. ����8�149� traen a colación una partida anotada en las partidas de defunción del oratorio de �uestra Señora de �uján en Pintado, en la que se informaba de la Muerte de Pedro Pablo Sánchez, correntino de color pardo, quien murió en el año 1781 en el paraje Carreta �uemada� esta persona fue inhumada con oficio menor y misa rezada en el cementerio del oratorio, cobrándose cuatro equinos15� a sus deudos. Esto se fundamentaba en la disposición canónica de que los gastos funerarios debían pagarse de los bienes del difunto.

Tampoco el hecho de que no constara un monto específico en las partidas de defunción, implicaba que no se pagara en un futuro inmediato o mediato. Por ejemplo los deudos del s�bdito gallego �alentín �raga, muerto en el año 181� en Monte�ideo, manifestaron una circunstancial imposibilidad de abonar los derechos, hasta poder �ender algo del finado ��entancor et al� ���8�15��.

En relación a los escla�os, �entancor et al. ����8�151� anotan que en el caso monte�ideano, el pago de los dueños por sus sir�ientes constituyó en la colonia y en �pocas normales posteriores, una �erdadera garantía, situación alterada hacia el año 181� por las condiciones en que se encontraba la �ltima ciudad española del �ío de la Plata. En general en el caso de los escla�os se trataba de un arancel de ser�icios comunes �� pesos y � pesos�� en tal sentido estos montos fueron similares para el caso de �as �íboras y así lo atestigua �entre otros tantos-, el caso de María �osefa, muerta el �8 de julio del año 18��, parda esclava de Don �os�, residente en la Colonia, quien abonaba 4 pesos, dándosele los sacramentos de la Penitencia y Extremaunción, siendo enterrado su cuerpo en el campo santo del pueblo.

1�.4.7 El luto

Para la �eal Academia española ����1� el luto refiere tanto al �� signo exterior de pena y duelo en ropas, adornos y otros objetos, por la muerte de una persona� como a los �paños y bayetas negras y otros aparatos fúnebres que se ponen en las casas de los difuntos mientras está el cuerpo presente, y en la iglesia durante las exequias�.

�na �eal C�dula del �� de marzo del año 169� marcaba que las �estimentas �� sean solamente capas largas, calzones y ropillas de bayeta o paño y sombreros sin aforro� y �...sólo podían traer luto los familiares próximos por consanguinidad y afinidad, como son padre y madre, hermanos, abuelos u otro ascendente, o los suegros, marido o mujer, y el heredero�. Además, el mismo documento indicaba �� que no se vista de luto las paredes ni los bancos de ellas �las �glesias�, sino solamente se pongan en el entierro doce hachas o cirios con cuatro velas sobre la tumba� ��odríguez M� ���1�95�.

�e acuerdo a �entancor et al. ����8�148� seg�n �i�as �l�arez, en la España del siglo ����� era frecuente el alquiler de mobiliario, cortinas y bayetas negras para los días de duelo� se compraban telas y se pagaban los ser�icios de un sastre, quien se encargaba de confeccionar la ropa del luto. 15� Para tener una noción aproximada del costo de los animales, contamos con la tasación de ganado hecha a finales del siglo ����� para la Estancia de �illanue�a Pico� no�illos �� pesos�� toros �1� reales�� �acas �5 reales�� bueyes mansos de buen ser�icio �4 pesos�� redomones �� pesos�� caballos mansos de buen ser�icio �4 pesos�� redomones �� pesos�� caballos mansos de medio ser�icio �� pesos�� yeguas mansas �� reales�� o�ejas �1 real y medio� �Sala de Tourón et al� 1967a�68�.

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�as manifestaciones del luto en la segunda mitad de dicha centuria, para algunos eran abusi�as, lo que moti�ó una serie de prohibiciones que no habrían tenido mayor alcance. Tenemos conocimiento de esta situación, por documentos como el labrado por �uan �os� de ��rtiz15� en el año 177�, en el retomaba mandatos reales y se quejaba de la ineficiencia de los decretos anteriores, imponiendo una multa de mil quinientos pesos para quien �iolara la norma. Como capitán general de la Pro�incia del Plata, ��rtiz �� ordenó y mando a todos los vezinos y moradores de esta ciu.d y su jurisdicción observen guarden y cumplan los capítulos siguientes: 1º. Que solo pueden traer luto las personas parientas del difunto en los grados próximos de consanguinidad, y afinidad que son por padre ó madre, hermano o hermana, abuelo ó abuela u otro ascendente, ó suegro o suegra, marido ó mujer ó el heredero aunque no sea pariente del difunto sin que se pueden dar a los criados de la familia del difunto aunque sean de escalera arriva, y que todo luto solo ha de durar por el término de seis meses y no más. 2º. Que no se vistan de luto las paredes de las Iglesias ni los bancos de ellas, sino solamente el pavimento que ocupa la tumba ó feretro y las achas de los lados y que solamente se pongan en el entierro doce achas ó cirios con cuatro velas sobre la tumba, y lo mismo en las honras, en las que no se han de poner túmulos. 3º. Que en las casas de Duelo solamente se pueda enlutar el suelo del aposento donde las viudas resiven las visitas del pesame, pero no se han de poder colgar de bayeta las paredes�154 �Cosse, 1997�66-67�.

Para el año 1787, el Obispo Ambrosio �erdán y Pontero, retomaba el tema y se dirigía a sus subordinados para recalcar la necesidad de cumplir con la �oluntad real, quejándose de que el luto seguía siendo utilizado por �Parientes remotos de los Difuntos, aun después de las Honras, y muchas personas de ambos sexos, que pueden ponerselos, [y] los cargan más allá del tiempo permitido� �Cosse, 1997�69�.

�a muerte de un �ey, caso de excepción, promo�ía en España y sus colonias la realización de ceremonias y luto� este �ltimo se exigía a la población por al menos tres meses, con la sal�edad de los pobres de solemnidad y los indígenas ��entancor et al� ���8�1�4�. Estas ceremonias podían darse con meses o años de retraso, como lo atestiguan los casos de �ernando �� y Carlos ���. En relación al segundo monarca, la ceremonia y el luto en Monte�ideo se lle�aron a cabo en julio de 1789, es decir, con �arios meses de retraso, realizándose un �...espectáculo de acentuado sentido teatral, que organizaba el Cabildo en acuerdo con las autoridades eclesiásticas de su distrito �donde� se sucedían a lo largo de dos días una serie de actos y gestos luctuosos destinados a exaltar la figura del monarca fallecido� �Op cit.�.

�o mismo sucedía en �uenos Aires en relación al mismo monarca, y así lo relata �sabella Cosse �1997�6-7� al decir que� �Los funerales de Carlos III se realizaron ocho meses después de su muerte, cuya comunicación oficial había llegado en marzo de 1789 y se programaron para el 29 de Julio. La función religiosa se realizó en la Catedral con los ornamentos dignos de la ocasión. Al día siguiente, desde las seis de la mañana, los padres de las órdenes religiosas continuaron las vigilias y celebraron misas rezadas y cantadas. A las diez, concurrió el Virrey, acompañado del cortejo � � El acto terminó con un responso � � Horas más tarde la ceremonia se repitió a cargo del deán y maestre de escuela en el oratorio del palacio virreinal a las tres y media de la tarde ante el retrato del monarca difunto�. Sus exequias implicaron además en �uenos Aires, que se dispararan durante �4 horas los cañones de la fortaleza, se escucharan las campanas de la

15� �uan �os� de ��rtiz y Salcedo. 1719�1799. Militar y político nacido en M�xico, �nico �irrey del �ío de la Plata nacido en Am�rica. 154 A��A, Sala ��-8-1�-�, �andos, �ibro ��, 9�8�177�, fol.�74-�75 �Cosse, 1997�66-67�.

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Catedral y algunas embarcaciones surtas en el puerto dispararan sus cañones al igual que lo hiciera la guarnición militar con fusiles y armas de fuego �Cosse, 1997�14�.

1�.4.8 �as misas

�e acuerdo a �entancor et al. ����8�179� una característica de los ordenamientos de sufragios, fue su acumulación en las horas más cercanas a la defunción, por el arraigo de la creencia en el Purgatorio y la b�squeda de sortearlo rápidamente. Se sostenía la idea de que a mayor n�mero de misas mayor garantía de sal�ación.

�os sufragios por el alma del difunto podían continuar por semanas o meses luego del entierro, sobre todo en honor de quienes contaron con más recursos. �as cifras más reiteradas para el Monte�ideo colonial fueron de 6, 9, 1�, ��, 5� y 1��, siendo uno de los casos más resonantes el de Codicilo de �ucas de �ema quien solicitó en el año 179�, 1.5�� en su memoria ��entancor et al� ���8�179�.

�os montos recibidos por la celebración de misas dependían de sus características. En Monte�ideo, por las misas rezadas se exigía casi sistemáticamente la contribución de un peso u ocho reales, que era lo mismo ��entancor et al� ���8�147�.

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11. EL SUROESTE DEL ACTUAL TERRITORIO URUGUAYO Y EL ÁREA DE EMPLAZAMIENTO DE LA FUTURA ESTANCIA JESUÍTICA DE NUESTRA SEÑORA DE BELÉN

�e acuerdo a �atalio �adell �1955��5�, hacia el año 16�6, �aspar de �odoy155 recibió una merced de una importante extensión de tierras que abarcaría el área donde se emplazaría a futuro la Estancia de �uestra Señora de �el�n, incluyendo la zona ocupada por el actual Carmelo �1816�, pero seg�n este autor se ignora si fueron efecti�amente ocupadas156. �arrios Pintos, opina de igual forma, al afirmar -años despu�s- no conocer ning�n documento que confirme la ocupación de dichos campos que abarcaban �� dos leguas de tierra adentro, desde el riachuelo que linda con los charrúas yendo al norte, a la banda del este, hasta lindar con otro riachuelo en la Punta Gorda�157 ��arrios Pintos, 1971�459�.

�ebemos recordar que el área considerada en documentos de factura europea y criolla, como un área �acía y a ser poblada, era ocupada y�o frecuentada por grupos indígenas de diferentes características socio-culturales.

El poblamiento europeo y criollo del área, se había �isto desfa�orecido por di�ersas causas, entre las que se contaban� la renuencia de grupos de poder bonaerenses, la falta de control efecti�o sobre el territorio y los constantes conflictos inter�tnicos, moti�os que dificultaron la permanencia.

�a preocupación por la explotación de recursos naturales del territorio oriental se hizo elocuente, cuando hacia el año 17�8, por disposición de �eales C�dulas libradas a fa�or de �ecinos de la ciudad de �uenos Aires se proponía �� el goce de la tierra montés y poblaciones de la otra banda� ��adell, 1955��9�, lo que habría promo�ido el acercamiento de pobladores y diferentes emprendimientos a la banda �orte del Plata. Estas decisiones fueron seguidas por una nue�a C�dula �eal, especialmente concebida con fecha 1 de octubre de 1711 �� para que esta Ciudad y sus vecinos Gozen de los montes Pastos Y aguadas Sin Impedimento alguno�, y otra con fecha �� de junio de 171� por la que se proponía que los �ecinos �� corten maderas y Uzen de sus condussion libremente en Botes lanchas y canoas� ��autreau, ���6�67�.

Para el caso de los barqueros, este ad�enimiento no habría sucedido sin incon�enientes, ya que de acuerdo a di�ersos documentos, entre los años 17�8 y 171�, existieron intensos debates en �uenos Aires en relación a los derechos de explotación, que se habrían zanjado a fa�or de los barqueros bonaerenses de �enir a obtener madera158 entre otros bienes a esta �anda ��autreau, ���6�67�.

En estas dos primeras d�cadas del siglo �����, se hizo frecuente además, que �ecinos santafesinos y porteños realizaran recogidas de ganado, fundamentalmente para el 155 �aspar de �odoy había sido Corregidor de la reducción de San �rancisco de Oli�ares de los Charr�as. 156 Al respecto �arrios Pintos �1967�15� dice lo siguiente� �Dado el carácter indomable de los indios charrúas, se considera que no fueron ocupadas estas tierras, al igual que las de Frías Martel, situadas ambas en el actual departamento de Colonia. Hasta ahora, ningún documento lo ha confirmado�. 157 �egistro Estadístico de �uenos Aires, 186� ��arrios Pintos, 1971�459�. 158 �ay indicios de una intensa explotación de la madera en esta zona del �ruguay. Cientos de carretas de leña fueron cortadas y en�iadas a �uenos Aires pro�ocando un cambio notorio en el ambiente. �a madera era muy preciada y utilizada con di�ersos fines� calefacción, cocción de alimentos, cercado de huertas y chacras, postes, alimentación de hornos de panaderías, herrerías �y producción de cal�, carpintería na�al, elaboración de barriles, elaboración de carbón, etc. ��autreau, ���6�.

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apro�echamiento de los cueros �toro, no�illo y bagual�, y en menor medida del sebo, aspas, crines, grasa y carne �cecina, charque, tasajo�. �e acuerdo a Torassa, �Algunos de ellos, como los santafesinos Antonio Márquez Montiel y Andrés López Pintado, emplean hasta 200 hombres cada uno� ��arrios Pintos, 1971�46��.

Como manifiestan Sala de Tourón et al. �1967b�15�, a medida que las ranchadas de los faeneros se iban haciendo permanentes, surgía la estancia, que en cuanto los ganados se alejaban, comenzaron a tener ganado de rodeo. Siguiendo a Torassa, �arrios Pintos sostiene que estos emprendedores, �� establecen sus primeras estancias en el ángulo suroeste de la Banda Oriental, desde el río San Juan hasta el Espinillo y al abrigo de sus poblaciones se mantienen algunos puntanos, salteños, cordobeses, santafesinos, correntinos y paraguayos� �1971�46��.

A partir del año 1715, la compra de cueros estu�o a cargo del Asiento de �nglaterra �South Sea Company�, destinándose un tercio del �alor de dichas �entas a beneficiar las obras p�blicas y sociales bonaerenses ��arrios Pintos, 1971���5�. �a �eal Compañía de �nglaterra, que tenía desde 171� la exclusi�idad del comercio negrero con las colonias españolas por derecho de Asiento, había celebrado en el año 1715, un contrato con �uenos Aires, en el que ajustaba las condiciones del suministro de 5�.��� cueros o pieles de toro, de los cuales ��.��� deberían ser entregados en la �anda Oriental ��arrios Pintos, 1971�459�, a cambio de negros escla�os.

�n año despu�s �1716�, el �ey �elipe � autorizaba al Asiento de �nglaterra para que construyera casas de madera en la costa Suroeste de nuestro actual territorio� de esta manera, el �� gobernador interino García Ros se vio obligado a permitir que el asiento inglés levantara en el puerto de Las Vacas unas barracas para conservación de corambre que se le iba entregando� ��arrios Pintos, 1971�549�. Este emplazamiento no fue casual, ya que dentro de las determinantes, estaba la de alejar de �uenos Aires hacia un lugar distante la recalada de los escla�os que debían permanecer en cuarentena, pre�iniendo enfermedades159, buscando mantener en salud y refrescar a los escla�os �Op cit�.

En los hechos, el Asiento ingl�s se aseguraba cargamentos de retorno, entre los que se encontraban además de los cueros� sebo, metales �oro y plata� y lana ��arrios Pintos, 1971�459�. �a presencia de las construcciones de madera de la Compañía inglesa, lo confirma �adell �1955��5� al decir que hacia el año 1716, el Asiento de �nglaterra, explotó unas construcciones en madera que habría mandado construir el Cabildo de �uenos Aires, agregando que en dichas construcciones se habría albergado a cuarenta negros escla�os procedentes de �uinea y otros puntos, conformando seg�n este autor la famosa Negrería de su �poca.

�e acuerdo a Torassa, estas barracas16� aparejaron di�ersos problemas a las autoridades porteñas, ya que se denunciaba que los ingleses recibían ocultamente pieles �de contrabando� de quienes se encontraban en las faenas corambreras en la �anda Oriental ��arrios Pintos, 1971�46��. En 1717, integrantes del Cabildo de �uenos Aires, en�iaban un comisionado porque habían sido notificados de que �ecinos se hallaban haciendo porciones muy considerables de cueros, entregándolos en estas construcciones, librando la orden de lle�ar presas a �uenos Aires a todas aquellas personas que estu�ieran comprometidas en esas tareas. 159 En �arias ocasiones, cargamentos con escla�os enfermos traídos por la Compañía �rancesa de �uinea, habían propagado en �uenos Aires enfermedades como la �iruela ��arrios Pintos, 1971�46��. 16� �a �ida de estas construcciones se habría extendido hasta el año 17�1, año en que por orden �eal, habrían sido trasladadas al otro lado del río, facilitando su control, dando origen al nombre de Barracas, topónimo aun existente en la margen argentina ��arrios Pintos, 1971�46��.

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�acia 17��, di�ersos incon�enientes �entre ellos se aducía la proximidad a Colonia del Sacramento� generaban la orden de desalojo de los establecimientos ubicados desde el río San �uan hasta el Espinillo, dictada por �runo Mauricio de �abala161� esta orden fue cumplida por el sargento �oseph Piñana de la �uardia de San �uan y aunque desconocemos el alcance de la misma, esta imperati�a nos permite tomar conocimiento de algunos de los nombres de quienes estaban a cargo de los mismos� �…día 12 de enero de 1722 fue notificado en el arroyo San Juan, Francisco de Alpoin, capataz de Fernando Baldés: Juan de Figueroa, “en ausencia de su amo”, Juan González, en el arroyo de las Vacas; Pedro de León y Javier de Mitre, en el mismo arroyo; Joseph Casco de Mendoza, al no encontrarse el capitán Juan de Illescas, también sobre el arroyo de las Vacas y Matías Ximenez, capataz del capitán Juan de Sosa, que se hallaba sin peón alguno, en el arroyo de las Víboras� y el �13 de enero � � Juan Santiago, capataz de los capitanes Juan y Cristóbal Cabral, en el Roncón del Espinillo; el capitán Dionisio Chiclana, en el arroyo de las Vacas y Antonio Ramírez, “que dijo haber quedado en el lugar del capataz”, en la estancia de Gerónimo Escobar, también situada a orillas del arroyo de las Vacas� ��arrios Pintos, 1965��7-�8�.

Se destacaban dentro de estos establecimientos las posesiones de la familia Escobar y �uti�rez, familia conformada seg�n �adell por �� personas encumbradas en su época y que ocuparon puestos de honor y dignidad en el gobierno de estas Provincias� �1955��7�. �entro de �stas, la estancia16� de �erónimo �o �erónimo� Escobar y �uti�rrez16�, habría tenido una extensión de treinta y seis millas y contaría con numeroso ganado. �a riqueza ganadera de la misma queda patente en un alegato de posesión que tiempo despu�s hizo Melchor de Albin164, en un pleito que mantu�o contra el párroco �e la �uente, en el que sostenía que Escobar hacia el año 1719, habría sido el primero en lle�ar hacienda y que �sta se había procreado notablemente, dando origen a la riqueza ganadera de la región ��adell, 1955��7�.

�ezama ����9�17� señala que la estancia de Escobar �� ocupaba tres cuartos de legua desde arroyo de las Vacas por dos leguas de fondo llegando al arroyo de las Víboras que, posteriormente, le separará de la calera de Juan de Narbona. Las tierras de los Escobar lindaban por el este con el establecimiento del Capitán Domingo Monzón �165� –hijo y nieto de corregidores de Santo Domingo de Soriano- poblado en 1719, sobre el arroyo de las Víboras�.

161 �runo Mauricio de �abala. 168�-17�6. Militar y administrador de origen español, nombrado Capitán �eneral del �ío de la Plata en el año 1717, desempeñándose además como �obernador. 16� El casco principal de esta Estancia ha sido ubicado sobre una lomada alta, próxima al arroyo de �as �acas� fue abordado arqueológicamente en los años 1999 y ���� en el marco del proyecto ��íboras�a cargo del �r. Antonio �ezama. 16� �mportante empresario de �aquerías. Su hijo �uis Escobar y �uti�rrez tendrá rele�ante participación en diferentes sucesos en el área. 164 Su posterior dueño. �Durante muchos años existió un pleito entre los Escobar y los Narbona, pleito que recién fue zanjado en 1778, a favor de Melchor de Albin, quien, en 1777, había adquirido las tierras de los Escobar y Gutiérrez� ��ezama, ���9�17�. 165 �e acuerdo a Sala de Tourón et al. �1967b��7� las tierras ocupadas por �omingo Monzón, corresponderían a la primera concesión hecha por autoridad competente, en este caso por �runo Mauricio de �abala. �a concesión habría sido realizada -en los documentos- hacia el año 17�1, otorgándosele una suerte de estancia de una legua de frente y una y media de fondo sobre el arroyo �íboras. �e acuerdo a estos autores, la familia Monzón gozó de gran predicamento en la zona, moti�o por el cual el �obernador Andonaegui otorgó a �omingo Monzón la facultad de dar tierras y sitios a los que se ofreciesen, a fin de que estando habitadas dichas campañas y aumentada la población, contu�ieran a los infieles.

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Esta estancia, ubicada inmediatamente al �orte de lo que será la Estancia de �as �acas, pro�eía de carne, sebo y grasa a �uenos Aires, además de la carne necesaria para el consumo en las embarcaciones que transitaban por el río �ruguay ��adell, 1955��5-�6�. �ue �isitada por el misionero Cayetano Cattáneo166 en el año 17�9, en �iaje de �uenos Aires a las Misiones Orientales, quien dejó una descripción de la misma167 y la que nos permite saber que �pese al desalojo dictado- Escobar siguió explotando estas tierras� a partir de este y otros documentos, se constata efecti�amente, que la región era frecuentada para el acopio de ganado �acuno, moti�o por el cual se le había dado a la zona unos años antes el nombre de Las Vacas, hipótesis que echaría por tierra �seg�n �adell- a la que sostiene que su denominación pro�iene del desembarco realizado por �ernando Arias de Saa�edra a comienzos del siglo ����168 ��adell, 1955����.

Pese al desalojo dictado, aparecerán posteriormente -además del establecimiento de Escobar y �arios de los ya mencionados- los nombres de� �icolás P�rez de �elazco �17�4�, �uan de �arbona169�17���, Martín de Mansibillaga �17�4�, �amón de �iz �17�5�, Pedro de Torres �17�6�, �omingo �onzález �17�7�, �uan Antonio de Arroyo �anterior a 174�� y �uan Esteban Mora �174�� ��allardo, 1978�16�.

En ese período y con fecha incierta �aparentemente hacia 17�5�, se instalaba en la zona la Guardia de Dragones de Las Víboras17�, en el marco del proceso tendiente a fomentar el arribo de pobladores en torno a lo que será el pueblo de Las Víboras171. �e acuerdo a �ezama ����9��4� el futuro pueblo surgirá espontáneamente y �� como consecuencia de un proceso de concentración de población en el área –que se da a partir de comienzos del siglo XVIII– fruto de la ocupación permanente de las primeras estancias y del emplazamiento de una guardia de Dragones para vigilar los movimientos de los portugueses de la Colonia del Sacramento�.

�acia 174�, se realiza un repartimiento que �adell lo fundamenta en una petición de �uis Escobar y �uti�rrez �� solicitando testimonio de las facultades que dio el Cabildo a don

166 Cayetano Cattaneo. 1695-17��. �eligioso italiano de la Orden jesuítica. �as cartas que en�iara a su hermano �os�, contienen relatos �ariados para el conocimiento del �ío de la Plata en las primeras d�cadas del siglo �����. 167 �er �arrios Pintos �1967��9�. 168 �a denominación se �ería reforzada con la conformación de la Estancia que nos ocupa, llamada de �el�n o de �as �acas, que fomentaría aun más la ganadería en el área, dando fijeza y notoriedad a la terminología geográfica existente en la toponimia del área como �Arroyo de �as �acas�, �Puerto de �as �acas� y �Estancia de �as �acas� ��adell, 1955��7�.169 �uan de �arbona. Comerciante de escla�os y uno de los más renombrados constructores de �uenos Aires. Muere en 175�. 17� �arrios Pintos señala la existencia de la �uardia de �as �íboras para el año 17�5, cuando se instalara seg�n el mismo autor, el Campo de �loqueo para la Colonia del Sacramento. Contaba en su origen con treinta dragones��ezama, ���9��7�. Para 1751, �adell �1955�48� menciona la existencia de treinta dragones en dicha �uardia, de los ciento sesenta distribuidos en la zona. �e acuerdo a �arrios Pintos ����8���7�, las guardias de la costa septentrional cumplían las siguientes funciones� �...establecer una resistencia permanente a las invasiones de indígenas y malhechores a chacras y estancias, capturar fugitivos, reprender el robo de caballadas y ganado en pie que eran introducidos en los dominios de Portugal y las faenas clandestinas de cueros y su extracción también para el territorio luso-brasileño. Brindaban también apoyo a los establecimientos rurales y amparo al vecindario campesino y gente de paso y apercibían y reprimían a los que aplicaban el calificativo de vago, cuando recorrían los campos sin las respectivas licencias�. 171 El lugar, sería donado por la Sra. �erbacia �onzález, abuela materna de �usto �os� de �rquiza ��allardo, 1978�17�. �atalio �adell, de acuerdo a la tradición oral, atribuye el origen del nombre de Las Víboras a la gran cantidad de ofidios en la zona, sobre todo la �íbora de la cruz o crucera ��othrops alternatus�, de las cuáles �l mismo habría comprobado su abundancia.

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Antonio Félix de Sarabia, Procurador General entonces, para el consentimiento de esa repartición� ��adell, 1955����. Por su proximidad y rele�ancia, nos interesa que en el acta capitular elaborada en estas instancias, aparece la mención de lo que sería el primer oratorio y capilla de la zona, asociada a �uan de �arbona que por merced real, otorgada por �runo Mauricio de �abala, contaba con tierras en la zona explotando una calera ��adell, 1955����, constando que tomó posesión de la misma en el año 17�5 haci�ndosele la entrega efecti�a en 174�. �arbona erigió la capilla cuya Patrona era Nuestra Señora de la Candelaria, comprobándose su existencia como oratorio al menos desde el año 17�8� �ste sería seg�n �adell, el único Templo que había desde Montevideo a Santo Domingo de Soriano �1955�51�. Es durante la d�cada de 174� que por merced, los jesuitas fundarán la Estancia de �uestra Señora de �el�n.

Para el año 1746, habría existido en el lugar donde se erigiría el pueblo de �as �íboras o próximo a este, un asentamiento de indígenas guaraníes, congregación incenti�ada por el Obispo de �uenos Aires, fray �os� de Peralta �arnuebo y �ocha17�, cuando dispuso que el fraile Sebastián Mareco, pasara a adoctrinar y atender las necesidades espirituales de los guaraníes, cuya e�angelización debía realizarse en su propia lengua ��onzález y �odríguez, 199�����.

Para ese entonces, surgirá de denominación de Partido de Las Víboras como una de las primeras di�isiones administrati�as de nuestro actual territorio. En relación al origen del mismo, �adell plantea que fue infructuosa su b�squeda de los documentos donde se mencionase tal creación. Sus límites, serán parcialmente planteados hacia 175�, cuando �runo Mauricio de �a�ala en su exposición al Ilustre y Venerable Cabildo Eclesiástico, sostenía seg�n �adell, que �� no puede unirse el partido de Las Víboras con el curato de “Santo Domingo”, no sólo por ser aquel pueblo de indios del rey, y tener suficiente gente, sino porque hay de por medio el Río San Salvador, que no es vadeable sino muy por arriba y esto cuando no viene de avenida�. En la misma oportunidad, �a�ala hacía consideraciones en relación a la aplicación de diezmos para la manutención de un cura y de la fábrica de una capilla e iglesia, capáz y decente, formándose un principio de estancia, para que en adelante sir�a de subsistencia de los demás curas� mientras tanto seguiría oficiándose misa en la Capilla de �uestra Señora de la Candelaria en la Calera de �arbona.

�a jurisdicción factible de lo que sería el Partido la conocemos por comunicaciones posteriores, donde se plantea que los límites probables eran� al �orte el Pueblo de Santo �omingo de Soriano separado por el río San Sal�ador� al Sur el río o arroyo San �uan� al Este, las puntas del San Sal�ador y el San �uan y al Oeste, el �ío de la Plata. Por su parte �ezama ����9��5� reafirma que el Partido de �íboras, se �� extendía desde el sur del río San Salvador, que le separaba de las tierras de la jurisdicción de Santo Domingo Soriano, abarcando los valles del arroyo del mismo nombre, del de las Vacas, el Juan González, Miguelete y San Juan�. �os límites se �erían modificados años despu�s con la creación del Partido Del Espinillo, que redujo su perímetro ��adell, 1955�46�.

�a fundación concreta del pueblo de �as �íboras se daría reci�n hacia el año 1758 en las costas del arroyo �íboras, entre la cañada de �eón ��ila y la del Correntino, cuando el �uez Comisionado �uan �omingo Palacios �o �uan �rancisco Palacios� �llegado a la zona como mayordomo de �uan de �arbona- solicitaba se le permitiera erigir una capilla� con posterior

17� �os� Antonio de Peralta �arnue�o y �ocha �ena�ides. 1669-1746. Catedrático y prelado peruano que se desempeñó como octa�o Obispo de �uenos Aires entre los años 1741 y 1746.

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asignación de Párroco17� lo que significaba la creación del Curato. Esta capilla, �� que coloca bajo la advocación de la Inmaculada Concepción de María Santísima�, será conocida posteriormente como la Capilla de Palacios ��adell, 1955�49�.

�a fundado como tal, el pueblo de �as �íboras será cabecera de Parroquia y Curato174, y sede de las autoridades judiciales y militares ��ezama, ���9��5�. Maeder y �uti�rrez �1995�44� sostienen que las �� parroquias o curatos rurales fueron de las primeras jurisdicciones establecidas en tierras rioplatenses. Esta división territorial eclesiástica precedió o coincidió con los distritos civiles, conocidos también como partidos o pagos y asignados a su vez a un comisionado o juez de paz. Creadas las parroquias para la atención pastoral de las feligresías de la campaña, tuvieron su sede en un Templo y fueron atendidas por algún cura o teniente de cura, y contribuyeron a la radicación de los vecinos en pueblos y distritos, acompañando así la gradual ocupación del espacio por la población rural�. �a Parroquia de �as �íboras, �a a tener jurisdicción sobre el Partido homónimo �� y demás de aquella Banda, con excepción del arroyo del Arenal y estancia de don Francisco Ortíz, que reserva con los demás de esta parte y la otra del Río San Salvador� ��adell, 1955�5��.

Para ese entonces, fray �omingo Monzón a la sazón Reverendo Padre Predicador General de la Orden, por encargo del Pro�incial y �icario �eneral, le�antó el censo de personas y estancias de dicho Partido, a cuyo efecto se trasladó a la estancia de su recientemente fallecido padre, �omingo Monzón. Por ese censo, sabemos que los habitantes de �as �íboras eran 194, y los de �as �acas 19�� en ese raconto cuantifica además a los habitantes de la ya fundada Estancia de �uestra Señora de �el�n de los Padres �esuitas, en 87 personas. �os habitantes del Partido serían 1.�68 y el n�mero de poblaciones 1�5 ��adell, 1955�54�.

Por di�ersos documentos, sabemos que las concesiones realizadas hasta el momento en ambas bandas del río �ruguay no estu�ieron exentas de incon�enientes. En el repartimiento y mercedes concedidas en la �poca, hubo �arias quejas relacionadas con el amojonamiento y medición de terrenos que se hicieron llegar a las autoridades del momento. En relación a la Estancia de �as �acas, es reci�n en el año 1759, cuando Manuel de �apiola, quien se desempeñaba como piloto agrimensor, hace la medición y deslinde definiti�o de la misma, entrando en posesión indiscutida los padres de la Compañía de �es�s.

�allardo �1978�5��, retomando a �adell, plantea que para el año 176�, sin perjuicio de la existencia de la recientemente fundada Capilla de Palacios en el pueblo de �as �íboras, hubo de parte del Obispado propósito de le�antar un templo diferente al del Comisionado� de esta manera, �erónimo Monzón reunió en la Capilla de Belén al �ecindario, a los efectos de concretar esa empresa fundacional, ley�ndoles el auto de Su Santidad Ilustrísima referente al le�antamiento del templo. Así �prosigue este autor- Monzón pudo informar al Obispado del alcance del compromiso que contraían los �ecinos para la erección de esta segunda capilla en contribuciones materiales de índole di�ersa. Siguiendo a �adell, �allardo plantea que �� los vecinos aspiraban a que la Capilla se edifique en paraje que sea propio para el desarrollo del Pueblo, proponiéndose un lugar inmediato a lo de don Ramón de Niz, que es el centro y el conmedio, fiándose esta diligencia al Maestre de Campo don Juan Antonio de Arroyo�

17� El primer Capellán fue un religioso del Con�ento de �uestra Señora del Pilar, fray �ernando O�iedo, sustituido prontamente por fray �omingo �erreira de Sosa ��adell, 1955�49-5��. 174 �a primera di�isión de �uenos Aires en parroquias y curatos, habría sido realizada hacia el año 17��. En el año 1769, el Obispo de �uenos Aires, Manuel de la Torre, realizaba una nue�a di�isión.

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��allardo, 1978�51�. El Obispo accedió a dicha petición el 4 de diciembre del año 176� y al año siguiente se terminaba la capilla, siendo designado �icario foráneo �os� �gnacio de �garzábal. �a Capilla de Palacios pasó a ser �ice-parroquia y su documentación trasladada al nue�o templo bajo la ad�ocación de Nuestra Señora de los Remedios del Pueblo de Víboras175.

Estas razones, explican que en los �ibros Parroquiales de �as �íboras, cabecera de parroquia y curato, figuren las partidas de defunción �al menos desde el año 1779 al año 18�1- de las personas inhumadas en la Capilla de �uestra Señora de �el�n.

175 �acia el año 1815, �ámaso Antonio �arrañaga en su Viaje de Montevideo a Paysandú describiría esta �glesia de la siguiente manera� �Por fuera no presenta sino un rancho miserable de paja como de unas veinte varas de largo y parecería una de las más pobres capillas de campaña; pero cuál no sería mi sorpresa cuando entrando en ella vi un retablo que aunque de gusto antiguo, era el mejor de todo el viaje; y tenía algunos visos de arquitectura con varias pilastras y dos columnas salomónicas con capiteles compuestos; tenía muchos dibujos y floripondios dorados con campo azul; en él está la Virgen de los Remedios vestida y de regular rostro. El sagrario es de estilo más moderno con pilastras estriadas de orden jónico. En otro altar a la izquierda sin retablo, está una efigie del Carmen de vestir, también regular. Pero lo que más me agradó fue el púlpito, que tenía pintados en sus cuatros fases los cuatro evangelistas, y en las tablas que cubren las gradas para subir, una Magdalena postrada con un Crucifijo en las manos con la mayor expresión, y me ha parecido todo ejecutado con mano maestra y con valentía, principalmente la Magdalena. Hay dos buenos confesionarios de cedro, con lámparas doradas, buenos ciriales con cruz y un cáliz de plata muy bien dorado y de una forma y gusto tan exquisito que no le he visto mejor en parte alguna� ��adell, 1955�59�. �adell añade que para la d�cada de 195�, la campana de este templo se encontraba en poder de la familia P�rez en Carmelo ��adell, 1955�6��.

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12. LA CAPILLA DE NUESTRA SEÑORA DE BELÉN Y LA ESTANCIA DE LAS VACAS

12.1 Sus comienzos

Para las primeras d�cadas del siglo �����, la Compañía de �es�s176 -con más de un siglo en el Continente americano- había logrado establecer una compleja red producti�a a la que integró estancias177. En �stas, la ganadería era sólo uno de los segmentos producti�os, acompañada además, de una agricultura intensi�a, explotación minera y desarrollo industrial, con miras al abastecimiento e intercambio ��eymonat, ���������.

En este sentido, el caso jesuítico no era la excepción, ya que en el �ío de la Plata prácticamente todas las órdenes religiosas con sede en �uenos Aires eran propietarias de estancias �Mayo, 1995�4��. Sin embargo, la Compañía de �es�s destacaba por sus importantes posesiones.

En tal sentido, tempranamente en el año 1599, los jesuitas se instalaban en Córdoba, fundando durante el siglo ���� el Colegio Máximo �161�� y di�ersas estancias, surgiendo así las de� Caroya �1616�, modelo cuya organización se �a a reiterar en �arios lugares� �es�s María �1618�� Santa Catalina �16���� Alta �racia �164�� y la Candelaria �168��, a las que se irán intercalando y sumando otras similares en otras partes del actual territorio argentino, como las de Arrecifes, Chacarita y Matanzas en �uenos Aires, Aconquija y �ules en Tucumán, las Tunas y San Miguel en Santa �e y la Estancia de �apey� en Corrientes, entre otras ��urlong, 19���.

Estas estancias estaban destinadas al mantenimiento de las obras pías de la Compañía, conformando importantes centros de producción agropecuaria. �estacaron los productos de sus telares, herrerías, carpinterías, hornos para la quema de piedra caliza y hornos para la cochura de tejas y ladrillos� sus cascos contaban con capillas, residencias, rancherías, molinos, batanes e importantes huertos. En estas estancias figuraban diferentes puestos, �erdaderos encla�es articulados con el área central de las mismas. Alta �racia por ejemplo, tu�o como objeti�o principal el sost�n del Colegio Máximo �primera �ni�ersidad del territorio argentino�, siendo el negocio ganadero su principal recurso, cuyo �nfasis se focalizó en la cría y comercio de mulas destinadas a Potosí� este Establecimiento llegó a contar con ocho puestos y trescientos escla�os.

176 �a historia de esta Orden religiosa habría comenzado en París en el año 15�4� fue fundada por �gnacio de �oyola ��ñigo �ópez de �egalde. 1491-1556�, �rancisco �a�ier, �iego �aínez, Alfonso Salmerón, �icolás de �obadilla y Sim�o �odríguez. �gnacio de �oyola quiso que sus miembros estu�iesen siempre preparados para ser en�iados con la mayor celeridad a donde fuesen requeridos por la Misión de la �glesia y donde el Sumo Pontífice los necesitara. Profesan los �otos de obediencia, pobreza, castidad y obediencia al Papa. En la �ormula del �nstituto, aprobada por Paulo ��� �en el año 154�� y confirmada por �ulio ��� �en el año 155��, se especificaba �Militar para Dios bajo la bandera de la cruz y servir sólo al Señor y a la Iglesia, su esposa, bajo el Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra�. Conocida con el apelati�o de brazo armado de la Iglesia, tendrá un papel preponderante en la �eforma Católica o Contrarreforma �156�-1648�, mediante la cual se buscó reno�ar la �glesia y e�itar el a�ance de doctrinas protestantes. �os primeros jesuitas que se establecen en nuestro actual territorio, lo hacen con Manuel �obo en la Colonia del Sacramento en el año 168�, fundando la �esidencia de San �rancisco �a�ier. 177 Citando a Poenitz, Carmen Curbelo et al. ����7���� mencionan que �Estancia en singular, era denominación aplicada a todo el territorio o distrito del pueblo, pero especialmente ocupado por la o las vaquerías, o terrenos con ganados alzados o cimarrones � � Estancias, en plural eran establecimientos para crianza y amansamiento de animales bajo control y vigilancia del hombre. Cada una poseía una capilla, un oratorio, además de corrales, galpones y/o tinglados, huertos y viviendas para las familias de sus capataces y operarios. Por eso cada estancia era denominada también Capilla y constituía pequeños centros poblados en vastas extensiones que servían de posta y apoyo para las comunicaciones�.

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Para mediados del siglo �����, y tardíamente en relación a las mencionadas, surgieron las dos estancias principales que los jesuitas fundaron en lo que hoy es el actual territorio uruguayo y que se sumaban a otras propiedades que la Compañía ya tenía en la �anda Oriental, fundamentalmente los enormes latifundios del �orte del �ío �egro dependientes de �apey�, San �orja y San �icolás. Estas fueron la Estancia de Nuestra Señora de Belén o del Río de Las Vacas, dependiente del �ospicio y Colegio bonaerense de Nuestra Señora de Belén fundado en el año 1741178 y .Nuestra Señora de los Desamparados179 cuya merced fue solicitada en el año 1745 ��igura 16�, sobre la horqueta de los ríos Santa �ucía y Santa �ucía Chico, dependiente del Colegio y �esidencia de San Estanislao de �ost�a de Monte�ideo.

En relación a la Estancia de �uestra Señora de �el�n, Carlos �eonhardt �19�7�517� sostiene que su fundación fue realizada para �� el sustento del segundo Colegio de los antiguos Jesuitas en Buenos Aires, el de “Belén”, hoy día Iglesia de San Telmo y Asilo del Buen Pastor�.

�atalio �adell �1955�1���, estima que estas tierras fueron entregadas a los padres jesuitas de San Pedro �onzález Telmo, hacia el año 174�. Se proyectaba que con lo producido en la misma, los religiosos sufragaran los gastos originados por las obras piadosas que lle�aban a cabo en �uenos Aires. Por su parte Sala de Tourón et al. �1967b��4� adelantan esta ocupación, sosteniendo que estos terrenos ya los usufructuaban los jesuitas desde el año 17�8, mientras que �arrios Pintos �199�� sostiene que las tierras le fueron concedidas el 19 de abril de 1741 por el �obernador y Capitán �eneral de las Pro�incias del �ío de la Plata, Miguel de Salcedo18�� siguiendo a este �ltimo autor dichas tierras habían sido solicitadas por el procurador Alonso �ernández, para fundar una calera, que

178 �atalio �adell �1955�1�1� menciona en relación a estas propiedades de la Compañía, que hacia el año 17�4, �gnacio de �e�allos traía a su retorno de Europa, una copia de la imagen de �uestra Señora de �el�n, �enerada en el �ospital de Antón Martín, de Madrid, fundado por la Orden �ospitalaria de San �uan de �ios, con el propósito de erigir una capilla y una Capellanía en el Alto de San Pedro. Entregaba así esta imagen a la Compañía de �es�s, cuyos integrantes, bajo su ad�ocación, fundaban el Colegio y el �ospicio. Esto explica la elección del nombre de �uestra Señora de �el�n para la Capilla en la Estancia de �as �acas y la incorporación de una imagen de esta �irgen en dicho templo. En relación a esta �ltima, hacia el siglo ���, esta pieza era trasladada a Carmelo y de acuerdo a leyendas locales, se dice que en los primeros tiempos de su traslado, huía por las noches a su lejana Capilla, de la que retornaba con las primeras luces del alba, dando prueba de ello los abrojos y flechillas adheridos com�nmente a su manto ��adell, 1955�1���. 179 Estancia de la Virgen de los Inocentes Mártires y Desamparados, más com�nmente conocida como Estancia de los �esamparados. Obtenida por gracia que les hiciera el Cabildo monte�ideano a los �esuitas, a pedido del Padre Cosme Agulló del año 1745 �Cosme Agulló. 171�-177��. �ue conocida tambi�n como Estancia de la Calera y Estancia Grande de los Jesuitas. Tenían en ella una capilla bajo la ad�ocación de San Antonio de Padua, casas y galpones, cercos de piedra, molino, hornos para la quema de piedra caliza, cementerio, más de 7�.��� cabezas de ganado y alrededor de doscientos escla�os �Sil�a �ald�z, 195��. 18� Miguel de Salcedo y Sierraalta. �obernador entre los años 17�4 y 174�.

�igura 16 � Posible portal original de lo que fuera el casco principal de la Estancia de �uestra Señora de los �esamparados. �otografía� Alejandro C. �errari. Año ���4.

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permitiera obtener la cal necesaria para las obras que los jesuitas estaban construyendo en �uenos Aires. El punto para establecer el área central de la Estancia, parece que fue elegido por el Padre �ernardo �usdorffer181, Superior de Misiones y pro�incial. En la elección del lugar, habrían tenido mucho que �er justamente, las características geológicas del área, ya que las formaciones calcáreas existentes en la zona permitirían la explotación de la piedra caliza18�, que sería uno de los motores principales del desarrollo del Establecimiento. Es por ello, que poco despu�s de tomar posesión de las tierras, sobre el arroyo �uan �onzález, los padres establecieron en ella una calera, a la que por el hecho de existir la de �arbona18�, se le llamó La Calera Nueva ��adell, 1995�1��-1�4�.

El lugar tambi�n respetaba las características de emplazamiento de las estancias coloniales que tenían en el ganado una de sus principales preocupaciones� �� tenían siempre su frente sobre un curso de agua y, en este sentido, los “rincones” eran lugares preferidos porque en ellos, al juntarse dos ríos o dos arroyos, era más fácil el control del ganado puesto que la propiedad carecía de cercos� �Mayo, 1995��7�.

�adell menciona que fue �� en 1746, cuando empezó a poblarse de ganado aquella famosa estancia, pues una relación de la existencia de éstos en la zona, correspondiente al mes de setiembre de ese año, le adjudica cuatrocientas terneras y veinte bueyes, traídas� de �uenos Aires184. Ese ganado, sumado a otros embarques, dio como resultado que �einte años despu�s, se calculara la hacienda de rodeo en �9.��� cabezas de ganado �acuno, caballar, mular, o�ino y cabrío.

�lamada indistintamente Estancia del Río de las Vacas (o Bacas), Estancia de Belén (o Bethlen), Estancia del Secuestro, Estancia de la Calera de las Vacas o Estancia de la Calera Nueva, entre otras �ariantes, tenía adjudicada más de cuarenta y dos leguas cuadradas de superficie185, y sus límites naturales correspondían al arroyo San �uan, el arroyo de �as �acas, el �ío de la Plata y el Cerro de las Armas ��eymonat, ���������. Así nos lo hace saber �adell, al decir que esta Estancia �� comprendía, desde la boca del arroyo San Juan hasta el arroyo de Las Vacas y su correspondiente fondo, seis leguas y media, e iba de las barrancas del río de la Plata hasta más arriba del cerro de las Armas, abarcando en total más de cuarenta y dos leguas cuadradas� ��adell, 1995�1���.

Como medida de comparación, para la segunda mitad del siglo �����, en la campaña bonaerense en el actual territorio argentino, �� si bien había algunas estancias realmente grandes, éstas no predominaban � � Sobre un total de 57 estancias � � 42 tenían un frente de menos de media legua186 �Mayo, 1995��7�. En el caso de las estancias jesuíticas en la misma área pampeana, los religiosos contaban con la Estancia de Areco con quince leguas de frente y seis de fondo en la 181 �ernardo �usdorffer. 1686-176�. �acido en �a�iera, llegó a �uenos Aires en el año 1717 junto a 7� misioneros en una de las arribadas jesuitas más numerosas a Am�rica. 18� �istóricamente la cal, ha sido fundamental en di�ersas aplicaciones siendo utilizada como� elemento cementante �en argamasas�, como re�oque, pintura, para el teñido de prendas, como fundente en operaciones metal�rgicas o con fines m�dicos como desinfectante en forma de agua de cal, entre otros. 18� Para ese entonces tambi�n existían los hornos de cal de la llamada �Calera del �ey� construidos hacia comienzos de la d�cada de 17��, próximos a la actual ciudad de Mercedes. 184 �egajo de Campo de �loqueo 17�8-1777. A��A. ��adell, 1955�1�4-1�5�. 185 �nas 14�.��� hectáreas aproximadas, es decir, algo más de 1.��� �m�. �a Estancia ocupaba una gran extensión, incluyendo parte del área de la actual ciudad de Carmelo, que formaba el puesto de �as Tunas, uno de los muchos puestos en que posteriormente se di�idiría ��adell, 1955�1���.186 Aproximadamente �,5 �m.

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que tenían 4�.5�� cabezas de ganado �acuno� con la Estancia de la Chacarita con �,7 leguas de frente y la de Las Conchas con una legua y media de frente �Mayo, 1995�4��.

�urante el período jesuítico, la Estancia de �el�n solo habría contado con dos religiosos� primero Alonso �ernández, y segundo Agustín �odríguez, quienes dirigirán todas las acti�idades que se desarrollarán en el Establecimiento.

�a población de la Estancia se �a a componer �además de los religiosos- por negros escla�os, indios conchabados, criollos y europeos. �a presencia mayoritaria de escla�os será una característica de la Estancia desde su fundación y lo que quede del siglo �����187. Será justamente la ganadería extensi�a -tipo de acti�idad económica predominante en territorio Oriental desarrollada en las estancias� la que le de el perfil laboral a estos escla�os, diferenciándose �por ejemplo- de las grandes concentraciones de los ingenios portugueses.

�a Estancia llegó a contar con decenas de escla�os, siendo �stos su principal mano de obra. Esto no era una excepción ya que todas las estancias eclesiásticas de la pampa bonaerense tambi�n contaban con mano de obra de iguales características �Mayo, 1995�4��. El estatus de estos escla�os parecería que difería de otros establecimientos no religiosos, y muchos de �stos, fueron capataces en los diferentes puestos de la Estancia de �as �acas, siendo las personas cla�es en el funcionamiento cotidiano de los mismos. �iguran como naturales del Congo, Janeiro, Banguela�188�, Cavo Verde, Angola, Mandongo�189�, Guinea, Buenos Aires, Las Minas, Mamambuera, Vahía, además de �arios nacidos en la propia Estancia19� ��eonhardt, 19�7�5�4� ��A, 1966�.

�e acuerdo a �ldefonso �uti�rrez ������4� los jesuitas acostumbraron formar congregaciones de negros, en un sentido similar a las Cofradías y �ermandades191, a las que dedicó entusiasmo, esfuerzo y personal� el objeti�o principal fue el bien espiritual y una �ida cristiana por medio de la formación religiosa, la frecuencia de sacramentos, el culto al Santísimo Sacramento, la de�oción a la �irgen, el ejercicio de la caridad con pobres y enfermos. Al decir de Alberto �uti�rrez ����4�, cada casa jesuítica, cada colegio, debería ser un centro de trabajo en fa�or de los escla�os� donde no hubiera casa ni colegio, y sí una concentración grande de negros, se debía fundar un centro que simplemente se podía llamar misión de Guinea desde donde atender a las necesidades espirituales y materiales de los escla�os y sus familias.

Para �atalio �adell �1955�1�4� �La estancia de Las Vacas, poblada de numerosos ganados, trabajada por centenares de hombres, entre esclavos y peones, y dirigida por los Padres de la Compañía de Jesús � � ha sido para su tiempo un centro de progreso, cultura y actividad, de suma importancia en el orden político y social del Río de la Plata�.

187 �lorines et al. �1994�81� mencionan que de acuerdo a �sola, a ni�el general del territorio, la presencia de los negros es casi tan antigua como la de los europeos pero su aporte se hizo más nutrido hacia el año 174� cuando se regularizó el ingreso de escla�os pro�enientes de �rasil o directamente de �frica. 188 �anguela� posiblemente corresponda a �enguela, actual ciudad de Angola. 189 Mandongo� se aplica gen�ricamente a gente del Oeste africano. Puede referir a la etnia Mandinga del �frica occidental, actualmente residentes en diferentes países del Oeste del Continente africano ��ambia, �uinea, �uinea-�issau, Senegal, Mali, Sierra �eona, �iberia, �ur�ina �aso y Costa de Marfil�. 19� �n�entario del extrañamiento del año 1767 a la expulsión de los jesuitas ��eonhardt, 19�7� 5�4�. 191 Aunque diferían de �stas ya que prescindieron de la estructura y organización administrati�a.

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�os jesuitas debieron enfrentar desde los inicios, di�ersos incon�enientes, entre ellos los ataques �malones� indígenas y de hombres sueltos, problemas de carácter jurisdiccional sobretodo con el Cabildo de Soriano y problemas de carácter dominial. En relación a los conflictos inter�tnicos, en los primeros momentos de la Estancia de �el�n, parece que se desencadenaron innumerables problemas con las parcialidades indígenas, fundamentalmente los Charr�as ��eonhardt, 19�7�5���. Por ejemplo en el año 1749, el �obernador �os� de Andonaegui tomaba medidas para contenerlos, existiendo menciones a dificultades con los Charr�as en la Estancia Nueva de los Padres Jesuitas ��allardo, 1978����. Sucedía lo mismo del otro lado del río �ruguay, ya que las �� incursiones indígenas fueron particularmente severas entre los 30 y los tempranos 50. Estos malones obtuvieron un gran botín en ganados y cautivos� �Mayo, 1995�67�.

Esto es corroborado por �adell �1955�5��, en relación a di�ersos documentos que rele�a relacionados a las comunicaciones de la �uardia de �ragones �as �íboras en las que se re�elan las constantes salidas contra las malocas indígenas que causaban el pánico en las estancias. Como ejemplo, �� en 31 de julio de 1757, don Marcos Joseph de Larrazabal da cuenta de que El Rosario y Las Víboras han sufrido un ataque de los indios tapes cimarrones que en Víboras arriba han quemado la casa de un vecino y destruido una majada de ovejas. La huida la hicieron los indios en esa oportunidad, con un botín de quinientas a seiscientas yeguas y caballos� ��adell, 1955�5��, que posteriormente fueron recuperadas y de cuyo resultado fueron muertos �arios indígenas, siendo los restantes repartidos en �uenos Aires y �ecinos de la banda �orte del �ío de la Plata.

En relación a incon�enientes de carácter dominial, tenemos el caso de �uan Antonio de Arroyo en el año 1759. Por documento rele�ado por Capillas de Castellano, sabemos que este, a la sazón Alcalde Juez Comisionado de estos Partidos, fue notificado por el Comisario �erónimo Monzón19�, de que su Población, Estancia y Chacras se encontraban en las tierras de los jesuitas� �ste se opuso �� al derecho de los Reverendos Padres � � pues siendo el suyo preferido al terreno en donde se hallaba poblado, por anterior poseedor y los demás documentos � � con los que pasaré a la Ciudad de Buenos Aires a hacer la oposición ante el Juez Competente� ��allardo, 1978��4�. �e acuerdo a �allardo, Arroyo sostu�o pleito con los jesuitas y seguramente lo perdió ya que para el año 177� manifestaba haber sido desalojado por �stos en el año 1764. �gual suerte habrían corrido los �ecinos Pedro de la �uintana, �os� �arrueto y �ionisio Paraguay ��allardo, 1978����.

�ue en 1759, cuando el piloto agrimensor Manuel de �apiola, realizó la medición y deslinde que los jesuitas entraron en posesión efecti�a de lo que fue uno de los mayores establecimientos agrícola-ganaderos de la �anda Oriental ��arrios Pintos, 1971�461�. En la ocasión, y además de los pobladores ya citados existentes en el área, aparecen los nombres de �abriel de la �uintana y su capataz Miguel de Carenelas, cuyas alternati�as fueron las de abandonar sus predios o entrar en tratos con el reverendo Padre Rector del Colegio ��allardo, 1978��4�.

19� �e acuerdo a �allardo �1978��4�, �erónimo Monzón reemplazaría hacia 176� a �uan Antonio Arroyo en el cargo de Alcalde por pedido del Capitán de �ragones y Comandante �rancisco �raell, quien aducía continuas desobediencias y poco celo en el cumplimiento de obligaciones de Arroyo, ante el teniente del �ey don Alonso de la �ega.

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�igura 17 � El área Suroeste del territorio Oriental hacia el año 176�. �ecturas� 1� �ominios de los �esuitas. �� �rancisco de Alzáibar. �� Casa �iana-Alzáibar. 4� �incones realengos. 5� Pequeñas y medianas propiedades de di�ersos dueños. 6� �os� �illanue�a Pico. 7� Cosme �l�arez. 8� �icolás �arrales. 9� Estancias de los P�rez de Sola. 1�� Manuel �urán y sus hijos. 11� Manuel de la Cuadra. 1�� Manuel Correa Morales. 1�� �ospital �ethlemítico de �uenos Aires. 14 y 15� Estancias de los Escobares. 16� Estancia de �uan �arbona. 17� Pedro Otarola. 18� �uan de Achucarro. Tomado de� Sala de Tourón et al. �1967�. E�olución económica de la �andaOriental. Ediciones Pueblos �nidos. �mprenta �etras. Monte�ideo.

Tomado posesión los Padres de la Compañía de �es�s de la Estancia de �as �acas y construida una capilla, colocaron la imagen de la Virgen de Belén19�, haci�ndola protectora de la obra que iban a realizar en aquellos parajes ��adell, 1955�1���.

�os jesuitas completaron �� su obra allí con otras varias actividades industriales. Su fábrica de ladrillos y tejas, su tahona, su jabonería, sus talleres de herrería y carpintería � � De su quesería salían exquisitos productos y de sus telares, ponchos sencillos para sus esclavos y peones� ��adell, 1995�1�4�. �urante este período, la �� estancia servía de paradero y almacén de los misioneros transmutes, tanto para los expedicionarios a Colonia del Sacramento � � como para los viajeros que se iban a las misiones Jesuíticas del Alto Uruguay� ��eonhardt, 19�7�5���.

�acia el año 176�, se abastecen en la Estancia las tropas guaraníes al mando de Pedro de Ce�allos194 que atacarán la Colonia del Sacramento, tomando la plaza en poder lusitano ��eymonat, 1999�4�� los padres que mantenían un intenso comercio con la misma, deberán �� buscar otra salida para los productos de su estancia; parece que desde entonces prevaleció más el transporte de estos productos a la más distante ciudad de Montevideo� ��eonhardt, 19�7�5�4�.

En el período jesuítico, se concretarán di�ersas construcciones y se lle�arán a cabo diferentes acti�idades que quedarán reflejadas en el �n�entario practicado al momento de su expulsión �1767�. En �ste consta que las habitaciones de la Estancia formaban dos patios. En el primero, ubicado a un costado de la Capilla, habían �� cuatro cuartos principales con su corredor,

19� �el�n o �ethlehem, ciudad donde habría nacido �es�s. Probablemente sea la más antigua ad�ocación de la �irgen María �imaginería mariana� y que tendría su origen en la misma �glesia de �el�n, primero de los Santos Lugares, que se �eneran por ser aquellos en donde nació, �i�ió y murió �es�s. 194 Pedro Antonio de Ce�allos Cort�s y Calderón. 1715-1778. Militar de origen español que se desempeñó como �obernador de �uenos Aires entre los años 1757 y 1766, y primer �irrey del �irreinato del �ío de la Plata creado en 1776.

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puertas con picaportes, y llaves, ventanas con vidrieras en los postigos, techados de tablazón, y teja, y enladrillados; tiene cada uno siete varas de largo, y seis de ancho, los tres con su alcoba, y todos con rejas de hierro en las ventanas; al frente seis cuartos nuevos de ladrillo y barro, techados de caña y teja, y enladrillados, embarrados por dentro sin blanqueo, con sus ventanas, puertas y llaves; los cinco tienen cinco varas de largo, cuatro y media de ancho, y el otro doce varas de largo con dos rejas; a un costado cuatro cuartos viejos que sirven uno de cocina y los tres de habitación para los esclavos solteros. A espalda de estos hay otro patio con cinco cuartos, que sirven de jabonería, herrería, panadería, y un telar de hacer ponchos bastos para los esclavos; está parado por falta de materiales. Contiguo a la Capilla está la tahona corriente que está techada de paja, y las paredes son de ladrillo a los costados. Dos corrales de palo a pique para el ganado de ella. A corta distancia la Ranchería con veinte y dos ranchos de paja para alojamiento de negros casados, y en las inmediaciones diferentes ranchos que ocupan las familias de los Indios conchavados. Un galpón que sirve de carpintería. Dos hornos para hacer cal, y otros dos para teja, y ladrillos con su galpón para los materiales, otro galpón para tener los cueros. Una huerta de doscientas y cuarenta varas en cuadro, cercada de palo a pique, y en ella un “almagecen” con su puerta, y candado, y en él dos barriles más que mediados de pólvora hecha tierra, y otro a la mitad lo mismo�195 ��eonhardt, 19�7� 5�7�.

�a sólida estructura de las construcciones apreciada en esta descripción, parece que fue una constante de las órdenes religiosas a ambos márgenes del Plata, ya que jesuitas, betlemitas y dominicos �� habían construido viviendas más sólidas que las del hacendado medio� �Mayo, 1995�44�.

195 �n�entario del extrañamiento del año 1767 a la expulsión de los jesuitas. Modificado de� �eonhardt �19�7� 5�7�.

�igura 19 - �econstrucción �irtual. �ista desde el corredor del Patio de Ser�icios donde se obser�a la cocina y el templo. �uente� Payss� et al. ���8 �Reconstrucción virtual de la estancia jesuítica de Belén - 1780� �proyecto financiado por el ����. Tomado de Plan Ceibal. �icencia Creati�e Commons.

�igura 18 - �econstrucción �irtual del campanario y frente de la Capilla. �uente� Payss� et al. ���8 �Reconstrucción virtual de la estancia jesuítica de Belén - 1780� �proyecto financiado por el ����. Tomado de Plan Ceibal. Creati�e Commons.

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�igura �� � �econstrucción �irtual del templo y construcciones asociadas. �uente� Payss� et al. ���8 �Reconstrucción virtual de la estancia jesuítica de Belén - 1780� �proyecto financiado por el ����. Tomado de� Plan Ceibal ���8. �icencia Creati�e Commons.

�igura �1 � �econstrucción �irtual del templo desde su �ista Sureste. �uente� Payss� et al. ���8 �Reconstrucción virtual de la estancia jesuítica de Belén - 1780� �proyecto financiado por el ����. Tomado de� Plan Ceibal. �icencia Creati�e Commons.

�igura �� - �econstrucción �irtual del Patio de �onor, Capilla y Campanario. �uente� Payss� et al. ���8 �Reconstrucción virtual de la estancia jesuítica de Belén - 1780� �proyecto financiado por el ����. Tomado de� Plan Ceibal ���8. �icencia Creati�e Commons.

�igura �� - �econstrucción �irtual de la �ista desde el Campanario hacia los Patios de �onor y de �anchería. �uente� Payss� et al. ���8 �Reconstrucción virtual de la estancia jesuítica de Belén - 1780� �proyecto financiado por el ����. Tomado de� Plan Ceibal. �icencia Creati�e Commons.

En la huerta, se contabilizaban� una �iña con 1.5�� cepas, 1.��� durazneros, ��� membrillos, 55� manzanos, 64 albarillos, 67 granados, 1�4 oli�os, 45 higueras, entre �arios tipos de legumbres y hortalizas. �a �acienda por su parte había alcanzado las 1�.498 cabezas de ganado �acuno, �.��� de caballar, 161 mular, 149 bueyes para carretas, 1.�6� o�inos, ��7 burros y burras y 84 cabras196 ��eonhardt, 19�7�5�1�.

196 �n�entario del extrañamiento del año 1767 a la expulsión de los jesuitas ��eonhardt, 19�7� 5�1�.

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12.2 La expulsión de los Jesuitas. El extrañamiento de sus bienes y la Administración de Juan de San Martín

�e acuerdo a �rancisco �auzá �1965���� la propaganda en contra de los jesuitas, siempre tu�o partidarios en las naciones occidentales de Europa y �sta adquirió al promediar el siglo �����, formas agresi�as destinadas a �� labrar la ruina de aquel instituto religioso�.

En el año 1759, los jesuitas eran expulsados de los dominios de Portugal y en 176� de los de �rancia. Pocos años despu�s, en abril de 1767, los miembros de la Compañía eran tambi�n expulsados de los �einos de España, incluyendo todos los territorios de ultramar en una acción planificada, coordinada y cronometrada concienzudamente.

Pocas órdenes estaban tan estrechamente identificadas con España como la Compañía de �es�s ya que había sido fundada por el español �gnacio de �oyola y contado entre sus primeros componentes con otros españoles prominentes �Callahan, 1989��5�, llegando incluso en tiempos de �ernando �� �1746-1759� a ser designados como confesores reales. Esta particularidad le dio una extraordinaria influencia, despertando el recelo en otras órdenes. �La militancia y entrega, el riguroso reclutamiento y el programa de formación de la Compañía crearon un aparato poderoso y eficaz para reavivar el catolicismo de los siglos XVI, XVII…� y �����. �os jesuitas �� llegaron a ser la gloria de la Iglesia de la Contrarreforma, y una de las órdenes más influyentes en España� �Op cit.�.

�acia el año 1759, con la sucesión de Carlos ��� al trono español, se había abierto un período peligroso para los jesuitas �Callahan, 1989��6� que desencadenó en su expulsión. Esta fue decretada por el fiscal Pedro �odríguez de Campomanes197 y aprobada por Consejeros �eales el �9 de enero de 1767, lo que fue ratificado por el decreto �eal del monarca con fecha �7 de febrero del mismo año. �os moti�os de esta decisión son complejos y para muchos in�estigadores poco claros. �Las acusaciones que pesaban sobre la Compañía incluían el supuesto intento de convertir las misiones del Paraguay en repúblicas cristianas libres del control real; su persistente oposición a uno de los proyectos favoritos del rey –la canonización de un obispo mexicano antijesuita del siglo XVII, Palafox- � � y la universal sospecha, no enteramente justificada, de que se oponía al vigoroso regalismo del rey y sus nuevos ministros� �Callahan, 1989��7�� por otra parte se acusaba a los jesuitas de impartir una educación clásica y anacrónica, además de ser laxos a la hora de resol�er los problemas de teología moral, lo que re�elaba que no estaban en contacto con el espíritu reformista que había comenzado a desarrollarse en la �glesia desde 175� y que los jesuitas denunciaban como jansenista �Op cit.�.

El elemento catalizador, fue una serie de motines en Madrid de los que se acusó a los jesuitas de fomentar los desórdenes, como parte de una conspiración para forzar un cambio ministerial. �Además, las actividades principales de los jesuitas no incluían los objetivos utilitarios tan estimados por la monarquía ilustrada de Carlos III� �Callahan, 1989��6�.

Así se expresaba el �ey sobre el particular� �…estimulado de gravísimas causas, relativas a la obligación en que me hallo constituido de mantener en subordinación, tranquilidad, y justicia mis Pueblos, y otras urgentes, justas, y necesarias, que reservo en mi Real ánimo: usando de la

197 Pedro �odríguez de Campomames. 17���18��. Político, jurisconsulto y economista español, nacido en Sorriba. �ombrado Ministro de �acienda en el año 176� bajo el reinado de Carlos ���, su pensamiento político se asocia al �espotismo �lustrado. �a�oreció la expulsión de los jesuitas y la desamortización de sus bienes.

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suprema autoridad económica, que el Todo Poderoso ha depositado en mis manos para la protección de mis Vasallos, y respeto de mi Corona: he venido en mandar se estrañen de todos mis Dominios de España, e Indias, Islas Filipinas, y demás adyacentes, a los Religiosos de la Compañía, así Sacerdotes, como Coadjutores o legos, que hayan hecho la primera Profesión, y a los Novicios, que quisieren seguirles; y que se ocupen todas las temporalidades de la Compañía en mis Dominios� �Colección �eneral de Pro�idencias, 1767�.

�e esta manera, y para la ejecución de este mandato, Carlos ��� daba �� plena y privativa autoridad [a las] Justicias de aquellos Reynos y Provincias.�, para expulsar a la Compañía, que lle�ado a la práctica, resultó en la clausura de sus dependencias y la incomunicación intempesti�a de los religiosos. En el caso de no acatamiento del mandato, el �ey autorizaba el empleo de tropas, milicias o paisanaje �� so pena de caer el que fuere omiso en �su� Real indignación� �Op cit.�.

A su �ez, se elaboraba la Pragmática Sanción de Su Majestad, con fecha � de abril, donde Carlos ��� declaraba, �� que en la ocupación de temporalidades de la Compañía se comprehenden sus bienes y efectos, así muebles como raíces o rentas eclesiásticas que legítimamente posean en el Reyno, sin perjuicio de sus cargas, mente de los fundadores y alimentos vitalicios de los individuos que serán de cien pesos durante su vida a los Sacerdotes y noventa a los Legos, pagaderos de la masa general que se forme de los bienes de la Compañía� �Colección �eneral de Pro�idencias, 1767�.

En relación a la expulsión, así se expresaba �uan Manuel �e la Sota hacia el año 1841� �No demanda la mejor idea de justicia un procedimiento, que no fue conforme a las vías legales, que fue obra de la violencia y acaso hijo de la negra calumnia, de las intrigas sordas, los complots inquietos, las ligas secretas y las cábalas poderosas. Ellos sin ser oídos fueron sentenciados por las causas reservadas en el ánimo real� ��e la Sota, 1965�1�1�.

Como ya lo mencionáramos, parte de estas decisiones habían sido fomentadas desde mediados del siglo �����, por el comienzo del mo�imiento reformista en la �glesia destinado a hacer más eficaz la oratoria mediante la simplificación de gestos y lenguaje �Callahan, 1989�71�. Este mo�imiento que no llegó a conformar un grupo cohesionado, promo�ió entre otros cambios la eliminación del culto al Sagrado Corazón198 fomentado por los jesuitas, fundamentándose en que distraía del objeto central de la de�oción que era la misa199 �Callahan, 1989�74�.

Esta reforma eclesiástica tu�o relati�o �xito, �ste �ltimo �inculado al apoyo que recibió del Estado durante el reinado de Carlos ���, �� en el que se estableció una estrecha alianza entre reforma y regalismo; los clérigos interesados en promover cambios respaldaron la expansión del intervencionismo real en los asuntos de la Iglesia, incluso en el campo de la disciplina. Los eclesiásticos saludaron la expulsión de los jesuitas, la fundación de nuevos seminarios y la intervención de las autoridades públicas en contra de los excesos de la religión “popular”� �Callahan, 1989�74-75�.

198 �e�oción que se refiere al corazón físico de �es�s, que de forma metafórica trata la �ida emocional y moral de Cristo. 199 �os reformadores tambi�n fomentaron los estudios bíblicos. �acia el año 178�, la �nquisición dio un paso poco com�n al permitir la lectura de la �iblia en lengua �ernácula. Esta iniciati�a condujo a la primera traducción completa de la �iblia al castellano, publicada en �alencia en 179� y 179� por el padre �elipe Scio. �El ideal del movimiento reformista era una religión intelectual en la que el fiel entendiera las verdades de la fe, practicara la liturgia con sencillez y avanzara por el camino de la perfección espiritual y temporal� �Callahan, 1989�74�

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Pero la postura carolina, si bien promo�ió la secularización en �arios órdenes, no fue una postura antirreligiosa, moti�o por el cual se explica que la gran mayoría de las propiedades y fundaciones de los jesuitas fueran destinadas a fines religiosos y educati�os.

�adell sintetiza la expulsión de los jesuitas de la Estancia de �as �acas de la siguiente manera� �Llegados a la estancia [quienes ejecutarían el mandato], entregarían a los padres allí residentes, una carta del rector del Colegio de Belén de Buenos Aires, y sin permitirles tomar papel alguno ni otra cosa, llevarlos de inmediato a un cuarto distinto de aquel que ocupaban, donde no hubiera libros ni papeles, y mantenerlos allí bajo centinela. Acto continuo, debían requerirles se aprontaran con su cama, ropa de uso y utensilios precisos para sus personas, chocolate, tabaco, brevarios y libros de devoción, y conducirlos a la capital al cuidado de la escolta llevada, y entregarlos, finalmente, en la casa de ejercicios de San Pedro González Telmo. Se encomendaba al teniente San Martín���, poner bajo llave los libros, papeles y dinero y cualquier otro objeto que el teniente Pereda consideraba no poder conducir, debiendo tomar San Martín la relación de todos ellos. La Iglesia debía quedar cerrada, bajo custodia, y lo mismo los ornamentos sagrados, sin tocar en ellos� ��adell, 1955�1�7-1�8�.

�os bienes de la Compañía, eran así extrañados en toda la región, a manos de la �eal �unta de Temporalidades, entidad encargada de su administración y remate, organismo que funcionó bajo la �igilancia del �irrey. Tiempo despu�s, �arias de estas propiedades eran puestas en manos de mercedarios, domínicos y franciscanos.

Aplicado el �eal decreto de �� estrañamiento y ocupación de temporalidades�, y producida la expulsión de la Compañía de �es�s, el �4 de julio de 1767, se realizaba la tasación de la Estancia de �uestra Señora de �el�n y sus bienes, en la que inter�ino como juez de tasación �uan de San Martín y como contadores el alcalde �erónimo Monzón, el teniente de caballería �artolom� Pereda y los �ecinos Pedro de Torres y �uan Palacios ��adell, 1955�1�9�. Poco tiempo despu�s, San Martín, que hasta ese momento residía en un rancho en �as �íboras donde ejercía funciones militares como teniente, sería nombrado administrador de todo cuanto contenía la Estancia ��adell, 1955�1�8�.

Sobre el particular Carlos �eonhardt �19�7�5��� transcribe el siguiente documento� �Certificamos los abajo firmados haver sido llamados a esta estancia de las Bacas por el Teniente de Infantería Don Juan de San Martín Comandante de las Vívoras, y el Teniente de Cavallería Don Bartholome Pereda, para efecto de contar el ganado de rodeo que existe en ella como prácticos para dicho fin, y junto el ganado en los puestos acostumbrados concurrimos a dicho efecto con asistencia de los mencionados oficiales, y se contaron las cantidades de cada especie que manifiesta la antecedente noticia, y por lo que toca a lo alzado con marca, y sin ella haciendo un juicio prudente nos parece que habrá como veinte mil cavezas. Y para que conste lo firmaron en dicho paraje el dia veinte y quatro de Julio de mil setecientos sesenta y siete años – Geronimo Monzon – Pedro de Torres – Juan Palacio�.

��� �uan de San Martín y �ómez. 17�8�1796. Militar de origen español �Palencia�. �acia el año 176�, luego de haber formado parte del �egimiento de �isboa y luchar cuatro campañas en el �orte africano, llegaba a �uenos Aires ya con el grado de teniente donde pasó a ser instructor del �atallón de Milicias de �oluntarios Españoles. Posteriormente se desempeñó como comandante de �as �íboras y a partir del año 177� se hizo cargo de la Estancia de �uestra Señora de �el�n hasta el año 1774, en que pasó a �apey� como teniente gobernador del �epartamento.

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�racias al �n�entario��1 realizado en la ocasión, conocemos detalles fundamentales de lo que fue la Estancia durante la administración de los jesuitas, entre los que se cuentan una descripción de las personas �escla�os����, las edificaciones y los elementos de culto utilizados���.

�a expulsión de la Compañía no habría significado p�rdida material ni p�rdida de poder de la �glesia Católica en esta zona de Am�rica, sino que por el contrario, lograba un importante incremento patrimonial. Al�a y �alli ����7�9� citando a Correa, nos dicen que para ese entonces en líneas generales la �� ciudad de Buenos Aires experimentó una significativa alza en su población � � Entre los años 1744 y 1788 creció un 139 %, lo que condujo a una forzada organización urbanística, previendo lotes para las funciones públicas como el Fuerte y el ��1 �Inventario de todos los vienes muebles, y raíces que contiene la estancia del Rey que tenían los Padres Jesuitas llamada de las Bacas, y por otro nombre la Calera como así mismo los Puestos, Ganados, y favrica, que tiene en su distrito� �1767�. Archi�o �acional de �uenos Aires, sección� �obierno Colonial, Temporalidades, legajo 8 � pieza 5� � �ojas 58-75 ��eonhardt, 19�7�5�5�. ��� Al nombre de muchos de ellos ya se les agrega de Belén, dando cuenta de su propiedad. ��� En la Estancia se extrañaron los siguientes elementos de carácter religioso� �Una custodia de plata –un copon idem- una cajita de plata en una bolsa de brocado para llevar el Sacramento – dos cálices de plata sobredorados con sus patenas, y cucharitas – un platillo, y vinajeras de plata – una corona de la Virgen de idem – sagrario de plata dorado - una Imagen de nuestra Señora de medio cuerpo de bulto – depósito de madera pintada con sus vidrieras – nicho de madera pintada con sus espejos, y dentro una Imagen de Nuestra Señora de Belén – quatro imágenes de bulto – un cuadro de San Pedro con su marco pintado – un santo Christo de bronce – una lámina de vidrio con marco de madera pintada – seis candeleros grandes de jacarandá – quatro de estaño pequeños – ídem quatro de bronce – un espejo – sacro con evangelio y lavavo – un marco de frontal – dos aras – dos pilas de Agua Bendita, una de piedra y otra de estaño – dos confesionarios de madera – un saldero de estaño con un hisopo – una mesa de credencia, con cubierta de angaripola – arpa, guitarra, y biolín encordado – nueve paños de caliz de varios colores de seda – nueve bolsas de corporales – veinte y nueve purificadores – ocho amitos – cinco alvas – dos cíngulos de seda, y tres de cordón – onze casullas de varios colores, una de brocato, tres con galones de oro y pl.- dos capas con galon de oro y plata – quatro sobre palias – seis cornualtares- una banda de seda listada – tres estolas sueltas – quatro manteles de Altar – tres paños de comulgatorio – dos sobrepellices – dos roquetes con sus ropones colorados para los acólitos – seis frontales de seda de varios colores, los tres con marco – dos hostiarios de ojalata – tres campanillas de metal –ds estandartes de seda, negro y encarnado con sus cintas – un aguamanil con su palangana de estaño – dos paños de manos de algodón – un crucifijo con su docel de seda – una Imagen de Nuestra Señora de Velén con su Niño, desarmada – una bolsa de tisú con trece medios, y cinco sortijas de metal para floreros de China – una cenefa para el altar de estambre y seda – unas crismeras de cristal en una caxita de madera – ocho pies de ramos ordinarios – un paño de seda morado – ocho paños de gradas de diferentes colores – dos caxones con dos gravetas cada uno, y llaves para guardar los ornamentos – una caja grande para lo mismo – tres alfombras, y dos chuxes – una silla de brazos, y un taburete – un españo de algodón para cubrir el altar – un vaso de plomo para el comulgatorio – diez velas de cera mediadas – dos faroles de vidrio – una tinaja para Agua Bendita – una volsa de lienzo con siete papelitos de reliquias – tres campanas, una nueva y dos sirviendo – dos misales – un incensario, y gabeta de metal – dos cornicopias de madera – un ataud de madera con su paño negro” (En: Leonhardt 1927:526). La descripción continua con las edificaciones para luego describir los siguientes libros: “Biblia Sacra, tomos 2 – idem concordancias 1 – Govates opera Omnia – tomos 2 – Houtre Biblioteca – 4 – Lacrois – 4 La Madre María de Agreda, primero y tercero – Josef de Barcia – tomos 2 – Corte Santa –t.4 – Basilia pontificia – I – Flos Sanctorum – 3 – Historia de Portugal – I – Luz de verdades católicas – 1 – Suma moral – 2 – Doctrinas prácticas – I – Parras – I – Speeulum exemplorum – I – Sermones Dominicales – 1 – Ars … (t) – Ceremonial de Misa – 1 – Oración académica – 1 – Sermones cuaresmales – 3 – Idem de Adviento – 1 – Quaresma de Pinto – 2 – Pacheco, Suma moral – 2 – Medula de la Teología moral – 1 – El Oriente preservado – 2 – Semana Santa – 1 – Florilegio medicinal – 1 – Meditaciones de la vida de Christo – 2 – Pereiza, Exhortaciones – 1 – Monarquía de la Iglesia – 2 – Exercicios de Rodríguez – 3 – Temporal y Eterno – 1 – Diálogos españoles – 1 – Excercicios Espirituales – 1 – Consejos de Sabiduría – 1- Confesiones de San Agustín – 1 – Juan Bautista, Justicia et Jure – 3 – Busembaun – 2 – Instrucción pastoral – 1 – Brevarios tres cuerpos – 3 – Francolin – 1 – El sabio instruido – 3 – Manuscrito -5 ��eonhardt 19�7�5�7-5�8�. �eonhardt agrega que estos libros, siete legajos de papeles, cartas en dos cajones cla�ados, una talega con ropa del uso de los Padres, y diecis�is camisas nue�as, condujo a �uenos Aires por orden de su Excelencia el Teniente �artholome Pereda �Op cit.�. Contin�a con decenas de elementos más donde destacamos un manogito de rosarios de Misiones.

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Cabildo y funciones religiosas, destinando tierras a la Iglesia�. Para los años 177� y 178� la cantidad de iglesias en la jurisdicción bonaerense se había sextuplicado en relación a años anteriores �Al�a y �alli, ���7�9�.

�acia el año 177�, San Martín contrajo matrimonio con la española �regoria Matorras del Ser, fijando su residencia en la Estancia y allí nacerán los hermanos mayores del h�roe argentino �os� de San Martín �1778�� María Elena �1771�, Manuel Tadeo �177�� y �uan �ermín �1774�.

Por el �n�entario confeccionado al asumir San Martín ya desarrollado parcialmente y por otros datos posteriores, sabemos que el casco de la Estancia ya contará con la Capilla terminada, tres patios y otras edificaciones próximas ��igura �5�. En el perímetro de uno de los patios �Patio de �onor�, se encontraban cuatro cuartos principales en ladrillo con corredor, puertas con picaportes y lla�es� los techos estaban elaborados con tablazón y tejas, cada uno de siete �aras de largo y seis �aras de ancho� tres poseían alcoba y rejas de hierro en sus �entanas.

Al frente existían seis cuartos de ladrillos y barro �mortero de barro o re�ocado��, techos de caña y teja� �stos estaban estucados �embarrados� por dentro sin blanqueo, todos con sus �entanas, puertas y lla�es. Cinco tenían cinco �aras de largo y cuatro y media de ancho, y el restante doce �aras de largo además de dos rejas� al costado de �stos existían cuatro cuartos más antiguos o en peor estado de conser�ación que ser�ían de cocina uno y cuartos para los negros escla�os solteros los restantes.

A la espalda de �stos �ltimos existía otro patio �Patio de ser�icio�, �de menor categoría� pues por �l se iba a otros cinco cuartos que oficiaban de jabonería �donde hay hornillos para la fábrica de jabón�, herrería, panadería y telar en el que se confeccionaban ponchos bastos entre otros productos. El Establecimiento contaba además con atahona��4, elaborada en ladrillo con techo de paja y dos corrales anexos de palo a pique, en los que se encerraban los animales de tiro necesarios para la molienda.

El casco se completaba con �eintidós ranchos cubiertos de paja para el alojamiento de los escla�os casados y familias indígenas con�ertidas al cristianismo� este grupo de habitaciones estaba algo alejada del templo y los edificios principales, y conformaban el perímetro del tercer patio �Patio de �anchería�.

Algo alejados de las construcciones mencionadas �trescientos metros aproximados hacia el Sur-Sureste� se mantenían los dos grandes hornos para la quema de la piedra caliza. �a Estancia seguía contando con los dos hornos para la cochura de tejas y ladrillos y una huerta de doscientas cuarenta �aras en cuadro, cercadas de palo a pique, en la que existía además un almac�n.

�e acuerdo a la documentación de �poca, parece ser que los padres de la Compañía de �es�s, no aportaban por la Estancia de �as �acas los diezmos correspondientes a la �glesia desde el año 1759, posiblemente debido a di�ersos incon�enientes entre los que se contaban la reciente �uerra �uaranítica �1754-1756� y los problemas que habían comenzado a suscitarse con la Compañía en Europa. Por tal moti�o, San Martín comienza a pagar los mismos con cabezas de ganado, debiendo pro�eer de carne al presidio existente en la �sla Martín �arcía, a la isla �os �ermanas y a la �uardia de tierra firme ��adell, 1955�11��. ��4 Atahona o tahona� de acuerdo a la �eal Academia Española ����1� tiene dos acepciones� molino de harina cuya rueda se mue�e con caballería �o animal de tiro� o panadería como lugar donde se hace y cuece el pan. En este caso corresponde a la primera acepción.

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En este momento, la Estancia continua siendo un establecimiento modelo e incluso parecería ser que durante la administración San Martín se potencia su producción� la importancia de la explotación de la cal hace que se le conozca por Calera del Rey��5. Para el año 1771, el Establecimiento pro�eía de cal y ladrillos a las obras de fortificación de Monte�ideo, y parte de la producción se utilizaba además en el enladrillado y mejoras del Atrio de la propia Capilla de �el�n ��adell, 1955�11��. �etomando a �adell, �eymonat �1999�5� nos dice que figuran para ese mismo año� la construcción de dos grandes galpones destinados al almacenaje de cueros con capacidad para 7 a 8 mil cueros uno y 4 a 5 mil el otro� se ha fundado un nue�o puesto con corrales y ranchos� en el puesto de San �rancisco se construyó un nue�o cuarto de adobe y tejas� además se �erificaba la compostura general de los corrales, haci�ndose uno de palo a pique de madera de ñandubay, destinado a herrar y sujetar al ganado hasta un n�mero de 9.��� cabezas.

En relación al ser�icio religioso y de acuerdo a �adell �1955�1���, hacia el 1� de mayo de 1768 habría llegado fray �amón del Campo��6, quien ofició como capellán, al que le siguieron integrantes de la Orden de los Predicadores��7. El mismo autor �1955� 11�-114� sostiene que para atender el ser�icio religioso de la Capilla, desde el año 1769 el Con�ento de Padres Predicadores de �uenos Aires, pro�eía el cargo de capellán sin recibir expendios de ninguna clase, ante lo cual, el procurador del Con�ento fray Pedro de Santa María, solicitaba se fijase un �iático de ciento �einte pesos anuales al religioso de su Orden destacado en Las Vacas. �a �unta de Temporalidades reducía a cien ese �iático, recibiendo dicho procurador, el �� de marzo de 1774, la suma de quinientos pesos por los cinco años corridos.

El funcionamiento de la Estancia, promo�ía que hacia julio del año 177� el �ntendente de las �aciendas de Campo secuestradas a la Compañía, capitán �uan �rancisco Somalo, gestionara a la �unta Municipal de Temporalidades la suma de dos mil pesos para remitir a San Martín, para la paga de los peones que demandaba la misma ��adell, 1955�11��.

��5 �gual denominación habían recibido la Calera y hornos para la quema de piedra caliza existentes próximos a la actual ciudad de Mercedes, construidos hacia 17��. ��6 �o contamos con información particular de si alg�n religioso se hizo cargo de los ser�icios desde la expulsión de los jesuitas hasta la llegada de este capellán. ��7 �a Orden de los Predicadores conocida tambi�n como Orden �ominicana, fue fundada por �omingo de �uzmán �117��1��1� en Toulouse ��rancia� y confirmada por el Papa �onorio ��� �Cencio Sa�elli. Papa entre el año 1�16 y 1��7� hacia el año 1�16.

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�igura �4 - �ecreación de la �Estancia de �as �acas, Casa principal y Calera�. �nstituto de �istoria. �epartamento de �istoria de la Arquitectura. �acultad de Arquitectura. Plano �� ��65. Escala original� 1�5��. Año 196�. Arquitectos� �ucchini y Amestoy. �ibujante� Amestoy. �as nue�as in�estigaciones han demostrado algunas inexactitudes en esta reconstrucción.

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�igura �5 - �nterpretación de lo que habría sido la planta del casco de la Estancia y sus edificaciones hacia la d�cada de 177�, basados en documentación histórica, trabajos arqueológicos, y fundamentalmente el in�entario al momento de la expulsión de los jesuitas. �uente� Payss� et al. ���8 �Reconstrucción virtual de la estancia jesuítica de Belén - 1780� �proyecto financiado por el ����. Tomado de� Plan Ceibal ���8. �icencia Creati�e Commons.

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En 1774, �uan de San Martín solicitaba un reemplazante, siendo en�iado posteriormente a �apey� como teniente Gobernador de Departamento. San Martín �� trasladado a Buenos Aires, presenta su rendición de cuentas el 23 de diciembre de 1774. El 12 de ese mes, ha efectuado la entrega de dicha estancia al nuevo administrador nombrado por la Junta de Temporalidades con fecha 31 de octubre de ese año, teniente de milicias, don Pedro Manuel Quiroga, recomendado por San Martín para ese cargo� ��adell, 1955�115�. �n año despu�s, el memorial de San Martín pasaba a dictamen del Procurador Síndico �eneral, �rancisco Antonio de �asa�il�aso. Seg�n �adell �1955�116�, este �ltimo se expedía positi�amente en un largo informe en el que hacía constar �� la pureza, celo y desinterés con que aquel ha procedido, dando a la estancia aumentos y beneficios considerables�.

12.3 La Administración de Pedro Manuel de Quiroga. 1774 – 1778 (1780).

San Martín entregó la Estancia de Las Vacas bajo el riguroso inventario208 de todas las existencias de la misma, y que firmaron: el capitán de Milicias Pedro de Torres, Jerónimo Monzón, Domingo González, Luis Serrano, el nuevo administrador, Pedro Manuel de Quiroga209, en presencia del alcalde ordinario del Partido, Lorenzo Díaz (Vadell, 1955:116); los tres primeros ya habían sido los encargados de inventariar anteriormente la Estancia. En este nuevo Inventario consta que la Hacienda con que contaba el Establecimiento era de 66.825 cabezas de ganado, se hace mención al calabozo que existía cerca de los hornos para la quema de la piedra caliza, se desprende la dureza con que Juan de San Martín trataba a los esclavos (Geymonat, 1999:4) y se especifican los diferentes elementos litúrgicos empleados en la Capilla210.

208 “Cuenta final que presenta a la M.I.J. de Temporalidades Dn. Juan de San Martín de la administración de la estancia y calera de las Bacas secuestrada a los regulares del nombre de Jesus que fueron del Colegio de Velen de esta Ciud.d desde el I. de Jul.o de 1771 en que presentó la corresp.te desde su Estrañamiento asta 12 de Dic.re de 1774 que cesa su Comisión”. Archivo Nacional de Buenos Aires, sección: Gobierno Colonial. Temporalidades. Legajo 6 – pieza 75 – año 1774 (Leonhardt, 1927: 535). Además, ver Vadell (1955:188-202). En el Anexo de esta Monografía se presenta un listado comparativo de esclavos que figuran en el Inventario del año 1767 y del Inventario del año 1774. 209 En ese momento, Teniente de Milicias de Buenos Aires. 210 Una custodia de plata, una copa, una cajita con bolsa para llevar los sacramentos, dos cálices dorados con sus correspondientes Patenas y cucharitas, un platillo y vinagreras, una corona del Niño de la Virgen, Sagrario de palo dorado, una Imagen de Nuestra Señora de medio cuerpo de Bulto, un depósito de madera pintada con sus vidrieras, un nicho pintado con sus espejitos y dentro una Imagen de Nuestra Señora de Belén, cuatro Imágenes de bulto en el Altar, un cuadro de San Pedro con su marco pintado, un Santo Cristo de bronce, una lámina de vidrio con un marco de madera pintada, seis candeleros grandes de Jacarandá, cuatro candeleros pequeños de estaño, cuatro candeleros de bronce, un espejo sin marco, una Sacra con evangelio y lababo, un marco de frontal, dos Aras de laúna de palo, dos Confesionarios de madera, una pila de agua Bendita de piedra, una Pila de agua Bendita de estaño, una mesa de

Figura 26 - Recreación virtual panorámica del casco de la Estancia y sus construcciones en su vista Oeste-Suroeste, donde en color más claro resaltan los cuartos construidos durante la administración de San Martín. Fuente: Payssé et al. 2008 “Reconstrucción virtual de la estancia jesuítica de Belén - 1780” (proyecto financiado por el BID). Tomado de: Plan Ceibal 2008. Licencia Creative Commons.

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Tiempo después, Quiroga declaraba que el primer capellán que él conoció en la Capilla fue fray Pedro Alonso (1774 al 8 de abril de 1776), el que se fue enfermo a Buenos Aires, quedando por dos meses el cargo acéfalo hasta la llegada de fray Juan Francisco de Salas.

En julio del año 1778, Quiroga entregaba su rendición. El Inventario realizado escaso tiempo antes (1774) “�sirvió al administrador Quiroga para entregar la estancia de Las Vacas, con todas sus existencias, al Colegio de Niñas Huérfanas ( ) el 14 de Agosto de 1778” (Vadell, 1955:119).

Luego de esta entrega, Manuel Quiroga era designado nuevamente Administrador de la Estancia, cuyo cargo ocupará dos años más, ahora bajo la égida de la Hermandad de la Caridad.

credencia con cubierta de angaripola, un saldero de agua Bendita de estaño con hisopo, un arpa, una guitarra y un violín encordados, diez paños de cáliz de varios colores, nueve bolsas de corporales, seis Juelas, veintinueve Purificadores, ocho Amitos, cinco Alvas, dos Cíngulos de seda, tres Cíngulos de cordón, once casullas de seda de varios colores (ocho guarnecidas con galón de oro y plata; tres con galón de seda y una de Brocato), una capa de seda negra, una capa de seda morada (deteriorada), doce Palias de seda guarnecidas con galones de oro y plata, seis Cornualtares, una banda de seda listada, tres Estolas sueltas, cuatro manteles de Altar, tres paños de Comulgatorio, dos Sobrepellices, dos Roquetes con sus ropones colorados, seis Frontales de seda de varios colores, dos Ostiarios de oja de lata, tres campañillas de metal, un Estandarte de seda negro (inútil) y una Estandarte de seda colorado, un aguamanil y palangana de estaño, dos paños de mano, un Crucifijo con dosel de seda, una Imagen desarmada de Nuestra Señora de Bethlen con su niño, una bolsa de tisú con trece medios y cinco sortijas de metal, cinco cintas de plata y oro para llaves de Sagrario, una cenefa para el Altar de estambre y seda, una Crismera de cristal en una cajita de palo, ocho pies de ramos ordinarios, un paño de seda colorado, ocho paños de gradas de diferentes colores (inútiles), dos cajones con dos gravetas cada uno y sus llaves para guardar los ornamentos, una caja grande para guardar los ornamentos, tres alfombras y dos cruces muy usados, una silla de brazos, un taburete, un Yerro de hacer ostias, un Perol de hacer ostias y un contador, un paño de algodón para cubrir el Altar, un vaso de plomo para Comulgatorio, diez velas de cera medianas, dos faroles de vidrio, una tinaja para agua Bendita, una bolsa de lienzo con papelitos de Reliquias, tres campanas, un Inciensario y graveta de metal, trece Corporales y un ataúd (modificado de Vadell, 1955:189-191).

Figura 27 – Vista Sureste del templo. Fotografía: Alejandro C. Ferrari (año 2010).

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12.4 La Estancia de Las Vacas pasa a manos de la Hermandad de la Santa Caridad de Nuestro Señor Jesucristo. “La Calera de las Huérfanas”. 1778 – 1827.

Por Real Cédula fechada en 16 de octubre del año 1754, el rey Fernando VI daba su aprobación y real protección, a la Hermandad de la Santa Caridad de Nuestro Señor Jesucristo211 de Buenos Aires, agrupación que estaría unida a la Cofradía de Cádiz y observaría sus reglas (Vadell, 1955:121). En la ocasión, se autorizaba además la erección de su Capilla bajo la advocación de San Miguel, Patrono de la Hermandad, templo convertido posteriormente en enterratorio general.

La Hermandad, que tenía entre sus objetivos de base sepultar a los muertos desamparados, sumaba para ese entonces la preocupación por los hijos ilegítimos o no deseados abandonados en las calles y puertas de vecinos ricos, además de la protección a mujeres en situaciones difíciles, siendo la fundadora de la Casa de Recogimiento de Niñas Huérfanas212 y del Hospital de Mujeres (Vadell, 1955:121). La primera, contaría con un Colegio que nacía a petición de Francisco �lvarez Campana, Hermano Mayor de la Hermandad (designado tal en el año 1754). Así, “� el obispo de Buenos Aires�213�, en 3 de octubre de 1755, concede la licencia para la erección del Colegio de Niñas Huérfanas”, siendo su patrona Nuestra Señora de los Remedios214

(Vadell, 1955:122).

Este Colegio u orfanato, llamado Nuestra Señora de los Remedios, se ubicó junto a la Capilla de San Miguel y estuvo bajo la dirección en sus inicios de la matrona Teresa Basán; entre sus actividades, ofrecía asistencia a las niñas huérfanas, mujeres separadas, jóvenes que deseaban casarse en contra del deseo de sus padres, adúlteras y pupilas judiciales. Se brindaba además instrucción en artes y otras labores femeninas.

Hasta el año 1766, este Colegio tuvo dos administradores: el ya mencionado fray Francisco �lvarez Campana como Hermano Mayor y fray José González Islas como capellán (Gerding, s�f).

La adjudicación de la Estancia a la Hermandad coincidía con el período de la creación del Virreinato del Río de la Plata (1776-1777). Vadell (1955:122) refiere que fue concedida por Real Cédula dada en el Pardo, con fecha 17 de marzo de 1777, en la que el Rey mandaba se aplicase para la subsistencia del Colegio de Niñas Huérfanas de la Santa Caridad, la Estancia y calera de Las Vacas. De igual modo ya lo mencionaba Vicente Quesada (1863:220) cuando expresaba que “El Rey, en vista de esta petición y demás antecedentes, resolvió en la cédula de 17 de marzo de 1777, lo siguiente: … he venido en consignar á la referida casa, dice, dos mil pesos cada año

211 La solicitud de creación de esta Hermandad es bastante anterior, pero ésta fue a nivel de autoridades locales y dataría del 22 de febrero del año 1727, por petición realizada ante el Obispo de Buenos Aires Pedro de Fajardo de la Orden de los Trinitarios y ante el Gobernador Bruno Mauricio de �abala, siendo la fecha de su fundación el 3 (o el 13) de marzo del mismo año. El apoyo Real, ya había sido solicitado en diversas oportunidades cuyo pedido había sido desestimado en igual número de ocasiones. 212 En la petición de fundación se transcribieron varios testimonios donde se explicaba que muchos niños morían por el frío o por la desgracia de ser devorados por animales o atropellados por carros, motivo por el cual urgía su defensa (Cosse, 1997:85). 213 Cayetano Marcellano y Agramont. 1696-1760 (Obispo de Buenos Aires entre los años 1751 y 1759). El permiso es brindado por el Gobernador José de Andonaegui. 214 Advocación mariana. Divulgada por la Orden de la Santísima Trinidad, comienza a ser venerada en el Río de la Plata justamente como Patrona del Colegio de la Santa Caridad de Nuestro Señor Jesucristo.

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por el espacio de ocho, sobre las vacantes mayores y menores, mesada eclesiástica, y reales novenos del reino del Perú, para cuyo pago se ha espedido la correspondiente órden por mi Secretario de Estado y del despacho de Indias. Tambien he venido en destinar para el mismo Colegio la estancia llamada de las Vacas, según y como la poseían los regulares de la estinguida religión de la Compañía, y la Botica que tuvieron en la referida ciudad de Buenos Aires”.

En consecuencia, el 21 de marzo del año 1778, pasaba el asunto a la Real Junta Municipal de Temporalidades para que se resolviese y deliberase acerca del tiempo, modo y forma de hacer esas aplicaciones. Con fecha 11 de mayo de 1778, la Junta se expedía comisionando para ese acto “� al oficial de la Guardia del real, o al que esté más inmediato, para intervenir en la operación, de todo lo que tomará razón el escribano real, público y de gobierno” (Vadell, 1955:122). La Estancia de Las Vacas se habría entregado al Colegio el 24 de julio del mismo año, efectivizándose recién el 14 de agosto215.

Pero esta adquisición de la Estancia de Nuestra Señora de Belén habría sido problemática ya que existió “� un largo proceso del Defensor real de Temporalidades contra la administración de la Casa de las Huérfanas por la adquisición ilegal de la Estancia de la Calera de las Vacas” (Leonhardt, 1927:536), en el que se aducía que la Estancia se habría comprado por mucho menos de su valor real y que debería haberse realizado una subasta pública. Transcribimos aquí diversos documentos relativos a estos insucesos:

“El Administrador gral. de Temporalidades a V.E. dice: que teniendo a la vista la R.l Cedula de S.M dada en el R.l sitio del Pardo a 17 de marzo de 1777 que corre en estos autos sobre la aplicación hecha de la Hacienda de las Bacas a la Hermandad de la Caridad de las Huérfanas y pobres enfermas del Hospital de San Miguel de esta ciudad, ha notado la obrepcion y subrepcion con que fue ganada y obligada la voluntad del Rey para la concesión de tal gracia ( ) pues solo se le da el valor, segun expresa su contexto, de trescientos pesos a la mejor, mas valiosa, y mas apetecida Hacienda de las que se secuestraron a los expatriados Jesuitas en este distrito; verdad que no negarán los individuos respetables y que componen la Hermandad Hospitalaria, ni los demas pudientes de esta ciudad, si se les pregunta. Pero para que se esfuerza el Administrador razones de apoyo en fabor de la causa R.l que defiende por obligación de su ministerio, quando este le presenta un inventario del R.l secuestro, otro que acompaña a este expediente con el recibo a su pie de lo que se componía dicha Hacienda el día 14 de Agosto de 1778 en que se recibió de ella D. D. José González, y sesenta mil pesos al contado que han venido a ofrecer a esta R.l Administración por la expresada finca en el estado que hoy tiene ( ) le parece al Administrador se lleve por V.E. a debido efecto la venta en publica subasta ( )Pedro Viguera” 216 (Leonhard, 1927: 536-537).

215 “Nota. Que consequente a lo mandado por las providencias sus insertas en la antecedente Certificazion, se Certifico la entrega dela hacienda delas Bacas a la parte del Colegio de Niñas huérfanas, y Hospital de Mugeres de esta Ciudad, como consta en exped.te separado en fecha catorce de Agosto de mil setezientos setenta y ocho, y para q.e conste lo anoto y firmo en Bs Ayres a treinta y uno de Agosto de mil setezientos setenta y ocho”. Firmaba: �enzano (Vadell, 1955:203). 216 “Autos sobre el establecimiento, dotación y demás circunstancia de la Real Casa de la Caridad y Colegio de Huérfanas, y Educandas en esta M.N y Leal Ciudad de la Santísima Trinidad, Puerto de Santa María de Buenos Aires”. Archivo Nacional de Buenos Aires. Sección Gobierno Colonial. Sección Temporalidades. Leg. 8. Pieza 50. Cuaderno de 76 fojas. Fojas 35-36. Año 1799. (Leonhardt,1927:536-537)

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Leonhardt (1927:537) contrapone una carta de Domingo Belgrano Pérez, Procurador de la Real Casa de Misericordia de las Huérfanas, donde justificaba la compra manifestando que “� la Estancia de las Bacas no alcanza a subvenir las urgentísimas necesidades de la referida casa, pues por auto provehido por los Señores de la Junta de Temporalidades, a quatro de Diciembre de mil setecientos setenta, y cinco se expresa que ( ) ni el territorio ni el ganado tienen precio de consideración ni toda la Estancia aunque se considere con la Calera, porque la cal que produce, no tiene la mayor estimación y que si se pensase en venderla, o no habría quien comprase, o la querrían por mui corto precio”.

“En la ciudad de Buenos Ayres, a veinte y dos de Junio de mil setee.os setenta y nueve: estando juntos los Sres vocales de la R.l Junta Municipal de Temp.s , se vieron los Autos, y expedientes obrados sobre la aplicación de la Estancia de las Bacas, q.e fue de la Residencia de Belén de esta ciu.d y la pretención de D.n Domingo Perez, Apoderado q.e dice ser del Colegio de Niñas Huerfanas, Caridad y Hospital, sobre q.e se le entregue el Edificio – donde desde dentro del cerco de este Colegio tenían la Botica los Regulares ex – Jesuitas; inteligenciados de todo, y de q.e en la R.l Cedula de la Merced, q.e S.M. hizo del Colegio de Niñas Huérfanas, y Hospital de mujeres, se fha. en el Pardo, a diez y siete de Marzo de mil stee.os setenta y siete, se hace relación q.e la estancia de las Bacas valdría trescientos (¡mil!) pesos, y haviendo reconocido los vocales de esta Junta los Autos q.e se formaron, p.r la expulsión y extrañam.to , y ocupación de Tempor.s de los ex – Jesuitas, en el día tres de Julio de mil setec.os sesenta y siete, advierten q.ep.r la obtención de semejante gracia, en los informes que se dieron, y relacion que se expuso se procedió con notoria equiboc.n. Por cuanto resulta de los Imbent.os y tasaciones judicialm.teformados q.e dha estancia de las Bacas se componía de veinte y seis mil cabezas de ganado bacuno bajo del yerro del Colegio, siendo igualm.te de crecido número el que estava sin el, cinco Puestos, q.e eran S. Francisco, los Cerrillos, las Tunas, S. Agustín, y el de las yeguas; en cada uno de ellos crecido numero de ganados, y en todos como sesenta y seis esclavos entre Hombres y Mujeres y Niños, una Calera con dos Hornos; otros dos Hornos para texa y ladrillo, con sus correspond.tes Instrumentos para dichas fabricas. El terreno se reguló en seis leguas y media. El Edificio se componía de una Capilla de vobeda, con su sacristia: quatro aposentos: seis quartos: Herrería, Panadería, Javonería, y una Atahona, q.e todo ello se apreció en sesenta mil doscientos quar.ta y nuebe p.s y 4 r.s sin incluirse en esta tasac.n el número de seis a siete mil cabezas de ganado q.e se decían estar en inbernada y cria, y el valor de doce a catorce mil cabezas de ganado alzado que se tasaron a dos r.s cabeza; cuya tasación no se incluyó en la suma, como se expresa en Acuerdo celebrado por esta Junta, a veinte y nuebe de Dic.e de mil stee.s setenta, y que haviendose practicado entrega de ella a el referido Colegio, en veinte y ocho de Julio de setecientos setenta y ocho proximo pasado, por los Autos que se formaron se advierte mucho aumento en el ganado, pues solo el bueno se reguló en ochenta y dos mil cabezas por el celo de esta Junta, q.e ha procurado mantener siempre buenos Adm.es, en cuyos terminos y conceptuando la actual Junta la equivocación tan notoria, con q.e se procedió, han hallado ser muy correspond.te al devido cumplimiento de sus obligaciones, hacerlo presente a S.M. p.a q.e le conste, y esperan de su R.l católica clemencia, se digne confirmar dha gracia y md. en atención a lo util q.e es en esta ciudad y a todo su vecindario el q.e permanezca y subsista la fundac.n de dho Colegio de Niñas, y Hospital de Mujeres ( ) y así lo resuelven bajo la aprov.n del Ex.mo S.r Virrey, y lo firmaron de que doy fe – D.n Ju. Cayetano Fern.z – L.do Ortega de Agüero – Joseph Antonio Ibañez – Marcos Jph. De Riglos – Ante mi Joseph Zenzano (…) Buenos Aires, 25 de Junio de 1779” (Leonhardt, 1927: 538-539).

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Figura 28 – El área hacia el año 1780. Lecturas: 1) Pequeñas y medianas propiedades. 2) Rincones realengos. 3) Denuncias de la familia Alzáibar. 4) Juan Francisco García de �úñiga. 5) Francisco Martínez de Haedo. 6) Miguel de la Quadra. 7) Viana-Alzáibar. 8) Bruno Muñóz. 9) Josef Mas de Ayala. 10) Denuncia de Fernando Martínez. 11) Julián de Gregorio Espinosa. 12) Bartolomé Muñóz. 13) Francisco Albín. 14) Melchor de Viana. 15) Colegio de las Niñas Huérfanas. 16) Villanueva Pico. 17) Lorenzo Santuchos. 18) Manuel Vásquez de España. 19) Campos con diversos poseedores que luego denuncia Claudio Márquez. 20) Antonio Pereira. 21) Francisco Rodríguez. 22) Hospital de los Betlhemitas de Buenos Aires. 23) Juan Llorens. 24) Josef Nuñez; otros. Tomado de: Sala de Tourón et al. (1967). Evolución económica de la Banda Oriental. Ediciones Pueblos Unidos. Imprenta Letras. Montevideo.

Pese a todos los inconvenientes, la Hermandad de la Caridad se hizo de este bien, y ya en manos de la misma, el 21 de noviembre de 1778, el Hermano Mayor Diego Salas, gestionaba ante el Virrey Juan José de Vértiz, que diera las órdenes pertinentes a los comandantes de los partidos inmediatos, para que se destinasen al trabajo propiamente de la Calera, a los vagos y reos de delitos leves, ya que la cal que se extraía era para la construcción del Hospital de Mujeres; así lo resolvería el Virrey, el 25 de diciembre de ese año (Vadell, 1955:114).

A los efectos de nuestro trabajo, corresponden a este momento (1779217) las primeras actas de defunción que manejamos y que constan en los Libros Parroquiales del Partido de Las Víboras218. La primera persona que figura como inhumada dentro de la Capilla de Belén, con fecha 13 de setiembre, es el esclavo Diego de Belén; los cargos de los gastos en la ocasión se le realizaron al administrador Pedro Quiroga. Esta primera inhumación documentada fue firmada en Las Víboras por Lucas Rodríguez y Felipe Fernández.

De acuerdo a Vadell (1955:127), después del Administrador Pedro Quiroga (hacia 1780) se hizo cargo de la Estancia en ese carácter, fray Domingo Viera (o Vera)219 de la Orden de la

217 Hacia el día 4 de julio del año 1804, el Ministro Superior Benito Lué y Riega, en visita a la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios de Las Víboras, aprobaba -con ciertas recomendaciones- los Libros Parroquiales de la misma, “� interponiendo su autoridad ordinaria, para que valgan, y hagan fe en donde convenga”. Esta aprobación, alcanzaba a las primeras anotaciones practicadas “� desde el año 1779 en el libro anterior”. 218 El relevamiento concreto de las actas de defunción se realizan en el Capítulo 15. 219 Este religioso va a figurar en las partidas de defunción de los Libros Parroquiales de Las Víboras como R.P.Pre.do (Reverendo Padre Presentado) capellán de la Calera de las Huérfanas.

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Merced220. Este religioso permaneció a su frente por siete años y seis meses declarados, pero según el mismo autor pasó más tiempo. Sucedió a Viera en el cargo hacia el año 1789, Florencio García, que permaneció en el cargo hasta 1800221, habiendo intercalado en esa encargatura Antonio Rebajo en el año 1784222 y Jerónimo Silveyra223 en el año 1786 (Op cit.). De acuerdo a Vadell (1955:127), los sueldos de los administradores para ese entonces era de doscientos pesos anuales, el del capellán ciento cincuenta, el del capataz mayor veinticuatro y el de su ayudante catorce pesos.

Parecería ser que la situación de los esclavos de la ya Calera de las Huérfanas, sería algo diferente a la de otras personas en la misma condición de la región, generándose diversas fricciones. Por ejemplo Mayo (1995:147) transcribe un documento donde se denunciaba que éstos “…andan bien de ropa, tienen dinero, compran caballos ( ) y gastan sus ingresos con sus mancebas”224. De acuerdo a Mayo (1995:96-97), los capataces de puesto de la Estancia eran remunerados con una paga de 9 pesos mensuales y una ración de yerba.

En esos años y desde el punto de vista productivo, además de la cal225 dedicada a la construcción de la Iglesia de San Miguel, el Hospital de Mujeres y la comercialización de grasa226, cueros y leña, se explotaba la cantera del Cerro y se producía maíz, membrillos y aceitunas, que según Vadell no figuraban hasta ese momento como producciones exportables de la misma; la Hacienda por su parte alcanzaba las 60.000 cabezas de ganado, cuya marca –cuando la tenía- eran las iniciales entrelazadas “BE” (Vadell, 1955:130).

Natalio Vadell consigna no encontrar ningún documento acerca de la enseñanza primaria impartida a los niños que vivían en esos parajes, hijos de empleados, peones y esclavos. “Creemos que juntamente con la religión, estaría encomendada al capellán; pero es la verdad que nunca hemos encontrado pedidos de cartillas, libros y útiles, destinados a ese fin, ni en las “Instrucciones”, tan minuciosas, que se dan a los administradores, se dice nada de ello, ni se menciona la existencia de maestros. En la época de los Padres Jesuitas, maestros por excelencia, habrá variado este estado de cosas” (Vadell, 1955:149).

El mismo autor, sostiene que nunca la Estancia, ni temporariamente, ha hospedado niña alguna de las que recibían educación en el Colegio de las Niñas Huérfanas, ni tampoco habrían llegado Hermanas de la Caridad; agrega que figuran con frecuencia las compras de mujeres esclavas, para darles de esposas a los hombres de igual condición, cuyo propósito –según consta- era el de aumentar con sus hijos los bienes temporales de la Hermandad (Vadell, 1955:149).

220 Orden de la Merced o Real, Celestial y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos. La Orden mercedaria fue fundada por Pedro Nolasco y aprobada por el papado en el año 1235. 221 Hacia el año 1805 Florencio García va a ser nombrado Alcalde de Las Víboras. 222 Para ese mismo año, y desde el 1 de enero, las anotaciones en Nuestra Señora de los Remedios de Las Víboras son llevadas a cabo por el Segundo Cura Rector, Antonio Mariano Alonso. Este último, nombrado cura de Las Víboras el 27 de noviembre del año 1783 (Vadell, 1955:62). 223 Jerónimo Silveyra estaba habilitado por la Hermandad de la Caridad con una pulpería en la Estancia, la que trató de suprimirse en el año 1790 –según se aducía- por el abuso que del aguardiente hacían los peones (Vadell, 1955:127). 224 AGNA. Sala I�. 6-8-3. Hermandad de la Caridad, Agustín de la Cuesta, junio de 1784 (Mayo, 1995:147). 225 De acuerdo a Vadell (1955:149) no solo se explotaba la cal próxima a la Calera sino también la del Puesto de Conchillas, donde existían importantes bancos de restos de moluscos que han sido explotados durante décadas. 226 La grasa era enviada en vejigas a diferentes destinos.

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El 1 de enero del año 1786, era nombrado Alcalde de la Santa Hermandad para el territorio de Las Víboras, Leandro Ledesma, y en la misma fecha era reelecto para el mismo cargo en Las Vacas, José Antonio Solano, nombramientos realizados por el Cabildo y confirmados por el Gobernador (Vadell, 1955:63).

Para el año 1787, se elaboraba un nuevo Inventario de la Estancia, el que permite visualizar particularidades de los diferentes puestos con que contaba el Establecimiento (ver Figura 29).

Para 1790 se confeccionaba otro Inventario, a manos de José de Altolaguirre, Hermano Mayor de la Santa Caridad y ex Ministro de hacienda; este último en carta del 11 de mayo de dicho año, se dirigía al Juez Comisionario del Partido, comunicándole que venía a practicar un Inventario de la Estancia, para lo que solicitaba la autorización correspondiente y que se nombraran contadores y testigos; este nuevo documento se habría comenzado el 18 de mayo de 1790 y por el mismo sabemos que el puerto de los Remedios era utilizado para los embarques directos de la Calera. En dicha ocasión participaba además, el piloto Manuel de Ozores, quien levantaba un plano de los campos de la Estancia (Vadell, 1955:129).

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De acuerdo a Vadell (1955:130), al hacerse “� cargo el padre Fray Salvador Sosa de la Capellanía de la Calera, el 25 de septiembre de 1790, encuentra, nos dice, desprovista la hermosa capilla de algunos implementos necesarios al culto, y solicita se le envíe un misal, un alba, y un mantel para el altar. Solicita también una corona de plata y un peluquín para la Virgen, a todo lo que accede la Hermandad de la Caridad”.

En abril del año 1791, a la vista del Hermano Mayor227 Juan Francisco Cabrera, la Estancia contaba con la casa principal y los siguientes puestos: San Antonio (más conocido como el del �ato a cargo del esclavo capataz Domingo de Belén), Las Tunas, San Francisco (que abarcaba lo que se conocía por Conchillas y Martín Chico), Cerro de las Armas (también llamado puesto de Alterio), Las Rabonas, San Juan de la Cruz, puerto de los Remedios, Miguelete y Sarandí (Vadell, 1955:131). Esta mención que realiza Vadell, no es del todo coincidente con el mapa de la página precedente diseñado por integrantes del Instituto de Historia de la Facultad de Arquitectura en alguno de sus detalles: por ejemplo el puesto de San Francisco estaría abarcando los puestos de Conchillas y Martín Chico lo que evidenciaría o una relación de dependencia de éste o que habrían sido suprimidos como puestos; por otra parte en la cita de Vadell no figura el puesto de Juan González.

De acuerdo a Mayo (1995:88-89), en ese momento el Establecimiento, “� estaba dotado de un complejo aparato de supervisión integrado por un mayordomo o administrador, un ayudante de mayordomo, un capataz mayor y varios capataces de puestos”. En líneas generales, los puestos citados estaban a cargo de esclavos de la Estancia que para ese entonces, habrían quedado reducidos según Vadell a veintidós de ambos sexos228 (Op cit.).

Mayo (1995:89) ilustra que las responsabilidades del capataz mayor de la Estancia de Las Vacas, “� eran numerosas y, por momentos, cruciales para el buen funcionamiento cotidiano del establecimiento. Debía, por de pronto, recorrer los puestos “muy a menudo”, cuidar las manadas de yeguas que debían recogerse y pararse en rodeo frecuentemente y supervisar las yerras “llevando una razón puntual de las que se marquen en cada uno �de los puestos� y la entregará al administrador ( ) Terminada la yerra el capataz mayor debía separar los ganados de los distintos puestos. Cuando tuviera suficiente caballada debía hacer “cogidas” de ganado en uno de los puestos. Tenía asimismo que controlar las boyadas para imponerse de su estado y “hará que se amansen continuamente toros y novillos”.

Continua refiriendo que “Ningún peón ( ) debía apartarse de la tarea de domar. El capataz mayor procuraría el exterminio de las yeguas bagualas, evitaría que hubiera desperdicio de los novillos destinado al consumo de la estancia y finalmente tenía la obligación de reconocer los rodeos de los vecinos para recoger los que tenían marcas de la estancia ( ) Los capataces de los puestos, por su parte, también tenían tareas concretas que realizar. Según unas instrucciones que les fueran impartidas ( ) los capataces de la estancia de Las Vacas tenían la responsabilidad de concurrir todos los sábados a la tarde a la casa principal del establecimiento a dar razón de lo obrado durante la semana en el puesto respectivo. Debían asimismo traer el sebo, dar cuenta de las ausencias de los peones y aportar las colas de los

227 El parte de la situación de la Estancia (recuento del ganado y verificación del estado general de la misma) era frecuente, tarea realizada especialmente por los Hermanos Mayores, quienes mantenían informada a la Hermandad de la Caridad (Vadell, 1955:130). 228 No queda claro este número de esclavos con relación a qué, si a los puestos, al casco o al total de la Estancia de Las Vacas.

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perros cimarrones que hubieran muerto ( ) En tiempos lluviosos o inadecuados ocuparían a la gente en cortar palos para ranchos, cocina, galpón y corral” (Mayo, 1995:90).

Mayo (1995:95) relata que durante un tiempo, las tareas de Capatáz Mayor recayeron en el chileno Agustín Ramírez Villegas, siendo más deplorado que reconocido, ya que durante su gestión habría dejado a la Estancia sin caballos ni bueyes. Al término de su capatacía, el propio Ramírez planteaba que los esclavos se encontraban con más autoridad que él, e incluso su puesto había sido ocupado por uno de ellos. Siguiendo a Azara, este mismo autor nos dice que el que quedara un esclavo a cargo, no era una situación desconocida para la Banda Oriental, ya que los “� capataces esclavos no eran, por lo que sabemos, desobedecidos o desafiados por los peones españoles o indios que estaban a sus órdenes. Azara, precisamente, recuerda que los españoles de la campaña no tenían reparo en servir a las órdenes de un hombre de color” (Mayo, 1995:96). Este esclavo que sustituyó a Agustín Ramírez como Capataz Mayor fue Patricio de Belén229, quien proponía ese mismo año de 1791 a la Hermandad de Caridad, continuar tres años en esclavitud, durante los cuales si entregaba cien caballos enfrenados, doscientos redomones, cien bueyes mansos y herrado además todo el ganado de rodeo de la Estancia, podría obtener su manumisión (Vadell, 1955:132).

El 6 de febrero del año 1792, era sustituido de forma pasajera el Administrador Florencio García, por José Posadas, nombrado Administrador interino de aquella Estancia (Vadell, 1955:131). Ese mismo año asumía como capellán de la Capilla de las Huérfanas el religioso Christobal Ibáñez. Luego de la asunción del nuevo Administrador, los conflictos entre capataces y peones continuaron, ya que Posadas, a poco de asumido su cargo, “� arrojaba indirectamente sombras sobre el capataz mayor esclavo Patricio, al señalar que la escasez advertida sobre la producción de cueros se debía a que los peones comían carne con cuero”, acusación negada por este capataz quien declaraba que lo referido por este Administrador era falso y fingido, no dejando pasar la ocasión de ahí en adelante para “� dejarlo mal parado revelando sus descuidos”230 (Mayo, 1995:95).

Para este momento, parecería ser que muchos peones asalariados permanecían por escaso tiempo en la Estancia. José Posadas se quejaba “� del poco tiempo que permanecen los peones, pues, al parecer, sólo pensaban en remediarse y bolberse a las pulperías de esa [Buenos Aires]”231. Pero –según Mayo- existía otra explicación y era la falta de paga; ya Florencio García –el anterior Administrador- aducía que estaba sin peones que “� se fueron porque no se les pagaba”232

(Mayo, 1995:108).

La ausencia de paga a los peones, va a ser solo un indicio del comienzo del declive económico del Establecimiento. Pese a ello, en un nuevo Inventario practicado ese año por Félix de Rosa, asistido por los contadores Gregorio Barrios y José Cobos, figura que el Establecimiento contaba con 43.768 cabezas de ganado de rodeo y 26.560 cabezas de ganado alzado (Vadell, 1955:131).

229 Suponemos corresponde al mismo Patricio que aparece en el Inventario del año 1767, y que figuraba como natural de la Calera, con ocho años de edad. Para ese entonces contaría con veinticuatro años. De acuerdo a Vadell (1955:132) “Patricio tenía quebrada la islilla �clavícula�, y de resultas de un golpe recibido, era también algo achacoso de salud, lo que no le impedía ser de mucha inteligencia en el campo, de trabajo y de buen servicio”. 230 AGNA. Sala I�. 6-8-2. Hermandad de la Caridad (Mayo, 1995:142). 231 AGNA. Sala I�. 6-8-2. José Posadas. Año 1793 (Mayo, 1995:108). 232 AGNA. Sala I�. 6-8-1. Florencio García. Año 1792 (Mayo, 1995:108).

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Hacia el año 1794, figura en actas de la Hermandad de Caridad, que existieron problemas con tres esclavos, Pablo, Fernando y Lorenzo, quienes según la administración resultaban perjudiciales a la Estancia, dándose autorización al Hermano Mayor para su venta; como esta resultara dificultosa se planteaba que pudieran ser vendidos a algún panadero que diera su valor en pan para el sustento de las Niñas Huérfanas y del Hospital (Vadell, 1955.132).

En relación a las tareas llevadas adelante en la Estancia, Mayo (1995:139) menciona que el 10 de marzo del año 1795, el Administrador de Las Vacas informaba que el capataz Basilio (esclavo y segundo capataz), dos peones y cuatro esclavos –tres de ellos bozales- “� paran rodeo, carnean para la casa, matan perros, repuntan el ganado por las tardes”233. Ese mismo año, surgían inconvenientes entre el ayudante de la administración Miguel González Bayo (o Vayo) y Patricio y Basilio (primer y segundo capataz de la Calera), y posteriormente tendría problemas con el propio Administrador Florencio García. Poco después, la Hermandad suprimía el puesto de ayudante.

Jorge Gelman señala que en la Estancia de las Vacas, los esclavos hasta los treinta y pocos años hacían de peones; “� al acercarse a los cuarenta ocupaban tareas de supervisión ( ) y los de más edad y fuerzas declinantes eran ( ) asignados al cuidado de la huerta o bien a la guarda del ganado ovino en calidad de pastores” (Mayo, 1995:140). Pese a la condición aparentemente diferencial con esclavos de otras partes del territorio oriental, en la Estancia no faltaron los castigos corporales como el propinado al negro Jacinto, quien recibía “� 25 latigazos para ejemplo de los demás”234 (Mayo, 1995:144).

En relación a la vivienda en el casco principal, Mayo (1995:141) relata que los esclavos vivían en ranchos hasta que un Hermano Mayor dio la orden de albergar a los negros en la casa principal con cuartos separados para cada matrimonio, otro para una viuda y uno de doce varas “� con más comodidad y resguardo que lo que han tenido hasta aquí” para los capataces. Por su parte “� los negros más jóvenes serían alojados en otra habitación”235 (Mayo, 1995:142).

Hacia 1798, diversos entierros practicados en la Capilla de las Huérfanas, eran llevados adelante por el cura interino de Nuestra Señora de los Remedios, José Ramón Leanes.

Hacia el año 1799, la situación económica negativa de la Estancia se acentuaba, haciéndose eco su Administrador de “� los rumores corrientes ( ) de que será entregada ésta nuevamente al Rey”. Dicho año, sus visitadores Francisco Gutiérrez de Villegas y Francisco � right pasaban el parte del Establecimiento a partir del cual se ordenaba reducir a cinco los puestos de dicha heredad, siendo así que además de los campos del casco principal, continuarían funcionando los puestos de Sarandí, Miguelete, Cerro de las Armas, San Francisco y las Tunas, “� sin tocarse todavía los puestos existentes, pero tratando de economizar en gastos y salarios” (Vadell, 1955:135).

En el año 1800 Florencio García entregaba la Estancia a Francisco � righ, laborando un nuevo Inventario realizado por el Alcalde del Partido y Comisionado especial de Virrey, Vicente Nieto, en el que consta –según Vadell- que en “� lo concerniente a la capilla ( ) tenía 26 varas de largo por 9 de ancho, con catorce de elevación y de bóveda, y sus 4 ventanas al norte con 36

233 AGNA. Sala I�. 6-8-3. Hermandad de la Caridad (Mayo, 1995: 139). 234 AGNA. Sala I�. 6-8-5. Hermandad de la Caridad (Mayo, 1995: 144). 235 AGNA. Sala I�. 6-8-1. Hermandad de la Caridad (Mayo, 1995: 142).

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cristales, todos con rejillas de alambre. Menciona una imagen de bulto de Nuestra Señora de Belén, metida en el nicho que forma el retablo, que está en la misma pared del mojinete principal y que es de ladrillo y cal, y que es la misma imagen que �según Vadell� se conserva en El Carmelo ( ) Tiene esta imagen corona de lata, cabellera, y está vestida de seda. La Sacristía, de 6 varas de largo por 5 de ancho, tiene un Santo Cristo de madera. En el Templo están las imágenes en estampa de Nuestra Señora de Belén, de Nuestra Señora de las Nieves y de San Pedro, un Santo Cristo de bronce y las imágenes de bulto de San Ignacio de Loyola y de San Francisco Javier” (Vadell, 1955:136).

A finales del año 1800236, la Calera experimentaba la pérdida de su capellán, fray Christóbal Ibáñez, víctima de un furioso tabardillo237, “...como comunica su administrador, con fecha de 29 de noviembre de ese año” (Vadell, 1955:137). Al respecto, las actas de defunción que relevamos en los Libros Parroquiales de Las Víboras dan cuenta que el día 22 de noviembre del año 1800, Casimiro José de la Fuente238 daba sepultura en la Capilla Nuestra Señora de los Remedios de Las Víboras, al cadáver del Padre Don Cristóbal Ibáñez, de la Orden de los Predicadores, Capellán que era de la Calera de las Huérfanas, el que murió en Las Víboras con recepción de todos los sacramentos, siendo su entierro Mayor cantado, con la pompa funeral posible, misa cantada de cuerpo presente y vigilias con asistencias de seis sacerdotes; su sepultura se practicó en el Presbítero de dicha Iglesia.

Para el año 1802, aparece el nombre de José Pelliza, como Padre Predicador residente en la Calera, quien con licencia de Casimiro de la Fuente realizaba un enterramiento en el Campo Santo de la misma y para el año 1803, figuraba como capellán realizando los entierros, el religioso Bernardo Oroño de la Orden de Santo Domingo, con quien intercalaba el Cura Propiode Nuestra Señora de los Remedios Casimiro de la Fuente.

Con fecha 17 de febrero del año 1803, Juan Abasolo vendía doce esclavos que habían sido traídos en la zumaca portuguesa Nuestra Señora de la Estrella, a Julián Molino Torres, miembro de la Hermandad de la Caridad, quien dejaba aclarado que aquellos habían sido comprados para el servicio de la estancia de Las Vacas. El precio pagado en este acto fue de ciento noventa pesos, y quizá sean éstos los últimos esclavos llegados a la Estancia (Vadell 1955:132).

Hacia 1805, Francisco � righ entregaba el Establecimiento a Félix Antonio de Sasaín, en calidad de arrendatario, ocasión en que se labraba un nuevo Inventario. Este año, la situación negativa de la Estancia se vería afectada más aun, por una importante sequía que se había prolongado por más de seis meses y que dejaba al ganado desprovisto de pastos y con cañadas agotadas, por lo que el ganado de rodeo y el alzado vagaba mezclado por los campos (Vadell, 1955:138).

Los años 1806 y 1807, serían particularmente conflictivos para el Río de la Plata con las invasiones inglesas. Luego de la reconquista de Buenos Aires por las tropas de Santiago Liniers239 que le valieron a Montevideo el reconocimiento de Muy Fiel y Reconquistadora, los ingleses continuaron las hostilidades en fallido intento de toma de Montevideo, pero sí lograban

236 En nuestro relevamiento observamos que este religioso habría muerto efectivamente en el año 1800, pero Vadell (1955:137) menciona que fue en el año 1801. 237 Tifus o similar. Enfermedad infecciosa, grave, con alta fiebre, delirio o postración (RAE, 2001). 238 Este religioso va a realizar varios enterramientos en la Estancia de Las Vacas. 239 Santiago Liniers y Bremond. 1753-1809. Militar de origen francés que se desempeñó como administrador colonial de la corona española y Virrey del Río de la Plata entre los años 1807 y 1809.

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someter poco después a Maldonado y la propia San Felipe y Santiago, invadiéndola por la famosa brecha, tomando además Canelones, San José y Colonia.

En este marco, Francisco �avier de Elío240 como Comandante General de la Campaña, hacia el 21 de abril del año 1807, trataba de tomar infructuosamente por sorpresa con sus tropas, la Colonia del Sacramento en poder de los ingleses al mando del Teniente Coronel Pac�. Luego de dicho intento se retiraba y establecía su cuartel precisamente en la Calera de las Huérfanas, a la espera de refuerzos de Buenos Aires y diversas zonas de la Banda Oriental. En dicha ocasión acampaba junto a 1.500 hombres y artillería. Completados los refuerzos esperados “� abandonó su campamento a principios de junio de 1807, con el designio de tomar la mencionada ciudad, pero desgraciado en su empresa, volvió a la Calera, donde recibió órdenes de trasladarse a Buenos Aires” (Vadell, 1955:138); esta desgraciada empresa fue la rotunda derrota en la batalla de San Pedro. De estos movimientos quedan registros en los Libros Parroquiales de Las Víboras, ya que entre abril y junio de 1807, eran enterrados en el campo santo de la Calera por el religioso Manuel José Pereda de Saravia, varios efectivos, pertenecientes a: la segunda Compañía del Tercer Batallón (Corveta Atrevida); la primera Compañía del Real (� ) de Artillería y la séptima Compañía del Primer Batallón de Patricios, entre otros241.

El 5 de julio de ese año, los ingleses eran batidos en su intento de tomar Buenos Aires, evacuando poco después el Río de la Plata. Según Vadell (1955:138), en ese año de 1807 los servicios religiosos de la Estancia, continuaban a cargo de fray Bernando Oroño; sin embargo, en las actas de defunción no figura su nombre –como lo había hecho en sepulturas de anteriores años- sino el del religioso ya mencionado Manuel José Pereda de Saravia, siendo sus inhumaciones realizadas con anuencia de Casimiro de la Fuente. Quizás al tratarse de soldados, este religioso fuese capellán de alguno de los cuerpos que conformaban las tropas comandadas por Elío, pero solo un estudio concreto podría arrojar luz sobre el particular. Más tarde, y también intercalados con sepulturas efectuadas por Casimiro de la Fuente, va a aparecer el nombre del religioso José Figueyra (cura interino de Nuestra Señora de los Remedios).

Poco después, en el continente europeo, el asentamiento francés inicial en España con el fin de tomar Portugal se iba a convertir en invasión de las huestes napoleónicas; estos hechos y los confusos episodios que rodearon a la abdicación de Carlos IV a favor de su hijo Fernando VII en abril de 1808, generaron reacciones dispares en el Río de la Plata. “Mientras en Buenos Aires el virrey Santiago Liniers puso reparos a jurar de inmediato fidelidad al nuevo monarca (ante la existencia de versiones de que éste había devuelto el trono a su padre), el gobernador de Montevideo, Francisco Javier de Elío, adoptó una postura españolista a ultranza y procedió en sentido opuesto” (González � ; 2005:172), creando una Junta de Gobierno al estilo de las de España. Esto provocó enfrentamientos políticos entre la capital Virreinal y Montevideo. Los problemas surgidos además en la Iglesia, llevaron a Elío a querer romper la subordinación con la diócesis de Buenos Aires, solicitando a las autoridades peninsulares la erección de un nuevo obispado, con sede en Montevideo, gestión que no prosperó (González � ; 2005:16).

240 Francisco �avier de Elío. 1767-1822. Militar de origen español que se desempeñó como Gobernador de Montevideo y Virrey del Río de la Plata (1810-1811). 241 Ver Capítulo 15. Apartado 15.1

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Para ese entonces, al ambiente convulsionado por las recientes invasiones inglesas y la ocupación francesa de España, se sumará la presión de grupos de poder locales, la que promoverá escisiones entre americanos hijos del país y europeos. La crisis “...del Estado colonial español implicó en el Río de la Plata la confrontación de diversos grupos sociales en torno a proyectos de construcción estatal y favoreció el estallido de “viejos” conflictos sociales, vinculados a la apropiación del suelo y recursos naturales, los localismos, la esclavitud, la situación de indios y “castas”, entre otros” (Frega, 2002:2). Estamos nada más ni nada menos que ante la construcción de un nuevo orden social y la eclosión de nuevas identidades colectivas.

En relación al servicio religioso de las Huérfanas, hacia el año 1809, los entierros eran practicados por Felipe Santiago Torres de Leyva242 y para el año 1810, además de éste, figura otro religioso de nombre Francisco.

Hacia mayo de 1810 llegaba al Río de la Plata la noticia de que toda España menos la ciudad de Cádiz había caído en manos napoleónicas, siendo disuelta la Junta de Sevilla. El Cabildo bonaerense nombraba una Junta de Gobierno presidida por el Virrey Cisneros, la que inmediatamente sería desactivada a favor de una Junta conformada por criollos, dándose inicio a la Revolución de Mayo.

La situación política en la Banda Oriental, y en particular esta área Suroeste va a ser extremadamente confusa, fundamentalmente teniendo en cuenta las versiones opuestas que circulaban a destiempo de la situación europea.

La incertidumbre de la guerra fomentó la aparición de especuladores, testaferros (que se

242 Nuevo Párroco de Nuestra Señora de los Remedios de Las Víboras a la ida de José Casimiro de la Fuente. Este sacerdote se incorpora al vecindario en el año 1809, habiendo sido propuesto para ese Curato el 17 de noviembre del año anterior. Habría nacido en el año 1774 o 1776, en la Villa de Luján (Gallardo, 1978:78).

Figura 30 – Obispados e Iglesias Parroquiales existentes hacia el año 1810, superpuestos a un mapa con límites políticos actuales. Tomado de: Maeder y Gutiérrez, 1995.

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hacían cargo de las propiedades extrañas a fin de evitar la confiscación), jefes militares que confiscaban bienes a su provecho y la acción de partidas sueltas de desertores y bandidos (Frega, 2002:10).

Sala de Touron et al. (1967a) consideran que en la gestación del movimiento revolucionario “� tuvo influencia considerable la acción de los ganaderos bonaerenses y sus capataces, sobre todo en la franja litoral del río Uruguay, donde muchas de las estancias les pertenecían”. Gallardo (1978:79) por su parte, sostiene que “Víboras, donde se había reconocido tibiamente a la Junta, era campo favorable para la causa españolista”. Estos casos representan tan solo dos de las diferentes tendencias.

Algunas personas han mantenido, que luego de la toma de Mercedes en que se inicia la insurrección armada en la Banda Oriental, José Artigas en abril de 1811 habría sido proclamado en la Calera de las Huérfanas, Primer Jefe de los Orientales (Guiria, 1955:132). Sin embargo, esta posibilidad no cuenta con ningún sustento documental, existiendo algunas fuentes que atestiguan que lo fue en octubre de 1811 delante de Montevideo (Frega com. per).

El proyecto general artiguista, contemplaba la unión de los pueblos orientales bajo una autoridad común (Frega, 2002:2). En ese período, los patriotas revistados en las fuerzas revolucionarias comenzaron a solicitar suertes de campos a sus comandantes inmediatos (De la Torre et al. 1969:257). Pero incluso el movimiento revolucionario no necesariamente era un grupo cohesionado en sus intereses, ya que el propio José Artigas debió salir “� al paso de una de las corrientes reaccionarias ( ) que intentaba transformar la revolución en el instrumento de acumulación de capital y expropiación de los vencidos en beneficio de la naciente burguesía criolla” (De la Torre et al; 1969:41).

Términos como godo, maturrango, gachupin, insurgente y anarquista, van a figurar en muchos de los documentos generados en dicho período, donde enfrentamientos armados, saqueos y focos conspirativos se transformaron en moneda corriente. La confusión reinante en 1811, se vería agravada con la invasión portuguesa, invasión que “� no hizo otra cosa que agravar el saqueo. Sobre todo al norte del Río Negro” donde los grandes hacendados españoles comprobaron con asombro que los “aliados” carlotinos�243� preferían hacer la “guerra a las vacas” antes que a los orientales insurreccionados” (De la Torre, 1969:44).

En relación a la Estancia de Las Vacas, de acuerdo a De la Torre et al. (1969:256), Aurora Capillas de Castellano trae a colación un documento donde se explicaba que la Hermandad de la Caridad, se mantuvo en posesión “� del pío establecimiento por espacio de muchos años hasta que [el último de sus administradores] D.N.Fajiani, temeroso de uno de los Jefes Orientales se vio en precisión de consultar su seguridad personal con el abandono de la Hacienda, Ganados q.e había en ella”.

243 Movimiento que intentaba establecer la regencia de Carlota Joaquina de Borbón en el Río de la Plata y cuestionaba la autoridad de la Junta.

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Figura 31 – La tenencia de la tierra hacia el año 1811. Lecturas: 1) Pequeñas propiedades dedicadas a la ganadería. 2) Rincones realengos. 3) Juan Francisco García de �úñiga. 4) Sucesión Durán de la Cuadra. 5) Sucesión Viana-Achucarro. 6) José Ramírez Pérez y Antonio Carrasco. 7) Sucesión Juan Secco. 8) Rafael y Rosalía de Uriarte. 9) Sucesión Solsona-Alzáibar. 10) Sucesión Villanueva-Pico. 11) Colegio de las Huérfanas de Buenos Aires. 12) Miguel de Azcuézaga. 13) Manuel de Chopitea. 14) Juan Francisco Martínez. 15) Francisco Albín. 16) Sucesión Correa Morales. 17) Sucesión Pérez de Sosa. 18) Martín José Artigas. 19) Ana de Catalán. 20) Luis Gutiérrez. 21) Joaquín de Maguna. 22) Joaquín �lvarez de Navia. 23) Benito López. 24) Agustín Viana. 25) Javier de Echenique. 26) Romualdo de la Vega. 27) Numerosos ocupantes por denuncia. Tomado de: Sala de Tourón et al. (1967). Evolución económica de la Banda Oriental. Ediciones Pueblos Unidos. Imprenta Letras. Montevideo.

Hacia el año 1813, el Pueblo de Las Víboras era atacado por partidas revolucionarias muriendo en la ocasión cuatro personas y aprisionándose el párroco Santiago Torres de Leyva. El objetivo era -entre otros-, el de “� obtener carne y otros víveres para el sitiado Montevideo a manos del Coronel Ramos” (Gallardo, 1978:84). Santiago Leyva lograba escapar poco después. Según cuenta Gallardo este párroco no tenía afecto por José Artigas244 y consideraba que había traído la ruina a esta Banda (Op cit.). Estos momentos conflictivos, podrían estar reflejados en la ausencia de Libros Parroquiales en Nuestra Señora de los Remedios para el período de 1811 a 1815.

El año 1813, veía surgir la Asamblea General Constituyente en Buenos Aires, que poco después rechazaría a los diputados enviados por José Artigas y su acta de nombramiento; estas desavenencias gradualmente distanciarían a los seguidores del caudillo del gobierno de Buenos Aires, escisión que se daría definitivamente a principios de 1814 cuando Artigas y sus fuerzas abandonaban el sitio a Montevideo, poco antes que la ciudad cayera en manos porteñas.

Para 1815, en la Provincia Oriental luego de la batalla de Guayabos, las fuerzas artiguistas a manos de Fernando Otorgués ocupaban Montevideo y pronto el Jefe de los Orientales era proclamado Protector de los Pueblos Libres. En ese entonces, el caos seguía generando informaciones encontradas, entre ellas, aquellas que sostenían que tropas realistas españolas en número de diez mil hombres, estaban prestas a reconquistar el territorio (Sala de Tourón, 1967b:21). La imagen de la campaña oriental según De la Torre et al. (1969:43) ofrecía “� campos vacíos, los hombres desarraigados, diezmadas las poblaciones, arruinadas las escasas sementeras, desmanteladas las aun más raleadas semifacturas de carnes y sebos” en un tiempo donde “� los ganados eran salario, abastecimiento, botín y represalia”.

244 En los documentos Leyva se refiere a Artigas como “Los vándalos de Artigas” (Gallardo, 1978:84).

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De acuerdo a De la Torre et al. (1969:50), en nuestra zona de interés, los capataces de Azcuézaga, Francisco de Albín, la Estancia de las Niñas Huérfanas de Buenos Aires, así como otros administradores y hacendados porteños, fueron dejando vastas extensiones libradas a sí mismas. De esta manera, la ya casi definitiva emigración de hacendados españoles, se veía así casi empardada por una no menor desaparición de hacendados porteños.

Así lo atestiguaba Dámaso Larrañaga en el año 1815, cuando nos brindaba el panorama de la campaña a su retorno de su mentado viaje de Paysandú y que a su modo de ver era desolador “� por lo que fuera estancia de la Congregación de Niñas Huérfanas y Hospital de Pobres Mujeres Enfermas de Buenos Aires”. Al pasar por el arroyo de Las Vacas hacia el Sur encuentra uno o dos ranchos muy pobres agregando que “� en adelante no vimos ninguno, ni ganado, sino alguna yeguada hasta San Juan” (De la Torre, 1969:232).

El 10 de setiembre del año 1815, Artigas en pleno apogeo, desde su Cuartel General en Purificación, daba a conocer su plan de fomento rural en el “Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el Fomento de la Campaña y Seguridad de sus Hacendados”. Por el Artículo primero del mismo, se atribuía a los Alcaldes Provinciales la distribución de terrenos.

En los hechos, y además de éstos, “� una buena parte realizó sus poblamientos requiriendo los precarios acuerdos de diversas autoridades: Artigas mismo, Juan de León, los comisionados de partido �y� comandantes militares” (De la Torre et al. 1969:140). En lo particular, quedará en la investidura de Manuel Durán, como Subteniente de Provincia, el reparto de la zona que nos ocupa (Figura 32).

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�ona de pequeña propiedad de hacendados en su inmensa mayoría patriotas.

�ona confiscada y en su mayor parte repartida. Comprende terrenos pertenecientes a españoles, porteños, emigrados a la Plaza o emigrados de la Provincia.

�ona donde los repartos, cuando los hubo, estuvieron fundamentalmente dirigidos a consolidar el asentamiento colonial de arrendatarios, medianeros y simples poseedores.

Comprende a grandes hacendados del bando patriota, cuya deserción y�o aceptación del dominio portugués (1817-1818) incluyó sus propiedades dentro del fondo de terrenos repartibles.

Figura 32 – Jurisdicción de Manuel Durán. Tomado de: De la Torre et al. 1969. La Revolución agraria artiguista (1815-1816). Ediciones Pueblos Unidos. Imprenta Letras. Montevideo.

1) Estancia de la Virgen confiscada a Pedro Manuel García; 2) Vásquez de Novoa, Ferreira Da Cruz y Antonio Villalba; 3) Estancia de Camacho (fundación de Higueritas); 4) Melchor de Albín (fundación de Carmelo); 5) Francisco Albín; 6) �Bernardino Rivadavia�; 7) Estancia de las Huérfanas; 8) Terrenos pretendidos por Espinosa repartidos en 1816; 9) Pedro Manuel García; 10) Miguel de Azcuézaga; 11) Antolín Reyna; 12) Casa Alzáibar-Solsona; 13) Casa García de �úñiga; 14) Miguel de Azcuézaga; 15) Casa Correa Morales; 16) Repartos realizados en terrenos de proprietarios desconocidos; 17) Sociedad Barrero y Bustillos-Escalada; 18) Juan de Alagón; 19) Rincón del Rosário, antiguamente realengo; 20) Família Duran; 21) Mateo Gallegos; 22) Manuel y Mateo Solsona.

El 12 de febrero del año 1816, José Artigas fundaba fundamentalmente con vecinos de Las Víboras en el llamado Rincón de Escobar245, el pueblo de Las Vacas (El Carmelo), distribuyendo la tierra que comprenderá el pueblo, cediendo para su beneficio, materiales y elementos de la Calera de las Huérfanas (Vadell, 1955:83). Según carta enviada por Artigas desde Purificación al Alcalde y vecindario de Las Víboras en esa oportunidad, en la Calera de las Huérfanas habría algunas edificaciones ruinosas y escombros, que ponía a disposición para la aplicación en la Iglesia de Las Vacas (Vadell, 1955:177).

Sobre el asunto, el caudillo disponía lo siguiente: “Cedo a beneficio del mismo pueblo la Calera de las Guérfanas para cuyo fin pondrá el señor Alcalde un vecino honrado q.e vele por su 245 Rincón de Escobar: superficie comprendida en la horqueta formada por el arroyo de Las Vacas y el Río de la Plata.

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conservación y q.e su producto se dedique ábeneficio del mismo Pueblo. Por lo mismo cuydará que los escombros y ruinas que se hallan en ella se apliquen a la construcción de la Iglesia según lo pide el vecindario y lo demás se conserbe yleso para el fomento de tan útil establecimiento”246 (De la Torre et al; 1969:256).

Concomitantemente, Artigas disponía el reparto del área abarcada por la Estancia de Las Vacas en varios beneficiarios patriotas. La aplicación de estas medidas, se habrían visto demoradas varios meses ya que la aun intocada armazón de la Colonia le puso imprevisibles obstáculos, lo que llevó a que dirigiera sus reproches al Cabildo de Montevideo y al Alcalde Provincial247

(Dupré, 1966:6). La dificultad estuvo dada por la presión de importantes hacendados que protagonizaron varios pleitos. “La definición autonomista de la Provincia Oriental y los enfrentamientos con el Directorio, incluyeron a muchos de ellos entre los “malos europeos y peores americanos”, siendo sus bienes confiscados y repartidos” (Frega, 2002:4).

Los campos de la Estancia de Las Vacas fueron efectivamente repartidos en el año 1816 por Manuel Durán asistido por el Alcalde de la Santa Hermandad del Partido de las Víboras, Hipólito Montes de Oca248 (este último contará entre los beneficiados).

Entre los agraciados del reparto (Figura 33) de José Artigas exclusivamente para el área de la Estancia, se encontrarían: Santiago Fernández, María Arroyo, Pedro Sepéda (o Cepeda), Lorenzo Ruíz Días, Hipólito Montes de Oca, Manuel Hidalgo, Vasco Antúnez Maciel, Pedro Solano, Martín Cautivo, Manuel Soria (o Coria), Lorenzo Belém, Juan Nieto, Juan Sosa, Solano Avalos, Mateo, Antonio Vera, Juan Antonio Lavalleja, Agustín Vera, Beltrán Pineda y José Ignacio Vallejos (De la Torre et al; 1969). Siguiendo a Gallardo (1978:25-32) si a estos vecinos autorizados por el Alcalde Provincial, se le suman otros que poblaron sin autorización según la nómina del Brigadier Saldanha, se llega a un total de cuarenta y un pobladores.

Sin embargo, algunos de los mencionados nunca habrían poblado y en otros casos, pocos años después tras la derrota del caudillo, sus derechos serían revocados.

246 EGH, EE, 1821. Melchor Albín. Parte 4�, fojas 8 (De la Torre et al; 1969:256). 247 Artigas expresaba que “En las instrucciones dadas al señor Alcalde Provincial le fue prevenido diese parte a VS de los terrenos repartidos, y que VS comisionase un Regidor que llevase una razón de las gracias concedidas. En esta virtud quedaba al cuidado de VS pasarme una noticia de lo obrado para mi conocimiento. El término prefijado ya pasó e ignoro si es omisión de dicho Alcalde Provincial en no haber empezado aún a dicho reparto o falta de prevención en VS. Lo comunico para que ello tenga su más exacto cumplimiento. Así será fácil concebir si se anhela por el fomento de la campaña” (Dupré, 1966:6). 248 Quien dejaba testimonio de lo obrado por documento del año 1821 (Gallardo, 1978:24).

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En agosto de 1816, fuerzas portuguesas invadían el actual territorio uruguayo y después de diversos enfrentamientos, en enero de 1817, tomaban Montevideo y poco después Las Víboras. La oposición armada de las fuerzas artiguistas prosiguió tanto por tierra como por mar, siendo derrotadas definitivamente en el año 1820. El 30 de setiembre de ese año, el cura párroco de Las Víboras, Felipe Santiago Torres de Leyva, prestaba juramento a las bases de la constitución portuguesa (Vadell, 1955:85). Poco después, el territorio oriental quedaba incorporado al reino de Portugal como Provincia Cisplatina.

En relación a nuestro tema específico, en setiembre de 1821, se producía la última inhumación documentada dentro del recinto de la Capilla de las Huérfanas. De acuerdo a documento relevado por Aurora Capillas de Castellanos de ese año, desde Buenos Aires, el apoderado del momento del Colegio de las Huérfanas reivindicaba el fundo, expresando que: “Artigas después de acceder á cuanto le pedían, ordenó de propia autoridad, que entre aquellos vecinos se repartiesen los terrenos dela Calera de las huérfanas, por suertes de estancia, de que resultaron beneficiados diez y siete individuos, de los que solamente consta hubiesen poblado ocho” (De la Torre et al; 1969:257).

Hacia el año 1822, Brasil se separaba de Portugal, erigiéndose en Imperio. Los portugueses de la Provincia Cisplatina se dividían a favor de la causa imperial o a favor de la lusitana, lucha que

Figura 33 – Reparto de la Estancia de Las Vacss. 1) Santiago Fernández; 2) María Arroyo; 3) Pedro Cepeda; 4) Lorenzo Ruiz Díaz; 5) Hipólito Montes de Oca; 6) Manuel Hidalgo; 7) Vasco Antúnez Maciel; 8) Pedro Solano; 9) Vecindario del Puerto de Las Vacas; 10) Martín Cautivo; 11) Manuel Soria; 12) Lorenzo Belém; 13) Juan Nieto; 14) Juan Sosa; 15) Solano Avalos; 16) Mateo (...); 17) Antonio Vera; 18) Juan Antonio Lavalleja; 19) Agustín Vera; 20) Beltrán Pineda; 21) José Ignácio Vallejos. Tomado de: De la Torre et al. (1969).

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finalizaría con el triunfo de Carlos Lecor249 y sus seguidores, quienes se habían declarado a favor del Brasil (Vadell, 1955:94).

En relación a la propiedad de las tierras de lo que fuera la Estancia, los diferentes sucesos políticos, las nuevas medidas gubernamentales y las situaciones patrimoniales poco claras, generaban conflictos dominiales y�o cambios en los límites de los campos. Esta situación se hizo extensiva a problemas de jurisdicción de curato, ejemplificado en el reclamo que en el año 1823, hacía Felipe Santiago Torres de Leyva, quien seguía siendo el párroco de Las Víboras, cuando impugnaba el cobro de diezmos a un vecino de las Huérfanas, aduciendo que los términos divisorios del curato llegaban al arroyo San Juan “sin que nadie pueda ignorarlo” (Gallardo, 1978:12).

La Cruzada Libertadora (1825) y los sucesos posteriores llevarían al deslinde de la Provincia Oriental del dominio brasilero y la subsecuente incorporación a las demás del Río de la Plata, luego de las batallas de Rincón y Sarandí. Hacia el año 1827, los negocios de la Hermandad de la Caridad no eran prósperos, ni el Gobierno porteño podía por la escasez de numerario, prestarle ninguna ayuda. Por otra parte, y de acuerdo a Vadell (1955:138) la necesidad de hacer reformas en el Colegio de Niñas Huérfanas que le permitieran recibir más pupilas “� que aprovecharan de las ventajas de una educación moral adecuada”, hizo que el gobierno de Manuel Dorrego250

pensara en desprenderse de aquel bien improductivo y sujeto a deterioro, y por resolución de 7 de abril del año 1827, quedaba acordada su enajenación.

Fue así como el 14 de abril de ese año, se ponían a remate público los campos y propiedades de la Calera a través de la Colecturía General, y el día 18 de abril, se adjudicaban al francés residente en Buenos Aires, Domingo Roguin. “La estancia debía entregarse por el juez de Paz del partido, quelo era don Gregorio Illescas” (Vadell, 1955:139).

Estas propiedades habrían sido vendidas por 101.400 pesos previa mensura de Ambrosio Cramer (Vadell, 1955; Giuria s�f. IHA. Manuscrito 371�6). La entrega aludida se efectuó el 14 de julio del año apuntado, con sus terrenos, Capilla, casas y esclavos, ante los testigos don Miguel Ravul y don Fermin Jaenz, con aproximadamente treinta y cuatro leguas cuadradas, ocho menos que las que tenía originalmente la Estancia y que eran las Teodosio de la Quintana y José Sierra (Vadell, 1955:139-140).

12. 5 Deslindes posteriores de los terrenos de la Estancia y el destino de las edificaciones.

De acuerdo a Natalio Vadell (1955:140) el 21 de marzo del año 1828, escasos meses antes de la Convención Preliminar de Paz, el Superior Gobierno ordenaba se extendiera la respectiva escritura de propiedad a Roguin, figurando como Roguin Meyer y Compañía. Para ese entonces, múltiples inconvenientes continuarán suscitándose en territorio oriental, fundamentalmente con la validez que las diferentes autoridades daban a la documentación existente. Poco después, se sumaba a esto la creación del Estado Oriental y sus nuevas autoridades.

En relación a la propiedad de la tierra, para el año 1835, se sucedían continuas protestas desde Buenos Aires por la convalidación de diferentes títulos. En lo que atañe a terrenos de la antigua

249 Carlos Federico Lecor. 1767-1836. Militar y político portugués; se desempeñó como Gobernador militar de Elvas, Barón de la Laguna y Gobernador de Montevideo. 250 Manuel Dorrego. 1787-1828. Militar, político y uno de los principales referentes del federalismo rioplatense. Muere fusilado en el año 1828.

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Estancia de Las Vacas, esta no escapó a las vicisitudes, y así Roguin habría tenido diversos conflictos, ya que según este, sus tierras eran ocupadas indebidamente, situación zanjada en un principio a favor de Roguin: “� Oribe y Llambí accedieron –con la memorable oposición del entonces fiscal Lucas Obes- a devolver la estancia al gran especulador extranjero” (De la Torre et al. 1969:262).

Allí, todos los poseedores de aquellos campos, enfiteutas251 algunos, compradores a plazos otros, meros detentores los demás, fueron obligados a pagar precios elevados o a enfrentar una larga querella. De la Torre et al. (1969:263) relevan documentos en que se registran estos incidentes, hallando los nombres de treinta poseedores que a variado titulo estaban poblando en estos campos y fueron comprando los mismos a Roguin252.

Para ese entonces, de los originales donatarios artiguistas sólo se hallaban Juan Nieto, Santiago Fernández y Antonio Vera. A la vez, por el mismo expediente sabemos que otras personas habían comprado los campos a los donatarios artiguistas y que tuvieron que pagarlos nuevamente, como fueron los casos de Juan Tomás Nuñez y Domingo Lebrún. En este documento figura además Antonio Fuentes como poblador de su propia voluntad, constando que en su inmensa mayoría los pobladores restantes, eran posteriores al año 1825. Es decir, que de todos los donatarios artiguistas, solo tres quedaban en 1835.

De los conflictos que mantuvo Domingo Roguin, destacamos el sostenido con la familia Laguna. En Boletín Histórico del Ejército253 (Ejército Nacional, 1946), se expresaba que estando el puerto de Buenos Aires sitiado por las fuerzas brasileras en el año 1826, tropas de las Provincias Unidas al mando del General Lucio Mansilla se apostaban en la Calera de las Huérfanas, que figuraba como propiedad de Julián Laguna.

Esta propiedad quedaba reflejada en documento fechado en 19 de abril de 1829, rubricado por el propio Julián Laguna: “El Gral. Dn. Julián Laguna segundo Jefe del E.M.G ante V.E en la forma más devida me presento y digo: qe. en virtud de haber obtenido en enfiteusis la concesión de la estancia conocida pr. de las Huérfanas en la costa del Uruguay, previa la calificación de realenga mandé mi familia y deudos á aquel destino á hacer corrales llevando pa. su mantención y trabajos los animales precisos y habiendo dado principio a ellos el juez los ha impedido diciendo tiene orden de este gobno. pa. hacerlo. La calificación de realengo no la he practicado pr. qe. mis ocupaciones en el servicio me han impedido hacer las diligencias necesarias; más entre tanto bien sea ante este gobno. o ante cualquier propietario qe. aparezca yo soy el responsable á todo cargo qe. resulte y pr. tanto: Suplico se sirva mandar qe. el juez indicado suspenda la orden de impedimento en los trabajos y en lo relativo á ellos de ningún modo interbenga qe. cualquier persona qe. se crea con dro. á interrumpirlos ocurra a este superior Gobierno con los documentos necesarios”254 (Ejército Nacional, 1946:8). Siguiendo a

251 Enfiteusis: “cesión perpetua o por largo tiempo del dominio útil de un inmueble, mediante el pago anual de un canon y de laudemio por cada enajenación de dicho dominio” (RAE, 2001). 252 EGH-EE. Año 1835. Domingo Roguin. Expediente caratulado N�4. año 1835. ”D. Domingo Roguin por la Estancia de las Huérfanas” (De la Torre et al; 1969:263). 253 Ejército Nacional, 1946. El campamento del Ejército Republicano en Arroyo Grande. Boletín Histórico. Números 23-24. Imprenta Militar. 254 Expediente N� 54. Archivo de la Escribanía de Gobierno y Hacienda. En: Ejército Nacional, 1946. Boletín Histórico. Números 23-24. Imprenta Militar.

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Vadell (1955:141), hacia el año 1836, el Superior Gobierno vendía parte de las tierras de la Estancia de Las Vacas, siendo el General Julián Laguna uno de los compradores.

Por expediente existente en el Archivo General de la Nación (Figura 34), sabemos que los conflictos entre Roguin y Julián Laguna y sus descendientes, se mantuvieron por casi treinta años.

Estos conflictos incluyeron una demanda de desalojo impuesta por Roguin y enconada defensa por parte de los Laguna. Domingo Roguin en carta anexada a este expediente (folio 37) instaba a la Administración que de “…a favor de un extranjero que hace más de veinte y seis años que está siendo víctima de la arbitrariedad y de la violencia respecto de una propiedad adquirida con justo título y buena fe ( ) para que una vez para siempre cesen los días de amargura que me causa la injusticia de unos y la ambición de otros”. Por su parte los Laguna sostenían que el proceder del francés “� está en consonancia con los procederes arbitrarios é ilegales, iniciados y sostenidos por él con injustificable terquedad, en perjuicio de nuestros derechos y de los intereses fiscales, atentado inaudito, suversivo de las instituciones de la República ( ) ¡El extranjero Don Domingo Roguin acusando al P.R del Estado! ¡Y Roguin q.e así trata á la primera autoridad, Roguin q.e pretende injerir al P.R en su asunto de la competencia del Poder Judicial! ( ) Injusticia, ambición! De eso puede tacharse á Roguin…”. En definitiva, la justicia del momento fallaba a favor de los descendientes de Julián Laguna hacia el año 1860.

Lola Larroza de Anzaldo, novelista y poeta, nieta del General Julián Laguna escribía hacia 1882 “A seis leguas de Nueva Palmira al sur se halla una hermosa estancia denominada con el nombre de la “Calera de las Huérfanas”, que perteneció a nuestro abuelo materno el General D. Julián Laguna”. La poeta expresaba que su madre compartía algunos recuerdos como: “El hermoso Templo dejaba oír su tañido dulce y tranquilo de sus campanas, llamando a los fieles a cumplir sagradas obligaciones de cristiano” y que de “� las cercanías acudían presurosos los habitantes de aquellas comarcas, respondiendo al llamado de la casa de Dios, donde oficiaba el Capellán, enviando luego su bendición de paz y de amor” (Vadell, 1955:142).

La poeta, mencionaba además, que hacia el año 1838, en el marco de los conflictos políticos partidarios armados sostenidos entre blancos y colorados “...las familias del Carmelo recibieron orden de abandonar el pueblo y todos se pusieron en camino, yendo a buscar la hospitalidad en la estancia La Calera de las Huérfanas, donde fueron acogidos y atendidos en un todo ( ) La estancia ofrecía un aspecto de un campamento. Hasta la iglesia fue ocupada; en ella se hicieron divisiones con trozos de madera y cortinajes para alojar innumerables familias” (Vadell, 1955: 142-143). Esta situación indicaría –al menos- que estructuralmente el templo aun se encontraba en condiciones de albergar gente.

Figura 34- Documento de sucesión de los terrenos que pertenecieran al General Julián Laguna. “ ( ) 47. Año 1860. Superior Gobierno. Dn Domingo Laguna y Dn Plácido Laguna por la sucesión de su padre el General Dn

Julián Laguna sobre tierras en la Calera de las Huérfanas”. Ubicación: Archivo General de la Nación, Escribanía de Gobierno y Hacienda. Caja 214. N� 47. Fotografía: Gentileza de Mercedes Sosa Fagúndez.

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La Guerra Grande, traía aparejada mayores inconvenientes a la región y parecería ser que en el marco de las disputas partidarias, la Estancia era saqueada en varias oportunidades. En el documento de sucesión precitado (folio 7), los descendientes de Laguna aducían tiempo después, que en la Guerra “� hemos participado como los que más de sus peligros y tristes consecuencias, perdiendo nuestra fortuna hasta quedar reducidos a la mísera situación de no poder hoy mismo costear convenientemente la educación de nuestros hijos”.

Hacia 1839 la Estancia de Las Vacas aparece en los planos del piloto agrimensor Aizpurúa (o Aizpurrúa), dividida en treinta y dos estancias, figurando entre sus propietarios las siguientes personas: Antonio Vera, Damasia Castaña, Ramón Farras, Severa Serrano, Juan Nieto, Isidoro Rodríguez, Miguel Merino, Domingo Roguin, Toribio Aldecoa, Santiago Fernández, Cornelio Boné, Francisca Quiróz, Antonio Fuentes, Venancio Leguizamo, Eulogio Mentaste, Josefa González, Francisco Rodríguez, Francisco Landívar, Felipe Leyva, Rafaela Barrios, Manuel López, Pedro Díaz, José Gregorio Palacios, Juan Tomás Nuñez, Manuel Pereyra y Agustín Guarch (Vadell, 1955:145).

De acuerdo a Vadell (Op cit.), en la fracción fiscal adjudicada después al ex casco de la Estancia, en plano de mensura realizado por el ingeniero García de �úñiga, de los campos de la sucesión de Julián Laguna, estos terrenos tenían una superficie de “73 áreas, 78 centiáreas y 31 ds cds”.

Avanzado el siglo �I�, el área de la Capilla de las Huérfanas pertenecía a una de las descendientes de Julián Laguna, cuyo esposo Gualberto Arrúe, la vendía a los hermanos Bautista y Luis Sartoris, integrantes de lo que será la Colonia Tirolesa, fundada en el año 1876255, sobre la base de doce familias del Tirol. De acuerdo a Vadell (1955:150) “Abarcaba esa colonia una superficie de 1700 hectáreas”, agregando que por “� haber sido don Gualberto Arrúe el vendedor de aquellos terrenos, que fueron fraccionados en chacras para ese efecto, se le denominó “Colonia Arrúe”, designación ésta que ha prevalecido”. Este mismo autor declara haber conocido esta colonia en su época floreciente, cuando Cesáreo y Eduardo Villegas �úñiga, prohijaban la empresa vitivinicultora, de que era el alma aquella (Op cit.).

Esta información la corrobora Orestes Araújo (1900:131) cuando menciona en su obra “Diccionario Geográfico del Uruguay” que el “� campo en que está ubicada la colonia Arrúe, en la sección de Carmelo, y otros campos adyacentes, se denominó Calera de las Huérfanas”.

Hacia el año 1916, la propiedad pertenecía a Antolín �lvarez, figurando hacia el año 1924 su viuda como propietaria.

255 Situación semejante sucedía en tierras argentinas, por ejemplo con terrenos de la Estancia jesuítica de Caroya, cuando el presidente Avellaneda disponía en el mismo año, que en sus tierras se fundara una colonia de inmigrantes procedentes de la región del Friuli (Italia), quienes se instalan en el año 1878 (Tomado de documento electrónico: http�����. cordobaturismo.gov.ar)

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13. ¿POR QUÉ SE ABANDONA LA PRÁCTICA DE INHUMACIÓN DENTRO DEL TEMPLO?

De acuerdo a las actas de defunción relevadas en los Libros Parroquiales de Las Víboras, la práctica de enterramiento dentro de los templos de Nuestra Señora de Belén y Nuestra Señora de los Remedios decayó severamente luego del año 1816 en relación a las décadas precedentes. Sabemos que para ese año, las edificaciones del casco de la antigua Estancia de Belén se encontraban deterioradas y que José Artigas había destinado elementos constructivos y bienes muebles de la Calera para el pueblo de Carmelo y su Iglesia.

Sin embargo y como ya vimos, en las actas de defunción continúan figurando enterramientos en el templo de Belén hasta el año 1821. Esta situación permitiría afirmar su funcionamiento hasta la década de 1820 inclusive, lo que estaría corroborado por la información oral compartida por la hija de Julián Laguna a su hija, que extiende el funcionamiento del templo como tal hasta la década de 1830.

Para ese entonces, en el recientemente independiente Estado Oriental, con fronteras aun indefinidas, con la tutoría de las potencias limítrofes y luchas intestinas, se elaboraba para Montevideo el Reglamento para el Cementerio Central (año 1835). En éste, vuelve a repetirse la prohibición de enterrarse en las Iglesias o Campos Santos “� que hasta el presente eran destinados a este objeto” (Criado, 1876). Ejemplificamos con este Reglamento, las tendencias que se estaban dando a nivel Europeo y Americano: la secularización, el Higienismo la batallabarbarie-civilización y la creación de cementerios fuera de áreas pobladas, que representan solo algunos de los múltiples factores que interrelacionados transformaron las pautas culturales tan arraigadas del período colonial.

Tiempo después, sin fecha conocida, se produciría el derrumbe del techo de la Capilla, marcando el momento final de su utilización como recinto activo donde pudieran desarrollarse actividades regulares del templo religioso. Esto no significa que el templo haya sido abandonado completamente y despojado de su significado religioso, ya que continúa siendo un referente hasta nuestros días y así lo atestigua la fiesta de la Virgen desarrollada en el mes de noviembre, donde cientos de feligresas llegan a la Calera.

13.1 La Secularización

En relación a la “sociedad” oriental, la secularización constituyó el proceso por el cual esta perdió gradualmente influencia de la religión Católica y de sus instituciones. El término secular, refiere entre sus acepciones a todo aquello que es mundano, por oposición a lo espiritual y divino, y ha sido utilizado para referir a: la pérdida de propiedades de la Iglesia y su paso a manos del Estado o de la sociedad civil; la progresiva independencia del poder político en relación al eclesiástico hacia la laicidad; la pérdida de influencia de la religión en otras esferas de la cultura; la autonomía de la sociedad en general y de las instituciones de enseñanza, sanidad, asistencia social, frente a las instituciones religiosas.

Si bien el fenómeno de la secularización en el Occidente europeo se remonta a los siglos �V y �VI, adquiere fuerza en España y el territorio americano hacia finales del siglo �VIII, sobre todo al influjo de la Ilustración francesa y alemana.

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José Pedro Barrán (1998b:11), quien ha tratado extensamente esta temática, nos aclara que secularizar no es sinónimo de descatolizar, ya que este último “� no describe toda la complejidad del fenómeno de la secularización pues esta no significó sólo el retroceso de la influencia de la Iglesia Católica ( ) sino la aparición de un nuevo tipo de cultura, de sociedad, de comportamientos y hasta la resignificación de la antigua creencia religiosa”.

En los hechos, el fenómeno de la secularización produjo la disminución de las vocaciones sacerdotales, del número de misas encargadas en los testamentos, de concurrentes a ceremonias y a sacramentos como la confesión y la comunión y el gradual abandono de las prácticas de enterramiento dentro de los templos; apostaba además al abandono de las muestras exteriores de la creencia convirtiéndolas en un fenómeno más profundo e íntimo (Barrán, 1998b:12). Esta tendencia –prosigue Barrán– generó además, una autonomización creciente de la vida política, social, económica y cultural de la influencia eclesial.

Todo ello, disparó conflictos entre liberales y católicos. Los primeros hablaban de descatolizar y librar del yugo clerical; los segundos, en su reacción, confrontaron incluso hasta los indiferentes, y así, el término indiferentismo, fue utilizado para referirse a un “� enemigo violento pero no peligroso” (Barrán, 1998b:15).

José Pedro Barrán visualiza un cambio de mentalidad durante el siglo �I�, una transformación de formas de pensamiento y de conductas. Durante la colonia, la sociedad tenía una fuerte impronta religiosa; el concepto de sociedad católica “� implica sostener que el catolicismo, además de un sistema específico de dogmas y prácticas, era sobre todo una atmósfera cultural que teñía y/o contextualizaba a las formas jurídicas, las políticas, las sociales, económicas y estéticas, a las ideas, las concepciones y los valores, los hábitos y las costumbres. Pero la religión católica y su Iglesia a la vez se confundían con y se dejaban influir por todas esas formas culturales, en una interacción permanente que impedía separar lo sagrado de lo profano” (Barrán, 1998b:18).

Desde la materialización del primer templo protestante en Montevideo en el año 1844 (el Templo Inglés) hasta la Constitución del año 1918 donde se separaba la Iglesia del Estado, el Uruguay va a sufrir innumerables conflictos en este terreno, que apuntaron a una racionalización de las formas religiosas.

13.2 El Higienismo

El Higienismo fue una corriente de pensamiento surgida hacia finales del siglo �VIII, fundamentada en la consideración de la gran influencia del entorno ambiental y del medio social en el desarrollo de las enfermedades. Combativa contra las altas tasas de mortalidad causada por males y epidemias frecuentes en diferentes centros poblados, esta corriente médico-socialapuntará a mejorar las condiciones de salubridad en el ambiente de las ciudades y asentamientos, a través de la implementación de diversas medidas, entre las que se contaban: la instalación de aguas corrientes, sistemas de saneamiento, la ofensiva contra el hacinamiento y la desnutrición.

Principalmente animada por médicos europeos -fundamentalmente italianos y franceses– trabajará en la protección de tres elementos básicos: el aire, el agua y el Sol, y desarrollará su teoría alcanzando gran significación e impacto avanzado el siglo �I�, cuando sus promotores critiquen la falta de salubridad en las ciudades industriales, así como las condiciones de vida y trabajo de los empleados fabriles, proponiendo diversas medidas de tipo higiénico-social, que

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pudieran contribuir a la mejora de la salud y las condiciones de existencia de la población (Urteaga, 1980:1).

Dentro de las medidas más relevantes tomadas por los higienistas, se cuentan la ventilación natural de los ambientes, la limpieza periódica de las casas, el alejamiento de los mataderos, el alcantarillado, la promoción de hospitales, y -para nuestro caso de estudio- la prohibición de enterrar en las Iglesias y la creación de cementerios alejados de áreas habitadas, hecho que va a producir importantes modificaciones en relación a las costumbres funerarias coloniales católicas en todo el mundo.

El Higienismo tomará impulso al influjo de los avances de la Medicina y el conocimiento y caracterización de algunos vectores, promotores o desencadenantes de las temidas pestes y enfermedades tan frecuentes en ese entonces. Los higienistas apostaron a incentivar la puesta en práctica de conductas tendientes a minimizar o neutralizar los agentes causantes de las enfermedades, en el marco de una ideología de sanitarización que provocó una serie de transformaciones en las políticas sanitarias y en los hábitos de higiene pública y privada (Andrade Lima, 1994).

En ese momento, uno de los paradigmas en relación a los causantes de las enfermedades, lo constituía la teoría Miasmática256, teoría formulada tempranamente por Giovanni Lancisi257 y Thomas Sydenham258 en el siglo �VII, que proponía que los miasmas eran un conjunto de emanaciones fétidas -vapores u organismos malignos- que según se creía, se desprendían de cuerpos enfermos, materias corruptas o en descomposición y aguas estancadas. Esta teoría, establecía que las temperaturas elevadas, producían una destilación química de aguas pantanosas o estancadas, generando vapores que se convertirían en efluvios volátiles, que trasladados por el viento, ocasionaban diversos tipos de morbidez, y que unidos a otros elementos de origen orgánico productos de la descomposición y difundidos por la atmósfera, afectaban al organismo humano (Muñoz y González, s�f:1).

La doctrina Miasmática, vino a reforzar a aquello que en el siglo �VII se conocía por Medicina de las Constituciones, según la cual los componentes atmosféricos o el aire que se respiraba -elementos comunes para todos los individuos afectados por las epidemias- estaban en el origen de los brotes contagiosos (Buj Buj, 2000:8) como las fiebre tifoidea o entérica, la fiebre amarilla, la malaria, el paludismo y el cólera. “Así pues, la teoría miasmática, sin renunciar del todo a los postulados, puesto que los amparaba como condicionantes, concebía las afecciones morbosas como desarreglos causados por los miasmas. Se trataba de unos imperceptibles seres volátiles producto de la descomposición de la materia orgánica, y que gustaban para su desarrollo de los lugares cálidos, húmedos y sombríos. Estos vaporosos organismos, ayudados por el calor primaveral y veraniego, se elevaban a la atmósfera y eran transportados por el viento hasta entrar en contacto con un humano al que causar una dolencia” (Bonastra, 2000:2-3).

Esta visión fue respaldada por un sinnúmero de trabajos, entre los que se cuentan los del médico Andrés Piquer259 y su “Tratado de calenturas, según la observación y el mecanismo” (Valencia, 256 Hoy perimida a favor de la teoría microbiana. 257 Giovanni Lancisi. 1654-1720. Se desempeñó como médico de Clemente �I y fue autor de la obra paradigmática De Noxiis paludum effluvis del año 1717. 258 Thomas Sydenham. 1624 –1689. Representante destacado de la Medicina inglesa. 259 Andrés Piquer. 1711–1772. Destacado médico español que se desempeñó –entre otras actuaciones- como médico de cámara de Fernando VI.

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año 1751) y el médico Joseph Masdevall260, médico real de Carlos III y nombrado Inspector de Epidemias del Principado de Cataluña. �ste último, publicó la “Relación de las epidemias de calenturas pútridas y malignas que en estos últimos años se han padecido en el Principado de Cataluña, y principalmente de la que se descubrió el año pasado de 1783 en la ciudad de Lérida” (Madrid, año 1797), en la que afirmaba que en los lugares pantanosos y en que las aguas subterráneas estaban muy cerca de la superficie, eran los lugares en que los hombres estaban más sujetos a padecer enfermedades; Masdevall sostenía en un pasaje de su obra que “� siguen con abundancia en dichas regiones calenturas continuas, remitentes é intermitentes, las que regularmente se experimentan más en la clase de gente que por su modo de vivir se exponen y trabajan la mayor parte del día al sol y que de noche toman el sereno” (Buj Buj, 2000:9).

De acuerdo a Urteaga (1980), José Luis Peset y Mariano Peset, nos brindan el siguiente ejemplo de la supuesta acción contagiosa provocada por los miasmas a través del estudio que realizara Antonio Cibat en el año 1804 para el contagio de la fiebre amarilla en España: �El gas animal que se levanta del cuerpo de los contagiados, si no es diluido por el aire agitado, forma una neblina, que ocupa la circunferencia de los afligidos, que son su centro; del que emanan como otras tantas fuentes los vapores o miasmas contagiosos. Estos miasmas son a veces imperceptibles, como lo es el agua y demás exhalaciones que se separan de la superficie de la tierra, durante el día por la acción de los rayos solares; y así como éstos forman nubecillas más o menos densas, que si el aire está en calma se mantienen suspensas sobre los hogares de que se separaron, se ven fluctuar igualmente los miasmas contagiosos, o el gas animal alrededor de los enfermos de quienes se separa, como refieren haberlo visto varios físicos de nota muy distinguida�. Para Cibat, -continúan- el núcleo de estas emanaciones malignas, habría que situarlo en los “� lugares de podredumbre como cloacas, cementerios y cárceles, que deberán ser sometidos a vigilancia, limpieza y aislamiento”.

Es durante la segunda mitad del siglo �VIII, y en relación al avance de la Química y su influjo en la Medicina, que se van a producir innumerables esfuerzos por precisar la naturaleza de los componentes de estos miasmas. Jean Janin261 va a establecer hacia 1782 el carácter alcalino de los vapores pestilentes; Guyton de Morveau262 va a proponer que las emanaciones pútridas serían amoniacales, mientras que Samuel Latham Mitchill263 va a formular que los miasmas son el resultado de la acción del Septon (Oxido de Nitrógeno) sobre el Oxígeno (Urteaga, 1980).

En consonancia con estas ideas, desde finales de ese siglo, se concretan una serie de medidas, terapéuticas y preventivas, consistentes en la fumigación de los lugares apestados -o que corren peligro de contagio- con diversas sustancias como el ácido nítrico, el ácido clorhídrico y el gas cloro (Op cit.).

A partir de estas investigaciones, serán evidentes para numerosos médicos, las conexiones entre la morbilidad, la mortalidad y el medio ambiente. Las sutiles relaciones que se establecieron entre las aguas, los vientos, el aire, el clima, el suelo, la alimentación y la aparición de epidemias, su difusión a través de miasmas y la distribución espacial de las enfermedades, promoverán el estudio a fondo de la problemática. La Medicina va a superar el estudio concreto

260 Joseph Masdevall y Terrades. 1730 (estimado) -1801 (aproximado). 261 Jean P. Janin. 1731–1799. 262 Guyton de Morveau. 1737–1816. Químico y político francés. 263 Samuel Latham Mitchill. 1764–1831. Físico, naturalista y político nacido en Nueva �or�, que incursionó además en la Química, desde donde realizó diversos estudios en relación al origen de los miasmas.

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del cuerpo humano, como epicentro y lugar privilegiado de las enfermedades, enfrentándose a un espacio mucho más amplio.

Contra la improvisación, la fragmentación y el clericalismo, se va a alzar un sistema centralizado, laico y burocrático en el que comenzarán a dictarse enérgicas medidas para evitar contagios, como la vigilancia de las costas, el sometimiento a revisaciones de buques264 y puertos, la instauración de lazaretos y cordones sanitarios, la fumigación de los lugares, todo ello controlado por inspectores (Urteaga, 1980).

América que no será ajena a las medidas higienistas, verá como la Medicina urbana y la modernidad apostarán a ciudades y templos religiosos sin espacios de entierros a su interior, generando una polémica entre eclesiásticos, magistrados, químicos y médicos, discutiéndose la eliminación o permanencia de algunas costumbres del culto sagrado a los muertos.

Gámez Bastén (2004:3) retomando a León Echaiz, plantea que la práctica extendida de enterrar dentro de las iglesias durante la época colonial, originaba en ellas un malsano ambiente que incluía malos olores, provocando que muchas veces fuera necesario ventilar el recinto antes de que entraran los fieles. La costumbre hacía -por ejemplo- que en el caso de Buenos Aires, los vecinos porteños convivieran imperturbables “� los olores de la descomposición, las maniobras con los cadáveres, los pisos desparejos por los continuos enterramientos”, episodios“� habituales, propios de una sociedad donde las huellas de la muerte y el mundo del más allá estaban integrados a la vida cotidiana” (Cosse, 1997:103).

Por sus características y el énfasis que hace sobre la proliferación de enfermedades relacionadas a enterramientos en templos católicos, Adam � arren (2003:9) trae a colación los estudios de José Hipólito Unanue265 sobre la ciudad de Lima. Unanue enfatizaba que los aires contaminados de Lima eran la causa de las enfermedades que afectaban a los habitantes de esta ciudad; las condiciones medioambientales –mantenía- estancaban el aire sobre la Ciudad de los Reyes, deteriorando la calidad del aire y causando enfermedades. Los aires fétidos eran también consecuencia de la mala ventilación de los hogares y de la forma en que el clima reaccionaba ante la variedad de materia orgánica que abundaba en la ciudad, lo que creaba aires putrefactos que circulaban sobre la misma y se estancaban en los espacios cerrados. La tendencia de los vapores y los miasmas de estancarse sobre Lima creaban una atmósfera húmeda y abochornadadurante la mayor parte del año, generando problemas respiratorios.

Según este médico –prosigue � arren-, eran las costumbres poco sanitarias y no las características fisiológicas de las personas lo que causaba las enfermedades; consideraba que la causa fundamental de las epidemias era la contaminación de las aguas, el espacio y la atmósfera de Lima, lo cual era a su vez consecuencia de la negligencia, las costumbres populares anti o poco higiénicas y, sobre todo, las formas impropias de enterrar a los muertos. Frente a esta situación era necesario reformar las costumbres, restringir las prácticas de entierro e inhumar a los muertos en un cementerio a las afueras de la ciudad. Los aires viciados -explicaba Unanue-, emanaban de la materia en descomposición que se encontraba bajo la tierra, se diseminaba a 264 De acuerdo a Carreras Roca, se va a instaurar la Carta o Fe de Sanidad. En ella debía aparecer el nombre del Capitán, el de los tripulantes y pasajeros, así como la naturaleza de su mercancía y las escalas realizadas durante el trayecto (Bonastra, 2000:3) 265 José Hipólito Unanue y Pavón. 1755–1833. Médico, político, naturalista y meteorólogo, nacido en Arica. Fue reformador de la Medicina y fundador de la Escuela Médica de San Fernando, Escuela de gran influencia en América.

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través de las comunidades y entraban al cuerpo humano a través de los pulmones. El calor del verano se combinaba con la falta de viento empeorando las malas condiciones sanitarias de los barrios e iglesias de Lima, bajo cuyas paredes y suelo se encontraban cientos de cadáveres (� arren, 2003:9).

De acuerdo a José Unanue, los períodos de calor e inestabilidad climática eran condiciones ideales para que los aires pútridos crearan epidemias; explicaba que el “� hedor de los cuerpos en descomposición que se encontraban en las paredes de las iglesias de Lima aumentaba los niveles de humedad en la nave y obligaba a usar el incienso como una forma de hacer el aire más respirable”. Describía además, al convento de San Francisco como un lugar en el cual “� el pavimento, incluso el presbítero, está lleno de bóvedas y de sepulturas, que no bien se cierran, cuando vuelven a abrirse, para echar los cuerpos recién muertos sobre otro medio podridos” (� arren, 2003:10). El suelo de la Iglesia de San Francisco cubría pobremente cientos de cadáveres, constituyendo un riesgo a la salud, por lo que, preocupado por el efecto que esto tenía sobre los vivos, declaró que “� al respirarlo, el calor y las fuerzas animales se debilitan. De aquí los desmayos en las personas débiles que asisten a nuestro Templos” (Op cit.).

Este médico sostenía que el agua contaminada aumentaba los riesgos sanitarios; esto también tenía que ver con los entierros, ya que las aguas al mezclarse con la basura de las calles y los cadáveres en las iglesias producían vapores nauseabundos, pestilencia que aumentaba a medida que las aguas recorrían la ciudad. Las acequias pasaban cerca de posibles fuentes de contagio entre los que se contaban los lugares de entierro y las iglesias parroquiales, en algunos casos, pasando directamente por las tumbas en los suelos de las iglesias, mezclándose con los cuerpos (� arren, 2003:10).

Siguiendo a � arren (2003) y también en Lima, a inicios de la década de 1780, la legislación y los debates comenzaron a enfocarse en el problema de cómo disminuir las prácticas funerarias barrocas. En los años 1786, 1793 y 1794, leyes de la Real Audiencia de España intentaron reprimir las extravagancias de los funerales y los velorios. Se buscaba también prevenir las epidemias exigiendo que las procesiones funerarias tuvieran lugar al amanecer, antes de que el calor descompusiera el cadáver y soltara miasmas. Sin embargo, las prácticas prosiguieron, lo que ocasionó que en el año 1813, el Virrey Francisco Gil de Taboada266, indignado frente a la pobre aplicación de estas medidas, dictara una serie de regulaciones sobre funerales y entierros (� arren, 2003:10). “Estas leyes buscaban controlar los excesos de estas prácticas y limitar el tiempo de exposición a los hedores del cadáver. La legislación regulaba quien podía velar al muerto, el tamaño de las procesiones funerarias y el número de días que podía transcurrir entre la muerte y la procesión �� � La legislación prohibía además el uso de lloronas y plañideras, ya que su presencia era “tan opuesto á las máximas y sentimientos de nuestra religión sacrosanta, como contrario á las leyes, al bien del estado, y al honor de una población civilizada”. A su vez el cuerpo del difunto solo podía ser acompañado por una comunidad religiosa con un máximo de doce sacerdotes (Op cit.).

A nivel general, los entierros realizados en los templos, van a ir paulatinamente siendo objeto de innumerables objeciones, siendo uno de los principales blancos del Higienismo. Establecidas las causas y los efectos, estos espacios pasarán a ser considerados “� lugares de acumulación o amontonamiento que podrían provocar enfermedades, y generar fenómenos epidémicos �para lo

266 Francisco Gil de Taboada. 1736–1809. Político, militar y marino español. Se desempeñó como Virrey de la Nueva Granada (1789) y como Virrey de Perú (1790–1796).

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cual se reglamentaba� el ataúd individual y la tumba misma, por razones políticas y sanitarias de proteger a los vivos. Por lo que la alineación de los cuerpos muertos para poder controlarlos, no fue una idea puramente cristiano-religiosa, sino médico-política” (García de Alba et al; 2001:4).

Pero la costumbre de entierro, por su arraigo y características sagradas, será una de las más difíciles de erradicar siendo de las más resistidas. Sólo la consecución de diversos hechos trágicos van a propulsar medidas de fondo, como por ejemplo, lo ocurrido hacia el año 1781 en la Villa del Pasaje en Guipúzcoa, en España, donde se atribuyó el origen de una peste a las emanaciones de los cadáveres en un templo, provocando la Muerte de ochenta y tres habitantes; un año después, el sepulturero de la Parroquia de San Martín de Madrid caía fulminado al abrir una fosa, lo que determinó la clausura temporal de este templo y el destechamiento y ventilación del anterior (Gutiérrez R; 1985:54).

Las innumerables reacciones en pro del abandono de la práctica de entierros próximos a los vivos, provocarán en España diversas promulgaciones reales, entre las que se cuenta la Real Cédula de fecha 3 de abril del año 1787, expedida por Carlos III debido a “� los repetidos clamores en tantas provincias que se vieron despobladas por las destructoras pestes originadas en los cadáveres sepultados en las iglesias” (Gutiérrez R; 1985:54).

De acuerdo a Colón Lamas (2004:4), se configura así para España y sus territorios de ultramar, un marco jurídico reforzado por discursos médicos y técnicos que van a justificar la puesta en práctica de la construcción de cementerios alejados del perímetro urbano. De esta manera, médicos, funcionarios públicos y personajes con formación en ingeniería militar (quienes hacían las veces de planificadores urbanos) se van a encargar de establecer un conjunto de argumentos legales, técnicos y científicos que soportarán la decisión Real, de ordenar la construcción de cementerios y prohibir las sepulturas en las Iglesias.

En el caso de territorios lusitanos, los médicos, influenciados decisivamente por la literatura médica francesa, también verán a los entierros en las iglesias como un medio difusor de innumerables enfermedades de los vivos. Para el siglo �I�, las ciudades brasileras buscaron incesantemente una reorganización de sus espacios públicos, y aquellas que no poseían las mínimas reglas de organización pública tenían que realizar rápidas mejoras en la búsqueda de proporcionar un ambiente urbano más saludable para sus habitantes (Holanda Coe, 2003:106).

Para el caso de Buenos Aires, la segunda mitad del siglo �VIII veía implantar una serie de medidas tendientes al mejoramiento de la infraestructura urbana, contando entre ellas la paulatina pavimentación, las normativas sobre la limpieza de las calles, la inspección de aguas y alimentos, la creación del Protomedicato y de la Junta de Sanidad, inscritas en una preocupación por la salud pública (Cosse, 1997:104).

Sin embargo, y a pesar de este marco, hacia el año 1794 continuaban las desavenencias cuando integrantes del Cabildo bonaerense no creían necesario la modificación de las costumbres tradicionales al opinar que “� hallándose esta Capital en un terreno llano a las márgenes de este gran Río de la Plata, es muy ordinaria, y fácil la ventilación para que los efluvios se esparzan, y no perjudiquen a sus habitantes […] por lo que desde luego no juzga este Cabildo

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haya q.e innobar […]267”, situación que pocos años después se modificaba paulatinamente mostrándose menos reticente a estos cambios (Cosse, 1997:105).

Por su parte, la aplicación de los principios higienistas en la Banda Oriental –al menos en la teoría- se observan claramente durante el sitio de Montevideo de los años 1812 a 1814, cuando se decidía transferir a los afectados de intramuros hacia el campo o lugares con mejor clima que “� el muy pestilente de una ciudad contaminada”. En la ocasión se proponía trasladar en masa a los militares enfermos hacia la isla Martín García de forma tal de atenuar la peste y su progreso destructor, medida que no se llevó a cabo (Bentancor et al; 2008:28).

Durante la primera mitad del siglo �I�, poco a poco las inhumaciones en los templos religiosos van a perder su carácter sagrado, asumiendo cada vez un estigma cada vez más profano y ajeno a las normas de la higiene.

13.3 “Barbarie” vs. “Civilización”

En otro plano, el movimiento de aislar a los vivos de los muertos, se inscribiría en el contexto de una ideología de control, que extendiendo progresivamente sus dispositivos a lo largo del siglo �VIII, se intensificó en el siglo �I�, multiplicándose como señala Michelle Foucault (1983:184), por todo el cuerpo social, formando lo que se ha caracterizado como la sociedad disciplinar.

En este punto, nos ha resultado de gran utilidad, el concepto de sensibilidad manejado por José Pedro Barrán (1998a:11) mediante el cual se trata de analizar la evolución de la facultad de sentir, de percibir placer y dolor, que cada cultura tiene y en relación a qué la tiene. La sociedad disciplinar, se irá imponiendo a la sensibilidad del siglo �VIII y de los albores del siglo �I� caracterizada como bárbara; ésta última –siguiendo al mismo autor- fue la sensibilidad dominante hasta la década que se inicia en 1860. Dicha denominación, era utilizada por muchos integrantes de las clases dirigentes del momento, para definir lo que sería una sensibilidad de los excesos, en la que reinaba la violencia, el juego, el ocio, los hombres y mujeres que vivieron su sexualidad con alegría, donde regía la “� exhibición macabra de la muerte �y que� la anunció con bombos y platillos a los moribundos” (Barrán, 1998a:14-15).

La sensibilidad bárbara “� no solo aceptó sino que promovió la convivencia con todas las formas imaginables de lo macabro: los cadáveres eran llevados para las misas de cuerpo presente a las Iglesias; las calaveras y los huesos a menudo se encontraban esparcidos en el suelo o a la vista del público en los nichos abiertos de los cementerios del interior y de Montevideo; a veces la gente convivía con sus propios ataúdes o los huesos de sus parientes; la prensa exhibía tibias y calaveras en grabados que acompañaban los avisos mortuorios; las revistas literarias contenían casi siempre artículos o cuentos macabros; y los objetos fúnebres –ataúdes, crespones, coronas, etc.- eran avisados en los diarios y en los escaparates de las tiendas, con total “impudicia”, como dirá luego la sensibilidad “civilizada” (Barrán, 1998:185).

Barrán nos comenta que en “� medio del campo, en estancias sin cementerios, la población rural a menudo exponía los ataúdes al aire libre hasta que los cuerpos quedaban totalmente desecados y colocaba luego los restos en una urna que a veces permanecía años en la casa hasta que apareciera la oportunidad de conducirla al lejano camposanto” (Barrán 1998a:189).

267 AGNA, Actas del Cabildo, Libros LII - LIV, 6�9�1794, p.378 (Cosse, 1997:105).

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Por ejemplo en 1840, el ex secretario de Artigas, Miguel Barreiro, tenía en su dormitorio, al lado de la cama y sobre una mesa, una urna con los huesos de su madre, siendo también frecuente ver que en ranchos pobres, “…cerca del dormitorio, a veces “reposaban” los huesos de los padres de sus habitantes en urnas apiladas en una altura de seis pies” (Op cit.).

Esta barbarie fue criticada, sobre todo por los dirigentes de la política del saber, como los cabildantes, gobernadores, periodistas, e incluso miembros del clero (Barrán, 1998a:15). La imposición de la nueva sensibilidad será gradual y la presencia de los muertos entre los vivos no sería erradicada fácilmente.

13.4 El surgimiento de los Cementerios y el caso del actual territorio del Uruguay

Al influjo de estas tendencias, Europa y el Continente americano verán surgir a finales del siglo �VIII y las primeras décadas del siglo �I�, los primeros cementerios268 públicos fuera de los sitios habitacionales, que irán supliendo aquellos espacios cerrados y concurridos como el interior de los templos.

En el caso europeo, por ejemplo en Suecia, las inhumaciones en las iglesias eran prohibidas por Gustavo III269 en el año 1783. En Francia, durante el reinado de Luis �VI, se iniciaba la destrucción de los cementerios localizados en intramuros, arrasando en la ocasión el Cementerio de Los Inocentes, de donde se retiraban más de tres metros de tierra infectada de restos de cadáveres (Bentancor et al; 2008:122); poco después, Napoleón Bonaparte, a la sazón primer cónsul, decretaba que la propiedad de Louis Barón Desfontaines debería ser destinada a la construcción del Cementerio de París, prohibiéndose ese mismo año los enterramientos dentro de las iglesias. Este último cementerio, llamado P�re Lachaise270, es el primero que puede ser considerado moderno e inspiró la creación de muchos otros (Bielli y Erchini, 2009:15).

Los cementerios llegaban así a manos de los arquitectos, “� quienes ensayaron diseños para satisfacer los nuevos gustos y necesidades que hasta el momento no se habían aplicado a los espacios funerarios. El uso de la geometría dio orden a la disposición de capillas, áreas para inhumaciones, áreas de depósitos, osarios, sendas y vegetación” (Bielli y Erchini, 2009:14-15).

Por su parte, la Corona española haría lo mismo en sus dominios desde finales del siglo �VIII. En tal sentido, el monarca Carlos III, por resolución del año 1786 y Real Cédula con fecha 3 de abril del año 1787, resolvía y mandaba, que “� se observen las disposiciones canónicas, de que soy protector, para el restablecimiento de la Disciplina de la Iglesia en el uso y construcción de cimenterios, según lo mandado en el Ritual Romano ( ) cuya regla y excepciones quiero se sigan por ahora; con la prevención de que las personas de virtud ó santidad, cuyos cadáveres podrán enterrarse en las Iglesias según la misma ley, hayan de ser aquellas por cuya muerte deban los Ordinarios eclesiásticos formar procesos de virtudes y milagros, ó depositar sus

268 El término cementerio proviene del griego koimetírion, que significaría dormitorio y de acuerdo a las creencias cristianas, el cuerpo duerme allí hasta el Día de la Resurrección. En los primeros siglos de la Iglesia no se enterraba a los fieles sino en estos, donde tenían los cristianos sus reuniones en aquellos tiempos de persecución (Diccionario de Derecho Canónico, 1854:232). 269 Gustavo III de Suecia. 1746–1792. Rey de Suecia desde el año 1771 hasta su Muerte. 270 Diseñado por Alexandre Brongniart; se articula por importantes caminos centrales que funcionan como ejes, alrededor de los que se distribuyen zonas verdes arboladas atravesadas o bordeadas por sendas serpenteantes (Bielli y Erchini, 2009:15).

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cadáveres conforme á las decisiones eclesiásticas; y que los que podrán sepultarse, por haber escogido sepulturas, hayan de ser únicamente los que ya las tengan propias al tiempo de expedirse esta cédula”. Continuaba diciendo en el punto 2 de la misma “Para que todo se execute con la prudencia y buen órden que deseo en beneficio de la salud pública de mis súbditos, decoro de los templos y consuelo de las familias, cuyos individuos se hayan de enterrar en los cimenterios, se pondrán de acuerdo con los Prelados eclesiásticos los Corregidores, como delegados mios y del Consejo, en todo el distrito de sus partidos; procurando llevar por partes esta importante materia, comenzando por los lugares en que haya ó hubiere habido epidemias, ó estuviesen mas expuestos á ellas, siguiendo por los mas populosos, y por las Parroquias de mayores feligresías, en que sean mas freqüentes los entierros, y continuando después por los demás” (recogida en la Novísima Recopilación de las Leyes de España, 1805)

Carlos III, además mandaba que: “Se harán los cimenterios fuera de las poblaciones, siempre que no hubiere dificultad invencible ó grandes anchuras dentro de ellas, en sitios ventilados é inmediatos á las Parroquias, y distantes de las casas de los vecinos; y se aprovecharán para capillas de los mismos cimenterios las ermitas que existan fuera de los pueblos, como se ha empezado á practicar en algunos con buen suceso” (Op cit.).

Para la planificación de los cementerios españoles, se solicitaron planos e ilustraciones de cementerios como los de Livorno, Turín, Viena y París (Bielli y Erchini, 2009:15). Por ejemplo, desde la Academia de Bellas Artes, Benito Bails271 recogía en múltiples escritos las experiencias francesas e italianas, propiciando la realización de cementerios en “� campo raso, en sitio seco y despojado donde tengan fácil acceso los vientos norte y levante. Recomienda no plantar árboles, tanto por problemas de raíces cuanto por que las hojas caídas impiden la correcta evaporación y ventilación del suelo” (Gutiérrez R; 1985:55).

Pero estas disposiciones de Carlos III para construir cementerios situados en las afueras de las poblaciones o para prohibir los enterramientos en el interior de los templos, no surtieron efecto inmediato, ni siquiera en Madrid (� ilson � hite, s�f: 8). La persuasión al establecimiento de los cementerios fuera de la ciudad, se reafirmaría hacia el año 1796, con las Reales Ordenanzas de Carlos IV272 sobre Policía y Salud Pública. Este último monarca ordenaba a las autoridades civiles y militares de Indias, que informaran sobre la conveniencia de establecer los cementerios en las afueras de las poblaciones; estas solicitudes se reiteraban por Real Cédula publicada en Aranjuéz el 15 de mayo de 1804 (García de Alba et al; 2001:4 -5).

Por su parte en el Continente americano, y al influjo del movimiento cultural Ilustrado, en el año 1798, José Mutis273 en Nueva Granada, recomendaba que los cementerios se establecieran en un solar de gran extensión, dividido en seis parciales para que cada uno sirviera a las sepulturas de cada año y se pudiera evacuar cada cinco, ya que al abrir las sepulturas frescas se corría el riesgo de envenenar el aire. Además el solar debía ser extenso, descubierto al sol y al aire libre, ya que son buenos correctivos de la atmósfera viciada. Mutis recomendaba la profundidad de las tumbas de seis pies de tierra bien pisada para que las aguas no pudieran penetrar hasta el cadáver, y que no se depositara más de un cadáver en una fosa, porque además de los problemas mencionados, favorecería que los animales como perros y gallinazos rondaran y apestaran las inmediaciones, 271 Benito Bails. 1730–1797. Matemático y erudito español profesor de la Academia de San Fernando, nacido en San Adrián de Besós, próximo a Barcelona. 272 Carlos IV de Borbón. 1748–1819. Rey de España entre los años 1788 y 1808. 273 José C. Mutis. 1760–1808. Destacado cirujano y médico personal del Virrey Pedro Messia de la �erda. Incursionó además en los campos de la Matemática y la Botánica.

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violando además la decencia debida al Campo Santo y las cenizas de los difuntos (García de Alba et al; 2001:5). Además, siguiendo a Alzate, insistía “� que un elemento útil era la cal la cual desodorizaba, partiendo de los trabajos de Loiser con agua de cal para desinfectar, además que aceleraba la putrefacción y se combina con el aire disolviendo los miasmas, impidiéndoles subir a la atmósfera, por último, para purificar la atmósfera corrompida, recomendaba sembrar árboles a manera de bosque” (Op cit.).

El acatamiento de las diversas directrices reales tuvo diverso destino en América. Fue relativamente temprano en el caso del Cementerio de Espada, en la Habana, construido entre 1805 y 1806, y en el caso de Lima con el Cementerio General Presbítero Matías Maestro, lugar de enterramiento que pese a las protestas del vecindario se inauguró el 31 de mayo del año 1808. Por el contrario, en Caracas la construcción del Cementerio del Empedrado sólo se inició en 1816 (� ilson � hite, s�f: 8-9).

En el caso limeño, aunque muchos obedecieron las regulaciones que exigían que los muertos fuesen enterrados en el Cementerio General, los entierros en las parroquias no desaparecieron completamente. De acuerdo a documentos del Convento de San Francisco, miembros de la elite continuaron enterrando a sus muertos en las iglesias hasta la década de 1820. Otros documentos del Archivo del Arzobispado de Lima, por su parte, señalan que en 1821 el nuevo gobierno independiente aprobó una serie de decretos que recordaban a las órdenes religiosas la prohibición de enterrar a los monjes y religiosas en sus respectivos monasterios y conventos (� arren, 2003:11).

En el caso de Brasil, con la Ley Imperial de Estructuración de los Municipios del año 1828, se buscó dar fin a los enterramientos realizados en los templos de las iglesias brasileras. Esa Ley procuraba la reorganización del espacio público, estando dentro de las prioridades la higienización de la muerte con la transferencia de los enterramientos de las iglesias para cementerios lejos del espacio urbano (Holanda Coe, 2003:107). Los enterramientos en las iglesias fueron, por tanto, gradualmente siendo objeto de innumerables censuras, quedando prohibido -después de construidos los cementerios- el enterramiento de personas dentro de estos recintos. Para los contraventores –que incluían a los párrocos o procuradores de las hermandades- la multa ascendía a treinta mil Reis y el doble en caso de reincidencia274.

En el caso bonaerense, las nuevas tendencias promovían la creación del Cementerio del Norte y su Reglamento de funcionamiento, en el año 1822. En este, se determinaba una secuencia precisa para dar la sepultura. De acuerdo a Isabella Cosse (1997:76) en primer lugar se establecía que “� los cadáveres serán colocados según lleguen, con orden y decencia, en la sala de depósito, hasta el momento de darles sepultura”, luego de realizarse los trámites administrativos, el capellán debía dirigirse a la iglesia vestido de “� sobrepelliz y estola, acompañado de un monaguillo que leve una cruz baja y el hisopo, á la sala de depósito en donde levantará el cadáver y lo conducirá a la sepultura”, donde debía rezar el oficio correspondiente que excluía las misas solemnes de réquiem y vigilia sin autorización del cura parroquial. Luego de “� echado el cadáver en la fosa” debía dirigirse al templo para quitarse el atuendo ceremonial. Se prohibía según el documento, “� depositar los cadáveres en la iglesia, ni dar ninguna especie de solemnidad al oficio de sepultura”.

274 Maranh�o. Ley N� 225. Título VIII. Año 1846, Pp.91-91 (Holanda Coe, 2003:106).

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Para Montevideo, se sostiene el año 1790 como año de prohibición local de los entierros en los templos, sin embargo en 1792, el Cabildo sostenía la pertinencia de continuar con la práctica de inhumación, enfrentándose con el Síndico Procurador de la ciudad, quien mantenía la tesis de la absoluta necesidad de crear cementerios ventilados (Bentancor et al; 2008:128). Integrantes del Cabildo aventuraban en relación a un cementerio extramuros, que “...sólo tendrá uso por espacio de 50 o 60 años cuando más, los que pasados volverá a revivir la costumbre de enterrarse en las iglesias, como la experiencia lo ha manifestado en los siglos anteriores”275 (Bentancor et al; 2008:130).

Para ese entonces, Isidoro de María (1957b:206) ya daba cuenta de inconvenientes suscitados en la Matriz montevideana, cuando se enterraban entre 1789 y 1790, quinientos diez cadáveres en las doscientas catorce sepulturas existentes “...resultando de esto, que cada cadáver no podía permanecer enterrado sino siete meses, después de los cuales había que procederse a sacarlo para dar lugar a otro nuevo”.

Los albores del siglo �I� verán surgir los primeros cementerios montevideanos en extramuros. Orestes Araujo (1906:267) planteaba que la “… enorme cantidad de cadáveres, que hubo que sepultar en los días que sucedieron a la toma de Montevideo por los ingleses, hizo comprender al Cabildo la necesidad perentoria de dotar a la ciudad de un cementerio”. Dicho cementerio, conocido luego como Cementerio Viejo, fue fundado en el año 1808 en el terreno situado en la esquina que forman las calles del Durazno y Andes; allí los “� los cadáveres eran colocados en fosas abiertas en la tierra, de 7 cuartas de largo por 4 de ancho y de escasa profundidad” (Op cit).

Este cementerio, no contaría aun con la previsión de los que posteriormente se realizarían; para 1814 se hablaba de la insuficiencia de espacio en el mismo para contener tantos restos humanos. “Horrorizaba la idea de visitarlos, pues en ellos se visualizaban claramente los diferentes ciclos que iban atravesando los despojos enterrados a medias, abandonados en el trasmundo cercado por muros y portones derruidos, que sólo se abrían para depositar más cadáveres” (Bentancor et al; 2008:130). Miguel Antonio Vilardebó276, como Síndico Procurador General y haciéndose eco de las posturas higienistas, hacia el año 1820 hacía las siguientes observaciones: “La proximidad a los muros de esta Plaza de este depósito de los restos de la humanidad que salen de aquella y la continuación de vapores que salen de dicha mansión con los vientos del Este y Sudeste (a cuya dirección se halla situado) que reinan mucha parte del año, pueden producir en un día caluroso y sin viento, y con él, un pestilencial contagio en esta población por más que se diga lo contrario, impregnados aquellos vientos de exhalaciones y vapores corrompidos a su paso por el Cementerio, respirará este vecindario un aire corrompido siempre que suceda esa impregnación”277 (Bentancor et al; 2008:131).

Este cementerio, que había significado para Montevideo el inicio de la práctica de realizar enterramientos fuera de la ciudad (Bielli y Erchini, 2009: 13) se mantuvo en uso hasta el año 1835, año en que se inauguraba parcialmente el Cementerio Nuevo278. Este último cementerio, 275 Informe del Cabildo. Montevideo. 24.12.92. AGN AAPP Caja 317, carp.3, fs. 95-97v (Bentancor et al; 2008:130). 276 Miguel Antonio Vilardebó. 1773 (aproximado) -1844. Marino, saladerista, integrante de la Junta de Montevideo, capitán de milicias, regidor de Cabildo y Hermano Mayor de la Hermandad de Caridad. 277 AGN. Acuerdos del extinguido Cabildo de Montevideo. Volumen 15, cit., págs. 236-237 (Bentancor et al; 2008:131). 278 Hoy conocido como Cementerio Central.

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fue el primero en el que se aplicaron claramente –aunque de manera gradual- las disposiciones más aceptadas para el momento (ver Bielli y Erchini, 2001; 2009). Además del diseño general, el Reglamento Provisorio presentado el 10 de octubre del año 1835 marcaba que estaría supeditado a la inspección del Jefe Político y de Policía del Departamento, regulando lo siguiente: la ocupación de nichos; los cadáveres que no sean destinados a un nicho serán sepultados en la tierra; se cuidará que todos los despojos de ropa, cajones que saliesen de una sepultura sean quemados; se abrirá una gran fosa para sepultar los pobres de solemnidad que no pagarán por ello derecho alguno; no se considerarán pobres de solemnidad, los que tengan de qué disponer, los hijos de familias cuyos padres puedan satisfacer este derecho, los esclavos ni los que gocen sueldos o conchavo; todos los cadáveres de los curatos de la Capital y del Cordón, serán sepultados en el nuevo Cementerio; quedando prohibido el que puedan enterrarse en las iglesias o campos santos, que hasta el presente eran destinados a este objeto (Criado, 1876:297-300).

En líneas generales, “La planificación expresa fue uno de los rasgos característicos de los cementerios ( ) Ellos fueron concebidos, imaginados y proyectados, teniendo en cuenta una nueva concepción del entorno urbano y su edificación que hacía que ciertos espacios y construcciones fueran desplazadas hacia la periferia de las ciudades. Pero también fueron plasmados teniendo en cuenta una nueva sensibilidad que hacía de la higiene y del respeto a la memoria de los difuntos valores a alcanzar y preservar” (Bielli y Erchini, 2009:14-15).

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14. LA “CALERA DE LAS HUÉRFANAS”. LAS EDIFICACIONES DURANTE EL SIGLO XX A LA ACTUALIDAD. Hacia el año 1920, Horacio Arredondo279 visitaba por primera vez las construcciones y comenzaba las gestiones ante la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas para el llavamiento de la estructura central280 (Geymonat, 1999:5)

Con fecha 31 de diciembre del año 1924, el Agrimensor Carlos A. Mac Coll le escribía al Director del Archivo y Museo Histórico Nacional, Telmo Manacorda, sobre las características de la Capilla y el estado de lo que fuera el casco principal de la Estancia de Las Vacas (Mac Coll, 1924:1141) 281

Cuenta que en ocasión de ir a Nueva Palmira aprovecha para visitar la zona; luego de describir brevemente los hornos para la quema de cal, Mac Coll comenta que la Capilla estaría “� en casi completo estado de ruina; dentro de pocos años será un montón de escombros ( ) El techo se ha hundido totalmente; existen caídos entre los muros blocs de mampostería que constituían la bóveda, siendo extraordinaria la calidad del mortero que aún se conserva con una resistencia poco común” (Mac Coll, 1924:1142-1143).

Luego de una descripción general, agrega que la actual dueña del campo era en ese momento “� la señora viuda de don Antolín Álvarez” (Mac Coll, 1924:1146).

El 24 de setiembre del año 1928, Eofelio De Dovitiis, a la sazón Representante por Colonia, presentaba en la Cámara respectiva un Proyecto de Ley282 en el que el Senado y la propia Cámara, reunidos en Asamblea General decretaban la expropiación de los edificios, la reconstrucción de los mismos y un área de doce hectáreas, de la “Reducción Jesuítica denominada Capilla de las Huérfanas” ubicada en la 6.a Sección del Departamento de Colonia, destinando para tal fin “60.000.00” pesos de Rentas Generales.

279 Horacio Arredondo. 1888-1967. Hacia el año 1933, integra la Comisión Nacional de Turismo (Ministerio de Relaciones Exteriores) y en 1934 fue designado Asesor de Historia y Arqueología Militar del Ministerio de Defensa Nacional, función en la que permaneció hasta su jubilación. Fundó e integró la Sociedad de Amigos de la Arqueología, y formó parte de la Comisión Administradora de Parques Nacionales, del Consejo Honorario del Instituto de Arqueología de la Facultad de Arquitectura y de la Comisión Nacional de Monumentos Históricos, entre otros (�ubillaga, 2002:1-2). 280 Información contenida en un manuscrito de Horacio Arredondo proporcionado a la Lic. Jacqueline Geymonat por la Sra. Martha Arredondo. 281 Este trabajo cuenta con varias fotografías de la Capilla (interior y exterior), de los hornos para la quema de piedra caliza y del casco visto a distancia. 282 Palacio Legislativo. Año 1929. Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes. Sesiones Ordinarias de la ��I� Legislatura (3er) Período. Tomo CCC�LVII; setiembre 4 a setiembre 25 de 1928. Pags. 606-607. Imprenta Nacional. Montevideo.

Figura 35 - Croquis del área donde se muestran las construcciones y la caminería, realizado por el Agrimensor Carlos A. Mac Coll en el año 1924. Tomada de: Mac Coll (1924:1141).

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En el mismo documento se realizaba una exposición de motivos en el que se resaltaba que era “� una forma de cultura la veneración del pasado y la conservación de las tradiciones” (p. 606). Se planteaba además, que al igual que la “Fortaleza de Santa Teresa” y la “Casa de Artigas”, correspondía proteger estos bienes “� que pertenecían a la “Estancia de las Vacas”, de la Residencia de Belén, de la ciudad de Buenos Aires, abarcando una superficie de seis leguas y media, distribuidas en los puestos de San Francisco, Los Cerrillos, Las Tunas, San Agustín y Las Yeguas” (Diario de Sesiones Cámara de Representantes, 1929:606).

En el mismo documento, y luego de una breve descripción de las características de la Capilla se exponían aspectos vinculados a su conservación mencionando que no han “� sido solo las fuerzas de la naturaleza las que han dominado y vencido esta obra de la voluntad humana, sino que la misma mano del hombre ha contribuido a su destrucción, dejándole esa tristeza que tanto conduele al contemplarla. No se ha derrumbado esta obra arquitectónica ( ) solamente bajo la influencia de las lluvias y de los vientos; de las vegetaciones invasoras en sus cimientos y en sus muros, sino también por la indiferencia de los hombres que han dejado en descuido y abandono ese esfuerzo de los primeros pobladores del territorio uruguayo” (Diario de Sesiones Cámara de Representantes, 1929:607).

Se exponía además, que la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas, facilitó la documentación y los estudios efectuados, donde se remarca que su reconstrucción era posible: “Los elementos existentes permiten esa realización: no solamente de la “Capilla”, sino también de todo el núcleo de construcciones que componían el establecimiento, los cimientos sepultados darán la planta primitiva de los edificios y auxiliándose de la documentación existente en el Archivo Nacional de Buenos Aires, puede llegarse a la total reconstrucción” (Op cit.).

Se planteaba además, que darle de nuevo el carácter religioso sería anacrónico, por lo que sería propicio la instalación en el predio, de una Escuela Agrícola Industrial, “� resurgiendo el espíritu que la creó y manteniéndola al amparo de nuestra moral laica” (Op cit.).

Si bien no hemos encontrado aun datos de los pormenores, entre el año 1928 y 1934, se colocaban llaves metálicas para mantener la estructura de la Capilla. Esta información era confirmada hacia el año 1934, en el Acta N� 169 del Tomo VIII de la “Revista Sociedad Amigos de la Arqueología”, donde se transcribe la Sesión del día 9 de octubre. En esta, Horacio Arredondo manifestaba que “� ha recibido la visita de Monseñor Camacho, Obispo de Salto, en cuya diócesis se incluye los departamentos de Soriano y

Colonia. El prelado deseaba cambiar ideas acerca de la posibilidad de la restauración de la capilla de la Calera de las Huérfanas, en cuyo edificio se han efectuado algunas obras de consolidación –llaves- cuyo origen ignora”. En su alocución, Arredondo agregaba que “� las reparaciones deben haber sido hechas por la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras

Figura 36 – Fotografía de la Capilla hacia el año 1928. Fuente: Consejo Ejecutivo Honorario de las Obras de Preservación y Reconstrucción de la Antigua Coloniadel Sacramento (MEC). Tomado de: Geymonat, 2010.

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Públicas, pues hace algunos años se agitó en la Sociedad la idea de la restauración y quedó en interesarse en los trabajos primarios que son de consolidación, al arquitecto Raúl Lerena Acevedo ( ) No obstante lo expuesto, dada la ausencia de los planos originales y el estado de ruina del edificio, del que sólo subsisten las paredes con enormes grietas, quizá fuera conveniente promover en la Sociedad un cambio de ideas previo, consultando si sería oportuno la restauración total o la consolidación de lo existente para conservarlo como ruina” (RSAA, 1934-1937:419).

El mismo año (1934283) y escasos días después, con fecha 27 de octubre, en documento284 rubricado por Armando D. Pirotto como Representante de Colonia se exponía el Proyecto de Ley que declaraba a “� las ruinas de la Calera de las Huérfanas” Monumento Nacional. En su Artículo 2 se disponía que “La Comisión de Conservación y restauración de la Fortaleza de Santa Teresa, realizará las obras necesarias para asegurar su conservación”.

En la exposición de motivos para su declaración figura que al momento de su abandono, “� el paraje, en el que sólo quedaron las tumbas olvidadas de los primitivos pobladores, fue rodeado por una aureola de superstición. El decurso del tiempo, se hizo sentir sobre el viejo edificio; las paredes perdieron su revestimiento, descarnándose; los gruesos muros se llenaron de grietas, y las bóvedas airosas y las recias arcadas, cedieron bajo el peso de los años. Evitar la total ruina es lo que pretende este proyecto, confiando la custodia de esos vestigios venerables, a un cuerpo técnico que ya ha dado señaladas muestras de su pericia arqueológica” (Diario de Sesiones Cámara de Representantes, 1934).

En fotografías que se conservan en el Archivo Nacional de la Imagen del SODRE (Figura 37), y que habrían sido tomadas entre los años 1936 y 1938 (sensu Geymonat, 2010), no se aprecian los tensores metálicos o llaves hoy visibles, lo que nos pone ante la duda de si el llavamiento practicado entre los años 1928 y 1934 fue menor o de si las fotografías conservadas en el SODRE, están inventariadas con fecha incorrecta.

De acuerdo a Natalio Vadell (1955:151), para el año 1938, el “Comité Patriótico Femenino”285, continuaba las gestiones para que se declarara aquel sitio Monumento Nacional, solicitando

283 Para ese entonces ya existían dos iniciativas para la protección de Monumentos Históricos, la de José Salgado “Protección y conservación de los monumentos históricos nacionales” (1916) y la del Diputado Aquiles Oribe “Proyecto de Ley para la conservación de Monumentos Nacionales y de adquisición de aquellos que deban declararse tales” (Oribe, 1932). 284 Poder Legislativo. Cámara de Representantes. ���IIa. Legislatura. Carpeta N� 221 de 1934. Rep.148. Julio de 1935. Proyecto de Ley “Ruinas de la Calera de las Huérfanas (Declaratoria de monumento nacional). Documento localizado en el Instituto de Historia de la Facultad de Arquitectura – UdelaR. Con la sigla 12�4. 285 Presidido por Lola Duarte de Indart, secundada por Manuela Noaín (Vadell, 1955:151).

Figura 37 – Vista hacia el Altar. En esta fotografía inventariada (sensu Geymonat 2010) entre los años 1936 y 1938, no se observan los tensores metálicos. Sección Fotocinematográfica del Ministerio de Instrucción Pública. Archivo de la imagen del SODRE. Gentileza: Geymonat y Orrego.

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además que se hiciera la reserva de tres hectáreas del predio aludido para un parque, “� todo lo que se obtuvo del gobierno del general Alfredo Baldomir”. A tales efectos, contaban con la promesa de donación de una hectárea de terreno contiguo, de parte de su propietaria, Angélica �lvarez de Patrón. En el mismo año, se dirigía además al Presidente de la Comisión Nacional de Conservación de Monumentos Históricos, Horacio Arredondo, en los siguientes términos:

“Que los antecedentes que aquí damos, desconocidos en su mayoría, permitan en lo sucesivo a la gestión oficial, que se ha despertado, aunque tarde, y se traduce en proyectos patrióticos, gratos al sentimiento nacional, reconstruir la vieja Calera y Capilla de las Huérfanas, para convertirla en meta de peregrinaciones turísticas, que pronuncien en sus salas, transformadas en museos de figuras históricas, junto al cuadrante solar restaurado, y bajo los corredores de teja, piedra y cal, todas las glorias y tradiciones de la patria vieja que en su suelo palpitan, y se encienden de fuego marcial y de virtudes cívicas el corazón de los orientales” (Vadell, 1955:151).

El día 8 de noviembre del año 1938, el Proyecto de Ley ingresaba a la Cámara de Representantes siendo tratado en Asuntos Generales286. Ese mismo año y como consta en el Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores287 que cubre el año 1938, se sanciona el Proyecto de Ley por el que se declara a las “ruinas de la Calera de las Huérfanas” como Monumento Histórico. En la misma se comete a la Comisión de Conservación y Restauración de la Fortaleza de Santa Teresa, la vigilancia del cumplimiento de esa ley.

Hacia el año 1942, por gestión directa de Horacio Arredondo, la Comisión Nacional de Turismo compraba “� la Capilla y la Calera junto con 32 has. alrededor. La dueña en ese entonces, era la Sra. Angélica Álvarez de Patrón. También se comienza con la labor de limpieza de la maleza la cual llevó 2 años y no se encontró ninguno de los árboles exóticos plantados por los jesuitas. Se

286 Palacio Legislativo. 1939. Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes. Sesiones Ordinarias de la ���III Legislatura. Primer período. Tomo 422. p.28. Montevideo. 287 Palacio Legislativo. Año 1939. Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores de la República O. del Uruguay. 43410. Tomo 167 (Del 5 de setiembre al 30 de diciembre de 1938). p.165. Imprenta Nacional. Montevideo.

Figura 38 - El templo hacia la década de 1940. Aun se observan en pie, paredes de construcciones próximas. Artículo de: Francisco Mazzoni. Suplemento Dominical del Diario “El Día”. Año �. N� 435. 18 de mayo de 1941.

Figura 39 - El templo y sus alrededores hacia la década de 1940. Tomado de: Arredondo (1943:8).

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planta un parque de especies arbóreas nativas y se alambra el predio”288 (Geymonat, 1999; 2010).

Ese año, comienzan los trabajos dirigidos por Arredondo que se prolongarán hasta 1952. En el año 1943, en la publicación “Turismo en el Uruguay”, Horacio Arredondo al describir la “Calera y Capilla de las Huérfanas” presentaba una fotografía (Figura 40) donde ya se aprecian las llaves metálicas instaladas para mantener la estructura del templo y evitar su derrumbe, lo que constata su colocación en años previos (Arredondo, 1943:8).

A su vez, menciona que en la “� Capilla de la Calera se proyectan actualmente diversos trabajos de arqueología. El plan responde al propósito de poner en descubrimiento la planta de las vastas poblaciones que existieron, asegurando su conservación, así como la supervivencia de lo que resta de la Capilla y la Calera, y el mejoramiento “estético” de los alrededores donde se realizarán obras para comodidad de los visitantes” (Arredondo, 1943:8).

Durante estas obras se construyeron las casas para los cuidadores, se descubre una explanada enladrillada frente a la Capilla y la misma se “� aísla con los resguardos del caso para evitar su destrucción”, a la vez que se colocaba un mástil para la Bandera Nacional, al centro del patio. Menciona Arredondo que “...guiado por la documentación que publicara Leonhard sobre los jesuitas, dirigí personalmente una búsqueda de los cimientos de las antiguas construcciones ocultas por la acción del cambio del tiempo y la natural superación de los niveles originales aumentados por los detritus vegetales y animales depositados por el correr del tiempo.”. Cuenta que a raíz de las excavaciones que realizó afloraron cimientos y “...tras la planta de las antiguas construcciones jesuíticas, diré que hice abrir varias zanjas, y puse de manifiesto varios cimientos y hasta bases de unas columnas, posiblemente medias agua techadas de teja, que circundaban el patio principal que puse de manifiesto y esta ahí, a la vista de entendidos y de profanos”289 (Geymonat y Bracco, 1999; Geymonat, 2010).

Durante estos trabajos, Arredondo realizó la búsqueda del camposanto que se ubicaría sobre el costado Sur de la Capilla: “A la izquierda lo busqué, hice cateos –zanjas longitudinales, etc. – sin resultado”290 (Geymonat y Bracco, 1999; Geymonat, 2010).

En el año 1947, se trataba el tema de la “� consolidación de la Capilla de las Huérfanas” en la reunión de la Sociedad de Amigos de la Arqueología291. En esa sesión el arquitecto Risso Villegas, delegado por la Sociedad para integrar la Comisión designada para estudiar dicha

288 Manuscrito de Horacio Arredondo proporcionado a la Lic. Jacqueline Geymonat por la Sra. Martha Arredondo. 289 �dem 288. 290 �dem 288. 291 Revista de la Sociedad Amigos de la Arqueología. Sesión del 22 de noviembre del año 1947. Págs. 341-342.

Figura 40 - Fotografía publicada en el año 1943, donde ya se aprecian las llaves o tensores colocados para mantener la estructura y que pudieron ser colocados antes del año 1934. Tomada de: Arredondo (1943:8).

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consolidación, daba cuenta a los integrantes de la misma, de la nota elevada por esa Comisión292

a la Comisión Nacional de Turismo. En la misma se analizaba la situación estructural del templo, y se daba cuenta que el “� estado actual del edificio debe tener su origen en el hundimiento de la bóveda que por falta de contrafuertes y por un gran peso, al ir descendiendo, ocasionó el empuje hacia fuera de las paredes de los costados, provocando grandes fisuras al separarse de las otras dos”.

De acuerdo a esta descripción, luego del derrumbe las paredes habrían recuperado su posición primitiva aunque las grietas permanecieron marcadas, sobretodo en las cuatro esquinas del edificio, aumentando su deterioro por los agentes naturales. De éstas, las grietas del ángulo izquierdo de la fachada denotaban tal peligrosidad que ameritaban una acción urgente.

Con diferentes justificativos, la Comisión planteaba la demolición ladrillo por ladrillo, previo relevamiento de la parte a reconstruir para “� asegurar su exacta reproducción”. Aconsejaba además, el relevamiento total del edificio para que pudiese constar como “� antecedente sobre el estado actual”.

En el mismo documento, el equipo técnico consideraba la conveniencia de realizar una “carrera de hormigón armado” sobre los muros con la posibilidad de eliminar las “llaves actuales” que estarían desnaturalizando el carácter de la obra. Planteaban también la posibilidad de proteger el Altar mediante un techado.

Hacia agosto del año 1950, por decreto de la Asamblea General, se promulgaba la Ley 11.473 o “Ley de Homenajes a Artigas”, creándose por el Artículo 13 de la misma, la “Comisión Nacional de Monumentos Históricos”; “Créase, con carácter permanente, la Comisión Nacional de Monumentos Históricos, encargada de la conservación y cuidado de los monumentos y sitios históricos de la República ( ) Dentro del plazo de noventa días, levantará un inventario de los monumentos históricos nacionales, y elevará al Poder Ejecutivo un proyecto de reglamentación de sus funciones y de conservación de la riqueza histórica y artística mueble e inmueble de la República”.

Efectivamente, escaso tiempo después, se elevaba dicho proyecto de ley293 en el que se proponía declarar Monumentos Históricos Nacionales a noventa y cinco bienes, entre los que se contaba la

292 Este documento lleva la firma de Horacio Arredondo como delegado del Instituto Histórico y Geográfico, del arquitecto Carlos Herrera delegado de la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas, de Juan Sha�, delegado de la Comisión Nacional de Turismo y del arquitecto Risso Villegas ya mencionado. 293 Proyecto de Ley que reglamenta las funciones de la Comisión Nacional de Monumentos Históricos. Comisión Nacional de Monumentos Históricos. En: Revista Histórica. Año �LV (2.a ép.). Tomo �VII. Diciembre de 1951. Nos 49-50.

Figura 41 – Fotografía de la década de 1950; pared Sur del recinto interpretado como tahona. La flecha señala la escombrera de los restos de mampostería que se extrajeron del interior de la Capilla cuando la intervención de Arredondo. Fuente: Colección particular, vecino de Carmelo. Tomada de: Geymonat (2010:12).

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Figuras 42 y 43 – El templo durante las tareas de consolidación. Fuente: periódico carmelitano (sin fecha). Tomado de: Geymonat, 2010.

“Capilla de la Calera de las Huérfanas ( ) actualmente en ruinas, las que deben ser conservadas” (Comisión Nacional de Monumentos Históricos, 1951).

Hacia los años 1951 y 1952, continuaron las obras de consolidación de la Capilla, a cargo del Arquitecto Cubache, reconstruyéndose el extremo Suroeste, elaborándose una viga perimetral en la parte superior y rellenándose rajaduras; además, se construyó una vereda con terraplenes alrededor del edificio y se quitó la totalidad de los escombros (Figura 41) acumulados en el interior del Templo (Geymonat y Bracco, 1999:7).

En esa década, se habrían formulado fuertes críticas a la Comisión Nacional de Turismo que sería el órgano que habría financiado reconstrucciones de diferentes edificios emblemáticos; esto despierta la defensa de dicha Comisión por Horacio Arredondo (1958), “en alguna de sus integraciones”, y los trabajos que él dirigiera, destacando algunas realizaciones entre las que se cuentan las construcciones de la Estancia de Nuestra Señora de Belén.

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Arredondo se expresaba de la siguiente manera: “Es así que adquirió lo que quedaba, después de siglo y medio de abandono, de la antigua Capilla y Calera de las Huérfanas, en Colonia, formando un pequeño parque nativo en su derredor y efectuando algunas mejoras, incluso edificaciones para facilitar la visita pública. Salvó así, evitando su segura destrucción, esa joya de la arquitectura religiosa de mediados del XVIII, la más importante capilla rural de la cuenca del Plata –donde hay varias docenas-, y fijando el lugar donde se instaló el primer establecimiento agropecuario del país, considerando cronológicamente, no llegándose a colocar la placa que lo recordara a las generaciones de futuro, por no haberse terminado el plan de reconstrucciones por falta de medios materiales para finiquitarlo” (Arredondo, 1956: 415-416).

Hacia el año 1962, el Instituto de Historia de la Facultad de Arquitectura, realizaba diversos trabajos de relevamiento a cargo de los arquitectos Elena Amestoy y Aurelio Lucchini.

Para ese momento y de acuerdo a la información oral, algunas de las antiguas construcciones que aun permanecían en pie, seguían siendo ocupadas incluso hasta la década de 1970.

En 1974 el Consejo Ejecutivo Honorario de las Obras de Preservación y Reconstrucción de la Antigua Colonia del Sacramento promovía el interés de la UNESCO para integrar la Calera de las Huérfanas al circuito de sitios Misioneros de la Región, gestión que si bien tiene la aprobación de este Organismo, no llegó a ejecutarse en los hechos.

En esa oportunidad se presentaba “El estudio de factibilidad para las obras de preservación, restitución y ambientación de las ruinas y vestigios de la casa principal de la estancia jesuítica denominada “de Belén” o “de las Vacas”, instalando un centro de información y servicios para los visitantes” (Geymonat y Bracco, 1999:3). De acuerdo a Miranda Dutra y otros, con ello se pretendía “� habilitar a nivel regional un centro histórico-cultural capaz de atraer, por el conjunto de ruinas y vestigios, adecuadamente preservados, restituidos y ambientados, por la calidad de las piezas originales, documentación y presentación de su centro de información así como por la excelencia de sus servicios, a un contingente importante de visitantes” (Geymonat y Bracco, 1999:3). Además, de los estudios realizados para la ocasión se desprende la presunción de “� antiguos movimientos de tierra (excavaciones, terraplenes y diques)” deducidos de algunas configuraciones peculiares del terreno (Op cit.).

Figura 44 - El templo hacia la década de 1960. Tomada del artículo “Carmelo en su sesquicentenario”. Artículo de: Florencia Fajardo Terán. Suplemento dominical de “El Día”. Fecha: 27�02�1966.

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Para el año 1976, y con fecha 24 de agosto, el Presidente de la República en la Resolución 989�976 declaraba -entre otros bienes-, a las “Ruinas de la Capilla y de las edificaciones de las dependencias de la antigua Estancia del Río de las Vacas, que pertenecieron al Colegio de Belén, de la Compañía de Jesús, llamada “Calera de las Huérfanas”, Padrón N.o 11.583 (rural), Sexta Sección Judicial”, como Monumento Histórico Nacional, atendiendo a la Ley 14.040 del año 1971.

Hacia el año 1999, se emprendía el proyecto de Puesta en Valor Cultural, iniciándose la investigación arqueológica “Parque Arqueológico “Estancia de Belén”, proyecto de Investigación arqueológica en la Antigua Estancia Jesuítica” (Geymonat, 1998), cuyos trabajos finalizarían en el año 2001. Sin embargo, el equipo de trabajo continuó realizando diferentes actividades.

Para el año 2002, ya finalizados los trabajos arqueológicos, las edificaciones sufrían un nuevo abandono, que se prolongaba hasta el año 2007, año en que el Consejo Ejecutivo Honorario, el Ministerio de Turismo y la Intendencia Municipal departamental, aúnan esfuerzos para la gestión de estos bienes. “También se sumaron instituciones y vecinos de Carmelo y de la Calera planteando sus expectativas. Estas instancias permitieron hacer una evaluación primaria del

Figura 45 - Plano del proyecto de acondicionamiento arquitectónico y paisajístico. Fuente: Consejo Ejecutivo Honorario de las Obras de Preservación y Reconstrucción de la Antigua Colonia del Sacramento (MEC). Presentado a la UNESCO en 1974. Proyecto que no llegó a ejecutarse. Tomado de: Geymonat (2010:15).

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estado del sitio y esbozar un plan de trabajo para retomar el proyecto de puesta en valor” (Geymonat, 2010:76).

Ese último año, el Ministerio de Turismo destinaba 625.000 pesos para el reacondicionamiento de las construcciones anexas a la Capilla, con el motivo de ir concretando una sala de exposición que permitiera generar a posteriori un centro de interpretación, situación que estimuló la movilización de la comunidad. Esta última, reclamaba entonces una participación activa en la gestión del bien cultural y se organizaba en una ONG denominada “Movimiento Pro-Calera de las Huérfanas”.

La posterior recolocación de la cruz294 que corona la Capilla –caída por causa de una tormenta-por voluntad de un grupo de vecinos, y la situación de embalaje en que se encontraban los materiales recuperados durante las excavaciones arqueológicas, dio lugar a la creación del Club del Patrimonio en el Liceo N� 2 de Carmelo, organizado por la profesora Laura Robaina. Este grupo -con la anuencia del Consejo Ejecutivo Honorario- realizó tareas de acondicionamiento, ensamblado, efectuando un estudio parcial del material arqueológico, bajo la supervisión de la licenciada Geymonat.

Por su relevancia, destacamos aquí los cometidos de la Organización no Gubernamental del Movimiento Pro-Calera de las Huérfanas, que son: contribuir al desarrollo del Turismo regional y nacional mediante la puesta en valor de la Histórica Calera de las Huérfanas; generar conciencia y sensibilizar a las nuevas generaciones y población en general sobre el valor patrimonial de la Estancia fundada por los Jesuitas en el siglo �VIII; velar y trabajar por la sustentabilidad de la Calera de las Huérfanas involucrando a los vecinos en la creación, organización y mantenimiento de un museo; gestionar y organizar emprendimientos y eventos artesanales, artísticos, educativos, deportivos, turísticos y culturales que fomenten y promuevan la conservación del predio y las instalaciones, en mancomunado esfuerzo con instituciones locales, departamentales, nacionales e internacionales295.

En la actualidad (2010), el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el Uruguay y el Ayuntamiento de Vitoria Gastéiz de España, firmaron un Memorándum de entendimiento para intervenir en las estancias jesuíticas en el Uruguay, en el marco del cual se desarrolla el Proyecto “Actuación Integral en Calera de las Huérfanas en clave de desarrollo local”, iniciativa que se inscribe en las acciones del Programa de desarrollo local (PDL) ART Uruguay. Estas instituciones tienen la finalidad de “...promover conjuntamente iniciativas de desarrollo local en las Estancias Jesuíticas, con particular énfasis en Calera de las Huérfanas”. El objetivo general del proyecto es incorporar estos remanentes al itinerario cultural de las Misiones Jesuíticas en el Mercosur y al circuito turístico del departamento Colonia.

Dentro de las primeras acciones, comienza a realizarse un nuevo estudio arquitectónico por los profesionales Carola Romay y Ricardo Béhéran consistente en el “� diagnóstico preliminar del estado de conservación del patrimonio arquitectónico del sitio Calera de las Huérfanas” entre los meses de enero y abril del presente año (aún inédito).

En la actualidad, existen diversas propuestas que promueven el estudio, la conservación, el conocimiento y el disfrute de estos elementos patrimoniales, en un nuevo esfuerzo por conservarlos, en el que participan diferentes organismos e instituciones (ver Geymonat, 2010). 294 Trabajo comenzado en octubre del año 2007. 295 Tomado de documento electrónico: http:��caleradelashuerfanas.com�estatutos

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Algunos elementos atribuidos a la Capilla de Nuestra Señora de Belén y construcciones anexas

Figura 46 - Talla de Nuestra Señora de Belén. Imaginería que figuraría en los inventarios realizados en la Estancia. Ubicación actual: Parroquia, Archivo y Museo del Carmen. Carmelo, Dpto. de Colonia.

Fotografía: Jacqueline Geymonat.

“Se deben tener y conservar principalmente en los templos, las imágenes de Cristo, de la Virgen madre de Dios, y de otros santos, se les debe dar el correspondiente honor y veneración: no porque se crea que hay en ellas divinidad, ó virtud alguna por la que merezcan el culto; ó que se les deba pedir alguna cosa; ó que se haya de poner la confianza en las imágenes, como hacían en otros tiempos los Gentiles, que colocaban su esperanza en los ídolos, sino porque el honor que se da á las imágenes, se refiere a los originales representados en ellas” (pasajes del “Sacrosanto y ecuménico Concilio de Trento”. Tomado de: Diccionario de Derecho Canónico, 1854:599.

Figura 47 - Mobiliario que habría pertenecido a la “Calera de las Huérfanas”.

Ubicación actual: Parroquia, Archivo y Museo del Carmen. Carmelo, Dpto. de Colonia.

Fotografía: Alejandro C. Ferrari (año 2010).

Podría corresponder al mismo mueble que mencionaba Leonhardt. “En la sacristía de Carmelo se halla el armario de ornamentos, artísticamente labrado, que pertenecía a Belén y tiene el estilo característico del Hermano Coadjuntor escultor José Schmidt, cuyos muebles artísticos en su mayor parte pasaron de Belén a la Catedral de Buenos Aires. La procedencia de estos objetos en Carmelo está comprobada también por el hecho que allí mismo se conserva una “Virgen de Belén”, la cual todavía suelen sacar en procesión, la misma que estaba en la capilla de la antigua Estancia” (Leonhardt, 1927:520).

Se trata de la cómoda de estilo barroco que menciona Francisco Mazzoni (1941), construida entre los años 1743 y 1747 por el padre José Schmidt, que se “� ha conservado en estado, salvo detalles sin importancia” (Diario “El Día”, año �, N� 435, 18 de mayo de 1941).

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En el año 1941, Francisco Mazzoni en artículo periodístico, mencionaba que se conservan algunos elementos que habrían pertenecido a los jesuitas en el casco de la Estancia de Las Vacas. Aparecen así, además de la cómoda (Figura 47), una medalla de cuño ovalado con características que atribuye a la Compañía de Jesús y la cruz de hierro descrita de la siguiente forma: “Se guarda también la cruz de hierro que ostentó la Capilla de las Huérfanas en donde se ven los trabajos de forja, precisos, elegantes, de indudable valor”296. La cruz de hierro, aparecerá en fotos posteriores coronando la Capilla, y, caída posteriormente, fue vuelta a colocar en el año 2007.

Se conservan además, en la Parroquia, Archivo y Museo del Carmen, los candelabros de jacarandá que figuran en los inventarios (comunicación personal de Beatriz Orrego), además de otros elementos a los que actualmente es difícil acceder.

296 Diario “El Día”. Año �. N� 435. 18 de mayo de 1941.

Figura 48 – Púlpito en madera que habría pertenecido a la “Calera de las Huérfanas”. Ubicación actual: Casa de Rivera. Museo Histórico Nacional. Ministerio de Educación y Cultura. Montevideo. Fotografía: Alejandro C. Ferrari (año 2009). “Admirase como una obra de arte notabilísima el pulpito de la iglesia, construido de una sola pieza primorosamente esculpido, representando escenas sagradas. Como un objeto notable, este púlpito se ostenta hoy en el museo de Montevideo” (Vadell, 1955:142).

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15. LAS ACTAS DE DEFUNCION.

Como ya lo mencionáramos en este trabajo, además de la evangelización, los temas de incumbencia de la Iglesia y las diversas �rdenes religiosas, fueron los asuntos referentes al estado civil. En este marco, la Iglesia Católica se encargó de llevar el registro de los nacimientos, los bautismos, los matrimonios y las defunciones, información que se hacía constar en los registros parroquiales. Al igual que otros documentos, podemos considerar a éstos como “� artefactos culturalmente pensados, construidos y empleados en función de unas estructuras de pensamiento y comportamiento socialmente convenido” (Rivera, 2006:151).

En el caso de las actas de defunción, eran registros normados de la Iglesia Católica, que poseen ciertas regularidades que nos permiten acceder a diferentes aspectos del Ritual Funerario. A través de las mismas, podemos conocer el nombre, la edad, causa de Muerte, la realidad socio-económica del difunto y�o sus deudos, el religioso a cargo del entierro, derechos abonados a la Iglesia, el lugar de la sepultura, el día, mes y año de la misma, y a veces otros datos complementarios como el lugar de residencia del difunto y quiénes son sus familiares o tutores.

Figura 49 – Fotografía de una de las anotaciones en uno de los Libros Parroquiales originales del Partido de Las Víboras, asentada por el licenciado Lucas Rodríguez y Felipe Fernández. Lugar: Parroquia, Archivo y Museo del Carmen, Carmelo, Departamento de Colonia. Fotografía: Alejandro C. Ferrari. (año 2010).

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Figura 50 – Imagen de una de las páginas de un Libro Parroquial de la Iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes, en Alta Gracia, Córdoba, actual República Argentina. En ella se aprecian anotaciones de defunciones practicadas durante el año 1782, donde consta un formato semejante al empleado en Nuestra Señora de los Remedios de Las Víboras. Documento original: Iglesia Católica. Tomado de: http:��pilot.familysearch.org�recordsearch�start.html (Iglesia de Jesucristo de los �ltimos Días).

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Salvo una sola excepción que corresponde al año 1767297, las partidas que manejamos corresponden a las elaboradas en relación a las inhumaciones practicadas en el Partido de Las Víboras que figuran en los Libros Parroquiales del Partido de Víboras, donde constan –entre otros- los enterramientos llevados a cabo en la Parroquia Nuestra Señora de los Remedios y diferentes inhumaciones realizadas en la Estancia de Las Vacas, desde el año 1779 al año 1841.

Siendo Remedios cabeza de Parroquia a la que estaba supeditada la Capilla de Nuestra Señora de Belén, es probable que formalmente todas298 o buena parte de las inhumaciones practicadas en el templo de Belén en ese período, hayan sido asentadas en estos libros, hecho que no podemos afirmar.

Los originales de los Libros Parroquiales mencionados, hoy se encuentran en la Parroquia, Archivo y Museo de Nuestra Señora del Carmen, en Carmelo, Departamento de Colonia, existiendo copias parciales microfilmadas en los Archivos de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los �ltimos Días299.

Para esta Monografía, en una primera instancia, hemos manejado la información relevada directamente de los originales por el Lic. Roberto Bracco y Beatriz Orrego para los años 1779 a 1787 (Geymonat y Bracco, 2000c:19) y por otro lado, hemos manejado los microfilmes consultados por nosotros300 en el Archivo de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los �ltimos Días para dos momentos: 1800 a 1810 y 1816 a 1841.

En una segunda instancia, y luego de gestiones ante el Obispo de Mercedes, Carlos María Collazzi, pudimos acceder301 a los originales para complementar la información ya relevada por Bracco y Orrego, y agregar aquellos años faltantes (1788 a 1800).

La información contenida en estas actas, comprende cientos de inhumaciones, particularidad que nos llevó por razones de tiempo, a concentrarnos en relevar ciertos datos. De esta manera atendimos a:

• Todas las inhumaciones –y sus características- practicadas en el templo de Nuestra Señora de Belén o Calera de las Huérfanas u otras áreas de la Estancia de Las Vacas para los períodos citados (1779 a 1841).

• Diferentes variantes observadas en los entierros en Nuestra Señora de los Remedios que nos permitiera visualizar: a) caracterización social; b) lugar seleccionado para la inhumación; c) datos generales sobre el ritual funerario; d) costes; e) párroco o capellán a cargo de la inhumación.

297 Se trata de una Muerte que consta en el Inventario del año de 1767. En el mismo, con fecha 29 de julio se mencionaba el fallecimiento de María Magdalena, hija de Pedro Molinero que había nacido el 23 del mismo mes, y que habría recibido el Baptismo (Leonhardt, 1927:535). En esta anotación, no consta el lugar del entierro. 298 Al menos las asentadas durante la administración de la Hermandad de la Caridad. 299 El Archivo consultado corresponde al del templo ubicado en el Barrio Paso de la Arena (Luis Batlle Berres y Ruta 1). Este Centro de Historia Familiar contiene los microfilmes de los Libros donde figuran las partidas de Bautismo, Matrimonio y Defunción. Los datos generales de los microfilmes de las partidas de Defunción son: fotógrafo Carlos Ferrari, 21 de agosto de 1982, Número de Proyecto Urug. 1 – 005; Número de Cámara 1683; Número de Rollo 24; �tems 3 y 4. 300 El autor con la colaboración de Mercedes Sosa Fagúndez. 301 El autor con la colaboración de Mercedes Sosa Fagúndez y Aparicio Arcaus.

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Consideramos de orden el relevamiento general de los entierros practicados en Nuestra Señora de los Remedios, ya que por dependencia directa, proximidad y sincronía, nos ofrecerían datos de suma importancia para nuestros fines.

Como se aprecia en la página precedente, los datos sobre entierros con que contamos para la Estancia, comienzan en el año 1779, cuando el Establecimiento ya figura en posesión de la Hermandad de la Caridad, situación que nos llevó a rastrear aquellos posibles documentos relacionados a la Compañía de Jesús302, lo que hasta el momento no ha arrojado resultados positivos, dejándonos la duda, de si los jesuitas llevaban o no documentos de partidas de defunción para este templo, y si efectivamente bajo su jurisdicción, se realizaron o no enterramientos dentro de la Capilla303; misma situación sucede para la administración de Juan de San Martín (1767-1774) y la primera administración de Manuel Quiroga (1774-1778).

Los registros de entierros relevados, nos ofrecieron múltiples datos directos sobre los enterramientos en la Capilla de Belén. Así, sabemos que fueron enterrados negros esclavos y libres, pardos, amerindios, europeos, criollos y un porcentaje elevado de niños304. La inhumación de un número relevante de niños, fue un hecho corriente en diferentes partes del mundo para este momento305. Por ejemplo, y como ya lo notara José Luis Moreno, la falta de asepsia y de conocimientos acerca de las enfermedades hacía estragos, por ejemplo al momento de cortar el cordón umbilical al recién nacido, con instrumentos muchas veces inadecuados y sucios, que provocaban de manera frecuente la aparición del tétanos (Bentancor et al; 2008:21).

302 Las consultas realizadas al personal del Archivo de la Nación Argentino, Sala I�, Colonia, Jesuitas, no arrojaron resultados positivos en relación a partidas de defunción en la Estancia de Nuestra Señora de Belén para ese período. 303 La interpretación de los arqueólogos responsables de las excavaciones practicadas entre los años 1999 y 2001 indica que existen enterramientos del período jesuítico. 304 En las partidas figura un porcentaje importante de niños. Bajo el apelativo de párvulos figuran en estas actas, niños de hasta once años de edad. 305 La Muerte de bebés y niños hasta los diez años, fue frecuente en esta época y alcanzó en el Montevideo colonial cifras desde un 39 � hasta un 57 � del total de las defunciones, para el período que va de 1790 a 1814 (Bentancor et al; 2008:21).

Figuras 51 y 52 - Libro Parroquial de Las Víboras. Existen varios ejemplares, donde constan los Matrimonios, Bautismos y Defunciones para el período comprendido entre 1779 y 1841 (no están o no existen los libros que comprenden los años de 1811 a 1815). Ubicación: Parroquia, Archivo y Museo de Nuestra Señora del Carmen. Carmelo. Dpto. de Colonia. Fotografías: Alejandro C. Ferrari (año 2010).

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15.1 Actas de defunción de los Libros Parroquiales de Las Víboras.

Las actas de defunción que tomamos del Informe (Geymonat y Bracco, 2000c:19) correspondiente al relevamiento practicado por Roberto Bracco y Beatriz Orrego, comienzan el día 13 de setiembre del año 1779. Relevados posteriormente los originales (abril de 2010) pudimos incorporar mayor información306.

• El 13 de setiembre del año 1779 se enterraba en la Capilla�307� Nuestra Señora de Bethelém a Diego de Belén308, casado con Patricia de Bethelén, ambos esclavos de la Hacienda de las Huérfanas de Buenos ayres. En la ocasión se realizó una misa cantada de cuerpo presente, dejando constancia que recibió todos los sacramentos y haciéndole cargo al Administrador Don Pedro Quiroga de 5 pesos y 2 reales y medio, quien quedó en pagarlos. Firmaron: Felipe Fernández y Lucas Rodríguez.

• El 23 de octubre de 1779, se enterraba en la Capilla de Nuestra Señora de Belén en la Calera de este Partido, con licencia, a María Antonia de Yapeyú, casada con Antonio Martínez, vecino del Partido de Las Víboras; consta que no testó, se confesó y no recibió el sagrado viático por estar imcapaz, pero si la santa extremaunción. Pagó su marido por su intierro 18 pesos. Firmaron: Lucas Rodríguez y Felipe Fernández.

• El mismo día se enterraba también en la Capilla a Juana Martínez, hija legítima de la anteriormente mencionada María Antonia de �apeyú y Antonio Martínez, vecinos del partido de Las Víboras; el padre pagó por su yntierro 4 pesos309. Firmaron: Lucas Rodríguez y Felipe Fernández.

• El día 12 de diciembre de 1779, se enterraba de caridad en el Campo Santo de la Capilla de Nuestra Señora de Belén a Juana Bentura Luna, casada con Santiago Quiroga, vecino del partido de Las Víboras. Se confesó pero luego no recibió los sacramentos porque murió. Firmaron: Lucas Rodríguez y Felipe Fernández.

• Hacia el año 1781, el día 25 de junio se enterró en la Capilla a un párbulo llamado María de la Ascensión, hija legítima de Manuel Francisco de Belén310 y de Margarita Victoria311 de Belén, ambos negros y esclavos de la Calera de las Huérfanas de Buenos Ayres, pagando el mayordomo 3 pesos. Firmaron: Lucas Rodríguez y Felipe Fernández.

306 Por cuestiones de forma de nuestro trabajo y presentación, no transcribimos los datos textuales de las partidas, si bien no se omite ninguna información. 307 No se especifica el lugar concreto. 308 En el Inventario del año 1767 no figura ninguna persona de nombre Diego; sí aparece en el Inventario del año 1774, siendo natural de Angola y contando con 64 años. De ser esta persona, habría fallecido a los 69 años aproximados. 309 En los Libros Parroquiales (asentamiento de bautismos) figura el bautismo de una niña con este nombre con fecha 25 de junio de 1773, apareciendo como sus padres Antonio Martínez y María Antonia Ibarra. 310 Por los Inventarios del año 1767 y 1774, sabemos que existió un Manuel Francisco, natural de Mandongo (o Mondongo); de ser la misma persona contaba en ese entonces con 58 años aproximados. 311 Tanto en el Inventario del año 1767 como en el del año 1774, aparece el nombre Margarita Victoria. Natural de Banguela, contaría en ese entonces con 44 años aproximados.

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• El 6 de octubre del mismo año, se enterró en la Capilla a Theresa de Belén312, esclava de la Calera de Niñas Huérfanas de Buenos ayres y casada con Antonio de Belén, asimismo esclavo, dejando constancia de que murió de repente. Consta en el asiento que se adeudaba y se pagó. Firmó: Lucas Rodríguez.

• El día 9 de julio de 1782, se inhumaba en la Calera de niñas huérfanas, a Juan Benito Aguiar, natural del reino de Galicia en España, decían ser casado, sin saber con quién ni en qué lugar, y que apareció ahogado313 en el arroyo de las Vacas. Es enterrado de caridad por Lucas Rodríguez.

• El 9 de setiembre de 1782, Lucas Rodríguez enterraba en la capilla Nuestra Señora de Belén, a una párvula llamada Francisca Petrona, hija legítima de Pedro314 y Magdalena de Belén315, ambos esclavos de Niñas Huérfanas de Buenos Ayres.

• El ( ) de noviembre de 1783 se enterraba en ( ) Nuestra Señora de los Remedios, a María de Belén, hija de Isabel Rodríguez y de padre no reconocido, quedando a pagar Theodoro ( ) la suma de 4 pesos. Firmó: Lucas Rodríguez.

• La próxima inhumación figura con fecha 6 de diciembre de 1783, enterrándose en la Capilla de Nuestra Señora de Belén, con licencia de Lucas Rodríguez, a Manuel Antonio de Belén316, esclavo, habiendo recibido los santos sacramentos por el Padre Presentado fray Domingo Viera.

• Poco después, con fecha 23 de enero de 1784, era enterrada en la capilla u oratorio de la Calera de las Huérfanas en las Vacas, una párbula llamada María de Jesús, hija legítima de Juan de los Santos y Cipriana Theodora Guzmán, negros libres vecinos de esta feligresía. Se le realizó un entierro menor cantado, pagándose 1 peso. Firmó: Antonio Mariano Alonso317.

312 Podría corresponder a la misma Teresa de Belén que consta en el Inventario del año 1767, con 21 años (Leonhardt, 1927: 534), y�o en el Inventario del año 1774 (Vadell, 1955) con 39 años; de corresponder a la misma persona habría fallecido a los 35 años aproximados según el primer Inventario o a los 46 años aproximados según el segundo mencionado. Podría también tratarse de Teresa de Jesús que figuraba en el Inventario del año 1767 como natural de Vahía y con 28 años, pero este nombre ya no aparece en el inventario del año 1774 lo que lo hace improbable. 313 De esta causa de Muerte dejan constancia para Montevideo, Bentancor et al. (2008:26), expresando que de diecisiete situaciones de accidentes relevadas, el 82� correspondían a personas ahogadas en pozos, en la playa o en la propia bahía. 314 En el Inventario del año 1767, figuran cinco personas con este nombre: Pedro Molinero (jabonero); Pedro José o Joseph (sin oficio); Pedro Antonio (sin oficio); Pedro Cabundá (sin oficio); Pedro Macho (hortelano). El Inventario del año 1774 agrega otra persona de nombre Pedro del Rey, pero se trataba de un niño de 5 años, por lo que tendría 10 años para ese entonces. Por estar casado con Magdalena de Belén, las partidas de Matrimonio contenidas en los Libros Parroquiales de Las Víboras, podrían arrojar luz en este sentido. 315 Podría tratarse de María Magdalena que aparece en el Inventario de 1767 con 16 años, y en el Inventario del año 1774 con 24 años. Para ese entonces contaría con 32 años aproximados. 316 Podría corresponder al mismo Manuel Antonio que consta en el Inventario del año 1767 (Leonhardt, 1927:532); de origen angoleño, arpista, casado, con 5 pies y 5 pulgadas de altura y 38 años de edad. Esta persona volvía a figurar en el Inventario del año 1774 con 46 años. De ser así habría muerto a los 54 años aproximados. 317 Figura como segundo Cura Rector Propio de la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios; sus asentamientos se realizan a partir de enero del año 1784.

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• El 28 de febrero del año 1784, era enterrada con licencia de Antonio Mariano Alonso, Petrona de la Chruz, en el oratorio de las Niñas Huérfanas situado en la Calera nueva, párvula de José de la Chruz y de María Josefa Martínez318. Se le realizó un entierro menor cantado, pagándose 2 pesos.

• El día 8 de abril de 1785, se inhumaba en la Capilla de la Calera de Niñas Huérfanas a una párvula de nombre María de la Encarnación, hija Juan José Rafael Moreira y María Josefa Martínez, ambos indios vecinos de esta Feligresía, que fue privadamente bautizada por el R.P.Pre.do fray Domingo Viera, religioso mercedario, el día 4 del mismo mes. Se le practicó entierro menor cantado y firmó Antonio Mariano Alonso.

• En 1787, con fecha 28 de febrero, era enterrado en el cementerio de la Capilla de la Calera nueva, Josef Conde, negro libre, marido y conjunto de María Rosa, esclava de doña Antonia Carrera, vecina de la ciudad de Buenos Aires; consta que recibió los Sacramentos y que no testó por ser pobre. En este caso se practicó un entierro menor rezado. Fueron testigos Florencio García y Gerónimo Silveira, vecinos de esta feligresía, como todo consta de la razón que inscriptus me ha dado el R.P.F Domingo Viera, capellán de aquella hacienda. Se pagaron por derechos parroquiales 2 pesos. Firmó: Antonio Mariano Alonso.

• El último entierro que consta en este Informe, fue registrado con fecha 12 de diciembre de 1787, y corresponde a Domingo Crespo, natural de Galicia, quien no recibió Santos Sacramentos por haber muerto repentinamente en el puerto de Las Vacas, y no dejó bienes algunos, por lo que fue enterrado de limosna en el campo santo de la capilla de Belén, por el lugarteniente el R. P. Predo fray Domingo Vera. Firmó: Antonio Mariano Alonso.

Los siguientes enterramientos en la Estancia de Nuestra Señora de Belén, fueron los relevados por nosotros y corresponden a los años 1788 a 1810 y 1816 a 1841319. Se intercalan respetando la cronología, aquellos casos de menciones a esclavos y peones que constan como personal de la Calera de las Huérfanas, todos aquellos apellidos que figuran como “Belén” y aquellos asientos donde figure la mención a Calera de las Huérfanas.

• El día 31 de octubre del año 1788, se enterraba en la Capilla de las Huérfanas a María Mercedes, párvula de Francisco Javier (� ) y María Polonia, ambos indios vecinos del Partido de Las Víboras. Se realizó un entierro menor rezado pagándose 3 pesos. Firmó: Antonio Mariano Alonso.

• El 10 de enero del año 1789, era inhumado Francisco Martín Isaurralde, marido y conjunto de Cipriana �lvarez, vecino del Partido de Las Víboras. Consta que recibió el Sacramento de la Penitencia pero no los demás sacramentos por continuados bómitos que padeció en toda su enfermedad y la notable distancia en que se hallaba. Por su testamento otorgado ante José Antonio Solano y otros vecinos, solicitaba ser enterrado en la Capilla de la Calera de las Huérfanas, con entierro menor cantado y tres misas rezadas. Todo

318 Con fecha 30 de noviembre de 1794, diez años después, se bautizaba a María de la Cruz, hija legítima de José de la Cruz y María Josefa Martínez; de corresponder a las mismas personas, ambos padres figuran como indios. 319 Al igual que el caso anterior, los documentos no se transcriben de forma textual; se actualiza la forma de escritura y no se omite información.

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ello se cumplió por el lugarteniente de Antonio Mariano Alonso, pagándose a tales efectos 24 pesos.

• El 4 de agosto de 1789, era enterrado Antonio (� ), conjunto de María (� ), ambos negros de José Francisco Rodríguez. Con Muerte repentina, fue enterrado en la Capilla de la Calera de las Niñas Huérfanas, con entierro (� ). Firmó: Antonio Mariano Alonso.

• El 13 de junio de 1790, se enterraba a Manuel de Belén320, negro esclabo de la Estancia de las Huérfanas sita en el Arroyo de las Bacas, habiendo recibido los Santos Sacramentos; fue enterrado en la Capilla de dicha azienda, con entierro menor rezado. Era marido y conjunto de Margarita de Belén321, igualmente esclabo. Firmó: Antonio Mariano Alonso.

• El 12 de marzo de 1791, era inhumado en Las Víboras, Pedro Pablo Moreyra, marido y conjunto de María �sabel �iur (�). No recibió los Santos Sacramentos por causa que le dieron una puñalada y al punto murió, hecho que ocurrió en el terreno de la Calera de las Niñas Huérfanas perteneciente a la jurisdicción de esta Parroquial �Nuestra Señora de los Remedios�. No tenía bienes y sus hermanos, dispusieron el entierro cantado con cruz alta, una posa y Misa de cuerpo presente rezada. Solicitaron además, se le entierre en el último lance de la Parroquial, en donde efectivamente se le dio sepultura; fueron testigos José (� ) y Gerónimo Silveyra. Importó toda la función funeral, diez y nueve pesos de que corresponde a la quarta episcopal quatro pesos y seis reales. Firmó: Gregorio Tadeo Llanos.

• El día 24 de junio del año 1791, se enterraba a Manuel Moreyra322 (�) de Belén, Negro Esclavo de la Calera de Niñas Huérfanas, soltero; no recibió los Santos Sacramentos solo el de la Penitencia. Fue sepultado en el Campo Santo de la Iglesia de Nuestra Señora de Remedios, con entierro menor rezado, importando todo 2 pesos, que corresponde a Quarta Episcopal cuatro reales. Firmó: Gregorio Tadeo Llanos.

• El 23 de julio de 1791, era enterrado Simón Suárez, soltero; no recibió los Santos Sacramentos por que no abisaron. Fue peón de la Calera nueva, y parese haver sido natural de Mendoza o San Juan (� ) de Córdoba. No testó por la Muerte acelerada y por varios vecinos de esta Parroquial que me anoticiaron supe que tenía bienes, motivo por

320 En el Inventario del año 1767 figuran cinco personas de nombre Manuel (descontado Manuel Antonio): Manuel Carpintero, natural de Janeiro, que contaba con 34 años (para entonces 57 años aproximados), 5 pies y 2 pulgadas de altura, de oficio carpintero; Manuel Francisco, natural de Mandongo, de 45 años de edad (para entonces 68 años aproximados), 5 pies y 3 pulgadas, y con el oficio de cortador de ladrillos; Manuel Díaz, natural de Mandongo, 45 años de edad (para entonces 68 años aproximados), 5 pies y 3 pulgadas de altura, lastimado y con el oficio de cortar adoves. Manuel Largo (o Manuel Joseph en el Inventario del año 1774), natural de Guinea, de 38 años de edad (para entonces 61 años aproximados), con 5 pies y 4 pulgadas de altura, con oficio de cortar piedra y hacer cal; Manuel Banguela, natural de Banguela, de 13 años de edad (para entonces 36 años aproximados), de 4 pies y 2 pulgadas del altura, sano y sin oficio. En el Inventario del año 1774 se agrega el nombre de Manuel del Rey que contaba con 6 años, por lo que tendría en ese entonces 22 años. 321 Podría corresponder a Margarita Victoria que consta en el Inventario del año 1767 con 29 años y en el Inventario del año 1774 con 37 años, contando en ese entonces con 53 años. 322 �dem 320; a los que hay que agregar un año más al momento de la Muerte. En el Inventario del año 1774 aparece el nombre de Manuel del Rey como otra posibilidad; al momento del Inventario contaba con 6 años, por lo que tendría 22 años.

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el cual el religioso Gregorio Tadeo Llanos dispuso su entierro mayor, con misa de cuerpo presente rezada, dejando constancia que su importe se colocaría luego al margen del asiento de defunción luego de ver su certidumbre y su correspondiente cuarta Episcopal. Simón era sepultado en el último Lanze de Nuestra Señora de los Remedios siendo testigos Antonio Palacios y Francisco Sánchez. Posteriormente se anotaba en el margen la cifra de 20 pesos y firmó el asiento Gregorio Tadeo Llanos.

• El 7 de octubre del año 1791, el religioso Gregorio Tadeo Llanos enterraba en el último Lanze de Nuestra Señora de los Remedios, a Manuel velen323, Negro Esclavo de la Calera de Niñas Huérfanas, marido y conjunto de Ana de velen324, también esclava de la misma Calera; se deja constancia que no recibió los Santos Sacramentos por que no avisaron y que tuvo un entierro menor rezado, importando todo 2 pesos de los que correspondieron a la Quarta Episcopal quatro reales.

• El día 10 de octubre del año 1791, Llanos enterraba en el campo santo del pueblo de Las Víboras a �sabel Pérez, india libre, casada con Francisco �avier de velen325, negro esclabo de la Calera nueva. Murió con todos los sacramentos, importando su entierro 2 pesos de los que correspondieron a la Quarta Episcopal quatro reales.

• Con fecha 17 de junio de 1792, se daba sepultura en la Yglesia de la Calera de Niñas Huérfanas, a una esclava de la Calera llamada Margarita326, viuda de Francisco327, también esclavo de Huérfanas. Murió sin el sacramento de la Santa Unción porque no abisaron y recibió el de la Penitencia y viático, con advertencia –de Gregorio Llanos– que el Viático le fue administrado por el Capellán fray Christobal Ibañez que sirve en la Iglesia de la mencionada Casa, sin darle yo permiso y repetidas veses, he mandado no se haga función Parroquia, tanto a el Administrado y Capellán de la Casa, y como conociesen que no havía de dar permiso para cosa alguna, han dejado morir sin la Santa Unción a la referida finada. Se deja constancia que se pagaron 2 pesos por derechos parroquiales y 2 pesos de fábrica, firmando el acta Gregorio Tadeo Llanos.

• El 28 de noviembre del año 1792, Vicente Montes Caravallo, Cura y Vicario de Nuestra Señora de los Remedios, daba sepultura en esa Iglesia al cadáver de Juana de la Cruz, mujer de Fermín328, negro esclavo de la Calera. El religioso deja constancia de que recibió los sacramentos y su entierro fue menor cantado, importando los derechos parroquiales 5 pesos y 1 peso para la fábrica.

323 �dem a 320; a los que hay que agregar un año más al momento de la Muerte. 324 Podría corresponder a Ana de Belén que figura en el Inventario del año 1767 con 45 años y en el Inventario del año 1774 con 53 años. Era natural de Río de Janeiro, de oficio panadera y tendría en ese entonces 70 años. 325 En el Inventario del año 1767 figuran tres personas de nombre Francisco: Francisco Baquero, natural de Banguela con 32 años (para ese entonces 56 años aproximados); Francisco Tegero o Tejero, natural de Angola y 42 años de edad (para ese entonces contaría con 66 años aproximados) y Francisco Botija, natural de Banguela y 22 años (en este último caso ya no figura en el Inventario del año 1774; contaría con 46 años aproximados). 326 Podría corresponder a Margarita Victoria que figura en el Inventario de 1767; era natural de Banguela y tenía 29 años y en el Inventario del año 1774 tenía 37 años de edad (en ese entonces contaría con 55 años aproximados). 327 �dem 325. 328 En el Inventario del año 1767 figura una persona de nombre Fermín, que sería natural de la Calera y contaría con 12 años. En el Inventario del año 1774 aparece nuevamente el nombre de Fermín, pero en este caso con 15 años. Ateniéndonos al último Inventario, y de tratarse de esta persona, Fermín tendría 33 años aproximados.

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• El 8 de agosto de 1793, Vicente Montes Caraballo, daba sepultura eclesiástica en el campo santo de Nuestra Señora de los Remedios, al cadáver de Mariano Anchaba, natural de Santiago, soltero, peón de la Calera; su Muerte fue violenta y por lo mismo falleció sin confesión ni Sacramento. Se pagaron 10 reales por el entierro, que fue menor rezado, siendo testigos José Quiñones y Francisco Miranda.

• El día 5 de junio de 1794, Vicente Montes Caraballo, cura y Vicario proprietario de esta Parroquial de Remedios, certificaba haberse enterrado en la Calera nueva llamada de Niñas Huérfanas, el cuerpo de Francisco Antonio, peón de dicha Estancia, donde se sepultó a causa de los malos tiempos y excesiva fetidez, entregándose de limosna 11 reales, habiendo sido su entierro rezado.

• El 2 de marzo del año 1795, el religioso Caraballo enterraba en el Campo Santo de Nuestra Señora de los Remedios, con sepultura eclesiástica al cadáver de Christoval, párvulo, hijo legítimo de Fermín de Belén329, esclavo en la Calera; su entierro fue cantado pagándose de limosna 2 pesos.

• El 17 de febrero del año 1798, el religioso José Ramón Leanes (�), cura interino de Nuestra Señora de los Remedios, daba sepultura en la Callera de las Niñas Huérfanas, a Francisco330, negro, esclavo de dicha Callera. Murió recibiendo todos los Sacramentos, realizándose un entierro menor con Cruz baja y missa, por lo que se pagó 6 pesos por derechos parroquiales y 1 de fábrica.

• El 2 de octubre del año 1798, José Ramón Leanes (�), daba sepultura al cadáver de Francisca331, parda, en la Calera de las Niñas Huérfanas, casada con Patricio, esclavo de dicha calera; fue su entierro maior, con misa y honras, dejando constancia que recibió todos los sacramentos, pagándose de limosna 16 pesos por derechos parroquiales y (� ) de fábrica.

• El día 9 de setiembre del año 1800, el religioso Cristóbal Ibáñez, capellán de la Calera de las Huérfanas, en ausencia del cura párroco José Casimiro de la Fuente 332 , dio sepultura eclesiástica, de limosna, y con entierro menor rezado en el Campo Santo de la Iglesia de la Calera de las Huérfanas, al cadáver de Metheo, negro libre, que fue de los de la toma de Colonia del Sacramento, quien fuera hallado muerto en el campo, en un día tempestuoso.

• Un día después, el mismo religioso y con licencia del cura párroco José Casimiro de la Fuente, daba sepultura eclesiástica a Domingo Caballero, peón de dicha calera y en su

329 �dem 328. 330 En el Inventario del año 1767 figuran tres personas con este nombre: Francisco Baquero, natural de Banguela, de 24 años (en ese entonces contaría con 55 años aproximados), 5 pies de altura, sano y sin oficio; Francisco Tejero, natural de Angola, de 42 años (en ese entonces contaría con 73 años aproximados), con 5 pies y 1 pulgada de altura, con oficio de hacer ladrillo; Francisco Botija, natural de Banguela, de 22 años de edad (en ese entonces contaría con 53 años aproximados), lastimado y sin oficio. 331 De acuerdo a Vadell (1955:132) su nombre era Francisca �imenez, y se había casado con Patricio Belén el día 6 de julio del año 1783, figurando como parda libre. 332 De acuerdo a Vadell (1955), este sacerdote habría nacido en la Capilla de los Remedios en Quilmes, y en el año 1798 se hizo cargo de la Parroquia de Las Víboras donde permanecerá hasta el año 1809. De la Fuente muere en Morón desempeñando su ministerio en el año 1841.

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Iglesia, quien murió repentinamente333 lo que impidió que recibiera Sacramento alguno; su entierro fue menor rezado y su sepultura adentro, cobrándose en la ocasión 2 pesos por su entierro.

• El día 24 de marzo de 1802, Casimiro José de la Fuente da licencia al Padre Predicadorfray José Pelliza, quien figura como residente en la Calera de las Huérfanas, para dar sepultura de limosna en el Campo Santo de la misma, a José Villanueva, soltero, nacional de Paraguay, quien murió habiendo recibido el Sacramento de la Penitencia.

• El 21 de noviembre del mismo año, Casimiro José de la Fuente dio sepultura eclesiásticaen la iglesia de la Calera de las Huérfanas, a Felipe, de nación Gallego, soltero, quien murió con el Sacramento de la Penitencia y con entierro mayor cantado. Se abonaron 4 pesos.

• El 11 de febrero de 1803, el capellán de la Calera de las Huérfanas Bernardo Oroño, con licencia de fray Leonardo Estanislao de la Fuente (cura interino de la Parroquia Nuestra Señora de los Remedios), sepultaba en la Iglesia de la Calera de las Huérfanas al cadáver de Pablo Belén334, esclavo de dicha calera, con recibimiento de todos los sacramentos y con entierro menor cantado, pagándose 5 pesos y 2 de fábrica.

• El 22 de febrero del mismo año, con licencia de fray Leonardo Estanislao de la Fuente335, se inhuma con sepultura eclesiástica en la Yglesia de la Calera de las Huérfanas, a la párvula Micaela, hija legítima de Francisco Javier Flores y María Gracia Luna, vecinos y residentes en la Horqueta de San Juan. Su entierro fue menor rezado, cobrándose por ello 3 pesos.

• El día 20 de marzo del año 1803, Bernardo Oroño con licencia de Leonardo Estanislao de la Fuente, sepulta en la iglesia de dicha calera con entierro menor cantado a Ramona, párvula, hija natural de María de las Niebes336, esclava de dicha casa, pagando a tales efectos 4 pesos.

333 Esta forma de expresar como sobrevino la Muerte, fue común también para el Montevideo colonial. De acuerdo a Bentancor et al. (2008:26) el 48,6� de 146 casos relevados donde se indican las causas de Muerte, correspondió a situaciones repentinas, indicando que era “de repente e intestado”, “de repente y sin testar” o “repentinamente y sin sacramentos”; el resto figuraban como apoplejías, alferecías, viruelas, “el mal de los siete días” y muertes por accidentes. 334 En el Inventario del año 1767 figuran dos personas de nombre Pablo: Pablo Carpintero, natural de Río de Janeiro con 26 años de edad, 5 pies, quebrado y de oficio carretero. El mismo aparecerá en el Inventario del año 1774 con 34 años (para entonces de ser éste contaría con 70 años); por otro lado aparece el nombre de Pablo de Belén, que figuraba como natural de la Calera, con 12 años y mulato. Aparecía también en el Inventario del año 1774 con 20 años (de tratarse de esta persona contaría entonces con 48 años aproximados). 335 No se especifica quien está a cargo del entierro; por la proximidad en el tiempo, podría haber sido el religioso Bernardo Oroño. 336 Ni en el Inventario del año 1767 ni en el de 1774 aparece el nombre María de las Nieves, lo que podría indicar que nació en momentos posteriores, o que es alguno de los siete pequeños que se describen sin nombran en el Inventario del año 1767. En las partidas figura la Muerte de tres hijos párvulos de esta persona. Sí constan en el Inventario de 1767 siete personas de nombre María: María Concepción (que tendría 56 años); María de Belén (que tendría 58 años); María Rosa (que tendría 59 años); María Josefa (que tendría 66 años); María Lubola (que tendría 54 años; no figura en el Inventario de 1774) y María Bedoya (que tendría 67 años; ya no figura en el Inventario de 1774); María Cocinera (que tendría 54 años). Si los niños muertos de María de las Nieves fueron párvulos, se hace improbable que por la edad, hayan sido alguna de estas siete mujeres.

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• El 1� de junio de 1803, el cura propio de la parroquia Nuestra Señora de los Remedios, Casimiro José de la Fuente, enterraba en la Iglesia de la Estancia de las niñas Huérfanasa Miguel Belén337, esclavo de dicha hacienda, casado con la esclava Francisca de la misma casa, quien murió por muerte violenta, por lo que solo recibió la absolución. El entierro fue menor cantado y con misa de cuerpo presente, pagándose 6 pesos.

• El 8 de febrero de 1804, fray Bernardo Oroño, con licencia de Casimiro José de la Fuente, daba sepultura eclesiástica en la Iglesia de la Calera de las Huérfanas a Francisca, párvula, hija natural de María de las Nieves, esclava de dicha calera, con entierro menor rezado y sepultura adentro, dándose 4 pesos a tales efectos.

• El día 14 de octubre de 1804, Casimiro José de la Fuente, cura propio de la Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, dio sepultura eclesiástica, adentro, en la Iglesia, al cadáver de José, negro vosal, christiano, esclavo de la Calera de las Huérfanas, con entierro menor rezado. Murió sin haber recibido sacramento alguno por la violencia de la enfermedad338. En dicha oportunidad se pagaron 4 pesos.

• El 19 de octubre del mismo año, Casimiro José de la Fuente daba sepultura eclesiásticaen el campo santo de Nuestra Señora de los Remedios, a un negrito vosal, llamado Juan, residente en un puesto de la Calera llamado Sarandí, el que murió sin sacramento alguno por haber tenido una muerte violenta. Fue su entierro menor rezado y de limosna.

• El 29 de abril de 1807, Manuel José Pereda de Saravia, con licencia de Casimiro José de la Fuente, daba sepultura eclesiástica en el campo santo de la Iglesia de la Calera de las Huérfanas donde se hallaba su campamento, a Rosendo Pallín, soldado de Marina de la Corveta Atrevida de la segunda Compañía del tercer Batallón, natural del Obispado de Lugo, soltero, quien recibió los sacramentos de la Penitencia y de la Extremaunción. Su entierro fue menor rezado y de limosna.

• El día 4 de mayo de 1807, era inhumado con sepultura eclesiástica por Manuel José Pereda de Saravia y con licencia de Casimiro José de la Fuente, Antonio [J]uberías, el que se desempeñaba como Sargento segundo de la primera compañía del Real (� ) de Artillería, soltero, quien murió habiendo recibido todos los sacramentos; su entierro fue mayor cantado y su sepultura en la Iglesia de la Calera de las Huérfanas, pagándose a tales efectos 16 pesos.

• Con fecha ilegible pero en el mes de junio de 1807, Manuel José Pereda de Saravia, con licencia de Casimiro José de la Fuente, le daba sepultura eclesiástica y de limosna al cadáver de Cesario López, pardo soltero, quien murió en el combate de S(� )te. Muere sin haber recibido sacramento alguno, fue su entierro menor rezado y su sepultura en el campo santo de la Calera de las Huérfanas.

337 Puede corresponder a Miguel Baquero que consta en el Inventario del año 1767. En ese caso figuraba como natural de Angola, de 15 años (en ese entonces contaría con 51 años aproximados), de 4 pies y 3 pulgadas de altura, sin oficio. 338 Para el caso montevideano, las enfermedades frecuentes fueron identificadas como apoplejías, viruelas, tisis, tos convulsa, pulmonía, sarampión, bronquitis, hepatitis crónica, congestión, meningitis, reumatismo, tétanos, fiebre tifoidea, cáncer de esófago, delirium tremens, fiebre rosada y afecciones cardíacas (Bentancor et al; 2008:26).

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• El día 9 de junio de 1807, Manuel José Pereda de Saravia, con anuencia de Casimiro José de la Fuente, enterraba de limosna y con sepultura eclesiástica, a José Robledo, cabo segundo de la primera compañía de Ar(� ). Casado con Lorenza Medina, murió habiendo recibido los sacramentos de Penitencia y Extremaunción; fue su entierro menor rezado y su sepultura en el campo santo de la Calera de las Huérfanas.

• Un día después, el mismo religioso y con la misma anuencia, daba sepultura eclesiástica y también de limosna a Lorenzo Roca, soltero, soldado de la Séptima Compañía del Primer Batallón de Patricios, el que murió sin haber recibido sacramento alguno. Su entierro fue menor rezado y su sepultura en el campo santo de la Calera de las Huérfanas.

• El día 5 de julio de 1808, fray José Figueyra, cura interino de Nuestra Señora de los Remedios, daba sepultura eclesiástica en la Capilla de Belén en la Calera, al cadáver de una Negra llamada Patricia339, esclava de la misma hacienda; fue su entierro mayor cantado, con vigilia y misa de cuerpo presente, pagándose 12 pesos.

• 340El día 27 de octubre de 1808, Casimiro José de la Fuente daba sepultura eclesiástica al cadáver de José Manuel, �hijo legítimo� de Miguel Gerónimo González (� ) Residentes en la Calera (� ). El entierro fue menor rezado y se pagaron 3 pesos y 1 peso de fábrica.

• El 12 de diciembre de 1808, Casimiro José de la Fuente, enterraba con sepultura eclesiástica en la Iglesia de la Estancia de las Huérfanas a Manuel341, negro esclavo de dicha casa, el que murió habiendo recibido el sacramento de la Penitencia; fue su entierro mayor cantado, con vigilias y misa rezada, pagando a tales efectos 12 pesos.

• El 20 de diciembre de 1808, Casimiro José de la Fuente, daba sepultura a Mariano Iglesias �hijo legítimo�� de María de las Nieves, esclava �de la Calera de las�� Huérfanas; por lo deteriorado del documento no se aprecia el tipo de entierro y en qué lugar fue la sepultura, sí que fue de cuerpo presente y se le dio –al menos– el Sacramento de la Penitencia, pagándose 14 pesos.

339 Podría corresponder a Patricia de Belén, que figura en el Inventario del año 1767, como casada, natural de Janeiro, de 34 años de edad (entonces contaría con 75 años aproximados). 340 El microfilme muestra un documento muy deteriorado que impide observar los datos correctamente, no pudiéndose recuperar algunos de los mismos; podría corresponder a la Calera de las Huérfanas. 341 En el Inventario del año 1767 figuran cinco personas de nombre Manuel (descontado Manuel Antonio): Manuel Carpintero, natural de Janeiro, que contaba con 34 años (para entonces 75 años aproximados), 5 pies y 2 pulgadas de altura, de oficio carpintero; Manuel Francisco, natural de Mandongo, de 45 años de edad (para entonces 86 años aproximados), 5 pies y 3 pulgadas, y con el oficio de cortador de ladrillos; Manuel Díaz, natural de Mandongo, 45 años de edad (para entonces 86 años aproximados), 5 pies y 3 pulgadas de altura, lastimado y con el oficio de cortar adoves. Manuel Largo, natural de Guinea, de 38 años de edad (para entonces 79 años aproximados), con 5 pies y 4 pulgadas de altura, con oficio de cortar piedra y hacer cal; Manuel Banguela, natural de Banguela, de 13 años de edad (para entonces 54 años aproximados), de 4 pies y 2 pulgadas del altura, sano y sin oficio. En el Inventario del año 1774 figura otra persona de nombre Manuel del Rey, natural de la Calera con 6 años de edad (para entonces 40 años aproximados).

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• 342El 10 de junio de 1809, el religioso Felipe Santiago Torres de Leyva, daba sepultura eclesiástica a María Manuela, párvula, hija de Manuela343, esclava de la Calera de la C(� ); su entierro fue menor rezado y su sepultura en el cementerio. A la niña, la Bautizó privadamente Don Cornelio Simón, habiendo muerto sin óleos.

• 344El día 23 de mayo del año 1810, Felipe Santiago Torres, �daba licencia�� al Padre Jubi(� ) Francisco (� ) en la Iglesia de las Huérfanas (� ) a Tomás García, feligrés de la colonia de 63 años, casado con Fabiana (� ), de cuyo matrimonio �resultaron� 6 hijos. Su entierro fue menor rezado, recibió los Sacramentos de Penitencia y Extremaunción.

Luego viene un hiato de algunos años, probablemente relacionados al momento de convulsión que le tocó vivir a la región. Los siguientes corresponden al período de 1816 a 1841 (la última anotación corresponde al día 13 de setiembre, asentada por el religioso Santiago Torres de Leyva).

• El 6 de octubre del año 1817, Felipe Santiago Torres de Leyva, daba sepultura eclesiástica en el Cimenterio de Las Víboras a Sipriano Belén, hijo legítimo de Patricio Belén y Francisca Godoy, no figurando monto.

• El 26 de agosto del año siguiente, esta misma pareja perdía otra hija llamada Tibursia Belén, párvula de un mes de edad. El mismo párroco, daba entierro que figura como gratis en el Cimeterio de Las Víboras.

• El 16 de noviembre de 1820, el religioso Mariano Espinosa daba sepultura eclesiástica en el Campo Santo de Nuestra Señora de los Remedios a Vicente345, esclavo de las Huérfanas de Buenos Aires.

• El día 18 de setiembre del año 1821, con licencia de Felipe Santiago Torres de Leyva, fue sepultada gratis en la Yglesia de la calera de las huérfanas, el cadáver de doña María Simones, quien recibió todos los santos sacramentos, habiendo muerto el día antecedente.

• El 11 de febrero del año 1827, Felipe Santiago Torres de Leyva enterraba gratis en el Cimenterio de Las Víboras a María Belén Torres de 18 años de edad, casada con Bernabé Cubilla, de cuyo matrimonio no quedaron hijos. Se le practica entierro menor rezado con misa de cuerpo presente, no recibiendo los Santos Sacramentos por haber muerto imprevistamente.

• El día 12 de mayo del año 1827, el mismo párroco daba sepultura en el Cimenterio de Las Víboras, al cadáver de Cristóbal Belén346, esclavo de la Calera de las Huérfanas, de

342 �dem a 340. 343 Ni en el Inventario del año 1767, ni en el del año 1774, figura una persona de nombre Manuela, aunque podría corresponder a uno de los pequeños mencionados (pero sin nombre) en el primer Inventario. 344 El microfilme muestra un documento deteriorado, no pudiéndose recuperar parte de los datos. Podría corresponder a un entierro en la Capilla. 345 Podría corresponder a un niño de nombre Vicente que figura en el Inventario del año 1767. En dicho Inventario constaba que era natural de la Calera y tenía 9 años (para entonces 62 años aproximados). 346 El único Cristóbal que figura en el Inventario del año 1767, es natural de Las Minas, pero en ese entonces ya tenía 66 años, por lo que su edad ascendería a 126 años aproximados, lo que lo hace improbable. Posiblemente

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80 años de edad. Se le practico entierro menor rezado con misa de cuerpo presente, recibió los Santos Sacramentos, habiendo muerto según hace constar el religioso, el día antecedente. Se pagaron en la ocasión 6 pesos.

• El día 24 de abril de 1828, Felipe Santiago Torres de Leyva, daba sepultura eclesiástica en el Cimenterio de Las Víboras, al cadáver de Domingo Belén347, de cien años de edad. Hísocele entierro menor rezado, con misa de cuerpo presente, no recibió los Santos Sacramentos por haber muerto imprevistamente el día antecedente. Se pagó en la ocasión 2 pesos.

• El 2 de junio del año 1831, Felipe Santiago Torres de Leyva, enterraba gratis en el Cimenterio de Las Víboras a cadáver de Joaquina Belén348, esclava de la Hermandad de la Caridad. En la ocasión se practicó un entierro menor rezado, con misa de cuerpo presente. Se aclara que recibió el Santo Sacramento de la Penitencia y que murió el día antecedente.

• El 5 de julio al año 1831, el religioso Leyva enterraba gratis en el cementerio de Las Víboras al cadáver de Tomás Belén349, de siete años de edad, hijo de padres no conocidos, habiendo muerto el día antecedente.

• El día 26 de noviembre del año 1832, Felipe Santiago Torres de Leyva enterraba con sepultura eclesiástica y de manera gratuita en el cementerio de Las Víboras, al cadáver de Manuela Belén, de 28 años de edad, soltera, a la que se le practicó un entierro menor rezado; se aclara que no recibió los Santos Sacramentos y que murió el día antecedente.

• El 23 de febrero del año 1833, Felipe Santiago Torres de Leyva inhumaba en el cementerio de Las Víboras, el cadáver de Pascuala Márquez de 40 años, casada con Manuel Belén, ambos morenos, de cuyo matrimonio dejaban 6 hijos. Su entierro fue menor rezado, con misa de cuerpo presente, y se deja constancia que no recibió los Santos Sacramentos; se pagó por todo 4 pesos.

• El día 15 de marzo de 1835, Felipe Santiago Torres de Leyva enterraba con sepultura eclesiástica en el cementerio de Las Víboras, al cadáver de Sebastiana, de 22 días de edad, hija legítima de los morenos José María Palacios y Damiana Belén, vecinos de esa feligresía, dejando constancia que murió el día antecedente pagándose 1 (�) peso.

• El 9 de mayo del año 1835, el mismo religioso daba sepultura eclesiástica gratis, en el cementerio de Las Víboras, al cadáver de Joaquín Belén, moreno libre de 50 años de edad; recibió los santos sacramentos y se le practicó un entierro menor rezado, dejando constancia de que habría muerto el día antecedente.

corresponda a Christobal que figura en el Inventario de 1774 con 20 años de edad y natural de la Calera; en este caso tendría 73 años de edad. 347 El único Domingo que figura en el Inventario del año 1767, corresponde a Domingo Gnato (o �ato en el Inventario del año 1774), natural de Angola, que contaba con 17 años de edad (por lo que tendría 78 años), con 4 pies y 2 pulgadas, “falta de dent” y sin oficio. 348 Ni en el Inventario del año 1767 ni en el del año 1774, figura una mujer con este nombre, aunque podría corresponder a uno de los pequeños que figura sin nombre en el Inventario del año 1767. 349 Ni en el Inventario del año 1767, ni en el del año 1774, figura una persona con este nombre.

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• (Entre setiembre y diciembre) del año 1835, Felipe Santiago Torres de Leyva, enterraba en el cementerio de Las Víboras, al cadáver de Pedro Silva, párbulo, de 1 año de edad, hijo legítimo de Antonio Silva y Antonina Belén, ambos morenos libres. Se deja constancia que murió el día anterior.

• El día 31 de mayo de 1836, Felipe Santiago Torres de Leyva, enterraba en el cementerio del pueblo de Las Víboras, al cadáver de Agustina, de mes y medio de edad, hija legítima de Pedro José Flores y de Juana Antonia Belén, morena libre de dicha feligresía. Se pagó 1 peso.

• El día 16 de junio del año 1836, Leyva daba sepultura eclesiástica en el cementerio de Las Víboras, al Manuel Belén, moreno libre de 60 años de edad, viudo de la finadaPascuala Márquez, de cuyo matrimonio deja seis hijos, cuatro varones y dos mujeres. Recibió los santos sacramentos y se realizó en la ocasión un entierro menor rezado con misa de cuerpo presente. Se aclara que murió el día antecedente y se pagaron 2 pesos.

• El 9 de marzo del año 1840, Felipe Santiago Torres de Leyva, cura propio de Nuestra Señora de los Remedios, enterraba en el cimenterio del pueblo de Las Víboras, a María Micaela, de 3 años de edad, hija legítima de Antonio Buenaventura Campos y de María Justa Rufina Belén, pagándose en la ocasión 1 peso.

• El día 10 de junio de 1841, el mismo religioso enterraba también en el cimenterio del mismo poblado a Francisco Belén, pardo libre de 50 años de edad, al que se le practicó un entierro menor rezado. Se aclara que no recibió los santos sacramentos, que murió el día antecedente y se pagaron 2 pesos.

• El 14 de junio de 1841, Felipe Santiago Torres de Leyva enterraba con sepultura eclesiástica y en el cimenterio de Las Víboras, a Jasinto Belén, moreno libre, de 60 años de edad, casado con Justa, esclava de Pedro Dias; no recibió los santos sacramentos, se le realizó un entierro menor con misa de cuerpo presente. Habiendo muerto el día antecedente, se pagó 1 o 4 pesos en la ocasión.

La última anotación corresponde al día 13 de setiembre del año 1841, asentada por Felipe Santiago Torres de Leyva. Los entierros en el interior del templo de Nuestra Señora de los Remedios se realizaron –al menos y de forma precisa- hasta el día 23 de agosto de dicho año.

En el Capítulo 19, reflexionamos sobre las generalidades de estas inhumaciones.

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16. EL TEMPLO. SUS PARTICULARIDADES.

Su construcción

De acuerdo a Jacqueline Geymonat (1999:3) existen documentos donde consta que para el año 1747, ya se empleaba la denominación de Estancia de la Capilla para este Establecimiento, lo que estaría indicando la presencia de un templo religioso en el lugar; sin embargo, este habría tenido pocos años de existencia como tal, comenzándose a construir tiempo después el que actualmente permanece en pie.

La construcción del segundo templo, queda evidenciada hacia el 10 de diciembre de 1762, cuando el religioso Agustín Rodríguez le escribía a Pedro de Cevallos ante el reclamo de abastecerlo de cal para Colonia del Sacramento, indicándole que estaba imposibilitado de hacerlo por tener que su usar mucha de ésta en la construcción de la nueva Capilla, ya que la vieja estaba muy deteriorada (Geymonat, 1999:4). También ya lo argumentaba Natalio Vadell, cuando mencionaba que de una carta enviada por Juan de San Martín al Gobernador Bucarelli350 en el año 1767, se desprendía que los restos que hoy subsisten no se corresponderían a la primer Capilla erigida. De acuerdo a esta misiva, la primera estaba pegada a la nueva, perjudicándola con las lluvias que resumía su techo. “Esta primera capilla de los Padres Jesuitas, cuando se construyó la nueva, quedó convertida en sacristía y todavía puede verse en uno de los costados de las ruinas actuales, la señal del arco del techo abovedado a que se refiere San Martín” (Vadell, 1955:51-52).

De acuerdo a la interpretación surgida de los trabajos arqueológicos dirigidos por Jacqueline Geymonat en relación a la cimentación de la Capilla y lo que fuera la Sacristía (hoy parcialmente visible), ambas edificaciones habrían sido construidas al mismo tiempo, lo que suma una mayor complejidad a la reconstrucción del proceso constructivo.

Si bien desconocemos los inicios de la obra, la Capilla nueva estaría en plena construcción hacia el año 1763, habiendo sido finalizada aproximadamente en el año 1766, escaso tiempo antes de la expulsión de los jesuitas. La finalización del templo, en pleno período jesuítico, está respaldada por su incorporación al Inventario confeccionado en el año 350 Francisco de Paula Bucarelli y Ursua Lazo. 1708-1775. Teniente General de los Reales Ejércitos españoles. Gobernador de Buenos Aires entre los años 1766 y 1760; fue el responsable de ejecutar en el Río de la Plata la expulsión de los jesuitas. Muere ejerciendo el cargo de Virrey de Navarra.

Figura 53 – Vista general del templo hacia la década de 1930. Sección Fotocinematográfica del Ministerio de Instrucción Pública. Archivo de la imagen del SODRE. Gentileza. Geymonat y Orrego.

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1767, ya que en este figura “Una capilla de ladrillo y cal nueva y techada a vobeda, tiene veinte y seis varas de largo, y ocho de ancho, a un costado la Sacristía también de boveda de seis baras de largo y cinco de ancho, embaldosada de ladrillo, con sus correspondientes vidrieras, puertas con sus llaves, una puerta de media agua que servía antes de capilla, y al otro costado el Campo Santo” 351 (Leonhard, 1927: 525).

No hemos obtenido aun, documentos que acrediten fehacientemente la autoría de los planos del edificio actualmente en pie y sobre este punto hay discusión. Durante el período colonial, tanto en Buenos Aires, como Córdoba y Misiones, habían actuado en obras civiles, religiosas como de gobierno, integrantes de las órdenes religiosas, principalmente jesuitas, distinguiendo entre éstos Andrés Blanqui352(o Bianchi), Juan Bautista Prímoli353, �ngel Camilo Petragrassa354 y José Brasanelli355 (Alva y Galli, 2007:13).

Justamente, Carlos Leonhardt (1927) atribuye los planos y la construcción de la Capilla al Hermano Andrés Blanqui, diciendo lo siguiente: “Es una soberbia ruina que domina toda esta comarca, edificio construido antiguamente según los planos del gran arquitecto de Belén ( ) el Hermano Andrés Bianchi” (Leonhardt, 1927:520).

Por su parte Natalio Vadell (1955:52) además de Blanqui, menciona como otro posible autor al religioso Juan Bautista Prímoli. Juan Giuria (1955a:131) por otro lado, disiente en que hayan sido alguno de los dos mencionados y en su trabajo sobre la “Arquitectura en el Uruguay en la época Colonial” (1955a), retrotrae el año de construcción, ya que considera –hoy sabemos que erróneamente- que la Capilla actual debe haber sido construida entre los años 1745 y 1750, y es de la opinión que tal vez puedan atribuirse los planos y la construcción de “esta 351 “Inventario de todos los vienes muebles, y raíces que contiene la estancia del Rey que tenían los Padres Jesuítas llamada de las Bacas, y por otro nombre la Calera como así mismo los Puestos, Ganados, y favrica, que tiene en su distrito” (Leonhardt 1927:525). 352 Juan Andrés Blanqui o Giovanni Andrea Bianchi. 1675–1740. Sacerdote jesuita nacido en Italia, llega al actual territorio argentino en el año 1717 junto a Juan Bautista Prímoli. Conocido proyectista, cuenta entre sus obras y�o se le adjudican la conclusión de la Catedral de Buenos Aires (1724-1727), la construcción de la Iglesia de San Ignacio ya proyectada por Juan �rauss, la Iglesia del Pilar (1724), la Iglesia de San Francisco (1731), la Iglesia de la Merced y el Convento de las Catalinas, la Iglesia de Nuestra Señora de Belén en San Pedro Telmo (donde también participan Juan Bautista Prímoli, José Shmidt y posteriormente Antonio Masella) y el Cabildo de Buenos Aires, entre otros. Muere en Córdoba, actual República Argentina. 353 Juan Bautista Prímoli. 1673-1747. Sacerdote jesuita; uno de los grandes arquitectos de las reducciones jesuíticas, Buenos Aires y Córdoba. 354 �ngel Camilo Petragassa.1656-1729. Misionero jesuita de origen italiano. Destacó en la Arquitectura y junto a José Brasanelli se le atribuyen diversas obras de estilo Barroco como la segunda reducción de San Ignacio Miní. 355 José Brasannelli 1658 (o 1659) -1728. Sacerdote de origen italiano; llegó a América en el año 1691. Fue arquitecto, pintor y escultor, destacando en distintos ramos que incluyeron la construcción, la talla y la decoración de altares; figuran entre sus obras, los planos y consecución de la Misión de San Borja, trabajando también en la Iglesia de Itapua, Loreto, Santa Ana y posiblemente en San Javier y la segunda San Ignacio Miní.

Figura 54 - Interior del templo hacia el Altar. Sección Fotocinematográfica del Ministerio de Instrucción Pública. Archivo de la imagen del SODRE. Gentileza: Geymonat y Orrego.

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pequeña iglesia” al Hermano José Schmidt de origen suizo: “Dicho maestro jesuita estuvo ocupado, desde el año 1737 hasta su fallecimiento ocurrido en 1754, precisamente en la construcción del colegio de Belén e Iglesia de San Telmo, si bien, en sus últimos años, debido a su quebrantada salud, tuvo que aceptar la colaboración del arquitecto turinés Antonio Massella” (Giuria, 1955a:131-132).

Características generales

Desde el punto de vista estructural, la Capilla corresponde a un volumen simple con espacio único, envolvente en mampostería cerámica en ladrillos y cimientos pétreos. Posee diversos arcos torales donde apoyaban los esfuerzos de lo que fuera la bóveda que habría tenido tejas; se observa que se utilizaron moldes para la confección de varios tramos.

Nada frecuente en lo que es hoy Uruguay, el muro posterior o cabecera presenta nichos u hornacinas que conforman el Altar Mayor.

En el año 1916, Carlos Ferrés se refería a esta construcción de la siguiente manera: “La hermosa Capilla que la escultura y la pintura de la época habían puesto en el rango de una preciosa joya artística como no se encontraría otra, entonces, en lo que hoy es territorio de nuestro país” (Ferrés, 1975 �1916�).

Escasos años después (1924), el Agrimensor Mac Coll hacía los siguientes comentarios:“La construcción en su época ha sido excelente y los obreros que en ella trabajaron eran verdaderos maestros, superiores a la mayoría de los oficiales de hoy; se han utilizado ladrillos de grandes dimensiones ( ), y es interesante estudiar la trabazón; lo que más me llamó la atención, fueron las distintas formas de ladrillo utilizados; las chambranas de la puerta principal, las pilastras, sus basamentos, sus capiteles, los cornisones, están construidos con piedras moldeadas, derechas e izquierdas, asegurando la trabazón y dejando el rústico de la construcción tan pulido, que sus líneas son perfectas, sus superficies lisas y el mortero tan bien repartido, que las hiladas de ladrillos forman líneas horizontales. Solamente después de haber observado estos detalles constructivos, puede explicarse la estabilidad del inmenso bloc de mampostería que se observa en la parte superior izquierda de la fachada totalmente separado de la pared principal y que el pesado arco que soportan el coro, no empuja, por su correctísima y bien calculada construcción, sólo carga sobre las paredes verticales, sin hacer esfuerzos horizontales” (Mac Coll, 1924:1142).

Figura 55 – Suplemento Dominical del Diario “El Día”. Año �. N� 435. Fecha. 18 de mayo de 1941. Artículo de: Francisco Mazzoni.

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Mac Coll proseguía diciendo que en “� algunos capiteles de las pilastras que interiormente adornaron la Capilla, que estaba revocada interiormente y cuyo revoque conserva aun, casi íntegramente, se ve, contrastando con torpes inscripciones hechas con bleck por incultos y divertidos paseantes, en los nichos de las imágenes que se aperciben en la pared del altar� ” (Mac Coll, 1924:1144-1145).

En relación a los arcos, Leonhardt (1927:520) mencionaba que “En el interior de la capilla hay cuatro arcos en cada pared, con una ventana que entraba en la construcción de la bóveda” y agregaba que “Hallamos los lujosos restos del bautisterio o sacristía lateral”.

En el Proyecto de Ley presentado en el Diario de Sesiones del año 1928, se describía a la construcción de la Capilla como “� en sólida mampostería de ladrillos, techada con bóvedas y cubierta de tejas, de líneas sobrias y elegantes que se acusan en sus cornisas y pilastras, para cuyos salientes se emplearon ladrillos moldurados, con pisos de baldosas de tierra cocida” (Cámara de Representantes, 1928:607).

Juan Giuria expresaba: “No es muy vasta, pues sus dimensiones no pasan de veintiún metros de largo por siete de ancho, pero en cambio, su estructura es sumamente interesante; los muros perimetrales, de casi un metro de espesor, presentan gruesos pilares salientes los que, en un tiempo, soportaban los arcos torales de la bóveda en cañón seguido que oficiaba de techo. Contra los muros hay otros arcos, dispuestos paralelamente, al eje longitudinal de la construcción, que forman nichos rectos de poca profundidad y que contribuyen ( ) a animar los lisos y vastos paramentos internos” (Giuria, 1955a:130).

En relación al Altar, este mismo autor comenta que: “Impresiona sobremanera la curiosa ornamentación del paramento que está frente a la puerta de entrada y, contra el cual, debía adosarse el altar mayor. Sin embargo, es muy verosímil que nunca haya existido allí ningún altar o retablo, por cuanto ya dicho paramento puede ser considerado como un verdadero altar mayor, ejecutado en mampostería de ladrillo, conjuntamente con los muros de la iglesia. Este seudo-altar presenta tres órdenes de columnas, superpuestas y que lo dividen en otras tantas zonas; en la más baja de éstas últimas, se han dispuesto seis hornacinas en las que, con toda seguridad se colocarían imágenes de santos ( ) Suponemos que existan en el mundo poquísimos ejemplos de altares que forman parte integrante de los Templos que los contienen, pues casi siempre se trata de obras, más o menos valiosas, de mármol, piedra arenisca o madera, talladas o esculpidas en talleres especiales y luego armadas dentro de las respectivas iglesias” (Giuria, 1955a:130).

Giuria, a manera de hipótesis plantea la siguiente situación: “Se nos ocurre que el motivo que pudieron tener los jesuitas para construir un altar soldado a los muros sería el siguiente: un altar de madera es fácil de destruir o quemar y, en aquellos tiempos, la seguridad en nuestra campaña era menos que relativa. En cambio, el retablo que hemos descrito, de estructura incombustible ofrecía serias dificultades para su destrucción; en caso de peligro, los moradores de la “reducción”, antes de abandonarla, podían retirar los ornamentos y las imágenes de las hornacinas y ocultarlos en algún escondrijo; una vez pasado el peligro, se volvería a colocar todo en sus sitio y las cosas seguían como antes” (Op cit.).

En el Instituto de Historia de la Facultad de Arquitectura (documento inventariado como “RAL”.419�20), contamos con otra descripción que lamentablemente carece de datos de origen: “Se trata de un pequeño recinto de planta rectangular, de 21 mt. de largo por 7 mt. de ancho,

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construido con espesos muros de ladrillos y cubierta de cañón seguido de líneas muy severas, donde se destaca el rico tratamiento mural del testero opuesto a la entrada que servía de fondo al altar, realizado con órdenes de columnas superpuestos y nichos, sabiamente trabajados en la mampostería”. En el mismo artículo se cuenta que los bienes ya eran propiedad del Estado, bajo la custodia de la Comisión Nacional de Turismo.

De la nieta de Julián Laguna, Lola Larroza de Anzaldo, queda una descripción del templo en su obra “Las obras de Misericordia” del año 1882 (Vadell, 1955:142): “La Calera de las Huérfanas posee una hermosa iglesia de bóveda cuyo monumento es obra de los jesuitas. Las imágenes del Templo, a la usanza antigua, se ven pintadas al óleo en las paredes, a excepción de la patrona de la iglesia Nuestra Señora de Belén, protectora de las huérfanas, hermosísima imagen de tamaño natural ( ) El hermoso Templo de la Calera se halla actualmente derruido en parte; la gran sacristía completamente destruida, no tanto por la antigüedad como por los sucesos políticos que se desarrollaron en aquellos parajes dejando impresa su huella devastadora”.

Carlos Leonhardt hacia 1927 lograba apreciar los últimos vestigios de pinturas en sus paredes: “Lo que se conserva mejor de la capilla es el magnífico altar mayor con sus esbeltas columnas y nichos de imágenes. Se ven hasta hoy día, al lado del altar, artísticas pinturas en fresco, conservadas en parte, no obstante de estar expuesto el edificio a toda intemperie” (1927:520).

El análisis de Giuria proseguía con el techo de la Capilla: “De la bóveda, solo quedan los arranques y todavía se distinguen los comienzos de los arcos torales y los de los lunetos que formaban en ella, las ventanas colocadas a considerable altura; esta última circunstancia era, probablemente, una medida de precaución contra las posibles visitas de los salteadores. También queda en pie gran parte de la atrevida bóveda elíptica, que soportaba el coro adosado contra la fachada principal” (Giuria, 1955a:131). Además, el mismo profesional mencionaba que “Exteriormente, fuera del simpático tono rojo oscuro del ladrillo aparente, no hay nada de extraordinario; en la pared que mira al norte, se destaca una mancha blanca de revoque que indica el sitio ocupado por el bautisterio, vasta sala abovedada de unos treinta metros cuadrados de superficie. En la fachada principal se notan los débiles resaltes de las pilastras y algunas simples hiladas salientes de ladrillos, que actúan como cornisas. El frontón de coronamiento, que presenta líneas curvas de un vago sabor barroco, apenas está esbozado” (Op cit.).

Por el Inventario realizado en el año 1767 en ocasión de la expulsión de los jesuitas sabemos que en “La Capilla falta las varandillas del coro, y comulgatorio, dos ventanas, y la puerta trabiesa, en lo que sigue trabajando un maestro carpintero respecto ( ) tiene tomado a buena quenta plata adelantada” (Leonhardt, 1927:535). Por el Inventario realizado en el año 1774, tenemos conocimiento que “Tiene la Iglesia Barandillas de comulgatorio de coro Pintadas, Púlpito y escalera de coro del mismo modo y en la Sacristía una mesa de piedra y dos en los coraterales ( ) En la entrada de la capilla esta un patio con diez y ocho baras de largo y catorce de ancho enladrillado cercado de pared a la parte del Sur y Leste con vara y tres cuartas de alto, su Puerta de rastrillo con seis alcayatas de ierro” (Vadell, 1955:200).

Por otro de los inventarios, el del año 1787, tenemos conocimiento que la Capilla y edificaciones conexas estaban algo deterioradas “Que la bóveda de la Sacristía está rajada, y la pasa el agua, y la puerta está sin cerradura y a la ventana le faltan vidrios: A las ventanas de la Igl. le faltan 15 vidrios, y 2 rotos, y el balconcito del Campanario tiene maderas podridas y maltratadas: El lienzo de pared q.e sale de la Iglesia al porton un retazo del remate estan las texas hechas

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pedazos, de q.e necesita un breve reparo”; en cuanto a los ornamentos en la misma se dice que“…los vidrios de la Custodia el uno está quebrado, falta un cáliz: El depósito de la Virgen le faltan 2 vidrios” (Leonhardt, 1927:536).

Figura 56 - Corte transversal. Tomado de: Giuria, 1955b (Figura 131). Original: Relevamiento realizado por la Sección Arquitectura de la Comisión Nacional de Turismo. Escala original: 1:50. Año 1945.

Figura 57 - Altar. Tomado de: Giuria, 1955b (Figura 133). Original: Relevamiento realizado por la Sección Arquitectura de la Comisión Nacional de Turismo. Escala original: 1:50. Año 1945.

Figura 58 - Corte longitudinal. Tomado de Giuria, 1955b (Figura 132). Original: Relevamiento realizado por la Sección Arquitectura de la Comisión Nacional de Turismo. Escala original: 1:50. Año 1945.

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Durante la década de 1940 en las obras dirigidas por Horacio Arredondo de consolidación en la Capilla y exteriores, se realizan las primeras intervenciones documentadas del sub suelo. Lamentablemente desconocemos si existen documentos concretos de la restauración ya que hasta el momento la búsqueda ha sido infructuosa, conservándose al menos un manuscrito con algunas apreciaciones356. En su obra “Civilización del Uruguay” (1951), Arredondo presenta fotografías de baldosas halladas en la Capilla357. La de cuerpo hexagonal, hace recordar a las utilizadas en varias iglesias de las Misiones Jesuíticas del Paraguay.

356 En poder de la Señora Martha Arredondo. 357 Pero no se dan especificaciones de la situación en que son halladas.

Figuras 60, 61 y 62 - Tomadas de la obra “Civilización del Uruguay” de Horacio Arredondo (1951:372).

Figura 59 - Planta del templo y Sacristía. Tomado de Giuria, 1955b (Figura 130). Original: Relevamiento realizado por la Sección Arquitectura de la Comisión Nacional de Turismo. Escala original: 1:50. Año 1945.

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La utilización de baldosas, ya había sido notada por Mac Coll en el año 1924 en su visita a la Capilla: “� de forma octogonal, constituyen los elementos del piso y a pesar de ser de barro cocido, su dureza e impermeabilidad son sorprendentes” (Mac Coll, 1924:1145).

En relación a éstas, Juan Giuria, en manuscrito dirigido al “Sr. Administrador (� ) de la Oficina N. de Turismo don Horacio Arredondo” fechada en marzo del año 1953 y haciendo alusión a la reconstrucción de la Calera de Narbona nos ofrece algunos datos: “Primitivamente �en Narbona�es probable que un simple enladrillado haya constituido el solado de esas piezas. Se podría volver a ese rústico material, pero tal vez convenga dejar de lado ese material, poco adecuado a una buena y larga conservación, y recurrir más bien a baldosas que podrían ser del tipo de las octogonales que se hallan en las ruinas de la Capilla de las Huérfanas, que son construcciones contemporáneas a la Casona de don Juan de Narbona” (Giuria, 1953:10-11).

Sería interesante ahondar en la existencia o no de pisos de baldosas para el período estudiado, y de existir efectivamente, comprobar si las baldosas ocupaban toda la superficie, buena parte de esta o algunos tramos, dato relevante en relación a los entierros ya que de cubrir toda la superficie del templo habrían exigido su continuo desmonte.

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17. ALTERACIONES DEL SUSTRATO DEL TEMPLO DURANTE EL SIGLO XX NO DOCUMENTADAS

Además de los trabajos practicados, existen diversas descripciones de antecedentes en que se movilizaron sedimentos dentro del recinto. La gran mayoría de ellos, de carácter asistemático, con documentación escasa y a veces nula, muchas veces con el destino incierto de los materiales hallados.

Por ejemplo, hacia la década de 1950, con motivo de la Fiesta de la Virgen de los 33 Orientales, se colocaron carpas en el interior del templo, ocasión en la que se hallaron restos humanos que habrían sido llevados al cementerio de Carmelo (Geymonat, 1999:7).

Uno de los casos paradigmáticos lo constituye los trabajos de la Sociedad Los Exploradores de la que lamentablemente no tenemos la fecha exacta de intervención, más sí la descripción de su actuación. En un manuscrito titulado “En la Calera de las Huérfanas, Restos Hallados, Descubrimiento de Los Exploradores”358, integrantes de la misma contaban que visitaron el histórico paraje “� a fin de ver si era posible descubrir un subterráneo que se dice existió antiguamente359”. En salida dominguera, los integrantes de esta Sociedad comenzaron sus investigaciones y guiados “� por algunos datos que habían recogido, resolvieron hacer una excavación debajo de la portada de la vieja iglesia y a poco de andar empezaron a hallar calaveras, que extrajeron en número de venticinco, como así también una cantidad de restos humanos”.

En virtud de que lo hallado superaba sus capacidades de actuación, suspendieron sus tareas “� para venir a dar cuenta y obtener la autorización del caso para seguir los trabajos. En conocimiento la policía del fúnebre hallazgo se trasladó al indicado paraje y no solo comprobó la veracidad de la que dejamos expuesto, sino que siguiendo la excavación en el punto inicial halló los restos de varios cadáveres que recogió y depositó en casa de un vecino de la Calera”.

Ante estos hallazgos, los miembros de esta agrupación “� se muestran entusiasmados y dispuestos a continuar sus trabajos, habiendo resuelto al efecto dar cuenta de ello al ministerio respectivo y solicitar la autorización del caso, que indudablemente no le será negada, salvo que se optara por enviar un arqueólogo con el fin de hacer en el terreno los estudios correspondientes con la ayuda de aquellos, que ya bien le merece el importante descubrimiento hecho en el citado paraje”. 358 Gentileza, Jacqueline Geymonat y Beatriz Orrego. 359 La tradición oral, da cuenta de la existencia de un túnel que comunica la Capilla con Carmelo. El fenómeno de los túneles y el atractivo que generan está extendido en toda América. Huelgan los ejemplos en Uruguay y Argentina de la búsqueda de estos pasajes subterráneos que muchas veces existen solo en la imaginación. Sin descartar su presencia, existen interesantes casos de búsqueda como el túnel de la Fortaleza del Cerro de Montevideo, el de la casa de Fructuoso Rivera en Durazno, los túneles de Maldonado y el de la propia Calera de las Huérfanas.

Figura 63 – El templo en el presente. Vista hacia el Altar. Fotografía: Alejandro C. Ferrari (año 2010)

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Lamentablemente, y a través de casos semejantes la alteración del sustrato del templo ha sido frecuente, produciendo la destrucción de materiales y contextos.

Figura 64 - Arriba: fotografía aérea del área donde se observa la Capilla y los vestigios de algunos cimientos. Figura 65 - Abajo: fotografía aérea con la superposición de la reconstrucción virtual de lo que fueran las construcciones principales hacia el siglo �VIII. Tomada de: Geymonat (2010:83).

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18. TRABAJOS ARQUEOLÓGICOS

Hacia el año 1999 y tras gestiones del Consejo Ejecutivo Honorario para las Obras de Preservación y Reconstrucción de la Antigua Colonia del Sacramento, y la financiación del Ministerio de Turismo y del Ministerio de Educación y Cultura, se emprendía la Puesta en Valor Cultural en el marco del proyecto “Parque arqueológico Estancia de Belén, Proyecto de investigación arqueológica en la antigua estancia de Belén” (Geymonat, 1998). Esta fue la primera etapa de un proyecto más amplio que contemplaba también el acondicionamiento arquitectónico de las estructuras (preservación y consolidación) el cual, en parte, se llevó a cabo en el año 2002 (Geymonat, 2010:17).

Los objetivos generales de este proyecto buscaron:

• Recuperar mediante técnicas arqueológicas, los vestigios monumentales, contribuyendo así al diseño del proyecto de acondicionamiento arquitectónico y paisajístico.

• La conservación, estudio y puesta en valor de las estructuras.

• Contribuir al conocimiento del proceso sociocultural desde la ocupación jesuítica hasta mediados del siglo �I�.

• Reconstruir los diferentes procesos de formación del sitio arqueológico; identificar áreas de actividad y usos del espacio; analizar el registro arqueológico tratando de inferir comportamientos de la vida cotidiana; entre otros.

Los objetivos específicos por su parte pretendían:

• Contribuir al conocimiento de las relaciones interétnicas entre los europeos (jesuitas), indígenas y negros (esclavos africanos), durante el período de ocupación jesuítico.

• Aportar al conocimiento de las redes de intercambio con otros asentamientos jesuíticos y con otros centros poblados y profundizar en el conocimiento de los modos de acondicionamiento del espacio para la producción y abastecimiento de los pobladores en el período jesuita.

En particular, el subproyecto “Capilla y áreas circundantes”, articuló la actuación de diferentes disciplinas. Por un lado la Arqueología Histórica “� actuando en el ámbito donde se desarrollaron las actividades cotidianas y productivas”, que “� realizará, desde una óptica antropológica la investigación, con el propósito de reconocer los procesos socioculturales” (Geymonat y Bracco, 1999:1). Por otro lado la Arquitectura con los objetivos de preservar, consolidar y ambientar las ruinas y vestigios de la casa principal a través del acondicionamiento arquitectónico-paisajístico (Geymonat, 1998:1).

Partiendo de la base de que “� los sitios arqueológicos son verdaderos archivos de documentos materiales que pueden ser develados en busca de importantes informaciones” (Op cit.) se planificaron una serie de intervenciones en el interior del templo. Citando a �ern, Geymonat planteaba que los datos recabados “� podrán ser absolutamente inéditos, algunos, o complementarios de aquellos ya conocidos a partir de otras fuentes escritas o iconográficas. La

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investigación arqueológica permitirá la confrontación de los diversos tipos de documentos y, por tanto, la crítica recíproca, buscando testear las informaciones” (Geymonat, 1998:2).

En el proyecto también se esbozaba que “Si por debajo del piso original o del contrapiso, se evidenciaran indicios de fosas –posibles tumbas- se evaluará la necesidad de seguir profundizando en la excavación de los enterramientos en esta etapa o no” (Geymonat, 1998:14).

Hacia el año 1999 comienzan los trabajos específicos dentro de la Capilla. Las excavaciones dentro del templo, se orientaron a dar respuesta a las interrogantes iniciales, que giraron en torno a la identificación y confirmación de enterramientos humanos y a la comprensión de la estratigrafía que permitiera arrojar luz sobre las etapas constructivas del templo. Para tal fin, se seleccionaron áreas puntuales de excavación y sondeos, por lo que el área excavada sólo abarcó escasos metros cuadrados en relación a la superficie total del recinto religioso. Las interpretaciones, por tanto, se hicieron en relación a éstas ventanas hacia el pasado, por lo que no se puede descartar otras modalidades de inhumación en las áreas no intervenidas.

En el marco de estos trabajos, además del interior del templo, se excavó en el área lindante a la Capilla (al Sur); donde se dejó al descubierto el muro perimetral de lo que podría ser el Cementerio o Campo Santo mencionado en las partidas de defunción.

“Para confirmar y delimitar el área del cementerio (según las fuentes históricas al Sur de la capilla), se procederá a la excavación areal de los primeros centímetros del subsuelo con el objetivo de detectar las fosas en planta. Si los datos así recabados confirmaran la existencia del cementerio y de sus límites, dicha área se excavará en su totalidad en una etapa posterior de la investigación” (Geymonat, 1998:14).

La proximidad del Campo Santo a la Capilla se desprende de diversos documentos, como el Inventario del año 1774. Vadell así lo citaba: “Contiguo a este �al Atrio� está el Campo Santo enladrillado” (1955.200).

En este trabajo puntual, no se observó resto humano alguno, hecho que coincide con lo apreciado por Horacio Arredondo, quien al excavar el área hacia mediados del siglo ��, no encontraba indicios de enterramientos360. Esto no significa que no existieran o existan inhumaciones, ya que nuevas excavaciones podrían ofrecer mayor precisión al respecto. Además, no hay que perder de vista que estos entierros pudieron ser trasladados (aunque no se cuenta con documentación al respecto) ni olvidar, que durante años, diferentes personas han realizado excavaciones en el predio, lo que pudo significar la alteración de este espacio.

360 Manuscrito de Horacio Arredondo proporcionado a la Lic. Jacqueline Geymonat por la Sra. Martha Arredondo.

Figura 66 – Delimitación del área en que habría funcionado el Campo Santo anexo a la Capilla. Tanto en los trabajo de Horacio Arredondo como en los trabajos actuales no se corroboró la existencia de restos humanos; esto igualmente no significa que no se haya enterrado a alguien en el lugar. Fotografía: Proyecto Arqueológico.

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La Excavación Capilla II

Desde diciembre del año 1999, y durante los primeros meses del año 2000, se desarrollaron las intervenciones arqueológicas en la Excavación denominada Capilla II361.

Los trabajos en esta unidad discreta, tuvieron entre sus objetivos, identificar la presencia de enterramientos humanos dentro de la misma (Geymonat y Bracco, 2000a:13). Esta ventana que aportó relevante información, representa escasos cinco362 metros cuadrados en relación al total de la superficie del recinto (172,5 m2 aproximados) por lo que los datos e interpretaciones no pretenden hacerse extensivos de todos los casos de inhumaciones practicadas en el mismo.

Esta actuación, se planteó sobre la pared Sur del recinto sagrado (hacia el Atrio y próximo a la puerta de ingreso al templo) sobre el eje de la arcada existente entre las columnas 1 y 2 (Figura 69). La elección de ésta área, respondió a diferentes factores a saber: sería el lugar menos alterado desde el derrumbe de la bóveda acaecido durante el siglo �I�, y la información oral indicaba que hacia la década de 1950, habrían sido extraídos del lugar algunos huesos humanos (Geymonat y Bracco, 2000a:13).

361 Las excavaciones generales se practicaron entre octubre del año 1999 y octubre del año 2001.362 Originalmente planificada de 2 metros por 2 metros, fue ampliada medio metro más hacia el perfil Oeste de la misma, alcanzando los 2,5 metros por 2 metros.

Figura 67 – Vista desde el Altar Mayor hacia la entrada del templo. Se señala en la imagen el lugar donde se practicó la Excavación Capilla II. Fotografía: Alejandro C. Ferrari (actual).

Figura 68 - Interior del templo hacia su entrada. Sobre el lado derecho se observa la acumulación de materiales del techo hacia la década de 1930. Fotografía: Sección Fotocinematográfica del Ministerio de Instrucción Pública. Archivo de la imagen del SODRE. Gentileza: Geymonat y Orrego.

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Figura 69 - Ubicación de la Excavación Capilla II con respecto al primer arco lateral, sobre la pared Sur. Fotografía: Roberto Bracco. Tomada de: Geymonat, 2010.

Figura 70 – Lugar donde se practicó la Excavación. Fotografía: Alejandro C. Ferrari (actual).

El hecho de que el área fuera sellada con el derrumbe, era indicativo de que al menos hasta la década de 1950 este lugar fue de los menos alterados. Los investigadores plantearon que “La ubicación precisa de la unidad de excavación ( ) respondió a los criterios de ubicación utilizados en el período de referencia, para los enterramientos dentro de los Templos (frecuentemente registrados en documentos eclesiásticos)” (Geymonat y Bracco, 2000a:13).

Esta excavación, ofreció diversa información y fue a través de la misma que se confirmó la presencia de inhumaciones. El estudio de la estratigrafía, permitió al equipo de investigadores identificar el nivel de suelo natural a partir del cual se construyó la Capilla; sobre este suelo, se habrían desarrollado depósitos de relleno donde se encontró el total de los enterramientos identificados. La potencia total del relleno, hasta el nivel que se presumía piso original de la Capilla, resultó de 0,96 metros (Geymonat y Bracco, 2000b:9).

En los primeros centímetros de excavación se ubicó material mezclado (cerámicas de pasta blanda, huesos animales, una plomada, loza, vidrio, fragmentos de revoque y cáscara de huevo). Allí, y de manera gradual fueron descubriéndose diferentes restos óseos humanos; entre los primeros huesos, y próximos al que fue clasificado como Individuo III, se registró evidencias de tejido.

De acuerdo al Diario de Campo, el Individuo I apareció a los 12 centímetros de la actual superficie, el Individuo II a los 20 centímetros y el Individuo III a los 30 centímetros, documentándose a la altura del fémur derecho del Individuo III, un ladrillo. Durante el desarrollo de la Excavación se recuperaron diversos elementos constructivos, fragmentos de porrón (gres), plaquetas de mulita y una lasca de cuarzo.

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Allí en un primer momento se reconocían cuatro enterramientos (Figura 71). “Los cuatro enterramientos exhiben la misma orientación, pero difieren en su ubicación con respecto a las columnas. Se encuentran dispuestos paralelos entre sí y al eje mayor de la Capilla, con los pies hacia el altar y la cabeza hacia la puerta. Los enterramientos I y II, cuyo estado de conservación permite reconocer la posición original de la cabeza, presentan los cráneos levantados, como si se hubiese utilizado, para acomodar esta parte del cuerpo, un elemento que ofició de almohada, de tal forma que las caras quedaran enfrentadas (“mirando”) al altar. Por otra parte sus brazos se encuentran dispuestos a ambos lados del cuerpo y sus manos se colocaron sobre el vientre” (Geymonat y Bracco, 2000a:14).

Los investigadores agregan que para estas cuatro inhumaciones, no pudieron observarse evidencias de cajón, aunque sí se recuperaron unos diez clavos dispersos “� del tamaño esperado para dicho implemento”. Añaden que tampoco “� se encontraron elementos interpretables como pertenecientes a un ajuar ni accesorios de vestimentas (botones, hebillas, etc.)”. Sin desconocer problemas de conservación, plantean que la ausencia de accesorios de vestimenta se podría explicar por dos vías: a) los individuos no eran enterrados con sus ropas; b) sí eran enterrados con sus ropas, pero estas no incluían dichos accesorios (poncho, camisa cerrada, chiripá, etc.)363 (Geymonat y Bracco, 2000a:16).

363 Agregamos aquí nosotros, que posiblemente pudieran contar con alguna mortaja en algún tipo de género.

Figura 72 – Vista superior o zenital de la Excavación Capilla II donde se aprecian algunas de las inhumaciones practicadas. Fotografía: Roberto Bracco (año 1999)

Figura 71 – Plano del templo, ubicación de la Excavación Capilla II y orientación de los entierros. practicadas. Planta: tomada de Giuria, 1955b (Figura 130). Original: Relevamiento realizado por la Sección Arquitectura de la Comisión Nacional de Turismo. Escala original: 1:50. Año 1945. Fotografía: Roberto Bracco (año 1999)

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Este hallazgo significó la detención de los trabajos en esta unidad, con el objetivo de evaluar la situación, procediéndose a recabar información de dos órdenes: por un lado, a nivel bioantropológico relevando atributos físicos (talla, edad, sexo, entre otros) y por otro a nivel cronoestratigráfico “� buscando precisar la posición estratigráfica de los enterramientos con referencia a las diferentes capas y a su relación con la secuencia constructiva y los períodos de uso de la Capilla” (Geymonat y Bracco, 2000b:3)

En febrero del año 2000, se realizaron los estudios bioantropológicos in situ a cargo de Mónica Portas364 y Domingo Mederos365 en los que se aplicaron técnicas morfométricas no destructivas, que permitieron corroborar en esa primera instancia, la existencia de cinco enterramientos de cuerpo completo en diferentes estados de conservación e integridad (hoy reconocidos como Individuos I, II, III, IV, I�). Allí, se efectuó un registro escrito, fotográfico y de video. Poco después, en abril del mismo año, ya avanzada la Excavación y habiendo sido extraídos algunos de los enterramientos366, Mónica Portas (2000) practicaba el análisis de otros restos en conjuntoy aislados (V, VI, VII, VIII). Durante los trabajos mencionados, se practicó la limpieza, inventariado, análisis, toma de muestras para realizar estudios de ADN y acondicionamiento de los restos.

Hacia junio del año 2001, ya finalizada la Excavación, los estudios practicados por Mónica Portas (2001) elevarían el número mínimo de individuos a dieciséis, de los cuales nueve serían subadultos y siete adultos.

En líneas generales, se puede decir que cinco de los entierros fueron identificados como primarios y directos, entendidos como primarios aquellos que guardan su relación anatómica sin haber sido removidos, y directos, ya que los cuerpos fueron colocados en fosas hechas en tierra, sin la utilización de cajones ni otros elementos contenedores (Portas y Mederos, 2000:19). En relación concreta a éstos, “Según las observaciones, los cuerpos habrían sido sepultados en dos niveles superpuestos (3 en el inferior y 2 en el superior), en posición horizontal y extendida, en decúbito dorsal (boca arriba), dispuestos en cada estrato paralelamente entre sí y con respecto a las paredes laterales de la iglesia, con las extremidades superiores semiflexionadas – con la mano izquierda sobre la derecha a la altura del abdomen- y los pies orientados hacia el altar” (Op cit.).

Los individuos primarios y directos que yacían en el nivel inferior, fueron identificados como I, II y III y los yacentes en el nivel superior, originalmente como IV y V. El individuo V posteriormente fue reenumerado como I�, atendiendo a la clasificación realizada por los arqueólogos en el lugar y en concordancia con la totalidad de los restos identificados (Portas y Mederos, 2000:20).

Las restantes piezas óseas evidencian diferentes momentos de remoción del terreno para las nuevas inhumaciones que se iban realizando, donde es clara la presencia de un conjunto óseo. En relación a los huesos no articulados, no hay que descartar la posibilidad que puedan corresponder a enterramientos de piezas aisladas o entierros parciales.

364 Ayudante de la Sección de Antropología Biológica de la FHCE-UdelaR. 365 Asistente de la Cátedra de Medicina Legal de la Facultad de Medicina y Médico del Instituto Médico Forense del Poder Judicial. 366 Algunas piezas óseas por su fragilidad fueron tratadas con el producto PRIMAL AC 33.

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Luego de practicados los análisis de laboratorio, los huesos extraídos se volvieron a enterrar en el lugar, ahora en recipientes plásticos herméticos con los datos de la investigación. Junto a cada individuo se colocó una cédula de identidad o ficha técnica plastificada con la información particular, para luego adherir la tapa y el cuerpo de los recipientes con silicona, situación en la que se encuentran hoy en día.

En las siguientes páginas, se detallan las particularidades de estos entierros respetando el orden en que fueron estudiados.

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Figura 73 - Vista superior o zenital de la Excavación Capilla II. A la derecha el Individuo I; al centro el Individuo II y a la izquierda se observa parcialmente el Individuo III, sobre el que se depositó el Individuo IV (lactante). Fotografía: Roberto Bracco. Fecha: 17�12�1999.

I

IV

II

III

Figura 74 - Excavación Capilla II. Detalle de la pared Este de la Excavación y a la base de la misma, se observa parcialmente el Individuo I (derecha) y el Individuo II (al centro). Fotografía: Roberto Bracco. Fecha: 17�12�1999.

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Individuo 1

Corresponde a un Individuo cuya edad se estimó en diez u once años. Por su fragilidad, fue tratado en campo con el producto PRIMAL AC 33. No se pudo conocer sexo ni adscripción racial y no se observaron patologías ni signos de violencia (Portas y Mederos, 2000).

La edad estuvo definida por la observación morfoscópica de estado de fusión epifisiaria (radio, fémur, tibia y peroné), el análisis del grado de desgaste de la sínfisis pubiana y el desarrollo dentario (Portas y Mederos, 2000:20).

Se aprecia en la fotografía que corresponde a un enterramiento primario, decúbito dorsal o supino, en posición horizontal y extendida, con las extremidades superiores semiflexionadas, las manos colocadas sobre el abdomen y las piernas paralelas.

No habiendo sufrido mayores remociones luego de su inhumación, su orientación es paralela al eje de la Capilla, con los pies hacia el Altar y la cabeza hacia la puerta del templo.

�a observado por el equipo de arqueólogos responsables, la vista superior del Cráneo -del que sólo observamos su Calota y no los huesos faciales- hace pensar en que quizás estuviere levantado ex profeso o tomó esa posición por carencia de espacio (agregado nuestro).

De acuerdo al Diario de Campo arqueológico, a los pies de este individuo se registró una posible impronta de poste, además de algunos restos vacunos. Se observan en la fotografía además, algunos restos constructivos y diversas evidencias de remociones.

La impronta del agujero de poste, de forma circular y de unos 12 centímetros de diámetro, próxima a la pared del templo, fue interpretada por los arqueólogos como una posible evidencia de los andamios utilizados durante la construcción de la Capilla.

Figuras 75 y 76 -. Excavación Capilla II y detalle del Individuo I. Fotografía: Roberto Bracco. Fecha: 17�12�1999.

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Individuo II

Corresponde a un Individuo adulto joven, de sexo masculino, cuya edad anagráfica367 fue estimada en 25 a 30 años. Corresponde a un enterramiento primario, en posición decúbito dorsal, con las piernas paralelas y los antebrazos apoyados sobre el abdomen.

Los estudios bioantropológicos practicados indicarían una estatura de 1,71 a 1,78 metros y una probable adscripción al grupo racial caucasoide. Esta persona habría sufrido en vida, algunas pérdidas dentales a nivel del maxilar, cuyos alvéolos se encuentran reabsorbidos; además, se detectó en la diáfisis del radio izquierdo (antebrazo izquierdo) un orificio determinado por un proceso infeccioso que posiblemente alteró también el cúbito izquierdo (Portas, 2000:38).

Portas (2000:39) menciona además, que en el tercio inferior de las extremidades inferiores (en ambas tibias y ambos peronés) se detectó periostitis (proceso infeccioso) con un engrosamiento notorio de los huesos; por otra parte en la articulación temporo-mandibular se detectaron evidencias de osteoporosis, y en las vértebras lumbares un deterioro generalizado con osteofitos (Portas, 2000:41)368.

El equipo responsable de los estudios iniciales, había confirmado en el primer análisis una fractura antemortem en el cráneo, que seguramente habría sido el desencadenante de su deceso.

“La fractura con hundimiento óseo comprobada en el hueso frontal es el resultado de la aplicación de una fuerza directa con un objeto contundente de pequeña superficie, moviéndose a relativa alta velocidad, y actuando sobre un territorio limitado del cráneo (lesión primaria o por impacto directo). Las heridas con hundimiento originan casi invariablemente contusión o laceración de tejido

367 Edad al momento de la Muerte. 368 La periostitis puede ser producto de múltiples causas. Por su parte, la osteoporosis y los osteofitos, son comunes en individuos adultos mayores; sin embargo, tratándose de un individuo joven como en este caso, podría estar describiendo una mala nutrición (evidenciada por la osteoporosis) y actividades ocupacionales que le provocaron cambios degenerativos en la columna (Lusiardo com. pers.).

Figuras 77 y 78 - Excavación Capilla II y vista superior del Individuo II. A su izquierda (en la foto) se observa el brazo izquierdo del Individuo III y algunos restos del Individuo IV. Fotografías. Roberto Bracco. Fecha: 17�12�1999.

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cerebral subyacente que, en forma directa o a través de sus complicaciones, producen la muerte del individuo. En este tipo de traumatismos habitualmente la muerte es rápida, aunque pueden haber supervivencias de cortos períodos de tiempo en estado de muerte cerebral o comas muy profundos” (Portas y Mederos, 2000:22-24).

De acuerdo a las interpretaciones realizadas en campo por el equipo de arqueólogos, este enterramiento habría sido realizado en el período de construcción de la Capilla, es decir en período jesuítico.

De no ser así, y con los recaudos del caso, si efectivamente esta persona falleció de manera trágica y siempre en el plano hipotético, estos restos podrían corresponder a Domingo Caballero, peón de la Calera, quien muriera el 10 de setiembre del año 1800; otra posibilidad le cabe a Miguel Belén, pero en este caso su ancestralidad es negroide, quien murió de Muerte violenta el 1� de junio del año 1803; sin embargo, este último, de acuerdo al Inventario de 1767 (siempre y cuando corresponda a esta persona) habría fallecido a los 51 años aproximados, edad que no coincide con la estimada en los estudios bioantropológicos (25 a 30 años).

Sin mencionar en las partidas una Muerte violenta por golpe, aparecen otros posibles nombres: Juan Benito Aguiar (ahogado; 9 de julio de 1782) y el de Francisco Antonio, quien fuera inhumado el 5 de junio de 1794.

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Individuo III

Corresponde a un individuo masculino, adulto, entre 35 y 39 años de edad y con una estatura aproximada de 1,63 a 1,70 metros (Portas, 2000:43). Es un enterramiento primario en posición decúbito dorsal extendido; sus piernas fueron dispuestas de forma paralela entre ellas y sus antebrazos cruzados sobre el pecho. El miembro superior izquierdo expuesto permitió inferir que fue enterrado con los brazos en cruz, sobre el pecho (Geymonat, 2000a:14). Del Diario de Campo, se desprende que “� la mano izquierda ( )se encontraba sobre el pecho desplazada a la derecha y la mano derecha se encuentra cruzada y apoyada sobre las dos últimas costillas izquierdas”.

De acuerdo a otras observaciones de campo, este enterramiento es el que se encontró más cerca del Altar en relación a los entierros de esta unidad de excavación, coincidiendo su cabeza con el eje central de la arcada definida por la columna 1 y 2. En la excavación inicial sus pies habían quedado dentro del perfil lo que obligó a ampliar el trabajo en ese sector.

Este enterramiento fue afectado por un pozo, posiblemente realizado por buscadores de tesoros, lo que llevó a que se desarticulara el cráneo y parte de la porción superior del tronco (Geymonat y Bracco, 2000a:16). Del relleno del foso de los saqueadores, se pudieron recuperar piezas óseas aisladas y varios dientes.

Su mandíbula presentó ocho piezas dentales; se constató la pérdida de tres piezas en vida y la pérdida de cinco luego de la Muerte. En estos estudios se documentó la presencia de cálculos dentales y algunas caries (Portas, 2001:8-9). Además, este Individuo posee “� evidencias de esfuerzos físicos con inserciones musculares marcadas a nivel de las extremidades superiores e inferiores. Presencia de osteofitos en algunos cuerpos vertebrales y procesos infecciosos que comprometen la cara interna del tercio inferior de las diáfisis de ambos peroné” (Portas, 2001:10).

Este enterramiento y el Individuo II, de acuerdo a los investigadores, son los que presentaban una relación cronoestratigráfica más clara, lo que indujo a ubicarlos durante el lapso de construcción de la Capilla, en pleno período de ocupación jesuítica para el sitio (Geymonat y Bracco, 2000b:4). De acuerdo a los arqueólogos, estos

Figuras 79 y 80 – Excavación Capilla II y enterramiento del Individuo III. Se observan sus miembros inferiores y su brazo izquierdo. Por encima de éste Individuo se ubicó el lactante identificado como Individuo IV. Fotografías: Roberto Bracco. Fecha: 17�12�1999.

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entierros no fueron hechos en fosa y se ubicarían dentro del depósito de relleno que sobreelevó el piso interno del templo (Geymonat y Bracco, 2000a:18).

De no ser así, siguiendo a las partidas y siempre en el plano hipotético, los restos podrían corresponder a Diego de Belén (13 de setiembre de 1779); Juan Benito Aguiar369 (9 de julio de 1782); Manuel Antonio de Belén (6 de diciembre de 1783; de acuerdo al Inventario de 1767 y de ser efectivamente este quien conste en el mismo, habría muerto a los 54 años de edad aproximados, lo que no coincide con la edad estimada por los estudios bioantropológicos); Francisco Martín Isaurralde (10 de enero de 1789); Antonio (4 de agosto de 1789; esclavo); Manuel de Belén370 (13 de junio de 1790; esclavo de la Calera); Francisco Antonio (5 de junio de 1794; peón de la Estancia); Francisco371 (17 de febrero de 1798; esclavo de la Calera); Domingo

369 No se especifica donde fue enterrado. 370 En el Inventario del año 1767 figuran cinco personas de nombre Manuel (descontado Manuel Antonio): Manuel Carpintero, natural de Janeiro, que contaba con 34 años (para entonces 57 años aproximados), 5 pies y 2 pulgadas de altura, de oficio carpintero; Manuel Francisco, natural de Mandongo, de 45 años de edad (para entonces 68 años aproximados), 5 pies y 3 pulgadas, y con el oficio de cortador de ladrillos; Manuel Díaz, natural de Mandongo, 45 años de edad (para entonces 68 años aproximados), 5 pies y 3 pulgadas de altura, lastimado y con el oficio de cortar adoves. Manuel Largo (o Manuel Joseph en el Inventario del año 1774), natural de Guinea, de 38 años de edad (para entonces 61 años aproximados), con 5 pies y 4 pulgadas de altura, con oficio de cortar piedra y hacer cal; Manuel Banguela, natural de Banguela, de 13 años de edad (para entonces 36 años aproximados), de 4 pies y 2 pulgadas del altura, sano y sin oficio. En el Inventario del año 1774 se agrega el nombre de Manuel del Rey que contaba con 6 años, por lo que tendría en ese entonces 22 años. 371 En el Inventario del año 1767 figuran tres personas con este nombre: Francisco Baquero, natural de Banguela, de 24 años (en ese entonces contaría con 55 años aproximados), 5 pies de altura, sano y sin oficio; Francisco Tejero, natural de Angola, de 42 años (en ese entonces contaría con 73 años aproximados), con 5 pies y 1 pulgada de altura,

Figuras 81 - Excavación Capilla II.

Figura 82 – Avance de la Excavación que permitió dejar más al descubierto al Individuo III. A su derecha en foto, se observa parcialmente el Individuo II. De acuerdo a los arqueólogos a cargo, la interpretación cronoestratigráfica permitió inferir que ambos individuos podrían haber sido inhumados durante en el período jesuítico. Fotografías: Roberto Bracco.

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Caballero (10 de setiembre de 1800); Felipe de nación Gallego (21 de noviembre de 1802); Pablo Belén372 (11 de febrero de 1803; esclavo de la Calera); Miguel Belén (1� de junio de 1803; de ser efectivamente este quien figure en el Inventario del año 1767, habría muerto a los 51 años aproximados, lo que tampoco coincide con la edad anagráfica estimada); Antonio �J�uberías (4 de mayo de 1807; soldado); Manuel (12 de diciembre de 1808, negro esclavo de dicha casa; igual caso que el Manuel precitado).

con oficio de hacer ladrillo; Francisco Botija, natural de Banguela, de 22 años de edad (en ese entonces contaría con 53 años aproximados), lastimado y sin oficio. 372 En el Inventario del año 1767 figuran dos personas de nombre Pablo: Pablo Carpintero, natural de Río de Janeiro con 26 años de edad, 5 pies, quebrado y de oficio carretero. El mismo aparecerá en el Inventario del año 1774 con 34 años (para entonces de ser éste contaría con 70 años); por otro lado aparece el nombre de Pablo de Belén, que figuraba como natural de la Calera, con 12 años y mulato; este último aparecía también en el Inventario del año 1774 con 20 años (de tratarse de esta persona contaría entonces con 48 años aproximados).

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Individuo IV

Corresponde a un individuo lactante, cuyo fallecimiento es altamente probable haya acaecido dentro de los primeros tres meses de vida. Por su edad, no se pudo determinar sexo ni adscripción racial, como así tampoco la causa de Muerte (Portas y Mederos, 2000:25).

De acuerdo a la información de campo, el estado de completitud y conservación de los enterramientos III y IV, no permitió relevar la disposición de la cabeza y por ende la orientación de la cara. Los estudios practicados en junio de 2001, permitieron estimar su estatura en 52 o 53 centímetros aproximados (Portas, 2001:8).

Si bien se descartó que el individuo próximo inmediato sobre el que apoyaba fuese su madre (ya que resultó un individuo masculino), sería de interés conocer si la proximidad, pudiera tener que ver o no con el lugar de entierro para sus familiares (como su padre), tal cual ya se ha observado en otros templos, situación extensiva a todos los individuos enterrados en esta área.

Si nos atenemos a las actas de defunción con que contamos373, podríamos estar ante los restos de: Juana Martínez (23 de octubre de 1779); María de la Ascención (25 de junio de 1781); Francisca Petrona (9 de setiembre de 1782); María de Jesús (23 de enero de 1784); Petrona de la Cruz (28 de febrero de 1784); María de la Encarnación (8 de abril de 1785); María Mercedes (31 de octubre de 1788); Micaela Flores (22 de febrero de 1803); Ramona, hija de María de las Niebes (20 de marzo de 1803); Francisca, hija de María de las Niebes (8 de febrero de 1804)374 y María Manuela (10 de junio de 1809). Esta información, debiera contrastarse a futuro con las partidas de bautismo, las que podrían ofrecernos mayor información relativa a la edad de estos niños.

373 A lo que se debe sumar el nombre de María Magdalena descrita en el Inventario del año 1767, aunque en este caso, no se dejaba constancia del lugar de entierro. 374 El 20 de diciembre, Casimiro José de la Fuente, daba sepultura en el templo de las Huérfanas a Mariano Iglesias, quien figura como hijo legítimo de María de las Niebes, esclava de la Calera de las Huérfanas.

Figuras 83 y 84 – Excavación Capilla II y detalles del Individuo IV. Su estado de conservación impidió recabar mayor información.

f b ( )

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Individuo IX Corresponde a un recién nacido cuya Muerte probablemente ocurrió dentro del primer mes de vida, pudiendo la misma relacionarse con un nacimiento prematuro (pretérmino leve) o a una alteración en la maduración fetal dentro del útero (retardo del crecimiento intrauterino), que provocó que el recién nacido fuera pequeño para su edad gestacional. Por su edad, no se pudo determinar sexo ni adscripción racial; la estatura estimada fue de 47 a 48 cm (Portas y Mederos, 2000:25) .

Al igual que los casos anteriores, y partiendo de suposiciones, podríamos estar ante los restos de: Juana Martínez (23 de octubre de 1779); María de la Ascención (25 de junio de 1781); Francisca Petrona (9 de setiembre de 1782); María de Jesús (23 de enero de 1784); Petrona de la Cruz (28 de febrero de 1784); María de la Encarnación (8 de abril de 1785); María Mercedes (31 de octubre de 1788); Micaela Flores (22 de febrero de 1803); Ramona, hija de María de las Niebes(20 de marzo de 1803); Francisca, hija de María de las Niebes (8 de febrero de 1804)375 y María Manuela (10 de junio de 1809). Esta información, como ya lo planteáramos, debiera contrastarse a futuro con las partidas de Bautismo, las que podrían ofrecernos mayor información relativa a la edad de estos niños.

375 El 20 de diciembre, Casimiro José de la Fuente, daba sepultura en el templo de las Huérfanas a Mariano Iglesias, quien figura como hijo legítimo de María de las Niebes, esclava de la Calera de las Huérfanas.

Figura 85 – Excavación Capilla II. detalle del Individuo IV, que según los estudios bioantropológicos corresponde a un lactante que habría fallecido en los primeros tres meses de vida.

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Individuo V. Conjunto óseo.

Dentro del material relevado se pudo documentar la presencia de un conjunto óseo, que fue organizado con la finalidad de reducir restos ya existentes en el sustrato y así lo interpretaron los arqueólogos a cargo, al decir “� que su presentación (no articulado) respondió a la alteración sufrida por un enterramiento posterior que yacía por debajo. La fosa lo afectó desde la altura de las rodillas hasta su cabeza, quedando sólo sus piernas y pies en posición primaria. El resto de las piezas óseas removidas fueron reubicadas sobre las piernas del individuo que yace por debajo. Es de destacar que, pese a la perturbación violenta que ocasionó el foso, las piezas mostraban una disposición ordenada, manifiesta particularmente en el cráneo ( ) El cráneo fue colocado, en cuanto a orientación e inclinación, en una posición similar al que presentan los enterramientos no perturbados (“mirando al altar”)” (Geymonat y Bracco, 2000b:7).

Se trata de un individuo adulto, de edad anagráfica entre 35 y 39 años, sexo masculino y con una estatura aproximada de 1,71 a 1,78 metros. Ambos peronés presentan en sus diáfisis y en el tercio inferior (cara interna) reacciones periostiales con neoformación ósea y cloaca de drenaje (Portas, 2000:43) producto de una importante infección376.

En el aparato masticador se detectaron un importante número de caries, con presencia de abscesos, reabsorción alveolar y pérdida de piezas dentales ante-mortem y post-mortem (Portas, 2000:43).

Fue frecuente para este período, la organización de huesos en esas circunstancias, pero también lo fue la organización en paquetes que eran trasladados a los templos o campos santos. El entierro cristiano de paquetes funerarios ya había sido documentado para nuestro territorio por Félix de Azara (1801) al hablar de los entierros en la campaña de la Banda Oriental: “� pero si la distancia es mayor �en relación a los cementerios� o temen corrupción, dejan podrir al cadáver cubierto de ramas o piedras, o le hacen pedazos descarnando con el cuchillo la carne, y 376 Por la descripción realizada en el citado Informe, podría corresponder a osteomielitis o a posibles fracturas previas (Lusiardo, com. pers.).

Figura 86 y 87 – Arriba. Detalle del conjunto óseo (Individuo V). Abajo. conjunto óseo (2) y huesos de la pierna que se mantuvieron en la remoción (1). Fotografía: Roberto Bracco (Año 2000). Tomado de Geymonat, 2010.

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llevan los huesos para que el cura los entierre, metidos en un saco de cuero” (Azara, 1847b:303)377.

De los Libros Parroquiales de Las Víboras, destacamos dos ejemplos al respecto. El primero para el templo de Nuestra Señora de los Remedios, -aunque no se especifica concretamente el lugar de inhumación- se trata de los huesos de un cadáver encontrado enterrado en la playa del Río Uruguay, con fecha 31 de diciembre del año 1804, Casimiro José de la Fuente le practicaba un entierro mayor cantado, con misa y sepultura, colectándose de limosna la cifra de 11 pesos.

El segundo ejemplo, con fecha 30 de enero del año 1827, corresponde al entierro en el Cementerio de Las Víboras del cadáver de Agustín Ayala, “...exhumado de la campaña por haber sido muerto en la guerra el día seis de Setiembre de 1825, en la División de Dn Ignacio Oribe, de 27 años de edad, soltero, hijo legítimo del finado Dn Lorenzo Ayala y de Dña María Rodríguez de esta feligresía”. Su entierro fue mayor cantado con misa de cuerpo presente.

Al igual que el Individuo III, estos restos humanos pueden corresponder a Diego de Belén (13 de setiembre de 1779); Juan Benito Aguiar378 (9 de julio de 1782); Manuel Antonio de Belén (6 de diciembre de 1783; de acuerdo al Inventario de 1767 y de ser efectivamente este quien conste en el mismo, habría muerto a los 54 años de edad aproximados, lo que no coincide con la edad estimada por los estudios bioantropológicos); Francisco Martín Isaurralde (10 de enero de 1789); Antonio (4 de agosto de 1789; esclavo); Manuel de Belén379 (13 de junio de 1790; esclavo de la Calera); Francisco Antonio (5 de junio de 1794; peón de la Estancia); Francisco380 (17 de febrero de 1798; esclavo de la Calera); Domingo Caballero (10 de setiembre de 1800); Felipe de nación Gallego (21 de noviembre de 1802); Pablo Belén381 (11 de febrero de 1803; esclavo de la Calera); Miguel Belén (1� de junio de 1803; de ser efectivamente este quien figure en el Inventario del año 1767, habría muerto a los 51 años aproximados, lo que tampoco coincide con la edad anagráfica estimada); Antonio �J�uberías (4 de mayo de 1807; soldado); Manuel (12 de diciembre de 1808, negro esclavo de dicha casa; igual caso que el Manuel ya citado en el Individuo III).

377 Gentileza del Dr. Antonio Lezama. 378 No se especifica donde fue enterrado. 379 En el Inventario del año 1767 figuran cinco personas de nombre Manuel (descontado Manuel Antonio): Manuel Carpintero, natural de Janeiro, que contaba con 34 años (para entonces 57 años aproximados), 5 pies y 2 pulgadas de altura, de oficio carpintero; Manuel Francisco, natural de Mandongo, de 45 años de edad (para entonces 68 años aproximados), 5 pies y 3 pulgadas, y con el oficio de cortador de ladrillos; Manuel Díaz, natural de Mandongo, 45 años de edad (para entonces 68 años aproximados), 5 pies y 3 pulgadas de altura, lastimado y con el oficio de cortar adoves. Manuel Largo (o Manuel Joseph en el Inventario del año 1774), natural de Guinea, de 38 años de edad (para entonces 61 años aproximados), con 5 pies y 4 pulgadas de altura, con oficio de cortar piedra y hacer cal; Manuel Banguela, natural de Banguela, de 13 años de edad (para entonces 36 años aproximados), de 4 pies y 2 pulgadas del altura, sano y sin oficio. En el Inventario del año 1774 se agrega el nombre de Manuel del Rey que contaba con 6 años, por lo que tendría en ese entonces 22 años. 380 En el Inventario del año 1767 figuran tres personas con este nombre: Francisco Baquero, natural de Banguela, de 24 años (en ese entonces contaría con 55 años aproximados), 5 pies de altura, sano y sin oficio; Francisco Tejero, natural de Angola, de 42 años (en ese entonces contaría con 73 años aproximados), con 5 pies y 1 pulgada de altura, con oficio de hacer ladrillo; Francisco Botija, natural de Banguela, de 22 años de edad (en ese entonces contaría con 53 años aproximados), lastimado y sin oficio. 381 En el Inventario del año 1767 figuran dos personas de nombre Pablo: Pablo Carpintero, natural de Río de Janeiro con 26 años de edad, 5 pies, quebrado y de oficio carretero. El mismo aparecerá en el Inventario del año 1774 con 34 años (para entonces de ser éste contaría con 70 años); por otro lado aparece el nombre de Pablo de Belén, que figuraba como natural de la Calera, con 12 años y mulato; este último aparecía también en el Inventario del año 1774 con 20 años (de tratarse de esta persona contaría entonces con 48 años aproximados).

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Individuo VI

Corresponde a un individuo adulto. Retirados los entierros superiores solo se pudo analizar a partir de los escasos restos expuestos, que consistían en el tercio inferior de las dos tibias y el peroné derecho.

Siempre ateniéndonos a las partidas de defunción, estos restos podrían corresponder a las mismas personas descritas para los entierros III y V, a los que sumamos -por falta de adscripción sexual- los siguientes nombres:

María Antonia de �apeyú (23 de octubre de 1779); Theresa de Belén (6 de octubre de 1781); Margarita (17 de junio de 1792; esclava de la Calera); Francisca (2 de octubre de 1798; parda, casada con Patricio Belén); Patricia (5 de julio de 1808; esclava de la Calera); María Simones (18 de setiembre de 1821).

Si la interpretación de que los entierros II y III -que yacían por encima de estos- es correcta, en relación a que corresponden al período jesuítico, los anteriormente mencionados deben anularse como casos posibles, ya que todos corresponden a momentos posteriores.

Individuo VII

Sus restos fueron los hallados a mayor profundidad. Corresponde a un individuo adulto de 39 a 44 años de edad, de sexo masculino y con una estatura promedio de 1,70 a 1,76 metros (Portas, 2000:45).

Su tronco y cabeza quedaron fuera del volumen excavado. De acuerdo a la interpretación de campo, su inhumación, significó la remoción del Individuo V (conjunto óseo).

No pudiéndose determinar hasta el momento a quien pertenecen estos restos óseos, dejamos planteada su adjudicación a las mismas personas que los individuos III y V.

Figura 89 – Excavación Capilla II hacia el perfil Este. Los huesos pertenecientes al Individuo VII se identifican con el número 4. Fotografía: Roberto Bracco (año 2000). Tomada de: Geymonat, 2010.

Figura 88 – Excavación Capilla II hacia el perfil Este. �a extraídos los restos superiores, se observan en planta diversos restos humanos. Los identificados con el número 11, corresponden al Individuo VI. Fotografía: Roberto Bracco (año 2000). Tomada de: Geymonat, 2010.

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Figura 90 - Excavación Capilla II, sector Norte. Se señalan las piezas óseas correspondientes a los enterramientos expuestos. 1) Pies, tibias y peroné articulados del enterramiento V; 2) enterramiento V, sector desarticulado (este enterramiento fue afectado por la fosa del enterramiento VII, desde las rodillas hasta la cabeza); 3) húmero enterramiento V; 4) fémures del individuo que compone el enterramiento VII, presenta su tronco y cabeza parcialmente por fuera del volumen excavado, hacia el Este (está por debajo del enterramiento V y fue el que afectó a éste último); 5) clavícula enterramiento VIII; 6) húmero enterramiento VIII; 7) clavícula enterramiento VIII; 8) cúbito, enterramiento VIII; 9) omóplato, enterra-miento VIII; 10) fémur, enterramiento VIII; 12) coxis, enterramiento VIII; 13.- omóplato, enterramiento VIII; 11) Tibia y peroné, derecho e izquierdo y parte de los huesos del tobillo izquierdo articulados, pertenecientes al enterramiento VI (su fosa afectó al enterramiento III y al enterramiento VIII). Fotografía: Roberto Bracco. Tomado de Geymonat, 2010.

Individuo VIII

Sus restos también figuraban entre los más profundos de la Excavación Capilla II. No se pudo conocer el sexo, edad ni estatura, más allá que corresponde a un individuo adulto. Portas (2000:46) pudo observar una alteración generalizada del fémur derecho, con eburnación acentuada de las carillas articulares y osteoporosis marcada382.

Piezas aisladas

Además de los entierros y el conjunto óseo y como reseñáramos anteriormente, se hallaron diferentes piezas óseas aisladas y sin organización aparente, probablemente producto de las constantes remociones y perturbaciones del sustrato que distorsionaron los entierros anteriores. Debe quedar abierta la posibilidad, además, de enterramientos parciales.

En algunas de estas piezas, se observaron alteraciones que desdibujan las carillas articulares, lo que evidenciaría la intensidad del uso de las articulaciones; también se observaron “� osteofitos laterales (excrecencias óseas) en los cuerpos vertebrales lumbares. Estos elementos aparecen generalmente a partir de los 40 años, en los sectores sometidos a mayor actividad, y evidencian la intensidad del uso articular” (Portas y Mederos, 2000:25). Al menos uno de los restos mencionados es compatible con un sujeto adulto masculino, otros restos corresponden a adultos indeterminados y los restantes a bebés. El inventario realizado, permitió estimar el número de bebés en cinco individuos, contando los individuos IV y I� (Portas, 2001:8).

382 Por la descripción, posiblemente corresponda a un adulto mayor.

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19. RESULTADOS Y REFLEXIONES Las fuentes documentales existentes y los trabajos arqueológicos practicados, confirman la existencia de enterramientos humanos en la Capilla de Nuestra Señora de Belén para la segunda mitad del siglo �VIII y comienzos del �I�, situación que posiciona a este templo religioso y las actividades funerarias desarrolladas en éste, dentro de las pautas comunes para los templos católicos de ese período.

El Programa Mortuorio, no difería mayormente en relación a los procedimientos más aceptados en la región para el caso de quienes profesaban o entendían –a su manera– la religión Católica. Si bien nos focalizamos en un espacio concreto para relevar las modalidades y características generales de entierro, la bibliografía y las fuentes primarias nos indican que el espacio de la muerte para el caso de Nuestra Señora de Belén, fue mucho más amplio que el templo y el Campo Santo, abarcando diferentes actividades y lugares que fueron dotados de significados religiosos o simbólicos, siendo la inhumación la etapa más evidente desde el punto de vista material; todo eso hace indispensable que para ahondar en aspectos vinculados al ritual funerario católico, se deba abrir el abanico hacia las diferentes fuentes de las que podemos nutrirnos para afrontar esta temática.

Las excavaciones arqueológicas realizadas en los albores del nuevo milenio, dejaron al descubierto en reducida superficie de cinco metros cuadrados, una diversidad considerable de enterramientos, edades y adscripciones raciales (o ancestralidad). En el volumen excavado de la unidad Capilla II, fueron documentados al menos restos de dieciséis personas: cinco entierros primarios (en posición decúbito supino, depositados de manera directa, horizontal y extendida); un conjunto óseo producto del reacomodo de los huesos para realizar una nueva inhumación; y diversos restos aislados, casi seguramente también producto de la práctica de reducción de esqueletos para generar espacios para nuevos entierros.

Los análisis bioantropológicos realizados a los restos humanos, permitieron estimar un número de cinco individuos bebés (31,25�), cuatro individuos subadultos (25�), uno de los cuales tenía alrededor de once años de edad al morir, y un número mínimo de siete adultos (43,75�). El alto porcentaje de bebés en relación al total, acompasa los guarismos de la época, donde la mortandad infantil era elevada.

De los adultos y de acuerdo a estos estudios, cinco serían individuos masculinos y los dos restantes indefinidos. En cuanto a la caracterización racial, solo un individuo fue identificado como probable caucásico, mientras que los restantes no pudieron ser adscritos a un grupo racial en particular.

Durante los trabajos arqueológicos, no se documentó la presencia de cajones o ataúdes, aunque la aparición de clavos deja abierta la posibilidad de su utilización para algún caso, que no fue –al menos- ninguno de los entierros primarios relevados. Tampoco se documentaron elementos

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adjudicables a un ajuar o pertenecías del difunto, salvo escasos fragmentos de tela de origen dudoso. La ausencia de estos elementos puede ser explicada –al menos- por tres causas: o los individuos no fueron acompañados de ningún elemento, o existen problemas de conservación o los posibles materiales han sido extraídos a lo largo del tiempo. Esta particularidad, impide ahondar en temas como la mortaja y otros detalles del entierro.

En relación a la cronología estimada, los arqueólogos responsables plantean que por evidencias estratigráficas, algunos de los mismos corresponden al período de construcción de la Capilla, es decir, en pleno período jesuítico. Esta situación no es extraña atendiendo a que en templos jesuíticos para el mismo período –como San Francisco en Mendoza- miembros de esta Orden practicaron inhumaciones dentro del recinto sagrado. Nuestra búsqueda de documentación de dicho momento y que haga referencia al particular, ha sido infructuosa, como también lo ha sido la búsqueda de iguales fuentes para la Administración de Juan de San Martín y la primera Administración de Pedro Manuel Quiroga. Sin embargo, es dable esperar -siguiendo las costumbres del momento para templos semejantes- que durante este lapso el interior del recinto haya sido utilizado para practicar inhumaciones.

De acuerdo a los parámetros de época observados en otros templos y fundamentalmente en la Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios de Las Víboras, el lugar donde se documentaron los entierros durante los trabajos de campo, sería -dentro del templo- el espacio383 con menos relevancia social al menos para la segunda mitad del siglo �VIII. Avanzado el siglo �I�, y cuando la mayor parte de las personas ya se enterraban en el Cimenterio o Cementerio –ejemplo el caso de Las Víboras-, personas pudientes o de mayor estima social (o eclesial) fueron enterradas en ésta área correspondiente a lo que se denominó -en Nuestra Señora de los Remedios- el primer lance, fenómeno por el cual, podemos encontrarnos ante la ocupación espacial por personas de mayor consideración o capacidad económica, donde antes se enterraban personas de menores recursos o estima.

En relación al espacio caracterizado tradicionalmente como Cementerio y�o Campo Santo, tanto en los trabajos de Horacio Arredondo (mediados del siglo ��) como en los recientes trabajos arqueológicos, no se halló ningún resto humano, si bien se aclara en el último caso, que faltan volúmenes de sedimento por excavar. Esta situación nos pone ante la duda de si efectivamente se practicaron inhumaciones en el recinto anexo a la pared Sur del templo, o si por el contrario, funcionó como Campo Santo o Cementerio otra área aun no identificada.

En relación a las fuentes primarias, es recién para el año 1779 que contamos con partidas de defunción en las que figuran entierros para la Estancia de Las Vacas. Por la información contenida en éstas, sabemos que existieron entierros dentro y fuera del área del recinto de la Capilla, en lugar�es identificado�s como Cementerio y�o Campo Santo, no figurando otros 383 En este caso además del espacio entendido como entorno físico, hablamos del espacio en los términos planteados por Henri Lefebvre (1972) donde se involucra la esfera de lo social, lo político y lo ideológico, ya que todo espacio que implica una acción humana es un espacio social. Ed�ard Soja ha propuesto en tal sentido el término trialéctica del espacio, distinguiendo tres tipos de espacio: el espacio físico de la naturaleza, el espacio mental de la cognición y la representación, y el espacio social o espacialidad. Esta última se diferencia del espacio físico por estar socialmente producida y del segundo por estar construida materialmente. Por la razón de estar socialmente producida, se puede decir que una espacialidad refleja en cierto sentido la sociedad que la produjo (Acuto, 1999:34). La Muerte movilizaba relaciones y solidaridades que se inscriben en el espacio constituyendo el lugar: hija-hijo, la esposa de, la del amo y esclavo, la de cófrades, la de parentesco entre nieto y abuela, la de pertenencia, etc. Por ejemplo un entierro de limosna puede reforzar un lugar social (Caretta y �acca, 2007:14).

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espacios como el Atrio (al menos ex profeso) destinados a este fin. En relación a este último, por datos recabados durante el Proyecto “Parque arqueológico Estancia de Belén: Proyecto de Investigación Arqueológica en la Antigua Estancia Jesuítica”, tenemos conocimiento que hacia la puerta principal de la Calera, fueron encontrados en décadas precedentes varios huesos humanos, pero no queda claro si estos remanentes pudieron ser hallados parcialmente en lo que fuera el Atrio del templo religioso. Lamentablemente la expoliación y la ausencia de registro de algunas actuaciones desarrolladas durante el siglo ��, han provocado pérdida importante de información.

El relevamiento de los Libros Parroquiales de Las Víboras, dio como resultado la existencia de setenta y tres (73) menciones a entierros relacionados a la Estancia de Las Vacas, entre los años 1779 y 1821:

• treinta entierros (30)384 practicados dentro de la Capilla de Nuestra Señora de Belén

• nueve entierros (9) practicados en el Campo Santo y�o Cementerio de la Estancia de Las Vacas

• treinta y cuatro (34) entierros de personas cuyo apellido es Belén; figura como hijo�a de al menos una persona apellidada Belén o se menciona una relación con la Estancia.

Tomando como un conjunto385 los entierros practicados en Las Vacas (Capilla y Cementerio y�o Campo Santo), tenemos que las treinta y nueve personas se desglosan de la siguiente manera:

- Adultos: Hombres (22) - Mujeres (7)

- Niños�as: Varones (0) - Niñas (10)

Si nos atenemos concretamente al interior del templo, las treinta personas se reparten como sigue:

- Adultos: Hombres (14) - Mujeres (6)

- Niños�as: Varones (0) - Niñas (10)

En relación a la condición social (estado y adscripción racial) de las personas inhumadas dentro del templo, tenemos: Esclavos (15); Negro Libre (1); Parda Libre (1); Indígenas (4); Europeos (2); Europeo y�o criollo caucásico (1); Dudosos o sin datos específicos (6) (ver gráfica siguiente).

384 A este número podría sumarse Tomás García de 63 años de edad, enterrado el 23 de mayo del año 1810; lamentablemente el estado del documento no permite afirmar esta posibilidad. 385 Independientemente del momento histórico concreto.

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A diferencia de Nuestra Señora de los Remedios, en las actas de defunción de las inhumaciones practicadas en la Capilla de Belén, no se especifica la ubicación de los entierros, ni hay mención a una división interna en lances o tirantes. En este templo, la discriminación de espacios se da entre el adentro y el afuera, particularidad que no permite analizar el lugar concreto destinado y�o seleccionado para la inhumación. Aplicando una analogía386 con el templo anterior, asumimos que pudo haber existido una división semejante con espacios más significativos y requeridos que otros.

Por su parte, los nueve entierros practicados en el Campo Santo y�o Cementerio de la Calera, corresponden a: una mujer de nombre Juana Bentura Luna de la que no se especifican detalles más que era esposa de Santiago Quiroga, vecino del Partido de Las Víboras; y ocho hombres, la mayoría enterrados de limosna entre los que figuran dos negros libres (2), un paraguayo, un

386 Sin embargo, para otros tópicos, no hay que perder de vista que la Capilla de las Huérfanas nunca fue Parroquia, y por tanto, algunas funciones y privilegios observados para Nuestra Señora de los Remedios no necesariamente deben quedar reflejadas de forma semejante en Las Huérfanas.

Negros Esclavos N-15

Dudosos, sin datos específicos N-6

IndígenasN-4

Europeo N-2

Europeo y/o criollo caucásicoN-1

Negro Libre N-1

Parda Libre N-1

De la presente gráfica se desprende que al menos el 56� de las personas inhumadas en el templo de Nuestra Señora de Belén, anotadas en las partidas de defunción de los Libros Parroquiales de Las Víboras, se asocian a africanos o afro descendientes; el 14� de las personas era de ascendencia amerindia; un 10� era de ascendencia europea, mientras el 20� restante era de ascendencia dudosa.

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europeo natural de Galicia y cuatro combatientes de las luchas contra los ingleses de los cuales uno es descrito como pardo libre.

En relación a las particularidades del tipo de entierro, las partidas no son lo suficientemente explícitas, por lo que debemos asumir que muchos pormenores fueron tácitos; observamos además, que si bien mantienen un corpus semejante, las anotaciones son más ó menos detalladas y con énfasis solo en algunos detalles, dependiendo del religioso a cargo de hacer el asiento, lo que no facilita la comparación en relación a los gestos desplegados al momento del entierro.

De acuerdo a la información relevada, no observamos en las partidas elaboradas para ambos templos, una diferenciación clara en el tratamiento mortuorio, ya que:

- algunas personas enterradas gratis gozaron de iguales privilegios que aquellos que dejaban bienes importantes a la Iglesia

- observamos europeos enterrados fuera de los templos de Belén o de los Remedios, mientras que negros esclavos e indígenas eran enterrados dentro

- en el caso de Nuestra Señora de los Remedios, observamos que personas identificadas desde el punto de vista estamental en igualdad de condiciones y por las que se pagaban iguales montos, tenían un tratamiento diferencial

Esto nos pone ante la necesidad de profundizar en aspectos tales como el estudio de lo que Goodenough (1965:7) –retomando la teoría del rol de Linton (1965 �1936�)- ha denominado persona social387, ya que investigando las identidades sociales podremos comprender mejor el sinnúmero de relaciones, solidaridades y otras particularidades que se ponen de manifiesto al momento de afrontar Muerte.

De igual modo, no dejamos de ver, que aquellas personas que pagaban montos relevantes, siempre eran enterradas dentro de los templos, mientras que la gran mayoría que era enterrada de limosna lo era fuera de los mismos, por lo que la capacidad económica del difunto o sus deudos era sí un motivo de diferenciación, al igual que lo era la consideración social del difunto o de la persona a cargo en caso de ser un esclavo.

Para el caso de las Huérfanas, no debemos perder de vista, que las partidas corresponden en su gran mayoría al momento en que la Hermandad de la Caridad se hizo cargo efectivo de la Estancia, y ésta congregación contaba entre sus principales fines el de enterrar decorosamente a los muertos, motivo por el cual pueden surgir diferencias en relación a otros templos religiosos.

Al momento de comparar la información relativa a los costes de los entierros en relación a los gastos parroquiales y de fábrica, si tomamos como modelo el arancel aprobado por el Obispo Pedro Miguel del año 1769, pensamos que se debe tener presente los valores diferenciales existentes entre la división estamental observable, ya que el “español”, el “mestizo” y el “mulato

387 Cada persona a lo largo de su vida juega muy distintos papeles, que como ya lo notara Ralph Linton (1965:124) son adscritos o adquiridos (hijo, padre, madre, esposo, cura, peón, esclavo, etc.), cada uno de los cuales conforma una identidad social. Estas identidades varían según sea el contexto en el que se desarrollan los acontecimientos, qué personas están presentes y dónde se encuentren. En las situaciones especiales cada individuo será identificado por una combinación de identidades sociales, y esto es lo que constituye la persona social. Así, persona social, puede definirse como un compuesto congruente de varias identidades sociales (�apatero y Chapa, 1990:368).

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o negro libre”, llegaban a abonar en algunos ítems, más del doble que el “esclavo”, por lo que este último figurando en las partidas con montos mucho menores llegaba a ser inhumado de forma semejante.

La última inhumación realizada en el templo de Nuestra Señora de Belén que figura en los Libros Parroquiales de Las Víboras, corresponde al año 1821, situación que echa por tierra la hipótesis que mantiene que cuando José Artigas destinaba material de la Calera de Las Huérfanas, lo hacía también del propio material constructivo de la Capilla. Las descripciones de la nieta de Julián Laguna apoyan la visión de un templo en funcionamiento, al menos hasta la década de 1830.

Las primeras décadas del siglo �I�, serán testigo de una disminución notoria en el empleo del interior de este templo y de la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios para la realización de enterramientos; pensamos que esta alteración se debe a las tendencias que se estaban dando a nivel coyuntural relacionadas a nuevas miradas sobre la salud, la higiene y las enfermedades, la relación Iglesia-Estado y la lucha de un nuevo tipo de sensibilidad que se deseaba imponer.

Creemos que con la presente investigación, hemos colaborado en: la sistematización y análisis de los diferentes antecedentes, tanto bibliográficos como documentales; el planteamiento de varias hipótesis para trabajos posteriores; aportar elementos a la discusión local y regional sobre el particular; la contribución con insumos que apoyen los planes de gestión y conservación de estos bienes patrimoniales.

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AGRADECIMIENTOS

El interés sobre esta temática, surgió durante mi participación como colaborador en los trabajos arqueológicos de campo del año 1999, y por diferentes motivos al igual que muchos emprendimientos, ha debido quedar en el tintero, lo que no impidió el acopio de bibliografía e información que forman parte de este trabajo.

Influyó también con mucha fuerza, el contar entre mis ancestros inmediatos (madre y abuelos maternos) con familiares oriundos del Departamento de Colonia que vivieron parte de su vida en Cerro de las Armas, uno de los parajes incluidos en la gran Estancia de las Vacas.

Es importante para mí el reconocer en su justa medida a todos quienes que tan gentilmente han permitido con su conocimiento, amplia generosidad y desinterés, el concretar este trabajo.

Especial agradecimiento merecen Jacqueline Geymonat -responsable del proyecto arqueológico- y Beatriz Orrego; ambas han sido fundamentales para la realización de esta Monografía y que con gran generosidad me brindaron bibliografía, documentos, fotografías e informes de actuación, permitiéndome la utilización de datos inéditos, en un hecho que en nuestro medio –por desgracia- es poco frecuente. Mil gracias por las horas dispensadas.

Además:

• a todos los ratones de biblioteca que han dedicado infinitas horas de su vida a buscar y desentrañar fuentes primarias, generando la bibliografía que utilizamos en el trabajo.

• a los compañeros y docentes que comparten el gusto por nuestro pasado y que con sus pareceres, recomendaciones, bibliografía, conocimientos y apoyo han colaborado y guiado el presente: Carina Erchini, Luis E. Ferrari, Alicia Lusiardo, Sebastián Mántaras, Mónica Portas, Aparicio Arcaus, Virginia Mata, Antonio Lezama, Oscar Marozzi, Hugo Inda y Carmen Curbelo.

• a integrantes y personal del Instituto de Historia de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación: Ana Frega por todas las correcciones pertinentes y recomendaciones bibliográficas (espero haber cumplido), a Sabrina Puentes y Sandra Pintos (quien con gran paciencia me buscó y acercó trabajos para consultar).

• a Pablo Ferrari por el arte de carátula.

• al Sr. Daniel Fernández del Centro de Historia Familiar de la Iglesia de los Santos de los �ltimos Días (templo de Paso de la Arena, Montevideo), por su excelente y comedidaatención.

• a Mercedes Sosa, por sus largas horas de compañía en los Archivos y aportes diversos.

• al personal del Instituto de Historia de la Arquitectura en la Facultad de Arquitectura que me acercaron toda la información a su alcance, facilitándome la toma de fotografías de planos, periódicos y fotografías.

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• al personal de Biblioteca de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación – UdelaR.

• al Dr. Leandro Sánchez.

• a la Sra. Gladys Luaces y Sr. Luis Ferrari.

• al Obispo de Mercedes, Calos María Collazi, quien muy gentilmente me autorizó el acceso a los Libros Parroquiales de Las Víboras, ya que sin su apoyo hubiera sido imposible acceder a los mismos.

• a integrantes de la Parroquia, Archivo y Museo del Carmen, muy especialmente al cura Pedro Volcan y al Sr. Eduardo Cabral por su excelente y amena atención.

• al personal de la Dirección de Ciencia y Tecnología (MEC) quienes apoyaron mi asistencia al curso Arqueología de la Arquitectura en la ciudad de Carmelo (año 2010), cuyo tema principal versó en torno a la Calera de las Huérfanas.

• al Departamento de Arqueología del Museo Nacional de Antropología.

Por último y muy especialmente a Marcela Tobella, por sus aportes, por las largas horas que la tuve abandonada durante la confección de este trabajo y su apoyo incondicional en todas las instancias para la elaboración del mismo.

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BIBLIOTECAS CONSULTADAS

- Biblioteca de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Universidad de la República.

- Biblioteca de la Facultad de Arquitectura. Universidad de la República.

- Biblioteca Nacional. Ministerio de Educación y Cultura.

- Biblioteca del Palacio Legislativo. Poder Legislativo.

ARCHIVOS CONSULTADOS

- Parroquia, Archivo y Museo del Carmen. Colonia. Carmelo.

- Iglesia de Jesucristo de los Santos de los �ltimos Días.

• Centro de Historia Familiar. Templo de Paso de la Arena, Montevideo. Microfilmes de las Actas de defunción. Años 1800-1810 a 1816-1841. Libros Parroquiales del Partido de Víboras. (originales en Parroquia, Archivo y Museo de Nuestra Señora del Carmen, Carmelo).

• Documentos electrónicos: http:��pilot.familysearch.org

- Archivo General de la Nación.

- Instituto de Historia. Facultad de Arquitectura. Universidad de la República.

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Reconstrucción Virtual Estancia Jesuítica de Belén - Calera de las Huérfanas. Vol.1. Coordinador reconstrucción Virtual : Arq. Marcelo Payseé (Facultad de Arquitectura ; modelado y guión general); Coordinadora del Proyecto: Arqueóloga Jacqueline Geymonat (Representante del Consejo Ejecutivo Honorario de Colonia del Sacramento ; recopilación histórica y arqueológica); Beatriz Orrego (recopilación histórica y arqueológica) ; Arq. Juan Pablo Portillo (modelado, texturado, animación) ; Virginia Agriela y Gabriela Barber (Asistentes). Tomada de: Plan Ceibal; Licencia Creative Commons. 2008.

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La presente Tabla ha sido confeccionada a partir de la transcripción de los Inventarios de los años 1767 (tomado de: Leonhardt, 1927) y 1774 (tomado de: Vadell, 1955).