El Epígrafe Funerario de Cermatius

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Artículo sobre el que es posiblemente el testimonio más antiguo sobre la presencia de cristianos en la ciudad romana de Corduba.

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    Vaquerizo, D.;Garriguet, J. A.; Len, A. (Eds.)

    Ciudad y territorio: transformaciones materiales e ideolgicas entre lapoca clsica y el Altomedioevo

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    [ 2014 ]

    Monografas de Arqueologa Cordobesa (MgAC), que

    vio la luz por primera vez en 1994, es una serie de

    carcter temtico publicada por el Grupo de Investi-

    gacin Ssifo (P.A.I., HUM-236), de la Universidad de

    Crdoba, con la colaboracin, en este caso, del Minis-

    terio de Ciencia e Innovacin, y del Servicio de Publi-

    caciones de la misma Universidad. La dirigen Desi-

    derio Vaquerizo Gil y Juan Fco. Murillo Redondo, y

    surge como instrumento para dar a conocer de forma

    monogrfi ca propuestas de interpretacin arqueolgi-

    ca desarrolladas por Investigadores de dicho Grupo,

    que someten as, de manera peridica, su trabajo al

    juicio crtico de la comunidad cientfi ca internacional,

    as como temas de especial relevancia para el avance

    de la investigacin arqueolgica internacional, espa-

    ola y cordobesa.

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    2014

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    Imagen de portada:

    Plano de la Colonia Patricia de poca imperial, sobre una imagen de la Campia de Crdoba (montaje E. Cerrato).

    Monografas de Arqueologa CordobesaEdita: Grupo de Investigacin Ssifo (P.A.I., HUM-236)

    20. VAQUERIZO, D.; GARRIGUET, J. A.; LEN, A. (Eds.) 2014: Ciudad y territorio: transformaciones materiales e ideolgi-cas entre la poca clsica y el Altomedioevo, Monografas de Arqueologa Cordobesa 20, Crdoba.

    19. VAQUERIZO, D.; MURILLO, J. F. (Eds.) 2010: El Anfi teatro Romano de Crdoba y su entorno urbano. Anlisis Arqueol-gico (ss. I-XIII d.C.), Monografas de Arqueologa Cordobesa 19 (2 vols.), Crdoba.

    18. VAQUERIZO, D. (Ed.) 2010: Las reas Suburbanas en la ciudad histrica. Topografa, usos, funcin, Monografas de Arqueologa Cordobesa 18, Crdoba.

    17. RUIZ OSUNA, A. B. 2010: Colonia Patricia, centro difusor de modelos. Topografa y monumentalizacin funeraria en Baetica, Monografas de Arqueologa Cordobesa 17, Crdoba.

    16. RUIZ OSUNA, A. B. 2007: La monumentalizacin de los es-pacios funerarios en Colonia Patricia Corduba (ss. I a. C. - II d. C. ), Arqueologa Cordobesa 16, Crdoba.

    15. MORENO ROMERO, E. 2007: Santa Rosa. Un sector de la Necrpolis Septentrional de Colonia Patricia, Arqueologa Cordobesa 15, Crdoba.

    14. GUTIRREZ DEZA, M. I. 2007, Los opera sectilla cordobe-ses, Arqueologa Cordobesa 14, Crdoba.

    13. LEN PASTOR, E. 2007: La secuencia cultural de la Cordu-ba prerromana a travs de sus complejos cermicos, Arqueo-loga Cordobesa 13, Crdoba.

    12. CASTRO DEL RO, E. 2005: El arrabal de poca califal de la zona arqueolgica de Cercadilla. La arquitectura domstica, Arqueologa Cordobesa 12, Crdoba.

    11. VAQUERIZO, D.; GARRIGUET, J. A.; VARGAS, S. 2005: La Constancia. Una contribucin al conocimiento de la topo-grafa y los usos funerarios en la Colonia Patricia de los siglos iniciales del Imperio, Arqueologa Cordobesa 11, Crdoba.

    10. MONTERROSO, A. 2005: Ex teatro cordubensi. La vida del monumento y la produccin de cermicas africanas en el Valle del Baetis, Arqueologa Cordobesa 10, Crdoba.

    9. CASAL, M. T. 2003: Los cementerios musulmanes de Qurtu-ba, Arqueologa Cordobesa 9, Crdoba.

    8. SALINAS, E. 2003: El vidrio romano de Crdoba, Arqueolo-ga Cordobesa 8, Crdoba.

    7. SNCHEZ RAMOS, M. I. 2003: Un sector tardorromano de la necrpolis septentrional de Corduba, Arqueologa Cordo-besa 7, Crdoba.

    6. MARTN URDIROZ, I. 2002: Sarcfagos de plomo de Crdo-ba y provincia, Arqueologa Cordobesa 6, Crdoba.

    5. CNOVAS, A. 2002: La decoracin pictrica de la villa de El Ruedo (Almedinilla, Crdoba), Arqueologa Cordobesa 5, Crdoba.

    4. SNCHEZ MADRID, S. 2002: Arqueologa y Humanismo. Ambrosio de Morales, Arqueologa Cordobesa 4, Crdoba.

    3. VAQUERIZO, D.; MURILLO, J. F.; CARRILLO, J. R.; MORE-NO, M. F.; LEN, A.; LUNA, M. D.; ZAMORANO, A. M. 1994: El Valle Alto del Guadiato (Fuenteobejuna, Crdoba), Arqueologa Cordobesa 3

    2. VAQUERIZO, D.; MURILLO, J. F.; QUESADA, F. 1994: Fuen-te Tjar, Arqueologa Cordobesa 2

    1. QUESADA, F.; MURILLO, J. F.; CARRILLO, J. R.; CARMONA, S.; QUESADA, F. 1994: Almedinilla, Arqueologa Cordobesa 1

    MINISTERIODE CIENCIAE INNOVACIN

    9788499271637

  • Crdoba, 2014

    Ciudad y territorio: transformaciones materiales e ideolgicas entre la poca clsica y el Altomedioevo

    Vaquerizo D.; Garriguet, J. A.; Len, A. (Eds.)

    N M E R O 2 0 2 0 1 4[ N U E V A P O C A ]

  • DIRECTORES DE LA SERIE

    Desiderio VAQUERIZO GILJuan Fco. MURILLO REDONDO

    SECRETARIOS

    Jos A. GARRIGUET MATAAlberto LEN MUOZ

    De los Autores. Edita: Servicio de Publicaciones,

    Universidad de Crdoba, 2014 Campus de Rabanales, Ctra. Nacional IV, Km. 396 14071 Crdoba www.uco.es/publicaciones [email protected]

    Montaje portada: Eduardo CERRATO CASADO.

    D. L. CO: 1.860/2014I.S.B.N.: 978-84-9927-163-7

    CONFECCIN E IMPRESIN:

    Imprenta Luque, S. L. - Crdobawww.imprentaluque.es

    La direccin de MgAC no se hace responsable de las opiniones o contenidos recogidos en los textos, que competen en todo caso a sus autores

    Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica o transformacin de esta obra solo puede ser realizada con la autorizacin de sus titulares, salvo excepcin prevista por la ley. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos) si necesita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)

    Serie monogrfica publicada por el Grupo de Investigacin Ssifo (P.A.I., HUM-236), de la Universidad de Crdoba, en colaboracin, en este caso, con su Servicio de Publicaciones.

    N M E R O 2 0 2 0 1 4[ N U E V A P O C A ]

  • [ 5 ]

    Esta monografa recoge los resultados obtenidos en el marco del Proyecto

    de Investigacin "De la urbs a la civitas: transformaciones materiales e ideol-

    gicas en suelo urbano desde la etapa clsica al Altomedioevo. Crdoba como

    laboratorio", financiado por la Direccin General de Investigacin y Gestin del

    Plan Nacional I+D+I. Ministerio de Ciencia e Innovacin. Gobierno de Espaa),

    en su convocatoria de 2010 (Ref. HAR2010-16651; Subprograma HIST).

  • [ 7 ]

    NDICE

    Crdoba, como laboratorio

    Pg. 11 / 40 Vaquerizo Gil, D., Ciudad y territorio en el Valle Medio del Betis: apuntes al hilo de una realidad dual, pero esquiva

    Pg. 41 / 54 Ruiz Bueno, M. D., El entorno del decumanus maximus de Colonia Patricia Corduba: evidencias de una remodelacin urbanstica hacia poca severiana?

    Pg. 55 / 68 Ruiz Osuna, A., Monumentalizacin funeraria en mbito urba-no: vas de interpretacin aplicadas a la Crdoba romana

    Pg. 69 / 84 Delgado Torres, M.; Jan Cubero, D., Territorio y ciudad. El yacimiento arqueolgico de Fuente lamo, Puente Genil (Cr-doba). Una reflexin

    Pg. 85 / 104 Garriguet Mata, J. A., Imgenes sin poder. Destruccin, reuti-lizacin y abandono de estatuas romanas en la Corduba tar-doantigua. Algunos ejemplos

    Pg. 105 / 120 Cerrato Casado, E., El epgrafe funerario de Cermatius: un testimonio arqueolgico del primer cristianismo cordobs?

    Pg. 121 / 136 Vzquez Navajas, B., Algunas consideraciones acerca del abastecimiento y la evacuacin de agua en la Corduba tar-doantigua

    Pg. 137 / 184 Len Muoz, A.; Murillo Redondo J. F.; Vargas, S., Patrones de continuidad en la ocupacin periurbana de Crdoba entre la Antigedad y la Edad Media: 1. Los sistemas hidrulicos

    Pg. 185 / 200 Blanco Guzmn, R., Una ciudad en transicin: el inicio de la Crdoba Islmica

    Pg. 201 / 214 Gonzlez Gutirrez, C., Hacia la ciudad islmica: de la per-cepcin tradicional a la conceptualizacin arqueolgica

    Varia

    Pg. 217 / 234 Romero Vera, D., Dinmicas urbanas en el siglo II d.C.: el caso de Colonia Augusta Firma Astigi (cija, Sevilla)

  • [ 8 ]

    Pg. 235 / 250 Martn-Bueno, M.; Senz Preciado, J. C., Valdeherrera, Bilbi-lis, Caesaraugusta: actualizacin de su conocimiento

    Pg. 251 / 264 Andreu Pintado, J., Rationes rei publicae uexatae y oppida labentia. La crisis urbana de los siglos II y III d.C. a la luz del caso del municipio de Los Baales de Uncastillo (Zaragoza, Espaa)

    Pg. 265 / 282 Jimnez Salvador, J. L.; Ribera i Lacomba, A. V.; Rossell Mes-quida, M., Valentia y su territorium desde poca romana im-perial a la antigedad tarda: una sntesis

    Pg. 283 / 292 Bermejo Melndez, J.; Campos Carrasco, J. M., El mundo tardoantiguo al occidente del conventus Hispalensis. La tras-formacin y ruptura del modelo clsico

    Pg. 293 / 308 Schattner, Th. G., Breve descripcin de la evolucin urbans-tica de Munigua desde sus comienzos hasta la poca tardoan-tigua

    Pg. 309 / 324 Rascn Marqus, S.; Snchez Montes, A. L., Complutum: de la ciudad clsica a la deconstruida a travs de 700 aos de historia

    Pg. 325 / 338 Beltrn de Heredia Bercero, J., Barcelona, colonia en la His-pania romana y sede regia en la Hispania visigoda

    Pg. 339 / 354 Costantini, A., Pisa. Levoluzione della citta' e del suburbio tra Antichita' e Altomedioevo

    Pg. 355 / 366 Bernardes, J. P., Ossonoba e o seu territrio: as transforma-es de uma cidade porturia do sul da Lusitnia

    Pg. 367 / 382 Lopes, V., Mrtola na Antiguidade Tardia

    Pg. 383 / 414 Alba, M., Mrida visigoda: construccin y deconstruccin de una idea preconcebida

  • [ 105 ]Ciudad y territorio: transformaciones materiales e ideolgicas entre la poca clsica y el Altomedioevo Crdoba, 2014

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    63-7EL EPGRAFE FUNERARIO DE CERMATIUS: UN

    TESTIMONIO ARQUEOLGICO DEL PRIMER CRISTIANISMO CORDOBS?1

    Eduardo CERRATO CASADO2

    Grupo de Investigacin Ssifo (PAIDI HUM-236)

    Universidad de Crdoba

    [email protected]

    R E S UM ENLa adopcin del cristianismo como religin oficial del Impero y su generalizacin entre amplios sectores de la so-ciedad romana fue, sin duda, la ms importante de las transformaciones ideolgicas (y materiales) que tuvieron lugar en el paso de la Antigedad Clsica a la Edad Media. Las fuentes histricas no nos permiten remontarnos ms all de mediados del siglo III para hablar de una estructura eclesial establecida en Hispania (Carta 67 de San Cipriano); de hecho, tambin puede resultar arriesgado hablar de epigrafa cristiana hispana con anteriori-dad al siglo IV. Ello no es bice para pensar que con anterioridad a estas fechas existieran comunidades cristianas hispanas. En el presente trabajo presentamos un hallazgo epigrfico cordobs que pudiera estar reflejando la presencia de estos cristianos mudos, de cuya presencia no ha quedado constancia en los textos antiguos y que apenas puede ser detectada en el registro arqueolgico.

    Palabras clave: Crdoba, epigrafa, Cristianismo, necrpolis.

    A B S T R A C TAdoption of Christianity as the official religion by the Empire and his spread among broad sectors of roman soci-ety was, undoubtedly, the most important ideological (and material) transformation that took place in the transi-tion from Classical Antiquity to the Middle Ages. Historical sources do not allow us to go back beyond the middle of the third century to speak of a true ecclesial structure established in Hispania (St. Cyprian, letter 67); in fact,

    1 El presente trabajo se inserta dentro del proyecto De la urbs a la civitas: transformaciones materiales e ideolgicas

    en suelo urbano desde la etapa clsica al Altomedioevo. Crdoba como laboratorio, financiado por la Direccin General de

    Investigacin y Gestin del Plan Nacional I+D+I. Ministerio de Ciencia e Innovacin. Gobierno de Espaa, en su convocatoria de

    2010 (Ref.: HAR2010-16651; Subprograma HIST).2 Antes de comenzar, deseo mostrar mi agradecimiento hacia aquellas personas que han hecho posible la redaccin de

    este artculo: al Prof. ngel Ventura (UCO), que nos facilit la imagen y una lectura del epgrafe de Cermatius, animndonos a

    investigarlo; y a Sandra Ortega, en cuyo TFM ya se apuntaba el posible carcter cristiano del epgrafe en cuestin. En segundo

    lugar, debo agradecer las valiosas opiniones de los Profes. Umberto Utro (Departamento de Antigedad cristiana de los Museos

    Vaticanos), Danilo Mazzoleni y Vicenzo Fiocchi-Nicolai (Pontificio Instituto de Arqueologa Cristiana), Ivn di Stefano Manzella

    (Universidad de Viterbo), Miguel Rodrguez-Pantoja (UCO) y Concepcin Fernndez (Universidad de Sevilla). Creo que pocos

    epgrafes cordobeses han tenido el honor de ser examinados por tan ilustres epigrafistas y profesionales. Tambin agradezco

    profundamente a D. Manuel Morales Toro su atencin y disponibilidad, as como la deferencia que tuvo al facilitarme el informe

    y la documentacin relativa al proceso de excavacin de la necrpolis. Finalmente, como no poda ser de otra forma, debo

    tambin mencionar a mis mentores, los Profes. D. Vaquerizo, J. A. Garriguet y A. Len.

  • [ 106 ] Ciudad y territorio: transformaciones materiales e ideolgicas entre la poca clsica y el Altomedioevo Crdoba, 2014

    Eduardo Cerrato Casado

    also can be risky to speak about spanish christian epigraphy before the fourth century. This does not constitute an obstacle to think that, prior to these dates, hispanic christian communities exist. In this paper we present a Cordovan epigraphic find that might be reflecting the presence of these voiceless Christians, whose presence has not been recorded in ancient texts and whose lives hardly can be detected in the archaeological register.

    Key words: Cordova, epigraphy, Christianity, necropolis.

    INTRODUCCIN

    Remontarse a los orgenes de la presencia cristiana en un determinado territorio resulta tarea harto di-fcil, mxime si las referencias textuales brillan por su ausencia. Esta escasez de fuentes se hace ms evidente en la periferia del Imperio y otras zonas alejadas de las esferas de poder, pues los primeros escritores cristianos y las grandes compilaciones de leyes rara vez tratan cuestiones no relacionadas con ciudades de especial relevancia para el gobierno del Imperio o de la Iglesia universal: Roma, Constantinopla o las distintas sedes de patriarcados y residencias imperiales. En el caso de Corduba, los textos relativos a la horquilla temporal comprendida entre los siglos III y IV son especialmente parcos. A pesar de ello, Atanasio de Alejandra (296-373), en su Historia de los arrianos (356-361), introduce un detalle bastante revelador al comentar la falta de escrpulos de aquellos arrianos que torturaron al anciano obispo cordobs Osio: Ni siquiera sintieron pudor por el hecho de que fuese el padre de los obispos, ni reverenciaron que fuese confesor, ni respetaron sus muchos aos de epis-copado, pues llevaba en l ms de sesenta aos (Hist. Arian., 42, 1). Este testimonio nos ofrece un trmino post quem al sealar la eleccin del primer obispo cordobs conocido en torno a 295 d.C. (teniendo en cuenta que los hechos que se relata tuvieron lugar en 355 d.C.). Ahora bien, puede la Arqueologa aportarnos datos sobre la presencia cristiana anterior a esta fecha?

    Dentro de la disciplina arqueolgica, el registro funerario participa de ciertas caractersticas que lo hacen especialmente atractivo a la hora de analizar la identidad religiosa o tnica de las sociedades que lo crearon. El anlisis de aspectos como el tipo de rito puede revelar aspectos de identidad en relacin con grupos sociales, familiares, de linaje, gnero o edad; de igual forma que los elementos del ajuar pueden ser considerados marcadores culturales, tnicos o religiosos (IZQUIERDO, 2007: 252). Adems, la leve incidencia de procesos postdeposicionales (normalmente las tumbas se se-llan despus del ritual), la clarsima intencionalidad y la vocacin de perpetuidad de este tipo de depsitos, hacen que el anlisis exhaustivo del registro funerario se convierta en una oportunidad de oro para que el investigador pueda inferir interesantsima informacin histrica relativa al mundo de las mentalidades, las creencias, el Ms All, aspectos todos que reflejan lo ms hondo de la superestructura de los grupos humanos y que difcilmente se podran estudiar a travs de otro tipo de depsitos (BINFORD, 1971).

    Gracias, en buena medida, a la labor de investigacin del grupo Ssifo del rea de Arqueologa de la Universidad de Crdoba, en el que nos integramos, Corduba es, posiblemente, la ciudad his-pana con un mayor y ms profundo nivel de conocimiento en lo que a la Arqueologa de sus reas funerarias antiguas se refiere. Concretamente, entre 1998 y 2006 se desarrollaron dos proyectos de investigacin integrados en el Plan Nacional de I+D, con financiacin del Ministerio espaol de Ciencia y Tecnologa y la Unin Europea3. El primero, Espacio y usos funerarios en Corduba (Ref.: 1FD97-0295), estuvo centrado en las costumbres funerarias de la Crdoba romana; y el segundo, Espacio y usos funerarios en la ciudad histrica. El ejemplo cordobs (siglos II a.C.-XV d.C.) (Ref.:

    3 De ellos emanan, entre otras muchas aportaciones, las Actas del Congreso Internacional Espacio y usos funerarios

    en el Occidente romano (VAQUERIZO, 2002), la monografa Funus Cordubensium. Costumbres funerarias de la Crdoba

    romana (VAQUERIZO, 2001), el doble volumen de la publicacin peridica Anales de Arqueologa Cordobesa 17, que recoge

    las actas de las VI Jornadas cordobesas de Arqueologa andaluza tituladas Espacios y usos funerarios en la ciudad histrica

    (VAQUERIZO, GARRIGUET y LEN 2006); o las tesis de la Dra. Ruiz Osuna (2009) y la Dra. Snchez Ramos (2006), que a

    su vez han generado otras muchas publicaciones.

  • EL EPGRAFE FUNERARIO DE CERMATIUS: UN TESTIMONIO ARQUEOLGICO DEL PRIMER CRISTIANISMO CORDOBS?

    [ 107 ]Monografas de Arqueologa Cordobesa 20 Pginas 105-120 ISBN 978-84-9927-163-7

    BHA 2003-08677), ampli considerablemente el marco cronolgico del anlisis de acuerdo con la visin diacrnica que se debe tener de toda ciudad histrica superpuesta. Dentro de esta segunda fase del proyecto Funus debemos destacar el exhaustivo trabajo de Isabel Snchez Ramos sobre la cristianizacin de las necrpolis cordobesas. Ms recientemente, con motivo del proyecto In Am-phitheatro. Munera et funus. Anlisis arqueolgico del anfiteatro romano de Crdoba y su entorno urbano (ss I-XIII d. C.) (VAQUERIZO y MURILLO, 2010), el nivel de conocimiento sobre la cristia-nizacin de las necrpolis cordobesas experiment un nuevo impulso con el trabajo de A. Len y S. Jurado (2010) sobre el suburbio occidental.

    Con el presente estudio pretendemos contribuir modestamente al conocimiento sobre los or-genes de la presencia cristiana en la ciudad a travs de un epgrafe, hasta ahora indito4. En caso de confirmarse las premisas aqu sostenidas, constituira el testimonio arqueolgico cristiano ms antiguo de la ciudad de Crdoba.

    CONTEXTO ARQUEOLGICO: LA NECRPOLIS NORORIENTAL DE CRDOBA

    En el suburbio nordeste de la ciudad, a una distancia de poco ms de un kilometro en lnea recta desde la conocida como Puerta de Roma (aproximadamente, en las intersecciones entre las actuales calles Alfaros, Capitulares y Alfonso XII); se localizaba un amplio sector de necrpolis que ha visto la luz en varias de las excavaciones realizadas en la zona. En esta ocasin nos interesan los resultados obtenidos durante la intervencin arqueolgica practicada en el solar sito en Ronda del Marrubial, esquina C/ Poeta Sols y C/ Sagunto (n 1, Lm. 1); incluido en la zona 11 del PGOU-2001 de la ciudad de Crdoba5.

    Teniendo en cuenta el modelo de distribucin de las reas funerarias propio del mundo romano (segn el cual los enterramientos se distribuan y concentraban en torno a las vas de comunicacin que partan de la ciudad) as como la proximidad al solar de dos de las calzadas romanas ms tran-sitadas de la ciudad, no debera extraarnos la presencia de necrpolis en este sector extramuros. Concretamente, el solar que nos ocupa se localiza a medio camino entre el Alio itinere a Corduba Castulone (ramal de la Via Augusta que una los municipios de Corduba y Castulo) que, saliendo de la antes citada Puerta de Roma, discurre bajo las actuales calles San Pablo, Realejo, Santa Mara de Gracia y Mara Auxiliadora; y el Item a Corduba Emeritam, que transcurra un poco ms al norte, bajo el trazado actual de la Av. De las Olleras y casi en paralelo al anterior hasta llegar al entorno del San-tuario de Nuestra Seora de Linares y desde all alejarse ascendiendo por Sierra Morena (MELCHOR, 1995: 115-122; 2009: 173) (Lm. 2)6.

    Necrpolis como la que nos ocupa formaban parte esencial de los surburbia cordobeses, don-de, alrededor del ncleo urbano y directamente relacionadas a las vas de comunicacin, llegaron a alcanzar una extensin aproximada de en torno a una milla de distancia del recinto amurallado de la ciudad (RUIZ OSUNA, 2010: 382); quedando as configurado un amplio paisaje extraurbano en

    4 Indito en cuanto no publicado; ya que, con anterioridad, el epgrafe ha sido objeto de estudio por parte de su exca-

    vador, Manuel Morales Toro, en cuyo informe preceptivo, entregado en la Delegacin de Cultura de la Junta de Andaluca en

    Crdoba y pendiente de publicacin en el prximo nmero del Anuario Arqueolgico de Andaluca (correspondiente a las in-

    tervenciones efectuadas durante el ao 2007), ya apuntaba el posible carcter cristiano del mismo (MORALES TORO, 2008).

    De igual manera, Sandra Ortega Pascual, en su TFM titulado Ronda del Marrubial, esquina Poeta Sols. Un nuevo sector

    funerario en el rea nororiental de Corduba, dirigido por el Prof. Vaquerizo, profundizaba sobre esta idea, aportando nuevos

    e interesantes criterios al respecto (ORTEGA, 2012). Por nuestra parte, ya tuvimos la ocasin de presentar un primer avance

    y lectura sobre el mismo epgrafe durante el Congreso Internacional El Siglo de Osio de Crdoba, cuyas actas an estn en

    prensa (ALORS et alii., 2014).5 A.A.P. desarrollada entre 8 de enero y 28 de noviembre de 2007 por D. Manuel Morales Toro.6 Sobre la infraestructura viaria de poca romana en Crdoba destacan las publicaciones de Enrique Melchor (MEL-

    CHOR, 1994; 1995 y 2009)

  • [ 108 ] Ciudad y territorio: transformaciones materiales e ideolgicas entre la poca clsica y el Altomedioevo Crdoba, 2014

    Eduardo Cerrato Casado

    Lm. 1. Plano catastral con el

    solar objeto de la

    intervencin.

    el que el espacio era compartido por reas cementeriales, establecimientos fabri-les, villas e incluso grandes edificios de espectculos7.

    Respecto al uso funerario de esta zona en poca clsica, debemos destacar varios testimonios de eruditos locales en los que se reporta el hallazgo casual de restos humanos, elementos de ajuar, estructuras o epgrafes funerarios en las inmediaciones de nuestro solar. Ruiz Osuna (2007) ya dej constancia de las grandes posibilidades que brinda la historiografa local como herramienta para la reconstruccin del mundo funerario cordobs; y aunque de algunos de estos testimonios ya se tomaron nota en trabajos anteriores (VAQUERIZO, 2002: 180; 2003: 320; RUIZ OSUNA, 2007: 28) convendr reproducirlos tambin aqu.

    En el primero de ellos, Luis Maraver y Alfaro (1814-1886)8 relata el des-cubrimiento, cercano a la Puerta de Plasencia (Plaza Cristo de Gracia), de un epgrafe marmreo dedicado a Valeria, de 19 aos9; el cual, atendiendo a sus pocas abreviaturas parece que debe referirse su ereccin a la declinacin del Imperio (MARAVER Y ALFARO, 1866: 353). En el mismo trabajo, Maraver

    7 El fenmeno de los suburbios (entendidos de forma diacrnica) ha sido objeto de estudio

    por parte del grupo de investigacin Ssifo (HUM-236) y tratado de forma monogrfica en el Congreso

    Internacional Las reas Suburbanas en la ciudad histrica. Topografas, usos, funcin (celebrado

    en Crdoba entre el 19 y el 21 de octubre de 2010) (VAQUERIZO, 2010).8 Cronista, mdico y conservador del Museo Arqueolgico. Fue uno de los pioneros de la

    Arqueologa en la provincia de Crdoba al iniciar las excavaciones de la Necrpolis de los Collados,

    cercana al Cerro de la Cruz de Almedinilla (VAQUERIZO, 1988).9 Valeria [- - -] / hic sita est vix(it) an(nos) / XIX tibi t(erra) s(it) levis (CIL II2/7, 551)

  • EL EPGRAFE FUNERARIO DE CERMATIUS: UN TESTIMONIO ARQUEOLGICO DEL PRIMER CRISTIANISMO CORDOBS?

    [ 109 ]Monografas de Arqueologa Cordobesa 20 Pginas 105-120 ISBN 978-84-9927-163-7

    Lm. 2. Plano de situacin de la ciudad

    de Corduba en el

    siglo IV. En la esquina

    superior derecha

    aparece localizado el

    sector de necrpolis

    que estudiamos

    (planimetra:

    Convenio GMU-UCO)

    y Alfaro, narra otro interesante hallazgo en las inmediaciones: Sacando barro para las olleras en el sitio llamado el Marrubial, se descubri un sepulcro de mrmol blanco, y en l una olla con huesos y muchos carbones. Tambin haba en l muchos brinquillos juguetes de barro vidrio, que se destruyeron en su mayor parte al descubrirse () junto con una losa de mrmol blanco, y lijeros tintes morados, en la cual estaba grabada la inscripcin siguiente (MARAVER Y ALFARO, 1866: 353-354). Sin duda, se trata del descubrimiento de los restos de una tumba monumental que guardaba una urna cineraria acompaada de abundante ajuar infantil compuesto de ungentarios y terracotas10; adems del conmovedor epgrafe que los padres de Egnatia Florentina dedican a su hija, fallecida prematuramente11.

    10 Estos peculiares elementos de ajuar han sido objeto de estudio por parte de Desiderio

    Vaquerizo, en un primer momento limitando su anlisis a un grupo hallado en sendos emplaza-

    mientos de la necrpolis septentrional (inmediaciones de Ronda del Marrubial y Puerta del Colodro)

    (VAQUERIZO, 2003), y posteriormente, mediante una monografa en la que analiza 56 terracotas

    figuradas procedentes de Crdoba, relacionndolas con el resto de ejemplos hispanos y del occidente

    del Imperio (VAQUERIZO, 2004).11 Egnatia Florentina / h(ic) s(ita) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis) / quod parenti facere debuit

    / filia id immature filiae / fecit pater (CIL II2/7, 452).

  • [ 110 ] Ciudad y territorio: transformaciones materiales e ideolgicas entre la poca clsica y el Altomedioevo Crdoba, 2014

    Eduardo Cerrato Casado

    Lm. 3. Plano de situacin de las

    intervenciones y

    hallazgos analizados

    en relacin a las vas

    de comunicacin.

    Siete aos despus, en 1870, Teodomiro Ramrez de Arellano (1828-1909)12 consigna el siguiente relato en su clebre Paseos por Crdoba: se pre-sentaron algunos carreros comisionados en comprar huesos, con destino las fbricas de guano, y sin que sepamos quien fu el primero, empezaron a sacar aquellos de este campo, llegndose a juntar cerca de doscientas personas de todas edades, en esta faena, asegurndose que eran de las bestias que an-tiguamente arrojaban en aquel egido, pues no de otra manera podia haber tanta abundancia, y no sera estrao que entre ellos hubiese algunos de los desgraciados muertos all de la desastrosa manera que hemos consignado13 (RAMREZ DE ARELLANO, 1873: 120). El considerable nmero de buscadores de huesos (cerca de 200) y su aparente xito hacen que nos inclinemos ante la posibilidad de que estos expoliadores dieciochescos realmente estuvieran profanando las necrpolis de la zona (sin poder determinar la cronologa de las mismas)14.

    La investigacin reciente refiere el hallazgo de abundantes sarcfagos en la llamada Huerta Patricio, cercana a la puerta de Plasencia, y su conservacin en

    12 Marqus de la Fuensanta del Valle. Escritor, periodista, dramaturgo y ensayista. Miembro

    de la Real Academia de Crdoba y la Real Academia de Historia, cronista oficial de Crdoba y vice-

    presidente de la Comisin Provincial de Monumentos. 13 Ramrez de Arellano introduce este comentario a propsito de las ejecuciones en la hoguera

    dictadas por el Tribunal de la Inquisicin14 Obsrvese que el erudito seala que no sera estrao que entre ellos hubiese algunos de

    los desgraciados muertos all de la desastrosa manera que hemos consignado; es decir, Ramrez

    de Arellano da por hecho que la extraordinaria concentracin de huesos no se debe nicamente a la

    coincidencia en el lugar de los quemaderos inquisitoriales.

  • EL EPGRAFE FUNERARIO DE CERMATIUS: UN TESTIMONIO ARQUEOLGICO DEL PRIMER CRISTIANISMO CORDOBS?

    [ 111 ]Monografas de Arqueologa Cordobesa 20 Pginas 105-120 ISBN 978-84-9927-163-7

    colecciones privadas cordobesas (IBEZ, 1983: 383; CASTRO, 1977: 445)15. Al iniciar un anlisis pormenorizado de la informacin recopilada sobre otras intervenciones arqueolgicas realizadas en solares prximos, advertimos que una decena de metros ms al sureste, en las instalaciones militares del antiguo Cuartel de Lepanto, slo se ha podido confirmar la presencia de algn tipo de asentamien-to rural de escasa entidad que no continuara funcionando ms all del tercer cuarto del siglo I d.C., as como la ausencia total de restos de necrpolis o enterramientos (MURILLO y LEN: 2001: 110) (Lm. 3, n 5). Sin embargo, ms al noroeste, diferentes excavaciones practicadas en los mrgenes de la actual Av. De las Olleras (Antigua va Corduba-Emerita) han puesto al descubierto la existencia de vas secundarias de carcter eminentemente funerario, paralelas a la via Augusta. (), con un recorrido E-O (RUIZ OSUNA, 2007: 34)16. Estos hallazgos, unidos a la prolongacin, tambin por el noroeste, del suelo destinado a necrpolis en el colindante solar de Ronda del Marrubial, es-quina C/ Poeta Solis y C/ Vazquez Venegas (PENCO, 2004) (Lm.1, n 2; Lm. 3, n 2); hacen que creamos ms oportuno relacionar nuestro sector de necrpolis con el Iter a Corduba Emeritam. En cualquier caso, y a la espera de futuras intervenciones en la zona, parece que el terreno funerario se prolonga sin solucin de continuidad en direccin a la calzada que discurre ms al norte; mientras que los sondeos negativos practicados por J. Fco. Murillo y A. Len en el antiguo cuartel de Lepanto (MURILLO y LEN: 2001) indican una posible desconexin fsica entre este sector funerario y la Via Augusta, ms al sur.

    Tambin debemos sealar la presencia de una villa tardorromana (s. I-IV d.C.) documentada, de igual manera, un poco ms al norte, en la misma Ronda del Marrubial (ORTIZ RAMREZ, 2011: 258). Resulta bastante sugerente proponer que el mismo camino privado que se pudo documentar durante el proceso de excavacin y que daba acceso a la villa por el sur, servira, tambin, de va de acceso al sector de necrpolis que estudiamos, cuyas tumbas quedaran dispuestas en torno a esta va de servicio perpendicular a las otras dos principales (Lm. 3, n 6). As, quedara dibujado este sector concreto del extrarradio cordobs, comprendido entre dos de las calzadas ms transitadas de la ciudad y en el que el espacio era compartido por grandes villae suburbanas y tumbas articuladas en torno a uno o varios caminos secundarios que daran acceso a monumentos funerarios y residencias por igual.

    RONDA DEL MARRUBIAL, ESQUINA C/ POETA SOLS Y C/ SAGUNTO

    Durante la intervencin arqueolgica del solar que nos ocupa se individualizaron cinco fases arqueol-gicas: la ms reciente, moderna-contempornea, con estructuras pertenecientes a un edificio del siglo XX y huellas de un uso agropecuario del solar en poca moderna (pozo, aljibe y abrevaderos); una fase anterior de viviendas y almacenes tardoislmicos (siglos XI-XIII) a la que precede una necrpolis mozrabe de 209 sepulturas con orientacin SW-S/NE-N (siglos IX-XII); un complejo alfarero emiral (siglos VIII-IX), y una primera fase cementerial tardoantigua. (MORALES TORO, 2008: 12-30). Con-vendra sealar que no se observa sintona entre estas fases histricas y las identificadas, cuatro aos antes, durante los trabajos desarrollados en el solar contiguo. Efectivamente, en el solar de Ronda del Marrubial, esquina C/ Poeta Solis y C/ Vazquez Venegas (Lm. 1, n 2) no se recuper ninguna fase

    15 No hemos logrado recopilar mayor informacin respecto a la noticia del hallazgo de tan singulares elementos fune-

    rarios. Somos conscientes de que la utilizacin de sarcfagos y por tanto el rito de la inhumacin no es privativo de la tardo-

    rromanidad cristiana. Inhumacin y cremacin conviven desde poca clsica, pero por ello no debemos descartar la presencia

    de una necrpolis cristiana temprana que explicara la concentracin de dichos elementos en la zona.16 Nos referimos a las intervenciones efectuadas en Av. De las Olleras n14 (MARFIL, 1997; PENCO, MARFIL, BLA-

    NES y BAENA, 1993) (Lm. 3, n 4), y, sobre todo, Manzana 4 del Plan Especial de Reforma Interior SC-2a (LPEZ JIM-NEZ, 2009) (Lm. 3, n 3). Debemos destacar esta ltima debido a la singularidad y buen estado de conservacin de la via sepulchralis all documentada, donde se han podido estudiar los recintos y acotados funerarios (indicatio pedaturae inclusive)

    que se disponan en torno a la calzada (VAQUERIZO, 2008: 73-76; VAQUERIZO y SNCHEZ MADRID, 2008: 121-126).

  • [ 112 ] Ciudad y territorio: transformaciones materiales e ideolgicas entre la poca clsica y el Altomedioevo Crdoba, 2014

    Eduardo Cerrato Casado

    Lm. 4. Fase tardoantigua de la

    necrpolis aparecida

    en Ronda del

    Marrubial, esquina

    C/. Poeta Sols y C/.

    Sagunto (facilitado

    por Manuel Morales

    Toro).

    de ocupacin cementerial tardoantigua; por el contrario, s se pudo documentar una importante fase de cremacin, fechada en poca julio-claudia, que no tiene prolongacin en el solar objeto de nuestro estudio (PENCO, 2004). En este senti-do, conviene recordar que las reas funerarias romanas no eran continuas; menos an cuanto mayor es la distancia respecto al recinto amurallado de la ciudad. Los espacios funerarios son amplias extensiones de terreno y su existencia a lo largo del tiempo es prolongada; por lo que la casustica resulta bastante grande: las necrpolis experimentan desmontes, amortizaciones, abandonos, procesos de revitalizacin posteriores

    En la primera fase de ocupacin, justo encima del nivel geolgico, se pudo documentar una necrpolis compuesta por 56 inhumaciones que se extiende prcticamente por todo el periodo tardoantiguo (siglos III y VII d.C.). Todas las tumbas (excepto un porcentaje poco significativo) presentan una orientacin NO-SE o SO-NE con cadveres depositados en decbito supino (Lm. 4) y en perfecta conexin anatmica, lo que ha permitido deducir, en algunos casos la utilizacin de mortajas y sudarios; as como de fretros de madera de los que se

  • EL EPGRAFE FUNERARIO DE CERMATIUS: UN TESTIMONIO ARQUEOLGICO DEL PRIMER CRISTIANISMO CORDOBS?

    [ 113 ]Monografas de Arqueologa Cordobesa 20 Pginas 105-120 ISBN 978-84-9927-163-7

    han conservado clavos. Las fosas son simples o en cistas con paredes de sillarejos, ladrillos y otros materiales reaprovechados, y las cubiertas variadas: losas de arenisca, caliza, tegulae, a la capucci-na (MORALES TORO, 2008: 26-30).

    Entre las distintas estructuras exhumadas durante la campaa de excavacin destaca por su sin-gularidad la presencia de un recinto funerario con unas dimensiones aproximadas de 870 x 910 cm, del que se conserva la zanja de cimentacin (de una anchura de 80 cm) rellenada de mampuestos de pequeo tamao y sobre la que se dispusieron paredes de tapial. Este recinto albergaba las sepulturas de tres individuos (tumbas 246, 247 y 248), posiblemente miembros de un mismo grupo familiar. No es la primera vez que se documenta una estructura de caractersticas similares en el contexto de una necrpolis cristiana (o al menos tarda) de la ciudad de Crdoba. Otros ejemplos documentados en Avda. del Aeropuerto17 (IBEZ CASTRO, 1987), Parque Infantil de Trfico (CASTRO DEL RIO, PI-ZARRO y SNCHEZ RAMOS, 2004); Manzana de Banesto (SNCHEZ RAMOS, 2010: 185 y 293); o, ms recientemente, Calle Sama Naharro esquina Msico Cristbal de Morales (APARICIO, 2009), han sido datados dentro de una horquilla temporal que va desde finales del siglo III a finales del IV. Sin embargo, el recinto funerario aparecido en el sector de necrpolis que ahora analizamos resulta, a todas luces, mucho ms tardo18.

    De entre los tres enterramientos que se dispusieron en su interior destaca el nmero 246, con unas dimensiones en planta de 138 x 80 centmetros. Se trata de una cista ligeramente trapezoidal cuyas paredes laterales se revistieron con cuatro hiladas de ladrillos (de 21 x 34 x 5 cm. y relieves epigrficos con la frmula [N]ICARE // SOLLEMNIS // NICARE // SOLLEMNIS19. La cubierta de la sepultura consta de dos piedras calizas de corte regular y planas sobre las que se dispuso un tmulo realizado con mampuestos de pequeo y mediano tamao, sobresaliendo unos 40 centmetros sobre el nivel del suelo (MORALES TORO, 2008: 27). Los restos humanos (pertenecientes a un individuo infantil) se encontraron en muy mal estado, en desconexin anatmica y apilados en uno de los extre-mos de la cista (no se sabe si a causa de movimientos postdeposicionales, o porque en realidad nos encontramos ante una deposicin secundaria).

    Los ladrillos con inscripcin Sollemnis Nicare de las paredes de la cista no son desconocidos dentro del contexto tardoantiguo cordobs20; ya que, con anterioridad, han aparecido reutilizados en pavimentos relacionados con la adaptacin del aula triconque de Cercadilla como edificio de culto (HIDALGO, 2002: 347); y en otro conjunto visigodo (siglo VII) del entorno de la Puerta del Puente (VARGAS et al., 2007: 166). Este tipo de ladrillos aparecen con mayor profusin en varios yaci-mientos del trmino municipal de Montilla21: revistiendo una cista funeraria cercana al yacimiento de El Chorrillo (SNCHEZ VELASCO, MORENO ROSA y GMEZ MUOZ, 2009: 140), en Villa de la Lmpara, Huerta de los Laureles o El Molinillo (CANTO, 2000: 169), o los referenciados como de procedencia cordobesa en la coleccin de Pedro Leonardo de Villacevallos (GIMENO y STYLOW, 2003: 203-204), fechados por el propio Stylow entre los siglos VI y VII, lo que nos proporcionara una cronologa bastante segura para la tumba 246 y aproximada para el propio recinto funerario y el resto de sepulturas en l comprendidas. Para Stylow, SOLLEMNIS sera el nombre del obispo co-mitente de las obras en las que se emplearon los ladrillos, mientras que NICARE sera el imperativo del verbo deponente nicari (traducido del griego) (STYLOW, 1997). Alicia Canto, por su parte, cree

    17 Publicado en su da en un trabajo titulado Intervencin Arqueolgica de Urgencia en el solar n 12 de la Avenida

    Teniente General Barroso y Castillo, de Crdoba (IBEZ, 1987). Las publicaciones posteriores han continuado citndolo con

    la antigua nomenclatura del callejero.18 O al menos levantado en un segundo momento de ocupacin de la necrpolis, ya que su zanja de cimentacin corta

    algunas las tumbas ms antiguas (tumba 241).19 La inscripcin se desarrolla a lo largo de los cantos del ladrillo: el trmino NICARE en los lados ms cortos, mientras

    que SOLLEMNIS queda reservado para los largos. 20 CIL II2/7, 699.21 CIL II2/5, 560.

  • [ 114 ] Ciudad y territorio: transformaciones materiales e ideolgicas entre la poca clsica y el Altomedioevo Crdoba, 2014

    Eduardo Cerrato Casado

    que este segundo trmino vendra a suponer una especie de mensaje publicitario que, a travs de un juego de palabras, alude a la excelente calidad del material constructivo (CANTO, 2000: 169).

    EL EPGRAFE FUNERARIO DE CERMATIUS UN TESTIMONIO ARQUEOLGICO DEL PRIMER CRISTIANISMO CORDOBS?

    En el inventario de materiales de la intervencin arqueolgica figura un epgrafe de carcter funerario (ref.: 851) que, si bien ha pasado en buena medida desapercibido, participa de ciertas caractersticas formales que hacen que, de confirmase nuestras sospechas (planteadas con anterioridad por Morales Toro y Sandra Ortega en sendos trabajos inditos), nos encontremos ante el primer testimonio arqueo-lgico de la presencia del cristianismo en la ciudad de Crdoba.

    Dicho epgrafe se encontr fuera de su contexto original, reutilizado junto al lateral de la se-pultura de un recin nacido (tumba 252). Se trata de una placa de mrmol blanco con vetas ocres, unas dimensiones de 42,5 cm. de altura por 44 de anchura mxima, y entre 2 y 2,8 cm. de grosor. Conserva el borde original superior, inferior y lateral izquierdo, estando rota por la derecha, lo que no impide establecer con meridiana seguridad que se trata de una composicin potica compuesta en hexmetros. Los bordes de la pieza, a excepcin del exterior, se encuentran biselados (Lm. 5).

    El texto se encuentra distribuido en siete lneas con letras de tamao variable: las seis primeras en torno a los 3,5 cm; mientras que el texto de la ltima se agranda hasta alcanzar los 4,5 - 5 cm. Segn el informe facilitado por el director de las excavaciones, el texto cuenta con una nica lnea gua incisa marcando el campo epigrfico a cuatro centmetros del borde superior. Dicho campo epi-grfico tiene una anchura de 33,5 cm.

    A continuacin ofrecemos una lectura del texto:

    CERMATI VITAM IUS SEM[PER?---] / QUEM DOMINUS IUSSIT NASC[I?---] / QUI VIXIT ANNIS VIII DUO ET [---] / O FELICE GENUS QUI PER T [---] / LUXURIAE TANTUM PLENUS [---] / NATUM GAUDENTEM +++ [---] / IN QUEM NOS SP[ERAMUS?---]

    La letra que se emplea en la inscripcin (con atributos de libraria, pero con un mdulo bastante cuadrado) muestra unas caractersticas formales que permiten fijar la cronologa entre la segunda mitad del siglo II y la primera mitad del III d.C. Concretamente la letra G del trmino GAVDENTEM o la caracterstica C inicial son rasgos distintivos de poca severa.

    Lo primero que llama la atencin al analizar los elementos que componen este carmen funerario es lo inusual del nombre del difunto. En efecto, Cermatius es cognomen indito dentro de los catlo-gos de inscripciones hispanas y del cual no hemos podido encontrar ms ejemplos. Slo conocemos otro epgrafe funerario dedicado a Vomantus Cermatius procedente de la provincia del frica Procon-sular, concretamente de la antigua ciudad de Sicca Veneria (actual El Kef, Tnez)22.

    A simple vista pudiera extraarnos la no inclusin de formulas funerarias tpicamente cristianas, siempre presentes en este tipo de epgrafes. Sin embargo, el uso de expresiones del tipo famulus/a Dei, recessit o requievit in pace, crismones y otros smbolos inequvocamente cristianos tardar algo ms en generalizarse. Sin duda, como afirma Elena Muiz Grijalvo, de alguna manera, el cristianismo dio a luz al concepto de un espacio funerario confesional. Pero el proceso dur al menos dos siglos (MUIZ GRIJALVO, 2002: 126); es decir, en un principio los fieles cristianos no se identificaban como tales en sus sepulturas, ni ponan especial empeo en enterrarse junto a otros creyentes; de hecho, tanto los mximos representantes de las primeras comunidades (Pedro y Pablo), como los primeros mrtires de los siglos I y II fueron sepultados en cementerios pblicos paganos que no experimentaran su proceso de cristianizacin hasta un segundo momento. Salvo excepciones muy localizadas no podemos hablar de necrpolis exclusivamente cristianas hasta principios del

    22 D(is) M(anibus) s(acrum) / Vomantus / Cermatius / vixit annis / XXXII h(ic) s(itus) (CIL VIII, 16212).

  • EL EPGRAFE FUNERARIO DE CERMATIUS: UN TESTIMONIO ARQUEOLGICO DEL PRIMER CRISTIANISMO CORDOBS?

    [ 115 ]Monografas de Arqueologa Cordobesa 20 Pginas 105-120 ISBN 978-84-9927-163-7

    III23; y, sobre todo, hasta la Paz de la Iglesia inaugurada por Constantino I. Con anterioridad, la ne-cesidad de distinguir a sus muertos del resto de la poblacin romana no era una prioridad para una comunidad cristiana que todava sufra persecuciones; de forma que las sepulturas cristianas (y sus epitafios) participaran de las caractersticas del resto de sepulturas de la mayora de la poblacin pagana (ESCOL, 2004: 154; MARTN LPEZ, 2011: 255). A lo sumo se introducan alusiones, un tanto veladas o indirectas, a conceptos cristianos dentro de los carmina epigraphica; pero siempre en sintona con parmetros asumibles dentro de la tradicin epigrfica clsica. Recordemos que las costumbres funerarias, ritos, usos y hbitos sociales ligados a la muerte y el trance al Ms All per-tenecen a aquellas superestructuras mentales ms arraigadas en el imaginario popular y, por tanto, ms reacias al cambio y la evolucin.

    El caso de Cermatius bien podra encuadrarse dentro de este tipo de tradicin epigrfica cris-tiana an en fase de gestacin. Ello, unido a las lagunas presentes en el texto, hace que nos encon-tremos ante un epgrafe susceptible de ser interpretado desde diversos puntos de vista; ya que las posibles menciones al Dios cristiano que figuran en la segunda y sptima lnea no son lo suficien-temente explcitas como para permitirnos hacer una lectura manifiestamente cristiana del epgrafe sin ofrecer el beneficio de la duda a otras posibilidades. Somos conscientes de las objeciones que se pueden esgrimir ante la existencia de epigrafa cristiana hispana con anterioridad al siglo IV. Aun as, ofrecemos algunas de las consideraciones que han hecho que nos inclinemos por una interpretacin en clave cristiana.

    Si bien la palabra DOMINUS puede referirse a otro sujeto (no necesariamente el Deus cristia-no); debemos hacer constar que el sentido que cobra la frase completa (QUEM DOMINUS IUSSIT NASC[I?]) guarda un extraordinario paralelismo con algunas de las ms antiguas formulas rituales de la Iglesia altomedieval: segn el Ordo qualiter agatur in obsequium defunctorum (Ordo Romanus, 49, n7)24, los presentes en un funeral deban repetir, como antfona al salmo 42 (Lamento del levita desterrado), la frmula Tu iussisti nasci me, domine25, en clara alusin a la resurreccin despus de la muerte al final de los das (KAULICS, 2011: 59-60; ORTEGA, 2012: 91). Una frase idntica tambin es consignada en el Incipit de migratione animae26, que forma parte del conocido como Eighth-century Gelasian Sacramentaries, compilado durante el reinado de Pipino el Breve (751-768) con el fin de poner orden dentro de las particularidades litrgicas del Reino franco (PALAZZO, 1998: 46-48). Ambos ejemplos resultan bastante posteriores a la fecha propuesta para el epgrafe de Cermatius; sin embargo, los expertos no dudan a la hora de asegurar que las frmulas recogidas en estos misales altomedievales tienen su origen en tradiciones mucho ms antiguas que pueden remontarse a los primeros pasos de las comunidades primitivas. En el caso que nos ocupa, ambos textos parecen tener su origen comn en cierto pasaje de Primera de Tesalonicenses27 y en la creencia en la resurreccin de la carne (considerada como un nuevo nacimiento que tendr lugar al final de los das, a la orden dada por Dios).

    23 Por ejemplo, el fenmeno de las catacumbas en Roma.24 Se trata de una compilacin de directrices litrgicas que sirvieron de gua para las celebraciones (misas, bautismos,

    funerales, ordenaciones sacerdotales, dedicacin de templos) de las comunidades cristianas de la Alta Edad Media. Esta

    gua litrgica est compuesta de un total de 50 ordines de diferente origen y cronologa. La primera copia que se conserva

    del Ordo 49 data del siglo XI; sin embargo, los estudiosos coinciden en adelantar su composicin definitiva hasta la Roma del

    siglo VIII (PALAZZO, 1998: 175-186). 25 Et postea ponitur in ecclesia / interim. A[nt.] Tu iussisti nasci me, / domine. Ps. Quemadmodum. / A[nt] In paradiso

    dei ducant te angeli / adventu suscipiant te martyres, perducant / te in civitatem sanctam hierusalem. Ps. / Cum invocarem.26 Deinde incipiunt canere psal[mum]: / Quemadmodum, cum anteph[ona]: Tu / iussisti nascere mi, domine. Postea

    letania: / Christe, audi nos.27 El Seor mismo, a la orden dada (in iussu) por la voz de un arcngel y por la trompeta de Dios, bajar del cielo,

    y los que murieron en Cristo resucitarn en primer lugar (1 Ts, 4, 16).

  • [ 116 ] Ciudad y territorio: transformaciones materiales e ideolgicas entre la poca clsica y el Altomedioevo Crdoba, 2014

    Eduardo Cerrato Casado

    Lm. 5. Epgrafe funerario de

    Cermatius (facilitada

    por ngel Ventura

    Villanueva).

    Del mismo modo, en las catacumbas de San Calixto (Roma) podemos leer el epgrafe que el dicono Severo mando labrar para el cubculo que servira de sepultura a l y su familia28. En este epgrafe (destacado por ser el primer do-cumento en el que se denomina Papa al obispo de Roma), Severo, al referirse a su hija fallecida prematuramente, introduce la expresin quam dom(inu)s nasci mira sapientia et arte / iusserat in carnem quod corpus pace quietum (FELLE, 2010: 498). La correspondencia entre los epgrafes de Cermatius y del dicono Severo (fechado durante el pontificado del Papa Marcelino entre 296 y 304), lejos de ser casual, viene a reforzar nuestra teora sobre la naturaleza cristiana del ejemplar cordobs.

    28 Cubiculum duplex cum arcisoliis et luminare / iussu p(a)p(ae) sui Marcellini diaconus iste

    / Severus fecit mansionem in pace quietam / sibi suisque memor quo membra dulcia somno / per

    lonum tempus factori et iudici servet / Severa dulcis parentibus et famulisque(!) / reddidit

    VIIII Febr(u)arias viro Kalendas / quam dom(inu)s nasci mira sapientia et arte / iusserat in carnem quod corpus pace quietum / hic est sepultum donec resurgat ab ipso / quique animam ra-puit spiritu sancto suo / castam pudicam et inviolabile semper / quamque iterum dom(inu)s spiritali

    gloria reddet / quae vixit annos VIIII et XI menses / XV quoque dies sic est translata de saec(u)lo

    (ICUR IV, 10183)

  • EL EPGRAFE FUNERARIO DE CERMATIUS: UN TESTIMONIO ARQUEOLGICO DEL PRIMER CRISTIANISMO CORDOBS?

    [ 117 ]Monografas de Arqueologa Cordobesa 20 Pginas 105-120 ISBN 978-84-9927-163-7

    Para terminar, la sptima lnea (IN QUEM NOS SP[ERAMUS?---]) vuelve a reflejar la novedad del mensaje cristiano con respecto a la esperanza de la resurreccin despus de la muerte. En la ver-sin latina de la Primera Epstola a los Corintios volvemos a encontrar la misma frase utilizada tam-bin en relacin al concepto de la resurreccin: sed ipsi in nobis ipsis responsum mortis habuimus ut non simus fidentes in nobis sed in Deo qui suscitat mortuos qui de tantis periculis eripuit nos et eruet in quem speramus quoniam et adhuc eripiet29. En este sentido, no son extraos los ejem-plos de inscripciones paleocristianas que reproducen versculos del Nuevo Testamento. Este tipo de inscripciones, en tono parantico, son habituales decorando edificios de culto y colocadas en lugares visibles para facilitar su lectura con el fin de llamar la atencin a los fieles sobre su presencia en un lugar sagrado o exhortndolos a participar en los cultos (ESCOL, 2004: 159). Pero tambin pueden ser utilizadas en inscripciones fnebres, formando parte de los carmina epigraphica. Es el caso del interesante epgrafe de Pascentius30, hallado en la necrpolis visigoda de Torre Baja (Pueblonuevo del Guadiana, Badajoz); en el que se mezcla la tradicin potica pagana representada por versos casi exactos de Virgilio con el smil cristiano del atleta y su premio despus de competir, presente en varias epstolas paulinas (Flp. 3, 14; II Tim. 4, 7-8) (RMIREZ, SBADA, 1991).

    EN CONCLUSIN: UNA ARQUEOLOGA DE FRONTERA.

    Con el fin de romper con la ptica tradicional propia del academicismo espaol de principios del siglo pasado (que acuda a mticos y legendarios viajes apostlicos para explicar los orgenes del cristia-nismo patrio), en los ltimos aos, la comunidad cientfica contempornea ha venido sosteniendo una tesis segn la cual, hemos de aceptar que la cristianizacin de Hispania se produjo en fechas tardas, no antes del siglo III (FERNNDEZ UBIA, 2007: 435). De hecho, Arqueologa y Proso-pografa no han logrado avanzar mucho ms all del siglo IV y el ascenso de Constantino el Grande a la hora de determinar la posible naturaleza o el carcter cristiano de restos materiales, conjuntos arquitectnicos o grandes personajes de la elite hispana. En este sentido, incluso Manuel Sotomayor llegar a asegurar que de los tres primeros siglos de nuestra era no existe testimonio arqueolgico cristiano alguno en toda Espaa (SOTOMAYOR, 2006: 156). Sin embargo, estos autores no niegan la posibilidad de que con anterioridad a estas fechas existiera algn cristiano aislado que viajara o viviera en la Pennsula ya en el siglo I o incluso que se formara alguna pequea comunidad que no ha dejado rastro histrico (FERNNDEZ UBIA, 2007: 435). Es decir, no existen razones su-ficientes para negar que el mensaje cristiano alcanzara la Pennsula Ibrica ya en el siglo II o antes. El problema reside en la incapacidad de la ciencia histrica actual para identificar los testimonios materiales generados por estos pioneros cristianos de los tres primeros siglos de nuestra era.

    Sin embargo, recientemente se ha producido un interesante (y no exento de debate) hallazgo arqueolgico que bien pudiera estar reflejando la presencia de estas primeras comunidades cristia-nas hispanas que haban permanecido mudas hasta la fecha. Se trata de la aparicin de un crismn inscrito en una corona de mirto, pintado en la pared de una cmara subterrnea perteneciente a una domus emeritense situada en el decumano mximo a su entrada en la ciudad. Tan peculiar ele-mento decorativo ha hecho plantearse a sus excavadores la posibilidad de hallarse ante una domus ecclessiae fechable a finales del siglo III o principios del IV. Somos conscientes de las dudas que puede plantear dicha afirmacin, mxime cuando un crismn decorativo no implica necesariamente el uso litrgico de la habitacin en la que se inscribe; pero no por ello, podemos negar tan remota posibilidad (HERAS, 2010; SASTRE, 2011: 567; 2012: 22). Independientemente de su uso o no como escenario para la liturgia eucarstica de las primeras comunidades emeritenses, la cisterna de la

    29 En la versin castellana de la Biblia de Jerusaln: Pues hemos tenido sobre nosotros mismos la sentencia de

    muerte, para que no pongamos nuestra confianza en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos. El nos libr

    de tan mortal peligro, y nos librar; en l esperamos que nos seguir librando (2 Cor. 1, 9-10).30 BA18 (CLEHisp). Datado a finales del siglo IV.

  • [ 118 ] Ciudad y territorio: transformaciones materiales e ideolgicas entre la poca clsica y el Altomedioevo Crdoba, 2014

    Eduardo Cerrato Casado

    domus de la Puerta es un excepcional testimonio material de la presencia de comunidades cristianas bastante primitivas en la capital de Lusitania.

    Salvando las distancias, y en caso de que se confirme la hiptesis que defendemos, pensamos que el epgrafe aqu estudiado, al igual que la presencia del crismn en la domus emeritense, podra constituir una evidencia material de los dbiles pasos de un joven cristianismo hispano. En este sen-tido, buena parte de la importancia del epgrafe de Cermatius reside en su inusitadamente temprana datacin; ya que, hasta ahora, el testimonio epigrfico cristiano ms antiguo de la ciudad de Corduba haba sido fechado a finales del IV (SNCHEZ RAMOS, 2007: 195-196) 31.

    Nos encontramos ante un tipo de elementos que, en cierto modo, escapan del paradigma comnmente aceptado por la comunidad cientfica (en este caso rompen con el convencionalismo acadmico que asegura que en Hispania no existen elementos materiales cristianos anteriores al siglo IV); y, por esta razn, generan un mayor nmero de dudas o suspicacias (todas legtimas) a la hora de someterlos a debate.

    Somos conscientes de que nos movemos en terrenos un tanto inestables. Se trata de elementos y hallazgos que nos empujan a realizar una investigacin arqueolgica de frontera (entendida como trnsito social entre dos culturas) que nos permite aquilatar con mayor precisin el momento, las circunstancias y la forma en que la Hispania clsica comienza a mutar y que nos habla del encuen-tro (o frontera) entre una sociedad pagana que no es consciente de que comienza a declinar, y otra cristiana que empieza a dar sus primeros pasos balbuceantes y que en poco ms de un siglo acabar por imponerse a la anterior.

    Tambin podemos hablar de una Arqueologa de frontera en sentido cognitivo; ya que hallazgos como el del epgrafe que nos ocupa permiten dar un importante salto epistemolgico: desde el terreno de lo no descartable al terreno de lo probable; es decir, acaban con la ausencia de pruebas mate-riales que limitaba el discurso de la comunidad acadmica y lo predeterminaba a construir frases del tipo no descartamos la presencia de elementos cristianos en Hispania con anterioridad al siglo IV; y, en cambio, nos permiten sostener dicha presencia con argumentos slidos (o todo lo slidos que la interpretacin del registro arqueolgico, siempre sujeta a un alto grado de subjetividad y debate, nos permite).

    31 Bonae memoriae Victoriae / quae vixit ann(os) XXXVI coniugi / dulcissimae Aur(elius) Fe[lix? - - -] recepta i[n

    pace - - -] (CIL II2/7, 658). Apareci, tambin descontextualizado en un sector de necrpolis localizado en la Calle la Palmera

  • EL EPGRAFE FUNERARIO DE CERMATIUS: UN TESTIMONIO ARQUEOLGICO DEL PRIMER CRISTIANISMO CORDOBS?

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