FRANCO AMERIO - Racionalismo y Empirismo en los ss. XVI I y XVIII - p2
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RACIONALISMO Y EMPIRISMO EN LOS SIGLOS XVII Y XVI II
3. Galileo
Galileo2, creador de la primera ciencia en sentido moderno la
mecnica, ha podido y sabido hacer tambin su teora, aunque no se
halle expuesta en una obra especial a ello dedicada, y haya que
recogerla de los diversos lugares de las obras cientficas y cartas. En el
fondo, la teora galileana de la ciencia no es otra cosa que la reflexin
crtica, la toma de conciencia que tiene Galileo de la ciencia por l
construida. Galileo es, pues, el primer cientfico a la vez que el primer
epistemlogo en sentido moderno.
2 Galileo Galilei. nacido en Pisa en 1564, obtuvo en 1589 la ctedra de matemticas en la Universidad de Pisa, de donde pas en 1592 a la Universidad de Padua. permaneciendo all hasta 1610. Fueron estos los aos ms felices y fecundos en descubrimientos y doctrinas. Este mismo ao, descubiertos los satlites de Jpiterlos satlites medceos, que anunci con el Sidereus nuncius, se traslad a Florencia con el ttulo de matemtico y filsofo del Gran Duque, En 1611 hizo un viaje a Roma, obteniendo un gran triunfo con la presentacin de su anteojo. Al ao siguiente comenzaron los ataques contra el heliocentrismo. por l defendido, y que fue condenado por el Santo Oficio en 1616. Galileo tuvo que prometer no volver a ensearlo o defenderlo. Pero en 1632 la publicacin del Dilogo sobre los sistemas del mundopareci una Infraccin de aquella promesa y prohibicin. Galileo. citado a Roma, fue relegado al lugar por l designado, su villa de Arcetri, donde vivi los ltimos aos en la ejecucin de su obra maestra Discorsi e dirnostrazioni matematiche intorno a dte tuto ve scienze < 1638). Muri en 1642. Sus descubrimientos iniciaron la ciencia moderna. Los que describimos aqu sumariamente. En el campo de la astronoma, con el admirable invento del anteojo, descubri las montaas de la Luna, las fases de Venus, los cuatro satlites de Jpiter, el anillo de Saturno; resolvi la Va Lctea en un conglomerado de estrellas y, finalmente, descubri las manchas solares, disipando as definitivamente el prejuicio aristotlico de una distincin entre la fsica terrestre (del mundo corruptible) y la fsica celeste (del mundo incorruptible). En el campo de la fsica afirm el isocronismc del pndulo, invent el termmetro de aire, el comps geomtrico, el reloj de pndulo y, sobre todo, descubri las leyes del movimiento y las de la cada de los cuerpos, poniendo as las bases de la mecnica. En estas leyes est formulado el principio de inercia; se pone el exacto criterio de medida de las fuerzas, no en la velocidad, sino en el aumento de la misma o aceleracin ; se postula la proporcionalidad de la fuerza de gravedad a la cantidad de la materia (peso).
A las obras recordadas arriba hay que aadir el Saggiatore (1623).
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FRANCO AMERIO
Era una idea difundida que la ciencia tena que construirse
partiendo de la experiencia, y flotaba en el ambiente una desconfianza
en los mtodos aprioristas y deductivos de la ciencia aristotlica. No es
steel antiaristotelismoel mrito de Gali- leo. Su mrito est ms
bien en haber definido con seguridad el mtodo para el conocimiento
de la naturaleza y el carcter que tal conocimiento asume. Cmo
llegar a un conocimiento de la naturaleza que abandone la vaguedad,
la aproximacin, la incertidumbre? Toda certeza es fruto de la razn y
la demostracin es la que da la certeza racional. En la ciencia no se
puede uno contentar con la certeza vulgar, fundada sobre la
materialidad del hecho, sobre la inmediatez del dato; esta certeza
vulgar, en efecto, no sabe justificarse y por lo mismo no puede
comunicarse ni ponerse como universalmente vlida. La
experienciaescribe Galileoes del todo insuficiente; en efecto, en
todos los hechos naturales, por m observables, me asegura el an sit,
pero no me da ningn indicio del quomodo" (Opere, ed. nac., XVIII, p.
208).
Galileo no puede contentarse con una ciencia puramente com-
probativa, descriptiva y aproximativa. La ciencia es demostracin. El
problema fundamental para Galileo es, pues, cmo introducir la
demostracin en la experiencia, cmo encontrar en sta la necesidad,
cmo hacer una fsica demostrativa. Galileo recoge a este propsito la
sugerencia procedente de las matemticas con su naturaleza apodctica
y su discurso demostrativo. Hay que introducir las matemticas en la
naturaleza: la objetividad de la ciencia ir ligada a la experiencia; la
demostratividad y la necesidad irn ligadas a la matemtica.
Igualmente se requieren observacin y razn, hecho y demostracin
para tener ciencia, o sea conocimiento exacto y necesario de los
fenmenos. Pero es posible introducir la matemtica en los
fenmenos, en la naturaleza? S, porque matemtica significa cantidad
y el aspecto cuantitativo es uno de los aspectos del mundo fsico.
Entonces ser necesario tomar el mundo fsico en este su aspecto que,
por otra parte, no es tanto un aspecto junto a todos los otros, cuanto
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un aspecto de todos los otros. ^De este modo, ciencia ser estudio de los
aspectos cuantitativos del mundo material y de los aspectos cualitativos
slo en cuanto reducibles de alguna manera a la cantidad. Se comprende
que Galileo, hablando de las afecciones de los cuerpos, susceptibles
de trato cientfico, enumere el lugar, el movimiento, la figura, la
magnitud, la opacidad, la mutabilidad, la produccin, la disolucin
(Delle macchie solari, en Opere, ed. nac., V, p. 188), entendiendo
produccin y disolucin como simple transposicin de partes. El
inicio de la ciencia no es ya la genrica e imprecisa observacin
baconiana, sino que es una nueva observacin, atenta a la medida de los
diversos aspectos cuantitativos, tanto en su ser como en su devenir, en
funcin del factor tiempo, l tambin de estructura cuantitativa, y por
tanto, matematizable. El resultado a que tiende el proceso inductivo
sobre estas bases matemticas es la determinacin de una relacin
constante, funcional, al menos entre algunos de esos aspectos
cuantitativos. Esta relacin constante, representable matemticamente,
y por ello exactamente, es la ley. Ahora bien, precisamente Galileo pone
en la ley el objeto de la investigacin cientfica; la leyes el objeto de la
ciencia. No es difcil advertir aqu precisamente el momento decisivo de
la epistemologa ga- lileana, que es la que define perspicuamente la
ciencia, distinguindola de la filosofa. En efecto, la filosofa busca la
explicacin ltima de lo real en la naturaleza ntima, en la esencia; es
una bsqueda orientada en sentido cualitativo. La ciencia en cambio,
investiga la ley, las relaciones constantes, conforme a las que suceden
los fenmenos; es, pues, una investigacin orientada en sentido
cuantitativo. La filosofa responde a la pregunta: qu es?, por qu? Es
un conocimiento explicativo de la experiencia. La ciencia a la pregunta:
cmo sucede? Es un conocimiento descriptivo de la experiencia.
Ciencia, en fin, es descripcin legal. Y como tal descripcin no puede
menos de hacer uso de la matemtica, la matemtica es un instrumento
indispensable de la ciencia. As con Galileo la ciencia ha adquirido una
propia fiso
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noma, independizndose de la filosofa. Una cosa es el conocer
filosfico, cualitativo, explicativo; otra, el conocer cientfico, legal,
descriptivo, cuantitativo.
Fcilmente puede medirse la novedad e importancia de este
concepto de ciencia galileano con slo parangonarlo con el ba-
coniano. Bacn no ha captado ni el objetola ley, ni el
instrumentolas matemticasde la ciencia. La ciencia baconiana es
an cualitativa, con nostalgias de explicaciones profundas y de
esencias. En suma, no consigue an distinguirse de la filosofa. Con
Galileo se da el gran paso. La oscura meta a que tendan los esfuerzos,
las esperanzas, los intentos de tantos investigadores y naturalistas del
siglo xiv en adelante, se ha conseguido ahora. La ciencia, finalmente,
ha tomado clara y segura conciencia de s. Deja a la filosofa esencias y
causas, para interesarse tan slo en la exacta descripcin y en la ley.
Respecto a la investigacin cientfica. Galileo escribe la clebre
expresin: Pretender la esencia de las prximas sustancias
elementales me parece tan imposible y vano como pretender la de las
remotsimas y celestes (Delle macchie solari, Opere, V, p. 187).
La ciencia ser tanto ms exacta y fecunda cuanto ms fiel sea a
esta su naturaleza legal y cuanto ms sinceramente acepte sus propios
lmites. Renunciando a las esencias tendr que renunciar tambin al
valor, al significado profundo de las cosas y del universo, ya que
significado y valor dependen de las estructuras profundas de lo real, de
las esencias, de las determinaciones cualitativas. Por eso la ciencia
nada tiene que decir al hombre en cuanto tal; no puede resolver
ninguno de sus problemas; por s misma la ciencia no es humana. Es
tan imposible sustituir religin y filosofa en su cometido especfico,
que toda veleidad en este sentido comprometera la autonoma que
condiciona su autenticidad y fecundidad.
Hemos dicho que la ley es el objeto de la ciencia. Pero la ley no se
encuentracomo quera Bacncon una simple vin- demiatio; no
resulta automticamente de una suma, por precisa
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RACIONALISMO Y EMPIRISMO EN LOS SIGLOS XVII Y XVI II
que sea, de observaciones. El trnsito de la observacin y del anlisis a
la formulacin de la ley es el momento caracterstico del genio
inventivo; implica siempre una especie de superacin de una situacin
lmite, una interpretacin de los resultados de la experiencia, una
liberacin de la incertidumbre y de la contradiccin de que estn
afectados los fenmenos, una adivinacin de la convergencia de sus
orientaciones. El momento de la formulacin de la ley se convierte, as,
en el momento de la formulacin de una hiptesis; la ley se presenta
como hipottica; asume el valor de una hiptesis que hay que verificar.
La posicin de Ga- lileo se aparta netamente, ahora tambin, de la de
Bacn, pues que la hiptesis es precisamente una de las anticipaciones
que ms aborreca Bacn y contra la que ms pona en guardia. Para
Bacn hay que esperar la respuesta de la naturaleza; en cambio, para
Galileo hay que anticiparla. La ciencia no estar nuncacomo
acariciaba Bacnal alcance de todos, como si fuese fruto
simplemente de la constancia, de la diligencia y de la paciencia. La
ciencia es fruto privilegiado del genio que intuye adivinando, porque la
formulacin de la hiptesismomento crucial del proceso
cientficono es fruto de experiencia y coleccin de hechos, o de
razonamiento y demostracin, sino de intuicin genial.
Experiencia y demostracin constituyen, en cambio, en una sntesis
armoniosa el tercer momentodespus de la observacin y la
hiptesisdel mtodo galileano. Es el momento de la verificacin. Si
antes hemos ascendido de la experiencia a la matemtica, ahora
debemos descender de la matemtica a la experiencia; hemos
matematizado la experiencia, ahora hay que experimentar la
matemtica. Si se da, tericamente, la posibilidad de captar la ley
construyndola sobre los datos, de hechocomo se ha dichosu
formulacin toma el aspecto de una hiptesis que hay que verificar. Se
trata de saber si la naturaleza procede efectivamente del modo que
hemos enunciado en la ley. Para esto hay que hacer hablar a la
naturaleza misma, y ello se logra mediante el experimento, que es un
fenmeno provocado artificialmente
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segn los principios de la hiptesis. Se trata de crear una especie de
naturaleza artificial que, realizando los supuestos de la hiptesis, deber
funcionar o no de un determinado modo, segn que la hiptesis sea
verdadera o falsa, realizada o no en la naturaleza. Dejando aparte los
problemas y el desenvolvimiento que exige la doctrina aqu insinuada,
nos limitamos a observar que una vez ms el mtodo de Galileo procede
en sentido contrario al vaticinado por Bacn, porque el experimento es
precisamente un forzar la naturaleza a hablar, un arrancarle su secreto, y
no un esperar que ella hable. En el experimento se tiene otro aspecto del
carcter demostrativo de la fsica de Galileo: la demostracin
necesaria que une en armnico equilibrio razn y experiencia, a la que
la ciencia aspiraba. El mtodo de Galileo es el verdadero mtodo
experimental, porque introduce el concepto exacto de experimento. Y
Galileo ha hecho un uso precioso de l. Baste recordar los clsicos
experimentos para verificar la ley de la cada de los cuerpos, de los ms
simples referentes a la cada libre, a los ms complejos referentes al
plano inclinado, de los que Galileo nos ha dejado una ntida descripcin
en la tercera jornada del dilogo sobre las Nuevas ciencias.
Ya se comprende que los diversos momentos aqu analizados por
separado y como cronolgicamente sucesivos se interfieren
recprocamente, de suerte que, no slo la hiptesis sugiere el
experimento, sino que el experimento corrige la hiptesis, y la hiptesis
corregida remite a observaciones antes descuidadas, y stas a su vez
sugieren nuevos experimentos, etc. La ley cientfica no nace como
Minerva del cerebro de Jpiter, sino que se elabora a menudo
fatigosamente. Ejemplo, la misma ley de la cada de los cuerpos, cuyas
sucesivas aproximaciones son logradas con un ininterrumpido trabajo
que Galileo describe desde el primer paso en el dilogo recin
recordado, que suprimi la ley aristotlica de la velocidad de cada
proporcional a los pesos. Es el valor cientfico de la experiencia
entendida como experimento lo que Galileo exalta escribiendo, por
ejemplo, que entre las segu
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ras maneras de conseguir la verdad est el anteponer las experiencias a
cualquier discurso, al no estar nosotros seguros de que en steal
menos, encubiertamenteno se haya introducido ninguna falacia,
siendo, en cambio, imposible que una sensata experiencia sea contraria
a la verdad" (Lett. a Liceti, en Opere, ed. nac., XVIII, p. 249). Y Galileo
tiene plena confianza en una hiptesis ya confirmada, en una ley
cientficamente establecida; no puede ser desmentida por la
experiencia, de manera que bastar razonar sobre ella para que las
conclusiones que de ella se deducen no tengan necesidad de control
experimental, pues son conclusiones necesarias de discurso apodictico:
Yo sin experiencia estoy seguro de que el efecto se seguir como digo,
porque es necesario que as se siga... sin ninguna otra experiencia; con
buena y concluyente demostracin podemos claramente probar...
(Mass. sist., en Opere, ed. nac., VII, p. 171; Nuove Scien- ze, ib., Vin, p.
107).
Las lneas maestras del mtodo experimental trazado por Galileo
sirven an hoy para definir el procedimiento usado por la ciencia. Entre
el empirismo excesivo, en que queda aprisionado el mtodo baconiano,
y el racionalismo excesivo a que llegar el mtodo cartesiano,
resolviendo incluso la fsica en la matemtica, el mtodo de Galileo
realiza el equilibrio de sentido y entendimiento, empirismo y razn, y
justamente se denomina experimental por el experimento, en el que
estpor decirlo as la verdad combinada de ambos elementos.
La ciencia, autnoma y desprendida de la filosofa, ha iniciado con
Galileo su triunfal camino. La distincin y la autonoma no significan,
sin embargo, ni separacin ni mucho menos contraste. En efecto, la
filosofa impregna necesariamente la ciencia, que encuentra en
ellaconsciente o inconscientementelos propios presupuestos y la
propia justificacin. As, son presupuestos metafsico-gnoseolgicos de
la fsica galileana: Dios como principio de la inteligibilidad y de la
inteligencia, la aptitud del entendimiento para conocer la verdad, el
valor de los principios
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de identidad, causalidad, razn suficiente; el principio de la
simplicidad de la naturaleza y de su racionalidad. Galileo escribe en el
Saggiatore acerca de la estructura matemtica de la naturaleza el
conocidsimo texto: La filosofa est escrita en ese grandsimo libro
que continuamente est abierto ante nuestros ojos (el universo); pero
no se puede entender si primero no se aprende la lengua y se conocen
los caracteres en que est escrito. Est escrito en lengua matemtica y
los caracteres son tringulos, crculos y otras figuras geomtricas, sin
cuyo medio es imposible entender nada humanamente; sin ellos es
como dar vueltas intilmente por un oscuro laberinto (Saggiatore, n. 6,
en Opere, VI, p. 232).
Adems de estas tesis metafsico-gnoseolgicas, que no
contaminan la investigacin cientfica, sino que la justifican, siendo
sus presupuestos, se hallan, no obstante, en Galileo otras tesis
filosficas que contaminan la pureza de la ciencia y amenazan su
autonoma apenas conquistada. Provienen todas de no haberse atenido
bien al carcter metodolgico de ciertas afirmaciones fundamentales,
como la referente al aspecto cuantitativo de la investigacin cientfica.
En efecto, la ciencia fue definida como conocimiento del aspecto
cuantitativo de la realidad o conocimiento de la realidad mirada bajo el
aspecto cuantitativo. Resulta fcil el paso de la afirmacin de este
carcter cuantitativo como lo nico cognoscible cientficamente, a
afirmarlo como lo nico cognoscible absolutamente y hasta como lo
nico real. Es fcil pasar de la omisin de los otros aspectosomisin
que condiciona el carcter cientfico de la investigacina su
negacin: pasar de su no significacin cientfica a su no significacin
ontolgica. Evidentemente es ste un paso de ningn modo impuesto
por la ciencia ni justificado cientficamente. Esta negacin entrara en
el campo de la filosofa y debe ser justificada filosficamente. Quien
pretendiese poner tal doctrina en nombre de la ciencia, confundira
ciencia con filosofa, retornando a la indistincin pregalileana. Ahora
bien, que esto ocurriese a Galileo lo dejan entrever algu-
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as pginas muy conocidas, como aquella en que niega la objetividad de
las cualidades secundarias (Saggiatore, Opere, VI, pginas 348-9) y
aquella otra en la que reduce las transformaciones sustanciales a simple
movimiento local (MUS. Sist., en Opere, VII, p. 64). Subjetivismo y
mecanicismo parecen as conclusiones a las que se encamina el
pensamiento galileano; y de hecho, el subjetivismo y el mecanicismo
acompaan el desarrollo de la ciencia durante dos siglos. Perocomo
se ha dichoson stas tesis metafsicas, fundadas sobre una filosofa,
aunque pudiera parecer que lo estuviesen sobre la ciencia. El
hundimiento de las concepciones mecnicas de la fsica clsica,
ocasionado por la reciente fsica cuntica e indeterminista, ha operado
una clarificacin definitiva: el mecanicismo ha sido superado, la ciencia
fsica contina y contina segn la frmula galileana: indagacin de la
ley, matemtica, hiptesis, experimento. La tentacin filosfica de la
ciencia renace, por lo dems, incesantemente, aunque parezca superado
el momento positivista, en el que la ciencia se pona como filosofa y
religin. El mismo Galileo cedi a la tentacin, aunque sea a l a quien
la ciencia moderna debe su nacimiento y su estatuto. Por ambas cosas
ocupa Galileo un puesto notable incluso en la historia de la filosofa.
4. Descartes
El ambiente que hay que tener en cuenta para entender la filosofa
de Descartes en su historicidad es el del tardo Renacimiento, en el que
pululaban nuevas y audaces interpretaciones del universo, fabricadas
demasiado apresuradamente sobre crticas sumarias del pasado y sobre
una confianza incontrolada en el presente inmaturo. Crean interpretar
las nuevas necesidades y colmar las nuevas exigencias inspirndose
demasiado en la riqueza inagotable del mundo antiguo, en aquellas
fuentes pre y postaristotlicas que parecan ms aptas para liberarse del
aristote- lismo escolstico, sostenido todava y dominante en muchos
am
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FRANCO AMERIO
bientes de la cultura oficial. Audacias de innovadores, resistencias de
escolsticos, ingenuidad de humanistas, que haban conducido a un
escepticismo general, ya mitigado por el fidesmo gracias al influjo
operante del cristianismo como en Charron y Montaigne, ya reflejado
prcticamente en el programa y en la vida de los llamados libertinos.
Descartes3 recoge las preocupaciones de su tiempo en una filosofa
cuyo intento inicial es combatir el escepticismo mediante la
restauracin de la unidad del saber filosfico. Son las matemticas las
que le trazan el camino para llegar a ese resultado; las conoca
profundamente y las haba hecho progresar no poco, con la
introduccin sobre todo de la geometra analtica. En efecto, no puede
menos de sorprender el espectculo que ofrece el mundo matemtico
en oposicin al que presenta el mundo filosfico. Disensiones,
opiniones, incertidumbres en este ltimo; concordia, unanimidad,
certeza en el primero. De dnde le viene a las matemticas semejante
privilegio? Le parece a Descartes que ello depende esencialmente del
mtodo. Por tanto se impone la conclusin de aplicar a la filosofa el
mtodo de la matemtica, para dotarla tambin de la certeza propia de
sta. Ahora bien, el mtodo matemtico esencialmente consiste en un
proceso deductivo, que parte de un fundamento indubitable. De este
3 Nacido en La Haye en 1596, se educ con los Padres Jesutas en el colegio de nobles de La Flche. Se doctor en Derecho en la Universidad de Poitiers. Despus de un perodo de vida disipada en Pars, se dedic a viajar y fue a Alemania e Italia. Se sum tambin, aunque breves meses, al squito del duque de Baviera durante la Guerra de los Treinta Aos. Diez ms tarde, se retir a Holanda, donde se entreg sosegadamente a sus estudios. Llamado a Estocolmo por ruegos de la reina Mara Cristina, deseosa de aprender de l la filosofa, muri al ao siguiente (1650) en dicha capital. Las principales obras filosficas son el Discou's de la mlhode, introduccin a un trabajo cientfico; las Meditationes de prima philosophia, ccn una serie de Respuestas a las objeciones que le haban dirigido varios filsofos, telogos y sabios: los Principia philosophiae. como manual ordenado y completo de su pensamiento. Pudense tambin tener presentes las Regulae ad directionem ingenii y Les passions de l ame.
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R A C I O N A L I S M O Y E M P I R I S M O E N LOS SIGLOS XVII Y XVIII
modo, el primer paso de la filosofa de Descartes no es otro sino la
bsqueda de ese punto de partida indubitable.
Tratndose no de una disciplina particular, sino de la filosofa, o
sea, del saber absoluto, sin presupuestos, y habida cuenta que de la
indubitabilidad o certeza del principio depender la de todo el sistema,
as como la de cada una de las proposiciones del mismo, la
indubitabilidad o certeza de dicho primer principio tendr que ser
absoluta e incondicionada. Por consiguiente, lo que se le presenta a
Descartes con una sensibilidad nueva y con una importancia nunca
presentida hasta ahora es el problema del inicio del filosofar. Problema
que hallar una respuesta original a travs de la duda metdica.
Todos conocen al menos el ttulo del escrito ms famoso de
Descartes: Discours de la mthode. Puede considerarse como la Carta
Magna del nuevo filosofar; si como hemos dicho, la filosofa es, para
Descartes, cuestin de mtodo, un discurso sobre la renovacin de la
filosofa no podr menos de ser un Discurso del mtodo. Por lo dems,
el problema del mtodo era el problema del momento. Pinsese en
Bacn y en todos los esfuerzos para superar el silogismo aristotlico y
la deduccin escolstica antes de llegar al nuevo mtodo experimental.
Ni se poda engaar a nadie sobre la importancia de la renovacin
metdica, como si se tratara de algo puramente lgico en sentido
formal, de algo extrnseco al saber mismo, desde el momento que era
patente, por ejemplo, que el nuevo mtodo experimental significaba, a
la vez, la nueva ciencia galileana. Tambin en Descartes el nuevo
mtodo significar, a la vez, la nueva filosofa.
Esta nueva filosofa sienta como premisa la duda metdica, que
consiste en rechazar como absolutamente falso todo lo que pueda ser
objeto aun de la ms pequea duda (Principios, 1. I, 2). En el fondo,
Descartes no ha hecho sino entender rigurosamente la obvia
enunciacin de que lo indubitable es aquello de lo que no se puede
dudar. De aqu la tcnica para el hallazgo de semejante indubitable.
Puedo dudar de todo o hay
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FRASCO AMERIO
algo de lo que no puedo dudar? Se sobrentiende que el poder de que
se trata no precisa estar fundado en razones: es un poder radical. Pues
bien, por muy insensata que pueda aparecer mi duda sobre la realidad
de las cosas externas, de los otros hombres, de m mismo como cuerpo,
el hecho es que una tal duda puede ser formulada. Se derrumba, pues,
la certeza de los sentidos y la del razonamiento, la de la experiencia
externa y la de la interna. No se resiente, sin embargo, la certeza de m,
que dudo, y no se resiente, porque es la condicin de la misma duda:
no puedo dudar de m mismo en el acto de dudar. Hemos llegado,
pues, a travs de la duda metdica, a la primera certeza o
indubitabilidad sobre la que podr erigirse slidamente todo el edificio
filosfico, al yo dudo o, puesto que la duda es un modo de pensar, al
pienso, luego existo: cogito, ergo sum (Discurso, parte IV).
Es sta una de aquellas frmulas de contenido tan concentrado, que
no bastan siglos de especulacin para extraer todas sus virtualidades. Ni
se nos pasa por la mente hacer aqu un comentario de la misma.
Solamente intentaremos hacer ver su conexin con el pasado y con el
futuro. Con el pasado, puesto que ya Campanella (sensus sui), y antes
todava, San Agustn (si fallor, sum) haban recurrido a la intimidad de la
conciencia y a lo absoluto del pensamiento como a algo indubitable e
inconcuso capaz en realidad de desbaratar todo escepticismo. Con el
futuro, porque el cogito cartesiano introduce en la filosofa una
modificacin de gran relieve, enriquecindola con un nuevo punto de
vista. Si efectivamente el pensamiento es garanta del ser (cogito, ergo
sum), y no al revs, resulta que la indagacin sobre el pensamiento sirve
de fundamentacin a la del ser. As se va operando aquel cambio de
perspectiva caracterstico de la filosofa moderna: del planteamiento
metafsico al gnoseolgico.
Dueo ya de la primera certeza, no le queda a Descartes sino
proceder deductivamente hacia la estructuracin de la filosofa: no slo
de sta, sino de todo el saber. De hecho no se
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RACIONALISMO Y EMPIRISMO EN LOS SIGLOS XVII Y XVI II
podr ya dar la posibilidad de distinguir esferas diversas del saber, de
distinguir, por ejemplo, un modo de conocer cientfico de uno filosfico,
porque hay un solo modo de conocer autntico: el que procede
deductivamente del cogito. El saber constituye un sistema unvoco o,
segn la metfora del propio Descartes (carta a Clerselier), forma como un
organismo del que algunas disciplinas (la filosofa) son races, otras
tronco, ramas, hojas, etc. (las diferentes ciencias).
Pero antes de continuar se precisa un criterio de certeza, es decir,
una medidametrocuya aplicacin constante me haga inmune de
todo error, dndome la seguridad de no dar pasos en falso en el acto de
deducir. Y es claro que el criterio de certeza, en fuerza del cual es cierto
todo lo que es cierto, habr de hallarse tambin, y sobre todo, en la
certeza nica que ahora poseo. Qu origina, pues, la indubitabilidad, la
certeza del cogito? El patentizrseme clara y distintamente. Concluyo:
todo lo que, al igual del cogito, se me patentice en una idea clara
(evidente a una mente despierta) y distinta (que se diferencia netamente
de todas las otras) ser, como el cogito, verdad certsima. He ah el
criterio cartesiano: la idea clara y distinta, o sea la evidencia intelectiva
(Principios, lib. I, 44-46). La transparencia del sentido o la fuerza de la
persuasin ntima, para Descartes, no poseen valor teortico.
Lo que hay aqu es una enrgica e intransigente reivindicacin de la
razn humana como valor nico de verdad. Se trata de una especie de
racionalismo abstracto que se desarrollar en el siglo inmediato hasta el
iluminismo. Abstracto, bien por estar fundado exclusivamente en la
claridad y deductividad de tipo matemtico, bien por no tomar en
consideracin los elementos concretos, sensitivo-pasionales, en que se
hallan inmersos idea y pensamiento. Se va hacia una desencarnacin de
la verdad, hacia una concepcin inmvil y superceleste, que terminar
por comprometer el significado humano y dramtico de la verdad misma
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FRACCO AMERIO
y tambin el equilibrio de la sntesis filosfica cristiana, basada por
entero en la armona de razn y fe.
Es claro, en efecto, que el campo de la revelacin, campo del
sobrenatural, del misterio, es inaccesible al canon de las ideas claras y
distintas. Fe y razn tienden a ponerse, por tanto, no slo como
autnomas sino recprocamente extraas (Ib., lib. I, 76). Por este lado
Descartes prosigue la senda de Ockham, en vez de la de Santo Toms,
aunque piense poder mantenerse en sta, afirmando la no contrariedad y
la colaboracin de razn y fe. Ha dado ejemplo de la colaboracin
tratando con insistencia de aplicar su doctrina fsica al misterio
eucarstico (Resp. a las IV objec.).
La primera verdad reconquistada segn el nuevo mtodo es la
existencia de Dios (Medit., III). Partiendo del cogito, de tres maneras
diferentes llega Descartes a Dios. La clave de las tres est en la idea de
Infinito o Perfecto, que Descartes, agustinia- namente, supone presente
a la mente, originante y condicionadora de toda otra idea y, por esto
mismo, ms clara que todas las otras. De aqu la fecundidad teortica de
esa idea. Ante todo, se presta a fundamentarmejor que el ente
anselmiano, mayor que el cual nada puede pensarseuna
argumentacin ontolgica; o sea, autoriza derivar inmediatamente la
existencia del concepto. No es menester ninguna otra cosa para atribuir
una nota a un ente sino el hallarla necesariamente incluida en su
concepto; ahora bien, en el concepto de Perfecto est necesariamente
incluida la existencia; luego lo Perfecto, Dios, existe.
Las otras pruebas son ms tpicamente cartesianas. Ambas utilizan
como medio el principio de causalidad, aplicado a la idea de Perfecto en
un caso, a la existencia de lo imperfecto en el otro. Puedo,
efectivamente, preguntarme por el origen de la idea de Perfecto que hay
en m. No proviene de m ni de las otras cosas imperfectas; luego
proviene de lo Perfecto. Se podr notar que en este caso el principio de
causalidad es entendido como claro y distinto y por lo mismo
justificado, lo que no le
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RACIONALISMO Y EMPIRISMO EN LOS SIGLOS XVII Y XVI II
conceden todos a Descartes, en modo alguno. Idntica observacin se
podra repetir a propsito de tantas otras derivaciones del
procedimiento cartesiano que, en efecto, se muestra menos exigente de
lo que tenamos derecho a esperar, atendidos sus presupuestos.
Oscuramente advierte Descartes la dificultad cuando, en lugar de a la
idea clara y distinta, se acoge al buen sentido o a la lumire naturelle,
haciendo subrepticiamente coincidir una con otra. Sin embargo,
sostiene como evidente la aplicacin de la exigencia causal al contenido
de una idea, en fuerza de la cual se exige una realidad que tenga, al
menos, tanta perfeccin cuanta se halla en la idea. Supuesto este uso de
la causalidad, supuesta la inmediacin y claridad de la idea de Perfecto,
es vlida la conclusin: lo Perfecto existe como causa de mi idea de
Perfecto.
En esta argumentacin est ya presente un motivo fundamental
para la sucesiva. La imperfeccin del yo proviene del hecho mismo de
la duda: saber es mejor que no saber (dudar). Tambin aqu se aplica el
principio de causalidad, acordndonos de que este yo imperfecto, del
que debemos dar razn, posee sin embargo en s la idea de lo Perfecto.
Ninguna cosa puede ser causa de dicha imperfeccin, precisamente
porque ningn agente imperfecto sera capaz de explicar la idea de lo
Perfecto que aqul en s posee. Como se ve, esta ltima prueba supone
la precedente como parte suya integrante.
Con desenvoltura singular habla Descartes de los atributos divinos,
sin que ni siquiera creyera necesario para el caso intentar un examen
particular crtico, sino que los deduce inmediatamente de la perfeccin.
Si Dios es perfecto no engaa a su creatura. De dnde, pues, el error?
Este problema tiene una importancia decisiva tanto en la metafsica
como en la gnoseologia cartesiana. Hay que dar, en efecto, una
explicacin del error que excluya al Creador. Pero esa explicacin no se
puede hallar si se le reconoce al error un carcter teortico. La facultad
cognoscitiva tiene por naturaleza precisamente conocer, es
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FRANCO AMERIO
decir, aprehender la verdad; si no lo consigue en su actuacin, el
responsable sera el autor de la naturaleza, Dios. Pero Dios ni se
equivoca ni engaa. Por tanto, la facultad cognoscitiva, siempre que
proceda segn su propia naturaleza, es infalible. Y es propio de la
naturaleza desenvolverse segn el criterio de certeza, desarrollando el
patrimonio de ideas innatas; y es que, segn Descartes, se hace
necesario reconocer, al lado de las ideas adventicias (que provienen de
la experiencia) y de las hechas (producidas por el sujeto), ideas innatas,
de las que, por ese peculiar carcter de innatas, es responsable el autor
de la naturaleza. El error es, pues, posible en el caso de que el
entendimiento funcione contrariamente a las exigencias naturales; lo
que no puede acaecer, si no es por la intervencin de algo extrao al
entendimiento mismo. Esta cosa extraa es la voluntad libre que,
precisamente por serlo, puede inducir al entendimiento a poner el
propio acto, el juicio, aun faltando las condiciones naturales de
inteligibilidad. El error, pues, es un acto de libertad. Descartes pone
para el error la misma condicin que para el pecado: abuso de libertad
(Medit., IV).
Se precisan algunas acotaciones a propsito de esta doctrina. La
primera es que, poniendo a Dios como garante de la verdad, Descartes
se mueve en un crculo vicioso del que en vano trata de liberarse (Resp. a
las II objec.). Pues si Dios garantiza la veracidad de la idea clara y
distinta, la existencia de Dios queda, a su vez, fundada en esa misma
veracidad. La segunda acotacin es que esa doctrina del error comporta
un primado de la voluntad entendida como arbitrio. Tambin ahora se
sita Descartes en la lnea de Ockham. La voluntad, en tanto que es
libre, domina al entendimiento de manera que su acto caracterstico, el
juicio, muy bien puede decirse un acto de voluntad. Con esto se da
cabida a lo irracional en el corazn mismo de la razn, a la vez que
separa a esta ltima de la voluntad, que de este modo es concebida como
algo irracional, o sea, indiferente respecto de la razn. La consecuencia
de tal posicin se ve particu
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RACIONALISMO Y EMPIRISMO EN LOS SIGLOS XVII Y XVI II
larmente clara en la cuestin de la voluntad divina que, precediendo
indiferentemente al juicio del entendimiento, funda tanto la verdad y
los posibles como la existencia y los hechos (Resp. a las 6 objec.). No sin
razn se ha hablado de un arbitrarismo divino en Descartes.
As la filosofa cartesiana se ha adueado desde el principio de las
dos verdades: alma y Dios, caminando en sentido opuesto al de la
opinin comn, que ni siquiera concepta a Dios y al alma como
certezas, o si las tiene como tales, las consigue despus de un supremo y
fatigoso esfuerzo.
Respecto del universo fsico, qu podemos saber con certeza? Su
existencia en primer lugar. No tanto porque nos la hagan ver los
sentidos, cuanto porque el principio de causalidad, aplicado a la
pasividad de mi experiencia, presupone el mundo como causa
explicativa de aquella pasividad. La existencia de las cosas es, por
tanto, una certeza mediata. Este tipo de mediatez ser luego comn a los
filsofos de los siglos XVII y xvm.
Y por lo que hace a la naturaleza de los cuerpos? a sus cualidades
reales? Basndome en el criterio de certeza, tendr que concluir que
nicamente son reales los aspectos del universo fsico que se me
presentan en una idea clara y distinta. Es decir, el mundo no es
realmente lo que es para mis sentidos (color, olor, etctera), sino
exclusivamente lo que es para mi entendimiento: extensin. La materia
se identifica con la extensin. Los aspectos reales de los cuerpos sern
tan slo los aspectos inmediatos de la extensin o cantidad, como
dimensiones, figura, movimiento, etctera.
Nos hallamos frente a la distincin de dos grupos de cualidades
sensibles: primarias, obj'etivas formalmente; secundarias, subjetivas
formalmente y slo fundamentalmente objetivas, en el sentido de que
son interpretaciones cualitativas de una realidad que es slo
cuantitativa por s misma. Y como no son objetivas las cualidades
estticas: colores, sonidos, etc., asimismo no son objetivas las
cualidades dinmicas: fuerzas, energas, potencias,
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FRANCO AMERIO
etctera. Es la tesis mecanicista: el universo se reduce por entero a
extensin y movimiento pasivo (Medit., VI). Con ello se reafirma
tambin la doctrina de la univocidad del saber con la absorcin de la
fsica en la geometra. Sin embargo, es muy notable la aportacin de
Descartes a la fsica, no ciertamente porque debido a aquella
unificacin haya comprometido su autonoma, sino porque con ella ha
desarrollado el aspecto matemtico del tratado.
Descartes reconoce para su mundo la necesidad de una causa motriz
inicial, Dios. Pero, tras el primer impulso, el movimiento no hace ms que
transmitirse conservndose, de forma que todos los seres csmicos son
meros transmisores de movimiento, es decir, mquinas. Hasta las plantas
y los animales, y el hombre como cuerpo: la vida es mecanismo. No hay
que ir a buscar en los vivientes un principio vital, un alma o algo
parecido: no hay ms que un juego maravilloso de movimientos
transmitidos por maravillosos artefactos. La doctrina del continuo parece
constituir una dificultad seria contra la teora mecnica; Descartes
rechaza la tesis atomstica como tesis que no puede prescindir del vaco,
mientras que el vaco es ininteligible o se identifica con la nada. Tampoco
puede admitir Descartes condensaciones y rarefacciones reales por haber
identificado la materia con la extensin. Cree poder resolver la dificultad
con la teora de los torbellinos, desarrollada detalladamente en sus libros
de fsica.
La doctrina cartesiana acerca del alma y del cuerpo origina un
dualismo metafsico. Para l la distincin, comnmente admitida, de alma
y cuerpo, es interpretada de forma que se constituyen dos esferas
contrapuestas y no relacionadas, identificndose la sustancia corprea
con la extensin inerte y la sustancia espiritual con el pensamiento:
actividad inextensa. Y es intil toda tentativa de unificar en el hombre
estos dos mundos no relacionados. Descartes no se dio entera cuenta de la
gravedad del problema y se limit, por cuenta propia, a confirmar el dato
experimental de la unidad del hombre en su doble aspecto espiritual
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RACIONALISMO Y EMPIRISMO EN LOS SIGLOS XVII Y XVI II
y corporal; pero, cuando quiere afinar ms, termina con disparates
curiosos como el de la glndula pineal, sede especial del alma, a
travs de la cual se dara la comunicacin entre lo material y lo
inmaterial (Les passions, p. I, a. 31). Fcilmente se intuye que este
problema, en la formulacin cartesiana, es insoluble: es el concepto
mismo de alma y cuerpo el que exige revisin. De otro modo, el
problema de las relaciones entre ambos es un pseudo-problema. No
sin razn los esfuerzos de los futuros pensadores girarn alrededor del
dualismo.
En resumen, las novedades de la orientacin dada por Descartes a
la filosofa son: exigencia crtica, planteamiento racionalista, mtodo
apriorstico deductivo, univocidad del saber, esplritualismo,
voluntarismo, mecanicismo, dualismo. En cada una de estas
posiciones van involucrados muchos problemas: los que constituirn
el principal incentivo para el pensamiento de los siglos xvn y xvm.
5. En torno a Descartes
El influjo de la filosofa cartesiana fue enorme. Domin en su siglo y
el siguiente. El esprit de gomtrie se convirti en el espritu del
tiempo y empap toda la cultura del grand sicle ; el principio de la
razn soberana, el principio crtico de la idea clara y distinta prepar el
camino a la diosa razn del Ilu- minismo.
Vamos a ocuparnos ahora de las controversias que ocasion el nuevo
sistema entre los contemporneos. Tuvo adversarios tenaces y
sostenedores entusiastas. Entre estos ltimos muchos miembros de
congregaciones recin surgidas, nacidas en el clima de la Reforma y
Contrarreforma, y que por esto mismo, ms abiertas a las exigencias del
tiempo, apreciaban en la sntesis cartesiana el aspecto crtico y el
planteamiento riguroso que constituan de hecho su mayor novedad y que
se prestaban mejor al fin apologtico a que iban directamente dirigidos
sus comunes
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FRANCO AMERIO
esfuerzos. Recordamos al P. Mesland, jesuta, al P. Gibieuf, ora-
toriano, al P. Marsenne, mnimo. Fue sobre todo este ltimo el
intermediario, por llamarle de algn modo, entre Descartes refractario y
retirado en Holanda y el mundo de los doctos que constituan en torno a
su persona una especie de crculo y una academia, til lo mismo al
progreso de la filosofa que al de la ciencia.
Contrariamente a stos, otros pensadores, ms conscientes de la
intrnseca precariedad de algunos puntos del sistema cartesiano,
prevean sus posibles despliegues y lo atacaban no slo en el terreno
filosfico sino que tambin llegaban a disputarle el carcter mismo de
cristiano y hasta de testa. De modo particular sobre este ltimo punto
fueron vivaces e intransigentes los protestantes holandeses, como
Gisberto de Voet (Voetius), que protestaba en nombre de la Escritura, y
sus discpulos que llegaban a parangonar a Descartes con el famossimo
hereje G. C. Va- nini. No faltaron tampoco los catlicos, entre los
cuales basta nombrar al ms clebre, D. Huet, que escribi una
celebradsima Censura philosophiae cartesianae.
Sin embargo, no es en estos adversarios o seguidores donde se
refleja el influjo, gigantesco como hemos dicho, del cartesianismo
sobre el pensamiento moderno. Unos y otros no hacen ms que insistir
en torno a posiciones cartesianas, sin advertir sus problemas y ver el
modo de desarrollar sus grmenes y superar sus dificultades.
Verdaderos cartesianos se muestran aquellos pensadores que, fuera de
las disputas de escuela, pero posedos de la urgencia de los problemas
puestos por Descartes, emprenden caminos nuevos y crean un
pensamiento original. Antes de hablar de ellos, queda por aadir que
fueron evidentemente adversarios clarsimos de la filosofa cartesiana
los materialistas, a quienes no podan gustar la desvalorizacin del
sentido, ni la entronizacin de la razn, ni la afirmacin del alma y de
Dios como certezas primeras, ni en fin toda la orientacin espiritualista
de la doctrina. Principales, entre stos, Gassendi y Hobbes.
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RACIONALISMO Y EMPIRISMO EN LOS SIGLOS XVII Y XVI II
El primero 4 pertenece, ms bien, al grupo de los renacentistas
rezagados, puesto que su filosofa se reduce a la reexhumacin y
reelaboracin del atomismo lucreciano. Acenta particularmente su
gnoseologa sensista en oposicin al innatismo y esplritualismo
cartesianos, aunque l mismo en cierta manera se profese espiritualista,
dejando persistir, junto al atomismo y sen- sismo, las afirmaciones
acerca de la espiritualidad del alma y la trascendencia de Dios. Lo que le
falta es la vivificacin y preocupacin del nuevo clima y de los nuevos
problemas. El encuentro de Gassendi con Descartes fue el encuentro de
dos pensadores ya formados y heterogneos, de modo que se hizo
imposible toda recproca y fecunda colaboracin. No muy diferente fue
el encuentro de Hobbes con Descartes: tambin aqu dos direcciones
heterogneas recprocamente cerradas, aunque no se puede desconocer
un mayor influjo de Descartes sobre el filsofo ingls, que acepta su
mtodo deductivo para la exposicin del propio materialismo. Pero,
puesto que el materialismo de Hobbes, al contrario del de Gassendi,
adquiere un significado nuevo en la historia del pensamiento moderno,
tendremos que volver a ocupamos de l.
Merece una alusin la actitud de la escuela de Port-Royal, que en
aquel siglocomo todos sabendomin ampliamente con su prestigio
la cultura francesa e incluso fuera de Francia. En general, se inclinaron a
favor del cartesianismo. Su Art de penser, ms conocida como Lgica de
Port-Royal, fruto de la colaboracin de las dos figuras principales del
grupo, Arnauld y Nicole, no slo contiene, como se ha dicho, todo el
jugo del Discurso cartesiano, sino tambin las grandes tesis de la nueva
fsica y metafsica. El mayor inters concedido a las cuestiones ticas y
morales muy pronto logr hacer prevalecer sobre el cartesianismo la
otra determinante de las doctrinas de Port-Royal, esto es,
4 Fue sacerdote y canonico de Dijon (1592-1655). Entre sus obras: Exercitationes paradoxicae adversus Aristoteleos y Syntagrna philosophiae Epicuri.
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FRANCO AMERIO
el jansenismo. En ste ya se nos dan las premisas tanto de la polmica
anti-malebrancheana de Arnauld como de la polmica anti-cartesiana
de Pascal.
6. Pascal
Con Pascal5 da comienzo el desarrollo del cartesianismo. Gran
genio de la humanidad, a la vez cientfico y filsofo, sobre l no
haremos ms que notar la orientacin anti-cartesiana, que le confiere un
puesto de primera magnitud no slo respecto de la filosofa del siglo
XVII sino tambin de todo el pensamiento postcartesiano.
Por una parte, Pascal reconoce las ventajas del nuevo criterio y
mtodo, pero de otra, sealando sus limitaciones, trata de integrarlos,
con el fin de que la esfera del conocimiento pueda adecuarse a la esfera
de la realidad humana, inmensamente ms amplia de lo que son los
esquemas del proceso lgico abstracto. De ah la reivindicacin del
valor del experimento junto a la deduccin en el campo de la ciencia,
as como la reivindicacin del esprit de finesse junto al esprit de
gometrie, del coeur junto a la raison en el campo de la filosofa.
El criterio de la deduccin racional es insuficiente en el mbito
mismo del saber cientfico y crtico. Sobre qu se basan, en efecto, los
principios de la deduccin misma? Aquella su evidencia de ideas
innatas, de naturalezas simples que satisfaca a Descartes, le dejan a
Pascal perplejo, siempre que no se admita explcitamente un criterio
diferente del que justifica el proceso deductivo (Pensamientos, 282, ed.
Brunschvicg). Pero el corazn tiene un campo de aplicacin bastante
ms extenso e importante
6 Despus de una niez muy precoz y tras fructuosos estudios de fsica y matemtica, se retir en 1654 entre los solitarios de Port-Royal a continuacin de una crisis religiosa y por influjo de doctrinas jansenistas, en cuya defensa y contra la mora! laxista del tiempo escribi las famosas Carlas provinciales. Su fama filosfica se basa en los Pensamientos, que contienen los materiales de una apologa del Cristianismo (1623-1662).
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RACIONALISMO Y EMPIRISMO EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII
que el de los primeros principios de la ciencia y de la filosofa: aqul
domina all donde se trate de verdades morales y religiosas y de todo
cuanto contribuya a conservar e incrementar la convivencia civil
humana (Ib., 277, 283).
No es que haya anttesis entre razn y corazn; lo que hay es un
complemento que a Descartes se le pas desapercibido; debido a esto el
mundo concreto de la vida y del inters humano, el mundo de los
problemas ticos y religiosos se le hizo de todo punto inaccesible. Aquel
inters, que los cartesianos centraban en el mundo fsico, que, resuelto
en extensin y por ello en geometra, se deja manipular enteramente por
el criterio de la idea clara y distinta, aquel inters, con el que Pascal se
haba mostrado complaciente como cientfico, lo redujo, como filsofo,
a su natural objeto, o sea, al hombre en el misterio de su espiritualidad,
en el drama de su intimidad. Para esto vaya si se necesita algo ms que
el proceso deductivo y las ideas claras y distintas! Propugna aqu Pascal
un mtodo integral que, poniendo en activo todos los resortes humanos,
colme la insuficiencia teortica y prctica del razonamiento perfecto
pero ineficaz.
Este mtodo integral traspasa los lmites propios de los recursos
naturales. En efecto, una visin completa de la problemtica humana no
puede plantearse abstractamente, sino slo his- . tricamente. Ahora bien, el
dato fundamental en la historia del hombre es la unin de la naturaleza con
lo sobrenatural: el hombre histrico es el Adn cado y redimido por
Jesucristo. Un doble misteriopecado original y redencin, Adn y
Jessdefine el significado de los problemas humanos (Ib., 434, 523). Por
eso resulta intil intentar comprenderlos, y ms resolverlos, con slo, por
ms que sean todos, los recursos naturales, y menos an, con slo los
recursos de la razn cartesiana. No puede excogitarse, pues, la solucin del
misterio del hombre en la filosofa cartesiana, y ni siquiera en pura filosofa
alguna, sino solamente en el cristianismo (Ib., 435). El grandioso esbozo
apologtico de los Penses cabalmente fue ideado con el fin de definir
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FRANCO AMERIO
la verdad del cristianismo por su exclusiva y exhaustiva capacidad
de esclarecer el misterio del hombre. Slo la aceptacin de)
misterio, que entraa el cristianismo, logra esclarecer este otra
misterio, que es el hombre para s mismo.
La posicin de Pascal, bien que no se realice en una
construccin sistemtica, tiene un significado de gran inters en la
historii del pensamiento en general y en particular de la filosofa
moderna, porque en ella se hallan orientaciones y motivos cuyo
desarrollo, juntamente con el de las orientaciones y motivos tipies-
mente cartesianos, constituyen la atmsfera caracterstica de la
filosofa y del pensamiento moderno. Su olvido o descuido dio
origen a una interpretacin unilateral que ha dominado en el pasado
y que no ha dejado an de dominar: la interpretacin de una
filosofa del siglo xvn y del xvm como progresiva laicizacin e
inmanentismo, como progresiva conquista de la autonoma del
hombre, emancipado de toda fe y de toda trascendencia.
Si es cierto que se puede determinar en la filosofa moderna una
lnea de desarrollo en tal sentido, no lo es menos tambin que se
puede establecer una progresin paralela de interiorizacin religiosa,
de apertura a la trascendencia y a la fe, de poten- ciamiento
apologtico de la misma filosofa, de redescubrimiento, en fin, de la
sntesis cristiana, que la Edad Media por cuenta propia haba
edificado sobre otras bases y segn otras exigencias. Si es filosofa
moderna la de Espinosa, Hume y Voltaire, tambin lo es la de Pascal,
Leibniz y Vico. Ms an: me parece que sta ha de ser la lnea del
proceso que hay que tener en cuenta para poder recuperar y
revalorizar las conquistas que indiscutiblemente se realizaron en la
otra lnea de evolucin. Mejor que hablar de dos lneas de desarrollo,
sera ms exacto hablar de un doble hilo en el que se entreteje la
nica trama de la filosofa moderna. Disociar ambos hilos y, peor,
eliminar uno de ellos, comporta la renuncia a comprender este
perodo histrico.
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RACIONALISMO Y EMPIRISMO EN LOS SIGLOS XVII Y XVI II
El significado de Pascal consiste precisamente en la enrgica
reivindicacin del aspecto concreto de la vida humana, que logra su
razn de ser, si no se la clausura en la razn abstracta, antes bien se la
completa en el corazn y se abre a la fe. El camino del hombre
hacia la clarificacin de su experiencia concreta es el camino hacia
una nueva apologtica, que Pascal precisamente ha tenido el mrito
de adivinar y conseguir antes que ningn otro, sealando una senda
que ser recorrida hasta nuestros das, por ejemplo por M. Blondel.
Apologtica nueva, es decir, interior e integral. Interior, porque
arranca, no de las cosas, sino de las exigencias del hombre en el
drama de su existencia y de su historia; integral, porque, recogiendo
todas las anttesis de esa existencia y de esa historia, indaga la
solucin, poniendo en juego los resortes integrales del hombre, hasta
hacer que el cristianismo se realice, no tanto mediante la crtica
histrica o la dialctica filosfica, cuanto mediante la experiencia
vital.
7. Los problemas de la filosofa post-cartesiana
Como ya hemos advertido, las incongruencias ms graves de la
filosofa cartesiana se resumen en el dualismo: en efecto, su
abstractismo, polarizado en los dos conceptos espritu-pensamiento y
materia-extensin, desmiente la exigencia de lo concreto.
Precisamente el problema del dualismo es el que ms directamente ha
preocupado a los pensadores del siglo xvn. Se suelen distinguir dos
corrientes en la herencia cartesiana de aquel siglo: la corriente
racionalista y la empirista. Aunque haya de tomarse esa distincin con
mucha elasticidad, cuidando de no aumentar una oposicin que resulta
slo relativa y parcial, tiene un fundamento objetivo que la justifica y
sirve a modo de esquema clarificador de aquel denso perodo. En el
fondo, se trata de dos maneras diferentes de sentir los problemas
cartesianos y de dos orientaciones diversas en el intento de
resolverlos.
La corriente racionalista siente, inicialmente, el problema del
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FRANCO AMERIO
dualismo como problema de las relaciones entre alma y cuerpo y,
genricamente luego, como problema metafi'sico, es decir, problema
de las relaciones entre pensamiento y extensin, bajo esta otra
frmula de sustancia y causalidad. Se busca la solucin segn el
espritu de las ideas innatas cartesianas, de la deduccin, del apriori,
en fin, de la razn pura. En esta lnea afirma Espinosa, exasperando el
criterio de la perspicuidad ideal, que la sustancia es unvoca y nica;
y formula as un vigoroso monismo que, fundamentalmente, no es
ms que un eco de la sentencia de Parmnides, el primer racionalista,
que lleg tambin a este principio, ndice de la suprema claridad de la
razn: el ser es, el no-ser no es. Malebranche, por cuenta propia,
queriendo sustraerse a la fascinacin de la posicin monista, lo
consigue solamente a medias; pone, es cierto, la multiplicidad de los
seres, pero niega la multiplicidad de los agentes. Leibniz se mantiene
en idntico compromiso, limitndose a concentrar en un punto
(armona preestablecida) la accin divina, que Malebranche distenda
en el tiempo (ocasionalismo).
La corriente empirista, por el contrario, siente el problema del
dualismo, inicialmente, como problema de las relaciones entre
sensacin y concepto y, genricamente luego, como problema gno-
seolgico, es decir, problema del origen y del valor del conocimiento.
Se busca la solucin desde el punto de vista del aposte- riori, de la
experiencia, de la sensacin, considerada, al revs de Descartes,
como poseedora de valor teortico, ms an, como fuente de toda
teoreticidad. Este intento de valorizar la sensacin deriva de fuentes
extra-cartesianas, vigentes en la Inglaterra del siglo xvn y que se
reasumen en T. Hobbes. La problemtica cartesiana unida a las
tendencias sensistas ha dado origen a una concepcin del sujeto
cognoscitivo como pasividad. La preocupacin, en efecto, de alejar el
peligro del concordismo, al que se llegaba fatalmente tras haber
separado al espritu de las cosas y de haber encerrado el conocer en la
ciudadela abstracta del inna- tismo, distancindolo de todo posible
encuentro con la plenitud
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RACIONALISMO Y EMPIRISMO EN LQS SIGLOS XVII Y XVI II
de la experiencia, es lo que ha obligado a hacer nacer el conocimiento
desde objeto exclusivamente. Y de aqu se llegar a la tabula rasa de
Locke y a las leyes de asociacin de Hume, en las que, sin embargo, el
empirismo, en deduccin lgica, halla su autocrtica. Una vez ms se
pierde el sentido concreto de la experiencia.
Si la corriente racionalista no haba sido capaz de restaurar el
sentido concreto del ser en su unidad y multiplicidad dinmica, la
corriente empirista no es capaz de restaurar el sentido concreto del
conocer en el equilibrado contrapeso de objeto y sujeto. Kant ser el
primero en intentar la restauracin del sentido gno- seolgico concreto;
lo que no conseguir sino despus de haber innovado el planteamiento
mismo del filosofar, pues las sendas iniciadas por la especulacin
cartesiana haban sido recorridas hasta el final y se haban demostrado
intransitables. Comienza ahora el segundo momento de la filosofa
moderna, el momento kantiano, dominado por la nueva problemtica y
por el nuevo mtodo de Kant, as como el momento precedente haba
sido dominado por la problemtica y por el mtodo cartesianos.
Tenemos antes que detenernos en la exposicin analtica de todo lo que
hemos tan slo esquemticamente indicado.
8. La tendencia racionalista: Malebranche
El problema que inmediatamente se present a los cartesianos fue el
de la accin y de la causa. Si los cuerpos no son ms que extensin inerte,
no puede decirse que sean verdaderas causas, ya que causalidad significa
actividad, productividad. Estando las cosas as y no pudiendo los cuerpos
obrar recprocamente, mucho menos lo podrn hacer sobre el espritu en
orden a originar los conocimientos, aadindose aqu, a la dificultad ya
apuntada, la derivante de la heterogeneidad de espritu y cuerpo. Estos
motivos que preocuparon particularmente a los cartesianos holandeses,
encontraron su formulacin sistemtica en la filosofa de
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4
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FRANCO AMERIO
N. Malebranche 6, sacerdote del Oratorio, congregacin recin fundada,
en la que al culto de San Agustn se haba aadido la admiracin por
Descartes. El cartesianismo agustinizante de Malebranche se refleja en
dos tesis caractersticas: el ontologismo y el ocasionalismo; y se funda
sobre el doble motivo de la idea clara y distinta, cartesiano, y del
Infinito y de la gloria de Dios, agustiniano. Como se ve, hay una
atmsfera singular, en la que se armonizan dos exigenciasel
racionalismo y la msticaque pareceran incompatibles.
La tesis del ocasionalismo es una solucin del problema de la
causalidad elaborada sobre presupuestos cartesianos. Se puede resumir
diciendo que las cosas creadas no son causas, sino solamente ocasin
para el hacer del nico agente, Dios. Un conjunto de consideraciones
lleva a Malebranche a la tesis de la inactividad de la crea tura. No se
trata tan slo de sacar las consecuencias de la inercia de la materia
cartesianaque nada tendra.que ver con los espritus, sino tambin
de otras consideraciones en torno al concepto mismo de creatura. La
creatura no puede producir nada absolutamente, pues producir significa
hacer ser lo que an no era. Pero dar el ser a las cosas es lo mismo que
crearlas, y esto es propio de Dios exclusivamente. Atribuir cualquier
causalidad real a la materia es sustraerla a la Infinitud divina, es un
atentado a los atributos divinos, es un acto de idolatra, porque es hacer
dioses de las cosas. Por otra parte, la exigencia rigurosa del criterio de
certeza no permite dar significado a la accin creatura], pues, en primer
lugarcomo ya haba dicho Geulinx, el ms claro precursor del
ocasionalismo, nadie puede hacer ms de lo que sabe hacer, por ser el
conocer presupuesto del hacer. Y, en tal caso, cmo podr, por
ejemplo, mover el brazo, si no conozco en absoluto el complicadsimo
mecanismo de ese movimiento? En segundo lugar, solamente aqulla es
verdadera causa
6 Vivi en Pars (1638-1715). Entre sus obras estn: De la recherche de la vrit, Mditations chrtiennes et mtaphysiques, Entretiens sur la mtaphysique et sur la religion.
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RACIONALISMO Y EMPIRISMO EN LOS SIGLOS X V I I Y X V I I I
que consiente ver al espritu, entre la misma y su efecto, un ligamento
necesario; pero el espritu slo sorprende tal ligamento entre la voluntad
divina creadora y el efecto por ella querido y no entre lo que se dice
causa y efecto creados. En conclusin, pues, si se quiere, admitida la
realidad de las creaturas, liberarlas del aislamiento, relacionarlas y
activarlas, no hay ms remedio que atribuir a las mismas una causalidad
puramente ocasional con respecto a la verdadera causalidad eficiente
que es la divina (Recherche de la vrit, p. VI, c. 3, y Aclaracin XV).
Si el ocasionalismo aparta al hombre de las creaturas, el on-
tologismo le une a Dios. El ontologismo es un modo de justificar el
innatismo que Descartes se limitaba a reclamar. Cmo estn en
nosotros las ideas, desde el momento que la inactividad de ls
creaturalo mismo material que espiritualhace imposible su
aprehensin y su generacin? Tambin ahora hace Dios lo que no
pueden hacer las creaturas. Puesto que en El estn las ideas (creadoras)
de todas las cosas, basta que la Mente divina se haga presente a la mente
humana, para que sta conozca cuanto precisa conocer: es la doctrina de
la visin de todas las cosas en Dios, el ontologismo (Ib., p. II, c. 6, y
Aclaracin X). Lo primero en el orden lgico, o sea, el conocimiento
primero y fundamento de todos los otros, es lo primero en el orden
ontolgico, o sea, el primer ser, Dios. Desistimos de seguir a
Malebranche en ulteriores determinaciones de tan delicada doctrina y
nos limitamos a observar que es aqu, en el confn impreciso entre lo
natural y sobrenatural, en donde la filosofa del Oratoriano se enciende
de entusiasmo mstico y, por otra parte, cmo el pantesmo conjurado
puja por romper los lmites de tal filosofa, pues que la exaltacin de la
unicidad del hacer increado difcilmente armoniza con el
reconocimiento de una autntica multiplicidad de seres y de acciones
creadas.
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FRANCO AMERIO
9. Espinosa
El desarrollo del germen cartesiano en sentido netamente pan-
testa se encuentra en la filosofa de B. Espinosa7. Se le ve que es
cartesiano ya desde la forma de exposicin: su obra maestra lleva por
ttulo Ethica ordine geomtrico demonstrata, y tiene de hecho todo el
aspecto de un tratado de geometra, con sus axiomas, definiciones,
teoremas y demostraciones, a lo que ni siquiera falta la conclusin ritual
q. e. d. Revestimiento que sofocara cualquier pensamiento, si no fuera
porque ste circula fluido e ntimo bajo el mecanismo formal de los
esquemas lgicos. Tambin en Espinosa, como en Malebranche, hay la
conjuncin singular de mna forma ments de extremado rigor lgico
segn el racionalismo abstracto de Descartes, con un impulso que no sin
razn se ha calificado de mstico. El mero hecho de definir como Etica
la investigacin crtica de la filosofa indica a favor de esta ltima un
concepto ms cercano a Pascal que a Descartes: la filosofa como
problema de la vida.
Sin embargo, son cartesianos el planteamiento y el proceso de la
filosofa de Espinosa: el problema del dualismo, el tema de la sustancia,
el criterio de certeza, el mtodo deductivo, etc. La construccin de
Espinosa tiene un planteamiento netamente me- tafsico, pues el punto
de partida es el concepto de sustancia. Dicho concepto, aunque
fundamental en el dualismo cartesiano, no se deshaca de las sombras,
definido ambiguamente en aquel paso de los Principios (lib. I, 51),
donde define la sustancia por el no necesitar de otra cosa para existir.
Qu significa no
i Naci en Amsterdam en 1632 de padres judos, comenz los estudios de rabino, lo que le proporcion un vasto conocimiento de la filosofa medieval juda. Expulsado de la sinagoga por su independencia de juicio y de prctica, recorri diversas ciudades de Holanda, y por ltimo vivi en La Haya, donde muri en 1677, despus de una vida de laboriosa y honesta pobreza. Sus obras principales son: Ethica ordine geometrico demonstrata, Tractatus theologico-politicus. Recordemos tambin De intellectus emendatione y Tractatus brevis de Deo, de homine et eius felicitate.
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RACIONALISMO Y EMPIRISMO EN LOS SIGLOS XVII Y XVI II
necesitar de otra cosa para existir? Espinosa lo entiende de un modo
absoluto: no necesitar de otra cosa para existir significa la
autosuficiencia, la independencia, el ser per se, la autonoma, en fin,
tanto en el orden entitativo como en el orden cognoscitivo (Etica, lib. I,
3). La sustancia es Dios (Ib., lib. I, 14). As, por arte de una
definicin, monismo y pantesmo se presentan sin ms como premisas
condicionadoras de toda la filosofa. En efecto, de la definicin de
sustancia fluye todo el proceso, hasta llegar a tener en el sistema
espinosiano la posicin que el cogito en el sistema cartesiano.
Primer paso, la deduccin de los atributos de la sustancia. Esta es
causa sui e infinita: lo que significa que se manifiesta en una infinidad de
atributos, que le son esenciales. Slo conocemos dos de esos atributos: el
pensamiento y la extensin. Resulta evidente que de este modo queda
superado el gran obstculo del dualismo cartesiano. Pensamiento y
extensin no son ya las dos sustancias heterogneas, entre las que se trata
de establecer una relacin imposible, sino que son dos atributos de la
misma sustancia y por eso, idnticos en la sustancia y necesariamente
correlativos en una especie de paralelismo psico-fsico. Si llamamos, con
Espinosa, modo lo que se puede distinguir como individualidad en la
infinidad de los atributos, se puede sostener que a todos los modos de la
extensin corresponde un modo de pensamiento y viceversa. As el
cuerpo humano no es ms que el modo de la extensin correspondiente al
alma humana y el alma humana es el modo de pensamiento
correspondiente al cuerpo. Y en general, todo cuerpo es el cuerpo de un
alma y toda alma es el alma de un cuerpo (Ib., lib. III, 13, escol.).
De qu manera, pues, deben concebirse las relaciones entre Dios y
el mundo, o sea, entre la sustancia y los modos? Parece claro, por todo lo
que se ha dicho, que el proceso por el que los modos fluyen de la sustancia
es un proceso de causalidad inmanente (Ib., lib. I, 18). Dios como causa
es inmanente al mundo como efecto: Aqul es natura naturans, ste es
natura naturata
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FRANCO AMERIO
(Ib., lib. I, 29, escol.). Resuenan aqu los motivos del pantesmo
bruniano, una de las fuentes de Espinosa. Con estos presupuestos, nada
de lo que es podra no ser o ser de otra manera de como es (Ib., lib. I,
33). La relacin necesaria que une los modos a la sustancia no es
concebida naturalsticamente, a modo de la emanacin neoplatnica,
sino geomtricamente: todo modo brota de la sustancia, as como toda
propiedad del tringulo brota de la esencia del tringulo. Proceso
intemporal, donde la prioridad es slo prioridad de naturaleza.
La relacin entre este proceso y el tiempo, por lo que dejan entrever
los principios espinosianos, no parece ser capaz de garantizar a la
temporalidad una consistencia autntica. Precisamente esta
inconsistencia de la historia y del mundo, o mejor, del mundo en su ser y
en su devenir, que no logra emerger de la sustancia, ha acuado para el
espinosismo el calificativo de acosmismo. Si el pantesmo en general
tiende a resolver a Dios en la realidad csmica, el pantesmo
espinosiano tiene otra orientacin: la absorcin y disolucin del mundo
en Dios (Ib., libro I, 25, cor.). Tambin este particular de pantesmo
espinosiano enlaza con la oscura raz del misticismo, que ya hemos
apuntado como uno de los componentes esenciales del espinosismo.
Con ste se entremezcla ntimamente el otro componente racionalista en
la exaltacin del matematicismo como esquema absoluto de lo real. De
hecho no slo el proceso de nuestro conocimiento es proceso
geomtrico, sino que el mismo proceso de la realidad, la misma
causalidad ontolgica se concibe como deduccin matemtica. Ahora se
comprende que Espinosa haya podido enunciar as el principio supremo
del racionalismo absoluto: el orden y la conexin de las ideas son
idnticos al orden y conexin de las cosas (Ib., lib. II, 7). En la frrea
necesidad slo hay lugar para la conexin determinista. Qu aplicacin
puede tener el finalismo en un mundo donde todas las conexiones son de
tipo geomtrico? Aqu toda teleologa es siempre ingenuo
antropomorfismo (Ib., lib. I, apndice).
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RACIONALISMO Y EMPIRISMO EN LOS SIGLOS XVII Y XVI II
En un mundo semejante qu significado puede tener aun lo vida
humana, que gira por entero en torno a la voluntad libre? Espinosa
describe el desarrollo del hombre a travs de un triple momento (Ib.,
lib. II, 39, escol. 2). En el primero el conocimiento es inadecuado y
fragmentario: es el conocimiento propio de la sensacin, que nos
descubre el mundo como un agregado de cosas individuales. En la
prctica, corresponde a esta condicin del conocer la pasin, que tiende
precisamente a implicar las cosas singulares en nuestra vida singular,
amndolas, desendolas, odindolas, etc. No es que las pasiones
reflejen la actividad del alma, son ms bien una impresin, una
prolongacin de las cosas en el alma que no sabe desasirse de ellas. El
hombre est as en estado de esclavitud.
El conocer racional, cientfico, es un momento ulterior. Se desvanece
la ilusin del mundo como agregado de cosas individuales impresas en m
con la persuasin de que dominan al mundo leyes que abrazan todo
absolutamente y que introducen en el devenir del mundo una necesidad
intangible. De aqu como actitud prctica correspondiente la apata,
propia del sabio que ha iniciado el proceso de autoliberacin. Este
proceso se realiza en el tercer momento, en el que el conocimiento es
intuicin intelectual. Por ella comprende el hombre que el vnculo entre
las cosas no es extrnseco sino intrnseco: es un vnculo sustancial, es la
unidad de la vida divina. Entonces l, no slo contempla aptico el
devenir csmico, libre como est de las pasiones, sino que tambin
participa en l extasiado viviendo la vida divina. La condicin del hombre
en este momento es anloga a la del furor heroico de Bruno; Espinosa la
define amor Dei intellectualis (Ib., lib. V, 32, corol.): es el amor de Dios
que brota del conocimiento intuitivo. El hombre alcanza en este momento
la plenitud de la libertad.
Es importante sealar que la libertad, como toda determinacin de
la vida prctica comenzando por las pasiones, se reduce en Espinosa a
la vida cognoscitiva, a la idea. Apata y pasin, li-
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FRANCO AMERIO
bertad y voluntad son meros aspectos necesarios de la idea, segn que
sea sta adecuada o inadecuada (Ib., lib. III, 1 y concl.). Espinosa
evoca con acentos nuevos la sentencia griega: libertad es plenitud de
conocimiento, pasin es ignorancia y error; libertad es, como definan
los estoicos, la espontaneidad de la razn (Ib., lib. III, 49, escol.). Lo
que el vulgo llama libertad, no es una iniciativa y eleccin imposible,
sino una ilusin, ocasionada simplemente por la ignorancia de las
causas, que determinan un cierto evento (Ib., lib. III, 2, escol.). De este
modo ha desarrollado Espinosa con originalidad, el cogito cartesiano,
absorbiendo cabalmente en el cogito a todo el hombre, a toda el alma en
la idea.
Indudablemente, la construccin espinosiana se presenta como un
edificio imponente y perfectamente articulado. Por esta su
sistematizacin ha llegado a fascinar el pensamiento europeo. No
inmediatamente, pues entre los contemporneos prevaleci un
movimiento de rgida y a veces violenta oposicin a las paradjicas
tesis pantestas y deterministas, casi olvidadas en el siglo XVIII, atento a
ms fciles instancias. Fueron los romnticos alemanes los que
resucitaron a Espinosa; y el siglo xix ha compensado olvidos e
incomprensiones con amplio tributo de homenajes y exaltacin.
Mantenindose lejana de las condenas de unos y de las exaltaciones
de otros admiradores del poder sistemtico de la filosofa espinosiana,
la reflexin crtica advierte sin embargo que, al fundarse
exclusivamente en la definicin de sustancia y en otras pocas
definiciones postuladas ms que justificadas, queda crticamente
infundada. Estamos ante el primero de los poemas me- tafsicos en que
abundar el siglo xix. Atentos a desarrollar con rigurosa
sistematizacin los principios puestos, creen hallar exhaustiva
justificacin en la sola coherencia de la sistematizacin que sobre ellos
construyen; lo que delata una implcita instancia escptica, como si los
principios no se pudiesen reconocer en su verdad, sino solamente
estimar ms o menos aptos para susten
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RACIONALISMO Y EMPIRISMO EN LOS SIGLOS XVII Y XVI II
tar el desarrollo de las deducciones en las que precisamente se basan.
De todas formas, empero, no se descubri entonces la instancia
escptica, sino que, por el contrario, la segura confianza es- pinosiana en
el ritmo cerrado de las deducciones fue entendida como seguridad de la
razn, dominadora por s sola del universo, y suscit, por reaccin, una
llamada a los lmites que la razn encuentra en la experiencia, que la
corriente empirista haba tomado como motivo fundamental de la propia
elaboracin doctrinal.
10. La tendencia empirista: Hobbes
La filosofa cartesiana hall en Inglaterra valoraciones y reacciones
diversas de las habidas en el continente. Precisamente el empirismo
rechaz lo que la corriente racionalista aceptaba y pona por fundamento
de la propia especulacin: la doctrina del espritu como pensamiento
puro desenvolvindose segn un propio patrimonio de ideas innatas. A
esto se contrapone el principio del origen experimental, a posteriori, del
conocer. Un impulso en este sentido se nota ya en las obras de F. Bacn
y de T. Hobbes, as que el terreno estaba preparado en Inglaterra. Ya
hemos hablado de Bacn, y le hemos reconocido el mrito de propugna-
dor del mtodo inductivo en la indagacin cientfica, primer paso hacia
el mtodo experimental de Galileo. Ahora bien, con Hobbes 8 el
naturalismo y empirismo genrico de Bacn se transforma en una
metafsica materialista que, beneficindose del mtodo riguroso
propuesto entonces por Descartes, pudo elevarse a poderoso sistema de
filosofa.
Se resume su tesis fundamenta] en la afirmacin de que solamente
existe lo individual; ms an, tan slo lo individual cor
8 Concibi una grandiosa obra con el ttulo Elementos de filosofa en tres partes: De corpore. De homine. De cive. Esta ltima, reelaborada y desarrollada, dio origen a su obra maestra, el Leviathan. sive de materia, forma et potestate civitatis ecclesiasticae et civilis (1588-1679).
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preo. De aqu una metafsica materialista y una gnoseologa sen- sista,
patentes especialmente en el De Homine y en el De Corpore: todo es
materia y aspecto de materia, en la que el movimiento es slo el
principio universal de explicacin. De este modo entendimiento y
voluntad se reducen a sentido y pasin, y stos, a su vez, se reducen a
puros movimientos somticos y moleculares. En el fondo, Hobbes no
hace sino apropiarse el mecanicismo cartesiano, extendindolo al reino
del espritu que Descartes haba reservado a otra interpretacin. Es una
forma drstica de cortar el nudo del dualismo; manera a la que tienden,
ms o menos conscientemente, los cientficos y todos los fascinados por
la claridad y simplicidad aportadas al mundo fsico por la consideracin
mecnica.
No menos que por el crudo y sistemtico materialismo de su
filosofa teortica Hobbes es importante por su filosofa prctica. No
pudindose poner en tal filosofa otro criterio de moralidad que el
inters individual o egosmo, se sigue que tampoco la poltica podr
apelar a un principio diverso. En el egosmo se encuentra el origen y
fundamento de la sociedad: en el egosmo que se defiende de las
desventajas del mismo egosmo, y de esta defensa brotan los fenmenos
que llamamos derecho, deber, ley, etctera.
Ms claramente: Hobbes separa el estado de naturaleza del estado
de sociedad. En el primero est el desenfreno del egosmo homo
homini lupuscon la secuencia de inquietudes, daos, luchas, que
originan el deseo de algo que impida dichas consecuencias (Leviatn, c.
13). Este algo es el Estado: nace de un contrato, por el que los
individuos se someten irrevocablemente a quien, por ese mismo acto,
queda constituido rbitro que refrena los egosmos de todos, para
proporcionar a todos la gran ventaja del orden y de la seguridad (Ib., c.
17). El Estado que de ah nace es absolutista, porque, naciendo por l
(con el orden y la estabilidad) las categoras del orden y de la
estabilidadque son derechos, deberes, leyes, costumbres, etc.a
nada ni a nadie pue-
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RACIONALISMO Y EMPIRISMO EN LOS SIGLOS XVII Y XVI II
de recurrir el individuo contra el Estado, si no es a lo que no ha recibido
del Estado, es decir, al propio egosmo y a la propia fuerza, que sin
embargo ha enajenado en el contrato por la ventaja que la enajenacin
proporcionaba (Ib., c. 18). El individuo queda as a merced del Estado.
No en vano formulaba Hobbes la teora poltica al tiempo que se
sucedan en el trono ingls los Estuardo en la trabajada crisis que, a
travs de desrdenes y luchas civiles, terminara por arrojarles del
trono. Nada tena que aparecer entonces ms deseable que el orden 3' la
seguridad, a cuyo logro no duda Hobbes de sacrificar todo lo dems.
Ahora resulta fcil entrever la angustia de la poltica hobbesiana,
porque, como observar Rousseau, tambin en las profundidades de
una prisin se goza de orden y seguridad...
Las ideas de Hobbes, por lo dems, rimaban con las que, aunque
diversamente elaboradas y justificadas, expona Espinosa en un
Tractatus theologico-politicus, desenvolviendo la tesis capital de la
identidad de fuerza y derecho: tanto vale el derecho cuanto vale la
fuerza que lo sostiene. No hay derechos conculcados ni injusticias
triunfantes; es igual a derecho (Tractatus thel. pol., c. 16). Esta tesis
arranca ya de la doctrina metafsica de la necesidad del todo, y por
tanto de la adecuacin entre lo posible y lo real, ya de la doctrina del
egosmo e instinto de conservacin, manifiesto a travs de toda la gama
pasional, como nico constitutivo del consorcio humano. El derecho,
pues, que regula las relaciones entre los hombres asociados no es otro
que la fuerza: una fuerza superior a las otras, una fuerza de tal suerte
configurada, que la hace capaz de eludir las otras fuerzas concurrentes
(Tractatus theol. pol., c. III, 2). Tambin la convivencia humana, en
definitiva, es regida por leyes mecnicas.
La diferencia entre Hobbes 3' Espinosa est en la doctrina
espinosiana de la libertad del pensamiento, de la incoercibilidad de la
vida propiamente espiritual, incoercibilidad de la conciencia sustrada
por eso mismo al control del Estado. Si los lmites de su derecho son
los lmites de su fuerza, todo lo que es incoer-
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cible, como la religin, y la filosofa, como el pensamiento, en fin, se
sustrae completamente al Estado (Tract. theol. pol., c. 20). La paradoja
metafsica halla su paralela en la paradoja poltica: en aqulla, la
necesidad universal y frrea tiene que dejar libre el paso a la libertad
del sabio; en sta, la omnipotencia del Estado tiene que dejar a salvo la
libertad del pensador.
11. Loche
Evitando la extremosidad de Hobbes y en contacto mayor con el
genrico naturalismo baconiano, elabora J. Locke9 de modo ms
riguroso y ms perfecto el principio empirista. Los cartesianosentre
los cuales cuenta Locke especialmente a los platnicos de
Oxfordproceden impertrritos persuadidos de dominar con sus ideas
innatas el universo entero y dictaminan sobre la realidad de las cosas,
aun las ms remotas y difciles, con el solo artificio de sus conceptos a
priori. No es demasiado simplista este modo de proceder? No es
aventurado y presuntuoso? Locke trata precisamente de evitar el
simplismo, la improvisacin y la presuncin haciendo, como
prembulo a toda investigacin ulterior, un detallado estudio sobre el
entendimiento humano para circunscribir exactamente su naturaleza,
su poder, sus lmites. La investigacin lockiana se plantea, pues, como
una gnoseologa.
Ante todo, es que se dan ideas innatas? Si se dieran, debera
desaparecer toda diferencia entre quien sabe y quien no sabe, entre
adulto y nio, civilizado y salvaje. Cmo podran, en efecto,
diferenciarse en cuanto al conocer, si todos poseyeran las mismas
9 Despus de los estudios en Oxford entr al servicio del conde de Shaftesbury como preceptor, mdico, secretario y amigo. Despus de la cada y muerte de su patrono se mantuvo fiel al ideal poltico de los Wighs, de los que aqul haba sido jefe. Retom del exilio holands cuando triunf el liberalismo con Guillermo de Orange en 1689. Vivi retirado hasta su muerte (1632-1704). Sus obras, adems del Ensayo sobre el entendimiento humano y Pensamientos sobre la educacin (que le dan un puesto eminente en la historia de la pedagoga), son dos Tratados sobre el gobierno civil.
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ideas? Y despus, cmo se explicara el esfuerzo del aprendizaje? Y
cmo se justificaran las diferencias tan profundas entre religin,
costumbres, moral, que se observan entre los distintos pueblos de la
tierra? Conclusin: no existen las ideas innatas (Ensayo, lib. I).
La crtica del principio innatista se convierte ahora en enunciado
del principio empirista: la mente del hombre es tamquam tabula rasa in
qua nihil est scriptum. Slo la experiencia va llenando de signos esa tabula
rasa: lo que significa que todo conocimiento tiene origen en la
experiencia. Se trata ahora de precisar, explicando el modo de
efectuarse la gnesis experimental de las ideas, trmino que, para
Loclce, como en general para los empi- ristas, es usado, no en el sentido
especfico de conocimiento intelectivo, sino en el sentido genrico de
conocimiento, dado que el empirismo no admite por principio
diferencia especfica entre las dos formas de conocer, sensitiva e
intelectiva, conocimientos experimentales los dos. Segn Locke la
experiencia produce las ideas de dos formas: como sensacin produce las
ideas de lo que nos es externo, como reflexin de lo que es interno a
nosotros. Se obtienen as las ideas simples como caliente, verde,
amargo, en el primer caso; como dolor, conocer, desear, en el segundo
(Ib., lib. II, c. 1).
Hasta aqu el sujeto se comporta pasivamente, se deja impresionar.
Se tendr como un polvillo de ideas simples, un puado de tomos
cognoscitivos, mientras que en nuestro conocimiento efectivo tenemos
complejos, sistemas y organismos de ideas. Locke los denomina
genricamente ideas complejas. Este es, pues, el problema: cmo se