filosofía de la información

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Documento que habla a cerca de la influencia de los medios electrónicos y la globalización en la filosofía del derecho actual.

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Hacia una nueva ilustración

Filosofía de la información y del Conocimiento: la relación técnica y la polis.

Javier Bustamante

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Filosofía de la Información y del Conocimiento: La relación

entre técnica y polis

Javier Bustamante

En este volumen toma cuerpo las intuiciones de varios intelectuales, a partir de la

inspiración de nuestro colega y amigo Emilio Suñé. La sospecha a la que responde este

conjunto de reflexiones se proyecta desde la órbita del derecho y la filosofía política

hacia una crítica frontal y sin tapujos de algunos de los omnipresentes iconos que

componen el imaginario social de la vida política en democracia. ¿Ha sido la

Ilustración una revolución frustrada que ha vuelto a su punto de partida? ¿Han sido

aplicados y desarrollados verdaderamente sus ideales sociales y su ideario político? O,

tal vez, ¿debemos caminar hacia una nueva Ilustración, que retome el impulso

transformador que una día la caracterizó? La Ilustración que heredamos estaba basada

inicialmente en la confianza en la razón y su poder para humanizar el mundo, para

convertir el tiempo cíclico de las antiguas culturas en un espacio de progreso, donde el

tiempo es un vector lineal, ascendente, sin retorno posible. La Ilustración tenía como

leitmotiv la destrucción del mito y su sustitución por el logos, por el tratado, el sistema;

la regulación frente al desorden, y el orden frente al caos.

Expondré de una forma directa lo que quiero defender modestamente en esta

contribución un proyecto colectivo de Nueva Ilustración: dicho proyecto pasa

necesariamente por una teoría política de la tecnología, por el reconocimiento de que un

uso inteligente y democrático de la tecnología nos permitirá reinterpretar la racionalidad

instrumental en la que nos encontramos atascados, y encontrar nuevas formas de

consenso social y democracia participativa. En definitiva, una filosofía de la

información y del conocimiento es una versión necesaria del análisis de la relación que

subyace entre técnica y polis. Utilizando la nomenclatura de Platón cuando da título a su

República, entre tékhné y politéia. Quizá ha sido Langdon Winner el politólogo

contemporáneo que ha analizado con mayor profundidad la relación entre información y

democracia, y ha denunciado a su vez el carácter ideológico y abiertamente mítico de

eso que llamamos información. Me gustaría que la conclusión de esta contribución,

fuese un diálogo con el pensamiento Emilio Suñé expresado en su Manifiesto y con

Winner, representado en su colección de artículos publicada como La ballena y el

reactor, una obra ya clásica en filosofía política de la tecnología.

La relación entre democracia, eficacia y opulencia

La evolución social marcada y delineada por la Ilustración tiene un punto de apoyo

natural en la revolución industrial. No son, aunque a primera vista pueda parecerlo,

procesos independientes. La revolución industrial supone la aplicación de los principios

ilustrados al control de la naturaleza partir de una explotación sistemática del

conocimiento científico y las artes prácticas conocidas como técnicas. Las formas de

optimización de la producción y las técnicas de organización industrial permean todas y

cada una de las facetas de la vida social, y muy especialmente la esfera política a partir

de una metáfora que pocos han puesto en tela de juicio: la relación entre democracia y

opulencia. Es decir, entre formas participativas avanzadas de vida política y sistemas

que garanticen un continuo aumento del bienestar. La prosperidad aparece hoy en día

como una consecuencia natural de la democracia. Cuando invadimos algún país

extranjero, o colaboramos en ellos, juega un papel central en el argumentario político la

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idea de que con la llegada de la democracia los habitantes de dicho país vivirán mejor.

Sin embargo, En Gracia y Roma, virtud cívica y prosperidad material eran nociones

antitéticas. Platón sentía fobia por los artesanos, y prohibía que los ciudadanos,

dedicados a la política, se dedicasen también a las artes materiales. También surge esta

idea en el nacimiento de los Estados Unidos de Norteamérica, donde Thomas Jefferson

advertía que las nuevas formas de producción que estaba surgiendo con la Revolución

Industrial sería incompatible con una vida republicana honesta y digna. Así, si una

sociedad quería mantener la virtud cívica, debía estar atenta a la facilidad con la que la

vida humana se corrompe por la opulencia, y encarar los procesos de desarrollo

económico e innovación técnica con la mayor cautela.1 Hoy en día dichas precauciones

parecen trajes con olor a naftalina, y la relación entre democracia, eficiencia y opulencia

es un dogma que pocos ponen en cuestión. Sobre este modelo se ha levantado el gran

edificio ilustrado que pervive hasta nuestros días. O, mejor dicho, que ha pervivido

hasta que el crack financiero de 2008 ha puesto en tela de juicio algunos de los

fundamentos más esenciales del sistema.

Las sociedades avanzadas actúan como sistemas que requieren una cada vez mayor y

más profunda coordinación entre sus partes para poder funcionar sin sobresaltos. Y para

ello, la información tiene un papel esencial. Muchos se atreven, no sin buenas razones, a

definir nuestra época como la Era de la Informática, entendiendo el papel vital que

cobra el tratamiento automático de la información en todas sus formas. Es cierto que la

informática ha revolucionado muchos de los campos del conocimiento humano, pues

sin ella no habría sido posible manejar cantidades ingentes de información sin las cuales

muchas de nuestras teorías científicas se habrían convertido en simples curiosidades

intelectuales sin aplicación práctica. Es tal el poder que la informática aporta a la

ciencia de vanguardia que nuestras disciplinas van dejando de ser estudios descriptivos

de la realidad para convertirse por turno en ingenierías, en saberes transformadores. Es

un salto cualitativo en el proyecto ilustrado de dominio de la naturaleza.

Así, la biología deja de ser un saber taxonómico, clasificador, para convertirse en una

ingeniería de los seres vivos. El proyecto genoma humano es mucho más que una punta

de lanza de la nueva medicina. Es una metáfora que va eliminando la incertidumbre de

lo humano para convertirla en riesgo, en términos probabilísticos. Una vez mapeadas las

características de los seres vivos, nada nos impide abordan sistemáticamente el proyecto

de recreación de la vida. Cada terapia génica no tiene efecto solamente sobre un

individuo, sino también sobre sus linaje. Será rasgos modificados lo que heredarán sus

descendientes, y se convertirá así en un condicionante de gran peso de la vida social. Lo

mismo podríamos decir de la psicología, transformada desde comienzos del siglo XX en

ingeniería de la conducta. Efectivamente, nuestra sociedad tiene como uno de sus

mecanismos de control favoritos la creación de nuevas necesidades, la reeducación del

deseo. La psicología se aplica con éxito en el terreno de la publicidad, para

convencernos de las virtudes de un producto o una ideología. El ser humano es

concebido como una caja negra en la que se puede moldear a voluntad una respuesta a

partir de un estímulo. Con la esclavitud, la jaula estaba por fuera; en la era industrial, la

jaula está dentro del propio ser humano.

Este es el nivel interno en el que podemos hablar del conocimiento entendido como

forma de vida política. A nivel externo, la información y el conocimiento conforman

1 Cf. Winner, L., La ballena y el reactor, Gedisa. Barcelona, 2008. (1987).

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infraestructura básica que mantiene unidos y coordinados todos los elementos

constituyentes del tejido social. Se puede hablar de estructuras, individuos, agentes

sociales, poderes fácticos, movimientos sociales... no importa el punto de vista ni el

marco teórico en el que uno se sitúe. La información es la savia que permite la

articulación de tales elementos del sistema social, y cuanto mayor es la complejidad y la

extensión de dicho concepto de sociedad, mayor es la cantidad de información para

mantenerla cohesionada sin que se comprometa su estabilidad o funcionalidad. Quien

controla los flujos de información mueve los hilos de la marioneta de la sociedad.

Racionalidad teorética y racionalidad pragmática

En cuanto al conocimiento, nuestra sociedad ha sustituido una pregunta teorética ¿qué

es? por la pregunta pragmática ¿para qué sirve? En esta etapa de evolución del

proyecto ilustrado, el afán por el conocimiento puro ha dejado paso a una dinámica que

busca implícita o explícitamente la eficacia, la eficiencia, la funcionalidad, en cada una

de las facetas de la realidad humana y social. La técnica no es ya apenas una medida de

sí misma; se convierte en el metro con el que medimos – y el patrón con que evaluamos

– el funcionamiento de cada uno de los mecanismos de la vida. Los sistemas

tecnológicos, basados en el conocimiento científico de la realidad que la Ilustración ha

colocado en piedra angular de la construcción de una sociedad moderna y democrática,

se han convertido en las nuevas constituciones. Delimitan nuestros derechos. Nos dicen

qué debemos desear y cómo satisfacer dichos deseos. Nos muestran el camino hacia una

supuesta prosperidad, las recetas para el buen funcionamiento de la economía, las pautas

para una burocratización de la vida pública en la que la incertidumbre social se reduzca

al valor de un epifenómeno. Esta dinámica muestra -- para todo aquel que quiera verlo -

- su más desconsolado fracaso. La sustitución del gobierno de los hombres por la

administración de las cosas ha hecho de los modelos tecnocráticos una nueva fe que

refleja la pérdida de la vitalidad, el hundimiento del antiguo proyecto.

Como veremos, salvar la Ilustración quizá signifique reinventarse a sí misma. La

Escuela de Frankfurt percibió la importancia de la racionalidad instrumental como una

dialéctica que, hundiendo sus raíces en el espíritu de la Ilustración, podía acabar con la

misma. Como pensaban Adorno y Horkheimer, realizar la Ilustración puede ser también

liquidarla, pues los procesos que nos han traído la modernidad tienen la ambigüedad

esencial de un proceso dialéctico. Pero por otro lado, una esperanza latente. La

información se ha convertido en un paradigma de renovación democrática a partir de los

movimientos de conocimiento libre y de software libre. Ambos demuestran las

oportunidades que abre la apropiación social de la tecnología. Y hablamos de un factor

extraordinariamente novedoso, pues la tecnología ha favorecido históricamente el

sostenimiento del statu quo, ha fortalecido los poderes establecidos o ha permitido que

algo cambiase para que todo siguiera exactamente igual. Por primera vez en la historia,

la tecnología ha puesto en las manos de la gente de a pie una poderosa palanca: la

informática personal, el uso de Internet, las nuevas formas de relación social surgidas a

partir de las redes sociales virtuales, la extensión de la metáfora wiki (el conocimiento

compartido y generado desde la periferia del sistema), la proliferación de las redes

virtuales de intercambio (peer to peer), están dinamitando los cimientos de una

racionalidad centralizada, angosta, tan devota del concepto de propiedad que ha

intentado por todos los medios extenderlo incluso a los bienes intangibles que no se

consumen cuando se utilizan ni pierden valor cuando muchos los disfrutan. En estas

páginas retomo y resumo algunos de los aspectos de esta nueva visión de la tecnología

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desde la filosofía política que he estudiando de forma recurrente durante los últimos

años, reestructurados a través de una línea argumental orientada a contribuir a este

proyecto colectivo.

El pensamiento crítico y la desconfianza en el proyecto ilustrado

La confianza en el Proyecto Ilustrado -- es decir, la fe en la capacidad de la razón

humana para crear un mundo mejor, para conocer y dominar la realidad – era la base

para creer que la ecuación “ciencia + tecnología = progreso social” se cumplía de una

forma automática. La quiebra de este esquema lineal e historicista se produjo cuando

nos dimos cuenta de que la relación entre ciencia, tecnología y sociedad no era tan

idílica como se pensaba. Se vio que la tecnología no beneficiaba siempre a todos por

igual, y que el desarrollo de la tecnociencia tenía a menudo efectos negativos para la

humanidad. Los grandes sistemas tecnológicos no parecían ser neutrales, sino que

encarnaban formas particulares de poder y autoridad. Fue quizá el desarrollo de la

primera bomba atómica (el proyecto Manhattan) junto con los problemas ecológicos de

los años cincuenta y sesenta los detonantes de una toma de conciencia por parte del

hombre de la calle sobre la importancia de esta relación. Si la razón instrumental ha sido

consecuencia del descrédito global de la Razón (con mayúscula) en la crisis de la

modernidad, también ha hecho de la tecnología un objeto de primer orden para la

filosofía. De repente, caímos en la cuenta de que la tékhné se había hecho politéia.

En mi libro Sociedad informatizada, ¿sociedad deshumanizada?2 mostraba cómo la crisis

de confianza en la ecuación de identidad entre progreso social, cambio tecnológico e

Ilustración introduce la llamada teoría crítica, que propone extender y revisar la critica

marxista de la economía política como metodología de análisis. Su categoría fundamental

de análisis es la dinámica de la racionalidad instrumental. El paralelismo con el

pensamiento de Marx es esencial, ya que éste intentó desmitificar el capitalismo como

sistema económico e ideológico, mientras que la Escuela de Frankfurt y Habermas tratan

de desenmascarar las ilusiones y mistificaciones de las sociedades industriales del siglo

XX, subrayando el papel que la tecnología juega en la configuración de este modelo de

sociedad. Según ellos, y a diferencia de Marx, la dominación de unos hombres sobre otros

no termina con la lucha de clases, ya que dicha dominación puede encarnarse en formas

más sutiles y oscuras, más difíciles de descubrir, algunas de las cuales están

esencialmente relacionadas con la dinámica del proyecto ilustrado y su desarrollo a partir

de la fe en la ciencia y la tecnología.

Uno de los ejemplos paradigmáticos del dominio de esta razón instrumental

configuradora es el advenimiento de nuestra Sociedad de la Información, donde el

positivismo científico se convierte en ideología. Una sociedad cuyos fines están definidos

por los medios (eficacia, eficiencia, productividad, competencia, optimización,

controlabilidad, contribución a la opulencia) y el instrumento se convierte en un fin en sí

mismo, en un modelo. Según esta inversión, eran los medios los que movían a la

actividad humana en nuestra sociedad, dejando en un papel secundario a los fines, que

tradicionalmente cumplían dicha función. La racionalidad tecnológica supone un nuevo

paso en la evolución de dicha racionalidad instrumental, y se caracteriza por el hecho de

2 Véase el capítulo correspondiente en BUSTAMANTE, J. (1993). Sociedad informatizada, ¿sociedad

deshumanizada? (una visión crítica de la influencia de la tecnología sobre la sociedad en la era del

computador). Madrid: Gaia.

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que la funcionalidad como característica fundamental impone valor en hechos y

acciones. No es preciso conocer la estructura si se conoce la función, y el carácter

práctico obtiene una posición privilegiada frente a la fundamentación teórica. La llegada

de las nuevas tecnologías de información supone la extensión a todos los puntos del

planeta de dicha racionalidad tecnológica.

Para Adorno y Horkheimer, la ciencia y la tecnología son nuevas oportunidades que

incrementan el rango de posibilidades que puede enfrentar un ser humano. El problema es

que realmente sólo un infierno, en palabras de Adorno, se ha extraído de dichas

oportunidades. Para los autores de la Dialéctica de la Ilustración, la pregunta que nos

debemos hacer para entender el proyecto ilustrado es por qué la humanidad, en lugar de

dirigirse hacia un reino de verdaderas condiciones humanas de vida, se sumerge en la

crisis, en un nuevo tipo de barbarismo. La respuesta a esta pregunta de Adorno y

Horkheimer se encuentra en el concepto de dominación y el ascenso de la racionalidad

instrumental. La historia de la civilización occidental revela un triple patrón de

dominación. Primero, la dominación sobre uno mismo, la reeducación del deseo, la

domesticación de la naturaleza humana. En segundo lugar, la dominación sobre el trabajo

y la acción de aquellos individuos previamente controlados. En tercer lugar, la

dominación de la naturaleza a través de los instrumentos puestos a nuestro servicio por la

ciencia y la tecnología. A pesar de todo tipo de protesta o resistencia, la dominación

racional sobre la naturaleza avanza integrando paulatinamente todas las características

humanas, y nuestro conocimiento de la naturaleza se convierte así, según este modelo, en

un patrón de dominación3.

Marcuse denuncia los mecanismos de dominación que operan en la tecnología moderna,

que se extiende hasta el punto de la pérdida de la independencia de las ciencias humanas y

sociales con respecto al pensamiento científico-técnico. La tecnología podía haber sido un

poderoso instrumento de cambio histórico, en el sentido de que la acción humana puede

liberar a la naturaleza de su insuficiencia. La historia es la negación de la naturaleza,

solía repetir. Sin embargo, este proceso de cambio y liberación se ha distorsionado por la

ciencia y la tecnología, que han devenido formas específicas de control y dominación, y

se han aliado no en la consecución de una transformación de la historia o del hombre

mismo, sino en aras de un proyecto específico: el control técnico de la naturaleza.

El carácter de la tecnología moderna ofrece una mayor capacidad de control, pero al

mismo tiempo impide que el hombre se encuentre a sí mismo más allá de la alienación de

un mundo artificializado. También aparece como un obstáculo para reconocer a la

naturaleza como sujeto dotado de derechos con el que tenemos que vivir en un universo

común. Desde la perspectiva de Marcuse, la liberación de las fuerzas alienantes de la

ciencia y la tecnología como modelos de vida traería consigo aceptar que la naturaleza no

está ahí para ser manipulada por el hombre como reserva de poder, sino que también es

susceptible de participar en y ser sujeto de dicho proyecto de emancipación, y que existen

fuerzas en la naturaleza que podrían apoyar e incluso reforzar la liberación de los seres

humanos. Por lo tanto, ambas fuerzas no deben orientarse a rediseñar el mundo bajo

nuevos parámetros de eficacia y racionalidad, sino que deben utilizarse sabiendo que la

autorrealización del hombre está intrínsecamente ligada a la realización de las

posibilidades de la naturaleza. Una sociedad más libre, más humana, necesitará recuperar

3 Cf. ADORNO, Theodor y HORKHEIMER, Max (1947) Dialektik der Aufklarung. (Originalmente

publicado como Philosophische Fragmente). Querido. Amsterdam.

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el camino de una verdadera Ilustración a partir del desarrollo de un nuevo conocimiento,

de una nueva consciencia, que nacería de la experiencia de la naturaleza como la totalidad

de la vida por proteger y cultivar, y la tecnología podría aplicar esta ciencia o

conocimiento a la reconstrucción -- no al rediseño -- del entorno vital.

Por su parte, Habermas denuncia que estamos dirigiéndonos hacia una sociedad

racional, que presenta como características fundamentales una profunda interdependencia

de ciencia, tecnología e industria, y la extensión del imperio de la racionalidad

instrumental cada vez a más áreas de la vida humana. Estos elementos han creado por sí

mismos a nivel macrosocial una nueva constelación de ideas económicas y políticas, en

un proceso que concluye con el nacimiento de una nueva forma de ideología, una

justificación tecnocrática del orden social. Los asuntos humanos se redefinen como

problemas técnicos, y la política se convierte en la esfera de la eliminación técnica de las

disfunciones sociales y la evitación de riesgos que puedan afectar al sistema.4 A través de

una vida social conformada por relaciones estratégico-instrumentales, el hombre se aliena

del mundo, estableciendo una distancia insalvable entre sujeto y objeto que no puede ser

eliminada por meras relaciones de dominio y control. La solución de Habermas consiste

en evidenciar las limitaciones intrínsecas a la técnica y reconocer, por otro lado, las

potencialidades democratizadoras subyacentes en la propia técnica. El objetivo de estos

dos procesos sería la restauración de una vida social más auténtica a través de la

reconstrucción de las prácticas comunicativas.5

Es fundamental la idea habermasiana de sustituir la racionalidad instrumental por una

racionalidad o coordinación comunicativa, permitiendo el ascenso de un nuevo modelo de

racionalidad que nos dé nuevas pautas de coordinación de la acción humana. Y aquí

aparecen las potencialidades positivas intrínsecas a la tecnología moderna: la tecnociencia

aportaría unos nuevos canales y códigos lingüísticos no reduccionistas que, empleados al

servicio del hombre, podrían ayudar a restituir el rol del lenguaje como coordinador de la

acción y devolverían a la técnica su papel instrumental en un mundo más humanizado.

El valor de estas teorías que ven en la dinámica de la racionalidad instrumental la clave

para entender las implicaciones sociales del desarrollo de la tecnología moderna reside

fundamentalmente en la enunciación de una serie de condiciones que harían posible una

transformación del proyecto de la Ilustración, y la relación entre individuo, sociedad,

naturaleza y mundo artificial. Si la razón instrumental ha sido consecuencia del descrédito

global de la Razón en la crisis de la modernidad, la crítica al poder modelizador de la

tecnología puede ayudar a una restitución de modelos y patrones menos reduccionistas,

negociados a partir de un consenso social. Por otro lado, la tecnología ya no puede

concebirse más como una simple infraestructura. Tiene además un papel

superestructural como parte integrante de la ideología dominante en la cultura

occidental. Pero también es una herramienta fundamental en la lucha por la justicia

social, puesto que quienes controlan el poder tecnocientífico definen a partir de éste la

naturaleza y el uso adecuado de los medios técnicos, que se definen a su vez como

lenguaje de poder.

4 Véase HABERMAS, Jürgen (1984)., Theorie des kommunicativen Handelns. Trad. española: Teoría de

la acción comunicativa (Tomos I y II). Madrid: Taurus, 1987.

5 Cf. Habermas, J., o. c.

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¿Es una sociedad informatizada necesariamente una sociedad más deshumanizada?

La informatización como búsqueda de una eficacia totalizadora plantea nuevas

cuestiones acerca de la relación entre la acción tecnológica-eficiente y la acción

plenamente humana, dada la conexión aún por explorar entre eficiencia técnica y

libertad humana. Por definición, la búsqueda a ultranza de la eficacia supone una

limitación para la libertad humana. Cuando una cierta tarea puede definirse de forma

algorítmica, siempre hay una solución óptima obtenible por cálculo a partir de una serie

de premisas y de unas reglas lógicas. Dicha solución sería única, y marcaría los pasos a

dar para completar la tarea maximizando el criterio de eficacia. Por lo tanto, las formas

alternativas de ejecución serían infravaloradas con respecto a la solución técnica,

acotando así el ámbito de acción racional. No creo que sea preciso demostrar que los

valores humanos no son fácilmente cuantificables, y por tanto no son susceptibles de

actuar como criterio a maximizar dentro de la lógica tecnológica. Al mismo tiempo,

existe una supremacía de lo cuantitativo frente a lo cualitativo en tanto que el

computador precisa información que será traducida en términos numéricos para poder

ajustarse a su particular forma de almacenamiento y tratamiento, y de esta forma se

impone su metáfora como modelo para el correcto funcionamiento social: la sociedad

digital. Una informática cada vez más sofisticada extiende su tempo y su dirección a

más aspectos de la existencia humana. Ambas dialécticas caminan en sentidos opuestos,

pero en cualquier caso acaban llegando a la misma conclusión: el desarrollo y uso

continuado de herramientas, mecanismos y procedimientos informáticos produce una

tendencia hacia una intervención más intensa y profunda de la informática en los

asuntos humanos. Si se produce una estandarización de procesos y comportamientos en

aras de esa pretendida eficacia, sí podríamos hablar de deshumanización a través de la

tecnología.6

Configuración de la cultura global y construcción de la identidad

A pesar de los riesgos de una eficacia totalizadora y la inercia mental que podría

desembocar en una progresiva deshumanización, pocos dudan ya del impacto que la

tecnología informática a través de Internet está comenzando a tener en la configuración

de la cultura global del siglo XXI. Internet pone en jaque el concepto de territorialidad,

pues las comunidades que nacen en su seno, las llamadas redes virtuales, no tienen

como elemento de unión un espacio físico, una etnia o un idioma compartidos.

Cuestiona los modelos económicos vigentes, pues en ella los bienes digitales tienen

valor no en función de sus escasez – según los dictados de la ley de la oferta y la

demanda --, sino de su omnipresencia. Las comunidades de intercambio y su pugna en

pro del conocimiento libre ponen en tela de juicio los conceptos tradicionales de

propiedad intelectual, de control de la información, de copia y reproducción. A partir de

ellas se ha extendido una metáfora de solidaridad, libre colaboración y sinergia frente a

competencia, que transforman el concepto de negocio, cuestionando la separación

tradicional de los papeles de productor y consumidor. Todo lo que es digital puede

existir en Internet, y la digitalización homogeneiza todo tipo de datos: música, películas,

textos, etc. Todo ello está ya creando un nuevo paradigma ético propugnado desde el

movimiento de Software Libre, donde la sinergia se opone a la competencia, y donde la

escasez de un bien no lo hace más valioso, sino al contrario.

6 Véase Bustamante, J., o.c.

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Es verdad que el valor de los bienes está tradicionalmente basado en su escasez y en su

demanda. Sin embargo, aquí la lógica es bien diferente: Internet es valiosa porque

cientos de millones de personas tienen acceso a ella, y la utilidad total de lo que circula

por la Internet aumenta -- según la conocida Ley de Metcalfe – con el cuadrado del

número de usuarios. Si fueran pocos los usuarios, también serían escasos los contenidos

de la misma. Paradójicamente, mi correo electrónico es valioso porque otros muchos

también lo tienen. Si fuera el único que disfrutase de dicho servicio, no podría enviar un

mensaje a nadie, ni tampoco recibirlo. Al contrario de lo que ocurre con los bienes de

consumo tradicionales, la riqueza basada en la información no se consume, no se agota.

Se automultiplica al compartirse, sin que pierda valor por ello. Cuantos más miembros

de la comunidad virtual acceden un servicio, mayor es el valor del mismo para todos.

En definitiva, según el viejo lema hindú popularizado por la Madre teresa de Calcuta, la

verdadera riqueza nace del acto de compartir: “todo lo que no se da, se pierde”.7

Al percibir estas posibilidades, la cultura popular ha encontrado en Internet un campo

fértil en el que florecer. Además de las redes sociales virtuales y las comunidades de

intercambio, Blogs y videoblogs, páginas personales, expresiones artísticas de la Web

2.0 conviven con un mundo oscuro cargado de materiales inadecuados o incluso ilegales.

La propia ambivalencia de la red de redes muestra su vitalidad: el mundo virtual no es

mejor ni peor que el mundo físico, sino un espejo de la sociedad, de nuestra realidad y,

sobre todo, de nuestros sueños. Internet tiene, a pesar de sus riesgos, la potencialidad de

convertirse en una de las estructuras sociales más democráticas y participativas que las

nuevas tecnologías de la comunicación hayan traído a un mundo globalizado, un

entorno estratégico para la promoción de los Derechos Humanos. Por el hecho de

proporcionar una cobertura de comunicación barata, horizontal y de ámbito global, el

ejercicio de las libertades de pensamiento, credo y expresión cobran aquí una relevancia

que no aparece en los medios tradicionales de comunicación. A través de estos medios

sólo los grupos de la comunicación y aquellos que componen los variados mecanismos

del poder social tienen la posibilidad real de hacer oír su voz. Por el contrario, en

Internet muy pocos medios son suficientes para comunicar una idea, para hacerla llegar

a todos los rincones del globo. Cualquiera puede crear su propio blog, participar

activamente en foros de discusión, enviar y recibir mensajes de correo electrónico a un

coste prácticamente nulo. En la red, cualquier ciudadano se convierte en emisor y

receptor a un tiempo.

Junto con las nuevas posibilidades también surgen nuevos valores, y el individuo se

encuentra, quizá por primera vez en la historia, una tecnología que no solamente

favorece el statu quo, sino que potencia las propias capacidades individuales y equilibra

en alguna medida el poder de los ciudadanos frente a los sectores organizados de la

sociedad. La aparición del software libre es la punta de lanza de un nuevo paradigma

ético en el que los programas responden a una estructura de código abierto a todos

pueden ver, manipular, perfeccionar y compartir, en el que el concepto de derechos de

autor se da paso a un sistema basado en el conocimiento como bien común.8

7 Bustamante, J. (2004a), Qué puede esperar la democracia de Internet? Una reflexión sobre la crítica de

Langdon Winner al poder político transformador de la tecnología. Argumentos de Razón Técnica,

septiembre, 10-48.

8 Bustamante, J.: (2001) Hacia la cuarta generación de derechos humanos. Revista electrónica CTS+I.

Núm. 1, nov..Organización de Estados Iberoamericanos.

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En cuanto al impacto político, el internauta va mucho más allá del Homo Videns de

Giovanni Sartori. 9 No es simplemente el hombre alienado y pasivizado frente la

construcción de imágenes desgajadas de la realidad que produce la televisión, sino un

sujeto que navega, que aprende, mediante ensayo y error las posibilidades de expansión

de su capacidad de acción en los diferentes ámbitos de su vida, incluyendo la

participación activa en los asuntos públicos. Me remito al caso de la última elección

presidencial norteamericana. Internet ha tenido un papel muy relevante en la elección de

Barak Obama. Por primera vez, contradiciendo los resultados de los estudios de Mark L.

Kornbluh10 y Robert Putman11, que mostraban un descenso constante de la participación

ciudadana en los asuntos públicos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, el uso

intensivo de las redes virtuales por parte del equipo del candidato demócrata y de las

bases de su partido ayudó a un aumento notable de la participación popular. Quizá es un

caso aislado, o quizá están surgiendo nuevas formas de compromiso ciudadano en los

asuntos públicos desencadenadas por una apropiación social de la tecnología.

Redes virtuales, emigración y diásporas digitales

Los nuevos movimientos migratorios han hecho de la diáspora digital un factor

constituyente de la globalización. Es un fenómeno social complejo que no puede

reducirse a sus aspectos culturales, políticos o económicos. Es también un proceso de

construcción de identidad a través de redes sociales virtuales. Las diásporas digitales, a

través de estas redes, crean un nuevo lugar para aquel que se encuentra desplazado. Una

red social consiste en un conjunto de actores y nodos que se encuentran enlazados por

un tipo determinado de relación. Las redes migratorias internacionales son redes

sociales, y como tales tienen un carácter no estático sino dinámico y procesual. Estas

redes migratorias no se limitan a una dimensión, ni a una sola escala. Poseen una

composición local, regional, interregional e internacional. Las redes sociales virtuales o

digitales son la última expresión de dicha complejidad emergente, pues integra

elementos de groupware que posibilitan nuevas formas de experimentar las diásporas y

las migraciones, nuevas formas de comunicación y solidaridad, nuevas maneras de

interpretar papeles sociales en relación a los entornos de origen y de acogida. Las redes

sociales virtuales son subconjuntos de las redes sociales, y se benefician de los modelos

de análisis de redes desarrollados hasta el momento. En este sentido, el estudio de las

redes sociales virtuales nos permite observar nuevas formas de articulación de los

movimientos migratorios.12

Las redes virtuales como Facebook, Myspace u Orkut son de gran utilidad a la hora de

recuperar el contacto con personas que han compartido infancia, colegio, universidad,

etc., o para fortalecer vínculos de amistad con personas fuera del entorno físico del

usuario. En este sentido, cobra un papel relevante la aparición de los foros o

comunidades de emigrantes. La gran mayoría de las comunidades que se crean dentro

de estas redes son de distribución geográfica (por continentes o por países), pero

también por profesiones o hobbies. La multiplicación de estas comunidades virtuales

9 Giovanni Sartori (1998), Homo Videns. La sociedad teledirigida. Madrid, Taurus.

10 Mark L. Kornbluh, (2000) Why America Stopped Voting: the decline of democracy and the Emergence

of Modern American Politics, NYU Press, Nueva York.

11 Robert D. Putnam (2000), Bowling Alone: The Collapse and Revival of American Community, Simon

& Schuster, Nueva York.

12 Bustamante, J. (2009) Prefacio al libro PEREIRA, Paula C. (ed.), Cidade A filosofia e a cidade.

Campo das letras editores, Oporto. En prensa.

Page 11: filosofía de la información

10

refleja la complejidad de la diáspora digital frente a la emigración tradicional. Un

emigrante buscará información acerca del país en el que piensa instalarse, o buscará

grupos de apoyo en la localidad a la que acaba de llegar. Son puertas de entrada,

posibilitadoras de otras relaciones off-line que se desarrollarán después en el mundo real.

Por ejemplo, muchos emigrantes integrados en estas redes marcan encuentros en vivo

con otros miembros locales de sus comunidades. Así refuerzan los lazos entre ellos y

crean nuevas relaciones con personas que están fuera de la red virtual, pero que están

vinculadas por cualquier tipo de lazo con alguno de los miembros de la misma.

También hacen un uso intensivo de las redes virtuales para intercambiar informaciones

de todo tipo en relación con la emigración: discusiones sobre la integración, búsqueda

de empleo, trámites burocráticos, promoción de la cultura autóctona, actividades lúdicas,

etc. Un elemento común entre ellos es la vivencia de situaciones similares – muchas

situaciones de la vida cotidiana en el extranjero se convierten en una auténtica aventura

–, y ello crea lazos de unión de gran fuerza. Más allá de un frío análisis estadístico de

los intercambios comunicativos dentro de la red, debemos prestar atención al

significado que un emigrante fuera de su hogar atribuye a dichos intercambios. La

forma de vivenciarlos puede ser más intensa que la de aquellos individuos que viven

donde han nacido y crecido, para los que las relaciones online son tan solo un

complemento a su actividad social. Sin duda otros servicios propios de Internet como la

mensajería instantánea o la telefonía IP están transformando también la experiencia de

vivir en el extranjero. La popularidad de estas redes obedece a una necesidad de

interacción e inserción sociales, lo que es en sí una forma de valorizar los intereses

compartidos. Estos intereses se muestran en la convivencia virtual, en el intercambio de

consejos e ideas, en la exposición de detalles de la vida personal que son diseminados y

compartidos a través de las redes virtuales. En el fondo, hay detrás del uso de Internet

una búsqueda efectiva de conexión social, pues es una tecnología que permite la

creación de tótems en torno a los cuales la gente se reúne en asamblea. En las

comunidades diaspóricas estos factores son extraordinariamente importantes para

mantener una cohesión identitaria a más allá de todas las fronteras, pues por detrás de

esa identificación en lo colectivo existe una búsqueda y una oferta de apoyo. Aunque

los temas de las comunidades virtuales sean a menudo superficiales y cotidianos,

proporcionan informaciones que pueden ser de gran valor para un emigrante en un

momento dado, consejos que seguramente pueden agregar valor a su experiencia vital.

También dichos temas ayudan a dinamizar o concienciar a un grupo social, o crear lazos

débiles entre miembros que permiten establecer nuevos contactos a través de los cuales

relaciones improbables se hacen cada vez más posibles.13

13 El tema de las redes sociales virtuales está tratado en profundidad en las siguientes obras: LEMOS, A.

L. M. (2007). “Ciberespaço e Tecnologias Móveis: Processos de Territorialização e Desterritorialização

na Cibercultura”. In: Médola, Ana Silvia; Araújo, Denise; Bruno, Fernanda. (Org.). Imagem, Visibilidade

e Cultura Midiática. 1 ed. Porto Alegre: Sulina, 2007, vol. 1. PITHAN, Flávia Ataide, TIMM Maria

Isabel. (2007b). “A auto-regulação interna do orkut pela ação dos usuários”. RECUERO, Raquel. (2004).

“Teoria das Redes e Redes Sociais na Internet: considerações sobre o Orkut, os Weblogs e os Fotologs”.

In. Intercom - XXVIII Congresso Brasileiro de Ciências da Comunicação. Porto Alegre. RECUERO,

Raquel. (2006) “A Dinâmica das Redes Sociais na Internet: Estudo do Orkut, Weblogs e Fotoblogs”.

Projeto de Pesquisa do Núcleo de Pesquisas em Comunicação Social da Universidade Católica de Pelotas,

1/03/2005 -31/12/2006.

Page 12: filosofía de la información

11

El conocimiento libre como comunal

La savia que alimenta estas redes sociales, las comunidades virtuales y la web

ciudadana, conocida también como Web 2.0, es el conocimiento libre, aquel que puede

ser utilizado y transmitido sin restricciones es, en su versión clásica, bien común, un

comunal. En su versión moderna, hace referencia a un movimiento cultural inspirado en

los principios del software libre, las comunidades virtuales de intercambio y los

modelos de creación colaborativa, como es el caso de la Wikipedia. El deseo de poner a

disposición de los individuos el conocimiento adquirido por la humanidad ha sido un

sueño y una utopía que ha marcado profundamente nuestra tradición cultural.

La aspiración hacia el conocimiento total, la utopía de llegar a saberlo todo, es uno de

los arquetipos de la humanidad. Pero junto a esta ambición también existió desde un

principio la convicción de restringir el acceso a ciertos conocimiento, debido a sus

potenciales peligros o al carácter estratégico que hacía más poderosos a aquellos que los

poseían. Sólo los puros, los iniciados, se consideraban merecedores de la recompensa

máxima que consistía precisamente en conocer lo realmente verdadero. En tiempos de

oscurantismo, la existencia de un conocimiento esotérico, protegido y celosamente

guardado, ha sido quizá una estrategia necesaria para garantizar su supervivencia.

La Wikipedia es el paradigma actual del conocimiento libre, y es una consecuencia del

proyecto de la Encyclopédie de la Ilustración. Hay muchos puntos de similitud entre

ellas, como la ambición por recopilar de forma exhaustiva un conocimiento disperso y

valioso entre la comunidad de seres humanos. Si es cierta la virtud emancipadora del

conocimiento, aquí encontramos un gran esfuerzo para dotar a la mayoría de tal virtud.

La Wikipedia es sobre todo un proyecto colaborativo e interactivo en continuo progreso.

Cualquiera puede ampliar o enmendar sus textos en cualquier momento. Éste es el

elemento diferenciador que hace de este proyecto un nuevo hito en la historia del saber

humano. El conocimiento tácito de la comunidad, que por definición tiene una

dimensión y posibilidades mucho mayores que las de un individuo, confiere a las obras

una calidad difícilmente alcanzable por un esfuerzo individual.

En una época de monopolio informativo es necesario más que nunca un conocimiento

que sea crítico, esto es, basado en las alternativas que las propias comunidades sean

capaces de generar. Cada vez en mayor medida, el conocimiento pasa del centro del

sistema a la periferia del mismo. Para que este conocimiento digital periférico pueda ser

apropiado por la sociedad, ha de formar parte de un comunal al servicio de todo aquél

que quiera o deba servirse de él. La idea de que deben existir libertades en determinadas

producciones intelectuales como el software, promovida por Richard Stallman en el

movimiento del Software Libre, se ha convertido en una idea viral que se ha extendido a

otros ámbitos. Así el copyleft, a menudo malinterpretado de modo simplista como

«derecho de copia», es en realidad un mecanismo legal que permite garantizar que una

obra será siempre libre, más allá del original, incluso en sus sucesivas generaciones y

mutaciones. Introducido originalmente como licencia de software, el copyleft no sólo

permite el uso, copia, modificación y distribución de las modificaciones; además obliga

a conservar siempre la licencia original. De este modo, cualquier autor que decida

contribuir al procomún con su obra tiene garantizado ese fin no sólo para el original,

sino para todas las copias y obras derivadas que otros puedan producir.

Page 13: filosofía de la información

12

El concepto de comunal hacía referencia originalmente a la serie de tierras que

pertenecían a un pueblo o municipio, como pastos y leña, pero la extensión del

significado actual incluye aspectos tan diversos como el lenguaje, los caminos y costas,

el aire o el agua. Es evidente el esfuerzo por privatizar estos comunales y generalmente

en virtud de dos supuestas razones económicas: la mayor productividad o su

inviabilidad a largo plazo. En el caso del conocimiento electrónico, si lo clasificamos

como comunal, al tratarse de bienes intangibles como las ideas que se comunican por

medios electrónicos, compartir no significa privarse de lo compartido. Una idea

transmitida del sujeto A al sujeto B no significa desposeer al primero en beneficio del

segundo. No sólo eso; lo enriquece. Así que la economía del conocimiento, en general,

y del conocimiento digital en particular, lleva a un enriquecimiento mayor cuanto más

se comparte, en coherencia con la propia naturaleza del conocimiento indica algo así.

La democratización de la producción creativa es pues el objetivo, para llegar a una

sociedad en la que todos seamos potenciales autores y lectores, creando las «conexiones

neuronales» necesarias en la comunidad para avivar el conocimiento tácito común. La

consecuencia de ello es una sociedad más libre, más independiente, con capacidad

multiplicada de innovación y creatividad, en condiciones que facilitan el ejercicio

crítico, la emancipación real de los individuos. En el plano de la convivencia, una

anhelada democracia más participativa aparece en el horizonte en este contexto cultural

de personas habituadas a la interacción social constructiva. La verdadera igualdad de

género, la eliminación de las diferencias sociales y económicas entre regiones, la

preservación y asimilación de la cultura vernácula... la libertad de conocimiento dota a

la sociedad del equipamiento necesario para conseguir aquellos fines que son obvios en

un contexto informado.

El conocimiento digital se genera a partir de un enorme número de microcontribuciones,

se distribuye por la idea de la recombinación, de la derivación, de la obra continua,

ilimitada, fundamentalmente abierta. Maneja y transforma bajo las mismas reglas la

novedad y la reconfiguración. Cultiva la colaboración, la construcción comunal del

conocimiento y el compartir tal como lo enuncia el ideal científico. La ciencia no

habría avanzado si no hubiera sido ella misma comunal, abierta, acumulativa y

recombinatoria. En el texto Distúrbio Eletrônico recogido por Sergio Amadeu, el

Critical Art Emsemble proclama: “Dejemos que las nociones románticas de la

originalidad, genialidad y autoría permanezcan, pero como elementos para la

producción cultural sin ningún privilegio especial sobre los otros elementos igualmente

útiles. Es la hora de usar la metodología de la recombinación para enfrentar la

tecnología de nuestro tiempo”.14 La libertad para el conocimiento, la transparencia para

los códigos que intermedian la comunicación humana, la creación sin trabas, la

superación de la mercantilización totalitaria de la cultura, las posibilidades simuladoras

y emancipadoras del ciberespacio son fundamentos que debemos defender si queremos

un mundo de riqueza de la diversidad. Una cibercultura superadora de un concepto

estrecho de Ilustración depende de la libertad del conocimiento y de la creación.15

14 AMADEU DA SILVEIRA, Sérgio et al. Diversidad digital y cultura. Documento-Base. Consultado en

http://wikipos.facasper.com.br/index.php/DOCUMIENTO-BASE, 05/07/2007.

15 Este apartado resume algunas de las ideas contenidas en la entrada conocimiento libre, escrita por

Andoni Alonso y Javier Bustamante para Román Reyes (ed.) (2009).

Page 14: filosofía de la información

13

Software libre como cultura popular

El contrapunto y fuente de inspiración del conocimiento libre es un movimiento análogo,

más especializado y esotérico, pero no por ello menos popular. El software libre no es

software gratuito (freeware) ni tampoco software de dominio público (aquel que es

donado por su autor a la humanidad o cuyos derechos de autoría han expirado), sino

software que puede ser usado, copiado, estudiado y redistribuido libremente.

Históricamente nace como respuesta a los programas y sistemas operativos propietarios

o privativos, que no permiten ningún tipo de análisis de su código fuente o modificación

por parte del usuario. En 1984, Richard Stallman comienza a desarrollar el proyecto

GNU, una alternativa al software propietario, creando poco más tarde la Free Software

Foundation. Frente al concepto de copyright, introduce el de copyleft para garantizar las

llamadas cuatro libertades de los usuarios, y evitar que alguien pueda registrar y

apropiarse de esta forma del software así desarrollado. En primer lugar, libertad para

usar el programa con cualquier propósito público o privado. En segundo lugar, libertad

para acceder al código fuente del programa, con el fin de saber lo que realmente hace o

modificarlo. En tercer lugar, libertad para copiar el programa y redistribuirlo libremente.

En cuarto lugar, libertad para mejorar el programa y publicar dichas mejoras bajo una

licencia que garantice que siga siendo libre. En el nivel metodológico, se quiebra el

paradigma neoliberal de maximización del beneficio individual, sustituyendo la

competición por la sinergia, esto es, por la convergencia de esfuerzos individuales en

pro de un objetivo común. Se rompe un monopolio mental según el cual más tenemos

cuanto más guardamos para nosotros mismos, donde las resultados de una investigación

(o de un desarrollo de software) no están sometidos al escrutinio público ni a

mecanismos abiertos de mejora.

El software libre se ha convertido en un paradigma de una nueva Ilustración, y sus

implicaciones éticas son de tal calibre que pueden transformar la producción de

tecnología, haciéndola más democrática, participativa y viable en términos financieros.

Estamos asistiendo a una revolución tecnológica, pero nos falta hacer una reingeniería

de los procesos, en lugar de hacer las mismas tareas de forma más rápida. Por eso es

necesario ir un paso más allá, la creación a partir de las nuevas tecnologías de la

información y la comunicación de una nueva ecología del conocimiento. Sería un

conjunto de nuevas formas epistémicas y metodologías de conocimiento que definen el

tránsito de una sociedad de la información a una sociedad del conocimiento, donde ese

saber que fluye por las venas del tejido social se verticaliza, se transforma

cualitativamente en su recurso fundamental de supervivencia. Y es aquí donde el SL

tiene un papel fundamental, pues su metodología se corresponde con una revolución

organizacional fundamental: el paso de los modelos jerárquicos a los modelos en red, a

las organizaciones e instituciones flexibles y dinámicas que se adaptan con mayor

facilidad a su medio ambiente.

Con el movimiento de SL tanto la producción de información como el acceso a la

misma se democratizan, y la vida cotidiana se potencia a todos los niveles con un

universo de datos que los ciudadanos de esta nueva aldea global tienen a su alcance. Las

nuevas formas de transmisión y construcción del conocimiento tendrán como vehículos

en un futuro próximo la explosión de la cultura mediática e hipertextual, la expansión

popular del uso de la telemática y, más particularmente, el acceso a las autopistas de

información con carácter de servicio público. Aquí los usuarios no son apenas

consumidores de información, sino prosumidores, pues al mismo tiempo que consumen

Page 15: filosofía de la información

14

también son productores. Ello permite en la práctica un acceso más democrático a

Internet, que se convierte en una infraestructura orientada a ofrecer una cobertura de

comunicaciones de bajo costo y gran alcance, horizontal y sin limitación de fronteras.

La interactividad y la participación activa se revelan como las reglas básicas del juego.

Existe una relación esencial entre los conceptos de Internet y de software libre, ya que

ambos obedecen a una estructura reticular. Y la retícula es la única estructura topológica

que puede crecer desordenadamente sin que ello comprometa su estabilidad. Por tanto,

puede desarrollarse democráticamente desde la todos los puntos del sistema sin

necesidad de un centro asfixiante y controlador.

El software libre tiene un diseño, una topología y una estructura que responden a una

voluntad conscientemente orientada a la promoción de un medio democrático de libre

expresión, voluntad que ha caracterizado la acción de muchos de los que han

intervenido en su desarrollo y en la progresiva expansión de sus aplicaciones. Sin duda

la propia esencia del software libre no es por sí sola un elemento de transformación de

la racionalidad propia de un modelo neoliberal trasnochado. Sin embargo, la

intersección de pericia técnica con una voluntad solidaria de desarrollo y profundización

en patrones de apropiación social de la tecnología y democracia participativa, puede

convertirse en uno de los elementos definidores de las formas de interacción en la

sociedad futura. Asistimos a la aparición de nuevas estructuras sociales que se

encuentran actualmente en un período de incubación, nuevas formas de interrelación

humana que se manifiestan amplificadas por la extensión del software libre, nuevas

comunidades virtuales cuyo patrón de adscripción no es el territorio, ni la lengua

compartida, sino un nuevo modelo de sociedad que encuentra en la comunicación no-

presencial, en la construcción diaspóricas de las identidades y en las identidades

políticas múltiples un elemento de unión entre individuos.

Si las redes telemáticas transcienden las fronteras nacionales de una manera única y

novedosa, que no puede ser igualada por ninguna de las tecnologías anteriormente

implantadas, abriendo una nueva vía para el debilitamiento de las barreras a la libertad

de expresión y a la libre circulación de ideas, el software libre permite un acceso más

democrático a las mismas, más controlable desde la propia sociedad. Su llegada ha

alterado la gramática de poder, y ha supuesto un paso muy importante en la

democratización y popularización de los métodos de acceso y distribución de

información. Nos ofrece una esperanzada de promoción de las libertades relacionadas

con la compartición de la información y el conocimiento, esencial para el desarrollo

tanto de la educación y la democracia como de la sociedad civil, en un grado antes

impensable. El crecimiento y la extensión del software libre muestra las ventajas de la

descentralización y democratización del proceso de desarrollo.

El software libre es también una metáfora de libre colaboración y sinergia frente a

competencia que se expresa con fuerza a través de las llamadas comunidades de

intercambio, basadas inicialmente en fenómenos sociológicos como Napster o Gnutella,

que transforman el concepto de negocio y de intercambio de bienes, poniendo en jaque

una interpretación tradicional del concepto de mercado y la separación tradicional de los

papeles de productor y consumidor. Estas características son claramente opuestas a la

forma convencional de hacer negocios. Los medios tradicionales que son interactivos no

permiten un gran alcance, y aquellos que tienen un gran alcance son asimétricos o poco

interactivos. Además, no permiten una relación P2P (peer to peer), es decir, de usuarios

entre sí sin la intervención de una empresa que venda un producto o provea un servicio

Page 16: filosofía de la información

15

– lo cual no solamente es fácil en Internet, sino casi natural –. Todo lo que es digital

puede existir en la red, y la digitalización homogeneiza todo tipo de datos, ya sean

audiovisuales, textuales, etc. Todo ello está ya creando un nuevo paradigma ético

propugnado desde el movimiento de software libre, donde la sinergia se opone a la

competencia, y donde la escasez de un bien no lo hace más valioso, sino al contrario.16

¿La cibersociedad como panóptico?

Es legítimo preguntarse si una sociedad hipercomunicada a través de contenidos libres y

herramientas informáticas libres se convierte en un panóptico que ofrece una perfecta

visibilidad de los procesos fundamentales, donde la vida está sometida a escrutinio,

donde la vida cotidiana de las personas es transparente para sus congéneres, puesto que

tenemos las herramientas necesarias para hacer efectivo un aumento cualitativo de

control social. Las cámaras de vigilancia abarcan mucho más que los espacios privados

que supuestamente monitorizan, y en sus pantallas y grabaciones estos espacios se

solapan con las vías públicas en un dudoso servicio a la colectividad. Los automóviles

comienzan a utilizar dispositivos GPS de localización para su inmovilización en caso de

robo, y los chips subcutáneos con el mismo propósito de localización (no de

inmovilización, por el momento), se están popularizando entre familiares de políticos y

empresarios, blancos susceptibles de secuestros relámpago. Por otro lado, los padres

demandan de las guarderías cámaras que les permitan ver cómo sus hijo juegan, y si son

bien o mal tratados. Sin embargo, esta nueva sociedad solo es aparentemente de cristal,

pues muchos de sus procesos más significativos tienen lugar en planos invisibles al

escrutinio público. Parafraseando a Paul Eluard cuando afirmó que “hay otros mundos,

pero están en éste”, también hay un sinnúmero de ciudades en cada ciudad. Los

disturbios raciales en París de hace algunos años, después extendidos a una gran parte

del territorio francés, nos demostraron que la sociedad europea no es tan homogénea

como prensábamos, y que muchos niveles de creencias, imaginería social y modos de

vida conviven en un mínimo espacio vital, el de los barrios, los garitos, las ciudades-

satélite, las comunidades raciales, de refugiados, etc. La aparente limitada

heterogeneidad de nuestros contextos urbanos no es más que un engaño de los sentidos,

una simplificación que olvida cómo se construyen las identidades de cada sujeto en

relación a referencias culturales móviles, caleidoscópicas, no espaciales, cada vez más

difíciles de congelar en una fotografía, en un retrato que no salga movido.

¿Desterritorialización en el ciberespacio?: La construcción diaspórica de la

identidad

En el prólogo a la obra citada Filosofia e a Cidade, abordo también el problema de la

manera en que se construye la identidad, y el locus donde se lleva a cabo. En el

ciberespacio se verifican también procesos diaspóricos de construcción de la identidad.

Ian Chambers (1994) utiliza la metáfora del walkman para explicar estos procesos en

términos de los microrrelatos que lo componen. Las referencias estéticas de la persona

que camina (walk-man), que está en movimiento, están en su dispositivo portátil de

sonido (walkman). La música que escucha es un collage sonoro que redefine el entorno

16 Véase la entrada software libre escrita por el autor para la obra de Román Reyes (ed.), o. c. Véase

también los textos de apoyo en el foro Zona de debate CITA, organizado y coordinado por el Centro

Internacional de Tecnologías Avanzadas <http://www.fundaciongsr.es/cita> de la Fundación Germán

Sánchez Ruipérez <http://www.fundaciongsr.es/> en la primavera de 2008.

Page 17: filosofía de la información

16

(soundscape / landscape) que define el territorio del cuerpo en la propia experiencia de

su movimiento. Sin embargo, también lo desterritorializa, pues su identidad está en su

walkman, en ese collage sonoro a través a través del cual compone su propia banda

sonora (soundtrack), aquello lo identifica y con lo que se identifica. Es una identidad

mutable, portátil, en movimiento y, por tanto, diaspórica (Concorda, 2001). Este

mediascape tiene así una dimensión de experiencia intensamente personal, y a la vez

profundamente colectiva en relación a su entorno físico.

No debemos confundir este proceso de virtualización con un proceso de

desterritorialización. En el ciberespacio se crean nuevas territorializaciones en un

contexto de constante desterritorialización propio de la ciudad. En palabras de Lemos

(2003, 2007), el ser humano, cuando está desterritorializado, se vale de medios técnicos

para volver a territorializarse, construyendo su propio hábitat. Lemos nos muestra cómo

las dinámicas desterritorializantes de la sociedad son consecuencia no solo diásporas

físicas, sino también aparecen nuevos fenómenos desterritorializantes engendrados por

los media digitales, por la fluctuación de las fronteras culturales y subjetivas, por

movimientos de compresión del espacio y el tiempo. La cibercultura es una cultura de la

desterritorialización. Sin embargo, Lemos no pasa por alto que la cibercultura no solo

deslocaliza y destruye jerarquías, sino que también recoloca y crea nuevas formas de

poder y de control. Esta yuxtaposición del espacio físico y del espacio informático es la

que permite nuevas territorializaciones: mapeamiento, control, vigilancia, etc. Las

nuevas ciudades que presentan esa doble cara real / virtual son ejemplos de ese

fenómeno al que apunta Lemos: al propiciar nuevas formas de territorialización que

desestabiliza las estructuras de poder, modifica las identidades cívicas y – en la

interacción entre el ciberespacio y el espacio urbano – transforma la significación de las

ciudades contemporáneas. El problema del control social presenta unos curiosos

antecedentes históricos que muestran que el interés de los gobernantes a poseer la

mayor información posible sobre los miembros de su comunidad es una tendencia

secular. de hecho, el segundo libro de los Números narra cómo David elabora un censo

del Pueblo de Israel. Con ello intenta hacerse dueño de su pueblo, sustrayendo a Yahvé

dicho control. David es castigado por su pecado, viendo cómo su ejército queda

diezmado por la mano de Dios. 17

¿Hacia una cuarta generación de derechos humanos en el ciberespacio?

Al hilo del problema del control social, debemos considerar también el problema de las

libertades en esta nueva sociedad.La llamada cuarta generación de los derechos

humanos vendrá de la mano de un desarrollo crítico del concepto ciudadanía digital que

presenta tres dimensiones: En primer lugar, como ampliación de la ciudadanía

tradicional, extendiendo el rango de los derechos humanos a aquellos derechos que

tienen que ver con el libre acceso y uso de información y conocimiento, así como con la

capacidad para interactuar con las administraciones a través de las redes de información

y para acceder a servicios más completos y simples de utilizar. En segundo lugar,

ciudadanía entendida como lucha contra la exclusión digital a través de la inserción de

colectivos marginales en el mercado de trabajo en una sociedad de la información

(políticas de profesionalización y capacitación). Por último, como un elemento que

exige políticas de educación ciudadana, creando una inteligencia colectiva que asegure

una inserción autónoma cada país en un mundo globalizado. Al entrar en juego un

17 Pereira et al., o.c. 5-9.

Page 18: filosofía de la información

17

nuevo elemento definidor de la ciudadanía, asistimos a la aparición de nuevos valores,

derechos y estructuras sociales que se encuentran actualmente en un período de

incubación, nuevas formas de interrelación humana que se manifiestan amplificadas por

mor del avance de la tecnología, nuevas comunidades virtuales cuyo patrón de

adscripción no es el territorio, ni la lengua compartida, sino un nuevo modelo visionario

de la sociedad que encuentra en la comunicación no-presencial un elemento de unión

entre individuos. Todo ello nos lleva a la consideración de una nueva comprensión de

los derechos humanos. Por ello resulta necesario reflexionar constantemente y sobre el

sentido de la relación entre los desarrollos técnicos y el entorno humano. Resulta

evidente constatar que la tecnociencia está presente como uno de los hechos

configuradores de la realidad actual, y que el mundo ha cambiado de forma sustancial a

partir de ese impulso. La influencia de la tecnología informática y el mundo de la

cultura presenta diferentes dimensiones, y puede además dotar de significado a un

conjunto de principios éticos que sin ella acabarían siendo poco más que una

voluntariosa declaración de intenciones. Esta es la base que me ha llevado a sugerir la

necesidad de postular la existencia de una cuarta generación de derechos humanos, cuyo

contenido he intentado desarrollar en varios ensayos.18

Conclusiones provisionales: La relación entre tékhné y politéia

He intentado mostrar la relación intrínseca que existe entre la técnica y la política,

principalmente en el contexto de una sociedad tecnológica. También ha sido mi

intención evidenciar las potencialidades de cambio que las nuevas formas tecnológicas

poseen a la hora de redefinir, modular y ampliar el control social de la información y el

conocimiento. Este nuevo control social, definido por la apropiación social de la

tecnología que se plasma en los movimientos de software libre y de conocimiento libre,

junto con la promoción de una cuarta generación de derechos humanos y la constitución

de un ámbito político y jurídico en el ciberespacio (tarea que Emilio Suñé está llevando

a cabo con rigor y excelencia), se traduce en nuevas oportunidades para recuperar el

espíritu que animó un día a un proyecto ilustrado que, a día de hoy, parece preso de su

propia dialéctica. No podemos hablar del fracaso de la ciencia y la tecnología, sino de

su éxito. Y ése es precisamente el problema. Una ciencia y una tecnología que no se han

conformado con ser instrumentos para facilitar la inserción del hombre en el mundo,

sino que han extendido sus metáforas y modelos a todos los ámbitos de la realidad. La

política ha moldeado históricamente la tecnología, ya que siempre encontraremos

condiciones de reparto del poder, organización social, libertad o justicia que se

encuentren fijadas en la técnica tradicional o en los modernos sistemas tecnológicos.

La novedad es una relación de signo opuesto entre la política y la técnica, y el análisis

profundo de dicha relación se convierte en el leitmotiv de la obra clásica de Landgon

Winner La ballena y el reactor, en la que desarrolla una reflexión acerca de las

fronteras de la vida política en un contexto donde la ciencia y la tecnología son factores

definidores de la sociedad. Se puede argumentar que no es un problema nuevo, que ya

desde el siglo XVII, con la aparición de la filosofía natural y la posterior transformación

18 Véase BUSATAMANTE, J., (2001): “Hacia la cuarta generación de derechos humanos”. Revista

electrónica CTS+I. Núm. 1, nov. Organización de Estados Iberoamericanos. Y (2004a). “Qué puede

esperar la democracia de Internet? Una reflexión sobre la crítica de Langdon Winner al poder político

transformador de la tecnología”. Argumentos de Razón Técnica, septiembre, 10-48.

Page 19: filosofía de la información

18

de ésta en ciencia, su impacto sobre la sociedad ha estado siempre presente. Sobre todo,

desde la Revolución Industrial. Sin embargo, ha habido, como destaca Winner, una

transformación cualitativa. No es que tengamos ahora más ciencia y tecnología que

nunca, sino que el papel instrumental que tradicionalmente se le ha dado a la tecnología

no nos sirve ya más para explicar su naturaleza. La ciencia y la tecnología no son

instancias instrumentales que mediatizan nuestra relación con nuestro entorno vital, sino

nuevas formas de vivir, nuevas formas de concebir la existencia.

En nuestra sociedad la técnica se ha convertido en política, y nuestros sistemas técnicos

son instituciones en desarrollo. La innovación tecnológica se encuentra así unida de

forma esencial a los procesos de reconstrucción social, por lo que una sociedad que

quiera controlar su propia evolución estructural debe ser muy consciente de la necesidad

de analizar las posibilidades tecnológicas que están a su alcance con sumo cuidado,

revelando las decisiones estratégicas que están presentes en su diseño, la política que

existe en sus propiedades estructurales19. Por tanto, la elección entre software libre o

propietario, entre sistemas de conocimiento centralizado o wiki no es tan solo una

elección técnica, sino una decisión estratégica. La tecnología no es neutra, y la elección

entre un diseño u otro supone también la prevalencia de unos valores sobre otros, de una

forma de vida política sobre otra. No es tan importante para Winner mostrar los efectos

o los impactos de una tecnología dada, sino evaluar qué marco de vida política crearía la

implantación de dicha tecnología. Se refiere a las infraestructuras materiales y sociales

que genera de forma ineludible, ya que son condiciones de operatividad para que dicha

tecnología funcione correctamente. En consecuencia, debemos adoptar sistemas

tecnológicos que sean compatibles con los valores de esta nueva Ilustración, a través de

un proceso de cambio tecnológico orientado también por la sabiduría política de la

democracia, no solo por los parámetros de eficiencia técnica o económica. Para ello

Winner propone la creación de instituciones en las cuales las demandas del

conocimiento técnico, del factor económico y la ciudadanía se encuentren

regularmente.20

Los grandes sistemas técnicos se están convirtiendo en formas de poder, y también en

formas de cultura. La distinción marxista tradicional entre infraestructura, estructura y

superestructura ya no tiene la fuerza explicativa que alguna vez tuvo. De la

argumentación de Winner se desprende que estamos creando una cultura tecnocientífica,

y todavía no hemos analizado conscientemente cómo la tecnología está permeando

todas y cada una de las áreas de la acción humana. Encontrar un abordaje adecuado de

la introducción de la tecnología en la cultura no es un problema teórico, sino una

propedéutica necesaria, una suerte de necesaria prudencia práctica que nos permitirá

mantener dicha introducción bajo control, a través de la promoción de fines sociales

relevantes y de una apropiación social de la tecnología, sin dejar que la propia dinámica

de la lógica del sistema, apoyada por agentes políticos y económicos que a menudo se

quedan en la sombra, marque el ritmo y la dirección del cambio social.

En estos tiempos de globalización y pensamiento único, parece que la lógica del

mercado es la única ideología posible. Francis Fukuyama nos habla del Fin de la

historia como una consecuencia de haber alcanzado un conocimiento seguro que nos

permite gestionar los asuntos humanos y administrar la res publica como gestionamos

los sistemas técnicos. No solo la lógica del mercado no es la única posible ni siquiera la

19 Cf. Winner, L., op. cit., pág. 101.

20 Ib., págs. 102-3

Page 20: filosofía de la información

19

más adecuada, sino que hay muchos aspectos de la vida humana que deben quedar al

margen de consideraciones de coste – beneficio, territorios en que la negociación es

imposible, pues hay cosas – como la propia vida humana, la salud, la calidad del medio

ambiente – que no pueden estar sometidas a un cálculo racional de gestión. Es más,

Winner desarrolla en el último capítulo, precisamente en el que da título a toda la obra,

un alegato a esta necesaria toma de conciencia. No es posible hacer una epistemología

de la tecnología sin una hermenéutica que ponga sobre la mesa no lo que las cosas

significan por sí mismas, sino el horizonte de interpretación que nosotros debemos

proyectar sobre ellas. Por sí mismas, las tecnologías nunca mejorarán la vida humana,

sin hay un proceso de asimilación social, de apropiación social de las mismas. Es el ser

humano el que debe proyectar en ellas su significado, y no esperar que su vida cobre

sentido a partir que las reconceptualizaciones de lo humano que la tecnología trae a

nuestras vidas. La convergencia con el proyecto que propone Emilio Suñé es muy clara,

ya que éste nos previene en su Manifiesto de una alfabetización técnica promovida por

la casta de privilegiados con el simple objetivo de saber utilizar una maquinaria

productiva compleja y sofisticada, lo que conduce a una cultura del engranaje que no es,

ni por asomo, una verdadera cultura.

Por un lado, Winner nos muestra cómo las tecnologías son como las leyes, pues ordenan

y regulan un sinnúmero de aspectos de la realidad social. Las usamos, siguen vigentes

hasta que se declaran obsoletas y se sustituyen por otras – lo mismo ocurre con las leyes,

que siguen en vigor hasta que son derogadas. Y además, las tecnologías ordenan

nuestras vidas de una forma soterrada, poco evidente, protegidas por el velo de

neutralidad con el que se presenta la tecnología. Por otro lado, las tecnologias encarnan

formas de poder y de autoridad y por ello deben ser juzgadas por sus cualidades

políticas, y descritas a través de conceptos propios de la filosofía política y la ética. Así,

Winner postula una de las ideas más provocativas en filosofía política de la tecnología:

la posibilidad de que algunas tecnologías hagan política en sentido fuerte. Es decir, que

una vez implantadas en la sociedad, ésta deba reorganizarse – independientemente del

sistema político vigente – para crear las necesarias condiciones de operatividad de dicha

tecnología. Es decir, la sociedad realizaría un proceso de adaptación inversa,

amoldándose a lo que ella misma ha creado para que su vida sea más llevadera.

Una sociedad democrática debe ser consciente de que la elección de ciertos sistemas

técnicos implican elecciones de carácter político que van más allá de los problemas de

contaminación o de costes de producción. Ciertas elecciones técnicas tendrán graves

consecuencias sobre la propia organización social y para su imaginario colectivo, luego

dicha sociedad debe tener el derecho de elegir conscientemente unas tecnologías u otras

a la luz de dichas consecuencias previsibles y del significado que la propia sociedad

asigne a su acción histórica. Por ello hemos hecho tanto hincapié en la relación

profunda que existe entre movimientos sociotecnológicos como el software libre y el

conocimiento libre, y formas de cultura. En el Manifiesto antes citado también defiende

Suñé que no cabe una Nueva Ilustración sin hacer siembra de cultura popular. Es

precisamente esa cultura popular la que estos movimientos siembran, y una profunda

renovación – y recuperación – de los ideales de la Ilustración lo que el nuevo paradigma

ético de la filosofía de la información y la comunicación propone. Son, simplemente,

algunos elementos para repensar la relación entre tékhné y politéia.

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