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Resumen de las partes 3 y 4 del libro los efectos de la educación de Baudelot y Lequerq.

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Tercera parte

Capitulo 8:La educacin produce nuevas jerarquas sociales

La educacin produce grupos sociales especficos: sacerdotes, empleados, intelectualesMax Weber (1971 y 2003) ha mostrado los importantes y diversos roles que estos grupos sociales podan tener en funciones burocrticas o religiosas diferentes, en distintos contextos histricos y sociales. Se han realizado muchos estudios, en especial en Francia, sobre los intelectuales, grupos sociales abiertamente constituidos sobre la base de un nivel de instruccin superior al de otros (Charle, 1990; Julliard, Winock, Balmand y Prochasson, 1996; Ory, 1990; Ory y Sirinelli, 1991; Sirinelli, 1990; Winock, 1997). Sucede lo mismo con todas las asociaciones de ex alumnos de cualquier instancia escolar que se organizan para defender los intereses de sus miembros y funcionan como grupos de presin. Los poderes y los roles de todos esos grupos de intelectuales sacerdotes, burcratas, etc. son muy variables en tiempo y espacio, y dependen fuertemente de la estructura econmica, social y poltica en la que se inscriben. La materia gris no asegura un estatus ni confiere un poder por s misma. Solo acta y se despliega en el marco de una estructura social preestablecida que le asigna su lugar y su rol, a riesgo de alterar sus fronteras. Es as como, en Francia, la visibilidad y el poder de los intelectuales son mayores que en Estados Unidos, donde el dinero sigue siendo un valor fundamental, ms importante aun que la cultura (Lamont, 1997). Es por eso que, en Francia, la formacin de las elites intelectuales y polticas se efecta en un marco escolar que no tiene equivalente en el extranjero: el sistema de las Grandes coles. Esto explica la importancia determinante del diploma inicial que da acceso a los grandes cuadros del Estado, solidaridad de los ex alumnos que se convierten en reserva y grupos de presin influyentes. Esta hegemona del diploma de las Grandes coles contribuye a restringir el reclutamiento de las elites confinndolo a medios sociales dirigentes que no han evolucionado prcticamente nada desde hace ms de cincuenta aos. La base social de reclutamiento de las Grandes coles parece incluso estrecharse en los aos ochenta, despus de haber conocido una relativa democratizacin alrededor de los aos setenta (Albouy, Wanecq y Vallet, 2003).La educacin afecta a los individuos en los lugares de la jerarqua social y legitima la jerarqua de los puestosEn Francia, y en la mayora de los pases ricos aunque en grados diferentes, lo esencial del valor de un hombre en el momento decisivo en el que busca su lugar en la sociedad se mide, en la actualidad, con la vara de la formacin y del diploma escolar. La parte creciente que ocupa la institucin escolar en la ubicacin de los individuos en el mercado del trabajo y, ms ampliamente, en la vida de las familias y de los individuos por la atribucin a cada uno de un valor escolar propio constituye una de las mayores transformaciones de la vida social desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (Baudelot y Establet, 2000).Diversas razones explican ese hecho social de vasta amplitud cuyos orgenes preceden ampliamente al desafo 80% de bachilleres en el ao 2000 que lanzaron a la escuela las autoridades polticas a comienzos de los aos ochenta. Rpidamente acelerado por el aumento de la desocupacin, este movimiento echa sus races en los primeros aos de crecimiento. Para los responsables de la poltica econmica, se trataba, por ese entonces, de dotar al pas de una fuerza de trabajo altamente calificada, capaz de modernizar la economa francesa y de rivalizar con las potencias ms competitivas. El modelo japons y el alemn han persuadido a todo los actores econmicos de la pertinencia prctica de la teora estadounidense del capital humano. La formacin de los hombres es, al mismo tiempo, un factor econmico global de crecimiento y una posicin rentable a nivel individual. En ambos casos, se trata de una inversin.A las crisis petroleras se suma la voluntad de lucha contra la desocupacin. Es, sin lugar a dudas, la medida anticrisis que ms rpido ha convencido y movilizado a las familias, incluso a las ms desfavorecidas. La idea justa segn la cual el nivel de desocupacin es inversamente proporcional al diploma se populariz con rapidez. Frente a la degradacin de las condiciones de insercin de los jvenes, todos han comprendido, en todos los medios sociales, que la escuela representaba una tabla de salvacin, puesto que los riesgos de desocupacin eran inversamente proporcionales al nivel de diploma alcanzado.A esos dos objetivos de naturaleza econmica que corresponden a dos estados diferentes de la coyuntura se agrega un tercero de inspiracin democrtica. La generalizacin de la escolarizacin para todos y hasta niveles elevados buscaba, continuando con la ideologa escolar de los fundadores de la Tercera Repblica, promover la igualdad de oportunidades tratando de salvar la brecha entre el ideal igualitario proclamado en los frentes de las escuelas y la segregacin social efectuada en el seno del santuario.Ms profundamente an, la prolongacin de las escolaridades ha acompaado y sostenido los movimientos de autonomizacin de los individuos hacia la promocin social de los nios y la actividad profesional de las mujeres. La fuerza creciente de la mediacin escolar en las relaciones entre padres e hijos forma parte de esas transformaciones de fondo que se han producido continuamente desde hace un siglo y medio en la sociedad francesa. Los logros escolares de los jvenes se convirtieron en el gran tema familiar. Estos logros son solidarios con una tica de la promocin y la autonoma: el rol de la generacin de ms edad es permitir a la nueva generacin conocer mejores condiciones de vida. No se trata de la transmisin directa de un patrimonio: los padres deben contribuir al xito profesional de sus hijos, pero de ningn modo instalarlos en l. Por su lado, los ms jvenes sienten que no tienen ningn derecho, ms que el de inspeccin, sobre el patrimonio de sus padres, y esperan que ellos gocen toda la vida de una real autonoma econmica. Si reflexionamos bien, veremos que esta nueva tica familiar es una tica de inversor moderno. Si se dota a los hijos de una educacin slida y se les da una ayuda apropiada, pero mesurada, se les asegurar una existencia mejor que la de sus padres. La valorizacin de las individualidades, posibilitada por el crecimiento, sostiene una lgica educativa basada en la inversin.En definitiva, la teora que describe mejor el perodo posterior a la guerra es la teora del capital humano (inventada, precisamente, en esa poca). La inversin creciente y con fines prcticos en la formacin de los nios se adapta, a la vez, a los intereses de las empresas, a la ideologa democrtica del Estado y a las estrategias familiares de promocin social a travs de los hijos. Esta generalizacin del esfuerzo no carece de cuestionamientos. Pero la denuncia de las desigualdades sociales se opera en nombre de los mismos principios de esta teora, que hacen de la inversin en la formacin un elemento universalmente valorizado. Los trabajos de sociologa de la educacin se debaten en la tensin entre la crtica y la valorizacin de la escuela. Pierre Bourdieu y Jean-Claude Passeron (1966) sealan que la institucin escolar produce desigualdad cultural mediante sus contenidos y su pedagoga. Pero tambin, en paralelo, denuncian las ilusiones de la escuela y establecen el rol creciente del capital cultural y simblico en la sociedad moderna. El reparto de beneficios se inicia con un artculo del economista Paul Dubois que pone en evidencia, entre los factores del crecimiento que se produjo entre 1945 y 1963, los progresos ligados a la educacin (Bourdieu y Passeron, 1963; Darras, 1966). Las teoras marxistas de la reproduccin tambin muestran el carcter vital del aparato escolar en la construccin del aparato de produccin. Reproduccin no significa vanidad ni simple repeticin. As, con ayuda del crecimiento, esta inversin en la escuela se convierte en el punto de convergencia de varias ticas, de dimensiones a la vez individuales y colectivas, econmicas y sociales:la tica familiar del reconocimiento individual;

la tica productivista, que valoriza la innovacin y la inversin, es decir, las futuras generaciones;

la tica republicana meritocrtica, que atribuye un rol creciente a la competencia escolarComo seala Marie Duru-Bellat, Michael Young (1958), el socilogo britnico que puso enevidencia por primera vez el rol creciente de los logros escolares sobre los logros sociales,llam a este fenmeno meritocracia, y defini el mrito como la suma iq + esfuerzo.

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La educacin contribuye a elevar los niveles de aspiracinDurante los ltimos treinta aos, las aspiraciones escolares de las familias, sobre todo de las familias de clases populares, no solo se han elevado, sino que se han transformado profundamente. En efecto, la crisis del empleo ha dado un golpe mortal al modelo obrero de pasaje a la edad adulta, en el cual, en primer trmino, importaba que, lo ms temprano posible, el joven obtuviera un buen oficio para ganarse la vida y formar una familia (Baudelot y Establet, 2000; Beaud y Pialoux, 1999; Beaud, 2002).En el rgimen antiguo, la institucin escolar permaneca casi completamente extraa al universo familiar y profesional de los obreros. Solamente una minora de hijos de obreros acceda al ciclo extendido del secundario. Como si fueran verdaderos bendecidos de la escolaridad, obtenan, si lo lograban, diplomas que consagraban su derecho a acceder a profesiones que correspondan a la esfera de las clases medias o superiores. Se trataba, para ellos y para sus parientes, de una promocin social objetiva. Cualesquiera sean los desgarros y las rupturas soportados a lo largo de esta metamorfosis, a veces vivida como una traicin, el resultado estaba a la vista: la inversin escolar haba pagado lo que se esperaba en trminos de beneficios econmicos y sociales. Sin embargo, solo se trataba de una nfima minora de nios de origen popular (Beaud y Pialoux, 1999).Para la inmensa mayora de los dems, una va tradicional estaba marcada: una enseanza profesional corta y una prctica de trabajo precoz. La mayor parte de los hijos de obreros se convertan, a su vez, en obreros. Y, aunque ese no era, necesariamente, el mejor futuro que los padres habran deseado para ellos, se resignaban como podan a esa situacin que, por otra parte, presentaba algunas pequeas ventajas. El individuo permaneca en tierra conocida. Los padres podan controlar la formacin dispensada a sus hijos e, incluso si esta haba evolucionado tecnolgicamente desde que ellos mismos la haban recibido, no se sentan ajenos a la situacin. Padre e hijo evolucionaban en el seno del mismo universo, y el primero poda, discretamente, imponer su autoridad al segundo mediante consejos, ayudas o recomendaciones a sus colegas o a jefes de empresas. El padre era todava tanto en su propia opinin como en la de sus hijos quien detentaba una autoridad tradicional, hecha de experiencia y de aos de trabajo, que l poda, positivamente, transmitir a su descendencia. Por otra parte, exista un relativo ajuste entre las aspiraciones escolares y profesionales de los padres con respecto a sus hijos y la oferta de trabajo a nivel local.Esta transmisin del estatus entre generaciones en forma de reproduccin est, en la actualidad, parcialmente bloqueada por el aumento de la desocupacin, pero, sobre todo, es objeto de un rechazo sostenido, tanto por parte de padres como de hijos. La desvalorizacin de la condicin obrera, la intensificacin de las condiciones de trabajo, la precarizacin del estatus y el aumento de la desocupacin hacen de la fbrica un polo repulsivo, tanto para los padres que trabajaban all como para los hijos, que harn todo lo posible por no trabajar all. El rechazo a la fbrica no es nuevo. Los padres obreros siempre han deseado que sus hijos hagan las cosas mejor que ellos. Pero este rechazo nunca tuvo la amplitud y el dramatismo que reviste hoy.La propulsin de los hijos a la va del ciclo largo se efecta, entonces, sobre el fondo de un sentimiento profundo de desvalorizacin y desmoralizacin colectiva del grupo obrero. La primera virtud asignada a la escuela es de orden negativo: se trata de una escapatoria, el nico medio de evitarles a los hijos el destino de obrero de fbrica. Las vas tradicionales de la enseanza profesional que eventualmente podran hacerlos volver a ella tambin son rechazadas. Esa es la ltima solucin, no somos solamente eso! El liceo profesional y los diplomas asociados son objeto de un vivo rechazo, incluso por parte de aquellos que no han podido escapar de ellos. La elevacin general del nivel contribuy a debilitar la enseanza de orientacin profesional. La degradacin de la condicin obrera impide a esos alumnos definirse positivamente por la afiliacin a un colectivo unido por prcticas, valores y creencias comunes. El modelo del estudiante secundario general es omnipresente y sirve como referencia a los alumnos del liceo con orientacin profesional para dimensionar mejor hasta qu punto ellos mismos estn relegados, y encerrados en una condicin que rechazan. Inaccesible y lejano hace apenas diez aos, este modelo del estudiante secundario general se ha vuelto hoy muy concreto: en una misma familia, las escolaridades de los nios estn lejos de ser homogneas, y el alumno relegado en un liceo profesional hoy cuenta con un hermano, una hermana, un pariente que sigue una escolaridad larga. De all esta toma de distancia ostensible con todos los signos asociados al estatus de obrero: vergenza del mameluco, que se usa de manera desaliada para mostrar la ropa civil que hay debajo, desvalorizacin verbal de los diplomas. La actual situacin del sistema escolar y la cada de las barreras de entrada al liceo favorecen ampliamente, en un primer momento, la realizacin de esos deseos.El universo escolar, a partir de ahora omnipresente en la familia, en las mentes, pero tambin en el espacio y el tiempo domstico, engendra tensin e inquietud. Hay que triunfar a cualquier precio en una competencia escolar cada vez ms encarnizada, pero, a medida que se eleva el nivel de escolaridad, los padres se encuentran progresivamente desposedos de su poder de control, que solo pueden ejercer sobre los aspectos ms formales y que se reduce, a menudo, a la conminacin, la vigilancia y la amenaza. Paul Clerc (1970) ya haba sealado, hace treinta aos, a propsito de la escolaridad primaria, la poca eficacia de ese voluntarismo externo comparado con la accin osmtica de los medios burgueses: No es, al parecer, el hecho de intervenir en la vida escolar del nio la causa de los logros escolares, sino, ms bien, la manera y la riqueza de la intervencin, que puede ir desde un simple control a un verdadero preceptorado. Al penetrar en la vida cotidiana de las familias, la escuela reordena las jerarquas entre los gneros y las edades y, de ese modo, modifica la relacin de fuerzas entre padres e hijos (Beaud y Pialoux, 1999). La esfera de intercambios y de preocupaciones comn entre padres e hijos se estrecha, la desconfianza puede instalarse por ambos lados y, de esta manera, el carcter tradicionalmente fusional de la familia de los sectores populares se encuentra fuertemente desestabilizado. El pequeo capital escolar que han podido adquirir los padres en el transcurso de sus estudios -Certificado de Aptitud Profesional (cap) o diploma de tercer ao del secundario, en el mejor de los casos es juzgado por los hijos a la luz del valor que se atribuye a esos diplomas hoy. Ahora bien, los diplomas escolares ms degradados son los ms dbiles. La ilusin retrospectiva tiende a aplastar la jerarqua de los diplomas, tal y como exista en el estado anterior del sistema escolar. El valor real del cap en el pasado, y su dificultad, son ignorados por completo. Esta es una nueva mirada que tienen sobre sus padres los hijos que no han frecuentado lo suficiente el ciclo largo como para interiorizar la fuerza de las clasificaciones y de los juicios impuestos por la escuela y medir la amplitud de las diferencias que separan a los que tienen ms diplomas de aquellos que no tienen nada. La prolongacin de la escolaridad de los nios acrecienta la distancia entre los padres y los hijos, acelerando el envejecimiento de los primeros: son viejos porque su profesin est superada, viejos por su incultura y viejos por su impotencia de transmitir algo.La institucin escolar, en las formas de liceo que una gran parte de los nios de origen popular conoce en la actualidad, es lo suficientemente fuerte como para instaurar, en materia de modos de vida, valores y aspiraciones, una gran distancia con la cultura del medio social de origen. Esta se refuerza con una toma de distancia subjetiva con respecto a la condicin de los padres y de los hijos. Pero la escuela no logra operar plenamente la conversin dotando a los nuevos alumnos del capital escolar suficiente para alejarse definitivamente de ese ambiente. En pocas palabras, la escuela se revela lo suficientemente fuerte como para deculturar, pero demasiado dbil como para aculturar durablemente a todos aquellos que acoge e integrarlos a un universo cultural y profesional que asegure el pasaje de una clase social a otra. Muchos de esos nuevos estudiantes secundarios solo abandonan simblicamente el mundo de las ciudades y los barrios, y los tormentos de la desocupacin y el subempleo: lo hacen durante el tiempo de una escolaridad de primer ciclo del secundario y, si se da el caso, durante una experiencia en el primer ciclo de la universidad. Ms del 20% regresan a su ambiente al final de este recorrido, enriquecidos apenas con una aculturacin incompleta, sin estar totalmente seguros de poder escapar al destino de sus padres.Abandonemos la mirada etnogrfica y tratemos de acceder a un punto de vista abarcador sobre bases estadsticas. Acaso la escuela ha logrado, si no resolver, al menos aliviar las dificultades nuevas que encuentran hoy los jvenes en su conjunto para conquistar su lugar en la sociedad? Los nios de todos los medios sociales, han sido cobijados bajo el mismo estandarte en esta batalla por la promocin? Las nias y los nios, se han beneficiado por igual de esta alza espectacular de los niveles de formacin? En los ltimos treinta aos, la escuela realmente ha funcionado como tabla de salvacin para todos y todas las que han credo en ella con tanto ardor? La rentabilidad de lo invertido, est a la altura de los costos psicolgicos y econmicos consentidos tanto a nivel de las familias como del Estado? Los niveles de aspiracin aumentan fuertemente desde hace treinta aos en todos los medios sociales, tanto en materia de escolaridad (continuar, llegar lo ms alto que se pueda) como de profesiones y estatus social (salir a cualquier precio de la condicin obrera, superar al padre, acceder a las profesiones valorizadas en la opinin por la prensa y los medios de comunicacin). En una palabra, fue rentable y racional invertir, durante treinta aos, tantas energas familiares y crditos pblicos en esta empresa de formacin de jvenes generaciones? Esta cuestin contempornea (Baudelot y Establet, 2000) permite plantear concretamente el problema, mucho ms vasto y antiguo, del rol de la escuela en la promocin de la igualdad y la justicia social. Conocemos las inmensas esperanzas que depositaron en ella los primeros republicanos. Las grandes expectativas de la que hoy es objeto la escuela por parte de todas las categoras sociales manifiestan claramente que la creencia en los beneficios de la institucin escolar, lejos de debilitarse, se ha generalizado. Qu balance puede hacerse un siglo despus?

Captulo 9:La educacin produce igualdad y desigualdades

DesigualdadesLa pregunta ha quedado durante mucho tiempo sin respuesta porque recin se ha formulado en los aos sesenta. Desde entonces, se han realizado numerosas encuestas en Francia y en otros pases para buscar la(s) medida(s) de las actuales desigualdades e identificar la parte y el rol de la escuela en su produccin o perpetuacin, en su disminucin o acrecentamiento. Durante los ltimos aos se realizaron algunas reflexiones de fondo que permitieron pensar, al mismo tiempo, en la evolucin de esas desigualdades y en su gnesis, pero sobre todo en las dimensiones en las que hay que apreciarlas. Marie Duru-Bellat (2002), Pierre Merle (2000 y 2002) y Jean-Pierre Terrail (2002) han publicado, sobre esta cuestin, algunas sntesis fundamentales que actualizan y a la vez renuevan las problemticas.De hecho, solo se puede responder a esta pregunta (la escuela produce igualdad o desigualdad?) definiendo con precisin el concepto de igualdad y, sobre todo, aceptando que la nocin pueda ser objeto de varias definiciones posibles. Buscando poner al da las concepciones implcitas que tienen los socilogos sobre la igualdad, Marie Duru-Bellat identifica un primer nivel que consiste en suponer que la escuela funciona de manera justa si sus clasificaciones finales alteran las iniciales, si puede dar oportunidades a todos aquellos que no son herederos. Entonces, la escuela fabricara una nueva desigualdad, sobre una base meritocrtica, creando, al mismo tiempo, una cierta movilidad. Al asegurar una cierta igualdad de oportunidades, participa de un cuestionamiento sobre las desigualdades en la vida. Una concepcin ms exigente rechaza la idea de que la escuela pueda contentarse con registrar fielmente las desigualdades producidas fuera de ella e implementar una seleccin pura y perfecta; debera estar en condiciones de compensar las desigualdades de aptitudes (cualquiera sea su origen, gentico o familiar). As, el concepto de igualdad de oportunidades o de igualdad de acceso se desliza hacia el de igualdad de resultado, apostando a que la escuela debe tener ese rol activo, radical, para crear la igualdad de logros entre los nios (Coleman y otros, 1966). Los socilogos, en especial en Francia, tienen una perspectiva ms limitada. Se dedican a poner en evidencia las desigualdades de carreras escolares, postulando que desempean un papel capital en la reproduccin de las desigualdades sociales de una generacin a otra, desigualdades reveladas por la representacin no proporcional de los diferentes orgenes sociales en las distintas orientaciones y niveles de estudio. La justicia sera, por el contrario, la independencia entre el acceso a los bienes educativos y la pertenencia a determinado grupo social. Esta perspectiva introduce, para Marie Duru-Bellat, varias limitaciones en los anlisis. En primer lugar, los socilogos se centran sobre las desigualdades en el acceso a los mejores lugares y a las orientaciones que llevan a ellos, puesto que lo que les interesa es la reproduccin de las relaciones de dominacin. Inversamente, Jencks (1972) o Connell (1994), por ejemplo, formulan explcitamente la pregunta para saber si la educacin (tal cual es en la actualidad) es un bien igualmente deseable en todos los grupos sociales, y si no es demasiado apresurado postular, como hacen muchos socilogos, que la ausencia de apetencia por la educacin propuesta solo sera el resultado de una alienacin o, para utilizar la expresin de Bourdieu y Passeron (1970), de la interiorizacin de las oportunidades objetivas. Las encuestas realizadas en Francia manifiestan, por el contrario, un crecimiento del valor del bien escolar en todas las categoras de la poblacin, incluidas las clases populares y obreras, que durante mucho tiempo se mantuvieron al margen.Todos estos temas han sido tratados de diferentes maneras segn los contextos sociohistricos, no sin relacin con la evolucin de los mismos sistemas educativos y, por supuesto, con el contexto poltico global. Forquin (1997) proporciona un detallado cuadro acerca de este tema para los Estados Unidos y el Reino Unido. En este ltimo pas, la nueva sociologa de la educacin transforma la perspectiva inicial fundada sobre las desigualdades sociales frente a la escuela: la escuela ya no es considerada como una parte del problema, puesto que impone una cultura dominante para reproducir una sociedad de clases. Lo que se cuestiona, por lo tanto, es la nocin misma de logro y de inteligencia. Actualmente es la escuela, su ideologa y su funcionamiento lo que aparece en el centro de los anlisis, y no la diversidad de los medios sociales y las desventajas de los nios del sector popular.En Estados Unidos, los trabajos de los socilogos estn tambin en sintona con los climas polticos, pero lo que domina las problemticas es el tema de la integracin racial y, ms ampliamente, social. El informe Coleman insista fuertemente sobre los lmites de las polticas financieras acotadas al marco escolar, en un contexto de desigualdades sociales. Ese escepticismo en cuanto al alcance democratizador de las reformas escolares encontr un eco en socilogos como Bell (1972) o Jencks (1972): mientras las familias sean desiguales, la escuela no puede restablecer una verdadera igualdad; es necesario defender, ante todo, las polticas de reduccin de las desigualdades en la vida y tratar de promover una sociedad no meritocrtica, sino verdaderamente igualitaria.La ltima mitad del siglo xx ha visto la prolongacin de las escolaridades y la liberalizacin del acceso a todas las orientaciones prolongadas, el liceo e incluso la universidad. Entonces, es importante no confundir una democratizacin cuantitativa, que se mide por la extensin del nmero de aos de estudio, con una democratizacin cualitativa (Antoine Prost), que se mide por las diferencias, a un nivel dado, entre los grupos sociales. Al profundizar esta distincin, Pierre Merle (2000) distingue tres formas de democratizacin cualitativa: una democratizacin igualadora, donde las distancias sociales de reclutamiento entre las orientaciones se reducen; una democratizacin uniforme, donde las distancias sociales de reclutamiento son estables; y, finalmente, una democracia segregativa de tipo absoluto, donde las distancias sociales de reclutamiento entre las orientaciones aumentan. La medicin de los diferentes niveles de democratizacin requiere determinados indicadores del nivel de competencias escolares de los alumnos, de la tasa de repitencia o de la diversidad del reclutamiento social segn las series del Examen que los alumnos rinden al final del secundario y que posibilita el acceso a estudiosterciarios o universitarios (n. de la t.).

baccalaurat. Entonces, Merle concluye, para los diez ltimos aos de siglo xx en Francia, una democratizacin a la vez uniforme y segregativa a nivel del colegio, y una francamente segregativa en el liceo.En Francia, la cuestin de la realidad y de los lmites de una democratizacin de la enseanza siempre ha sido objeto de apasionados debates. Un debate, a la vez tcnico y poltico, opone hoy a los que estiman que las desigualdades escolares se reducen entre los grupos sociales (Thlot y Vallet, 2000) y los que piensan que se mantienen o incluso se refuerzan (Merle, 2002; Goux y Maurin, 1997 y 2000). De hecho, una gran parte de las divergencias, a menudo mnimas, resultan de diferencias en la eleccin de los indicadores considerados y de los mtodos de clculo.Cualesquiera sean los mtodos estadsticos utilizados, los a priori tericos, las definiciones del proceso de democratizacin, un consenso se desprende de todos los estudios realizados en Francia. Cuando se miran de cerca las cifras y la evolucin de las distancias, cuando se neutralizan los nicos efectos brutos de la prolongacin generalizada de las escolaridades y se limita la investigacin a la evolucin del vnculo entre el medio social de origen y determinado nivel escolar alcanzado, es decir, al sentido y a la ampliacin de las distancias entre grupos sociales (democratizacin cualitativa), varias tendencias se generan con claridad. Marie Duru-Bellat (2002) formula con una gran lucidez lo esencial de esas evoluciones:Las investigaciones muestran, a la vez, una real democratizacin del acceso a la instruccin proveniente de la extensin general de las escolaridades y, al menos en las generaciones anteriores, a fines de los aos sesenta, la relativa constancia del vnculo intrnseco entre origen social y oportunidades escolares, e incluso, si se recurre a una metodologa ms poderosa (pero que no es unnime entre los economistas), su ligera atenuacin. Como se ha visto, esta doble evolucin se traduce en fenmenos de traslacin y recomposicin cualitativa de las desigualdades debidos, sobre todo, a las estrategias de las familias.Hay que asombrarse de esta relativa estabilidad de las distancias sociales? En ciertos aspectos, para quien valoriza las explicaciones del tipo herencia cultural, s, puesto que, en promedio, el capital cultural (al menos, el capital escolar) de las familias ha aumentado mucho: son cada vez menos los alumnos de primera generacin que alcanzan el secundario, y su distancia cultural en relacin a los contenidos de formacin es verdaderamente menos importante. Adems, no es seguro que, si se debilitaran las relaciones entre posiciones sociales y estilos de vida, con un desorden de los criterios de clasificacin entre grupos sociales, la cultura escolar seguira estando en sintona con la cultura de los nios de las clases desfavorecidas. De hecho, hay que disociar dos evoluciones, por una parte, el mejoramiento del nivel de instruccin absoluto de los jvenes de los sectores populares y, por la otra, el mantenimiento de una desventaja relativa en relacin a los jvenes de sectores ms favorecidos.Si bien la primera invalida la tesis de una desventaja cultural absoluta, la segunda est ms en sintona con la tesis de la reproduccin de los estatus sociales por parte de la escuela que llevaba a Bourdieu a prever una recomposicin infinita de las estrategias de distincin. En esta perspectiva, que pone el acento en las desigualdades de clasificacin, a nivel individual, uno espera, efectivamente, que las desigualdades cambien para mantenerse, desplazndose a medida que las estructuras evolucionan. Boudon, en ese punto, llega a conclusiones bastante parecidas: mientras exista competencia entre individuos desigualmente situados, las desigualdades perdurarn. Esto es tan cierto que, junto con el alza sostenida de la escolarizacin, que aumenta la competencia entre diplomados, existe la necesidad, para las familias, de prolongar los estudios de sus hijos para obtener un beneficio social constante. Pero Boudon refuerza esta perspectiva, de hecho micro, con una perspectiva macro al tener en cuenta, por una parte, la evolucin de las mismas distribuciones (de los niveles educativos, de los empleos) y, por otra parte, los efectos de la suma de los comportamientos individuales. Seala que no se puede comprender la reproduccin de las desigualdades sociales fundndose nicamente en los fenmenos individuales, ya que las caractersticas estructurales de la sociedad (ya se trate de las caractersticas de los empleos o de las caractersticas de las formaciones) afectan necesariamente las relaciones entre diplomas y posiciones sociales. Estas soportan tambin algunos efectos perversos, no deseados pero engendrados por la agregacin de comportamientos de individuos en situacin de interdependencia.As es como la evolucin de las estructuras y los flujos puede modificar las desigualdades: incluso si las desigualdades que rigen los procesos de acceso a un nivel son estables, el desarrollo del acceso a ese nivel los reduce mecnicamente. Hay que agregar que, aunque cada individuo es racional al llevar cada vez ms lejos sus estudios, en el nivel acadmico se percibe un efecto perverso, el desequilibrio creciente entre el flujo escolar y el empleo disponible, y una consecuente devaluacin de los diplomas, incluso si esta sigue siendo discreta y solo involucra la posicin social alcanzada y no las oportunidades de obtener un empleo. A nivel individual, la teora de Boudon da cuenta de la persistencia de las desigualdades sociales subrayando que, incluso si los equilibrios costos/beneficios ligados a las diferentes alternativas se han desplazado con la expansin del sistema, el posicionamiento relativo de esos arbitrajes entre los diversos grupos sociales ha evolucionado poco.

En sntesis, en materia de igualdad, a lo largo de los ltimos cincuenta aos, el balance es contradictorio: por un lado, una neta elevacin del nivel general por la disponibilidad de los accesos y un alargamiento de la duracin de la escolarizacin, pero manteniendo oscilando segn las mediciones entre ligera mejora y ligero agravamiento las desigualdades sociales.Esta es otra manera de formular la evolucin que se da desde hace un siglo. La escuela ha elevado considerablemente el nivel intelectual de la nacin. Ha engendrado una elite cada vez mejor formada y ms tupida, pero ha dejado que se mantuvieran, o que se profundizaran, las importantes diferencias entre ese pelotn de avanzada y una cantidad no despreciable de alumnos desorientados y mal formados. Y eso es as en todos los pases, aunque en proporciones variables.

Igualdad: la promocin de las mujeresSin embargo, existen reas en las que la escuela ha contribuido de manera eficaz a promover la igualdad, en especial, entre mujeres y hombres (Baudelot y Establet, 1992; Duru-Bellat, 1990; Lelivre y Lelivre).Sin duda, de todas las instituciones mayores de nuestras sociedadesempresa, familia, escuela, ninguna ha contribuido tanto a la igualdad entre hombres y mujeres como la escuela, en general, y la universidad, en particular. Los hechos estn a la vista: en Francia, hoy las mujeres son mayora en las cuatro etapas del desarrollo escolar. En la escuela primaria, donde siempre la presencia femenina es ms fuerte; en los primeros aos de la escuela secundaria, donde resisten ms tiempo en el sistema, y en el liceo, donde ya son mayora y obtienen mejores resultados en el baccalaurat; finalmente, en la enseanza superior, donde el ndice de ingreso de las mujeres es ms elevado que el de los varones. La escuela ha dado a las nias la posibilidad de vivir una experiencia tangible de mayor igualdad entre los sexos e, incluso, de afirmar su superioridad en ciertas reas. La escuela mixta no se limita a un simple reconocimiento formal de las capacidades: tambin ofrece a las nias la ocasin de experimentar, en la escuela, una ciudadana plena y completa. Por esa razn, la escuela las ha incitado a construirse una identidad personal a partir de nuevos modelos de comportamiento (y les ha proporcionado los medios para hacerlo). En cuanto a la universidad, ha permitido el reconocimiento de las mujeres con diploma en las instancias superiores del mercado laboral.Esta constatacin no se da solamente en Francia. Se observa en todos los pases. Existe una correlacin muy grande entre la riqueza de las naciones y el ndice de acceso a los estudios superiores. Cuanto ms rico es el pas, ms estudiantes tiene; cuantos ms estudiantes tiene, ms mujeres estudian. La disminucin de la distancia entre la escolaridad masculina y femenina en la universidad es un muy buen indicio de desarrollo econmico. El progreso escolar de las jvenes se basa en los factores ms importantes de desarrollo mundial. El enriquecimiento permite a las familias bajar la carga inmediata del mantenimiento que pesa sobre las mujeres. Menos requeridas por las tareas urgentes, las nias pueden ir a la escuela. Esto se da en el marco de una disminucin de costos de oportunidad, segn la terminologa de los economistas.Y, sin embargo, a pesar de esta supremaca en la escuela, las nias y las mujeres no tienen en la sociedad el lugar que les corresponde si nos basamos solamente en los criterios escolares. A iguales logros escolares, estn lejos de obtener de la sociedad lo que les corresponde en materia de salarios, empleos y posiciones. Son numerosas las estudiantes de Letras y las desocupadas, pero raramente se las ve en las orientaciones cientficas, entre los dirigentes polticos, los jefes de empresa o los grandes ejecutivos. En Francia, como en la mayor parte de los pases ricos donde la igualdad de los sexos ante la instruccin superior ha progresado mucho, se ha impuesto una frmula bastante banal de igualdad escolar en la diferencia: para los varones, las orientaciones prometeicas que conducen al poder, al dominio de la naturaleza y a los negocios; para las mujeres, las orientaciones relacionales de la ley no escrita que desembocan en la educacin, las carreras sociales y la salud: curar, educar, asistir. As se mantienen, a pesar de los progresos escolares de las mujeres, la jerarqua entre los gneros y las ideas tradicionales dominantes que pretenden definir sus vocaciones respectivas.Cmo explicar que, aun con todos esos hechos de reproduccin como fondo, se esboza, desde principios del siglo pasado, una lnea de cambio fundamental: el progreso espectacular de la escolaridad femenina? Marie Duru-Bellat se interroga sobre las razones de esta excepcin. Para ella, la anticipacin de beneficios sociales importantes, rpidamente percibidos por las nias, habra producido una movilizacin y un logro ms elevados que en los varones. Esos pull factors provenientes de la oferta de trabajo y actividad habran impulsado ms a las mujeres hacia el logro y el empleo calificado que los push factors, que son los efectos (clsicos y reproductivos) de la socializacin escolar y familiar. La escuela, en ese escenario explicativo, no sera una causa, sino ms bien una herramienta, un instrumento en manos de actrices estrategas que evolucionan en un contexto determinado.Cualquiera sea la explicacin, el caso de las nias representa un concentrado particularmente significativo de las modalidades de accin de la institucin escolar. Esta ltima contribuye activamente a la igualacin de oportunidades entre varones y mujeres, pero ese progreso inmenso es inmediatamente objetado por dos fuerzas sociales exteriores a la escuela: la familia y la empresa. La familia mantiene una divisin tradicional entre los gneros y requiere madres y esposas disponibles para un trabajo domstico de tiempo completo. Las empresas privilegian a los ejecutivos intelectuales motivados y dispuestos a transformar su existencia en 100% profesional; de all proviene el hecho de que las nias que son mejores en la escuela, al interiorizar esta restriccin, se alejan de las orientaciones cientficas y renuncian a las vas competitivas que llevan a la cima. La escuela se revela, por s misma, impotente para engendrar efectos cuya naturaleza transforme radicalmente la situacin.Debemos sealar tambin que los efectos de la escolarizacin contribuyen ampliamente a la igualacin de los comportamientos. Las diferencias de opinin entre los gneros tienden, en general, a atenuarse a medida que se eleva el nivel econmico, social o cultural de los trabajadores. En los estamentos inferiores de la jerarqua social se explotan ms las diferencias asociadas al gnero, al estar los hombres dedicados a los trabajos de fuerza, la industria y los contactos con las cosas materiales, mientras que la mayora de las mujeres se emplean en los servicios y se especializan en las funciones de relaciones y contacto con el pblico: empleadas, cajeras, etc. A medida que alguien se eleva en particular, por el diploma en la pirmide de empleo, la parte de trabajo intelectual y calificado crece, y el contenido de los puestos de trabajo, as como los criterios de apreciacin, es cada vez ms indiferente al gnero de sus titulares.Mencionemos, por ejemplo, una opinin que puede dar una idea del sentimiento de constituir un engranaje intercambiable y poco calificado, reemplazable de un da para otro: Tengo la impresin de que cualquiera podra hacer mi trabajo. Si bien son relativamente dbiles entre hombres y mujeres cuando se las considera globalmente, las diferencias se profundizan fuertemente, tanto para los hombres como para las mujeres, en cuanto el nivel de instruccin disminuye. Ciertamente, en todos los niveles, las mujeres sienten o manifiestan ms abiertamente que los hombres ese sentimiento de intercambiabilidad. Pero, por una parte, ese sentimiento disminuye, tanto para los hombres como para las mujeres, a medida que el diploma se eleva y, por otra parte, las diferencias entre hombres y mujeres tienden a atenuarse, a desaparecer, incluso a invertirse, a medida que se eleva el nivel de instruccin (Baudelot y otros, 2003).Sucede con las opiniones sobre el trabajo lo mismo que con muchas otras opiniones y comportamientos sociales (tiempo libre, prcticas culturales, organizacin del tiempo, lecturas, incluso vestimentas): la elevacin del nivel de educacin tiende a reducir, incluso a neutralizar, las distancias entre hombres y mujeres, lo cual no es un efecto menospreciable, teniendo en cuenta la dominacin que desde hace siglos han ejercido los hombres sobre las mujeres.

Captulo 10:Desclasamientos y disminucin del efecto del diploma a lo largo de la carrera

Desclasamientos en cascadaPor razones convergentes, pero a un ritmo que se ha acelerado desde la primera crisis del petrleo, las aspiraciones escolares se han elevado con ms nitidez, puesto que se ha mejorado la escolaridad. Y la escolaridad se ha desarrollado mucho ms fuertemente que los empleos de ejecutivos superiores o medios. A pesar del progreso indiscutible de la escolaridad, el sistema escolar francs no se ha convertido en una vasta universidad. A pesar del crecimiento de las categoras de ejecutivos superiores y medios, la sociedad francesa no se ha convertido en una sociedad de ejecutivos. Los mecanismos que rigen la base del logro escolar han podido relajarse sin cambiar de naturaleza. En la cspide de las pirmides escolar y social, la crisis ha sido, si no conjurada, al menos considerablemente amortizada. Los jvenes se han comprometido en la competencia escolar sin disponer de los recursos para hacerse all un lugar conforme a sus aspiraciones, que se encuentran afectadas de lleno por la degradacin del empleo, sin tener el beneficio de las protecciones tradicionales que les asegurara el medio obrero (Baudelot y Establet, 2000).La crisis ha golpeado de manera directamente proporcional a la debilidad de las protecciones anteriores. Las jvenes de origen obrero salidas de la escuela con un bagaje dbil pagan el tributo ms alto: se les cierra el acceso a las profesiones de responsabilidad, padecen la desocupacin y, en una sociedad terciarizada, deben orientarse cada vez con ms frecuencia hacia empleos obreros. Las hijas de ejecutivos poco diplomadas solo conocen el aumento de la desocupacin y, con un bagaje escolar medio, una merma de los empleos ejecutivos, y la resignacin a empleos terciarios poco prestigiosos. Los jvenes con pocos diplomas se alejan ms que las muchachas de la desocupacin, pero evitan con ms desclasamientos y disminucin del efecto del diploma a lo largo de la carrera dificultad la condicin obrera. En la cima, la elite escolar sobreseleccionada de los hijos de obreros con diploma de nivel de enseanza superior tiene mejores oportunidades que los hijos de ejecutivos.Estos desequilibrios han desestabilizado profundamente la institucin escolar y las estrategias familiares. Despus de haber anticipado correctamente las transformaciones del aparato productivo, la escuela ya no tiene la capacidad de adelantarse a la creacin de empleos secundarios proporcionales al volumen de los diplomas. Pero los padres y los alumnos no tienen los medios para renunciar a la inversin escolar: porque, si bien los diplomados a veces se decepcionan por estar desclasados, precarizados o desocupados, los no diplomados estn en peores condiciones an. La crisis del empleo ha hecho ms indispensable todava la posesin de diplomas escolares, incluso devaluados.Esas crecientes diferencias entre los niveles de aspiracin y la realidad de los empleos obtenidos se traduce, a escala de los individuos, en procesos de desclasamientos en cascada que resultan de la competencia feroz entre los diplomas escolares; y, a escala colectiva, en una baja sensible de la eficacia social y de la rentabilidad econmica del sistema escolar. En ambos casos, impera la misma lgica: la de un rendimiento decreciente de los esfuerzos individuales y colectivos invertidos en materia de educacin. Hoy hace falta ms para tener menos.Tomemos, diploma por diploma, la evolucin de esas dos dimensiones que varan en sentido contrario: la dimensin del destino disminuye mientras la del reclutamiento se eleva. Comencemos por arriba, distinguiendo, en cada caso, la suerte de las mujeres de la de los hombres.ArribaLicenciadosPara los hombres: en 1969, el 81% de los licenciados masculinos eran altos ejecutivos, y el 57% de los puestos de altos ejecutivos eran ocupados por licenciados; en 1998, el 67% de los licenciados masculinos eran altos ejecutivos, y el 75% de los puestos de altos ejecutivos eran ocupados por licenciados.Para las mujeres: en 1969, el 71% de las licenciadas femeninas eran altas ejecutivas, y el 62% de los puestos de altas ejecutivas eran ocupados por licenciadas; en 1998, el 49% de las licenciadas femeninas eran altas ejecutivas, y el 80% de los puestos de altas ejecutivas eran ocupados por licenciadas.

Secundario + dos aos de estudio (bac+2)Para los hombres: en 1969, el 83% de los bac+2 masculinos eran ejecutivos (53% ejecutivos medios, 30% ejecutivos superiores), y solamente el 13% de los puestos deejecutivos medios eran ocupados por equivalentes o superiores a bac+2; en 1998, el 76% de los bac+2 masculinos eran ejecutivos (63% ejecutivos medios, 13% ejecutivos superiores), y solamente el 54% de los empleos de los ejecutivos medios eran ocupados por equivalentes o superiores a bac+2.Para las mujeres: en 1969, el 81% de las bac+2 femeninas eran ejecutivas (69% ejecutivas medias, 12% ejecutivas superiores), y solamente el 24% de los empleos de ejecutivas medios eran ocupados por equivalentes o superiores a bac+2; En 1998, el 64% de las bac+2 femeninas eran ejecutivas (56% ejecutivas medias, 8% ejecutivas superiores), y solamente el 71% de los empleos de las ejecutivas medios eran ocupados por equivalentes o superiores a bac+2.Estos datos echan una cruda luz sobre la naturaleza de las profundas transformaciones que han tenido lugar en los ltimos treinta aos. A fines de los aos sesenta, todos sacaban ventaja de la situacin: los licenciados porque los diplomas de la enseanza superior les aseguraban a los treinta aos un estatus de ejecutivo ocho veces de diez (o ms); los sin diploma de la enseanza superior porque, lejos de estar saturadas de licenciados recin egresados, las categoras de ejecutivos medios y superiores estaban ampliamente abiertas y eran accesibles: se les ofrecan casi un tercio (o ms) de los puestos. Pasado ese corto momento de felicidad compartida que valorizaba la meritocracia escolar favoreciendo, al mismo tiempo, la promocin interna adquirida en base a la experiencia, las relaciones entre diplomas y empleos se han tensado mucho. Las tendencias contradictorias que impulsan a la baja la dimensin de los destinos y a la alza la del reclutamiento manifiestan la extrema tensin entre estas dos fuerzas. Sin el diploma correspondiente al nivel del puesto, las oportunidades de acceso tienden a cero. Pero con el diploma correspondiente, las oportunidades de obtenerlo tambin disminuyen, ya que la competencia es enorme entre los titulares de ese diploma.

AbajoSera errado pensar que esta tensin solo se observa en lo alto de la jerarqua. Se da tambin en lo bajo, con la diferencia de que, si bien el indicador de destino tambin est orientado a la baja, el de los reclutamientos, contrariamente a lo que pasa en las esferas superiores, se presenta igualmente en baja, signo evidente de la competencia feroz que resulta de los desclasamientos en cascada engendrados por el proceso precedente. Si los empleos no calificados son cada vez menos ocupadospor treintaeros calificados, es porque gran parte de los empleos no calificados son ocupados por individuos calificados que no han encontrado un puesto a la altura de su diploma. Incluso en los empleos no calificados, la competencia hace estragos, condenando a la desocupacin a los hombres y mujeres sin diploma. Para los hombres: en 1969, el 44% de los hombres sin diploma ocupaba un empleo no calificado, y el 83% de los trabajos no calificados era efectuado por no diplomados; en 1998, el 29% de los hombres sin diploma ocupaba un empleo no calificado, pero solamente el 48% de los trabajos no calificados era efectuado por no diplomados; los empleos de los ejecutivos medios son ocupados por equivalentes o superiores a bac+2.Y para las mujeres: en 1969, el 26% de las mujeres sin diploma ocupaba un empleo no calificado, y el 91% de los trabajos no calificados era efectuado por no diplomadas; en 1998, el 22% de las mujeres sin diploma ocupaba un empleo no calificado, y el 39% de los trabajos no calificados era efectuado por no diplomadas.Nadie queda al margen, pero la retraccin ha golpeado a los ms desfavorecidos. La crisis no ha engendrado una sociedad dual en la que los que estn ms preparados son menos afectados mientras que el peso de la desgracia y la exclusin reposa en las espaldas de los ms desfavorecidos. Pero las barreras trazadas por el origen social, el capital cultural y el gnero no han sido borradas por este hecho. Si los jvenes que salen de la escuela con la certificacin ms baja deben afrontar grandes dificultades de insercin, es porque no dejan de estar en competencia con otros jvenes que obtuvieron diplomas y se presentan en el mismo mercado. El Cereq ha mencionado en numerosos estudios los mecanismos de cascada que devalan los Certificados de Aptitud Profesional (cap) a favor de los Certificado de Estudios Profesionales (bep), los bep a favor de los diplomas secundarios con orientacin profesional, y estos ltimos a favor de las orientaciones cortas que forman tcnicos. La competencia es especialmente dura en el mercado de los empleos terciarios, donde la frontera entre las formaciones profesionales y las generales se mantiene. En el sector industrial, cada vez ms frecuentemente, diplomas como el bep o el secundario con orientacin profesional organizan los empleos de obreros industriales, mientras que el cap se vuelve cada vez ms un ttulo artesanal donde existe aprendizaje. En la reparacin de automviles, caracterizada por una fuerte presencia de jvenes (aprendizaje e insercin), las tendencias evolucionan hacia la disminucin de la parte de trabajo en el taller, reemplazada por trabajos de diagnstico. Los empleadores lamentan el bajo nivel y la baja motivacin de sus aprendices. En el sector terciario administrativo, la informatizacin disminuye los puestos afectados al trabajo administrativo de base a favor de puestos mucho ms calificados, como las reas de secretariado o contabilidad. En esos puestos, existe una competencia en cascada entre las orientaciones cortas que forman tcnicos, los bachilleratos profesionales y el bep. Los que obtienen el bep, por otra parte, recurren en mayor nmero a las medidas de ayuda para la insercin y a empleos precarios.

Revuelta y desclasamiento?La problemtica de los vnculos entre escuela y crisis poltica ha sido particularmente desarrollada a partir de mediados de los aos sesenta, en un doble contexto de crecimiento sin precedentes de la cantidad de estudiantes en la enseanza secundaria y superior, y de su politizacin. Esos trabajos establecen el vnculo entre el crecimiento rpido de los individuos que tienen acceso a un alto nivel de escolarizacin y la emergencia de utopas e ideologas contestatarias. Bourdieu y Passeron (1963) fueron los primeros en sostener que la inflacin de los diplomas, al incrementar su frecuencia y disminuir su rendimiento real en el mercado laboral, era un factor de predisposicin colectiva a la revuelta en el seno de la generacin de los estudiantes de los aos sesenta. Bajo diversas formas, y a partir de presupuestos tericos a menudo antagnicos, el esquema de la crisis de la salida laboral o de la descalificacin estructural de los diplomas ha sido masivamente utilizado para explicar la rebelin estudiantil de Mayo de 1968 en Francia. As lo plantean Bourdieu (1984), Morin (1968), Aron (1968) y Boudon (1969). Los especialistas en ciencias polticas han retomado este esquema de anlisis de las movilizaciones de la juventud escolarizada (Favre, 1990), en particular, para explicar la emergencia de utopas comunitarias en los aos setenta como medio de gestionar en el exit (Hirschman, 1970) las perspectivas de los desclasamientos sociales ligados a la menor rentabilidad de los diplomas (Lacroix, 1981). Debemos mencionar que este esquema, que vincula sobreproduccin de graduados y disturbios polticos, sigue siendo cuestionable: Roger Chartier demuestra que Europa occidental ha conocido varios perodos de sobreproduccin de graduados en la poca moderna, sin que por ello se haya producido sistemticamente una revuelta intelectual. Por lo tanto, esta vinculacin no es directa ni sistemtica, y solo funciona si se le suman otros factores, como la existencia de empresarios y organizaciones polticas capaces de conferir un sentido poltico al descontento y movilizar recursos para llevar la frustracin al espacio pblico. Por lo dems, el esquema de las disposiciones para la revuelta de los intelectuales frustrados remite, ms que a una realidad establecida, a un imaginario social ligado tanto a una representacin fija del mundo social segn la cual el ascenso social mediante la instruccin perturba el orden secular o natural de la reproduccin de los espacios como a una representacin elitista del saber como algo que no debe ser puesto en manos de todos (Chartier, 1982): los intelectuales frustrados seran polticamente peligrosos porque dispondran de un saber que les permitira pensar polticamente su fracaso para obtener el lugar deseado y no resignarse a ello como otro se resignara a una suerte interiorizada como falta personal o como fatalidad (divina o social). El esquema de los intelectuales frustrados, tan pregnante en las explicaciones de Mayo de 1968, tiene un dominio de validez que hay que circunscribir y matizar. Debemos sealar que mantiene fuertes vnculos con las teoras de la frustracin relativa (Gurr, 1970), en boga en el paradigma del comportamiento colectivo (collective behavior) en sociologa de la accin colectiva: estas teoras ligan la aparicin de movilizaciones colectivas a la existencia de una frustracin en el seno de un grupo o de una clase, frustracin debida a una separacin entre la esperanza social de un grupo y sus posibilidades objetivas de satisfacerla. Ahora bien, estas teoras han sido criticadas por las teoras de la movilizacin de recursos, que acentan el descontento frente a la movilizacin colectiva. La frustracin puede traducirse muy bien por la defeccin silenciosa o por la lealtad fidesta, y no por la voice (Hirschman, 1970), es decir, la invocacin de la palabra colectiva. Adems, este esquema de crisis de salida laboral y de intelectuales frustrados sirve a los liberales para denunciar la inadaptacin de la formacin escolar a las necesidades del mercado laboral, ya que la escuela forma intelectuales sin empleos con la excusa de formar para la aptitud del ejercicio de la ciudadana, en lugar de formar buenos tcnicos adaptados a las necesidades de las empresas que no pierdan el tiempo en el aprendizaje de conocimientos intiles porque son generales.Para resumir, parece probado que la existencia de una descalificacin estructural de los diplomas, es decir, una elevacin del nivel general de instruccin sin la correspondiente elevacin de las retribuciones y de las oportunidades en el mercado laboral, es generadora de descontento y de predisposicin a la revuelta, y esto es as porque, como lo muestra la ciencia poltica, cuanto ms se eleva el nivel de instruccin, ms se elevan el inters por la poltica y la participacin poltica. Pero ese aumento de la vivencia poltica tiende a quedar atomizado en el nivel individual como en el caso del voto. Solo culmina en una revuelta colectiva y organizada si los emprendedores polticos ofrecen los recursos cognitivos y organizacionales necesarios para la movilizacin colectiva, es decir, un trabajo de puesta en forma y de traduccin polticas. Es precisamente lo que exista en vsperas de Mayo del 68, con la mirada de grupos estudiantiles que trabajaban desde haca aos en la politizacin de aquellos que entraban en la enseanza superior.

efecto decreciente del diploma a lo largo de la carreraAlgunos estudios recientes (Fors, 2001, Goux y Maurin, 1997) han puesto en evidencia lo que llaman un efecto de dominancia. El fenmeno es antiguo Boudon (1973) ya lo haba sealado, pero hoy parecera acentuarse. A igual diploma, la insercin en el mercado laboral se da ms o menos con la misma rapidez y con la misma eficacia, segn el medio de origen. En el conjunto de la vida activa, las relaciones entre origen social y diploma, por una parte, y origen social y posicin social aunque esta se mida por el nivel de salario o el puesto ocupado en la jerarqua, por otra parte, son de intensidad comparable. Pero la segunda se revela un poco ms fuerte que la primera, porque pesa a lo largo de la carrera, mientras que la primera pesa ms en el momento de la insercin. En otras palabrasseala Marie Duru-Bellat (2002), el efecto especfico del diploma (y, por lo tanto, de las desigualdades sociales asociadas) disminuye a lo largo de la vida activa, mientras que los efectos directos del origen social (que tienden a mantener los individuos en su medio de origen) ven aumentar su peso relativo. Y concluye:La baja de la desigualdad de oportunidades escolares no puede atenuar las desigualdades de oportunidades sociales (de alcanzar una posicin social), debido a la existencia de dos fenmenos: la devaluacin de los diplomas, por un lado, y el mantenimiento de un efecto de dominancia, por el otro. Sin embargo, se puede poner en evidencia, a lo largo del siglo, gracias a potentes modelos estadsticos, una erosin lenta pero significativa de la desigualdad de oportunidades sociales: hay una fluidez social un poco ms marcada, es decir, un poco ms de movimientos entre los grupos sociales (ms all de los que exigen las transformaciones de la estructura social), y esta evolucin parece imputable, ante todo, al debilitamiento de la desigualdad de las oportunidades escolares. A largo plazo, esta ltima no sera completamente ajena a la reduccin de las desigualdades en la vida.

Esta conclusin es fundamental. Coincide, en su espritu y casi en su formulacin, con la que enunciaba Paul Lapie tras el seguimiento de su pequea cohorte de alumnos egresados de la escuela primaria de Ay a fines del siglo xix: Asescriba, la escuela logra, a veces, romper la malla de la red en la que causas de orden econmico encierran nuestros destinos. Su accin no es considerable, pero tampoco nula.En efecto, es capital matizar la impresin relativamente negativa que puede desprenderse de todas las constataciones precedentes. Ciertamente, el desarrollo de la educacin no ha logrado promover la ciudad ideal y utpica que habra constituido la sociedad de los iguales. Pero una cosa es recurrir al microscopio para medir evoluciones a escala de medio siglo, incluso de un siglo entero, y otra es utilizar el telescopio para relacionar el rgimen de las desigualdades contemporneas con el que haba (o habra) en las sociedades donde la escuela no juega (o jugara) el rol fundamental que hoy ocupa en nuestras sociedades. Sociedades feudales, sociedades de castas, de clanes, religiosas o plutocracias donde el destino social est sellado desde el nacimiento, e incluso desde antes. En este espritu, las grandes esperanzas puestas por los republicanos en la institucin escolar en tanto encargada de realizar la igualdad de las oportunidades no han sido decepcionadas. Lejos de eso! El advenimiento de la meritocracia escolar ha cambiado enteramente la situacin. El estatus social es algo ms conquistado que heredado. El logro (achievement) se impone sobre el origen (ascription). La movilidad social intergeneracional, aunque muy inferior a lo que se esperara, existe y ha sido fuertemente estimulada por el rol desempeado por la escuela. Los criterios de competencia se han impuesto definitivamente sobre los criterios de nacimiento o sobre la fortuna. Se trata de valores y de prcticas enteramente nuevas, profundamente interiorizados en los espritus, que han transformado radicalmente el rgimen de las transmisiones, incluso aunque, al fin y al cabo, algunos han resultado ser ms iguales que otros.

Cuarta Parte:Familias

Captulo 11:Los efectos de la educacin sobre la formacin y el funcionamiento de los hogares

La educacin ejerce efectos econmicos sobre los ingresos individuales o globales y un gran nmero de efectos sociales. Wolfe y Haveman (2001 y 2002) elaboran una tipologa de los efectos de la educacin y registran dieciocho tipos, que pueden agruparse en cinco categoras ms amplias; las dos primeras corresponden a los efectos econmicos, y las otras tres, a los efectos sociales:efectos sobre los ingresos individuales: productividad individual del trabajo, remuneracin extrasalarial, eficacia de la bsqueda de empleo.

efectos sobre el crecimiento: progreso tcnico.

efectos sobre la formacin y el funcionamiento de los hogares: matrimonio, fecundidad, control de natalidad, relacin entre la productividad de los cnyuges, eficacia de las elecciones de consumo, comportamientos de ahorro.

efectos sobre las inversiones en capital humano de los hogares: salud, salud del cnyuge, salud de los hijos, educacin de los hijos.

efectos sobre la sociedad: cohesin social, dependencia con respecto a las transferencias monetarias y no monetarias, pblicas o privadas, criminalidad, donaciones a organizaciones caritativas y participacin en actividades de beneficencia.

Wolfe y Haveman citan un gran nmero de trabajos empricos y comentan los resultados correspondientes a cada tipo de efecto. Parece que los resultados ms slidos corresponden a las inversiones en capital humano de los hogares, cuyo anlisis es uno de los aportes esenciales de la teora del capital humano:Evidencia de que la educacin afecta positivamente el estado de salud propio, incrementa la esperanza de vida y disminuye la predisposicin a padecer enfermedades mentales graves

evidencia de que el nivel de educacin y el desarrollo cognitivo de los nios estn relacionados positivamente con la educacin de los padres

evidencia de que la salud de los nios est relacionada positivamente con la educacin de los padres

evidencia de que la eficiencia de la anticoncepcin est relacionada con la educacin.

Los otros tipos de efectos sociales provienen de reas menos estudiadas por los economistas. Wolfe y Haveman reconocen que los resultados son menos abundantes y menos fiables. Acemoglu (2002b) indica que los trabajos citados por Wolfe y Haveman son descriptivos, dado que no utilizan mtodos de identificacin satisfactorios que permitan distinguir el efecto causal de la educacin de una simple correlacin con las variables estudiadas. El mismo problema se plantea para la medicin del rendimiento privado de la educacin: las competencias innatas, el entorno familiar o el contexto social podran determinar la educacin y la variable en la que ella causa las variaciones.Otra cuestin importante es la importancia de los efectos sociales de la educacin para las polticas pblicas. Wolfe y Haveman insisten en la necesidad de tomarlas en cuenta explcitamente y proponen un mtodo para expresarlas en trminos de rendimientos, Schultz (2002) subraya que este se enfrenta a dificultades conceptuales importantes en el anlisis de la produccin en las actividades domsticas. Acemoglu (2002b) seala que muchos efectos sociales de la educacin no son externalidades: al igual que los efectos econmicos, son tomados en cuenta por los individuos y las familias cuando se toman decisiones sobre escolarizacin, y decididamente no hay lugar para que el Estado intervenga para que lo sean, cualquiera sea su amplitud.La economa de la familia y los efectos de la educacinLa economa de la familia es una rama reciente de la economa, puesto que es producto de los trabajos de Gary Becker en los aos sesenta y setenta. El enfoque econmico de la familia se define en tres hiptesis esenciales: la optimizacin racional, la existencia de mercados en equilibrio y la estabilidad de las preferenciasAlgunos investigadores de otras ciencias sociales han sido influidos por la idea de que los comportamientos de los miembros de una familia son racionales, mientras que otros rechazan directamente las tres hiptesis esenciales:La economa de la familia es una rama importante de la microeconoma y resulta pertinente para el anlisis de los efectos de la educacin.En economa del desarrollo, el aporte de la economa de la familia ha sido integrado a una problemtica comparable pero distinta, la del anlisis de los hogares agrcolas donde Bardhan y Udry (1999:7) presentan la problemtica en los siguientes trminos:Ver cita completa

La mayora de la gente, en los pases en vas de desarrollo, se gana la vida, al menos en parte, trabajando en sus propias empresas(...) En consecuencia, los individuos toman decisiones, simultneamente, acerca de la Nivel de ganancias, demanda por factores y eleccin tecnolgica.

produccin y el Mano de obra e insumos

consumo. Esta mezcla de las economas de la empresa y del hogar es caracterstica de la mayor parte de las familias en los pases en vas de desarrollo.Los intercambios econmicos en el seno y entre los hogares, en los pases en vas de desarrollo, asumen funciones de las que habitualmente se encargan los mercados explcitos en los pases desarrollados, lo que justifica el desarrollo de modelos especficos.Al principio de su captulo del Handbook of Population and Family Economics Schultz (1997) hace una descripcin sintticade la economa de la familia y de los hogares diciendo que la familia coordina muchas actividades demogrficas y econmicas de produccin y consumo. Las limitaciones econmicas y de tiempo de las familias estn pensadas para influenciar los nacimientos, otras formas de comportamientos familiares interdependientes, que incluyen las transferencias intra- y extrafamiliares, la migracin, las conductas de ahorro y consumo, y las inversiones en capital humano y no humano.Por comparacin con los modelos microeconmicos puramente individuales de consumo y de oferta de trabajo, los modelos de la familia presentan tres especificidades principales. En primer trmino, la restriccin de presupuesto es reemplazada por una restriccin de tiempo. En segundo lugar, los comportamientos demogrficos y econmicos dependen de los stocks de capital fsico y humano de cada hogar, que son en parte colectivos y en parte individuales. Finalmente, las decisiones estudiadas incumben al conjunto del ciclo de la vida (matrimonio, fecundidad, formacin del capital humano, migraciones, ahorro-jubilacin), y se puede pensar que unas estn determinadas en funcin de otras y dependen ms de caractersticas permanentes de los hogares (dotaciones en factores de produccin, capital humano inicial) y de su entorno (por ejemplo, los precios locales de insumos y productos, los salarios, los servicios pblicos, el clima, las enfermedades endmicas) que de condiciones transitorias.Educacin y mercado de matrimonioEl anlisis econmico del matrimonio fue iniciado por Becker (1981 y 1985). Weiss (1997) presenta una sntesis de los modelos tericos existentes:Ver cita completa

(...) nueva perspectiva de los economistas consiste en considerar que el matrimonio es objeto de las mismas herramientas de anlisis que los otros fenmenos econmicos. En particular, los economistas confan plenamente en la similitud entre el mercado de trabajo [] y el mercado en el cual esposos y esposas se unen para producir bienes domsticos no mercantiles. En ambos casos, las fuerzas competitivas determinan la asignacin y la divisin de procesos entre socios (82).En consecuencia, existen mercados de matrimonio en los que hombres y mujeres intentan formar parejas en funcin de las caractersticas que van a influir sobre la produccin y el consumo comn a los dos: se habla de emparejamiento selectivo (assortative mating).Para Becker, los hombres tienen una ventaja comparativa en relacin a las mujeres en la produccin mercantil en relacin a la produccin domstica,porque tienen ms oportunidades de empleo y el costo de oportunidad del tiempo que dedican a las tareas domsticas es ms elevado que el costo correspondiente para las mujeres. El modelo beckeriano estndar prev, entonces, un emparejamiento selectivo negativo asociado a una fuerte especializacin de las tareas entre hombres y mujeres en el interior de los hogares.Otros modelo como el de Lam (1988) o el de Oppenheimer (1988), prevn un emparejamiento selectivo positivo, resultante de complementariedades entre la educacin de los hombres y la de las mujeres en la produccin y el consumo domstico. Los resultados empricos de Mare (1991) invalidan el modelo beckeriano para los Estados Unidos: el emparejamiento selectivo positivo y la intensidad de la seleccin han aumentado desde los aos treinta hasta los aos setenta; los hombres ms educados contraen matrimonio con las mujeres ms educadas. Por otra parte, las transformaciones de la sociedad estadounidense marcada por un aumento de la participacin de las mujeres en el mercado laboral, han contribuido a reforzar la complementariedad de la educacin de los maridos y de sus mujeres en relacin a la situacin que prevaleca a principios del siglo xx.Por consiguiente, uno de los efectos de la educacin es el aumento del nivel educativo del cnyuge: las mujeres que se retiran del mercado laboral despus del matrimonio perciben los rendimientos de la educacin por medio de este.Estas evoluciones han acrecentado el costo de oportunidad del tiempo dedicado por las mujeres a las actividades domsticas y deberan haber generado un reequilibrio del reparto de esas tareas entre hombres y mujeres. Akerlof y Kranton (2000) sealan que no ha sido as en la mayora de las sociedades occidentales. Akerlof y Kranton proponen un modelo de inspiracin psicolgica y sociolgica en el que existen normas sociales que asignan determinada tarea a las categoras sociales hombre o mujer. Mientras esas normas prevalecen, los hombres sienten amenazada su identidad social en tanto hombres por su participacin en las tareas domsticas. Es necesario que la norma social cambie para que su comportamiento evolucione, ya que el aumento del nivel relativo de educacin de las mujeres no ha sido suficiente.Educacin de las mujeres, educacin de los hombres y fecundidadEl anlisis de los vnculos entre fecundidad y educacin proviene de la economa del desarrollo. En primer lugar, las variaciones, en el tiempo y en el espacio, tanto de la fecundidad como de la educacin son netamente ms definidas en los pases en vas de desarrollo que en los desarrollados. En segundo lugar los efectos de la educacin sobre la fecundidad se deben a su impacto sobre los salarios y al costo de oportunidad del tiempo dedicado (esencialmente por las mujeres) a los hijos. En tercer lugar, las mujeres de los pases desarrollados, por su alto nivel medio de educacin, su fuerte participacin en el mercado laboral y su relativamente fcil acceso a la anticoncepcin o al aborto, han adquirido un mejor manejo de su fecundidad, y los efectos de la educacin se centran en la calidad del uso de los mtodos anticonceptivos, la edad del primer parto o el espaciamiento de los nacimientos.El enfoque beckeriano: educacin, costo de oportunidad de los hijos y fecundidadLa existencia de una fuerte correlacin negativa entre la educacin, particularmente la de las mujeres, y la fecundidad es un hecho estilizado casi universal, pero todava no se ha precisado en qu dimensin este efecto es causal y muchas otras explicaciones tericas son posibles, sin que sea fcil distinguirlas empricamente.En el modelo beckeriano de la familia, la fecundidad es objeto de una decisin econmica racional por parte de los padres. Estos reparten su tiempo entre la produccin mercantil, la produccin domstica y el ocio. El conjunto de los salarios del mercado laboral y el valor de los bienes producidos por el hogar constituye su ingreso total (full income), que se reparte entre distintos tipos de consumo que entran en la funcin de utilidad de los padres: el nmero de hijos (cantidad), la manera en que son educados (calidad),y el tiempo libre. Aqu los hijos son considerados bienes de consumo durables, caracterizados por su cantidad y su calidad. La calidad de los hijos incluye su capital humano (su educacin y su salud).Por estas razones, el costo de oportunidad del tiempo dedicado a los hijos, para los padres, est en el centro del anlisis. El aumento de los rendimientos de las actividades mercantiles o de otras actividades domsticas eleva ese costo y debera reducir la fecundidad; sin embargo, el efecto total es ambiguo, puesto que hay que tener en cuenta el efecto del ingreso. Estos efectos son ms evidentes en las mujeres que en los hombres. De hecho, las mujeres tienen una ventaja comparativa en relacin a los hombres en la educacin de los hijos con respecto al resto de la produccin domstica y a la produccin mercantil. El efecto de sustitucin domina el efecto del ingreso: un alza del valor del tiempo dedicado a la produccin mercantil o domstica reduce la demanda de hijos.Como la calidad de cada hijo tiene un costo para los padres, existe un arbitraje entre la cantidad y la calidad de los hijos que pueden tener segn un ingreso total determinado: El costo de un nio puede aumentar, segn Becker, por la exigencia de los padres de invertir en nios de alta calidad y por el precio de los insumos para producir nios de calidad constante. La relacin emprica inversa entre fecundidad y recursos que los padres invierten por nio es conocida como arbitraje entre cantidad y calidad. Este arbitraje constituye el resultado central del anlisis econmico de la fecundidad.La estimacin emprica de los modelos econmicos de la fecundidad no es fcil. En primer lugar, es difcil identificar el modo en que impactan entre s la cantidad y la calidad de los hijos, ya que ambas estn superpuestas, debido a que son dos variables que los padres determinan simultneamente. En segundo lugar, la calidad de los hijos est determinada por una cantidad bastante considerable de decisiones que pueden ser representadas en tanto tales en modelos tericos ms complejos, pero no son fcilmente identificables empricamente, puesto que las decisiones en cuestin tienden a tener los mismos determinantes.Coexisten dos enfoque empricos. El primero es la estimacin de modelos estructurales, donde algunos aspectos de la produccin de la calidad de los hijos (as como los comportamientos de oferta de trabajo) son modelizados explcitamente, y donde se intenta distinguir los determinantes de la fecundidad de los de la calidad. En esta perspectiva, se estiman por separado los efectos de la educacin de la madre y del padre sobre la fecundidad y sobre diversos elementos de la calidad de los hijos. El segundo enfoque es la estimacin de formas reducidas, en l se excluyen los determinantes endgenos de la fecundidad, que tambin dependen de decisiones tomadas por las parejas y solamente se retienen variables propiamente exgenas que describen los recursos de la pareja y su entorno econmico.Ejemplos de aplicaciones empricas.La educacin de las mujeres tiene un efecto negativo y significativo sobre la fecundidad. Si se estima separadamente el impacto de diferentes niveles de educacin, se observa que ese efecto solo aparece a partir de cuatro aos de estudio.Comentario (Estadsticas)

Schultz cita las World Fertility Surveys [encuestas mundiales de fecundidad] recogidas en treinta y ocho pases durante los aos setenta: las mujeres de 40 a 49 aos que han tenido al menos siete aos de educacin tienen de 1,6 a 2,9 hijos menos que las mujeres de la misma edad que nunca han sido escolarizadas. Por otra parte, el nmero de nios nacidos era entonces superior al nmero de hijos deseados en Asia y en Amrica del Sur, particularmente entre las mujeres menos educadas: exista (existe an hoy) una demanda no satisfecha de control de la fecundidad (en especial, de la anticoncepcin) que la educacin parece contribuir a reducir. Inversamente, la educacin de los hombres no tiene un impacto comparable sobre la fecundidad.Schultz completa su sntesis con una estimacin de los determinantes de la fecundidad a nivel global, a partir de datos publicados por la onu, el Banco Mundial y otros organismos internacionales sobre ochenta pases en 1972, 1982 y 1988. Rehace la regresin en base al isf (ndica sinttico de fecundidad) en el nmero de aos de educacin media de las mujeres y de los hombres adultos, la mortalidad infantil, el pbi per cpita, la urbanizacin, la importancia de ciertas religiones en la poblacin del pas, la cantidad de caloras disponibles por habitante y por da, variables de intensidad de la planificacin familiar y el precio de los anticonceptivos. El aumento de un ao en el nivel de educacin de las mujeres reduce el isf entre 0,161 y 0,551 hijos. El coeficiente es ms dbil si la mortalidad infantil se incluye en el anlisis. Inversamente, el aumento de un ao del nivel de educacin de los hombres hace crecer el isf entre 0,145 y 0,179 hijos. Schultz concluye en la importancia especfica de la educacin de las mujeres. Pero como la educacin de los hombres tiene un efecto dbil pero contrapuesto sobre la fecundidad, una dimensin crtica del desarrollo probablemente sea invertir en la educacin de las mujeres en comparacin con la de los hombres (416).El impacto de las otras variables incluidas en el anlisis es netamente menos notorio. El nivel del pbi per cpita ejerce un impacto positivo, y su crecimiento no tiene efecto significativo. Las variables de la planificacin familiar y la anticoncepcin tienen efectos negativos limitados sobre la fecundidad, pero Schultz admite que son necesarios estudios especficos para evaluar correctamente su eficacia.Ainsworth, Beegle y Nyamete (1996) analizan el rgimen demogrfico de frica subsahariana. Utilizan los datos de las Demographic and Health Surveys (dhs) [encuestas demogrficas y de salud] recogidas desde mediados de los aos ochenta hasta comienzos de los noventa en catorce pases (Botsuana, Burundi, Camern, Ghana, Kenia, Mali, Nger, Nigeria, Senegal, Tanzania, Togo, Uganda, Zambia y Zimbabue).La educacin de las mujeres favorece la utilizacin de anticonceptivos y reduce la mortalidad infantil. Tambin la educacin de los maridos ejerce un impacto negativo sobre la fecundidad y positivo sobre el uso de anticonceptivos modernos, pero este efecto es claramente ms dbil que el de la educacin de las mujeres.Glewwe (2002) sostiene que es necesario completar el anlisis utilizando, adems de la cantidad de educacin, mediciones directas de las competencias cognitivas. Lam y Duryea (1999) demuestran que, en Brasil, los ocho primeros aos de escolaridad de las mujeres tienen un efecto negativo sobre su fecundidad, pero no sobre su oferta de trabajo mercantil, a pesar de los elevados rendimientos de la educacin en el mercado laboral. La educacin se traducira, ante todo, en un cambio de arbitraje entre cantidad y calidad de los hijos: las mujeres ms educadas dedicaran ms tiempo a la formacin del capital humano de sus hijos que a su propia participacin en el mercado laboral. Implicaciones macroeconmicas del arbitraje entre cantidad y calidad de los hijosBecker, Murphy y Tamura (1990) proponen una aplicacin del arbitraje entre cantidad y calidad al anlisis macroeconmico del crecimiento. Entre los economistas clsicos de comienzos del siglo xix,Modelo Malthusiano

Malthus se distingue por la atencin que presta al crecimiento de la poblacin, que l concibe como endgeno en funcin de la diferencia entre el ingreso corriente y el ingreso de equilibrio, pero solo toma en cuenta la cantidad de hijos, no su calidad: el modelo malthusiano desprecia el capital humano. Becker, Murphy y Tamura proponen la superacin de esos enfoques modelizando explcitamente los lazos entre el crecimiento de la poblacin y el ingreso, y atribuyendo un rol central al capital humano en el proceso de desarrollo.. La funcin de produccin es ms intensiva en educacin y en trabajo calificado que las funciones de produccin de los bienes de consumo y de inversin en capital fsico. Segn las polticas de acumulacin del capital humano implementadas y la tecnologa inicial disponible, son posibles dos equilibrios a largo plazo: o bien el pas es presa del estado malthusiano inicial, o bien acumula importantes stocks de capital fsico y humano, asociados a una fecundidad ms dbil. El modelo es acompaado por una breve discusin histrica que subraya la dificultad que tiene un pas para salir del estado malthusiano y el carcter decisivo de los shocks aleatorios.Becker, Murphy y Tamura agregan que la debilidad relativa de los rendimientos del capital humano en los pases pobres tienen numerosas implicaciones, desde la fuga de cerebros hasta la concentracin de las actividades de investigacin y desarrollo en los pases ricos. Segn Drze y Sen (2002:cap. 4 y 6): los salarios relativos de los docentes y del personal de la salud son peores en los pases de bajo nivel de ingresos que en los pases de ingresos medios o elevados, por lo tanto, es menos costoso implementar polticas pblicas de educacin y salud eficaces antes de industrializar un pas que tratar de mejorar su eficacia en un pas que ha conocido un proceso de industrializacin pesada y un progreso tecnolgico concentrado asociado a un reparto muy desigual del capital humano.Educacin, autonoma de las mujeres y fecundidadLos trabajos de Becker han sido criticados por los profesionales de otras ciencias sociales por su simplismo. De hecho, las necesidades del anlisis cuantitativo llevan a considerar solamente un muy pequeo nmero de determinantes de la fecundidad, e interpretar el efecto solo en trminos de costos de oportunidad puede parecer reductor. Se han elaborado otras hiptesis, que pueden ser consideradas para la interpretacin de formas reducidas. Segn Jeffery y Basu (1996:3): la asociacin estadstica general entre la educacin de las mujeres y la baja fecundidad no es universal ni est demostrada, y que el proceso mediante el cual la educacin de las mujeres afecta a la fecundidad dista de estar claro.Drze y Murthi (2001) sostienen que es necesario distinguir los efectos de la educacin sobre el nmero de hijos deseados, sobre la relacin entre este y el nmero de nacimientos previstos, y sobre la capacidad de las mujeres (o de las parejas) para alcanzar ese nmero de nacimientos. El modelo beckeriano solo considera el primero de estos aspectos. Por otra parte, la educacin puede reducir la independencia respecto de los hijos adultos para la subsistencia durante la vejez y as reducir la Que implica prever una cantidad mayor de nacimientos para asegurarse de tener por lo menos un hijo

preferencia por los hijos varones La educacin tambin mejora la receptividad hacia las campaas de planificacin familiar y facilita la adopcin de normas sociales modernas que privilegian una fecundidad baja. En un segundo aspecto la educacin reduce la mortalidad infantil y el nmero de nacimientos necesario para tener una cantidad suficiente de hijos que sobrevivan hasta la edad adulta.El efecto ms debatido es la autonoma de las mujeres: las mujeres educadas estaran en condiciones de imponer sus preferencias frente a las de su marido o a las de su familia poltica y, por esta razn, tendran menos hijos. Sin embargo, esta hiptesis, comnmente admitida, es cuestionada por algunos socilogos y demgrafos especialmente en el contexto del sur de Asia donde la educacin no incitara en absoluto a las mujeres a mostrarse ms autnomas de lo que desean sus familias polticas. Drze y Murthi sealan que, dados los otros aspectos posibles, no es necesario que la educacin de las mujeres aumente su autonoma para que reduzca su fecundidad.Drze y Murthi recalculan el isf sobre la base de las siguientes variables exgenas: educacin de las mujeres, educacin de los hombres (de 15 aos o ms), ndice de pobreza, ndice de urbanizacin, proporcin de la poblacin perteneciente a ciertas categoras desfavorecidas (poblaciones tribales, castas bajas, musulmanes), ratio de mortalidad infantil nias/nios en 1981 (que representa la preferencia por los hijos varones) y los indicadores de diversas regiones del ao 1991. En todas las regresiones, el efecto de la educacin de las mujeres sobre el isf es significativo, negativo y de gran amplitud. Adems, la preferencia por los hijos varones, tal como se mide aqu, tiene un impacto positivo sobre el isf, pero las otras variables de desarrollo, como la pobreza o la urbanizacin, no lo tienen.Basu (2002) vuelve sobre el debate acerca del rol de la autonoma de las mujeres y genera una discusin en cuanto a los diferentes medios por los cuales la educacin de las mujeres puede influir sobre su fecundidad, que toma en cuenta el aporte beckeriano. Los dos principales mritos de su anlisis son la demostracin de la diversidad de los aspectos de la educacin de las mujeres que pueden actuar sobre la fecundidad y la interrogacin (implcita) sobre el carcter causal de esas relaciones. Ella muestra que esta hiptesis no es plenamente compatible con la realidad de la educacin recibida ni tampoco es necesaria para explicar la correlacin entre educacin y fecundidad.En primer lugar, el contenido de los programas y mtodos de enseanza nada hacen por promover la autonoma de las mujeres, ms bien intentan inculcar valores de disciplina, paciencia y obediencia a la autoridad y, en caso de que as sea, la falta de medios y el mal funcionamiento de las escuelas en muchos pases reduciran fuertemente su impacto en relacin al del entorno familiar o social. Por lo tanto, Basu sugiere que ciertos aspectos de la socializacin en la escuela deben desempear un papel importante.En segundo lugar, Basu demuestra que la hiptesis segn la cual el impacto de la educacin de las mujeres sobre su autonoma en materia de fecundidad se juega durante la vida marital, igualando las relaciones entre los cnyuges, no es necesariamente verdadera. Segn esta hiptesis, existira un conflicto entre las preferencias de los maridos y las de las mujeres, y la educacin permitira a estas ltimas hacer valer las suyas. Pero, aunque se ha comprobado que las mujeres educadas gozan de mayor autonoma en su vida cotidiana, no es seguro que gocen de una mayor autonoma reproductiva. Porque lo esencial se juega en el momento de la formacin de las parejas en el mercado matrimonial. En las sociedades donde existe una gran diferencia entre los niveles medios de educacin de los hombres y de las mujeres y en las cuales prevalece la hipergamia (Hipergamia- explicacin-

se supone que una mujer debe casarse con un hombre ms educado que ella), solamente algunos hombres educados se casarn con mujeres educadas. Existe un mecanismo de seleccin por el cual los hombres que quieren tener pocos hijos se casan con mujeres capaces de controlar su fecundidad. Algunos autores han demostrado que no existen diferencias significativas entre las preferencias de las mujeres educadas y las de sus maridos porque los hombres que se casan con mujeres educadas provienen de familias que tambin envan a sus hijas a la escuela. La hipergamia se conjugara con una homogamia entre los medios familiares de los cuales provienen.Por otro lado, la educacin tiene un impacto muy fuerte sobre la cantidad de hijos deseada.El impacto de los medios masivos de comunicacin radicara ms bien en la promocin ms o menos explcita de modos de vida modernos, en los cuales el costo de oportunidad de los hijos es ms elevado, ya sea en trminos de compra de bienes de consumo, de trabajo o de tiempo libre. este impacto de los medios de comunicacin se adapta bien a la promocin de un fuerte conservadurismo social, en el que la autonoma de las mujeres no es considerada como un objetivo positivo o importante y en el que el modo de vida de las clases dominantes es presentado como un ideal. La educacin tambin podra ejercer un impacto directo sobre las aspiraciones de las mujeres, anlogo al de los medios de comunicacin.Ejemplo

Este anlisis es muy beckeriano. En la India, una mujer educada desear un modo de vida fundado en la posesin de muchos bienes de consumo y sabr que tener menos hijos le permitir alcanzar ese objetivo con ms facilidad.Basu subraya la especificidad de las parejas en las que ambos miembros son educados y tienen aspiraciones ms elevadas tanto para sus consumos como para sus hijos: son ms aptas para sacar partido de las modificaciones de su entorno econmico y sern menos dependientes de sus hijos adultos cuando alcancen la vejez.Finalmente, los efectos de la educacin sobre la fecundidad podran igualmente ejercerse sobre las mujeres no educadas. McNay, Arokiasamy y Cassen (2003) sealan que el uso creciente de anticonceptivos modernos por parte de las mujeres no educadas explica lo esencial de la baja de la fecundidad que se da en la India.Cada vez ms, esas parejas eligen tener menos hijos y escolarizarlos. Los rumbos abiertos por estos dos artculos parecen pertinentes, puesto que las crticas al modelo beckeriano formuladas por demgrafos o socilogos insisten, en la importancia de los efectos de difusin en la transicin demogrfica.En conclusin, mientras que la existencia de una correlacin significativa, negativa y fuerte entre educacin y fecundidad es uno de los principales hechos estilizados concernientes a las poblaciones de los pases en vas de desarrollo, subsiste cierta ambigedad en cuanto a la dimensin causal de esta relacin. El enfoque econmico de la familia inspirado en los trabajos de Becker proporciona una explicacin simple, fundada en el valor del tiempo que los padres, especialmente las madres, dedican a criar a sus hijos; la actual microeconoma del hogar puede tomar en cuenta ciertas explicaciones alternativas, como los