Fauna Iberica 13.La estacion biologica de Doñana.Blanco y Negro.08.07.1967
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Fauna ibérica / 13/
Por el Dr. Rodríguez de la Fuente
LA ESTACIÓN BIOLÓGICA OE OONANA 3
P A R A Í S O OE LAS AVES
S I sobre un mapa físico del hemisfer io oí^cidsntai uniéramos la Esta
c ión Biológica de Doñana, mediante l í neas recias, con los diversos pun ios geográficos dtJnde anidan o invernan los centenares de miles de aves que pasan una par te más o menos larga de su Vida en este paraíso de la mar isma del Guadalquivir^ quedaríamos asombrados
ante fa encruc i jada orn i ío tóg ica que se ofrecerra a nuestros o jos
Ver íamos, como en un gigantesco abanico inc l inado hacia el Este, los trazos que van desde la mar isma hasta la alargada y brülanre diadema de lagunas nor-le-europeas donde nacen los patos y los gansos que pasan el inv ierno en Do-nana; cruzaríamos el A t lán t ico con la i
Abierta al interés científico del mundo entero, la ENtación Bialó^ca de Dnñana. dcpcndlcnlc del Ckínsejo Superior de lnvcsli^ac¡f)ne^ CientíMcas y tn-aila hajD los auspkjn-^ áei World Wildírie Fuiíd. e.s eJ p^raií-o de la avifauna europea.
* 'r -'. .'- F T K W ^ ^ ' T J T - * ' * ^ - ' " ' - ; ^ . ' ^ - ' ' - ' - ' ^ ' . ' . ' . T f .-L'- -I--V
ESTACIÓN BIOLÓGICA DE DOÑANA
CONSEJO SUPERiOR DE
INVESTIGÜCIONES CIENTIFICiS WORtD WIIDI IFE FÜHD
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garcetas y eijpulgabueyes criados en el Coto, hasta tocar el l i tora l amer icano; nos in lernar famos en Africün tras de las cigüeñuelas, avócelas y qarías p u r p ú ' reas; descenderíamos hacia el mar Aus-Ira! con los charranes; avanzaríamos en i j g 7ag sobre el Mediterráneo^ Siguiendo a la dispersión po^tnupciat tíe las gar-cillas.
Y a estas líneas de largo alcance, se sumarían Otras más cor las , en apretado haz, que nos indicarían los desplaia-mientos regionales de los pato? reales y las fochas. Complelada esta curiosa rosa de fos v ientos, mediante los datos arrojados por la recuparaciún de anillas españolas a [o largo y a lo ancho del m u n d o , al observar con detenimiento este fabuloso punto de i r rad iac ión vita l , comprender íamos de p ron to la Importancia orn i to lógfca, cu l tura l y económica de Is Estación Biológica de Doñana.
Pero las grandes concentraciones de pájaros invernantes, pasajeros o nidi f í -cantes que se refugian en este santuar io natura l del sur de la península Ibér ica, las 1B3 especies de vertebrados que v i ven en las dunas, jaguarrales y marismas de Doñana, nO deben este pr iv i legio a un s impfe capr icho de \ñ naturaleza. Han concur r ido especiales y afortunadas circunstancias geOCfráírcaSn ecológicas e históricas para que fa fauna medi ier rá-nea pueda d is f ru ta r , en plena era a tómi ca, de un amp l io paraje natural que conserva celo&amenie sus condiciones p r i migenias.
PRIVILEGIADA SITUACIÓN GEOGRÁFICA DE DOÑANA
Si volvemos a nuestro mapa, varemos^ en p r ime r lugar, que la d ia l r i buc ión de las aguas continentales en Europa, determina ya una concentración invernal de las aves acuáticas nórdicas en las áreas mediterráneas Efect ivamente, en todo el no r í f del ant iguo coni inenie j mil lares de charcas, cr istal inas y profundas, se mezclan en abigarrado mosaico con las tierras planas de -la tundra , cubiertas de liqúenes y cortos pastos Una nut r ida población de gansos y de diversas especies de patos crían en estos inmensos y sol i tar ios parajes, aprovechando los interminables dfas de la pr imavera y el verano á r t i co
En fa taiga y en fa Europa central , lagunar menos dispersáis proporc ionan adecuado habitat a las anátidas, entre los oscuros bosques de pinos y abelos.
Todo este e jérc i to de aves acuáticas se ve obl igado a dejar los ter r i to r ios natales a Ja llegada del o toño. Sus cuarteles de inv ierno se encuent ran, pr incrpalmen-le, en la Europa medi terránea, donde las masas de agua, como obedeciendo a un í ley de concentración que avanzara de Nor te a Sur, son menos numerosas, pero ampl iar y superf iciales, fo rmando, ge-nerelmeníe, lagunas de t ipo estepario, tanto si están ubicadas en el in ter ior como en albuferas o marismas inundadas.
'GTO&IÍAMAS APCMIVQ DE J * ESTACIÓN.
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Dos carat lcr is l ieos bíolopOs de b EsUciÚD Bfolóírica d^ Doóana. En la folo^iraría superior, el pinar que se mira en tas ajguaí. Abajo, el a lcomocal - ja^ar íaJ ; el árbol de la imapcn alberga una colonia nidificante de parcíllas co generosa y abigarrado número.
Esia agrupación invernal a cjue se ven obligadas las aves por rrnperalivos puramente naturales, resulta máü acubada en nuestros días por la presión humana Lñ5 [ierras medirerráneas han sido rra bajadas por el hombre desde liempos Jn memoriales. Muchos lagos esUn ye dése cados; numerosas albuferas y marismas drenadas para lu aprovechamiento agrí cola; las principales estaciones de paso son objeto de una eKplotacJón cinegética. En consecuencia, han quedado muy pocos cuartefes seguros de invernada en Europa meridional: los mds importantes están situados en e[ delta del Danubio, el delta del Ródano y ía marisma del Guadalquivir,
Pero este últ imo se beneficia todavía de su situación estratégica en las rutas de todas las aves que pasan desde Europa al Aírica, a través deJ puente natural constituido por la península [Ibérica, A las poblaciones invernante^ o nidificantes de la marisma, se suman, por este motlvOn las que hacen escala más o menos larga, en sus periódicos desplazamientos migratorios.
UNA VISION CLARA DE LA FAMOSA RESERVA
El Coto de Doñana era ya célebre entre monteros y caladoras muchos años antes de que se descubriera su importancia ornilotóglca. Quizá por esta razón, el
Las espátulas, curiosas ave>( nidificantes en la mar isma, abren sus amplías alas al sol de la primavera andaluza. Están tranquilas y felices porque saben que no se escuchará un soLo disparo: Aq\ú hace ya muchos aEios que se colgaron las escopetas.
hombre de la calle tenga una idea un tanto confusa de la famosa reserva. Para unos, Doñana es un coto real y legenda-r io donde se matan jabalíes con lanza y se pueden ver linces, gamos y ciervos corr iendo en pleno día. o exóticos carne* líos recortados sobre las dunas; para otros, se trataría de un Inmenso almarjal donde los ornitólogos, con el agua hasta las rodillas, ponen anillas a las aves y se entretienen retratando los nidos de las águilas imperíafes.
El concepto global, la relación que pueda exíí i i r entre los jabalTes antaño alanceados, los venados, los linces —ani-malea que prosperan entre secos malo-rrales— y las garcíllas blancas, Canias ve-ceí retratadas, los miliares de gansos sal-vafes y de patos —necesitados todos ellos del medio acuático—, os lo que no acierta a explicarse muy bien quien no haya visitado el Coto de Doñana.
Hay una ciencia, llamada ecología, que estudia, precisamente, las relaciones de los organismos vivos enrre sí y con el
medio que les rodea. Todo animal —que para vivir necesita comer y descansar, y para perpetuar su especie precisa reproducirse— actúa directa o indirectamente íobre los otros seres que comparten con él un terreno o bioiopo determinado, constituyendo to que se [tama una comunidad.
El famoso biólogo Charles Darwin expuso un ejemplo muy demostrativo de las insospechadas ¡nTeracciones ecológicas que pueden darse entre los distintos miembros de una comunidad, estudiando una pradera en Inglaterra. Observó Darwin que el [rebol rojo era polinizado por las abejas; en otras palabras, estos insectos, al recoger el polen que precisan para fabricar la miel, lo transportan de unas flores a otras, posibilitando la fecundación cruzada de estas plantas. Por lo tanto, dependía de las abejas la existencia continuada del trébol. Pero los ra-tones campestres destruían las colmenas para comerse la miel, actuando en detrimento de la población apícola, con la consiguiente repercusión indirecta sobre el trébol ro jo. Los gatos domésticos daban caza a los ratones, lo quo, a su ve;, afectaba sucesivamente s estos roedores, a las abejas y al trébol de las praderas.
En resumen, la desaparición o el aumento excesivo de una especie puede originar una verdadera reacción en cadena de insospechadas consecuencias para los demás organismos que com-parten ef mismo bioropo.
Si pretendemos tener una visión clara y armónica de la Estación Biológica de Doñana. debemos estudiarla, prime
ro, bajo el punto de vista ecológico, comenzando por describir los distintos biotopos en que se asientan sus comunidades, naturalmente, a través de los matices muy generales que nos permite reflejar un artículo de divulgación.
Aguas abajo de Sevilla, a partir de Coria, et río Guadalquivir discurre lentamente por una llanura arcillosa, separándose en numerosos brazos que luego vuelven a unirse, antes de desembocar en el Atlántico, en Sanlúcar de Barrameda.
La vasta planicie arcilloso-límosa, compacta y salina, muy pobre en materia orgánica, ocupa unas 140,000 hectáreas, y se inunda cada invierno con las aguas de l s lluvias y las avenidas de algunos ríos. Este caudal sin salida al Guadalquivir, se mantiene durante meses en el terreno, formando una somera y amplísima laguna esteparia: la marisma del Guadalquivir.
La marisma está separada del mar por una faja de tierra que se extiende a partir de ta desembocadura del río, 35 kilómetros hacia el Noroeste. En este terreno arenoco, de grandes dunaü, cubierto de pinares y jaguarzaíes. se encuentra eí Coto de Doñana. Ai Norte, la llanura se eleva suavemente hacia las tierras firmes pobladas de pinares y alcornocales, y di-dividldas en una serie de cotos de caza.
¿Qué situación ocupa la Estación Biológica de Doñana en e^te inmenso y complejo paraje? Concretamente, abarca parte del coto del mismo nombre y parte de la marisma, a caballo entre dos biotopos altamente diferenciados: el marismeño y
BS am
Las ^rcQ];is bueyeras crian en Doñana en grandes colonias- Como se sabp> esta^ aves suelen marchar jimto at ganado vacunii. nutriéndose a cxp^nsiis; de sns parisitos y de los insectos que los anlmaJes ievanlan a su pa^o mientras se trasladan a pasión.
el macorrai seco mediterráneo, Y en este hecho radican sus ventajas eco\6gtcAs. Porque en el límite de dos habiíats, se da ]o que los biólogos llaman el «efecto de borda», que favorece grandemente la multipl icación y dEversificación de las especies que habitan en ambos bioiopos-
Pero avancemos desde las playas hacia el interior de fa marisma, pasando por las dunas y pinares, y vayamos ob-wrvanda la fauna mSs característica de nada uno de estos parajes.
DUNAS, PINARES Y NIDOS DE ÁGUILAS
Treinta y ;Ínco l<ifómetros de playa, da arenü fina y l impia, van desde la
entre ellas calles y plazuelas nafurales. de suelo l impio y cubierto de vegetación baja. Estas depresiones se llaman corrales. Y en ellas podrá sallar una liebre o aparecer un zorro que ha dejado su refugio en el jaguarzal para ca-zar reptiles e insectos en e&ta zona de pobre vegetación. Si nos interesara la herpetología, entre los matojos que pueblan las arenas, podríamos recolectar sapos de diversas razas, culebras. salamanquesas y hasta alguna víbora, Pero de los ofidios se encarga el más acabado especialista del coto: el águila cufebrera. Patrulla, incansable, sobre es-IOS terrenos abiertos para nutr i r con víboras y culebras a su polluelo único< que espera unos kilómetros más adentro en
En la marisma ae nutren cientos de miles de aves acuáticas en sus distintos «UICTIOH' alimenticios. I ^ garza real pesca carpan díe^tramenle. lou ganaos He tragan los bulbos de la castañuela y las ánades reales filtran d limo con sus picos, para ingerir después las semillas depositadas en el fondo de las ancuas repartidas por Doñana.
desembocadura del Guadalquivir a la del río Tinto, Da espaldas ai Atlántico, avanzamos hacia las dunas. A nuestro paso se levantará algún chorlitejo. cuyos huevoT¡, semejantes a guijarros, son invisibles sobre la arena. En este trecho la vida aún no presagia la formidable riqueza que descubriremos unos hilórnetros más adentro, E^ muy posible que un zumbido nos haga volver la cabeza; entonces veremos al halcón peregrino que cae como un bólido sobre el chorl i iejo que hemos espantado a nuestra marcha. Cría unos kilómetros más arriba, en una de las torres que se levantaron en tiempos pasados para vigilar la costa,
A l llegar a tas dunas, descubriremos
: l . í ^ .q4f^
El águila; la más preciada joya de Doñana
su a l to n ido, en ta copa de un p ino , cer^ cfl de la to r re donde se esconde un orn i tó logo que va l omando noia mlnucio-samento de las cos tumbres de la fam i l i a .
Desde la cOspíde de una duna avistaremos el p inar . Salpica con sus copas verdinegras toda una faja de ter reno
rel f l t ívamenls ondu lado hasta los l ímites de la l lanura cubier ta de jaguar ro y alcornoques. En la zana l im í t ro fe , una f i la de lagunas marca el paso de uno a o t ro b io iopo . Nos asombrarán algunos pinos enterrador en la arena hasta al na-c im ien to de la copa. Pero si observáramos con paciencia de b ió logo cada uno de los árboles que, por c ier to , fueron in t roduc idos en fa región solamente a par t i r del siglo X V I I I , podr íamos apuntar en nuestra l ibreta de ñolas una ser le de nidos de rapaces cuya densidad y var iedad no se da en ninguna otra par te de Europa.
El águila imper ia l , la más preciada joya alada da Doñana, ha a f ian iado la gran p la ta forma de ramas en que cría a sus dos polluelos, sobre un p ino relat i vamente separado de los demás. En el coto y en la mar i sma , sus o jos pardos lo ven lodo. Cada mañana, poco t iempo
después de sal i r el so l , le eteva en ampl ios círculos y nadie podría Saber si va a lanzarse sobre una l iebre que ramonea en los corrales de las dunas, sobre un conejo recién sal ido de su refugio en el mator ra l o sobre la colonia de garzas, en el borde m i ^ m o de la marisma, para robar un poHuelo
Durante las horas de calor , macho y hembra sestean en la rama despejada de un pino p róx imo al n ido , sumidos en profunda beat i tud- Su silueta mono l í t i ca, animada lan solo por las manchas blanquísimas de los hombros y el escudete de la f rente, está en los l ibros de divulgaciCn y en los t ratador orn i to lóg i cos de med io mundo ; i us actividades, a lo largo de todo el día, recogidas por famosos biólogos, se guardan en los archivos de muchos centros cientí f icos. Pero las preocupacione; de nuestras águilas no pasan más allá de la caza
14 mariama cambia con el flujo y el reflujo de sus aguas y el decurso de ja^ estaciones. Es una ifiran laguna durante
ín-?^v
colidiana del COHEJO O eí ganso y la fü-ro j defensa de su terr i tor io, de uno, do^ o tres kilómeiros de diárnetro, contra la intrusión de las Otras ires parejas que se reparten el coto
Como una edición de bolsillo de esia gran ave caladora, rrtÁ^ clara de lonos, pero de sílu^ra muy acmefante y costumbres también arborícolas, es el ¿güilo calzada, A pleno sol de mediodía, flota como un copo de algodón en el cielo ardiente. V cijando cae, con la^ alas pagadas al cuerpo, sobre un pollo de pe»"-diz, no habría ojo capaz de descubrirla, porque sabe atacar con el sol de espalda, aprovechando la íuerza deslumbradora del astro, para sorprender a sus presas-
Más modestas rapaces, como los búleos, incansables cazadores de ratones, que deben competir con las lechuzas y buhos chicos, que actúan de noche, los
viemo y. en príitiavera. una pradera enorme. La or^Llo^a garza real vipla ücíLdo La ranias altas; de un alcornoque lA K^3,n |ícrsi>ectíva de pradería* que se exüendí en l omo hacia todos los horizontes.
Arriba, ei agüita imperíat, joya alada del coto de Doñan^. se dispone a posarse en el níilu eon una pre&a entre las ^arraí^, cobrada t^ ien temente . Bajo rsta?^ linea*, el zampullín afianza su nido IloUnle a los tallos del ballunco, por medio de firmes anclajea; realirados eon una lécnlca tan remóla como segura e mfaliblf.
Las: tres biotopos má.^ característicos de Doñiina, con las comunidades animales que 1o>« ocupan. Las Tfneas que unen a tas ave^ rapaces cotí su<t pri^¡<3^, non dan una idea de Ja influencia que tienen^ t n lo^ dirercfitcs nhabitat.s», estu^; preüatores alados.
Hace años que se colgaron las escopetas
milanos realeo y grlseü, cuyo régimen ecféciico va desde la carpa moribunda ñ\ polluelo de garcilla, comparlen el pinar para construir sus nidos.
Las palomas torcaces, las lóríofas. las urracas y los cuervos, reíendrfan nuestra atención con sus vuelos provocativos si no surgiera de pronto una hembra de jabalí con sus rayones, que busca raíces y piñones sin dar demasiada ¡m-poriancífl a nuestra presencia. Porque aquT hace ya «ños que se colgaron las
escopetas, y de este detaffe los animales se enteran muy pronto.
TRAS LAS LAGUNAS. EL JAGUARZAL-ALCORNOCAL ,
Pasadas fas lagunas, en las que podrá sumergirse sin provocar una sola onda un íampullín, nos enfrentamos con la llanura cubierta por un manto de pdli ' dos matorralei que nos cierran el paso. Son los tañías veces citados ¡aguarzos.
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NCÉ
ÁNSAR COMUhJ
AÑADE REAL
3QUE5
^"^*-^^- ^ ^ ¡ . i f j ^ x ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ i k
SUELO LIMOSO
(MARISMAS)
tar bástanle adeníradoi en la marisrna. Y no andarán lejos lo5 pequeños car-
niceros de Doñana: turones, comadrejas y el singular melón. Ene animal, que riene loda Fa grada, la acometividad y la dulzura de iRiki- i ik i- iaví», la mangosta de <ip]¡ng, ha encontrado en la eílación uno de sus refugios más sagrados, Aquí caza conejos, raías y diversas especies da ratones, sin despreciar los lagartos y culebras que han hecho famosas a las mangostas asiáticas.
El garó montes no nos ofrecerá más detalles de su presencia que las huellas impresas sobre la arena en su ronda nocturna de caza. Y desde la ventajosa plataforma que ofrece el nido viejo de un cuervo^ no eS nada dif icí l que nos contemple una glneta, arropada en su suave y anillada cela.
Esparcidos a lo largo y a lo ancho de la planicie, los copudos alcornoques, más lozanos y numerosos en ef borde de la rnarisma. ofrecen un aspecto sorprendente. Son como gigantescos árbcn les da Noel de fos que en lugar de bolas de cristal y farolillos cuelgan, aparente-menta, recortadas siluetas de pájaros blancos o grises. Al examinarlos más de cerca, comprobaremos que se trata de centenares de garcülas, garzas reales^ marcinetas y espátulas, posados sobre sus nidos.
Tras dejar a nuestras espaldas fos ú l timos alcornoques, hubiéramos proseguido confiadamente nuestra marcha so-bre una llanura inmensa cubierta de una tupida vegetación de aspscto herbáceo. Pero los halluncos, la paja castañuela y el almajo que forman esta densa cor-lina vegetal esconden todavía dos cuartas de agua que les dan vida. Y dan vida a las carpas, a las anguilas, a los anfibios y a los millares de aves palmípedas y zancudas que se nutren en esta inmensidad. Estamos ante fa marisma.
EL CJCLO ANUAL DE LA MARISMA INMOVÍL
LB F-nansma. aparentemente inmóvil y monótona, es c<?mQ un organismo ciclópeo en perpetua gestación. Ef HnfO y el reflujo de sus aguas, el decurso» de las esraciones, pueden cambiar el aspecto de su f a ; de tal manera que quien la haya contemplado en septiembre, resé-
• ' -•! I - - L U - a . ^ ^ - - , .
muy importantes para los ecólogos, que piensan que los primit ivos biolopos le* eos mediterráneos estarían constituidos principalmente por estos vegetales. En las depresiones del terreno. Jos jaguar-zos se mezclan con brezos y otros arbustos, formando marañas impenetrables, aprovechadas, en algunas zonas, por colonias de garcetas y otras aves zancudas para anidar.
Bajo estas sombreadas galerías oculta et lince su progenie; los venados encaman en las horas de calor y en las partes más abiertas descansan los gamos, que saldrán al atardecer para pas'
Las fochas nacen por miles todas Us primaverAS en la marisma de Doñana, Cuando dí'*(d.'ndpn \an iguas, se dispeiísan por la mitad meridional de la península-
En primavera, la marisma vive y palpita
ca, agrieíada y ab jó i ica . no la reconocería en p r imave ra , cuando í lorecen la castañuela y el bal lunco, cuando fas fochas dejan oí r su g r i t o agudo y los patos realeo y canasreras la coronan con el arabesco da sus vuelos nupciales. Entonces, la mar isma vive, palpi ta y le atrae a uno con fuerza i r res is t ib le en buíca del secreto de su capacidad ge-nésrca-
Pero antes rie m o n t a r sobre ef lomo del caballejo que nos llavará chapoteando sabiamente hacia el hor izonte le jano, nos conviene conocer la orograf ía del ter reno que p isamos. Porque si aparentemente su suefo es p lano, presenta ligeras depresiones y elevaciones muy impor tan tes para la ecología de las cr iaturas que la pueblan y también para la segur idad de nuestra marcha.
Las partes elevadas, apenas un m e t r o sobre el nivel general de la pfaniciej se l laman vetas y en épocas de inunda
ción SQn como i l l as , cubier tas de gramíneas y cardos en las que !>e cobl fan todos los animales terrestres que pu lu lan en la mar i sma ; roedores, zorros, musié l idos y los pájaros que instalan sus nidos en seco, como los azulónos, canasteras, avócelas y otras zancudas. Los velones son Islas más ba¡as que desaparecen cuando la inundación es grande y están generalmente cubiertas de unos matos grisáceos y ásperos l lamados a lma jos , capaces de retener el agua en sus hojas especializadas.
Por debajo del nivel medio de la mar isma, inundado unos seis meses al año, hay depresiones más o menos amplias y profundas que se l laman l u d o s . En ellos se conserva el agua diez meses y en su fondo no crece vegetación alguna.
Con las pr imeras lluvias del o toño llegan las avanzadillas de las aves e m i ' g ran les . Solamente los l u c i o s están llenos a rebosar, pero ofrecen escaso refugio y comida a las escuadras exploradoras de cercetas, porrones y ánsares cfUB vienen hambr ien tos y delgados tras el largo vía¡e.
Con los aguaceros de nov iembre se va empapando el suelo sediento de la mar isma, que atesora semillas de ba-Huncos y caíitañuelas y nu t r i t i vos tubérculos que todavía las aves no pueden ar rancar . Pero crecen los ríos, las madres se tornan turgentes y la mar isma se va l lenando da agua. Los picos incansables de los patos f i l t r an el l imo en busca de las semillas pisoteadas por las
vacas y caballos durante el estío. Loa gansos arrancan la castañuela para tragar sus bulbos, cayéndose rocosamenle de espalda a consecuencia del esfuerzo. Pero la dramát ica silueta del águila imperial cabalgando en el cierzo les de^ vuelve la prudencia. Algunos de los ya obesos viajaros nórdicos dejarán su vida entre las garras del pá jaro heráldíco-
En pleno inv ierno el v iento amontona los restos de vegetación, l lamados ronces, en las riberas de las vetas, Sólo algunos mechones de castañuela y de hallunCQ se mant ienen en pie. Centenares de miles de patos nórdicos y unos ocho mi l gansos se reparten la laguna esteparia. En febrero comienzan a anidar las pr imeras fochas, al amor de 'los montones de vegetación reseca. Los palos invernantes y los gansos retornan a las charcas natales de la tundra .
Con la llegada de la pr imavera el verde manto vegetal vuelve a cubr i r la super f ic ie de las aguas. Mil lares de fochas y de azulones anidan ya en toda la ma-r isma.
En jun io el agua comienza a desaparecer, solamente los lucios br i l lan al sol como dispersos espsjos. En ello se amontonan los polluelos de fochas y de palos en tal concentración que, muchos veces. sobrevienen grandes mortandades or ig i nadas, quizá, por bo fu l i smo.
En las vetas se seca la hierba y fas colonias de aves l imícolas están en plena efervescencia. El cielo se cubre capr i chosamente con sus irregulares vuelos.
Las lincas que unen In Estación Biolú^jea de Doñana. con las úreíis de nidlFicación o invernada^ ile las aves que pasan uria liarte de su vida en la marisma, muest ran ]a importancia cicntiTica de esta formidable encrucijada omllolÚEÍca en el sur de España^
iwíEsaascJíKBSíPKP WSí^íKííica^5ííS!3&^ ^^^S^^?^-(^^~
El trasiego de I B Í gar ias , garctlios y mar-lineres desde los árboles a la mar isma « jnceaanie.
Los parales más húmedos y protegidos de la mar isma, donde queda algo de agua, a la sombra de Ea vegetación, esconden grandes conceníraciones de palos inermes e incapaci lado^ para el vuelo duran te la muda masiva de sus p lumas. Con l o i calores de j u l i o se evapora el agua de los ú l t imos lucios; las ratas, ios raíones y las l iebres invaden la mar isma. Las garzas nuevas y las cigüeñas de paüo pescan con fac i l idad las carpas que se asfi j t jan en los someros y caldeados charcos.
Los mi lanos pat ru l lan incansables a mediana a l íu ra a la caza de eslas presas fáci les. Las fochas, capaces de volar , escapan duran te la noche de la mar isma agonizantes Los patos re^agado^ y las garcIMas inicJan también su d ispers ión pos inupc ia l .
En agosto, la mar isma vuelve a esiar yerma e inmóv i l como una madre agolada por el esfuerzo de la cr ianza. Ahora, p isando la vegetación reseca y c ru -grente, nadie sospecharía que aquí se ha engendrado [a más fuer te bíomasa de Europa, En unos pocos meses, la energía solar ha s ido t rans formada por el rnmensD labora to r io da las aguas someras en toneladas de proteínas viv ientes. Mil lares de fochas, patos reales, l im i t ó l as , garzas, mar t ine tes , se repar t í ' rán por ampl ís imas regiones de la tie-r ra , mientras en el Nor te los palos y los gansos comienzan a sent i r ya la nostai -gia de la mar isma. Pero entonces el or-ganismo de la gran madre ya tendrá san-gre nueva.
De poco hubiera servido que la dis-t r i buc i ón de las aguas cont inentales eu-ropeas obl igara a las aves a concentrar-se en Doñana; que las pr iv i legiadas condiciones ecológicas de la región perm i t i e ran v iv i r y reproduc i rse a 133 especies de ver tebrados; que las rutas m i grator ias de gran par te de tas aves europeas hicieran escala en la mar isma. De nada hubieran servido todas estas afor tunadas condiciones natura les, si par t icu lar ís imas c i rcunstancias sociales e histór icas no hubieran defend ido este paraíso de la des t rucc ión humana .
Y al a m o r a la naturaleza, a la pasión cinegética de ios nobles prop ie tar ios del coto de Doñana v ino a sumarse hace tan sólo unos años la inqu ie tud científ ica , la tenacidad invest igadora y el esp í r i t u proteccionista de un hombre que es el alma de la Estación Biológica de Doñana y que abr ió este pr iv i leg iado r incón de España al interés b io lógico del mundo entero.
Poro la aventura de este hombre , la síntesis de los l rab3;os de su equipo de colaboradores, será lema pare el p róx i mo ar i iculOj porque el p rop io doc to r Valverde, d i rec tor de la Estación, nos conduc i ré personalmente por la marisma y nos hablará de sus realizaciones y proyectos.
Félix R. DE LA FUENTE
j^ETÍbü. el fumnrel hace sus posturas sahre un sucinto nido veeeUK t^asi ¡ti niveJ üe las aguas de La marisma- n^'bajn: c[ águila cuJubrvra encuentra abundante*! pre'^ sa^ entre la^ dunai de Doñana: estas avos. cada vez má:^ escasas en Europa, son de una gran utíliüaíl por ias grandüs cantidades de oíiclios venenosos que desLruvpo,
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