Evolución y creación una controversia de ambitos

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El evolucionismo y el creacionismo una controversia de ámbitos.

Andrés Amenábar Figueroa

Una de las controversias más comunes en las que se intenta contraponer erróneamente una

idea filosófica con una teoría científica es la que se suele plantear entre creación y evolución. Esta

aparente contradicción se da por una confusión de ámbitos en que el científico intenta incursionar

en el ámbito metafísico y el filósofo en el científico. De este tema versa el siguiente ensayo.

Se piensa equivocadamente que la creación es una idea eminentemente religiosa, objeto

exclusivo de una creencia. Esta idea viene, de que la creación es una noción bíblica que judíos,

musulmanes y cristianos aceptan como una verdad revelada. Pero también es una noción metafísica

y por consiguiente es racionablemente demostrable, ya que la metafísica es una ciencia

estrictamente racional. En este sentido, independientemente de si se admite o no la creación como

verdad de fe religiosa, cabe sostener que es susceptible de una demostración racional. (Llanos, Ct)

Veamos algunos argumentos racionales para hacer una demostración racional. Es

importante señalar que es una demostración desde el método de la filosofía, no es una

demostración desde las ciencias factuales.

El mundo debe ser creado porque está formado por realidades finitas limitadas, las cuales

no tienen en sí mismas su razón de ser, ni de su existencia. Esta idea se apoya en que la causa

definitiva no puede ser una realidad finita, ya que ninguna es el ser, sino que participan del ser. Esta

explicación metafísica que a primera vista puede parecer difícil, pero es inevitable, ya que la

metafísica debe preguntarse por la causa definitiva. En este sentido tenemos dos posibilidades o

aceptamos un absoluto trascendente o suponemos que el propio mundo es absoluto, es decir da

razón de sí mismo, el problema que poner el mundo como absoluto equivale a divinizarlo y en último

término a caer en una contradicción al querer convertir lo finito en infinito. (Llanos, Ct)

La creación es la hacer la realidad de la nada. Debemos preguntarnos ¿Qué significa “de la

nada”? Aquí la nada no es un material a partir del cual se hace el mundo, sino todo lo contrario: que

no hay nada material previo alguno. Crear es producir algo de la nada, es decir sin partir de ninguna

materia prexistente (Llanos, Ct).

Llanos (Ct) da argumentos metafísicos ¿Qué había antes de la creación? Nada. Parece

entonces que antes había nada y después algo. Pero esto es claramente engañoso: justamente

porque no había nada, no se puede hablar de un “antes” y un “después” de la creación. El paso del

antes al después implica cambio y “la creación no es un cambio”. No hay un “antes de la creación”

ni un “después de la creación”.

Continua Llanos (Ct): “La creación no es un movimiento: es una emergencia absoluta. Un

surgimiento originario. Por eso no es un “acontecimiento” que se dé en el tiempo. Para que haya

tiempos tiene que haber un movimiento: un “antes” y un “después”. Y eso es lo que no hay en la

creación. Propiamente hablando, la creación no es un hecho. Esto no quiere decir que no sea real,

sino que no es un evento que sucedió en algún momento y después dejó de acontecer. No se puede

entender la creación como una especie de inicial “arrojamiento” a la existencia de las cosas, que

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después continuarían siendo, abandonadas a su suerte, por una especie de inercia ontológica. No.

La creación es algo mucho más profundo y real que un hecho. La creación es el origen, no el

comienzo. Es la situación estable de dependencia de las criaturas respecto a su hacedor. Es la

condición metafísica de lo creado, en cuanto que es mantenido en el ser por la causa originaria. Por

eso la creación es tan real y actual hoy como en el primer día del Génesis.”

Los argumentos antes planteados parecen ser racionalmente sólidos y convincentes. El

tema es que quién los analice adhiera a los planteamientos ontológicos que están detrás de este

racionamiento, es decir son convincentes pero requieren unos supuestos que debemos aceptar

como verdaderos. Uno de esos supuestos es por ejemplo el tema de que la causa definitiva no puede

ser una realidad finita.

Es interesante otro argumento planteado por Llanos (Ct): “La física se mueve en el plano del

cómo, mientras que la Metafísica indaga el porqué radical. Entre otras cosas, no se puede demostrar

físicamente que el Big Ban no estuviese precedido por una situación cósmica previa. Como ha

señalado Stanley Jaki: “La Ciencia Física o la Cosmología científica es absolutamente impotente pero

mostrar que cualquier estado de las interacciones materiales no es reductible a un estado previo,

aunque sea hipotético. Si la Ciencia es impotente en esta cuestión puramente científica, lo es aún

más con respecto a un problema mucho más profundo, de naturaleza muy diferente, a saber, que

un estado físico dado pueda deber su existencia a un acto directamente creativo, que trajo ese

estado físico al ser desde la nada”. En esta afirmación se separa claramente el plano de las ciencias

factuales poniendo a la física en el plano del “como” y a la metafísica en el del “porqué radical”. El

tema de fondo a mi modo de ver es que en el plano del “como” hay más consenso que en el plano

del “porque radical”, ya que existen posturas ontológicas diversas. Una de estas es el principio

antrópico que plantea la creación de la materia como un proceso estadístico sin necesidad de una

inteligencia superior, claramente opuesta a la idea de que la causa definitiva no puede ser una

realidad finita.

Para terminar con los argumentos metafísicos es interesante lo que plantea Lanos (Ct) sobre

si la creación es un hecho o no “La Creación no es un acontecimiento, no es un “factum” que tuviera

que repetirse. Por su propia índole metafísica, la creación incluye la conservación en el ser de las

cosas creadas. Los filósofos dicen – con razón – que entre creación y conservación sólo hay una

distinción de razón: es decir, que realmente son lo mismo, pero que al decir “creación” pensamos

más bien en el surgimiento originario, mientras que al decir “conservación” aludimos

preferentemente a la estabilidad de lo creado.”

Veamos los extremos de cada una de las propuestas. El extremo creacionista al que

llamaremos “ultra creacionista”. Según esta postura la creación se dio en días de 24 horas y los seres

vivos fueron creados, tal como están, es decir, sin la capacidad de evolucionar. Esta postura

presenta, entonces, una visión de la realidad (ontológica) fijista. (Artigas, 2004). Moreno (Ct),

seguidor del “creacionismo científico” afirma: “el creacionismo afirma que el universo no surgió de

la nada sino que se originó por un acto creador. Tal afirmación es lógica y razonable porque se

fundamenta en el principio científico de la causalidad; todo efecto obedece a una causa. El estudio

de la naturaleza mediante el método científico nos proporciona un torrente inagotable de evidencias

que señalan a la intervención de un Diseñador”.

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Esta perspectiva es compartida por diversos grupos protestantes quienes fundaron junto a

Morris el “creacionismo científico” en 1963. Esta corriente pretende convertir a la biblia en un libro

lleno de verdades científicas que serían incuestionables por ser reveladas (Artigas, 2004).

No es necesario en este ensayo explayarnos en las ideas sobre la evolución biológica, basta

decir que la teoría de la evolución plantea que los seres vivos cambian con el tiempo adaptándose

al medio circundante y que ese cambio explica la variedad de especies existentes. La postura

opuesta al ultra creacionismo es el ultra evolucionismo. Esta postura cae en lo mismo que los ultra

creacionistas, pretender negar cualquier idea religiosa apoyándose en la teoría de la evolución.

Piensan que todo viene de la materia y así niegan toda idea sobrenatural y religiosa.

Vemos ya parte del problema, una y otra postura caen en un extremo que no se sostiene

por sí mismo. ¿Cuál es el fundamento de que la biblia contiene idea científicas incuestionables?

Afirmar que es algo incuestionable y debemos simplemente creerlo porque es una idea “revelada”

es un error, los cristianos creen ideas reveladas, pero ciertamente son ideas religiosas no científicas

las que Dios revela. En este sentido es esclarecedor lo que afirma el Ratzinger (2005): “No podemos

decir: Creación o Evolución; la manera correcta de plantear el problema debe ser: Creación y

Evolución, pues ambas cosas responden a preguntas distintas. La historia del barro y del aliento de

Dios [...] no nos cuenta cómo se origina el hombre. Nos relata qué es él, su origen más íntimo, nos

clarifica el proyecto que hay detrás de él. Y a la inversa, la teoría de la evolución trata de conocer y

describir períodos biológicos. Pero con ello no puede aclarar el origen del "proyecto" hombre, su

origen íntimo ni su propia esencia. Nos encontramos, pues, ante dos preguntas que en la misma

medida se complementan y que no se excluyen mutuamente»

Según el análisis realizado por Tomás de Aquino acerca de la noción de creación, la clave,

reside en la distinción que entre creación y cambio, tal como decía a menudo: creatio non est

mutatio (“la creación no es un cambio”). El tema de las ciencias naturales, tanto aristotélicas como

contemporáneas, es el mundo de las cosas que cambian, desde las partículas subatómicas hasta las

bellotas y las galaxias. Cada vez que hay un cambio, debe existir algo que se transforma. Los antiguos

tienen razón: de la nada, nada viene; así es, si el verbo “venir” significa un cambio. Todo cambio

requiere de algo que se transforme (Carrol, 2003).

Crear, por otra parte, es ser la causa radical de toda la realidad de todo cuanto existe. Causar

enteramente la existencia de algo no es producir un cambio en algo. Por consiguiente, crear no es

trabajar en un material ya existente ni con el mismo. Si existiese algo previo empleado en el acto de

producir una cosa nueva, en ese caso el agente de la producción no sería la causa total de la nueva

cosa, pero precisamente el acto de la creación consiste en ese total causar. (Carrol, 2003).

Crear es dar existencia, y todas las cosas dependen de Dios por el hecho de ser. Dios nada

toma haciendo algo a partir de “eso”; más bien, cualquier cosa enteramente entregada a sí misma,

separada de la causa de su existencia, sería absolutamente nada. (Carrol, 2003).

La creación no es exclusivamente cierto evento distante; es el causar continuo y total de la

existencia de todo cuanto es. En un sentido fundamental, la creación no es realmente un evento en

absoluto. Esta comprensión de la creación como dependencia metafísica no es desafiada por

especulaciones cosmológicas de nuestros días, que se refieren a un interminable ciclo de “big

bangs” en el cual nuevos universos surgen en la existencia a partir de hoyos negros en otros

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universos. Aun cuando podríamos concebir universo irrumpiendo de otros universos. Todos ellos

dependerían de Dios como causa de su existencia (Carrol, 2003).

Junto a Avicena, Tomás de Aquino muestra que no hay conflicto entre la creación y

afirmación alguna de las ciencias naturales, por cuanto el tema de las mismas es el mundo de las

cosas que cambian y la creación no es un cambio. Independientemente de describirse los cambios

como biológico o cosmológicos, interminables o temporalmente finitos, éstos constituyen procesos.

La creación da razón de la existencia de las cosas y no de los cambios en las cosas (Carrol, 2003).

Se podría afirmar que esta controversia no es real y que sólo se ha dado en los Estados

Unidos con la famosa batalla escolar, en donde, se llevó a tribunales el tema de si en las escuelas se

enseña evolución o creación. En algunos estados gana la religión en otros la ciencia.

Para ilustrar la confusión que se da sobre las ideas que se plantean sobre la evolución

analicemos la siguiente cita de la décimo quinta edición de la Enciclopedia Británica de De Beer

(1974): “Darwin hizo dos cosas: mostró que la evolución era un hecho que contradecía las leyes

bíblicas de la creación, y que su causa, la selección natural era automática, sin cabida para un

gobierno o plan divino”. Una enciclopedia pretende sintetizar el saber del tiempo y de alguna

manera plantea las ideas que están en el ambiente científico. Lo que llama la atención es que se

afirme que la teoría de Darwin demuestra que no existe un plan divino, no porque la teoría no tenga

fundamento o esté mal planteada, sino sencillamente porque no es un ámbito de la ciencia la

filosofía. No tiene sentido querer demostrar “científicamente” la existencia o no existencia de Dios

o de la creación, estos dos términos deben ser analizados racionalmente con la el método de la

filosofía. En otro sentido si analizamos la cita a la luz del “creacionismo científico” si podríamos decir

que la teoría de Darwin, demuestra que los seres vivos tienen capacidad para irse transformando,

negando la idea del fijismo, pero esto se produce porque en el “creacionismo científico” ha caído

en el mismo error pretender pasarse al ámbito de la ciencia al pretender presentar ideas religiosas

como científicas.

Del mismo modo una afirmación más reciente muestra lo mismo en palabras de Baltimore

en el New York Times refiriéndose a los descubrimientos del genoma humano “should be, but won't

be, the end of creationism” (Carrol, 2003) o Richars Dawkins (1986): “aunque el ateísmo pudo haber

sido sostenible lógicamente antes de Darwin, Darwin hizo posible ser un ateo intelectualmente

completo”. Estas afirmaciones nos muestran que el evolucionismo pasa de una teoría científica a

una ideología, en la que se pretende apoyar una idea materialista del mundo, en la cual, no existe

finalidad sino azar, no existe Dios sino que la materia es capaz de generar todo y no se acepta lo

espiritual. Nuevamente nos vemos enfrentados a un problema de ámbitos, ya que el querer

fundamentar una ontología y una metafísica en una teoría científica es un error, ya que propiamente

esa tarea trasciende los límites de la ciencia y se abre al ámbito de la filosofía.

Se le puede criticar al creacionismo afirmar que las ideas de la biblia son incuestionables por

ser reveladas. Esto es un error en el sentido de que la biblia no es un libro científico y en el momento

en que se escribió la ciencia había avanzado muy poco. Sin embargo, si analizamos la corriente ultra

evolucionista cae en el mismo error al pretender presentar como incuestionables las ideas de la

ciencia, ya que las teorías científicas no son verdades absolutas y es un error querer explicar el

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origen del mundo, del hombre y hacer una cosmovisión a partir de estas. En resumen ambos

extremos se salen de su ámbito y son posturas reduccionistas al querer ver explicar todo con sus

teorías.

Siguiendo con el argumento de que ambas posturas caen en los mismos errores

epistemológicos analicemos el tema de si ambas posturas son científicas. Todo parece indicar que

el evolucionismo es más científico que el creacionismo, ya que la evolución es una teoría científica,

mientras que la creación es una idea religiosa. Sin embargo los creacionistas, se ponen el apellido

de científico.

Moreno (Ct) escribe los supuestos fundamentos científicos: “El Creacionismo, a diferencia

del naturalismo (que postula que el universo surgió de la nada a través de procesos naturales), se

fundamenta en las leyes científicas sólidamente establecidas. Una ley científica es un fenómeno

universal observado experimentalmente y que puede verificarse mediante el método científico”.

Algunas de leyes científicas sobre las que se fundamenta el creacionismo son según Moreno (Ct):

“Termodinámica: En el universo "la cantidad de energía permanece constante y la entropía

aumenta con el paso del tiempo." Una consecuencia lógica es que hubo un momento en el pasado

en el que la entropía del universo era cero, es decir que toda la energía era útil.”

“Biogénesis: "La vida viene de la vida." Y por consiguiente la vida en el universo procede de

un ser vivo”.

“Leyes de la Herencia: "Las características de un ser vivo son siempre una recombinación de

la información genética heredada." Y por tanto las variaciones observadas en los seres vivos son el

resultado de la gran cantidad de información genética que ya estaba presente en sus antepasados.

No existe aparición espontánea de nueva información genética distinta de la ya existente”

Si analizamos esta cita nos daremos cuenta que las ideas que plantea son las mismas de los

evolucionistas, de hecho ningún científico niega las teorías que se plantean arriba, el tema está más

bien en la interpretación que se da a estas teorías como cosmovisión. Mientras los creacionistas

científicos le dan un sentido religioso y encuentran en ellas huellas de la creación, los evolucionistas

encuentran demostraciones para afirmar el materialismo extremo. Nos situamos nuevamente ante

un problema de reduccionismo, tratar de explicar todo a través de una idea religiosa, es tan

reduccionista como tratar de extrapolar una teoría científica a todos los ámbitos del saber.

Moreno también afirma afirma que la teoría del Big Bang es utilizada por los naturistas

(evolucionistas extremos) para decir que la nada se transformó en universo mediante una gran

explosión. Si analizamos la cuestión equilibradamente la idea de creación como hacer de la nada,

cuestión que sólo Dios puede hacer, según los creacionistas, no se contrapone con la teoría del Big

Bang, que tiene abundante fundamento científico serio, ya que la teoría no tiene nada que ver con

que si había algo antes de la explosión o no, quién creo esa explosión, si el universo es eterno o

tiene un origen, sino que sencillamente hubo una explosión original y el universo se sigue

expandiendo.

Veamos un tema que está en el centro de la polémica. Es el tema del hombre y sus

capacidades intelectuales. Si intentamos explicar estás mediante la simple evolución encontramos

grandes dificultades. “Karl Popper intenta explicar cómo surgiría la mente humana en el proceso

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evolutivo, reconociendo que hay pocos elementos disponibles y que debe contentarse con formular

conjeturas muy hipotéticas. No puede menos de ser así, porque las capacidades humanas superan

ampliamente el nivel de lo material. Popper lo reconoce y, sin embargo, no da el paso que sería

lógico: admitir la existencia del espíritu como algo que remite a algo situado más allá de la

naturaleza y que no puede ser más que un Dios personal creador” (Artigas, 1989) Al parecer falta

rigor científico al recurrir al espíritu para explicar aquello que no podemos explicar con las ideas

aportadas por la ciencia, pero no podemos prescindir de las realidades espirituales como

consecuencia de rigor científico. Este rigor exige que cuando vamos a traspasar las fronteras del

método de la ciencia, nos paremos antes de traspasar esos límites. (Artigas, 1989).

Con respecto al tema del hombre se puede plantear el conflicto sobre el origen del espíritu

y la evolución. En este sentido podemos decir que aunque el ser humano tiene su origen en el

proceso evolutivo, sólo lo es en su cuerpo, no en su dimensión espiritual, ya que como afirma Llanos

(2007) “El hombre manifiesta una capacidad de reflexión intelectual y decisión libre que son

irreductibles a la materia”

Para aclarar el tema del alma podemos recurrir a la siguiente afirmación de Llanos (2007):

“Según la terminología clásica, la Causa primera –que es la causa del ser-no excluye la presencia de

otras causas del devenir, a las que se puede llamar causas segundas. No hay inconveniente filosófico

en admitir que, en el origen del cuerpo humano, hayan intervenido causas segundas integradas en

el devenir evolutivo. En cambio, las causas segundas de tipo biológico no pueden dar cuenta del

surgimiento del alma humana. El alma humana ha de ser causada por Dios en un acto especial de

creación, sin la mediación de causas segundas”. En estas ideas claramente hay una visión ontológica

en donde todo depende de Dios que mantiene en el ser las cosas, aquí no se concibe la visión del

espíritu como producto de la evolución. Vemos nuevamente que aunque sean argumentos

racionales contienen presupuestos ontológicos que debemos aceptar, si adherimos a esos

argumentos.

Podemos concluir que la evolución y la creación no constituyen conceptos antagónicos. En

este sentido, se suele pensar que existen dos posibilidades: o se piensa que el mundo biológico

surge de un proceso evolutivo, o se cree que viene de la acción creadora de Dios. Esta postura es

insuficiente y trae consigo una serie de controversias muchas veces carentes de utilidad. Ambas

posturas bien entendidas se complementan. Toda evolución se apoya sobre una creación y toda

creación se perfecciona y llega a fin mediante una evolución. Los extremos de ambas posturas no

logran conversar y se presentan como antitéticas. Ambas son perfectamente compatibles en sus

propios ámbitos.

De lo anteriormente desarrollado quedan planteadas las siguientes interrogantes que

requieren ulteriores respuestas:

1. ¿Es el evolucionismo extremo una ideología que intenta negar cualquier posibilidad de

Dios como creador? ¿Hay un uso de esta teoría para fundamentar una concepción puramente

materialista y atea sobre el origen de la vida y del cosmos?

2. ¿Cómo lograrán conversar ambas posturas extremas, si en el fondo de su desarrollo está

precisamente la negación de la postura opuesta?

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3. ¿Está claro hoy cuál es el real ámbito de la filosofía y cuál el de la ciencia para evitar una

invasión de ámbitos de científicos a la filosofía con el método de la ciencia y de filósofos a la ciencia

con el método de la filosofía?

4. Si creación y evolución no son términos opuestos, ¿por qué de hecho se presentan con

tanta frecuencia como si lo fueran?

5. ¿Y cómo se explica la aceptación popular de este antagonismo, siendo evidente la falta

de rigor, ya sea científico o filosófico, en quienes avalan una y otra postura?

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Bibliografía

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