Evangélica Pueblo Nuevo

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CANON DE LA ESCRITURA Wenceslao Calvo (09-08-2012) © No se permite la reproducción o copia de este material sin la autorización expresa del autor. Es propiedad de Iglesia Evangélica Pueblo Nuevo CANON DE LA ESCRITURA Canon de la Escritura es un término que designa los libros de la Biblia aceptados como autoritativos. Canon del Antiguo Testamento. Historia entre los judíos. Relato tradicional del surgimiento de la colección La teoría de la sinagoga Crítica de las dos teorías Exposición positiva. El Pentateuco; el denominado "primer canon." Libros histórico-proféticos y distintivamente proféticos; el "segundo canon." Hagiógrafos; el "tercer canon." Testigos de la segunda y tercera parte del canon Supuesta disidencia judía sobre el canon Historia del canon del Antiguo Testamento entre los judíos. La triple división Orden Número de los libros canónicos El canon del Antiguo Testamento en la Iglesia. Escritores patrísticos y medievales Antiguas versiones orientales La Iglesia católica La Iglesia griega La Iglesia protestante Canon del Nuevo Testamento. Términos usados Nuevo Testamento, 170-220 Los cuatro evangelios Las cartas de Pablo Hechos de los apóstoles Apocalipsis Epístolas católicas Escritos estimados temporalmente como canónicos Resumen El Nuevo Testamento, 140-170 La Biblia de Marción La Biblia de los valentinianos Escritos apostólicos en Justino Mártir Huellas más antiguas y origen de las colecciones de los escritos apostólicos La colección de cartas de Pablo El "evangelio." Otros escritos Orígenes y su escuela El Nuevo Testamento original de los sirios Luciano y Eusebio

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CANON DE LA ESCRITURA

Wenceslao Calvo (09-08-2012)

© No se permite la reproducción o copia de este material sin la autorización expresa del autor. Es propiedad de Iglesia Evangélica Pueblo Nuevo

CANON DE LA ESCRITURA

Canon de la Escritura es un término que designa los libros de la Biblia aceptados como autoritativos.

Canon del Antiguo Testamento. Historia entre los judíos. Relato tradicional del surgimiento de la colección

La teoría de la sinagogaCrítica de las dos teorías

Exposición positiva. El Pentateuco; el denominado "primer canon."Libros histórico-proféticos y distintivamente proféticos; el "segundo canon."Hagiógrafos; el "tercer canon."Testigos de la segunda y tercera parte del canonSupuesta disidencia judía sobre el canon

Historia del canon del Antiguo Testamento entre los judíos. La triple divisiónOrdenNúmero de los libros canónicos

El canon del Antiguo Testamento en la Iglesia. Escritores patrísticos y medievalesAntiguas versiones orientalesLa Iglesia católicaLa Iglesia griegaLa Iglesia protestante

Canon del Nuevo Testamento. Términos usadosNuevo Testamento, 170-220Los cuatro evangeliosLas cartas de PabloHechos de los apóstolesApocalipsisEpístolas católicasEscritos estimados temporalmente como canónicosResumen

El Nuevo Testamento, 140-170La Biblia de MarciónLa Biblia de los valentinianosEscritos apostólicos en Justino Mártir

Huellas más antiguas y origen de las colecciones de los escritos apostólicosLa colección de cartas de PabloEl "evangelio."Otros escritos

Orígenes y su escuelaEl Nuevo Testamento original de los siriosLuciano y Eusebio

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AtanasioDesarrollo en el oriente hasta el tiempo de JustinianoAsimilación en el oeste

Porción del capítulo 1 de Génesis en la Biblia Hebraica Stuttgartensia

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Porción del capítulo 1 de Génesisen la Biblia Hebraica Stuttgartensia

La palabra "canon" (griego kanon) significa primariamente una vara recta, luego una vara de medir y de ahí, figuradamente, lo que es una guía o modelo ya sea artística, científica o éticamente; por eso en el uso cristiano primitivo (Gálatas 6:16; Filipenses 3:16; Clemente de Roma, i. 7, 41) el canon era una idea directriz, un principio preceptivo. El siguiente cambio de significado (indicado por Clemente de Alejandría, Strom., VII. xvi. 94) fue hacia un tipo de doctrina cristiana, la ortodoxa opuesta a la herética. Desde el año 300 la forma plural "cánones" se ha usado para las regulaciones eclesiásticas. Pero dado que las doctrinas cristianas estaban basadas sobre las Escrituras, los escritos mismos fueron naturalmente conocidos como el canon y la prueba de canonicidad de cualquier escrito particular fue su recepción por la Iglesia. El uso más antiguo de la palabra en este sentido lo encontramos en el canon 59 del concilio de Laodicea (363), "no se leerán salmos de autoría privada en la iglesia, ni libros no canónicos, sino sólo los libros canónicos del Antiguo y Nuevo Testamento" y contemporáneamente en Atanasio (Epistola festalis, i. 961, París, 1698). Unos años más tarde el uso era general.

Canon del Antiguo Testamento

Historia entre los judíos

Relato tradicional del nacimiento de la colección.La teoría, que fue recibida casi universalmente durante 1500 años, de que Esdras fue el autor del canon del Antiguo Testamento, procede del primer siglo de la era cristiana; en 4 (2) Esdras xiv. 44 se dice que Esdras fue inspirado a dictar durante cuarenta días a cinco hombres 94 libros, de los cuales 24 se publicarían. Esos 24 evidentemente son los 24 libros del canon hebreo, según la relación dada más abajo y los 70 restantes son

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los apócrifos judíos aludidos en el evangelio de Nicodemo xxviii. Lo que los Padres tienen que decir sobre el asunto se deriva en parte de 4 Esdras y es igualmente fabuloso.

La teoría de la sinagoga.La teoría mencionada se ha supuesto que fue prevaleciente entre los judíos mismos. Pero eso no tiene otro apoyo que lo que los eminentes rabinos David Kimchi (muerto en 1240) y Elías Levita (1472–1549) especificaron sobre la obra de Esdras y los hombres de la Gran Sinagoga, que ordenaron los 24 libros en sus divisiones. El único pasaje del Talmud que se puede citar directamente en su favor es Baba Bathra; las otras citas meramente demuestran el cuidado de Esdras y los hombres de la Gran Sinagoga por la ley, no por el canon; de hecho, principalmente por la ley oral y también algo por las alteraciones en el texto. El pasaje es el siguiente:

"El orden de los profetas es Josué y Jueces, Samuel y Reyes, Jeremías y Ezequiel, Isaías y los Doce. Oseas es el primero, porque está escrito, "Comienzo de la palabra del Señor por Oseas (1:2). ¿Habló entonces Dios a Oseas primero? ¿No ha habido muchos profetas entre él y Moisés? Rabí Johanan explicó que el significado es que Oseas fue el primero de los cuatro profetas que profetizaron en ese tiempo: Oseas, Isaías, Amós y Miqueas. ¿Por qué, entonces, no fue puesto primero? Porque su profecía está con la de los últimos profetas, Hageo, Zacarías y Malaquías; él es por tanto contado con ellos. ¿Debería este profeta haber sido insertado antes de Jeremías? No; era tan pequeño que fácilmente se podría haber perdido. Ya que Isaías vivió antes de Jeremías y Ezequiel, ¿no debería haber sido puesto antes que ellos? No, porque Reyes acaba con la destrucción, Jeremías está enteramente ocupado con ella y Ezequiel comienza con ella pero acaba con la consolación, mientras que Isaías es todo consolación; de ahí que no podemos relacionar destrucción con destrucción y consolación con consolación. Pero Job vivió en el tiempo de Moisés; ¿No debería haber sido puesto el primero? No, pues no se debe comenzar con desgracia. ¿Contiene desgracia Rut? Ciertamente, pero acaba en gozo ¿y quién los escribió? Moisés escribió su libro y la sección de Balaam y Job. Josué escribió su libro y ocho versos en la ley (Deuteronomio 34:5-12). Samuel escribió su libro, Jueces y Rut. David escribió los Salmos por diez ancianos. Jeremías escribió su libro, Reyes y Lamentaciones. Ezequías y sus compañeros escribieron Isaías, Proverbios, Cantares y Eclesiastés. Los hombres de la Gran Sinagoga escribieron Ezequiel, los Doce, Daniel y Ester. Esdras escribió su libro y las genealogías en Crónicas hasta su tiempo. Esto está apoyado por el dicho del Rab, pues Rabí Jehudá dice, en el nombre del Rab, "Esdras no dejó Babilonia hasta que hubo escrito su propio registro de familia." ¿Quién lo acabó? Nehemías, el hijo de Hacalías."

El entendimiento de este pasaje depende de la palabra "escribió" que se usa en diferentes sentidos, de autoría verdadera, de edición y de meramente recopilación de los libros que anteriormente no habían estado relacionados. Se percibirá que el pasaje no dice nada sobre el cierre del canon, pero también proporciona fundamento para la idea de que el canon se cerró en el tiempo de Esdras y la Gran Sinagoga.Crítica de las dos teorías.Ambas teorías concuerdan al asignar la colección del Antiguo Testamento a Esdras y sus compañeros y sucesores y también al afirmar que la división en ley, profetas y hagiógrafos fue primitiva. Pero contra esto se levantan dos objeciones: (1) La investigación crítica asigna la primera parte del libro de Daniel, a causa de sus palabras griegas, a un tiempo cuando se entendía el griego y la segunda parte a la época macabea; (2) la posición de algunos de los libros históricos, por ejemplo Esdras y Daniel entre los hagiógrafos, es inexplicable si el canon se hizo de una vez. Maimónides, David Kimchi y Abarbanel explicaron el hecho por una diferencia en la inspiración. Pero Cristo llama a Daniel profeta (Mateo 24:15; Marcos 13:14).

Exposición positiva

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Noé recibe la paloma de vuelta al arca, Salterio de San Luis,1260-1270. Bibliothèque nationale de France,Ms. lat. 10525, París

El Pentateuco; el denominado "primer canon."Los hebreos, como otros antiguos pueblos, preservaron sus escritos sagrados en lugares sagrados. Por eso la ley fue puesta junto al arca del pacto (Deuteronomio 31:26), con sus añadiduras por Josué (Josué 24:26); Samuel colocó la ley del reino "delante del Señor" (1 Samuel 10:25); Hilcías, el sumo sacerdote bajo Josías, encontró el libro de la ley "en la casa del Señor" (2 Reyes 22:8). Podemos, por tanto, con seguridad creer que desde el tiempo de Moisés los documentos y el entendimiento sobre la ley, además de las tablas del pacto, y también todo lo que sobre ley e historia había escrito Moisés, fue cuidadosamente preservado en el santuario (Éxodo 24:4,7; 34:27; Números 33:2). Los sacerdotes también retendrían información parcialmente oral y parcialmente escrita respecto a muchos asuntos similares. La existencia de un código autoritativo se demuestra (a) por el uso del "Libro del pacto" en Deuteronomio, (b) por Oseas 8:12 y (c) por 2 Reyes 22. Los libros de Reyes, acabados durante el exilio, mencionan por nombre el "libro de la ley de Moisés", por el que se significa solo Deuteronomio (cf. 2 Reyes 14:6; Deuteronomio 24:16; 1 Reyes 2:3; 2 Reyes 23:25). La mención del libro de la ley de Moisés (Josué 1:7-8; 8:31,34; 23:6) no se puede tomar sin limitación, ya que procede del editor deuteronómico de Josué. Hageo 2:11-13 muestra la existencia de un código sacerdotal que trata con dos estatutos de ese código. La hipótesis de Wellhausen de que el código sacerdotal fue posesión privada de Esdras hasta el año 445 a. C. y que Nehemías 8-10 habla de la introducción de la ley, está en contradicción incompatible con ese pasaje. La fecha más baja para la separación de Josué [del Pentateuco] es el tiempo de Nehemías y el cisma samaritano.

Libros histórico-proféticos y distintivamente proféticos; el "segundo canon."Los profetas fueron los persuasores y guías espirituales del pueblo y por tanto fueron tenidos en alta estima

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por los fieles, cuyo natural deseo de tener una colección de sus escritos es presumible que se viera pronto cumplido. En todos los aspectos es bastante evidente, por los paralelos proféticos, que los profetas conocían lo que otros habían escrito. La pérdida de tanta literatura sagrada en la destrucción de Jerusalén por los caldeos hizo que la colección de los restantes libros históricos así como de los proféticos fuera algo imperativo. La consecución de una colección de libros históricos se vio impulsada por el hecho de que Josué continuó la narrativa del Pentateuco. Ya que Reyes continúa la historia de 1 y 2 de Samuel y se puede situar en la segunda mitad del período del exilio, la estrecha relación con los primeros profetas les dio el nombre de "profetas primeros" y les procuró una alta estima al regreso de Babilonia.

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Job y sus tres amigos, del Libro de Horas de Enrique VIII, c. 1500

Hagiógrafos; el "tercer canon."David y Salomón comenzaron el ordenamiento del servicio de alabanza en el templo, añadiéndose una colección de salmos y posteriormente colecciones y salmos individuales. El tiempo de Nehemías fue muy productivo. La división en cinco libros es más antigua que la de Crónicas. La primera colección de los Proverbios de Salomón (cf. Proverbios 10:1-22:16) fue tan grandemente valorada que Ezequías ordenó que se preparara una segunda (Proverbios 25:1). El nombre del sabio fue suficiente para recomendar Cantares; su edad y contenido al libro de Job. Lamentaciones apelaba directamente a todo patriota judío durante el exilio y fue aceptado como sagrado. Rut, por edad y especialmente por su genealogía de David, fue puesto en el tercer canon y formó una introducción al Salterio. Esos primeros escritos fueron seguidos gradualmente por otros, Esdras, Nehemías, 1 y 2 Crónicas, Eclesiastés, Ester y finalmente Daniel. Tras ello y hasta la destrucción de Jerusalén por Tito, 70 d. C., la nación fue tan influenciada por las costumbres griegas y se vio

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dividida por el crecimiento de las facciones rivales, fariseos y saduceos, que su desarrollo religioso se vio impedido para que cualquier obra recibiera reconocimiento universal y por tanto fuera considerada canónica. La recepción de Daniel en el canon parece explicable porque una narrativa de Daniel, el fundamento de Daniel 2-7, ya existía (cf. Ezequiel 14:14,20; 28:3). No mucho después de los Macabeos, la segunda colección o canon recibió su nombre, los profetas, descriptivo no sólo de una porción de su contenido, sino de su autoría y de este modo las tres divisiones del canon del Antiguo Testamento, ley, profetas y hagiógrafos, proceden del siglo segundo a. C. Valentín Löscher (De causis linguæ Hebrææ, p. 71, Leipzig, 1706) dijo correctamente: "El canon no vino, por así decirlo, por un acto del hombre, sino gradualmente de Dios."

Testigos de la segunda y tercera parte del canon.Jesús Sirac (Eclesiástico 46-49, especialmente 49:10) muestra conocer sólo los profetas en el sentido amplio del "segundo canon." Su nieto testifica de la tercera división también. El segundo libro de Macabeos, fechado por Niece (Kritik der beiden Makkabäerbücher, Berlín, 1900) en 125-124 a. C., en la sección i. 10–ii. 18 contiene un relato de la recuperación del fuego sagrado, una cita de los "registros" de Jeremías (un escrito apócrifo perdido) y luego sigue 2:13: "Y las mismas cosas también fueron relatadas en los registros, esto es, las memorias de Nehemías [otro escrito apócrifo] y como él, al crear una biblioteca, reunió los libros sobre los reyes y profetas y los de David y las epístolas de los reyes sobre los dones santos." Esta referencia a las "cartas de reyes sobre los dones santos" no puede referirse al libro de Esdras, sino sólo a una colección de documentos sobre asuntos internacionales, tales como los que serían de valor para un estadista como Nehemías y que tendrían conexión con el templo y sus ofrendas. Por tanto, da testimonio de la colección de Nehemías del segundo canon sustancialmente como la tenemos hoy, además de los Salmos y los documentos tan importantes para la reedificación de la ciudad. El siguiente versículo "y en semejante manera también Judas reunió todos esos libros que habían estado dispersos por causa de la guerra que tuvimos y están con nosotros", se aplica sólo al tercer canon. Por tanto, la última ampliación del canon hebreo tuvo lugar bajo Judas Macabeo; aunque probablemente la mayoría de los libros del tercer canon se habían preservado previamente en los archivos del templo.

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Judas Macabeo limpia el templo tras su victoria sobrelos enemigos de Israel, Biblia Pauperum, c.1395-1400.British Library, King's Ms. 5, Londres

Filón tuvo el mismo canon que nosotros (cf. C. Siegfried, Philo, p. 161, Jena, 1875) y cita de casi todos los libros; mientras que de los apócrifos no hace extractos ni citas, no dándoles el honor que atribuye a Platón, Hipócrates y a varios otros escritores griegos. El Nuevo Testamento contiene citas principalmente del

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Pentateuco, Profetas y Salmos, como puede conjeturarse de su alcance, pero reconoce la triple división del canon (Lucas 24:44). En este versículo "los Salmos" no supone todos los hagiógrafos, pues lo que nuestro Señor quería subrayar era el hecho de que los Salmos hablaban de él. El uso de la frase "la ley y los profetas" (Mateo 5:17; Hechos 28:23) no implica una división en dos partes. Los sirios usaron la misma expresión para todo el Antiguo Testamento. La ausencia de citas en el Nuevo Testamento de algún libro del Antiguo Testamento no es argumento contra su canonicidad. Y el uso por el Nuevo Testamento de apócrifos o pseudo-epígrafos no respalda la canonicidad de los libros citados. Josefo (Apion, 391 i. 8) aporta el testimonio más vigoroso para el canon y evidentemente expresa la opinión nacional, no la suya privada. El pasaje en cuestión dice así: "Tenemos 22 libros que contienen los registros de todos los tiempos pasados y que justamente se consideran inspirados. Cinco de ellos son de Moisés. Contienen sus leyes y las tradiciones desde el origen de la humanidad hasta su muerte. Desde Moisés a Artajerjes los profetas componen el registro en trece libros. Los restantes cuatro libros contienen himnos a Dios y preceptos para la conducta de la vida humana. La historia escrita desde ese día, aunque segura, no es tan estimada, porque no ha habido una exacta sucesión de profetas. Nadie se atreve a añadir, quitar o alterar, sino que todos los judíos estiman que esos libros contienen doctrinas divinas y están dispuestos a morir por ellos." Los libros mencionados no son mera literatura, sino una colección sagrada, divina. Enumera 22 libros; los cinco libros de la ley; los trece profetas, contando los doce profetas menores como un libro y las Lamentaciones con Jeremías; los cuatro hagiógrafos, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Cantares.

Supuesta disidencia judía sobre el canon.Esta disidencia no es real, sino sólo aparente, aunque se han hecho apelaciones (a) a las controversias talmúdicas sobre ciertos libros, por ejemplo Ester, aunque un examen más profundo de esas "controversias" demuestra que son meramente intelectuales, no habiendo intención de rechazar ningún libro. (b) Se dice que el libro de Sirac es mencionado como Escritura, pero no hay pruebas de que fuera estimado como tal, y las dos o tres citas son memoriter y probablemente hechas bajo un malentendido de su fuente. (c) Se alega un alto aprecio por el libro de Baruc, pero toda la literatura judía no proporciona pruebas. Por otro lado, el origen tardío del libro va contra esa suposición; depende de Daniel 9 y no fue compuesto hasta después de la captura de Jerusalén por Tito. (d) Algunos suponen que la Septuaginta muestra que los judíos alejandrinos tenían un canon diferente al de los palestinenses, porque hay libros añadidos a los 24 canónicos y adiciones a algunos de los canónicos. Pero la idea palestinense de un canon (es decir, las composiciones de profetas inspirados, una clase de hombres que entonces no existía) no era desconocida en Alejandría, donde, por el contrario, la sentencia del libro de Sabiduría vii:27: "[La sabiduría] en todas las edades, al entrar en las almas santas, forma en ellas amigos de Dios y profetas" era completamente creída, igual que por Filón (cf. De cherubim, ix) y Josefo (Guerras, I. iii. 5, II. viii. 12, III. viii. 3, 9), quienes incluso declararon que ellos mismos habían sido a veces realmente inspirados y otorgaron generosamente el hecho a otros. Por tanto, para un judío alejandrino, no había nada impropio en ampliar la traducción griega del Antiguo Testamento, no sólo por adiciones de secciones a los libros canónicos, sino de libros totalmente nuevos. El gran respeto hacia la Septuaginta se extendió a esas adiciones, pero sin darles a éstas ninguna autoridad canónica. No hubo un canon alejandrino; pues ni el número ni el orden de los libros añadidos fueron fijados.

Historia del canon del Antiguo Testamento entre los judíos

La triple división.La triple división del canon hebreo está testificada en el prólogo a Sirac y en el Nuevo Testamento (Lucas 24:44). La Septuaginta abandonó esa división en favor de una diferente, el actual ordenamiento cristiano de los libros en historia, poesía y profecía, e insertó los libros y las secciones apócrifas en lugares apropiados.

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Códice griego que contiene Números-Deuteronimio

Orden.El orden de los libros en el canon hebreo es como sigue: 1. La Torah o "ley", los cinco libros de Moisés; 2. Los Nebiim o "profetas", (a) los "profetas primeros", Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes; (b) los "profetas postreros", Isaías, Jeremías, Ezequiel y los doce profetas menores; 3. Los ketubim ("escritos") o hagiógrafos, Salmos, Proverbios, Job, Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés, Ester, Daniel, Esdras, Nehemías, 1 y 2 Crónicas, en total 24 libros. La idea sostenida en algún tiempo de que Rut y Lamentaciones estuvieron una vez en el canon segundo y fueron transferidos al tercero, cuando se formó, no tiene apoyo. El principio de arreglo de los libros histórico-proféticos es cronológico. La Mishná ordena los libros proféticos propiamente dichos por orden de extensión: Jeremías, Ezequiel, Isaías y los Doce. Los masoretas pusieron a Isaías primero. En algunos manuscritos del canon tercero el libro más importante, Salmos, introducido por Rut, está al principio, luego Job y los tres libros relacionados con el nombre de Salomón y los cuatro últimos libros al final. Los masoretas ordenan así: Crónicas, Salmos, Job, Proverbios, Rut, Cantares, Eclesiastés, Lamentaciones, Ester, Daniel y Esdras. Los manuscritos difieren grandemente en el orden de esos libros.Image not foundhttp://www.iglesiapueblonuevo.es/img/historia/eclesiastes.jpg

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Fragmento de un rollo de Eclesiastésde 150 a. C. hallado en Qumrán

Número de los libros canónicos.La tradición judía, salvo cuando estuvo influenciada por Alejandría, unánimemente cita el número de 24. No obstante, es usual decir que el reconocimiento original fue de 22. Si, de alguna manera, los testigos para la segunda cifra no son contados sino sopesados, está claro que la autoridad en la que descansan es alejandrina y esta es de poco valor para tener el reconocimiento primitivo, porque los judíos alejandrinos no sólo alteraron el orden y división de los libros, sino que les añadieron otros que no estaban en el canon. Más aún, los alejandrinos llegaron al número 22 al unir Rut con Jueces y Lamentaciones con Jeremías. Al llegar a dicho número quedaron impresionados por su coincidencia con el número de letras en el alfabeto hebreo. Se pensó que esta idea era importante, parte de la intención divina de hecho, con lo que quedó grabada en la mente judía. Los Padres de la Iglesia la aceptaron en su estilo no crítico y de esta manera ha llegado a nuestros días. Josefo menciona primero 22, pero él hizo mayor uso de la Septuaginta que del original hebreo. Es digno de mención que Epifanio y Jerónimo, quienes reconocen 22 libros, mencionan también 27, es decir, las 22 letras hebreas más las cinco letras finales (letras que tienen una forma especial al final de la palabra); para ello separan los libros dobles, Samuel, Reyes, Crónicas y Esdras. Pero esta doble cuenta era sólo posible para judíos que usaran la Septuaginta, ya que el original no divide esos libros. Más aún, ni en el Talmud ni en el Midrash hay la menor huella de cualquier conocimiento del número 22, sino, al contrario, siempre se menciona el númerp 24, no porque se corresponda con las 24 letras griegas, sino simplemente porque es el resultado general del gradual surgimiento del canon. En la actual Biblia hebrea el número es 39, contado de manera similar, aunque no en el mismo orden, al de las Biblias protestantes.

El canon del Antiguo Testamento en la Iglesia

Escritores patrísticos y medievales.

Los Padres no impugnaron la autoridad Antiguo Testamento, pero, a causa del uso universal de la Septuaginta, reconocieron como Escritura lo que nosotros estimamos como apócrifos. Orígenes, quien cuenta sólo los libros del canon hebreo, habla no obstante de Jeremías, Lamentaciones y la epístola como un libro. Justino Mártir usó las adiciones a Daniel; Ireneo, Tertuliano, Clemente de Alejandría, Cipriano y otros usaron los apócrifos con la misma fórmula de citación que cuando usaban el Antiguo Testamento. Desde el siglo cuarto los Padres griegos hacen cada vez menos uso de los apócrifos, mientras que en la Iglesia latina la acción conciliar justificó y potenció su uso. Solo Jerónimo habla decididamente del canon hebreo. Durante la Edad Media los apócrifos no fueron reconocidos por la mayoría de los griegos, mientras que los latinos hicieron lo opuesto, aunque algunos siguieron a Jerónimo.

El libro de Ester, a causa de su contenido, a veces fue excluido del canon del Antiguo Testamento cristiano. Melitón de Sardis 170 d. C.) lo omite de su lista (ver Eusebio, Hist. eccl., IV. xxvi), aunque tal vez haya sido dejado después de Esdras, en tanto en otras listas viene después de este nombre. También lo omiten Atanasio (Epistola Festalis, i. 961, edición de Benedición), Gregorio de Nacianzo (Carm., xxxiii) y en el siglo sexto Junilio (De partibus legis divinæ, i. 3–7). Por otro lado, está incluido en el canon por Orígenes, Cirilo de Jerusalén y Epifanio.

Antiguas versiones orientales.La antigua Iglesia siria no recibió los apócrifos. No están en la Peshitta, aunque se encuentran en una traducción siríaca posterior. Efrén Sirio († 373) no les adjudica autoridad canónica. Afraates (siglo cuarto) cita de cada libro canónico, pero usó los apócrifos esporádicamente y no en forma tal que puedan ser considerados canónicos. Es perceptible una gran diferencia en la Peshitta entre Crónicas y los otros libros. Ello suscitó la investigación de si Crónicas fue aceptado como canónico por la Iglesia siria. Los nestorianosciertamente lo rechazaron y a Ester. La traducción etíope no sigue la Septuaginta totalmente y contiene no sólo los canónicos sino también los libros apócrifos, excepto que 1 y 2 Macabeos los sustituye por dos libros propios bajo el mismo nombre y algunos pseudo-epígrafos de los que el texto griego ahora no existe; la Iglesia etíope hace menos diferencia que la alejandrina entre libros canónicos y no canónicos.

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La Iglesia católica.La Iglesia católica está comprometida con el uso de los apócrifos como Escritura por decisión del concilio de Trento en la cuarta sesión. Para normalizar el texto, se publicó una Biblia en Roma en 1592 bajo la orden y cuidado del papa. En la misma se menciona el comentario de Jerónimo, de que las adiciones a Ester y Daniel no están en el texto hebreo y en un tipo tipográfico más pequeño se hace el cándido anuncio como prefacio a la oración de Manasés y al tercer y cuarto libros de Esdras de que, aunque es verdad que no están en el canon de la Escritura del concilio de Trento, a pesar de ello se incluyen porque son citados ocasionalmente por ciertos Padres, hallándose en copias manuscritas e impresas de la Biblia latina. El decreto del concilio no fue aprobado sin oposición y posteriores católicos, tales como Du Pin, Dissertation préliminaire ou prolégomènes sur la Bible, París, 1699 y B. Lamy, Apparatus biblicus, II. v. 333, Lyón, 1723, se propusieron establecer dos clases de libros canónicos: los proto-canónicos y los deutero-canónicos, atribuyendo a los primeros una autoridad dogmática y a los segundos sólo ética; pero esta decisión contraviene la decisión de Trento y ha hallado poco apoyo.

La Iglesia griega.En tiempos antiguos y en la Edad Media muchos distinguieron tres clases de escritos: Los canónicos, los reconocidos y los apócrifos. Por ejemplo así lo hace la "Carta Pascual" de Atanasio. Los sínodos de Constantinopla (1638), Jassy (1642) y Jerusalén (1672) expresamente rechazaron la idea de Cirilo Lucar, patriarca de Constantinopla, y otros, que distinguen la forma canónica de la apócrifa. Y el tercero, que es el más importante en la historia de la Iglesia oriental, definió su posición sobre los apócrifos en respuesta a la tercera cuestión añadida a la Confesión de Dositeo, en la que se mencionan expresamente Sabiduría, Judit, Tobías, la Historia de Bel y el dragón, la historia de Susana, los Macabeos (cuatro libros) y Eclesiástico como canónicos. Reuss (Geschichte der heiligen Schriften, § 338, Brunswick, 1878) dice que la edición oficial moscovita de la Biblia de 1831 tenía todos los apócrifos, Esdras, en ambas recensiones, con Nehemías y 1-4 de Macabeos al final de los libros históricos y los profetas antes de los siete libros poéticos o sapienciales. Pero el "Catecismo mayor" de Filareto (Moscú, 1839), la norma doctrinal más autoritativa de la Iglesia ortodoxa greco-rusa, elimina especialmente los libros apócrifos de su lista, porque "no existen en hebreo" (cf. Schaff, Creeds, ii. 451).

La Iglesia protestante.Los símbolos luteranos no proporcionan ninguna declaración expresa contra los apócrifos. No obstante, se les niega valor dogmático. Lutero los tradujo, aunque, no 3 y 4 Esdras y los recomendó para lectura privada, salvo Baruc y 2 Macabeos. En la primera edición completa de la Biblia (Zurich, 1530) los apócrifos se pusieron al final. Con esto concuerdan las decisiones de las otras iglesias reformadas: La Confesión Galicana1559, §§ 3, 4; la Confesión Belga 1561, §§ 4–6 y los Treinta y Nueve Artículos, 1562 § 6 (cf. Schaff, Creeds of Christendom, iii). El Libro de Oración Común contiene lecturas de los apócrifos y recomendación especial de porciones de la Sabiduría y Sirac. En el sínodo de Dort (1618), Gomar y otros suscitaron una animada discusión al demandar la exclusión de los apócrifos Esdras, Tobías, Judit y Bel y el dragón de la Biblia. El sínodo rechazó hacerlo, aunque se posicionó en contra de los apócrifos. Igualmente se opuso a ellos la Asamblea de Westminster, 1647, Confession of Faith, i. 3; los arminianos, Confessio... pastorum, qui... remonstrantes vocantur, i. 3, 6, los socinianos (Ostorodt, Unterrichtung von den vornehmsten Hauptpunckten der christlichen Religion, Rakau, 1604) y los menonitas (Johann Ris, Præcipuorum Christianæ fidei articulorum brevis confessio, xxix) concuerdan con los demás protestantes.

Nombres del Antiguo Testamento y de sus principales divisiones.(a) Hebreo. Nehemías 8:8 tiene la expresión mikra, "lectura" que ahí puede significar la ley. Daniel 9:10 tiene sepherim, "los libros"; kitebe hakkodesh, "los escritos sagrados" es talmúdica. La división en tres partes es común en el Talmud, con los nombres Torah, Nebiim y Ketubim, "ley, profetas y escritos". A veces el conjunto está contenido en el término Torah. La primera parte se llama también "los cinco quintos de la ley." La primera parte del canon profético se denomina "profetas primeros"; la segunda parte "profetas postreros." La tercera parte se conoce como "escritos" y "escritos sagrados." Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés y Ester están clasificados juntos como Megillot, "rollos." La segunda y tercera parte a veces se nombran juntas como kabbalah.

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(b) Griego. Se puede concluir que hacia el tiempo del traductor del Eclesiástico las palabras "libros" ya estaban en uso, ya que él habla de "otros [libros]" y "el resto [de los libros]." En el Nuevo Testamento son denominados "Escritura" "Santas" o "Sagradas Escrituras"; al Pentateuco se le denomina "antiguo pacto" en 2 Corintios 3:14. Entre los Padres griegos se usaron los siguientes nombres: "libros del antiguo pacto", "escritos sagrados del antiguo pacto", "antiguo pacto", "veintidós libros del antiguo pacto", "libros del pacto" y "ley y profetas".(c) Latín. Vetus testamentum traduce el hebreo berith, "pacto"; usándose instrumentum, totum instrumentum utriusque testamenti, vetus scriptura, vetus lex y veteris legis libri.

Canon del Nuevo Testamento

Evangelio de Juan. Papiro Bodmer II, probablemente egipcio, c. 200

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Evangelio de Juan. Papiro Bodmer II, probablemente egipcio, c. 200

Términos usados.Junto a la palabra canon, que expresa la idea del conjunto de las Escrituras, se usaron los términos "pacto" (derivado del Antiguo Testamento, Éxodo 24:27), "Escritura" o "Escrituras" con las palabras calificadoras "santa", "sagrada", "divina" o "del Señor", también "ley y evangelio", "profetas y apóstoles." La palabra endiathekos, "contenido del pacto" se opuso a apokryphos, "apócrifo", conteniendo a veces la primera palabra el significado de "usado en el servicio público."

Nuevo Testamento, 170-220.Ya que no hay informes específicos sobre el origen del Nuevo Testamento, hay que hacer un examen de los hechos que pueda arrojar luz para descubrir su origen. Un punto de partida se encuentran en el período de la lucha contra las sectas gnósticas, particularmente los marcionitas y los valentinianos. El movimiento montanista estaba ya en marcha durante este período, aunque preocupado no tanto con el Nuevo Testamento como asunto principal. La Iglesia ya tenía un Nuevo Testamento comúnmente denominado así, frente a la pretensión montanista de un nuevo período de profecía ya inaugurado que abriría el camino a un desarrollo más amplio. La Iglesia estimaba que la época de la revelación ya había terminado con la muerte del último apóstol y que el canon del Nuevo Testamento estaba completo, aunque había discusiones sobre la inclusión de algunos libros en el mismo. En oposición a Marción y Montano la Iglesia tuvo la certeza de que tenía una posesión inviolable en los dos Testamentos y los montanistas mismos los distinguieron del cuerpo de la "nueva profecía."

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Los cuatro evangelistas, óleo sobre lienzo de Jacob Jordaens. Museo del Louvre, París

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Los cuatro evangelistas, óleo sobre lienzo de Jacob Jordaens.Museo del Louvre, París

Los cuatro evangelios.En oposición al evangelio que Marción preparó para sus comunidades, al Evangelium veritatis usado por los valentinianos junto a los cuatro evangelios de la Iglesia, siendo el evangelio de Juan desechado por los alogoiy otras partes de la Iglesia que usaban exclusivamente Mateo o Marcos, está la declaración de Ireneo de que el Espíritu que creó el mundo había dado a la Iglesia su evangelio en forma cuádruple (Hær., III. xi. 8), cuya violación era un pecado contra la revelación de Dios y el Espíritu Santo. La unidad de los cuatro está afirmada en la designación unitaria "el evangelio" (en singular) y en los títulos "el evangelio según Mateo", etc. Clemente de Alejandría en su discusión sobre el origen del evangelio trata sólo con los cuatro. Pronto se perdió el recuerdo de que un evangelio que no estaba entre los cuatro había luchado para ser retenido en uso en el servicio público y que uno de los cuatro se había tenido que ganar su lugar entre ellos. Pero incluso los alogos no negaron que el cuarto evangelio perteneciera a la época de Juan y que desde entonces hubiera estado en la Iglesia. La preparación por parte de Taciano para los sirios del Diatessaron testifica por su propio título del hecho de que para confeccionar un libro eclesiástico de los evangelios no se concebía otra fuente que los cuatro. El mismo permiso dado por Serapión de Antioquía (c. 200) a ciertos de sus feligreses para leer un evangelio llamado de Pedro, que les dio sin leer el libro y por confianza en ellos, confirma lo ya dicho, al igual que la posterior anulación del permiso. Orígenes resume la práctica de ese periodo en el dicho: "La Iglesia valora sólo los cuatro evangelios." (1 Hom. in Lucam).

Las cartas de Pablo.Generalmente se recibieron trece cartas de Pablo. Si en el canon muratoriano se justifica la recepción de cuatro cartas privadas, parece deberse no tanto al recuerdo de una posterior introducción de ellas en el servicio público sino a una idea del autor, que iguala en forma simbólica las siete cartas de Pablo a las comunidades con las cartas a las siete iglesias de Apocalipsis. No se hace declaración sobre ningún sentimiento favorable hacia las cartas a los laodicenses y a los alejandrinos que son rechazadas. Existió gran diferencia de opinión en cuanto a la de los Hebreos. Los alejandrinos la estimaban paulina y Orígenes la supuso sustancialmente paulina en pensamiento, aunque escrita por uno de los discípulos de Pablo, posición

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que fue ampliamente adoptada en la Iglesia oriental. Pero la Iglesia occidental disputó su autoría paulina, aunque teniéndola en alta estima. Éste fue el caso en Lyón, Roma y Cartago. En las iglesias montanista y novaciana hubo una decidida tendencia a atribuirla a Bernabé.

Hechos de los apóstoles.Del libro de los Hechos todo lo que se puede decir es que su nombre, su reconocimiento general de Lucas como autor, su posición entre los evangelios y las cartas paulinas en el canon muratoriano, su abundante uso por Ireneo, Tertuliano y otros y la condenación de Tertuliano hacia Marción por rechazarlo, hablan abundantemente de su canonicidad.

Apocalipsis.Hay pruebas sólidas de la recepción del Apocalipsis por todas las secciones de la Iglesia. Fue citado por Teófilo de Antioquía hacia el año 180 y por la Iglesia de Lyón en 177 como "Sagrada Escritura." Ni Ireneo ni el canon muratoriano estiman necesaria ninguna defensa. Contra el alto valor asociado al libro por los montanistas, los alogos lo criticaron acerbamente como obra de Cerinto. Cayo de Roma también asumió esta actitud e Hipólito lo defendió contra él. Pero el sentimiento general de la Iglesia fue que el libro era inspirado, escrito hacia el año 95 d. C., siendo la conclusión apropiada al Nuevo Testamento.

Códice de 1 Pedro del siglo III

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Códice de 1 Pedro del siglo III

Epístolas católicas.La posición de las epístolas católicas hacia el año 200 fue muy variada, aunque hacia el 300 eran conocidas como una división del Nuevo Testamento. 2 y 3 Juan deben haber estado asociadas a 1 Juan, si se entiende su historia en la Iglesia y su preservación. Hay testimonios sobre 2 Juan procedentes de Ireneo y Clemente de Alejandría; que 3 Juan no la mencione Clemente no daña realmente el caso. La duda que se presentó al reconocimiento incondicional de 2 y 3 Juan se desvaneció enseguida. Es casi seguro que el canon muratoriano designó a las dos cartas menores como reconocidas. Por su brevedad se entiende la escasez de citas y su poco uso en público, pero igualmente eso vale contra cualquier cuestionamiento serio. Judas, como una de las epístolas católicas, fue asunto de comentario por Clemente de Alejandría. El canon muratoriano la cita como recibida. Tertuliano la citó como un escrito convincente de un apóstol, aunque Orígenes señaló que no fue recibida generalmente. En el siglo cuarto estaba entre los antilegomena (Eusebio, Hist. eccl., III. xxv. 3). La canonicidad que tuvo en los tiempos antiguos se perdió posteriormente en un amplio círculo de la Iglesia. Santiago, aunque leída en el oeste en tiempos antiguos y conocida probablemente tanto por Ireneo como por Hipólito, no estuvo hasta mediados del siglo cuarto en el Nuevo Testamento en la Iglesia occidental. El canon muratoriano guarda silencio; entre los griegos del este estuvo entre las Escrituras

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generalmente reconocidas. Aunque Orígenes la colocó entre los antilegomena, en el Codex Claromontanusestá puesta antes de 1 Juan. Una nota destacable es que Metodio equivocadamente la atribuye a Pablo. En 325 era considerada por muchos no genuina y Eusebio la puso entre los antilegomena (Hist. eccl., III. xxv. 3). El reconocimiento general de 1 Pedro hacia el año 200 está comprobado por Ireneo, la carta de Lyón, Clemente de Alejandría, Tertuliano e Hipólito. El silencio del canon muratoriano habría sido inexplicable y a ello debe referirse la observación de que una carta de Pedro es recibida como lo es el Apocalipsis. Contra 2 Pedro hubo muchas protestas. En Roma no era desconocida, pero no estaba al mismo nivel que 1 Pedro. Es dudoso si Ireneo la conocía. La opinión personal de Orígenes era favorable, pero comenta que hay una opinión dividida en la Iglesia sobre la carta. En el este su posición fue diferente de la de 1 Pedro (Eusebio, Hist. eccl., IV. xxv. 8). Ya en 380 Dídimo la consideró no canónica y los sirios la rechazaron decididamente. De la carta de Bernabé se puede decir que Clemente de Alejandría parece haberla incluido entre las epístolas católicas, pudiendo decirse lo mismo de Orígenes. El Codex Claromontanus la sitúa tras las siete epístolas católicas y antes de Apocalipsis. Es pertinente aquí destacar que la primera y segunda epístola de Clemente son puestas por los Canones Apostolorum lxxxv, entre la epístola de Bernabé y la Didaché. 1 Clemente se considera epístola católica; en Corinto fue usada ocasionalmente en el servicio público, uso que se esparció a Alejandría y Siria. Fue citada por Clemente de Alejandría y por Orígenes. Pero su relación con el Nuevo Testamento fue menos firme incluso que la de Bernabé; en el oeste no fue considerada canónica e Ireneo parece haberla empleado como perteneciente a la edad sub-apostólica.

Escritos estimados temporalmente como canónicos.El Pastor de Hermas fue usado como Escritura por Ireneo, Clemente de Alejandría y en Antioquía. A principios del siglo tercero había en círculos católicos y montanistas una imprecisión sobre la relación entre este libro y el canon. Tertuliano, contrariamente a su anterior práctica, debido a la laxitud de la disciplina atribuida a este libro, declaró que debía ser considerado apócrifo e incluso falso. El canon muratoriano lo excluyó de la lectura regular y pública de las Escrituras, aunque se permitió su examen e incluso fue promovido. Este fue el primer intento de formar un canon secundario. Hay dos traducciones del libro y un obispo romano desconocido lo citó como Escritura, mientras que Novaciano y Comodiano lo defienden y las liturgias latinas muestran su influencia. Pero por una decisión eclesiástica entre 200-210 el Pastor fue sacado del canon. Aunque Clemente de Alejandría no incluyó el Pastor en su breve comentario, sí trató el Apocalipsis de Pedro, un librito de unas 300 líneas. Este libro cerraba al canon del Codex Claromontanus, pero la lista armenia lo puso entre los apócrifos y Eusebio (Hist. eccl., III. xxv. 4, cf. iii. 2) declaró su autenticidad. Sozomeno dice que fue usado hasta 430 en Tierra Santa en Pascua. La Didaché fue citada y usada como escritura por Clemente y Orígenes durante el siglo siguiente y tal fue su estatus en Egipto. Eusebio (Hist. eccl., III, xxv. 4) la pone entre los antilegomena del segundo grado. Fue conocida en las inmediaciones de Antioquía y en el oeste. Los Hechos apócrifos de los apóstoles fueron a veces leídos en la Iglesia antigua sin cuestionar. Los Hechos de Pablo estuvieron cerca de obtener autoridad canónica y recibieron recomendación favorable de Clemente y Tertuliano.

Resumen.El Nuevo Testamento de las Iglesias griega y latina de 170-220 incluía como autoridad bien definida a los cuatro evangelios, trece cartas de Pablo, Apocalipsis, 1 Pedro, 1 Juan (a la que estaban asociadas 2 y 3 Juan) y probablemente también Judas. Hasta el año 210 el Pastor también estuvo incluido. Por otro lado, hubo cuestionamientos sobre Santiago, Hebreos, 2 Pedro, Apocalipsis de Pedro, Didaché, Bernabé, 1 y 2 Clemente, Hechos de Pablo y el Pastor. La polémica contra Marción, los gnósticos y los alogos hizo que la discusión del canon del Nuevo Testamento fuera primordial en el tiempo de Ireneo y de Clemente de Alejandría. El Nuevo Testamento de hacia el año 200 no fue resultado de una revolución que ocurrió entre 150 y 170, sino de un amplio desarrollo que fue variado. El canon rígidamente limitado de Marción había señalado el camino para una definición de canonicidad que la Iglesia iba a emprender pronto.

El Nuevo Testamento, 140-170Valentín había fundado su escuela que estaba dividida en muchas secciones y esparcida desde el Ródano al Tigris, teniendo una rica actividad literaria y un consenso general de acción en aquel entonces. Marción fundó su Iglesia en Roma tras separarse de la Iglesia católica probablemente hacia 147. Junto a la polémica

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contra esos movimientos, los escritores cristianos se ocuparon de la apologética de la Iglesia que había de enfrentarse a los gobernantes y poblaciones paganas. Sin embargo, la apologética tuvo muchas menos ocasiones de tratar con las Escrituras cristianas que con los escritos contra los herejes.

La Biblia de Marción.El conocimiento de la Biblia de Marción se debe principalmente a Tertuliano, que echó mano del Nuevo Testamento del hereje como arma contra él. Tras Tertuliano viene Epifanio como fuente de conocimiento (Hær., xlii) y varias citas de griegos y sirios hasta el siglo quinto que permiten reconstruir con bastante seguridad el canon de Marción. Éste publicó no sólo su Nuevo Testamento sino también su Antithesis como defensa de su posición dogmática y de su edición crítica del Nuevo Testamento, lo que se convirtió en base doctrinal de su Iglesia y siendo estudiado por Tertuliano, Efrén Sirio y otros. Su Biblia consistía de un "evangelio" y un "apóstol", ambos anónimos. Ya que Pablo le parecía el único predicador del evangelio no adulterado, su "apóstol" abarcaba diez epístolas de Pablo en el siguiente orden: Gálatas, 1 y 2 Corintios, Romanos, 1 y 2 Tesalonicenses, Laodicenses (es decir, Efesios), Colosenses, Filipenses y Filemón. Por supuesto es evidente que esta colección debe haber sido recibida por él de la Iglesia. Procuró mostrar que la carta a los Efesios era la carta a los laodicenses mencionada en Colosenses 4:16. Apreciaba grandemente la carta a los Gálatas por su polémica antijudía. 1 y 2 Timoteo y Tito las desecha por ser cartas privadas. Filemón fue admitida porque era una carta dirigida a una iglesia en una casa. Para hacer la crítica de los escritos que recibió no dependía de la tradición histórica ni de los testimonios de historicidad. Su fundamento era su propia concepción subjetiva de lo que era el verdadero cristianismo y lo que el evangelio paulino era; a partir de ahí procedía toda su crítica textual. Que reconoció el evangelio de Lucas, fundamento del suyo propio, como obra de alguien de la escuela paulina se muestra por su eliminación de las palabras "el médico amado" en Colosenses 4:14. Su evangelio, hasta donde el texto se puede elaborar, demuestra que tenía ante sí el tercer evangelio y éste, a consecuencia de su larga asociación con el primer y segundo evangelio, había recibido ampliaciones de su texto de ellos. Pero no hay huella que se haya podido demostrar de influencia debida a evangelios extra-canónicos sobre Marción. De esto se deduce que el canon de los evangelios de la Iglesia de Roma hacia el año 140 era el de los cuatro evangelios. El canon de Marción de las epístolas coincide con el del canon muratoriano. Es natural que no le diera valor a las cartas de Pedro, Juan o Santiago, nombrando especialmente al último en vista de Gálatas 2:9,12. Hechos y Apocalipsis los rechazó expresamente. En comparación con el Nuevo Testamento eclesiástico no sólo de sus tiempos sino de los dos siglos siguientes variando en sus límites, el canon de Marción es una rígida obra de arte elaborada en miniatura, aunque fue la obra de un legislador arbitrario.

La Biblia de los valentinianos.Lo que Marción realizó con cuchillo y borrador, los valentinianos procuraron hacerlo por medio de la exposición. Ya que no se separaron voluntariamente de la Iglesia, sino que meramente se distinguieron de los communes ecclesiastici, no levantaron objeciones a la edición común de los "profetas y apóstoles." No necesitaban una Biblia especial. Usaban los evangelios libremente, particularmente el cuarto. Aparte del prólogo a este último, la estructura de la serie de eones de Valentín es ininteligible. Heraclión comentó los cuatro evangelios. En las diferentes ramas de esta secta, Efesios, Colosenses y 1 Corintios se estimaron grandemente, aunque también se usaron Romanos, 2 Corintios, Filipenses y Gálatas. En su crítica de los evangelios subrayaron una tradición secreta. Usaron también un Evangelium veritatis, un quinto evangelio, que probablemente contenía el resumen de la tradición apócrifa, derivada, según Serapión no de los docetassino de sus precursores. El evangelio de Pedro puede haber surgido hacia el año 150 de la rama oriental en Antioquía como el Evangelium veritatis entre la escuela occidental de los valentinianos. A una rama de la escuela valentiniana de Asia Menor perteneció Leucio, que fue el autor de los Hechos de Pedro y Juan. Probablemente usaron también el Evangelio de la Infancia. Leucio escribió también "Viajes de Juan", sugerido por las "cartas a las siete iglesias" de Apocalipsis. En resumen, el fundamento del canon de las escuelas más importantes de los gnósticos, 140-170, es el de la Iglesia del año 200, sólo que esos "hombres del espíritu" usaron junto a los escritos canónicos una masa de otras tradiciones y creaciones poéticas y subjetivas que no eran empleadas por los ortodoxos.

Escritos apostólicos en Justino Mártir.

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En su corta descripción del domingo tal como era observado por los cristianos en las ciudades y en el campo, Justino menciona que en primer lugar se hacía la lectura de las "memorias de los apóstoles", "que son denominados evangelios "(1 Apología, lxvi-lxvii) y la "colección de los profetas". El "evangelio" en singular lo usan también el judío Trifón y Justino como un término colectivo. Por deferencia a sus lectores que no estaban familiarizados con el término "evangelio", Justino comúnmente usó el término Apomnemoneumata, "memorias." Aunque generalmente tales memorias tomaban su nombre del autor, Justino las citó por el asunto, "las memorias de nuestro Salvador." Como bajo el término "profetas" se incluye a todo el Antiguo Testamento, el término memorabilia en Justino puede incluir los escritos del Nuevo Testamento. La respuesta a la cuestión de lo que entiende por evangelios viene de atrás, aquellos comúnmente usados hacia el año 150 en los lugares que Justino visitó o vivió en Éfeso y Roma, en el servicio público y conocidos como elaboración de los apóstoles o sus discípulos. Trifón (Dialogue, x) habla del "denominado evangelio" como una totalidad, como una unidad. No puede ser otro que el que Marción criticó y que los valentinianos emplearon libremente. En un lugar Justino expresamente discriminó entre los apóstoles y sus discípulos, en un pasaje que retrocede a Lucas 22:44 (Dialogue, ciii). Llamó al segundo evangelio "los recuerdos de Pedro", una designación que implica la antigua tradición de la relación del evangelio con el apóstol. Lo que parcial o totalmente produjo la idea de que las "memorias" de Justino no son los evangelios de la Iglesia es primero la ambigüedad e inexactitud de la cita y en segundo lugar el material adicional de hechos o informes que no se encuentran en los evangelios. Pero la exactitud de las citas de Justino no es mayor que la que se espera de las de Clemente y mucho que a nosotros nos parece apócrifo pudo haber sido leído en los evangelios de su tiempo. Justino estimó al Apocalipsis como obra del apóstol Juan y un verdadero testimonio de profecía cristiana.

La investigación de sus escritos muestra el contacto de Justino con Romanos, 1 Corintios, Gálatas, Efesios, Colosenses, 2 Tesalonicenses, Hebreos, 1 Pedro, Hechos y la Didaché; más cuestionablemente con Filemón, Tito, 1 Timoteo y Santiago.

Huellas más antiguas y origen de las colecciones de los escritos apostólicos

Del precedente despliegue de hechos se desprende que hacia el año 140 en todo el círculo de la Iglesia católica la colección que comprendía los cuatro evangelios y las trece cartas de Pablo era leída junto a los escritos del Antiguo Testamento y que en una parte u otra de la Iglesia otros escritos tales como Hechos, Apocalipsis, Hebreos, 1 Pedro, Santiago y las cartas de Juan eran tenidas en alto honor.

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Papiro Chester Beatty, principios del siglo III

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Papiro Chester Beatty, principios del siglo III

La colección de cartas de Pablo.La colección de cartas paulinas retrocede al siglo primero, a juzgar por 1 Clemente, las cartas de Ignacio y Policarpo. Los obispos de Esmirna y Antioquía tienen un conocimiento de Pablo que supone la familiaridad con sus cartas y la forma en que las emplean muestra que las cartas eran anteriores a ellos. Policarpo aconsejó a los filipenses que leyeran las cartas de Pablo para su edificación; Ignacio conocía Efesios bajo el título usado posteriormente por Marción como parte de una colección eclesiástica. Policarpo incluyó Filipenses y Tesalonicenses en un grupo dirigido a los macedonianos, tal como Tertuliano las conoció un siglo después. Clemente parece hacer comenzar la colección con 1 Corintios, orden que el canon muratoriano apoya, acabando con Romanos. Esta adición, que contenía también el orden Filipenses-Tesalonicenses y el título "A los Efesios" circuló antes del año 97. Que hubo un intercambio de cartas entre las iglesias antes de que esta colección se hiciera se desprende de Colosenses 4:16, pero la circulación y uso implicados en 2 Pedro 3:15 supone una colección en un manuscrito, tal vez no oficial sino privado. El pasaje citado de 2 Pedro supone una carta paulina a los judíos cristianos y 1 Corintios 5:9 y Filipenses 3:1 implica otras cartas de Pablo que no han sobrevivido. Esos hechos sugieren una selección deliberada de las cartas disponibles de Pablo, hecha probablemente en algún centro importante del cristianismo, que llegaron a ser de uso general y estuvieron disponibles para el servicio público. Pero el establecimiento del orden del arreglo supone que la colección se hizo muy pronto, poco después de la muerte de Pablo. Dónde se hizo no puede determinarse, aunque el lugar de 1 y 2 Corintios al principio sugiere Corinto. Roma es también candidata, al cerrarse esta colección con la epístola a los Romanos.

El "evangelio."La palabra euaggelion, que, en 150-200, designó la colección de los cuatro Evangelios, se encuentra tan

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frecuentemente en la literatura antigua que debe entenderse por ella una exposición escrita de las palabras y hechos de Jesús en posesión de las iglesias y conocida generalmente de las comunidades (Didaché, viii. 2; 2 Clem., viii. 5; Ignacio, Smyrna, v. 1; Philadelphia, viii. 2). Que "evangelio" fue el documento autoritativo. El conocimiento general de su contenido supone su uso regular en el servicio público. Fue citado con la fórmula "el Señor dice" con o sin la adición "en el evangelio" y con la fórmula (usada con citas del Antiguo Testamento) "está escrito." Pero ¿cuál fue este "evangelio" Existió un claro entendimiento de lo que era entre los escritores del período 90-140 y sus lectores. Papías declaró que Mateo en hebreo se usó en la provincia de Asia con la ayuda de la traducción oral hasta que lo sustituyó una versión griega. Incluso el cuarto evangelio repite las mismas palabras de Marcos y Lucas (T. Zahn, Einleitung, Leipzig, 1900, páginas 505–506, 520). El pasaje de Marcos 16:9-20 se deriva de Lucas, Juan y Papías. Los primeros evangelios de la infancia y los evangelios de Pedro y Marción retroceden a los evangelios canónicos. En la literatura de 95-140 entre una masa de ordenanzas para la dirección eclesiástica sólo hay cuatro citas del evangelio que no son trazables a los cuatro evangelios (2 Clem., v. 2, 4, viii. 5, xii. 2–6; Ignacio, Smyrna, iii. 2). Tales dichos no canónicos como esos cuatro circularon tanto oralmente como en escrito; Papías hacia 125 recogió muchos de ellos. Del origen de la elaboración del canon del evangelio no hay informe confiable, ni se puede decir dónde tomó forma.

Otros escritos.Otros escritos que se encuentran posteriormente asignados al Nuevo Testamento no quedaron unificados en una colección como lo fueron los evangelios y las cartas de Pablo. Aparecen primero como partes indisputables o debatidas del Nuevo Testamento. Un uso muy amplio en círculos extendidos de la Iglesia durante el servicio público es probable para 1 Pedro, 1 Juan, Apocalipsis y el Pastor, no siendo ninguno de ellos originalmente dirigido a una sola comunidad.

Orígenes y su escuela.Durante el siglo tercero el Nuevo Testamento no experimentó cambio esencial. El logro de Orígenes fue la comparación del contenido de la posición tradicional de diversas comunidades. Su vida y viajes le dieron oportunidad de conocer mediante la observación la existencia de variantes; su preparación filológica y su decidida vocación por el saber al servicio de la Iglesia lo calificaron para pronunciar un juicio discreto. Antes de 217 se le dio la bienvenida en Roma como una de las rutilantes estrellas de la Iglesia; sus viajes le llevaron a Atenas, Antioquía y Cesarea en Capadocia, mientras que sus últimos años los pasó en Tierra Santa. Los estudiantes se congregaban a su alrededor, tanto en Alejandría como en Tierra Santa. Pero aunque estudioso de la Biblia como era, no fue totalmente crítico. Citó Proverbios 22:28 en referencia a la discusión del canon; la tradición era para él la última palabra, aunque de hecho la tradición debía ser investigada. De ahí que proclamara la distinción entre los homologoumena, los escritos universalmente reconocidos como escritura y los antilegomena, o aquellos que más o menos se discutían. A los primeros, según Orígenes, pertenecían los cuatro evangelios, las trece cartas de Pablo, 1 Pedro, 1 Juan, Hechos y Apocalipsis, que cerraba el Nuevo Testamento. A los segundos pertenecían Hebreos, 2 Pedro, 2 y 3 Juan, Santiago, Judas, Bernabé, el Pastor, la Didaché y el evangelio de los Hebreos. La carta a los Hebreos era frecuentemente citado por él como paulina y canónica, especialmente en sus primeros escritos, defendiendo su carácter paulino a través de un discípulo de Pablo más que de Pablo mismo. 2 Pedro fue también frecuentemente citada por él como Escritura, en lo que le siguió Firmiliano. Santiago también fue frecuentemente citada como Escritura y como "el apóstol Santiago." Judas parece haber sido valorada por él, aunque no aparece muchas veces en sus escritos. Bernabé es llamada una epístola católica y en el Onomasticon la pone con las otras epístolas católicas. Estimó el Pastor como una obra inspirada y útil. Parece haber citado la Didachécomo Escritura. El evangelio de los Hebreos no lo menciona en su lista de evangelios apócrifos; por otro lado, a veces lo cita con la fórmula que usaba para tales escritos. Claramente discriminó las comunidades judeocristianas de las heréticas ebionitas, sobre la base de que las primeras sostenían la norma eclesiástica de fe.

La interpretación alegórica por la cual Orígenes se propuso reconciliar los materiales más divergentes y los escritos más variados y unirlos en una Biblia halló oposición. La composición de Nepos, obispo de Arsinoe, "Contra los alegoristas" promovió y difundió un milenarismo que al obispo Dionisio de Alejandría hacia 260

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le parecía insoportable. Para Orígenes el Apocalipsis fue escrito por un hombre inspirado de la edad apostólica llamado Juan, pero la diferencia en estilo y concepto con el cuarto evangelio no permitía su atribución al apóstol. Era especialmente un libro para la aplicación del método alegórico.

El Nuevo Testamento original de los sirios.Sobre los comienzos de la iglesia en Edesa hay un informe legendario en siríaco, The Doctrine of Addai, edición de Phillips, Londres, 1876, que contiene algunas importantes palabras sobre los libros introducidos allí para uso en el servicio. A Addai, fundador de la iglesia de Edesa, se le hace decir expresamente que además del Antiguo Testamento no se leerá ninguna Escritura más que el evangelio, las epístolas de Pablo y los Hechos. Y por el evangelio entiende sin duda el Diatessaron de Taciano. Por otro lado, Efrén conocía bien los cuatro evangelios y un canon siríaco contenía no el Diatessaron sino los cuatro evangelios en nuestro orden. La colección siria de las cartas paulinas abarcaba, hacia 330-370, según los comentarios de Afraates y Efrén, Hebreos y la apócrifa 3 Corintios, pero no Filemón. Esta última no aparecía en el por otro lado completo comentario de Efrén. Un registro de Sinaí sitúa Filemón al final y no contiene 3 Corintios; por otro lado tiene 2 Filipenses, que puede ser otro nombre para 3 Corintios. Ahora se sabe que ese escrito apócrifo no es sino una sección de los Hechos de Pablo que pertenece al período del año 170 como muy pronto. Por tanto, no pudo pertenecer al canon original sirio. Taciano se hizo cristiano en Roma y, según la leyenda, el canon de las epístolas lo recibió de Roma. Eusebio (Hist. eccl., IV. xxix. 6) escuchó un oscuro informe de que existía una recensión de las epístolas paulinas hecha por Taciano. El texto sirio más antiguo de las epístolas y de los evangelios tiene una relación con el texto occidental. El resumen de Sinaí arroja nueva luz sobre el asunto. El orden de las epístolas es Gálatas, 1 y 2 Corintios, Romanos, Hebreos, etc., siendo el orden en el que Efrén las comentó y el de Marción, no siguiendo nadie más probablemente las huellas de Marción que Taciano. Es muy destacable también que en el resumen siríaco se menciona 2 Timoteo, pero se omite 1 Timoteo. La Iglesia siria no pudo mantener su individualidad original. Aunque antes del tiempo de Afraates y en el siglo tercero recibió Hebreos y 1 Timoteo, no pudo excluir todas las epístolas católicas. La traducción siríaca de la Historia Eclesiástica de Eusebio, que Efrén diligentemente había leído, familiarizó a los sirios con la antigua historia del Nuevo Testamento. En el siglo cuarto surgieron relaciones entre las Iglesias griega y siria, apareciendo griegos y Biblias griegas en Edesa; no es por tanto asombroso que Efrén estuviera familiarizado con todas las epístolas católicas. En la Peshitta había una selección de Santiago, 1 Pedro, 1 Juan, mientras que 2 Pedro, 2 y 3 Juan, Judas y Apocalipsis quedaron excluidos.

Luciano y Eusebio.Mientras que el Nuevo Testamento de la antigua iglesia en Antioquía tuvo su individualidad, el canon de Crisóstomo fue exactamente el de la Peshitta y refería la exclusión de 2 y 3 Juan a la decisión de los Padres. Esto no se puede deber a los esfuerzos de Eusebio, ya que él puso a un lado el Apocalipsis, pero reconocía las siete epístolas católicas; para llegar a la raíz del asunto es preciso ir al comienzo de la escuela exegéticade Luciano. Los informes dicen que Luciano nació en Samosata y que trabajó en Edesa, donde fue sacerdote y fundador de la escuela de Antioquía. Es indudablemente cierto que él extendió su obra crítica textual al Nuevo Testamento y que su recensión así como la de la Septuaginta se difundió hasta Constantinopla. El texto de la escuela antioquena de hacia 380-450 probablemente retrocede hasta Luciano y fue un compromiso entre las tradiciones de Edesa y Antioquía. Apocalipsis quedó excluido mientras que se recibieron Santiago, 1 Pedro y 1 Juan de las epístolas católicas, algo que sin duda influenció a la Peshitta.

En Tierra Santa a los estudios bíblicos de Orígenes siguieron los de Pánfilo y Eusebio. Pero Eusebio fue influenciado tanto por la tradición origenista como por la escuela antioquena, con cuyos representantes estuvo relacionado en el debate sobre la Trinidad. En su historia eclesiástica, según su promesa, proporcionó diligentemente los pronunciamientos de los escritores anteriores sobre los antilegomena del Nuevo Testamento y también información interesante sobre escritos reconocidos y dudosos. Igual que Orígenes conceptuó dos clases, homologoumena y antilegomena; a la segunda dividió en dos subclases, conteniendo la primera los libros que él había reconocido y la otra los notha o "espurios." Su tabla es como sigue: (1) Homologoumena, evangelios, Hechos, catorce epístolas paulinas, 1 Pedro, 1 Juan y Apocalipsis; (2) Antilegomena, (a) la mejor clase, Santiago, Judas, 2 y 3 Juan y (b) los notha, Hechos de Pablo, el Pastor,

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Apocalipsis de Pedro, Bernabé y Didaché. Pero el tratamiento de Eusebio no siempre es claro ni consistente. Usa un término endiathekos, "dentro del Nuevo Testamento" como sinónimo de homologoumenos y por tanto parece excluir del Nuevo Testamento la primera clase de los antilegomena. Por otro lado, al llamar a la segunda división de los antilegomena "espurios" parece admitir la autenticidad de la primera subdivisión. Pero para él las siete epístolas católicas son una colección cerrada. Fue sobre Apocalipsis que Eusebio halló difícil llegar a una decisión. Muchas veces lo cita y aduce el fuerte testimonio de su importancia eclesiástica (Hist. eccl., IV. xviii. 8, xxiv. 1, xxvi. 2, V. viii. 5, xviii. 14, VI. xxv. 9). Pero cuando en III. xxiv. 18 discute la vacilación de opinión sobre el libro, llama la atención a la influencia de la escuela de Luciano. Lo cita como "el denominado Apocalipsis de Juan" (III. xviii. 2, cf. xxxix. 6), brevemente refiere la vituperación de Cayo (III. xxviii) y menciona la crítica más cauta de Dionisio (VII. xxiv. 5). Expone con diligencia su conjetura de que lo escribió otro Juan y en interés de esta hipótesis procura demostrar la existencia de un presbítero Juan distinto del apóstol. Igualmente despoja al libro de su indumentaria apostólica y lo retira del Nuevo Testamento, aunque nunca proclama expresamente esta decisión. A causa de su reconocimiento bastante universal en la Iglesia deja abierta la elección entre situarlo entre los homologoumena o entre los notha. Sin embargo, aparte de este libro su Nuevo Testamento es el mismo que el nuestro. La elaboración de cincuenta copias del Nuevo Testamento en pergamino para Constantino le dio oportunidad de difundir sus opiniones, mostrando el resultado que se inclinaba a la forma del texto de Luciano en lugar de la de Orígenes, aunque incluyendo por tanto las epístolas católicas menores.

Atanasio.La Carta Pascual de 367, en la que se da una idea del uso indiscriminado continuo de toda clase de apócrifos como Escritura, proporciona a Atanasio una oportunidad de establecer un canon limitado definido en el orden de libros y en grupos. Fue el primero en nombrar los 27 libros del Nuevo Testamento como exclusivamente canónicos. Ignoró la oposición a la que varios de ellos habían quedado sujetos, especialmente 2 Pedro, al que Dídimo continuaba oponiéndose. Pero para no romper completamente con la tradición alejandrina, puso en clara distinción de los libros "canónicos" e igualmente de los apócrifos una clase de anagignoskomena. Los Padres los habían designado para ser presentados a los catecúmenos para su instrucción. Incluyen la Sabiduría de Salomón, Eclesiástico, Ester, Judit, Tobías, Didaché y el Pastor. La Didaché tuvo gran influencia sobre la liturgia de Egipto y al Pastor Atanasio mismo le concedió gran valor. La frase en la Carta Pascual que alude a estos libros recomendables para lectura de los catecúmenos es la siguiente:

«Existen otros libros, además de éstos, no incluidos por cierto en el canon, pero que han sido seleccionados por los Padres para que los lean quienes acaban de incorporarse a nosotros: la Sabiduría de Salomón, y la Sabiduría de Sirac, y Ester, y Judit, y Tobías, y el libro que lleva por nombre la Doctrina de los doce Apóstoles, y el Pastor.»

Sin embargo, el elemento sorprendente es el silencio total sobre otros escritos que al menos en Alejandría habían sido igualmente reconocidos, con la Didaché y el Pastor, con escritos del Nuevo Testamento. Serapión, el amigo de Atanasio, había citado a Bernabé como "el muy honrado apóstol Bernabé", junto con la carta a los Romanos de Pablo y en el Codex Sinaiticus está entre Apocalipsis y el Pastor. El Nuevo Testamento de 27 libros parecía estar firmemente establecido como lo había estado el de 26 de Eusebio. Esta idea fue la que tuvo victoria en la Iglesia, eliminando finalmente el canon más corto de Eusebio y dejando una clase de libros meramente para la instrucción de los catecúmenos.

Desarrollo en el oriente hasta el tiempo de Justiniano.La peculiar crítica de Teodoro de Mopsuestia no cambia esencialmente la situación establecida por Luciano y Eusebio. El concordante testimonio del oponente de Teodoro, Leoncio, y de su admirador Jesudad es que Teodoro rechazó las siete epístolas católicas. Y ya que como antioqueno rechazó el Apocalipsis, su Nuevo Testamento fue el sirio del año 340. En el ordenamiento de las epístolas paulinas (Romanos, 1 y 2 Corintios, Hebreos, Efesios) siguió el uso sirio tocante a Hebreos y el griego respecto a Romanos y Gálatas. Defendió la canonicidad de Filemón, pero rechazó 3 Corintios. No es sorprendente que, admirado como era por los nestorianos sirios, éstos adoptaran su canon. Y el nestoriano Jesudad (siglo noveno) todavía estimó las tres epístolas mayores católicas como una especie de antilegomena. Cuán tenaz fue la oposición a Apocalipsis,

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igual que a las cuatro epístolas católicas menores, ya se ha mostrado. No obstante, hacia el siglo sexto el Apocalipsis había obtenido reconocimiento desde Jerusalén a Constantinopla. Si Filoxeno de Mabug, c. 508, había traducido Apocalipsis y las epístolas católicas menores por vez primera al siríaco, ello significa que en la provincia griega eclesiástica contigua, en el patriarcado de Antioquía, el Apocalipsis ya no fue ignorado como lo fue c. 400, siendo recibido de nuevo. Hacia el año 500 Andrés escribió en Cesarea su gran comentario sobre el Apocalipsis, en el que con una cierta asiduidad mediante apelaciones a los antiguos maestros, desde Papías a Cirilo, defendió la inspiración del libro y en una nota sobre Apocalipsis 22:18-19 atacó las críticas. Hacia el año 530 Leoncio designó, en alocuciones pronunciadas en el monasterio en Jerusalén, al "Apocalipsis del Santo Juan" como el último libro canónico de la Iglesia.

Asimilación en el oeste.La Iglesia latina no se vio inmeditamente afectada por la vacilación y los intentos en la fijación que el canon experimentó en el este. Hasta el siglo cuarto se excluyó a Hebreos del Nuevo Testamento, teniendo un canon incompleto de las epístolas católicas, pero incluyendo el Apocalipsis, que fue seriamente atacado sólo por Cayo. Los sucesos del siglo cuarto hicieron el aislamiento imposible. La residencia de Pierio, "el nuevo Orígenes", en Roma fue un paso importante. Luego vinieron los concilios, el exilio de Atanasio en Trier (336–337), en Roma (340–343) y en otras partes del oeste (hasta 340), las influencias de Hilario de Poitiersen Asia Menor (356-360), de Lucífero de Cagliari, Eusebio de Vercelli y otros; también la larga estancia de Jerónimo y Rufino en Tierra Santa, Egipto y Siria, además de la estrecha relación de la literatura de la Iglesia latina, especialmente la exegética, con modelos griegos. La conciencia ecuménica de la Iglesia traspasó todas las barreras y afectó incluso al canon. La influencia de Atanasio en este aspecto no ha de ser infravalorada, especialmente en relación con la producción de una recensión de la Biblia en Roma en 340-343.

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Papiro de Hebreos, siglos III-IV

Hebreos, apreciado por los novacianos, como una elaboración de Bernabé, comenzó tras el tiempo de Hilario

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y Lucífero a ser citado más y más en el oeste como paulina y, por tanto, canónica. El crecimiento del sentimiento en favor de Santiago tuvo lugar imperceptiblemente, como el de las epístolas católicas menores. El canon africano (350-365), publicado por Mommsen, tiene un aire más o menos oficial; no menciona Hebreos, Santiago ni Judas, pero incluye 1 y 2 Pedro, 1, 2 y 3 Juan; fue corregido por un revisor que omitió 2 Pedro y 2 y 3 Juan. En un sínodo de c. 382 el espíritu controlador fue Jerónimo, por lo que 2 y 3 Juan fueron recibidos como del presbítero, mientras que el resto de las epístolas católicas fueron atribuidas a los apóstoles. Hebreos fue reconocida como la decimocuarta carta paulina. La influencia de Agustín fue dominante en los sínodos de Hipona (383) y Cartago (397), cuyo pronunciamiento fue en favor de trece epístolas paulinas, a las que se añadió Hebreos.

La historia del canon se cerró en el oeste a comienzos del siglo quinto, cien años antes que en el este.