Evaluación Writer Elaborada
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26/11/14
LA SUEGRA DEL DIABLOCarmen Lyra
aba una vez una viuda de buen pasar, que tena una hija. La muchacha era hermosa y la
madre quera casarla con un hombre bien rico. Se presentaron algunos pretendientes,
todos hombres honrados, trabajadores y acomodados, pero la viuda los despeda con su
msica a otra parte porque no eran riqusimos.
HUna tarde se asom la muchacha a la ventana,
bien compuesta y de pelo suelto. (Por cierto que el
pelo le llegaba a las corvas y lo tena muy
arrepentido). No haca mucho rato que estaba all,
cuando pas un seor a caballo. Era un hombre
muy galn, muy bien vestido, con un sombrero de
pita finsimo, moreno, de ojos negros y unos
grandes bigotes con las puntas para arriba. El
caballo era un hermoso animal con los cascos de
plata y los arneses de oro y plata. Salud con una
gran reverencia a la nia, y le ech un perico. La
nia advirti que el caballero tena todos los
dientes de oro. El caballo al pasar se volvi una
pura pirueta. Desde la esquina, el jinete volvi a
saludar a la muchacha, que se meti corriendo a
contar a su madre la ocurrido.
A la tarde siguiente, madre e hija bien alicoreadas, se situaron en la ventana. Volvi a
pasar el caballero en otro caballo negro, ms negro que un pecado mortal, con los
cascos de oro, frenos de oro, riendas de seda y oro y la montura sembrada de clavitos
de oro. La viuda advirti que en la pechera, en la cadena del reloj y en el dedito
chiquito de la mano izquierda, le chispeaban brillantes. Se convenci de que era cierto
que tena toda la dentadura de oro. Las dos mujeres se volvieron una miel para
contestar el saludo del caballero.
Al da siguiente, desde buena tarde, estaban a la ventana, vestidas con las ropas de coger misa, volando
ojo para la esquina. Al cabo de un rato, apareci el desconocido en un caballo que tena la piel tan
negra como si la hubieran cortado en una noche de octubre; las herraduras eran de oro y los arneses de
oro, sembrados de rubes, brillantes y esmeraldas.
Las dos se quedaron en el otro mundo cuando lo vieron detenerse ante ellas y desmontar.
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26/11/14
Las salud con grandes ceremonias. Lo mandaron pasar adelante, y la vieja que era muy saca la jcara1
cuando le convena, llam al concertado para que cuidara del caballo.
El desconocido dijo que se llamaba don Fulano de Tal, present recomendaciones de grandes personas,
habl de sus riquezas, las invit a visitar sus fincas y por ltimo, pidi a la nia por esposa. No haba
terminado de hacer la propuesta, cuando ya estaba la madre contestndole que con mucho gusto y
llamndolo hjo mo.
Desde ese da las dos mujeres se volvieron turumba; cada da visitaban una finca del caballero, cada
noche bailes y cenas; no volvieron a caminar a pie, solo en coche, y regalos van y regalos vienen.
Por fin lleg el da de la boda. El caballero no quiso que fuera en la iglesia sino en la casa y nadie se
fij en que al entrar el padre el novio tuvo intenciones de salir corriendo.
Los recin casados se fueron a vivir a otra ciudad en donde el marido tena sus negocios.
Desde el primer da que estuvieron solos, el marido dijo a la esposa a la hora del almuerzo que l saba
hacer pruebas que dejaban a todo el mundo con la boca abierta y que las iba a repetir para entretenerla;
1 vasija pequea de loza
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y diciendo y haciendo se puso a caminar por las paredes y cielos con la facilidad de una mosca; se haca del tamao de una hormiga,
se meta dentro de las botellas vacas y desde all haca morisquetas a su mujer; luego sala y su cuerpo se estiraba para alcanzar el
techo. Y esto se repeta todos los das al almuerzo y a la comida. En una ocasin vino la viuda a ver a su hija y sta le cont las gracias
de su marido. Cuando se sentaron a la mesa, la suegra pidi a su yerno que hiciera las pruebas de que le haba hablado su hija. Este no
se hizo de rogar y comenz a pasearse por el cielo y paredes y a repetir cuantas curiosidades saba hacer. La vieja se qued con el
credo en la boca y desde aquel momento no las tuvo todas consigo.
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26/11/14
El agua amarilla
Annimo
Un rey que haba llegado a ser rey siendo an muy
joven, andaba enamorado de la hija de uno de los
guardas que cuidaban de las tierras que
pertenecan al palacio.
Este guarda tena su casa dentro de los lmites de
los jardines de palacio y por eso el rey
acostumbraba a pasear por ellos con la esperanza
de encontrarse con la muchacha que l quera,
pero nunca consegua verla a solas y tena que
conformarse con contemplarla, a ella y a sus dos
hermanas, por entre los pocos huecos que dejaba
el tupido seto que rodeaba la casa.
As pasaban los das y el espritu del rey oscilaba
entre la ansiedad y la melancola.
Una de las veces en que entretena el tiempo
mirando a travs del seto, vio que las tres hijas del
guarda estaban a la puerta de su casa cosiendo
tranquilamente.
Entonces el rey aguz el odo y pudo escuchar
esta conversacin:
-Ay, cunto me gustara poder casarme con un
joven guapo que tuviera el oficio de panadero,
porque as tendra el pan asegurado para m y para
mis hijos durante toda la vida -eso lo dijo la
mayor de las hermanas.
-Pues a m -dijo la mediana- me gustara casarme
con un cocinero joven y guapo, porque entonces
tendra pan y comida para toda la vida.
Y entonces oy decir a la pequea, que era a la
que l amaba:
-Pues yo no quiero ninguno de esos dos maridos,
porque yo lo que quisiera es casarme con el rey
-y lo deca a sabiendas de que eso era imposible.
Y el rey que lo oy, rode el seto tras el que las
observaba, se present delante de las muchachas
y les dijo:
-He escuchado vuestros tres deseos y, cuando
queris, yo me ocupo de que se celebren esas tres
bodas en el palacio. T -dijo dirigindose a la
mayor- te casars con mi panadero; t -dijo
dirigindose a la mediana- te casars con mi
cocinero; y t -aadi dirigindose a la pequea-
te casars conmigo, porque yo soy el rey y t
eres la elegida de mi corazn.
Las tres hijas del guarda, aunque le encontraban
muy guapo y apuesto, pensaron que era uno de
los servidores del rey y se rieron de l, pero
entonces lleg el padre, que reconoci al rey, y
las tres comprendieron que era cierto lo que
haba dicho.
As que se casaron muy alegres y contentas las
tres.
Hellen Cubero Costa Rica
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