Eureka febrero 13

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Remando, remando seguimos caminando

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Cartagena de Indias

Cartagena de Indias

Texto: Marcaccio

María Luján Viajes

Nuevamente María Luján de Finisterre viajes,

con sus increíble relatos nos lleva de paseo

por el mundo. Esta vez el lugar elegido es

uno de los destinos latinos más bellos

de mundo.

Disfruten este artículo conociendo un poco

más de la hermosa Cartagena e

informandose con valiosos datos útiles por si

deciden visitarla.

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La ciudad de Cartagena de Indias fue, durante

la época de la colonia, uno de los principales

puertos de salida de las riquezas de América

hacia el Viejo continente, lo que la convertía en

“presa codiciada” para piratas y corsarios de

países enemigos de la corona española,

principalmente Francia e Inglaterra. Esto

condujo a la construcción de uno de los

sistemas defensivos más grandes de América,

compuesto por murallas, baluartes, fuertes y

fosas que tenían como único fin proteger los

tesoros que llegaban desde distintos puntos de

las colonias. Gran parte de este arsenal de-

fensivo sobrevivió hasta nuestros días. La

muralla principal que rodea al centro histórico

propiamente dicho se encuentra casi intacta.

Atravesando algunas de sus puertas, uno se

transporta en el tiempo viendo los edificios

coloniales con sus típicas rejas y sus balcones

de madera, las “plazas secas” y las callecitas

angostas por las que vale la pena caminar sin

rumbo fijo.

Una de las plazas más hermosas de este sector,

y el lugar indicado para comenzar un paseo por

él, es la Plaza de los Coches, que lleva este

nombre por un decreto de la alcaldía que

permitió, a fines del siglo pasado, que los

coches tirados por caballos estacionaran en

esta parte de la ciudad. Aquí se encuentra uno

de los lugares más interesantes para golosos: el

Portal de los Dulces En una especie de recova,

se juntan los vendedores ambulantes de dulces

y ofrecen una variedad increíble de golosinas

tan vistosas como ricas, que tientan a todos los

que pasan por allí.

En el recorrido por la ciudad amurallada no

puede obviarse la Plaza de Santo Domingo,

donde se concentra la mayor cantidad de bares

que ponen sus mesas al aire libre. A la hora de

hacer compras, lo ideal es dar un paseo por Las

Bóvedas, un antiguo edificio que se utilizaba

como refugio de los soldados en donde

actualmente hay locales de artesanías y

productos regionales.

Los amantes de los museos pueden visitar

alguno de los tantos que hay en Cartagena. Se

destacan el Museo de la Inquisición, que nos

transporta a la vida colonial en la ciudad y el

Museo Naval del Caribe, donde entre otras

cosas se puede ver como se construyó y cómo

funcionada el sistema defensivo de Cartagena.

Para terminar el día, nada mejor que ir al

famoso Café del Mar, un bar que se encuentra

sobre la muralla y desde dónde las vistas del

mar al atardecer son bellísimas.

Frente a la ciudad amurallada se extiende el

barrio de Getsemaní, que si bien pertenece al

centro histórico de Cartagena, no tuvo la suerte

de ser restaurado en la misma medida. Su

aspecto da quizás la sensación de abandono y

descuido, pero permite ver cómo estaba el otro

sector del casco antiguo antes de ser arreglado.

Es un barrio con mucho movimiento, tanto de

locales como de turistas, mucho tránsito,

comercios de todo tipo, vendedores

ambulantes...en fin, un escenario interesante

para ver otra parte de la ciudad, no tan

preparada y presentada quizás para el turismo

internacional. Luego de caminar unas cuadras

por Getsemaní llegamos al

imponente Castillo de San Felipe de Barajas, el

fuerte militar más importante que levantó

España en América. Fue construido en el siglo

XVII sobre el cerro San Lázaro y su interior es un

verdadero laberinto de túneles, puertas falsas y

pasadizos que pueden recorrerse siempre y

cuando se soporte la sensación de encierro que

da el hecho de estar unos cuantos metros bajo

tierra.

Cartagena en sí no se destaca por sus playas. Si

bien las hay, distan bastante de la imagen del

Caribe que solemos tener. Para disfrutar de

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aguas transparentes, tenemos que alejarnos de

la ciudad y visitar, por ejemplo, las Islas del

Rosario. Se trata de un conjunto de islas de

origen coralino. Muchas de ellas tienen pa-

radores (imaginen algo similar a los paradores

de nuestras playas), con servicios de bar,

restaurante, sombrillas, reposeras...incluso

algunas ofrecen hospedaje. Para quienes no

pretenden una estadía en las islas, es posible

visitar alguna de ellas en el día, desde

Cartagena. Se sale por la mañana del Muelle de

los Pegasos, donde cada isla tiene su boletería y

ofrece por un determinado precio un paquete

que incluye transporte en lancha, almuerzo y

uso de las instalaciones. En esta oportunidad,

no hay que dejarse tentar por el precio: las

opciones más baratas terminan siendo poco

convenientes por la calidad de los servicios que

brindan o bien porque las playas son de mala

calidad. Otra posibilidad para disfrutar del

agua caribeña a poca distancia de Cartagena es

Playa Blanca, en la Isla de Barú. Es una de las

playas más hermosas de esta zona, con arena

blanca y agua cálida, transparente y calma, cual

piscina. Los más aventureros suelen quedarse a

dormir por un par de noches en las hamacas

que se alquilan, un alojamiento económico

para quienes no tienen pretensiones y

sacrifican comodidad por ver el amanecer en

un lugar de sueño.

DATOS ÚTILES

Cuándo viajar. Se puede viajar en cualquier momento del año. Al

encontrarse en el Caribe sur, no hay grandes tormentas. Si hay

épocas con más precipitaciones (mayo a noviembre), pero nada que

impida disfrutar de la ciudad.

Cómo moverse. El transporte dentro de la ciudad resulta bastante

económico, incluso los taxis, con los que hay que negociar el precio

de antemano. También están las busetas, equivalentes más

pequeñas, a nuestros colectivos urbanos. Aunque algo mas

desordenadas (no es raro que se paren durante unos cuantos

minutos mientras el asistente del conductor se baja y junta

pasajeros en la calle), es una forma barata y muy divertida de

moverse por la ciudad.

Dónde alojarse. La mayor parte de los turistas optan por

Bocagrande, un sector moderno con una gran oferta de hoteles para

todos los bolsillos. En la ciudad amurallada hay muy buenos hoteles,

todos en edificios históricos, pero sus precios no suelen ser

económicos. En el sector de Getsemaní hay principalmente hostels y

alojamientos económicos y sencillos para quienes tienen un

presupuesto más acotado.

1.TUNEL DEL

FUERTE DE SAN

FELIPE.

2.MUELLE DE LOS

PEGASOS.

3.CIUDAD

AMURALLADA

4. MURALLA.

5.PLAYA BLANCA

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Aprendé adecir que

NO!NO!NO!NO

nono

nono

nononono no

noNO

no

no

no

NONO

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Cuando queremos decir "no" y decimos "sí",

estamos devaluando nuestro "sí"

Comunicarse eficientemente con los demás,

con precisión y empatía y dejando un poco de

imagen positiva ante nuestros interlocutores,

es uno de los cometidos clave en una vida en

sociedad.

Se trata de un proceso complejo, en el que

debemos articular habilidades aprendidas y

talentos naturales (como el dominio del len-

guaje oral y gestual, el don de la oportunidad, la

adecuada gestión de las emociones, el encanto

personal…), y en el que hemos de combinar la

tolerancia necesaria para aceptar y entender al

otro, con la capacidad de expresar nuestras

opiniones o preferencias.

Hay dos cosas que a muchas personas les re-

sultan problemáticas o difíciles: una es de pedir

o solicitar favores y la otra, decir "no".

Centrándonos en esta última cuestión, dar res-

puestas negativas supone un esfuerzo, em-

peñados como estamos en caer bien, en re-

sultar tolerantes, comprensivos, amables y

diligentes. La timidez y el déficit de autoestima

son problemas añadidos a la hora de decir que

no.

Todo empieza en la infancia

Entre las primeras actitudes que aprende un

niño, la de negarse, la de rebelarse ante sus

padres, ocupa un lugar preferente. Oponerse es

la mejor manera que el niño o niña tiene para

afirmarse. Es una forma de marcar una dife-

rencia entre ellos y el exterior, una defensa ante

la sensación de invasión que perciben por el

requerimiento constante que viene de su en-

torno. Con el paso de los años, la estrategia de

él no va remitiendo, aunque en la adolescencia

recobra su fuerza y se erige casi en patrón de

conducta.

Pero en la medida que el joven va asumiendo

mayores cuotas de responsabilidad y

autonomía, le resulta más difícil decir no.

Comienzan a adquirir relevancia plantea-

mientos como los de evitar problemas inne-

cesarios y propiciar un buen ambiente en su

entorno, caer bien a los demás, soslayar las

discusiones… El problema surge, cuando esta

tendencia se consolida en exceso y, por timidez,

comodidad o pragmatismo, se convierte en

hábito.

Hay que diferenciar entre no contrariar a

nuestros interlocutores porque coincidimos

con sus propuestas, opiniones o planteamien-

tos, y entre hacerlo por sistema, siempre y en

cualquier circunstancia.

Si no manifestamos nuestro desacuerdo

cuando discrepamos en cuestiones importan-

tes, o si hacemos lo que consideramos inapro-

piado o lo que resulta perjudicial para nuestros

intereses, anteponemos las necesidades,

opiniones o deseos de los demás a los nuestros.

Esto puede causarnos, además de los

previsibles perjuicios de índole práctica, pro-

blemas de autoestima, y puede trasmitir de no-

sotros una imagen de personas con poco

criterio.

Tras esta conducta complaciente, puede ha-

llarse la creencia que llevar la contraria o no

aceptar tareas que consideramos incorrectas o

que no nos corresponden, conduce a que se

nos vea (o nos veamos) como egoístas. Muchos

piensan que eso es casi lo peor que les pueden

llamar, hasta tal punto tienen asumido que la

generosidad, la compasión, la empatía y la

incondicionalidad son atributos positivos y del

todo contrapuestos al egoísmo natural -y hasta

cierto punto, lógico-, de las personas.

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¿Por qué el miedo a decir no?

Algunas personas sufren cada vez que se han

de negar a algo, bien sea por miedo a defraudar

las expectativas de otros, bien por temor a no

dar "la talla" o a no saber argumentar su ne-

gativa, o por simple pereza y comodidad.

Se trata, en definitiva, del miedo a no ser

valorados y queridos. Nuestra necesidad de ser

valorados, atendidos y tenidos en cuenta,

puede llevarnos -desde el espejismo que crea

una autoestima poco asentada-, a mostrar una

constante disponibilidad a todo, lo que nos

sume en una dependencia no sólo de los

demás, sino de esa imagen desde la que

actuamos, dejando de ejercer nuestro derecho

a decir "no".

Esa dependencia dificulta nuestra evolución

personal, dinamita nuestra autoestima e

imposibilita el libre ejercicio de la respon-

sabilidad, que propicia unas saludables y

equilibradas relaciones de interdependencia

con los demás, en las que decimos "sí" cuando

lo consideramos adecuado y en las que

mantenemos vigente la posibilidad a decir "no".

La fuerza del sí

Un "no" a secas, resulta demasiado expeditivo;

después del "no" conviene decir "sí", aunque

sea a la postura contraria de la de nuestro

interlocutor, proporcionando alternativas,

exponiendo y defendiendo nuestros argu-

mentos con convicción y firmeza pero eso sí, sin

herir ni menospreciar a nadie. Y esto sólo es

posible si previamente sabemos decir "no" sin

sentirnos culpables por ello.

Cuando queremos decir "no" y, sin embargo,

decimos "sí", estamos devaluando nuestro "sí",

ya que, de puro rutinario, lo hemos despojado

de su verdadero valor. Y devaluar nuestra

afirmación, es hacerlo con nuestro crédito

como personas que sienten, piensan y tienen

criterio propio. Equivale a devaluarnos ante los

demás y ante nosotros mismos.

Hemos de buscar un equilibrio que nos permita

ser tolerantes y comprensivos, pero siempre

habilitando un espacio para expresar nuestros

matices o discrepancias. Si cedemos siempre,

nos estamos haciendo daño. Si no somos

capaces de decir "no", pensaremos que a los

demás les puede ocurrir lo mismo, y cada vez

que obtengamos una afirmación a algo que

pedimos o comentamos, dudaremos de si

realmente es una respuesta sincera, y por ende,

si importamos a nuestro interlocutor.

Ser nosotros mismos

Conectar con nuestras necesidades, atender a

lo que queremos y necesitamos, priorizar el

cómo estamos en cada momento y situación,

nos obliga a saber decir "no". En ocasiones,

decir "no", deviene necesario para conocernos,

para significarnos y mostrarnos al mundo tal

como somos. Desde la sinceridad empática

(acercándonos a la situación del interlocutor),

entablaremos unas relaciones de autenticidad,

en las que impere un diálogo más veraz, fluido y

constructivo. Y podremos decir que sabemos

con quién hablamos y cómo se encuentra la

persona con la que lo hacemos. Hay

demasiadas relaciones vacías, formales,

vestidas de cordialidad y buenos modales. Una

cosa es la sociabilidad y otra muy distinta, la

hipocresía del "quedar bien" a toda costa.

Digamos "no" cuando queremos decir "no"

* No nos sintamos culpables por decir "no".

*Dar (adecuadamente) prioridad a nuestras ne-

cesidades, opiniones y deseos no es una mani-

festación de egoísmo, sino de responsabilidad,

autoestima y madurez.

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Vale la pena leer estos consejos a la hora de viajar con perros y

gatos.

Entre el calor agobiante y las vacaciones, esta es una época

agotadora.

A todo esto se le suman los cuidados de las mascotas y la gran

pregunta a la hora de partir: ¿qué hacer con ellas? Para no

alarmarse, es necesario tener algunos factores en cuenta para

sobrellevar esa situación con calma.

Cómo cuidarlos mejor.

Si el viaje es por unos pocos días, es recomendable dejar la

mascota al cuidado de algún amigo, familiar o conocido del

animal para que no se sienta abandonado.

¿Lo ideal? En el caso de los perros, es visitarlos regularmente

para darles de comer, acompañarlos y jugar con ellos.

En cambio, los gatos no necesitan tanto cuidado porque

suelen ser más independientes, pero sí ir como mínimo cada

dos días para poder dejarles el alimento necesario y

cambiarles las piedritas sanitarias.

Cómo llevar a las MASCOTAS DE VACACIONES

“Si hay que llevar las

mascotas, las

consignas para que

se sientan a

gusto es

llevarles el mismo

alimento, además,

viajar con algún

juguete, manta o

camita conocida

para generar

confianza.”

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Como en casa

En viaje

En el caso de no contar con nadie, una buena posibilidad son

las guarderías. Para encontrar la mejor, preguntale al

veterinario de cabecera. Un experto que conoce y nunca falla.

Como segundo paso, “chequear la higiene de las

instalaciones, los otros animales y cómo son las personas que

los cuidan”, sugiere el médico veterinario Darío Laham, del

Laboratorio Labyes.

“También es importante que no haya un elevado número de

animales, así el cuidado es más personalizado”, agrega el

veterinario José Luis Molina. Y a las hembras es recomendable

no llevarlas en el período de celo, para evitar problemáticas

con los machos.

Alicia Barreto, directora de Ocikos, una guardería y geriátrico

para perros, cuenta que para ingresar “deben tener todas las

vacunas dadas, en especial, la séxtuple y la antirrábica, un

tratamiento antiparasitario y la pipeta antipulgas, dada 10

días antes de dejar la mascota”.

Y agrega que “el 50% de los perros se adaptan con facilidad y

otros tienen ‘ansiedad por separación’, que produce ciertos

síntomas digestivos”.

Algunos lugares cuentan con rutinas de juegos y otros, sim-

plemente los dejan en libertad. “Es una libertad controlada

con alambrados cementados. Los dividimos en grupos según

su carácter, afinidad y edad, para evitar peleas y

descontentos”, advierte la veterinaria Barreto.

Si hay que llevar las mascotas, las consignas para que se

sientan a gusto es llevarles el mismo alimento así no se corre

el riesgo de no encontrar la misma marca y causar posibles

enfermedades.

Y además, viajar con algún juguete, manta o camita conocida

para generar confianza. Una vez en el lugar, es imprescindible

controlar los perros, sobre todo, porque “tienen el instinto de

deambular. Hay que mantenerlos cerca y cuidar de que no se

escapen”, explica Molina, quien además es jefe del

departamento de Zoonosis del Instituto Pasteur. Por eso

siempre incluir una identificación y número de contacto en el

collar.

En el caso de ir en auto, “los gatos no están acostumbrados.

Por eso son perfectas las jaulas transportadoras y si están

inquietos, brindar algún sedante que siempre tiene que estar

indicado por el veterinario”, advierte Molina.

¿Y los perros? “La situación es diferente ya que tienden a viajar

más” explica, “pero se puede dar una cinetosis (mareos,

vómitos, aumento de la salivación) en los trayectos largos,

que se controla con un calmante”, agrega. Su consejo: “parar

periódicamente, cada hora y media y hacerlo caminar un

poco”.

Hay que resguardar la seguridad no sólo del perro, sino

también de cada una de las personas en el vehículo. Un

animal en movimiento puede resultar un peligro para el

conductor. Por eso, hay que tener en cuenta el tamaño del

perro.

“A los pequeños es mejor llevarlos en jaula y a los más grandes

sujetos con dispositivos especiales para mascotas, como se

atan a los bebés”, indica Miguel Sarfati, secretario del Consejo

Profesional de Veterinarios.

A la hora de volar, es necesario ver los requerimientos no sólo

de la compañía aérea, sino también de los países a visitar. En la

página del SENASA están todos los formularios. Las pautas a

seguir dependen de las características de las aerolíneas y sus

exigencias.

“En general, para vuelos nacionales piden el certificado anti-

rrábico, de buena salud, hecho con más de una semana, y de

vacunación”, dice Molina. Desde la web, Aerolíneas Ar-

gentinas, “exige una serie de trámites que tienen que ver con

la documentación necesaria, el acondicionamiento para el

viaje y los requisitos para el ingreso al destino donde se viaja”.

Requisitos básicos para veranear seguros.

Fuente: http://www.entremujeres.com/hogar-y-familia/mascotas/mascotas-vacaciones_0_622137864.html

http://www.contexto.com.ar/nota/93884/C%C3%B3mo_llevar_a_las_mascotas_de_vacaciones.html

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