Eugenio Espejo (1)

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  • VIDA, PASIN Y MUERTE DEEUGENIO FRANCISCO XAVIER DE

    SANTA CRUZ Y ESPEJO

    V I D A , P A S I N Y M U E R T E D E

    E U G E N I O F R A N C I S C O X A V I E R D E

    S A N T A C R U Z Y E S P E J O

  • Paco Moncayo Gallegos.Alcalde Metropolitano de Quito.

    Carlos Pallares Sevilla.Director Ejecutivo del Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultura l .

    VIDA, PASIN Y MUERTE DEEUGENIO FRANCISCO XAVIER DE SANTA CRUZ Y ESPEJO

    Autor: Marco Chiriboga Villaquirn

    FONSAL 2005Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultura l .

    Coordinador General de la EdicinAlfonso Ortz Crespo

    Copyright Marco Chiriboga Villaquirn

    I S B N - 9 9 7 8 - 9 2 - 3 9 7 - 7

    R e a l i z a c i nTRAMA ediciones.Direccin de A r t e : A r q . Rmulo Moya Pe ra l t aD i a g ra m a c i n : Diego EnrquezP r e p r e n s a : I n g . Juan Moya Pe ra l t a

    D i r e c c i n : Eloy Alfaro N3485, E d i f. Marinoar PB, Q u i t o - E c u a d o r.

    Te l f s : (593 2) 2 246 315 / 2 243 317

    E - m a i l : e d i t o r @ t ra m a . e c

    i n f o @ t ra m a . e c

    w w w. t ra m a . e c

    I m p r e s i n : Imprenta Mariscal.Hecho en Ecuador por T R A M A .

  • VIDA, PASIN Y MUERTE DEEUGENIO FRANCISCO XAVIER DE

    SANTA CRUZ Y ESPEJO

    Marco Chiriboga Villaquirn

    Homenaje de la ciudad de Quito al Precursor de la Independenciaen el CCX aniversario de su muerte

    2005

    V I D A , P A S I N Y M U E R T E D E

    E U G E N I O F R A N C I S C O X A V I E R D E

    S A N T A C R U Z Y E S P E J O

  • NO TA D E L AU T O R

    ESTA OBRA ES UNA VERSIN ABREVIADA DE VIDAPASIN Y MUERTE DE EUGENIO ESPEJO TRABAJO QUEOBTUVO EL SEGUNDO PUESTO EN EL CONCURSO NACIONAL DEBIOGRAFAS PROMOVIDO POR EL CONSEJO NACIONAL DE CULTURAEN EL AO 2001.

    En el libro original, se encuentra completa la correspondenciade Espejo al Rey, a las autoridades y la que dirige a sus amigos. En lapresente edicin se han abreviado ciertos pasajes de su vida y las sem-blanzas de los personajes con los que mantuvo relaciones, tanto apolo-gistas como detractores. Ejemplo, la trayectoria mdica del padre deEspejo, la procedencia espaola de la familia de Catalina AldazLarrancair, su madre, sus aos de estudiante, su graduacin y penuriasa las que se le someti para obtener el ttulo de mdico, las cartas deEugenio al padre Joseph del Rosario, los trminos del juicio que iniciaMara Chiriboga contra Espejo y otros detalles minuciosos que constanen la versin original. Se han omitido algunos captulos como la expul-sin de los jesuitas, la Rebelin de las Alcabalas, levantamientos indge-nas, etc., que sucedieron en el tiempo de vida de Espejo y pudieronhaber influenciado en su pensamiento, que si bien son importantesdesde le punto histrico, no menoscaban de ninguna manera la unidadnarrativa que ha pretendido el autor.

    Es decir, lo sustancial de esta biografa novelada de FranciscoXavier Eugenio de Santa Cruz y Espejo, escrita por Marco ChiribogaVillaquirn, se mantiene intacta y est basada en documentos histricosabsolutamente verificables.

    7Marco Chiriboga Villaquirn

    N O T A D E L A U T O R

  • 9Marco Chiriboga Villaquirn

    CO N T E N I D O

    Nota del Autor.............................................................................C o n t e n i d o . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .P r l o g o . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Leer a Espejo................................................................................Los ltimos das...........................................................................La casa en la calle del Mesn........................................................Espejo bachiller: los primeros aos...............................................Espejo mdico..............................................................................Las campanas de Santo Domingo repican a muerte, Mara Catalina Aldaz Larraincar!...............................................Breve historia de una infamia........................................................Juan Pablo de la Santa Cruz y Espejo: otro bachiller enla familia..................................................................................La voz de Luis de la Santa Cruz y Espejo ya no seescuchar en la casa de la calle del Mesn...................................Primera prisin.............................................................................Segunda prisin............................................................................Camino a Nueva Granada............................................................El regreso a casa...........................................................................El principio del final: tercera prisin.............................................Camino a la libertad.....................................................................Bibliografa..................................................................................

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    C O N T E N I D O

  • PR L O G O

    ESTA ES LA HISTORIA DE UN HOMBRE Y SU FAMILIA.La historia de un mdico que contribuy con su talento y

    sacrificio para que su patria y su gente surjan del terrible yugo de laignorancia al que se le haba sometido.

    La historia de una familia, que olvidando sus propias ambi-ciones individuales, aun esfuerzos y valor para servirle de soporte ensu lucha imposible.

    Es la historia de un indio de nombre Luis Chusig, que luegoquiso llamarse Luis Bentez y finalmente Luis de la Santa Cruz y Espejo,quien super su condicin de p a j e de los frailes del Hospital de laM i s e r i c o rdia para convertirse en uno de los ms importantes cirujanos dela Real Audiencia de Quito, y su heroico esfuerzo para educar a sus hijos.

    Es la historia de Mara Manuela, la hermana ilustrada yvaliente que a la muerte de su madre, asume su papel, conduce a sushermanos mayores Eugenio y Pablo hacia el camino de la gloria y con-trae matrimonio con Jos Meja Lequerica, otro de los grandes hombresque produjo el mestizaje en nuestro pas.

    Es la historia de Juan Pablo, el nio que se convierte en cura,algo dscolo en su vida privada, pero que enarbola en su corazn la ban-dera de la libertad con la que suea su hermano mayor.

    Esta es la historia de Francisco Xavier Eugenio de Santa Cruzy Espejo, primognito de Luis Chusig, Luis Bentez, Luis de la SantaCruz y Espejo y Mara Catalina Aldaz Larraincar y la casa que stecompr en la calle del Mesn, para que sus hijos fueran felices.

    11Marco Chiriboga Villaquirn

    P R L O G O

  • LE E R A ES P E J O

    ESTUDIAR A EUGENIO ESPEJO ES UNA AVENTURA QUENOS CONDUCE AL ASOMBRO.El cmulo de conocimientos que posee es tan vasto, abarca

    prcticamente todos los campos del saber que se nos hace difcil imagi-nar que una persona, en su plena juventud, en un medio totalmente ale-jado de los centros de desarrollo econmico y cientfico, en una pocaen que el acceso a la educacin estaba prohibida a los indios y mestizos-Espejo fue mestizo-, hubiese podido llegar a tan encumbrado punto dela ilustracin. Este hecho, sumado al profundo sentido patritico quefue su fuerza motriz, lo llevaron a formular la simple ecuacin por laque rigi su vida y fue, al mismo tiempo, la paradoja que le condujo aencontrar la muerte.

    Para Francisco Xavier Eugenio de Santa Cruz y Espejo,Cultura fue sinnimo de Felicidad. Un pueblo educado era un pueblofeliz. Esta dicha, segn su ptica, le conducira al progreso y una vezalcanzada esa cima, tena derecho a reclamar su libertad. Un pueblo alque sus gobernantes no le permiten incorporarse a las corrientes delsaber, sufre la ms cruel de las esclavitudes. La mayor opresin est sim-bolizada en la ignorancia.

    Con afanoso empeo, algunos historiadores han buscado lamanera de ubicar la frase, el momento, el hecho contundente en su com-pleja biografa, para entresacarlo y convertir a Espejo en el paladn denuestra libertad. Otros, por la magia de sus propios conocimientos lohan encontrado filsofo, telogo, bibliotecario, periodista, pedagogo,salubrista, economista, bilogo, epidemilogo, en fin. Sin embargo, juz-gamos que este anhelo de determinarlo en un espacio del saber o de laespecialidad, ha quedado y quedar a medio camino, entre el ser y noser. A la opinin personal, a la inclinacin del estudioso de turno, a la

    13Marco Chiriboga Villaquirn

    L E E R A E S P E J O

  • sensacin que caus en el ocasional observador de este inmenso hom-bre en el sentido cabal de la palabra que fue Espejo.

    Nosotros creemos que la libertad pregonada por Espejo fue ladel espritu y no la de las fronteras terrenales. Su Patria era la Ciencia.Su nico anhelo, encontrar la Verdad y, a travs de ella, la Justicia.

    En este ensayo biogrfico, en el que las reflexiones del autorno cuentan, hemos dejado a un lado, en lo posible, la parcialidad y noshemos limitado a seguir de una manera lineal y estrictamente documen-tada, por supuesto, su doloroso transcurso por la vida. Se anotanhechos y circunstancias que pudieron haber afectado de una u otramanera su espritu y formado su pensamiento. Nada ms.

    Existen autores que lo han ensalzado hasta el borde de lacursilera y, crticos que lo han vilipendiado sin haber estudiado enconjunto la magnitud de su obra; sin comprender la complicada pocaen la que vivi y las extremas condiciones en las que tuvo que desen-volverse. Mas, insistimos, no se ha tratado de encontrarlo en su ver-dadera dimensin: la de un nio que sufri la injusticia de la discrimi-nacin, la de un joven de un talento portentoso, limitado por lamediocridad de sus maestros; la de un hombre apasionado que sufrien carne propia el oprobio y la humillacin de pertenecer al lado delos vencidos y, por ello, a pesar del tiempo transcurrido, de los libro sescritos, sigue siendo hasta hoy, para los ecuatorianos y para elmundo, ese famoso desconocido.

    El yugo del que realmente quiso librarnos fue el de la ignoran-cia, consciente que de conseguirlo, se iniciara el proceso natural que con-duce a la emancipacin, a la libertad a la que aspiran todos los hombre scultos. La libertad que l goz a pesar de sus penurias. La libertad por laque l vivi y muri. Francisco Xavier Eugenio de Santa Cruz y Espejo,en ese sentido es nuestro Libert a d o r, a pesar que no empu las arm a spara sacarnos a fuego y sangre de una serv i d u m b re que se haba torn a d o

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  • insostenible. l solamente habl del hombre que se emancipa de su pro-pia pequeez y su libertad se convierte en una fuerza incontenible!

    Espejo muri la ms dura de las muertes: la que causa la bar-barie. Muri el mismo da que pronunci su inconmensurable Discursoa los quiteos, previo a la publicacin del primer peridico que apare-ciera en la poca de la Colonia, Primicias de la Cultura. Espejo muriel da que dio a luz con su anticipada Acta de Defuncin su sueo msgrande, La Escuela de la Concordia, institucin destinada a fomentar elprogreso cultural y cientfico de los habitantes de la Real Audiencia deQuito a la que tanto am.

    Espejo fue si lo estudiamos desde un punto de vista objetivo-su propio ejrcito. Su nica arma fue la verdad. Sus municiones, losinnumerables libros con los que nutri su vida inteligencia. Su campode batalla se extendi a todos los rincones donde sufra un habitante dela patria; todos aquellos antros que cre la Conquista y donde se habaanidado la ignorancia. Su bandera, la cultura. Su enemigo, la mediocri-dad que como medio de opresin haba impuesto el conquistador a susconquistados. Su triunfo, cada uno de sus dolorosos das, cada uno desus pensamientos, cada uno de sus libros, cada uno de sus sueos, cadauna de sus prisiones. Su misma muerte!

    Espejo muri diciendo:

    Quiteos, sed felices. Quiteos, levantad la frente a vuestrofuturo. Quiteos, sed los dispensadores del buen gusto, de lasartes y las ciencias...

    Nos han movido dos razones para llevar a cabo este trabajo:la de fondo, contribuir a que se conozca a un extraordinario ser huma-no, en toda la magnitud de su pensamiento y los principios morales queintent legarnos. La formal, nuestro idioma ha evolucionado y al lectoractual le resulta un tanto engorroso leer los textos en sus originales que

    15Marco Chiriboga Villaquirn

  • abundan en trminos que han cado en desuso y es necesario actualizar-los. -Esperamos haberlo conseguido-.

    Nos hemos permitido realizar una traduccin libre de algu-nos textos para facilitar su comprensin y el traductor ha completadoalgn pensamiento para organizar ciertos conceptos, con el nico fin dedar fluidez a la lectura. Espejo, en su maravillosa y a veces desatadaeuforia intelectual, salta de un pensamiento a otro; viaja por el senderode una materia para embarcarse, sin previo aviso y en mitad del cami-no, en otra diferente, o se refiere a un personaje que nada tiene que vercon el asunto que estaba tratando, como quien hace una nota para vol-ver a ella en una oportunidad cercana.

    Esta breve semblanza de Xavier Eugenio de Santa Cruz yEspejo est basada en su totalidad en extractos de documentos queconstan en la bibliografa inserta. Los dilogos son producto del narra-dor, pero sustentados siempre en hechos histricos.

    El autor ha pensado necesario ubicar, en lo posible, las cir-cunstancias en las que vivi el personaje: el ambiente social, econmicoy moral de la Real Audiencia de Quito. Por esta razn se detiene, enocasiones, en hechos en los que Espejo no estuvo involucrado directa-mente, o no particip en forma activa, pero que indudablemente afec-taron su espritu, su manera de pensar y consolidaron finalmente sumanera de ser.

    Nos hemos permitido incluir en esta biografa, textos parcia-les o completos de documentos que han ido apareciendo en los archivosde la Academia Nacional de Historia y en el Archivo Nacional algu-nos que no han sido publicados hasta el presente-. Nos hemos aprove-chado del trabajo investigativo de otros autores que tuvieron acceso aarchivos a los que nosotros no hemos podido llegar por falta de tiempoo recursos; se ha ledo con detenimiento tantos y cuantos libros se hanpublicado sobre Espejo hasta la fecha en la que se realiza esta publica-

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  • cin; de igual manera hemos tomado nota de aquellos trabajos y mono-grafas que se han ido sucedindose conforme el inters que nuestropersonaje va suscitando en los estudiosos. Otras veces hemos recurridoa los mismos textos y correspondencia de Espejo, actualizando en algu-nas partes la redaccin para hacerla ms comprensible al lector y segnlo exiga la necesidad narrativa, hasta tratar de encontrar al hombre querealmente fue.

    De tal manera, que esta Vida, pasin y muerte de FranciscoXavier Eugenio de Santa Cruz y Espejo es, en resumen, un libro escritoen colectivo. El que firma ha actuado de Secretario ad-hoc y as es comose entrega al lector este trabajo.

    Marco Chiriboga Villaquirn

    Quito, diciembre de 2005

    17Marco Chiriboga Villaquirn

  • Retrato autntico de Eugenio Espejo en un lienzo del Hospital San Juan de Dios

  • LO S LT I M O S D A S

    -NO T O D O E S A M A R G U R A, H E R M A N A. NO T O D OH A S I D O U N F R A C A S O!- P R O N U N C I C O N D I F I-C U LTA D E L M O R I B U N D O. CO N S U T O N O D E V O Z C E R E M O N I O S O, C O N E LA C E N T O C A S T I Z O Q U E S I E M P R E C U LT I V Y E R A PA RT E D E S U I D E N T I D A D.

    - Soy un hombre libre, despus de todo, Manuela. Este es unmilagro por el cual debemos dar gracias a Dios. Soy libre.

    Hizo intencin de acercar a sus ojos la Biblia que sostena enlas manos, pero no le fue posible. Se encontraba demasiado dbil.Entonces pregunt por el Notario.

    - Vendr pronto Eugenio Xavier. Llegar enseguida. No com-prendo el porqu de un testamento, si te vas a poner bien- mintiManuela.

    - Me entristece que Juan Pablo no pueda estar con nosotros.Los dos han sido tan buenos conmigo. Ms que hermano, fue un buenamigo. Pobre de l, tambin preso. Y t, Manuela, soportando mislocuras, alimentando mis sueos. No recuerdo a mam, se nos fue tanpronto. Sin embargo t, Manuela. T siempre Manuela. T siempre...!

    La mujer se sent junto a su hermano y le acarici la frente.

    - No hables, se te ve cansado. Te siento tan triste. Jos Mejaest con nosotros. Fue a buscar unos medicamentos. Debes pensar enotras cosas. Te queda tanto por hacer. Tantos libros por escribir.

    19Marco Chiriboga Villaquirn

    L O S L T I M O S D A S

  • - No ests enfadada con Juan Pablo, Manuela, no tiene culpa.El Presidente iba a condenarme de todas maneras y ese asunto conFrancisca Navarrete fue forjado para causarnos dao.

    - T sabes que es bueno y ha estado conmigo en todos lostrances-. La fiebre iba en aumento y el enfermo se esforzaba por darsentido a sus ideas. Los ltimos meses en la crcel acabaron con su fr-gil salud.

    Entonces lleg Jos Meja Lequerica, el joven amigo de lafamilia. Se detuvo en la puerta hasta que sus ojos se acostumbraron a lapenumbra. En un rincn la cama y en ella, su maestro Eugenio, a sulado, Manuela. Sobre la mesita de noche un crucifijo y la vela de sebocuyas tenues lenguas de fuego colaboraban a poner un toque ttrico ala habitacin. En el regazo una Biblia y su orden de libertad, ms all,una silla de mimbre y unos libros.

    - Eso es todo lo que queda de su vida iluminada- cavil JosMeja. - Eso y nosotros, eso y su soledad. Eso y nada ms...

    El joven se acerc y coloc sus manos sobre los hombros deManuela. La extraordinaria mujer de quien estaba enamorado a pesarde que le doblaba en edad. Esa maravillosa persona a la que admirdesde que tuvo el privilegio de entrar a casa de los Santa Cruz y Espejo,en la calle del Mesn, ms arriba de la suya, donde viva con su madre;a unos cuantos pasos de la cruz de piedra de la iglesia de SantoDomingo. La vea desmoronarse junto a su hermano. Esa mujer queimpresionaba por su fuerza de voluntad, se haba transformado en unafrgil criatura.

    Jos Meja tom el pulso al enfermo. Eugenio le ense cmohacerlo en esas increbles tardes en las que dejando sus propias lecturasle dedicaba tiempo para ilustrarlo con su sabidura.

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  • No pudo evitar estremecerse. La muerte estaba cerca. El cora-zn lata con dificultad. La respiracin entrecortada y el estado febril desu maestro le preocupaban. Iba a morir.

    - Como a Jesucristo- murmur. - Como a Nuestro SeorJesucristo- mordi las palabras. - Unos inconscientes lo han condenadoa muerte: Garca Pizarro, Villalengua, Muoz de Guzmn, Joseph delRosario, un egosta que nunca pudo perdonar la superioridad intelec-tual de los Espejo. Vallejo, Rengifo, Mazorra, en fin...

    Mariano Mestanza, el Notario, regres con el testamentopasado a limpio. Lo acompaaban Agustn Lpez y Sosa, AntonioJaramillo y Francisco Villalobos, que serviran como testigos.

    Eugenio sinti su presencia y solicit que diera lectura al con-tenido de su ltima voluntad. - Quiero que todo est en orden,Manuela. Que nada se me olvide. Ponme cmodo y aumenta un pocode grasa al mechero para que Dn. Mariano y sus amigos no sufran inco-modidades-. Los testigos, cohibidos ante la presencia del formidabledoctor Espejo, que an moribundo impona respeto, se ubicaron alrede-dor de la cama. El notario inici la lectura:

    En San Francisco de Quito, en 23 de diciembre de 1795. Enel nombre de Dios todo poderoso. Sepan que este es mi testa -mento ltimo y postrimera voluntad, y vieren, cmo, yo, elDr. Francisco Xavier Eugenio de Santa Cruz y Espejo, mdi -co de profesin; natural y vecino de esta ciudad, hijo legtimoy de legtimo matrimonio de Dn. Luis Santa Cruz y Espejo yde Da. Mara Catalina Aldaz Larraincar ya difuntos, vecinosque fueron de esta dicha ciudad:

    Como el morir es cosa muy natural a toda criatura viviente yla hora es incierta, deseando por esto, dejar arregladas todaslas cosas tocantes al descargo de mi conciencia, hago y orde -

    21Marco Chiriboga Villaquirn

  • no este, mi Testamento, ltima y final voluntad, de la manerasiguiente:

    Primeramente, encomiendo mi alma a Dios, dejando lasdems exequias funerales a disposicin de mi Albacea, por seresta mi voluntad.

    tem, mando a las mandas acostumbradas, a un real a cadauna de ellas, con inclusin de la venerable sierva de DiosMariana de Jess, y dos reales a la Casa Santa de Jerusaln,que todo lo separo de mis bienes...

    tem, declaro que no he sido casado, ni velado en ningntiempo y me he mantenido en estado de celibato hasta el dapresente

    t e m , d e c l a ro que habiendo percibido las porciones legtimasp a t e rnas y materna de mi hermana, Da. Manuela, las he gas -tado en varios asuntos de gravedad y honor que he tenido, porlo que no teniendo cmo satisfacerle, sino en lo que tengo ven -cido de mi renta en la Biblioteca en virtud del ttulo que se meconfiri por el Superior Gobierno de esta Real Audiencia, quie -ro y es mi voluntad, que mis albaceas cobren en el modo posi -ble dicha Renta y se la entreguen a la dicha mi hermana, paraque con ella y con la corta ropa blanca y de color que dejo, sehaga pago en parte de lo que tengo que satisfacerle, y lo quere s u l t a re de descubierto, me lo perdone por amor de Dios.

    tem, declaro que en poder del cura boticario, Fray Antoniode Jess, tengo empeado un par de hebillas de oro en la can -tidad de setenta pesos. Es mi voluntad que mis albaceas satis -fagan dicho importe y entreguen dichas hebillas a mi herma -na Manuela, por ser suyas propias, y que slo me las prestpara dicho efecto.

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  • t e m , d e c l a ro que as mismo, tengo empeada una cadena deo ro de dicha mi hermana, en poder de Da. Ascencia Coleti,en la cantidad de treinta pesos, los que quiero se le pagueny recauden dicha cadena, y se le entregue a la referida mih e rm a n a .

    tem, declaro que debo por una obligacin simple, a Dn.Francisco Camacho, vecino de Buga, cien pesos, con el inte -rs de un seis por ciento, los que quiero se le paguen en casode resultar a mi favor algunos bienes.

    tem, declaro que debo cincuenta pesos a Da. Mara Jacintade Herrera, los que quiero se le paguen.

    tem, declaro que debo veinte pesos al Convento de laRecoleccin de la Merced por el importe de unos libros quetom, los que quiero se le paguen de mis bienes.

    tem, declaro que debo cuatro pesos al Doctor Dn. JosMiguel Vallejo, vecino de Riobamba por un libro que le tom,los que quiero se le paguen.

    tem, declaro que no me acuerdo deber a otra persona ms, nique me deban; y acaso, de resultar en pro o en contra, justifi -cado que sea en forma provante, quiero que se cobre y paguede mis bienes.

    Y para cumplir y pagar este, mi Testamento, sus mandas ylegajos en el contenido, nombro por mis albaceas y Tenedoresde bienes, al Doctor Dn. Juan Pablo y Da. Manuela SantaCruz y Espejo, mis hermanos legtimos.

    Y cumplido y pagado, este, mi Testamento, elijo y nombropor nica y universal heredera a la dicha mi hermana, Da.

    23Marco Chiriboga Villaquirn

  • Manuela Santa Cruz y Espejo, para que en el remanente quequedare y fincare de todos mis bienes, lo haya, lo goce y here -de con la bendicin de Dios, y la ma, en atencin a no tener,como no tengo, herederos forzosos, ascendientes ni descen -dientes y ser esta mi determinada voluntad.

    Y yo, el presente Escribano, doy fe..., en presencia de los tes -tigos que fueron rogados y llamados para dicho efecto, que lofueron Dn. Agustn Lpez, Dn. Antonio Jaramillo y Dn.Francisco Villalobos.

    (f) Dr. Francisco Xavier Eugenio de Santa Cruz y Espejo

    Ante mi. (f) Mariano Mestanza, Escribano Pblico.

    Manuela, la imperturbable, no pudo contener su angustia ypor un momento volvi a ser la fuerza arrolladora de siempre. Se levan-t y empez a dar vueltas por la habitacin - El accidente que Dios meha dado- parafrase - El accidente que Dios me ha dado!- repiti. - Mihermano est muriendo debido a la envidia de unos incapaces. Mi her-mano nunca fue un hombre libre! Los Espejo jams lo fuimos.

    Los testigos y el Notario se retiraron hacia un rincn. LosEspejo eran temidos por su temperamento. - Mi hermano se muere enla miseria!- exclam buscando la mirada de Meja Lequerica. - Si nues-tro padre nos pudiera ver. Si l estuviese aqu, Jos, puedes estar seguroque no lo hubiese consentido. Mi hermano asesinado. l no estmuriendo de enfermedad. T lo sabes; Uds. lo saben, seores. Todos enQuito lo saben- se dirigi al Notario y a los testigos que se mirabanunos a otros aterrados. A Xavier Eugenio lo envenenaron en la cr-cel. T lo sabes Jos Meja, eres mdico y puedes comprobarlo. A miEugenio lo envenenaron esos malditos!

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  • Al escuchar el nombre de su padre, Eugenio que luchaba pormantenerse lcido, no pudo evitar que las lgrimas brotaran de susojos. Nunca antes haba llorado, ni cuando era nio y los hijos de loschapetones se burlaban llamndole indio... gritndole mestizo, escon-diendo o manchando sus cuadernos en el colegio.

    De pronto la imagen de su adorado padre Luis Chusig apare-ci ante l, mirndolo con ternura. Con esa sonrisa que jams llegaba aconcretarse, pero que siempre estaba all; con esa severidad que msbien era una muestra de bondad; con esa paciencia con la que escucha-ba y contestaba las preguntas sobre lo que l no comprenda. Se viotransportado a esa radiante maana del 6 de septiembre de 1758. Unda permanente en su memoria.

    25Marco Chiriboga Villaquirn

  • La Calle del Mesn hacia 1870

  • LA C A S A E N L A C A L L E D E LME S N

    LUIS ESPEJO SE LEVANT MS TEMPRANO QUE DE COS-TUMBRE.- Catalina! Mara Catalina, necesito mi mejor traje. Tengo que

    s a l i r. Esta maana ser importante para nosotros. Ir a la Plaza Mayor-deca mientras daba vueltas por la habitacin. -Todo debe estar listo- re p e-ta intranquilo, alzando papeles, acercndose impaciente a la puerta quedaba al patio del Hospital San Juan de Dios, lugar que fue su hogar desdeque lleg de Cajamarca en calidad de paje de fray Joseph del Rosario.

    - Es muy temprano- respondi Catalina, mientras atizaba elfogn. - No hace falta que levante la voz. Los nios duermen-. Eugenioescuchaba desde su aposento el ir y venir de su padre. Estaba al tantodel por qu ese da significaba tanto para l. Su hermano Juan Pabloreposaba tranquilo y Manuela, de un ao de edad, en la cuna, no dabaseales de vida.

    Entonces decidi levantarse. Eran las cuatro de la maana ysali a la pieza que haca de comedor, sala y estudio. Encontr a supadre sentado a la mesa y con el rostro entre las manos. Se acerc yhaciendo una genuflexin le tom y beso la mano pidindole, como erasu costumbre, la bendicin.

    - Dios te bendiga, hijo. Dios nos bendiga a todos- respondiLuis mirndolo con dulzura.

    - Te agradezco que hayas guardado nuestro secreto- susurr asu odo. - Por favor, alcnzame el cofre que est guardado atrs dellibrero de tu cuarto. T sabes a cul me refiero.

    - Como ordene su merced- respondi el nio y se dirigi acumplir el mandato.

    27Marco Chiriboga Villaquirn

    L A C A S A E N L A C A L L E D E L M E S N

  • Luis Santa Cruz y Espejo, nombre y apellidos por los cualesse decidi despus de haber prescindido el de Chusig (lechuza) con elque le llamaron sus padres, continuando una costumbre incaica por lacual se escoga el nombre de un animal que re p resentase simblica-mente los atributos que se deseaban para el nio, hasta que en lap u b e rtad o en la madurez decida por s mismo su nombre definitivoy el Bentez que utiliz por algn tiempo en homenaje a su padrinode bautizo, el Obispo Bentez en Cajamarca; abri el cofre y sac lasmonedas que haba venido ahorrando como resultado de su trabajo yconsultas mdicas, hasta que sumaron algo ms de mil quinientospesos. Se puso a la tarea de contarlas y pidi con un gesto a Eugeniopara que le ayudase.

    Dos, tres veces repitieron la operacin. Mil quinientas entotal.

    - Mil quinientas- repiti Eugenio.

    - Mil quinientas- reafirm Luis.

    Catalina entr a la habitacin y se detuvo mirando a sus doshombres ensimismados en la tarea. - Nuestro Seor, su merced. Tantodinero! De dnde tiene tanto dinero?

    Luis no contest. La mir largamente y le ofreci la primerasonrisa del da. - Hoy recibirs una sorpresa que te har muy feliz- mur-mur enigmtico. - Eso es todo lo que tienes que saber, mujer.

    Luis se encamin hacia la puerta. El sol derramaba sus prime-ros rayos y el hospital comenzaba a dar signos de vida. Vesta su mejortraje. Era el momento de salir.

    Al llegar a la Plaza Mayor, constataron que un regular nme-ro de personas circundaba la mesa que, para estas ocasiones, solaponer el rematador de la ciudad frente a la Casa del Cabildo. A su arri-bo se iniciaron los rumores. Su padre le haba enseado que no debaprestar atencin y as lo hizo. Se aferr a su mano y sinti orgullo por

    28

  • la expectativa que produca en cualquier lugar al que llegaba. Cmo loquera! Cunto le gustaba escuchar que le llamasen doctor Espejo!

    Con tres golpes de martillo, Mariano de Arboleda, Alcalde dela ciudad, anunci que se daba inicio al remate pblico: en SanFrancisco de Quito, en 6 de septiembre de 1758, se rematan las casasque abajo se expresan. Y pas a leer las actas correspondientes.

    Al llegar el turno a la casa que ofreca Isabel Vinueza yA rmendriz, sinti que su padre le apretaba la mano. A pesar de su apa-rente compostura, Luis estaba nervioso. Asustado. Una y otra vez dirigala mano libre a la cartera que contena los mil quinientos pesos de oro .

    El pregonero alz su voz atiplada y grit:

    - A continuacin se oferta una casa ubicada en la calle delMesn, propiedad de Doa Isabel Vinueza y Armendriz, viuda dePedro Martn Barriga...! Quin hace la primera oferta?

    Se levant una mano y el pregonero interpret la postura... -600 pesos. - Quin da ms?- Se alz otra. - Setecientos pesos... parael seor del Campo. - Ochocientos... novecientos pesos... novecientospesos ofrece don Luis Narvez. - Novecientos pesos a la una... nove-cientos pesos a las dos- se apresuraba el pregonero probablemente paga-do por el interesado para que no hubiese otra posibilidad de ofertas.

    - Novecientos pesos a las...!

    - MIL CIEN PESOS!- le interrumpi una voz de acento graveque sala desde la multitud. - MIL CIEN PESOS...!- Volvi a repetir lamisma voz. Las miradas de la concurrencia se volvieron hacia el rostroimperturbable de Luis Espejo. Este, a su vez, tena los ojos fijos en losdel Alcalde, quien, nervioso, trataba de esquivarlos dirigiendo los suyosal pregonero.

    - Don Luis Espejo ofrece mil cien pesos. Quin da ms? Milcien pesos... - y se mantuvo en silencio. - Mil cien pesos a la una-.

    29Marco Chiriboga Villaquirn

  • Eugenio tuvo que morderse los labios para no lanzar un alarido por elapretn que su padre dio sobre su pequea mano. - Mil cien pesos a lasdos... No hay quin ofrezca ms por esta casa situada en la calle delMesn? Mil cien pesos a las dos. Todava tienen una oportunidad... Loque le faltaba decir era: Cmo vamos a permitir que este indio compreuna casa...! Eugenio sinti que se desvaneca. La gente lo empujaba.Busc los ojos de su padre, pero ste miraba al frente. Como que nohubiese nadie ms en la plaza. - Mil cien pesos a las dos, repiti el pre-gonero. Mil cien pesos a la una... Mil cien pesos a las dos... Mil cienpesos... a la tercera.

    - La casa del Mesn es de Don Luis Santa Cruz y Espejo- casimaldijo el pregonero... -Qu buena, qu buena le pide que haga... conlo cual queda hecho y celebrado el dicho remate en el citado Luis de laCruz Espejo...!

    Eugenio logr deshacerse del garfio en el que se convirti lamano de su padre y se abraz a sus piernas. Entonces sinti que su pro-genitor se inclinaba al tiempo que le acariciaba el rostro y le deca tem-bloroso:

    - Tenemos que comunicar la buena nueva a Catalina.

    Luis, con su paso digno y haciendo caso omiso a las miradasincisivas que le dirigan, se acerc a la mesa abrindose paso entre lamultitud y descolgando el bolso que colgaba del cuello, extrajo lasmonedas y las deposit parsimoniosamente ante el Alcalde. Los testigosJoseph Montenegro, Mariano Barreiro y Antonio de Vera, se encarga-ron de comprobar la cantidad. - Todo en orden y el dinero est comple-to- asegur Montenegro.

    - Todo en orden. Mil cien pesos- repiti Barreiro.

    - Entonces- anunci de mala gana el Alcalde -Luis Espejo,usted es el nuevo propietario de la casa de Doa Isabel Vinueza deArmendriz. En un par de das puede acercarse al Notario para que lesean entregados los documentos.

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  • El camino de regreso lo hicieron en silencio. Luis sostena lamano de su hijo y ste, a cada paso levantaba la mirada, tratando deadivinar lo que su padre pensaba. Al llegar al Arco de la Reina, a pocospasos de la entrada del hospital, Luis se detuvo y le tom por los hom-bros - Gracias. Eres un gran compaero y estoy orgulloso de que seasmi hijo- balbuce. Entonces permiti que dos lgrimas rodaran por susmejillas. - T sers un gran mdico Xavier Eugenio. T sers lo que yono pude ser. Promtemelo.

    Eugenio se adelant y entr gritando al hospital.

    - Madre! Madre...!

    Joseph del Rosario, el temible fraile mdico y director del hos-pital, que sala, lo detuvo, sorprendido por el inusual alboroto de eseindiecito al que nunca haba escuchado levantar la voz en once aos,desde el da que naci en esos mismos claustros. Le llam la atencin.

    - Qu pasa Eugenio? Qu noticias traes?

    Pero la alegra del nio era demasiado grande para detenersey se dirigi por los corredores hacia el patio trasero donde tenan sushabitaciones los Espejo.

    Catalina sali con Manuela en los brazos y Juan Pablo colgadode sus faldas sin comprender el jbilo de su hijo. - Nuestro padre ha com-prado una casa!- le inform el muchacho. Ha comprado una casa paran o s o t ros. Nos iremos del hospital. Yo tendr un cuarto para mis libro s - .La mujer no saba qu decir. Xavier Eugenio estaba perdido la razn!

    Luis tampoco pudo evitar el encuentro con Joseph delRosario. El fraile an se encontraba estupefacto mirando en direccinal punto por donde haba desaparecido el nio. - Por el amor de Dios,Luis. Debes controlar a tu hijo. Ni siquiera me ha saludado...!- reclam.

    - Su merced, perdone- respondi Luis Espejo, mientras besaba lamano que le haba extendido el fraile. - Su merced perdone nuestra alegra.

    31Marco Chiriboga Villaquirn

  • A Joseph del Rosario no le sent bien la noticia. Le molestque su sirviente hubiese reunido el dinero para comprar vivienda pro-pia y segn las razones que le haban dado los vecinos, no era de adobey paja como la mayora de las que se construan en Quito. Se trataba deuna casa de altos, de teja y con patio. Ni ms ni menos.

    - Casa de teja para este indio! Bien guardado se lo tena estecondenado Chusig!

    Aunque trataba de disimularlo, senta un profundo rencorhacia los Chusig. En su mente, Luis segua siendo su paje y no el doctorEspejo como lo llamaba la gente. Su empeo por que Xavier Eugenioestudie, a pesar de la prohibicin que los mestizos o indios ingresaren alos colegios destinados exclusivamente a los hijos de los espaoles, lecausaba serios problemas. Era conocido que Luis era su protegido.

    - De sirviente a cirujano... y todo por mi bondad!- se acusel fraile. - Yo tengo la culpa por haberle dado tantos privilegios. Debhaberle dejado de sirviente. A Eugenio debieron haberle enseado unoficio. Hacerlo picapedrero como fue su abuelo. Los indios no sirvenpara otra cosa!

    Luis aprendi el oficio de cirujano en el hospital que regenta-ban los frailes betlemitas y gracias a su empeo, largas horas de traba-jo y estudio, lleg a superar a sus mismos maestros. Tanto progres queaun las familias consideradas nobles lo buscaban para que les practica-se las sangras que curaban casi todas las enfermedades o para que lesprescribiese las medicinas cuya efectividad dominaba.

    El lunes 25 de septiembre de 1758, la familia abandon elhospital. Das antes, su madre haba hecho la limpieza de la nueva casay llev sus pocas posesiones. La carga mayor eran los libros de Eugenioy stos los traslad l mismo. Cada viaje requera dos paradas. La una,para rezar frente a la capilla del hospital y la otra, para santiguarse antela cruz de Santo Domingo.

    32

  • Esa maana, Manuel Capilla, Alguacil Mayor, el Escribano yel Alcalde Mariano de Arboleda, a los que se sumaron los testigosJoseph Montenegro y Morales, Juan Caldern y Bernardo Montenegro,procedieron a efectuar la entrega formal de la casa a la familia SantaCruz y Espejo.

    Eugenio guardaba memoria de cada detalle. El Alguacil y elEscribano, tomaron las manos de su padre y lo condujeron caminandoceremoniosamente por los pasillos; y, al entrar en cada una de las habi-taciones, repetan en voz alta:

    - Que de esta fecha en adelante, Luis Espejo es el dueo deesta casa!

    Luego lo bajaron al patio e hicieron que tomara con susmanos algunos terrones del suelo y los arrojara en direccin a los cua-tro puntos cardinales. Finalmente -y esto era lo que ms le diverta- lepidieron que se acueste en mitad del patio y que se revuelque mientrasel Escribano deca:

    - Que sepan todos, que para eso tenemos testigos, que de estafecha en adelante, Luis Espejo es dueo de esta tierra y de esta casa!

    Lo recordaba porque fue la primera vez que vio rer a supadre. Despus, volvera a su seriedad habitual. Su madre Catalina, conManuela en los brazos, no poda disimular la dicha que le causaba vera su esposo dando vueltas sobre s mismo, llenndose de polvo, jugan-do con la tierra como si fuera un nio.

    Era la casa que Luis Chusig, Luis Bentez, Luis de Santa Cruzy Espejo haba comprado para que sus hijos fueran felices!

    33Marco Chiriboga Villaquirn

  • Plano de Quito de inicios del siglo XVIII

  • ES P E J O B A C H I L L E R: L O S P R I M E R O S A O S

    EUGENIO, A PESAR QUE AMABA EL ESTUDIO, NO ERAFELIZ EN EL COLEGIO SAN LUIS DE LOS JESUITAS, ENEL QUE GRACIAS A LAS GESTIONES Y PRESTIGIO DE SU PADRE HABA

    LOGRADO INGRESAR. PREFERA HACERLO EN SU CASA, EN SU HABITA-CIN. DISFRUTABA LAS CHARLAS DE SU PADRE Y LA ATENCIN CONQUE LE ESCUCHABA SU MADRE CUANDO LEA EN VOZ ALTA LOS INMEN-SOS LIBROS QUE A DURAS PENAS LOGRABA SOSTENER EN LAS MANOS.

    - Comprendo hijo, que no tienes particular inters en asistir alcolegio por causa de tus compaeros. Sin embargo, es la nica manerade estudiar con sistema y obtener un ttulo- le reconfortaba Luis al verlodesanimado despus de las horas de clase.

    Cuando Luis solicit al fraile Joseph del Rosario, su Superioren el hospital una recomendacin para que Eugenio fuese aceptado enel colegio de los jesuitas, este se sorprendi; y, con el tono peyorativocon el que sola dirigirse a sus inferiores, le aconsej:

    - Es digno de encomio y me alegra que desees que tu indieci-to vaya a la escuela, Luis. Sin embargo te recomiendo que lo enves acualquiera de los talleres artesanales. Ya me han comentado que le hanenseado a leer y escribir. Si no quieres que sea picapedrero o artesano,bien podra convertirse en calgrafo o secretario de los juzgados.Siempre hay trabajo para los indiecitos que saben algo de letras en lasescribanas o en los conventos copiando manuscritos sagrados o encua-dernando libros.

    - No, Vuestra Reverencia. Con todo el respeto que usted semerece, pero mi aspiracin es que Eugenio llegue ms alto. Mi hijoPedro Mariano, al que llaman Luis ha heredado las dotes de su abuelo

    35Marco Chiriboga Villaquirn

    E S P E J O B A C H I L L E R : L O S P R I M E R O S A O S

  • 36

    y se inclina hacia la mecnica. Eugenio..., en cambio Reverencia,Eugenio... sus dotes son superiores y creo que est preparado paramejores destinos.

    - Porqu no haces que el indiecito ingrese a una escuela de cari-dad? En Quito hay tres y estoy seguro que no tendrs dificultad en con-seguirle una plaza y no necesitars ninguna recomendacin de nadie.

    Luis escuch al fraile sin responder palabra, sin demostrarleel dolor que le causaba sus malas maneras y falta de caridad hacia l ysus hijos. Conoca las escuelas de caridad. All los nios eran tratadoscomo animalitos domsticos y sentados en los patios de tierra les ense-aban a escribir utilizando como pizarra el mismo suelo.

    - Reverencia, he trabajado mucho y he ahorrado algn dineropara solventar la educacin de Eugenio y mi intencin es que ingrese alColegio de San Luis. Est preparado para rendir cualquier prueba acad-mica; y, adems, por parte de su madre es blanco, con lo que cualquierimpedimento en ese sentido estara superado. Algunos de los seores aquienes atiendo con mi medicina y son funcionarios del gobierno me hano t o rgado las recomendaciones necesarias y me gustara obtener la suya.

    Joseph del Rosario se vio acorralado ante la insistencia deLuis Chusig. Todas las maanas le abordaba con el mismo tema, hastaque, contra su voluntad, accedi a firmar la recomendacin solicitada.

    Luis, haba contratado tutores para que completasen la edu-cacin primaria de Eugenio y, los profesores, sorprendidos por la facili-dad que demostraba en el aprendizaje de cualquier materia, entusiasma-dos, aadan horas de su propio tiempo para averiguar hasta dondepoda llegar la capacidad de asimilacin de ese nio sorprendente.

    Las castas en la Colonia estaban claramente definidas. Losgobernantes reciban a los blancos en un saln y a los indios y personasde sangre mezclada, en otro. Por otro lado, la Ley estableca que nica-mente los hijos de espaoles tenan derecho de asistir a las escuelas,

  • mientras que a los naturales se les limitaba a aprender el dogma cristia-no oralmente en las escuelas que se denominaban de los doctrineros.Los mestizos, por su parte, gozaban de algn privilegio, pero estabansupeditados a las posibilidades econmicas de sus padres. De all lacomn tendencia a cambiarse de apellidos o rebuscar antepasados enEspaa con alguna raz que mejorase su situacin social en la rgidaestructura clasista que se haba establecido en las Colonias.

    El prestigio de Luis Chusig o Luis Espejo haba rebasado lasparedes del Hospital de la Misericordia. Las noticias de sus curacionesy conocimientos farmacolgicos eran de dominio pblico. Los jesuitas,a pesar de su marcada indiferencia hacia los indios, a los que conside-raban mano de obra barata o artesanos tiles y nada ms, no dudabanen llamarlo para que atendiese a alguno de sus hermanos o sacerdotescuando enfermaban. De tal manera que cuando Luis se present con lasolicitud de ingreso para su hijo al colegio, sumada a las recomendacio-nes de distinguidos quiteos y sacerdotes de otras rdenes, esta fueaceptada:

    Xavier Eugenio estaba en camino a ser lo que su padre nohaba alcanzado!

    El Rector del colegio apreciaba a Luis Espejo. Conoca su tra-yectoria y ley en sus ojos el anhelo que senta por ver a su hijo inicia-do en el camino del conocimiento. Por los comentarios recibidos poralgunos maestros que haban tratado con Eugenio, tambin estaba altanto de sus progresos y capacidad intelectual.

    - Habla latn y recita de memoria todas las conjugaciones!Est muy adelantado en el francs! Escribe a la perfeccin y no haymateria sobre la que no tenga nociones bien fundamentadas...!

    - Luis- pronunci el Rector haciendo acopio de la mayor deli-cadeza que le fue posible. - Al aceptar a tu hijo en el colegio cumplo conun deber de justicia. El merece estar aqu por sus propios mritos. Sinembargo, debo advertirte que su estancia no ser fcil. Los jvenes son

    37Marco Chiriboga Villaquirn

  • crueles y temo que Eugenio sufrir sus embates. Me siento en la obliga-cin de hacerte conocer lo que pasar.

    - Dios le pague por su bondad- respondi Luis con la miradaperdida en el cielo raso. - Gracias por decirme lo que ya s. VuestraReverencia me ha visto luchar por mis hijos. Cuntas tardes y nochesme ha visto estudiando en la biblioteca del colegio. Yo s lo que sufrirmi hijo, pero tambin s que saldr adelante con su clara inteligencia ycapacidad. Para sus lgrimas cuenta con el amor de Mara Catalina,para sus momentos de flaqueza estar yo. Para aliviar su espritu tienea Dios y para enriquecer su inteligencia a Vuestras Reverencias.

    El sacerdote no supo qu responder a Luis Chusig, LuisBentez, Luis de la Santa Cruz y Espejo! Era un hombre formidable!

    Luis, siendo un hombre maduro, aprendi a leer y escribir pri-mero, para luego adentrarse en el estudio de otras materias que le ser-viran para comprender los libros de medicina que tanto le interesaban.Algunos frailes betlemitas apreciaban su deseo de educarse y lo ayuda-ron en sus propsitos y por eso, l se senta agradecido y les serva de lamejor manera. Joseph del Rosario nunca dej de tratarlo con desdn,sin embargo, de l aprendi los rudimentos de la medicina.

    En efecto, las primeras semanas de asistencia al Colegio de SanLuis de los jesuitas se convirt i e ron en una cruel experiencia para Eugenio,y ms an por estar acostumbrado a la solicitud y permanentes mimosque le ofreca Mara Catalina, su madre y a la palabra de aliento siempreo p o rtuna de su padre cuando necesitaba algo o no lograba compre n d e ralguna definicin. Luis le haba enseado las primeras letras. Luis yEugenio solan caminar de un lado a otro por los corre d o res del hospitaly practicaban la gramtica y las conjugaciones latinas de palabras queextractaban de los libros de medicina o de los devocionarios.

    Cunto disfrutaban los dos esas horas de compaerismo!

    - Los nios me molestan, padre. No me permiten jugar conellos. Dicen que soy indio y no pertenezco al colegio- se quejaba.

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  • -Esconden mis cuadernos. Los manchan. No sabes, lo bien que me sien-to cuando terminan las clases y es hora de regresar a casa.

    Mara Catalina se esmeraba en tener sus ropas limpias y bienplanchadas. Luis, por su parte andaba en busca de libros que traan loscontrabandistas de Pasto o Guayaquil y llenaba los anaqueles del granlibrero que haba construido en la habitacin de Eugenio cuyos venta-nales daban a la calle del Mesn.

    Por las noches padre e hijo platicaban. Mara Catalina senta-da cerca del fogn contemplaba a sus dos hombres en sus enredadasconversaciones sobre lgica y teologa. Mis dos hombres gustaba lla-marlos y repetirlo constantemente. Cuando faltaba el uno, preguntabapor el otro. Luis, el hijo mayor era de carcter independiente. Sus otroshijos, Manuela, Mara Ignacia y Juan Pablo, si bien eran amados porigual, no llenaban su espritu de la manera como lo haca Eugenio.

    Conforme avanzaba en los estudios, las diferencias con suscompaeros fueron hacindose ms profundas. La mayor parte de ellosasista a clases para cumplir lo que consideraban capricho de suspadres. Sin embargo, aprendi a vivir con su soledad. En los patiosempedrados del colegio daba vueltas leyendo mientras los dems jve-nes jugaban y hacan sus travesuras.

    Los estudiantes se distinguan en colegiales y mantestas; losp r i m e ros reciban una ayuda del colegio, y vestan una prenda distin-tiva denominada b e c a. De all la expresin beca o asistencia! L o sm a n t e s t a s, vestan como uniforme el traje talar (una toga de lino queles llegaba hasta los talones) y sobre este, el manteo (una capa larg acon cuello), vivan en casas part i c u l a res; y, en pensiones, los que ven-an de provincias o de las poblaciones cercanas a la ciudad. Los man-testas pagaban por sus estudios. Eugenio perteneca a este segundog rupo. Luis Espejo siempre pag puntualmente el costo de los estu-dios de su hijo!

    - Debes estar preparado para emprender largos viajes dentrode tu espritu, hijo, le aconsejaba su padre. Sern jornadas en las que

    39Marco Chiriboga Villaquirn

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    nadie te acompaar, ni yo, ni Mara Catalina. Estars solo contigomismo y tu fuerza de voluntad.

    Los mestizos deben estudiar para que nos sirvan...! le morti-ficaban los jvenes que saban su futuro asegurado. Estaba previsto quesus padres adquiriran un ttulo acadmico para que pudiesen exhibirloen las reuniones sociales o para justificar un empleo pblico que tam-bin estaba programado. El estudio, el trabajo estaba destinado paragente de bajo origen, como Eugenio Espejo!

    - Parece que aprender es un pecado mortal. Me ven como aun enemigo porque hago preguntas y me intereso en lo que dicen losmaestros- se quejaba.

    Uno de sus primeros encuentros con la discriminacin sociala la que se vera sometido en todo el transcurso de su vida y sera el pro-bable origen de su espritu conflictivo, se dio con oportunidad de unade las sabatinas pblicas. Luis de la Santacruz y Espejo estara conMara Catalina y los dems padres de familia. Se trataba de un eventoacadmico importante.

    Al corresponder el turno a Eugenio, se hizo un silencio abso-luto en el saln de actos. La mayor parte de los padres desconocan queel hijo de Luis Chusig, el cirujano del Hospital de la Misericordia aquien tanto vilipendiaban haba sido matriculado en el colegio y eracompaero de sus hijos. Lo creyeron impertinente y los ms engredos,indignados, hicieron el intento de abandonar el recinto. Sin embargo, lacuriosidad por conocer los alcances de quien consideraban el hijo de unindio atrevido pudo ms y se quedaron a escuchar su intervencin, enla seguridad de que iba a ser un fracaso.

    Al iniciarse el examen, cada pregunta obtena una respuestaexacta de parte de Eugenio.

    Los profesores, motivados, buscaron nuevos temas para apro-vechar la brillante exposicin que estaban escuchando y pensaron que

  • se beneficiaran de ella para que los padres de familia conociesen la altacalidad de enseanzas que impartan a los alumnos.

    La concurrencia qued estupefacta! Eugenio representabatodo lo que un maestro aspiraba de un estudiante. Sin embargo, el efec-to buscado caus el efecto contrario. Los conocimientos de Eugenio sir-vieron para establecer la gran diferencia en su preparacin personal enrelacin a la de sus compaeros.

    Al concluir su examen, los profesores y autoridades del cole-gio movidos por el entusiasmo se pusieron de pie para aplaudirlo. Elpblico, por su parte, se qued en absoluto silencio. nicamente el fuer-te batir de palmas de Luis Espejo se dejaba escuchar en el fondo de lasala, mientras Mara Catalina se deshaca en lgrimas de orgullo.

    En el Libro de Registro de Grados de la Universidad Real yPontificia de San Gregorio, consta que el da jueves 8 de junio de 1764,Francisco Eugenio de la Santa Cruz y Espejo, obtuvo con cinco aes, lasms altas calificaciones, el ttulo de Maestro en Filosofa.

    El siguiente paso en su carrera era obtener el ttulo de Doctoren Medicina. Se lo haba prometido a su padre!

    El sbado 10 de junio de 1764, Luis Espejo reuni a un grupode los pocos amigos ntimos que tena para celebrar el logro de Eugenio.Mara Catalina haba preparado lo mejor que pudo los manjares conlos que atenderan a las visitas.

    Estaba radiante y vesta su ajuar ms elegante. El cirujano LuisEspejo no poda disimular el orgullo que le invada y, contra sus principios,tambin brind con una copa de mistela por el triunfo de su familia.

    Fue un da grande en la casa que Luis Chusig, Luis Bentez,Luis de la Santa Cruz y Espejo haba comprado en la calle del Mesnpara que sus hijos fueran felices!

    41Marco Chiriboga Villaquirn

  • Hospital San Juan de Dios

  • ES P E J O M D I C O

    EL AO QUE OBTUVO SU BACHILLERATO, EN 1764, SEPRESENT UNA DE LAS MLTIPLES EPIDEMIAS QUE ASO-LARON A LA AUDIENCIA DE QUITO. EN EL HOSPITAL DE LAMISERICORDIA NO SE DABAN ABASTO PARA ATENDER A LOS AFECTA-DOS. LUIS, ACOMPAADO DE SU HIJO, ATENDI A CUANTOS LLEGABANBUSCANDO ALIVIO PARA EL TERRIBLE MAL AL QUE ESPEJO LLAM MALDE MANCHAS POR LAS MARCAS QUE PRESENTABAN LAS VCTIMAS ENLA PIEL. LOS MDICOS NO SUPIERON CMO COMBATIR LA PLAGA.EUGENIO HABA SUGERIDO A LOS BETLEMITAS QUE LOS AFECTADOSDEBAN SER AISLADOS, PUESTO QUE HABA NOTADO QUE ALGUNAS PER-SONAS SANAS QUE LLEGABAN A BUSCAR A SUS FAMILIARES, INMEDIATA-MENTE CONTRAAN LA ENFERMEDAD, SE INICIABAN LAS FIEBRES YVMITOS Y AL POCO TIEMPO MORAN; EN TANTO QUE OTRAS, A PESARDE HABER ESTADO EN CONTACTO CON LOS ENFERMOS, NO PRESENTA-BAN SIGNOS DE HABERSE CONTAGIADO.

    - Padre, es una enfermedad muy contagiosa. Afecta a unos sy a otros no. Unos son inmunes otros no. No s porqu, pero est suce-diendo. Parecera que se trata de alguna variedad de la viruela.Debemos pedir a las autoridades que se aslen a los enferm o s .Recogerlos en las calles o donde se encuentren y llevarlos fuera de laciudad para que no se siga propagando la peste.

    Luis intent comunicar el mensaje con el diagnstico de suhijo a las autoridades. Nadie prest atencin! Todos estaban asusta-dos! Se haba solicitado al Obispo para que consintiera trasladar a laVirgen del Quinche. Una procesin para pedirle que interceda con suSantsimo Hijo fue la solucin final.

    - Padre, si se lleva a cabo una procesin en estas circunstan-cias, ms personas morirn.

    Entre los miles de fallecidos por causa de la epidemia, seencontraba Luis, su hermano mayor!

    43Marco Chiriboga Villaquirn

    E S P E J O M D I C O

  • Esa noche Luis Chusig, Luis Bentez, Luis de la Santacruz yEspejo, deambulando a solas por los corredores de su casa, en la calledel Mesn, lament lo poco o nada que haba hecho por su hijo mayor,Luis. Eugenio tena 17 aos!

    En 1752 la corona espaola dispuso que en las universidadesde Amrica no se registren a quienes no estuviesen en capacidad de cer-tificar la legitimidad y limpieza de sangre. Por su parte, las universida-des controladas por los religiosos prohiban el ingreso de quienes sehubiesen desempeado en oficios viles y mecnicos; a quienes no dibu-jaran un rbol genealgico para probar que el aspirante, sus padres,abuelos, etc. eran hijos legtimos; a quienes no probaran que en variasgeneraciones sean reputados por limpios, cristianos, sin mezcla dejudo, moro o converso...

    Para cumplir con los requisitos, a ms de su ttulo de Bachillery otros documentos necesarios, Eugenio present una copia certificadade su partida de bautismo.

    Yo el Doctor Don Juan Ignacio de Aguilar Abogado de laReal Audiencia. Cura Rector de esta Santa Iglesia Catedral, yExaminador Sinodal del Obispado: Certifico a los Seores yde mas personas que la presente vieren, que registrando unlibro donde se hallan sentadas las Partidas de Bautismos deEspaoles, el que empez a correr en veinte de Junio del aopasado de mil setecientos cuarenta y cinco, y acab en el demil, setecientos cincuenta, y tres, he hallado dos, la una afojas 7 (primera en orden), y la otra a fojas 288 vuelta (cuar -ta en orden) ambas del tenor siguiente

    Primera Partida. Francisco Xavier Eugenio

    En Quito en veinte y uno de febrero de mil setecientos cua -renta y siete: De lisentia Parochi Baptise puse el SantsimoOleo y Crisma a Eugenio Francisco Xavier hijo legtimo de

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  • Luis de la Cruz y Espejo, y de Catalina Aldaz. Fue su MadrinaDoa Nicolasa Gutirrez Pinto a quien advert el parentesco,y obligacin que tena, por que conste lo firmo. PedroValverde.

    Era el ao de 1765.

    Francisco Xavier Eugenio de la Cruz y Espejo era hijo legti-mo y su madre, Doa Mara Catalina Aldaz y Larraincar estaba inscri-ta como espaola por la Iglesia y as constaba en sus registros. Casocontrario no lo hubiesen aceptado como alumno en el Colegio de SanFernando de la universidad dominicana de Santo Toms de Aquino.Adems, un hermano de su madre Mara Catalina, llamado VenturaAldaz, inscrito tambin en el libro de los blancos, serva de secretario alex jesuita padre Pedro Jos Milanesio, conocido orador sagrado.

    El plan de estudios para la Facultad de Medicina se dictaba enlatn y estaba distribuido en las siguientes materias que se aprendan enlos aproximadamente cuatro aos que tomaba completar la carrera: 1.Fisiologa que trata de la naturaleza del cuerpo humano; 2. Patologaque trata de la enfermedad en su gnero; de la enfermedad en esencia yde los sntomas; 3. Semitica que trata de los signos considerados demanera genrica y especfica para que la parte afectada sea conocida yse discierna si padece por trastornos propios de la pasin o por los sen-tidos; si la enfermedad es grave o pasajera, si es maligna, contagiosa obenigna. 4. Anatoma.

    En los dos primeros aos se lea a Boerhaave y losComentarios de Haller; en el tercer ao De cognoscendis el curandismoribus por los libros de Haller y los Aforismos de Piquer, y en elcuarto, la Anatoma de Heyster. En la parte prctica, los estudiantesaprendan a tomar el pulso y diagnosticar enfermedades.

    Padre e hijo revisaron los requerimientos acadmicos y lesparecieron deficientes. Eugenio haba sobrepasado casi todos los temasy eso que an no haba ingresado al primer curso. De tal manera que

    45Marco Chiriboga Villaquirn

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    Luis decidi buscar tutores para que completasen los vacos que eviden-temente se iban a dar en su preparacin.

    - Quiero que seas un mdico de verdad y no un improvisadocomo los doctorcitos que andan por all- coment y dej a Eugeniosumido en sus pensamientos.

    El da lunes 10 de julio de 1767, despus de sortear todas lasdificultades que se le pusieron, Eugenio termina su ciclo de aprendizajeen la Universidad de Santo Toms de Aquino y egresa de la Facultad deMedicina, obteniendo las notas ms altas que se podan otorgar a unestudiante.

    En un emocionante acto en el que estn presentes su padre,Luis, su madre Mara Catalina, Juan Pablo y Manuela sus hermanosmenores, recibe de manos del Rector de la Universidad de Santo Tomsde Aquino, padre Nicols Garca, el ttulo de Doctor en Medicina, cum-pliendo de esta manera uno de los grandes anhelos de su padre, LuisChusig, Luis Bentez o Luis de Santa Cruz y Espejo, quien quiso para suhijo el ttulo que l nunca pudo alcanzar.

    Al colocarle el anillo que simbolizaba el logro alcanzado, elRector, pronunci las siguientes palabras ceremoniales: Este es el sm -bolo de tu matrimonio con la sabidura, la que de hoy en adelante sertu esposa carsima.

    El pergamino con el ttulo se lo entregaran doce das despus,e1 22 de julio de 1767. El siguiente paso una vez obtenido el ttulo, obli-gaba a los recin graduados a realizar dos aos de prctica en elHospital de la Misericordia antes de obtener el permiso para ejercer.

    Eugenio haba cumplido veinte aos de edad.

    Sin embargo, el joven doctor decide iniciar dos carreras uni-versitarias simultneamente y as lo discute con sus padre, que sorpren-dido no comprende este deseo.

  • - Mientras realizo mis prcticas en el hospital, puedo iniciar-me en las Facultades de Teologa y Leyes- explica Eugenio. - Un buenmdico debe ser adems una persona culta en todas las ciencias. Lasociedad siempre espera algo ms de un facultativo y quiero estar pre-parado. Quizs me demore un poquito ms en obtener el permiso paraejercer, pero me sentir ms satisfecho si cumplo con este propsito.

    Luis medit por un momento en el contenido de las aspiracio-nes de su hijo; analiz los convenientes e inconvenientes y finalmente,con una sonrisa de satisfaccin decidi que si deba trabajar ms paraque su hijo lograse sus metas, entonces deba hacerlo.

    - Ahora debo comprar libros de teologa y de leyes- dijo resig-nado. - Qu muchacho este!

    - Eugenio no slo quiere ser doctor en Medicina, sino conver-tirse en doctor en Teologa y en Leyes, coment Luis con MaraCatalina esa noche mientras sta le serva una taza de chocolate.

    - Adems, Eugenio me ha mencionado que desea ser escritor-aument Mara Catalina que senta un especial orgullo cada vez quepronunciaba el nombre de su hijo.

    - Ese es el hijo que vuestra merced me ha dado, Doa MaraCatalina Aldaz y Larraincar! Qu Dios le pague por ello! Que Diosse lo pague!

    Dicho esto, sali a caminar por los corredores de la casa,como era su costumbre y pens que la dicha estaba con su familia.

    Una vez ms las luces se haban encendido en la casa que LuisChusig, Luis Bentez, Luis de la Santa Cruz y Espejo haba comprado enla calle del Mesn para que sus hijos fueran felices.

    47Marco Chiriboga Villaquirn

  • Iglesia de Santo Domingo

  • LA S C A M PA N A S D E SA N T ODO M I N G O R E P I C A N A M U E RT E

    MA R A CATA L I N A AL D A ZLA R R A I N C A R!

    NUNCA LE PREGUNT SI ERA INDIO, MESTIZO OZAMBO! SIMPLEMENTE LO AM! ELLA TENA UNAHIJA NATURAL Y L NO SE PREOCUP NI DE QUIN NI POR QU! A LUISSOLAMENTE LE INTERES SU NOMBRE, PARA PODER LLAMARLA, PARAPRONUNCIARLO EN SUS HORAS DE SOLEDAD. MARA CATALINA, SUSU-RR ELLA Y L REPITI MARA CATALINA Y DESDE ENTONCES CAMI-NARON JUNTOS.

    - Es la nica vez que me ha faltado al respeto, Mara CatalinaAldaz Larraincar- la recrimin en tono dulce pero solemne. - Yo le habadicho que debo partir antes que vuestra merced-. Y, abrazado al cuerpoinerte de su esposa, por primera vez en su vida, Luis Santa Cruz yEspejo, llor.

    El 14 de octubre de 1771 Mara Catalina haba decididohacer su testamento. Luis se molest con ella. No encontraba la raznpara un acto de esa naturaleza. Su amor sera suficiente para que mejo-re su estado. Estaba seguro. Ni siquiera lo dud un instante. MaraCatalina no poda dejarlo! Sin embargo, ella insisti.

    49Marco Chiriboga Villaquirn

    L A S C A M P A N A S D E S A N T O D O M I N G O R E P I C A N A M U E R T E

    M A R A C A T A L I N A A L D A Z L A R R A I N C A R !

  • 50

    - As sern mejor las cosas. Usted mismo me ha enseado quela vida y la muerte deben ser manejadas con orden y as lo voy a hacer-insisti. - Si maana me pongo bien como es el deseo de vuestra mer-ced, ya tendremos dado un paso adelante.

    El Notario Jos Enrquez Osorio se encarg de los detalles:

    Dejaba en dinero 4.525 pesos. La mitad para su esposo Luisy la otra, para sus tres hijos.

    A Francisco Xavier Eugenio, el mayor, los siguientes bienes:109 pesos en plata usual con otros 45 pesos en dinero, a ms de su partecorrespondiente en el reparto general que sumaba a 1.810 pesos.

    Objetos: Una mesa; un poncho; un bal forrado; dos rosea-dores de cristal; dos cucharas, un tenedor, un plato y un jarro de plata;una silla de cabalgar chapeada de plata con estribera de cobre; una pailade cobre, Patrimonio Serfico de Cicern de oficio; cuatro sillas y dosmesas; un cuadro de la Sagrada Familia; un bulto de San Antonio; cua-dros de San Cayetano y San Antonio; bulto de Nuestra Seora deDolores; un crucifico en bulto con Nuestra Seora de los Dolores al pie;cuadro del Nacimiento de Nuestro Seor; cuadro del Ecce Homo; bultode San Jos y Nuestra Seora: bulto de San Nicols; un par de espejoscon molduras; un biombo y escritorio; olleta de cobre; un par de tijeraspapeleras; un sable con arns de plata; dos estantes de madera; una pal-matoria y descabezaderas de hierro; una espada; un estuche de careycon seis lanzetas; una ampolleta; un coco de unicornio y un coco negro;un plato de peltre, tenedor de hierro; palangana de madera, un par deservilletas, un pao de mano; candado, freno y jquima; un estante; unfarol de talco; colgador de capa y sombrero; una pieza de bretaa; unvestido de carro de oro con chupn, volante y calzn; una chupa de ter-cio en pelo negro; un vaso de cristal;

  • Libros: Siete tomos de Hoffaman comprados en Lima; sietetomos de Huerabe, de Carlos Musitano, Morton y Ubilis; BibliotecaAnatmica de Verein; Castro de Muliers; Anatoma de Heyster; tresTomos de la Prctica Mester; Lucas Torsi; Farmacopea de Leochis;Idioma de la Naturaleza; Calepino de Salas; Thomas de Sydenham;Farmacopea de Minchig; Farmacopea en lengua italiana; Obras deHipcrates; Combate Espiritual; un tomo Baglibio; Biblia; Filosofa delPadre Lozada; Lgica de Piquer; Epstola de Cicern; Doctor Gazola;Elementos de Matemticas; El Conde de Tesauro; Opsculo Teolgicodel Padre Ruiz; Instituto de Leyes y Comercio de Prez; MemoriasSagradas de Osuna; Historia Sagrada de Palafox; Historia de Mxico;Epstolas de San Jernimo en dos tomos; Robledo; Flor Santorum dePatriarcas; Tratado de Morbloco; Curso qumico manuscrito; Vida deNuestra Seora, por Oviedo; cuatro tomos de Feijoo; tres tomos deFilosofa; Diccionario de Francs.

    Manuela recibi: tres rebozos; un faldelln; un par de zarc i-llos de oro, esmeraldas y perlas; un collar de tres filas de perlas menu-das y filas gruesas con cruz de oro y esmeraldas; una sortija de orocon tres esmeraldas; 26 libros, entre ellos la Medicina y Ciruga deL o renzo Heinster, adems del dinero correspondiente y los bienes dela casa del Mesn.

    Juan Pablo recibi 39 tomos del Dr. Rivera; la Anatoma yMedicina de Beomonte; el Florilegio Medicinal; 73 libros espirituales;ms de 30 cuadros de imgenes espirituales; un estuche de cirugamanual; un par de hebillas de plata: un capote de carro de oro con vuel-tas de terciopelo ajardinado y muchos otros objetos valiosos.

    Las campanas de la iglesia de Santo Domingo haban comen-zado a redoblar a difunto. Luis haba hecho la noche anterior los arre-glos para que la sepultasen a pocos pasos de su casa, para tenerla cerca,

    51Marco Chiriboga Villaquirn

  • 52

    para poder conversar con ella despus que los nios se hubiesen ido adormir.

    - Quiz fui yo quien caus su enfermedad y su muerte- seacus Luis. - Un descuido mo al atender a algn enfermo y traje el mala mi propia casa. Perdneme Mara Catalina! Yo que pude aliviar atanta gente, no supe como aliviar sus males y vuestra merced, enojadaconmigo, decidi ir a curarse donde Nuestro Seor!

    Luis no acept la compaa de nadie. Por qu? Para qu?Siempre fuimos ella y yo. Nadie ms. Ella con sus ternuras, yo con missueos. Yo con mi palabrera, ella con su silencio. Luis se sent al bordede la cama y contempl largamente el rostro plido de Mara Catalina.

    - Maana la voy a adornar con las flores ms hermosas quepueda encontrar en la Plaza de los Marchantes, le dijo. -Voy a traer alos indiecitos msicos de San Francisco para que le canten las melodasque a vuestra merced le gustan. Y estar a su lado, como usted estuvosiempre al lado mo. Manuela, Juan Pablo y Eugenio estarn conmigohasta que yo termine de arreglar algunos asuntos pendientes y entoncesir a buscarla, porque yo no entendera cmo se puede vivir sin vuestramerced.

    Las campanas de Santo Domingo repican a muerte, MaraCatalina Aldaz Larraincar!

    La gente se ensa con la vida de Mara Catalina. Nuncac o m p re n d i e ron cmo una mujer blanca, bonita y de alguna posicineconmica pudo haberse enamorado de un indio de Cajamarca. Nisus padres ni sus hermanos pudieron disuadirla cuando tom la deci-sin de casarse el da 26 de septiembre de 1746. Ella haba cumplido30 aos y l 31.

  • En el tomo segundo de matrimonios de 1739 a 1793, en laparroquia de San Sebastin, folio 12 vuelta consta el documento quesolemniz el acto:

    En veintisis de septiembre de setecientos y cuarenta y seis aoscas y vel segn orden de la Santa Madre, habiendo corrido last res amonestaciones a Luis Benites con Cathalina Aldaz; fuero ntestigos Don Benito Lisardo Pasmio y Doa ThomasaCaraballo y por ser verd a d .

    (Firma: Joseph de Herrera)

    Ocasionalmente a Juan Aldaz, padre de Mara Catalina leinvadan ciertos arrestos de nobleza y gustaba pregonar a quien lo escu-chara que era el Seor de Cia, o de Za o de Apstegui de los deLarraincar de Navarra, dueos de las casas de Perochena, Sanchorena yOyanederra; hidalgos por decreto del 31 de julio de 1603 del Rey Felipede Espaa; y, Eugenio, el nieto preferido lo escuchaba y anotaba losexticos nombres y ttulos en su cabecita soadora.

    - Qu importa dnde o cmo nacen las personas, mujer?Nadie escoge ni el lugar ni el momento. Dios nos ordena y venimos a sullamado- le haba dicho Luis muchas veces cuando encontraba llorandoa su mujer porque a alguno de sus hijos le haban insultado gritndoleen la calle, mestizo o indio.

    - Yo nac con vuestra merced y vuestra merced naci conmi-go. El mismo da. El mismo instante y nuestros hijos nacieron de nos-otros y ellos sern lo que nosotros hicimos de ellos, lo que usted hizo deellos, Mara Catalina.

    53Marco Chiriboga Villaquirn

  • 54

    Luis pidi al prior de la iglesia de Santo Domingo, misa can-tada con tres sacerdotes y muchos cirios para que la iglesia estuviese ilu-minada para recibir a Mara Catalina.

    Al terminar la ceremonia, Luis, circunspecto, orden a sushijos que se adelantasen a casa. El quera caminar a solas por las callesde Quito. Juan Pablo, Manuela y Eugenio comprendieron y no pusieronreparo al pedido de su padre. Mara Ignacia, la hermana de madre seretir con su esposo Francisco Alcano de Gamboa y sus dos hijosMariano Francisco y Anselmo.

    Despus de vagar por un par de horas por las polvorientascalles de la ciudad pensando en sus hijos muertos: Mariano Felipe,Mara Juana y Pedro Mariano Espejo, a quien todos llamaban Luis, quemuri en 1764 vctima de las viruelas... Abrumado por los recuerdos sedetuvo en la esquina de la iglesia de Santo Domingo, bajo la cruz de pie-dra. Desisti entrar al templo aunque le quedaban muchas cosas pordecir a Mara Catalina.

    - Se las dir luego; pronto estar con vuestra merced, mas noporque usted me necesite, sino porque yo la necesito. Hoy debedescansar.

    - Trabaj tanto! Dio tanto de su maravillosa existencia...!Qu Dios se lo pague, Mara Catalina!

    En el libro en el que se asientan las partidas de los espaolesmuertos, tomo cinco, en el Archivo del Sagrario de Quito, la partida dedefuncin de Mara Catalina Aldaz dice simplemente:

  • En primero de noviembre de mil setecientos y setenta y unoacompa hasta el convento de Santo Domingo la Cruz destaIglesia el cadver de Cathalina Aldaz, que fue esposa de LuisEspejo. Muri sacramentada: de que doy fe.

    (f) Doctor Don Cecilio Julin de Socueva

    Las campanas de Santo Domingo repican a muerte, MaraCatalina Aldaz Larraincar!

    55Marco Chiriboga Villaquirn

  • BR E V E H I S T O R I AD E U N A I N FA M I A

    EN 1770 EUGENIO OBTIENE EL TTULO DE LICENCIADOE N S U S D O S N U E VA S C A R R E R A S: TE O L O G A YDERECHO. LOS DOS AOS SIGUIENTES LOS DEDICA CON AHNCO A LAPRCTICA MDICA QUE HABA POSPUESTO PARA ENTREGARSE A LOS

    ESTUDIOS QUE L CREA LE SERVIRAN PARA SER UN HOMBRE SABIO

    COMO SU PADRE.

    El 14 de agosto de 1772 cumplida su prctica mdica, adjun-ta los certificados concedidos por los betlemitas fray Teodoro SanFrancisco y fray Santiago de las nimas, que confirman que ha realiza-do las prcticas reglamentarias en el hospital y solicita al Cabildo se leasigne un Tribunal Examinador y seale da para rendir el examenrequerido por la Ley. La fecha sealada es el 17 de noviembre de 1772y para el Tribunal se designa a los doctores Bernardo Delgado, JosVillavicencio y Miguel Morn.

    - Lo nico que nos faltaba!- exclam Luis Espejo cuandoEugenio le comunic sobre quienes estaran conformando el Tribunal. -Lo que nos faltaba!- De los tres, solamente Bernardo Delgado, su ene-migo personal, era mdico y a quien Eugenio haba criticado duramen-te por su fracasada gestin durante la epidemia de 1764. Los otros dos,Josef Villavicencio y Miguel Morn, nunca haban pisado un aula deMedicina y obtuvieron su ttulo de la manera como se acostumbrabaentonces:

    57Marco Chiriboga Villaquirn

    B R E V E H I S T O R I A D E U N A I N F A M I A

  • 58

    - Comprndolo!

    La prueba que Eugenio deba rendir ese da era exclusivamen-te prctica conforme a las reglamentaciones. La prueba terica ya lahaba rendido cuando concluy sus estudios en la Universidad y por locual haba recibido el respectivo diploma de egresamiento.

    En primer lugar, se le pregunt sobre generalidades de lamedicina; y los examinadores, al escuchar las respuestas, no estuvieronen capacidad de entenderlas, debido a que no tenan ciencia alguna pararebatirlas.

    Uno de los examinadores pregunt si haba regla cierta y evi-dente para conocer el pulso, a lo que el examinado respondi que no, ypas a exponer las razones en las que se basaba para dar su respuesta.El examinador se mostr sorprendido y la venerable concurrencia reac-cion escandalizada. Se crey que el que padeca el examen haba pro-ferido una hereja filosfica.

    El mismo examinador pregunt si el hombre poda vivir sinrespiracin. El aspirante respondi que no. Eugenio replic con los efec-tos del feto y los buzos, pero el otro, trayendo a cuenta la mecnica dela respiracin y el principal objeto de sta, dese dar a conocer su usoy por consiguiente, demostrar que ningn hombre poda vivir sin la res-piracin. Pero todo pareci tanto a los oyentes como al examinador, uncmulo de desatinos.

    En el caso de Espejo no se siguieron las normas usuales y alno encontrar la manera de salir del ridculo en el que les haba sumidoel examinado, no tuvieron ms alternativa que aprobar el examen yconcederle el Permiso de Prctica. Sin embargo, y para dejar constanciade su pequeez, lograron que se aada en el texto del Permiso, que elDoctor Espejo deba realizar un ao adicional de prctica.

  • Eugenio se acerc a su padre y le dijo:

    - Ya soy doctor, como Vuestra Merced... Doctor Luis de laSanta Cruz y Espejo!

    Fue otro da importante en la casa que Luis Chusig, LuisBentez, Luis de la Santa Cruz y Espejo haba comprado en la calle delMesn para que sus hijos fueran felices!

    59Marco Chiriboga Villaquirn

  • JU A N PA B L O D E L A SA N TACR U Z Y ES P E J O, O T R O

    B A C H I L L E R E N L A FA M I L I A

    LUIS ESPEJO, SOBRIO EN SUS ACTITUDES, SERIO COMOLO CONOCAN EN QUITO, NO PODA ESTA VEZ DISIMU-LAR SU ALEGRA Y UNA SONRISA ORGULLOSA ILUMINABA SU ROSTRO

    BRONCEADO. EL PEQUEO Y TRAVIESO JUAN PABLO, EL QUE NO PODASENTARSE QUIETO POR MS DE UN MINUTO Y OBLIGABA A MARACATALINA A PERSEGUIRLO POR TODA LA CASA PARA VESTIRLO. EL QUEFASTIDIABA A SU HERMANA A LA MENOR OPORTUNIDAD ESTABA ALL,ERGUIDO EN EL ESTRADO, RECIBIENDO SU DIPLOMA DE BACHILLER ENFILOSOFA, AL IGUAL QUE UNOS AOS ATRS LO HABA OBTENIDOEUGENIO.

    Mantesta como su hermano mayor, Luis haba costeado cen-tavo a centavo la educacin de Juan Pablo en el Colegio Mximo de losjesuitas y luego en el Colegio de San Fernando donde tuvo como maes-t ro principal al Reverendo Padre Antonio Celi de la Orden dePredicadores quien le dict principalmente clases de Filosofa.

    Luis contemplaba a Juan Pablo Era su da! Sin embargo nopoda evitar dirigirse hacia el lugar desde donde Eugenio con Manuelaasistan a la ceremonia de graduacin. A su memoria acuda la imagende Eugenio en una banca de piedra tallada del patio explicando lasmaterias que no entenda Juan Pablo. Pronunciando una y otra vez laspalabras en latn que se le dificultaban a su hermano menor.Explicndole los prefijos y los sufijos, las conjugaciones. Actuando

    61Marco Chiriboga Villaquirn

    J U A N P A B L O D E L A S A N T A C R U Z Y

    E S P E J O , O T R O B A C H I L L E R E N L A F A M I L I A

  • siempre como el maestro bondadoso que quiere realizarse a travs de sualumno.

    Y... Manuela, pendiente siempre de sus hermanos. Los cuida-ba y atenda imitando la sutileza que haba heredado de su madre,Mara Catalina. Manuela tambin con sus cuadernos y sus libros deapuntes. Qu lstima pens Luis: Si las nias pudiesen ir a los cole-gios, Manuela tambin sera doctora !

    - Hay mucho por qu darle gracias a Dios, suspir Luis.-Solamente me faltas t, Mara Catalina! Slo me falta vuestra mer-ced! Unos meses antes, su amiga, su compaera haba muerto. Slo mefaltas t, Mara Catalina Aldaz Larraincar!

    Al llegar a casa los esperaban los pocos amigos de la familia.Eugenio hablaba en un rincn con Juan Pablo. Aconsejndolo. Feliz deltriunfo de su hermano. Manuela, convertida en duea de casa desde lamuerte de Mara Catalina preparaba los manjares para los convidados.

    Luis llam a un lado a Eugenio, preocupado por el largo tiem-po que se haban separado del grupo los dos hermanos y pregunt:

    -Qu pasa hijo, que novedades ensombrecen tu rostro? Qupasa con Juan Pablo?

    Eugenio respondi:

    - Padre, no s si la noticia que voy a dar a vuestra merced esbuena o mala. No lo s. Juan Pablo me conversa que ha decidido seguirla carrera eclesistica! Yo hubiese preferido que estudie Derecho. Quese convierta en Abogado. Tiene todas las hechuras para la profesin.

    62

  • Luis medit por un momento:

    - Un presbtero en la familia Santa Cruz y Espejo! No estmal Eugenio. No est mal. Somos una familia cristiana y si eso es lo queJuan Pablo ha decidido, entonces debemos ayudarlo. Ahora tendr quecomprar libros de Teologa y devocionarios! Diablo de muchachos!Me van a llevar a la ruina!- Dijo en tono festivo.

    Certifico en la manera que puedo, como el ao de mil sete -cientos setenta y ocho, entre los discpulos del reverendoRector Fray Antonio Celi, que en dicho ao se graduaron debachilleres, uno de ellos fue Dn. Juan Pablo de Santa Cruz yEspejo, estudiante manteista de dicho curso, a quien comorector que fui de la Real Universidad de Santo Toms, confe -r el mencionado grado de Bachiller en Filosofa. Y, para losefectos que convengan, doy este pedimento verbal de la parte.

    (Firma Fray Nicols Garca)

    - Solo faltas t, Mara Catalina! Solo falta vuestra merced!-suspir Luis.

    Ese fue un da de risas y lgrimas en la casa que Luis Chusig,Luis Bentez, Luis de la Santa Cruz y Espejo haba comprado en la calledel Mesn para que sus hijos fueran felices!

    63Marco Chiriboga Villaquirn

  • LA V O Z D E LU I S D E L A SA N TACR U Z Y ES P E J O YA N O S E

    E S C U C H A R E N L A C A S A D E L AC A L L E D E L ME S N

    DESPUS DE VISITAR A UN NOVICIO QUE SE ENCONTRA-BA ENFERMO EN EL CONVENTO DE LA MERCED,LU I S ES P E J O S E D I R I G I A L A S ES C R I B A N A S B U S C A N D O A U NNOTARIO, PUESTO QUE QUERA PONER ALGUNAS COSAS EN ORDEN YSE DIRIGI LUEGO HACIA LA PLAZA DE LOS MARCHANTES. ALL SEDETUVO A COMPRAR ALGUNAS COSAS PARA LLEVAR A MANUELA. SESENTA MAL. UN DOLOR INTENSO EN EL PECHO LO AGOBIABA.

    En la tarde del 9 de noviembre lleg a buscarle el Notario quehaba visto el da anterior y, sin decir nada a Manuela que era la nicade sus hijos que estaba en casa, lo llev a su pequea oficina en el segun-do piso.

    - El alma ha decidido abandonar a este viejo cuerpo, confiLuis al Notario que se sorprendi del comentario. Conoca a Luis detiempo atrs y no sumaban veinte las frases sobre asuntos personalesque le haba escuchado pronunciar.

    - Quiero que vuestra merced ponga en orden mis asuntoslegales, que no son muchos y, sobre todo hgalo con la mayor discre-cin. Prefiero que mis hijos no sepan que voy a morir.

    65Marco Chiriboga Villaquirn

    L A V O Z D E L U I S D E L A S A N T A C R U Z Y E S P E J O

    Y A N O S E E S C U C H A R E N L A C A S A D E

    L A C A L L E D E L M E S N

  • El Notario lo mir en silencio. Estaba frente a uno de loshombres ms extraordinarios que haba conocido en su vida y no supoqu responder. Sinti un escalofro y se limit a abrir la cartera quehaba llevado y comenz a tomar notas.

    - Por favor adjunte a mi Testamento una copia de la Escriturade esta casa; es lo nico que tengo a mi nombre y la dejo a mis hijos.Mis libros de medicina e instrumentos de trabajo que los recibaEugenio, a quien nombro albacea. El listado de otros libros de lecturay oracin los dispongo para Juan Pablo; y todo lo que haya en casa,para Manuela. Que ella cobre mensualmente los intereses del tres porciento de los mil pesos que deposit con los padres jesuitas, para quecorra con los gastos de casa. Ese dinero est administrado ahora por lasTemporalidades. Eso es todo! No me queda ms!

    Desde el lunes 9 de noviembre de 1778 que haba comenzadoa sentirse mal no sali a la calle. Manuela, Juan Pablo y Eugenio pasa-ron cada minuto a su lado. Luis saba que iba a morir. Era mdico, des-pus de todo y no poda engaarse a s mismo!

    Adems, la ausencia de Mara Catalina, su adorada mujer, lehaba dejado un vaco inmenso en su vida a pesar de la alegra querepresentaban para l sus hijos.

    - Los tres son maravillosos! Me han hecho inmensamentefeliz y me han llenado de satisfacciones!- Sin embargo se encontrabacansado.

    Haba sido un largo camino el recorrido desde Cajamarca aQuito. Descalzo y a pie, record con nostalgia. El hospital, las largasnoches junto al fogn leyendo sus libros. La mirada tierna de MaraCatalina en su propio rincn. Las humillaciones a las que le someta elhermano Joseph del Rosario. Los enfermos que extendan sus manossolicitando ayuda, pidiendo consuelo.

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  • Descalzo y a pie. Evoc sus das de nio. Como una sombradistante divis a su padre picando las piedras para darles forma, all ensu tierra, en Cajamarca. - Igual que mi abuelo, susurr.

    La pesadumbre de Eugenio al regresar del colegio, las trave-suras de Juan Pablo, la intrepidez de Manuela; y, Luis, su amado hijomuerto en una calle de Quito, como un animalito, solitario como siem-pre quiso ser. Todos los sucesos que formaron la historia de su vida ibanapareciendo y desapareciendo de su memoria.

    Manuela, Juan Pablo y Eugenio lloraban sentados al lado desu padre, al que haba vestido como fue su pedido, con el hbito de lospadres franciscanos, luego de obtener su permiso.

    - Que Dios le pague por los hijos que me ha dado, doaMara Catalina! Que Dios le pague por haberme amado!- pronunci ycerr los ojos para siempre.

    La noche del domingo 22 de noviembre de 1778, no seencendieron los cirios en la casa que Luis Chusig, Luis Bentez, Luis dela Santa Cruz y Espejo haba comprado en la calle del Mesn para quesus hijos fueran felices!

    67Marco Chiriboga Villaquirn

  • PR I M E R A P R I S I N

    LA MAANA DEL SBADO 20 DE MARZO DE 1779 TEN-DRA UNA ESPECIAL SIGNIFICACIN EN LA VIDA DEFRANCISCO XAVIER EUGENIO DE SANTA CRUZ Y ESPEJO. DESDE QUEOBTUVO SU TTULO DE MDICO Y EL CABILDO LE CONCEDI EL PER-MISO PARA EJERCER EL 28 DE NOVIEMBRE DE 1772, NO HABA HECHOMS QUE VEGETAR. BERNARDO DELGADO, TENIENTE DE PROTOMDI-CO DE LA AUDIENCIA Y QUIENES GIRABAN ALREDEDOR DE SUS FAVO-RES, SE ENCARGARON DE LIMITAR SUS POSIBILIDADES PROFESIONALES.ATENDA UNO QUE OTRO PACIENTE Y LEA. LA AMISTAD CON EL PRES-B T E R O LU I S D E AN D R A M U O, SE C R E TA R I O D E L A SA G R A D AINQUISICIN EN QUITO, LE SERVAN DE ACCESO A LIBROS QUE NOESTABAN A DISPOSICIN DEL PBLICO.

    Cumpli con la promesa hecha a su padre y se convirti enmdico, pero en su mente germinaban otras inquietudes.

    La maana del sbado 20 de marzo de 1779 sera determi-nante en la vida de Eugenio.

    Asisti a la misa que se celebraba en la Catedral. El sermnde Dolores iba a ser predicado por Don Sancho Escobar y Mendoza,cura de Zmbiza. Era la Cuaresma. Fue la gota que derram su angus-tia contenida. No poda soportar la ignorancia de quienes fungancomo grandes sabios y educadores del pueblo! El famoso sermn era uninsulto a la inteligencia de quien lo escuchaba. Su perorata, una inter-minable y vaca cadena de palabras y lugares comunes.

    Era necesario hacer algo al respecto. Su vasta cultura no pudoms y pens que el mayor peligro de un pueblo era verse obligado arecibir estas dosis de ignorancia a travs de quienes estaban supuestos aeducarlos.

    69Marco Chiriboga Villaquirn

    P R I M E R A P R I S I N

  • La evidente mediocridad de los oradores; la falta de profundi-dad en los conceptos; la carencia de originalidad y hasta las estupidecesque se pasaban como verdades, contribuan a ahondar el atraso cultu-ral del pueblo.

    Disgustado, lleg a casa y desbord sus inquietudes. El resul-tado fue el libro El Nuevo Luciano.

    Los protagonistas, el Dr. Luis Mera, un ex-jesuita ambateoy el Dr. Miguel Morillo y Loma, un mdico quiteo. Eugenio habla atravs del Dr. Mera. El jesuita, un hombre culto; y, el mdico, un ejem-plo exacto de la mediocridad disfrazada de sabidura a la que querac o m b a t i r.

    El mircoles 23 de junio de 1779, en forma manuscrita y conuna dedicatoria al entonces Presidente de la Real Audiencia de Quito,Jos Diguja, comenz a circular El nuevo Luciano o Despertador de losingenios quiteos en nueve conversaciones eruditas para el estmulo dela literatura.

    Lo firmaba Javier de Ca Apstigue y Perochena.

    Escobar predica muy mal. Escobar no es tonto. Por qu pre -dica tan mal? Sin duda porque su formacin literaria y cient -fica ha sido errada. Escobar se form en la Compaa, luego,el mtodo de los jesuitas es malo, hace decir al Dr. Mera.

    El libro compuesto de nueve conversaciones, abarcaba dife-rentes tpicos: Conversacin primera: Motivos y objeto de esta obra;Conversacin Segunda: En la que acabado el Sermn se trata de la lati-nidad en la misma iglesia; Conversacin tercera: La retrica y la poesa;Conversacin cuarta: Criterio del buen gusto; Conversacin quinta: Dela filosofa; Conversacin sexta: De la teologa escolstica;Conversacin Sptima: Reflexiones para un mejorado Plan de Estudios

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  • Teolgicos; Conversacin Octava: Teologa moral jesutica;Conversacin novena: La Oratoria cristiana

    El resultado fue una dura crtica a la falta de preparacin de losm a e s t ros, de los oradores sagrados y de los profesionales en general, quie-nes, segn el autor, estaban obligados a superar su nivel de conocimien-tos en beneficio del vulgo. En uno de los dilogos, encontramos al Dr.Mera refirindose abiertamente al predicador Sancho de Escobar, a quienel autor utiliza como smbolo de todos los defectos que intenta corre g i r :

    Ni la sotana conciliaba a la voluntad del deseo de saber, ni elcngulo daba aquella paz y quietud que requiere la profesinde las letras; ni el ropn pona perspicaces los sentidos para laadquisicin de noticias cientficas; ni el golete del cuello dabaal cerebro mayor robustez para una seria aplicacin a loslibros; ni el bonete aumentaba e ilustraba el entendimiento...

    La obra fue motivo de escndalo. No era solamente Sanchode Escobar el afectado, sino los curas, abogados, mdicos, y quienes seconsideraban cultos. Espejo haba iniciado su cruzada contra la igno-rancia; y, los ignorantes, la suya para destruirlo.

    El 23 de noviembre de 1792, Jos Garca Len Pizarro seposesiona de la Presidencia. A su llegada, la situacin econmica deQuito y sus territorios era desastrosa. El comercio de tejidos con Per,su principal fuente de ingresos, reducido de una forma radical desde quese abriera la ruta martima del Cabo de Hornos, va que acortaba la dis-tancia del Virreinato con Madrid, reduciendo los costos del transportey facilitando su frecuencia, hecho que sirvi para incentivar en Lima laimportacin a menor costo y mejor calidad de los productos que antesadquiran a los comerciantes quiteos.

    A esto, deban sumarse las pestes que diezmaron la poblaciny las desgracias naturales que afectaron a todo el territorio con las erup-

    71Marco Chiriboga Villaquirn

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    ciones del Cotopaxi y el Tungurahua. Sin embargo, el nuevo Presidenteera un hombre emprendedor y ambicioso y se puso a la tarea de recons-truir el desastre; y, es as como, en los cuatro aos que dur su manda-to, logr enviar a la Corona, la para entonces inmensa cantidad de unmilln diecisiete mil trescientos cincuenta y tres pesos en calidad de tri-butos y amas para s mismo, una fortuna calculada en ms de dosmillones de pesos.

    Garca Pizarro ejerci con despotismo el poder que Espaadeposit en su persona y sin contemplaciones demand de los terrate-nientes, de los curas y en especial de los indios, las mayores contribu-ciones posibles. El pueblo se sinti oprimido ante las muchas exigenciasy a lo poco o nada que reciba a cambio. A los pocos meses de iniciadosu gobierno, apareci un pasqun en la cruz de piedra que an seencuentra en el atrio de la iglesia de Santo Domingo, en el que se denun-ciaba en trminos poco comedidos, lo que la gente pensaba de sus mto-dos de explotacin.

    Mientras tanto, los mltiples enemigos que Espejo habalogrado crear con la publicacin del Nuevo Luciano y sus custicasintervenciones pblicas criticando la mediocridad de sus contemporne-os, logran que el fraile Joseph del Rosario, mentor de su padre y conquien convivi toda su niez, se disguste gravemente con l.

    - El Nuevo Luciano tambin se refiere a vuestra merced- ledira Sancho de Escobar. - Nos insulta a todos y sobre todo, ha puestoen pblica duda su capacidad como mdico- le miente BernardoDelgado.

    El 3 de marzo de 1780, Eugenio, enterado del problema porel comentario de un sirviente, se apresura a escribir una respetuosacarta a quien consideraba amigo y maestro de su padre, desvirtuandoser el autor de las ofensas supuestamente inflingidas a su persona. Elfraile, hombre rencoroso no lo acepta as y, al contrario, se torna en su

  • enemigo implacable y se llena de un enojo que durara para el resto desu vida.

    Si bien la ruptura con Joseph del Rosario entristece a Eugenio,este hecho no le impide seguir escribiendo. En 1780 publica MarcoPorcio Catn, bajo el seudnimo de Moiss Blancardo. En este ensayoadopta la ac