Etxerako lanik ez ikasleentzat

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Pocas personas encontraremos en España que consideren que sus hijos hacen pocos deberes. Más bien, al contrario: muchos padres consideran que el trabajo en el hogar debería ser mucho más exigente, ya que aún se piensa que la cantidad equivale a calidad. Pero no es así, y no hay más que echar un vistazo al informe PISA para entenderlo. Como ponía de manifiesto el documento llamado ¿Los deberes perpetúan la desigualdad?, los niños españoles estudian en sus casas dos horas más que la media de la OCDE, y a pesar de ello, no obtienen buenos resultados. Por el contrario, Finlandia, la niña bonita de la educación europea, es el país donde menos tiempo se pasa haciendo deberes. Esta preocupación por los deberes es especialmente acuciante en Estados Unidos, donde desde que en 2002 fuese aprobado el programa No Child Left Behind, que fomentó los exámenes estandarizados, la carga de trabajo no ha dejado de aumentar. Ante tal preocupación, un colegio de educación primaria de Nueva York, el P.S. 116, ha decidido acabar con los deberes tradicionales y dedicar dicho tiempo a otras actividades recreativas. “Los efectos negativos de los deberes han sido demostrados”, explicaba en su carta a los padres la directora, Jane HsuHsu. “Incluyen la frustración y cansancio de los niños, la falta de tiempo para otras actividades y el tiempo familiar y, tristemente, la pérdida de interés por aprender”. Después de ver a nuestra hija de 12 años pasando muchas noches luchando contra los deberes, estudiando para los exámenes y sufriendo ataques de pánico, decidí hacer algo El colegio ha pasado más de un año investigando los efectos de los deberes y ha decidido recomendar que el tiempo del trabajo en casa se emplee en ver la televisión, manejar el ordenador o jugar a videojuegos. Muchos padres ya han amenazado con sacar a sus hijos del centro si este no da marcha atrás. Una de las razones que estos aducen es que organizarse en casa es una buena forma de conseguir disciplina, ese factor decisivo en el triunfo en la vida adulta y que se aprende durante los primeros años de vida. ¿Están en lo cierto? Picando piedra pensando en el futuro En España, cada vez más movimientos piden una racionalización del trabajo escolar en casa, como es el caso de Pedagogía Blanca, puesto que “un exceso de deberes supone una gran frustración para el niño que quiere concluir el trabajo asignado, ve cómo éste le sobrepasa y el cansancio no le permite seguir estudiando”. Algo semejante ocurre al otro lado del Atlántico, donde incluso se han

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Gai mamitsua!!!

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Pocas personas encontraremos en España que consideren que sus hijos hacen pocos  deberes. Más bien, al contrario: muchos padres consideran que el trabajo en el hogar debería ser mucho más exigente, ya que aún se piensa que la cantidad equivale a calidad. Pero no es así, y no hay más que echar un vistazo al informe PISA para entenderlo. Como ponía de manifiesto el documento llamado ¿Los deberes perpetúan la desigualdad?, los niños españoles estudian en sus casas dos horas más que la media de la OCDE, y a pesar de ello, no obtienen buenos resultados. Por el contrario, Finlandia, la niña bonita de la educación europea, es el país donde menos tiempo se pasa haciendo deberes.  Esta preocupación por los deberes es especialmente acuciante en Estados Unidos, donde desde que en 2002 fuese aprobado el programa No Child Left Behind, que fomentó los exámenes estandarizados, la carga de trabajo no ha dejado de aumentar. Ante tal preocupación, un colegio de educación primaria de Nueva York, el P.S. 116, ha decidido acabar con los deberes tradicionales y dedicar dicho tiempo a otras actividades recreativas. “Los efectos negativos de los deberes han sido demostrados”, explicaba en su carta a los padres la directora, Jane HsuHsu. “Incluyen la frustración y cansancio de los niños, la falta de tiempo para otras actividades y el tiempo familiar y, tristemente, la pérdida de interés por aprender”.Después de ver a nuestra hija de 12 años pasando muchas noches luchando contra los deberes, estudiando para los exámenes y sufriendo ataques de pánico, decidí hacer algoEl colegio ha pasado más de un año investigando los efectos de los deberes y ha decidido recomendar que el tiempo del trabajo en casa se emplee en ver la televisión, manejar el ordenador o jugar a videojuegos. Muchos padres ya han amenazado con sacar a sus hijos del centro si este no da marcha atrás. Una de las razones que estos aducen es que organizarse en casa es una buena forma de conseguir disciplina, ese factor decisivo en el triunfo en la vida adulta y que se aprende durante los primeros años de vida. ¿Están en lo cierto?Picando piedra pensando en el futuroEn España, cada vez más movimientos piden una racionalización del trabajo escolar en casa, como es el caso de Pedagogía Blanca, puesto que “un exceso de deberes supone una gran frustración para el niño que quiere concluir el trabajo asignado, ve cómo éste le sobrepasa y el cansancio no le permite seguir estudiando”. Algo semejante ocurre al otro lado del Atlántico, donde incluso se han llegado a realizar documentales que explican los efectos que una excesiva carga de deberes puede tener no sólo en los alumnos, sino también en el resto de la familia.Es el caso de Race to Nowhere, una película dirigida por Vicki Abales, una madre de tres hijos en California. “Después de ver a nuestra hija de 12 años pasando muchas noches luchando contra los deberes, estudiando para los exámenes y sufriendo ataques de pánico en mitad de la noche, mi marido y yo la encontramos encogida de miedo, y la tuvimos que llevar a urgencias”, explica en la carta que publicó en la página web de la película. “Cuando fue diagnosticada con una enfermedad inducida por el estrés, mi determinación fue hacer algo”. Entre otras cosas, rodar una película, que se encontraba a mitad de rodaje cuando otra niña de 13 años se suicidó después de conseguir una mala nota en matemáticas.

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En ocasiones, los deberes afectan no sólo a los más pequeños, sino que condicionan los horarios de los adultos.¿Cuánto hay de razonable en los miedos de estos padres, y cuánto de buenismo? Nos podemos remontar al año 1989, cuando Harris Cooper de la Universidad de Duke publicó Homework, una síntesis de todo su trabajo de investigación, para descubrir que esta reflexión sobre la cantidad de deberes que se realizan en casa no es nada nuevo. En dicho trabajo, el experto ya anunciaba lo que ha pasado a conocerse como la regla de los 10 minutos, y que consiste en multiplicar por 10 el número del curso en el que se encuentran los pequeños. De esa manera, los estudiantes de segundo tendrían un tope de 20 minutos, los de tercero, 30… Así, hasta un máximo de dos horas diarias en los últimos años de instituto.Los deberes, explicados por la cienciaEste descubrimiento influyó directamente las políticas educativas estadounidenses y ayudó a Cooper a convertirse en gran gurú de los deberes en Estados Unidos. Este siguió investigando sobre el tema, y en el año 2006, publicó en Review of Educational Research una metainvestigación de 60 estudios en la que señaló que la relación entre los deberes y el buen rendimiento era positiva y estadísticamente significativa… Siempre y cuando la cantidad de trabajo en casa no fuese excesivo.No obstante, dicha investigación también puso de manifiesto que los niños pequeños sacan mucho menos partido a su tiempo de estudio que los adolescentes, que pueden permitirse pasar más horas hincando los codos. ¿Por qué? En parte, porque se distraen más fácilmente. También, porque sus costumbres en el estudio son peores. Y, finalmente, porque en muchos casos los deberes de los más pequeños no tienen como objetivo aprender una materia o reforzar conocimiento, sino simplementeayudarles a crear buenos hábitos. “Los chicos se queman”, explicaba Cooper. “Todos los niños deberían estudiar, pero la cantidad y el tipo debería variar según el nivel de desarrollo y la circunstancias en casa”.

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En el sistema educativo de hoy en día, con todas las actividades que roban tiempo dentro y fuera del colegio, el propósito de todos los deberes debe ser claroEn una línea semejante se encuentra una investigación publicada en 2012, en la que se analizaban los datos obtenidos de 18.000 estudiantes que pasaron por el sistema entre 1990 y 2002. Esta señalaba que el trabajo en casa sirve a la hora de hacer exámenes estandarizados, pero no en la nota final en las matemáticas y las ciencias. La conclusión era, como explicaba Adam Maltese, uno de los responsables de la investigación, que los deberes deben tener un objetivo claro, y entendido tanto por los alumnos como por el profesor. “En el sistema educativo de hoy en día, con todas las actividades que roban tiempo dentro y fuera del colegio, el propósito de todos los deberes debe ser claro. Más no es mejor”, explicaba Maltese en la nota de prensa del estudio.A ello hay que añadir una investigación dirigida por Denise Pope, de la Universidad de Stanford, y publicada en el Journal of Experimental Education. La autora señalaba cómo, al menos entre los más ricos, aquellos niños que son muy autoexigentes y que pasan mucho tiempo haciendo deberes (una media de 3,1 horas al día), sufren más estrés, tienen más problemas de salud y llegan a sentirse alienados de la sociedad. En muchas ocasiones, los deberes se perciben como inútiles, e impiden que los jóvenes desarrollen sus relaciones sociales con amigos y familias. Es lo que denomina la “paradoja del buen estudiante”, y que explica por qué los buenos alumnos no suelen ser los que llegan más lejos cuando se hacen mayores.

Leer más:  Un colegio ha decidido prohibir los deberes (y quizá ha hecho lo correcto). Noticias de Alma, Corazón, Vida  http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2015-03-16/el-colegio-que-ha-decidido-prohibir-los-deberes-y-por-que-ha-hecho-lo-correcto_727781/#lpu6OicloWCCwb8d

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DEBERES

Es una de las grandes preguntas en lo referente a la educación, y seguro que padres, alumnos y profesores tienen respuestas diferentes. Los primeros, probablemente desearán que sus hijos hagan cuantos más deberes, mejor (siempre y cuando no interfieran en sus horarios) o desearán ver a sus retoños más relajados; los estudiantes seguramente serían felices si no tuviesen que hacer nada en sus casas; pero más difícil aún lo tienen los profesores, que deben encontrar un complicado equilibrio entre lo útil y lo desmesurado, entre las necesidades de los niños y de sus padres, entre las necesidades de cada alumno y, en general, en pedir tareas que realmente necesiten hacer los pequeños.Por si ello no fuera suficiente, la evaluación continua ha hecho aumentar exponencialmente el número de actividades evaluables, por lo que es probable que un profesor deba compaginarse con sus compañeros para no sobrecargar al niño. Además, este tiene otras actividades extraescolares, ya sean deportivas, artísticas o de idiomas, con su propia carga de deberes. En definitiva: ¿cómo saber dónde se encuentra el límite en el que el trabajo de casa deja de ser eficiente y pasa a ser una carga más?Más no siempre es mejor a la hora de hacer deberes en casaNi siquiera los profesores más estrictos defienden que un niño deba emplear tres horas al día en estudiar su materia, pero todo el mundo es consciente de que se debe trabajar en casa día tras día. No siempre más es mejor, y se suele citar el caso de Suecia para recordar que se pueden obtener buenos resultados con tan sólo media hora de actividades en el hogar cada día.Hay quien ha intentado establecer una metodología más o menos rigurosa para que los docentes entiendan cuánta carga de trabajo pueden pedir a sus alumnos. Es el caso de un interesante post publicado por un profesor neoyorquino llamado Brian Sztabink, que reconoce que su propio sobrino puede pasar dos horas haciendo deberes, aunque de todo ese tiempo tan sólo se aproveche la mitad.El profesor propone cinco preguntas que a él le han ayudado a la hora de proponer deberes para que sean lo suficientemente equilibrados como para que sirvan de algo a los alumnos, que no se rellenen a toda prisa porque hay mucho más que hacer, que consoliden el conocimiento y, además, ayuden a que los pequeños empiecen a gestionar su propio tiempo. Como recuerda Sztabink, una carga de trabajo razonable y bien medida es la mejor manera de que los pequeños puedan empezar aestablecer sus propios horarios.

¿Cuánto tiempo les llevará completarlo?De entrada, puede parecer que la respuesta evidente es “el tiempo que haga falta”. Pero tiene truco: no sólo cada alumno empleará un tiempo diferente para hacer los ejercicios –lo que a uno le puede llevar diez minutos, al otro le puede costar media hora–, sino que también puede ocurrir que, al no haber medido bien o al querer abarcar demasiado, estemos condenando a los pequeños a pasar toda la tarde sentados al escritorio… O todo lo contrario, que se ventilen nuestra asignatura en un par de minutos para pasar a otra asignatura más exigente.No todos los deberes tienen como objetivo aprender un contenido: también pueden servir para que aprendan a trabajar en grupo, para potenciar otras habilidades transversales o para que ganen confianza en sí mismosSztabink recomienda que el profesor haga personalmente los ejercicios, teniendo siempre presente que él es un experto en la materia, para saber cuánto tiempo pueden tardar los alumnos, y proporcionar a estos un tiempo aproximado de duración. De esa forma, y siempre y cuando hayamos proporcionado una duración razonable, podrán organizarse. Por ejemplo, si les lleva media hora hacer un ejercicio, pueden aprovechar ese rato muerto entre que terminan de comer y acuden a sus actividades extraescolares.En otro artículo, Sztabink recomienda dividir en tres categorías los ejercicios: los rápidos, que se pueden resolver en 10 minutos; las preguntas para pensar, que no son tan

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mecánicas y pueden llegar a la media hora; y los ejercicios de pensamiento prolongado, que obliga a que los estudiantes consulten otras fuentes y utilicen su inventiva.

¿Has tenido en cuenta a todos los alumnos?Debemos pensar en aquellos estudiantes que pueden haber tenido dificultades para entender contenidos previos, y que quizá les lleve más tiempo que a ningún otro resolver las preguntas que hemos planteado. Es probable que también haya otros alumnos que tarden menos que la media en hacer los deberes, ¡suerte para ellos!

¿Los deberes ayudarán a que lo hagan mejor en el futuro?La función del trabajo en casa no es, desde luego, tener entretenidos a los pequeños para que no den mucho la lata. Aun así, no todos los deberes tienen como objetivo aprender un contenido: también pueden servir para que aprendan a trabajar en grupo, para potenciar otras habilidades transversales (lectura, idiomas) o, simplemente, para que ganen confianza en sí mismos. No hay nada más dañino que unos deberes que haga que los alumnos se sientan inseguros, inútiles, o que, simplemente parezcan encargados para pasar el rato.

¿Los deberes ponen lo aprendido en un contexto distinto al de la clase?Uno de los rasgos definitorios del trabajo en casa es que este debe favorecer ciertas cualidades que no se pueden explotar en clase, como el trabajo en solitario, la reflexión o la búsqueda de información. Además, es el momento idóneo para trasladar los conocimientos abstractos a la realidad cotidiana del niño: ¿cuánto mide tu habitación? ¿Cuál es el libro preferido de tus padres? ¿Qué árboles puedes encontrar en tu camino a casa? ¿Puedes realizar un mapa de tu barrio?

¿Los estudiantes son capaces de salir de un atasco?Una de las situaciones más frustrantes para un alumno es darse cuenta de que carece de las herramientas necesarias para solucionar los ejercicios, puesto que así sólo conseguiremos que se sienta inútil (aunque la falta de información haya sido culpa del profesor). El docente debe garantizar que todos sus estudiantes pueden alcanzar la respuesta por ellos mismos, ya que él no estará presente, y proporcionar los recursos suficientes para conducirlos por el camino indicado hacia la solución. 

Leer más:  5 preguntas que deberían hacerse los profesores antes de mandar deberes . Noticias de Alma, Corazón, Vida  http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2014-11-14/5-preguntas-que-deberian-hacerse-los-profesores-antes-de-mandar-deberes_434630/#lpu6y5c4gc1JtFN5

INFORME PISA

Que los españoles no obtenemos buenas puntuaciones en el informe PISA no son nuevas noticias, como se demuestra cada vez que se publica una nueva oleada de sus análisis. La organización acaba de publicar un informe en el que, en apariencia, salimos mejor parados, ya que nos encontramos en el quinto puesto de los países de la OCDE, tan sólo superados por Rusia, Italia, Irlanda y Polonia. Y si decimos aparentemente es porque este ranking mide cuánto tiempo se dedica al estudio en cada país y, efectivamente, en España somos muy aplicados… Aunque luego eso no se refleje en unos buenos resultados académicos.El informe, llamado ¿Los deberes perpetúan la desigualdad?, se centra en analizar de qué manera la cantidad de tiempo dedicado al trabajo influye en el rendimiento académico de los alumnos según su nivel económico. Además, apunta interesantes ideas. Por una parte, que el total de tiempo dedicado al estudio en el hogar ha descendido en los últimos 10 años, algo que puede resultar paradójico teniendo en cuenta que los nuevos planes de educación se han centrado en la evaluación continua y en el trabajo práctico al salir de clase.

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Los niños españoles estudian dos horas más a la semana que la media de la OCDEAdemás, los estudiantes que provienen de entornos más desfavorecidos tienden a realizar menos deberes que sus compañeros privilegiados, lo que influye en sus notas finales de forma significativa. En muchos casos, aquellos carecen de un espacio adecuado para estudiar y pueden disponer de cargas familiares e incluso laborales que les impidan dedicar el mismo tiempo al estudio.El declive de los deberesSegún muestra el informe, los estudiantes de la OCDE pasan unas cinco horas a la semana estudiando en casa. Nuestro país, no obstante, supera dicha cifra con amplitud, ya que los alumnos de 15 años destinan de media más de seis horas. Aun así, una cantidad sensiblemente inferior a las nueve horas de Italia o las 10 de Rusia. El país modelo de la educación internacional, Finlandia, se encuentra en el último puesto de la lista con unas tres horas semanales. Corea, la República Checa o Eslovaquia son países que se distinguen por no dedicar demasiado tiempo al trabajo en casa.

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No es la primera vez que un estudio sugiere que la acumulación de deberes no ayuda a mejorar el rendimiento académico, como también indicaba un análisis del Instituto Nacional de Evaluación Educativa. Como señala el informe PISA 2009, que es citado en el nuevo documento, estudiar más tiene una relación directa con los buenos resultados académicos hasta que se superan las cuatro horas semanales. A partir de ese punto, el tiempo extra

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comienza a tener un efecto negativo en el rendimiento. La exigua cantidad de trabajo para casa suele citarse como una de las claves del éxito finlandés, mientras que otros expertos han sugerido que quizá se hacen demasiados deberes en los países del sur de Europa al pensar que más tiempo de estudio equivale necesariamente a un mejor rendimiento académico.No obstante, dicha idea cambia cuando obviamos los diferentes sistemas educativos y nos centramos en el desempeño de cada alumno en una misma clase. En dicho caso, queda claro que estudiar más sí equivale a mejores notas, como demuestra otro gráfico presentado en la investigación y en el que se recoge la influencia en los resultados de dedicar más tiempo al estudio. En dicho ranking, China, Japón, Singapur y Alemania son los países que salen más beneficiados. España, por su parte, se encuentra un poco por debajo de la media.La evolución de las costumbres sociales y familiares¿Qué ha pasado para que el número de horas dedicadas al estudio haya descendido de las 5,9 semanales a cinco? El informe intenta explicar dicho fenómeno. Por una parte, sugiere que puede ser fruto de una mayor concienciación por parte del profesorado del tiempo que los alumnos deben dedicar al estudio en casa. Por otra, recuerdan que desde 2003 hasta ahora la implantación de internet en los hogares se ha disparado, lo que ha cambiado sensiblemente la forma de utilizar el tiempo libre en el hogar.El número de horas que los estudiantes de un centro invierten en sus deberes no suele tener una gran relación con el éxito de un colegioNo obstante, el informe también señala que el tiempo total dedicado al estudio en casa sigue siendo muy elevado, sobre todo en comparación con otras actividades extraescolares que llevan a cabo los alumnos. Por lo general, los que gozan de más recursos tienden a estudiar a la semana 1,6 horas más; esta diferencia es particularmente acentuada en Bulgaria, Italia, Rumanía, Shanghai y Taipei. Sin embargo, el informe concluye que el número de horas que los estudiantes de un centro invierten en sus deberes no suele tener una gran relación con el éxito de un colegio, sino que hay otros factores más importantes, como la calidad de la enseñanza o la organización del centro. 

Leer más:  Informe PISA: los alumnos españoles hacen demasiados deberes pero no sirve para nada . Noticias de Alma, Corazón, Vida  http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2014-12-12/informe-pisa-los-alumnos-espanoles-hacen-demasiados-deberes-pero-no-sirve-para-nada_589025/#lpu6KiGea7cBBC75

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Roger Schank EXPERTO EN EDUCACIÓN Por CRISTINA SÁEZ “EN LA EDUCACIÓN, EL OBJETIVO NO DEBEN SER LAS NOTAS DE LOS EXÁMENES, SINO LA FELICIDAD”

Nos pasamos media vida memorizando cosas que poco después somos incapaces de recordar. Para Roger C. Schank eso es una pérdida de tiempo y de neuronas. Y sabe de lo que habla. Se ha pasado 35 años ejerciendo como profesor en tres de las universidades más prestigiosas del mundo. Ahora está empeñado en crear nuevos colegios que formen a ciudadanos de provecho y no a intelectuales, en el que los alumnos sean más felices y aprendan a entenderse. Por el momento, ofrece sistemas alternativos de aprendizaje desde su compañía Socratic Arts y su organización sin ánimo de lucro, Engines for Education.

“Los recuerdos van ligados a las emociones, a las vivencias. La educación llega a través de la experiencia en la vida.”

No tiene ningún sentido. ¿Lo sabes, no? ¿El qué? ¡El sistema educativo actual! Se basa en muchas y malas premisas. Una de ellas es que el memorizar como loros es algo útil. ¡Pero no lo es! Pues de pequeños en el cole la mayoría de las cosas se aprenden así. La verdadera razón por la que se enseña a aprender cosas de memoria es porque el concepto de escuela se inventó en la época de la Revolución Industrial y en aquellos tiempos en lo único por lo que se preocupaban era por entrenar a trabajadores para las fábricas. Personas que hacían lo mismo una y otra vez durante muchas horas al día. Al final, se les entumecía el cerebro, por lo que decidieron prepararlos para aquello desde la escuela. De ahí que aprender sea tan aburrido. Empezaron a enseñar cosas poco divertidas que los niños repetían y repetían, así se aseguraban conseguir buenos obreros. Y ésa es la única razón por la que hoy memorizamos. Pero, ¿qué pasa con las tablas de multiplicar? La única cosa que tienes que aprender de memoria son las tablas de multiplicar. Cierto. Porque cuando estás pagando algo quieres saber rápidamente cuánto es 8 por 6. Ahora bien, dime otra cosa que tengamos que aprender de memoria. Los ríos, las capitales de los países… ¿Por qué? Porque es útil. ¡Oh, no! ¡Estás perdida! ¡Crees en el sistema! [Ríe a carcajadas] ¡Vamos! No hay ni una sola razón por la que tengas que aprenderte los ríos de memoria. Ni las ciudades. Ni los reyes. Ni las guerras. Lo podemos buscar en Google. Olvida Google. Vamos a hablar de cómo aprenderíamos si las cosas fueran distintas en el colegio. Seguramente, alguna vez viajes a algún lugar y mires un mapa. Por ejemplo, puede que vayas a Nueva York e investigues cómo llegar, mires lo lejos que está, qué cosas puedes visitar. Una vez has ido, toda la vida recordarás si por allí pasa o no un río, cómo se llama y no se te olvidará. Los recuerdos van ligados a las emociones, a las vivencias. La escuela es lo opuesto a la educación. Porque la educación llega a través de la experiencia en la vida. En lugar de enseñarte el nombre de los ríos, ¿por qué no hacer una excursión con los alumnos por España y visitar ciudades y aprender in situ? ¿Y qué hay de la historia? ¡La historia es la cosa más inútil que jamás se creó! Y déjame que te explique por qué, porque cada vez que digo

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eso todo el mundo se enfada mucho. En Estados Unidos, nos dicen que es muy importante saber quién era George Washington. Cuando pregunto por qué, nadie lo sabe, pero me reiteran que es muy importante. Vale. Pero entonces, lees cosas sobre George Washington y descubres que tenía 100 esclavos, que se casó con una mujer rica por su dinero, que no era una buena persona… vamos, que de héroe, nada de nada. Y entonces, ¿de qué estamos hablando cuando nos referimos a la historia? ¿Hay que obviar esa parte y sólo quedarnos con que fue el padre de nuestro país? Muchos me saltan con la frase de un tal George Santayana: “Aquellos que no conocen la historia, están condenados a repetirla”. Gran frase que, sin embargo, no funciona. Pensemos en la Primera y la Segunda Guerra Mundial, en Vietnam, Irak, Afganistan... ¿sigo? En el cole hemos estudiado esos conflictos. Seguro que George Bush también, y, en cambio, no se paró ni un minuto a pensar sobre ello cuando decidió invadir Irak. Que enseñar historia en la escuela sirve para que no se repitan ciertos patrones no son más que pamplinas. ¿Y entonces? ¿Para qué empollarnos el libro de historia? Porque es la forma que que tiene el gobierno de decirte cosas que hacen que ellos parezcan los buenos de la película. Seguramente, en España os enseñen que la conquista de Sudamérica fue algo positivo. ¡Que le pregunten a los indios de Perú si opinan igual! En Estados Unidos nos enseñan, por ejemplo, que nunca hemos comenzado una guerra, que siempre hemos sido los buenos, que siempre hemos hecho lo mejor para todos…

“ Lo que los niños deberían aprender en la escuela es a educar a los niños.”

¡¿Ah sí?! Eso no quiere decir que piense que la historia no es interesante, que lo es. Y también creo que la gente sí debería estudiarla, pero no todos, sino el 2 % de la población que son intelectuales con conocimientos profundos, capaces de discernir sobre las dos caras de un tema. Capaces de entender el papel de la antigua Roma. Claro que es interesante saber de los romanos, pero que los estudien esos intelectuales, y que no se fuerce a todos los estudiantes a aprender sobre ellos. Entonces, si no enseñamos ni mates, ni historia, ni geografía… ¿qué tienen que aprender los niños en el cole? ¿Quieres que te diga lo que podrían aprender en la escuela y que sería muy útil? … Deberían aprender cómo educar a los niños. Es algo sumamente importante en nuestra sociedad y parece que ya nadie se da cuenta ni sabe. Antes los chavales se pasaban el día con los abuelos, ahora en cambio, no. Sólo los ven de vez en cuando. Otra cosa útil para impartir en clase: medicina. En lugar de aprender la taxonomía vegetal y animal, que no te sirve de nada, podríamos aprender cosas sobre prevención, por ejemplo. O negocios. ¿A que tampoco te enseñan economía en el colegio? Y, sin embargo, vivimos en un mundo gobernado por los negocios. Entonces, ¿por qué, en lugar de enseñarles mates, lengua, literatura o historia a los niños, no les damos conocimientos sobre temas psicológicos, como cómo llevarse bien con los demás; cómo educar a un hijo; cómo manejar temas económicos, pero no teoría, sino cómo llevar un negocio, por ejemplo; o cómo encontrar un trabajo…? Empecemos por el principio. ¿Qué debería aprender un niño de 4 ó 5 años? En estos momentos, estoy creando una escuela para mi nieto de cuatro años. Y para ello, lo primero que he hecho es preguntarle qué le gusta hacer. A menudo hablo con él por Skype y hacemos cosas juntos, como jugar o dibujar. Por eso sé que le encantan los trenes y lo que es interesante es que le puedo enseñar a leer y a

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escribir a través de ellos. Puedo aprovechar un interés del niño para que aprenda. Por eso, en mi colegio, los peques de esa edad van a aprender cosas de camiones, de aviones, de coches. Van a jugar con ellos, a dibujarlos, a pintarlos, mientras les enseñamos a leer y a escribir. También tengo una nieta, pero aún es demasiado pequeña para ir a la escuela. Pero cuando tenga la edad necesaria, también diseñaré uno para ella. Primero, averiguaré qué le gusta. Necesitarás 30 profes en cada clase, uno para cada niño. Crearemos grupos de interés. Mi nieto estará en un grupo de 12 niños con un profesor.

“ La idea es que no todos hagan lo mismo, que cada uno pueda escoger qué aprender.”

Todos esos niños habrán convenido qué les gusta. Por ejemplo, los camiones. No sólo jugarán con ellos, también harán algo de música, jugarán al fútbol, todas las cosas que les interesen. En otra habitación, habrá otro grupo con otros intereses y así sucesivamente. La idea es que no todos hagan lo mismo, que cada uno pueda escoger aprender lo que le gusta. Por ejemplo, ¿por qué no hay un curso de diseño de ropa en primaria? Estoy seguro de que a las niñas les encantaría. No se trata de obligarlas a que lo hagan, sino de ofrecérselo en el colegio. Pensemos, ¿qué necesitan aprender los niños cuando son peque- ños? A llevarse bien con sus compañeros, a comunicarse, a pensar las cosas, a leer, a escribir. Y todo eso lo puedes enseñar en cualquier contexto. No tienes por qué aburrir a los niños. Enseñar a través de cosas prácticas y que los motiven. Claro, como hacen los padres, por ejemplo, cuando les enseñan a hablar. No les meten un rollo de cómo se forman las coordinadas, o las subordinadas, ni les dicen que esto es un adjetivo o un verbo. Simplemente, les hablan, les corrigen. Cuando los niños no saben algo, preguntan lo que esa palabra significa. Eso es educación. Y así es como debe funcionar. La idea actual de escuela está anticuada, pasada de moda. ¿Qué hay de la cultura general? Tal y como planteas la escuela, sabremos mucho pero sólo de lo que nos interesa, y poco o nada del resto. Pero es que la cultura general no funciona. En España hay un 30% de abandono escolar. En Estados Unidos, en algunos sitios es de ¡¡hasta el 75%!! No puedes ponerte a discutir sobre la cultura general cuando tienes gente que no sabe ni leer ni escribir. Lo primero que tenemos que conseguir es que se interesen; hacer que quieran ir al colegio.

“ En españa hay un 30% de abandono escolar. En EE. UU., en algunos sitios llega al 75%.”

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Aprender es divertido cuando tienes 5 años, ¿por qué luego se convierte en algo aburrido? El objetivo no deberían ser las notas de los exámenes, sino la felicidad, que proviene de una vida emocionante, que incorpora habilidades laborales, capacidad de razonamiento, capacidades personales, y no incluye fórmulas matemáticas ni obras literarias que consideran sagradas las distintas culturas. Tenemos que enseñar lo que importa hoy en día y dejar de enseñar cosas que no sirven para nada en el mundo real. ¿Qué haces en Barcelona? Colaboro con la Universidad de La Salle. Estamos preparando un programa de MBA que consiste en siete partes, cada una de un mes o seis semanas. Y una de esas partes tiene que ver con la ética en los negocios, en la cultura. Fui a ver a profesores universitarios de los EE. UU. y les pregunté si podían dar esas clases. Me dijeron que por supuesto. Pero cuando quise saber qué iban a enseñar… datos. Y no vamos a hacer eso. Entonces recordé que una vez conocí a un profesor de literatura rusa, el más prestigioso de los EE. UU. Sabía que era un excelente docente y le pregunté que por qué enseñaba literatura rusa. Entonces él me contestó que él no enseñaba a sus estudiantes una obra, Guerra y Paz, o Anna Karenina, sino la vida. Las circunstancias en que vivían los personajes, las relaciones humanas, cómo se enfrentaban a los problemas, el amor, el desamor. Y de todo esto es de lo que hablaba en clase. Le di unas vueltas a aquello cuando me planteé dise- ñar la asignatura de ética en los negocios de este curso. Y le propuse a mi yerno —que se doctoró en literatura rusa— que escribiera una novela que fuera sobre negocios éticos, en la que los personajes se encuentran ante dilemas éticos y el lector tiene que avanzar en una dirección u otra. Como en los libros aquellos de Elige tu propia aventura. Y así es como entiendes los dilemas éticos, a la gente, las formas de manejarlos… Los humanos nos comunicamos y aprendemos a través de historias. En una fiesta, por ejemplo, todo el mundo se intercambia historias continuamente. Y puedes aprender mucho de ellas si te las dicen en el momento adecuado. Se trata de aprender de la experiencia, del conocimiento compartido para sí, seguir tu propia aventura. ¡Buena suerte!

“ Los humanos nos comunicamos y aprendemos a través de las historias.”