Ética de San Agustín y San Ambrosio

12
Universidad del Valle de Guatemala Curso: Ética Profesional Alumnos: María Mercedes Miranda Chávez Juan Modesto Sicay Tóc Walter Guillermo Castro Toval Nelson Flavio Saavedra Andino Daniel Martin Alvarez Meza Ética de los primeros siglos del Cristianismo Principales representantes: San Clemente de Alejandría San Agustín (Padres de la Iglesia) I. Introducción a la ética cristiana desde mentalidad occidental El cristianismo aparece como una religión revelada que aporta las claves necesarias y suficientes para que el hombre alcance su salvación. Sin embargo, poco a poco van a ir surgiendo algunos pensadores cristianos que, a partir del mensaje evangélico, van a aportar nuevos conceptos e ideas sobre temas que ya habían preocupado a numerosos filósofos. Así, el cristianismo aportó una nueva visión del mundo o cosmología, una nueva visión de la divinidad o teología, una visión del ser humano o antropología, una nueva moral o ética… Veamos algunos rasgos distintivos: COSMOS. Los griegos concebían el cosmos, como un todo ordenado que había surgido a partir de algo ya preexistente y eterno: el arché, unos elementos o una materia caótica que por la acción de un dios (el Demiurgo) o siguiendo ciertas leyes naturales, había dado lugar al mundo que ya conocemos. Siguiendo el axioma de Parménides, “de la nada, nada sale”. Por el contrario, el cristianismo introduce la idea de la creación “ex nihilo”: Dios ha creado el mundo a partir de la nada. DIVINIDAD. Monoteísmo contra politeísmo. La filosofía griega había admitido una diversidad de dioses, jerarquizados de distinta manera. Platón y Aristóteles, habían considerado como divinos a los astros,

description

Ética de san Agustín

Transcript of Ética de San Agustín y San Ambrosio

Page 1: Ética de San Agustín y San Ambrosio

Universidad del Valle de GuatemalaCurso: Ética ProfesionalAlumnos: María Mercedes Miranda Chávez Juan Modesto Sicay Tóc Walter Guillermo Castro Toval Nelson Flavio Saavedra Andino Daniel Martin Alvarez Meza

Ética de los primeros siglos del Cristianismo

Principales representantes:San Clemente de Alejandría San Agustín (Padres de la Iglesia)

I. Introducción a la ética cristiana desde mentalidad occidental

El cristianismo aparece como una religión revelada que aporta las claves necesarias y suficientes para que el hombre alcance su salvación. Sin embargo, poco a poco van a ir surgiendo algunos pensadores cristianos que, a partir del mensaje evangélico, van a aportar nuevos conceptos e ideas sobre temas que ya habían preocupado a numerosos filósofos. Así, el cristianismo aportó una nueva visión del mundo o cosmología, una nueva visión de la divinidad o teología, una visión del ser humano o antropología, una nueva moral o ética… Veamos algunos rasgos distintivos:

COSMOS. Los griegos concebían el cosmos, como un todo ordenado que había surgido a partir de algo ya preexistente y eterno: el arché, unos elementos o una materia caótica que por la acción de un dios (el Demiurgo) o siguiendo ciertas leyes naturales, había dado lugar al mundo que ya conocemos. Siguiendo el axioma de Parménides, “de la nada, nada sale”. Por el contrario, el cristianismo introduce la idea de la creación “ex nihilo”: Dios ha creado el mundo a partir de la nada.

DIVINIDAD. Monoteísmo contra politeísmo. La filosofía griega había admitido una diversidad de dioses, jerarquizados de distinta manera. Platón y Aristóteles, habían considerado como divinos a los astros, aunque luego sitúen en lo alto de la jerarquía al Demiurgo, en el caso de Platón, o al Motor inmóvil, en el caso de Aristóteles. Sin embargo los cristianos, al igual que los judíos, defienden el monoteísmo: un dios único, con un poder infinito y trascendente, es decir, radicalmente distinto de todo lo demás.

LEYES NATURALES. Según los filósofos griegos, la naturaleza, el universo está sometido a unas leyes necesarias que hacen que siempre se comporte de la misma manera, precisamente por eso es Cosmos, porque es algo bello, algo que tiene orden, armonía. Hasta los dioses están sometidos a estas leyes. Con el cristianismo se destaca la idea de que Dios es quien ha establecido las leyes de la naturaleza, y debido a su omnipotencia puede transgredir y saltarse esas leyes, como ocurre en los milagros.

Page 2: Ética de San Agustín y San Ambrosio

HISTORIA. Los griegos tuvieron una concepción circular o cíclica de la historia. Así, por ejemplo, los estoicos pensaban que el cosmos se destruye cíclicamente, y posteriormente se reproduce tal como había sido el anterior, hasta en sus más insignificantes detalles. El cristianismo, sin embargo, tomando como herencia la mentalidad judía defiende una concepción lineal de la historia: la historia del mundo y del hombre tiene un comienzo y un fin, desde la creación hasta el final de los tiempos. Además en este devenir histórico Dios juega un papel relevante, ya que dirige en la sombra los acontecimientos para llegar a la meta deseada. Dios es un dios providente.

CONOCIMIENTO. La mentalidad griega sólo admite como fuentes de conocimiento las facultades naturales del hombre: los sentidos y la razón. Con la aparición del cristianismo aparece una nueva fuente de conocimiento: la fe en la revelación. Dios ha hablado a los hombres y esa palabra también forma parte de nuestro conocimiento. Mientras que el filósofo griego poseía una verdad que había obtenido con el esfuerzo de su inteligencia, el hombre cristiano se presentaba en posesión de la verdad definitiva y absoluta, a la que consideraba una gracia de Dios y a la que se adhería por la fe.

ANTROPOLOGÍA. Hombre y mujer son considerados hijos de Dios, dotados de un alma inmortal, y con un valor absoluto. De ahí que se opusieron a la esclavitud, defendieron la dignidad de la mujer, criticaran el infanticidio y el aborto… Aunque el mensaje evangélico promete una resurrección completa de cuerpo y alma, la influencia platónica llevó a algunos pensadores cristianos a defender el dualismo platónico y a hacer hincapié en la inmortalidad del alma, la parte más noble y elevada del ser humano.

MORAL. la filosofía griega es básicamente intelectualista respecto de la moral. En cambio, la moral cristiana no es intelectualista. En el intelectualismo, el mal moral no es sino ignorancia; en el cristianismo el mal moral no es ignorancia, sino pecado, y el pecado es el resultado de dos factores: la maldad humana que inclina al mismo, y la libertad humana, que cede a tal inclinación.

II. Perspectiva ética desde San Clemente de Alejandría.

San Clemente de Alejandría representa, en la historia del pensamiento filosófico, un esfuerzo mayúsculo por cristianizar al helenismo a partir de sí mismo, a saber, utilizando a la propia filosofía. Nacido probablemente en Atenas (ca. 150 d. C.), hijo de paganos, pero convertido al cristianismo, intenta, mediante un discurso coherente y racional, acercar dos tradiciones que, en principio, parecerían contrapuestas: la filosofía, griega en su origen, y el cristianismo, una religión naciente en aquellos días.

Clemente acepta que puede utilizarse la filosofía para ponerla en “armonía” con el cristianismo, especialmente la filosofía de Platón. Para él, el fundador de la Academia es amigo de la verdad y pareciera inspirado por Dios mismo; Platón es “el filósofo” por antonomasia (ό filόsofo V) y de él retoma la definición de filosofía, que es la ciencia del bien mismo y de la verdad. “Llegó a amarla tanto que levantó el edificio cristiano sobre una doble base: la Biblia y esa filosofía pagana, pero insistiendo en todo momento en que su religión era la verdadera filosofía”.

Page 3: Ética de San Agustín y San Ambrosio

Lo que prepara Platón con su filosofía es que el hombre apunta al Bien, que es la Idea Suprema de toda su cosmovisión, y lo que el cristianismo asegura es que el hombre se dirige, efectivamente, a Dios, que es el Bien Supremo, y es el camino de la fe el que conduce definitivamente a Él.

La fundamentación moral emprendida por la obra clementina, y para ello El Pedagogo es el texto principal a seguir, mas no el único. El “Pedagogo es un libro de moral, enfocado al bautizado que ha de ser iniciado en la nueva vida”.

El Pedagogo está divido en tres libros. El primero es una fundamentación y justificación del papel de una pedagogía cristiana; de igual forma, destaca las características principales de tal pedagogía. Los libros II y III son, en realidad, una sola parte, y tratan la moral práctica que debería seguir un joven cristiano alejandrino.

Esta segunda parte es destacable por varios aspectos, pero en especial por uno: son un crisol del mundo alejandrino del siglo II d. C. Tiene preceptos muy específicos, por ejemplo, el tipo de corte de cabello que debe usarse, la muestra de barba que debe dejarse, la conducción que ha de adoptarse al momento de tomar los alimentos, el calzado más conveniente, etcétera. Hay quienes han tomado los libros II y III de El Pedagogo como un documento de moral en el sentido de “costumbre”, es decir, para conocer lo que se practicaba en aquella época.

La primera parte de El Pedagogo, que corresponde al libro I, resulta ser más interesante desde una perspectiva filosófica, debido a la fundamentación filosófico (platónico)-teológica que hace del Pedagogo y su pedagogía. De ahí que, en este momento, se tome como vértebra del trabajo.

Al hombre corresponden tres cosas, de acuerdo con Clemente: las costumbres, las acciones y las pasiones, que se relacionan estrechamente Con respecto a las costumbres, son motivadas a cambiar gracias al Logos- Protréptico, es decir, al Logos que exhorta. Las acciones son aconsejadas, por su parte, por el Logos-Consejero. Finalmente, el Logos-Consolador, que es análogo al médico, realiza una labor terapéutica con respecto a las pasiones con el fin de purificarlas. Ahora bien, estos tres Logos son, en realidad, el mismo Logos, sólo que visto desde perspectivas distintas. El Logos conduce, en su totalidad, a la salvación de la persona, y por ello es llamado por Clemente “Pedagogo”. La salvación es el fin de la teología, entendida como soteriología, y a ella puede dirigirse la filosofía que busca el fin último del hombre en el Bien, como la considera Platón.

El Logos-Protréptico, como se dijo, exhorta Es el primer paso para alcanzar la salvación. Lo que motiva o exhorta es precisamente la apetencia del bien que representa ser salvado. De ahí que, al exhortar, se motive el tránsito o transformación de las costumbres del individuo. El Logos-Protréptico presenta un bien tan alto a la persona que ésta no puede dejar de apetecer, pues ofrece el bien más elevado al que puede aspirar: “Apetencia de vida eterna. que se alcanza por obediencia racional y que ha sido fundamentada en el terreno de la inteligencia.

Page 4: Ética de San Agustín y San Ambrosio

El Logos-Consejero preside las acciones humanas, o al menos intenta dirigirlas, en cuanto que estas últimas propiamente pertenecen al libre arbitrio del hombre. El consejo sólo tiene sentido si el agente es libre, pues de no serlo sería absurdo. Por eso es que el consejo se encamina a la persona, al individuo que puede determinarse a sí mismo. Y puede tomar el camino óptimo si elige seguir el consejo que le brinda el Logos mediante su pedagogía.

El Logos-Consolador cura las pasiones humanas (mediante ejemplos, cómo se acentuará a continuación), fortalece el alma y conduce al conocimiento de la verdad. Hay una íntima relación entre el Consejero y el Consolador, pues quien logra apaciguar las pasiones puede realizar acciones más virtuosas, aunque tal asunto no es condición necesaria. Pero lo que sí es intención del Logos es la vida virtuosa de la persona.

“El pedagogo es educador, no experto, no teórico; su objetivo es la mejora del alma, no la enseñanza, como guía que es de una vida virtuosa, no erudita”11. Pero la vida virtuosa a la que invita, muestra y enseña el Pedagogo no es el fin, sino la salvación de la persona (por eso el Logos es llamado “Salvador”12). A diferencia del estoicismo, el fin no es la virtud, sino la salvación. Tal es el horizonte sobre el cual se enmarca la enseñanza moral, pues El Pedagogo [...] en tanto que práctico, nos ha exhortado primero a llevar una vida moral, y nos invita ya a poner en práctica nuestros deberes dictando los preceptos que deben guardarse intactos y mostrando a los hombres del mañana el ejemplo de quienes antes han errado en el camino.

Como se aprecia a partir de la cita, hay dos momentos clave en la enseñanza del Pedagogo, a los cuales Clemente considera “métodos”. El primer momento es de exhortación; el segundo es de ejemplificación. El primer momento es llamado, por Clemente, parenético, en cuanto significa “capaz de exhortar”; el segundo momento tiene por base el principio de la moral, pues provoca la imitación del bien y promueve el alejamiento del mal. En apariencia esta doble metodología es labor del Pedagogo, o del Logos en cuanto Pedagogo, puesto que el Logos en cuanto Maestro suministra los conocimientos mediante la Revelación y la enseñanza. En síntesis, parece que el Logos- Pedagogo es, pues, práctico, mientras que el Logos-Maestro es teórico.

¿Quién es específicamente el Logos? El Logos no es otro que Dios personificado en el Hijo; es decir, es el Verbo, Jesucristo. Cristo es el modelo sin defecto, al cual, el cristiano, debe intentar imitar en todo momento.

El Pedagogo puede recibir diversas denominaciones de acuerdo con aquello que se relacionen; son denominaciones analógicas y relacionales. Los ejemplos que maneja Clemente son: pedagogo-niños, pastor-ovejas, general-soldados, piloto-navegantes y entrenador-gimnastas. En efecto, la función del primer término en todas las relaciones anteriores es la de guía; el segundo término, que aparece en plural, hace referencia a toda la humanidad, que está llamada a la perfección naturalmente. Ciertamente la perfección última es la salvación que proporciona la vida eterna, y el Pedagogo es quien indica el sendero a seguir. La pedagogía que emplea Cristo es, según lo sugiere el alejandrino, doble:

Page 5: Ética de San Agustín y San Ambrosio

“La pedagogía de Dios es la que indica el camino recto de la verdad, con vistas a la contemplación de Dios; es también modelo de la conducta santa propia de la ciudad eterna”.

Clemente reconoce que las acciones humanas están inspiradas por la rectitud y el orden, mas no están determinadas necesariamente. Esto quiere decir que el hombre, en cuanto individuo, debe buscar que sus acciones estén guiadas por tales principios, pero es evidente que no lo están siempre, lo cual acontece cuando peca.

El principio del libre albedrío se vuelve evidente porque, de no ser así, el hombre no podría pecar y, por lo tanto, el perdón de Dios sería innecesario, pues en cuanto Divinidad perdona los pecados del hombre, mientras que, en cuanto Hombre, educa para no caer en ellos. Hacer el bien y evitar el mal.

III. Perspectiva ética de San Agustín.

El pensamiento ético de San Agustín es una armoniosa síntesis de platonismo, estoicismo y, naturalmente, cristianismo:

a) El fin último de la conducta humana es la consecución de la felicidad.

b) Esta felicidad, inasequible en esta existencia terrena, sólo puede alcanzarse con la posesión, en la otra vida, del Sumo Bien, de Dios (influencia platónica y cristiana).

c) Tal posesión se realiza mediante la llamada visión beatífica de Dios, que sólo en el cielo tienen los bienaventurados (tesis estrictamente cristiana).

d) El camino de la salvación es la práctica de la virtud (con base en el platonismo y estoicismo).

e) Las virtudes en San Agustín no son sólo las cardinales ya conocidas por los paganos, sino también las teologales. Además tendrá un alto papel la gracia. Pero esto ya no es Filosofía, sino Teología.

f) El problema del mal; es éste un problema capital en San Agustín. No sólo por influencia del maniqueísmo, sino también del pelagianismo (herejía defendida por Pelagio, relativa a la cuestión del pecado original y a la capacidad del hombre y de la libertad humana para salvarse). Para San Agustín todo el universo, y cada una de las cosas que lo integran, es bueno, es un bien, dado que es una imitación, imperfecta por supuesto, de las Ideas divinas (ejemplarismo).

El ser es bueno, todo lo que es, es bueno; “ens et bonum convertuntur” (“el ser y el bien se identifican”). El mal no es ser, sino carencia de ser; cualquier ser creado no es malo por lo que es, sino por lo que no es. El mal no es algo positivo (ser), sino negativo (carencia de ser, no-ser). Y San Agustín pone un bello ejemplo para aclarar esto; si algo fuese malo positivamente, lo sería para todos los seres creados; en consecuencia, si el veneno del

Page 6: Ética de San Agustín y San Ambrosio

escorpión fuese malo positivamente, entonces también sería veneno para el propio escorpión, y ya sabemos que no es así.

En consecuencia, dado que el mal es carencia de ser, (no-ser), no podemos acusar a Dios de su existencia, ya que Dios es responsable del ser, que es lo que ha creado, pero no del no-ser, que no lo creó, porque el no-ser no es. Claro es que se podría argumentar diciendo que por qué Dios no creó a las criaturas sin carencia de ser; pero tal supuesto es absurdo, ya que entonces tendría que haber creado a las criaturas en la plenitud del ser, es decir, infinitamente perfectas, o sea, tendría que haber creado tantos dioses como criaturas, y esto, evidentemente, es un total absurdo.

3.1. La Felicidad y Dios:

La ética de san Agustín tiene en común con lo que podríamos llamar ética griega típica su carácter eudemonista, es decir, el que se propone un fin para la conducta humana, a saber, la felicidad; pero esa felicidad ha de encontrarse únicamente en Dios.

El ser humano es mutable e insuficiente para sí mismo, solamente puede encontrar su felicidad en la posesión de lo que es más que él mismo, en la posesión de un objeto inmutable: "El anhelo de Dios es, pues, el deseo de beatitud, el logro de Dios es la beatitud misma", es decir, la felicidad.

Pero cuando san Agustín decía que la felicidad se encuentra en el logro y posesión del objeto inmutable y eterno, Dios, en lo que pensaba no era en una contemplación puramente teorética y filosófica de Dios, sino en una unión y posesión amorosa de Dios, y, más exactamente, en la unión sobrenatural con Dios ofrecida a los cristianos como término de su esfuerzo ayudado por la gracia; no es posible separar bien en el pensamiento de san Agustín una ética natural y una ética sobrenatural, puesto que el santo se interesa por el hombre en concreto, y el hombre en concreto tiene una vocación sobrenatural.

La ética de san Agustín es, pues, primordialmente una ética del amor; es la voluntad lo que lleva al hombre hacia Dios, y por ella toma el hombre finalmente posesión de Dios y goza de Él.

La ética de san Agustín se centra, alrededor del dinamismo de la voluntad, que es un dinamismo de amor, aunque el logro de la beatitud, "participación en el bien inmutable", no es posible para el hombre a menos de que sea ayudado por la gracia, a menos que reciba "la merced gratuita del Creador". 3.2. Libertad y Obligación:

La voluntad, sin embargo, es libre, y la voluntad libre es sujeto de obligación moral.

La base necesaria de la obligación es la libertad. La voluntad es libre. La voluntad busca necesariamente la felicidad, la satisfacción y de facto esa felicidad únicamente puede ser encontrada en Dios, el Bien inmutable, pero el hombre no tiene la visión de Dios en esta vida, y puede volver su atención hacia los bienes mutables y adherirse a ellos en vez de a Dios, y "ese apartamiento y ese giro no son acciones forzadas, sino voluntarias".

Page 7: Ética de San Agustín y San Ambrosio

La voluntad humana es, pues, libre de volverse a Dios o apartarse de Dios, pero al mismo tiempo la mente humana debe reconocer la verdad: no solamente que lo que busca, la felicidad, únicamente puede encontrarse en la posesión del Bien inmutable, Dios, sino también que la dirección de la voluntad a ese Dios está implanta por Dios mismo, y querida por Él, que es el Creador. Las leyes ternas están impresas en el corazón del hombre. Así, lo mismo que la mente humana percibe verdades teoréticas eternas a la luz de Dios, percibe también, a la misma luz, verdades prácticas, o principios que deben dirigir la voluntad libre. El hombre está por naturaleza, por su naturaleza considerada en concreto, dispuesto hacia Dios; pero debe satisfacer el dinamismo de esa naturaleza observando las leyes morales que reflejan la ley eterna de Dios y de la relación del hombre a Dios. Las leyes no son caprichos arbitrarios de Dios, sino que su observancia es querida por Dios porque Él no habría creado al hombre sin querer que el hombre fuese lo que Él quería que fuese. La voluntad es libre, pero está al mismo tiempo sujeta a obligaciones morales, y amar a Dios es un deber. 3.3. Necesidad de la Gracia: La relación del hombre a Dios es la relación de una criatura finita al Ser infinito, y de ahí resulta que el abismo no puede ser franqueado sin la ayuda divina, sin la gracia: la gracia es necesaria incluso para empezar a querer amar a Dios. Cuando san Agustín hace del amor de Dios la esencia de la ley moral, se refiere a esa unión de la voluntad con Dios que requiere la elevación efectuada por la gracia. 3.4. El Mal: Si la perfección moral consiste en amar a Dios, en dirigir la voluntad a Dios y en poner todas las demás potencias en armonía con aquella dirección, el mal consistirá en alejar la voluntad de Dios.

Pero ¿qué es el mal en sí mismo, el mal moral? ¿Es algo positivo? En primer lugar, no puede ser algo positivo en el sentido de algo creado por Dios: la causa del mal moral no es el Creador, sino la voluntad creada. La causa de las cosas buenas es la bondad divina, mientras que la causa del mal es la voluntad creada, que se aparta del Bien inmutable; el mal es un alejamiento de Dios por parte de la voluntad creada, un alejamiento del Bien inmutable e infinito. Pero el mal no puede ser llamado en sentido estricto una "cosa", ya que esa palabra implica una realidad positiva, y si el mal moral fuese fuese una realidad positiva tendría que ser atribuido al Creador, a menos que se quisiera atribuir a la criatura el poder de una creación positiva a partir de la nada. El mal, pues, es "aquello que renuncia a la esencia y tiende al no-ser (...)".

Todo aquello en lo que hay orden y medida a de atribuirse a Dios, pero en la voluntad que se aparta de Dios hay desorden. La voluntad en sí misma es buena, pero la ausencia del recto orden, o, mejor, la privación del recto orden, de la que es responsable el agente humano, es mala. El mal moral es, pues, una privación del recto orden en la voluntad creada.

Page 8: Ética de San Agustín y San Ambrosio

Esa doctrina del mal como privación era una doctrina de Plotino, en la que Agustín encontró una respuesta a los maniqueos. Porque si el mal es una privación y no una cosa positiva, ya no nos encontramos en el dilema de atribuir el mal moral al Creador bueno e intentar o inventar un primer principio malo que sea responsable del mal. Los escolásticos tomaron en general esa doctrina de san Agustín, y a ella se adhirieron varios notables filósofos modernos, como Leibniz. 3.5. Las dos Ciudades:

Si el principio de la moralidad es el amor de Dios, y si la esencia del mal es un alejamiento de Dios, se sigue que la especie humana puede ser dividida en dos grandes campos, el de los que aman a Dios y ponen a Dios por encima de sí mismos, y el de los que se prefieren a Dios; es el carácter de sus voluntades, el carácter de su amor dominante, lo que señala decisivamente a los hombres. San Agustín ve la historia de la especie humana como la historia de la dialéctica de esos dos principios, el que forma la Ciudad de Jerusalén y el que forma la Ciudad de Babilonia.

"Hay dos especies de amor (...) esas dos especies de amor distinguen a las dos ciudades establecidas por la especie humana (...) en cuya mezcla, por decirlo así, han pasado las épocas".

Bibliografía: 1. Buganza, Jacob. “Exposición y crítica de la ética de Clemente de Alejandría”[en

línea]. Sapientia. 65.227-228 (2010). Disponible en: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/exposicion-critica-etica-clemente-alejandria.pdf [Fecha de consulta: 20 de agosto de 2015]

2. http://www.emiliomartinez.net/pdf/cristianismo_etica_relacion_compleja.pdf 3. http://www.philosysofia.com/-/6-la-etica-san-agustin- 4. http://dianoia.filosoficas.unam.mx/files/7913/7021/0918/

DIA55_Gomez_Robledo_Etica_San_Agustin.pdf