Entrevista Franco Volpi

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Entrevista a Franco Vopli «Es el desierto que avanza» 2 Diez revelaciones árabes 9 Joumana Haddad 10 Ounsi El Hage 11 Qassim Haddad 12 Youssef Al Khal 13 Abbas Beydoun 14 Muhsin Al-Ramli 15 Paul Chaul 16 Issa Makhlouf 17 Amal Nawwar 18 Akl Awit 19 Hernán Díaz «El ladrón de instantes»: Iván Beltrán 20 Brevedades Mexicanas 23 Presentación: Marco Antonio Campos Mariano Silva y Aceves. Ramón López Velarde. Julio Torri. Alfonso Reyes. Nellie Campobello. Juan José Arreola. Augusto Monterroso. Salvador Elizondo. José de la Colina. Beatriz Espejo. José Emilio Pacheco. Guillermo Samperio. Vengo en nombre del pan Dossier Central 31 Ensayo: «Lautréamont / Huidobro» Luis Bravo 43 Entrevista a Jim Amaral 48 «¡Cuídense de la esperanza!» Poemas de Herberto Helder 53 Reseñas 56 Colaboradores 64 Director GONZALO MÁRQUEZ CRISTO Editor AMPARO OSORIO Asesoría literaria y editorial IVÁN BELTRÁN CASTILLO ANTONIO CORREA LOSADA JOSÉ CHALARCA Colaboran en este número Herberto Helder, Jim Amaral, Hernán Díaz, José Emilio Pacheco, Eduardo Gómez, Luis Bravo, Susana Giraudo, Alfredo Fressia, José Ángel Leyva, Rodolfo Häsler, María Baranda, Fabio Jurado Valencia, José Zuleta, Luz Mery Giraldo, Enrique Rodríguez, Fredy Galvis, Jairo Alberto López, Aldemar González, Nathaly Alexandra Díaz, Rodolfo Lara, Julio Jaramillo Hoyos, Marco Fabián Herrera, Rómulo Bustos, Germán Villamizar En Colombia Omar Rayo, Ángel Loochkartt, Fernando Maldonado, Carlos Granada, H. Socarrás, Omar Martínez Ortiz, Argemiro Menco Mendoza, Miguel Torres Pereira, Esmir Garcés, Fabio Martínez, Pedro Alcántara Herrán En el Exterior Claude Michel Cluny, Antonio Gamoneda, António Ramos Rosa, Ernesto Sábato, Juan Goytisolo, Franco Volpi, Alfredo Silva Estrada, Rodolfo Alonso, Julio Ortega, Joumana Haddad, Fernand Verhesen, Andrée Chedid, Roger Munier, Philippe Jones, Casimiro de Brito, Luis Alejandro Contreras, Efer Arocha, Laura Cerrato, Eugenio Montejo, Martha L. Canfield, Alfonso Peña, Marco Antonio Campos, Jorge Torres, Iván Oñate, Hermes Vargas, Benito Mieses, Floriano Martins, Renato Sandoval, Luis Alberto Crespo Esta revista contó con el apoyo permanente de: E.M. Cioran, Roberto Juarroz, Olga Orozco, José Ángel Valente, Leonel Góngora, Oswaldo Guayasamín, Ida Gramcko Diseño y Diagramación: Común Presencia El material gráfico y literario ha sido realizado, traducido o cedido exclusivamente para esta revista. Ningún texto puede reproducirse sin nuestra autorización. Licencia Min-gobierno No. 1972, de 1989. ISSN 0121-134X. FUNDACIÓN LITERARIA COMÚN PRESENCIA: Personería Jurídica 091 ESPECIAL -17 de febrero de 1993 Común Presencia Tel/fax: (571) 2550478, 3465677 E-mail: [email protected] http://comunpresencia.blogspot.com/ Bogotá D. C. - Colombia No 19. Bogotá, Colombia. 2008 Carátula: Jim Amaral PRESENCIA COMÚN DOSSIER: «VENGO EN NOMBRE DEL PAN» POEMAS Herberto Helder Diez revelaciones árabes Homenaje a Jim Amaral 19 ENTREVISTA Franco Volpi

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Interview.

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COMUN PRESENCIA

Entrevista a Franco Vopli

«Es el desierto que avanza» 2

Diez revelaciones árabes 9

Joumana Haddad 10

Ounsi El Hage 11

Qassim Haddad 12

Youssef Al Khal 13

Abbas Beydoun 14

Muhsin Al-Ramli 15

Paul Chaul 16

Issa Makhlouf 17

Amal Nawwar 18

Akl Awit 19

Hernán Díaz

«El ladrón de instantes»: Iván Beltrán 20

Brevedades Mexicanas 23

Presentación: Marco Antonio Campos

Mariano Silva y Aceves. Ramón López

Velarde. Julio Torri. Alfonso Reyes.

Nellie Campobello. Juan José Arreola.

Augusto Monterroso. Salvador Elizondo.

José de la Colina. Beatriz Espejo.

José Emilio Pacheco. Guillermo Samperio.

Vengo en nombre del pan

Dossier Central 31

Ensayo: «Lautréamont / Huidobro»

Luis Bravo 43

Entrevista a Jim Amaral 48

«¡Cuídense de la esperanza!»

Poemas de Herberto Helder 53

Reseñas 56

Colaboradores 64

DirectorGONZALO MÁRQUEZ CRISTO

EditorAMPARO OSORIO

Asesoría literaria y editorialIVÁN BELTRÁN CASTILLO

ANTONIO CORREA LOSADA

JOSÉ CHALARCA

Colaboran en este númeroHerberto Helder, Jim Amaral, Hernán Díaz,José Emilio Pacheco, Eduardo Gómez, LuisBravo, Susana Giraudo, Alfredo Fressia, JoséÁngel Leyva, Rodolfo Häsler, María Baranda,Fabio Jurado Valencia, José Zuleta, Luz MeryGiraldo, Enrique Rodríguez, Fredy Galvis, JairoAlberto López, Aldemar González, NathalyAlexandra Díaz, Rodolfo Lara, Julio JaramilloHoyos, Marco Fabián Herrera, Rómulo Bustos,Germán Villamizar

En ColombiaOmar Rayo, Ángel Loochkartt, FernandoMaldonado, Carlos Granada, H. Socarrás, OmarMartínez Ortiz, Argemiro Menco Mendoza,Miguel Torres Pereira, Esmir Garcés, FabioMartínez, Pedro Alcántara Herrán

En el ExteriorClaude Michel Cluny, Antonio Gamoneda,António Ramos Rosa, Ernesto Sábato, JuanGoytisolo, Franco Volpi, Alfredo Silva Estrada,Rodolfo Alonso, Julio Ortega, JoumanaHaddad, Fernand Verhesen, Andrée Chedid,Roger Munier, Philippe Jones, Casimiro deBrito, Luis Alejandro Contreras, Efer Arocha,Laura Cerrato, Eugenio Montejo, Martha L.Canfield, Alfonso Peña, Marco Antonio Campos,Jorge Torres, Iván Oñate, Hermes Vargas,Benito Mieses, Floriano Martins, RenatoSandoval, Luis Alberto Crespo

Esta revista contó conel apoyo permanente de:

E.M. Cioran, Roberto Juarroz, Olga Orozco,José Ángel Valente, Leonel Góngora,Oswaldo Guayasamín, Ida Gramcko

Diseño y Diagramación: Común Presencia

El material gráfico y literario ha sido realizado, traducido o cedido exclusivamente para esta revista.Ningún texto puede reproducirse sin nuestra autorización. Licencia Min-gobierno No. 1972, de 1989. ISSN 0121-134X.FUNDACIÓN LITERARIA COMÚN PRESENCIA: Personería Jurídica 091 ESPECIAL -17 de febrero de 1993

Común Presencia

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E-mail: [email protected]://comunpresencia.blogspot.com/

Bogotá D. C. - Colombia

No 19. Bogotá, Colombia. 2008

Carátula: Jim Amaral

PRESENCIACOMÚN

DOSSIER: «VENGO EN NOMBRE DEL PAN»

POEMAS

Herberto Helder

Diez revelaciones árabes

Homenaje a Jim Amaral

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ENTREVISTA

Franco Volpi

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COMUN PRESENCIA

Entrevista con Franco Volpi

Es el desierto que avanzaPOR: GONZALO MÁRQUEZ CRISTO

OBRA ESCULTÓRICA: JIM AMARAL

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COMUN PRESENCIA

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Pensador italiano. Profesor titular de filosofía en la universidad de Padua y StandingVisiting Professor en la de Staffordshire (Inglaterra). Ha tenido también la cátedra defilosofía en la universidad de Witten/Herdecke (1991-1998), y ha enseñado en otrasimportantes universidades europeas y americanas. Becario de la Fundación Alexandervon Humboldt, miembro de la Academia Olímpica y del Istituto Veneto di Scienze,Lettere e Arti. Ha sido galardonado con los premios literarios «Montecchio» (1989),«Capo Circeo» (1997) y «Nietzsche» (2000). Entre sus publicaciones en español,además de sus valiosas ediciones de Schopenhauer (Alianza), Heidegger (Adelphi), CarlSchmitt (Trotta) y Nicolás Gómez Dávila (Villegas) sobresalen: Los titanes venideros.Ideario último de Ernst Jünger (Península 1998, con A. Gnoli), Enciclopedia de obrasde filosofía (3 vols., Herder Barcelona 2005), El solitario de Dios (Villegas, Bogotá 2005),El nihilismo (Siruela 2007), y El dios de los ácidos -Conversaciones con Albert Hofmann(Siruela 2008, con A. Gnoli). Escribe para los diarios la Repubblica, FrankfurterAllgemeine Zeitung y para la revista semanal Panorama.

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espués de algunos mensajes el encuentro seríaen la ciudad de la lluvia. La noche imponía su

furor. El ron se escanciaba sin reservas mien-

ción, que continuaríamos durante otros encuentrossiempre necesarios y afortunados, sería la forma de

celebrar la pregunta, la interrogación asesina quedesde Tales pone en el límite al ser humano.

Por tanto lo que emprenderemos aquí es simple-mente un homenaje a todos los cuestionamientos, a

aquella fórmula homicida que nos aumenta, la que nopodemos responder sin un accidente interior, sin el

asesinato de algún dios desprevenido. Del «conócetea ti mismo» que estaba inscrito en el templo de Apolo

en Delfos, al irónico «sólo sé que nada sé» de Sócrates,pasando por el conocimiento revelador de la nada, y

por varias aristas de nuestra incompletud, fuimos –lodigo con perplejidad– indagando sin interrupciones,

entregándonos a las trampas fortuitas del pensamien-to; sin temor a la desgarradura. Es importante agregar

que estábamos expuestos, que somos seres de intem-perie, sin refugio metafísico. Qué para estar a salvo,

sólo nos queda la palabra, la inquisidora, la mismaque ahora se observa en su espejo de papel.

Volpi renunció ante el conato del amanecer. Lo hevuelto a ver varias veces durante sus intempestivos

viajes a Colombia en jornadas que se prolongan endelirios, y –debo confesarlo– siempre surge, cuando

estamos al borde de la desesperanza, una evocacióndel sabio Epicuro en su Carta a Meneceo: «Así pues, el

más estremecedor de los males, la muerte, no es nadapara nosotros, ya que mientras nosotros somos, la

muerte no está presente y cuando la muerte estápresente, entonces nosotros no somos»; verdadera y

necesaria trinchera existencial.Ahora evoco su voz que cabalga en varias lenguas

siempre teñida de ternura. Y me divierte su narraciónque contiene intacta la sorpresa, de cuando al entrar

a un bar en Atenas con algunos amigos filósofos, elmesero los interrogó así para la perplejidad gene-

ral: «¿Cuántos átomos son?» ¿Cuántos «indivisibles?»,¿cuántos individuos?, quería decir el griego. «La eti-

mología se reviste de ironía», explica Volpi riendo;luego limpia sus lentes y se dispone para el saqueo

metafísico que está por emprender.Lo demás es pregunta.

GMC: Usted fue galardonado con el Premio Nietzschey además fue recientemente elegido para celebrar en ellago de Silvaplana –tan caro al genial filósofo alemán–el deslumbrante acontecimiento de la filosofía conocidocomo el Eterno Retorno de lo Mismo…

FV: Nietzsche es un escritor y pensador sin par. Nosólo por la calidad estética y la profundidad teórica de

su obra, sino porque registró, como un sismógrafosensible, las convulsiones de nuestra época. La crisis

de los valores, el agotamiento de los ideales de latradición vetero-europea y la «muerte de Dios». La

Dtras nos preparábamos para el arribo del nuevo dueñode Heidegger en el mundo. En una casa sombría de

Chapinero en Bogotá, un joven escritor cantaba esoque han decidido denominar «rock depresivo» y poco

a poco dábamos pinceladas verbales al retrato delinsomne personaje que nos visitaría.

El Ser y tiempo acechaba en la mesa central, pueslo habíamos puesto como talismán dada la laboriosa

traducción al italiano del libro capital de MartinHeidegger que realizara Franco Volpi, la cual le otorgó

un prestigio sin reservas en todas las latitudes. De vezen cuando leíamos fragmentos de la incomparable

Visita a Godenholm de Jünger y brindábamos por sunarrativa cromática, dada la amistad de nuestro invi-

tado con el novelista alemán.Sabíamos que el Nihilismo, ese depósito de lo

sagrado, como pensaba la filósofa española MaríaZambrano, sería asediado inevitablemente durante la

noche, pues un tratado sobre el tema lo fatigabadurante los dos últimos años, mientras alternamente

dictaba su cátedra de filosofía en la Universidad dePadua, famosa por haber tenido profesores como

Copérnico y Galileo Galilei. Volpi, conocedor de una decena de lenguas, acaba-

ba de terminar la vasta Enciclopedia de los Filósofos yapublicada en inglés, italiano y español, y seguía el

impulso de su errancia, dictando conferencias envarios países latinoamericanos, mientras asistía iner-

me a una emboscada de Eros en el trópico.A su llegada, y antes de su primera copa, le referí

nuestro interés por invitar a un estudiante de filosofíaque anhelaba conocerlo. Entonces entusiasmado me

instó a llamarlo y ante su ausencia me arrebató elteléfono para recitarle (en alemán) a su contestador

las dos primeras páginas de Humano, demasiado hu-mano de Nietzsche, para el estupor colectivo. «Hay

que defenderse de las máquinas», dijo al finalizar.Sobra añadir que el mensaje aún no ha sido borrado.

Fuimos avanzando. El tejido de signos operabafelizmente. Le habían dicho con frecuencia en Europa

que Colombia era peligrosa y ya había corroboradoesa visión en muchas esferas de lo imaginario; pues

era víctima de la intrincada belleza de los paisajes ydel fulgor femenino, según comentó con desasosiego.

La poesía, aquella temeraria respuesta a la pregun-ta insistente de la muerte, probó nuestra memoria.

Rimbaud y Celan iluminaron por instantes nuestradesesperación pero reiteradamente caíamos bajo la

protección de los presocráticos. Y cuando Volpi reci-taba en griego algunas ideas germinantes, supe que

Epicuro de Samos nos guiaría, y que esta conversa-

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búsqueda de nuevos recursos simbólicos y otrosfenómenos culturales, encuentran en sus escritos un

primer análisis. Por eso Nietzsche ha proyectado susombra sobre la cultura contemporánea y no ha

dejado de atormentar la auto-comprensión de nues-tro tiempo, suscitando entusiasmos y atrayendo

anatemas, inspirando posturas, estilos y modas cul-turales, pero provocando al mismo tiempo reacciones

y rechazos radicales. Nietzsche es uno de aquellosescasos pensadores de los que no podríamos decir

que son verdaderos o falsos, sino que están vivos omuertos. «Miro a veces mi mano» escribe en el medio

de su exaltación «y pienso que tengo en la mano eldestino de la humanidad: lo divido invisiblemente en dospartes, antes de mí, después de mí». Fue un magníficoprofeta, y sigue estando vivo en nuestros días, más

que nunca.GMC: María Zambrano afirmó que una cultura

depende de la calidad de sus dioses. Si evocamos ellamento de Heidegger «dos mil años sin un solo dios», ¿espertinente afirmar que este arrasamiento imaginario yanunca podrá recobrar su tiempo luminoso?

FV: Lo particular de la crítica de Nietzsche, corro-siva y disolvente, es que no fue mera descripción, sino

que contribuyó a acelerar el estado de crisis quedescribía y que, en cuanto «maestro de sospecha»,

hizo difícil construir y edificar nuevas certidumbresdespués de él. El resultado es conocido: es el «desier-

to que avanza», el agigantamiento de la sombra de lo

que él llama «nihilismo», la época de los dioses huidosy del nuevo dios que aún no se vislumbra en el

horizonte.GMC: Desde que Plutarco recoge el grito: «El gran

Pan ha muerto», hasta lo que León Bloy denomina el«retiro de Dios», varios pensadores han descrito lo quesería la orfandad de lo divino. ¿Cuáles momentos deaquella descomunal finitud recuerda con más asombro?

FV: El instante que me parece determinante es elprincipio de la Edad Moderna cuando con la nueva

cosmología materialista cambia la posición del hom-bre en el universo. Una escalofriante constatación de

Pascal mide esta profunda metamorfosis: «Hundidoen la infinita inmensidad de los espacios que ignoro

y que me ignoran», anota Pascal, «me espanto». Estepreocupado lamento señala el desarraigo metafísico

del hombre: en el universo simplemente físico él yano puede habitar y sentirse en su casa como en el

cosmos antiguo y medieval. El universo es percibidoahora como una angosta celda en la cual el alma se

siente cautiva, o bien, como una infinitud que lainquieta. Frente al eterno silencio de las estrellas y a

los espacios infinitos que le permanecen indiferentes,el hombre está solo consigo mismo. Está sin patria.

Cierto, Pascal opone resistencia a esta nueva condi-ción: detrás de la necesidad natural cree todavía que

un dios escondido la gobierna. El hombre es, sí, unanada aplastada por las fuerzas cósmicas, pero puede,

en cuanto piensa y cree, sustraer su contingencia alcondicionamiento de las leyes de la Naturaleza pro-

clamándose ciudadano de otro mundo, el del espíritu.Pronto también Dios se eclipsará. Y cuando Dios se

retira, cuando la trascendencia pierde su fuerzavinculante, el hombre abandonado a sí mismo recla-

ma su libertad. El problema es que esta libertad es unalibertad desesperada e infunde más angustia que

plenitud de ser. Y el hombre moderno debe convivircon eso.

GMC: Hegel, Nietzsche, Foucault y Derrida presa-giaron el fin del hombre, como concepto, como sujetofilosófico. Dado que el superhombre no se vislumbra enninguna latitud, ¿quizá estamos condenados a un mun-do de sub-hombres como pensaba Camus?

FV: Cuando Dios muere, el hombre se animaliza.

El problema aparece en el Divino Marqués de Sadecon toda su crudeza. Su disoluta obra representa la

más coherente antropología negativa, es decir, latentativa más drástica de imaginar un mundo comple-

tamente desposeído de Dios. El mundo de la extremafinitud. Abandonemos entonces las ilusiones: el hom-

bre es un animal que a veces imagina ser hombre.GMC: ¿El exterminio de lo sagrado nos dejará más

despojados que todos los deicidios? ¿Podremos resistir aeste desierto interior?

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El problema es encontrar nuevos recursos simbó-licos compartidos, capaces de llenar el vacío que

reina. Por ejemplo: ¿cómo podemos hoy en día resti-tuir un sentido a la palabra «Dios» o a la palabra

«sagrado» sin comprometer nuestra reputación filo-sófica? Hay que luchar para ofrecer una respuesta

satisfactoria; pero frente a este problema estamossolos y abandonados a nuestro desnudo destino.

Como imagina Ernst Jünger en un apunte escrito enmedio de la Guerra, que es como un plan de vida: «Sicierro los ojos, diviso a veces un paisaje tétrico en losmárgenes del infinito, con piedras, arrecifes y monta-ñas. En el fondo, en las orillas de un mar negro, mereconozco a mí mismo, una figura minúscula, casiesbozada en yeso. Ésta es mi avanzada, próxima a lanada: allí abajo, en el abismo, yo conduzco por mímismo el fragor de mi lucha».

GMC: Es reconocida su proximidad a ese extraordi-nario, poético y profundo escritor alemán…

FV: Tuve la suerte de conocerlo personalmente.

En sus Diarios él mismo cuenta cómo nos conocimos.Traduciendo su ensayo Mas allá de la línea había

encontrado algunos errores de imprenta y le escribípara que me aclarase el sentido de algunas frases

problemáticas. Me invitó a Wilflingen, donde vivía enla hospedería colindante del castillo de los

Stauffenberg, y hablamos de todo. Incluso deSchopenhauer. A la época yo había inventado un

pequeño texto inédito del viejo Schopenhauer que,por broma, publiqué como auténtico bajo el título Lahora difícil de Schopenhauer. Allí el viejo filósofo searrepentía de su pesimismo metafísico y se convertía

al optimismo. Pensé que los alemanes hubieran de-tectado la broma, pero no, tomaron en serio mi texto

y de pronto incluso los periódicos hablaron del des-cubrimiento excepcional: un inédito que documentaba

la conversión de Schopenhauer. Jünger también lohabía creído hasta que, durante la conversación, le

revelé que se trataba de una broma y que yo era elautor del texto. Desde allí me honró con su amistad,

luego me invitó al Escorial cuando –por sus cien años–la Universidad Complutense de Madrid lo galardonó

con el título de Doctor Honoris Causa. Lo visité variasveces en su casa y me concedió su última entrevista

(que publiqué con Antonio Gnoli, mi amigo periodis-ta de «la Repubblica», bajo el título: Los titanesvenideros. Ideario último (Península 1998, ahora enedición de bolsillo: Quinteto 2007).

GMC: ¿Usted también conoció al lúcido e his-triónico Jacques Lacan? ¿Recuerda alguna anécdotaque ejemplifique su extraordinaria personalidad?

FV: No fui honrado por su afecto pero escuché una

conferencia suya: hablaba poniendo mucha énfasis enlas palabras claves, repitiéndolas varias veces e insis-

tiendo reiterativamente en su tesis. Un verdaderoactor, y más: un histrión. Por ejemplo, recuerdo que

hablando de la muerte, repetía muchas veces, endistintas tonalidades, en voz baja y alta, hasta casi

gritar, la misma y obsesiva pregunta: Qu’est-ce lamort? Qu’est-ce la mort?

GMC: Y Michel Foucault, ¿cómo era ese animalantediluviano?

FV: Su fuerza consistía menos en la teatralidad ymás en la lucidez y la claridad cartesiana con la que

presentaba sus argumentos. Aunque se escarnía cuan-do lo llamaban filósofo, era un verdadero maître-à-penser.Escucharlo era como asistir a una fiesta del pensa-miento: agudo, preciso, contundente.

GMC: ¿Conoció a Derrida? Podría hacernos unbreve retrato…

FV: Derrida era un grand seigneur. Una figuranoble. Lo conocí bastante bien en la fiesta de sus

sesenta años, en el castillo de Cerisy-la-Salle. Mehabía invitado para hablar en torno a las traducciones

de Heidegger. Empezamos una larga conversación y

Cuando Dios muere, el hombre se

animaliza... Abandonemos entonces las

ilusiones: el hombre es un animal que a

veces imagina ser hombre.

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me di cuenta de algo que en sus escritos no se percibetan claramente como en la discusión, es decir, que era

un lector muy agudo y preciso, atento a todos losmatices y los pliegues de un texto. Desde entonces leo

sus escritos de manera completamente distinta. Loescuché por última vez en Niza, donde en aquella

época yo enseñaba; dictó una lección magistral sobreHusserl y sus conocidas conferencias de Viena y

Praga: La crisis de la ciencias europeas. Con inimitablesoberanía mostró que el «heroísmo de la razón», que

Husserl reivindica en el gran final de sus conferenciaspara salvar a Europa de la crisis, está basado sobre un

fundamento irracional.GMC: Usted es uno de los más reconocidos especia-

listas en Heidegger. Ha traducido al italiano Ser ytiempo, el deslumbrante Nietzsche y los difíciles Apor-

tes a la filosofía. ¿Cómo puede explicar la vinculacióndel mayor filósofo del siglo XX con el nacional-socialis-mo?

FV: Heidegger ha sido el más más grande pensador

alemán contemporáneo, y el nacional-socialismo elmás trágico totalitarismo del siglo XX. Ese es el

problema. ¿Por qué razón una inteligencia tan agudaapoyó una ideología tan bárbara? La coincidencia

manifiesta un absurdo incomprensible y el obstinadosilencio del maestro teutónico después de la Guerra

resulta aún más problemático. Otra vez: ¿cómo pudoel nacional-socialismo atraer en el remolino demónico

de su poder a una mente tan sutil? ¿Y por qué

Heidegger hizo espacio en sus discursos a conceptoscomo «pueblo» y «raza»?

Es que a veces los pensamientos abstractos de losfilósofos tienen roce con asuntos peligrosos, y se

posan donde no deberían. El caso Heidegger es unejemplo evidente de la complicada boda mística entre

filosofía y política. Heidegger pretendió en aquellosturbulentos años ilustrar a Alemania y cultivó la

ilusión de llevar la filosofía en el corazón mismo delpoder, pero obtuvo lo inverso.

Sin embargo, como dijo Leo Strauss, filósofo de lapolítica, judío emigrado a los Estados Unidos: «Hereis the great trouble: the only great thinker in our timeis Heidegger» (El verdadero problema es que Heideggeres el único gran pensador de nuestro tiempo). Quieredecir que la filosofía contemporánea está en una gran

miseria política. Y que por eso debemos plantear lacuestión: ¿cómo es posible, hoy, reconciliar filosofía

Heidegger ha sido el más más grande

pensador alemán contemporáneo, y el

nacional-socialismo el más trágico totalita-

rismo del siglo XX. Ese es el problema. ¿Por

qué razón una inteligencia tan aguda

apoyó una ideología tan bárbara?

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y política después de que «el único gran pensador denuestro tiempo» las disoció tan traumáticamente?

GMC: ¿Se podría decir que Habermas, al haberhuido de su origen teñido de rebeldía, se aproxima a unpositivismo que pretende resucitar los ídolos?

FV: Confieso que prefiero el primer Habermas,

aquel crítico y rabioso de los años setenta, al Habermassucesivo, plácido y tranquilo semejante a un burgués

satisfecho. Entendámonos: es un pensador con clase,un maestro, pero el primer Habermas tiene una fuerza

innovadora notable, mientras después su estilo depensamiento y de escritura se vuelve demasiado

prolijo, académico y universitario. Según creo sumejor libro sigue siendo Strukturwandel derÖffentlichkeit, donde analiza el agotamiento de lafunción crítica de la opinión pública y su trasformación

en el foro donde se manipula el consenso.GMC: Usted ha vivido en diversas ciudades y ha

viajado infatigablemente: Colonia, Lovaina, París, Niza,Viena, Varsovia, Praga… ¿Alguna vez ha intentadodefinir las ciudades que más ama?

FV: Entre las grandes capitales la que más quiero

es París. Estuve allí por primera vez con trece años yfue una experiencia que me marcó. Volví repetidas

veces, y cada vez he vivido algo especial. Desde elprimer gran amor hasta la primera conferencia inter-

nacional importante. Fue en la Sorbonne, en el CentreLéon Robin, la «arena de los leones», donde los

filólogos clásicos trataron de descuartizarme, perocreo que salí victorioso. Me gustan también las peque-

ñas ciudades europeas, donde en cada esquina unorespira historia y piensa en lo que escribe Gómez

Dávila: «Viajar por Europa es visitar una casa para quelos criados nos muestren las salas vacías donde hubo

fiestas maravillosas». Me encanta Lovaina, por ejem-plo, una perla maravillosa en Bélgica, donde estudié

durante un año. A la época hubo un cambio lingüísti-co imprevisto: se pasó del francés, hasta entonces el

idioma oficial, al flamenco, y tuve que aprender estalengua tan particular. Fue un entrar en otro mundo y

vivir el poder de lo imaginario en otra lengua.GMC: Recientemente se publicó en español El arte

de tratar a las mujeres de Schopenhauer, antología queusted realizara a partir de la obra del filósofo alemán. Ensu divertido prólogo refiere que casi todos los grandesfilósofos han fracasado en las proximidades de lo feme-nino, desde el tormentoso matrimonio de Sócrates conJantipa…

FV: Parece casi una ley natural, una ley bajo la cualno quisiera caer, pero en Colombia… Cuando uno

viaja a ese país siempre le avisan de todos los peligrosque va a encontrar, pero nadie le avisa del peligro más

insidioso: las mujeres colombianas. Tan encantado-ras, tan bellas, que los europeos inevitablemente

caen en la trampa. Algunos amigos colombianos me

dicen al verme tan indefenso que parece que yo nohubiera leído el librito de Schopenhauer sobre las

mujeres que he compilado y prologado…GMC: Después de haber traducido a Gómez Dávila y

de diversos viajes a Colombia, ¿qué imagen tiene de estepaís cuya belleza florece siempre al pie del precipicio?

FV: Es un país donde hay gente maravillosa,fantasía, humor, una increíble e inagotable capacidad

de improvisar y crear. Donde todo acontece y se vivede manera intensa, extrema, en el bien como en el

mal. Un país con potencialidades inexplotadas perotambién con contradicciones estridentes que recla-

man una solución.GMC: En un artículo titulado «Pornosofía», publi-

cado en una importante revista italiana, se refiere a lapedofilia promulgada en la última novela de GarcíaMárquez Memoria de mis putas tristes. ¿Por qué se hacerrado un silencio al respecto? ¿La hermosa novela deKawabata que la antecedió (La casa de las bellasdurmientes) descentró a la crítica de su acucioso ejer-cicio valorativo?

FV: Leyendo el incipit de la novela de García

Márquez aparece en toda evidencia una contradic-ción. En el día de sus noventa años el protagonista

quiere regalarse una noche de amor loco con unavirgen adolescente, y gracias a la dueña de un burdel

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logra satisfacer su indecente apetito. ¿Pedofilia? ¿Por-nografía? Por supuesto que no, si es un Premio Nobel

quien está escribiendo. Gabo añade además a uncierto punto de la novela un juicio perentorio: «El

sexo es la consolación que queda cuando somosincapaces de amar». El sexo –podríamos añadir– no

resuelve ni siquiera los problemas sexuales. Sin em-bargo, ¿por qué permitimos al gran escritor imaginar

que un viejo compre una niña virgen? No es acaso quesu novela divulga una ficción pedofilo-pornográfica

que lamentablemente la vida se encarga a menudo detraducir en realidad? ¿En cuál esquizofrenia vive una

sociedad que por un lado pretende que se cierrenpáginas obscenas en la Red, pero por otro lado acepta

que un poderoso multiplicador cultural como lanovela de un Premio Nobel propague lo mismo? Ni

prédicas ni moralismo, por favor, pero planteémonosel problema, eso sí.

GMC: Usted habla ocho idiomas, escribe librementeen cuatro de ellos y lee en otros dos. Steiner propone queel lenguaje materno es aquel que usamos cuando lamuerte nos asalta y lo ejemplifica con un accidente,seguro de que la exclamación que se profiere en unevento extremo revela el idioma más profundo de todoser humano. ¿Cree que existen pensamientos o sensacio-nes qué sólo podría fijar en su lengua materna?

FV: Es raro, pero no es tan sólo la lengua maternaque ocupa algunas experiencias con exclusividad,

sino también otros idiomas en los que me he forma-do. Hay vivencias que podría expresar mejor en

francés que en cualquier otro idioma, habiéndolasvivido originalmente en esa lengua, otras que sabría

decirlas mejor en alemán. En los sueños lo mismo: aveces sueño en un idioma, a veces en otro. Algunas

pocas cosas puedo decirlas tan sólo en la lenguacervantina. Y en cuanto a la Dama Muerte, puedo

decir que desconozco su lengua legítima, a pesar delos indicios que me lega lo poético.

GMC: En su tratado sobre el Nihilismo, reciente-mente publicado en español por Siruela, rastrea elorigen de su concepción filosófica. «El huésped inquie-tante» como lo denominaba Nietzsche, o «el únicocamino que lleva al hombre a establecerse en la quime-ra» como lo describía Jean Dubuffet, ha sido fundamentofilosófico incuestionable. ¿Debemos indagar las fuerzasgerminativas del nihilismo, seguros del radiante caminoque sucederá a este tiempo en que los valores supremosdesaparecieron?

Hoy se habla a menudo de «pérdida del centro»,«desvalorización de los valores», «crisis de sentido»:

esta terminología negativa que floreció con el nihilis-mo indica que no disponemos más de un punto

arquímedeo –ni la religión ni el mito, ni el arte, nisiquiera la ciencia– sobre el cual haciendo palanca

pudiéramos nuevamente dar un nombre al mundo, ala totalidad de lo que es. El nihilismo de nuestro

tiempo ha engendrado una crisis de autodescripción.Nos avisa que estamos navegando a ciegas en los

archipiélagos de la vida, el mundo y la historia. En eldesencanto ya no hay brújula ni oriente, no hay más

rutas ni trayectos ni mediciones preexistentes utiliza-bles, ni tampoco metas preestablecidas a las que

podríamos arribar. El nihilismo ha carcomido lasverdades y debilitado las religiones, pero también ha

disuelto los dogmatismos y las ideologías, enseñán-donos a mantener aquella razonable prudencia delpensamiento, aquella actitud oblicua y prudente, quenos vuelve capaces de navegar entre los escollos del

mar de la precariedad, en la travesía del devenir, en latransición de una cultura a la otra, en la negociación

entre un grupo de intereses y otro. Después de lacaída de lo Absoluto y la entrada en el mundo

moderno de la secularización, después de la corrup-ción del reino de la legitimidad y del tránsito al

territorio de la convención, mi filosofía es una filoso-fía de Penélope que deshace incesantemente su tela,

porque no sabe si Ulises retornará. C P

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COMUN PRESENCIA